Los "eruditos" en el tema se van a aburrir bastante ya que no van a encontrar nada nuevo y encima casi pueden ir adivinando paso a paso lo que va a suceder. Pero como ya he dicho varias veces, los que están dando sus primeros pasos en el género seguramente van a sentir que vieron un peliculón ya que...
"Tras Fantasmas de Marte, pensé: 'No quiero hacer esto más. Es demasiado duro. Es demasiado jodido'. Pero después de rodar el par de episodios para Maestros del Horror, hace unos años, lo volví a disfrutar. Fueron cortos, contenidos y pensé (sobre Atrapada): 'Bueno, intentémoslo'". Palabras de John Carpenter. Pocos directores supieron combinar con maestría el sentido del entretenimiento con inteligencia y una visión nihilista del mundo. Un narrador clásico de los que casi no quedan, que jamás necesita abusar de efectos especiales para contar una historia. Un cineasta tan talentoso como influyente (si no, pregúntenle a Robert Rodríguez, por ejemplo). Un rebelde que supo jugar el juego de los pesos pesados hollywoodenses, pero que decidió hacerle un fuck you para no comprometer su visión. Un artista al que estábamos extrañando. Luego de diez años sin realizar largometrajes, Carpenter regresa al cine, y lo hace con el género que lo volvió famoso y con el que siempre se lo identifica: el terror. De hecho, este es su primer film bien de horror desde En la boca del miedo, allá por 1994. 1966. Kirsten (Amber Heard) es internada en un hospital psiquiátrico luego de incendiar una casa. Pero la chica no recuerda nada de lo sucedido. Muy pronto hará dos descubrimientos: 1) los médicos suelen utilizar recursos tan cariñosos como electroshock para tratar a sus pacientes, 2) sus compañeras comienzan a desaparecer a manos de un ser demoníaco que ronda por los pasillos. Kristen deberá escapar cuanto antes para evitar correr la misma mala suerte. A primera vista, las principales obsesiones de Carpenter están aquí: personajes encerrados (en este caso, en contra de su voluntad), una amenaza que los irá atacando de a uno, autoridades que no inspiran confianza. Remite en particular a Noche de Brujas. El elenco protagónico es mayormente femenino, la amenaza es de carácter sobrenatural y es menos sangrienta de lo que parece. Es verdad que hay cuellos cortados y electrocuciones horribles, pero JC profundiza más en los climas (noche, truenos, pasillos desiertos), que en el gore más guarro, como suele pasar en el cine de terror de los últimos tiempos. Otro de los puntos altos de la filmografía de Carpenter era la banda sonora, generalmente compuesta y ejecutada por él mismo. Esta vez la labor corrió por cuenta de Mark Kilian, y, si bien algunas melodías remiten al hit como La Niebla, suena más al estilo Goblin, la banda italiana responsable de musicalizar varios de los films de Darío Argento. Y las coincidencias con el maese no terminan ahí: Atrapada tiene bastante aire a Suspiria. En vez de una escuela de danza, tenemos una institución psiquiátrica pavorosa, con oscuros secretos y asesinatos perpetrados por un ente desagradable que es más intuido que visto. Amber Heard es la nueva scream queen del universo carpenteriano, y una con mucha actitud. Kristen no es virginal como Laurie Strode (Jamie Lee Curtis) en Noche de Brujas, sino más una mina de armas tomar, onda Melanie Ballard (Natasha Henstridge) en Fantasmas de Marte. Toda una antiheroína digna del director. Sin embargo, el look y los rasgos salvajes de la actriz se ven demasiado modernos para una historia ambientada en los ’60. El resto del elenco, sobrio, con lindas señoritas (como Lyndsy Fonseca, vista en Kick Ass) y Jared Harris en el rol del enigmático doctor Stringer. A modo de novedad, este es el primer film de JC con final tramposo. Dar pistas sería imperdonable. Atrapada es una película menor, muy alejada de las obras maestras que Carpenter solía darnos. Pero, al igual que otras de sus creaciones menos geniales, nunca es aburrida, tiene golpes de efecto todavía muy eficaces, y depara más de una sorpresa. Esperemos que John Carpenter filme más seguido. Aunque ya no dirija al nivel de otras épocas, sería un pecado perdernos —y en pantalla grande— de las creaciones de un verdadero titán del séptimo arte. ¿Cuántos directores logran que vayamos a ver con ganas sus películas, sin la expectativa de si serán buenas o malas, pero sabiendo que al menos pasaremos un muy buen rato?
Volver para asustar Hace diez años que John Carpenter no filmaba un largometraje. Sobradas muestras de sustos lo convirtieron en un referente del género de terror. Ahora su nueva película juega con los sobrenatural y con los climas pesadillescos que se viven en un instituto neuropsiquiátrico. Atrapada (The Ward) no es su obra maestra, pero mantiene la atención y la tensión hasta su desenlace, además de recordar al film Identidad. ¿Qué es lo que está ocurriendo en este siniestro instituto?. La joven Kristen (Amber Heard) despierta con marcas en una celda y algo extraño parece perseguirla sin descanso: un fantasma que recorre los pasillos del lugar. Carpenter apuesta una vez más por los espacios desolados, las figuras recortadas y amenazantes, la persecución que sufre la protagonista y sus compañeras, además de correr el eje de las sospechas sobre las pacientes encarnadas por Mamie Gummer (la hija de Meryl Streep), Danielle Panabaker, Jared Harris y Lyndsy Fonseca. Todas chicas con serios problemas mentales y de conducta. El misterio se adueña del relato cuando las jovencitas comienzan a desaparecer del establecimiento, un lugar de donde parece haber salido el mismísimo Michael Myers. El resto es puro nervio y aunque utiliza recursos ya vistos hasta el cansancio (la escena final), Carpenter sabe lo que hace. Y tiene entre manos todo el material quirúrgico para jugar una vez más con el espectador.
¿EN LA BOCA DE LA LOCURA? El rey del terror regresa con un pequeño film que emana claros aires de clase B, y en el que repasa tópicos clásicos del género mientras demuestra que su pulso narrativo y su excepcional manejo de la puesta en escena siguen intactos. 1) Val Lewton, Roger Corman, John Carpenter: tríada de nombres propios que marcan los tres momentos fundamentales del cine de clase B. El primero fue el responsable, en su fundamental rol de productor, de esa excepcional serie de nueve películas que entre 1942 y 1946 –de La mujer pantera a Bedlam- se filmaron en la RKO, en pleno reinado de los Estudios, cuando estos, entre sus estrategias para ampliar el campo estético y temático, y para llegar a la mayor cantidad de gente posible, impusieron otro sistema de producción que sólo en apariencia era menos importante y menos sofisticado que el de la clase A. Por su parte, Corman llegó hacia el final de la era dorada de los Estudios, para constituirse –ya como productor y director- como el continuador y el último discípulo en intentar prolongar lo hecho por hombres como Lewton, aportando ya un aire decadente (debido al período histórico en el que le tocó actuar) y exponiendo algo fundamental: la paternidad espiritual de Edgar Allan Poe. Finalmente, como un solitario autor destinado a ser cíclicamente ignorado o festejado por razones equivocadas, aparece Carpenter, director en cuya obra el espíritu de la clase B se hace un lugar ya como estilo incorporado, de manera fantasmal y autoconciente, porque sin sistema de Estudios es imposible que exista real y concretamente un cine clase B (es hora de dejar esto en claro). Así, cuando hoy día decimos “clase B”, no podemos referirnos a otra cosa que no sea al aura que rodea los films de John Carpenter. Aura que podemos contemplar claramente en Atrapada (The Ward). 2) Un tema recurrente, constante y esencial de los films fantásticos de horror es el de la locura. Más allá de inexactitudes o errores en la descripción de los síntomas de los personajes que la padecen (algo que poco importa dentro del aquí y ahora de cada película), lo fundamental es la posibilidad que el tema permite para tratar la cuestión del doble. El desorden de personalidades múltiples, así como también las alucinaciones, permiten acercarse a ese otro lado donde lo monstruoso se hace presente. Ese otro lado es, justamente, el de la locura, un término siempre utilizado de manera polémica en el cine de horror, ya que esa denominación médica no puede terminar de explicar todo lo que sucede aunque en algún momento del relato así pareciera (el ejemplo máximo al respecto es Psicosis, que desde el título mismo hasta el discurso final del psiquiatra juega con esta cuestión). Y así aparece entonces la cuestión del mal y cómo representarlo, cómo volverlo un hecho estético. Es esto el centro de todos los relatos de horror, que han encontrado, como ya habíamos anticipado, una coartada perfecta en los temas relacionados con la locura. En este terreno entonces se mueve el viejo Carpenter en Atrapada. Luego del prólogo (una secuencia que deberá unirse al epílogo para entender la ambigüedad que se plantea entre una posible resolución médica o fantástica) vemos a una joven escapando hasta que llega a un casa que termina incendiando. Luego es apresada por dos policías y finalmente internada en un manicomio. En este lugar es encerrada en un pabellón especial (al que denominan “the ward”) junto a otras cuatro mujeres, también jóvenes. Allí descubre la presencia de un fantasma que persigue a las internadas. El mérito del director es cómo logra, a partir de la puesta en escena y del ritmo que le imprime al relato, que cada escena presente un clima extraño, enrarecido, siempre alucinatorio. Muchas veces de terror concreto e impactante (los momentos en los que hay alguna muerte) pero también en otras ocasiones mucho más sutiles, como ese momento en el que –mientras que desde afuera se escucha una tormenta profética- las chicas parecen divertirse bailando hasta que irrumpe el terror. Un momento que es todo un ejemplo de puesta en escena, de manejo del ritmo y de la sugestión. Y así es todo el film. Carpenter da una clase cinematográfica con materiales mínimos. Explotando al máximo los pocos escenarios, lo básico del guión y los recursos actorales mínimos (o sea, todo un genio de la clase B). Y marca diferencias con su alrededor, por ejemplo con los excesos autorales y vacíos de Scorsese en La Isla siniestra, o con ese objeto estéticamente no identificable llamado Sucker Punch, de Zack Zynder. Pero ese explotar al máximo los recursos tiene sentido no sólo por sus logros formales, sino, sobre todo, porque apuntan al todo del tema. Que la totalidad del relato tenga un clima pesadillesco y misterioso responde a la intención de disfrazar el punto de vista del relato, para que no podemos discernir qué es una alucinación del personaje de lo que es real, o bien si todo es una construcción. Y si es esto último, entonces aparece otra vez la dualidad: ¿se trata simplemente de un producto de la locura o la construcción es de otro orden? ¿Alcanza con la explicación médica?, ¿o es necesario también una fantástica, es decir metafísica? En la posibilidad de responder –o no- esas cuestiones a través de la dilucidación de la puesta en escena, radica la comprensión y el éxito de esta pequeña película.
