Quieren sacarle jugo a las piedras Es notable como una fórmula aparentemente odiada por -casi- todos como el terror found footage, recula y vuelve a lanzarse impetuosamente: este es el caso de la franquicia Actividad Paranormal. El found footage tiene en The Blair Witch Project (1999) a la madre de todos los males, que tardó en hacer ebullición y fue precisamente con Actividad Paranormal que se diseminaron estas películas en las que se buscaba exponer el –supuesto- registro de un acontecimiento con una camarita de vídeo, en mano y en una calidad amateur, y sin importar la premisa: un monstruo que ataca una ciudad, un grupo de jóvenes que experimenta sobre sí mismos poderes sobrenaturales, cintas encontradas en una casa abandonada que cuentan historias terroríficas, etc. Que funcione muy bien para el género de terror el escenario de un registro realista tiene su razón de ser en la búsqueda del miedo: mientras más real (la construcción) mejor. La tensión del verosímil se desplaza al estatuto de lo real, este giro formal eclipsó cualquier idea narrativa más o menos profunda. Mejor dicho, se mantuvo la estructura flaca de las historias de jóvenes encerrados: en un hospital (el caso de Fenómenos Paranormales) o en otros espacios (algunos cortos del díptico Las Crónica del Miedo), y otros experimentos más arriesgados como Poder sin Límites (que lograba escapar de la fórmula reiterada de adolescentes sin mucho seso atormentados por seres o espíritus extraños) eventualmente recaían en lo mismo...
No hay nada interesante respecto de la nueva entrega de Actividad Paranormal: Los Marcados. Me confieso no muy amante de la saga, si se la quiere llamar así, y debo decir que el orden cronológico de estreno y la verdadera cronología ficcional de todas las entregas me tuvo un tanto confundida hasta que alguien me iluminó un poco el sendero. El recurso puesto de moda gracias a El Proyecto Blair Witch me dejó de interesar casi con El Proyecto Blair Witch. El tema del found footage y la cámara en mano se agota rápidamente, por ende, no concibo una saga que lleva cuatro entregas utilizando el FF como único recurso. Las que recuerdo bien eran las primeras, pero las recuerdo, más que nada, por la falta de acción, algo imperdonable en una película de terror. Todo era captado por una cámara de seguridad de una casa, con un bebé que, cada tanto, era arrastrado hacia arriba en su cuna, por algún ente que supuestamente deambulaba por ahí y que, además, golpeaba puertas. Después le tocó el turno a otra en la que la víctima era una chica, de novia con un chico, que parecía no poder descansar muy bien de noche. Otro ente (o el mismo que se había ensañado con el bebé, no lo sé) la destapaba continuamente y le tiraba de la pierna u otros agravios del estilo. Hasta que la chica terminaba poseída por el espíritu y mataba a su novio. Todo con grabaciones de cámaras de seguridad. Esta nueva entrega de AP (que creo que es anterior a una pero posterior a otras y se conecta con alguna otra) también se vale del FF pero ya no de cámaras de seguridad. Ahora, la responsable de mediar entre el horror y nosotros espectadores es la cámara en mano de unos amigos mexicanos que empiezan a percibir ciertos fenómenos paranormales y de magia negra en una casa vecina. Pasan cosas raras y los amigos deciden ponerse a investigar por su cuenta, y recurren a una especia de Ouija (pero sin el tablero ni las letras ni nada, más bien una especie de juguete de niños que se ilumina) que les va contestando por sí o por no a sus indagaciones insistentes. Uno de ellos, luego de tener contacto con una persona aparentemente poseída, empieza a mostrar signos de posesión él mismo, y sus amigos notan el cambio cuando ya es demasiado tarde. Todo siempre captado con la camarita en mano. Pero lo que resulta extraño de la película y del recurso del que se vale es la edición. Se supone que tenemos acceso a la misma información que tiene la persona que filma, que estamos viendo eso que él ve y ahí radica un poco, tal vez, el factor miedo. La cámara es la subjetiva de un personaje, no tiene acceso ilimitado, por ende vamos viendo un recorte de la realidad y, muchas veces, eso que no vemos, eso que la cámara no capta, el fuera de campo, es lo que más miedo provoca. Como decía, entonces, resulta raro que ciertas escenas estén editadas, cuando la película, en todo momento, se vale de la cámara en tiempo real, y se funda sobre el precepto de que vemos lo que la cámara ve, sin edición, porque así fue captado. Entonces, cuando en un momento –entre otros en los que ocurre esto– dejan la cámara en el piso y queda una chica sola, esperando y, de golpe, vemos cortes en el plano, para acelerar el tiempo de la acción, el recurso deja de funcionar. Ya no estamos frente a una pretensión de tiempo real, captada por una cámara, por una subjetiva, y mostrada a nosotros en simultáneo con la acción, como lo capta el ojo. La consecuencia es un efecto de extrañamiento, y la edición que mata la fantasía del FF puro, no editado. Si en algo funcionaba El Proyecto Blair Witch era justamente en eso, en mostrar todo lo que la cámara captaba, sin edición, simplemente con los cortes de la cámara cuando se apagaba. Acá se percibe mucha arbitrariedad –por no decir mal uso, o falta de conocimiento– en cuanto al uso de la cámara. Hay edición de algunas escenas y eso atenta contra la pretensión de inmediatez y de realismo. A menor edición de las escenas, a menor mediación, a mayor realismo, más creíble se vuelve lo que vemos y, por ende, más impresionante, porque tenemos la sensación de estar presenciando algo que realmente ocurrió, sin haber sido alterado por nadie. Pero no solo hay problemas en el ámbito de lo formal. Además de chota, esta parte de la saga le suma xenofobia a sus cualidades cinematográficas, algo que cada tanto aparece en el imaginario de cierto cine hollywoodense, en la mirada respecto de lo latino, y de los mexicanos en particular. Así es presentado el universo y son presentados los personajes de AP5. La película está ambientada en Oxnard, ciudad eminentemente habitada por inmigrantes mexicanos. Desde los rituales de magia negra hasta las bandas de narcotraficantes, la película está construida sobre la base de estereotipos y mitos respecto de los mexicanos, que terminan retroalimentándose con los preconceptos ya existentes y universalmente aceptados (o aceptados por cierta factoría hollywoodense de películas sobre ‘chicanos’ y latinos). El mexicano es retratado como el peligro, el peligro de los carteles de narcotráfico, del tráfico de armas, la violencia, la inmigración indocumentada. Cuando los amigos tienen que ir a rescatar al amigo poseído, acuden al hermano de un chico fallecido -también por posesión diabólica- que es como una caricatura del mexicano narco: pelo largo, cara de pocos amigos, tatuajes, musculosa, drogas y un arsenal de armas en el baúl del auto, como quien lleva una caja atestada de Black & Decker. Su compañero es un gordo pelado, grandote, de fisionomía similar, que no duda un instante en hacer volar a una señora de un escopetazo. Todo el universo de los protagonistas es un universo de chicanos, casi fuera de los márgenes de Estados Unidos, en tierra de nadie, con una representación hasta geográfica que se condice con esta idea de lo sucio y lo sombrío: matones, droga, armas, violencia, callejones oscuros. Y los rituales de magia negra y brujería también son mostrados como una práctica habitual dentro una cultura barbárica que, por ignorancia, por falta de educación, le da entidad a cuestiones como la brujería y lo sobrenatural. Estamos frente a una representación tendenciosa y nada casual de un mundo que se desconoce, que se rechaza, del que se toma distancia, sobre el que se quiere reafirmar algo, como quien filma la pobreza pero en su vida se metió en una villa y (re)trata a los pobres como si fueran ratas. Pero la xenofobia de la última Actividad Paranormal tiene un componente que se relaciona con el found footage: para ese subgénero lo que importa es lo desconocido, lo que no se comprende. Y en ese punto las anteriores partes de la saga se encargaban de familias blancas y estadounidenses tradicionales. En un momento de AP5 se da un encuentro entre mexicanos y blancos. Y el mexicano se convierte en parte del horror de los blancos, con intrusión en la casa y todo. Esta idea no solo es xenófoba, sino el perfecto reboot para la saga: cuando ya nada sorprende, hay que buscar lo desconocido dentro del mundo de los vecinos. El miedo de Actividad Paranormal: Los Marcados es tanto sobrenatural como material. De ahí que su xenofobia no sea casual.
