Sororidad para el hampa. Viudas es el nuevo thriller de Steve McQueen tras el éxito de 12 años de esclavitud”, film ganador del Oscar hace unos años. Co – guionada con la aclamada Gillian Flyn, novelista y guionista de Perdida, la película toma como base la serie de televisión británica, creada por Lynda La Plante en el año 1983. Viola Davis, Michelle Rodriguez, Elizabeth Debicki, Cynthia Erivo, Colin Farrell, Brian Tyree Henry, Daniel Kaluuya, Garret Dillahunt, Carrie Coon, Jacki Weaver, Jon Bernthal, Manuel Garcia-Rulfo, Robert Duvall y Liam Neeson forman parte del selecto elenco de una cinta con éxito de taquilla asegurado. Durante 130 minutos nos enfrentamos a la sororidad de cuatro mujeres que a pesar de no tener nada en común en sus vidas se ven ajetreadas tras las repentinas muertes de sus esposos criminales a causa de la avaricia y traición de Harry Rawlins (Liam Neeson), antagonista de lujo para el relato. El rumbo en la vida de estas cuatro mujeres tomará un curso distinto al virar hacia la zona de la criminalidad para sobrevivir y así reconstruir un presente mejor. La historia por momentos parece forzada, con puntos de giro excesivos como por ejemplo la rapidez que adquieren las cuatro inexpertas para llevar a cabo un atraco millonario sin fallas. Asímismo, la película entretiene y encaja con la temática actual sobre el empoderamiento de las mujeres y la importancia de erradicar el estereotipo del rol inocuo de la mujer en el mercado cinematográfico estadounidense que persiste con la idea de mostrarla incapaz de llevar a cabo tareas arriesgadas y hasta criminales por un fin que justificaría los medios.
Este drama criminal funciona en todas sus facetas gracias a la batuta del director británico Steve Mc Queen -ganador del Oscar por 12 años de esclavitud y también entregó la impactante Shame-, quien expone las vidas de un grupo de viudas dispuestas a todo. El filme, una adaptación de la serie británica homónima emitida entre 1983 y 1985, cuenta con el guión del realizador y de Gillian Flynn -Perdida-. Los límites de la moral y la corrupción política se ven desdibujados a través de una serie de personajes que quieren sacar su propia tajada en esta película que tiene el mérito de guardarse un giro inesperado. Con más suerte que el elenco femenino de la híbrida Ocean´s 8, Viudas está ambientada en Chicago con cuatro mujeres que aparentemente no tienen nada en común a excepción de una deuda heredada por las actividades criminales de sus difuntos maridos. Y está Verónica -Viola Davis en una actuación inolvidable-, que al descubrir una libreta con los planes criminales inconclusos de su difundo esposo decide llevarlos adelante con la ayuda de sus compañeras Alice -Elizabeth Debicki-, la esposa maltratada; Linda -Michelle Rodriguez- y Belle -Cynthia Erivo- y forjarse un futuro con sus propias reglas. Todos sus maridos murieron durante un robo. Entre las presiones de políticos de Jack Mulligan -Colin Farrell- y un brutal asesino- el siempre convincente Daniel Kaluuya, el actor de Huye!- que responde a la voluntad del candidato opositor y quiere el dinero para sus campañas políticas, la intriga no se hace esperar mientras una sensación de peligro inminente se adueña de la trama -Verónica y su perrito amenazados-. Con este marco el realizador también enciende la crítica social sobre problemas raciales y de género en los Estados Unidos. El relato comienza con Verónica y su marido Harry -Liam Neeson- en una escena de cama abruptamente interrumpida por otra con la escena de un violento robo. Lo cotidiano convive con la delincuencia de una manera brutal en este film que combina acertadamente todas las líneas argumentales y los personajes -como la niñera devenida en mujer entrenada para el robo-. También aparece Robert Duvall como el padre de Mulligan pero es Viola Davis quien lleva adelante el relato y enhebra las vidas de estas amas de casa desesperadas listas para cumplir su planificada misión.
Neguemos las deudas inventadas Cualquier espectador que haya visto las tres películas previas de Steve McQueen, las geniales Hunger (2008), Shame (2011) y 12 Años de Esclavitud (12 Years a Slave, 2013), podrá atestiguar que el director británico no tiene nada que ver con el cine inofensivo y/ o pueril de nuestros días, más bien todo lo contrario: el señor es artífice de un inconformismo todo terreno orientado a la polémica y a golpear la sensibilidad embotada/ adormecida del público y la prensa actuales, casi siempre condicionados como autómatas conservadores y dóciles a aceptar productos estúpidos escapistas que lo único que hacen es santificar la mediocridad acrítica de las sociedades contemporáneas. En función de lo anterior su nuevo proyecto despertaba a priori una gran curiosidad porque constituía su primera incursión cien por ciento en el cine de género, concretamente en el campo de los thrillers urbanos, y encima acompañado por Gillian Flynn, autora de las novelas de base de Perdida (Gone Girl, 2014) y Sharp Objects (2018) y aquí coescribiendo el guión con el propio McQueen. El resultado final no podría haber sido más satisfactorio ya que el dúo pasa a desmenuzar los engranajes del policial hardcore para barajar y dar de nuevo dentro de una iconografía hiper realista que pone el acento en el desamparo, el envalentonamiento y una sensación de peligro muy bien trabajada que sobrevuela continuamente el devenir de los personajes, ahora un grupo de tres mujeres cuyos esposos murieron durante el transcurso de un robo y específicamente en una balacera nocturna con la policía, mega explosión de su camioneta incluida. Veronica (Viola Davis), Alice (Elizabeth Debicki) y Linda (Michelle Rodríguez), casadas con Harry Rawlings (Liam Neeson), Florek (Jon Bernthal) y Carlos (Manuel García-Rulfo), terminan obligadas a realizar el último golpe que tenía planeado Rawlings como un mecanismo para pagarle al “damnificado” del asalto, Jamal Manning (Brian Tyree Henry), un afroamericano de origen bien mafioso que está postulándose como concejal para regir un distrito de Chicago que suele estar en manos de blanquitos de la dinastía Mulligan. Amenazada por Manning y su matón personal, su hermano Jatemme (Daniel Kaluuya), Veronica se transforma en la líder de la banda y recurre a los bocetos de la operación de su marido para devolverle los dos millones sustraídos al negro en apenas dos semanas, dinero que el hombre pretendía destinar para su campaña y que terminó incinerado con la camioneta de turno y sus ocupantes. La historia a su vez se mezcla con el derrotero de los Mulligan, una familia tan corrupta como su flamante rival político y hoy por hoy controlada -mucho nepotismo mediante- por el jerarca anciano Tom (Robert Duvall) y su hijo Jack (Colin Farrell), quien viene de recibir millones de dólares en sobornos en un cargo público, dice tratar de diferenciarse de los “recursos” violentos de su progenitor y anhela conservar para su estirpe el puesto de concejal. Los secretos pronto salen a la luz a medida que las mujeres dejan atrás unos tímidos primeros pasos y avanzan hacia la concreción de una embestida que hermana en el crimen a todos los involucrados, estén éstos vivos o muertos. McQueen se saltea por completo la romantización bobalicona de personajes clásica del enclave hollywoodense, esquivando asimismo toda interpretación literal y reduccionista del feminismo, y abraza cierta impronta a lo Michael Mann pero filtrada por su nihilismo y sin esas salidas habituales “amigables” de las propuestas del estadounidense para con el espectador retrógrado promedio, lo que implica que el inglés las sustituye con una violencia seca que duele en serio y un andamiaje de tensión sexual que aquí se materializa sobre todo de la mano de los flashbacks de Veronica con su esposo y de la necesidad de Alice de convertirse en prostituta para poder sobrevivir, un bonito consejo que le da su propia madre Agnieska (Jacki Weaver). El cineasta obtiene un desempeño en verdad parejo y excelente de todo el elenco, con una Davis que consigue aprovechar cada segundo suyo en pantalla de manera magistral y desparramando sabiduría actoral en escenas muy cuidadas tanto desde lo anímico como desde lo visual, cortesía de la extraordinaria fotografía de Sean Bobbitt. Ahora bien, la película va más allá del “divertimiento” pasatista estándar símil heist movie gracias a que funciona además como un análisis impiadoso, inteligente y certero de la mugre de la política tradicional y las estratagemas horrendas que utiliza para financiarse y perpetuarse frente a un electorado apático y lobotomizado que vive eligiendo desde la ignorancia más decrépita a sus verdugos una y otra vez porque en lugar de informarse y votar por proyectos se dejan llevar por eslóganes/ mentiras berretas que en el caso de los fascistas del neocapitalismo jamás se condicen con la plataforma real de gobierno de los oligarcas/ demagogos/ mitómanos en cuestión. Viudas (Widows, 2018) ni siquiera cae en la corrección política de lavar las culpas del candidato negro por su simple color de piel debido a que opta por también denunciar sus cadáveres en el armario vía el maravilloso trabajo de Kaluuya -visto hace poco en ¡Huye! (Get Out, 2017)- como un monstruo tan implacable como el mismo Jamal. McQueen logra así una obra atrapante e hipnótica que se consagra a negar las deudas inventadas por las cúpulas espurias que nos dirigen en el ámbito público o privado -o aspiran a hacerlo- con el objetivo de que reconozcamos cuanto antes el poder de la desobediencia autoconsciente basada en esa autonomía que resiste…
De cómo un thriller sobre la venganza de un grupo de mujeres puede convertirse en un filme de crítica social, racial y, más sencillo, feminista. Viudas es un filme de género, al que Steve McQueen, el director afroamericano de 12 años de esclavitud, ganadora del Oscar y estrenada hace cinco años, le ha conferido un tratamiento dramático que, sí, la configura en una película sentida, cuidada. Y que hasta puede llegar a alcanzar algunas nominaciones al Oscar. El filme arranca mostrando a distintas parejas, todas bastante disímiles. Como la que parece central, y que componen Liam Neeson y Viola Davis. Están a los arrumacos y más en la cama como buena muestra de amor interracial, pero hay otras en las que el maltrato o la estafa están apenas disimulados, o no. Los hombres participan de un robo. Pero algo sale mal y cuando intentan escapar esa noche desde un nuevo vehículo en un galpón, a la salida los está esperando la policía. El vehículo explota y, con él, quedan las cuatro viudas. A partir de ese hecho que sorprende, a espectadores y a las protagonistas, se arma el thriller dramático. Harry (Neeson) dejó en un cuaderno instrucciones para planificar un próximo robo. Es probable que Veronica no haya estado al tanto de los negocios de su marido, pero bien disfruta del bienestar de ser multimillonaria. Harry dejó una suma millonaria adeudada a partir de aquella explosión, y dos hermanos (Daniel Kaluuya, de ¡Huye!, y Brian Tyree Henry) la conminan a devolverlo. Sino, imaginen lo que le sucederá. De ahí a formar un nuevo team entre las viudas, y alguna recluta externa, no pasa mucho. Henry) la conminan a devolverlo. Sino, imaginen lo que le sucederá. De ahí a formar un nuevo team entre las viudas, y alguna recluta externa, no pasa mucho. Lo mejor de Viudas es que siguiendo los lineamientos del thriller de acción, se mete en las características y la psicología de los personajes. Viudas, en manos de un Michael Bay hubiera sido un filme de acción trepidante, y no mucho más. McQueen -advierto que 12 años de esclavitud me resultó demasiado armada y grandilocuente- le da otro giro a la historia. Y no interesa -solamente- si el golpe a planear terminará bien, o no. Con Viola Davis y Michelle Rodriguez al frente del elenco, estamos hablando de minorías bien representadas. Davis tiene servida una nueva candidatura al Oscar, y el guión, de McQueen y la autora de Perdida, Gillian Flynn, también. Es hábil en todo momento, con las vueltas de tuercas imprevistas y, sobre todo, el giro del casi final demuestra sapiencia y un trabajo aceitado desde la construcción de la historia. Viudas puede verse como lo que es primariamente, un thriller de acción. Pero como las muy buenas películas, también permite otras observaciones, que dependerán del ojo, sin llegar a ser clínico, de cada espectador, para encontrarle nuevos y más sentidos.
