Más allá del encadenamiento comercial… De antemano puede resultar increíble pero en nuestro amado terror recientemente se ha cortado la racha de “películas bobas para adolescentes” y hemos tenido no una sino dos obras que le escapan a un esquema sustentado en automatismos expositivos, recursos formales vetustos, protagonistas carilindos y una vacuidad extrema. La primera de estas bienvenidas excepciones se intitula The Cabin in the Woods (2011) y se mueve en el terreno escabroso del comentario satírico para con aquellos arquetipos primordiales del subgénero, funcionando en términos prácticos como un “meta- teen” muy irónico y eficaz...
Grandes actrices para un terror pobre y rebuscado La película arranca con un prólogo muy poco estimulante no tanto por lo que cuenta (una chica que asesina a sangre fría a sus padres) sino por cómo lo hace (pura pirotécnica visual, una suerte de demo de lo que puede hacerse con un nuevo software de efectos visuales + edición hiperquinética). Por suerte, tras esa introducción, el director Mark Tonderai decide parar un poco la pelota y apela a una narración que -sin ser particularmente brillante- al menos apuesta por cierto clasicismo dentro del género de terror. Madre (Elisabeth Shue) e hija adolescente (Jennifer Lawrence) se instalan en una hermosa construcción en medio de un bosque que consiguieron a un alquiler ridículamente bajo. Ellas, claro, son recién llegadas al lugar y no saben que en la casa de al lado a la que alude el título se produjo el crimen que se expone en los primeros minutos. En la casona de la tragedia sigue instalado el hijo de la familia (Max Thieriot), un atractivo rubio que es despreciado por la comunidad (que quiere demoler la vivienda y mejorar la valuación inmobiliaria de la zona), pero que pronto despertará la curiosidad (y algo más) de la joven recién llegada. Hasta bien pasada la mitad del film, la historia transcurre por carriles bastante dignos (conflicto madre-hija, típicas situaciones de colegio secundario, atisbos de horror en el bosque y en la casa), pero en la media hora final todo se derrumba cual castillo de naipes. Otra vez el imperio de las vueltas de tuerca, los golpes de efecto (y los golpes bajos), las sorpresas que no sorprenden, los personajes que no son lo que parecían, los traumas psicológicos pintados con brocha gorda. En definitiva, la manipulación y la arbitrariedad en todo su esplendor. Si el resultado final es poco convincente, lo más triste del caso es que en los papeles principales están dos talentosas (y hermosas) actrices, de esas que están muy por encima del material que les toca en suerte (en desgracia). Ellas logran hacer dignas escenas muy poco inspiradas, pero no por eso se las debe indultar. Son las propias actrices (o sus agentes que las aconsejan mal) quienes elijen guiones tan poco lucidos. Jennifer Lawrence, probablemente una de las actrices jóvenes con más futuro, sale medianamente airosa del entuerto, pero es triste apreciar cómo Tonderai está más atento a encuadrar el generoso escote de su musculosa blanca que en sacar provecho de su expresividad y carisma. OK, puede que al público adolescente en plena explosión hormonal le interesen más sus curvas, pero en su más que promisoria carrera, este es sin dudas un paso en falso. O, peor, un paso atrás.
¿Más predecible no había? Nuestro endeble second in command, el Señor Fedex Cobreros, no hace mucho escribió un artículo sobre cómo últimamente el terror ha cambiado para mal durante los últimos años. Predecible, sobresaltado, pero que al fin y al cabo no te quita el sueño. Poco sabría yo que vería una película que es una demostración de 100 minutos de cuan acertado es su escrito. ¿Cómo está en el papel? Si hay una película con lugares comunes hasta en el más mínimo detalle y giros de guión que parecen metidos con calzador es ésta. El personaje de Jennifer Lawrence es el único que goza de una pizca de profundidad y multidimensionalidad. Todas las presentaciones y acciones de los demás personajes están tan chatos y desprovistos de las dos cualidades antes mencionadas que cada vez que aparecen en escena, destilan una sensación que creo quedará mejor definida con este video: ¿Cómo está en la pantalla? A nivel técnico es la arquetípica película de terror de este nuevo milenio: videoclipera, con cortes rápidos, sobreexposiciones de luz y cámaras lentas que más que dar miedo dan la noción de estar viendo una publicidad. Hasta el arte es un compendio de lugares comunes, tales como el sótano húmedo y lúgubre y la muñeca pepona que destila todo menos inocencia. Del lado actoral, hay unas pequeñas sobreactuaciones, sobre todo en Elizabeth Shue (¿Que te paso, Isabelita? Eras chévere hasta en ese bodrio de El Hombre Sin Sombra, pero acá te fuiste a la B), pero el gran atractivo y el gran talento de esta película es incuestionablemente Jennifer Lawrence. Aparte de tener, con perdón de las damas, un incuestionable atractivo físico, la chica sabe actuar y su interpretación es lejos lo más disfrutable de la peli. Conclusión Un chato y predecible intento por sorprender sólo soportable por su carismática protagonista. La película como un todo, no asusta, ni hace un intento por siquiera narrar adecuadamente; mete un montón de giros de guión, que más que sorprender, en el mejor de los casos llegan a generar apenas un “Meh…”
Yo pensé que esta película iba a ser la típica película de terror. Una madre soltera que trabaja mucho de noche, una hija única y una casa alejada de las demás, excepto de la casa de al lado, donde hace varios años hubo un asesinato y la culpable nunca fue encontrada. Estaba equivocado, porque la película no es de terror, sino que es un thriller. Es, por supuesto, un típico thriller estadounidense, donde todo está servido para que el espectador no tenga que utilizar demasiado sus neuronas, donde todo es predecible, donde todos los personajes son unidimensionales, donde… Elissa es una estudiante del secundario. Una hija ejemplar básicamente, que además de comportarse bien es una buena música. Jennifer Lawrence realiza este rol, en la que es su última película, luego del gran éxito de “Los juegos del hambre”, película donde ella es también la protagonista. Ella vive con su madre (Elizabeth Shue, Sera en “Leaving Las Vegas”) que trabaja en un hospital y tiene que realizar el turno de la noche demasiado seguido. Por esas cosas del destino, ellas se mudaron a una hermosa casa en medio del bosque, en lo que parece ser el estado de Illinois en los EE.UU., que queda al lado de una casa donde unos años antes una niña mató a sus padres con un cuchillo. En esta casa vive el hijo del matrimonio, un joven llamado Ryan, interpretado por Max Thieriot, que si bien se lo ve tímido, uno nunca diría que fue testigo de lo que le sucedió varios años antes a su familia. Cuando nos enteramos que la hermana de Ryan, Carrie Anne, que para todo el mundo estaba muerta, esta de hecho más viva que nunca, y vive en el sótano de su casa, donde su hermano la cuida, es donde los problemas comienzan. El film es un bastante simple, y accesible, para todo público, donde muchas veces lo más interesante es poder apreciar la belleza de las actrices en mi caso, o actores para quienes tengan ese tipo de interes. En este caso Jennifer Lawrence no luce tan bella como en otras oportunidades, y se extraña eso. En cuanto a la dirección de Mark Tonderai (a quien pueden recordar, quizás por "Hush"), es convencional y sin mayores matices. Trata de mantener todas las variables bajo control y no deja que el film arriesgue mucho en su propuesta. Una película que puede llegar a ser entretenida, llevadera si estás con ganas de ver algo sencillo y directo, no más que eso.