Cuando uno entra a una sala de cine para ver una película de -la ya marca registrada- Actividad Paranormal sabe en donde se está metiendo. Así sea una persona con el grito fácil o una de esas que están más que hartas del género. Por ello, las quejas y protestas no tendrían que llegar a una escalada muy grande por el simple hecho de que es más de lo mismo. Ahora bien, en esta oportunidad vale aclarar dos puntos fundamentales. El primero, que es el que se aprecia desde la promoción, se trata de que el estreno en cuestión es la “versión latina” de la franquicia. Es decir, se la planeó para un público determinado que es el hispano parlante que vive en Estados Unidos. Lo cual no quiere decir que la película se encuentre hablada en español porque no es el caso, si bien hay un par de personajes que solamente hablan su lengua materna el resto se expresa en inglés. Esta cuestión étnica se encuentra un poco desaprovechada en lo que refiere a lo sobrenatural porque dentro de lo que es el folklore latino hay mucho material de terror como para agarrarse y hacer una historia. Pero se ve que no era la idea de lo productores. El otro punto para destacar es el cambio de “cámara fija” por “cámara en mano”. Porque si bien en las anteriores entregas ya se había experimentado con esta cuestión, aquí es lo que predomina y por lo tanto lo que abre el juego a que los personajes no tengan que estar confinados a una sola locación. Este spin-off, unido en una escena con la saga original que continuará en próximo octubre, es más adolescente y rompe un poco con lo que se veía viendo pero manteniéndose dentro de los parámetros de la saga. Quizá por estas dos cuestiones es que se puede hablar de una dualidad paradójica: innovadora y repetitiva. El director y guionista Christopher Landon, responsable de haber escrito las últimas tres entregas de la franquicia, siguió el manual que le dejó Oren Peli pero sin aportar nada que pueda asustar por parte de un cast con altibajos pero sin ser un desastre. En conclusión, Actividad Paranormal: Los marcados es un film con una fórmula comprobada que se viene repitiendo año a año y que ha sabido ganarse su público. En esta oportunidad logra superar a su antecesora pero ni se le asoma a la original. Será disfrutada por aquellas parejas y/o grupos de amigos que se asustan con facilidad y que disfrutan de ese clima en el cine.
Terror y enchilada En su variante latina, la nueva entrega de Actividad Paranormal se corre de las películas anteriores e incluye brujería, rituales vudú, mexicanos tomando tequila y gangsters armados. En lenguaje empresarial, la franquicia es la concesión de derechos de explotación de un producto, actividad o nombre comercial. Este término puede servir perfectamente para hablar de la saga Actividad Paranormal. Luego de que la primera película funcionara (salió quince mil dólares y produjo 193 millones) Paramount se dedicó a explotar el producto de manera exhaustiva. Desde entonces, las entregas de la saga son ejercicios de (otra vez lenguaje empresarial) return on investment: poner cada vez menos guita y hacer cada vez más. Actividad paranormal: Los marcados (The Marked Ones, 2013) se ubica entre Actividad Paranormal 4, que salió en 2012, y la 5, que está anunciada para octubre del 2014. Anunciada como un spin off, agrega a la serie un detalle de color: todos los personajes principales son latinos residentes en Estados Unidos. Esto puede leerse tanto como un intento de captar a un público creciente dentro del mercado como la explotación de un imaginario colectivo que relaciona a los latinos con los gitanos, y eventualmente con la brujería. En todo caso, el retrato que se hace de Jesse, el personaje principal, y su familia y amigos es vistosamente estereotipada. Una de las características de la serie Actividad Paranormal es buscar la excusa para la presencia de la cámara. Si en la primera el matrimonio instalaba la cámara en el dormitorio por la sospecha de que los acechaban fantasmas, o en la segunda las cámaras de seguridad se instalaban por un robo sufrido por la familia protagonista, en Actividad paranormal: Los marcados la razón es más inocente, más sutil: Jesse se acaba de graduar y recibe una GoPro de regalo. Sin embargo, los videos al estilo Jackass que él y su amigo Arturo filman empiezan a teñirse de oscuridad cuando la mujer que vive debajo de su departamento (todos los latinos viven en una vecindad, como en El Chavo) es misteriosamente asesinada. Predecible en sus intenciones y errónea en sus intentos de asustar, lo más interesante en Actividad paranormal: Los marcados es lo pintoresco del retrato que hace de la comunidad latina. Con una señora que hace acordar al personaje de Consuela de Family Guy (la abuela de Jesse) y un inevitable referencia a Roberto Gómez Bolaños (el perro de Jesse, que se llama Chavo) el terror se diluye en lo caricaturesco de los personajes.
Tensión y unos cuantos sustos legítimos Si hasta acá la saga de Actividad paranormal era más exitosa en las boleterías que en sus procedimientos narrativos, en este tercer film logra despegarse de una forma de hacer más efectista que efectiva y representa un buen aporte al género de terror. A lo largo de 2013, y más allá de las objeciones oportunas que se les pudieran hacer, películas de estéticas diversas como La cabaña del terror, de Drew Goddard; El conjuro y La noche del demonio 2, de James Wan; Mamá, del argentino Andrés Muschietti; la nacional La memoria del muerto, de Valentín J. Diment, a la que podría sumarse la inquietante Berberian Sound Studio, de Peter Strickland, ganadora del Bafici 2013, cuyo estreno comercial es inminente, representaron buenos aportes al género de terror. Como aceptando el desafío de mantenerse más o menos dignamente dentro de ese piso, este primer jueves de 2014 trae entre sus novedades el estreno de Actividad paranormal: Los marcados, de Christopher Landon, tercer título de esta franquicia de bajísimo presupuesto que, apegándose a las convenciones del género y con algo de ingenio, consigue aportar tensión y unos cuantos sustos legítimos. Bastante más de lo que brindaron las dos entregas previas de la serie, más efectistas que efectivas. Aunque, la verdad sea dicha, tampoco hacía falta demasiado para lograrlo. Como las anteriores, Los marcados vuelve a montarse a partir del registro que los propios personajes van haciendo con sus cámaras personales de una serie de acontecimientos domésticos que finalmente terminan saliéndose de control. Un recurso que hizo escuela a partir del éxito de El proyecto Blairwitch, allá lejos y hace tiempo. A diferencia de ésta o de la Actividad paranormal original, que justificaban el uso de las cámaras subjetivas a partir de propósitos específicos –una investigación estudiantil en la primera, la comprobación de extraños fenómenos nocturnos en la segunda–, Los marcados libera sus posibilidades de registro a la conducta impredecible y deambulatoria de un grupo de adolescentes modernos, para quienes el uso de cámaras de video forma parte de la vida cotidiana, más allá de lo usual o inusual de lo que se filma. Por eso la película comienza con una serie de escenas entre triviales y pavotas para ir engrosando de a poco y con inteligencia el caudal de lo inesperado. En eso se parece un poco a la también interesante Poder sin límites, de Josh Trank, y es un acierto. Porque si en el género de terror los adolescentes suelen ser las víctimas habituales, acá se ha tenido la buena idea de dejar que sean ellos mismos los encargados de encuadrar y decidir sobre qué recorte de la realidad se contará esta historia de sectas, posesiones y portales parapsíquicos. Además, la película de Landon –quien, sí, es hijo de Michael Landon, alma mater de la serie La familia Ingalls– coloca a sus protagonistas dentro de la creciente comunidad latina de los Estados Unidos, aprovechando de esa manera el potencial de hallar lo siniestro en un ámbito que es a la vez extraño y familiar para un país de origen anglosajón atravesado por corrientes migratorias. El relato se apoya en la irrupción de ciertos ritos y costumbres surgidos de la intersección del cristianismo y las civilizaciones americanas, propios sobre todo de la comunidad mexicana, que hasta hace muy poco eran por completo ajenos para el imaginario de un país que es el paradigma de la cultura occidental. Una manera interesante de mirar a esos “otros” (ya no tan) extraños lejos de la demonización, a partir de generar un vínculo empático con ellos. Si a eso se le suma un interesante giro final, más oportuno que sorprendente, puede afirmarse sin dudar que Los marcados es la mejor película de la serie Actividad paranormal, hasta acá más exitosa en las boleterías que en sus procedimientos narrativos.
