Padres al rescate. Se acercan las vacaciones de invierno, hay que hacer espacio para que ingresen los estrenos dedicados al público infantil, pero a la vez hay que tirar todas las sobras que la temporada anterior dejó, y es aquí donde entra No me las toquen. Viviendo en una época como la que se transita hoy en día, con el nuevo rol de las mujeres en el mundo y todas las discusiones que se suscitan alrededor del poder de decisión sobre su cuerpo, no es casual ver cintas que apelen a la moral y a las buenas costumbres que los padres han intentado inculcar a lo largo de las generaciones, pero cuando se cruza el umbral de la trivialidad y la tontería, ya es un problema. La premisa es la siguiente: tres padres que se conocen desde que sus hijas eran pequeñas descubren que, durante la noche de graduación, ellas tendrán su primer encuentro sexual, algo que no les cae nada bien y deciden buscarlas para impedírselo. Al ser una comedia que busca ridiculizar la sobreprotección de algunos padres, junto con todos los rituales de iniciación que practican los adolescentes de hoy en día, no se puede esperar más que eso: situaciones absurdas. La cuestión es que el guión ya ni se molesta en darle un marco coherente a las acciones que se llevan a cabo, al punto de demonizar el proceder de las chicas, pero tomar con absoluta tranquilidad la decisión sobre su sexualidad (como ocurre con una de ellas). Fuera de eso, todo el resto de la película es una seguidilla de situaciones trilladas, sin sentido y vistas hasta el hartazgo, a tal punto que ya ni gracia producen. Si quisiera encontrar una sola cualidad que pueda redimir este proyecto de comedia fallido, no lo conseguiría. Tanto las actuaciones de los padres (ni hablar del trío de amigas que son la nada misma) como del resto del elenco, no alcanzan para generar una sola escena cómica que valga la pena ni que justifique la entrada de cine. Es como si todo fuera tan predecible que ni siquiera el director se toma la molestia de ralentizar un poco el metraje para darle sentido al relato. Todo pasa rápido, todos saben cómo terminan estas historias, la novedad no aparece nunca y convierte a No me las toquen en otra comedia sin vuelo y sin razón para existir. Habrá que esperar hasta que inicie la segunda temporada de estrenos fuertes en el año para darle una nueva chance a las comedias, al menos las que tienen mejor gusto y estilo.
Tres amigas de secundario se ponen de acuerdo para perder la virginidad el día de graduación. Enterados de esos planes, los padres de dos ellas y la madre de la tercera hacen todo lo posible por frustrarlos. El planteo de No me las toquen -traducción que no casualmente remite a las peores comedias nacionales de los ’70 y ’80- es tan anticuado que sus responsables -la debutante Kay Cannon y los guionistas Brian y Jim Kehoe- echaron mano de la corrección política para aggiornarlo. Por eso, hay escenas de feminismo explícito que no hacen más que embarrarla aun más: el contenido de esos diálogos es apropiado para la vida social moderna, pero no hay modo de que funcionen en una comedia. He aquí uno de los daños colaterales del Time’s Up. De todos modos, ése es sólo uno de los incontables desaciertos de la película. La escatología -vómitos, cerveza bebida cual enema- tampoco ayuda. Ni las constantes alusiones a otras series y películas (vicio recurrente en las comedias hollywoodenses recientes). Ni, digámoslo con todas las letras, el infantilismo y la estupidez general.
No me las toquen, ópera prima como directora de la reconocida guionista y productora Kay Cannon, recicla varios de los elementos y estereotipos de lo que se conoció como nueva comedia americana (desde la sátira sexual hasta el humor escatológico, pasando por las inseguridades, los excesos y el descontrol adolescente), pero lo hace con una convicción, una honestidad y una sensibilidad que la convierten en una valiosa exploración (y reivindicación) de la intimidad femenina. Julie (Kathryn Newton), Kayla (Geraldine Viswanathan) y Sam (Gideon Adlon), amigas inseparables desde el jardín de infantes, hacen un pacto para perder la virginidad tras el baile de graduación de la secundaria. Cuando Lisa (Leslie Mann), la madre soltera de Julie; Mitchell (el luchador John Cena, toda una revelación); el confundido padre de Kayla, y Hunter (Ike Barinholtz), el padre divorciado de Sam, se enteran -fruto de un descuido tecnológico- del plan de sus hijas, saldrán a perseguirlas para impedirlo. Esta comedia de enredos expone sin prejuicios las contradicciones generacionales, el patetismo de unos padres que irán descubriendo en el trayecto sus propias miserias y ridiculeces, y las búsquedas personales de cada una de las chicas. Algunos espectadores podrán sentir rechazo ante la crudeza de varias situaciones, pero más allá de los vómitos, las drogas o los fluidos- No me las toquen es una comedia con mucho corazón.
Soltar a las chicas Si bien en su apariencia, No me las toquen (Blockers, 2017) se presenta como una comedia ligera sobre el acercamiento al sexo de un grupo de adolescentes en el día de su graduación, y los alocados intentos de sus padres por impedirlo, el hábil guion de la película posee la suficiente inteligencia para hablar de temas como el desapego, el síndrome del nido vacío, la sobre protección, identidad sexual y cultural, el empoderamiento femenino y sororidad, en medio de un cúmulo de gags que van directo a la colección de bromas memorables de la nueva comedia americana. La directora Kay Cannon supo dentro de este paradigma de la comedia más reciente, construir un nuevo camino que potenció los disparadores narrativos de Ritmo perfecto (Pitch Perfect, 2013) aquellas que a través de la música permitieron fortalecer una saga que reubicó a la mujer en el centro del cine cómico y catapultó a la fama a Anna Kendrick y Rebel Wilson. En No me las toquen no hay grupo musical, pero sí un trío de padres (John Cena, Leslie Mann, Ike Barinholtz) que intentará detener la alocada noche sexual que sus hijas (Kathryn Newton, Geraldine Viswanathan, Gideon Adlon) pretenden tener luego del baile de finalización de estudios. Anclada en comedias de John Hughes, por ese estilo clásico de presentar a los personajes para luego ofrecerles autonomía para encarar cada uno de los conflictos que se desencadenarán tras la decisión de impedir el acto sexual, la directora Kay Cannon logra, además, impregnar el relato de originalidad sin traicionar en ningún momento las leyes de la nueva comedia que piden, a saber: escatología, malas palabras, incorrección, gags sorpresivos, entre otros puntos. El guion de Jon Hurwitz, Brian Kehoe, Jim Kehoe, Eben Russell, Hayden Schlossberg, además, suma a la tecnología como vehículo narrativo para que la confusión y el conflicto se instale en la película. La primera escena, de hecho, es un video de una de las protagonistas en su infancia, ingresando al colegio, el primer día de clases, con sus miedos, que se desvanecen al conocer a las otras dos niñas que protagonizarán el film. Con ese video, pero ya adultas, cerrará el film, porque en el fondo Kay Cannon cumple a rajatabla con el manual También, si un gag sobre emojis sexuales, y la mala interpretación por parte de los padres dispara la acción, se avanzará con una reflexión sobre los vínculos, parentales, sociales, desde una aplicación que determina, en este caso la progresión narrativa, pero que en realidad forma y digita la vida. No me las toquen construye de manera muy fuerte cada uno de los personajes, tanto en el caso de los padres (el sobre protector, el caso perdido, la mujer dedicada 100 por ciento a su hija) y los hijos (la linda, la fuerte, “el bicho raro”) y a partir de allí tiende las líneas narrativas para relacionarlos y relacionarse con los demás. Los expone a situaciones inverosímiles para reforzar el humor escatológico (Cena “tomando” cerveza, vómitos por doquier), a la confusión necesaria para avanzar en temas sobre la identidad sexual de una de las jóvenes, y a la mirada del espectador para que realmente sienta que la amistad de los dos grupos es sincera. Comedia efectiva, que consolida una narración dinámica con gags y punchlines feroces, y que en la presentación más superficial de ese relato sobre transformación y pérdida de la virginidad, contiene un subtexto que refleja un tipo de relacionarse en familia, que representa miedos, dudas, angustias, pero también alegría y logros en conjunto, cierto volantazo a la corrección política hacia el final, le juega en contra al potente muestrario de locuras que los padres llegan a hacer por sus hijos para evitar su crecimiento y maduración.
