Un excelente exorcismo y un vibrante desenlace en esta elaborada secuela donde se busca más ahondar en la psicología del personaje de Nell que en llenar la pantalla de contorsiones absurdas o en asustar al espectador sin ton ni son. Si vas al cine esperando encontrar un film que brinde una historia bien armada, interesante....
Exorcizar el mal cine La pregunta del millón: ¿era necesaria una secuela de esta película producida por el niño mimado de Quentin Tarantino, Eli Roth? Recordemos que la primera, El último exorcismo (2010) tenía como estructura narrativa el ya gastado falso documental y que más allá de las referencias obvias a El exorcista (1973) se tomaba con muy poca seriedad el tema y aventuraba una interesante reflexión sobre la puesta en escena de la fe a partir del protagonista que no era otra cosa que un falso ministro que lucraba con la desesperación y la ignorancia de la superstición pueblerina. Sin embargo, la víctima era una adolescente poseída por el demonio Abalam, quien desataba a partir de la conducta de la pequeña perturbada una tras otra calamidad en el seno de su familia compuesta por un padre y un hermano mayor. La novedad de la segunda parte y por ende el mayor defecto que arrastra desde el minuto uno hasta el último suspiro –del espectador tras una jornada de aburrimiento- es el cambio del registro que se despoja del falso documental para pasar al terreno de la ficción clásica, pero donde la torpeza en la dirección a cargo de Ed Gass-Donnelly no se compensa con la patética manera de montar el film. No hay efecto bien resuelto ni mucho menos cuando se trata de activar el mecanismo del terror apelando a todos los recursos del golpe de efecto y el sobresalto. La historia también escrita por Ed Gass-Donnelly junto a Damien Chazelle, a partir de los personajes creados por Huck Botko y Andrew Gurland, no se sostiene desde su planteo que vuelve a retomar a la protagonista Nell (Ashley Bell) luego de su traumática experiencia en la comunidad rural donde estuvo a punto de ser sacrificada por la secta satánica pero fue salvada en el último minuto. Un tanto más madura, la muchacha ahora es internada en una casa de adolescentes perturbadas y solas con el objeto de una paulatina reinserción. Pero algunos recuerdos del pasado reciente continúan haciendo mella en su cabeza y mucho más cuando reaparece por un lado el fantasma de su padre y por otro Alabam. Para salir del lugar común y del tedio garantizado, los guionistas recurren a un par de giros que en vez de corregir el rumbo terminan por hacer de esta mala película un festival absurdo y donde la risa despunta sin demasiado esfuerzo en sintonía con la pregunta incómoda ¿Qué hacemos acá? Cuando termina el pochoclo seguramente la respuesta llegará tarde y la sensación de haber malgastado el tiempo acompañará a cada espectador a sus respectivos hogares. Salvedades al margen, quien desafíe al aburrimiento de El último exorcismo parte II merece un reconocimiento por lo menos de quien escribe o mejor dicho ser exorcizado para no cometer el mismo error. Están advertidos.
Las segundas partes nunca fueron buenas, dice el famoso saber popular. ¿Pero qué tal la secuela de una mala película? ¿Tienen oportunidad de mejorar todo lo que hizo mal su antecesora? ¡Claro que sí! Pero lamentablemente no es el caso de El Ultimo Exorcismo 2. De hecho es todo lo contrario, comete todo los mismos errores, y más. Exorcismos 1.0 Nell Sweetzer, por alguna razón, logró salir con vida de los eventos de la primera película. Aquí la encontramos intentando rehacer su vida, pero no le será para nada fácil. El demonio que alguna vez la poseyó está lejos de desaparecer y reclama con más fuerza lo que le pertenece, el alma de Nell. Una que sepamos todos Al parecer El Ultimo Exorcismo no era realmente el último, ya que tres años después de semejante bodrio, lo productores lo vuelven a intentar. El Ultimo Exorcismo 2 comienza no mucho después de los eventos de la primera y con una secuencia que recuerda al reciente film de terror Mamá. Luego de esta breve escena y un repaso por los hechos de la anterior película, vemos Nell intentando rehacer su vida. Si bien el film original estaba lejos de ser una buena película, si tenía algo original a su favor. Contada en formato “found-footage”, al mejor estilo documental, la película se convirtió en un éxito porque se estrenó cuando estaban de moda los films de terror filmados con esa estética. Hoy las cosas cambiaron, ese estilo está limitado a las parodias de dichos films como son Scary Movie 5 o ¿Y dónde está el fantasma?, por lo que los realizadores detrás de El Ultimo Exorcismo 2 decidieron dejar de lado el documental y contar el relato de una manera más convencional. Grave error. Dicha decisión no hubiera estado del todo equivocada si se contara con un guión original, con una historia interesante y buenos sustos. Tampoco es el caso. El Ultimo Exorcismo 2 es un cliché tras otro, mal actuado, aburrido y que solamente lograría asustar a jóvenes o adolecentes que recién comienzan a interiorizase en este maravilloso mundo que es el cine de terror. Entonces ¿por qué razón los realizadores decidieron dejar de lado la única cosa que volvía atrayente al primer film después de todo? La respuesta a eso me sobrepasa. El Ultimo Exorcismo 2 es una película lenta, muy lenta, que se construye de a poco hasta llegar a un clímax muy poco satisfactorio. Para hacernos una idea, imaginemos al film como una ruta en medio de la nada, que se hace sumamente larga y termina desembocando en un precipicio, eso mismo es El Ultimo Exorcismo 2. Para colmo de males, el film tiene un mensaje moralista salido de un manual que podría llamarse Como Ser un Fanático Religioso para Dummies. A lo largo de la película el demonio tentar a Nell con música de rock y sexo para llevarla nuevamente al “lado oscuro”. Pocas cosas se pueden decir a favor de este bochornoso intento de film de terror. Quizás lo único rescatable son los últimos cinco minutos de película, cuando por fin vemos en pantalla algunas ideas interesantes bien plasmadas, pero que llegan demasiado tarde para siquiera hacernos olvidar del desastre que acabamos de presenciar. Conclusión El Ultimo Exorcismo 2 no tiene nada nuevo para ofrecer. Todo lo que se ve aquí ya fue hecho y de mejor manera, ¡y ni siquiera estoy teniendo en cuenta a El Exorcista! película bisagra del cine de terror. Quizás el mayor problema aquí está en que la película se toma demasiado en serio a sí misma y no se permite jugar un poco con el material. Lenta, aburrida, mal actuada y poco original, el film simplemente es un “grandes éxitos” de películas de exorcismos, y de las malas.
