Todos sabemos lo patriotas que son nuestros vecinos del norte cuando se habla de películas bélicas. Ya sea contando un poco de historia (Pearl Harbor), imaginando invasiones alienígenas (Día de la Independencia), o contando historias de superación personal (Nacido el 4 de Julio, Hombres de Honor). Pero, ¿qué pasa cuando intentan justificar sus actos mediante un reflejo en una situación actual? Suena un poco rebuscada la frase, pero imaginen: EU invadió Afganistán en la justificación de destruir las armas químicas que poseían. Ahora imaginen que Corea del Norte, en una especie de golpe de estado, decide invadir los EU sin previo aviso, tomando el poder en las calles y sembrando el pánico. Una situación que podría darse con la tensión política actual y que, sin embargo, pasa de ser un conflicto mundial a una escala local. Y es que, Jed Eckert (un acartonado Chris Hemsworth) es un soldado que no encuentra su lugar después de regresar de la guerra de Irak. Su incomprendido hermano Matt (Josh Peck, a quien por cierto no le sentó nada bien bajar tanto de peso), sólo tiene problemas con él. Y un día cualqueira, comienzan a llover paracaídas del cielo con soldados orientales que comienzan a capturar a la gente y a matar a quienes se le resistan. Obvio, el espíritu de libertad está presente, y formando una pequeña guerrilla, Matt y Jed, con otros amigos, forman una resistencia que se hace llamar "The Wolverines" y crean disturbios con tal de vengar las muertes de unos seres queridos. Es totalmente una película de acción, y como tal, no esperen muchos diálogos ni justificación de acciones. Todos saben hacer acrobacias, todos esquivan balas y siempre salen bien librados. El típico giro del final está presente y obvio, dejan abierto el final para una posible secuela. Sin embargo, nada funciona bien aquí. Nunca hay empatía con los rebeldes. Nunca hay justificación de invasión y curiosamente, nunca hay intervención del ejército del país. Todo depende de los atontados jóvenes enamorados que se guían por sus sentimientos, y en una historia que pudo haber resultado en una mejor película de acción, termina por volverse completamente aburrida, predecible y sin sentido. Ni los nombres del cartel bastan para hacer un producto más atractivo para las audiencias. Olvidable de pies a cabeza. Dirigida por Dan Bradley (debut en la silla grande), si la ven en cartelera o en su videoclub más cercano, huyan de ella!
Amanecer rojo, atardecer ridículo Esta remake de aquella película protagonizada por Patrick Swayze en los ´80 no hace más que jugar con las incongruencias de su patético guión intentando camuflar dichas fallas con la acción y los tiros que ocupan gran parte del film. Estados Unidos, de buenas a primeras despierta con la invasión inusitada de Corea del Norte, cuyos soldados (si se los puede llamar así) arman una batahola importante capturando curiosamente a ciudadanos tanto de alto rango jerárquico como a personas cualunques (a estas últimas como si fuese al azar, mientras otras almuerzan o toman un café mansamente en algún Subway, por ejemplo). Pero, para complicación de los norcoreanos, Chris Hemsworth, un marine que supo estar en la guerra de Irak, lidera y construye un mini ejército conformado por su hermano (Josh Peck) y un puñadito de jovencitos inexpertos que nunca en su vida han tomado un arma más que virtualmente en alguna edición de Call of Duty. Red Dawn tiene un arranque agradable, con bastante dinámica y fuerza. Casi que los primeros treinta minutos se pasan bastante rápido y permiten mantener al espectador, dentro de todo, enfocado. Pero a partir de allí, la cinta empieza a tornarse cada vez más sentimentalista, cursi y, especialmente, ridícula. La forma en que estos chicos se desenvuelven ante adversarios que pueden considerarse como expertos en materia militar es extremadamente inverosímil, incoherente y absurda. Las trampas que le juegan para robarle sus armas o sumar puntos en la batalla son más similares a un juego de niños de 10 años que a un enfrentamiento de tamaña peligrosidad. Además, tras un “training” de pocos días, los novatos parecen manejar el armamento mejor que cualquier caudillo experimentado; ni que hablar de sus “habilidades” para fabricar y detonar bombas a tiempo. Lamentablemente, el film transita sin ton ni son, sin vueltas de tuerca ni sucesos impredecibles y hasta parece que su hora y media aproximada de duración se hace interminable y tediosa para el público. Para colmo, el final se presenta simulando conllevar una secuela. LO MEJOR: los primeros treinta minutos. Alguna que otra maniobra de acción de Chris Hemsworth. LO PEOR: los 60 minutos restantes. Predecible, termina aburriendo y haciéndonos desear el desenlace de una buena vez. PUNTAJE: 2,5
Amenaza roja es ideal si andás con ganas de comer pochoclo acompañado de mucho ruido, acción y poca trama. El ochenta por ciento de las escenas que conforman la película son de pura acción, sumamente adrenalínicas y repletas de persecuciones, choques, tiros, explosiones, matanzas, acción, etc., etc., que para satisfacción del...
Guerra, Patria y familia La película muestra la invasión de un grupo norcoreano a un pueblo de los Estados Unidos y se transforma en la nueva amenaza para la humanidad. El film es una remake de la película que John Milius dirigió en 1984 con Patrick Swayze, Charlie Sheen y C. Thomas Howell. Amenaza Roja combina sus aristas bélicas con patriotismo y familia, pero no deja de ser un rutinario relato de acción en el que dos hermanos, un marine (Chris Hemsworth, el actor de Thor) que participó en Irak y ahora regresa a su hogar, y un incauto adolescente (Josh Peck), que se ponen al frente de un grupo de chicos inexpertos para "mojarle" la oreja al enemigo. En su camino hacia la violencia conocerán entonces el valor de la unión, la traición y el peligro constante para defender su tierra. La película falla en el cambio brusco que atraviesan los personajes: chicos de pueblo que prefieren las salidas nocturnas y que, entrenamiento mediante, se convierten en combatientes que no dudan en apretar el gatillo. A eso se suma la moralina familiar que acompaña la acción (frases rimbombantes y un padre policía eliminado frentre a sus hijos) y un villano de cartón que intenta ser más malo de lo que parece. La secuencias de acción son correctas y al frente de las balas se coloca un elenco de jóvenes intérpretes como Josh Hutcherson, el mismo de Los juegos del hambre y Adrianne Palicki. El resto no ofrece sorpresas ni adrenalina. Lo mejor recae en la secuencia de la caída de soldados en paracaídas y las persecuciones automovilísticas. Y como de Hollywood se trata, los conocimientos, la experiencia y el liderazgo amenazan con una continuación.
Partisanos y milicianos. Cuesta creerlo pero finalmente Hollywood nos ofrece una remake de Amanecer Rojo (Red Dawn, 1984), circunstancia que pone al descubierto el fetiche para con el refritar todo lo que demostró funcionar en taquilla, por más que estemos hablando de un producto original mediocre, anacrónico y “exitoso” tres décadas atrás. Por supuesto que la jugada genera una bazofia aún mayor que la anterior y apenas si nos sirve para señalar las pocas luces de los popes de la industria y su nula capacidad de predicción artística y/ o sentido común; como si en la actualidad alguien realmente se pudiese entusiasmar, teniendo la edad mental de un adulto promedio, ante la tontería fascistoide de una invasión comunista a Estados Unidos...
No es parodia... pero parece Esta remake del film homónimo de 1984 dirigido por John Milius (sobre una invasión soviética con ayuda cubana y nicaragüense) es tan mala que por momentos genera ternura, su propuesta es tan burda que resulta involuntariamente graciosa, como si fuese algo así como una parodia a-la-Capusotto de una película bélica. Ya el punto de partida de esta nueva versión es inverosímil: los norcoreanos invaden un pueblo de los Estados Unidos (como si fuera tan fácil… y encima el resto del país ni siquiera acude a su ayuda) y son dos hermanos –que ven cómo su padre es asesinado a sangre fría por un sádico militar del ejército extranjero– quienes liderarán la resistencia al mando de un grupo de inexpertos jovencitos. Los protagonistas (¡que ni siquiera se parecen entre sí!, uno es grandote y rubio y el otro bastante petiso y morocho) demostrarán su valentía en una película que parte de la paranoia social y termina exaltando el patrioterismo (banderas flameando, discursos chauvinistas). Berretada ochentista reciclada para la ocasión (hay algo del espíritu de Rocky mezclado con el cine de John Carpenter, pero a años luz de ambos referentes), Amenaza roja sería -con suerte- un directo a video si no tuviese como uno de los héroes al galán Chris “Thor” Hemsworth. Por lo demás, más allá de cierto “profesionalismo” en sus escenas de acción, esta ópera prima de Dan Bradley (veterano doble de riesgo) es absolutamente prescindible y descartable.
