Una masacre de izquierda. La tercera entrada en la franquicia de terror que comenzó con La Noche de la Expiación (The Purge, 2013) y continuó con 12 Horas para Sobrevivir (The Purge: Anarchy, 2014) nos termina ganando tanto por cansancio como por resultados -por fin- medianamente potables. En primera instancia no nos queda más opción que aceptar que el director James DeMonaco hace lo que puede y que efectivamente nunca aprovechará en serio a la premisa de base, esa vinculada a presenciar cómo unas víctimas de ocasión se defienden de los ataques de burgueses fascistas, liberales y descerebrados, quienes se regocijan hasta el éxtasis durante una jornada nocturna al año en la que los déspotas en el poder decretan una suerte de “vale todo” a nivel criminal. Aquí una vez más el asesinato masivo amparado por el Estado es utilizado como un mecanismo para eliminar a los pobres y la asistencia social. Ahora bien, en segundo término tenemos que reconocer que 12 Horas para Sobrevivir: El Año de la Elección (The Purge: Election Year, 2016) es el eslabón mejor acabado y más coherente de la saga, ya que el realizador -y también guionista- hoy por hoy logra construir personajes creíbles y una historia bastante amena, sin los baches de las películas anteriores ni el trazo grueso en materia del díptico formal compuesto por la moraleja del relato y los conceptos que lo movilizan. Mientras que la primera fue un thriller de entorno cerrado apenas pasable y la segunda una propuesta de acción francamente desastrosa, la obra que nos ocupa se abre camino hacia la ciencia ficción de raigambre testimonial/ política/ postapocalíptica, recuperando en parte ingredientes varios de clásicos como Rollerball (1975), Death Race 2000 (1975) y Escape de Nueva York (Escape from New York, 1981). El gran cambio narrativo, uno que por cierto le juega muy a favor al esquema, consiste en combinar una historia suburbial, la de Joe Dixon (Mykelti Williamson), dueño de una “grocery store”, y la típica epopeya de las altas esferas del gobierno, en esta oportunidad relacionada con una serie de intentos de asesinato contra la Senadora Roan (Elizabeth Mitchell), una opositora a la purga anual y candidata a la presidencia. Por supuesto que ambas tramas se unifican en las calles de una Washington D.C. en la que se arriesga la continuidad de este exorcismo público auspiciado por los esbirros más fanáticos del capitalismo (Roan prometió que si resulta elegida eliminará de inmediato la “festividad”). Así las cosas, los protagonistas se la pasan esquivando balas tanto de los mercenarios de la administración central como de los ciudadanos y los turistas de marcado ímpetu homicida. A pesar de que DeMonaco sigue incluyendo en el desarrollo una dosis más que generosa de diálogos y estereotipos triviales, aquí sus esfuerzos se redoblan con el objetivo de trabajar de manera más sutil la arquitectura dramática del film, lo que va de la mano de la decisión de poner al acervo trash al servicio de la ideología y no al revés, como venía siendo el patrón estándar a la fecha. De hecho, es esa vocación -ahora sí- indudablemente de izquierda la que le otorga a la faena una integridad que hasta este momento brillaba por su ausencia en la saga, cuyos engranajes deudores del exploitation divagaban sin horizonte y ni siquiera cumplían en lo que respecta al gore, los atropellos y la violencia. En 12 Horas para Sobrevivir: El Año de la Elección se fusionan en armonía los rasgos caricaturescos y los más serios de antaño para redondear una masacre focalizada y relativamente eficaz…
No hay muchas sagas de horror que puedan decir con orgullo que mejoran con cada entrega. The Purge puede levantar la mano a mucha honra, ya que la franquicia escrita y dirigida en su totalidad por James DeMonaco ha logrado lo imposible con The Purge: Election Year, una satisfactoria juntura entre thriller de horror y bajada de línea política muy actual, que se favorece -y mucho- de tener al frente a un gran actor de acción como lo es Frank Grillo. Con una de las premisas mas originales del género en los últimos años -un período anual de 12 horas en la que el crimen es legal-, la serie pasó de ser un claustrofóbico pero aburrido thriller de invasión hogareña en su primera entrega, a una anarquía callejera total en la segunda. Había pocos lugares restantes para explorar, pero DeMonaco encontró un nicho para su tercera parte en el personaje de la senadora Charlie Roan, que interpreta la siempre sólida Elizabeth Mitchell. Siendo la única sobreviviente de su familia a manos de un sádico asesino hace 18 años, la ahora adulta ha dedicado su vida entera a frenar esta matanza indiscriminada que tan sólo ayuda a los intereses del 1% más rico del país. Pero ir contracorriente no va a resultar tan fácil y la sorpresa de la Purga anual será que nadie está a salvo, ni siquiera los más privilegiados, lo cual pone a la senadora en terreno cenagoso. Si quiere sobrevivir, deberá escuchar atentamente todas las indicaciones que su guardaespaldas le diga y no confiar en nadie más que en él. Las calles vuelven a tomar protagonismo con una cantidad numerosa de gente que desata a su bestia interna, en lo que un personaje indica como "el Halloween para adultos". Los comentarios ácidos no sólo se remiten al tempestivo panorama actual político de Estados Unidos, sino también a las nuevas generaciones de jóvenes sin límites y a los turistas extranjeros, que llegan los días previos a la Purga para matar y saciar su sed de sangre al grito de "Estados Unidos es el mejor país del mundo". No estamos frente a una sátira muy inteligente, porque a veces el guión del mismo DeMonaco se vuelve subrayado y obvio, pero si están en la sala viendo Election Year es para ver cómo la gente se mata la una a la otra de maneras brutales, sangrientas y creativas. Aparte de Grillo, que sigue sumando puntos como una estupenda figura de acción, y su agradable química en pantalla con Mitchell, hay un grupo de vecinos compuesto por el tendero de Mykelti Williamson, el ayudante latino Marcos de Joseph Julian Soria y la misteriosa Laney de Betty Gabriel, quienes representan a la minoría y eventualmente cruzan caminos con el dúo en pleno escape. El grupo se vuelve indispensable los unos a los otros y enfrentan a las calles llenas de peligro, colegialas mortíferas en busca de venganza, neonazis entrenados para matar y un grupo subterráneo que ofrece ayuda al prójimo durante la salvaje noche. No hay momentos relativamente novedosos pero en líneas generales la trama se desenvuelve con bastantes bajas, muertes de todo tipo, hasta llegar hasta su tempestivo final, no sin antes dejarnos con un último momento que promete ser ominoso de acá al resultado de las próximas elecciones norteamericanas. Cohesivamente, Election Year es la más solida de las tres partes de esta saga, con personajes interesantes, escenarios realistas y mucha violencia de por medio. No es una maravilla del género, pero resulta estimulante ver su crecimiento a través del tiempo y saber que se fueron ajustando los problemas del pasado. Si así termina la serie, lo hace con el listón bastante alto y se despide de la mejor manera.
12 Horas para Sobrevivir es la película ideal para ir al cine entre amigos y reírse de las situaciones que presenta. Las muertes, los momentos bizarros y las actuaciones a media máquina funcionan ambientados en una noche ideal para el terror. El Año de la Elección es la tercera entrega de la franquicia iniciada en 2013, creada y dirigida por James DeMonarco. La premisa es interesante: en un futuro diferente, Estados Unidos opta por permitir todo tipo de delitos y atrocidades, sin consecuencia alguna, por una noche al año; mientras tanto, los políticos y líderes del país, definieron a La Purga como el acto que salvó a su nación de la quiebra económica. En el lanzamiento de esta franquicia, se presenció la visión de esa noche desde el hogar de un empresario de seguros (Ethan Hawke) que creía estar a salvo en su casa, pero finalmente fue un blanco para purgar. Esa película fue un éxito para Universal ya que las ganancias resultaron increíbles para una producción de muy bajo presupuesto. Su secuela no tardó en llegar y The Purge: Anarchy aterrizó en 2014, volviendo a llenar los bolsillos de la compañía, que brindó un mejor presupuesto para ampliar el concepto de la purga, pero esta vez desde la perspectiva de la calle. Su última película, que es el estreno cinematográfico de esta semana, presenta una sinopsis interesante: finalmente una política (Elizabeth Mitchell) se postulará a la presidencia para finalizar, después de tantos años, la noche de la purga. La rubia actriz que participó en la serie Lost, interpreta a la senadora y candidata a la presidencia de Estados Unidos, Charlene Roan. Charlie sufrió en carne propia de qué se trata esta terrible noche. Años atrás, en pleno purgatorio, asesinaron a toda su familia delante de sus ojos, y ahora (irónicamente) ella está dispuesta a poner fin a dicha tradición. El actual Presidente y su grupo oficialista se sienten amenazados por la figura de esta mujer que se ganó la aprobación de gran parte del pueblo norteamericano, muchos de ellos víctimas que sufren año tras año el terror de estar al borde la muerte. Ante la posibilidad de perder las elecciones y el control del país, a pocos días de una nueva Purga, modifican las leyes para que no haya restricciones a la hora de matar (hasta ese momento, los políticos eran los únicos que no podían ser purgados) y la senadora Roan es el principal objetivo para asesinar en 12 horas. Frank Grillo retoma su papel de Leo Barnes para ser el guardaespaldas y la única persona confiable de la senadora. A diferencia de lo que se vio de Grillo en The Purge 2, esta vez no es el personaje más importante, sino que el protagonismo se lo arrebata un grupo de personas que tiene su historia paralela dentro de la película. Los nuevos personajes son interpretados por Mykelti Williamson, Joseph Julian Soria y Betty Gabriel. Lo normal sería engancharse con la historia de la senadora o inclusive con el papel de Grillo que es Crossbones en Capitán América: Civil War, pero los mejores momentos de acción y comedia, entre tanta locura, lo brindan este trío de amigos dispuestos a sobrevivir en la noche oscura repartiendo plomo para todos lados. Es casi imposible que una tercera película de La Purga en tres años sea una gran obra de arte. Sin embargo, el film se supera en los aspectos visuales ya que está muy bien hecha, y la banda sonora acompaña para crear una atmósfera ideal para cada momento de esta historia. Las actuaciones dejan mucho que desear. Como cada película de terror-acción-comedia, el desempeño de los actores no es el fuerte, dado que lo importante es entretener y pasar un momento divertido en el cine. Si aman esta saga y les parece interesante su propuesta de matar sin consecuencias por una noche, acá se volverán a encontrar con entretenimiento a base de sangre e insultos excesivos que aprovechan al máximo su clasificación R.
