Es un auténtico duelo de titanes. Godzilla vs Kong, o como han querido ingeniosamente vender en algún poster God vs King (Dios contra Rey), es un espectáculo mayúsculo en cuanto a que no hay posible pelea que supere, en talla y tamaño, a la de estos dos monstruos. Y que, claramente, es el primer tanque o blockbuster en estrenar internacionalmente en lo que va de este 2021 pandémico. Nombrados por orden alfabético, suponemos, porque en las acciones y la trama está claro que la balanza se inclina más por el simio que por el lagarto gigante radioactivo, Godzilla y Kong combatirán bajo el agua, a bordo de un portaaviones o destrozando una ciudad. Porque las escenas de destrucción son a una escala que no es, claramente, la humana. Dentro del género de Kaiju-eiga o películas de monstruos, criaturas gigantescas que atacan o protegen a la humanidad, Godzilla vs Kong es considerablemente mejor que la anterior del lagarto en solitario y hasta que Kong: la Isla Calavera. Que no estaba nada mal. Buena Godzilla vs Kong: Duelo de titanes Es un espectáculo mayúsculo, con batallas sin escala, con Millie Bobby Brown (“Stranger Things”) entre los humanos. Con Alexander Skarsgård, Millie Bobby Brown, Rebecca Hall. Pablo O. Scholz Pablo O. Scholz 24/03/2021 - 12:04 Clarín.comEspectáculosCine Actualizado al 24/03/2021 - 16:22 Es un auténtico duelo de titanes. Godzilla vs Kong, o como han querido ingeniosamente vender en algún poster God vs King (Dios contra Rey), es un espectáculo mayúsculo en cuanto a que no hay posible pelea que supere, en talla y tamaño, a la de estos dos monstruos. Y que, claramente, es el primer tanque o blockbuster en estrenar internacionalmente en lo que va de este 2021 pandémico. Nombrados por orden alfabético, suponemos, porque en las acciones y la trama está claro que la balanza se inclina más por el simio que por el lagarto gigante radioactivo, Godzilla y Kong combatirán bajo el agua, a bordo de un portaaviones o destrozando una ciudad. En "Godzilla vs Kong" no hay escala humana. La destrucción es masiva. FOTO: WARNER BROS. Porque las escenas de destrucción son a una escala que no es, claramente, la humana. Dentro del género de Kaiju-eiga o películas de monstruos, criaturas gigantescas que atacan o protegen a la humanidad, Godzilla vs Kong es considerablemente mejor que la anterior del lagarto en solitario y hasta que Kong: la Isla Calavera. Que no estaba nada mal. Godzilla, el lagarto gigante radiactivo, irrumpe y destroza. FOTO: WARNER BROS. Aquí los efectos son impresionantes, no solo por la magnitud. Vayamos a los detalles: desde el paladar de Kong, que vemos y que nos hace sentir que, realmente, debe tener mal aliento, a los ojos del simio, año tras año los efectos siguen perfeccionándose. Para quienes siguen o no a los (nuevos) monstruos, hay dos líneas narrativas: la de Godzilla, con Millie Bobby Brown, Kyle Chandler como el padre de la estrella de Stranger Things, que ya habían aparecido, y la de Kong, con Alexander Skarsgård, Rebecca Hall y Kaylee Hottle como Jia, una niña huérfana con la que el simio se comunica por el sistema de señas. Sí, porque Kong habla, no como el lagarto que sólo ruge. A ellos se suman Demián Bichir (Cielo de medianoche), como el empresario ambicioso y loco, que siempre hace falta en estas películas, y la mexicana Eiza González (la enamorada de Rosamund Pike en Descuida, yo te cuido y Baby Driver). Godzilla es presentado como el “malo”, ya que, de la nada, emerge de las aguas y ataca a los humanos. La idea es que lleven a Kong, que estaba confinado en una suerte de domo, hasta la Antártida, para descubrir “otro mundo”, del que habrían surgido sus antepasados. Porque esto es ciencia ficción, o qué pensaban. Y allí, camino al Sur, Godzilla se cruza con el portaaviones donde llevaban, adormecido y encadenado, a Kong. Para qué contar más. Podía parecer raro que llamaran a Adam Wingard para dirigir la película. La había pifiado con la remake de El proyecto Blair Witch (Blair Witch: La bruja de Blair, 2016), aunque sí la había acertado con Cacería macabra (2013). Es un tipo que proviene del movimiento de cine de terror independiente estadounidense denominado Mumblegore, pero con Godzilla vs Kong demuestra que la silla de director no le quedó grande. Es cierto que lo rodearon bien: los coguionistas son Eric Pearson (Thor: Ragnarok y la inminente Black Widow, que estrenará en salas y por Disney + en simultáneo), y Max Borenstein, que no es pariente de Tato, pero sabe de qué se trata el MonsterVerse, porque escribió los guiones deGodzilla, Kong: La Isla Calavera y -ay- Godzilla II: El rey de los monstruos. En síntesis, hay que verla en cines, en la pantalla más grande que se pueda -se estrena en IMAX- para “vivir” mejor la experiencia
El colosal simio de Warner Brothers se enfrenta al lagarto radioactivo de Toho Company en "Godzilla vs. Kong", segundo duelo de una legendaria rivalidad que data desde "King Kong vs. Godzilla" en 1962. Kong precede a “Zilla” dentro de la historia del cine, pero ambos monstruos comparten trayectorias similares. En principio abominaciones de la naturaleza, cada uno es una respuesta a la arrogancia del ser humano sobre la misma: Kong la figura trágica del paraíso perdido, Godzilla el brutal vengador del orden ultrajado. Todo esto está presente en la película de Adam Wingard, aunque sea de manera diluida y superficial. En verdad no hay un buen motivo para la pelea en sí (salvo definir cuál de los dos es el “depredador alfa”), pero sí para elegir un bando, dado que el guión hace un pésimo trabajo en balancear a los contrincantes: mientras que Kong es humanizado y su patología solitaria acapara la mayor parte de la historia, Godzilla recibe toda la caracterización de un desastre natural y nada más. Punto para Kong. El componente humano urde un plan: con Kong de carnada llevar la pelea al centro de la Tierra (la Tierra es hueca en estas películas, y quizás hasta plana en la próxima) para literalmente enterrar el problema. Junto a las espectaculares escenas de lucha encarnizada, la mejor parte de la cinta se resume en esta odisea inspirada en Julio Verne hacia un inframundo prehistórico. En estas secciones descubrimos lo que falta urgentemente en las demás: capacidad de asombro y sensación de intriga. La película está obligada a anticipar y retrasar la pelea central lo más posible, pero sin ideología en juego y con los dos monstruos ya desarrollados en sus respectivas franquicias, gran parte de la cinta se siente como una pérdida de tiempo. Hay un elenco descomunal de personajes humanos, todos acostumbrados estereotipos pero sin el beneficio de los típicos conflictos interpersonales que les harían interesantes. Ni sus muertes son creativas, sumando a la sensación de desperdicio. El elenco en sí es dividido en dos tramas paralelas: la principal (y divertida), en la que Kong es escoltado Tierra adentro, y la secundaria, que amontona al relevo cómico en una misión tan irrelevante que recuerda la mitad menos inspirada de Los últimos Jedi (Star Wars: Episode VIII - The Last Jedi, 2017). Aquí es donde la película se cansa de impartir información inútil y humor fallido. Ojalá Godzilla y Kong pudieran pelear en paz. Godzilla vs. Kong (2021) tiene momentos espectaculares y excitantes, destellos geniales de acción y efectos fraguados para disfrutar en toda la sonora gloria de la pantalla grande, pero son fugaces y están sopesados por el balastro de personajes blandos y la tarea de continuar una historia a la vez que se establece otra. La pelea en sí no decepciona, y guarda algunas “sorpresas” que por predecibles no son menos gratas.
Era común en el SXX que cada tanto se anunciara una “Pelea del Siglo”. Y en 2021 el siglo XXl tambièn merece su memorable pelea entre nada menos que dos verdaderos pesos pesados de la historia del cine: Kong y Godzilla. ¿Cómo llegaron estos dos monstruos a enfrentarse? Para saberlo deberían ver las películas anteriores: Kong, La isla calavera y las dos películas del gigante marino, Godzilla (2014) y Godzilla II: El rey de los monstruos (2019). Mientras la película de Kong fue un gran relato de aventuras con un contexto interesante, en el que Brie Larson, John Goddman y Tom Hidleston sobresalìan, en las dos de Godzilla las historias humanas que rodeaban a la del monstruo hongkonés apenas importaban, aunque estuviera la muy buena actriz Millie Bobby Brown, la chica de la serie “Stranger Things”. Por supuesto que en este “Monster Verse” (un universo cinematográfico centrado en una serie de películas de monstruos), la trama es lo de menos y los humanos apenas molestan. Godzilla vs. Kong no se toma mucho tiempo hasta que los bicharracos se encuentran. Hay una tierra hueca que conecta a todo el mundo y ahí estaba el hogar original de Kong, pero ahora está viviendo en un domo en la Isla Calavera, donde la corporación Apex guarda al gorila gigante como si fuera una versión simiesca de Truman Show. Por otra parte los villanos de la película tienen una especie de plan siniestro para hallar una fuente energética novedosa, pero para hacer eso necesitan de Kong y en cuanto Kong salga del domo, Godzilla lo va a ir a buscar. El problema es que ancestralmente solo puede haber una macho alfa en la tierra y los dos gigantes se odian. Pese a eso, Kong cruza medio planeta en un barquito y llega a la Antártida, donde hay un agujero por el cual se puede entrar… a la tierra hueca. ¿Es buena idea subir al mono tremendo a un barquito y atarlo con cadenas? No!!! Pero no importa, porque tenemos a una niña sordomuda, especie de hija adoptiva de una científica que interpreta Rebeca Hall, que le enseñó lenguaje de señas al gorila, así que habla con Kong, todo un logro, admitámoslo. ¿No les funciona? Vayan a ver otra película, esto es Kong vs Godzilla, no molesten. Retomando el barquito, que quedó claro que era una pésima idea para transportar a una criatura enorme, todo termina en desastre y ahí aparece Godzilla, que busca a Kong en la tierra hueca y ambo terminan luchando en Tokio. Cuando el enfrentamiento entre los monstruos está en su apogeo, descubrimos que la corporación quería mucha energía para darle vida a un Godzilla robótico -se ve que no les alcanzaba con “aliento atómico” del monstruo original-. Los tres bicharracos se meten en una pelea brutal que destruye medio Tokio, pero a quién le importa si la estamos pasando bomba. Con un mercado cinematográfico dañado por la pandemia global, son bienvenidos esta clase de eventos que nos sacan de la tragedia diaria y nos traen dos monstruos clásicos del cine. Dirigió Adam Winward con bastante destreza, los actores se las ingenian para hacer lo suyo con dignidad y tanto Kong como Godzilla lo dejan todo en la batalla. ¿Qué más quieren? ¿Ah, que se acabe la pandemia? Bueno por ahora no va a pasar. GODZILLA VS. KONG Godzilla vs. Kong. Estados Unidos, 2021. Dirección: Adam Wingard. Intérpretes: Alexander Skarsgård, Rebecca Hall, Millie Bobby Brown, Brian Tyree Henry, Kaylee Hottle, Kyle Chandler, Eiza González y Demián Bichir. Guion: Eric Pearson y Max Borenstein. Fotografía: Ben Seresin. Música: Junkie XL. Edición: Josh Schaeffer. Distribuidora: Warner Bros. Duración: 113 minutos.
Para mucha gente Godzilla vs Kong representará el regreso a las salas después de un año, ya que habían visto previamente los últimos estrenos y esperaban esta producción en la pantalla grande. La buena noticia es que el director Adam Wingard no decepciona para nada con este encuentro entre los dos monstruos clásicos y proporciona un cierre muy digno al Monsterverse de Warner. No hay escenas post-créditos y parecería que todo termina acá y está bien que así sea porque tampoco se puede estirar mucho más el concepto de la saga. Si disfrutaron Godzilla 2 y no le dieron bolilla a los críticos que le pegaron por su "calidad argumental y falta de rigurosidad científica", no hay modo que la pasen mal con la nueva entrega que tiene algunos momentos formidables. Sobre todo tras las abstinencia que había de este tipo de espectáculo producto de la pandemia. Wingard construye muy bien el duelo de los dos protagonistas con una trama sencilla donde los monstruos cuentan con una presencia generosa. Por momentos queda la sensación que el director tiene cierta predilección por Kong a quien establece como la figura heroica del conflicto. El mono es claramente el alma del film y el personaje con el que el relato genera una empatía emocional. Por el contrario, a Godzilla esta vez se lo nota más ofuscado con la humanidad, como si lo hubieran sometido a una función continuada del Snyder Cut de la Liga de la Justicia. De todos modos es importante destacar que Wingard lo respeta muchísimo y sobresale en algunas secuencias que son imponentes desde la puesta en escena. En lo referido a los personajes humanos la historia presenta dos bandos que siguen y apoyan a los protagonistas. El equipo Kong fue el más beneficiado con ese tándem estupendo que conforman Alexander Skarsgard, Rebecca Hall y Kaylee Hottle, la nena que establece un vínculo personal con el mono y representa de alguna manera la versión tierna de la clásica dinámica de la bella y la bestia. De todos los roles humanos que hubo en el Monsterverse estos tres (opinión personal) para mí fueron los mejores. Cuando la película no se concentra en la acción llevan adelante muy bien la trama y tienen química entre sí. Por el lado de Godzilla lamentablemente no se puede afirmar lo mismo. Millie Bobby Brown y Julian Denninson (el pibe de Deadpool 2) dejan sabor a poco y por momentos hasta resultan una molestia, porque tienen una subtrama aburrida. Tampoco los ayuda la incorporación de Brian Tyree Henry, quien compone un personaje que parece haberse escapado de una entrega de los Transformers de Michael Bay. Su finalidad de aportar humor es un desastre y todos los chistes que hace no sólo no tienen gracia, sino que se sienten forzados. Cada vez que la trama se enfoca en ellos surgen las ganas que la narración vuelva con el equipo Kong o los bichos. Damián Bichir por su parte compone un villano funcional a la película en un rol que saca adelante con mucha dignidad. Con repecto a la esperada pelea, hay tres rounds donde Godzi y Kong se van a la manos y lo interesante de la película es que presenta un claro ganador. Cuando el film entra en el terrero de la Wrestlemania bizarra y la destrucción masiva de ciudades es la gloria y en materia de realización la labor del director es impecable. Sobre todo en los últimos 20 minutos cuando Kong sorprende con un estilo de lucha que sigue la escuelita de Hulk Hogan o Rubén Peuchele. Desde la realización la pelea final es una locura y le da al público lo que se espera de este tipo de propuesta. Vuelvo a repetir algo que mencioné en las reseñas previas de esta saga. Con todas las objeciones argumentales que se le quieran hacer, este Monsterverse de Warner y la productora Legendary le pintó la cara a todo lo que hicieron los japoneses en los últimos 25 años. Salvo por Shin Godzilla, del 2016, que tuvo un poco de corazón, el resto de las producciones asiáticas fueron muy inferiores a las películas hollywoodenses y es justo reconocerlo. En resumen, si la estaban esperando a disfrutarla ya que para los seguidores del género es un gran entretenimiento.