La demonización de la sexualidad Para comenzar cabe aclarar que esta secuela de El Último Exorcismo (The Last Exorcism, 2010) tiene muy poco que ver con su predecesora. Más allá del paso del falso documental a la narrativa MRI los temas que abordaba la primera en cuanto a la exposición mediática de la fe y de la visión no ortodoxa acerca del exorcismo dan paso a una peculiar metáfora acerca del despertar sexual. La historia de El Último Exorcismo Parte II se centra un tiempo después (indeterminado) de los hechos del primer film, Nell aparentemente escapa de la secta que la tenía cautiva y es enviada a un albergue para adolescentes problemáticos o con problemas (usted elija) en la ciudad. La llegada de Nell a la ciudad será el descubrimiento de sentimientos que creía superados. Ella se encuentra con los espectáculos que la ciudad tiene para brindar y al mismo tiempo va ingresando en un mundo de estímulos sensoriales que no comprende y que van a ser metaforizados con ese "demonio" que lleva adentro. Su primera estimulación va a ser auditiva, por medio de un auricular la música le va a hablar al oído, en ese contacto tendrá también su primer contacto con Gwen, su compañera con quién más tarde tendrá una escena que jugará con la idea del lesbianismo y en donde los labios de Nell van a ser pintados por primera vez. Luego de este acercamiento se va a despertar en Nell un deseo casi incontrolable por la estimulación táctil en una secuencia en donde va a tocar toda textura que se le cruce por el camino. Va a conocer a un joven que parece interesado en ella, va a recibir una nueva estimulación auditiva, esta vez mucho más concreta (escucha a una pareja en la habitación contigua teniendo relaciones), va a contemplarse repetidamente al espejo y va a acariciarse por las noches. Personajes van a tentarla para "liberarse" (palabras textuales) y se van a hacer menciones constantes a una necesidad de completitud del personaje. En todos estos casos la película busca explicar que estas acciones son parte de la influencia de Abalom, el demonio. Todo resulta un mensaje tan obvio que no hay lugar a múltiples interpretaciones, El Último Exorcismo Parte II lo pone todo así, de una manera muy evidente, sin ningún matiz a la hora de elaborar el guión. Alcanza con reemplazar las referencias a dicho demonio con la palabra "sexualidad" de principio a fin y listo, tenemos un film con una moral de acero. Los buenos quieren que se contenga, los malos quieren que se libere. Este lamentablemente no es el mayor de los defectos de esta secuela. La misma tiene uno de los montajes cinematográficos peores logrados que vi en mucho tiempo y les aseguro que no exagero. Por momentos parece que la selección de la cadencia y progresión de los planos fue elaborada de manera aleatoria por medio de algún tipo de automatización. Los errores son tan groseros que sinceramente no me permitieron evaluar otros aspectos técnicos como la fotografía, el sonido y siquiera la decisión del director respecto a los planos. El mencionado escrito por su parte, además de lo ya planteado, alcanza por momentos niveles de incoherencia increíbles. Pareciera hecho a las apuradas rellenando los espacios existentes entre un golpe de efecto y otro. Se percibe cierta búsqueda de dar una vuelta distinta al relato pero fue llevada para lugares incorrectos. En resumen El Último Exorcismo Parte II sólo sirve para valorar aún más la primera entrega que con sus aciertos y errores terminaba siendo en su totalidad un film con coherencia interna desde el comienzo hasta el final, este por su parte no cumple siquiera con ese requisito.
En el 2010, Eli Roth nos traía una película dirigida por Daniel Stamm, una película chiquita, que tenía la característica de estar filmada con cámara subjetiva. En la trama, la excusa era la grabación de un documental que hacían para mostrar cómo se podía fingir un exorcismo, aunque, por supuesto, comenzaban a pasar cosas que ya no podían explicar. La película fue un éxito, recaudó con creces mucho más de lo que había costado… y no pudieron evitar pensar en una secuela. Esta vez, cambiando el director: Ed Gass-Donnelly; y pasando a un tipo de relato más formal, con una cámara invisible. Ya desde el título de la primera película podemos percibir que una secuela es totalmente innecesaria, la idea era que ése fuera el último exorcismo. Sobre todo teniendo en cuenta que la película estaba muy bien. Esta segunda parte, que trata sobre la protagonista de la primera, intentando rehacer su vida como puede, muestra a una Ashley Bell entregada a su personaje, pero en una historia forzada y estirada. Ella hace lo que puede y no le sale mal, el problema reside en otro lado. El film comienza con unos breves pantallazos a aquello que sucedió en la primera parte, por si alguien no la vio. Si bien ella está viva y, a simple vista para los demás, bien, aunque un poco traumada, percibe que el demonio todavía la persigue. Cuando comienza a mejorar, y a creer que puede decidir que aquello que pasó no fue real, la cosa se intensifica. Esta película de terror tiene más de drama que susto, que en general tampoco son efectivos, y poco aportan a la temática de los exorcismos. El problema ni siquiera reside en la cantidad nula de efectos especiales (se trabaja al tema no tanto desde lo visual, como en otros exponentes del género), o de sangre derramada, y quizás ni siquiera en lo lejos que se encuentra temáticamente de la primer parte, donde había una lucha psicológica y cuestionamientos sobre la religión y la fe, sino en un guión que sólo toma unos pequeños detalles para construir una historia sin fuerza para atrapar al público. Me parece una pena que Eli Roth haya decidido producir esta innecesaria segunda parte del film de terror. Las conexiones que hacen entre una y otra (la figura del padre, las botas que le gustaban a ella) no alcanzan para lograr una secuela digna. Aún así no pienso dejar de seguirle el rastro, un traspié, sobre todo después de un éxito inesperado, lo puede tener cualquiera.