La tercera es la mejor. Supongan que el gobierno decretara un estado de sitio y que todos los dictámenes de la ley están anulados por 12 horas, que durante ese lapso es legal el robo, la destrucción de propiedad privada y pública, provocar incendios, las violaciones o incluso matar. ¿Qué haría cualquier persona en ese caso? Esto, a grandes razgos, es lo que plantea la saga de La purga. Que comenzó con La noche de la expiación (2013), seguida de 12 horas para sobrevivir (2014) Y su última entrega: 12 horas para sobrevivir: El año de la elección, película que termina por demostrar hasta dónde es capaz de llegar una sociedad.
Protegida La saga que plantea el caos total en Estados Unidos por 12 horas (donde el delito, los crímenes y cualquier idea que linde con lo ilegal está permitida) tiene en 12 horas para sobrevir: El año de la elección (The Purge: Election Year, 2016) un giro que enviste a una urgencia impensada. Tomando de la agenda mediática las elecciones primarias que el país del norte está teniendo, la historia del film ubica la acción en la confrontación entre dos candidatos que poseen ideas muy diferentes ante las 12 horas que dan vía libre a la anarquía total. Así, la senadora Roan (Elizabeth Mitchell), una defensora acérrima de la eliminación de la purga, debe luchar por su vida y protegerse ante la inevitable proximidad con la amenaza de su muerte. Cuando los líderes de extrema derecha que impusieron la purga -para eliminar cualquier vestigio de multiculturalismo, inmigrantes, etc.- decidan que la protección de las altas figuras políticas sea vetada, su integridad corre el mismo riesgo que la de cualquier ciudadano. Pero no todo está perdido para Roan, ya que Leo (Frank Grillo), ahora en plan “guardaespaldas” de la mujer, conforma junto a una serie de personajes que también padecieron el acoso, un equipo de contención para mantener con vida a la senadora. En el medio, una serie de obstáculos que lindan lo gore, hacen que la propuesta potencie su narración al enfocarse en las minorías que, más allá de la senadora, deben ingeniárselas para sobrevivir a la anarquía. Ejemplo de esto es el dueño de un pequeño comercio (Mykelti Williamson), su empleado latino (Joseph Julian Soria) y Laney (Betty Gabriel), una suerte de “leyenda” en marcar el territorio y ayudar a los demás el día de la purga. La propuesta mantiene la tensión, prefiriendo el director James DeMonaco los primeros planos, los detalles y la creación de un universo con referencias a próceres norteamericanos e íconos patrios, que refuerzan la idea del asqueroso fervor nacionalista que originó la depuración. En un momento de la película, el discurso de extrema derecha pronunciado por el líder de los nuevos padres de la patria, con una cercanía inevitable a Donald Trump, hace un regodeo en la muerte como mecanismo de expiación que asusta y alarma, y a la vez reflexiona sobre un posible futuro manejado por una persona sin escrúpulos. Con este condimento 12 horas para sobrevir: El año de la elección se suma al debate político de estos días.
MATAR O MORIR COMO ÚNICA OPCIÓN Es la tercera de la saga y ya tiene un público cautivo propio, que favoreció a las otras dos. Un gobierno totalitario en EEUU que permite una noche de impunidad al año, que comenzó con un drama de vecinos violentos, siguió con la denuncia de la utilización de la purga para librarse de los más necesitados de la sociedad y ahorrar costo solidario y termina con una senadora rubia que anuncia, ya lanzada a la carrera electoral, borrar las purgas y por supuesto los “padres del régimen” que están en el poder la quieren borrar a ella. Es demasiado fácil, así lo vieron varios medios norteamericanos, hacer un paralelismo entre la rubia Hilary y en fanático Trump ¿Una ayudita de los amigos de Hollywood para los demócratas? El director y guionista de las tres, James de Mónaco, niega esa inspiración pero se apresura a celebrar la coincidencia con los tiempos políticos. Al margen de esas especulaciones lo que se ve es lo habitual, además de las torturas que sufrió la senadora en el pasado, abundan tiros, heridos, golpeados, discriminados, , explosiones, lacerados, tormentos, persecuciones y muchos, muchos cadáveres en la siniestra lógica de matar o morir. Y algunos miramientos éticas de la candidata que en ese marco resultan tristemente cómicos. Con la taquilla prácticamente asegurada, cumple con su cuota de suspenso y entretenimiento.
Fanáticos teo-políticos, adolescentes con sed de venganza y cowboys urbanos se entremezclan en la tercera entrega de The Purge. La nueva entrega de The purge retoma al personaje principal del episodio anterior, Anarquía: la noche de las bestias, Leo Barnes (Frank Grillo), quien el día de la expiación salía con furia a vengar la muerte de su hijo, pero siempre terminaba ayudando a los más desprotegidos, esa noche macabra en la que solo tienen refugio seguro los poderosos y adinerados. Sin embargo, en el año de elecciones presidenciales, Leo trabaja como guardaespaldas de Charlene Roan (Elizabeth Mitchell), una decidida senadora que va en contra de los Nuevos Padres Fundadores de América (NPFA), un grupo de políticos, fanáticos/religiosos que hace veinticinco años están en el poder y dominan la economía del país. La decisión de Charlene de presentarse como candidata a presidenta de los EEUU se relaciona con una experiencia traumática que padeció de adolescente cuando, en una noche de la expiación, un psicópata mata a toda su familia. Por esto quiere terminar definitivamente con esas terribles horas en las que todo está permitido: saquear, robar y asesinar para así “purificar” el alma. Sintiéndose amenazados, los NPFA deciden incluir en la purga a la clase política, ya nadie queda exento. Ahora el tema no es solo aniquilar a esa gente “no deseada” que ocasiona gastos a la nación, sino también “limpiar” a los políticos idealistas que encabezan las encuestas de las elecciones. Por esto, Charlene Roan sufrirá un intento de asesinato por parte de un grupo de mercenarios y Leo Barnes hará lo imposible por protegerla. La noche de la expiación trae todo tipo de personajes, desde turismo extranjero ansioso por asesinar hasta caprichosas adolescentes —que parecen salidas de una película de Harmony Korine— enfundadas en ropa sexy y con armas glamorosas decididas a matar por diversión y venganza. Pero el foco principal está centrado en la senadora y su grupo. Además de Leo, la defienden el propietario de una tienda de comestibles, su ayudante latino, y una joven ex pandillera quien ahora conduce un camión de auxilio durante las horas fatales. 12 horas para sobrevivir: el año de la elección es la entrega más sólida y potente de la saga. Ahora la crítica social se mezcla con una dosis justa de humor negro, lo cual ayuda a la catarsis, porque el ritmo narrativo tan frenético no nos da respiro. Las tomas subjetivas generan angustia e incertidumbre y nos sitúan desde el punto de vista de quien tiene que defenderse de la muerte en una noche sin ley. Desde un flanco más reflexivo, esta extrema crueldad, en la que la violencia se traduce en irracionalidad, destrucción, en actos que cercenan la libertad del otro, 12 horas para sobrevivir: el año de la elección nos ayuda a repensar sobre la forma dramática en que se ha ido naturalizando la violencia en nuestra sociedad.
También se estrena este jueves 12 horas para sobrevivir: el año de la elección, la tercera entrega de la saga de acción, suspenso y horror conocida como La Purga. En esta secuela, la trama se desarrolla en un año electoral: una senadora candidata a presidente planea eliminar la nefasta tradición, para ello deberá triunfar en las urnas y, lo más importante, sobrevivir a la noche de purga. Violenta, sangrienta, la cinta esconde tras su fachada de thriller de género una clara crítica a la situación política actual de los Estados Unidos. Hay referencias al odio racial, a la proliferación de la armas y a la xenofobia de cierta parte de la sociedad. En el rubro visual, la película vuelve a apostar fuerte en la dirección de arte, haciendo gala de originales diseños de vestuario, máscaras y vehículos urbanos. Parte de una bizarra trilogía destinada a convertirse en objeto de culto.
