Peor... imposible Cuando una película es tan mala como Jack y Jill uno se pregunta cómo es que nadie -sobre todo en una industria como la de Hollywood- se dio cuenta de lo que podía ser al leer el guión o al ver las primeras imágenes conseguidas en el set. Llama todavía más la atención que la prolífica dupla entre el director Dennis Dugan y el (aquí doble) protagonista, coguionista y productor Adam Sandler hayan caído tan bajo, ya que en el pasado había regalado varias buenas películas como Un papá genial y No te metas con Zohan. Sandler -que hasta se arriesgó en algún momento con títulos bastante audaces como Embriagado de amor y Hazme reir- interpreta aquí a dos hermanos (un varón y una mujer). No sé si a alguien le puede resultar gracioso ver a Adam en versión femenina, pero el resultado cómico (artístico) es patético. Para ponerlo bien clarito, en la comparación las berretadas de Olmedo y Porcel resultan verdaderas obras maestras. Hay otro (supuesto) atractivo en este film: Al Pacino. Jack tiene que convencerlo de que participe en un comercial de Dunkin Donuts (tremendo chivo que recorre la película) y, claro, el "prestigioso" actor -que no pasa precisamente por el mejor momento de su carrera- se terminará enamorando de Jill. Estamos en el universo de las comedias de enredos disparatadas, pero lo que es un disparate es la trama (que incluye secuencias en el Día de Acción de Gracias y en un lujoso crucero hasta llegar a la época navideña). Nada resulta gracioso, nada fluye, las sobreactuaciones abundan y los minutos parecen no pasar nunca. En la hora y media de torturante relato sólo hay espacio para el despliegue histriónico de Sandler. Los otros personajes (por ejemplo, el de la esposa de Jack que interpreta Katie Holmes) quedan reducidos a objetos decorativos, sin el más mínimo desarrollo ni oportunidad de lucimiento. Así, lo único que importa es el desbordado unipersonal de Sandler. No se los recomiendo.
Los hermanos sean unidos El carismático actor Adam Sandler (muy querido en Estados Unidos) se suma a una producción donde él mismo se encargó del guion. Jack y Jill (ambos interpretados por Sandler) son dos hermanos gemelos que no se llevan demasiado bien. Jack es un hombre felizmente casado con Erin Sadelstein (Katie Holmes ) y con hijos (un hindú y una nena que por momentos se viste de Amish o de muñeca) y tiene una agencia publicitaria con cuentas como Dunkin' Donuts, que quiere a Al Pacino para una publicidad, una tarea casi imposible. La cosas se complican cada vez más cuando su hermana Jill se presenta en su casa para pasar unos días durante Acción de Gracias y se queda más tiempo del planificado, rompiendo la tranquilidad de la familia. En esa penosa convivencia, ambos no tendrán más remedio que ponerse de acuerdo y tratar de entenderse mutuamente y, convencer, a un lunático Pacino. La historia es ocurrente y caótica, pero resulta efectiva a la hora de un humor familiar y desenfadado. Adam Sandler encuentra la forma de llegar al público y se suman las locuras de un Al Pacino que no le teme al ridículo. Incuso Johnny Depp, que en una pequeña aparición, se muestra con una remera de Justin Bieber. El realizador y actor Dennis Dugan (Una esposa de mentira y Son como niños) domina las situaciones con la metamorfosis del protagonista y ofrece lo que promete: entretenimiento.
Sandler, ya desde los tiempos de su legendario personaje Happy Gilmore, fundó su propia productora llamada a su vez, valga la redundancia, “Happy Gilmore Productions” y que, una vez más, valga la susodicha, tenía por objeto continuar haciendo indefinidamente de adolescente a los cuarenta y reivindicar una y otra vez su eterna inmadurez, dentro y fuera de la ficción...
Ideal para los más jóvenes y los que buscan diversión fácil y sin grandes complicaciones. A los 10 minutos de proyección uno ya se da cuenta que lo que se viene es una comedia bastante tontuela, pero a partir de la presencia de Pacino la película se pone mejor, no porque el guión de repente tenga lucidez, sino porque divierte y asombra el hecho de ver a un actor como él trabajando en...
Sin un click Jack y Jill (Jack and Jill, 2011) se suma a la larga lista de comedias producidas por la compañía de Adam Sandler Happy Madison Productions, que a su vez se encargó de financiar muchos de los films gestados por la dupla Dennis Dugan-Adam Sandler, desde su provechoso regreso en el 2007, con Yo los declaro marido y... Larry (I know pronounce you Chuck and Larry). Jack y Jill (ambos personificados por Adam Sandler) son hermanos mellizos. Desde su llegada a la adultez ambos se vieron separados en vidas totalmente diferentes. Jack es publicista y reside con su familia en Los Angeles mientras que Jill vive, desde la muerte de su madre, en el Bronx de Nueva York. Todos los años se reúnen unos días para la cena de acción de gracias, únicamente para cumplir el calendario formal de la familia. Esta vez Jill deberá demorar su partida, ya que una estrella de Hollywood (Al Pacino) fundamental para los negocios de Jack ha adquirido cierto interés amoroso por ella. Año 1996. Sandler se asocia por primera vez con Dougan conformando una falange colaborativa tradicional. El primero se encargaría del guión y el papel protagónico mientras el segundo de la dirección. La película es Happy Gilmore, y lo que ambos ignoraban, egos al margen, es que juntos producirían una obra fundacional y representativa de una vertiente humorística que luego se ensancharía en dimensiones inopinadas. Desde entonces, Sandler definió los atributos esenciales de todos sus personajes. Hasta Jack y Jill, es posible reducir a los papeles protagónicos, auto-escritos por el comediante, a una observación. Generalizadora, quizá, pero considerablemente aproximada. Mientras la irracionalidad inunda a su entorno y la absurdez de los personajes supura en las esquinas, los personajes de Sandler siempre se distinguieron por adoptar una postura neutral y por funcionar como el único nexo de cordura entre lo ordinario (encarnado siempre por su personaje) y lo estrafalario (personificada por la gran mayoría de los personajes secundarios). Lo que sucede en esta película es que Sandler rompe ese exquisito equilibrio por su doble interpretación. Como Jack aporta la mencionada dosis de sanidad mental mientras que como Jill se encarga de destruirla. Esa notable pulverización no es lo único que falla, sino que debido a la pobre caracterización de sus personajes, el espectador nunca podrá despegarse de la idea de que lo único que está viendo, y que cambia de escena a escena, es a Adam Sandler con una peluca y un vestido. A diferencia de Eddie Murphy, el actor neoyorkino no logra aportarles variedad de matices a todos sus personajes y eso, en la pantalla, es evidente. Esta reseña no se encargará de cuestionar los dotes actorales de Adam Sandler, ya que quien escribe considera que han sido demostrados hace mucho tiempo. Una indicación plausible, sin embargo, es que Jack y Jill se enlista dentro del retorno progresivo de Sandler al cine que lo hizo conocido. Existió una aventura, con frutos excelsos, por el cine de prestigio. En el drama, de la mano de Paul Thomas Anderson en Embriagado de amor (Punch Drunk Love, 2004) e incluso en la comedia, de la mano de Judd Apatow en Siempre hay tiempo para reír (Funny People, 2009). No obstante últimamente, Sandler cedió por completo ante esa transición que, si bien no es necesariamente negativa, cuando se trueca la solidez por la vaguedad y la elaboración por lo escatológico el resultado tiende a la pobreza. Jack y Jill tiene muchos guiños a las colaboraciones previas entre Dennis Dugan y Adam Sandler. Y si bien contiene muchos de los elementos que los caracterizan, no es un justo ejemplo de su dinámica laboral.
