Robert Rodriguez nos ha sorprendido con films como “Sin City” y “Machete” pero su popularidad no inició con ninguno de estos films, de hecho arrancó cuando realizó la primera película de “Mini Espías” allá por el 2001. El personaje de Machete, interpretado por Danny Trejo, incluso es un Spin Off de la saga de “Mini Espías”, obviamente con un tinte mas oscuro como para un público adulto. Desde un principio él se propuso hacer este tipo de films para sus hijos con la idea de que el público familiar se vea entretenido sin hacer diferencias. Hoy, después de ver la cuarta entrega de la saga, puedo decir que lo ha logrado nuevamente pese a que algunos miren con desconfianza esta cuarta parte. La película pone nuevamente como protagonistas a dos niños (Rowan Blanchard y Mason Cook) que se verán atrapados en una misión luego de descubrir que su madrastra (Jessica Alba) es una espía y que el mundo está por ser víctima de un villano que intenta robarse el tiempo. Obviamente es una trama típica de una peli para niños, pero está planteada de cierta forma que la comedia puede ser un atractivo incluso para el público adulto. No se si podríamos juzgar tanto las actuaciones en un film así ya que casi ninguna situación es muy verosímil. No hay grandes momentos emotivos ni mucho menos, así que en términos generales podríamos decir que todos cumplen con su rol, incluso los mas pequeños. Si cabe destacar, y es una pena no poder apreciarlo en la versión doblada al español, la interpretación de Ricky Gervais como la voz de Argonaut, el perro protector de la familia con el que se dan las situaciones mas hilarantes del film. ¿Es la mejor película de la historia? Definitivamente no, pero si es bastante entretenida como para disfrutarla acompañando a los chicos, haciéndola una buena excusa para llevarlos al cine. Seguramente algunos padres saldrán bastante satisfechos al saber que no era un típico bodrio infantil que sólo los chicos aprecian.
El tiempo desaparece La cuarta entrega de la saga de espionaje familiar lleva otra vez el sello de su creador, Robert Rodriguez, un realizador que apuesta al cine de género y al gran despliegue de efectos digitales. Mini espías 4 y los ladrones del tiempo da protagonismo a Marissa Cortez Wilson (Jessica Alba), agente secreta retirada que está a punto de dar a luz y debe lidiar con su marido periodista y sus dos hijastros (Rowan Blancahrd y Mason Cook). Pero esto no es todo, también deberá hacer frente, junto a su familia, al temible villano Timekeeper (Jeremy Piven) que amenaza con robarse el tiempo y así apoderarse del planeta. En este cuarto eslabón reaparecen los chicos (ya crecidos) de las tres entregas anteriores (Alexa Vega y Daryl Sabara), el cameo de un segundo de Danny Trejo (actor fetiche del director y protagonista de Machete) y Ricky Gervais (The Office) quien presta su voz al perro-robot Argonauta. Con este esquema que se mueve entre la acción y la maquinaria más disparatada, Rodríguez entrega la más floja película de la saga, con personajes que parecen salidos de una historieta (el malvado de turno) y preocupado más por los efectos que por la intriga de una trama que sólo acumula artilugios visuales. La película puede ser disfrutada por chicos de más de 6 años aunque el público adulto extrañará la efectividad que tuvo el film original. ¿Y Antonio Banderas donde está?....
Antes de que arranquemos con polémicas pueden ir dejando la lectura dos grupos de personas: los que odian como escribo y los fanáticos de Robert Rodriguez en tanto realizador rescatista de cierto cine al que peligrosamente se le está asignando motes de género tipo "grindhouse" y demás mamarrachos catedráticos que no hacen otra cosa que alejar a espectadores que mucho antes de saber o querer saber semejantes falacias, simplemente estaban dispuestos a ir al cine a ver algo estilo "Sábados de super acción" y punto...
El difícil arte de saber retirarse a tiempo Con sus altibajos, la trilogía de Mini espías (2001/2002/2003) regaló unos cuantos momentos de desparpajo y creatividad. Son de esas películas simpáticas que uno las engancha a toda hora durante el zapping en el cable y las deja siempre un rato. Ocho años más tarde, Robert Rodriguez "desempolva" la saga e intenta revivirla ahora con nuevo elenco (los ya adolescentes Alexa Vega y Daryl Sabara de los films originales tienen esta vez algo más que un cameo durante la segunda mitad). El resultado es una película mecánica, caótica, con personajes sin carisma y muy pocos pasajes capaces de sorprender, entretener o divertir. En los Estados Unidos, el film se presentó en "4D", apelando a una tarjetas de "olores" denominada Aromascope (recurso que el viejo John Waters ya había utilizado dos décadas antes en Polyester). Aquí, se ha decidido obviar la variante olfativa y se estrena en 2D y 3D (yo la vi "sólo" en tres dimensiones y el uso de las imágenes estereoscópicas no agrega demasiado). Jessica Alba es una espía secreta que pide licencia porque da luz a un bebé, con la consiguiente explosión de vómitos y gases. Su marido (Joel McHale) es un workaholic ausente y los dos hijos (Rowan Blanchard y Mason Cook) son verdaderamente insufribles, por lo menos hasta que se convierten en los nuevos mini espías. El film abruma, aturde, aburre. Robert Rodriguez y los Weinstein deberían entender de una vez por todas que la franquicia está agotada. Hay un viejo dicho que dice que hay que ser sabio para retirarse a tiempo. Si no, lo que alguna vez fueron historias regocijantes regresan como patéticos reciclajes.