Sustos de bajo presupuesto Seis años ya y cinco películas con actividades paranormales. Camaritas livianas, pesadillas, gritos en off, pasillos interminables, brujerías varias, manchas en la piel, gente asustada. La culpa será de la bruja Blair y de su horrible secuela, pero el negocio "found footage" continúa y por lo menos hasta hoy, parece no tener fecha de vencimiento. Actividad paranormal: los marcados empieza como una torpe comedia adolescente al estilo adrenalínico de la serie Jackass, hasta que al poco rato cambia el tono y dos amigos, Jesse (Andrew Jacobs) y Héctor (Jorge Díaz), se convierten en los protagonistas de la trama, especialmente el primero, quien luego de un sueño observa que su piel tiene más de un grieta, tal vez debido a un ritual demoníaco o quien sabe porqué motivo. De allí en adelante, la película se aproxima a sutilezas como las que dejó El último exorcismo y sus precuelas y secuelas. Entonces, como era de esperar, surge la orgía de cámaras con sus luces azules y nocturnas para mostrar el miedo, el pánico de la pareja, el espanto llevado al extremo al momento de retratar una habitación mohosa semejante a la de niña endemoniada de REC, el film español que tanto bien y mal hizo para que surgiera esta clase de cintas de bajo presupuesto. Horror en campo y fuera de él, un grito temible que parte del sótano, ladridos de perros en off y corridas a toda prisa por las instalaciones de la casa, marcan a fuego hacia adónde pretende ir esta clase de películas. La dirigió un tal Christopher Landon, productor ejecutivo de anteriores actividades paranormales, una manera de hacer cine de género que tiene sus fanáticos y defensores. El resto de los mortales puede abstenerse sin culpa alguna.
Lo primero que hay que saber de esta "Paranormal activity" es que no es la quinta entrega. Los sucesos que aquí suceden tienen lugar después de la cuarta, pero habrá, hacia fines del 2014, una nueva entrega de la franquicia que continue los hechos en línea "cronológica", por decirlo de alguna manera. Los responsables de esta "The marked ones", son los mismos de la productora que lleva adelante estos proyectos (Oren Peli sigue firmando). Christopher Landon ocupa la dirección, hombre de la casa que ha escrito y guionado la saga desde la segunda entrega. Es importante destacar, que esta no es un "spin-off" (en algún momento se filtró esto en las redes y es incorrecto) y que sí, hay alguna sorpresa para los fanáticos que siguen el desarrollo de las historias de los personajes que no podemos revelar así que prestar mucha atención al final (ya lo descubrirán!). "Los marcados" tiene lugar en Oxnard, California. HandyCam en mano (si este recurso no estaríamos en una PA no?), conoceremos a Jesse (Andrew Jacobs) y a su mejor amigo Héctor (Jorge Díaz), quienes terminan otro año escolar. Viven y se mueven en una comunidad eminentemente latina y al poco de comenzar la cinta, sabemos que están de vacaciones. En el condominio donde viven, los amigos son testigos de movimientos extraños en la casa de una vecina que parece estar involucrada en magia negra. Al poco tiempo en ese departamento tiene lugar un crimen y allí es donde la trama comenzará a tomar temperatura... Jesse y Héctor comienzan visitas exploratorias a la casa de "la bruja" para tratar de entender qué cosas sucedían en ese lugar. La respuesta, no tardará en llegar... El oscuro secreto implica adentrarse en una trama compleja, donde la hechicería y los rituales demoníacos, están a la orden del día. "The marked ones" aprovecha el espíritu latino y deja que el ritmo fluya sin mayores problemas. Esta cuestión (yo le digo, el enfoque "tex-mex") permite que el film gane en naturalidad y se muestre menos acartonado que los anteriores. Hay que decir, sin embargo, que las "Paranormal activity" fueron una sorpresa en su tiempo pero ya al llegar al quinto film (sexto si considerás "Tokyo Night" dentro del tronco central) se nota cierta fatiga en los elementos que aparecen como característicos. "The marked ones", en cambio, busca profundizar algunos y se aleja de otros. Intenta estrategias nuevas...
Con sabor latino llega esta nueva entrega de la exitosa saga “Actividad Paranormal”, titulada en este caso “Los Marcados”(USA, 2013). Bajo la dirección de Christopher Landon (productor y guionista de “Paranoia” o la serie de TV “Dirty, Sexy Money”) en esta oportunidad la secuela (ya la número 5) se centrará en dos jóvenes amigos (Héctor -Hector Díaz- y Jesse -Andrew Jacobs-) obsesionados por una vecina a la que llaman “loca” y cómo se inmiscuirán en un caso paranormal. Recién egresados del secundario, y sin otro plan más que no hacer nada, los amigos (a los que también se suma una muchacha llamada Marisol) pasan sus días escuchando música, bailando y fumando sustancias ilegales. Pero del departamento de Ana (la vecina) siempre se escuchan ruidos y gritos extraños a toda hora, por lo que los amigos(una especie de Beavis and Butthead humana) decidirán investigar introduciendo cámaras a través de las ventilaciones de la vivienda y el resultado los atraerá Hay otro compañero, llamado César (Carlos Pratts), graduado con honores, el mejor alumno, que inexplicablemente se ve involucrado en el asesinato de la vecina. Y en ese punto comienza otra película, una de irrefrenable deseo de conocer una verdad que no es revelada (la de los marcados) pero también una de “desafío a la muerte”, símil la serie argentina “El Garante”, y que se inicia cuando Jesse descubre que puede arriesgarse a realizar acciones que ponen en juego su vida y nada le sucede. También hay un poco de “La metamorfosis”, porque su cuerpo comenzará a atravesar cambios que lo irán alejando de sus amigos y que expondrán una realidad rodeada de brujas y de niños elegidos al nacer. Landon construye una película que por momentos divierte más que asustar (mucho gag en el medio y sketches al estilo “Jackass”) y que encuentra en el recurso de la cámara en mano y los movimientos vertiginosos o cortes abruptos de la imagen, un intento por seguir construyendo un verosímil de “realidad” que a esta altura de la saga no es creíble. Anteriormente, al menos, se cuidaba que las imágenes mediatizadas por la cámara funcionaran como mínimo como un reflejo que provenía de una cámara de video, pero ya ni eso. Los protagonistas poseen el carisma necesario para sostener la película, una película que cuando toca tópicos universales como: el sexo en la adolescencia, la amistad entre jóvenes, las fiestas, la exclusión y el bullying, como así también la lucha por ser “distinto” y a la vez conseguir reconocimiento entre pares, es mucho más potente que cuando busca asustar. De antología la ouija SIMON y algunos efectos para mostrar los cambios que va atravesando Jesse. No hay mucho más que eso en esta nueva saga que sigue sumando adeptos.
