Hora del heroísmo Horas contadas (The Finest Hours, 2016) narra un desastre histórico en la costa noreste de Estados Unidos – el hundimiento de un buque petrolero en 1952 – y el espectacular rescate que se condujo en pleno ciclón. En el centro de todo se encuentran dos jóvenes marinos; el contramaestre Weber (Chris Pine), a cargo de una misión de rescate suicida a bordo de una pequeña barcaza, y el oficial Sybert (Casey Affleck), quien comanda la mitad superviviente del Pendleton luego de que el petrolero se parte en dos y deja a la tripulación sin capitán. Ambos deben ponerse a la altura de circunstancias que les exceden en rango y madurez, y comandar el respeto de hombres que siempre se los han rehusado. Pero lo que debería ser una clásica historia de aventuras a lo Joseph Conrad se queda en el terreno de la dramatización. Similar al caso de En el corazón del mar (In the Heart of the Sea, 2015), los personajes quedan reducidos en la enorme escala de lo que les pasa, y sus historias personales nunca terminan de consolidarse. Sybert es una fuerza que opera en tiempo presente, sin otras complicaciones que las inmediatas, y la única caracterización que recibe es la propia personalidad del actor. Weber por su parte posee un arco evolutivo, aunque sea trillado: aprender a jugarse y desobedecer las reglas. Nada de todo esto estropea la película, cuyo acometido es dramatizar un episodio histórico de la forma más superficial y espectacular posible. La película está colmada de escenas simpáticas en las que el tímido héroe doma al gentío con calma e inteligencia, escenas tontas en las que los bravucones toman todas las decisiones incorrectas posibles, y escenas de heroísmo ante efectos especiales impresionantes. La banda sonora de Carter Burwell es integral a la composición ominosa del mar, aunque posiblemente nadie nunca retrate al mar de manera tan turbulenta y conmovedora como Philip Glass. La parte más anodina de la película viene de la mano de Miriam (Holliday Grainger), la novia de Weber. Como en tantas otras películas de desastres que no saben qué hacer con sus personajes femeninos, su papel es entrar en pánico y correr de un lado a otro mientras intenta ponerse al tanto de todo lo que el espectador ya sabe. Qué ingrato debe ser para las actrices hacer de esposas de astronautas, bomberos, marineros, soldados. Siempre les toca la parte más aburrida e inconsecuente de la película: hacer tiempo. Miriam eventualmente contribuye algo, al final de todo, en un simpático momento de espontánea solidaridad que se queda a medio camino del más emotivo Steven Spielberg. La película necesita desesperadamente de su sexto sentido cinematográfico para que no sea simplemente una parábola a lo Disney, que es lo que es.
Las olas y el viento. Hay dos historias que se cuentan en esta nueva producción de Disney, basada en hechos reales y que traslada la aventura y el drama a principios de la década del 50 para reconstruir desde el terreno de la ficción el titánico rescate de la Guardia Costera en aguas del norte de Estados Unidos, tras ser convocados al conocerse la noticia de que un buque petrolero se partió en pleno viaje y su tripulación dividida ha quedado a merced del destino.
Cine catástrofe que sale a flote La reconstrucción del caso real de un épico rescate en altar mar resulta tan entretenida como eficaz. Igual que la reciente En el corazón del mar, Horas contadas es la historia de un grupo de marineros ordinarios obligado a afrontar una situación extraordinaria. Situación que, en este caso, no es el enfrentamiento con una ballena blanca de tamaño industrial, sino el inminente hundimiento de un buque petrolero y el rescate de sus tripulantes. Una brutal tormenta destruyó el Pendleton, dejando una de sus mitades flotando a la deriva con una treintena de marineros a bordo, encabezados por el oficial Sybert (Casey Affleck). A su rescate –una misión casi suicida con esas condiciones climáticas- acudirá una pequeña barcaza al mando del contramaestre Weber (Chris Pine), en lo que es su primera incursión marítima después de que un accidente lo rebajara a tareas casi burocráticas y rescates menores. El film de Craig Gillespie (Lars y la chica real, Noche de miedo, Un golpe de talento) se limita a recrear con espectacularidad uno de los rescates más importantes realizado con una embarcación pequeña, según avisan las leyendas finales. Y lo hace con competencia, prolijidad y funcionalidad, punteando las cuerdas emocionales correctas en los momentos justos. Así, y aun cuando algunas subtramas y personajes –el de Sybert y sobre todo el de la mujer de Weber– no terminen de funcionar o de explotarse del todo, Horas contadas termina siendo una entretenida y eficaz aproximación al cine catástrofe. Nada más, pero tampoco nada menos.
Craig Gillespie vuelve a reunirse con Disney en Horas contadas, tras Million Dollar Man para contar otra historia verídica: la del rescate a un barco pesquero que queda varado en medio del océano tras una fuerte tormenta que lo parte al medio. Bernie Webber, interpretado por Chris Pine, es un buen muchacho, bastante introvertido y que se atiene a toda regla. Un día conoce a Miriam, a través de una voz en el teléfono, y empujado por uno de sus hermanos, salen y rápidamente comienzan una relación. Miriam es todo lo decidida que él no, y no teme incluso pedirle casamiento. Pero la vida que él lleva la asusta a la hora de dar este paso, pues trabaja en la Guardia Costera en una zona que al menos una vez al año, recibe fuertes temporales que ponen a los navegantes en peligro, pudiendo llevarlos a la muerte. Por otro lado, Casey Affleck interpreta a Ray Sybert, uno de los tripulantes de un barco pesquero que es azotado en medio del océano por una fuerte tormenta que lo deja partido al medio. Ray es también introvertido, callado, pero todo indica que pasó mucho tiempo dentro de ese barco y lo conoce mejor que nadie, pero su voz tardará en imponerse entre el resto de los tripulantes para intentar sobrevivir unas horas más hasta que la guardia costera los rescate. Así están delineados los personajes de Horas contadas, de manera unidimensional, incluso en sus personajes secundarios, dejando a actores como Eric Bana o John Magano desaprovechadísimos. Por otro lado, se nota demasiado la mano de Disney detrás, edulcorando no sólo las escenas románticas, y suavizando las más terribles, aquellas en la que la tormenta hace estragos que podría dejar llenos de heridos, y no vemos prácticamente un hilo de sangre. Webber de repente tiene que tomar decisiones, tomar el mando. Y Miriam se queda esperando, conociendo de a poco cómo es la vida de la esposa de un miembro de la Guardia Costera. La música de Carter Burwell, recientemente nominado al Oscar por Carol, acá funciona de manera totalmente opuesta a la película de Todd Haynes. Mientras en Carol todo es sutil, acá es invasiva y empalagosa en los momentos más románticos, ya desde los primeros minutos de Horas contadas en que se retrata el comienzo de la relación de Bernie y Miriam. A la larga, todo se sucede del modo más esperado y sin emoción, más allá del hincapié que se quiere hacer para lograrlo, lo que probablemente hace que todo se sienta más superficial. La historia es interesante de ser contada pero aunque tiene algunos buenos efectos, Horas contadas termina pareciéndose demasiado a un telefilm.
