Nancy Duplaá encantadora de pantallas. Crítica El retiro.InicioCriticaNancy Duplaá encantadora de pantallas. Crítica El retiro. 3 septiembre, 2019 Florencia Fico La protagonista de la serie televisiva “Cien días para enamorarse” provoca esa corriente eléctrica que sacude al espectador cuando en éste caso interpreta a “Laura” hija de un obstetra jubilado Rodolfo(Luis Brandoni) quien se ve interpelado en su rol como padre. Por. Florencia Fico. El filme “El Retiro” tiene la dirección de Ricardo Díaz Iacaponi quien despliega diferentes retratos íntimos y costumbristas de los diferentes personajes ya sea de Luis Brandoni cuando sale de su profesión descuelga los diplomas, portarretratos familiares y los guarda en cajas. Por un lado Ignacio (Gabriel Goity) su mejor amigo motoquero, un irresponsable chistoso. Por otro Laura (Nancy Duplaá) su hija preocupada por su papá quien no la atiende un guiño que recorre todo el filme. La aparición sorpresiva de Diego (Marcos Da Cruz) un chico de diez años aproximadamente que desata mucha tensión en su relación con su hija. Es un elemento inquietante dispara por un lado el sentido conmovedor que da los primeros años de edad y los últimos en búsqueda de los placeres olvidados. Los deseos de la ancianidad y el fresco sabor de la inocencia. Es notable la actuación de Nancy Duplaá tras tres años sin grabar en formato fílmico luego de Upa!: El Regreso 2. Ella se amoldó a la pantalla grande nuevamente como Laura una música que se siente desplazada y sin horizonte. Su carácter frente a cámara es convincente, una voz aguerrida y experimentada en hacerse notar, también mostrar enojos, reflejos espontáneos, frustraciones y angustias. Rodolfo es un doctor en pleno retiro, viudo y reside solo en su hogar. Accidentalmente por un acontecimiento sospechoso su hija Laura resuelve volver a convivir con él por un tiempo. La estadía con su padre aflora antiguas peleas, resquemores y la posibilidad de unirse tras grandes períodos de ausencia. El reparto está compuesto por: Luis Brandoni, Nancy Dupláa, Gabriel Goity, Soledad Silveyra, Marcos Da Cruz. Con la producción de Salta Una Rana, FAM Contenidos y Pelícano Cine. El guion de Ricardo Díaz Iacoponi y Daniel Cuparo exploran los géneros de comedia con el trio humorístico entre Rodolfo, Diego e Ignacio pero en una forma piramidal en la que Gabriel Goity se ubica en la cima sin duda su porte desvergonzado y atrevido descolocan al formal pero irónico Rodolfo (Luis Brandoni) que satiriza con burlas su vejez con gran soltura. De igual forma sucede con Aída (Soledad Silveyra) una ex jueza que manifiesta de forma seductora y pícara: “Me jubilé pero no de todo”; dando a entender que hay una segunda posibilidad de enamorarse y sacarse el acartonado uniforme del trabajo. El concepto de la ropa formal simboliza para Rodolfo quitarse el delantal y el ponérselo a Diego (Marcos Da Cruz) cuando lo lleva a la escuela mientras se queda en su casa por decisión de su madre, empleada doméstica de Rodolfo que está fuera por la salud desmejorada de su madre. La familia y el drama van de la mano donde Nancy y Luis son elegidos para profundizar aspectos como la ausencia paternal, el desconocimiento entre ellos, secretos de su ex mujer salen a la luz aunque Laura los sepa muestra la distancia que existía en su vínculo. La incertidumbre del futuro de ellos a ella como mujer madura con pareja sin mucha sustancia y la dificultad de gestar. Luis también carga con problemas de movilidad y tiene medicación. El regreso al hogar será el punto de encuentro y partida de su nueva conexión sentimental y familiar. Una locación que afianzará el sentido de la temporalidad pasado, presente y futuro en los personajes. La fortaleza de la memoria emotiva. Puntaje: 70.
A la medida de Brandoni Brandoni hace de Brandoni en esta comedia dramática de auto superación, en la que todos los personajes, historia y elenco giran alrededor de él y su personaje predilecto. El problema del film es que parece hecho hace 30 años, el ritmo, tono y moralina son propios de un cine que creíamos extinto. Hasta hoy. El argumento recuerda a la película de Bill Murray llamada St. Vincent (2014), en la que un anciano cascarrabias y aséptico a las relaciones humanas se ve obligado a cuidar de un niño ajeno que extrae sus rasgos bondadosos. El tipo aprende con la tutoría del niño a ser mejor persona en su relación con los demás. Pero claro, Bill Murray no es Luis Brandoni y, mientras el anciano que componía el actor norteamericano era un rocker que disfrutaba del alcohol, el que interpreta Luis Brandoni es un médico viudo que acaba de jubilarse y transita una vida aburrida y depresiva propia de un ermitaño. St. Vincent es una comedia y El Retiro (2019) es un melodrama. En esta película aparece con melodía tanguera la nostalgia por el tiempo pasado y las decisiones mal tomadas. Los reclamos de su hija (Nancy Dupláa) a quién nunca dedicó mucha atención, la envidiable manera de disfrutar la vida de su amigo (Gabriel Goity), y hasta la relación con su difunta esposa. La expresión lamentada de Luis Brandoni que, desde La tregua (1973) sigue siendo la misma, se reitera en varios fotogramas. En esa comparación El Retiro pierde eficacia, porque por más que el director Ricardo Díaz Iacoponi (Industria Argentina, La fábrica es para los que trabajan) se apoya en los guionistas habituales de Adrián Suar (Daniel Cúparo) y Juan José Campanella (Fernando Castets), el modelo de melodrama costumbrista se impone por la figura de Brandoni, quitando gracia y bajando linea moral en cada parlamento, propio de un cine del pasado.
