Insert More Coins Fundando su legitimidad y verosímil en la nostalgia, Pixeles (Pixels, 2015) de Chris Columbus, es una película sobre los sueños y cómo, de un momento a otro, éstos se pueden hacer realidad. Pero también sobre la eterna frustración de aquellos que permanecen en un estadío pasado, que creen mejor, y que al no poder avanzar en otros ámbitos de su vida, se encuentran estancados en una realidad que los abruma. Sam Brenner (Adam Sandler), un ex prodigio de los videojuegos, quien vio como su posibilidad de convertirse en el número uno de los fichines se coartó al quedar relegado a un segundo puesto en el campeonato mundial de la disciplina. Sin un rumbo claro, y pese a ser un especialista en encontrar patrones en esos entretenimientos, lo que le posibilitó subir en cada uno de los niveles de juegos clásicos como Galaga, Space Invaders, Donkey Kong, Pac Man, Centipode y otros, su madurez hoy lo encuentra como técnico de una empresa colocadora de artefactos electrónicos llamada, vaya ironía, NERD. Mientras instala en un domicilio particular un sistema de entretenimiento, se relaciona ocasionalmente con Violeta (Michelle Monaghan), quien, abandonada por su marido, encuentra en Sam una válvula de escape para poder canalizar su ira y enojo sobre su actual situación. De pronto todo se confunde. Ella lo rechaza, y mientras él decide irse del domicilio recibe una llamada urgente, de su amigo el presidente de Estados Unidos (Kevin James), quien no es otro también que uno de esos niños adictos a los juegos y la tecnología de antaño. El presidente está en peligro y Sam es convocado para asistirlo junto a la junta de seguridad para encontrar una solución. Violeta también acudirá al llamado, ya que las vueltas del guión querrán que ésta se convierta en una de las tenientes de alto rango con un papel determinante en el cuidado de la seguridad nacional. Y a ellos luego se sumará Ludlow (Josh Gad), conocido también como el niño maravilla, un prodigio y paranoico amante de las teorías de conspiración, que agregará al equipo la dosis de humor y catástrofe necesarias para poder así enfrentar a los misteriosos seres que atacan desde el espacio exterior a EE.UU. Más adelante se sumará Lanzallamas (Peter Dinklage), un presumido ser que fue el que le arrebató a Sam el título de campeón mundial de los videojuegos, y quien, recién salido de la cárcel, también intentará con Sam, Ludlow y Wiliam (James) combatir a los enemigos. ¿Y qué son estos enemigos? Nada más ni nada menos que réplicas destructoras de cada uno de los juegos con los que estos maduros niños jugaban horas y horas en los locales de video, y que por un mensaje enviado por la NASA, en una cápsula al espacio exterior sobre esa competencia en la que participaron, seres del espacio exterior decidieron atacar la tierra. Lo más interesante de Pixeles, más allá de su despliegue visual y efectos realistas que sumergen a los protagonistas en un inmenso campo de juego y enfrentamiento, es el humor con el que resuelve cada una de las situaciones y el espíritu nostálgico que se revela en cada aparición de las amenazas. Las actuaciones protagónicas, además le posibilitan un nivel de interpretación único, el que, sumado a la maestría en la dirección del hábil Columbus, posibilitan un disfrute total de un producto, que si bien es pensado para toda la familia, hará las delicias de aquellos nostálgicos de los años ochenta que pasaron horas y horas delante de un videojuego.
Invasión de fórmula conservadora. Pixeles es ante todo una película de Adam Sandler, en el sentido más estilístico posible, lo cual comprende rasgos positivos y negativos, aunque en los últimos años la balanza de su cine se ha inclinado hacia la pobreza inventiva y viciosa de su humor. En sintonía a su descenso, apareció Kevin James con quien hizo varias películas, e incluso Sandler le produjo el díptico de Paul Blart, una suerte de variación de Duro de Matar en clave absurda. Ambos son espejos del otro, no hay nunca un contrapunto en ninguna de las películas; más bien una repetición de chistes sobre la gordura y la estupidez de los personajes encarnados por James, como si el actor de Billy Madison necesitara -más que un sidekick- un blanco para tirar sus chistes más básicos. En esta nueva película de Chris Columbus (Mi Pobre Angelito), una capsula es enviada en 1982 al espacio exterior con videojuegos, entre otros ejemplos de la cultura pop, la cual es interceptada por unos extraterrestres que malinterpretan el mensaje como una declaración de guerra. La respuesta es una invasión tangible de personajes de esos juegos, entre ellos Centipede, PacMan y Donkey Kong. Los guionistas Tim Herlihy (Happy Gilmore) y Timothy Dowling (Role Models) toman la estructura narrativa del sorteo de niveles para llevar la historia a los tumbos, que lejos de descansar en los chistes gastados de Sandler se enreda en sus propias barreras, limitadoras de un vuelo mayor en este intento de empatar dos lenguajes que comparten rasgos, recurrencias y hasta premisas. Ni siquiera aparece la desfachatez de las películas noventosas de Sandler, en las que los verosímiles se flexibilizaban (y hasta se rompían) para dar lugar al absurdo más puro, lúdico y deforme. Esa desfachatez, en la actualidad del actor, se desplazó hacia el patetismo y a la comodidad de ese colchón de referencias (una de las marcas de sus películas), las que antes representaban una conexión lúdica y que ahora no son más que marcas nostálgicas vacuas. Ni siquiera las participaciones de Peter Dinklage (Game of Thrones) o de Michelle Monaghan (como la “Sandler girl” de turno) logran surcar esta conservadora unión entre cine y videojuegos, reposada en la formula narrativa de un lenguaje que solo persigue un objetivo, el cual es ganar y sortear todos los niveles; mucho menos puede sostener al tridente actoral de Sandler, James y Josh Gad (un papel que pedía a gritos la interpretación de Jonah Hill). El cruce mencionado entre juegos clásicos -los cuales funcionaban a través de un patrón matemático- y juegos actuales -en los que la semejanza con lo real es casi mimética- solo es funcional para ponerle el rulo al acto final. Resulta decepcionante que Pixeles escape del espíritu lúdico y se escude en la racionalidad de las fórmulas, solamente en los créditos con una representación en 8 bits de toda la historia -a modo de síntesis- se ven destellos de esa posibilidad perdida de alinear al cine con el videojuego: lamentablemente esta idea sale por el reverso ya que de manera subliminal pareciera decir que la película no tiene una mínima razón de ser, porque debió ser un videojuego nostálgico y nada más.
Pixeles es una comedia con alto contenido de nostalgia que evoca ese período histórico que tuvieron las salas de videos juegos desde comienzo de los ´80 hasta fines de los ´90. Los salones de arcade, donde uno podía encontrarse a diario con Pacman, Double Dragon, Arkanoid o el viejo y querido Out-Run, más allá del entretenimiento que ofrecían funcionaban como un lugar de reunión social en el que se podía hacer amigos y conocer gente. Algo que se perdió con los juegos de las consolas actuales que tienen mejores gráficos pero te mantienen encerrado en tu casa. Pese a que no será recordada entre las grandes comedias del año, creo que el segmento de espectadores que haya vivido su infancia en los ´80 puede disfrutar de esta propuesta más allá de sus imperfecciones. Pixeles es una película rara ya que durante el desarrollo de la trama se puede percibir una puja constante entre el cine clásico de Chris Columbus y las comedias de Adam Sandler. Me atrevería a afirmar que el film está conformado (lamentablemente) por un 30 por ciento del arte de Columbus y un 70 por ciento de la fórmula que presentan los trabajos de Sandler. Si la balanza hubiera estado un poco más equilibrada esta producción podría haber sido completamente superior. La trama comienza con un prólogo fantástico que se desarrolla en 1982 y tiene la función de presentar el origen de los protagonistas. Durante este segmento del film encontramos el momento más claro donde se nota que la dirección estuvo a cargo del artista que dirigió Mi pobre angelito y además concibió como guionista a Los Goonies y Gremlins. Luego aparece Adam Sandler y la película se adapta al estilo de relatos que suelen ofrecer sus comedias. Obviamente no está ausente el clásico personaje perdedor de buen corazón que al final se queda con la chica linda. El punto es que Pixeles en realidad no es una película de Chris Columbus, sino un trabajo que el artista dirigió por encargo de Sandler. En este caso adaptó su estilo de narrar historias al humor del protagonista. Uno de los grandes aciertos del casting fue la incorporación de Peter Dinklage (Juego de tronos), quien es el único actor que la pega con todos los chistes. El personaje que interpreta, basado en un campeón mundial de Pac-Man y Donkey Kong, es genial y cada vez que habla logra hacerte reír. Algo que no sucede con el resto del reparto. Lo mejor del film pasa por el trabajo de Columbus, que ofrece secuencias de acción muy creativas con efectos visuales de primera calidad. El gran absurdo de la historia y la manera en que se insertan en la trama los personajes clásicos de los juegos de los ´80 representan las principales cualidades de esta película. Comparada con los desastres que viene ofreciendo Sandler en el último tiempo, Pixeles al menos se deja ver en el cine y consigue brindar un buen entretenimiento.
Retro ingenioso y muy amable En 2010, el francés Patrick Jean hizo un cortometraje de poco más de dos minutos sobre un bombardeo de? ¡píxeles! contra la ciudad de Nueva York a cargo de gigantescos personajes surgidos de las viejas máquinas de videojuegos como Donkey Kong o Pac-Man. Un ingenioso concepto y una buena concreción técnica que no tardó en seducir a productores de Hollywood. Cinco años más tarde llega Píxeles, película concebida al servicio de Adam Sandler con -claro- un mayor despliegue de recursos y efectos visuales que aquel corto original y la idea de combinar entretenimiento familiar y nostalgia para los "niños grandes" que hace tres décadas disfrutaban del universo arcade. En esencia, Píxeles es una comedia que juega con el anacronismo y la melancolía (como lo hizo hace poco el film animado de Disney Ralph, el demoledor) y una propuesta a-lo-Cazafantasmas con elementos propios del universo de Sandler, sobre todo el punto de vista de adultos inmaduros que se resisten a crecer. Intentar describir la trama es una tarea ardua no sólo por sus múltiples vericuetos, sino también por lo absurdo y hasta ridículo de la propuesta. Los protagonistas son diversos (aunque terminarán juntos peleando contra los invasores extraterrestres para salvar al mundo del apocalipsis): Sam Brenner (Sandler), un eximio jugador de arcade durante su infancia que no ha tenido demasiada suerte en la vida (se dedica a instalar equipo de audio y TV); Violet van Patten (Michelle Monaghan), una teniente coronel del ejército engañada por su marido; Cooper (Kevin James), el patético presidente estadounidense; Eddie (Peter Dinklage, de Game of Thrones), un enano tramposo y engreído, y Ludlow (Josh Gad), el típico gordito nerd de la comedia norteamericana. El director Chris Columbus (Mi pobre angelito y un par de entregas de la saga de Harry Potter) maneja las múltiples aristas del proyecto (aun con sus acumulaciones y derivaciones innecesarias) razonablemente bien y regala un abanico de referencias, homenajes y cameos a los amantes de los videojuegos clásicos y de la cultura popular de los años 80. A la presencia del Pac-Man y Donkey Kong se suman Space Invaders, Galaga, Centipede, Defender, Dojo Quest y Tetris, guiños al universo de Atari y Nintendo, música de Queen, apariciones del dúo Hall & Oates, imágenes de la serie La isla de la fantasía, reverencias a sex symbols como Olivia Newton-John y Sheena Easton y un larguísimo etcétera. No es la primera vez que Hollywood apela a la idea de trasladar un videojuego (y que la película sea, en esencia, como un videogame) al cine, pero Píxeles lo hace con bastante ingenio y, sobre todo, con mucho cariño. Esta vez la fórmula funciona.
Publicada en edición impresa.
Crítica emitida por radio.