Robert Rodríguez vuelve a una de sus franquicias más exitosas pero sin demasiadas novedades. Cuando salió la primera entrega de Mini espías, allá por 2001, evité verla. Fue un poco por prejuicio (tenía 16 años, no iba a ver una "película para nenes") y un poco por falta de oportunidades. Lo mismo pasó con sus subsiguientes secuelas, que salieron con un año de distancia entre ellas. Ya más grande, en 2008 o 2009, enganché en cable la segunda entrega y me quedé viendola. Al día siguiente, alquilé las otras dos. Créase o no, me había convertido en un fanático de Mini espías. Es que el desenfado, el humor tonto y las aventuras, además del entorno caricaturesco, me atraparon desde algún lugar nostálgico. Siempre ví esta saga como una especie de Inspector Gadget moderno, y teniendo en cuenta que las adaptaciones al cine de este gran personaje fueron lamentables, esto era lo más cercano que tenía. Ocho años después de la tercera parte, Robert Rodríguez decidió volver a su éxito y realizó Mini espías 4: Los ladrones del tiempo. La formula es prácticamente la misma, los chistes muy similares y los gags dignos de Bugs Bunny siguen estando allí. La historia, en general, es también idéntica, solo que en este caso la única detective (en un comienzo) es Marissa Wilson (Jessica Alba). Ella, a minutos de entrar en el quirófano para tener a su primer hijo, detiene a Tick Tock, un villano que intentó robar datos cruciales para comenzar el proyecto Armaggedon, un plan malévolo que le robará (literalmente) el tiempo al mundo. Luego del parto, Marissa decide retirarse y dedicarse a su familia, ocultando su vida como heroína. Su hogar está formado por su marido Wilbur (Joel McHale), un conductor televisivo que busca el éxito con un programa que propone cazar espías, y a sus dos hijastros, Cecil y Rebecca (Mason Cook y Rowan Blanchard). Con la segunda no tiene una gran relación, ya que todavía lamenta la pérdida de su madre biológica y no termina de aceptar a Marissa dentro de la familia. Su forma de expresarlo es a través de bromas pesadísimas. En medio de su retiro, Marissa se entera que el proyecto Armaggedon volvió a marchar y que el villano detrás de todo esto es el Guardián del tiempo, el jefe de Tick Tock, que buscará robar el tiempo para sus propios fines. El tema es que para marchar con su plan necesitan una piedra caida del espacio que está en poder de la hijastra de Marissa. Por eso irán a buscarla, pero en ese momento el secreto de mamá es revelado y los chicos huirán automáticamente hacia el centro de mandos de la agencia de seguridad en donde trabaja, la OSS, escoltados por Argonauta, su perro-robot (con la voz de Ricky Gervais). De más está decir que a partír de allí los chicos se involucrarán en el caso y, con la ayuda de los anteriores Mini espías, Carmen y Juni Cortéz (Alexa Vega y Daryl Sabara, ahora veinteañeros) intentarán detener al malvado Guardián del tiempo. Hay dos problemas grandes con Mini espías 4: el primero es que hartan (literalmente, hartan) todas las referencias al tiempo que se dan en la película. No solo por el caso en sí, sino que cada tres frases se hace alguna metáfora o juego de palabras que involucra al tiempo que aburren antes de la primera media hora de la película. El segundo conflicto es que, si bien la película no está nada mal, es lo mismo que las anteriores entregas. No hay nada novedoso ni destacable, solo chistes y recursos repetidos. Pese a eso, y si no se tienen muy en cuenta a las anteriores partes, Mini espías 4 funciona, y será una película que los chicos de entre 7 y 11 años sabrán apreciar más que cualquiera de los que se sienten a escribir una review.
Mini espias 4 y los ladrones del tiempo es una película que los chicos van a adorar y disfrutar a pleno. Ideal para ver en cine ya que visualmente está muy buena y va a fascinar a los muy chiquititos que nunca hayan visto un film de este tipo. El perro robot es otro divertido ingrediente más, al igual que la bebé, para mantenerlos atrapados. La historia está bien armada....
Robert Rodriguez, al frente de la cuarta entrega de la saga de acción Ahora en 3D, los pequeños espías vuelven a demostrar su valentía para imponer paz y justicia en un universo al borde del colapso. Marissa es aquí una bella mujer casada con un periodista y acaba de ser madre, lo que no les cae bien a Rebeca y a Cecil, los hijos adolescentes del primer matrimonio de su padre. Lo que toda la familia ignora es que ella fue una agente secreta que decidió convertirse en ama de casa. Pero su vida volverá a cambiar cuando un maníaco conocido como Timekeeper amenace con apoderarse del planeta mediante un sistema en el que el tiempo corre a velocidad inusitada. Su anterior jefe la convoca para la investigación que dará por tierra con las intenciones del malvado, y aquí intervendrán sus hijastros, quienes comenzarán a vivir una serie de alocadas aventuras que pondrán en peligro a Marissa y a toda la asociación de espías. Rebeca y Cecil, mientras tanto, procuran con ingenio detener la marcha del tiempo y así se enfrentarán con el siniestro jefe del operativo, alguien que tratará de volver a su infancia para hacerse perdonar por su padre. El director Robert Rodriguez, ya muy avezado en narrar estas historias, vuelve aquí a poner su ingenio en un original guión. Nada falta en esta producción para que los adolescentes, y también los mayores, pasen una hora y media de diversión en medio de apocalípticos escenarios, de corridas, de peligros a cada paso y de la necesidad de mostrar que con valentía y esfuerzo la paz puede retornar desde los más intrincados senderos.
