“El Cascanueces y los cuatro reinos” es una película dirigida por Lasse Hallström y Joe Johnston y escrita por Ashleigh Powell. La cinta está protagonizada por Mackenzie Foy, Keira Knightley, Helen Mirren, Morgan Freeman, entre otros. Esta versión es una adaptación de la historia de E.T.A. Hoffman, donde nos muestra a Clara, quien quiere una llave que abre una caja que contiene un regalo muy valioso de su madre fallecida. En la nochebuena, encuentra una pista que la lleva a la llave, pero ésta desaparece en un mundo paralelo. Allí Clara conocerá un mundo completamente desconocido donde rigen los Tres Reinos: la Tierra de los Copos de Nieve, la Tierra de las Flores y la Tierra de los Dulces. Clara tendrá que enfrentarse al Cuarto Reino, donde reside la cruel Madre Ginger, para recuperar la llave y poder devolverle la armonía al mundo. La historia estuvo bastante usada en los últimos años, sobre todo de la mano de Disney, donde el o la protagonista sufre la pérdida de su madre y a su vez descubre mundos y objetos que solo ésta había encontrado. Y así, se embarca en una aventura donde conoce amigos, enemigos, etc. Aunque la trama presenta un giro bastante interesante, la cinta es predecible, sabemos cómo va a terminar. Aún así, es una trama bien estructurada, donde vemos un claro desarrollo de la protagonista principal, aunque por momentos sucede todo muy rápido, la historia es muy bonita. Los personajes están bien logrados, no se sienten fuera de lugar y algunos tienen momentos y diálogos bastante divertidos. En cuanto a los motivos del villano, vemos que no son nada del otro mundo. Nunca debemos olvidar que lo que no se le puede criticar a Disney son los aspectos técnicos. “El Cascanueces y los cuatro reinos” contiene una gran gama de colores, dándonos escenarios muy ricos en detalles. Está presente una banda sonora que acompaña casi todo el tiempo y que ayuda a que el espectador pueda experimentar toda esa “magia” que tiene Disney al momento de representarnos estas cosas. La ambientación, el vestuario y el maquillaje son muy buenos también. En resumen, “El Cascanueces y los cuatro reinos” no presenta una historia muy original como para profundizar, pero entretiene y cumple su cometido como película de Disney, acompañada de unos hermosos efectos visuales, vestuario y maquillaje.
La nueva propuesta live-action de Disney llega esta semana a los cines de todo el mundo en simultáneo, adelantándose al espíritu navideño. El cascanueces y los cuatro reinos es una versión de la historia inspirada en el ballet de Tchaikovsky, que a su vez está basado en el cuento El Cascanueces y el Rey de los Ratones de E.T. Hoffmann. Tomando varios elementos del folklore de esta obra, Disney hace su propio remix de la historia, orientada a los valores de familia tradicional. Esta nueva versión del estudio está protagonizada por Clara, una joven cuya madre murió recientemente y le dejó un misterioso regalo: un artefacto con cerradura pero sin llave. Impulsada por su curiosidad y el recuerdo de su madre, emprende una búsqueda que la llevará a descubrir algunas verdades sobre sí misma. Toma forma entonces una deslucida aventura para los más chicos, que no llega a generar una conexión real con los personajes pese a su magnífica producción. El relato peca de simple y predecible, subestimando a su audiencia infantil y resultando bastante aburrido para los más grandes. Tanto los malos como los buenos -ambos caen lisa y llanamente en esas categorías- tienen motivaciones tan volátiles como poco convincentes, que abren las posibilidades de un mundo limitado por la falta de imaginación. El verdadero protagonista de la trama es el diseño de producción, con una puesta en escena digna de premios que es un deleite para la vista. La música compuesta por el gran James Newton Howard cumple un rol fundamental, pero a pesar de su imponencia no llega a compensar lo que le falta a la propuesta en ritmo y emoción. En una versión animada de otro estudio, El príncipe encantado (The Nutcracker Prince, 1990), se narraba esta aventura en clave romántica, pero menos preocupada por la forma y mucho más por el contenido. Si bien esta nueva heroína de Disney tiene a su favor la determinación y el coraje para enfrentarse a sus miedos, no puede sostener sola el peso de una historia que es pura presentación de mundo y personajes, sin llegar a desarrollar bien ninguno de ellos. Hace años que Disney no acierta el tono con sus películas live-action de aventuras, esas que no están basadas en ninguna de sus producciones animadas ni atadas a franquicias como Marvel o Star Wars. Esta propuesta se acerca a la Alicia en el País de las Maravillas (Alice in Wonderland, 2010) de Tim Burton, pero sin el sello de autor. En un intento por aggiornarse a la vez que conservar su estilo naif, el estudio del ratoncito parece estar perdiendo de vista que se puede hacer una mala película con un buen guión, pero no se puede hacer una buena película sin uno.
Descubriendo un nuevo mundo “El Cascanueces y los Cuatro Reinos” (The Nutcracker and the Four Realms, 2018) es una película de fantasía dirigida por Lasse Hallström (Un Lugar Donde Refugiarse, La Razón de Estar Contigo) y Joe Johnston (Jumanji, Capitán América: El Primer Vengador). Escrita por Ashleigh Powell, la historia es una reinvención del cuento tradicional “El Cascanueces y el Rey de los Ratones” de Ernst Theodor Amadeus Hoffmann. Protagonizada por Mackenzie Foy, joven reconocida por interpretar a Renesmee Cullen en Amanecer Parte 1 y 2, el reparto se completa con Keira Knightley, Jayden Fowora-Knight, Helen Mirren, Morgan Freeman, Matthew Macfadyen (Darcy en “Orgullo y Prejuicio), Richard E. Grant, Eugenio Derbez, Misty Copeland, Ellie Bamber y Tom Sweet. 1879, Londres. En pleno invierno, la pequeña Clara (Mackenzie Foy) no se siente con ánimos de celebrar la Navidad ya que recientemente su madre Marie falleció. Cuando el señor Stahlbaum (Matthew Macfadyen) reúne a sus hijos Louise (Ellie Bamber), Fritz (Tom Sweet) y Clara alrededor del árbol navideño para entregarles los obsequios que les dejó Marie, Clara recibe un huevo valioso que solo puede abrirse con una llave especial que no está en la caja. Frustrada, la joven se dirige junto a su familia al baile anual organizado por su padrino Drosselmeyer (Morgan Freeman), un hombre aficionado a la mecánica. Durante la búsqueda de regalos, Clara sigue un hilo dorado con su nombre. Éste la conducirá a un nuevo mundo dividido en la Tierra de los Copos de Nieve, la Tierra de las Flores, la Tierra de los Dulces y un cuarto reino donde se encuentra la tirana Madre Ginger (Helen Mirren). Con el leal soldado Phillip (Jayden Fowora- Knight), Clara, que allí es considerada una princesa, irá conociendo lo que hizo su madre en ese lugar y deberá ponerse manos a la obra para restaurar el orden. Disney se caracteriza por brindarnos historias súper creativas, con grandes mensajes y personajes inolvidables. Sin embargo, este año nos falló rotundamente con el estreno de “Un Viaje en el Tiempo” (A Wrinkle in Time) y ahora vuelve a hacerlo con este filme. Aunque desde lo visual la cinta cumpla con creces gracias al bello diseño de vestuario y los imponentes paisajes creados por computadora, que incluyen un elegante palacio central, la trama hace agua por donde se la mire. Su introducción no es para nada desacertada, ya que logra despertar el interés gracias a Clara, una protagonista curiosa a la que no le importan las apariencias como sí tienen relevancia para su padre, por lo que las diferentes maneras de sobrellevar la pérdida de Marie son diferentes para cada uno y los hacen pelearse seguido. Es una lástima que el comienzo tenga un desarrollo tan rápido dado que cuando se pasa al mundo fantástico, los errores comienzan a acumularse. Por empezar, al ingresar a esta nueva tierra la chica no demuestra ningún tipo de perplejidad o asombro, lo que consigue que, como espectador, ya no nos sintamos tan conectados con ella. Que persiga a un animal cueste lo que cueste recuerda muchísimo a “Alicia en el País de las Maravillas” (Alice in Wonderland) así como que el tiempo del mundo real transcurra más lento solo nos hace pensar en “Las Crónicas de Narnia” (incluso Clara llega a la Tierra de los Copos de Nieve primero). No obstante, lo que más molesta no es la poca originalidad sino que el argumento no tenga razón de ser. Tenemos escenas con una gran cantidad de ratones, payasos y soldados de plomo que cobran vida pero al no contar con buenas explicaciones sobre la estadía de Marie o lo que pasó en el cuarto reino, todo lo “mágico” que pretenden transmitir los directores se pierde casi de inmediato. Por el título, uno llega a creer que las diferentes tierras tendrán relevancia. Error. Con un montaje a las apuradas, es fácil llegar a la conclusión que la película podría ser lo mismo sin el líder de la nieve ni el de las flores, ya que no aportan absolutamente nada al relato. No pasa lo mismo con Sugar Plum (Keira Knightley), la reina de la Tierra de los Dulces. A ella sí se le da bastante tiempo en pantalla, pero esto tampoco funciona ya que el personaje es completamente inaguantable tanto por su tono de voz como por su superficialidad. Keira Knightley otorga el peor papel de su carrera, además de ser parte de un giro en la trama que brilla por su incoherencia. Es así como “El Cascanueces y los Cuatro Reinos” se convierte en un filme soso sin intenciones claras, que ni siquiera convencerá a los más chicos. Su existencia puede compararse a la de un regalo que parece que será maravilloso por su bonito envoltorio, sin embargo una vez abierto la decepción es mayor por tratarse de un carbón.
