Black Adam llega con su película en solitario, de forma previa a ¡Shazam!: Furia de los Dioses, y nos da un antihéroe hecho y derecho para DC Films. Después de casi 5000 años de encarcelamiento, Black Adam, un antihéroe de la antigua ciudad de Kahndaq, es liberado en tiempos modernos. Sus tácticas brutales y su forma de justicia atraen la atención de la Sociedad de la Justicia de América (SJA), quienes intentan detener la destrucción que provoca para enseñarle a cómo ser un héroe más que un villano, y se ven obligados a unirse para detener una fuerza incluso más poderosa que el mismo Adam. El campeón de Kahndaq Teth Adam (Dwayne Johnson), como así se llamó en el pasado, se encuentra en un mundo moderno y muy diferente al que recuerda, pero Kahndaq, la ciudad que lo vio nacer, continúa siendo presa del miedo. Hace 5000 años fue por un tirano y en la actualidad, por mercenarios de todas partes del mundo. La introducción de Black Adam es bastante sencilla y a medida que avanza la película se van revelando ciertas cosas con respecto a la vida personal del protagonista. Por lo que, a palabras del mismo Adam: “No soy un héroe”, es explicado con lujo de detalle muy cerca del final del filme. Muy poderoso e imparable, Adam sabe que nadie puede detenerlo, por lo que, para él, sus métodos son los correctos y peleará contra quien trate de oponerse a su pensamiento. Por el lado de la Sociedad de la Justicia de América, está el Hombre Halcón (Aldis Hodge), Dr. Fate (Pierce Brosnan), Cyclone (Quintessa Swindell) y Atom Smasher (Noah Centineo), estos últimos dos, prácticamente fungiendo como aprendices. Un equipo conformado por Amanda Weller (Viola Davis) para detener a Black Adam, pero que luego tomará otro camino junto al antiguo campeón. Cada uno de ellos, muy poderosos en su metié, pero quien se lleva las de ganar es el magnífico Dr. Fate, un personaje sabio y experimentado. Con el pasar de los minutos, introducciones, peleas y acción, surge un villano, plenamente predecible, que termina por unir al protagonista y al grupo de héroes con el fin de evitar que se desate el infierno en la tierra. Esto trae consigo una especie de redención para Adam quien, aun así, actúa como un antihéroe, lo que continúa siendo cuestionado, pero a él no le interesa. ¡Shazam! Black Adam es una gran película de acción de superhéroes, que pudo haber sido mucho mejor, pero que vuelve a jugarse las mismas cartas de siempre. Se repite, de forma muy similar, personajes que ya tiene Shazam en su película, como por ejemplo, el niño friki de los cómics que no deja de apabullar al protagonista con lo que sabe y hay en este mundo; las incontables escenas en cámara lenta, las cuales se vuelven muy molestas cuando ya ocurren tres veces seguidas durante la misma pelea; la música, que no tiene prácticamente nada que ver con lo que está pasando, a excepción de la banda sonora, hecha por Lorne Balfe (Trilogía de El Caballero de la noche); el hecho de que una ciudad que es atacada por seres y cosas inimaginables tan solo tenga 15 habitantes y después todo transcurra como si no hubiese pasado nada: algo que DC Films viene haciendo hace algunos años y parece que no cambia. Estas son todas similitudes que se repiten en películas anteriores tales como La Liga de la Justicia y La Liga de la Justicia de Zack Snyder, El Hombre Acero, Batman VS Superman, incluso sin mencionar las dos películas de Escuadrón Suicida. Jugársela por traer un antihéroe que mantiene sus ideales y no los cambia, sino que los adapta a la época, es una gran apuesta que funciona pero que no termina de cuadrar con la fórmula que siempre aplica Warner Bros. y DC Films a las películas de superhéroes. Porque claro está, que, en la trilogía de El Caballero de la noche, dirigida por Christopher Nolan, Joker y The Batman, al no tener un espectro para destruir una ciudad entera con rayos láser, juegan por algo que realmente es más verídico y atrae, por lo que deja de ser más de lo mismo. Pero cuando tienen un ser ultra poderoso, regresan a la repetición, como si tuvieran miedo de trazar un curso diferente, el cual se sigue mostrando desde hace más de una década. ¿Cómo se siente? Black Adam es muy predecible de principio a fin, su guion no tiene nada de distinto a lo ya antes visto y hasta resulta cansador. Funciona muy bien como una introducción para este antihéroe, que quizás más tarde sea un villano, pero el filme pudo haber estado mejor. Cuando no aparece Black Adam o la Sociedad de la Justicia de América, la película es muy pesada. Un guion que busca ablandar a un antihéroe y hacer de los super héroes medio bufones y con un villano súper poderoso pero muy vencible contra el poder de la amistad, lo cual es ridículo. Algo extraño en la película, es que Adam parece ser vulnerable al Eternium, un material que se extrae del mismo Kahndaq, pero nunca es explicado el por qué este material es su kryptonita. Sumado a ello, Black Adam regresa a su forma humana, cosa que tendría que ser imposible, porque estando 5000 años en su forma mágica, lo volverían cenizas, algo que es una debilidad para el antihéroe. En resumen Lo bueno es que este papel está hecho para Dwayne Johnson y es quien carga con la película en su espalda. Muchos podrían decir que siempre actúa como él mismo, por lo que este papel es perfecto para él. Muy buenos efectos visuales, buena ambientación, gran vestuario y muy buen sonido para ser escuchada en los cines. Las interpretaciones de todos los superhéroes son muy buenas, pero quien se lleva todas las flores es Pierce Brosnan, que ejerce un papel algo anticuado, siendo la voz de la razón y la sabiduría, pero que entra de lleno en la película. Quizás contuvieron los poderes de estos héroes, teniendo en cuenta que el protagonista es Black Adam, pero no estuvo mal. Además de la esperada aparición de Superman (Henry Cavill), que muy probablemente veremos más seguido. Una buena película de superhéroes para introducir a un gran antihéroe y darle una oportunidad a este importante personaje, quien ya puso un pie firme dentro del mundo de DC Films y tiene para hacer muchos estragos en el universo.
Bueno, The Rock intenta, de alguna manera, y no lo consigue, salvar esta epica sobre el Shazam! negro, que junto a un grupo de héroes intentará salvar a la humanidad de la utilización, non santa, de una corona hecha de un material muy poderoso. Infantil, aburrida, y muchos más adjetivos que no valen siquiera la pena seguir mencionando. Ojo, Pierce Brosnan, aprovecha al máximo su oportunidad en el universo DC.
Las películas de superhéroes tienen ese qué se yo, viste. Una historia de origen mezclado con un mensaje social, actores de renombre y una pizca, tan sólo una, de humor da como resultado Black Adam, uno de los estrenos de cine de la semana más esperado por fans de los cómics y de DC. Aviso que esta crítica está libre de spoilers. Cinco mil años después de que los dioses antiguos le den superpoderes al esclavo Teth Adam (Dwayne Johnson), él es despertado para que vuelva a liberar a Kahndaq, su país natal. Desde el principio hay que decir que no es una película que le cambie la cara al género y que muy posiblemente quienes son fanáticos la van a disfrutar mucho. Ahora, la gran pregunta es si logra convencer al mero mortal que disfruta el cine. He ahí el gran dilema. Hace varios años, Dwayne “La Roca” Johnson fue, y sigue siendo, una de las históricas figuras de la lucha libre estadounidense -WWE-, a la altura de, por ejemplo, Hulk Hogan. Toda esa experiencia le dejó lo necesario para interpretar un personaje como Black Adam. Pero el problema es que tampoco aporta demasiado. Lo acompañan Pierce Brosnan -Doctor Destino-, que ya con su presencia en pantalla basta y sobra; Aldis Hodge -Hawkman-, que tranquilamente podría robarse la cinta si no fuese por Johnson; Noah Centineo -Atom Smasher-, el remate de todos los chistes del film y que por momentos resulta pesado; y Quintessa Swindell -Cyclone-, de correcta actuación. Un elenco adecuado para semejante proyecto. La dirección estuvo a cargo del catalán Jaume Collet-Serra, realizador de Una noche para sobrevivir, Desconocido (ambos con Liam Neeson) y La Huérfana, entre otros. Así que de acción sabe, y se nota. Es su lugar cómodo y no se sale de ahí. Las escenas tienen dinamismo y buscan esa épica que Zack Snyder nos tiene acostumbrados. Funciona en entretener desde esa perspectiva. Y ya está. Encima de todo, tiene una típica escena post créditos que no muestra nada pero sí genera una expectativa impresionante. En conclusión, Black Adam llena todos los casilleros de una típica película de superhéroes. Es una más en la larga lista. Eso es todo.
No alcanza ni con La Roca más dura. Finalmente Dwayne Johnson, más conocido por su apodo artístico La Roca, logró ser un superhéroe de cómic y vaya que tiene presencia y sobrada actitud para semejante hazaña. En la nueva película del director catalán Jaume Collet-Serra ( también responsable de La casa de cera, La huérfana, Non stop: sin escalas y Miedo profundo, entre otros logrados films), Johnson interpreta a Black Adams, un antihéroe que emerge directamente del universo de DC. Lo acompañarán en su aventura otros pares, pertenecientes La Sociedad de Justicia de América: el Hombre Halcón (Aldin Hodge), Átomo (Noah Centineo), Doctor Fate (Pierce Brosnan) y Cyclone (Quintessa Swindell). La acción comienza en el año 2600 A.C. en la ciudad de Kahndaq, donde Black Adam, en plan malvado, es consagrado rey en su reino. Los siglos pasan, los poderes también y en la actualidad este tirano, sin demasiadas explicaciones en realidad, por recomendación de la SJA, se pasa al bando de los buenos con la misión de defender a su pueblo que se ve dominado por crueles mercenarios. La aparición de una rígida jefa, Amanda Waller (Viola Davis), pondrá a Black en jaque. Es un líder natural e innato que no está acostumbrado a recibir ordenes. Pero tendrá que entender que ahora todo es diferente y la amistad que entablará con un jovencito, Amon (Bodhi Sabongui), hasta le dará un poco de sana humanidad. A lo largo de los 125 minutos de película la trama nos ofrece una lógica muy básica para este tipo de productos: diálogos entre tontos y ridículos, historias estereotipadas y un ritmo que parece no comenzar nunca. Visualmente el relato gana unos cuantos puntos más: espectaculares y abrumadoras secuencias de acción, luchas sobrehumanas y un escenario por momentos salvaje y brutal que remite al subgénero Spaghetti Western. También hay un fuerte espíritu de cine aventurero y hasta arqueológico. Cualquier parecido con el personaje de Indiana Jones, ¿será una mera coincidencia? Seamos sinceros, uno al entrar al cine para mirar una película de este estilo más o menos ya sabe con lo que se va a encontrar y esta Black Adam no es la excepción. En este caso la principal premisa es el lucimiento de la estrella y ex-luchador profesional de WWE, La Roca, una figura hollywoodense muy de este siglo, carismático y que sorprendentemente cumplió ya 50 años de edad. Inteligente, en el transcurso de su carrera cinematográfica no solamente supo usufructuar su contundencia física, sino también un simpático sentido del humor en la mayoría de los casos y con resultados muy satisfactorios. En resumidas cuentas, Black Adam podría haber sido un producto un poco más atractivo y con potencial para desarrollar a futuro. Su director, Jaume Collet-Serra, es un realizador que ha ofrecido otras películas mucho mejor pensadas. Black Adam parece simplemente unos de esos trabajos por encargo y no tiene nada de su impronta, ni estilo. El camino se vuelve reiterativo y monótono. Ni siquiera tener a su disposición a La Roca, un actor rico en músculos y matices, o a un desaprovechado Pierce Brosnan (recordado James Bond de los ‘90s), le alcanzó para llegar a buen puerto. Black Adam es un superhéroe con un poco de actitud anárquica, avasallante, y no mucho más.
El film termina siendo un espectáculo de antihéroes que ofrece acción y visualmente impactante pero que a la hora de construir la historia se vuelve predecible y repetitiva, sin definirse entre ser un producto más complejo, como The Batman de Matt Reeves o ser puro entretenimiento cómico al estilo The Suicide Squad de James Gunn, lo que termina dejando como resultado final un blockbuster industrial que promete mucho pero se queda a mitad de camino.
