La primera parte de la película promete mucho, pero luego termina girando todo el tiempo sobre los mismos conflictos a pesar que podía haber dado para algo mucho más profundo. A partir del momento en que el personaje de Mulligan se presenta ante la casa de los padres informando que...
Un adolescente (lindo, inteligente, exitoso) muere en un absurdo accidente automovilístico. Su novia (Mulligan) sobrevive y, al poco tiempo, aparece en la casa de los destruidos padres y de su hermano pidiendo refugio e informando que está embarazada. El padre de la futura beba, claro, es el muchacho fallecido. La madre (Sarandon) está indignada con ella y confundida por el dolor de la pérdida. El papá (Brosnan), en cambio, es bastante más comprensivo con la recién llegada, aunque no puede expresar su dolor. Poco a poco, las heridas se irán cerrando y la culpa dejará lugar a la posibilidad de la reconciliación y el amor. Más allá de los esfuerzos del buen elenco protagónico, se trata de una historia bastante torpe y elemental, de esas que abundan en "el telefilm de la semana". Igual, sin dudas, habrá quienes se emocionen con este tearjerker. No es mi caso.
Hondo drama en el que un grupo familiar debe lidiar con la repentina pérdida de uno de sus miembros. En este caso, la muerte se le cruza al joven Bennet (Aaron Johnson), adolescente hijo mayor de una familia de cuatro, dejando solos a sus padres y hermano menor. Habiéndose enamorado de Rose, una chica de su escuela, decidió declararle su amor en medio de la ruta, dentro del auto que sería su tumba, luego de ser embestidos irremediablemente por una camioneta. La chica (la ascendente Carey Mulligan, revelación de "Enseñanza de vida" y la recientemente estrenada "Nunca me abandones"), se salva y, luego del entierro de su novio, se acercará a la destruída familia para anunciarles su embarazo, debiendo enfrentarse a diversas reacciones, tanto de su joven cuñado, como de sus devastados suegros. Cercano a un enfoque televisivo, el filme de Shana Feste logra conmover, más que nada por los grandes actores que dan vida a los roles protagónicos. Pierce Brosnan se muestra como nunca en un papel contenido, como el padre que debe soportar la pérdida y ser el sostén de su inestable esposa (Susan Sarandon); y ella, lo único que quiere, es que el hombre que atropelló a su hijo despierte del coma para preguntarle cómo fueron los últimos minutos de vida del joven (lograda escena de la gran actriz). Mulligan aporta su ternura y bello rostro a su delicada Rose que, prácticamente sola, se pone al hombro su destino como madre soltera, y lo afronta con determinación. Con algunos lugares comunes, inevitables en este tipo de tramas que describen el descalabro emocional de una familia por la pérdida de un hijo (así como lo hicieran filmes como "En el dormitorio" o, mucho antes, "Gente como uno"), la directora suma algunos flashbacks que describen la dulce pequeña historia de los jóvenes amantes, y agrega (sin aportar demasiado) un personaje que podría ser la amante del padre de familia, pero sólo aparece en un par de escenas que no modifican el curso de la historia. Filme de personajes, con interesantes actuaciones, "Prueba de amor" podría haber resultado como su título original (The greatest - El mejor), pero al menos entretiene y emociona.
Para ir con los pañuelos La película de Shana Feste muestra el proceso de adaptación entre una familia que acaba de perder uno de sus hijos y una joven que está embarazada de él. Pese al esfuerzo del elenco protagónico, la película naufraga en una sumatoria de lugares comunes. Prueba de amor (The Greatest, 2009) es esa clase de productos inocuos, destinados a la lágrima fácil, que goza del beneplácito de buena parte del público dispuesto a dejarse encantar por el melodrama, género noble si los hay. Una joven de escasos recursos económicos (la ascendente Carey Mulligan) vive su primer amor con un chico de clase media, igualmente enamorado. El destino (ayudado por la imprudencia, claro) quiso que un accidente automovilístico termine con su vida. Ella estaba embarazada y un día se presenta ante la familia de él para dar la noticia. Lo que sigue es un dificultoso proceso de adaptación, que pone a los padres (Susan Sarandon y Pierce Brosnan) en disputa. Él, más flexible y amistoso. Ella, distante y siempre al borde de quebrarse. Para colmo de males, el hijo menor es consumidor de drogas, y cuando busca ayuda en un grupo de contención las cosas, lejos de hacerse más llevaderas, terminan más complicadas. Con tamaño panorama hay que reconocer la voluntad del elenco de tratar de ser convincente. Podríamos decir que salen indemnes de tal objetivo, por más que en determinado momento sea exasperante ver desde la puesta tanto interés en que Sarandon luzca tan demacrada, sin maquillaje y con tomas que no la favorecen. Lo más cuestionable es la manera en la que Feste desaprovecha esos méritos actorales. El guión, si bien maniqueo, estructura la historia en dos relatos: el presente difícil y el pasado de ensueño, culminando con las partes de algún modo aunadas, trazando un mejor destino para todos. Pero en el camino hay (varios) exabruptos, incluso secuencias filmadas de forma rutinaria. Un ejemplo es el momento en el que el padre lleva a su esposa hacia el mar. ¿Hubiera sido disonante aportar una cuota de humor? En cambio, todo vuelve a virar hacia la tragedia dantesca. Una y otra vez. Prueba de amor no es una película fallida, pero la vimos varias veces y mejor contada. No será una mala opción para un fin de semana lluvioso. Con pañuelos en mano, claro.