Las bondades del Tercer Mundo La saga de Mini espías se había agotado con la trilogía rodada entre los años 2001 y 2003 pero al infatigable Robert Rodriguez parece que todavía le quedaba algo por decir al respecto. Tras seleccionar una parejita de nenes que pudiera reemplazar a la original se despachó con esta innecesaria Spy Kids: All the Time in the World in 4D que por pertenecer al Tercer Mundo nos llega con una D menos: el sistema Aromascope se extravió en la Aduana. Por una vez hemos salido beneficiados: si la tan mentada tarjeta de olores incluía las caconas de la beba del personaje de Jessica Alba, las “explosiones” de las bombas de pañales sucios y demás lindezas derivadas sólo puedo agradecer al cielo por la cortesía… A Robert Rodriguez uno no sabe si admirarlo o simplemente detestarlo por su intrepidez al encarar un proyecto: el tipo no duda en meter mano en cualquiera de las muchas actividades relacionadas con la filmación de una película. Fotografía, efectos especiales, música, producción, escenografía, edición, sonido, a nada le hace asco el muchacho en su ambición por dominar un arte que por sobre todas las cosas es esencialmente colectivo. Tal vez por una megalomanía que le impide confiar en los demás o quizás por el más sencillo motivo de abaratar costos de presupuestos nunca demasiado generosos, lo cierto es que Rodriguez abarca más de lo que el sentido común indica. Y esto siempre se nota en el resultado final. Al director de Sin City se le observa un estilo propio instaurando en sus obras un universo desquiciado basado en sus variadas influencias (hay mucho de animación en las Mini espías) donde nunca falta la libertad creativa ni el sentido del humor. Ideas se le ocurren, prestadas o no, y por algún motivo inexplicable su trabajo engancha a los chicos que disfrutan abominaciones como La aventuras del niño tiburón y la niña de fuego. Como su amigote del alma Quentin Tarantino, el texano saca la multiprocesadora y de ese mix surgen las historias más disparatadas en la que no es raro encontrar esos “mensajes” profamilia que en un filme como Mini espías 4: Los Ladrones del Tiempo se hacen evidentes desde el vamos. ¿Es competente en lo que hace?, ¿cumple medianamente esta nueva entrega su propósito de entretener? Desde un punto de vista adulto posiblemente no. De todos modos como el público al que apunta Rodriguez tiene 10 años o menos es difícil ser tan concluyente. Jessica Alba interpreta a Marissa, una espía que se retiró del oficio para criar a su beba, consentir a sus hijastros Rebecca (Rowan Blanchard) y Cecil (Mason Cook) y hacer una vida hogareña junto a su despistado marido periodista Wilbur (Joel McHale). La aparición de un terrorista llamado Time Keeper (Jeremy Piven) que está dispuesto a robarle el tiempo al mundo provoca que Marissa regrese a la acción ahora con su bebita como “sidekick”; mientras tanto Rebecca y Cecil acceden al área de Spy Kids en la OSS que estuviera cancelada desde la partida de Juni Cortez (Darryl Sabara) siete años antes. Juni y su hermana Carmen (Alex Vega) se suman también al grupo junto con Argonaut (en la voz del inglés Ricky Gervais), el perro robot protector de los chicos. Rodriguez instala en la platea a puro machaque la moraleja de que los papis deben dedicarle todos los minutos que puedan a sus hijos para no tener nada de lo cual arrepentirse el día de mañana. No hay nada como el HOY, podría ser el slogan tranquilamente… Ocasionalmente a Rodriguez se le prende la lamparita y brinda una idea tan brillante como la de los audífonos de Cecil (el chico padece de una sordera parcial), que debidamente convertidos en casi un gadget a lo James Bond le permite al público infantil identificarse con un pequeño que de otro modo podría ser visto como a sapo de otro pozo. Y este es el karma de Roberto: ésta y otras ideas potencialmente buenas se pierden en su caos creativo, tanto argumental como narrativamente, en el cual para colmo se ha asentado con placentera comodidad esa escatología tan cara al sentimiento de la Nueva Comedia Americana. El fin por sobre los medios: si los chicos se ríen todo vale. Ah, Jessica Alba y Joel McHale demuestran entre ellos tanta química como Daniel Aráoz e Ingrid Grudke en Mi papá se volvió loco!!! Más que esposos parecen vecinos, che…
Mini espías para quien no haya visto nunca una “infantil” de Robert Rodriguez, puede parecer guasa, chancha y varias cosas más. No es que no lo sea… pero al menos uno si lo conoce entra preparado para eso. Rodriguez escribe estas películas “integrado” a los chicos, entonces pone cosas “educacionalmente incorrectas” para reírse, y no termino de cuadrar si está bien o mal. ¿Pero los chicos se rien? Si, definitivamente. La película entretiene y eso es lo que busca el director con su historia. La peli está filmada en 3D y se nota el volumen de las cosas. Poco sobre saliendo de la pantalla igual. El guión es simple, una especie de Bond soft. Los personajes son de dos “niños inquietos”, pero similares a los que vas a tener en la sala a tu alrededor. El doblaje en su mayoría está bien, aunque hay algunos que son insufribles (como la nena misma). Mini espias es una muy buena opción para niños de la primaria, ya que no hay otra película que garantice que se queden mirando la pantalla durante una hora y media. Saldrán de la sala y buscarán que sus padres le compren una cajita feliz. Eso es lo que buscó el director y no hay que pedirle más.
Los “Mini espías” todavía entretienen Después de tres películas, la saga infantl por excelencia de Robert Rodriguez casi necesariamente tiene que lucir un poco vacilante. Igual, el director de «Machete» se las arregla para que el asunto funcione a partir de una trama que comienza con las aventuras de Jessica Alba, una espía embarazada de nueve meses que lucha contra una horda de villanos mientras se le rompe la fuente de la que será la primera bebé espía, y así hasta que haya una nueva generación de mini espías. Como ya ha demostrado en sus films anteriores, el 3D es algo que Rodriguez sabe utilizar muy bien, especialmente dado que casi toda la acción utiliza decorados digitales que se aplican muy bien a esta tecnología (de hecho, el film está rodado en el sistema 4D, que incluye olores, lo que en realidad implica toda una serie de aromas escatológicos que por suerte no están incluidos en los cines argentinos). El argumento sobre un ladrón del tiempo que provoca la pérdida de horas da lugar a gags eficaces y situaciones surrealistas disfrutables también por el público adulto, especialmente hacia el final donde a los chistes se suman decorados alucinantes influidos por la estética de los dibujos de Escher. También hay todo tipo de gadgets hipertecnológicos para los espías grandes y chicos, y un perro parlante que se roba algunos de los mejores gags. Si bien en un principio llama la atención el nivel de violencia de las escenas de peleas, pronto queda claro que todo es parte de un gran chiste tonto donde ni siquiera hay verdaderos villanos, por lo que, como entretenimiento familiar, esta cuarta parte de la saga es un pasatiempo ideal.