Los sobreprotectores “No Me Las Toquen” (Blockers, 2018) es una comedia que constituye el debut en la dirección de Kay Cannon, mujer que anteriormente escribió el guión de las tres cintas de “Pitch Perfect”. Aquí la historia fue escrita por Brian y Jim Kehoe. El reparto incluye a Leslie Mann (17 Otra Vez, Mujeres al Ataque), John Cena (Guerra de Papás), Ike Barinholtz (Buenos Vecinos), Kathryn Newton (Ángela Hayes en “3 Anuncios por un Crimen, Abigail en la serie Big Little Lies), Geraldine Viswanathan, Gideon Adlon, entre otros. Julie (Kathryn Newton), Kayla (Geraldine Viswanathan) y Sam (Gideon Adlon) se conocieron en jardín y desde ese entonces son mejores amigas. Al acercarse la fiesta de graduación, Julie se propone perder la virginidad con su novio Austin (Graham Phillips), con el cual está saliendo hace seis meses. Kayla también quiere perderla con Connor (Miles Robbins), su compañero de laboratorio. Al ver a las dos tan emocionadas comentando que compartirán el aniversario de esa fecha para toda la vida, Sam decide unírseles aunque no gusta de Chad (Jimmy Bellinger). Ese día, sin darse cuenta, Julie deja abierta en su notebook la conversación que mantiene con sus amigas. Su madre Lisa (Leslie Mann), junto a los padres de Kayla y Sam, descifran de lo que están hablando por lo que se pondrán manos a la obra para detenerlas. Leyendo la sinopsis, o en especial viendo el trailer, uno llega a creer que esta película es otra comedia extra inverosímil colmada de momentos disparatados y bizarros. Aunque viéndolo desde afuera lo de que los padres hagan lo imposible para que sus hijas no cometan el “error” pueda parecer ridículo, lo más importante es cómo el film encara el tema del sexo. Éste no tiene por qué ser tema tabú o algo prohibido en la adolescencia, sino que la directora lo muestra como un hecho normal, lo que aporta mucha frescura a la historia. Además se tratan otras temáticas importantes tales como el miedo al expresar la homosexualidad y ser juzgado por la propia familia y amigos, o cómo los falsos rumores afectan la reputación de una persona. Gracias a los diálogos, varias escenas de los padres consiguen hacer reír y las tres jóvenes protagonistas tienen química entre sí, por lo que nunca llegamos a dudar sobre su amistad. No obstante, algunos efectos dejan mucho que desear ya que se ven muy falsos, por ejemplo los ojos agrandados por la droga o los vómitos que se producen al mismo tiempo (en vez de causar gracia dan asco). El mérito absoluto de “No Me Las Toquen” está en su desenlace: cada personaje aprende algo, cambia su manera de pensar, se da cuenta de sus propias equivocaciones o decide seguir lo que siente y ser fiel a sí mismo. Esto hace que la película sea realista en lo que quiere transmitir, dejando una muy buena sensación a medida que bajan los créditos. Así es como “No Me Las Toquen”, a pesar de tener secuencias descabelladas y un título burlón mal traducido, aporta algo distinto al género. Que una película divierta y a la vez deje un buen mensaje no pasa seguido, por lo que no te dejes llevar por el trailer a la hora de decidir verla.
La actriz, guionista y productora Kay Cannon dirige, en su primer largometraje, a un elenco de adolescentes y adultos, hijos y padres, al borde de un ataque de nervios. ¿El motivo? La fiesta de graduación (prom night), que marca el fin de la secundaria, y a la que las chicas acuden con un plan secreto: perder la virginidad. Claro que, chats abiertos mediante, y desglosando el lenguaje teen de los emoticones, el grupo de padres deduce que una berenjena es un pene y una banana pelada una invitación a sacarse la ropa. Escandalizados en varias escenas de griterío y gags exagerados, deciden unirse, aunque son exparejas y viejos conocidos que se detestan, para impedir que las chicas -una rubia, una hindú, una gay- tengan sexo. En la línea de comedias guarras de estudiantina, pero con adultos diciendo groserías, la película es un largo encalle en los tópicos más gastados imaginables, minada de chistes de mal gusto pero sobre todo ineficaces, que se esfuerzan por divertir pero apenas llegan a provocar una sonrisa. Y con un grupo de personajes, esos padres retrógrados y temerosos, ridiculizados hasta el cansancio. La primera vez puede causar gracia, pero la décima llega un poco cansada.
“No me las toquen”, de Kay Cannon Por Jorge Bernárdez Ya desde el título, No me las toquen hace que el espectador sospeche lo peor de una comedia y para empeorar el panorama, la trama era todavía menos prometedora: un grupo de padres trata de hacer todo lo posible para que sus hijas no tengan su debut el sexual la noche de su graduación. Así que la pregunta que surge es: ¿Estábamos a punto de ver una especie de Porky´s pero en tono femenino? A medida que avanza la película los hechos terminan por derribar todas las prevenciones y si bien no se puede decir que estemos frente a un clásico, hay que decir que estamos lejos de estar en presencia de una muestra de humor “machirulo”, ni mucho menos. La historia es la de dos padres y una madre que se conocen el día que sus tres hijas empiezan el colegio. El último día de clases las tres adolescentes se preparan a terminar su secundaria y a pasar a la universidad, no sin antes perder la virginidad. El pacto es conocido por la madre de una de ellas y lo que sigue es una carrera enloquecida de ella y sus dos amigos por evitar que las tres chicas consigan su objetivo. Bueno, en realidad todo es un poco más sutil y la película se vale de algunos aspectos de lo que se conoce como Nueva Comedia Americana: el trazo grueso, el humor escatológico ny mucho de slapstick para combinarlo con una mirada inclusiva y alguna burla a lo establecido, para terminar conquistando al espectador que lentamente se encariña con las tres chicas y logra empatía con ese trío de padres que corran no tanto por la virginidad de sus hijas como contra el tiempo que va pasando y que ya sabemos que como la vida no vuelve más. Hay buenas actuaciones y también una mirada amable y melancólica que hace de No me las toquen una comedia querible que se empieza a ver como una especie de cachivache, pero que termina siendo graciosa y hasta querible, NO ME LAS TOQUEN Blockers. Estados Unidos, 2018. Dirección: Kay Cannon. Guion: Brian Kehoe y Jim Kehoe. Música: Mateo Messina. Fotografía: Russ T. Alsobrook. Edición: Stacey Schroeder. Intérpretes: Leslie Mann, Ike Barinholtz, John Cena / Duración: 102 minutos.