EL DECEPCIONANTE REGRESO DE UN MAESTRO Luego de 9 años sin realizar películas (su último estreno fue en el 2001 y se tituló "Fantasmas de Marte"), pero dirigiendo algunos capítulos de "Masters of Horror", John Carpenter vuelve al cine con una historia que aporta muy poco al género, que está repleta de lugares comunes y sobreactuación, pero que tiene, en ciertos momentos, el toque personal del director que entretendrá a los seguidores del género, pero que desilusionará a los fanáticos del maestro. La policía encuentra a Kristen, una muchacha perturbada, incendiando una casa. Ella va a ir directamente a rehabilitación a un Instituto psiquiátrico, donde, al igual que sus compañeras, va a comenzar a ser perseguida por un fantasma del pasado. Ella va a intentar escapar del establecimiento y buscar la verdad que se esconde en el lugar. Claramente aquí la historia se puede dividir en dos partes bien diferenciadas. La primera media hora es muy buena, introduce muy bien a los personajes y al conflicto y se mantiene un suspenso muy claro y escalofriante con respecto al misterio sobre lo que está sucediendo en ese lugar y con la figura villana que va apareciendo lentamente. Es aquí donde Carpenter utiliza los recursos más simples y satisfactorios para crear terror, como por ejemplo: la banda sonora (excelente en la creación de climas); los reflejos en los vidrios; manos y sombras que aparecen sin previo aviso; y correctos movimientos de cámara que crean atmósferas inquietantes muy bien logradas. Es por eso que, siendo la primera parte del relato la más sencilla en ideas y en planteos visuales, "The Ward" logra destacarse e introducir a la perfección el problema argumental. Ahora bien, en el segundo tramo de la película es donde comienzan a aparecen los inconvenientes y las situaciones que, una vez finalizada la proyección, poca coherencia tienen con el resto del relato: Partiendo por el principal error de la cinta, el guión, que comienza presentando con mucho interés las personalidades de las mujeres, y que termina siendo un ejemplo más de las ganas de convertir todo lo que sucede en el típico argumento hollywoodense, invocando giros narrativos que están de más y que ya se han visto numerosas veces en otras cintas del género. La historia es poco original, se ubica sin importancia en la década de los 60 (cosa que está remarcada varias veces durante el transcurso de la narración), está regularmente escrita (las conclusiones de los personajes) y se dejan demasiadas cosas sin explicación que, cuando el espectador comienza a revisar lo sucedido con anterioridad, no se entienden ni se intentaron justificar. El final es repetido y dejará pensando al público que ha seguido la carrera del director, ya que no va con su estilo ni con su manera de hacer cine. Se extraña aquí la simplicidad de "Halloween" o la intriga y el deslumbre de "The Thing". En cambio, predominan los excesivos giros y un complicado y lleno de clichés guión. Por otro lado, la personalidad del fantasma que invade el Hospital tiene un desarrollo que no logra profundizarse y que, una vez expuesto el final, no se entiende. No hay una continuidad en lo que va haciendo, no se explica cómo hace para atrapar a las mujeres y en muchas ocasiones solo aparece para asustar al espectador, sin darle mayor importancia a lo que está sucediendo en escena. Cada una de estas cuestiones son totalmente irrelevantes para la historia, en especial una vez que se sabe quién es verdaderamente esa entidad, pero de igual manera van perjudicando el disfrute de dichos momentos, ya que no se desarrolló claramente su personalidad ni su manera de matar. Las actuaciones tampoco ayudan a que la historia se sienta creíble. Amber Heard es sin duda alguna quien mejor está en el elenco, su personaje es el más importante de la película y está interpretado de manera muy correcta. Las compañeras de Kristen (Mamie Gummer, Danielle Panabaker, Laura-Leigh y Lyndsy Fonseca) están muy sobreactuadas, en especial en las escenas en las que están en peligro. Los doctores tienen una personalidad villana que desentona con la intención de la película y nunca logran destacarse, son los casos de Jared Harris, D.R. Anderson y Susanna Burney. "The Ward" es un desilusionante regreso de una de las personalidades más significativas del terror. Una película con un guión regular, actuaciones que no logran destacarse y un villano que no posee continuidad. Con giros narrativos que carecen de ideas y una explicación final que ya se ha visto muchas veces, de igual manera, en otras tantas películas. Esperemos que éste no sea el broche de cierre de la carrera de John Carpenter, director de obras que quedarán en la historia del género, y que pueda volver a la simplicidad y a la imaginación que caracterizó a sus mejores películas. UNA ESCENA A DESTACAR: los primeros 30 minutos.
Un maestro atrapado (¿con salida?) Que uno de los grandes directores que iniciaron sus carreras en la generación del ’70 esté de vuelta en pantalla grande es un acontecimiento. Si ese director es un hombre cuya filmografía se fue espaciando, convirtiéndose en un outsider de la industria, más acontecimiento aún. Si ese director tiene una filmografía construida en torno a una relación amorosa con los géneros clásicos, el acontecimiento es único y quizás irrepetible. Para aquellos que amamos la narración clásica y encontramos en John Carpenter uno de los últimos exponentes vivos de aquella vieja tradición, el estreno de Atrapada (título acertado en su doble juego dentro de la película, ya que de haberse llamado El pabellón la cosa hubiera empeorado) merecía un lugar especial en el corazón cinéfilo. Bueno, esto es lo que nos pasa cuando depositamos demasiadas expectativas: la caída puede ser todavía más feroz que si no hubiéramos conocido a su director. Atrapada tiene una media hora inicial que, pese a algunos desajustes actorales y cierta estereotipación de la fantasía de mostrar un hospital psiquiátrico por dentro, funciona como un relojito y parte de una premisa muy simple: una joven con un bloqueo en su memoria tras haber incendiado -aparentemente- una casa es internada en una clínica psiquiátrica donde suceden hechos extraños. Por ejemplo, que algunos de sus pacientes desaparecen sin dejar rastro (algo que conecta involuntariamente a la película con La isla siniestra, de Martin Scorsese), generando en la protagonista una paranoia que la lleva a investigar los sucesos. Sumamos a este dato que de la clínica es difícil pero no imposible el escape. OK, nada nuevo bajo el sol, pero Carpenter jamás pierde el pulso y siempre sabe dónde poner la cámara. El minuto 30 y pico nos brinda uno de los típicos planos Carpenter con el temor a la profundidad de campo en medio de una ducha con demasiado vapor. Ahí, cuando comenzamos a disfrutar de lo conocido, aparece un integrante (lamentablemente) novedoso: el golpe de efecto en primer plano sonoro. Extraño: Carpenter no hacía estas cosas con el sonido, al contrario, cualquier espectador con sentido común podrá recordar la sofisticadísima construcción sonora de Halloween sin ir más lejos. Pero en Atrapada esa sutileza queda fuera. Algo molesta: es como si una sucesión de malas decisiones formales, de procedimientos (sobre todo sonoros) poco felices tendieran a borrar con el codo lo que la mano-cámara del director había construido. Si a esto le sumamos asesinatos filmados con rigor de principiante (amén de cierto disfrute sádico que pueda haberse buscado con los modos de matar) y una sucesión de vueltas de tuerca que comienzan a acumularse, podemos pensar en una hipótesis preliminar: Carpenter ha abandonado el clasicismo. Pero abandonar un programa narrativo no tendría que ser un problema: ya en En la boca del miedo o incluso en la menospreciada obra maestra Los fantasmas de Marte el director había probado alejarse de moldes narrativos convencionales y había funcionado fantásticamente. Quizás el mayor problema de Atrapada es que lo que se muestra es una desconfianza en los materiales, una suerte de cansancio, una necesidad de explorar otros moldes pero, paradójicamente, sin alejarse del todo de lo clásico. Esa indefinición, ese quedarse a mitad de camino explica la arbitrariedad de los giros de guión: ahí donde las imágenes encontraron un límite se busca auxilio en la planificación, en las ideas, y más precisamente, en el cerebro. Esa nueva confianza en lo cerebral pareciera explicar el énfasis en los mecanismos efectistas: la imagen y el sonido quedan supeditados al shock perceptivo de una esquizofrénica con múltiples personalidades (elección por cierto bastante demodé). Pero por más lógico que esto sea no quiere decir que sea logrado. De ahí que no es correcto hablar de Atrapada como una película psicologista, sino de una fuertemente cerebral, algo que, revisando la obra de Carpenter en perspectiva, es una novedad ¿Acaso todo esto es una interpretación reaccionaria por haber abandonado el mundo de lo clásico en donde el director siempre supo moverse con comodidad? No, pero es un llamado de atención: nada nos indica que Carpenter comience a mirar con cariño a construcciones narrativas como las de Identidad, El Origen o Sucker Punch (películas con las que dialoga), pero cuando menos este paso en falso plantea dudas. No hay peor lugar para quedarse atrapado que en el propio cerebro: veremos si el camino sin salida es nuestro frente a un cambio en su cine o es el mismo Carpenter el que se encerró en un callejón.
Fantasmas, asesinos y desórdenes mentales Luego de su paso por la serie de TV Master of Horror, en la cual dirigió dos capítulos, la genial Imágenes del horror (Cigaret’s burns, 2005) y Pro-Life (2006), John Carpenter vuelve al largometraje con Atrapada (John Carpenter’s The Ward, 2010), una película menor que si no fuera por la mano del maestro del terror pasaría desapercibida. La sexy Kristin (Amber Heard) ingresa a una institución mental en la década del sesenta. En ella, sin recordar nada de su pasado, si quiera como llegó hasta allí, será acechada por horripilantes experiencias junto a las demás pacientes del psiquiátrico. Su lucha por fugarse se complementará con su esfuerzo por comprender que es lo que está pasando. John Carpenter es un maestro en generar climas. La atmosfera creada en Atrapada mediante la música original (creada por Carpenter en colaboración con Mark Kilian), los movimientos de cámara y planos cerrados, es claustrofóbica, inquietante y abrumadora. Es el 60% de una película con una gran vuelta de tuerca final que no tiene nada de novedoso a esta altura del partido. Sin embargo, el escatimo de información (eso sí no es merito del director sino de los guionistas Michael Rasmussen y Shawn Rasmussen) sumado a los climas mencionados del maestro del terror, hacen del film un entretenimiento digno para la media de lo estrenado comercialmente. Atrapada es de esos films que hay que esperar hasta el final para comprender lo sucedido, final que no vamos a develar aquí pero si recomendaremos prestar suma atención a los indicios. El director de Noche de brujas (Halloween, 1978) ha regresado, y con Atrapada da una clase de cómo utilizar las herramientas del género para producir miedo, aunque no estemos frente a una gran película.
Carpenter y un thriller psicológico sobre jóvenes encerradas en un neuropsiquiátrico Atrapada es una de esas películas en las que el espectador puede quedarse con la mitad del vaso llena o lamentarse por su parte vacía. Se trata de un típico thriller psicológico sobre atractivas jóvenes encerradas en un neuropsiquiátrico (en este caso, en un hospital público de un pueblo de Oregon durante los años 60) que regala unas buenas dosis de tensión y de suspenso a la hora de trabajar temas como las presencias fantasmales, los excesos de los tratamientos (como las sesiones de electroshock), las alucinaciones y las personalidades escindidas. Así, en principio, uno podría quedarse con la satisfacción de haber encontrado un aceptable film de cine de género construido con un look old-fashioned que se ubica en las antípodas del tan de moda terror sádico en la línea de Hostel o El juego del miedo . Sin embargo, si se analizan los pergaminos de su director, John Carpenter, el balance no resulta tan estimulante. Es que de un artista que ha concebido joyas como Asalto al precinto 13 , Halloween , La niebla o En la boca del miedo, cualquier cinéfilo exige bastante más que un trabajo por encargo a partir de un guión construido a base de golpes de efecto y vueltas de tuerca, con elementos que ya se han visto en clásicos como Shock Corridor , de Samuel Fuller, en Inocencia interrumpida , de James Mangold; en las recientes Sucker Punch : Mundo surreal , de Zack Snyder; y La isla siniestra , de Martin Scorsese; o en docenas de exponentes del j-horror japonés. Carpenter jamás logra imprimirle un sello personal al material que tiene en sus manos y aparece como un artesano dócil, eficaz y previsible. Demasiado poco para un autor de referencia en el cine fantástico que se ha destacado por películas mucho más audaces y contestatarias que este apenas correcto producto al servicio de la industria.
