El relato es interesante y está muy bien contado, aunque es un poco oscuro y dramático para los más chiquititos. La calidad de la animación es excelente y es muy interesante el cambio de estilo que realizan en las escenas de...
Po el panda, luego de vencer a Tai Lung, adentrarse en el vasto mundo del kung fu y ser reconocido por fin como el Guerrero Dragón, continúa su entrenamiento junto a los cinco furiosos (Tigresa, Mono, Mantis, Víbora y Grulla), bajo la enseñanza del Maestro Shifu, continuando el legado de Oogway, el gran Maestro Tortuga. Varios Señores del kung fu comienzan a desaparecer de forma misteriosa, por lo que el equipo de animales es enviado a investigar y a encontrar a los Maestros Cocodrilo, Trueno Rhino y Mofeta. Gran sorpresa se lleva todo el templo de entrenamiento cuando descubren que quien está detrás es Lord Shen, un pavo real y formidable guerrero, que fue desterrado mucho tiempo atrás por manipular las artes oscuras de los fuegos de artificio, y vuelve con todo su ejercito de lobos para conquistar China y acabar con el kung fu ahora que posee un arma capaz de arrasar con todo lo conocido. Shifu legará a Po la última enseñanza del Maestro Oogway, que es el dominio de la paz interior, para liberar un nuevo poder que haga frente a la nueva amenaza, pero el panda cuenta con mayores problemas ya que deberá lidiar con el pasado, su origen y la verdad detrás de su padre ganso, el Sr. Ping, que lo crió desde pequeño. Será entonces que tras resolver todas las incógnitas que Po será capaz de enfrentar al mal y poder vivir el presente, que es lo único que importa. Kung Fu Panda 2 nos presenta una vez más una historia por demás entretenida en la que se cuenta con gran calidad y maestría, esta vez bajo la dirección de Jennifer Yuh (a diferencia de la primera entrega dirigida por Mark Osborne), las aventuras de los animales antropomorfos amantes de las artes marciales. Esta segunda entrega, contando con un mayor presupuesto y un staff mucho más amplio, es exhibida tanto en la modalidad 2D como en 3D, brindando así la posibilidad de interactuar en el mundo fantástico creado por la gente de Dreamworks y apreciar más de cerca el arte animado de última generación. Contamos nuevamente con la adaptación de las costumbres marciales chinas llevadas a un extremo hilarante en donde, siguiendo el ejemplo del buen cine de Kung Fu Panda 1, se continúa la narración bajo la consecución de planos bellamente creados y agotando con gran criterio todas las posibilidades que brinda hoy el dibujo animado haciendo preferencia nuevamente por la magnificencia de los planos largos, especialmente cenitales que, a diferencia de lo que se puede sospechar, no emanan aire alguno de inferioridad en lo mostrado en pantalla. Contando con texturas realistas de lo mejor, la comedia que hace entrega la principal competidora de Pixar Animation Studio, nos retrotrae al estilo humorístico de la impecable Megamente (Megamind, EE.UU. 2010), con mayor cantidad de situaciones de gags que su antecesora y con un juego técnico que sobrepasa las expectativas, dando especial cuidado al sonido, con el que se evocan todo tipo de situaciones en donde cumple un rol principal en lo que hace a la historia, como por ejemplo la declaración de guerra de Po a su nuevo enemigo gritando desde lo lejos, dejando la magia surja a partir de planos auditivos que explotan al máximo las posibilidades que brindan las salas y su envolvente sonido. Jennifer Yuh, primera vez directora de cine, da cuenta una vez más de su capacidad artística, como ya sorprendió en otras ocasiones por su trabajo en producciones tales como (y por solo mencionar algunas), Spirit, el Corcel Indomable (Spirit stallion of the Cimarron, EE.UU. 2002), Madagascar (Madagascar EE.UU. 2005) y la televisiva Spawn (Spawn, EE.UU. 1997); haciéndonos ver, citando en un crossover al Maestro Tortuga y a el Sr. Ping, que “nada es imposible y lo especial de las cosas radica en la creencia de que aquellas son especiales”, los accidentes no existen, lo cual indica sin riesgo a equivocarnos, que Kung Fu Panda 2 es una de las grandes películas de animación del año.
Pirotecnia visual y búsqueda de la identidad El personaje central, el Oso Panda Po, traga saliva y varios bocados en esta continuación que supera al original por su pirotecnia visual. Convertido en Guerrero Dragón, el héroe protege el Valle de la Paz junto a sus amigos, Los Cinco furiosos. Pero esta vez, enfrenta un peligro mayor: un Pavo Real que planea conquistar China y destruir el kung fu. Con este punto de partida, Kung Fu Panda 2 acierta en sus momentos de acción en los que las luchas cuerpo a cuerpo transmiten vértigo al espectador. En ese sentido, la realizadora Jennifer Yuh se alimentó de diferentes películas del género y las volcó con imaginación en una paleta de colores en los que predomina el rojo furioso (el mismo que sumerge a Po en visiones que lo atormentan) y varias persecuciones. Es muy lograda la secuencia en la que los personajes luchan contra el enemigo (parecidas a las criaturas de El cristal encantado) dentro de un disfraz de dragón. A través de planos cenitales, la narración adquiere por momentos la estética de un simpático videojuego. La trama tiene una columna vertebral que consiste en la búsqueda de la identidad (un Oso Panda criado y adoptado por un ganso) salpicada con flashbacks que ofrecen adecuados momentos de ternura. Entre cañonazos, golpes certeros de puño y el hallazgo de "la paz interior" como base para lograr el triunfo y la sabiduría, la película logra su cometido en este bienvenido producto de animación, en el que los diseños de los fondos (los precipicios) y los personajes aparecen poteciados por los efectos del 3D. Después de los créditos, la acción continúa...
Otra de osos Continuación de uno de los éxitos de Dreamworks, Kung Fu Panda 2 (2011) revisita varios de los tópicos de las películas de animación “juveniles” más recientes. No innova en nada, pero resulta un aceptable entretenimiento. Para quienes la vean en 3D, el film tiene un punto a favor. Relato de aprendizaje que hilvana pasado y presente de su protagonista (el oso panda Po), el film de Jennifer Yuh funciona como un pasatiempo en donde el humor verbal es más que efectivo, produciendo risas a niños y adultos por igual. Una lección que la compañía productora aprendió de la saga Shrek, cuyos réditos impulsaron la creación de una película para uno de los personajes secundarios (Gato con Botas, de inminente estreno). Satisfechas todas las franjas etarias, sobreviene la sensación de que los responsables de este film pusieron “piloto automático”. Un personaje bonachón, buen gourmet y verborrágico, la drástica y misteriosa separación de su familia, una nueva vida en donde un maestro imparte aprendizajes y unos cuantos compañeros de aventuras (Tigresa, Grulla, Mantis, Víbora y Mono). ¿Les suena? Tales son los núcleos dramáticos de Kung Fu Panda 2, a los que hay que agregar la trama de venganza a cargo del villano de turno: un pavo real resentido, expulsado de su comunidad luego de ejercer magia negra. El escenario es la China antigua, espacio que –claro- la película trata con todo el pintoresquismo posible. Y aquí no es un defecto (¿debiéramos reclamar “realismo”?), por el contrario, los pasajes más atractivos exploran la estética oriental mediante un trazo entre turístico y maniqueo pero con un fuerte atractivo visual. Tal es el caso de la acción antecedente que remite a la historia del pavo expulsado, contada con viñetas y escasos movimientos en la imagen pero con singular encanto. La versión doblada al castellano (neutro) pierde el encanto de encontrarse con voces estelares (Angelina Jolie, Dustin Hoffman, Jackie Chan, Seth Rogen). La del oso Po a cargo del actor cómico Jack Black pone en evidencia el humor histriónico y levemente irreverente de la historia. No es difícil imaginar a Black como reflejo en carne y hueso de su par animado. Resulta bastante más importante no dejar la posibilidad de ver el film en 3D, pues en los momentos más delirantes, menos deudores de la trama, está el verdadero festín audiovisual. Una muy buena utilización de la herramienta en función de una historia que ya nos contaron varias veces.
PÁNICO AL ABURRIMIENTO A esta altura, rescatar cosas como "los coloridos escenarios de la Antigua China" o "el profesionalismo de los animadores a la hora de recrear los movimientos propios de las artes marciales" suena a demasiado poco. Bueno sería que -en pleno boom del cine animado familiar a gran escala (150 millones de dólares de presupuesto)- los fondos fuesen feos o las coreografías de peleas, torpes y mal concebidas ¿Alcanza esos u otros atributos técnicos y visuales como para salvar a esta secuela? Creo que no. Si bien el film aborda algunos temas como la paternidad (la adopción) y les regala a los padres e hijos un cúmulo de buenas intenciones sobre "la búsqueda de la paz interior" o el cuidado del medio ambiente, sentí que KFP2 se hizo con "piloto automático", sabiendo que una digna factura y un bombardeo de marketing alcanzan como para repetir el éxito de la primera entrega. Allí donde WALL-E demostró que se podía hacer gran cine con largas secuencias sin diálogos y mucha sensibilidad (e ideas originales), la factoría DreamWorks responde con el pánico al aburrimiento: léase, apelar a un ritmo trepidante, a un vértigo permanente (más de tres cuartas partes del film son batallas, gritos, saltos y el resto despliegues histriónicos de Jack Black) como para que nadie tenga demasiado espacio para pensar, sentir. KFP2 será bonita y veloz, pero su apuesta taquicárdica termina generando más confusión que otra cosa (en las antípodas de esa paz interior que pretende reivindicar). Una película que aturde.
El oso ataca de nuevo Con los personajes ya presentados en una exitosa primera entrega no queda mucho espacio para sorpresa en esta segunda, por ello los productores apostaron más a la acción que al humor, dado que el listón habia quedado lo bastante alto como para animarse a hacer agua. Esta vez Po experimenta una doble aventura: la de rigor, que impone la acción del filme y una interna, tal vez algo profunda y por momentos oscura para el público más pequeño. Lo que sí queda claro es que estamos ante una produción visualmente impactante, a esta altura de los más perfecto en materia de animación y detalle que hayamos visto. Los primeros planos de Po, su pelaje, los fondos que por momentos nos hacen dudar acerca de si no estamos ante escenarios reales; las escenas de lucha, impecablemente coreografiadas, todo hace a un conjunto de fantasía demoledor para los sentidos. El guión no es tan divertido como en el anterior filme, sino que se centra más en la historia personal del panda y su lucha contra un villano implacable e impiadoso, cuya voz en la versión original es de Gary Oldman. El final es abierto y deja asegurada una tercera entrega, para la cual deberán esforzarce mucho más, aunque la taquilla acompañe.