Me gusta mucho esta saga -que la juega medio callada- y metió tres de tres y cada una mejor que la otra. 12 horas para sobrevivir llega a su conclusión (aparentemente) con el debate político que le faltaba a las dos entregas anteriores de forma tan realista que te hace pensar que los norteamericanos están verdaderamente a un paso de llegar a eso. Una subida lógica y bien presentada a nivel argumental porque en la primera película vimos la historia de una familia dentro de su casa en la noche de la purga, en la segunda la de un grupo de personas desconocidas entre ellas y en más ámbitos, y en este estreno se agrega el condimento político y conspiracional. Hay una escalada de historia pero no necesariamente de escenas de violencia, se puede decir que están al mismo nivel pero esta gana por la tensión en un par de secuencias donde el gore queda un poco de lado. Vuelve el personaje interpretado por Frank Grillo (aunque no lo aclaran) y se transforma en una especie de héroe que debe proteger a la candidata a presidente (una correcta Elizabeth Mitchell) que quiere eliminar este sistema en esas doce horas. El director James DeMonaco mantiene el nivel y técnica que utilizó en las dos anteriores pero aumentando la escala e intriga con la sumatoria de looks más sádicos (incluso caricaturescos) para algunos de los purgadores de la noche. Hay sobresaltos y algunos elementos propios del terror pero lo que predomina es el suspenso muy bien llevado. Si bien es una buena película y ese universo da para más ojalá se cumpla con el anuncio de que es la última para que no suceda lo mismo que en otras franquicias donde la fórmula se gasta. Aquí terminaría en un muy buen lugar. 12 horas para sobrevivir: el año de la elección es para pasar un buen rato en el cine para aquellos que gusten de las películas que tensionan y el gore.
Purgar para mejorar En esta nueva entrega se rige una figura popular en la voz y el carisma de Elizabeth Mitchell, encarnando a la senadora Charlie Roan para exigir la erradicación de la noche de la expiación, que avala y permite todos los crímenes en los Estados Unidos, desde robos hasta asesinatos por un lapso de doce horas sin consecuencias posteriores. Este evento tiene como objetivo a las clases más pobres y necesitadas ya que son las que cuentan con menos recursos y capitales para defenderse, siendo la clave del gobierno de los Estados Unidos y la clase elitista para librarse, de manera “legal”, de su responsabilidad en su contención y desarrollo. Después de un episodio trascendental en su vida, la Senadora Road emerge como la oposición y el rostro anti-purga, una acción que pone en jaque a los intereses de los principales funcionarios del gobierno, que utilizarán ese acontecimiento para terminar con los planes de su contrincante de una vez por todas. El ex sargento de la policía Leo Barnes (Frank Grillo) –que fue protagonista en el anterior film- será el principal responsable de la seguridad de la senadora y quien deba mantenerla con vida en el transcurso de toda la noche. 12 horas para sobrevivir: El año de la elección corresponde a una secuela directa de La Purga: Anarquía (2014) y es la tercera parte de la saga La Purga (2013), en la cual expande de manera más abarcativa y racional la idea original que DeMonaco presentó en el primer film: que consecuencias sociales y políticas conllevan la legalidad de una noche con esas características y también como repercute en el resto del mundo. Tal es así que USA acepta “turistas asesinos” que llegan al país para celebrar y festejar la noche de la expiación. La serie La Purga cuenta con matices ideológicos muy marcados y sombríos sobre la cultura norteamericana, además de posibles repercusiones en el régimen económico y político, pero en ninguna de sus dos anteriores entregas el director y creador, James DeMonaco pudo explotarlo y desarrollarlo de manera eficaz. Sirve también como una sátira para el pensamiento, el lugar que ocupan hoy las leyes en dicho país, y como se llevan a cabo en base a la discriminación, el exceso de violencia y racismo. Purge: Assassins En cuanto a su desarrollo, 12 horas para sobrevivir cuenta con una misma forma de narrar los hechos focalizado en la violencia y en la particularidad de los purgadores relacionado a su vestuario: sus máscaras, disfraces, vehículos y armas extravagantes. Grandes escenas de acción y algunos sobresaltos mantienen en vilo al espectador, además de una dosis de humor por parte de los actores secundarios que ayudan al desarrollo paulatino de personajes que mucho no tienen para explayar y desarrollar. La clave de 12 Horas para sobrevivir está en su estética apocalíptica, su música asfixiante y la acción que no discrimina entre atropellar adolescentes, utilizar una iglesia como escenario para los sacrificios y demás. La estética que presenta Demonaco es una marca registrada en la serie: escenarios oscuros con personas que utilizan máscaras de payaso y presidentes marcadas con sangre mientras tienen en sus manos armas, palos, hachas, cuchillos o cualquier material para lastimar. Todas escenas acompañadas por la música de Nathan Whitehead, que acorralará al espectador al igual que ocurre con sus protagonistas en los momentos de mayor tensión y dramatismo. En cuanto al guión y los diálogos, no hacen a la película en cuestión más allá de dilucidar entre discusiones el pensamiento racional y político que busca el film en contraposición a lo que se manifiesta a lo largo de toda la saga. Tanto Elizabeth Mitchell como Frank Grillo cumplen en su labor sin demasiadas exigencias por ampliar con más profundidad las aspiraciones de sus personajes, ya que ni el guión ni la trama apuntan a separar un poco el aspecto superficial de los mismos. 12 horas para sobrevivir: El año de la elección es una película que entretiene, asusta y divierte al espectador gracias a una idea original que, poco a poco, va dejando mejor sabor de boca en su consumo. The Purge: Election Year es el exceso de violencia, discriminación y autoridad en imagen que se complementa con acción y entretenimiento haciendo pasar al espectador un buen rato en el cine.
En 12 horas para sobrevivir hay tanto terror como ironía política Esta saga que combina terror, violencia sádica, elementos distópicos y acción con espíritu del cine de clase B es una auténtica rareza. En principio, porque las tres películas fueron escritas y dirigidas por la misma persona y, sobre todo, porque ha ido mejorando de manera paulatina, cuando en general las franquicias se desinflan rápidamente. Si la segunda entrega (12 horas para sobrevivir) era mejor que la primera (La noche de la expiación), esta tercera es decididamente superior, ya que al ingenioso concepto que se repite, le suma una factura aún más sólida y una sátira política a tono con estos tiempos preelectorales en EE. UU. Frank Grillo (actor con algo de Lee Marvin y Charles Bronson que parece salido de los films de John Carpenter o Walter Hill, indudables referentes de DeMonaco) regresa como el jefe de seguridad de la senadora Charlie Roan (Elizabeth Mitchell), aspirante a la presidencia con chances de destronar al ultraconservador mandatario (Kyle Secor) y terminar con la purga anual a la que alude el título; ese lapso de 12 horas en el que todo está permitido: saqueos, violaciones, asesinatos. Los gobernantes consideran que esa descarga social durante un tiempo limitado permite que desciendan los índices de inseguridad. Amenazados en su manejo del poder, una logia de políticos, empresarios, paramilitares neonazis y eclesiásticos que se autodenomina Los Nuevos Padres Fundadores pretende aprovechar esa noche para asesinar a la candidata opositora, quien encontrará ayuda no sólo en su leal guardaespaldas, sino también en un querible grupo de personajes negros y latinos ("he sobrevivido a una purga diaria en Ciudad Juárez", dice un inmigrante mexicano, exaltando el tono de ironía política de esta propuesta). Con un buen uso de las calles de Washington D.C., escenas nocturnas construidas a pura tensión y potencia, y un desparpajo que se agradece, este es un producto eficaz como entretenimiento y bastante audaz e inteligente como alegoría y denuncia sobre un futuro cercano en el que se pueden apreciar contradicciones y miserias de un presente con múltiples conflictos raciales y diferencias de clase.
Maldita noche El contexto sociopolítico del filme, con clichés y moralinas cuestionables, lo vuelve más perturbador. Purgar y purificar. Los verbos de 12 horas para sobrevivir: el año de la elección, tercera entrega de este filme en serie dirigido por James DeMonaco, siguen siendo los mismos. Pero el contexto socio político en el que se inserta esta película plagada de clichés y moralinas cuestionables, vuelve a su historia más perturbadora y atrapante que sus antecesoras. Hablamos de lazos de verosimilitud, de la cantidad de paralelismos que afloran en este thriller y alegoría social. Más allá de su factura, el contexto electoral es sin duda un acierto. Adquiere así un carácter terrorífico por vía doble. Esta vez, la batalla política se adueña del trasfondo de esa sociedad distópica en la que una vez al año, por decisión del partido gobernante, durante 12 horas, cualquier crimen es permitido. La purga. Ni más ni menos que un sistema para eliminar pobres impulsado por el partido de los “purificadores” que ve amenazada su herramienta de control social por el ascenso de la senadora Roan (Elizabeth Mitchell), una firme candidata protegida por Leo Barnes (Frank Grillo), un viejo conocido de esta saga. Hay dos planos entonces. El político, donde la senadora es el objetivo de la purga, y el social, donde mercenarios, comandos, turistas de la muerte salen de cacería en una lucha de pobres contra pobres exagerada con una sobredosis de humor. Allí, en ese otro nivel, están los trabajadores, los negros y los latinos amenazados por esta demencial implicancia del capitalismo, de los conflictos raciales, de la disponibilidad absoluta de armas con permiso para matar. ¿Les suena? Dirán que la elección se define en Florida, y Marcos, un mexicano sin papeles, contará que aprendió a sobrevivir en Ciudad Juárez, porque allí siempre es día de purga. Claro, en esos mundos se cruzan, al de los sobrevivientes se les suma la opción del comando revolucionario, que busca acabar con el gobierno por la vía violenta mientras la rubia senadora pretende ganarles en las urnas. La sátira exagera su intención moralizadora mientras vuelve identificables a estos Donald Trumps futuristas (hay frases copiadas de sus discursos) y cuasi panfletario el hecho más que simbólico de ubicar a una candidata rubia como salvadora de negros y latinos. Un thriller en el que la violencia, el humor, y la regla brutal en la que basa su argumento encuentra más problemas en términos de suspenso que en la alegoría que transmite más por la naturaleza del contexto que por sus propios argumentos.