La crítica destrozó Amenaza roja acusándola de patriotera, solemne y de tener una visión del mundo chata y estereotipada. Sin embargo, el peor pecado de la película del ignoto Dan Bradley no es el intento de producir una forzada épica norteamericana sino, muy al contrario, su falta absoluta de imaginación. Es que lo mejor de Amenaza roja ni siquiera le pertenece a la película: esta es una remake de la Red Dawn de 1984 dirigida por John Milius en la que se proponía un escenario alternativo con Estados Unidos siendo invadido por Rusia y sus aliados. Esa consigna, ajustada al mapa político actual, pide una mínima capacidad de juego y de riesgo que Amenaza roja no posee. La remake realiza un enroque previsible (salen los rusos, cubanos y nicaragüenses y entra Corea del Norte) y se dedica a confeccionar una gesta estadounidense en el que todos los personajes habrán de cumplir un rol preciso en pos de la defensa nacional: el rebelde, el egoísta, el que se sacrifica, el líder; cada uno cuenta solo con los atributos indispensables para echar a andar el mecanismo discursivo de la película, nunca existen como criaturas más o menos creíbles. El guión somete a los chicos devenidos soldados de ocasión a un entrenamiento militar dictado por un marine recién llegado de Irak (Chris Hemsworth) y lo hace en apenas unos pocos planos rápidos, perdiendo así la oportunidad de retratar la violencia de aprendizaje y el cambio: la película muta rápidamente de un film adolescente promedio a un relato bélico y de supervivencia pasando por alto la transformación. En poco tiempo, el improvisado grupo se convierte en un comando de elite capaz de poner en jaque toda la logística norcoreana, como si su pasado de estudiantes de secundaria un poco tontos ya hubiera quedado detrás de ellos. Por esto es que el tono exageradamente patriótico es el menor de los problemas de Amenaza roja, porque para apuntalar tamaño mensaje harían falta personajes de carne y hueso y no los monigotes narrativos que despliega el guión. En el fondo, el conflicto bélico es lo que menos importa: los norcoreanos existen como meros villanos estereotipados, y uno puede pensar en cualquier otra nación enemistada con Estados Unidos ocupando el mismo lugar sin problemas (de hecho, el país invasor iba a ser China hasta que el cálculo de las pérdidas en la taquilla oriental motivó un cambio de último minuto: Corea del Norte reemplazó a los chinos y una buena cantidad de imágenes ya filmadas fueron retocadas digitalmente). Como contrapartida, los personajes que sirven en fuerzas del orden como la policía o el ejército son presentados como héroes impolutos (quizás solo un poco ásperos, para mantenerse fiel al estilo american badass). Pero incluso en esos términos, la película se esfuerza por mostrarse políticamente correcta cuando pone a un marine oriental (un japonés). Así es que Amenaza roja nunca pasa de un ejercicio tosco de la ucronía en clave patriótica que, sin proponérselo, viene a romper un lugar común del progresismo cinematográfico: el peor Hollywood tiene tantas dificultades para representar al “otro” como a sí mismo y para imaginar mundos alternativos en general.
En 1984 luego de dirigir "Conan, El Bárbaro", el director y guionista John Milius estrenó una película que, quizás no tuvo el éxito de la anterior, pero captó la atención de algunos y también fue un muestrario de las estrellas jóvenes del momento, "Red Dawn". Ahí jovencísimos Patrick Swayze, Lea Thompson, C. Thomas Howell, Harry Dean Stanton, Charlie Sheen, y Jennifer Grey entre otros se armaban para combatir contra los soviéticos que iniciaban una Tercera Guerra Mundial invadiendo EE.UU. con la ayuda de Nicaragua y Cuba. Los ochenta fueron años propicios para este tipo de producciones en donde quedaba bien claro quién es el malo y quién el bueno; pero pese al mensaje había algo que las hacía como mínimo entretenidas, disfrutables, aunque no más sea por una cuestión de estilo y espíritu clase B. Hoy en día, Hollywood parece querer reafirmar nuevamente sus ideologías y encuentra el camino con reuniones como Los Indestructibles, o remakes como es el caso de "Amenaza Roja" que estuvo lista en 2009, pero que “por cuestiones políticas escabrosas” se estrenó recién el año pasado en EE.UU. y ahora en nuestro país. Aquellos nombres ahora son los de Chris Hemsworth (antes de Thor), Josh Peck, Josh Hutcherson, Adrianne Palicki, Isabelle Lucas y Connor Cruise; y la invasión no la lleva adelante la URSS sino Corea del Norte... con la ayuda de Rusia (porque el país se dividió pero la escoria parece que quedó ahí). Ya no se habla directamente de una Tercera Guerra Mundial pero el asunto es básicamente el mismo, jóvenes atrincherándose frente a la invasión extranjera, y aún así no es igual el resultado. Jed y Matt (Hemsworth y Peck) son hermanos, Jed regresa de combatir en Irak a su pueblo natal Spokane en Washington. En la noche hay un corte de luz general, y a la mañana el cielo se llena de aviones norcoreanos que invaden al país y terminan con el ejército en pocos pases. Algunos jóvenes del pueblo escapan y se refugian en una cabaña del bosque, pero como esto no es "Evil Dead" lo que sucederá es que, a partir de ahí se formarán (cuasi) militarmente y crearán un escuadrón civil llamado Wolverines que enfrentará a los malos. No vamos a analizar el mensaje directo, los errores históricos e iconográficos porque sería redundante y porque el espectador ya debería saber qué es lo que está por ver. Pero "Amenaza Roja" adolece de otras cuestiones. En tiempos en donde abundan las sagas teens como "Twilight", "Hunger Games", o "The Mortal Instruments", el film de Dan Bradley recae en ese estilo mezclado con el obligado bélico civil del asunto. Los personajes lucen desconcertados, erráticos y sin carisma, se intenta dar un progresismo dramático que es nulo. La historia avanza a ritmo de bombas y ataques y es ahí en donde nos fijamos en lo que antes no importaba, las balas no se acaban y los jóvenes aprender a usar armas como sí. Producto fallido por varias razones, Bradley le otorga algo de ritmo y vértigo, pero no alcanza a torcer el destino de su realización... "Amenaza Roja" es una muestra de que los buenos tiempos están lejos, y no es suficiente con traer otra vez el mismo argumento reemplazando rostros solamente..., hay algo del encanto que se perdió y no parece regresar, al menos si usamos no acertamos con el camino para refrescar esas ideas.
Una invasión a destiempo Si existía una dupla inseparable en el periodo que va de los sesenta hasta principio de los noventa era la palabra Roja acompañada de términos tales como Infierno, Amenaza, Invasión. La industria del cine en el sentido mas literal del vocablo nos enseñaba a través de sus inofensivas películas de acción que la amenaza estaba ahi, latente el comunismo como forma de vida. El fin de la propiedad privada, el avasallamiento de los derechos civiles, el fin mismo de la civilización tal cual la conocíamos. Para dar pelea a esa realidad se encontraba el héroe norteamericano, musculoso, aguerrido, dispuesto a todo por defender su bandera... incluso la muerte física (que no es nada para aquellos que se saben vivirán en la memoria de su patria). Dentro del marco histórico de la Guerra Fría y hasta la caída del muro de Berlín historias como la de Red Dawn original del director John Millius era una pieza más de ese engranaje de adiestramiento ideológico: en medio de una potencial Tercera Guerra Mundial la resistencia estaba en manos de un grupo de jovencitos que se convertirían en la reserva moral de la nación y por ende del mundo capitalista. Basta sólo con ver las imágenes del tráiler de la obra de Millius para entenderlo todo: jóvenes norteamericanos enfundados en camperas universitarias se dirigen hacia la cadena de comida rápida mas cercana, mientras que la amenaza empieza a desplegarse desde el cielo. Pronto las calles de los apacibles suburbios se ven pobladas de soviéticos que proceden a destruir el American Way of life. La resistencia estaba en manos de unos jóvenes que se oponían al régimen imperante (por aquel entonces Patrick Swayze, Charlie Sheen y compañía); pues bien, si esa propuesta hoy por hoy resulta totalmente ridícula e impensable sólo es posible de explicar enmarcándola en un marco fáctico histórico que hoy nos resulta ajeno. La remake que este año nos entrega Dan Bradley toma esa misma estructura situándola en nuestros días y les confía los roles protagónicos a Chris Hemsworth (Thor), Isabel Lucas (Inmortales), Josh Hutcherson (Los Juegos del Hambre) y Jeffrey Dean Morgan, que hacen lo que pueden con un guión que sólo adapta los hechos modificando la amenaza externa: antes eran soviéticos, cubanos y nicaragüenses y ahora norcoreanos, pero con una insensatez lindante con la inocencia más primaria. En la actualidad una antojadiza invasión norcoreana a Estados Unidos suena tan inverosímil como que la resistencia esté a cargo de un grupo de jóvenes, y más aún cuando los personajes son mostrados sin ningún tipo de desarrollo dramático que los haga medianamente creíbles. El resultado es un film que provoca risa y ternura en iguales proporciones por su planteo nacionalista lindante con el imaginario mas básico de la infancia. De la infancia norteamericana, claro está
Amenaza roja es la remake de un ícono del cine de acción que en 1984 terminó en el libro de los récords Guinness (Ver reseña). Un delirio total de Kevin Reynolds (el director de Robin Hood, príncipe de los ladrones) y John Millius (Conan, el bárbaro) que no dejó de ser un retrató de la paranoia que había por aquellos días en tiempos de la Guerra Fría. Algo notable es que a casi 30 años del estreno del film original todavía hay aparatos en la crítica de cine que le pegan a esta historia porque el conflicto "no es muy creíble". Es una maldita película de acción que juega con la idea de una Tercera Guerra Mundial, no un drama social de Ken Loach. No es tan difícil de entender. Qué importancia tiene si la trama que presenta nunca podría ocurrir en la vida real. Lo cierto es que esta nueva version no es tan terrible como habían anunciado en la prensa norteamericana. Tiene cosas que están mejor trabajadas que el film original y otras que no. Vamos con los aspectos positivos. El comienzo y la presentación del conflicto son mejores que la versión de 1984 porque nos permite conocer un poco más a los protagonistas antes de la guerra. La producción de John Millius no le daba tiempo al espectador a conectarse con los personajes principales y a los dos minutos del film estallaban los tiroteos y las masacres. Acá la relación de los hermanos Eckert está mucho mejor trabajada desde los aspectos emocionales y los actores Chris Hemsworth y Josh Peck en este punto hicieron un mejor trabajo que Patrick Swayze y Charlie Sheen. Aunque esto también fue responsabilidad de Millius que no le dió tanto espacio a la relación de los protagonistas. Por otra parte, los invasores, que en este caso provienen de Corea del Norte, fueron trabajados con mucha más dignidad que los acartonados comandos rusos y cubanos de la película anterior, que era impresentables. Los soldados coreanos acá no dan vergüenza ajena y fueron retratados con más seriedad. Las secuencias de acción están buenas y hay algunos giros sorpresivos en la trama que estuvieron muy bien ejecutados. Los elementos negativos. La gran decepción de esta película para mí es el lamentable trabajo que hicieron con los personajes femeninos, que además desperdiciaron la presencia de dos bellas actrices como Adrienne Palicki e Isabel Lucas. En el film original las protagonistas, Lea Thompson (Volver al futuro) y Jennifer Gray (Dirty Dancing) eran adolescentes comunes que vivían situaciones terribles y la guerra terminaba cambiando sus personalidades. Al final se convertían en mujeres guerrilleras que demostraban tener una fortaleza mayor a la de sus colegas masculinos. En la remake los principales personajes femeninos quedaron relegados a ser la novia de los protagonistas que siempre están en apuros. De terror. La película en términos generales es mucho menos oscura y deprimente que la original y por eso no está a la altura de la primera Red Dawn. El acto final desde un punto de vista argumental también es mucho más débil que la producción de los ´80. Más allá de estas cuestiones, dentro de todo se deja ver y los productores por suerte no cayeron en el patrioterismo barato que tuvo la reciente Ataque a la Casa Blanca, que tenía momentos completamente patéticos. El film de John Millius sigue siendo mejor pero la remake zafa y no es tan terrible.