Rodolfo (Luis Brandoni) es un obstetra con la edad justa para jubilarse. Y eso hace...prepararse para vivir sus últimos años tranquilo. Le hacen una despedida sorpresa pero le cuesta disfrutar ya que no es para nada sociable, ni simpático. Viudo, no ha vuelto a formar pareja, y no tiene ningún interés en hacerlo. De ese matrimonio tiene una hija, Laura (Nancy Duplaá) que no ha seguido el mandato paterno de ser una profesional, sino que se dedica a cantar con su banda, cosa que a su padre no lo satisface del todo. Rodolfo sigue viviendo en la casa que compartía con su mujer Teresa, y tiene una empleada doméstica, Yanina, que está con ellos hace años. Esta joven tiene un hijo, Diego (Marcos Da Cruz) a quien una noche deja al cuidado de Rodolfo de forma intempestiva cuando le surge un inconveniente, lo que provoca un torbellino de complicaciones ya que debe llevarlo al colegio y ayudarlo en varios sentidos. Al principio lo padece, luego comienza a disfrutarlo. Su vida cambia, su hija Laura deja a su marido por unos días para ayudar a su padre y surgen cosas no dichas y rispideces en esa convivencia forzada. La película dirigida por Ricardo Díaz Iacoponi expone diversos temas como el cimbronazo que resulta salir del sistema laboral,y cómo la relación con Diego inyecta vitalidad a Rodolfo pero también conflictos entre ellos y con Laura. El peso de la parte cómica recae en su amigo Ignacio (Gabriel Goity) quien pretende seguir con la misma vida de los veinte y el amoroso recae en la ex-Jueza Aída (Soledad Silveyra) quien pretende algo más que una simple amistad. Un film costumbrista, que apela a la emoción y a resolver la relación filial. Buenas actuaciones del trío principal Brandoni-Duplaá, y el niño Da Cruz. ---> https://www.youtube.com/watch?v=KMKYXbQaWSQ DIRECCIÓN: Ricardo Díaz Iacoponi. ACTORES: Luis Brandoni, Nancy Duplaá. ACTORES SECUNDARIOS: Gabriel Goity, Soledad Silveyra. GUION: Ricardo Díaz Iacoponi. GENERO: Drama . ORIGEN: Argentina. DURACION: 91 Minutos CALIFICACION: Apta todo público DISTRIBUIDORA: Buena Vista FORMATOS: 2D. ESTRENO: 05 de Septiembre de 2019
Luego de trabajar 50 años como médico obstetra y tras quedar viudo, Rodolfo ( Luis Brandoni) decide jubilarse. Como casi toda su vida ha girado en torno de su profesión, ha quedado solo y amargado en una vieja y amplia casona. Pese a las constantes invitaciones de un amigo mujeriego (Gabriel Goity) y de los coqueteos pícaros de una exjueza ( Soledad Silveyra), nuestro perfecto antihéroe se mantiene huraño e irritado. En el otro extremo está su hija Laura ( Nancy Dupláa), con quien mantiene una relación más que tirante. Cuando su empleada doméstica le deja (sin avisarle) a su hijo Diego ( Marcos Da Cruz) y parte hacia Santiago del Estero, el mundo de Rodolfo cambia por completo. El protagonista -más allá de su proverbial malhumor- es esencialmente un buen tipo y, por lo tanto, tratará de cumplir de la mejor manera posible con semejante responsabilidad. Laura irá a ayudarlo y, a partir de ese acercamiento, ambos intentarán recomponer los afectos castigados por la distancia y los prejuicios. El coguionista y director Ricardo Díaz Iacoponi ( Industria argentina) construye una tragicomedia sencilla y cristalina sobre las diferencias generacionales, la redención y las segundas oportunidades. No hay demasiadas sutilezas, pero sí una apuesta genuina por reivindicar los sentimientos más puros y nobles. Una película ideal para saltar la grieta (política y afectiva) y sanar las heridas.
La recomposición de los vínculos familiares es abordada en El retiro con una mirada agridulce que cambia la vida del protagonista y de quienes lo rodean. Rodolfo (Luis Brandoni) es un obstetra viudo y jubilado que se ve obligado a cuidar a Diego (Marcos Da Cruz), un niño de ocho años, hijo de su empleada de limpieza. La paz y la armonía se terminaron para él y todo empeora cuando su hija Laura (Nancy Dupláa), de quien está distanciado desde hace tiempo, decide instalarse junto a ellos. No es necesario reafirmar que “tres son multitud” en esta lograda propuesta dirigida por Ricardo Díaz Iacoponi (Industria argentina) que juega a la “grieta familiar” y navega cómodamente entre el humor, la ternura y la nostalgia. En esa convivencia “obligada” radica justamente el acierto del filme, que expone cuentas pendientes, un choque generacional y la cicatrización de viejas heridas. La película presenta una estructura sencilla, está apuntada al público familiar y no cae en el golpe bajo. En ese sentido, parece encontrar el tono justo y agrega simpáticos personajes secundarios que aparecen en los momentos oportunos. De este modo, se suman al caos imperante el amigo motoquero (un verborrágico y atrevido Gabriel Goity) que da consejos a Rodolfo de cómo vivir la vida y la ex jueza (Soledad Silveyra, acá jugando a la seducción) que no está del todo “retirada” de sus conquistas amorosas. La comedia dramática se guarda también una sorpresa que siembra el desconcierto y la duda sobre el pasado del jubilado que creía tener todo controlado y ahora está atrapado en su propia realidad. Los personajes logran instalarse con peso dramático a lo largo de la historia (Rodolfo intenta rehacer su vida mientras Laura atraviesa una crisis de pareja y está empeñada en seguir con el negocio de la música) y resulta un acierto la elección de la dupla protagónica porque imprime la cuota de ternura y rebeldía necesarias para poder sortear todo tipo de obstáculos y diferencias. Sin golpes bajos, la película instala su oportuna visión sobre las segundas oportunidades, y demuestra que, en materia de afectos, no siempre está todo dicho.