A medida que fueron pasando los años en la escritura de mis reseñas para este sitio, dejé de usar la expresión “apagar el cerebro” y sus afines. No me parece que su uso sea correcto por más de un motivo, pero el principal es porque creo que toda película debe ser pensada y analizada, aún las más simples y tontas. Pero ahora me veo en la situación de volver a emplear la infame frase porque no se me ocurre una declaración más acertada que esa para manifestar lo que sentí mirando Godzilla vs Kong. De repente no solo me distraje, lo cual hago siempre que una película me gusta, sino que entendí que para disfrutarla tenía que no analizarla en el momento, no buscarle explicaciones ni nada. La vi en el IMAX y me dispuse a disfrutar como esos dos gigantes se mataban a trompadas mientras destruían a Hong Kong. El film sin dudas es entretenido. Pero no es más que eso. Una fiesta visual y un tanto adrenalínica, al cual no se le puede exigir mucho. El guion es pobre, las actuaciones están ok con un par de excepciones que son insoportables. Adam Wingard, quien viene del palo del terror y el suspenso, con aciertos y errores, logra una apuesta correcta, pero sin ningún tipo de impronta. Esto es cien por ciento -para sorpresa de nadie- un film de Estudio y por encargo, que podría haber dirigido cualquiera. Las estrellas aquí son los VFX que dan vida a los dos monstruos y nada más. Los más fans podrán encontrar guiños y referencias al monsterverse y encarnaciones anteriores, más allá de lo ya planteado en las tres películas previas. En definitiva, no es una cinta que merece mayor análisis. Si buscás entretenimiento ruidoso de dos horas, es la mejor opción que vas a encontrar. Es la película ideal para volver al cine tras un año de ver pantalla chica. Así que, si aún no lo hicieron y tienen ganas, no se pierdan esta oportunidad.
Por Daniel Alvarez Godzilla vs Kong es en realidad uno de los estrenos que ha generado más expectativas al menos en nuestro país, ya que se trata de uno de los primeros tanques en estrenarse en cines, a la par de su lanzamiento en el mercado global. Teniendo en cuenta que estrenos como Tenet y Wonder Woman, se han lanzado en 2020 en otros mercados antes de llegar a nuestras salas. Esto parece quizá algo tonto, pero es una realidad que viene consigo las ansias de ver un producto sin tener muchas opiniones formadas sobre ello. Y es la pelea entre dos Titanes como Godzilla y King Kong, lo que ha hecho atractivo a un film que llega este 25 de marzo a las salas argentinas. Godzilla y Kong son personajes muy populares del cine, tv, animación y diversos productos, pero son las últimas adaptaciones cinematográficas de ambos personajes las que han llevado a la reunión de estos grandes, orientado mucho más a la acción. Aquí pasa algo muy similar a lo que sucedió con las películas de Godzilla, dónde la trama humana es la que no aporta mucho, pero es la acción de los personajes principales lo que hace que la experiencia resulte satisfactoria. En un inicio rápido, nos explican por arriba la enemistad entre estos dos Titanes, no sabemos porque, pero existe un odio y enfrentamiento natural en ellos, por lo que tienen aislado a Kong para evitar este encuentro. Cómo siempre, tenemos conspiraciones y algunas personajes que en la búsqueda de poder, terminan arruinando todo. No llegamos a comprender demasiado las motivaciones, pero realmente agradecemos que el encuentro entre los personajes, y su pelea inicial llegué rápido. Visualmente la experiencia es grande y brutal, lo que es el deleite para los espectadores, porque si tú motivación para ver este films no es poder apreciar a estos personajes agarrándose a las piñas, mejor ir a ver otra cosas. Se podría haber cuidado un poco más el argumento, o haberlo hecho más simple para llegar a las peleas, porque nos encontramos con situaciones absurdas y personajes que terminan aportando poco e incluso dando vergüenza ajena. Por un lado volvieron a incluir el personaje de Millie Bobby Brown, que debo decir realmente que no supieron que hacer con ella, ya que roba tiempo, y que si se suprimiera todas sus escenas, no nos daría cuenta que faltó algo en el film. El resto se encuentra solo ahí por figurar, quizá podemos destacar un poco al personaje de Rebeca Hall, que sin hacer mucho, ayuda un poco a entender la conexión con Kong. Sin ánimos de dar spoiler, creo que resulta una obviedad de que no hay un malo entre estos dos personajes, y que la rivalidad va a ceder por un enemigo mayor. Pero si cabe destacar que el enfrentamiento entre ambos se llega a dar, y podemos apreciar a un ganador entre ellos, así que pueden hacer sus apuestas. No voy a decir más sobre ello, pero estos personajes sin emitir diálogo alguno (Tal vez Kong un poquitos) llegan a ser los que mejor parados están, y son el deleite en una cinta que se aprecia puramente por su acción. De los efectos visuales, se puede decir que sigue en la línea de lo que ya vimos en los anteriores films, y si, es una experiencia que debemos verla en cines, ya que nos deja apreciar la espectacularidad del enfrentamiento. Quizá la batalla final termina resultando apresurada, quizá por centrarse en tramas muy absurdas, haciendo que el film en momentos resulte pesado. Godzilla vs Kong no es la mejor película si lo vemos desde el punto de vista narrativo, pero es una realidad que nos da lo que la mayoría quiere, el enfrentamiento de estos dos grandes personajes. Pese a momentos tediosos, protagonizado por personajes que no aportan nada, la película es muy entretenida. Y si tú intención es ver un buen enfrentamiento entre el mono y el reptil, no la vas a pasar mal. Calificación 6.5/10
Lucha de gigantes. “Un duelo salvaje advierte lo cerca que ando de entrar, en un mundo descomunal”… dice la canción de Nacha Pop, y no justamente para referirse a los gigantes más terribles del cine, Godzilla vs. Kong. Pero su poesía para describir un mundo de sentimientos íntimos, bien se emparenta (literalmente) con el enfrentamiento del dulce de Kong y el radioactivo de Godzilla. La adjetivación de los titanes nos da una pista para cuál de los se inclina un poco más la balanza en la cinta de Adam Wingard. El encuentro, sin dudas, es uno de los más esperados del año. Aquí, King Kong se encuentra contenido en un mega hábitat diseñado para su supervivencia, pero el instinto es más fuerte y se da cuenta de que ese no es su hogar. Godzilla vaga por las profundidades del océano, hasta que de un momento a otro, decide atacar a los humanos. Por lo que en una investigación secreta que avala la famosa teoría de la tierra hueca (que se menciona en Kong: Isla Calavera), con la intención de detener los ataques del mega lagarto, deciden llevar al simio al que se supone es su verdadero hogar, donde están sus orígenes. Pero claro que hay otros intereses corporativos detrás. No desesperen, que las batallas entre los titanes son varias y espectaculares. La música y los fx disponen a la perfección el escenario para que estos se enfrenten. Piña va piña viene, los muchachos nos entretienen. En las peleas hay vértigo y una dosis de acción legendaria y embriagadora. En este aspecto, pulgar para arriba para Wingard. También tenemos dos tramas paralelas en la película, relativas a los humanos. Esta el team Kong, con la doctora Ilene Andrews (Rebecca Hall) de Monarca y la pequeña Jia (Kaylee Hottle); y al team Godzilla, con Madison Russell (si, nuestra Millie Bobby Brown), a la cabeza. Sin dudas es aquí donde flaquea la película, en el tratamiento de personajes sin demasiado relieve, y que no toman las mejores decisiones ni las más inteligentes. Se descuida este aspecto, poniendo todo el peso protagónico en la acción entre los monstruos. Dos kaijus alfas con una historia y tanta mística que emocionan de solo verlos en la pantalla, enfrentados, heridos, derrotados o también ayudándose. Por este motivo perdonamos una trama inverosímil, porque en las peleas la épica se palpita. Godzilla y Kong dejan todo en la cancha, van desde los puños a utilizar recursos como el aliento atómico y el hacha poderosa. La contienda más esperada del año no defrauda, solo resta disfrutar y elegir que lado estás.
Godzilla vs Kong: trae Caladryl, porque se recontra picó… Se venía anticipando… el Monsterverse, con tres películas en su haber (Godzilla, Kong: Isla Calavera y Godzilla: El Rey de los Monstruos) venía dejando todo servido para que dos de sus kaijus más representativos se dieran a la batalla, el lagarto gigante nuclear VS el gorila rey de la selva. El enfrentamiento definitivo, el evento principal… ¿Quién ganará? ¿Perdemos nosotrxs? Preparense para Godzilla vs Kong. ¿De qué va? Kong y sus protectores emprenden un peligroso viaje para encontrar su verdadero hogar, y con ellos está Jia, una joven huérfana con la que ha formado un vínculo único y poderoso. Pero inesperadamente se encuentran en el camino de un Godzilla enfurecido, cortando una franja de destrucción en todo el mundo. El épico choque entre los dos titanes, instigado por fuerzas invisibles, es solo el comienzo del misterio que se encuentra en las profundidades del núcleo de la Tierra. ¿Están esperando una trama profunda y compleja que pongan a los personajes en situaciones extremas y cuidadas a nivel de guion mientras se aprovecha el ataque de bichos gigantes para hablar sobre la finitud del ser humano? ¡Vayan a ver Evangelion! Acá queremos acción, queremos ver a monstruos golpeándose a mansalva, destruyendo edificios y uniéndose ante la aparición de un bicho más malo aún… uno malísimo. Adam Wingard (The Guest, You’re Next) dirige a un variopinto grupo de personajes que se irán alternando entre diferentes regiones del planeta (algunas conocidas por primera vez), que finalmente confluirán en una oriental ciudad de neón donde todo será piña, patada y cosha golda. Alexander Skarsgård (Big Little Lies), Millie Bobby Brown (Stranger Things), Rebecca Hall (Iron Man 3), Brian Tyree Henry (Joker), Shun Oguri (Weathering with You), Eiza González (Fast & Furious: Hobbs & Shaw), Julian Dennison (Deadpool 2), Kyle Chandler (Godzilla: El Rey de los Monstruos) y Demián Bichir (La monja) se encargan de las exposiciones y las explicaciones… pero los verdaderos protagonistas son los que lleva el título. Kong vive en la Isla Calavera… pero mucho cambió desde los 70s. El clima se modificó y las constantes lluvias cambiaron el ecosistema, entonces Monarch (la empresa que une a todo el Monsterverse) crea un domo donde el gorila gigante vive. Pero ya no está muy a gusto, porque él vivía en el bosque muy contento y caminaba, caminaba sin parar… Va destruyendo de a poco el domo, mientras hace buenas migas con una nena oriental muda (Jia), que parece calmarlo. Godzilla por otra parte, está rompiendo todo a su paso. En realidad, no todo… específicamente las oficinas de una rama de Monarch que parece estar haciendo algo de manera ilegal. Estos ataques motivan al CEO Walter Simmons (el mexicano Bichir) para buscar una energía específica que pueda darle boost a una máquina creada para detener al lagarto gigante. ¿Y dónde se puede encontrar esa energía? En la Tierra Hueca. ¿Qué es la Tierra Hueca? Un mundo debajo de nuestro mundo, repleta de teorías conspirativas y que se une con lo escrito por Julio Verne. Se supone que Isla Calavera tenía un acceso a este lugar, y por ello tantos bichos gigantes se asentaron. Pero ahora existe una sola entrada y está en el Ártico. El Doctor Nathan Lind (Skarsgård) es convocado por Simmons para llegar a ese lugar, y ADIVINEN A QUIEN NECESITAN PARA SABER DONDE IR: al simio gigante. En el medio, Madison Russell (Brown) sigue haciendo de las suyas y se une con un amigo y un podcastero con delirios persecutorios para entender que hay detrás de los ataques de Godzilla y Simmons. ¿Mecha Godzilla? ¿Algo que ver con la escena post-créditos de la segunda película del lagarto? No seguimos para no caer en spoilers, pero va a haber golpes. De los buenos. De los gigantescos, animales, destruyendo todo a su paso sin importar los seres humanos que les rodeen. El problema de Godzilla vs Kong siguen siendo cada uno de los personajes de tamaño regular que pululan la pantalla. Exponen, aburren, carecen de rigor narrativo (lo de Madison llegando a la ciudad de neón luego de entrar a las instalaciones más protegidas del universo como si nada, es una falta de respeto al guion) y nos hacen gritarle a la pantalla “¡movete que quiero ver como se destruyen los monstruos entre ellos!”. Lo más importante en la mitología es la introducción de la Tierra Hueca, las definiciones visuales de la misma y la potencialidad narrativa dejan todo servido para que se pueda seguir lucrando con el lagarto de los huevos de oro. Incluso, se comienzan a re-utilizar kaijus que creíamos perdidos. Nada se pierde, todo se transforma… ¿Las cosas pasan porque sí? Y… bastante. La construcción de este universo específico terminó huyendo de “lo serio” (luego que no le fue muy bien con la primera película) para ir directo a los bifes. ¿Molesta? Un poco sí, ahora: si queres un no-brainer total, con efectos visuales correctísimos y momentos fan service absolutamente efectivos Godzilla vs Kong es el remedio para este año sin cines. ¿Llegaste al final pensando que te iba a decir quien gana? ¡Dale! Eso es para que lo veas vos…
“Godzilla vs Kong”. Crítica La mítica pelea llega para dejarnos con ganas de más. Rodrigo Rivas Hace 17 horas 0 15 El duelo más esperado del año llega a los cines para mostrar que es lo mejor del “MonterVerse” hasta ahora, de la mano de Warner Bros. y Legendary Pictures. La película es dirigida por Adam Wingard, conocido por haber estado al frente en películas como You´re Next o mejor conocida como Cacería Macabra (2013), la nueva adaptación de La Bruja de Blair (2016) y la adaptación de Netflix Death Note (2017). Producida por Thomas Tull, Jon Jashni, Brian Rogers, Mary Parent, Alex García y Eric McLeod, mientras que el guion fue escrito por Terry Rossio, Michael Dougherty y Zach Shields. El elenco está compuesto por Alexander Skarsgård, Millie Bobby Brown, Rebecca Hall, Brian Tyree Henry, Julian Dennison, Kaylee Hottle, Demián Bichir, Eiza Gonzales, Shun Oguri, Kyle Chandler, Lance Reddick y Hakeem Kae-Kazim. Mientras Kong y sus protectores aprenden un viaje sumamente peligroso en la búsqueda de su hogar, donde este mismo se encuentra en el centro de la tierra, los dirige hacia a la tierra hueca. Kong durante un tiempo, antes de emprender el viaje, desarrolló un vínculo con Jia, una huérfana Iwi que puede entenderlo. A pesar de que todo vaya como dictaba el plan, Godzilla aparece destruyendo todo a su paso para luchar contra Kong, en lo que varios acontecimientos del pasado y del presente estarán enlazados, haciendo que el destino del planeta esté en juego. Duelo de titanes Lo principal por lo que la película genera tanta expectativa, es la pelea entre los míticos personajes, lo que lleva a querer deducir cual es el motivo, tanto de Godzilla y Kong, así como también, el de los humanos. La motivación de Godzilla es ser el único titan en pie, por lo tanto, ya no es bueno del todo. En la introducción muestran como ambos pelearon contra otras bestias eliminándolas, siendo los únicos vivos actualmente, esto puede llegar a contradecir un poco a la película de “Godzilla: El rey de los monstruos”. Por otro lado, Kong solo quiere volver a su hogar y defender a los humanos que están con él. Por el lado de los humanos las cosas son muy complicadas, ya que todos persiguen metas diferentes, por más que pongan al mismo planeta en riesgo. Las peleas y escenas de acción están excelentemente realizadas, quizás la musicalización no es tan buena, pero no opaca las épicas peleas. Otro punto a favor es como representaron tanto los escenarios en el que ambos titanes se enfrentan y partes de la tierra hueca que también están perfectamente realizadas. Hablando de la tierra hueca, se muestra muchísimo de la misma dejando varias cosas más claras, tanto para las anteriores películas de Godzilla como para la de Kong. La humanidad en segundo plano
Godzilla vs. Kong es uno de los títulos más directos posibles. Sin ninguna intención de ser misteriosa o evocativa, la película se centra en la batalla entre los dos titanes. Y es eso lo que sucede en el film, aunque la verdadera gran guerra detrás de la pelea titular sea la de la naturaleza contra los desbordes de la ambición humana. La película de Adam Wingard cumple con lo que promete en términos de espectáculo de destrucción. Una edición muy rápida y movimientos de cámara ágiles en casi cada plano son las herramientas que utiliza el director para aumentar la adrenalina de las escenas de acción. Es probable que esta sea una decisión que tiene que ver con crear esa sensación con menor trabajo sobre los efectos visuales, pero no resulta tan satisfactorio como cuando en la secuencia de la batalla final se toma un poco más de tiempo, aún dentro del ritmo obligado para este tipo de películas en la actualidad, dejando que el espectador pueda observar la acción completa y los detalles de la pelea entre los titanes y la destrucción que dejan a su paso. La estética de un fondo oscuro de los edificios de la ciudad, cubierto de luces de neón brillante, hace que esta parte del film tenga una estética impactante, más allá de los logrados efectos visuales. Además de la grandilocuencia visual, Godzilla vs. Kong entretiene con las historias de los personajes humanos, por más que estos no tengan una construcción muy sofisticada. El villano es malo malo, la chica adolescente tiene un coraje lindante con la inconsciencia y la niña muda que tiene una conexión especial con Kong es más sabia que todos los adultos que la rodean. Pero encarnando a estos bocetos de personas hay actores con talento y carisma. Una mirada preocupada de Rebecca Hall transmite más que la música emotiva que subraya cada situación; Brian Tyree Henry hace reír con una caricatura de un podcastero conspiranoico, al que logra infundirle humanidad, y poquísimos minutos de Kyle Chandler siempre son mejores que nada. Es parte de ese elenco el que permite obviar algunos diálogos que caen en el ridículo y perdonar los momentos incompresibles y de “no-te-lo- puedo-creer” que abundan en una trama construida con el único objetivo de enfrentar a las dos estrellas del cine de monstruos en una batalla épica. Viéndola en la pantalla más grande posible, con el mejor sistema de sonido al alcance, Godzilla vs. Kong entretiene con la famosa batalla que promete y poco más.