Resistencia intolerante Si había algo de maravilloso que tenían las películas de invasiones extraterrestres de la década del ’50, era la vuelta de tuerca intergaláctica que utilizaban los relatos para hablar de la guerra fría. La amenaza que representaba la Unión Soviética para los Estados Unidos, estaba presente en tales producciones. Los “marcianos” eran los “rojos”, entiéndase comunistas, que venían a invadir con sus ideas y poner en crisis así, valores y tradiciones norteamericanas. Amenaza Roja (Red Dawn, 2012), es una remake del film homónimo de 1984, realizado en plena “era Reagan”. Época particular para el cine de Hollywood porque, el presidente republicano había denominado públicamente a la Unión Soviética como “el imperio maldito”, hecho que se vio reflejado en infinidad de films, ya no de ciencia ficción sino del género de acción, con colosos luciendo sus músculos y enormes armas enfrentándose a ejércitos enteros, sean de vietnamitas o rusos, según el caso. La pregunta del millón es ¿porqué hacer una remake hoy en día de Amenaza Roja? La respuesta que ya vimos reflejada este año en Ataque a la Casa Blanca (Olympus Has Fallen, 2013) parece continuar. Por un lado queda evidente la necesidad de los Estados Unidos de encontrar un enemigo para fortalecer su tan anacrónico patriotismo. Por el otro, mostrar su poder imperial y armamentista frente a cualquier otra nación que aspire a fortalecerse militarmente. Los últimos conflictos diplomáticos con Corea del Norte parecen ser la excusa perfecta para reflotar el odio rojo. Lo curioso –y predecible a la vez- sigue siendo que jamás se hace mención a la ideología en la película. Hollywood sigue apelando a un cine superficial, vacío de contenido e ideología, que recupera las formas del pasado para refritar discursos anacrónicos en el presente. Amenaza Roja habla de familia para referirse a la nación, de defenderse para justificar la política armamentista, y de banalidades cuando se le tiene que encontrar un sentido al sacrificio humano en una guerra. La película no es otra cosa que un film de reclutamiento liso y llano -y trillado-, con ideas viejas y ningún tipo elaboración de motivos que justifiquen lo que vemos en pantalla. Sigue la estructura de un film de invasión extraterrestre, con los norcoreanos cayendo del cielo literalmente (en paracaídas y disparando a la población). “No vienen en son de paz” falta decir, para entender porqué hay que aniquilarlos ni bien se pueda. Amenaza Roja se construye desde el ridículo como una fantasía beliciosa donde quedan en claro dos cuestiones: la intolerancia americana frente a cualquier tipo de organización social diferente al capitalismo, y que, llegado el caso, sus recursos de resistencia son tan criminales cómo los de cualquier terrorista.
Más entusiasmo que calidad Un marine vuelve de licencia a su pueblo natal, donde se reencuentra con sus familiares y con el grupo de amigos del que se había separado con los años. Jed, así se llama el recién llegado, carga con las cicatrices de la guerra, pero el destino le tiene deparada una sorpresa: su pueblo es el blanco inicial del ataque de un ejército invasor. Muy rápidamente, los ciudadanos se encuentran prisioneros en su propio hogar. Decididos a defenderse, el grupo de jóvenes que lidera Jed buscará refugio en los bosques aledaños, donde se entrenarán y comenzarán una guerra de guerrillas contra el enemigo norcoreano (que reemplaza a los soviéticos de la versión original de los años 80). Estrella de rostro inmutable Tiroteos, emboscadas y astucia son los elementos esenciales de esta trama, que no difiere demasiado de esas producciones a las que nos tiene acostumbrados el cine norteamericano dentro de esta temática, y así el film recorre con más entusiasmo que calidad el devenir de ese grupo guerrillero dispuesto a expulsar a los invasores o perder la vida en el intento. El director Dan Bradley se ajustó a un guión que repite situaciones y que trata de imprimir la necesaria acción para que la anécdota no decaiga, pero su propósito quedó a mitad de camino y no se aleja de lo que se puede adivinar en las primeras escenas. Chris Hemsworth ( Los vengadores, Blancanieves y el cazador ) intenta dar a su papel del atribulado soldado Jed la necesaria autoridad que merecía el personaje, pero poco es lo que logra con su rostro inmutable, mientras que sus compañeros de elenco se esfuerzan por lograr autenticidad en sus papeles. Por su parte, los rubros técnicos no aportan demasiada verosimilitud a este entramado, que apenas queda como un mero y repetitivo entretenimiento.
Terror político con cambio de enemigo El estreno de Amenaza roja, de Dan Bradley, justifica un ejercicio de memoria. En 1984, John Milius estrenó su película Amanecer rojo, rodada sobre un guión propio, en la que imaginaba una invasión de los ejércitos de Cuba y Nicaragua (con apoyo soviético) a suelo estadounidense. En ella un grupo de típicos adolescentes norteamericanos acababa convertido en un foco de resistencia armada, que de manera heroica conseguía jaquear al invasor. La película llevaba al extremo un recurso típico de los años ’80: poner a un grupo de chicos a vivir una aventura extraordinaria sólo que, a diferencia de Los Goonies o Cuenta conmigo, aquí la fantasía que le da pie es la del terror político, otro clásico ochentoso. Mientras eso ocurría en el cine, el ejército de EE.UU. llevaba tres años de operaciones en Nicaragua, lo que llevó al país centroamericano a iniciar un proceso judicial contra EE.UU. el mismo año que Milius estrenó su película. Dos años después se destapó el escándalo Irán-Contras, comprobándose que el gobierno estadounidense financiaba económica y militarmente a los opositores del sandinismo, desobedeciendo las resoluciones de la ONU y del propio Congreso. A partir de este caso, EE.UU. se convirtió en “el único país condenado por terrorismo en el Tribunal Internacional”, como afirma Noam Chomsky en su libro 11/09/2001, inédito en la Argentina. Desde el presente, aquella película resulta un ejemplo claro de cómo la industria del cine estadounidense funciona a veces como descarado aparato de propaganda. Considerado uno de los directores de segunda línea de la generación que hizo renacer el cine norteamericano en los ’70, con Coppola, Spielberg, Scorsese, Lucas y otros más a la cabeza, Milius no dudó en calificarse a sí mismo, en más de una ocasión, como un fascista zen, sea lo que sea que esto signifique. Cuesta hallar un motivo sensato para que en 2012 alguien haya creído que una película con estos antecedentes merecía una remake. Pero así es, y el dispositivo vuelve a ser puesto al servicio de una operación de terror puertas adentro, cambiando a los viejos enemigos –que demostraron estar muy lejos de ser la amenaza en que la película intentaba convertirlos– por uno nuevo: Corea del Norte. Amenaza roja es entonces una película de fantasmas (políticos) dirigida al adolescente globalizado, que actualiza con mucha torpeza los moldes y los ritmos narrativos en pos de un verosímil modelo siglo XXI. Entre sus burdos juegos simbólicos hay uno que llama la atención. Durante el inicio de la secuencia de la invasión coreana, sobre una repisa en la habitación del protagonista pueden verse dos muñequitos: uno personifica a Gandhi, el otro al Che Guevara. La escena dura segundos y los muñequitos se estremecen a causa de los temblores provocados por las explosiones enemigas. De entrada se avisa a los jóvenes que el idealismo que representan esos iconos no servirá para solucionar los problemas que vienen. Como en el original de Milius, quien además es miembro activo de la famosa Asociación Nacional del Rifle, las armas (que abundan) y un nacionalismo ciego encarnan la única solución posible. Sin elegancia alguna, la película de Bradley enaltece el ojo por ojo y los métodos “terroristas” que se critican a diario cuando son otros quienes los usan. Es difícil juzgar como cine lo que no es sino una nueva pieza de propaganda: lo confirma el plano final que, pletórico de barras y estrellas, arenga a golpear primero.
