Las actuaciones de Meryl Streep, Alec Baldwin y Steve Martin son excelentes y muy creíbles. Los roles les quedan perfectos a los tres: Baldwin, con cuerpo robusto y panza incluída, pinta de maravillas al ...
El difícil arte de amar Un elenco de lujo para esta comedia sexual. Nos convertimos ahora en la persona que queríamos que fuésemos" antes, desliza como al pasar un ex. Pero la cita no es superflua: Jake (Alec Baldwin) se cansó de su esposa actual -25 años menor- y coquetea con su ex (Meryl Streep), a quien dejó por la joven (Lake Bell). No sólo intenta seducirla: lo logra. Y ahora son amantes. Jane se transforma en la otra, justo cuando se sentía "una mujer sola" tras ser una divorciada, como se define. Pero no habrá que tomarse muy a pecho todo lo que se dice y hace en Enamorándome de mi ex, y no porque sea una comedia, y de las que se permiten ciertas libertades, aunque a más de uno le pueda caber el traje de uno u otro personaje, sino porque la verosimilitud se pierde en varias situaciones en el filme de la directora de Alguien tiene que ceder. Como en aquella película, Nancy Meyers vuelve a meter el dedo en la infidelidad, el no saber qué hacer cuando un personaje se siente tironeado y en la diferencia de edad (Jack Nicholson le llevaba 35 años a Amanda Peet, y Diane Keaton 18 a Keanu Reeves). Al menos hay cierta dimensión humana -arrepentimiento, sinceramiento y dudas- en Jane, que de abandonada pasa a no saber qué hacer. Con su ex, con sus hijos y con su vida. Hay mucho clima, tics y gags en este filme del cine de Hollywood de los '70, cuando las comedias adultas las firmaban Mike Nichols o Herbert Ross, los guiones eran de Neil Simon... y Meryl Streep y Steve Martin (¿qué se hizo en el rostro, que cuando se ríe le queda la cara planchadita?) no eran más que estrellitas que asomaban. En el presente, la diferencia de Meyers con Nora Ephron (Sintonía de amor) es que la directora de Lo que ellas quieren es más osada. Meyers se juega más en lo explícito. En sus filmes hay desnudos, drogas, infidelidades, y todo -aunque tamizado con humor- pasa como lo normal. Aquí, los personajes centrales se comportan como adolescentes -"Así hablan los adultos", se sorprende Jane cuando Adam (Martin, otro divorciado detrás del personaje de Streep) le pone los puntos sobre las íes- y los hijos veinteañeros del matrimonio, como si fueran niños. Que los adultos, para afrontar sus conflictos, se fumen un porro... En eso el guión nivela para abajo, y si no llega a derrapar es porque tiene un elenco de lujo. A Streep le adivinamos cada gesto por hacer, pero está creíble. Baldwin pone carita de perrito faldero y tiene momentos imperdibles (esperen por su desnudo), y Martin luce más medido, más comediante que cómico. Meyers parece poner en pantalla un compendio de fantasías femeninas -las amigas de Jane aplauden su infidelidad, siempre y cuando no vuelva con Jake, que tendrá buen corazón pero es un soberano hipócrita y egocéntrico-. Cincuentones hablando de y teniendo sexo: en eso sí que es original. Quien quiera oír, que oiga.
Un amor que renace tras el divorcio La comedia de Nancy Meyers es tan desenvuelta como convencional y sosa Se diría que las comedias romántico humorísticas en torno de personajes que han pasado hace rato los cuarenta son una especialidad de Nancy Meyers. No quiere decir esto que la directora y guionista norteamericana despliegue especial agudeza o imaginación al abordar esos temas ni que su sagacidad la habilite para traducir en apuntes irónicos todo lo que a esta altura de la vida ha podido observar mirándose a sí misma o a sus congéneres. Es, probablemente, que con sus films -amables, ligeros, superficiales- ha venido a satisfacer una demanda no satisfecha por Hollywood: no abundan las historias románticas entre gente de mediana edad. El público-especialmente el femenino- se lo agradece: basta el ejemplo de Alguien tiene que ceder. Convencional Meyers no arriesga nada. Sólo aplica una fórmula convencional y lo hace con cierta desenvoltura, apoyándose en el atractivo de sus intérpretes más que en la gracia del muy charlado guión o en la emotividad que pueda extraer de las situaciones. A ellos (más allá de los despistes de Baldwin y de la opacidad del papel que le tocó a Steve Martin), les alcanza con su presencia para sostener el interés de una platea que, como se presume, está bien predispuesta. Exitosa en los negocios (es una experta cocinera), Streep es la elegante divorciada a quien su marido abandonó hace diez años para unirse a una mujer bastante más joven. La ceremonia de graduación de uno de los hijos del matrimonio obliga a un reencuentro entre los ex esposos, que han mantenido una relación amistosa pero a la distancia. La circunstancial convivencia, algún recuerdo que perdura y cierto exceso de alcohol, marihuana y risas terminan por poner todo patas arriba: de repente, la protagonista se encuentra representando el papel de "la otra". En medio, claro, están los hijos, lo que añade algunos condimentos a un plato que resulta fácilmente digerible, pero bastante soso.
