Nada o nadie nos separará Secretos Ocultos (Marrowbone, 2017), el debut en pantalla grande como realizador del español Sergio G. Sánchez, conocido por haber firmado los guiones de El Orfanato (2007) y Lo Imposible (2012), a su vez dos trabajos dirigidos por su compatriota J.A. Bayona, es una exquisita película de terror que evita el toque pomposo y esquemático del mainstream de nuestros días para privilegiar en cambio la sutileza, el desarrollo de personajes y la dialéctica de las sorpresas que vienen más por el lado de una sensibilidad a flor de piel que de la mano de vueltas de tuerca improvisadas sobre la marcha símil Hollywood. En este sentido se nota el talento de Sánchez a nivel de la estructuración de la historia porque a sus marcas registradas de siempre, vinculadas a los arcanos del pasado y la supervivencia de la familia contra viento y marea, se suma la inteligencia del planteo de base en torno a la incapacidad de escapar de la violencia cuando su estela abarca nuestro círculo intrínseco. La propuesta comienza con la llegada de un clan británico a una zona rural sin especificar de Estados Unidos a fines de la década del 60, compuesto por una matriarca agonizante, Rose Marrowbone (Nicola Harrison), y sus cuatro hijos, los adolescentes Jack (George MacKay), Jane (Mia Goth) y Billy (Charlie Heaton) y el pequeño Sam (Matthew Stagg). Toda la familia viene huyendo del padre, de apellido Fairbairn (Tom Fisher), y por ello deciden ocultarse en la casa donde creció Rose, un lugar idílico y muy destartalado alejado del pueblo en el que conocen a Allie (Anya Taylor-Joy), una muchacha que trabaja de bibliotecaria de la que se hacen amigos de inmediato. La alegría dura poco porque primero fallece la madre y luego arriba el misterioso padre disparando un arma y con intenciones homicidas, frente a lo cual la trama pega un salto hacia adelante en el que todos los jóvenes están vivos aunque determinados detalles nos indican que las cosas no están del todo bien. Este flashforward construye un presente del relato caracterizado por el miedo patológico de los hermanos a los espejos, por la existencia de una “fortaleza” hecha de sábanas y trapos en la que se refugian ante el peligro -ahora representado por lo que Sam interpreta como un fantasma- y finalmente por una planta superior del inmueble totalmente tapiada, dando a entender que algo fue encerrado allí hace ya bastante tiempo. Mientras que Jack, el mayor de la estirpe, procura avanzar en el romance que lo ata a Allie, un abogado metiche llamado Tom Porter (Kyle Soller), encargado de concretar la transferencia de la vivienda a nombre de Rose, pretende extorsionar a la familia exigiéndoles una suma de “dinero sucio” que perteneció a Fairbairn. Para colmo de males, la necesidad de permanecer ocultos hasta que Jack cumpla los 21 años -con el objetivo de que no los separen- además se ve amenazada por la vuelta de esa entidad a la que tanto temen y que habita dentro de los muros del hogar. Sánchez se las arregla de maravillas para apuntalar un devenir que retoma tres premisas centrales del horror y el suspenso de décadas precedentes, a saber: en primera instancia tenemos la pesadilla de contar con visitantes conviviendo con nosotros sin siquiera saberlo, bien en sintonía con Bad Ronald (1974), La Gente Detrás de las Paredes (The People Under the Stairs, 1991) y El Habitante Incierto (2004), en segundo término vienen los dilemas familiares de ultratumba de películas de impronta gótica como Los Otros (The Others, 2001) y la susodicha El Orfanato, y en último lugar está un derrotero psicológico esquizofrénico que nos retrotrae a Psicosis (Psycho, 1960), Demente (Raising Cain, 1992) e Identidad (Identity, 2003). Considerando la ensalada de turno, el director y guionista logra la proeza de conciliar cada elemento con el resto gracias a la idea de ponderar la dimensión melodramática por sobre los artificios sin corazón y automatizados del mainstream actual. A sabiendas de que el dolor y los mecanismos que implementamos para intentar esquivarlo son en gran parte mucho más interesantes que la fuente en sí de la angustia, sea ésta del tenor que sea, en esta oportunidad el español crea un entramado de relaciones muy atractivo en el que cada vez que parece que se asomará un cliché en el horizonte, el realizador nos regala una pequeña sorpresa que despierta la sensación de estar frente a un formidable -y al mismo tiempo humilde- reloj suizo narrativo a la vieja usanza. El elenco en su conjunto ofrece interpretaciones geniales aunque en especial se destaca lo hecho por Taylor-Joy y Goth, dos de las mejores actrices del panorama cinematográfico anglosajón contemporáneo. Aquí Sánchez transforma a la mancomunión doméstica en el núcleo de la historia con la meta de evitar la intromisión del Estado o de terceros y define al amor no como una energía mágica que soluciona los problemas sino como la predisposición a cohabitar con el prójimo aceptando sus pros y contras en igual medida, ya que la soledad a veces es mucho peor…
En un contexto de cine de terror hiperdiseñado para el consenso tanto crítico como de cierto público (que privilegia lo académico), aparecen casos donde el resultado es inusual y donde, de alguna manera, las cosas se organizan teniendo por encima una fuerte voluntad narrativa. Una excepción de este año fue Un lugar en silencio (A Quiet Place) de John Krasinski, que tenía una premisa casi formalista (la idea de sobrevivir a través del silencio) y terminó construyendo un interesante drama familiar. En el caso de la española (aunque hablada en inglés) Secretos ocultos, ya su propio casting proponía una afinidad con algunos hits del momento: Charlie Heaton es el adolescente sensible de Stranger Things, George McKay había trabajado en una adaptación televisiva de Stephen King y Anna Taylor-Joy tuvo su boom con la pretenciosa The Witch. A principios de la década del 2000, con películas como Sexto sentido o El club de la pelea, las historias con “vuelta de tuerca”, esos giros finales sorpresivos concernientes a la identidad de los personajes, eran una moda. Casi siempre eran recursos descartables, que sacrificaban la totalidad del sentido del relato por un efecto de shock. En esa anulación de lo anterior se suele perder lo cimentado previamente para hacerlo chocar con una nueva realidad, que nos indica que había algo que veíamos mal. En los peores casos no veíamos mal, veíamos bien, pero la película decidía cómo llevarnos a ver mal. Podemos enojarnos con la trampa si es oportunista, pero en los mejores casos ver mal era la expresión de nuestra relación con lo evidente. Ver bien no es entonces revelar nuevos datos que no fueron mostrados, sino volver a mostrar lo que siempre pudimos haber visto o notado. La maestría en este punto la tuvo siempre De Palma, siguiendo una lógica hitchcockiana. Secretos ocultos arranca como una tragedia familiar en la historia de la unión entre cuatro hermanos. Tras la muerte de la madre, se nos abre un conflictivo pasado con un padre abusivo. Los hermanos huyen de aquel pasado tratando de construir una nueva vida. El lugar en cuestión es una lúgubre casa, donde también se pone en juego un fino límite entre lo realista y lo fantástico. Sin ánimos de spoilear, la película llega a un punto en el que las cosas se dan vuelta, pero afortunadamente, su núcleo dramático sigue intacto. La realidad presentada es nueva, la anterior había sido fotográficamente tramposa, aunque los indicios estaban por todos lados. Esa tensión con la anterior revela algo: no es que habíamos visto mal, sino que lo que veíamos estaba en otro orden de relato, como si se tratara del despliegue visual (convertido en universo) de la forma de ver de uno de los personajes. Sería absurdo si se tratara de una mera imposición, en este caso el corrimiento no se aparta del drama central. Porque en este film lo importante pasa siempre por la relación con el padre y con los muertos. Al fin y al cabo, como un lugar común (y no por eso malo) del cine de terror, volvemos al tema de los rituales para con los muertos. No voy a adentrarme en determinar si el padre fue muerto o no (porque como el giro es útil sigo sin ánimos de spoilear), pero quizás sea importante entender que en el terror lo profanado se vuelve monstruoso, más aún si pretende ser olvidado. Cosechamos lo que sembramos. En definitiva siempre se trata de un regreso monstruoso, y si entendemos esa parte podríamos, con algunas buenas ideas y estrategias, llegar a un lugar interesante. Actualmente las vueltas de tuerca pasaron de moda. Los espectadores nos dimos cuenta de la trampa, y ya se convirtieron en un recurso barato, poco celebrado, y catalogado como obvio. Pero con Fragmentado (Split, 2016) sorpresivamente, Shyamalan (el rey de la trampa fácil) logró que ante eso se imponga la película y no al revés. Las vueltas de tuerca pueden dejar de ser una simple herramienta de shock para ser un lugar dado en el relato, aceptado, del que se puede partir para luego seguir narrando, expandiendo el universo. Así funciona también Secretos Ocultos. Porque de alguna manera ese universo siempre es relativo, y lo fantástico se ajusta hasta a las explicaciones más realistas: fantástico es el cine y nuestra percepción se nutre de aquello, tal vez volviéndonos un poco locos, pero haciéndonos convivir con las variantes y aspectos de una idea sin que necesitemos una droga o un saber positivo (que en el cine son casi lo mismo) para que nos cure.
Generalmente, y para la decepción de mucha gente, los títulos de películas se traducen al castellano de manera errónea. No es el caso de “Marrowbone” o, mejor dicho, “Secretos ocultos”; si bien su relación no es evidente, se puede descubrir su significado al ver la película dirigida y escrita por Sergio Sánchez. Es al final del film cuando se devela el por qué de un cambio tan drástico en su nombre, aunque para nada errado. La familia Marrowbone decide recluirse en una casa alejada de un pueblo para evitar múltiples problemas que los acechan. Rose (Nicola Harrison) fallece y, en consecuencia, los tres hijos y su única niña deben protegerse por su cuenta. Jack Marrowbone (George MacKay), Sam (Matthew Stagg), Billy (Charlie Heathon) y Jane (Mia Goth) deciden, entonces, enfrentar su futuro que amenaza con separarlos y, además, defender su vida. La música de la película, en un punto, no es funcional: genera el ambiente de una conclusión habiendo transcurrido media hora del largometraje. Luego, igualmente, encaja mejor con el contexto y el aumento de la tensión dentro de cada escena. Es costumbre hacer comentarios, en primer lugar, acerca de la dirección o el guion de la película. En este caso, ante la simplicidad y la aprobación de ambos trabajos, es la musicalización aquello que genera mayores dudas en esta cinta. En cuanto a las actuaciones, curiosamente es Charlie Heathon quien se desempeña mejor entre todo el elenco. Aparenta ser un comentario simple, pero él no es el protagonista. La duda está en por qué no fue elegido él como personaje principal, ya que George MacKay se queda por detrás de su compañero, a pesar de tener el primer rol. Si bien no fue mencionada previamente, también participa Anya Taylor-Joy en esta película. Su actuación se mantiene a la altura de lo que se demanda. Igualmente, no es una observación en cuanto a su actuación, sino a una parte del guion que es innecesaria. La actriz es conocida por su papel en “Fragmentado”; cualquier conexión posible entre “Secretos ocultos” y esta película es una coincidencia innecesaria. Para concluir, el producto de Sergio Sánchez se mantiene de pie. A pesar de cualquier objeción realizada, la idea se desarrolla a un ritmo particular y su desenlace se maneja de forma clara e interesante. Quizás desperdicia mucho tiempo en su presentación, pero resulta en una historia que va a entretenerte desde la mitad de la película hasta el final.