Un argumento, ridículo, chauvinista y anacrónico (de hecho se trata de una remake de un filme de los ochenta, filmado en plena guerra fría) que además tiene muy pocos rubros logrados. El elenco de jóvenes estrellas de madera terciada, esta liderado por Chris Hemsworth, muy incomodo en un papel que le resta puntos a sus interesantes interpretaciones en “Thor” o “Blancanieves y el cazador” Todo en el filme genera risas: el guion, las actuaciones, hasta las escenas de acción, dignas de una clase B ochentosa con destino de video. Es un filme que atrasa y que solo puede ser disfrutado, sabiendo que nunca, en ningún minuto del metraje, algo sonora creíble.
Película de patriotismo a ultranza, jugada como una remake de “Los jóvenes defensores”, donde soviéticos y cubanos invadían EEUU. Aquí, con la dirección de Dan Bradley, desaparecida la Unión Soviética, ahora son los norcoreanos los que invaden. La película fue filmada en el 2009 y en el original los invasores eran chinos. Razones de mercado hicieron necesario el cambio con la ayuda de las computadoras. Elemental y cuadrada, un grupito de chicos que inicia la resistencia se llama “los wolverins”, y claro, son los que triunfan. ¿Qué queda? Las escenas de acción.
Volvieron los 80´s!!! Estamos ante el remake de "Red Dawn" de 1984, filme que contaba cómo un grupo de jóvenes se levantaba en armas para defender a su pueblo de una invasión soviética. Esta nueva versión es aún más ridícula que la original, ya que veinte años después ciertos planteos resultan inverosímiles, hasta para una película de acción pochoclera. En esta ocasión, los malvados comunistas llegan de Corea del Norte, y a su tiempo reciben una "pequeña" ayudita de Rusia, como para no perder la costumbre. Todo comienza un viernes a la noche, durante un partido de football con porristas incluidas, para presentarnos, desde el comienzo, una hermosa imagen sobre cómo se vive en la tierra de la libertad. Pero la alegría dura poco, ya que a la mañana siguiente la pequeña ciudad es invadida por aire y tierra, por un enorme ejercito norcoreano. Los hermanos Jed y Matt Eckert (Chris Hemsworth y Josh Peck) logran huir hacia el campo, rescatando algunos amigos en el camino, y refugiándose en una cabaña. Luego de escapes, peleas, y discusiones, Jed -el hermano mayor y marine del ejercito-, se pone al mando de los jóvenes, y con discursos tan épicos como absurdos sobre el valor de la libertad, las responsabilidades y las decisiones difíciles, los convence de ofrecer resistencia al enemigo, y recuperar la ciudad. Así, mediante peroratas y entrenamientos, consigue en poco tiempo transformar a unos adolescentes insulsos en hábiles guerrilleros, que se hacen llamar "The wolverines". La película obviamente tiene muchísima acción, y muy buenos efectos especiales, pero el tono dramático en que es narrada la torna risible. Tantas escenas dramáticas mal actuadas, con llantos y demasiadas palabras inverosímiles sobre la lucha y la libertad, no solo no logran conmover, si no que hacen reir. "Amenaza Roja" está bien filmada, tiene buenas escenas de acción, pero el guión no hace más que caer en la ridiculez.
Una remake que sostiene el peso temático de la original y la supera por su concisión, pero pierde puntos por un abrupto desenlace. Enrique Pinti, en uno de sus muchos espectáculos, comentó que los argentinos no sabemos lo que es sufrir; que a pesar de nuestras múltiples tragedias (que Dios sabe hemos tenido y muchas), nosotros no sabemos lo que es abrir la ventana de tu casa y ver flameando la swastika, y ver aviones militares surcando el cielo, así como tanques por las calles. No por uno o dos días, sino por seis años. Antes que me caguen a pedos, déjenme pasárselos en limpio: Lo que el humorista seguramente habrá querido decir, es que cualquier país ha sufrido, en mayor o menor medida, ataques terroristas. Pero una invasión, eso es una tragedia de la cual pocos países pueden hablar. En 1984, en plena Guerra Fría, Kevin Reynolds (futuro director de Waterworld) y John Milius (guionista de Apocalypse Now y director de Conan el Barbaro), concibieron la siguiente premisa “¿Que tal si los conquistadores fuesen los conquistados?”. Partiendo de esta cuestión nace Red Dawn, una película que pone a unos chicos de secundario en la difícil posición de defender a la patria, a modo de guerrilla, de los ejércitos revolucionarios que vienen a invadirlos. El original tiene un fuerte tono militarista y es una de las películas más patrioteras que vi en mucho tiempo. Ahí hicieron su aparición Patrick Swayze y Jennifer Grey, pre-Dirty Dancing (Si, a mí también me sorprendió saber que fue acá donde se vieron las caras por primera vez y no en el bailongo); Charlie Sheen, pre-Wall Street; C. Thomas Howell, pre-películas de acción de clase B y Lea Thompson, pre-Mamá de Marty McFly. Irónicamente la remake que nos compete también lo integran actores en papeles previos a su ascenso al estrellato, ya que la película fue filmada y terminada en 2009; pero por los avatares económicos que castigaron por enésima vez a la MGM, no fue estrenada sino hasta el año pasado. Aquí tenemos a Chris Hemsworth, pre-Thor; Jeffrey Dean Morgan, pre-The Comedian; Isabel Lucas, la minita robot de Transformers 2; Adrianne Palicki, la Mujer Maravilla que pudo haber sido (Posta, esta pobre mina esta cagada por un tiranosaurio; proyecto que aparece, proyecto que no ve la luz del día o tarda eones en estrenarse) y Connor Cruise. Si, el retoño de Tom. Pero haciendo la data inútil a un lado, retomemos el tema. Estamos ante una de las pocas remakes que, aunque igualando el peso y el desarrollo temático de la original, supera a esta en lo que a términos de calidad y ritmo narrativo se refiere. Para mí, ojo, para mí. ¿Cómo está en el papel? La historia es así: Jed Eckert (Hemsworth) vuelve de la guerra a la Spokane que lo vio nacer, justo en el momento que su hermanito, Matt, pierde un partido de futbol americano. El bajón de esta derrota no se compara a lo que se encuentran a la mañana siguiente, cuando ven el cielo surcado por aviones del ejército norcoreano y paracaidistas del mismo ejército que ni bien pisan tierra empiezan a matar a todos. Previo secuestro ––y ejecución–– de los elementos que ellos consideran subversivos (los padres de los chicos), los muchachos quedan librados a su suerte, y bajo la tutela de Jed, conforman una guerrilla con miras a derribar a los invasores. El desarrollo del guion es muy conciso; a través de un muy buen uso de material de archivo nos metemos en el universo de la película sin dudar, sin preguntar, o crees o reventas. Todos los personajes tienen un pasado y hay dos claras intenciones temáticas: Por un lado, intenta aleccionarnos que parte de la victoria es sobrellevar la derrota. Por otro, que esa victoria es imposible, si no hay confianza y lealtad entre los miembros del grupo. El incuestionable patrioterismo que se esconde sutilmente en estas líneas se le puede perdonar, más que nada por la manera en que se desarrollan los objetivos emocionales de los personajes y como pasan al frente. La estructura de la película funciona como un cuidado mecanismo de relojería. Los puntos de giro surgen de manera orgánica y contundente, y las escenas que nos llevan de una punta a la otra se encadenan con mucho ritmo; no hay un solo momento de aburrimiento; hasta las escenas más emocionales tienen esta rapidez. Por desgracia esta película tiene un problema, y es que te da la sensación de que falta el tercer acto. O sea, ves la resolución del conflicto y aunque lo parece, no se siente como tal, y cuando crees que es un final falso que es solo el prologo al verdadero clímax, salen los títulos de crédito y quedas estupefacto preguntándote “¿Eso es todo?” ¿Cómo está en la pantalla? Mucha gente me ha hablado largo y tendido sobre Dan Bradley, que es uno de los mejores coordinadores de riesgo que hay, que es el mejor director de segunda unidad laburando en Hollywood, etc., etc., etc. y puedo ver el por que de tanto escándalo: Este caballero sabe dónde poner la cámara, sabe cuando moverla o cuando dejarla quieta, sabe cuando conviene lo estático y cuando lo quinético. Cabe destacar que es un hábil director de actores. No te digo que es Sam Mendes, pero las escenas que son mas dramáticas, donde se discuten los dilemas éticos y morales que enfrentan los personajes, traen resultados que enganchan tanto como cualquier escena de acción, que como es esperable en un tipo con los antecedentes de Bradley, son muy logradas. En el apartado actoral, todos los actores antes mencionados entregan interpretaciones a la medida. Aunque, cuando las papas queman, los que sobresalen, por su compostura, son Hemsworth, Chris Peck como su hermano y Jeffrey Dean Morgan. En lo que a Connor Cruise refiere, el muchacho no será Marlon Brando, pero dio un primer paso, por ínfimo que sea, hacia el camino correcto. Si se esmera puede ir mas allá de ser “El hijo de…” Las comparaciones son odiosas… pero en las remakes son inevitables. Las diferencias entre ambas versiones recaen en dos factores: ritmo y tono. La original aunque poseía un fuerte contenido temático, arrastraba bastante en lo narrativo en pos de mostrar la verosimilitud de la situación, trayendo como resultado que las dos horas de duración parece que fueran más. La remake, por otra parte, es más concisa, con menos de una hora y media, solo dos planos le bastan para establecer su verosímil: el de los aviones surcando el cielo y el plano general de un cuartel militar. Eso es todo. Las diferencias de tono recaen principalmente que en la primera los integrantes del grupo piensan directamente en las necesidades de la mayoría, sin mayores miramientos. Mientras que la remake hace un tira y afloje entre las necesidades de uno y las de la mayoría. Es precisamente este factor por el cual, para mí, esta remake supera al original. Porque de ocurrir esto en el mundo real, es bastante más probable que nos encontremos ––y vivamos situaciones similares–– a gente más parecida a la de la remake que a la de la original. En la original, el altruismo y las ganas de matar al enemigo surgen de entrada. La remake no vende eso, en la vida real, mas seguido que no, se llega al altruismo después de recorrer un largo sendero de egoísmo. En la original, estos muchachos, nenes de secundario, aprenden a manejar artillería pesada de la nada y donde apuntan, atinan. Acá, los guionistas se molestan en convertir a uno de los protagonistas en un veterano del ejército, quien los entrena en todo tipo de combates y hasta disparan con armas que a menudo les fallan. En fin, su equivocación y su esfuerzo suman al verosímil y nos enganchamos con los personajes –––y con los temas de la película–– hasta el final. Esto no ocurre con la original, el tema se palpa, pero los muchachos terminan siendo carne de cañón. Nada más. Vuelvo a resaltar: 90 minutos de la remake contra 114 de la original. El único aspecto donde la original si le gana a la remake es en el desenlace. Ambos finales son patrioteros, pero el de la original, aunque ambiguo, cierra con moño y el de la remake parece que apunta a allanar el terreno para posibles secuelas… que dudo tengan la chance de existir. Conclusión Una narración entretenida, correctamente actuada y cabalmente dirigida. El guion muy bien, pero creo una expectativa que a la postre, nos dejo con la sangre en el ojo. El hecho concreto es que si te gustan las de acción, y/o querés babearte con Chris Hemsworth o Adrianne Palicki, adelante. Pero considérense advertidos. Cabe destacar que va a sumar a tu asombro, el no haber visto la original de antemano. El puntaje a continuación incorpora una sustracción producto del tercer acto ausente.