O como hacer una comedia innovadora, donde en un clima de fin de curso de la secundaria las preocupadas por el debut sexual son las chicas que en ningún momento son presionadas por adolescentes fuera de control, siempre hacen lo que sienten y solo se enteraran mas tarde que sus padres se pasaron la noche en una loca carrera por frenarlas sin éxito. Esto es lo que ocurre en el debut como directora de Kay Cannon (muy conocida como guionista por “Pitch Perfect” y “30 Rock”) sobre un guión que hicieron seis hombres y produjeron varios, entre ellos Seth Rogen. La acción transcurre en dos planos, el de las adolescentes que deciden del baile de graduación perder su virginidad, una porque esta de novia, y le parece que es “el día” y las otras dos solo porque son amigas y quieren festejar ese día juntas en el futuro. Las otras dos eligen al azar a sus compañeros. Nada de esperar a que ellos inviten. El otro carril corre por cuenta de sus padres, una madre soltera que no quiere que su hija repita sus errores y absolutamente dependiente de su nena, un padre sobreprotector que la crió como una luchadora y no confía en ella y otro progenitor ausente, que se arrepiente de su lejanía, que sospecha que su hija es lesbiana y no quiere que se vea forzada por apariencias a debutar con un chico. Todo el film se centra en esos adultos, al estilo de un dislocado “rápido y furioso”, con algunos momentos memorables y otros francamente de mal gusto que parecen inevitables en las comedias norteamericanas actuales. Se luce especialmente Leslie Man con su madre vulnerable y en una escena de humor físico increíble, El forzudo John Cana una especie de Scwarzenegger con buen timing para la comedia y Ike Barinholtz con esa dualidad de oscuridad y gracias que llama la atención. Para pasar un buen rato y festejar este cambio de rol de las mujeres en las comedias livianitas.
El nuevo exponente la Nueva Comedia Americana, "No me las toquen", de Kay Cannon, se esfuerza por traer a la actualidad una premisa ya conocida, y a la cual el paso del tiempo le ha jugado en contra. Como todo cine de género, la comedia se maneja por ciclos de éxito, repetición, y fagocitación. Ya lo venimos advirtiendo, el período de la Nueva Comedia Americana se encuentra en su etapa de crisis, pidiendo su pronta renovación. Aquellos años en los que comedias como "Damas en Guerra", "Ligeramente Embarazada", "Supercool", o "¿Qué pasó ayer?" arribaron para despabilar y hablar de las catarsis generacionales, ya no lucen tan espabilados, mostrando como síntomas la mezcla y repetición de viejas fórmulas adaptadas a este sistema. "No me las toquen", ópera prima de Kay Cannon, más conocida como guionista y productora, es un claro ejemplo de esto. Repetición de chistes, y una idea general que atrasa varias décadas. Historias de padres sobreprotectores, el síndrome de alienación parental y el nido vacío, la liberación sexual estudiantil. Temas que de alguna u otra forma fueron tratados en comedias "Porky's","American Pie", y "El Padre de la novia". La más nueva de ese trío el año próximo cumple veinte años (sí muchachos, el tiempo pasa, Jason Biggs ya no es más un adolescente); y no queremos ir más hacia atrás, aunque sin demasiado problema podríamos hacerlo. Estos tres tópicos son el eje de "No me las toquen", intentando llevarlos a la actualidad ¿con éxito? Julie (Kathryn Newton), Kayla (Geraldine Viswanathan), y Sam ( Gideon Adlon) son tres amigas adolescentes, amigas desde el primer día de colegio que se encuentran a punto de terminar la preparatoria. Para la noche de graduación tienen realizan un pacto, las tres debutarán sexualmente (en serio chicos, tráiganme a la Stiffler femenina y al equivalente al pie de manzana y hacemos el remake de "American Pie"). La tres tienen pareja, Julie es la más sólida en su relación, Sam la menos sólida porque además esconde un “secreto”, es lesbiana y siente una fuerte atracción/ensoñación con una compañera ya declarada. En realidad, las chicas no son las protagonistas, o no las protagonistas absolutas. Piensen en un American Pie vista a través de los ojos de Eugene Levy y Jennifer Coolidge. O sea, acá veremos qué dicen los padres, con el plus de ser padres cuidas. Lisa (Leslie Mann) es la madre soltera de Julie y se ufana de vivir para ella. De aspecto conservador, le aterra la idea de que su hija crezca. Para colmo de problemas, Julie guarda otro secreto, no como el de Sam, fue aceptada en universidad muy lejos de casa. Mitchell (John Cena siguiendo los pasos de Dwayne Johnson) es el padre de Kayla, casado, también conservador, muy guardabosques. Hunter (Ike Barinholtz) es el padre de Sam – que sabe que su hija es lesbiana aunque nunca se lo dijo – separado de su mujer, y por lo tanto, distanciado de su hija. El trío de padres también había comenzado una amistad el día que sus hijas se conocieron, pero no resistieron al paso del tiempo, y hoy en día ya no se contactan. Cuando por los muchos azares del guion se enteren del pacto de sus hijas, los tres entraran en alerta, y saldrán durante toda la noche a impedir que sus hijas debuten sexualmente. El guion, del también debutante Brian Kehoe, presenta una idea que fácilmente puede remontarnos mínimamente treinta años atrás. Es más, hasta podríamos encontrar muchísimos paralelismos con los clásicos argentinos del grotesco "Cien veces no debo" y "No me toquen a la nena". Nuevamente, hasta los padres de "American Pie" eran más modernos, uno que le daba consejos a su hijo para masturbarse, y una golfa que se acostaba con los compañeros de su hijo. Un rápido análisis hará ver cómo ideas que antes podrían funcionat, en la coyuntura actual, suenan vetustas. Para tratar de traer la historia añejada a la actualidad, "No me las toquen" (que en su original "Blockers", hace referencia desde el título a impedir tener sexo) intenta llenar los cuadros de chistes sexuales y zafados de todo tipo, incluyendo drogas, unos maduros cachondos a cargo de Gary Cole y Gina Gershon, y un diccionario de referencias dobles en emoticones. Estos chistes, dependerá de cada espectador su efectividad, no son originales, pero pueden llegar a ser efectivos. En cuanto a los personajes, no llegan a estar bien desarrollados, y algunos tenían material para más, como el síndrome de nido vacío de Lisa, o enfocarse más en la relación de amistad trunca de los padres. Habrá también momentos para algunos mensajes feministas, y menos cosificación de las mujeres que en otras estudiantinas similares. Quizás este sea el aspecto moderno positivo. Kay Cannon (especialista en comedia feminina, responsable de los guiones de la trilogía "Pitch Perfect" y showrunner de la fallida serie Girlboss) hace su debut en lla dirección de cine con una comedia estándar como "No me las toquen". Una propuesta que, de haber llegado varios años antes, hubiese sido mucho más original y refrescante de lo que se ve ahora como un rejuntado de fórmulas que piden a gritos su jubilación.