El guionista de las recordadas El orfanato y Lo imposible, el español Sergio G. Sánchez, regresa al territorio de aristas inquietantes con esta producción que cuenta con actores extranjeros y cuya mirada se posa sobre una dramática historia familiar. Secretos ocultos ubica la acción en la década del 60 con cuatro hermanos, los adolescentes Jack -George MacKay-, Jane -Mia Goth-, Billy -Charlie Heaton, el mismo de Stranger Things- y el pequeño Sam -Matthew Stagg-, que se refugian con su madre Rose Marrowbone -Nicola Harrison- en una destartalada granja de los Estados Unidos para escapar de un padre violento. Tras la muerte de Rose, y evitando que los separen hasta que Jack llegue a su mayoría de edad, el inexperto cuarteto deberán hacer frente a un abogado inescrupuloso y a una presencia fantasmagórica que se esconde en el ático del lugar. El escenario escogido es el mejor para desarrollar este relato que juega con el drama y lo sobrenatural a partir de una idea tramposa que se desarrolla con cuidado y sin apuros. Con un peligro que viene del exterior y otro que amenaza desde el corazón mismo de la casa, la película es bienvenidamente atípica dentro del actual panorama del género. Potenciando los miedos infantiles y con la presencia de la bibliotecaria Allie -Anya Taylor-Joy, la actriz argentina de Fragmentado- que se relaciona con Jack, el filme transita por una historia de amor y desamor familiar, en medio de una galería de espejos tapados que deforman la realidad y la rutina de los hermanos. Inquietante y bien actuada, Secretos ocultos atrapa lentamente y extiende sus ecos mortales, acercando a la memoria títulos como La gente detrás de las paredes y Los otros.
Secretos Ocultos: Hola señor Thompson. Una original historia sobre los hermanos que adoptan el apellido Marrowbone para ocultarse en una casa y permanecer lejos de una presencia que los atormenta. Al contarles que la trama de ésta película trata sobre un grupo de jóvenes que permanecen en una antigua casa siendo aterrorizados por un ente desconocido, pensarán que están ante una clásica película de terror. Pero se sorprenderán al ver varios elementos interesantes dentro de este film. El título original de la película es Marrowbone, el cual es el apellido que esta familia adopta luego de que llegasen tres hermanos (Jack, Billy, Sam) y una hermana (Jane) a la casa de la niñez de su madre para comenzar una nueva vida. Los cinco miembros de la familia deciden olvidar el pasado y mirar hacia adelante. Pero su madre fallece, por lo cual deben mantenerse en ocultos hasta que el mayor, Jack, cumpla 21 años, por eso realizan una promesa de que todos permanecerán juntos, todos serán uno. y todo parece marchar bien, conocen a una vecina llamada (Allie), y siguen con sus vidas, hasta que sucede algo significativo y aparece el título del film para luego encontrarnos 6 meses más tarde en esa casa. Durante el recorrido de la historia habrá varios giros argumentativos. Los secretos que abundan son varios, desde ¿Por qué está eso ahí? ¿De que se escapan? Y muchas más. El guion escrito por el mismo director, Sergio G. Sánchez, juega con las expectativas clásicas que podríamos tener los amantes del género. Desde la aparición de una canción de The Beach Boys, y la tradicional acción de ocultar los espejos, la cual no es por la razón que uno imagina. Las respuestas a las preguntas que abundan en nuestras mentes son respondidas de manera satisfactoria. Sánchez, deja de ser el guionista de J.A. Bayona (Que aquí está como productor, pero se fue para Jurassic World: Fallen Kingdom) para dirigir por primera vez un escrito propio, el cual habla sobre la soledad, la familia, con pizcas de locura y el amor. No llega a ser igual de emocionante que la nominada al Oscar The Impossible (2012), ni tan terrorífica como El Orfanato (2007) pero rescata el sentimiento familiar y de pertenencia que a la vez estimulan esa sensación de soledad. El debut de Sánchez a cargo de la cámara resalta la belleza del paisaje, utilizando su tierra natal, Asturias – España -, y a la ciudad Tarrassa de la provincia de Barcelona, con pocas locaciones como la casa, teniendo la visión económica aprovechable para realizar el film. Asimismo con Xavier Gimenez como director de fotografía ayuda a retratar el sombrío trastorno que fluye en el ambiente. Los jóvenes personajes están muy bien definidos, desde el hermano mayor que se responsabiliza en cuidar a todos, llamado Jack interpretado por George Mackay (Captain Fantastic). El rebelde, Billy, que interpreta Charlie Heaton (Stranger Things), la hermana sensible y gentil, Jane, realizada por Mia Goth (Everest) y el niño asustadizo, Sam, que nos entrega los momentos con más tensión, siendo interpretado por Matthew Stagg (Macbeth). Además está la joven de la cual se enamora Jack, representada por “nuestra” Anya Taylor-Joy (The VVitch, Split) quien parece estar acostumbrada a tratar con cierto tipo de personajes. A lo largo de la película los giros dramáticos cambian la condición de la historia. Todo lo que inicia de una forma empieza a tornarse más y más tenebroso. Pasando por géneros como el drama y el suspenso. Este monstruo que atormenta a los hermanos es uno de los antagonistas del film, que puede que cambie de maneras de espantarlos pero en sí representa el pasado que los angustia. Toda la película es una oscuridad cubierta por un velo de iluminación bastante delicado y suave, que se ve abatido por el ente enigmático que nuclea la historia del film.
Secretos Ocultos: Un muerto en el placard. Sergio G. Sánchez dirige esta mezcla de drama familiar con thriller y película de horror con un resultado desparejo que se sostiene gracias a su sólido elenco y a un destacado diseño de producción. Sergio Sánchez, guionista de películas como El Orfanato (2007) y Lo Imposible (2012), realiza su debut cinematográfico en esta cinta de habla inglesa que tiene algunos momentos y climas bastante logrados pero que quizás se termina enredando al tratar de tomar cosas de diversos géneros. Es como que el film intenta ser demasiadas cosas pero concluye sin ser ninguna de todas estas. El largometraje cuenta la historia de una familia británica que se instala en una estancia ubicada en una zona rural de los Estados Unidos. Corren los años ’60 y Rose Marrowbone (Nicola Harrison), y sus cuatro hijos, Jack (George MacKay), Jane (Mia Goth), Billy (Charlie Heaton) y Sam (Matthew Stagg) buscan un nuevo comienzo luego de haber atravesado por una traumática y violenta experiencia con el patriarca del núcleo familiar. Es por ello que deciden ocultarse en la casa donde creció Rose, un lugar apacible y alejado del pueblo que lleva el apellido de soltera de la mujer “Marrowbone”. Los chicos conocerán a Allie (Anya Taylor-Joy), una muchacha que trabaja de bibliotecaria, que rápidamente se hará un lugar en los corazones de los Marrowbone, especialmente en el de Jack. La alegría durará poco porque primero fallece la madre y sus hijos deberán recluirse hasta que el mayor cumpla los 21 años de edad así la propiedad les queda a su nombre y al mismo tiempo Jack consigue ser el tutor o encargado de sus hermanos menores. Sin embargo, la presencia del padre y del abogado Tom Porter (Kyle Soller), encargado de concretar la transferencia de la vivienda a nombre de Rose, les traerá problemas a este grupo de chicos obligados a crecer apresuradamente ante los continuos infortunios que atraviesa su estirpe. La cinta, cuyo nombre original es “El Secreto de Marrowbone”, toma mecanismos de otras propuestas de horror y suspenso conocidas, tales como la mencionada El Orfanato, Los Otros (2001), Sexto Sentido (1999), Psicosis (1960) y ciertos elementos de dramas como por ejemplo El Seductor (2017). Es en esa miscelánea heterogénea que la película comienza a tambalear a diferencia de cuando se aboca principalmente al drama familiar. Cuando la obra se vuelca esencialmente a las contrariedades de los Marrowbone, funciona e incluso genera cierta incertidumbre en el espectador respecto al trasfondo que rodea a los protagonistas y a los secretos que esconden. En cambio, cuando el film intenta volverse más paranormal se pierde la fuerza narrativa que había generado anteriormente. No obstante, el resultado llega a ser satisfactorio gracias a las sentidas e inspiradas interpretaciones del joven reparto, entre los que se destacan Anya Taylor-Joy (Fragmentado), George MacKay (Captain Fantastic) y Charlie Heaton (Stranger Things). Hubiera sido más interesante un desarrollo más pronunciado de Heaton, Joy y el resto de los hermanos, ya que tienen menos progreso o pulsiones dramáticas que el interesante personaje de MacKay. Este hecho hubiera significado una mayor relevancia de la vuelta de tuerca del final, sobre todo que concluyendo el segundo acto se nota un tanto predecible. Por el lado de los aspectos técnicos se destaca el vestuario, el arte y todo lo relacionado con el diseño de producción, al igual que la fotografía de Xavi Giménez (El Maquinista) que logra homogeneizar las líneas temporales y ese sentimiento nostálgico de los sesenta. En síntesis, Secretos Ocultos resulta ser un divertimento ligeramente efectivo que no llega a explotar todo el potencial que traía aparejado a nivel narrativo, pero que igualmente consigue entretener gracias a una prolija ejecución técnica e interpretativa. Un film que se hubiera beneficiado de haberse decidido por un solo género.