El último exorcismo no fue una mala película. El director Daniel Stamm hasta los últimos dos minutos fatídicos hizo un gran trabajo tratando de evitar la mayor cantidad de clichés posibles con historias de este tipo. En realidad era más un film de suspenso que de terror que se apoyaba en las emociones de sus personajes y tenía un par de momentos tensos muy bien logrados. No era una joya del género pero se dejaba ver, zafaba. Esta continuación innecesaria que llega a los cines esta semana destruye por completo todo lo bueno que tenía el primer film. Es muy loco porque parece que lo hubieran hecho a propósito. La segunda parte reunió todos los clichés posibles que el realizador anterior se había preocupado por evitar. Ed Gass-Donnelly es el nuevo director, quien demostró con esta labor que el género de terror no es lo suyo. La verdad que es una propuesta complicada de remar porque no hay nada positivo. La película es aburrida, no tienen suspenso o situaciones de tensión y tampoco hay escenas terroríficas. La trama no le aporta nada al argumento anterior y se nota una gran vagancia desde la realización al usar todos los trucos baratos que vistes un millón de veces en relatos de posesiones demoníacas. Si alguien me dijera que El último exorcismo 2 la hicieron para lavar dinero por lo menos entendería la existencia de esta película. Este film fue un fracaso en Estados Unidos porque tuvo pésimos comentarios y es una producción malísima. Salvo por el hecho que los efectos digitales son más dignos que los de Ataque a la Casa Blanca, no hay nada por destacar. En la primera entrega se trabajaron conceptos interesantes como el fundamentalismo religioso, los trastornos psicológicos y la clásica pelea entre ciencia y religión que rodea a los exorcismos. Nada de eso está presente en este relato que se centra en la reinserción a la sociedad de la protagonista del film anterior, quien nuevamente es atacada por fuerzas oscuras. Aparentemente el demonio de la primera parte quedó re caliente y se toma la revancha. Esa es la interesante propuesta que ofrecieron los productores para esta continuación. Otro bodrio que quedará en el olvido.
Puedes correr pero no esconderte Hay que asumirlo: No todas las películas acerca de exorcismos y poseídos dan en el blanco. Producida nuevamente por Eli Roth y dirigida esta vez por Ed Gass-Donnelly, El último exorcismo Parte II (The Last Exorcism Part II, 2013) se encuadra por varios motivos en ese tipo de films que no resultan ser lo que se esperaba. Esta secuela de El último exorcismo (2010) partirá de donde se quedó la primera y luego con una Nell (Ashley Bell) tres meses después totalmente renovada (aunque con algunas pesadillas) que decide empezar a llevar una vida normal dejando atrás su pasado. Sin embargo, el mal vuelve a hacerse presente con un plan aun más horroroso. Será ella quien tenga que luchar para no caer de nuevo en las garras de Abalam, un poderoso demonio de Lucifer. A diferencia de la primera entrega dirigida por Daniel Stamm, esta segunda parte cambia totalmente el enfoque del argumento, dejando la cámara en mano para convertirse en un relato más despersonalizado desde el punto de vista de la filmación. Hasta el título debería haber cambiado para esta película. El último exorcismo hacía referencia a que un predicador lo practicaría por última vez en su vida para demostrar que todo es una mentira, mientras que aquí este nombre no se justifica en lo más mismo. De esta manera, la originalidad de la primera película se esfuma cuando trata de seguir la evolución de Nell y su inserción en la vida social, para luego mostrar que el mal nunca se fue y ella debe resistirse a ser su víctima. Esto convierte a El último exorcismo Parte II en una película más de exorcismos que no se distingue de las otras del montón. Lo que sí se destaca en medio de este argumento poco singular, es la actuación de Ashley Bell quien realmente denota un buen trabajo con el cuerpo y las expresiones, y algunas pocas escenas de sobresalto. El resto lo encontrarán calcado de otras producciones de este subgénero más que arraigado en la cinematografía estadounidense.
Gritalo, gritalo... Hace tres años, la primera entrega (que debió también ser la última no sólo por la calidad de esta secuela sino incluso por su título) entregaba un aceptable producto que combinaba falso documental + comunidad rural + secta satánica + (falsos) exorcistas. Esta segunda entrega coescrita y dirigida por canadiense el canadiense Ed Gass-Donnelly -en cambio- es urbana y con una puesta en escena bien clásica. Nada cuestionable, en principio, si no fuera porque estamos ante un guión sin el más mínimo ingenio, sin capacidad de sorpresa. Anodina, previsible, atada a fórmulas y lugares comunes, esta Parte II no sólo es peor que su predecesora sino que incluso se ubica bastante por debajo de la media de un género tan transitado en Hollywood. Antes que cualquier otra, la sensación que genera su visión es la de fastidio. En esta innecesaria secuela quien regresa es Nell (esa más que digna actriz que es Ashley Bell), ahora una adolescente de 17 años que es enviada a una casa-internado para jovencitas en problemas de Nueva Orleans (no faltará el inevitable pintoresquismo de toda historia ambientada en esa ciudad con imágenes del desfile de Mardi Gras). En medio de sus urgencias hormonales, se sentirá atraída por un muchacho que trabaja en el mismo hotel al que ella ingresa como empleada de limpieza. Pero no todo será tan idílico. Ella empezará a percibir presencias y voces extrañas, amenazantes, perturbadoras... demoníacas. Imagínense ustedes el resto. O, si son valientes, vayan a verla.
Otra vez el diablo en el cuerpo Esta secuela deja atrás el recurso del "falso documental" y de la cámara en mano para instalarse en una historia que retoma el espíritu de la original y cuenta nuevamente con la producción de Eli Roth (director de Hostel). Si en la película anterior todo giraba en torno a Nell, la adolescente poseída y el sacerdote que dejaba filmar su exorcismo, acá la trama sigue los pasos de la traumada adolescente (Ashley Bell) que intenta reconstruir una nueva vida y dejar atrás al poder maligno que utilizó su cuerpo y arrasó con su familia. El escenario ahora es un instituto para adolescentes en una zona apartada de Nueva Orleans donde Nell cree estar a salvo. Esta continuación cuenta con la dirección del canadiense Ed Gass-Donnelly (en reemplazo de Daniel Stamm) y en lugar de poner el foco en la figura retorcida de la poseída, escoge voces, cruces que se dibujan en las paredes, un video por Internet que ven sus compañeras y desnudan su pasado. En tanto, una presencia maligna se esconde bajo la máscara del carnaval de la ciudad, de un adolescente seductor o de una estatua viviente. Todo se torna amenazante para la protagonista, desde llamados telefónicos de aparatos que son desconectados o de una pareja que cree dormir tranquila (lo mejor del film) cuando alguien más respira bajo las sábanas. El Mal devenido en varias de sus formas no alcanza para sorprender y ni siquiera el cambio de registro con respecto a la versión original ayuda para crear suspenso (a pesar del incremento de sonido para sobresaltar) o generar incomodidad. Entre posesiones, espuma por la boca y un final al stilo Llamas de venganza, el relato seguramente seguirá los pasos de Nell en una tercera entrega.
