Los peces de Marte. “En la vida a veces tomas decisiones y a veces las decisiones te toman a ti”, le dice Denny (Joshua Leonard) a su hija mientras ella se enfrenta a la difícil encrucijada de renunciar a un primer amor enmarcado por la pasión por la música en pos del crecimiento profesional. Cada individuo es producto y víctima de sus propias elecciones. Tal es así, que la libertad puede llegar a decantar en una problemática a la hora de su ejercicio. En los tiempos que corren, existe la posibilidad de sentarse frente a un monitor y transformarlo en un collage de ventanas abiertas que brindarán una falsa sensación de confort. Mientras más variantes haya a disposición, mayor cantidad de desenlaces y versiones de nosotros mismos persistirán dentro del imaginario particular de cada uno. No obstante, la protagonista de esta historia, sólo contará con dos opciones: vivir o dejarse morir. “El que nada hace nada teme”, declara de manera certera el músico español Enrique Bunbury para demostrarnos, entre las líneas de su prosa, el meollo del asunto. Cada elección tomada supondrá la desaparición de miles de finales y rumbos alternativos. Lamentablemente, y a diferencia de una buena edición importada en DVD o Blu-Ray, la vida no compensa las inquietudes de este tipo con escenas extras ni sueños reparadores. Como reza la lírica del grupo independiente local Todo Aparenta Normal, “no habrá condena más existencial que la propia existencia”. Amén. Si Decido Quedarme está basada en el best seller escrito en 2009 por la escritora norteamericana Gayle Forman y se centra en la historia de Mia Hall (Chloë Grace Moretz), una joven e introspectiva violonchelista de 17 años que aspira a entrar en el prestigioso conservatorio neoyorkino de Juilliard. Para lograrlo, cae en la cuenta que deberá poner en riesgo su relación con Adam (Jamie Blackley), un músico de rock en pleno ascenso. Todo aquel que le haya dedicado su precioso tiempo a alguna de las cuatro temporadas de la serie Everwood -en la que aparece un purrete Chris “Star Lord” Pratt- tendrá una noción por lo menos ficcional de los sacrificios que supone para un adolescente el ingreso a dicha institución. El conflicto se acrecienta cuando, tras sufrir un accidente automovilístico junto a sus padres y su pequeño hermano, la protagonista pasará de debatirse entre todo lo que deberá resignar en función de cumplir su sueño a luchar por su vida en un quirófano. El primer tramo de la película enseña una historia de amor adolescente utópica en la que Moretz inunda la pantalla con la belleza de aquellas musas cuya mayor virtud reside en el desconocimiento de sus propios encantos. Todo esto se da en el marco de la ciudad de Portland, que permite al director R.J. Cutler -más emparentado a la producción de series y la realización de documentales televisivos que a su labor cinematográfica- jugar con el contraste entre el paisaje invernal y la disposición de colores vivos. A su vez, logra generar una buena química entre los personajes que lleva al espectador a empatizar con ellos a pocos minutos de comenzada la proyección. También cabe destacar el resarcimiento de Mireille Enos en el rol de figura materna luego de su logrado y ambiguo papel de Sarah Linden en la recientemente finalizada serie The Killing. A pesar de las virtudes previamente mencionadas, la historia decae a partir de la secuencia de la tragedia que le toca experimentar a la familia Hall y que cambiará súbitamente el rumbo de los hechos. Mia se convierte en un testigo externo de todo lo que pasa a su alrededor mientras su cuerpo yace en terapia intensiva y sus allegados rezan por su recuperación. El relato se vuelve retrospectivo y la tonalidad del film se torna ambivalente en el traspaso de una temporalidad a otra, propinando un desfasaje de géneros que desconcierta. Si Decido Quedarme se desluce frente a la evidente intencionalidad de una puesta en escena que roza el ridículo en su intento por emocionar al espectador al mismo tiempo que lo subestima.
La épica de una pequeña gran actriz Chloë Grace Moretz tiene apenas 17 años y unas 50 participaciones en películas, series, telefilms y videoclips. En Carrie, Sombras tenebrosas, Kick-Ass, La invención de Hugo Cabret y Déjame entrar ya había demostrado toda su ductilidad, sus múltiples matices interpretativos. Este año, descolló en Cannes junto a Juliette Binoche y Kristen Stewart en Clouds of Sils Maria, de Olivier Assayas. Y ahora llega Si decido quedarme, tearjerker en la línea de Bajo la misma estrella que la tiene como protagonista casi exclusiva. Soy de los que creen que los grandes intérpretes se aprecian sobre todo en las malas películas. No digo que Si decido quedarme sea especialmente mala, pero su material, sus conflictos, su tono, sus diálogos, su “mensaje” son una pesadísima carga para cualquier actriz y, en ese sentido, es conmovedor ver la capacidad, la cantidad de recursos que Chloë expone para luchar, sostener, enaltecer y, de alguna manera, redimir a un melodrama romántico demasiado obvio, torpe y con elementos propios del realismo mágico que la dejan al borde del ridículo. Mia (Grace Moretz) es una estudiante secundaria bastante tímida y con las típicas inseguridades de toda adolescente de 17 años. Su pasión -para sorpresa de sus padres “rockeros” (Mireille Enos y Joshua Leonard)- es el violonchelo, instrumento al que le dedica buena parte de las horas del día. Su perseverancia y su capacidad la llevan a estar a las puertas de la mismísima Juilliard. Hasta sus progenitores y su hermano menor (Jakob Davies), que admiran más al punk que a la música clásica, a Iggy Pop antes que a Franz Schubert, la apoyan ante semejante muestra de obsesividad y talento. Y allí aparece Adam (Jamie Blackley), el galán de turno, el guitarrista, cantante y líder de una banda de rock en pleno ascenso, para conmover a la chica e iniciarla en los caminos del amor. Hasta aquí, una típica historia de iniciación y enredos afectivos juveniles. Pero la película -basada en una exitosa novela de 2009- nos tiene reservados una “sorpresa”, un hecho trágico (un choque automovilístico en una ruta nevada de Oregon) cuyo desenlace es mejor no adelantar. Y es en esa segunda parte donde sobrevienen todos los excesos lacrimógenos y no exentos de sadismo, la veta espiritual, los golpes bajos y los momentos más (involuntariamente) risibles de la trama. Pero, incluso cuando todo se derrumba, allí está Chloë (acompañada por el inmenso Stacy Keach como el abuelo) para ofrecer su corazón, su dignidad y salvar(se) a (de) una película que la desmerece y que ella trasciende por mucho. La épica de una pequeña gran actriz.