El director Ricardo Díaz Lacoponi, con un guion que escribió con Daniel Cúparo y Fernando Castets, toca aquí el vínculo de padre e hija desde un punto de vista clásico, con una gran apuesta a las actuaciones y el carisma actoral de sus protagonistas, Luis Brandoni y Nancy Duplaa. Un médico del que se sabe muy poco, eternamente melancólico, luego se sabrá que fue un gran obstetra, decide, tampoco se sabe exactamente porque, retirarse de su profesión definitivamente. Su hija es la primer sorprendida, pero un poco por mandato le organiza una despedida familiar a su vida activa que solo irrita al protagonista. La situación se complica cuando la empleada doméstica sin previo aviso, debe viajar a su país natal y le deja a un hijo preadolescente a su cuidado. De las tensiones de esa situación, a la que se suma la convivencia con su hija nace el conflicto del film. La incomunicación histórica, la envidia por los cuidados y dedicación de su padre para con el chico, algo que el personaje de Duplaa nunca tuvo, la sospecha de algo turbio. De todo eso se nutre el filme que apuesta a lo emotivo, a la resolución de heridas familiares y confesiones siempre calladas. En ese núcleo esta lo mejor de la película de factura muy tradicional. Brandoni aporta su habitual profesionalismo. Nancy Duplaa se luce.
Una pequeña historia sobre objetivos que se renuevan. La jubilación, la llegada de los llamados años dorados, esa época donde uno inevitablemente debe hacer cuentas de lo perdido y lo ganado. De lo logrado y de lo que no pudo ser. O bien puede ser la oportunidad de probar nuevas cosas y cerrar viejos rencores: esta es la propuesta de El Retiro. El Hombre del Plan Aunque la jubilación pueda ser un contexto un poco monótono, El Retiro indaga en la idea de los planes que no resultan. Que uno puede estar preparado para cualquier circunstancia, pero hay terceros asociados a esos planes que pueden tener, valga la redundancia, su propio plan. Por ello, no suena azaroso el concepto de que el protagonista sea un obstetra retirado. Las visitas al obstetra no son otra cosa que chequeos de que todo esté en regla, acorde al plan de la llegada de una criatura al mundo; una de las pocas instancias donde la planificación sobre otra vida tiene un escaso margen de que no salga como se busca. Una vez que esa vida está en el mundo, ese margen se vuelve mucho más amplio. Los planes pueden no resultar, básica e inevitablemente, porque las metas de los padres no son necesariamente las metas de los hijos. El que la hija del protagonista se dedicara a la música y no al oficio familiar fue una desviación del plan. El que el hijo de su mucama tenga una estadía prolongada es otra desviación del plan. La película muestra cómo sortear esas desviaciones. Cómo a veces seguir un plan puede dar seguridad (cuando el personaje de Nancy Dupláa mira con ojos amorosos al personaje de Luis Brandoniatendiendo a una mujer a punto de dar a luz), cómo a veces ese desvío es una parte inevitable de la vida, y cómo ese desvío puede incluso descolocarnos. Es precisamente el desvío de un plan el que pone en marcha el conflicto. El de la mucama del personaje de Brandoni que repentinamente debe atender a un familiar en el interior y se ve obligada a dejar a su hijo al cuidado de su jefe. Ese niño se vuelve el símbolo físico de la impredictibilidad que hasta ahora él solo había aceptado parcialmente; un agente de cambio. Es mediante la convivencia que entiende que hay ciertas improvisaciones que son inevitables y son las que construyen el carácter. Es en esa improvisación impuesta donde empezamos a percibir el cambio del protagonista y donde la película tiene sus momentos más humanos, por la identificación que el espectador pudiera tener con él. La temática de El Retiro tiene una curiosa representación de la mano del personaje interpretado por Gabriel Goity; dentro de la cuota de humor que ofrece esta historia, representa a este concepto de la planificación como una preocupación constante que se interpone en el disfrute pleno de la vida, y aunque en apariencia puede ser irresponsable, su presencia, su amistad con el personaje de Brandoni, es el recordatorio de que la longitud de la vida no necesariamente es sinónimo de calidad.
Todo debe sentirse en "El Retiro" La historia de un hombre que debe adecuarse a su jubilación es el disparador de una película que nunca sale del recurso de apelar a los sentimientos con puros lugares comunes. Son meses muy agitados para Luis Brandoni, a quien últimamente se lo ve hasta en la sopa. Una primavera mediática motorizada no solo por sus declaraciones alertando sobre el fin de la República que conllevaría un triunfo de Alberto Fernández en las elecciones presidenciales del 27 de octubre, sino también porque se volvió una fija de las películas provenientes del ala más comercial del cine nacional. A sus papeles centrales en Mi obra maestra, El cuento de las comadrejasy La odisea de los giles –que este domingo se convirtió en la primera producción local en superar el millón de espectadores en 2019– se le suma ahora El retiro. Allí Brandoni interpreta a Rodolfo, un obstetra recientemente retirado que debe adaptarse al tiempo libre, la falta de responsabilidades y una viudez tan flamante como dolorosa. Desde ya que esa adaptación no será para nada fácil luego de 50 años trabajando. Pero a todos les llega la hora de aprender, de dar vuelta una página de la vida para comenzar otra, y él no será la excepción. Más bien lo contrario: pocas veces alguien aprendió tantas cosas, saldó tantas cuentas con el pasado, tan rápido y de manera tan sencilla como Rodolfo a lo largo de una hora y media. El retiro es la enésima demostración que a las películas nacionales con aspiraciones más o menos masivas les importa tematizar los "sentimientos humanos" –y generar un "hondo dramatismo", como diría algún crítico de la vieja escuela– antes que cualquier atisbo de anclaje temporal y geográfico. Todo aquí está puesto en su lugar con la única finalidad de movilizar los sentimientos del espectador, un mero pasajero del viaje hacia el andamiaje interno de ese hombre aquejado por la soledad y los achaques del tiempo, tal como demuestra la primera escena. Allí Rodolfo come solo, viaja solo y pasa un buen tiempo solo. La única compañía es esa mucama santiagueña que un día, sin preanuncio ni nada por estilo, parte rumbo a sus pagos por un problema familiar. La urgencia la obliga a dejar a su pequeño hijo al cuidado de Rodolfo, no precisamente un experto en el arte de tratar con niñxs. Si en su momento no le dio bola a su propia hija (Nancy Duplaá), a quien el guión le reserva una inevitable charla profunda donde le dirá al padre lo que no le dijo en décadas, ¿por qué habría de hacerlo con un chico que desconoce? Pero por alguna cuestión que no termina de quedar clara, Rodolfo empatiza con él aun cuando sus preguntas lo incomoden. Que una situación cómica en el siglo XXI gire alrededor de un jubilado explicando que los bebés nacen de una “semillita” es la muestra más cabal del aura apolillada que rodea a El retiro. En esa misma línea se inscribe el personaje de Gabriel Goity, el mejor amigo de Rodolfo, un hombre extrapolado de ese costumbrismo que ya a mediados de los noventa era rancio. Imposible no pensar en la película de Ricardo Díaz Iacoponi como una hija dilecta de la zona más concesiva de la filmografía de Juan José Campanella, con la salvedad que el director de El hijo de la novia y Luna de Avellaneda al menos piensa en términos cinematográficos. Aquí, con la puesta en escena chata y una cantidad imposible de diálogos resueltos a puro plano y contraplano, ni siquiera eso.