Un par de años pueden hacer gran diferencia en la industria. Y el proyecto indicado puede cambiarlo todo. Ese es el caso de Kay Cannon, quien tras años de integrar el equipo de escritores de 30 Rock pasó a escribir el inesperado éxito de crítica y taquilla que fue Pitch Perfect. Una película que parecía tener destino de clásico de culto, por lo bajo se armó de una gran base de fanáticos que esperaban con ansias la llegada de una segunda entrega, que recaudó todavía más a nivel mundial y a la que además le fue bien entre los especialistas y el público. Pero todo puede trastocarse rápido en Hollywood y así es que llegamos a un 2017 de poco brillo para la mencionada escritora, con una Pitch Perfect 3 apaleada por los críticos –en Argentina ni siquiera se estrenó- y con su serie Girlboss cancelada por Netflix, en un tiempo en que el gigante del streaming mantenía cualquier cosa con vida. Por fortuna la guionista no se quedó con eso y resolvió volver con más fuerza al debutar en la dirección con Blockers, una divertida comedia que lee bien los tiempos que corren, más allá de que el título pareciera indicar lo contrario.
UN VIAJE EFECTIVO PERO YA VISTO Buena parte del cine hollywoodense (principalmente por el lado de la comedia) focaliza en los jóvenes cerrando la etapa secundaria y preparándose para el salto a la universidad, y en las repercusiones que esos cambios tienen en los padres. Lo que suele cambiar es la perspectiva, el balance y las tonalidades, lo que también implica cierto posicionamiento ideológico. Ahí es donde aparece un film como No me las toquen (otro caso de pésimo título local), que busca encontrar un equilibrio desde un marco narrativo un tanto anárquico, exhibiendo varias contradicciones que no le quitan interés. El debut en la dirección de Kay Cannon (guionista de la trilogía de Ritmo perfecto y de las series New girl y 30 Rock) se centra en un trío de padres (John Cena, Leslie Mann y Ike Barinholtz) que, cuando se enteran que sus hijas hicieron un pacto para perder la virginidad durante la noche de graduación, deciden hacer todo lo posible para impedirlo. Si nos ponemos a pensar mínimamente la premisa, no es muy difícil llegar a la conclusión de que no hay mucha credibilidad y que en verdad suena todo muy arbitrario. Sin embargo, la película no tiene muchos problemas en hacerse cargo de ese componente antojadizo y apenas si se preocupa por establecer el conflicto (de forma bastante inverosímil, por cierto), por lo que le interesa desarrollar es otra cosa. No me las toquen es, en esencia, una road-movie suburbana, una acumulación de situaciones y circunstancias en un tiempo limitado que conducen a un aprendizaje para los protagonistas, y por ahí sobrevuela algo del espíritu caótico pero sensible de Supercool. No es casualidad que Seth Rogen y Evan Goldberg, guionistas de ese film, figuren acá como productores. Durante muchos pasajes, No me las toquen es definitivamente errática, pero en un sentido buscado y pensado previamente, como si su objetivo de fondo no fuera desarrollar un relato coherente o delinear de manera fluida los dilemas de sus personajes, sino permitirles a Cena, Mann y Barinholtz exhibir sus talentos y sus capacidades para interactuar entre sí y con otras figuras (ahí tenemos, por ejemplo, a Hannibal Buress, efectivo pero algo desperdiciado) en pos de generar comedia. En esa aproximación, aún siendo despareja, la película muestra herramientas para construir momentos donde lo escatológico y lo sexual cumplen un papel no solo humorístico sino también liberador, e instancias donde las instituciones parentales quedan en ridículo. La otra vertiente que el film debe resolver cuando llega hacia su cierre es la de los desencuentros entre padres e hijas, y hay que reconocer que, a pesar de eludir cualquier tipo de ruptura discursiva, No me las toquen va hilvanando secuencias sutiles y sinceras que brindan coherencia a esa ineludible reconstrucción de las relaciones afectivas. No hay bajadas de línea explícitas, sino diálogos honestos y hasta miradas que lo dicen todo sin necesidad de palabras. Se podría hablar de conservadurismo, pero no dejaría de ser una conclusión facilista y pretenciosa, porque la película prácticamente desde el inicio se planta en un lugar donde nunca busca romper con los esquemas. Aún así, No me las toquen no deja de exhibir carencias que provienen de la falta de riesgos formales y estéticos. La narración caótica reproduce un molde ya conocido y no deja de ser un refugio seguro que garantiza una mínima efectividad pero llevan al film a un camino de paradójica linealidad. Al fin y al cabo, las lecciones aprendidas son las mismas de siempre y el discurso varía poco y nada. Para los nombres involucrados, No me las toquen termina siendo una comedia demasiado chiquita.
Publicada en edición impresa.
Esta es una comedia coral cuyo título original es #Sexpact y mucho se anuncia desde el tráiler, ofreciendo lo que propone: diversión. Trata temas como: el adulterio, la homosexualidad, el tabú del sexo, las relaciones padres e hijos, cuando los padres no aceptan el paso del tiempo y se puede observar una crítica a la sobreprotección paterna. Llena de gags algunos más efectivos que otros, te genera un poco de risas, los personajes que componen: Leslie Man, Ike Barinholtz, John Cena, ellos hacen lo que les permite un guión pobre, hay situaciones absurdas, contradictorias, con momentos más divertidos que otros. Su trama es entretenida pero resulta previsible y algo trillada. Tiene cierta semejanza a la típica comedia adolescente a "Porkys", entre otras. Ideal para los que buscan este tipo de argumento.
