Amadas por muchos y odiadas por muchos otros, las historias de Crepúsculo ya forman parte de la cultura popular del siglo XXI. Un Romeo y Julieta, pero con vampiros y humanos, que cautivó a medio mundo. El éxito descomunal de las novelas de Stephenie Meyer y de las películas no son indiferentes a nadie. Y ahora se acerca a su fin. Siguiendo con el ejemplo de Harry Potter y las Reliquias de la Muerte, la adaptación cinematográfica de Amanecer fue dividida en dos. La primera parte se estrena este año y es la que hoy nos aúna.
La historia de Bella, Edward y Jacob comienza a cerrarse en esta anteúltima entrega de la saga. Calificación: 2.5/5 Esta nueva película de la saga nos ubica momentos antes de la boda entre Bella (Kristen Stewart) y Edward (Robert Pattinson), cuando todo es felicidad para los Cullen-Swan, pero todo es oscuridad para Jacob (Taylor Lautner), que ve cómo el amor de su vida se arriesga casándose con uno de sus peores enemigos. Él, al principio, quiere intervenir, pero el líder de su manada se lo prohibe. Luego del casamiento, la feliz pareja se va de luna de miel a la isla de Esme, un lugar privado de los Cullen en las costas brasileñas, y allí Edward y Bella tienen relaciones por primera vez, algo muy peligroso, ya que el “salvajismo” del sexo vampírico podría herir a Bella. De este encuentro, Bella queda embarazada, pero algo no está bien: el bebé crece demasiado rápido, y parece consumirla en vida. Edward busca por todas las formas que aborte a esa criatura que está matándola, pero ella se niega. Este bebé se convierte en un peligro para la tribu Quileute, que le declarará la guerra a los Cullen por traer al mundo a una criatura hambrienta y sin control, y Jacob se parará en su contra, aliándose con el enemigo de la manada y, a su vez, encontrará a un nuevo e inesperado amor. Ese escenario es el que nos plantea esta primera parte de Amanecer, la última entrega de la Saga Crepúsculo. Desde que comienza, la película plantea al espectador una incógnita que nada tiene que ver con el argumento, sino con la producción: ¿era necesario dividir en dos partes esta conclusión? Es que, a lo largo de las dos horas que dura Amanecer, nos da a pensar que no pasa mucho en realidad, que todo se limita a tres o cuatro eventos importantes y lo demás es todo relleno. Por ejemplo, todo lo que es la previa de la boda, la boda en sí y la luna de miel, hasta el embarazo de Bella, parece más uno de esos videos de vacaciones que nos hacen ver ciertos (malos) amigos que una película. Y así con todo. Todo parece forzado, incluso la música, que aparece en los momentos y en las formas más inoportunas. De todas formas, cualquier cosa mala que se diga se verá opacada cuando el viernes Amanecer sea la película más vista del país. Esto está orientado a alguien, no a todos. Y ese alguien son los y las millones de fans que tienen tanto los libros como los actores, que llevó a las chicas en dividirse en equipos (Team Edward y Team Jacob). En definitiva, ésta es una película casi exclusiva para fans de la saga. Aquellos que no sean muy fanáticos de las películas van a aburrirse con esta larga declaración de amor que explota en la primer hora y con el drama que se desarrolla en la segunda. Pero los fans se van a emocionar con este nuevo escalón que nos acerca al final.
Breaking Dawn es el comienzo del fin de esta saga reciente que se ha valido del género "fantástico" para vender suspiros adolescentes con diferente envoltorio. Es también, al igual que Harry Potter and the Deathly Hallows - Part 1, la toma de conciencia por parte de los estudios de que pronto el producto va a escasear y, como supuestamente el último libro en el que se basa es muy complejo, eligen así racionarlo para dos tandas. En esta cuarta película de la saga Crepúsculo si hay algo que prima es la sencillez de su historia. Como si se tratase de colmillos falsos y disfraces de lobo, el gran conflicto que la conduce tiene poco y nada de fantasía y mucho más de drama familiar de telenovela. Y no es casual la cercanía con este género televisivo, al que se asemeja mucho a partir de situaciones hiperbolizadas, actuaciones impostadas, un guión pobre cargado de discursos solemnes, la condensación de múltiples problemas en pocos capítulos (aquí son días) y un final de estilo "continuará". El comienzo de esta primera parte es una quita de máscara y, a pesar de mucho, es de lo mejor que la saga tuvo para ofrecer. Este sinceramiento es hacia su público, no hay vampiros, no hay lobos, solo una chick flick de una chica que se casa con un chico y todos sus conocidos que celebran esta unión. Esta exaltación de la normalidad de las criaturas, algo para lo que se vienen esforzando desde la original, conduce desde el principio al fin al que apunta toda película romántica, el casamiento y la fiesta. Allí incluso se permite, a pesar del drama y los clichés, tener algunos pases de comedia y evadir un poco el tedio en el que suelen sumergirse las adaptaciones de esta serie. Pero el film no termina a la media hora y una luna de miel en Rio de Janeiro (donde todo el mundo baila) emprende el camino cuesta abajo que seguirá hasta el final. Es risible la celeridad con que se precipitan los conflictos, hasta convertir a una pareja con apenas días de casados en un matrimonio de años. Luego de su primera noche de amor, Edward decide no volver a tocar a Bella, entonces ella tratará sin éxito de seducirlo, hasta descubrir que está embarazada y, más adelante, que esto puede matarla. A esto se suma que, atrapados en Rio, la pareja se divierte jugando al ajedrez, por si alguien no había entendido que no estaban teniendo sexo. Este dramatismo exagerado juega en contra de la primera parte, más simple y efectiva, y lo seguirá haciendo con nada más que esto (entiéndase Bella puede morir) hasta el final. Esta historia sobre humanos, hombres lobo y vampiros buenos, que solo matan al que es malo o solo convierten al que está a punto de morir, se desarrolla a la inversa que la séptima del mago más famoso. En la primera parte de Harry Potter no pasa absolutamente nada y en la segunda pasa todo, a diferencia de esta en la que al final se resuelve el conflicto base que guía todas las películas. La elección de Bill Condon y equipo, siguiendo el libro de Stephanie Meyer, es la de resolver el aspecto romántico, el de mayor importancia para su público, y reservar los problemas entre las criaturas para el año que viene, algo claro ya que solo hay una secuencia de acción, a oscuras y tan mal ejecutada que es poco y nada lo que se entiende. ¿Qué queda entonces por resolver si se trata de una película romántica? La excusa.