El film está repleto de referencias localistas y chistes de dudoso gusto Una película escrita, producida y protagonizada por Adam Sandler puede ser un exceso para algunos. A quienes el humor del comediante norteamericano no les resulte gracioso huirán despavoridos ante la noticia de que en Jack y Jill Sandler redobla la apuesta y, siguiendo las enseñanzas de Eddie Murphy -otro comediante que divide al público-, interpreta a los dos personajes del título. Por un lado está Jack, un exitoso director publicitario, casado y padre de dos hijos que vive muy bien en Los Angeles. Por el otro, su hermana gemela Jill, una poco agraciada -obvio, es Sandler disfrazado de mujer- solterona que siempre se las arregla para decir las cosas más molestas y que parece vivir más como una anciana que como una persona de cuarenta y dos años. Empeñada en pasar más tiempo con su hermano, Jill dejará su Bronx natal para pasar las fiestas en la soleada Los Angeles, para profunda molestia de Jack, que está preocupado por el futuro de su negocio. Si no convence a Al Pacino de hacer una publicidad de capuccinos perderá a su mejor cliente. Si hubo películas en las que Sandler combinó su tempo para la comedia con una aguda observación de algunos aspectos de la sociedad norteamericana, aquí perdió el equilibrio y no logra compensar un puñado de buenos remates humorísticos con una gran cantidad de escenas de ridículas a vergonzosas. El objeto de la burla es esa mujer que el propio Sandler interpreta con gestos que toma prestados de sus personajes anteriores. El ceceo de Jill es un elemento que la hace supuestamente más insoportable y digna de lástima, mientras que en El aguador le agregaba cierta ternura al zonzo que interpretaba Sandler. Entre chistes de dudoso gusto y cierto coqueteo con la xenofobia que justifica poniendo todas las frases racistas en boca del reconocido humorista mexicano Eugenio Derbez, aparece Al Pacino, jugando a ser una versión chiflada de sí mismo. Burlándose de su trabajo en teatro interpretando a Shakespeare, citando clásicos parlamentos de El padrino II y Caracortada, el actor le prende fuego a su leyenda. Y resulta el punto más divertido y sorprendente -especialmente en la escena en la cancha de básquet- de una película que se apoya demasiado en referencias a la cultura popular norteamericana, un exceso de localismo que deja a mucho público afuera.
Gemelos para un mecanismo de comedia básico Como sucedió antes con otros comediantes muy populares en los Estados Unidos, a Adam Sandler también se le ocurrió que aparecer él mismo multiplicado en una película podría ser algo divertidísimo. Eddie Murphy, especialista en eso de la clonación narcisista, es el caso paradigmático de que esa idea rara vez funciona, por no decir casi nunca. Aunque existen películas notables en las que un actor interpreta varios personajes, como Doctor Insólito (pero claro, se trataba del Kubrick más genial y de Peter Sellers, uno de los más grandes comediantes de la historia del cine). O más humildemente a Mis otros yo, donde el injustamente olvidado Michael Keaton hacía gala de su ductilidad y gracia. Pero el caso de Jack y Jill, último trabajo de Sandler, en el que interpreta a una pareja de hermanos gemelos (hombre y mujer), es más cercano al despropósito de Murphy en, por ejemplo, Norbit. También es cierto que, fiel a su estilo, Sandler no se toma la cosa para nada en serio y su burda personificación de Jill, la gemela, es en parte un efecto buscado, parte de la broma. Aunque la broma no sea nunca demasiado graciosa. La historia, como en casi todas las películas de Sandler y de su productora Happy Madison (que también se encarga de promover los trabajos de algunos de sus amigotes, como Rob Schneider), es apenas la excusa para activar un mecanismo de comedia muy básico. Jack y Jill son gemelos, pero él la detesta y con razón. Ella vive en el Bronx y una vez por año visita a su hermano en Los Angeles, donde él trabaja como director publicitario y todas las veces lo saca de quicio. Jack está preocupado porque debe conseguir que Al Pacino se interese en filmar una publicidad para la cadena Donkin Donnuts (su mejor cliente), para promocionar un nuevo producto, el capuchino Donkachino, aprovechando la rima del apellido del actor. Pero su hermana es una molestia permanente y no consigue concentrarse. El humor de Sandler nunca ha sido fino, ni en sus mejores películas, como No te metas con Zohan. Pero la permanente apelación a recursos cómicos tan elementales como los pedos y sus consecuencias, o los contrastes culturales entre el pequeño burgués norteamericano y los inmigrantes latinos o los indigentes con dificultad consiguen una sonrisa. Algo mejor le va con la subtrama de Al Pacino, aunque no precisamente porque esa historia sea más sólida o tenga mejores gags. No. Lo gracioso es ver a Michael Corleone, a Caracortada, quien ha sido reiteradas veces criticado por reducir sus últimos trabajos a desmesuradas parodias megalómanas de otros anteriores, hacer exactamente eso mismo, pero en broma. Sus escenas de desborde durante una interpretación shakespeareana son, por lejos, lo mejor de la película. Lo mismo se aplica a su aparición junto a Johnny Depp en un partido de básquet; sus intentos por seducir a Jill; el chiste del Oscar o su entrada final. Es que si algo inteligente hace Adam Sandler en casi todas sus películas, es elegir buena música y buena compañía. El spot final de Donkachino lo confirma. Pero tal vez el viejo Al esté tan arrepentido de todo esto como su alter ego en la pantalla.
Chistes duplicados A estas alturas las películas de Adam Sandler son casi un género en sí mismo. Si en los últimos años Sandler parecía haber crecido ("madurado", dirían algunos) en películas como Hazme reír (con su viejo amigo Apatow), acá lo tenemos de vuelta con toda la furia que supo hacerlo una de las figuras centrales de la Nueva Comedia Americana. Sandler está más viejo, claro, ya no puede seguir interpretando al niño eterno, pero todo lo demás está ahí: la apuesta por el absurdo llevado hasta sus últimas consecuencias (que uno puede comprobar, por ejemplo, cuando cerca del final de Jack y Jill nos cruzamos con David Spade vestido de mujer), la obsesión por la construcción de una familia, la escatología, los chistes físicos y políticamente incorrectos, la constelación de figuras y amigos que aparecen en pequeños personajes secundarios. Uno puede sentir, al mirar Jack y Jill, que Sandler y todo el equipo la están pasando muy bien mientras filman esta película. Esta vez, la dupla Sandler-Dugan (pareja que viene trabajando junta desde Hapy Gilmore, en 1996) apuesta por un recurso que hoy en día es casi un lugar común: vestir al cómico de mujer y ponerlo a repetir todo tipo de tics y exageraciones. Hace años que Eddie Murphy viene haciendo lo mismo y la idea hasta tuvo su parodia en los geniales trailers falsos que abren la nunca suficientemente alabada Una guerra de película (Ben Stiller, 2008). Claro que Sandler nunca lo había hecho y acá se da el gusto: intepreta a Jack y también a Jill, su hermana gemela. El problema de travestir al cómico no es tanto la obviedad de los chistes por venir, cosa que ya habíamos visto pasar con Eddie Murphy. Sí, es una mujer, pero todos en las butacas sabemos que es un hombre (y un hombre que conocemos hace tiempo, que identificamos en un segundo) y entonces vienen los chistes: este personaje es una mujer, pero por debajo hay un hombre. Esto quiere decir: es una mujer masculina, con mucho pelo en las axilas, con una fuerza exagerada, con olores corporales y demás funciones que estereotípicamente se asocian al cuerpo masculino y que, exageradas, caracterizan esta caricatura que nunca llega a desarrollarse como personaje del todo. Decía: este no es el mayor problema. El mayor problema es que en Jack y Jill estos chistes obvios (que no por eso son necesariamente menos efectivos) se repiten una y otra vez. Es como si a Sandler y a Dugan se les hubieran acabado las ideas en el momento en el que decidieron vestir a Sandler de mujer. Jill se define con tres rasgos mínimos, lo cual es una marca característica de Sandler en la comedia y le da fuerza a sus propuestas. Pero con esos rasgos los chistes tienen que acabarse en algún momento. De cualquier forma, Sandler nunca termina de perder su encanto y la película logra algunos buenos momentos, sobre todo relacionados con los personajes secundarios que rodean a Jack, Jill y su familia. El jardinero Felipe tiene sus buenos chistes (y marca el lado más políticamente incorrecto de esta película), el momento de David Spade es muy bueno. Y la novedad, obviamente, es ver a Al Pacino que por fin aceptó reírse un poco de sí mismo. Parece que pasa con la edad (le viene pasando hace unos años a De Niro): los grandes tótems de la actuación finalmente deciden hacer comedia. Y el resultado, aunque no necesariamente brillante, trae algo nuevo. Al Pacino se interpreta a sí mismo (una versión Sandler de sí mismo): un actor serio, shakespereano, que se vuelve loco. Es claro: Pacino no es Sandler, no tiene su ritmo para la comedia, a veces se le escapa su compromiso demasiado serio con un personaje ridículo, pero encuentra sus momentos y no agota porque no llega a estar demasiado en pantalla (aunque está al límite de hacerlo). Jack y Jill es una película despareja que comete el peor de los pecados para una comedia: el timing no funciona. Pero, con todo, tira unas cuentas ideas y logra momentos genuinos de risa.
