¿Qué ves cuando me ves? Lo peor es volver a casa. Lo malo es la casa sola. O acompañada... de ruidos. Lo terrible es salir del murmullo de la ciudad y entrar en el repiqueteo nocturno. Amor al ruido urbano: qué lindo es sentirse rodeado del tránsito. Mejor abrir las ventanas y que la ciudad nos cuide. Qué feo que es el silencio de una casa cuando el terror queda repiqueteando… Actividad paranormal genera esas sensaciones que pocas películas de terror pueden producir: el temor al día después. Ahí quizás radique la efectividad de sus logros. Veamos: el cine de terror, a lo largo de un buen trayecto de su historia, ha jugado con la idea de la paranoia y la construcción de un adentro protector y un afuera agresivo. Es más: en caso de invertirse esa lógica, el género siempre mostró espacios protectores circunstanciales: detrás de un muro, debajo de una mesa, en un placard, entre la multitud. Bueno, ese terreno es donde esta opera prima triunfa: al igual que en El proyecto Blair Witch (Myrrick-Sanchez, 1998), en Alien Abduction (Dean Aliotto, 1998) o The Last Broadcast (Stephan Ávalos, 1997), películas donde el terror documental impone una nueva estética, no hay lugar donde escapar: nos enfrentamos al horror de lo ya sucedido, de lo que no se puede huir. Para peor, en Actividad paranormal ese no-escape está en lo cotidiano, ya no lo extraordinario del bosque por la noche. Esa sensación de zozobra por lo hogareño no sólo perturba como en pocas ocasiones sino que nos expone ante la intemperie del miedo. De esa forma, la película juega con un sentimiento de pánico potencial, ya que no hay peor miedo que el que nunca llega. Aquí el juego es a la postergación del “remate”, a tensar las cuerdas de la paciencia del espectador. La narración se construye, bajo estas premisas, por medio de un mecanismo de suspenso desordenado, caótico y gana, precisamente cuando no cumple las expectativas. Esa ausencia de datos concretos, ese fuera de campo parcialmente revelado y la postergación del horror absoluto es lo que la vuelve única dentro de los estrenos del año. ¿Por qué? Porque no hay modo en que podamos preveer el cómo del horror por más que podamos presuponer el qué. Pero hay más. A la espera del horror sumemos la paranoia sonora con la que se funda el temor. La paranoia de los ruidos “normales” y sobrenaturales que entrega una casa. El resultado termina produciendo el consabido efecto de caja de Pandora: una vez que se abre, lo que sale a la luz afecta a lo que la rodea. Y aquí es en donde el espectador proyecta, continúa la película en su propia experiencia, en la de los temores cotidianos, en la de la vuelta a casa. ...Y aquí comienzan los problemas ¿Por qué? Porque uno como espectador no puede dejar de preguntarse si Actividad paranormal es una película que se va a mantener en la memoria por sus logros o por el contrario, sus logros son magnificados, ampliados por el temor del post visionado, por la paranoia del espectador temeroso. Entonces, munido de valor, uno se ahonda en el análisis, en la revisión de los recursos, las decisiones formales de la película. Y mucho de lo que nos asusta de la película (continúa asustándonos) comienza a hacer agua: un verosímil actoral de malo a flojo amparado meramente en el verismo documental (en el fondo, como todo documental, construcción de un discurso) se deshace en un tedio ausente de cualquier tensión que estructura la película con la lógica del porno (con su lógica de escena de miedo-escena de transición-escena de miedo), una serie de recursos sonoros fuera de campo relativamente remanidos que apelan al golpe y la sorpresa, una tendencia autosuficiente a centrar el armado narrativo en torno a la próxima manifestación de lo sobrenatural dejando deshilachadas otras líneas narrativas, una incoherente actitud de parte de los personajes a la hora de proseguir con una estrategia improbable (quedarse aislados en una casa poseída en cambio de rodearse de ayudas a como dé lugar), una serie de incoherencias en el armado del verosímil (una alarma que se activa y desactiva aleatoriamente según conveniencia del director). En definitiva, una película que logra grandes climas con recursos empobrecidos nos permite preguntarnos: ¿Estamos ante una película lograda o ante una gran estrategia publicitaria que nos condiciona una recepción paranoica? El tiempo dirá donde ubicarnos, entre ruidos y apariciones, con temor y temblor.
Les cuento a los que tengan la oportunidad de ver los dos finales (el original y el de Spielberg), que a mi gusto es mucho mejor el primero (el de la policía), pues le da un cierre mucho más....
Casa embrujada, espíritu chocarrero y el devir del miedo Abocado hacia el miedo más primario, respondiendo al hechizo-encanto de la proyección cinematográfica moderna, Actividad Paranormal (Paranormal Activity, 2007) refleja los percances de un matrimonio que, al mudarse a un nuevo barrio, sufre el acontecer diario de extraños fenómenos paranormales. Una joven pareja se muda a los suburbios de San Diego. Allí comenzarán a recibir las indeseadas visitas de fantasmas. Katie (Katie Featherstone) asegura que esa entidad paranormal la persigue desde pequeña. Para comprobar empíricamente lo que creen ilusión, Micah (Micah Sloat) compra una cámara de video para registrar todo lo que suceda en su hogar. Cada noche serán huéspedes de entidades fantasmales y su vida –nunca mejor dicho- cambiará para siempre. Las manifestaciones se presentan de formas variadas. Su representación más clásica es la del fantasma sin aparente forma física. Ruidos leves que progresivamente se convierten en agresivos, pisadas, objetos en movimiento –terrorífica escena la de la lámpara de techo-, entre otras intervenciones serán de la partida. Tan inexplicable como curioso, el morbo hará que cada vez más queramos ver aquel “fantasma” en acción, muy a pesar del padecimiento de los protagonistas. Oren Peli, novel director israelí, confió en una historia llena de improvisaciones que cuanto más naturales, más humanas. De ahí nace la identificación con el espectador, el hecho de que “esto podría estar pasándome a mí”. El recurso cámara en mano, la herramienta de la charla cotidiana, responden a un tipo de cine directo y sin rodeos, donde la autosugestión alimenta el devenir progresivo de la historia. La reciprocidad con el cine (en tanto arte audiovisual contemporáneo, cada vez más profesional incluso en el amateurismo) como hace tiempo no ocurría. Obviando intenciones netamente comerciales como lo fuera el mito del “video-tape entregado en manos de la policía”, símil historia real, la película resuelve su problemática en la entretenida hora y media de duración. El padecimiento (etimológicamente emparentado con el sufrimiento y el horror) vuela hasta la espina dorsal y se eleva hasta la nuca; ahí, donde los miedos son universales. El desafío es verla por la noche, ¿te animás? Este film, rodado como un pseudo-documental y con un bajísimo presupuesto -$15.000 dólares fueron suficientes-, tiene su estreno comercial en el año 2009, pese a ser una película del 2007, porque en el medio hubo ciertas tramoyas estratégicas que fueron posicionando a Actividad Paranormal desde el ignoto Screamfest Film Festival hasta las manos de Steven Spielberg y su posterior consecuencia de boom. Un dato fundamental: en los Estados Unidos, y sólo en el país del norte, la película recaudó más de 85 millones de dólares, superando ampliamente a su inmediato perseguidor, El juego del miedo 6 (Saw VI, 2009). Y no es poco para una película bajo presupuesto. Con un guión en apariencia simple, actuaciones realistas (cada personaje hizo de sí mismo, incluso respetando su nombre y apellido) y una representación del terror fantasmal harto completa, Actividad Paranormal va camino a convertirse en la nueva El Proyecto Blair Witch (The Blair Witch Project, 1999). Hará helar la sangre del espectador, de eso no caben dudas.
Esta película fue un éxito en los Estados Unidos, porque se hizo famosa por haber costado 15.000 dólares. Llega a la Argentina conociéndose que recaudó 100 millones... no es lo mismo, esto provoca mayores expectativas. La película sirve para asustar a los asustadizos, para perturbar a los masoquistas. Y seguro que alguno saldrá diciendo que es una pavada, y que no lo perturbó nada... pero cuando en el medio de la noche escuche un ruidito o vea algo que se movió... se va a acordar rápidamente de como salió cancherito. La película es efectiva, pero mucho suma lo predispuesto que uno entre a verla. Obviamente quien la haya visto pirata, no vivió lo mismo que quien estuvo en la sala. En lo particular, cuando yo la vi, la sala tenía el A/A bastante fuerte y ese frio también ayudaba. Porque lo mejor de la película es el clima que genera. Quizás las partes más fuertes de la historia sean las que pasan en el trailer, pero todo el clima del relato, los silencios y la oscuridad es lo que hacen toda la historia. Quien vaya a “desafiarla”, posiblemente salga victorioso y podrá decirle a sus amigotes “a mi no me asustó nada”... pero quien disfruta de una película en un cine, por lo que esto genera saldrá satisfecho. Yo considero a Blair witch una obra maestra, porque una década después sigue siendo un punto de referencia. Actividad paranormal no la supera, pero puede estar en el mismo estante de DVDs... a unos metros de distancia. Es notable el trabajo del director en la construcción de los climas, y los actores son totalmente creíbles. La película es como el 3D... el efecto se genera en tu cabeza. Actividad paranormal es simplemente una experiencia cinematográfica, que asusta en la sala, pero que perturba después... Solo para verla en el cine.
“El fenómeno más grande en la historia del terror”. Cuando terminó la película me di cuenta que en efecto, la frase publicitaria no mentía, sólo que no se refería al film, sino a la magistral campaña publicitaria. Una auténtica obra maestra de marketing que consiguió convertir a una película mediocre, mala y terriblemente aburrida en un éxito taquillero. Creo que para la industria de la publicidad y el marketing lo que ocurrió con este estreno representa un importante caso de estudio para la gente que se dedica a ese trabajo. Es importante destacar esto porque se trata de un film pobre que en mi opinión sólo puede ser considerada como propuesta de terror por un sector muy concreto del público. 1- Los chicos de 11 años que recién empiezan a ver filmes de horror. 2- La gente que ve propuestas de este género como mucho una vez al año o cada muerte de obispo. La realidad es que en el festival de cine fantástico y horror, Rojo Sangre, que se realiza en Buenos Aires desde hace varios años se estrenaron películas y cortos nacionales mucho más logrados que este trabajo práctico amateur del director Oren Perli, que fue desarrollado en el mismo estilo que El proyecto Blair Witch. La diferencia es que esa película al menos tenía una historia concreta para contar. Actividad paranormal ofrece una trama tonta de posesiones demoníacas. Una pareja se muda a un departamento donde suceden hechos extraños. Con una cámara deciden registrar lo que ocurre en el lugar y eso es todo. Hasta los últimos cinco minutos, donde se puede ver la única escena interesante, no sucede gran cosa en la trama y durante la mayor parte del tiempo vemos a los protagonistas durmiendo y charlando entre ellos. Al margen de este punto, el film se desarrolla a través de una serie de situaciones sumamente estúpidas que carecen por completo de sentido. El novio de la protagonista, por ejemplo, se niega a buscar ayuda profesional porque afirma en un momento que es él es el hombre de la casa y su deber es proteger a su mujer. Luego lo vemos en otra escena insultando al supuesto demonio como si quisiera agarrarse a piñas con el espíritu. ¿Quién sos? John Constantine! Por otra parte, la posesión del personaje principal es cualquier cosa menos aterradora. Más que poseída la protagonista parece una fan de Juana Molina luego de un recital de tres horas. Por el lado de las actuaciones la película está muerta. En materia de dirección el director Oren Perli fracasa por completo a la hora de brindar climas de tensión y suspenso y acude a recursos más viejos que la injusticia, como puertas que se cierran solas o efectos de sonido para tratar de generar miedo. No me vengan con la patética excusa del bajo presupuesto. Este año pudimos ver una escena brillante en Arrástrame al infierno, donde Sam Raimi generaba tensión con la actriz Alison Lohman encerrada en un auto y un pañuelo que flotaba en el aire. Nada más! Esos eran los elementos que trabajaba el director y su genialidad para enganchar al espectador en la historia. En ese film Raimi tampoco contó con un presupuesto millonario y utilizó los silencios como los dioses. Invocando espíritus que también fue una producción modesta estrenada este año, tenía muy buenos momentos con efectos especiales similares a los que utilizó Perli. Entonces ¿por qué funcionaban en esas películas los mismos recursos? Porque tenían una historia para contar y los personajes lograban una conexión con el espectador. Actividad paranormal es aburridísima, cero creativa y poco tiene que ver con el cine de terror. El único momento decente de este estreno se lo debemos a Steven Spielberg que al cambiarle el final le puso un poco más de onda a este bodrio. Sí, la escena es un poco cliché, pero por unos breves instantes al menos levantó un poco la historia que venía del tedio total. A la larga esto es otra clara muestra de la decadencia absoluta en la que se encuentra este género en los Estados Unidos. Con las cosas que se están haciendo actualmente en Europa, donde abundan las propuestas verdaderamente intensas dentro de este estilo es imposible catalogar a Actividad Paranormal como una película de horror. La buena noticia es que en lo referente a este género el año se va a cerrar a lo grande con el estreno la próxima semana del mejor film de terror del 2009! Una película intensa que realmente logra perturbar al espectador sin pendejadas y lo que es más importante permite el debate del tema que trata. Se llama Eden Lake y en mejor momento no podía caer en los cines argentinos para contrarrestar el fiasco de esta semana. Es una gran recomendación y la espera vale la pena. Actividad paranormal la pueden ver después cuando la pasen en Disney Channel.
Un demonio en mi placard Si hay algo que el mockumentary ha aportado al cine de género es la posibilidad de exploración de la resistencia psicológica de los espectadores a la tensión cinematográfica del tiempo real, de la situación verosímil. Todo esto apela a las más primigenias emociones del ser humano, básicamente el instinto de supervivencia y el temor a lo desconocido... Hasta Werner Herzog ha sucumbido a la tentación de protagonizar su propio mockumentary, un curioso proyecto dirigido por Zak Penn y que se tituló "Incident at Loch Ness". Lo cierto es que desde "The Blair Witch Project" hasta "REC", pasando por obras más independientes sin estreno comercial mundial ("Alien Abduction", "The Last Broadcast"), ha habido una explosión exponencial del cine de género hecho por fanáticos; porque está claro que toda esta camada de nuevos directores, más apegados a lo digital y, por ende, más desafiantes con los límites de la tecnología aplicada al cine "real", son fanáticos del terror, el gore y el cine bizarre o "cine Z". A nuestras salas, como a muchos otros lugares del mundo, está llegando ahora "Actividad Paranormal", una dignísima exponente del género: sin originalidad (parte de las mismas premisas de "Blair Witch", una cinta que acaba de cumplir diez años de vida; y con eso ya está todo dicho), con un arranque aparentemente cansino pero que a la vez preanuncia momentos de álgida tensión (siempre demasiado cortos) y con un par de actores eficaces, engañosamente novatos, desenvolviéndose en una suerte de recreación de situación de misterio del cuarto cerrado. Lo mejor de esta película es sin duda el tercer y más importante personaje: la entidad que habita la casa, con todo el esfuerzo puesto en los efectos especiales que hacen verosímiles y aterradoras las situaciones en las que se manifiesta a la cámara de Micah. Sin embargo, estas apariciones son breves y se dilatan bastante en el principio; cuando llegan a su clímax hacen pensar en un final bien arriba... que termina siendo levemente decepcionante si tomamos en cuenta el pico previo de tensión.
Hace ya más de una década que El proyecto Blair Witch popularizó el falso documental que daba julepe a partir del found footage (filmaciones encontradas). J.J. “Lost” Abrams produjo Cloverfield y transformó a la técnica en un producto a la medida de Hollywood. Ahora le toca a Actividad paranormal, película berreta de “apenas” unos cuantos miles de dólares que se centra en el registro de las atribuladas noches que pasa una joven pareja. Ella siente una presencia demoníaca por las noches y él cayó con una camarita para registrar el fenómeno. El problema es que al ente en cuestión no parece caerle nada simpática la posibilidad de convertirse en una figura mediática. Con muy poquitos recursos y sin derrochar ideas, Actividad paranormal consigue meter miedo y traslada al intimismo y la comodidad del hogar todos esos ruidos aterradores que se creían más efectivos en un bosque. ¿O el encierro en casa era todo un facilismo de producción? Seguro, pero al menos esta vez hay que reconocer que la artimaña funciona.