Una de Los Rodríguez Robert Rodríguez y su museo del cine. La franquicia familiar Mini Espías de Robert Rodríguez empezó, hace once años, como travesura digna de amonestación (y, finalmente, de condecoración) en la Escuela Normal 007. Los espías infantes usaron como combustible la furia casera, cinéfila y familiera del tex-mex que llama a Tarantino su hermano y que bautizo a sus hijos como Rocket, Racer o Rebel. Rodríguez hizo a su saga un museo del cine, donde desde su propia productora usaba recursos mercachifles como si fueran cohetes en fin de año. Pero el infantilismo en Rodríguez es lo que lo hace recorrer el cine como juguetería que puede salvar al mundo: al fin y al cabo, sus relatos para el público infantil (que no se limitan a los Mini Espías ) no son otra cosa que la versión maxigrande pero palpable, en su berretada intencional, de un juego entre niños en un patio. Rodríguez vuelve, ocho años después, a su escuela de punk supersecreta. A pesar del formateo de los protagonistas, Rodríguez mantiene la idea de salvar el mundo desde la casita del árbol. Pero construida por Iron Man. Salvo que ahora Jessica Alba (divertida, aunque un poco maniquí, en su papel de Ethan Hunt embarazada) es madrastra y su pasado de chica Bond vuelve bajo la forma de una supervillana cara-de-reloj que persigue al nuevo dúo de niños protagonista. Otra vez batiendo, que no mezclando, una inventiva de nene que tomó 7 litros de gaseosa, Rodríguez brilla en cuando se pone forajido en el reciclaje de imágenes: esos villanos con rostro de reloj (tan de serie de Batman en los ‘60), esas ideas 3D que Rodríguez usaba hereje cuando Cameron recién bocetaba la catedral Avatar , el sentimiento de fondo esta haciéndose el asado del domingo. Obvio, está la torpeza, en forma de escatología que parece diseñada por gente que usa crayones, y también esta ese agotamiento que, materialismo mediante, necesita ideas-objetos para seguir haciendo chicles globos capaz de dar la vuelta al mundo. Pero cuando respira, Rodríguez se confirma un salvaje sub-18, que no da concesiones, cuya impericia vale menos, mucho menos, que su ausencia de filtro. Rodríguez es salvaje donde todos, pero todos, son adultos. Si no puede con su niño interno, entonces Rodríguez lo armara (y amará) hasta los dientes. O crecerá en el intento.
Trucos para atrapar a un villano Robert Rodriguez dirige en 2001 la inicial Mini Espías, una comedia familiar con elementos fantásticos, que combinaba ciencia ficción y travesuras infantiles con efectos especiales y muy buen humor. La película tuvo un éxito notable y se "reprodujo" a lo largo del tiempo en dos filmes, que hasta incorporó a Antonio Banderas como protagonista. Ahora Mini Espías viene remozada, en 3D y con un montón de efectos especiales. La trama es la de siempre, gira alrededor del eje de los espías. En este caso se trata de una espía adulta retirada, llamada de urgencia para una peligrosa misión. Marissa Wilson, espía joven pero ya veterana en el oficio, ya en la primera escena, se ve "muy embarazada", enfrentada con "Time Keeper" y sus secuaces, un excéntrico maldito que aparece y desaparece en la historia del hampa. Luego, la acción muestra a Marissa, con su beba de ya casi un año y sus pequeños hijastros, hijos de Wilburn, un muy conocido periodista que ignora las actividades de su mujer. ROBAR EL TIEMPO Cuando la televisión advierte que el tal "Time Keeper", volvió a escena, en una sutil tarea, la de robar el tiempo y poco a poco apoderarse del planeta, Marissa es requerida para la misión de captura, mientras sus hijastros, Rebecca (Rowan Blanchard) y Cecil, son resguardados en el Centro de Espias ante el intento de rapto del peligroso villano. Carmen Cortez volverá a tener importancia en las nuevas aventuras y también María Cortez, que se ocupará de instruir a los chicos. Ellos, de alguna manera, revitalizarán la desactivada sección de Niños Espias del Centro General. El texano Robert Rodriguez fue en su momento "el chico de oro" de la industria hollywoodense. Desde sus inicios con "El mariachi", su primera película, ganó fama por convertir en oro todas sus producciones cinematográficas. La serie "Mini Espías" no escapó a estas características. La película actual tiene muy buen ritmo, personajes simpáticos y especialmente un despliegue de efectos especiales que visten una trama elemental. 3D más efectos especiales, sucesión de sorpresas visuales logran atrapar a los más chicos y ¿por qué no? a los preadolescentes. En este caso hay una figura diferente como la publicitada Jessica Alba y la pequeña Rowan Blanchard como Rebecca.