El terror sale de las casas Resultó evidente que otro capítulo de Actividad paranormal no soportó el formato repetido de eventos nocturnos dentro de una vivienda. En la parte cuatro predominaron los sustos diurnos y en este nuevo filme muchas acciones sobrenaturales se trasladaron al exterior o viajaron hacia otras casas para desdibujar (¿o dar un respiro?) a la esencia de la saga. En este filme predomina la cultura mexicana. Tanto el castellano como el inglés se funden en un argumento donde Jesse (Andrew Jacobs) y Ali (Moly Ephraim) buscan desentrañar extraños sucesos alrededor de sus amistades. Película entre voyeurista y curiosa, algo chusma, donde hay que agacharse para espiar a perturbadoras vecinas (como meter una cámara remota a través de una ventilación), descubrir insignias diabólicas y un extraño legado. Todo, entre la sangre, los símbolos en libros ocultistas y las curvas femeninas: agotadora fórmula que busca dejar su marca. En esta realización predomina la cámara en mano y ya nos olvidamos de las grabaciones fijas y cenitales. No más cámaras de seguridad en viviendas, todo es dinámico como el ritmo agitado de filmación y las costumbres adolescentes de sus protagonistas, donde algunos desarrollan poderes sobrenaturales y se comunican con espíritus no a través de la copa o la tabla ouija, sino del minijuego de memoria Simon. Verde es “sí”, rojo es “no”. A destacar, el continuo tributo a otros filmes de género (con El proyecto Blair Witch a la cabeza) que se metaforiza con un paneo hacia estantes repletos de películas en dvd. Y la alevosía en el constante foco de la cámara, que jamás pierde su eje y siempre queda apuntando hacia la acción, por más que un auto te choque de costado a toda velocidad. Se viene un 2014 con cambios.
Un spin-off innecesario La saga de Actividad paranormal arrancó en 2007 con un inteligente uso del found-footage para un terror que apostaba más por la creación de climas y la sugestión que por el impacto. El éxito de la franquicia hizo que las películas se fueran acumulando (la quinta llegará en octubre próximo), pero no contentos con semejante bombardeo ahora Oren Peli y compañía nos someten a un spin-off con fuerte impronta latinoamericana y de muy bajo nivel. Dos amigos chicanos de 18 años acaban de terminar la secundaria y se dedican a registrar todo lo que hacen en Los Angeles con su cámara. Mientras pierden -como buenos adolescentes- el tiempo en pruebas tipo Jackass descubren de manera fortuita que en un departamento del mismo edificio se practican… rituales demoníacos. Lo que sigue es un reciclaje de ideas ya vistas en decenas de películas, que van desde posesiones diabólicas, transformaciones, baños de sangre, sótanos ominosos, atmósferas sórdidas y elementos fantásticos (es para rescatar el divertido uso que se hace de un viejo juego Simon) en el contexto de las costumbres cotidianas de familias de origen latino. El problema central, de todas formas, ni siquiera es la absoluta falta de originalidad de la propuesta sino sus tremendas flaquezas formales, su absoluta falta de rigor en el punto de vista y los múltiples caprichos sin justificación de la puesta en escena. Es lamentable que mucho público vaya a ver este subproducto bajo el “engaño” del título, que promete una nueva entrega de la saga cuando en realidad es una derivación muy menor. Se trata, de todas maneras, de un arma de doble filo: lo que empezó como una promisoria franquicia ya se parece demasiado a un abuso y da claras, contundentes señales de fatiga.
"Normalidad absoluta" Si uno analiza bien el panorama puede encontrar las razones de por qué estamos frente a la paupérrima 5º entrega de una saga que lucha constantemente contra el campanazo final que dice a gritos “no va más”. Cuando en el 2007 Oren Peli sacó a la luz “Actividad paranormal” difícilmente imaginó que el destino y la suerte que correría la misma lo convirtieran en el realizador responsable de uno de los éxitos cinematográficos (en términos económicos) más importantes de la historia del cine. “Actividad paranormal” lejos de ser perfecta, al menos se trataba, de un producto que se dejaba ver y entretenía sin que entren en juego demasiadas pretensiones de parte del emisor como de los receptores. Pero a partir de allí las garras ambiciosas del resto de los involucrados en este proyecto empezaron a estirar una historia de la nada misma, apoyándose en unos cimientos tan débiles como pobres que rápidamente empezaron a mostrar sus falencias y que ni siquiera el mismísimo Peli pudo (ni puede hasta la fecha) disimular. Por eso esta nueva entrega, por más que se venda como una expansión “latina” del universo creado por Peli, no se aleja demasiado de la calidad irregular que ofrecieron todas las entregas anteriores de esta franquicia. Es decir: Nuevamente un formato visual completamente injustificado tanto desde el punto de vista de la producción como desde lo argumental, una historia que se esmera por borrar con los codos todo lo que anteriormente se escribió en los capítulos previos de la saga y personajes patéticos y aburridos que no generan la más mínima empatía con el público. El terror obviamente brinda por su ausencia, solo que en este caso la propuesta durante su primera parte desbarranca de tal forma que lo que termina por ofrecer se parece bastante a una burda copia de “Poder sin límites” de Josh Trank. Lo de la novedad latina queda resumido al personaje de una vieja que ofrece buenos momentos cómicos pero después hace agua por todos lados y a un perro llamado “chavo”. Nada más. Obviamente van a estar los fanáticos, que gracias a su incredulidad, seguirán apostando a esta clase de propuestas que cuentan con una campaña de promoción más elaborada que la propia película en sí, pero al resto les digo que “Actividad paranormal: Los marcados” sirve como reflejo perfecto de una de las alegorías más divertidas de “Los Simpsons”. Para aquellos que quieran seguir comprando la Stacy Malibu por el simple hecho de que tiene un sombrero nuevo, “Actividad paranormal: Los marcados” es el estreno que estaban esperando. El resto, donde seguramente se encuentran los verdaderos fanáticos y amantes del cine de terror, tiene en la cartelera un pésimo augurio para arrancar lo que puede llegar a ofrecer el genero en el transcurso del año.