Viudas nunca se propone ser una película sobre un robo. Como 12 años de esclavitud tampoco intentaba convertirse en un relato de aventuras. Para Steve McQueen, los géneros son apenas un inventario de recursos de los que se apropia, de manera astuta y algo utilitaria, para decir lo que piensa sobre el mundo en el momento en que filma. Esa decisión en sí no es un problema, sí el fracaso de la amalgama entre intención y resultado, entre género y discurso. Debemos decir que mientras en 1 2 años de esclavitud todo el peso del relato se disolvía bajo la fuerza declarativa de los temas importantes que abordaba -racismo, violencia social, injusticia-, aquí -pese a cierta previsibilidad en el retrato de la corrupción política-, logra varias escenas potentes e inquietantes (la fuga inicial, las amenazas al dueño del bowling), y sostiene el recorrido de la intriga en las sólidas actuaciones (Viola Davis, pero sobre todo Elizabeth Debicki y Daniel Kaluuya). De ellos queda algún amor idealizado, varios malos recuerdos, deudas y una libreta misteriosa que siembra los pasos venideros como un camino de descubrimiento. La guionista y escritora Gillian Flyn ( Gone Girl, Sharp Objects) construye para McQueen -sobre la base de la novela de Lynda La Plante, creadora de la serie británica Prime Suspect- una narrativa que desplaza las acciones como eco de los personajes (por eso, algunas piezas que no tienen origen, como la cuarta mujer, se notan implantadas), como fruto del impacto de sus respectivos duelos (donde encuentra los mejores resultados), como conquista de un lugar con derecho propio. Acá no hay banda de profesionales del crimen como en los tradicionales heist films o películas de robo: McQueen se interesa por sus personajes en sintonía con la época y traza el camino que las lleva desde ese lugar de esposas de decorado a gestoras de su propio destino como un acto de reparación. Quizás el problema central de la película es que ese evidente desinterés que el director acusa por la planificación y el ensayo del robo -que no deja de ser el objetivo final del relato- hace que, cuando ocurre, no termine de fascinarnos del todo. Lo que mejor consigue McQueen es entretejer los caminos de sus viudas como una especie de laberinto moral, jugando con su ambigua vulnerabilidad, dando vueltas a sus contradicciones, y mezclando ese clima de creciente amenaza que las rodea con algo de bienvenido humor y no tanta solemnidad.
Curiosa carrera la del director inglés Steve McQueen. Tras casi dos décadas rodando cortos experimentales, debutó en el largometraje con Hunger (2008), sobre la historia real de la huelga de hambre del activista irlandés Bobby Sands; en 2011 rodó la provocadora Shame: Sin reservas (también con Michael Fassbender); y en 2014 ganó el premio Oscar a Mejor Película con la amada y odiada 12 años de esclavitud. Ahora, tras cinco años de paréntesis, regresa con una película extraña y ambiciosa que tiene a un auténtico dream-team actoral para una estructura coral con claras reminiscencias del cine de Robert Altman en la que, tras un trasfondo de thriller de robos, hay una mirada descarnada al machismo imperante y a la corrupción del sistema político. Las viudas del título (no confundir con el film homónimo de Marcos Carnevale) son unas mujeres que pierden a sus maridos en un fallido golpe que se narra en el inicio del film. Todas quedan en condiciones penosas, sin sus negocios, con trabajos precarios, llenas de deudas y amenazadas por la mafia local para pagar los que sus esposos no cumplieron. La líder del clan es Veronica (Viola Davis), quien encuentra en una agenda que perteneciera a su marido Harry (Liam Neeson) los datos para concretar un golpe por un botín de cinco millones de dólares que puede sacarlas de tantos apuros. A ellas se les sumarán Alice (Elizabath Debicki), Linda (Michelle Rodriguez) y Belle (Cynthia Erivo), mientras que Amanda (una desaprovechada Carrie Coon) se quedará al margen por razones que mejor no revelar. Con elementos similares a Ocean's 8: Las estafadoras, pero con menos fluidez, más solemnidad y “mensaje”, Viudas es una película que sintoniza con estos tiempos de empoderamiento femenino y, por lo tanto, no extraña que los personajes masculinos sean desde mafiosos afroamericanos con claros sesgos psicopáticos (Daniel Kaluuya y Brian Tyree Henry) hasta políticos llenos de vicios (Robert Duvall y Colin Farrell, como padre e hijo). Basada en una serie británica de 1983 (que a su vez estaba basada en la novela de Lynda La Plante), Viudas tiene guión del propio McQueen y la reconocida escritora Gillian Flynn (Perdida, Lugares oscuros, Sharp Objects) con una propuesta interesante porque constantemente se desmarca de lo más previsible: el tono aleccionador y el mero thriller de suspenso. Es un híbrido, una mixtura, un constante pendular entre el drama femenino y el cine de género que ofrece más hallazgos que carencias.
La escritora Gillian Flynn está dando mucho de que hablar. Las recientes adaptaciones de sus libros, tanto en cine como televisión, fueron muy bien recibidas por el público. Tales son los casos de Gone girl (2014) y Sharp objets (2018). Sin embargo, este es el trabajo basado en su obra, que hasta ahora menos me ha gustado. La película no es mala en sí misma, pero posee unos cuentos errores difíciles de perdonar y que se llevan el verosímil al demonio. La idea de que las viudas de un grupo de criminales recientemente muertos se unan para dar un golpe, y así salvar sus vidas, es buena. Pero deja de serlo en ciertos momentos cuando el guión recurre a arbitrariedades convenientes y muy poco creíbles para el desarrollo de la trama. El director Steve McQueen, quien viene de estar nominado al Oscar por 12 años de esclavitud (2013), película que se llevó la estatuilla, nos ofrece un trabajo muy correcto desde lo narrativo audiovisual, pero a la vez un poco desalmado. La película es un vaivén. Grandes secuencias intercaladas con algunas muy pobres. Hay partes de mucha tensión, y otras en las cuales mirás el reloj. Es por ello por lo que se trata de un film difícil de encasillar. Los personajes están bien construidos y el elenco es de primera, incluso en los cameos. Así es como vemos a Liam Neeson, Jon Bernthal, Colin Farrell, y Robert Duvall , entre otros. Pero el trío principal es el compuesto por Viola Davis, Elizabeth Debicki, Michelle Rodriguez. Sin dudas, el mejor personaje y con más matices es el de Debicki, aunque la atención principal pase por Davis. Pese a estar bien dirigida y bien interpretada, la película presenta serios problemas en resoluciones. Es decir, suceden cosas con los personajes que casualmente son convenientes a la trama. Dos ejemplos: la niñera de una de ellas resultó ser una gran runner y conductora, algo que el trío necesitaba. Asimismo, otra de ellas justo está en una relación con un hombre que justo puede ayudarlas con unos planos porque es arquitecto. Y así más cosas. Todas demasiadas forzadas, y que le sacan realismo. Aún así, la película puede disfrutarse. Pero no mucho más que eso.