El mago Rodríguez se quedó sin conejo Siempre se le reconoció el talento al director de El mariachi (1992) para crear universos de desbordante creatividad. En Mini espías 4 y Los Ladrones del Tiempo (Spy Kids: All the Time in the World, 2011) Robert Rodríguez se queda a mitad de camino. Su nuevo film es una mezcla de recursos ya vistos y escaso desparpajo. Rebecca (Rowan Blanchard) y Cecil (Mason Cook) son dos niños traviesos, que no terminan de ver con demasiada simpatía a Marissa (Jessica Alba), su madrastra. El padre tampoco los acompaña demasiado, pues en su mente solamente hay espacio para el trabajo. Las cosas se complican cuando descubren que ella es un ex espía que debió “tomarse licencia”, tras ser madre de su pequeña media hermana. Claro que esa complicación es el ingreso a nuevas aventuras, que los tendrán como inexpertos pero efectivos mini espías. Como ya dijimos, la capacidad de crear universos autónomos repletos de creatividad es una de las “marcas-Rodríguez”, en cuyo cine no es difícil encontrar puentes con la genuina Clase B, esa que entretiene por más berreta que sea. Lamentablemente, en esta oportunidad no hay demasiado espacio para que el relato fluya, el núcleo narrativo (la recuperación de una piedra codiciada por el malvado de turno) va perdiendo peso tras secuencias carentes de gracia, a las que el efecto 3D no le aporta demasiado. Para colmo, el guión está repleto de escatologías que –más allá del mal gusto- son tantas que terminan cansando. Otro de los problemas del film es su pobre exploración al mundo de los espías, cuya iconicidad trasciende la pantalla y se extiende a series y comics. Los inventos debieran estar para sorprender o, al menos, para introducir en el relato puntos de giro, expectativas, es decir: emoción. Aquí ocurre todo lo contrario, las herramientas (la de nos “buenos”, pero también la de los villanos) están para que los baches argumentales no se noten tanto: todo es tan “posible”, que la intriga queda trunca. La película encuentra, recién hacia el final, una veta más sensible, cuando el malvado Timekeeper pone sus cartas sobre la mesa. Allí queda en evidencia que el mayor defecto del film radica en no transmitir emociones. Para rencontrarnos con el mejor Robert Rodríguez -el de La balada del pistolero (Desperado, 1995) o Planet Terror (2007); por ejemplo- tendremos que esperar a la siguiente. Y cruzar los dedos.
La familia unida… una vez más En un verano de cine débil en cuanto a calidad, con las consabidas películas Oscar y la adrenalina como objetivo imperioso, no podía faltar Robert Rodríguez y su versión “hago esta clase de films para que vean mis hijos”. Claro, el otro director, el de la violencia berreta que rinde culto al cine de bajo presupuesto (El Mariachi, El planeta del terror, Machete) y a la historieta (Sin City, La balada del pistolero), solo o con su amigo Tarantino, de vez en cuando se toma un descanso para hacer películas destinadas a la familia, en especial, la saga Mini espías, ahora en su cuarta parte luego de diez años sin niños inteligentes (¿o insoportables?) y perros que hablan. Pues bien, los púberes protagonistas de la primera ya crecieron y por ese motivo aparecerán ya grandecitos en la segunda mitad. Por eso, ahora el hogar de la espía que encarna Jessica Alba, madrastra y reciente madre que no soportan los dos chicos de su esposo periodista, se verá alterado por una nueva (otra) misión de salvar el planeta según los deseos de un personaje que parece sacado de una película con James Bond… en versión infantil. Algunos secretos se revelarán: la doble vida de mamá, la torpeza del papá, la sabiduría del can de la casa, la necesidad estilo lección de vida de que la familia venza todos los obstáculos. También, la reconciliación y comprensión de los chicos frente a su madrastra, que al fin y al cabo anda de acá para allá con su doble trabajo, además de soportar las flatulencias de la recién nacida. En realidad, una cinta como Mini espías 4 podrá entretener, en especial a los fans de la saga, pero la sensación que transmite es de agotamiento y fórmula extinguida que trata de disimularse bajo la catarata de efectos especiales, anteojitos 3D y puro asombro visual. Y nada más. Sobre Robert Rodríguez, un cineasta sobrevalorado de manera excesiva, se espera que dentro de unos años no siga con la saga pensando en sus futuros nietos. Mientras tanto, se sugiere escuchar la excelente versión en Kill Bill 2 de “Malagüeña salerosa” junto a su grupo Chingon, mucho más interesante que buena parte de su obra cinematográfica.
Pueril y divertido tecno de entrecasa “En aquel entonces los espías se arreglaban con lo que tenían”, dice una espía veterana en Miniespías 4. Hay cineastas que también. Vean si no a Robert Rodríguez, guerrillero texmex del cine de bajo presupuesto, cuya serie Miniespías equivale a filmar una superproducción de Bond con rezagos de ferretería. La cartelera porteña se ha confabulado para dejar la opción bien a la vista. Está el hipertrofiado, asfixiante mecanismo de relojería de Hugo (que no deja resquicios para la fantasía, mucho menos para que ingrese el mundo infantil) y está el pueril, divertido y atropellado tecno de entrecasa de Rodríguez, lo más parecido que hay a un juego de niños desde que se murió el último de Los Tres Chiflados. Teniendo en cuenta que el arma secreta del perrobot que acompaña a los niños protagonistas es el lanzamiento de gases, es un alivio que en la Argentina el estreno de Miniespías 4 no incluya el Aromascope 4D del original (variante/homenaje al Odorama de los años ’50, que John Waters reeditó unas décadas más tarde). Sí se estrena en 3D, como la anterior de la serie, aunque no en todas las salas. Y sólo en copias dobladas: la voz de Ricky Gervais, que hace la del perrobot parlante, quedará para el lanzamiento en DVD. O tampoco. Hay cambio de familia protagónica: salen los Cortez, protagonistas de las tres anteriores (incluido papá Banderas), entran los Wilson. Incluida la recién ingresada Marissa, segunda esposa de papá (Jessica Alba), que, como Schwarzenegger en Mentiras verdaderas, en los ratos libres trabaja como superespía secreta, sin que los miembros de su nueva familia se enteren. Como suele suceder, es la hija la que huele que Marissa anda en algo raro, y por eso no los atiende como ellos quisieran. A su hermano Cecil le basta con tener una tele a mano y un fuentón de golosinas para no enterarse de nada. Mientras tanto, papá Wilbur protagoniza, en la tele, un reality sobre cazadores de espías (¿?). Ya todos tendrán ocasión de seguir los pasos de Marissa, cuando los malos les tiren la casa abajo, buscando cierta piedra mágica que sirve para activar el Artefacto Armaggedon, proyecto gubernamental que permite cambiarle velocidad y sentido al tiempo. Para qué quiere volver atrás el enmascarado Guardián del Tiempo es un bonito gesto de Rodríguez, que cuando devela el secreto le da al villano una razón para serlo. Hasta llegar a ese punto, en el que Miniespías 4 se pone inesperadamente emotiva, la navegación tiene sus bamboleos. Pero el buen humor y la buena onda de Rodríguez mantienen el timón siempre bien apuntado, en un registro muy Batman (la serie). Hay que verla a Jessica Alba –cada día más linda y simpática, desde que logró sacarse de encima el sayo de bomba latina que le habían encajado en Hollywood– corriendo a uno de los villanos con panza (falsa) de ocho meses, o yendo más tarde al frente con la beba en brazos. Jeremy Piven compone a su Tic Toc (lugarteniente del archivillano) en una clave deliberadamente hiperexagerada, próxima al Favio Posca de Los únicos. Como de costumbre, la nueva Miniespías rebosa de un chicherío tecno digno del Pardal de la historieta de los ’50. Tanto que, sumado al festival de colores flúo, un poquito abruma. Se disculpa, por la buena leche de chico de barrio que el mexicano de Texas vuelve a desparramar, dando la sensación de que cuando filma, él es el que más se divierte. No como otros, que quieren hacer “cine para la familia” y les sale un bodoque de historiador ciruela.