El secreto del vecino La sensación que deja esta película es de pena. Y genera esto porque la trama en realidad tiene un giro interesante hacia el final, que no es lo que se esperaba en un principio. Sin embargo, el manejo de la intriga es demasiado fallido, hay mucha repetición, y ese intento de originalidad se desdibuja al punto de no resultar suficiente. Elissa (Jennifer Lawrence) y su madre, Sarah (Elizabeth Shue), se mudan a un barrio de enormes casas en pleno bosque. En la más cercana a la de ellas, cuatro años antes, una chica asesinó a sus padres, y desapareció. Actualmente allí vive el hermano varón, Ryan (Max Thieriot), el único sobreviviente de esa familia, o al menos eso se supone. Desde que se instalan, empezarán a desfilar en la pantalla los consabidos clichés del género: noches oscuras, espesura lindante, casas de ventanas y puertas de fácil apertura, ruidos extraños, y la curiosa protagonista, que pasa las noches sola a causa del trabajo de su madre, con quien no se lleva muy bien. Este film no aporta ninguna novedad como thriller, y por momentos parece una película de adolescentes más, con actuaciones poco exigidas, pero correctas. Lo que falla es el manejo de los tiempos fílmicos, como para atrapar al espectador desde el comienzo, seducirlo a través del manejo de indicios ofreciendo una mínima solidez argumental, un proceso muy distinto a lo que se ve aquí, que es el vuelco de todos los recursos en los últimos veinte minutos. El problema entonces, es que la buena resolución de la trama es a costa del aburrimiento que debe atravesar la audiencia durante la primera hora, y un poco más. Realmente un precio demasiado alto.
Lo primero que deberías saber sobre este estreno es que no se trata de una propuesta de terror. Tanto los trailers como el diseño del afiche le hacen creer al espectador que es una propuesta de ese estilo, cuando en realidad el género brilla por su ausencia en este film. Está bueno aclarar esto de entrada para evitar decepciones después en la sala. La casa del al lado en realidad es un thriller de medio pelo destinado al público adolescente, especialmente al target menos cinéfilo que se encuentra con esto y creen que es la gran maravilla del suspenso. Hago la aclaración por que también hay adolescentes (no hay que subestimarlos) fanáticos del cine que a esa edad ya vieron Psicosis o Vestida para matar de Brian De Palma y pueden diferenciar claramente un gran thriller de uno mediocre. La trama de este film, que parece haber sido concebida como una especie de Psicosis: Teens, tiene un comienzo interesante pero el film luego se cae con la predecible narración del director Mark Tonderai, quien logra que esta historia sea bastante aburrida, debido a la enorme cantidad de lugares comunes que tiene su trabajo. Recién en los 10 minutos finales suceden cosas relevantes y el conflicto se vuelve un poco más entretenido. Jennifer Lawrence, quien acá interpreta al típico personaje apático de Kristen Stewart, es una muy buena actriz pero su trabajo en esta producción está al mismo nivel de lo que hubiera hecho cualquier chica del cine clase B. Por su parte, Elizabeth Shue acompaña a la protagonista sin aportar demasiado. La verdad que no se les puede objetar mucho a los actores porque hicieron lo que pudieron con el material que tenían. Es probable que con otro director que supiera trabajar el género de suspenso esta película hubiera resultado más entretenida, ya que la idea general de la trama no estaba mal. Sin embargo, por la manera en que La casa de al lado fue realizada su visión se borra enseguida de la mente cuando termina la función en el cine.
El vecinito de enfrente Una adolescente, encarnada por Jennifer Lawrence, se muda junto a su madre a un nuevo pueblo y descubre que su casa está frente a otra en la que tuvo lugar un doble asesinato. La casa de al lado transforma el lugar idílico en un escenario ideal para instalar la vulnerabilidad y el terror que afrontarán las protagonistas. El mecanismo de la trama va sembrando apariencias engañosas a medida que aparecen los personajes: adolescentes en celo, el sheriif del pueblo, la madre que trabaja en el hospital local y siempre está preocupada por su hija... El film logra un buen clima de suspenso durante su primera parte (en la que se muestran demasiados detalles) pero se convierte luego en un producto que echa mano a los chichés típícos del género. Una presencia misteriosa se mueve entre las sombras del bosque, una casa macabra mantiene su luz encendida durante las noches y un intercomunicador indica que alguien más está en la casona... Por momentos, la película intenta emular la atmósfera de Psicosis, y las cosas se complican demasiado cuando la joven se hace amiga del chico (Max Thieriot) que sobrevivió a la masacre. La trama distrae con elementos que no adelantaremos, pero el espectador menos entrenado también descubrirá el secreto al promediar la proyección. Sin dudas, Jennider Lawrence es la actriz joven del momento (Lazos de sangre, Los juegos del hambre) y se pone la película al hombro con comodidad, pero con eso solo no alcanza.
No la salva ni Jennifer Lawrence Cuando una historia comienza con la mudanza de los protagonistas a un nuevo hogar (sobre todo si se trata de una casa en el bosque), ya puede maliciarse que han hecho la elección equivocada y que de ahora en adelante el film se encargará de demostrar por qué. Podrá ser un vecindario hostil, un espíritu juguetón y perverso escondido en el altillo o en el sótano, algún psicópata disimulado entre los pobladores de la comarca, un hecho macabro conservado en la memoria de las paredes o una vieja maldición que vuelve a manifestarse para sembrar el desconcierto, el temor o el terror de los nuevos ocupantes. "Aquí podremos ser felices", se ilusionan los recién llegados. En este caso, Elissa, una linda adolescente de secundaria con aspiraciones de cantautora (Jennifer Lawrence), y su sobreprotectora mamá (Elisabeth Shue). De dónde van a provenir los sobresaltos (si los hay) ya lo sugieren el título de la película y el prólogo: una breve y vertiginosa secuencia en la que otra adolescente desquiciada del tipo clásico (pelo largo cubriéndole casi toda la cara) asesina en pleno ataque de furia a sus padres. Tras la tragedia, que por supuesto tiene por escenario la casa de al lado, la chica desaparece. No es un antecedente muy agradable, pero ha servido para abaratar los alquileres de las propiedades vecinas y ponerlos al alcance de madre e hija. La primera sorpresa viene al descubrir que la casa en cuestión no está vacía. Allí vive un muchacho solitario y silencioso al que sus congéneres apenas toleran: es Ryan, el hermano de la parricida, que estuvo ausente en la época del doble asesinato y ahora ha vuelto a hacerse cargo de la propiedad. Casi todos aconsejan mantener distancia de un tipo tan raro y marginal, pero Elissa, que tiene cierta tendencia samaritana, lo conoce por azar y lo encuentra "dulce y triste". La relación que entabla con él y hasta cuenta con un acotado consentimiento de su madre avanza a paso tan lento como el propio relato, que a esta altura parece más una melodramática historia de adolescentes que un film de horror. Y todo sigue así hasta que ella empieza a descubrir los secretos que esconden el manso Ryan y la casa misma. Entonces viene la acumulación de giros sorpresivos que el guionista David Locka encadena casi con la misma torpeza que muestra al estructurar el relato, mientras el director Mark Tonderai, que ofrece algunos esporádicos aciertos estilísticos, se olvida del suspenso, recurre a una atronadora banda sonora para producir los sobresaltos que deberían provenir de la acción y permite que el relato se precipite en un desorden en el que sobran interrogantes y se amontonan los datos inverosímiles. La casa de al lado quiere ser algo más que un film que asuste al público. Tal vez por eso recurra a las fuentes más diversas -de Psicosis a El coleccionista - en su afán por alcanzar el terror psicológico, sin lograrlo. En todo caso termina dependiendo de los esfuerzos por dotar de algún espesor a su personaje de Jennifer Lawrence, sin duda una de las actrices más talentosas de su generación (uno se pregunta por qué a veces parece tan mal asesorada), y, en cierta medida, también de Max Thieriot, que hace lo que puede con el suyo. Pero no hay creatividad actoral que pueda disimular un guión tan torpe. Que lo digan, si no, Naomi Watts, Rachel Weisz y Daniel Craig, que pasaron por una experiencia parecida en Detrás de las paredes.