Se estrena finalmente la esperadísima Actividad Paranormal, una película cuyo principal atractivo tal vez no sea tanto la historia filmada, sino lo sucedido detrás del largometraje en sí. Mucho se ha hablado sobre la inmensa cantidad de películas de bajísimo presupuesto que se producen anualmente en el mundo, y del pequeño (pero creciente) porcentaje de ellas que llegan a las manos de algún pez gordo hollywoodense y dan el batacazo contra los megatanques. Actividad Paranormal es una de ellas y las cifras hablan por sí solas: el director y guionista Oren Peli asegura que la filmó con sólo unos 15 mil dólares, y ya lleva recaudados más de 150 millones, con proyecciones de, al menos, unos 100 millones más. Como suele suceder, una sorpresa como ésta generó una ola de rumores. Poco importan si son ciertos o no, pero alimentan las ganas de verla. El que más me impactó fue el que asegura que el film llegó a los estudios de Steven Spielberg y fue comprada sólo para evitar que lo hicieran competidores en “apenas” unos 330 mil dólares. La idea era reservarla y, en todo caso, hacer una remake en el futuro. Cuenta el mito que Spielberg vio la película en privado y le pareció buena pero que, al finalizar, la puerta de la habitación en la que estaba se cerró de un portazo. Inmediatamente levantó el teléfono y ordenó no sólo lanzarla lo antes posible a los cines, sino también dejarla en su versión amateur. Vamos ahora a la película en sí, que es lo que en definitiva se irá a ver. Debo decir que la idea principal se ajusta a una ocurrencia que tenía de chico, no tanto por temor sino por curiosidad: ¿Qué pasa mientras dormimos? Una pareja se muda a una casa y la mujer, Katie, siente que una presencia espectral la acosa todas las noches. Un poco cansado de las quejas de su novia, Micah decide instalar una cámara para filmar lo que ocurre mientras ellos están dormidos. Y lo que descubren es que si no es un fantasma o un demonio, lo que los acecha está muy cerca de serlo… Actividad Paranormal se inscribe en las películas de terror que no asustan tanto por lo que muestran sino por lo familiar de la situación. En este punto la separo claramente de los films asiáticos, que manejan el lenguaje terrorífico como nadie, y que generan usualmente un miedo inconmensurable. En esta ocasión, hay un punto que involucra inevitablemente al espectador: todos dormimos en algún momento, y cuando esto sucede, lo que ocurra a nuestro alrededor ya no está bajo nuestro control. Creo que este es el gran acierto. Hay una salvedad que quiero hacer para todos los que deseen verla: está filmada en el estilo de “cámara en mano”, como una suerte de Proyecto Blairwitch (y sí, hay más de un punto en común), aunque de un modo un poco más prolijo. No soy fanático de las películas de terror, sin embargo Actividad Paranormal maneja un nivel psicológico interesante que creo que llamará la atención de quienes no son “militantes” del género. La película es buena y sin dudas cumple con los objetivos propuestos. Y si a eso se le suma la historia detrás de la historia, podría decirse que es uno de los hallazgos de la industria tras los múltiples fracasos de varias megaproducciones. Sólo un dato: tras ver la película, regresé a mi casa, desenchufé el equipo de música de la “zapatilla”, estalló la conexión y saltó la térmica. Hasta que me di cuenta de lo que había sido, habré estado unos dos minutos en la oscuridad total. Créanme que fueron los 120 segundos más largos de mi vida…
Lo que nos acecha en la oscuridad de la noche Actividad paranormal logra su cometido: inquietar El director israelí (radicado en Estados Unidos desde los 19 años) Oren Peli rodó en 2007, con apenas 15.000 dólares, en una sola locación (un departamento en las afueras de San Diego) y con un puñado de actores desconocidos un pequeño film de terror que se convirtió en uno de los fenómenos de marketing más importantes de la historia del cine. El fenómeno ya ha sido analizado en términos económicos (sólo en los Estados Unidos lleva recaudados 110 millones de dólares) y, por eso, bien vale concentrarse en sus alcances artísticos y, ya desde una mirada más sociológica, en el por qué de semejante aceptación mundial que excede por mucho sus indudables, pero limitados valores cinematográficos. La premisa, sencilla, es la siguiente: Micah (Micah Sloat) y Katie (Katie Featherston) son una pareja joven que se muda a una casa. La felicidad por semejante logro pronto se ve empañada por unos extraños ruidos que empiezan a sentir por las noches. El novio?un obsesivo consumidor de todo tipo de dispositivos tecnológicos? decide dejar su cámara digital prendida mientras duermen para luego analizar por las mañanas las imágenes. No hay dudas: la actividad paranormal del título existe. Y más aún: alguien (o algo) los está amenazando. La llegada de un psíquico no hace otra cosa que confirmar sus peores presunciones y, a medida que pasa el tiempo, la situación se va tornando cada vez más complicada. El espectador (voyeur) resulta un testigo privilegiado de los hechos sobrenaturales, que Oren Peli va dosificando de manera sabia, con un buen trabajo con el fuera de campo y apelando a los inevitables efectos de sonido. Es cierto que hay algunos elementos que se manejan con bastante capricho (por qué por momentos se activa la alarma del lugar y en otros no) o que el nivel actoral es de discreto para abajo, pero el film logra su cometido: inquietar, sugestionar y, finalmente, asustar, dejando además un efecto residual que crece y se resignifica incluso cuando el público ya abandonó la sala. Actividad paranormal es el triunfo de una buena idea por sobre el gran presupuesto, por sobre el cine sustentado en el bombardeo de efectos visuales generados por computadora e incluso por sobre sus evidentes limitaciones técnicas y artísticas. Es la victoria de un proyecto que sintoniza a la perfección con el universo de las home-movies, de la generación YouTube, de la sociedad hiperconectada, de la tecnologia al alcance de (casi) todos. Una película pequeña que creció no sólo gracias al ingenio del marketing y el furor de Internet sino también por la identificación que genera y los sustos que provoca. Es decir, con el espíritu de la cultura pop y las armas nobles del género de terror.
Terror a la manera de la era YouTube La sensación de lo “real” en la esfera de lo “fantástico” es la que explota este fenómeno de marketing ajeno al lenguaje del cine. En un libro que sigue siendo imprescindible, El cine “fantástico” y sus mitologías, Gérard Lenne esboza una taxonomía del miedo y reflexiona: “Igual que el hechicero, el autor ‘fantástico’ organiza un espectáculo que tiene el don de poder ser vivido (...) El miedo interpretado se asemeja al miedo experimentado. El ideal estriba en que el espectador penetre intensamente en el universo del film, con motivo de abocar a las mismas emociones que tendría en el caso de vivir esas ficticias aventuras (en el sueño, la ilusión de realidad equivale a la realidad). Está fuera de duda que esto último es válido para todo el cine, pero tiene las mayores posibilidades de realizarse cuanto se trata del miedo, sentimiento incontrolable por excelencia.” Esa frontera entre el miedo interpretado y el experimentado, esa sensación de lo “real” en la esfera de lo “fantástico” es la que explota Actividad paranormal, quizá la película más redituable de la historia del cine, si se considera que costó 15.000 dólares y ya recaudó más de 100 millones solamente en los Estados Unidos. Integramente realizada con una cámara de video casera, operada por los propios actores, aquello que se supone que el espectador está viendo –ya que no tiene títulos de crédito ni al comienzo ni al final, salvo un agradecimiento a la familia de la pareja protagónica, por haber facilitado las cintas– es un registro en bruto capaz de dar fe de la existencia de fenómenos paranormales e incluso de presencias demoníacas en la más crasa banalidad cotidiana. Algo de esto ya se había explorado en El proyecto Blair Witch (1999), que también parecía recoger la home movie que testimoniaba una experiencia siniestra. Pero en comparación con la elementalidad dramática de esta Actividad paranormal aquella película parece ahora como si la hubiera escrito Ingmar Bergman. Acontecimiento sociológico antes que cinematográfico, Paranormal Activity es esa clase de películas donde el talento hay que buscarlo en la campaña de marketing. La apelación a leyendas urbanas de difícil comprobación (Spielberg habría experimentado “actividad paranormal” en su casa mientras veía la película) y una devastadora estrategia de publicidad viral en Internet parecen haber inducido a una suerte de ingenua sugestión colectiva o, al menos, a devolverle al cine de trasnoche el ritual de los gritos de las barras de adolescentes. El planteo argumental no podría ser más simple: Katie (Katie Featherston) se acaba de mudar a una casa de San Diego junto a su novio Micah (Micah Sloat), a quien le confía que desde los ocho años percibe, ocasionalmente, una presencia maléfica a su alrededor, que se estaría intensificando. Como muchas (pero no todas) de estas “visitas” se producen de noche, Micah decide registrar en video toda la rutina cotidiana de Katie, inclusive sus horas de sueño, dejando la cámara encendida mientras duermen. De más está decir, que poco a poco ese imperturbable ojo electrónico irá registrando movimientos fuera de lo común (una puerta que se cierra sola, una luz que se enciende en el pasillo) que pasarán a ser cada vez más amenazantes. El mejor cine fantástico siempre ha tenido como un aliado insustituible al denominado “fuera de campo”, aquello que está por afuera del campo visual pero que igualmente se manifiesta dentro del relato, a través del uso dramático del sonido o de su tácita pero determinante presencia física. Es increíble que un film que –como Actividad paranormal– tiene desde su misma premisa la posibilidad de explorar en todas sus aristas todo lo que está por fuera del borde de la pantalla desaproveche en su mayor parte este recurso. Hay algo esencialmente plano, chato, literal en el sentido más absoluto de la palabra que le impiden a Paranormal Activity trascender aquello que muestra, haciendo de esa “presencia” amenazante algo tan vulgar y trivial como la aséptica cocina donde Katie y Micah discuten reiterada, machaconamente sobre la conveniencia o no de filmar esos videos. Se puede pensar, en todo caso, que la elementalidad de la película de Oren Peli (que para provocar alguna tensión dramática recurre al viejo truco de la tabla de Ouija) desnuda el origen de Actividad paranormal como un producto ajeno al lenguaje y a la historia del cine, y vinculado en cambio con la estética de la era YouTube o del reality show. La cámara no como herramienta de conocimiento sino, por el contrario, como instrumento de vigilancia, o mero gadget técnico para saciar una curiosidad malsana.
El terror que salió de la web Una buena vuelta de tuerca termina siendo este tan publicitado film de terror basado en el registro de unas cámaras de vigilancia. Se dijo de todo. Que transformó 15 mil dólares en un par de centenas de millones aquí y allá, que el mismísimo Steven Spielberg quedó fascinado –y aterrado– después de verla (tanto que recomendó su compra a la Paramount y hasta le cambió el final), que nos conecta con el terror más primitivo –ese infantil, que aparecía en cada crujido nocturno y llevaba la sábana hasta las orejas en señal de inútil protección–, y así. Lo cierto es que aquí está por fin Actividad paranormal, la película de más suceso en Estados Unidos en 2009, que amenaza con extender ese mega éxito adonde quiera que la lleven. Un simple film de terror apoyado en aquel formato inaugurado en 1999 en The Blair Witch Project, que consistía en la mera exposición de un “material encontrado en el lugar de los hechos”, escondiendo así, sagazmente, una producción que jamás ranquearía con los parámetros requeridos para un proyecto hollywoodense. Como internet propaga las cosas de una manera que difícilmente pueda mensurarse, el fenómeno Actividad... se ha transformado en una bola imparable que combina promoción con novedad, negocio con verdadera valía cinematográfica. El resultado es una película que si bien descubre el costado más inteligente de su realizador, también desnuda cierta impericia. Recordemos: una pareja se muda a una casa. Ella es perseguida por un demonio. En la casa, de noche, especialmente mientras duermen, el demonio los atormenta. Plantan cámaras de vigilancia y lo que vemos son esas grabaciones. Mientras el film logra generar un miedo genuino en el espectador –y hay que ser de acero inoxidable en ciertas secuencias para no sentirlo-, algunas preguntas de lógica narrativa quedan en suspenso (alguien podría, con algo de cinismo, preguntarse a qué grado de alienación llega esta gente para no apagar nunca la camarita). Cuando esto no ocurre, el puro procedimiento no alcanza para darle densidad cinematográfica a la experiencia. Sin embargo, sí aparece esa cosa llamada suspenso, que es –siempre- la razón por la cual cualquier arte narrativo sigue existiendo. Una vez que establecemos empatía con esos personajes tan parecidos a nosotros, tenemos miedo de lo que pueda pasar y, en ese sentido, si el film no es excelente por lo menos funciona. Ahora bien: el problema básico es que se trata de ínfimas variaciones sobre un dispositivo técnico y no las múltiples posibilidades de un mundo creado para la pantalla. Así, las alternativas del susto tienen que ver más con el ritmo con que se suceden que con su naturaleza, con esa cosa metafísica que nos transforma en personas temerosas. En suma, con la potencia fantástica de lo desconocido. Actividad paranormal se queda pues en la superficie del miedo. Hay que admitirlo: con profesionalismo y herramientas sofisticadas, pero sin ese sostén metafísico que hace que los grandes ejemplos del género (podemos decir El exorcista) siga vibrando en la memoria para siempre. Una buena vuelta en la montaña rusa del horror, y nada más.
Demonología de alcoba Sólo en una potencia cinematográfica como Estados Unidos se puede dar el caso de una película pequeñísima “rescatada” del underground por Hollywood y estrenada comercialmente con una salida masiva más que generosa en manos de la Paramount Pictures. Actividad Paranormal (Paranormal Activity, 2007) fue filmada a lo largo de siete días con apenas 15000 dólares y en su primera semana en cartel recaudó más de 9 millones, convirtiéndose de inmediato en la realización más rentable de la historia al superar el récord ostentado por El Proyecto Blair Witch (The Blair Witch Project, 1999). De hecho, estamos hablando de una mixtura bastante meditada entre ésta última y El Ente (The Entity, 1981). La historia cumple con todos los requisitos de los “falsos documentales”, un subgénero del terror que cuenta con numerosos exponentes recientes como Rec (2007) o Cloverfield (2008). Katie (Katie Featherston) y Micah (Micah Sloat) forman una pareja de novios que ha decidido convivir en función de un buen entendimiento mutuo. En la oscuridad del dormitorio principal ocurren sucesos extraños vinculados a movimientos repentinos, sonidos indescifrables y ráfagas de viento que salen de la nada. Ya desde el inicio está planteado el contexto: ella nunca le comentó que una presencia diabólica la acompaña a donde quiera que vaya y él responde comprando una cámara para registrar lo sucedido. Sin lugar a dudas los mayores logros de la propuesta pasan por el mecanismo formal de presentación de las escenas (toma fija con contador para las apariciones) y la estructura narrativa específica (21 noches con secuencias intermedias dilatorias, a veces explicativas). A partir de una construcción minimalista del suspenso, la obra atrapa al espectador sin recurrir a apuntes gore o vueltas de tuerca inconducentes. El realismo de tono cotidiano y la extraordinaria puesta en escena son las peculiaridades que garantizan la eficacia del proyecto. La clase B norteamericana todavía da batalla ofreciendo anomalías como la presente, claro testimonio de que la escasez de recursos no siempre compromete la calidad. Existen dos versiones ligeramente distintas de Actividad Paranormal, la original que circuló cuando se buscaba distribuidor y la actual editada según el parecer del estudio. Al mismo tiempo que eliminaron unos 10 minutos de metraje, en especial algunas tomas fútiles del comienzo, también han acortado otras, agregado un par (la de las llaves en el piso y la de la foto colgada en la pared) y en general se perfeccionaron diversos efectos visuales y sonoros. Más allá de estos detalles, las diferencias más importantes las encontramos en el final (el desenlace mainstream deja entrever una probable continuación) y la secuencia del exorcismo en Internet (en la original mucho más extensa y explícita). Mientras que en el primer corte había referencias a El Resplandor (The Shining, 1980) y El Exorcista (The Exorcist, 1973), luego evidentemente la Paramount juzgó necesario suprimirlas y priorizar el ritmo entre impactante y sutil del film (hasta se comenta que la conclusión fue modificada bajo sugerencia de Steven Spielberg). Aunque el desempeño de Featherston sobrepasa al de Sloat y el guión del también director Oren Peli no abandona la previsibilidad en tanto estrategia central del relato, la demonología de alcoba establece un patrón alterno en lo que respecta al verosímil sin llegar al nivel de la “Bruja de Blair”: será difícil proponer algo nuevo de ahora en más, este es el techo de los “falsos documentales”.
