El calvario del pueblo armenio. La anécdota que enmarca a priori a La Promesa (The Promise, 2016) nos sirve para ubicar a la película en su justo lugar y sopesar la importancia del tópico que analiza: si bien ya existieron con anterioridad propuestas que trataron de manera directa o indirecta el genocidio armenio a manos de los esbirros del otrora Imperio Otomano durante un período que abarca principalmente la Primera Guerra Mundial, como por ejemplo El Destino de Nunik (La Masseria delle Allodole, 2007) de los hermanos Paolo y Vittorio Taviani, hoy estamos ante el primer film hollywoodense que se mete con la temática, circunstancia que generó que en IMDb la obra tuviese miles y miles de votos antes de su estreno comercial a nivel global, la mayoría de los cuales eran lapidarios y respondían a los esperpentos negacionistas musulmanes. La jugada, amparada por un estado turco que jamás reconoció la masacre, terminó siendo contraproducente porque avivó aún más el interés del público. Este opus de Terry George, un guionista y director británico de larga trayectoria, se vale de la fórmula patentada por David Lean, esa centrada en las épicas románticas/ históricas aunque en esta oportunidad sin el tono acartonado y el humor chauvinista de antaño, para construir una denuncia tardía pero muy eficaz en torno a los pormenores del que fue el primer genocidio del siglo XX. Aquí el “conflicto del corazón” está siempre latente como cabía esperar, no obstante se le asigna una trascendencia narrativa inusitada -para lo que suele ser el estándar de las producciones a toda pompa de Estados Unidos- a un contexto sociobélico que se lleva por delante a cada uno de los protagonistas y sus familias. El desempeño de George, sobre todo en lo que respecta al entramado general de los vínculos y el desarrollo de la persecución, es realmente interesante y deja entrever la vigencia del esquema clásico cuando se lo pone al servicio del talento y la consciencia política libertaria. De hecho, La Promesa logra sacarle lustre a la vieja premisa del triángulo amoroso con una dignidad que asombra, ahora entre Mikael Boghosian (Oscar Isaac), un boticario armenio de un pueblo del interior del Imperio, Ana Khesarian (Charlotte Le Bon), una instructora de danza -también de origen armenio- que vivió un tiempo en París, y Chris Myers (Christian Bale), un periodista norteamericano que cubre la guerra. Cuando Mikael utiliza el dinero de su arreglo matrimonial para viajar a Constantinopla a estudiar medicina y allí conoce y se enamora de Ana, la relación generará un dilema en primera instancia con Maral (Angela Sarafyan), la bella joven de su pueblo con la que debería casarse, y luego con Chris, el novio de Ana. El relato apuesta a la sutileza y deja muchas cosas en el terreno de lo “no dicho” ya que rápidamente se decide a profundizar la descripción de la cacería, la expulsión y los asesinatos masivos de armenios a lo largo de esta fase consagrada a la limpieza étnica. George reconstruye con gran precisión el calvario que padecieron las minorías no islámicas debido a un proceso sistemático de separación de las familias -y ni hablar de los amantes y amigos- con vistas a hacer marchar a los cristianos hacia el desierto o trasladarlos a campos de trabajo esclavo o directamente acribillados en cualquier lugar y circunstancia, ya sea bajo el accionar de pogromos y/ o de la milicia turca. La felicidad del comienzo y las dudas sentimentales posteriores, en Constantinopla, de a poco se transforman en elementos casi nimios frente a la sombra amenazante de la muerte y sus múltiples encarnaciones. La fotografía de Javier Aguirresarobe, apuntalada en un digital muy bien aprovechado, tiene su contrapunto perfecto en el excelente desempeño del elenco en su conjunto. El realizador sale airoso tanto en el campo retórico tradicional como en lo referido al enclave testimonial, redondeando una epopeya a la vieja usanza que satisface las expectativas acumuladas, ilustra con convicción lo acaecido un siglo atrás en la frontera entre Europa y Asia, y ayuda a reparar la memoria histórica para salvarla de los cómplices actuales de las atrocidades…
A la hora de hacer una película, es vital tener una visión clara sobre el tema a tratar e intentar contar algo que vaya acorde a esta opinión. Así el concepto que intentamos transmitir, de la mano de los recursos cinematográficos que seleccionemos, no se diluye en el relato y el film tiene una visión coherente. Lo importante no es en sí el mensaje que transmitimos, sino que la experiencia de ver la película transmita una idea clara, que los elementos narrativos y visuales converjan en los sentidos del espectador, que se vaya lleno de emociones producidas por la película. No es el “qué” se cuenta, sino el “cómo” se cuenta. La Promesa (The Promise) claramente es una crítica a los hechos ocurridos en la masacre armenia, el primer genocidio del siglo XX, pero por momentos la visión del director se ve nublada por un montón de clichés del cine romántico y una fuerte necesidad de poner al protagonista en apuros porque sí. El triángulo amoroso de La Promesa, es lo más aburrido de la película. El personaje de Oscar Isaac se enamora de una joven llamada Anna, interpretada por Charlotte Le Bon, quien también tiene la “suerte” de ser el interés amoroso del personaje de Christian Bale. El triángulo amoroso ambientado en esta horrible época de guerra, es quizás lo más aburrido de la película, sus idas y vueltas no resultan del todo interesante, ni generan la emoción que se suponía debían generar. Sin mencionar que por momentos algunos giros de la trama son demasiado obvios. Lo bueno que tiene La Promesa, es todo lo que se relaciona con la guerra y las consecuencias de ésta. La manera en que los armenios son maltratados, segregados y asesinados llama la atención y es el plato fuerte. Mucha violencia política y escenas donde la moral se pone en juego. Lamentablemente Terry George, el director, busca todo el tiempo que el personaje de Isaac la pase totalmente mal, al punto de que sus acciones parecieran en vano durante todo el transcurso de la película. Esto si bien, es comprensible en el contexto en el que se desarrollado por el film, por momentos se siente un poco forzado. La Promesa, se queda en una buena idea, pero no logra llegar a ser una película que realmente valga la pena. Lo que si podemos decir a su favor, es que es llevadera y se deja ver. Ideal para ver un domingo a la tarde.