Kung Fu Panda 2 debería ser un ejemplo para el resto de los estudios hollywoodenses. En estos días donde la cartelera se ve invadida por secuelas pedorras que no son más que refritos impunes de los filmes originales, es un placer ver una continuación donde no le ofrecen al espectador más de lo mismo, sino que levantan la apuesta con una segunda entrega superior. Las películas del panda definitivamente son bichos raros dentro de las producciones animadas norteamericanas de estos días. Por alguna razón desconocida esta historia logró tener un equipo de artistas que realmente cuidan a los personajes y las tramas y se preocupan por brindar un producto digno que puede ser entretenido y a la vez emocionante. A diferencia de otras continuaciones producidas por Dreamworks, Kung Fu Panda 2 tiene un muy buen argumento que se encarga de desarrollar las relaciones de los personajes que conocimos en el film original, al mismo tiempo que brinda una muy buena aventura. Una historia que claramente evoca a través de un dibujo animado, protagonizado por animales, los clásicos filmes de los hermanos Shaw de la década del ´60 sobre guerreros desterrados que caían en desgracia y buscaban venganza y el héroe que emprendía su viaje de auto descubrimiento para lidiar con sus problemas personales. El memorable clásico de culto de los estudios Shaw, Five Deadly Venoms, de 1978, por ejemplo, es un caso contundente de esto que menciono. Un film, que por cierto, tuvo una tremenda influencia en estas dos películas del panda. Lo cierto es que si el guión de este estreno lo desarrollaban por la vía live action con actores y personajes humanos obtenían como resultado una gran película clásica de artes marciales. Es importante destacar esto porque Kung Fu Panda por los mensajes que tiene su historia y la manera en que trabaja las filosofías orientales está por arriba de los estrenos hollywoodenses que llegaron a la cartelera en los últimos tiempos. El trabajo de la animación es impresionante y sorprende por los detalles y precisión que tienen los personajes cuando entran en combate. Hay escenas de peleas donde no parece que uno esté viendo un dibujo animado por la manera en que se retrataron los distintos estilos de lucha. Todo el arte de los escenarios donde transcurre la trama también es hermoso. Por otra parte, no debería sorprender que la película tenga este nivel teniendo en cuenta que en esta secuela la dirección estuvo a cargo de Jennifer Yu, una de las realizadoras que se destacaron en la soberbia serie animada de Spawn, de fines de los ´90. Si a esto se suma que artistas grosos como Guillermo Del Toro y Charlie Kaufman (¿Quieres ser John Malcovich), que fue supervisor del guión, son parte de la producción, es fácil llegar a la conclusión que las historias de Po tienen un cuidado especial y se nota en el cine. Muy especialmente si te gustó la primera, esta no hay que dejarla pasar.
Sin mayores innovaciones, pero con el mismo impacto visual Las desventuras del torpe y querible oso panda Po en la antigua China generaron en 2008 un inmenso éxito comercial no sólo en las salas de todo el mundo, sino también en el cada vez más amplio y lucrativo negocio del merchandising . Por eso, apenas tres años más tarde (el plazo mínimo que hoy insume desarrollar un film animado a gran escala), estamos frente a una secuela sin demasiadas innovaciones, pero con un despliegue visual, de acción y de humor suficiente como para repetir aquel suceso. Jennifer Yuh -una cotizada directora de arte de origen asiático que debuta aquí como realizadora de largometrajes- propone en el arranque una secuencia de títulos construida con una vistosa animación casera, pero luego de ese prólogo sobre las tradiciones chinas la narración regresa al estilo pirotécnico y adrenalínico que caracteriza a la saga. Si bien se abordan de manera superficial algunos conflictos ligados a la paternidad (más específicamente a la adopción) o a la búsqueda de la paz interior, la mayor parte de la hora y media está dedicada a los entrenamientos (Po se ha convertido en un experto instructor en artes marciales) y a las largas secuencias de batallas con un buen aprovechamiento de los efectos 3D. Si el Bien está encarnado en Po (la voz del histriónico Jack Black) y sus amigos (con aportes también expresivos de figuras como Angelina Jolie, Jackie Chan o Seth Rogen), el Mal en esta segunda entrega tiene como a principal exponente a Shen (Gary Oldman), un pavo real resentido y con conocimientos de magia negra al frente de una manada de terroríficos lobos. Todo queda servido, entonces, para un enfrentamiento a puro vértigo y con escenas de masas que tienen como fondo los bellos paisajes y las imponentes y pintorescas escenografías de China. Una fórmula bastante similar a la del film original en la búsqueda del mismo objetivo: conseguir la fidelidad del masivo público familiar.
Es un monstruo grande y pisa fuerte La aparente falta de pretensiones de la serie contrasta con la enormidad de la apuesta económica que ahora toma forma: formato 3D, 150 millones de dólares de costo y record de copias en todo el mundo, entre ellas 265 en Argentina, que obturan otros estrenos. Aceleración, hiperacción, el infaltable “mensaje” edulcorado, técnica de primera, brillantez estética, ramalazos de belleza y poesía, pausas brillantes en medio de la atropellada carrera: Kung Fu Panda 2 nada en un mar de contradicciones. Primera de ¡seis! secuelas programadas por Dreamworks Animation a partir de la muy buena respuesta de público de la primera (y la caída en picada de Shrek, hasta entonces gran recaudador de la compañía), no es la menor de estas contradicciones la que puede hallarse entre la aparente falta de pretensiones de la serie y la enormidad de la apuesta económica que ahora comienza a tomar forma: formato 3D, 150 millones de dólares de costo, record de copias en todo el mundo (265 en Argentina, incluyendo una ¡en mandarín!). Al fin y al cabo, qué otra cosa si no una gran contradicción es el peluche blanquinegro tamaño baño que la protagoniza, peludo y suave como Platero pero también monstruo grande, que pisa fuerte (ver aparte). Escrita por los guionistas de la primera (Jonathan Aibel y Glenn Berger), KFP 2 hace suyos los problemas de identidad que acosan a Po (voz de Jack Black, en copias en inglés). Ya se sabe que fue un pavo (sin ofender) el que crió al oso, hallado, como Moisés, en una canasta. Mediante una serie de flashbacks nos enteraremos de cómo y por qué su mamá lo puso allí (la pregunta por el origen, gancho “trascendental” del asunto), al tiempo que Po combate a Shen. Este último es un pavo real que –en su ambición por conquistar a toda China, dejando a su paso un tendal de muertos– parece una versión asiática y zoológica de Hitler (Gary Oldman le da un tono sibilinamente británico). Oso criado como pavo, suerte de Homero Simpson perezoso y comilón (sin ofender, también) que supo convertirse en Dragón Guerrero, aprendiz de sabio pacifista que termina a cañonazo limpio contra el enemigo, más que resolver sus contradicciones Po las agudiza alegremente en el curso de la película. La confusión no es sólo ideológica. Para “dejar atrás” el original, las secuelas de Hollywood recurren a la suma, la multiplicación, la proliferación, y a veces terminan olvidando para qué apretaron el botón de + o el de x. Al quinteto de maestros guerreros de la primera (la tigresa de Angelina Jolie, el mono de Jackie Chan, la mantis de Seth Rogen, el áspid de Lucy Liu y la grulla de David Cross), KFP2 le suma el Maestro Buey de Dennis Haysbert, el Maestro Croc de Van Damme (¡!) y el Maestro Rinoceronte de Victor Garber. Son tantos para tan breve metraje (los clásicos 90 minutos de antes) que entre los ocho hacen menos que uno. De modo equivalente, a Shen lo rodean lobos feroces y un ejército de gorilas guardianes, pero en medio de la multiplicación de formas, volúmenes, figuras y combates, apenas llega a reconocérselos. Agigantado homenaje al wu xia pian (nombre que el género de capa y espada recibe en Extremo Oriente) dirigido por la debutante Jennifer Yuh, KFP2 consume la mayor parte del metraje en maratónicas batallas campales, que parecen querer concentrar medio siglo o más de cine asiático, a razón de treinta o cuarenta wu xia pians por año, en hora y media de película. El efecto que esta acumulación produce está entre la maravilla (en la mejor tradición del género, la producción contrató a un coreógrafo de escenas de batallas) y el mareo. En medio del fárrago, los destellos. Destellos estéticos (toda la secuencia de créditos, diseñada a la manera de las aguadas orientales; la gran idea de que los flashbacks se parezcan a dibujos infantiles), poéticos (la redonda gota de agua que el maestro Shifu baja del cielo y hace resbalar por su mano) y humorísticos (la mantis macho, próxima a morir, se queja de que no va a poder perder la cabeza a manos de una hembra; Po se hace el macho con Shen, pero desde tan lejos que su rival no lo oye). Debe ensalzarse, para finalizar, la utilización del 3D que hace KFP2. A diferencia de otros “tanques” –ver Thor, ver Piratas del Caribe 4–, donde hay que tocarse los anteojitos para recordar que la película es tridimensional, aquí el efecto de volumen se aprovecha tanto en términos de profundidad de campo como en sentido vertical, agregándole a la imagen esa tercera dimensión que, se supone, le andaba faltando.
