Difuminando la esfera privada. Por fin tenemos a un ganador: hemos encontrado al peor film de lo que va del año y es un mamarracho que pretende autocatalogarse bajo la etiqueta “comedia”. Antes de profundizar en los problemas del convite en cuestión, vale aclarar que por lo general la noción de “desastre”, aplicada a una obra cinematográfica, suele abarcar exclusivamente la dimensión del contenido porque el grueso de las realizaciones mainstream no acumulan muchas fallas a nivel formal (de hecho, por ello llegan a la cartelera comercial con vistas a acrecentar las arcas de los productores vía “star system freelance” y acuerdos varios predigeridos). Los inconvenientes estructurales suelen ser muy sutiles y no habilitan aseveraciones subjetivas. Ahora bien, visionar Nuestro Video Prohibido (Sex Tape, 2014) puede resultar en esencia una experiencia “fascinante” porque la susodicha hace todo mal. Ya no sólo es aburrida, conservadora, miserable y anodina, adjetivos que le caben a casi cualquier bodrio de la “nueva comedia americana”, las mumblecore, las sátiras de determinados géneros y/ o los productos híbridos como el presente. Estamos ante otra película que procura ser “zarpada” a partir de un lenguaje soez y referencias libidinosas que ya llevan décadas instaladas en las sociedades posmodernas. Más allá de los anacronismos, está el desacierto de pretender acoplar la supuesta “irreverencia” a la familia tradicional y el Hollywood más cuadrado. El título, al igual que el opus en su conjunto, no deja nada a la imaginación (en lo que respecta a las verbalizaciones del devenir) y al mismo tiempo demuestra ser patéticamente cobarde (no hay cuerpos desnudos ni cópula): la historia se centra en Jay (Jason Segel) y Annie (Cameron Diaz), una pareja de lelos que deciden grabar un video porno amateur para “reavivar” su matrimonio, el que termina compartido en la “biblioteca pública” de una serie de iPads de familiares, amigos y conocidos de distinta índole, lo que por supuesto origina la necesidad de “borrarlo” en el transcurso de pocas horas. Las escenas se extienden más de lo debido, no generan ni una mínima sonrisa y para colmo son extremadamente derivativas. No serían tan vergonzosos los puntos muertos, la torpeza narrativa, el tono autista, el “chiste de la cocaína”, el antiquísimo ataque canino, la falta de novedades, las semblanzas de “autoayuda sexual” y los diálogos bobalicones si con ellos sólo quedase de manifiesto la mediocridad absoluta del director Jake Kasdan y los guionistas Kate Angelo, Nicholas Stoller y el propio Segel; pero lamentablemente en la volteada cae también Diaz, quien a esta altura del partido revela signos irrevocables de que debería tomarse unas “vacaciones”. Nuestro Video Prohibido no es ni sexy ni divertida, limitándose a una exploración leve de la difuminación actual de la esfera privada en pos de un narcisismo cada vez más hueco…
Nuestro video prohibido es una divertida y fresca comedia que, según tus gustos, te hará reír de principio a fin, o por lo menos gran parte de su proyección. El ritmo es muy bueno y no decae nunca, pero cuando comienza la búsqueda del iPad, si bien las situaciones son graciosas, son demasiado extensas y se sienten como forzadas. La promesa de la comedia hilarante...
Cameron Diaz es una de mis actrices de comedia favoritas, y ni hablar cuando se pone en modo guarra y nos entrega delicias cuestionables como The Sweetest Thing o la irreverentemente genial Bad Teacher. Con un título tan picante como Sex Tape, una pareja con tanta química como Jason Segel y un director capaz como lo es Jake Kasdan -el trío trabajó en la recién mencionada película de la profesora- se podían esperar grandes cosas. El resultado final no podía ser más decepcionante, con una comedia que tiene una buena trama pero que se estanca durante varias fases, con pocas escenas donde las carcajadas abundan. La Nueva Comedia Americana nos trajo este mismo año una producción explosiva como lo fue Neighbors, por lo cual era de esperarse el mismo nivel de bromas burdas y pasadas de rosca que en la película de Seth Rogen, teniendo en cuenta que su director, Nicholas Stoller, hace las veces de guionista acá. Y nada habilita a más escenas hilarantes que una pareja intentando recuperar un video sexual casero a toda costa. La desgracia cae cuando se desarrolla el nudo del conflicto. Tras un primer acto donde se nos presenta a una pareja que tiene muchas conexiones, tanto dentro como fuera de la cama -o biblioteca, auto o cualquier lugar donde se les ocurriese tener sexo- hay muy pocos lugares a los que recurre Sex Tape para sacarle una risa al espectador. Si tuvieron la fortuna de ver Neighbors, habrán notado que dicha comedia recurría a muchos y no dejaba ningún tabú de por medio, a la vez que ahondaba profundamente en el concepto de un seno familiar donde los padres se planteaban si todavía podían divertirse como si tuviesen 20 años. Éste no es el caso, ya que al deseo sexual en una dupla con hijos apenas si se hace referencia y los momentos de comedia no ayudan demasiado al tópico. ¿Una larga escena donde un perro feroz ataca al protagonista masculino? ¡Qué innovador! ¿Una lista de corrido de diferentes sitios porno? Wow, un festín de risas. Amén de un cameo que no vale la pena revelar para al menos guardar esa sorpresa, el elenco es bastante sólido, lo que hace que la propuesta no sea tan desastrosa. Diaz y Segel ya demostraron anteriormente que tienen pasta de comedia dura y la pareja amiga, encarnada por Ellie Kemper y Rob Corddry, aliviana el ambiente, además de la increíble labor de Rob Lowe como un potencial jefe para Cameron, un señor un poco extravagante con un pequeño problemita con cierto polvo blanco y películas de la factoría Disney. Ciertamente, la razón de que Sex Tape no se lleve un rotundo desaprobado es su intervención. Había verdadero potencial en la historia de este video casero suelto por las redes, pero con un guión de poca gracia casi nada pueden hacer los protagonistas para salvarse del escarnio público.
El problema de la sincronización En presencia del resultado general tras el visionado de Nuestro video prohibido, la primera reflexión que salta a la vista recae sobre la figura de Cameron Díaz y la necesidad de pedirle a la actriz, quien nos hiciera estremecer en su rol de femme fatale en La máscara, que revea las películas en las que decide participar. Este pedido obedece exclusivamente a que las últimas comedias con Cameron Díaz entre sus estrellas demuestran signos de decadencia o la incómoda impresión de que ella no encuentra su lugar en las propuestas y sus personajes no logran brillar. Con Nuestro video prohibido, comedia arraigada en la tradición de La Nueva Comedia Americana, surgen los mismos problemas que en todo producto mainstream proveniente de las lides de la falsa incorrección política, con la inefable recaída conservadora que en este caso es más grave tratándose de un tema tabú como el sexo en una pareja representante de la burguesía pacata norteamericana. Así las cosas, Jay y Annie llevan un matrimonio normal que no puede escapar de la rutina aplastante por la que pasa toda pareja cuando existen esas obligaciones de conformar la clásica postal familiar. Sin mayores contrariedades, el único problema que comienza a afectarlos es su mal funcionamiento en la cama, por lo cual intentan búsquedas alternativas para recuperar la fogosidad y de esta forma reavivar la llama del sexo. Las nuevas tecnologías hoy dictan las modas de los videos porno amateur y entonces para Annie –la más propensa a experimentar- resulta atractiva; siempre y cuando aquello que se filme quede guardado bajo siete llaves y solamente bajo el compromiso de mantener el secreto con su pareja. Como no puede ser de otra manera, en un mundo en el que lo privado y lo público se chocan a partir de la explosión de las nubes virtuales, la seguridad de los datos, imágenes o –en este caso- videos es fácilmente vulnerada cuando se oprimen las teclas erróneas o por ejemplo se comparten con un nutrido grupo poseedor de dispositivos sincronizados e interconectados a la nube quienes, sumidos en una actitud plenamente voyeurista, se quemarán las pestañas al tener en sus manos tan preciado tesoro. Bajo la dialéctica lineal que busca acumular complicaciones con el fin de construir desde lo artificioso un derrotero donde la pareja hará lo posible por destruir la prueba virtual ya viralizada que los condena, la película de Jake Kasdan (que vuelve a contar con el dúo Díaz-Sieguel, como en Bad teacher) transita por el camino de lo obvio con pretensiones de transgresión al exponer a Cameron Díaz a situaciones embarazosas, o por lo menos, no afines a su conducta de mujer burguesa aburrida. Da la sensación de que para cada estadío de esta falsa metamorfosis existiera un gag físico o visual que refuerce la idea de la incorrección política. Así, el chiste de la cocaína se topa con el de las posiciones extrañas para tener sexo o la galería de equívocos, muchos de ellos forzados, poco funcionales al desarrollo fluido de la trama. Más allá de estos desaciertos, que no hacen más que confirmar que la Nueva Comedia Americana ya debería replantearse su fórmula para no caer siempre en el mismo lugar común de la transgresión mal entendida, lo que realmente perturba de Nuestro video prohibido sucede en la segunda mitad donde el registro de lo guarro se ve opacado por un peligroso brote conservador, que no se atreve a cruzar ninguna frontera o tabú simplemente por motivos de especulación.