Arrinconarse en su propia mitología de poco y nada le sirvió a la saga, como ya lo demostrara la insípida Paranormal Activity 4. Y, como si una pálida entrega no fuese poco, el podio que todos los octubres le pertenecía a la franquicia se vio vacante, posiblemente tras la desesperación de los productores al no encontrar un nuevo capítulo que valiera la pena y filmarlo en tan poco tiempo. Durante un cierto lapso, confirmado en una pequeña secuencia post-créditos en la cuarta entrega, se quiso capitalizar con uno de los sectores demográficos que más atrapaban película a película, y eso era la religiosidad inamovible de los latinos. Christopher Landon, guionista de todas las secuelas -hasta el momento-, vio la oportunidad y se lanzó de lleno a escribir y posteriormente dirigir este spin-off que está tanto o casi tan ligado a la trama general de la saga como cualquier otra parte. Paranormal Activity: The Marked Ones genera vientos de esperanza para una línea de horror que estaba francamente en decadencia con un sólo paso en falso -cof, PA4, cof- y lo que mejor hace es negar que dicho paso en falso haya ocurrido. Básicamente, Landon creó una pequeña película que se encarga de agregar más interrogantes de los que resuelve, pero a la vez se despacha con una quinta parte no-oficial tan desarticulada y agresiva que es un milagro por partida doble. Primero, porque genera caminos nuevos por recorrer dentro de la mitología, y segundo, porque no recuerdo haber pasado un buen rato con la saga desde hace tiempo, quizás con la terrorífica tercera parte. Desde lo técnico, se dejó de lado las cámaras estáticas para favorecer la dinámica de la cámara en mano, detalle cansador pero dentro de las reglas del juego en la franquicia, funciona. También el cambio de aires pasa de ser una pareja o una familia acechada a un chico común y corriente de origen latino que vive en el barrio de Oxnard, a la legua lleno de compatriotas. Este muchacho, Jesse, acaba de terminar la secundaria y junto con su inseparable amigo Héctor y su interés amoroso, Marisol, investigarán la muerte de una de sus vecinas, que claramente ocultaba secretos en su departamento. La química entre los tres es fresca y, por sobre todo, divertida. Todo sobre The Marked Ones se siente renovado, desde los gadgets -una cámara GoPro, un juego Simón Dice actuando como tabla Ouija- hasta el espíritu jovial del film. Este sentimiento de diversión acompaña a la trama en una simbiosis perfecta y cuando empiezan a llegar los sustos, se mezclan de una manera perfecta y orgánica. La trama avanza hasta un punto en donde elementos de las tres primeras partes confluyen y generan un acto final lleno de expectativas, para culminar con una escena tan sorprendente como confusa. Quizás ese momento, puro fan service a rabiar, haya sido una manera grandiosa de terminar la película de forma grandilocuente, pero en retrospectiva le deja el camino duro para que Paranormal Activity 5 desenmarañe esa secuencia que se convierte así en una rara y a la vez icónica imagen final para la posteridad. Inesperadamente, Paranormal Activity: The Marked Ones le insufla a una saga casi moribunda nuevos motivos por los cuales seguir respirando. Entretetenida y escalofriante al mismo tiempo, este spin-off no tiene nada de tal y no me asombraría que lo incluyan en un box set en un futuro no tan lejano. Una sorpresa del género para empezar el año de la mejor manera.
Terror con cámara en mano Este estreno del "spin-off" o desprendimiento de la exitosa saga Actividad Paranormal está pensado para el mercado latino pero está hablado en inglés. El film presenta variantes con respecto a las anteriores que tan buenos resultados tuvieron en las boleterías de todo el mundo desde 2007. Actividad Paranormal: Los Marcados sigue los pasos de dos adolescentes que, cámara en mano, registran los extraños acontecimientos que se producen en uno de los departamentos del consorcio que habitan. El crimen de una anciana y el ingreso de los jóvenes en su hogar desatan extraños poderes en Jesse (Andrew Jacobs), quien comienza a experimentar desde levitación a fuerza extrema. El film sigue el espíritu del original de Oren Peli en cuanto a los recursos utilizados pero cambia acá con el uso de la "cámara en mano". En las realizaciones anteriores el punto de vista era fijo con dispositivos estratégicamente ubicados en diversos puntos para registrar la actividad paranormal. La aparición de un VHS con los nombres de Katie y Kristi o la casona habitada por brujas son los puntos de contacto con la saga original. El director y guionista Christopher Landon (responsable de los guiones de las tres últimas partes de la franquicia), no aprovecha el material original del film de Oren Peli y los recursos utilizados no alcanzan para crear una atmósfera inquietante. Extraños hilos que salen de los ojos, amigos y familiares que combaten fuerzas misteriosas, pesadillas y mordidas son las constantes que desfilan por la pantalla ala espera de una quinta parte que llegará en los últimos meses del año.
Cada vez menos sustos y muchos más mareos Parecería que no hay género del cine de terror moderno más redituable que el de los documentales apócrifos de supuestos asuntos paranormales filmados con cámaras dse seguridad o por documentalistas amateurs. De ahí lo prolífico de este tipo de películas, que ya se parecen demasiado unas a otras (de hecho, la que comenzó el fenómeno hace mas de una década, "El proyecto de la bruja de Blair" casi parece filmada con gran elegancia al lado de casi todas las demás sagas posteriores). Todo lo malo de este subgénero se aplica perfectamente a esta quinta entrega de "Actividad paranormal". Pero al menos en esta historia de posesión satánica, junto con los presumibles elementos religiosos hay algunos detalles mínimamente más originales: la acción no queda confinada a un solo edificio como en la mayoría de los films previos, sino que la cámara en mano sale a las calles del barrio, la trama se centra en los elementos étnicos de los personajes hispanos, y hay cierta dosis mayor de sentido del humor (hay una abuela sabia que sirve como vehículo para algunos chistes que no están del todo mal). Peo el lado malo de la acción en las calles es la intensificación de la típica cámara que se mueve como si en vez de un trípode estuviera sostenida por una licuadora. En ese sentido, esta entrega es igualmente, o más, insoportable que las otras. Y si bien hay algunos momentos terrroríficos atendibles, la verdad es que los guardan casi todos para el final, cuando al espectador ya le da más o menos lo mismo cualquier cosa que pueda suceder. Lo que queda claro es que dado lo redituable de estas producciones, y lo fácil que resulta filmarlas, hay que estar preparado para más y mas películas de la saga en el futuro mediato.
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Previsible nueva entrega de un éxito Parte de una saga iniciada en 2009 (fecha del estreno comercial de Actividad paranormal en Estados Unidos; antes había sido exhibida con buena repercusión en el S creamfest Film Festival , referencia en el género del terror) con una película que costó apenas 15.000 dólares y recaudó 151 millones de esa misma moneda, Actividad paranormal: Los marcados continúa la senda del terror psicológico narrado a través de grabaciones caseras que llevan a cabo los propios protagonistas de la historia. Todas las películas de este tipo se parecen entre sí: una cámara inestable, giros vertiginosos que dificultan la visión de algunas escenas y efectos digitales de bajo costo y alto ingenio. Esta nueva entrega de una saga destinada básicamente al público adolescente no se corre demasiado de esos parámetros. En ese sentido es una película previsible, apegada a esos cánones establecidos por modelos de fuste como la famosa El proyecto Blair Witch (1999). Lo más interesante no está entonces en el despliegue de una serie de recursos archiexplotados, sino en una pintura leve, pero bastante precisa de la vida cotidiana de aquellos integrantes de la comunidad latina que desde hace años se han integrado a la sociedad de consumo norteamericana. En la indumentaria, la ambientación de los lugares donde viven, los consumos culturales y el imaginario que revelan en cada actitud hay señales contundentes del perfil de esos ciudadanos que hoy son cerca de 50 millones en los Estados Unidos. Los personajes más jóvenes de Actividad paranormal: Los marcados lucen completamente integrados a la cultura del país en el que viven, mientras que la abuela de uno de los protagonistas (aquel que es poseído y tiene a maltraer a unas cuantas víctimas) habla solamente español, mantiene sus propias creencias religiosas y supersticiones, y no parece terminar de adaptarse a las nuevas reglas del lugar en el que le pasar sus días. Ese pequeño apunte sociológico es que le aporta mayor riqueza a un film adocenado, surgido de la lógica de la producción en serie, tan habitual en la industria cultural estadounidense.