La promesa es una película que te deja con sentimientos encontrados. Por un lado ofrece un retrato brutal y abrumador del genocidio armenio como nunca se había trabajado en el cine, pero al mismo tiempo arruina el concepto central de la historia con el exceso de melodrama en un triángulo amoroso olvidable. Si el director Terry George hubiera encarado estos hechos reales como lo hizo en esa gran película que fue Hotel Ruanda, con Don Cheadle, el resultado hubiera sido muy superior. Pese a todo no deja de ser una producción importante que expone con rigurosidad histórica los horrores del genocidio armenio, que en la actualidad todavía es negado por el gobierno de Turquía. Se trata de una de las grandes barbaridades ocurridas en el siglo 20 que en el mundo del arte, al menos a nivel popular, no cuenta con grandes antecedentes. Salvo por aquella excelente obra de Atom Egoyan, Ararat, que se estrenó hace unos años en los cines, no surgieron numerosas películas que abordaran este tema. En ese sentido La promesa contribuye con figuras de Hollywood de renombre, como Christian Bale y Oscar Isaac, a que esta historia llegue a un público masivo. La desventaja de esta producción es el modo que el director desarrolló el conflicto. En lugar de darle la intensidad dramática que tuvo Hotel Ruanda en este caso optó por evocar el viejo cine hollywoodense. Por momentos la trama intenta emular a Casablanca en los últimos días del Imperio Otomano como contexto histórico y la idea no termina de funcionar. Bale e Isaac brindan muy buenas interpretaciones y la película logra ser interesante cuando retrata las tensiones políticas que se generan a comienzos de la Primera Guerra Mundial. Ese aspecto de la trama estuvo muy bien trabajado pero el film de George pierde fuerza cada vez que se concentra en el romance. El triángulo amoroso que conforman los tres protagonistas no sólo es aburrido, sino que además queda fuera de contexto dentro del caótico ambiente político que rodea a los personajes. La promesa costó cerca de 100 millones de dólares y ofrece una reconstrucción histórica impecable que eleva la calidad artística del film desde los aspectos técnicos. Sin embargo, la idea de hacer más comercial a esta propuesta a través del melodrama trillado opacó los méritos de una obra que trata un tema muy importante que no debe caer en el olvido.
A pesar de que la trama romántica del film resulta un tanto tediosa, la correcta puesta en escena y el talento de sus intérpretes hacen de La Promesa una película digna de ver. El 24 de abril de 1915 daba inicio uno de los capítulos más oscuros de la historia. El antiguo Imperio Otomano está en decadencia y su poder comienza a desmoronarse. Una Guerra Mundial se avecina. En el medio de la escalada de conflictos el gobierno del Imperio decide “relocalizar” a los ciudadanos armenios. Estas deportaciones forzosas bajo condiciones inhumanas, con mujeres y niños sometidos al hambre, la sed y las interminables caminatas por zonas desérticas; en realidad enmascaraban un plan de aniquilación de la población armenia que hasta el día de hoy se conoce como el Genocidio Armenio, masacre en la cual se estipula que murieron alrededor de 1.500.00. personas. Michael Boghosian (Oscar Isaac) es un estudiante de medicina nativo de Siroun, un pequeño pueblo al sur de Turquía, que viaja a Constantinopla, la capital del Imperio, para continuar sus estudios. Viviendo en la casa de sus acaudalados tíos, Michael conoce a Ana Kheserian (Charlotte Le Bon), una joven armenia y a su pareja Chris Myers (Christian Bale), un reconocido periodista estadounidense de Associated Press. La atracción entre Michael y Ana es irresistible, pero mientras el conflicto bélico estalla a su alrededor ellos deberán mantener sus sentimientos a raya. Además, Michael también está comprometido con una joven de Siroun llamada Maral (Angela Sarafyan). El director Terry George ya demostró su habilidad para narrar dramas históricos fuertes con Hotel Rwanda (2004), film protagonizado por Don Cheadle que relata el Genocidio de Ruanda. Aquí, pese a que la trama romántica y el triángulo amoroso son ficticios, la historia real rodea a los personajes: el genocidio del pueblo armenio, la resistencia en la montaña de Musa Dagh, la guerra. La puesta en escena y la reconstrucción histórica del film son sus puntos fuertes. Todos los actores están muy bien en sus papeles, destacándose especialmente Oscar Isaac y Charlotte Le Bon. También hace un gran trabajo a la hora de mostrar el sufrimiento del pueblo armenio y la brutalidad de los hechos históricos. La principal falencia de la película aparece en el vehículo que impulsa la trama: la historia romántica termina siendo mucho menos interesante que todo lo que la rodea. Cada vez que el film vuelve a la historia del triángulo amoroso entre Michael, Ana y Chris todo se vuelve tedioso y el ritmo de la película se estanca. Es lo bastante dulce para matizar toda la barbarie que sucede alrededor de los protagonistas, pero no lo suficiente para mantener al espectador interesado en el conflicto interno de los personajes, es más atractivo el conflicto externo. Sacando ese detalle, La Promesa es un film bastante entretenido y disfrutable; algo a destacar ya que es la primera producción holywoodense de gran nivel que retrata el Genocidio Armenio. La película se vio envuelta en una gran polémica previa a su estreno, ya que miles usuarios turcos se manifestaron en contra del film mediante foros de internet y utilizaron cualquier espacio de crítica o reseña cinematográfica para hablar mal del film y calificarlo de forma negativa, como un intento de influir en la percepción del público.
El director Terry George (“Hotel Rwanda”, importantes series de televisión) coescribió con Robin Swicord) esta historia sobre el terrible tema de genocidio armenio., que comenzó en l915 con la detención y la deportación de los armenios de parte del tambaleante imperio otomano, que provoco la muerte de mas de un millón y medio de integrantes de esta etnia. Un genocidio no reconocido como tal por las autoridades turcas, a pesar del permanente reclamo de la comunidad Armenia en todo el mundo. Pero en la historia se incluye un fuerte triangulo amoroso y los vaivenes de esa historia de amores cruzados hace correr el riesgo de banalizar un tema tan dramático, dejándolo solo como un terrible telón de fondo. La historia de un estudiante de medicina que para profundizar sus conocimientos en Constantinopla debe utilizar la dote de su futura esposa se cruza con una profesora de baile y su novio periodista. Resulta inevitable la rivalidad de esos hombres. Las idas y vueltas de esos amores enredados con tanta convulsión e injusticia política están muy bien llevados por actores protagónicos. Christian Bale, Oscar Isaac y la bellísima Charlotte Le Bon, mas una corta participación de Jean Reno. Con evidentes intenciones épicas, mas las vueltas de la pasión no es una gran película pero por actuaciones y la ambientación, y la tensión del relato se transforma en una buen entretenimiento.