La tercera parte de esta franquicia ("La Noche de la Expiación" 2013 / "12 horas para Sobrevivir" 2014) y supuestamente final (nunca se sabe) es para quienes disfrutaron las anteriores y entienden el nivel de violencia con el que se van a encontrar en pantalla. James DeMonaco sorprende una vez más y cierra una trilogía, que a mi parecer, es perfecta. Haciendo un balance, ninguna de las tres anteriores cae, sino que - con esta útlima - redobla la apuesta. En esta oportunidad, Leo Barnes (Frank Grillo), policía que ahora dirige un equipo de seguridad, debe cuidar a Charlie Roan (Elizabeth Mitchell), una senadora en contra de la purga anual... claro está que nada va a salir como tienen pensado. En el medio, la historia de un comerciante y su local y alguna que otra venganza contra él. Imágenes fuertes, asesinos por todos lados y grandes puestas en escena que por momentos van a llegar a perturbarte. Acción a más no poder, persecuciones, saltos de la butaca y una aventura totalmente macabra, que apunta a eso, a sacar lo peor de los personajes en esas pocas horas de purga... Te recomiendo que, al salir del cine, respires profundo y entiendas que lo que viste fue solo ficción... Gran película y excelente cierre para los amantes del género.
Maldita noche En 2013 se estrenaba La noche de la expiación (The Purge). Aquella película contaba un Estados Unidos alternativo donde bajo un régimen totalitario sus políticos deciden crear “La Purga”, la cual consiste en que cada año durante 12 horas hay vía libre para cometer cualquier delito, incluso el asesinato. Con un presupuesto de 3 millones de dólares logró recaudar cerca de 90 millones y por supuesto tuvo su secuela 12 horas para sobrevivir (The Purge 2 Anarchy, 2014) que costó 9 millones y recaudó 111 millones, ante tamaño crecimiento era obvio que tendría una tercera parte. En 12 horas para sobrevivir: El año de la elección, dos años después de lo sucedido en la anterior, Leo Barnes (Frank Grillo) ahora se desempeña como encargado de seguridad de la senadora Charlene Roan (Elizabeth Mitchell) quien se postula como candidata a presidente y su principal promesa de campaña es eliminar “La purga” ya que favorece a los más ricos, disminuyendo la cantidad de pobres y explotando esas zonas en grandes negocios inmobiliarios.Pero además tiene un trauma con una purga de hace varios años. Cuando el operativo de seguridad se vea vulnerado, Leo deberá llevar a la candidata a un lugar seguro, pero será imposible cuando no sólo están siendo buscados sino que miles de personas en las calles están dispuestas a asesinar a cualquiera. Mucho se le reclamó a la primera que no mostraba la purga en las calles, la segunda cumplió con esto pero no dejó conforme a algunos que pidieron más, en esta se muestra la crueldad y el salvajismo de las calles de Washington y esa búsqueda de ser más espectacular e impactante le juega un poco en contra. Otro de los puntos más flojos es que los personajes son bastante cliché, esto se hace aún más evidente en dos de ellos: Joe Dixon (Mykelti Williamson), dueño de un pequeño mercado que debido al excesivo aumento se quedó sin seguro que proteja su tienda; y Marcos (Joseph Julian Soria) su joven empleado mexicano nacionalizado estadounidense que cada vez que puede intenta comparar la desenfrenada ola de violencia de la purga con Ciudad Juárez. James DeMonaco, director y escritor de las antecesoras también lo hace en esta y aprovecha a su favor y el de la película, el contexto político actual de la política de USA (ascenso de Trump) y que uno llega a comprar todo lo que ofrece, que es una historia interesante, una entretenida dosis de acción y algo de terror.
12 horas para sobrevivir: El año de la Elección (The purge: Election year) Llega el estreno de la tercer entrega de esta saga. La premisa es que una noche al año, 12 horas para ser exactos, los americanos están bajo total libertad de cometer cualquier acto criminal, incluso matar, con el consentimiento de la ley y no serán juzgados. Llamándolo el día de “depuración”. Esta especie de tradición despierta interés en todo el mundo, atrayendo ese particular turismo con sed de sangre. Al margen de lo poco verosímil, no por la idea principal sino por como se va desarrollando el guión, tal vez lo interesante es que se mete de lleno en la campaña electoral de este año en los EEUU. Casualmente hay dos senadores que se están postulando a presidente, una es mujer con cabellos rubios, y no avala bajo ningún punto de vista ese nefasto día prometiendo ponerle fin si es elegida, y el otro candidato, un senador perteneciente al sector político que está en el gobierno, por el contrario lo apoya enérgicamente. Y se pone en juego el rol de la iglesia, la libertad de comprar armas, y algunos otros temas que me deja pensando una vez más cuando la realidad supera toda ficción. Uno de los mensajes del film habla de lo importante que es cautivar los votos de los latinos, como es en el estado de Miami, con la idea de que ganado allí estás a un paso de la presidencia. Encontramos imágenes interesantes y rescatables. Difícil encasillarla en un solo género, hay terror, ciencia ficción, thriller, y quizás sin buscarlo un humor tragicómico. Un vendedor de máscaras de Washington dice esto es como Hallowen pero para que jueguen los adultos. Sin embargo el precio a pagar la noche de depuración puede resultar muy caro.
“The Purge” se convirtió en una de las franquicias de terror de bajo presupuesto más rentables de los últimos tiempos. El productor Jason Blum (y su Blumhouse Productions) -responsable de “Actividad Paranormal” (Paranormal Activity), “La Noche del Demonio” (Insidious) y “Sinister”-, arremete con un nuevo capítulo de esta saga ultraviolenta, una vez más dirigida por James DeMonaco, el mismo de las dos películas anteriores. Estamos situados unos años después de los hechos de “12 Horas Para Sobrevivir: Anarquía” (The Purge: Anarchy, 2014) y Leo Barnes (Frank Grillo, el Crossbones del MCU) ahora es el jefe de seguridad de la senadora Charlie Roan (Elizabeth Mitchell, la Juliet de Lost). Su tarea principal es proteger a esta candidata a la presidencia durante su campaña y la inminente “Purga” que, a pesar de que suele tener como objetivo a los más pobres e inocentes, este nuevo año no presenta privilegios para nadie y todos, absolutamente todos, estarán expuestos a esta violenta noche de catarsis colectiva. Roan tiene una mala experiencia con la purga en su pasado, y su objetivo principal es eliminarla cuando asuma su mandato. Esta promesa de campaña pone nerviosos a los Nuevos Padres Fundadores, los poderosos gobernantes de esta distópica USA, creadores de la purga para bajar las tasas de criminalidad y eliminar la pobreza, como beneficio secundario. La senadora tiene la intención de pasar estas doce horas de locura en su hogar, protegida por sus hombres, pero una traición en sus filas hará que quede a merced de unos mercenarios contratados para eliminarla. Con la ayuda de Barnes, Roan sale a la calle, pero ahí los peligros se multiplican, si sumamos a la población que sale a purgar a diestra y siniestra. “12 Horas para Sobrevivir: El Año de la Elección” (The Purge: Election Day, 2016) –un título muy conveniente en épocas de Donald Trump- nos pasea vertiginosamente por las calles de Washington donde esta pareja fugitiva debe encontrar resguardo y sortear un montón de obstáculos. Serán los ciudadanos de clase más baja los que arriesgarán su propia vida para ayudarla, los elementos más vulnerables de la sociedad que quedan expuestos durante la Purga a merced de chicos ricos y aburridos o extranjeros que vienen de “tour asesino” desde los más remotos lugares del mundo. Está claro que este es un juego entre ricos y pobres, muy conveniente para los acomodados gobernantes y sus “inversionistas”. Si la primera película tomaba como punto de partida el subgénero de “casa acechada” durante esta noche de violencia, uno de los grandes aciertos de DeMonaco y compañía para las secuelas, fue trasladar la acción a las calles y ver como se comportan los individuos. Además, más allá de la acción y la sangre, la franquicia intenta analizar a una sociedad que rinde culto a las armas (aunque no ahonde mucho sobre ello en una época que necesita de la discusión más que nunca), y poner el eje en la discriminación y la lucha de clases, asociada a cierta segregación racial. Este capítulo profundiza más en estos temas, pero no se detiene lo suficiente para convertirse en un estudio sociológico, al fin y al cabo es una película de terror de bajo presupuesto. “12 Horas para Sobrevivir: El Año de la Elección” es una correctísima trecuela que cumple ampliamente lo prometido, al igual que sus antecesoras. En este caso, parece un poco menos analítica y más concentrada en la trama persecutoria, pero no por ello pierde intensidad y tensión cuando más lo necesita. La película es lo que es, y no hay necesidad de pedirle otra cosa. Tiene sangre, violencia desmedida, tipos buenos y malos, y un mensaje interesante, aunque sea lo más aterrador del conjunto.