El grado cero del terror El terror en el cine necesita sorpresa y efectividad. Codificado hasta el hartazgo, el género no es inmune a una deflación casi inevitable. Ciertos filmes consiguen evitar la caída en la insignificancia, pero son pocos. La mayoría, como sucede con esta sospechosa versión latina (hablada en inglés) de Actividad paranormal, tiene asignado un lugar efímero en la cartelera. Después les corresponde el olvido, en este caso muy merecido. Actividad paranormal: los marcados es descendiente, como tantas otras, de El proyecto Blair Witch, filme pionero en cruzar las cámaras digitales hogareñas con el terror. La obsesión por filmar la cotidianidad de uno de los personajes define su puesta en escena. Ya no se trata solamente de capturar la vida nocturna y verificar la presencia de una entidad paranormal como en las anteriores: aquí la compulsión del registro busca sortear el secreto terror de transitar una vida sin sobresaltos. Como si estuvieran en un reality, Jesse y Carlos filman todo: una graduación, la vida sexual propia y ajena, una escena familiar cualquiera, proezas físicas, incluso una pelea callejera en la que están involucrados. También han filmado a Anna, una vecina de la que todos sospechan que es bruja. Habrá primero una muerte, luego un sospechoso. Jesse y Carlos no dejarán de filmar nunca, incluso cuando sus propias vidas estén en peligro, pero el artificio del registro no se sostiene y un conjunto de signos recargados intenta explicar qué es y qué significa lo que estamos viendo. Después de unos treinta minutos consistentes, la lógica de la película casera se confunde con ciertos elementos fantásticos. El terror se nombra y se fundamenta: paganismo precolombino, aquelarres, posesiones, rituales, fin de cierto espíritu lúdico y experimental que es sustituido por una voluntad de atemorizar en nombre del inframundo. El descubrimiento de ciertos poderes de Jesse y unas sesiones de espiritismo donde un viejo Simon reemplaza a la tradicional copa son aciertos menores de un filme que en su apuesta final banaliza el horror al explicar y mostrar todo. Grado cero del terror: abandonar el fuera de campo que lo sostiene. Si Actividad paranormal: los marcados hubiera elegido ser una parodia no explícita de la franquicia, tal vez habría sido genial. Cierta frescura inicial y el acierto de no musicalizar nunca sus imágenes no la redime de su naturaleza oportunista. El negocio del terror avanza y el género fagocita sus escasas innovaciones.
Franquicia agotada Nuestro ya viejo 2013 terminó con una buena noticia: no hubo en todo el año una entrega de Actividad paranormal. Dos días después de comenzado el 2014, el director y guionista Christopher Landon nos arroja este spin-off chapucero, que le da un poco de aire a la agotadísima saga, pero que sigue siendo fallido y no levanta demasiado la cabeza que la cuarta entrega dejó muy abajo. Me considero un defensor de Actividad paranormal, aunque nunca dejé de aceptar que era un esqueleto de película, con un guión chato y su -demasiadas veces absurdo- único recurso de la cámara en mano. Sin embargo, la primera entrega ganaba en efectividad y creación de climas; la segunda ampliaba ese universo y le agregaba un par de sustos industriales que seguían siendo efectivos; la tercera era la peor hasta su momento pero se arriesgaba bastante intentando agregar material para la instalación de una franquicia que sólo terminaría cuando los números no dieran para más; y la cuarta entrega tira todo por la borda, la franquicia se ve más que agotada en todos sus elementos, abandonando los pocos puntos a favor de sus predecesoras y pareciéndose demasiado a las copias y sucedáneos berretas que la propia Actividad paranormal había generado. Actividad paranormal: los marcados tiene lagunas enormes en su (seamos generosos) guión y se vuelve tediosa en sus apenas 80 minutos de duración. Sin embargo, tiene un comienzo logrado, algunos buenos gags y cierto sentido del humor sobrevuela la primera media hora de metraje. Luego, cuando la cosa se pone seria y comienzan a aparecer las referencias a las anteriores películas todo se vuelve muy rutinario y aburrido, se evidencia la necesidad de repetir fórmulas y darle guiños al espectador para que no piense que está viendo otra cosa que nada tiene que ver con Actividad paranormal. Entre las pocas cosas a favor, encontraremos algunas referencias a Poltergeist y la divertida utilización de un Simón (ese juego de las melodías y las luces de colores) como una tabla ouija. Y entre las ridiculeces supremas nos veremos con unos pandilleros mexicanos matando brujas a escopetazos y un aparente poco justificado viaje en el tiempo. Todo esto llevó a que este crítico se riera bastante y termine calificando el film con un 5 y no un 4 ó 3. No es ningún secreto que los personajes de las películas de terror suelen ser lugares comunes ambulantes, de moral rígida e infantil y de caracteres esquemáticos, pero aquí Landon no hace ningún esfuerzo por obviar los famosos prejuicios que hay sobre los mexicanos en Estados Unidos, por lo cual, ya que en Actividad paranormal: los marcados los protagonistas son mexicanos, estaremos rodeados de: abuelas católicas que toman tequila y no hablan inglés; personajes que hablan como si salieran de una canción de Molotov; chicas morenas voluptuosas y promiscuas; pandilleros y ladrones por doquier; conventillos y fiestas ruidosas llenas de colores, tacos, personajes subempleados y un largo etcétera. No hay mucho más para decir acerca de este exponente del más sucio lucro. Quizás sea el momento de una frase ingeniosa y pavota al mejor estilo Catalina Dlugi. Ahí va: lo único paranormal que hay aquí es que se siguen haciendo estas películas.
¡Ah, la magia del cine! Martes, creo. Función de prensa. Me siento para ver “Actividad paranormal: Los elegidos”. Pensaba en la oscuridad de la sala. Que bien viene esto para una de terror. Hay más clima. Me pregunto por qué siguen insistiendo con el falso registro, eso de que se suponga que el protagonista no larga la cámara ni para ir al baño ¿Qué ventaja, no? Digo, ya de por sí tememos a la oscuridad desde chicos, y algunos llegan a grandes sin pegar un ojo cada tanto, o sea; que para éste género en especial ya hay una atmósfera propicia. Ahí empieza. Dos pibes, Jesse (Andrew Jacobs) y Héctor (Jorge Díaz). Uno de ellos con una cámara en la mano ¿no le dije? ¡Cómo se mueve! Para guionistas y directores es como arrancar unos pasos más delante de la línea de largada o con dos goles de ventaja en un partido de fútbol, porque con los otros géneros no pasa lo mismo. Hablan mitad ingles, mitad español. Para mí que es para conquistar mercado latino. Por ejemplo, en los títulos, o en la introducción, se percibe un nerviosismo latente en la sala porque el público ya sabe que está ahí para generar adrenalina producto del miedo. Es como la cola previa a subirse a la montaña rusa. Los pibes andan haciendo travesuras. Escuchan algo en el tubo de ventilación y cuelgan la cámara de una soga. ¿Tendrá que actuar como si tuviera mal de parkinson? Entonces, sala oscura con público bien predispuesto al susto. Realmente, una ventaja bárbara de la cual no es bueno confiarse porque con eso sólo no alcanza. No se ve un carajo lo que enfocan. Parece que hay una vieja sin ropas haciéndole algo con un cuchillo a una flaca también desnuda. ¡Como están los pibes! Tal vez se ahorren la guita de la Playboy . ¡Oh! ¿Quién está enfocando la situación si la cámara está en ese agujero? ¡Bueh!, por ahí me distraje y apareció otro amigo, ¡qué se yo! Va todo tan rápido… Para empezar es necesario instalar el verosímil. Lo que no existe fuera de la sala cinematográfica, necesita alojarse en la mente del espectador de manera tal que éste construya ese universo en el que va a vivir durante una hora y pico. Alguien mató a la vieja, pero salió corriendo. Y estos