Insoportable por partida doble Aparece Adam Sandler como un tipo antipático que espera la visita de su insoportable hermana. Enseguida, el mismo actor aparece como la susodicha hermana, de voz insoportable, modos insoportables, flatos insoportables, e insoportable permanencia en la casa de su hermano y en la pantalla. Para colmo, mal actuada. Nadie espera que Sandler alcance ni siquiera la mitad de la elaborada caracterización que hizo Steve Martin en la comedia «Hay una chica en mi cuerpo», pero aquí se pasa de vago. En fin, esto, que daba para un esquicio televisivo de tres minutos en un programa de medianoche, se ha convertido en una improvisación cinematográfica de 94. Detalle doloroso, pese a tanta berretada, o precisamente gracias a ella, en EE.UU. la cinta recuperó la inversión en menos de un mes. Y eso que declara un presupuesto de 79 millones de dólares jurados ante el fisco. De esos 79 millones, dos monedas de 25 centavos se habrán gastado en maquillaje. El resto, en publicidad y agasajos a las muchas figuras invitadas que aparecen en diversos cameos, todas representantes de la televisión y el deporte norteamericanos aquí prácticamente desconocidas, y, sorpresa, un extranjero: Santiago Segura, alias Torrente, que está a sus anchas pero un mínimo demasiado mínimo de tiempo. Otra sorpresa, en el reparto actúa nada menos que Al Pacino, que hace reír un poco actuando de Al Pacino. Ahí también se habrá ido buena parte del presupuesto, en la partida de póker que le habrán ganado para que acepte actuar, y en el cachet consiguiente. Ahora, pobre tipo, tan buen actor que es, lo único que falta es que las próximas generaciones lo registren solo como «el que aparece en una película de Adam Sandler».
Qué pareja de gemelos Adam Sandler interpreta a un hombre y una mujer. Y el filme sorprende. Happy Madison, la productora de Adam Sandler, tan efectiva en la taquilla como maltratada por la crítica, venía de un porrazo: el megafracaso de la recién editada en DVD en la Argentina Dotado para triunfar . Encima, la base del nuevo Adam Sandler, Jack y Jill , era demencial: Sandler iba a interpretar a un dúo de gemelos, Jack y Jill, hermano y hermana. Sandler como drag queen intencionalmente mal disimulada era una idea terrorífica si se consideraba que el actor había abandonado su anarquía bobalicona a la John Waters en pos de una seriedad que reduce a estereotipo y fórmula todas sus viejas anarquías. Pero Jack y Jill sorprende: donde se esperaba un Titanic, hay un bote inflable. Tonto, sentimentaloide y, sorpresivamente, físicamente cómico. Jack (Sandler hombre) recibe la visita de su bombástica y neoyorquina gemela Jill (Sandler vestido como la Tota), detestada por su consanguíneo, pero adorada por el resto de su familia lo que genera la forzada estadía de Jill. Lo que parece una broma sobre vestirse de mujer termina siendo eso: reírse del ridículo, potenciar su distorsión de lo sexual, flirtear con una versión castrada pero aun así presente en el mainstream de Divine, la gigante del cine camp y escatológico de John Waters. La cita a Divine no es sólo para turismo cinéfilo: es para sintonizar Jack y Jill dentro de un tablero más acorde a sus movidas salvajes. Quizá resultado de la división salomónica de roles (Jack como el Sandler mercachifle, serio, mala onda; Jill como el Sandler criatura encantadoramente destructora) y otra razón que la alteridad, los niños comienzan a pegarse animales en su cuerpo, Johnny Depp actúa un ratito más natural que nunca, los efectos digitales (ese jet ski en caída libre) son coherentes con ese maquillaje de filme de Olmedo y Porcel. Ni hablar del milagro que destruye los molinos sentimentales de Sandler, esos que frenan su vuelta a la demencia: Al Pacino, haciendo de sí mismo, pero superando la instancia del cameo, y convirtiéndose en un comediante furioso, desbocado, todo-lo-puede (¡hasta rapea!). Pacino logra convertirse en la brújula para mostrar que cuando Jack y Jill se pone los-hermanos-sean-unidos se equivoca de dirección.
Luego de dirigir películas como "Una Esposa de Mentira", "Son Como niños" o "No te Metas con Zohan", entre otras, Dennis Dugan vuelve al género de la comedia para realizar, no solo una de las peores películas de su filmografía, sino un verdadero festín de mal gusto, de desaprovecho de actores y de aburrimiento.
Unos gemelos que se las traen El estadounidense Adam Sandler está muy bien acompañado en esta nueva comedia en la que participan Al Pacino y Santiago Segura. En "Jack y Jill", Sandler, que también es coguionista de esta nueva "travesura" fílmica, apeló a una fórmula que siempre produce un buen efecto, aprovechar el estado de confusión que surge a partir de que sus protagonistas son dos gemelos que él interpreta. Jack es un reconocido ejecutivo de cuentas de una agencia de publicidad, que vive en Los Angeles con su mujer y sus hijos. En apariencia su vida sigue un cauce normal, aunque con algunas crisis económicas en la empresa en la que se desempeña. Pero si ese es un tema de preocupación para Jack, más tarde éste pasara a un segundo plano, cuando llegue a su casa su hermana Jill, la que aún permanece soltera y vive con sus padres en la vieja casa familiar. VISITA INESPERADA Jack decide armarse de paciencia y pasar el Día de Acción de Gracias con su familia y su hermana. Los gemelos hace un tiempo que no se ven y si bien Jack tiene una determinada imagen de Jill, jamás iba a pensar que ambos iban a intervenir en tantos líos juntos. Uno de ellos y quizás el más logrado es el encuentro entre Al Pacino, Jack y Jill, que termina siendo desopilante. Ocurre que Jack debe contratar a Pacino para una publicidad, quien aunque utiliza su nombre, compone el personaje de un actor famoso, que padece cierta confusión mental. Lo curioso es que cuando Jack se encuentra con Pacino, para convencerlo de que acepte hacer la publicidad, el actor de "El Padrino" también conoce a su gemela Jill y se enamora perdidamente de ella, lo que provoca una serie de situaciones equívocas y gags sin desperdicio. "Jack y Jill" no tiene un guión demasiado elaborado, porque Sandler, como lo hace siempre se apoya en gags que a veces rozan lo escatológico, lo que siempre tiene efecto eficaz entre sus fans. En este filme la risa está asegurada por partida doble, porque Sandler además de ser Jack asume el papel de su gemela Jill.