El último exorcismo, la primera, fue en 2010 una pequeña sorpresa dentro de la abundancia del terror: buen uso de la cámara en mano en modo de registro documental, pero en principio no para el exorcismo en cuestión sino para seguir a un predicador chanta que se topaba con el evento demoníaco. Y las chantadas del predicador no se propagaban a la forma de la película, que además ofrecía una pintura ominosa del sur profundo estadounidense. Esa película, dirigida por el alemán Daniel Stamm, no necesitaba una secuela. De hecho, su título indicaba claramente que no la necesitaba. Pero estamos rodeados de un montón de cosas que no se necesitan y que no están del todo mal. El último exorcismo-parte 2 , con otro director, abandona el modo de registro documental: las imágenes de la uno vuelven como "resumen veloz" al principio y -en una muy buena idea- como búsqueda en Internet. Ya no hay cámara nerviosa, y la protagonista es la poseída de la película original, que anda penando por ahí (buena secuencia inicial para asustar) y que es llevada a una casa de refugio de jóvenes con problemas en su pasado. La casa no tiene muchas moradoras y tampoco se desarrollan mucho esos pocos personajes. Nell, la poseída, tiene a su demonio rondando (y a sus demonios personales, o a sus necesidades de amor). Hay un chico que, por supuesto, se llama Chris. Y hay algunas pistas y gestos al principio que después se usan. Y está el asedio demoníaco. Y una buena secuencia de carnaval. Y hasta se puede decir que, cuando se plantean la inminente posesión y el exorcismo, la apuesta por cierto aspecto clase B (iluminación setentosa, actuaciones rústicas, falta de nombres importantes en el reparto, contención en los efectos especiales) la película adquiere una fluidez narrativa que no por rústica es menos noble. Había en potencia una película mejor y más atractiva en El último exorcismo-parte 2 , pero tal vez por lo poco convincente del proyecto de hacer esta segunda parte el director Gass-Donnelly se dedicó casi media hora a desperdiciar minutos con dosis excesivas de "te pego un susto con un perro que ladra de repente más golpe de música" y otras berretadas similares. Maneras inútiles de estirar, con el agravante de empezar demasiado tarde a contar el nudo del asunto que necesitaba más enjundia y mejor andamiaje en los personajes, pero que cuando se larga a andar no es del todo despreciable. Lamentablemente, cuando dan ganas de ver más diabluras la película termina. Un caso no tan habitual de film estirado al principio y comprimido al final.
Exprimiendo al demonio Hay algo contradictorio en que un film que lleve la palabra último en el título tenga una segunda parte. Aunque un último exorcismo pueda estar dividido en muchas partes, está claro que igual se ve bastante feo cuando esas partes no fueron anunciadas desde el comienzo. Por: Santiago García Este no temor al ridículo en realidad es un llamado de atención para la arbitrariedad y la falta de seriedad de quienes han encarado el proyecto. Como era de esperarse, un film de factura humilde y de estética que coquetea con el registro documental, se convierte en su secuela en un film de ficción completamente estándar, esto no sólo arruina la esencia de la idea original sino que además le quita su única gracia. Poco se puede hacer para interesarse por esta segunda parte. Y aunque la protagonista vuelva a ser la misma (Ashley Bell) y algunas de las imágenes que se hicieron marca reconocible de aquel film, en particular la contorsión del cuerpo, vuelvan a aparecer, todo huele a forzado, a ridículo, a notoriamente gratuito. Hay que admitir que los giros que la trama da son tan insólitos que resultan algo simpáticos. El disparate siempre llama la atención. Pero claro, como el film original partía –valga la redundancia– de una idea original y buscaba prolongar su cinismo inicial con algunas ambigüedades finales, acá intentaron despertar al espectador de alguna manera. Aun siendo muy corta, aun sin llegar a los 90 minutos, será una proeza para cualquier espectador sostener con paciencia su lugar en la butaca hasta el final. El último exorcismo parte 2 tiene un destino muy diferente a su antecesora y muchas posibilidades de que, incluso por su título, nadie recuerde que alguna vez se hizo una segunda parte
Que se cumpla Hace dos años y medio conocimos la historia de Nell, una joven de Nueva Orleans poseída por una fuerza demoníaca y cuyo proceso de exorcismo fue grabado por el pastor Marcus. Tras esos acontecimientos, Nell intenta regresar a la normalidad internada en un casa donde es tratada junto a otras chicas con problemas diversos. Mientras en el filme anterior el director apostó al recurso del falso documental, ahora el relato se presenta de forma más convencional, con flashbacks que sirven para recordar al espectador lo acontencido anteriormente. La historia transcurre sin prisa, morosa, apoyada en la buena actuación de Ashley Bell. Lo interesante -hasta ahí nomás, tampoco para emocionarse-, es como ahora se plantea la lucha interna de Nell para combatir a la maligna fuerza que intenta poseerla, en lugar de invocar la acción externa, que sí está presente pero no como centro excluyente del relato. Dentro de un género que ya agota, esta segunda parte cierra dignamente una historia que procura ir por otro camino, sin pretensión de clásico, pero tampoco cayendo en el papelón. Que no es poco.
Cuando el miedo es algo menor En la versión anterior dirigida por Daniel Stamm, en 2010, había un reverendo evangélico, exorcista de profesión, que se volvió un tanto mediático y quiso que la cámara de video lo siguiera en su tarea, para darle un sesgo verosímil y más allá de cualquier engaño. Había fanáticos, una adolescente poseída y algunos backstage atractivos. Por el contrario, esta nueva versión, empieza casi inmediatamente de la anterior y sigue la figura de la adolescente Nell Sweetzer (Ashley Bell), que, trastornada, se da cuenta que toda la familia desapareció y es alojada, luego de manifestar algunos problemas mentales, en un hogar para chicos problemáticos, donde trata de adaptarse a su nueva vida. En pocos días, Nell, nuevamente será víctima de la constante persecución de una voz maldita y de una fantasmal presencia demoníaca, que parecen no querer abandonarla, lo que provoca que la muchacha se lleve más de un susto. MARTES DE CARNAVAL La acción transcurre en Louisiana, la bella ex colonia, en la que como un detalle de color, asistimos a un martes de carnaval, en cuya fiesta Nell se encuentra con una estatua móvil, que parece formar parte de la troupe demoníaca. Si se compara este filme con el anterior, puede decirse que el actual es una copia lavada del primero. La informalidad técnica de la anterior que favorecía al lenguaje narrativo y acentuaba cierto dinamismo y ambigüedad, en la actual se volvió correcto y su historia carece de magia y de imaginación. "El último exorcismo parte 2" tiene en Ashley Bell, a una excelente protagonista en el papel de Nell Sweetzer y a una desaprovechada Julia Garner (Gwen), en un breve personaje. Lo curioso es que en esta "parte 2" no se habla, como en la primera, de un trastorno psicológico mezclado con un fenómeno paranormal. Mientras que los diálogos resultan banales y los efectos especiales apenas superan el nivel de lo aceptable. Los aficionados al género ya no repetirán los escalofríos que provocaba la primera parte.