DIOS, PATRIA Y ARMAS DE FUEGO Las dos primeras entregas de la serie “The Purge” basaban sus relatos en una premisa que, de no ser un poco extrema, hubiera encajado sin problemas en un capítulo de La Dimensión Desconocida. A saber, que una vez al año los Estados Unidos, ahora “renacidos”, implementan/celebran la Noche de la Depuración por la cual todos los delitos, incluido el asesinato, están permitidos durante 12 horas. A partir de ahí, el país se sumerge en el todo vale y el sálvese quien pueda. Con una premisa así de simple y brutal podrían haberse contentado con explotar la violencia y la acción y quizás hubiera sido suficiente. Pero si bien estos elementos no faltan, James DeMonaco (director, guionista y responsable principal de la ahora trilogía) prefirió además explorar ese universo a fondo y ver hasta dónde podía llegar en sus implicancias sociales y políticas. En el primer film, La noche de la expiación (2014) con el escenario acotado de una casa sitiada en un barrio cerrado y un elenco limitado a una familia y sus acosadores, ya estaban presentes el racismo y el odio de clase. En el segundo, 12 horas para sobrevivir, se ampliaba el escenario a las calles salvajes y se ampliaban también las implicancias políticas ya que se mostraba más explícitamente lo que antes se sugería, que la Depuración no obedecía solamente a fines catárticos, sino que los “Nuevos Padres Fundadores”, verdaderos higienistas sociales, habían claramente diseñado el evento para una limpieza étnica y social, ya que las víctimas principales siempre terminaban siendo las clases (nunca mejor dicho) más vulnerables. Para este tercer film el discurso político ya ocupa un primer plano, la protagonista es una candidata a presidente que pretende acabar con la depuración y poner en jaque todo el sistema que esta sostiene. La noche en cuestión se viene encima y la elite gubernamental, convencida que si sucede conviene, decide aprovechar sus posibilidades para deshacerse de ella y, como a la suerte hay que ayudarla, mandarle encima un comando de exterminio. La senadora y su guardaespaldas (Frank Grillo, uno de los protagonistas del segundo film) escapan por los pelos a una emboscada, pero ahora tienen que atravesar la noche y la ciudad, junto a otro grupo de parias, para escapar a sus perseguidores que no se van a rendir así nomás, y eludir los peligros de esas calles peligrosas. Al igual que sus antecesoras, 12 horas… es una película Hobbesiana, donde se plantea que, libre de cualquier lazo, el hombre es lobo del hombre, o más bien perro rabioso, y que se requiere un esfuerzo consiente para a ser mejores. El título “Día de la elección” da una pauta de que sus implicancias se extienden también fuera de la pantalla. En tanto sátira y crítica social, corre a veces el riesgo de subrayar y a veces de querer abarcar demasiado, pero su autor maneja su discurso con cintura e inteligencia y ayuda la decisión de hacerlo también desde el humor. No todo es bajada de línea y DeMonaco no se olvida que se trata de un film de ciencia ficción (en el sentido especulativo y de la distopía), de acción y hasta de terror, elementos que forman gran parte del paquete, y donde el escenario recuerda otras pesadillas urbanas como The Warriors o Fuga de Nueva York, donde el territorio, la ciudad, es un antagonista. El film funciona en ambos niveles, como manifiesto y como entretenimiento vertiginoso, como apelación al debate y como diversión descerebrada y lo hace de manera que ambos se complementen. Un logro extraño, paradójico y para nada menor. 12 HORAS PARA SOBREVIVIR: EL AÑO DE LA ELECCIÓN The Purge: Election Year. Estados Unidos. 2016. Dirección: James DeMonaco. Intérpretes: Elizabeth Mitchell, Frank Grillo, Mykelti Williamson, Edwin Hodge, Joseph Julian Soria, Kyle Secor y Betty Gabriel. Guión: James DeMonaco. Fotografía: Jacques Jouffret. Edición: Todd E. Miller. Musica: Nathan Whitehead .Duración: 105 minutos.
Un nuevo carnaval criminal. La primera entrega de la saga se centraba sobre una familia que se defendía de un ataque a su casa. La segunda reunía a un grupo de desconocidos intentando sobrevivir a través de la ciudad, y ésta termina de explicitar el trasfondo político que siempre subyació a la saga. Wikipedia define a The Purge como una saga “de horror y acción de ciencia ficción social”. Suena a un abuso de la sumatoria de palabras, pero no podría concebirse fórmula más precisa. En el futuro próximo imaginado por el guionista y realizador James DeMonaco para esta serie fílmica iniciada en el año 2013, la nueva clase política que rige a los Estados Unidos ha hallado un modo tan radical como paradójico de pacificar a la sociedad. Consta de la llamada “depuración”. Durante una noche al año los ciudadanos tienen derecho, en una suerte de carnaval criminal, a cometer todas las tropelías imaginables sobre el prójimo, incluidos el saqueo, el crimen y la tortura. La primera entrega de la saga, que aquí se conoció en DVD, se centraba sobre una familia que se defendía de un ataque a su casa. La segunda, estrenada en cine como 12 horas para sobrevivir, reunía a un grupo de desconocidos intentando alcanzar lo del título a través de la ciudad, y ésta termina de explicitar el trasfondo político que siempre subyació a la saga. La profusión de armas de todo calibre, la paranoia extrema, el festival de tiroteos, un hombre negro perseguido por una patota de jóvenes blancos ricos y, sobre todo, la provocativa idea de una Estados Unidos refundada por unos nuevos Padres de la Patria que daban vía libre al crimen más perverso hacían de la primera de la saga una alegoría extremadamente perturbadora y claramente alusiva. La segunda daba un paso más, con una repulsiva fiesta de ricachones que todos los años se reunían para cazar y matar pobres, y su contracara, un grupo de resistentes que denunciaban a La Depuración como una forma de limpieza social y se oponían a ella armas en mano. Ahora es tiempo de elecciones y los Nuevos Padres Fundadores, que quieren mantener el orden establecido y están convencidos de que la justicia social es una idea en la que sólo una manga de estúpidos puede creer, tienen su propio partido y su candidato, un ministro protestante que todas las noches de Depuración preside, en una iglesia de Washington, una serie de sacrificios públicos. Al Partido de los Padres Fundadores se le opone la senadora Charlie Roan (Elizabeth Mitchell), candidata liberal cuya principal promesa electoral es terminar con la Depuración. Sus razones son ideológicas, pero también personales: dieciocho años atrás fue obligada a presenciar, un 21 de marzo, el exterminio de todos los miembros de su familia. Liderados por el repulsivo Caleb Warrens (Raymond J. Barry, veterano secundario de montones de thrillers y films de acción), los miembros del PPF están muy nerviosos ante el ascenso de “la conchuda” en las encuestas (¿suena a algo conocido?), por lo cual se proponen recurrir a “medidas extremas” en la próxima noche de Depuración, para no permitirle llegar viva a la elección. Rodeada de su gente de seguridad, al frente de quienes se halla Leo Barnes (que en la entrega previa había estado a punto de cometer una “purga”, arrepintiéndose a último momento), la senadora se abroquela en su casa. Como es de imaginar, habrá una filtración de seguridad y ése es sólo el comienzo de la guerra, que será sangrienta. En las películas anteriores, DeMonaco, que tiene apenas una película previa y ninguna otra además de las de esta saga, se había mostrado tan certero con el procesador de palabras como en el campo de batalla del set. Aquí lo confirma, multiplicando subtramas convergentes y no dejando que el fuego se apague a lo largo de los 105 minutos del metraje. Fábula populista, la mayor parte de El año de la elección tiene lugar en dos espacios simbólicos: la residencia de la candidata y el modesto minisúper de barrio de un morocho, donde trabaja un joven inmigrante mexicano y donde suelen caerse a matar el tiempo libre otro morochón jubilado y una latina, alguna vez pesada legendaria y ahora retirada. Todos ellos –emblemas de la clase de gente a la que los miembros del PPF quieren borrar de la faz de la tierra y la senadora Roan defiende– terminarán haciéndose uno con su candidata, en una literal unión en la acción. Y atención, mucha atención a la relación que se establece, sobre el final, entre el inmigrante mexicano y el líder del PPF, porque se trata de la más extrema proposición pública apenas veladamente anti-Trump que se haya hecho hasta la fecha. Es verdad que la explicitez política le quita sugestión y por ende poder perturbador a esta tercera parte de The Purge. Era mucho más chocante cuando en la primera los vecinos querían asesinar a la familia protagónica porque envidiaban su éxito económico, o los ricachones babeantes de crimen de la segunda parte, que este enfrentamiento político derivado a la sangre, algo finalmente no tan monstruoso, por habitual. Aun así, DeMonaco mantiene la presión alta de una punta a otra del metraje, con escuela clásica, ideas revulsivas (el “turismo criminal” de visitantes extranjeros) y pinceladas de exuberancia: el legendario monumento a Lincoln y una pintada que dice purge en la misma imagen, una guillotina que trabaja a pleno en un pasaje, una patotita sangrienta de party-teen-girls asesinas a bordo de un auto todo tachonado de lentejuelas brillantes, y un sacerdote del infierno, con pinta de Nosferatu.
En el 2013 se estrenaba “La noche de la expiación” también conocida como "The purge la noche de las bestias”, en ese momento era toda una novedad. La propuesta era que en Estados Unidos ya no había más violencia, ni robos y violaciones porque una vez al año durante 12 horas estaba permitido cometer cualquier tipo de delito, de esta forma cada persona se sacaba las ganas de hacer lo que quisiera, sin ser penado y el resto del año las personas podían vivir bien y tranquilos. En el 2014 llega "12 horas para sobrevivir" con la misma propuesta y ahora llega la tercera entrega dirigida por James DeMonaco, si bien contiene suspenso y para algunos espectadores puede resultar pochoclera, tiene algún que otro mensaje. Donde se ven los conflictos que viven allí los inmigrantes, negros, pobres, entre otros y con este método muchos morirán, además muestra como quieren matar y porque a la Senadora Roan (Elizabeth Mitchell), candidata a Presidente, en épocas de elecciones y como su guardaespaldas vuelva a trabajar (Frank Grillo). Vuelve a ponerse en tela de juicio los conflictos sociales y políticos.