El predominio de la fascinación Kung fu panda 2, dentro de su género, parece tenerlo todo. Es, e incluso el doblaje (a cargo de actores profesionales, y no de meros dobladores, como suele ser la costumbre) está bien cuidado de modo tal que los chistes verbales afortunadamente no se pierden ni por la traducción ni por la interpretación, defecto que suele afectar de modo característico a gran parte de las películas infantiles dobladas al español. En esta segunda entrega Po, ya consagrado como Guerrero Dragón, deberá sortear la última de las pruebas y hallar la paz interior. En tal peripecia descubrirá la verdad sobre sus padres para poder salvar a toda China del ambicioso Lord Shen y de su temible arma destructiva. El único defecto que presenta Kung fu panda 2 es -a mi juicio- la debilidad de las relaciones entre los personajes. Las relaciones que establece Po con sus compañeros, con su maestro, e incluso con su padre adoptivo, se desarrollan en un terreno de notable superficialidad, no en el sentido de la intrascendencia, sino precisamente en el de una ausencia de profundización de los vínculos interpersonales. Pareciera que los personajes presentaran diversas complejidades individuales, pero sólo se mueven en el estricto universo de su esfera individual. Po tiene un vínculo afectivo explícito con su padre, con sus compañeros y con su maestro, pero todas estas conexiones emocionales parecen excesivamente forzadas, meramente formales. Entre la película anterior y esta segunda parte habría sido interesante profundizar sobre la interacción de Po con sus compañeros, quienes son prácticamente un mero paisaje secundario de las cosas graciosas que le suceden al protagonista. Hay dos personajes, con los que Po parece estar predispuesto a fortalecer tales vínculos: su padre Ping, y Tigresa. Sin embargo, esto no llega a suceder por diversos motivos. En el caso de Tigresa, una relación que podría haber dado para ahondar en las historias personales de cada uno (y en una mayor conexión entre los personajes) queda truncada y sin continuidad. Todo se remite a un abrazo inesperado que es casi más gracioso que emotivo. Por otra parte, la escena que pretende ser la de mayor intensidad emocional -la escena entre Po y su padre adoptivo- parece más bien una fórmula automática de resolución que un verdadero movimiento del relato. De allí que las situaciones de mayor impacto emocional estén asociadas, en casi todos los casos, a momentos de desborde y despliegue visual vinculados con la acción y no con la emoción o con las relaciones. Este defecto narrativo, no obstante, no parece ser exclusivo de la película sino una característica de estilo que se ha podido apreciar en otras producciones anteriores de Dreamworks, sobre todo en comparación con la otra gran productora de contenidos infantiles animados, Pixar de Disney. Precisamente, una de las características de las obras de Pixar es su notable énfasis en las relaciones afectivas interpersonales, sin perder un ápice de impacto visual o de desarrollo de la acción. Hay una habitual creencia –errada desde todo punto de vista- de que la emoción afectiva protagonizada por los personajes entorpece la acción, su dinámica, etc. Hace ya bastantes años que la empresa de Disney, más que la propia Disney, ha dado pruebas contundentes de que la acción de personajes, involucrados afectivamente unos con otros, no sólo no entorpece sino que incluso otorga a la acción la verdadera dimensión dramática, que no está ligada con el hacer, sino con el querer. Recomendación: aunque la película viene en versión 3D, dicho formato no modifica demasiado la percepción del film, que podrá apreciarse sin inconvenientes en las dos dimensiones tradicionales.
Anexo de crítica: Al incorporar el pasado como imagen traumática -que una buena animación tradicional plasma en pantalla lejos de la parafernalia de la tecnología 3D- se puede decir que elementos del drama juegan un rol principal en esta secuela. El humor mezclado con las destrezas marciales se mantiene en buenas dosis pero quien se lleva los laureles no es Po sino su antagonista Pavo Real, un verdadero despliegue visual y de movimiento que la debutante directora Jennifer Yuh sabe aprovechar, así como se luce en todas aquellas secuencias que implican persecuciones y movimiento...
En la legendaria tira Mafalda, no se exactamente en qué serie, recuerdo haber leído un chiste que, quizás un tanto rebuscadamente (como todo en mi, lo confieso), viene muy al caso a la hora de abordar este pequeño análisis de la presente pelìcula. Consistía en lo siguiente: Miguelito y Mafalda estaban mirando la televisión y en esta pasaban una publicidad de un lavarropas. A medida que se mostraban imágenes del funcionamiento del mismo, una voz off las acompañaba y exponía lo siguiente: “tan fácil de manejar que hasta un niño podría usarlo”. Mafalda, en el último de los inmortales cuadraditos de Quino de aquella tira, totalmente indignada, interrogaba con furia al aparato: “¿Para poder decir que las mujeres torpes pueden usar este lavarropas tienen que usarnos a nosotros, los niños?” Muchas películas de animación o infantiles en general, por lo que vi en reiteradas ocasiones, poseen un defecto común: el problema del inmediato agotamiento temático que ofrece la construcción de un universo argumental, mediante el cual, cuestiones tales como la problemática de la identidad, la constitución del ser y demás, son presentadas pero luego rápidamente ocultadas. En pocas líneas, estoy intentado decir que muchas veces, en películas infantiles, animadas o no, se suele subestimar en gran medida a la mente del niño. Y esto, hoy en día, muchas veces, secuelas y secuelas de por medio, termina de vaciar el poco rastro de contenido que quizás encontrábamos originalmente. Ahora bien, si en respuesta a esto planteamos, por ejemplo, que es demasiado pedirle a una película infantil el intentar recabar cuestiones complejas, en mi caso particular, respondería que en realidad es todo lo opuesto, ya que este es, a grandes rasgos, la principal exigencia que hay que hacerle a un metraje como este. Es decir, la constitución identitaria, la problemática que rodea el crecimiento del niño, su desenvolvimiento en el ambiente familiar, con todas sus propias disyuntivas a cuestas, su enfrentamiento con un mundo inevitablemente adulto y problemático; o en otras palabras: todos aquellos pivotes fundamentales de la constitución del ser en el niño, en mi opinión, constituyen un basamento que no debería ser dejado de lado por ningún film infantil. Sobre todo en estos tiempos donde abunda el consumo desmedido por el entretenimiento mas chato, que muchas veces atenta contra la imaginación, la inteligencia y la intuición del niño. Así, dando el ejemplo de lo anterior, tenemos una película como Up (de Pete Docter), que, en mi opinión, es una de las más grandes obras maestras del género (infantil) clásico hollywoodense (sí, a secas); donde cuestiones como la figura del héroe, la redención, el sacrificio, los sueños, la figura paterna, el matrimonio, la aventura, lo utópico, la tolerancia, y muchos otros aspectos existenciales son abordados con suma maestría a través de interesantísimos simbolismos y majestuosas construcciones de montaje. Y, al mismo tiempo, de ninguna manera esto resiente de crear un contenido animado entretenido, divertido, rebosante de ternura, de risas y un largo etcétera. Algo que me gusta decir a veces, es que Up es una suerte de Gran Torino (otra gran película de las clásicas de Eastwood) para chicos. Especial para padres e hijos. Y en todo esto, Kung Fu Panda II, no se queda atrás. El metraje aborda con dosificaciones justas muchos temas que acompaña con una orquestal coreografía de artes marciales abundantes, proezas, tropiezos y torpezas de nuestro protagonista, que despiertan tanto risa como emociones genuinas. Así, se inserta principalmente en la problemática de la identidad, del destino, del origen y de la constitución del ser. El eterno interrogante “quién soy yo”, las cuestiones reprimidas de los primeros dramas de la existencia, lo edípico (que se acerca un poco a Pasolini ya que “la historia termina donde empieza), son trabajadas en su justa medida desde una perspectiva puramente infantil. Cuenta la historia del oso Po, torpe guerrero marcial y sus secuaces se encaminan a combatir a un pavo real amenaza con apoderarse de toda la China. Pero esto es apenas una excusa para mostrar justamente el camino de Po hacia la averiguación de su propio origen, de su pasado oculto, al enterarse de que quién creía que era su padre (el pato o pollo, sinceramente no recuerdo de que animal se trataba) en realidad no lo es, y nuestro protagonista ve alterada su paz interior. En estos tiempos donde, en nuestros pagos, el interrogante acerca de la identidad es un punto importante de debate, como consecuencia de nuestra propia historia como país, creo oportuno mencionar que realmente es un film recomendado para repensar la realidad desde la mente del niño.
Mucho humor, poca frescura Una secuela graciosa, entretenida, pero poco original. Las secuelas, sean de filmes de animación o con personajes de carne y hueso, tienen sus pros y sus desventajas. A favor suele jugar que, para el que vio la película original, los personajes ya son conocidos, están presentados y hay que ahorrarse minutos de introducción. Para el que no la vio, no. Y lo que puede jugar en contra es el hecho de que lo que fue original una vez, pierde ese sentimiento de frescura.Con Kung Fu Panda 2 pasa un poco de todo eso. Po, el oso panda que se convertía, de un momento para otro y tras ganarle a mucho más entrenados y avezados competidores, en guerrero dragón, ahora tiene dos asuntos con los que lidiar. Uno, la aparición de un pavo real (voz de Gary Oldman en la versión subtitulada) que planea destruir el kung fu y apoderarse de todo. Y por el otro, el asunto ni siquiera esbozado en la película de hace tres años de cómo podía ser que su padre fuera un ganso, dicho esto sin el menor ánimo de ofender a su progenitor.Todo esto sumado al hecho de que el trasfondo o mensaje que la producción de DreamWoks quiere insertar en la historia es la de la búsqueda de la paz interior, que nos confiere fuerzas de donde no creíamos tener para sobrellevar, enfrentar y vencer todo tipo de problemas.No se puede decir que los temas de Kung Fu Panda 2 sean menores, pero tampoco que hayan sido tratados con profundidad: de hecho, la película está pensada, planteada y concebida como un entretenimiento familiar, y si las peleas de artes marciales abundan y hasta marean en su frenético corte de edición, vayan a preguntarle a un chico dónde quedó la paz interior...Ahora rodada en 3D (también se proyecta en pantallas convencionales), no han ganado mucho ni la historia ni el desarrollo de los personajes. El oso Po sigue siendo un gordinflón bueno, a quien acompañan sus amigos para vencer el mal, y que cuenta con su maestro Shifu para que le baje línea. Hay momentos en los que la película funciona -los humorísticos- y otros en los que, ya fue dicho, las peleas y combates ganan la pantalla y parece que la película fuera de alguno de los hermanos Ridley o Tony Scott.Divertida para los que le tomamos cariño a Po en la primera película, con un gran elenco de voces (Jack Black, Angelina Jolie, Dustin Hoffman, Jackie Chan, Seth Rogen, Lucy Lui), a esto que promete ser otra saga le empieza a faltar sorpresa. La animación es bárbara, los movimientos de cámara, los fondos, el colorido, todo está correcto. Atención: no levantarse rápido de las butacas para no perderse lo que ya preanuncia por dónde irá la tercera parte...