Robert Rodriguez sabe que es lo que quieren los chicos. No solo eso, tiene ayuda de niños para realizar sus películas infantiles, lo que hace que sus trabajos sean atractivos especialmente para los menores. Esto no está nada mal, sobre todo en estos días en que las propuestas como estas para los más pequeños son escasas. Mini Espías 4 es un film infantil que no pretende enseñar o educar a los niños sino todo lo contrario, busca sacar los comportamientos más traviesos y alocados con sus chistes de mal gusto y escenas violentas, donde los chicos les dan una paliza a los mayores. La película no representará nada para los más grandes, quienes quizás prefieran esperar en la puerta de la sala, pero los menores se divertirán como si ellos mismos fueran los espías. Rodriguez logra eso, hacer que los chicos en su película se comporten como tales, no como pequeños que piensan como adultos. El argumento es simple y digno de la serie: los nenes de la casa descubren que su madre es agente y deciden ser parte de la organización para detener a un villano que quiere controlar el tiempo. Locura 100% Mini espías. En el medio tendremos divertidas escenas de acción, chistes asquerosos llenos de mocos y gases, así como personajes tan idiotas que es imposible no quererlos. Sobre todo al perro robot que protege a los héroes. Pero ni bien termina la película, tanto grandes como niños se olvidarán lo que vieron. No se mantiene en la memoria como una película animada de Disney, es más bien una montaña rusa. Se disfruta el paseo, pero al bajar se busca otra cosa. Cumple con creces en divertir al público infantil, pero tampoco aspira a más que esto. Cabe destacar que en Estados Unidos esta película se estreno con una "tecnología" 4D, donde los espectadores huelen lo mismo que los personajes. En la Argentina, por ejemplo, solo esta disponible en 3D, por lo que los diálogos donde los personajes recomiendan oler algo pueden quedar fuera de lugar, más allá de que no suponga una molestia.
Luego de siete años desde la última película de la saga, los mini-espías vuelven a la acción. Como en las anteriores, todas dirigidas y escritas por Robert Rodriguez (director de El Mariachi, y Sin City), esta última entrega mantiene la tónica de sus predecesoras, aunque tal vez sin tanto rostro famoso de invitado. En esta ocasión, la aventura comienza presentándonos a Marissa (Jessica Alba), una espía que oculta su verdadero trabajo a su familia. Aunque ella no se parece en nada a las madrastras de los cuentos clásicos, es muy prototípica la relación de odio que mantiene especialmente con Rebecca (Rowan Blanchard), la hija de su esposo Wilbur (Joel Mc Hale, muy conocido por la serie Community). En cambio su hermano, Cecil (Mason Cook), lleva las cosas más diplomáticamente. Un viejo caso se reabre, poniéndolos a todos en peligro, y la organización secreta para la que trabaja, la OSS, se ve forzada a descubrir la verdadera identidad de Marissa a sus hijastros. Así comienza la aventura para detener al Cronometrador, un malvado que pretende acelerar el tiempo en el mundo hasta destruirlo. Participarán también los niños, recuperando la vieja sección Mini- Espías de la organización. Como perlita, aparecen, ya como agentes mayores, Juni y Carmen Cortes, los mini-espías de las tres películas anteriores. Para los adultos, la película no generará demasiadas sorpresas, y para los más chiquitos, la trama puede resultar un tanto confusa ya que habla de los viajes en el tiempo, con un curioso planteo acerca de sus consecuencias. Yo no sé ustedes, pero en mi caso, la única teoría ficcional del tiempo y su relatividad válida es la de Volver al futuro, así que no me cerró la propuesta planteada en este film. Las actuaciones son apenas correctas, y los efectos en 3 D tampoco están del todo aprovechados. Uno esperaría más de un director como Rodriguez, que sin embargo se conforma con volver a pegar la fórmula que le dio éxito en las tres anteriores. El humor es simple, a veces simpático, y bastante escatológico (bolsas de vómito, pañales sucios, etc), pero los chicos de la sala se ríen a carcajadas. Lo discutible es si nos quedamos con que lo muy básico con los chicos funciona, o si les proponemos algo un poco más elevado, que los desafíe como espectadores, arriesgándonos a que no siempre sea tan fácilmente efectivo. Nota al pie: En Estados Unidos, esta película se ofreció con la opción de la cuarta dimensión, el Aromascope. El mecanismo es bastante simple: al ingresar al cine se entrega a cada espectador una tarjetita con números que debe raspar a medida que ese número se ve en pantalla. Cada número corresponde a un olor diferente (pañales sucios, golosinas, etc), y eso le agrega la participación al sentido del olfato como agregado.