La Gran Pérdida La historia gira en torno a Allen Brewer (Pierce Brosnan) y su esposa Grace (Susan Sarandon), quienes están tratando de sobreponerse al peor golpe que puede tener una familia, la pérdida de su hijo. Bennett (Aaron Johnson) es el hijo mayor de la familia Brewer y tras un fatal accidente automovilístico, pondrá a prueba al resto de su familia. La aparición de la novia del muchacho, Rose, interpretada por la siempre correcta Carey Mulligan,(Wall Street 2: El dinero nunca duerme), una joven que los contacta para contarles que está esperando un hijo de Bennett. EL MEJOR La película narra perfectamente las situaciones por las cuales puede pasar una familia al perder un hijo, desde el infinito dolor, pasando por el descuido del resto de la familia, hasta poner en la balanza quien extraña más al hijo desaparecido. Todos estos momentos están muy bien interpretados, no solo por Susan Sarandon, sino también por un firme Brosnan que se sitúa en el lugar de padre de familia e intenta mantener el barco sin que viaje a la deriva. Prueba de Amor es una historia íntima, de puertas adentros, en donde las familias tocadas por esta desgracia se sentirán muy identificadas por estos padres y este hermano menor que busca ubicarse en un nuevo rol, donde como dice el título original del film, su hermano era El Mejor.
SUPERAR LOS GOLPES DE LA VIDA Cinta que relata una fuerte historia de superación y aceptación que se destaca por el muy bien logrado trabajo de sus intérpretes, por la suavidad y el ritmo tranquilo con el que se cuentan los hechos y, en especial y pese a los errores, por ser simple y directa en sus mensajes. Bennett Brewer muere en un accidente de tránsito, en el cual estaba también su novia Rose, quien solo sufrió una fractura en uno de sus brazos. Los padres del adolescente se van a sentir muy conmocionados por la pérdida y les va a ser muy complicado poder superar el momento de dolor. La madre, una mujer que no puede olvidar un hecho que le sucedió años atrás, se va a sentir perjudicada directamente cuando, luego de tres meses del accidente, Rose se aparece en su casa y le comenta sobre su embarazo y sobre la paternidad de su hijo. La película se introduce con una dulce escena romántica que sirve como principal eje narrativo durante todo el transcurso de la historia. Se va y viene en el tiempo, desde el punto de vista de Rose, para contar las experiencias vividas con su novio y cómo fue que se conocieron. Estos momentos son de los mejores de la película, ya que le aportan un sentido mucho más tranquilo y profundo al relato y un espíritu clásico que choca con el sufrimiento y el dolor de las escenas del presente. La superación de la pérdida de un hijo, un hermano o un novio, dependiendo del punto de vista de cada uno de los personajes que aquí aparecen, es el principal conflicto del film, el cual está muy bien tratado desde un comienzo, presentando muy bien las identidades de los personajes, describiendo su entorno laboral y social, y mostrando cada una de las características actitudinales que los diferencian entre sí: la madre que sufre y no puede aceptar la realidad; el padre que le pasa algo muy parecido, pero oculta en mayor medida sus sentimientos; la novia que poco conoció al adolescente y está tratando de saber un poco más de él; y el hermano menor, quien no soporta el protagonismo que Bennett está teniendo. Todas las identidades se justifican y se van desarrollando muy correctamente durante el paso de los minutos. Ahora bien, el error que aparece y que perjudica el entendimiento y el realismo que siempre la película intenta recrear, es la transición que los personajes hacen para llegar a los sentimientos extremistas del final. Los cambios repentinos e injustificados que cada uno de los roles hacen en la conclusión carecen de verosimilitud y le restan mucha fuerza y seriedad al tema. Las identidades bien perfiladas al comienzo se ven derrumbadas al final. Pese a esto, la cinta logra transmitir su mensaje y emocionar. La fotografía es muy bella en muchas oportunidades, en especial al aprovechar los recursos naturales que los paisajes y las diferentes locaciones le brindaron al relato. La banda sonora acompaña muy bien la historia y las actuaciones (Pierce Brosnan, Susan Sarandon y Carey Mulligan) siempre están correctas y logran mimetizar las necesidades del guión (salvo al final). "The Greatest" es una cinta para reflexionar y emocionarse, tranquila en su ritmo y bien actuada. Con incoherencias cerca del rmat, pero con una sencillez que satisface y logra crear sentimientos puros y reales de la vida. Recomendada, pese a los errores. UNA ESCENA A DESTACAR: ola, padre gritando; y la charla de la madre con el hombre.
Una lagrimita rebelde Un gran elenco es lo mejor de un bastante excesivo melodrama. Cuando a Susan Sarandon le toca interpretar papeles “de madre”, por lo general, sufre. Ya no hablemos de Un milagro para Lorenzo : con esta Prueba de amor tiene suficiente. Bennett, su hijo (Aaron Johnson), muere apenas empieza el filme cuando detiene su auto en medio de una ruta para hablar de amor con su novia. Ella (Rose, o Carey Mulligan) sobrevive y el que los embiste (Jordan, o Michael Shannon) termina en coma. Si algo le faltaba a Grace es que la “nuera” no tenga con quien vivir, se le instale en la casa y esté embarazada de su hijo. ¿Quiere más? Su marido, Allen (Pierce Brosnan) le había sido infiel. El filme tiene varios coprotagonistas, ya que casi nunca Sarandon es quien lleva el relato. Más peso aún tienen Brosnan, como el tipo que es incapaz de derramar una lágrima por la muerte de su hijo, pero sufre por dentro; Rose, con todos sus miedos por el parto que vendrá, y cuya madre está internada, inestable mentalmente; y Ryan (Johnny Simmons), el hermano menor de Bennett, que tiene problemas con las drogas y ha conseguido una novia que perdió a un pariente como él. Si la trama se asemeja a una telenovela en sus primeras instancias, lo sobrepasa con un elenco de excepción. La mejor es Mulligan, a quien vimos hace poco en Nunca me abandones .Vuelve a hacer de joven angustiada con ganas de salir adelante, y la verdad es que –ella, igual que su protagonista- lo logra. La película también atraviesa distintas etapas. Por momentos recuerda a Gente como uno (por lo del hermano muerto y ciertos reproches del hermano vivo, más la devoción de la madre cercana a la pleitesía absoluta). Sin ser un drama que aborde con profundidad el tema del duelo, y lejos de un muestrario de clisés, Prueba de amor por momentos conmueve, por otros abruma y por lo general empuja alguna lagrimita, que puede rebelarse o no, depende del estado de ánimo del espectador.