Amar en tiempos de genocidio Dirigida por Terry George, la nueva película de Christian Bale cuenta en clave de drama romántico el genocidio armenio perpetrado por el Imperio Otomano durante la Primera Guerra Mundial, en que fueron exterminados más de un millón y medio de personas. Un triángulo amoroso sirve de disparador para llevar adelante una historia trillada con actuaciones regulares, a la altura del guión. Hollywood siempre gustó de los amores imposibles. Desde Casablanca (1942) pasando por Titanic (1997) a la reciente La La Land: Una historia de amor (2016) se cuentan infinidad de ejemplos que llevan a la pantalla grande la pasión de los amantes. Estos dramas románticos se enmarcan en algún contexto histórico particular que se va revelando en paralelo a la historia principal. En esta línea se encuentra La Promesa (The Promise, 2016) la nueva película del director Terry George (En el nombre del padre) que narra el amor prohibido entre un estudiante de medicina armenio (Oscar Isaac), y una extranjera (Charlotte Le Bon) casada con un periodista norteamericano (Christian Bale) que denuncia el exterminio sufrido por el pueblo armenio de parte del Imperio Otomano durante la Primera Guerra Mundial. La Promesa respeta a rajatabla el formato de drama clásico: el uso de planos generales para mostrar el exotismo de la región turca, los planos cortos para referir a las emociones de los personajes, un vestuario de época cuidado hasta el último detalle y música grandilocuente para los momentos épicos de batalla y pasión. Esto que en principio parecería una virtud, es su principal problema. Tanto apego al género crea una pérdida de originalidad y atenta contra la identidad particular de la película, sobre todo por el guión, demasiado estructurado, con diálogos ya escuchados que limitan a los actores en el despliegue de sus propios recursos. Poco puede hacer Christian Bale -en la que tal vez sea la peor elección de un papel en su carrera- como Chris, un periodista de la agencia norteamericana AP, que viaja a Turquía como corresponsal de guerra junto a su esposa, Ana, interpretada por Charlotte Le Bon (En la cuerda floja, 2015), que se enamora de Michael, un estudiante de medicina armenio que debe escapar del Imperio Otomano. El triángulo amoroso rebalsa de lugares comunes: promesas hechas mirándose a los ojos y abrazos poco creíbles que parecen sacados de una novela de la tarde. Lo mejor del trío es Le Bon, que con pocos recursos elabora un personaje interesante y refinado, aunque no pueda escapar del guión escrito por George y Robin Swicord (El curioso caso de Benjamin Button, 2008). La poca profundidad de los diálogos conspira contra un Bale que muestra una faceta actoral vulgar, contrario a lo que el ganador del Oscar por El Ganador (The Fighter, 2011) siempre había demostrado. Tampoco logra despegar del pastiche el actor guatemalteco Oscar Isaac (Drive, 2014) que interpreta a Michael, el joven estudiante de medicina enamorado. El personaje concentra gran parte del conflicto y alcanza cierta emotividad elaborada en algunas escenas. Lo positivo de La Promesa es la visibilización del genocidio armenio contado como lo que fue: una atroz matanza de parte del Imperio Otomano que es negado hasta el día de hoy por el estado turco. También destaca la fotografía a cargo del español Javier Aguirresarobe (Mar Adentro, 2014) y una edición precisa de parte de Steven Rosenblum. Los nombres de experimentados actores como Jean Reno y James Cromwell no alcanzan para enmarcar una historia demasiado artificial y efectista que tal vez a los amantes del género les sirva de distracción pasatista.
UN LARGO CAMINO A CASA La guerra es el trasfondo de este triángulo amoroso que, en realidad, termina siendo una excusa. El guionista y director Terry George no tiene grandes títulos en su haber más allá de “Hotel Rwanda” (2004) y algunos episodios de “In Treatment” (2008–2010), pero su filmografía suele estar ligada a dramáticos hechos reales, muchas veces adornados, como en el caso de “La Promesa” (The Promise, 2016), con un clásico triángulo amoroso en tiempos de guerra. Este drama romántico, en realidad, termina siendo una excusa para tratar un tema poco visto en la pantalla grande: el genocidio armenio, ocurrido a partir del año 1915, mientras el resto del mundo posaba sus ojos en el conflicto de la Primera Guerra Mundial. Estamos en 1914, la guerra está por estallar y arrastrar con ella al poderoso Imperio Otomano. En medio del creciente caos, Michael Boghosian (Oscar Isaac), cristiano armenio, llega hasta Constantinopla (hoy Estambul) desde su pueblito natal al Sur de Turquía, para estudiar medicina moderna y así poder volver a Siroun convertido en todo un doctor para casarse con su prometida Maral (Angela Sarafyan). Michael usó la dote para pagar sus estudios y “prometió” regresar a los brazos de su futura esposa lo antes posible, pero las cosas empiezan a empeorar en la capital, poniendo en riesgo la integridad de todos los armenios. Mientras tanto el joven continúa progresando en la escuela, logra zafar del reclutamiento gracias a su amigo Emre –hijo acomodado de un militar turco- y, de paso, conoce a Chris Myers (Christian Bale), periodista americano de Associated Press, y a su compañera Ana Khesarian (Charlotte Le Bon), una artista armenia que, inmediatamente, lo encandila con su belleza, talento, su espíritu libre y la herencia que comparten. El romance no se puede evitar, como las tensiones entre Michael y Chris, pero hay cosas peores para sobrellevar. Los turcos se aliaron con los alemanes y el Imperio decide perseguir violentamente a sus propias minorías étnicas. Viendo el panorama desolador que les aguarda, no les queda otra que unir fuerzas para tratar de sobrevivir a toda costa. Lo que siguen son mil y una peripecias para cada uno de los protagonistas desparramados por la región. El triángulo amoroso termina siendo lo menos interesante de “La Promesa”, ya que el director se concentra en mostrar el horror desde diferentes puntos de vista. El del periodista que quiere mostrar la verdad (aunque hasta el día de hoy el gobierno Turco niega que haya existido tal genocidio), y el de los armenios, cuyas familias fueron masacradas sin remordimiento alguno. La película no contiene ningún elemento que se destaque, aunque las actuaciones son correctas (más allá del extraño acento de Isaac), al igual que la narrativa de George. El realizador cuenta demasiado en muy poco tiempo, pero deja en claro lo que quiere mostrar sin filtro alguno: el genocidio, la matanza indiscriminada y la lucha de una colectividad (como tantas otras) que no se dejó exterminar. Todo suena bastante de manual, y a pesar de ser una súper producción, “La Promesa” carece de la épica que suele rodear a este tipo de películas. Igual, el mensaje funciona, recordándonos que la raza humana es ese animalito que vuele a tropezar, una y otra vez, con la misma piedra. Tal vez no quede en la historia del séptimo arte, pero los involucrados lograron crear, de alguna forma, un documento sobre un tema poco explorado y perdido entre las cruentas páginas de la historia.