La comedia es difícil. ¿Por qué empezar esta review con una frase tan obvia? Pues al hacer la alquimia de tragedia + tiempo, si se te va la mano con el tiempo, se puede terminar en una comedia que atrasa, tratando de trágico algo que tenía sentido que lo fuera en el pasado, y no necesariamente en la actualidad. No me las Toquen es, tristemente, uno de esos casos. Guardabosques Tres chicas, que llevan una amistad que data del colegio primario, están por tener su baile de graduación. El deseo de ellas es perder la virginidad durante dicho evento. Una con su novio, otra con un chico que tiene en mente y una tercera no muy convencida que consigue a alguien para la ocasión. La trama se complicará cuando sus padres descubran el plan de las chicas y harán hasta lo imposible para seguirlas y evitar que dicho hecho se consume. La película hace un esfuerzo denodado para explicar el estado de las relaciones que tienen las muchachas con sus padres, con cuestiones que van desde la sobreprotección hasta la ausencia, denotando la falla de carácter en estos de ver que algún día los hijos dejarán el nido y serán adultos como ellos. Si bien esto es expresado con propiedad y nace de las mejores intenciones, lamentablemente los resultados no son graciosos. En absoluto. Perder la virginidad (o como lo ven los personajes, la inocencia) era un factor “de riesgo” hace 20 años por lo menos. En la actualidad, con educación de por medio, podemos llegar a confiar un poco más en los hijos en comparación a otras épocas. Sin ir más lejos, la película es consciente de lo retrógrada que es la preocupación de sus personajes, y es manifestada por algunas contrapartes. No obstante, incluso esta “apertura de mente” no llega a producir risas, y uno sabe que la película llegó al fondo del barril cuando tienen que recurrir a situaciones tales como tomar cerveza a través de, digamos, un lugar donde la espalda pierde su nombre. En materia actoral, Ike Barinholtz es el único que consigue aportar exitosamente una cuota de humor con las exageraciones de su personaje. Tristemente no podemos decir lo mismo de John Cena yLeslie Mann, quienes a pesar de sus mejores esfuerzos no consiguen que apreciemos, ya sea por gracia o ternura, las preocupaciones y obsesiones de estos personajes. En materia técnica no hay mucho que decir, un tratamiento estándar que se limita a apoyar lo interpretativo. Conclusión No me las Toquen es una propuesta que puede parecer entretenida y a la cual no hay que exigirle mucho. Pero queda en solo una promesa, porque si bien hay quienes se identificarán con la travesía de estos padres (y de sus hijos) se queda apenas en ese punto de partida y no lo lleva más lejos.
¿Le gustaría saber cómo hacer para auto boicotearse a la hora de plasmar una idea en un guión cinematográfico? Pues bien, “No me las toquen” es un muy buen ejemplo. La premisa de mostrar cómo se viven (o sufren) los conflictos adolescentes desde el otro lado, o sea del de los padres, es interesante por donde se lo mire y ofrece la misma cantidad de oportunidades, matices, y líneas narrativas, en especial si se decide abordar con humor. La introducción mueve a la esperanza. Un pequeño montaje nos muestra a Lisa (Leslie Mann), Mitch (John Cena) y Hunter (Ike Barniholtz) como padres absolutamente devotos e incipientes sobreprotectores de sus hijas Julie (Kathryn Newton), Kayla (Geraldine Viswanathan) y Sam (Gideon Adlon), respectivamente. Por virtud de la compaginación deliberadamente empalagosa llegamos al presente. Las chicas se debaten entre la organización de la noche de graduación, lo que se viene cuando terminen la secundaria, y sus debuts sexuales más o menos resueltos, excepto por Sam que tiene una inclinación por las mujeres. Por el lado de los padres, el miedo a quedar solos y a que les pase “algo” a sus hijas es lo que los mantiene alertas, y ahora sí, presas de una sobreprotección recalcitrante y poco reflexiva. Hasta aquí vamos bien. Tres actores adultos que entienden el código de la comedia norteamericana básica, y tres chicas con trabajos de notable factura, en especial la de rasgos indio, Geraldine Viswanathan, de sorprendente naturalidad. Es más, será ver el trabajo de este joven trío lo que mantiene cierto interés no sólo por el talento para sostener sus personajes y conflictos, sino por la habilidad para sortear la tonelada de torpezas de un guión que a los 20 minutos comienza una inexorable dirección al tacho de la basura. Al enterarse del deseo de sus hijas de resolver su virginidad, la alarma del ultra conservadurismo se enciende y Lisa, Mitch y Hunter salen de raje a la fiesta para impedirlo. El problema principal del guión de Kay Cannon, que ya ha hecho estragos con la subestimación del universo adolescente en las tres entregas de “Ritmo perfecto (2012, 2013), es invertir injustificadamente los roles por un lado, y el abrupto cambió de sub género por el otro. Los padres se transforman en estúpidos, gente con mentalidad de chicos de jardín de infantes, incapaces de tomar una sola decisión lógica por caprichosos y ridículos. De padres con un miedo lógico y medianamente bien planteado, los personajes pasan a un nivel de insensatez pasmoso. A tal punto es así que parecen haber salido de una película diferente a la que estamos viendo. Una que juega al gag físico al estilo de las comedias con Chevy Chas, pero en el plano de una imitación de grotesco muy mal construido, incluyendo humor escatológico que aparece ya muy avanzado el metraje y que nunca se había instala Todo en pos de armar un sinfín de situaciones apuntadas sólo al gag per sé y no al relato ni al conflicto. Si como muestra sobra un botón, Mitch se somete a que le introduzcan cerveza por el culo para que dos adolescentes (que puestos uno al lado del otro apenas llegan a la mitad del tamaño del actor) revelen en qué parte de la casa donde ocurre la fiesta se encuentra su hija. Se imaginará que a esta altura, comparadas con sus padres, las tres chicas tienen la sabiduría de Yoda, Stephen Hawkins y Platón juntas, pero encima esto tampoco funciona como contraste porque sus conflictos siguen creciendo bajo el mismo registro del principio. “No me las toquen” es una desproporción que por sus buenas posibilidades de andar bien en la taquilla deja abierta una continuación. Es de esperar que las tres jóvenes actrices puedan disfrutar de sus prometedores talentos negándose a seguir con sus personajes, pero es Hollywood, y allí, por la plata baila el mono.
Si no se hubiera abusado de varios momentos guarros, hubiera sido del agrado de la mayoría de los espectadores, pues los vómitos y las borracheras anales no son obviamente los favoritos del público más adulto, aunque.....