Buena parte de los escasos atractivos de Godzilla vs. Kong están en varias imágenes anticipadas en el trailer: por un lado, el gigante japonés surgido de los ataques atómicos y con ya casi 40 películas sobre el lomo; por el otro, el aún más viejo y no menos enorme simio de la Isla Calavera al que venimos viendo desde 1933. Aunque cerca del final hay una vuelta de tuerca que no tenemos intenciones de spoilear aquí, el tan mentado “duelo de titanes” es casi lo único que tiene para ofrecer una producción que hace agua por todos lados: personajes sin vuelo, profundidad ni encanto, resoluciones y “justificaciones” absurdas hasta lo inverosímil. El sindicato de guionistas debería someter a Eric Pearson y Max Borenstein a un juicio por mala praxis y retirarles la membresía. Lo más triste del asunto pasa por ver a muy buenas intérpretes como Rebecca Hall o la ascendente Millie Bobby Brown (la Once de Stranger Things) sometidas a personajes sin matices ni encanto (en los casos de Kyle Chandler y Eiza González sus aportes son poco más que los de un cameo). De hecho, lo mejor en ese terreno es la Jia de Kaylee Hottle, una niña sordomuda que logra comunicarse con Kong a través de señas. El resto son meros engranajes de una maquinaria cuyo objetivo es que transcurran como sea los minutos de “trama” (el traslado de Kong al centro de la Tierra, los abusos de la organización Monarch y de una corporación llamada Apex con sede en Hong Kong) hasta llegar a lo único que realmene importa: las peleas mastodónticas. Es cierto que las películas de kaijus con su espíritu clase B nunca exigieron mucho más que impacto y espectacularidad, pero a esta altura de la evolución del cine uno querría en un tanque de estas dimensiones al menos una excusa dramática medianamente atractiva y no esta acumulación de escenas sin demasiado sentido ni progresión. Los que extrañábamos el cine en el cine (pantalla gigante, sonido de última generación) encontramos en las escenas de acción, en esos combates cuerpo a cuerpo entre los monstruos del título, un motivo de regocijo luego de tan larga espera. Es cierto que esperábamos algo con mucha fuerza, muchos golpes y mucho ruido como lo que construyó el director Adam Wingard (Cacería macabra, The Guest), pero pasada la adrenalina inicial es muy poco lo que en materia pura, estrictamente cinematográfica nos regala ese nuevo crossover entre Godzilla y Kong.
Después de tres años de inactividad, Godzilla ataca sin motivos aparentes una sucursal de Apex, una multinacional pionera en tecnología que busca llevar a la humanidad al siguiente nivel. Para prevenir futuros incidentes similares, se les encarga a un par de científicos que lleven a Kong a la Tierra Hueca, para encontrar una nueva fuente de poder capaz de detener al mastodóntico lagarto. Una de las películas mainstream más esperadas de este año, era sin dudas Godzilla vs Kong, ya que, por fin, íbamos a ver a estos dos titanes partiéndose la cara en la gran pantalla. ¿Está el film a la altura de las expectativas? Para serles sincero, quien les habla no esperaba mucho de esta película. Si bien Kong: La Isla Calavera me había gustado, pero las dos previas de Godzilla no, por el tema de que los personajes humanos comían demasiado tiempo en pantalla. Y en este proyecto, tuvimos una mezcla de eso; porque por momentos la trama se centra solo en el simio (quien de los dos es quien termina siendo el protagonista), y toda su historia, incluso la de los humanos que interactúan con él, es buena. Pero cuando entra Godzilla en pantalla, todo se viene a pique. Por alguna extraña razón, a Godzilla quisieron endosarle los personajes humanos de su última cinta (porque de los otros titanes, bien gracias, nadie sabe que pasó con ellos). Así es como vemos retornar a Millie Bobby Brown, en un rol que no aporta absolutamente nada a la trama, ya que no influye en la misma, pero que así y todo vuelve a acaparar pantalla porque sí. Y no lo decimos por su utilidad en la historia, sino que también, actoralmente, la otra niña (a quien ya vieron en los trailers), se la devora, y eso que no pronuncia una sola palabra en las dos horas de metraje que tiene Godzilla vs Kong. Para terminar con lo malo, tenemos que decir que sentimos un abuso con las luces de neón. Una cosa es que abunden en determinadas ciudades donde pasa la película, pero otra es que hasta las metan los laboratorios, pareciendo mas una tercera entrega de Tron que cualquier otra película. Pero si nada de lo que dijimos más arriba les importa, y solo quieren ver a los dos bicharracos pegándose, si, lo van a ver tres veces a lo largo del film, pero en peleas bastantes largas donde se ve con toda claridad quien le pega a quien; siendo la primera de ellas la preferida de quien les escribe. Godzilla vs Kong es el clímax del monsterverso; que por desgracia, conserva la ñaña de priorizar a los humanos en vez de a los verdaderos protagonistas de cada una de las películas. Al menos, en esta ocasión, si eligieron para dichos roles a gente que si sabe actuar (y con esto excluimos a los actores de Kong: La Isla Calavera).
A través de los años tanto Godzilla como King Kong supieron tener diferentes adaptaciones en el cine y la televisión. Algunas más certeras que otras, pero primando en todas el espíritu lúdico con el que fueron creados, demostrando en ellas, la pequeñez del hombre ante la magnificencia de semejantes criaturas. En esta oportunidad, y tras los hechos acontecidos en las precuelas respectivas (Godzilla -2014-, Kong, la isla calavera-2017), el esperado enfrentamiento de estas dos moles no se hace esperar demasiado en el largometraje, un relato sobre seres solitarios que, de alguna manera, saben que estos monstruos, en el fondo, revelan la peor parte del ser humano, aquella que quiere explicar y contener lo inexplicable. Un elenco de figuras acompaña a las bestias, con personajes trazados con pinceladas grotescas, exageradas, que lo único que hacen es resentir las buenas intenciones de una historia que por momentos entretiene y por otros, en lo exagerado y ridículo de todo, remite a episodios animados de Mazinger Z o la propia saga de Godzilla, y no mucho más que eso. (Rolando Gallego).
Hubo años de calma desde que Godzilla se coronó Rey de los Monstruos, sometiendo y exterminando a todos los otros kaiju que se cruzaron en su camino. Solo uno de ellos permanece fuera de su vista, oculto y vigilado de cerca por Monarca desde que la Isla Calavera fue descubierta décadas atrás. A falta de rivales, el lagarto nuclear lleva un tiempo retirado pero saben que en cuanto detecte la presencia de un competidor volverá al ataque. Eso es tan seguro como que el gorila no se va a dejar amedrentar y hará honor a la ancestral rivalidad entre especies, desatando la esperada pelea Godzilla vs Kong en cuanto se enteren de la existencia del otro. Pero la reputación de protector de la humanidad de Godzilla se desvanece cuando sorpresivamente aparece en Miami para pisotear los laboratorios de Apex Cybernetics. Se trata de una empresa dedicada a desarrollar la tecnología más avanzada de la época y a investigar el origen de los titanes, específicamente la teoría de la Tierra Hueca, donde se asume que han tenido su origen y donde esperan encontrar una fuente de energía lo suficientemente potente como para permitirle a la humanidad defenderse de los ataques de Godzilla. Para encontrar el camino hacia esta mítica tierra secreta, Apex pretende utilizar a Kong como guía nativo, confiando en que una vez puesto en el camino correcto sus instintos ancestrales lo llevarán allí. Aunque sacarlo de su isla escondida lleve al inevitable enfrentamiento contra el Rey de los Monstruos. La batalla de Godzilla vs Kong no solo determinará el futuro de los titanes, también el de la humanidad. Los humanos siempre sobran Es la cuarta película de la franquicia, por lo que Godzilla vs Kong no necesitaría establecer casi nada de lo que pretende mostrar, pero de todas formas se pasa una larga porción de la primera parte enfocada justamente en lo que más se le ha marcado y criticado como lo menos interesante: los humanos. Sus inclusiones pareciesen responder a la necesidad de agregar en el poster nombres como el de Millie Bobby Brown o Alexander Skarsgård más que a necesitarlos para llenar algún espacio narrativo importante o explicar giros de una trama compleja. No hay mucho de ninguna de las dos cosas. Sobran unas cuantas de las intervenciones humanas, al punto de que uno de los arcos podría ser removido de la película sin que nadie se entere que alguna vez estuvo allí, con personajes que solo funcionan como un alivio cómico que apenas acierta de vez en cuando. Lo que importa: Godzilla vs Kong En general, cuando aceptamos ver una película de dos monstruos gigantes peleándose queda implícito en el contrato que muchas cosas no van a tener sentido. Es parte de la gracia, pero Godzilla vs Kong patina cuando pretende explicar algunas de esas cosas que no puede ni necesitaba explicar. Igualmente, la gente que produce la franquicia fue entendiendo de a poco esa idea y en esta nueva entrega al menos se reducen los intentos de justificar lo que está sucediendo o de insertar una motivación para el enfrentamiento entre los titanes. Una vez dejados de lado estos pequeños estorbos bípedos, Godzilla vs Kong pasa a la acción. Es en ese momento cuando alcanza sus puntos más altos de entretenimiento. Sea con Godzilla enfrentándose a las fuerzas armadas, viendo a Kong boxeando monstruos menores al estilo de un referente sindical o con la aparición de otro de los kaijus legendarios de la mitología de Godzilla, las escenas de acción y peleas no decepcionan, están bien diseñadas y bien mostradas. Son algo escasas y dejan con ganas de un poco más, pero alcanzan para compensar todas esas escenas con humanos que no podrían interesarnos menos. Una de las incógnitas previas a Godzilla vs Kong era cómo iban a hacer para emparejar a dos criaturas siendo que una de las dos estaba establecida como notoriamente más poderosa que la otra. Ni siquiera la más absurda película de kaijus aceptaría que la madre de ambos se llame Martha, por lo que el director compensa poniendo en el centro de la historia a Kong por sobre Godzilla, quien aparece casi exclusivamente para enfrentarse al gorila. Así, Kong tiene un pequeño arco narrativo del que sale potenciado y en mejores condiciones para enfrentarse a su némesis en la batalla final por determinar quién es el Rey de los Monstruos. Es una decisión que puede dejar con ganas de más al Team Godzilla pero que termina resultando necesaria para mantener indefinido el resultado hasta el último minuto. De todas formas, van a tener varias oportunidades a lo largo de Godzilla vs Kong para ver a su titán favorito pisoteando edificios en todo su esplendor.