El robo necesario “Viudas” (Widows, 2018) es una película dramática de atraco dirigida por Steve McQueen (Shame, 12 Años de Esclavitud), que también se encargó del guión junto a Gillian Flynn, escritora de “Sharp Objects” (2006), “Lugares Oscuros” (Dark Places, 2009) y “Perdida” (Gone Girl, 2012). Basada en la serie de televisión británica homónima de principios de los ochenta, el reparto está compuesto por Viola Davis, Colin Farrell, Michelle Rodriguez (Rápidos y Furiosos), Elizabeth Debicki (El Gran Gatsby), Liam Neeson, Robert Duvall, Daniel Kaluuya (¡Huye!), Brian Tyree Henry, Carrie Coon, Garret Dillahunt, Cynthia Erivo, Jon Bernthal, Jacki Weaver, entre otros. La cinta tuvo su presentación mundial en el Festival Internacional de Cine de Toronto. Chicago, 2008. Harry Rawlings (Liam Neeson) y sus compañeros mueren debido a un robo que no resulta como lo habían planeado. Verónica (Viola Davis), esposa de Harry, se verá en problemas cuando Jamal Manning (Brian Tyree Henry), candidato para ser alcalde, se aparezca en su hogar para exigirle los dos millones de dólares que Rawlings le robó. Al tener la libreta de Harry, la cual está llena de anotaciones y planes para sus próximos asaltos, a Verónica no se le ocurrirá mejor idea que reunir a las demás mujeres viudas para obtener el dinero que le pide Jamal y el restante dividirlo en partes iguales. Destacado reparto de actores reunió McQueen para su nuevo filme, que se puede asemejar a “Ocean’s 8: Las Estafadoras” en cuanto al grupo de mujeres organizadas para el hurto pero que no tiene coincidencias más allá de ello: aquí la seriedad es muchísimo mayor. Aunque el asalto tiene la debida importancia en la trama, el director en realidad lo usa para mostrar otros aspectos de la realidad de Estados Unidos, que van desde el lado oscuro de los políticos para ser elegidos hasta el trato que se les sigue dando a las mujeres hoy en día. Aunque la cinta en variados momentos pierda su ritmo, las brillantes actuaciones hacen que el espectador nunca pierda las ganas de seguir mirando qué pasará con cada personaje. Viola Davis se luce al interpretar a una mujer del sindicato de maestros que en un abrir y cerrar de ojos pierde a su marido y tiene que arreglar los problemas que éste dejó. De la tristeza pasa a la fortaleza convirtiéndose en una líder para las demás mujeres, lo que se percibe de forma natural dado que el arco de Verónica está bien desarrollado. Por otro lado, Daniel Kaluuya sorprende al encarnar al violento hermano del candidato Jamal así como la Alice de Elizabeth Debicki genera orgullo por su evolución. Racismo, violencia policial, nepotismo y machismo son solo algunas de las temáticas que el director se anima a poner sobre la mesa, creando una combinación extraña pero que da gusto ver. En cuanto al atraco, la música de Hans Zimmer junto a las máscaras, las voces distorsionadas y los percances del momento ayudan a crear una atmósfera tensa donde cualquier cosa puede suceder. Con un giro completamente inesperado que por suerte no es expuesto en el desenlace, “Viudas” se convierte en un filme sólido, feminista y, por sobre todo, crítico de la Norteamérica actual.
EL GRAN GOLPE Las chicas también quieren divertirse. Bueh, no hay nada de divertido en salvar el pellejo. Steve McQueen no nos entregaba una historia cinematográfica desde que alzó el Oscar a Mejor Película por “12 Años de Esclavitud” (12 Years a Slave, 2013). Ahora, el realizador inglés decide reversionar “Viudas” (Widows, 2018), la miniserie británica homónima del año 1983, haciendo equipo con Gillian Flynn que, por primera vez, adapta una obra que no es propia. La escritora detrás de “Perdida” (Gone Girl, 2014) y “Sharp Objects” (2018) entiende de thrillers protagonizados por fuertes personajes femeninos, de ahí, que sea la mejor elección para este drama criminal, que es muchísimo más que una “heist movie”. Se puede decir que “Viudas” tiene algo de “La Gran Estafa” (Ocean's Eleven) o cualquier otro clásico de atracos bien planeados. Pero en manos de McQueen y Flynn la historia adquiere otros significados y deja deslizar, no sólo el papel de la mujer en la sociedad, sino otros problemas sociopolíticos y culturales como el racismo, la corrupción política y la violencia policial tan en sintonía con la actual administración en los Estados Unidos. La dupla cambia la ambientación británica por las calles de Chicago, más precisamente, el distrito 18, la zona Sur y menos “pudiente” de la Ciudad de los Vientos. No lejos de ahí, Harry Rawlings (Liam Neeson), hombre de influencia y criminal de carrera, muere junto a sus tres secuaces durante un golpe que no sale nada bien. Veronica (Viola Davis), su viuda, no sólo debe lidiar con la pérdida de su esposo, sino con algunas deudas involuntarias que deberá pagar si no quiere poner en riesgo su propia vida. Resulta que Harry decidió robarle dos millones de dólares a Jamal Manning (Brian Tyree Henry), jefe criminal de la zona que, ahora, quiere blanquear los “negocios” y dedicarse a la política postulándose para edil de este distrito, y compitiendo contra Jack Mulligan (Colin Farrell), quien viene de una larga estirpe de gobernantes. A Jack, acusado de manipular algunos fondos, no le interesa seguir el mandato familiar, mucho menos vivir en esta zona tan pobre de Chicago, pero las presiones de papá Tom (Robert Duvall) se hacen sentir, y el apellido pesa más que sus caprichos personales. Por su parte, Jamal y su violento hermano Jatemme (Daniel Kaluuya), llevan todas las de ganar ya que el primero podría convertirse en el primer edil afroamericano del distrito 18, una posición que no le va a dar mejores ingresos que los de sus actividades extracurriculares, pero si el poder para estirar sus influencias. Pero la campaña necesita fondos y esos fondos volaron por el aire junto con Rawlings. Para recuperar el dinero, Veronica debe sumergirse en la oscura vida de su marido, una que siempre trató de ignorar. A pesar de tener un buen pasar y ser una señora de “sociedad”, Harry la dejó en Pampa y la vía, y la única opción que le queda para salir indemne del problema, es contactar a las otras viudas y llevar a cabo el próxima plan que su esposo tenía en la agenda: un botín de cinco palitos verdes, suficientes para contentar a los Manning y repartir el resto entre ellas. Hablamos de cuatro mujeres muy diferentes que nunca se conocieron entre sí: Linda Perelli (Michelle Rodriguez), madre de dos y dueña de una tienda que acaba de perder por culpa de las deudas de juego de su marido. Alice Gumnner (Elizabeth Debicki), una rubia linda sin ninguna experiencia, prisionera de una relación abusiva. Y Amanda Nunn (Carrie Coon), la única viuda que decide no unirse a los planes de Veronica, ya que está demasiado ocupada con su bebé recién nacido. La idea parece absurda y sumamente peligrosa, pero la realidad es que la alternativa es aún peor. Ninguna tiene experiencia (ni mucho que perder en el proceso), pero con sus habilidades combinadas, y mucha concentración, podrían lograr el éxito. McQueen nos muestra toda la planificación, los ensayos, los errores y los riesgos, pero en el camino también nos muestra a este grupo de mujeres determinadas a no bajar los brazos y dejarse intimidar por el sexo opuesto. En Veronica, Linda, Alice y Amanda están representadas otras tantas mujeres, esposas, madres, víctimas, luchadoras de las que (muchas veces) nadie espera nada, y así y todo, logran dejar su huella y hacer una diferencia. En la superficie, “Viudas” es un thriller cargado de acción y violencia con una ejecución impecable –los planos largos de McQueen son hermosos- y un grandísimo elenco (Davis y Debicki son maravillosas) que lleva adelante una historia que jamás decae, y va hilando sus diferentes tramas, peligrosamente interconectadas. Entre líneas, no muy sutiles, la historia se hace eco de la (eterna) situación racial que nunca cambia, la consciencia (e inconsciencia) de clase y de género, y de una realidad pocas veces vista en este tipo de ficciones: las mujeres son tan aptas como los hombres para llevar adelante la ejecución de cualquier plan, el problema pasa por subestimarlas. McQueen nos entrega un par de arquetipos, sólo para poder deconstruirlos delante de la cámara y resignificarlos. Así, su historia se convierte en una gran metáfora del rol de la mujer y cómo es percibida –además de cómo se percibe así misma- en distintos ámbitos y ante circunstancias diferentes. Claro que van a saltar los que enarbolan la bandera de la credibilidad, pero sepan que si el mismo argumento funcionó durante años con elencos mayoritariamente masculinos, no hay razón para que “Viudas” deje de emplear dicha fórmula y nos atrape con su particularidad y, más que nada, con sus protagonistas y sus disyuntivas, tan personales como aplicables al conjunto. LO MEJOR: - Que dice mucho más de lo que parece a simple vista. - El balance entre thriller, drama y temas coyunturales. - Denle todos los premios a Viola. LO PEOR: - Que no haya más películas tan jugadas como esta. - Que el público prefiera los blockbusters y después se queje de la falta de calidad en la pantalla grande.
Es el regreso del director Steve McQueen (“12 años de esclavitud”) con su primera vez en un cine de género. El y Gillian Flynn escribieron el guión basándose en las dos temporadas de una serie inglesa escrita por Lynda La Plante. Una larga historia, con muchas vueltas de tuerca que le permiten a McQueen ocuparse con brío de las escenas de acción y utilizar la fragmentación y brindar la historia en cuentagotas, pero también poner la mirada en una Chicago moderna gobernada por la corrupción de una familia que se mantiene en el manejo de la ciudad durante muchos años, como si se tratara de un cargo hereditario. Un candidato afroamericano quiere competirle al hijo del viejo líder y en esos manejos de poder entran la violencia, el chantaje, el soborno y la mirada más oscura sobre las ventajas de los cargos gubernamentales. En ese escenario cuatro mujeres quedan viudas cuando sus maridos mueren en una fuga, eran una banda de ladrones profesionales y exitosos. Ellas comandadas por el fuerte personaje de Viola Davis, en un protagónico a su medida, deberán afrontar que hacer de sus vidas, están endeudadas, sin dinero y desamparadas. Por una serie de circunstancias deciden cometer un robo, se transforman de débiles en mujeres de acción. La trama con giros inesperados e impensados mantiene la tensión en todo momento aunque resulte agobiante. El director sabe ponerle toda la carga frenética en los momentos necesarios y se toma su tiempo para pintar a sus personajes, aunque algunas resoluciones son demasiado rápidas. Además de la talentosa Davis, Michelle Rodríguez, Colin Farrell, Robert Duvall, Liam Neeson, Daniel Kaluuya. Un verdadero elenco de estrellas.