Horas contadas es una curiosa incursión de Disney dentro del cine catástrofe, algo que no tenía antecedentes en la filmografía live action de la compañía. Tal vez se podría recordar Armageddon, que fue desarrollada por la productora Touchstone, pero no había una película realizada por el sello principal Walt Disney Pictures. La trama es una recreación de la misión de rescate de la tripulación de dos buques petroleros que fueron destrozados por una tormenta en 1952. El director Craig Guillespie, responsable de la remake de La hora del espanto, hizo un gran trabajo con los aspectos visuales del film y las secuencias de acción que son espectaculares. Horas contadas logra que el océano sea una fuerza natural aterradora y en este punto encontramos uno de los elementos más atractivos de esta producción. Los efectos especiales estuvieron al servicio de la narración y las escenas más impactantes nunca se ven artificiales. El trabajo de Guillespie claramente evoca el cine clásico de aventuras hollywodense que solía estrenarse en los años en los que ocurrió esta historia en la vida real. Algo que está representado especialmente en el perfil de los héroes que interpretan Chris Pine y Cassey Affleck. La subtrama romántica que incluye el conflicto tal vez quedó algo desdibujada por el hecho que el foco de atención está puesto en la misión de rescate y en esta producción no aporta demasiado. Obviamente al ver esta película enseguida nos viene al recuerdo Una tormenta perfecta que fue una propuesta superior por el modo en que el director Wolfgang Petersen trabajó los aspectos dramáticos de aquella historia. El proyecto de Disney ofrece un drama decente pero nunca llega a engancharte con sus personajes como lo hizo aquella producción del año 2000. De todos modos es una película entretenida, con interpretaciones sólidas del reparto, que consigue brindar un digno pasatiempo, aunque no vas a encontrar mucho más que eso.
Un tormentón!. En febrero de 1952 una enorme tormenta invernal azotó las costas del cabo Cod, provocando que un buque petrolero comience a hundirse no muy lejos de la costa. Mientras la tripulación trabajaba incansablemete para mantenerse a flote hasta que lleguen a rescatarlos -algo casi imposible en esas condiciones climáticas-, cuatro hombres de la guardia costera de Chatman salen a socorrerlos en un pequeño barco, a pesar de que todo el pueblo cree que no podrán lograrlo, y que la misión será casi suicida.Así comienza esta historia con una estructura clásica de cine catástrofe. Entre enormes vientos huracanados, olas del tamaño de un edificio y un montón de niebla vemos las maniobras de los marineros y rescatistas, mientras en el pueblo sus familias tratan de mantener las esperanzas.Con gran realismo la película nos sumerge en el mar y nos muestra detalladamente este rescate épico, con una realización técnica impecable donde los efectos especiales no están para distraer o entretener al espectador, sino para recrear en detalle los eventos. La acción nos atrapa desde el momento en que este pequeño barco se sumerge en el mar, y nos sentimos mar adentro junto a su tripulación.La historia no solo retrata la difícil tarea que deben llevar a cabo en el mar, sino también el trabajo en conjunto de los tripulantes del buque que deben encontrar la manera de mantenerse con vida, y así el filme retrata su camaradería y códigos de forma bastante simple y realista. Pero no sucede lo mismo con el equipo de rescatistas, desde un principio la película hace eje en el personaje de Bernie Weber (Chris Pinne) quien capitaneaba el pequeño barco, a quien muestra como una especie de héroe en pausa, un hombre demasiado correcto a quien le es difícil tomar desiciones por su cuenta, y a quien este evento le cambiará la vida. Para endulzar aún más la historia y darle un tinte de cursilería, su novia lo espera en la costa con los ojos llenos de lágrimas.Chris Pine apenas cumple en su rol de marinero heróico y Holliday Grainger empalaga un poco en su papel de novia esperanzada, pero para equiparar las cosas está Casey Affleck quien interpreta a Ray Sybert, un sereno y experimentado ingeniero a bordo del buque en apuros y como es de esperar realiza una gran interpretación. Los roles secundarios están en general todos muy bien especialmente Eric Bana, Ben Foster, Kyle Gallner y John Magaro.La historia no funciona bien en sus momentos dramáticos ya que son bastante estereotipados, pero más allá de algún que otro momento emotivo en la costa, la tensión no se pierde en el mar y la película entretiene durante casi dos horas entre tormentas y maniobras valerosas, y sí funciona como un buen filme de catástrofes y aventuras, muy accesible para todo publico.
Hombres de mar Horas contadas (The Finest Hours) es la clase de película que convirtió al cine norteamericano en una garantía de buen cine. No es una obra maestra, pero tiene más corazón y narración que el promedio del cine mundial. Destinada a ocupar esa línea por debajo de los grandes tanques pero por encima del cine independiente, Horas contadas se podría llamar cine mainstream de la segunda línea. Una buena historia, una historia extraordinaria, narrada con mucho más que oficio y con una solidez que una vez más hay que insistir es la marca del mejor cine del mundo: el norteamericano. Horas contadas transcurre en 1952 y cuenta la historia de dos grupos. Los que están en el mar y los que están en la costa. Los del mar son la tripulación de un buque petrolero que se ha partido al medio por la más terrible tormenta que se haya desatado cerca de las costas de New England. Los sobrevivientes quedan con un ingeniero de máquinas Ray Sybert (Casey Affleck) como líder del grupo, tratando de encontrar la manera de sobrevivir en un barco al que le quedan horas antes de hundirse. Obviamente el grupo tiene diferencias y cada decisión puede ser la última. Por otro lado, en la costa, un contramaestre de la Guardia Costera Bernie Webber (Chris Pine) se enfrenta al desprecio de todos por una tragedia ocurrida un año atrás. Su prometida, por otro lado, ignora el motivo por el cual es despreciado pero pronto lo averiguará. Cuando alguien deba realizar una misión suicida para intentar rescatar a los tripulantes del barco, está claro quién será la persona al frente del rescate. Segundas oportunidades, profesionales en peligro, camaradería, coraje, moral heroica. Como si fuera un manual de cómo recrear el mundo del director Howard Hawks, Horas contadas posee todos los elementos del director de Solo los ángeles tienen alas y ¡Hatari! Los dos líderes del conflicto en los dos lugares son dos personajes enormes, cada uno a su manera. Es impresionante la actuación de ambos, pero en particular la de Casey Affleck, que realmente parece salido de otra época de la historia del cine. No hace falta aclararlo, pero todos los secundarios son brillantes. Y la prometida de Webber, Mirian (Holliday Grainger), que como una Jean Arthur contemporánea no acepta el rol normativo que los códigos sociales le quieren imponer. La técnica cinematográfica permite que la tormenta, el barco y todo lo complejo que tenía el desafío formal se vea perfecto, pero el mérito está en la construcción del relato, en los personajes, en los héroes y el camino que realizan a lo largo de las dos horas de película. Horas contadas es completamente efectiva y emocionante a la vez. Una clase de cine que está en minoría pero no completamente aislado. Si de aventuras marítimas se trata también llegó hace un par de meses En el corazón del mar, una película con la cual Horas contadas tiene muchos puntos en común, más allá del océano. Horas contadas es la película ideal para ver justo al final de la temporada del Oscar y empezar a anotar cuales serán las películas que la Academia ni se entera que existen.