siguen con la camarita espástica. ¡Tan bien que venía con los estrenos! Quedó vacío el departamento,.Vivía sola. Una vez instalado el verosímil, hay que contar una historia. En principio presentando personajes de manera tal que uno pueda involucrarse. Si a los diez minutos ya no nos importa lo que les pase, poco podemos hacer. La casa del fiambre quedó sola. ¡Y sin vigilancia! Que propicio para cuando Jesse y Héctor se levanten dos minas. Entraron en una fiesta ajena, no les dijeron nada, ni les dieron dorgas. Pero ellas se van con ellos. ¡Que fácil es todo! Tengo ganas de ir al baño. ¿Me perderé algo fundamental? Por ejemplo, en “El exorcista” (1973), además de una madre sola teníamos a una inocente niña. Linda, curiosa, espontánea. Así se presentaba. Cuando se le mete el demonio ya estamos conmovidos hasta las manos. Lo mismo pasaba en “Mamá” (2013). Vuelvo del baño. Siguen en la casa, pero a Jesse le agarró algo. Un rato después el pibe puede flotar y no sé que otras cosas. Suben los videos a Youtube. Al fin le encuentran utilidad a lo que filman. Luego está el factor sorpresa. Eso inesperado que sucede pese a todas las conjeturas posibles. Claro, el suspenso se sostiene a partir de lo que no se sabe y genera expectativa. Sin eso, el género no existe. ! Uy, un Simón! Uno de esos juegos en el que uno tenía que repetir una secuencia sonora. Yo jugaba cuando era chico. Ahora el espíritu se comunica a través de esa cosa. Esto es joda. Últimamente nos hemos acostumbrado tanto a esto de “archivo encontrado”, “falso documental” o “reality show”, que hacemos cada vez más concesiones, olvidando los elementos básicos ya no del género, sino del cine en sí mismo. Nos conformamos con lo menos peor. Claro, cuando algo está tan mal hecho pero funciona en la taquilla, uno empieza a hacerse preguntas: “¿Me estaré equivocando? ¿Estaré ciego ante lo evidente? ¿Qué me perdí en el camino? Si hay cinco películas iguales, algo tienen que tener” Cosas así por el estilo. Los pibes le preguntan cosas y el aparato emite un sonido. Van tres veces que hacen lo mismo. Se siguen sorprendiendo, ¿eh? Yo no. En la butaca estoy con ganas de gritarle a la pantalla: Ahora le pregunt… ¿Mirá lo que preguntan? ¡¡¡Sí. Es un diablo malo que no se va a ir!!! ¡Ma… si! Hay como nueve Martes 13, cinco Halloween, siete Pesadilla en lo profundo de la noche, cinco Destino final… Salvo por repetir la fórmula, todas cuentan algo. Variaciones y repeticiones del mismo esqueleto argumental, pero sin dejar de “intentar” narrar una historia. Me despierto. ¿Ronqué? Miro a los costados con cierta culpa. En el ínterin, se pudrió todo con el diablo. Los pibes, Jessie poseído divirtiéndose con un perrito en el techo, el Simón que no para de anticipar obviedades. Antes había una cámara, ahora hay como veinte ángulos. ¿Cuánto dura esto? No me digas que queda todo abierto para otra parecida… ¿Y los cabos sueltos? ¡Que los ate Magoya! A estas franquicias vergonzosas sólo le falta una escena al final de los créditos con el staff completo riéndose del espectador mirando a cámara. Al menos habría algo de sinceridad. ¿Habrá otra?. Apelaría al Dios “nos libre y guarde”, pero él ¿qué culpa tiene?
Esta fórmula no se acaba mientras continúe siendo atractiva para sus fanáticos. En la línea de sus antecesoras, su desarrollo es todo con cámara en mano (como fue en su momento “El proyecto de la bruja de Blair”), este método intenta darle más terror y realismo también conocido como falso documental. Esta nueva entrega se desarrolla en el barrio Mexicano de California, en junio de 2012 después de la graduación de dos amigos Jesse (Andrew Jacobs) y Arturo (Richard Cabral) organizan una reunión en una casa junto a otros y la hermana de Jesse Marisol (Gabrielle Walsh) y su amigo Héctor (Jorge Diaz) este va registrando todo lo que va pasando. En la casa que se encuentran habitando, van descubriendo los antecedentes de quienes la ocuparon, y todo surge cuando Jesse encuentra en una parte de su cuerpo una marca que viene desde su nacimiento. En uno de los cuartos encuentran libros viejos, estatuillas, herramientas de brujería, objetos y símbolos de adoración al diablo, entre ellas, fotos de personas que incluyen a Jesse y a su madre cuando estaba embarazada. Lo que sigue son momentos terroríficos y graciosos entre los personajes, enigmáticos, la infaltable tabla Ouija, impresionan los extraños hilos que salen de los ojos del protagonista. Hay buena química entre los personajes y le otorga un poco de humor Gabrielle Walsh, al igual que otros intérpretes, hay escenas de poseídos, entre otros elementos para tener al espectador atento a cada secuencia e intentar sobresaltos. Dirigida por Christopher Landon, guionista de “Paranormal Activity 2-3-4”. Esta es dinámica, hay sangre, sótanos misteriosos, más acción, suspenso, conjuros, el terror es más efectivo, varias situaciones sobrenaturales, buenos efectos especiales, más humor, sombras que aparecen de la nada, guiños y referencias a las anteriores. Los fanáticos la van saber disfrutar y esta saga continua (pensando que el presupuesto ronda en más de 5 millones de dólares y todas superaron los 100 de recaudación).
Si bien se mantiene la idea madre de los "videos hogareños" registrando los acontecimientos, este filme contiene un dinamismo y una puesta mucho más arriesgada que sus predecesoras, que se limitaban a un registro eterno de cámaras de seguridad. Aquí hay más acción, momentos de terror más logrados, y una atmosfera general de realidad que ayuda a que los sustos funcionen. También se puede apreciar una utilización de los efectos especiales más presentes, pero siempre en un marco de registro casero y amateur que magnifica los resultados. Es por la tanto, más entretenida y dinámica que las originales, pero no reniega de sus antecesoras, con guiños y referencias constantes que los fanáticos sabrán apreciar.
Si bien Actividad paranormal, los marcados, es más de lo mismo en cuanto a temática, el giro que le han dado en cuanto a su construcción, la hace más que interesante para todos los seguidores de Actividad paranormal, además de brindar un final que despertará opiniones encontradas. Lo mejor que tiene es su muy buen ritmo y que las escenas "de susto" no se basan en...
La saga ha muerto Marcados sí, pero para el aburrimiento por asistir a la muerte en vivo y en directo de esta franquicia Actividad paranormal, deudora de la digna Proyecto secreto Blair Witch, que demuestra su nula eficacia en materia de sustos y mucho más grave aún su pobre criterio a la hora de mantener al menos la atención en una trama atada con alambre desde el minuto cero. Fiel a ese estilo ya desgastado del falso documental, no se justifica demasiado el por qué de la obsesión de los protagonistas por filmarlo todo: graduación de uno de ellos, bromas entre sí y el descubrimiento de ciertas anormalidades en sus conductas que arrastran tal vez el poder oculto de lo que a las claras se entronca con la consabida posesión. El resto no supera la rutina de la mediocridad al que nos tiene acostumbrado este tipo de producto, donde el letargo entre el nopasanadismo y el yameloveiavenir ocupan el centro de la escena mientras la frenética cámara digital empaña cualquier grado de seriedad de la puesta en escena. Aquí el descubrimiento de un supuesto aquelarre y una vecina con etiqueta de bruja pegada en la frente son los disparadores para que los mecanismos del terror accionen sus cuerdas aunque resulta tan desafinado este repertorio chicano que en vez de asustar genera risa y no estamos precisamente hablando de una parodia sino de un pretendido film pensado para el grito desconsolado y la taquicardia desprevenida. Lo desparejo y básico de este guión que acumula elementos sin siquiera preguntarse el sentido no hace otra cosa que reflejar que esta saga ha muerto, a pesar de que nadie se quiera hacer cargo de su funeral.