Shana Feste ha contado que ingresó en la carrera de guión de la Universidad de Los Angeles sólo para ver más seguido a su novio, que estudiaba allí por vocación. Pero al final el destino dispuso otra cosa: a él lo desaprobaron, a ella no, y esa brusca alteración de planes dejó dos consecuencias: el noviazgo terminó y Shana se volvió profesional: Prueba de amor , su debut como realizadora y guionista, muestra que su objetivo principal es enrojecer los ojos de sus espectadores y promover el consumo de pañuelos; que en las aulas aprendió los trucos para lograrlo y a no poner límites a su afán manipulador. Esta especie de réplica de Gente como uno , que se supone gira en torno al tema de la pérdida, es toda una colección de lugares comunes que suelen ser eficaces para ablandar corazones pero aquí fracasan porque quedan demasiado en evidencia. Ni siquiera un elenco de comprobada solidez (excluyamos a Pierce Brosnan, que apenas pone oficio) logra hacer verosímiles las situaciones que Feste ha imaginado para describir el comportamiento de los padres, el hermano y la novia del muchacho muerto en un accidente apenas comienza la proyección. Sólo la chica, que estaba a su lado e increíblemente salva su vida (y la del hijo que sin saberlo lleva en su vientre), parece reaccionar con alguna normalidad. Los demás no saben qué hacer con la pena: el padre prefiere olvidar todo, pero pierde el sueño; la madre se despierta de noche y grita por los pasillos "¿dónde está mi hijo?", el hermanito actúa como si nada le importara pero se hunde en el sopor de las drogas. Todo se complicará cuando la novia, que no tiene adónde ir, aparezca en la casa con la noticia del embarazo y sea hospedada allí aun con alguna reticencia. Al final, claro, todo retomará su cauce tan naturalmente como la acción manipuladora de la directora lo decida. Pero para llegar a eso, claro, hay que atravesar una sucesión de escenas dramáticas que nadie, ni los actores, puede creer, por mucho que Susan Sarandon y Pierce Brosnan se enreden en una competencia a ver quién hace más visible el sufrimiento ni por mucho que Carey Mulligan ponga en juego su transparencia y su carisma (ella justifica la generosa calificación). El esfuerzo que Shana Feste hace para alcanzar la sensiblería es casi conmovedor, pero vano
Como un subibaja emocional Todo drama que se precie de tal –al menos dentro de una estructura narrativa convencional- presenta una situación desencadenante determinada. De cuán verosímil sea depende muchas veces que uno compre o no el producto. Prueba de amor lucha denodadamente para hacernos olvidar lo que debe ser una de las situaciones desencadenantes más idiotas que recordemos. Y desde luego, fracasa en el intento. En concreto, hablamos del accidente en el que muere Bennett (Aaron Johnson), el hijo mayor de Allen (Pierce Brosnan) y Grace (Susan Sarandon). El muchacho está tan eufórico por su recién formalizada relación con Rose (Carey Mulligan) que estaciona el coche en el medio de la ruta para hacerle una confesión a su novia en el peor de los escenarios posibles. Flaco, ¡es obvio que te van a atropellar! En la vida se hacen tonteras sin necesidad de justificarlas. En el cine, en cambio, es necesario tomar ciertos recaudos porque hay algunas cosas de las que no se vuelve… Rose sobrevive al estupidicidio de Bennett y algún tiempo después decide solicitar la ayuda de los padres del muchacho dado que con apenas 18 años se encuentra embarazada y sola. Aquí empieza a desarrollarse el núcleo de la historia con Rose integrándose a duras penas a esta familia disfuncional como pocas. Allen es incapaz de canalizar su dolor y se concentra en su trabajo de profesor de matemáticas; Grace está más loca que un plumero (no se sabe si por la desaparición del hijo o si ya era una causa perdida desde antes) y su vida transcurre entre el llanto desconsolado y una investigación cuasi detectivesca sobre lo que ocurrió durante los diecisiete minutos que el chico se mantuvo con vida luego del siniestro. Lo más insólito es la guardia que mantiene en el cuarto de hospital del conductor del vehículo que propició de manera involuntaria la tragedia, quien se encuentra en un coma profundo. En este rol y con sólo una escena de diálogo se luce el siempre inquietante Michael Shannon. El personaje restante de importancia es Ryan (Johnny Simmons), el hijo menor del matrimonio, que se debate entre sus problemas con las drogas y la culpa por razones que no mencionaremos aquí. Grace rechaza a Rose mientras que Allen y Ryan la aceptan rápidamente. Juntos atravesarán la etapa del luto, intentando resignarse a la pérdida del ser querido y preparándose para recibir una nueva vida con las fuerzas que les quedan. Y eso es todo. La autora y directora debutante Shana Feste escribió el guión de Prueba de amor mientras trabajaba de babysitter en el tiempo récord de tres semanas. Le salió rápido pero no redondo. Y al igual que su segundo opus Country strong –que de acuerdo a la información que manejamos no se estrenaría comercialmente en la Argentina- se la rescata más que nada por el excelente nivel de sus actores. Los conflictos con los que construyeron sus respectivos papeles son universales y cercanos al común de la gente. La película no es original pero en sus propios términos funciona. Feste tuvo la suerte de poder contar con el apoyo de Pierce Brosnan (también productor