Casa tomada Terror a lo cotidiano cuando se vuelve extraño. Al margen de su producción de bajísimo presupuesto y de su éxito comercial -lo que le dio la doble condición de cenicienta cinematográfica y de tanque publicitario/mediático- Actividad paranormal acierta al jugar con el terror "de interiores": de la propia casa, de la propia cotidianidad, de la propia persona. Obvio: en ésto, no es precursora. Pero sí distinta a El proyecto Blair Witch -que generó un fenómeno parecido hace diez años-, Cloverfield, REC y tantos otros filmes hechos como falsos documentales, grabados con -supuesta- cámara casera, subjetiva, dejando desesperada constancia de un mal externo. En Actividad..., en cambio, la cuestión del mal no es tan clara: esta vez, el infierno podríamos ser nosotros. Veamos: una pareja joven que parece tenerlo todo empieza a experimentar un leve malestar en su casa de San Diego: algunos ruidos nocturnos (que podrían tener explicaciones lógicas), algún objeto fuera de lugar (que podría ser efecto de la desmemoria)... Nada grave, aunque ella repita que percibe distorsiones parecidas desde su infancia. El, más escéptico, compra una cámara sofisticada para filmar(se) todo el tiempo: sobre todo durante la noche, mientras duerman. Por las mañanas, mirará todo en una computadora: la tecnología, que abunda en ese hogar, ocupará el lugar de lo cierto. Es posible que Actividad... provoque en algunos espectadores una suerte de paranoia residual: cierta hipersensibilidad posterior ante los ruidos y movimientos caseros. Pero la verdadera virtud de la película es otra: devolvernos una imagen propia distinta de la que tenemos. El extrañamiento que experimentamos al vernos en un foto o en una filmación, pero potenciado por la chance de que algo más no esté en su lugar. La pareja del filme acaso termine de condenarse al exponerse todo el tiempo a cámara y observarse obsesivamente. Los mejores momentos de Actividad -que no es una maravilla ni una película desdeñable- se parecen a los mejores de La habitación del niño, telefilme de Alex de la Iglesia. Allí, la temible cámara nocturna era la de un circuito cerrado para que unos jóvenes padres cuidaran a su bebé. Oren Peli, declarado fanático de El exorcista, le agregó a Actividad... componentes demoníaco-invasivos. Pero El exorcista, detrás de sus elementos religiosos, no deja de representar la dualidad humana que Stevenson dejó plasmada en Jekyll y Hyde. Hay terror en no ser lo que pensamos que somos: en ver, clara, bruscamente, lo que apenas sospechamos. No hace falta tener problemas psicológicos para que esto ocurra. Bastaría con que alguien filmara su vida entera y observara, en pocos minutos, sus transformaciones de años. Quién sabe: tal vez ahora mismo, en algún lado, alguien se esté encargando de este arduo, económico, aterrador proceso
El alemán Roland Emmerich se especializa en películas apocalípticas (“El día después de mañana”, “Día de la Independencia”), que no dejan títere con cabeza. Todas empresas de gran presupuesto, con abundancia de efectos especiales. Según el calendario maya, la vida en el planeta se extinguiría dentro de tres años. Una suma de desequilibrios ecológicos (entre ellos, el recalentamiento de la corteza terrestre), acabarían con todo. El film se abre con la señal de alarma que dispara un científico en una reunión de alta diplomacia, y prosigue con informaciones de último momento, que presagian lo peor. Hay mucha gente nerviosa en los estamentos de poder y una lluvia de órdenes y contraórdenes que no conseguirán impedir la inminente catástrofe. Uno puede pensar que se trata de una sana toma de conciencia para que dejemos de castigar al planeta. ¿Un film para ganarse el favor de los ambientalistas? No se entusiasmen. Se trata de otro producto apoyado en un gran espectáculo con música abrumadora, mientras vemos cómo las aguas sepultan las maravillas de este mundo. Emmerich es un director de brocha gorda, que no sabe de matices. Su película está construida a golpes de martillo, sin pausas para la reflexión. Hay un escritor (J. Cusack) empeñado en salvar a su familia del desastre, mientras allá arriba, los gobiernos de turno planean rescatar alguna gente para volver a empezar, cuando acabe la pesadilla. Para estar a tono con los tiempos, el presidente de los Estados Unidos (D. Glover) es negro y parece muy preocupado. No es para menos, con estas imágenes.
No hagan esto en su casa Es imposible al abordar este film no hacer referencia a The Blair Witch Project, con el que lo une no solo el recurso narrativo sino también las condiciones de producción y explotación. El debut de Oren Peli costo la irrisoria cifra de 15 mil dólares, lo que para los estándares de Hollywood -y hasta del cine indie americano- equivale al vuelto del supermercado (e incluso es menos que los 22 mil que costó Blair Witch…), mientras que recaudó 9 millones solo en la primera semana y más de 100 hasta ahora (y la cuenta de billetes continúa). Suficiente como para quitarle a su predecesora el puesto en el Libro Guiness como la película más redituable de la historia gracias a la ridículamente enorme distancia entre costo y beneficio. Uno de los principales responsables de esta carrera meteórica es Steven Spielberg, quien promocionó el film, se lo recomendó a la Paramount, y le dio manija allí donde pudo. Nada mal para un debutante sin experiencia en el medio ni educación cinematográfica formal. Lo que también sucede en estos casos es que los factores extra-cinematográficos entran en primer plano y la película pasa a ser evaluada más como fenómeno que como película. Las condiciones citadas sirven como estrategia de marketing pero también condicionan la visión y la valoración. Y lo que se puede decir en primer lugar después de ver de Actividad paranormal es que como film en sí no está mal pero difícilmente hubiese despertado tanta atención solo por sus cualidades cinematográficas. Al igual que Blair Witch… está contado como si se tratase de un found footage, una filmación casera y amateur realizada por sus propios protagonistas/víctimas quienes van documentando lo que les sucede sin supuestamente saber hacia donde eso los dirige. Un recurso que recientemente fue bastante transitado, baste señalar que en los últimos dos años solamente se estrenaron en las salas locales [REC] y [REC] 2 , su remake americana Quarantine, Cloverfield-Monstruo y El diario de los muertos. Los protagonistas son Katie y Micah, una pareja joven quienes son testigos de varios fenómenos inexplicables en su casa: ruidos, sombras, en fin, la sensación de una presencia ominosa. Katie ya de chica había experimentado el acoso de una entidad poco amigable y para ella no es ningún chiste. Micah, para quien esto es nuevo, se toma el asunto muy poco en serio, viendo una oportunidad de investigar el fenómeno de una manera casi lúdica, monitoreando la casa con una cámara y micrófonos. La pareja va viendo que el asunto es serio, que la entidad es muy poco amigable, y que sus manifestaciones son cada vez más agresivas gracias a la actitud irresponsable de Micah. Este, pese a las advertencias de Katie, dobla la apuesta provocando a la entidad, cometiendo todos los errores posibles y haciendo todo lo que no debe hacerse, al punto de que uno no puede dejar de pensar que cualquier cosa que le pase se la tiene bien ganada. El relato va siguiendo la investigación cronológicamente, numerando los días y en algunos casos consignado las horas. El problema con la película es que es narrativamente morosa y repetitiva, cayendo en cierta circularidad de fenómeno registrado, verificación y miedo de los protagonistas y vuelta a fenómeno registrado (eso sí de intensidad creciente), y amenaza con avanzar hacia algún lado para repetir el recurso otra vez. Los secundarios de un psíquico y una amiga parece que van a aportar algo y después hacen mutis sin mucho que agregar. En todo caso, lo que sí puede decirse es que el film logra asustar por momentos y lo hace con pocos recursos sutilmente administrados. Las mejores escenas consisten en una cámara fija registrando lo que pasa mientras la pareja duerme, su momento de mayor indefensión y cuando la entidad se manifiesta más abiertamente. Allí Peli muestra poco pero sugiere mucho logrando generar una verdadera inquietud. Quizás lo mejor que un espectador puede hacer con Actividad paranormal es olvidarse de tanta exposición mediática y de cualquier anuncio trasnochado de revolución en el género y tomarlo simplemente como lo que es: un film pequeño sin más pretensión que entretener y dar un poco de miedo. Posiblemente así pueda disfrutarlo mejor y también pegarse algún susto.
La cámara del miedo Más que una ola, Actividad paranormal generó un maremoto en la industria del cine. Una película de bajísimo presupuesto (15 mil dólares) ya recaudó más de 100 millones y todavía le queda un largo camino por recorrer en las salas del mundo. Como todo fenómeno que se desvía de las coordenadas preestablecidas (aunque estas “sorpresas” millonarias son menos infrecuentes de lo que quisiera la mitología comercial), la película de Oran Peli puede dar y dio lugar a infinitas controversias. ¿Es cine o es marketing? En términos de espectáculo cinematográfico es poco lo que tiene para ofrecer: no hay actores conocidos, no hay acción, no hay efectos especiales, no hay buena fotografía, no hay banda sonora. Sin embargo, todo el poder de sugestión terrorífico de Actividad paranormal viene del cine. Lo más elemental del cine: lo que se muestra y lo que no se muestra en la pantalla. Y todo lo que se ve en esta película es enfocado desde el ojo de una cámara casera, no siempre subjetiva porque gran parte de la noche permanece encendida en su trípode frente a la cama matrimonial de la pareja protagonista. Al revés de lo que sucede en El proyecto de la bruja Blair, Rec o Cloverfield, donde la cámara funciona como un instrumento dramático, en Actividad paranormal, la cámara es más pasiva desde el punto de visual aunque no menos decisiva desde el punto de vista narrativo y conceptual. Katie y Micah son una pareja que convive en una casa de los suburbios. Ella estudia y él es corredor de bolsa. Se quieren y nos les falta nada. Pero hay un pequeño problema: los ruidos nocturnos. Katie dice que la acompañan desde los 8 años, cuando se incendió la casa en la que vivía junto con sus padres y su hermana menor. Micah no tiene mejor idea que comprar una cámara para captar esa presencia cuando ellos están dormidos. Stella prefiere consultar a un mentalista. Pero éste les dice que no puede ayudarlos. Es un especialista en fantasmas, y lo que hay en la casa no es un fantasma sino un demonio. Actividad paranormal se sostiene en la intuición de Oran Peli –un director israelí sin experiencia previa– para generar un clima de tensión creciente valiéndose de elementos casi imperceptibles con una estética infradocumental: un zumbido, una puerta que se mueve, una sábana que se levanta, una sombra que se desliza sobre una pared. Esa economía extrema para mostrar la manifestaciones físicas del Mal contrasta con la firme creencia del que el Mal (sí, con mayúscula) existe y de que la cámara lo provoca y lo violenta. El gran mérito de Actividad paranormal, más metafísico que artístico, es transmitir a los espectadores la convicción de que las fuerzas demoníacas asedian a los seres humanos y que ese asedio tiene poco que ver con un pecado o un trauma de la víctima. En ese sentido, la falta de recursos no es un defecto sino una potencia adicional. Tanto los actores no profesionales como la nula ambición visual del director contribuyen a generar un horror desnudo, un verdadero horror de cámara.
Advertencia: no es una película para personas impresionables ni para aquellas que creen que la noche fue hecha para que los demonios salgan a pasear. Filmada como un falso documental (al estilo de “El proyecto Blair Witch”), en una semana y con un exiguo presupuesto; apadrinada por Steven Spielberg (quien defendió el trabajo original del director en detrimento de rodar una remake); publicitada únicamente en ciertos círculos cinéfilos o de boca en boca; y exitosa al punto de convertirse en la cinta independiente más taquillera de la historia del cine (si se comparan los 15 mil dólares invertidos con los 100 millones recaudados sólo en EEUU), “Actividad paranormal” consigue ser espeluznante, como pretende ser cualquier película del género de terror y que a esta altura pocas logran. Katie y Micah forman una joven pareja y viven en una casa en San Diego. Allí la chica comienza a observar cómo se repiten algunos sucesos inexplicables de su infancia. Puertas que se cierran o lámparas que se mueven solas y ruidos sin motivo forman parte de un menú que el chico quiere registrar comprando una cámara de video. Pero solamente consiguen enojar al responsable de esos incómodos acontecimientos. De esta manera y a medida que avanza en su relato, el filme se va tornando cada vez más estremecedor. Sobre todo porque el espectador tiene el mismo punto de vista de los protagonistas, el de la filmación, y puede embeberse de su crispación ante el enigma sin resolver. Pero sin dudas el terror emana del lugar y el momento en el que se dan los hechos. Desde que la modernidad inventó la intimidad y la ubicó entre bastidores, el dormitorio y el sueño resultan en metáforas de la introspección y la salvaguarda del mundo exterior en el que los hombres desarrollan su vida. Y el monstruo, si es que existe alguno, aparece de noche. Y aunque el guión sea incongruente en algunos aspectos (especialmente en los racionales), construye un climax de extrema tensión, de esos que hacen gritar al público más sensible en la sala y que pone la piel de gallina cuando la cosa se pone fea. Para asustarse en serio y luego soñar con demonios parados al lado de nuestra cama.
Cuando el no-cine se disfraza Uno ha bancado, banca y seguirá bancando al cine independiente. Uno siempre ha defendido que aquel que quiere hacer cine, con más o menos presupuesto, con más o menos recursos económicos, debe hacerlo contra viento y marea. Uno ha asistido a festivales de todo tipo, ha visto trabajos realizados con lo mínimo indispensable, con un nivel técnico que muchas veces deja que desear, pero al mismo tiempo con recursos cinematográficos, con ideas, con un espíritu que va mucho más allá del llegar a estrenar en una sala comercial o participar de una muestra. Ahora bien, asistir a Actividad paranormal es entremezclar sensaciones como las mencionadas, pero con el horrendo plus de que se trata de un film de bajo presupuesto que tiene como único mérito a tener en cuenta... que es un film de bajo presupuesto. Porque la historia que nos cuenta (una pareja que cree estar conviviendo con un espíritu que la visita por las noches decide filmar lo que sucece en su habitación mientras duermen) se agota tras más de una hora en la que no sucede absolutamente nada que no sea un ruidito por allí y un sustito (de ellos) por allá. Porque la dirección del amigo Oren Peli se limita a un guión cansino, falto de ideas y al que se le notan tanto la influencia de The Blair Witch Proyect como la total falta de iniciativa para ir minimamente más allá y plantear alguna vuelta de tuerca que, al menos, no nos haga extrañar con tanta pasión el opus de los 90s que sí logró plantar bandera en el género del terror. Quizá haya un bonus aún más temible para esta pobre actividad paranormal, y es el hecho de que se nos haya vendido al film como "el más grande suceso en la historia del cine de terror", algo que de por si suena a fantochada, a grito de feria persa sin mayor sustento que un bonito envoltorio bajo el que se descubre, tras sacar el moño y el papel glacé, la nada misma, a lo sumo un ejercicio propio de un estudiante de cine con varias materias pendientes. Por otro lado, y en vista del rotundo éxito que ha tenido la película en los cines de Estados Unidos (a lo que se le suma una anunciada secuela mainstream para 2012), puede que estemos ante otro de esos fenómenos de marketing que la industria nos ha colado ya muchas veces, un pequeño adefesio (¿no era posible al menos un buen plano entre tanto metraje?) rodeado de cotillón prensero y estrategia pura. Juego de oferta y demanda, que le dicen. El cine, bien gracias. Bonus Track - Cuenta la leyenda que el film, ni bien comenzó a exhibirse de forma limitada en algunos pueblos de Estados Unidos, fue comprado por la Universal para que dejara de proyectarse y así producir una versión con grandes estrellas. También se dice que el público comenzó a pedir que volviera a pasarse en los cines y que así llegó a Los Angeles. Y de allí al mundo. Nos permitimos una duda al respecto, claro está. Bonus Track II: Trailer (¿Alguien cree esta tontería de tanta gente asustándose o realmente se trata de un grupo de aficionados que nunca vio cine de terror?)