Luego de la muerte de su madre, cuatro hermanos están obligados a refugiarse en una antigua casa hasta que el mayor de ellos cumpla 21 años y pueda hacerse cargo del resto, y logren mantenerse unidos. A partir de entonces, las cosas empiezan a empeorar y los espíritus de la casa aparecen. Esta producción de Sergio Sánchez (guionista de El orfanato, Lo imposible y Palmeras en la nieve) se lanza como el primer proyecto escrito y dirigido por él, en busca de crear una historia de suspenso que mantenga a los espectadores en el borde de su asiento. Secretos ocultos nos trae a la pantalla grande actores que ya teníamos vistos de otras películas o serie: Charlie Heaton (Stranger Things), George MacKay (Capitán Fantástico), Anya Taylor-Joy (La bruja) y Mia Goth (La cura siniestra); y les da una vuelta de tuerca sus personajes. Las actuaciones de los cuatro hermanos protagonistas es lo mejor con lo que cuenta la película, muestra otra faceta de estos actores y actrices. Otro aspecto para destacar es el despliegue técnico de la película. Se nota que Secretos ocultos tuvo un gran presupuesto ya que lo que respecta a lo audiovisual es impecable. Todo parece estar medido a la perfección y tiene una fuerza visual que sorprende. Sánchez logra entrelazar diferentes géneros, la historia es una mezcla entre un drama familiar, una historia de terror y lo supernatural. La película tiene un primer acto muy fuerte y consistente pero todo se desmorona hacia el final. El desenlace arruina todo lo que fue creando la película desde el comienzo. Si bien Secretos ocultos cae en algunos clichés de las películas con fenómenos paranormales como los espíritus, crea un suspenso que se mantiene a flote gracias a las actuaciones de los personajes y la fotografía más que el guion. Hacia el final, el guión decae y deja al espectador con sentimientos encontrados.
Sergio Gutiérrez Sánchez debuta aquí como director de largometraje, con parte del equipo de producción y técnico de la película “El orfanato” donde el fue el guionista (dirigida por Juan Antonio Bayona) Para escribir su propio guión y filmarlo ubicó la historia en un lugar no determinado de Maine en EEUU, aunque el film se hizo en su Asturias natal. La historia es la de una familia de la poco sabemos, una madre con sus cuatro hijos que se mudan a su casa familiar, cambian su apellido y solo desean olvidar el pasado. En la crujiente casona ella traza una línea en el polvo y asegura que el que cruce tendrá un nuevo comienzo. Cuando ese madre esta por morir le pide al hijo mayor que nunca abandone a sus hermanos y que oculte su desaparición hasta cumplir la mayoría de edad y poder hacerse cargo de ellos. Esa historia, definida por su creador como con una estructura de muñecas rusas, revela en cada giro una nueva información que recién se conocerá por completo en el final. Todo el clima narrativo apela al terror, a los fantasmas, a un suspenso creciente, y también a una historia de amor, celos y poder, que cierra con lógica. Realizada con perfección técnica en una casa real, con mucho aprovechamiento de la luz natural, lo siniestro esta siempre presente con pocos sustos, pero si con una tensión permanente que no decae. Una delicada historia tensa y en algún momento previsible, pero que entretiene al espectador del principio al fin. No hay truculencias ni golpes bajos, es mas la expectativa que genera que el verdadero horror, y se transforma en una elegante pieza que reluce en un género generalmente poblado de lugares obvios y trampas truculentas. No innova, recuerda a otras producciones del género, pero tiene cualidades propias. Con un elenco muy bien elegido que rinde y se luce: Anya Taylor Joy (vivió de niña en nuestro país), George MacKay (“Capitán Fantástico), Charlie Heaton (Stranger Things), Mia Goth y el encantador pequeño Matthew Stagg.
Los hermanos sean unidos Película de climas y logradas interpretaciones, Secretos ocultos (Marrowbone, 2017) es la puesta al día de historias de fantasmas que esconden, en realidad, una oscuridad más grande que la de los propios monstruos que acechan a sus protagonistas. Inscripta en cierta corriente sobrenatural del cine de género, que aprovecha el fuera de campo como base argumentativa, esta historia de los hermanos que deben enfrentarse a la sociedad (su principal amenaza) para sobrevivir de alguna manera, tiene puntos de contacto con propuestas como Los otros (The others, 2001) y La dama de negro (The woman in black, 2012), entre otras. Cuatro hermanos a la deriva en una derruida casa, es la excusa ideal para hablar del amor fraternal, y de un coming of age de los protagonistas en los que los recelos entre ellos y el misterio tras la desaparición de uno de los miembros de la familia, son solo alguno de los disparadores del conflicto y la tensión necesaria para avanzar en el relato. Construida sobre la base de las interpretaciones, el principal riesgo que corre esta película dirigida con solvencia por Sergio G. Sánchez, es el de entenderse como producto de terror básico. Secretos ocultos posee una progresión narrativa lenta, y suma pocos sobresaltos a lo largo de su metraje, acercándose más al melodrama que al género con la que se comercializa. Con esta salvedad, que puede afectar a quién se acerque para buscar sangre y muerte en el relato, el film propone una mirada sobre los personajes que presenta, y aquellos antagonistas que se suman, para resolver con habilidad sus premisas adicionando el misterio que tras las paredes de la casa se esconde. La docilidad de los cuerpos de los personajes, que viven un idilio entre ellos y el lugar que llegan para habitar, rápidamente se verá trastocada por un salto temporal en el que se refuerza el halo de intriga necesario para generar el interés en el desarrollo de la historia. Importa mucho menos los pasos que ellos dan dentro de la vivienda, que los sentimientos y percepciones de los otros hacia ellos. La casa es construida en la pantalla como una fortaleza, como el lugar de sosiego, pese a que los ruidos de los viejos pisos y la decisión de esconder los espejos (para evitar los reflejos) responden a ciertas convenciones que terminan, hacia el final, por desentrañar la dolorosa verdad de la historia. A las logradas interpretaciones de los actores protagónicos que representan a los hermanos (George MacKay, Charlie Heaton, Mia Goth, Matthew Stagg) se suman dos personajes que determinarán su accionar (Anya Taylor-Joy y Kyle Soller), una mujer que se convertirá en el objeto de deseo de uno de ellos y un abogado sin escrúpulos que comenzará a agobiar al grupo con requerimientos técnicos que inevitablemente precipitarán el desenlace de los conflictos. Algunos giros de la historia, ubicados estratégicamente hacia el final para sorprender narrativamente, resienten la lograda progresión y construcción dramática de una propuesta que prefiere crear atmósferas y climas, subrayar la tensión, y enternecer al espectador con una serie de personajes que revelarán la necesidad de esconderse y aislarse en esa vivienda abandonada, más que asustar con sangre y muertes.
Secretos ocultos representa el debut en la dirección de Sergio Sánchez, quien fue el guionista de películas españolas populares como El orfanato y Lo imposible, ambas realizadas por Juan Antonio Bayona. En su ópera prima ofrece un relato demasiado familiar con supuestas casas embrujadas y fantasmas que vimos infinidades de veces en otras producciones, con la particularidad que en este caso se hizo más hincapié en los aspectos dramáticos del conflicto. Esta es una película que demanda bastante paciencia del espectador ya que el misterio se desarrolla de un modo pausado. De hecho, hasta la primera hora del film no hay ninguna situación sólida que permita vincular a esta producción con el género de terror. Llama la atención que en su primera incursión como director Sánchez no se jugara un poco más con un guión original, en lugar de copiar clichés que los seguidores del cine de horror vieron hasta el hartazgo, inclusive dentro de la producción española. El film se queda corto en materia de situaciones intensas y los giros sorpresivos del argumento son muy predecibles, algo que debilita considerablemente a esta propuesta. Sobre todo cuando te encontrás en definitiva con una película que tiene poco que ver con lo que venden los trailers. Por los menos hasta el 2028, en España deberían dejar de imitar las historias de Alejandro Amenábar (Los otros) en este género porque no da para más. Lo mejor de Secretos ocultos pasa por las sólidas actuaciones de George McKay (Capitán fantástico) y Anya Taylor-Joy (La bruja), quienes contribuyen con su talento a tapar los elementos más flojos de la historia. Ambos están muy bien en sus personajes y ella especialmente le da una sensibilidad a su rol que genera una empatía con el dramón que traviesan los protagonistas. En la parte técnica la película es redonda y no se le puede objetar nada. Sobresale especialmente las tareas del director de fotografía Xavi Giménez (El maquinista) y la música de Fernando Velázquez (el orfanato), dos grandes colaboradores de Sánchez que supo aprovechar en este proyecto. Secretos ocultos será más disfrutada por aquellos espectadores que no les gusta tanto el cine de terror y se engancharán con el drama, más que los seguidores habituales del género que encontrarán en esta producción un gran deja vú cinematográfico.