ejecutivo) quien a su vez convenció a Susan Sarandon de aceptar un rol que en principio la actriz no quería por contener varias similitudes con los que interpretara en La vida continúa (Moonlight Mile, 2002) y La conspiración (In the Valley of Elah, 2007). Al compromiso de ambos se debe sumar la inteligencia de la expresivísima Carey Mulligan (vista hace poco en Nunca me abandones, un melodrama muy superior) y la sinceridad de Johnny Simmons. A no engañarse: no es lo mejor de ninguno de ellos pero con el oficio y la convicción transmitida alcanzan a sostener un relato que apunta todos sus cañones a la sensibilidad del público femenino. En el 99% de los casos una película con estas características termina confinada al mercado local de DVD. Habrá que ver si el voto de confianza que implica su exhibición encuentra un eco apropiado en un momento donde la atención del espectador se bifurca en dos sendas que casi nunca confluyen: el circuito comercial tradicional y los aportes independientes del BAFICI. Pese a su dignidad escasamente espectacular las posibilidades concretas de éxito se avizoran cuanto menos complicadas…
Un amor insustituible Cuando Bennet Brewer (Aaron Johnson) muere en un accidente de tránsito, su familia queda devastada. El hermano menor (Johnny Simmons) tiene problemas de conducta y sus padres han atravesado crisis por la infidelidad de Allen (Pierce Brosnan), así que la desaparición del único elemento que percibían como funcional y perfecto les descalabra el panorama a futuro. Para empeorar las cosas, llega a sus vidas una muchacha llamada Rose (Carey Mulligan), de quien sólo saben estaba con Bennet la noche del accidente. Sólo que Rose es más que una chica del colegio: era la mujer que Bennet amaba en secreto y a la que dejó embarazada la única noche que pudieron pasar juntos. La más afectada es, sin duda, Grace (Susan Sarandon), la madre de Bennet, que ocasionalmente sufre de terrores nocturnos y otras crisis nerviosas. Asimismo, está obsesionada con descubrir el mínimo detalle sobre los últimos instantes de vida de su hijo. Demasiado dolorida incluso para permitirse reír o dejar que los demás vivan algún tipo de felicidad, acoge con reservas y sentimientos ambiguos a Rose en su casa, aunque está claro que no es una prioridad para ella. La forma en que la familia Brewer lleva adelante su duelo, la intrusión de Rose en su cotidianeidad y sobre todo la evolución de cada miembro del clan por separado es, quizá, demasiada tela para cortar en una estructura de menos de dos horas. Quizá una de las mayores debilidades de esta película es la rapidez con que se suceden los distintos eventos, y más allá de que los flashbacks reconstruyen el pasado inmediato de manera eficaz y dinámica, hay transiciones que resultan un tanto bruscas. Bastante inusual si pensamos que se trata de una trama que persigue la sensibilidad del espectador con un tema tan traumático como la pérdida de un hijo y la forma inesperada en que otra vida llega a equilibrar la balanza. El rol más potente está a cargo de Susan Sarandon. Aunque ella no sea más que una parte de la historia, por momentos es el único personaje de peso; se echa sus escenas al hombro con oficio y ofrece una muy destacable performance teniendo en cuenta las limitaciones del guión. Asimismo, hay escenas como la de la familia en el coche al inicio de la película (una larga toma de tres minutos en total silencio, en la que padres e hijo se centran en su propio mundo de dolor) que valen tanto como la historia completa.
Unidos por el drama y el dolor Una pareja de jóvenes charla en un auto. De pronto la tragedia estalla. Así es el primer minuto de Prueba de amor, un profundo drama que narra el dolor de una familia cuando Bennett, el hijo mayor, muere en un accidente de auto. El matrimonio conformado por Allen y Grace (Pierce Brosnan y Susan Sarandon) y el hijo menor Ryan (Johnny Simmons) lidian con el duelo cada uno a su manera, pero todos atormentados por la ausencia de aquel hijo perfecto que todos adoraban. Cuando Rose (Carey Mulligan), una ocasional novia de Bennett, aparece en sus vidas para decirles que lleva en su vientre un hijo de Bennett, todos los conflictos que ya arrastran los personajes explotan. La película transita de una punta a la otra de su metraje una serie de momentos de gran intensidad y dramatismo. Pero a la vez, ese dramatismo, muy bien apuntalado por los grandes actores que la película tiene, no pasa en ningún momento por terrenos originales ni brilla tampoco en las decisiones formales ni narrativas. De hecho es muy fácil confundir este film de cine con aquellos telefilms actuales que, aun con grandes estrellas, se ven limitados por los condicionamientos estéticos del formato televisivo. Para aquellos que gustan de estos festines de lágrimas, la película sin duda cumplirá su cometido. Uno a uno los personajes realizarán su catarsis y el espectador, según se identifique más o menos con cada uno de ellos, podrá realizarla también. Y de verdad que los que amen llorar en el cine tendrán la oportunidad de ir con pañuelos y hacerlo durante gran parte de la trama. Por otro lado, algo de humor, en algunos momentos podrá dar un respiro, porque detrás de tanto drama y detrás del dolor sin alivio que significa la pérdida de un ser amado, la película se reserva un poco de luz y esperanza para aquellos que deben seguir juntos en la vida.