Los miedos que no se dejan filmar Aún cuando su propuesta sea elemental, tanto a nivel temático como narrativo, y de una confección simple, Actividad paranormal funciona. Este funcionar puede estar dado, tal vez, por el progresivo interés que despierta su trama. Si bien por momentos puede resultar burda, dada la referencia evidente a los títulos que el realizador -Oran Peli ya ha señalado (El ente, El exorcista). Pero también es un film que culmina por sostenerse y por destacarse merced a saber atender a la simpleza del miedo. El miedo, en verdad, no es simple. Provocarlo desde el cine tampoco. Pero sí está claro que cuando más y mejor funciona el miedo es cuando menos vemos y sabemos; en otras palabras, cuando lo que está por fuera del cuadro de visión amenaza desde la ausencia. Más "fuera de campo", mayor temor. Sólo rostros aterrados que gritan a lo que no podemos ver. La información fragmentada que nos proporciona Actividad paranormal arma un recorrido que parece depositar una especie de maldición en la persona de Katie, mientras su pareja filma todo el tiempo con su nueva cámara digital para poder descubrir algún rastro del fantasma o demonio que los aqueja. De modo tal que, desde su narrativa, la película se sostiene desde esta cámara hogareña que, por doméstica, nos dispara hacia otros films semejantes, tales como Cloverfield, El experimento Blair Witch, Rec, o ese momento magnífico que posee Señales, de M. Night Shyamalan, durante una fiesta de cumpleaños (la camarita toma a los pequeños que se arraciman ante la ventana mientras ven el afuera, ¿qué es lo que miran? ¿qué pasó?). Los lugares comunes son evidentes en Actividad paranormal. Y, quizá el que más, remita a El exorcista, con un trucaje que, allí sí, pone en peligro el verosímil de la historia. Así como también la visita del espiritista, repentinamente temeroso y huidizo, para permitir el abandono final de la pareja a su enfrentamiento sobrenatural. De todos modos, durante los momentos reiterados de la habitación, por la noche, con el plano fijo de la cámara que ve y escucha lo que sus protagonistas no pueden mientras duermen, aparece lo mejor del film. Allí es donde surge la expectativa del espectador, a través del querer escuchar y ver. Seguramente, durante dichos minutos, muchos habrán visto formas sin forma, o escuchado sonidos que no aparecen. Tales son los juegos a los que gusta de someter un film de tales características. Puede que existan golpes de efecto, sin dudas, pero no dejan de ser mejores que cualquiera de los films de terror u horror que pueblan la pantalla norteamericana por estos días. Es cierto que la película es posible por la bendición que Steven Spielberg le diera, motivo real de su estreno en cines, pero también es muy cierto que Actividad paranormal no deja de estar bien resuelta. No hace falta subrayarla como un fenómeno cinematográfico -lo sería sólo en sentido comercial sino, antes bien, en destacar cierta frescura de textura hogareña, de inmediatez temerosa. He allí el contagio que nos provoca.
EL HORROR DE LA SUGESTIÓN Decir que Actividad paranormal es novedosa sería poco más que faltarle el respeto a varias producciones que trabajaron bajo los mismos parámetros estéticos, pero no tuvieron o lograron la relevancia de este estreno. Ahora si, es original y tiene en la puesta en escena un apartado técnico que con poco, muy poco, logra asustar demostrando que en definitiva lo importante para impresionar al espectador es saber contar una historia. Pero más allá de los méritos de este film del debutante Oren Peli, hay cuestiones que no pueden pasar desapercibidas: la trama es básica en el más llano de los sentidos, al guión le falta un desarrollo de personajes y las actuaciones son irregulares con momentos de un amateurismo insalvable. Pero la cuestión era asustar y vaya que lo logra, especialmente si no desmantelamos el proceso con que lo hace. El “proceso”, la orquesta de tensión, es el trabajo sobre la mezcla de sonido. Es imposible pensar a esta película en particular sin la utilización de este recurso: sería como una cáscara sin contenido, un montaje de secuencias torpemente dispuestas que no asustarían ni a un niño de 5 años porque la imagen no denota al horror en la narración (al menos, en lo que concierne al suspenso). Al respecto, es notorio como el fuera de campo constituye una amenaza que se materializa dentro del cuadro en primera instancia a través del sonido y –posteriormente- en la imagen. También es este recurso, nuevamente, el que nos indica la presencia de un elemento amenazante para nuestros protagonistas. Todo este trabajo cerebral y maquinado sobre el guión técnico es porque desde el relato la película tiene poco para ofrecer. Una idea: la pareja que protagoniza Actividad paranormal se muda a una casa en San Diego. Ella, Katie (Katie Featherston), es acechada por “algo” que desde los 8 años le perjudica adonde sea que se traslade y Micah (Micah Sloat), su novio, intentara registrar cada momento con su nueva cámara de video para saber que es lo que sucede. A medida que la narración progresa ese “algo” se traduce en un demonio cada vez más violento que es capturado en sus apariciones en el plano como algo inasible y sobrenatural que afectara radicalmente la vida de ambos. Y no hay mucho más que eso, la relación no tiene demasiado relieve y no hay dificultades ni un desarrollo que nos permita vislumbrar a los personajes desde una perspectiva más que las victimas de ese intruso. También hay algunos olvidables personajes periféricos como el especialista en cuestiones paranormales (Mark Fredrichs) que en verdad no los ayuda mucho y es más útil como gag involuntario de la película –eso de que sea especialista en fantasmas pero no pueda ayudarlos porque se trata de un demonio parece sacada de un guión de los Coen- que como parte de la trama. No sucede lo mismo con Diane (Ashley Palmer), la amiga de Katie, que es utilizada para demostrar la actividad social de los protagonistas y resaltar el verosímil a pesar de su escasa participación (no así en el final alternativo, para el cual su personaje resulta vital). Por otro lado, como se sabe el registro es directo y tiene la intención de permanecer como una forma de documentar lo que va sucediendo desde el punto de vista de la cámara de Micah. Esta cuestión de la cámara en mano, que mantiene la tensión porque se trata de un formato dramático que mantiene fuera de campo la eventual amenaza sea cual fuere, es una herramienta harto usada de manera inteligente en REC pero que no funciona con la misma eficacia en otros films (entre ellos se podría decir la secuela de REC) y la razón es que traiciona su propia elección estética. Hay puntos de vista que no corresponden a la mencionada cámara ya que aparecen como momentos documentados de una manera forzada, inconsecuentes con la acción que se estaba desarrollando, y la razón por la que se hace ello es para mantener una continuidad inexistente desde lo visual. Un buen ejemplo de esto es el momento en el que Micah se encuentra quemando cierta foto junto a la chimenea, la pregunta sería: ¿en que momento deja la cámara para registrar ese momento?, ¿en que momento es consecuente eso (el registro) con el personaje, si esta atrapado en una reacción de pánico?. Pero Actividad paranormal vale por ese fragmento de suspenso en la oscuridad junto a la cama, con cada aparición que se anticipa terrible en ese encuadre, cuando la amenaza latente finalmente se cristaliza a través de pasos que suenan cada vez más feroces –quienes vean la película van a recordar la habitación por un largo tiempo- y dispuestos a llevarse a nuestros personajes por delante como sea. La cadencia del sonido con cada aparición y la construcción del clima para que ello suceda tiene suficiente merito para asustar, para romper la tranquilidad cotidiana que tiene base en el registro de falso documental, desde el cual se asusta con pocos recursos pero mucha imaginación. Curioso, teniendo en cuenta que toda esta economía visual viene del mismo país donde se desperdician millones en producciones con CGI pirotécnico y efectos especiales sin sustento narrativo alguno. Celebremos eso entonces, a pesar de lo irregular que pueda ser el film de Peli (casi parece una ironía el apellido).
¿Y lo de "Actividad"? Uno se queda dormido y el mundo sigue. No, con esto no quiero decir que me quedé dormido viendo Actividad paranormal (casi nunca me quedé dormido con una película, no porque no quiera: porque no puedo), sino más bien con la premisa con la que juega la película. En este caso, ir a dormir, significa la esporádica aparición de un espíritu (demonio, para ser preciso) que hace ruidos. La película tuvo un costo de producción de 11 mil dólares y hasta el día de hoy, ya superó, lejos, los 100 mil en recaudación. El marketing viral de la película advertía sobre el efecto El exorcista después de ver la película: gente que se iba vomitando de la sala, por el miedo que generaba. A decir verdad, El exorcista tenía una estrategia de marketing más elaborada, con ambulancias y todo esperando a la salida de la función. Como sea, el fenómeno de Actividad paranormal se infló todavía más, cuando el atento (para los negocios) Steven Spielberg la vió y dijo que una puerta se cerró en su casa. Detalles que uno nunca va a poder comprobar. Lo cierto es que Spielberg intervino y le cambió el final a la película, pero eso queda para la trivia. No es difícil darse cuenta el porqué del éxito de Actividad pararnormal. Buen marketing, filmada como una película "viral" y "realista", y que encima, juega con el inconsciente nuestro. Ese que, cuando escuchamos un ruidito de noche, nos estimula a pensar que podría ser el chupacabras. O un ladrón. O un demonio. O un gnomo. Vaya uno a saber qué. Lo que sí es difícil es intentar justificar el éxito de la película por sus propios logros, en este caso, relacionados con el cine. De eso poco y nada. Como la justificación de la única cámara de la película es que está para grabar los sucesos de noche (aunque también la usan de día), tenemos un sólo plano en las escenas donde el diablo hace de las suyas. Cosas que no pasan más de un movimiento de puerta, alguna luz que se prende sola, ruidos en las escaleras. La efectividad de estos films (entiendasé por el indirecto a la precursora del género: El proyecto Blair Witch, y sucesoraras, Cloverfield, [Rec], etc.) está en que uno logra conectar con los personajes. Se siente "dentro" de la película, y a medida que la cinta avanza, el temor se hace más y más profundo. El problema con Actividad paranormal, es que sólo hay dos personajes (los demás, tienen cameos), y para colmo, no se sienten reales (eso de que son "no-actores" no es excusa para defender que son patéticos actuando). Es más, el marido, Micah, es un deus ex-machina. No un personaje. Está ahí para que el guión pueda avanzar, y los ataques diabólicos aumenten. O sea, con el pretexto de dibujar un personaje tarado, que es "el hombre de la casa", hicieron a un tipo que sale a enfrentar al diablo con un cuchillo. Si hay algo que nunca intenté todavía, es salir a correr al diablo con un cuchillo. Algo me dice que no es buena idea. Estéticamente no hay mucho que hablar sobre esta película (¿hay algo?). Ni siquiera uno puede decir que usa bien el fuera de campo, algo que este tipo de películas debería hacer bien. Todo lo que da miedo pasa en pantalla y se resume a cuchicheos diabólicos. Es interesante notar que críticos de otros medios hablan sobre el terror que provoca la película. Seguramente hay gente que se asusta. Quien escribe no es inmune (todavía) a las buenas películas del género. Como decía, más o menos, Hitchcock, no es que uno no pueda dormir por el trabajo. Pero disfruta de los nervios y la adrenalina de unos buenos sustos. Quizás, eso se hubiera logrado si este crítico veía la película en una computadora, solo en su casa, con todas las luces apagadas. Pero como detesta ver películas así, la va a ver al cine. Y en el cine, la experiencia pasa de largo. Nunca llega a la función. Y acá, siempre se hacen críticas sobre cine. No sobre videos de YouTube. A ver con qué trivialidad me salís... - El final original de la película (spoiler, claro) era así: Katie era poseída por el demonio, y en medio de la noche bajaba. Gritaba. Hasta ahí, va igual. Micah baja, y luego sube ella, ensangrentada y con un cuchillo. Al otro día la amiga llega a casa y descrube a Micah asesinado. Llama a la policía, y cuando llegan, acribillan a una confundida (pero con el cuchillo en la mano) Katie. El final de Spielberg (que es el del cine) tiene un poco más de onda. Después de que Micah baja, Katie, poseída, lo arroja contra la cámara. Él está muerto. Ella se acerca, lo huele, mira a la cámara, y con carita de diablo, devora la filmadora. Hay un tercer final, de exhibición, donde la chica subía y se cortaba la garganta.