Otra morada vacía y rutinaria En los últimos tiempos ha nacido el "género Jennifer Lawrence", una sorprendente joven actriz que, en general y a través de sus trabajos, está por encima de las películas. Primero fue con Lazos de sangre, la apuesta indie dentro del sistema; luego otra de los X-Men y más tarde Los juegos del hambre, estrenada este año, con una primera mitad más interesante que el resto. Pero el "género Lawrence", que oscila entre la variante teen lavadita y sin mancha de sangre alguna y el futuro casi asegurado de remplazar a la pálida Kristen Stewart si esta no es salvada por algún vampiro anoréxico, llegó a su punto más bajo con La casa de al lado, una propuesta fagocitada y reiterativa que ancla en el thriller psicológico con una pequeña dosis de terror para adolescentes. Madre rubia recién separada (Elisabeth Shue) e hija conflictiva (Lawrence) se mudan al lado de una casa supuestamente vacía donde se produjeron algunas masacres familiares. Pero por ahí anda un sobreviviente, el confundido Ryan (Max Thierot) que seducirá a la joven recién llegada, pese a los consejos de la mamá solitaria que Shue interpreta con más garra y compromiso que las débiles líneas que le presenta un frágil guión. Al principio, un par de escenas de sustitos convencionales y nada originales, que transcurren entre pasillos y habitaciones vacías, hacen funcionar a un relato sin demasiadas pretensiones, a pura rutina dentro de la vertiente "me parece que las cosas están mal en esta casa vieja donde corrió sangre". Pero no hay sangre en "el género Lawrence" –como ocurría en Los juegos del hambre– y las volteretas de la historia en la media hora final suenan forzadas, inexplicables, gratuitas, convirtiendo al film de Mark Tonderai en un ejercicio de estilo digno de un alumno de escuela de cine que curso su primer año de facultad terciaria. ¿Y Jennifer? Corre, besa, se asusta, discute con la madre y hasta en alguna escena intenta despojarse del corsé teen asignado por Hollywood. Ella y Shue (pasaron 20 años de Adiós a Las Vegas y sigue siendo una mujer muy atractiva) le ganan por lejos a una película soporífera.
Como para no mudarse Ante una película de terror, hoy el espectador que esté atento podrá saber si lo que está por ver será otra más de destripamientos y torturas varias, bien gore , o una película Triple S : con suspenso, sobresaltos y sangre. La clave está en el elenco. Cuando hay un actor conocido, o en ascenso, como es el caso de Jennifer Lawrence -candidata al Oscar por Lazos de sangre , protagonista luego de Los juegos del hambre -, es difícil que la estrella acepte un rol en un filme de los primeros. Así que La casa de al lado pinta para el lado de los segundos. Lawrence interpreta a una adolescente rebelde que se lleva mal con su madre joven (Elisabeth Shue, de Adiós a Las Vegas ). Juntas se mudan de ciudad y alquilan una casa en un bosque. Claro, la renta es baja y conveniente, porque allí a unos metros hay otra ca sa abandonada donde cuatro años atrás -lo vemos en el comienzo- la niña Carrie Anne masacró una noche a su mamá y su papá. La niña huyó, desapareció (¿murió?) y nunca se encontraron rastros de ella. Y antes de que usted pueda terminar la frase pueblo chico, infierno grande , Elissa y Sarah están en una de esas barbecues barriales enterándose de que el hermano mayor de Carrie Anne, Ryan (Max Thieriot), que había sido enviado mucho antes a vivir con una tía, está viviendo en la casa de al lado. Usted, yo y cualquier otro ser humano rompería el contrato y se marcharía de allí, pero Elissa y Sarah no, porque si lo hicieran no habría película y no nos pegaríamos varios de esos saltos que la película de Mark Tonderai nos tiene preparados. La casa de al lado tiene esos detalles que la hacen especial dentro del género. Y es que los personajes no son unidimensionales, tienen carne -OK, para que se puedan clavar cuchillos y sangrar- e historias. Ryan guarda secretos en su pasado y alguno que otro en el sótano de su memoria. Que Elissa se haga su amiga y desafíe las reglas que le quiere imponer la madre no hace más que tirar de la cuerda de la trama, que tiene suficientes giros como para advertir que hubo alguien preocupado por pensar una trama y generar tensiones constantes.
Los adultos siempre tienen razón “¿Por qué te pensás que podemos darnos el lujo de alquilar esta casa?”, le dice la madre a su hija adolescente, no bien la chica se baja del auto y descubre que se trata casi de una mansión, con enormes ventanales con vista a un bosque del tamaño de un parque nacional. Claro, el truco está en que detrás de esos árboles hay otra casa –vieja, sucia, venida a menos– en donde hace unos años se perpetró un crimen horrible. Y nadie, salvo Sarah (Elizabeth Shue) y su hija Elissa (Jennifer Lawrence), aceptaba mudarse al vecindario. El vivo de la inmobiliaria había asegurado, por supuesto, que ese lote estaba vacío. Pero el primer sobresalto para Sarah llega cuando a las tres de la madrugada descubre una luz en la ventana de enfrente... Pensada para un público adolescente, siempre adepto al cine de terror, pero en este caso capaz también de seguir a su protagonista, Jennifer Lawrence, que venía del éxito de Los juegos del hambre, La casa de al lado es rutina pura. Hay demasiadas fórmulas y poca coherencia en un guión que avanza por un lado para desviarse inmediatamente para otro, sin demasiado rumbo ni concierto. El muchacho tímido, introvertido que habita esa casa de al lado parece haber tomado como modelo a Anthony Perkins en Psicosis, sólo que es un teenager y en vez de tener escondida en el altillo a su madre guarda en el sótano a la que se supone es su hermana. Y aunque los vecinos de la zona este detalle no lo saben, tienen todo tipo de prejuicios respecto del muchacho: los adultos le temen o lo ignoran, mientras sus hijos, aquellos que deberían ser sus amigos o compañeros, lo desprecian y se burlan de él. La dulce Elissa, tan rebelde ella, decide sin embargo hacer lo contrario: interesarse por esa figura huidiza, visitarlo incluso, y hasta enamorarse, por qué no. Un poco de peligro siempre hace interesante una relación. El problema con la película dirigida sin entusiasmo alguno por Mark Tonderai es que confirma todos y cada uno de los prejuicios de padres y vecinos, con lo cual hace de La casa de al lado un ejemplo inmejorable de cine reaccionario. El mejor cine de terror siempre fue aquel capaz de subvertir el orden establecido, de socavar los cimientos de la razón y del sentido común. Y House at the End of the Street no hace sino enarbolarlos, como si fuera un mérito. En todo caso, los únicos que tiene la película son sus dos actrices principales, Elizabeth Shue, que alguna vez supo ser nominada al Oscar (por Adiós a Las Vegas, 1995), y sobre todo Jennifer Lawrence. La chica de Lazos de sangre (que también le valió una candidatura al Oscar, en el 2010) demuestra que a fuerza de personalidad y carisma es capaz de sostener una película insostenible, pero si no elige mejor los proyectos en los que se embarca va a terminar quemando su carrera más rápido que un fósforo.
