Las víctimas no son héroes Y una vez más nos topamos con una película estadounidense asquerosamente chauvinista y esquemática que pretende lavar culpas sobre las masacres que el gobierno del país del norte vive perpetrando en Medio Oriente en eternas guerras por petróleo y posicionamiento estratégico que destruyen naciones enteras bajo el pretexto de “luchar por la libertad” y pavadas mentirosas así. Ahora la excusa enarbolada para disparar patriotería barata es retratar el padecimiento de Jeff Bauman, una víctima del atentado de la maratón de Boston del 2013 y testigo central que permitió identificar al checheno Tamerlan Tsarnaev, quien junto a su hermano Dzhokhar detonó dos bombas cerca de la línea de llegada matando a 3 civiles e hiriendo a otros 264. El hombre perdió ambas piernas por la explosión y -gracias a la típica manipulación mediática de siempre- se transformó en una figura pública de golpe. Este opus de David Gordon Green, un director indie que acumula tanta porquería como propuestas potables en su haber, no logra extraer nada atractivo o valioso de la historia de este pobre tipo, quien lejos de ser un militante en contra de la guerra y sus efectos más inmediatos -conociéndolos de primera mano- como el personaje de Jon Voight en Regreso sin Gloria (Coming Home, 1978), del genial Hal Ashby, aquí Bauman (Jake Gyllenhaal) procura pasar por una suerte de agente de propaganda del “espíritu inquebrantable” del pueblo norteamericano… o de su mega estupidez, dicho sea de paso, ya que consentir el incesante envío de tropas al exterior para sostener la industria bélica inevitablemente traerá consecuencias como el presente ataque. De este modo la prédica a favor de la guerra, al defender a sus testaferros políticos, militares y civiles, aplaca todo discurso sobre la paz. Como suele ocurrir con las biopics acerca de individuos con alguna clase de discapacidad física o psicológica, gran parte de la trama se va en perfilar la lucha en pos de hacer frente a la tragedia y reconstruir la vida del hombre y de sus seres queridos: en términos prácticos el único sostén de Bauman -y el único personaje que aporta algo de racionalidad- es Erin Hurley (Tatiana Maslany), la novia del susodicho, ya que su familia aquí es retratada como una colección de energúmenos ignorantes pertenecientes a una pequeña burguesía venida a menos, lo que en Argentina sería el lumpenproletariado. Desde ya que el desempeño de Gyllenhaal es prodigioso porque hablamos de un actor extremo que lleva en sus genes el sobreexigirse, no obstante sorprende mucho -y para bien- el trabajo de Maslany como una contraparte adulta y responsable ante el escapismo aniñado del protagonista y su parentela. Lamentablemente el naturalismo que pretenden imponer el realizador y el guión de John Pollono, basado en las memorias de turno de Bauman, se cae a pedazos de a poco por el aburrimiento que genera el relato (no hay ni un ápice de originalidad o una odisea hogareña que valga la pena ser narrada) y por lo maniqueo del planteo ideológico de fondo, esa idiotez de homologar a las víctimas con los héroes cuando ambas no tienen nada que ver sobre todo porque las primeras no aceptaron a conciencia el destino funesto que les tocó vivir -a diferencia de los héroes en serio, los que eligieron su cruzada contra los fascistas del estado- y debido a que esos damnificados/ heridos/ mutilados/ muertos por lo general terminan siendo utilizados por la derecha patética en el poder y sus socios de los mass media como publicidad de sus políticas y del odio condicionado hacia agentes externos (ya sea que hablemos del Islam, la oposición internacional a la globalización o lo que fuera). Más Fuerte que el Destino (Stronger, 2017) es un convite olvidable que al reivindicar el oscurantismo patriotero y apático del pueblo termina convalidando la perfidia de la administración gubernamental cuyas acciones derivaron en el atentado en primer término, siendo asimismo funcional a todo este ciclo de autobombo y autocomplacencia en el que por cada muerto yanqui hay miles y miles de asesinados con drones o vía invasiones varias alrededor del planeta… y ni hablar que la película en cuestión, como la similar Día del Atentado (Patriots Day, 2016) y tantas otras antes, en ningún momento brinda un verdadero análisis -equivalente, por ejemplo, al examen detallado de las penurias del protagonista- sobre los motivos y aquella avidez de justicia que condujeron a las explosiones del 2013.
Esta vez realmente se puede decir que la historia está inspirada en hechos reales ya que está ajustada prácticamente al cien por ciento de lo que sucedió, Para los curiosos por saber que pasó finalmente con la pareja de novios sepan que...
Llega a las salas argentinas el último trabajo de David Gordon Green (“Undertow”, “Pinapple Express”) que nos acerca un relato basado en hechos reales. El año pasado se estrenó “Patriots Day” de Peter Berg sobre el atentado terrorista de la maratón de Boston de 2013, que dejó un saldo de tres personas muertas y otras 260 que resultaron heridas. Aquella cinta ponía el foco en la investigación posterior al hecho fatídico con el objeto de dar con los autores intelectuales. En la película que aquí nos convoca el eje está puesto en una de las víctimas de aquel nefasto día y en su proceso de recuperación. El largometraje está basado en la novela de Jeff Bauman, en la cual cuenta los acontecimientos representados en el film protagonizado por Jake Gyllenhaal (“Nocturnal Animals”) y Tatiana Maslany (“Orphan Black”). La historia de Jeff es la de un hombre común y corriente que se ganó el corazón de su ciudad y del mundo al convertirse en un símbolo de esperanza luego de sobrevivir al atentado de la Maratón. Él se hallaba en la línea de llegada esperando a su ex novia con un cartel con el objetivo de volver a conquistarla. Lo que el hombre no sabía es que se iba a parar prácticamente al lado de una de las dos bombas que explotaron en el lugar. El siniestro le costó sus dos piernas y, a pesar de que toda su familia y el país lo quisieron convertir en un héroe, él solo quería afrontar la situación en silencio y acompañado de Erin (Maslany). La cinta transita por varios lugares comunes y clichés de las historias de superación. No obstante, la inmensa interpretación de Gyllenhaal y el tremendo compromiso compositivo de Maslany hacen que la película se eleve por sobre la media de este tipo de relatos. Quizás una de las grandes falencias de la historia tiene que ver con el exacerbado espíritu nacionalista de la película, cosa que no pasaba tanto en la propuesta dirigida por Peter Berg. Igualmente, el protagonista se siente incómodo con su papel de “héroe” y a veces no termina de quedar clara la declaración que quiere hacer el film al respecto. Lo que más sorprende de la obra presentada tiene que ver justamente con el personaje de Erin, cuya lucha interna y externa es igual de compleja que la del mismo Bauman, ya que tendrá que afrontar a la familia irresponsable y exaltada del susodicho, a los demonios internos de Jeff que además de sus discapacidades físicas lleva un tiempo largo (y previo a lo visto en el relato) luchando contra una madurez emocional importante y una falta de compromiso con su pareja, y también la inminente llegada de un bebé no buscado que se suma a la serie de complicaciones que presenta la trama. “Stronger” no presenta nada que no hayamos visto en muchas historias de autosuperación. Sin embargo, que esté basado en personajes reales y las inmensas actuaciones del dúo protagónico hacen que la experiencia sea interesante.