"Godzilla vs. Kong": titanes en el ring. Las peleas confusas e hipertrofiadas elevan la habitual destrucción de ciudades, toda una especialidad del cine de monstruos, hasta niveles ridículos, sin un atisbo de autoconciencia. Hay películas malas y buenas; sofisticadas y berretas; expansivas e introspectivas, emotivas y desalmadas; bobas e inteligentes. Y después está Godzilla vs. Kong, cuya desidia generalizada la vuelve una experiencia única dentro de una sala oscura, quizás el peor de los regresos posibles tanto para las criaturas como para quienes desde hace más de un año no se sientan en una butaca. Es cierto que unir nuevamente –luego de haberse enfrentado en los ’60– al primate más famoso de la historia del cine con el monstruo de origen japonés suena, en un contexto de remakes, reboots y demás anglicismos, a intento de hacer leña del árbol de la instalación en el público. Nada nuevo bajo el sol, por cierto: si ya se enfrentaron Freddy Krueger con Jason Voorhees (Freddy vs. Jason; 2003) y Alien con Depredador (Alien vs. Depredador; 2004), ¿por qué estos pesos pesados no tendrían su revancha? El problema es que nadie parece haber estado lo suficientemente interesado en sentarse un rato a pensar cómo, de qué manera diseñar este duelo de titanes. Imposible que una embarcación de esta envergadura a la deriva no termine encallando en el menos dragado de los puertos. La culminación de la primera etapa del llamado Monsterverse –el universo compartido que arrancó con Godzilla (2014) y continuó con Kong: La Isla Calavera (2017) y Godzilla 2: El rey de los monstruos– presenta, como Mujer Maravilla 1984, dos películas apelmazadas en una, cada cual con sus protagonistas e intereses particulares. En la Isla Calavera está hace una década la científica Ilene (Rebecca Hall) estudiando el comportamiento del mono y haciéndose cargo de la hija muda de una lugareña, mientras que, en los Estados Unidos, Madison (la estrella centennial Millie Bobby Brown) empieza a desconfiar de la empresa Monarch gracias al podcast de un científico infiltrado como empleado de limpieza hace siete años. No suena muy lógico que un imperio tecnológico no sea capaz de encontrar un audio en internet ni a su responsable. Pero nada aquí es lógico, en realidad: la búsqueda de verosimilitud, de coherencia interna, de una situación como consecuencia de otra anterior y disparadora de una que vendrá, se queda en casa. La cuestión es que en Monarch desarrollaron naves capaces de llegar hasta un lugar cercano al centro de la Tierra, el mismo desde donde creen que hace miles de años surgieron las especies a las que pertenecen Godzilla y Kong. Si uno dialogaba con el desquicio militar pos Segunda Guerra Mundial y el otro funcionaba como metáfora del apetito lucrativo de la humanidad, aquí son reducidos a vecinos enemistados cuyos ancestros se odiaban. Aun sabiendo eso, el jefe –un villano de cartón a cargo del mexicano Demián Bichir– da la orden de llevar al mono hasta la Antártida para que haga de “escolta” de los humanos en su exploración, mientras el lagarto mutante anda muy tranquilo acechando en el océano. A una pelea confusa e hipertrofiada luego le seguirá otra aún más confusa e hipertrofiada que eleva la habitual de destrucción de ciudades –toda una especialidad del cine de monstruos– hasta niveles ridículos aunque sin un atisbo de autoconciencia, todo mientras Madison llega hasta el mismísimo centro de operaciones de Monarch e Ilene descubre que Kong tiene un corazón bondadoso digno de su cuerpo XXL. La ausencia de escena pos créditos permite irse apenas corren las primeras letras blancas sobre fondo negro. Una buena, al menos.
Elogiar los efectos visuales de una película por encima de cualquier otro elemento de su realización puede sonar a una crítica negativa del conjunto o a un lugar como a la hora de hablar de films espectaculares, pero en el caso de Godzilla vs. Kong no hay manera de no destacar ese aspecto. Los efectos visuales son extraordinarios, de lo mejor que se ha visto en la historia del cine. Desde 1954 hasta hoy, Godzilla se ha convertido en el genuino Rey de los monstruos. Con treinta y seis películas, se trata de la franquicia más duradera de la historia del cine. Desde la obra maestra original hasta hoy, el personaje ha pasado por toda clase de tonos, estilos y resultados. Ya en 1962 se enfrentó a King Kong en una película de las muchas que lo tuvo como protagonista. Kong no se quedó atrás, nació de una obra maestra en 1933 y tuvo sus buenos y malos momentos. Volver a juntarlos en el siglo XXI es una excelente idea. Uno de los grandes errores de las secuelas, las remakes y demás explotaciones de franquicias es el traicionar al original sin respetar los personajes que le iniciaron todo. Hacer un Godzilla que no tenga nada que ver con Godzilla, un King Kong que no tenga nada de King Kong. Por suerte esto se evita acá y las asombrosas y apabullantes batallas entre ellos se ven perfectas y a la vez parecidas a los films originales de Godzilla. El espíritu es el mismo. Hay más que ellos dos y eso también es impactante. No son solo los efectos visuales, es toda la idea de estos. También Kong es leal a su mundo de afecto por los humanos, pero sin romance esta vez. Y sabe como colgarse de los edificios, tal cual la tradición del personaje. Queda un paso atrás el resto. Los humanos no tienen ningún valor, no producen nada, una nena con cara triste y tendencia al llanto no emociona en lo más mínimo y un trío de rebeldes es insólitamente inverosímil en toda su subtrama. Hay un villano humano, porque no podemos depositar en la naturaleza la maldad y su hija está completamente fuera de registro y justificación. Pero la película se impone a fuerza de peleas, efectos y espectacularidad. Es posible que en el camino mueran cientos de miles de personas, pero en eso la película también es fiel a su estirpe, las multitudes huyen como en el film de 1954 y como en aquel título, no tienen demasiada suerte.
Luego de un 2020 prácticamente nulo en lo que a Blockbusters se refiere, desembarca en Argentina uno de los estrenos más esperados del año: «Godzilla vs Kong». Un nuevo episodio del conocido «Monsterverse» que Warner Bros y Legendary Entertainment vienen gestando desde 2014 con el estreno de «Godzilla». Este reboot del histórico universo cinematográfico poco a poco se está convirtiendo en una de las sagas actuales más equilibradas y mejor aceptadas por el público. La franquicia se completa con «Kong, skull island» (2017) y «Godzilla: King of the monsters» (2019). La historia general nos establece en un mundo donde comienzan a despertarse distintos monstruos mitológicos que habitan la tierra desde hace miles de años. Estos seres legendarios tienen origen en al género cinematográfico japonés llamado Kaiju (bestia extraña o gigante), que los instaura como los verdaderos reyes del planeta que vienen a reclamar su lugar de dominantes. Si bien son varias las bestias que aparecen a lo largo de la saga, nuestros protagonistas son Godzilla (Gojira) y Kong. Los conocemos en las dos primeras entregas de 2014 y 2017, respectivamente. Luego, en 2019, sigue el relato del animal marino que debe luchar con varias criaturas para conservar su lugar de alfa, y a la vez salvar al ser humano de la extinción. Algo que no se suele mencionar es que se plantea a las criaturas como seres con la misión de mantener el equilibrio en el reino animal, por lo que no son necesariamente «malos». Y así llegamos a la película que nos congrega aquí: Kong es uno de los últimos titanes que pueden sacarle la posición a Godzilla, así que se enfrentan para definir quién va a ser el verdadero rey de los monstruos. El elegido para dirigir tan ambicioso proyecto es Adam Wingard. Un director de orígenes en el terror under, que comenzó a pisar fuerte en la industria luego de «The Guest» (2014): un thriller protagonizado por Dan Stevens, que es considerado su mejor film hasta el momento. Luego derivó en una cuestionada secuela de «The Blair Witch Project» titulada «Blair witch» (2016) y el enorme fracaso de Netflix adaptando «Death Note» (2017). El nuevo tanque audiovisual es su oportunidad de reivindicarse como creador de grandes éxitos de taquilla. Según la crítica especializada y quienes ya la pudimos ver, aprovecha el éxito que lo antecede y le hace justicia al tan esperado choque de gigantes. En cuanto a la película en sí, logra impactar eficazmente como un espectáculo cinematográfico. Tiene un atractivo diseño visual, con ciudades llenas de neones, selvas exóticas repletas de animales y plantas tan extrañas como cautivantes, y cavernas cubiertas de minerales luminosos. Su apartado sonoro no se queda atrás dando un auténtico festival de rugidos que te erizan la piel y momentos cinemáticos que potencian las circunstancias. Aunque, nobleza obliga, hay que admitir que, en el afán de crear dichos momentos, a veces la banda sonora se siente sobrecargada o inoportuna. Será cuestión del gusto del espectador precisar si este aspecto es positivo o negativo. Desde nuestro lugar, recomendamos ver la cinta en las mejores condiciones posibles para un óptimo disfrute de sus cualidades técnicas. En relación a la historia, el gran acierto consiste en seguir ahondando en el universo creado. En lugar de quedarse dentro de las fronteras establecidas, se extiende más allá y coloniza nuevos territorios dentro de las vastas posibilidades. Eso le brinda la frescura que necesita para no caer en una repetición de argumentos (que, ya de por sí, suelen ser bastante estandarizados). El gran problema, a nivel guion, radica en sus protagonistas humanos. Al igual que en sus antecesoras, hay un exceso de personajes secundarios que, en su gran mayoría, carecen de un propósito claro y terminan por perjudicar el relato. Cada actor necesita tener un momento de protagonismo, pero sin opacar a los titanes. Entonces, se vuelve un dolor de cabeza tener tantas figuras a las que complacer en un tiempo limitado. En nuestra opinión: menos, es más. Sobre todo, en películas donde las estrellas, no son seres humanos. Al problema se le puede sumar el exceso de alivio cómico que se le impuso. De la mano de Milly Bobby Brown, Julian Dennison y Brian Tyree Henry, se intenta poner humor al estilo de John C. Reilly en «Kong: Skull Island», pero sin el mismo resultado. Toda la trama en torno a ellos se siente absurda y sobrante, en líneas generales. A pesar de estos percances, quienes decidan darle una oportunidad a la obra seguramente estén esperando grandes cantidades de combates entre titanes y acción a montones. En este punto hay que detenerse para admirar el gran trabajo que exponen las coreografías de pelea, el muy buen uso del CGI y el correcto montaje. En ningún momento uno se siente perdido dentro de las secuencias de acción o de lucha, todo está bien definido y efectuado. La película logra transmitir la potencia y epicidad que semejante encuentro ameritaba. Pero esto no es algo nuevo. Toda la saga funciona muy bien dentro de este aspecto y es digno de mencionar el acertado trabajo de las productoras al poder combinar cuatro películas, de diferentes directores, manteniendo la misma línea estética dentro de un relato que fue en constante crecimiento hasta culminar en este punto. En conclusión, podemos afirmar que no se trata de la mejor película Kaiju alguna vez hecha. Pero sí es una excelente ocasión para satisfacer la necesidad de grandilocuencia audiovisual proveniente de los grandes blockbusters Hollywoodeneses. Sin dudas, no saldrás decepcionado de la sala y tal vez con ganas de más. Sus 113 minutos se pasan volando y se dejan disfrutar gratamente. Excelente razón para volver a vivir el maravilloso ritual de ir al cine.