¿Era necesario? Que un film que se llama El Último Exorcismo tenga una secuela ya nos garantiza un arranque, por lo menos, dudoso. Pero las ansias del publico amante del genero del terror, y más aún cuando este involucra posesiones y ritos para purificar, son a prueba de toda lógica y nunca se le niega la oportunidad de encantarnos. Si bien la primer entrega no era una joya cinematográfica se dejaba ver y hasta disfrutar si uno no tenía demasiadas expectativas, pero salía indemne del mayor de los pecados: caer en lugares comunes. Esta segunda entrega hace todo lo contrario y peor aun: la utilización del lugar común no logra siquiera asustarnos y eso si que es imperdonable. El publico amante del cine de terror puede perdonar casi todo: malas actuaciones, guiones débiles, dudosos efectos, raquíticos presupuestos; pero con lo que es estricto es con la falta de reacción alguna . Y en esto radica la mayor falla de este film producido por Eli Roth y dirigido por Ed Gass-Donnelly: no genera nada. Ni suspenso, ni terror, ni siquiera una tímida risa. La acción se sitúa unos años después del exorcismo que se realizara en la primer entrega, con una tímida y cándida Nell Sweetzer (Ashley Bell) ahora viviendo en una residencia de jovencitas donde de a poco tratara de lograr una inserción laboral y social luego de su traumática experiencia. Sin embargo las visiones y las entidades de su pasado volverán a aparecer tornando su endeble salud mental en un recuerdo. Asi las entidades que otrora la poseyeron volverán a su vida y, nuevamente, Nell deberá enfrentar la realización de ritos para expulsar definitivamente (roguemos que así sea) al espíritu indeseado. Esperemos que finalmente este demonio sea expulsado no solo del cuerpo de Nell sino por sobre todo de la pantalla de los cines. Su presencia es un autentico pecado cinéfilo. @Cariolita
Más allá del cuestionable tecnicismo que presenta el título de la secuela en cuestión, poco y nada se esperaba de The Last Exorcism: Part II, una extensión de una historia que tuvo su pequeño destello de furor en 2010 y ahí quedó todo. Aún vendiéndose bajo la engañosa producción de Eli Roth -inmerecida, porque la cuota de hemoglobina presente es escasa-, el film vuela bajo. Siempre es bien recibida una buena alegoría como trasfondo para una película de horror, y aquí el tema es el despertar sexual de la sufrida Nell. Sin familia, sin hogar y sin memoria, el frágil personaje que compone Ashley Bell deja de ser una nena y su cuerpo -y el demonio que la persigue- le exige cada vez más. La dulzura con la cual le declara a su enamorado que alguna vez estuvo embarazada de un hijo y luego se lo quitaron, contrasta con las visitas nocturnas fantasmagóricas que la pobre sufre desde su último encuentro con la entidad llamada Abalam. Y eso no es todo: el plan que el Mal se trae entre pezuñas promete traer el caos a la Tierra a menos que un grupo de extraños e invisibles creyentes del vudú salven su alma antes de que el ente maligno logre su cometido. Pero en medio de la adaptación a un vestigio de vida de la protagonista, el director y coguionista Ed Gass-Donnelly y su compañero Damien Chazelle se olvidaron que estaban haciendo una película de horror, y por el medio injertaron subidas de volumen, extrañas voces y sombras en las paredes. ¿En dónde quedaron las contorsiones imposibles, el lenguaje soez o la sangre de la original? Por sobre todas las cosas, ¿dónde está el exorcismo del título? Cierto, hagamos una pequeña referencia al comienzo y logremos que reaparezca cuando faltan diez minutos antes del final, improvisemos un exorcismo pagano y de ahí nos despachamos con el desenlace, con eso se resuelve. No importa que el presupuesto haya crecido exponencialmente, de todas maneras el alma de una ciudad mística como Nueva Orleans se siente trasladada sin gracia a un producto directo a video. Claro, no hay pantanos, pero sí un carnaval estilo Mardi Gras a plena luz del día para compensar. Si no fuese por la eterna flama en la sonrisa de Bell -quien se merece una promoción de calidad fílmica urgente- The Last Exorcism: Part II quedaría hundida en el olvido como esa pequeña segunda parte que intentó ser diferente y casi que lo logra. Efectos de segunda, una trama plana y secundarios torpes terminan de darle el traspié final a un nuevo exorcismo que nunca debió existir.
Exorcismo que peca de discreto para los fans del terror La original "El último exorcismo" describía todo tipo de alegrías horripilantes que hacen felices a los fans del cine de terror, pero lamentablemente estaba filmada con el formato de "falso documental" ya repetidísimo y cansador por su factura ultrabarata y sus cámaras temblequeantes. En cambio, esta secuela esta filmada con un elegante estilo de terror clásico, que ojalá hubiera sido aplicado a su predecesora. Sólo que en este caso lo que hay que lamentar es el triste detalle de que las alegrías terroríficas brillan por su ausencia. Es que en "El último exorcismo parte 2" pasa poco tirando a nada, y lo poco que pasa está filmado de un modo absolutamente mezquino en todo lo que se refiera a gore, al punto de que incluso hasta el mismo climax de la escena culminante, es decir el exorcismo en cuestión, ¡sucede en off! La trama retoma las cosas desde el final del film anterior. La pobre chica sobreviviente de los diabólicos sucesos sureños filmados por unos documentalistas quiere dejar atrás todo ese pasado conflictivo en un internado para señoritas de Nueva Orleans. Ella trata de pensar que nada de eso fue real, pero el demonio que la reclama para sí no sólo la necesita para concretar una antigua profecía, sino que además es muy celoso de cualquiera que se interese por ella de una manera romántica o lujuriosa. El guión es atractivo e insinúa ideas muy interesantes que desafortunadamente nunca logra plasmar del todo, lo que redunda en un efecto de frustrante interruptus. Con todo hay muchas situaciones que construyen climas eficaces, y la pena es que casi nunca lleven al espectador a algo más intenso. Recién el desenlace promete un poco de acción tenebrosa, y quince minutos más de diabluras hubieran evitado que el público se levante de la butaca sintiendo que vio un trailer demasiado largo o una película por la mitad. Apenas se notan los toques macabros del productor Eli Roth, que suele dedicarse a films más sustanciosos y truculentos.