Noche de brujas en la boca del miedo Como en La isla siniestra, de Martin Scorsese, el hospital neuropsiquiátrico del film de Carpenter puede interpretarse como una institución represiva no muy distinta de Hollywood. ¿Qué hay más desvalido que una chica corriendo sola por un bosque, en ropa interior y perseguida por la policía? Así empieza Atrapada, pero todo aquel que conozca la obra de John Carpenter sabe que él es, quizás, el mejor discípulo de Howard Hawks. Y que en Hawks las mujeres son siempre personajes fuertes, decididos, capaces de tomar permanentemente la iniciativa. Y esta chica no será la excepción, por más que la quieran encerrar y domesticar en un loquero de una región remota de Oregon, allá por mediados de los años ’60. Hay un aire, un espíritu deliberadamente anacrónico en Atrapada que no tiene que ver sólo con la época en que está ambientado el primer largometraje de Carpenter en más de una década: ese desfase temporal también responde al estilo clásico con el que está rodada, a la fluidez, transparencia y economía de su puesta en escena, que no necesita de la parafernalia de efectos especiales a los que se ha abandonado el cine de terror actual para sostener el suspenso y la tensión narrativa. Como no tardará en comprobar Kristen (la rubia Amber Heard), no bien la recluyan en el North Bend Pyschiatric Hospital, algo inquietante y siniestro se esconde en esa inmensa mansión de aspecto neogótico, cuyos infinitos pasillos y catacumbas recorre la cámara en movimiento continuo de Carpenter. “Bienvenida al Paraíso”, la recibe irónicamente un enfermero que parece más bien un guardiacárcel. “¡Yo no estoy loca!”, se defiende la chica, a lo que el médico a cargo de su caso (Jared Harris) le responderá con aplomo: “No usamos esa palabra por aquí...”. Lo primero que llama la atención de Kristen es el pabellón al que la derivan, ocupado solamente por otras chicas de su edad y cada una con una marcada característica particular: la seductora (Danielle Panabaker), la infantil (Laura-Leigh), la artista (Lyndsy Fonseca) y la rebelde (Mamie Gummer, muy parecida a su madre, Meryl Streep). Antes hubo también otras chicas, pero todas van desapareciendo lenta, misteriosa y sistemáticamente, perseguidas por una suerte de ánima viscosa y putrefacta que ronda por ese laberinto y que parece provenir de las propias pesadillas de Kristen. A todas luces, el guión –que abusa de unos cuantos lugares comunes– no es precisamente lo mejor de Atrapada. De hecho, ni el libreto ni la música pertenecen a Carpenter, que habitualmente suele ocuparse también de esas funciones. Pero como el verdadero autor que es, el director de Christine no puede dejar de hacer suya la película, tanto que hay reconocibles puntos de contacto con su obra previa. De Asalto a la prisión 13 y El enigma de otro mundo proviene un tema esencialmente hawksiano: el grupo en peligro, aislado del mundo exterior y enfrentado a una situación aparentemente sin salida. La diferencia estriba en que, por primera vez en la obra de Carpenter, el grupo que antes era casi exclusivamente masculino ahora está integrado sólo por mujeres. Y una mujer fuerte, una sobreviviente (la supervivencia es otro tema caro a Carpenter) era también, como aquí, la líder del grupo de La niebla. El asilo para enfermos mentales ya estaba en Noche de brujas y en En la boca del miedo, pero en Atrapada se diría que adquiere otra dimensión, mucho más relevante. Personaje casi en sí mismo, ocupa un lugar similar al que tenía el neuropsiquiátrico en La isla siniestra, de Martin Scorsese, una película con la que Atrapada tiene varios hilos en común. En tren de interpretación, podría decirse que tanto para Carpenter como para Scorsese esa casa enorme y opresiva significa Hollywood, la institución en la que ambos están recluidos desde hace años y de la que ya no pueden ni quieren escapar, aunque no dejen de intentar subvertirla desde dentro. Esa institución es, se supone, el reino de la normalidad, pero como señala la estupenda, inquietante secuencia de títulos de Atrapada, hecha de antiguos grabados y fotografías de torturas, electroshocks y lobotomías, su historia es una de sumisión, castigos y represiones. Que tanto en ese comienzo como al final de Atrapada tengan una importancia crucial sendos espejos rotos quizá sugiera una imagen incompleta, desgarrada, en la que el director nunca alcanza a ver totalmente reflejada su identidad.
Hace diez años que John Carpenter, uno de los grandes maestros del cine fantástico, no dirigía una película. Su último trabajo había sido Fantasmas de Marte que acá pasó directo al video club. En el último tiempo el director estuvo muy metido revisando su obra en las ediciones especiales en dvd que se editaron de sus grandes clásicos. Atrapada no es un regreso memorable de Carpenter, ni una película que uno incluiría en la colección de dvds, pero brinda un entretenimiento decente. El problema que tiene esta historia es su argumento, cuyo final resulta totalmente trillado, no sólo por que se narró un montón de veces en el cine, sino que en el último tiempo se estrenaron películas que presentaron conclusiones similares. Si las menciono le arruino la visión de esta historia porque van a sacar en seguida la resolución. Lo mejor de Atrapada pasa por la dirección de Capenter, quien hasta el momento en que se revela el “giro sorpresivo” de la trama, presenta un buen thriller entretenido que te mantiene interesado en el misterio que presenta el conflicto. El director no participó del guión y la música y se nota porque esta es una producción menos personal del cineasta. Sin embargo, como profesional y gran artesano del cine que es se las ingenió para brindar buenos momentos de suspenso, respaldado por un sólido trabajo en la fotografía y un muy buen reparto de actrices, que también merecen ser destacadas. Especialmente la protagonista Amber Heard. Atrapada no es un peliculón imperdible pero entretiene y su estreno se celebra por la sencilla razón que un maestro como John Carpenter sigue haciendo cine.
Trás nueve años sin filmar, John Carpenter vuelve… pero con una de las peores películas de su carrera. Carpenter es un genio. El que duda eso nunca vió una de sus películas, pero a veces hay que ser objetivo en esto de reseñar películas, y a veces (pese a que duela el corazoncito) nuestros directores favoritos no apuntan demasiado bien a la hora de hacer sus películas. Este es un caso prácticamente ejemplificador: Carpenter vuelve a dirigir una película después de nueve años – su último trabajo fue Fantasmas de marte- y se trata de un thriller de terror con mucho, mucho suspenso, pero mediocre en comparación de cualquiera de sus otros trabajos. La historia que se cuenta es la de Kristen (Amber Heard), una chica que es internada en un manicomio luego de prender fuego una casa. Allí conoce a otras internas, de personalidades muy diferentes y, de a poco, comienza a relacionarse con ellas y con su doctor (el siempre oportuno Jared Harris, uno de los puntos altos de la película pese a sus breves apariciones), pero allí hay alguien más… o algo más, aunque nadie quiera reconocerlo. Y ese algo se está llevando una a una a todas las pacientes. Y Kristen no será la víctima de esa criatura, no señor: antes de caer en sus garras, intentará huír. Ese es el planteo básico de Atrapada: una película con una chica linda y fuerte como protagonista y un monstruo feo y terrible como villano. Las escenas de suspenso están bien, los sustos están bien, Carpenter filma bien, por lo cual la película es atractiva. Entonces, ¿qué tiene de malo Atrapada? Ya se vió. Y no es que es una idea cliché que puede tener mil formas, como la de un asesino que mata adolescentes, por ejemplo, sino que es igual a otra película que no tuvo un gran éxito, pero muchos seguramente vieron: Identidad (Identity, 2003), de James Mangold y con John Cusak como protagonista. Además, también nos levanta una sospecha, ¿Zack Snyder vió o supo algo de esta película mientras hacía Sucker Punch?, porque también son demasiado similares, solo que aquí Carpenter gana, ya que su Atrapada data de 2010, mientras que la de Snyder se estrenó este año. En fin, en Argentina no solo tuvimos que esperar 9 años para ver una película nueva de Carpenter, sino que también tuvimos que aguantar decenas de postergaciones. Ahora la película llegó y, la verdad, tira abajo todas nuestras expectativas. Ojalá Carpenter siga dirigiendo mil años más, y ojalá, y no en mucho tiempo, podamos ver otra joya de su factoría.
Pasillo al vacío A la pobre Kristen (Amber Heard) le gusta jugar con fuego y justo cuando disfruta viendo como se propaga el que inició en una casa, llega la policía para llevarla a un manicomio. En el lugar se encuentra con otras chicas, cada una con su locurita a cuestas. El médico responsable del lugar experimenta nuevos métodos de "curación" mientras un fantasma aterroriza a las internas. Una a una van desapareciendo y Kristen está decidida a descubrir qué sucede. Deberán esperar unos cuarenta minutos hasta que algo parecido a un susto aparezca. Mientras tanto, Carpenter nos ofrece travelings por pasillos vacíos en busca de un terror que no llega. Lo peor de la espera es tener que soportar la pésimas actuaciones de un elenco caricaturesco. Sobre la performance de Amber Heard, sólo diremos que hemos visto a rubias como ella actuando mejor en una porno. La vuelta de tuerca final sólo nos hace pensar que buena podría haber sido esta película con mejores actores y un director menos perezoso. Pero, sabido es, que el podría no existe.
Me quieren volver loca John Carpenter regresa con un relato afín a sus primeros grandes éxitos, y con el encierro como leit motiv. John Carpenter se hizo un nombre en el cine de los años ‘70 cuando una película suya, de bajo presupuesto, se convirtió en una de las campeonas de la taquilla, e inició no sólo una saga exitosa ( Noche de brujas ) sino un tipo de filme de terror que sería emulado, multiplicado y bastardeado hasta el presente. Lo que destacó a Noche de brujas y a su asesino serial, Mike Myers (nombre del protagonista, no el comediante homónimo) en los primeros títulos, los dirigidos por Carpenter, era lo que sería la marca de fábrica del director de El enigma de otro mundo . Más que terror, suspenso. En Atrapada , su regreso al cine después de una década ausente, tiene muchos puntos en común con Noche de brujas , en lo narrativo y hasta en el estilo de cámara. Kristen (Amber Heard) deambula por los pasillos de un hospital psiquiátrico. Sabemos poco y nada de su pasado, sólo que la internaron allí después de haber incendiado una casa en las afueras de North Bend, Oregón. Es 1966, y los métodos que el doctor Gerald Stringer utiliza con ella y sus cuatro compañeras del pabellón (el título original del filme) son las drogas y, eventualmente, el electroshock. La protagonista –que a diferencia de otras sagas, es línda pero no tonta, lo que la saca de la ley no escrita del género de que si es hermosa va a encabezar la lista de las futuras víctimas- quiere escapar del lugar, más aún cuando advierte que sus compañeras empiezan a desaparecer, algo que hace recordar involuntariamente a La isla siniestra , de Scorsese. ¿Qué les pasa? Las vueltas de tuerca del guión, que no es creación de Carpenter, como tampoco la música -algo de lo que le gustaba encargarse al realizador de Escape de Nueva York -, son un poco tiradas de los pelos. Hablábamos del estilo repetido de Carpenter. Hay aquí mucha cámara desplazándose por pasillos montada en grúa, pantalla widescreen (ancha), mucha acción nocturna, lluvias y relámpagos, y un uso tal vez abusivo de golpes de efecto. También están los personajes arquetípicos, no sólo la protagonista como la aparentemente cuerda en medio de loquitos, que hace que toma la medicación, pero no, más la enfermera con anteojos, el enfermero fuerzudo, el médico que ocultaría algo. Con todo, y sin ser lo mejor que se le vaya a recordar a Carpenter, Atrapada jamás aburre, mantiene en tensión, tiene muy buena iluminación –dato no superfluo en este tipo de filme- y no cae en el gore o el slash del tipo El juego del miedo , hijo bastardo de las Noche de brujas .
El regreso del maestro del terror El director de Noche de brujas y La cosa vuelve al ruedo con este film donde narra la historia de una joven internada en una institución mental. Sin grandes efectos visuales, expone la angustiante fragilidad de la mente humana. Atrapada es una película dirigida por John Carpenter. Para muchos espectadores este puede ser un dato irrelevante, porque no conocen a este director. Por otro lado, para muchos cinéfilos se trata de un evento cinematográfico, ya que dentro del ámbito de la cinefilia Carpenter es considerado un maestro. Películas como Noche de brujas, La cosa, La niebla, Asalto al precinto 13, En la boca del miedo son varios de los títulos que han convertido a Carpenter en el maestro del cine de géneros, en particular del cine de terror. Muchos de los títulos mencionados ya han tenido aceptables o espantosas remakes –irónicamente algunos ya eran remakes, pero excelentes– y otros van camino a tenerlas. Es decir que aunque el espectador no conozca el nombre de Carpenter, si le interesa el cine de terror, debería saber que él es el maestro que han seguido muchos directores actuales. Atrapada cuenta la historia de una joven que es internada en una institución mental, punto de partida ideal para describir la indefensión del individuo frente al sistema. Pero quienes busquen un gigantesco show visual, carente de sentido pero vistoso como en la reciente Sucker Punch no se sentirán a gusto acá. Atrapada es una película con una puesta en escena de otra época. Si tuviéramos que buscar referentes estéticos deberíamos ir hacia la década de 1940 o de 1950, y pensar en directores de cine clase B y en películas como las que hacían los estudios más pequeños, carentes de estrellas y de altos presupuestos. A falta de ganchos comerciales, aquellas películas eran pura habilidad narrativa, imaginación y estilo. Y en eso brilla Atrapada, en su capacidad de mostrar un estilo visual que hoy el cine industrial ha perdido. No hay espejitos de colores acá, tan sólo puro lenguaje cinematográfico. La historia es muy pequeña y muy sencilla y no estamos frente a un clásico de todos los tiempos. Tampoco el guión atraviesa por los espacios más originales del mundo y tal vez no lo intenta tampoco. Sin embargo, y a pesar de sus limitaciones, Atrapada se impone por su potencia narrativa y por la descripción pausada y sutil que hace de la fragilidad de la mente humana. El terror, el verdadero terror que describe Carpenter, es el de la incertidumbre de no sabernos cuerdos o locos. La sensación de que tal vez el mundo esté conspirando contra nosotros o tal vez no. Y en esa duda se resume la angustia real que produce Atrapada.