¡America! ¡Fuck Yeah! Hay un fragmento de la brillante Team America World Police que puede resumir esta película en apenas dos palabras: "America!, Fuck Yeah!". Porque si pensaban que Katherine Bigelow era la reina de entronar cuanta ocupación o invasión realice Estados Unidos, están equivocados. Ahora apareció el director debutante (ex doble de riesgo) Dan Bradley, que nos plantea cómo un grupito de jovenes en un pueblo estadounidense puede contener una invasión coreana en su país. Desde el vamos la película falla en que una invasión así, como la plantea, es difícil de realizar hasta en el país más tercermundista del globo. Y entendemos que es una remake, pero el timing es todo, y Amenaza Roja quedó fuera del timing. Cuando se estrenó la original, en 1984, la URSS todavía era una amenaza posible, y la Guerra Fría todavía era un hecho, y aunque obviamente exagerada y patriotera, Amenaza Roja funcionaba como entretenimiento. Pero hoy, en 2013, pensar en que Corea puede entrar en territorio estadounidense e intentar tomar el país desde un pequeño pueblito solo nos hace pensar que: A- es imposible o B- Kim Il-sung es más idiota de lo que lo quieren hacer parecer. Pero bueno, supongamos que si, que compramos este paquete; y que al igual que a la original, las juzgamos por el simple y mero entretenimiento que brinda y... no. Y es que Amenaza Roja busca crear un ambiente motivador, busca mostrar como el pueblo estadounidense puede unirse ante la tragedia y puede salir adelante pese a que su propio gobierno les de la espalda. Es decir, busca comunicar a todos los estadounidenses que cualquiera puede ser un foco de resistencia contra cualquiera, solo se tiene que dar la situación. El problema es que este foco de resistencia es bastante cuestionable, y ya no moralmente, sino desde el sentido común: Son tontos, y todo parece salirles bien por el simple azar. Salvo por algunas escenas puntuales, la película no se salva. De hecho, los únicos "atractivos" que tiene la película, y la razón por la cual llega a las salas un año después de su estreno en los Estados Unidos, son Chris Hemsworth, protagonista de Thor y Josh Hutcherson, protagonista de Los Juegos del Hambre, que puede llegar a vender algún ticket. Por lo demás, Amenaza Roja parece directamente salida de una batea de Directo a DVD que apenas puede verse en casa.
La “Amenaza roja” de la era Obama Generalmente hay una tendencia a olvidar por completo un film cuando su ideología resulta intolerable, y por este motivo las películas más reaccionarias de Hollywood suelen incomodar a historiadores y cinéfilos de derecha e izquierda por igual. Al final de la Guerra Fria, la era reaganiana generó toda una ola de películas antisoviéticas, anticomunistas y especialmente chauvinistas, con "Rocky 4" y "Rambo 2" a la cabeza. Pero el cine reaganiano también dio una de las mejores películas de Clint Eastwood, "Firefox", que después de tantos años sigue siendo un film jamás programado en TV o cable, ni disponible en DVD, ni nada de nada. Ni hablar de la obra maestra de John Milius "Red Dawn" (Los jóvenes defensores) que en 1984 marcó el non plus ultra del cine reaganiano. Una invasión soviético-cubana caía en paracaídas para destrozar el american way of life, aunque a los guerrilleros Patrick Swayze, Charlie Sheen y C. Thomas Howell la amenaza roja les servia para sacrificarse como los próceres de la independencia de los libros de historia. La incorreción política era tal que ni el propio estudio supo muy bien qué hacer con un gran film que debe entenderse como una distopía futurista más relacionada con la singular personalidad de Milius (guionista de "Apocalipsis Now", realizador de otros títulos formidables como "El viento y el león" y "Dillinger"). Ya no hay Guerra Fria, cortina de hierro ni amenaza de guerra nuclear, ni tampoco republicanos en Washington, de modo que la nueva ola de películas chauvinistas de la era Obama (un ejemplo terrible es la reciente "Ataque a la Casa Blanca") resulta mucho más injustificada. Corea del Norte es ahora el enemigo rojo, y el director de esta nueva "Red Dawn" al menos se las ingenia para describir en un breve prólogo el nuevo orden mundial que podría volver verosímil la invasión norcoreana a los Estados Unidos. Detalle que no vuelve menos descabellada esta película muy bien filmada, agil, vertiginosa y realmente interesante al concentrarse en la idea de una guerrilla adolescente dispuesta a combatir a los invasores totalitarios. Obviamente este nuevo despliegue de incorrección política no tiene el vuelo del film de Milius, ni tampoco el talento de actores como Harry Dean Stanton (que era recluido en un autocine convertido en campo de concentración y adoctrinamiento comunista). El guión tampoco favorece mucho a los norcoreanos, a diferencia de Milius, que trataba con mucho respeto a los invasores cubanos. En cambio hay originales elementos de ciencia ficción relacionados con novedosas armas de destrucción masiva de estos bastardos comunistas del siglo XXI. De todos modos, no vale la pena tomarse esta "Amenaza roja" seriamente, sobre todo teniendo en cuenta qie es tan absurda como entretenida.
Aunque a nuestro país llega considerablemente tarde con respecto a su estreno en Estados Unidos, la remake de Red Dawn casi pudo haber sido considerada una de las películas perdidas del joven australiano Chris Hemsworth -la otra fue la excelente Cabin in the Woods, ambas filmadas allá lejos por 2009 antes de la crisis de la productora MGM-. Por desgracia, el carisma del joven sólo funcionó para bien en ésta última, ya que el film de acción bélico resulta un pastiche de a momentos adecuado y de a otros vergonzoso en su conducción, que no deja bien en claro para qué lado salen los tiros (ejem) aunque cuando está enfocada, resulta un mero entretenimiento pasable. El conocimiento del director debutante Dan Bradley -director de segunda unidad y, más importante, coordinador de dobles de riesgo- hacen de Amenaza Roja una película dual, un arma de doble filo, muy entretenida cuando hay escenas de acción -las suficientes, bien logradas-, insufrible cuando hay que soportar los tiempos muertos entre el grupo de protagonistas, la gran mayoría unidimensionales y rellenando el casillero correspondiente. Los hermanos que no se hablan, las novias, el vecino negro, los latinos... Llegado cierto punto es insultante el tratamiento narrativo de Carl Ellsworth y Jeremy Passmore pero ¿qué más se puede esperar si en la secuencia inicial vemos cómo se despliega en pleno cielo americano un sinfín de paracaidistas norcoreanos? Quizás es demasiado pedir que se rellenen los huecos argumentales -¿dónde está la ayuda militar de todo el país? ¿Qué está pasando de costa a costa? ¿Por qué es importante la ciudad de los protagonistas?- o que se le pida una digna actuación a Josh Peck, cuyas acciones y respuestas son paupérrimas y nada creíbles. La caballería llega en forma del solvente Hemsworth, ayudado un poco por la joven estrella Josh Hutcherson y en el tercer acto por un sorpresivo Jeffrey Dean Morgan, cuya aparición aviva el fuelle que iba perdiendo la trama. No niego que los norteamericanos tienen el pecho enchido de orgullo por su país, algo que no se puede decir de muchos ciudadanos de otros países -el nuestro, inclusive- pero el tono patriótico no está tan exacerbado como en otros films del estilo, si exceptuamos la bandera flameante en la toma final de la película. Red Dawn es entretenida, se pasa rápidamente, pero está tan apuntada a los jóvenes jugadores de videojuegos que da pena. Que no se la haya pensado mejor es una lástima y un desperdicio de talento joven, pero mínimamente cumple lo que promete y eso es una lucha de malos tontos y buenos ágiles de mente. Buscarle más vueltas es inútil.