Ese asunto de enamorarse en el otoño Si las parejas que se divorcian volvieran a juntarse diez años después, todos sus viejos problemas se solucionarían. Graciosa en su contexto, la frase define uno de los conflictos que sostienen a una convencional comedia romántica como Enamorándome de mi ex, escrita y dirigida por la norteamericana Nancy Meyers, especialista en escribir y dirigir comedias románticas convencionales. Sin ser un elogio, esto último tampoco representa un agravio. Más bien es una forma retórica para agrupar una serie de presupuestos con los que Meyers intenta ligar sus films (Lo que ellas quieran, Alguien tiene que ceder) con la clásica comedia romántica norteamericana, sin llegar nunca a aquellas alturas (ni mucho menos). Pero uno de los más evidentes elementos particulares que alejan a este film de aquella estética es que a diferencia de los galanes en plenitud y las divas deslumbrantes del pasado, el trío de estrellas que encabeza este elenco interpreta personajes que se encuentran en el umbral de salida de la edad de merecer, pero que con total justicia todavía quieren, necesitan merecer. Es por eso que Jane (Meryl Streep) y Jake (Alec Baldwin), diez años después del divorcio, parecen más cerca que nunca. Aunque él se haya casado con una atractiva jovencita; aunque ella se empecine en disimular cierta recelosa resignación (¿envidia?) tras una máscara de respeto conciliador. Esa tirante buena relación se traslada a los lazos que los unen a sus tres hijos: Jake, simpático padre que histéricamente admite su ausencia; Jane, madre omnipresente que arrastra sus indisimulables diez años de soledad. Toda esa familia se reunirá en la graduación del menor de los hijos, pero el faltazo con aviso de la joven esposa de Jake dejará a los superados ex esposos expuestos a su propia necesidad de seguir mereciendo. Una cena en el bar del hotel terminará en una noche de sexo “como las de antes” y el destino ya se ha echado a correr. Todo el asunto de la edad de los protagonistas no es un tema menor dentro de esa rueda girando que es Enamorándome de mi ex y revela los distintos mecanismos a los que recurren hombres y mujeres para seguir sintiéndose jóvenes. Por un lado, Jane consulta con un cirujano plástico por una corrección en sus párpados y termina horrorizada por las penurias que deberá atravesar si quiere dejar de padecer frente al espejo. El, en cambio, no parece acomplejado por su cuerpo de osito cariñoso: está claro que al hombre le basta con llevar del brazo a una mujer más joven para creer que con eso alcanza para que el corazón vuelva a irrigar los cuerpos cavernosos como antes. Claro que ninguno de esos trucos sirve para engañar el tiempo o capturar la felicidad. Se extraña aquí el elemento fantástico de Lo que ellas quieran, única de las cinco películas de Meyers que no cuenta con guión propio. Pero si no se pretende más que humor leve, en ocasiones efectivo, o las actuaciones histriónicas al borde de la caricatura de Baldwin y Streep, esa primera hora y pico en que los protagonistas van en busca del tiempo perdido puede resultar entretenida, aunque se caiga en el simplismo de reducir la alegría a un porro. En la segunda parte cobra mayor protagonismo el personaje que interpreta con mucha más mesura Steve Martin, tercero en discordia, y todo se vuelve más aleccionador, sentidamente adulto y correcto políticamente. No es que en el comienzo hubiera algo incorrecto, pero habiendo movido un poco algunas piezas fuera de su molde, al final se prefiere dejar cada cosa en su lugar.
Otra de ricos con tristeza La realizadora Nancy Myers vuelve a tocar la crisis de la mediana edad en un film que desaprovecha talentos en cada toma. Después de las flojas Lo que ellas quieren, Alguien tiene que ceder y la (bastante) mejor El descanso, Nancy Myers vuelve a la carga con una de mujeres otoñales muy exitosas en casi todos los aspectos menos en, por supuesto, el amoroso. En este caso se trata de Jane (Meryl Streep), aventajada dueña de un restaurant muy paquete de la dorada California del Sur, una bella sesentona divorciada hace diez años de Jake (Alec Baldwin), abogado de buen pasar que en su momento la cambió –infidelidad mediante- por una muchacha sexy y altanera. Tienen tres hijos: dos chicas en momentos cruciales de sus vidas (una que se muda, la otra que se casa), y el varoncito del medio, a punto de graduarse en Nueva York. Será allí, en ocasión de ese evento, donde Jane y Jake se crucen y le cambien el destino a su divorcio ya consolidado y a la película, comenzando un affaire que se transforma en un tira y afloje a ritmo de comedia. Jake se engancha de nuevo, Jane también, pero duda. Y en el medio, Myers, que mete en la trama a un tercero: el arquitecto Adam (desaprovechadísimo Steve Martín), encargado de remodelar la casa de Jane, sufriente divorciado (¡sorpresa!) y nuevo interés amoroso de la de repente codiciada madre y ex esposa. Entre una Jane que no se decide a dejar a su ex en el limbo en el que logró ubicarlo con los buenos oficios de se terapeuta,un Jake que ve renovado entusiasmos varios –el sexual, principalmente- con respecto a esa señora que osó abandonar, están nada menos que sus tres prístinos críos (víctimas, cómo no, de su turbulento divorcio) y un hombre que mira con ojos nuevos y, mejor, acordes a la actualidad de la todavía apetecible dama transcurre un film aburrido al que no salvan ni la siempre eficiente Streep ni un Alec Baldwin al que no necesitamos verlo corrido de su “nueva carrera”, esa que amamos amar. Sus personajes son tan ajenos a nosotros como lo son títeres de Myers, dispuesta a contar el cuentito con repartidas dosis de comedia y de “película que reflexiona sobre la crisis de mediana edad” (otra vez lo mismo que Alguien tiene que ceder; la vejez parece ser el cuco de Myers), sin dejar pasar, por ejemplo, que la nueva esposa de Jake será muy linda pero tiene que acudir a un tratamiento de fertilidad para quedar embarazada. Que el título original de la película sea “Es complicado”, parece hablar más de las dificultades de Myers para contar la historia sin empantanarse que de los problemas de los personajes. Un mundo de ricos con tristeza que un día creen en las segundas oportunidades y otro día no, y cuyas vidas, perdón, Nancy, son de lo menos interesantes.
Cualquier película con Meryl Streep es de visión obligatoria para cierta parte del público, entre los cuales obviamente me incluyo. Ya no vale la pena que ponga lo mismo de siempre, sobre lo que creo de la mejor actriz contemporánea... Enamorándome de mi ex es una comedia simple, pero al igual que otras películas que tocan el tema del divorcio, no lo son del todo... recuerdo el caso de Viviendo con mi ex (cualquier coincidencia en el título, no es pura casualidad) con Jennifer Aniston y Vince Vaughn. No podía ser una comedia, para ser algo creíble. Si bien muchos van a ver esa comedia, es bueno que no "banalice" la situación del divorcio en el entorno familiar. Eso es un gran punto a favor para mi. La película tiene las cosas clásicas que se pueden ver en una Alguien tiene que ceder o Los que ellas quieren, de la misma directora, u otras películas que apuntan al mismo target de público. Situaciones disparatadas, algunas otras simpáticas y obviamente un par de momentos sensibles. Una película de esta clase, depende mucho del carisma de sus protagonistas, y por ese lado el casting es impecable, porque el “triángulo” principal se luce y revalida sus credenciales. Pero hay una muy buena elección con los hijos de Meryl, ya que los tres, más el yerno hacen muy buena tarea en la parte de comedia y en los momentos sensibles. Eso quiero destacarlo, porque la película maneja muy bien las transiciones gracias a las actuaciones. El guión después de la parte media de la película es como que no estuvo muy laburado, y navega entre ida y vuelta con una y otra historia, sin mucha firmeza o sin las intenciones claras, lo que genera un poco las dudas de como terminará todo y eso es algo que uno espera en una película de suspenso, no en una comedia. Es medio histérica por así decirlo… De hecho deben haber filmado varios finales posibles y luego testearon cual encajaba mejor en los espectadores. Música simpática, y casas lindas son ingredientes clásicos que tampoco faltan en esta película. Y creo haberlo destacado alguna vez en otra película del mismo target... adoro ver esas cocinas... :P ¿Entretiene? Claro. ¿Es una comedia tonta? No. ¿Podría haber sido mejor? Seguramente. Es una película pasatista del verano, y así debe ser vista indudablemente y no defraudará.