Prueba de amor es una película dirigida a un público especial. Me refiero a los espectadores que no compran refrescos o pochochos en un cine, sino pañuelos para llorar. Este es un melodrama meloso, de esos que buscan la lágrima fácil a cualquier costo. La película remite un poco a Gente Corriente, que se llevó varios Oscars en 1980, tratando una temática similar, con la particularidad que no fue narrada con la inteligencia de Robert Redford, quien supo evitar los lugares comunes y realizó un film más honesto. Acá también tenemos la historia de un matrimonio que atraviesa un duelo por la muerte de su hijo y de un día para el otro tiene que lidiar con la novia del chico fallecido que quedó en la calle y está embarazada. Con esta premisa la directora Shana Feste presenta un collage de situaciones forzadas que buscan hacer emocionar al espectador de cualquier manera posible. Carey Mulligan, quien también se destacó en el estreno de la semana pasada Nunca me olvides, es quien más sobresale por su trabajo, dentro de este elenco que por las figuras que tiene se hubiera esperado una mejor película. Lo peor de todo es que ya vimos a Susan Sarandon en un rol idéntico en Moonlight Mile, hace unos años, que también se centraba en la relación de un matrimonio con el novio de su hija fallecida. Al menos aquel film era mucho menos manipulador y tenía una gran banda de sonido. Prueba de amor, en cambio, es un bodrio difícil de soportar si no sos seguidor de las telenovelas de Thalía.
Anexo de crítica: A pesar de sus altibajos en cuanto a la estructura narrativa y a su visible lastre de telefilm, Prueba de amor es un melodrama sólido que gira en torno a las etapas del duelo por la pérdida en el seno de una familia partida por el dolor y que cuenta con buenas actuaciones de Pierce Brosnan y Carey Mulligan...
Más que un drama, ¡un dramón!, no se olviden los pañuelos descartables Debut de Shana Feste como directora. Un debut potente, en el que Shana no escatima con los golpes bajos en busca de la lágrima del espectador, que termina atragantado hasta el último aliento. El guión también corrió por su cuenta, por lo tanto las escenas son manipuladas a su gusto, siempre derivando al golpe bajo trágico. Con momentos ya transitados en varios films y situaciones trilladas de otros, este drama tiene un par de guiños que se dejan llevar. Los personajes de Brosnan y Sarandon, por momentos, parecen disputarse el quién sufre más la pérdida del hijo, pero más allá de eso, ambos intérpretes manejan las situaciones con muchísimo oficio. Al drama planteado en Prueba de Amor le falta equilibrio. Comienza sumergido en una tragedia y uno espera que en algún momento reflote, pero no es así queridos espectadores, el drama sigue y sigue, sin dar un segundo de respiro. Por momentos nos sumergimos en la empatía y sentimos el dolor de los protagonistas, pero todo se pierde cuando el dolor es expuesto en un tan evidente primerísimo plano. Como consecuencia, el resultado es un drama muy mal trabajado. A llorar, y llorar y salir con un nudo en la garganta.
"Prueba de amor" que no convence Tras haber hecho un solo corto, Shana Feste convenció a Susan Sarandon para protagonizar su opera prima, y a Pierce Brosnan para ser protagonista y productor ejecutivo. Lo que no convence del todo es el resultado. Drama de final feliz donde una familia debe sobrellevar el duelo por la muerte del hijo mayor, e incorporar a la novia que quedó embarazada, «The Greatest», el mayor, tiene muy buen comienzo. Primero, una parte romántica de dos adolescentes, se nota que es la primera vez para ambos, y que se sienten en el aire. Tan en el aire, que al regreso el pavote detiene el auto en medio de la carretera para decir una cosa hermosa y lo aplasta una camioneta. Así, de pronto, en un solo plano, como pasan a veces las cosas. Luego, la escena del entierro, y el largo, silencioso plano del padre, la madre y el hermano menor volviendo a casa, los tres juntos pero sin hablarse, sin abrazarse, cada uno sumido en su propio dolor. Ahí va el título. Pero ahí empieza otra película. Esa otra nace con la aparición de la noviecita, que está de tres meses y no tiene dónde quedarse. El futuro abuelo la acepta y la cuida, quizá demasiado, el futuro tío la acepta y cuida su propio rollo, la suegra no quiere saber nada. Lo que ella piensa de la chica es muy duro, y lo dice. Y también dice algunas incoherencias, se obsesiona por saber en detalle cómo fueron los últimos minutos de su hijo, si éste la nombró, si acaso murió con su nombre en los labios. El de la camioneta está en coma. Allá está ella, atenta a preguntarle apenas se despierte. Se entiende por qué Sarandon aceptó ese papel (además el rodaje fue en Rockland, bonito condado cerca de su casa, y duró apenas un mes). Lo que no se entiende es cómo la historia se fue llenando de situaciones incoherentes, inverosímiles o medio tontas, de esas de repertorio que tienen algunas películas norteamericanas pretendidamente serias. Ahí parece que ésta dura como seis meses, hasta que, previsible y felizmente, todo se arregla. En resumen, daba para más. Pero al menos permite ver algunos buenos trabajos, pensar algo, anotar el nombre de Michael Shannon, el comatoso que despierta malhumorado, y recordar otra película del mismo origen, en la que ésta parece inspirarse un poco: «Gente como uno», de Robert Redford. Claro que cuando él asumió la dirección, ya tenía una larga experiencia en los sets, y acudió a señores guionistas. Esa sí, aun siendo medio tramposa, era una obra convincente.