Un 2x1 que resta más de lo que suma El punto de partida de esta comedia es la interpretación de dos personajes a cargo del mismo actor, Adam Sandler. Pero el guión no lo ayuda, aunque sí la aparición de famosos como Johnny Depp y Al Pacino. Los cómicos son personajes muy particulares. Si uno no conecta con ellos, es muy difícil entender o disfrutar sus películas. Desde Charles Chaplin a Jerry Lewis, los cómicos han sido siempre un tómalo o déjalo. Adam Sandler no es la excepción a la regla, es más bien la confirmación. En Jack y Jill, el protagonista de grandes comedias como Happy Gilmore, Billy Madison y El aguador, realiza una de sus apuestas más fuertes: personificar a dos gemelos idénticos (algo científicamente imposible porque uno es hombre y otra es mujer). A esta altura de la técnica cinematográfica, esto no es un problema y las acciones fluyen sin problemas ni distracciones, aun cuando uno sepa que el personaje de Jill es Adam Sandler disfrazado. Los problemas de la película no están en su propuesta ni en los primeros minutos del metraje, donde los chistes funcionan y los temores a presenciar una comedia bochornosa se van disipando. Pero el cielo despejado del comienzo pronto comenzará a nublarse. Tan simple como que no tienen suficientes ideas para armar un largometraje y la película entonces debe recurrir a personajes secundarios y escenas gratuitas que no aportan nada excepto minutos para llegar los noventa de rigor. Si la película no se hunde del todo es por la cantidad de cameos de amigos del director, y el número realmente alto de cómicos que van a apareciendo a lo largo de las escenas. Mención aparte merece Al Pacino, quien hace de sí mismo en una versión disparatada y auto paródica de su condición de mito cinematográfico. Pero incluso su participación es rara. Intencionalmente o no, la propia película habla de lo bajo que caen las estrellas que se vinculan con empresas para publicitarlas, sin embargo la película lo hace. Incluso tiene un momento un poco ofensivo en cuanto al exceso de publicidad de una empresa de cruceros. En la escena final, donde Al Pacino y el personaje de Adam Sandler conversan, uno no puede terminar de darse cuenta si se refieren al mundo de la publicidad o a la propia película. Lo cierto es que aunque el comienzo es bueno y las sorpresas y cameos (David Spade, Dana Carvey, Johnny Depp) abundan en el relato, lamentablemente más de la mitad de la película cae sin salvación en un bochorno que no lo es tanto por los chistes, como por lo poco interesante que resulta el guión. Esta versión de Adam Sandler por dos, entonces, termina sumando mucho menos que cuando el actor solo interpreta a un personaje.
Como hermanos gemelos Adam Sandler es un gran comediante y eso no está en tela de juicio, aunque películas como Son como Niños, Yo los Declaro Marido y... Larry y Jack y Jill nos lleven a preguntarnos cómo un actor capaz de brindar muy buenas comedias como en Funny People, Como si Fuera la Primera Vez o Golpe Bajo – El Juego Final, solo por mencionar las más recientes, puede realizar estos bodrios carentes totalmente de vergüenza y humor. Jack es un adinerado empresario del rubro publicitario que vive en la calma del hogar hasta que su hermana gemela, Jill, llega para visitarlo e instalarse en su casa por algunos días, que luego se transformarán en varias semanas. En el medio, Jack deberá conseguir convencer al prestigioso actor Al Pacino (si, Al Pacino "de adeveras") de que protagonice un comercial de Dunkin Donuts. Las casualidades de la vida (y del cine) hacen que Pacino se enamore de Jill y Jack tratará por todos los medios de que la pareja se complemente para así lograr su cometido. Realmente en Jack y Jill se hizo todo mal, porque más allá de que la propuesta no es muy atractiva, la misma no se ejecuta de manera medianamente satisfactoria. No existe una narración fluida, la historia pasa por la película en una total desconexión, no hay chistes ejecutados de manera cómica, no hay momentos dramáticos bien creados, los personajes secundarios son figuras que pasan por la obra sin pena ni gloria, no hay actuaciones medidas y todo es una grotesca sobreactuación, en resumen no hay casi nada interesante. A ver, Dennis Dugan filma mal, muy mal, no sabe manejar la cámara y en las escenas donde intenta forzar (porque lo fuerza no lo construye) una especie de drama se nota demasiado el poco talento que tiene detrás de las cámaras y que solo se encuentra con trabajo porque ejecuta todos los caprichos Sandler y porque además es su amigo personal. Incluso siquiera tiene la virtud de utilizar correctamente el tiempo narrativo de la obra, donde pasamos del día de acción de gracias, por el cumpleaños de los gemelos, para luego finalizar en la navidad, sin un lazo que resulte medianamente interesante que vaya uniendo a estos acontecimientos. Todo en Jack y Jill se limita a: se presenta una escena, se ocasiona un enredo, se pelean los hermanos, se amigan y Jill finalmente no se va de la casa. Esa repetición de secuencias, utilizando los días festivos y reuniones para justificar más gente en pantalla y por ende más humillación para los protagonistas, hace que la película caiga por completo en un bache en el cual no presenta una sola idea atrayente para lograr que su visionado no sea un verdadero tormento. Realmente solo si te causa gracia ver a uno de los mejores comediantes de la historia del cine ridiculizado, vestido de mujer y sumido en una sobreactuación patética y totalmente privada de vergüenza ajena, Jack y Jill es tú película. Quizás lo único que funciona y es realmente gracioso en Jack y Jill es la "parodia" que hace Al Pacino sobre si mismo, donde se burla de sus orígenes en el Bronx, su pasión por Shakespeare y el teatro, sus películas cumbres y su (increíblemente) único Oscar. También la fugaz aparición de Johnny Depp representa un soplo de aire fresco entre tanta escena falta de humor e ingenio. Más allá de que la labor de Adam Sandler no es lo peor en Jack y Jill, sin dudas la tosca dirección de Dugan se lleva todos los premios, no hay que dejar de destacar que él es uno de los guionistas de la cinta y además también es el productor, por ende resulta tan responsable de esta horrible y fallida película como el realizador de Son como Niños. Jack y Jill representa una de las peores películas del año y también uno de los puntos más bajos en la ya irregular filmografía de Adam Sandler.