Brenner y Cooper son amigos desde la infancia, donde se la pasaban jugando videojuegos en un árcade local, en pleno inicio de los 80. Pero ser expertos en el tema no les sirvió de muchos como adultos; Cooper es el Presidente de USA pero todos se ríen de el, y Brenner un empleado fracasado. Pero unos extraños ataques empiezan a suceder alrededor del mundo, con los extraterrestres usando los videojuegos de antaño, como modelos para su invasión. Ahora los nerds deben unirse de nuevo y aceptar el desafío intergaláctico, o la Tierra será destruida. Quizás seguramente se acuerden de ese capítulo de Futurama, donde en una historia corta, Fry era la última esperanza de la tierra para hacerle frente a una invasión extraterrestre que usaba como modelos, los primeros videojuegos de árcade de 8 bits. Bueno, si Pixeles le suena a eso, están en lo cierto; pero no por eso la peli es menos entretenida. Pixeles Adam Sandler se recupera de una larga racha de malas películas con este film que lo vuelve a encontrar con su amigote Kevin James, además de otro comediante de poca monta como Josh Gad y uno de los actores más amados en la actualidad, Peter Dinklage; además de la siempre bella Michelle Monaghan. Momento, no dejen de leer. De verdad la película es bastante divertida. Olvídense a Sandler gritando y haciendo morisquetas como nene chiquito, porque acá lo veremos tirando líneas de diálogos llenas de referencias a la cultura pop; Kevin James lejos de estar todo el film dándose golpes (que es casi lo único que hizo en su carrera), también se va para el humor mas de dialogo, aparte que su personaje no opaca al principal. El punto negativo viene por el ya citado Gad, que en ningún momento logra provocar risa (por más que baile ridículamente o tenga fantasías con un personaje de videojuegos). Pero este punto en contra no tira abajo lo bueno que tiene el resto del film. Obviamente las estrellas son los games que veremos en pantallas. Y acá es cuando la película muestra sus verdaderas cartas. No piensen que veremos un film infantil, de hecho el público que mas disfrutara de los chistes es el que ronda los treinta años. Tanto porque si es o fue gamer, habrá jugado a los videojuegos que veremos en pantalla, pero también porque entenderá las constantes referencias a los 80 que inundan la historia. Vale aclarar esto último, porque si piensan llevar a los más chiquitos de la casa, seguramente se aburran porque desconocerán a los personajes que hay en pantalla, así como las referencias que hacen Sandler y compañía que ya comente un poco mas arriba. Pixeles Pixeles entonces se nos presenta como un hibrido entre Ralph el Demoledor, y Scott Pilgrim vs The World; dos de las últimas películas que introducían al espectador al mundo del videojuego siendo la primera un film que pasaba dentro de los mismos, y Scott Pilgrim … una película que tomaba elementos de los games. Bueno, Pixeles se mete dentro de los juegos, pero también usa cosas de los mismos, así que si disfrutaron con ambas propuestas, seguramente no saldrán defraudados. Pixeles entonces se muestra como una muy buena opción en estas vacaciones, para quienes ya se hartaron de los superhéroes y Ant Man no les interesa, o para quienes se sienten demasiado adultos para Minions pero quieren darle de comer a su niño interno, Pixeles es la elección perfecta.
Una muy buena idea, mezclar la comedia con los efectos especiales y la convocatoria a la nostalgia, una fórmula que de la mano de Chris Columbus redondea una propuesta que no es la gran película pero que será efectiva a la hora de las recaudaciones: los videojuegos de los 80 transformados en monstruos fabricados por alienígenas que entendieron mal un mensaje. Visualmente atractiva, por momentos más que obvia, después de varios traspiés, una decente para Adam Sandler, junto a Kevin James, Josh Gad y el genial Peter Dinklage (Game of Thrones). Entretiene módicamente.
"Pixeles" viene tentándonos hace varios meses con muchos avances, pero llegó el día de la verdad, y sinceramente, la peli es un festín cinematográfico para disfrutar de principio a fin. Con un elenco encabezado por Adam Sandler (actor que no me gusta nada, pero que está bastante controlado), Michelle Monaghan, Peter Dinklage y varios más, que funcionan a la perfección con sus personajes super divertidos, en un mundo donde Pac-Man, Donkey Kong, Los Pitufos, y varios personajes de video juegos cobran vida e intentan destruir nuestro mundo. Grandes efectos especiales, pasos de comedia, una historia muy bien contada, acción, aventura y lo más importante, vas a pasar un muy buen momento pochoclero. ¿Se vendrá la segunda parte? Lo sabremos en los próximos meses, mientras tanto, anda al cine y disfrutala.
Adam Sandler es un gran comediante. En serio: vean sobre todo sus primeras películas, cosas como Happy Gilmore o La peor de mis bodas. Vean No se metan con Zohan, el film que mejor explica la guerra entre palestinos e israelíes. Pero por alguna razón, su héroe cómico, ese señor que reprime una gran violencia y que, cuando la deja fluir, lo hace por buenos motivos, no está cuajando en las ficciones que interpreta. Pixeles está basado en un corto francés donde los personajes de los videojuegos de los 80 cobraban vida y destruían la Tierra. En esta versión, cuatro amigos (en realidad tres amigos -entre ellos el presidente de los EE.UU.- y un seudo enemigo jugado con mucha gracia por Peter Dinklage) se enfrentan a Pac-Man, Donkey Kong y otros bichos luminosos. Hay una historia de personajes detrás (la rivalidad de infancia de Sandler y Dinklage, porque en todas las películas del cómico hay un trauma infantil que debe superar) y muchos efectos especiales. Es decir, un film simpático, con el que uno no se puede enojar. Pero falta algo, esa cosa inasible que nos emociona o nos permite reír sin freno. Como si cierta moraleja -la película la dirige Chris Columbus, el de Mi pobre angelito, y no uno de los cómplices habituales de Sandler- fuera imprescindible para justificar la diversión. Así, aunque nada está del todo mal, la impresión general es que tampoco está del todo bien y de que este film es una oportunidad perdida.
La película plantea una historia en la cual, una raza extraterrestre, malinterpreta un mensaje enviado al espacio en la década del ochenta y deciden venir a la tierra a desencadenar una guerra que tiene como protagonistas a los videojuegos originarios. Adam Sandler encabeza el elenco de esta película, creando un personaje que lejos del clásico cliché del fanático obsesivo de los videojuegos, es un personaje muy autosuficiente, confiado y hasta altanero. Acompañado por Kevin James, Michelle Monaghan y Peter Dinklage entre los más conocidos de los actores, se dedicaran de lleno a salvar a la tierra de tan terrible invasión. Algunos chistes de la película funcionan muy bien, y las secuencias de acción son todas buenas, pero esta película puede tener problemas por dos cosas: Por un lado, ya en Futurama hemos visto todo esto, resumido en un muy efectivo bloque de TV que dura 8 minutos, y por otro lado, ya hemos visto gran parte de los encantos retro de esta película en Ralph, el demoledor (Wreck-It Ralph, Rich Moore, 2012). La película esta destinada a hacer muy buenos números en la taquilla, pero la gran pregunta que hay que hacerse es: Siendo tan infantil el target al que apunta, ¿es realmente efectiva al momento de crear esa nostalgia por videojuegos que los niños no solo no conocen, sino que no comprenden? Solo con tener en cuenta que los chicos de menos de 15 años desconocen completamente el concepto de que “acabadas las tres vidas, el juego se termina” ya se genera la duda respecto a que tanto puede llegar a funcionar, mas allá del mero entretenimiento que genera.
Seguramente si no están familiarizados con el mundo de los clásicos videojuegos ("arcades") de los 80', "Pixels" podría considerarse una realización sin un relieve destacado. Una comedia más (tal vez) de un Adam Sandler en búsqueda de recuperar el prestigio que lo encumbró hacia fines de los 90' y que viene perdiendo merced a algunas malas decisiones en los últimos años ("That's my boy", "Grown ups 2" y "Blended", sin ir más lejos). Es probable incluso que sientas que "Pixels" no sea un film redondo (como el PacMan que nos saluda desde su afiche principal) pero no se puede negar que es original y cumple con los parámetros de aventura clásica en clave familiar. Sí será una joyita, para los gamers que superan las cuatro décadas quienes podrán ver el retorno de los personajes favoritos de aquellos fichines que tanto amaron y que vuelven, con toda la fuerza del 3D a la pantalla grande como jamás lo hubieses soñado. Hay que decir que el hombre detrás de las cámaras, es nada menos que Chris Columbus (el guionista de "Gremlins" y "Goonies", director de las primeras dos "Harry Potter" e ideólogo del suceso "Home Alone" hace ya muchos años) y aunque el guión de esta producción parezca una extensión del corto de Patrick Jean del 2010 (en que está basado el film), lo cierto es que hay en él suficiente material interesante para todo espectador curioso y nostálgico. Corre el año 1982 y en el campeonato mundial de videojuegos (en ese momento ni se soñaba algo como PS4, X-Box y similares), encontraremos a Brenner (Sandler) llegando a la final del torneo, listo para disputar un duelo con Eddie (el renombrado Peter Dinklage de "Game of Thrones") buscando quien es el mejor jugador de "Donkey Kong". Más allá de esa contienda que abre "Pixels", lo importante es tomar contacto con el espíritu que inspiraba ese rito: los chicos salían al arcade local, hacían sociales y pasaban largo rato con sus amigos cara a cara. Los ochenta, donde nada de todo lo que después vendría, podría siquiera imaginarse. La cuestión es que nos volvemos a instalar en el tiempo actual donde el mismo Brenner que viste y calza, parece detenido sin signos de avance. No ha logrado canalizar o transformar en algo positivo su capacidad para memorizar patrones (la que lo llevó a ser un gran player treinta año atrás) y sólo se dedica a instalar equipamiento electrónico y juntarse cada tanto con su amigo de la infancia, Will (Kevin James) que por esas casualidades, es el presidente de los Estados Unidos de América. En una de esas visitas, conocerá a una alta oficial del ejército, Violet (Michelle Monaghan), recién separada y con un hijo, con quien el destino lo volverá a cruzar a la hora de resolver una gran crisis mundial que se avecina sobre el mundo.: algo sucedió en aquel evento donde Brenner perdió el cetro de campeón en 1982 (que conviene no anticipar) que desatará la más delirante invasión alienígena que puedan imaginar... Y entonces habrá que buscar héroes que se opongan y derroten a la fuerza invasora, por supuesto. Anoten ahí a Josh Gad haciendo de Ludlow, un nerd bastante particular que conoce a Brenner desde aquel fatídico torneo que parece haber sellado su suerte para armar una suerte de equipo al estilo "Ghostbusters", de cara a enfrentar batallas contra el delirante invasor. Ya sabrán si vieron el tráiler que los "malos" serán nada menos que versiones en tres dimensiones de los personajes de los clásicos arcades, desde "Centipede" hasta "Pac Man", para delirio de los fans de estos clásicos videojuegos. Lo que tendremos durante los 105 minutos de duración, será un film entretenido, esperable y de espíritu retro que cumple el objetivo de hacernos pasar un buen momento. El arte y diseño de animación está a la altura al igual que el eficiente soundtrack, Columbus se ocupa de que la cinta juegue sus cartas de manera simple, apelando a esquivarle al humor sexista y aportando ritmo y clima de fiesta permanente. Hay suficiente para ver, escenas que impactan (las de NY y Londres), sólidos homenajes a los arcades y un ritmo de narración que no se detiene en detalles, pero luce atractivo e intenso. Es cierto que quizás haya puntos discutibles a la hora de evaluar "Pixels". Sandler desde su rol construye un relato muy similar a sus últimos trabajos (lo cual ya dijimos no es bueno), pero el valor de la memoria colectiva que rescata y la manera en que Columbus lleva al espectador a la magia ochentosa de esos juegos, está muy bien lograda. Con menos sonrisas y humor del esperado, igual "Pixels" logra mostrarse como una película interesante para ver. Y como ya dije, si tenés 40 años o más, la vas a disfrutar mucho más.
"PIXELES" ES, ADEMÁS, UN FORMIDABLE HOMENAJE A LA ERA DE LOS VIDEOJUEGOS DE CONSOLAS Divertidísima comedia con el sello Columbus Desde el Tetrix a Pac-Man, los grandes clásicos del videogame de consolas, es decir los juegos que reinaban en la era de los "fichines", son los monstruos de esta demente variación de films de culto como "El último guerrero espacial" y "Tron", que tiene el inconfundible sello de Chris Columbus, guionista de "Gremlins" e "Indiana Jones y el templo de la perdición" y director de la segunda y mejor película de la saga de Harry Potter. Columbus consigue traer al siglo XXI el estilo de memorables comedias fantásticas de los años 80 como "Los cazafantasmas" (no por nada en la primera escena de su nuevo film aparece Dan Aykroyd) en esta lunática invasión extraterrestre. Bastaría solamente la increíble escena con un Pac-Man malvado comiéndose la ciudad de Nueva York para recomendar esta comedia que tiene un puñado de escenas memorables que aprovechan al máximo todas las posibilidades del moderno 3D digital, logrando imágenes alucinantes destinadas a verse una y otra vez cuando estén disponibles en DVD. La trama sobre una civilización pixelada del espacio exterior que confunde la hostilidad de los viejos juegos de "fichines" con un desafío de lucha entre planetas, enviando sus retos de guerra a través de reinterpretaciones de la serie "La isla de la Fantasía" con Ricardo Montalbán, ocupándose de dar sus ultimátums a la Tierra, no tiene casi un solo detalle que no sea completamente bobo. Empezando por el hecho de que Adam Sandler , además de ser un patético instalador de DirecTV y home theatres, también sea el principal asesor tecnológico del presidente de los Estados Unidos. O que una hermosísima Michelle Monaghan sea una teniente coronel recién divorciada que debe enfrentar la invasión alienígena con opciones más modernas que las que trata de imponer el vetusto militar interpretado por Brian Cox. Todo es posible en esta divertidísima comedia donde los nerds se convierten en los héroes que salvan el planeta, mientras les dan nalgadas a los patovicas del cuerpo de elite del ejército, que no saben cómo defender a la humanidad del temible cienpiés extraterrestre del juego "Centipede", ni mucho menos cómo evitar los barriles arrojados por el gorila furioso de "Donkey Kong" (este juego minimalista también es el centro de una de los grandes momentos de apocalipsis pixelados con los que debe enfrentarse Sandler). Una gran cualidad de "Pixeles" es el genuino homenaje a la era de los "fichines" con hallazgos como que el diseñador japonés que creó a Pac-Man reaparezca indignado de que su famosa creación comedora de puntitos se haya vuelto malo, o que un enano fanfarrón y tramposo tenga que ser convocado por la Casa Blanca para salvar el mundo por haber sido el eterno ganador el campeonato mundial de estos juegos (el actor liliputiense Peter Dinklage por momentos les roba la película a sus colegas más famosos al recrear la personalidad de uno de los campeones de "fichines" en los auténticos campeonatos de los años 80). Con un guión más cuidado que no deje baches de ritmo narrativo -la película demora una buena media hora en arrancar de verdad- Columbus tendría una verdadera obra maestra, pero de todos modos el director de "Mi pobre angelito" sacó de la galera otro de sus grandes éxitos. Y sin duda uno de los más divertidos e imaginativos films de su carrera.