El experimento de un científico desquiciado Viudas parece el resultado del experimento de un científico desquiciado, que decidió cruzar a un ornitorrinco peludo con una mesa de tres patas. El ornitorrinco es la miniserie Widows, escrita por Lynda La Plante (creadora de Prime Suspect, nada menos) y emitida por la BBC originalmente en 1983, con una segunda temporada dos años más tarde y reedición en 2002. La miniserie era una de robos, con cuatro viudas de sendas parejas criminales, reunidas para consumar el súper atraco que los finados no habían logrado dar. La mesa es el empavonado y oscarizado realizador británico Steve McQueen, realizador de 12 años de esclavitud y antes, de las sobrevalorizadísimas Hunger (2008) y Shame (2011), que como señaló en estas páginas Luciano Monteagudo llevaba el punto de vista en el título. Con ayuda de Gillian Flynn (guionista de Perdida), McQueen transfigura la despreocupada miniserie original en un nuevo vehículo de su misantropía. La escena inicial, en la que Liam Neeson y la morocha Viola Davis (ganadora de un Oscar en 2017) retozan amorosamente en el lecho matrimonial, anuncia, tratándose de McQueen, que algo muy malo les va a pasar. El corte brutal que va de un beso apasionado a un disparo, durante la persecución desesperada de la policía a los chorros, es sólo el anuncio de lo que finalmente va a suceder, frutilla en la torta del “que el mundo fue y será una porquería” del realizador. La porquería del mundo se condensa aquí en dos candidatos a ediles de la ciudad de Chicago, en plena campaña por el puesto. Uno blanco (Colin Farrell, confirmando que es un actor mucho mejor de lo que en un primer momento se quiso reconocer), otro negro (Brian Tyree Henry), ambos igualmente corruptos. Farrell vive bajo la sombra de su padre y antecesor, el repulsivo reaccionario Robert Duvall, y su rival tiene un hermano (Daniel Kaluuya, protagonista de ¡Huye!) que no sólo es un mafioso como él, sino además un asesino psicótico, que anda torturando y matando gente por ahí. En una de Tarantino, este disparate (ni el peor de los mafiosos se sigue comportando como tal al llegar a la política) podría pasar, como parte del exceso general. En una película que pretende decir “cosas importantes sobre el mundo contemporáneo”, como ésta, no. De paso hay un pastor al que en cuanto se lo ve predicar en contra de los poderosos se empieza a sospechar. Sospechas justificadas, otra vez. Igual de forzada es la excusa para pasar de ahí a “una de robos” en clave femenina. A Viola Davis la aprietan para que devuelva un vuelto que su marido se llevó, y ella aprieta a su vez a las viudas de los otros miembros de la banda, con argumentos muy débiles. Pero todas se anotan, porque si no no habría película. Ahí están entonces la fabulosa chica chicana Michelle Rodríguez, la rubia Elizabeth Debicki, que mide un par de metros, y la morocha Cynthia Erivo, haciendo del empoderamiento un lugar común. Signo de la cruza imposible que intenta McQueen, algunas están en la película del ornitorrinco peludo (Debicki hace un personaje de screwball comedy) y otras en la de la mesa con tres patas (con gesto grave y el rostro hinchado de tanto llorar, Viola Davis hace de trágica), confirmando que el experimento loco no podía dar por resultado otra cosa que esto.
Ambientada en Chicago, en épocas turbulentas donde cuatro mujeres con nada en común excepto la deuda que han heredado luego de la muerte de sus esposos (deudas generadas por sus actividades criminales) se adueñan de su destino y conspiran para lograr un futuro bajo sus propios términos Viudas (Widows, 2018) es un thriller dirigido por Steve McQueen ( 12 Años de Esclavitud) quien a su vez se encargó del guión junto a Gillian Flynn. Basado en la miniserie de televisión británica de 1983 bajo el mismo nombre . Con una impresionante lista de reconocidos nombres, entre los cuales se encuentran Viola Davis, Liam Neeson, Colin Farrell, Michelle Rodróguez y Robert Duvall entre otros. Viola Davis junto a Liam Neeson Harry Rawlings (Liam Neeson) y sus compañeros mueren durante un robo que resulta de la peor manera. Verónica (Viola Davis), esposa de Harry, descubrirá que su esposo andaba en cosas pesadas y le robó dos millones de dólares a Jamal Manning (Brian Tyree Henry), quien está metido de lleno en la política. Pero antes de morir Harry le dejó su libreta personal, la tiene detalles y planes de futuros robos. Es cuando Verónica decide reunir a las demás viudas que para que la ayudasen a concretar un robo de cinco millones de dólares, pagar la deuda de su difunto marido y repartir el resto. Rápidamente entran en juego Alice (Elizabeth Debicki) y Linda (Michellle Rodriguez) quienes también heredaron problemas por partes de sus difuntos esposos. Pero el que más miedo y respeto impone desde un principio es Jatamme Manning, hermano de Jamal y su mano derecha, es quien hace el trabajo sucio y derrocha mafia por donde se lo mire, una gran interpretación por parte de Daniel Kaluuya. Viudas Un reparto impecable que en el momento justo saca la película a flote. Viola Davis nos planta una mujer que en cuestión de segundos debe tomar decisiones que jamás en la vida hubiera imaginado y lo hace todo bien (como siempre). Elizabeth Debicki se destaca también interpretando a una mujer cuya madre sólo ve mercadería para vender. Cuando pareciera decaer la película apuesta a los giros inesperados y bien trabajados. Desarrolla de muy buena manera la corrupción dentro del ambiente político, la mafia que se mueve detrás y debo hacer , sin detallar mucho, un punto aparte a la violencia policial y el racismo, porque está manejada de una forma cruel pero real. Steve McQueen nos trae un gran thriller feminista que refleja el rol de la mujer y hace eco de las problemáticas norteamericanas.
Esta no es la película de Marcos Carnevale del mismo nombre. No hay Graciela Borges ni Valeria Bertucelli. No hay Martín Bossi en plan empleada doméstica. Acá hay Viola Davis, Michelle Rodriguez y Carrie Coon, Liam Neeson, Colin Farrell y Robert Duvall. Los créditos dicen que esta es una película de Steve McQueen. Ahora, a esta altura del partido: ¿Qué es una película de Steve McQueen?
Se podría decir que sólo dos personajes masculinos se libran de ser unos malditos canallas, y justo esos dos -queda claro desde el principio si eres un atento espectador- no tendrán un buen destino. Importa poco quienes son porque todo el foco recaerá en las viudas y el legado criminal que les han dejado, por lo consecuente, cargado de deudas millonarias, y favores varios. El relato es una adaptación de una serie británica de televisión de 1983 (que a su vez estaba basada en una novela), que tomó la escritora Gillian Flyn (Gone Girl, Dark Places, Sharp Objects) y el propio director Steve McQueen (su mejor película Hunger y ganador del Óscar® por “12 años de esclavitud”). Juntos logran una contundente paleta de personajes femeninos llenos de aristas en la que se destaca una de las mejores actrices contemporáneas, Viola Davis. Desde ese lugar, la historia camina lento, sin apuros porque lo que importa son los personajes y su evolución. Desde mi punto de vista, una lección para quienes desean escribir cine y la contracara a muchas películas que sólo enmascaran la historia con efectos especiales y se olvidan lo que el espectador puede llevarse a su casa. EXTRA: Protagonizada por la ganadora del Óscar® Viola Davis), Alice (Elizabeth Debicki), Linda (Michelle Rodriguez) y Belle (Cynthia Erivo) También con Liam Neeson, Colin Farrell, Robert Duvall, Daniel Kaluuya y Brian Tyree Henry.
“Viudas”, de Steve McQueen Por Ricardo Ottone En las Heist Movies, películas de atracos donde un grupo de personajes, generalmente de diversas personalidades y orígenes, tiene que colaborar en equipo para planificar y ejecutar un gran robo, los participantes pueden pertenecer a los diferentes extremos del espectro social y mostrar las motivaciones más diversas aparte del botín. Desde la versión dandy y glamorosa de esos ladrones profesionales de guante blanco que buscan doblegar la seguridad y desafiarse a sí mismos como en El Caso Thomas Crown (1968 y su remake de 1999) y las diferentes versiones de Ocean Eleven, hasta la versión desangelada de aquellos desamparados que no tienen nada que perder y el botín es la última chance de supervivencia como en Mientras la ciudad duerme (1950) o Casta de Malditos (1956). Viudas pertenece más a esta última vertiente desesperada. Sus protagonistas son tres mujeres que acaban de perder a sus maridos de manera violenta aunque no muy inesperada. La banda liderada por Harry (Liam Neeson) vuela en pedazos después de un atraco donde se hicieron con dos millones de dólares pertenecientes a Jamal (Brian Tyree Henry), un mafioso devenido candidato político. Las tres viudas quedan en pésima situación, desprotegidas, endeudadas, amenazadas y viendo cómo reconfigurar sus vidas a partir de la tragedia. La situación es aún más áspera para Verónica (Viola Davis) quien recibe la visita de Jamal para recordarle que a veces las deudas también se heredan y que dispone de un mes apenas para juntar y devolverle la plata que su difunto esposo le robó. Verónica recibe una libreta con las anotaciones de Harry donde este detallaba sus operaciones incluidas las instrucciones para el que iba a ser el próximo gran robo. Contacta entonces a las otras dos viudas, Alice (Elizabeth Debicki) y Linda (Michelle Rodriguez), quienes en términos financieros están en una situación aún peor que la suya, y las recluta para efectuar ese último golpe. Ambas aceptan a regañadientes pero sabiendo que tampoco tienen muchas más opciones. Viudas es una Heist Movie donde el gran atraco ocupa temporalmente una reducida parte de su duración hacia al final. Lo importante es la manera en que estas mujeres, que recién se conocen y solo las une la desgracia y su situación desesperada, van planificando un poco a ciegas, un poco a los tumbos, el golpe que puede ser su salvación o su ruina definitiva y como se van conociendo, relacionando y encontrando la forma de funcionar juntas y salir adelante. El film despliega varias líneas, la principal la del thriller de acción y policial duro. La otra gran línea es la línea dramática que muestra la situación en que deben moverse sus tres protagonistas, que tiene fuerza y conmueve aunque es un poco manipuladora. Hay dos líneas más: Una que es la del contexto, un trasfondo de podredumbre política, que está en segundo término pero tiene una incidencia capital, y se desarrolla de manera verosímil y lúcida eludiendo la simplificación de buenos y malos, idealistas versus políticos corruptos. Por el contrario, los dos bandos de la contienda personificados por Jamal y su rival, un político de familia con heredado poder territorial interpretado por Colin Farrell, muestran ambos la mugre y la crudeza de la lucha por el poder. El final es bastante escéptico acerca de su resolución. Y por último la línea de comentario racial, que es la más subsidiaria y también la más débil y tendiente al trazo grueso, montada sobre los pormenores que suceden a la relación interracial de Verónica y Harry, la suerte trágica de su hijo, y un último desarrollo que no debe revelarse. El realizador Steve McQueen ya había abordado la cuestión racial con mayor profundidad y fortuna en su oscarizada 12 años de esclavitud. (2013). Acá aborda otro tema de actualidad en el Hollywood contemporáneo que es la reivindicación de la mujeres y su elenco protagónico femenino lo acompaña con solvencia. Tanto Davis, Debicki y Rodríguez, a las que se suma Cynthia Erivo, componen un grupo de mujeres tratando de hacerse fuertes después de haber sido usadas y traicionadas, incluso por aquellos que supuestamente las amaban, y que van construyendo su relación a la fuerza, que al principio no se conocen y lógicamente desconfían pero tienen que aprender a confiar entre ellas y en sí mismas desarrollando una forma cruda pero necesaria de sororidad. Si se trata de una Heist sin glamour, más bien apunta a un realismo sucio y a veces incómodo donde el psicópata interpretado por Daniel Kaluuya es el que mejor personifica esa línea cruda. Un poco pretenciosa y con cierta vocación de sentencia terminante, en su propuesta no todos los factores funcionan con la misma suerte, pero Viudas es un producto que funciona sobre todo en lo hace al thriller de acción que es su propuesta principal. Ahí hay ritmo, fuerza y un virtuosismo visual que está en todo momento al servicio del relato. Un propuesta compleja e irregular pero efectiva. VIUDAS Widows. Estados Unidos, Reino Unidos. 2018 Dirección: Steve McQueen. Intérpretes: Viola Davis, Michelle Rodriguez, Elizabeth Debicki, Cynthia Erivo, Liam Neeson, Colin Farrell, Robert Duvall, Daniel Kaluuya, Brian Tyree Henry, Jacki Weaver, Carrie Coon. Guión: Gillian Flynn, Steve McQueen, basada en la serie de ITV “Widows” creada por Lynda La Plante. Fotografía: Sean Bobbitt. Música: Hans Zimmer. Edición: Joe Walker. Dirección de Arte: Gregory S. Hooper, Heather Ratliff. Producción: Iain Canning, Steve McQueen, Arnon Milchan, Emile Sherman. Producción Ejecutiva: Daniel Battsek, Rose Garnett, Sue Bruce Smith, Bergen Swanson. Diseño de Producción: Adam Stockhausen. Distribuye: Fox. Duración: 128 minutos.