El regreso del oso de la gente Dado el éxito de taquilla de la primera película con este personaje animado, sólo era cuestión de tiempo para que llegara una secuela y en versión para anteojos 3D. Aun a pesar de sus limitaciones, es mejor que la anterior. Kung Fu Panda 2 es, por supuesto, la segunda parte de una película muy exitosa y muy querida por el público infantil. A pesar del genuino cariño que aquel film logró al momento de su estreno, hay que decir que no se trataba de uno de los mejores títulos de animación del cine contemporáneo. Pero también está claro que lo que decide una secuela no son los méritos artísticos sino la recaudación, y Kung Fu Panda 2 –realizada en 3D– era algo que no podía quedarse afuera de la ola de segundas partes del verano en los Estados Unidos. La buena noticia hay que decirla pronto, porque esta segunda parte es, incluso con sus limitaciones, mejor que la primera. Los motivos por los cuales esto ocurre se deben a dos factores muy claros: en primer término una claridad narrativa y una historia pequeña, clara y concreta. En segundo término, una particular y consciente búsqueda de la belleza que va desde los títulos del comienzo, las escenas del pasado y hasta el gran clímax del film. Una vez más, la idea del destino está marcada en la historia como motor principal de la misma. Un pavo real, desterrado de su reino años atrás por sus padres, construyó un arma para destruir el kung fu y dominar China. Es el temor a ser destruido lo que lo llevó a la masacre que le costó el destierro. Según la profecía, un ser blanco y negro era quien lo iba a destruir y por eso el film abre –en una secuencia tan trágica como arrebatadoramente bella– con el pavo real asolando una comarca de pandas. En paralelo, el panda Po, protagonista del film, comienza a buscar en su pasado quiénes son sus padres y qué les ocurrió. No hay tampoco grandes novedades bajo el sol y quienes no hayan visto la primera entrega de Kung Fu Panda no tendrán mucho motivo para acercarse a esta continuación. Mucho del humor que la película tiene se basa justamente en los vínculos previos que los personajes tienen, y la manera en que el panda pasa de ser un holgazán a convertirse en un maestro del kung fu le resultará insólita. Una película con una historia sencilla y pequeña y con imágenes de gran belleza, dos elementos que hacen que la experiencia de ver una segunda parte sea, al menos por una vez, algo más que un mero trámite sin gracia. Quienes disfrutaron de la original, disfrutarán por igual o más esta secuela.
Mucho más que aventuras en formato 3D La segunda parte del afortunado film animado de Dreamworks «Kung Fu Panda» excede, con mucho, la habitual cantera comercial de explotar una franquicia y un personaje, o la de mostrarlo ahora con el inevitable formato del 3D (la película original, de 2008, había sido lanzada en 35 mm.). La técnica, desde ya, ha mejorado notoriamente, y el mayor despliegue de secuencias de acción y batalla permiten lucir más aun los nuevos diseños, el color y el movimiento tridimensional. Sin embargo, nada de esto es lo más interesante. Un guión, admirablemente equilibrado entre la aventura, el humor y la acción pura, tiene como centro un tema dramático, tratado con delicadeza e inocultable asesoriamento clínico: la adopción y el esclarecimiento. Así como la abominable tradición Disney suele condenar las relaciones no biológicas madre/hija a través de la forma de madrastras viles en sus más imaginativas variaciones (el último ejemplo fue «Enredados», cuya protagonista no podía estar a salvo si no escapaba de la mujer que la crió; como siempre en Disney, ese vínculo no se explica si no es por la apropiación ilegal), «Kung Fu Panda» representa exactamente lo contrario. Ya en la primera parte se conocía al padre de Po (el panda protagonista): un viejo ganso llamado Mr. Ping, dueño de un humilde puesto de venta de fideos chinos. Pero, si en ese primer capítulo la abismal diferencia entre ambos era tratada humorísticamente, ahora no. Po enfrenta a su padre para que le esclarezca su origen, y Mr. Ping lo hace. La misión, para Po, será conocer ahora quiénes fueron sus padres biológicos, por qué lo abandonaron y, de paso, chequear si la versión que oye de Mr. Ping es cierta o no lo es. De esa forma, la cruzada que emprende junto con los Cinco Furiosos, personajes ya conocidos de la primera parte (la Tigresa, el Mono, la Mantis religiosa, la Grulla y el Mono) tiene únicamente de aventura la superficie; en el fondo, llegarse hasta el Reino Chino para enfrentar al malvado pavo real Lord Shen, persigue el objetivo de investigar la suerte que corrieron los pandas que lo engendraron, y cerrar cuentas con su identidad. También hay un poco de budismo, como no podía ser de otra forma: «En tu origen pueden haberte ocurrido cosas no muy buenas», oye decir, «pero lo único que vale es lo que tú decides ser con lo que eres». De esta forma, sin el pesado dramatismo ni la solemnidad, (muchas veces desorientada o fútil), de tantos otros films para adultos que abordaron el tema de la adopción, «Kung Fu Panda 2» se da el lujo de hacerlo de manera respetuosa, profunda, y sin descuidar ni por un momento su función de entretener y divertir a los más chicos con espléndidos recursos. Quienes la vean en su versión original tendrán el plus de oír las voces de Jack Black en el protagónico, Angelina Jolie como la Tigresa, Gary Oldman como el malvado Lord Shen, y hasta Dustin Hoffman como el gurú.
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Dreamworks sube la apuesta y va por más Veo muchas películas infantiles, más allá de mi afición por el cine, porque tengo una hija pequeña que adora los films para su edad. No es que me considero un entendido en el género, pero se reconocer cuando el producto está bien hecho y cuando no (horas de ver lo mismo pueden acreditarlo!!). Ahora que ya todos sabemos cual es la estrategia predominante en la industria para este target (dos niveles de lectura en cada propuesta, uno de ellos siempre ligado al mundo adulto, en forma de guiño casual o permanente, según lo que se vea) era esperable que "Kung Fu Panda 2" profundizara en esa línea, dado que son de los pocos productos de Dreamworks originales con mayúscula. Ya la primera, con Jack Black, Dustin Hoffman y Angelina Jolie no sólo era muy divertida, sino que deslumbraba como homenaje al cine de samurais y guerreros del Lejano Oriente. Plagada de menciones sutiles para los fanáticos de las artes marciales, Kung Fu Panda se presentó en sociedad hace tres años como un film muy particular que mostraba filosofía y costumbres de una sociedad ajena a la occidental enmarcada en un típico relato de acción y aventura. Era una gran película y se esperaba con ansias su retorno, finalmente, llega a las salas con un material renovado y atrayente. La película comienza con Po (nuestro héroe, un Panda que no necesita presentación) disfrutando de su nuevo rol, líder de los Cinco Furiosos. Al ser el "guerrero dragón" es la cabeza del grupo. Claro, continúa siendo glotón, torpe y poco sutil, pero no importa, es aclamado y respetado por su pueblo y su trabajo es defender a su gente de los ataques enemigos. En la primera misión que presenciamos enfrentará a un enemigo que parece ser corriente pero no lo es: su vestimenta le trae a Po un recuerdo instantáneo. En ella verá un símbolo extraño que lo remontará inmediatamente a su infancia, paralizando su ataque. Preocupado por su reacción y con muchas preguntas, se dirigirá a hablar con su padre, el señor Ping, cocinero de fideos (noodles) del pueblo para confirmar lo que todos ya sabemos: Po es adoptado y poco se sabe acerca de sus verdaderos progenitores. Es entonces cuando el maestro Shifu le pide al grupo que se organice para enfrentar a un nuevo enemigo que acecha en un poblado vecino, Shen (Gary Oldman en la versión original!), de quien se dice tiene un arma letal y piensa terminar con el Kung Fu, para siempre. Po entonces viajará junto a sus compañeros de siempre (Tigresa, Grulla, Mantis, Víbora y Mono) a enfrentar no sólo a un formidable rival sino también a alguien que estuvo involucrado en su propio origen, elemento que le adicionará mucho a la trama: a cada paso del camino habrá imágenes del pasado (hechas en forma de historieta, o dibujo 2D) que nos harán descubrir aspectos de la personalidad de Po inesperados. Sabido es que Kung Fu Panda no sólo es una cinta de aventuras sino que recrea el espíritu de los clásicos films donde un guerrero sufría el destierro o una circunstancia similar y debía hacer un viaje interior para poder "alumbrar" su camino y volver a ser quien era. La mirada de su directora, la debutante Jennifer Yuh, reafirma esa dirección: Po hará un recorrido similar, pero el suyo será, indudablemente, mucho mas divertido. Aquí hay persecusiones y escenas de combates muy bien logrados que harán las delicias del público menudo. Pero además, la adicción a la comida que sufre Po generará situaciones divertidas todo el tiempo, de manera que nunca la acción decaerá y la audiencia acompañará con entusiasmo hasta el extenso y largo cierre del film (batalla que podría haberse abreviado, creo yo). La animación digital es un espectáculo en sí mismo y el 3D suma especialmente en las escenas callejeras y de lucha, todo hecho con profesionalismo extremo. "Kung Fu Panda 2" es, en definitiva, un film muy disfrutable, desde todo punto de vista. Tuve la suerte de verla en su idioma original y Jack Black está impagable en su rol de Po. No se si hay versiones subtituladas, pero el público que no tiene niños, debería intentar verla en este formato, el film gana mucho así. Hoy veré junto a mi hija la versión doblada, así que puede que agregue una llamada en caso de que la sienta por debajo de lo esperado. Más allá de que viene apoyada en una gran campaña marketinera, es una muy buena película y no deberían dejarla pasar.