Más Fuerte Que El Destino: Es un héroe grande que pisa fuerte. Una película llena de humanidad, con grandes actuaciones, una delicada dirección y con emociones clásicas del drama pero sin dejar de lado los oscuros ángulos de la vida. El director de la nueva de Halloween que se estrena este año, David Gordon Green, sabe retratar los sucesos de la vida de forma natural y exquisita. Con Más Fuerte que El Destino lo logra de manera excelente. El cine norteamericano sabe tocar las teclas exactas para tocar una melodía triste y hacerte, como mínimo, tener tus ojos llenos de lágrimas a punto de escapar. EE.UU es un país golpeado por varios atentados en su historia, y han han utilizado el cine como catarsis para mostrar su “sobreviviente” de una tragedia, o el cómo los héroes emergen de estas situaciones trágicas. En esta película biográfica las situaciones clichés de “El hombre débil que con toda su fuerza trata de seguir adelante” no aburren porque se alcanza a empatizar con el personaje al estar bien elaborado desde el principio. Porque las situaciones que le suceden son tan realistas como dolorosas, todo esto ayudado por el excelente guion de John Pollono (Tyler en This Is Us) basado en el libro del protagonista de la historia, Jeff Bauman. Él es tomado como un símbolo de esperanza para todos los estadounidenses luego de sobrevivir al atentado en la maratón de Boston en el año 2013. Esa sí que es una responsabilidad gigante. El director logra todo esto al estar acompañado de estupendas actuaciones, como Jake Gyllenhaal que hace querible al personaje desde los pocos minutos de comenzar la película con su insistencia ante la mujer de su vida. El gran actor de Nightcrawler, Donnie Darko, Secreto en la Montaña, Prisoners y muchísimos más films, logra meterse en la vida y mente traumada de Jeff Bauman que sostiene la película, como sus piernas de titanio que lo sostienen a él. La mujer que lo acompaña, Erin Hurley, está interpretada por Tatiana Maslany, la mujer de las mil interpretaciones en Orphan Black, merecedora de muchos premios pero ignorada por muchos. Podríamos decir que al igual que Gyllenhaal. La razón por la cual Bauman va hacia la maratón es por ella. ¿Cómo no sentir algo de responsabilidad dentro de todo ese horror y confusión que fue la bomba? Eso es con lo que tiene que lidiar Erin, que recuerda a la pareja del recientemente fallecido Stephen Hawking, en la película La Teoría del Todo (2014). Erin se tiene que hacer cargo de todo, soportando a la familia y sus discusiones, y algunas acciones inmaduras de Bauman. Todo un caos es la familia de Bauman desde que es internado y durante el transcurso de la película. La que se destaca es la 2 veces nominada al Oscar por Tom & Viv (1994) y Damage (1992), Miranda Richardson que interpreta a la madre de Bauman llamada Patty. Ella es la alcohólica y madre soltera que trata de hacer lo mejor que puede con su hijo. Esa debilidad que oculta tras las bebidas seguramente Bauman lo habrá apreciado durante su vida, lo transcribió al papel, fue adaptado a una película y aquí lo vemos con claridad en pantalla. ¿Qué es ser un héroe? En esta época del cine en que los héroes vienen de otro planeta, o son modificados genéticamente, o tienen muchísima inteligencia, el ver a un joven en silla de ruedas sobreviviente de una masacre ¿lo hace héroe? Para mucha gente en Estados Unidos sí y esta película nos sumerge en esta disyuntiva. Las personas necesitan ese “modelo a seguir” que les recuerda o que les hace imaginar que podrían hacer eso, pero que la mayoría de las veces no realizan ni la mitad de lo que anhelan. Bauman lo sabe. Hasta para su familia él no debe mostrarse quebrado ante la situación que vive porque sino ellos caerán. Ese símbolo de esperanza que es para las personas no lo puede romper porque se sentiría culpable de lo que el ¿destino? le propuso. Pero durante el trascurso de la película, este sentimiento se ve resquebrajado por la inmadurez y hasta a veces egoísmo en él, lo que hace este film mucho más realista que otros dramas de tragedias. Cualquier pensamiento que tengamos mientras vemos a Bauman entrar a una cancha de Hockey o Béisbol, o él sufriendo al recordar aquella explosión es clarificada hacia el final del film. En el clímax vemos lo que la mayoría de las personas ve, desde la charla profunda y emotiva con quien lo rescató, hasta el hombre que lo frena en la salida del estadio de Béisbol. Cuando una persona se te acerca a decirte lo que generas en él, te produce un tipo de conexión inevitable. Eso es lo que intenta este film, que lo logra con creces.
Es un drama basado en hechos reales, que cuenta lo que le ocurrió a Jeff Bauman que fue a alentar a su ex novia en el maratón de Boston en el 2013 y como consecuencia del ataque terrorista perdió sus dos piernas. La película dirigida por David Gordon Green, le escapa la historia de superación personal basada en hechos reales, que tiene todos los lugares comunes. Este film los posee, pero muestra además, y gracias también al trabajo y la entrega de Jack Gyllenhaal, que le pasa a ese hombre que sufre la amputación de sus piernas cuando, con el beneplácito de su familia, una madre dominante y borracha, hombres que se aprovechan de la situación, se transforma en un héroe mediático. Así acumula compromisos en cachas de béisbol, futbol americano, hospitales con otros heridos, programas de televisión. Llega un punto en que, incomprendido por todos, menos por su ex que se transforma otra vez en su pareja, tiene cada vez mas angustia y pánico en esos actos multitudinarios que lo endiosan, mientras el se destruye con el alcohol y no hace nada por su rehabilitación. Hasta que un hecho puntual lo hace reaccionar. Buscador de la lágrima en la audiencia, no le escapa a la crudeza de la situación psicológica del protagonista, ni a la sangrienta reconstrucción de lo sucedido. Solo esa verdad, ese detrás de escena de la utilización del héroe, sin ninguna piedad, las ventajas de sus allegados que se desentienden de sus verdaderas necesidades, le otorga a este film lo más interesante.
Con un nivel interpretativo notable, el film de David Gordon Green (“Experta en crisis”, “Prince Avalanche”) plantea la lucha de un grupo de personas tras el sorpresivo ataque en la maratón de Boston. Aquello que durante casi la totalidad del film se mostraba como la búsqueda de evitar la exhaltación y el bronce hacia Jeff Baumann, interpretado por Jake Gylenhall, termina por explorar zonas obvias y predecibles que refuerzan tácticas discursivas que disuelven las buenas actuaciones del elenco protagónico y algunas líneas del guion. Gylenhall y Tatiana Maslany se destacan.
Hace casi un año se estrenó en los cines argentinos Día del atentado, en la que el director Peter Berg recreaba a puro nervio los hechos y la investigación policial posterior a la explosión de dos bombas en la línea de meta de la Maratón de Boston de abril de 2013, cuyo saldo fue de tres muertos y 260 heridos. Uno de esos heridos sirve ahora para un film que espeja al de Berg. Ubicado a unos metros de las mochilas, Jeff Bauman sufrió el impacto de decenas de esquirlas y clavos en sus piernas, obligando a los médicos a apuntar por arriba de las rodillas. La historia de su lucha, sus debates internos y su reconstrucción es el centro de esta película inspiracional bautizada aquí con el genérico título de Más fuerte que el destino. El film del ecléctico David Gordon Green (George Washington, Chicas de verdad, Superfumados, Un niñero sinvergüenza, Prince Avalanche, Experta en crisis y varios episodios de las series Eastbound & Down y Vice Principals) desplaza el núcleo narrativo de la recreación de Berg a la exploración de los sentimientos y sensaciones de Bauman (Jake Gyllenhaal) y sus familiares ante las consecuencias, abarcando desde la módica alegría por haber sobrevivido a la tristeza por ser víctima de un hecho inexplicable, fuera de su esfera de control. Más fuerte que el destino empieza como un drama con toques de comedia negra con la disfuncionalidad familiar como eje (David O. Rossell es una referencia ineludible), pero a partir de que la novia de Jeff (Tatiana Maslany), con la culpa a flor de piel, se haga cargo del muchacho, se convierte en un melodrama romántico centrado en ellos dos. Para la última parte Green reserva algunas escenas dramáticas intensas y un largo flashback innecesario, desbarrancando de la senda de la sobriedad y contención en la que hasta entonces se había mantenido con pulso de acero.