Vampiros más empalagosos que aterradores Esta es la anteúltima parte de una larga y dulzona historia de amor entre un vampiro y una virgen comprensiva, celados por un hombre lobo, amigo de infancia de la virgen. Acá van a casarse de una vez, porque la pobre chica está esperando desde hace ya como cuatro películas. Conviene llevar insulina. En efecto. En vez de salvajadas vampíricas, imágenes espantosas de sonido estremecedor, suspenso inquietante, angustia mortal, encima de cada espectador caerá un container entero de azúcar, acompañado de empalagosa música romántica, mientras en la pantalla se suceden láminas de posters para adolescentes enamoradas, unos flacos lánguidos maquillados con harina de arroz, toda la corte de amigas alborotadas por el casamiento, y hasta los cursilones discursos de la fiesta, que por más refinados que sean estos personajes, cuando llega la hora de saludar a la novia dan vergüenza ajena. Eso lleva una hora larga. Después cambian al dj y aparece música surtida tipo ascensor, porque los novios se van de luna de miel a una isla paradisíaca cerca de Rio de Janeiro. Todo muy lindo y la recién casada a punto de caramelo. Van a la cama y el novio rompe la cama de tanta energía acumulada que tiene. Al otro día ella despierta toda contenta, llena de moretones. Pero el tipo está asustado de sí mismo. Tanto, que pasan el resto de la luna de miel jugando al ajedrez. Variante del viejo dicho, Dios le da pancito tierno al que tiene colmillos. Por suerte para el espectáculo, pasa una desgracia. Algo salió mal y, fruto de aquella sola ocasión, ahora ella está esperando un hijo monstruo. Los hombres lobos se agarran una bronca bárbara, y gruñen entre ellos con voz metálica, vaya uno a saber por qué pero estos lobos tienen voz metálica. Y todos los vampiros tienen miedo, y los humanos de la película también, todos tienen miedo, salvo el público, que espera contento, a ver si al fin pasa algo en esta serie. Pero no pasa nada. Bueno, algo pasa, pero no lo diremos. La joven esposa al fin empieza a tomar ciertas decisiones. El asunto se pone levemente intrigante. Un poquito tenebroso, también. Y aunque sea para saber cómo termina, nos quedamos esperando los anticipos del último capítulo, que ha de estrenarse el año próximo. Director, Bill Condon, el de «Hombres y monstruos», sobre James Whale (quizá por eso vemos una escena de «La novia de Frankestein»). Libretista de todos los capítulos, Melisa Rosenberg, siempre fiel a la autora de las novelas originales, su amiga la gordita Stephenie Meyers. Protagonista, Kristen Stewart, siempre acompañada por los mismos pelmazos. Continuará.
¿Será nena o vampiro? Edward y Bella por fin se casan, y el bebé por venir ya plantea problemas a resolver... en un año. Los fanáticos de la saga Crepúsculo tienen en Amanecer parte 1 lo que tanto estuvieron esperando. La adolescente retraída y el vampiro musculoso finalmente (bah, al comienzo de la proyección) se casan, se van de luna de miel a una isla en Brasil, hacen el amor y Bella queda embarazada. Todo aquello que era motivo de temor en el primer libro y la primera película, tiene su resolución. Una resolución, digamos, temporaria. El capítulo final de la saga es de los más difíciles de trasladar en imágenes (no está mal que lo hayan dividido en dos, aquellos que leyeron el libro lo saben, más allá de que la especulación obvia sea la de obtener el doble de recaudación estrenando el último filme dentro de exactamente 52 semanas, en 2012). Amanecer trata sobre sacrificio, rebeldía, traición y muerte. Pero casi nada de todo esto aparece en esta primera parte, por lo que el plano final prepara para lo mejor. Como si Bella se atara la servilleta al cuello aguardando el festín que se viene en noviembre de 2012. Además, Amanecer parte 1 tiene su propia estructura intrínseca. Como dos películas en una. Los preliminares de la boda, y la boda misma, más la luna de miel, duran algo así como una larga media hora en la que todo, o casi, son caricias, romanticismo y suspiros. Para los no iniciados, el temor de Edward, y en parte de Bella, es que cuando ha gan el amor, bueno, no es sencillo combinar las especies y el resultado puede no ser solamente doloroso. Ya habrá tiempo para explicarlo cuando los arrumacos dejen lugar al suplicio –porque así es aquí- en el embarazo no previsto de Bella. ¿Tiene un vampiro en su interior? ¿Cómo hace para sobrevivir la joven humana sin convertirse? La Parte 1 más que nada prepara para la Parte 2 , en la que los lobos, con Jacob protegiéndola, amén de ser despechado, ven una oportunidad para atacar a los vampiros, y los Volturi, otra familia chupasangre, pero alla italiana (no levantarse cuando comiencen los créditos finales) también querrán aprovecharse de la situación. Es fácil caer en la comparación con la saga de Harry Potter : ambas son protagonizadas por chicos/adolescentes, que van madurando a lo largo de los libros, se mueven en un ámbito colegial, aunque luego esto ya no importe, van desarrollando sus hormonas e intentan sobrevivir los problemas de la vida como pueden. Pero siempre con valentía, estoicismo y perseverancia. Y, al menos aquí, bien peinaditos. Lo que logra Bill Condon ( Dioses y monstruos ) es precisamente mostrar a los personajes en otro estado de madurez. Bella y Edward se han casado, ya no son chicos coqueteando, tienen otras responsabilidades y están ante un sufrimiento que los marcará de por vida. Amanecer tiene lo que no aparecía en las películas anteriores: todo es más grave, molesto, menos naive. Los fans de Robert Pattinson estarán de parabienes, Kristen Stewart luce bella en su vestido de novia, pero terriblemente demacrada cuando llegue “el” momento”, y Taylor Lautner se saca la camisa cada vez que puede. Es lo que se le pide mientras se aguarda por una conclusión más osada, por la que habrá que esperar unos meses. Qué es un año en la vida de un vampiro.