El terror tiene su clientela fija, por eso, el último exorcismo, el diablo metió la cola, tiene su parte dos y además ya no hay rito evangélico y sí, porque estamos en New Orleans, ritos africanos. Entretiene hasta el previsible final, con todos los lugares comunes.
EL ÚLTIMO EXORCISMO PARTE 2 es una secuela de la interesante historia de posesiones demoníacas, que gracias a un rodaje que imitaba la estética documental lograba generar sustos y climas tensos. La historia tiene luga tres meses después de los hechos de la primera. La trama es remanida, y la puesta no luce tan natural como en la primera entrega, sin embargo el filme se reserva sus buenos sustos y gustara a los cultores del subgénero de posesiones.
El demonio no tiene quien le escriba El estreno de El último exorcismo en 2010 había sido toda una sorpresa, una película fuertemente influenciada por la moda temática y formal de los últimos tiempos del cine de terror, que lograba por la solidez y decisión de su director Daniel Stamm salir muy por encima de la media. Y todo, gracias a que, a diferencia de sus similares, lleva hasta las últimas consecuencias el par de buenas ideas que lo fundamentan. No vamos a subrayar aquí el hecho de que aquel film se llamaba El último exorcismo y que por lo tanto, claramente, no necesitaba secuela, ya que lo mencionaron un 90 % de los críticos, al menos en la Argentina, alineados en cierta línea de cinismo insoportable. Tras una buena secuencia de tensión al comienzo, vemos un resumen frenético de la anterior película y nos encontramos nuevamente con Nell Sweetzer (Ashley Bell, actriz joven cuya expresión de anciana sin arrugas desequilibrada es por lo menos perturbadora), en un estado casi autista, aterrorizada y frágil. Se nos hablará de su recuperación, de sus ansias y de cómo el viejo demonio Abalam no la quiere dejar en paz. Nuevamente tenemos algunas buenas ideas; desde la locación, Nueva Orleans, una ciudad que parece siempre estar bajo una luz tenue descascarada y hermosa. La secuencia del carnaval con un obvio sentido religioso, pero que funciona de maravillas; qué mejor lugar para un demonio que acecha que la fiesta pagana y seductora por excelencia (al parecer no hay horribles comparsas de bajo presupuesto en Nueva Orleans). Y la aparición del sexo en la vida de Nell. No es nada nuevo en los films de terror que sexo es igual a catástrofe, sin embargo, aquí es completamente consecuente con la búsqueda interior que realiza el personaje principal, una persona rota e incompleta que se redescubre. Lamentablemente para ella el sexo la llevará directo a la tragedia. Y por último, la mejor idea del film es abandonar el registro falso documental, que está agotado y limita demasiado. Lo que venimos enumerando son ideas, cosas que salen bien, pero cuyo resultado es un tanto decepcionante. El director Ed Gass-Donnelly carece de la habilidad narrativa de Stamm, por lo que el potencial buen film que pudo haber sido El último exorcismo – Parte 2, se diluye en la incapacidad de su director y montajista, para lograr fluidez en el relato y una buena construcción de los personajes. Gass-Donnelly falla tanto que hace naufragar a su película, como quien tiene una canoa de río bien hecha con excelente material pero que absurdamente la conduce a la Garganta del Diablo (literalmente y en el peor de los sentidos). El binomio que forman El último exorcismo y su segunda parte, recuerda a El exorcista y El exorcista 2: el hereje, de hecho en cierto lineamiento argumental las segundas partes se parecen bastante y son igual de decepcionantes. Este caso también tiene su correlación con El proyecto de la bruja de Blair, es decir, en aquello de hacer la primera parte en registro falso documental y la segunda como una película convencional que sólo hace un poco de referencia a la original. Y ahí terminan las similitudes porque El proyecto de la bruja de Blair esta sobrevaloradísima y su secuela es infinitamente inferior a esta segunda parte de El último exorcismo. Las comparaciones no sirven para nada más que, en este caso, establecer el nivel de influencia de aquellos pares de películas con este par. Para la secuencia del final, donde Nell explota al mejor estilo Carrie la película de repente termina. Entonces nos quedamos con ganas de un premio por haber soportado esos 45 minutos de sustos injustificados y berretas. Nos quedamos con la potencial buena película que pudo ser y con la esperanza de que Ed Gass-Donelly no dirija una probable tercera parte.
Queríamos tanto a Linda Blair Con cada nueva película sobre exorcismos surge un sentimiento inevitable: Queríamos tanto a Linda Blair. Es que desde que “El exorcista” desembacó en el cine de terror, fueron pocos los casos que pudieron empardar aquella película de 1973. Tanto fue así que Blair, su protagonista, jamás pudo sacarse el estigma de Regan, su personaje. En “El último exorcismo, parte II” se trata de construir el relato basado en el sufrimiento de la protagonista Nell, a manos de una convincente interpretación de Ashley Bell. Sin cámara en mano como el primer filme de la saga, aquí el director eligió un modo más formal y por momentos aburrido para contar la convivencia de Nell con el demonio. La idea de Ed Gass-Donnelly fue abordar la llegada de la sexualidad a la vida de Nell. La joven es derivada a una casona, que es un centro de rehabilitación privilegiado, donde podrá vincularse con amigas y trabajar. Como si fuera una chica común y corriente, salvo que el diablo todavía no se fue de su cuerpo. Y llegó para poseerla. El deseo le ronda por la cabeza en sus sueños, al igual que su padre muerto y un noviecito tímido. El final rompe un poco las convenciones y salva a la película del aplazo, apenas eso.