Cuando se cumplen 99 años del genocidio armenio llega esta película que recupera ese contexto histórico, poco explorado por la ficción, a cargo del director de Hotel Rwanda, Terry George. Claro que el centro de La promesa es un triángulo amoroso, con la guerra como marco. La historia sigue a Michael -Oscar Isaac-, que sueña con convertirse en doctor en la Armenia de 1914 y estudia en Constantinopla. Allí se enamora de Ana, una bella mujer que está ya comprometida en otra relación con Chris, un periodista estadounidense -Christian Bale-, ocupado con el reporte de las tensiones crecientes con Turquía. La promesa acompaña el crecimiento de esas tensiones, y el estallido de la guerra, con la de las pasiones de su trío. George se empantana ahí por los caminos, y los ritmos, del culebrón. Tampoco brilla por la sutileza el cruce entre acción histórica y romántica de la película, incluidos los sobreactuados ataques de furia del bravo Chris que compone Bale. Pero a pesar de estos inconvenientes logra envolver. Y entretener.
La promesa: tan bello como trágico Corre el año 1914 y a medida que se avecina la Primera Guerra Mundial, el imperio otomano se va desmoronando. Constantinopla está a punto de ser consumida por el caos. Michael Boghosian (Oscar Isaac) llega al centro cosmopolita como médico decidido a llevar la medicina moderna a Siroun, su pueblo ancestral, en el sur de Turquía, donde los musulmanes turcos y los cristianos armenios han vivido siempre en paz. El periodista Chris Myers (Christian Bale ) está aquí para cubrir la situación, pero hipnotizado por su amor por Ana (Charlotte Le Bon), una artista armenia que lo ha acompañado desde París. Cuando Michael conoce a Ana, la herencia armenia que comparten genera una atracción que deriva en una rivalidad romántica entre los dos hombres. Pero cuando los turcos se alían con Alemania y el imperio se revoluciona contra sus propias minorías étnicas dejan de lado sus pasiones y se unen para sobrevivir. El director Terry George elaboró una historia plena de poesía, de violencia y de fuerte contenido dramático que convierten al film en una impecable muestra de esos personajes envueltos en una cruenta guerra que dejó como saldo miles de armenios muertos. La calidez con la que el realizador relató esta trama es el punto más alto de este episodio que un excelente elenco convierte a La promesa en un film tan bello como trágico.
Triángulo amoroso en serio peligro El trío protagónico (Oscar Isaac, Charlotte Le Bon y Christian Bale) está por encima del relato. Armenio y francoarmenia. Oscar Isaac y Charlotte Le Bon, y un amor que se les complica en 1914. Diamond Hay muchas maneras de testimoniar la crueldad de una guerra o de un genocidio. Una de ellas es a partir de un romance, ficticio o de la vida real. Terry George, el irlandés que había dado ya muestras de cómo retratar un genocidio en Hotel Rwanda (2004), elige la del romance, pero le suma una arista: es el triángulo amoroso el que, en apariencia, prima en La promesa. Y sus vértices son el guatemalteco Oscar Isaac (Poe Dameron en los nuevos capítulos de Star Wars), la canadiense Charlotte Le Bon y el galés Christian Bale. La época: 1914. El lugar: Constantinopla y Siroun, un pueblo el sur de Turquía. Los personajes: Mikael Boghosian, un estudiante de medicina armenio que promete casarse con una joven a la que no ama, pero cuya dote le permitirá ir a Constantinopla y poder hacer lo que quiere en su vida profesional; Ana Kesharian, una maestra francoarmenia que se dedica a la enseñanza de los hijos del primo del padre de Mikael; y Chris Myers, su pareja y furibundo periodista de la Associated Press. Al caos del momento se suma el del triángulo. Los tres personajes son nobles de corazón (quieren lo mejor para todos, salvan vidas, pelean por amparar niños huérfanos de los ataques turcos, difunden las atrocidades, respectivamente), pero en el asunto sentimental llevan todo también sin herir a nadie. Parece difícil, pero en la trama de La promesa todo es posible. No lo intenten en casa. Eso de postergar los sentimientos personales por un bien mayor suena a heroísmo. Hace cien años y en la actualidad. Allí donde los turcos musulmanes y los armenios cristianos convivieron durante siglos, harán eclosión el drama, la tragedia y también la película. Y está el genocidio, que poco a poco va adquiriendo mayor protagonismo hasta abarcarlo casi todo. Al filme le falta un claro poder de síntesis (133 minutos, para lo que cuenta en su trama, es mucho) y le sobran casualidades. Cómo se encuentran Mikael, Ana y Chris sin un GPS es envidiable.