Luego de "Godzilla: King of the Monsters" (2019) y "Skull Island" (2017) entre tantas otras películas que los tienen de protagonistas, Godzilla y Kong vuelven a aparecer. Aquí es atacada la Institución APEX, centro que tiene como finalidad acabar con los Titanes. El responsable y cerebro del lugar es Walter Simmons (Demián Bichir) quien manda a su hija Maia (Eiza Gonzalez) en una misión a la que también asiste el Dr. Nathan Lind (Alexander Skarsgard) impulsando a llevar a Kong desde su hogar en la Isla Calavera hacia la Antártida. Lind le pide a la Dra. Ilene Andrews (Rebecca Hall) su amiga e investigadora, que lo acompañe. Junto a ellos viaja la hija adoptiva de Ilene, Jia (Kaylee Hottle) quien tiene un vínculo de mucha cercanía con Kong. Ambos se comunican mediante el lenguaje de señas. En una historia paralela, la joven Madison Russell (Millie Bobby Brown, a quien ansío ver en otro rol distinto, ya que éste y el de Eleven resultan similares) se escapa de sus casa junto a su amigo Josh Valentine (Julian Dennison) para investigar APEX. No irán solos, se les une Bernie Hayes (Brian Tyree Henry) creador de Podcasts e investigador de APEX, quien cree que este lugar guarda varios secretos. Durante el transcurso del film se ven varias batallas en el mar, la ciudad y en un portaaviones con el único fin de saber quién es más fuerte y poderoso. Dirigido por Adam Wingard, el film es grandilocuente, rayando en la exageración, desde la pomposa música, hasta los enormes sitios donde ocurre la acción. Aunque cuenta con buenos efectos visuales y un gran elenco, el guión abre demasiadas puertas. Hay un nuevo personaje aquí: Mechagodzilla, la novedad no aporta demasiado al guión, sólo en lo visual algo más de espectacularidad. Entretenimiento sólo para fans. Godzilla vs. Kong (EE.UU. / 2021). Dirección: Adam Wingard. Guión: Eric Pearson, Max Borenstein. Fotografía: Ben Seresin. Elenco: Alexander Skarsgård, Millie Bobby Brown, Rebecca Hall, Brian Tyree Henry. Distribuidora: Warner. Duración: 113 minutos. Calificación: Apta para mayores de 13 años
¡VOLVIERON LOS TITANES! Estos terroríficos pero amigables monstruos regresaron para romper taquillas en plena pandemia. Luego de los sucesos de “Godzilla 2”, el temible monstruo japonés vuelve a atacar y esto enciende las alarmas de las fuerzas armadas estadounidenses ¿Podrá King Kong ser la solución a este gran problema? “Godzilla vs Kong” es la cuarta entrega del universo cinematográfico que construyó Warner en conjunto con Legendary en estos últimos años. Luego de “Godzilla” (2014), Kong: La Isla Calavera” (2017) y “Godzilla II: Rey de los monstruos” (2019) llega esta entrega definitiva donde ambos personajes se enfrentarán en un duelo extraordinario. El film es sumamente simple, no da rodeos sobre tramas complicadas y constantemente avanza hacia un punto específico. Esto hace que el espectador no se distraiga ni saque la atención que debe darle a los dos personajes principales que son, sin dudas, la apuesta definitiva de los creadores de la saga. La producción nos entrega todo lo que esperábamos, mucha acción, tremendas imágenes de lucha, edificios derribados y unos efectos especiales muy bien logrados. Todo esto es acompañado por una musicalización épica y con unos personajes humanos que tienen su cuota correcta en pantalla. Los puntos más importantes de esta historia nunca fueron los grandes diálogos ni las tramas sorpresivas o exuberantes. Lo importante siempre fue que Godzilla y King Kong se luzcan, que sean protagonistas estelares y puedan explotar todo su potencial en pantalla. Esto se logra muy bien. La película entretiene mucho, está en constante movimiento y no deja respiros. La dirección de Adam Wingard es buena, aunque no es una historia a la que haya que exigirle demasiado, ya que está construida alrededor de unos personajes mitológicos, que, a pesar de su destrucción, generan mucho fanatismo en los espectadores. Es por esto que, a grandes rasgos, me parece una producción excelente con una historia correcta que está a la altura de lo que se esperaba. Ideal para ver en una pantalla gigante junto a un abundante balde de pochoclos. Por Leandro Gioia
'Godzilla vs. Kong' no decepciona ni se aleja caprichosamente del estereotipo para brillar. Reconoce su lugar y cumple con todas las características del género. Guion forzado y cuasi absurdo, destrucción a borbotones y los rasgos cliché de los personajes a la perfección; o sea, una pareja de héroes por un lado, un ambicioso devenido en villano por el otro, un puñado de frikis claves para la historia, y por supuesto, los dos tanques que le darán acción a la cinta. Aunque algo sí cambia de la estructura básica: la introducción no aburre en explicaciones largas sino que en los primeros minutos ya hay escaramuzas de las buenas. Y eso se repite constantemente hasta su final. Godzilla no tarda en aparecer y, por el bien del entretenimiento, se agradece. Para disfrutar del filme no hace falta haber visto sus antecedentes 'Godzilla resurge' y'`Kong: la Isla Calavera'. Pero quienes las hayan visto tendrán una idea más acabada. Porque Godzilla ya no es el que era, no ataca porque sí; y Kong hasta está civilizado, se comunica con una pequeña, por lo que se vuelve como un último recurso ante un peligro de escala superior. Pero aún así se miden, se desafían y sus batallas titánicas son de un nivel visual como pocas veces se vio en cine. Dos colosos frente a frente, ante la incógnita de quién ganará. Uno es más fuerte que el otro. Se nota, lo muestran, pero en el cine todo vale. Estados Unidos, por un lado: Japón, por el otro. Tampoco es cuestión de comenzar una guerra antropológica por un simple guion desequilibrado. Entonces hay un giro inesperado. Pero como el ADN de los norteamericanos es plantar bandera primero, sus tres heroínas, la doctora Ilene Andrews (Rebecca Hall), Madison Russell (Millie Bobby Brown) y Jia (Kaylee Hottle), la interlocutora entre Kong y el mundo; quedan mejor paradas que su competidor Ren Serizawa (Shun Oguri), el cerebro armado detrás del malvado Walter Simmons (Demián Bichir). 'Godzilla vs. Kong' es entretenimiento total. Diversión de principio a fin. Dos horas de adrenalina visual. Lo que se busca en este estilo de películas. Ninguna realidad, cero intelectualidad y sí pura fantasía, contada de la forma que debe ser contada para recibir el aplauso final de la platea.
MONSTRUOS VS. HUMANOS VS. MÁS HUMANOS El gran desafío -casi nunca superado- para el Monsterverse concebido por Legendary y Warner Bros. pasó siempre por cómo balancear la presencia de los monstruos con las acciones de los humanos. En Godzilla los personajes humanos casi no generaban empatía y las criaturas tenían un espacio acotado; Kong: la Isla Calavera tenía a un estupendo John C. Reilly, pero terminaba ahogada por su propia acumulación de referencias genéricas; y Godzilla II: el rey de los monstruos era una especie de drama familiar avasallado por el imaginario delineado para la franquicia. Godzilla vs. Kong, que se supone es la culminación de la saga, no consigue sobrepasar estas dificultades y por eso no llega a trascender el mero carácter de secuela. El film plantea, tal como lo indica su título, un escenario de enfrentamiento entre los dos monstruos, que está dado por una mitología que indica que…bueno…se tienen que enfrentar. En el medio, la humanidad tratando de lidiar con esa colisión inminente, con una corporación haciendo sus propios planes -obviamente malévolos-; científicos procurando encontrar una vía de contacto más armoniosa y evitar una catástrofe; agentes gubernamentales tratando de controlar la situación; y hasta un grupo de nerds intentando desentrañar y exponer la conspiración corporativa. Todo eventualmente irá a desembocar en el choque de titanes que todos queremos ver, con un par de vueltas de tuerca incluidas. En las poco menos de dos horas de Godzilla vs. Kong pasan un montón de cosas cosas, que abarcan desde una batalla naval hasta un pasaje que parece sacado de un capítulo de Viaje al centro de la Tierra, de Julio Verne, que es claramente lo mejor de la película, el momento donde se deja llevar por la aventura y descubrimiento sin tantas condicionalidades. ¿Cómo lidia el director Adam Wingard y con todas estas tramas y subtramas pergeñadas por los guionistas Eric Pearson y Max Borenstein? A duras penas, en especial cuando tiene que resolverlas. En Godzilla vs. Kong se combinan el relato de amistad, el drama materno-filial, un amague de historia romántica, el thriller corporativo y conspirativo y la exploración aventurera, con el cine catástrofe y de monstruos como marco y telón de fondo. Demasiadas superficies narrativas y estéticas, que nunca encuentran un equilibrio apropiado, tanto del lado monstruoso como del humano. De ahí que Kong tenga un arco dramático relativamente interesante, mientras que Godzilla no pase de ser una entidad difusa y a la vez sin un real misterio que la respalde. En el medio, Brian Tyree Henry y Millie Bobby Brown componen un dúo que roza lo insoportable; Eiza González es totalmente desperdiciada; el pobre Kyle Chandler es casi ignorado; y Demián Bichir queda condenado a interpretar a un villano estereotipado. Apenas Alexander Skarsgård y Rebecca Hall se salvan ligeramente, básicamente porque sus personajes son medianamente nobles y con objetivos más claros. Eso sí, Wingard continúa el mérito casi innegable de la franquicia, que es el delinear secuencias de acción perfectamente entendibles y que nunca resignan espectacularidad. En eso, Godzilla vs. Kong cumple con lo prometido, lo cual le permite explotar y actualizar la mitología que arrastran ambos monstruos con fluidez, sin que su vampirismo sea particularmente notorio. Sin embargo, eso no alcanza para configurar un entretenimiento óptimo y realmente vibrante: el factor humano es relevante, se necesitan personajes que nos permitan entender cabalmente el impacto de la destrucción, y lo cierto es que el relato nunca rompe con la indiferencia que generan los protagonistas de carne y hueso. Y si a eso le sumamos la acumulación innecesaria de personajes y líneas narrativas, nos queda un producto pesado, sin real tensión, que en verdad tiene poco para contar. Por eso el cierre algo abrupto de Godzilla vs. Kong no deja de ser lógico: en cuanto entrega lo mínimo indispensable (el choque de leyendas), se le acaba el combustible, pierde toda relevancia y no tiene más para ofrecer.
En esta nueva película sobre dos “titanes” somos partícipes de un show de efectos visuales por doquier, un guión bastante mediocre, personajes superficiales y una seguidilla de datos respecto a los diferentes sucesos que lo único que logran es agotar al espectador. Kong es trasladado al centro de la tierra en una misión que parece imposible mientras que Godzilla destruye ciudades, aparentemente está “furioso” porque lo van a reemplazar, de acuerdo a los argumentos de uno de los protagonistas. Por un lado hay un grupo de personajes que están a cargo del traslado de Kong (interpretados por Rebecca Hall y Alexander Skarsgård, entre otros), y luego están “los villanos”, poderosos y con malas intenciones: trabajan en la sede de una empresa de tecnología llamada Apex ubicada en Hong Kong, donde diseñan y construyen monstruos tecnológicos ultrapoderosos. Para darle una vuelta de tuerca “cómica” a la historia, los roles de Millie Bobby Brown, Bryan Henry y Julian Denisson se ven envueltos dentro de la “trama”, al seguir una teoría que elabora uno de ellos a través de un podcast. En Godzilla vs. Kong hay efectos especiales desde el minuto uno, y es claro que así tiene que hacer, pues la gracia de ver estas películas en la pantalla grande es disfrutar del show visual que los creadores diseñaron. Quizás para los fanáticos de este tipo de historias, amantes de las luchas sorprendentes con sonidos potentes, el filme satisfaga sus expectativas. De hecho parece estar pensada de esa forma, pues “el versus” al que alude el título es donde el foco está puesto. Claro que entre los humanos también pasan cosas (porque hay que rellenar con algo las casi dos horas de duración), pero todo es tan poco creible, irrelevante y vacío que ni siquiera los nombres del elenco, actores que se han lucido en otras oportunidades, pueden aportar a este “tanque” otra arista más que no sea la de los efectos especiales por doquier. Millie Bobby Brown viene de luchar contra un monstruo en “Stranger things” y acá también es la chica valiente que no le tiene miedo a nada, Rebecca Hall está tan desaprovechada que su personaje podría no estar en la película y hubiera sido lo mismo. Alexander Skarsgård es el tipico heroe que todo lo puede y así seguiría la lista: roles sin profundidad ni matices que nada tienen que aportar. “Godzilla vs. Kong” atraerá a las salas a los pochocleros y también a los cinéfilos que siguen la carrera de Wingard (“The guest”, “Death note”). Es una película que puede generar empatía y regocijo (de hecho las críticas extranjeras son muy buenas en general), o como el caso de quien escribe estas líneas, no significar nada más que desconectarse de la realidad para trasladarse a presenciar una historia con muy buenos efectos especiales sobre sobre dos gigantes que pelean a lo grande.
Por fin llegó el enfrentamiento que todo cinéfilo esperaba. Cómo no amarlos, cómo no conmoverse con los dos monstruos más queridos y grandotes de la historia del cine. Uno es más fiero que el otro, pero ambos son hermosos en sus enormes proporciones míticas. Godzilla y Kong son capaces de sacudir una sala de cine con solo una pisada, y ya no hay dudas de que son más humanos que muchos seres humanos. Los colosos históricos de la prehistoria están de vuelta para la pelea final. No importa quién gane, son pasión de multitudes. Adam Wingard es el encargado de dirigir Godzilla vs. Kong, la cuarta y última entrega del MonsterVerse de Legendary Entertainment y Warner Bros., cuya saga empezó con la Godzilla de 2014 y siguió con Kong: la Isla Calavera (2017) y Godzilla II: El rey de los monstruos (2019). Constituida por películas de terror artesanales y de bajo presupuesto, la irregular filmografía de Wingard cuenta con dos títulos sobresalientes: Cacería macabra (2011) y The Guest (2014), a las que se recomienda con fervor. Si bien Godzilla vs. Kong no está a la altura de sus dos filmes más logrados, Wingard resuelve las escenas de acción con total solvencia, como si, más que un joven nacido y criado en el cine independiente, fuera un veterano de guerra de los grandes estudios, que sabe cómo homenajear a los icónicos personajes que tiene como protagonistas. El respeto y el cariño que demuestra el director por las criaturas rugientes dan como resultado una despedida triunfal que conmueve hasta las lágrimas. Godzilla vs. Kong, además de ser un rabioso y potente espectáculo repleto de CGI, es un entretenimiento con una bajada de línea entre líneas para que la escuche quien quiera escuchar. Los monstruos no son lo que parecen, y su furia siempre está causada por la ambición humana. La naturaleza no se rebela porque sí. Los culpables son, otra vez, las corporaciones megalómanas que, con el verso de salvar la humanidad, quieren dominar el mundo. Kong vive relativamente tranquilo en una isla diseñada para mantenerlo en cautiverio. De pronto, el monstruo nipón irrumpe desde el océano y ataca una de las instalaciones de Apex Cybernetics, la corporación que quiere llegar a Tierra Hueca, el lugar donde viven los titanes y donde se concentra toda su energía y poder. Godzilla nunca ataca sin una provocación, de modo que sus ráfagas de ira se deben a algo que Apex está creando. Como suele pasar en las películas de monstruos, el guion se toma algunas licencias y el desarrollo de la acción es más importante que la verosimilitud de la trama. Lo que se prioriza es el espectáculo de efectos especiales y que haya una mínima construcción dramática entre monstruos y humanos, como ocurre entre Kong y Jia (Kaylee Hottle), una niña sordomuda que puede comunicarse con el simio a través de señas. Adam Wingard se da cuenta de que una película con dos personajes dotados con semejante tamaño tiene la obligación de entusiasmar a las masas a fuerza de golpes fuertísimos y destrucciones masivas. El crossover entre Godzilla y Kong es la prueba de que el cine sigue vivo y de que nada podrá vencerlo jamás.
El show de los monstruos Desde un tiempo a esta parte, los Universos Cinematográficos se han vuelto muy redituables para las productoras. La intención del “Monsterverse”, universo creado por la Legendary, Warner Bros. y Toho, siempre fue conectar las historias de Godzilla y King Kong al más puro estilo MCU o DCEU, y esto es lo que nos trae esta historia de aventura y ciencia ficción épica. “Godzilla vs Kong” es una secuela directa de “Godzilla: King of monsters” (2019) y “Kong: Skull Island” (2017). Si tenemos en cuenta el reboot de la franquicia “Godzilla” (2014), hasta la fecha las tres películas estrenadas han sumado más de 1.481,6 millones de dólares en taquilla. Para esta combinación explosiva se ha elegido a Adam Wingard como director, con films como You’re Next (cacería Macabra), The Guest (El Huésped), Blair Witch (2016) y la mala adaptación yankee live-action de Death Note, en los que ha mostrado dominar el apartado visual aunque ha obtenido resultados variados en otros rubros. En esta cinta, la organización Monarch se embarca en una misión de alto riesgo y se dirige a territorios inexplorados de la Tierra para descubrir los orígenes de estos dos titanes, en un último esfuerzo por tratar de salvar al mundo. La lucha de la humanidad por sobrevivir pone a Godzilla y a Kong en una batalla espectacular, mientras se desarrollan dos historias en paralelo. En este sentido, es importante hablar de las expectativas que un espectador puede tener a la hora de ver esta película. Al igual que sus antecesoras, el mayor atractivo son precisamente las batallas, las peleas épicas y la destrucción a diestra y siniestra, y no tanto el desarrollo de las intenciones y personajes humanos que acompañan la narración. La obra destaca por sus impresionantes efectos visuales y la muy acorde banda sonora, que resaltan las escenas de combate y los momentos emotivos. Por el lado del guión, se hubiera agradecido un poco menos de “situaciones fortuitas” y facilidad de resolución para llegar al desenlace. Algunas tramas simplemente no funcionan, pero positivamente podemos remarcar el vínculo entre Kong y la pequeña huérfana Iwi. “Godzilla vs Kong” se acerca más a lo presentado en Kong: Skull Island, pero dentro del film hay estéticas representativas relacionadas a los dos monstruos principales: el desastre nuclear y la bestial fuerza de la naturaleza. Ya desde antes de los créditos iniciales se pueden apreciar. La fotografía principal tiene preciosos paisajes de Australia y Hawái, y la imponente infraestructura urbana de Hong Kong. En definitiva, ¿Cómo no va a merecer toda la maldita pena ver el enfrentamiento entre los monstruos más importantes del cine y la cultura pop?, y dejarse llevar por los golpes, rugidos, la catástrofe y los pochoclos. Puntaje: 6/10 Por Federico Perez Vecchio.