HOGAR, DULCE HOGAR Terror y drama familiar, bien cómo nos gusta. El terror español tiene un gustito especial, y aunque “Secretos Ocultos” (Marrowbone, 2017) pueda confundirse fácilmente con una obra norteamericana debido a su elenco, el estilo europeo está presente en cada uno de sus climas y narrativas. Imposible no conectar con películas como “Los Otros” (2001) de Alejandro Amenábar o “El Orfanato” (2007) de J.A. Bayona, sobre todo si tenemos en cuenta que el guionista de esta última, Sergio G. Sánchez, acá se despacha con su ópera prima cinematográfica. Las casas, embrujadas o no, tiene un atractivo especial cuando se trata de relatos de misterio y terror. Marrowbone –una destartalada casona situada en algún paisaje rural de Estados Unidos- se convierte en un refugio para Rose (Nicola Harrison) y sus cuatro hijos -Jack (20), Jane (19), Billy (18) y Sam (5)-, cuando deciden abandonar su hogar en Gran Bretaña y comenzar una nueva vida desde cero del otro lado del charco, escapando de algo oscuro y peligroso. Estamos en 1969, los Marrowbone (adoptando como nuevo apellido el nombre de la finca donde creció mamá Rose) viven contentos y felices alejados, incluso del pueblo. Pronto se cruzan con Allie (Anya Taylor-Joy), vecina de una granja cercana, con quien entablan amistad y comparten sus mejores momentos... y hasta un poquito de romance, en el caso de Jack. Todo cambia cuando la salud de la madre empeora y fallece al poco tiempo, teniendo que dejar al mayor a cargo de todo. Al ser menores de edad, el estado puede separarlos, así que los hermanos van a permanecer ocultos hasta que Jack (George MacKay) cumpla los 21 años. Los primeros seis meses logran salir adelante y superar la muerte de mamá, pero el pasado viene a buscarlos y esa estabilidad cambia para siempre. La historia da un paso más hacia adelante, y tiempo después, los chicos viven más aislados que nunca, la belleza de la casa se vino abajo y un fantasma oculto entre las paredes amenaza con volver a perturbar sus días. Este no es el único problema que deben enfrentar, ya que es momento de transferir la finca legalmente a manos de Rose, pero ni el abogado del pueblo, Tom (Kyle Soller) –un tipo ambicioso que también intenta cortejar a la joven Allie, ahora noviecita de Jack-, sabe que la señora pasó a mejor vida. La unión fraternal y el amor se ponen a prueba. El pasado amenaza con oscurecer el presente, y a Jack le toca lidiar con todo esto, convertido en el responsable de esta familia. Sánchez cuenta con un gran elenco (sumemos al resto de los niñitos: Charlie Heaton, Mia Goth y Matthew Stagg) que lleva adelante su historia, pero la casa en particular, y sus alrededores, se transforman en un protagonista más, indispensable para guiarnos por todos los recovecos de este relato. En “Secretos Ocultos”, el drama familiar es tan importante como los climas de terror que Sánchez (también guionista de la película) logra generar. Nos interesan estos chicos y su bienestar, por eso los queremos ver triunfar a toda costa y resulta un poco frustrante cada vez que aparece una piedra en su camino. Hay algo muy hitchcockiano en esta historia y, a pesar de algunos plots y personajes mal llevados, nos sorprende con cada uno de sus giros y revelaciones. La fotografía de Xavi Giménez y la música de Fernando Velázquez se complementan a la perfección con la ambientación de Patrick Salvador y su atención a los detalles para recrear esta época de finales de los sesenta. Igual, Marrowbone parece anclada en el tiempo, un tiempo más sencillo y feliz para estos hermanos que pasan sus días entre tareas hogareñas y juegos que los mantienen unidos y alejados del resto del mundo por decisión propia. Jack es el único que se aventura hasta el pueblo de vez en cuando para comprar provisiones, pero el encierro empieza a hacer estragos en sus hermanos, sobre todo Billy, demasiado rebelde como para mantenerse encerrado entre los confines de la casa. Por ahí también van a venir algunos conflictos, y los problemas del argumento que, por momentos, se centra demasiado en algunos personajes y se olvida de desarrollar el resto. El realizador recupera un terror/suspenso más clásico, de atmósferas y situaciones. Se toma su tiempo para meternos en la historia (tal vez demasiado) y cuando llega el final, apresura la definición de todos los conflictos. No es que esté mal, ojo, pero se siente desprolijo y, en parte, desbalancea el gran relato que fue construyendo. Mientras MacKay, que ya enfrentó quilombos familiares en la maravillosa “Capitán Fantástico” (Capitán Fantástico, 2016), se destaca y se convierte en el pilar de la historia, Sánchez desaprovecha al resto de sus jóvenes protagonistas, aunque haya cierta razón para hacerlo (claro que no se las voy a contar). Lo mismo ocurre con Anya Taylor-Joy que, a esta altura, ya a se convirtió en una a habitué del género terrorífico. Por el contrario, las malas intenciones del personaje de Soller resultan un lugar demasiado común y, por momentos innecesarias, que pueden percibirse a la legua. En general, “Secretos Ocultos” cumple con lo que promete, y podría ser una obra aún mayor si puliera estos pequeños detalles. El suspenso funciona muy bien, en parte, gracias a la ambientación y los paisajes (de Barcelona), pero se destaca mucho más por el drama familiar, más que por los sustos que intenta generar con los supuestos fantasmas que habitan esta casona. LO MEJOR: - Los climas que genera. - El drama familiar por sobre lo sustos. - La casa como un personaje más LO PEOR: - Muchos personajes desaprovechados. - Cierta desprolijidad y apuro en la narración.
Clarín ESPECTÁCULOS SUSCRIBITE INGRESAR 18/07/2018 - 18:18 Clarin.comEspectáculosCine Regular Crítica de "Secretos ocultos": Papá se volvió loco El guionista de "El orfanato" debuta como director con este drama de suspenso, que empieza bien y desbarranca. La película promete, y luego cae en algunos clisés. FOTO: DIGICINE Gaspar Zimerman Gaspar Zimerman Comentarios Críticas De CineSpotPelículas De Terror Sergio G. Sánchez se hizo un nombre como guionista de El orfanato y Lo imposible, de Juan Antonio Bayona, dos de las películas españolas más taquilleras de la historia. Ahora, con Bayona como productor ejecutivo, debuta como director de un largometraje con este cuento con tintes góticos, cargado de suspenso, que empieza como un drama familiar y va virando hacia el terror. Secretos ocultos -redundante título local que reemplaza al original, Marrowbone- es una producción española filmada en Asturias, pero hablada en inglés, ambientada en los Estados Unidos de fines de los ’60 y protagonizada por un elenco de jóvenes promesas, entre ellas Anya Taylor-Joy (que brilló en La bruja), Charlie Heaton (el hermano freak del nene desaparecido en Stranger Things) y Mia Goth (de destacado papel en la posapocalíptica The Survivalist). Sánchez maneja bien los tiempos y va descubriendo de a poco las cartas de la historia. Una mujer y sus cuatro hijos llegan desde Inglaterra a Norteamérica y se recluyen en una casona rural alejada del mundanal ruido. Vienen huyendo del padre de los chicos; cuando la madre muera, ellos permanecerán escondidos tanto del hombre como del resto del mundo, porque al ser menores de edad corren el riesgo de terminar en un orfanato. Pero ese refugio tal vez no sea tan seguro como ellos creen: hay un ático -cuándo no- del que llegan sonidos inquietantes. Los misterios que rodean a esos tres adolescentes y ese nene son varios, y hacen que, durante la primera mitad, el relato se sobreponga a su tono edulcorado y resulte atrapante. Hasta que empiezan a llegar las explicaciones, y todo lo construido hasta ese momento se derrumba. Entre vueltas de tuerca forzadas y giros efectistas, Secretos ocultos se revela como una película engañosa, de esas que, en el afán por sorprender, terminan estafando a los espectadores ocultándoles información. Y, además, para tal fin utiliza recursos demasiado vistos, al punto de que sólo citar su constelación de referencias fílmicas equivale a spoilearla y arruinar el chiste irremediablemente.
En la línea de los films españoles de Guillermo del Toro, Los otros, de Alejandro Amenábar, y El orfanatoy Un monstruo viene a verme, de J. A. Bayona, Secretos ocultos es un drama familiar con todos los ornamentos del thriller psicológico y elementos propios del terror fantástico, con una maldición fantasmal que acosa a unos jóvenes huérfanos en el ámbito de una casa que cruje a cada paso y en la que se registrarán diversos hechos sobrenaturales. Secretos ocultos es el debut en la dirección de Sergio G. Sánchez, guionista tanto de El orfanato como de Lo imposible. En ese sentido hay que indicar que el universo de esta ópera prima es absolutamente fiel a sus obsesiones por el terror gótico, pero el resultado final no está a la altura de sus antecedentes como escritor. Aunque financiado y rodado en España, el film está hablado en inglés y ambientado en una ciudad costera de los Estados Unidos, en 1969. Los protagonistas son cuatro hermanos británicos (adolescentes y niños) que pierden a su madre y se han liberado (o eso creen) de la crueldad de su padre. Refugiados en una decadente casona tratan de pasar inadvertidos, pero el pasado los condena y los traumas los acechan. Lo mejor que puede decirse del film es que se trata de un producto prolijo, de impecable factura técnica, pero al mismo tiempo todo parece demasiado mecánico y un poco forzado. Los giros de guion, las actuaciones y los conflictos psicológicos son de manual. Un ejercicio de estilo sin demasiado riesgo ni sorpresa.
Llega a nuestro país, “Secretos Ocultos”, dirigida por el español Sergio Gutiérrez Sánchez, autor de la excelente película “El Orfanato” (2007) y de “Lo Imposible” (2012) .Este nuevo film relata una historia de familia. El comienzo lo marca la llegada de la madre Rose Marrowbone (Nicola Harrison) y sus 4 hijos, Jack (George MacKay), Jane (Mia Goth), Billy (Charlie Heaton, el adolescente de “ Stranger Things”), y el pequeño Sam (Mathew Stagg) escapando de un marido y padre violento a una granja dentro de una zona rural de Estados Unidos en la década del 60’ donde se crió Rose. Lamentablemente la felicidad dura poco porque su madre enferma y muere y ellos juran mantenerse unidos para siempre contra todos y a cualquier precio. El problema es que Jack debe tener 21 años para hacerse cargo de sus hermanos y faltan unos días para que cumpla la mayoría de edad...y hay un abogado llamado Tom Porter (Kyle Soller) que exige firmar la transferencia de la casa para cobrar el dinero y complica la situación.Los chicos sólo cuentan con un dinero del padre malhabido que no desean utilizar, ya que lo consideran “sucio”. Por otro lado, los hermanos conocen a Allie (Anya Taylor-Joy) y se hacen amigos, aunque con Jack nace algo más que una amistad. En forma paralela alguien misterioso comienza a quebrar la paz del hogar, ya que viven escuchando ruidos y todos tienen miedo a los espejos, que permanecen tapados por sábanas, y la planta alta, tapiada, lo que nos hace sospechar que algo se esconde allí.Cada uno de estos temas es manejado por su director con maestría, con la dosis justa de suspenso, y muy buenas actuaciones. No es una película de terror a mi juicio, pero la tensión es constante. --- https://www.youtube.com/watch?v=fpHwJEM4JgY --- TITULO ORIGINAL: Marrowbone ACTORES: Anya Taylor-Joy, Charlie Heaton, George MacKay, Mia Goth.
Una presencia bastante freudiana Freudiana, y mucho, Secretos ocultos es la ópera prima del hasta ahora guionista asturiano Sergio Sánchez, cuyo currículum en esa área incluye dos grandes éxitos como El orfanato (2007) y Lo imposible (2012), que sirvieron para proyectar internacionalmente a su compatriota Juan Antonio Bayona, director de la última entrega de la saga Jurassic World. Autor de media docena de guiones que suelen trabajar sobre el suspenso y las historias de miedo, Sánchez se mueve en su debut sobre terreno conocido. En este caso cuenta la historia de los cuatro hermanos Marrowbone, que sobre el final de la década de 1960 llegan a los Estados Unidos junto a su madre enferma provenientes de Inglaterra, para escapar de un padre violento. A qué abusos fue sometida esta familia es uno de los misterios que la película irá develando. Portando cada uno su propio trauma, los Marrowbone pronto pierden a su madre, a la que le prometen mantenerse juntos y escondidos hasta que en unos meses Jack, el mayor, cumpla 21 años y pueda asumir la tutela legal de los tres menores, Billie, Jane y Sam. Pero pronto comenzarán a sentir una presencia en la casa que se manifiesta a través de lúgubres manchas de humedad o de un enorme espejo roto que, colgado sobre la escalera, domina todos los espacios de la casa que ahora habitan solos. Sánchez urde una trama con los temores de cada protagonista, hasta convertirlos en máscaras de un miedo mayor vinculado a la ausencia del padre, que acecha fuera de campo. La espera se vuelve múltiple en el encierro, alimentando la tensión entre las amenazas interiores (el “fantasma” con el que deben convivir) y las exteriores, como el regreso latente del padre o la presencia de un joven abogado que acosa a los jóvenes con una hipoteca que pesa sobre su hogar. Jorge Luis Borges escribió alguna vez (y siempre es oportuno citarlo) que los espejos y la cópula son siniestros porque multiplican a los hombres. Algo de eso habita en el temor que los protagonistas sienten por sus propios reflejos, que los obliga a cubrir o esconder todos los espejos de la casa. Lo mismo ocurre con el cuarto de la madre, que desde su muerte permanece cerrado para evitar que el pequeño Sam entre en él, o con la culpa que arrastra Jack, sobrecargado en el rol de hermano mayor. Como se dijo, todos los caminos en el guion de Secretos ocultos conducen al padre del psicoanálisis; a veces de forma ingeniosa y otras de un modo que sin llegar a ser grosero no deja de ser obvio. Y si la frase de Borges señala a la multiplicación como un vehículo de degradación, entonces es oportuno aplicar ese concepto a las profusas vueltas de tuerca de un guion que de tanto girarla termina falseando la rosca. Tratando de evitar los lugares comunes de las películas de fantasmas, que por otra parte el guión no se priva de sugerir, Sánchez va siempre un paso más allá, haciendo que cada nuevo giro, en lugar de sumarle peso dramático a la historia, la vayan aligerando hasta volverla casi inocua. Una lástima para una película que desde lo estético prometía más.