A DC le ha costado establecer las bases de su propio universo cinematográfico. Tras varias películas de superhéroes con críticas negativas o mixtas, parecía que todo estaba perdido. Pero este año empezó a cambiar. Tras sus anteriores éxitos, como The Batman y The suicide Squad, DC volvió a controlar el volante. Black Adam, un proyecto especial para Dwayne Johnson, es la completa reivindicación de sus errores del pasado. ¿Qué tiene este film que nos trae la esperanza devuelta a este universo que creíamos perdido? En la nación de Kahndaq, un lugar gobernado por las fuerzas armadas. Una arqueóloga, en búsqueda de una antigua y poderosa corona, desea evitar que esta caiga en las manos equivocadas. En su travesía, termina despertando de su letargo, a un antiguo campeón y héroe de la nación, Teth-Adam. Cuyas tácticas brutales y su forma de justicia atraen la atención de la Sociedad de la Justicia de América, quienes intentan detener su alboroto y enseñarle cómo ser un héroe más que un villano. Pero deberán unir fuerzas para detener una amenaza más poderosa que el mismo Adam. Esta película de superhéroes es una maravilla. Supieron darle al público lo que buscaban. Una historia de origen llena de acción, con increíbles e entrañables personajes. De una manera fresca para el universo DC. Donde asombran al espectador ante cada detalle del filme. Una cinematografía esplendida, un soundtrack épico, actuaciones de lujo y escenas de acción impecables. Hacen que el espectador se quede con las ganas de ver más sobre este personaje. También es resaltable como aquí la trama se centra en explorar la moralidad de este antihéroe y sus opuestos, que ser solo una película de “héroe contra villano” convencional. La dirección en Black Adam es espléndida e interesante. Jaume Collet-Serra busca explorar la moralidad de este personaje y como se choca con la de los superhéroes de DC. Logra el objetivo de armar el debate sobre quienes son realmente los héroes de este universo. Haciendo que el espectador se replantee quien hace bien y el mal en este universo. No cataloga Black Adam como un villano, pero tampoco como un héroe. Esto en base a sus ideales y acciones. Lo cual hace a Adam un personaje bastante interesante. Tampoco deja de lado a los demás personajes. Haciendo que cada uno se luzca y aporte a la historia. Sin hacerlo sentir forzado y monótono. Dwayne Johnson como Black Adam es una gran sorpresa Sabe transmitir esa impunidad y autoridad que posee el personaje. Logrando que Johnson se adueñe enteramente del personaje. Y que el público se encariñe con él. Supo cómo emitir esa emoción de grandeza y de debilidad del personaje en momentos clave hacía el espectador. Metiéndolo de lleno en la aventura. Pierce Brosnan como el mismísimo Doctor Fate, se lleva también aplausos. El actor supo cargar con un gran personaje, transmitiendo la sabiduría y carisma del mismo. Brosnan nació para este rol y se nota que disfruto interpretarlo. Aldis Hodge, interpreta a Hawk-man. El líder de la Sociedad de la Justicia de América. Un personaje con el que Adam se chocara varias veces, gracias a sus distintas maneras de ver la justicia. Un gran personaje que ayuda en el desarrollo de nuestro protagonista. La pareja Noah Centineo y Quintessa Swindell no son solo un buen comic relief. Sino que transmiten esa linda química de pareja que endulzan al espectador. La fotografía es sobresaliente. Con planos hermosos y únicos, hacen que el espectador se deleite con cada escena. Cada detalle está cuidado, el color, el plano y la posición de la cámara para que este filme sea una experiencia única y sobresaliente. La música es un deleite sonoro. Sabe redoblar la apuesta de las escenas de acción. Inyectando un buen shock de adrenalina en el espectador a todo momento. En conclusión, Black Adam es la película que termina de reivindicar al universo cinematográfico de DC. Sabiendo como restaurar la fe en las películas de superhéroes de la compañía. Dejando a los espectadores con más ansias de lo próximo que se avecina.
Dentro de una franquicia caótica que ofreció numerosas decepciones, producto de una mala gestión del estudio Warner, Black Adam aporta una película decente que sorprende por su cariñoso espíritu comiquero. Algo inusual en estos días donde la tendencia es distorsionar estas propuestas con el fin de llegar a un público general que no consume el género más allá del cine o productos de merchandising. La mayor virtud que se le puede rescatar al nuevo trabajo del director Jaume Colet Serra (Jungle Cruise) es que toma el riesgo de no traicionar la esencia de este personaje y aquellas cualidades que lo hacen atractivo. El concepto del anti-héroe que se desenvuelve en un limbo de moralidad con un dudoso respeto por la vida humana está muy bien trabajado en la representación del protagonista y le aporta matices interesantes a este universo de ficción. Warner probablemente no va a vender muchas mochilas escolares con la figura de Adam pero la película le hace justicia y también despega a The Rock de los roles que suele repetir a menudo en sus trabajos. Su labor es correcta y le comprás con facilidad el personaje. La historia añade además a la presentación de la Sociedad de la Justicia que es extraña porque deja la sensación que nos perdimos una película anterior antes de encontrar al grupo en este conflicto. La Sociedad es un conejo de la galera que sacan de la nada y si bien el equipo despierta interés le faltó un poco de trabajo al guión a la hora de explicar su introducción. Aldis Hodge hace un gran trabajo con la interpretación de Hawkman mientras que Pierce Brosnan la rompe con un Dr Fate fantástico que contiene toda la magia que brilló por su ausencia en la falsa continuación de Dr Strange. Cada intervención del actor se disfruta muchísimo y deja con ganas de conocer más sobre el mundo de donde proviene su personaje. Por el contrario, Noah Centineo y Quintesa Swidell, como Atom Smasher y Ciclone respectivamente, cuentan con una presencia testimonial dentro de la organización de Hawkman y terminan un poco desdibujados, ya que la narración no encuentra el espacio para darles una mayor intervención. En lo referido al villano, el gran talón de Aquiles, del género es una figura olvidable pero funcional al conflicto. El corazón de la historia en realidad se centra el choque de ideologías que se da entre Adam y la Sociedad de la Justicia en torno al concepto delo que significa ser un héroe. Un tema que aporta algunas escenas interesantes. Con respecto a los aspectos visuales esta es la mejor película que presentó el director hasta la fecha. Toda la experiencia que adquirió en los últimos años en sus colaboraciones con Liam Neeson en el cine de acción acá la puso al servicio de género de superhéroes, donde ofrece algunos momentos magníficos. La presentación estética de las secuencias de peleas y persecuciones son formidables y el film inclusive sorprende con algunas composiciones de planos que buscan emular viñetas de cómic que son bellísimas. En un aspecto más negativo se le puede objetar cierto abuso de la cámara lenta, muy propio de la escuelita Snyder, que se podía haber evitado pero es justo mencionar que tampoco llegar a ser una molestia. Dentro de una franquicia tan castigada como la de DC, Black Adam es una película que no decepciona en materia de escapismo pochoclero y entusiasma por conocer más sobre los nuevos personajes. Se agradece también que el director no le hiciera perder el tiempo al público con una escena post-crédito estúpida, muy propia de esas producciones donde los superhéroes compiten por ver quién es el mejor comediante de stand-up. En este caso el fragmento tiene una finalidad argumental y funciona como epílogo de la introducción de Adam. Para los seguidores del género recomiendo darle una oportunidad a esta nueva propuesta de DC.
“La jerarquía del Universo DC está por cambiar”, este fue el mantra de La Roca para promocionar su primer film de superhéroes, aquel que está tratando de hacer desde hace 15 años. Y podría detenerme en esa frase y desmenuzarla con la película ya vista como algunos están haciendo, pero creo que no vale la pena. La jerarquía de DC ha cambiado porque sus autoridades han sido removidas y por actores cuyo destino estaba en el limbo, ahora están de vuelta. Me pasaron varias cosas con Black Adam, tanto como fan y como espectador. Dentro de lo primero, amé ver las miles de referencias (seguro me perdí algunas), su conexión con el DCEU y la -obvia- pero cero comentada previamente conexión con Shazam (2019). Ahora bien, como espectador y una vez que se me pasó el frenesí, me di cuenta de que vi una película muy repetitiva. Tiene al menos cinco escenas casi iguales en donde el protagonista masacra a soldados. Y también es bastante obvia, salvo por un suceso en el clímax que no comentaremos. Sacando esas cuestiones muy perdonables para un film del género de superhéroes y el cual no está planteado desde la solemnidad de Zack Snyder ni la fórmula de Marvel, nos encontramos con una película que es más que entretenida y que cumple muy bien presentado a un gran personaje. Muchas veces hemos escuchado la frase “le sobran 20 minutos”, creo que aquí es todo lo contrario. Le quedaron cortas dos horas de duración para contar la historia de origen, sobre todo en el primer acto. En cuanto a la puesta, Jaume Collet-Serra hace un buen trabajo. Ya nos ha demostrado con creces que sabe manejar la acción y aquí pudo lucirse en un género nuevo. Los VFX son buenos, pero es verdad de que no hay nada que nos sorprenda. (Hoy en día es muy difícil que eso suceda). Y en cuanto al elenco. Dwayne “The Rock” Johnson nació para este personaje y se nota su pasión. Veremos mucho más de él en el futuro. Tanto Aldis Hodge como Pierce Brosnan brillan como Hawkman y Dr Fate, respectivamente. Te dejan con ganas. Los que están medio desperdiciados son Noah Centineo (Atom Smasher) y Quintessea Swindell (Cyclone), pero no por los actores sino por un guión que los tiene de adorno. Amén de todo esto, la cinta es muy disfrutable. La vas a pasar bien. No vas a salir diciendo que es la mejor película de superhéroes de la vida, pero ni por casualidad es mala. ¿Es la mejor de DC? Obvio que no y resalto esto corriéndome del lado de fan de Zack Snyder, que dicho sea de paso no entiendo a los que dicen que el film tiene algo de su impronta porque no es así. A lo mejor que lo dicen por las muertes… Y ahí está bueno hacer un subrayado porque llama la atención la calificación baja (PG-13 en USA y Apta para mayores de 13 años aquí) teniendo en cuenta lo violentas que son algunas escenas. Y podría hablar largo y tendido de la escena post créditos e incluso a esta altura ya no sería considerado spoiler, pero no lo haré porque la formalidad me lo impide y ya habrá tiempo en otros lugares En fin, Black Adam es puro entretenimiento para el espectador casual y entretenimiento calificado para el fan de DC.
DC se despide por este año de los cines con la introducción del villano/antihéroe en lo que parece ser un relanzamiento del universo iniciado con Man of Steel, de Zack Snyder. A pesar de algunos despropósitos, la nueva película de Jaume Collet-Serra logra ser lo suficientemente atractiva para que Black Adam siga haciendo destrozos en futuras películas de la franquicia. Si uno deja pasar que utilizaron «Paint in Black» en una de las secuencias más bochornosas del cine de superhéroes, puede alegrarse bastante con el resultado final de Black Adam, una película que no está exenta de varias objeciones, pero tampoco es merecedora de las contundentes y bajas cifras del “tomatómetro”, que no ha recopilado reseñas del todo positivas para la nueva producción de Dwayne Johnson. Tras un abordaje más solemne con The Batman, DC retornó a un tipo de propuesta más típica en las estructuras habituales del cine de superhéroes, algo similar a lo que hizo con la película en solitario de Aquaman. Dichas estructuras –detalles más, detalles menos- suelen asimilarse en materia de acción, de humor, de duración y hasta de exigencia al espectador. La fascinación por el género ha impuesto condiciones sine qua non que apuestan a lo seguro. Indudablemente, los grandes estudios prefieren que la falla de un producto esté ligada a cuestiones de fuerza mayor que los exceden antes que haber dado luz verde a una propuesta innovadora que solo consigue el rechazo del público. Como era de esperarse, Black Adam no es la excepción a la regla, aunque al menos logra explotar con bastante acierto estas estructuras del cine de súper –y anti- héroes, lo que no es poco si recordamos algunas de las últimas propuestas del género. Entre esos factores infaltables, varias películas introductorias coincidieron en que es determinante priorizar las expectativas a futuro, un trabajo clave en franquicias consagradas e infinitas o que desde hace un tiempo están tratando de despegar, con DC en esta última situación. La nueva película de Jaume Collet-Serra (La huérfana, Jungle Cruise) es consciente de ello, aunque al menos logra sostener el interés por el “ahora” con varias cuestiones inesperadas. Claro que una de esas cuestiones no es el conflicto principal, predecible (y hasta un tanto repetitivo) como es usual en las bienvenidas de estos personajes. Tampoco el desarrollo minucioso de sus personajes, que sin mucho preámbulo quedan introducidos en el caos, explosiones de todo tipo y se adueñan de diálogos bastante limitados. Sin embargo, el asombro lo generan algunos de los personajes secundarios, como Hawkman (Aldis Hodge) y, principalmente, el Doctor Fate (Pierce Brosnan). Sí: el reconocido actor irlandés puede darle un enorme salto de calidad a una propuesta que no tiene mucho interés en destacarse en cuestiones interpretativas, algo que queda más que claro en el resto de los personajes.