Navegando en aguas tormentosas ¿Qué hubiera pasado si la dirección de Horas contadas recaía en, pongámosle, Alejandro González Iñárritu? El grado de incerteza que conlleva la puesta en marcha de una ucronía no impide figurar el mastodonte lleno de prodigios técnicos y reflexiones filosóficas y religiosas que el flamante doble ganador del Oscar hubiera moldeado de haber tenido en su poder una materia prima que se presentaba con amabilidad para un festín temático (la posibilidad de la muerte, el enfrentamiento con la naturaleza, los traumas del pasado manifestándose en el presente, la camaradería) y sobre todo audiovisual (medio barco petrolero flotando a la deriva en un mar embravecido, olas de decenas de metros y una tormenta digna del fin del mundo). Pero a no alarmarse: Horas contadas no está al mando de un grandilocuente y megalómano, sino de un laburante raso como Craig Gillespie. Que no será un artesano ni mucho menos, pero sabe generar el efímero placer de un relato armado con una competencia, prolijidad y funcionalidad de efectos especiales casi perimidas en las superproducciones de esta era de tanques y superhéroes.Tanto o más predecible que el premio a DiCaprio, Horas contadas es quizá la película con menos subtexto de la cartelera comercial de estos días, casi un bálsamo de levedad en un panorama de trascendencia oscarizable. No hay nada detrás de esta historia sobre el rescate de una embarcación petrolera a la deriva en medio del océano a cargo de una pequeña embarcación manejada por un pobre oficial de la Guardia costera (Chris Pine), atribulado por un error reciente, y sus tres súbditos tan inexpertos como cargados de valor. Mejor dicho, nada que lo vincule con el mundo real. Más allá de que se trata de un hecho verídico, el relato es, pues, una fábula de hombres que intentan hacer su trabajo de la mejor forma posible y superan las adversidades gracias a las bondades del compañerismo, la responsabilidad y la solidaridad. Como Spotlight, pero con más épica, inocencia y despliegue audiovisual. La diferencia, en todo caso, es que los personajes de la ganadora del Oscar son comunes y corrientes, mientras que los de aquí están ornamentados con detalles demasiado sobreescritos –los marineros principiantes, el asistente desconfiado, la mujer incondicional– que empardan su gesta a lo heroico.Gillespie y los tres guionistas puntean las cuerdas emocionales con deliberado cálculo y solvencia, oscilando entre las acciones dentro de la embarcación en emergencia y la que va en su rescate con medida regularidad. La cúpula creativa tiene, además, plena conciencia de los puntos más flojos del relato. En particular Chris Pine, a quien rodean de una historia romántica que sostiene el peso de una empatía que la inexpresividad del actor no puede soportar. Su futura esposa propone un anclaje almibarado, casi al borde la estilización romántica de una adaptación de Nicholas Sparks, que encarna la humanidad de un film que, a diferencia de sus personajes, rehúye a las expediciones a ciegas. Lo de Horas contadas es, en todo caso, un paseíto en catamarán con amarre seguro en un puerto de aguas calmas.
Persevera y triunfarás Es una película de acción y superación, a la vieja usanza de Hollywood, pero con efectos del siglo XXI. Digámoslo sin vueltas: es una película old fashion, del Hollywood de los ’50 la que Disney armó para retomar la senda de los personajes comunes y corrientes -y estadounidenses-, capaces de dar todo -y, por supuesto, más- con tal de salvar a gente en peligro. Es el mismo espíritu de las películas sobre la Segunda Guerra Mundial. Y como está ambientada en 1952, y se basa en un hecho verídico, el intento de rescate de los sobrevivientes de un barco petrolero, atrapados en una feroz tormenta, hace falta que los actos de heroísmo sean creíbles. Y Horas contadas es todo lo creíble que puede ser una película rodada para exhibirse en 3D, con olas de una altura inusitada, en un invierno con nieve y un botecito de rescate conducido por Chris Pine. Cuando una catástrofe ocurre, lo peor que puede pasar es que la suceda otra. El 18 de febrero de 1952 la Guarda costera de Chattam, Massachusetts, no daba abasto para encarar el rescate de los sobrevivientes del petrolero Mercer, cuando otro buque, el Pendleton, también se partió al medio en una tormenta sin igual. Otra tormenta perfecta. Y el jefe de la Guardia costera (Eric Bana) decide enviar a Barney, que no es el dinosaurio violeta, pero muchos en el pueblo lo miran con desconfianza después de no poder salvar, hace unos años, a unos pesqueros en peligro. Barney, encarnado por Chris Pine con cara de pollito mojado -que ya va a quedar pasado por agua-, tiene que dirigir una mini expedición en un barquito pequeño, con otros tres rescatistas, ya que el resto se fue a ayudar el primer naufragio. Llueve, no se ve nada, no les anda la brújula. A Barney lo espera en la costa su novia, Miriam (Holliday Grainger), que le gana en decisión y hasta parece llevar los pantalones puestos. Para completar el cuadro, en el Pendleton quedó a cargo un jefe de ingenieros (Cassey Affleck), en un buque que parece uno de guerra de los que mostraba Hollywood, con trabajadores enfrentados entre sí, muy a lo clisé. Clisé también es lo que pasa en tierra, con el jefe de Barney, que no escucha razones, ni cuando todos le dicen que enviar a Barney y los suyos es una misión suicida. A favor de la película, y del director Craig Gillespie, es que lo naif no se hace pasar por otra cosa. Se lo muestra, no se esconde y va en concordancia con el tipo de relato que Horas contadas es. Tiene acción, romance, heroísmo y suspenso. No le pidan más.
Las películas de aventuras live-action de Disney suelen responder a una fórmula casi comprobada de éxito, pero al tratarse de una historia real todo cambia. Hace ya años que las películas de navegación son históricas del siglo XIX hacia atrás, sean de piratas o no. Grandes obras como Das Boot o El Motín del Bounty son sólo un recuerdo para los señores fanáticos del mar. Es ahí donde The Finest Hours salva el día: una historia real ambientada en la década del 50 puede convertirse en la vuelta del océano como protagonista en la pantalla grande. Si bien hubo un intento el año pasado con In the Heart of the Sea (2015), su fracaso tanto en la taquilla como entre el público tal vez hasta juega en contra del revival de lo marítimo. En febrero de 1952 se desató en la costa este de Estados Unidos una tormenta pesadísima, un ciclón. En alta mar a 30 millas de la costa se encontraban dos buques petroleros en una situación terrible: los vientos fuertes y la fuerza del mar los partieron a ambos en dos. Será responsabilidad de Bernard C. Webber y su tripulación de tres intentar rescatar en medio de la tempestad a los 33 sobrevivientes del SS Pendleton. La historia es bastante directa y sincera. El libro en el que se basó es The Finest Hours: The True Story of the U.S. Coast Guard’s Most Daring Sea Rescue, del año 2009 y fue seguido al pie de la letra en la realización del guion. Dos de los marineros que tomaron parte en los eventos de 1952, Andy Fitzgerald y Mel Gouthro, visitaron el set cuando se hizo el rodaje en el astillero de Fore River en el pueblo de Quincy, en noviembre de 2014. Su director, Craig Gillespie, tiene experiencia en filmes largos como la remake de Fright Night (2011) y Lars and the Real Girl (2007). Su equipo de guión cuenta con Scott Silver, escritor de 8 Mile y The Fighter, dos películas lejanas a lo que Disney suele hacer. La historia es muy correcta y PG-13: ambos aspectos, de la mano de la productora del famoso ratón, garantizan una aventura a la medida de Pirates of the Caribbean o Tron: Legacy. La constante exaltación de valores positivos como la amistad, el altruismo y la valentía es ya un clásico de Disney pero en un contexto de historia real acerca al espectador a los héroes. Su contacto con ellos es verdadero y no puede cuestionarse como a cualquier personaje totalmente inventado: estas fueron personas reales con valores que arriesgaron su vida para salvar la de otros. Los personajes principales son interpretados por Chris Pine (Star Trek), Casey Affleck (Interstellar), Holliday Grainger (The Borgias) y Ben Foster (3:10 to Yuma). El trabajo de vestuario y estilo es impecable, ayudándolos mucho a insertarse en la década del 50. Sus actuaciones no son nada del otro mundo pero funcionan muy bien con el tono e intención de la película. Los diálogos, como en todo live-action de Disney, son desabridos y simples pero dichos por estos muchachos transmiten fácilmente todo lo que la película pide.