Con una propuesta que se acerca al cine popular desde la recuperación de valores y emociones, sin artificios, “El Retiro”, de Ricardo Díaz Iacoponi, protagonizada por Luis Brandoni, Nancy Dupláa, Soledad Silveyra y Gabriel Goity, entre otros, cumple con las premisas que desde el arte de la película ya se indica y que se apoya en los pilares del cine de entretenimiento: sensibilizar, emocionar, entretener, sin pretensiones. Un médico (Brandoni) que termina su carrera laboral, más por obligación que otra cosa, se jubila para “vivir la vida” y descubre en el cuidado, inesperado, de un niño, la posibilidad de tener una nueva oportunidad para sentirse útil. Pese a los esfuerzos denodados de su hija (Dupláa) por controlarlo y marcarle todo aquello que siente que no está bien para su padre, Rodolfo (Brandoni), seguirá sus instintos y acompañará al pequeño en aquellas situaciones que el sencillo guion de la película le marque. Entre el contraste de la bohemia de Laura (Dupláa) y Rodolfo, se forja una línea narrativa que apela a la reconstrucción de estos dos actores como seres intérpretes, y tras la deconstrucción de su imagen política, emerge una nueva instancia en la que ambos potencian la sencillez de la historia con nobleza y entrega. Hijos que se hacen cargo de sus padres, que la ley de la vida los pone como padres de sus padres, padres que quieren seguir viviendo su vida sin alteraciones, pese a la profunda transformación que su nueva vida indica, son sólo algunos de los tópicos con los que se trabaja desde el guion. Pero también hay una reflexión por ahí, asociada a qué hacemos con los adultos mayores, y qué es lo que creemos que significa el “retirarse” para vivir la vida, configurando junto con un puñado de películas foráneas un sub género que se apoya en historias mínimas que se transforman en universales. Y si bien la historia reposa en estereotipos y lugares comunes, en el volver a transitarlos, en el visualizar a Brandoni en un rol distinto y en el recuperar para el cine a Dupláa, una de las grandes figuras de la cultura popular, es en donde “El Retiro” acierta y suma. Su dirección, clara y precisa, sin titubeos, permite que su estructura, con un mensaje de transformación, inspirador, y un in crescendo que aumenta minuto a minuto, permitan disfrutar de un relato clásico, ideal para volver a emocionarse con historias sencillas, para disfrutar en familia y con la profunda idea de salir distinto del cine.
Anexo de crítica vía Jesica Johanna Dirigida por Ricardo Díaz Iacoponi y escrita junto a Daniel Cúparo y Fernando Castets, “El retiro” es una comedia dramática protagonizada por Luis Brandoni y Nancy Dupláa. Rodolfo es un obstetra que después de haberle dedicado toda la vida a su oficio se retira. Entonces se encuentra con mucho tiempo libre que no sabe bien cómo ocupar. Un día, la mujer que trabaja en su casa le deja a su hijo y no vuelve. De repente se encuentra teniendo que cuidar a un niño que además no termina de comprender por qué su madre no regresa. Cuando Laura, su hija, se entera de lo que sucede, se muda momentáneamente para ayudarlo. Allí empiezan a aflorar cuestiones entre ellos nunca superadas. Laura, que siempre sintió a su padre ausente en su vida a causa de un trabajo que le consumía todo su tiempo y su atención, es ahora testigo de la dedicación que le brinda a este nene. Al mismo tiempo sabe, porque él no lo esconde, que su padre no acepta el estilo de vida que ella lleva, una vida dedicada al inconstante negocio de la música cuando bien podría haberse convertido en una profesional que siguiera sus pasos. Con un poco de comedia pero más interesada en emocionar, “El retiro” va abriendo diferentes situaciones alrededor de Rodolfo, su vida como padre, ahora como una especie de abuelo, la posibilidad de una nueva vida a esta edad, el viejo amigo que con su apariencia de desfachatado y bohemio le da cátedra sobre cómo hay que vivir. El relato se va moviendo por cada una de estas direcciones esperadas, sin muchas sorpresas y con algunas situaciones incluso un poco forzadas (como la resolución con respecto al niño y su madre, pero también entre los dos protagonistas). Estamos ante un film que apunta a un público poco exigente. Además los dos actores protagonistas no se corren del registro que los caracteriza. Ella, un poco sobreactuada en algunas escenas; él siempre con la misma expresión ante diferentes tipos de situaciones. A su alrededor secundarios como Soledad Silveyra y Gabriel Goity intentan brindarle un poco de color pero sus personajes no cuentan con ninguna profundidad. En cambio, Marcos Da Cruz que interpreta al niño Diego, es el único que consigue aportarle un poco de frescura a esta película. “El retiro” no es la comedia boba que se podría esperar desde el póster, pero tampoco es el drama conmovedor en el que se esfuerza por convertirse. Es más bien un producto que parece más cercano a la televisión de aire de hace unos años.