Anexo de crítica: Kung Fu Panda 2 (2011) es un producto un tanto desparejo: si bien el film resulta maravilloso a nivel formal gracias a un admirable trabajo de animación, a decir verdad la historia termina molestando a fuerza de clichés quemados y cero novedades. Ya no sorprende que las películas mainstream para niños incluyan una mínima temática adulta y/ o detalles sombríos, una vez más la colección de escenas de acción no alcanza…
El torpe Guerrero Dragón rastrea sus orígenes mientras intenta salvar China. Al fin, y luego de muchas aventuras vistas en la primera entrega, Po (voz de Jack Black) el panda torpe y glotón, logró convertirse en El Guerrero Dragón. Ahora, y con ayuda de los Cinco Furiosos: Grulla (David Cross), Serpiente (Lucy Liu), Tigresa (Angelina Jolie), Mantis (Seth Rogen) y Mono (Jackie Chan), vive solo para impartir justicia a los necesitados y para entrenar con el Maestro Shifu (Dustin Hoffman). Atrás quedaron los tiempos en los que vivía haciendo fideos con su padre, el Sr. Ping (un pato con la voz de James Hong), y los Cinco Furiosos sólo eran muñecos en su colección de Kung Fu. Luego de vencer al temible Tai Lung en la primera parte, los tiempos de paz parecen durar, hasta que el malvado Shen (Gary Oldman) vuelve con un invento terrible: el cañón a pólvora, lo único que podría eliminar al Kung Fu de la faz de la tierra. Por eso, los maestros de las artes marciales intentarán cortar con los planes de este pavo real, hijo desterrado de los emperadores, que vuelve solo para vengarse de su familia. Y esperan no hacerlo solos, ya que buscarán la ayuda de dos guerreros legendarios: el Maestro Buey (Dennis Haysbert) y el Maestro Cocodrilo (¡Jean Claude Van Damme!), los guardias reales del templo de la familia de Shen que quedarán encarcelados y perderán la fe en el Kung Fu. Pero hay un problema aún mayor para Shen: hace muchos años, una vidente le dijo que un guerrero blanco y negro sería el responsable de eliminarlo. Desde ese momento, batalló a capa y espada contra todos los pandas, quitando del mapa a la gran mayoría. Desde ahí nos enteramos que Po fue adoptado por Ping (¡vaya!) y que la historia de Shen y del Guerrero Dragón están más vinculadas de lo que parece. Con más toques emotivos que la primera, y con mejores secuencias de acción, Kung Fu Panda 2 no solo es una digna secuela, sino que en varios aspectos es mejor que la primera parte. La animación mejoró muchísimo, e incluso verla en 3D es un disfrute, con sus texturas y movimientos. Otro adicional más es la inclusión de animaciones 2D para los recuerdos de Po, lo cual le da un sentido homenaje al pasado, tanto del personaje como de las técnicas, que en ningún momento desentonan y demuestran que pueden convivir apaciblemente. Dreamworks tiene en trámite siete (!!) entregas de Kung Fu Panda. Cuando escuché la noticia, me pareció algo arriesgado e incluso aburrido. Ahora, con dos de dos en el marcador, no puedo hacer otra cosa que sentarme y esperar para ver la próxima aventura de Los Cinco Furiosos.
El guerrero supera la adolescencia Una vara grande para medir una película muy grande. Kung Fu Panda roza varias veces lo grandioso de lo visual, pero no lo lleva tan alto y lo mantiene en ese nivel a su relato. De haberlo logrado, estaríamos hablando de un filme colosal. Por esa pizca de genialidad faltante, es “apenas” enorme, monstruosa, deliciosa. Habrá tercera parte de Kung Fu Panda , pero para llegar allí hay que transitar por dentro de un imperio con destellos de carnaval chino plagado de personajes, escenarios y situaciones. El diseño de arte es deslumbrante. Capaz tanto de presentar la historia a la manera de un prólogo dibujado en dos dimensiones replicando la técnica del papel y las aguadas, como de lucir texturas, volúmenes y pigmentos. Asombrosos los efectos logrados con tonos luminosos y fosforescentes. El argumento desarrolla a varios personajes. En el caso de Po, busca en el dilema del origen que ese oso panda tiene que resolver para poder convertirse en alguien valioso para su gente, y salvarla de caer en las garras de un líder despótico. Interiormente, ofrece al espectador la visión de un proceso de maduración que en el caso de este personaje está relacionada con una reconciliación pendiente con los progenitores. El guión persigue dos vetas claras. Resalta la importancia de emprender la búsqueda de una paz interior en los individuos. Pone en valor la fuerza de los lazos paterno-filiales que se establecen entre los seres, aún cuando los lazos que los unan no sea sanguíneos, sino de puro amor. Al final de la proyección, la sobreimpresión de los títulos del filme en la pantalla se prolonga durante varios minutos más de lo normal. El número de contadores y abogados solamente, tal vez ascienda al centenar. Parecen legiones de soldados desfilando ante un emperador, pero son los nombres de los cientos y cientos de personas que trabajaron para que esta película fuera posible. Pese al karate, la confrontación y la disputa por el poder, vestida de gala y humor, sería deseable que sean soldados de la paz. No la paz interior sino la paz mundial. Pero es paradójico, también aquí, que a la paz haya que conquistarla con soldados y armas. Y sospechoso, cuando en el mundo ese argumento se usa para los fines contrarios.
Desde los últimos meses, tengo el honor de ver las películas animadas acompañado por una observadora muy particular, que es dueña de una genialidad terrible. Mi hija. Entonces la percepción de las películas cambia mucho. Si ella se aburre... baja la nota... si ella la pasa bien, sube. Es simple. El año pasado yo miraba las películas "infantiles" pensando como las tomaría ella, pero ahora que tiene 4 años y se amigó con el cine... es más fácil. O sea básicamente, estas calificaciones de ahora en más, están hechas por un "comite de padre e hija", y así tiene que ser tomado. Kung Fu Panda 2 es una excelente secuela de una peli que fue algo distinta en la carrera de Dreamworks. Han trabajado muy bien nuevamente en la historia, teniendo un muy buen hilo conductor. Pero el gran trabajo que hicieron por el lado visual hace que sea una película fascinante y memorable por ese lado. No hablo solo del 3D. Las texturas y colores son increíbles. De hecho hay una parte del pasado, y se nota la diferencia con la primera. Y tal como me comprometí en este artículo, de ahora en más destacaré si vale la pena o no ver una película en 3D. Resultado 3D: ninguna película se puede basar en el 3D para sacar una conclusión final, pero en Kung Fu Panda 2, el 3D es un complemento maravilloso, que realza las escenas y dan profundidad en las tomas, y aumentan el vértigo de las escenas de acción "sintiendo" que algunas cosas vienen al espectador. Uno de los mejores 3D realizados hasta el momento. Volviendo a la película, la misma tiene un buen ritmo, la duración justa y una buena musicalización. Bien por esta nueva etapa de Dreamworks (dejando de lado las aburridas Shrek actuales), con un muy buen resultado definitivamente para la secuela de Panda.
EN BUSCA DE LA PAZ INTERIOR Segunda parte de la película original creada por Dreamworks y estrenada en el 2008, que presenta una historia muy atractiva e interesante, una animación impecable desde todos los aspectos y un aprovecho muy bien logrado de las personalidades de los diferentes animales. Po se ha convertido en el Guerrero Dragón y ahora tendrá que luchar contra un ancestral pavo real que amenaza con destruir todo China y ser el nuevo emperador. Mientras tanto, el oso panda va a tener que encontrar la manera de llegar a encontrar la paz interior y a tratar de descubrir qué fue lo que sucedió en su pasado. Continuando con el mismo estilo visual presentado en la película original, salvo que aquí está mucho mejor llevado adelante, gracias a una bellísima animación, a una impecable representación de las texturas, de los fondos y de los movimientos, y al juego entre la animación clásica y la tridimensional, la cinta triunfa gracias a la fidelidad, con respecto a las personalidades de los animales, y a muy bien lograda historia que acompaña y enriquece lo que en escena se está viendo. El panda sigue siendo torpe, pero totalmente agradable, continua comiendo y acentuando su desconcentración como principal fuente de humor y entretenimiento; la tigresa sigue siendo ruda; el maestro mantiene su sabiduría; y los demás integrantes del grupo, pese a que no se lucen y no se destacan como en la primera entrega, están muy bien y tienen algunos segundos en los que son aprovechados para mostrar alguna actitud exagerada, situaciones que no tienen desperdicio alguno. La figura villana, que en este caso son dos: los lobos y el temible pavo real, se lucen cada vez que aparecen y desarrollan un espíritu temible y ancestral muy bien logrado durante todo el transcurso de la narración. El pavo muestra y expresa temor, en especial en los momentos iniciales, cuando no se le ven las expresiones de su cara, y en el final, cuando llama a la emoción y el golpe bajo como principal arma contra el oso panda. Muy bueno el diseño físico de todos los personajes y excelente la recreación visual de cada uno de ellos (el trabajo de las plumas es maravilloso). El humor está presente y, además de aparecer en casi todos los momentos en los que Po está en escena, se expresa como una entretenida descontracturación del género y de las diferentes emociones que van apareciendo. A su vez, la acción es protagonista de muchas situaciones y está representada de manera fabulosa dentro de la historia. Los movimientos y la velocidad de la imagen se mejoró muchísimo con respecto a la primer entrega, y aquí se utilizó el 3D como un acompañamiento diferente y muy bien aprovechado (se crea profundidad en casi todas las tomas y se juega mucho con los primeros planos, tirándole cosas a la cara del espectador). El principal y único problema de esta propuesta aparece en la formula utilizada para llevar adelante la historia. El guión sigue un padrón que es difícil que falle, que no está mal, pero que se ve repetido y poco original si se tiene en cuenta las diferentes películas que la productora realizó en el pasado. Aquí se desarrolla una cuestión moral que es muy similar a la presentada en la segunda parte de "Madagascar", no es idéntica, pero es llevada adelante con un mismo sentido emocional y sin mantener distantes diferencias visuales y dramáticas. El problema personal que tiene el panda ya se vio en otras películas de la productora de la misma manera en la que aquí se presenta. "Kung Fu Panda 2" desarrolla una fórmula que no presenta sorpresas, que no es original, pero que indudablemente expresa una mejora innegable con respecto a la primera parte y es una entretenida propuesta para disfrutar en familia. Una cinta bellísima visualmente, con un aprovecho muy bueno del 3D y con un trabajo vocal, por parte de sus intérpretes (versión subtitulada) que le aporta dinamismo y divertimento a la película. Cae en la emoción simple, pero es una buena secuela que, por supuesto, deja una puerta abierta para una tercera parte. UNA ESCENA A DESTACAR: primera lucha con los lobos y las animaciones en estilo tradicional.