Un gran film de suspenso a la antigua usanza Más que cine catástrofe, aquí tenemos un buen film de acción a la antigua. Lo que en este caso tiene un doble sentido, porque esta historia de rescate en alta mar, además de lograr muy buenos momentos de tensión y suspenso, tiene la cualidad adicional de contar con una lograda ambientación de época, dado que la acción transcurre en la década de 1950. "Horas contadas" se basa en un episodio real al estilo de "Tormenta perfecta", de Brad Pitt, sólo que aquí hay menos folklore marinero y más énfasis en los detalles minuciosos, tanto de época como de lo que tuvo que ver con ese rescate que alguien llamó "el más heroico en la historia de la guardia costera estadounidense". Chris Pine y Casey Affleck son los protagonistas como rescatador y rescatado, pero en estos casos está claro que el protagonismo lo tiene la tempestad que los aflige. En este sentido, los efectos especiales se adueñan de la pantalla de un modo especialmente terrorífico, dándoles vida a olas terribles y logrando un realismo probablemente aumentado por la ambientación de época, que de un modo curioso ayuda a darle verosimilitud al asunto. Más allá de las bondades de los efectos digitales, también hay que destacar varias actuaciones de reparto, por ejemplo la de Eric Bana, y la de varios de los 32 marineros que esperan ser rescatados de un barco que va camino al fondo del mar. Otro detalle a favor de este buen film a la antigua es la dramática banda de sonido de uno de los grandes músicos de Hollywood, Carter Burwell.
Horas contadas narra cómo un buque petrolero queda a la deriva en medio de una tormenta. Tras partirse en dos, otro barco intentara rescatar a la tripulación varada en pleno ciclón. Una travesía marítima filmada con excelente pulso por el director Craig Gillespie, que maneja encuadres de pesadilla entre fuertes vientos, olas gigantes, lluvia constante y hasta nieve. Efectos especiales impactantes al servicio del relato dramático. Un montaje y una edición de sonido que aportan realismo a una trama agobiante que mantendrá al espectador al filo de la butaca. Chris Pine y Casey Affleck se destacan en un elenco que cumple con creces en este exponente que se desataca como lo mejor del cine catástrofe de los últimos tiempos.
Un tormentón no es caída Muchas películas son “basadas en hechos reales”, algunas con mayor fidelidad que otras a las situaciones originales pero la mayoría con historias lo suficientemente fuertes como para pasar a la gran pantalla. En este caso de la mano de Disney (que gusta mucho de estas historias) llega Horas contadas, esta dramatización de un hecho ocurrido en febrero de 1952. Bernie Webber (Chris Pine) es un joven guardacostas a punto de casarse con Miriam (Holliday Grainger), que ante una brutal tormenta deberá rescatar a los tripulantes de un buque petrolero que debido a las grandes olas quedó partido en dos. Cuando los guardacostas más experimentados deban acudir a rescatar a otro buque que atraviesa la misma situación cuya transmisión de auxilio llegó primero, tendrá que ir con un grupo de voluntarios formado por Richard Livesey (Ben Foster), Andrew Fitzgerald (Kyle Gallner) y Ervin Maske (John Magaro). La tripulación del SS Pendelton tiene unas pocas horas para sobrevivir y es el ingeniero Ray Sibert (Casey Affleck) quien a pesar de los problemas con gran parte de sus compañeros intentará mantenerlos a todos con vida y esperar que llegue el rescate. Una historia de superación donde los protagonistas no solamente deberán hacerle frente a las tremendas e inesperadas fuerzas de la naturaleza sino también a los esfuerzos físicos y psicológicos que requieren aguantar la embestida de olas de casi dos metros de altura donde cualquier descuido los dejará al borde de la muerte. Chris Pine se mete en la piel del heroico Bernie Weeber y aunque le falta algo del carisma que sabe tener está muy bien en todas las facetas que le toca atravesar al personaje. Casey Affleck como el ingeniero del barco que de repente tendrá que ser el cerebro de una tripulación en crisis es la mejor de las interpretaciones. Los guionistas Scott Silver, Paul Tamasy y Eric Johnson adaptan el libro de Casey Sherman y Michael J. Tougias “The Finest Hours” y aunque es bastante redondo y no aburre le cuesta entrar en la acción ya que hay mucha contextualización del protagonista en sus primeros minutos, incluida su historia de amor. Además de agregar algunos pequeños sucesos que no ocurrieron en realidad también otorgan un argumento a Miriam para darle más dramatismo a la historia. Craig Gillespie, director de Lars y la chica real (Lars and the Real Girl, 2007) vuelve a trabajar en una película producida por Disney luego de Un golpe de talento (Million Dollar Arm, 2014), aunque hay cierto abuso en el uso de los efectos visuales pero que a pesar de eso generan la tensión deseada. Horas Contadas es una típica película de superación que además es entretenida, basta con googlear los datos y ver las imágenes que aparecen en los créditos finales para darse cuenta que ese hito sigue siendo uno de los más importantes de la historia naval mundial y realizado por personas reales que decidieron cumplir con su labor.
Una historia de otra época A Hollywood le encantan las películas de rescate. Más aún si están basadas en hechos reales y con seres humanos heroicos que se enfrentan a situaciones extremas para salvar vidas. Cuando salen bien pueden ser muy entretenidas por sus escenas de acción impactantes y por la empatía que generan los personajes. Horas contadas, de Craig Gillespie, suma puntos en el aspecto visual, con buenas escenas de tormenta marítima realizadas con efectos digitales y la dirección de fotografía de Javier Aguirresarobe (Los otros, Blue Jasmine), pero pierde en el poco desarrollo de los personajes. Basada en un libro de Michael J. Tougias y Casey Sherman, que cuenta la historia del rescate, en 1952, del barco SS Pendleton, en medio de una tormenta en la costa de Nueva Inglaterra, la película tiene como protagonista a Ben Weber (Chris Pine), un tímido miembro de la Guardia Costera de Chatham, en Cabo Cod. Su historia de amor con Miriam (Holliday Grainger) es central hasta que Ben debe ir a rescatar un barco que se está hundiendo, en condiciones climáticas que indican que es muy probable que no logre volver. Recién entonces es cuando la película se torna más entretenida. Pero así como Ben no despierta demasiado interés, sucede todo lo contrario con el personaje de Casey Affleck, ingeniero de la tripulación del Pendleton. Hasta tal punto que, en medio del rescate, casi comparte el protagonismo con Pine; la diferencia entre ambos protagonistas y el talento de los actores que los interpretan se vuelve entonces más pronunciada. Con aire de película de otra época, Horas contadas tiene su encanto, aunque se hubiese beneficiado con guión más trabajado que la podría haber transformado en algo más que una historia curiosa de un rescate improbable.