La novia del diablo Más allá de algunas imágenes y escenas inquietantes, no es mucho lo que tiene para ofrecer El último exorcismo 2 en términos visuales y actorales. Apenas roza el borde inferior del profesionalismo en rubros como fotografía, iluminación e interpretación (sólo se destaca la protagonista, Ashley Bell). Por suerte, una película no se reduce a sus categorías técnicas o estéticas. A veces su interés reside en un componente menos definible, como podría ser en este caso cierto impulso hereje que apunta en dos direcciones a la vez. Por un lado, pone en tensión los conceptos metafísicos de bien y mal. Por otro, perturba algunos automatismos del género de terror. Ashley Bell es Nell, una chica de 17 años que en la primera parte de la saga había sido raptada por una secta satánica y que ahora intenta rehabilitarse en una casa-internado, donde convive con otras chicas de su edad. También trabaja y conoce a un chico del que se enamora. Por supuesto, el pasado (o tal vez algo peor que el pasado) no la deja tranquila, le susurra desde las radios o se le aparece en sueños o le deja extrañas señales en su camino. Pero lo que al principio puede verse como una versión más del remanido conflicto entre la teoría sobrenatural y la psiquiátrica de una posesión se convierte en un drama interno mucho más ambiguo e interesante. Un punto a favor de El último exorcismo 2 es la fijación de lo siniestro en los detalles: una bicicleta tirada con una rueda que sigue girando, por ejemplo, es mucho más sugestiva que medio litro de sangre derramada. A eso hay que sumarle el ingenuo pero efectivo malditismo de manual que le hace mostrar, por ejemplo, un episodio de posesión como si Nell tuviera un orgasmo suspendida en el aire. El humor, en cambio, aparece sólo una vez, en una escena inolvidable que condensa en pocos minutos varios rasgos de las sociedades hipertecnologizadas. En menos de un instante, la comedia se transforma en tragedia y Nell adquiere conciencia de lo que significa el mal como poder. Comparada con la primera parte, contada como un falso documental, esta segunda resulta mucho menos atractiva desde el punto de vista formal e incluso hay varios tramos en los que se vuelve lenta y morosa, como si perdiera el pulso, lo que no impide que en sus buenos momentos, que son varios, vuelva a latir con una vitalidad cada vez más rara en el género.
Amor infernal Las películas sobre posesiones infernales marcaron una era en el cine de terror desde la mítica El exorcista (1973), de William Friedkin. A este filme se lo exprimió por donde se pudo con resultados más que disímiles. Y en los últimos años se fatigó el recurso del falso documental. Una apenas correcta primer par- te con El último exorcismo mostra- ba al reverendo evangélico Cotton Marcus (Patrick Fabian) desenmascarando las mentiras de los ritos que hacía. Y como despedida de su ministerio decide socorrer a una familia granjera: terminó participando de su peor experiencia frente al Mal a través de la joven Nell Sweetzer (Ashley Bell, buena actuación) quien sobrevivió ante el poder infernal de Abalam, un demonio embarazador. Muchos años después, la des- dichada muchacha busca rehacer su vida en Nueva Orleans, donde trabajará en la limpieza de un hotel junto a un grupo de cachondas amiguitas. Los vestigios con el pasado es lo único que la acecha y asusta, tanto a ella como -seguroa los espectadores. Esta película de Ed Gass Donnelly (This Beautiful City) coquetea más con el suspenso que con el terror, los sustos llegan gracias a los poderosos flashbacks demoníacos que tiene Nell, imágenes repentinas donde el chirriante sonido desde el más allá estremece. La negación de la joven hacia Abalam se asimila con la del di- rector en recaer en la típica película de exorcismos (excepto en la escena de la levitación): acá la protagonista no se retuerce ni blasfema, sino que será seducida constantemente por esa sombra que la persigue, Abalam está "ca- liente" con la muchacha. Los que están cerca de Nell le vaticinarán su cruel destino a través de convulsiones, voces extrañas en el teléfono, la radio, sacrificios ("nunca te podré amar como él", dice su noviecito quien se degüella), etc. La secuencia en la iglesia donde las sombras ocupan cada vitreaux (junto a la perversa posesión del cura) o el ambiente ritualístico que crea Cecile (la morocha Tarra Riggs) es de lo poco rescatable de este filme donde a Nell no le quedará otra que asumir su condición maléfica con un final donde la ciencia ficción supera al terror. Vade retro.
Un demonio enamorado A pesar de haber sido, según su título, el último exorcismo, llega esta secuela donde inexplicablemente la pobre joven muchacha del campo escapa de la secta e intenta re-insertarse en la sociedad. Una película en principio interesante y con un punta pie inicial muy bueno. Sin embargo, es su completa impericia en la realización constituida exclusivamente de clichés y momentos efectistas lo que evidencia una trama torpe y carente de ideas. Cuando se observan películas como estas, se hace verdaderamente llamativo notar como cada paso tomado parecería ser en falso. La eterna oscilación de la trama en escenas de algún valor narrativo y otras totalmente irrelevantes es asombroso. Los personajes secundarios aparecen y desaparecen del relato de maneras inexplicables o hasta absurdas, no hay rastros de antagonismo fuerte o incluso coherencia en el demonio y aunque hay alguna que otra escena inspirada como puede ser la escena de la iglesia o el propio exorcismo, toda la película vive circunscrita a una falta de originalidad aberrante. No obstante, sin lugar a dudas el mayor de los errores de "El último exorcismo - Parte 2" se encuentra en no utilizar o aprovechar las semillas que planta. Es decir, en ningún momento desarrolla los distintos giros de la trama que impactan en el espectador. No hay mejor ejemplo que ver como tener al demonio enamorado de la chica no se explota y solamente resulta ser un elemento efectista y de color. Incluso es hasta ofensivo como la protagonista realiza o experimenta situaciones que luego no van a tener injerencia en el relato. Son estas importantes libertades tomadas por la película que alejan e irritan al espectador con la obra.