¿El cielo puede esperar? Otro best seller adolescente llega a la pantalla. Ahora es el turno de If I Stay de la escritora Gayle Forman. Mia Hall (Chloë Moretz) vendría a ser la rara de su secundaria. Toca el violonchelo, es groupie (?) de Ludwig van Beethoven, se viste fuera de la moda y transita su existencia con relativa felicidad en su desapercibida notoriedad. Adam (Jamie Blackley) es todo lo contrario. El pibe es una tormenta de facha, es el líder de una ascendente banda de rock en su ciudad, es reservado y tiene voz grave. La cuestión es que este Adam le gusta Mia y la invita a salir. Flechazo va, flechazo viene, los dos forman una linda (des)pareja. Llegando al final de la secundaria se encuentran en crisis por diferencias en cuanto a su futuro pero jamás se dejan de querer. Hasta ahí la película va bien. Ninguna cosa novedosa pero dentro de todo funciona como la típica historia de amor entre la chica “freak” y el pibe más popular y enigmático de la secundaria. El problema para Si Decido Quedarme empieza cuando Mia tiene el accidente. Ah sí, porque un día de nieve la flia de la protagonista se va a pasear y un auto se la da a pleno de frente. La onda es que los 4 ocupantes (su padres y su hermano menor) salen terriblemente heridos y Mia comienza a vivir desde afuera cuán Sam Wheat (Patrick Swayze, te extraño) de Ghost a sus seres queridos sufrir por el terrible accidente. La diferencia con el film de Jerry Zucker es que ella no está muerta, sino que se encuentra en el medio de la cuestión decidiendo si se queda en con ellos o se va pa’ arriba. La narración de Si Decido Quedarme no es lineal, mientras Mia se debate entre la vida y la muerte comienzan a verse los sucesos más importantes de su vida. Cuando va al pasado la película se enciende con la trama amorosa entre Mia y Adam. Hay una gran química entre ambos y su amor logra traspasar la pantalla y contagiarnos de alguna mágica manera. Las participaciones secundarias de Mireille Enos y Joshua Leonard en los roles de los padres de Moretz aportan una cuota de sal a tanta melosidad teenager. Incluso la insulsa de Liana Liberato entra bien en los momentos que se la necesita. Chloe Moretz es todo lo opuesto al estereotipo de muchacha freak que toca música clásica. Hasta ahí la elección del cast de Si Decido Quedarme es perfecta. El problema pasa con Chloë Moretz. Ella es todo lo opuesto al estereotipo de pendeja freak que toca música clásica. Por más onda aniñada y aura anómala que le quieran meter con el chelo, Beethoven y toda la sarasa, Chloe siempre tendrá esa cara de reventada linda (por no decir putita, porque es un poco mucho vió) en pleno proceso de gestación. Más allá de esto hay que destacar que Moretz resalta con una labor acorde a su gran futuro, dando todo por salvar al film del desastre y aunque no lo logre la actitud y las ganas se valoran. Por otra parte está el bueno de Jamie Blackley, que aunque no tiene una actuación descollante cumple en su rol de pibe misterioso fachero. El tema pasa cuando Si Decido Quedarme decide irse (cuak!) hacía la sala el hospital, en lo que vendría a ser el presente. Allí comienzan una sucesión de hechos bochornosos que involucran rancias secuencias musicalizadas y filmadas a lo ER Emergencias, momentos publicitarios o de video clip que recuerdan a Everytime de Britney Spears o varias escenas con un índice de intensidad en los golpes bajos comparable con la reciente Tan Fuerte y Tan Cerca. Los monólogos de la doctora al oído de Mia dan un toque de vergüencita. Entonces es ahí donde Si Decido Quedarme dispersa el brío transmitido en ese amor adolescente tan puro como intenso por intentar emocionarnos por los medios más cuestionables y torpes.
Un limbo para reunir todos los lugares comunes A ver si les suena esto: Mia es una joven chelista llena de proyectos y sueños que una tarde de invierno sale de paseo junto a su familia casi ideal. Aunque a ella (que todavía es adolescente) su papá ex rockero, su mamá ex groupie y su hermanito menor fanático de Iggy Pop le parezcan un plomazo. Salen, a pesar de que ese mismo día haya tenido lugar una de las nevadas más copiosas del año, porque ya se sabe que cuando una familia es tan feliz como la de Mia no hay nieve que alcance a enfriar tanto amor. Por supuesto que salen y sólo les falta cantar aquello de “en el auto de papá nos iremos a pasear” para que le quede bien claro a todo el mundo qué tan perfectas son las cosas. Allá van los cuatro, entonces, sobre la ruta nevada, justo cuando a la vocecita en off de Mia se le ocurre pensar en que es interesante cómo “la vida es una cosa y en apenas un instante se convierte en otra”. Basta que lo diga para que papá pierda el control, el auto patine sobre el asfalto helado y vayan a dársela de frente contra una camioneta. Cuando Mia despierta tendida en la nieve lo primero que ve es su propio cuerpo desde afuera, atendido por un grupo de paramédicos junto al auto familiar arruinado y patas arriba. Nadie la ve, nadie la oye y, desesperada, Mia acaba viajando en la ambulancia que traslada al hospital su cuerpo inconsciente. Si decido quedarme, dirigida por R. J. Cutler y con guión basado en la novela de Gayle Forman (que por desgracia tiene una continuación y amenaza con convertir el asunto en secuela), viene a ocupar el lugar del drama lacrimógeno que no puede faltar en la cartelera anual. Como si no alcanzara con esa recaída, también se entronca en el linaje de las películas en donde uno de los protagonistas queda suspendido en el limbo. De Ghost, la sombra del amor para acá la lista es amplia y tanto puede incluir a la notable Sexto sentido de M. Night Shyamalan como a la muy fallida Un lugar donde refugiarse de Lasse Hallström. Pero a la que más se acerca es a Invisible, de David Goyer, en la que su protagonista queda en una posición muy cercana a la de Mia, ambos deambulando en espíritu entre sus seres queridos mientras deciden si se mueren de una vez o no. La diferencia es que al lado de Si decido quedarme, la otra resultaba un ejemplo de solidez. Rejuntado de todas las convenciones de las películas románticas para adolescentes, de los dramas familiares, de las películas de autosuperación y, claro, de las de fantasmitas más amigables que Gasparín, el film de Cutler pisa todos los palitos de cada lugar común de lo más lumpen del cine industrial. Del remedo del plano en la proa de Titanic (pero en patineta) a una escena romántica que incomoda no por atrevida sino por grasosa, pasando por cuadros que de tan compuestos empalagan, Si decido quedarme apenas deja resquicio para que la pequeña Chlöe Grace Moretz revalide con lo justo lo buena actriz que demostró ser en otras películas.
Publicada en edición impresa.
Un melodrama que hay que evitar a toda costa Este sí es un melodramon a evitar a toda costa. Basada en una novela de Gayle Forman, una chica en estado de coma luego de un accidente queda en una especie de limbo en el que inspecciona los detalles de su vida mientras decide si quiere seguir en la tierra o dejarse llevar por la famosa luz brillante que conduce al Más Allá. La chica en cuestión es Chloe Grace Moretz (la heroína de las dos "Kick Ass", donde se lucía mucho mejor que aquí) y el problema es que los detalles de su vida son una pesadilla para el espectador. Ella toca el cello desde pequeña, a pesar de que sus padres, y también su novio, son rockeros, lo que lleva a una serie de situaciones dramáticas totalmente insípidas donde sólo falta la frase "somos de mundos diferentes", aunque en la patética narración en off a cargo de la propia protagonista comatosa abundan hasta el hartazgo frases de seudo sabiduría capaces de sonrojar al mismísimo José Narosky. Pero más allá del insulso drama y el edulcorado romance, lo peor de "Si me quedo" es la falta de cohesión entre el racconto y el recurso de tener durante casi toda la película una especie de fantasmita de la protagonista deambulando por todos lados, pero especialmente por los pasillos del sanatorio donde está internada. Es que se supone que los espectros y otras apariciones surgen de la muerte de una persona y no de un estado de coma, y el argumento no se hace cargo de buscar una coherencia que vuelva digerible esta situación sobrenatural (por ejemplo, sería posible pensar que en el mismo sanatorio debe haber más personas en estado de coma, por lo que podría haber más fantasmitas que compartan sus experiencias con la pobre chica, cuyas desgracias aumentan a cada minuto de metraje). Lamentablemente, la película también recurre a todos los lugares comunes de la música clásica en el cine, y aporta un puñado de horribles canciones de pop/rock. Además, el director hasta se las arregló para que el venerable Stacy Keach actúe mal.