Llega la última de John Carpenter a Buenos Aires. "Atrevete a experimentar el terror supremo de ir a verla" Con las sinopsis pasa lo mismo que con los trailers: a veces son más interesantes que la propia película. Lástima que al comprobarlo uno ya desembolsó los pesos de la entrada y de los pochoclos. Entiendo que generar un poco de expectativa es razonable pero si como en el caso de Atrapada (The ward) la nueva de John Carpenter, se presenta además como la película del "maestro del terror" y con el slogan "atrevete a experimentar el terror supremo", ¿no será mucho? Algunos aspectos novedosos para experimentar un "terror supremo": Una joven rubia y bonita sufre un encierro injusto e incomprensible en un neurosiquiátrico. Un médico que no se sabe para que lado juega, un enfermero perverso y una encargada seria con cara de pocos amigos. Algunas jóvenes internadas que irán desapareciendo de a poco. Un toque de oscuridad, sonido de pasos, relámpagos y truenos varios. Algunos planos cuidados de las jóvenes en las duchas aptos para todo público. Gritos desesperados cada tanto. Una presencia fantasmal parece acechar entre las sombras. Alguien quiere matar a la rubia bonita. Nadie le cree. ¿alucinaciones? Habrá que medicarla y tal vez darle un poco de electroshock... Tendrá que intentar escaparse. Una dosis adecuada de sangre y algo que no cierra. ¿Cantidad de actores? el mínimo posible. ¿Extras? no es necesario ¿Dirección de actores? ¿para qué? Un poco de oficio en la fotografía y en el montaje y listo. Todo esto, ¿No te suena novedoso ni terrorífico en extremo? Bueno, aún podés mirar el trailer y leer la sinopsis.
Un asunto de mujeres No cabe la menor duda que las tribulaciones que padeció el mítico John Carpenter durante la última década pintan a las claras algunas de las estrategias comerciales y/ o artísticas del Hollywood contemporáneo, léase repetición hueca de las mismas fórmulas de siempre y cero apoyo a propuestas originales gestadas desde los márgenes. Otra de las tácticas favoritas de la industria es la clonación lisa y llana de películas que han tenido éxito en tiempos o latitudes lejanas: precisamente al no conseguir financiamiento para sus proyectos, el norteamericano se aventuró a la televisión con dos capítulos para la serie Masters of Horror y decidió empezar a cobrar los cheques por las remakes de sus clásicos. Recordemos que el realizador no entregaba un largometraje desde Fantasmas de Marte (Ghosts of Mars, 2001), un interesante opus de ciencia ficción con espíritu de western revisionista que sin embargo fue superado holgadamente por Pro-Life (2006) y en especial por la extraordinaria Cigarette Burns (2005), sendos aportes para la tira creada por Mick Garris. Hoy por fin llega a las pantallas argentinas Atrapada (The Ward, 2010), un exquisito regreso a la palestra internacional que no hace más que reconfirmar cuánto se lo extrañaba en un género como el terror que suele estancarse a nivel mainstream en la mediocridad, el automatismo y la falta de profesionalidad de los responsables ocasionales. Combinando el slasher y el suspenso de entorno cerrado, la historia gira alrededor de Kristen (Amber Heard), una joven confinada a un hospital psiquiátrico luego de incendiar una casa: mientras corren rumores de terapias experimentales, de a poco sus compañeras desaparecerán a manos de un furioso espectro. Aquí volvemos a disfrutar de rasgos como el minimalismo formal, un trabajo de cámaras meticuloso, una protagonista obstinada, mucha steadicam y un excelente ritmo narrativo. En esta oportunidad no fue Carpenter el encargado de componer la música incidental, la tarea recayó en Mark Kilian y si bien se echan de menos los sintetizadores debemos admitir que el resultado es más que positivo. Sin adelantar demasiados datos acerca de la trama y con vistas a conservar el misterio que atraviesa a gran parte del relato, sólo diremos que el guión de los hermanos Michael y Shawn Rasmussen hace referencia a todos los cánones tradicionales relacionados con la locura institucionalizada e inteligentemente toma prestados elementos paradigmáticos de Psicosis (Psycho, 1960), modelo Identidad (Identity, 2003), y apuntes varios de Shock Corridor (1963) de Samuel Fuller. Como si se tratase de una versión a escala de la monumental La Isla Siniestra (Shutter Island, 2010), la fotografía de Yaron Orbach retrata sin sutilezas cada pequeño detalle de las ráfagas de violencia características del director. Por supuesto que la experiencia no sería tan satisfactoria si no incluyera la interpretación de Heard, una actriz bella y talentosa cuyo desempeño fija el tono para sus colegas y sostiene en buena medida la progresión dramática en este verdadero “asunto de mujeres”. Aunque las participaciones de Danielle Panabaker, Lyndsy Fonseca, Mamie Gummer y Laura Leigh también son bienvenidas, los que realmente se destacan -en segunda línea- son los antagonistas de turno, Jared Harris como el Doctor Stringer y Susanna Burney como la Enfermera Lundt. A fin de cuentas el placer que genera el film es equivalente a la maestría absoluta de Carpenter: esperemos que la próxima lección de cine no tarde tanto en arribar…
Anexo de crítica: Resulta más que obvio que John Carpenter –tras casi 10 años de ausencia- no necesita de efectos especiales para sostener la tensión de un relato que recicla mucho de la legendaria Noche de brujas y está filmado con un estilo muy arraigado a los 70: pasillos largos, luz tenue, fuera de campo, etc. Sin embargo lo que falla en Atrapada es el guión -escrito por Michael y Shawn Rasmussen- por su escasa creatividad, sus forzadas vueltas de tuerca y su tramposo desarrollo, que trae reminiscencias a La isla siniestra de Martin Scorsese. Tratándose del creador de Mike Myers se esperaba mucho más.
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Al maestro con cariño (elegía) No es sencilla esta crítica acerca del maestro John Carpenter. Es que a lo largo de los años John ha sido uno de los pocos directores que ha logrado encumbrarse en un género difícil de por si, el del terror. No existen demasiados directores que hayan forjado a lo largo de la historia un vínculo tan fuerte con este género y que además, hayan tenido más aciertos que caídas. Antes de hablar de Atrapada (ya llegaré a eso) se debe establecer que quién está detrás de cámaras es un grande (en serio) del terror. Porque este director que a fines de los 70 y principalmente en los 80 se convirtió en un clásico, se fue diluyendo a lo largo de los 90, perdiendo cada vez más espacio en el cine. Claro que no por eso ha dejado de ser un director de culto para los amantes del género (entre los que me incluyo). Es que John ha sabido entregar verdaderas joyas del horror. Enigma de Otro Mundo (The Thing para los amigos) es quizás la mejor película de terror de todos los tiempos. Y junto con El príncipe de las Tinieblas y En la Boca del Miedo conforman la trilogía del Apocalipsis, un trinomio difícil de superar. Pero si además le agregamos que dirigió: Halloween, Christine, Vampiros, La Niebla, Fantasmas de Marte... estamos hablando de una figura insoslayable del cine. ¿Porque hablar tanto del pasado cuando deberíamos hablar de Atrapada? Porque en ocasiones, los pergaminos no alcanzan. No es que Atrapada sea una mala película, pero no sobrepasa la medianía, deja sabor a poco. Y considerando que hace unos años en su capítulo de Masters of Horror (en TV) "Cigarette Burns" entregó una pequeña joya, era difícil no aguardar ansioso este regreso a la pantalla grande. En Atrapada conviven señales de su autoría, la mujer hawksiana a la que nada detiene y que se sobrepondrá constantemente (la elección de Amber Heard en el papel principal es un acierto), una narración clásica y sopesada, y principalmente, su fascinación por el encierro dentro de una institución (la comisaría en Asalto al Precinto 13, la iglesia en Príncipe de las Tinieblas o el laboratorio en Enigma de otro Mundo). Pero no alcanza con regodearse en la cinefilia cuando un film de terror no da miedo, donde el efecto de sonido es el recurso para asustar, cuando la vuelta de tuerca final (aunque con algo de lógica) parece una resolución blanda y conformista. Solo recordando hace unos años(es cierto, son bastantes) la última escena de El Príncipe de las Tinieblas en donde el horror queda latente, agazapado para explotar, y ver esta conclusión con golpe de efecto básico y obvio, no puede uno más que lamentar este paso en falso del maestro. Puede que Carpenter este tratando de adecuarse a estos tiempos, que busque el golpe al rostro en vez de trabajarnos lentamente... esperemos que no, el siempre moribundo género del terror lo necesita. Nosotros también.
Con “Atrapada” regresa el mejor Carpenter Siendo el mejor director de films de terror de finales del siglo XX, John Carpenter terminó tan aburrido de la mediocridad de los estudios de Holywood como para pasarse casi todo lo que va del siglo XXI recibiendo las pingües ganancias por las remakes de sus viejas películas, y sólo fue convencido para filmar dos episodios de la serie «Master of Horror» y esta «The Ward», que en principio también tenía origen televisisivo (parece que fue concebido como telefilm, pero dado el nivel de la producción y la firma de John Carpenter, la película tuvo un estreno limitado en los cines de las principales ciudades norteamericanas). Al lado de las dos últimas películas ferozmente épicas del director (las excelentes «Vampiros» y «Fantasmas de Marte») «Atrapada» sin duda es un Carpenter decididamente intimista. Luego de un acto piromaníaco, una chica es encerrada en un manicomio donde las pacientes van muriendo una por una de muertes espantosas. Las internas ocultan un horrible secreto que aparentemente es el causante de los asesinatos progresivamente de corte más y más sobrenatural, y la recién llegada podría descubirr ese secreto y detener las muertes. La trama funciona en principio como una variación más claustrofóbica de «La niebla» («The Fog»), una historia clásica de fantasmas donde los espectros vuelven de la tumba a reclamar por alguna injusticia pasada. Sólo que Carpenter ya filmó esa historia, por lo que ahora, luego de establecer la estructura del film y convencer al espectador de estar ante una historia típicamente fantasmal, le da una vuelta de tuerca imprevisible al guión y lleva la película en una dirección totalmente distinta, que por supuesto no convendría adelantar. El film se toma su tiempo en generar climas ominosos, y juega con el espectador asustándolo cuando menos lo espera. En este sentido, el lenguaje formal de Carpenter es implacable, eso a pesar de que no utiliza especialmente la música (es una de las pocas veces en su carrera que no es el compositor del score musical de un film, que aquí está a cargo de Mark Killian). Es un film chico, sin estrellas, con apenas un muy buen actor de reparto como Jared Harris, y prácticamente un único decorado que es esa siniestra clínica psiquiátrica. Pero es una excelente película de terror, con momentos realmente fuertes, y con el formidable estilo visual de Carpenter. Dado que hace ya muchos años no se estrena una de Carpenter en los cines argentinos («Fantasmas de Marte» salió directo al dvd) es un lujo poder ver «Atrapada» en pantalla grande.
John Carpenter es parte del podio del cine freak desde hace décadas. La sola mención de Halloween o The Thing debería alcanzar, aunque para sumar fundamento podría acudirse a Escape From New York o Asalto en el precinto 13. Y siguen los títulos. Quizá por todo eso es que ver como el maestro (después del gran intermezzo que fue Cigarrete Burns, de Masters of Horrors) derrapa con un film anodino como este es incluso una experiencia peor que la de la imposible Ghost of Mars, a la que nos condenó hace una década. Atrapada, tal su título en Argentina, es un clásico y remanido film sobre rubia-psicótica-acosada-por-fantasmas-propios. El personaje en cuestión (Amber Heard, la misma de Zombieland y Pineapple Express) la pasa mal desde el primer minuto de relato y no corta el derrotero de sufrimiento casi ni siquiera en los títulos de crédito. Y al suplicio de la fémina ayuda un grupete de niñas a la cual más insufrible, que están ahí (en el guión, en el internado en el que aparece por sorpresa nuestra heroína) para profundizar y agravar la situación general. Los elementos con los que juega Carpenter son débiles, y el poco convencimiento que emana de cada uno de ellos se traslada a una puesta general desabrida, pobre en narrativa y tan light en estética e imagen que no parece obra del tipo que nos sacudió las vísceras bizarras con obras maestras que dejan a este título apenas como un mínimo ejercicio, casi casi un recreo pre jubilatorio. Con onda, maestro.