Un héroe que no quiso serlo Después de Día del atentado, llega otra película sobre el ataque terrorista al Maratón de Boston, que a diferencia de la primera se aparta de la investigación policial para sumergirse en cambio en las consecuencias que tuvo en una de sus víctimas. Pasan las modas, surgen nuevos directores, actores y actrices, cambian la tecnología de las cámaras y los métodos de proyección, pero Hollywood sigue –y todo indica que seguirá– manteniendo la férrea convicción de encontrar héroes donde sea, aun en circunstancias en las que el heroísmo tiende a cero. Ahora le llega el turno a Jeff Bauman, un pibe de 28 años que el 28 de abril de 2013 no tuvo mejor idea que reconciliarse por enésima vez con su novia yéndola a esperar a la meta de la Maratón de Boston. Aquel día hubo un atentado con dos bombas estratégicamente colocadas entre el público, una de las cuales explotó a apenas centímetros del buenazo de Jeff. El resultado fue la amputación de sus piernas por arriba de la rodilla, una silla de ruedas como nueva compañera y un tortuoso proceso de rehabilitación. “¿Soy un héroe porque estaba ahí parado y me volaron las piernas?”, pregunta incrédulo mientras, ya dado de alta, recorre el camino hasta su casa devolviendo saludos a los civiles que lo vitorean desde los puentes y los márgenes del camino. “Y esto recién empieza…”, adelanta el padre. Con esa duda atravesando lateralmente gran parte del metraje, Más fuerte que el destino –título de stock del Stronger original– inicia un recorrido donde el drama personal se entrevera con una circunstancia pública. Pasaron apenas cinco años y ya hubo dos películas centradas en aquellos eventos. La primera fue Día del atentado, de Peter Berg, todo un especialista en historias sobre laburantes queriendo hacer bien su trabajo. Ahora llega ésta del ecléctico David Gordon Green (Prince Avalanche, Pineapple Express), que desplaza el núcleo narrativo de la recreación verista de los hechos y la investigación policial a los sentimientos y sensaciones de los personajes ante las consecuencias de la explosión. De hecho, los médicos y agentes del FBI que aparecen en escena o son filmados de espaldas o quedan directamente fuera de campo. Lo que le importa a Green es el entramado emocional de Jeff (Jake Gyllenhaal) y el resto del clan Bauman: mamá encuentra en la desgracia de su hijo la posibilidad de acceder a sus quince minutos de fama y conocer a Oprah Winfrey (“Sin ella me hubiera suicidado”, dice como al pasar), los hermanos disfrutan las invitaciones VIP a eventos deportivos, papá putea de lo lindo al jefe de Jeff… todo un compendio de seres nobles aunque hoscos, tan bondadosos como brutos, que remiten a la disfuncionalidad familiar del cine de David O. Russell. Entre toda esa fauna sobresale la figura de Erin (Tatiana Maslany), aquella ex novia destinataria del saludo en la meta que nunca se concretó y que ahora, con más culpa que amor, se hace cargo del muchacho. No la tendrá nada fácil al lado de ese sobreviviente que no termina de entender qué ocurrió ni mucho menos por qué le tocó a él. De allí que Jeff pase de la exposición pública a un ostracismo que funciona como reverso de la construcción heroica, y la película, del drama levemente matizado con momentos de comedia negra al drama más puro: todo y todos, invariablemente, lo trasladan al momento más horrendo de su vida. Pero, se dijo, al film le importa el núcleo sentimental disparado por los hechos, y todo ese “detrás de escena” de los reconocimientos ajenos funciona como subtrama periférica a las idas y vueltas entre Erin y Jeff. Green navega las aguas del drama romántico sin caer en el sentimentalismo y apoyándose en las interpretaciones de Gyllenhaal y Maslany, a quienes les reserva una larga secuencia con gritos y litros de lágrimas, la huella más visible de exceso en medio de un film casi siempre sobrio y contenido.
El 15 de abril de 2013, dos bombas estallaron cerca de la línea de llegada de la tradicional Maratón de Boston. Murieron tres personas y unas 260 resultaron heridas: uno de ellos fue Jeff Bauman, que perdió ambas piernas y ganó notoriedad por una foto en la que se lo ve recibiendo ayuda de un hombre con sombrero de cowboy. Una historia con todos los ingredientes para ser carne de Hollywood. Esta es la segunda película sobre el tema: el año pasado se estrenó Día del atentado, de Peter Berg, protagonizada por Mark Wahlberg. Pero si aquella tenía pulso de thriller y reflejaba el drama colectivo, esta pone el acento en la tragedia individual de Bauman -está basada en su autobiografía-, cuya vida cambió para siempre en un instante. David Gordon Green (Pineapple Express, Experta en crisis) no nos ahorra nada de sufrimiento. Los planos de los flamantes muñones son recurrentes y ninguna de las adaptaciones cotidianas que le impone su nueva condición física es pasada por alto, bordeando el límite del regodeo morboso. De todos modos, la potencia dramática y el interés que puede tener Más fuerte que el destino está en la otra transformación radical que sufrió la vida de Bauman: a su pesar, este hombre se convirtió en un símbolo de Boston. Con eficacia, la película describe la voracidad de una sociedad ávida de ídolos, enferma de patrioterismo y capaz de convertir absolutamente cualquier cosa en mercancía. Así como a los dos días del atentado ya se había creado un eslogan (Boston Strong) estampado en souvenires de todo tipo, Bauman era tratado casi como un trofeo, un objeto decorativo para adornar selfies o partidos de hockey sobre hielo. Mientras su familia intenta sacar réditos menores de su fama repentina y casi nadie repara en sus angustias postraumáticas, Bauman (otro buen trabajo de Jake Gyllenhaal), forzado a ocupar el no deseado lugar de celebridad, se hace la gran pregunta de la película: “¿Sólo por haber estado parado cerca de donde explotó una bomba soy un héroe?”
Jeff Bauman, el nombre del personaje protagónico, es el nombre de una persona real que perdió las piernas en el atentado terrorista durante la maratón de Boston de 2013, un hombre común que estaba ahí para tratar de reconquistar a su novia y terminó oficiando de algo así como héroe, con una historia de dura recuperación y autosuperación. A diferencia de otra película alrededor del mismo atentado - Día del atentado, de Peter Berg-, Más fuerte que el destino apuesta a contar una historia de vida antes que en retratar el alma de una ciudad (que era lo mejor de la película de Berg). Así, se nos cuentan las torpezas en el trabajo de Bauman, sus problemas de pareja, su inmadurez, la intensidad de su familia (su madre es interpretada por Miranda Richardson con dosis extra de énfasis), y el cambio drástico de su destino. David Gordon Green, el director de esta película, supo ser una de las grandes esperanzas del indie estadounidense, con algunas películas muy atractivas como All the Real Girls y Prince Avalanche. No es muy alentador que en Más fuerte que el destino haya anulado sus méritos más singulares -un sentido del humor excéntrico, cierto tono de extrañeza ante el mundo- y se haya conformado con ser alguien que relata con prolijidad un derrotero altamente previsible y con no tanto chantaje emocional y patriótico como el que podrían haber incluido otros directores en los que nunca creímos.