La última gran película del Monsterverse Después de unos cuantos años adelantando este épico enfrentamiento por fin llega el momento de quién de los dos se va coronar el rey del Monsterverse. Godzilla y Kong, dos de las fuerzas más poderosas de un planeta habitado por aterradoras criaturas, se enfrentan en un espectacular combate que sacude los cimientos de la humanidad. Monarch se embarca en una misión de alto riesgo y pone rumbo hacia territorios inexplorados para descubrir los orígenes de estos dos titanes, en un último esfuerzo por tratar de salvar a dos bestias que parecen tener las horas contadas sobre la faz de la Tierra La película dirigida por Adam Wingard (The guest) marca el fin del monsterverse o el inicio de algo nuevo. Y para ser sincero me gustó muchísimo esta película, dejando atrás los errores de su antecesora (Godzilla King of the Monsters, Michael Dougherty, 2019). Todo lo que te promete en los trailers y los spots, te lo dan de una manera tan genial y única como solo el director sabe hacerlo. La iluminación y la fotografía realizada por Ben Seresin junto a las escenas de peleas muy bien hechas, logran destacados planos que no habíamos conseguido ver en este universo. Uno de los problemas de la anterior película se trataba de los personajes humanos, con quienes no llegabas a empatizar en los mas mínimo y todo se debía a que se encontraban muy mal escritos. Pero en Godzilla vs. Kong, los guionista Max Borenstein y Eric Pearson hacen un gran trabajo con el nuevo elenco y algunos que vuelven para este enfrentamiento épico. Se logra empatizar con los personajes de Alexander Skarsgård, Rebecca Hall y Millie Bobby Brown, pero con el que más se conecta es con Jia, interpretada por Kaylee Hottle, la amiga de King Kong, con quien tiene un lazo muy hermoso y querés que le vaya bien en todas las decisiones que toma. Godzilla vs. Kong tiene escenas memorables y guiños a otras películas del universo que a los fanáticos va volver locos. Una trama simple pero que cumple con lo que se propone y lo hace una manera muy buena y que va dejar a muchos con ganas de más de estas películas. Ojalá se trate de una especie de cierre y se vengan más historias de monstruos, dodne se cuenten otras aventuras que desconocemos de estos titanes icónicos y con directores que lleguen para poner su propio estilo y no mantengan la misma fórmula. Sin dudas esta es una de las mejores películas de titanes legendarios: te da todo lo que pedís y mucho más, y nos deja un hermoso mensaje y un futuro más que esperanzador para el monsterverse.
Adam Wingard trae – por fin – el enfrentamiento entre dos de los más emblemáticos monstruos de la historia del cine. Protagonizada por Millie Bobby Brown, Alexander Skarsgård, Eiza González, Rebecca Hall, Brian Tyree Henry, Demian Bichir y Kyle Chandle, este enfrentamiento es soñado pero no decisivo. Primero lo primero: la película enfrenta a estos dos majestuosos monstruos en una época contemporánea y tiene el lujo de dar rienda suelta a efectos especiales. Es sorprendente ver a Godzilla y a Kong a las piñas, no obstante el problema es que todas estás secuencias se sienten a medio cocinar, con una falta de momentos decisivos que ponen en duda el objetivo de «uno sólo saldrá victorioso». Se ve todo y se disfruta pero al mismo tiempo un sentimiento de insatisfacción se hace presente; no hay alma en este pleito. En parte se debe a un guión a cargo de Eric Pearson y Max Borenstein que se concentra en las guirnaldas y no en la fiesta en sí. No sólo entramos en un terreno de ¿quién es el monstruo alpha? sino también en subtramas sobre una posibilidad de una tierra hueca, conspiraciones, una nueva amenaza monstruosa y claro, una Millie Bobby Brown innecesaria que su único objetivo es tentar al público teen a comprar entradas. Hay demasiadas cosas absurdas sucediendo en simultáneo para que realmente interesen y la gente quiere algo simple: ver a monstruos pelear. El factor humano complementa muy bien este duelo. Los puristas tal vez se sientan decepcionados sobre el peso que tienen estos personajes y la consecuente relegación de los monstruos por esto (Godzilla es desaprovechado), algo arriesgado pero en Godzilla vs. Kong las cosas funcionan. Skarsgård lleva la batuta, Hall y Tyree Henry acompañan muy bien como coprotagonistas, la hermosa Eiza González utiliza su encanto para ocultar sus verdaderos motivos presenciales y Bichir da una vuelta de tuerca a la situación y demuestra que no siempre tiene que ser un simple rol de minion, la mano derecha del cerebro de la operación, sino el encargado de dar las ordenes… para bien y para mal. Si nos extendemos a los monstruos el rey de esta película es Kong. El gorila es el protagonista indiscutible de esta cinta, sin dudas él es el encargado de solucionar y mover la trama. Además no es difícil encariñarse con él ya que lo humanizan de tal forma que prácticamente es más humano que un humano; por otro lado Godzilla es un instrumento de ayuda, algo que está de paso. Esto es un error abrumador ya que tenemos en el mismísimo título su nombre dominando al resto y la realidad es una decepción copada que cumple pero no lo suficiente para que las galeras vuelen… al lagarto gigante no le hicieron justicia. Empieza la pelea ¿Es entretenida? sí ¿ofrece lo que los fans querían? también, pero a medio camino y con un conjunto de reacciones y deus ex machina sin sentido; por fin se ve la batalla entre dos titanes de la industria… pero no de la manera que se esperaba. Agarren los pochoclos, desconecten el cerebro y vean esta película como tiene que ser vista: en pantalla grande. Valoración: Buena.
GODZILLA VS KONG fue un anhelo postergado por años en Hollywood. Hoy se hace realidad. Del mismo modo que en los años 30 se cruzaron los monstruos de Universal, o en las últimas décadas ALIEN VS DEPREDADOR, FREDDY VS JASON, y otros míticos personajes del cine fantástico. Son películas hechas para fans, claramente. No creo que en estos enfrentamientos haya verdaderas diferencias a fenómenos como AVENGERS o LA LIGA DE LA JUSTICIA. Si representan un caudal de público menor, pero el objetivo es parecido: la realización de películas de gran escala, que satisfacen un deseo de los seguidores por ver enfrentamientos (o uniones) entre personajes históricos. ¿Qué tienen en común Godzilla y King Kong? Poco, y a la vez mucho. Pasando de largo el hecho de que tenemos a un gorila gigante, y a una criatura-lagarto creada por las bombas atómicas, se trata de dos figuras que representan por excelencia a las industrias de cine de Japón y Estados Unidos. Y aún más, estos personajes han subsistido en el tiempo por una ayuda mutua. La “King Kong” de 1933 gozó de un inesperado éxito de taquilla que obligó a una inmediata secuela, apurada y poco interesante, llamada: SON OF KONG. La idea del linaje, para continuar. Sin embargo, luego de eso, Kong fue quedando en el olvido. En el 50 comienza la fiebre por las monster movies, y entre ellas, aparece GOJIRA, producida por la ultra famosa Toho. El fenómeno fue parecido. La Toho se encontró ante un éxito inesperado, pero a diferencia de RKO, supo capitalizarlo hasta límites absurdos. Más de 30 películas, hijos y una tonelada de monstruos de diferentes formas y colores, que consolidan la idea del Kaiju nipón. Dentro de toda esa infinita franquicia, Godzilla se enfrentó a King Kong en 1962. Bajo el sello de Toho, y dirigida por el propio Ishiro Honda. Es decir, el gorila fue resucitado cinematográficamente por los japoneses. Incluso, luego le hicieron una serie animada, y otra película más. Lo que sigue, es historia. Un remake de KING KONG en 1976 (producido por Dino De Laurentiis) y otro notable en 2005, dirigido por Peter Jackson. Por el lado del lagarto, intentando emular el movimiento de Toho en 1962, se hizo un remake norteamericano (muy fallido) en 1998, que intentaba despojar a Godzilla de sus típicos disfraces, para hacerlo digital y más parecido a un dinosaurio de JURASSIC PARK. Los productores ya tenían la intención de cruzarlos, pero necesitaban consolidar los universos de cero, para poder hacer factible ese crossover. El fracaso comercial, estanco las ideas. En 2014, la cosa empieza a gestarse. GODZILLA, de Gareth Edwards es el puntapié inicial. Luego seguirán KONG: SKULL ISLAND, y otra secuela de Godzilla dirigida por Michael Dougherty (Dulce o truco, Krampus). Las condiciones estaban dadas, pero la sorpresa no tardó en aparecer. El director elegido fue Adam Wingard, un tipo proveniente del mumblecore y de los films de terror independientes. Realizador de YOU’RE NEXT, THE GUEST, A HORRIBLE WAY TO DIE, y sus más comerciales, DEATH NOTE y otra entrega de BLAIR WITCH. Si bien con DEATH NOTE ya había trabajado para el sello de Netflix, la elección era sorprendente. Un director con nula experiencia en producciones mastodónticas, que de la noche a la mañana se hacía cargo de uno de los proyectos más postergados y anhelados por la historia del cine. La cosa podía salir fatal. Las causas que desencadenan este choque de titanes, no parecen ser muy trascendentales de contar por aquí, pero lo cierto es que, GODZILLA VS KONG cumple con creces todo lo que promete. Se sabe que la construcción de personajes no son el fuerte de este tipo de producciones. Yo, sin embargo, soy un partidario de creer que toda buena monster movie necesita una columna vertebral, unos personajes que nos interesen medianamente. El atractivo de ver monstruos a gran escala, se agota a los pocos minutos en cualquier película que no tenga unos personajes en tierra que nos parezcan atractivos. GODZILLA VS KONG pudo ser una película atrofiada de efectos especiales, con batallas inentendibles, pero no solo no sucede eso, sino que, además, estamos ante una película (curiosamente) tranquila. La película se abre en dos tramas que son 1) el traslado de Kong en un barco 2) dos adolescentes que se unen a un podcaster conspiranoico para descifrar lo que está ocurriendo. Ninguna de las dos líneas se toca. Más bien deberíamos decir que son como películas ensambladas en montaje, con personajes que no se conocen, ni cruzan siquiera palabras. Sin embargo, nos interesan. El podcaster lleva adelante toda esta investigación, mientras que, del otro lado, tenemos a una niña sordo muda que establece una conexión con Kong, dándole a la película un matiz sensible y tierno que siempre funciona en las películas de King Kong. Abstenerse los perseguidores de lo verosímil. En GODZILLA VS KONG pasan cosas insólitas, incluso algunas muy cuestionables. La película debe hacer un esfuerzo abismal para poder conectar las piezas, y producir ese esperado cruce, pero… ¿acaso el Kaiju no es ridículo, absurdo e inverosímil hasta la médula? Si, lo es. Incluso dentro del propio universo que construye. Adam Wingard comprende perfectamente los mecanismos del Kaiju, y lo aprovecha. Se aferra a cierta cuota de lo ridículo, de lo excesivo. Para estar en igualdad de condiciones, hay que hacer enorme a Kong, pero también darle determinadas herramientas que le permitan batallar de igual a igual. Eso sucede. El exceso está muy bien contrarrestado cuando debe filmar las batallas. Wingard mantiene un orden. La geografía del espacio es clara. Siempre sabemos cómo espectadores donde están los monstruos. El fondo está perfectamente despegado de las figuras. Wingard utiliza el Zoom, e incluso se atreve con un teleobjetivo que sigue el movimiento de traslación de Kong y Godzilla. Un detalle sumamente interesante que afianza ciertos rasgos de humanidad en las criaturas. Como si estuviese encuadrando rostros humanos, a lo Leone o Pasolini (salvando distancias). GODZILLA VS KONG es dinámica y entretenida, pero lo es, en un sentido narrativo. Para algunos será decepcionante, pero la película no está cargada de batallas. Son pocas, y a la vez, son las necesarias. No sobra, tampoco falta. El propio Wingard había expresado en una entrevista su intención de hacer un film de menos de 2 horas, en donde al espectador le quede algo más que solo batallas. Y eso es lo que sucede. Hay muchos momentos de reposo. Wingard afianza la relación de la niña con Kong, se nos transmite información, se despliega una aventura que incluye una tierra hueca, un juego de gravedad y otros bichos. La atención está en múltiples cosas, y uno como espectador parece olvidarse del enfrentamiento central. El resultado pudo ser catastrófico, y no lo es para nada. GODZILLA VS KONG es un Kaiju ejemplar. Todo se encuentra en su justa medida. Batallas bien filmadas, dos tramas de humanos aceptables, y la sensación de ver una producción eficazmente resuelta. Opinión: Buena.