La virginidad de las hijas, ese fetiche. Tradicionalmente se promovió que los varones debutaran y las chicas se guardaran para el matrimonio; ya no somos tan anticuadxs, pero la posibilidad de que las chicas se embaracen (algo en lo que los varones llevan poquísima responsabilidad, y lo demostró el debate con respecto a la legalización del aborto) marca una diferencia que trae consecuencias infinitas. Pero a otro nivel, y en lo que respecta a la relación entre padres o madres e hijas, ¿qué cambia que una chica empiece a tener relaciones sexuales con otrxs? ¿Por qué sigue siendo un movimiento copernicano? ¿Será que se atraviesa la última barrera de control parental? ¿O que padres y madres (de ahí en más, potencialmente abuelxs) empiezan a ser viejxs el día en que debutan sus hijas? Con gracia, con descontrol y bastante ternura, Blockers –estrenada en Argentina con el confuso título de No me las toquen– es una comedia que encara todas estas cuestiones a través de una noche de persecución delirante a cargo de Lisa (Leslie Mann), Mitchell (John Cena) y Hunter (Ike Barinholtz), dos padres y una madre trastornados por la perspectiva de que cojan sus hijas. Las chicas son Julie, Kayla y Sam, van juntas al colegio desde primer grado y antes de la prom night deciden que esa noche, después de la fiesta, van a debutar. Julie (Kathryn Newton) tiene novio; Kayla (Geraldine Viswanathan) y Sam (Gideon Adlon) no, pero ése no es necesariamente un obstáculo: las tres apuestan al sexo, más que nada porque quieren saber cómo es, seguras de que lo que no va a faltar son varones dispuestos. Solo que lxs progenitorxs, por un descuido de Whatsapp, se van a enterar y, como una horda primitiva armada con garrotes, van a dedicar toda la noche a tratar de impedir del debut de las hijas. Si hay un lugar en el que la comedia opera como un cirujano impiadoso es justamente en nuestras contradicciones, ahí donde somos todos progres pero de vez en cuando soltamos al mono peludo que se golpea el pecho, o donde la autoridad parental que nos otorga la organización familiar se convierte en un capricho absurdo. Blockers apunta a ese lugar con una bazooka, y los padres y madres vuelan por el aire. Porque, para empezar, no son ninguna joyita: Lisa crió a su hija sola y no termina de asumir que la próxima partida a la universidad de la hija la tiene al borde del llanto, Hunter es un papá borrado que nunca estuvo pero cree que tiene derecho a opinar en un momento tan fundamental para la hija, y Mitchell, hecho de músculos y masculinidad a punto de estallar, cuadra como el padre y marido perfecto pero esconde un corazón tierno con el que no sabe bien qué hacer. Dirigida por Kay Cannon (que antes produjo éxitos protagonizados por chicas como New Girl, Girlboss y Pitch Perfect), la película literalmente los da vuelta, a través de la comedia física que los tiene asomándose a ventanas, reptando para salir de abajo de una cama o dando vueltas carnero para fugarse de una habitación, y el humor escatológico que casi merece un capítulo aparte: brutal, pringoso y chancho, el principal blanco de las bromas es Mitchell, el papá blanco, presente y perfecto, que en algún punto hasta toma cerveza por el culo. A nivel generacional, lo que Blockers tiene para decir es tremendo para lxs padres y madres que hoy tienen hijxs adolescentes y es que la próxima generación es mejor, siempre. Julie, Kayla y Sam hablan de penes (ya no solo de chicos) con una seguridad enorme, les interesa el sexo pero también están seguras de que pueden elegir cuándo y con quién (y en una subtrama preciosa, Sam se descubre lesbiana y se enamora de una compañera nerd que anda disfrazada como una especie de elfo). Pero la película no es solo cruel con lxs padres y madres sino también compasiva, y pasar de la cerveza por el culo a las lágrimas sinceras, de adultxs que aman pero saben que eventualmente tienen que retirarse, es un lujo infrecuente.
Dirigida por Kay Cannon y escrita por los hermanos Brian y Jim Keohe, No me las toquen es una comedia norteamericana que gira en torno a adolescentes que en su fiesta de graduación buscan perder la virginidad, sólo que esta vez son tres chicas. Julie, Kayla y Sam son mejores amigas desde el primer día de escuela. Ese primer día de escuela que las vio a las tres niñas asustadas hasta que se encontraron y decidieron entrar tomadas de la mano, también vio a tres de sus padres compartir la emoción de aquel momento tan especial. No obstante, si bien prometen y creen que se van a convertir en amigos indefectiblemente gracias a la amistad de sus hijas, el tiempo los encuentra bastante distanciados. Hasta la noche de graduación de las ahora adolescentes. Una madre y dos padres. Ella (Leslie Mann), soltera, que joven y sola tuvo a su hija y siente que es todo lo que tiene y la atemoriza su cercana partida a la universidad. Un padre divorciado (Ike Barinholtz) que al alejarse de su matrimonio también lo hizo de su hija e intenta recomponer, en este día especial, un poquito de esa relación. Y un padre y marido sensible (John Cena) que se encarga siempre de llevar a su hija a la escuela, de entrenarla y de que sea la mejor. Las adolescentes son… adolescentes. Y por lo tanto quieren terminar esa etapa de la mejor manera, divirtiéndose, pasándola bien. Drogas, alcohol y, por supuesto, sexo. Pero son vírgenes y si bien cada una tiene su pareja con la cual asistir al baile, cuando la que está en una relación decide que esa es la noche en que va a “suceder”, las otras dos se suman y realizan una especie de pacto. No me las toquen apunta a dos tipos de comedia. Por un lado, esta película producida por Evan Goldberg y Seth Rogen, apuesta a la típica comedia norteamericana que gira en torno a fiestas con dosis ilimitadas de droga y alcohol donde todo puede pasar. Por el otro, hay una idea de retratar la paternidad y maternidad desde esa etapa en la cual no queda otra que aceptar que los hijos ya no son niños y que hay que dejarlos que vuelen ellos solos, pero lo hace desde la espantosa idea de que sus hijas son sagradas y de su propiedad. Quizás por eso también el cambio a último momento de guion le resultó favorable, ya que en una primera instancia iba a ser protagonizado por tres hombres adultos. Acá, el hecho de aceptar que sus hijas ya están crecidas es algo que les va a costar entender, especialmente a Lisa que teme que su hija cometa los mismos errores que cometió ella de joven. Mientras que estos adultos sufren porque sus niñas, sus preciadas hijas, terminen perdiendo su virginidad (y por lo tanto inocencia, y por lo tanto se conviertan en adultas y ya no precisen de ellos) de manera impulsiva y descontrolada, la película se encarga de hacerlos encontrarse con diferentes situaciones que pretenden hacerles ver, por un lado que el hecho de ser mujeres no las convierte en débiles o princesas necesitadas de alguien que las rescate, y por el otro que son ellas las que van a decir qué, cuándo y cómo hacerlo: el sexo y todo lo que quieran hacer con sus vidas. Muchas de las escenas entre las amigas las muestran como a una especie de Damas en guerra (Bridesmaids, Paul Feig) adolescentes. Al igual que aquella, con escena escatológica incluida. Las mujeres se pueden divertir del mismo modo en que siempre los vemos a ellos. En cuanto a la dirección en sí, el film cumple de una manera convencional y efectista, desaprovechando algunas escenas que podrían haberle permitido a la realizadora jugar un poco más. Con respecto a las actuaciones, las jóvenes se lucen un poco más que los adultos. Si bien No me las toquen a grandes rasgos funciona, también se pierde por momentos en esa comedia sinsentido en la que a veces se apunta a lo grotesco para generar gracia. Las escenas más graciosas no resultan ésas, sino en las que se percibe algo genuino y simpatía, ciertas salidas inesperadas de sus personajes.