Más fuerte que Boston Película tierna, sensiblera y a veces cursi sobre Jeff Bauman, quien perdió ambas piernas en el bombardeo terrorista de la Maratón de Boston en 2013 mientras esperaba a su tres veces ex novia en la línea de llegada. Más fuerte que el destino (Stronger, 2017) trata sobre la inspiradora rehabilitación de Jeff, sobre el vértigo que la fama le trae como símbolo designado de la esperanza y la maduración de alguien estancado por su propia mentalidad de víctima. El guión se basa sobre las memorias del Jeff Bauman real, interpretado por Jake Gyllenhaal (además productor). Al despertar en el hospital tras el atentado escribe tres cosas que definen sucintamente al personaje: pregunta por su ex Erin (Tatiana Maslany), hace un chiste sobre el “Teniente Dan” y dice poder identificar a uno de los terroristas. Se lo establece rápidamente como amoroso, con buen sentido del humor y patriota. Inmediatamente los medios se aferran a una foto cual la de Iwo Jima y lo convierten en un héroe popular contra su voluntad. La repentina dependencia que Jeff tiene de su familia y sus amigos - así como de su ex, que queda arrinconada en el papel de novia tanto por afecto como por culpa - es en teoría trágica pero en la práctica la vida no resulta muy distinta para alguien acostumbrado a no responsabilizarse por sí mismo. Su nueva condición es sintomática de su personalidad y a la vez una oportunidad para que Jeff toque fondo y se mejore como ser humano. En este sentido el título de la traducción, “Más fuerte que el destino”, es incorrecto: el personaje cumple con su destino a pie de la letra. Gyllenhaal da una actuación que fácilmente podría haber sido nominada al Óscar por todos los matices que maneja el personaje. El elenco es igual de fenomenal (Miranda Richardson y Clancy Brown como los padres de Jeff en particular) y sugiere perfectamente la intimidad de una familia imperfecta pero unida que intercambia puteadas con la misma cordialidad con la que alguien cuenta un chiste. La película, dirigida por David Gordon Green, contiene aquella misma energía espontánea y terrenal con la que suele imbuir sus proyectos. Más fuerte que el destino es a primera vista y, a fin de cuentas también, un relato diseñado para conmover e inspirar con su mensaje sinceramente motivacional basado en hechos reales. Es fácil imaginar una versión insufrible de esta fórmula pero la película, dirigida con sinceridad e inteligencia, esquiva las soluciones fáciles y los golpes bajos y termina conjugando una historia de genuino poder.
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Llega esta película inspiracional sobre un hombre que logró sobrevivir al atentado en la Maratón de Boston en 2013 El filme narra la historia real de Jeff Bauman, un joven repositor de supermercado que fue víctima de la furia terrorista en la mítica Maratón de Boston. El muchacho estaba allí alentando a su novia justo cuando dos extremistas hicieron estallar sendas bombas. La deflagración terminó amputándole ambas piernas. El largometraje retrata la batalla personal de Bauman por recuperarse y cómo su lucha se transformó en un símbolo para sus compatriotas. Jake Gyllenhaal es el protagonista de este drama que se centra en la lucha física y psicológica de un hombre que ve como su vida cambia en un instante. Pero, el filme no solo se centra en los esfuerzos personales de Bauman, también indaga en su relación con su madre alcohólica y su pareja (tremendas actuaciones de Miranda Richardson y Tatiana Maslany) y en la necesidad de la sociedad toda por encontrar un héroe entre tanta miseria. Play Una historia densa, difícil de digerir por momentos, que se descomprime con toques de humor negro, bien colocados por el guionista John Pollono que ha tenido como base la novela autobiográfica del propio Jeff Bauman. El director David Gordon Green también se luce en la dirección de actores, la puesta en escena, alejada del cliché, y sobre todo la atmósfera sórdida y de desesperanza que logra construir a la hora de retratar la comunidad en la que se mueven los personajes. A diferencia de Día del atentado con Mark Wahlberg que también se desarrollaba durante aquella maratón trágica, este filme está lejos de ser propaganda patriótica, por el contrario, es una pintura minimalista de como el hecho afectó el corazón de una familia de clase media/baja y los amigos que la rodean. Además, otra virtud del largometraje, no hay idealización del protagonista, que es un héroe, nadie lo duda, pero está alejado del estereotipo del "sueño americano" y es presentado con sus miserias, su lado oscuro, su pasado, pero también su humanidad. Es en definitiva, un pequeño cuento real, factible, verosímil, conmovedor…
Jake Gyllenhaal durante las 2 horas de relato nos demuestra constantemente su capacidad actoral tanto en momentos cómicos como dramáticos. David Gordon Green (reconocido por dirigir películas como Pineapple Express) fue quien se encargó de recrear la vida de Jeff Bauman luego del atentado en la maratón de Boston en 2013. El film está basado en el libro escrito “Stronger”, escrito por la misma víctima y Bret Witter. El protagonista es un símbolo de Estados Unidos, ya que no solo perdió sus piernas y “siguió adelante”, sino que fue un testigo clave sobre quienes habían detonado las dos bombas que dejarían a 3 civiles muertos y mas de 200 heridos. Jeff Bauman (Jake Gyllenhaal) había ido a la maratón a apoyar a su ex novia Erin Hurley (Tatiana Maslany). Al final de la carrera se encuentra parado en el centro de la tragedia, lo que luego de las explosiones lo dejó literalmente sin piernas. Como suele pasar en este tipo de situaciones, se lo intenta poner a la víctima en el lugar de héroe. Una extraña decisión política que suele usar Estados Unidos para que los culpables sean los terroristas y los ciudadanos “defiendan” la patria. No solo ponen en frente de cámaras, micrófonos y programas de televisión a personas que sufrieron una situación sumamente traumática, sino que esperan que respondan de buena manera, sean patriotas y contribuyan con el constante show y la fachada televisiva. La película refleja el mareo mental de Jeff al ser nombrado héroe cuando él siente que solamente estuvo ahí. Que sólo el poder de los medios logran reflejarlo de esa manera aunque él se sienta de otra. La única persona que lo equilibra y estabiliza es su ex pareja, con la cual vuelve a estar luego del incidente. Esto hace que se cree una relación dependiente en la que necesita su presencia tanto para hablar como para que lo ayude con la silla de ruedas. El guión y la dirección logran retractar de buena manera la tensión que se crea a medida que pasa el tiempo. Éste tipo de biografías dramáticas tan amadas en Estados Unidos suele cansar a un espectador extranjero, por como se hacen propaganda constantemente para quedar bien parados -en este caso un contra-ataque terrorista-. Por suerte no es sólo una típica película de auto-superación, sino que critica duramente las decisiones televisivas y publicitarias. Está bien trabajado el hilo narrativo para no aburrir. También hay un excelente trabajo en fotografía y efectos especiales para lograr que el actor no tenga piernas. El largometraje cuenta con una estrella de primera como lo es Jake Gyllenhaal interpretando al protagonista. Durante las 2 horas de relato nos demuestra constantemente su capacidad actoral tanto en momentos cómicos como dramáticos. También hacen un buen trabajo Miranda Richardson -la madre de Jeff- y la anteriormente nombrada Tatiana Masslany.
Basada en el caso real de un sobreviviente de las explosiones que en el 2013 sorprendieron a quienes estaban en la maratón de Boston, el director David Gordon Green nos trae Más fuerte que el destino, la historia de Jeff Bauman, la historia de su familia y de una ciudad golpeada que busca sanar sus heridas. Jeff es un inmaduro y poco comprometido joven que está dispuesto a demostrarle a su ex novia Erin que ha cambiado. Es así que se presenta cerca de la línea de llegada de la maratón de Boston en la cual ella compite y, mientras la espera, sin saberlo, se para al lado de un terrorista que está a punto de detonar una de las dos bombas caseras que lesionaron a muchas personas, incluyéndolo. Como resultado, pierde ambas piernas por debajo de las rodillas y se ve condenado a una vida en silla de ruedas o una comprometida y dolorosa rehabilitación. Es en este momento,que Jeff va a aprender qué nivel de compromiso tiene con la vida y hasta dónde está dispuesto a llegar para lograr sobreponerse. Lo que relata Más fuerte que el destino no es una historia novedosa, pero lo que la vuelve más interesante es el hecho de estar basada en un caso real. El derrotero que el personaje tiene que recorrer no es el habitual camino del héroe porque, al ser capaz de identificar a uno de los terroristas y contribuir así a su detención, Jeff pasa de la noche a la mañana a ocupar el lugar de héroe de su ciudad y se transforma en un símbolo de esperanza. El problema es que él, en lo personal, no es esa persona. Sigue siendo débil e inmaduro y tendrá que enfrentarse, una y otra vez, con sus problemas para poder resurgir como un hombre renovado. La lucha de Jeff se ve reflejada, al mismo tiempo, en su entorno: una familia sureña de clase social baja, cuya madre pasa la mayor parte del tiempo alcoholizada, y sus amigos, sin proyecto de futuro. Esto que podría haber sido un punto fuerte en la película es, sin embargo, uno de sus problemas, ya que estos personajes quedan muchas veces en la caricatura y eso termina haciendo que los momentos tensos o incluso dramáticos queden ridiculizados en tono de comedia. Jake Gyllenhaal, en el protagónico, tiene momentos correctos, pero muchas veces termina en un código de actuación un tanto exagerado, probablemente, también, como producto de la falta de claridad en el código dramático de la película en general. Muy correcta por otro lado la actuación de su contraparte femenina Tatiana Maslany, quien tiene la difícil tarea de encarnar al único personaje que, lejos de lo condescendiente, es frontal con el protagonista y lo ayuda a encontrar su lugar.