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Amenaza comunista En 1984 se estrenó Red Dawn, la exitosa película dirigida por John Milius que lanzó las carreras de los jóvenes Patrick Swayze y Charlie Sheen. En aquel film se podía ver cómo una poderosa fuerza compuesta por tropas soviéticas y cubanas invadía los Estados Unidos; y para contrarrestar dicha invasión emergía un pelotón de guerrilla denominado Wolverines. Hoy, a casi 40 años de su estreno, el ignoto Dan Bradley dirige la remake de la citada obra que ahora cuenta con los ascendentes Chris Hemsworth y Josh Hutcherson como máximos protagonistas. Amenaza Roja vendría a tomar la premisa de aquélla para aggiornarla a nuestros tiempos. Ahora el malo de turno no es la Unión Soviética, sino Corea del Norte y Rusia. La realidad es que ese "acondicionamiento" de la historia es quizás el factor más determinante para que el visionado de este film sea una experiencia terrible. En la década del 80 había una corriente en Hollywood que se encargó de dejar en claro que los soviéticos eran los villanos y ellos eran los encargados de establecer el orden a nivel mundial. Más allá de que ese espíritu sea similar al de la Amenaza Roja actual había un "no sé qué" en aquellas películas (que tienen como exponente más hermosamente zarpado a Rocky IV) que las hacía completamente adorables. En aquel momento había un "peligro latente" sobre una posible Tercera Guerra Mundial por las malas relaciones de los dos gigantes del mundo y era esa sensación de peligro real lo que hacía un poco más comprensible o justificable el lanzamiento de munición panfletaria por parte de Hollywood para propagar y fortalecer el nacionalismo. En cambio al día de una nueva Gran Guerra o en su defecto una incursión extranjera al país del norte no parecen acontecimientos tan cercanos como para tener que reflotar este tipo de propuestas que vienen en el mismo tono que Ataque a la Casa Blanca (Olympus Has Fallen) o Invasión del Mundo. Batalla: Los Angeles (Battle: Los Angeles), algo que a priori parece diferenciarse a fuerza de autoconciencia y humor El Ataque (White House Down) de Roland Emmerich. También el hecho que en este nuevo milenio los Estados Unidos hayan invadido Afganistán, Irak, Haití, Libia o la inminente posibilidad de un bombardeo de Siria le juega muy en contra a la empatía que uno pueda llegar a sentir de que el pueblo estadounidense triunfe por sobre cualquier fuerza que lo invada. Entonces al no apreciarse ni la más mínima intención de que el oprimido resulte victorioso es imposible poder "convencerse" de cualquier historia, secuencia de acción o interpretación que se le ponga delante. Chris Hemsworth la rema a pleno, pero frases como "Cuando estuve en el extranjero, éramos los buenos. Imponíamos orden" terminan por dilapidar cualquier buena intención de su parte por intentar generar empatía. Más allá de esto el carismático actor de Thor y también Josh Hutcherson cumplen en sus roles, mientras que las bellas Adrianne Palicki e Isabel Lucas son meras figuras decorativas que sólo aportan un innecesario "romanticismo" (innecesario por no sumar absolutamente nada en la trama) con los dos hermanos y algún que otro tiroteo. Por último queda el joven Josh Peck que tiene una actuación sin matices que exclusivamente cuenta con un insoportable gesto de situación con ceño fruncido continuo a lo largo de toda la película. Amenaza Roja cae presa de su propia telaraña. El largo historial de invasiones de los Estados Unidos le termina jugando en contra a un film demasiado patriótico, panfletario y excesivamente manipulador tratándose de la potencia mundial militar más grande del mundo.
Cine usado. Otra vez. Como propaganda. Triste. Como propaganda de la peor, la bélica. Más triste. Sus usuarios son los que suelen ser (al cine como propaganda lo han usado muchos, pero pocos tanto como la industria norteamericana) y la misión quizá no sea tan evidente: ¿justificar próxima invasión a Corea del Norte? Mm, psee. No. Hay algo más complejo que nada tiene que ver con los hombrecitos de los ojos rasgados. Alguna vez escribió un escritor checo radicado en París: “¿Te imaginas a la juventud francesa yendo entusiasmada a luchar por la patria? La guerra ya se ha hecho impensable en Europa. No políticamente. Antropológicamente impensable: la gente ya no es capaz de luchar”. Para que a EE.UU. no le ocurra lo de Europa se filman películas como Amenaza roja. ¡Pero basta! Esto es cine, no política. Y aunque resulte dificilísimo separar los tantos, hay que intentarlo. El film de Dan Bradley comienza de modo inteligente: en una ciudad pequeña del interior norteamericano unos muchachos dan rienda suelta a su cultura (antropología): chicos juegan al fútbol americano en universidades, sus familiares van a verlos, los jóvenes se reúnen por unas cervezas. Pero de improvisto el cielo se llena de paracaidistas. La ciudad está siendo invadida. La escena del “desembarco” es, sin duda, lo mejor que tendrá la película para ofrecer. Filmada con pericia, espectacularidad y hasta imaginación por parte de Bradley, la secuencia alcanza momentos de tensión interesantes. El tema viene después. Poco debería importar la bandera norcoreana al momento de hablar en términos cinematográficos. Reemplacemos coreanos por extraterrestres y la cosa debería funcionar igual. La historia que continúa se desarrolla en tiempos demasiado acelerados, como si el film extrañara los tiempos del formato serie. Con mayores tiempos, el guión habría podido desarrollar mejor los personajes y sucesos siguientes: un adolescente (Josh Peck) que desprecia lo militar –pero en cuestión de días será mejor que Rambo; su hermano ( Chris “Thor” Hemsworth) que fue marine en Irak y en esto de matar gente algo sabe; un padre que alienta la guerra como único método aún a costa de su vida y la de sus hijos; las historias de supuesto amor (es imposible cobrar el mínimo afecto por los enamorados con tan poco tiempo disponible); y lo más endeble de todo, aquello que podría haberle dado mayor volumen intelectual al film: las visiones morales sobre la guerra, la guerra de guerrillas, los fundamentos de cada uno (incluso de los coreanos) para sostener el camino que han tomado. Pero no. No hay tiempo. Entonces, todos estos puntos se vuelven risibles; los diálogos, absurdos; las decisiones tomadas, insólitas. El problema de estas películas que no tienen ningún sustento dramático (y por drama se entiende cualquier minima idea que no sea balacera y correrías) suele ser el siempre el mismo: en los minutos, segundos de pausa que propone el director para cambiar la escenas, surgen los bostezos. La acción no puede parar porque todo se cae a pedazos. En la última parte comienzan a surgir los fraudes narrativos más característicos del cine de acción berreta: una adolescente apunta con precisión desde cien metros y un soldado invasor ultraentrenado yerra a dos metros: a esta altura, apenas un detalle respecto de todo el desvarío anterior. El film puede comprenderse como una remake de la película que John Milius filmó en 1984 con Patrick Swayze y Charlie Sheen. Eran tiempos de la Guerra fría. Casi treinta años después parte del cine norteamericano ha cambiado poco. O peor aún, no ha evolucionado nada.
Se viene el zurdaje Un grupo de adolescentes resiste la invasión norcoreana a EE.UU. Es mucho más simpático estar del lado de los oprimidos que ser el opresor; queda más noble pertenecer a una valiente resistencia que a un ejército que aplasta todo a su paso. Quizás por eso, esta vez los yanquis son los débiles: invadidos por Corea del Norte, luchan por la libertad y la democracia -como siempre- pero ahora lo hacen en su propio territorio. “En Oriente Medio éramos los chicos buenos, los que trataban de imponer el orden. Ahora somos los malos, los que crean el caos”, resume, palabras más, palabras menos, Jed Eckert (Chris Hemsworth, conocido por Thor), el marine regresado de Irak que encabeza a los guerrilleros adolescentes encargados de enloquecer a los norcoreanos. Si el argumento suena viejo y disparatado para los tiempos que corren es porque Amenaza roja es una remake de una película de 1984 que aquí se llamó Los jóvenes defensores (el título original de ambas es Red Dawn, “Amanecer rojo”), y fue protagonizada por Patrick Swayze y Charlie Sheen. Los malos eran los soviéticos y los cubanos: el Muro de Berlín todavía existía y que la Guerra Fría terminara siendo caliente era una posibilidad. En los ‘80, la serie Amerika, con Kris Kristofferson, y unas cuantas películas planteaban el mismo escenario y, así, mantenían viva la paranoia anticomunista posterior a la Segunda Guerra. ¿Por qué ahora se decide rescatar una película así? Misterios de Hollywood. La decisión original era que los malos fueran chinos, pero para poder entrar en ese mercado, se decidió cambiarlos por norcoreanos (ayudados por rusos). Por la trama y los conflictos, se supone que se apunta a un público juvenil: ahí está, ametralladora en mano, Josh Hutcherson, uno de los protagonistas de la taquillera saga adolescente Los juegos del hambre, para confirmarlo. El problema en este sentido es que, acá, sólo podrán verla los mayores de 16. ¿Hace falta señalar que la película está plagada de lugares comunes, situaciones inverosímiles, chistes tontos, malvados malísimos y buenos buenísimos? A su favor tiene que, entre los tiros, las explosiones y las persecuciones, se hace bastante entretenida. Aunque quizás los adolescentes no opinen lo mismo: “Por fin: ¡¡¡sexo!!!”, gritó uno en una función de preestreno, tal vez aburrido de tanta pólvora y testosterona. Pero fue una falsa alarma: la situación amorosa queda interruptus prematuramente por un par de bombazos. La maldad norcoreana no tiene límites.