Con la fórmula típica de la comedia dramática costumbrista argentina, "El retiro", de Ricardo Díaz Iacoponi, funciona correctamente gracias a una puesta sencilla, dos guionistas expertos, y un elenco muy sólido y articulado. No sólo el cine de género se vale de fórmulas para poder funcionar. Saber llegar al público contando una historia con modismos argentinos y apelando a la sensibilidad cotidiana del espectador también puede requerir de una fórmula. Sino pregúntenle a Daniel Cúparo y Fernando Castets, los dos guionistas (junto al director Ricardo Díaz Iacoponi) de "El retiro". Cada uno por su lado tiene una amplia experiencia en eso que llamamos costumbrismo a la Argentina, y un poco más, un poco menos, ambos conocen del éxito asegurado. Cúparo, tiene en su haber títulos como Igualita a mí, "Dos más Dos", o "Extraños en la noche"; y en televisión es un usual de las telecomedias tanto de Pol-Ka como de RGB. Castets era el hombre detrás de Juan José Campanella en su época más costumbrista, la del trío "El mismo amor, la misma lluvia", "El hijo de la novia", y "Luna de Avellaneda"; y también tiene algún pasado dentro de las huestes televisivas de la productora de Adrián Suar. Este tándem es el que marca la impronta de "El retiro", segunda película de Ricardo Díaz Iacoponi, luego de las más personal y comprometida Industria nacional, la fábrica es para los que trabajan. Todo funciona como un violín aquí, como una orquesta que entona la misma melodía que ya les es un clásico. No sorprende, pero entrega lo que el público va a buscar, y les sale de taquito, sin fisuras. Una película pensada para el lucimiento de su actor protagónico, y que sabe adosar bien los secundarios, y/o co protagónicos para que no queden relegados. La figura central es Luis Brandoni, quien interpreta a Rodolfo, un obstetra viudo y jubilado, que más que retirado del trabajo, se encuentra retirado de la vida; o así lo entiende la película. Realiza una vida sedentaria, sin salidas, de por más tranquila, y plagada de recuerdos y antigüedades. También parece que tiene una relación algo cortada con su hija Laura (Nancy Duplaá, quien por fin vuelve a tener un co-protagónico en cine), al fallecer esa madre que era el pegamento de la familia. Rodolfo tiene a una mujer que le hace las labores en su casa, Yanina, y recibe la visita de su amigo (Gabriel Goity) que es un opuesto a él, mujeriego, alegre, sin capacidad de controlarse. También tiene a una amiga (Soledad Silveyra) que quiere ser algo más, y ya no sabe cómo expresárselo, aunque Rodolfo elija hacerse el desentendido. Así transcurre la vida rutinaria de Rodolfo, hasta que un día Yanina se va sin previo aviso, tiene que ir a cuidar a su madre enferma a Santiago del Estero, y le deja de imprevisto a Diego (Marcos Da Cruz), su hijo de ocho años; y a Rodolfo se le descontrola toda su vida. El retiro no es una comedia de grandes enredos. Si su premisa es conocida por otras películas similares, acá no veremos la típica del niño revoltoso que le da vueltas todo al adulto. No habrá escenas para la carcajada o el disparate, todo transcurre con cierta calma, como intentando seducir a un público cercano a la edad de Rodolfo. Diego es un niño dulce, y dentro de todo tranquilo. Pero no deja de ser un chico, y tiene sus mañas y sus vueltas, que no son para nada las de Rodolfo, y entre los dos deberán congeniar. Hay otra arista más, Laura, que se instala en la casa de su padre para ayudarlo (a Rodolfo se le suma un accidente en el brazo, aunque no es algo tan fundamental en el film), y siente celos de lo sociable que el hombre es con Diego y los demás, recordando los descuidos hacia ella. El retiro transcurre sin demasiados sobresaltos, por carriles conocidos, y un permanente tono amable y apto para un público muy amplio; como para que pueda verla desde el nieto hasta el abuelo. Es fácil reconocer(se) en algún personaje, y los códigos que maneja, si bien la historia es universal, son bien propios. Su director le otorga una realización prolija, y maneja bien la relación entre los tres personajes, dejando en claro que Rodolfo es el eje principal, pero sin descuidar a sus dos satélites. Brandoni está a sus anchas con este personaje que le permite desplegar sus mohines de carisma y tono anticuado. Rodolfo está ahí en el medio, ni antipático ni canchero, no conoce los códigos de redes sociales, pero tampoco anda con el tocadiscos a cuesta. Al actor de "La Patagonia Rebelde" le permite volver a componer un personaje amable, luego de un par de roles algo patéticos que le tocaron en guion. Su aporte es fundamental para el resultado. Nancy Duplaá es un sol carismático y celebramos que le hayan dado un co protagónico en cine, algo que no ocurría desde Apasionados. Laura es un personaje ameno, con conflictos humanos, y una forma de ser espontánea. Es ella, y la queremos así. Marcos Da Cruz es un niño simpático y compone alegremente a Diego, sin convertirse en esos nenes que se roban las escenas. Muy desenvuelto para su corta edad. Soledad Silveyra actúa con oficio en apariciones esporádicas, y a Gabriel Goity lamentablemente le tocó un personaje bastante desagradable. "El retiro" se ve permanenetemente con una sonrisa; busca emocionar sin forzar situaciones y en algún tramo lo consigue. Su armado de lugares conocidos y una banda sonora correcta que acompaña la hacen cercana. No es una propuesta que busque ubicarse como la mejor del año, y así logra su cometido de ser un muy noble entretenimiento costumbrista con mensaje feliz
Papabuelo Había muchas posibilidades de sacarle jugo a la historia propuesta por El retiro. Sin embargo, a pesar de las correctas actuaciones de Luis Brandoni, Soledad Silveyra, Gabriel Goity y Nancy Dupláa, el resultado deja abiertos algunos interrogantes acerca de un cine que trata de acomodarse entre lo comercial y el plus. Plus, que muchas veces se recorta en intenciones nobles para no caer en estereotipos o fórmulas y en contadas ocasiones en asumir riesgos. La premisa lleva la responsabilidad de equilibrar universos y busca un paralelismo entre una hija desatendida por un padre que optó elegir profesión antes que familia y un niño, hijo de una empleada doméstica, que queda librado a la suerte de que el patrón de su madre lo acepte y se avenga a ocupar el rol sustituto padre-abuelo, precisamente en la etapa en que su vida útil requiere enormes sacrificios para no terminar cayendo en la soledad total y reconocer que ese ocio forzado no es nada gratificante. Es interesante no caer en solemnidades o lugares comunes cuando se trata de la dialéctica vejez-juventud, pero la falta de equilibrio relacionada con toda la trayectoria del arco dramático se tensa a niveles poco gratos, donde el exceso y el subrayado dilata finales obvios. No obstante, el relato consigue por momentos un ritmo sostenido y allí el mérito es de dos actores: Luis Brandoni y Soledad Silveyra, quienes desde sus respectivos personajes adoptan características tridimensionales para la construcción de sus roles. El niño es simpático y natural pero es un niño.