Amor, tragedia y golpe bajo Siempre acecha la tentación de mofarse de las películas dirigidas tan teledirigidas al mercado adolescente. El crítico quizá deba hacer el esfuerzo por no exacerbar su fastidio frente al excesivo simplismo de algunas situaciones, frente a la presentación de eventos triviales o no tan importantes a la luz de la adultez. La adolescencia o más bien los personajes adolescentes se juegan en blancos y negros, picos de alegría y pozos de tristeza. La intensidad emocional se hace presente con una frecuencia difícil de encontrar en otras etapas de la vida. Y el cine que apunta a esa edad puede permitirse ignorar grises y avanzar con lo suyo. Todo eso ya lo sabemos, y ponemos la mejor buena voluntad ante y antes de Si decido quedarme. La joven protagonista Chloë Grace Moretz tiene una carrera variada y notable (desde Kick-Ass hasta Clouds of Sils Maria, de Olivier Assayas) y nació en 1997. Adecuada para el papel, incluso logra que por momentos le creamos. También está Stacy Keach, actor fundamental del cine de los setenta, que supo ser un horrible villano en la magistral El juez del patíbulo,de John Huston, y aquí es un abuelo bonachón. Moretz, Keach y la ambientación en Portland (pero, en realidad, como tantas otras películas, filmada en Vancouver, Canadá): ahí tienen con qué intentar soportar esta película de una notoria falsedad, que muestra a una familia encantadora, una hija adolescente (Mia, o sea Moretz) violonchelista que espera la respuesta de Juilliard, todo en ambiente cool-hipster-música-tolerancia-todo un encanto. Ese mundo se interrumpe con un accidente grave que se define, en términos de encuadre, con un bosque nevado y el cielo: Mia queda en coma, pero por la magia del cine la vemos separada de su cuerpo que yace en la camilla, en aparición invisible para los otros personajes, pero visible para el espectador. Y la escuchamos, si hasta nos va contando cosas de su vida anterior al accidente, sobre todo de su historia de amor con el chico sensible, lindo, amable y rockero. Entre el hospital y el pasado, se nos presentan situaciones de alta emocionalidad algunas amables, otras trágicas, todo filmado con luz muy bonita y la misma impersonalidad con una impudicia extrema. La película basada en una novela bestseller de Gayle Forman intenta emocionar a como dé lugar. De esta forma apela no sólo a la musicalización más chantajista que sería lo de menos-, sino además a iluminaciones del más allá, a las obviedades más repulsivas (cuando ya está claro lo que está sucediendo hay siempre un personaje que resume la situación y echa más agua sobre lo cristalino), a acumular golpes bajos y a reforzarlos con flashes que espantarían hasta al más inescrupuloso publicitario. Así, mientras la protagonista se debate entre la vida y la muerte, la película que la explota sin pudor alguno se permite todo para no lograr absolutamente nada.
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Golpes bajos a la orden del día Esta novela para adolescentes narra la historia de Mia, una joven que deberá decidir entre perseguir sus sueños con la música clásica o ir tras el amor de su vida, hasta que un día el destino la deja al borde de la muerte. Con cierta resignación parece que se acepta que las novelas para jóvenes adolescentes se conviertan más tarde o más temprano en películas mediocres o sin vuelo cinematográfico. Bastaría revisar muchas obras literarias de otras épocas enfocadas a ese público para ver que esto no siempre ha sido así. En esta nueva ola de adaptaciones, ahora llega el turno de Si decido quedarme (If a Stay, 2014), basada en la novela de Gayle Forman, que aquí también es la productora ejecutiva, lo que no suele ser un buen indicio a la hora de llevar un libro a la pantalla. Lo que cuenta la película es la historia de Mia (Chloë Grace Moretz, esforzándose al máximo), quien enfrenta la encrucijada de su vida al tener que elegir entre sus sueños con la música clásica o ir tras el amor de su vida, Adam (Jamie Blackley), cuyos intereses musicales van en línea contraria al conservatorio. El conflicto pasa a un nivel completamente distinto cuando ella sufre un accidente junto con su familia y, estando en el limbo entre la vida y la muerte, es capaz de ver todo lo que pasa, incluso a sí misma en el hospital, luchando por sobrevivir. Esa historia y la que se va enterando a lo largo del relato van haciendo que Mia entienda mucho más sobre ella y su familia. Con recursos de dudoso gusto, con toques melodramáticos muy livianos y de escasa complejidad, la película no ahorra lugares comunes ni evita buscar el llanto fácil de los espectadores. Dependerá de la entrega que tengan el que lloren o no en cada golpe bajo. Dos decisiones son las que Mia debe tomar: si va a vivir a pesar de la tragedia familiar y, en caso de hacerlo, qué rumbo elegirá para su vida. Que Gayle Forman haya escrito una secuela de esta novela no es indicador de cuál es el final del relato, pero sí de que las decisiones no son irrevocables. Demasiada manipulación a la vista hay como para hacer de Si decido quedarme una película memorable. No hay todavía secuela a la vista, pero nunca se sabe qué puede pasar.
A poco meses del estreno de Bajo la misma estrella llega a la cartelera otro drama lacrimógeno cuya visión se hace soportable gracias a la presencia e interpretación de Chloë Moretz. Filmes olvidables como este, donde ella queda muy bien parada, son los que demuestran una vez más el enorme talento que tiene. Salvo que seas una chica de entre 15 y 17 años o miembro del fan club de One Direction es complicadísimo engancharte con la trillada historia de amor de este film que parece salida de un guión desechado de Cris Morena. La idea es que te sientes en la butaca y llores con la forzada relación romántica y la tragedia que vive la protagonista. Son esa clase de películas donde se nota claramente que el director estaba obesionado con la intención de hacer llorar a la gente. El problema es que todo se desarrolla de manera tan artificial, como los típicos libros malos de Nicholas Sparks, que es complicado engancharse de esa manera con esta propuesta. La química entre Chloë Moretz y Jamie Blackey (El quinto poder) brilló por su ausencia y por eso cuesta bastante comprar la relación que se genera entre ellos. El conflicto se plantea como si los personajes fueran almas gemelas que ningún obstáculo puede separar, pero los actores no lograron transmitir esa intensidad en la relación porque no había chispa entre ellos. Cuesta bastante imaginarse a estos personajes en una relación duradera. En consecuencia, los mejores momentos del film terminaron siendo todas las escenas que se relacionan con los padres de la protagonista, donde sobresalieron Mireille Enos (The Killing) y Joshua Leonard (recordado actor de El proyecto Blair Witch). Staci Keach (Cabalgata infernal) en el rol del abuelo de Moretz también tiene un par de momentos destacados. Inclusive el vínculo especial que tiene la protagonista con la música es mucho más interesante que el soporífero conflicto relacionado con el romance. El gran punto débil de Si decido quedarme es que la película es extremadamente predecible y no hay lugar para la mínima sorpresa porque todo se desenvuelve tal cual te lo imaginás a medida que transcurre la trama. A diferencia de Bajo la misma estrella donde se generaba cierta intriga sobre lo que podía ocurrir con los personajes, el argumento de este estreno es muy convencional y eso genera que termine siendo un poco más aburrida. De todos modos creo que es un film que seguramente encontrará su público. Si te gusta llorar y deprimirte en la butaca de un cine con una trillada tragedia adolescente acá tenés un estreno que no vas a querer dejar pasar.