El nuevo filme producido por The Mark Gordon Company y Walt Disney Pictures, y con guión de Ashleigh Powell, es una pretenciosa, estelar, pero poco creativa historia, con una inversión millonaria que no alcanza buenos resultados. La película nos presenta a Clara (Mackenzie Foy), una adolescente que tras la muerte de su madre debe encontrar una llave para abrir el objeto que “contiene todo lo que necesita”. En la gala de navidad, su padrino Drosselmelyer (Morgan Freeman), le abre las puertas a un mundo paralelo en el cual Clara deberá aventurarse para conseguir el tan preciado objeto. Es así como la protagonista se adentra en un universo de cuatro reinos, donde acompañada por Phillip (Jayden Fowora-Knight), luchará contra el mal y obtendrá lo que tanto busca. El argumento, con muy poco vuelo creativo, tiene un desarrollo y un desenlace previsible y con un guiño al poder de la familia y el amor por sobre todas las cosas: un elemento tierno, pero utilizado en demasía y que no aporta nada al genero fantástico de la factoría Disney (en este sentido el filme es similar a “Un viaje en el tiempo“, de Ava Duvernay: millones de dólares invertidos en un producto que no cumple con lo esperado). El elenco de primer nivel (Keira Knightley, Morgan Freeman, Helen Mirren, entre otros), se ve contrarrestado por lo poco interesante que resultan sus personajes: superficiales y con pocos matices. Claro que ver a estas figuras siempre es una buena opción y más con la producción de Disney atrás (vestuario, maquillaje, etc), pero, por supuesto, con eso no alcanza. Visualmente la película es potente: efectos visuales de gran calidad, vestuario, diseño de arte y rubros técnicos no tienen fisuras, en este sentido hay que destacar la música de James Newton Howard y la performance de Misty Copeland. Sobre el público al cual está dirigido la película, sin duda encontrará adeptas en las niñas fascinadas con el mundo vinculado a las princesas, los vestidos y los sueños por cumplir, aunque hoy en día, este tipo de películas quedan antiguas, ya que “El cascanueces y los cuatro reinos” no tiene nada nuevo que sumar, incluso en estas temáticas. Una opción infantil que nos deja con un sabor a poco frente a las expectativas que generaba semejante elenco y producción.
Sin dudas lo mejor que tiene “El Cascanueces y los Cuatro Reinos” es su elenco y el diseño de producción, ya que es visualmente impecable. Basada en “El cascanueces y el rey de los ratones” de E.T.A. Hoffmann y el ballet “El Cascanueces” de Chaikovski, la historia se centra en Clara (Mackenzie Foy), quien recibe en Nochebuena un regalo de manos de su padre, (pero de parte de su madre que acaba de morir) y quien ha dejado algo para cada uno de sus hijos. Para su hermana un vestido especial, para su hermano soldaditos de juguete y para ella, una hermosa caja, pero cerrada, a la cual no puede acceder si no es con una llave, que no posee. “En ella encontrará todo lo que necesita”, según la carta que le dejó su madre de puño y letra. Al llegar al Baile de Navidad se encontrará con su Padrino (Morgan Freeman) quien le abrirá un camino hacia nuevos mundos y hacia ellos partirá Clara en busca de la tan preciada llave. Allí conocerá los Reinos de las Flores, de los Copos de Nieve, de los Dulces, y a Sugar Plum (Keira Knightley) y otro no tan agradable, en donde gobierna la Madre Ginger (Helen Mirren). En los distintos Reinos vivirá distintas aventuras y conocerá distintos personajes que la harán también conocerse, crecer y entender cosas que no comprendía hasta ese momento. Lo Peor: el guión es flojo y no termina de convencer. Lo mejor: se destaca el vestuario, y los efectos visuales al que Disney le pone su sello y al que nos tiene acostumbrados. La música de James Newton Howard suma, al igual que la explosión de color del film. Es decir, impacta en los rubros técnicos. ---> https://www.youtube.com/watch?v=RvpVsUii2VU TITULO ORIGINAL: The Nutcracker and the Four Realms DIRECCIÓN: Lasse Hallström, Joe Johnston. ACTORES: Mackenzie Foy, Keira Knightley, Helen Mirren. ACTORES SECUNDARIOS: Morgan Freeman, Matthew MacFadyen, Miranda Hart, Richard E. Grant, Sergei Polunin, Jack Whitehall. GUION: Simon Beaufoy. FOTOGRAFIA: Linus Sandgren. MÚSICA: James Newton Howard. GENERO: Familiar , Aventuras . ORIGEN: Estados Unidos. DURACION: 100 Minutos CALIFICACION: Apta para todo público con leyenda DISTRIBUIDORA: Buena Vista
Es un film lleno de trajes costosos y espectaculares escenografías, ideal para las chicas que aman a las princesas valientes, que se basa en el cuento breve “El cascanueces y el rey de los ratones” de Hoffman y el ballet “El cascanueces” de Tchaikovski. Dirigida por Lasse Hallstrom y Joe Johnston, con guión de Ashleigh Powell, Simon Beaufory, Tom McCartthy. En el elenco la protagonista es la bella y frágil, en apariencia, Mackenzie Foy, se luce en una maldita Keira Knightley, y Hellen Mirren, Morgan Freeman y mucho elenco en este derroche barroco de nombres y lujos visuales recargados. La historia comienza con una familia donde murió la mamá, y que como regalo a su hija mayor le regala un huevo de plata cerrado y sin la llave para abrirlo. Para descifrar el misterio deberá entrar en una tierra de fantasía donde su madre fue reina y ella como heredera deberá salvar esa armonía a punto de perderse. Una empalagosa visión de un reino con castillos y cúpulas “inspiradas” en la catedral de San Basilio de Moscú, ratones, soldaditos de plomo, muñecos gigantescos, acumulados para deslumbrar que llegan al exceso. Sin embargo tendrá un público de nenas que los disfrutaran y mucho. Durante los títulos no perderse a los bailarines.
El clásico cuento de Ernst Hoffmann de 1816 vuelve a la vida en una nueva adaptación de Disney, pero ¿qué novedad nos puede traer esta adaptación?
“Siempre la respuesta estará en ti”. Clara (Mackenzie Foy) se encuentra muy triste por la reciente partida de su madre y no quiere festejar la Navidad junto a su familia. Durante la festividad, todos reciben sus regalos; su padrino, Drosselmeyer (Morgan Freeman), le entrega a Clara el regalo más importante de su vida: un obsequio que le dejó su madre y con el que logrará conocerse a sí misma, pero para abrirlo necesitará una llave. La protagonista aparece en cierto momento en un extraño y misterioso mundo paralelo en el que descubre que allí ella es una princesa, ya que su madre era la reina y una tremenda inventora. Recuerda así las palabras de ella: “Eres única y cuando comprendas eso, lograrás lo que quieras”. Eso le da la fuerza necesaria para enfrentar lo que vendrá y en el momento en el que se mira en un espejo a los ojos, entiende que el poder está dentro de ella. Aquí nos encontramos con reminiscencias al film Alicia en el País de las Maravillas de Tim Burton, en el que Alicia descubre un mundo paralelo y sólo allí se descubre a sí misma. Clara se topa con un soldado llamado Phillip (Jayden Fowora-Knight), un ratón muy simpático y a los gobernantes que presiden los tres Reinos: El Reino de las Nieves, el Reino de las Flores, y el Reino de los Dulces. Pero existe un cuarto Reino, el hogar de la tirana Mamá Jengibre (Helen Mirren). Allí comienzan los problemas de estos Reinos de fantasía, cuando Mamá Jengibre inicia la guerra reuniendo a sus tropas. Clara será la única que pueda detener los planes de esta tirana. En el rol del hada Sugar Plum también es destacable la interpretación de Keira Knightley (saga Piratas del Caribe, Colette). Esta película de imagen real es la adaptación de la famosa historia de El Cascanueces, que Tchaikovsky inmortalizó en su famoso ballet, basada en el relato El cascanueces y el rey de los ratones escrito por E.T.A. Hoffmann. Es un film para disfrutar en familia, los mensajes son bellísimos y conmovedores; entre ellos rescato: “Todo lo que necesitas está en tu interior”… “sólo debes tener confianza en ti misma, atreverte a ser quién eres y confiar”.
Si uno analiza la taquilla anual en la Argentina encontrará que los tres films más vistos en lo que va de 2018 fueron lanzados por Disney: Los Increíbles 2 (3.530.000 espectadores), Coco (3.140.000) y Avengers: Infinity War (2.860.000). Uno podría inferir entonces que el más tradicional y popular de los estudios está pasando por uno de sus momentos más creativos, pero hay que advertir que se tratan de dos producciones animadas surgidas de su sociedad con Pixar y de una película de superhéroes fruto de su acuerdo con Marvel. Mientras tanto, en el terreno de los proyectos propios de live-action las cosas van de mal en peor. Uno creía que la penosa Un viaje en el tiempo, de Ava DuVernay, había sido un fracaso irrepetible, una anomalía dentro de una compañía que desde hace décadas suele tener buen ojo y timing para las historias fantásticas destinadas al consumo familiar. Sin embargo, con El Cascanueces y los Cuatro Reinos los problemas se repiten y, en algunos casos, incluso se profundizan. Al guión de Ashleigh Powell (y al film en general) le caben los términos de cocoliche, pastiche, una acumulación y mixtura de elementos, recursos, estilos y medios que jamás funcionan y nunca se potencian: hay fastuosas escenografías, ambiciosas coreografías de ballet, iconografía navideña, situaciones en el terreno fantástico, un exuberante despliegue de efectos visuales para, por ejemplo, presentar a un agresivo ejército de ratones y muchos intérpretes reconocidos (si bien la protagonista Clara está a cargo de la joven Mackenzie Foy figuran desde Keira Knightley hasta Helen Mirren, pasando por Morgan Freeman) que aparecen sobreactuando o en papeles sin matices ni profundidad psicológica. Todo en el film luce unidimensional, como parte de un gran decorado, de un concepto de diseño que luego no pudo cristalizarse como se esperaba en el set. Producción costosa (133 millones de dólares sin contar los gastos de lanzamiento), El Cascanueces y los Cuatro Reinos nunca alcanza a fluir ni mucho menos a entretener demasiado. En la comparación, eleva a la por momentos bastante similar Alicia en el País de las Maravillas, de Tim Burton, a la categoría de obra maestra. El director original, el sueco Lasse Hallström (a quien alguna vez admiramos, por ejemplo, en ¿A quién ama Gilbert Grape?) entregó un corte que no convenció y los productores entonces contrataron a Joe Johnston (responsable de algunos títulos notables como Rocketeer y Cielo de octubre) para que filmara cuatro semanas adicionales. Ambos figuran en los créditos como codirectores (algo que no suele aceptarse en los Estados Unidos, salvo que esto quede claro desde el comienzo como ocurre con los hermanos Coen o los hermanos Russo), pero en ningún caso se percibe el sello personal de alguno de ellos.