Steve McQueen sabe a la perfección cómo diseñar productos que sean capaces de insertarse con éxito tanto en el circuito de premios y festivales independientes (Hunger) como en el espacio del cine mainstream (y, en el camino, ganar tres Oscar, como lo hizo con Doce años de esclavitud). El tipo tiene el ojo y el olfato entrenados para filmar y recoger los intereses del momento, pero no en el sentido en que lo hace un intérprete atento, que detecta y expresa lo que la época no sabe o no dice de sí misma; lo suyo se parece más bien al trabajo de un recopilador algo perezoso, alguien que junta y mezcla lo ya conocido y ofrece un objeto de eficacia probada. Viudas es un caper film que toquetea el género y lo vuelve un vehículo apto para escenificar temas de actualidad como el rescate del estereotipo de la mujer fuerte, que debe valerse sin ayuda de hombres en un mundo de reglas masculinas; el resurgimiento del racismo, ahora en clave barrial; la reducción de la política a una guerra ciega por el poder que tiene en la desigualdad su condición misma de posibilidad. Nada nuevo, todas cuestiones con las que es fácil encontrarse si se agarra un diario o se mira un noticiero, y de las que se escucha hablar a stars en discursos de la Academia o en actos anti Trump. En este sentido, Viudas es cine de gueto, una película que parece realizada a la medida exacta de la comunidad hollywoodense y de la imagen que sus integrantes gustan hacerse de sí mismos.. Pero resulta que Viudas es algo más que este compendio bienpensante de lugares comunes. Es, antes que nada, una relectura del caper film semejante a la que hacen del western los hermanos Coen en Temple de acero: en los dos casos hay un género fuerte, de gran robustez, que resiste a los manoseos de unos realizadores que parecen incapaces de apropiarse plenamente de esas fórmulas vitales. La estrategia, en uno y en los otros, es similar: se trata de tomar las convenciones elementales del género para dinamitarlo, consumirlo desde adentro, despojarlo de su potencia hasta reducirlo y domesticarlo. McQueen lo hace mezclando géneros casi opuestos: el tipo se sirve del caper film apenas como mapa narrativo elemental, una guía que en realidad conduce a las tierras de un melodrama sobre una mujer que lo pierde todo y debe rehacerse a sí misma. El recorrido incluye vistas de una intriga política deslucida y breves pasajes de una película de gángsters. Previsiblemente, la mezcolanza no permite que funcione del todo ninguno de esos elementos, pero lo que más sufre es el caper, del que no queda prácticamente nada. La preparación del golpe dura apenas unas escenas muy breves, lo mismo que su ejecución, tal vez la más rutinaria y sumaria que se haya visto en una sala de cine. El resultado no sorprende: después de todo, el caper film es un género especialmente feliz, que ofrece un espectáculo generoso de persecuciones veloces y momentos de gran precisión narrativa, por lo general sostenidos en una multitud de personajes carismáticos. Viudas le niega al espectador incluso el placer de seguir la preparación y la discusión del plan, verdadero corazón de cualquier caper que se precie, que acá es triste y poco entretenida. Y, sin embargo, mientras se asiste a esa película de robo exangüe, algo pasa: el director filma de cerca a Viola Davis y la tragedia de Veronica resulta tangible, se sienten su dolor y su desesperación, el miedo ante el peligro que la hace reaccionar como un animal amenazado. De alguna manera, Davis se las arregla para portar una angustia demoledora y sostenerla en cada escena con muy pocos recursos, a veces solo con la mirada, otras con la rigidez que parece cruzarle el pecho y los hombros. McQueen, incapacitado para cumplir con los rigores del género, demuestra a pesar de todo que es un director inteligente, capaz hasta de alguna que otra sofisticación, y con un talento evidente para elegir a sus intérpretes (es notable, por ejemplo, el aprovechamiento de los casi dos metros de Elizabeth Debicki). Todo lo que no comprende de la película de robo lo compensa con el retrato desgarrado de su protagonista. Aunque también es cierto que ni Davis ni sus compañeras pueden hacer milagros: la ambivalencia entre caper film y melodrama prueba ser inestable y la película se deshilacha sin remedio. Así las cosas, Viudas logra un tono y una fuerza que se sobreponen a los cálculos y a las torpezas del guion, una potencia subterránea que alcanza a mantener unido ese conjunto improbable. La confirmación de esa fuerza un poco accidentada llega abruptamente en el final, cuando McQueen le dedica el último plano a Davis. Un plano hermoso, elegante, que transmite una emoción inesperada, en el que parece condensarse toda la nitidez y afectividad del cine clásico. Un momento inventado, seguramente, arrancado de otra película, un truco de prestidigitador que deja ver el talento desparejo del director.
Luego de largos años sin volver a los sets tras de su exitosa "12 años de esclavitud", el director Steve McQueen regresa con un intenso policial feminista que, sin dejar de incluir todos los elementos del género, también aborda temas sociales actuales y reconocibles. Basada en una miniserie británica de los años '80, "Viudas" parte de la difícil situación en la que queda Viola Davis y otras esposas de criminales de Chicago luego de perder a sus maridos en acción. El planteo argumental no sólo es creíble sino que también sirve a las necesidades de la trama de un thriller, ya que estas viudas pronto están listas para dar su propio golpe, que no sólo les permitirá pagar sus deudas y sobrevivir en un mudo eminentemente masculino, sino también vengar a sus hombres. Steve McQueen no es un director apegado al cine de género, y por eso le da un toque especialmente interesante a las numerosas escenas con situaciones que el espectador habrá visto docenas de veces en películas policiales. Este toque original es muy bienvenido, igual que el impresionante elenco que incluye a Liam Nesson, Robert Duvall y Colin Farrell. "Viudas" es un policial muy recomendable, y no sólo para los fans del genero.
Tras algunos años de inactividad, Steve McQueen (“12 Years a Slave”, “Shame”) vuelve al cine con un poderoso thriller que combina las especificidades del género y sus características más duras con un fuerte trasfondo sociopolítico que denuncia el machismo, la corrupción y la criminalidad que rodean a la sociedad moderna. “Viudas” representa la adaptación cinematográfica de la miniserie británica homónima de 1983, cuya acción, en esta ocasión, se sitúa en Chicago y nos relata los acontecimientos que rodean a un grupo de mujeres que no tienen nada en común más que el hecho de haber sido las esposas de cuatro difuntos criminales que perecieron en mitad de un atraco. Verónica (Viola Davis), Alice (Elizabeth Debicki), Linda (Michelle Rodriguez) y Belle (Cynthia Erivo), quien, a pesar de no ser una de las viudas, se involucra posteriormente por necesidad de ambas partes, deciden tomar las riendas de su destino y conspiran para forjarse un futuro con sus propias reglas. Verónica encuentra la libreta de Harry, su cónyuge (Liam Neeson), y con eso decide confabularse con el resto de las viudas para terminar el próximo golpe que tenía planeado el líder de los delincuentes, y de esta forma poder saldar una deuda heredada por las actividades criminales del grupo comando. Ahí entrará en juego el ámbito político, cuando Jamal Manning (Brian Tyree Henry), un afroamericano con un presente mafioso que está postulándose como concejal para regir el distrito de Chicago donde realizan sus negocios turbulentos y su hitman, el hermano del candidato, Jatemme (Daniel Kaluuya), comiencen a amenazar a Verónica para que termine de saldar la deuda de su esposo. Por otro lado tenemos a los Mulligan, una familia igual de corrupta que sus rivales, que tiene controlado al distrito hace generaciones (un clan que recuerda un poco a los Rodríguez Saa y su historia en San Luis) y cuyo último representante fue el anciano Tom (Robert Duvall) que ahora deja atrás su participación para endorsar y acompañar a su hijo Jack (Colin Farrell), quien también está vinculado con los sobornos en los cargos públicos y demás actividades ilícitas. La historia comenzará a desarrollarse de manera vertiginosa con el asalto donde fallecen los delincuentes y luego, paso a paso, se empezará a gestar la trama principal donde vemos cómo estas mujeres dejan atrás sus zonas de confort para intentar reconstruir sus vidas. A mitad de camino entre el thriller policial duro y las heist movies, McQueen se tomará su tiempo para hacer las denuncias pertinentes en cuanto a los hechos de corrupción y los teje-maneje del ámbito político, al igual que una crítica feminista que evita todos los lugares comunes y simplistas para elaborar un relato duro, plagado de violencia y de crudeza, donde las viudas se enfrentan a paradójicos escenarios donde deben descuidar a sus hijos y trabajar como niñeras para subsistir y conseguir dinero o incluso convertirse en escorts para el mismo fin. Todo esto es posible gracias a un inspirado trabajo del elenco donde se destacan Viola Davis, Elizabeth Debicki y Michelle Rodirguez, y Colin Farrell y Daniel Kaluuya en el sector de los actores de reparto. El guion también es otro de los puntos altos del largometraje y fue coescrito por Gillian Flynn, autora de las novelas “Gone Girl” y “Sharp Objects”, las cuales también fueron adaptadas al ámbito audiovisual, y el mismo McQueen. Si bien por momentos hay algunas cuestiones que pueden resultar un poco inverosímiles o tiradas de los pelos, en líneas generales no terminan de opacar el impecable trabajo que se hizo en dirección, en interpretaciones y en todo lo que respecta a la puesta en escena. “Viudas” representa una idea interesante y entretenida que combina el cine de género puro con la denuncia más reflexiva hacia ciertos tópicos actuales en el ámbito sociopolítico y cultural. Un film con grandes aciertos que se perfila para conseguir algunas nominaciones en la próxima temporada de premios.