Mientras DC se decide acerca de cómo arreglar todo el embrollo de la Justice League, The Flash y sus embrollos con Zack Znyder fue buscar personajes olvidados de su catálogo y encontró a Black Adam, un héroe/villano que le cae a la perfección Dwayne «The Rock» Johnson que seguramente, no volverá por Rápido y Furioso y ni siquiera debe haber consultado a su contador para decir que si. Nunca viene mal ser la cara de una franquicia millonaria. Hace muchos años, pero muchos, muchos en serio existió el reino de Khandaq, que fue una civilización poderosa que se desarrollaba lo más bien hasta que uno de sus gobernantes pensó que lo que más le convenía a su tierra era que el reino deviniera en un imperio, donde todos le rindieran pleitesía al gobernante y se dedicaran a ser esclavos «para buscar un mineral super poderoso». Pero la ambición del rey fue demasiada y algunos en el pueblo comenzaron a cansarse de ser esclavos, bueno en realidad es el hijo de Teth Adam (The Rock) el que más expresa su necesidad de ser libre y es entonces que por una situación -que no vamos a contar-, se produce un tole tole que termina con varias muertes y con Teth Adam transformado en un héroe de su pueblo pero enterrado en una tumba sellada por los hechiceros/dioses de Khandaq. Cinco mil años después, una arqueóloga y su hermano están buscando la corona que le dio poderes a Sabbac (Marwan Kenzari) el emperador de Khandaq. En esa búsqueda despiertan las curiosidad del poder que los sigue y en el camino de toda esta búsqueda termina reviviendo a Thed Adam que aparece como el héroe super poderoso que supuestamente era para su gente. Pero no, resulta que no era ningún héroe y que la verdad es que en su momento casi se vuelve un dictador tan peligroso como Sabbac, así que los hechiceros de la zona lo enterraron para que no se convirtiera en un peligro. Ahora que fue despertado por la arqueóloga y su equipo Adam no sabe muy bien que necesitan de él y lo único que quiere es destruir todo. Esta sucesión de eventos llama la atención de la Sociedad de la Justicia, un grupo de superhéroes que controlan la paz mundial, los miembros de ese grupo son: Kent Nelson/Dr Fate (Pierce Brosnam) Carter Hall/Hombre Halcón (Aldiss Hodge) Maxinne Hunkell (Cyclone) Albert «Al» Rothstein/ Atom Smasher (Noah Centtineo) Todo este grupo se hace presente en Khandaq para volver a enterrar a Adam y poner un poco de orden en el despelote que produjo el descubrimiento de la arqueóloga. Tras un enfrentamiento feroz con el resucitado el grupo debe replantearse a algunas cosas que tampoco vamos a adelantar, estamos muy cautos con los spoillers. Black Adam es la nueva apuesta de DC, no se excede de tiempo, no tiene grandes novedades, tiene mucha acción, muchos efectos especiales y lo mejor es Pierce Brosnam que le sigue el ritmo a The Rock, que al fin y al cabo es la estrella de la cosa. Por supuesto que tiene referencias a muchas cosas de las películas de DC y que hay que quedarse hasta después de los créditos porque hay una sorpresa, que aunque cuando lean esta nota seguro que ya saben, no vamos a adelantar porque hoy estamos escondedores. BLACK ADAM Black Adam. Estados Unidos, 2022. Dirección: Jaume Collet-Serra. Intérpretes: Dwayne Johnson, Aldis Hodge, Noah Centineo, Sarah Shahi, Marwan Kenzari, Quintessa Swindell, Mohammed Amer, Bodhi Sabongui y Pierce Brosnan. Guion: Adam Sztykiel, Rory Haines y Sohrab Noshirvani, basado en personajes de DC creados por Bill Parker y C.C. Beck. Fotografía: Lawrence Sher. Edición: Mike Sale y John Lee. Música: Lorne Balfe. Distribuidora Warner Bros. Duración: 125 minutos.
The Rock es un antihéroe aplastado por los efectos digitales La película sobre el personaje de DC, un proyecto largamente trabajado por el actor como punto de partida para el relanzamiento de su universo de superhéroes, es un paso en falso para el infalible Dwayne Johnson Si el plan a largo plazo de DC se orienta a la construcción de un gran universo de superhéroes con identidad propia y la suficiente fortaleza como para marcar diferencias de fondo con su equivalente de Marvel, estamos con la llegada de Black Adam ante un muy evidente paso en falso. El tiempo dirá si el tropiezo de esta gran maquinaria de producción alcanza también al hasta aquí casi infalible Dwayne Johnson, cuyo carisma de estrella tambalea quizás por primera vez frente a las inconsistencias de un personaje que hasta amenaza con hacerle perder su mejor cualidad: el sentido del humor. AD Black Adam es a todas luces un antihéroe. En todo caso, por el modo en que es tratado y considerado por Amanda Waller (Viola Davis), tranquilamente podría sumarse a ese plantel de taimados rebeldes que conocimos en las dos experiencias del Escuadrón Suicida. Razones no le faltarían a la jefa burocrática del grupo. Al fin y al cabo, Black Adam (o Thet-Adam, el nombre que llevaba en su vida originaria en el antiguo reino de Kahndaq, remedo del Egipto de los faraones) apoya su poder en el enojo y una furia infinita. Es, a grandes rasgos, un personaje fantástico que fue acumulando rencor y sed de venganza durante siglos hasta que logra ser liberado en pleno siglo XXI. Con ese regreso vuelve a plantearse un conflicto ancestral: el sometimiento de un pueblo a un poder abusivo (antes a cargo de un déspota absolutista; ahora, de una poderosa organización multinacional) que expolia los recursos naturales del lugar. Sobre todo un mineral de extraordinario valor. AD Pero el destino de Black Adam no es el de otros antihéroes. Primero, porque quien lo encarna en la pantalla es Johnson, que a esta altura no puede permitirse otro lugar que el de un ganador indiscutido, un personaje sin vueltas ni zonas oscuras cuando se habla de heroísmo. Y segundo, porque su destino aparece junto al resto de las grandes figuras del universo heroico de DC, tal como lo sugiere la reveladora escena que aparece en medio de los títulos finales. Aquí empiezan los problemas. Porque el personaje necesita para cumplir con ese futuro ya definido por DC eliminar algunos aspectos esenciales de su ambigua configuración, que pueden resultar un lastre frente a ese destino anunciado. La película describe justamente toda esta operación. Y no de la mejor manera. Todo se mueve a partir de los efectos visuales generados por los dispositivos digitales. Son tan descomunales en cantidad y tan extendidos que en medio de ellos, como si funcionaran como una gigantesca cortina de humo, se pierde la mínima certidumbre que necesitan los personajes para explicar el sentido de su presencia en este relato. Con el vértigo de un monumental videoclip, los personajes aceleran sus movimientos o se quedan inmóviles en medio de escenas de acción poco inteligibles (el montaje no ayuda) ilustradas por la apabullante y atronadora música de Lorne Balfe. Hay momentos en que no sabemos de qué lado está Black Adam y cuál es en el fondo su misión. Lo mismo pasa con el resto, sobre todo los integrantes del equipo de la Sociedad de la Justicia que, con la ayuda de diferentes superpoderes, deben salir a su rescate. Hawkman (Aldis Hodge) se salva un poco porque tiene más compromiso que otros, bastante desaprovechados. Todos, en el fondo, se rinden a otro gran problema que tiene la película: la solemnidad. Casi no hay diálogos creíbles entre los personajes centrales. Solo un intercambio de frases declamadas y pomposas. La mayor víctima de esta rigidez es Pierce Brosnan, a quien se lo ve por momentos resignado a actuar de taquito para darle certidumbre a su aparición con un mínimo de oficio. Al ex 007 le toca en suerte un personaje (el Doctor Fate, capaz de vislumbrar con bastante certeza el futuro) cuyo parecido con el Doctor Strange de Marvel cuesta disimular. No es el único parecido entre ambas factorías. Como en las andanzas de los Vengadores aquí también hay un vistoso avión, un grupo de héroes ensamblados dispuesto a hacer justicia, un viaje fantástico a través del tiempo y de distintas dimensiones, y sobre todo, un personaje central bastante enfurecido, que en este caso no exhibe toda su musculatura en tonos verdosos y luce un disfraz coronado con un rayo. Hulk tenía un alter ego (el científico Bruce Banner) que definía su personalidad. Black Adam, en cambio, no sabemos realmente quién es. Y esta película, en medio de su confusión y de un show de artificios visuales, tampoco nos ayuda a entenderlo.
Decepcionante incursión de La Roca en el universo de los superhéroes de DC. Algún día se iba a dar. Dwayne “The Rock” Johnson debutó como superhéroe y, en este caso, como antihéroe dentro de la factoría Warner/DC. El problema es que lo hizo con una película que carece de ingenio y simpatía, precisamente las características que lo elevaron a la categoría de estrella y lo convirtieron en la figura mejor paga de Hollywood. También sorprende que el realizador de semejante despropósito que acumula varios de los peores males del cine contemporáneo haya sido el catalán Jaume Collet-Serra, un sólido artesano que ha dirigido títulos como La casa de cera, La huérfana, Desconocido, Non-Stop: Sin escalas, Una noche para sobrevivir, Miedo profundo, El pasajero y otro film protagonizado por La Roca como Jungle Cruise. O sea, de buenos exponentes clase B a un par de ampulosos y huecos blockbusters recientes. El prólogo está ambientado en el 2600 a.C. en la ciudad de Kahndaq, donde un tirano toma el poder en un próspero reino que remite al egipcio. De allí provendrán un MacGuffin muy marveliano (una corona hecha con un poderoso material denominado Eternium) y la figura de Teth Adam (así lo llaman a Black Adam durante buena parte de la película), quienes reaparecerán en la actualidad en una ciudad dominada por mercenarios y marcada por la violencia. Hasta allí viajarán también varios integrantes de la Sociedad de la Justicia de América (SJA), algo así como los primos desfavorecidos de los Avengers: Hombre Halcón / Carter Hall (Aldis Hodge), Átomo / Al Rothstein (Noah Centineo) y Doctor Fate / Kent Nelson (un desaprovechado Pierce Brosnan que parece actuar todo el tiempo con el piloto automático puesto) y Cyclone / Maxine Hunkel (Quintessa Swindell), quienes deberán enfrentar primero y convencer después a Black Adam de tomar los caminos del bien. Están la jefa Amanda Waller (efímero e intrascendente aporte de Viola Davis) y un pibe llamado Amon (Bodhi Sabongui) con el que parece abrirse una línea del estilo El último gran héroe, rápidamente descartada. Hay referencias al universo de Shazam, algunos elementos que remiten a La Momia, a Indiana Jones, a Tomb Raider, obvios guiños al western (¡Hola Sergio Leone!) y muchos lugares comunes y clichés propios del subgénero de superhéroes, pero todo es de una probreza, elementalidad y superficialidad pasmosas. Lo de La Roca, en ese sentido, se parece más al Aquaman de Jason Momoa que a sus entrañables, delirantes y/o fascinantes personajes de muchos de sus films previos. La trama jamás sorprende, engancha ni genera un mínimo de suspenso ni tensión, por lo que la película funciona como una anodina acumulación de diálogos de tono épico (muchas veces al borde del ridículo) y escenas de acción a puro diseño, mecánicas, construidas con un despliegue de CGI que de tan “espectaculares”, pirotécnicas y recargadas terminan abrumando (irritando). Un pasteurizado, dócil Collet-Serra (en la comparación Zack Snyder parece un genio del séptimo arte) confunde adrenalina con exceso, vértigo con caos y, así, el film nunca deja espacio para la emoción, el humor ni una mínima descripción psicológica de los personajes. Es un “vamos a los bifes” y a otra cosa: set-pieces y una música omnipresente y agobiante. Pasa tan poco interesante en las algo más de dos horas de Black Adam que los espectadores seguramente terminarán comentando el “encuentro cumbre” del DCEU que se produce en la escena post-créditos. El problema, claro, es todo lo que está antes.