Un vecino bastante enigmático Más que un filme de terror, es una historia de suspenso, con algunas escenas de violencia, algo de sangre y una serie de resoluciones narrativas, que mantienen expectante al espectador, aunque por momentos algunas se vuelven obvias. Madre e hija deciden reiniciar una nueva vida después de la muerte del jefe de famila, que era músico. La madre es Sarah (Elisabeth Shue) y Elissa (Jennifer Lawrence) es la hija de diecisiete años. Las dos se mudan a las afueras de Pennsylvania, justo al lado de una casa en la se cometió un crimen. El filme sigue los pasos de ambas mujeres en el intento de recomenzar una nueva vida en un lugar distinto, silencioso, lejos de la urbana Chicago, en la que vivían. "La casa de al lado", más que un filme de terror, es una historia de suspenso, con algunas escenas de violencia, algo de sangre y una serie de resoluciones narrativas, que mantienen expectante al espectador, aunque por momentos algunas se vuelven obvias. UNIVERSO JUVENIL El relato se ubica en el universo de una pequeña localidad, en la que los nuevos son recibidos con una amabilidad algo forzada por parte de los vecinos. Mientras que la joven que comienza a concurrir a la escuela del lugar tendrá que atravesar algunas pruebas, hasta que logre hacer amigas. En una pelea entre jóvenes, descubrirá la escondida violencia de los habitantes del lugar. Este hecho también le permitirá conocer al joven Ryan (Max Thieriot), un misterioso vecino, prácticamente de su misma edad, que vive en la casa de al lado, de la que se dice contiene un terrible misterio. A Elissa comienza a atraerle la personalidad de Ryan, un introvertido, un solitario, que es hijo del matrimonio, que aparentemente fue asesinado por su hija psicótica. El muchacho, que intenta ocultar ese pasado de su familia, más tarde le cuenta a su nueva vecina que luego del crimen decidió regresar a su casa, de la que siempre había estado alejado. Lo que sucede después son una serie de situaciones, en las que Elissa sin querer se ve involucrada, hasta tal punto, de poner en riesgo su vida y la de su madre. La película, ideal para un público adolescente, encierra algunos giros dramáticos que recuerdan lejanamente al protagonista de "Psicosis", el legendario filme de Alfred Hitchcock, aunque por momentos en algunas de sus secuencias, el espectador, puede llegar a anticiparse a lo que va a suceder. Jennifer Lawrence (Elissa), la chica de "Lazos de sangre" y "Los juegos del hambre", vuelve a demostrar un buen potencial interpretativo y resulta difícil quitarle los ojos de encima. En magníficas actuaciones, la acompañan Elisabeth Shue (Sarah, la madre) y Max Thieriot (Ryan, el vecino).
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Un film que daba para mucho más Sarah y Elissa, madre e hija, se mudan a una nueva ciudad para, entre otras cosas, restablecer y afianzar la relación entre ellas. Su madre ha conseguido trabajo como médica en el nosocomio local. Alquilan una casa a un bajo precio ya que, patio de por medio, hay una vivienda donde una niña asesino a sus padres y se escapo sin que nunca la encontraran. Allí vive aún el hijo del matrimonio, Ryan, un joven taciturno y marcado por la sociedad por la tragedia ocurrida en su hogar. Elissa entablara una amistad con el joven a pesar del prejuicio de su madre, de sus vecinos y de sus nuevos compañeros de colegio. Pero nada es como parece ser…o si ? Esta es una vieja historia contada con modernos aspectos tecnológicos y con una joven estrella en ascenso (Jennifer Lawrence de “Los juegos del hambre”) a quien hay que sacar provecho en taquilla. El film, más allá de que tiene algunos aciertos de guión, es muy convincente al principio mostrando muchos aspectos profundos y psicológicos de los personajes, pero desviándose hacia demasiadas situaciones (muy películas de terror de los ochenta) como para que el espectador llegue, aunque sea un poquito, a creérselas. “La casa de al lado” podría haber sido un muy buen film si se extendiera solo un poco más de cuando se devela el misterio mayor, pero lo quieren alargar demasiado volviéndolo, más que de suspenso, de tedio. “La casa de al lado”, un film que podría haber sido más de lo que es.
Pinta como de aparecidos y fantasmas pero resulta ser de discriminación y un protagonista perturbado por un hecho trágico en su adolescencia. Arrevesada pero entretenida, con dos buenas actrices como Jennifer Lawrence (“Los juegos del hambre”) y Elizabeth Shue (“Adios en las Vegas”). Engancha al espectador y lo sobresalta.
Terror ausente La casa de al lado (House at the end of the street, 2011) dirigida por Mark Tonderai y protagonizada por Jennifer Lawrence, es una película que intenta mostrarse como una trama de terror, incluso policial, pero termina siendo una pieza ligera sobre una historia que no pasa del cliché, que recurre a vueltas de tuerca que, aunque interesantes, no son profundizadas y en su mayoría sólo sirven para intentar mejorar un relato carente del impacto pretendido. La historia inicia con el asesinato perpetrado por una niña de enormes ojos azules contra sus padres. Cuando el crimen ya fue realizado, la niña escapa hacia un bosque donde desaparece. Luego, la película va hasta que madre e hija (Jennifer Lawrence) llegan a rentar la vivienda junto a la casa donde ocurrió el brutal asesinato. Con el miedo y la curiosidad, las dos viven asomando de tanto en tanto a la casa vecina y al bosque que las rodea. Hasta que en cierto momento aparece un hijo vivo que no estuvo el día de la masacre. Ahora es el único que vive en la casa del crimen. Pero se lo muestra ajeno a todos, retraído y poco comunicativo. Desde ese punto ya se puede predecir el protagonismo del hijo en la historia y también que debe ser el único que sabe sobre el paradero de su hermana, ya que los vecinos creen (un tanto en broma y un tanto en serio) que la niña sigue viva y rondando por el bosque en busca de nuevas víctimas. El personaje de Jennifer Lawrence se siente atraída por el hijo que es distinto a los demás chicos del barrio y entonces la película se vuelve una historia adolescente con el terror como telón de fondo. Y el film parece más construido para el lucimiento de la protagonista, saliéndose de la trama principal en muchos casos con situaciones secundarias que precisamente sólo quieren ahondar en el interés de convertirse en una trama juvenil. Y los tópicos del terror son tomados con cierta ingenuidad: Por ejemplo dos mujeres rubias expuestas al peligro, un muchacho comportándose de manera extraña, bosque silencioso y oscuro, golpes musicales en los momentos de tensión y una niña con los cabellos al estilo de Samara de La llamada (The ring, 2002). Tal vez podría catalogarse como un drama, pero los personajes secundarios y la misma protagonista sobreactúan y aligeran todo hasta el punto de volverse un material poco aprovechado. Se avanza recurriendo al terror para creer que podía lograr un escalón o nivel más en la narración. Y sin embargo es el hijo sobreviviente y todo lo que esconde y trae desde el pasado, lo que resulta interesante. Pero desgraciadamente la película no lo aborda, salvo en pequeñas escenas explicativas.