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Hace unos años me toco escribir sobre lo que ahora es la primera parte de lo que en más, seguramente, será toda una saga. Este hecho en sí mismo es toda una negación de lo que reza el título del filme, dirigido por otro director y haciendo que el último ya sea el inicio. Esta nueva producción sólo es generado por la buena recepción de publico que tuvo la primera, y se tardaron un poco para tratar de sacar réditos económicos al resultado obtenido. Tardaron, pero lo hicieron. Dos de los personajes son los que sobrevivieron de la primera parte y son interpretados por los mismos actores, y si en aquella sorprendía la actuación de Ashley Bell, como Nell, la niña poseída, en esta es menor el compromiso corporal y un poco más trabajado lo expresivo desde el rostro, pero no alcanza. El segundo personaje que se repite es el padre de la criatura, Louis (Louis Hertum), que hace más de los mismo, repetición pura. Pero todo esto no estaría del todo mal si se hubiesen tomado el trabajo de hacer algo con respecto al guión intentando que saliera de la mediocridad general. La historia se centra en que, luego de que la situación se convirtiera en algo inmanejable durante la grabación del último exorcismo realizado por el Reverendo Cotton Marcus, la existencia de Nell no retornará a su cause normal. Rescatada de la masacre, supuestamente como única sobreviviente, es internada para hacerla retornar a la realidad cotidiana. Nell se sorprende al verificar que lagunas temporales en su registro mnemónico. Se siente incompetente para recordar los hechos acaecidos en los que subsistió al acontecimiento que devastó con su familia. Cuando cree que el pasado quedo atrás y siente estar progresando, el tenebroso y nunca bien ponderado, el mal ha regresado. El pasado fue sólo el origen, ahora ésta nueva influencia maléfica aparece nuevos objetivos y un método todavía más espantoso que en su primer tentativa. Sola, pero no tanto, el coordinador masculino de la casa refugio, todo un santo, busca ayudarla tratando de convencerla que todo se encuentra en su imaginación. Nell se obligará a atinar con la forma de enfrentar su propia condena con la ayuda de otras tantas niñas desvalidas. Todo es un conjunto de clichés, de lugares comunes, mil veces visto, utilizando exabruptos sonoros en los momentos indicados para hacer sobresaltar a la concurrencia, ni la música, ni la dirección de arte, ni la fotografía, especialmente ni el guión, muestran algo original.
La tortura del nunca acabar Bueno... Si la 1ra no era ninguna joyita del género de Terror, esta 2da entrega es la confirmación de que nos están tomando por giles con las películas de exorcismos. Está gastado, gastadísimo, sin ideas nuevas, repetitivo, haciéndole daño al género. Es el tipo de ejemplo concreto donde se puede ver la ambición por exprimir algo hasta el punto de secarlo y matarlo completamente. Esta tendencia en el cine se está volviendo peligrosa y puede causar efectos dañinos que tarden décadas en recuperarse o directamente no recuperarse nunca más. Algo parecido está sucediendo con las parodias en el género de la Comedia. Entiendo que la fórmula todavía de dividendos, sobretodo si los presupuestos que se utilizan son mínimos y aprovechan el viento de cola que dejaron títulos pasados de mayor calidad, pero los productores en Hollywood deberían entender que este tipo de explotación, sin ningún tipo de precaución, puede terminar en el hundimiento definitivo de subgéneros que en alguna época fueron atractivos. Dejenló descansar, que vuelva renovado más adelante cuando alguien se ponga a escribir un guión creativo y no alguna estupidez para meter dos mangos más en el bolsillo. Para esta vuelta, los escritores se sitúan un par de meses después del fallido exorcismo de Nell (Ashley Bell). Todo parece mejorar de a poco hasta que la protagonista se enamora de un chico del pueblo en donde está viviendo, cuestión que pone ¿celosa? a la entidad maligna que la acecha y todo el proceso demoniaco vuelve a comenzar... Es decir, lo del "último exorcismo" era un mote meramente comercial. Acá se mezcla la cuestión de la posesión con el enamoramiento en una combinación bastante berreta, que no aporta nada nuevo y que por momentos resulta infantil. Hay momentos que claramente hacen referencia a "Carrie" de Stephen King, cuestión que no estaría mal, salvo por el hecho de que esas referencias resultan muy "teenagers" y toman lo peor de aquella historia, como el culebrón que tiene lugar entre los adolescentes. ¿Qué más decir? Otra producción que utiliza un subgénero que está en agonía total y que debería ser puesto a descansar por lo menos 10 años. No recomendable.
El mal viene con más fuerza y puede tomar otras formas. Cuenta con las actuaciones de: Ashley Bell, Louis Herthum, Spencer Treat Clark, Andrew Sensenig, Muse Watson, Judd Lormand, Julia Garner, Joe Chrest, David Jensen, Tarra Riggs, Ashlynn Ross, Christina Franco, Raeden Greer y E. Roger Mitchell. La historia continúa donde finalizó la primera, Nell Sweetzer (Ashley Bell) aterrorizada y sola en la zona rural de Louisiana. Ella ahora se traslada a Nueva Orleans, no puede recordar lo que sucedió hace un tiempo atrás y es la única sobreviviente de su familia. Todo indica que va a comenzar una nueva vida en un instituto para adolescentes, aquí está contenida, tiene su apoyo psicológico y la directora encargada de cuidarla le regala una cadenita con una cruz, aunque ella prefiere guardarla. En dicho lugar se hace amiga de Gwen (Julia Garner), escucha música, se divierte, sale para ir a trabajar como mucama y hasta le gusta un chico Chris (Spencer Treat Clark, trabajo en “Mucho ruido y pocas nueces”). Pero la cámara nos indica que algo va a pasar a medida que pasan los días, y llega el momento que se realiza una gran fiesta en las calles relacionada con el carnaval, como sabemos fiesta que se celebra antes de la cuaresma cristiana y se considera pagana, (ya esto va indicando que algo se acerca ¿el despertar del mal?). Las calles se encuentran con un gran colorido, un importante despliegue ante un desfile de carretas decoradas, gente con vistosas máscaras, ruido, música, todo es alegría y diversión. Y ella llega hasta un hombre disfrazado de soldado con un color gris (¿será un miembro del mal?) se siente atraída a esa estatua viviente le da una moneda y cuando lo mira le dice- “te hemos extrañado”, se sobresalta se pone muy nerviosa y vuelve a encontrarse con el resto de sus amigas. Todo comienza a mostrarse amenazante, la figura de su padre muerto, voces, una radio que da mensajes extraños, llamados telefónicos que no existen, cruces, en su trabajo en una de las habitaciones escucha ruidos relacionados con una relación sexual, un video que ven sus compañeras por internet que formo parte de su pasado, su cuerpo se contorsiona por las noches, sabanas que muestran una presencia debajo de ellas, entre otras situaciones. Uno de los problemas del film es su guión, no te deja entrar en clima para que te asustes, excepto algún adolescente que ingrese por primera vez al género del terror. Tiene problemas de montaje, por momentos resulta absurda, con: planos poco aprovechados, largas secuencias, actuaciones poco logradas, escenas desperdiciadas, aunque algunas tienen cierto suspenso. Todo queda abierto para una tercera entrega.