A priori y si apuran a este periodista va a decir que Nuestro video prohibido es una comedia efectista, llena de lugares comunes y gags ya vistos… Pero, aún así es buena y realmente te hace reír. Lo que prueba una vez más que sobre-analizar un film de este tipo es perder el tiempo y materia de esnobismo cinéfilo porque se trata de una comedia para pasarla muy bien y relajarse en una sala de cine ya sea en pareja o con amigos. Algo que hay que destacar, y que si es original, es la forma en la cual se combina al sexo con la tecnología. O sea, se trasladó de forma muy divertida a la pantalla grande a esa nueva tendencia de que videos porno caseros aparezcan -con consentimiento o no- en internet y lo que ello puede ocasionar. El guión es rápido e ingenioso, y la dirección de Jake Kasdan mantiene el lineamiento ácido que se pudo ver en Bad teacher (2011), pero sin duda alguna lo más importante de este estreno es la dupla protagónica. Claramente con otro dúo de actores el resultado no hubiese sido el mismo. Por un lado tenemos al enorme Jason Segel, quien se perfila a convertirse en el gran actor cómico de esta generación, y por el otro tenemos a Cameron Díaz en este género que le sienta tan bien y en donde ha demostrado que puede adueñarse de este tipo de papeles. Y como si fuese poco, parece que el botox abandonó un poco su cara porque se la vuelve a ver hermosa. Otro tema que no se puede dejar de pasar por alto antes de concluir esta crítica son las escenas de sexo en las cuales pasa de todo pero sin mostrar nada. Una gran puesta de cámara y edición para algo que resultó ser fundamental en el film. Nuestro video prohibido es graciosa y posee escenas desopilantes. Si se quiere entrar al cine con ganas de divertirse y relajarse, ésta definitivamente es la película para ir a ver.
Publicada en edición impresa.
Extraños en video Pensada como una reflexión sobre la vida marital moderna, Nuestro video prohibido (Sex Tape, 2014) abarca la vida de los protagonistas desde su lujurioso y juvenil romance (lleno de sexo en cualquier lugar) hasta la dura actualidad, en la que ni siquiera una intención de acercamiento puede estar por encima del agotamiento y el cansancio de la vida familiar. Jay y Annie (Jason Segel y Cameron Diaz) llegaron al punto de no saber ya siquiera como acercarse al otro para tener un encuentro intimo, debido a la rutina (Jay como musicalizador de una FM y Annie como escritora de un exitoso blog para madres con consejos) que los asfixia. Cuando hace unos meses Buenos vecinos (Neighbors, 2014) tomaba como disparador la problemática de una pareja con un bebe pequeño, que tampoco podía encontrar momento para la vida sexual y menos cuando sus vecinos se esforzaban por arruinarles los pocos momentos de lujuria, Nuestro video prohibido redobla la apuesta hacia la crudeza de imágenes que universalizan una realidad cada vez mas frecuente en las parejas adultas, la de postergar todo hacia un momento "ideal", sin chicos, familia y obligaciones, que, lamentablemente, nunca llega. Pero cuando Jay y Annie logran hacer cuadrar a todos los planetas, y así tener su ansiada noche de sexo, nada pasa y la otrora lujuria se transforma en un desconocimiento sobre el otro que sólo genera una fuerte incomodidad ante un beso. Casi resignados, y apelando a una ultima oportunidad, deciden filmarse teniendo relaciones, y para darse ánimos se entregan al tequila (por demás) para intentar copiar las miles de posiciones amatorias del libro setentoso “Joy of sex”. Al otro día vuelven a su rutina, sin siquiera pensar en lo que filmaron, hasta que un mensaje anónimo, en el celular de Jay, llega para advertirle sobre la subida a la web del video y de la inminente virilización del mismo. Allí la película cambia de dirección y, de un análisis de pareja, pasa a transformarse en una vertiginosa carrera contra reloj, en la que recuperar todos los dispositivos de entretenimiento sincronizados con el de Jay, y que, en manos de familiares y hasta un posible comprador del blog de Annie (interpretado por Rob Lowe), podrían estar reproduciendo la maratón sexual descontrolada. Mientras buscan, el matrimonio se acerca aun mas y en la exposición a situaciones embarazosas y ridículas con amigos y conocidos es en donde el film va generando el espacio para que Díaz y Segel ofrezcan un descontrolado y escatológico panorama en el que el humor y buenas actuaciones van de la mano. La dinámica edición y la capacidad para reírse de si misma es lo que favorece la visualización de un film, que podría haber caído en lugares comunes, pero que los evita entreteniendo, cosa que en manos de otro director y actores hubiese terminado mal. Secundados por Robb Corddry, Ellie Kemper y una participación especial de Jack Black, Nuestro video prohibido divierte y logra carcajadas a pesar de la incomodidad con la que se reflejan situaciones cotidianas de la vida marital.
Un brusco cambio de rutina Esta comedia sexual es una de las pocas entregas del género que se acerca a un público adulto planteando un conflicto acorde a los tiempos que corren. Y con sorpresas extra. Las comedias románticas suelen terminar históricamente con el matrimonio o la conformación de la pareja. Esa solía ser siempre la escena final de estas películas, ya sea con un beso romántico o en el altar, o ambas cosas. Eso es lo que se conoce como el "final feliz". Pero claro, casi nadie contaba lo que pasaba después. La screwball comedy –la variable más divertida y menos sentimental del género– podía incluir el rematrimonio como eje central de la trama. En estas comedias, la pareja ya empezaba casada pero debía recuperar algo que se había perdido en el camino. En Nuestro video prohibido (Sex Tape, 2014) la pareja protagónica se encuentra en una crisis. Jay (Jason Segel) y Annie (Cameron Diaz) tenían una intensa vida sexual durante todo su noviazgo y el comienzo de su matrimonio, pero con los hijos y la rutina la llama se fue apagando gradualmente. Con la esperanza de recuperar ese fuego perdido, deciden grabar un video sexual. Todo marcha bien, hasta que por error, Jay deja el video en la nube, compartiéndolo con todos los contactos a los que él le ha dado un iPad. La pareja no sabe cuántos de esos contactos han visto el video o lo han compartido, por lo que deberán salir a buscar uno por uno y cada iPad para borrar el archivo. La aventura comienza con la disparatada búsqueda y la diversión se combina con los chistes y el suspenso. Esa mezcla hace que la película sea muy graciosa, más entretenida que el promedio de este género. El gran dilema de las comedias de pareja actuales es quedar atrapadas en una fórmula sin poder aportar nada nuevo. Nuestro video prohibido tiene los ingredientes modernos de la comedia romántica, el sexo presentado de forma más frontal, drogas y humor políticamente incorrecto. Las situaciones no se repiten, las escenas sorprenden y en el medio de todo esto avanza la historia de pareja de los protagonistas. En un cine abocado principalmente al público adolescente, Nuestro video prohibido es una de las pocas películas que se acerca a un público más adulto. Y aunque esto no dice nada por sí solo de la calidad de la película, al menos consigue diferenciarse de la mayoría. El talento de Segel y Diaz para la comedia es indiscutible, son ellos los que le dan un toque extra a esta cinta para que funcione. Algunas sorpresas extras hacen aun más divertida la experiencia.
Dos para darse Los primeros minutos del filme nos muestran a Jay (Jason Segel) y Annie (Cameron Diaz) como dos maratonistas sexuales, una pareja capaz de tener relaciones donde y como fuera. Jay puede excitarse con la brisa que roza su pantalón; Annie no se queda atrás, y así pasan los días, dándose masa. Hasta que un día llega la lógica consecuencia, ella queda embarazada y las cosas cambian, aunque no tanto como cuando llega el segundo bebé; entonces aquellas épocas de dunga dunga pasan a ser un recuerdo, cada vez más borroso. Entre la crianza de los críos y las obligaciones en general, aquel fuego es apenas una chispa a que deciden avivar grabando un video, algo para darse un poco de marcha, encender los motores de nuevo y ver qué pasa. Y lo que pasa es que el dichoso videito queda en la computadora y accidentalmente se sube a la nube, lugar virtual donde se almacenan archivos, y desde donde amigos y familiares puede acceder a ver el fogoso encuentro. Al notar semejante situación, la pareja emprende la aventura de tratar de evitar que algo tan privado llegue a ojos de sus conocidos. Diaz y Segel ya habían demostrado tener buena química en "Malas Enseñanzas" bajo las órdenes de este mismo director, quien tiene buena mano para la comedia, pero que en este caso se excede en su duración y desarrollo de algunas situaciones. La propuesta es osada, pero al mismo tiempo se queda a mitad del camino que propone transitar. Por otra parte, resulta ser un buen vehículo para lucimiento de Cameron Díaz que se reafirma como sexy comediante ya en sus cuarentas, aunque esto no sea tan valorable para los que la quieran en plan oscarizable. Sin dudas se trata de un tema con el que muchas parejas se sentirán identificadas, y de un alerta para aquellos que no tienen un completo dominio de la tecnología. Todo llevado con liviandad y gracia, sin mucho más que ofrecer que un ameno pasatiempo.
JASON SEGEL y CAMERÓN DÍAZ vuelven a reencontrarse tras BAD TEACHER, aunque el resultado es muy inferior. La cinta arranca con mucha fuerza y buenas ideas, pero se diluye rápidamente, en un argumento que parece un cortometraje estirado y con pocos chistes efectivos. La pareja tiene química, y siempre se disfruta la presencia desfachatada de DIAZ, pero los personajes están pobremente construidos y naufragan en una trama aburrida y pese al título poco jugada. Otra mala comedia americana, tan pacata que no tiene ni un solo desnudo y ni una sola escena de sexo. Un bluff.