El cuarto film de la saga respeta al pie de la letra su original literario; fanáticos, agradecidos Desde Crepúsculo , el primer film de la sagaadaptada a partir de los libros para adolescentes de Stephenie Meyer, la migración de la página a la pantalla fue respetuosa de las novelas y sus seguidores. Claro que la fidelidad con el material original no se traduce necesariamente en mérito cinematográfico. Más evento audiovisual que película que pueda sostenerse de manera independiente de su propio fenómeno literario, Amanecer-Parte 1 seguramente será muy disfrutada por los seguidores de la historia entre Bella (Kristen Stewart) y Edward (Robert Pattinson), un vampiro centenario, enamorados hasta la obsesión. Con todos los elementos del melodrama romántico y algunos tomados del cine de terror, este nuevo film -el primero de una despedida en dos pasos-, dirigido por Bill Condon ( Dreamgirls ), se ocupa de mostrar en detalle el casamiento de los jóvenes enamorados. Un poco de alegría y festejo para esta pareja que durante tres películas no hizo más que sufrir. Con la ayuda de la fotografía de Guillermo Navarro -habitual y talentoso colaborador de Guillermo del Toro-, el paso de la culminación de la historia de amor al horror transcurre con fluidez. Aunque no se pueda decir lo mismo de los diálogos entre los protagonistas. Almibaradas hasta lo empalagoso, las declaraciones de amor eterno entre Bella y Edward, además del despecho del tercero en discordia, Jacob (Taylor Lautner), el lobisón, alcanzan el absurdo y allí se quedan. Especialmente ridículas son las escenas en las que la manada de lobisones discuten, telepáticamente, qué hacer cuando la parejita de recién casados regresa de la luna de miel en Brasil con una sorpresa inesperada. Después de tres libros -y sus correspondientes films- predicando la abstinencia sexual y asfixiando todo aire de seducción relacionado con los vampiros en el cine y la literatura, finalmente en Amanecer-Parte 1, Bella y Edward, con casamiento de por medio, consumarán su amor. Que la consecuencia del sexo sea la destrucción anímica y física de la chica daría para más de un debate sobre el mensaje que la historia intenta transmitir a la legión de adolescentes que la consumen. Esos que por otro lado sólo están interesados en ver cómo se resolverá -si no quiere enterarse de elementos de la trama deje de leer ahora- el paso de humana a vampiro de Bella. Un desafío que Condon asumió con todas las imágenes que el cine de terror más sanguinolento le pudo prestar. Claro que los clichés, el ridículo y los cuestionables mensajes seudorreligiosos se hacen bastante más fáciles de procesar como entretenimiento inocuo gracias a la presencia de Stewart, una gran actriz en potencia que logra dotar de humanidad a un personaje empeñado en perderla.
Por fin aparece la sangre Con la saga Crepúsculo pasa, por lo visto, lo mismo que con Las crónicas de Narnia. Tras una larga agonía de películas desabridas, la serie que inventó a los vampiros exangües despierta casi en tiempo de descuento, recuperando el sexo y la hemoglobina que les había drenado al género. Junto con ellos vienen la carga trágica, la densidad dramática, cierto arrojo visual incluso. Después de tanto colmillo tímido, de tanto guardarse para la noche de bodas, llega finalmente algún mordisco bien dado, la sangre del cuello y del desfloramiento, las temidas consecuencias del cruce entre Bella y bestia. Consecuencias que hacen de esta primera parte de la última parte de Crepúsculo (o, más precisamente, de la segunda parte de la primera parte de la última parte) una suerte de El bebé de Rosemary en versión vampira, con un posible monstruo (o monstrua) creciendo en el vientre de la desdichada heroína. Con la diferencia de que lo que en el personaje de Mia Farrow era producto de una ingenuidad casi infantil, aquí lo es de un riesgo asumido. Al final de la entrega anterior y en el colmo del sacrificio romántico, Bella (Kristen Stewart) había resuelto intercambiar fluidos con su amado Edward, chupasangre melanco (Robert Pattinson), aunque eso significara dejar de ser humana y devenir vampira. Claro que para llegar a ello hay que pasar, primero, por el casamiento: recuérdese que la autora de la saga es mormona y, por lo tanto, una puritana de aquéllas. Dividida en dos mitades bien diferenciadas, el comienzo de Amanecer despliega a pleno la iconografía romántica tradicional: preparativos de la boda, planos detalles de la broderie nupcial (no olvidar que las teenagers son el target primordial de la saga), la emoción de la mamá, el papá que la lleva del brazo al altar, fiesta, chismorreo de las amigas, sorpresiva aparición del tercero en discordia (Jake, hombre-lobo en esteroides) y la luna de miel en paradisíaca isla, mar afuera de la Bahía de Guanabara. Allí, lo romántico va dejando lugar a lo trágico: cuando el matrimonio se consume, Bella habrá dicho adiós a su condición humana, abrazando (l)una nueva, que vaya a saber dónde la lleva. Todo indica que haber puesto la serie en manos de Bill Condon (guionista y director de la picantita Dioses y monstruos) trajo resultados beneficiosos. Sin llegar a subvertir el férreo régimen moral de la saga, Condon lo aliviana o contrapuntea. Inserta una sangrienta pesadilla en medio de los sueños románticos de Bella, jaspea la fiesta de bodas con un toque ácido de stand-up comedy y obliga a la heroína modosita a usar lencería ligeramente atrevida. Ironiza, incluso, sobre el puritanismo imperante, cuando el recién casado no sólo se niega a concretar con la esposa, sino que