Película vieja, sí, pero decorosa y, a su manera tradicional y noble. Esta es una película vieja. No porque no ocurra hoy ni porque se haya filmado hace décadas y hoy ve la luz, sino porque responde a una clase de cine más bien televisivo, más bien edulcorado, que no se hace ya más en nuestro país. La historia de un hombre recién jubilado que tiene que hacerse cargo a la fuerza de un chico de ocho años, más la tensión con su hija, más un pequeño accidente, es todo lo que el lector puede esperar: un cuento un poco sandrinesco sobre la reconstrucción de relaciones familiares y el redescubrimiento del cariño. Si la película se ve con amabilidad y llega de manera limpia al final –más allá de algunos ripios, de algunas situaciones un poco de relleno– es porque hay solvencia profesional en las interpretaciones y porque, justamente, no trata de inventar nada y ser fiel a su relato. Película vieja, sí, pero decorosa y, a su manera tradicional y noble.
“El retiro”, de Ricardo Díaz Iacoponi Por Marcela Barbaro El realizador de Industria Argentina (2011) Ricardo Díaz Iacoponi, presenta su segunda película, El Retiro, una comedia dramática costumbrista que gira en torno a los procesos de cambio que transita un hombre al jubilarse. Luego de 50 años como médico obstetra, Rodolfo (Luis Brandoni, en un papel hecho a su medida) decide retirarse y optar por la jubilación. El comienzo de su nueva etapa será algo conflictiva, ya que su dedicación al trabajo durante tantos años, hizo que descuide a su familia. Un descuido, que lo distanció de su única hija, Laura (Nancy Duplaá), una cantante profesional con quien tiene muchas diferencias. En el medio de ese proceso de adaptación, Yanina, la señora que lo ayuda en la casa, le deja a su hijo de 8 años (Marcos Da Cruz) junto a un carta, donde le pide que lo cuide hasta que ella regrese de un viaje a Santiago del Estero. Frente a la sorpresa y al desafío de hacerse cargo del chico, Laura decide ayudar a su padre y convivir con ellos. Durante su estadía, darán lugar a sus deudas pendientes. Filmada en la localidad de Berazategui y con participación de algunos vecinos, la película carga con una impronta barrial que recuerda el formato narrativo de El Kiosko (2019) de Pablo Gonzalo Perez, pero sin ejercer ninguna crítica social, sino más bien ejerciendo una bajada de línea “moralista”, que la aleja de toda empatía con el espectador. En relación al tema, el realizador vuelve a abordar la cuestión de la “recuperación”, como hizo en Industria Argentina, pero con grandes diferencias. Si en la primera, remitió a la pérdida laboral, donde los trabadores se hacían cargo de la fábrica en un esfuerzo mancomunado, en El Retiro la recuperación es netamente individual, subjetiva y de índole familiar. Protagonizada por Luis Brandoni, Nancy Duplaá, Gabriel Goity y Soledad Silveyra, el gran elenco de actores, a pesar de ponerse la película al hombro, no logran salvar el ritmo y el tono pretérito que se maneja a lo largo del relato. La dificultad y la sorpresa de El retiro radica en su carácter anacrónico, que remite a ciertas producciones nacionales anteriores a la década del 90, donde la referencia a lugares comunes, la metonimia, lo predecible y el costumbrismo formaban parte de su estructura. Sin duda, es un cine alejado de los nuevos paradigmas visuales, temáticos y estilísticos actuales. Un cine, que considerábamos extinto. EL RETIRO El retiro. Argentina, 2019. Dirección: Ricardo Díaz Lacoponi. Guion: Ricardo Díaz Lacoponi, Daniel Cúparo, Fernando Castets. Intérpretes: Luis Brandoni, Nancy Dupláa, Gabriel Goity, Soledad Silveyra, Marcos da Cruz. Duración: 90 minutos.