El dolor rompe el tiempo En su libro Antes del fin, Ernesto Sábato escribe un capítulo dedicado a la muerte de su hijo, Jorge Federico Sábato, titulado -al igual que esta critica- El dolor rompe el tiempo. Allí don Ernesto describe desgarradoramente y con talento, recuerdos, dolores, anécdotas sobre su hijo a modo de duelo literario. Además habla de cómo el dolor y la tragedia destruyen el paso subjetivo del tiempo, algo que todos sospechamos o hemos experimentado: el tiempo roto fluyendo discontinuo, excesivamente largo o desesperadamente corto. Hoy que ya no le tengo tanta simpatía a Sábato, todavía reconozco cómo aquellas páginas suyas me impactaron. Prueba de amor viene a hablarnos de lo mismo, pero de manera tosca y a veces ridícula. Vamos por partes, en principio estamos ante la familia Brewer que perdió a uno de sus miembros, el hijo mayor Bennett Brewer (Aaron Johnson). Están atravesando ese duelo cuando aparece Rose (Carey Mulligan), la novia de Bennet, embarazada de tres meses, y allí comienza el conflicto. Así, sin la más minima originalidad, larga este film que hubiera sido más digno de estrenar en el canal Hallmark, pero que en la Argentina se estrena comercialmente, a pesar de ser de 2009, y al parecer sólo porque cuenta con Pierce Brosnan y la siempre rendidora Susan Sarandon, que interpretan a Allen Brewer y Grace Brewer, respectivamente. Prueba de amor nada por una corriente de tedio casi todo el tiempo, son tantos los lugares comunes que la componen que no sólo es previsible, sino que carece de total interés. Shana Feste (directora y guionista) no es capaz de tensionar la historia y llevarla a algún lugar de potencia dramática. Están allí los personajes superficiales, con dos o tres conductas reconocibles, deambulando con su dolor y viviendo algunas arbitrariedades que propone la directora, que son como callejones sin salida para una historia tibia y de demasiada corrección política. Como si Feste se hubiera leído una pila de libros de autoayuda y equilibrio espiritual y nos viene a contar como es que una familia burguesa atraviesa o debe atravesar un dolor. Y si la dirección televisiva y desapasionada de Feste no es suficiente, tenemos al reparto. Susan Sarandon en piloto automático haciendo todo lo que ya le sale por naturaleza, la madre destrozada en busca de respuestas está en su cara, y grita cuando debe gritar y llora desconsoladamente cuando debe llorar aunque no le importe a nadie; Jhonny Simmons quien hace de Ryan Brewer, el hermano menor, un poco adicto a no se sabe bien que droga, y por supuesto atormentado porque todos le prestan atención a su hermano muerto y no a él, que en el fondo también es bueno; es decir, personaje e interpretación sacado del depósito de “elementos de para dramas”. Mulligan compone a Rose como una especie de Juno MacGuff descafeinada. Es quien aporta cierta dulzura pero, como los demás, sólo deambula por ahí en la casa los Brewer. Pero quien está perdido en serio con su interpretación es Brosnan, quien como Allen Brewer aparece con cara de extrañado y cansado durante todo el metraje, como si no supiera bien para dónde ir, como si de repente el agente 007 tuviera familia, y un hijo muriera y no supiera cómo afrontarlo. Así las cosas, he podido leer por ahí que “Prueba de amor es una película para ese público que busca llorar y emocionarse en el cine” (¿?). Por mi parte sólo puedo decir que Prueba de amor no emociona, que ni sus golpes bajos alcanzan para hacer llorar, y aburre con su burocrática falta de garra.
La historia gira alrededor de la familia. Brewer (Susan Sarandon y Pierce Brosnan), cuyas vidas sufren un giro imprevisto con la muerte del hijo mayor (Bennett) en un accidente automovilístico. El padre, la madre y su hermano enfrentan el hecho de manera distinta asumiendo el duelo de manera muy diferente. El padre no lo vuelve a mencionar y trata de llevar la vida sin que ello gravite en los días siguientes; la madre busca respuestas respecto a conocer todo los detalles de los últimos minutos de su hijo; el hermano menor se droga y busca refugio en un grupo de autoayuda. Hay tanto dolor reprimido, en cada uno de ellos manifestado a su manera, que los vínculos van adquiriendo sucesivos grados de desesperación. Al tenso clima familiar se agudiza tres meses más tarde cuando llega a la casa Rose, informándoles que está esperando un hijo de Bennett. Se integra a la familia buscando conocerla más, y tratando de hablar con cada uno de ellos. Se van sucediendo una serie de situaciones, a partir de la obsesión de la madre, que culmina en un estallido emocional del jefe de familia y el reconocimiento del hermano al poder asumir que lo extraña y lamenta roces circunstanciales que los habían distanciado. Rose, con la confirmación del haber sido amada por Bennett y el nacimiento de la hija, abre nuevas esperanzas a este grupo humano. El dolor perdurara siempre, pero el amor ayudará a que, grupal e individualmente, podrán seguir adelante con sus respectivas existencias. Drama intenso correctamente desarrollado en el guión y emotivamente tratado en la realización, más allá de algunas marcaciones acentuadas en demasía, rayanas al melodrama. Buenas actuaciones, con sólidos aportes en el protagonismo asumido por Susan Sarandon y Pierce Brosnan, con un aporte adecuado de los distintos rubros técnicos.
La unión hace la fuerza La opera prima de la directora californiana Shana Feste llega a nuestro país con dos años de demora. En ella se nos platea el drama de los padres luego de la pérdida de un hijo; pero a diferencia de otras películas con la misma temática, aquí el tema queda estancado sobre una situación en particular. Grace y Allen son un matrimonio desde más de dos décadas, como fruto de su relación nacieron dos hijos: Bennett y Ryan. Mientras que el primero es impecable en sus relaciones y académicamente, el segundo, deja mucho que desear, con mal carácter, malos modos y rozando a la adicción a algunas drogas. Por lo pronto una familia con problemas que pueden ser los propios. Una noche, por un absurdo accidente automovilístico muere Bennett, el hijo pródigo. Él tenía una relación amorosa con Rose, una joven compañera del colegio, que en el momento del choque iba con él en el auto. Los padres de Bennett no encuentran consuelo a su tragedia, hasta que un día aparece por la puerta grande Rose, quién tiene una noticia más que importante, iban a ser abuelos. Rose estaba embarazada y el padre de la criatura, fallecido. La película nos muestra las miserias del ser humano ante una muerte tan poco natural como es la de los hijos para los padres; la tristeza que rodea constantemente ese ambiente desde todos los puntos de vista, los padres, el hermano y la novia embarazada. En el desarrollo de la historia se van poniendo en juego otros aspectos de la familia que desconocíamos, y viejos problemas salen a la luz. El problema del film es que toca una y otra vez el mismo tema, sumergiendo al espectador en una cotidianeidad casi fastidiosa, donde parece que nadie quiere seguir adelante. Excepto Rose, que por ese motivo parece ser la fuerza que mueve a la familia a progresar, y también a la película a activarse.