Con un gran elenco y un contexto rico como el genocidio armenio se estrena La promesa: una película con potencial pero que no está a la altura de lo que la historia necesita. Previo a la Primera Guerra Mundial Turquía era un país con varias etnias y religiones conviviendo armoniosamente, o eso parecía. Michael es un joven armenio que vive en un alejado pueblo y que, gracias a su arreglo matrimonial, puede ir a Constantinopla a estudiar medicina. Es entonces cuando Turquía origina una persecución contra los ciudadanos armenios que desatará el primer gran genocidio del siglo pasado. En medio de ese conflicto Michael conoce a Ana, la linda institutriz de sus sobrinas, pero que está de novia con Chris, un responsable y bonachón corresponsal estadounidense que se ve, de un momento a otro, documentando las violaciones a los derechos humanos que se cometen. El genocidio armenio es una de las grandes deudas del siglo XX. No fue aún reconocido por ningún gobierno turco y casi no tiene difusión. El potencial de este conflicto para contar en el cine es inmenso y, sin embargo, desde muy temprano en la película el director decide teñir la historia con un triángulo amoroso que nada tiene para aportar al cine, ha sido visto muchas veces y es predecible hasta el hartazgo. Situaciones forzadas, casi rayando lo inmoral (por ejemplo que los personajes se enamoren mientras el novio de la protagonista está cubriendo los crímenes cometidos por el estado turco) hacen que el espectador nunca logre conectarse por completo con la historia de amor. El elenco es de primera: Oscar Isaac en el protagónico está muy bien y Christian Bale como su contrafigura no destaca pero no resta. Sorprende la carismática Charlotte Le Bon que, más allá de su belleza, transmite mucha emotividad. El resto del producto es correcto pero, principalmente por su temática complicada y la distancia que la historia principal genera en el espectador, no termina teniendo la relevancia que el conflicto histórico reclama y el triángulo amoroso realmente no logra en ningún momento tener la impronta necesaria, probablemente porque el delineado de los personajes no está bien pensado y el espectador nunca siente un deseo real porque ellos construyan su relación.
Amor en tiempos de guerra. A principios del siglo veinte, en un pueblo rural perdido en las montañas de Turquía, un joven armenio tenía el sueño de expandir su oficio de boticario estudiando medicina en la capital. La única forma de pagar por sus estudios es comprometiéndose en matrimonio con la hija de un vecino en mejor posición económica, dejando en pie la promesa de regresar en cuanto pueda para casarse e instalar una clínica en el pueblo. Al principio todo fue mejor que lo esperado para Mikael (Oscar Isaac): hizo amigos, se convirtió en estudiante estrella y hasta conoció a una mujer que lo hizo cuestionar su promesa, a pesar de que Anna (Charlotte Le Bon) está en pareja con Chris (Christian Bale), un periodista estadounidense que parece ser el único que sabe lo que se está por venir. La Historia, en cambio, tenía otros planes. Con el comienzo de la Primera Gran Guerra hubo un brote nacionalista entre la población turca, que puso en la mira a los armenios que hasta entonces vivían tranquilamente entre ellos. Lo que sigue es nuestro protagonista siendo obligado a abandonar sus estudios y luego es enviado a un campo de trabajos forzados, antes de enterarse lo que realmente está sucediendo. Logra escapar casi por accidente y así regresa a un mundo que ya no es como lo había dejado sólo unos meses antes. Mikael encuentra a su familia pasando graves penurias, mientras Anna y Chris trabajan para exponer al resto del mundo el genocidio que está llevando adelante el gobierno otomano. Un triángulo desarmado: Las historias inspiradas en hechos reales corren siempre el mismo riesgo al intentar balancear un hecho histórico con un relato de ficción que atrape al público; La Promesa no es una de esas excepciones que salen airosas del intento. Los personajes principales no son lo suficientemente carismáticos como para generar la empatía profunda que una historia de este tipo requiere, pero al menos la parte de la película que se enfoca en el drama histórico está narrada con suficiente ritmo como para soportar su considerable extensión. No es que no se le hubieran podido quitar varias escenas sin que sufra el conjunto o se apoye demasiado en una serie de casualidades fundamentales para que todo salga como debe, pero al menos la acción es continua y mantiene el interés por la mayor parte. En contraste, la trama principal de La Promesa no se vería debilitada si desapareciera el triángulo amoroso, porque todo el romance parece puesto a la fuerza para cumplir con algún requisito del estudio. Estorba más de lo que aporta y diluye el contenido de denuncia sobre un hecho que no ha recibida mucha atención del cine o el público general. Más allá de una muy buena reproducción de época, principalmente por algunos escenarios de Constantinopla, como el histórico Gran Bazar, los apartados técnicos de la película son correctos sin llamar la atención, quedando sólo como un marco para que los intérpretes hagan su trabajo. Conclusión: La Promesa funciona como drama histórico pero falla en su intento de introducir algo de romance en la trama, dando como resultado una película extensa, con personajes con los que no es fácil conectar como para que realmente nos importe lo que les pasa.
Entre 1915 y 1923, alrededor de dos millones de civiles armenios fueron forzosamente deportados y exterminados por el gobierno de los Jóvenes Turcos en el Imperio Otomano. Este suceso aberrante de nuestra historia, considerado el primer gran holocausto, sirve como escenario para un nuevo drama de tintes históricos dirigido por Terry George (Hotel Rwanda, En el nombre del padre, En defensa del honor) y protagonizado por Oscar Isaac, Charlotte Le Bon y Christian Bale, tres muy buenos actores que están correctos en cada papel que interpretan. Como siempre, este tipo de historias requieren algo más que el puro duelo por las víctimas, es por eso que en medio de tan duro contexto se desarrolla un triángulo amoroso entre un estudiante de medicina armenio, una sofisticada mujer conocedora del mundo y un reportero americano al que no le importa meterse en problemas. Quitándonos de en medio el siempre molesto hecho de que la película esté hablada en inglés cuando claramente no es el idioma que se escuchaba en aquellas zonas y por aquellos días, La Promesa es el film más costoso acerca de este genocidio que se haya rodado jamás, sobre todo debido a la presencia de estrellas del showbiz como las antes mencionadas, además de James Cromwell, Jean Reno y Tom Hollander, por citar algunos. Un relato muy duro aunque no menos interesante que ha quedado en segundo plano por detrás del holocausto judío ocurrido durante la II Guerra Mundial -y más cercano a nosotros en línea temporal-, cuando en realidad es igualmente horroroso; sin importar el número de muertos, el problema radica en cómo lo hicieron, porque no tuvieron razones para masacrarlos así, y todavía hoy lo niegan. Mikael Boghosian deja su pueblo para estudiar medicina en una prestigiosa escuela de Constantinopla, lugar donde reside su adinerado tío y quien le ayudará con la cuota. En la mansión conocerá a Ana, niñera de sus pequeñas primas, y la mujer de la que se enamorará perdidamente. Así de la nada, transitando el mejor momento de su vida, se desata una guerra que ya se venía gestando y que empeorará en un mundo agitado por todo tipo de conflictos. Teniendo en cuenta que nuestro protagonista es armenio, sabemos que todo irá mal para él y que buscará su propia supervivencia y la de sus seres queridos a cualquier precio. Por diferencias religiosas, políticas y sociales, los turcos consideraban a los armenios unos traidores sin perdón, y fueron tras ellos sin piedad y con desmedida violencia. No será novedad ni spoiler que les diga que el 90% de los personajes que aparecen en The Promise acaban siendo asesinados, ya sean hombres, mujeres, niños, bebés, sacerdotes, ancianos, e incluso enfermos. Muy pocos pudieron escapar y resetear sus vidas en otros países, sin embargo, la herida permanecerá abierta por siempre.