Más puritano que rebelde La filtración de un video íntimo pone en problemas a una pareja. En plena época donde los videos privados de los famosos caen en manos non sanctas, Hollywood le sacó jugo al flagelo para hacer rodar un falso video sexual entre Cameron Diaz y Jason Segel. La movida de marketing resultó más interesante que el producto: Nuestro video prohibido es un filme demasiado tibio donde lo más hot son las hermosas piernas y guiñadas de ojo de Cameron (rostro sugerente si los hay), quien corre serio riesgo de caer en la repetición de este tipo de papeles. Volver a sentirse jóvenes o darle un electroshock a un matrimonio que se va en picada y del que sólo quedan tiernos flashbacks en donde Jay y Annie hacían el amor como conejos, sin importar la hora y el lugar. Todo era pura pasión. Para reavivar el fuego se les ocurre planear (porque nada fluye por entonces) la filmación de un video hot... guiándose por un libro de poses sexuales. La inventiva, claramente quedó de lado para ellos. Nuestro video prohibido se agazapa en los convencionalismos de este tipo de comedias: desnudos totales siempre de espaldas y acto sexual recortado. Ojo, ni siquiera se busca recrear un filme erótico. Y en la era de los dispositivos móviles y la “nube” virtual, el archivo fue automáticamente sincronizado con una serie de iPads que Jay obsequió (¿un impulso comercial para las tablets?) a algunos familiares y amigos. ¡Ooops! Al momento de ir en búsqueda de esos artefactos comienza un predecible raid frenético de “chistes” viejos (la persecución canina, un caso) que desenfoca al filme. Las escenas no se desarrollan y los personajes chocan, se tropiezan con las situaciones y así se da con algunas perlas aisladas como el jefe de un sitio web porno, a cargo de Jack Black, o Hank (Rob Lowe), un Smithers tecnológico, que se fuga de la realidad escuchando Slayer y tomando cocaína. La extorsión de un púber por sus vastos conocimientos de computadoras, el “qué dirán” desperdigado a nivel familiar y amistades, y la toma de conciencia final de los hechos cierra un filme mediocre. Más puritano que rebelde.
VideoComentario (ver link).
Tan divertida como el sexo conyugal Un raro experimento fallido termina siendo Nuestro video prohibido, una película cuya filosofía es absolutamente ingenua mientras que su contenido ha recibido la calificación de apta para mayores de 16 años. Esta desafortunada combinación de pornografía de bajas calorías y comedia familiar tecnologizada sólo puede presentar como credencial más o menos respetable la ocurrencia de plantear una respuesta contemporánea a la pregunta: ¿Cómo es posible el buen sexo en un matrimonio con hijos pequeños? En su época de estudiantes universitarios, Annie (Cameron Diaz) y Jay (Jason Segel) tenían un apetito sexual mutuo insaciable. Ningún lugar les resultaba demasiado incómodo o demasiado público para sus intercambios de fluidos. Ahora ese tiempo ha quedado atrás y Annie lo recuerda mientras escribe un artículo para su blog dedicado a la maternidad. Hay una primera disociación entre la nostalgia de la protagonista y la forma de catálogo de situaciones ridículas con que se presentan esas escenas del pasado. La contradicción es comprensible en función del humor, pero ya anticipa que la narración va elegir siempre el camino menos complicado. De todas maneras el dilema que no consigue resolver y que directamente aplasta a Nuestro video prohibido hasta hundirla en el subsuelo de los productos desangelados es la superposición de dos conflictos, uno existencial y otro funcional. El primero: ¿cómo conciliar el buen sexo con las responsabilidades familiares? El segundo: ¿cómo evitar las consecuencias de la viralización involuntaria de un video porno conyugal? Como el director Jake Kasdan nunca termina de distinguir cuál de los dos conflictos es el más importante, vacila entre uno y otro, y su desorientación se hace visible en el modo en que dilata las situaciones hasta exprimirles toda la sustancia cómica posible, para abandonarlas después, secas y desabridas, en el basurero de su propia narración. Algo parecido sucede con los actores, los principales y los secundarios. Sienten tanta obligación de ser cómicos que resulta patente la distancia entre los personajes insípidos que encarnan y el vertiginoso remolino de gestos y morisquetas con el que tratan de mantenerlos, si no vivos, al menos en movimiento. La obvia moraleja final no cierra precisamente con un signo de admiración esta comedia cuya única virtud es documentar los esfuerzos del género por ponerse a tono con una época signada por las redes sociales y la exposición de la intimidad.
Tan vulgar como poco eficaz Jay (Jason Segel) y Annie (Cameron Diaz) son dos treintañeros exitosos: él trabaja en una radio musical y ella tiene un popular blog que está a punto de ser adquirido por una corporación. Ambos se aman desde la universidad, pero entre las exigencias laborales y las complicaciones propias de criar a dos hijos pequeños, su otrora activa vida sexual se ha extinguido casi por completo. Angustiados por la situación, apelan a distintos trucos y juegos eróticos para recuperar la pasión y, casi sin proponérselo, terminan haciendo un video casero ¡de tres horas!, con diversas acrobacias sexuales. Lo concreto es que esa grabación terminará en las manos equivocadas y, así, el matrimonio deberá iniciar una carrera contra el tiempo para impedir que las imágenes explícitas (algunas de las cuales se irán mostrando al espectador) se suban a un sitio porno en Internet. Lo que en principio aparece como una propuesta provocadora es, en realidad, de una falsa audacia. Pero lo peor de este film de Jake Kasdan no es que resulte absolutamente concesiva y tranquilizadora, sino que tampoco funcione en los terrenos más básicos de la comedia. La película es siempre obvia, torpe y banal, con una alarmante falta de timing para el humor y con recursos (ella, acelerada bajo los efectos de la cocaína; él, luchando contra un perro guardián) vistos demasiadas veces. El director de Efecto Zero, Mala racha, Camino duro: La historia de Dewey Cox y Malas enseñanzas (otra comedia picaresca con Cameron Diaz bastante superior a ésta), sus dos protagonistas y los intérpretes secundarios hacen todos los esfuerzos a su alcance (y no son pocos) por mantener el material a flote, pero la torpeza de las situaciones, la falta de sorpresas, sus diálogos poco inspirados y su constante apelación a los lugares comunes de la comedia más rancia hacen imposible evitar el hundimiento. No hay aquí, tampoco, ninguna reflexión medianamente inspirada sobre cuestiones como la invasión a la privacidad o el consumo de pornografía en la red. El resultado, por lo tanto, es un producto tan vulgar como poco eficaz.
Crítica emitida por radio.
La premisa es más que interesante... Te roban un video sexual y se filtra en "la nube" de tus familiares y amigos... y sí, ¡¡¡me imagino que te querrías matar!!! Bueno, justamente eso es lo que le pasa a Jay y Annie, los protagonistas del video y de la película. Cameron Diaz y Jason Segel se pasan de divertidos, y sinceramente, vas a encontrar varias escenas bien realizadas para terminar riendo. Rob Lowe, a mi parecer, es uno de los grandes aciertos de la historia, al igual que su perro (no quiero spoilear nada, porque de hecho, está en el trailer, pero es genial la secuencia de Jason con el perrito). Una peli para pasarla bien, divertirse y disfrutar de la cola al desnudo de Cameron Diaz... (y bueno, eso a algunos le va a sumar a la hora de ir a verla...)
BUENA IDEA MALOGRADA Lo de los videos hot que se cuelan en la web, es un tema de estos días. Y mucho más si se trata de famosos. El tema merecía una comedia ingeniosa y chispeante. Pero no es ésta. Una pareja, después de un comienzo a todo sexo, siente que su vida amorosa ha entrado en una meseta. Los hijos y la rutina se encargaron de ir apagando el fuego. Y deciden hacer un video hot para recuperar el tiempo perdido. Y bueno, por descuido el picante archivo aparecerá en una serie de iPad que el dueño de casa regaló a sus amistades. Y hay que salir a buscarlo. El resto es una farsa forzada y sin gracia que en lugar de apostar a la locura adopta un tono infantil y familiero, repetido y de trazo grueso. Nada se salva de una medianía que sorprende. Los diálogos son largos y anodinos, las situaciones absurdas (la larguísima pelea con el perro), no hay un solo gag bien puesto. Tampoco audacias, porque lo del video erótico es un amague que logra salvar Cameron Díaz y su estupenda silueta. No hay tema, sino situaciones alargadas. El marido es un insoportable medio tontón y los secundarios son de madera. Eso es todo
Divierte, pero falta la locura de los Farrelly Cameron Diaz y Jason Segel son una feliz pareja con chicos que extraña la pasión de otrora, ya que en realidad son otro de esos matrimonios que prácticamente nunca tienen sexo. La idea de grabarse cuando retomen sus hábitos carnales les está dando vuelta hace tiempo, y una tablet con una excelente cámara da el pie a que el asunto se consume. Lamentablemente, lo que no saben es que en el dispositivo móvil hay una nueva aplicación que hace que el video esté on line y sea enviado a todos aquellos a los que la pareja les envió imágenes. Esta comedia sexual demuestra cierta intención de Cameron Diaz de apuntar al estilo del gran éxito "Loco por Mary", pero acá falta la locura de los hermanos Farrelly, y a Jake Kasdan le falta algo de personalidad como director. Aunque, no se puede negar que hay algunos gags muy divertidos en medio de un guión muy previsibile y lleno de situaciones que con tal de esquivar algunos de los temas esenciales (o esencialmente sexuales) que plantea el argumento se va por las ramas con situaciones bastante tiradas de los pelos relacionadas con los intentos de la pareja estelar de recuperar su video erótico. El hecho de que el personaje de Cameron Diaz tenga un blog sobre la maternidad perfecta,que está a punto de ser comprado por una tradicional y muy conservadora marca de juguetes y productos infantiles, ayuda a dar algunos toques irónicos sobre la hipocresía y la doble moral, especialmente en una gran escena -sin duda la mejor de esta comedia-, en la que la pareja aparece en la mensión del CEO de la firma en cuestión, interpretado por Rob Lowe, ya todo un experto en componer personajes secundarios para este tipo de historias. Jack Black también tiene un pequeño y muy divertido papel como dueño de una empresa de porno en internet, pero lo que hay que reconocer es que la que lleva adelante toda la película es la protagonista. "Nuestro video prohibido" hace reír aunque se queda un poco corta. Seguramente parecerá mucho más contundente cuando se la vea en el cable.