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Este es el debut como director del guionista de "El orfanato", y aunque guarda un estilo similar digamos que hay terror con niños involucrados- la verdad es que ésta es superior. "Secretos ocultos" además es muy interesante como ejemplo de producción española filmada en inglés para el mercado internacional, que recuerda a los intentos del talentoso Bigas Luna con títulos como "Anguish" y "Reborn", films de culto que sin embargo no tuvieron la repercusión que merecían. El film comienza con una madre y sus hijos llegando a un caserón en Estados Unidos en el que cambiarán su nombre por Marrowbone para alejarse de un oscuro y conflictivo pasado en Inglaterra. Pero la madre está enferma y muere, y los chicos quedan al cuidado del hermano mayor, que los presiona para vivir aislados del pueblo, donde el sólo tiene relación con un abogado y con una chica que conoció de una manera pintoresca cuando llegaron a la casona. Pronto la chica se va dando cuenta que a estos hermanos les pasan cosas raras, y el espectador va viviendo situaciones terroríficas que los afecta hasta llegar a un descenlace que tiene de todo. Este tremendo melodrama de terror tiene algo de "Psicosis", de films de fantasmas y logra dar los giros inesperados a tiempo para que el público se sorprenda. Para lograrlo tal vez se demora en escenas que no son tan interesantes, insertadas en medio de muchas secuencias que siítienen un suspenso y un terror apabullante. En el medio de todo esto hay también imágenes hermosísimas muy logradas por este guionista que demuestra ser también muy buen director.
HERMANOS DE SANGRE. Secretos ocultos (Marrowbone en Estados Unidos y El secreto de Marrowbone en España) es una producción española hablada en inglés. Esta ópera prima dirigida por Sergio G. Sánchez contiene muchos de los elementos del cine de terror que el propio Sánchez desplegó en su guión de El orfanato (2007). La película cuenta la historia de cuatro hermanos provenientes de Inglaterra que junto con la madre escapan de su padre criminal para iniciar una nueva vida en las afuera de un pueblo en Estados Unidos. La madre muere y los cuatro hermanos pactan callar su muerte hasta que el mayor cumpla veintiún años y pueda hacerse cargo legalmente de la casa. Entierran a su madre y viven aislados del pueblo, con un mínimo contacto con el afuera. Pero las cosas comienzan a complicarse cuando una presencia siniestra que parece habitar en la vieja casa donde ellos viven. Visualmente parecida a El orfanato, la película de J. A. Bayona (quien aquí es productor) Secretos ocultos es impecable en los aspectos técnicos, incluso por encima del promedio del género. Tampoco busca trucos digitales y busca asustar con las herramientas de la vieja escuela que ofrece el cine. La luz es particularmente importante en la creación de climas, así como el sonido y la música, buscando asustar con la angustia de lo desconocido. Como en películas como la mencionada El orfanato el clima combina el terror con un tono de melancolía que vuelva a la película mucho más fuerte en la emoción. No logra, sin embargo, sostener la calidad inicial hasta el final, donde algunas vueltas de guión distraen la mencionada emoción y nos hace pensar en recursos ingeniosos del director y guionista. Aun así, algunos de esos giros funcionan y hasta el final la película asusta e involucra al espectador, aunque no lo haga con la misma intensidad del comienzo.
“Secretos ocultos”, de Sergio G. Sánchez Por Ricardo Ottone El terror es un género de larga tradición en España y también un producto de exportación. Tanto es así que muchos de los films son producidos claramente apuntando al mercado internacional, a veces en inglés y con actores anglosajones. Es el caso de Secretos ocultos, film de producción española, filmado en Asturias y Cataluña pero ambientado en Estados Unidos (lo cual no constituye ninguna novedad para el fantástico europeo). Su título original, El secreto de Marrowbone, no necesitaba traducción pero a alguien se le ocurrió que era mejor rebautizarlo aquí como Secretos ocultos (de la redundancia mejor no hablar). En la misma línea, su elenco protagónico está compuesto por jóvenes valores del fantástico angloparlante como George MacKay (la miniserie 11.23.63), Mia Goth (La cura siniestra), Charlie Heaton (Stranger Things) y sobre todo Anya Taylor-Joy (La bruja, Fragmentado, Morgan). Una madre y sus cuatro hijos llegan (vuelven) a Estados Unidos desde Europa a la casa de la infancia tratando rehacer su vida y huir de la estela que tiene que ver con el pasado turbio del padre del que en principio sabemos muy poco. La madre enferma y muere al poco tiempo dejando a los hijos huérfanos con la promesa de mantenerse juntos. Para lograr ese cometido deberán vivir aislados en un enorme caserón alejado con la sola complicidad de la bibliotecaria del pueblo cercano (Taylor-Joy). Está situación deberá prolongarse hasta que el mayor (MacKay) cumpla 21 años y pueda hacerse cargo de sus hermanos y evitar así ser separados. Tendrán que hacer frente tanto a las intromisiones del afuera como a una presencia siniestra que acecha en la casa. Sergio G. Sánchez cuenta con un currículum como escritor donde se destaca el guión de El orfanato (2007), una de las películas más relevantes del cine de terror español de los últimos años. Aquel film fue dirigido por Juan Antonio Bayona, quien en los créditos de Secretos ocultos figura como productor ejecutivo y se advierte cierta influencia en este debut en el largometraje de Sánchez (debut a medias, porque ya dirigió el telefilm Las manos del pianista de 2008), algo hay de su impronta, de su estilo y sus atmósferas. Pero más allá de las influencias, como director Sánchez demuestra una visión y un manejo de los recursos cinematográficos, de la puesta en escena y del suspenso que no hacen pensar en un director debutante. Es paradójico, sin embargo, que no manifieste aquí la misma solvencia en el guión que es también de su autoría. Se trata de una mezcla de drama familiar con suspenso y terror, a la vez una historia de crecimiento y toques de melodrama. Es además un film de época que nos avisan que transcurre en 1969 pero salvo por un cuadro de Nixon y un tema de los Beach Boys uno podría creer que está ambientada veinte años antes, algo a lo que puede contribuir su locación rural. Y si de géneros y subgéneros se trata, lo más evidente es cierta adscripción al de casa embrujada o maldita (el famoso Bad Place) donde pasaron cosas terribles en el pasado que repercuten en el presente. Pero aunque apele a ciertos recursos de este tipo de films tampoco se adentra allí del todo. Los dos primeros tercios de película se siguen con interés por lo que va a pasar, uno se preocupa por los personajes, hay climas logrados y atmósferas sutiles. La trama avanza lentamente pero de manera firme. Sánchez va construyendo pacientemente una sensación de inquietud y de inminencia de un peligro que es impreciso, que a veces no se alcanza a entender bien de qué se trata, pero siempre presente, algo que no se define y podría ser del orden de lo sobrenatural o de la sugestión. El problema reside en la resolución, en la elección agotadora de los giros y vueltas de tuerca rebuscadas que le exigen al espectador demasiada credibilidad e indulgencia. Secretos ocultos es un film ambicioso no necesariamente en el mejor sentido y su mezcla de géneros prometedora al principio no termina de cerrar de manera convincente enredándose en tramas y temporalidades y tratando de manera tramposa, como a veces sucede en estos casos, de pasarse un poco de piola sin que la cuerda le dé para tanto. Queda una sensación algo decepcionante en parte porque la propuesta hacía suponer un desarrollo más sólido y también por la puesta en escena de Sánchez y un elenco que consigue ser creíble aún cuando los giros de la trama no lo son tanto. Quedará para más adelante la posibilidad de que Sánchez pueda desplegar el talento que ya demostró en ambos rubros pero en un mismo film. SECRETOS OCULTOS El secreto de Marrowbone. España. 2017 Dirección: Sergio G. Sánchez. Intérpretes: George MacKay, Mia Goth, Charlie Heaton, Anya Taylor-Joy, Matthew Stagg, Kyle Soller, Nicola Harrison, Tom Fisher. Guión: Sergio G. Sánchez. Fotografía: Xavi Giménez. Música: Fernando Velázquez. Edición: Elena Ruiz. Dirección de Arte: Jaime Anduiza. Producción: Belén Atienza, Álvaro Augustín, Ghislain Barrois. Producción Ejecutiva: Juan Antonio Bayona, Sandra Hermida, Paloma Molina. Diseño de Producción: Patrick Salvador. Distribuye: Digicine. Duración 110 minutos.