Actividad Paranormal costó unos 15.000 dólares y recaudó en las taquillas más de 100 millones, pasando instantáneamente a figurar en el libro Guinness de records como el filme independiente más exitoso de todos los tiempos en relación a la proporción entre costo y recaudación. En realidad es un filme rodado en el 2007 que tuvo que seguir un tortuoso camino a lo largo de dos años hasta llegar al circuito mainstream de cines; pero cuando lo hizo, se convirtió en un fenómeno del cual todos hablan. Muchos la califican de "El Proyecto Blair Witch del nuevo milenio". Si bien Actividad Paranormal comparte concepto y estilo con el ya clásico de Daniel Myrick y Eduardo Sánchez - falso documental, cámara en mano y primeros planos, otro fenómeno sobrenatural y la desaparición de los protagonistas - , lo cierto es que algunos detalles del guión le quitan un poco de brillo. Pero definitivamente es el filme de horror efectivo, de esos que se hacen carne y uno lleva consigo durante años. El creador del filme es el diseñador de videojuegos israelí Oren Peli. Sin experiencia cinematográfica, Peli se embarcó en el proyecto como una especie de tratamiento terapeútica para enfrentar su fobia hacia los fantasmas - según la Wikipedia, no podía tolerar ver siquiera una comedia inofensiva como Los Cazafantasmas (1984) -. Durante un año estuvo preparando su casa para el rodaje, agregándole mobiliario y rediseñando los cuartos en términos de espacio y comodidades como escenario cinematográfico. Tomó audiciones a un par de cientos de actores y tuvo la suerte de toparse con Katie Featherston y Micah Sloat, quienes - aún siendo extraños - exhibieron una excelente química. Tal como con El Proyecto Blair Witch, los actores usaron sus nombres reales para los personajes, Peli les daba fuera de cámara unos lineamientos generales para la improvisación, y el mismo Sloat fue adiestrado en el manejo de la cámara digital de video, haciendo que el equipo técnico fuera prácticamente mínimo. Peli rodó toda la pelicula en una semana y la exhibió en el festival Screamfest en el 2007. Por suerte un ejecutivo de Miramax vió el filme y asistió a Peli para pulir la edición de la cinta. Mientras tanto, Peli había distribuido copias de la película en DVD como para tentar a posibles distribuidores, y una de ellas llegó a manos del pope de Dreamworks, el mismo Steven Spielberg. Al otro día de ver la película, Spielberg apareció por el estudio completamente aterrado, contando incluso que después de ver la película una de las puertas de su casa se cerró sola y pudo destrabarla únicamente llamando a un cerrajero. Ejecutivos de Miramax y Dreamworks cerraron trato con Peli, adquiriendo los derechos tanto para la distribución como para generar secuelas por u$s 300.000.-. Sin embargo, los estudios no tenían demasiado claro qué hacer con el filme - la idea original era armar una remake dirigida por el propio Peli -, pero Jason Blum de Miramax insistió en mantener el original de Peli, ya que la consideraba muy efectiva. Para demostrar su punto armaron una exhibición privada para los libretistas del estudio, así podían apreciar la historia y discutirla en términos de la posible remake. Pero en un momento de la proyección, la gente comenzó a irse de la sala; y no porque el filme fuera malo, sino porque los espectadores huían aterrorizados por la tensión que generaba la cinta - algo similar a lo sucedido en las exhibiciones de prueba de Alien y Tiburón -. Spielberg decidió dar marcha atrás con la remake, pero insistió en retocar el final. Así Actividad Paranormal llegó a los cines en medio de una campaña de marketing viral profundamente planeada - le dieron muy poca publicidad; hicieron pequeñas exhibiciones en cines selectos; pusieron un sitio en internet como para que la gente votara por el estreno del filme en otras ciudades; y se dedicaron a esperar que la recomendación boca a boca hiciera el resto -. En su lanzamiento nacional, Actividad Paranormal llegó a la punta de la taquilla en pleno Halloween - la temporada yanqui favorita para los estrenos de terror -, devorándose incluso a la favorita Saw VI. Como filme de terror, Actividad Paranormal es uno de lenta combustión. La película empieza con la compra de la cámara de video por parte de Micah, porque ya estaban sucediendo acontecimientos poltergeist dentro de la casa y querían registrarlos. Pero en el medio, hay mucha charla como para establecer el setup. Ciertamente la química de Micah y Katie es muy efectiva, y lo mejor es que se ven como una pareja real y no como un par de chicos plásticos propios de Hollywood - ella es algo rellenita, él parece el típico galán de barrio, y y son realmente simpáticos -. Pasa bastante tiempo antes de que podamos apreciar algún que otro suceso. En este caso el escenario paranormal gira alrededor del dormitorio, donde siempre ocurre algo mientras están dormidos. En realidad es algo bastante coherente, ya que una lectura alternativa (y desapasionada) de la historia podría ser que el inconsciente de Katie provoca los sucesos en sus sueños. Todas las secuencias de acción pasan por los rodajes nocturnos del dormitorio y, la verdad, es que con cada noche que pasa las cosas se ponen cada vez más terribles. En lo personal considero que el filme manipula los mecanismos de terror más efectivos que existen, ya que se basan en los miedos que están dentro de todos nosotros; una casa grande, la oscuridad, ruidos nocturnos, cosas que se mueven solas resultan más aterradoras que una irreal criatura del espacio destripando gente. A su vez, con la cámara montada en un rincón y siempre con el mismo enfoque, genera repetitividad y expectativa: cada vez que vemos el plano de la cama en penumbras, con esa dichosa puerta abierta que anticipa algo terrible (y cada vez peor) acosando en las sombras, uno se pone en el borde de la butaca. Los ataques finales son realmente espeluznantes. Hay algunos detalles que opacan el filme. El más molesto es la evolución del personaje de Micah, que termina por transformarse en el idiota de turno que desata el horror. Ciertamente el 90% del cine de terror está poblado de estos imbéciles cinematográficos que despiertan vampiros, profanan tumbas o provocan fuerzas más allá de lo conocido, pero aquí resulta completamente artificial - es como si tomara esto como un hobby, haciendo su propia investigación con sus computadoras y chiches electrónicos, y totalmente ajeno al terror creciente que padece Katie -. Lo peor es que semejante juego tiene un propósito inútil - como si Micah pensara que la solución se puede encontrar buscándola en Internet, y desestimando llamar a exorcistas, síquicos o demonólogos -; y sólo cuando las cosas se salen de control pareciera estar de acuerdo con buscar ayuda. La cantidad de estupideces que comete el muchacho van más allá de los racional y tolerable, y pareciera que el personaje existe simplemente como un artilugio del guión para provocar que ocurran las cosas - un idiota que actúa como catalizador -. Allí es donde Actividad Paranormal se separa completamente de El Proyecto Blair Witch y no logra alcanzar la perfección de ese filme. En Blair Witch al menos la gente se desesperaba y cometía errores, mientras que aquí el protagonista está tranquilo y conscientemente se mete de lleno en la boca del lobo, arrastrando a su aterrorizada mujer. El otro punto es que no hay demasiada historia que contar, más allá del festival de sustos (que en algunos casos son formidables). No hay una investigación que descubra quién es el demonio que acosa a Katie ni el por qué; el síquico es simplemente un adorno que sólo da advertencias terribles; e incluso el filme se resiente un poco cuando Micah encuentra un video en Internet - al estilo de El Exorcista - y se lo muestra gratuitamente a Katie. El final es cantado pero igualmente es impresionante. (alerta spoilers) Hay tres finales rodados; en el original (que era más efectivo desde mi punto de vista), una sonámbula Katie bajaba las escaleras, gritaba y termina por asesinar a Micah cuando venía a ayudarla. La chica era descubierta por la policía al día siguiente, y era tiroteada ya que no soltaba el cuchillo que había utilizado para el homicidio. Hay un segundo final - mostrado en la exhibición ante los guionistas -, en que la chica regresaba al dormitorio y se cortaba la garganta delante de cámaras. El último - armado según sugerencias de Spielberg - es el exhibido en la versión actual de cines, con primeros planos demoníacos y algún que otro efecto especial. También asusta, pero es más hollywoodense. En lo personal prefiero el climax original que rodó Peli, y que incluso puede encontrarse por Internet. (fin de spoilers) Actividad Paranormal es un excelente filme de horror. Que uno de los personajes sea manipulado artificialmente por el director y guionista para provocar las cosas no anula su gran efectividad al momento de generar sustos. Quizás el tema pase aquí por los gustos personales de cada espectador: yo disfruté con el terror minimalista de El Proyecto Blair Witch y disfruté con este filme. Si lo suyo es un engendro mutante de ocho brazos escupiendo ácido, o un asesino serial destripando gente en primer plano, Actividad Paranormal le parecerá insulsa. Pero a mi juicio, es una de las mejores películas de terror de los últimos años.
Aclaración: Aquellos que siguieron la campaña promocional de Paranormal activity, seguramente se enteraron de que esta película de 2007 contenía originalmente un final, luego, en 2008, se lo conoció con otro para su exhibición en uno de los festivales en los que participó, y que, luego de ser descubierta por Spielberg, quien declaró haber quedado perturbado las noches siguientes a verla por primera vez (qué mejor truco publicitario que ese…), se lanzó mundialmente con un final distinto a los anteriores. La versión que tuve la oportunidad de ver es la original de 2007, cuya secuencia final me parece sencillamente brillante, al punto de quedar en los anales del cine de terror. He leído cómo son los otros, especialmente el final con el que se la conoció ahora en todo el mundo, y aunque no lo he visto, considero que en esa diferencia entre un final y otro se debaten dos formas opuestas de concebir el terror. Dicho esto, comenzaré a desarrollar la crítica correspondiente, aclarando que, al menos esta vez, intentaré no caer en el vicio común de mencionar el o los finales, y si me llego a referir a estos, trataré de hacerlo sin contar lo que sucede, sólo mencionando de qué modo uno u otro afectan al conjunto de la película. Paranormal activity es la mayor sorpresa que ha dado el cine de terror americano en los últimos años. Si me preguntan, no se si es mejor película que, por ejemplo, La huérfana (que asusta desde una propuesta más clásica, pero sólida y con una notable construcción de personajes y de climas), lo que sí es incuestionable es que Paranormal… sorprende más al no transitar por los caminos tradicionales del género, principalmente porque ata los recursos para generar pánico en la platea a un modelo de producción absolutamente limitado, y por ello, mucho más potente y genuino. Cuando se estrenó Monstruoso (Cloverfield), escribí una crítica en la que hice una defensa ensalzada de la imagen cinematográfica, por oposición a estas propuestas digitales que tuvieron como primer boom a Blair Witch Project. Blair Witch se carácterizó por utilizar la cámara de video hogareño como materia prima para un supuesto documento de horror real. Este recurso se repitió en la presentación de Cloverfield y ahora en Paranormal…, aunque ya nadie puede caer en esa trampa mediática de tomar por documental a una película que esconde su condición de ficción tras la imagen digital. De hecho, si bien Paranormal… se presenta como un documento real, la campaña promocional que adelanta el cambio de finales que hubo con la mano paternal de Spielberg, desdice el discurso de presentación original. Volviendo a la crítica de Cloverfield, esta defensa de la imagen cinematográfica se sostiene en mi escala de valores. Me gustan las películas que muestran cierta belleza en el empleo de recursos fílmicos, aún cuando se tratan de películas de terror. Ahora bien, lo que no me gustó, o me pareció que falla en Cloverfield, y que no supe explicar en la crítica correspondiente, es que este recurso de limitar la puesta en escena a una cámara de video, contrasta a pleno con el cine catástrofe y fantástico que determina el monstruo en cuestión, y que el mostrar al monstruo anula el supuesto realismo que determina el recurso limitante empleado. También que es difícil tomar por verosímil una propuesta que se cierra en una cámara de video personal como único recurso y que, aún así, se empeña en encuadrar correctamente. Si entramos en la diferencia entre la belleza de la imagen cinematográfica y la dureza de la cámara de video digital, está claro que la dureza, y aparente espontaneidad, del digital contribuye de lleno en una propuesta de terror. Si no lo hacía del todo en Cloverfield es por estos aspectos que mencioné. En Paranormal… la propuesta enteramente digital no sólo no anula la potencia cinematográfica, sino que, en un claro gesto de genialidad, y de síntesis de lo propuesto anteriormente en películas como Blair Witch o Cloverfield, habilita la condición más antigua del cine, la idea de poder construir una ilusión con los recursos técnicos, y que esta ilusión sea la principal generadora del pánico buscado. A saber, en buena parte de la película vemos un mismo plano repetido todas las noches. La pareja se va a acostar, y Micah, el novio de Katie, la chica acechada por algún ente más allá de nuestro entendimiento, coloca la cámara frente a la cama, de modo tal de que el plano cubra la mayor parte de la habitación. En este plano fijo vemos, en distintos momentos, una puerta que se mueve, unas huellas que se acercan a la cama, e incluso en una de las noches llegamos a ver a Katie siendo arrastrada de los pies hasta afuera de la habitación por algo invisible. Si hoy vivimos una etapa en la que el fílmico ya nos ha expuesto todos sus trucos, y los efectos habituales están dados por la sobreabundancia de construcciones visuales por ordenador, que el miedo esté construido a partir de planos fijos en los que la transparencia y la dureza del “video casero” dan lugar a la inmediata pregunta “¿cómo hicieron esto?”, o directamente a pensar que lo que vemos carece de una puesta en escena (por más promoción que inhabilite esta reflexión), nos lleva a asociar esta idea del cine como medio constructor de ilusión, su concepto más primitivo y esencial, lo que convierte a Paranormal activity en una película que, independientemente de su raíz digital y su claro artificio (las placas que titulan cada uno de los días, los espacios en negro para profundizar algunos cortes dramáticos, etcétera), sabe ser más cinematográfica y más terrorífica que la mayoría de los productos americanos de este género. Ahora bien, el final presenta un problema evidente. El desarrollo de la película se centra en algo que no vemos, y en un terror incipiente, algo invisible que queda demostrado con algunas pruebas, pero que no se manifiesta. Ni el final original, ni el que se le ha puesto para su estreno mundial traiciona esta idea. Nunca vemos al espíritu o a lo que sea que los está acechando, pero ambos finales concluyen con un mismo hecho dramático. Para aquellos que la vean en cine, les recomiendo alquilar el dvd cuando esté editado, y ver el final original, que en una sola y muy extensa secuencia, narra este hecho pero en off, con un empleo soberbio del sonido (una constante en la película, y lo que llega a generar más miedo), y con el recurso del contador de la cámara para dar cuenta, astutamente, del tiempo que transcurre desde el inicio hasta el final de lo que se cuenta en ese plano. Pregunta para la platea: La idea de que lo que se viene anticipando termine reventando fuera de nuestra vista, ¿anula o potencia el terror? Es cuestión de gustos, y seguramente se ha optado por otro final para hacerlo más shockeante y explícito, pero advierto, con esa decisión se ha desechado una de las más geniales secuencias que ha gestado el cine de terror americano de los últimos años. Lo que nos queda, antes que este dilema entre uno u otro final, es una película que, pese a la “¿fealdad?” de la imagen supuestamente casera, sostiene su naturaleza de puro cine, puro terror.
El problema que Actividad paranormal comparte con Cloverfield es que ambas recurren al género de terror y al film de monstruos respectivamente de manera parasitaria, porque se sirven de toda la parafernalia genérica para terminar haciendo foco en otra cosa. Esto es bastante más notorio en Actividad.., que acaso intentado construir mejor el suspenso y hacer más creíble la historia, prácticamente no le deja espacio a las escenas de terror. Pero si la película no gira en absoluto alrededor del género, ¿sobre qué lo hace? En Cloverfield, que por momentos apostaba bastante a las escenas obligadas del monster film, el centro era un grupo de yuppies cuyas aspiraciones y conflictos tenían que ver con vivir en pareja, casarse, formar una familia, terminar una carrera y tener éxito laboral. El desastre, como ocurre en la mayoría de las películas con monstruos o de catástrofe, era utilizado por los realizadores para poner a prueba los logros y las creencias de los personajes. En Actividad.., al haber solamente dos personajes principales, el umbral temático se reduce e intensifica: Katie y Micah viven juntos desde hace poco, él es un agente de bolsa en ascenso, ella una estudiante sin trabajo, tienen dos autos, una casa grande con varias habitaciones (seguramente piensan tener hijos) y parecen estar satisfechos con sus vidas. Así, salvo por las mínimas y exiguas escenas de terror, el director Oren Peli se dedica casi por completo a registrar con una marcada intención documental la vida que llevan Micah y Katie, que pareciera que resume muy bien el american way of life en pleno siglo XXI. La actividad paranormal del título no es otra cosa que un elemento de tensión que pone en crisis el estado de cosas de la pareja: ella busca contención sin poder encontrarla mientras que él se comporta como un adolescente y casi nunca la escucha. A medida que pasan los minutos y las escenas siempre nos quedamos con lo mismo: psicología, esbozo de análisis social, sátira, ¿crítica? Pero de terror, poco y nada. Y digo poco porque el problema es claramente uno de cantidades: las escenas de terror están bien, funcionan, aprovechan el suspenso y lo explotan con inteligencia (ver cuando a Katie se la llevan a la rastra agarrándola de la pierna), pero son escasas y nunca alcanzan la fuerza suficiente para balancear las prolongadas charlas y discusiones de los dos protagonistas. En lugar de meterse de lleno con un género como el del terror, Actividad… elige la disección y el estudio con ínfulas de sociología de la vida cotidiana de una pareja de clase media norteamericana. Por eso la última escena de la película no produce el horror y el shock que evidentemente busca: porque una vez que Micah y Katie y su rutina diaria no están frente a la cámara, las imágenes ya no tienen nada para decirnos. Ese plano final, que es el manotazo de ahogado de un director que trata desesperadamente de espantar al úblico con un truco de último minuto, trasluce el fracaso de una película que nunca le dio al género el espacio que éste requería.
¿YouTube – Broadcast Yourself? ¿Por qué a veces decimos que hay películas que no son para hablar o gastar energía en escribir algo? ¿No son todas criticables? Si no, por ejemplo, por qué no se habló demasiado de 2012, un film exclusivo de efectos especiales por computadora, con un buen elenco (la mayoría de comedia para una película catástrofe), pero que se olvidaron de escribirle el guión y de explotar a las estrellas en pantalla. NO ALCANZÓ EL PRESUPUESTO. Bueno, en fin, volvamos a lo que nos compete, Actividad paranormal no pertenece a este estilo de películas, aunque sea la de menor presupuesto hasta hoy. Este “largo video de YouTube” reabre una forma de escribir y de hacer que se usaba hace un par de años y que, en su momento, saltó como una novedad. Con esto quiero decir, AP retoma una vieja forma de realizar películas, una vieja forma de representar la realidad o reconstruirla en las películas de terror. Pero la pregunta capciosa, en todo esto, es: ¿quién sabe más: los personajes del film o el que esta sentado en una butaca, en esa realidad cuando utilizamos esta forma? Durante la hora y media que dura la película, nosotros, estamos a la expectativa de qué les va a ocurrir a Katie y Micah. Siempre sabemos más que ellos hasta que rebobinan la cinta para ver qué sucede cuando no están detrás de la cámara. Algo que no se ha hablado, pero que se critica a diario, es el final del film. Algunos sabemos que AP se hizo famosa no sólo por su estilo, sino porque tiene puesta encima la mano de Steven Spielberg. Nuestro amigo, director de grandes largometrajes, ha cambiado los últimos minutos para el cine colocando ese estúpido final donde Micah muere cuando es tirado hacia la cámara en la habitación. Recomendación: ver la versión original de director, que sale de estos finales hollywoodenses y que dejan al espectador “expectante” sin saber qué hacer. La estructura, la forma de filmar (expuesta hace muchos años y vuelta famosa en El proyecto de la bruja de Blair) cambia no para mostrarnos la realidad, sino para reconstruirla nosotros mismos y avisarle lo que está pasando a esos dos personajes, uno espiritual (Katie) y el otro positivista, porque Micah no cree al estilo La llave maestra sino que busca a través de una investigación concreta y tangible la explicación material de los hechos paranormales. El verosímil de la historia nos lo brinda este personaje, que a pesar de los contras de su mujer, sigue adelante para que nosotros no dejemos, ni un momento, de ver más que ellos. ¿Entonces por qué algunos dicen saltamos de las butacas y otros es un “largo video de YouTube”? El pagar por ir al Ital Park, Parque de la Costa y todos los que se le parezcan, no me parece una reacción que quede en la nada, sino, para qué se creó el terror. Un género que se propone la paranoia, el susto, lo asqueroso, lo horripilante, lo no gustoso y por sobretodo, hacer que el miedo explote en la psiquis del espectador. Todo esto produce Actividad paranormal sin sobrevalorarse. Por otro lado, vivimos en la etapa del broadcasting, todo pertenece a “YOUTUBE”. Si no lo viste y te lo perdiste por dónde vas a empezar a buscar: YouTube, Taringa.net, y demás servidores de esta índole. No todo lo filmado es arte pero otras cosas no dejan de serlo por estar cámara en mano y simular una historia real. Existen intenciones, ideas, expresiones, existe el hombre como tal. Por lo tanto, todos podríamos ir por la vida diciendo, por ejemplo, que una fotografía que se encuentra en el Bellas Artes no es más que un papel de plata revelado perteneciente a un álbum familiar que muestran las abuelas, pero ¿por qué está en el Museo de Bellas Artes?. Actividad paranormal es un relato lento, atrapante, que hace que el espectador utilice sus capacidades de reconstrucción para observar planos generales denotativos y encontrarles sus puntos fuertes no explícitos pero sí intencionales. Si esto no existiera entonces no serían más que fotografías en movimiento, planos sueltos sin sentido.