Obra “pochoclera” con calidad narrativa y prodigiosa animación Debo decir que estaba bastante escéptico ante ésta película. Pensaba: Dreamworks Animation exprimió tanto a Shrek que convirtieron al genial ogro verde en un moco y ahora va a exprimir a otra de sus criaturas. Sin embargo me he llevado un par de gratas sorpresas con la segunda parte de Kung Fu Panda. La primera es que desde el punto de vista visual es un prodigio de animación; de dirección de arte y de aprovechamiento del recurso 3D. Todo a favor del ritmo narrativo que no sólo no se estanca nunca, sino que crece hasta el final. La segunda sorpresa también tiene que ver con la animación, pero desde otro ángulo. Sabido es que los artesanos que trabajan los bocetos de los personajes logran una versatilidad gestual a partir de la observación minuciosa de los actores que ponen las voces. El resultado de esto en “Kung Fu Panda 2” es óptimo. No está mal decir que los actores de esta producción hacen un muy buen trabajo (gracias a quienes dibujan personajes y acciones, claro) La realizadora Jennifer Yuh Nelson se puso la camiseta de un mega-proyecto y no le quedó para nada grande. Trabajó muy bien el guión de Jonathan Aibel y Glenn Berger, cuyo principal acierto fue colocar al grupo de maestros del panda (la tigresa, la grulla, el grillo, el mono y la serpiente) en un segundo plano, convirtiéndolos en los actores secundarios ideales. La trama principal surge a partir de una introducción (con otro tipo de animación) sobre la vida de Shen y los antecedentes que lo llevan a ser un villano hecho y derecho (destierro por parte de sus padres incluido) Shen inventa un arma poderosa que según el maestro Shifu acabará con el Kung Fu para siempre. Po y sus amigos salen a impedirlo. Adelantar más de la trama no tiene sentido, porque la introducción antes mencionada se encarga de aclarar de qué se va a tratar la historia. Sucede que hay una subtrama que la vuelve mucho más interesante. Se dispara desde el momento en que Shifu a solas con Po le habla de la paz interior. Esto nace como un gag, pero se transforma en la búsqueda de las propias raíces, y por ende de la identidad. Desde aquí se instala el mensaje de que “para lograr avanzar hacia el futuro hay que dejar el pasado atrás”. Parecía incompleto y erróneo para mi gusto, pero justamente el guión se encarga de complementarlo en el momento justo: “no hay paz interior, si no se hacen las pases con el pasado” y se desarrolla una vez que Po entiende la necesidad de averiguar sus orígenes. La música de Hanz Zimmer y John Powell, dos artistas que saben mucho con grandes orquestas, tiene tanto vértigo como mística y ayuda mucho a apuntalar una compaginación muy vertiginosa. Definitivamente, la dirección de Jennifer Yuh Nelson logró adaptar y potenciar todos los buenos elementos que tenía la primera Kung Fu Panda para logar una obra muy entretenida que todos los espectadores de cuatro años en adelante disfrutarán hasta el final. El doblaje al español tiene a verdaderos maestros que están a la altura de las circunstancias, teniendo en cuenta las voces que tienen que reemplazar. Son detalles, pero hacen al concepto integral de una producción bien hecha en todos los aspectos. Vayan tranquilos. Ya sea con los chicos o por su cuenta, es pochoclo bien invertido.
Po lucha contra el mal y busca su origen El comienzo del filme es casi una obra de arte; los dibujos de fuerte inspiración oriental que se suceden en la pantalla, además de narrar con gran síntesis el prólogo del argumento, constituyen una delicia visual y una demostración de creatividad y de buen gusto. Casi inmediatamente, con la presentación de los personajes, ya conocidos por los que vieron la primera película, se inicia la aventura. Hay bastante humor y mucha (demasiada, podría decirse) acción, concentrada en duelos de kung fu que sorprenden por la perfección técnica de la realización y que apuntalan el ritmo del filme, pero que también debilitan la consistencia de la trama. La historia queda clara y los personajes se lucen, pero hay puntas del argumento que merecían mejor desarrollo; los guionistas, sin embargo, siguen apostando fuertemente a la acción y cargan el peso de la narración casi exclusivamente en ese tipo de escenas. A juzgar por las recaudaciones que logran los filmes, no están equivocados. La secuencia final, que describe un combate entre las fuerzas comandadas por el villano de turno (un pavo real obsesionado porque no puede acabar con el inefable panda) y los Cinco Furiosos, no tiene desperdicio. En paralelo, se va develando el misterio de los orígenes de Po, una historia trágica que, por momentos, contiene imágenes sobrecogedoras. El filme busca un balance entre la acción, el humor, la apelación al sentimentalismo y la exposición de la eterna lucha entre el bien y el mal; la mezcla, con predominio de la espectacularidad de las escenas, está lo suficientemente bien dosificada como para satisfacer a públicos de diversas edades. Todas las virtudes que muestra el filme en el aspecto visual resultan magníficamente resaltadas en la versión en 3D. Es en este tipo de películas en que se percibe cabalmente la sensación de la tercera dimensión, que alcanza por momentos un sorprendente realismo.
Hace más o menos tres años escribí algo en otro lugar diciendo los malos que me parecían Kung Fu Panda y el cine de Dreamworks en general. Hoy tengo que hacer algunas correcciones: las películas de Dreamworks me siguen resultando tan cómodas y chatas como siempre, pero Kung Fu Panda 2, el último producto animado de la empresa fundada por Steven Spielberg, es otra cosa. Si hubiera que trazar una línea entre la primera y la segunda película, podría decirse que la saga de Po realizó un aprendizaje notable, casi al punto de despegarse del esquema común del cine de Dreamworks. Lo primero que salta a la vista (y KFP2 es una película con personajes que saltan sin parar) es la creencia en la historia que se está contando: ya no estamos frente a un remix paródico de lugares comunes de la cultura china más exótica o del cine de artes marciales, ahora tenemos delante un relato fuerte, sustancioso, que se toma en serio (sin perder el humor) a sus criaturas y sus conflictos, que las construye con pinceladas cálidas sin el cinismo habitual de Dreamworks; hay escenas en las que uno puede emocionarse de verdad con lo que pasa entre los personajes, ya se trate de un reencuentro familiar o de una pelea a muerte entre guerreros. A no confundir lo dicho con el sentimentalismo barato del final de Toy Story 3: en KFP2 lo que hay es una exploración de las zonas narrativas que la parodia y la burla simplona de la primera terminaban por opacar. KFP, incluso contando con un personaje genial como Po, estaba demasiado preocupada por hacer reir al público con chistes autoconscientes, casi como si estuviera escapando constantemente de la emoción; en cambio, KFP2 la busca y trabaja como verdadero centro de la historia. Casi a la manera de Disney, KFP2 es acerca de familias quebradas y de la manera en que se puede lidiar con ese dolor. Así se emparenta a Po con el malvado Shen: mediante la pérdida de los padres. Los dos quieren escribir una nueva historia familiar: Shen conquistando China y vengándose de sus padres que lo desterraron, Po siguiendo las pistas de un pasado quebrado hasta rearmar el rompecabezas de su identidad. No es raro que la película de Dreamworks más atípica sea la primera que tiene a un protagonista preocupado por saber quién es en realidad: en KFP2 parecen estarse redefiniendo los intereses morales y estéticos (son lo mismo) de la productora de Spielberg y Tom Hanks, como si la película misma se pensara en relación a los trabajos animados anteriores de Dreamworks e intentara demarcarse, reconstruir un pasado al nivel de la historia a la vez que (y esto es lo más importante) un presente que se proyecta hacia delante, que se dispara en la posible dirección de otras películas futuras, todas nobles, respetuosas de sus criaturas, capaces de generar empatía de manera leal, siempre sin olvidarse de la comedia, verdadera quintaescencia de las películas de Dreamworks. En KFP2 la risa y hasta la carcajada ya no surgen del señalamiento distanciado de la torpeza de Po sino de un pararse junto a él. Nos reímos de sus imperfecciones, sus errores y sus zonceras porque este nuevo Po se parece más a nosotros, porque a pesar de no ser hombre, Po es el panda más humano que el cine jamás haya dado. Ya no nos burlamos de un oso gordo, payaso y que no puede dejar de comer, nos reímos a la par de un personaje que, por su humanidad, ternura y tristeza, se parece a los que estamos del otro lado de la pantalla, que es casi como decir que nos reímos de nosotros mismos al tiempo que, como Po y sus amigos, esquivamos la tristeza un poco a los saltos.