Una semana después de su estreno en los Estados Unidos, llega a nuestras salas de cine este film de terror y suspenso protagonizado por la actriz Jennifer Lawrence, quien ahora es mucho más reconocida por el público debido a su estupendo papel en "Los Juegos del Hambre" y no por sus trabajos previos en los dramas independientes "Camino a La Redención" (2008) y "Lazos de Sangre" (2010), la cual le valió su primera nominación al Oscar como mejor actriz con tan sólo 20 años. En "La Casa de al Lado", dirigida por el ex-DJ británico Mark Tonderai, Lawrence interpreta a Elissa, una adolescente proveniente de Chicago que se muda junto a su recientemente divorciada madre Sarah (Elisabeth Shue) a una nueva, hermosa y espaciosa casa ubicada en un pequeño y arbolado pueblo de Pennsylvania en busca de un nuevo comienzo para ambas. La particularidad que presenta su nuevo hogar es que precisamente es una ganga debido a la proximidad que tiene con la casa que se encuentra al final de la calle (título original de la película) y en la que tuvo lugar un doble homicidio. Cuatro años atrás, allí dentro sucedió un espeluznante incidente en el que una pequeña niña llamada Carrie Anne (Eva Link) asesinó a sus padres. Mientras los habitantes de la zona aseguran que la joven desapareció después de haber cometido ese brutal hecho (una leyenda urbana dice que vive en el bosque porque su cuerpo nunca se ha encontrado), las recién llegadas se acomodan a su nueva vida. Contrario a los deseos de su madre, las cosas se complican cuando Elissa pronto se hace amiga (y algo más) del misterioso Ryan (Max Thieriot), el único sobreviviente de la masacre que originó su propia hermana y que extrañamente vive sólo en aquella casa donde se encuentra la escena del crimen. Lejos de ser un film de terror (se asemeja más a un melodrama adolescente mezclado con algunos aspectos propios del thriller psicológico), esta producción escrita por David Loucka (el mismo responsable de la también flojísima y desastrosa "Detrás de las Paredes") sobre una historia de Jonathan Mostow, cuenta con una premisa bastante original (por lo menos no hay espíritus dando vuelta) pero muy mal desarrollada y desaprovechada hasta su mismísimo final, cuyo giro deja al espectador con más preguntas que respuestas. En lo que respecta a las actuaciones, la natural Jennifer Lawrence hace lo posible ante un guión tan pobre, para expresar y transmitir algo de miedo y desplegar el talento al que nos tiene acostumbrados, aunque para ella, este proyecto definitivamente no aporta nada a su ascendente carrera.
Una casa tan siniestra como repetida y obvia Convertida en estrella gracias a «Los juegos del hambre», la talentosa Jennifer Lawrence está destinada a seguir alimentando films fantásticos o de terror para el público adolescente. «La casa de al lado» es un ejemplo perfecto de cómo canibalizar rápidamente ese estrellato con cualquier vehículo que se ponga a mano, ya que la historia y su ejecución son realmente mediocres y el resultado no da para más que un zapping en el cable. La historia empieza con un doble homicidio cometido por una mujer, Carry Ann, cuyo crimen se ve en plano subjetivo, es decir, a través de sus ojos. Pasan cuatro años, y una mujer recién divorciada y su hija (Elisabeth Shue y Jennifer Lawrence) se mudan a la casa soñada en un tranquilo pueblito rural. Sólo que el problema está, como el lector podrá adivinar, en la casa de al lado, donde luego de los crímenes aún quedan secretos por resolver. El hijo de la asesina aún vive, y además hay rumores entre los lugareños de que ella no ha muerto y merodea por la zona. Pronto la protagonista empieza a entablar una relación con el vecino, lo que a la madre no le gusta ya que cree que puede ser problemático. En estos casos siempre hay que hacerle caso a las madres, que lo saben todo, como cualquier espectador que haya visto un par de films de terror sabe. No hay mucho mas que agregar, salvo que lo mejor son los momentos de comicidad involuntaria, y lo peor las demasiado lavadas escenas terroríficas, con algo de violencia, pero casi sin sangre.
¿Cuántas veces nos pasó decir “esa película ya la vi”? Bueno, eso es exactamente lo que me ocurrió mientras miraba La casa de al lado. Uno piensa que la talentosa Jennifer Lawrence podría elegir mejor los proyectos en los que participa y evitar las películas de terror/suspenso que evidencian ser genéricas incluso desde el título original (House at the End of the Street), pero esto deja en claro que no es así. Un argumento remanido y demasiado esfuerzo puesto en que el film sea visualmente atractivo en vez de crear un buen guión hacen que la cinta sea insalvable incluso con Lawrence en casi cada cuadro de metraje. Elissa (Jennifer Lawrence) y su madre Sarah (Elisabeth Shue) buscan comenzar una nueva vida luego del divorcio que dividió a la familia y para eso encuentran un lugar “tranquilo” en un pequeño pueblo de Pennsylvania. Una hermosa casa ubicada en medio de un bosque a un precio muy accesible parece demasiado bueno para ser real, pero el motivo de la baja cotización se debe a que años atrás, en la casa contigua, ocurrió un horrible doble parricidio por parte de una niña que desapareció luego del crimen. Poco después, una vez que Elissa y Sarah comienzan a socializar con los vecinos, sabemos que esa casa no se encuentra deshabitada sino que allí vive Ryan (Max Thieriot), el único miembro restante de la familia que sobrevivió por estar en casa de su tía al momento del asesinato. Elissa es una alguien que, según su madre, tiene tendencia a sentirse atraída por chicos emocionalmente dañados y por ese motivo entabla una relación con Ryan, el chico perturbado y vulnerable por lo ocurrido con su familia que cumple todos los requisitos para llamar la atención de Elissa. Ryan es excluido socialmente por la gente del pueblo e incluso Sarah se opone a que su hija esté con él, pero Elissa hará caso omiso a todo eso y a partir de allí es cuando la historia comienza una espiral descendente de la cual no saldrá jamás. El director Mark Tonderai utiliza todos los clichés habidos y por haber en el manual del género de terror y mediante la manipulación del sonido crea “sustos baratos” que lejos están de lograr sobresaltar a los avezados en el género. El elenco hace lo mejor que puede ante un guión pobre y con muchos “huecos argumentales” que resulta insalvable. Lawrence es todo lo que debería representar una heroína: fuerte, inteligente e independiente, aunque las virtudes de su personaje no hacen más que resaltar los problemas de la trama que se vuelve cada vez menos verosímil incluso para los flexibles parámetros del terror y el suspenso. Max Thieriot también supo transmitir la vulnerabilidad y desdicha que requería un papel clave para el desarrollo de la historia. En resumen, La casa de al lado termina por ser previsible así como genérica y remanida, pero además comete uno de los peores “pecados” que es desaprovechar a una magnífica actriz en ascenso como Jennifer Lawrence. Mi consejo es: manténganse alejados de esa casa.