El atentado de la maratón de Boston fue un acto terrorista que ocurrió el 15 de abril de 2013. En el lugar de los hechos detonaron artefactos explosivos (ollas a presión rellenas de metralla) que estaban estratégicamente colocados justo antes de la línea de meta final. La tragedia dejó un saldo de 3 personas fallecidas y 282 heridos. Más fuerte que el destino (Stronger; 2017) relata la vida de Jeff (Jake Gillenhaal), un hombre común y corriente que estuvo en el lugar equivocado y en el momento equivocado. Su vida da un giro de 180 grados, tras ser una de las víctimas del terrorismo ese día en Boston logra sobrevivir pero pierde ambas piernas. Más fuerte que el destino demuestra con lujo de detalles la debacle, el sinsentido de la vida y la depresión de un individuo que, a pesar de su presente negro, es vitoreado como héroe nacional, pues claro Jeff ha burlado a la muerte pero lo que le queda en vida no es un camino sencillo. Es admirado por sus compatriotas y lo invitan a juegos deportivos y eventos como a una especie de speaker positivista, muy a pesar suyo (remarcando el patriotismo y la camaradería estadounidenses con luces y bombos). Es interesante la química entre Jake Gillenhaal y Tatiana Maslany como pareja en una situación nada romántica. En contrapunto hay una situación que deja un gusto amargo, más allá de su temática, la complacencia y la corrección política no permiten que el film tome vuelo y se afirme como una obra sustancial. Es una película con buenas intenciones, de superación y hasta algunos podrán ver un canto a la vida. Si afirmo que no hay nada acá que no se haya visto antes y a eso le sumo un héroe nacional de propaganda es probable que el espectro de público que la encuentre novedosa sea muy acotado.
Vivir y sufrir para contarlo. “Boston Strong” fue el slogan que acuñó la gente de esa ciudad luego de que el 15 de abril de 2013 un atentado terrorista con dos bombas caseras dejara un saldo de 3 muertos y 282 heridos, aunque uno solo de esos 282 fue quien inspiró la frase. Dirigida por David Gordon Green y protagonizada por Jake Gyllenhaal, esta es la historia de ese sobreviviente: Jeffrey Bauman. Quienes hayan escuchado apenas de pasada lo ocurrido en la maratón de Boston esa mañana de abril de 2013 tal vez encontraron más cercanía con los hechos luego de la película de 2016, Día del Atentado. Sin caer en spoilers dado que hasta sería recomendable verla antes de ir sobre Más fuerte que el destino, vale decir que aquella historia hacía foco en un oficial de policía en particular que fue clave en los días posteriores al atentado para organizar la búsqueda de los culpables. Y si bien el enfoque detectivesco prima, la obra protagonizada por Mark Wahlberg se hace un tiempo para mostrar esa unión que llenó los corazones bostonianos a partir de diversas historias de superación luego del evento. Y Jeff Bauman es protagonista de la más emotiva de ellas. Porque si Día del Atentado es una película que, dentro de su carácter ficcional, documenta los hechos luego del atentado, Más fuerte que el destino capta el espíritu del hecho a nivel humano. Jeff Bauman, en un intento más por recuperar el amor de Erin tras otra de sus tantas rupturas y reconciliaciones, acudió esa mañana a la zona de la línea de llegada de la maratón de Boston para exhibir la pancarta de apoyo que le hiciera a su enamorada, una de las participantes del evento. Y fue a escasos metros de su ubicación donde se produjo la detonación de uno de los explosivos, borrando de un plumazo todo lo que lo rodeaba, incluyendo las piernas de Jeff desde las rodillas hacia abajo. Un elemento a tener en cuenta respecto de la película es que si se indaga en su ficha técnica se podrá ver que entre sus guionistas figura el nombre de Jeff Bauman. Y si bien eso nos hace partir de una base de realismo total para conocer cómo vivió el momento del atentado, su posterior recuperación, el reconocimiento de la gente y su colaboración con la policía para dar con los culpables, la parte humana es lo que aparece como lo más interesante. No solo su familia y amigos formarán parte de esta historia de superación sino que la película hará foco en la relación entre Jeff y Erin a partir de un acontecimiento que cambiaría su relación y sus vidas para siempre. La culpa que ella siente por ser la causa de que Jeff se encontrara en la maratón ese día, la forma que él tiene de expresarse respecto de esta y otras consecuencias del hecho, la evolución de una relación ya de por sí con vaivenes a partir de lo ocurrido con sus consecuencias físicas y psíquicas y el instinto de supervivencia humano como característica propia de toda persona son solo algunos de los elementos que la película aborda con sinceridad, crudeza y, sobre todo, un compromiso total en pos de inspirar a otros, cosa que indudablemente Jeff Bauman hizo. Con actuaciones protagónicas soberbias de Jake Gyllenhaal (Jeff), Tatiana Maslany (Erin) y Miranda Richardson (Patty, la madre de Jeff), Más fuerte que el destino es una historia tan desgarradora como emocionante que demuestra, como casi siempre ocurre, que el amor es una fuerza tan misteriosa y maravillosa que verdaderamente consigue milagros.
Jake Gyllenhaal encarna a un hombre que pierde ambas piernas en el atentado que tuvo lugar en la Maratón de Boston. El filme del director de “George Washington” cuenta su historia de heroísmo público y sufrimiento privado. Es probable que Jake Gyllenhaal y Miles Teller estén siguiendo caminos parecidos en cuanto a los papeles que eligen (uno podría sumar también a Mark Wahlberg a esta lista). Veteranos de guerra, boxeadores, policías, sobrevivientes de accidentes, etc. De los tres, Jake es el que suele salir de manera más airosa de estos desafíos interpretativos siempre complicados. En MAS FUERTE QUE EL DESTINO, el nuevo filme del ya veterano del cine indie (y no tan indie) que es David Gordon Green, Gyllenhaal encarna a un hombre que fue víctima del atentado en la Maratón de Boston, perdiendo las piernas en la explosión que tuvo lugar en la línea de llegada. El filme cuenta su historia: su difícil adaptación, sus crisis personales, sus peleas y conflictos familiares (su madre es un personaje al borde de lo temible) y la complicada relación que tiene con su pareja (Tatiana Maslany). Se trata de otro filme que busca retratar de una manera realista y no excesivamente melodramática (un tono que el heterodoxo y cambiante director de JOE y PRINCE AVALANCHE maneja a la perfección) un drama personal ligado a un hecho público/político. Y por lo general sale muy bien parado del complicado desafío de contar otra historia centrada en las discutibles y complicadas nociones de heroísmo público cuando, en la intimidad, lo que prima es el sufrimiento.