Corre el año 1914. A medida que se avecina la Primera Guerra Mundial, el poderoso imperio Otomano se va desmoronando. Michael Boghosían (Oscar Isaac), llega al centro cosmopolita como futuro medico decidido a llevar la medicina moderna a Siroun , su pueblo ancestral en el sur de Turquía, donde los musulmanes turcos y los cristianos armenios han vivido en paz durante siglos. El periodista Chris Mayer (Christian Bale), está aquí parcialmente para cubrir la geopolítica, totalmente hipnotizado de amor por Ana (Charlotte le Bon), una artista armenia que lo ha acompañado desde Paris después de la muerte repentina de su padre. Cuando Michael conoce a Ana, la herencia armenia que comparten genera una atracción que deriva en una rivalidad romántica entre los dos hombres. Pero cuando los turcos forman una alianza con Alemania, y el imperio se revoluciona violentamente contra sus propias minorías étnicas, se ven obligados a dejar de lado sus pasiones conflictivas y unirse para sobrevivir. Se hacen promesas del mismo modo que se rompen. La única promesa que debe cumplirse es la de vivir y contar la historia Un film dramático que se atreve a tratar el tema del genocidio armenio, tópico hasta hoy tabú. Excelente reconstrucción histórica, a cargo de Benjamín Fernández, recreando magníficamente el atractivo de la monumental arquitectura de Estambul. Es una coproducción entre EEUU y España, en la que encontramos un reparto de diferentes nacionalidades. Christian Bale, británico, Oscar Isaac, guatemalteco y Charlotte le Bon, canadiense. En un pequeño papel también podemos encontrar al actor francés, Jean Reno. Excelente fotografía, a cargo de Javier Aguirresarobe, con muchas y cuidadas escenas de violencia y guerra que nos muestran lo difícil que fue este pasaje de la historia. Una banda sonora eficaz que acompaña sutilmente el relato a cargo de Gabriel Yared. En definitiva una muy buena opción para tener un acercamiento a sucesos de la historia contemporánea.
Abarcar mucho para apretar poco La Promesa (2016) narra los hechos más desesperados del genocidio armenio mientras que la pasión, el miedo y el coraje del triángulo amoroso entre el estudiante de medicina Michael Boghosian (Oscar Isaac), Chris Myers (Christian Bale) un periodista americano de una prestigiosa agencia de noticias y la bella Ana Khesarian (Realive / 2016) buscan encontrar una salida y una razón para sobrevivir. Bajo la dirección de Terry George, La promesa está basada en hechos reales. La promesa es un film que se toma su tiempo para explicar el contexto y la situación de cada personaje como también del ambiente que los rodea; como el respeto entre pares e iguales se ve desechado o es totalmente ignorado cuando se toma el poder desde el miedo, la represión o la violencia. Desde este lugar, el film es uno más de los tantos que utiliza un hecho histórico cruel y desgarrador para contar un relato que ya fue realizado en demasiadas ocasiones, y más cuando la pantalla grande sigue nutriéndose de historias sobre hechos reales, libros, secuelas o remakes y no con guiones originales para ofrecerle algo diferente al espectador. A pesar del sufrimiento y drama que recorre todo el film, La promesa se vuelve demasiado lenta y aburrida en su desarrollo, tan así que resulta muy difícil sentir cercanía por alguno de los personajes. En cuanto a su guión, resulta poco creíble que sean demasiados los hechos fortuitos o casualidades entre sus personajes para seguir juntos en un contexto demasiado hostil para su época. La Promesa es predecible con cada acto y consecuencia que arremete al argumento, algo que entorpece su narración sin dejar algún lugar para re descubrir otros aspectos o algún giro inesperado. Sus 134 minutos de duración no justifican el bajo pulso narrativo de Terry George para llevar a buen puerto las escenas y encontrar un equilibrio entre el drama amoroso y el aspecto social-político. Con un gran elenco y actores con mucho vuelo, los roles de Isaac, Bale, Le Bon quedaron desaprovechados en una historia que no estuvo a la altura del imponente marco histórico que buscaba abarcar, ni en el desarrollo creíble de los personajes. La promesa (2016) es un film que busca emocionar desde un triángulo amoroso que no llega a considerarse tal ya que nunca termina de convencer desde su veracidad: la exposición melodramática entre el amor y el período de guerra en el cual viven sus protagonistas provoca que nunca se llegue a un climax ideal y estable entre ellos. Ni desde las escenas bélicas de resistencia ni desde el amor La promesa logra salir de su casilla para hacer algo más que una película de época y contexto, abordada desde un amorío que termina antes de poder comenzar.
Crítica emitida en Cartelera 1030 –Radio Del Plata AM 1030, sábados de 20-22hs.