DC comics vuelve a la carga en un nuevo intento por revivir su franquicia cinematográfica y darle batalla al gigantesco universo creado por Marvel que, entre tanta producción sin descanso, se encuentra atravesando una notoria pérdida de calidad. Quien se pone al hombro la cinta es Dwayne «The Rock» Johnson. El carismático luchador profesional, devenido en actor, realiza su ingreso al mundo de los superhéroes con un renegado y monumental Black Adam. Su enorme físico, la presencia que impone y el timing para el humor – sutil en esta oportunidad – lo vuelven la mejor elección para el personaje. Casi 5.000 años después de haber sido dotado de los poderes omnipotentes de los antiguos dioses y encarcelado con la misma rapidez, Black Adam es liberado de su tumba terrenal, listo para desatar su forma única de justicia en el mundo moderno. Esa sinopsis nos adelanta varios puntos importantes que se desarrollan en el film. En primer lugar, Adam padece lo que sufren todos los villanos: convertirse en un antihéroe. En segundo lugar, uno de los pilares de la cinta es la adaptación de una personalidad tosca y agresiva de antaño a los modismos de los héroes actuales. De ahí se desprende tanto momentos cómicos como emotivos. Algo similar a lo sucedido con el personaje interpretado por Will Smith en la criticada «Hancock» (2008). Por último, estamos en presencia de unos de los personajes más poderosos – presentados hasta la fecha – del universo de DC. Analicemos rápidamente los puntos más importantes de la película. Se trata de una pochoclera con todas las letras que entretiene de principio a fin. Comienza y termina regalando buenas escenas de acción, llenas de épica y grandilocuencia. Se pueden percibir las ganas que Johnson le puso al personaje y toda la obra en sí. Fue quien mayor trabajo de marketing publicitario realizó y se lo nota muy comprometido con la causa. También debemos mencionar la fabulosa elección de héroes y actores que lo acompañan: tanto Aldis Hodge como Hawk-Man y Pierce Brosnan como Dr. Fate le aportan la solidez y elegancia necesaria. En segunda instancia, Noah Centineo como Atom Smasher y Quintessa Windell como Cyclone se sienten bastante desaprovechados a nivel dramático. Aportan algo interesante en muy breves oportunidades. Tal vez solo se plantó la semilla para futuros proyectos en solitario de cada uno. En línea con esta idea de proyectos futuros, la producción se propone como un nuevo punto de partida. La presentación del nuevo anti héroe de DC abre puertas a muchas subtramas y crossovers. No debemos pasar por alto que toma muchos elementos de cintas anteriores para dejar en claro que todo está conectado de alguna manera. Pequeños detalles como la aparición de Viola Davis o Djimon Hounsou en sus clásicos personajes, llenan de esperanzas a los fans más expectantes. Sin ir más lejos, la única escena post créditos del metraje va a dar mucho de qué hablar. Solo podemos recomendar que no se vayan de la sala hasta poder verla. Para desgracia de DC, no todo es elogios y buenos augurios. Uno de sus principales defectos es su falta de originalidad. En el afán de reproducir todo lo esperado, el largometraje termina siendo predecible y falto de frescura. La ausencia de toma de riesgos por parte de Jaume Collet-Serra, su director, termina perjudicando el resultado. El experimentado realizador de películas de acción no intenta renovar al género. Se limitó a construir una cinta que rinda en taquilla y no sea considerada un fracaso como anteriores producciones de la compañía. Otro punto cuestionable es su trabajo visual. Si bien sus intenciones son buenas, el CGI se siente muy poco trabajado. Hay cromas demasiado notorios o reconstrucciones de personajes que recuerdan aquellas batallas inverosímiles que se daban en Matrix. De todas maneras, es un problema generalizado de este tipo de cine. Tal vez el objetivo ya no está puesto en ser realistas, sino en asemejarse a un videojuego. Sea como sea, es un debate para otro artículo. En conclusión, «Black Adam» es una cinta de origen que cumple con lo necesario pero que no apuesta a más. Tal vez, su logro más importante sea la incorporación del querido Dwayne a la plantilla de superhéroes y el voto de fe a futuras historias de su universo cinematográfico.
"Black Adam": un semidiós en camiseta. tono descontracturado y liviano que suele caracterizar a sus trabajos. ¿Y el carisma de Johnson? Bien, gracias. Johnson tiene el rostro casi imperturbable durante las dos horitas de metraje de este enésimo intento de la factoría DC por inyectarle nuevos aires a un universo que, salvo contadas excepciones, ha estado atravesado por la gravedad, la oscuridad (la última Batman casi ni se ve) y los diálogos altisonantes. Ni siquiera con un director con probada experiencia en sostener el pulso narrativo como Jaume Collet-Serra (La huérfana, Una noche para morir, la simpatiquísima Jungle Cruise) alcanza para despojarse de esos lastres. Por el contrario, la sensación que deja Black Adam es la misma que otras tantas películas de DC con directores de renombre detrás: sea Collet-Serra o Juan de los Palotes, pareciera hay un mandato no escrito de usar y abusar de la cámara lenta y de exprimir hasta el último dólar invertido en servicios de efectos digitales. Cosas que pasan cuando se encumbra a tipos como Zack Snyder. Pero Black Adam no es la “catástrofe” que pronosticaban las críticas estadounidenses (si esto es catastrófico, ¿qué queda para Batman vs. Superman y la inolvidable escena de ellos amigándose cuando descubren que sus mamis se llaman igual?). Es, en todo caso, el típico relato iniciático obligado a sembrar mil tramas posibles para próximas películas centradas en el personaje en cuestión. Un personaje cuyos orígenes se remontan hasta el año 2800 A.C, cuando uno de esos reyes malévolos esclavizaba a toda la población de un país ficticio de Medio Oriente en busca de Etereum, un metal sin relación con la criptomoneda casi homónima, pero con la capacidad de otorgar poderes y esas cosas. Allí asoma un jovencito como líder de los oprimidos, quien termina bajo la espada de un verdugo sobre un escenario ante el pueblo. Justo antes de que ruede su cabeza, se produce el milagro: unos hechiceros deciden que es merecedor de tener poderes para equilibrar el mundo, y aquel lánguido adolescente empolvado, palabrita mágica mediante, se convierte en esa montaña de músculos que es Johnson. El muchachón, apodado el Campeón, se transforma en una suerte de semidiós para la población, alguien a quien tributan con una estatua del tamaño del Empire State incluso cuando desde ese momento no se supo nada más de él. Recién vuelve a saberse cuando, ya en el presente, una mujer siga la huella de aquel rey y encuentre su corona maldita, un botín que interesa a quienes ocupan el país hace décadas. Otra vez unas palabras mágicas, y Johnson se materializa para acabar con los malhechores. Por ahí aparece una Sociedad de la Justicia encabezada por el Doctor Fate (Pierce Brosnan) que, en principio, quiere detenerlo, pero al final no, porque hay un enemigo mayor. “La fuerza siempre es necesaria”, dice en un momento Adam. No hay que ser un genio para imaginar cómo sigue el asunto.
Hoy llega a los cines argentinos Black Adam, película de la franquicia DC Warner que continúa el legado del DCU iniciado por Zack Snyder desde El Hombre de Acero, franquicia cojera, por cierto, ya que nos tiene acostumbrados a productor irregulares. Veamos, entonces, que le pareció la película a este humilde redactor. Black Adam sigue la historia del homónimo ¿villano? ¿antihéroe? ¿héroe? luego de ser liberado de su tumba/prisión en la cual estuvo confinado durante cinco mil años, esta vez deberá decidir entre sucumbir a su furia destructiva o salvar el mundo. La película es dirigida por Jaume Collet-Serra, director que viene del cine de terror y ahora se encuentra dirigiendo superproducciones, siendo esta su segunda película protagonizada por Dwayne Johnson, en el elenco lo acompañan Sarah Shahi, Viola Davis, Pierce Brosnan, Quintessa Swindell, Noah Centino y Aldis Hodge. Black Adam es una buena película de superhéroes que cumple con entretener, es mejor (por bastante) que Mujer Maravilla 1984, pero tampoco hay que glorificarla ya que entra en todos los tópicos del género sin aportar nada nuevo. En otras palabras, estamos ante un producto genérico y previsible, con algunas sorpresas que no llegan a alcanzar. Comencemos, entonces, con los puntos fuertes de Black Adam. El primero son las actuaciones, que sin ser merecedoras de ningún premio se agrade la química entre algunos personajes como Hawkman, Dr. Fate y el propio Black Adam, principalmente. La interpretación de Sarah Shahi en la piel de Adrianna quien es la que lleva cierto peso dramático sin esforzarse demasiado, muy por detrás quedan las interpretaciones de Quintessa Swindell y Noah Centino, como Cyclone y Atom Smasher respectivamente, claramente fueron colocados para que la Justice Society no se vea tan escuálida de personajes. Otro punto a destacar es la acción, que cumple, aunque hay momentos en que el CGI se nota demasiado. Esta acción se agradece porque logra que las dos horas de duración del film no se sientan cansinas, sin embargo, hay un momento en que la película parece repetirse entre tantas escenas similares. Lo más interesante de Black Adam es la perspectiva que le dan a los superhéroes en un país ajeno, algo que ya vimos en Escuadrón Suicida de James Gunn. Por lo demás estamos ante una cinta que repite la fórmula del género y manteniendo el estilo oscuro del DCU, y esto tal vez sea el mayor pecado de Black Adam en conjunto con el abuso del slow motion, algo que a esta altura ya cansa. En fin, Black Adam es una película recomendada para aquellos fanáticos de la línea DC, pero que al resto de los espectadores puede parecerle indiferente, obligada en el cine para los primeros, opcional para los segundos. Estamos ante un producto regular que cumple con lo prometido, sin destacar demasiado, pero manteniéndose por encima de algunas otras obras de la franquicia.
Mas que la película de un supe personaje aquí se trata de un antihéroe prácticamente invencible, que está muy, muy enojado. Esta superproducción tiene varios problemas. Primero se abusa del rol de un relator para que explique la historia, bastante intrincada. Pero luego, también hay que resolver que el pasado no era como parecía. Para los que no son especialmente fans del mundo DC, estas demoras en querer dejar todo en claro afectan la fluidez del film, aunque el director Jaume Collet-Serra se esfuerza en poner acción grandiosa, imponente y con pretendida solemnidad. Llama la atención la falta de humor. Tener a alguien tan carismático como Dwayne Johnson, tan gracioso en la comedia, para hacer de musculoso pocas pulgas eternamente emperrado es mucho, se extraña que no afloje un poco. A favor hay que decir que este Black Adam se ve majestuoso, magnético aunque volátil y antisocial. La acción transcurre en un país parecido a Egipto donde se supone hay una primavera árabe contra una corporación extranjera que esclaviza al pueblo. La resistencia busca la corona de un metal especial que da poderes y los malos desean lo mismo. Cuando llega un comité de La Sociedad de justicia de América con Hawkman y Dr Fate, los oprimidos les reprochan porque no se jugaron antes por ellos. Rarísimos giros para buscar nuevos públicos o una acción geopolítica, vaya uno a saber. Los combates y los efectos especiales están bien, son espectaculares, y se supone que este anti-héroe se pondrá mejor en su próxima película. Por eso no se vaya cuando empiezan los títulos que la sorpresa para el futuro es sabrosa.
Una nueva película de superhéroes llega a los cines de la mano de DC. Se trata de Black Adam, el último film de Jaume Collet-Serra protagonizado por Dwayne Johnson. Con guion de Adam Sztykiel y Rory Haines & Sohrab Noshirvani, la ficción gira alrededor del mítico Teth Adam. Pasaron 5.000 años desde que el personaje de The Rock obtuvo los poderes supremos de los antiguos dioses y fue encarcelado. En la actualidad, una misteriosa mujer lo libera de su tumba terrenal, desatando a este antihéroe que busca justicia en el mundo moderno con peligrosas estrategias. Antes de enfrentarse al real villano, conocerá a un equipo de héroes conformado por Aldis Hodge como Hawkman, Noah Centineo como Atom Smasher, Quintessa Swindell como Cyclone y Pierce Brosnan como Dr. Fate. De esta manera, deberán convencer a Black Adam de encontrar la liberación de su pueblo con otros métodos. La cinta consigue sostener su ritmo a partir de unas cuantas escenas a pura acción que se suceden una detrás de otra. Pero aunque su componente adrenalínico transforma a este lanzamiento de Warner en un producto entretenido, su trama resulta inconsistente. Sus secuencias -con exagerado CGI- se ven sobrecargadas de efectos especiales y disputas, olvidando un importante elemento: el suspenso. En este sentido, Black Adam no ofrece una historia atrapante o cargada de humor como Dwayne Johnson tiene acostumbrado a su público. Por el contrario, no logra profundizar demasiado en ninguna de las temáticas que intenta atravesar, dejando más de un cabo suelto y limitándose a ser una propuesta meramente pochoclera.