Que puede pasar cuando una pareja graba una cinta erótica casera Narra los momentos que pasa la pareja compuesta por: Annie (Cameron Diaz) y Jay (Jason Segel) quienes viven una pasión desenfrenada y sus encuentros son ardientes. En cualquier lugar y ocasión que tienen, aprovechan para practicar sexo; pero se casan y llega la etapa de convivencia, ya no tienen tantas ganas de aquellos encuentros sexuales, se sienten exhaustos, está de por medio el trabajo, las tareas del hogar, las reuniones sociales, los niños, entre otras actividades, en fin se les presenta algo que se llama “la rutina” y también todo puede venir acompañado del aburrimiento. Pero un día ante un acontecimiento muy especial deciden tener una noche como tenían antes, dejan los niños al cuidado de su abuela, preparan todo el ambiente, se disponen a disfrutar de sus cuerpos manteniendo sexo, recuperar el tiempo perdido, se encuentran con un impedimento perdieron un poco el training, la fantasía y la magia. Para reflotar un poco eso, como suelen hacer en este último tiempo algunas parejas conocidas del espectáculo se filman a través de sus iPads y copian distintas posiciones que las sacan de un libro, todo esto a lo largo de tres horas. El tema no queda ahí, comenten un error y terminan subiendo su momento intimo en varios iPads y esto los obliga a una carrera vertiginosa y contrarreloj para recuperar el video y que no sea visto por millones de personas. Quienes intentarán ayudarlos es una pareja amiga, Robby (Rob Corddry) y Tess (Ellie Kemper) Es una comedia relajada para verla en pareja o entre amigos, el guión aprovecha lo que le sucede a algunas parejas cuando filman un video porno casero y este puede correr el riesgo de aparecer en internet y lo que esto puede llegar a ocasionar. Contiene una crítica a las redes sociales, pone el botón de alerta a las parejas que pueden caer en el aburrimiento y en algún punto alguna pareja se puede sentirse identificada, pero el tema esta como se va desarrollando esto, queda a mitad de camino, no resulta muy divertida con situaciones absurdas y todo es bastante predecible. Siguiendo con planos de los traseros desnudos de los protagonistas quienes tienen muy buena química Jason Segel y Cameron Díaz (ya se conocían de "Malas Enseñanzas" bajo las órdenes de este mismo director) que a los 41 años se ve bella frente a cámara, pero no dejan de caer en lugares comunes y gags ya vistos muchas veces, como Hank (Rob Lowe) su jefe que le da al porro, un ataque canino, entre otros y caen en lo vulgar mostrando escenas de un video igual como sucedía en la película “Qué pasó ayer?”, en fin sin sorpresas.
Comedia de rematrimonio sexual Por los involucrados, Nuestro video prohibido tenía todo para ganar: un director como Jake Kasdan, con buenos antecedentes en el género y un atractivo universo plasmado en la pantalla chica con New girl; un guionista como Nicholas Stoller, que sabe trabajar los vínculos de pareja con sensibilidad y desbaratando mucho del estereotipo masculino; y Jason Segel, uno de los más interesantes comediantes del Hollywood actual, tal vez un actor sin un registro demasiado trascendente, pero alguien que a partir de su presencia ha sabido construir un ideario particular en su mirada sobre la dinámica de relaciones hombre-mujer haciendo pie en el screwball comedy clásico pero con un invariable acercamiento moderno. Todo esto -por ejemplo- hacía eclosión en la relación que mantenían Cameron Díaz y Jason Segel en Malas enseñanzas, anterior y muy iluminada comedia de Kasdan. Por todo esto, entonces, es que Nuestro video prohibido es una película divertida, pero irregular; efectiva, pero bastante menor. Pequeña digresión: mientras Segel refiere a la comedia más autoral y conceptualizada, Díaz parece más cómoda con los recursos del capocómico. En esa fricción se construye otra película, que es la que pone en crisis y en diálogo constante dos estilos diferentes de entender el humor. Que la colisión resulte más feliz que ingrata, se debe en parte a la inteligencia de la actriz para saber acomodarse -a partir de su indudable oficio- en un rol diferente, más al servicio del relato. Dicho esto, hay que señalar que en líneas generales esta es una comedia de rematrimonio: detrás de su conflicto posmoderno, el de la pareja que graba un video sexual y es subido por error a la web para su consiguiente difusión, lo que hay es la recuperación de cierto vínculo de pareja desgastado con el paso del tiempo, la cotidianeidad y la presencia de los hijos. Ese es el aspecto más conservador de Nuestro video prohibido, un tema recurrente de la comedia hollywoodense contemporánea, que ha tenido acercamientos más felices como la reciente Buenos vecinos (dirigida por Stoller). Lo particular de esta historia es que en sí el vínculo estaba sostenido en una sexualidad desaforada, la cual se ve afectada con todo aquello que mencionamos: y ante su ausencia, el dilema. En verdad Nuestro video prohibido no trabaja tanto la recuperación de esa sexualidad, como el descubrir el sentido de esa sexualidad. Por eso una de las frases de cabecera de los personajes es el -palabras más, palabras menos- “amo cogerte”. Nuestro video prohibido tiene un problema básico: su premisa -aquello del video- se agota demasiado rápido, y todo parece, ya que está Kasdan involucrado, un capítulo estirado de New girl. Pensemos que Nick Miller y Jess (los protagonistas de la sit-com) graban un video sexual y por error se sube a Internet, en 24 minutos todo se resuelve velozmente y con chistes constantes. Pero esto no es televisión y el cine precisa de mayor desarrollo y complejidad: la película nunca la encuentra y aquella premisa se resuelve de manera demasiado derivativa, sólo sostenida por la gracia de un tipo como Segel y la particular química que construyen con Díaz. Por ejemplo, una secuencia larga en la casa del personaje de Robe Lowe es muy efectiva (tiene ese timing en la acumulación de situaciones tan necesaria en la comedia) pero a la vez, cuando uno toma distancia de la situación, la secuencia adquiere un sentido de sketch sin mayor vínculo con el relato. Como si salieran chistes de la galera, ante la pobreza reflexiva del contexto. De todos modos hay en la película de Kasdan cierto desprejuicio sobre el sexo (no hay una mirada condenatoria a las prácticas sexuales íntimas, sino más bien una aceptación en la diferencia) y un muestrario de personajes (amigos, jefes, niños) que van desnudando sus perversiones progresivamente y dejando en evidencia a una sociedad que vive de espaldas a otra sociedad, más recatada y correcta: la aparición genial de Jack Black y sus referencias a la pornografía como una industria llamativamente gigante, es sin dudas el momento más inteligente de una comedia que apela demasiado seguido a lo ordinario para poner en funcionamiento su maquinaria. Decididamente no estamos ante una comedia revolucionaria, pero al menos hay una incorrección que trasgrede su forma más convencional y de película amable y simpática.