Esta crítica llega una semana más tarde porque no pude ir a la función de prensa. Y luego de verla (aun estando en cartel) me pareció pertinente escribir al respecto por dos motivos: primero porque la venden como “Superbad, pero de mujeres”, y segundo, por su altísimo porcentaje en Rotten Tomatoes (83%). Con toda sinceridad, no entiendo ninguno de los dos motivos. Ya que se esta película en cuestión se encuentra a años luz del film de Greg Mottola de 2007, y los puntajes de la crítica norteamericana son inentendibles. No solo es una película mala en todos sus aspectos, sino que su postulado es anacrónico para los tiempos que corren y todo el tiempo intentan disfrazarla de otra cosa mediante líneas de diálogo muy pobres. No se empodera a la mujer y a las adolescentes jóvenes sino todo lo contrario. Y, además, la gran mayoría del metraje es desde el punto de vista de padres (ridículos sí, pero sin gracia). Y ese es el punto máximo que destacar, porque si más allá de su postulado y mensaje por lo menos causara gracia sería otra cosa. Pero no, ni una sonrisa. Amén de que las actuaciones son pésimas. ¿John Cena? ¿En serio?, y pobre Leslie Mann, en el peor papel de su carrera. Por fortuna las adolescentes están bien, y es lo único mínimamente destacable de toda la película. Me sorprende que una mujer haya dirigido esto, aunque sea su ópera prima, ya que como guionista Kay Cannon hizo muy buenos trabajos en la saga Pitch Perfect. Aquí se nota a la legua que el guión está escrito por hombres. Blockers (que se traduciría algo así como “bloqueadores”) es el título original no tan putrefacto como “No me las toquen”, y que le quedaría mejor como analogía a lo que le produce a los espectadores que se pueden llegar a topar con esta propuesta para el olvido. Ojalá se vengan comedias femeninas teen en serio, graciosas y con una verdadera mirada de ellas.
LOS CHICOS CRECEN Chicas desaforadas, padres sobreprotectores y muchos enredos a la amaericana. Obviemos por un momento esa traducción local tan desafortunada y propia del teatro de revista de la calle Corrientes, y concentrémonos en la historia de Kay Cannon, guionista y productora de cositas como “New Girl” y “30 Rock”, que acá hace su debut tras las cámaras, rescatando un subgénero tan propio de la comedia norteamericana: adolescentes, fiesta de graduación, debut sexual y muchos enredos confluyen en “No Me las Toquen” (Blockers, 2018), la ¿“American Pie”? de este milenio que pone el acento del lado de los padres. Julie (Kathryn Newton), Kayla (Geraldine Viswanathan) y Sam (Gideon Adlon) son amigas desde chiquitas y están a punto de embarcarse en una nueva etapa. La secundaria llega a su fin y la universidad está a la vuelta de la esquina, lo que significa que se viene la “prom night”: celebración, desenfreno y, posiblemente, sexo, sexo, sexo para estas inexpertas. Al menos para Julie, que está muy enamorada de su chico y quiere debutar, cueste lo que cueste. Sus compañeras no están tan convencidas, pero terminan haciendo un pacto (#SexPact) para perder la virginidad antes de que se termine el dichoso día. Mientras ellas hacen planes y buscan la pareja ideal –Kayla ya fichó a Connor (Miles Robbins) y Sam a Chad (Jimmy Bellinger)-, sus papás deben lidiar con el futuro de sus retoños y la inminente partida lejos del hogar para estudiar. Antes de seguir, indaguemos un poco más. Tenemos a Julie, la linda del grupo, hija de Lisa (Leslie Mann), madre soltera y sobreprotectora que se cree una más de sus amigas. Kayla, la deportista y nena de papá (John Cena), cuya madre volvió a tener un bebé, pero nuca dejó que la maternidad se interponga en su carrera. Y por último está Sam, cuyo papá, Hunter (Ike Barinholtz), ni forma parte de su vida tras engañar a mamá, pero parece conocerla mucho mejor que ella misma. Llega la bendita noche, los papis realizan una celebración previa y ahí descubren el pacto de sus nenas, los que despierta toda su paranoia. ¿Su nueva misión? Evitar a toda costa que cometan el error más grande de sus vidas (¿?), perseguirlas, hacer el ridículo y, de paso, descubrir que las tres pueden decidir por sí mismas. “No Me las Toquen” cae en todos los lugares comunes de la comedia zarpada: sexo, drogas, mil enredos y destrucción. Agreguen algunas discrepancias generacionales y mucho emoji y mensajito de texto, porque la tecnología siglo XXI da para complicar un poco más las cosas. Cannon no se olvida de deslizar el discurso sobre la igualdad de géneros, dos segundos que pronto quedan opacados por un nuevo chiste de John Cena. La verdadera novedad de esta historia es el punto de vista de los papis. Vemos las indecisiones y aventuras de las jóvenes protagonistas, pero son las ridiculeces de los adultos tratando de encajar en un mundo que no entienden, lo que provoca algunas de las situaciones más graciosas de la película. Esto no quita que la mayoría de sus chistes sean genéricos, gastados y por momentos forzosos, pero tampoco las buenas intenciones de los guionistas Brian Kehoe y Jim Kehoe para introducir elementos contemporáneos y coyunturales que pocas veces se relacionan con productos para adolescentes. Aunque “No Me las Toquen” se enmarca en la idiosincrasia y un contexto muy yanqui de fiesta de graduación, vestiditos, limusinas y todos esos mambos, hay puntos en común con los que cualquiera puede identificarse ya sean hijos, padres, grandes o chicos, que tienen que ver con los miedos al cambio, la madurez y la aceptación que debe existir tanto de una vereda como de la otra. Padres metiches, sí, que se entrometen a fondo en la intimidad de sus hijas, pero también preocupados de que hagan algo de lo que se puedan arrepentir. Un poquito, guiados por el egoísmo de no querer que crezcan y vuelen fuera del nido, y otro tanto para evitar que repitan sus propios errores de juventud. En la vereda de enfrente, adolescentes bien educadas (nunca un pobre o un feo en estas película, ¿no?) que quieren experimentar para poder tomar sus propias decisiones, dejando un poco de lado el sentido común y la eterna protección de sus padres. “No Me las Toquen” no juzga ni a unos ni a otros, y aunque los padres son los chiquilines desaforados en esta oportunidad, no podemos evitar sentir un poco de pena por ellos… y vergüenza, mucha vergüenza porque ningún adulto en su sano juicio haría semejantes papelones. La comedia de Cannon sigue por el camino de “Buenos Vecinos” (Neighbors, 2014), pero no llega a ser tan hilarante como el primer cruce entre Seth Rogen y Zac Efron, en gran parte, por su disfuncional elenco “adulto” (no, Cena, no sos The Rock, correte). Queda clarísimo que la brecha generacional sigue marcando tendencia cuando se trata de humor irreverentes, pero acá la originalidad inicial se va diluyendo con el pasar de los chistes y esas situaciones enredadas que venimos viendo desde que estas historias hicieron “furor” en la década del ochenta. LO MEJOR: - Vamos a darle puntos por originalidad. - Una comedia que intenta deslizar temas coyunturales, bien ahí. - Qué bueno que las adolescentes puedan expresar su sexualidad sin tapujos ni complejos. LO PEOR: - Un cast de adultos que deja mucho que desear. - Muchos chistes tienen olor a naftalina.