Noche de expiación que conformará a fans de la saga La mezcla de superacción y política-ficción de la saga de James DeMonaco adquiere aún más actualidad en esta tercera parte, que agrega a las habituales matanzas nocturnas el clima de campaña electoral. Con su film de bajo presupuesto "The Purge" ("La noche de la expiación", 2013), el director y guionista James DeMonaco supo hacer una contundente metáfora sobre la ultraviolencia que rige la sociedad estadounidense con su obsesión por las armas y las terribles masacres que multiplican se año tras año. No es que su idea sea realmente novedosa, de hecho Peter Bogdanovich ya había utilizado el tema en su opera prima, "Targets" ("Miralos Morir"). Sólo que DeMonaco imaginó una distopía terrible, donde un gobierno futurista estadounidense celebra una fiesta patria destinada a que durante una noche al año todo el mundo pueda matar a su prójimo sin consecuencias legales. La mezcla de superacción y política-ficción, evidentemente es de candente actualidad, sobre todo en esta tercera parte donde DeMonaco agrega el clima de campaña electoral: ahora hay una candidata anti "Purge" que podría ganarle la presidencia al fascista candidato oficialista, lo que lleva a que el Gobierno cambie las reglas de juego en la noche de la celebración. Antes no se podía matar a políticos importantes, como ministros, senadores y funcionarios públicos en general. Pero ahora sí se puede, lo que implica que la candidata progre sea perseguida por gente mala de todo tipo, incluyendo un mercenario que parece una caricatura de Mussolini. Hay terror, suspenso, gore y superacción a granel, pero esta tercera vez la repetición de temas e imágenes resulta un poco más evidente. De todos modos, hay situaciones e ideas contundentes como para recomendarla a los fans de la saga.
FASCISMO ESQUEMATICO Primero algunas aclaraciones siempre necesarias cuando hablamos de estas películas: 12 horas para sobrevivir: el año de la elección, es la tercera parte de una saga precedida por La noche de la expiación (2013) y 12 horas para sobrevivir (2014), todas dirigidas por James DeMonaco. Saga que, por otro lado, se sostiene en una premisa clara: en un Estados Unidos del futuro, cada año durante una noche se suspende la aplicación de la ley y los servicios públicos, con lo cual, quien quiera puede salir a cometer, durante esas horas, cualquier clase de atrocidad sin ser castigado por la ley. Lo cual, según se entiende, es una especia de válvula de escape social. Así las cosas, la saga de DeMonaco funciona a veces, en algunos momentos de la primera parte donde el foco era una familia de clase media sobreviviendo al asedio de vecinos y de unos ricos psicópatas, y más aún, en la segunda parte donde se exploraba las posibilidades de sobrevivir de un grupo que quedaba a la deriva en plena noche de purga. Con sus altibajos la clave era centrarse en expandir las posibilidades de ese universo marcado por la arbitraria noche de la purga. Pero todos sabíamos que esta saga está al borde del fascismo explosivo, y que DeMonaco se iba a querer disfrazar de George Romero y que iba a querer hacer con sus películas de género un ensayo social, entonces llegó esta tercera parte. Porque mas allá de algunas cuestiones argumentales y de ritmo, más allá de tener una buena primera hora y luego diluirse hasta no saber cuándo concluir, el principal problemas de 12 horas para sobrevivir: el año de la elección es que se mete con la cuestión política de lleno desde un punto de vista absurdamente esquemático. Es común que confundamos las premisas con las buenas ideas o que las tomemos como un rasgo de originalidad, pero la verdad es que sólo son pautas para acotar el argumento y marcar un rumbo a la historia. Lo interesante de la saga de DeMonaco es su violencia estilizada y su encanto clase B de explotación, no la reflexión sobre los dilemas políticos de ese universo un poco endeble e intrascendente. Pues bien, en esos temas se centra esta secuela y es un despropósito. Está claro que DeMonaco quiere decir que el hombre es el lobo del hombre, y que el mundo está lleno de malos psicópatas y de algunos buenos que también son psicópatas asesinos despiadados. Y todo el tiempo nos encontraremos con paradojas como que un país gobernado por fanáticos religiosos fascistas, que les parece bien que una noche al año nos matemos todos contra todos, llame a elecciones abiertas. O que nadie se pregunte por qué una sociedad donde gran parte de sus integrantes esta ávido de cometer homicidio o al menos un robo violento, respeta a rajatabla la ley y espera a la noche de la purga, es decir me pregunto: ¿a un psicópata le asusta que le apliquen la ley? ¿No aprendimos nada de los siete pecados capitales? La conclusión sobre 12 horas para sobrevivir: el año de la elección es tan simple como su premisa. James DeMonaco abandona los elementos que hacían a su saga un producto más o menos aceptable, y se entrega al fascismo esquemático de reflexión berreta al estilo Marcos Aguinis. Con lo cual es imposible salvar esta tercera entrega.
Un buen thriller de acción que aprovecha y traza varios paralelismo con el actual momento de Estados Unidos, para bajar línea sobre la disputa Clinton – Trump y criticar el contexto político y social del país. [Escuchá la crítica completa]
Los espectadores volvemos a trasladarnos a un Estados Unidos distópico, país en el que una noche al año, toda actividad criminal, incluído el asesinato, es legal. “12 Horas para Sobrevivir: El Año de la Elección” (The Purge: Election Year) es la tercera entrega de la saga de terror y ciencia ficción conformada por “La Noche de la Expiación” (The Purge, 2013) y “12 Horas para Sobrevivir” (The Purge: Anarchy, 2014). James DeMonaco (guionista de los filmes “Masacre en la Cárcel 13” y “El Mediador”) vuelve a ser director y escritor del libreto de esta nueva película que toma lugar en el año 2025. El personaje central es el ex Sargento de la policía Leo Barnes (Frank Grillo), a quien conocimos en la segunda parte, que se desarrolló en el 2023. En aquella oportunidad, él estaba en busca del hombre que mató a su hijo en una “Depuración” anterior. Ahora, Barnes se ha convertido en el jefe de seguridad de la senadora Charlene Roan (Elizabeth Mitchell), candidata para la próxima elección presidencial y con altas chances de ganar debido a su compromiso para eliminar “La Purga”. Ella, fue la única sobreviviente de la masacre de su familia durante una de las purgas, 18 años antes. Claro que “Los Nuevos Padres Fundadores de Norteamérica”, cuyo principal candidato es el retorcido ministro Edwidge Owens (Kyle Secor), no quieren que la señora logre abolir la medida con la que el oficialismo elimina a las personas más pobres y sin hogar. Por eso, a diferencia de otros años, esta vez nadie esta exento de la misma, ni los privilegiados ni los políticos… eso la incluye a la rubia senadora. En la noche de lo que debería ser la purga final, una traición desde adentro del entorno de Barnes (muy buen desempeño de Grillo como héroe de acción), obliga a él y a Roan a salir a las calles de Washington D.C, donde éste debe protegerla a toda costa y así lograr sobrevivir durante 12 horas. Recordemos que la medida rige desde las 7 PM del 21 de Marzo hasta las 7 AM del 22 de Marzo. Simplemente tensionante. Durante la noche, la dupla se cruza con un hombre de raza negra que quiere proteger su pequeño negocio, Joe Dixon (Mykelti Williamson), y sus protegidos, un joven inmigrante mexicano llamado Marcos (Joseph Julian Soria) y una muchacha a la que considera su hija, Laney Rucker (Betty Gabriel Betty Gabriel), una paramédica que hace recorridos atendiendo víctimas de la violencia y la locura de la población que desea “expiar y purificar” sus almas. ¡Hasta viajan turistas desde el exterior para participar! También se encontrarán con un grupo revolucionario que busca acabar con el gobierno por la vía violenta mientras la senadora pretende ganarles a estas bestias en las urnas. En esta oportunidad, la película -cuya trilogía plantea una trama realmente perturbadora (así lo ha hecho en sus dos entregas anteriores, un poco menos violentas que ésta)- sube la apuesta y ahonda en el contexto político y social de esta historia concebida por DeMonaco, que ha sido efectiva, sólida y fuera de lo común.
Para Walt Whitman y John Dewey, dos referentes del espíritu del verdadero sueño americano, la democracia era un experimento. A juzgar por esta distópica fantasía (progresista), Estados Unidos, en una tiempo tan impreciso como reconocible, vive en una especie de democracia perversa. Una ultraderecha feroz y delirante ha instituido un día en el que por unas horas se prescinde de las inhibiciones cívicas y jurídicas y toda la población está liberada para matar, saquear, violar y torturar. No es justamente el experimento soñado por los autores de Perspectivas democráticas y Una fe en común, sino más bien su inversión perversa y degradada. La libertad es aquí acabar con el otro. En este universo sombrío se avecina una elección política y también el inminente “día de la purga”. La senadora Roan avanza en los sondeos y tiene posibilidades ciertas de vencer al partido que se identifica como el de “los nuevos padres fundadores”, el mismo que ha refrendado la celebración anual del homicidio. Como es lógico, la facción de los ricos tiene el beneplácito de la prensa y la administración de la fuerza; lucen invencibles, pero la oposición crece, pues el orden social y económico es insostenible. Así, el plan del gobierno consiste en asesinar a la senadora en la noche del “todo vale”, ese Halloween para adultos, como lo expresa un civil extasiado por la sensación de aniquilar sin culpa. El relato se limitará entonces a seguir las instancias de la senadora, quien sufrirá un atentado. El jefe de seguridad de la senadora primero, seguido por el dueño de un mercadito, una amiga de este y su empleado, y después por una contraofensiva militarizada, intentarán mantener a salvo a la decente candidata a ganar la presidencia. La sofisticación no tiene importancia, sí la elocuencia para sugerir que en la hipérbole de esta representación se dice algo del presente, aun universal. Casi nadie cree en el sistema, y en el mismísimo desenlace habrá signos para suponer que no hay alternativa frente a una visión del mundo en la que los más fuertes se imponen. Una frase hueca dice que todo cine es político, verdad tosca y a menudo estéril. Pero es fascinante observar (aquí) cómo la cultura estadounidense tiene abscesos simbólicos por los que se expresan sus contradicciones. El cine clase B, al que pertenece el film de James DeMonaco, siempre tuvo la opción de reconducir la rabia y el descontento en relatos como el que se desarrolla en esta nueva franquicia que llega a su tercera película. ¿No es acaso la función del cine clase B purgar el sistema representacional de Hollywood de sus pactos con el orden económico vigente que lo sostiene? He aquí una noble tentativa para debilitar tenuemente el consenso de los poderosos.