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Dos decepciones dos La expectativa por el primer largometraje que John Carpenter hace desde 2001 era enorme. Y si bien Atrapada es una película bien narrada y hay temas habituales del director como el grupo en peligro en un lugar delimitado o la heroína fuerte, o detalles de estilo como esos hermosos travellings hacia atrás por pasillos, Atrapada parece hecha por un mero imitador de Carpenter: sin brío, sin grandeza, sin esa hermosa convicción genérica clase B de tantas de sus películas (Fantasmas de Marte, la última que había hecho, en todo un modelo de grandeza clase B, un inolvidable space western), y es un tanto penoso ver cuánto descansa Carpenter en golpes de efecto para generar miedos efímeros. Atrapada, historia de una chica internada en un psiquiátrico, basa su funcionamiento en premisas de un guión (un guión no escrito por Carpenter) de poco aliento cinematográfico. Y no sólo por el argumento, medianamente banal, sino sobre todo por los diálogos. Si Carpenter fue siempre un gran continuador de Howard Hawks fue también porque supo escribir (o elegir) guiones con diálogos filosos, secos, reverberantes. En Atrapada los diálogos son meramente funcionales, algunos incluso irritantemente “sembradores de lo que se va a revelar después”, medio revoleados. Quizás debería decir algo más sobre la película, y de hecho hasta podría recomendarla levemente, pero permítanme detenerme acá e ir a tirar los restos de mi globo pinchado mientras decido si me animo a ver la de Harry Potter.
John Carpenter es uno de los mayores cineastas de todos los tiempos. Tiene la desgracia de dedicarse a un género como el terror, al que solo ocasionalmente se toma en serio. A pesar de ello, su obra es metafórica y directa, y sus temas son el heroísmo grupal, la lucha física que traduce un combate moral, la necesidad de seguir peleando siempre contra un Mal (que a veces, como en “Sobreviven”, es directamente político) que no deja de estar presente. “Atrapada” parece lo que no es: un film donde un grupo de mujeres encerradas en un manicomio es asesinada una a una por un fantasma. Allí hay raros experimentos, secretos terroríficos y golpes de efecto. Pero lo que Carpenter en realidad cuenta es que el Mal ya está en nosotros, que no hace falta lo sobrenatural para explicarlo. Que estamos alienados, y que el golpe de efecto no es más que la mala costumbre del cine. Sí, es también un film sobre el cine y sobre cómo nos hemos acostumbrado tanto a los horrores artificiales que el verdadero horror pasa inadvertido. Aquí hay una heroína que, como la Alicia de Lewis Carroll, atraviesa el espejo de la locura para tratar de recomponer –literalmente– un mundo. Carpenter maneja el clima como nadie, traduce la fantasmagoría al puro combate físico y, en el final, con la apelación a la resistencia y la lucha contra la mansedumbre que propone la ciencia o el Estado, genera el plano final más feliz –y a contrapelo– del cine en años. No se deje engañar: es un gran film.
Hace diez años que el gran John Carpenter no filmaba un largometraje, y para su retorno eligió el género que lo hizo famoso entonces, el terror. Si bien el filme cumple con las expectativas que había despertado el saber quien era su realizador, esto es, muy buen trabajo de dirección de arte, buena selección de actores, bien dirigidos, muy buena banda de sonido, impresionante creación de climas y suspenso. Pero todo pierde parte de su valor pues lo más endeble de la producción es el guión, incluyendo los diálogos y, en especial, el final que intenta explicar lo imposible de justificar, con una vuelta de tuerca que a esta altura del siglo XXI ya es un clásico cliché. Si bien se hacen presente todas y cada una de las obsesiones del maestro del genero, esto es, espacios claustrofóbicos, sin salida, personajes tortuosos, confinados a esos espacios y a su propio ensimismamiento, a su encierro psíquico trabajado como casi una encrucijada, y a en este caso particular la gran vedette, la enfermedad. El relato se desarrolla en un neuropsiquiátrico, al cual es llevada luego de ser perseguida, apresada y sin juicio de por medio, Kristen, una bella joven acusada de incendiar la casa familiar. Ella nada recuerda de esos hechos de que la acusan, se declara inocente y normal. Esto es casi un axioma de las películas que se desarrollan en instituciones psiquiatritas. Si el personaje reconoce la enfermedad esta en el lugar adecuado, si clama por que es un ser normal se instala entonces que, como no existe un complot real contra él, sufre de paranoia, por lo que esta en el lugar correcto para su atención. Esto último lo encontramos muy bien ejemplificado en la gran película “El Sustituto” (2008), de Clint Eastwood, en la escena en que Angelina Jolie es llevada para ser interrogada por el medico del psiquiátrico. Así como Christine Collins descubre lo oscuro de la trama en su contra en la realización de Clint, aquí nuestra heroína Kristen descubrirá que el método de cura más usado es el electroshock. Pero además se le revelará un secreto a voces, los pacientes, al menos de ese pabellón, no son dados de alta sino que desaparecen. Ella luchara para descubrir y reunir los elementos probatorios que demostrarían que tiene razón. Pero se suma en su contra que los responsables de esas desapariciones no son solamente los directores, médicos y enfermeros del establecimiento, complotados contra ella, sino que hace su aparición un ser endemoniado, que durante la noche circula por los pasillos del nosocomio, no se lo ve pero se lo intuye, se lo percibe. Debemos agradecer a Carpenter no caer en la imagen truculenta, sangrienta gratuitamente, o como se la llama habitualmente “gore”. El sentido del terror esta sustentado en la creación de climas, utilizando para ello los recursos clásicos, desde la fotografía con poca profundidad de campo, lo que determina no una visión clara sino la insinuación de los objetos, hasta la banda de sonido que, como cabe a todo buen director, no necesita del exabrupto sonoro para asustar. Trabaja muy bien el fuera de campo en conjunción directa con el arte del filme. Pero el problema mayor es que el guión y el desarrollo de la historia se tornan previsibles y aburridos, lo que va en desmedro de todos sus otros logros.
El fantasma inesperado El regreso de un director de la talla de John Carpenter ("Hallowen", "La cosa") vale celebrarlo. Aunque la historia no tiene nada de extraordinario ni ofrece una trama compleja, da cierto orgullo presenciar los tics de quien inventó los verdaderos guiños del género de terror. Una joven bella es encerrada en un psiquiátrico, donde le tocará presenciar muertes extrañas de sus compañeras a manos del fantasma de otra interna que constituye el enigma de la película. En poco menos de una hora y media el filme irá ganando en suspenso gracias a un hábil manejo de cámaras a lo Carpenter y a una música que hiela la sangre. No hay sangre a chorros, ni cuerpos mutilados, ni intestinos desparramados. Y allí reside el valor de esta película. Carpenter no se tentó a codearse con el gore ni con estéticas bizarras para aggiornarse. Fue auténtico del minuto uno hasta el final. Y el maestro sigue dando cátedra.
Carpenter aburre en su regreso Antes de irme de vacaciones, ví "The ward" de John Carpenter pero no tuve tiempo de escribir sobre ella. Y hoy, que regresé, releyendo a mis colegas, pensaba que podía decir que sumara a todos los datos que de ella se manejan (a saber, el director no filmaba desde la mediocre "Ghost of Mars" en 2001, su pasatiempo estos años fue cobrar regalías por films viejos y hacer algunas cosas para televisión), lo cual parecía difícil... Lo cierto es que no creo que éste sea un trabajo bueno, ni siquiera aceptable de uno de los maestros del género. Es de esos títulos que si pasan directamente a DVD, nadie lamenta demasiado... Es más, si no fuera porque es Carpenter, seguramente no justificaría un estreno comercial. Aún no sabemos porqué este enorme cineasta eligió como guionistas a dos muchachos que tenían pocos antecedentes (los sobrevalorados hermanos Rasmussen, que vienen de la escribir la fallida "Long distance") para su regreso a la pantalla grande pero fue un error. El guión de "Atrapada" es una historia trillada, casi un "patchwork" de varias ideas vistas que nunca logran entidad propia y que aburren, más que asustar. Lo que sí hay que reconocerle al director de "Halloween" es que si bien el hombre parece haber retornado con un producto hecho casi "a reglamento", algo sabe del tema y logra con pequeños toques sutiles ambientar la trama (son años!) y establece un piso para su producto que está por debajo de lo esperado para un hombre de sus laureles pero que quizás concite el interés de sus fans. Clarificando el concepto, "The ward" se salva del aplazo porque la filma Carpenter. Su gran visión para generar atmósferas sugerentes apelando a su nutrido arsenal de recursos hace que el film no caiga en el abismo aunque transite peligrosamente por él. Ya sabemos que cuando te llevan a un manicomio, la cosa pinta mal. En el hospital psiquiátrico North Bend reciben con calidez (!) a una nueva interna. Su nombre es Kristen (Amber Heard) y llega allí cuando la policía la encuentra enfrente de una casa en llamas. Obviamente, ella la incendió. No sabemos mucho qué sucedió, pero no parece ser de relevancia ya que apenas en el lugar, un grupo de chicas llamarán nuestra atención. Ellas son pacientes del lugar y parecen estar abrumadas por la tarea de sobrevivir a las duras técnicas del doctor Stringer (Jared Harris). El nosocomio es un clásico del género: tratamientos fuertes (electroshock, drogas), enfermeros brutales, pasillos largos y desolados, habitaciones-cárceles y... un fantasma. O no. O algo así. Kristen rápidamente se da cuenta de que si no sale pronto del lugar, se le hará difícil seguir con vida, ya que esa presencia maléfica amenaza con eliminarlas una a una. Ella tiene un plan y nada la apartará de su objetivo, excepto claro, la ténebre presencia de una supuesta paciente muerta que busca venganza... Ejem, les suena no? Por momentos, me hizo recordar a "Sucker Punch" (demasiado y para mal). La lucha por escapar de una realidad muy fuerte lleva a la mente humana a travesar ciertos límites no? Esa presencia demoníaca de la que hablamos transita por la cinta y la vemos entrar y salir de ciertas escenas, sin entender mucho de qué va. Si, se resuelve al final pero...La pregunta es... ¿No deberíamos tener pistas que sugieran o dejen translucir qué hay detrás de semejante persecución antes de los diez minutos de cierre? El film se repite en lugares comunes (muertes, agujas, persecusiones) y la trama es tan elemental que por momentos cuesta creer que a Carpenter le haya parecido una buena idea semejante historia. El libro es... como una farmacia pobre, "no tiene remedio". Lo cosmético que utiliza para distraernos, sólo funciona para sus seguidores incondicionales. Quienes no lo somos, nos miramos extrañados. Este es un trabajo flojito de un experimentado y veterano de la industria. No hay mucho más para decir. Esta semana se estrenaron dos trabajos nuevos de dos grandes y longevos directores: George A Romero y John Carpenter. Es casi un clásico. Este round, al menos, lo ganó el primero por puntos. Sólo soportable por amantes furiosos del género.