Inactividad funesta Una de las peores películas del año es también una de las más baratas, y llega acompañada de una campaña publicitaria enorme: todo lo que no se gastó en producción se debe haber gastado en promocionar esta película que es como un largo video de youtube. Actividad paranormal se propone como realista a fuerza de cámara en mano, pero se trata de un realismo siempre paradójico, porque lo único que hace posible ver esa película fea, en la que estamos todo el tiempo adentro de una casa fea y viendo gente fea, es que recurre burdamente a los procedimientos narrativos del cine más convencional, en el ritmo in crescendo de la tensión, en la construcción de los personajes –una víctima y un compañero escéptico, que finalmente cree-, en el giro más o menos sorprendente del final. Lo verdaderamente malo es soportar a los personajes durante una hora y media, acompañar a esos dos norteamericanos medio pelo que hablan todo el tiempo con “It´s like, it´s like, whatever, whatever”. Katie y Micah son una pareja muy enamorada que tiene un problema: Katie suele ser visitada, desde los ocho años, por una presencia extraña que la acompaña adonde vaya y que se supone maligna. Micah, racionalista, compra una cámara para filmarse de noche mientras duermen con la intención de descubrir pistas, huellas, rastros que permitan develar el enigma. Esto es Actividad paranormal, una película de fantasmas que juega a ser una filmación casera y que pretende que para hacer cine se puede prescindir de casi todo, hasta convertir a la pantalla en una ventana que da a la realidad. Lo que demuestra el experimento, como si hiciera falta, es que la realidad, esa etiqueta siempre falsa que ahora se cotiza tanto, está sobrevaluada. No hay nada para hacer con esta película, ni durante ni después de verla. Algunos espectadores salieron del cine diciendo que por lo menos se habían asustado, que la película estaba buena porque te hacía saltar en la butaca. Pagamos para ir al Ital Park, eso está claro, no para ver cine, y eso parece haberse vuelto suficiente. La verdad es que no importa demasiado esta película en particular, no vale la pena indignarse por esta experiencia pasajera, y por suerte sigue habiendo películas buenas. Lo que sí vale la pena preguntarse es por qué, en una época en que la realidad virtual se vuelve para algunos más verdadera que la realidad misma, se busca por otra parte asistir a este tipo de eventos que basan toda su atracción en constituir una experiencia realista. ¿Qué pasó con tener que creer en lo que estamos viendo? Si hay una riqueza en el cine es su posibilidad de hacernos experimentar cosas distintas, de ver el mundo como lo ven otros, de tener que ejercitar un poco o mucho la imaginación para aceptar el mundo que se nos propone en la pantalla y completar el relato. El cine de ficción, en la medida en que apela vivamente a nuestra facultad de imaginar, debería ser capaz de ampliarla, de volvernos capaces de concebir y pensar cosas distintas de las que pensamos todo el tiempo. Una película como Actividad paranormal desdeña todo eso, y no le queda otro recurso más que tirarnos un cadáver por la cabeza para hacernos sentir algún tipo de emoción. Al mismo tiempo se paga tributo al cine de verdad, porque lo único más o menos interesante en la película, pero que de todas formas no alcanza, es la miradita cómplice a la cámara de Katie para hacernos saber que está poseída, que ya no es ella misma y que el desenlace nos promete algo raro. Lo que realmente me pregunto, después de ver un bodrio como este, es si habrá que volverse más intolerante a medida que los productos culturales se vuelvan más y más burdos, si vale la pena que la crítica diga algo o la solución es ignorar estos fenómenos para volver a plantear, dentro de la cultura de masas misma, una división, ya no entre ésta y la alta cultura –el cine-arte, como le llaman algunos– sino entre las películas que se parecen más o menos a un producto artístico y las que son, única y descaradamente, un producto comercial. Por ahora pienso que hay que ver todo y quejarse, quejarse, quejarse. Por lo menos la queja sirve como prueba de que, a pesar de los esfuerzos de estas películas para anularlo, uno sigue teniendo cerebro.
Todo sigue igual... Bienvenidos al nuevo milenio Este nuevo fenónemo de marketing –impulsado, entre otros, por esa mente maestra de los negocios que es Steven Spielberg- merece ser analizado no tanto por la parafernalia exterior, que supo elevarlo a la categoría de “acontecimiento imperdible, del que no te podés quedar afuera porque sino sos un extraterrestre”, sino como obra cinematográfica en sí misma. Hay que admitir que Actividad paranormal califica como cine, a pesar de sus notorias limitaciones, que la colocan por debajo del nivel de otros exponentes similares como El proyecto de la Bruja Blair o Cloverfield. Este esfuerzo cuasi amateur logra unos cuantos climas plenos de inquietud, donde el espacio –a través de sombras y ruidos inexplicables- se convierte en una amenaza. A la vez, el tiempo juega también un papel clave, ya que muta a través del temporarizador de la cámara sin aviso, contribuyendo a la desestabilización del espectador. Los realizadores consiguen sacarle el jugo a las posibilidades del medio digital, cimentando un verosímil adecuado a través de planos fijos, la profundidad de campo, el espacio en off y el cambio de ritmo en las acciones, sorprendiendo y asustando en los momentos significativos. Sin embargo, este conjunto de virtudes no dejan de ser un mero amontonamiento de ideas sueltas, ya que el desarrollo de los personajes y la historia son esquemáticos y arbitrarios. De hecho, casi nunca sentimos empatía por los protagonistas y hasta algún secundario, como el psíquico, termina generando una distancia irónica no precisamente buscada. Por eso no está mal aprovechar la oportunidad para recomendar The Poughkeepsie tapes, un filme que va por la misma vertiente del horror que, a causa de los problemas financieros y/o legales de su distribuidora MGM, anda en una especie de limbo, esperando ser estrenado en cines desde hace dos años, mientras circula casi clandestinamente por internet. Este es una especie de falso documental, basado muy ligeramente en algunos hechos reales, que relata las circunstancias que rodearon el antes, durante y después del hallazgo de cientos de cintas donde se pueden apreciar los crímenes filmados por un asesino serial, quien documenta sus andanzas en primera persona. La película funciona como relato policial de una búsqueda infructuosa, pero también como evidencia de ciertas tendencias emparentadas con lo más violento y terrible de la sociedad occidental, que toman elementos más propios de los lenguajes teatral y cinematográfico, pero trasladándolos al campo de la realidad humana, donde las muertes –vale la aclaración- son reales. Dentro de su construcción y artificialidad deliberada (cercana al informe televisivo), no deja de evocar lo inquietantemente cercano y rutinario, pero con bastante más fuerza y proximidad que Actividad paranormal. El caso de Poughkeepsie, junto con el de Actividad paranormal, nos obliga a preguntarnos el por qué hemos arribado a una época del género de terror donde los fenómenos más resonantes de público están ligados a una violencia extrema irreflexiva (El juego del miedo); una referencia a la realidad más propia de nuestra existencia que sólo parece puede darse a través de la técnica digital (Rec, Blair); y las remakes o reflotamientos de franquicias con décadas de antigüedad (La masacre de Texas, Viernes 13), más cercanas al ejercicio nostálgico, el pastiche o la sátira, que a la revulsión política o la parodia de los originales. Pasada más de una década de los productivos autoanálisis que significaron las dos primeras Scream; agotado el furor por el terror oriental; con los viejos soldados como Carpenter, Raimi o Romero sólo disparando de vez en cuando, el cine de terror hollywoodense se encuentra en un dilema formal delicado. Ya casi no hay un intercambio entre el inconsciente de los autores y el inconsciente colectivo; no se intentan voltear los cimientos de la realidad institucional a través del lenguaje del horror; el cuestionamiento a lo establecido por las convenciones queda reemplazado por un acercamiento a la “realidad” que, mediado por el dispositivo técnico y marketinero, no tiene efecto movilizador a largo plazo. Sólo podemos asistir a notorias excepciones como La huérfana, The midnight meat train o The house of the devil, que ni siquiera gozan de un gran suceso taquillero. Los realizadores y su público parecen aletargados, dormidos, insensibles. Incluso se diría con miedo a tener miedo.
Sin actividad Con un solo precedente de hace diez años, El proyecto Blair Witch, que basó gran parte de su éxito en la ingeniosa campaña de publicidad que lanzaron sus creadores y que jugaba con la posibilidad de que las imágenes del film fueran reales, llega una película de terror rodada en siete días con sólo 15.000 dólares, cámara en mano y actores desconocidos. Escrita, producida y dirigida por Oren Peli, el film se respalda en una campaña de marketing y un boca a boca de similares características al de El Proyecto Blair Witch, demostrando una vez mas como una campaña de relaciones públicas barata pero efectiva puede vencer a los multimillonarios esfuerzos tradicionales. En este caso también se filtró en la Web información que pretendía sugerir que la historia era real y había sido suministrada por un contacto no identificado en la policía de San Diego, donde acontecen los hechos. El film, que fue adquirido luego de presentarse en el Festival de Screamfest 2007 (un festival de culto del género de terror que se realiza en el legendario Teatro Chino de Hollywood Boulevard) por la Paramount gracias a una recomendación de Steven Spielberg, narra la historia de una joven pareja que se muda a una casa en los suburbios de San Diego. Pronto, en su nuevo hogar, comienzan a sentir que hay una presencia, demoníaca que se intensifica durante la noche. La pareja decide grabar con una cámara su habitación durante la noche para intentar descifrar que es esa presencia que los atormenta mientras intentan dormir. Si bien el film se enmarca dentro del género de terror y su historia se centra en presencias fantasmales, no esperen encontrar Poltergueis ni demonios con tridente. Hecha con una videocámara casera y sin apelar a efectos especiales, lo que justifica la mala calidad de imagen y la falta de técnica, el film carece de una trama interesante y solo apuesta a la narrativa que permite manipular al público con poco más que una sombra o una puerta que se mueve lentamente mediante el aprovechamiento del fuera de campo que permanentemente incomoda al espectador pendiente de lo desconocido y lo oculto. El director se toma sus tiempos y mediante la acumulación de pequeños acontecimientos crea cierto clima de tensión e incomodidad en el espectador, de modo que cuando ocurre algo sorprendente, se multiplica el impacto. Pero esto no funciona correctamente durante la hora y veinte que dura esta producción y solo en los últimos quince minutos el film se vuelve efectivo. El elemento mas fuerte de la película esta en haber apostado el escenario donde se desarrollan los hechos y que genera el peor de los miedos, nada da tanto miedo como un elemento real al alcance de nosotros y donde inevitablemente iremos luego de ver el film. A los interesados les adelanto que Paramount ha dado a este director un presupuesto de cinco millones de dólares para su próxima película, Área 51, donde contará la historia de tres adolescentes cuya curiosidad les traslada al sector mencionado, en la base aérea de Nellis en el desierto de Nevada, donde a menudo se divisaron presuntos aliens.
Sinceramente he llegado a una altura cinéfila donde poco me importa qué se ha gastado para hacer un film, los tiempos han cambiado y lo que vemos en pantalla ya no depende solamente de qué caché se ha dado al director, los contratos de actores, sobre todo los mas taquilleros son astronómicamente no proporcionales a lo que entregan en pantalla, el uso de CGI, etc. Esto no es una novedad, ya en la epoca de oro del cine norteamericano los estudios eran los que mandaban. Hoy en dia, mucho ha cambiado en la industria cinematográfica, los estudios mayors como todos los conocen, han dejado de ser cunas de autores, son empresas, brindan productos tal cual una fábrica hace enlatados de conservas, tienen un costo y un beneficio, ya gran parte de la imaginaria artistica ha dado paso a la imagineria visual. Cuál fue el punto de quiebre? Muchos nombrarian Star Wars, el magaexito al que todos adjudican la muerte del cine, pero, el comienzo del fin ha llegado mucho antes. Pareciera que estuviesemos hablando del estreno de 2012, pero no es asi. Perdonen si mi factura es pesimista pero, el estreno de Actividad Paranormal me ha dejado mal. Actividad…demuestra algo que de Spielberg - si, justamente una de las personas que tienen que ver con el film – he escuchado varias veces, algo asi como una respuesta al interrogante de estudiantes de cine sobre qué hay que tener para realizar un film, su respuesta fue bien sencilla: “una camara”. Justamente es todo lo que vemos como recurso cinematográfico en Actividad…, una camara, una captadora de imàgenes en movimiento, una camara posada sobre una mesa en una habitación durante la mayor parte del transcurso del film. Su mision: captar sucesos paranormales que ocurren a una pareja en su nuevo hogar. Y, asi, pasan minutos, mas de una hora, en los que no nos involucramos, sino, vemos tal cual una camara de vigilancia en uno de nuestros hogares. Si a una pareja le ocurren las cosas que pasan aquí, inmediatamente, bajo alguna logica, abandonarian ese hogar, sabemos que los guiones siempre desean realizar lo contrario a toda logica, sino no tendriamos suspenso, no tendriamos film, los actores jamàs hacen lo que el espectador espera que hagan en pantalla. La participación de un personaje externo, una especie de curador de hogares, exorcista, entra al hogar y teme, queda irresuelta su aparicion. Actividad…me aburrió, en ningun momento me causó temor, miedo pero sí algo de suspenso. El resultado es un film de poca novedad o avance cinematográfico, un film olvidable al menos para mi, del que seguro saldràn secuelas, parodias… REC y El Proyecto Blair Witch ya han navegado esta aguas y no naufragado, alcàncenle un salvavidas a Actividad…, por favor.
Las películas de terror en clave de falsos documentales ya constituyen un subgénero. Todos recuerdan a la sobrevalorada (dependiendo del punto de vista, claro) El Proyecto Blair Witch. Pero antes, 1998, se conoció una escalofriante perlita titulada Alien Abduction, en la que una cámara casera registraba cómo una casa era poblada por extraterrestres demasiado realistas (eran nenitas disfrazadas, en realidad, aunque varios científicos se creyeron el asunto). Luego vinieron nuevas exponentes de esta clase de horror, que superan a las precursoras: Cloverfield: Monstruo, El Diario de los Muertos; REC, que tuvo secuela y Cuarentena, una remake Hollywoodense. Ahora llega Actividad Paranormal. En realidad, la película —que costó apenas 11.000 dólares, según dicen— apareció en 2007. El director filmó en su propia casa durante siete días en 2006, junto a tres personas, y los actores improvisaban la mayor parte del tiempo. Más allá de la proyección en festivales especializados, no pasó demasiado hasta que Steven Spielberg la enganchó por cable y decidió encargarse de un relanzamiento masivo y a nivel mundial, gracias a una agresiva campaña de marketing (“El suceso más grande en la historia del cine de terror”). El éxito comercial y de crítica llegaron al toque. Pero, al igual que Blair Witch, todo se queda en el aspamento. Durante lo primeros cuarenta minutos sólo vemos a la pareja protagónica hablando y durmiendo, y algún ocasional ruido y viento moviendo una puerta. En determinado momento e recurre a una tabla Ouija, pero no está muy aprovechada. El ritmo nunca ayuda a generar tensión ni miedo ni nada similar, lo que hace que ver el film se convierta en una experiencia soporífera, haciendo que Blair Witch parezca una genialidad. Sobre el final aparecen sombras misteriosas y el “ente” que merodea (no se especifica si es un fantasma o un demonio, una de las pocas buenas ideas a lo largo de los 99 minutos) ataca a los residentes y será imposible no sentir un poquito de escalofríos. “Mejor tarde que nunca”, pensarán, pero aquí eso no funciona. Fue anunciada la segunda parte. Esperemos que mejoren bastante con respecto a la original, al menos como para producir terror.