Las locuras de Jack & Jane Ni los antecedentes del terceto protagónico y su certificada probidad en las huestes de la comedia romántica remontan el lastre que Nancy Meyers le asesta al opus cinco de su carrera como directora. Lenta, grave, por momentos parsimoniosa, Enamorándome de mi ex (It's Complicated, 2009) es un auténtico despilfarro de potencialidades. La trama prometía: Jane vive en una casa grande acompañada sólo por la soledad y los recuerdos de un fallido matrimonio con Jake, exitoso abogado que reconstruyó su vida amorosa con una hermosa morocha un par de décadas menor. Pero cuando un hijo de la pareja finalice su estudios en New York y ellos compartan el mismo hotel, un vendaval de pasión reavivará las cenizas del fuego siempre latente de la pasión matrimonial. Lo que empieza como un juego de complicidades y anécdotas deviene en la concreta posibilidad del reestablecimiento del vínculo amoroso que los unió durante más de dos décadas. Es precisamente durante ese tiempo de seducción mutua y (re)construcción del enamoramiento donde Nancy Meyers juega sus mejores cartas: comedias de enredos, humor físico y algunas pinceladas de romanticismo se mixturan en lo que aparenta ser un perfecta sincronía relojera que incluye a la simétrica redondez de la panza cervecera de Alec Baldwin y su pinta de bon vivant con Porsche; y a Meryl Streep, cada película más luminosa y radiante, más sutil, mejor actriz; todo en una ambiente de liviandad y feliz intrascendencia que por momentos rememora a esa gran comedia de 2009 que fue Julie & Julia (2009), con el amor por el arte culinario y al acto de comer incluido. Pero la complicación a la que parece referir el título original –el más ambiguo y a priori menos cómico It´s Complicated - no sólo es una posible adjetivación a dicotomía de Jane entre la bonhomía de su arquitecto (Steve Martin, demasiado contendido en su habitual verborragia) o la desfachatez de Jack, vuelto como perro faldero a la contención de su ex mujer, sino al auto-boicot cinematográfico de Enamorándome de mi ex. A diferencia de El descanso (The Holiday, 2006), ese vehículo de andar constante y seguro que trazaba una parábola sobre las vicisitudes del amor, la última media hora es un derrotero de moralina exacerbada, de largos soliloquios. Las palabras son dagas que hieren de muerte a la película cuando transmiten aquello que no pueden las imágenes, defecto más propio de un guión poco depurado que de los actores. Enamorándome de mi ex tenía todo para convertirse en una película efímera y pasajera, combinación ideal para un comedia veraniega. Pero termina siendo un trago de difícil digestión, como un churro en la playa.
La vida después del divorcio Alguna vez, Adam McKay, el director de El reportero y La balada de Ricky Bobby, declaró que la comedia es uno de los géneros más difíciles de lograr ya que debe provocar una reacción física (es decir, la risa), en el espectador. Al mismo tiempo, es un género subvalorado, quizás descalificado por su -supuesta- levedad. Pese a esto, de vez en cuando algunas comedias alcanzan un prestigio cuya explicación no puede encontrarse en los propios películas. Este es el caso de Lo que ellas quieren (2000) y Alguien tiene que ceder (2003), ambas con guión, producción y dirección de Nancy Meyers. Sus películas se caracterizan por girar en torno a preguntas dignas de la Cosmopolitan (“¿será posible enamorarse en la tercera edad?”, “¿qué pasaría si los hombres realmente nos entendieran?”, etc.), sus personajes son gente sin problemas de dinero y con familia numerosa, la duración de los films nunca es menor a dos horas y tienen una mirada supuestamente progresista que, a medida que avanza el relato, revela su conservadurismo (para mayor referencia veáse el final de Alguien tiene que ceder). En Enamorándome de mi ex se dan todos los clisés de Meyers: Jane Adler (Meryl Streep), una mujer divorciada y madre de tres hijos, tiene un affaire con su ex-marido, Jake (Alec Baldwin), quien la dejó hace diez años y ahora está casado con una mujer mucho más joven. Por ahí anda revoloteando también Adam (un Steve Martín apagadísimo), el arquitecto de Jane. El guión es de una precariedad absoluta, a tal punto el grado de estupidez de los personajes varía de alto a muy alto acorde a la necesidad de la trama. Todo conflicto es puesto en palabras, exclamado y discutido varias veces, cómo si la película hubiese sido pensada para que uno pudiese salir de la sala, volver a los diez minutos y seguir mirándola sin problemas. Su nominación al Globo de Oro -y la de Streep, que cumple en piloto automático- es un misterio en busca de su detective. Para colmo, Enamorándome de mi ex tiene un trabajo fotográfico chato, digno de un mal programa de televisión, que no ayuda a disimular los enormes baches del relato, ni su extensión. La mirada reaccionaria de Meyers sobre la mujer aparece, como todo, mucho más marcada: Jane no sólo es incapaz de decidir sobre su vida sexual y/o sentimental (eso lo hacen por ella los hombres), sino que más que disfrutar del sexo, disfruta de contárselo a sus amigas, en secuencias cuyo nivel de misoginia hay que ver para creer. Sí bien con algo de esfuerzo podían encontrarse uno o dos gags efectivos en sus películas anteriores, aquí no hay nada de gracia, ni timing, ni sentido del ritmo, nada...bueno, en realidad casi nada. Porque hay alguien que se salva del desastre y que, al menos durante las minutos que está en pantalla, hace que la película tenga cierto interés: Alec Baldwin, un actor de primera, puro carisma. Aunque no está al nivel de la serie 30 Rock, le bastan un puñado de morisquetas para confirmar su condición de comediante nato, de esos que pueden dar una sonrisa contra toda adversidad (por adversidad en este caso se entiende todo el resto de la película). Pero más allá del enorme trabajo del enorme Baldwin, Enamorándome de mi ex es una película mediocre. Incluso para la filmografía de Meyers.
Guiones vs. Actores La poco inspirada música que acompaña los títulos de la apertura de esta nueva película de Nancy Meyers es un anuncio de la sensación que le quedará al espectador cuando el film termine. Jane (Meryl Streep) está llegando a un momento de su vida bastante complicado, sus hijos ya están todos independizados y empiezan a dejar la casa familiar, hogar que ha sido manejada siempre por ella, ya que su ex marido, Jake (Alec Baldwin), siempre fue un padre más que ausente que se ha vuelto a casar con una chica más joven que tiene un hijo de cinco años pero quiera un hijo de Jake. Uno de los hijos de ambos se gradúa en Nueva York y Jane y Jake se re descubrirán, tanto que comienzan un amorío. Jake necesita olvidarse el infierno de su nuevo hogar, Jane necesita una alegría. En el medio de esta historia aparece Adam (Steve Martin), el arquitecto encargado de trabajar en la remodelación de la casa de Jane. Lo cierto es que al menos durante la primera hora el trío protagónico se saca chispas y empujan la película, pero entre el guión y la dirección logran doblegar a los actores y aburrir al público. Una pena porque la película se disfruta hasta que una serie de vueltas innecesarias de la historia y el carácter conservador de la resolución borra la buena impresión que deja esa buena primera hora del relato.