hasta le cubre la colita, para que el espectador no ande viendo de más. Igual, lo mejor de Amanecer es su segunda mitad, cuando todos los personajes principales ven sus deseos enfrentados con sus lealtades. Mientras, la panza de Bella crece y ella se va convirtiendo en cadáver humano, devorada por su propio hijo. Sí, claro, todo esto ocurre porque en esta saga el aborto está más prohibido que hasta el momento en Argentina. Pero hete aquí que –como es frecuente en cine o en cualquier otro arte– una postura ideológicamente viciada produce resultados dramáticos virtuosos: si Bella abortara no habría película. O la película que habría sería menos interesante. Aún con el handicap de unos vampiros tan blancos que parecen mimos de Plaza Francia y unos hombres-lobo tan mecánicos como en las anteriores, la decisión de la heroína y el buen pulso del director dan por resultado una tensión e intensidad que las cuatro previas no permitían ni sospechar. Teniendo en cuenta que Condon está también al frente de la segunda parte de la última parte, con estreno previsto justo para dentro de un año, pueden abrigarse esperanzas de que lo que empezó mal y siguió igual termine bien, por una vez en la vida.
Vamos con las aclaraciones. Con la saturación que me provocan las seguidoras de esta saga consultándome si hago avant premiere y viendo lo madera que es Pattinson para actuar, yo entro menos 10 a la sala. No espero nada, solo que no se me haga tedioso y que no sea insoportable. Y separando los tantos, Amanecer no está mal. Dejemos de lado la historia en si. Quien deteste a estos personajes, no se va a amigar con la obra. Por eso si estás leyendo esta crítica, y sos uno de ellos, lo tuyo es masoquismo puro. Y aclaro lo de la historia, porque si le buscamos la quinta pata al gato, el mismo se transforma en un cienpies... Voy por la realización y los climas. El director nuevamente mejora lo previo. Acá es una película donde en gran parte están solo los dos protagonistas y logra que la película corra sin problemas. Estira algunas cosas al divino botón y pretende meterle suspenso a algunas que ya nos imaginamos la resolución. Pero en muchas otras logra un muy buen clima de suspenso. Lo de Pattinson sigue igual. Incluso creo que el director lo podría sacar bueno, pero dejaría en evidencia lo que hizo en las anteriores películas, por eso sigue con sus caras de bebé constipado. Pero está muy fresco y natural en las escenas donde rie o está feliz. Ese es un punto a favor. Particularmente siempre aclaré que me gusta Kristen Stewart en los papeles que hace, aunque creo que va a quedar muy pegada a este personaje en su carrera. Los efectos especiales están bien, no arriesgan más que en las anteriores y la música me pareció más representativa en la 2 y en la 3. Tiene algunas escenas muy bien construidas y ya veo a las "wedding planner" ofreciendo bodas a "lo Cullen". Dura lo justo y necesario, y no va a cambiar la opinión de los que detestan la saga, ni de las fans enojadas con el final. Pero por lo menos no sigue cerrando el espectro de espectadores... si dudabas en ver la cuarta por lo que venias viendo, no te va a defraudar.
Amada inmortal Ví Crepúsculo (2008), de Catherine Hardwicke; Luna Nueva (2009), de Chris Weitz; Eclipse (2010), de David Slade (la mejor de todas); y ahora Amanecer - Parte 1 (2011), de Bill Condon. Cuatro películas -de cuatro directores diferentes- para una saga de vampiros (y lobos), adolescentes y enamoradizos, dominada por un inmenos puritanismo, una tremenda solemnidad y serios problemas de casting. Pero... ¿a quién le importa? Una saga literario-cinematográfica sostenida por el marketing que funciona ¡y cómo! Una máquina de recaudar mucho en poco tiempo (aquí arranca con 205 copias que gracias al interlocking se multiplicarán en más pantallas todavía). Soy de los (pocos) que creen que para (intentar) comprender a los adolescentes de hoy y sondear de qué va la cosa en la industria del cine hay que "comerse" cosas como Amanecer - Parte 1. Mis colegas y amigos se ríen. "Ni en pedo" invierten horas de sus vidas en las nuevas historias de Bella Swan (Kristen Stewart), Edward Cullen (Robert Pattinson) y Jacob Black (Taylor Lautner). Allá ellos... Luego de "histeriquear" de lo lindo con el vampiro Edward y el lobo Jake, la humana Bella se decide por el primero y en esta cuarta entrega (iba a ser la última, pero -al mejor estilo Harry Potter- dividieron el libro final en dos partes) Edward y Bella se casan (primer tercio de película), se van de luna de miel a una paradisíaca isla cerca de Río de Janeiro donde finalmente tienen el tan demorado debut sexual a los 18 años (segundo tercio), ella queda embarazada y se irá convirtiendo en una vampiresa inmortal, lo que genera unos cuantos riesgos e incógnitas que mejor no develar (tercer tercio). Que Pattinson es un "paquete", que todo aquí es hiper conservador, que el film peca de frío y artifical... Todo eso ya se ha dicho aquí y en miles de otros medios. Rescato de este cuarto film algunas secuencias arriesgadas desde lo narrativo y lo visual (como el parto extremo de Bella) y ciertos pasajes en los que las CGI están al servicio del relato y no del regodeo. De todas maneras, nada ni nadie logrará que un fan de la saga (el tercer film vendió más de un millón de entradas en los cines argentinos) deje de consumir Amanecer - Parte 1, ni tampoco que algún desprevenido vaya a ver qué onda. Ya sé, esta reseña es no sólo inocua sino también contradictoria y, en definitiva, inservible (desechable). Creo que mis escépticos colegas tenían razón.