Quienes esperen encontrarse con el cuento de E.T.A. Hoffmann, deben saber que El Cascanueces y los cuatro reinos sólo está basada en algunos personajes del relato original y de la adaptación de Alejandro Dumas a partir de la cual Marius Petipa y Lev Ivanov crearon el ballet. En realidad, esta película funciona como una secuela de la clásica historia. En un nuevo capítulo de la inquebrantable alianza entre Disney y los huérfanos, aquí María Stahlbaum, la niña heroína de Hoffmann, acaba de morir, pero dejó en este mundo a tres hijos. La que asume el protagonismo es su hija del medio, Clara. Es Navidad, y el padre de los chicos les da lo que su madre les dejó como legado. A esta quinceañera le tocó un misterioso huevo de metal: la búsqueda de la llave para abrirlo la llevará a vivir una aventura en el colorido mundo de una dimensión paralela. El guión, escrito por la cuasi debutante Ashleigh Powell, tiene mayor grado de parentesco con Alicia (tanto En el País de las Maravillas como en A través del espejo) que con Cascanueces y el rey de los ratones. Incluso el personaje del título está desdibujado: aquí tiene un rol secundario, nunca es un muñeco, sino siempre un soldado que ayuda a Clara. Ahondar en otras de las grandes diferencias equivaldría a contar demasiado. Alcanza con decir que del Cascanueces tradicional sólo queda cierto espíritu fantástico navideño y un puñado de referencias y guiños. Como el personaje del inventor, el padrino Drosselmeyer, papel que increíblemente recayó en Morgan Freeman, una elección que resta credibilidad y sólo se justifica como gesto de corrección política multiétnica. Esta historia, que bien podría titularse excluyendo la palabra Cascanueces, tiene gusto a poco. También las referencias al ballet y la música de Tchaikovsky (interpretada por una orquesta dirigida por Gustavo Dudamel, con Lang Lang como piano solista). Es el aspecto visual el que compensa el déficit narrativo. Los más de 130 millones de dólares invertidos en esta producción se notan: como en La Bella y la Bestia, la ambientación es casi perfecta. Todos los rubros técnicos crean la magia que todo cuento de hadas necesita y rescatan del naufragio a este Cascanueces.
Aunque El príncipe encantado (The Nutcraker Prince), gran film independiente de animación de 1990, retiene la corona como la mejor adaptación del cuento El cascanueces y el rey de los ratones, de E.T.A.Hoffman, esta interpretación de Disney al menos ofrece una película decente dentro de la filmografía live action del estudio. Al ver esta producción uno no puede evitar preguntarse qué hubiera pasado si el mismo reparto y equipo técnico quedaba a cargo de Kenneth Brannagh. Estoy convencido que probablemente habríamos tenido una de las más grandes propuestas de fantasía de los últimos años. El cascanueces y los cuatro reinos es una propuesta que durante su visionado pide a gritos la mano del cineasta inglés. El simple hecho que Brannagh le aportara apenas el 50 por ciento del encanto y la magia que tuvo Cenicienta, el resultado final de este estreno era otra historia. Lamentablemente la dirección quedó a cargo del Lasse Hallstrom (Casanova, Chocolate) quien demuestra una falta de pasión absoluta por los géneros de la aventura y la fantasía. Esta es una película hecha por un realizador que no tiene la más remota idea sobre cómo encarar la narración de un cuento de hadas para chicos. Hallstrom tarda una eternidad en poner en marcha el conflicto y a lo largo de la trama no hay ninguna escena que despierte emoción por la aventura que vive la protagonista. De hecho, ni siquiera explora la mitología que presenta. Nunca llegamos a conocer los cuatro reinos que se mencionan en el título, ya que gran parte de la trama se desarrolla dentro de un castillo. Hallstrom narra la historia con un tono solemne que desde los aspectos fantásticos calca las desapasionadas películas de Alicia en el País de las maravillas producidas por Tim Burton. El director de Rocketeer y Capitán América, Joe Johnston, fue contratado para filmar numerosos reshoots, luego del rodaje y no sería raro que los momentos más entretenidos de este estreno pertenezcan a su trabajo. Pese a todo, El cascanueces logra ser llevadera por la imponente puesta en escena que presenta. Desde los aspectos técnicos este es uno de los estrenos más espectaculares que se vieron en el año y no es una exageración. El arte que tiene cada escenario y sus decorados, junto con los llamativos vestuarios, contribuyen a que el espectáculo se vuelva fascinante. La película también incorpora de un modo muy efectivo las piezas musicales del ballet de Chaikovski que ofrecen algunas secuencias imponentes. Dentro del reparto, Mackenzie Foy lleva adelante con carisma el rol protagónico y establece una muy buena química con Jayden Fowora-Knight, un actor debutante quien le aporta mucha simpatía al rol del soldado Cascanueces. Una excéntrica Keira Knightley, Helen Mirren y Morgan Freeman aparecen en roles secundarios pero el relato no está enfocado en ellos. La verdad que es una lástima que El cascanueces y los cuatro reinos no pudiera tener otro director más conectado con la fantasía porque el potencial que tenía era enorme. De todos modos, aunque no sea una película memorable creo que los amantes del género sabrán apreciarla por el espectáculo visual que ofrece.
Por algún motivo que escapa a mi entendimiento, Hollywood sigue empecinado a realizar adaptaciones de El Cascanueces pese al aburrimiento que causan. Salvo la versión animada de Warner de 1990, que recuerdo que de chico me gustaba, ninguna otra película basada en este cuento me llegó a entretener. Y tras un simple sondeo/investigación, me animo a decir que es algo compartido por muchos a nivel mundial. Esta es la primera vez que Disney aborda la historia -si bien ya había usado su música en Fantasía (1940)- y lo hace con toda la pompa bien digna de la Casa del Ratón. Salvo por el plano secuencia inicial en donde se nota mucho el CGI, el resto del film es impecable a nivel técnico y estético. Los directores Joe Johnston y Lasse Hallström hicieron un gran trabajo en todo sentido, pero por sobre todo, empleando a personas claves tales como a Linus Sandgren en la dirección de fotografía, Guy Hendrix Dyas en el diseño de producción, y James Newton Howard en el score (más Tchaikovsky, obvio). Todos con curriculums impresionantes. Es ahí donde la película gana y te entra por los sentidos. Pero aún así, resulta muy difícil verla. Es realmente muy aburrida. EL tiempo no pasa más. Nunca llegás a conectar con los personajes, y no te importa lo que sucede con ellos. El guión es lo más flojo, porque trata de ser solemne y para chicos al mismo tiempo. Una combinación que no funciona. Me intriga mucho cómo un niño va a percibir este film. Otro aspecto para destacar es que todos los personajes se encuentran sobreactuados. Algo que queda claro que se hizo a propósito, pero que no queda bien. Tanto Keira Knightley como Helen Mirren tienen un registro que nunca termina de acoplarse. Distinto es el caso de la verdadera protagonista, Mackenzie Christine Foy, quien carga como puede y como le sale, una historia que no interesa en lo más mínimo. En definitiva, El Cascanueces y los Cuatro Reinos es un film que se disfruta mucho desde lo visual y desde lo auditivo, pero solo por un rato, porque luego te dan ganas de dormir.
El Cascanueces y los Cuatro Reinos: Solo otro bonito film de Disney. Disney reimaginó otro clásico y lo trajo a la pantalla grande para las nuevas generaciones. Todos nos hemos cruzado, en nuestras vidas, con alguna versión de la historia del Cascanueces. Ya sea que hablemos del ballet de Piotr Ilich Chaikovsk o de la novela original de E. T. A. Hoffman, todos hemos escuchado del príncipe convertido en cascanueces por un hechizo. En esta nueva adaptación de Disney, esa historia no aparece por ningún lado. Seguro, la historia tiene magia y mundos fantásticos. Pero del clásico que todos conocemos, no queda mucho. En realidad, casi que lo único en común es el título. Pero eso sería lo de menos si la historia fuera interesante o atrapante, lo cual no ocurre. La escena inicial es intrigante: dos chicos, una adolescente y un chico de unos diez años, que juegan en el ático con una suerte de trampa. Quieren atrapar a un ratón. Y con esto empieza la historia, que nos presenta una familia de cuatro que acaba de perder a la madre y aún no han terminado el duelo. Y, obviamente, el padre y una de las hijas, nuestra protagonista, no se entienden. Ella, Clara Stalhbaum (Mackenzie Foy), es la chica creativa de la trampa para ratones. Que durante una fiesta en la casa de su padrino, Drosselmeyer (Morgan Freeman), descubre otro mundo a través de un portal desconocido por todos. Es en este punto que comenzamos a tener un dejavù. Ya que clara no solo encuentra en un lugar recóndito de la casa un peculiar viejo un pasaje a otro mundo. No. Además, el mundo es un bosque navideño. Que la lleva a una tierra en guerra. Donde ella tiene el título de princesa. En el hay cuatro regentes. Y ella es la única que puede acabar la guerra. ¿Les suena familiar? Dejando de lado que Las Crónicas de Narnia es bastante más profunda y bastante más oscura (especialmente cuando consideramos la escena del sacrificio de Aslan), el film tiene más semejanzas de las que me gustan personalmente. Y no para bien. Sin contar que para esta historia recurren a la tropa cliché “le crees a un personaje pero la historia es al revés“. ¿A qué me refiero? A que le creemos a Sugar Plum su versión de porqué un reino va contra los otros 3 cuando, en realidad, ella es la que alejo a ese reino para que no la arruine. Keira Knightly como Sugar Plum, la reina de la tierra de los dulces, es la interpretación perfecta. Logra que nos empalaguemos solo de escucharla y luego que queramos estrangularla. Ambas cosas son buenas, ya que ese es el objetivo del personaje. Morgan Freeman, por su parte, es Morgan Freeman. ¿Hace falta decir más? Su personaje tiene el simple objetivo de encarrilar a Clara en el camino correcto. Y Clara misma tiene sus momentos, aunque no logra ser un personaje atrapante al 100%. Como verán, no hablé del Cascanueces. En este film, tiene el rol de guardia del puente que da al cuarto reino y su nombre es Capitán Phillip Hoffman (en honor al escritor de la historia que inspiró el ballet). Lo interpreta Jayden Fowora-Knight. Pero hasta ahí llega su participación. La ayuda a Clara a llegar al castillo y a huir de la celda. Eso es casi todo. El cascanueces casi que sólo aparece para que el nombre le quede al film. Ahora, si hablamos netamente del film como film, es simplemente hermoso. Los trajes, a pesar de exagerados, hacen gran honor a lo que se usaría en un Ballet. Y los guiños al ballet son varios: principalmente a través de la obra que los habitantes del reino ponen en escena para Clara (donde la historia cuenta como la madre de Clara, Marie, descubrió los reinos). El ballet lo lleva a cabo Misry Copeland y es simplemente extraordinaria. El castillo es digno de un cuento de hadas, pero con toques mecánicos que acentúan la inventiva que destaca a los personajes (Drosselmeyes, Marie, Clara). Es colorida sin ser abrumadora, con toques de barroco en el estilo y torres que están, obviamente, inspiradas en la Catedral de Moscú. Esto último no es de sorprender, considerando los orígenes del ballet. Dentro de toda, un película entretenida, ya que tiene buen ritmo y mucho que ver, pero no con mucha historia que contar. La trama tiene sentido pero se siente como ver una película que ya hemos visto varias veces y no está ni siquiera en su mejor versión. Es un intento débil de reimaginar un clásico atemporal.