El ataque de los videojuegos estrella de los ´80 Adam Sandler protagoniza esta película donde PacMan y Donkey Kong, entre otros personajes famosos de los primeros arcade cobran vida. Un comienzo divertido, con referencias a los amantes del género, que va perdiendo fuerza. El año es 1982 y un torneo de Arcaders (jugadores de juegos Arcade como Pac Man o Donkey Kong) es grabado para la posteridad y enviado al espacio. Años más tarde, los niños amantes de los videojuegos han crecido, algunos ocupando lugares importantes en la sociedad y otros estancados en una vida gris. Pero el mensaje enviado al espacio es malinterpretado y aquellos inocentes juegos son tomados como una provocación por una cultura alienígena que vuelve a la Tierra a atacar a la humanidad con los personajes de los juegos devenidos en catastróficas pesadillas. Para el director y productor Adam Sandler, esta historia de mezcla y acción tiene todo lo que necesita. Por un lado el personaje inmaduro que debe finalmente despegar y crecer de golpe. Por otro lado, toda su adorada cultura de la década del ochenta, que no solo incluye a los juegos, sino también las mil referencias culturales y una maravillosa selección de éxitos musicales de aquella época. Como en las mejores comedias del actor, el sentimentalismo no tiene lugar y esto emparenta a Pixeles con los primeros films de Sandler. El guionista de la película es, justamente Tim Herlihy, el mismo de Billy Madison, Happy Gilmore, La mejor de mis bodas y El aguador. Para reforzar el costado de los ochenta el director de la película es Chris Columbus, guionista de clásicos de los ochenta como Gremlins, Los Goonies y El secreto de la pirámide y luego realizador de Mi pobre angelito, los primeros films de Harry Potter y varios films olvidables. El comienzo de la película es muy divertido y con tantas referencias se vuelve un verdadero paseo por aquellos años. Luego sigue siendo entretenida pero va perdiendo fuerza e interés. Los chistes dejan de funcionar y tan solo resta esperar a que la historia se defina como todos esperan que lo haga. Como en los más reconocidos films de Adam Sandler, hay varios cameos y sorpresas. Al humorista Sandler se le suma otro actor importante de comedia, Kevin James, juntos tienen química y suman. Con ellos, otro comediante, Josh Gad y Peter Dinklage, que hoy es conocido por interpretar a Tyrion Lannister en Game of Thrones, y al equipo de nerds se le suma Michelle Monaghan, una versión más adulta de las clásicas parejas piolas de los films de Sandler. Los videojuegos más famosos de los ochenta convertidos en realidad gigantes no alcanzan para hacer una gran película, pero al menos otorgan un divertido y espectacular entretenimiento. La película es bastante mejor que los films sentimentaloides o excesivamente básicos que Sandler ha venido haciendo en los últimos años .
Game over Está llena de chistes para consumo interno yanqui. La nostalgia de los ‘80 no alcanza. La idea es muy buena: los videojuegos más populares de los ‘80 cobran vida y atacan a la Tierra. Un gran homenaje al Pac-Man, el Donkey Kong, el Centipede, el Arkanoid, el Space Invaders, el Frogger y otros que tanta felicidad nos dieron a los que andamos por los cuarentipico. Se le ocurrió al francés Patrick Jean, que en 2010 dirigió la Pixeles original, un cortometraje de apenas dos minutos. Pero suele ocurrir que los cortos exitosos no funcionan tan bien al ser convertidos en largometrajes: la idea original es potente en parte por su brevedad y, al ser estirada, queda aguada y pierde su esencia. Quizás algo de esto le haya ocurrido a esta película, que termina siendo un regodeo nostálgico de los años ‘80 y no mucho más. Chris Columbus (director, entre otras, de Mi pobre angelito y las dos primeras entregas de Harry Potter) sabe de lo que habla: fue guionista de Gremlins y Los Goonies, dos emblemas de los ‘80. Al principio de Pixeles estamos en 1982: el púber Brenner es un as de los videojuegos, a diferencia de su amigo Cooper, que sólo sabe conseguir premios en las grúas de peluches. Se supone que Brenner va a ser un exitoso científico, pero termina como instalador de equipos electrónicos: ser hábil en los fichines, al final, no servía para nada. O sí: en 2015 el chico, ya convertido en el adulto Adam Sandler, terminará encontrándole la utilidad a esa pericia cuando los extraterrestres ataquen el planeta usando a los personajes de los videojuegos en escala gigante. Ver esas máquinas en funcionamiento en las escenas de los ‘80 resulta una alegría para todos los que quemamos australes y horas de la infancia frente a esos aparatos. Y también ver a esos minúsculos personajes convertidos en gigantes tridimensionales. Pero el chiste se agota ahí. En realidad no, hay algunos más: los extraterrestres se comunican con los terrícolas a través de videos en los que ponen sus amenazas en boca de íconos ochentosos como Tattoo y el Sr. Roarke (Ricardo Montalbán) de La isla de la fantasía, Madonna o Hall & Oates. El resto es flojo. A menos que uno sea fan del humor de Sandler y Kevin James, su socio en engendros como Son como chicos, se hace cuesta arriba ver una película llena de chistes para consumo interno yanqui. No es que no se entiendan: es que no tienen gracia. Además de ellos también trabajan buenos actores, como Peter Dinklage (el enano de Game of Thrones), pero el contexto no lo favorece. En la brigada de salvataje del mundo hay, también, un poco exitoso intento de remedo del espíritu de otro símbolo de los ‘80, como Los cazafantasmas. Un homenaje más. y justiciero. Pero con la nostalgia no alcanza.
Un buen entretenimiento para grandes y chicos con muchos toques de humor y nostalgia. Todo comienza en 1982 cuando un grupo de jóvenes participan en una competición mundial de juegos de arcade, y conjuntamente la NASA lanza una cápsula del tiempo al espacio con imágenes sobre la vida en la Tierra. La idea nace de forma pacífica, pero los alienígenas malinterpretan los videos feeds de las clásicas máquinas de videojuegos y con los años deciden atacar la Tierra. Ante este ataque tan potente, aquellos niños que ahora son grandes se unirán para enfrentar al enemigo, como por ejemplo el Presidente de los Estados Unidos Will Cooper (Kevin James, “Son como niños 2”, “Hotel Transylvania 2”) que le pide ayuda a su mejor amigo de la infancia, quien jugaba estupendamente bien a los videojuegos de los 80 Sam Brenner (Adam Sandler, “Son como niños 2”, “Hotel Transylvania 2”), ahora se dedica a instalar distintos equipos electrónicos a domicilio, pero ante tan poderoso desafío también formarán parte del equipo otros jugadores de aquellos años: Ludlow Lamonsoff (Josh Gad, "21: Blackjack"), Eddie Plant (Peter Dinklage, “Muerte en un funeral”) un convicto, quien le arrebató a Sam en los 80 el título de campeón mundial de los videojuegos, pero ahora será parte del programa y se incorpora también la teniente coronel Violet Van Patten (Michelle Monaghan, “Con derecho a roce”), recientemente separada madre de un hijo y que comprenderá ahora que la unión hace la fuerza y que todos juntos salvarán el planeta. Los alienígenas atacan la Tierra de forma muy original, sus personajes son de videojuegos: Donkey Kong, Pac-Man, Qbert, Centipede, Space Invader, Frogger, Tetris, Breakout y Pinball entre otros. A quienes pasaban horas frente a estos juegos les llegó la hora de demostrar todo su valor y conocimientos. Ahora tienen una segunda oportunidad de levantar su autoestima y salvar a la humanidad. Nos brinda un merecido homenaje a los videos juegos. Muchos recordarán aquellos juegos de los años 80 como Commodore 64 y aquellos espectadores que hayan vivido su infancia en los ´80 la disfrutarán muchísimo (una pincelada nostálgica). Contiene mucho humor de principio a fin, los efectos digitales son asombrosos, atractiva, con toques del cine catástrofe, muy colorida, con varias escenas de lujo, momentos increíbles en una cancha de fútbol en Londres, un personaje divertido y adorable "Q (asterisco) BERT", una heroína ninja Lady Lisa (interpretada por Ashley Benson) que se enamora de ella, Ludlow. Bien aprovechado el 3D y con una batalla final sorprendente. Llena de personajes y cameos: Jane Krakowski es la primera dama, Brian Cox como Admiral Porter, Shia LaBeouf como Detective Walters, Nick Nolte como Clarence Cooper, Lainie Kazan, Hugh Jackman, Madonna, T?ru Iwatani, Dan Aykroyd, entre otros. Tiene similitud con “Marcianos al ataque” de Tim Burton y “Cazafantasmas”, entre otras. El director es Chris Columbus el mismo de "Harry Potter y la piedra filosofal", " Harry Potter y la cámara secreta", "Percy Jackson y el ladrón del rayo", entre algunos films, además fue guionista de "Los Goonies" y "Gremlins", entre otras.
Píxeles: al rescate de los ochenta Hace muchos años (tantos que parecen siglos), los niños y adolescentes se juntaban es lugares conocidos como "los videos" o "los fichines". Allí había consolas de juegos y flippers en donde los púberes gastaban horas y horas jugando. En cada ciudad de nuestro país había un lugar así, y hasta se convirtieron en un clásico de las vacaciones de verano que hasta el día de hoy se pueden encontrar. El auge de los fichines habrá durado dos décadas hasta que cedió su lugar a los "ciber" y las PC hogareñas, y más tarde estas tendencias le cedieron su lugar a las consolas familiares. Así, un ritual que tenía su encanto se perdió en la comodidad y soledad del hogar. Dentro del legado que nos dejó existen videojuegos que hoy se recuerdan con cariño: Tetris, Galaga, Centipede, Arkanoid, Frogger, Donkey Kohng y el inefable Pac-Man, entre otros. Todos ellos son rescatados del tiempo -y algunos del olvido- por la nueva comedia de Adam Sandler: Pixeles (Pixels, 2015). Es el año 1982, pleno auge de los videojuegos. La NASA lanza al espacio una cápsula del tiempo con imágenes, música y objetos que muestren la cultura y la existencia de inteligencia en nuestro planeta. Entre todo lo que envían se encuentran los novedosos y revolucionarios juegos de arcade. La cápsula hace contacto con vida extraterrestre, el problema es que el mensaje es malinterpretado y tres décadas más tarde los alienígenas se hacen presentes para invadir el planeta usando tropas de asalto modeladas al estilo de esos antiguos videojuegos. El Presidente Cooper (Kevin James) decide que lo mejor que puede hacer es reunir a los campeones de esos juegos de la década del ochenta para enfrentar la amenaza: su mejor amigo Sam Brenner (Adam Sandler), el "niño maravilla" Ludlow Lamonsoff (Josh Gad) y Eddie "Lanzallamas" Plant (Peter Dinklage). A ellos se les sumará la bella teniente coronel Violet Van Patten (Michelle Monaghan), que les proveerá armas especiales para combatir. Este grupo deberá reflotar sus obsoletas e inútiles -hasta ahora- habilidades como jugadores para poder salvar al mundo. La idea de este film nace del corto homónimo del año 2010 dirigido por el francés Patrick Jean en el que la ciudad de Nueva York es atacada por los personajes más famosos de los videojuegos de 8-bits (pueden buscarlo en YouTube y verlo en HD). No cabe ninguna duda de que causa cierto impacto -para todo aquel que vivió esa época- ver a aquellos inolvidables videojuegos cobrando vida en pantalla grande y en tres dimensiones. Los efectos especiales están muy bien logrados, así como también los visuales que logran situar al espectador en el medio del "campo de batalla". Mucho de esto es gracias al trabajo del director Chris Columbus, un experto en esta materia. Como toda comedia en la que Adam Sandler produce, no faltan los buenos chistes y un elenco de actores que saben desenvolverse muy bien a su lado. Como toda comedia en la que Adam Sandler actúa, el film se va desinflando y por momentos se vuelve aburrida, predecible y bastante inocente. Se entiende que es un largometraje destinado a los más pequeños, pero también los querubines van a entender poco y nada de lo que significa(ba) Pac-Man o Donkey Kong. Y es porque el punto está puesto para los nostálgicos de los años ochenta. La película en sí entretiene y les va a sacar más de una sonrisa a los niños. Seguramente a los grandes les sacará algunas más. En estas vacaciones de invierno pueden apostar una ficha por este film. No van a perder ninguna vida y, quién dice, tal vez sus hijos la adoren y logren un obtener un "high score" en sus corazones.