Amores que vienen y van... Nancy Meyers se fue forjando un estilo propio desde los años en que trabajaba codo a codo produciendo y escribiendo junto a su ex marido Charles Shyer. El interés de esta directora pasa claramente por las relaciones interpersonales en ámbitos cotidianos, familiares y por lo general de clase media tirando a alta. Siempre se ha destacado en la creación de personajes femeninos fuertes para el lucimiento de grandes actrices de Hollywood. De hecho, de su primera etapa como guionista y productora Goldie Hawn le debe uno de sus mayores sucesos: la castrense La pícara recluta (Private Benjamin, 1980). Otra que salió beneficiada por el toque feminista de Meyers fue Diane Keaton con la comedia ¿Quién llamó a la cigüeña? (Baby Boom, 1987). Más allá de que los directores fueran otros (el fallecido Howard Zieff en la primera y el mismo Shyer en la segunda) se percibía con nitidez la presencia de una mujer detrás del proyecto. Tras varias producciones irregulares como El padre de la novia partes 1 y 2, (de 1991 y 1995, respectivamente) y Uno contra otro (I Love Trouble, 1994) a Meyers le llega la hora de dirigir con el típico producto Disney Juegos de gemelas (The Parent Trap, 1998). Tras este filme ATP llega la etapa más reconocida con Lo que ellas quieren (What Women Want, 2000), indagación del “alma” femenina a través del macho cabrío compuesto por Mel Gibson; el discreto romance otoñal Alguien tiene que ceder (Something`s Gotta Give, 2003) con la pareja Diane Keaton/ Jack Nicholson y por último la propuesta más “juvenil”: El descanso - El amor no se toma vacaciones (The Holiday, 2006), con el cuarteto integrado por Cameron Diaz, Kate Winslet, Jack Black y Jude Law. Enamorándome de mi ex (It’s Complicated) sintetiza a la perfección los pros y los contras de esta realizadora sesentona: personajes de mediana edad conflictuados por las canas que refleja la imagen en el espejo y por la consecución frustrada de alguna meta (llámese laboral, amorosa o de cualquier otra índole), diálogos muy certeramente construidos, mucho sentido del humor, casi nada de originalidad y una cierta tendencia a dejar en el montaje final más de una escena descartable estirando así la duración en demasía… Por suerte para ella esta vez contó con un trío actoral de enorme aptitud para la comedia con ganas de divertir y de divertirse. La química entre la aquí fascinante Meryl Streep y el magnético Alec Baldwin convierte a esta película en una delicia de principio a fin pese a los típicos titubeos estructurales que suelen delatar a Nancy Meyers en el sillón del director. El tercero en discordia, el inmenso Steve Martin, se acopla con sutileza y excelente timing a la pareja principal propiciando una auténtica fiesta actoral que se disfruta con una permanente sonrisa en los labios. La historia presenta una amena aproximación a la comedia clásica con algo de rom-com al tiempo que posibilita un regreso con gloria a esas tramas de parejas separadas que al reencontrarse por algún motivo, vuelven a sentir la pasión reverdecida. La Streep interpreta a Jane, cincuentona divorciada de Jake (Alec Baldwin) desde hace un década. Mientras que su ex ha vuelto a formar una familia junto a la mucho más joven Agness (Lake Bell), Jane sólo vive para su trabajo como repostera y para mimar a sus tres hijos (Hunter Parrish, Zoe Kazan y Caitlin Fitzgerald) que ya han abandonado el nido materno. Claro que bastan un par de cruces con Jake en reuniones sociales organizadas por algunos amigos en común para que el amor vuelva a hacer de las suyas con las complicaciones lógicas. Y no sólo por la esposa de Jake sino también por el maduro arquitecto (Steve Martin) que le anda arrastrando el ala a esta especialista en croissants rellenos de chocolate… Lo bueno de Meyers es que, aunque resulte un exceso, no duda en tomarse todo el tiempo necesario para ir desarrollando con verosimilitud esta relación extramarital de dos personas que, irónicamente, en otra época fueron esposos. Adam, el profesional que anima con extraña mesura Steve Martin, entra y sale de escena en la primera mitad para ir cobrando mayor cuerpo en la segunda a partir de la cena que comparte con Jane. Lo curioso de este triángulo amoroso es que el guión –excepto en la hilarante secuencia de la notebook promediando el desenlace- no lo requiere para generar conflictos. Meyers se basa solamente en el trazado de los personajes y en la forma que se relacionan unos con otros. La manera en que el yerno de la pareja termina enterándose de sus encuentros furtivos, y se ve involucrado en el engaño al resto de la familia sin quererlo es tan obvia, por el recurso empleado, como brillante por el desempeño del comediante John Krasinski (uno de los empleados de The Office). Enamorándome de mi ex funciona como un reloj por sus actores y aunque no es una gran comedia romántica acierta en el tono humorístico para atrapar a los pocos incautos que todavía se toman medianamente en serio estas diletantes disquisiciones sobre el ser hombre y el ser mujer en esta sociedad alocada en la que vivimos. Y sí, Meyers no es Bergman pero como entretener entretiene…
No es tan complicado Como los shoppings, cuyas variaciones arquitectónicas no alcanzan para disimular que todos son iguales (marcas, tiendas, patio de comidas, etc.), muchas de las películas que se estrenan semana tras semana son más o menos iguales. Enamorándome de mi ex es un facsímil de muchas comedias románticas (de gente con mucho dinero) que después de los ’40, ’50 y ’60 no se resignan a volver a empezar en materia sentimental. Ilegítima y autoproclamada heredera de una tradición lúcida del Hollywood de los ’30 y los ’40, Nancy Meyers (Lo que ellas quieren) podrá creer estar canalizando el espíritu de Lubitsch, Hawks, McCarey, Cukor, y rehabilitar así las pretéritas comedias de enredos matrimoniales (screwball comedies), pero una línea como “Ya le has hecho feng shui a tu vida” denota un empobrecimiento intelectual incompatible con la riqueza discursiva de grandes obras maestras del género como Ayuno de amor y Una pícara puritana, sin mencionar la inoperancia formal de Meyers y su equipo para encuadrar e iluminar. Meryl Streep es Jane, una próspera chef entrenada en Francia que posee un restaurante de alta calidad, divorciada de Jake (Alec Baldwin), un abogado exitoso con quien tiene tres hijos. A propósito de la graduación de unos de ellos, Jake y Jane tienen una inesperada aventura, lo que precipita una revisión del pasado y quizás un posible futuro. Pero el problema es el presente: Jake está casado con una mujer más joven, y un arquitecto (Steve Martin), que esta rediseñando la casa de Jane, está a punto de cortejarla. Si Enamorándome de mi ex se puede ver es por la entrega de sus tres protagonistas y algunos pasajes, en especial el que transcurre en una fiesta, un momento legítimo de hilaridad auxiliado por una sustancia prohibida que se fuma y que induce a la incoherencia y a la jovialidad. En efecto, los aciertos de Meyers pasan por su cauteloso hedonismo y lo que consigue de su elenco: la panza peluda de Baldwin, las arrugas de Streep y el rostro envejecido de Martin son pruebas físicas de su honestidad como intérpretes, alivianan los 118 minutos de metraje. Del título original, “Es muy complicado”, se predica una mirada sobre los vínculos amorosos y familiares. La vida sentimental no es fácil, dice Meyers, aunque con dólares, hierba y un guión caprichoso todo es posible y no tan complicado.