Es una paradoja postmoderna que de un film que no me gustó nada, tenga tanto para decir. Tanto que no sé ni por donde empezar. Vayamos por partes. Capítulo 1. La primera vez. Primero, la confesión: sí, cometí un delito. No me aguanté y tuve que ver una copia pirata de Actividad Paranormal. Fue hace casi un mes. Es que me resultaba imposible no hacerlo, sentía que me estaba quedando afuera de un fenómeno mundial. Casi como haber vivido cuando el hombre llegó a la Luna y no haber estado frente a la tele para verlo en directo. Lo hice. La vi y automáticamente se me dispararon las primeras reflexiones sobre la película. Solo tenía una certeza: la película no me había gustado. Ahora bien, ¿se puede llamar “película” a Actividad…? Ahí aparece la segunda cuestión: ¿Qué decir de Actividad Paranormal en un sitio sobre cine? Creo que sería más apropiado hablar de un producto así en una web dedicada al marketing. Porque lo que vale de esta película es la campaña publicitaria montada a su alrededor: que Spielberg la vio y le encantó, que se quedó encerrado en su cuarto la noche que la vio, que se filmó con tan solo 15 mil dólares, que cosas “raras” sucedían mientras se rodaba… Y un trailer filmado con nada, simplemente las caras de asombro de los espectadores en la proyección de testeo. Todo eso alcanzó para que el mundo estuviera hablando de esto. Con inteligencia, alguien que sabe mucho de cine me dijo: “esta película no costó 15 mil dólares”. No, realmente se podría haber hecho con mucho menos, pensaba yo. Pero el quid de la cuestión está en que sí, puede el rodaje haber costado 15 mil dólares, sólo el rodaje, pero el resto de los millones que por lo general Hollywood invierte en la realización de superproducciones plagadas de FX y grandes estrellas, con mucha astucia la gente de Actividad… optó por invertirlo en la campaña de difusión. Entonces el costo real de la película no es de unos pocos miles de dólares sino de los muchos millones que se gastaron en publicitar las opiniones del Spielberg, y hacer que la prensa y la opinión pública mundial estuvieran hablando de este producto. Insisto, de esta manera se puede vender una película, o un auto (¿recuerdan el “Caso Mascherano”?), o un sachet de leche. El “caso Actividad Paranormal” es simplemente otra novedosa estrategia de marketing. Pero atención, no estoy criticando mal a la película, todo lo contrario. ¡Doble chapeau para los productores! Ojalá el cine argentino aprendiera (y contara con el dinero) para explotar este tipo de ideas, porque no deja de ser brillante: en un momento en el que todos los productores se devanan los sesos buscando la manera de sorprendernos con explosiones, mutantes varios, todo en un 3D súper invasivo, en pantallas de más de 15 metros de altura, Actividad Paranormal puso al mundo a sus pies con dos protagonistas desconocidos, en una casa común, que podría ser la de cualquiera de nosotros, sonido de cámara y un mínimo trabajo de edición. Pero que quede claro: eso no se hace gratis, con lo que una sola película promedio de Hollywood invierte en publicidad, el INCAA financia casi un tercio de todas las películas argentinas que se realizan en un año. Capítulo 2. Ahora, en el cine. Ya está, después de un primer visionado de la película tenía las herramientas suficientes para emitir mi opinión. Es una película clara, sencilla, superficial, no hay mucho más para analizar, no requiere segundas lecturas, ni nada. Y encima muy aburrida, no sentí en ningún momento que cumpliera con mis expectativas ni con un “objetivo” claro desde el guión, no se sabe cual es el tono de la película, porque no llega a inquietar, ni a asustar, ni a impresionar... Nada más lejos de El proyecto Blair Witch –comparación que parecía obligatoria cuando se hablaba de esta película. Pero no sabía que faltaba más. A pocos días de la función privada de prensa, un mail nos advierte que las copias piratas que estaban circulando no tenían el mismo final que la versión estrenada en el cine. ¡Bingo! La campaña publicitaria funcionaba cada vez mejor. Más aún, cuando se aclara que el final que se ve en cines fue elegido por el mismísimo Steven Spielberg al asumir la producción del film para su estreno comercial. Entonces me parecía poco ético de mi parte hacer pública mi opinión sobre una película vista en estas condiciones. Así que me decidí a verla en cines, sabiendo de antemano que, aunque el final cambiara, no iban a variar demasiado mis apreciaciones sobre la misma. Aún así, la volví a ver entera, solo para ver los últimos 6 o 7 minutos. Y la verdad es que mis predicciones no fallaron pero rescato algunos detalles interesantes. El final elegido por el productor estrella es justamente eso: un final de productor. Mientras que la versión “original” de la copia pirata tiene un final contundente y determinante, al final de los cines apenas le falta la típica placa de “Continuará…”. Lógico: hay que asegurarse que el éxito no se agote acá. A modo de Epílogo. Ya está todo dicho. Como producto publicitario, Actividad Paranormal es la película del año, una genialidad, la envidia de todos los productores del mundo. Definitivamente le daría el puntaje mayor. Pero estamos hablando de cine, y se supone que yo en este site debo hacer eso. Y lo que menos vi en esta “película” fue cine. Solo unas grabaciones caseras que bien podrían ser las que mi mejor amigo hacía a los 15 años acercando un dinosaurio de plástico a la cámara y un personaje corriendo a lo lejos para que el muñequito pareciera una bestia feroz que lo atacaba. Sólo que mi amigo no tuvo la suerte de que a Spielberg le encantaran sus videos (y sí, es entendible, no creo que hubiera querido comprar una película con firmes posibilidades de quitarle el trono de los “clásicos de dinosaurios” a Jurassic Park).
BUENAS NOCHES Y BUENA SUERTE Famosa por haber costado muy poco dinero y haber ganado muchísimo, Actividad paranormal no sólo se ha convertido en la búsqueda de la felicidad de todo cineasta independiente que quiere aparecer en el mapa, también en la promesa de ser la película más terrorífica en muchos años. Si bien termina siendo más una promesa que una realidad, en el camino, sin embargo, nadie se salvará de vivenciar un par de buenos sustos. De un tiempo a esta parte, el cine fantástico se ha lanzado a una estética pseudo documental en la que las historias son contadas por una cámara "diegética", es decir, una cámara que está dentro de la historia y forma parte de la misma. El proyecto Blair Witch, Cloverfield, Rec (y sus remakes y secuelas), entre otros títulos, han optado por esta estética tan interesante como limitada, tan prometedora como llena de baches en la lógica. Pero si asumimos que se trata de una forma narrativa concreta y con reglas propias, podemos, al menos por un rato, olvidarnos de las serias grietas que deja en la trama un film contado exclusivamente por la cámara o las cámaras que los personajes usan dentro del mismo. En ese género está Actividad paranormal, un nuevo fenómeno de taquilla que parece llamar la atención sobre si mismo por haberse convertido en récord en la ecuación costo - beneficio. En donde, de seguir este criterio, estaríamos celebrando únicamente la ganancia y no los méritos reales del film. Sin embargo, la ecuación es real, el film costó muy poco dinero -tan sólo 15 mil dólares- y ya pasó la barrera de los 100 millones de dólares de ganancia. Debería descontarse, para no caer en las mentiras de las campañas publicitarias, otros gastos que el film tuvo a lo largo de sus diferentes etapas de distribución, pero aun así el éxito fue tan impactante que Paramount Pictures desarrolló una división en su empresa destinada a hacer films cuyo costo sea menor a un millón de dólares. Volviendo al film, en su camino también sufrió grandes cambios: incluyendo el final, la banda de sonido y algunos cortes que lo redujeron en más de diez minutos (el film ahora dura un total de 87 minutos). No es cuestión de restarle méritos a la película por todo esto, al contrario, aun así siempre es bueno no dejarse llevar por las exageraciones de mercado. El film comienza con el conflicto central expuesto desde el primer momento: una pareja, que se ha mudado a una casa, en donde mientras ellos duermen se suceden una serie de actividades paranormales que los atemoriza, por lo que se deciden a filmar el dormitorio durante la noche para averiguarlo. Todo el film está ahí, en eso que ocurre durante esas noches, en una sólo posición de cámara fija, en una sola idea, en un sólo encuadre que logrará que los espectadores tengan pesadillas recurrentes durante un largo tiempo. La cama de la pareja, a la derecha de cuadro, y la puerta que da al pasillo y a la escalera que conduce a la planta baja, a la izquierda. La puerta, para bien del terror, siempre abierta y ese pasillo, a oscuras. Con tan pocos elementos cada espectador activa automáticamente su memoria y sus temores. No es poco mérito que el film logre despertar eso. El miedo se produce, no hay duda, y con la llegada de cada noche el temor se incrementa. El minimalismo de este film de bajo presupuesto le juega a favor hasta que llega el momento de terminar la historia. Como este género ya parece haber establecido como una norma, el final se pega al clímax, es decir, que no hay un desenlace, sino un abrupto final. En la versión original aparentemente no era así, pero no vale la pena detenerse en lo que finalmente no fue. Sí es interesante detenerse en que el final decepciona, que tiene gusto a poco, y no por lo económico del mismo (eso es muy bueno, un final más largo no habría mejorado el final), sino porque hay una pequeña pero molesta ruptura de código con respecto a lo visto. No ocurre lo mismo en el film español Rec, en donde el desenlace da un giro, sube la apuesta y multiplica el terror hasta dejar sin respiración al espectador. En Actividad paranormal el camino está lleno de intensos momentos de terror, pero el final no asusta, ni inquieta; ni siquiera preocupa, más bien deja indiferente al espectador. En todo caso los méritos reales del terror que produce la película podrían hallarse por la noche, cuando cada espectador vuelva a su casa, apague las luces, se meta en la cama y se disponga a dormir. En ese momento, en el que queremos creer que no hay ente alguno acechando nuestros sueños para convertirlos en una verdadera pesadilla.
Esta pelicula de terror fue escrita y dirigida por Oren Peli, en el año 2007, con un presupuesto ridiculo de 15.000 dolares. Filmada en solo 7 dias, eligio dos personas que hacen de si mismos y utilizo su propia casa como unico escenario. Paramount Pictures compro este film con la idea de rehacerlo con un mayor presupuesto, pero finalmente decidio estrenarlo como fue originalmente realizado. El Estudio organizo una funcion con publico y filmo con camaras ocultas infrarrojas las reacciones de la gente mientras miraban la pelicula. Este material luego fue transformado en un Trailer (verlo abajo), el cual se convirtio en furor en Internet. Gracias a ese rumor que se genero, Paramount estreno el film en muy pocos cines, ubicados cerca de Campus de Colegios (solo en funcion trasnoche), apuntando a un publico adolescente. La pelicula comenzo a tener muy buen "boca a boca" y el promedio por sala de espectadores supero todos los pronosticos. Como el publico comenzo a reclamar que el film se estrenase en todo Estados Unidos, Paramount creo una pagina web en donde se comprometia a estrenarlo en todo el pais, siempre y cuando hubiera 1.000.000 de hits en la web solicitando dicho estreno. En pocos dias se llego a este numero y el film finalmente se estreno en todo Estados Unidos, donde se convirtio en uno de los estrenos que mas recaudo en esas semanas. Metiendome en la pelicula, aclaro que odio el cine de Terror. No disfruto asustarme ni pasarla mal pero, considerando todo esto que comento, me dio mucha intriga ver esta pelicula. A la hora de verla, preferi hacerlo de noche y con las luces apagadas para crear el "clima" y sin dudas recomiendo verla asi. Arranca "agradeciendo a la familia de Micah y Katie y a la Policia por facilitar el material", lo que ya da indicio que no va a terminar bien. Con el mismo estilo de "Blair Witch Project" o "Cloverfield", el film tiene formato "video casero" en donde se filma todo lo que pasa, ya sea interesante o no. Esto genera un clima muy real. A pesar que casi toda la pelicula muestra solo a Micah y Katie, en ningun momento uno pierde interes gracias a las buenas actuaciones de ellos. El clima tenso va aumentando de a poco, con escasos recursos y sin musica se van generando momentos de suspenso impresionantes. No es un film que recurra al susto facil o desagradable, sino que va insinuando que algo pasa y utiliza cosas simples, ya sea un ruido, una puerta que se mueve o una sombra para crear suspenso. Los efectos logrados son impecables y mas de una vez uno se pregunta "como hicieron eso?". Las escenas nocturnas en el dormitorio, en donde la camara queda fija en un tripode filmando a la pareja mientras duerme, son las mas impresionantes. Cada noche que va pasando se sufre mas que la anterior y el solo saber que se acerca otra noche te pone "piel de gallina". Supuestamente este film tuvo varias versiones o cortes a lo largo de estos años, pero no se me ocurre un mejor final que este. Quizas sea que nunca veo cine de terror, pero me parecio realmente perturbadora. Hoy no creo que duerma bien.
Mirala solo Está bien que se viene un cine de terror en donde se trata de asustar sin sangre, sin escenas fuertes, sólo con la sugerencia. Pero la verdad es que Actividad Paranormal directamente escaseó en los recursos de miedo. Los primeros 45 minutos se pasan sin que nada de nada suceda. Además, las malísimas interpretaciones de estos actorcillos la verdad que no convencen. En ninguna cabeza cabe que un supuesto demonio te haya perseguido toda tu vida y durante el transcurso del día todo sea normalidad o incluso, en algunos casos se mofan de lo que pasó durante la noche. Dicen que esta película fue hecha con muy poco preseupuesto y grabada en sólo siete días. La verdad: se nota. Porque no evitan que uno como espectador piense que esos efectos de la puerta que se cierra sola, la luz que se prende o el vientito que mueve las sábanas son muy truchos. Actividad Paranormal es un clásico ejemplo de cómo se pueden recaudar millones con una película de un guión flojo, una sola cámara, sólo tres actores, muy poca plata; sólo por contar con una muy buena movida publicitaria. No se engañen, el trailler sólo muestra de cómo se asustó la gente por lo mala que es esta película.