Lo mejor que ha hecho Robert Rodríguez en su carrera son sus películas infantiles, especialmente las tres Mini Espías, ejemplo de tratamiento respetuoso de la infancia, de sensibilidad universal, de humor y de inteligencia. También son -no es lo mismo que “buenas”- películas bellas. En este caso, además de darle por fin un papel digno de su talento satírico a Jessica Alba, crea aventuras con una capacidad humorística notable. La serie sigue siendo la mejor forma de acercarse, mediante la fantasía, a cómo piensan y se divierten los chicos de hoy.
Comer cereales y salvar al mundo Las películas del director mejicano Robert Rodríguez son un entretenimiento visual para la familia, de gran calidad y originales, como hay pocos en el cine contemporáneo, pero tienen además ese plus que une el virtuosismo con la pasión. Sí, al igual que Guy Ritchie, de quien comentamos hace poco el filme Sherlock Holmes, el realizador azteca da toda la sensación de divertirse en grande mientras trabaja y de saber transmitirlo a sus historias y a los colaboradores con los que las lleva a la pantalla. En esta cuarta entrega de la exitosa saga, los protagonistas son una familia ensamblada que va descubriendo su habilidad para el espionaje, y así detener a un villano que quiere robarse "todo el tiempo del mundo" (este es justamente es el título original de la película). Con unos efectos visuales magníficos, y una cadena de buenas vibraciones que emanan de la pantalla desde el principio hasta el final, la historia pasa como agua a través de la canilla convirtiéndose en un entretenimiento casi asegurado para la concurrencia. Afortunadamente, Robert Rodríguez, quien desde hace algunos años es referente dentro de Hollywood, sigue haciendo cine con la misma pasión de sus comienzos con El mariachi, cuando manipulaba muchos más cables que millones y lograba entretener a la platea en base a un ingenio particular. Afortunadamente también, este realizador que dio sus primeros impulsos a una actriz como Salma Hayek, ha hecho de lo latino una marca de su producción, pero rompiendo los clichés al respecto y mostrando un aspecto moderno, ameno y alegre de esa comunidad. Cuando hablamos de Miniespías 4, lo hacemos también de toda una serie de películas no animadas que no son tanques de Hollywood como Piratas del Caribe, pero que los niños y preadolescentes conocen y ven en sus casas repetidas veces. Entre ellas se encuentran títulos tales como Soy el número 4, Cómo entrenar a tu dragón, Donde viven los monstruos, Ga’Hoole, o Súper 8, entre otras.
Una cuestión de tiempo La fantasía infantil de un día unirse a una liga justiciera para salvar al mundo de algún desquiciado que amenaza destruirlo sigue siendo el gancho de “Mini-espías”. Nada nuevo bajo el sol, excepto por la aparición de flamantes personajes apoyados por otros antiguos. Dos mellizos tienen una madrastra que, descubren luego, es una súper-espía retirada ahora obligada a volver a la acción para detener al Ladrón del Tiempo. Cuando las papas queman un perro-robot y Carmen y Juni Cortez, los mini-espías originales (más creciditos) ayudan a componer una historia llana con buenos y malos, acción y humor, efectos especiales y sentimentales, diversión y no tanto, y un Robert Rodríguez alimentado a violencia. La tres fue precursora en la tecnología 3D y la cuatro en 4D, pero en Rosario no hay salas con sillas que se mueven. Lástima.
Protagonizada por Jessica Alba, la nueva actriz fetiche del director Robert Rodríguez, esta cuarta entrega es un relanzamiento de la saga. Marissa Cortez (Alba en su estado más puro de insipidez) acaba de casarse con Wilbur, un conductor de reality shows viudo y padre de los pequeños Rebeca y Cecil. Odiada por sus nuevos hijos y madre de un bebé recién nacido, Marissa deberá volver a entrar en servicio cuando la agencia secreta a la que pertenecía la requiera para una misión de alto riesgo. Timekeeper ha adquirido la capacidad de controlar el tiempo y la duración de los días está siendo alterada. Con cada minuto que corre las horas se suceden a mayor velocidad y esta familia ensamblada deberá aprender a convivir para detener a los ladrones del tiempo. La estética (detastada por muchos) que utiliza Rodríguez en sus filmes familiares vuelve a hacerse presente en esta ocasión, con un abuso del croma que reduce la cinematografía al regodeo del videojuego. La vara de ridiculez es elevada aún más, acaso si eso era difícil de creer, al punto que ni siquiera los niños pueden sentir empatía con estos personajes, odiosos casi todos ellos. Basta con decir que la pequeña participación de los mini espías de la trilogía original y el breve cameo de Danny Trejo son los únicos dos momentos que aportan aire fresco dentro de este deja vu.