Entre dos mundos Mia (Chloë Moretz) tiene 17 años y muchos planes por delante. Una tarde va con su familia en el auto hacia la casa de sus abuelos y sufren un terrible accidente. Mia se despierta en la nieve y se ve a sí misma siendo atendida por los paramédicos, se ha quedado en una especie de limbo en el que puede ver lo que sucede a su alrededor, pero nadie puede verla. Al salir de una complicada cirugía, una enferemera le susurra al oido que ahora todo depende de ella, que tiene que pelearla y que de ella depende si decide quedarse o dejarse morir. El panorama no es muy alentador, Mia recorre el hospital viendo lo que ha pasado con su familia, pero también ve a los amigos que la visitan y la cuidan; la vida no va a ser la misma si despierta, pero a través de recuerdos y recorriendo partes de su vida, Mia podría encontrar razones para quedarse. Así la película relata como Mia llegó a este mundo con padres bohemios y cómo se dedicó a la música desde pequeña convirtiéndose en una talentosa concertista de violonchelo, y cómo su mundo de música clásica colapsó el día que conoció a su novio, un cantante de rock, con una banda en ascenso. Si bien la esencia de la historia podría ser bastante filosófica -cómo la vida cambia en un segundo y si todo lo que hemos construido será suficiente para sostenernos en los momentos difíciles-, la película es un drama romántico para adolescentes. Por eso el director elige deliberadamente tratar el tema filosófico de forma superficial para ahondar en el melodrama juvenil, y así la relación entre Mia y Adam (Jamie Blackley) pasa a ser el eje de la película, entonces el dilema ya no pasa por qué es lo que vale la pena para seguir vivo, sino que todo gira alrededor de los mundos diferentes de los que vienen los enamorados, y si la relación soportará los compromisos musicales de ambos. Chloë Moretz tiene el suficiente carisma y talento como para ser más que una estrella adolescente, por lo que es capaz de llevar muy bien tanto las escenas románticas como las más dramáticas; ninguno de los actores desentona, por el contrario, Mireille Enos y Joshua Leonard interpretan un matrimonio que todos quisiéramos tener como padres. Con hermosas caras jóvenes, y Portland lleno de nieve como escenario, esta película es bastante más que una teen movie, el dilema de la protagonista es realmente complicado y vale la pena ver casi dos horas de película para, de yapa, escuchar una hermosa versión acústica de "Today" de los Smashing Pumpkins.
Un alma perdida Si decido quedarme (If I Stay, 2014) nunca llega a ser una propuesta interesante o atrapante, ni siquiera puede ser tomada enserio. Con un tono que no pasa de lo melodramático y siempre apelando a generar sorpresa en la obviedad, es ampliamente previsible desde el inicio. El film es completamente soso e insoportable de ver más allá de la primera mitad. Mia (Chloe Grace Moretz) tiene diecisiete años y posee una increíble habilidad para tocar el violonchelo. Sus padres, en cambio, son amantes del rock desde su juventud pero aun así, deciden apoyarla. Ella sueña con entrar a Julliard, volverse reconocida y tener una vida con Adam, su novio músico, a pesar de lo diferente que proyectan sus objetivos en la vida. Sin embargo, una tarde sufre un grave accidente con su familia, lo cual hará que Mia, en un estado previo a la muerte, deba decidir en el hospital si se queda o se deja morir. Para ello tendrá que recordar los eventos de su vida hasta ese momento y hacer juicios de valor para ver si continúa viviendo. Con dicho argumento uno pareciera adentrarse en un mundo atractivo de intriga, pero después el film entero cae en diálogos preestablecidos, escenas poco relevantes y solamente dirigidas a emocionar a un espectador listo para echar algunas lágrimas. Si decido quedarme queda reducida a un panfleto juvenil, con la única idea de mostrar el valor de los buenos sentimientos, pelear por los sueños, y auto-animarse a luchar y salir adelante, sin ningún tipo de matiz ni la menor idea de que esos pensamientos afloren o se formen en el desarrollo mismo del argumento, salvo por la contracara del accidente que los tiene a todos en velo. Basada en la novela de Gayle Foman, la película desaprovecha tener un buen casting con actores de nivel (sobre todo los padres, tíos y abuelos de Mia) y un gran desarrollo de producción que se retrotrae al llanto y la pena.
Nueva propuesta lacrimógena para adolescentes, basada en la novela juvenil de Gayle Forman, publicada en 2009. Al contrario que el éxito de género por antomomasia que resultó The Fault in Our Stars, If I Stay no llegó tarde y por eso se verá perjudicada, simplemente es un film menor y muy manipulador, que no consigue esconder con entereza los lugares comunes del género que visita en reiteradas oportunidades. Como ya lo demostrase con la liviana remake de Carrie el año pasado, Chloë Grace Moretz se va consagrando poco a poco como la genial actriz de su generación que es, y no importa la calidad del producto donde participe, ella siempre sale adelante y a todo pulmón. El drama que le toca vivir en esta ocasión tiene momentos paupérrimos y muy mal escritos, que se trasladan aún peor a la pantalla grande, pero ella es una campeona y timonea cualquier crisis que se le presente. En la piel de la sensible Mia, Moretz representa a un pez fuera del agua incluso en su seno familiar, donde madre, padre y hermano menor, todos fanáticos de la música rock y punk, giran en torno a ella, adicta desde temprana edad a la música clásica. Esta extrañeza propia se acrecienta con el oportuno arribo de un cortejante, Adam, la estrella de rock del pueblo, que la empujará fuera de su zona de confianza. Desconozco el tratamiento de las relaciones de los personajes en el libro, pero Moretz y su compañero Jamie Blackley gozan de un módico nivel de química, simplemente superados por el extraño amor que se profesan los padres encarnados por la genial Mireille Enos y Joshua Leonard. Pasando el endeble círculo romántico -que debería ser una fuerza imponente, el corazón de la película- un giro en el guión que es preferible no develar en este momento cimenta el trayecto que seguirá el film. A partir de ahí, ni el libreto de Shauna Cross -escribió la irreverente Whip It- ni el debut sin pena ni gloria del director R.J. Cutler -del interesante documental The September Issue- logran hacer levantar vuelo a una trama desprovista de corazón y buenos momentos. La condición bordeante en el realismo mágico que toma If I Stay se nota cargada, y va pesando más conforme pasa el tiempo, fragmentando la estructura narrativa con muchos saltos temporales y abuso de flashbacks, claramente los únicos recursos posibles que tenía a su disposición Cutler. If I Stay funciona para ir al cine, lagrimear a mares y salir, comentando que dura que fue la película, que genial es el papel de Chloe, y correr a comprar el libro en el que se basó. Con el paso de las horas, la historia se irá esfumando y quedará en el olvido. Una pena, porque una actriz tan joven se merece plataformas de salto mucho más sugerentes que una undécima adaptación literaria del estilo.
Enmarcada dentro del género de las novelas para adolescentes, la cinta se presenta como una interesante adaptación de su homónima escrita. Buenas actuaciones, sobre todo de la joven protagonista, a esta altura una de las actrices más versátiles de su generación. Logrados climas dramáticos, sin golpes bajos y una banda de sonido que fusiona con eficacia melodías clásicas con rock, son sin dudas puntos fuertes de un filme, cuyo peor pecado, quizás sea nunca desprenderse de la estética de tele filme digna de LA PELICULA DE LA SEMANA. Pese a esto, el resultado general es satisfactorio, y aquellos espectadores de lágrima fácil, sin dudas encontraran en la historia un motivo para enjugar pañuelos.