Secretos Ocultos (Marrowbone) es la opera prima del español Sergio G. Sánchez, guionista de la exitosa El Orfanato (2007). Ambientada en la década de 1960 en un pueblo rural y desconocido de los Estados Unidos, la historia sigue a cuatro jóvenes hermanos que se mudan a una granja dejando atrás un perturbador y misterioso pasado en Gran Bretaña. Al poco tiempo de instalarse en aquella casona, la matriarca del clan fallece y los hermanos deben mantenerse ocultos hasta que el más grande ellos cumpla la mayoría de edad y ya no puedan separarlos. Pero la Justicia no será la única de la que tengan que protegerse cuando las sombras del pasado vuelvan clamando venganza. La familia unida Protagonizada por nuevos y reconocidos talentos como Anya Taylor-Joy (The Witch), George MacKay (Capitán Fantástico), Charlie Heaton (Stranger Things), Mia Goth (Nymphomaniac) y el pequeño Matthew Stagg, la película nos ofrece un relato mucho más dramático que terrorífico. Aunque el misterio siempre está presente, son pocos los momentos que generan verdadera tensión. La amenaza a la que temen los hermanos y que cobra vida en esta gran morada, se vuelve una excusa para ahondar en los conflictos familiares, los legados, el desarraigo y la culpa. Los aspectos técnicos representan lo más logrado del filme. La cuidada fotografía de Xavi Giménez realza el paisaje natural de este pequeño pueblo cuya localización no se encuentra en Estados Unidos sino en Asturias. Por otro lado, la música a cargo de Fernando Velázquez nos ofrece partituras clásicas nostálgicas y a tono con aquella fibra sensible que expone la trama . Esta ópera prima tiene el lujo de contar también con el cineasta Juan Antonio Bayona como productor, con quien Sánchez trabajó anteriormente El Orfanatoy Lo imposible (2012). Anya – Taylor Joy, como siempre, muy bien El final bastante apresurado contiene un giro sorpresivo que seguramente deje divida a la audiencia, aunque no se puede negar su efectividad. Secretos Ocultos no es una película innovadora ni memorable y puede que los amantes del género de terror se sientan un poco estafados. Sobretodo, teniendo en cuenta la forma en que la han vendido los tráilers. Quienes vayan al cine sin muchas expectativas podrán disfrutar de una película visualmente imponente con un intenso drama tan ligero como atrapante.
ANTE TODO “LA FAMIGLIA UNITA” Gran desilusión será pensar a Secretos ocultos como un film netamente de terror, porque aquí lo que tenemos es un drama duro con ciertos tintes de thriller psicológico y no más que eso. Tomarla como una de terror limita, tal vez, su disfrute. Esta historia que aprovecha la vorágine de películas con hermanos huérfanos que habitan mansiones destartaladas -algo visto en la pobrisíma Los inquilinos– tiene la influencia de la siempre recordada Flores en el ático, el misterio tajante de Los otros y esa esencia de El orfanato cuyo escritor y guionista es el director de esta, Sergio G. Sánchez. Apoyado por J.A. Bayona, el realizador saca su segunda obra a las pantallas comerciales luego del desconocido telefilm Las manos del pianista. Ambientada a finales de los 60’ una familia de tres adolescentes y un niño junto a su madre escapan de las garras de un padre golpeador hacia Estados Unidos. Lástima que esa pequeña victoria rápidamente se convierte en profunda tristeza cuando su madre muere enferma. Los chicos pactan jamás separarse y ocultan al exterior la ausencia de un adulto, ya que todos son menores que corren el riesgo de terminar en instituciones o familias de cuidado. A todo este lindo decorado se le suma una presencia sobrenatural que acecha en la casa; una joven bibliotecaria interpretada por Anya Taylor-Joy (el nuevo rostro del terror/thriller) que se enamora del hermano mayor; y el pretendiente de ésta -abogado él-, que al no ser correspondido desea rivalizar con el más grande de los Marrowbone y descubrir todos los secretos de su morada. Y con todo ese embrollo bien novelesco tenemos casi dos horas de film que promete en su primera mitad, con una excelente fotografía cálida de día y tenebrosa en las horas más oscuras de los rincones del viejo caserón, pero que cae en la repetición cansina en lo que resta de metraje. Parece que Sánchez prefiere moverse en terreno seguro con narraciones ya vistas hasta el hartazgo que apostar por mayores riesgos. Lo mismo sucede con la elección de la música excesivamente edulcorada y sobreutilizada en espacios incorrectos y meramente de relleno. Tal vez que Secretos ocultos sea “fácil de llevar” se deba a ese reparto de jóvenes promesas en el actual cine/serie fantástico o de terror como la mencionada Taylor-Joy, responsable de la solemne La bruja y apañada por Shyamalan en Fragmentado, Charlie Heaton que es el adolescente rebelde en la serie Stranger things y Mía Goth de La cura siniestra, siempre relegada a papeles de chica naif de hermosa belleza extraña pero de escaso carisma actoral. Aunque todos ellos funcionen aquí como bloque jamás se destaca uno por sobre el otro. Y éste parece ser el nuevo cliché más cómodo que optan los directores de thrillers, el de construir personajes diferentes dentro de una misma familia: el joven adulto que se hace cargo de los demás, el rebelde sin causa, la chica madre y el niño temeroso. Lo que a mediados de los 90 y durante el 2000 supo ser el cliché de personajes en los grupos de amigos: el jugador de fútbol, el cerebrito, entre otros lugares comunes. Además del terrible drama mencionado, este relato melancólico presenta un manotazo de ahogado en forma de giro final un poco insostenible, que sin embargo se soporta dentro de toda esta parafernalia de fantasía. Producto que no debe ser tomado con tanta seriedad por el espectador experimentado. Secretos ocultos a pesar de haber llegado un año después de su estreno comercial -lo que resta un poco su popularidad por el abanico de historias ya exhibidas en cartelera-, se deja ver por su correcta calidad, porque entretiene sin pretensiones, supera la pobre oferta del cine de género en la pantalla grande y, de paso, nos hace acordar -guiño- a una de Darín.
Sergio Sánchez hace prevalecer el desarrollo de los personajes y sus relaciones antes que caer en una seguidilla de clichés y jump scares. El gran trabajo del elenco, una correcta puesta en escena y un buen manejo del suspenso logran elevar una historia algo simplona. Pese a ser su gran debut como director, probablemente muchos espectadores ya estén familiarizados con el trabajo de Sergio G. Sánchez. El realizador formó un interesante tándem creativo junto al cineasta Juan Antonio Bayona en la dirección mientras él quedó encargado del guion de dos de sus películas más populares: El Orfanato (2007) y Lo Imposible (2012). En esta ocasión, Sánchez se ocupa del guión y también se pone detrás de las cámaras para contar una historia que aparenta ser una propuesta de terror bastante olvidable pero que logra destacarse por su componente dramático. Rose Fairbairn (Nicola Harrison) huye de Inglaterra junto a sus hijos Jack (George MacKay), Jane (Mia Goth), Billy (Charlie Heaton) y el pequeño Sam (Matthew Stagg), dejando atrás a un marido violento y criminal. Al llegar a la antigua casona familiar en Estados Unidos, la familia decide cambiar su identidad y adoptar el apellido materno para no ser asociados con su siniestro padre/marido. Los Marrowbone viven unos meses de felicidad, Jack inicia una relación con Allie (Anya Taylor-Joy), la joven bibliotecaria del pueblo pero todo cambia cuando Rose sucumbe a una terrible enfermedad y los chicos reciben una visita inesperada. Tras la muerte de su madre los jóvenes Marrowbone hacen un juramento de nunca separarse y permanecen encerrados en la casa, evitando revelar el paradero de su madre hasta que Jack cumpla 21 años y pueda ser el tutor legal de sus hermanos. Pero con el tiempo descubrirán que en la mansión son acosados por los fantasmas de su pasado —los metafóricos y algunos más reales—. No se dejen engañar por los nombres holywoodenses en el póster. Secretos Ocultos maneja un estilo más cercano al terror español, centrándose más en generar una atmósfera tensa y desenvolver la historia lentamente antes que avanzar de forma frenética y lanzar jump scares a diestra y siniestra. Sánchez prefiere establecer a los personajes y desarrollar sus relaciones, lo cual puede resultar algo molesto para un espectador ansioso que busque sustos baratos desde el minuto uno. En el primer acto de la película veremos como mediante flashbacks y flashfowards se asientan las bases de la historia y se tiran las primeras puntas de un misterio que acabará resolviéndose en los últimos minutos (tal vez de manera algo apresurada). No solo en la narración está el mérito de la película. La fotografía de Xavi Giménez, el cuidadísimo diseño de producción y una banda sonora que acompaña bien sin distraer conforman un combo de elementos técnicos que logran sumergir al espectador en la historia haciendo que la antigua y rechinante casa (¿embrujada?) se sienta viva como un integrante más de la familia. Otro aspecto a destacar son las actuaciones. Buenos actores jóvenes que se entregan con todo al papel, especialmente Anya Taylor-Joy (La Bruja, 2015), George MacKay (Capitán Fantástico, 2016) y Mia Goth (Nymphomaniac: Vol. II, 2013). Secretos Ocultos se aleja de los mecanismos del terror mainstream, intentando acercarse a lo logrado por thrillers de misterio de la vieja escuela. Su aspecto dramático, buena ambientación y actuaciones de primer nivel hacen que valga la pena, aunque la falta de emociones fuertes puede no conformar a los fanáticos del terror más tradicional.
El título original del film es “El secreto de Marrowbone”, ópera prima del asturiano Sergio G. Sánchez en la dirección para la gran pantalla. Cuenta las peripecias que sufre una madre para conservar la integridad de sus cuatro hijos: Jack (George MacKay), Billly (Charlie Heaton) Jame (Mia Goth) y Sam (Matthew Stagg), algo terrible les sucedió en Gran Bretaña, se cambian el apellido y se instalan en una mansión familiar en un pueblito alejados de todo, incluyendo sus pobladores, en Estados Unidos, allí iniciarán una nueva vida. Esto se desarrolla en 1969 y hay una promesa que cumplir cuando su madre muere. Una serie de situaciones se van apareciendo, la bibliotecaria Allie (Anya Taylor-Joy) se enamora de Jack, Tom Porter (Kyle Soller) que será el tercero en discordia, en varios aspectos. Esa familia oculta un pasado tortuoso y sucesos enigmáticos. La cinta mezcla elementos como: el thriller, la angustia, el misterio y el melodrama, intenta jugar con lo sobrenatural, mediante personajes seriamente atormentados, incluyendo el buen trabajo del compositor Fernando Velázquez, el director de fotografía Xavi Giménez y la dirección artística de Jaime Anduiza, entre muchos otros que ayudan a la trama, pero el guion no logra atrapar al espectador mientras se va acercando su resolución y se torna predecible.
El guionista de El Orfanato, el asturiano Sergio Sánchez, dirige su primer largo en la línea de los clásicos films de fantasmas en casas con secretos. Una familia, tres hijos y una madre, se instala en un caserón en el campo decididos a borrar el pasado, casi literalmente, y empezar de nuevo. Está claro que algo terrible les pasó, algo que no termina de irse: mantienen tapado un gran espejo, disimulan una mancha de humedad sospechosa en el techo, acceden a extraños tesoros ocultos que les permiten sobrevivir. Aislados de todo excepto por el vínculo con una vecina, interpretada por Anya Taylor-Joy, la estupenda actriz de La Bruja, que es medio argentina. Pero nada es lo que parece en Secretos Ocultos, gentileza de una serie de vueltas de tuerca que terminan por dejar al espectador por el camino, sobre una historia cada vez menos verosímil. Ni de fantasmas, ni de casa embrujada, sino drama. O mejor dicho, todo eso junto es Marrowbone, tal su título en inglés. El que mucho abarca poco aprieta o, al menos en este caso, la pretensión de sumar esos registros termina por anular el potencial de cada uno. Secretos Ocultos, a pesar de la belleza de sus imágenes y de su muy buen elenco, que incluye al intenso Charlie "Stranger Things" Eaton, amaga con asustar y no asusta, con conmover y no conmueve. Una experiencia frustrante.