Crítica publicada en Youtube.
DC comics al parecer sigue pretendiendo crear su propio universo cinematográfico, como Marvel, pero aun no logra crear un nexo entre cada uno de los personajes, en cuanto a lo conceptual, lo estético y ni siquiera en a que público va dirigido. Black Adam (Collet-Serra, 2022) la última película de esta compañía denota muchas de esas inconsistencias, las cuales arrancan desde la historia que se cuenta hasta la forma en que está presentada la película, estéticamente hablando. El guión recuerda mucho a esos juegos que realizan los niños con figuras de acción en los cuales se debe crear una historia y el narrador le va agregando cosas a medida que transcurre la misma, sin importar si tiene sentido o no, sin importar si algún muñeco se quede olvidado debajo de la cama y no vuelva a aparecer hasta que termine la sesión. En esta película sucede eso y hay personajes que navegan en la intrascendencia. Black Adam es un personaje nacido en 1945 en la desaparecida compañía Fawcett, que luego fue comprada por DC, en su origen fue un antiguo esclavo que al ser elegido por los antiguos dioses recibe el poder Shazam pero que por sus métodos violentos fue encarcelado durante 5000 años. En un principio funciono como antagonista del Capitán Marvel (ese es el nombre original de Shazam) pero de a poco se fue incorporando a la galería de villanos de diferentes héroes de la compañía como Superman y Linterna Verde. La película comienza con una inconsistencia histórica que debido a mi oficio no puedo dejar pasar: nos presenta una civilización ficticia de Kahndaq, que está anclada en el Oriente Medio, a la cual llaman ‘la primera de todas’, que existió 2300 años antes de Cristo, lo cual es erróneo ya que mucho antes de esos 2300 años existieron civilizaciones grandiosas como la Sumeria y la Egipcia, esto habla de la forma en que se armó el guion al crear un punto cronológico para la historia donde ni siquiera hicieron una investigación sobre desde que época existe la civilización. La cuestión es que esta civilización es invadida por el Rey Akh-non de quien nunca se especifica su pueblo o procedencia, simplemente aparece. Estos invasores imponen mano de hierro y esclavizan al pueblo, en búsqueda de un mineral para construir una corona que le permita tomar los poderes de siete demonios. De esta civilización esclavizada surge un niño que asume el rol de protector y antes de ser ejecutado recibe los poderes de Shazam, luego de una ardua lucha el campeón triunfa y desaparece. Luego la película nos coloca en un presente distopico en el cual luego de miles de años de sometimiento Kahndaq es invadida por una organización diabólica, llamada Intergang, que quiere usar los recursos naturales del Kahndaq para hacer cosas malas, porque si, no pidan explicación. En la ambición de esta organización despiertan al viejo campeón dormido: Teth Adam quien realiza diversas matanzas de villanos hasta que los héroes de la Justice Society deciden intervenir para poder controlar a nuestro protagonista. La película tiene muchas escenas de acción con pantalla azul pero no voy a criticar este exceso porque sería una estupidez (díganme como simular que un hombre vuela a velocidad Match 4 sin que quede mal y sin usar tecnología y aceptaré las críticas a ese recurso) que básicamente van de nuestros héroes enfrentándose entre sí, sólo porque no conocen el arte de la conversación, no hay ninguna razón para que peleen más que para llenar metraje. Por otro lado tenemos a la Justice Society, la cual podríamos reducirla a Hawkman y Dr. Fate (ya que Atom Smasher y Ciclone no aportan nada más que sangre joven para las secuelas cómo dijo Deadpool en Deadpool 2 de 2018) quienes llevan adelante la acción y el desarrollo de la » trama». Hay algo que se repite en dos momentos y que nos hace pensar que tal vez podría haber algún trasfondo detrás de tanta acción sin sentido, en una de las primeras escenas un niño le dice a un agente de Intergang «tu no eres mi amigo, solo eres agente de un enemigo imperialista que viene a robarnos nuestros recursos» lo cual no está mal y es cierto pero está puesto de una manera forzada y en una película producida en un país que es imperialista algo que parece burla y queda fuera de lugar. En el mismo tono otro personaje le reclama a la Justice Society cual fue su rol cuando su país fue invadido y el porqué entran en acción solo cuando consiguen un protector, lo cual tira por el piso la tesis de la película ya que Black Adam no actúa como héroe pero tampoco como villano, simplemente no se ata a las normas morales de la sociedad del siglo XXI. Otra cosa que hace el reclamo a la Justice Society es darle la razón al Capitán América en Civil Car (Joe y Anthony Russo, 2016) ¿Qué pasaría si los héroes responden a la agenda de una potencia? Dejarían que los aliados de su gobierno invadan un país y actuarían cuando sus intereses peligraran. Las escenas de accion están bien logradas pero son repetitivas y hasta parecen copiadas de otras películas, cada vez que uno ve al Dr. Fate es usando sus poderes o luchando es inevitable pensar en que eso ya se hizo con Doctor Strange en las películas de Marvel. Por otro lado en la película nunca especifican los motivos reales de los villanos ¿Obtener el poder por el poder mismo? ¿No hay agenda? En los últimos años hemos visto villanos con motivos más complejos en otras películas de superhéroes desde obtener un equilibrio universal y acabar con el sufrimiento de la gente a la simple supervivencia, uno tiende a pensar que esa actitud de hacer el mal porque sí ya no forma parte de los guiones, pero aún está ahí, quitándole cualquier sentido a la historia. En Black Adam se intenta jugar a la acción ochentosa pero sin ningún fundamento y con un guion deficiente, que falla en las referencias a la cultura pop porque no produce ninguna emoción y en el humor, cualquier intento de provocar risa o de tener un alivio cómico choca con la intrascendencia y la poca capacidad para la comedia de sus intérpretes. Jaume Collet-Serra lleva adelante una dirección atinada y la fotografía trata de copiar el estilo de Snyder pero si las pretensiones estilísticas ni la filosofía de ultra derecha de este director, aún así la película es fallida.
Nada podía fallar en Black Adam, la nueva película de DC, otro muestrario de superhéroes recargado de efectos especiales, humor bien dosificado y escenas de acción que hacen tambalear la butaca, un espectáculo desatado que abarca películas anteriores y por venir, con personajes que despiertan más la carcajada cómplice que la indignación del fan. Quienes aseguran el entretenimiento son Jaume Collet-Serra en la dirección y esa bestia cinematográfica llamada Dwayne Johnson, cuya actuación le hace honor a su apodo (“La Roca”), en un sentido positivo, claro, porque los héroes de acción no solo tienen que ser duros de matar, sino también duros para actuar, porque la dureza física es proeza actoral, condición necesaria de cualquier héroe de acción que se precie de tal. Y Hollywood es especialista en inculcar la importancia de los héroes y en fabricarlos cada vez mejor. La historia del filme transcurre en Kahndaq, país ficticio del universo DC ubicado en el Medio Oriente de África, y cuenta el nacimiento de Black Adam (Dwayne Johnson), que en realidad es Teth Adam, un esclavo egipcio del año 2.600 antes de Cristo que trabaja para el tiránico rey Ahk-Ton (Marwan Kenzari) en busca de Eternium, un cristal metálico capaz de condensar un enorme poder mágico y de conectar con el mundo de los demonios y hechiceros. Es el niño Hurut (Jalon Christian) quien se niega a entregarle el Eternium encontrado al rey, quien creó la Corona de Sabbac, que otorga poder al que la lleve puesta. Hurut roba el Eternium y se transporta al mundo de los hechiceros, quienes le dan al niño el poder de Shazam, transformándolo en un hechicero superpoderoso. En la actualidad, Kahndaq está invadido por la Intergang, y la arqueóloga Adrianna Tomaz (Sarah Shahi) intenta encontrar la Corona de Sabbac con la ayuda de su hermano Karim (Mohammed Amer) y un par de colegas. Cuando Adrianna encuentra la corona, son interceptados por la Intergang. Pero la arqueóloga lee un encantamiento y despierta a Black Adam. Cuando Amanda Waller (Viola Davis) se entera del episodio, llama a la Sociedad de la Justicia, integrada por Dr. Fate (Pierce Brosnan), Cyclone (Quintessa Swindell), Atom Smasher (Noah Centineo) y Hawkman (Aldis Hodge), para detener al superhéroe iracundo. Es importante señalar lo que plantea la película a nivel filosófico y dramático: estamos acostumbrados a ver que el padre sacrifique su vida por el hijo, sin embargo, acá es al revés: el hijo sacrifica su vida para salvar al padre. Cuando aparece La sociedad de la Justicia de América, la película entra en un terreno de humor y acción aggiornada con CGI que resultan efectivos por su pulso para las escenas más vertiginosas y por el ritmo de los diálogos y de las actuaciones, que cuentan con personajes agradables y llamativos que se unen a Black Adam para combatir a Sabbac. El filme tiene momentos sorprendentes y muy graciosos, con escenas de acción que se ajustan a la tradición de cómics llevados al cine. Los fans de DC la van a amar, sobre todo porque en la única escena poscrédito aparece un personaje importantísimo de la casa. Black Adam es una película que sabe expresarse con los códigos del género que aborda. Y qué gigante Dwayne Johnson. Cualquier personaje que hace está bien porque siempre pone su musculatura al servicio del entretenimiento para todo público.
Un estreno esperado con ansias porque es la presentación de un personaje inédito y el comienzo de una nueva era en el universo DC. Es un film entretenido de poco más de dos horas, con mucha acción a luz del día, y con un personaje principal con un llano de personalidad. Pero, en la obra hay algo que sí sobresale: los efectos especiales. Estos salvan la película, aunque por momentos lucen abrumadores.
Casi 5.000 años después de haber sido dotado de los poderes omnipotentes de los antiguos dioses- y de ser encarcelado con la misma rapidez-, Black Adam es liberado de su tumba terrenal, y está listo para desatar su forma única de justicia en el mundo moderno.
El filme comienza con la introducción del personaje en sus orígenes, 2500 años antes de Cristo en un lugar llamado Kahndaq, en algún lugar de Medio Oriente, 1000 años después de Moises y las pirámides. ¿Pero quien se lo cuestiona? El rey Sabbac tiene esclavizado a su pueblo, necesita que encuentren una piedra preciosa “Eterenium” con la que podría fabricar una corona mágica que le otorgaría un poder inconmensurable. En el acto del descubrimiento de la piedra, Hurut (Jalon Christian) un joven esclavo, desobedeciendo a su padre, arenga a la rebelión. Capturado es sentenciado
Hay algo desafiante en el ser humano, que aun sabiendo que su existencia es breve, disfruta de perder el tiempo con cosas irrelevantes. Black Adam lleva ese concepto demasiado lejos al hacernos perder dos horas y cinco minutos en una película de superhéroes tan vieja y poco interesante que no hay manera de rescatarla o entender sus intenciones. No se acepta como argumento -ni aquí ni en ningún otro lado- la frase “Sí leíste el comic…” porque la mitad de las cosas que vemos se inspiran en un material previo y cuando son brillantes no importa nada si conocemos ese texto previo. Black Adam es una película que está sola, frente al mundo, en una pantalla, y es insufrible. El principal gancho está en convertir a un villano en héroe o al menos describir ese intento. Para que eso tenga valor es necesario que el protagonista sea una figura capaz de representar eso. Obviamente no lo es, porque hace rato que Dwayne Johnson es una de las estrellas más adorables de la pantalla y su carisma se basa en que es bueno. Nadie le cree que es malo, incluso cuando su enorme figura puede ser atemorizante para sus contrincantes. ¿En qué momento de Black Adam vamos a creer que es capaz de matar a un superhéroe? Respuesta: en ninguno, ni por un instante. Listo, entonces la película está arruinada en ese aspecto. No es el único, claro, el grupo de héroes que se enfrenta al héroe/villano Black Adam está guionado a la vista. Se les ven las costuras, los chistes, las frases emocionantes, las respuestas ingeniosas, incluso los sacrificios. Sí, hemos visto esto mil veces y muchas de esas veces también lo hemos visto funcionar. Acá no funciona. Incluso Pierce Brosnan en el rol de Dr. Fate está lejos de lo que podría haber sido. Todo el resto del elenco está peor, eso sí. Visualmente es ambiciosa pero fea, pasada de imágenes feas, explosiones varias y tonterías a granel. Y tiene una escena post créditos que es un insulto al mundo DC. Pero no podemos anticiparla. No conforme con todo lo dicho, la película despliega un universo anticolonialista que parece sacado de un manual de izquierda de la década del sesenta, construido desde ese mismo espacio que la película dice que es el mal. Es probable que hacer una interpretación política de una película tan fallida sea darle demasiada importancia, más aún cuando su demagogia termine siendo algo incoherente y llena de contradicciones. Un paso en falso agotador, doblemente doloroso viniendo de un gran director como Jaume Collet-Serra.