La pareja de Jason Segel y Cameron Diaz probó funcionar en Bad Teacher, por lo cual supuestamente era una buena idea juntarlos en otra comedia. Sobre todo si había un video sexual prohibido de por medio. A priori nada podría fallar… ¿O si? TRAMA CONOCIDA La pareja protagonista, personifica a dos padres de dos chicos que hace rato no tienen actividad en la cama, por lo cual, ella una noche decide ponerle sal a las cosas, y tras emborracharse deciden filmar un video porno, que termina durando 3 horas. El mismo lo filman desde el IPAD de Segel. Segel es un ferviente comprador compulsivo de productos APPLE por lo cual, renueva su IPAD constantemente, regalando sus IPADS viejos tanto a familiares como extraños. El tema es que el video porno se sube a “la nube” y de allí se sincroniza con todos los IPADS, por lo cual, tanto Cameron como Segel correrán contra el tiempo para evitar que la gente con los viejos IPADS se de cuenta que tienen un video porno. Y alguien lo suba a algún sitio porno masivo. Fin. Eso es todo. UN PRIMER ACTO CON GUSTO A MANZANA Les voy a describir el primer acto de esta película: IPAD IPAD IPAD, IPHONE IPHONE IPHONE, APPE APPLE APPLE. APPLE IPHONE IPAD. IPAD IPAD IPHONE. APPLE APPLE IPAD. IPAD IPAD IPAD, IPHONE IPHONE IPHONE, APPE APPLE APPLE. APPLE IPHONE IPAD. IPAD IPAD IPHONE. APPLE APPLE IPAD. IPAD IPAD IPAD, IPHONE IPHONE IPHONE, APPE APPLE APPLE. APPLE IPHONE IPAD. IPAD IPAD IPHONE. APPLE APPLE IPAD. IPAD IPAD IPAD, IPHONE IPHONE IPHONE, APPE APPLE APPLE. APPLE IPHONE IPAD. IPAD IPAD IPHONE. APPLE APPLE IPAD. IPAD IPAD IPAD, IPHONE IPHONE IPHONE, APPE APPLE APPLE. APPLE IPHONE IPAD. IPAD IPAD IPHONE. APPLE APPLE IPAD. IPAD IPAD IPAD, IPHONE IPHONE IPHONE, APPE APPLE APPLE. APPLE IPHONE IPAD. IPAD IPAD IPHONE. APPLE APPLE IPAD. IPAD IPAD IPAD, IPHONE IPHONE IPHONE, APPE APPLE APPLE. APPLE IPHONE IPAD. IPAD IPAD IPHONE. APPLE APPLE IPAD. IPAD IPAD IPAD, IPHONE IPHONE IPHONE, APPE APPLE APPLE. APPLE IPHONE IPAD. IPAD IPAD IPHONE. APPLE APPLE IPAD. Ni mas ni menos es lo que esta película es. Una propaganda de productos Apple horrible y espantosa. Con frases del tipo “No puedo creer lo bien construidos que están estos aparatos”, “la definición de esta cámara es asombrosa”, “Todos se conectan de manera asombrosa”, “hoy en día podes hacer cualquier cosa con un Iphone”, y un largo etc. Les aseguro que son frases que ESTÁN en la película. Todo esto no molestaría tanto si la película hiciera reir, pero tiene el peor pecado de una película cómica. No causa gracia. NI LOS CAMEOS LEVANTAN Es cierto, la periferia de la pareja Diaz-Segel levanta un poco. Un Rob Lowe cocainomano es bastante gracioso, pero no pasa de la sonrisa. Rob Corddry esta completamente desaprovechado, y también te saca sonrisas básicamente porque es Rob Corddry. Y si Jack Black como el CEO de YouPorn (no se hagan los otarios que saben muy bien que es) saca alguna que otra sonrisa mas. Pero lamentablemente no hay quimica entre dos actores que tienen que llevar adelante una comedia con un tema tan intimo como es un video sexual “familiar” o “amateur” para los entendidos. Realmente al estar Jason Segel como coguionista esperaba algo mas parecido a Sarah Marshall, pero no, realmente una decepción. Los chistes no funcionan, los poquísimos que si lo hacen se repiten hasta el hartazgo, y el video en cuestión, obviamente al ser una película Familiar (¿!?) no muestra mucho. O nada… ¿PELA CAMERON? La pregunta del millon tiene como respuesta “ni”. Vemos espalda, vemos traste, no hay lolas. Lo que si tenemos es mooooocho (así con “O”) culo peludo de Jason Segel, el cual apenas si es gracioso la primera vez, imagínense a partir de la tercera o cuarta. Es cierto, que se puede esperar de una comedia de este estilo, pero sin ir mas lejos podemos citar una peli como Zack and Miri make a porno, donde el tema era tratado de otra manera, era mucho mas graciosa, y cuando había que pelar se pelaba. CONCLUSIÓN Nuestro Video Prohibido es una película fallida por donde se la mire, no solo a nivel guion y cómico, sino a nivel visual y de propuesta. Intentando meter valores familiares desde la oficina de YouPorn realmente no es algo que se tome ni siquiera como chiste o parodia. No causa nada. Ademas, el product placement de Apple es realmente insoportable, incluso para gente fanática de Apple o “Testigos de Steve Jobs”, como los bautizaron por ahí. Comedia que no da risa, video porno que no muestra, y película que no entretiene. Olvidable por todos lados. (Y eso que yo me rio con cualquier boludez…) Si quieren ver una propaganda de Apple, miren esta, y ni vean Nuestro Video Prohibido.
Una larga publicidad de Apple La presencia de Cameron Diaz junto a Jason Segel (uno de los actores de comedia más destacados de la televisión) bajo la dirección de Jake Kasdan repitiendo la fórmula de Malas enseñanzas (Bad Teacher), en una comedia que gira en torno al desgaste de la pasión y el sexo en una pareja producido por la convivencia y los hijos, sumado a los problemas de internet propios de nuestro actual mundo tecnológico, prometía entretenimiento y taquilla asegurada. Una pareja que tras diez años de matrimonio y con dos hijos ha perdido la intensa chispa sexual, decide reavivar la llama de la pasión grabando un video porno casero con su nuevo iPad. Pero los nuevos atributos del dispositivo y las tendencias tecnologías actuales aran que por error dicho video acabe en manos de varios de sus familiares, amigos y conocidos. A pesar de estos interesantes disparadores, quien roba protagonismo y pasa a ser el verdadero eje del relato es Apple (intenten contar la cantidad de “casuales” primeros planos y veces que se mencionan sus productos). No solo que los iPad inician, desarrollan y finalizan la historia, sino que cuenta con un gran número de situaciones forzadas únicamente para apreciar las virtudes de ese dispositivo. Considerando que es una comedia, Nuestro video prohibido podría haber explotado más sus disparadores temáticos, como la propagación viral de una grabación porno doméstica, los finos límites de la privacidad y una generación que a los 40 años debe lidiar con una realidad tecnológica en la que niños de 12 años los pasan por arriba. Sin embargo, la película se vuelve predecible, con diálogos insulsos, con pocas situaciones de enredo típicas del género y encima completamente inverosímiles (nadie puede creer que los servidores de una compañía completamente de internet estén todos juntos y a pasitos de donde viven los protagonistas, mucho menos que el dueño de YouPorn este allí por la noche y ante un siniestro se apiade justo de la familia), volviéndose protagonista absoluto Apple y como sus productos signan la vida de los ciudadanos (desde un iPad hasta el Flash Pen Drive). La belleza y oficio para la comedia de Cameron Díaz no alcanzan para una película que tras una apariencia transgresora desaprovecha material y termina siendo más bien conservadora y políticamente correcta, con algún que otro momento divertido y donde la anécdota más destacada fue el desnudo de Cameron que deja ver zonas poco vistas del cuerpo de esta actriz de 42 años (si realmente es ella).
Según Aristóteles la comedia tuvo su origen en los cantos fálicos. Una de las etimologías que se le atribuye a la palabra comedia es komodia, canto del komos. Los komos eran procesiones donde los griegos llevaban falos, se disfrazaban de animales y entonaban canciones de tipo burlesco. Esta celebración era en honor a Dionisio, el dios del vino y la fiesta, y aquí se permitía la libertad del lenguaje (parresía), la audacia, la improvisación y la crítica en tono orgiástico. Se mantenía el acento jocoso, burlesco e incluso hasta insultante. De todos estos elementos mencionados, fundacionales de la comedia, carece Nuestro Video Prohibido. Jay (Jason Segel) y Annie (Cameron Diaz) conforman un matrimonio, de diez años y con dos hijos, que quiere revivir la época de sexo estimulante que gozaban cuando novios. La rutina y los mandatos laborales los asfixia, y de la etapa en la que fornicaban como conejos solo queda el recuerdo. Tras varios intentos fallidos para recuperar el timing, uno de ellos parece alcanzar el resultado deseado: filmarse teniendo sexo y en varias posiciones. El conflicto se pone en relieve cuando, por un descuido, el video toma estado “semi” público; entonces la dupla hará lo imposible para detener la viralización de este “kamasutra casero”. El problema principal de la película es estructural. En un principio de la narración se plantea a la pareja tratando de reconquistar ese vínculo tan armónico que los unía, que los hizo enamorarse, pero esto no se ahonda y se agota al instante en que el video prohibido toma protagonismo. A partir de entonces la historia se torna endeble y todo pretende funcionar en un raid de gags físicos, muy poco eficaces, y diálogos forzados e insustanciales. Lo más irónico del filme es que logra ser abrumadoramente conservador cuando en el mismo circulan temas como el sexo, la pornografía y las drogas. Sexo tapado con posiciones extrañas y desapasionadas, y un chiste con cocaína que lo único que aspira es a “alocar” a una mamá aburguesada. Un poco más de desenfreno y lisergia creativa no le habría venido nada mal a Nuestro Video Prohibido. Por María Paula Ríos redaccion@cineramaplus.com.ar
Nunca pierde vigencia la vida en pareja a la hora de abordar una comedia. Hoy por hoy es probablemente el tema más tratado en el mundillo audiovisual junto con los chimentos y la política. Desde Shakespeare a rutinas de Stand Up pasando por los más diversos autores y directores, el cine ha sabido exprimir el jugo al tema dejando algunas obras inolvidables y otras que pretendieron serlo condenándose, por hacerlo, a la repetición burda. Tal vez por no “querer ser como…”, es que “Nuestro video prohibido” no naufraga en la misma temática que trata: la rutina. Desde el comienzo, la voz en off de Annie (Cameron Diaz) nos va poniendo en tema. Cuando conoció a Jay (Jason Siegel) todo fue flechazo y sexo a toda hora y en todo lugar. Hasta los conejos sentían envidia. Luego vino el matrimonio, los chicos, el trabajo… El placer y la intimidad casi desparecieron. En fin, él trabaja en la industria discográfica y de vez en cuando le envían Ipads que él, a su vez, regala a conocidos y amigos previa inclusión de una programación musical de su selección personal. Ambos se preguntan qué pasó con el sexo en la pareja. Se plantean con mucha naturalidad esto de haber dejado eso de lado y comienzan a tratar de recuperarlo. Cómo la rutina los invade, a Annie no se le ocurre mejor idea que tomar un libro de posiciones y filmarse ambos para verlo luego. Adivine quién se olvida de borrarlo para impedir la sincronización automática con los otros aparatos y que el resto de la ciudad los vea como Dios los trajo al mundo. Bien, hay que recuperar los Ipads a como de lugar. Los primeros 15 minutos de “Nuestro video prohibido” se desarrollan con un montaje que sólo da pausa para la correcta pronunciación del texto de Cameron Díaz, y algo de entonación servil a dejar claro cierto estado de ánimo reinante en ambos. En este aspecto últimamente los guionistas de Hollywood suelen caer en el error de creer que con la sola presentación de los personajes y un par de pinceladas alcanza. Por el contrario, la compaginación de gags invierte la ecuación: en lugar de apuntar a que el espectador conozca en mayor profundidad las motivaciones de la pareja protagónica qué los mueve, etcétera, se eligen una seguidilla de situaciones para lograr establecer la química entre los actores y la empatía con el público. Es una “trampita” que en realidad nos pone en tema más que en conocimiento de quienes son estas dos personas y por que debería importarnos lo que les pase. Lo único que le queda entonces a esta comedia es ver cómo se las arreglan para que nadie vea el video (¿zafado?), incluidos una pareja amiga Robby (Rob Corddry) y Tess (Ellie Kemper) y el futuro jefe de Annie, Hank (Rob Lowe), quien desea contratarla para que sus textos (el que escuchamos al principio) se transformen en “la palabra de la madre modelo de la empresa”. Llegados a esta altura, la película dependerá pura y exclusivamente de las ganas del espectador en creerse el accionar de los protagonistas, cuyas decisiones rayan lo inverosímil más de una vez. Si esto sucede será gracias a varios momentos de la dupla actoral que despliega cierto aire inocente frente a todo en general lo cual hace que los diálogos funcionen. Jake Kasdan, que aprendió muy poco de su padre Lawrence Kasdan, aborda esta segunda comedia con Cameron Díaz (la primera fue en “Malas enseñanzas” en 2011) de una manera casi displicente. Es como si se supiera a sí mismo con pulso y timing pero lo aplicara poco. Tampoco tiene la sutileza de su progenitor. Esa que llevó a películas como “Reencuentro” (1983) o “Turista por accidente” (1988) a convertirse en buenos ejemplos del manejo del humor. Está claro que Jake hace otra cosa y probablemente no tenga muchas más chances de dar pasos de nivel medio.