Comienza “Amenaza roja”. Montaje de noticieros del mundo diciendo que Corea del Norte anda con los cables pelados. Aparecen Hillary, Obama y algún otro diciendo que no van a tolerar acciones violentas. Los norcoreanos aparecen como salidos de una caja de Pandora atómica a punto de despertar. Caos, miedo, incertidumbre… ¿De qué serán capaces ahora que la Primer Ministro murió y tomó el mando lo tomó el hijo? Listo. El mensaje se instaló. Ese país es malo, feo, caca. Nene no toca Corea del Norte que se va a lastimar. Corea del Norte, cuco. Peligroso. Corte. Una noche cualquiera en Estados Unidos. Partido de fútbol americano y luego al bar. Allí se irán “presentando los personajes” con el foco de atención en Jed (Chris Hemsworth), recién llegado de servir militarmente en Irak. Encuentros, reencuentros, flirteos y bromas entre Matt (Josh Peck), Robert (Josh Hutcherson), Toni (Adrianne Palicki), Erica (Isabel Lucas), Daryl (Connor Cruise) y Danny (Edwin Hodge). Chicos adorables con todo por delante. Al día siguiente empieza a caer una lluvia de soldados en paracaídas. Corea del Norte invade el país así, de sopetón, y sin ninguna explicación. Pero ninguna ¿eh?, ni al comienzo, ni en el medio, ni al final. Algún discursito endeble, y listo. Parece que esta gente considera que USA tiene gobiernos corruptos y el pueblo está oprimido, por eso lo invaden para restablecer el orden. Igualito a los yanquis en cada país que invaden. La estrategia militar de Corea del Norte para conquistar por la fuerza al país más armado del planeta consiste en cortar la luz para invadir Seattle. Eso. A lo mejor, sin la posibilidad de hacer zapping ni jugar a la playstation, convierten a todos al comunismo y quizás después la idea se esparce, vaya uno a saber. A pesar del intento, nunca jamás en 93 minutos el espectador sentirá que Seattle es una muestra y que la invasión es total. De todos modos contrarrestar el ataque no parece tan complicado porque las comunicaciones andan bien, los pelotones cortan algunas cuadras nomás y para ser una ciudad sitiada la gente anda bastante suelta y sin problemas. Hay que defenderse. ¿A quién acudir? Y bueno, Jed parece el de más experiencia. Primero se escapan en camioneta. Luego se agrupan y toman la decisión de combatir. Los seis o siete chicos amigos de la secundaria son entrenados por el ex marine, y en cuatro días y 15 tomas son todos Rambo, y un par de Rambas para incluir también a mujeres. Ante la desatenta mirada del enemigo, los pibes colocan bombas y disparan balas con la misma eficacia con la que hacía una semana mandaban twitters y pedían pizza. Hace 29 años, la primera versión de esta película se estrenaba directo en video con el nombre de “Red dawn”: Los jóvenes defensores. En esa época en vez de Corea del Norte era la desaparecida U.R.S.S. la invasora. A estos efectos podríamos decir que la remake es un calco casi literal. No digo toma por toma, pero casi. Uno podía entender la propagación de los folletos en una época en la que hasta comunicarse por teléfono era difícil. En los '70 u ´80, decir que los rusos eran los malos en una película podía quedar instalado mucho tiempo si no había lugar a respuestas inmediatas como hoy existen en la era digital. ¿Se acuerda de “Rocky IV”? (1985) ¿O “Invasión USA”?(1985). Supuestamente estamos frente a una suerte de aventura bélica con dos ejércitos enfrentándose a muerte para dirimir sus cuestiones. Consecuentemente la carga dramática debería descansar en el peligro latente de que a los milicos se les suelte la cadena y escabechen a nuestros héroes. Sin embargo no pasa esto porque el diseño del accionar del enemigo es displicente. Después de los alemanes de la serie “Combate” (1962-1967) estos norcoreanos son los soldados más idiotas que el cine recuerde. Ellos miran como explota todo mientras los extras si tienen ganas corren. Algunos ni se tapan los oídos, ni gritan. Están ahí, digamos, y de vez en cuando se mueven a la derecha o a la izquierda, según si están mirando las indicaciones de alguien detrás de cámara. Las escenas de acción, por una buena que hay vienen tres o cuatro mamarrachos espantosamente coordinados y peor editados, por lo que si quitáramos el discurso panfletario y mal redactado que tiene “Amanecer Rojo” para analizarla sólo como una de acción, no hay nada atractivo, rescatable o creíble. Es raro porque el director debutante Dan Bradley tiene, casi como único antecedente cinematográfico el haber sido doble de riesgo en varias películas pero ni eso le sale bien. Párrafo aparte para el elenco. En aquella de 1984 (que estaba tan mal hecha como esta, pero al menos obedecía a la coyuntura política de la propaganda del gobierno de Reagan), teníamos, atención a C.Thomas Howell, Patrick Swayze, Charlie Sheen, Lea Thompson y apariciones de Powers Boothe y Harry Dean Stanton. Buenos actores en lo suyo y además dispuestos a trabajar unos con otros para amalgamar el grupo e intentar lograr cierta empatía con el público. En este caso, es un conjunto de individualidades esperando poder hacer lo suyo en cada toma, escupir la letra y pasar a cobrar. El nivel de calidad de actores es mediocre. Demasiada ventaja para un guión como este. Se dice que uno debe evitar hablar del discurso de una película, ser objetivo y ajustarse sólo al análisis de si está bien o mal realizado. Sucede que ante la clara intención de ser un folleto republicano a favor de instalar en los espectadores al nuevo y temible enemigo de la libertad y la democracia, es imposible no hacerse cargo. Si “Ataque a la casa blanca” (2013), estrenada este año, ya daba asquito (el enemigo era el mismo), “Amanecer rojo” directamente subestima la inteligencia del espectador con un discurso vulgar, tosco y hasta anacrónico en su forma.
Historia de la resistencia Basada en la polémica Red Dawn, del director John Milius, se estrenó ayer un film donde aparece un joven Chris Hemsworth. Amenaza roja cuenta la historia de una resistencia. Amenaza roja muestra cómo un grupo de jóvenes decide combatir una invasión a su pueblo. Cómo, con inteligencia, coraje y determinación, se oponen al régimen totalitario que se ha impuesto en las calles del lugar que supo ser su hogar. Las historias de resistencia siempre son emocionantes, siempre consiguen que el espectador se ponga del lado de los protagonistas, y Amenaza roja no es la excepción. Lo que, sin embargo, va a distraer al espectador es que los realizadores del film no eligieron un contexto de sencilla verosimilitud, lo que puede alejar a quienes vean la película de su team principal. El film podría haber transcurrido en la Segunda Guerra Mundial, o podría haber sido un excelente film de ciencia ficción. Sin ir más lejos, la famosísima serie de televisión V Invasión extraterrestre iba a ser primero un film de resistencia durante la época del nazismo y terminó, el mismo guión, transformado en una serie de ciencia ficción. Pero el tema, insistimos, era el mismo: la resistencia. Acá se trata de un pueblo en Estados Unidos invadido por fuerzas norcoreanas. Es difícil, para el mundo actual, que un pueblo quede tan fácilmente aislado en ese país, más aun, invadido por una fuerza de otro continente. Si las acciones transcurrieran en otra época u otro país, se podría haber utilizado una metáfora acerca de cómo las víctimas del totalitarismo son dejadas a su suerte por el mundo. Pero eso no pasaría jamás en Estados Unidos. Hecha esta salvedad, hay que decir que las escenas de acción están muy bien y que hay momentos particularmente inspirados. Sin olvidarnos nunca de que se trata de un remake del film Los jóvenes defensores (Red Dawn), que en 1984 dirigiera John Milius y protagonizaran, entre otros, Patrick Swayze y Charlie Sheen. Aquel film, hecho en los finales de la Guerra Fría, tenía una ideología más concreta y estaba teñido por aquellas ideas. En la película que aquí se estrena, el tema es más universal y trascedente. Como curiosidad extra, se filmó en el año 2009 y se preparó para estrenar en 2010, pero los problemas financieros del estudio la postergaron hasta 2012. Es por eso que un actor hoy famoso como Chris Hemsworth (el protagonista de Thor) luce más joven que nunca. Pero detrás de los datos anecdóticos, Amenaza roja, inocente, sencilla y directa, funciona bastante bien.
El retorno de los comunistas nazis norcoreanos Seré breve con este insulto cinematográfico de poco más de una hora y media que hace parecer al bodrio de Invasión a la Casa Blanca como una película atendible. Amenaza roja (la remake de una producción ochentosa tan mala como esta) cuenta con algunas secuencias de acción más o menos bien resueltas (exceptuando las terribles persecuciones) pero sepultadas bajo escombros y escombros de podredumbre que vamos a identificar como: terribles diálogos, un mapa sociopolítico absurdo, personajes inverosímiles en todas sus facetas, actuaciones risibles, líneas de diálogos que se balancean entre lo propagandístico y la comedia involuntaria, una subtrama familiar olvidable (de la que incluso parecen olvidarse sus propios personajes) y una terrible dosis de patrioterismo que no hay forma de disociar del relato. Pero, ¿en qué consiste Amenaza roja? Bueno, suponte que un día te levantas, escuchas explosiones miras al cielo y ¡hay norcoreanos cayendo del cielo desde aviones de guerra! Así de simple, se trata de una invasión relámpago que, rápida e inexplicablemente, da lugar a ejércitos de colaboracionistas, campos de concentración y un régimen dictatorial distópico. Ah, la película también nos dice (para no olvidar la película original) que los rusos también han tomado parte en el asunto. Y bueno, un grupo de chicos, después de hacer un curso acelerado de supervivencia con un marine (¿de cuánto? ¿Un día? ¿Una semana?) se transforman en un grupo de contrainsurgencia para resistir al dominio extranjero. Y esa es la película, hay unos hermanos -uno es el marine- que son el eje, un par de muchachitos simpáticos que se transforman en máquinas de matar, bombas sexys con rifles-cortesía de Isabel Lucas y AdriannePalicki, y un malo, muy malo, interpretado por un tal Will Yun Lee. Cuanto más progresa la película más abajo se hunde, hasta un giro hacia el final que, en lugar de martirizar al protagonista, nos martiriza a nosotros con una lógica de guion que también pone a un marine asiático sobre el desenlace (claro, no todos los asiáticos son malos), como si a esa altura también importara la corrección política. Prepotente y olvidable, no puedo imaginar el público al que le pueda interesar semejante bodrio. Cualquier película bélica serie B es mejor que esto o, al menos, más entretenida.