Para decirlo en criollo, el chiste ya cansó. En los EE.UU. de un futuro cercano, una noche al año se puede matar a quien sea impunemente y eso “purga” el sistema. En esta tercera entrega todo se ha vuelto más alegórico y las referencias laterales a la política contemporánea (con el cuco Trump en el horizonte) hacen que se pierda cualquier grado de reflexión formal o metafórica y sea casi propaganda. Y sí, hay sangre y hay símbolos usados de manera terrorífica. Ya habíamos entendido, DeMonaco.
"La Purga" entra en la corta lista de sagas en las que sus secuelas van mejorando en calidad mientras se van estrenando. De una gran idea a una pésima ejecución en el film original del 2013, pasamos a una segunda parte más sangrienta y mejor escrita en el 2014, para concluir, por el momento, en una tercera parte que cambia un poco el rumbo de la historia y que se sumerge de lleno en plantear paralelismos políticos entre esa sociedad estadounidense cruel de un futuro no muy lejano con la actualidad electoral del país norteamericano.
Una muy interesante vuelta de tuerca sobre la purga, que sólo repite de sus antecesoras el concepto principal. Los muy amantes del gore tal vez se sientan un poco desilusionados, ya que en esta oportunidad los asesinatos y el sadismo están en ...
Escrita y dirigida por su creador, James DeMonaco, la tercera parte de La noche de la expiación introduce pocos elementos respecto de la idea original, pero esta es suficientemente buena para resistir secuelas y se alimenta de las actuales circunstancias en la política norteamericana. En un futuro distópico, los Estados Unidos son gobernados por una casta, Los Nuevos Padres Fundadores que, además de representar los aspectos más clasistas, racistas e intolerantes, sostiene una filosofía de reducción poblacional (la misma que abonan “filántropos” como Bill Gates) y tiene su propia solución: una vez al año, durante 12 horas los ciudadanos están legalmente validados para matar cuanto y como deseen. La idea es que un ciudadano sacado es un ciudadano manso durante el resto del año. Claro que las doce horas arrancan a las 24, para hacer la carnicería nocturna tan slasher sangriento como de terror a la antigua. El año de la elección ocurre en momentos en que una candidata presidencial quiere acabar con la purga. Por eso, antes de que la senadora Charlene Roan (E. Mitchell, la rubia “milf” de Lost) ocupe el sillón de George Washington, la elite de Padres Fundadores prepara una purga en la puerta de su casa, con neonazis, banderas confederadas, chicas católicas con motosierras y rusos vestidos de Lincoln (un Halloween que se fue de mambo). Roan, alerta, contrata al ex policía Leo Barnes (Frank Grillo) para armar un equipo defensivo y sobrevivir las 12 horas. La tercera parte no tiene el efecto sorpresa de la primera, con Ethan Hawke, pero abundan escenas de buen suspenso y la idea se justifica con este escandaloso año electoral. Eso sí, por favor, que no haya cuarta.
“12 Horas para sobrevivir: El año de las elecciones” es, a esta altura, una insólita secuencia de películas bajo un género común, acción, pero con alguna bajada de línea de ribetes inusitados para el cine de Hollywood por la dualidad ideológica del planteo. Las tres empiezan con un juego de incomodidad social, como si estuviésemos en presencia de relatos estacionales que retratan el nivel de violencia y rabia interna del ser humano de hoy, en una sociedad norteamericana que en pleno siglo XXI sigue amparándose en la primera enmienda para justificar la compra, portación, y uso de armas por parte de cualquier ciudadano que tenga dinero suficiente para hacerlo. ¿Y cómo se logra el éxito del negocio? Sembrando en constante miedo interno. Bombardeando a través de los medios con noticias sobre el salir a defender la democracia, o de prevención frente al cuco nuevo que en cualquier momento los puede atacar. Japoneses, coreanos, mexicanos, alemanes, árabes, extraterrestres… a todo le tienen miedo, entonces porque sacar una enmienda que “me permite defenderme del futuro invasor”. En el imaginario de esta saga el enemigo es claramente interno. Estamos en un futuro cercano en el cual el gobierno instaló un día del año en el cual desde las 00:00, y durante toda la noche, están permitidos todos los crímenes: Robo, asesinato, y violaciones incluidos. ¿El objetivo político? Bajar la tasa de crímenes en el país y “terminar con la pobreza”. Esta es la parte “incorrecta” del planteo en el discurso. La tercera parte corregirá todo porque este año el “enemigo”, de lo que ellos llaman el “día de la depuración”, es una senadora y futura candidata a presidente quien se opone tajantemente a esta política, luego de haber visto morir a su familia en forma despiadada y cruel unos años atrás. Un custodio estará a cargo del operativo durante la tristemente célebre noche de matanza. Por supuesto que a esta tercera parte no le faltan golpes de efecto, una tensión construida a partir de la instalación de la información al espectador en el mismo comienzo, y el armado de dos o tres personajes de esos con los cuales uno se encariña, pero sabe que no todos van a llegar al fotograma final previo a los créditos. El futuro no es prometedor en esta trilogía sobre todo cuando el juego se abre hacia el exterior. Ahora hay turistas de la depuración que llegan de todas partes del mundo para descargar ¿tensiones? ¿lo que supuestamente no puede hacerse en sus países?, "Aguante Estados Unidos" parece decir alguno de los recién llegados. todas las lecturas que se puedan hacer de esta secuencia estarán bien. El juego se abre aún más (perdón por lo de juego). Reirse para no llorar. Definitivamente 12 Horas para sobrevivir: El año de las elecciones, como entretenimiento, es un poco más optimista.
La noche más oscura Aunque con la misma inquietante premisa (una purga anual de la población, consistente en la suspensión por una noche de todos los derechos civiles, legalizando el crimen), las dos primeras partes de “12 horas para sobrevivir” no se adentraban casi en el debate político. La primera estaba enfocada en las tribulaciones de una familia tipo durante la purga, y la segunda sacaba a los protagonistas a las calles en un intento de venganza y supervivencia. En la tercera entrega (tal como su propio subtítulo, “el año de la elección”, lo indica) lo que guía el argumento es precisamente el enfrentamiento entre las corporaciones que pretenden consolidar la terrible práctica en función de sus resultados económicos y aquellos grupos, antes marginales, que apuestan a las iniciativas necesarias para la erradicación definitiva de la Purga. Es obvio que todas las simpatías están con ellos: el director y guionista James DeMonaco transmite la idea de que estas minorías, en la medida en que se unen y desarrollan una estrategia común, son capaces de activar los medios para modificar las condiciones políticas, inclusive sin tener que utilizar las mismas, deploradas, prácticas de sus rivales. Aunque con más superficialidad, rasgo propio de estos tiempos, DeMonaco intenta lo mismo que George A. Romero (“La noche de los muertos vivos”), Stanley Kubrick (“La naranja mecánica”), Alfonso Cuarón (“Niños del hombre”) y muchos otros cineastas lograron en diversos contextos: utilizar la recreación de un futuro distópico para reflexionar sobre problemáticas de candente actualidad. En este caso, abordar con mirada crítica y enérgica, dentro del convulsionado panorama que ofrece Estados Unidos, temas como la violencia social, la desenfrenada ambición de los grandes grupos económicos, la discriminación y el odio racial, resulta una apuesta como mínimo, interesante. Aunque se concrete a través de una película con decidido espíritu de clase B, vigorosa pero sin pretensiones, destinada sobre todo a entretener. En “12 horas para sobrevivir: el año de la elección”, el ex policía Leo Barnes (interpretación muy convincente de Frank Grillo) tiene la responsabilidad de proteger a la senadora Charlie Roan (Elizabeth Mitchell), candidata a presidencial que reivindica la supresión de la purga anual. Cuando, por una traición, deben abandonar el seguro refugio montado para pasar la noche en que se realiza la “depuración”, deben salir a las calles, asediadas por la matanza y la locura. Los buenos y los malos En su desarrollo narrativo, puesta en escena y configuración de personajes, la película encuentra su inspiración en “Asalto al precinto 13” (1976) y “Escape de Nueva York” (1981), ambas de John Carpenter. Tiene todo lo que promete: tiroteos, persecuciones, peleas cuerpo a cuerpo y varios toques de gore, sin regodearse en ellos. En este sentido, se podría definir a “12 horas para sobrevivir: el año de la elección” como un trhriller con orientación hacia el terror. A diferencia de Carpenter, que era un maestro para construir personajes ambiguos, con dilemas morales muy palpables, DeMonaco peca en su guión de excesivo maniqueísmo. Los buenos son íntegros e idealistas y los malos tremendamente revulsivos, sin considerar prácticamente ningún matiz. Sin embargo, hay que reconocer que esta aparente deficiencia resulta, funcional para que esta tercera entrega termine convertida en el producto atractivo que es. Como ocurría en los mejores pasajes de los policiales de Walter Hill (otro referente artístico de DeMonaco) los villanos son tan perversos, que para el espectador representa un alivio verlos vencidos. El final de la película, aunque alentador, abre un paréntesis de duda. Cuando se enfatiza en que, tras el triunfo de la postura que quiere desmantelar definitivamente la Purga, surgen en todo el país “incidentes aislados”, queda claro que para los protagonistas (y para los creadores de la franquicia, si es que la misma tiene continuidad) comienza otro camino.