Hay comedias fallidas, comedias mediocres, comedias disparatadas, problemáticas y curiosas. NUESTRO VIDEO PROHIBIDO debe ser uno de los primeros casos conocidos de una “no-comedia”. Género novedoso, la “no-comedia” es un tipo película que remeda a las comedias pero no lo es y en la cual todos hacen lo imposible para que el espectador jamás se ría. Los actores están en el centro del asunto, claro, pero detrás de ellos hay mancomunados esfuerzos para conseguir este objetivo casi imposible: esforzados guionistas, ocupados musicalizadores, presurosos editores y transpirados directores de fotografía, por no hablar de continuistas, vestuaristas, directores de arte y muchos otros más que componen el equipo de trabajo de todo filme. Todos ellos se han unido hasta lograr un cometido casi milagroso. Generar en el espectador la imposibilidad de que se le escape una sola risa. Lo genial de este “concepto” casi de cine experimental es que uno ve la gente que ha trabajado en el filme y queda en evidencia que, de pretenderlo, tienen cómo hacer reír a los espectadores. Cameron Díaz lo ha hecho mil veces y tiene un talento natural para el humor. Jason Segel (MUPPETS, COMO SOBREVIVIR A MI NOVIA, MALAS ENSEÑANZAS, etc) es de la larga lista de actores cómicos que, sin ser brillantes, logran conectar con un público que se identifica con su look “pibe de barrio”. El director Jake Kasdan dirigió además de la citada MALAS ENSEÑANZAS, títulos como WALK HARD y hasta trabajó en notable series que causan las mayores o menores risas que las comedias suelen causar. Y ni hablar de uno de los guionistas, Nicholas Stoller, que ha trabajado en nobles productos como todos los anteriores protagonizados por Segel… y más. Aquí, en cambio, decidieron apostar por no hacer reír a nadie y son tan pero tan buenos que lo lograron. Lo intrigante de NUESTRO VIDEO PROHIBIDO es que no se trata de una comedia mala, ridícula, absurda, de esas que a muchos fastidian y a otros encantan. Ni tampoco se trata de una comedia con tintes dramáticos en la que uno no se ríe porque se deja llevar por la seriedad que rodea al entuerto. No, acá se trata de un nuevo género (se me ocurre “no-comedia” pero podría ser cambiable: ¿no-película? ¿La nada misma?) que se ve con intriga y asombro. Uno ve pasar escena tras escena del filme de Kasdan y se maravilla pensando cómo habrán hecho este grupo de personas razonablemente talentosas para que nada de nada de lo que hacen cause la más mínima gracia. Evidentemente, tiene que ser a propósito. Ya habrán leído la trama en otro lado y no hace falta que la repita aquí en detalle (síntesis: pareja de casados quiere recuperar la intensa vida sexual que tenían de jóvenes, se filman teniendo sexo en un video y tal video se les escapa online) por lo que ni siquiera me voy a meter a analizar su lógica imposible (digamos que el video no se “viraliza” en un sentido clásico sino que queda “en la nube” y en varios iPads que el protagonista… regala) sino que prefiero concentrarme en su absoluta y total coherencia con el intento de no causar gracia. Los chistes no son peores que en otras películas, las situaciones ridículas no son más ridículas que en otras comedias, la trama no es más absurda que otras tramas, pero ninguna causa efecto alguno. Es como un test: si te reís es que hicieron algo mal. Tan logrado es el efecto nádico de la película que nunca queda claro si NUESTRO VIDEO PROHIBIDO es una publicidad de Apple o una publicidad de Sony contra Apple. Explico: en el filme todos usan y mencionan productos de la marca de la manzanita (el iPad gana por lejos) pero en general esos mismos productos y servicios provocan los problemas que los protagonistas tienen. Y si se toma en cuenta que el estudio que produce la película es Sony –rival en el mercado de Apple– da para pensar que el filme intenta mostrar lo problemático que puede ser tener productos Apple conectados entre sí (o algo así, porque no se entiende muy bien). De nuevo: tan poco es lo que se expresa en el filme que es imposible saber qué quisieron hacer. Hay un solo error en la película que no llega a ser grave porque dura un par de minutos y pasa. Es un “cameo” de Jack Black que en un par de segundos logra colar algo parecido a uno o dos chistes graciosos (menores, verbales, de juego de palabras, pero más o menos graciosos al fin), por lo que uno teme que el enorme edificio de pasividad cómica en el que todos vienen duramente trabajando se derrumbe de un golpe. Pero no. Luego Segel vuelve a mostrar su casi bressoniano trabajo de inexpresividad corporal (sí, no sólo facial, incluye muchas partes más y su nueva delgadez no ayuda) mientras que Díaz juega exquisitamente por el lado opuesto hasta lograr que nunca los dos personajes conecten, como si estuviesen trabajando en dos películas paralelas que se hacen en el mismo set. Una idea tan creativa que podríamos hasta llamarla revolucionaria. Una experiencia increíble, traumática, en algún sentido maravillosa y reveladora. Hacía mucho tiempo que no me pasaba algo así en un cine.
Escuchá el comentario (ver link).
Publicada en la edición impresa.