LAS CONFESIONES DEL SEÑOR RODOLFO Es imposible empezar a escribir sobre El retiro sin hacer mención a la presencia de Luis Brandoni y Nancy Dupláa en los protagónicos, referentes artísticos de las dos fuerzas políticas mayoritarias del país y, también, de esa perogrullada conocida como grieta. También es cierto que, dentro de treinta años, cuando alguien lea esta crítica (qué ambicioso de mi parte), nadie se acordará de esto y será un evento más del pasado que se estudiará en los colegios. Sin embargo, en este presente donde estamos tan invadidos por la coyuntura y nuestro propio ombligo; hoy, al ver la película de Ricardo Díaz Iacoponi, no podemos dejar de pensar en kirchneristas y macristas, en esa grieta, y en esa tensión que se genera en dos formas absolutamente irreconciliables de ver el país. Ese nervio es el que le da un poco de combustible a los primeros momentos de El retiro, película que también discursea sobre diferencias generacionales y de forma de pensar la vida, a partir de la grieta que representan Rodolfo (Brandoni) y su hija Laura (Dupláa). Rodolfo es un obstetra viudo y recientemente jubilado, que atraviesa no sin complicaciones los primeros días de enfrentarse a ese no hacer nada del retiro. Pero una situación fortuita, de esas tan curiosas que sólo un guionista con mucho tiempo libre puede pensar, es la chispa que motoriza los conflictos de esta comedia dramática: su empleada doméstica se va intempestivamente a Santiago del Estero (Rodolfo vive en Capital Federal) y le deja a su cuidado, y sin avisar, a su pequeño hijo. El retiro es una película de fórmula, de recursos narrativos ya vistos y trillados, pero que también representan una novedad para el cine argentino: es una comedia televisiva y sensiblera pero construida sobre un molde sumamente profesional, algo que para nuestra incipiente industria no deja de ser un hallazgo. Porque más allá de sus planos y contraplanos convencionales, de personajes y situaciones anticuadas (el amigo que interpreta el Puma Goity) y de sus giros inverosímiles, El retiro es un tipo de cine multi-target, impersonal y profesional, que en otras filmografías abunda. Pero como decíamos, por estas tierras no es tan habitual y al menos eso, desde las intenciones, es digno de destacar. Precisamente lo mejor que tenemos para decir de la película de Díaz Iacoponi es que técnicamente es irreprochable, aunque se extraña un poco más de riesgo, al menos en la puesta en escena. Por lo demás, es un relato sostenido en un par de buenas actuaciones (Brandoni y Dupláa) y en clichés que hacen sistema en el espectador cuando se activan, y lo devuelven a una zona de confort. La presencia de aquel niño en El retiro no deja de ser una excusa para terminar trabajando el conflicto principal, que es el reencuentro entre Rodolfo y su hija, de acercarlos y fortalecer el vínculo padre-hija: porque ella ve que su padre tiene con ese niño extraño un tipo de relación que ella nunca pudo tener. Aunque el peso del proceso dentro del film está puesto más en Rodolfo que en Laura: es él quien lleva el relato, son sus decisiones las que activan diversas subtramas. Rodolfo emprende un camino parecido al que emprendía el señor Schmidt en aquella comedia agria con Jack Nicholson, uno de autodescubrimiento pero también de revelación de un mundo que lo rodeaba pero que le era ajeno. No hay mayores novedades, las resoluciones no salen del lugar común y la complejidad no es algo que la película se anime a enfrentar. Es eso lo que la hace lucir un tanto avejentada, aunque tampoco moleste demasiado. Eso sí, tiene una última escena muy linda y un plano final que muestra el talento de Brandoni para transmitir emociones sólo con su mirada.
Rodolfo es un médico obstetra viudo (Luis Brandoni) que se jubila. Y se encuentra de pronto en su casa, matando el tiempo con la TV, comiendo solo. Apenas tiene ganas de responder a las invitaciones para celebrar el comienzo de esta nueva etapa. Más bien, parece tener sólo ganas de una cosa, que lo dejen en paz. Cuando su empleada santiagueña desaparezca, dejándole a su hijo a cargo y sin previo aviso, Rodolfo no tendrá otra que ocuparse del pibe. Primero solo, en su estilo huraño, y luego con la compañía de su hija (Nancy Dupláa), de la que está algo distanciado sin motivo. El retiro es una comedia agridulce sobre las segundas oportunidades para los afectos. Pero también una interesante exploración sobre la soledad, que no se queda en los lugares comunes sino que hace lugar a las más verdaderas. A la reivindicación de las soledades buscadas y las relaciones adultas entre padres e hijos, esas que respetan los deseos del otro, aunque no se parezcan a la imagen publicitaria de una familia feliz. Sin apartarse de las convenciones esperables de este tipo de relatos, en el que los personajes se verán transformados (unidos) por la situación inesperada, consigue entretener con una serie de secuencias bien construidas. Sin pretensiones ni vicios de cierta comedia argentina, en un tono medido, contenido, que permite más sutileza que griterío y, finalmente, emociones.
Así como “After Life” mostraba a un huraño Ricky Gervais luego de la muerte de su esposa, ahora es el interminable Luis Brandoni, el que se pone en la piel de Ricardo, un obstetra que luego de enviudar se jubila, cartón lleno. La película atraviesa un tono costumbrista para meterse en el derrotero de este tipo bonachón que en el momento en que más pensaba aburrirse le surge una complicación: cuidar del hijo de su empleada doméstica, que se fue de urgencia a Santiago del Estero. Ahí nace la empatía con Diego, un pibe de 8 años que lo convierte en el abuelo que nunca fue. Su hija (Dupláa) sentirá celos porque notará que jamás recibió el cariño que le da a este desconocido y el conflicto no tardará en crecer. La película logra conmover a partir de las actuaciones impecables, no sólo de los protagonistas, sino también del último actor del elenco. Brandoni y Dupláa ratifican su oficio, espantan el fantasma de la grieta política y ofrecen un vínculo en donde espejarse.