Enamorándome de mi ex comienza con techos, uniformes tejas de color ladrillo es lo primero que se ve mientras corren los títulos, es una profecía: el techo es lo más alto a lo que va a llegar esta película. Es durante la primera hora en la que levanta vuelo y está muy bien: Jane y Jake (¿no existe la cacofonía en el inglés?) están divorciados hace unos diez años, tienen hijos grandes e independientes. Jake está casado con una mujer unos treinta años menor que él. Se sabe que Jane ha pasado años difíciles, que el divorcio no ha sido cosa sencilla y que la soledad pesa, y que más aún pesa esa joven y hermosa mujer del brazo de su ex marido con la que mantiene una cordial e hipócrita relación. No se sabe mucho de Jake y parece no importar demasiado. La fiesta de graduación de su hijo los junta en Nueva York y, alcohol mediante (en esta película, siempre que una mujer haga algo inesperado o impulsivo será bajo el efecto de alguna sustancia, como si se le rindiera homenaje a esa vieja excusa), los junta en una cama. Jane se quiere morir (un poco, quizá), Jake quiere seguir, entusiasmado por el recuerdo; y los que otrora estuvieron casados ahora se convierten en amantes de ocasión. El problema (tanto para la película como para el desarrollo de la historia) es que hay que hacer algo con eso, resolverlo de alguna manera. Y como la espontaneidad no está permitida dentro de los márgenes de lo que podría llegar a ser moralmente reprochable, Jane no puede simplemente seguir encamándose con su amante que es su ex marido, y su ex marido entonces se enamora nuevamente de ella para volver justo donde estaban diez años atrás pero diez años después. Pero mientras, convenientemente, Jane conoce a un algo deslucido y divorciado arquitecto que tampoco está dispuesto a encamarse con alguien porque no quiere que le rompan el corazón otra vez. Y Jane tiene que decidirse, y se decide, no se puede decir que de manera arriesgada. Pocas cosas me molestan más en las comedias románticas que los codos que borran lo que las manos escriben. Esas películas con bisagras bien pensantes que parecen reflexionar que todo lo anterior, bueno, no estaba del todo bien y mejor corregirlo. Enamorándome de mi ex es divertida, tiene buen timing, Baldwin y Streep están geniales juntos (y separados) y hasta los enredos, que no son particularmente brillantes, se desarrollan bien y con gracia, pero en un punto determinado Meyers corrige, afina el lápiz y reflexiona: no está bien tener amantes y menos si fue anteriormente tu marido, los hijos (boludos grandotes) pueden pensar cualquier cosa y quedar tristes y confundidos y no confiar nunca más en el amor y la familia que, se sabe, es lo más sagrado que no sé quién nos dio. No está bien ser adúltero y por eso la soledad es lo que éste se merece, y sí, huele a castigo. No está bien pasarlo bien si eso no es “lo correcto”. Pareciera que no se le puede dar un final a la película que no esté contemplado en el catálogo de la moral y las buenas costumbres. Y aburre y enoja (y eso que ni me detuve en el plano del rociador, véanlo ustedes mismos) ese golpe de timón absurdo y apestado de conservadurismo.
Nancy Meyers, la directora de What women want y Something's gotta give, muestra en su última película un relato mucho más rico del universo romántico de los adultos que pasaron la barrera de los cincuenta. La película retrata a Jane, una mujer divorciada, de muy buena posición, que un día vuelve a sentirse viva en brazos de su ex marido. Es fácil confundirse a priori con esta película y creer antes de verla, o antes de leer una sinopsis como la que se encuentra aquí, que el ex de Jane se transforma en su amante una vez que ella se encuentra de novia con Adam. Lo cierto es que el conflicto a partir del reencuentro con su ex sucede mucho antes de que Adam tenga cierta relevancia en la trama, por lo que el enredo no es el perfecto y cómodo opuesto al más rancio cliché de la comedia romántica, sino un giro bastante saludable, que hace que las situaciones no giren permanentemente en base al terceto principal, sino que todo se nuclea en Jane y en su peculiar vínculo con su ex. Lo que hace esta elección narrativa es relegar de entrada a un segundo plano a Adam, el personaje encarnado por Steve Martin, y esta decisión puede ser celebrada o criticada. Celebrada porque Steve Martin solo puede aportar un mínimo de simpatía, su oficio de comediante se muestra desgastado, y aquí solo cuenta con una escena de lucimiento, para colmo compartido con Meryl Streep y Alec Baldwin (Jane y Jake, el ex). A diferencia de Martin, Baldwin está a sus anchas, su cuerpo expandido hace años (lejos quedó el galán de su etapa más famosa pero menos interesante) aprovecha cada situación para el lucimiento cómico, llegando incluso a opacar el brillo permanente de la gran Meryl Streep, y logrando que uno como espectador lo ame y lo odie intermitentemente, con un personaje tan embaucador como tierno e impulsivo. Y criticada porque la película parece funcionar tan bien sin el personaje de Adam, que hasta la última parte sólo es un mero relleno, una excusa narrativa que viene a mostrarle a Jane la posibilidad de otra realidad, frente al eventual regreso con su ex. Habíamos dicho que el reencuentro con el ex, en el momento y en la forma en que se desarrolla, es un giro saludable. Pero esta decisión, que beneficia enormemente a la comedia, y a la candente sonrisa de Meryl Streep, no es la única decisión saludable. También lo es algunos gags muy bien construidos, algunas situaciones que sortean el conservadurismo típico en esta clase de comedias, particularmente el tratamiento de la marihuana como un elemento de la juventud de los protagonistas, que aparece en el intento de Jane y Jake de recuperar la juventud perdida, y que no da lugar a escenas patéticas, sino a momentos de comedia un tanto obvios pero efectivos, y un estupendo secundario a cargo de John Krasinski, que al principio da la sensación de que su personaje, el yerno de Jake y Jane, no tendrá mayor relevancia en la historia, y sin embargo Meyers le termina guardando un rol secundario privilegiado, con escenas cómicas que recaen directamente sobre él, y que sabe llevar sin un