Crítica de "Black Adam", Dwayne Johnson en la película que da origen al personaje de la historieta El filme dirigido por Jaume Collet-Serra se incorpora al universo cinematográfico de DC Comics. Dejando de lado las menciones y apariciones en animaciones, es la primera vez que el personaje de Black Adam es llevado a la pantalla grande. Dicho superhéroe tuvo su primera aparición en 1945 en las historietas tituladas “The Marvel Family” / “Shazam Family”. Black Adam (2022) es planteada como un largometraje de origen del personaje, cuyo relato inicia más de dos mil años antes de Cristo, en una civilización antigua situada en Kahndaq, un desierto de oriente. En el prólogo se narra mediante una mezcla entre mitología e historia, la génesis de Teth-Adam, quien surge de la opresión de la esclavitud, con similitudes estéticas a la esclavitud del antiguo Egipto. Esta introducción es muy importante porque el espectador creerá que allí posee toda la información, pero una de las pocas sorpresas y aciertos del relato, es que se guarda una “carta bajo la manga” para el desenlace. A continuación, la acción continúa en Kahndaq, pero en la actualidad. Dicha ciudad ya no es un sitio de magnificencia y esplendor, sino un país del tercer mundo que se encuentra colonizado por un orden imperialista. Allí en una aventura, una arqueóloga, su hermano y su hijo, intentarán proteger un poderoso objeto arcaico de los mercenarios en cuestión. Para ello, desesperadamente, despertarán luego de milenios a Teth-Adam/Black Adam (interpretado por un casi inexpresivo Dwayne Johnson) apelando a su protección. Respecto al comic que retrataba a Black Adam como un antihéroe enceguecido por el poder, aquí éste es representado como un ser más ambiguo, y a pesar de su falta de piedad, actúa según lo que considera justo, y ya no por codicia. Lo cual quizás puede molestar a los fans de la historieta en donde al parecer el personaje era más oscuro. Aquí, Black Adam instintivamente sabe quiénes son los buenos y débiles convirtiéndose en su héroe defensor. De forma poco original, su argumento centra el conflicto en la posesión de una corona antigua, por parte del villano, Ishmael/Rey King Ahk-Ton. La idea de un elemento con poderes sobrenaturales que cae en las manos equivocadas, es algo ya bastante agotado en el cine de superhéroes, ya sea en DC Comics o su competencia Marvel Studios. Lamentablemente este no es el único recurso que denota la falta de creatividad en Black Adam, también lo demuestran la semejanza estética o temática con otro tipo de personajes preexistentes. Por ejemplo, el villano al lograr su transformación remite a una especie de Hellboy (2004) o Atom Smasher (superhéroe que tuvo su primera aparición en las historietas en 1983) a una versión más joven y más torpe de Ant-Man (2015/ comic 1962), y salvando las distancias un Dr. Fate (personaje que apareció en los comics en 1940) quien con su casco metálico en brazos nos recuerda visualmente a Magneto (personaje que apareció en los comics en 1963) de X-Men (2000) y Cyclone a Tormenta. Sin embargo, se debe resaltar positivamente la belleza estética de la composición de algunos encuadres que acertadamente remiten a los comics. El filme también exhibe, una tradicional presentación de los personajes del nuevo equipo que es configurado como una “resaca” de superhéroes, de menor categoría que los líderes tradicionales de La Liga de la Justicia, quienes al parecer deben acatar las esporádicas órdenes de Amanda Weller (Viola Davis). Pues la película no sólo posee conexiones con su predecesora Shazam (2019), sino también con los largometrajes de Escuadrón Suicida (Suicide Squad, 2016) y El escuadrón suicida (The Suicide Squad, 2021). En esta ocasión el equipo que dirige Weller es liderado por Hawkman (Aldis Hodge), Dr. Fate (Pierce Brosnan), Atom Smasher (Noah Centineo) y Cyclone (Quintessa Swindell). En dicho sentido, se conformarán tres estructuras: el villano Ishmael, el “antihéroe” Black Adam y el equipo de los cuatro superhéroes “tradicionales”. Entre estos dos últimos, se plantea una tesis social que divide la justicia por mano propia (ejercida por Black Adam) versus la diplomacia de un juicio político que desea consumar “La Sociedad de la Justicia”. Si bien la representación ambigua de Black Adam rompe con la tradicional dicotomía entre buenos y malos -aunque no llega a problematizarla-, nuevamente en esta propuesta de cinematográfica de DC, la psicología de los personajes carece de profundidad, a excepción de propuestas como Wonder Woman (2017) o algunas series televisivas, en contraposición a varias propuestas de Marvel. De igual modo, la reiteración y subrayado exacerbado de algunos recursos conjuntos como la cámara lenta y la música contemporánea en las escenas de acción del protagonista, resultan forzados, al igual que su humor poco efectivo. Asimismo, sus relaciones intertextuales hacia el spaghetti western de Sergio Leone, no tienen ningún propósito. En conclusión, Black Adam, a pesar de resultar en líneas generales pasatista, es bastante predecible puesto que constantemente se perciben sus artilugios narrativos. Por último, empero de algunos diálogos que enuncian la decepción frente a los superhéroes legitimados por los países del primer mundo, por ejemplo: “Superman, Batman y Wonder Woman no vienen a Kahndaq”, lo cierto es que lo que produce más emoción de esta entrega es la esperada escena sorpresa post-créditos, que anuncia la expansión y conexión del universo cinematográfico de DC Comics, mediante el regreso de uno de sus más acertados personajes, al servicio de los fans.
Black Adam llega de la mano de Dwayne Johnson para entretenernos en un filme de super acción, pero que también nos deja pensando cuestiones morales sobre lo que vimos. En el link la crítica escrita más formal; más la crítica radial, más informal, completa en audio o video. Black Adam es una película efectiva de acción qué trata sobre uno de los villanos que tiene el personaje de Shazam, denominado Black Adam; pero en este caso, al igual que en otras películas qué se centran sobre villanos, está buenizado, y edulcorado, y además cuenta con un recurso usual de guion de estos casos, que es enfrentarlo a un villano aun peor, realmente muy malo. Por lo tanto, el protagonista ya no queda en el rol de un villano en sí mismo, sino más bien en lo que podríamos denominar un antihéroe, ¿cuál es la diferencia? Qué el héroe convencional cómo sería Shazam o como sería en el caso de este filme, los personajes de la sociedad de la justicia, tienen la particularidad de obrar en pos de un bien mayor, de tener una buena causa, de luchar contra el mal, pero además, y esto es fundamental, deben hacerlo mediante determinadas reglas legales y morales, entre ellas, las de no matar a las personas con las que se enfrentan, o sea el héroe no solo se debe enfrentar al mal, sino que lo debe hacer moralmente, con acciones que no sean excesivas y no justificando acciones inmorales en aras de un bien mayor; en cambio el antihéroe se enfrenta al mismo mal que los héroes, pero sus métodos no son moralmente aceptables, mata sin mediar mucho problema y sin pensarlo dos veces, y no se fija tanto en los daños colaterales; de hecho, en la primera escena que aparece Black Adam, básicamente hace una masacre, aunque hay que destacar que esa masacre es sobre una fuerza de ocupación enemiga llamada intergang que está gobernando por la fuerza a un país y enfrenta a fuerzas armadas. Al ver esto los héroes de la de la sociedad de la justicia quieren detenerlo al personaje de Black Adam, sin embargo, esto también nos hace plantear ciertas cuestiones morales sobre los héroes, porque el mismo Black Adam y otros personajes se plantean que ¿por qué estos personajes de la sociedad de la justicia no habían aparecido antes para liberar a este pueblo de Intergang, pero ahora sí aparecen para liberarlo del antihéroe que los protege? Cómo destacando un problema de prioridades, o de doble moral de estos personajes que se arrogan ser protectores de un pueblo desde la moralidad. Curiosamente el público se divide entre quienes están alentando a favor de Black Adam y quiénes alientan a favor de la sociedad de la justicia, inclusive dentro de niños qué van a ver esta película se da esa dicotomía. En ese sentido el film hace un planteo moral y juega al límite de la moralidad de lo que deben ver los niños, porque plantea claramente que matar está mal, pero también muestra al personaje principal con el cual nos identificamos, matando sin mucho problema; pero además hay otra cuestión también, y es que a veces la violencia es necesaria, y a veces inclusive es necesaria la violencia al punto de matar a alguien. Por ejemplo, si entra un ladrón a mi casa y quiere matar a un hijo mío, y yo tengo un arma, le disparo y lo mató, es moralmente aceptable que lo haga, porque es para salvarle la vida a mi hijo quien está siendo amenazado sin causa, es violencia defensiva justificada inclusive a nivel legal. Cuando los aliados tomaron Normandía en la Segunda Guerra Mundial fue una masacre, y murieron miles de nazis, y a su vez miles de aliados también, pero no había otra opción, necesariamente había que liberar Francia para detener el avance nazi que era una maquinaria criminal de muerte que cometía todas las aberraciones más alevosas en la historia de las matanzas humanas, y de los derechos humanos violados; no podemos endilgarles a los soldados que desembarcaron ahí que estaba mal en matar nazis. Y también un poco la película se plantea eso, cuando le da cierto changüi para actuar a Black Adam. Por lo tanto, a diferencia de otras películas de superhéroes, esta está como en una especie de gris moral, en dónde van y vienen preguntas, y van y vienen justificaciones sobre el límite de la violencia. Desde lo cinematográfico la película funciona bastante bien, es entretenida, tiene algunos momentos de acción muy buenos, tiene algunos momentos ¡wow! Donde la acción sorprende al espectador y se festeja; pero no logra llegar a un punto de emoción y epicidad como si logra hacerlo el hombre de acero o la liga dela justicia de Zack Snyder; en ese sentido se queda corta, cómo que la dirección es eficiente, pero no logra el punto justo para emocionarnos verdaderamente. Los chicos la disfrutan, los grandes la pueden disfrutar también, pero desde el punto de vista argumental quizás no sea lo suficientemente interesante como para lograr una gran obra dentro del género, y desde el punto de vista de la acción tiene un problema serio, quizás por culpa de intervención del estudio, la película tiene demasiada acción, es lo que podríamos llamar una película de súper acción, entonces pretende que estemos tensionados todo el tiempo, y eso desde un punto de vista de la psicología, del montaje cinematográfico no es posible, las escenas de acción deben ir intercaladas con otras escenas más tranquilas que nos dejen descansar, y que a su vez hagan un contraste entre las escenas más movidas y las escenas más tranquilas. El arco dramático en una película debe ser como una montaña que sube y baja, y si tiene varias escenas de acción debe ser como una especie de duna donde sube, baja, sube, baja. Si el arco dramático está demasiado alto siempre, la película queda meseta y eso genera un efecto de que baje el interés, en ese sentido, curiosamente, a la película le faltan 20 minutos más, pero no de acción, sino de escenas de introducción y desarrollo de los personajes, que vayan intercalados entre las escenas de acción, y de esa forma, a pesar de que le estaríamos agregando escenas de no acción, escenas más tranquilas, y bajándole la acción proporcionalmente con respecto al total del metraje, funcionarían mejor las escenas de acción con estos cambios, ya que nos importarían más los personajes, y la película sería más emocionante. Quizás haya tenido esos momentos y los hayan cortado por efecto de presiones del estudio, o de no hacerla tan larga, o cosas por el estilo, si ese es el caso, y esas escenas estuviesen filmadas, una versión extendida de esta película con esas escenas podría mejorar notablemente el desarrollo del film la emoción del mismo, y el resultado total de la película. Aun así, la versión estrenada funciona bastante bien, pero sin lograr de que sea un filme trascendente. Pero cabe destacar que en el final la gente en el cine queda bastante satisfecha, y luego de las escenas de créditos y la escena post créditos que hay, que es muy relevante, el público de la sala de cine aplaude y queda con ganas de ver que la historia siga, lo cual no es poco. Cristian Olcina
Jaume Collet-Serra, relacionado con impactantes films de terror en la primera etapa de su carrera (“La Huérfana” / “La Casa de Cera”), y luego virando al cine de acción más comercial y vertiginoso (“Non Stop” / “Sin Identidad), es el responsable de colocarse detrás de cámaras en una de las apuestas fuertes de Hollywood para el presente año. Acción vibrante es la principal característica que da aspecto a la forma audiovisual de “Black Adam”. A primera vista, parece un film de Zack S,yder y la comparación es elogio. DC films ofrece un producto estético típicamente diseñado como crowd pleaser; una meritoria carta de presentación para el personaje principal, encarnado por el carismático Dwayne Johnson. Pero, ¿actor? La Roca no tiene vida y no sonríe…simplemente hace ni más ni menos que aquello para lo que fue convocado. El héroe exuda la rudeza de un elegido que tiene la oportunidad de hacer el mal…pero la historia de redención gana la pulseada a la avidez por perversión, con amplia ventaja. Tenemos aquí al personaje sobrenatural más poderoso del multiverso: su primera aparición fue en Marvel Family, publicado hacia 1945. Brutal y electrizante, este estreno en la gran pantalla nos sorprende, entre otros motivos por un rostro sumamente familiar: Pierce Brosnan funge como actor de reparto. Salpicada por humor y presta a contar gruesos billetes en taquilla, no sería de extrañar pensar en futuras secuelas, de inmediato a fabricarse casi por generación espontánea. La necesidad de héroes en tiempos sombríos abre futuro de exploración a infinitas nuevas encarnaciones.