¡Le llenaron la cocina de humo! Primera parte del último capítulo de la saga Crepúsculo, Amanecer (Parte 1) (Breaking Dawn - Part 1, 2011) sigue el derrotero de Bella (Kristen Stewart) y el vampirito Edward (Robert Pattinson) y, por fin, les permite mostrar un atisbo de carnadura humana y mínima espesura emocional. Eso y una narración continua y sin picos de impostada gravedad alcanzan para que esta entrega sea la mejor de la saga. Luego de los infinitos conflictos e histeriqueos con el torneado licántropo Jacob (Taylor Lautner), Bella da el sí ante Edward y su lívida familia (entre ellas está la argentina Mía Maestro). La celebración continúa en una paradisíaca isla de Brasil, donde –ya era hora- la feliz parejita hace el amor por primera vez. El romanticismo de la situación muta por incertidumbre cuando Bella queda embarazada. ¿Qué está engendrando?¿Cuál será el resultado de la mezcla de genes humanos con los vampíricos? Enigmas insondables para la humanidad a resolverse a lo largo de esta película. Y de la otra, claro. La jurisprudencia de Harry Potter y las Reliquias de la Muerte (Parte 1) (Harry Potter and the Deathly Hallows, 2011) sirvió para que la adaptación cinematográfica de Amanecer (Parte 1) fuera dividida en dos. Lógico: un par de películas recaudan más que una. Más si se trata de una de las que más fervor despierta en la platea adolescente. Aun así, el director Bill Condon –el mismo de Kinsey: el científico del sexo (2004) y Dreamgirls (2006), debutante en la saga- hace de esa decisión de neto corte económico un beneficio para la película. Más allá de sus problemas formales –es la película con más panorámicas aéreas de la historia del cine-, Amanecer (Parte 1) tiene una narración menos episódica que las anteriores y evita la progresión dramática a los ponchazos para, en cambio, delinear con claridad el conflicto, convirtiéndose en la entrega más llevadera y cohesionada de todas. Ahora bien, que lo que cuente sea básico y de un grado de puerilidad absoluta –enésimo enfrentamiento entre lobos y vampiros, ahora por la suerte de Bella y su vástago- es menos producto de la película que del material en el que se basa. Pero Condon logra esmerilar la rugosa superficie conservadora de la película insuflándole un poco de viseras y un atisbo de corazón. El debut sexual de la pareja retratado con una llamativa explicitud, el embarazo sorpresivo y –otra vez: por fin- la aparición de la benemérita sangre en una película cuyo personaje central es un vampiro configuran un panorama sorpresivamente alentador. Incluso hasta la misma película parece reírse de sus predecesoras cuando Edward destruye la cama en pleno éxtasis sexual, en la que es la escena más graciosa de la saga. Película correcta y hasta por momentos disfrutable, Amanecer (Parte 1) deja la puerta abierta para la quinta y última película en un plano final que se olía a horas de metraje de distancia. Será cuestión de esperar un par de meses para ver si lo de Condon fue una excepción o definitivamente Crepúsculo dio vuelta la página. Ante la duda, conviene no reparar la cama.
Un final que es principio (parte 1) Bella (Kirsten Stewart) le cumple finalmente el sueño a su muy chapado a la antigua novio vampiro Edward (Robert Pattinson) y se convierte en su esposa en una ceremonia larga y clichosa que será muy del agrado del fandom local. Lo bueno comienza cuando Jacob (Taylor Lautner), el mejor amigo de Bella y tercero en discordia, se percata del peligro real que corre una frágil humana como su amada en la inminente luna de miel. Desoyendo las advertencias de sus dos amores, la joven se empeña en llevar la vida de una recién casada "normal" (es decir, sexo incluído) y al salirse con la suya, desata la reacción biológica más inesperada: después de todo, ¿quién pensaría que algo podría gestarse de la relación carnal de un ser humano y un vampiro? Con Bella de regreso en estado de salud crítico, Jacob y su manada de licántropos enfrentan nuevamente la posibilidad de entrar en conflicto con el clan vampírico de los Cullen, que protege a su nuevo miembro con celo. ¿Se quebrará finalmente la tregua entre estas especies antagonistas? Y si Bella finalmente se enfrenta a una nueva existencia inmortal, ¿qué será de sus relaciones humanas? Pocos fenómenos cinematográficos le deben tanto al marketing, y se explican tanto por la misma razón, como la saga Crepúsculo. Si no, sería difícil creer en el éxito rotundo de una serie de filmes que tiene como protagonistas a una chica torpe e inexpresiva y a un vampiro casto. Justo un vampiro: el epítome de la sensualidad. Bien, Stephenie Meyer y sus adaptadores cinematográficos se tomaron su tempo para darle a la saga la cuota terrenal de sexo, violencia y dramatismo que se espera habitualmente de estas propuestas. La espera terminó y aquí se podrán ver con algún detalle, los entresijos de la accidentada vida conyugal de Bella y Edward. Si la adaptación arruinó por completo el segundo mejor libro de la tetralogía ("Eclipse"), en esta ocasión Bill Condon se esforzó por conseguir una mayor fidelidad al original tanto en lo narrativo como en lo tocante a tensión dramática. El resultado es un filme cuyos personajes adolecen del mismo problema que en las anteriores entregas (poca profundidad y menos convicción a la hora de transmitir sus emociones), pero al menos ahora la espera de que pase algo está matizada por un factor moral nunca antes planteado, aunque bastante más interesante que los conflictos entre la parejita (o trío: no olvidemos al buen Jake) protagónica. La trama avanza muy lentamente en el principio, sólo para regodeo de las fanáticas: promediando la accidentada luna de miel de Edward y Bella la acción crece progresivamente y ya no decae hasta unos muy bien logrados veinte minutos finales. Definitivamente, si había una cinta de "Crepúsculo" que mereciera atención y cuidado, era esta. Vienen bien: ahora habrá que esperar a la segunda parte.