Clichés Desde el póster de promoción de Atrapada, e incluso luego de verla, da la sensación de estar frente a un film de terror convencional, simplemente malo y sin ideas. El problema es que quien la dirige es John Carpenter, y aquí va el primer cliché: uno de los maestros del cine de terror de los últimos treinta años y, probablemente, el mejor de aquel podio imaginario de realizadores que ocupan, con mayor o menor justicia, algunos directores que explotaron en las décadas de los 70 y los 80. Y estamos hablando de gente como George Romero, Wes Craven, Tobe Hooper, David Cronemberg, el insoportable de Sean Cunningham, o alguien de producción más reciente como Sam Raimi y hasta el joven Peter Jackson. Seguimos con la lista de clichés: John Carpenter ha sido un realizador personal, es decir, con un estilo propio reconocible en casi todos sus films, en muchos casos no solo dirigiendo, sino también escribiendo el guión y componiendo la música. Además, se ha dicho (y he dicho alguna vez): que en Asalto al distrito 13 (1976), Carpenter reescribió Rio Bravo; que El enigma de otro mundo (1982) es la gran película de terror de los 80 y casi de la historia; que con Halloween (1978) (y a pesar de Black Christmas y otros exponentes anteriores) inventó el slasher moderno. O sino: que Christine (1983) era floja pero igual estaba buena; que el Príncipe de las tinieblas (1987) es “realmente” terrorífica; que En la Boca del miedo (1995) es la última gran película de terror; y que Vampiros (1998) y Fantasmas de Marte (2001) han sido injustamente despreciadas. Todo esto para que quede claro que Carpenter no ha pasado inadvertido en la historia del género. Uno le tiene un gran respeto y admiración, sobre todo, por hacer un cine distinto, de gran carácter narrativo y personal (más clichés), haciendo muchas veces de lo mejor que se ha visto en el género desde hace tres décadas. Gracias al nombre de Carpenter, Atrapada no pasa inadvertida y va directo a DVD sin escalas (además de los caprichos y conveniencias de las distribuidoras). Estamos ante una película convencional ya desde el argumento: “la chica perturbada (Amber Heard) que va a parar al psiquiátrico tenebroso, y que afirma que no está loca, pero que con cada una de sus acciones le confirma a los médicos esa sospecha. Además vemos que la protagonista en cuestión es perseguida por una especie de fantasma que, al menos, la quiere lastimar”. Pasando por alto que esta historia ha sido contada un millón de veces, agreguemos en el medio un giro argumental que ha sido utilizado unas 50.0000, lo que da una suma de redundancias difíciles de soportar. Y si encima está dirigida por un director cuya última incursión relevante en la gran pantalla (¡cliché!) fue hace 10 años, estamos ante un producto agotado desde el principio. En Atrapada se suceden golpes de efecto continuos a medida que la historia se desarrolla a pulso pero sin alma. Heard además de aportar belleza, entrega una actuación correcta. Es que ya ha tenido algunas apariciones en el género, como la horrible versión de And soon the darkness (2010); o el interesante slasher de 2006 All the Boys Love Mandy Lane. Incluso hace poco se la pudo ver en Argentina con Infierno al volante junto a Nicolas Cage. El problema de su personaje en Atrapada no es su actuación, ni la dirección de Carpenter, sino el guión de Michael y Sahwn Rasmussen, que la atiborran de diálogos innecesarios y estúpidos, y la obligan a acciones arbitrarias o forzadas. Más allá de alguna esperanza aislada, era previsible que la vuelta al ruedo de John Carpenter fuera una decepción. Quizás, sorprende la falta de personalidad, y la poca originalidad de la propuesta. Sin embargo, la decadencia de los Grandes Maestros del Terror también es hoy un cliché. Y la verdad, es que todos los años hay gratas sorpresas y películas por encima de la media en este género. Sin ir más lejos, la cuarta parte de Scream, la fiesta gore de Piraña 3D y la vuelta a las raíces que propone La noche del demonio nos han dejado buenas sensaciones. Y al querido John todavía le debemos respeto y admiración, sin dejar de señalar que Atrapada es mediocre, bastante mediocre.
Estados alterados Kristen es una bella chica que despierta en una institución mental para mujeres, sin saber bien por que está ahí. De a poco según la trama nos iremos enterando el porqué, pero lógicamente con varias dudas y pasos en falso, como para que nada sea fácil o servido en bandeja por parte del maese Carpenter, quién regresa a la pantalla después de más de 10 años como director. Nadie deja en duda que este realizador tiene un precedente notable como hacedor de filmes de género, desde las originales "Halloween" en los 70 a "Asalto al precinto 13", "La niebla", "Escape de Nueva York", "They live!", "Vampiros", y la injustamente algo olvidada "Starman" (1984) con Jeff Bridges. Luego algo cansado de filmar y desganado se abrió de la dirección, salvo su participación en la serie de TV "Masters of horrors", hace un par de años atrás, nada hubo, y ahora su regreso con este filme menor, y que si bien es aceptable en su formalidad de terror clásico, hace agua por ratos y a muchos de sus otroras fans no convenzerá, ya que parece que el director ha involucionado. Si uno acepta convencionalismos fílmicos, podrá aceptarla pero hay reservas al respecto, y la propuesta no sale de lo simploide.
El regreso de un clásico. A esta altura del partido, un realizador como John Carpenter no necesita introducción. Sus películas hablan por él. Asalto al precinto 13, Halloween, La niebla, Escape de Nueva York, La cosa y En la boca del miedo componen su filmografía más popular, y aun buena parte de su obra menos aclamada, como Diario de un hombre invisible y Los fantasmas de Marte, no tiene desperdicio. Al igual que cualquiera de sus colegas del Nuevo Hollywood de los 70 (Scorsese, De Palma, Spielberg, etc.), Carpenter hizo de su nombre una marca registrada, una garantía estilística. Atrapada es su primer largometraje en nueve años, y las expectativas generadas eran considerablemente altas. El veterano director apela a su género predilecto con una historia de lo más convencional. Kristen (Amber Heard), una joven con amnesia, es capturada mientras incendia una casa de campo y llevada a un neuropsiquiátrico. Una vez allí conoce a sus compañeras de internación, tan atractivas como ella. Con el correr de los días descubre que el hospital está habitado por el terrorífico fantasma de una chica. Al desatarse una sangrienta serie de asesinatos Kristen intenta escapar del lugar, pero esa meta no le resultará nada fácil. Los guardias y el doctor, que saben el origen de estos macabros acontecimientos, están al tanto de todo y convirtieron el lugar en una auténtica fortaleza. Es evidente que Carpenter resuelve todo de taquito. En cada plano, en cada movimiento de cámara, en cada manejo del tiempo y del suspenso se advierte la elegancia que caracteriza a un clasicista del mejor terror cinematográfico, un talento demasiado lejano para las aspiraciones de películas actuales como El juego del miedo y Hostel. Sólo los verdaderos maestros logran dar cátedra sobre la base de un compendio de previsibilidades como lo es, pese a todo, Atrapada, que ni siquiera sobre el final suscita la menor sorpresa en un espectador medianamente familiarizado con el género. Puede que films como este den lugar a ese eterno debate provocado por las obras menores de grandes cineastas. Muchos las desacreditan alegando que, de no llevar una firma ilustre, pasarían inadvertidas. Ahí está para demostrarlo La isla siniestra de Scorsese, o cualquier producto de Woody Allen o de Francis Ford Coppola en los últimos años. Este tipo de valoración puede ser injusto. Atrapada no está a la altura de lo mejor de Carpenter ni mucho menos, y la decepción, como suele ocurrir en estos casos, resulta entendible. Si se la considera en forma particular, no obstante, no es el trabajo de un genio, aunque sí, cuando menos, de un gran artesano que conoce su oficio a la perfección. Tan sólo un aspecto puede reprochársele. Son los golpes sonoros torpes e innecesarios que acompañan algunas de las escenas más tensas del relato, como si con el impecable registro visual no fuera suficiente. Así, la atmósfera supernatural y claustrofóbica que por momentos hace recordar a Corredor sin retorno, aquel clásico de Samuel Fuller de 1963, pierde espesor y efectividad. Más allá de las limitaciones imaginativas ya mencionadas, es esto lo que convierte el film en un mecanismo imperfecto. De todas maneras, la propuesta en general conserva su atractivo. Un Carpenter clásico, aunque ligeramente defectuoso, la justifica.
Una de píldoras y electroshocks para aventar fantasmas Después de nueve años de silencio, volvió John Carpenter con una película en la que retoma sus temas favoritos, como son el terror, el suspenso, el misterio, clase B o C: “Atrapada”. Se trata de un thriller psicológico, ambientando a mediados de la década de los ‘60, en Estados Unidos. La protagonista es una joven, Kristen, que presa de algún trastorno mental, incendia una casa rural y es detenida por la policía. La muchacha es internada en un hospital neuropsiquiátrico, porque será muy linda, pero es obvio que su actitud ante la vida y el resto de la humanidad no es de las más tranquilizadoras. La chica, además de incendiaria, es bastante explosiva y revoltosa. Claro que el hospital donde es recluida no colabora mucho para volverla a sus cabales. Allí deberá compartir espacios con otras chicas más o menos de su edad, con trastornos diversos, con quienes tiene reiterados encontronazos. Pero los que acosan verdaderamente a la pobre criatura son una enfermera con cara de vieja vinagre y modales al tono, y un enfermero con pinta de patovica con mucho músculo y poco cerebro. Ambos responden a las órdenes del médico psiquiatra que está a cargo del tratamiento, el Dr. Stringer, un individuo algo flemático que parece tener todo bajo control, aunque tendrá que enfrentar uno que otro intento de sublevación de las internas e, incluso, un atisbo de insurrección de sus subordinados. Sucede que Kristen está convencida de que no está loca y que algo malo sucede allí, algo que no le quieren decir, y que pone en peligro a las pupilas. Ella cree que es el fantasma de una jovencita que estuvo internada en el hospital y que ha desaparecido de manera misteriosa, y que ha vuelto para matarlas a todas, una por una. Y sospecha que el doctor y los enfermeros son cómplices del fantasma asesino. La chica no quiere tomar su medicación y a veces arma tanto revuelo que le tienen que aplicar uno que otro electroshock para dejarla groggi y que no moleste por un rato. Claro que enseguida volverá a la carga hasta dar vuelta todo, con el sólo objetivo de escapar del encierro y liberarse de sus amenazas. Clichés Esta nueva película de Carpenter está hecha a la manera de los clásicos del suspenso, con casi todos los clichés. Las secuencias transcurren en el hospital, cuya arquitectura casi carcelaria aporta el escenario de opresión, con puertas sucesivas que se cierran con llaves y trabas, pasadizos oscuros y húmedos, escaleras que llevan para arriba y para abajo, pero que no conducen a ninguna salida, y siempre algún enfermero o alguna enfermera que cual despiadado guardiacárcel, abortará oportunamente, y no de buenos modos, cualquier intento de huida. Y para colmo, el fantasma de Alice (la chica desaparecida) acechando en cada rincón con su aspecto cadavérico repulsivo y su manía asesina. Kristen las tiene todas en contra y nadie la entiende... sin embargo, un buen día, todo mejora como por arte de magia. El médico parece persuadido de que está recuperada, esboza una explicación de las causas de su mal y el porqué de su conducta tan extraviada. La chica queda conforme y los padres vienen a llevársela... pero, puede que no sea tan así. El final es abierto y todas las dudas vuelven a precipitarse, como para que el espectador nunca sea rescatado de la confusión, igual que la atormentada protagonista. “Atrapada” es un producto mediocre del género, al guión le falta ritmo, la intriga decae demasiado a menudo y los momentos de tensión no llegan al clímax que se le exige al rubro. ¿O será que a estas alturas ya necesitamos dosis más fuertes?
LA FUENTE DEL TERROR Puede que la última película de Carpenter no esté entre sus mejores títulos, pero una mirada atenta podrá descubrir la consistencia formal y temática del film, coherente con la totalidad de su obra. “En Francia, soy un autor. En Alemania, soy un realizador. En el Reino Unido, soy un director de cine de terror. Y en EE.UU., soy un vagabundo”. Con esta cita comienza “Movie American Classic”, un ensayo de Kent Jones sobre el cine de John Carpenter en su libro La evidencia física. Es difícil saber quién es Carpenter en Argentina. Para los cinéfilos, uno de los grandes directores del cine norteamericano; para los aficionados, el director de Halloween, Vampiros, Están vivos. Lo cierto es que el espectador ocasional de Atrapada, filme que marca el regreso de Carpenter después de una década, puede pensar que se trata de una de las tantas películas de terror que se manufacturan en el país de las hamburguesas. ¿Otra maldita película para adolescentes iletrados? Pero ya los créditos iniciales indican una propuesta inteligente: a través de dibujos y fotografías partidos como si se tratara de fragmentos de un vidrio destrozado, una suerte de historia breve del nacimiento de la locura y sus tratamientos históricos pasa ante nuestros ojos. Esto no es El juego del miedo, es decir, una lobotomía por otros medios. Kristen (Amber Heard) está confinada en un hospital psiquiátrico. Es 1966. Su semblante no comunica demencia, y su comportamiento jamás será equivalente al de una psicótica perdida en un mundo en el que la razón ha perdido su eficiencia. El único dato inicial (y final) es que la heroína ha incendiado una casa. Que Kristen no deje de ver a un fantasma femenino, quizás una paciente, capaz de asesinar no sólo a ella sino a todas sus compañeras de encierro es precisamente lo que el psiquiatra y sus colaboradores no ven. Carpenter sacará provecho de esa distancia perceptiva, e indirectamente, desde ese hiato infranqueable para los supuestos sanadores y sujetos de saber, construirá su relato y el punto de vista de la película. Entre el terror y el misterio de la psiquis, Atrapada crece paulatinamente en dos frentes: el espectro de Alice, alguna vez una interna del manicomio, va tomando protagonismo hasta una lucha cuerpo a cuerpo con Kristen, cuyos intentos de escape siempre se ven malogrados; a su vez, los métodos reduccionistas del Doctor Freud de la clínica son esclarecidos: pastillas y electroshock; escuchar al paciente es para terapeutas débiles. La elegancia de Carpenter es ostensible: los travellings hacia adelante y hacia atrás anticipan una perspectiva, los encuadres en contrapicado del edificio levantan sospechas sobre la institución, la anamorfosis de algunos planos simula la distorsión perceptiva de Kristen bajo el efecto de los sedantes, las elipsis están ajustadas a una revelación final. Los temas de Carpenter están presentes: una minoría se enfrenta a una institución, y luchan contra un mal difuso pero presente. El viejo maestro responsable de La cosa y 1997: Rescate en Nueva York, que aquí ni escribió el guión ni compuso la banda de sonido, vuelve con un filme menor, pero no por ello renuncia a sus convicciones. Aquí se postula que el terror no es un fenómeno exterior: nace en las sinapsis indescifrables de nuestro órgano pensante. Y está ese fugaz plano final, que, discretamente, funciona como una impugnación necesaria del saber médico.