Otro superhéroe (en este caso, uno a mitad de camino de serlo) en el horizonte. Hay dos motivos por los cuales disfrutar algo de este film: The Rock Johnson, que tiene eso tan difícil de encontrar como la presencia cinematográfica, y Collet-Serra en la dirección. Es cierto, el español es más efectivo en tándem con Liam Neeson -e incluso ha rodado una obra maestra, Una noche para sobrevivir-, pero en este desparejo pero divertido Black Adam se da cuenta de algo: los superhéroes siempre fueron parte de un mundo colorido y vertiginoso; siempre estuvieron más cerca de la Clase B que del prestigio. Y ese es el estilo visual de esta película sobre un ser sobrehumano enterrado cientos de años que sale con muchísima bronca a romper todo. Por esa razón se justifica -más que por la trama, previsible por donde se quiera pensar- la inclusión de otros superhéroes (que en realidad no suman demasiado) o la sobresaturción de escenas de batalla. ¿Ejercicio de estilo, tal vez? Algo así. Lo importante es que el bueno de Dwayne y cierto aporte cool de Brosnan (que también entiende el juego que juega) le dan impulso suficiente a esta especie de trailer sobrealimentado para que no aburra. Después veremos.
La búsqueda del campeón de DC se queda corta Dwayne Johnson decepciona con la película que prometía revitalizar al DCEU. Desde hace años DC intenta encontrar su rumbo en el cine, un estilo propio para poder hacerle justicia a los icónicos personajes de la casa de cómics. En toda esta exploración entran Zack Snyder, James Wan, Patty Jenkins; y si bien se puede creer que todos forman parte de un mismo universo, las películas que hacen son muy diferentes entre sí, cada una con una marca de autor distintiva, nos guste más o menos. Y después está Black Adam, una mezcla de todo lo que se hizo antes, sin mucho sabor y salida directamente del cable en una tarde de sábado de 2007. Dwayne “The Rock” Johnson es el mayor propulsor de este proyecto, así como Ryan Reynolds lo fue de Deadpool, pero lamentablemente ahí es en dónde se pueden terminar las comparaciones entre estas dos obras del cine de superhéroes, porque mientras una fue una apuesta jugada que rindió sus frutos, el último estreno de Warner Discovery es una cinta con gusto a poco, que va a dejar a más de un fanático fantaseando con una película de la Justice Society of America, en lugar de esta olvidable tira del campeón de Kahndaq. Con un montaje inicial que ya vimos infinidad de veces con pequeñas variaciones, se presenta la historia de este pueblo que vivió bajo la opresión de diferentes poderes durante toda su historia, pero que en el momento de mayor necesidad encontraron a su campeón, a quien le fueron otorgadas la resistencia de Shu, la velocidad de Horus, la fuerza de Amón, la sabiduría de Zehuti, el poder de Atón, y el coraje de Mehen. Si esto suena familiar, es porque Shazam y Black Adam tienen el mismo origen y por eso también no se llevan muy bien en los cómics. Pasaron miles de años y ahora Kahndaq está bajo el control de “Intergang” un ejército de mercenarios que los explota por sus recursos naturales y obliga a los habitantes a vivir en un constante estado de militarización -cabe aclarar que este país queda en Medio Oriente-; casi que el estudio quiso reconocer el rol que juega Estados Unidos en esa región al ocuparlo con guerra tras guerra desde hace décadas, pero mejor no hacerse cargo y tirarle la pelota a un ejército mercenario que no tiene ningún tipo de relación con países reales. Esto tampoco sorprende ya que son varias las películas estrenadas en los últimos años que juegan las cartas de auto conscientes y “despiertas” con cuestiones sociales, pero deciden diluirlo y le restan importancia, por lo que en la trama esto se siente como algo forzado y que no tiene relevancia. Eso pasa en muchas ocasiones a lo largo de Black Adam: diálogos que parecen generados por una IA sin emociones, que pecan de obvios y hasta que dan un poquito de vergüenza ajena. El corazón de esta película está en la familia que protege Teth Adam, nombre original del protagonista. Pero tanto el niño como la madre, un arquetipo de mujer fuerte de peli de superhéroes, son chatos y lo que tiene para aportar en lo emocional a la trama es casi nulo y, teniendo dos horas de duración, se hace hasta tedioso. En cuanto al protagonista, no se puede negar el carisma que tiene The Rock, de hecho es tal que le dejamos pasar que sea un actor del promedio para abajo; pero si no puede hacer uso de su simpatía, de sus chistes y sus cejas, lo que tiene para ofrecer no es suficiente y se nota mucho. Este antihéroe que interpreta es taciturno, estoico, poco expresivo; todas cualidades que Dwayne no puede transmitir del todo y, como resultado, su interpretación es mala, porque en ningún momento conecta con el espectador, más allá de algún que otro chiste que, a pesar de lo básico, logra ser efectivo. Pero si de actuaciones hablamos, no se puede no destacar el trabajo de Pierce Brosnan, que se pone en la piel del mítico Doctor Fate y es, sin lugar a dudas, lo mejor de toda la película. Un caballero con todas las letras que además tiene una conexión mística con uno de los hechiceros más poderosos del mundo, y es el corazón de la JSA. Lamentablemente, no está lo suficiente como para poder salvar esta historia, pero las escenas que comparte con Hawkman (Aldis Hodge) son lo más disfrutable de esta cinta. La química entre ellos es innegable, cuentan con la ventaja de tener a dos personajes icónicos y, por sobre todas las cosas, son buenos actores, cosa que no se puede decir de todas las personas involucradas en esta producción. Pero lo que termina de condenar a esa cinta es lo larga y tediosa que se hace, en gran medida por lo feo de los efectos especiales y el abuso de cámara lenta, algo que DC parece que no tiene pensado soltar en el futuro cercano, incluso cuando el director que lo introdujo ya no forma parte de este universo cinematográfico. Este recurso, que usado en la medida justa puede ayudar a mostrar algún poder o el detalle de un personaje o batalla, acá es utilizado hasta el hartazgo y lo único que logra es que parezca una publicidad poco imaginativa. Además, deja en evidencia lo poco cuidado del CGI en más de una escena; y a esto se le suma el uso de ese filtro oscuro y sin brillo de las películas línea Zack Snyder, que hace que el visionado sea todavía más pesado. Black Adam era una buena idea en papel por lo que podía aportar el personaje, por lo que supone la presentación de la JSA y por lo que traería al DCverse, pero erraron en casi todo lo que querían construir y el futuro de este universo parece cada vez más confuso, incluso con una escena post-créditos que de seguro genere reacciones mezcladas en la audiencia. Una verdadera lástima que este año no podamos ver la segunda parte de “Shazam!”, ya que su predecesora había demostrado que podía tomar todos estos conceptos y usarlos de una manera mucho más efectiva y entretenida.