Hace tiempo que el cine descubrió los beneficios de la nostalgia: la evocación del pasado suele ofrecer una geografía segura sobre la que edificar algún relato con un mínimo de riesgos mientras se apela a la memoria emotiva del público. Píxeles es hija de esa tendencia, pero también resulta ser un vehículo ideal para que Adam Sandler haga lo suyo: el hombre-niño de buen corazón y valores prístinos que suele componer encuentra en la historia de Píxeles un entorno a su medida; la huída de un presente poco grato, solitario y con un trabajo miserable solo puede realizarse exitosamente por obra de una invasión extraterrestre que obliga al protagonista y a un selecto grupo de freaks a desempolvar sus habilidades para jugar videojuegos clásicos. La adultez le pesa a las criaturas sandlerianas, como lo deja ver enseguida el personaje de Kevin James, presidente de Estados Unidos al que le cuesta leer, sobrellevar su rutina cotidiana y cumplir con sus deberes maritales. El retorno de los juegos de los 80 como un peligro que amenaza con destruir el planeta y que solo puede ser vencido recurriendo a gamers con destrezas únicas (pero inútiles, que de nada les sirvieron en la vida cotidiana) es una excusa ridícula y un poco romántica para revitalizar el clima de revival constante que parece haberse instalado hace algún tiempo en Hollywood. La película presenta dos zonas más o menos bien delimitadas. Una es la que comprende todo lo vinculado con el videojuego, y que reúne una gran cantidad de guiños, referencias y chistes más o menos accesibles, además de un trabajo con las imágenes que logra fusionar con eficacia a los enemigos pixelados con el mundo humano: que esa interacción resulte creíble y que sea vea auténtica es uno de los logros de la película. No hay que subestimar la potencia de algunas escenas, como esa en la que Sandler, munido de un cañón gigante, dispara rayos de luz a un Centipede gigante que desciende desde un cielo estrellado. La otra zona es quizás la menos original, pero también la más interesante: Sandler repite su papel de niño con buenas intenciones que habita caóticamente el universo de los adultos, y que le recuerda a sus congéneres mejor adaptados socialmente la inocencia de la infancia. Esto, que en otras de sus películas adquiere ribetes de solemnidad y hasta de moralina, en Píxeles circula a la par de la comedia y funciona como una moraleja tenue que se pulsa en sordina. Por otra parte, las escenas en las que aparece con Kevin James o con Josh Gad poseen una fluidez que es difícil ver seguido entre comediantes: todos manejan sus roles de taquito y no parecen estar actuando su amistad. Chris Columbus trata de explotar además un humor físico que aprovecha sobre todo la desproporción corporal de sus protagonistas: James y Gad son enormes, difíciles de contener en el plano, mientras que la pequeña humanidad de Peter Dinklage predispone inmediatamente a la risa. Dinklage reutiliza algo de su Tyrion de Juego de tronos: hace a un enano zarpado, tramposo y canchero que por momentos recuerda al Polvorita un poco degenerado de Hugo Sofovich. La línea romántica es bastante menos sólida, al igual que los momentos con los militares beligerantes. Sin embargo, Columbus sabe que el fuerte de su película no está ahí, y despacha todo eso rápidamente con algún que otro trazo grueso de compromiso para dedicarse de lleno a la relación entre los amigos y rivales que conforman los protagonistas. Hay espacio, a pesar de todo, para algunos esbozos de humor político: como casi todos los republicanos cuando hacen cine, la comedia de Sandler es demócrata: se burla de un jefe del ejército que insiste con bombardear algún país (el que sea), y también está esa sátira cándida que resume el hecho de que un bruto corto de ideas como el personaje de Kevin James sea presidente de Estados Unidos. Esa nostalgia ligera, sin enseñanzas que aprender ni guiños para entendidos, sin mensajes que pregonen las bondades de un pasado mejor ni las desgracias de un presente supuestamente decadente, hace de la película un objeto amable y visualmente atractivo con personajes que consiguen producir algunos buenos momentos de comedia.
“PIXELES”: LA REVANCHA DE LOS GAMERS Este jueves estrena “Píxeles” un film que, bajo la dirección de Chris Columbus y el protagonismo de Adam Sandlerr, intentará captivar tanto al público pequeño como a los más grandes. Todo comienza allá por 1982 cuando Brenner y Cooper, dos amigos de barrio en plena adolescencia asisten a la inauguración de un local de videojuegos en su Washington natal. Es así como, con el correr de las fichas, estos púberes descubren su pasión (y su talento) por los -ahora clásicos- juegos de arcade. Brenner incluso llegará a competir en la final del campeonato mundial de arcade, solo para perder ante el afamado Eddie. Varios años más tarde y un par de sueños truncos luego, nos volvemos a encontrar con la versión “adulta” de estos muchachos interpretados por Adam Sandler (Brenner) y Kevin James (Cooper) quienes, junto a un peculiar conjunto de personajes, deberán salvar a la humanidad de una inminente invasión (y posible exterminación) alienígena. La trama no se destaca por su originalidad y, a la previsibilidad del guión, tendríamos que sumarle los chistes fáciles y gags sobre sexo que suelen ser moneda repetida en -casi todos- los films protagonizados por Sandler. El elenco reúne nombres interesantes entre ellos Michelle Monaghan, Peter Dinklage y Sean Bean pero ninguno se destaca por brindar una actuación o participación que amerite una mención especial. Las referencias culturales musicales y “gamers” son uno de los puntos fuertes de la película y ayudan, junto con su banda sonora, a sobrellevar una película que, de otra manera, pasaría sin pena ni gloria. Son destacables también los efectos visuales en los cuales se apoya fuertemente el film y que -por momentos- resultan más protagonistas que los humanos en cuestión. Con una historia muy predecible aunque por suerte bastante ágil, “Pixeles” intentará cautivar a los espectadores más chicos a través de sus coloridos e innovadores efectos y aquellos adultos que hayan invertido algunas o varias horas de su vida escapando de los fantasmitas en el Pacman, derribando naves espaciales en el “Space Invaders” o simplemente acomodando obsesivamente piecitas en el Tetris. Para ver con pochoclos o nada.
Habría que resetear la PlayStation Que sus detractores respiren tranquilos: Pixeles no es una “de” Adam Sandler, aun cuando el actor interprete a su habitual tipo “melanco”, sin suerte, siempre al borde de la explosión, encorsetado en la adolescencia y renegado del mundo adulto. Hecha la aclaración, el último estreno “para toda la familia” de estas vacaciones de invierno podría definirse como una buena idea diluida en algún momento de su producción. El film del veterano Chris Columbus (un ajeno al universo sandleriano cuyo CV incluye, entre otras, Papá por siempre, Mi pobre angelito, Nueve meses y las dos primeras Harry Potter) se contenta con enhebrar guiños, referencias ochentosas y algún que otro chiste cuanto mucho eficaz, desechando de raíz la posibilidad de apropiarse de las normas de los videojuegos. El resultado es una revalidación geek fugaz, precaria, predecible y tanto o más inofensiva que los arcade que tanto se entronizan.El hijo dilecto de la cantera de Saturday Night Live es aquí Sam Brenner, uno de los máximos talentos de los fichines en los ’80 devenido en cuarentón que se gana la vida instalando equipos de audio y televisión. En aquellos años y vaya uno a saber por qué, la NASA envió al espacio un video de él y sus amigotes jugando al Space Invaders, Donkey Kong, Pac Man y Centipode sin suponer que hoy, pleno 2015, una comunidad alienígena lo interpretaría como una señal de guerra y enviaría un batallón dispuesto a conquistar la Tierra. ¿Una fábula distópico-progresista estilo El libro de los secretos, Sector 9 o Chappie? ¿Nuevo exponente de la ciencia ficción crepuscular después de Oblivion: El tiempo del olvido, Elysium y Después de la Tierra? ¿Crítica a los usos y abusos tecnológicos en línea con Black Mirror? Nada más lejos: los invasores desafían a los terrestres a un torneo de videojuegos, disparatada excusa narrativa para reunir a la gamer band, incluido a Cooper (Kevin James), convertido ahora en ¡presidente de Estados Unidos!Basada en un cortometraje del francés Patrick Jean de apenas dos minutos de duración, Pixeles relega la estructura del reseteo y los continue a un rol casi decorativo, convirtiendo a los videojuegos en tema antes que forma. Todo lo contrario a Al filo del mañana, aquel film que a través de un Tom Cruise loopeado en una batalla alcanzaba una notable transducción del pulso gamer y fundía la lógica de los universos compuestos por ceros y unos con el poderío visual y sonoro del cine mainstream contemporáneo. Poderío visual que aquí hay de sobra en una serie de escenas “rompan todo” dignas de una de Marvel y con epicentro, claro está, en Nueva York. El resto es un licuado de aventuras, comedia y un ribete romántico cortesía del personaje de Michelle Monaghan. Sus pecas firmes y ojazos azules conforman las mejores noticias de un film que tenía mucho para ofrecer, pero elige no hacerlo.