En Prueba de amor, Bennet es un adolescente que muere en un accidente automovilístico tras su primera cita amorosa. Los padres del chico, destrozados, no saben cómo superar la pérdida y es cuando aparece Rose, novia del fallecido quien les dice que esta embarazada. Un argumento sensiblero, que busca la lágrima fácil, a base de golpes bajos y música melancolica. Un dramón sin muchas pretensiones, con actuaciones al borde de la declamación y melodramatica hasta el punto del grotesco, es ideal para espectadores por exigentes.
Preparen los pañuelos No por previsible la historia resulta menos conmovedora; a pocos minutos del comienzo, el drama ya se instaló. Un impresionante accidente termina con la vida de un jovencito y trastorna la vida de su novia embarazada y de su núcleo familiar. A partir de allí, la directora Shana Feste construye un relato interesante, con recursos narrativos atrayentes y apoyado en muy buenas actuaciones. No es sorpresa que Susan Sarandon conmueva al espectador con su repertorio de miradas cargadas de sentimiento y de gestos mínimos pero más que elocuentes; un poco más novedosa resulta la eficacia actoral de Pierce Brosnan en la piel de un padre que no quiere (no puede) abrir las compuertas que contienen su emoción. Carey Mulligan convence desde el principio en el rol de la desprotegida novia del difunto, y Johnny Simmons cubre con acierto al hermano menor, que busca sofocar con drogas y con una pretendida indiferencia el dolor por la inesperada pérdida. No es la primera vez que el tema de la conmoción familiar disparada por la muerte de un hijo se trata en la pantalla. El paralelo con "Gente como uno", aquella joyita que dirigió Robert Redford en 1980, resulta inevitable; aquí, la realizadora hace girar la trama alrededor del personaje de la joven embarazada, pero es indudable que los momentos de mayor carga emotiva están en la descripción de las reacciones de los tres miembros de la familia ante la ausencia del chico fallecido y los intentos que hacen para salir adelante. Shana Feste hace avanzar la historia a partir del accidente y, simétricamente, vuelve atrás en el tiempo para relatar la breve pero intensa relación que tuvo lugar entre los dos enamorados hasta el fatal desenlace. El mayor problema de la película consiste en que por momentos se advierten claramente los hilos del clásico "tearjerker", esos productos diseñados para provocar deliberadamente las lágrimas en el público; sin embargo el resultado es, sin dudas, satisfactorio.
En el nombre del hijo... Lo primero que me llama la atención cuando analizo la fecha de lanzamiento de la película en USA, es que data de fines de julio del 2009. En general, ya este tipo de producción debería ir directo al DVD por dos razones, no es una "major" ni tampoco es un film que merezca mucha atención. Además, mucha gente ya la vió porque sus versiones comerciales domésticas ya llegaron a gran parte del planeta. Así como en muchas oportunidades me extendiendo en desmenuzar algunos productos, después de haber visto "The greatest", me pregunto que puedo decirles, que no puedan descubrir sólo viendo el afiche de la película..."Prueba de amor" es un drama familiar. Chiquito, de esos que el cable ofrece en abundancia y variedad. Bien actuado, de impecable factura técnica, eso sí, pero que a mi gusto, aporta poco para el público general. Claro, hay que pensar que así como hay gente que le gusta el humor escatológico de Torrente (por partir de ejemplos que esta semana están estrenándose en cartelera), hay otra que le gusta ir al cine a ver dramas. "Carilina audience" me gusta llamarles. Es un sector de la audiencia, generalmente femenino (no excluyente) que se dedica a disfrutar del efecto lacrimógeno de ciertos films...y está bien. Son un grupo no mayoritario, pero seguidores fieles de este género. Supongo que la idea de los distribuidores era captarlos para este tardío estreno en nuestras salas. Primer trabajo en la dirección de Shana Feste,"The greatest" es un drama importante. Bah, entendiendo por importante que parte de presentar una historia donde una familia pierde un hijo. El elemento de salida, la dolorosa circunstancia que atraviesa este grupo humano será el eje central donde girará la cinta. La historia comienza cuando una pareja de estudiantes tiene su primera relación sexual. Ellos son Rose (Carey Mulligan) y Bennet (Aaron Johnson), fueron compañeros durante cuatro años y se amaron en silencio durante un largo tiempo.Pero como eran sujetos especiales, nunca habían decidido tomar la iniciativa y conocerse. Finalmente, en el preciso momento en que su relación se materializa, todo se oscurece. En el auto donde están los dos hablando después de haber concretado su encuentro físico (dato importante), otro vehículo lo impacta y el accidente fatal le cuesta la vida a Bennet. Los padres del chico, la famila Brewer, está devastada: el papá, Allen Brewer (Pierre Brosnan) intenta contener al resto, pero la madre, Grace Brewer (Susan Sarandon) está absolutamente desbordada por la situación. Tienen otro hijo, Ryan (Johnny Simmons) quien también no puede manejar la situación, su hermano amado, modelo de identificación central en su vida, ya no está. Luego del entierro, la familia intentará dar un paso adelante para aceptar la pérdida... Pero al tercer mes del luctuoso evento, alguien golpeará su puerta: Rose, la novia de Bennet, quien está embarazada y afirma que es el padre de la criatura era el desaparecido miembro de la familia. A partir de allí, el tema será integrar dificultosamente a la adolescente e intentar entender su relación con el fallecido... Salvo Allen, el resto no sabía de la existencia de Rose y cómo evolucionaba el afecto en la pareja desmembrada por lo cual habrá un mundo a descubrir... En esa vuelta, la llegada de la embarazada traerá esperanza, pero también conflicto en la adaptación.. Por un lado, afrontar la espera de un bebé, heredero de Bennet, Brewer puro, y por el otro, reintegrarse y reformularse como familia. Menuda tarea. La directora construirá cada personaje con dedicación y todos logran convencernos de su rol. Hay sólidas actuaciones, Brosnan y Sarandon despliegan décadas de oficio en la pantalla y dotan de dolorosa humanidad a estos padres, y Carey Mulligan por su parte, muestra toda su dulzura y carisma para mostrarnos el perfil de esta joven mujer dispuesta a coronar su amor con la llegada del hijo del hombre que amó y ya no está. Hay una intensidad correcta, creíble y bien contada. Muy previsible, eso sí. Los rubros técnicos está bien y si les gusta este tipo de películas, seguramente saldrán satisfecho. Por mi parte, no es uno de mis géneros favoritos. Reconozco que me pareció un producto demasiado simple pero no exento de atributos positivos Se deja ver, aunque no aporta mucho más que lo que ofrece.