histrionismo excesivo. Otra decisión saludable es el evitar caer en muchos lugares comunes. Meyers le da al divorcio el peso que tiene, y no lo relativiza ni lo condena, lo comprende. De ahí que la mejor escena cómica de la película, termina con la confesión de Jake a sus hijos del affaire que mantiene con la madre de ellos, y sus hijos, lejos de gustarles la idea del reencuentro de sus padres, terminan tan traumados como cuando se separaron. Como anuncia el título de la película, algunas situaciones son suficientemente complicadas como para que terminen en finales felices y, sobre todo, fáciles. Nancy Meyers consigue con esta película lo que ya había iniciado con The holiday, salir de la chatura de las anteriores, y presentar una comedia a la medida de dos grandes actores como Meryl Streep y, especialmente, Alec Baldwin, quien ha comenzado a ser mejor actor desde que aprendió a reírse de sí mismo, aunque Meyers no logra encontrar que el terceto protagónico encuentre un equilibrio adecuado por la excesiva simpleza del personaje de Steve Martin. Con esta película, Meyers demuestra que sabe manejar con buen humor y madurez los conflictos románticos de cincuentones divorciados, cuyo único conflicto parece ser el romántico (fácilmente podemos apreciar el envidiable nivel de vida que llevan), y apelando a lugares comunes pero sin centrarse en ellos, logrando un relato agudo de la compleja realidad de ciertos vínculos, que la película sabe que no son tan fáciles de describir como se supone, pero aún así logra envolverlos con un humor incesante.
Enamorándome de mi ex: una gran decepción. Una película lustrosa, demasiado lustrosa, no rica sino ricachona, henchida de brillo, dinero y música redundante pero carente de lógica y con ritmo cansino. ¿Qué hace ese extraño rostro de Steve Martin, sobre el que no se dice nada, en una película que apunta comentarios negativos sobre las cirugías? Un detalle inconsistente que funciona como ejemplo de muchos otros (sobre todo la desaparición de las amigas y el injertado final).
Pleasure, little treasure Tengo que admitir que la tarde que fui a ver Enamorándome de mi ex el calor era insoportable y el solo hecho de sentarme en la sala de cine medio vacía y con aire acondicionado me predispuso muy bien a ver la película. Aclaro esto porque creo que la última película de Nancy Meyers tiene mucho de ese hedonismo (como puede ser disfrutar sola de una película un día se semana a la tarde). No sólo por el placer de ver esas casas hermosas con cocinas hermosas de los suburbios norteamericanos, o por las suculentas comidas que prepara Meryl Streep (parece que fue un año culinario para la actriz), sino porque el trío que compone con Steve Martin y Alec Baldwin tiene una vitalidad que llena cada una de las escenas que comparten. Tanto es así que a diferencia de las películas en las que el foco está puesto en los adolescentes y se muestra a los padres como seres incapaces de entender el mundo en el que se mueven sus hijos (Adventureland por ejemplo), acá son los hijos los que parecen no estar al tanto de que los padres tienen una vida más allá de preparar comidas y prestar tarjetas de crédito, aunque hay una excepción y es el marido de la hija mayor, presente en los momentos menos oportunos y responsable de las situaciones de enredos más cómicas. Entonces, el hecho de que los protagonistas esta vez y para variar sean personas de más de 50 años que ya vivieron mal que mal su vida y que eligen seguir probando y viendo qué es lo que quieren, no es menor. Lo lindo de la película es que vemos a tres personas enamorarse, sentir culpa, cometer infidelidades, comer y decepcionarse y no dan ganas de juzgarlos, sino más bien de seguir acompañándolos. La misma directora que años antes nos mostró un estereotipo de hombre entrado en años que no acepta la edad que tiene y se comporta como un chico de 20 (Jack Nicholson en Alguien tiene que ceder), ahora crea tres personajes queribles y capaces de disfrutar su vida y de aceptar el paso del tiempo, sobre todo Jane (Meryl Streep) que es la primera en ser consciente de que no se puede recrear lo que ya se vivió, mientras que sí se puede elegir lo que viene. Y aunque quizás el disfrute de los personajes no sea una virtud en sí misma, el hecho de que a ese disfrute lo podamos sentir sí lo es. La escena en que Jane y Adam (Steve Martin), después de una noche de fiesta y de fumarse un porro por primera vez luego de 27 años, van a una de las franquicias de confitería de Jane y preparan croissants rellenos con chocolate, es comparable a la escena de Ponyo en que la mamá les prepara a los nenes el té con miel y podemos sentir el asombro de Ponyo al descubrir el placer de algo nuevo mientras revuelve su taza. Ahora vemos que ese disfrute no es privativo de la infancia, tenemos a dos adultos listos para redescubrir que en ese té o en eso croissants también está el placer de la vida.
La difícil tarea de hacer comedia No es fácil hacer comedia y el film Enamorándome de mi ex (o It´s complicated en el original), como llega a la Argentina, lo demuestra. El argumento tiene mucho material para exprimir, y trata sobre una mujer madre de tres hijos ya mayores, que lleva diez años divorciada y tiene una relación amigable con su ex marido, quienes por circunstancias de la vida se acercan más de lo debido en lo que irá resultando una aventura amorosa entre ambos. Si bien la película tiene los ingredientes necesarios para brillar, como las actuaciones de Meryl Streep, Steve Martin y Alec Baldwin, el trío protagónico, se suma el buen trabajo de los actores de raparto. La chispa mágica que enciende la risa no aparece en este film que cuenta con la dirección y el guión de Nancy Meyers y dista de ser recomendable. Lo mejor termina siendo la meritoria dupla que muestra una gran química que se transmite a lo largo de todo el film. Cada uno de ellos asegura una vez más su capacidad para interpretar personajes creíbles, amenos y simpáticos. A pesar de la ausencia de situaciones demasiado graciosas que presupone poseer cualquier comedia, el relato resulta agradable y tiene sólo algunos momentos dentro de lo que concluye en una exposición apenas correcta, pero bien actuada.