La historia de tres padres que descubren que sus hijas adolescentes pactaron perder la virginidad en la fiesta de fin de curso y deciden hacer lo imposible para evitarlo. Esta comedia fue un éxito sorpresa en los EE.UU., donde el género funciona (no como aquí, donde cada vez se estrena menos). La historia es la de tres padres que descubren que sus hijas adolescentes pactaron perder la virginidad en la fiesta de fin de curso y deciden hacer lo imposible para evitarlo. Lo interesante de la película consiste en un tema lateral, que va por debajo de la acción: la diferencia, en estos días de corrección política, entre lo que se declama o se dice que se piensa y lo que en realidad sucede en la cabeza de cada uno. Aunque no todo funciona como debería, los elementos cómicos sobran como para que el espectador logre reírse de lo que no es más que un reflejo de sus propias incomodidades. Que lo dirija una mujer permite una empatía especial con el punto de vista de las chicas, una comprensión más precisa de la situación. Hay una gran ternura en lo que se narra.
La guionista y productora Kay Cannon nos ha ofrecido producciones cómicas como la serie “30 Rock” (2006 -2013) y la película “Pitch Perfect” (2012). En esta oportunidad, nos brinda un entretenido debut como directora. “Blockers” (título original del film) tiene una premisa bastante sencilla: Tres padres descubren que sus hijas hicieron un pacto para perder la virginidad durante la noche de graduación y deciden hacer lo imposible para detenerlas. Si bien la película ofrece algunos lugares comunes en cuanto a temática, lo interesante es que esta vez se pone el foco en las adolescentes y sus deseos/impulsos sexuales en lugar de focalizar, como suele ser habitual, en un grupo de chicos. Además, se tocan cuestiones como el machismo a la hora de pensar que en los varones este acto es algo necesario para convertirse en “hombres”, mientras que las mujeres deberían esperar a que sea “algo especial”. Hay momentos para el humor, para la corrección política e incluso para la demagogia, lo que por instantes puede llegar a afectar al relato. No obstante, el film se sostiene gracias a su impecable elenco y un correcto uso del timing para la comedia. Leslie Mann (“40 Year Old Virgin”, “Knocked Up”) brilla en un género que le sienta perfecto como la madre soltera que se preocupa en exceso por su hija; increíblemente pasa algo parecido con John Cena (“Ferdinand”, “The Marine”), como el padre sobreprotector, quien no suele destacarse por sus dotes interpretativos. Ike Barinholtz (“The Disaster Artist”) también aporta su cuota como el padre ausente que busca redimirse. En cuanto a las jóvenes actrices protagonistas, podemos decir que realizan un buen trabajo y dan cuenta de un futuro promisorio en materia actoral. Kathryn Newton (“Big Little Lies”, “Lady Bird”), Geraldine Viswanathan (“Janet King”) y Gideon Adlon (“American Crime”) generan una buena dinámica y química como el trío de amigas que hacen un pacto y que vacilan si cumplirlo o no, e incluso alguna llega a plantearse dudas sobre su heterosexualidad. Quizás el film intenta parecerse demasiado a películas del estilo de “American Pie” (1999), “Superbad” (2007) u otros exponentes de la nueva comedia americana que Judd Apatow, Paul Feig, los hermanos Farelly, entre tantos otros autores y actores ayudaron a erigir por medio de la comedia desfachatada y el absurdo. Pero nuevamente, lo importante es la perspectiva que aporta el relato. La narrativa tiene éxito gracias a la honestidad y la sensibilidad con la que fue abordada, al igual que una equilibrada alternancia entre las jóvenes y los padres; cada grupo aporta su dosis de humor y trascendencia. Por el lado de los aspectos técnicos, cabe mencionar que el montaje es algo tosco y atolondrado, pero no llega a ser demasiado malo como para perjudicar a la trama. En síntesis, “No Me Las Toquen” es un relato afable y entretenido que sin ser demasiado original en cuanto a narrativa, sorprende por el enfoque femenino que se le dio a la trama. A su vez, los actores nos brindan sus mejores versiones a la hora de encarar la comedia. Ideal para disfrutar con amigos.
No se deje apabullar por la pésima traducción del título original de Blockers, sí No me las toquen, tal su pésima transposición, no es una película picaresca argentina, ni indaga en el sainete criollo como algunas comedias de los ochenta. El pésimo título es un argentinismo despiadado – aunque seguro que UIP lo hizo para toda Latinoamérica- que evoca al amor “cuida” extremadamente celoso de los padres hacia los hijos. La Nueva Comedia Americana no se merecía ese título desalentador. Kay Canon quien nos supo convencer en New Girl o en sus guiones de Pitch perfect, se anima al cine como directora e indaga la relación de padres e hijos adolescentes con todo el tono de la comedia disparatada, pero como bien sabemos los que somos medios fans de la NCA, lo escatológico es ley y los chistes enérgicos medios “pavotes” son la bases de este tipo de comedias. En Blockers hay situaciones cómicas del estilo “tomar alcohol por el culo” y muchas escenas desopilantes que causan gracia. Pero lo que verdaderamente funciona es el trio de padres formados por Lisa (Leslie Mann), Mitchell (John Cena) y Hunter (Ike Barin Hltez) que desde una conmovedora secuencia inicial, se presenta como los papas kidults de tres hermosas niñas Julie, Kyle y Sam que se hacen amigas desde el jardín infante. Un racconto animoso presenta cada personaje: la mama soltera ultra dependiente de su hija, el grandote sensible cuida al extremo y el papa que derrapada siempre e intenta hacer lo posible para acercarse a su hija. Esas niñas amorosas se han convertido en mujeres que están terminado la preparatoria, y han hecho un pacto las tres, van a debutar sexualmente al unísono para entrar más liberadas a la universidad. Estos “papis” se enteran y allí comienza la aventura. Leslie Mann (Knocked up, This is 40) es la primera dama de la Nueva Comedia Americana, es la esposa de “The boss” Apatow, además que es buena para la comedia. Es guarra y con esa vocecita, logra satirizar situaciones que inevitablemente causan gracia, John Cera “The Big Daddy” fue un hallazgo de Apatow en Trainwreck con la grosa de Amy Schumer y acá se devora la película. Lo bueno de Blockers es que nunca pierde el ritmo, los padres irán tras los pasos de las jóvenes en una noche “alocada” El mundo teen se mezclara con el mundo de los cuarentones con onda y todo por lograr el cometido de que las nenas no pierdan si virginidad. Pero más allá de la comedia, y de los chistes, la nostalgia se apodera del cuento del nido vacío y el miedo de los padres de que los hijos crezcan y se vayan. Canon, lleva la comedia al delirio total, se pone escatológica y soez pero también se pone tierna. Blockers no será la mejor de las nueva comedia americana, pero es divertida y tiene escenas memorables como las del reto con el “culo” (me reía de la incomodidad, pero es el día de hoy que me sigo riendo) y una “voyerista” con el gran Gary Cole (Veep, Talladera Night). Bien por la inserción de las mujeres como directoras en la Nueva Comedia Americana. Desde acá el aguante siempre. Valoración: Muy Buena
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