CUESTA ABAJO Con esta cuarta entrega del MonsterVerse de Legendary Entertainment llega la tan prometida colisión de titanes. Si es el fin de una etapa, o el de una muy breve era, está por verse. Todo depende de esa resolución financiera que son los resultados taquilleros, fundamentalmente de los que provienen de Estados Unidos, los cuales serán muy determinantes para estos primeros días de exhibición con la modalidad simultánea de cine/streaming. Godzilla vs. Kong es tanto una secuela cronológica a Kong – La Isla Calavera, como a Godzilla (2014) y Godzilla II – El Rey de los Monstruos. Esto, suponemos, lo sabe casi todo el mundo. De los trabajos de Peter Jackson y Roland Emmerich -entre otros- no se rememora nada, salvo por algún integrante compartido del elenco, apellidos repetidos y/o efemérides internas. Cada película de este -“monstruoso”- universo compartido cuenta con un director diferente. Para esta ocasión, tenemos detrás de cámaras a Adam Wingard, responsable de la muy elogiada The Guest y de la tan despreciada adaptación de Death Note, por citar dos recepciones extremadamente opuestas aunque no le hemos dedicado tiempo a la segunda, cosa que películas como la que comentaremos a continuación nos tienta a hacerlo de una vez por todas. Le pese a quien le pese, tanto el gorila como la iguana atómica son propensos a generar daños colaterales en cualquier escenario de batalla. La búsqueda por el bien común es una consecuencia antes que una causa y esto se da por partida doble. Quien llore por las ”nuevas” -y “novedosas”- pérdidas humanas provocadas por Godzilla, se olvida del tsunami que lo acompañó en su llegada a Hawái. Lo de Kong sí está más cerca de ser una novedad, pero en la Isla Calavera solo derribaba a los helicópteros que bombardeaban su hogar y a humanos con sed de venganza hacia su figura, nunca lo habíamos visto –en este universo de la década anterior- ante la incomodidad de enfrentarse a edificios ocupados como obstáculos mortales. Es frecuente la lectura de que una película como esta sirve para apagar el cerebro y que el estilo de Wingard brilla por su ausencia; Que es un trabajo por encargo, un entretenimiento escapista sin ningún valor digno de análisis, solo “bichos que se matan a trompadas”; que la palabrería y el bagaje de los humanos sobran; y que los motivos de los villanos -presentados inicialmente como benefactores, pero con un móvil subyacente y, por supuesto, benigno- son dignos de una telenovela (habría que ver qué piensan de esto si lo comparamos con el engaño de Gavin Elster). Y, para ser sinceros, hay algo de cierto en todos estos lloriqueos apresurados que parecen tener el principio unidireccional de separar lo comercial/pochoclero de algo merecedor de ser alabado artísticamente. Es fácil jugar a encontrar el tesoro de la referencia. Es decir, se recurre deliberadamente al salto de John McClane desde la terraza del Nakatomi Plaza y al reacomodamiento del hombro dislocado de Martin Riggs –reconocido como marca registrada de Arma mortal 2 al final de los créditos-, pero hablar de las semejanzas poéticas entre Kong, McClane y Riggs es algo de lo que se rehúye constantemente. Sucede también con películas que instantáneamente son catalogadas como obras de un culto elevado. Pensemos en The Lighthouse de Robert Eggers. Muy aplaudida por su “rareza”, por inentendible o por la libertad que ofrece a la hora de entenderse como una alusión a distintas obras de otras formas de arte. Poco se habla de que su último plano sea casi un calco de la imagen del Prometeo encadenado que es devorado por un águila. Poco se habla sobre si es una imitación servil del referente aludido, o una relectura pertinentemente cifrada, por el simple hecho de ser “artísticamente competente”, por decirlo de alguna manera. ¿Qué sucede con los arquetipos de Godzilla vs. Kong? Con todos sus bemoles, de si se trata de dos tipos de heroísmo o anti-heroísmo, el referido tradicional está siempre latente. Y sí, Kong tiene más tiempo en pantalla, porque el punto de vista del relato juega con la posibilidad de que Godzilla sea el antagonista absoluto, esto se vio en todos los tráilers. Además de la Agencia Secreta de Monarch, la fábula recurre a un concepto mencionado en las dos entregas anteriores: el de la “Tierra Hueca”. Si un personaje nos explica algo relacionado al tema, lo más probable es que el público se ría incontables veces antes de tomárselo en serio. ¿Falla este aspecto en su ejecución? A veces, sobre todo en lo que se es propiamente dicho. Con el Dr. Nathan Lind (Alexander Skarsgård), quien nos invita a una tormenta de bostezos cada vez que habla de su área de conocimientos, mientras que, paralelamente, Maddie Russell (Millie Bobbie Brown) se convierte en la máxima militante de la sobreexplicación científica sostenida con la muletilla de “o sea que lo que están haciendo los malos es…”. No es que los temas sean aburridos, sino que el dispositivo de Lind, de explicar su teoría y después ver la práctica, y el de Maddie, de ver las acciones con claridad para después expresarlo en palabras, nos sumergen en un ciclo de reiteraciones con poca gracia que se padecen en la primera mitad, sin que estos dos personajes pierdan del todo su encanto, hay que decirlo. Quien se mantiene en una lucidez permanente es Jia (Kaylee Hottle), la niña que se comunica con Kong por lenguaje de señas. Expresión de entendimiento mutuo que se nos revela en un muy logrado empleo de la lluvia como elemento catártico, consolidando a los dos personajes en el núcleo emocional del relato. Retomando lo referido a esta “Tierra Hueca”, su puesta en escena es un logro absoluto. No faltarán las quejas por el uso de CGI, pero hay muchos aspectos líricos favorables. De arranque, que el viaje lo haga solo uno de los monstruos, y no los dos, incita a un dialogo abierto con la poesía griega, en particular, La Odisea. A esta tierra se ingresa horizontalmente, a pedido -y con la compañía- de una común unión –humana- con la tarea de recuperar un dispositivo que ayudaría a restablecer el orden en su mundo. De ella, en cambio, se sale verticalmente, con la incitación de un adversario transitorio, Godzilla. Podemos hablar, así, de un rito de pasaje en clave de katábasis, con la realización de una prueba como descenso emocional y metafísico, un descensus ad inferos. A base de una discutible tendencia al psicoanálisis, Joseph Campbell lo ha estudiado en relación a la figura del héroe. Sin embargo, nos convoca más el análisis de la letra de Alfredo Le Pera en “Cuesta abajo”, adjuntado en La traducción de la melancolía… Un posible renacer, una vuelta al origen, donde Kong bebe la sangre de sus rivales, entiende que las palmas de sus antecesores también sangran y reconquista la herramienta que -si la historia no es simbólicamente cerrada- será empleada como un arma y no con los motivos deseados. De esta manera, se funda una nueva sociedad cuando este dispositivo es arrojado al suelo. Esto no solo remite al último gesto del capitán Willard en Apocalypse Now, también lo hace con sus otras reutilizaciones míticas, históricas, literarias y –por qué no- autoconcientes. Ya lo han dicho muchas personas: hay un vencedor. Si vieron la película anterior, la más apaleada por la multitud pro-consensos y –supuestamente- anti contenidista, ya saben qué se puede esperar después de que termina la pelea del título. El desenlace está sostenido por toda una solución de continuidad que respeta el mecanismo de sus antecesoras y hasta trasciende los casos donde solo había meras referencias cinéfilas –Kong – La Isla Calavera, en la que su protagonista se llama Conrad y hasta un póster oficial de IMAX replica al de la película de Coppola-. Tiene sus tropiezos con una verborrea científica explicativa, pero Godzilla vs. Kong cumple con lo espectacular y deja, al cruzar, las huellas de un pasado que pueden usarse de trampolín en posibles secuelas o en futuras teorías sobre estas películas de universos compartidos que tanto nos invadían en el mundo que conocíamos. Porque, siendo una buena excepción a la regla, se dio el lujo de eliminar cabos sueltos, tanto en la película como durante sus créditos finales.
Reseña emitida al aire
Crítica emitida en radio. Escuchar en link.
A través de los años tanto Godzilla como King Kong supieron tener diferentes adaptaciones en el cine y la televisión. Algunas más certeras que otras, pero primando en todas el espíritu lúdico con el que fueron creados, demostrando en ellas, la pequeñez del hombre ante la magnificencia de semejantes criaturas. En esta oportunidad, y tras los hechos acontecidos en las precuelas respectivas (Godzilla -2014-, Kong, la isla calavera-2017), el esperado enfrentamiento de estas dos moles no se hace esperar demasiado en el largometraje, un relato sobre seres solitarios que, de alguna manera, saben que estos monstruos, en el fondo, revelan la peor parte del ser humano, aquella que quiere explicar y contener lo inexplicable. Un elenco de figuras acompaña a las bestias, con personajes trazados con pinceladas grotescas, exageradas, que lo único que hacen es resentir las buenas intenciones de una historia que por momentos entretiene y por otros, en lo exagerado y ridículo de todo, remite a episodios animados de Mazinger Z o la propia saga de Godzilla, y no mucho más que eso. POR QUE NO: » Personajes trazados con pinceladas grotescas, exageradas, que lo único que hacen es resentir las buenas intenciones «
Realmente todos esperabamos este film, más por su herencia fílmica que por su actualidad, siendo que ya el título nos recuerda a algunos productos fallidos («Alien versus Depredator» es el que me viene a la mente) y la expectativa de ver un tanque en pantalla grande, era considerable. Lamento sin embargo decir que más allá de su grandilocuente impacto visual, «Godzilla versus Kong» no alcanza a convertirse siquiera en una digna heredera de sus discretas versiones anteriores. La historia presenta un evento inquietante para una compañía que está haciendo algo que no debería (digamos!), Apex, quien investiga como crear una nueva y poderosa arma para posicionarse en el mercado global. Su líder, Simmons (Damián Bechir, en una semana donde aparece en dos blockbusters), viene trabajando en una sorpresa más bien desagradable para todos y debe recurrir a un científico y escritor no muy respetado, Nathan (Alexander Skarsgård) para pedirle que comande una misión hacia un lugar bastante particular, con la idea de producir no sólo un hallazgo científico, sino pacificar una cuestión inquietante: Godzilla está apareciendo nuevamente en la superficie y nadie entiende demasiado el porqué. Por otro lado, tenemos una doctora jugada por la eficiente Rebecca Hall, quien tiene en cautiverio a Kong, mientras intenta desarrollar herramientas para contenerlo y comunicarse en forma efectiva con él. Hay una vinculación entre las dos criaturas, que no estableceremos aquí, pero que si podemos anticipar, generará algunas batallas intensas no sólo en el mar, sino también en ciudades y hasta universos muy peculiares. El guión es realmente forzado y cuesta explicarlo en pocas palabras, quizás porque lo que el público quiere ver, es a los dos titanes luchando en una batalla sin cuartel. Hay un elenco de secundarios no demasiado rutilante que acompaña, pero lo que puede percibirse en los primeros minutos es que las ideas, están un poco sobrecargadas, tanto como los escenarios. No es que esté mal, para nada, pero la cinta es demasiada vehemente, en su afán de desdibujar la poco coherencia de sus ideas. Los rubros técnicos son lejos, lo mejor de la cinta. Si bien le discuto un poco la edición de efectos sonoros, visualmente «Godzilla versus Kong» apabulla desde la vista. Está pensada para ser rutilante en ese sentido y logra dejar una huella, más allá de sus enormes desniveles narrativos. La historia, quiero decir, no atrapa y parece ser una excusa para justificar elaboradas escenas de acción. Adam Wingard, que viene del mundo del cine de género, es el responsable de esta producción, discreta y lejos de las expectativas generadas por los trailers y escenas anticipadas antes de su lanzamiento comercial. En cierta manera, se intenta que la franquicia siga viva y ya a esta altura hay una demanda de lineamientos nuevos que habría que debatir. Sinceramente, es una franquicia que necesita una renovación. Sólo para fanáticos y desde ya, en pantalla grande exclusivamente.
He aquí otra franquicia que se hunde por su propio peso. Para ser exactos ver Godzilla vs Kong te da la misma sensación de Mujer Maravilla 1984: un bolazo pretensioso que tiene algunos momentos buenos pero que jamás volveré a ver. Oh, si, los planos en Ultra HD de King Kong y Godzilla son geniales, las peleas en las ciudades infestadas de edificios de neón son mortales… pero, en el medio, un aburrimiento terrible. Hasta llega un punto en que querés que las batallas terminen y pase algo realmente interesante. Terminé bostezando y cabeceando sobre el final de la película simplemente porque unos geniales efectos especiales no son sustitutos de una buena historia. Al lado de esto Godzilla 2014 y Kong, la Isla Calavera (por lejos la mejor película del Monsterverse) son obras maestras. Acá está Tarzán como científico renegado, al cual le dan el poder de movilizar toda una flota de portaaviones y poner a su servicio billonarias instalaciones militares sin que alguien chiste. Rebecca Hall traduce los gestos de una piba sordomuda que puede comunicarse con Kong ya que el simio aprendió el lenguaje de señas. Honestamente esa ocurrencia no me parece una atrocidad; una atrocidad es, en cambio, el tema de de la Tierra Hueca donde estos tipos van a buscar una fuente de energía (!!!!!) capaz de destruir a Godzilla (que se ha vuelto loco) y, encima, todo ese viaje es muchísimo menos interesante de lo que debería debido a una saturación de efectos especiales. Ah!. Y que Kong es descendiente de una raza de primates inteligentes capaces de construir templos y armas. Verlo a Kong con la Stormbreaker de Thor darse murra con Godzilla… no sé si es digno de aplauso o una de las ocurrencias mas ridículas de la historia. La primera King Kong vs Godzilla de 1962 era una estupidez monumental, con terribles diálogos y gente en trajes de goma. Pero hay algo que tiene que ver con el sabor de lo vintage + el sabor del pastiche que supone el cine fantástico japonés que te permite tolerarla. Es posible que cuando uno ve el logo de la Toho, japoneses haciendo carotas y monstruos de goma pisando maquetas de cartón uno se ponga en onda de “esto ya lo vi, es un bolazo pero es entretenido”. En cambio cuando ponés a un montón de actores de calidad (con efectos especiales de la hostia) a recitar malos diálogos y teorías científicas inventadas por un pibe de cinco años, la reacción inevitable es poner los ojos en blanco y decir “que desastre que es esto; ¿no se les podía ocurrir algo mejor?”. Imitar el sicotrónico cine fantástico japonés metiéndole cientos de millones de dolares en producción no da resultado. Godzilla vs Kong quizás hubiera funcionado mas como una película de dos mangos de The Asylum, algo que te pone en el humor adecuado ya que lo que vas a ver es un bolazo sideral. Acá la gente se toma muy en serio las cosas, hay muchas volteretas de los personajes que no le interesan a nadie (Brian Tyree Henry es el peor ofensor de los sentidos con su paranoico conspirativo que habla a dos mil por hora; las escenas con Kyle Chandler podría haber desaparecido en el cuarto de edición y nadie lo hubiera extrañado; el pibe Tennison es increíblemente anodino; y gente con carisma como Billie Bobby Brown, Alexander Skarsgard y Rebecca Hall son devorados por una trama pasada de sandeces y bobadas siderales (hacer un agujero hacia el centro de la Tierra con el aliento atómico de Godzilla; ¿en serio?; ¿después los tipos se ven a través del túnel – que debe tener miles y miles de kilómetros de largo – como dos vecinas que se ven por encima de la medianera?). Ni siquiera el villano invitado te hace ruido. Nop, poco y nada de lo que hay en el filme funciona. Es posible que la próxima vez que veas Godzilla vs Kong sea para probar lo magnífica se ve tu nueva TV 8K de 85 pulgadas porque, visualmente, es un orgasmo. Pero el filme se va en cosas que no son interesantes, los personajes son anónimos y las peleas terminan por saturar. Ni aún con el hambre de ver cosas espectaculares que te da la pandemia (y que te hace abrazar con fruición cosas pasables o mas destacables como Greenland o La Liga de la Justicia de Zack Snyder) te permite darle un cheque en blanco a Godzilla vs Kong. Es un filme mediocre con millones de oportunidades y recursos para hacer las cosas interesantes (¿por qué no dejaron que toda la trama ocurriera en la superficie?; daba un filme mas breve y menos disperso) pero que no las hace, salvo darte unos planos visuales que son dignos de un aplauso de pie.