Amamos odiar a Sandler. Es por eso que la mayoría de la gente o no ve sus películas, o ve para criticar feo las posteriores al año 2004. Pixeles esta dirigida por Chris Colombus, quien es una especie de garantía escrita, ademas está basada en un genial corto fanmade y en toda esta onda retro 80s que se avecina en el horizonte de Holywood. Memorabilianostalgiosa Construir una película a partir de un corto, suele ser una tarea titánica que pocas veces llega a buen puerto. Se me viene a la cabeza Mama, la cual tiene un EXCELENTE primer acto, pero un espiral al aburrimiento y al lugar común en el resto de la película. Si bien hay buenos exponentes del caso como The Hard Case y Lock, Stock, and Two Smoking Barrles, 9 y 9, Alive in Joburg y District 9, la regla dice que es difícil y complicado salir airoso. Pixeles basa todo su poderío en un corto con una excelente premisa. Video juegos ochentosos atacando la tierra y pixelandola al punto de hacerla un cubo en el espacio. Sin diálogos, sin personajes, sin nada mas que de donde sacar una historia, era tarea de quien tomara la posta escribir un guión y sacar adelante una película. Y puedo decir que la idea que sacaron es BASTANTE pasable. El resto de la película se hace sola con todos los personajes de los juegos de principios de los 80s (no esperen nada posterior a 1982). Entonces… ¿por que la critica mundial en general esta MATANDO a esta película? Cosecharas tu siembra Sandler hace más de DIEZ AÑOS que viene haciendo porquerías. Asi de simple. Aburrió, no hace reir, es monotono y su humor comienza a atrasar. Entonces si aparece en una pelicula más o menos pasable como lo es Pixeles, la inercia de collar de melones que tiene Sandler hunde todo. Estoy SEGURO que si el protagonista hubiera sido Owen Wilson o Vince Vaughn, la recepción hubiera sido distinta. MISMA PELÍCULA, MISMO GUION, DIFERENTES ACTORES, y todo habría sido diferente. Pixeles es una buena película que sufre de Adam Sandler. Así de simple. No obstante, considero que Sandler no esta mal, para nada teniendo en cuenta sus últimos 10 años de cine. Como un niño (nerd) La peli explota todo lo posible lo nerd dentro de nosotros. Cada vez que los que tenemos más de 35 pusimos un fichín en un arcade para dejarnos fascinar por las luces, los flashes y esos ruidos geniales que tenían las viejas casas de arcade que solían abundar en Buenos Aires. Y lo hace bien. El guión está lleno de agujeros como toda comedia de ciencia ficción. Tiene chistes que no funcionan como toda comedia común, y falla en algunas elecciones actorales. Aun así es una buena película, entretenida y sobre todo que explora un campo poco explorado hasta hoy. Es la mitad de camino NECESARIA entre Ralph, El Demoledor y la proxima Ready Player One. Porque por momentos parece un poco de las dos, quizás demasiado para mi gusto. Aun así, funciona bien como comedia, bien, ahí, sin sobrarle absolutamente nada, y dejando que desear más de una vez, pero llenando cierta parte nerd en el corazón para aquellos que la tenemos. Música ochentosa, fichines viejos y algún que otro chiste bueno, no pueden ser mala combinación. Ademas la factura técnica, cómo están interconectados los pixeles con el resto de la película esta realmente bueno. Conclusión Si, Pixeles no es lo que esperábamos de un buen corto y Chris Columbus. Aun así, no es una mala película en absoluto. Si no te bancas más a Sandler, no vayas, la vas a pasar mal. Pero si te gusta o si querés darle una segunda oportunidad, anda al cine, que vas a pasar un buen rato. Por otro lado, padres están advertidos, no es una película PARA CHICOS, si bien es apta todo publico y no hay muertes, si hay ciertas cositas que quizás no sean para niños pequeños. A menos que quieras explicarle a tu nene de 5 años por qué una persona se descompone íntegramente en pixeles y grita aterrorizada durante el proceso. No obstante considero que Pixeles es una buena opción, aunque será pronta y rápidamente olvidada…
En la actualidad, ser gamer significa haber llegado al nivel 400 de Candy Crush y haber terminado el plantas contra zombis. Los juegos que venden hoy tienen miles de paquetes de expansión que hay que comprar y la mayoría tienen historias tan pobres, dignas del peor director del mundo. En los años 80, ser gamer significaba pasar con una sola moneda todos los niveles del Pac-man, Space Invaders, Mario o Donkey Kong, y Pixeles se encarga de recordarnos aquellos buenos años donde tener un local de maquinitas significaba ser el más rico y popular del barrio. Brenner (Adam Sandler) es un técnico que instala aparatos electrónicos, del que esperaban que fuera un experto en tecnología, pues cuando era niño, casi gana el campeonato mundial de maquinitas. Ahora, su único logro es ser amigo del presidente y vivir de sus recuerdos. Pero cuando una raza alienígena invade la tierra en busca de un desafío de batalla, consistente en recrear los videojuegos ochenteros, él y sus amigos de la infancia deberán salvar al mundo con las habilidades que ya casi nadie posee. Es un hecho que si no se tienen referencias de videojuegos ochenteros, la película se vuelve un completo tedio. Las historias que produce Sandler no se caracterizan por su iinteligencia, acción o buenas actuaciones, por lo que en realidad la mayor parte de la historia recae sobre los efectos especiales y los chistes nerds. Fura de eso, la película carece de ritmo, de inteligencia y de todo lo que uno podría buscar en una buena cinta. Por ello, la recomendamos con reservas: si nunca jugaste Centipede, Galaga o Dojo Quest, tranquilamente la película pasará sin pena ni gloria
Mucho juego, poca guerra: flojo debut de "Píxeles" Píxeles tenía todo para ser una película genial pero queda en una historia insulsa, sin gracia y sin drama, reducida al mero juego Una idea genial no siempre se transforma en una película genial. La mayoría de las veces, por exceso de confianza o por inercia, ocurre lo contrario. Píxeles parte de una premisa fantástica: los extraterrestres interpretan como una declaración de guerra los videogames mandados en una sonda espacial desde la Tierra a principios de la década de 1980. Sin embargo, esa ocurrencia original es encadenada al enorme lastre de una historia insulsa, sin gracia y sin drama, y con una serie de personajes tan previsibles que parecen recortados de decenas de películas ya vistas y pegados en esta con la esperanza infantil de que cobren vida. Pero tal vez lo más grave es que el concepto "sólo es un juego" pareciera haberse filtrado hasta la médula espinal del equipo de guionistas y del director (nada menos que Chris Columbus, realizador entre otras de Mi pobre angelito y las dos primeras de Harry Potter) y los hubiera paralizado para generar un mínimo de tensión y de suspenso. El sentido lúdico que anula la violencia puede ser correcto en una manual de pedagogía, no en una ficción que propone como conflicto central una guerra, aun cuando los enemigos sean versiones malignas de las criaturas surgidas de los jueguitos de Arcade. El tipo de historia que cuenta Píxeles (la reivindicación del nerd y su transfiguración de antihéroe en héroe) se está volviendo tan familiar en Hollywood que tal vez no sería una mala medida decretar su prohibición de los guiones durante un par de años. En este caso, el protagonista de esa mutación es Adam Sandler, quien ya no puede sostener por sí solo el contenido cómico de un largometraje y debe ser auxiliado por dos figuras de la comedia norteamericana: una ascendiente (Josh Gad) y otra descendiente (Kevin James). Pero como esa escolta tampoco alcanza, le agregaron al siempre eficaz Peter Dinklage, cuyo talento actoral es inversamente proporcional al tamaño de su cuerpo. A ellos se suma la simpática Michelle Monaghan en la triple tarea de madre, jefa militar y contrafigura romántica. Debido precisamente al espíritu de "solo es un juego", el interés de los combates entre los humanos y las criaturas pixeladas sólo es visual. Y ya se sabe, una vez que asimilan la maravilla, los ojos piden otra cosa: acción, emoción, pasión. Nada de eso ofrece Píxeles, apenas alguna que otra mueca de gracia, algunos guiños a la cultura televisiva y deportiva y muchas escenas sólo pensadas para el lucimiento personal de los actores. No deja de ser sintomático que el mejor chiste llegue después de los créditos finales, en una coda digna de aplausos. Un problema adicional: al menos en la versión 2D en castellano, el doblaje es tan mejicano que uno llega a pensar que toda la película es un mal sueño del Chavo dentro de su tonel.
Crítica emitida por radio.
En PIXELES una raza alienígena recibe señales de videojuegos arcade clásicos y los mal interpreta como una declaración de guerra, así que los extraterrestres deciden invadir la Tierra utilizando estos juegos como modelo para sus múltiples ataques. El Presidente norteamericano tiene que recurrir a su amigo de la infancia, quien fuera campeón de videojuegos en los años 80 para liderar un equipo de jugadores de fichines de la vieja escuela que puedan derrotar a los extraterrestres y salvar el planeta. Estamos ante la mejor película de ADAM SANDLER en mucho tiempo. Quizás porque justamente tiene poco de su recurrente universo clásico de bromas sexuales y escatologicas. Por el contrario hay aquí, un saludable espíritu retro, que el director CHRIS COLUMBUS presenta en un formato de aventura de ciencia ficción con efectos digitales asombrosos y una acertada pericia en la puesta en escena. La idea, de por si muy original, se nutre de los canones del cine catástrofe y nunca deja de lado el humor, familiar, pero no naif. Divertida de principio a fin, tiene entre sus mucha virtudes contar con la presencia de PETER DINKLAGE en el reparto, un pequeño gigante de la actuación que todo lo hace bien. Ochentosa gran película para disfrutar en vacaciones de invierno.
Un combo de nostalgia y entretenimiento Con un dejo de nostalgia "Pixeles" entretiene por igual a dos generaciones, una que creo la tecnología y jugó con ella y otra que se volvió juguete de las nuevas tecnologías. Inspirada en el cortometraje homónimo de 3 minutos, dirigido por Patrick Jean en 2010, donde los antiguos y clásicos videojuegos arcades como Tetris, Pacman, Space Invaders o Froggy cobraban vida invadiendo Nueva York y pixelando la ciudad, Pixeles revive a personajes clásicos de esos videojuegos insertándolos al mundo real, rindiendo homenaje al espacio lúdico de toda una generación que encontró en esos espacios de diversión toda una forma de socializar. Pixeles tiene como protagonistas a un grupo de adultos que en su adolescencia, en los años 80, se destacaron por sus habilidades con los videojuegos arcade clásicos, pero que en la actualidad corren con diferente suerte. Cuando alienígenas intergalácticos deciden atacar la Tierra utilizando estos juegos como modelo para sus múltiples ataques, se decide reclutar para combatirlos al trío de campeones de videojuegos de los años 80, al que se suma la Teniente Coronel Violet Van Patten, una especialista en suministrar a los "arcaders" de armas únicas para luchar contra los alienígenas. Con buen ritmo y originales efectos visuales, Pixeles va acumulando a lo largo de su relato un sin numero de homenajes a personajes, series e iconos de los años 80 que dejaron su huella en una generación que supo como jugar con la tecnología. Con clichés clásicos del genero, pero bien resueltos, y algunas escenas de acción muy bien logradas -la persecución del Pac-Man por las calles de Manhattan es lo mejor de la película-, Pixeles entrega nostalgia y entretenimiento por igual. Así es como Centipede, más una versión enorme y malvada de Pac-Man, una heroína ninja llamada Lady Lisa -interpretada por Ashley Benson- y un conjunto de pixeles malvados con un lado travieso y encantador, liderados todos por el gran Donkey Kong, componen una galería de originales villanos al que se sumaran la divertida y adorable criatura salta-cubos Q-asterisco-Bert, un trofeo intergaláctico que eventualmente termina ayudando a los héroes humanos. Sin mayores pretensiones que la de homenajear y entretener, Pixeles cumple su cometido y da cuenta, aunque superficialmente, de los cambios de una generación y su relación con el juego: cambio de cómo se hacen videojuegos, cambio de cómo se juegan, cambio de quiénes los juegan y, principalmente, cambio de por qué se juegan. Una generación que cada día más se aísla en sus propios dispositivos, prescindiendo de la ínter actuación con el mundo exterior.
¿Quién diría que entre tantos alienígenas que quisieron destruír el planeta Tierra en las distintas producciones cinematográficas, ahora ataquen a la humanidad a través de distintos personajes de videojuegos de los años 80? El argumento de la entretenida comedia “Pixeles”, basada en el cortometraje homónimo del realizador Patrick Jean, comienza cuando la NASA -en 1982- envía una cápsula de tiempo al espacio con la esperanza de contactar vida extraterrestre. La misma contiene ejemplos de la cultura norteamericana de la época y material que incluye una grabación de la final del Mundial de jueguitos Arcade. El resultado no es el esperado cuando los seres intergalácticos malinterpretan los video-feeds de los clásicos fichines, Galaga, Space Invaders, Donkey Kong, Pac Man y Centipede, entre otros, como una declaración de guerra contra ellos y deciden atacar utilizando esos videojuegos como modelos para sus múltiples asaltos… pixelados claro. Ante semejante amenaza del apocalipsis, el inoperante Presidente Will Cooper (Kevin James), fanático de los jueguitos de aquella época, decide llamar a su mejor amigo de la infancia, Sam Brenner (Adam Sandler), un experto en la materia y subcampeón de aquel mundial de videojuegos que en la actualidad está en descontento con su trabajo como instalador de equipos electrónicos. Brenner, especialista en encontrar patrones, es elegido para dirigir a un equipo de arcaders compuesto por Ludlow “El Niño Maravilla” Lamonsoff (Josh Gad), personaje que capta la conspiración alienígena en un VHS, y Eddie “El Lanzallamas” Plant (Peter Dinklage), el tipo que se quedó con el título mundial. Recién salido de la cárcel, a cambio de su ayuda para salvar al planeta pide un encuentro amoroso con Serena Williams y Martha Stewart. A ellos se une la Teniente Coronel Violet Van Patten (Michelle Monaghan), la especialista que, a punto de divorciarse de su marido infiel, le facilitará a los arcaders armas únicas para combatirlos. Dirigida por Chris Columbus (“Mi Pobre Angelito”), la película encabezada por el cuestionado Adam Sandler tiene una premisa original, ingeniosa y divertida y un despliegue visual impresionante. En su totalidad será disfrutada más por la generación del 80 y por aquellos nostálgicos que solían pasarse horas y horas jugando estos videojuegos (no nos olvidemos de Paperboy, Tetris y Frogger). Además del entretenimiento y las escenas con guiños a lo popular en aquellos años como Nintendo y Atari, actores y cantantes del momento, el film también se presta para el análisis sobre el avance de los videojuegos (que dejan la ingenuidad para darle paso a la violencia), su realismo y cómo afecta a los propios jugadores. Si en los 80 se trataba de vencer a la máquina buscando patrones de juego, ahora consiste en identificarse con el protagonista para tratar de sobrevivir. Además, al carácter social que tenía el ir a una sala y juntarse con amigos. Ahora con las plataformas y la conexión WiFi no tenés que salir de tu casa.
Jugar limpio La carrera de Adam Sandler, en los últimos diez años, se ha convertido en una tensión constante entre el juego limpio, acorde a las reglas, y el juego tramposo, por fuera de las normas. Cuando hablamos de reglas y normas, nos referimos a las leyes del cine que ha hecho de Sandler un verdadero autor, un actor que a través de una mirada sobre el mundo supo enriquecer la comedia. En films como Happy Gilmore, Little Nicky, Como si fuera la primera vez, No te metas con Zohan o ¡Ese es mi hijo! es leal a sí mismo y sus espectadores. En adefesios como Golpe bajo – el juego final y Click – perdiendo el control, todo lo contrario. Pixeles, por suerte, es un ejemplo de lo primero, una película donde prevalecen lo lúdico, la aventura, la diversión, por encima de cualquier bajada de línea conservadora o autoritaria. La premisa de Pixeles es de por sí un tanto insólita, pero va encontrando su verosímil fácilmente durante la narración, haciéndose cargo del disparate que propone: una raza alienígena malinterpreta un mensaje enviado al espacio por los humanos con grabaciones de juegos arcade como una declaración de guerra, atacando la Tierra en la forma de esos videojuegos, en un desafío al mejor de tres rondas, con la amenaza final de destruir el planeta; y claro, será tarea de un grupo de freaks, que son los que mejor entienden las dinámicas de los juegos arcade, el encabezar la última línea de defensa. Que haya una consciencia de lo extravagante de la propuesta no lleva al film al cinismo, sino que sirve para cimentar una trama que probablemente sea la que tenga más efectos especiales en toda la carrera de Sandler, pero donde nunca se hace trampa y se deja de lado a los personajes. Bajo la dirección de un Chris Columbus que recupera un poco la memoria -parece que todavía algo queda de ese realizador que supo ser guionista de Gremlins y Los Goonies-, Sandler vuelve a mostrar dos de sus mejores características como comediante: retoma ese típico personaje del perdedor que encuentra una segunda oportunidad de manera inesperada, explotando un talento que había quedado adormilado y olvidado; y demuestra una vez más que es un gran jugador de equipo, un intérprete con un talento innegable, que sabe hacer humor casi de taquito, pero que a la vez entiende cuándo correrse del centro y dejar que sus compañeros de elenco exhiban sus propias virtudes. De ahí que Kevin James siga explotando con habilidad su personaje incómodo y a contramano de todo (el Presidente que encarna es una permanente burla a la autoridad); Josh Gad esté desatado y entregue algunos momentos desopilantes; lo de Peter Dinklage sea casi inclasificable; y Michelle Monaghan entable un ida y vuelta sumamente fluido con Sandler, cimentando poco a poco y con coherencia la historia de amor entre ellos. Pixeles es una película honesta consigo misma y con su audiencia: no pretende ser más que un buen entretenimiento, pero ese objetivo se lo toma en serio y nunca pierde de vista la pasión y pulsión por la aventura, divirtiendo y divirtiéndose. Como una fiesta donde todos están invitados -no sólo los realizadores, sino también el público-, es abierta, sin prejuicios, permitiéndose una nostalgia sin culpas y para nada conservadora, donde lo nuevo dialoga con lo viejo sin interferencias ni menosprecios. Sandler -recurriendo nuevamente a su eterno grupo de amigotes- se hace cargo de que los años pasan y de que apunta a un público familiar, pero no deja que eso lo sumerja en el conservadurismo. Por el contrario, continúa obedeciendo las únicas normas que valen, que son las de la diversión, privilegiando el juego limpio en la comedia.