Dame piñas, dame dame piñas Dentro de la escudería Dreamworks, Kung fu panda había sido un producto por demás interesante: se abandonaba el gag referencial a la cultura pop al estilo Shrek, se construía personajes atractivos, había interés por contar una historia y, sobre todo, la apuesta era muy fuerte por la acción y la aventura, convirtiéndose en una gran película de artes marciales, con todos los tics del subgénero hombre-común-descubre-sus-poderes -aunque en este caso habría que decir oso panda común- reelaborados en plan slapstick de cartoon. Debido al éxito de aquella primera parte, era evidente que la compañía de cine de animación iba a intentar repetir la fórmula, y por lo que se dice serán seis las películas protagonizadas por Po y los furiosos guerreros que intentan defender la tradición del kung fu. El estreno de esta segunda parte, dirigida esta vez por Jennifer Yuh, confirma virtudes de la primera y comienza a mostrar algunas limitaciones de la propuesta: en ese sube y baja, Kung fu panda 2 gana porque refina su estética visual, aprovecha muy bien (como pocas películas lo han sabido hacer) las posibilidades del 3D, y porque se desboca definitivamente hacia la acción sin frenos. Kung fu panda 2 demuestra desde el comienzo un descrédito a la fórmula clásica. Si uno recuerda, sagas como Volver al futuro o Indiana Jones (muy respaldadas en las formas tradicionales del relato episódico) avanzaban con mínimas modificaciones del original, complejizando o aumentando donde debían, pero manteniendo la claridad narrativa por sobre todo (algo que Spielberg intentó mantener por ejemplo con El mundo perdido, aunque fallidamente) y justificando las continuaciones en el placer por la aventura cada vez más grande. Sin embargo, al igual que sagas recientes como Matrix o Piratas del Caribe, Kung fu panda 2 intenta justificar sus continuaciones a partir de complejizar la psicología del protagonista, como si los personajes no fueran lo suficientemente interesantes como para sostener la aventura por sí solos y hubiera que incorporar conflictos (un ejemplo actual y contrario es Toy story, donde siempre la aventura está por delante de lo que les pasa a sus personajes y la reflexión sobre su tema estaba presente desde el primer fotograma). Esa desconfianza de Kung fu panda 2 en el relato queda evidenciada en que sus 90 minutos parecen justificarse por el último plano, uno que revela información fundamental para la tercera parte. Antes que eso, vimos un film entretenido, que repite un poco la fórmula anterior aunque con un placer por el vértigo que se agradece. Y precisamente la palabra “vértigo” es importante aquí, es la que termina salvando a Kung fu panda 2 de la rutina y la que lucha palmo a palmo con su carácter de película subsidiaria de la saga. En el film, hay un pavo real que quiere destruir el kung fu por medio de la utilización de la pólvora y las armas. Hay una lucha entre tradición y modernidad, algo que es muy caro al cine asiático. Pero ese pavo real tiene una importancia mayor, no tanto como personaje sino como generador de sentido: fue quien en un pasado atacó la aldea donde vivían los padres de Po y puede haber sido el causante de que el héroe se haya convertido en un huérfano adoptado por un ganso. Y este es precisamente el conflicto central del film: Po, ya convertido en un héroe, enfrentado a una situación que lo pone a querer descubrir de dónde viene, cuáles son sus orígenes. Es esta línea argumental, que funciona bien desde lo narrativo y sirve de puente entre las secuencias de pura acción, la que demuestra la intención un poco forzada de los creadores por dotar a esta saga de un peso dramático que, evidentemente, creen que es necesario para justificar el producto. En lo positivo, la película de Yuh se define desde un comienzo como una de acción, trepidante y emotiva, que además aprovecha estupendamente las posibilidades del 3D en lo que tiene que ver con la profundidad de campo o con la proyección de elementos sobre el espectador. Y en el terreno de la animación, resaltar los diversos registros elegidos, con lo digital para la narración en tiempo presente, la animación tradicional para los flashbacks y lo más experimental para un prólogo estupendo que nos pone en situación. Como aquella primera aparte -y esto es lo que hace muy bien la película-, Kung fu panda 2 es una de piñas y patadas vertiginosa, graciosa, creativa, estupendamente coreografiada, que se sostiene además desde un concepto visual muy bello y preciosista, con tonos pastel que refuerzan la calidad de cuento tradicional que se esconde en sus poros. Aquí sí se hace presente el sentido de saga clásica, engrosando las secuencias de acción, buscando más y más la cima en cuanto a ritmo y movimiento. En ese sentido, la película es perfecta y se sigue con total devoción. Pero en sus vaivenes, Kung fu panda 2 encuentra otros límites: por ejemplo, la comedia ya no funciona en los mismos términos que en la primera. Es decir, si Po es ya un héroe, resulta incoherente que por momentos se lo muestre como un gordo perezoso para acto seguido verlo rematando villanos a piñas como un Chuck Norris peludo. También es evidente que el relato se centra tanto en Po, que los demás personajes (que son muchos) pierden total interés para el espectador y se convierten en relleno. Con sus más y sus menos, Kung fu panda 2 es un gran entretenimiento cuando decide ser una furiosa bola de colores que fusiona la comedia con la acción, y un film rutinario cuando opta por darle dimensiones a una saga un poco errante, por medio del drama paterno-filial.
Ya el filme original asentaba su atractivo, claro, en los dibujos animados de la factoría Disney, pero por sobre todo en los valores que transmitía. No fue sólo una película más para chicos. “Kung Fu Panda” tuvo la capacidad de enseñar la importancia de no dejarse vencer por las adversidades, la discriminación y la rutina. Se trató de un oso que, de buenas a nuevas, se convertía en un héroe luego de pasar su vida siendo el mozo de la taberna de su padre, un ganso. La segunda parte retoma esas ideas, las supone en un marco místico, en otro histórico (en tiempos del descubrimiento de la pólvora), imprimiéndole una vertiginosidad inusitada (a lo Bruce Lee) y un marcado sentimentalismo. En la 2, el panda en cuestión ya es el Guerrero Dragón que deberá detener a Shen, un pavo real que quiere dominar China y para eso ha sabido manipular la pólvora, inventando cañones de alto poder de destrucción. En la cruzada, Po, como se llama el panda, cuenta con la ayuda de los maestros del kun fu, Tigresa, Mantis, Víbora, Mono y Grulla. Pero todo es en vano cuando el oso se desconcentra debido a los más crueles recuerdos de su niñez. Sus padres lo abandonaron y fue a parar a manos del Sr. Ping, su padre adoptivo. En ese marco de emociones profundas, el maestro Shifu le enseña a Po que el secreto de su arte marcial está en la paz interior. La misma que utilizará el oso para enfrentar a su enemigo y la que dejará a China fuera del alcance del malévolo pavo. A esta trama, que se ubica en la Antigüedad y tiene reminiscencias de horóscopo chino, se le suman dos grandes secuencias de lucha que quizás estén armadas demasiado vertiginosamente, aunque sea esa la sal de la aventura. De todas maneras, "Kung Fu Panda 2" es una película entretenida, divertida, si se quiere educativa, que devuelve al oso de anteojos a la pantalla con un relato encapsulado en una historia determinada. Como si fuese un capítulo de una serie, lo que estaría a grosso modo confirmando que a esta segunda parte le seguirá una tercera y así sucesivamente hasta ir a parar a la televisión.
¡Que no panda el cúnico! Hablemos de Po: algunos inventos funcionan y otros no tanto, y entonces puede ser que a uno no le interese ver autos que hablan como los de Cars o heroicos búhos guerreros, pero el osote panda y regordete que se “hace” guerrero dragón o por lo menos encuentra el kung fu que había en él (a pesar de que en la uno le decía a su maestro Shifu “Sí, ya sé que ahora te vas a poner todo kungfui y eso”, y le hacía ruido la panza mientras trataban de enseñarle algo) se las trae. Po es, en un paisaje chino, lo anti-chino, por eso la primera Kung Fu Panda empezaba con una animación oriental donde el oso luchaba contra enemigos y salvaba al pueblo pero que terminaba por ser sólo un sueño –que se cumple en la segunda entrega, ya lo sé, pero no exactamente de esa manera. Lo que pasa es que Po es Jack Black disfrazado de oso, vago, pancho, enemigo del esfuerzo y de la gravedad (o mejor dicho, de la seriedad, porque su peso específico lo manda siempre de vuelta y a los tumbos a la tierra) y amigo de la diversión rápida que desarma la “sabiduría” de sus maestros y demuestra que convertirse en un guerrero importante no quiere decir del todo “convertirse”. Por eso al final de la uno, cumplida la misión, Po y el maestro se echaban al piso panza arriba para a descansar un ratito –no puede haber final menos heroico, ni en este lado del mundo ni en el otro. Ahora, objeción más común y concedida: más vale que Kung Fu Panda era más linda que la dos en su simpleza. En un espacio más concentrado se presentaba a Po, panda hijo de ganso que prepara sopa de fideos, se lo hacía caer casi por casualidad en el palacio donde sería entrenado en kung fu, y finalmente aparecía el enemigo que había que derrotar y se lo derrotaba. En el medio había una escena de acción perfecta donde Po y su maestro se enfrentaban a propósito de un dumpling, con elegancia y con palitos: sorprendente. Ahora ya sabemos cosas de Po: que le cuesta subir escaleras, que siempre tiene hambre, que es tontolón, etc., y a los gags basados en la repetición de esos problemitas –que hicieron matar de la risa a todos los más chiquitos en la sala, y no vamos a dar nombres- se suma una gesta más o menos épica en una ciudad lejana y abigarrada, y un villano igualmente abigarrado con forma de pavo real (hablando de abigarrado, ved la foto, ¡un oso lleno de conejitos!). También un planteo abi…bueno, eso que ya dije, por el cual Po comienza a recordar gradualmente episodios de su infancia y a sus padres perdidos, lo que lo lleva a la pregunta insidiosa que nunca deberíamos contestar “¿Quién soy?”. ¡Alerta de aburrimiento! Es cierto, la gravedad es la gravedad, y a medida que el planteo psico-filosófico se agranda y se pone solemne la película amenaza con caernos encima como un panda con alas de ganso, pero qué bien se lo pasa en el mundo chino de Dreamworks. Sobre todo porque las animaciones old school de los flash backs de Po son tan brillantes que nos dan la chance de mirar dibujos hermosísimos en lugar de preocuparnos por la historia del infante perdido, lo mismo que la secuencia que al principio cuenta la leyenda del villano. Y eso sí que es una promesa (ya que hay cuatro entregas más de esta saga previstas): que Kung Fu Panda se vuelva cada vez más collage y más texturas, gigante y caprichosa como enciclopedia china.
Madurez del Guerrero Dragón Kung Fu Panda 2 es la tan esperada secuela de las aventuras de Po, un oso panda que descubre que por sus venas pasa la sangre de un gran guerrero de las artes marciales, destinado a convertirse en una leyenda de la disciplina. La película está dirigida por Jennifer Yuh, una profesional que ha pasado un buen tiempo por los departamentos de arte y animación de grandes producciones del género como Madagascar, Spirit y Spawn, entre otros. Vuelven a dar vida a los personajes principales las voces de Jack Black (Po/Panda), Angelina Jolie (Tigress), Dustin Hoffman (Shifu), Jackie Chan (Monkey), Seth Rogen (Mantis), Lucy Liu (Viper) y David Cross (Crane) + una horda de famosos para los personajes nuevos como Gary Oldman (Shen), Michelle Yeoh (Soothsayer) y Jean Claude Van Damme (Master Croc). En esta ocasión, Po acude a rescatar un poblado que es atacado por supuestos ladrones, unos lobos comandados por un Pavo Real (Shen) que no son los típicos villanos con los que suele lidiar. El encuentro comenzará a develar en la mente de Po recuerdos que tienen que ver con sus orígenes, su niñez y un secreto que pondrá a prueba la paz interior del panda karateca. Debo decir que me sorprendió muchísimo esta secuela, que estaba seguro que iba a ser una de esas continuaciones que terminan por hundir un producto animado, pero que en vez de aburrirme y decepcionarme, me absorbió por completo, me entretuvo como nene de 5 años con juguete nuevo y hasta me hizo emocionar un poco (sin lágrimas, ¡aclaro!). El Jack Black que me pareció un poco tedioso en la 1ra, vuelve renovado y mucho más amigable en cuanto al personaje, junto con un escuadrón de guerreros que por momentos hacían olvidar que uno está viendo una animación, para hacernos creer que estamos ante un film de artes marciales de mucha calidad. Gran trabajo de animación, donde la directora, y por supuesto Dreamworks, tienen basta experiencia, desplegando planos, colores y texturas que nos trasladaban al lejano oriente. Los planos están confeccionados de tal manera, que se pueden apreciar hasta los más mínimos detalles en cada escena. Aclaro que vi la cinta en 2D y me pareció ¡genial!, y no concuerdo con los que siguen defendiendo el formato actual del 3D, con esos lentes de calidad pedorrísima, que dejan doliendo las orejas y molestan más de lo que aportan al film, por lo menos en los cines de Córdoba. Para ir cerrando, la historia que se plantea es mucho más interesante y emotiva que en la 1ra entrega, con búsquedas de identidad, exploración de la relación padre e hijo, la importancia de la amistad verdadera y la miseria que acarrea la pedantería y la ambición desmesurada. Si les gustó la 1ra, esta la van a disfrutar el doble. Aplausos para el osito torpe que vuelve más afilado que nunca.