Ilusión en la barbarie La crueldad de la guerra se apodera de la pantalla grande con esta película basada en el drama del genocidio armenio. Situada en Constantinopla y Siroun, al sur de Turquia, este filme seduce por los paisajes montañosos y despojados, mientras el horror de la violencia relata los hechos ocurridos durante la Primer Guerra Mundial. Lo interesante de este filme es que no se focaliza en la guerra al cien por ciento, sino que cuenta un triángulo amoroso en medio de la barbarie, demostrando las adversidades a las que debe someterse el amor en tiempos de guerra. Mikael (Oscar Isaac) es un estudiante de medicina armenio que está comprometido con una mujer que no ama, mientras que Ana (Charlotte Le Bon) es una bella maestra franco-armenia, que está en pareja con Chris (Christian Bale), un periodista de Associated Press muy comprometido en difundir la verdad sobre lo que estaba sucediendo en ese momento. El director irlandés Terry George, quien ya había llevado a la pantalla grande el drama de otro genocidio, en "Hotel Rwanda" (2004), logra crear el clima hostil de la guerra con la ilusión del amor, lo cual resulta un combo atractivo para disfrutar de 133 minutos de séptimo arte.
Este producto plantea el grave problema de no saber por dónde entrar sin golpear, se podría citar la dirección de arte, la recreación de época, la fotografía.... Pero son rubros que a pesar de la importancia que poseen, si encuentran ubicación temporo-espacial de la misma, si es sobre el pasado real reciente, no demasiado conocido por la mayoría, sufrido por una minoría y negado por los torturadores, mucho mejor. Una buena historia, si pudiese ser original en tanto novedosa, un buen texto, desarrollado, personajes creíbles y/o queribles, ayudaría a que no pasen desapercibidas, o en su defecto á ser dejadas de lado al momento del análisis y/o evaluación. De todas estas variables sólo se cumple el hecho que el relato de este triangulo amoroso se desarrolle, este inmerso durante la perpetración de lo que se conoce como “El genocidio armenio”, ocurrido entre 1915 y 1923, producido sólo por el sustento del odio aplicado por el poder de turno, ¿El objetivo real? Económico. En el principio nos ubican, voz en off mediante, en un pueblo del sur del Imperio Otomano, corre el año 1914, Michael Boghosian (Oscar Isaac), nuestro relator, uno de los protagonistas, cuenta la historia, su historia. Que pertenece a una familia armenia de tradición boticaria ancestral; que la vida en común con los vecinos, árabes y turcos es apacible; que su intención es estudiar medicina en Constantinopla, pero no tiene recursos financieros. Todo esto es verbalizado a medida que los vemos en las imágenes, recurso que pasada la mitad de la segunda década del siglo XXI molesta un poco. Para lograr sus sueños de ser el médico de su pueblo natal, por escasez de dinero, se compromete con la hija de un acaudalado, quien le anticipa la dote de la novia (no es tan fea) con la “promesa” de casamiento al volver como facultativo. ¿De ahí el titulo? Llegado a la gran ciudad, conoce inmediatamente a Ana Khesarian, (Charlote Le Bon), una artista armenia de regreso de Paris, pero en compañía de Chrys Myers (Christian Bale), un periodista yankee independiente, su pareja. Triangulo sentimental presentado en los primeros 20 minutos, sonde todo se vuelve demasiado previsible, extendido injustificadamente, transformándose en un culebrón paupérrimo. Para instalarse definitivamente en este género, televisivo no cinematográfico, deberían aparecer personajes laterales. ¡Y lo hacen!. Son aquellos que harán demorar el desarrollo del conflicto hasta lo insoportable. Es desde aquí, en vista de la selección de actores para esos roles, que se podría inferir la intención, digamos, desde los productores, que encontramos, yankees, canadienses, mejicanos, españoles, ingleses, franceses, iraníes, holandeses, marroquíes, algunos armenios, y muchos turcos, por supuesto. Todos hablando en inglés. En ese conflicto romántico no hay malos, todos buenos, inmersos y enfrentados al mismo antagonista, el fanatismo que se instalo en gran parte del pueblo turco tomando a los armenios como sus víctimas más propicias, propulsada por el nuevo gobierno turco apoyado por los alemanes. (¿Había actores alemanes? No recuerdo) Claro que los tres son un catalogo de virtudes, todos loables: Ana hasta emula a Juana de Arco, Chrys es la versión masculina y yankee de la Madre Teresa de Calcuta; Michael es Hipócrates. Todo esto dicho a partir de la construcción y desarrollo de los personajes, de sus características psico-sociológicas, morales, y acciones. Una producto por demás pretencioso a partir de un guión de manual, diálogos pueriles, actuaciones demasiado poco convincentes, pero eso es responsabilidad de lo que le piden con lo que tienen, en el que hace empatía hacia la decadencia. Secuencias completas que sólo demoran, no agregan nada, para colmo todo mostrado, nada reservado a la imaginación del espectador, si el personaje va al baño se lo muestra apretando el botón de desagote del mismo, sumado el diseño del sonido y la banda sonora. Hasta se escucha un tango y dos de los protagonistas, Ana y Michael (aclaro por las dudas), lo bailan en Estambul en 1914. (¿Es el aporte argentino y/o uruguayo?) Este ejemplo, de no sé cómo denominarlo, acaba como empezó, la misma voz en off, se sabe desde el principio, que nos cuenta como siguió la historia después que concluye el conflicto, el bélico y el pasional. Situación que termina denostando aquello que intenta denunciar desde lo histórico, pues queda relegado a un segundo o tercer plano. Todo en ciento treinta y cinco minutos, dos horas y cuarto, en el que la sensación culinaria, ese gran aliado del espectador, ese que hace que te trates de acomodar mejor para no irte de la sala, registra el doble. La primera vez que mire el reloj movilizado por la anestesia de la cadera, habían pasado recién 45 minutos. Si quiere interiorizarse sobre el tema del genocidio armenio por vía audiovisual, mire el “Ararat” (2002), del director Atom Egoyan, no pierda dinero, menos aún el tiempo con éste.