Decir que Meryl Streep es una gran actriz no es novedad, su versatilidad es constante, ya casi no hay género dentro del cual se haya involucrado. Aquí nuevamente se lanza a la comedia con tinte romántico, género donde se ha lucido con anterioridad si recordamos She-Devil, o la aún mas negra La Muerte le Sienta Bien. Junto a Nancy Meyers, una actual referente dentro de la dirección de comedias románticas desde una óptica femenina puntual, repite la formula que tan buenos logros ha dado: Alguien Tiene que Ceder, comedia que inclusive con sus errores se ha convertido en un film de amplio recuerdo dentro del espectador promedio, en gran parte por la dupla actoral elegida y la particular agilidad lograda en el relato. Con Enamorándome de mi Ex, las premisas vuelven a plantearse: mujer sexagenaria separada, no quiere saber nada de hombres, es independiente laboralmente, divorciada, ha hecho lo imposible para mantener a su familia conformada por cuatro hijos unida y tiene un clan de amigas cercanas (Rita Wilson, Mary Kay Place, Alexandra Wentworth) con quienes se junta en reuniones a debatir sobre sus experiencias o la falta de ellas, en materia sentimental. Su ex esposo (Alec Baldwin) demostrará que los hombres a cierta edad nos convertimos en “viejos verdes”, necesitamos cambiar de mujer, esposa, pareja como si fuera un modelo de automóvil, unos cuantos años menores y como ya es sabido, hay cuestiones que han de quedar deconectados, colgados y hasta desconcertados por las diferencias de etapas, imposibilidades, desde la extrema ótica femenina, un hombre de estas características, enamorado o aunque no sea éste el caso, representa algo negativo. El tema es que, la ex pareja, por ocasión que su hijo se recibe, han de verse y como bien dice el dicho, “donde hubo fuego…”, alcohol de por medio y más de una cuestión no cerrada, los ex esposos vuelven al ruedo en una relación doblemente ex matrimonial. Los planteos del guión resultan comicos, abordan una temática actual y de vinculación estrictamente a problemas contemporáneos que sufren parejas divorciadas e hijos de esa sociedad. El problema con Enamorándome de mi Ex, radica en la dirección, Nancy Meyers nuevamente demuestra que no encuentra un punto donde terminar sus films, tiene todo como para concretar un film triunfal, gran elenco, producción, un estudio mayor por detrás, pero las pequeñas decisiones que desde el sector de dirección se deben tomar, se debilitan ante convertir algo que inicialmente fluye de maravillas en algo complicado –al igual que el titulo en ingles-. Meyers se complica. De la nada el guión esboza una situación de increible falta de adultez, donde los padres sobre explican a sus hijos lo que vienen realizando. Los hijos en el film, no aportan nada a nivel narrativo, están de adorno. Steve Martin, es utilizado como un chivo expiatorio a la relación de los principales, sin la comicidad que el gran conocido cómico ha sabido tener, en ésta simplemente “ya la perdió”. Streep sale aireosa como siempre lo ha hecho, integra inclusive hasta el punto en que uno realmente siente que ella juega con sus roles, verla en situaciones políticamente incorrectas en tono de comedia, es lo mas grato que nos entrega el film. Un film que funciona perfectamente en sus primeros ¾ de duración.
Las ultimas cuatro películas de la guionista/directora Nancy Meyers son comedias románticas del mismo estilo, osea que uno sabe que esperar. Tras escribir algunos guiones de buenas comedias como "Baby Boom" y las dos partes de "Father of the Bride", dirigió la comedia "The Parent Trap" para luego enfocarse en el genero romántico con el resto de sus trabajos. "What Women Want", "Something´s Gotta Give" y "It´s Complicated" cuentan historias románticas enfocadas en relaciones de gente "madura". Si bien algunas son mejores ("What Women Want", "Something´s Gotta Give") que otras ("The Holiday"), todas tienen el merito de tener buenas parejas protagonicas como Jack Nicholson/Diane Keaton, Mel Gibson/Helen Hunt, Cameron Diaz/Jude Law y Kate Winslet/Jack Black. Una buena pareja es fundamental en este tipo de películas y ayuda a disimular un flojo guión. Este también es el caso de "It´s Complicated", un film que se sostiene gracias a las interpretaciones de los cuatro actores principales. Otros actores en estos papeles no hubiera logrado el mismo resultado. Mery Streep interpreta natural y perfectamente (como siempre) a una mujer divorciada que mantiene una relación con su ex-marido y con un arquitecto. Alec Baldwin y Steve Martin interpretan los roles masculinos del triángulo amoroso. Entre los tres logran entretener y sacarle provecho a un flojo guión. John Krasinski (de la serie "The Office") interpreta al novio de una de las hijas y consigue robarse varios momentos de la película. Al igual que las anteriores, esta ambientada en una hermosa casa y acompañada de una buena banda de sonido. Con una duración de dos horas, le sobran varios minutos con algunas escenas que se hacen demasiado largas. Cumple el objetivo de entretener y uno sabe lo que va a ver en estas comedias, historias repetidas con algunos momentos divertidos y buenas actuaciones.