Bajo el techo de producción de Disney y en el marco de una historia basada en hechos reales, The Finest Hours puede resultar una aventura de superación común y corriente, pero es tarea del director Craig Gillespie (Lars and the Real Girl) separarla del resto. Gillespie no es ajeno al estandarte de Disney en cuanto a historias que elevan los espíritus de la platea. En 2014 presentó Million Dollar Arm con Jon Hamm como protagonista, pero el giro esta vez hace que los sucesos reales sean más vistosos y excitantes que un agente de talentos deportivos buscando a su próxima estrella. El año es 1952 y, en medio de una tormenta que deja varado en alta mar a un tanque petrolero, un grupo de la Guardia Costera decide enfrentar al destino y al turbulento mar para salvar a los hombres que pueden perder la vida de un momento a otro. En papel, la trama puede resultar convencional y trillada, pero en manos de Gillespie, supone una aventura emocionante y muy tensa. Es increíble que un diminuto grupo sea capaz de una hazaña tan grande y hasta puede resultar increíble, pero cosas aún más extrañas han pasado y las creemos. La clave es tener buena fe y alma, y eso The Finest Hours lo tiene de sobra. Gran parte de ese resultado es las interpretaciones pilares de la película, por un lado el héroe de Chris Pine, que lo deja todo para salvar a los hombres en el mar, y Casey Affleck como uno de dichos hombres en la trampa marítima. Entre uno y otro hacen acopio de fuerzas con una situación que los desborda, sobre todo en el caso del segundo, que enfrenta la precariedad de su futuro con todo el empeño que su cuerpo y mente le permiten. En el caso de Pine, ya ha demostrado que es un brillante actor al que le sientan los protagónicos, pero su papel en la odisea se ve empañado por otras circunstancias. No hay mucha sorpresa en una historia real de un rescate, todos sabemos para donde apunta la finalidad de la película, pero eso no le impide a su director entregar secuencias visuales fascinantes y abrumadoras. Para paliar tanto drama, el costado romántico del film aflora en la relación entre Pine y Miriam, el personaje de Holliday Grainger. Ellos hacen una linda pareja, pero demasiado tiempo se enfoca la trama del romance cuando hay hombres peleando por su vida en el mar. La combinación no es del todo recomendada, cuando lo que sobresale es el protagonismo de la nave a punto de sumergirse en las gélidas aguas marinas. The Finest Hours puede ser un producto Disney algo masticado desde su guión, pero tiene varias secuencias que enervan los sentidos y un elenco joven que está a la altura de las circunstancias.
El mar en sus corazones El filme Horas contadas cuenta el rescate de un barco petrolero tras una tormenta fatal. Las películas sobre el mar suelen ser una buena ocasión para reencontrarse con cierto espíritu clásico del cine norteamericano, aun cuando quien mejor lo ha encarnado en las últimas tres décadas sea un cineasta alemán, Wolfgang Petersen, autor de El submarino, La tormenta perfecta y la remake de Poseidón. En el caso de Horas contadas, esa cita con el pasado aparece reforzada porque los hechos reales sobre los que se basa ocurrieron en 1952. Hay que retroceder, entonces, a un tiempo en el que la tecnología de navegación no podía recurrir a los satélites y sólo se valía de la radio, las brújulas y el íntimo conocimiento que los marinos tenían del mar. Pese a los efectos especiales o tal vez gracias a ellos, esta película de Craig Gillespie consigue transmitir el enorme salto de escala de esa intimidad. La extraña comunicación, a la vez telepática y orgánica, que se establece entre el océano y el hombre que está a cargo de un barco. Horas contadas es básicamente el relato de un rescate: una nave guardacostas que sale en medio de una furiosa tempestad de invierno en busca de los sobrevivientes de un buque petrolero que se ha partido por la mitad. Esa historia principal está entretejida con un romance entre el capitán de la nave guardacosta (Chris Pine) y una chica impetuosa (Holliday Grainger) y poco dispuesta a respetar las normas del mundo masculino asociado al mar. Más allá del perfil feminista de la chica y de ser la representante en tierra firme de la ansiedad por la suerte de los marinos, la fuerza de la acción dramática se concentra en la aventura de los rescatistas, por un lado, y en los esfuerzos y tensiones de los sobrevivientes del petrolero, por el otro. La obvia lucha del hombre contra la naturaleza en su expresión más violenta se funde con otras luchas menos espectaculares pero no menos intensas. Esas dos dimensiones del drama se complementan perfectamente en la narración de Craig Gillespie, salvo al principio, cuando se toma demasiado tiempo hasta encontrar el ritmo de la respiración épica que requiere el relato y presenta a varios personajes y situaciones irrelevantes. En cambio, cuando la acción se dispara, Horas contadas adquiere ese tono majestuoso, no solemne sino profundo, que merece cualquier historia real tocada por la luz del heroísmo. Y no deja de ser un punto a favor que los dos héroes –el capitán rescatista y el jefe de sala de máquinas del petrolero (Casey Affleck)– sean mostrados como seres sensibles y vulnerables que simplemente hacen lo mejor que pueden hacer para evitar la tragedia.
"Horas contadas", rescate del aburrimiento Las "Nor'easters" son tormentas de invierno muy poderosas que se producen a lo largo de la costa este de los Estados Unidos. Son enormes, tienen nieve, lluvia, granizo, producen inundaciones y grandes olas en el mar. Los fuertes vientos que soplan desde el océano (que a veces son aún más fuertes que en los huracanes) son el combustible para la tormenta. Esta clase de evento climático fue la que azotó Nueva Inglaterra el 18 de febrero de 1952, asolando numerosas ciudades de la costa este y llevándose a su paso a toda embarcación que se encontrara en el mar. Una de esas naves era el SS Pendleton, un buque petrolero que iba de Nueva Orleans a Boston y que, debido a la fuerza de la tormenta, fue partido en dos dejando a más de 30 marineros atrapados en la popa del barco mientras se hundía rápidamente. La historia de lo ocurrido ese día es de lo que trata "Horas contadas" (2016). Bernie Webber (Chris Pine) es un joven miembro de la Guardia Costera de Chatham, Massachusetts, un poco retraído y tímido, que tiene una carga pesada en sus espaldas por un accidente ocurrido en su pasado. Pero trata de salir adelante, y algo que lo ayuda y mucho es conocer a Miriam (Holliday Grainger), una mujer hermosa y con mucho carácter. El día en que Bernie va a informarle a su superior, el oficial Daniel Cluff (Eric Bana), que va a casarse ocurre una tremenda tormenta que destroza a un petrolero, el SS Fort Mercer. Cluff manda a parte de su gente a tratar de rescatar a los sobrevivientes, pero al mismo tiempo se enteran de que otro barco corre la misma suerte, el SS Pendleton. Este petrolero se parte en dos y la tripulación que se salva, liderada por el ingeniero en jefe Ray Sybert (Casey Affleck), hace lo imposible para mantenerse a flote con la esperanza de que alguien los rescate. Al enterarse de la existencia de otro buque en problemas, Cluff decide mandar a Webber y tres hombres más en la única embarcación que tienen: un bote salvavidas de madera, con escasos instrumentos de navegación, que deberá afrontar temperaturas glaciales, vientos huracanados y olas de más 20 metros de altura. Una misión decididamente suicida. El director de este filme es Craig Gillespie, realizador entre otras cosas de la digna remake del clásico "La noche del espanto" (1985), que se juntó con el trío de guionistas de "El ganador" (2010) y nos entrega una obra que tiene mucho olor a "vieja escuela". Sin contar qué pasó con este hecho verídico, así lo descubren en la sala de cine, el problema con este largometraje es que se asemeja más a un folleto explicativo que a una obra que debería atrapar al espectador en sus garras. Esto quiere decir que le falta "alma" y evita que el público sienta y viva en carne propia lo que está pasando en la película. Evita esa inmersión en la trama. Es correcta, bien filmada, algunas actuaciones están muy bien (Casey Affleck), otras están desaprovechadas (Ben Foster), otras hacen lo que pueden con lo poco que tienen (Eric Bana) y otras están afectadas (a Chris Pine se lo nota raro en su performance). La historia es tremenda, al igual que lo que ocurrió, pero este largometraje no logra recoger la épica y uno se olvida de lo sucedido antes de que terminen los créditos. Tampoco es un filme malo que no se deja ver, sólo que no se asemeja a, digamos, "Una tormenta perfecta" ( 2010), en términos de intensidad. Es demasiado pulcro para eso. Seguramente "Horas contadas" puede "rescatarte" de tu aburrimiento y "salvarte" de quedarte en tu casa.