2 Horas para sobrevivir 3 - ejemplo exacto de una traducción de título desastrosa- es el toque final para una trilogía que, si bien no está en las grandes ligas, cae mejor parada que muchos otros proyectos con más renombre en los medios (Día de la independencia 2, Alicia a través del espejo 2, Zoolander 2). Ya en los primeros minutos, se puede sentir un ambiente de tensión, marcado por T-Rex y su “20th century boy” que de manera rockera hacen saber al espectador que a pesar de tener una melodía feel good las cosas se van a poner ¨heavy¨ con dosis altas de locura y violencia sin sentido. James DeMonaco regresa nuevamente a cumplir el rol de director y guionista en su caballo de Troya. De Monaco no afloja a la hora de mostrar su producto, es más, él se encarga de elevar lo visto hace 2 años en 12 horas para Sobrevivir: Anarquía (2014). En esta tercera parada, pone mucho más peso en el desarrollo de sus protagonistas, no sólo en los personajes vistos en entregas anteriores, como el caso de Leo Barnes -interpretado por el gran Frank Grillo- sino también a los recién llegados en la saga, dandole a ellos importancia e interés. La sala entera va a alentar a los “buenos” y va a querer ver sufrir a los “malos”. Pero hay un problema en todo esto… A pesar de generar un ambiente de caos y personajes principales sólidos, De Monaco da un paso seguro, pero no acertado con sus villanos, los cuales son unidimensionales y no generan misterio alguno. Están locos y hasta ahí llegan. Son solamente carne de cañón para la cámara. Hay una sola excepción interesante en la larga lista de “malitos” en esta secuela y es el de un líder Neo Nazi llamado Danzinger, interpretado por Terry Serpico -conocido por hacer el papel del primo Eddie en Rescue me -. Danzinger posee una gran presencia y uno presiente que tiene un ¨as bajo la manga¨ en todo momento, pero a la hora de tirar las cartas, su mano queda trunca, convirtiéndose en un simple perro a la orden del Big Bad, un megalómano del montón. Gran punto a destacar es la piba de los chocolates, pero como llega, se va. Con una gran dosis de acción, poco terror y humor macabro, 12 horas para sobrevivir 3, es una secuela sólida en todos los aspectos que quiere transmitir. Es una gran película para los fans del género y sin duda un buen final en la trilogía. ¿Habrá otra secuela? ¿Una serie de tv? El tiempo lo dirá, por ahora es un cierre redondo en la franquicia. Hay que ir a verla.
La tierra prometida Tercera entrega de la saga The Purge, que en Latinoamérica mutó de nombre desde La Noche de la Expiación a 12 Horas para Sobrevivir en las sucesivas entregas vaya uno a saber por qué. La cuestión es que la franquicia se asienta y brinda un muy buen entretenimiento clase B en 12 Horas para Sobrevivir: El Año de la Elección (The Purge: Election Year). La senadora Charlie Roan (Elizabeth Mitchell) y el ministro Edwidge Owens (Kyle Secor) se debaten la presidencia de los Estados Unidos. La primera, promete eliminar la purga como principal medida, mientras que Owens seguirá manteniendo el régimen anual que permite cometer todo tipo de crímenes por 12 horas. Conscientes de la amenaza que representa Roan, los Nuevos Padres Fundadores de América quieren aprovechar la inminente purga para acabar con ella y sus aspiraciones. No hay muchas sagas de terror (o de cualquier género si queremos ponernos malos) que logren asentarse y dar lo mejor de sí a medida que van pasando sus entregas. A ver, no estamos delante de la mejor franquicia de la historia del cine, pero sería injusto no destacar que 12 Horas para Sobrevivir: El Año de la Elección es la mejor entrega de las The Purge. La saga comienza con una premisa atractiva donde en un Estados Unidos distópico, la gente cuenta con 12 horas para cometer asesinatos, violaciones, saqueos, etc. En la primera parte, solamente se exploraba el tormento que vive una familia desde que la purga da comienzo. En su continuación, el universo se ampliaba y ahora el espectro de visión asesino era nada más y nada menos que todo el país del norte. Obviamente que ese espectro se va acotando poco a poco a una ciudad para luego achicarse aún más a un grupo de personas que intenta sobrevivir al temible acontecimiento, pero el contexto político que rodea a la tierra prometida y sus ciudadanos comenzaba a asomarse. 12 Horas para Sobrevivir: El Año de la Elección es por mucho la mejor entrega de la saga The Purge. Es 12 Horas para Sobrevivir: El Año de la Elección la entrega que más ahonda en la sátira política. De hecho basa su motor en una elección cuyo resultado podría desatar la profundización del régimen comandado por Nuevos Padres Fundadores de América (NFFA) o un halo de esperanza para una sociedad que busca terminar con las matanzas anuales. Las coincidencias con la actualidad norteamericana, en vísperas de las próximas elecciones y sus desencadenantes sobre si resulta triunfador Donald Trump no son una mera coincidencia para James DeMonaco. Si bien funciona dentro del código y estilo de la película, no termina de cerrar la exageración en ciertas interpretaciones y secuencias. DeMonaco por momentos abusa de mucha mirada con cabeza inclinada, risas exageradas y gritos descarnados. Entiendo que el tono del film lo justifica, pero se torna contraproducente cuando todo ese ruido (literal y estilístico) termina quitando efectividad a la perturbación que se intenta generar. Incluso se torna hasta contradictorio cuando tenes como principales figuras a Frank Grillo (cada día más asentado como héroe de acción) y Elizabeth Mitchell (Penny en Lost), dos buenos actores que justamente apelan como leitmotiv a la economización de gestos para transferir sensaciones. 12 Horas para Sobrevivir: El Año de la Elección cumple y dignifica como entretenimiento Clase B potenciado con una sólida sátira política y violentos conflictos sociales que por ocurrir en un futuro distópico no dejan de sentirse más cerca de lo que se aprecian en la pantalla del cine.
El texto de la crítica ha sido eliminado por petición del medio.
Crítica emitida por radio.
LA LEGALIZACIÓN DEL MAL La saga de The Purge se puede definir como excepcional. Es infrecuente que el director de un film original esté a cargo de sus continuaciones. Tampoco es habitual que la calidad de las películas se sostenga y, menos aun, que vaya en ascenso a medida que pasan los años. Las terceras partes han sido siempre las más flojas incluso dentro de trilogías históricas como El Padrino o Volver al futuro. Con 12 horas para sobrevivir: el año de la elección pasa lo contrario. Breve resumen del argumento: en un futuro cercano, todos los 21 de marzo y durante un período de doce horas los crímenes se legalizan y los servicios de emergencia (hospitales, policía, bomberos) se cierran. Matar, violar, torturar, todo está permitido dentro de la “válvula de escape legal”. Esta invitación a que los ciudadanos ejerzan su derecho a purgar es en realidad un efectivo mecanismo para eliminar la pobreza y a aquellos que viven de la ayuda social. Son los sectores que cuentan con mayor número de bajas, ya que no tienen los medios necesarios para defenderse. Si la primera entrega, The Purge (que, recordemos, no pasó por los cines argentinos) acontecía puertas adentro mostrando cómo una familia se defendía de un ataque y la segunda, The Purge: Anarchy, trasladaba la acción a la calle, la tercera explicita el trasfondo político de la trilogía, ya que transcurre en año de elecciones y la senadora Roan (Elizabeth Mitchell, la blonda Juliet de Lost) tiene chances reales de imponerse al grupo de “los nuevos padres fundadores”, defensores del derecho de salir a purgar. Oh casualidad, la novedad es que este año se podrá purgar también a los políticos de alto rango que hasta el momento contaban con inmunidad. Entregada a su propia suerte, los principales aliados de la senadora Roan serán los latinos y los negros. En abril, con el estreno de La bruja, accedíamos a la prehistoria de EE.UU. Con 12 horas para sobrevivir: el año de la elección damos un vistazo al futuro pero también al presente. La paranoia a full, el amor predicado a las armas de cualquier calibre, el nacionalismo extremo, la idea de una “limpieza social” y el racismo son moneda corriente en el 2025, año en que transcurre la tercera y última película de La purga. En ella encontramos ideas inquietantes como la del turismo criminal de los europeos que viajan a Estados Unidos para poder matar sin consecuencias y la de los propios norteamericanos usando máscaras de próceres y monumentos icónicos (Washington, Lincoln, la Estatua de la Libertad) para salir de cacería con guillotinas y motosierras. El lema de 12 horas para sobrevivir: el año de la eleccion es “Keep America Great”. El guiño a la creciente popularidad de Donald Trump es evidente. Como ocurría en la isla de El señor de las moscas, de William Golding, DeMonaco nos presenta una sociedad en la que Dios justifica cualquier delirio. La verdadera democracia se hace trizas bajo el yugo de un mercado amparado en los valores de la religión. Visto así aquello que “los nuevos padres” llaman “refundación” (o “el cambio”, lisa y llanamente) no es otra cosa más que la legalización del mal. Estamos advertidos.//∆z