La nueva entrega de la famosa saga “found footage” poco hace para diferenciarse de sus antecesoras. Jesse es un joven de descendencia latina que acaba de graduarse del secundario y vive junto a su familia en los suburbios de Los Ángeles. Poco a poco Jesse comienza a experimentar extraños cambios en su vida, mientras que en un comienzo parece contar con interesantes poderes, muy pronto se volverán una verdadera pesadilla. De esta manera Jesse terminará descubriendo que es uno de “los marcados” y está siendo poseido por una extraña y diabólica fuerza sobrenatural. Un poco de historia paranormal A todo amante del cine le encanta odiar a la saga de Actividad Paranormal. No los culpo, hay muchas razones para hacerlo. Pero antes de juzgar uno debe tener en cuenta como comenzó todo: El primer film de la saga Actividad Paranormal se filmó y tuvo su estreno en distintos festivales en el año 2007. La película fue hecha de manera independiente por el director Oren Peli y por tan solo $15mil dólares. Durante más de 1 año recorrió cuanto festival de terror se les ocurra y, gracias a excelentes críticas por parte de los espectadores y un importante boca en boca, llegó a los oídos de Hollywood. Entonces, acá tenemos una película diseñada pura y exclusivamente para el circuito festivalero que, de repente, se encuentra bajo el ala del Sr. Steven Spielberg. A esta altura de la vida todos sabemos que Spielberg no tiene ni un pelo de tonto, así que con un nuevo final recomendado por el director de Tiburón y una interesantísima campaña de marketing Actividad Paranormal llegó a un puñado de cines a finales del 2009. Habiéndose estrenado en tan solo 12 salas, a las pocas semanas el film se expandió por todo Estados Unidos y luego el mundo, desprendiendo secuelas y ganando el odio de gran parte los espectadores a lo largo de los años. Fantasmas y demonios con acento latino Esta nueva entrega de la saga Actividad Paranormal poco tiene que ver con sus antecesoras. Sí, hay una conexión con los anteriores films, pero aquí se intenta contar una nueva historia que pretende sacarle jugo a la franquicia con una vuelta de tuercas “latina”. Para ser sinceros, esta vuelta de tuercas no funciona en lo más mínimo. Mi interés en la saga se perdió con el segundo film y, aunque los que vinieron no me parecieron del todo horrorosos (algunos más, algunos menos), todos tenían poco interés en explorar nuevos territorios. Aquí se presentó una interesante oportunidad, ya que la cultura latina (léase centro-americana) está plagada de historias sobre muerte y demonios que podían ser utilizadas para revivir la franquicia, pero no fue el caso. Los productores y realizadores decidieron contar una historia casi similar, con alguna que otra idea interesante y que el único provecho que saca de esta cultura latina son sus personajes. No lleva mucho tiempo para que la película empiece a aburrir. La historia avanza de forma lenta pero algo interesante con escenas que recuerdan a la reciente Poder Sin Límites (aquella película que exploraba de manera “realista” y en tono de material encontrado el mundo de los superhéroes y villanos). De ahí en adelante comienza el descenso al infierno, tanto para los personajes del film como para los espectadores. Todo lo que viene después ya lo vimos, los mismos sustos y las mismas sorpresas, poco hay de novedad aquí. Al estar frente a un film de la saga Actividad Paranormal, hay que encontrar la forma de relacionarlo con las otras películas, aunque esa forma no tenga ningún tipo de sentido alguno. Es por cosas como esta que lo llevan a uno a pensar (y creer fervientemente) que todo hubiera tenido un mayor sentido si se limitaban a contar la historia de Los Marcados en forma independiente de la saga, de la cual solo lleva el nombre para sacarle dinero a los espectadores que aun la siguen. Conclusión Quienes le saquen mayor provecho a Actividad Paranormal: Los Marcados sin duda serán los seguidores de la saga, ya que si disfrutaron de los cuatro films anteriores (cinco contando la spin-off japonés) difícilmente no disfruten este, el cual vuelve a repetir la misma fórmula que los convirtió en un éxito. Pero, si como yo, nunca lograron ir más allá de la segunda película o ni siquiera disfrutaron de la primera, no se molesten, no hay nada nuevo ni interesante por aquí. - See more at: http://altapeli.com/review-actividad-paranormal-los-marcados/#sthash.B2sviTcm.dpuf
Terror sin fronteras Desde 2007 "Actividad paranormal" conserva su coherencia: algunos personajes continúan en la saga, como Katie y Kristi, que en esa película inaugural eran niñas, y Ali y Micah, todos antiguas víctimas. Y permanece el terror sustentado en la cámara subjetiva, además de la referencia ineludible a "El proyecto Blairwitch" y su uso de metraje encontrado. Pero ahora, Christopher Landon, el ex guionista de la saga se puso, además, detrás de cámaras. El salto oxigenó una idea que ya no tenía mucho más para explotar. Básicamente, el terror puede está en cualquier parte y nadie está a salvo, según Landon. Así, el director introdujo dos variables centrales: desde lo narrativo, ahora el mal no se ensaña sólo con los WASP (blanco, anglosajón y protestante) sino que se extiende a las minorías, en este caso inmigrantes mexicanos de primera y segunda generación. Y, técnicamente, abandonó la grabaciones de cámaras de seguridad por el registro de una grabadora doméstica que funciona como soporte de toda la película. La trama transcurre casi en su totalidad en un condominio donde viven varias familias mexicanas, epicentro de la nueva incursión maligna en busca de perpetuarse. Con todo el color local -se habla de tacos, se alternan el español y el inglés, hay referencias respetuosas a la religiosidad de una abuela muy graciosa que toma tequila con culpa hasta que se pone a cantar- la película tiene la virtud de alimentar el suspenso con recursos conocidos utilizados con mesura y, sobre todo, sin mostrar sangre.
Bueno, en fin: el malvado ente que le hizo la vida imposible a las dos nenas de la(s) películas anteriores ahora viene por un muchacho, latino él, vaya uno a saber (si ve la película más o menos se va a entera) por qué. Ya dijimos: lo que se basaba en el miedo repentino de no saber se está volviendo una novela por entregas cuya pesadez es mucho mayor (y menos interesante) que el ejercicio del miedo.
Arte cero, plata mucha Otra más y van... A ver, pasemos en limpio. La primera entrega impactó, la segunda decepcionó un poco, la tercera repuntó a un nivel medio, la versión 0 (japonesa) directamente fue una basura y la cuarta terminó de rebalsar el vaso de la paciencia. Ahora nos traen OTRA entrega más con la única diferencia de que los protagonistas son latinos y le metieron un ingrediente más a la historia. Estos dos cambios a los que hago alusión, ¿son suficientes para armar otra película más de esta débil franquicia? Si lo vemos desde el punto de vista del cine como expresión artística, claramente esta producción es innecesaria, básica y no aporta nada al género de terror, de hecho solo lo sigue desprestigiando. Ahora, si lo vemos desde el punto de vista de los negocios, es un producto redondo que no se va a acabar en tanto y cuanto haya espectadores que pagan para verla en el cine. Es algo que no comprendo en términos de gusto, pero evidentemente hay gente que podría ver 5, 10, 20 entregas de lo mismo mientras tenga alguna vuelta de tuerca simple que refresque lo que vienen viendo hace años. Sólo en USA, la taquilla sextuplicó el presupuesto que usaron para filmarla, que fue sólo de 5 millones de dólares. Imagínense a nivel mundial... un negocio magnífico. Pasando a la crítica propiamente dicha, no hay mucho para agregar a lo que vengo diciendo de sus predecesoras. Situaciones ridículas donde el uso de la cámara en mano es inverosímil, como por ejemplo durante una explosión o al ser asaltado por una bruja enardecida. Por otro lado, los artefactos que se utilizan para aterrorizar están gastados y son poco originales. Golpes de sonido, imágenes que aparecen de repente, gritos... lo mismo de siempre. Incluso hay un robo descarado a la película "Chronicle" con el tema de los super poderes del protagonista. El humor se puede decir que mejoró un poco, pero no logra salvar a esta producción del desastre. Otro exponente más de la decadencia del fake documentary, que artísticamente no vale nada, pero monetariamente sigue siendo una gallinita de huevos de oro. No recomendable.