TRES PELÍCULAS EN UNA Una escena es clave para entender en qué lugar falla Viudas. En ella, los personajes de Michelle Rodriguez, Elizabeth Debicki y Cynthia Erivo se ríen y bromean mientras preparan el golpe maestro que las ha reunido, pero llega la jefa interpretada por Viola Davis (siempre intensa; y por siempre nos referimos a todas las películas en las que aparece) y les grita que se tomen esto en serio. Entonces, se terminan las risas porque en definitiva lo que ha unido a esas mujeres es la tragedia y no vaya a ser cosa que alguien se anime a divertirse. Y no es que la nueva película de Steve McQueen sea demasiado solemne (o al menos no lo es tanto como sus películas anteriores: el tipo hizo la infamia esa de 12 años de esclavitud), pero se hace muy evidente el tironeo entre un guión que utiliza la vueltas de tuerca con un carácter lúdico y un director que no está dispuesto a vender su estatus de autor para narrar un simple y burdo policial. Obviamente que McQueen no es un negado con la cámara, y eso se puede observar en una potente secuencia de arranque con un robo que sale mal. Pero su tendencia a querer potenciar todo desde un costado dramático arruina los buenos pasajes de este film: ese mismo robo del comienzo es lacerado por un montaje paralelo en el que vemos a cada asaltante despidiéndose de sus respectivas esposas y parejas. Hay un buen uso del sonido que irrumpe violentamente entre escena hogareña y escena hogareña, pero el recurso se hace repetido y pierde efectividad. Entonces la espectacularidad de ese pasaje queda vedada ante la mostración de McQueen de que se trata de un director que está por encima del material que está trabajando. Viudas es la reversión de una vieja serie británica escrita por Lynda La Plante, que aquí cuenta con presencia en el guión de Gillian Flynn, la autora de la novela en la que se basaba Perdida y una escritora que parece divertirse con el uso de giros imprevisibles que rompan con lo verosímil de los relatos. En lo básico, Viudas es ese tipo de propuesta. Un trío de mujeres cuyas parejas acaban de morir en un asalto frustrado, deciden terminar el trabajo de los hombres a partir de la aparición de una libreta en la que se dan indicaciones precisas sobre un próximo golpe maestro. Pero esto que a simple vista parece una reversión oscura de Ocean’s 8: las estafadoras, se retuerce al avanzar por otros caminos, tal vez demasiados. Porque en paralelo, Viudas narra también la lucha entre dos candidatos a ediles de un barrio peligroso de Chicago, Colin Farrell y Brian Tyree Henry, lo que da lugar a disputas familiares, matones psicóticos salidos de una de los Coen, pastores corruptos y un nivel de discusión sobre política que vuelve sutil a House of cards. Claro, McQueen se encarga de decirnos que todo es una mierda, que la lucha es entre corruptos irredimibles y que la política es mala. Una serie de perogrulladas de un tono tan grueso que podrían volverse simpáticas. Pero ni siquiera. En Viudas termina habiendo dos o tres películas, y el resultado final es ese tironeo incómodo entre lo lúdico de la escritura de Flynn y la tendencia a tomarse demasiado en serio de McQueen. Y Viudas es también -claro- un relato que intenta vincularse con este presente de empoderamiento de la mujer. Pero mientras Flynn es alguien capaz de construir personajes femeninos que representen ese cambio social con un alto nivel de osadía y provocación, corriéndose de los lugares comunes, McQueen no hace más que subrayar y subrayar. En todo caso, las buenas actuaciones de Rodriguez y Debicki hacen que todo sea un poco más complejo de lo que finalmente es.
abía una época en la que Steve McQueen era un director que daban ganas de seguir. Con "Hunger" y "Shame" (dos películas protagonizadas por lo mejor de Michael Fassbender). Luego, ya con "12 años de esclavitud" ganaría el Oscar de la mano de una película poco inspirada que atrajo a los votantes por su fuerte retrato de la temática. Ahora regresa con una película de elenco multiestelar, una de robos que pretende ser mucho más que eso, una película de personajes tratada con seriedad y solemnidad. Situada en Chicago y basada en una novela de Lydia La Plante (que tuvo una versión televisiva británica), "Viudas" está además adaptada por Gillian Flynn, la escritora de las novelas "Perdida", "Heridas abiertas" y "Lugares oscuros" (todas adaptadas a la pantalla grande o a la chica). La historia empieza con un robo que sale mal y deriva en la muerte de sus asaltantes. Cada uno de ellos deja una viuda, no sólo desolada por su muerte sino sumida a diferentes tipos de deudas. Veronica (interpretada por la siempre intensa y teatral Viola Davis) encuentra hurgando entre las cosas de su amado fallecido (Liam Neeson), una libreta donde está detallado cómo iban a cometer el siguiente robo, y cuando es apretada para pagar lo que debía su marido decide juntarse con las otras viudas que todas aceptan a excepción de una. Por otro lado, la película sigue la historia de dos candidatos políticos, un afroamericano que busca ser el primer representante público de color y el otro hijo de un racista de quien espera seguir su legado. Estas vertientes se unirán más temprano que tarde. Alrededor de "Viudas" hay un montón de temáticas interesantes, sobre todo para McQueen. Y las despliega de un modo crudo, como la brutalidad policial o los mecanismos sucios de la política. Entre tanto actor reconocido y por lo consecuente tanto personaje, la película parece perder su eje en varios momentos. Y eso que la película no es una simple película de robos, nunca quiere ser eso, quiere ser más y por eso intenta dotar a sus personajes de una dimensión que no siempre consigue. A la larga, "Viudas" es una película sobre mujeres que no están dispuestas a quedarse en el molde, a quedarse quietas y ver cómo las cosas les suceden. Que se muevan en un mundo a veces oscuro y sórdido no es una elección pero tampoco lo que determinará sus destinos. La última película de Steve McQueen apuesta al género y sin embargo no parece querer encasillarse. Por eso le imprime su sello de autor, sus planos secuencias, sus escenas brutales (aunque no sean precisamente gráficas; no siempre nos impresiona más lo que vemos), y ese tono solemne que casi no permite un aire fresco, un poco de humor (por eso quizás las escenas con Lukas Haas son tan valiosas). El problema es una trama de giros tan forzados como previsibles al mismo tiempo. Viola Davis, Michelle Rodríguez y Elizabeth Debicki son el trío protagonista al que luego se le suma Cynthia Erivo; un team que funciona porque cada una sabe cuál es su aporte. Al menos como grupo funcionan mucho mejor que las "Ocean’s 8" (vale la comparación aunque sean dos películas muy diferentes porque ambas son sobre un grupo exclusivamente de mujeres que planean un robo), tienen motivaciones y antagonistas mucho más creíbles y fuertes. A su alrededor se mueven personajes interesantes como el hermano del candidato interpretado por Daniel Kaluuya (protagonista de "Huye!"), un personaje tremendo y protagonista de las escenas más terribles. Colin Farrell cumple desde su registro sobrio y Robert Duvall no decepciona. Aunque consigue buenos climas, "Viudas" no logra ser la película que quiere ser. Quizás porque se preocupa tanto por la construcción y desarrollo de personajes (que sólo consigue prácticamente con los femeninos) que descuida la trama principal, que a la larga es la que mueve todo lo demás, la del robo, y ésta resulta en giros y situaciones poco convincentes. Una película más ambiciosa que lograda.