Otra casa horrible donde pasan -o pasaron, o pasarán, depende de la hora a la que llegue a la función- cosas tremendas. Aquí hay una madre y su hija (las grandes Elizabeth Shue y Jennifer Lawrence, que se ve que filmaron esto en una semana que les sobró de otro laburo) mudadas al lado de una casa donde una niña mató a sus padres. En la casa vive el atractivo hermano de la asesina. Bueno, nada más: piense en Halloween, piense en Psicosis y adivine rápidamente el desenlace. O vea Halloween o Psicosis, que son obras maestras, a diferencia de este film.
La casita del bosque La nueva película de terror en un mes plagado de fiascos del género se llama La casa de al lado (no confundir con La casa del miedo estrenada la semana pasada) y para empezar, ni dentro del terror se encuadrar. ¿Slasher? Tampoco, para eso se necesita tener sangre en las venas (en este film no se sangra, pregúntenle al director el porque, a mi me supera). Más bien nos encontramos ante un psico thriller bastante sonso y sobre explicado. Pero vayamos a la película. La historia comienza cuando madre e hija (Elisabeth Shue y Jennifer Lawrence) alquilan a buen precio una inmensa casa en el campo. El bajo costo está supeditado a que, en la "famosa" casa de al lado, la niña de la familia mató a sus padres (algo que se ve al comienzo de la película) quedando ese lugar signado por el repudio de la gente "bien" de la zona. Algo que comprueban inmediatamente Sarah (Shue) y Elissa (Lawrence) en la primer reunión con sus nuevos vecinos. Pero este lugar, en teoría deshabitado, tiene como inquilino al hermano de aquella niña asesina que nunca apareció luego del crimen. Esta poca novedosa historia es el punto de partida, y como se sabe, los puntos de partida suelen reiterarse pero la cuestión es que se hace a partir de allí. Si quieren ver algo original vean La Cabaña del Terror (roguemos que se estrene) porque en este caso al director Mark Tonderai no se le cae una idea. Y lo peor es que las pocas planteadas son sobre explicadas (por dios, el final) para que entendamos cual era el "problema". Entonces con una historia sin sorpresa, y a pesar de un par de vueltas de tuercas, el film aburre. Principalmente en la primera hora donde se presentan los personajes y se plantean situaciones que no tienen gravitación ni desarrollo posterior en la historia (la amiga, la batalla de bandas donde va a participar). Y que por favor alguien me explique a Jennifer Lawrence. Porque su actuación en Lazos de Sangre fue sensacional pero de ahí en más es solo un maniquí con pómulos prominentes. Una preocupante seguidilla de films carentes de expresión formado por La Doble Vida de Walter (con Mel Gibson), X-Men: Primera Generación, Los Juegos del Hambre (donde al menos ese rostro impasible funcionaba para la historia) y ahora esta película puede que sumen a su billetera pero definitivamente no a su carrera. Espero vuelva mostrar ese brío de aquella película del 2010 con la que ganó tanto reconocimiento. El director Tonderai cree que colocando filtros de color, desenfocando y torciendo la cámara (porque si) esta haciendo algo novedoso, eso da miedo.
Terror de bajas calorías La idea de que hacer una película de terror de calidad implica sólo depurarla de los peores vicios del género y sumarle buenos actores, buena música y buena fotografía ya debería haber sido erradicada de todas las carpetas de Hollywood. El concepto fue probado en otros géneros, como el policial negro, y nunca funcionó. Hay determinados tipos de productos de la cultura popular que nacieron para ser empalagosos y provocar indigestión, y lo peor que puede hacerse con ellos es bajarles las calorías. Esto es precisamente lo que ocurre con La casa de al lado. El intento de refinar el contenido básico de un esquema argumental mil veces probado termina dejando el mismo sabor que una Coca-Cola a la que se le agregó un largo chorro de soda. Y lo curioso es que, por efecto de ese ingrediente insípido sumado a la fórmula, lo que en otra película podría ser considerado positivo aquí se vuelve neutro y tedioso. Vamos a la historia. Una médica (Elizabeth Shue) y su hija Elissa (Jennifer Lawrence) se mudan a una hermosa casa en medio de un parque nacional. El lugar es maravilloso, rodeado de bosques y silencio, aunque hay un pequeño detalle. En la casa más cercana ha ocurrido un crimen horrible hace cuatro años: una niña mató a sus padres, se escapó y nadie sabe de ella desde entonces, aunque se supone que se ahogó en un río. Todo indica que se trata de una película más sobre una casa maldita, pero el argumento intenta ocultar sus obvias intenciones mediante la treta de mostrar que el único sobreviviente de aquella tragedia, el hijo mayor, es un joven estudioso, retraído y de buenos modales. Tiene un un único secreto: esconde a su querida hermanita en un sótano. La diferencia es que parece hacerlo por piedad, porque no quiere que la internen en un manicomio. Elissa se enamora de él y durante un buen rato el conflicto se centra en esperar el momento en que la hermana perturbada se escape de su refugio subterráneo y ataque a la chica que tiene la mala suerte de que su madre siempre trabaje en el turno noche del hospital. Claro que en determinado momento las cosas girarán en otra dirección (no tan inesperada como quisieran los guionistas). Y lo que hasta ahí era un lento desarrollo de una tétrica historia familiar y sentimental pasará a ser un compendio de psicopatología dudosa y un catálogo de impericias narrativas originadas en la incapacidad de distinguir entre una explicación y una revelación.