Que los niños no se enteren... Después de Malas Enseñanzas, intento fallido de crear una versión femenina de Escuela del Rock, Jake Kasdan – hijo bastardo del gran Lawrence Kasdan director de Reencuentro y El Corazón de la Ciudad – se reune nuevamente con su pareja protagónica, Cameron Diaz y Jason Segel, para crear una sátira sobre las consecuencias de la difusión de un video sexual en Internet. La historia – que llega en un momento muy oportuno – habría sido posiblemente más divertida e ingeniosamente explotada si la pareja hubiese sido – en la ficción – un matrimonio de celebridades cuyo mundo se viene “abajo” tras la exposición mediática de un acto cotidiano que los tiene como protagonistas, pero lamentablemente el punto de vista elegido no hace más que reforzar la idea de que en Hollywood, el sexo sigue siendo tema tabú, y que se apuesta por mantener la imagen de la típica familia estadounidense pura y casta como modelo social. Más allá del punto de vista ideológico del film, con el que uno puede o no estar de acuerdo, el mayor problema del film de Kasdan, que ha hecho relatos más corrosivos y con mayor carga irónica, es la ausencia de situaciones originales o gags efectivos. Annie y Jay son una típica pareja de clase media suburbana, relativamente exitosa. En su adolescencia tuvieron una activa vida sexual, después llegaron los hijos y hoy en día encuentran pocos momentos – por no decir ninguno – para consumir su pasión. Al mejor estilo, Carrie Bradshaw, Annie escribe sus decepciones en la cama en un blog que posiblemente se convierta en una columna de una revista. La concertación de este nuevo trabajo impulsa a Annie a pasar una noche perfecta con su marido. Sin embargo, la llama no se enciende, hasta que irónicamente, ella prende la cámara de una tablet. Los problemas surgen cuando Jay accidentalmente sube ese video a “la nube” y regala innumerables tablets a vecinos y amigos… y uno de ellos, encima lo extorsiona en subirlo a youporn. A partir de ahí, ambos tienen una noche para recuperar las tablets, borrar los videos y descubrir al extorsionador. Con la intención de crear una típica comedia de enredos, Kasdan consigue llevar el relato gracias al talento de su pareja protagónica, cuya química es indudable, y de algunos intérpretes secundarios notables como Rob Lowe o Rob Coddry. Sin embargo, esto no alcanza para crear una película que se agota a los pocos minutos, y termina por caer en secuencia repletas de lugares comunes, estereotipos y clisés. Muchos gags no tienen un remate humorístico efectivo y la escena más divertida es una persecución dentro de una mansión con un perro feroz, y Jason Segel corriendo a lo Steve Martin en El Padre de la Novia, por los pasillos al tiempo que su mujer distrae al millonario propietario. Perfecto, funciona, ¿pero era tan difícil no caer en un lugar tan común que ya resulta aburrido? Incluso el efecto final a lo Que Pasó Ayer? es poco estimulante a nivel humorístico. sex-tape-movie-2 Apelando a fórmulas remanidas y vueltas de tuerca previsibles, Nuestro Video Prohibido, no consigue aprovechar completamente a sus protagonistas. Apenas resulta divertido un nivel de autoconciencia sobre la inverosimilitud de todo el relato – los protagonistas llegan a situaciones extremas que podrían haber solucionado detrás de una computadora. Ni Kasdan o su equipo de guionistas aprovechan el tema para ser un poco más arriesgados e irreverentes. Por el contrario, resaltan los típicos valores de las familias estadounidenses y subrayan que el sexo debe seguir siendo materia tabú. La sensualidad de Cameron Díaz debe ser el único motivo por el cuál este nuevo trabajo de Kasdan no termina convirtiéndose en la película “Disney” de la semana. Si bien, se aprecia que no caiga en golpes dramáticos, se siente en el aire, una molesta moralina que lo convierten en un film anticuado y poco disfrutable. Al final, chequear habitualmente Twitter o Facebook, termina siendo más provocador.
Parir un mamut “El humor es el acercamiento a lo trágico.” Mariana Briski Para que haya humor tiene que haber algo de tragedia (no literal sino como tono) a la que acercarse de manera humorística, un objeto que deconstruir para hacerlo volar en pedazos y transformarlo en algo nuevo. ¿Y cuál es la tragedia en Nuestro Video Prohibido (Sex Tape)? Una pareja (Jay y Annie, Jason Segel y Cameron Diaz) sin conflictos, sin crisis y sin demasiado tiempo para coger decide dedicar una noche entera a tener sexo y a filmarse teniendo sexo. Pero el video es inmediatamente sincronizado con la Nube y con los iPads que Jay alguna vez le regaló a sus amigos (es regalador compulsivo de iPads). La tragedia: una pareja amesetada, sin peligro (Judd Apatow hizo lo mismo pero muchísimo mejor en This is 40 sin necesidad de videos pelotudos). Mucho de la Nueva Comedia Americana funda su humor en la hipérbole, en el exceso. El problema aparece cuando se da por hecho que las situaciones ridículas bastan por sí solas para crear comicidad, intentando de esta manera compensar con hipérbole lo que la tragedia no aporta. ¿Pero qué es trágico en la comedia? Entre otras cosas, el cuerpo, teniendo en cuenta que la comedia se aprovecha del halo trágico e hiperbólico de los cuerpos llenos de grasa y lo usa a su favor. Nuestro Video Prohibido plantea situaciones disparatadas pero, dado que no hay demasiado conflicto ni tragedia, el humor se siente forzado, incrustado con fórceps para lograr lo que el guión no logra: one liners acartonados, repetidos sin gracia por actores desganados; situaciones forzadas, ideadas para generar la comicidad que no está en otros lares; temas “atrevidos” como el sexo y el porno. Algunas de las situaciones más border de Sex Tape funcionan parcialmente como islotes, no como partes integrales y armónicas de un todo: la progresión de los cuadros de Disney en la mansión de Rob Lowe; el desenlace de la situación con el perro; el encuentro con Jack Black en las oficinas de YouPorn. Fuera de eso, fórceps y más fórceps. Estamos pariendo un mamut. Y, como corolario: la elección de la dupla protagónica (y el dato no menor de sus cuerpos). Nuestro Video Prohibido plantea situaciones disparatadas pero el humor se siente forzado. Primero. Mención especial para Cameron Diaz. Y sus patines. Y su tanga roja. Y su remera blanca transparente atada a la cintura. Señores (42 pirulos), ver para creer. Nota al pie: se preguntarán por qué Cameron funciona en Malas Enseñanzas (Bad Teacher); justamente, ahí el cuerpo servía como contraste con el desastre de persona, algo que aquí jamás sucede (o como Charlize Theron en Young Adult). El problema es cuando no hay contraste. Segundo. Jason Segel y su anorexia. Como ya dijimos, la comicidad es siempre física, ya sea que provenga de los movimientos, la gesticulación, la presencia o el tamaño del cuerpo. Sí, el tamaño importa, SIEMPRE. Muchos actores de la ya mencionada NCA han sabido convertir su voluptuosidad en su activo más preciado: Zach Galifianakis, Melissa McCarthy, Jonah Hill, Rebel Wilson, Seth Rogen y nuestro ex gordito Jason Segel. JS adelgazó tanto que la comicidad se le licuó junto con la grasa. Tiene la cara chupada e insulsa y gesticula de manera torpe. No sabe qué hacer con su nuevo rostro delgado, no sabe cómo moverlo ni cómo hacer muecas. Menos que menos con su cuerpo, ahora escuálido, desgarbado. JS siempre fue un exhibicionista, y supo mostrar con orgullo el pito fláccido, el culo y las cachas. Y en Nuestro Video Prohibido también, pero ahí ya no hay nada para ver. JS tenía ese culo entre fofo y medio metido para adentro, con las piernas juntas arriba y muy separadas abajo, producto de ese caminar típico del que tiene pie plano, coronado todo con una adorable faja de grasa a la altura de la cadera, masa amorfa que continuaba hacia arriba hasta desembocar en un torso encorvado, con una panza mediana y unas tetillas fláccidas. Eso era Jason Segel. Ahora es escuálido y hasta tiene marcados los abdominales superiores. Craso error. No más gras(ci)a. La comicidad amputada y ahorcada con un cinturón gástrico. Gordura mutilada, comicidad cercenada, situaciones forzadas, un video porno decoroso, una familia feliz que termina aún más feliz (y que encima pretende darnos lecciones morales) y poca tragedia. ¿Conclusión? Acaso los cuerpos imperfectos y las parejas imperfectas sean garantía de tragedia y humor en el cine y en la vida. O quizá sean un modo en el que el humor sobrevive. La solemnidad, la meseta y el aburrimiento (también en el cine y en la vida) vienen cuando ya no queda nada para modificar, cambiar o hacer juntos, cuando ya no queda más grasa para pellizcar ni tetillas de las que colgarse ni panzas abultadas sobre las que dormirse a la noche.
Sexto largometraje de Jake Kasdan, director que se maneja dentro del estilo de la Nueva Comedia Americana aunque en un límite más cercano a la comedia tradicional; "Nuestro video prohibido" es un film que termina entregando menos de lo que prometía, precisamente por eso, por estar en el medio. Luego de la exitosa (y algo sobrevalorada) Malas enseñanzas, Kasdan repite protagonistas y tono. Cameron Diaz y Jason Segel esta vez son Annie y Jay un matrimonio que, según nos cuentan en una secuencia inicial sin demasiados cambios físicos, se conocieron de jóvenes en la universidad, se enamoraron, se casaron y fueron algo así como una máquina de potencia sexual hasta la llegada de sus dos hijos y la pesadez de la rutina. Ahora Annie maneja un blog sobre la experiencia de ser madre y Jay trabaja en una empresa de reproductores musicales. Pasaron diez años (repetimos, sin ningún tipo de cambio en sus aspectos) y para ellos mantener viva la llama de la pasión se les hace cuesta arriba. Por eso, tras una idea de Annie y utilizando la tecnología provista por Jay, deciden filmarse en la intimidad haciendo una especie de video sexual educativo en el que probaran todas las poses sexuales del afamado libro The Joy of Sex. Pero claro, los reproductores digitales están en permanente conexión con “la nube”, y además, Jay tiene el agrado de regalar los reproductores que ya no utiliza, ¿qué sucederá? Sí, el video porno será distribuido entre todos sus seres queridos. Lo que sigue será Annie y Jay metiéndose en una y mil complicaciones y enredos para tratar de recuperar los reproductores y “bajar” el video de “la nube”. Hay algo que aclarar antes de seguir con el análisis, Nuestro video prohibido, así como "El diablo viste a la moda" o "Celular", es una película con tintes publicitarios. Durante su (acertadamente) no muy extensa duración se nos mostrará las mil y un ventajas de un IPad, principalmente, el estar permanente conectado y compartir todo con todo, como una gran comunidad, con gran velocidad y aplicaciones increíbles; de hecho, muchos de sus gagas se originan en estas virtudes. Si la premisa parecía dar pie a una comedia osada, sorpresivamente, el resultado es bastante más conservador de lo esperado. En referencia a partes del cuerpo, mucha parte trasera (sobre todo de Segel que ya nos tiene acostumbrado a sus desnudos cinematográficos) y poca delantera, ni hablar de genitalidad. El lenguaje suma puteadas pero dichas en plan de recato. Y en definitiva el mensaje es el de guardar las apariencias de una familia de suburbios. ¿Puede una escena salvar una película entera? Será cuestión de comprobarlo con la muy efectiva y por suerte extensa escena en la mansión de un posible comprador del blog de Annie interpretado por Rob Lowe; ahí en esos minutos, la película se olvida de intentar ser osada, se entrega a un humor más imple y tradicional y gana terreno ampliamente, otorgando carcajadas plenas. El resto, probablemente despierte esporádicas sonrisas hasta llegar a una escena final con un invitado sorpresa, más inclinada hacia lo sexual, nuevamente muy efectiva. Jason Segel (que uno podría imaginar esta es una continuación de su pareja en "How I Met Your Mother", y hasta obligadamente hay una referencia a la serie) aun estando mucho más contenido que en otras, y mejores, interpretaciones, es lejos lo mejor del film; su carisma para con la pantalla vuelve a salvar las papas cuando todo está a punto de arder. Cameron Diaz luce correcta, cómoda, pero los años no la favorecen y nose puede ignorar la sensación de que ya no está para este tipo de películas. En un medio tono entre lo zafado y la comedia familiar recatada, Nuestro video prohibido hubiese resultado mejor de jugarse un pleno hacia uno de los extremos. Así, a mitad de camino es un comedia agradable, pasatista, pero también olvidable.