Basada en una historia real de un barco petrolero que se partió en dos producto de una tormenta, "Horas contadas" propone imponentes escenas en alta mar y una historia de amor en puerto. Basada en una historia real, sobre el que hasta ahora es considerado el rescate más grande de la historia de la guardia costera de EE.UU,Horas contadas se centra en la misión de rescate de los náufragos del SS Pendleton, un barco petrolero que en 1952 se partió en dos producto de una tormenta en la costa oeste de Estados Unidos, y los cuatro miembros de la Guardia Costera que emprendieron el rescate en un pequeño bote salvavidas enfrentándose al temporal y las gélidas temperaturas.Si bien el film surge a partir de los hechos narrados en la novela de 2009 del mismo nombre escrita por Casey Sherman y Michael J. Tougias, Horas contadas no prioriza las descarnadas y terribles momentos que pudieran haber padecido dichos náufragos, sino que resulta más un relato clásico sobre proezas náuticas que deviene en drama romántico con mensaje de heroísmo, templanza y esperanza.Horas contadas no tiene momentos de intriga ni suspenso para un público que devela fácilmente las acciones mucho antes que acontezcan, y su mayor problema radica en que continuamente desafía todas las reglas de navegación básicas volviendo inverosímil el relato.Sin embargo, el muy bien aprovechado recurso del 3D junto a los buenos efectos especiales y sonoros en los momentos cruciales contribuyen a la tensión visual en las secuencias de alta mar, guardando el drama románico cada vez que la acción regresa a tierra firme, donde la prometida de Bernie -Holliday Grainger-, los otros oficiales de la guardia costera y el resto del pueblo esperan impacientemente.No hay lugar para el desarrollo de los personajes, basta entender que Webber -interpretado por un efectivo Chris Pine- tiene un pasado que lo persigue y solo resolverá saliendo a alta mar, y que el faro que ilumina esta historia es la del amor entre dos personas con firmes convicciones y fé.Vale destacar un segundo héroe, el ingeniero -interpretado por Casey Affleck con tintes de héroe incomprendido y solitario- que se las arregló para darle al petrolero que se está hundiendo más tiempo de vida en alta mar, manteniendo la atención y dotando al relato de carácter de hazaña. Horas contadas funciona más como la historia de una hazaña de proporciones épicas con una historia de amor de fondo que como cine catástrofe, pero se retira de la memoria tan pronto como aparecen los títulos de crédito rememorando con fotos a los verdaderos valientes.
Algunos hombres buenos El clasicismo en el cine puede ser una experiencia conservadora, por la manera en que se adquieren formas ya consagradas y anquilosadas, estructurándolas dentro de un relato compuesto por segmentos reconocibles que aportan seguridad al espectador. Es como la vivencia del niño, viendo una y otra vez una misma película porque eso le permite estar seguro respecto del recorrido que tomarán los personajes y del final feliz consiguiente. Sin embargo, en este presente de búsqueda constante de la novedad, de la sobrevaloración del elemento original, se podría decir que el clasicismo es también una forma de impensada subversión. En un tiempo donde el mainstream reproduce relatos en los que el ritmo acelerado y la necesidad de episodios constantes y personajes hiperbólicos generan en el espectador un estímulo interminable, casi adictivo, apostar desde una producción de gran presupuesto y aliento masivo a una forma de contar pausada, donde los personajes se construyan de manera sólida y progresiva, y la narración fluya sin subrayados ni digresiones temporales, es decididamente una decisión política. El clasicismo en el presente puede ser tanto una cuestión estética (Eastwood, Spielberg son grandes referentes en el cine norteamericano actual), como una forma artesanal de afrontar el cine ante la ausencia de una mirada propia o autoral. Digamos, un organizador del eclecticismo. El director Craig Gillespie, el mismo de Enemigo en casa, Lars y la chica real, la remake de Noche de miedo o Un golpe de talento, demuestra tener a lo largo de su filmografía una fórmula maleable para acercarse a la comedia, la cual pone en crisis atravesando diversos géneros y tonalidades: desde lo indie a lo incorrecto, desde el terror a lo familiar. Pero en Horas contadas, un relato que si bien tiene pequeños momentos de humor no es decididamente una comedia, Gillespie se revela como eso que asomaba solapadamente: un artesano confiable, incluso un tipo con múltiples recursos pero que nunca pierde el timón de lo que quiere contar. Esa precisión del relato, que se va cocinando progresivamente hasta alcanzar un final realmente emotivo, es lo que sobresale en su nueva película para Disney. Horas contadas muestra una tragedia marítima ocurrida en 1952, y se vale del “basado en hechos reales” no para abrumar con lo administrativo y la recreación histórica virtuosa, sino para darle cierto carácter verosímil a la fantasía que tiene entre manos. Por un lado el desastre, un barco petrolero partido al medio y una treintena de marinos varados en altamar, y por el otro una patrulla destinada a su rescate con todas las de perder. Tenemos dos focos fuertes de información, dos grupos de profesionales tomando decisiones de vida o muerte, dos subtramas que se ensamblan y bifurcan a partir de un hecho común: una terrible tormenta que asola la costa de Nueva Inglaterra. El barco quebrado queda al mando del técnico Ray Sybert (Casey Affleck), alguien que toma decisiones a partir de elementos matemáticos, incapaz de avanzar cediendo ante la ansiedad que condiciona lo humano. Un tipo calculador, algo frío y distante. Sin familia, se nos remarca. Por su parte, la patrulla de la guardia costera, tripulada por cuatro hombres, tiene al mando al inseguro Bernie Webber (Chris Pine), que arrastra una tragedia anterior y que no responde al prototipo viril que la masculinidad indicaba en la América de los años 50’s: su novia es la que le pide matrimonio, su figura es totalmente avasallada por compañeros y superiores. Su dilema es hacerse respetar y mostrarse como un tipo capaz. Con sabiduría meridana, Gillespie orquesta la tragedia mostrando lo justo y necesario (y dosificando notablemente no sólo la información, sino además el derrotero entre los diferentes espacios -de los barcos a la costa- donde se definen las cosas): ni siquiera se atraganta con el dominio de la técnica y la imponencia de los efectos especiales. Nos ofrece, como realizador, las imágenes justas. Lo que le importa, está claro, es la construcción de esos dos personajes que precisan demostrar autoridad y son puestos en crisis constantemente por el entorno. Lo que emociona de la travesía es la forma en que cada personaje logra el objetivo, la paciencia a la que apelan como método de subsistencia, que es a su vez la que el propio director pone a jugar narrativamente: paciencia que es igual a clasicismo, a interpretar los tiempos justos de la historia. Horas contadas se construye a partir de la coherencia y solidez de Bernie y Ray, y de las notables actuaciones de Affleck y Pine, quienes expresan sólidamente la inseguridad de sus criaturas, pero también la honestidad intelectual y una forma de afrontar los hechos: lo de ambos personajes es sutil, sobrio, como también lo es la manera en que el director maneja las emociones del relato. En Horas contadas hay una llamativa, por lo inexistente, apelación a lo místico, religioso o nacionalista, incluso se ironiza con la noción de suerte. Está claro, no hay lugar para lo mágico: estamos ante un film de profesionales, una aventura hawksiana donde el trabajo en grupo de alguna manera nos rescata de la tragedia, y donde la persistencia y tenacidad de un par de hombres buenos, que quieren hacer su tarea lo mejor posible, es lo que relaciona al film con los grandes relatos del Hollywood clásico. De esa emoción de las grandes y viejas películas, de esos materiales tal vez oxidados pero inmortales, está hecha esta sorprendente película.