El duelo de las ladronas Tras cinco años de ausencia, el realizador Steve McQueen (12 años de esclavitud, Shame, Sin Reservas) regresa a los cines con la remake de la serie británica Widows (1983) llamada Viudas (Widows, 2018), una mirada inteligente a la corrupción política y económica, pero también al dolor tras la pérdida de un ser amado y la posibilidad de recomponer la vida de una manera non santa. Fragmentada a partir de la utilización de explosivos flashbacks, en Viudas iremos conociendo a los personajes protagónicos pero también a los que no están. Desde la progresión narrativa vemos cómo un grupo de mujeres arma un plan para salir adelante tras la dolorosa muerte de los maridos y parejas de cada una de ellas. Relacionados con la política y con los negocios sucios, la cabeza del equipo, Verónica (Viola Davis), abre los ojos y conoce los turbios vínculos que su marido (Liam Neeson) mantenía con el poder político pero también el resto (Elizabeth Debicki y Michelle Rodriguez) y asume roles inesperados que definen su continuidad en el plan. Asumiendo que esos hombres que estuvieron a su lado eran en realidad desconocidos para ellas, Viudas trabaja de manera hábil los climas y atmósferas en los que los personajes comienzan a urdir redes de contención y trabajo para salir ilesos de los daños colaterales que dejaron sus maridos. Por primera vez el cine reposa la mirada en el otro lado de los golpes. Siempre hemos asistido a cómo se ingenian y resuelven situaciones para armar planes de ingeniosos robos a bancos, pero no hemos estado del otro lado, cuando esos planes no funcionan y aquellos que quedan sin respuestas comienzan una nueva vida asombrándose con la verdad que nunca supieron. Contracara de Ocean's 8: Las estafadoras (Ocean's Eight, 2018), aquella stylish película de género que priorizó la visual al contenido, aquí la forma se presenta como un lúcido juego de guion en el que ninguno de los personajes dice quién realmente es, y las mujeres van empoderándose no por las joyas y vestidos que utilizan (como en la mencionada película) sino por el fortalecimiento del vínculo de una con la otra. Steve McQueen seduce con su cámara a los personajes, los envuelve con estilismo y música, algo característico de su obra, que en esta oportunidad permite hilvanar los sucesos que desencadenaron la obligada situación de las mujeres: o robar para seguir viviendo, o mentir para salir ilesas. La mirada cínica y oscura sobre la política y sus negociados, y el poder de la sororidad en mujeres protagonistas que escapan a estereotipos, son algunos de los puntos a valorar de una propuesta que por momentos, y para sorprender, comienza con un espiral de giros de trama que terminan jugándole en contra. Aun así, con sus vueltas y excesiva duración, Viudas ofrece un entretenimiento inteligente, que descansa en algunos puntos del género “robo”, pero que prefiere mostrar las miserias alrededor de la muerte y las vulnerables situaciones en las que las mujeres debieron asumir la delincuencia para seguir vivas y escapar a la corrupción económica y política que las acechaba.
Como su titulo lo indica narra los momentos que viven tres mujeres que quedaron solas ante el fallecimiento de sus esposos delincuentes (Liam Neeson, Jon Bernthal y Manuel Garcia-Rulfo) pero no son cualquier viuda, Verónica (Viola Davis) es la esposa de Harry Rawlings (Liam Neeson), vive una vida llena de lujos, debe conseguir una importante suma de dinero del delito un negocio que estaba metido su marido y para ello se unen la otras dos viudas: la latina Linda (Michelle Rodriguez) viuda de Carlos (Manuel García-Rulfo), y Alice (Elizabeth Debicki) que es la viuda de Florek (Jon Bernthal) y se suma a la acción una amiga, Belle (Cynthia Erivo), madre soltera. En la guerra política entre ese gánster, por un lado esta: Jack Mulligan (Colin Farrell), un candidato que es hijo de un racista Tom Mulligan (Robert Duvall), un duro Jatemme Manning (Daniel Kaluuya, “Huye”) que se enfrenta a Jamal Manning (Brian Tyree Henry) un afroamericano que se encuentra algo cansado de la vida criminal. Aquí el cineasta británico Steve McQueen (ganador del Oscar a Mejor Película en 2013 por “12 años de esclavitud”), logra lo que se propone, aunque tarda un poco en profundizar con escenas que se alargan demasiado. La película está ambientada en Chicago y a una trama relacionada con el delito se suman los conflictos sociales, religiosos, raciales y políticos. Está bien contada y a través del flashback ayuda al espectador a ingresar más en los conflictos, llena de misterio, tensión y con una vuelta de tuerca.
Estrenada en el Festival Internacional de Cine de Toronto, Viudas (Widows) de Steve McQueen, cuenta con la colaboración de Gillian Flynn, autora de Perdida. Para encabezar el reparto escogieron a la oscarizada Viola Davis, a quien acompañan Elizabeth Debicki (y su metro noventa), Michelle Rodriguez, Daniel Kaluuya, Colin Farrell, Robert Duvall, Liam Neeson, Jacki Weaver y Carrie Coon. El rodaje costó 42 millones de dólares (con ese reparto era de esperarse), además de contar con el respaldo de FOX y una gran movida de prensa subiendo el hype ante este nuevo thriller de robos (que prometía mucho más que Ocean´s Eight). McQueen (no confundir con el actor estadounidense de mismo nombre fallecido en 1980), más conocido por ser el ganador del Oscar a la Mejor Película de 2013 por 12 años de esclavitud, es un exigente artista y director de cine británico que ha demostrado su atracción por la obsesión y el control. En sus películas anteriores trata temas complejos como la esclavitud, la huelga de hambre irlandesa en una prisión británica (Hunger) y la adicción al sexo (Shame). Sin embargo, Viudas, en apariencia toca un tema mucho más trivial. En esencia estamos ante una película de atracos: la historia de estas cuatro mujeres que traman y llevan adelante un robo después de que sus esposos mueren intentando concretar otro trabajo (léase otro robo). Pero no olvidemos que el director británico ha demostrado, a partir de la evidencia de su filmografía, que se siente cautivado por los extremos del comportamiento humano. Viudas es tanto un thriller como un drama, un policial y una cinta de tintes políticos. Se mete con la corrupción, a la vez que dearrolla temas de género y raciales. Obtiene el equilibrio entre un drama social y una película de acción como entretenimiento puro. Las viudas del título consiguen ser poderosas y dramáticas, pero el director no parece tan interesado en el complicado robo que teóricamente está manejando la trama. No se trata aquí de Steven Soderbergh que se deleita contándonos las complejidades del robo de la bóveda en Ocean’s Eleven: McQueen está mucho más interesado en cuán desesperadas están estas personas y en el nivel de corrupción y locura que las ha llevado hasta aquí. “Nuestras vidas están en peligro; nuestros esposos no regresarán; estamos por nuestra cuenta “ “Nadie cree que tengamos las pelotas para lograr esto” Cuando Harry Rawlings (Neeson) y su gente son envueltos en llamas durante un trabajo fallido, la esposa de Harry, Verónica (nadie mejor que Viola Davis), se encuentra a sí misma debiéndole mucho dinero a Jamal Manning (Brian Tyree Henry), un estafador convertido en político. Con solo un cuaderno como herencia en el que Harry detallaba sus planes pasados y futuros, Verónica se une a las otras viudas de la pandilla para organizar un robo que podría eliminar sus deudas y darles un nuevo comienzo. Mientras tanto, se desarrolla una batalla electoral para ver quién será el nuevo edil del distrito 18. La brutalidad del enfrentamiento enfatiza las divisiones de clase en este lugar de Chicago, aumentando los riesgos de que las viudas puedan llevar adelante el planificado crimen. Viudas funciona muy bien tanto en la construcción de sus personajes como en su mirada a la sociedad. El inconveniente surge cuando al tratarse de tantos y tan diversos personajes, la película se toma demasiado tiempo en presentarlos con sus conflictos, concentrando toda la acción en la última media hora del metraje (y un giro en los últimos 10 minutos que dejará a muchos con la boca abierta). La película se sostiene sobre todo por su poderoso reparto encabezado por Davis, pero en el que también destaca Daniel Kaluuya (Huye!) quien exuda una intensidad escalofriante como el hermano de Jamal, Jatemme, observando a sus adversarios de cerca con claras intenciones asesinas. La pieza clave es Viola Davis (ganadora de un Oscar a mejor actriz de reparto por Fences): Verónica, perseguida por flashbacks de la vida con su esposo (Liam Neeson), llevando de aquí para allá a su perrito blanco cual si fuera un pequeño niño perdido. La cámara la sigue de cerca y la atrapa en varios primeros planos. En Viudas los silencios de Davis son los que más hablan y transmiten (además de los músculos con los que nos sorprende al final). Viudas resulta una película absorbente que no tiene necesidad de recurrir al sentimentalismo. McQueen tenía todo servido para regalarnos una joya, pero el resultado final no deja de ser una película convencional.
Crítica emitida en radio. Escuchar en link.
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Después de la sobrevalorada “12 años de esclavitud”, el realizador Steve McQueen decide que va a contar una historia criminal con súper golpe incluido que realiza un grupo de mujeres y, al mismo tiempo, incluir comentarios sobre los problemas políticos y raciales de los Estados Unidos. Demasiada “seriedad” para lo que, de otro modo, sería una linda película de robo sofisticado. El lastre y la necesidad de ser “relevante” están destruyendo todo, y no solo el cine. De paso: le dijeron a Viola Davis que era un drama y consiguió en oferta un rostro crispado que usa toda la película.
El director británico lo volvió hacer, claro que desde otra perspectiva, si en “12 Años de esclavitud” (2013) tomaba un texto diseñado para denunciar el racismo, la violencia social, el orden de la esclavitud, la intolerancia, pero que se regodeaba con escenas “fuertes” innecesarias para hacer huella en el espectador, terminaba dando como corolario al impacto y no a la denuncia. En esta oportunidad los temas juegan a favor de la igualdad de género, de la posición de la mujer en la sociedad actual, olvidándose que la violencia de género está dada por el poder y no por el orden sexual. Adaptación cinematográfica de 'Las viudas” ('Widows'), miniserie británica de 1983, ahora la acción transcurre en Chicago, época actual, sobre cuatro mujeres con nada en común excepto una deuda heredada por las actividades criminales de sus difuntos maridos. Verónica (Viola Davis), Alice (Elizabeth Debicki), Linda (Michelle Rodriguez) y Belle (Cynthia Erivo) deciden tomar las riendas de su destino y conspiran para lograr el robo en el que sus parejas fracasaron y perdieron la vida, claro, con guión escrito para Steve McQueen por Gillian Flynn (”Perdida”, 2012). El problema es que todo circula por lugares comunes, se torna demasiado previsible, y se pierde el interés del robo en sí mismo y la idea de justicia, a punto tal que el mismo acto no genera el mínimo suspenso. Si algo sostiene este ejercicio de mezclar los géneros, dando paso de comedia, al thriller, o al cine de acción en la cual cada actriz parece estar trabajando su personaje en distintos registros, Viola Davis cumple, Cynthia Erivo y Elizabeth Debicki cumplen en establecer credibilidad a sus personajes, y Michelle Rodrigiez se “roba” la película. De estructura casi clásica, con algunos flashback esclarecedores, como si el espectador no pudiese darse cuenta, y desarrollo del mismo tenor, apoyado por música que va dando señales sobre que debe percibir, sentir a cada momento. Otro paso fallido del director que había despertado cierto interés con su filme “Shame” (2011), que a la distancia se nota bastante sobrevalorado, sin lugar a dudas, nunca refrendado, por supuesto.