Una historia que sabemos de memoria, esa que vemos todas las fiestas. La niña que se adentra en ese mundo de sueños, enfrenta todo tipo de desafíos acompañada por un soldado cascanueces y un ratón. Disney realizó una nueva adaptación del clásico de E.T.A. Hoffmann, protagonizado por Keira Knightley y Mackenzie Foy. El resultado es The Nutcracker and The Four Realms, una versión del cuento edulcorada y para una franja etaria muy específica.
La nueva producción de Disney es una adaptación que fusiona el famoso ballet de Chaikovski con el relato de E.T.A. Hoffmann El Cascanueces y el rey de los ratones. Así es como una historia de fantasía clásica, tal vez demasiado clásica para hallar su lugar en la actualidad, es acompañada por una marcada estética y una exquisita banda sonora, conformando un mundo deslumbrante como única estructura que sostiene al film de Hallström y Johnston. Clara (Mackenzie Foy), acompañada por el dolor de la reciente perdida de su madre y guiada por su padrino (Morgan Freeman), ingresa en un nevado nuevo mundo donde, además de encontrarse con una variedad de seres mágicos, descubrirá que ella es la princesa de los cuatro reinos que se encuentran en guerra. De esta manera la historia del Cascanueces, que aquí además de brindarle título al film no es más que un personaje secundario, se sirve de estructuras y estereotipos de fantasía ya antes vistos en pantalla y de mejor forma. Por ello es que El Cascanueces… resulta un refrito de films como Las crónicas de Narnia o un clásico indiscutible como El Mago de Oz, careciendo de una mirada renovada más que en su apartado estético. Incluso, al igual que ocurrió en su momento con el film de 1939, la dirección de El Cascanueces… fue problemática de por sí, de allí que el corte de Hallström no convenciera y llamaran a Johnston para finalizarlo, siendo dicha dualidad en la dirección lo que termina de darle un resultado desequilibrado. Esto se debe a que si bien la película se sostiene en la imaginería visual, por momentos también se puede encontrar en ella un exceso de artificialidad, más que nada en lo que se refiere a la presencia digital. Es así como por otro lado logran resaltar de mucha mejor forma la construcción de escenarios reales que terminan de darle a la puesta en escena esa identidad perteneciente al ballet que inspiró la historia. Uno de los mejores momentos donde toda la grandeza musical se ve reflejada en pantalla es aquel donde se le narra a Clara, y por ende al público también, la historia de los cuatro reinos a través de la hermosa puesta escenográfica del ballet y los bailarines danzando en escena. Si bien los separadores que tienen al personaje de Sugar Plum (Keira Knightley) contando lo que las imágenes ya dicen por sí solas le juegan un poco en contra, lejos está de arruinar la belleza nacida de dicho segmento del film. Pero visto con mirada de niño —después de todo, el relato está apuntado a los más pequeños— pareciera haber una subestimación hacia el público joven ofreciéndole una historia que más allá del disfrute visual no tiene mucho para ofrecer… y mucho menos para enseñar.
Clara y sus dos hermanos viven en una bella casa de la ciudad con su padre. Su madre murió hace poco y enfrentan la primera Navidad sin ella. Clara, la mayor, parece no poder enfrentar tanta tristeza. Por eso, cuando su padre le da su regalo navideño, una primorosa caja en forma de huevo que la madre dejó especialmente para ella, la jovencita espera la solución para sus lágrimas. Pero la caja no tiene llave y ella debe encontrarla. La más aventurera y rápida de la familia, Clara, ayudada por su padrino (Morgan Freeman) en su búsqueda, accederá a un mundo de fantasía donde encontrará exóticos personajes, un reino en peligro, un amigo soldado que la guiará por el submundo y la noticia de que en ese espacio maravilloso, ella es la princesa, su madre fue la reina y su ausencia provocó la parálisis de su ejército de muñecos soldados. "El Cascanueces y los cuatro reinos" es una adaptación libre de la versión de Alexandre Dumas padre del cuento "El Cascanueces y el rey de los ratones", del escritor berlinés Ernst Theodor Hoffmann, sobre el que Tchaikovsky creó su ballet, estrenado en el teatro Mariinsky de San Petersburgo en 1892. ORIGINALIDAD Así, hay originalidad en el diseño del Rey Ratón, un torbellino de roedores que se arma y desarma en las persecuciones en el bosque, mientras que los soldaditos de hojalata están logrados en su diseño y movimientos, y el Hada Copo de Azúcar ("Sugar Plum") es una verdadera creación, mezcla de la Campanita original de Disney y la icónica Marilyn Monroe, vampiresa de los años "50, con sus mohínes y desplantes de diva, magníficamente interpretada por Keira Knightley. También hay belleza en el armado de los payasos, que unen elementos siniestros y humorísticos que recuerdan al personaje de Joker del "Batman" de Tim Burton y las clásicas matrioshkas rusas. A estos se agrega la Madre Ginger en su versión gigantesca de Muñeca, que recuerda las Gigantas creadas para shows internacionales por el Cirque de Soleil. Respecto al argumento, convencional pero llevado con buen ritmo, la modelo adolescente y promisoria actriz Mackenzie Foy, Keira Knightley y Helen Mirren responden al movimiento de empoderamiento femenino con la presentación de mujeres múltiples, capaces de aventura, valentía, inteligencia y encanto. Fiel al respeto integrador, a los derechos sexuales y raciales, el filme incorpora a la pareja cómica integrada por Eugenio Derbez y Richard Grant, Jayden Fowora-Knight, primer actor joven negro en el papel de Soldado, y a la excelente Misty Copeland, que tres años atrás se convirtió en la primera bailarina solista negra del American Ballet, institución con 75 años de antigüedad.
Cuando la fantasía tiene sus límites En El Cascanueces y los cuatro reinos, nueva producción que se suma al universo clásico de sus princesas, los Estudios Disney vuelven a trabajar con materiales conocidos. Esta vez se trata de la adaptación del cuento El cascanueces y el rey de los ratones, escrito por el alemán E.T.A. Hoffmann a mediados del siglo XIX. Pero también del conocido ballet El cascanueces, uno de los más populares del músico Pyotr Tchaicovsky, que Disney ya utilizó de forma parcial en su clásico de 1950, Fantasía. Desde lo narrativo esta nueva versión se mantiene cerca del original, pero también vuelve a aprovechar la partitura y las coreografías de la obra del maestro ruso. Si bien el diseño del mundo imaginario resulta asombroso –dentro del estilo barroco y recargado usual en Disney–, el traspié de El Cascanueces y los cuatro reinos ocurre en el terreno de la representación. En la hibridez con que por un lado busca encajar en los patrones actuales de lo políticamente correcto (ej: la construcción de un elenco multicultural, aún cuando genere evidentes problemas en el verosímil), pero sin atreverse a llevarlo hasta las últimas consecuencias. En la misma línea se encuentra la dificultad para apartarse del retrato femenino más conservador que define a sus princesas. La historia transcurre en Londres durante una Nochebuena a fines del siglo XIX. Clara Stahlbaum es una adolescente que acaba de perder a su madre y el dolor la lleva a enfrentar a su padre, quien vive el trance con culpa. La familia pasará la fiesta en el palacio del inventor Drosselmeyer, padrino de Clara, quien como regalo la conduce sin que ella lo sepa a un mundo de fantasía, al que se ingresa a través de una de las habitaciones del castillo. Ya los nombres que reciben los personajes masculinos y femeninos que Clara conocerá en su aventura expresan lo anacrónico de la adaptación. Mientras ellos son bautizados con nombres de escritores (Hawthorne o el propio Hoffmann), las reinas interpretadas por Keira Knightley y Hellen Mirren reciben nombres “de nena”, como Sugar Plum (una mermelada de ciruelas navideña) o Mamá Jengibre. La acaramelada superficialidad de la puesta en escena también permite que se produzcan situaciones curiosas. Como que el Principe Azul en este caso sea negro, gesto en favor de la “integración racial”. Pero hasta ahí llega la audacia: Clara y su príncipe oscuro jamás se besan. El la acompaña hasta la entrada mágica y taza, taza… cada uno a su casa. La fantasía Disney también tiene sus límites.