Terror que No Asusta The Ward o Atrapada es el título del último trabajo del famoso director de terror John Carpenter, que se hizo conocido por sus películas "Halloween" y "The Thing", dos clásicos del género. Por otro lado también debo remarcar, lamentablemente, que hace 10 años que no dirigía un film, y que sus últimos dos, "Fantasmas de Marte " y "Vampiros" fueron patéticos y decepcionaron muchísimo, estando muy por debajo del cine B incluso. Por otro lado, me parece bien que haya vuelto y esté filmando nuevamente, porque si bien todos sus últimos trabajos no han sido buenos, en algún momento supo captar la esencia que da miedo al público, y eso puede reaparecer en cualquier momento. The Ward es mucho mejor que sus últimos fiascos, e incluso se podría colocar en el medio del ranking de películas de terror... algo que es mucho decir para las catástrofes que vemos en estos días. Pero como el sentido de la crítica es valorar lo bueno y no lo menos peor, es que debo decir que la cinta no me convenció. Tiene algunos momentos buenos de tensión y una buena ambientación, pero la historia es algo que ya hemos visto y no aporta nada nuevo. Tiene un poco de "Inocencia Interrumpida" (Angelina Jolie, Winona Ryder), otro poco de "Identidad" (John Cusack), algunos toques de "La Llamada" (Naomi Watts) y hasta una pizca de "Sucker Punch". Si se inspiró en esas películas, no supo aportarle mucho más... y si es algo que diseñó en su cabeza, se olvidó de ver que anda dando vuelta en el cine de terror y suspenso de la última década. Para ambientarlos un poco, Kristen aparece un día frente a una casa en llamas y es apresada por la policía para ser internada en un manicomio. No entiende por que está allí, pero tampoco recuerda nada de antes del incendio. En el pabellón conocerá a un grupo de internas que le harán pasar buenos y malos ratos, cada una con su locura particular, hasta que misteriosamente comienzan a desaparecer una a una. Esto la llevará a la búsqueda desesperada de una escapatoria, aunque todavía, el manicomio le tiene una sorpresa guardada. Actúan en el film Amber Heard, no tan nueva estrella femenina en ascenso, Danielle Panabaker, screem queen de trabajos como "The Crazies" y "Piranha 3DD", y Jared Harris, conocido por "Resident Evil: Apocalipsis" y "El curioso caso de Benjamin Button". No es un cast estelar, pero creo que hicieron un trabajo creíble, una lástima porque eso no alcanzó para salvar a esta película, que a los que hemos visto mucho cine de terror no nos moverá ni un pelo. Si es un espectador nuevo o poco habitué del género, quizás la pueda apreciar un poco más y disfrute de un terror que está bastante desactualizado para mi gusto.
Después de incendiar una casa y ser detenida por la policía, Kristen es internada en un hospital psiquiátrico. Está completamente desorientada, sin saber cómo llegó a ese lugar y sin poder recordar nada de los días previos a su internación. Rodeada de otras chicas con diversas patologías, sus cuatro nuevas compañeras de pabellón son tan problemáticas y poseen tan pocas respuestas a sus preguntas que Kristen decide descubrir por qué la tienen allí encerrada. El hospicio está repleto de secretos, ruidos inexplicables, presencias sobrenaturales… Claramente, no están solas. Desde el momento en que intentan escapar, una por una las chicas empiezan a desaparecer sin dejar rastro haciendo que los tiempos para que Kristen pueda ser libre se acorten. John Carpenter se preocupó por ser fiel a la ambientación de la década del sesenta para entregar un thriller old fashioned, pero debería pensar en actualizar un poco su estilo de asustar: la platea actual no vibra ni salta de las butacas con los mismos recursos que lo hacian la generaciones anteriores al año 2000. El pobre desarrollo de los FX tampoco es de mucha ayuda. La única (y no del todo acertada) pieza en el camino por aggiornarse fue convocar a chicas con caras conocidas debido a sus roles en TV (Lyndsy Fonseca de “Nikita” tiene una gran presencia y un futuro artístico prometedor) o pequeñas participaciones en cine independiente (Mamie Gummer, hija de Meryl Strepp). Que el protagónico haya recaído sobre la deslucida Amber Heard es sólo por una cuestión estética. Para evitar conocer detalles del final, mejor deje de leer acá. Si en un principio uno pretende destacar el intento de hacer una película de terror sin apelar a la remake clásica, toda originalidad de evapora cuando descubrimos que calcaron el desarrollo y la resolución de “Identidad”, aquel filme protagonizado hace algunos años por John Cusack.
Una película de películas Si en un crucigrama leyéramos “Director de cine fantástico especializado en series B”, uno de los primeros nombres que intentaríamos cuadrar es el de John Carpenter. Carpenter, autor prolífico donde los haya, es uno de los grandes referentes cinematográficos del cine de género; no en vano, hay pocos ámbitos del mismo donde no haya realizado incursiones (algunas de ellas verdaderos referentes) como la ciencia ficción metafísica que se encuentra detrás de Estrella Oscura (1974), el futuro distópico de 1997 : Rescate en Nueva York (1981) y su secuela 2013:Rescate en Los Angeles (1996 ) o el terror arcano de El príncipe de las tineblas (1987) sin olvidar el cine de acción puro, que ha explotado en cintas como Asalto en la Comisaría del Distrito 13 (1976), objeto de un remake con más medios y peor resultado. The Ward (2010), que se exhibió en el último Festival de Cine de Sitges, tiene el mérito de ser una película de películas. En efecto, los hermanos Radmussen (Shawn y Michael), ponen al servicio del director, un guión de género difícilmente clasificable, pues une al psycho – thriller, elementos propios de títulos de la extensa filmografía del cineasta. El director, jugará con nosotros, dejando que sea el espectador el que intente adivinar el argumento de la película. Para ello, por poner un par de ejemplos, le ofrecerá una aparición sobrenatural que podría recordarnos por momentos a los violentos fantasmas de La Nieba (1980) y espeluznates escenas de terror grotesco que nos traerán a la memoria la mítica La Noche de Halloween (1978). The Ward Poster The Ward: una película de películas cine Carpenter, se recrea en sí mismo durante toda la película y hace recaer sobre una bellísima Amber Heard (a la que vimos en Bienvenidos a Zombieland (2009) ), el peso principal de la interpretación de una paciente cuerda en un pabellón psiquiátrico donde se dan lugar eventos enórmemente extraños. Sólo será al final cuando, en un buen golpe de efecto, desvelará la historia real del metraje. Y es que el final merece capítulo aparte. Es posible que en un primer momento, se menosprecie la forma en la que el director cierra la película. Debemos reconocer que resultará familiar (me perdonará, paciente lector, que a fin de no desvelarlo, evite dar referencias). La magia en este caso está en que no es un desenlace que fuéramos a preveer durante el visionado de la cinta, con lo que consigue sorprendernos. En resumen, una película que, si bien no es la mejor obra de Carpenter, resulta muy apetecible, con una fotografía correcta y una banda sonora inquietante por momentos (marca de la casa) que nos dejará con buen sabor de boca.
Los artistas pierden su talento con el tiempo. Hay algunas excepciones en lo que esto no pasa, pero es lo que ocurre con la mayoría. Como con John Carpenter, otrora maestro del terror, que hace rato que viene en picada. Atrapada es el primer filme que rueda Carpenter después de esa vergüenza pública que fue Fantasmas de Marte en el 2001. En el medio hizo algunos capítulos para la serie Masters of Horror, pero uno podría afirmar con total justicia que Carpenter no ha hecho nada decente desde mediados de los 90. Desde En la Boca del Miedo (1995), que fue su última gran película. Y Atrapada no representa un cambio de tendencia. No es un mal filme, pero es genérico, light, desabrido. Hay unos pocos sustos, no hay un gran clima, ni siquiera el monstruo de turno se ve terrorífico. El problema es el libreto, hecho por un par de desconocidos, y en el cual Carpenter parece no haber metido mano. O, si la metió, no se nota. He aquí otra historia de hospitales embrujados cuyo desarrollo se vuelve predecible. Esa mano que sale de la sombra, ese reflejo inesperado en el espejo, eso espectral que se mueve en el fondo detrás de la protagonista. Es todo tan soso que uno se asombra que el tipo responsable de esto fuera el mismo que hizo Halloween hace una parva de años atrás. software de gestion para pymes argentinas en Datahouse Company - click aqui A esto se suman otros problemas. El libreto insiste en ambientar la acción en 1965... ¿para qué?. ¿Para que no existan celulares, computadoras ni internet?. La reconstrucción de época es muy mala, comenzando por la troupe de muchachas que protagonizan la historia y que, en ningún momento, se ven como pertenecientes a la década del 60. Tiene pelos con claritos, hablan de manera decidida y anacrónica, y son demasiado avispadas para su época. Considerando que el personaje de Kristen es una chica amnésica y con problemas mentales que vive en 1965, el libreto comete el grueso error de enfrentarla al médico y discutir con él en sus propios términos, utilizando un vocabulario técnico que sería desconocido para cualquier joven que hubiera vivido en esa época. Hoy todos nosotros, sin ser sicólogos, tenemos alguna idea de lo que es esquizofrenia, bipolaridad, electroshock, etc, ya sea por los diarios, la TV, el cine o internet. En los sesentas, la gente leía la revista Life y veía películas de Walt Disney. ¿Cómo podría enterarse de toda esa terminología a menos que no fuera estudiante de sicología?. Uno no puede negar que Atrapada es un filme prolijo. Las actuaciones son buenas y el libreto no mete la pata (o al menos, no lo hace de manera irritante). Incluso el guión se atreve a meter una vuelta de tuerca que, sin ser maravillosa, al menos repunta la puntería de la película a último momento. (alerta spoilers) El tema, claro está, es que cuando uno ve el climax en perspectiva, tampoco tiene mucho sentido. Si aquí todo ocurre en la mente de la protagonista - tal como Shutter Island (2010) o, más concretamente, como Identidad (2003) -, ¿qué es lo que viene a representar el fantasma putrefacto?. ¿al terapeuta que va matando personalidades una a una?. (fin spoilers) Atrapada es un tipico filme directo a video: no es malo, pero tampoco tiene nada fuera de lo común. Exhibe el nombre de John Carpenter en la portada, pero es sólo un adorno para destacarse de entre cientos de filmes genéricos que poblarían la estantería de un videoclub. Y definitivamente no es una película por la cual yo gastaría el valor de una entrada para verla.
FESTIVAL DE LUGARES COMUNES Este thriller psicológico retitulado "Atrapada", sobre una joven encerrada en una misteriosa institución mental en la década del sesenta, hace agua por todos lados y resulta una historia repetida una vez más. Kristen (Amber Heard, de "Infierno al volante"), una joven mujer con problemas, se despierta drogada en la sala de un psiquiátrico en el que se encuentra retenida. Desorientada, sin saber cómo llegó y sin poder recordar nada de su vida anterior, tiene la certeza de que en ese ambiente no está a salvo. Las otras pacientes del área tampoco tienen respuestas y ella pronto descubre que las cosas no son lo que parecen. Cuando una por una, las muchachas empiezan a desaparecer, la joven debe encontrar una manera de salir de ese lugar infernal antes de convertirse en la próxima víctima. En este momento de su extensa y mítica carrera, John Carpenter debería proponer algo más audaz, diferente. Sin salir del terror, que siempre ha visitado, es hora de encontrarle una vuelta de tuerca más a los filmes de este género. Sus obras principales son Halloween (1978), La niebla (1980), Escape de Nueva York (1981), La Cosa (1982), Christine (1983), Starman (1984) y una enorme lista, y cualquiera de ellas es superior a este engendro. Si bien otros directores noveles se han animado a experimentar con narraciones originales, Carpenter, un maestro en la materia, debería optimizar sus nuevas propuestas con algo distinto. “The Ward” (El pabellón, su título original) tiene todos los elementos clásicos de la arquetípica película de Carpenter; está lleno de lugares comunes, visitados y re-visitados por él y por decenas de otras producciones de estas características: muertes truculentas; falsos golpes bajos musicales para asustar; la melodía de caja de música, que se desdibuja para representar un instante de locura; los inconfundibles enfermeros malévolos que se sonríen al encerrar a las pacientes en sus calabozos; la repetida escena de hacerle creer a la enfermera que se ha tomado la medicación (en el vasito de papel, por supuesto) y luego burlarla cuando vemos que no la ha tomado y la guarda en la almohada… y más, y más… Tal vez, queriendo captar nuevas generaciones (esto de que “el público se renueva”), el director ofrece un plato ya servido infinidad de veces que, a esta altura, sabe a viejo. Una curiosidad: en un papel secundario aparece Mamie Gummer, la hija de la grandiosa Meryl Streep que, si bien demuestra cierto talento, no es el mejor filme para juzgar su oficio.