Es bueno que sepan que en general, Adam Sandler es un tipo que mi hija quiere mucho (aún no sé el porqué siendo que no cumplió 6), y muchos de sus títulos ella (y yo) los hemos visto una y otra vez. Por ende, tengo cierta familiaridad con su humor y hasta en algún punto, varias comedias me parecieron buenas ("Zohan..." me encantó, "50 first dates" también... e incluso "Funny people" me pareció un paso adelante en su carrera). No soy uno de esos críticos tradicionales a quien todo lo que él hace le parece basura y entiendo que el hombre se ganó un lugar en la industria honestamente (con su histrionismo ocurrente y a pesar de errarle a muchas elecciones). Su último trabajo ("Grown ups"), sin embargo, ya no me había gustado para nada y la tendencia a sumar amigos famosos y "ver que pasa", comenzó a agotarse sin que Sandler diera señales para modificarla. Es más, no bastaron los simpáticos cómicos de la tevé que él le gusta traer a sus films, sino que invitó para esta "Jack y Jill" nada menos que a Al Pacino para que se uniera a la banda (porque eso son, una banda) y perdiera prestigio de la peor manera imaginable: parodiarse a sí mismo en una comedia mediocre. Mucho, para un actor de su relieve. Acaso un intérprete de esta envergadura no puede leer un guión como este y declinar la oferta? Tan amigo es Pacino de Sandler? Será que hay un interés romántico como la película sugiere? Vamos de a poco... Jack (Sandler) tiene una buena vida. Está casado con Erin (Katie Holmes) y tienen dos hijos, un poco freaks pero bueno... Qué niño es normal en una comedia americana de estos tiempos? El es ejecutivo de una agencia de publicidad y en los primeros minutos de proyección ya nos anticipan uno de los ejes de la trama, Dunkin Donuts amenaza con dejar de trabajar con su grupo si Jack no consigue que Al Pacino (y sólo él) estelarice el comercial del producto nuevo de la compañía... (No sabemos cuanto puso la franquicia pero en estos días que corren a los anunciantes hay que tenerlos durante toda la cinta para engancharlos parece) Y al muchacho feliz ràpidamente se le oscurece el panorama: no sabe como conectarse con el actor y encima de todo, llega su pesada hermana gemela. Jill (Sandler, otra vez, pero con una peluca y algo de ropa de mujer) llega de visita a la casa de Jack de visita por unos días. Ella es soltera, grosera, descuidada, ignorante... Un lujo eh! Pero enarbola como símbolo el amor fraternal que siente hacia su hermano todo el tiempo sin límites. Esa actitud irrita a Jack todo el tiempo. La película intenta transmitir, dentro del registro que puede, lo importante que es llevarse bien con la familia, a cualquier precio (?). Los gemelos tienen una conexión (por más que se resistan, comparten el actor no?), pero no podemos ver más allá de los chistes escatológicos a los que Sandler y compañía nos tienen acostumbrados. Algunas muecas, caídas y ruidos feos y con eso basta para caracterizar su relación. Accidentalmente Pacino verá a Jill en un partido de los Lakers y se enamorará perdidamente de ella. De ahí en más, la historia mostrará como Jack intentará sacar adelante el comercial (usando a su hermana como carnada) y abordará la resolución de algunas cuestiones domésticas que tienen que ver con lo vincular. El guión con el que trabaja Dennis Dugan (quien ya viene dirigiendo a Sandler en varias oportunidades) es pobrísimo. Dos o tres líneas para desarrollar la trama y a rodar. La caracterización que el comediante hace de Jill empieza mal: apenas algo de maquillaje y ... una peluca, eso es todo. A millones de años luz de Steve Martin ("All of me") y Dustin Hoffman ("Tootsie"), quienes sí entendieron que si hacen de mujer, deben PARECER una. Aquí, eso parece no haber importado. Debe ser que los productores pensaron que era gracioso ver una composición tan poco seria y que eso sumaría al clima de delirio. Pero no. Es una desprolijidad y una falta de respeto al espectador... Caicaturizaron la relación al no prestarle cuidado a los detalles. Y Pacino... Bueno, salí de la sala enojadísimo con su trabajo. La cinta es un vehículo para su ridiculización y él la acepta gustoso. Una cosa es reirse de sí mismo y otra ser patético. En esta película, el genial actor derrapa mal... y eso que se interpreta a sí mismo!!! Creo que esta cinta es de las peores de Adam Sandler y me hace pensar que voy a confinar todos sus DVDs lejos del alcance de mi hija. He dicho. (Si nos cuesta soportarlo solo, se imaginan por dos? Bueno, eso...)
Adam Sandler es una de las mejores noticias del mundo de la comedia en las últimas dos décadas. Pero Jack y Jill, el film donde interpreta a un hombre y a su hermana, es una de las peores noticias del cine en los últimos dos siglos. Falta de gracia y de timing, lo peor es su ausencia total de inteligencia (algo que aparecía hasta en el chiste más escatológico en No se metan con Zohan, su mirada irreverente sobre el conflicto en Medio Oriente). Una mala idea peor ejecutada.
Adam Sandler: Un doble de cuerpo Adam Sandler está recorriendo la misma curva que en su momento recorrió Eddie Murphy. La mala noticia es que ya se encuentra en su fase descendente. ¿En qué momento un cómico deja de ser genial y se convierte en patético? Lo que Sandler parecía haber intuido al encarnar a un comediante que padece una falsa enfermedad terminal en Funny People, Jack y Jill (mirá el trailer) lo confirma en la forma de un certificado de defunción. Hay tanto voluntarismo, hay tanta ambición, hay tantas ganas de hacer reír en esta película que el resultado de semejante esfuerzo no podía ser menos que un serio fracaso. Eso sí: lo que no tiene de comedia auténtica, lo tiene de documento de megalomanía. Uno de los síntomas de que un comediante sufre problemas de autoestima es cuando empieza a sentir la imperiosa necesidad de interpretar a varios personajes al mismo tiempo. En Jack y Jill, Sandler se desdobla en un publicista y en su hermana gemela. El publicista es exitoso, tiene una familia formada, y muchos amigos en Los Ángeles. La hermana vive sola en Nueva York, es gorda, fea, y cada vez que habla escupe un prejuicio. En términos actorales, el desdoblamiento de Sandler se limita a comportarse como él mismo, cuando hace de Jack, y a ponerse una peluca, un vestido ridículo y resucitar esa voz ceceosa y aflautada de su época de Saturday Night Live, cuando hace de Jill. Hay algo de fiesta de disfraces fallida en el efecto total, algo que ni siquiera alcanza la loca dignidad del travestismo. Y como si la utilería barata no fuera suficientemente vulgar, el bombardeo del mal gusto se completa con un arsenal de gases, eructos y fluidos corporales. El concepto queda grabado enseguida: él es cool y ella es espantosa. El conflicto inicial de la historia se reduce a cómo hace Jack para sacarse de encima a Jill lo más rápido posible, porque la pobre chica ha llegado de visita a Los Ángeles y parece tener todas las intenciones de quedarse con la familia por un largo tiempo. Pero esto es Hollywood versión 2.0 y un único conflicto, no basta; es necesario otro que lo contradiga y lo complemente. En este punto aparece Al Pacino en el papel de Al Pacino. Ahí se manifiesta otro síntoma de problemas de autoestima: el comediante no se incendia solo, invita siempre a algún famoso a la hoguera. Pacino acepta autoparodiarse de una forma mucho más extrema que Robert De Niro en Analízame o Los Fockers. Esa autoparodia feroz es por momentos irritante y por momentos gloriosa. Jack y Jill probablemente se convierta en una película de culto, cuando el tiempo haga de todos sus defectos una sola virtud.
La hermana enemiga Adam Sandler es sinónimo de comedia norteamericana del star system. Y su público lo sigue porque sabe que él hará una y otra vez todos los yeites que, supuestamente, entretienen. Aquí vuelve recargado. Porque en el filme, en el que además escribe el guión y produce, interpreta a dos personajes: a un feliz hombre de familia y a su hermana gemela que, obviamente, la odia. Y más aún cuando se queda unos días en su casa. La película es por momentos una sucesión de gags, y en otros tramos es una seguidilla de lugares comunes que abundan en las comedias de la industria hollywoodense. Entre las figuras invitadas se destaca Al Pacino, quizá por el efecto sorpresa y por la ductilidad que ofrece para mutar en personajes desopilantes. El filme es de esos que se fuga muy rápido de la memoria.