Highlights del horror La crítica de una película debe incluir elementos que el espectador pueda luego enfrentar con lo que ve en pantalla, algún análisis que se pueda ratificar o cuestionar frente a la obra en cuestión. Las sensaciones no valen en este sentido. Que un film sea entretenido o soporífero es un asunto puramente subjetivo: ante la misma proyección alguien puede aproximarse al éxtasis mientras el espectador de la butaca de al lado se rinde ante el sueño. Lo mismo ocurre con otra sensación que le dio nombre a todo un género: el horror. Sostener entonces que Actividad paranormal es buena porque asusta, o porque inquieta a posteriori, cuando se llega a la cotidianeidad del hogar, no tiene gran asidero y no debería justificar por sí solo la valoración de la película. Aunque apele a temores muy extendidos (lo sobrenatural, la oscuridad, los silencios, los sonidos desconocidos) no hay miedos universales, por lo que la subjetividad sigue jugando un papel decisivo. El ignoto Oren Peli eligió para su ópera prima un recurso que se hizo frecuente en los últimos años: el found footage o grabaciones encontradas. No redundaré en cuestiones generales al respecto (como el innecesario giro del género hacia el verismo), que ya han sido abordadas en una serie de entradas de este blog. Tampoco me detendré en la historia detrás de la película, una aburrida sucesión de rumores más o menos confirmados acerca de cómo una producción de 15 mil dólares ya lleva recaudados más de 110 millones [1]. Mejor centrarse en la película, en sus (pocos) aciertos y (muchos) errores. Actividad paranormal tiene un gran mérito, acaso el único, en la construcción del plano fijo del dormitorio, lugar inevitable de descanso donde la indefensión es casi absoluta. Se trata de la imagen que abre este post, la del afiche y casi la única utilizada para promocionar la película. Ese encuadre, en tono azulado, obliga a estar atento a dos posibles frentes de acción, por lo que no arrastra una significación a priori. Por un lado la enorme cama donde duerme la pareja; por otro la puerta, abierta hacia el fuera de campo. Esa composición será exprimida hasta el paroxismo en los ochenta y pico de minutos, al punto de que casi todo lo relevante ocurrirá allí. Y aquí aparece uno de los problemas. Porque la película de Peli no es más que los highlights del horror, un resumen con los momentos culminantes de los veintipico de días en que la pareja convivió con un inquilino tan indeseado como científicamente inexplicable. El recurso atenta contra la progresión dramática y la sorpresa: pasados los primeros minutos el espectador ya se acomodó y sabe qué esperar de cada escena. Sólo cuando se apaga la luz aparecen los fantasmas. El otro gran inconveniente es la construcción de los personajes. La película los necesita tontos, carentes de sentido común. Una primera defensa ante el temor, reacción casi instintiva, es encender una luz. Otra es buscar compañía. Pero si Katie y Micah lo hicieran el misterio de desvanecería. Tampoco está justificado -aunque se esboza algún endeble motivo- por qué deciden quedarse en la casa. O por qué no contactan a otro profesional cuando se enteran de que el que buscaban está de viaje. Así, Actividad paranormal no es más que otra campaña de marketing, comercialmente exitosa (dentro del género, quizá la más exitosa desde aquel chasco conocido como El proyecto Blair Witch) pero de escasa relevancia en términos cinematográficos. Encerrado entre remakes de diversos orígenes y exhibiciones pornográficas de la tortura, el género -como si fuera una de esas scream queens de décadas más gloriosas- pide a gritos una renovación. Este no parece ser el camino. [1] Los interesados pueden leer al respecto una nota de Mariano Kairuz en el suplemento Radar de Página /12 que cuenta cómo la marca Steven Spielberg resultó descisiva para el éxito del proyecto.
Cuando se apaga la luz Una pareja se muda a su nueva casa en San Diego, California. Ella habla todo el tiempo de presencias malignas que la acosan desde nena y el no tiene mejor idea que comprarse una camara de video y dejarla prendida todo el tiempo, incluso cuando duermen, a ver si filma al fantasma. Resulta que ¡si hay un fantasma mala onda! Pinta un espiritista quién, rápidamente, comprende que en ese lugar está todo mal y se las toma al toque de haber llegado. Se pudre todo cuando el flaco se compra un tablero ouija para invocar al espiritú maligno a ver que onda y….bueh, hay que verla. Es la peli número en EE.UU este año y costó dos mangos. Muy parecida en todo a “El proyecto Blair Witch” (se la afanaron, bah) , esta peli también se ufana (¡cuack!) de estar supuestamente “basada en hechos reales”. Es medio bodrio, pero zafa en los últimos veinte minutos, cuando se pone todo muy feo de verdad y se te aflojan los esfinteres de manera notable. La última escena la re escribió Steven Spielberg en persona, la original no le gustaba nada. ¡Mamita, no apagués la luz, por favor!
VideoComentario (ver link).
Hay películas que llegan atascadas en un embotellamiento de marketing. Se habla demasiado de ellas, se pierden en el tráfico mediático y al rato son olvidadas para dejar paso al nuevo fenómeno. Para vender Actividad Paranormal (Paranormal Activity) se insistió con su proeza de haber recaudado más de 80 millones de dólares (solo en Estados Unidos) cuando apenas había costado 15 mil. Muchos sospecharon de esta estrategia y se apuraron a colgarle el cartel de “Alerta: fraude”. Y así es como nos acercamos a la película, picados por la curiosidad y a la vez armados de impaciencia y desconfianza. Lo bueno del tiempo es que ayuda a aplacar esas prevenciones, y uno puede rescatar la obra por lo que genuinamente es: una humilde película de terror que se presenta como filmación casera, con un par de hallazgos interesantes. No, por supuesto que no es Sexto Sentido, ni Poltergeist, ni El Ente, ni se puede comparar con Blair Witch Project, por nombrar solo algunos títulos afines. Actividad Paranormal falla en varios niveles, empezando por la pareja protagonista y su inverosímil terquedad: ¿por qué no abandonan esa casa cuando ya hay pruebas suficientes de que corren serio peligro? La explicación es que el “espíritu maligno” (o como quieran llamarlo) perseguirá a la muchacha dondequiera que ella vaya, y es por eso que su novio propone filmarla por las noches, durante el sueño, para comprender qué pasa y enfrentar esa amenaza de una vez y para siempre. Lástima que el novio no hace mucho más que sostener la cámara y mascar ironías ante la angustia de su chica. Es un tonto importante. Pero dejemos todo esto de lado, por un momento, para observar las escenas del dormitorio, en las que figura un reloj contador en el rincón inferior derecho de la pantalla. Sabemos entonces que el editor decidió adelantar las imágenes, acelerarlas, para detenerse solo en los instantes significativos, los que encierran algo raro, ambiguo. En esos segundos, el film concentra y potencia al máximo nuestra atención, nuestros nervios, el deseo de ver. Todo lo que allí sucede, en campo y fuera de campo, forma parte del misterio, sin trucos disuasorios. En este aspecto, la película parecería declararle la guerra al llamado “golpe de efecto”, ese tramposo efecto-sorpresa (sonoro, visual, o ambos) que asusta y manipula pero no necesariamente narra, un recurso que el género ha exprimido al punto de agotar sus primitivas delicias.* En medio del matorral gobernado por la obscenidad redundante (El juego del miedo), los cruces inocuos de ficción y documento (Contactos del cuarto tipo/ The fourth kind, que se estrena esta semana) y el efectismo remolón (Los extraños), el film de Oren Peli encuentra un pequeño espacio para respetar el miedo. Por unos instantes, el mundo se reduce a una cama, dos personas que duermen y una puerta abierta. Nuestros ojos se amilanan frente a ese cuadro tan común y cotidiano, y al mismo tiempo se mueren por saber y escanean la pantalla con desesperación para dar con algún signo, cualquier indicio que confirme (o desmienta) que ese otro lado de lo real es posible. Doble ejercicio para la mirada y los oídos: depuración para apreciar lo mínimo; musculación para alcanzar lo que aún no conocemos pero necesitamos ver. Mientras una película se preocupe por sostener esa gimnasia, el cine seguirá vivo. Actividad Paranormal acaba de salir en DVD, editado por AVH.
Una joven pareja mudada hace poco a una gran casa de dos pisos y con varias habitaciones, debe sufrir los ataques de un ser extrasensorial que habita el lugar junto con ellos. Sin embargo, ante la consulta con un medium, descubren que no es el lugar el que está "embrujado", sino que es la joven la que acarrea consigo una conexión con una especie de espíritu maligno. Ante tal circunstancia, el joven decide comprar una cámara para lograr captar al fantasma y ver cómo neutralizarlo. Es esa cámara la que se convertirá en la encargada de que, como espectadores, veamos todo lo que les sucede y se convierta, entonces, en el filme mismo. Rodada con una única cámara, en una casa y con tan sólo 11.000 dólares de presupuesto, “Paranormal activity” disfruta de una carrera comercial meteórica desde el mismo momento en que el producto contó con el consentimiento de Steven Spielberg, que vio el filme y se entusiasmó, ayudando a que éste se estrenara. El resultado ha sido contundente: número 1 en la taquilla norteamericana. Al mejor estilo "Blair witch project", el formato cuasi real resulta, por un lado, afortunado, dado que genera mucha tensión el uso de la cámara en mano en momentos críticos, además de ese look de registro casero de la realidad; y por otro lado, un desacierto, dado que es algo monótono el devenir de la película, pues durante toda la historia son pocos los momentos en los que se producen las espantosas apariciones, afectando al ritmo de la misma. Eso sí, cuando aparecen, lo hacen contundentemente, sacudiendo - en cuentagotas - al espectador. Resultado: más marketing que buena película...
Si sos una persona afecta a las películas de terror extremo seguramente Actividad paranormal no te va a gustar ni un poquito. Es un film filmado con cámara en mano desde el primer minuto hasta el último, recurso usado cada vez más desde aquel proyecto blairwitch que tanto pegó. A mí particularmente es un recurso que me molesta un poco pero mentiría si les dijera que acá no está bastante justificado, porque le da ese toque de documento como aquellos que uno ve en el canal Infinito. Juega psicológicamente con los que somos más bien cobardones a estar todo el tiempo tensos a la espera de alguna caripela que nos sorprenda como esos videos poco chistosos que hay en youtube- anécdota aparte, mi pobre hija estuvo casi dos noches sin dormir porque un gracioso colgó uno de esos al final de un capítulo de Bob Esponja, creo que se le deben haber caído las orejas de lo mucho que lo maldije-. La historia nos muestra una parejita joven que desde el vamos interpretamos que vienen sintiendo ruidos extraños en la casa sobretodo de noche. Micah, el hombre de la casa, decide comprar entonces una cámara para registrar todo lo que les pase. No es un tipo que se lo tome muy seriamente pero siente que esa es la única manera de apoyar a su asustadiza mujer que según parece desde pequeña ya hay algo que la persigue. Y digo parece porque el film es ese, el parece que... no tiene un argumento por el cual podamos conocer los porqués, los qué o los comos de lo que sucede, se nos tiran indirectas, indicios y lo único que poseemos es ese testimonio gráfico. La peli está bien hecha desde lo visual, la casa en la que suceden los hechos es la del propio director- bonita por cierto- sin iluminación específica, tampoco la de los actores que bastante naturalmente se mueven en la historia. Pero el film se torna un tanto lento, por momentos parece que nada va a pasar, pero los pocos toquecitos de susto están bien armados como para irse uno a dormir un tanto paranoico. De hecho hay una escena que refleja el miedo de muchos con respecto a las apariciones, después si la ven o la vieron me cuentan a ver cuál les parece que es. El film dirigido por Oren Peli, tenía otro final que fue cambiado, dicen, por sugerencia del propio Steven Spieldberg, un final que lamentablemente por leer comentarios de la peli yo ya sabía de antemano y la verdad que no sé si me gustó tanto, un final más bien abrupto y soso. Balance: Es una película lenta, sin un argumento sólido, que asusta de a momentos si sos medio gallinacea. como esta que escribe. Que no en vano tiene momentos de tensión bien logrados pero que deja con ganas de unas cuantas resoluciones que faltan (la foto, la tabla de Ouija, etc). Supuestamente basada en un hecho real que vivió un parapsicólogo famoso que no recuerdo el nombre que participó como asesor del film. Sin embargo el único hecho verídico que dió idea a la realización del film, según el propio director, es una caja de detergente que una vez vio cómo se caía de una estantería y que fue a parar varios improbables metros lejos de donde estaba parado. Para verla cuando salga en DVD.
El que vigila desde el umbral La información de prensa que se hizo circular cuenta algunos de las reacciones que provocó esta película antes de ser estrenada. Al parecer, cuando se proyectó por primera vez en una avant-premiere, muchos espectadores huyeron de la sala, y no precisamente por aburrimiento. Steven Spielberg recibió una copia de la película y cuenta que mientras la miraba ocurrieron cosas extrañas en su casa, por lo que al día siguiente devolvió el dvd a Dreamworks envuelto en una bolsa de basura, ya que estaba seguro de que la copia que le habían dado estaba “embrujada”. Ante todo, una aclaración. Hay distintas versiones –al menos dos-, y la que circula en internet es una bastante distinta de la que hoy se proyecta en las salas. La que se puede ver en el cine es una reedición propuesta por Spielberg; tiene unos cuantos agregados, arreglos visuales y de sonido y un final completamente distinto –y mucho mejor-, y por cierto los cambios que propuso Spielberg le aportan mayor interés, intensidad y dinamismo a la película, al punto que las valoraciones de una y otra deberían ser sustancialmente diferentes. Si bien los hechos precedentes a la exhibición parecen ser parte de una inteligente campaña de marketing, también es creíble que tengan algo de verdadero. Y es que Actividad paranormal es una película sumamente inquietante, ingeniosamente concebida y afirmada en un horror psicológico y sugerido que la vuelve poco tolerable para muchos. Otra vez nos encontramos con un terror de bajísimo presupuesto –11 mil dólares es la cifra difundida- filmado con cámara al hombro y con intenciones de realismo, y que entra en la archivisitada categoría de “falso documental”. El género la conoce desde hace años: Holocausto caníbal (1980) -una obra abominable en todo sentido- fue algo así como una temprana precursora, y un par de décadas después hubo sucesivas revisitas: La cinta Mc Pherson, El proyecto Blair Witch, REC (y su remake Cuarentena), Cloverfield, El diario de los muertos. El mayor acierto del director debutante Oren Peli ha sido el de llevar la acción a un registro cotidiano, sin nunca salir de la casa en la que convive la pareja protagonista y de centrar la acción en un dormitorio, el mismo en que ellos duermen y donde es registrada la actividad paranormal del título. Como en varias películas asiáticas recientes, se aborda a los personajes en su momento de mayor vulnerabilidad, lográndose una identificación inconsciente y atávica debido a las injustas amenazas que se ciernen sobre ellos. Hay también un loable respeto por la lógica interna: un psíquico habla con ellos al comienzo y les da algunas pautas de comportamiento del ente acosador en cuestión. Estos elementos, aunque parecen ser olvidados por la pareja protagonista –y por unos cuantos espectadores- se cumplen y explican el desempeño posterior del monstruo. Quizá lo único reprobable sea la reacción que los personajes tienen a lo largo del metraje: es un tanto desmesurada la inmadura fascinación del protagonista -“que cosas tan cool que están pasando”- y no es creíble la decisión de ambos de marcharse de la casa justo al final, cuando cualquier persona del mundo lo hubiera hecho mucho antes. Pero también es cierto que si esto último sucediera, no tendríamos película.
Actividad paranormal es un experimento barato y simple del director debutante Oren Peli, que logró un fabuloso éxito de taquilla y gastó 15 mil dólares en los 10 días que duró la filmación. Con el obvio antecedente de El proyecto Blair Witch (Daniel Myrick y Eduardo Sánchez, 1999), la idea basal del filme es el registro de actividades paranormales con una cámara casera en la casa que habita la pareja protagónica. Las razones por las cuales la producción no costó mucho dinero son muy sencillas: el elenco es de cinco actores (dos de los cuales ocupan la pantalla durante el 95% del metraje), la locación única es una casa, el tratamiento de imagen no es importante por la excusa de la cámara casera. Y si se filmó en tan sólo diez días es también por una sencilla razón: no hay demasiado qué contar. Durante el "desarrollo" de la trama nos enteramos de que la chica ha sufrido el acoso de voces y presencias sobrenaturales desde pequeña y estas parecen estar persiguiéndola. Su valiente novio, entre porfiado y descreído, deja su trabajo para dedicarse exclusivamente a investigar los sucesos, cámara y micrófonos profesionales mediante. Entonces, todo nuestro contacto con la narración es el caprichoso registro de tomas, primero de los preparativos de la grabación -en que se van presentando los personajes y sus historias- y luego de los registros mientras ellos duermen que, atinadamente, el director nos muestra en "fast forward" con la hora de grabación en pantalla para que el espectador no se pierda. Lo curioso del filme es que, en parte, es más interesante ver como estos dos poco interesantes personajes hablan de estupideces mientras una cocina y el otro lo filma que ver como los numeritos se adelantan rápido y, de repente, se escucha un ruido sordo del otro lado de la casa. Cuando la acción comienza, la película se hace más aburrida. Y si bien todo filme de terror -con música, con climas, con el propio andar y la experiencia del espectador, que ya sabe que el pobre muchacho negro que hacía chistes al principio se va a morir primero que nadie- nos anticipa claramente que se viene un "susto", en Actividad paranormal, todo es demasiado previsible y el susto casi nunca está a la altura de tamaña evidencia. La construcción de los personajes también es bastante pobre: el muchacho entiende perfectamente que en su casa hay espíritus, demonios o algo similar, y entonces decide enfrentarlos. ¿Cómo? A los gritos, a las piñas, como sea. Algo no cierra. El filme tiene un final alternativo al que se ve en las pantallas argentinas. Ambos son muy similares, pero contados de distinto modo. De todas maneras, ningún final, por bueno que sea, sería capaz de levantar esta farsa. Lo único bueno es que termina... Y eso que no dura ni una hora y media.