Fantasía con los pies en la tierra Cuando Chaikovski compuso su ballet para vestir ese mundo de fantasía imaginado por la pluma de E.T. Hoffmann, la música se convirtió en el emblema de una Navidad mágica y atemporal, llena de juguetes, ratones y soldados cascanueces. Más de un siglo después, Disney se apropia nuevamente de aquella tradición (ya lo había hecho en Fantasía) para convertirla en su película de Navidad, en la historia de una huérfana (otra vez) que persigue el legado de su madre para encontrar el propio.
Mentira la verdad Inspirada en El Cascanueces de Alexandre Dumas Pére, que tuvo su versión ballet con música de Tchaicovsky, y que a su vez adaptó a E.T.A. Hoffmann, Lasse Hallström (Chocolate, Siempre a su lado) dirige El Cascanueces y los cuatro reinos (The Nutcracker and the four realms, 2018) una nueva versión del clásico navideño pero en esta oportunidad con actores y proliferación de efectos digitales para darle un marco de fastuosidad y relevancia. La película forma parte de una serie de adaptaciones que los estudios Disney harán de propuestas que ya han visitado con anterioridad como Winnie the Poh y Mary Poppins, entre otros, en las que se conjugarán aspectos de live action con animación digital para dar un marco de realismo a diseños y escenarios que hasta el momento no se habían logrado en cine (sí en animación). En El Cascanueces y los cuatro reinos Clara (Mackenzie Foy) recibe un último regalo de su madre recientemente fallecida, un pequeño huevo dorado de metal que, según dice la tarjeta de salutación, “contiene todo lo que necesita”. El problema con el obsequio es que para ver qué contiene se tiene que abrir con una llave, la que, inesperadamente, no forma parte del regalo. Así, Clara comenzará un viaje al estilo Alicia en el país de las maravillas entre dos reinos, el humano y uno de fantasía, al que llega inesperadamente tras perseguir un hilo que supuestamente la llevaría a la ansiada pieza que le permitiría abrir el huevo. Desde el momento de llegada al lugar, la película se transforma en la descripción precisa de los cuatro reinos, con cada uno de sus líderes y la cuestión está en ver cómo Clara asume la noticia de que su madre era de ese lugar. El Cascanueces y los cuatro reinos es una propuesta que en su afán de explorar animación CGI construye un híbrido que no termina por definir su verdad en ninguno de los dos campos en los que posee injerencia. Si el cine es experiencia colectiva, es emoción dentro y fuera de la pantalla. En la película se construye un artificio tal, que prohíbe el asombro ante las imágenes deslumbrantes y actuaciones de reconocidos intérpretes como Keira Knightley, Helen Mirren, Morgan Freeman, entre otros. En los orígenes del cine las primeras aventuras planteadas tenían que ver con hacer posible lo imposible, viajar a la luna, ser un superhombre, volar en una alfombra mágica, navegar por ríos de chocolate, a través de una serie de mecanismos y efectos que si bien mostraban su “mentira” en el reconocimiento de ésta había un placer que permitía el disfrute de la película. En tiempos de post verdad y fake news El Cascanueces y los cuatro reinos es el ejemplo del momento de la industria, en donde se prefiere abusar de mecanismos que permiten construir historias inimaginadas, irreales, deslumbrantes, pero que en el fondo son solo el envoltorio de la nada misma, tal vez como ese papel que recubría el huevo que Clara recibe: sólo un instante de alegría, un momento de deslumbramiento y un vacío que deja la sensación de pérdida de tiempo al salir del cine.
ALICIA Y DOROTHY TE MANDAN SALUDOS Disney le sigue apostando a la magia, los relatos familiares y las fábulas con moraleja en acción viva. Lasse Hallström (“Chocolate”) y Joe Johnston (“Capitán América: El Primer Vengador”) unen fuerzas para la adaptación de “El Cascanueces y el Rey de los Ratones” (Nussknacker und Mausekönig) de E.T.A. Hoffmann y el famoso ballet de Piotr Ilich Chaikovski, para perpetuar las historias protagonizadas por jovencitas que atraviesan aventuras en escenarios maravillosos, con la única intención del autodescubrimiento y esas lecciones de vida tan importantes. Así, Clara (Mackenzie Foy, la Murph de “Interestelar”) se suma a compañeras de andanza como Alicia (“Alicia en el País de las Maravillas”), Dorothy (“El Mago de Oz”) y hasta la Sarah de “Laberinto” o la Ofelia de “El Laberinto del Fauno”, pero su viaje carece de profundidad y, en cambio, le sobran los lugares comunes, y todo este despliegue termina siendo una excusa para la parafernalia visual, los escenarios y vestuarios elaborados, los efectos especiales y la adaptación musical a cargo de James Newton Howard. Esta es la primera Navidad de los chicos Stahlbaum tras la muerte de mamá, y aunque trate de disimularlo, a papá Stahlbaum (Matthew Macfadyen) también le cuesta seguir adelante. Antes de partir hacia la ominosa fiesta en casa de Drosselmeyer (Morgan Freeman), los hermanitos reciben regalos anticipados, que su madre quería asegurarse que tuvieran. A Clara, una chica curiosa, inventiva e inteligente -cualidades heredadas de su progenitora-, le toca un pequeño cofre que, según dice, contiene todas las respuestas que necesita. Pero hay un problema, le falta la llave y ahí es donde comienza la verdadera aventura. Tras pedirle ayuda a Drosselmeyer, Clara encuentra una pista y su recorrido la lleva ¿por la madriguera del conejo? –bueno, es el tronco hueco de un árbol- hasta un insólito mundo paralelo donde, posiblemente, encuentre algo más que la llave necesaria. Por algún motivo, la chica acepta de una toda la extrañeza que la rodea y enseguida hace buenas migas con Phillip (Jayden Fowora-Knight), un soldado que se convertirá en su servidor y protector, de entrada, contra el Rey de los Ratones, quien posee la preciada llave. Así nos enteramos que existen cuatro reinos mágicos y sus respectivos soberanos: el rey de las Flores (Eugenio Derbez), el rey de la Nieve (Richard E. Grant), la reina de los Dulces (Keira Knightley) y un cuarto dominio cuya reina, Madre Ginger (Helen Mirren), fue desterrada porque trató de rebelarse. Ginger tiene la llave en su poder con propósitos más oscuros y con ganas de empezar una guerra que podría destruir estos mundos, de los que la mamá de Clara supo ser reina. Ahora, la chica debe ponerse al frente de la batalla para salvar a sus nuevos amigos y recuperar lo que le pertenece. “El Cascanueces y los Cuatro Reinos” (The Nutcracker and the Four Realms, 2018) es un empaque bonito y recargado para una historia vacía, sobreactuada y plagada de clichés que aburre a grandes y, suponemos, a chicos. Un relato demasiado infantil y simplista que mezcla realidad y fantasía sin ningún miramiento, ni cuestionamiento, más si tenemos en cuenta que estamos parados en pleno siglo XIX. Hallström y Johnston se esmeran demasiado en la puesta en escena: los escenarios artificiales, los vestiditos ampulosos y en meter a la fuerza alguna de las piezas del ballet cuando la historia se empieza a poner aburrida. Se pierden en todos estos detalles y le dejan poco margen de acción a la historia y al desarrollo de los personajes, que terminan siendo un conjunto de estereotipos, de esos que encontramos en cualquier cuento de hadas. Se olvidan que esto es una adaptación libre y pueden hacer con ella lo que se les canta. Claro que el eligen el camino más fácil y simplista, la dicotomía de buenos y malos, la fábula con moraleja aprendida, y dejan escapar la oportunidad de presentar a Clara como una nueva heroína, acorde a los tiempos que corren. No se entiende la sobreactuación (y la voz impuesta) de Knightley, el desperdicio de una gran actriz como Mirren y el tedio de una narración que queremos que llegue a su fin, casi desde el principio. Foy todavía es un trabajo en proceso, pero sabemos que puede conmover cuando los guiones están a su altura. Poco y nada puede a hacer con la adaptación de Ashleigh Powell, una historia de manual que va llenando todas las casillas del relato más clásico. Lo que más choca de “El Cascanueces y los Cuatro Reinos” es su artificialidad (en todo sentido), que ya ni encaja en las jóvenes audiencias de hoy en día, capaz de distinguir un ratoncito real de uno generado por computadora. La puesta es demasiado teatral y ni se la juega por los extremos de, por ejemplo, un Tim Burton y su Alicia. “El Cascanueces y los Cuatro Reinos” es una película fallida porque ni siquiera entretiene. Su acumulación de convencionalismos y estereotipos atrasa en el presente panorama cinematográfico, creyendo que puede reemplazar una buena narración con su exagerada parafernalia visual y moralejas. No está mal que quiera seguir este camino, pero elige muy mal las herramientas, ya que hay un sinfín de historias clásicas que nos sorprendieron con su versión renovada y moderna. La película de Disney no lo logra y cree poder perpetuar estas fórmulas gastadas. LO MEJOR: - La adaptación musical de James Newton Howard. - Helen Mirren 2020. LO PEOR: - Una narración que no convence. - Un despliegue visual que empalaga. - Una película fuera de época que no logra adaptarse a los tiempos que corren.