Primero debo decir que siento que muchos cronistas analizaron "Stronger", desde el punto de vista ideológico, colocando en perspectiva, su patriotismo americano en primer lugar para luego pasar a confirmar sus valores narrativos (que los tiene). Sostenían, que esa defensa encendida realizada por USA para justificar sus intervenciones políticas y militares en todo el globo, no les permite ver que las consecuencias de esas acciones, son, sufrir en su tierra, atentados por fuerzas terroristas de los países con los que combate en el exterior. Y esta cinta, reforzaba el sentido puro nacionalista detrás de una clásica biopic de superación. "Stronger", es cierto, va en esa dirección. David Gordon Green, el hombre detrás de las cámaras, es un cineasta hábil, que ha alternado grandes trabajos ("Undertow", la comedia "Pineapple Express" o incluso la discutida y simpática "Our brand is crisis") con otros que no funcionaron. El es, en definitiva, un todoterreno y quizás eso le jugó en contra a la hora de aceptar el guión de John Pollono (sobre el libro original de Jeff Bauman) así como venía. El film es un relato crudo, sobre el descenso al infierno de un hombre simple que sufrió en carne propia, las consecuencias de un acto de violencia que ningún civil debería vivir en ninguna circunstancia. El relato comienza con un evento al que pueden acceder, también, desde "Patriots Day", aquel film de Peter Berg de hace 2 años, en el cual se veía la trama del ataque en Boston de un grupo terrorista con explosivos, en el marco de una maratón en ese día feriado (el hecho sucedió en abril de 2013). Jeff (Jake Gylenhall) está separado de su novia Erin (la dúctil y sobresaliente Tatiana Maslany de "Orphan Black") y la espera en la línea de meta, para contarle de su amor, ya que ella participa del evento ese día. La explosión lo alcanza, él pierde sus dos piernas, y en poco tiempo, ya tenemos el conflicto instalado. "Stronger" es la historia autobiográfica de un hombre que tuvo que aprender a pelear por lo que amaba, y superar sus limitaciones físicas. Claramente. Si logramos despegar eso de la ideología subyacente, con seguridad se podrá disfrutar de la película, que se sostiene en trabajos muy interesantes de Gyllenhall (uno de los mejores actores dramáticos de la actualidad, sin dudas) y de Maslany, quien con su increíble talento, se roba la atención de la audiencia desde el instante cero. La pareja mostrará cómo se evoluciona en esa difícil lucha, mostrando que el conflicto principal es con uno mismo. Ese costado de la cinta, si bien por momentos difuso, es el que más debería descollar en el relato. Sin embargo, las discusiones políticas y otros temas que están presentes (la cuestión con el alcohol de su madre, por ejemplo), conspiran para que no haya posibilidad de construir demasiada empatía con Jeff. Y eso es un problema porque él es el corazón de "Stronger". Gyllenhall es una máquina de emociones que impulsan su universo físico, y esa fibra, a veces exagerada, impide que logremos llegar al corazón de su composición. En lo referente al ritmo del guión, no encontraremos nada nuevo aquí, y todo se encuadra dentro de las clásicas películas previas a los Oscar, donde el protagonista sufre un problema físico (o una discapacidad ) que lo hace replantearse su rol en la sociedad y el motivo de su existencia. De difícil clasificación, por esto que decíamos al principio, "Stronger" tiene valor, en las actuaciones de la dupla central. Si logamos despegar eso de la concepción "heroica" que algunos pueden leer entre líneas, podría decirse que es una autobiografía aceptable, en términos cinematográficos.
La de David Gordon Green es una carrera prolífica, ecléctica y con altibajos. De mimado en el cine independiente con George Washington y All the Real Girls, pasaría con diferente suerte por el terreno de la comedia –hay Pineapple Express y Eastbound and Down, pero también las pobres Your Highness y The Sitter-, para luego volver a dramas más íntimos como Joe o Manglehorn. Un cineasta impredecible, que parece sentirse cómodo fuera de cualquier zona de confort, venía de tropezar con la comedia dramática de alto perfil Our Brand is Crisis pero ahora se sacude el polvo con Stronger, con la historia real de un “héroe” imperfecto que desafía los lugares comunes del género.
Jeff Bauman perdió sus dos piernas en el atentado de la maratón de Boston, en 2013. Estaba esperando a su ex novia (quien corría) cerca de la meta, donde fueron ambas explosiones. Esta película, basada en el libro que el propio Bauman escribió luego del hecho, cuenta la historia de Jeff sin quedarse en el golpe bajo, el llanto o el dolor: David Gordon Green (director de la hermosa Prince Avalanche) se concentra más en lo satelital del atentado y no en el atentado mismo, y, sobre todo, se concentra en las personas. Más fuerte que el destino (Stronger) abre con un plano de alguien visto a través de la mirilla de una puerta que luego se abre dejando salir al propio Bauman (gran Jake Gyllenhaal). Es decir que desde el primer segundo Gordon Green nos señala que esta película les pertenece a sus personajes pero, también, a sus actores. Porque Más fuerte que el destino es una película de actores. La cámara se mueve siempre pensando en ellos porque, claro, su principal material narrativo está en ellos. Casi todo lo que sucede en este relato nos lo enteramos porque pasa en el rostro, en el cuerpo, en la respiración de alguno de sus intérpretes. De hecho, de la propia presencia de Jeff en el lugar del atentado nos enteramos a través del rostro de su ex-novia Erin (gran Tatiana Maslany). En la película hay muchas escenas con Jeff presente en un lugar donde no se lo ve pero donde sí vemos a las personas que están a su alrededor. El director nos muestra a quien ve algo, antes de mostrarnos lo que esa persona ve. Así sucede que nos muestran, por ejemplo, a la novia del protagonista en el hospital, con la cara contra un vidrio, llorando, tapándose el rosto, o a la madre de Bauman haciendo algo similar, pero recién varias escenas más tarde nos muestra a Jeff en la cama, sin piernas. Casi toda la película de Gordon Green trabaja así, yendo de lo particular a lo general: de la persona a la situación, del quién al qué, del alguien a lo que lo rodea. Sin embargo, y como dije unas líneas más arriba, en la primera escena de Más fuerte que el destino vemos a una persona a través de la mirilla de una puerta. Alguien lo está mirando, claro. Entonces, en esos primeros segundos de película, sucede justamente lo inverso a lo que sucede en las casi dos horas restantes: en esa apertura vemos primero lo que ve Jeff y luego al propio Jeff. Y es que, justamente, ese es el viaje que nos propone este relato: ir desde el protagonista a quienes lo rodean, a quienes lo miran vivir. Y ese comienzo, esos pocos segundos que dura aquella escena de la mirilla, sirven para que la película ponga en evidencia el mecanismo de su relato. Después, Bauman pasa a ser un personaje a observar. No interesa tanto cómo se siente ese protagonista sino cómo hace sentir (eso se ve perfectamente en los planos que elige Gordon Green para componer la escena de sexo). Y esa es una importante decisión por parte del director, quien elige dónde cortar, cómo encuadrar, cómo manejar el fuera de campo para poner el énfasis en cómo Jeff repercute en los demás. La escena de la falsa masturbación es, quizá, el ejemplo más claro de todo esto: Gordon Green nos muestra que, al intentar levantarse de la cama la primera vez que despierta después del accidente, Jeff se cae al piso. Pero ahí el realizador corta y pasa directamente a un plano de la madre, quien (desde afuera del cuarto) solo escucha los sonidos que hace su hijo. Green nunca nos muestra cómo el protagonista resuelve la situación, cómo se levanta o qué pasa con él. Eso no importa, solo importa qué ocurre con quienes hacen de satélites a su situación, con quienes miran desde afuera. Lo que pasa en la película es lo que les pasa a ellos, los personajes circundantes al sobreviviente del atentado de la maratón de Boston. Y a través de ellos el director nos lleva a lo que le sucede también al protagonista. Esa elección del modo de contar es vital para eludir el golpe bajo, el regodeo en el dolor que sufre Jeff por su nueva discapacidad. Y aunque la película tiene otras fallas, eso lo vemos muy poco. De hecho, la única escena donde Gordon Green se instala en el sufrimiento solitario de Bauman viene precedida por una pelea con Erin en la que se nos intenta poner del lado de ella, lo cual logra que nos importe menos ver al pobre tipo arrastrándose (literalmente) por la calle para llegar a una puerta. Más fuerte que el destino tiene dos claves, una es la elección de los actores: tanto Gyllenhaal como Maslany, pero también todo el grupo de personajes secundarios que los acompañan están impecables en sus papeles. El jefe de Bauman es un pequeño gran personaje interpretado por Danny McCarthy, y ni hablar de Miranda Richardson en el rol de la madre de Jeff. Esa mujer, que tiene un timing perfecto, logra que dicha madre alcohólica, invasiva e inmanejable tenga las proporciones de ternura y estupidez tan exactas como para que su personaje sea indispensable en la película y en la historia. La segunda clave de Más fuerte que el destino es el manejo del fuera de campo, que implica la forma de narrar mencionada. Así, la atención se centra mucho menos en el sobreviviente Jeff Bauman que en quienes lo miran sobrevivir. Y ahí brilla el talento de David Gordon Green, quien, aunque no logra una película sobresaliente, sí consigue demostrar que las historias tienen muchas veces el corazón por fuera del cuerpo.