Esta es una película de acción que narra una historia real: un barco a punto de naufragar, en estado calamitoso (hay que verlo para comprenderlo) tiene que ser rescatado. Para más inri, como dicen los españoles, hay una tormenta, no tienen luz, es de noche y el mar no está como para un día de playa. Es decir, todos los elementos de rigor cuando se trata de aquel viejo cine catástrofe. Una película de aventuras donde, claro, hay muchos efectos especiales, pero donde lo que más cuenta es lo que hacen los personajes, especialmente Chris Pine (que se viene ganando el lugar de estrella de acción desde Star Trek) y Casey Affleck, que es un perfecto actor dramático en cualquier circunstancia. Ellos dos y el resto del elenco hacen que la película supere el estadio de la hazaña técnica y sea aquello que pedía Hitchcock: el puro melodrama de los hombres en peligro. Aún cuando a veces parece un poco lenta en sus descripciones, cuando el drama del movimiento se desata no nos deja indiferentes.
Basada en un hecho real, Horas Contadas, narra la travesía en altar mar que debieron pasar dos tripulaciones ante un mismo hecho fatídico, una inesperada tormenta descomunal. Historias como estas ya se han contado repetidas veces, dentro y fuera de Hollywood. Sin ir más lejos, hace menos de dos meses que veíamos el estreno de la desilusionante En El Corazón del Mar, que también narraba hechos similares esa vez con el propósito de descubrir la verdad detrás de la novela Moby Dick. Los propósitos de Horas Contadas quizás sean más modestos que los del film de Ron Howard; narrar un cuento de épica y valentía, de ciudadanos comunes transformados en héroes. Por esta razón, la película de Craig Gillespie resulta mejor parada. En 1952, dos barcos petroleros, el Fort Mercer y el Pendleton se enfrentan en las costas de Cabo Cob, Nueva Inglaterra, a una terrible tormenta de nieve, granizo y olas de inmenso tamaño. Ambos son destrozados, partidos al medio, y los treinta y tres sobrevivientes (en el Pendleton) quedan a la deriva a la espera de alguna ayuda. Mientras tanto, en tierra, la guardia costera decide enviar un equipo de rescate mínimo, con escasos recursos, para socorrer a aquellos ¿Cuál será el resultado? Si bien no esperen sorpresas, por aquí no lo adelantaremos. La historia, con guión de Scott Silver (The Fighter, The Mod Squad) basada en una novela de 2009 que transcribe los hechos reales, tiene todo servido para ser una gran aventura para realzar valores de coraje, esperanza y temple, ¿Por qué no termina de configurarse como tal? Craig Gillespie tuvo un auspicioso debut como director en la genial e infravalorada Lars y Las Chicas Reales, pero rápidamente dilapido su prestigio estrenando en el mismo año la comedia Mr. Woodcock. De ahí en más sucedieron la apenas pasable (siendo condescendientes) remake de Fright Night y la terrible y odiosa Un Golpe de Talento. Lo más que se puede decir de Gillespie es que se encuentra en un impasse de director por encargo (es más ni siquiera fue la primera opción para dirigir esta película), de fórmula, aquellos que filman según las órdenes del estudio. En Horas Contadas, esa situación se nota. El guión de Silver tampoco colabora, centrándose más en los personajes pero sin la capacidad para desarrollarle aristas dimensionales. En un elenco numeroso (con varios actores desaprovechados o recortados como Eric Bana – el jefe de la guardia costera -), cada uno cumple el rol que la historia necesita para que la situación fluya por los carriles normales. El protagónico recae en dos puntas. Por un lado, Chris Pine es el líder de la embarcación de rescate, y posee también una historia de amor que pareciera no aportar mucho más que un distractivo. Por el lado de los náufragos, Casey Affleck le saca mayor jugo a la película y es quien se erige por sobre los demás. Aun con sus fallas (o flaquezas más que fallas), Horas Contadas termina conformando un producto correcto, con intenciones no muy ambiciosas (no pareciera ser un tanque más allá que su fuerte está en las escenas de peligro con olas CGI bien logradas) y que hace pasar sus casi dos horas con la suficiente fluidez. En los muchos ejemplos que hay de estas historias llevadas a la pantalla, hay varios ejemplos memorables (Una Tormenta perfecta, Kon Tiki), y precisamente es eso lo que le falta al film, ajustar sus tuercas, tener el coraje que impregna a sus personajes, para ser una gran película que trascienda los tiempos. Como lo que termina siendo, más que un océano bravío, pareciera un mar calmo, para disfrutar mientras se lo contempla, y olvidable una vez que abandonamos el barco.