En la vida a veces tomamos decisiones y a veces las decisiones te definen, en tan sólo un instante que lo cambia todo. Ésta es justamente la premisa de la adaptación cinematográfica de la exitosa novela homónima escrita por la autora Gayle Forman, un libro que -al igual que “Bajo la Misma Estrella de John Green- ha atrapado a lectores jóvenes (y también adultos) con una historia de amor dentro de un contexto que desarrolla el significado de la vida y la muerte. Este primer largometraje del realizador R.J. Cutler (director de varios documentales, episodios de series y productor ejecutivo de la exitosa “Nashville”) es, por supuesto, un drama melodramático que nos cuenta la historia de una tímida adolescente de 17 años llamada Mia Hall (interpretada por Chloë Grace Moretz), una chelista prodigio que dedica todo su tiempo a este instrumento, algo que la retrae de otras actividades. Ella misma se autodescribe como un “pez fuera del agua”, tanto en su familia como a la hora de relacionarse con gente de su misma edad, producto de su forma de ser y sus gustos musicales (es fan de la música clásica). La trama toma lugar en Portland (Oregon), donde la protagonista vive junto a su padre Denny (Joshua Leonard), ex baterista de una banda punk, su madre Kat (Mireille Enos de la serie “The Killing”) y su hermano menor Teddy (Jakob Davies). Ni bien se inicia el film, vemos a una Mia ansiosa por la llegada de la carta de aceptación del prestigioso conservatorio Julliard para saber si ingresa o no, lo cual la obligará más adelante a elegir entre el perseguir su carrera musical o seguir un camino diferente y quedarse con el amor de su vida, Adam (papel a cargo de Jamie Blackley), un muchacho guitarrista que conoce en la escuela secundaria. Ésta es -hasta el momento- su decisión más difícil hasta que lo terrible que también forma parte de la vida la lleva a enfrentar una elección mucho más crucial cuando sufre un accidente de auto en el que toda su familia muere menos ella, que queda en coma. Debe elegir si vivir huérfana en un futuro incierto o dejarlo todo -incluso el amor que siente por Adam- y morir, por lo que a lo largo de la película la vemos deambulando por el hospital en el que está internada. Al tiempo que experimenta lo que se conoce como una “experiencia extracorporal”, y es testigo de todo lo que sucede a su alrededor con sus abuelos (Stacy Keach y Gabrielle Rose) y su mejor amiga Kim (Liana Liberato), quienes desean su recuperación, Mía contempla los eventos de su pasado (lo cual vemos mediante flashbacks) para encontrar razones para decidir si quedarse o irse. Es así que la película comienza mostrarnos cómo llegó a este mundo con padres bohemios, cómo fue que desde pequeña se enamoró del violonchelo a primera vista, pasando por vivencias junto a su familia que le dio todo y que la impulsó a continuar con su amor por la música, hasta el inicio de su relación con su novio, miembro de una banda de rock en ascenso y los problemas que ésto conlleva en términos de conciertos, fans, giras, etc, etc. Si bien al comienzo la trama filosófica parece interesante, luego decae para centrarse únicamente en la historia de amor. Y la elección de Mía pareciera que sólo depende de esta situación; si ella y Adam podrán continuar juntos si despierta, ya que ambos desean perseguir sus respectivas carreras. La elección de Cutler fue definitivamente atraer a un público demasiado teen y ajustarse a eso a la hora de estructurar el desarrollo de “Si Decido Quedarme”, una propuesta cuyo objetivo -dada su puesta en escena- es hacernos lagrimear (y conmigo lo logró únicamente en la escena del gran Stacy Keach que te parte el alma). Aclaremos que la película no es del todo mala, pero creo que se pasa de metafórica y melosa. Lo rescatable aquí, además de la fotografía y la banda de sonido, es todo el elenco (cuya química traspasa la pantalla) y por supuesto la protagonista absoluta de esta historia. La carismática Chloë Grace Moretz, quien con sus 17 años, aquí afronta su primer papel un poco más maduro. Esta gran actriz que demostró sus habilidades actorales en la serie “Dirty Sexy Money” y las películas “El Ojo del Mal”, “Kick-Ass 1 y 2”, “Déjame Entrar”, “La Invención de Hugo Cabret”, “Sombras tenebrosas” y “Carrie” (cada uno dentro del contexto interpretativo que le tocaba), es quien lo da todo en las escenas románticas y dramáticas (aunque en una haya sobreactuado, la perdonamos) y hace llevadero este dramón.
"Si decido quedarme" es la nueva peli protagonizada por Chloë Grace Moretz, una de las nuevas caras de hollywood, que viene trabajando sin parar. En esta oportunidad vas a poder disfrutar a la actriz corriendo por todo un hospital, una y otra vez, además de verla sufriendo e intentando hacernos llorar, porque la película - basada en una novela best seller - apunta a la lágrima, al corazón y a la pérdida de los seres queridos... ¿Funciona? Eso lo tendrás que decidir vos a la hora de recomendar o no la peli... A mi parecer, hay una exageración al golpe bajo, donde por momentos funciona y por momentos, que debería funcionar, no sucede nada. Sumale a eso que los diálogos - muchos - no se sostienen con absolutamente nada. El elenco está bien, la historia de amor es interesante, pero me faltó algo... ¿Quizás llorar más? No lo sé...
Luego del gran éxito de "Bajo la Misma Estrella", en lo literario y cinematográfico, el público adolescente tiene su adaptación a la pantalla "If I Stay" de Gayle Forman. La historia gira en torno a Mia, interpretada por la ascendente Cloë Grace Moretz (Kick Ass, Carrie, Sombras Tenebrosas), una joven que toca música clásica y vive un hermoso romance con Adam, un muchacho con una banda de rock. Pero su vida tendrá un giro inesperado cuando sufra un accidente automóvilistico junto a su familia. Siendo la única sobreviviente, Mia está en coma y en un estado crítico, pero su alma puede ver todo lo que sucede con quienes están vivos y debe tomar una decisión: quedarse o seguir su camino. Drama metafísico y lácrimogeno que logra conmover a la platea con una historia en la senda de "Ghost" e "Invisible".
Si decido quedarme: rendirse o pelear La escritora Gayle Forman empezó su carrera escribiendo artículos para revistas para adolescentes cuya temática principal eran los problemas que preocupaban a los jóvenes. Continuó su carrera periodística trabajando para distintas publicaciones y en 2009 publicó su tercer libro, Si Decido Quedarme (If I Stay), que le valió ganar el NAIBA Book of the Year ese mismo año y en 2010 el Indie Choice Honor, entre otros premios. En 2011 publicó la continuación de la historia con la novela Lo que fue de Ella (Where She Went), de la que no daremos más detalles para no contar "spoilers". Dato de color: el primer libro de esta autora fue una guía de viajes titulado You Can't Get There From Here: A Year on The Fringes of A Shrinking World (2005), que la llevó a visitar varios países. Este es el primer largometraje de su obra que se adapta a la pantalla grande y, según lo que escribió en su página web, hay posibilidades de que la segunda parte también se adapte. Lo cierto es que si ustedes creían que ya habían derramado todas las lágrimas posibles con historias de adolescentes sufridos como los de Bajo la Misma Estrella (The Fault in Our Stars), se equivocaron. Bueno, tal vez en esta oportunidad no sufran tanto. Mia (Chloë Grace Moretz) es una joven de 17 años que prácticamente lo tiene todo: unos padres maravillosos, un hermanito adorable, un novio divino y un futuro brillante. Toca el chelo como los dioses y eso le da la posibilidad de ser aceptada en la prestigiosa escuela Juilliard, pero si esto ocurre deberá mudarse y dejar a su familia y a Adam (Jamie Blackley), el amor de su corta vida. Todo esto queda de lado cuando, en una excursión familiar en coche, ocurre un accidente y queda en un coma profundo. Increíblemente, ella puede ver lo que sucede a su alrededor y ahora deberá enfrentarse a una dura decisión: pelear para sobrevivir o rendirse y dejarse ir. El multipremiado por su trabajo en televisión R.J. Cutler es el encargado de dirigir este film. Su experiencia es notable y se nota sus buenas intenciones para con este material, pero con eso solo no alcanza. Es que el guión de Shauna Cross es el principal problema que presenta este largometraje. La historia, que navega entre el presente en el hospital y flashbacks de la vida de la protagonista, está plagado de diálogos bastante trillados y carentes de peso dramático (aunque sí efectistas). Falta profundizar en los personajes y darles matices para hacerlos interesantes. Por ejemplo: la relación entre los padres -unos ex rockeros con tan buena onda que son envidiables- y la protagonista es digna de una sitcom estadounidense de la década del cincuenta: no tienen ni una pelea, ni un conflicto, ni un sí ni un no. Teddy (Jakob Davies) es la personificación de un angelito sobre la Tierra, y claro está que esto es adrede para lo que se verá. De las actuaciones no se puede decir nada porque tanto Backley como Chloë Grace Moretz logran la química deseada, y los padres (Joshua Leonard y Mireille Enos), o el abuelo interpretado por Stacy Keach, están perfectos (en un cuento de hadas serían ideales). Claramente estamos hablando de un filme cuyo principal objetivo es llegarles a los adolescentes y probablemente lo logre, pero podemos compararlo con un yogur light: liviano y bajo en calorías. Está en ustedes consumirlo o no.