Hace rato que clamaba a gritos por un filme realmente inteligente, y hoy tuve el privilegio de encontrarlo. Basada en una exitosa miniserie inglesa de los años 80, Viudas es un policial brillante, sagaz, denso, plagado de capas y capas, de tramas y subtramas, de detalles ricos y vueltas de tuerca inesperadas. Acá el robo es la excusa para ver una galería de personajes complejos, ponerlos en un mismo escenario y dejar que interactuen entre ellos, generando una sinergia que desemboca en desenlaces inesperados. Un cast de lujo, un director impecable y un libreto sin desperdicio hacen a un filme enorme por donde lo miren. Todos estos individuos tienen una doble vida, sea por aceptación u omisión: la morena casada con un blanco (Viola Davis y Liam Neeson, qué pareja!) que sabe que el metié de su marido es el robo aunque no se involucra; la rubia tonta (Elizabeth Debicki), manipulada y abusada por su marido golpeador (cameo de Jon Bernthal), miembro de la banda de Neeson; el juerguero de poca monta que no duda en pelar a su propia esposa (Michelle Rodriguez) mientras se patina la plata de los robos en apuestas clandestinas; y un anónimo colaborador que tiene por esposa a la hermosa Carrie Coon, relegada a un papel super menor pero de peso en la trama. Claro, el robo de Neeson sale mal, la pandilla resulta masacrada y carbonizada en una emboscada de la policía, y el dinero del robo – dos millones de dólares, robados a un mafioso negro que quiere subir de nivel haciendo carrera en la política y postulándose como concejal – arde entre los restos. El mafioso no se queda quieto y aprieta a la Davis para que le regrese la plata porque sino no puede terminar la campaña, y la morena debe idear un plan para obtener el dinero. Y con la libreta de robos planeados de Neeson (“no hay nada mejor que cuando un plan se cumple!”, dice mientras muerde un habano), tiene todo para hacer un super atraco y hacerse con cinco palos verdes antes que el mafioso la haga boleta. Claro, ella nunca robó nada en su vida y sola no va a llegar a ningún lado, así que las viudas de los compañeros de pandilla de Neeson deberán ayudarla a cometer el robo, amén de que el dinero representa la oportunidad ideal de retomar sus vidas (o salir del pozo donde sus esposos la dejaron). Esto no es Ocean’s Eight; acá la gente exuda letalidad y las cuatro mujeres involucradas son el jamón del sandwich entre dos facciones que se odian a muerte: el moreno mafioso y el concejal corrupto (Collin Farrell), el cual quiere heredar el puesto de su padre (un ultraracista Robert Duvall, exquisito como siempre) en una elección que parece hecha a su medida. Pero el mafioso (Brian Tyree Henry) no se va a quedar de manos cruzadas; su perverso secuaz (Daniel Kaaluya) le sigue el rastro a todos, sobre todo a la Davis, y no duda en masacrar gente con tal de conseguir pistas sobre lo que hace la volcánica morena. No es difícil ver a Viola Davis como la versión morena de Helen Mirren; no sólo pone lágrimas y desamparo cuando la escena lo precisa, sino que tiene su momento personal en donde ruge y escupe ácido demoliendo al que tiene adelante, ese instante salvaje que todo el mundo adora. Lo hizo en una pavada como Suicide Squad, lo hizo en Fences y lo hace en How Get Away Wuth Murder. Tiene una presencia magnética, una belleza exótica y acá, en el rol de viuda de clase alta, una elegancia imponente. Ella mandonea a las otras ya que la vida de todas depende de conseguir el dinero; la Rodriguez tiene mas calle y se da maña para hacer tareas de inteligencia, pero es la Debicki la que descolla en el cast: es una chica golpeada, manipulada por su asquerosa madre (Jacki Weaver en un rol que dura cinco minutos pero que es de una repulsividad memorable) que no ha dudado en dejar que sus novios del ayer la abusaran cuando era una niña, y que incluso la anota en un sitio de escorts para que recupere el nivel de vida… y pueda mantenerla. Pero la Debicki sale del estupor y empieza a evolucionar, volviéndose sagaz, recuperando el respeto por sí misma y convirtiéndose en alguien feroz que no va a dejar que nadie mas le pase por arriba. El momento en que discute con la Davis, ésta la cachetea por ser torpe, y la Debicki le retruca con furia clamando que nadie mas va a abusarse de ella, es un instante de enorme intensidad. Quizás el principal problema de la Debicki es que es gigantesca (1.90 m sin tacos) y se ve como Big Bird de Plaza Sésamo frente a las otras; y cuando en la escena de los tortazos hace las paces con la Davis, es como si abrazara a un niñito, ya que le saca una cabeza y media a todos en el cast, incluyendo a los hombres. PortalColectivo, tu guia de colectivos urbanos en internet: recorrido de lineas de Capital Federal, Gran Buenos Aires y principales ciudades del interior de Argentina Pero la Coon no se prende al emprendimiento y el reemplazo llega en forma de la niñera de la Rodriguez, que es Cynthia Erivo. Si uno esperaba ver a la cuarentona cantante de blues de Malos Momentos en el Hotel El Royale, esperen a ver esta versión atlética que parece una she-hulk morena. Tanto ella como la Davis rebosan de músculos por todos lados, pero la Erivo es directamente un personaje Marvel tipo la generala Okoye de Black Panther. Ella precisa la plata y está harta de los mafiosos que explotan su barrio, y como es buena con la fuerza bruta y el manejo, se une a la movida. Es imposible apartarle la vista sobre todo cuando hace boxeo en mallita (y no es dificil imaginar a la bisexual Rodriguez pispeándole la cola entre escenas). Pero acá el plan es lo de menos, la cosa es ver cómo se cocinan las cosas. El mafioso moreno que quiere subir de nivel y ganar mas plata haciendo contratos con conocidos a cambio de sobornos; el concejal corrupto que no duda en hacer muchísimas obras y estimular a la gente, considerando algo natural de su negocio el cobrar prebendas; el concejal a punto de retirarse, un viejo racista que considera a la gente basura y que solo piensa en el poder por el poder mismo; y el robo como si fuera una misión de prueba, testeando el temple de estas mujeres para demostrar si son algo mas que un adorno de hombres temerarios y peligrosos. Y cuando el velo cae y la verdad queda a la vista, las revelaciones son sorprendentes. He allí a un grupo de mujeres que nunca mas se va a dejar pasar por encima. Es posible que el final no sea el más prolijo; me da la sensación de que deja cosas sin explicar y asume que nadie va a querer vengarse de las viudas aunque sigan viviendo en la misma ciudad. Son dos minutos desconcertantes en el final, pero son perdonables en vista de la intensidad de todo el resto del filme. Sí, hay acción, pero acá lo mejor es el tiroteo verbal entre los jugadores, el cual exuda tensión, peligro y dramatismo. Un filme tremendamente satisfactorio por donde se lo mire, comprimiendo un montón de material fascinante en un relato que desborda de creatividad.
Anti heroínas de colección "Widows" es otra genialidad del director británico Steve McQueen, amado y odiado por la crítica especializada. Recordemos que McQueen dirigió, entre otros trabajos, la ganadora del Oscar en 2014 "12 Years a Slave", y hubo un grupo de críticos de cine que le dio y sigue dando con un caño por ese film, en mi opinión, de manera muy injustificada. "12 Years..." fue un peliculón y esta nueva versión de "Widows" es otro excelente trabajo, logrado con mucha pericia y vocación por el entretenimiento y el storytelling. Hablemos en serio. ¿A cuántas películas de Marvel o de algún director de moda le han tirado elogios a morir esos mismos que hoy critican tanto a McQueen? A muchas de ellas, que en comparación con por ejemplo este título, no tienen ni la contundencia, ni la profundidad, ni la originalidad de mostrar algo que se salga de fórmulas precocinadas. Este director se arriesga, suma su impronta personal y logra tocar las emociones del espectador que, si está buscando algo un poco fuera de serie, se retirará de la sala muy agradecido con la experiencia. Entonces no entiendo el ensañamiento con don McQueen, un director que creo es muy valioso en estos tiempos modernos de fórmulas simplonas que se repiten año a año. "Widows" es la adaptación a largometraje de una miniserie de los 80s y cuenta la historia de un grupo de mujeres, que enviudan al morir sus maridos durante un golpe criminal en la ciudad de Chicago. La muerte de sus maridos les hizo heredar deudas con gente peligrosa que las amenazan para poder recuperar lo que sus difuntos cónyugues robaron. Esta situación las llevará a unirse e idear un plan para poder superar la prueba y seguir adelante con sus vidas. El film cuenta con las interpretaciones de un gran grupo de actores que incluye nombres como Viola Davis, Liam Neeson, Robert Duvall, Colin Farrell y Elizabeth Debicki entre otros. Todos hacen un laburo poderoso y empático con el público. Logran que entendamos las motivaciones de cada uno, que son en varios casos crudas y complejas. Si se dejan llevar, se les romperá el corazón más de una vez viendo a dónde hemos llegado como sociedad. McQueen construye desde el inicio una dinámica que nos avisa que el viaje será turbulento y emocional, con excelentes momentos de tensión y drama. Por otro lado, nos presenta mujeres que se hacen fuertes a medidas que va avanzando la película, 4 anti heroínas que van a pelear como leonas para no ser víctimas y superar lo que les ha tocado de manera injusta. La ambientación, los momentos, la musicalización, están muy bien pensados y esto es en gran parte responsabilidad de su director y de la guionista Gillian Flynn, responsable del guión de "Gone Girl" y la serie de HBO "Sharp Objects". La experiencia en su totalidad resulta muy satisfactoria como pieza cinematográfica, deleitando con buenas actuaciones, moviendo emociones varias y contradictorias al mismo tiempo, y sobre todo entreteniendo con una historia moderna que se sale de los cócteles prearmados que ya conocemos de detalle.