"Es muy triste que una madre tenga que declarar contra su propio hijo" (Norma Bates, Psycho, 1960) Desde su salto al estrellato con Winter's Bone, película que le valió una nominación al Oscar, Jennifer Lawrence se ha anotado una seguidilla de aciertos que, a los 22 años recién cumplidos, la han convertido en una de las actrices jóvenes del momento. Tras su paso por la alfombra roja, media docena de buenas películas han contado con su presencia en distinto grado de protagonismo pero, como suele ocurrir con quienes en su rápido ascenso aceptan múltiples proyectos, un esqueleto en el armario esperaba ver la luz. El rodaje de House at the End of the Street comenzó apenas semanas después del limitado lanzamiento en Estados Unidos del film que la haría conocida, y su estreno mundial se produce luego de que la actriz, a base de logrados papeles, se haya ubicado en la cresta de la ola. De esta forma, un producto mediocre de terror que pudo haber merecido un destino directo al formato hogareño, encuentra en el repentino éxito de su protagonista una forma de llegar a las carteleras del mundo y, no solo eso, también liderar la taquilla. Oh, el sueño americano. Lo cierto es que la casa de al lado se ubica en un lugar común, y si parece que lo que estoy diciendo es que la zona en donde residen los protagonistas es corriente, lo que en verdad pretendo decir es que la película es un cliché detrás de otro. Hasta determinado punto, Mark Tonderai goza del beneficio de la duda y muchas de estas cuestiones se ignoran en favor del desarrollo de la trama. Si, la recién llegada Elissa entabla una relación con el atormentado Ryan a pesar de que todo el pueblo piensa que es un bicho raro, pero la posibilidad de lograr algo diferente todavía está en manos del realizador, que nos hace partícipes de una faceta oscura ignorada por todos los demás. Aún a partir del comienzo trillado, el guión de Jonathan Mostow y David Loucka -autor de la olvidable Dream House que, para emparejar los tantos, se conoció después de finalizado este rodaje- podía funcionar y, de hecho, lo hace durante buena parte, pero una fractura (literal) de la trama potencia el desbarranco general. La comodidad o pereza de los guionistas conduce a House at the End of the Street por un barrio conocido por todos, desaprovecha la clara salida hacia terrenos menos familiares y, por medio de sucesivos flashbacks, relatos a medias y un volantazo injustificado, se estaciona torpemente a las afueras del Motel Bates. A esta altura para Jennifer Lawrence, que aún desaprovechada como una scream queen más logra una buena actuación y sale bien parada incluso cantando, esta casa debe ser un lejano punto en el espejo retrovisor. Para quienes ya la hayan visto, también.
Todo es lo que parece Es triste como las películas de terror cada vez van cayendo en los mismos estereotipos y malas resoluciones de siempre. Hoy en día todas las historias se parecen en todo. Desde los personajes hasta las acciones. Incluso, o son predecibles o el final es delirante. Pues este caso, es exactamente eso. Nada en "La casa de al lado" es distintivo, cada una de las piezas de su concepción son copias de las últimos éxitos adolescentes del género. Como es de costumbre, lo mejor de la película se encuentra en su ambientación. Lugares oscuros y terroríficos, propicios para el horror, envuelven a la película de principio a fin. Aunque acá exageran en el pavor (el diseño visual se acerca más a una película de fantasmas), es indispensable para generar tensión en el espectador. Ojo, no hay nada nuevo ni diferente. Simplemente aquí hicieron un buen trabajo. Sin embargo, como siempre el problema de estas películas es su historia. Para generar terror es indispensable tener una buena trama. No basta con el típico golpe de sonido o la repentina aparición en cámara. Esos son sustos no miedo. Al principio la película parece ser llevada con bastante eficacia. La tensión se va acrecentando poco a poco. Nada muy llamativo, pero tampoco cuestionable. El problema es cuando lo inevitable debe suceder y el horror debe materializarse. Allí es donde la historia cae en las forzadas vueltas de tuercas e irritantes resoluciones. Nuevamente al final, como pasa siempre, sacrifica verosimilitud en búsqueda de entretenimiento. Personajes desechables mueren como si nada y villanos y protagonistas sufren de todo pero no caen. Es importante aclarar que ningún personaje presenta un desarrollo merecedor de algún tipo de reconocimiento. Todos son trillados y superficiales, con los típicos problemas descriptos de la manera menos original posible. El trastorno psicológico que padece el villano es increíblemente ridículo. Con solo pensar un poco cualquiera puede darse cuenta que nada motivo que se comportara de esa manera. Algo que llama la atención es como sin razón alguna todo el pueblo le tiene miedo al villano y aunque realmente era infundado ese temor, al final tenían razón. Incluso a pesar de que la ley actuando competentemente digiera lo contrario. Raro.
Adiós hermano cruel En medio de un bosque, a metros de la casa a la que se muda una chica con su madre (Jennifer Lawrence y Elisabeth Shue) se encuentra otra casa. Allí, años atrás, la hija menor de un matrimonio aparentemente mató a sus padres. La adolescente recién llegada entablará relación con el sobreviviente de aquella matanza, el hermano mayor de la asesina desaparecida. La receta suena ideal para un filme clásico de terror: caserón estigmatizado, el bosque, muchos jóvenes y una chica psicópata con los pelos chorreando sobre un rostro oculto, pero la propuesta termina convirtiéndose en un cúmulo de cliché y escenas predecibles. Apenas la presencia protagónica de la actriz de “Lazos de sangre” y “Los juegos del hambre”, Jennifer Lawrence, logra impregnar al filme de un efímero interés, que se da de bruces contra los primeros y berretas golpes de efectos sonoros y visuales. Una película de terror y suspenso que no asusta demasiado (aunque tiene la buena intención de buscar el susto a partir de seres de carne y hueso) y que sorprende sólo cuando una puerta se cierra de golpe.
Un chisme. “Hola doña. Que suerte que la encuentro. No sabe de lo que me enteré. ¿Vio esas películas que dicen estar basadas en hechos reales? Bueno, parece que una señora (joven ella) se mudó con su hija a la casa frente a la del Sr. y la Sra. Jacobson. La que está al final de la calle ¿vio? Ahí donde dicen que la hija los mató y después se suicidó, aunque nunca encontraron el cuerpo. Encima dicen que el hijo volvió de no se dónde y ahora vive ahí. Anda prendiendo la luz como a las tres de la mañana. Y cada vez que la cámara enfoca la casa suena una musiquita tenebrosa así que para mí algo pasa… Igual no se vaya a creer que la cosa es tan fácil ¿eh? La nena anda un poco rebelde así que va y traba relación con el muchacho que pone tanta, pero tanta, cara de santito todo el tiempo que se ve falso como moneda de tres pesos. Una de dos, es tonto o asesino, pero como el sheriff del pueblo lo defiende ¿para qué va a andar preocupándose de lo que la gente piense? Algunas luces tiene de todos modos porque anda a los besos con la piba. ¡Resultó ser una desobediente!!! La madre le dijo que no abra la puerta, que conteste el teléfono, que no hable con el chico y ella hace todo lo contrario. Al final la tontita es ella.” Yo no sé, pero dicen que cuando a una persona la golpean, se cae, se le dan un par de balazos y otras cosas, se muere, pero sea el que sea el villano, tiene el síndrome de “Terminator” (1984). Le dan con todo y no se muere nunca. Vea doña, yo no soy un correveidile; pero de este tipo de cosa que yo le cuento se hace una bola de nieve que termina: en chisme barato, en una edición de “Policías en acción” (canal 13), o una película mediocre. ¿Se imagina si Elizabeth Shue y Jennifer Lawrence no agarraban este cheque? Mamita, no va nadie al cine. Disculpe, me voy a ver “Intrusos”, a ver en qué anda la farándula.