Inicio Cinefilos Los estrenos de cine de la semana CINEFILOSLos estrenos de cine de la semana Por Susana Salerno - 10 septiembre, 2019 91 0 «IT 2» (2019). Dirección: Andy Muschietti. Actores: Jessica Chastain, James McAvoy, Bill Hader, Jay Ryan, Isaiah Mustafa, James Ransone, Andy Bean, Bill Skarsgård, Xavier Dolan, Teach Grant, Género: Terror. Origen: Estados Unidos / Canadá. Duración: 169 minutos. Formato 2D / 4D. Versiones: Subtitulada / Doblada. Apta para mayores de 16 años. El mal reaparece en Derry cuando el director Andy Muschietti reúne al Club de Perdedores, jóvenes y adultos, en un regreso a donde todo comenzó con «IT Capítulo Dos». Debido a que cada 27 años el mal vuelve a visitar la ciudad de Derry, Maine, «IT Capítulo Dos» trae a los personajes, que desde hace mucho tiempo han ido por caminos separados, nuevamente juntos como adultos, casi tres décadas después de los eventos de la primera película. Mi Opinión: Esta secuela se va alternando en dos tiempos, a través del flashbacks, se ven imágenes del “Club de Perdedores” en su adolescencia y en su narración al darle más vida a estos personajes también vamos conociendo que fue de ellos en su adultez. Ahora en esta nueva etapa deben estar muy unidos para vencer al maléfico Pennywise (Bill Skarsgård, una vez más se luce, es espeluznante y su interpretación es excelente. Uno de mis candidatos para ganar el Oscar) al representar el mal tiene la particularidad de tomar todas las formas que desee y ser muy amenazante, el grupo debe superar los temores de la infancia y vencer las angustias del pasado para tener alguna posibilidad de vencerlo. Han pasado 27 años e hicieron un pacto de sangre, los que conforman “El Club de los Perdedores”: Mike Hanlon (Isaiah Mustafa), el único que se quedó y creció en Derry, se encarga de llamar por teléfono al grupo para reunirlos, Bill Denbrough (James McAvoy, hace un buen juego interpretativo), Beverly Marsh (Jessica Chastain, esta correcta y bien elegida), Stan (Andy Bean), el ingenioso Ritchie Tozier (Bill Hader, estupendo en cada escena y también le da un toque cómico) y Ben (Jay Ryan). El casting es impecable, lo conforma un elenco con buena química, el director explota muy bien el material, habla de la amistad, el bullying, los traumas y los miedos de la infancia. No busca tanto los sobresaltos, va por la aventura, transita mucho por las emociones y el hecho de que siempre vencer al mal es un gran desafío. Contiene mucha tensión, intriga, suspenso, el ritmo tiene algunos vaivenes, resulta perturbadora, contiene varias secuencias que te ponen la piel de gallina, es más oscura y escalofriante. Llega a la mente de los espectadores. Hay otros personajes como el de Javier Botet, Teach Grant (su personaje es Henry Bowers, representado en su adolescencia por Nicholas Hamilton), cameos, sorpresas y Muschietti hasta se anima a hacerle un pequeño homenaje al Club Atlético Independiente, ya que es fanático; como así también a otras películas y al mismo Stephen King. Dentro de los rubros técnicos hay que destacar: dirección de arte, sonido, vestuario, fotografía, la recreación de época y la música de Benjamin Wallfisch. Un film disfrutable. Excelente. «EL RETIRO» (2019). Dirección: Ricardo Díaz Iacoponi, Actores: Luis Brandoni, Nancy Duplaá, Gabriel Goity, Soledad Silveyra. Género: Comedia Dramática, Origen: Argentina, Duración: 91 minutos. Apta para todo público. Rodolfo (Luis Brandoni) es un médico que, luego de 50 años de ejercer la profesión, toma la decisión de jubilarse. Desde que enviudó hace algunos años vive solo en su casa de toda la vida. El esfuerzo, constancia y dedicación que le dedicó a su profesión, han hecho que descuide otros aspectos de su vida, entre ellos a su hija Laura. Una noche de tormenta, a Rodolfo se le aparece de manera inesperada Yanina, la muchacha que lo ayuda con la limpieza de su casa, que trae con ella a su hijo, Diego, de 8 años que está afiebrado. Rodolfo les ofrece pasar la noche en su casa debido a la fuerte tormenta. A la mañana siguiente, Yanina le deja una carta diciendo que se va a Santiago Del Estero y lo deja al cuidado de Diego. Accidentalmente, Laura se entera y decide mudarse unos días con ellos para dar una mano. Esta convivencia hará revivir viejas diferencias, antiguos rencores, asuntos familiares no resueltos y padre e hija tienen la oportunidad de decirse cosas que tenían guardadas. Mi Opinión: La historia juega con el humor, la ternura y la nostalgia. Toca temas relacionados con la familia y la existencia de heridas del pasado sin cerrar, en este caso entre un padre y una hija adulta, casada. Él siempre estuvo ocupado con su profesión, dejó de lado al grupo familiar y con su hija no tuvo casi diálogo, conoce muy poco de su vida. Pero cuando llega el preadolescente Diego (Marcos Da Cruz) quien circunstancialmente tiene una corta estadía en la casa de Rodolfo, este hecho los ayudará a reconstruir el vínculo familiar y reencontrarse. Su desarrollo nos dice que nunca es tarde para saldar cuentas pendientes, que la vida nos da segundas oportunidades. La película es reflexiva, cumple lo que propone, es muy emotiva, conmueve y te llega al corazón, sin golpes bajos. Forman un muy buen trió protagónico, están fantásticos en sus roles: Nancy Duplaá («UPA 2! El regreso», «Relatos salvajes». Se luce), Luis Brandoni (“La odisea de los giles”, “Baldío”. Una vez más genial y te transmite cada una de sus emociones) y el niño Marcos Da Cruz. Dentro del elenco secundario Gabriel Goity compone un gracioso soltero e inmaduro y Soledad Silveyra una ex jueza jubilada, viuda, seductora y pilla.
Luis Brandoni interpreta a Rodolfo, un obstetra retirado de su profesión durante plena ebullición de innovaciones tecnológicas que, según él, le impiden hacer las cosas a su manera. Aún así, por sus comportamientos, queda claro que es un ávido tecnócrata analógico, solo que se niega a incorporar las novedades propias de internet porque “se puede vivir sin eso”.
Rodolfo (Luis Brandoni) es un médico que, luego de 50 años de ejercer la profesión, se jubila. Desde que enviudó hace algunos años vive solo en su casa de toda la vida. El esfuerzo, constancia y dedicación que le dedicó a su profesión, han hecho que descuide otros aspectos de su vida, entre ellos a su hija Laura. Una noche de tormenta, a Rodolfo se le aparece de manera inesperada Yanina, la muchacha que lo ayuda con la limpieza de su casa, que trae con ella a su hijo, Diego. Rodolfo les ofrece pasar la noche en su casa debido a la fuerte tormenta. A la mañana siguiente, Yanina le deja una carta diciendo que se va a Santiago Del Estero y lo deja al cuidado de Diego. Accidentalmente, Laura se entera y decide mudarse unos días con ellos para dar una mano. Esta convivencia hará revivir viejas diferencias, antiguos rencores, asuntos familiares no resueltos y padre e hija tienen la oportunidad de decirse cosas que tenían guardadas. El argumento de esta película podría haber resultado viejo hace cincuenta años. Hecho en el 2019, este guión es directamente prehistórico. Como una película conservadora, de las malas, que hacía Luis Sandrini al final de su carrera, pero con cincuenta años de atraso. Es verdad que no hay nada oscuro o reaccionario en la historia, que se trata de un film que se ve muy antiguo y pasa de forma aburrida para pasar velozmente al olvido. Algunos momentos bochornosos y la pésima actuación de Nancy Dupláa como la hija del protagonista son los puntos más bajo de un film inofensivo y sin interés alguno.