El guionista español Sergio Sánchez debutó detrás de cámara con "Secretos ocultos" en la que fusiona el thriller psicológico, el terror, el suspenso y el drama. Ambientada a finales de los 60, el filme sigue a una madre y sus cuatro hijos que llegan desde Inglaterra a un pueblo de Nueva York huyendo de su marido. Las razones de la huida se irán revelando de manera gradual y harán avanzar el filme. El director cuenta la historia desde varios puntos de vista para mostrar que nada es lo que parece, ni su propia película que, a pesar de un final algo convencional, obliga al espectador a poner cada pieza en su lugar para terminar de armar el relato. El trabajo actoral, el diseño de arte que recrea un caserón en medio de la nada; la fotografía del premiado Xavi Giménez y hasta el vestuario y todos los rubros técnicos contribuyen a crear una atmósfera de época reconocible pero a la vez atemporal y ambigua que genera extrañeza desde el primer minuto. Sergio Sánchez fue guionista de "El orfanato", de Juan Antonio Bayona, quien ahora se transformó en productor del filme. "El orfanato" se inspiró en un corto de Sánchez, y "Secretos ocultos" evoca aspectos visuales y la atmósfera de aquel filme y los incorpora en una historia más compleja.
Sergio Sánchez, guionista de dos grandes éxitos comerciales que impulsaron la carrera de Juan Antonio Bayona ("El orfanato" y "Lo Imposible"), llega a su primer trabajo como director, rodeado de mucha expectativa. Tanta, que cuenta con un presupuesto importante para su ópera prima, cosa no habitual para los noveles fuera de Hollywood. "Marrowbone", se ofrece comercialmente como una película de terror pero quizás sea más preciso, definirla como un drama de suspenso, categoría que transita ajustada, aunque con algunos desniveles narrativos. "Marrowbone" es una propuesta que presenta temas que siempre le han surgido a Sanchez en sus escritos: la unidad familiar, lo lúgubre de los escenarios y los desafíos visibles e invisibles que parecen impenetrables para abordar. Todo eso está presente en "Secretos ocultos". Aquí se narra la historia de los hermanitos Marrowbone, que llegan a USA, escapando de Inglaterra y un padre muy violento. Llevan con ellos a su madre, quien a poco de llegar al territorio americano e instalarse en una casa propia, fallece. Eso deja a los chicos (son adolescentes y niños), desconcertados. Deben esperar que Jack (el mayor, e interpretado por George Mackay) cumpla 21 años para que pueda tenerlos bajo su tutela. Sin embargo, la cuestión no será fácil. Algo sucede en esa casa, hay un sector superior tapiado, y un problema serio con los espejos. Sin anticipar demasiado, los chicos, jugados por Charlie Heaton, Mia Goth y Matthew Stagg (todos con grandes antecedentes previos) tendrán que sobrevivir a esa energía destructiva que amenaza ponerle fin a su familia. Eso, sumado a que el banco quiere quitarles la casa y otras cuestiones más, como el romance de Jack y Allie (Anya Taylor-Joy) y los dilemas de encontrarse siempre, en peligro y sin entender bien que sucede en ese ambiente. La historia, es conocida y sin anticipar demasiado, quizás poco original. Pero Sanchez rueda con oficio y un gran equipo técnico, y si bien este es un film que no descolla, podemos decir que está bien estructurado y logra atraer al espectador abierto a la búsqueda. No hará lo mismo con el fan que siempre va a ver cine de género a salas, desde ya. Digna, prolija, un drama que puede funcionar. Seguramente es un buen punto de partida para la carrera detrás de las cámaras de Sergio Sánchez.
Llegan a la mansión y no es lo que esperaban. La madre había crecido ahí, pero hacía años que no volvía. Sabemos que están escapando pero no sabemos de qué. Ella les dice a sus hijos que es un nuevo comienzo, que una vez cruzada la puerta dejarán todo en el pasado. Pero ella muere, el viaje desde Inglaterra le quitó todas las fuerzas. Ahora Jack, el mayor, tiene que cuidar a sus tres hermanos y mantener la promesa que le hizo de protegerlos. Marrowbone es el estreno de terror de la semana y explora un terreno ya conocido y visto en la carrera del director, pero no por eso deja de ser efectivo.
Como si fuese una fábula Secretos Ocultos (Marrowbone, en su idioma original) trasmite fortaleza en un comienzo encantado. En esta película inglesa con coproducción española las cosas no son lo que parecen ser, el relato se centra en un nuevo inicio para una familia con un pasado incierto. Los personajes se presentan en el comienzo de la película; los ánimos de estos se confabulan administrando una cuota de misterio para enganchar al espectador en una historia con un excelente ambiente, pero con un guión predecible a cargo del director Sergio G. Sanchéz. “El misterio del fantasma” es un faux title con el que Marrowbone se podría comprender. Con jóvenes talentos que dominan la pantalla en sus casi 2 horas de duración, la película se mantiene a ritmo cansino; Anya Taylor-Joy, George MacKay y Charlie Heaton ponen comodidad con una cierta costumbre en el género mientras que Matthew Stagg y Mia Goth se encargan de la dosis de inocencia juvenil. Todos estos jóvenes actores funcionan muy bien y sin dudas ellos hacen que Secretos Ocultos sea… real. A pesar de que Marrowbone salga de la misma “escuela” que El Orfanato, aquí las cosas no cierran del todo. Toneladas de plotholes sirven para confundir más que sorprender al espectador y las preguntas que tal vez son muchas no consiguen sostener una respuesta clara a pesar de que todo se ve en pantalla; lo sobrenatural juega constantemente con lo real de forma intermitente pero si la atención se mantiene se pueden lograr atar cabos sueltos en las primeras pulsaciones fuertes de este film. De todas formas en Marrowbone Sergio G. Sanchéz da un buen puntapié inicial en su carrera como director; Sanchéz muestra la “casa Marrowbone” como corresponde (como un personaje principal) y los secretos del pasado son efectivos aunque estén en una posición ya antes vista. Secretos Ocultos se disfruta y consigue entretener no por sustos o suspenso, sino por una leve tonada de fábula que logra gustar pero no sorprender.
Transcurre el año 1969, allá lejos, detrás de un bosque, hay una gigantesca casa deshabitada por más de tres décadas. Su estado no es el mejor, pero se puede vivir allí. Rose (Nicola Harrison) y sus cuatro hijos la van a ocupar, con la salvedad de que ella se crió ahí y perteneció a su familia, de apellido Marrowbone, y así le dice a su prole que se van a llamar desde ese instante. La trama del film dirigido por el debutante Sergio G. Sánchez, es exactamente como su título. Algo raro pasa, durante todo el relato predomina la incomodidad y la tensión. Las pistas van apareciendo lentamente. Sólo sabemos que la intención de la familia es volver a empezar de cero, olvidar el pasado. Porque huyeron de Inglaterra hacia los E.E.U.U. La madre los obliga a permanecer juntos y ocultos en esa propiedad, hasta que Jack (George Mackay) cumpla los 21 años. Sus otros hermanos aceptan la decisión de Rose, que muere de una enfermedad contraída en Europa. Es necesario hacer un cuadro de situación porque intervienen varios personajes, todos con su importancia, para intentar llevar a cabo una película, mezcla de thriller y terror. Porque hay un monstruo en el altillo, pero que se develará el misterio y los motivos cuando esté muy avanzada la narración. Hay víctimas, villanos, entrometidos molestos, héroes, deudas, codicia extrema, violencia, amor. Todos componentes bien relacionados entre sí, porque la mayor parte del largometraje es un drama, que derivará en el espanto y el horror. Técnicamente impecable, con un gran manejo del suspenso y los ruidos incidentales, lamentablemente declina su calidad porque durante la primera parte está contado por Jack, como si fuese un flashback, pero después no lo continúa para cerrar el círculo. Luego, cuando finalmente se explica el pasado familiar, es a través de la voz en off del protagonista y de recortes de diarios ingleses. Además, la temporalidad de los sucesos se altera para que la historia avance rápidamente y que el espectador entienda los hechos, sin importar demasiado si es correcto o no. Seguramente sin las sólidas interpretaciones de los hermanos y Allie (Anya Taylor-Joy), que oficia como la novia de Jack, el film sería más difícil de ver, po cuanto el director reitera escenas y situaciones vistas en otras realizaciones, pese a que el objetivo principal haya sido demasiado pretencioso. Primero, porque es una producción española, filmada en España pero hablada en inglés y con actores extranjeros. Segundo, por la ambientación de los lugares, vestuario y vehículos de la época. Tercero, escribir un guión atractivo pero que, en la realidad, no se aprecia como tal.
Si alguien podía honrar la tradición gótica norteamericana era un español, y eso es lo que hace Sergio Ramírez, el guionista de El Orfanato, en su primer largometraje como director. Secretos ocultos retoma los tópicos de la mansión solitaria y de las familias trágicas y los convierte en temas de una especie de oda al terror psicológico. Una madre enferma y sus cuatros hijos huyen de un oscuro pasado en Inglaterra y se instalan en la campiña de los Estados Unidos. Pasan un primer verano idílico, pero la madre muere, y los cuatro chicos (tres adolescentes y un niño) deben guardar el secreto de su muerte para que no los separen. Una buena parte de la película es la exposición de la vida de esos niños solitarios, el mundo que crean para sí mismos, aislados del resto de la sociedad, apenas conectados con el pueblo a través del hermano mayor y de una chica de una villa vecina. Esa burbuja espacio temporal siempre está a punto de estallar, amenazada tanto por fuerzas naturales como sobrenaturales. Ambientada en 1969, Secretos ocultos se inscribe en la tradición del terror de calidad que inauguró Psicosis, de Alfred Hitchcock, a principios de esa misma década y que por fortuna ha sido revisitada en varias producciones del género en los últimos tiempos. En ese mundo ficcional, rige un sentido sutil del suspenso, casi relajado, porque antes que centrarse en las acciones, la narración evoluciona a través de los personajes, a los que el director quiere tanto que pareciera tratar de evitarles sufrimientos innecesarios. Sánchez no se obsesiona con generar miedo, menos con asustar, sino que opta por internarse en el misterio y manipular las expectativas del espectador. En determinado momento, incluso, se anima a provocar cierto vértigo mental (no perceptivo) con un montaje paralelo en el que convergen dos secuencias temporales distintas. Los pocos defectos que presenta Secretos ocultos están vinculados con cierta urgencia mecánica de que la historia avance, como si de pronto perdiera la paciencia y diera un salto adelante. Esas disonancias no alteran, sin embargo, lo esencial de esta oda en homenaje al gótico americano, tan oscura, bella y melancólica que casi renuncia a ser una película de terror.