La habitación del hijo Dos adolescentes, Bennett y Rose acaban de pasar la noche juntos. Están conversando en el auto cuando sufren un terrible accidente donde Bennett muere. Los padres de Bennett -quien era el hijo perfecto de la familia- y su hermano Ryan sentirán un profundo terremoto en sus vidas y transitarán el dolor, abordándolo de diversas formas posibles. Sus diferencias se acentúan cuando Rose aparece en la casa de la familia y dice que está embarazada de Bennett. Con una textura adherida al drama clásico y estrictamente lineal en sus planteos, muestra algunos puntos de contacto con el brillante film de Robert Redford "Gente Como Uno" y todo lo vínculado con la pérdida accidental de un hijo. De todos modos "Prueba de amor" se acerca más a lo que le pasaba al personaje de Nicole Kidman en "Rabbit Hole" (su labor nominada para el Oscar Critica de "Rabbit Hole" aquí) con una necesidad de vincularse fuertemente con el causante del accidente. Aquí tambien hay un interesante vínculo entre la madre y el causante del accidente (una breve pero excelente actuación de Michael Shannon, nominado al Oscar por su papel en "Revolutionary Road") al que ella va a visitar al hospital, esperando que despierte del coma, porque ella insiste en su necesidad de apelar a un testigo que pueda relatarle los últimos minutos de vida de su hijo. Una madre que sigue sin aceptar la pérdida, una padre que se refugia en Rose y apoya totalmente el embarazo de la novia de su hijo y un hermano que necesita recomponer su historia personal -y limpiar la culpa, la rivalidad, los celos y su nuevo rol en la familia- lo que hace mediante un grupo de autoayuda en donde encontrará un posible amor, conforman el panorama de vínculos complejos que intenta abordar la película. Susan Sarandon es un torbellino arrollador en cada escena que aparece demostrando una vez más su talento como actriz. Lamentablemente, a su lado, Brosnan no logra transmitir creíblemente sus sentimientos -y sobre todo en las escenas donde supuestamente debe quebrarse- y Carey Mulligan (a quien vimos hace un tiempo en "Enseñanza de Vida" y recientemente en "Nunca me abandones") aporta frescura y dinamismo a un personaje que se encuentra lleno de contradicciones, y nos regala una nueva y brillante actuación. Con un armado interesante en la presentación y en el desarrollo de los vínculos, desde la dirección se nota más una preocupación por cerrar y resolver de una forma "correcta" y amable todas las historias que de seguir desmembrando a esta familia devastada. Ahí es justamente donde pierde fuerza y credibilidad y ni siquiera las muy buenas actuaciones alcanzan para salvar a la historia del acaramelado naufragio. Pecando de un exceso de subrayado, echa a perder un guión que hubiese ganado vuelo apoyándose en las sutilezas y en los momentos más intimos que descarta totalmente sin darle importancia, primando una narración más clásica y condescendiente con el drama y con la exhibición del sufrimiento en la superficie, trabajo que es justamente opuesto al de "Rabbit Hole" donde los personajes y sus sentimientos tienen un desarrollo notable. "Prueba de amor" es un film que llega a la cartelera con bastante retraso (hay copias circulando en DVD desde hace tiempo) y que no aporta demasiado a la cartelera actual.
Bennett y Rose sufren un accidente automovilístico. Tres meses después, embarazada de su difunto novio, ella decide mudarse a la casa de sus suegros. Allen y Grace no terminaron de asimilar la muerte de su hijo y, en mayor o menor medida, creen que la presencia de la adolescente en su hogar terminará por arruinar los endebles lazos familiares que aún se mantienen en pie. Sin embargo, la interacción de Rose con cada uno de ellos resultará ser justamente lo que necesitaban para volver a ser una familia unida. Tras un impactante comienzo, “Prueba de amor” termina volcándose hacia la sumatoria de lugares comunes, paralelismos previsibles incluidos. Susan Sarandon aporta su corrección habitual, a pesar de lo exacerbada que se encuentra la veta dramática de la historia. El talento de Pierce Brosnan suele aflorar de vez en cuando y ésta no es una de esas ocasiones. A pesar de todo, la simpatía y frescura de Carey Mulligan -garantía de buenas actuaciones- es la perfecta y principal razón para ver este filme.