Aunque es cierto que con el correr de la franquicia el clima perfecto que se había logrado en Crepúsculo se fue perdiendo, al trío protagónico se lo nota cada vez más cómodo en la piel de sus personajes. Ver reír a Kristen Stewart en más de una oportunidad refleja el clima distendido con el que arranca este cuarto filme, que encuentra en los graciosos discursos de familiares y amigos durante la fiesta uno de los pocos momentos relajados de una historia, que se irá tornando cada vez más oscura con el correr del metraje. A pesar de la gran fidelidad con el material original (en la transposición, sin embargo, se redujo el nivel de sangre en ciertos momentos clave de la historia) hay que mencionar que en esta oportunidad el dúo Stewart-Pattinson brindó poca sensualidad y pasión y que al pobre Taylor Lautner le tocó ponerle la voz al pasaje más ridículo de la saga: una discusión telepática con otros lobos.
Sobre afrodisíacos adolescentes Guste o no, franquicias como la que hoy nos ocupa generan entre el público y la crítica reacciones un tanto desmesuradas que dicen más de los que formulan el juicio que de la obra en sí, apenas otro producto más orientado al ejército de fans ya captados (a quienes por cierto les importa un bledo las apreciaciones casuales del resto). Así las cosas, la primera parte del desenlace propiamente dicho de Crepúsculo se ubica en un nivel intermedio entre la mediocre Luna Nueva (The Twilight Saga: New Moon, 2009) y el eslabón anterior, Eclipse (The Twilight Saga: Eclipse, 2010), sin dudas la mejor de todas. De hecho, la película es tan austera en su estructura que nos remite a la original del 2008: más que de “historia” tendríamos que hablar de un “planteo” debido a que prácticamente no hay desarrollo alguno, estamos ante una típica aproximación intuitiva basada en personajes inamovibles y una idea -muy esquemática- que ya había sido adelantada en el trailer. El eterno melodrama ahora nos presenta el casamiento de Bella (Kristen Stewart) y Edward (Robert Pattinson), siempre con Jacob (Taylor Lautner) como tercero en discordia, el embarazo de la “señora” y los conflictos que el híbrido humano/ vampiro trae aparejados. Estaba cantado desde el inicio que esta primera mitad iba a privilegiar los vaivenes sexuales del matrimonio y el enfrentamiento con los licántropos, en relación a una amenaza general por la supuesta incapacidad de controlarse del pequeño, mientras que el segundo capítulo hará lo propio con los Volturi y definirá el destino del triángulo amoroso. Amanecer - Parte 1 (The Twilight Saga: Breaking Dawn - Part 1, 2011) reincide en el montaje de video clip romántico, los rostros de hielo, las escenas súper dialogadas, el tono rosa, los chispazos de humor, la acción con cuentagotas, las subtramas huecas y los arranques de furia hormonal. Resulta evidente que tuvieron que editar la secuencia de la “luna de miel” para complacer a la MPAA y conseguir un PG-13, situación que transforma algo insípido en algo totalmente bizarro (Stephenie Meyer, una devota cristiana, de seguro se sentirá orgullosa de que no se vea nada más allá de una cama rota, unos besitos aislados y un par de partidas de ajedrez posteriores). Una vez más el guión de Melissa Rosenberg aporta coherencia y evita el ridículo aunque lamentablemente el realizador Bill Condon no se las ingenia para mejorar el nivel de las actuaciones del elenco, estancado en la falta de novedades significativas. Al fin y al cabo el devenir de la saga se sustenta en la decisión de Bella de convertirse en una chupasangre para poder acostarse con Edward, ambos al igual que los gatos no saben si saldrán vivos de cada revolcón: el vampirismo, como el mismo film para con sus fieles seguidores, funciona como una especie de afrodisíaco adolescente con tendencia a legitimar una exploración idílica del período. Lejos de desastres mayúsculos como las Narnia o las Harry Potter, propuestas impersonales sin la más mínima identidad, aquí la narración está encausada hacia el masoquismo sensible y cumple sus objetivos con eficacia y esmero…
Anexo de crítica: Sin lugar a dudas luego de la segunda mitad esta nueva entrega de la franquicia toma algo de sentido aunque no alcanza el nivel de su antecesora. Quizás para fanáticos no sea tan aburrida pero para aquellos que esperábamos algo más sustancioso es imposible evitar un letargo desde el primer minuto hasta la mitad del largometraje...- Pablo E. Arahuete (5 puntos)