LA HISTORIA ES UN TRIANGULO AMOROSO Es cierto que el Genocidio Armenio es un hecho de la Historia poco transitado en el cine, especialmente en el más masivo. Por eso La promesa constituía un proyecto interesante, más aún por el enorme esfuerzo de producción puesto a disposición, con un presupuesto de 90 millones de dólares y un reparto multiestelar. Pero algo falla en el camino, en un film que no encuentra el balance pertinente entre el contexto histórico y los elementos ficcionales. La película de Terry George está situada en los inicios de la Primera Guerra Mundial, durante los últimos (y posiblemente más brutales) tiempos del Imperio Otomano, centrándose en el triángulo amoroso que forman Mikael Boghosian (Oscar Isaac), que llega a Constantinopla con la intención de recibirse de médico; la bella y sofisticada Ana Khesarian (Charlotte Le Bon); y Chris Myers (Christian Bale), un periodista y fotógrafo estadounidense. En el medio, la escalada en la persecución de los armenios, que terminó desembocando en el que fue el primer genocidio del Siglo XX. Allí, en esa combinación entre lo particular y lo general, es donde residen los mayores inconvenientes narrativos del film, que al igual que muchos exponentes del cine histórico, tiene una suntuosa recreación de época, pero una serie de personajes y conflictos que no pasan del estereotipo. Es que realmente cuesta involucrarse con los dilemas éticos y románticos de los protagonistas, y si a eso le sumamos las bajadas de línea cuando menos obvias, La promesa transita buena parte de su metraje en una aburrida previsibilidad. De hecho, el relato funciona mucho mejor cuando deja de lado el foco romántico y el posicionamiento ideológico, para trabajar el suspenso y la tensión alrededor de la chance de supervivencia (o no) de los personajes. Ahí surgen algunas secuencias destacables, como una que involucra una breve pero impactante aparición de Tom Hollander u otra que transcurre en un tren; y un par de gestos nobles, sin necesidad de palabras, por parte de algunos personajes, especialmente del interpretado por Bale, correcto en un rol que daba para un show personal. Pero son solo destellos en una película que nunca consigue salir de los lugares comunes habituales y que incluso fuerza demasiado los giros trágicos de su cierre en pos de transmitir un mensaje que no necesitaba remarcación. La promesa tiene muchas ambiciones –eso es innegable- pero desperdicia demasiado tiempo remarcándolas y sin correr auténticos riesgos formales. En el camino queda la oportunidad de transmitir un mensaje verdaderamente impactante, que nazca de la estética cinematográfica.
Una historia de amor en los inicios de la Primera Guerra Mundial es retratada en el film dirigido por Terry George. 1914. Michael Boghosian (Oscar Isaac) se traslada desde su Turquía natal a Constantinopla para estudiar medicina. Allí conoce a Chris Myers (Christian Bale), un periodista estadounidense que está cubriendo la situación bélica, y a su mujer Anna (Charlotte Le Bon), una artista armenia. El hecho de compartir la herencia armenia genera una atracción entre Michael y Anna, que deriva en amor. Pero cuando los turcos se unen a Alemania y el Imperio Otomano se revoluciona contra sus minorías étnicas, los tres deben apartar sus pasiones y rivalidades para conseguir sobrevivir. La promesa (The Promise, 2017) es una película que enmarca la ficción en un suceso histórico pocas veces llevado a la pantalla grande. Ese aspecto más esperanzador y romántico le aporta un aire cálido (aunque sea por escasos momentos) a la cruda realidad que atraviesan sus protagonistas. Con una ambientación muy bien lograda y una fotografía que se disfruta, el film de George tiene algunas similitudes con películas destacadas como África Mía (Out of Africa, 1985) o Australia (2008). Quizás por su duración, porque transcurren en una época determinada o porque muestran el desarrollo y la transformación de los personajes durante un período extenso de sus vidas. Isaac, Le Bon y Bale consiguen empatía con el público a través de sus interpretaciones. Y triangulan de forma efectiva acompañando a la historia. La promesa es un drama en el que se ve lo peor y lo mejor de los seres humanos. Una historia que permite darle valor a las pequeñas cosas, y seguir sin entender a un mundo que continúa repitiendo las mismas situaciones signadas por la ambición y el enfrentamiento.
Un sentimiento atemporal La Promesa (The Promise), es una película dirigida por Terry George (ganador de un Oscar por el cortrometraje The Shore). Se intenta recrear la vida de Michael Boghosian (Oscar Isaac). Él es un humilde armenio que se compromete en matrimonio con el objetivo de recaudar dinero para estudiar medicina en Turquia. Allí se enamora de Ana (Charlotte Le Bon), una chica de su misma nacionalidad que está en pareja con el periodista norteamericano Chris Myers (Christian Bale). Por lo que genera un triángulo amoroso donde no se incluye a la esposa del protagonista. El film arranca lleno de esperanzas para el jover Micheal hasta que la Primera Guerra Mundial se avecina y Turquía decide matar a todos los armenios posibles. Esto obviamente hace que el foco se desvíe. Pasa de ser una historia de amor a una de guerra. En un comienzo parece estar bien, los personajes se entrelazan por el conflicto. Ya avanzada la película, podemos notar que la única protagonista es La Muerte. Los acecha constantemente en su búsqueda de paz. Esto no me pareció un trabajo buen logrado; cuando te metés de esa forma en un terreno como la guerra, es difícil salir. Y mucho más crearle sentimientos de dolor o angustia al espectador. Si bien la idea es retractar la masacre por parte del gobierno turco, se centra tanto en eso que olvidamos lo que vive el protagonista, y viceversa. Intenta dar golpes bajos (pegar donde más duele), y no llega a cumplirlo por completo. Parece sobrarles minutos. Párrafo aparte para el grandioso Christian Bale, siempre impecable. También para los movimientos de cámara, que logran introducirte a donde vayan. Sin tener mucho diálogo en las escenas, consiguieron que los personajes expresen todos sus sentimientos y pensamientos. Es genial cuando ni siquiera necesitan hablar para saber lo que pasa, es síntoma de éxito para el realizador.
Hay pocas películas –al menos pocas producciones grandes– sobre el genocidio armenio a manos de los turcos. Esta película, épica y romántica, lo inscribe dentro del gran espectáculo y la estrategia es un acierto: creemos en lo que vemos. Su demérito consiste en la trivialidad del triángulo amoroso. Pero la historia –y el modo de reflejar la Historia– se ponen por delante y le otorgan a la película una fuerza notable, muy superior a sus errores.