La figura del héroe es mucho más que una tara comunitaria. ¿Un organizador simbólico de una nación? Posiblemente sí, al menos es innegable que los estadounidenses insisten sistemáticamente en vindicar la posición de un hombre o una mujer frente a la vida pública que porta una cualidad moral esplendorosa, reconocible en una conducta que espeja presuntamente la grandeza de un país. Jeff Bauman era un típico trabajador de Boston, amante del béisbol y buen compañero laboral y amoroso. El 15 de abril de 2013, este joven de 28 años decidió ir a alentar a su novia, que participaba en la maratón de Boston. La explosión de tres bombas terminó con la vida de tres personas y dejó 282 heridos; uno de ellos Bauman, que perdió sus piernas. El relato, inspirado en un libro del propio Bauman sobre su experiencia, se circunscribe al esfuerzo puesto por este para sobrepasar la desgracia y volver a ser parte del mundo. Fue así que este héroe accidental se transformó en el rostro de un grito colectivo de autosuperación. En él, el famoso slogan “Boston Strong” encontró a su mejor e involuntario intérprete. David Gordon Green, un director que fue una promesa del cine estadounidense a principios de siglo, prioriza la readaptación íntima de Bauman y nunca desconoce la pertenencia de clase del protagonista, sensibilidad del realizador que resultaba ya ostensible en George Washington, su mejor película, un retrato exhaustivo de una época, una generación y una clase social. En efecto, lo que sucede con los padres y la novia recibe especial atención, también el futuro laboral del protagonista, lo que no excluye el examen de cómo una sociedad consigue asignarle a un hombre el papel de ser un héroe de la voluntad de superación. La escena que instituye el punto de vista del filme y del propio Bauman y su réplica en la ficción es aquella en la que este se encuentra con la persona que lo rescató en la explosión, otro hombre devastado y sobreviviente de una tragedia que, como la del propio Bauman, no era ajena a la política internacional de Estados Unidos. En la medida de sus posibilidades, Green mantiene una perspectiva, pero los materiales con los que cuenta desbordan el relato, pues aquí el mito y la ideología deben prosperar; que el filme vaya adquiriendo una ascendente retórica de autoayuda patriótica resulta inevitable debido a la propia lógica de producción y recepción. Esto explica asimismo la austeridad formal del filme: la didáctica se impone a la estética, más allá de algunos planos subjetivos que remiten a la percepción alucinada de Bauman ante la exagerada exposición pública. Todo filme de héroes es secretamente un filme de propaganda. El inconsciente estadounidense se desnuda por entero en este drama que nace de la vileza del terrorismo y culmina con la afirmación de los valores cívicos de una nación.
Reto al destino El 15 de abril de 2013 mientras se desarrollaba la Maratón de Boston explotaron dos bombas en cuestión de segundos.Este atentado dejó un saldo de tres muertos y 282 heridos, uno de ellos fue Jeff Bauman a quien le tuvieron que amputar ambas piernas por debajo de la rodilla. Bauman (Jake Gyllenhaal) va como espectador a la maratón con el objetivo de reconquistar a su novia Erin Hurley (Tatiana Maslany) cuando ella atravesara la meta, pero las bombas impiden que se produzca el encuentro: Jeff termina gravemente herido ya que se encontraba cerca cuando detonaron uno de los explosivos y deben amputarle las piernas. Este hecho convierte a Jeff en un héroe y su historia de superación quedará marcada en la historia. El director David Gordon Green toma el libro que escribió el propio Bauman sobre el hecho y se une al guionista John Pollono para adaptarlo a la gran pantalla. El principal problema es que desde el primer momento no pudo lograr algo que se destaque y termina haciendo una película con todos los clichés que se ven en las de este tipo. Lo más destacado de la película son las actuaciones de Gyllenhaal quien desde que sale del hospital no se muestra muy de acuerdo con el status de héroe que le otorga la sociedad y que lo va convirtiendo en una estrella a la que bautizan con el apodo de “Boston Strong”, y de Maslany quien tomará el rol de cuidadora, asistente y que va a contenerlo cuando tenga sus crisis, pero quien también se siente culpable por lo que le pasó. Más fuerte que el destino es una película que pasa sin pena ni gloria, si bien el relato es sólido, no logra enganchar al espectador y sus casi dos horas de duración no solo se sienten sino que parece más larga de lo que finalmente es y termina siendo un alivio cuando aparece el texto y las imágenes que cuenta que fue de la vida de Bauman.
Este drama, que narra la vida de uno de los sobrevivientes del atentado en la Maratón de Boston de 2013, es, por cierto, de esas “historias de vida aleccionadoras” que Hollywood siempre produjo (bien). La dirección de David Gordon Green -realizador diletante, es verdad, pero de los más talentosos del cine estadounidense de hoy, tanto en la comedia cómica como en el drama intimista- esquiva los golpes bajos y sabe darle la dimensión justa al relato, en complicidad con Gyllenhaal, excelente aquí.
EL AMOR ES MÁS FUERTE El amor es el motor más poderoso del mundo. Cualquier persona que lo sienta puede atreverse a realizar cosas que tal vez en su vida cotidiana no haría o lo pensaría dos veces. Viajar miles de kilómetros por encontrarse con ella -o él-, escribirle poesía a alguien que no conoce o armar un cartel para alentar a esa persona en un maratón. Este último gesto amoroso es el inicio de Más fuerte que el destino, film que sigue la historia de Jeff Bauman, un hombre común y corriente que pasa a la fama luego de sobrevivir al atentado del Maratón de Boston en 2013, convirtiéndose en un “símbolo de esperanza” de su ciudad y de los Estados Unidos. La película empieza con el hecho simple que deriva en todo el desarrollo posterior: qué hacía Bauman en el maratón. Estaba allí para darle aliento a su ex novia, la cual corría en el evento, e intentar recuperar su amor. El decide hacerle un cartel para llamar su atención teniendo la mala suerte de colocarse -justo- donde estallaron las bombas que provocaron la tragedia. Esto ocurre en los primeros instantes del film y a partir de allí, el relato exhibirá cómo intenta sobrellevar las consecuencias de lo sucedido, las diferentes reacciones de sus familiares y amigos, y sus sentimientos ante la adversidad. Más allá del destino es un correcto relato sobre superación personal, el cual mantiene una narración alejada de la sensiblería, mostrando las sensaciones del sobreviviente de una tragedia y presentando los dramas personales que tiene que sobrellevar el protagonista, desde un punto de vista cercano. A su vez, exhibe cómo se lo toma como un “símbolo para la sociedad”, tratando de presentarlo como un fenómeno en vez de reflexionar sobre lo sucedido. En estos instantes se observa en forma concreta cómo la familia pretende sacar el mayor provecho de la situación, siendo su novia la única que piensa en lo que le pasa al “bueno” de Bauman. En todo este pasaje, se destaca la enorme actuación Jake Gyllenhaal, un intérprete que parece sentirse a gusto con roles donde debe superar adversidades y esta no es la excepción, acompañado por un elenco que cumple su tarea al detalle, donde se ve la mano de un director que supo entender el rol de cada personaje en esta historia real. Lamentablemente hacia el epílogo, la película comienza a caer en escenas sensibles que podrían omitirse o tener otro tratamiento, y que se nota claramente que adquieren ese tono en pos de cerrar la historia. De todos modos, Más fuerte que el destino es un film correcto, con buenas actuaciones, que permite conocer una historia quizás alejada a nuestra tierra pero que es digna de contar. Tal vez si el cierre hubiera sido distinto, sin remarcar tanto el mensaje ni la búsqueda de la lágrima fácil, estaríamos hablando de otra cosa. Esta no defrauda, pero tampoco impacta o emociona.