La adaptación live action de Disney, del clásico cuento Ernst Theodor Amadeus Hoffmann y el ballet de Tchaikovsky, dirigida por Lasse Hallström y Joe Johnston es una propuesta tan vistosa como liviana y poco inspirada. A principio de los ’90, en pleno furor de "Mi pobre angelito", empezaron a llover por todos lados copias de esta, y películas en las que aparecía su protagonista Macaulay Culkin. Todos los chicos queríamos más de Kevin. Así fue como, con muy poca información, apareció en los videoclubes algo llamado "Mi pequeño príncipe", con Macaulay en la portada prometiendo altas dosis de diversión. Claro, cuando nos disponíamos a ver el VHS nos encontrábamos con una puesta del Ballet de Nueva York en la que Culkin ni siquiera era el protagonista, aunque sí es el personaje que le da título a la obra. Algo parecido a este engaño – bueno, quizás no tanto – sentirán los que vayan a sala a ver "El cascanueces y los cuatro reinos" guiados por un afiche que nos promete “los mismos productores de Maléfica”, o un estilo abiertamente similar al de "Alicia en el país de las maravillas" de Tim Burton. También se pueden sentir engañados quienes busquen algo del clásico ballet. Es que el nuevo live action de Disney se define por eso, por ser un híbrido entre varias vertientes, que al final puede no contentar a muchos. Con Walt todavía vivo y descongelado, ya Disney pensaba en una adaptación del clásico cuento de E.T.A. Hoffmann popularizado por el ballet infantil más famoso de todos los tiempos de la mano de Tchaikovsky. Claro que la primera idea era hacerlo animado. Pero el asunto se fue postergando, olvidando, retomando, y vuelto a cancelar en un ciclo interminable. Hasta que ahora, a más de dos siglos de su publicación original, y con muchas otras adaptaciones por fuera de Disney, la empresa del ratón puede contar su versión frente al furor que están despertando sus live action de cuentos clásicos. La dirección cayó en manos del sueco Lasse Hällstrom, aunque acá cueste bastante encontrar la sensibilidad que caracteriza al director de "¿A quién ama Gilbert Grape? " El comodín Joe Johnston, una vez más, acudió a último momento a cubrir la silla de dirección durante los últimos días de rodaje frente a los problemas de agenda del primero. En "El cascanueces y los cuatro reinos", Clara (Mackenzie Foy) es una niña que perdió a su madre, y su padre aún no se recupera del hecho. La mujer, dejó regalos para la posteridad de sus hijos en las fechas claves. Es navidad, y mientras que su hermanito recibe soldaditos de su madre; Clara recibe un huevo ornamentado de metal con una cerradura inquebrantable sin su llave, más una carta que promete que en su interior encontrará todo lo que necesite. Buscando esa llave mediante una pista, Clara terminará entrando a un mundo mágico con tres reinos: La Tierra de los Copos de nieve, de las Flores, y de los Dulces. Hay un cuarto reino, regido por Madre Ginger (Helen Mirren), un cruel personaje que posee la llave, al que deberá enfrentar para traer nuevamente armonía al mundo. En el medio se cruzará y recibirá la ayuda de varios personajes, entre ellos la llamativa Sugar Plum (Keira Knightley). Si bien Disney no había logrado hasta el momento una adaptación directa de El cascanueces, la estructura general de la historia, con todas las depuraciones que le hicieron al original en la adaptación, si fue harto utilizada tanto por Disney como por otros. La niña huérfana, con un objeto misterioso, que se pierde en un mundo mágico, en el que ocupará un rol trascendental, y servirá como paralelismo para hablar de su conversión a señorita. ¿Qué diferencia este "El cascanueces y los cuatro reinos" de todas las otras? Puede ser el hecho de que los personajes tengan paralelismos con la realidad de Clara, que sean juguetes navideños, u objetos alusivos. Aunque en Alicia, más o menos también sucedía eso. Hay un giro en el medio de la historia, interesante, aunque muy previsible. Por eso mismo, el factor sorpresa está ausente de esta propuesta. "El cascanueces y los cuatro reinos" se ve como una más, a la que tampoco le pusieron tanto esmero. Técnicamente es vistosa, los reinos están diferenciados, y hay mucha gama de personajes. Pero otra vez, nada que hayamos visto antes. Aun en Alicia, siendo el producto más estándar de Burton, encontrábamos algo del sello retorcido del director, acá eso no existe. Casi que daría lo mismo fuese quien fuese el director. Interpretativamente es correcta, Foy tiene carisma, y el resto es un elenco solvente, actuando a manual, pero alcanza. Knightley es un poco (muy) chillona como Sugar Plum. Piensen en Karen de Will & Grace, eso, aún más agudo. La puesta es algo estática, quizás con la intención de imitar al ballet sin que haya danza; aunque se huele un tufillo a querer promocionar un futuro musical de Broadway. El ritmo si bien no es lento, se queda en el medio, haciéndola algo pesada. "El cascanueces y los cuatro reinos" de Lasse Hallström y Joe Johnston es un live action de Disney demasiado promedio, que no innova argumentalmente, ni lleva el imaginario visual muy lejos. La solvencia del elenco, y la solidez del relato original casi que alcanzan para que esto no pase tan desapercibido.
Todos conocemos en menor o mayor medida la clásica historia del Cascanueces, sin embargo esta adaptación de Disney se aleja bastante de la historia original en este film que promete mucho más de lo que cumple, lamentablemente. La protagonista en este caso es Clara Stahlbaum (Mackenzie Foy), una chica inquieta de espíritu curioso. Su madre falleció recientemente, dejándola junto con sus hermanos, Louise y Fritz, al cuidado de su padre, quien sólo parece preocupado por seguir adelante con las responsabilidades de la familia como si nada hubiera pasado. En la víspera de navidad los niños desenvuelven los regalos que dejó su madres para ellos antes de partir. Clara recibe un extraño objeto con un enigmático mensaje que le promete que ahí adentro encontrará todo lo que necesita, pero la llave para abrirlo no se encuentra allí. Esa misma noche, los Stahlbaum asisten a una exhuberante fiesta navideña organizada por el padrino de Clara, Drosselmeyer (Morgan Freeman) quien fue el tutor y maestro de su madre. Clara recurre a él para que la ayude a encontrar la llave pero solo recibe más interrogantes y ninguna respuesta concreta. A la hora de recibir sus regalos todos los niños de la fiesta son conducidos por un hilo hacia su presente, pero cuando Clara sigue su recorrido se encuentra con un pasaje hacia un mundo fantástico. Esta tierra mágica está dividida en cuatro reinos, los cuales se encuentran en guerra. Rápidamente se entera que ella es la princesa de ese lugar, ya que su madre, la reina, fue su creadora, y que los habitantes confían en ella para hallar la solución a sus conflictos. Clara asume el rol de salvadora sin dudarlo, se enfrenta a Mother Ginger (Helen Mirren), guiada por Sugar Plum (Keira Knightley), regente del Reino Dulce y acompañada del Cascanueces (Jayden Fowora-Knight), soldado que la protege y la introduce en este nuevo mundo. El mayor atractivo de El Cascanueces y los cuatro reinosse encuentra definitivamente en el componente visual, la puesta en escena es lo que más se luce, asi como los complejos y llamativos vestuarios, las caracterizaciones de los distintos personajes y la belleza de los actores.Sin embargo, a pesar de esto, es imposible no compararla con películas como Las crónicas de Narnia y Alicia en el país de las Maravillas, ya que parece una especie de mashup entre estas dos. Si bien la película cuenta con buenos actores, su trabajo no resulta suficiente para redimirla. Morgan Freeman interpreta una versión más del típico viejo sabio misterioso que tantas veces realizó a lo largo de su carrera , mientras que Helen Mirren y Keira Knightley se la juegan un poco más con sus caracterizaciones y da gusto verlas haciendo algo tan diferente a lo que estamos acostumbrados. Por otro lado, la historia en sí resulta confusa y superficial, el relato avanza de manera forzada y bastante previsible, lo cual se traduce en un film decepcionante que no termina de atraer del todo.
Un mundo ideal La nueva película de Disney El Cascanueces y los Cuatro Reinos, inspirada en El cascanueces y el rey de los ratones de E.T.A Hoffmann, tiene como protagonistas a Mackenzie Foy (hija de Bella y Edward Cullen en la saga Crepúsculo), Keira Knightley (su más reciente participación en Colette: liberación y deseo), Morgan Freeman, Helen Mirren y Eugenio Derbez, entre otros. Si bien la historia no tiene como objetivo priorizar el ballet en su totalidad, logra darle su impronta, encarnando una trama un tanto atractiva, pero que no despliega un gran potencial. Clara (Foy) es una jovencita diferente, con una mirada y apreciación sobre las cosas, sobre la vida y su alrededor, que llamará la atención no sólo de su madre. Con un guiño a Alicia en el país de las maravillas, la protagonista se encuentra con un ratón que roba una llave que le dejó su madre, buscando una intención: salvar lo que ella no pudo. Ella no tiene muy claro lo que debe hacer, pero si mantener consigo ese elemento. A partir de ahí, comienza una aventura un tanto alejada de la realidad en la que vive, pero esto es Disney, un mundo ideal. Al pasar al otro lado, Clara se encontrará con personajes muy simpáticos y otros no tanto. Unos buscarán paz, orden y armonía, otros, en cambio, poder para beneficiarse, no importa a costa de qué. En ese maravilloso mundo existen tres reinos: el de las Nieves, el de las Flores y el de los Dulces, encarnado por el Hada de Azúcar (Knightley), quien se alegra de inmediato al ver la imagen de Clara. Estos reinos están enfrentados a Mamá Ginger, quien es la causante de que ese ratón le arrebate la llave. ¿Para qué la querrá? Es importante dejar en claro algo: no todo es lo que parece. La historia, como mencioné anteriormente, no está mal pero tampoco es de lo mejor. Si bien los guiños a diferentes películas (porque además de Alicia en el país de las maravillas, encontré una mención a Toy Story), hacen que El cascanueces y los cuatro reinos se conecten con tramas antes vistas y eso mantiene en vilo cada secuencia. Volviendo a la trama y sus componentes, las actuaciones y personajes están bien logrados. Quizás lo que no gustó tanto fue que no explotarán más a la protagonista, siento que siempre se queda en su papel de rostro aniñado y angelical, incluso cuando tiene que ponerse al mando de la situación y tomar otra postura. Cabe destacar que algunos efectos dejan mucho que desear y sorprende que, proviniendo de Disney, no hayan explotado eso un poco más. Claramente no es una película que vayan a recordar como una de las mejores de esta compañía. Más allá de estas cuestiones, la película logra su cometido: entretener. Es una propuesta excelente para ir acompañados por niñxs.