Sólo para nostálgicos y poco exigentes En una sonda enviada al espacio por la NASA en 1982 se incluyó el resumen de un torneo de videojuegos. A los personajes que protagonizaban aquellos clásicos del “arcade” apela una raza alienígena para atacar la Tierra. ¿Quiénes más que los gamers cuarentones pueden hacerse cargo de la defensa? En YouTube puede verse “Pixels”, el corto del francés Patrick Jean en el que está basada la película de Chris Columbus, un juguete carísimo que a Sony le costó 110 millones de dólares. La cuestión es que los dos minutos y medio del corto son mucho más creativos, frescos e inteligentes que las casi dos horas que insume “Pixeles”. Y eso que el propio Jean formó parte del equipo de guionistas. “Pixeles” es un ejercicio de nostalgia extrema, una cruzada ochentosa que va más allá de Pac Man, Space Invaders, Donkey Kong y el resto de los videojuegos que marcaron a la primera y ya lejana generación de gamers. La película dialoga permanente con ese pasado y cuela la intertextualidad por medio de personajes, expresiones y música (de Spandau Ballet a Tears for Fears). De esas alusiones casi permanentes a la cultura popular de tres décadas atrás se nutre “Pixeles” y establece a la vez un límite: quienes no comparten esos códigos están condenados a quedarse casi afuera de la historia. Es lógico que el proyecto haya pasado por las manos de Chris Columbus, guionista de tres clásicos de la época (“Gremlins”, “Los Goonies”, “El secreto de la pirámide”) y hábil artesano de la comedia noventosa, hasta desembocar en la dirección de las primeras adaptaciones de Harry Potter a la pantalla. Columbus maneja ese lenguaje vintage con soltura y aquí lo combina con la recreación a máxima escala de la crema y nata del inolvidable arcade. Todo un sueño. El problema de “Pixeles”, más allá de lo críptico de su lógica interna, es la pobreza extrema de los personajes, arrastrados por una sucesión de chistes de medio pelo, diálogos imposibles y un tono de comedia propio más bien de una estudiantina. Desde esa construcción, “Pixeles” interpela a un público netamente infantil... que es el que no entiende ni jota qué es eso del arcade. Nadie se salva: ni Adam Sandler, ni el hiperactivo Josh Gad ni la desperdiciada Michelle Monaghan. Mucho menos Peter Dinklage, quien debió extrañar horrores los brillantes soliloquios de Tyrion Lannister.
La venganza de los nerds ‘Pixeles’ apela a la nostalgia por los '80 con una historia sencilla, personajes atractivos y un humor que por momentos da en el clavo. Cuando voy a escribir sobre una película trato de no leer otras críticas antes, más que para no influenciarme, para no sentir la desazón de saber que nada de lo que se me había ocurrido decir era original y que todos estamos diciendo más o menos lo mismo. Pero en época de redes sociales es muy difícil mantener la virginidad, y ayer ví pasar un tuit de The Hollywood Reporter y entré a leer la crítica de Pixeles. El crítico Todd McCarthy le daba con un caño. Me sorprendió, porque si bien no me había parecido una película que fuera a cambiar la historia del cine, fue ganando mi simpatía con el correr de los minutos y salí de la sala con una sonrisa. Ya estaba jugado, entonces decidí entrar en Metacritic. Un 27 más rojo que la muerte y sólo un tal Mike Scott que se gana el pan escribiendo en un diario de Nueva Orleans le puso un 6. El resto, de 5 para abajo. No lo pude evitar, también por esto no leo críticas antes de sentarme a escribir: la película me empezó a gustar más. Es fácil ver por qué a cierta crítica (y seguramente a cierto público) no le gusta Pixeles y es por el mismo motivo por el cual sí le gusta, por ejemplo, Intensa-Mente (que tiene 94 en Metacritic, un 9 del propio McCarthy y ¡un 10! de Mike Scott). Pixeles es una película tonta y pocas cosas teme más alguna gente (más si trabaja de crítico de cine) que pasar por tonta. Intensa-Mente es una película INTELIGENTE. “Intensa-Mente no es sólo una película, es una disertación doctoral sobre la psicología humana”, escribió Mike Scott mientras desayunaba unas French toasts mirando el río Mississippi. Pixeles, en cambio, es sólo una película y yo no necesito pasar por inteligente. Por eso me gustó. Pixeles apela a la nostalgia por los años '80 pero sin simbolismos rebuscados, ni easter eggs. No tiene la mitología delirante de Tomorrowland ni el ánimo meta que tendrá Ready Player One, el próximo proyecto de Steven Spielberg. Tiene una premisa sencilla, personajes queribles y ninguna vuelta de tuerca. Brenner (Adam Sandler), Cooper (Kevin James) y Ludlow (Josh Gad) son tres amigos que a principios de los '80 eran expertos jugadores de videojuegos. Ahora, Brenner es un fracasado que trabaja como técnico instalador de electrónica, Ludlow es un paranoico que vive todavía con su abuela e investiga teorías conspirativas, y Cooper es el presidente de los Estados Unidos. Después de un ataque a una base norteamericana, Cooper descubre con la ayuda de sus amigos que los enemigos no son Irán ni Google sino una raza extraterrestre que los ataca en forma de viejos videojuegos de los '80. Así es como los tres se calzarán mamelucos gamer y, con unas armas de luz, desempolvarán sus viejos y hasta ese momento obsoletos conocimientos para derrotar a los alienígenas jugando al Centipede, al Galaga, al Frogger y al Pac-Man. Pixeles tiene todo lo que la receta indica: Sandler quiere conquistar a la chica (Michelle Monaghan, que también patea algunos culos alienígenas), el villano se reivindica (Peter Dinklage), el mundo se salva y los militares son ridiculizados por tres gorditos nerds. Quizás no termine de ser todo lo graciosa que podría haber sido, pero mete un par de plenos y pocas películas pueden jactarse de eso. Es curiosa la tirria que le tienen algunos a Adam Sandler, un tipo que con su estilo deadpan podría ser un Bill Murray pero que decidió no entrar en el Panteón de los actores cool de la mano de Wes Anderson y Sofia Coppola (su película "seria” fue Embriagado de amor, desorientadora). A algunos les cuesta verlo como un buen actor de comedia porque no tiene el sello de goma de ningún nombre propio que lo avale. Y suele participar de proyectos como este: sencillos y un poco tontos. Pero yo me cuidaría de los que lo odian: suelen esforzarse demasiado en ejercer la inteligencia.
Principios de los ´80, unos adolescentes se encuentran capturados por la llegada de un video juego nuevo, “Pac man”, Sam Brenner, (Anthony Ippolito) se muestra como un dotado natural para los video juegos, alentado por su amigo del alma Will Cooper (Jared Riley), se anota en el campeonato mundial de videojuegos, allí conocerán a otro personaje solitario, Ludlow (Jacob Shinder), quien también es aficionado a esos juegos. Solo Sam llega a la final, pero cae derrotado por Eddie (Andrew Bambridge) el campeón mundial, un personaje con cierta Áurea siniestra. Los resultados son enviados al espacio como signos de paz y buena voluntad. Décadas después, en el instante en el que los alienígenas reciben señales de videojuegos, los malinterpretan y decodifican como una declaración de guerra contra ellos, por lo que deciden atacar el planeta tierra utilizando los Pixels como vehiculo para consumar combinadas embestidas contra los humanos.. Tras el primer ataque, el ahora Presidente Will Cooper (Kevin James) sin entender lo que sucede decide pedirle ayuda a su amigo de la infancia, a quien considera un genio sin despegar, Sam (Adam Sandler) quien termino siendo un instalador de sistemas de cine a domicilio, su empresa se llama “Nerd”. Instalando uno de sus equipos en un domicilio conoce a Violet Van Patten (Michelle Monaghan) mujer recientemente divorciada (toda una Diosa del Olimpo) de quien Sam se queda con el corazón espinado al ser rechazado por ella. Es en ese momento en que recibe la llamada de auxilio de su amigo presidente, sorprendiendo a Violet, quien terminara siendo una Teniente Coronel con desempeño en la Casa Blanca, y catalogada como una especialista en suministrar a los ‘arcaders’ de armas únicas para luchar contra los alienígenas, por lo que se unirá al grupo de defensa humana. La idea es que estos personajes jueguen para salvar al mundo, posiblemente lo más sugestivo del filme sea su desarrollo sensorial, plagado de efectos con tintes realistas transformando a Washington, y de ahí al mundo entero, en un colosal espacio de video juegos, otro hito importante y ahí esta la mano del director es ver como resuelve con humor, sin pretensiones, todas las situaciones que a priori deberían generar conflict, imprimiéndole al texto una sensación de cómo se ha perdido la inocencia, sustentado en la nostalgia. De estructura narrativa clásica, lineal, utiliza los temas musicales sólo para darle más peso a la historia, y en las escenas en que no esta la vedette de los efectos especiales, el diseño de arte es acorde empaticamente al relato. Varios son los temas que parecen desarrollarse, el mundo es un lugar para vivir la vida como un juego, también se sumerge en los efectos devastadores de las malas experiencia en la infancia, la poca tolerancia a la frustración que eso promueve, la posibilidad de la redención, al mismo tiempo que se establece lo fructífero que puede ser el acceso a los video juegos de manera indiscriminada, variables que habría que tomar en cuenta por lo dañino que puede resultar ese discurso. La producción esta dirigida por Chris Columbus, un especialista en comedias familiares (“Mi pobre angelito” I y II -1990 y 1992-, “Papa por siempre” –1993-), está basada en el cortometraje “Pixels” (2010) de Patrick Jean, es un entretenimiento casi melancólico, sin pensarlo demasiado.
A pesar de sus falencias hay que reconocer que con Píxeles se pasa un momento entretenido y puramente familiar sin escatología, ni groserías de ningún tipo. Al igual que con una película pornográfica, donde lo que menos interesa son los diálogos y todas aquellas escenas que no tengan que ver con...