Casi treinta años después de su estreno en 1984, en pleno desarrollo de la Guerra Fría, la película concebida por Kevin Reynolds (historia y guión) y John Milius (dirección y guión), y protagonizada por Patrick Swayze, Charlie Sheen, Lea Thompson y Jennifer Grey, tiene su remake. Mientras en aquella producción la "amenaza roja" era de origen soviético (Reagan y "el imperio maldito") en esta versión actualizada que mantiene los temas esenciales de la historia original, la única diferencia es que el enfrentamiento es entre los Estados Unidos, comandados por el presidente Barack Obama, y Corea del Norte, a cargo del caprichoso Kim Jong-un, una enemistad latente provocada por asuntos relacionados con pruebas balísticas y misiles nucleares. La historia básicamente se trata de una invasión. Casi como una de tipo extraterrestre, un día una pequeña ciudad del estado de Washington llamada Spokane, amanece ante la surreal visión de soldados extranjeros cayendo del cielo con sus paracaídas. Asombrosamente, los norteamericanos han sido invadidos por los norcoreanos y la ciudad es el blanco inicial del ataque. Nada se sabe sobre lo que sucede, sólo que los ciudadanos se encuentran prisioneros en su propio hogar. Liderados y entrenados por Jed (Chris Hemsworth), un marine que se encuentra de licencia en su pueblo natal, un grupo de adolescentes entre los que también se encuentra su hermano menor Matt (Josh Peck), están determinados a defenderse. Así, conforman un grupo de jóvenes patriotas que se reorganiza hasta formar una resistencia. A ellos se suman Toni (Adrianne Palicki), Robert (Josh Hutcherson), Erica (Isabel Lucas), Daryl (Connor Cruise) y Danny (Edwin Hodge). Dan Bradley, un realizador que ha trabajado como encargado de la segunda unidad de películas como "La Supremacía de Bourne", "El hombre Araña 3", "007 Quantum of Solace" y "La Ciudad de Las Tormentas", entre otras, dirige su primer largometraje, cuyo resultado termina siendo, como en la mayoría de las películas de Hollywood, una oda al patriotismo. Si bien ésta recae en las ideologías propias del comunismo y el capitalismo y el poderío militar de uno y de otro, resulta entretenida por momentos pero ridícula e inverosímil, en otros.
La guerra es la gran excusa Tropas de Corea del Norte invaden un espacio territorial norteamericano y se desata la Tercera Guerra Mundial. Entre la gente que huye hay un grupo de adolescentes, amantes de su patria, que deciden conformar una fuerza guerrillera de nombre mítico, los Wolverines. Acorde a estos tiempos cinematográficos, se trata de una remake de "Amanecer rojo", una película de 1984, que dirigiera John Milius, sólo que en aquélla, el enemigo era el bloque del Este (Rusia y compañía) y uno de sus protagonistas era Charlie Sheen. Entre los jóvenes que conforman el grupo armado están Jed Eckert (Chris Hemsworth) y Matt Eckert (Josh Peck), dos hermanos que no se llevan demasiado bien por problemas familiares. Uno de ellos, Jed, es un marine con licencia, que se encuentra de visita en la casa de su familia y será el líder que entrene el resto del grupo en el uso de las armas. SEMBRAR EL CAOS La intención como ellos dicen es "crear el caos", para "recuperar el hogar" y lo primero que intentan boicotear al enemigo es su sistema de comunicaciones, altamente codificado. El detonante mayor para la acción encabezada por los hermanos, es la muerte del padre a manos del capitán Cho (Will Yun Lee), cerebro del equipo enemigo "Amanecer rojo" no aporta nada nuevo al género, banaliza la historia y trata de subrayar el componente juvenil a la manera de la exitosa "Los juegos del hambre". Se trata de una película convencional, abundante en estereotipos, con buen ritmo y mucha acción bien dosificada (su director fue especialista en la coordinación de dobles de riesgo, en varios filmes norteamericanos). Exhibe un buen diseño de producción y tiene un correcto protagonista, el australiano Chris Hemsworth, junto a un grupo de actores jóvenes, que incluye a Connor (Daryl Jenkins), hijo de Tom Cruise y Josh Peck (Matt Eckert), nieto del mítico Gregory Peck. Junto a ellos se destacan lindas chicas como Adrianne Palicki (Toni Walsh) e Isabel Lucas (Erica Martin).
American Bullshit Cuando leí las reseñas de otros colegas pensé: "Uf... otra peli que cobra duro sólo por ser una remake de un producto bélico..." No podía estar más equivocado. Bien defenestrado está este film berreta de inteligencia cero y un sentido del patriotismo estúpido. Aclaro que no estoy en contra del patriotismo, ni el de Estados Unidos, ni de ningún otro país, ya que de hecho la definición misma nos indica que se trata del amor que siente un individuo por su tierra natal, los valores y la cultura que lo ligan emocionalmente, cuestiones que me parecen muy buenas y valorables. En "Amanecer Rojo" el patriotismo es tomado a lo bruto y se confunde amor por la patria, por cowboys adolescentes cumpliendo su fantasía de jugar al Call of Duty real. Patriotismo no implica cagarse a tiros para defender la nación, pero bueno, está demostrado que para muchos norteamericanos significa exactamente eso. Del vamos la premisa era bastante absurda, tanto en la versión original de 1984 como en esta remake fallida. Que un grupo de gente de pueblo que nunca tocó un arma le haga frente a la invasión de un ejército, como el norcoreano en este caso, es completamente absurdo. Acá los protagonistas pasan de ser porristas y jugadores de fútbol americano a expertos en armas y tácticas de combate. En una escena podemos encontrar a los adolescentes gritando prisioneros de los invasores y a la siguiente están agujereando cuerpos como si estuvieran poseídos por Schwarzenegger y el pelado Statham juntos. La trama es realmente burda, inverosímil y no aporta nada bueno al género de acción. Los baches de guión son evidentes y se nota que hubo un esfuerzo poco efectivo por tratar de tapar esas falencias incrementando la cantidad de tiros y explosiones. Sabemos que hay un segmento de espectadores que se dejan seducir por la pirotecnia pura sin mucha historia que la respalde, pero como se puede ver en los resultados de taquilla, no es lo suficientemente grande (por suerte) para convertir al film en un éxito incomprensible como ha pasado con otros trabajos pésimos. La verdad es que no es recomendable en ningún sentido, ni por el lado de la acción, ni por su trama. Un fiasco.
No solemos hacer esto, pero le proponemos un divertido ejercicio. Vea esta película (está bien, es “regular”, pero veala) y después trate de ver la versión original de 1984. En ambas, los EE.UU. Son invadidos por una potencia maligna. Antes fueron los rusos en plena era Reagan, el director era el enloquecido y genial John Millius y todo era despiadado, fuerte, épico y shockeante, con un Patrick Swayze como líder de jóvenes defensores (así se llamó acá) en estado de gracia. Esta nueva versión carece de la visceralidad épica de aquella -política aparte- e imagina a un agresor norcoreano (sí, claro, cómo no). Lo interesante de ver ambas es comprender qué mal le ha hecho la corrección política a las posibilidades de sinceridad del cine: si aquella se enorgullecía de patear rojos y glorificar el modo de vida americano (la película era buena a pesar de su ideología), esta tiene vergüenza de decir lo mismo. La sinceridad hace un mejor cine, piense el espectador lo que piense sobre la política o los diarios.
Rojos y amarillos Ella espera a su madre, para matarla. El título lo dice: una declaración cargada de rencor, celos, envidia, dobleces y rivalidad. Tácito, en sombras queda un “él”; padre ausente, omitido pero indispensable. Eduardo Rovner desnuda el clásico binomio amor-odio en la relación materno-filial. La hija plañidera, como una griega antigua, ensaya variaciones sobre un crimen terrible y anunciado, que no consumará sino en su imaginación. En Te voy a matar, mamá, la patética protagonista se propone atentar contra otro –su madre–, atraer su atención, cargarlo con culpa indeleble, como hacen también los suicidas. En lo formal, el dramaturgo pulsa las varias voces del personaje de este monodrama de vínculos primarios. Desde el soliloquio, el monólogo interior, a la perorata, el fluir de la conciencia; la reflexión en voz alta y sin interlocutor. Practica el discurso confesional, liberador de una patología tanto como un recurso dramatúrgico y expositivo. Una bienvenida cuota de tenue buen humor aligera parte de su densidad; más advertible en la dirección conjunta de Rovner con Fabiana Maneiro, que en la transcripción actoral de Mercedes Funes, cargada de emoción desgarradora, bajo la delicada sugestión de lumínica de Miguel Morales. La lección para todo adulto parece ser vivir con lo que se tiene a mano, libre del lastre de aquello que se echa inútilmente en falta.