Dos Sandler que no hacen uno El recurso es más viejo que el cine: un mismo actor interpreta más de un personaje. Y es un recurso sobreexplotado en el campo de la comedia: en las últimas décadas hemos tenido (sufrido también) a Robin Williams con su Papá por siempre o a Eddie Murphy con El profesor chiflado o Norbit. En este caso Adam Sandler hace de Jack Sadelstein y de su hermana gemela Jill, en lo que imaginamos será una verdadera pesadilla para aquellos que no gustan del actor al tener que soportarlo en duplicado. El problema en definitiva no es este, sino que Jack y Jill resulta también una pesadilla sin control para quienes gustamos del personaje Sandler. Jack y Jill es seguramente una de las peores comedias que ha hecho (aunque nada superará a Click) y especialmente en dupla con el director Dennis Dugan, quien ha demostrado ser el que mejor ha entendido el universo Sandler y quien ha estado más afilado para la elaboración de gags veloces y anárquicos, otrora marca autoral del comediante: Happy Gilmore, Un papá genial o No te metas con Zohan lo demuestran. Jack trabaja en el mundo de la publicidad y le encomiendan una tarea compleja: conseguir a Al Pacino para el comercial de una importante empresa de rosquillas, a quien la vida se le complica cuando llega de visita su hermana gemela, un torbellino de problemas sin sentido. Jack es el habitual personaje Sandler, al menos el que viene elaborando desde la estupenda Como si fuera la primera vez hasta la fecha: profesional, de buena posición, algo malhumorado, egoísta, bastante desagradable. Puede que ahí encontremos uno de los inconvenientes de esta última década sandleriana: su hombre irascible creció y ya no es aquel niño-grande de buen corazón, sino que suele ser un tipo horrendo al que la violencia como síntoma del pasado se revirtió en una especie de hijo de puta desencantado muy poco gracioso. Pero Sandler parece ser bastante consciente de esto, porque después de todo no deja de analizarse como personaje/concepto (y ahí tenemos las fascinantes y complejas Embriagado de amor y Hazmerreír) y aquí parece querer retomar ese pasado en la figura de Jill. Es como que Jill pretende representar la ternura moralizante y subversivamente graciosa de El aguador o El hijo del Diablo, mientras que Jack es el cinismo amargo y sin humor de Click o Son como niños. Conviene ver a Jack y Jill, entonces, antes que como una comedia sin luces, como la lucha interna de Sandler por ver qué camino sigue de aquí en adelante. Y si bien el experimento es más que evidente y el concepto mencionado se pone a prueba, la tensión cómica de Jack y Jill se rompe a muy poco de empezada porque la película carece de buenos chistes, su estructura es una burla en la que las cosas nunca avanzan y los conflictos son inexistentes (aún en un mundo de 2×4 como en el de las películas de Sandler), hay una apuesta a lo escatológico sin timing alguno (¿habrán visto Damas en guerra?) y porque Jill es siempre insoportable y nunca querible. Sandler, en su rol femenino, se preocupa por componer a su personaje/caricatura desde lo grotesco, sin mostrar nunca lo interior, el corazón que al final debería terminar aflorando: Jill es una mezcla de sudores, pedos, gritos, asquerosidades varias, que impiden la conexión con el público y, por consiguiente, con la película misma. Es como si de aquellas películas, Sandler y Dugan se hubieran quedado con la ordinariez y nunca con el verdadero sentido de choque que tenían. Hay en Jack y Jill algunos atisbos de sabiduría: las bromas sobre judaísmo, un timing perfecto en los chistes del chico que se pega cosas en el cuerpo, e incluso es pertinente la auto-parodia que ejecuta Al Pacino con burla al esnobismo intelectual en aquel tipo que llora cuando citan un parlamento de El padrino. Estas cosas hacen pensar que todavía hay aire e ideas en el cine de Sandler, pero que Jack a Jill ha sido un paso muy en falso, especialmente en un momento desatinado de su carrera. Tal vez con la próxima That’s my boy, acompañado por Andy Samberg y guionado por Ken Marino y David Wain (Role models), las cosas puedan mejorar.
Pensar en Adam Sandler desdoblado alla Eddie Murphy no es un plan ni alentador ni original. Mas el resultado final no es todo lo desastroso que uno podría presumir. Aquí, Sandler encarna a Jack, un agente publicitario abocado a conseguir la estelaridad de Al Pacino para una campaña de capuchinos; y a Jill, su poco agraciada hermana gemela que llega de visita para el Día de Acción de Gracias. Jill no es más que Sandler con peluca, senos falsos, vestidos extravagantes y un insoportable seseo que se advierte debería hacerla más “amistosa” para con la platea. La historia no presenta muchos más matices que la típica pelea entre hermanos, la aparición de un personaje latino que le pone humor (xenófobo) a cada una de sus intervenciones y un Pacino componiendo un alter ego al borde de la exaltación y la locura (tal vez de los pocos momentos realmente cómicos de la cinta). ¿El resto? Escatología, previsibilidad y Sandler en piloto automático.
Así como sucede con el género de terror, la comedia tampoco está pasando un gran momento en Hollywood. El año pasado apenas pudieron salir airosos con un par de títulos, lo demás no paso de algunos buenos momentos, o un par de gagas metidos en guiones flojos. El caso de “Jack y Jill” es uno de esos en los que el peso específico del guión descansa exclusivamente en el actor protagónico, y la posibilidad de éxito recalará en la incondicionalidad de aquellos que lo siguen. Esto, obviamente, no es novedad, ha pasado todo el tiempo desde que existe la cinematografía, desde Buster Keaton y Jaques Tatí hasta Jerry Lewis y Jim Carrey. El cómico es así, amor u odio casi sin términos medios. Esta producción se inicia con una serie de tomas en plano entero de varios hermanos gemelos sacando algún trapito al sol en tono cómplice, lo cual sirve de introducción para ingresarnos en la historia de Jack (Adam Sandler) y su hermana Jill (Adam Sandler). El actor y productor se ocupa de establecer las diferencias entre ambos, colocando a su versión masculina como un jefe de publicidad algo renegado que sufre la peor noticia: su hermana gemela, por la cual siente bastante rechazo, caerá de visita. En contrapartida, al resto de la familia de Jack (esposa e hijos) Jill les cae de maravillas. Las situaciones se suponen graciosas sólo por el cuadro de antagonismo entre hermanos y por las ocurrencias de Jill, que más que pertenecer a esta comedia parecen remates salidos de una rutina de stand up. La subtrama que "apoya" la historia es el encargo profesional que tiene Jack, quien debe conseguir a Al Pacino para protagonizar una campaña publicitaria. El trabajo de Adam Sandler como Jack no pasa de lo rutinario; como Jill, la actuación está cercana a la subestimación de la inteligencia. En principio el personaje no cuenta con un vestuario apropiado, está disfrazado y, para continuar, no hay un sólo momento en el que se vislumbre algún esfuerzo para lograr un registro vocal que denote preocupación por la composición del personaje. Al Pacino y Johnny Depp están de visita, en tanto Katie Holmes está lejos de mostrar siquiera ganas de estar en el set. Poca imaginación para un guión contado cientos de veces, cien veces mejor que en esta película. ¿Jack y Jill funciona? Sólo para los fanáticos a ultranza de Adam Sandler.
Pesadilla por 2 Woww... No se que les pasó por la cabeza a esta gente para poner en pantalla semejante basura. Lo lamento por Adam Sandler, que más allá de hacer generalmente películas mediocres, me cae bien y ha tenido una que otra producción que me ha hecho reír, pero en este caso, la estupidez fue demasiado lejos. Otra cuestión... ¿qué hacía Al Pacino en un film como este? No lo entiendo... 6 veces nominado al Óscar y ganador de uno... ¿Tanto afecto le tiene a Sandler? En fin, la comedia trata sobre 2 hermanos gemelos y su relación amor/odio desde que eran niños hasta la adultez. Jack (Adam Sandler) es un conocido publicista que está casado y tiene 2 hijos, uno de ellos es un niño indio adoptado, tierno y divertido, pero que aporta a los típicos chistes escatológicos del comediante que ya son viejos y carentes de buen gusto. Jill (Adam Sandler) es una solterona insoportable que se siente sola durante las fiestas y decide visitar a su hermano y su familia. A partir de allí se producirán una serie de eventos ¿divertidos? que incluirán a un Al Pacino calentón que anda desesperado por conquistar al Sandler femenino. La trama es estúpida de principio a fin, improvisada, con poco esfuerzo y con base en el talento individual de los comediantes que aparecen en escena. Esto no es lo peor, lo más irritante y nada divertido de la cinta es justamente el personaje de Jill, un Sandler con peluca que en ningún momento nos hace creer que sea otra persona que él mismo, que grita toda la película y trata de hacer humor físico que no le sienta para nada bien. Es lejos el peor trabajo del comediante y de su director personal Dennis Dugan, que terminan ofreciendo un film bizarro, no en el sentido de rareza o extravagancia, sino en la incomodidad que genera. Hay algunas apariciones divertidas de ex comediantes de SNL (Saturday Night Live) y uno que otro chiste cómico... lo demás es una pesadilla para el olvido.