Un casamiento con el vampiro La cuarta entrega de la saga de Crepúsculo es, a la vez, el principio del fin. La película comienza con la tan esperada boda entre Bella y Edward, momento culminante del amor prohibido entre la humana y el vampiro. Desde el año 2008, cada año apareció una nueva entrega de las películas basadas en los best-sellers de Stephenie Meyer, reproduciendo en cine el éxito de los libros. Así, Kristen Stewart como Bella, Robert Pattinson como Edward y Taylor Lautner como Jacob se han convertido en ídolos adolescentes y estrellas de fama mundial. Como todo fenómeno de culto, sus seguidores son de una fidelidad absoluta, de la misma manera en que muchísimos espectadores ignoran de qué trata todo el asunto. Pero quien desde afuera vea que es una historia con vampiros y hombres lobos, tal vez crea que la saga Crepúsculo pertenece exclusivamente al cine de terror. Nada más equivocado, los films están mucho más dentro del canon del cine romántico que de los relatos de horror. La historia se sirve de personajes del género, pero en definitiva cada película es principalmente una serie de conversaciones entre los personajes, hablando de amor, lealtad, traición y muy pocas veces pasan al terreno propiamente dicho del cine de terror. En Amanecer esto queda clarísimo: durante la primera hora asistimos a todos los lugares comunes de la representación de una boda en el cine, sin que asome, más que en un sueño, otra cosa más que la boda de una adolescente de 18 años que llega virgen al matrimonio y espera su luna de miel. De las casi dos horas de película, hay que decir que los peores defectos de la serie (su estética mediocre, sus diálogos eternos y su repetición de frases e ideas ya expresadas) se hacen presentes en la primera mitad. Quien, a pura voluntad, logre atravesar esta parte se encontrará con un premio en la segunda mitad, cuando el drama crece, cuando la tensión aumenta y cuando realmente pasa algo. Allí, y de forma más intensa, aparecen el cine de terror y el melodrama. Las escenas dejan de ser tan lavadas y mediocres y se despiertan conflictos más fuertes. Los personajes, ya conocidos por todos, cobran su dimensión y exponen sus verdaderos valores y su fuerza. Por primera vez les pasa algo fuerte. Cuando eso queda plasmado en la pantalla, la primera parte llega a su fin y se anuncia la segunda parte del capítulo final. Si se mantiene en este tono, será la mejor de las películas de una serie que recién ahora empieza a despertar.
Vampiros en problemas conyugales Qué buena comedia sería la saga Crepúsculo si no fuera un melodrama. Todas las escenas rozan el límite de la parodia involuntaria. No se trata de impericia, sino de un riesgo consciente. Se supone que la adolescencia es la edad de las grandes efusiones sentimentales y la exitosa creación de la novelista Stephanie Meyer no hace más que reflejar ese espíritu a través de una lente de aumento. Amanecer, parte 1, la cuarta entrega, realmente tiene la forma de una comedia romántica invertida. Empieza con una boda y termina con un terremoto de conflictos. Los tres actos en los que se divide la historia están perfectamente marcados y sobre sus coordenadas se mueve la tempestuosa relación entre la humana Bella, el vampiro Edward y el lobo Jakob. Tan rudimentario es el esquema que se lo puede resumir en pocas líneas: primero, los preparativos de la boda; segundo, la luna de miel en Brasil; tercero, los problemas de un embarazo no previsto. Pero aunque el planteo resulte esquemático, la mentalidad de los personajes, esa psicología fantástica que se les atribuye, tiene la complejidad suficiente como para franquearse un camino a través de los lugares comunes y las escenas de dudoso gusto. En una breve lista de momentos que uno preferiría no recordar, hay que incluir el sueño prenupcial de Bella (pétalos rojos que caen del cielo), el paseo turístico por Río de Janeiro (donde todas las parejas bailan y se besan espontáneamente en la calle), y la primera noche en la cama matrimonial (para mostrar la fuerza reprimida de Edward no se les ocurre nada más sutil que romper la cama de madera). Parece que hubieran aprovechado las ofertas de un sitio de remate de ideas. Lo valioso de Amanecer es que tiene impulso de sobra para imponerse a su fuerte vocación por las situaciones fallidas. Ese impulso viene de los personajes. Todos cargan con contradicciones a las que tratan pero no consiguen dominar. Es su destino de mutantes forzados a recorrer el espectro que va desde la animalidad a la divinidad lo que mantiene viva la tensión de la historia que protagonizan. El embarazo de Bella vierte un ingrediente más en el cóctel de confusiones hormonales y dilemas existenciales. Aparece el tema del aborto y todas sus complicadas derivaciones. Ya cerca del final, la cosa vuelve a ponerse demasiado explícita, pero a esa altura, la vida, la muerte, el amor, la amistad han logrado que Amanecer adquiera el filoso relieve de un melodrama.