El cine basado en hechos reales ha sabido conseguir hitos en los que los espectadores pudieron verse reflejados en historias inspiradoras y necesarias para conocer el pasado. Los Estudios Disney han sido uno de los que más ha aprovechado este tipo de cine y además, con la corrección política que les impregna, pudo superar algunos puntos que quizás en producciones más transgresoras no hubiesen permitido profundizar en aquello que narran. Pero que en el siglo XXI películas como “Horas Contadas” (USA, 2015) se sigan presentando con una impronta tan blanca y superficial, tan fría y lejana, es un grave retroceso en la producción fílmica. “Horas Contadas” del otrora innovador Craig Gillespie (“Lars y la chica real”, “Cuestión de Pelotas”), y escrita por Scott Silver, Eric Johnson y Paul Tamasy, basada en el libro homónimo escrito por Casey Sherman y Michael J. Tougias, hay un sabor a ya visto, ya consumido, tan rancio como la misma ideología pro america que destila cada una de las escenas del filme. La película está centrada en la figura de dos capitanes con diferente suerte, por un lado el estructurado y tímido Bernard (Chris Pine) y por el otro el aguerrido Ray (Cassey Affleck), quienes por un suceso fortuito, el posible hundimiento de la nave del último, deberán aunar esfuerzos para poder llegar al puerto con toda la tripulación de ambos barcos en condiciones. Tras recibir un pedido de auxilio, Bernard es enviado en un pequeño bote de patrulla a contactar a Ray y ver si lo pueden rescatar. Siguiendo al pie de la letra los protocolos, Bernard deberá decidir, en el momento de comenzar el rescate, si continúa con su vida gris, bucólica, o, si debe conducir sus días hacia un nuevo horizonte donde la rebeldía y la transgresión lo pueden constituir de otra manera. La corrección con la que la dirección trabaja este punto, al igual que la idea que se debate en el filme entre el “deber ser, y el ser” es aquello que impide el disfrute de un filme que más allá de este punto, y de contar con un logrado trabajo de efectos especiales, impide que la historia de amor que subyace al rescate pueda ser tenida en cuenta. Si el momento que Bernard estuvo a punto de rechazar la propuesta de matrimonio que su prometida Miriam (Hollyday Grainger –la Lucrecia Borgia de la serie “Los Borgia”) es incorporado al filme para reflejar la apática personalidad del protagonista, la incongruencia de la actuación de Pine, que nunca puede superar la simpleza de un relato antiguo con una caracterización casi infantil, termina por echar tierra en una propuesta que atrasa, al menos, cuarenta años. “Horas contadas” posee buenos efectos visuales y un logrado trabajo de sonido, que permiten la inmersión en el tiempo y espacio del rescate. Pero cuando la psicología de los personajes, la emoción ante las situaciones, y, principalmente, la empatía con los protagonistas debe surgir, nada sucede, por lo que la increíble facturación se evapora ante inevitables preguntas que comienzan a plantearse ante el débil guión. Los secundarios que rodean al equipo central son desaprovechados, así, las interpretaciones precisas de John Ortiz, John Magaro, Eric Bana y Josh Stewart, pasan desapercibidas ante la solemnidad de una propuesta que no puede superar su corrección política y su lavada fachada. Fallida.
El eje del relato son dos marinos: por un lado, un parco y huraño jefe de máquinas del buque petrolero (Cassey Affleck) . Por el otro, un oficial de la Guardia Costera (Chris Pine), un hombre tímido y conflictuado por su pasado. Dos hombres que no se conocen, pero que tienen que hacerse de la autoridad, superar sus limitaciones y ganarse de la confianza de sus hombres porque son los únicos que saben cómo pueden salvarse todos.
Un barco se parte a la mitad en plena tormenta y tiene las horas contadas antes de naufragar. Mientras, un pequeño grupo de la Guardia Costera hará lo imposible para rescatarlos. La tormenta perfecta Bernie Webber es miembro de la Guardia Costera de poblado de Nueva Inglaterra; está por casarse y es querido por la mayoría de los habitantes del pueblo. Su tranquila vida parece terminarse cuando debe ir en una pequeña embarcación y con una reducida tripulación a socorrer un barco petrolero que se partió a la mitad. Ahora, Webber deberá demostrar lo que vale mientras los miembros del varado buque deberán hacer lo posible para resistir hasta que los rescaten. La misma lluvia Si leyeron la sinopsis, y antes de que esto les parezca una falta total de ideas, vale aclarar que el film está basado en hechos reales, y que el director Craig Gillespie (responsable de la remake de Fright Night) se encarga tanto al principio como al final de la cinta, de aclarárnoslo. Y aunque esté basada en uno de los casos más famosos de salvataje marítimo en la historia de Estados Unidos, el mayor problema que tiene Horas Contadas es que a cada instante sentimos que lo que estamos viendo en pantalla ya lo habíamos presenciado en muchas otras pelis de barcos hundiéndose. Y esta sensación de constante deja-vu le juega muy en contra a lo bueno que si tiene para ofrecer el film. Horas Contadas no es mala, pero el hecho de que la temática fuera usada hasta el hartazgo, y que los personajes sean todos un cliché viviente definitivamente no ayuda. Tendremos al héroe que se probará a sí mismo, al que sólo se queja y no aporta ideas, al renegado de buen corazón y al jefe medio idiota y odiable. Peor aún es el único personaje femenino de relevancia, el de la novia/esposa del protagonista, uno de los más insufribles que vamos a ver en el año. Sin duda lo que más se destaca de Horas Contadas es el apartado técnico. Todas las escenas en alta mar (que es el grueso del film) son de una factura impecable y vamos a sentir el mismo frio que debieron sentir los protagonistas. Lo mismo va para las escenas donde el enorme petrolero sufre el accidente y tienen que maniobrar con medio barco. Esto es lo que más justifica el valor de la entrada del cine, porque el resto suena a repetido. Conclusión Horas Contadas es una aceptable película, de esas que uno suele afirmar que “es para verla en el cine por los efectos, porque lamentablemente no aporta nada al cine catástrofe de naufragios. Ni el elenco, ni la veracidad de la historia puede destacarla por sobre films como Poseidón o La Tormenta Perfecta, y más allá de sus logros técnicos, es el conjunto lo termina pasándole factura a Horas Contadas.
Un hecho real, grandes efectos especiales y momentos de lágrima para una superproduccion entretenimiento que sumerge literarlmente la espectador en un mar embravecido, con olas gigantes. El lindo de Chris Pine sucumbe ante la calidad de Casey Affleck. Un rescate que ocurrió en 1952 y ahora es un film entretenido.
Un film náutico visualmente efectivo, pero un tanto pobre en cuanto a guión, diálogos e interpretaciones. Un relato tan dramático, tendría que provocar un gran impacto y emoción en el público, pero ofrece demasiada
La tormenta imperfecta. Irremediablemente, The Finest Hours debe compararse con La tormenta perfecta, aquella gran película que supo tratar con excelencia narrativa un tema muy similar, sino igual. En ese sentido debe decirse que la propuesta de Disney, a pesar de apelar a un reparto de lujo, está muy por debajo del drama trágico que supieron protagonizar en su momento George Clooney y Mark Wahlberg. En cualquier otro sentido, si bien no es de lo peor en su género, creo que está por debajo del promedio. Quienes busquen la intensidad emocional que supo brindar La Tormenta Perfecta deberán moderar sus expectativas, porque The Finest Hours fracasa en generar un vínculo entre los protagonistas y el espectador, no por falta de mérito actoral sino por poseer un guión deficiente e insulso. La historia está pésimamente estructurada y hace más hincapié en la escenificación permanente de la catástrofe que en construir un argumento. Como resultado, avanzada la película uno se resigna a ver imágenes impactantes sin que en realidad le importe o no lo que pase con los personajes involucrados. La dirección y la edición también son malas, y por momentos las transiciones resultan demasiado bruscas. El único punto saliente de la película son las actuaciones de Chris Pine y Ben Foster, a diferencia de la de Casey Affleck, quien sinceramente no genera ningún tipo de magnetismo con un personaje que podría haber dado para mucho más. The Finest hours es en definitiva una película rápidamente olvidable, interesante desde lo temático, pero mal ejecutada cinematográficamente. No es para recomendar.