Crítica emitida por radio.
Cine que adolece de cine Hasta ahora me había mantenido bastante ajeno al fenómeno de las adaptaciones de novelas para jóvenes adultos. La única saga que me ha interesado es Los juegos del hambre; vi sólo las dos primeras entregas de La saga Crepúsculo (y con eso me bastó); no vi La huésped, Hermosas criaturas, Cazadores de sombras: ciudad de hueso, Divergente o Bajo la misma estrella. Por eso, el poder ver otro exponente de esa tendencia, como es Si decido quedarme, me servía para compensar esa falta, aunque sea por mero interés antropológico. Con sólo ver los avances previos, se puede llegar fácilmente a la conclusión (y sin equivocarse) de que Si decido quedarme comparte con los films antes mencionados el ser una película de diseño, que no gira tanto en función de reglas genéricas (aunque inevitablemente recurra a ellas) como de un horizonte de espectador, de un target determinado. Y lo más importante, se le nota claramente un objetivo, que no sólo es el reproducir modelos mentales e ideológicos, sino también producirlos. Como los demás, cuenta con una ventaja extra, que es la de poseer un público cautivo, que roza incluso lo acrítico, lo que le da el impulso necesario para buscar convertirse en un acontecimiento extra y pre-cinematográfico. Todo lo anterior lo digo porque a Si decido quedarme -con su historia centrada en Mia Hall (Chloe Moretz), una joven que, tras un accidente automovilístico casi fatal que la deja en coma, queda en una especie de limbo espiritual entre la vida y la muerte, teniendo que decidir entre partir al más allá o quedarse en este mundo- se le notan demasiado las costuras, los cálculos, la automatización en función de lograr determinadas reacciones en el público. Sólo en determinados momentos se permite ser espontánea, abandonando la mecanización, para explorar de forma más profunda y arriesgada las inseguridades y deseos de su protagonista. En cambio, en la mayoría del metraje necesita poner permanentemente todo en palabras, ilustrando sucesos, sensaciones y deseos a través del habla, con frases sentenciosas y pomposas que harían sonrojar a Jorge Bucay, sin confiar en el poder de las imágenes y hasta introduciendo personajes simplemente imposibles en su concepción (la enfermera que le habla a Mia mientras está en coma es el colmo de lo inverosímil). Así, el romance de Mia con un joven llamado Adam, que nace a primera vista y es atravesado por numerosas contratiempos, como la diferencia de edad -él es un año mayor que ella- o las carreras de ambos -él como integrante de un grupo de rock en pleno ascenso, ella buscando iniciar una carrera como chelista-, jamás adquiere espesor, sin conmover o conseguir empatía. Pero la torpeza -tanto desde el guión de Shauna Cross (que había hecho mucho mejor las cosas en Whip it) como desde la dirección de R.J. Cutler- no se queda ahí y pesa mucho más en todo lo correspondiente al drama hospitalario, que hasta termina hundiendo la performance de Moretz, que espero que entre este film y Carrie no haya iniciado ese tétrico camino que la conduciría a ser otra Lily Collins. Los que sí consiguen esquivar el desastre (y vale la pena mencionarlos) son Mireille Enos y Joshua Leonard, quienes desde sus papeles de los padres de Mia le quitan solemnidad al asunto, haciendo todo simple; y especialmente Stacy Keach, que con una honestidad asombrosa logra conmover en un pequeño monólogo. Lo peor de la película (y probablemente también del libro) es que no tiene ningún prurito en acumular tragedias con una arbitrariedad llamativa, por puro efectismo, mientras a la vez sostiene una visión romántica que ni siquiera es edulcorada, sino más bien pasteurizada. No es tanto que no se muestren las escenas de sexo; eso se puede entender por ciertas necesidades de mercado. El problema es que jamás se percibe la tensión, la excitación, el amor entre los cuerpos. Si decido quedarme se muestra de esta forma como una película adolescente, pero en el peor sentido del término: adolece de la energía correspondiente a una puesta verdaderamente cinematográfica, sus piezas no llegan a encajar en el montaje, nunca llega a completarse a sí misma. No es “joven” sencillamente porque no tiene identidad. Por eso las preguntas un poco incómodas persisten: ¿por qué este (no) cine (y la literatura de la que proviene) sigue gozando de relativo éxito? ¿Qué es lo que buscan y encuentran en él sus espectadores? ¿Es sólo un problema del público o también de los críticos?
No todos los actores jóvenes de Hollywood actúan bien, y no todo el que sorprende alguna vez es capaz de sostener un alto nivel. Son varias las circunstancias que juegan para analizar esto, pero el talento es la clave salvadora. Sobre Chloe (Grace, siempre me olvido) Moretz, cuando “Hugo”, escribí –y me estoy citando-: “Ella es "the real deal". Su mirada transmite muchísimo y todo el tiempo tiene la inteligencia de que su presencia en un plano nos revele que no está para la joda”. Dos años anos después, hoy lo repito al ver que puede sostener una película ella solita. Esto es, hacerla digerible, que podamos terminar de verla. Es que “Si decido quedarme” es una suerte de calvario: maneja con justa sobriedad el primer impacto dramático (que es el accidente automovilístico que pone a la protagonista en un estado entre la vida y la muerte para que pueda decidirse por una de las dos…no es ‘spoiler’ porque está en el trailer) y luego desborda constantemente. Clip tras clip, flashback tras flashback, el montaje frenético y la banda sonora en la escamoteada escena de sexo (“Halo” de Beyoncé en versión acústica, aunque los personajes no tengan nada que ver con ese género musical) nos dejan en claro que no pretende ser más que una de amor adolescente, un subgénero explotado este último lustro cuya línea temporal de buenos exponentes podría comenzar con el primer “Crepúsculo” (2008) y cerrar con “The Spectacular Now” (2013). En el medio un poco de todo, más malo que bueno. El director R. J. Cutler no se guarda recursos y mantiene apretado el boto de “escenas lacrimógenas”, siguiendo un guión cuya estructura de saltos temporales persigue enfocarse sólo en el romance (¿acaso no hay nada más para contar?), sin agregar siquiera una subtrama de mínimo interés o un personaje secundario memorable. No hay desarrollo ni matices, todo avanza sin mayores sobresaltos hasta su esperado final; y esto es lo que hace más valiosa la labor de Moretz, que logra ponerse, actoralmente, encima de las múltiples falencias del film. Tampoco nos engañemos y reconozcamos que, por más talento que la joven derroche, no alcanza para que se trate de un mejor producto. No la puedo recomendar, pero entiendo que el público de estas películas ya sabe cómo terminan. Ellos son los que van al cine luego de haberse tragado la saga entera de vampiros, aliens adolescentes y las estrellas (este film también está basado en una novela). Y lo viven con emoción de todos modos. No les importa. Quizá al menos debería empezar a importarles quién es Chloe Moretz: una inspiradísima actriz que resuelve estos papeles con una intensidad que hoy rara vez asoma en su generación a ese nivel de exposición. Y que les importe acá (en USA ya es una superestrella), así descubren otras películas mejores que “Si decides dejarme”, como cuando alguna vez bajaron la filmografía de Kristen Stewart y vieron que Bella Swan es un poroto al lado de todo lo que la piba elige hacer. Porque tiene con qué. Igual que Chloe.