Pixeles es un filme que viene en el tsunami de la nostalgia que está llegando al mundo, con epicentro en Hollywood. Ya tuvimos Jurassic World, Terminator 5 y otros filmes que apelan al sentimiento de amor por experiencias pasadas, cuando las cosas eran distintas. Este filme a diferencia de los otros mencionados, no se construye sobre el recuerdo de otros filmes, sino sobre la experiencia que muchos tuvimos jugando a las maquinitas de video juego en la década del 80, algo que nos marcó, y una actividad que era social a diferencia de la era Play Station de hoy, algo que el filme se encarga de resaltar. El filme es efectivo en cuanto a esa llamado a la nostalgia y logra darnos ganas de volver a jugar esos juegos arcaicos desde el punto de vista de un niño actual, sin embargo son los verdaderos clásicos que son los cimientos de la cultura gamer hoy, una cultura bastante distinta a la de hace 30+ años atrás. Cuando salimos de la sala nos da ganas de ponernos en la PC con el MAME, el emulador que permite jugar esos videogames, ante la falta de un salón cercano con máquinas con fichas. Más allá de esta apelación de la nostalgia, el filme no es tan efectivo fuera de ese contexto, aun así, para ser un filme de Adam Sandler es bastante digno, y hasta se podría considerar muy bueno inclusive si el propósito es entretenerse. La experiencia de visionado en la sala demostró ser un momento muy divertido y con bastantes risas; más de las esperadas, de hecho. La audiencia se enganchaba con la historia y acompañaba muchos de los chistes explícitos, sin embargo una porción de los mismos son para un público muy específico. El guion es un poco vacío de contenido, y no lo llena al espectador de la misma forma que otros filmes familiares, está más a la altura de un filme para entretener niños, que para alguien que además de risas, quiere llevarse algo a la salida del cine que le sirva para su vida. En ese sentido pierde enormemente frente a otras propuestas más interesantes y profundas como Intensa-Mente con quien comparte cartelera. La historia de amor es básica, previsible y poco imaginativa más allá de cierto giro argumental un tanto sorpresivo que se da en las primeras escenas. Y muchas cosas no quedan bien explicadas sobre como funciona la trama, pudiendo ser huecos del guion. La idea es interesante y genera imágenes que son así también. Cuando unas imágenes de videos juegos del 82' son enviadas al espacio, una raza alienígena malinterpreta el mensaje como una invitación a una competencia donde se pone en juego el planeta entero, pero esta competencia es con personajes y cosas de los videos juegos transformados a figuras de la vida real, como cuando aparece Donkey Kong por ejemplo, tirándole barriles a nuestros protagonistas humanos. Algo curioso que le da el nombre al filme es que las figuras extraterrestres basadas en video juegos son pixeladas, o sea como que no tienen buena resolución, al tener los mismos una configuración basada en grande cuadrados, que en realidad no son píxeles, algo que significa el mínimo cuadrado de color en una imagen en dos dimensiones, sino que aquí son cubos, o sea lo que serían píxeles tridimensionales, o sea “vóxeles” denominados correctamente; así se debería llamar realmente el filme, pero nadie sabe que es un vóxeles saliendo de ciertos círculos de diseño 3D. La película llega con la maldición de estar protagonizada por Adam Sandler, un actor que ha sabido juntar fama de participar en filme muy malos, y eso le juega en contra a la hora de leer críticas o de presuponer la calidad del filme, algo muy llamativo es por ejemplo que en pósteres y displays, en vez de salir Sandler sale Pac-Man, que pareciera tener mejor fama que el actor en cuestión. Sin embargo el filme no queda maldecido en sí, más allá de los prejuicios, el papel de Sandler es correcto, no tiene ninguna voz insoportable, no se hace el tonto, ni es estúpido; algo que se agradece, inclusive es gracioso en sus diálogos que tienen cierta chispa y cierta picardía. Pero no deja de hacer de Adam Sandler, sin construir un personaje que sea realmente nuevo. Peter Dinklage en cambio tiene un personaje más interesante un poco ajeno a los que nos tiene acostumbrados, haciendo de un antiguo campeón mundial de videojuegos convertido en delincuente, pero el papel no está a la altura de sus dotes actorales, y es un personaje que en sí mismo no es muy gracioso. La más interesante característica del filme es que visualmente es un filme muy impactante en sus efectos, y a su vez es creativo, con un excelente diseño de producción y una traslación de las imágenes archiconocidas de esos videos games clásicos a imágenes tridimensionales que si bien son fieles a los diseños originales también se ven bastante originales y novedosos en su traslación a la mezcla con la vida real. Seguramente desde el punto de vista legal deben haber hecho sus buenos trámites para conseguir las licencias de todos los personajes y juegos que se ven. En escenas donde los videojuegos invaden y empiezan a destruir famosas ciudades norteamericanas se agradece la originalidad de que estos aliens sean en forma de videojuegos, y dándole un toque creativo e interesante a las secuencias, ya vimos demasiadas veces a Nueva York como campo de batalla, y con el estándar de Los Vengadores y de El Hombre de Acero bastante reciente, es difícil hacer una secuencia de destrucción alienígena que se sienta original, creativa e interesante, sin embargo este filme logra ese cometido, pero las secuencias mencionadas no son verdaderamente épicas. Hay una breve escena donde el director Chris Columbus, que tiene un extenso currículum en filmes familiares se luce, junto con el 3D del filme. Es un momento donde dos personajes juegan en una competencia en sendas máquinas arcade y se los ve de frente mirando la pantalla y sobre impresas en 3D y usando creativamente el espacio fuera de la pantalla y la profundidad se ven imágenes de los juegos, de los personajes, los puntajes etc. Eso produce un efecto 3D excelente que nos muestra como nos compenetrábamos cuando jugábamos de chicos y el resto del mundo y todos los estímulos estrenos parecían desaparecer. Si todo el resto del filme tuviera esta creatividad, uso de los recursos y dirección sería una obra maestra; lamentablemente no es el caso. En definitiva Pixeles es un filme que puede gustar bastante pero es difícil que vaya a encantar, es un filme efectivo en muchos aspectos como la nostalgia y la risa pero deja gusto a poco al salir. Es una mezcla de un guion básico y previsible con interesantes imágenes y diseños. Es un filme absolutamente obligatorio de ver para los gamers, y absolutamente prohibido para los que odian a la ciencia ficción, a las películas fantásticas y a los videojuegos. Metan su ficha y hagan su propia apuesta. Cristian Olcina
«Yeah, piece of cake» Duke Nukem Muchos niños jamás comprenderán como sus abuelos pasaron su infancia jugando a la escondida o al tiki-taka. Hoy en día cualquier nene de doce años es experto en League of Legends y habla con toda naturalidad de la Xbox o PlayStation. Si tenemos en cuenta que el primer satélite artificial (que permaneció en órbita) fue el Sputnik en 1957, que los primeros celulares fueron creados en Japón en 1979 y que el boom de Internet se produjo a principio de los 90’, es sorprendente como en cincuenta años dimos un vuelco abismal en lo que respecta a los avances tecnológicos y a las telecomunicaciones. Entre las múltiples vetas comerciales que trajeron aparejadas las nuevas tecnologías, los videojuegos marcaron un antes y un después en el entretenimiento de las generaciones futuras. Si fuiste parte de esta transformación, Pixeles (Pixels, Chris Columbus) va a desenterrar esas miles de horas frente a las maquinitas y a traer enloquecedores recuerdos de clásicos como Galaga, Arcanoid, Tetris y muchísimos otros más. La película arranca retro, con una lograda representación de la década de los ochenta. Intro que nos permite conocer a los protagonistas para pasar –apresuradamente- de los inocentes sueños juveniles a la agobiante realidad de la madurez. Este cliché “futuro prometedor- presente vergonzoso” funciona a la perfección como antesala de una comedia absurda y delirante, que sin lugar a dudas va a arrancar más de una carcajada genuina. Es demasiado fantabuloso lo bien realizados que están los efectos especiales. En honor a su nombre, la temática pixelada de los bizarros invasores alienígenos es extremadamente cómica y nostálgica. Por el lado de los defensores terrícolas la cosa viene un poco complicada. Adam Sandler es un monstruo de la comedia. Desde su inicio en los Coneheads (Steve Barron, 1993) se vio involucrado en, al menos, sesenta producciones para cine o televisión. Es natural que con semejante trayectoria tenga defensores y detractores por igual cantidad. Pixeles entretendrá a chicos y grandes por igual. Sin embargo también es una realidad que sus últimas comedias no fueron tan buenas como se esperaban, por lo que si bien en esta oportunidad su interpretación no es para nada mala, se nota que bajó un montón su nivel actoral y que trabaja en modo automático. Kevin James (Hitch, El Guardián del Zoológico), interpretando al peor presidente de la historia de los Estados Unidos, tiene momentos muy chistosos, aunque fiel a su estilo, de a ratos se pasa y deja de ser gracioso. Peter Dinklage (Tyron Lannister para los amigos), está muy bien durante toda la producción. Me gustaría resaltar el trabajo del (no tan) ignoto Josh Gad, la grata sorpresa del film. En conclusión, bizarra y alocada, Pixeles entretendrá a chicos y grandes por igual (obviamente por diferentes motivos) y de alguna forma rendirá homenaje a esa primera generación hardcore gamer, hoy padres de niños que tampoco entenderán como pasábamos nuestra infancia jugando con aparatosos pixeles antropomorfos, frente a una caja boba, no mucho más grande que un microondas.
Parca nostalgia arcadiana Pixeles es la nueva apuesta cómica de los estudios de Adam Sandler y si bien supera los últimos trabajos del actor, como Jack/Jill (2011) o That’s My Boy (2012), todavía no logra retomar el nivel que alguna vez demostrara con el golfista Happy Gilmore (1996) o con Locos de Ira (2003). En el primer acto del film nos encontramos en la década del 80, contexualizados en el auge de los fichines: Pacman, Donkey Kong, Galaga, Centípede, etc. El recurso de mostrar a los protagonistas en su joven adolescencia (con actores niños) ya es conocido en el equipo de Sandler, pero su efectividad está por encima de cualquier otro pasaje de la película. En el inicio, se plantea un campeonato de videojuegos masivo, donde un joven Brenner – personaje de Adam Sandler joven-, interpretado por Anthony Ippolito, vende a la perfección su habilidad por encontrar los patrones en cada juego y así, explotar su habilidad en el torneo. Para perder en la final del certamen contra Eddie, Peter Dinklage en su versión joven de Andrew Bambridge. Hasta resulta creíble la premisa de que los screenings de los jugadores del torneo serán cargados en un satélite de exploración espacial como mensaje cultural de paz para, en caso de encontrar vida inteligente en la galaxia, darnos a conocer. Habiendo establecido esta última premisa, la película la exprime y desarrolla, los visitantes galácticos retan a los terrícolas, estilo Mortal Kombat, a ganarles en sus propios fichines y si llegasen a perder tres juegos la invasión a la tierra será inminente. El primer ataque toma de sorpresa al ejército y destruye una base con navecitas y misiles Galaga-style. Minutos pasan y Kevin James, en los zapatos de Cooper, amigo de toda la vida de Brenner y ahora Presidente de Estados Unidos, termina por poner a sus amigos gamers, Brenner y Ludlow (el genial Josh Gad) al frente de la resistencia humana. Muy buenas secuencias de acción, los juegos mortales a los que son retados a duelo logran esa tensión y la adrenalina del mismo fichín, el cual siempre arranca con un nivel fácil pero para los sucesivos se torna una tarea titánica. Si bien los primeros dos actos son sólidos, con grandes carcajadas en las manos, principalmente, de Kevin James y Josh Gad, el final flaquea en el guión, pero tal vez el mayor problema sea algo un poco más fino: a Adam Sandler se lo ve parco durante todo el film, se lo percibe jugando a Pixeles, no viviendo la película. Lejos quedó la euforia y frescura de Happy Gilmore o de Un papa genial (1999). La película está sustentada por buenos personajes, a cargo de sus compañeros, pero cuando se necesita el golpe extra al final –que siempre la última heroica reside en Sandler- la película cae. En líneas generales, Pixeles (2015) logra grandes momentos nostálgicos con los videos juegos primos de la raza humana y alcanza buenos momentos de comedia. Pero hasta que Adam Sandler no se ponga en forma y no supere a su propio ego, que todos los días debe recordarle: “Tus buenas películas son las de antes”, difícilmente pueda hacer una gran comedia como ha sabido crear.
Boludez gigante Como disparate, la idea es muy buena. Una invasión de alienígenas viene en forma de videojuegos pixelados, replicando a clásicos de los ochenta (más precisamente, anteriores al 1982) como Galaga, Centipede, y Pac-Man. Así es que estas toscas animaciones que poblaron las salas de maquinitas tres décadas atrás se convierten en grandes monstruos antisociales que ponen en jaque y aterrorizan al mundo entero. Los nerds que en aquel entonces pasaban la vida metiéndole monedas, varios de ellos devenidos perdedores de diferente calibre, son hoy reclutados por el gobierno de los Estados Unidos para combatir a esta extravagante invasión. La idea es que con sus reflejos, su capacidad de leer los patrones de programación y sus enciclopédicos conocimientos respecto a asuntos que aparentarían ser profundamente inútiles, podrían superar el desafío que los extraterrestres plantean: una serie de "juegos" muy reales por los que deben enfrentarse alternativamente con monstruos espaciales, ciempiés gigantes, una versión malévola de Pac-Man o el mísmísimo Donkey Kong. La película dice estar basada en el corto homónimo del francés Patrick Jean, dos minutos y medio en los que se presenta, como si fuera un sueño, este bombardeo por parte de los videojuegos, con un gran despliegue visual e ideas muy buenas (como que el Pac-Man se fuera comiendo las estaciones de metro, por ejemplo) y en la cual no existía explicación alguna para el insuceso, aunque todo ese delirio podía prestarse para alguna interpretación alegórica. Pero más bien parecería que buena parte de la "inspiración" hubiese sido tomada de un brillante episodio de Futurama, en el que Fry, bueno para nada salvo para jugar videojuegos, salvaba la tierra de la amenaza. Pero lo que como corto o como breve capítulo funcionaba y muy bien, aquí se encuentra estirado con chistes gritones y poco efectivos, guiños adolescentes y berretas a la cultura pop (una referencia a Gandalf y Harry Potter da clara cuenta de la poca creatividad volcada en ellos) y un manifiesto desaprovechamiento de talentos (como el de Peter Dinklage, genial enano de Juego de Tronos). Adam Sandler, quien alguna vez fue uno de los más impetuosos y completos actores de comedia, ahora parece haber entrado en esa inercia en la que caen algunos veteranos, (síndrome de Al Pacino, podría llamarse), por la que parecería interpretar sus papeles de taquito, sin esfuerzo y apelando a su más trillado catálogo de expresiones. A Sandler aquí se lo ve más abúlico que nunca, como si en vez de combatir los extraterrestres fuera a aplastarlos con su desidia (o con su gran estómago). En definitiva: poca creatividad, chistes mediocres, buenas ideas desaprovechadas. Mejor no perder el tiempo.