La policía mundial en Medio Oriente El cine de superhéroes llegó a un nivel de saturación y de despropósito tan elevado que muchos de los retrasados mentales del público y de los analfabetos culturales de mierda de la crítica audiovisual durante el último tiempo empezaron tibiamente a replantear sus loas al formato -eufemismo por oportunismo comercial o lobotomía de parte del mainstream imperialista más mediocre contemporáneo- y hasta de vez en cuando dejan entrever algún atisbo de decepción porque “descubrieron” muy tardíamente que todas las películas son prácticamente idénticas como botellas de Coca Cola o hamburguesas de McDonald’s. El cansancio abarca no sólo la bazofia de Marvel sino también la de la competencia, esa de DC que en un principio trató de diferenciarse con un tono narrativo más sombrío y paciente aunque lo cierto es que la última década de bodrios -defenestrados ya por Martin Scorsese, James Cameron, Francis Ford Coppola y hasta el lelo de Quentin Tarantino- ha demostrado que cada día que pasa el emporio DC se parece más a Marvel no tanto por los chistecitos descerebrados, la torpeza discursiva general, la sobreabundancia de personajes innecesarios o las tramas que parecen telenovelas sino por la presencia casi permanente de CGI, tomas totalmente irreales y forzadas, un diseño de personajes flojo o intercambiable, una edición frenética que difumina el encanto de las escenas de acción y un maniqueísmo tan pero tan redundante que en ocasiones se pretende disimularlo vía una mínima complejidad moral. Black Adam (2022), dirigida por Jaume Collet-Serra a partir de un guión de Adam Sztykiel, Rory Haines y Sohrab Noshirvani, no es la excepción dentro de este estado de cosas y por ello nos topamos con un nuevo mamarracho con flashbacks absurdos incesantes, secuencias de lucha interminable -una después de la otra y casi sin escenas intermedias- y parlamentos explicativos que no dejan nada abierto a la interpretación del espectador circunstancial y llegan al colmo de interrumpir las mentadas escaramuzas mediante soliloquios ridículos que describen lo evidente para el público de oligofrénicos inmundos que consumen estos productos. Un spin-off de ¡Shazam! (2019), aquella mega porquería de David F. Sandberg, la propuesta comienza en el año 2600 a.C. cuando el monarca absoluto de Kahndaq, país ficticio de Medio Oriente, Ahk-Ton (Marwan Kenzari), crea la Corona de Sabbac para ser invencible pero es detenido por un muchacho que se transforma en el campeón de Kahndaq gracias a los poderes de Shazam otorgados por el Consejo de Magos, terminando de hecho con el régimen del tirano en cuestión. En el presente la nación está a merced del sindicato criminal capitalista Intergang, por lo que una arqueóloga que forma parte de la resistencia, Adrianna Tomaz (Sarah Shahi), decide invocar al que cree que es el campeón adormecido, Teth-Adam (Dwayne Johnson), no obstante fue su vástago, Hurut (Jalon Christian), quien recibió las destrezas mágicas y él sólo las obtuvo cuando el adolescente renunció a ellas. La realización en sí no tiene una historia propiamente dicha porque gira constantemente alrededor de un intento de crítica muy leve al imperialismo norteamericano a través de una Tomaz -viuda debido a la invasión de Intergang, madre de un preadolescente fanático de los cómics, Amon (Bodhi Sabongui), y hermana de un clásico comic relief, el esperpéntico Karim (Mohammed Amer)- que afirma con razón que los supuestos “salvadores” de turno que llegan desde el ámbito anglosajón, la Sociedad de la Justicia, no intervinieron cuando la organización delictiva invadió el país, cuando robaron sus recursos naturales y cuando se dedicaron a reprimir y matar al pueblo, de allí se explica la opción de refritar al héroe de antaño que en verdad es un loquito traumatizado cercano a los villanos, léase ese Teth-Adam de The Rock que luego será conocido como Black Adam, antihéroe ultra literal que se enfrenta primero al maquiavélico heredero de aquel Ahk-Ton que asesinó a su hijo, Ishmael (Kenzari de nuevo), a quien mata para después verlo renacer como el archivillano sobrenatural/ diabólico Sabbac, y segundo a los yanquis tarados amigos de las calzas, las máscaras y el cinismo vacuo, en este caso un cónclave de cuatro integrado por Hawkman (Aldis Hodge), Doctor Fate (Pierce Brosnan), Cyclone (Quintessa Swindell) y Atom Smasher (Noah Centineo), los dos primeros veteranos y los restantes bisoños para cubrir todos los rangos etarios, jugada que incluye la típica pluralidad racial del marketing woke. El catalán Collet-Serra otrora fue un artesano con un margen de autonomía creativa más que importante como lo demostraron sus recordadas incursiones en el terror, hablamos de La Casa de Cera (House of Wax, 2005), La Huérfana (Orphan, 2009) y Miedo Profundo (The Shallows, 2016), y su ciclo de colaboraciones con Liam Neeson dentro del paraguas del thriller de acción, espionaje y/ o suspenso, pensemos en Desconocido (Unknown, 2011), Non-Stop: Sin Escalas (Non-Stop, 2014), Una Noche para Sobrevivir (Run All Night, 2015) y El Pasajero (The Commuter, 2018), sin embargo Jungle Cruise (2021), primer trabajo del señor con el cincuentón simpático de Johnson en un producto inspirado en una atracción de los parques temáticos de The Walt Disney Company, y la presente Black Adam subrayan su condición -transitoria, esperemos- de mercenario al servicio del mainstream más pueril y palurdo que fetichiza al cine homologado a montañas rusas y tragedias de cotillón, por un lado cayendo en un montaje caótico, monólogos melodramáticos muy sonsos, una banda sonora inflada al nivel de la exasperación y ese sarcasmo baladí paradigmático de Marvel y el último DC, con la honrosa excepción de la excelente The Batman (2022), obra de Matt Reeves, y por el otro lado incluyendo unos insólitos zombies en el desenlace y hasta algo de minimalismo -el combate en el cuarto de Amon entre Hawkman y el protagonista titular es un buen ejemplo- y pretendiendo estilizar las escenas de acción con bastante cámara lenta y un diseño de producción un poco más original que el paupérrimo promedio del mainstream estadounidense aunque sin llegar a lo hecho habitualmente por Guillermo del Toro, el único realizador de la actualidad que utiliza a la maquinaría CGI para tratar de innovar en monstruos y ambientación fantástica, basta con considerar toda su producción cinematográfica o su reciente antología de horror para Netflix, la errática aunque atractiva El Gabinete de Curiosidades de Guillermo del Toro (Guillermo del Toro’s Cabinet of Curiosities, 2022). Más allá del hecho de que Sabbac es en esencia Hellboy recauchutado y de que la utilización de Paint It Black (1966), de The Rolling Stones, y Bullet with Butterfly Wings (1995), de The Smashing Pumpkins, y los homenajes al paso a El Bueno, el Malo y el Feo (Il Buono, il Brutto, il Cattivo, 1966), de Sergio Leone, dan vergüenza ajena, aquí por lo menos la industria hollywoodense tuvo la acertada idea de unificar la destrucción en una tierra inexistente, Kahndaq, para evitar ser acusada de idiota e irresponsable por las distintas naciones del planeta que fueron “aniquiladas” en esta franquicia centrada en una policía mundial que no tiene nada que envidiarle a la de Richard Nixon, Ronald Reagan, George H.W. Bush, Bill Clinton, Barack Obama y el también execrable George W. Bush…
Reseña emitida al aire en la radio.
DEMASIADAS EXPLICACIONES DC y el cine siguen sin encontrar una conexión fluida, y Black Adam es una nueva muestra de ello. Se podía tener una tenue esperanza de que la presencia tras las cámaras de Jaume Collet-Serra -un artesano eficaz, con una personalidad que surge entre los huecos genéricos y con capacidad para manejarse en distintos registros- podía conllevar una cierta solidez narrativa. Sin embargo, lo que vemos es una repetición de problemas que vienen desde hace rato y que este universo de superhéroes no consigue superar. Quizás eso se deba a una sumatoria de desafíos que el film se propone sin tener las herramientas apropiadas para llevarlos a cabo. Porque Black Adam quiere construir sobre lo que ya se hizo (por ejemplo, Shazam!) y apuntando hacia el futuro, mientras busca delinear una especie de submundo dentro de ese conglomerado confuso que es DC. Al fin y al cabo, ¿qué es DC? ¿Cómo conviven la franquicia de Mujer Maravilla y Aquaman con el Batman de Robert Pattinson? ¿Sigue presente el Superman de Henry Cavill? ¿Qué pasa con la Liga de la Justicia? No lo sabemos, y esta nueva película hace poco por aclararlo, a pesar de que, ya desde el arranque, se la pasa arrojando explicaciones a diestra y siniestra. Hay entonces un prólogo donde la voz over de un niño nos cuenta que hace casi 5 mil años había una civilización próspera y luego oprimida por un maligno monarca con ansias de construir un dispositivo para conectarse con seres malignos. Pero que luego apareció un ser con poderes supremos otorgados por dioses antiguos que lo enfrentó y luego desapareció. Y después vienen más explicaciones para que entendamos cómo esa especie de dios en la Tierra es liberado de su tumba terrenal, aunque no se sepa si es un héroe o un villano, porque a cada rato nos quieren dejar en claro que es un tipo con una noción distinta sobre lo que es la justicia. Pero, tras eso, aparece Amanda Weller y ahí uno sabe que se vienen aún más explicaciones, esta vez sobre los integrantes de la Sociedad de la Justicia, que son los encargados de controlar la situación: y ahí tenemos entonces la presentación de nuevos personajes (Hawkman, Dr. Fate, Atom Smasher, Cyclone), que siempre se tomarán un tiempo para contarnos qué piensan, qué les pasa, qué quieren hacer. Y así con todo. Si la trama de Black Adam tiene una multitud de giros y revelaciones, no deja de llamar la atención que, en esa necesidad constante de declarar todo lo que pasa, termina generando una total indiferencia. Apenas si se puede rescatar el carisma innato que despliega Pierce Brosnan, con esa sabiduría actoral que a veces dan los años. Se puede intuir, detrás de todas las explosiones, persecuciones, peleas y diálogos expositivos un relato de tintes trágicos y a un protagonista con comportamientos y una moralidad ambiguos, que podría haber sido el foco de una gran historia. En cambio, tenemos una versión algo más prolija del Escuadrón Suicida de David Ayer combinada con una actualización algo más canchera -y al mismo tiempo lavada- de El Hombre de Acero. Y claro, con la promesa para un nuevo súper enfrentamiento en el futuro, con la intención de generar expectativas por una épica que no termina de aparecer. Mientras tanto, ese gran actor que es Dwayne Johnson, a pesar de acumular proyectos por doquier, sigue sin tener esa gran película que lo termine de consagrar como estrella. De ahí que Black Adam sea un fracaso artístico en varios frentes, que van de lo particular a lo general, un objeto gigantesco y vacuo, un engranaje más en un dispositivo llamado DC que todavía no tiene una identidad definida.
Yo preciso que alguien me explique por qué diablos los fans de DC (y los ejecutivos) están ensañados con la primera Escuadrón Suicida (2016). Que era horrible. Que era ridícula. Que no le van a permitir el corte del director a David Ayer. Considerando todo lo que vino después – un 90% compuesto de basura, decepciones y flojos resultados en taquilla – los 746 palos verdes de Suicide Squad deberían convertirlo a Ayer en un prócer, incluso darle una silla en la mesa que James Gunn y Peter Safran acaban de armar para resucitar el DCEU. Fíjense sino: Liga de la Justicia (corte Whedon): 657 millones. Mujer Maravilla 1984: 169 millones. Aves de Presa: 205 millones. Hasta una película super alabada como Shazam! solo hizo 366 millones. Y, en el caso que nos ocupa, los números finales serán igual de tibios ya que sólo hizo 353 millones justo antes que estrenaran la secuela de Pantera Negra, la que se la devoró con fritas y va a hacer en dos semanas lo que el filme de DC demoró mas de un mes en recaudar. Black Adam es un cabal ejemplo de por qué el DCEU anda como el traste. Siempre que te sentás a ver una película Marvel esperás acción, chistes, secuencias inspiradas, personajes carismáticos e interesantes, y una hora y media de buena onda. El DCEU en cambio se comporta de manera esquizofrénica con cosas zarpadas, sangrientas, a veces inspiradas, otras veces mortalmente serias / solemnes y siempre con problemas de tono y originalidad. En el caso de Black Adam tengo que admitir que el filme es horrible – es un licuado de cosas copiadas a Marvel, con el agravante que el reciclado es de mediocre calidad -. Dwayne Johnson le pone ganas pero no alcanza para salvar el filme él solito y la sorpresa es Pierce Brosnan, el cual tiene un puñado de diálogos inspirados; pero el resto… uy, Dios mío… Acá el Doctor Strange, Angel (de los X-Men), Tormenta y Ant-Man se roban el jet del profesor X y se van a combatir a una entidad mágica liberada de su prisión después de 5.000 años, y la cual tiene un injustificado mal humor. Hay una tonelada de secundarios espantosos – el molesto hermano de la co-protagonista que hace chistes malos, el pibe sabihondo que vive metiéndose en problemas, el segundo villano que carece de carisma, los dos superhéroes adolescentes que chichonean entre ellos mientras están totalmente ajenos al hecho de que cientos de personas mueren a su alrededor – que podían haberse suprimido y hubieran elevado la calidad del filme, aparte de que no son esenciales a la trama. El mismo filme se mete en un berenjenal con los dispares tonos políticos que emite – para que la acción no tenga lugar en USA (donde ya está Shazam!, el cual es el némesis de Black Adam ya que ambos surgieron en la misma tira de Fawcett Comics Capitán Marvel, siendo Adam un campeón anterior a Billy Batson que se ha pasado al lado oscuro y tiene sus mismos poderes) se traslada a un ficticio país de medio oriente, el cual fue invadido por una fuerza mafiosa internacional dotada de la última tecnología ya que posee armas con Vibranium… Eternium o como se llame, lo único en la Tierra que puede dañar a Black Adam -. Entonces entra el asunto de por qué rayos estos superhéroes de cuarta (la Sociedad de la Justicia, el antecedente Golden Age de la Liga de la Justicia y llena de héroes anticuados o de segunda) nunca hicieron nada para detener la invasión, jamás combatieron a Intergang (la cual es una obvia amenaza por el mundo ya que puede construir armas de destrucción masiva con el Eternium) o siquiera se preocuparon por la seguridad de sus ciudadanos. Solo aparecen cuando el musculoso moreno empieza a volar por la ciudad y tirar edificios abajo en decorados que parecen salidos de Modern Warfare ya que ni uno de los diseñadores de arte del filme parece haber visitado un país árabe. Ni la causa de la arqueóloga Sarah Shahi es creíble, ni tampoco lo son las idas y vueltas de la historia como el histeriqueo de te encierro / no te encierro / te preciso / debo liquidarte Black Adam, el cual hace que el filme se sienta eterno. Es posible que Black Adam sea el rezago bastardo de la horrenda administración de Walter Hamada / Geoff Johns, que solo copiaban cosas, metían el cuchillo en la trama sin saber nada de comics (o, en el caso de Johns, copiando lo peor del género; siempre él, con ese ego enorme, creído de que es el Stan Lee de DC) y se respaldaban ciegamente en el poder de taquilla de las estrellas contratadas antes de contar historias amenas e inteligentes. Black Adam representa los peores defectos del fenecido DCEU y esperemos que la dupla Safran / Gunn corrija todo este despropósito y desprolijidad en el nuevo Universo que van a crear… amén de darle a Ayer la segunda oportunidad que se merece.