Bella durmiente en terapia intensiva Si decido quedarme fue calificada como apta para mayores de 13 años, pero debería sumar otra advertencia: no apta para mayores de 18. Su espectro emocional se limita a esa franja de edades. Más allá o más acá, es probable que no encuentre la empatía que exige su planteo intensamente melodramático. Todo parece perfecto en el mundo de Mia (Chloë Grace Moretz), una adolescente virtuosa del violonchelo, nacida en Portland, Oregon, que podría entrar en Julliard, la prestigiosa escuela de música de Nueva York. Cuando la ve ensayar, en trance y hermosa, se enamora de ella el líder de la banda de rock del colegio, Adam (Jamie Blackley), un chico apuesto, talentoso y decidido a cumplir sus sueños de artista. Lo único que la hace sentirse un poco "marciana" –en sus propias palabras– es la estirpe rockera de su familia: su padre es un exbaterista de una banda punk; su madre, una exgroupie, y su hermanito un experto en rock anterior a 1978. ¿Cómo pudo ella convertirse en una amante de la música clásica? Pero ser distinta no significa que no sea aceptada. Al contrario, sus padres, sus parientes y sus amigos la adoran. Todos saben que es una criatura elegida. Ese paraíso terrestre se transforma en un limbo un día de invierno en que toda la familia sale en auto y, en medio de una ruta nevada que atraviesa el bosque, chocan contra una camioneta. Mia entra en coma y según le dice al oído la enfermera que la atiende, sólo depende de ella seguir viviendo. Así que mientras yace inconsciente en una sala de terapia intensiva, su alma o su fantasma va enterándose de la suerte que corrió su familia en el accidente y a la vez empieza a recordar momentos positivos y negativos de su vida a fin de determinar si tiene o no tiene sentido permanecer en la Tierra. Si bien el esquema ya fue probado en muchas otras películas, esas idas y vueltas temporales son conducidas con eficacia narrativa por el director R.J. Cutler, y acompañadas por una banda sonora que combina con precisión y sensibilidad la música clásica y el rock. La historia tiene algo del cuento de la bella durmiente versión siglo 21 –sin las madrastra maligna ni los enanos trabajadores–, es decir, adaptado a la mentalidad de un público adolescente en el cual la corrección política ya se hizo carne y cuyos sueños están diseñados a imagen y semejanza de American Idol o Hannah Montana.
No es este el lugar para hacerlo, así que se lo proponemos al lector: comparar esta película sobre una chica en coma con Bajo la misma estrella, la de los dos adolescentes con cáncer y enamorados. Sería interesante ver cómo la Muerte anda rondando incluso films dedicados a públicos no adultos, como en este caso, o cómo se le diluye su angustia. Aquí una adolescente -la gran Grace-Chloe Moretz- es la única que sobrevive a un accidente. Queda en coma y su alma puede ver qué pasa con los vivos -incluido su novio- y con los muertos -incluidos sus padres. Y tiene que decidir si vive o muere. Es decir, un drama romántico-familiar para la lágrima, lo que no está mal. Tampoco demasiado bien: a pesar de que el tema es denso, la realización no deja de caer en formas adocenadas y lugares comunes, contra las que reman los intérpretes. Lo extraño es la infantilización de la muerte y cómo todo termina derivando hacia la telenovelita infantojuvenil de media tarde. Los intérpretes -Moretz, básicamente- logran darle cierta dignidad al asunto y volver todo visible.
Si decido quedarme se presenta como otra película lacrimogena para teens desaforadas con ganas de llorar mucho. Y esta tendencia ya comienza a aburrir antes de siquiera haber arrancado del todo. Si te quedaron carilinas después de ver Bajo la misma estrella, sos mujer, argentina y tenes entre 12 y 18 años, entonces lee esta review! Bajo los mismos mocos De entrada la historia se plantea como lacrimogena. Chloe Grace Moretz, quien crece tanto físicamente como actoralmente llevará adelante este moco flojo de historia. Facilísimo, familia super hiper re-contra archi feliz, tiene accidente automovilístico, y van todos al mismo hospital, con el agregado de que el personaje de Chloe queda como una especie de fantasma en limbo, donde puede ver todo lo que pasa. Padres y hermano mueren y ella debe decidir si morir o quedarse. Ergo el titulo de la película, no hay spoiler. Lo que la hará balancearse entre irse y quedarse sera el amor de sus abuelos y el de Adam, su primer novio adolescente el cual esta interpretado por un asqueroso Jamie Blackley. Con este escenario, la caterva de escenas lacrimogenas que se suceden, oscila entre el golpe bajo y lo ridículamente estúpido. Pero con un agregado especifico. No emociona. Morite, no me importa Así es, es todo tan tan tan lacrimogeno, que no tiene efecto. Y créanme que soy un maricotas que llora por cualquier cosa en cine. No hubo UNA escena que me saque algo de emoción en esta película. Es como nadar en chocolate y te den un chocolate para comer, no notas la diferencia. Entonces lo único que querés es que la película transcurra y termine, cosa que no sucede fácilmente porque dura 107 minutos. Por dios! Que quede clarísimo que esto no es una critica a la novela de Gayle Forman, la cual no conozco, ni se cuan buena o mala es. De hecho esta película, tampoco es pésima en si misma, simplemente, esta rota. No funciona. Entonces, lo único que te interesa es que o bien la pendex se muera o se salve pero que sea YA. Contradicciones Sin embargo, a nivel actoral, esta MUY bien. Chole, se ve por momentos sobreactuada, pero esta muy bien. Sin embargo es el entorno familiar el que esta realmente bien. Mireille Enos, a quien conocemos como Sarah Linden de la serie predilecta de la presidenta, The Killing, compone una madre roquera, bien pum para arriba. Diametralmente opuesto al personaje que compone en la serie. Lo cual habla muy bien de su versatilidad como actriz. Su madre roquera, preguntándose que hizo mal, al ver que su hija elegía la música clásica, realmente funciona. Lo mismo su padre, compuesto por Joshua Leonard. Hay quimica, son funcionales y creíbles y realmente están muy bien. Párrafo a parte merece Stacy Keach, quien compone un excelente abuelo de Mia, demostrando sus dotes para el drama. Muy bien. Sin embargo, a pesar de actoralmente estar muy bien, como dije antes, la película no funciona. Lagrimas son dolares Como dije antes, esta película no creo que sea un regalo para los fans del libro, es tan solo un intento por robarles dinero. Así es, moco flojo fácil para que los fans vayan al cine y depositen en las arcas de Hollywood sus frustraciones, tristezas personales y dramas familiares llorando a moco tendido por una historia que YA conocen, mal llevada a cabo en cine. Sinceramente ni siquiera creo que le presten suficiente atención, ya que lloraran en "la parte que pasa esto", en "la parte que pasa aquello", y en "la parte que pasa esto otro". Solo faltaba que se muriera una mascota, y podíamos cantar bingo en la sala. Marvel hizo del cine una retroescavadora de dolares con productos bien hechos que funcionan. Esta manga de ladrones, con estas películas lacrimogenas apelan al mal juicio de adolescentes con el sentido de la estética sin desarrollar por completo, para robarles dolares. De hecho estoy seguro que cuando crezcan y vuelvan a ver esta película se darán cuenta de lo mala que es, pero ya será tarde, los productores ya habrán comprado sus condominios en Boca Raton. Conclusión Madre tapada de trabajo, si lo que quieres son dos horas de tranquilidad de la eterna sensación de insatisfacción de tu hija adolescente, deposita a tu hija en alguno de los cines donde pasan esta película, y andate a pasear 2 horitas tranquila. Ya que tu hija seguramente llorara, lagrimeara, se abrazara con su mejor amiga, esa que te come todo lo que tenes en la heladera cuando se queda en tu casa a dormir, y saldrán juntas a hacerse un tatuaje de un cello y una guitarra eléctrica. Pero si tenes mas de 21 años, por ninguna razón te acerques a un cine, donde Chloe Grace Moretz haga otra cosa que no sea putear sin parar vestida como Hit Girl. Han sido avisados.