La revancha de los nerds El título de este texto es, como percibirán algunos, un homenaje al cine de los ‘80. Y tanto en ese sentido como en el literal es una buena descripción de “Píxeles”, largometraje basado en un corto de Patrick Jean, en el que criaturas surgidas de los viejos videojuegos de ocho bits invaden Nueva York. Todo podría desbarrancar entre lo bizarro y la pavada si no se eligiese el sabio camino de tomarse en broma un género (el de las películas de invasiones y salvadores) y una época (aquella década que enseguida fue retro), con su estética y su cinematografía. Porque si la saga de “Los indestructibles” se consolidó como parodia del cine de acción ochentero que sus mismos protagonistas hacían, acá, las referencias pasan (además obviamente de los videojuegos) por “Los Cazafantasmas” (el cuarteto, los uniformes, la primera aparición del Pac-Man como si fuese el Hombre Malvavisco, la liberación de personajitos varios, Dan Aykroyd) hasta “Día de la Independencia” (la sombra sobre las ciudades, el presidente al ataque). De ahí a la banda sonora y los videos con los que los alienígenas se comunican, de Madonna a “La Isla de la Fantasía”, y referencias televisivas para pocos, como “Max Headroom”. Y el clásico toque de romance: pero en “Píxeles” ya no es Bill Murray persiguiendo a Sogourney Weaver, sino Adam Sandler haciendo otra vez su personaje del perdedor soltero o separado con un oficio desprestigiado que consigue ser héroe de casualidad (no hace tanto hizo “En tus zapatos”, sin demasiada gloria). Por suerte para él, la película “juega para él”, guiada por la mano firme de Chris Columbus, un director con mano para combinar comedia y acción, formado también en los ‘80 (mucho antes de hacer las dos primeras entregas de “Harry Potter” dirigió “Aventuras en la gran ciudad” y “Mi pobre angelito”; entremedio, fue coguionista de “Los Goonies”). Así que Sandler puede apoyarse tranquilo en la belleza de Michelle Monaghan (en camino a convertirse en el prototipo de la “MILF joven, todavía no cougar”) y en el talento del mejor actor de la cinta: hablamos de Peter Dinklage, 1,35 metros de expresividad y cinismo, como ya lo saben los fans de “Game of Thrones”. Equívoco galáctico Pero ya peroramos demasiado de viejas glorias sin contar nada del argumento. La cosa arranca en el lejano verano de 1982, especie de paraíso perdido para los estadounidenses. En la apertura de un arcade (salón de videojuegos), el juvenil Sam Brenner descubre que tiene un gran talento para los videojuegos, y su amigo Will Cooper lo convence de participar en un Mundial de la especialidad (algo novedoso en esos tiempos, lejos de los deportistas electrónicos patrocinados de la actualidad), donde conocen al niño estrella Ludlow Lamonsoff. En el desempate, Sam pierde en el Donkey Kong contra Eddie Plant. Lo que se nos informa, mientras vemos a Sam caer en el desánimo, es que el registro en video de ese certamen será enviado en una sonda espacial como parte de un compilado sobre la cultura popular terrícola. Años después, Brenner es un técnico instalador de electrónica, alguien que nunca fue lo que prometía, y Cooper el presidente. Cuando empiecen unos ataques extraños, Cooper llamará a su amigo como asesor, al descubrir la conexión con los juegos de antaño; hechos posteriores y descubrimientos de Ludlow confirmarán la certeza de que una raza alienígena tomó esas imágenes como un desafío guerrero, y propondrá una batalla a todo o nada, al mejor de tres encuentros. Quedará entonces armar equipo entre ellos, Eddie y la coronel Violet Van Patten (la otra pata del duelo hormonal con el protagonista) para salvar al mundo con unos talentos que durante décadas parecieron inútiles: la única opción de redención. Apariciones Como dijimos, más allá de la sátira, el ritmo narrativo es el propio de una película de invasión, con picos como la batalla contra Pac-Man y el enfrentamiento final con el peor enemigo posible. Los efectos visuales suman a que todos esos mamotretos pixelados luzcan verosímiles, y suma a la historia la aparición de personalidades reales como Martha Stewart, Serena Williams y un cameo de Toru Iwatani, el mismísimo creador del Pac-Man (mientras que otro actor hace de él). Por el lado actoral, sumado a lo que dijimos anteriormente, Sandler se hace escoltar por viejos compinches como Kevin James (Cooper) y Josh Gad (Ludlow), que pueden seguir a buen paso ese estilo de comedia. Y ponen lo suyo Matt Lintz (Matty, el hijo de Violet), Brian Cox (el áspero almirante Porter) y la aparición de Sean Bean (cabo Hill de las SAS británicas). Es bueno ver a Jane Krakowski como la primera dama, pero su talento cómico está desperdiciado. Un hallazgo es Andrew Bambridge como el Eddie adolescente: no parece conseguir otro actor enano que pueda estar a la altura de Dinklage y aprender los mismos yeites al hablar de este peculiar personaje. Por supuesto, nada de esto sería posible sin la participación de todas las franquicias de juegos clásicos, que seguramente buscarán relanzarse como accesorio vintage para nuevas plataformas digitales: quizás se conviertan en un puente entre los nuevos gamers y los dinosaurios que caminaron la tierra en los tiempos de las polainas y los jeans nevados.
La idea de que una horda de antiquisimos arcades cobren vida, se vuelva gigantescos y comiencen a atacar la humanidad suena interesante. Más aún si los que deben enfrentarlos es un grupo de nerds entrados en los cuarentas, los cuales han vivido una vida plagada de fracasos y que descubren que su antiguo, particular y poco práctico talento - de ser habilidosos en las antiguas máquinas recreativas - les han convertido en los elegidos para salvar al mundo de una amenaza imparable. Es la rehabilitación de los raros y los solitarios, y su salto a la gran palestra con la chapa de héroes del universo. No deja de ser la misma rutina de Los Cazafantasmas (con algo de El Ultimo Guerrero Espacial), sólo que maquillada por la nostalgia provocada por los tiernos recuerdos de nuestra adolescencia, en donde gastábamos veladas enteras (y una tonelada de dinero) en enormes salones infestados de máquinas de videojuegos, los cuales eran lo máximo para su época. Mientras que la idea suena genial, la ejecución de Pixels deja mucho que desear. A decir verdad, es dificil encastrar la idea de núcleo en un argumento que suene coherente y aquí definitivamente no lo logran. El director Chris Columbus lo compensa con bastante nostalgia y recreación de época, lástima que este producto está patrocinado por Adam Sandler - el rey del mal gusto - y sus intenciones son asesinadas de antemano. Lo que tenemos es Sandler haciendo de Sandler, burlándose de un montón de talentosos enrolados a cambio de un cheque generoso, y disparando como siempre una andanada de chistes adolescentes. Pero como Sandler estaba convencido de que podía sacar de esto alguna especie de franquicia familiar y reduitable - el tipo debe ampliar su kiosquito en una movida similar a la que hizo con Hotel Transilvania -, tuvo que amputar sus dardos mas zarpados y soeces, lo cual le saca efectividad en el terreno cómico. Pixels podría ser una fantasía almibarada al estilo de los filmes producidos por Spielberg en los 80's o, bien, decantarse en una comedia cruda y zafada para adultos. Habiendo elegido el camino intermedio no termina siendo ni chicha ni limonada, y lo único que la sostiene son algunas escenas, un par de perfomances (como la de Michelle Monaghan y Peter Dinklage), y la originalidad de las escenas de acción, aún cuando la explicación lógica detrás del absurdo intento de invasión alienígena sea digno de provocarte un aneurisma. En general, esto es algo así como la versión 8 bits de Los Cazafantasmas. Los tipos portan unos rayos de luz - que derriten a los monstruos formados con pixels de energía, y que adoptan la forma de antiguos arcades de los años 80 -, son héroes porque eran buenos en las recreativas hace 30 años, y las amenazas son cada vez mas devastadoras como para que las autoridades depongan sus armas y le deleguen a los nerds la responsabilidad de salvar al mundo. Mientras que el script hace agua por los cuatros costados, hay que admitir que hay algo en Pixels que termina por redimirlo: quizás sea porque uno pasó una adolescencia similar, ensimismado en los arcades, viéndolos como el top de la tecnología de entretenimiento de aquél entonces, y pensando que obtener un formidable puntaje era alguna especie de compensación para la patética vida que uno llevaba en aquel momento. Dificil la vida del nerd joven, el cual camufla (y hasta compensa un poco) las cosas cuando entra en la madurez. Quizás lo otro sea que, por más estúpido que parezca, perseguir a un Pacman gigante por las calles de Nueva York con cuatro Mini Coopers disfrazados de fantasmitas tiene su gracia. Lo que seriamente me pregunto es si semejante nerdeada nostálgica tendrá algún efecto (siquiera mínimo) de simpatía o enganche en generaciones mas frescas, las cuales mamaron la Xbox y los gráficos de 64 bits como algo natural (dicho sea de paso, el libreto le dedica un par de líneas bastante inteligentes a ese aspecto en una de las escenas). Pixels es una linda idea arruinada por una ejecución mediocre. Precisaba mayor creatividad para intentar darle alguna lógica a por qué pasa lo que pasa, y precisaba un humor mas inocente en vez de Sandler y su troupe haciendo barrabasadas. Aún así, hay algunos gags que funcionan, pero es mas un collage de ideas sueltas que una cosa coherente, inspirada y prolija. No es ni por asomo el peor filme del mundo - hay algunos momentos logrados - pero, a la gente joven le resultará indiferente y a los veteranos que tienen un pasado parecido al de los protagonistas le resultará un concepto a medio cocinar. En todo caso la culpa es de Sandler, un artista enviciado con su ego y el cual salpica todo lo que toca.
Brenner, Cooper, Ludlow y Eddie son cuatro niños que en los 80’ pasaban su tiempo libre jugando en los fichines, horas y horas jugando hacían que algunos de ellos sean realmente buenos en lo que hacían. Estos niños crecieron, algunos habían cumplido sus sueños, otros sólo habían crecido. La nueva película de Chris Columbus (Director de las dos primeras de Harry Potter) empieza mostrándonos a esos niños con sueños, sus habilidades en el mundo virtual y luego nos lleva al presente, un presente en el alguno triunfó y otro no.
Otro film bañado por la mediocridad Sandler-James "Pixels" es una película de esas que cuando se promocionó todos pensábamos que era una buena idea, divertida y atractiva, hasta que nos pusimos a reflexionar sobre el hecho de que la protagonizaran Adam Sandler y Kevin James... No quería caer en este tema, pero dadas las circunstancias, debo hacerlo. ¿Está destinada una película en la que participan Sandler y James a ser un entretenimiento mediocre? No lo puedo aseverar en un 100% porque algunas películas les han funcionado y han sido buenas/aceptables como por ejemplo "Embriagado de amor", "Happy Gilmore" o "Hitch", pero si analizamos las filmografías completas de ambos, están plagadas en su mayoría de film básicos y de baja calidad. Este patrón toma fuerza y hace lo suyo en "Pixels", un entretenimiento que a priori parecía fresco, distinto y que venía dirigido por un buen director como es Chris Colombus ("Mi pobre angelito", "Harry Potter y la piedra filosofal". La película comienza con fuerza, notándose la mano del clásico Colombus, pero a medida que va avanzando empieza a tomar mayor intensidad el estilo Sandler/James. Chistes fáciles que no funcionan la mayoría de las veces y humor físico que tampoco funciona demasiado. La relación que se plantea entre Sandler y el personaje de Michelle Monaghan ("Source Code") no tiene demasiada química y es tan secundaria que no aporta nada a la trama. Los actores secundarios que se une a la dupla principal son Peter Dinklage ("Game of Thrones") y Josh Gad ("Jobs") que en mi opinión hacer un mejor trabajo cómico que los principales. Desde lo audiovisual, está muy bien lograda, con efectos especiales de calidad que por momentos nos sumergen en plena batalla contra Centipede o Pac-Man. Como digo siempre, esto no es suficiente pare ofrecer un entretenimiento completo. Si bien es una comedia de ciencia ficción, debe tener una historia que dé un contexto adecuado a lo que va aconteciendo en la pantalla y por supuesto que tenga gags que funcionen. Otro trabajo Sandler/James que debería alertarlos sobre el rumbo que están tomando sus carreras y los films que ofrecen. Creo que ya deberían dar fin a esa sociedad que tienen y experimentar con nuevos proyectos en los que den manejo creativo total a los que saben y ellos se limiten a hacer lo suyo que es actuar y hacer reír.