Menos es más Siempre resulta una tranquilidad pensar que hay un plan escrito para nosotros, que alguien se dedica a sembrar miguitas para que alegremente las vayamos siguiendo cual pulgarcitos del no azar. Pero también, cuando la suerte no acompaña (nadie es afortunado a tiempo completo), nos gusta creer que controlamos la dirección de nuestra vida y que de repente podemos pegar el volantazo que lleve nuestros huesos a una mejor situación. De los asuntos del libre albedrío se vienen preocupando hace siglos la filosofía, las religiones y el arte. Tratando de dar respuestas al asunto se quemaron millones de pestañas y se escribieron centenares de tratados, se labraron miles de fantasías y ahora, para no ser menos, otra película de Hollywood usa el tema como excusa para una película que no decide el género (¿acción?, ¿romántica?, ¿ciencia ficción?…un poco de todos y bastante de ninguno). Matt Damon es un muchacho de origen humilde con una prometedora carrera política que malogra por mostrar el traste en una noche de parranda. Es un poco camorrero, pero como también es carismático tiene muchas posibilidades de recuperarse del traspié y ganar los próximos comicios norteamericanos y muchos más. Ese parece ser el destino que le ha asignado una especie de corporación de diseñadores celestiales de la historia del mundo formada por una serie de agentes secretos con superpoderes vestidos a lo Mad Men. Pero el muchacho se enamora y pone en peligro todo el plan semi celestial. Entonces, esta organización, que cree firmemente en la vieja advertencia sobre aquello que tira más que una yunta de bueyes, hace lo imposible para que nuestro héroe no concrete su amor y vuelva al camino de poder y gloria que le había sido trazado. Lo mejor que tiene Los agentes del destino es a Matt Damon, tan buen actor que le creemos que realmente está sufriendo esta trama disparatada. Le compramos que está enamorado de Emily Blunt y nos divierte ver cómo les hace gambetas a los operadores de traje gris que inventan todo tipo de trucos para “ajustarle” la vida. Si uno no se la toma demasiado en serio la película resulta divertida, porque muchas veces cruza la línea de lo posible y, se sabe, los excesos se agradecen cuando de acción se trata. Pero el problema es que Los agentes del destino no se conforma solamente con eso y también quiere hacer su aporte a los problemas existenciales que comentábamos al comienzo de esta nota. Ahí la situación se pone pesada porque el argumento se explica, se amplía y se sobreexplica hasta el hartazgo y, mientras nosotros queremos ver si Damon finalmente le puede dar un beso a Blunt o si sale corriendo para un lado insólito y despista a los ángeles de traje y sombrero, la película se detiene para darnos detalles de su cosmogonía y trazar apuntes de filosofía/psicología barata y zapatos de goma. No se le está pidiendo aquí al director George Nolfi que se convierta en Spinoza ni a Matt Damon que se arranque los ojos cual Edipo moderno para burlar las órdenes de los dioses, quizás lo contrario: un poco menos de pretensión filosófica para darle camino a la acción más descerebrada, pero seguro, más disfrutable.
Los Excesos de un Panda Po, el panda panzón, en la primera aventura fílmica se convertía en "Guerrero Dragón", ahora junto a sus compañeros de andanzas deberá defender China por la aparición de un resentido Pavo real que es la curiosa forma de villano en la contracara del alborotado personaje. Y no más que eso, lo cual a las claras muestra marcadamente que no hay originalidad, que mientras en la primera todo era gracioso, ahora esta segunda parte se transforma en repititivo clima de golpes, patadas voladoras, puñetazos de Kug Fu, y eso acontece durante la totalidad de la peli, Ah..si..pará, tiene un gag bueno, cuando una persecución se refleja desde arriba como un "packman". Cierto espectador sonzo y torpe en algún foro de la Web, pone a esta aventura fantasiosa y muy infantiloide, a la misma altura de esa original y si excelente peli de animación de este año: "Rango". Sin comentarios, realmente. Este Panda comete excesos tanto de alimentación como de argumento, lo cual no es vacuo sino que se convierte en una carga pesada, excesiva. Debiese pasarse o verse la primera antes de esta segunda para darse cuenta cuanto hay de diferencia enre una original y la otra no. En algún momento uno quisiera parar esa desaforada cadena de corridas y escenas de acción que van tan rápido -como para que el espectador no se relaje-, que terminan resultando una acumulación torpe del ejercicio del "gag" fílmico animado. Si bien aborda el tema(serio) de la paternidad y la adopción, esto desaparece rápidamente para darle paso al manierismo idiota de la acción porque sí.
Artes marciales en digital Nuevamente la figura inconfundible de ese panda gordinflón que encantó a grandes y chicos hace casi tres años. Su éxito hizo que apareciera la segunda parte, a pesar de las muchas acusaciones que envolvieron a la anterior. Que era una invasión a la cultura oriental, que se tergiversaban códigos ancestrales. Pero a pesar de todo, la taquilla dijo sí y otra vez la bola de nieve con patas, el hijo de pato oriental, maestre de los fideos al plato, aterrizó en los cines argentinos. Po es un guerrero dragón. Se supone que está llamado a destinos superiores, mientras protege el Valle de la Paz. Lo acompañan sus amigos de siempre, los colegas y maestros del Kung Fu y sus amigos, los Cinco Furiosos, la eficiente Tigresa, el maestro Mono, la diminuta Mantis, la vivaz Serpiente y la bella Grulla. Aconsejado por su clásico maestro Shifu, el de los sutiles bigotes, Po deberá emprender con sus amigos un largo viaje para enfrentar a quien se dice terminará con los maestros de Kung Fu del mundo. Se llama Lord Shen, un bello pavo real albino, que según la tradición oriental, es símbolo de buena suerte, riqueza y honor, pero que según esta historia, utiliza sus virtudes para representar el Mal y lograr todo el Poder. EL PAVO Y LA CABRA Argumentalmente, la secuela de Kung Fu Panda carece de la originalidad de la primera y sólo aporta, más allá de la simpatía del poco amigo del trabajo Po y sus colaboradores, una parte final en que se revela el secreto origen del oso. Lo mejor del filme son los efectos visuales, las peleas de los amigos enfrentados al majestuoso y maligno Lord Shen y su arma mortal. A esto se suman las bellísimas estampas de locaciones orientales y algunos nuevos personajes, como el atractivo pavo real albino, villano de la historia y la cabra adivina, que oficia de misteriosa Casandra en la corte del plumífero Shen. Las escenas emotivas que enfrentan a Po con su identidad, se matizan con flashes que lo muestran bebé y no tan super alimentado como en la actualidad. También aparecen sus verdaderos padres en escenas que emocionan a los más sensibles. El mensaje del esfuerzo por ser lo que se debe ser y luchar por la identidad son referentes que acompañan la impactante vuelta del Oso Po, con más de doscientas cincuenta copias en las pantallas argentinas y que lo convierten en un verdadero guerrero de la cartelera cinematográfica, en 35 mm, en digital 3D o IMAX 3D. Aparentemente ningún desafío, en forma de pavo real albino, impedirá que ocupe un importante lugar en las elecciones infantiles, aunque uno extrañe la primera de la saga, menos espectacular, pero más creativa.
Po, el panda querido por todos, ha vuelto a nuestras carteleras en una simpática secuela carente de frescura y originalidad. Kung Fu Panda 2 nos contará las como Po y sus compinches deben salvar a China y al Kung Fu de un malvado pavo real llamado Shen. La misión no será sencilla debido a que nuestro animal monocromático deberá encontrar su paz interior para poder derrotarlo, teniendo que desenterrar y comenzar a comprender su oculto pasado para llegar a dicho objetivo. El gran éxito en la crítica y el público de la primera parte de Kung Fu Panda se debió en gran parte a la originalidad y el modelado del personaje principal, Po. Este panda que es más facíl saltarlo que darle una vuelta era torpe, bonachón, simpático, glotón y demás cuestiones que lo hacían completamente querible y entrañable. En está oportunidad, tres años después, Dreamworks nos trajo de nuevo al inolvidable pandota para hacernos revivir nuevamente sus aventuras, pero en esta oportunidad el carisma y la evolución del protagonista no alcanzan para llegar al resultado del film estrenado en el 2008. El error de Dreamworks básicamente es el no aportar a está secuela nada que la distinga o la resalte de la anterior. No hay personajes nuevos y solo la inclusión del nuevo y bien logrado villano puede dotar a esta secuela de una pequeña brisa de frescura. Incluso hay un leve desarrollo de la amistad entre Po y los Cinco Furiosos, donde se destaca el amor que amor que se vislumbra a lo lejos entre él y Tigress, pero que lamentablemente no cubren las expectativas que uno espera para la continuación de una gran película de animación como lo fue la iniciatoria. Kung Fu Panda 2 tiene como principal acierto la excelente narración, donde los flashbacks están a la órden del día usados a buen tempo para aportar los datos necesarios para que juntos desentrañemos el pasado de Po. Otro de los puntos a favor que tiene está secuela es la mezcla de estéticas de animación que utilza, al combinar en varios pasajes el anime para mostrar los retazos del pasado y la animación convencional que se usa en el presente. Kung Fu Panda 2 es una buena vuelta de Po y su banda, que de presentar algún viento novedoso hubieramos estado en presencia de un film mucho más destacable como si lo fue su predecesora.