Carpenter, su cámara y la vigencia de un artista Desde aquel memorable plano secuencia que da inicio a Halloween pasando por obras maestras como The Fog o The Thing, John Carpenter a demostrado en incontables ocasiones ser poseedor de un conocimiento acabado de todos los recursos que ofrece una cámara. Esto probablemente no sea una novedad, salvo para algunos fundamentalistas quienes consideran que un género bastardo como el terror, termina con el último pochoclo. ¿Pero cómo culparlos? De un tiempo a esta parte, el terror ha sido testigo de bodrios de renombre que probablemente sean los únicos culpables de que un gran director, detrás de una producción de ese género sea subestimado. Lo cierto es que John Carpenter está de vuelta y en apenas 80 minutos -y un presupuesto mucho menor al que suelen utilizar directores falopa como Zack Snyder, por citar alguno- da una clase práctica de dirección, guión y narración audiovisual. Sin ser una película descollante, The Ward (Atrapada) es básicamente un manual de uso de cómo dirigir una película. La utilización de un sinfín de planos -en ningún momento antojadizos- y funcionales a la narración es deliciosa, así como los pasajes que abren la historia, en los que con una cámara en movimiento el director demuestra porque es un cineasta enorme. La discusión, probablemente se abra a la película como un todo, cuestionando la historia -interesante sin ser necesariamente original- la ambientación y las jóvenes actrices, que sin deslumbrar embellecen la pantalla y acompañan el pulso de la historia. En ese afán, bien podríamos destacar que la cinta recuerda demasiado a dos muy buenos largometrajes de James Mangold, como Identity y Girl, Interrupted, pero francamente, ante una pieza de dirección tan lograda, todo estos aspectos que en otro momento quizás podríamos blandir como sólidos argumentos, ahora no son más que una mera anécdota. Es por eso que si tuviese que ponerle un puntaje a esta película, sin dudas, le pondría un diez, puntaje exagerado, pero que oficiaría como un acto de justicia. Simplemente porque Carpenter merece ese reconocimiento, por seguir demostrando -aunque ahora cada vez más esporádicamente- ser un tremendo cineasta.
La cordura de vivir dentro del cine La vuelta de John Carpenter es siempre bienvenida. Hace mucho de su última película, aún cuando diera buena cuenta de su saber hacer en dos de los episodios televisivos de Masters of Horrors, la serie de Mick Garris, cuyo Cigarette Burns (2005) supo ser celebrado por Elvio Gandolfo como prólogo de su Libro de los géneros (Norma, 2007). Desde el cine, el último Carpenter brilló en Fantasmas de Marte (2001), mezcla vívida entre una low sci?fi y el mejor western. ¡Cómo no disfrutar de su cine si, justamente, es en este cruce de géneros, en su explotación y manipulación, donde radica uno de sus encantos! Y entre ellos, el más cultivado, el terror: recurrencia que desde Noche de brujas (1978) hubo de transitar por títulos maestros como Príncipe de las tinieblas (1987) y Vampiros (1998). Atrapada constituye otro de estos mismos aleteos nocturnos, a partir de un proyecto televisivo que, para mejor fortuna, decantara en el cine. El último film de Carpenter encuentra en un asilo mental para niñas bonitas una de sus excusas. Podrá decirse, y con razón, que argucia semejante es moneda corriente para tanto cine torpe. Y es cierto. Lo que ocurre es que aquí nada de torpeza sino, antes bien, mucha ironía. Si los lugares comunes del género, que nombres ilustres como Carpenter o Romero reformularan, han devenido simples astucias de efecto, aquí el realizador se aprovecha de ellas para, por un lado, atraer al espectador habitual y, por el otro, distraerlo de tanta tontería. Porque lo que está en juego es el cine. Así como la cordura de quienes lo habitan, sea tanto en el manicomio como en las plateas. Es así que el personaje de Atrapada nos arrojará al submundo interno de una locura carcelaria, dentro de un establecimiento de paredes frías. Tantas habitaciones como sean necesarias para el prisma femenino que allí habita. Además de un fantasma que parece reunir todos los miedos en un solo grito, mientras la custodia de esta razón alterada encarna en la estatua corpulenta de la enfermera (tan parecida, en este sentido, a la que vigilara a Jack Nicholson en Atrapado sin salida, de Milos Forman). Carpenter tensa los hilos y lleva al espectador al límite difuso entre el tratamiento médico y el proceder sádico. Destaca, de esta manera, la artesanía de un relato sin fisuras, donde los lugares comunes se explican, se potencian, con el resultado de un film tan sólido como lo sigue siendo el resto de su obra. Con John Carpenter el cine se respira. Así como una metafísica de ambigüedades, tan cara al cine de Alfred Hitchcock, pero bajo el mirar, aquí, de alguien apasionado por el western. Un duelo de cowboys que el gran realizador supiera recrear desde un pleito inmemorial sostenido entre ladrones y policías, vampiros y mercenarios, astronautas y alienígenas. El dictamen final no repara en certezas, sino que ratifica al conflicto, irreconciliable por naturaleza. Carpenter sitúa allí, en el límite raro de la frontera moral, a todos sus antihéroes, a todos sus espectadores.
Los modos del terror Uno de los grandes maestros del cine norteamericano, poco reconocido como suele suceder en su propia tierra, ha vuelto a las carteleras del mundo luego de casi diez años de ausencia, con un filme que podrá ser menor dentro de su amplia cinematografía, pero que a todas luces supera la media del género en un año que además viene siendo muy pobre en lo que hace al cine de Hollywood. Hablamos de John Carpenter, para muchos uno de los mayores cineastas contemporáneos, que como afirma Leonardo D’Espósito quizás tenga la desgracia de dedicarse a un género como el terror, al que nunca se toma en serio, acaso justificadamente en los últimos años por las tristes derivaciones que ha tenido (con El juego del miedo como modelo y emblema). Claro que, como todo gran director, Carpenter es capaz de mantener su sello contra viento y marea, aun con un guión ajeno (y música también impuesta), en un filme que vale la pena analizar detenidamente pues mantiene un diálogo muy particular, a veces contradictorio, con las películas de terror contemporáneas. Atrapada vuelve a un tema clásico del género, en un ámbito no menos transitado: la demencia y su modo de tratamiento en los hospitales psiquiátricos. Basta la secuencia de títulos inicial del filme para advertir una perspectiva crítica e histórica, habitualmente ausente en estas películas: una serie de dibujos, grabados y fotografías confeccionarán un pequeño repaso sobre las barbaridades con que la ciencia ha pretendido reprimir lo anormal (métodos que incluyen todo tipo de torturas, como si fuera una suerte de historia de la clínica filmada por Foucault). Es la década del ´60, y una hermosa joven llamada Kristen (Amber Heard) terminará en un hospital psiquiátrico luego de que, en una carrera desenfrenada, acabara incendiando una típica casa de suburbios norteamericana. No tardará mucho en descubrir que algo anda mal allí: la mirada envilecida de los enfermeros, el comportamiento esquivo de sus compañeras del pabellón (que parecen constituir un glosario de estereotipos sobre pacientes psiquiátricos, a cada cual más hermosa además), le sugerirán un malestar instalado, la existencia de un secreto que la puede afectar. Es más, como en La Isla Siniestra, el propio hospital se convertirá en un personaje central de la película (y lúcidamente, Carpenter filmará los espacios como la manifestación física de una psiquis trastornada). Claro que Kristen sabe que no está loca, aunque no puede recordar muy bien los motivos ni las circunstancias del incendio, pero está decidida a salir del lugar, incluso si tiene que intentar un escape. Pero los problemas sobrevendrán con la aparición de una especie de espíritu fantasmal que comenzará a asesinar y a desaparecer a sus compañeras de pabellón, posiblemente en un plan vengativo, que finalmente amenazará a Kristen, a quien los médicos no le creerán nada. Formalmente refinada, y sutilmente contestataria, Atrapada parece recurrir por momentos a los típicos mecanismos de conmoción del cine de terror contemporáneo: golpes de efecto de sonidos o apariciones sorpresivas en el cuadro (con la ambientación sonora y visual respectiva) constituyen herramientas un tanto gastadas, acaso indignas de un director como Carpenter. Como así también ciertos asesinatos que parecen remitir a la cultura sadomasoquista instalada por El juego del miedo, aunque no hay que engañarse pues pronto se empezará a descubrir que no se trata precisamente de un homenaje, sino más bien de una crítica. Y es que Atrapada mantiene una relación compleja, llamémosle dialéctica, con el género contemporáneo, que a veces parece imitar sus fórmulas aunque en realidad las termina impugnando: por un lado, Carpenter no dejará lugar para supersticiones new age; por el otro, terminará apostando a un tipo de terror absolutamente diferente, de aliento clásico, que apunta a lo más íntimo de la especie humana y que tiene poco que ver con los golpes de efecto y el sadomasoquismo en boga. Posiblemente, Carpenter esté intentando reflexionar además sobre los modos que se han instalado en el cine de terror contemporáneo, en una película que parecía no pretender ser más que un entretenimiento pasajero, y que terminará pensando al cine e incluso también a la historia oscura de la psiquiatría.
Warda con la muertita!!! Y Carptenter dijo un día, vuelvo a enseñarles a estos novatos del horror a hacer buen cine? y daleeeeeeeee. En esta pelicula de mi género favortio, tenemos un thriller sicológico con un interesante reparto de actores que si bien no nos brindan una actuación memorable, cumplen bien su cometido dándole un cauce al hilo de narración de la historia. La película se estrenó en Argentina con el nombre de “Atrapada“. Kristen es la protagonista de este film interpretada Amber Heard que muchos recordarán por la película en 3D Drive Angry o Infierno al Volante con Nicholas Cage o de Zombieland. Por otra parte tenemos a Jared Harris que interpreta al Dr. Stringer (a Harris muchos lo conocen por series como Fringe o Mad Men) y realmente se luce con una interpretación sombría y misteriosa de un psiquiatra del internado. El resto es simplemente actuaciones que son mediocres y sólo sirven para películas de terror clase B. La película nos cuenta la historia de Kristen una joven que tras incendiar una casa es recluida en un internado con pérdida parcial de la memoria. Asi, en el internado se somete al tratamiento del Dr. Stringer que va a buscar el por qué de la pérdida de memoria. Pero la trama no culmina aquí, en el internado tenemos otras pacientes que comparten el asilo con Kristen y ocultan un terrible secreto. Dicho secreto comenzará a develarse cuando las pacientes empiecen a morir de manera misteriosa y la respuesta a los mismos esté en el “más allá”. John Carpenter, el maestro del horror que nos trajo Halloween a la pantalla grande nos continúa atrapando en esta película. La fotografía y la atmósfera de la película está excelentemente lograda. La sensación de encierro y de subjetividad de lo que es real o no, es el fuerte de la película. Definitivamente las escenas del internado a los cinéfilos de treinta y pico nos remite a aquella joya A Nightmare on Elm Street 3: Dream Warriors, donde también la protagonista se llamaba Kristen. Definitivamente un gancho para mí. La película me gustó mucho, sobre todo por el toque sobrenatural que tiene. Más aún porque como dije, no todo es lo que parece y sobre el final da un giro inesperado que nos devuelve un gran final que define a Carpenter como un maestro del cine. Si bien esta película tiene mucho que ver con Identity de James Mangold, creo que merece su crédito. La recomiendo para verla, está buena sobre todo si te gustó Identity, The Ring, The Grudge. Es la peli justa para verla un sábado a la noche tapando media cara con la sabanita por si da miedito!!!