Sin histerias y apelando lo menos posible al golpe de efecto artificial para convencer al espectador de que “pasa algo”, este film del guionista de El orfanato representa con decoro la tradición del cuento de fantasmas, lo que no implica necesariamente un cuento de terror. Una inglesa vuelve a su país desde los EE.UU. con sus cuatro hijos para hacerse cargo de una casa y olvidar el pasado, pero fallece al poco tiempo: antes ordena al mayor, de veinte años, callar su muerte hasta cumplir 21 y poder hacerse cargo de sus hermanos formalmente. Poco después aparecen un extraño y un fantasma. Y más tarde, alguien que desea quedarse con todo. El film no busca asustar aunque en ocasiones lo hace, sino que tiene la densidad de las novelas del siglo XIX y trabaja sobre las emociones de los personajes y el melodrama familiar. El fantástico es, aquí, una forma poética de mostrarlo. Un poco lenta y quizás estirada, pero de un notable clásicismo formal.
Crítica emitida por radio.
Cuando la película no asume el dolor La casona maldita, el espectro del pasado, la familia a punto de quebrarse, el desequilibrio mental, pero sin embargo nada de esto hace eclipse en la película del guionista de El orfanato. Film de horror contenido, que no duele. Desde lo inmediato, Secretos ocultos ofrece elementos suficientes como para seducir en su misterio. En principio, gracias al título original: Marrowbone. En ese nombre descansa tanto la identificación del pueblito donde se ubica la casona rural avejentada, presa de su abandono, como la raíz familiar de quienes la habitarán. Hacia allí se dirigirá la familia –mamá y sus cuatro hijos- tras abandonar Inglaterra y una figura paterna que les ha signado una convivencia atroz. ¿Qué ha sucedido? ¿Qué es lo que se pretende olvidar? De este modo, el caserón caído en el olvido, remedo de un tiempo pasado, surge en su filiación cinéfila junto a otros como “Tara”, la plantación de Scarlett O’Hara en Lo que el viento se llevó; “Manderley”, donde Joan Fontaine habrá de lidiar con el fantasma de Rebecca, una mujer inolvidable, de Alfred Hitchcock; Manderlay, nombre de plantación esclavista y secuela de la no menos irascible Dogville, de Lars von Trier; así como la mansión sugestiva de (la obra maestra) Posesión satánica, a la que el inglés Jack Clayton hace ingresar a Deborah Kerr, mientras invoca los espectros de Henry James. Así, la casa roída de Marrowbone se sitúa en un diálogo que tiene atractivo ganado, porque esas casonas vetustas siempre esconden algo, así como la de Norman Bates, quieta en el tiempo y a la vera de la ruta, algo que supo ver el pintor Edward Hopper en su House by the Railroad. Además, el film del español Sergio Sánchez (guionista de El orfanato y Lo imposible) logra un cometido notable. La acción se sitúa en 1969, pero costará darse cuenta del contexto, dado lo estacionario de sus protagonistas, como si hubiesen decidido quedar al amparo atemporal de esas paredes de madera quebradiza. Sobre el afuera y lo que allí sucede, la película ofrecerá pocos elementos, y sólo cuando Jack (George MacKay) realice algunos de sus viajes obligados al exterior, del que tendrá que obtener los víveres suficientes para él y sus hermanos. Ahora bien, antes de llegar allí, hay otro aspecto que es también relevante. Tiene que ver con el inicio del relato, con el librito ilustrado en donde Jack –presumiblemente- ha ido graficando los diferentes momentos de la vida familiar. Las páginas suceden mientras él las relee, para que el film comience su andadura como un cuento de hadas, porque la luz cálida así lo amerita. Hasta que los miedos amenazan, (re)aparecen, y el gris plomizo tiende su manto de amargura. Ese momento tendrá que ver con el fallecimiento de la madre y la tarea que Jack habrá de sobrellevar: disimular la muerte de mamá, cuidar de sus hermanos pequeños, enfrentar al fantasma de papá, y lograr la mayoría de edad. El trabajo de Sánchez propone un misterio atrapante al principio, que luego parece quedar a medio camino. A simple vista, entonces, ¿qué es lo que puede salir mal? Lo que sale “mal” –si se permite tamaña expresión- es que el film no se hunde en el drama que propone. No es capaz de sentir la hendidura mental que dice construir. No deja que sea el malestar depresivo el que se adueñe de él, para que le haga mella. Y esto sucede porque, se intuye, está pendiente de ser claramente legible, fácilmente deducible, a la vez que atento con la signatura que rubrica a tanto cine parecido y “for export”. De manera similar, puede pensarse en una película como la hispano-argentina Nieve negra, cuyo dilema tortuoso no es más que una guinda de pastel que adorna. Nada de trauma fílmico. El “for export”, desde ya, se condice en la intención de lograr cabida en el mercado foráneo, algo que Secretos ocultos lleva adelante con pericia, desde su ambientación e idioma: está hablada en inglés, con intérpretes extranjeros, y filmada íntegramente en España. En verdad, nada de lo dicho debiera inquietar, el cine español tiene cantidad de ejemplos en donde Estados Unidos es cartel de ingreso al drama, mientras la tierra de locación es otra (la relación con la local Extraña invasión, en donde Emilio Vieyra convierte la ciudad de El Palomar en EE.UU. –con protagónico de Richard Conte-, es oportuna), pero lo que no aparece es la asunción del pleito psíquico, moral, aterrador. Hay mucha promesa al respecto, con situaciones que amenazan en devenir terribles. Pero esto es algo que se desvanecerá en su mismo propósito, con resoluciones que guardan efectismo –y virtud técnica, no se puede negar- pero que no se atreven a cometer algún gesto que disguste y se ajuste mejor a la herrumbre psíquica que se persigue. Hay que reconocer que el film de Sergio Sánchez –un film de horror contenido, que no duele- en ningún momento miente al espectador, sino que lo lleva por una sinuosidad que luego tendrá explicación coherente. (Recurso patentado sintomáticamente, si bien lejos de ser el primero, por Sexto sentido). Ahora bien, los sustos por medio de los cuales alambrar el recorrido no terminan de satisfacer, tan empeñado como está el film en tener cuño similar al de otras producciones norteamericanas. Hacia allí, entonces, el interés: por eso la relación triangular entre Jack, Allie (Anna Taylor-Joy) y Tom (Kyle Soller). Allie es la vecina amiga y bibliotecaria, también amor de Jack. Tom, en tanto, es el joven a punto de triunfar en Nueva York, encargado de validar la propiedad donde vive la familia maldita. En suma, se trata de recrear un micromundo “americano”, y si bien el cometido ha sido parcialmente conseguido –desde el empecinamiento por el éxito y la cruel verdad dictaminada por el dinero: esa carrera meritocrática de la que es víctima la propia película-, lo cierto es que el film extraña algún misterio más acorde con su fisonomía, de terruño español pero sin embargo marginado. Al respecto, tan atractiva es la historia del cine de terror español, que mejor sería pensar en títulos de directores como José Luis Merino o Amando de Ossorio para encontrar, allí sí, ese malestar oriundo y para nada impostado, aun cuando esas películas (algunas ridículas, qué duda) no poseían, las más de las veces, el cuidado técnico y meticuloso que sí sabe exhibir Secretos ocultos.
Demasiados secretos La ópera prima de Sergio G. Sánchez, el guionista de El orfanato, es una película de terror gótico en la que, curiosamente, lo que falla es el guion. De acuerdo de que en la época en la que se estrenó Los otros –mi película favorita de Alejandro Amenábar– solía meterme en discusiones bastante vehementes para defenderla ante los que decían que era una copia de Sexto sentido. Más allá de la vuelta de tuerca final, la película contaba una historia que aparentaba ser muy sencilla: una mujer y sus hijos están solos en una casa en la que parece haber fantasmas. El talento de Amenábar para dotar a la historia de un clima gótico espeluznante no debía perderse de vista por culpa de la pirotecnia de la trama hacia el final. Esa es la primera película que viene la cabeza inevitablemente cuando empezamos a ver Secretos ocultos. En principio, porque es una película española hablada en inglés; pero sobre todo porque también hay una madre con sus hijos, un padre ausente, una casa grande repleta de ruidos y, aparentemente, un fantasma. El director es el debutante Sergio G. Sánchez, un asturiano que tiene en su currículum nada menos que los guiones de El orfanato y de Lo imposible, ambas muy buenas películas de J.A. Bayona. Algo se puede ver también de El orfanato y, ya que estamos en tren de encontrar similitudes, recuerda bastante también a El espinazo del diablo y, sobre todo, El laberinto del fauno, de Guillermo del Toro. Las influencias no son ninguna pavada y hay que decir que Sánchez logra un clima muy interesante, que no tiene nada que envidiarles a Bayona ni a Del Toro. El problema, curiosamente, está en lo que uno imaginaba que sería su fuerte: la historia. Estamos a fines de los 60 en una ciudad costera de los Estados Unidos. Allí llegan una madre (Nicola Harrison) con sus cuatro hijos (George MacKay, Charlie Heaton, Mia Goth y Matthew Stagg), huyendo para refugiarse en la casa de su infancia. No sabemos exactamente de qué huyen, aunque hay algunas pistas: suponemos que de su marido y del padre de los chicos. Pronto la madre muere y los cuatro chicos quedan solos, al cuidado del mayor de ellos, Jack (MacKay), que tiene 20 años. Por orden de su madre, tiene que ocultar su muerte hasta que cumpla los 21 y pueda ocuparse legalmente de sus hermanos. Pero apenas pasa esto, aparece un hombre a lo lejos que dispara una escopeta hacia la casa y rompe un vidrio. ¿Es el padre, de quién están huyendo? No lo sabemos, porque la película da un salto hacia adelante seis meses, y ese será uno de los tantos misterios que el guion irá revelando a cuentagotas. A diferencia de las películas en las que se inspira, Secretos ocultos pone demasiado énfasis en las vueltas de la trama. Es una pena, porque Sánchez filma bien y los actores son perfectos (Mia Goth, a quien ya vimos en la exuberante La cura siniestra, tiene la cara ideal para este tipo de películas de terror gótico; que su apellido sea “Goth” parece un chiste), pero en este caso su propio guion le jugó en contra.