Cartelera 1030-Radio Del Plata AM 1030 El Cascanueces y los cuatro reinos es una película de los Disney Studios, la cual está basada en el cuento "El cascanueces y el rey de los ratones" (Hoffmann) y el famoso ballet "El cascanueces" de Petipa con música de Chaikovski estrenado en 1982.El universo diegético que propone este filme posee varias semejanzas tanto a nivel temático como estético con otros filmes como El mago de Oz (1939) , Las crónicas de Narnia (2005) y Alicia en el país de maravillas (2010)/ Alicia a través del espejo (2016). Si bien el despliegue visual y estético de la película a través de sus escenografías y vestuarios es de un bellísimo deleite visual, a nivel narrativo la película carece de argumentos con una trama poco sorprendente, simple y zonza. Asimismo, sus personajes carecen de profundidad psicológica, al no tener verdaderas motivaciones que justifiquen su comportamiento sobre todo el de la villana en cuestión. Sólo tiene un cambio de tuerca que evidencia que las apariencias engañan. Ninguno de los actores llega a lucirse con sus personajes debido a lo dicho anteriormente y a qué todos parecen una maquietta superficial, un eco de algo que ya hemos visto en otros filmes. Una pena que no se aproveche tampoco la hermosa música del gran Chaikovski, la cual aparece de forma muy escasa y fragmentada. En conclusión, una intención fallida de Disney de realizar una nueva versión de este clásico literario y previo al modernismo ruso del ballet. Calificación: 1 y medio/5 ⭐ Denises (30/100%)
TODO MECÁNICO No es casualidad que el mejor momento de El cascanueces y los cuatro reinos sucede cuando reproduce en pantalla parte del ballet en el cual se basa parcial y ligeramente. Es quizás el único momento donde se permite narrar mayormente a través de las imágenes y el movimiento, donde parece tomar un par de riesgos extras y confiar un poco más en el espectador, por más que haya un personaje que ejerce de narrador de lo que se está mostrando. Es también el único pasaje donde descansa en la magia del mundo que se propone construir y sus potencialidades imaginativas. El resto del film de Lasse Hallström y Joe Johnston es pura mecanicidad, una acumulación de diseños muy vistosos al servicio de una narración sin vida. La historia de Clara (Mackenzie Foy), una joven que accede a un mundo paralelo donde tres reinos están en guerra con un cuarto, nunca se anima con convicción a zambullirse en la aventura. Y eso pasa básicamente porque no hay descubrimiento, fascinación, diversión o incluso miedo –excepto en una escena con unos payasos bastante siniestros que coquetea con el terror- sino explicación, descripción y hasta sobre-explicación. No hay fluidez en la sucesión de acontecimientos, los personajes son puros estereotipos, las cosas pasan porque pasan y eso lleva a una previsibilidad apabullante, que decanta irremediablemente en el aburrimiento. Hay en El cascanueces y los cuatro reinos un trabajo impecable en la dirección de arte y el vestuario, con una utilización por momentos fascinante del color. Del mismo modo, puede intuirse en la banda sonora, con sus ritmos y tonalidades, una historia que podía ser rica y compleja. Pero las virtudes técnicas nunca se trasladan a lo formal, porque ni Hallström ni Johnston –en las diferentes etapas donde dirigieron- construyen un relato consistente, que sepa combinar la fantasía, el proceso de crecimiento de la protagonista o el drama íntimo y familiar. Todo se enuncia y se explicita, lo cual emparenta a la película con Un viaje en el tiempo, otro fallido proyecto de Disney estrenado este año. No deja de ser llamativo que ambos films sean adaptaciones de materiales extra-cinematográficos que abordan cuestiones vinculadas a lo espacial y temporal, pero también a lo afectivo, y que sin embargo no consigan generar un mínimo de empatía con los conflictos que plantean. Quizás esto último tenga que ver con la falta de riesgos, con la necesidad imperativa de no salirse del libreto, privilegiando el trabajo estético y el despliegue de figuras de renombre –en este caso, Helen Mirren, Keira Knightley, Morgan Freeman, Eugenio Derbez, Richard E. Grant, Prince y varios más- en detrimento de lo verdaderamente importante: la construcción de personajes atractivos, de un sentido de la aventura potente y una narración capaz de apasionar al espectador. El cascanueces y los cuatro reinos es un film tan políticamente correcto y ajustado, que a pesar de hacer hincapié en los peligros de lo mecánico y la ausencia de sentimientos, es terriblemente artificial y automático, convirtiéndose en una experiencia fácilmente olvidable.
El Cascanueces y los Cuatro Reinos de Lasse Hallström y Joe Johnston Dirigida por Lasse Hallström y Joe Johnston y adaptada por Ashleigh Powell, El Cascanueces y los Cuatro Reinos es la nueva película de Disney sobre una joven que debe encontrar una llave para hallar respuestas. Clara no es una niña como todas, pues prefiere encerrarse en el altillo de la casa, aislándose de la realidad. Es la del medio de tres hermanos que, recientemente, se quedaron sin madre. Con un padre que está tan perdido y desolado como ellos y por lo tanto no sabe cómo lidiar con sus propios hijos, intentan llevar adelante la Navidad como ella hubiese querido, ¡hasta llegó a elegirles los regalos! Así, Clara recibe un extraño huevo dorado que no logra abrir porque no tiene la llave, con la nota en puño y letra de su madre que le indica que todo lo que necesita está ahí dentro. Ése es el comienzo de una aventura que ese mismo día de Navidad la trasladará a otro mundo, uno donde ella es princesa. Pero allí las cosas además de increíbles no resultan tan hermosas como a primera vista, pues es un lugar dividido y en guerra y esperan que sea ella la salvación. Entre los personajes que conoce allí dentro se destacan un soldado cascanueces que le será incondicional y la reina de los dulces, Sugar Plum, interpretada por Keira Knightley, -una actriz acostumbrada a corsets y vestidos de época-, con el cabello rosa y una actitud aniñada (al igual que su voz impostada) en una de sus interpretaciones más deslucidas. Como no hay historia clásica sin villanos, Helen Mirren promete atemorizar con su Madre Ginger y sus secuaces ratones. Quien tiene la tarea de ponerse en la piel del rol principal es Mackenzie Foy, actriz que se hizo conocida por la saga Twilight pero que luego participó en algunas películas diferentes más (Interestelar, El Conjuro) y en quien se puede ver un futuro como actriz prometedor. Acá es capaz de transmitir tristeza y desolación y luego valentía y fortaleza. Su personaje tiene aristas interesantes, es una princesa que no necesita ser salvada, al contrario, es capaz de ponerse el uniforme e ir a la guerra. Como en toda historia de aventuras, se irán presentando diferentes peripecias y alguna vuelta de tuerca, con el fin de que el film nunca aburra y al mismo tiempo sorprenda. No obstante, no es lo que sucede durante gran parte de este relato. Quizás porque más allá de la magia de este mundo, la historia cae en todos recovecos y moralejas conocidos. Quizás porque el carisma de su elenco no termina de funcionar. O quizás, lo más probable, porque se nota que no todo el relato fluye del mismo modo, tal vez debido al cambio de directores que hubo en el medio (cuyo crédito se da en conjunto pero que trabajaron por separado; en otras palabras, uno la empezó y el otro se hizo cargo y junto al guionista Tom McCarthy le dio la forma final). La versión que hace Disney de El Cascanueces es extenuante a nivel visual, con una dirección de arte y vestuario preciosa pero recargada. No obstante a nivel argumental resulta simplista y poco profunda. En esta adaptación libre entre el cuento de E. T. A. Hoffman y Tchaikovsky, el ballet, con la performance de la bailarina Misty Copeland, está incluido en el medio del relato y luego junto a los créditos finales. Sin embargo en esa primera aparición se suma la explicación de uno de los personajes, líneas que son totalmente prescindibles.
Aquí la protagonista de la historia debe encontrar una llave para poder abrir un regalo que le dejó su madre fallecida, para ello ingresa en otra dimensión, en un mundo lleno de magia, intriga y secretos, allí se va encontrando en diferentes reinos y de esta manera se va enfrentando a lo desconocido y a distintos obstáculos. La joven Clara se va encontrando con varios personajes: Padrino (Morgan Freeman), Capitán Phillip Hoffman (Jayden Fowora-Knight), la madre Ginger (Helen Mirren ), Hawthorn (Eugenio Derbez), Schauder (Richard E. Grant) y la hada del azúcar ( Keira Knightley ), esta última fue la mejor amiga de su madre Marie, que gobernó Naschwerkland. Su narración tiene momentos divertidos y emotivos, es muy atractiva desde lo visual con una bella fotografía, increíbles paisajes, muy colorida, posee una gran belleza estética, lugares increíbles, un hermoso vestuario, peinados y maquillajes, y con los toques de Disney aquí la joven sufre porque su madre falleció cuando era pequeña. La historia resulta predecible porque sabemos cómo va a terminar, aunque tiene algunos giros, entretiene y deja claros mensajes. La banda sonora es brillante y hay números musicales que engalanan. Seguramente va obtener varias nominaciones a los premios Oscar principalmente en los rubros técnicos.
El cascanueces y los cuatro reinos es una película que supone ser una adaptación del cuento y ballet que fue creado en el año 1892. La realidad es que este film ignora completamente la narración del material original para contar una historia carente de alma y originalidad. Clara es una niña que recientemente ha perdido a su madre (típico de Disney), y que en la noche de navidad recibe un regalo proveniente de ella, un cofre metálico en forma de huevo pero que no tiene la llave para descubrir su contenido. Luego de seguir las pistas de su padrino (Un Morgan Freeman que solo aparece cinco minutos), termina adentrándose en un mundo fantástico y desconocido, pero que guarda muchas respuestas (No resueltas) sobre la vida de su madre. Tras toparse con un soldado cascanueces (Lo tienen que decir ara que no demos cuenta, y ahí toda la referencia al cuento), se entera sobre una guerra que existe en ese mundo, y decide embarcarse en una aventura para salvar aquel sitio que apenas conoce. La verosimilitud dejémosla a un lado , aunque se trate de una historia fantástica, carece de coherencia y de un orden a la hora de construir su narrativa. El conflicto principal se hace presente demasiado rápido , y no llegamos a comprender el porqué de las cosas, todo sucede sin un sentido ni rumbo. También hay pocas respuesta a interrogantes que se han abierto y que resultaba necesaria una explicación así sea mínima. De su madre no sabemos nada, salvo que es la reina de ese mundo. ¿Porqué se armó una guerra ? No lo sabemos a ciencia cierta , existen algunas explicaciones pero carecen de fuerza para ser creíble. Así transcurre todo el film, sin un sentido coherente, y tampoco resulta entretenida para que podamos perdonarle los baches de su guión. El trabajo de dirección, en el que figuran los directores Joe Johnston y Lasse Halsthrom, denota el gran desorden que existió a la hora de contar una historia simple y familiar. Para destacar está el buen trabajo en el diseño de producción, la ambientación de época y los efectos visuales, aunque en momentos resulten un tanto abrumadores. La dirección de actores es nula, tenemos a una Mckenzie Foy carente de alma, una Keira Knightley que roza el patetismo y que parece haber salido de la película Un viaje en el tiempo, se habrán confundido. Quizá la única interpretación que resulta rescatable es la de Hellen Mirren, pero que tampoco funciona para levantar el desastre que hay en su alrededor. Cascanueces y los cuatro reinos es una de las películas live action más flojas de Disney, y que compite cabeza a cabeza entre los peores films del año junto a Un viaje en el tiempo. Lo único bueno que podemos decir de esta película es que tiene unas escenas de ballet que denota una gran calidad artística, y que por suerte , el calvario dura poco.