Así como tres Peter Sellers eran más geniales que uno en Dr. Insólito o: Cómo aprendí a dejar de preocuparme y amar la bomba, el clásico de Kubrick, dos Adam Sandler son más insufribles que uno en Jack y Jill. Es una pena ya que el comediante de Brooklyn demostró saber hacer cosas interesantes. Embriagado de amor, La mejor de mis bodas y Hazme reír dan cuenta de ello. La nueva película de su amigote Dennis Dugan adscribe sin problemas a la línea de la bochornosa Son como chicos, otro producto del mismo tándem. Y si bien había un puñado de estupideces graciosas en films como Billy Madison y Happy Gilmore, ya no resulta divertido ver a este hombre de casi cincuenta años perpetrando una y otra vez las mismas bufonadas. Jack y Jill es horrible, autista, torpe, no hay manera posible de sacarla a flote. Aquí Sandler interpreta a dos hermanos, un hombre y una mujer. Merced a unos cuantos chistes de pésimo gusto, el tipo parece estar en su salsa. Lo acompañan sus secuaces pavotes de siempre (Rob Schneider, David Spade, Norm McDonald) y da la sensación de que la pasaron bomba durante el rodaje, sin importarles el terrible pedazo de bosta que estaban haciendo. Hay una sola idea en todo el guión: travestir al protagonista. Debajo de la peluca y el maquillaje están todas y cada una de las criaturas del ex Saturday Night Live, es decir, el mismo personaje tonto de siempre. Películas como esta, por cierto, develan una paradoja: ¿hasta qué punto lo políticamente incorrecto se convirtió en regla? No quedan dudas de que, sin la mano inspirada de los Farrelly o de Apatow, sería mejor prescindir de tal recurso. El atractivo del film (que en realidad resulta tan atractivo como su estrella travestida) es la presencia de Al Pacino, a quien hoy en día resulta más gracioso ver actuar en serio que riéndose de sí mismo. Al igual que su colega De Niro, el actor de Sérpico no se priva de seguir manchando su notable carrera con comedias pedorras. En menor medida, otras personalidades ilustres deciden unirse al ridículo, seguramente a cambio de un suculento cheque: por ahí andan Johnny Depp, Dana Carvey, John McEnroe y Shaquille O’Neall. Otra cosa detestable en las películas de Sandler son sus chivos publicitarios obscenos, en este caso se rinde culto a Dunkin Donuts (Jack, publicista exitoso, debe convencer a Pacino de aparecer en un spot para dicha marca). Ciertas críticas reprobaron el excesivo localismo de Jack y Jill. Justamente eran los localismos de los anteriores films de su protagonista los que permitían alguna que otra lectura pintoresca sobre la cultura norteamericana. Ni siquiera eso se advierte en este adefesio, que podría definirse, con toda justificación, como una doble pérdida de tiempo, uno de los peores –sino el peor– estreno en lo que va del año.
Anexo de crítica: -La comicidad de Adam Sandler no tiene medida; es un actor desaforado. Ocurre con esta película en particular lo mismo que con el resto de la filmografía del cómico: resulta notablemente despareja, con momentos de genuina comicidad, hallazgos brillantes, y momentos de clichés, humor grosero y reiterativo hasta el cansancio. El film se agota en sí mismo debido a su reiteración mecánica de ideas y gags previsibles dada la circunstancia principal que desarrolla la trama: la llegada a la casa de Jack de su hermana gemela (el mismo Sandler disfrazado de mujer).-
Hay que decirlo desde un comienzo: las comedias de Adam Sandler vienen en declive desde hace ya un par de años. Personalmente creo que You Don't Mess with the Zohan fue el comienzo de todo. Su última película con cierta gracia fue Anger Management, aunque en parte era también gracias al genio de Jack Nicholson. Entonces, ¿qué pasa con Jack & Jill? La hermana de Jack, Jill, decide pasar unos días con su gemelo y su familia. Pero él no esta muy contento con ello y planea hacerle la vida imposible. Esta es la idea general, donde veremos montones de escenas que la muestran a ella como una victima. Y es ahí donde está el principal fallo de la película. Jill, interpretada por Adam Sandler, representa lo peor de este actor. Se trata de un personaje ruidoso, gritón, desagradable y que no cae bien en ningún momento. De esta manera, no logra simpatizar en lo más mínimo con el espectador. ¿Cómo se supone que nos importe y nos preocupemos de un personaje así? Jack no se queda atrás, es un aprovechador y oportunista que claramente detesta a su hermana. El resto del elenco está de fondo, sin aportar nada en particular. Peor aún, desaprovechar a un gran actor como lo es Al Pacino es un pecado que no puede salir impune. Una historia que no convoca, mezclada con dos protagonistas insoportables hacen de la comedia una pésima experiencia. Ahora, para hacerla completa, falta mezclar en la receta muchos chistes escatológicos, racistas y de mal gusto que no tienen ningún sentido dentro de la película. Jack & Jill es un desperdicio de tiempo en la gran pantalla. Puede resultar si la vemos en cable un domingo a la tarde y no hay otra cosa para hacer, en cine, es un despropósito que prueba una vez más que Adam Sandler no ha hecho una buena comedia en años. Y si sigue por este camino, no se puede tener fe en un futuro próximo.
Jack y Jill y todos los demás... Evidentemente Dennis Dugan ha forjado prácticamente toda su carrera al lado de Adam Sandler. Su firma como director aparece en "Son como niños", la más reciente "Una esposa de mentira" con Jennifer Aniston y anteriormente en "Happy Gilmore" y "Un papá genial" y la entretenida y políticamente incorrecta "No te metas con Zohan", entre otras comedias de su filmografía. "Jack y Jill" abre (y luego cierra...) con relatos de hermanos gemelos que cuentan anécdotas sobre esta particular forma de encarar la vida. Es así como nos introducimos en la historia de Jack, un empresario dentro del rubro de las publicidades, felizmente casado, con dos hijos y un perfil bastante existoso. Su contracara es su hermana gemela Jill, quien aparece para el festejo del Día de Acción de Gracias y una vez más comenzarán los choques entre ellos. En esta oportunidad y tratando de incorporar a la "oveja descarriada" a la familia, haciéndola sentir parte del clan (idea que sostiene mejor su cuñada, papel a cargo de la inexpresiva Katie Holmes, que su propio hermano), tratarán de que la estadía de Jill se vaya prolongando hasta que lleguen a formar parte del plan familiar de vacaciones en un lujoso crucero. Entre las historias de ambos hermanos se entrecruza la de Al Pacino, haciendo de Al Pacino. Jack lo quiere conseguir para que filme una de sus publicidades al mismo tiempo que Pacino tiene interés en vincularse con él pero por el sólo hecho de que encuentra a su hermana Jill sumamente atractiva. Por más ruda, grosera e impertinente que se muestre Jill, Al Pacino cae inexpicablemente rendido ante ella y comienza a perseguirla y no habrá nada que la convenza para que caiga en los brazos de su galán. Si bien al inicio la película tiene flashes de humor políticamente incorrecto tal como destila siempre Adam Sandler en todas sus películas, pasado ese entusiasmo inicial, el trazo grueso con que el guión pinta a Jill y lo impresentable de la mayoría de las situaciones que le tocan en suerte jugar a Al Pacino hacen que la película naufrague rápidamente una vez transcurridos los primeros minutos. Es completamente absurdo que un actor de su talla se haya prestado a las situaciones que propone el guión, que de tan bizarras, casi obligan a que uno vea la película agachando la cabeza porque da verguenza ajena - un ejemplo claro es la escena de Al Pacino suspendiendo una función tratral de una importante obra shakespeariana para ponerse a hablar por teléfono con ella mientras el público se encuentra en la sala (?!). El guión no se priva de plantear situaciones de humor escatológico y burdo que por ejemplo en algunas películas de los hermanos Farrelly puede resultar gracioso, pero aquí en "Jack y Jill" suena sumamente desajustadas y carentes de toda gracia. Haciendo uso de recursos completamente transitados en cualquier comedia de bajo vuelo -como cuando Jack se termina disfrazando de Jill para tratar de seducir a Pacino- no hay pasados los primeros minutos ningún rasgo de comedia inteligente y sinceramente se hace profundamente acreedora de todas las nominaciones a los premios Razzie (el premio que burla a los Oscar planteando su contratacara para los peores logros del año, como des-honores 2012 a la producción cinematográfica), premios en los que copó prácticamente todos los rubros con 12 nominaciones (que mereciera ganarlas todas y cada una de ellas). Adam Sandler, vinculado con la industria de Hollywood podría haber hecho una comedia pasatista como lo fue por ejemplo "Una esposa de mentira" estrenada hace unos pocos meses, sin que esto implicara caer en un guión sin el más mínimo atisbo de elaboración para que las escenas no parezca extraidas de la peor comedia televisiva pretenciosamente transgresora. Sandler en el papel de Jill bordea el patetismo, como una grosera copia de Dustin Hoffman en "Tootsie", los apuntes que recaen sobre ese personaje rayan burdamente en la burla al diferente con un trazo completamente gruso que más que causar gracia, molesta e incomoda. Aún con algunas escenas que arrancan alguna risa al inicio en la presentación de los personajes, la película hace agua al poco tiempo de hacer comenzado sin que haya ningún repunte a medida que avanza la historia. Sigo sin entender como Pacino pudo aceptar un guión asi. Lo pienso, pero sigo sin entenderlo.