Apalancado en el reboot de Godzilla allá por 2014, el Monsterverse parece haber llegado a su máximo esplendor con el estreno de este tanque comercial aún en tiempos pandémicos. Si bien los estudios Toho ya habían cruzado a estos titanes en los años 60, esta nueva versión llega fortalecida con niveles de presupuesto faraónicos y con toneladas de inversión en publicidad. Sería muy ingenuo aislar el éxito de esta película del contexto que vive el planeta. El hastío y la frustración de convivir en una época signada por un virus mortal de alta contagiosidad no es poco. Hasta el mayor de los optimistas vive hoy momentos grises. Godzilla vs. Kong nos invita a olvidar durante 2 horas aquella sensación de agobio. Este carnaval grotesco de efectos especiales, si bien no alcanza ni remotamente a contar una historia interesante, al menos es efectivo con su proposición más elemental. • Aunque no sea excluyente haber visualizado los films precedentes, sí es cierto que hay elementos importantes que vuelven a resurgir. Tras "Godzilla 2...", el planeta había quedado semi destruido y el propio Godzilla había sido glorificado tras acabar con el inexpugnable Ghidorah. Al comenzar esta película todo parece haber cambiado. Vemos un Godzilla desatado, atacando a una organización de nombre Apex y un grupo de científicos que ve en Kong la única forma de poder hacer frente al monstruo. ¿De qué forma? Básicamente usarlo como carnada para llegar a una fuente de energía ubicada en la llamada "Tierra Hueca", hogar originario de los titanes. • Toda esta explicación que se vuelve insostenible argumentalmente, hace que por momentos nos distraigamos de lo que vinimos a ver. Y es que los personajes humanos están tan mal desarrollados que cada vez que se enfrentan los titanes, el disfrute se vuelve doble. Es una bocanada de energía ante tanto palabrerío inconducente. Es lo que se buscaba y lo que se recibe. Son ¿30? ¿40 minutos? que valen la pena. El pequeño inconveniente es que los otros 90 son totalmente desechables.
Auténtica riña callejera de Kaijus El momento de la pelea principal: Godzilla vs Kong. Y finalmente llegó la fecha, el momento de la pelea principal: Godzilla vs Kong. Gran película que se esperaba mucho para poder ver una versión moderna y de universo compartido del gorila gigante y el rey de los monstruos. Independientemente de cuanto te gusten los Kaiju, el valor Pop de ésta pelea era grandísimo para fans y espectadores casuales por igual. Lo primero que hay que decir de Godzilla vs Kong es que tomaron nota de los errores en las batallas entre monstruos de Godzilla: King of the Monsters (2019), ya que esta vez todos los combates fueron bien iluminados y no se pierden ningún detalle. Pensando en las peleas en sí mismas, son muy buenas, exactamente lo que vas a ver: bichos gigantes dándose con de todo sin respiro. Los protagonistas de la cinta, Godzilla y Kong, y los otros Kaijus que aparecen a lo largo del film, están muy bien respecto a diseño. Alguno puede no convencer del todo pero los diseños son intimidantes y realistas, dentro de la suspensión del descreimiento del Monsterverse. Los efectos son error/acierto, como en el 95% de los tanques del cine actual, pero por suerte para el espectador las falencias son en momentos menos relevantes. En las ocasiones donde dichos FX se lucen es donde vale que, es en las peleas. Puntualmente en la confrontación final del tercer acto, hay un despliegue efectos hermosos, que hace de ese enfrentamiento climático algo que se va a quedar en la memoria de todos los que lo vean. Claramente el objetivo de Godzilla vs Kong es ver a los susodichos enfrentarse, hay que hablar de los protagonistas humanos. Probablemente el gran problema del Monsterverse es no tener mucha alma en sus personajes principales no monstruosos, quizás con la excepción del Doctor Ishiro Serisawa fenecido en la segunda película del rey de los monstruos. En esta película los actores y actrices se dividen en Team Godzilla y Team Kong, realmente se empatiza mucho más con el segundo. El carisma de Alexander Skarsgård y Rebecca Hall se roban la pantalla cuando están en escena y la joven Kaylee Hottle quien interpreta a la pequeña Jia, a quien vemos en los trailers con Kong, logra hacerte empatizar de forma increíble con el rey de la Isla Calavera. Sus arcos son cliché pero cuando está en pantalla cumplen con creces. Esto no ocurre con los humanos del lado de Godzilla. Millie Bobby Brown y Julian Dennison, interpretando a Madison Russell y Josh Valentine, realmente aburren con su presencia y son las partes más densas de la película. A favor de la crew del gigante japonés está la actuación de Brian Tyree Henry con una interpretación repleta de personalidad, aunque algo caricaturesca, representando a Bernie Hayes un técnico de Apex Cybernetics, la misteriosa corporación que hace su presentación en esta cuarta película del Monsterverse. Ahora bien, ¿Qué ocurre con la película? Sin entrar en spoilers la cuestión es sencilla: Godzilla empieza a atacar sin aparente razón instalaciones de una empresa y Kong, siendo estudiado y contenido en la Isla Calavera, puede ser la clave para detener al lagarto radiactivo. A partir de acá se empieza a complicar la cosa y sin entrar en detalles, la cosa se pone buena. Godzilla vs Kong es exactamente eso, los dos monstruos gigantes más famosos del mundo peleándose cual encuentro de boxeo en el Madison Square Garden. Si vas a buscar drama humano en una película de Kaijus posiblemente estés pifiándole en donde lo estás buscando y recomiendo que lo busques en cine de Akira Kurosawa que, curiosamente, muchas de sus películas fueron financiadas por las de Godzilla ya que Toho producía tanto las de Akira como las del rey de los monstruos. Es una película muy entretenida, que si sos fan del género de monstruos gigantes, sobre todo del Godzilla clásico, vas a disfrutar muchísimo. Incluso un consumidor casual puede gustarle mucho porque es pura acción y poco dialogo que es lo ideal en este género, como dije más arriba solo algún momento de los humanos del Team Godzilla puede llegar a aburrir. Mi única crítica a titulo personal es que hay mucho Kong y no tanto Gojira, aunque en los films de versus es difícil equilibrar la balanza. Véanla, dura menos de dos horas y lo van a pasar genial. Godzilla vs Kong es como el pastel de papas: jamás defrauda.
Empezar a escribir hablando de lo que voy a hablar es inevitable, porque de alguna manera es una huella de lo que nos sucedió en el último año. Volver al cine luego de un año sin pisar una sala es algo movilizante, y no solo por razones frívolas, sino también porque durante este año de alguna manera se nos fue destruyendo la confianza en el colectivo social al que pertenecemos. Durante este año de pandemia he intentado de todas las formas posibles no exponerme y creo que lo hemos hecho todos, pero la vuelta de las salas de cine, de alguna manera, es una invitación a dejar ese cuidado férreo para exponernos en pos de algo que amamos, o que por lo menos, yo amo. La experiencia cinematográfica excede, para mí, el valor de la obra a la que voy a ver porque la experiencia cinematográfica es algo con un valor intrínseco que no puede ser superada por otras experiencias. Más allá de los antisociales, que se quejan de las cuestiones propias de cualquier actividad pública, como el ruido de la gente comiendo, o las charlas previas durante la película, o los snob que quieren vender la idea de que una pantalla de televisión, tablet, celular u otro dispositivo, pueden remplazar a la experiencia de la sala cinematográfica, debo decir que mi experiencia indica que, más allá de la película en sí, disfrute de mi retorno al cine, de la intimidad que me permite la sala con la obra. Soy gran fan de los niños llorando en la sala, de la gente que se molesta y expresa su enojo, de la gente que conversa, del ruido de la gente que mastica pochoclos; en general, soy fan de estar en un lugar en el que la gente que alguna manera comparte su forma de disfrutar de una película. Soy fan de esa experiencia íntima y colectiva que regala el cine y la verdad es que lo extrañé. Para terminar, debo contar que fue una experiencia agridulce, ya que los protocolos por la pandemia de Covid 19, obligan a una frialdad y a una lejanía a la que deberemos acostumbrarnos. Godzilla vs Kong es una continuación de Godzilla rey de los monstruos (Godzilla: King of the Monsters,2019) y de Kong: la isla calavera (Kong: Skull Island 2017) que al parecer no aprendió nada de esas experiencia porque se parece más a Godzilla (Godzilla, 2014) la primer película de 2014, al no haber aprendido nada de las dos buenas experiencias que fueron sus antecesoras esta película repite los mismos errores que la primera; es decir demasiada participación de los personajes humanos, poca relevancia de la trama de los humanos en la historia de los monstruos, poca participación de los monstruos, que queremos ver en la pantalla, escenas de peleas desprolijas y algo de lo que ninguna de las anteriores carecía: lógica interna: y no confundir esta con verosimilitud, la historia es perfectamente verosímil dentro de la realidad que se nos plantea, pero en algunos pasajes cuestiones que funcionan de una manera en un lugar pierden de validez de acuerdo a las conveniencias del guion. Godzilla vs Kong hace bien en plantearnos los motivos de los monstruos para pelear, de la misma manera nos plantea muy bien la existencia de una conspiración para sacar a las bestias del letargo y llevarlas a su confrontación pero fuera de esas razones el guion se siente obligado a mostrarnos historias en las que los humanos participan de forma torpe desde personajes que aparecen con un halo de misterio que terminan no aportando nada a la historia a instalaciones militares de máxima seguridad que son intrusada por dos adolescentes y su amigo inmaduro sin ningún tipo de esfuerzo. Básicamente, la historia nos cuenta que Godzilla, por una cuestión de biología básica, debe someter a los otros monstruos alfa que hacen su aparición de en la película anterior ya que un ecosistema solo soporta a un predador ápex. Kong, quien es un espécimen protegido, debe ser trasladado a un nuevo habitad por razones que hacen a su preservación, y que, al mismo tiempo son funcionales a una compañía que responde a sus intereses propios. El traslado del gorila alerta a Godzilla quien lo ataca iniciando así una guerra entre ambos. Por el otro lado el dios lagarto comienza a atacar a las ciudades por motivos que se desconocen poniendo en alerta a la humanidad y dándole razones a Maddie Russell (Millie Bobby Brown) de intentar demostrar la inocencia del saurio, a pesar de no contar con conocimientos o más recursos que un mal guion para cumplir con este propósito. Los personajes humanos aportan poco y nada a la historia salvo Ilene Andrews (Rebecca Hall), quien es encargada de cuidar a Kong y a la pequeña Jia (Kaylee Hottie) quien a su vez es el único ser que se comunica con el simio y la herramienta utilizada por el doctor Nathan Lind (Alexander Skargard) para convencer al titán de su traslado. Es decir: Godzilla vs Kong es una película que funciona muy bien cuando le hace caso a lo expresado por el desaparecido doctor Serizawa en Godzilla( Godzilla 2014) “dejen a los monstruos pelear” pero que falla torpemente cuando trata de introducir el componente emocional y humano. Godzilla vs Kong es una demostración de que el sistema Marvel funciona ya que sin la construcción que se hizo en las anteriores películas de estos personajes difícilmente podrían generar interés o empatía en el público, hay que decirlo la construcción a través de las películas anteriores es tan buena que uno llega a sentir interés sobre ellos y a sobresaltarse cuando parece lo que viene para nuestro héroe es adverso o que están en verdadero peligro. Sin duda eso es más un logro de la construcción realizada desde 2014 que de la película que hoy nos ocupa. Con respecto a la dirección y los efectos visuales no se pueden hacer críticas ya que la película se siente sólida y hasta real a pesar de ser un 80% CGI, las actuaciones son correctas y bien encaradas a pesar de lo deficiente del guion, la película logra entretener a pesar de sus defectos.
Duelo de titanes y batalla espectacular de míticas proporciones. Hiperbólico divertimento que cumple la profecía cuando la realidad nos desborda: desembarca ante nuestros ojos una saga blockbuster financiada por productoras que buscan abultar aún más sus bolsillos, a toda costa. Puro paradigma virtual sin corazón ni alma. “Godzilla vs King Kong” viene a hacer realidad la última de las fantasías cinéfilas, y es sensato decir que ambas leyendas del celuloide portan una profusa leyenda en sus espaldas. Se rastrean sus inicios en “King Kong” (1933), dirigida por la dupla Merian C. Cooper-Ernest B. Schoedsack y con Fay Wray en el antológico rol protagónico, bajo la producción de RKO Pictures. “Godzilla” (1954), por su parte, fue un emblema precursor de la industria japonesa de ciencia ficción y terror de 1954, dirigida por Ishiro Honda y con efectos especiales a cargo de Eiji Tsuburaya. Un ejemplar autóctono kaiju que se mediría con Kong en 1962, constituyendo un fenomenal y atípico precedente, también dirigida por el citado Honda. Productos independientes del cine de terror, como “A Horrible Way to Die” y “The Guest”, cimentaron el gusto de Alan Wingard por lo macabro; cineasta que se coloca tras de cámaras para otorgar pulso al último crossover monstruoso. La presente entrega ofrece un portentoso show de efectos especiales vacíos de contenido pero llenos de parafernalia. Contemplamos el peso propio de dos bestias dispuestas a hundirse en el barro de la historia. Las extrañas criaturas inclinarán la balanza hacia el gusto de la audiencia, mientras la supervivencia humana se sabe una quimera, en igual medida que el cliché masivo acaba por aburrirse de tanto encontrarse a sí mismo. Michael Bay reconoce a su espejo Roland Emmerich para consumar el desastre inminente bajo la firma del bueno de Wingard. Conformando la tercera vez en que tanto Godzilla como Kong arriban a la gran pantalla en la última década, sendos íconos fílmicos y culturales colisionan sin mayor interés. Un nulo desarrollo de personajes y una trama francamente porosa nos hacen olvidar todo demasiado pronto. Cuánto más grande sean más daño se harán al caer…