No tengo un género favorito, pero les puedo asegurar que las comedias como "Enamorándome de mi ex" me hacen pasar un muy buen rato. Y en este caso en particular, me da la posibilidad de ver a tres muy buenos actores, que sigo desde hace un tiempo largo. En su momento quise verla en Cine, pero terminé viéndola en dvd, pero al ser un comedia (sin ánimo de menospreciarla) la diferencia no es tanta, y se disfruta casi de igual manera que en la pantalla grande. La historia no cuenta nada nuevo, de hecho tiene muchas situaciones que son sumamente "normales" en la actualidad, pero no por eso nos dejan de sacar una sonrisa. Hay muchos gágs, y muchas escenas graciosas, así que si no se ríen al menos una vez viendo "Enarmorándome de mi ex", lamento informarles que no tienen sentido del humor...Es decir, por una razón u otra, a lo largo de las dos horas que dura la película se van a tentar :) El elenco está conformado por la siempre maravillosa Meryl Streep (otra vez nos deslumbra con su personaje), Alec Baldwin (que cada vez tiene más panza jaja) y Steve Martin, quien con sólo hacer un simple gesto, nos hace tentar de la risa. "Enamorándome de mi ex" es una muy buena comedia, con una pareja protagónica que vale la pena ver, y porque no, una buena opción para reavivar la pasión en la pareja! :P
Sigo cubriendo algunas pelis fuera de cartel hasta que pueda ir al cine (supongo que para ver 'Principe de Persia'). Sobre el film de hoy en cuestión, los que piensan que ‘Sex and the City’ es la cumbre del feminismo cinematográfico es porque no vieron suficientes películas de Nancy Meyers. Esta talentosa escritora y guionista ha hecho una buena cantidad de comedias románticas basadas en el carácter de sus protagonistas, que además no son quinceañeras enamoradizas ni fanáticas del consumismo esperando al hombre de su vida sino profesionales que en cuestiones románticas ya han ido y vuelto miles de veces. Tomando de ejemplo a la protagonista de ‘Enamorándome de mi ex’, interpretada de maravillas por Meryl Streep, tiene su propio negocio de cafetería al estilo Delicity, está planeando las reformas de su casa con un arquitecto (Steve Martin con la cara llena de botox) que la mira como algo más que una cliente (aunque ella no se da cuenta) y crió a sus hijos casi sola desde que se separó de su marido; la única complicación de su vida es que, después de una noche de alcohol y confesiones, su ex le vuelve a encontrar todo el atractivo y encanto que ya no le ve a su flamante esposa. Al principio Jane ve todo esto como una revancha y deja que el juego siga su curso. El exmarido y actual amante en cuestión es encarnado por Alec Baldwin que le tocó un personaje difícil y lo lleva muy bien. Es como un niño en un cuerpo enorme (y ya lo he dicho, Baldwin cuanta mas gordo, más talentoso) que en su momento cambió un “juguete viejo” por uno más nuevo y ahora se cansó y quiere volver al anterior. Desde el vamos sabemos con quién se va a quedar Streep porque el personaje de Steve Martin es la representación del nuevo y autentico amor pero eso no quita que Jake sea un personaje mal construido y tirado a menos simplemente por ser “el otro”. Me gustó y agradó esa igualdad. Por suerte la trama que podría haber sido un estudio tedioso de las relaciones humanas se convierte en algo fresco y divertido gracias a los diálogos y actuaciones. Es una historia bien simple pero sin humor grosero y ni siquiera una puteada. Que ojo, en otro tipo de películas me encantan, pero acá estamos con un recordatorio de lo que son las comedias CLASICAS. Dudo mucho que sea recordada como una de las grandes películas del año ni que le valga un premio a cualquiera del veterano elenco, más que nada porque hacen su trabajo de taquito, sin esfuerzo y con todo el profesionalismo de sus experiencias, pero si vale la pena verla para disfrutar unas cuantas risas agradables. Nadie pretendía más.
Jane (Meryl Streep) hace una década que está separada y se lleva muy bien con su ex marido Jake (Alec Balwin). Tiene tres hijos, uno de ellos esta por graduarse, hecho que motiva la reunión de la familia. Jake se ha vuelto a casar con una mujer mucho más joven con quien la convivencia matrimonial es aparentemente feliz, pero subterráneamente no todo es color de rosa. La reunión familiar produce el reencuentro de Jane con Jake, una cosa trae a la otra, una copa a la siguiente, con un porro de por medio, recordando los años jóvenes, les hace redescubrir sus verdaderos sentimiento y retomar las relaciones. A la historia se incorpora Adam (Steve Martin), un arquitecto contratado por Jane para remodelar su casa, quien se siente atraído hacia ella, la que no le es indiferente. Así planteada la nueve situación, los hechos se van complicando para culminar la historia a satisfacción del espectador. Sin mayor esfuerzo ni imaginación para poner en funcionamiento un relato convencional Nancy Meyers, empero, en su doble condición de guionista y realizadora, dota a la narración de algunas situaciones entretenidas. Meryl Streep no oculta su edad para seducir con su labor no sólo a los dos galanes maduros, sino también a los espectadores. Lo hace acompañada muy eficazmente por Alec Baldwin, excelente comediante, sin ningún problema de mostrarse como un Adán su físico excedido en peso, con orgullo y simpatía, y Steve Martin encarnando, con su reconocida profesionalidad. a un personaje que no termina de integrarse plenamente a la historia, luciéndose en la acción del baile durante la fiesta de graduación. El trío cuenta con el apoyo de un buen plantel de intérpretes secundarios. Se trata, pues, de una obra técnicamente bien resuelta, amena, que invita a pasar un buen momento, con sus aciertos y desaciertos.
Donde hubo fuego... Nancy Myers tiene en su haber comedias como "Lo que ellas quieren" con Mel Gibson y Helen Hunt, "Alguien tiene que ceder" con Jack Nicholson y Diane Keaton o "El Descanso" con Cameron Diaz, Kate Winslet y Jude Law. Es decir, tiene bien en claro lo que le gusta al público y sabe mezclar una historia liviana y entretenida más el "gancho" de contar con estrellas hollywoodenses. En este caso, la historia es tan simple como en las anteriores. Jane (Meryl Streep) se reencuentra con su ex-marido (Jake, Alec Baldwin) -quien la había abandonado diez años atrás por una mujer mucho más jóven- con motivo de la graduación del hijo de la pareja. Coinciden en un hotel de New York y después de una cena regada por mucho alcohol... tratan de reeditar el amor que hubo entre ellos. Él, por su parte, parece extrañar la idea de hogar, de familia, de estar junto a sus tres hijos nuevamente -situación que parece que sus hijos también ansían-. Y ella, cae rendida ante su seducción, sabiendo que no está del todo bien lo que hace, pero con un dejo inicial de victoria. Ambos quieren volver a divertirse, ser uno para el otro la grata compañía que han sido durante tantos años, de los que tienen tantos recuerdos para compartir.... y parece que no será cosa fácil. Meryl Streep demuestra una vez más que resiste cualquier papel y ella saca de su galera los cuatro o cinco "trucos" con los que sabe que va a ganarse a la platea. Baldwin, por su parte, crece y brilla como comediante, se ríe de si mismo (de su panza y del paso de los años) y se entrega a un guión que le permite soltarse en un terreno donde ha brillado en televisión pero no tanto en el cine. Los acompaña Steve Martin -como el arquitecto que mientras le diseña a Jane su cocina soñada tratará de conquistar su corazón-, quien post-cirugía estética (debe haberse tratado con el mismo cirujano que Meg Ryan) tiene como una careta plástica que complica demasiado su gestualidad. Aunque sobrevalorada (tiene una nominación al Globo de Oro como mejor película y otra como mejor Guión -donde por ejemplo dejaron de lado a "Up!" de Pixar que tiene un guión perfecto y genial) y con algunos puntos flojos como una excesiva duración y el haber desaprovechado a las cuatro amigas de Meryl que quedan perdidas en el guión a la mitad de la película -y en sus apariciones aparecen diálogos y miradas interesantes del universo femenino-, la carta de triunfo de "Enamorándome de mi ex" es una pareja central con mucha química, situaciones entretenidas y lo oportuno del guión de alimentar por un rato la fantasía de reeditar algún romance que siempre ha quedado en el camino. O porqué no, animarse a alguno nuevo... Pero donde hubo fuego....