La pequeña Debbie Harry no puede ser feliz Dentro del lote de las películas malas hay películas desastrosas, películas tímidas, tontas o irremediables; incluso películas que se podría calificar de malvadas. Si decido quedarme responde posiblemente a otra categoría, por cierto no menos contundente que las anteriores. Además se encarga de demostrarnos –con un dejo descorazonador que solo es pasible de ser captado por un espectador lleno de fe– que las peores películas pueden tener también, a veces muy lejos, en algún momento perdido, su costado querible. ¿A qué grupo pertenece una cosa como Si decido quedarme, entonces? Probablemente a la especie de las películas cobardes. Vamos a ver. El director cuenta la historia de un chica adolescente con padres que alguna vez fueron rockeros, que se inclina por la música clásica, conoce en la escuela a un chico huérfano que toca en una banda de rock, se pone de novia y progresa en sus estudios del violoncello, al punto que consigue ser aceptada en Julliard, la famosa escuela de música de Nueva York. La voz de la protagonista guía el relato desde el plano número uno, como una pequeña hada perteneciente a la estirpe de los niños sabios, siempre un poco tristes, de esa tradición americana que tiene su hito en Salinger y se extiende más que nada, a veces enojosamente, a una porción importante de las comedias del cine independiente de los Estados Unidos. Si decido quedarme tiene algunas escenas logradas, quizá medio ñoñas pero efectivas, que contribuyen a cartografiar emocionalmente el relato, como aquella en la que un asado culmina con una sesión musical improvisada entre los jóvenes novios y los amigos invitados de los padres, ex rockers cuarentones que no han perdido todavía las mañas. O cuando la chica asiste a una fiesta disfrazada de Debbie Harry con la ropa que usaba su madre de adolescente. A los responsables de la película, sin embargo, se les ocurre que la chica tenga un accidente de auto en el que pierde a toda su familia y queda en coma. No estoy revelando casi nada, porque esto pasa en los primeros minutos y la narración está dispuesta como un vaivén entre el presente y el pasado de la protagonista. Si decido quedarme le da un cachetazo presuntamente realista al espectador, una forma de contrastar las aventuras mínimas de sus personajes con una dosis de sordidez inconducente. La película podría haber alcanzado un status de gloria modesta, entonces, ligera y orgullosa de su material, pertrechada con esa gracia un tanto risueña y también desesperanzada que exhiben los relatos de amores que se pierden y se encuentran pero pueden, de un minuto a otro, volverse a perder. O haberse concentrado en las oscilaciones venerables del coming of age, sus brillos apenas perceptibles, el arrebato de independencia en la que la chica tambalea, como si se deslizara por un plano inclinado, al tiempo que vislumbra las penas de la adultez sin reconocerlas del todo, con ese regusto agridulce con el que aquello largamente anhelado ingresa en la vida y ya se ha hecho demasiado tarde para volver atrás y no haberlo deseado nunca. La truculencia absurda del guión de la película, levantada a despecho del encanto de los actores (no es ninguna novedad que Chloe Grace Moretz es un prodigio), de las tonterías más o menos pertinentes en forma de comentario sobre la historia del rock, y de la hermosa luz crepuscular que inunda siempre los planos, parece diseñada para simular un tono de madurez, un relieve adusto destinado a informarnos que las comedias románticas no pueden ser solo eso. Si decido quedarme no nos trae noticias tristes acerca de cómo es la vida de este lado de la pantalla: los que somos adultos ya sabíamos que la muerte acecha en cada recodo del camino y que todo puede evaporarse de un minuto a otro. La película parece en realidad nutrirse de una cierta falta de confianza en las propias fuerzas que se hace pasar por malestar, por drama, por mirada adulta que reprocha la jovialidad insensata de esa familia tan simpática. Si decido quedarme es un poco falsa y un poco desalmada cuando debió ser solamente irresponsablemente feliz.
Si decido quedarme es un relato ideal para el disfrute total de los corazones sensibles. Sin dudas en lo que coincidirán todos es en que el trabajo actoral de Chloë Grace Moretz no sólo es magnífico sino que sumamente creíble siendo lo mejor de la película. El público adulto que ya vio muchas de este estilo, seguramente va a encontrarle varios defectos, como por ejemplo....
Atrapada entre la vida y la muerte Mia Hall debe tomar una decisión. Y no es escoger entre quedarse con su novio rockstar en Portland o seguir su sueño de tocar el Violonchelo en la escuela de música Juilliard. No. Mia Hall estuvo en un accidente automovilística, y toda su familia está muerta, y debe elegir si sale del coma en el que cayó, y sigue su vida, huérfana, o si prefiere simplemente dejarse ir... y morir. Chloë Grace Moretz (Kick-ass, Let me in, Hick) protagoniza Si Decido Quedarme, un filme romántico adolescente que sigue la tendencia -que hace poco inició Bajo la Misma Estrella- de las tragedias de los jóvenes que se ven de pronto entre la vida y la muerte. Pero en esta película, el personaje principal parece tener todo el control: la elección de si vive o muere está en sus manos. Basada en el bestseller homónimo de Gayle Forman, y dirigida por el documentarista R.J. Cutler (The September Issue, The World According to Dick Cheney), uno no puede evitar preguntarse cómo esta historia, que intenta ser lo más realista posible dentro de un marco de fantasía, resulta ser tan poco convincente. Con un elenco secundario muy fuerte y confiable -conformado por Mireille Enos (The Killing) y Joshua Leonard (The Balir Witch Project), como los padres de Mia, y con el prometedor Jamie Blackley (El Quinto Poder) como su novio- el guion de Shauna Cross (Whip it) no logra escaparle al melodrama y a diálogos que pretenden ser más inteligentes de lo que realmente son. Sin embargo, Cutler sabe apuntarle bien a los puntos débiles sentimentales que tenemos todos, y, por momentos, hasta logra convencernos de que el fantasma que ronda los corredores de un hospital en busca de respuestas es lo suficientemente creíble. Pero ni la nueva niña mimada de Hollywood, Chloë Grace Moretz, puede salir de esta historia trágica; trágica de más maneras de las que se propuso el filme. Pero, a pesar de todo, Si Decido Quedarme es entretenida y romántica. Su guion no será el mejor, y menos si lo comparamos con brillantes películas adolescentes de los últimos años, como The Spectacular Now o Un Camino hacia mí, pero trata, y a veces eso es más que suficiente.
Mia Hall es una adolescente que lo tiene casi todo: padres amorosos (y rockeros), na carrera en la música que promete cosas grandes, una mejor amiga, y ha encontrado el amor en Adam, un chico con una banda musical. Sin embargo, cuando parece que nada puede ir mal, todo va mal, y sufre un accidente que la deja en coma. A partir de una serie de visiones dentro del hospital en las que su conciencia está presente, Mia Hall debe decidir si dejarse ir por la vía fácil y morir, o enfrentar la realidad con los sueños que le quedan por cumplir. En su debut en la pantalla grande, R. J. Cutler adapta la novela homónima de Gayle Forman, cuya historia dulce y dramática ha sido bestseller entre los adolescentes. Estos best sellers que parecen nunca acabarse y que salen de todos los rincones, sin saber si en verdad es una ola de adolescentes lectores o solo es la búsqueda desesperada de atraer jóvenes al cine a historias comunes sin que las hayan leído previamente. Desconocemos la calidad de la adaptación con respecto al material original, aunque las voces populares dicen que ha fallado en captar el verdadero espíritu del libro. Chloe Grace Moretz es la protagonista en un género que nunca había probado, el romántico, y si bien no lo hace mal, se nota que no es su fuerte. hay escenas en las que parece sobreactuada y otras en las que incluso podemos decir que le hace falta poder a su actuación. Simplemente no le crees. Y en general, es la principal falla del drama, que va contando la historia de Adam y Mia, su romance, sus problemas y sus sueños, mientras se debate entre la vida y la muerte. La verdad es que no es un film para cualquiera, pues es de lágrima fácil. Digamos que es más recomendada cuando alguien acaba de superar un truene con su pareja, o cuando la tarde es melancólica y lo único que podemos hacer es buscar algo para intentar llorar.