Casas malditas para alquilar o vender Todos (y todas) sabemos que una casa donde sucedió una masacre o crimen violento baja notablemente su precio para compra o alquiler. Incluso afecta el valor de las propiedades adyacentes. Aunque seriamente no sabemos si lo anterior se aplica a la realidad, es una regla clásica de las películas de terror. Además, mejor si la casa está ubicada en medio de la nada o por lo menos cercana a un bosque. Quienes haya visto algunos ejemplares del género sabrán más o menos qué va a suceder: o hay fantasmas o se materializa una vieja leyenda urbana justo cuando se acaban de mudar los protagonistas. Entonces una propuesta como La casa de al lado nos obliga, en principio, a pensar “¿en serio van a intentar este argumento otra vez?”. El póster. Silencioso, nos responde: y sí. Nos enteramos rápidamente que en la casa vecina a la que se mudaron las protagonistas sucedió un asesinato terrible: una niña mató a sus padres, pero su hermano sobrevivió porque estaba viviendo en otro lugar cuando todo sucedió. El rumor o leyenda que se dispersó por el pueblo es que esta niña desquiciada aún vive en el bosque y merodea por ahí con sed de sangre. La principal diferencia entre La casa de al lado con un 90 % de las películas de argumento similar es que cuenta en el reparto con dos actrices de reconocido talento: Elisabeth Shue (Jennifer en Volver al futuro 2 y 3, Los secretos de Harry, entre otras) y Jennifer Lawrence (Lazos de sangre, La doble vida de Walter, Los juegos del hambre y un largo etcétera). Madre e hija respectivamente, quienes al comienzo parecen sostener el evidente bofe propuesto por Mark Tonderai. De hecho, hay una interesante (no brillante) construcción de la relación madre/hija, tangible por ejemplo en un montaje paralelo donde se muestra la reacción de cada una en respuesta una misma situación. Sin dudas un momento filmado con gracia, algo de sentido del humor, buen ritmo y posiblemente lo mejor en un contexto bastante pobre. Lamentablemente, el peso de la convencionalidad y torpeza del guión cae sobre la historia y cualquier cosa que puedan hacer estas actrices resulta insuficiente para dejar pasar por alto estas fallas. Shue es sólida; y Lawrence tiene fotogenia, talento, curvas y hasta canta con dulce voz en este film, pero no alcanza. De repente, Tonderai nos quiere recordar que La casa de al lado es un film de terror, y entonces nos aturde con violinazos mentirosos, sustos de cabotaje o una luz prendida en una casa donde no debería vivir nadie, todo subrayado por un estruendo guarango. La casa de al lado es entonces dos películas: un drama adolescente medio y una de terror mala. Con respecto a la “sección terror”, vale mencionar un buen momento, con alta tensión (ATENCIÓN, A CONTINUACION SE CUENTAN DETALLES IMPORTANTES DE LA TRAMA): es cuando descubrimos que la niñita asesina y loca está viva, encerrada por su hermano en el sótano del sótano de su extraña casa. Se escapa desquiciada, casi poseída, y va corriendo a la casa de la protagonista, seguramente para matarla (aunque no sabemos por qué). Esa corrida por el bosque es un momento de esperanza para quien está mirando, pero no se engañen: la resolución torpe y los ridículos giros en la trama acaban con cualquier posibilidad de redención de La casa de al lado.
Jennifer Lawrence cayó en la maldición de las destacadas actrices del cine y protagoniza su (desalentadora) primera incursión en el terror, género que amenazó con desestabilizar la carrera de más de una celebridad. Aquí, hija adolescente y madre conflictiva (Elisabeth Shue) se mudan a un nuevo pueblo en donde las casas son enormes, los jardines lo son aún más y las distancias entre los sicópatas y la civilización son kilométricas. Hasta allí van a parar estas dos desprotegidas mujeres quienes logran pagar el alquiler debido a que en la casa de al lado tuvo lugar un parricidio hace algún tiempo. Los pobladores hablan sin cesar del único sobreviviente de aquella malograda familia, incrementando el poder de la frase “pueblo chico, infierno grande”. Ni siquiera tan espantosa historia podrá generar algo de tensión o de intriga en un relato que se va plagando de lugares comunes, maniqueísmo al momento de conformar a sus protagonistas y un malo con aspecto de sicótico desde su primera aparición en pantalla. Cuando las nuevas vecinas descubran que no todo lo que se dice es cierto y que hay más por revelar de aquel sangriento doble homicidio, el pasado volverá para acallar todas las sospechas.
La casa de al lado es un producto mediocre y rápidamente olvidable, aunque la resolución no es del todo mala y logra remontar la historia. Creo que no es malo el cuentito que quisieron contar, el problema radica en que no consiguieron narrarlo en forma inquietante. Los primeros minutos vienen bien y prometen una buena historia de suspenso, pero...
Un globo inflado con nada Otra decepción más en el plano del terror y ya van... la verdad es que la mayoría de los seguidores de Jennifer Lawrence (me incluyo) esperaban otra cosa, una de terror salvadora que venga a echar un poco de luz en la cloaca oscura y olorosa en la que se ha convertido el género del terror en estos últimos 3 años. El trailer prometía, el cast tenía todo, pero como en la mayoría de los casos, los que fallan son la trama y la narración. El film tiene un comienzo alentador, demostrando los hechos violentos que tuvieron lugar en la famosa casa donde se cometieron lo crímenes, y de a poco también, la narración nos va involucrando con el personaje de Jennifer, Elissa. La historia se comienza a complicar cuando, tanto madre como hija, se percatan de que en la casa del final de la calle aún sigue viviendo gente y no está vacía como les habían dicho cuando les vendieron la nueva propiedad. En una noche de salida por el pueblo, Elissa conoce a Ryan, hijo del matrimonio asesinado y único sobreviviente de aquella catástrofe familiar. Aquí, cuando la trama debería empezar a tomar vuelo y agarrar ritmo, es cuando en realidad se empieza a desinflar el globo y todo comienza a ir cuesta abajo. Por momentos parece un melodrama teenager con algunos toques de suspenso forzado, como por ejemplo, una escena donde Ryan, el chico odiado y discriminado sin razón por los demás jóvenes del pueblo, es atacado por lo tipos populares que sin otra razón aparente que la estupidez, comienzan a romper con palos su camioneta... ¿les suena?, podría nombrar al menos 10 films para adolescentes donde los estereotipados chicos populares se la agarran con el auto del pobre flaco maltratado... Hollywood, ese estereotipo ya fue!! A ver si se ponen las pilas y empiezan a elaborar personajes más inteligentes y atractivos. Todo se vuelve predecible, sabemos quienes van a morir y quien es el malo de la película. Finalmente concluye con una escena bastante pobre en la que se trata de remarcar y justificar el accionar del villano. Cuando se recurre a este mecanismo, es casi siempre un indicador de la carencia de la trama, y "La casa de al lado" no fue la excepción. La pobre Jennifer Lawrence la remó con mucho esfuerzo, razón por la cual la cinta se torna digerible por momentos. Una entrega más en el género del terror que no logra destacarse y acrecienta su mala reputación.
Publicada en la edición digital #244 de la revista.