Adam Sandler es de por sí un hombre orquesta. Le faltaba vestirse de mujer y hacer el doble rol de protagonista y su hermana. Consiguió a Al Pacino para un papel de humor. Katie Holmes es apenas una figurita decorativa. Lo demás, es el humor de Sandler, con hallazgos, ternuras y su condimento escatológico. Para quienes lo admiran, él no los defrauda.
¡MUERE, SANDLER, MUERE! Adam Sandler era un buen comediante y sus películas le alegraban el día a más de uno, con un sentido del humor completamente desatado pero que en el fondo escondía un buen corazón. En el pasado nos encontramos con sus buenísimas comedias (HAPPY GILMORE, LITTLE NICKY: EL HIJO DEL DIABLO, LA MEJOR DE MIS BODAS, COMO SI FUERA LA PRIMERA VEZ), las buenas (BILLY MADISON: TONTO PERO NO TANTO, LA HERENCIA DEL SR. DEEDS, UN PAPÁ GENIAL, LOCOS DE IRA) y las pasables (GOLPE BAJO: EL JUEGO FINAL, NO TE METAS CON ZOHAN, CLICK: PERDIENDO EL CONTROL). Pero con el tiempo, la firma humorística de su productora Happy Madison se fue gastando hasta ahora, el momento más crítico de su carrera. Creímos que con SON COMO NIÑOS (GROWN UPS, 2010) y UNA ESPOSA DE MENTIRA (JUST GO WITH IT, 20111) - o tal vez antes, desde la flojísima pero con buenas intenciones YO LOS DECLARO MARIDO… Y LARRY (2007) - Sandler había tocado fondo. Pero al parecer podía seguir cavando su propia tumba. Uno de los últimos clavos usados para cerrar el cajón en el que la carrera de Sandler al fin debería descansar se llama JACK Y JILL (JACK & JILL, 2011), una película a la que ni siquiera podríamos catalogar como comedia, ya que de humor no tiene nada. Jill (Sandler) es la insoportable hermana gemela de Jack (Sandler), un ejecutivo de publicidad de Los Ángeles. Durante la visita de ella para Acción de Gracias, una pelea de hermanos hará que Jill se quede unos días más para intentar reconectarse con él. Sin embargo, esto pondrá la vida de Jack de cabeza, quien ya tiene suficientes problemas intentando contratar a Al Pacino (¿?) para una publicidad de capuccinos (¡!). Pero cuando Pacino se enamore de Jill, la trama dará nuevamente un giro que llevará a la película a la mismísima mierda. En el papel de Jack, Sandler cumple sin problemas ya que su personaje es él mismo o la nada misma: un vago que odia pero quiere a su hermana, nada más. Este solo le exige melosos momentos dramáticos o de ira que interpreta a regañadientes - lejos quedaron sus brillantes actuaciones en películas como EMBRIAGADO DE AMOR (2002), LA ESPERANZA VIVE EN MI (REIGN OVER ME, 2007) o la excelente HAZME REIR (FUNNY PEOPLE, 2009) -; y en el área de la comedia, le tocaron los peores "chistes". Porque aunque forma parte del título, Jack no es más que la excusa para mostrar a Jill, el imbancable personaje sobre cual girará la trama. Pero no esperen la gran cosa, ella es solo Sandler vestido de mujer, con una peluca y sin ninguna otra transformación de por medio (¡Un error fatal en este tipo de comedia, con hombres interpretando mujeres!). Se darán cuenta de esto cuando, en una escena, Jack se hace pasar por Jill poniéndose un vestido y una peluca ¡No hay diferencia alguna! Jill es solo el triste y vergonzoso intento de Sandler de hacer de mujer, con solo una voz aguda y gestos corporales demasiado estereotipados. Resumiendo, parece más bien un travesti. Así es como la idea general del film se desmorona ni bien aparece este personaje, y desde allí va cuesta abajo. Del resto, Katie Holmes está solo para ser la cara bonita ya que graciosa no es ni intenta serlo. Y Pacino haciendo de Pacino… ¡¿en que estabas pensando, Pacino?! Su caso es simplemente triste. Exagerado, agresivo, loco, infumable, aquí es donde debería morir su carrera, y creo que él está consciente de eso. De hecho, en una escena mientras ve junto a Jack el comercial de capuccinos que filmaron, dice: “Quema esto… Esto no debe ser visto por nadie, jamás”. Si cuando filmaban la película, ambos estaban conscientes del desastre que estaban preparando y esta escena es solo un guiño a eso, entonces ni siquiera deberían haberla hecho. JACK Y JILL es eso: una película que nunca debería haber sido filmada. Me gustaría poder decirles que vayan a verla al menos para distenderse un rato, para reírse de los chistes asquerosos (mal usados o repetidos), del humor físico (que en pocas escenas funciona), de la química entre los dos hermanos (¿cuál química?), del (inservible) cameo de Johnny Depp o de la enseñanza “ama a tu familia a pesar de todo” (que nunca termina de expresarse correctamente), pero no puedo. JACK Y JILL es una malgaste de tiempo y plata tanto para los que la filmaron como para los que la van a ver ¿Se van a reír? Tal vez, pero será solo un reflejo involuntario. A diferencia de las previas obras Sandlerianas, aquí hay personajes secundarios pero ninguno se destaca. Nick Swardson (el asistente) intenta e intenta pero no puede, mientras que el supuestamente famoso Eugenio Derbez (el jardinero) está tan colgado, forzado y patético como la historia de amor que comparte con Jill. De nuevo, nada. Este no es el Adam Sandler que conocíamos, sino uno que ya ni se esfuerza por buscar una buena idea o chiste novedoso, química entre sus personajes, una crítica hacia algo en particular o un tema o personajes queribles, con los que nos podemos sentir identificados. Aún hay vestigios de aquellas comedias - los amigotes de Sandler en el bar del final; la reaparición de Otto (el vagabundo cady de HAPPY GILMORE, interpretado por Allen Covert) -, pero nada salva a JACK Y JILL. Si el mundo fuese justo y la carrera de un comediante dependiera de la calidad de sus últimas películas y no la cantidad de entradas vendidas, aquí es donde moriría la productora Happy Madison. Pero el mundo no es justo. Después de todo, hay más gente entrando a ver esta bazofia que alguna otra cinta de calidad, mientras que Sandler ya tiene otro bodrio preparado para estrenar a mediados de año.
Publicada en la edición digital de la revista.
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