El nuevo filme de David Gordon Green (reconocido director de cine y TV), se centra en un hecho real como lo fue el atentado en la maratón de Boston en 2013, para exhibir el mundo íntimo de una de las víctimas. A partir del amor que Jeff (Jake Gyllenhaal) le sigue profesando a su ex novia Erin (Tatiana Maslany), es que decide ir a recibirla con un cartel hecho a mano a la meta de la famosa maratón que se corre año a año en Bostón. Con la expectativa de pensar que diría Erin al verlo allí parado, Jeff se ubica en uno de los costados en donde el público espera a los corredores. Minutos después, la tragedia: dos bombas explotan en la linea de llegada, y Jeff recibe el impacto de esquirlas y clavos en sus miembros inferiores. En el medio del caos y la desesperación, un desconocido llamado Carlos (Carlos Sanz) le salva la vida y lo lleva al hospital. Sin otra opción viable, los médicos deben amputarle ambas piernas, debajo de las rodillas. Es a partir de allí cuando Jeff debe llevar adelante una lucha contra sus propios miedos y frustraciones, acompañado por una madre alcohólica (Miranda Richardson), una familia totalmente disfuncional, pero muy unida, y Erin, quien entre la culpa y el amor, decide quedarse a su lado. La película del creador de “Red oaks” y “Experto en crisis”, relata, a través de los ojos de Jeff, la alegría de haber sobrevivido al ataque, pero también lo frustrante que es encontrarse con su nuevo presente. La compañía de su madre, y la relación con Erin, que atraviesa diferentes etapas a lo largo de la historia, son los vínculos mas relevantes que el protagonista entabla. Por momentos predecible, lacrimógena y con cuantos golpes bajos, el filme logra destacarse por la actuación de Gyllenhaal, un gran actor que siempre ofrece buenos papeles, y quien en esta ocasión compone un rol que transmite exactamente lo que desea en cada escena, haciéndose cargo de un filme con buenas intenciones y trabajos notables, pero que, sobre todo en la ultima media hora se torna largo y redundante. Calificación: Buena
El peso de ser un héroe En Más fuerte que el destino, Jake Gyllenhaal es un sobreviviente al atentado durante la maratón de Boston, quien al mismo tiempo se convierte en un símbolo nacional por ayudar a atrapar a los terroristas. Tras perder sus piernas en dicha situación, deberá superar la depresión y los traumas mientras lidia con un papel de héroe que jamás buscó ser. Basada en una historia real y en la novela de Jeff Bauman, David Gordon Green retrata los problemas diarios de las personas con discapacidad mientras procesan los traumas y la depresión que conlleva sufrir una situación tan extrema desde físico, emocional y mental. Green, un director que oscila entre el material televisivo (Vice Principals) y cinematográfico (Experta en crisis) expone en su última experiencia en la gran pantalla la historia de un sobreviviente famoso que debe cargar sobre sus hombros el peso de ser un símbolo de superación y perseverancia mientras debe resolver sus problemas internos que no se ven en la pantalla de la televisión ni fuera de su propio hogar. El multifacético Jake Gyllenhaal encarnando a Jeff Bauman emprende un recorrido interno doloroso, conflictivo entre lo que debe aparentar en público y lo que realmente siente sobre sí mismo y la nueva vida a asimir. Gyllenhaal conmueve desde su dolor, frustración y carisma al alcanzar una actuación soberbia, poniendo a prueba la empatía de los espectadores con un personaje que no busca ni quiere posicionarse en el lugar en que su familia y los medios lo instauran. Un personaje real, con contradicciones, dificultades y errores que a menudo es difícil de encontrar en estas clases de producciones. Gran parte del brillo de Gyllenhaal se debe también al buen trabajo de Tatiana Maslany (Orphan Black, La dama de oro), generando entre ellos una química natural y emotiva en pantalla. Buscando alejarse de las situaciones clichés, Más fuerte que el destino es un drama emotivo que expone la necesidad de la sociedad estadounidense de buscar culpables y generar ídolos que los identifique con su nacionalismo, cosificándolos en búsqueda de algún rédito. En su narrativa y dirección, Más fuerte que el destino no baja nunca su intensidad y no pierde su objetivo en sus dos horas de duración, con Gyllenhaal logrando una de sus mejores actuaciones. Desde su fotografía y especialmente la dirección, se ahonda en retratar la personalidad de Bauman y como se ve superado por las situaciones elegidas y producidas por su entorno. En su miedo por defraudarlos se retrae y comienza a consumirse en su interior, tratando de huir de las reales responsabilidades que debe afrontar, tanto él como su familia. Más fuerte que el destino es una película de errores, de reflexiones sobre el camino que tomamos frente a las adversidades y el sacrificio que una persona está dispuesta a hacer.
Más allá de los resultados finales, uno no puede dejar reconocer que la industria cinematográfica norteamericana tiene un fuerte sentido de la oportunidad para meter sus productos rápidamente en la coyuntura cultural e histórica del momento en que viven. No hacía dos años de la guerra de Irak y ya había un par de películas dando vueltas sobre el tema sacando conclusiones antes de que todo concluya. El atentado en la maratón de Boston ocurrió en abril de 2013. No pasaron más de dos años y ya estaban en carpeta tres o cuatro proyectos, dos de los cuales ya se estrenaron “Día del atentando” (Peter Berg, 2017) y “Más fuerte que el destino”, esta semana. Jeff Bauman fue una de las víctimas de las dos bombas, sufriendo la amputación de ambas piernas como consecuencia. Poco a poco se fue reponiendo y adaptando a su condición física y también a su condición anímica, hasta alcanzar una fama insospechada por haber logrado seguir adelante pese a las desafortunadas vicisitudes. Hay una cosa que David Gordon Green defiende a capa y espada en esa producción: La de mostrar cómo quedó físicamente Jeff,, muy bien interpretesdo por Jake Gyllenghaal. Naturalizar la visión de sus piernas como marca indeleble de la tragedia. Hay momentos, en este sentido, que rozan el mal gusto. Se entiende que la justificación esté dada para poner al espectador en el lugar de la víctima, pero hay que ver que tan efectivo es hacerlo en forma tan literal porque a su vez, y esto sí forma parte del panfleto, sirve para construir en el espectador la figura del héroe. Héroe, palabra de la cual el pueblo yanqui es fanática confesa, ha servido, y sirve hoy, a los efectos de la formación ciudadana en materia de ultra patrioterismo. Si como muestra basta un botón, recuerde, hace menos de un mes, el insólito y patético segmento de la última entrega del Oscar dedicado a los soldados “que sirvieron y sirven a la patria en el exterior”.Acotaciones al margen, el hecho de que Jeff se pregunte si es héroe solamente por una bomba que le voló las piernas es lo que haría interesante la propuesta, y si bien lo que sucede en el contexto familiar respecto de ser la mamá o los hermanos del sobreviviente del atentado es lo mejor de la película, la idea queda a un costado para centrarse en la relación que el protagonista tenía con su novia antes y después del atentado. Es cierto que el drama se profundiza entre los dos. Jake Gyllenghaal y Tatiana Maslany se autoimponen un duelo actoral y emocional que logra imponerse al resto de las cuestiones, y es por el tenso crecimiento de este vínculo que “Más fuerte que el destino” progresa bien. Era una buena oportunidad para hablar de otra cosa, pero los héroes son héroes aunque estos no quieran y el director esquive hábilmente el tema centrándose en los estados emocionales de sus criaturas. La crítica quedará para otro momento en el que alguien decida tomar la posta de aquella brillante sátira social de Stephen Frears llamada “Héroe accidental” (1993). Mientras tanto, este estreno se regodea en lo humano y en el buen trabajo del elenco.
Crítica emitida por radio.