El juego de la vida Salvo excepciones, Robert Rodríguez podría ser considerado uno de los mejores autores de cine infantil de la actualidad. Sus películas, verdaderas cumbres en eso de la libertad y la originalidad, toman la técnica digital por asalto para convertirse en parques de diversiones fílmicos: en ese sentido la saga Mini espías ha sido desde siempre un reservorio de ideas para Rodríguez. Por ejemplo, un film como La piedra mágica le debe mucho a la historia de los hermanitos devenidos espías internacionales en su aspecto visual y narrativo. Tanto en las resoluciones visuales, que utilizan los efectos especiales no en un sentido verista sino para dotar de mayor irrealidad el asunto, como en lo narrativo, donde lo arbitrario campea sin problemas, Rodríguez demuestra ser un aprendiz de aquellos maestros del cartoon clásico en el que los personajes eran plastilina: no sólo por su ductilidad para golpearse y salir indemnes, sino también para ser un material moldeable y utilizable que acepte y reconozca cualquier tipo de estímulo al que es sometido. Sin embargo, lo más interesante del planteo de Rodríguez es que no utiliza todo esto en plan didáctico enciclopédico, sino en su parte lúdica. Y si como en la saga Mini espías lo familiar tiene fundamental importancia, el director dirá que la vida es juego. Es verdad, también, que a esta altura algunas ideas de Mini espías están un poco agotadas y algunas apuestas visuales resuenan ya menos originales que esforzadamente creativas. Así y todo, Rodríguez parece tener material para seguir jugando: por ejemplo, ya no están Carla Gugino ni Antonio Banderas, pero utiliza a una Jessica Alba inmejorable, alejada de su constante necesidad de aparecer sexy y más cercana a la auto-parodia. En el arranque de Mini espías 4: los ladrones del tiempo tenemos a Alba embarazada, con una panza gigante, tirándose con una soga desde un edificio alto mientras tiene contracciones y persigue al malvado Tick Tock. El film la tiene como protagonista, en el rol de una agente que esconde a su marido y sus hijastros su condición de agente secreto, aunque como uno supone una misión la pondrá en riesgo a ella y a su familia: y así tendrá la posibilidad de redimirse ante los chicos que no la quieren mucho. Como siempre en el universo Rodríguez, las ideas visuales son sólo una parte del paquete, ya que también hay múltiples ideas que pasan por la intertextualidad y lo temático. Desde ese punto de partida, el film se abre a otros asuntos, algunos mejor tratados (el tema del paso del tiempo) y otros mucho peor (los medios de comunicación y la búsqueda del éxito). Y así como destacamos la inventiva del director, hay que decir que en muchas ocasiones su apuesta es tan continua al redoble de la experiencia que sus films terminan convertidos en un pop barroco poco fluido. Algo de eso ocurre aquí, con malvados que se repliegan indefinidamente y situaciones que se estiran hasta perder sustancia. Así y todo, si tenemos en cuenta que el villano de esta película quiere absorber el tiempo para recuperar el pasado y la enseñanza es que resulta inútil querer volver el tiempo atrás, estamos ante una película infantil de esas que, aún siendo un tanto machaconas, dejan una enseñanza para nada conservadora. Sin ser una maravilla, Mini espías 4 se mantiene en el nivel de la saga y conserva su cuota de disparate infantil divertido, que nunca incorpora la mirada adulta sino que se entretiene pensando un mundo colorido y de superficies acarameladas.
Robert Rodríguez como director y guionista tira de la cuerda de la saga y saca, como siempre, un producto que ya tiene un público cautivo. Aventuras con los niños como protagonistas. Una Jessica Alba encantadora. Para los chicos preadolescentes está bien.
Confieso no haber visto entero ninguno de los filmes de la serie Spy Kids. Vi algunos fragmentos perdidos, y me dieron la impresión de que era un disparate hiperkinético bien manejado, un buen espectáculo para chicos y grandes. Los Spy Kids entraron en cuarteles de invierno en el 2003 y, desde entonces, Robert Rodriguez - autor de la saga - ha intentado lanzar una franquicia similar. Probó suerte con Las Aventuras de Sharkboy y Lavagirl en el 2005, y ahora es el turno de este reboot / secuela del 2011. Viendo los comentarios de la IMDB, los fans de la saga original la han apedreado desde todos los ángulos, y la crítica especializada no ha sido demasiado amable. En mi caso, romperé una lanza por Rodriguez, diciendo que no es el bodrio que todos dicen. Spy Kids 4: Todo el Tiempo del Mundo es un delirio que resulta más frenético que divertido, pero de allí a que sea detestable ya es otro cantar. Ciertamente hay cambios que son discutibles. Si bien uno no es bobo y sabe que los mini espias originales son unos gerontes ahora (precisamente actúan en el filme, haciendo un virtual traspaso de la antorcha a los nuevos niños protagonistas), los reemplazos son extremadamente insípidos y, lo que es peor, no son latinos. Una cosa a destacar era que la saga original se basaba en una familia de latinos superhéroes / super espías, lo cual era una reivindicación racial / de minorías en un Hollywood poblado de héroes rubios y con la cabellera al viento. Pero acá da la impresión que parte del libreto lo hubieran escrito en base a un estudio de mercado, haciendo que el padre / los hijos sean norteamericanos de pura cepa, y que la madrastra sea la latina de turno. Como sea, Rowan Blanchard y Mason Cook son extremadamente aburridos en pantalla, les falta gracia y carecen de química entre ellos. Ello no quita que el filme sea entretenido, aunque sin ser gran cosa. La trama es bastante complicada de seguir - hay un villano que maneja el tiempo, hay un dispositivo que actúa como máquina del tiempo, y hay un segundo villano que no se sabe de dónde salió, el cual parece estar operando su propio dispositivo ya que ahora las horas pasan volando para todo el mundo - y, cuando llega el momento de la acción - apartado en donde usualmente Robert Rodriguez se destaca - las cosas ocurren de manera exagerada y sin mucha gracia. A esto se suma un perro robot (con voz de Ricky Gervais), el cual se la pasa haciendo chistes malos todo el tiempo, orinando aceite y tirando bombas con forma de materia fecal. Ja, qué divertido. Pero aún cuando el filme gaste un montón de energía y apenas obtenga una sonrisa nuestra de vez en cuando, no dejo de reconocer que el argumento tiene un par de detalles interesantes. En especial en el climax, en donde el villano se manda un sentido discurso de por qué se siente obligado a detener el tiempo y retroceder varias décadas - allí es donde aflora el espíritu de la saga, en donde había mensajes fundamentales sobre la importancia de la familia y el sentimiento fraternal entre padres / hijos y entre hermanos -. Si Spy Kids 4: Todo el Tiempo del Mundo hubiera mantenido esa línea de conducta todo el tiempo, hubiera resultado mejor; pero el mensaje emocional llega algo tarde, cuando uno ha visto con indiferencia como el filme ha malgastado todos sus fuegos artificiales sin lograr demasiados resultados. Spy Kids 4: Todo el Tiempo del Mundo está ok, no es horrible. La salva el final y la perfomance de Jessica Alba, que es la única que le pone ganas a un libreto algo flojo; pero definitivamente no es una explosión de humor, ni el gran filme que vaya a disparar otra saga / franquicia millonaria con la cual Rodriguez vaya a llenarse los bolsillos.
Publicada en la edición digital de la revista.