Estamos frente a una producción cuyo primer pecado es no saber definir bien a que público está orientado, dicho de otro modo, no un grupo etáreo al que el texto lo defina como espectador incondicional. Para los más chicos, hasta los 6 años, hay escenas que los podría incomodar, en tanto que los mayores de 9 están fuera desde lo narrativo. Para aquellos que se encuentran a mitad entre uno y otro grupo la sensación de extrema duración se les hará presente a cada rato, ergo aburrida El punto es que los estudios Disney no escatimaron esfuerzos en todo aquellos que debería complementar al texto, a punto tal que el mismo queda desplazado a un segundo plano. Ni siquiera puede ser rescatado por la música, la del ballet original de Piotr Tchaikovski, ni por la compuesta para esta ocasión por James Newton Howard. En la parafernalia de los efectos especiales el arte a todo color es que se termina fagocitando a si mismo, pues es tan poco lo que se atreve desde el guión, y eso mismo es tan vulgar, kitch, que queda como un relato menos inteligente que infantil. La adaptación del cuento de Hoffman y el ballet queda transformado en nada, la coautoría, en tanto co-dirección, tampoco quede demasiado definida que aporto cada uno pues es imposible de reconocer, por cuanto en principio toda la producción destila impersonalidad, un ejemplo más cercano a responder a producción que a escritura y dirección. Mucho hay de intentar conjugar textos iconos de este genero infantil para toda la familia, entre ellos se puede reconocer “El Mago de Oz” en cualquiera de sus versiones, o “Alicia en el País de las Maravillas” Todo empieza con un duelo ante la perdida de la madre de los niños, la hermana mayor es la que transitará como puede ese proceso, todo lo que Clara desea es la llave que abre una caja que su madre dejara de regalo antes de fallecer a entregarse para las primeras navidades. Todo queda en un gran catalogo de lugares comunes, adornados por efectos establecidos desde la técnica. No alcanza tampoco con el esfuerzo dado por la selección de actores que le dieron vida a los personajes, desperdiciados Hellen Mirren, en menor medida Morgan Freeman y Matthew Mc Fayden, insulsa Mackenzie Foy y bastante sobre actuada Keira Kniightley, voz impostada incluida. La fábrica de Disney parece no encontrar el rumbo y termina por volver a destrozar otro texto clásico, extrapolado de otro arte. Calificación: Mala (Héctor Hochman)
Basado libremente en el cuento sobre el cual Tchaikovski creó su ballet más popular, todo deriva en épicas batallas. Lo mismo que la versión de “Alicia en el País de las Maravillas” de Tim Burton, y con la misma textura digital. Malos tiempos para los cuentos de hadas. Aquí, basado libremente en el cuento sobre el cual Tchaikovski creó su ballet más popular, todo deriva en épicas batallas. Es cierto, el cuento tiene un par de peleas, pero por alguna razón todo, para ser creíble, debe ser “oscuro”. Digamos también que aquí no es constante y sólo se reserva para el peligro de la aventura, mientras que el resto es un paseo por unos reinos de fantasía que metaforizan la desazón de la protagonista para darle herramientas con las que enfrentar las imposibilidades del mundo. Sí, bueno, lo mismo que la versión de “Alicia en el País de las Maravillas” de Tim Burton, y con la misma textura digital. Hay buenos momentos, pero el hecho de que cualquier cosa pueda aparecer en pantalla de manera explícita y colorida en conjunción con una mecánica conocida no hacen que la película, a pesar del nombre de sus directores, sea memorable.
La impronta de Disney inunda "El cascanueces y los cuatro reinos", una ambiciosa apuesta que cuenta con todos los elementos visuales tradicionales del estudio. En esta ocasión se trata de una adaptación del clásico de E.T.A. Hoffman y el ballet de Petipa. Sin embargo la magia habitual aparece actualizada con una heroína a la que no le atraen especialmente los bailes, ni los vestidos de alta costura ni las fiestas de gala, y prefiere descubrir los secretos de los mecanismos antes que pensar en la apariencia. La aventura comienza una noche de Navidad, cuando Clara, la protagonista, recibe un singular regalo la lleva a descubrir un universo paralelo desconocido. Se trata de los cuatro reinos con sus cuatro referentes. Juntos deben enfrentar la amenaza inminente de la destrucción de una obra que Clara descubre que es gran legado de su madre, considerada la reina de ese mundo secreto. Con un enorme e impecable despliegue técnico y una imaginación desbordante, "El cascanueces y los cuatro reinos" cumple no sólo con los preceptos estéticos de una trama de cuento de hadas, sino que también reúne en un mismo proyecto la posibilidad de redescubrir un clásico a un segmento tradicional de espectadores que además pueden disfrutar los adultos.
Cuando Disney la pifia, lo hace a lo grande, sea con Tomorrowland, El Llanero Solitario o John Carter de Marte. El Cascanueces y los Cuatro Reinos se suma a la lista y comparte cosas en común con sus compañeros de fracaso: aspecto visual recargado, la soberbia de creerse una película memorable y trascendente, y una historia carente de emociones, plagada de cosas traídas de los pelos. Acá cada fotograma de El Cascanueces y los Cuatro Reinos debería ser considerado una obra de arte; el problema es que la historia no le va en saga y los monumentales escenarios digitales terminan por devorarse a los personajes y a la trama. Pareciera que los cuentos de princesas se le terminaron a Disney, que terminó metiéndose con el ballet clásico de Piotr Tchaikovsky (y el cuento de E.T.A. Hoffman “El Cascanueces y el Rey Ratón”), canibalizó lo que pudo, y le metió con calzador una historia a lo Las Crónicas de Narnia, con niña hallando pasaje secreto hacia un reino fantástico en donde ella es la princesa heredera del mayor de ellos. Claro, el descubrimiento no emana ninguna felicidad para Clara Stahlbaum porque es la primera navidad que pasa sin su madre (que acaba de fallecer), y porque su reino está en serios problemas. El por qué o cómo existe semejante universo es un misterio, uno puede aceptar que es la imaginación exarcebada de la niña que intenta lidiar con el duelo de su madre, o que un tornado se la llevó de Kansas (o Londres) y la puso en un reino mágico porque la historia así lo demandaba. Como sea, el tema es que ahora Clara debe lidiar con la amenaza que supone Madre Ginger (Helen Mirren, desperdiciada en un papel menor), una reina oscura y rebelde cuya presencia hace peligrar la integridad de los otros reinos. Para ello deberá activar una máquina que construyó su madre, la cual convertirá a inofensivos soldaditos de latón en un ejército de máquinas de matar vivientes, los cuales obedecerán ciegamente al amo que les dé vida. La historia está plagada de problemas. El primero de ellos es poner a Clara y a su madre como si fueran inventoras geniales, cuando uno ve que las máquinas que han creado son un disparate que va en contra de toda lógica. Por qué cacso no adoptaron la solución mas fácil (y creíble) de la magia es un misterio. Uno rechina los dientes cuando ve moles plagadas de engranajes que hacen cosas imposibles incluso si tuvieran tecnología moderna. El otro tema es por qué el reino mágico ha aceptado tan fácilmente a la madre de Clara como su reina natural, siendo una forastera en un mundo casi imposible de entender. Ahora Clara se porta como una chica snob de la realeza, ordenando en vez de pidiendo, y siempre dejando en claro su linaje en vez de actuar con modestia (el peor ejemplo es la relación con el Cascanueces del título, que es un soldado moreno que nadie sabe por qué es el Cascanueces, y que vive obedeciendo órdenes de Clara sin poder establecerse ya no un romance, ni siquiera una mínima amistad). Y cuando la historia avanza un poco, el director (o los directores, dos tipos tan dispares como Lasse Hallstrom y Joe Johnston, materia y efectismo en un mismo lugar) decide salirse por la vena artística y meter una secuencia de baile con la música de Tchaikovsky o algo visualmente impactante pero de importancia totalmente neutra para el relato. Develar los villanos y la resolución de la historia es previsible… pero el giro de la historia es monótono, como si no supiera encontrar el punto de cocción para que la cosa sea emotiva o mas amena. La chica de Twilight Mackenzie Foy es bonita pero no exuda simpatía, el resto del cast parece ir en piloto automático, y hay hasta perfomances incómodas como la de Keira Knightley, la que intenta sintonizar a la locura de la Reina Roja de Helena Bonham Carter sin éxito. El Cascanueces y los Cuatro Reinos no es exactamente una película terrible; solo es lenta, monocorde y medianamente aburrida. Le falta emoción, una historia mas original, una heroína mas carismática… algo que llene mejor (y no se pierda en) los monumentales escenarios digitales. El componente humano aparece al principio y después brilla por su ausencia, y lo que sigue entretiene de a ratos. Es que se debate entre ser artística, rendir homenaje a la música inmortal de Tchaikovsky, ser un entretenimiento Disney y tratar de encontrar su propio camino como relato de fantasía, y no termina por satisfacer ninguno de dichos propósitos, siendo una aventura fastuosa que se hunde en el maremagnum de su opulencia visual.
Critica emitida por radio