Videos porno y errores catastróficos Jay y Annie están casados y tienen dos hijos. Él trabaja en una radio y ella es ama de casa, pero entretiene sus días escribiendo un blog de maternidad que de golpe atrae el interés de una gran empresa. Están aburridos y su vida sexual es cada vez más escasa y menos excitante. Están cansados de su vida monótona y sin emociones. Es por eso que un día, borrachos y después de un intento fallido de darle un poco de condimento a la relación, Jay y Annie deciden hacer un video porno de tres horas. ¿Y qué pasa? Lo inevitable, obviamente: la cinta se filtra y la pareja emprende una odisea por su pequeño suburbio en búsqueda del video para salvar su dignidad. Nuestro Video Prohibido (Sex Tape) vuelve a reunir a Cameron Diaz y Jason Segel luego de la exitosa comedia Bad Teacher, y otra vez bajo la dirección de Jake Kasdan. Pero esta vez las cosas parecen haber salido estrepitosamente mal. El filme que pretende, a primera vista, desmitificar un tema tabú, que lidia con la intimidad del matrimonio y de lo que pasa tras cuatro paredes. Sin embargo, los que vayan al cine a buscar una comedia nueva y refrescante se van a topar con una mescolanza de clichés y humor básico y quemado. Con personajes inclasificables, una premisa llena de huecos narrativos que podría haber apostado a más pero que se contentó con una trama blanda e insípida, el filme de Kasdan no logra salir de un pozo profundo que cavó por sí mismo, y del que no llega a escapar ni con la ayuda de Segel –hace años una cara familiar en la comedia, desde Freaks and Geeks hasta películas más taquilleras hollywoodenses- ni con la desnudez de Diaz, que fue la propulsora mediática de la película desde el lanzamiento del proyecto. Quizás el personaje de Rob Lowe sea el único punto de interés, como el aparente normal jefe de Annie, que luego resulta ser un cocainómano metalero de lo menos tradicional. Pero, a pesar de algún que otro punto a su favor, Nuestro Video Prohibido no es más que una incesante publicidad para Apple –el conflicto surge porque el video se sube a la nube y se esparce por quién sabe cuántos iPads- y una parábola que sale a la defensa de todos aquellos que, estúpidamente, dejaron que su intimidad se filtre fuera de la cama.
La comedia inocente que quería ser zarpada... "Sex Tape", del director Jake Kasdan ("Bad Teacher", "Walk Hard"), fue un película rodeada de problemas y supuestamente perjudicada por una campaña de desacreditación por parte grupos de conservadores y algunas distribuidoras que se negaban a vender el proyecto por su título y temática... ¿realmente la vieron a la película antes de hacer tanto lío? Porque de zafado o contenido sexual tiene poco y nada. De hecho, para la temática que aborda, es bastante floja. Habría que ver si realmente los débiles resultados de recaudación tienen alguna relación con el título, del cual decían que alejaba del cine a las familias y "confundía" a cierto público que quería ir a ver la nueva comedia romántica de Cameron Díaz, pero la verdad lo dudo mucho. Para empezar, si bien la película no tiene escenas realmente fuertes, su trama es sobre un matrimonio que decide hacer un video porno casero, o sea que de entrada "la familia", dígase con hijos menores de edad, no es el público objetivo, o al menos no debería serlo. El público adulto que sí fue a verla y se esperaba una buena trama y al menos alguna escena hot de la Díaz, se decepcionó porque no consiguió ninguna de las dos. Lo más divertido que pueden encontrar es una escena de manual humorístico con un perro y lo más caliente puede llegar a ser ver a los protagonistas desnudos de atrás y haciendo algunos movimientos que simulan sexo. Eso es todo. Nota al margen: Las tomas de atrás de ambos actores son cero sexies. La comedia no funciona en primer lugar desde el guión. Comienza de manera dinámica, mostrándonos como se conocieron Cameron Díaz y Jason Segel y luego como su relación se vuelve una fogosa sucesión de garches en los lugares más variados como una plaza pública, una biblioteca o un auto. Luego nos muestran a la pareja ya casada y con hijos en la rutina diaria de ser padres. Una noche de festejo, deciden dejar a los niños con sus abuelos y celebrar juntos como lo hacían antes, teniendo sexo como cachondos adolescentes, por lo cual a ella se le ocurre filmarse haciendo todas las posiciones de un libro sexual. Hasta acá venimos más o menos bien, pero cuando comienza el nudo de la trama es cuando todo se vuelve cada vez más tonto y bizarro. Por error, el video se autoenvía a todos los contactos a los que Segel les regaló iPads que ya no usaba, algo que parece demasiado generoso y muy de primer mundo, hasta para USA. Cuando la pareja se da cuenta, comienza la búsqueda desenfrenada para evitar que el video se viralice y el atractivo del film comienza a caer estrepitosamente. Los guionistas largan una sucesión interminable de chistes pocos divertidos, situaciones que pretenden ser bizarras y sólo terminan siendo ridículas y un villano al que no le dio el cuero para su rol. La resolución de la trama es demasiado simple e inverosímil, con un final que pretendió ponerle la cereza al postre y sólo puso de manifiesto que lo único zarpado del film era su título. Todos hablan de la química de Cameron Díaz y Jason Segel como pareja y la verdad es que por separado son buenos profesionales, pero yo no vi nada sexy ni una interacción que me resultara muy atractiva. No la recomiendo.
Mitos y verdades sobre el sexo en las redes virtuales Una comedia sobre los riesgos de utilizar los nuevos soportes tecnológicos para reavivar la pasión de a dos. Desde el instante mismo en que se vieron por primera vez, Jay y Annie se desearon con locura. La pasión que sentían uno por el otro parecía destinada a la inmortalidad. Pero la convivencia, los hijos y las obligaciones cotidianas obligan a postergar encuentros. Por eso, al cabo de 10 años de matrimonio y a fuerza de tanta abstinencia, el deseo no merma, pero sí el ejercicio, y en la primera oportunidad que se presenta, se dan cuenta de que sus cuerpos perdieron el hábito de amarse. Después de probar todos los juegos a su alcance, un video porno casero con la camarita de alta definición del iPad se presenta como la solución. Claro que, teniendo hijos pequeños y trabajos que preservar, lo conveniente es borrarlo de inmediato. Con su sexualidad renovada todo parece andar sobre rieles hasta que un mensaje anónimo le indica a Jay que, no solo olvidó borrar las pruebas de las travesuras matrimoniales, sino que fueron a parar a manos de sus suegros, sus mejores amigos, el jefe de Annie y el cartero, junto con un iPad de regalo. Nada que ver "Recibo miles de videos como el de ustedes al día, ¿piensan que alguien se interesará en verlos?" De este y otros modos se despabilan algunos mitos sobre la exposición sexual, con la misma honestidad con que observan las apariencias engañosas y los riesgos de jugar con tecnologías que los niños manejan mejor que sus mayores. En su doble rol de actor y guionista, Jason Segel trata con cuidado los temas derivados de un relato que contiene lenguaje adulto, pero que nunca abandona el buen humor ni la complicidad. Con escenas de desnudo incluidas --el primero que realiza Cameron Díaz en pantalla--, el vínculo de Segel y Díaz fluye, secundados por la pericia de Jason Corddry, Rob Lowe, Jack Black y Nancy Lenehan, además de los chicos Harrison Holzer y Sebastian Hedges Thomas, un acierto, éste, de Jake Kasdan como director de actores, responsable de integrar frecuencias. Nuestro video prohibido es una película descontracturada y divertida, definitivamente dirigida a un público adulto que pueda comprender, sentirse reflejado en uno o varios de los aspectos y estar dispuesto a reírse de sí mismo, si es posible, en pareja.