Los amores de sesgo turbulento Impecable técnicamente, con buenos efectos especiales, música que a veces abruma y lindos adolescentes, el filme continúa una historia que parece reunir los ingredientes necesarios para que la gente muy joven la siga. En esta Parte 1 de la saga, los protagonistas Bella Swan y Edward Cullen, de tormentosos amores debido a su diversidad genética, van a casarse. Ella es humana, él vampiro y parece que estas uniones mixtas no van. En síntesis, son como Romeo y Julieta, los de Shakespeare, tan jóvenes y lindos como aquéllos. No ricos, pero hijos de gente con buenos empleos. El papá de Bella es policía, el de Edward, médico. Y por supuesto tienen sus amigos línea vampira y línea humana, con sus enemigos y sus simpatizantes, como cualquier individuo que se precie. Hay un pretendiente y amigo de la bella Bella, Jacob Black, que ronda con la esperanza de que Cullen se desilusione y abandone a su amada y el padre de la chica, como buen policía, no la pierde de vista y como puede, la vigila de cerca. NO HUMANOS Ah!! Tampoco Jacob es humano. Es de una vieja familia licántropa, o sea de los que se transforman en lobos y más aún cuando se enojan. Para complicar el asunto, vampiros y licántropos no se llevan bien. Atención que no todos los licántropos se llevan bien con otros licántropos, ni vampiros con otros vampiros. Sino no se explica el odio de los Vulturi, vampiros italianos de otra parte de la saga, con los Cullen. El caso es que asistimos a una boda en el bosque con mucha concurrencia joven, especímenes varios y la incógnita de qué pasara con el tiempo. La película muestra una luna de miel en Brasil, lo que no nos tranquiliza porque hay que pensar que vampiros y licántropos ya son nuestros vecinos. Para empeorar la situación parece que las gestaciones vampiras son rápidas y Bella no alcanza a disfrutar de la luna de miel y aparece embarazada y nada contenta. LA JOVEN MORMONA Sin analizar las razones por las que una joven mormona, Stephenie Meyer, decide contar una saga de licántropos y vampiros y alcanza un éxito universal con más de setenta millones de obras vendidas, observamos una historia simple, que más allá de la diversidad de sus integrantes no aporta ninguna originalidad a la relación, aunque sí expectativas en cuanto a cómo se lleva una pareja mixta y cómo será el fruto de tamaña unión. Uno esperaba hechos impactantes en esta luna de miel. Pero no, salvo algunas brutales peleas con lobos, sólo hay algunos lindos paisajes, mucho interior confortable y modernoso, una deprimente oscuridad y la pobre Bella con pocas ganas de nada, absorbida sanguíneamente. Impecable técnicamente, con buenos efectos especiales, música que a veces abruma y lindos adolescentes, el filme continúa una historia que parece reunir los ingredientes necesarios para que la gente muy joven la siga.
El triángulo amoroso y la intriga se mantienen en pie La receta para contentar a las fans es casi perfecta. No le falta nada: ni boda soñada en medio del bosque, ni música, ni destino paradisíaco para la luna de miel ni -lo que muchos esperaban después de tres películas- un encuentro sexual entre la lánguida Bella (Kristen Stewart) y su pálido vampiro Edward (Robert Pattinson). El intenso encuentro deja como resultado camas destrozadas y plumas volando por toda la habitación: el vampiro cumple en serio y ella queda con un par de magullones. Como luego a él le viene la culpa, Bella debe desplegar unas tímidas técnicas de seducción para convencerlo de que haya una segunda vuelta. La precisión de Edward es casi increíble porque ella queda embarazada a los pocos días y deben retornar de la salvaje isla de Esme, en la costa brasileña. A medida que el embarazo avanza a una velocidad asombrosa, se instala el tema del aborto de ese ser mitad vampiro, mitad humano. Bella está dispuesta a seguir adelante y cuenta con el apoyo de Rosalie, otra de las vampiras del clan Cullen. Jake (Taylor Lautner), el lobo eternamente enamorado de Bella, debe contenerse para no asesinar a Edward por lo que hizo y se debate entre enfrentar a su familia canina que quiere acabar con el "engendro" o preservar la vida de Bella y su bebé. Bien, hasta aquí lo que se puede adelantar de la trama. Esta primera parte del final de la saga Crepúsculo se ha caracterizado por apelar al humor. Los gags llegan para aliviar momentos de tensión, por ejemplo, los discursos en el brindis de la hipertradicional boda. Otras situaciones desatan carcajadas por lo bizarras. Ejemplo: cuando Bella toma con un sorbete un refresco de sangre para alimentar al bebé. La trama resulta más artificial que las anteriores. La relación, a veces triangular entre los protagonistas masculinos y Bella es festejada por las adolescentes desde la butaca. Palidez y abdominales, todo para ella. El final deja abierta la intriga sobre el futuro de la pareja y el destino amoroso de Jake.
No abortarás Con la saga Crepúsculo me pasa lo mismo que con Harry Potter ó Transformers: son películas que no me gustan, que mantienen una regularidad en su factura y uno a esta altura no espera modificaciones, pero que tienen un público seguidor y muy amplio que en verdad no tiene ganas ni le interesa leer algo que hable en contra del producto. Son personas convencidas de que la obra en cuestión está muy bien y que no hay nada malo para decir. Entonces, me pregunto, ¿cuál es la necesidad de decir algo sobre estas películas si el público al que van destinadas no quiere leer nada y el que está afuera no lo leerá ni por curiosidad? Digamos que, antes que nada, hay un sentido de la sorpresa que uno debe mantener en alerta: de pronto, por qué no, como en Rápido y furioso puede haber películas mejores que otras. Siendo sinceros, en Crepúsculo esto no pasa y las películas se suceden con una llanura asombrosa, casi cortadas todas por la misma mano por más director que se cambie. Por lo tanto no habrá otra que hablar de aquello novedoso que pueda haber cuando la historia está llegando a su desenlace. Como sabrán (si es que leyeron algo), la joven Bella y el vampiro Edward están a punto de casarse, lo que despierta -aún más- los celos del hombre lobo Jacob. El casamiento, en este caso, es una puerta para que los amantes tengan su primera experiencia sexual y para que de una santa vez el vampiro muerda a la joven y la convierta a su raza, algo que la chica viene exigiendo con una fruición incontenible. Hay algo notorio en esta cuarta parte (que en realidad es la primera parte del último capítulo, ya que el libro final se dividió en dos: ¡gracias Potter!), y es que por primera vez se nota la mano de un director tras las cámaras. Sin ser un genio del séptimo arte, al menos Bill Condon (de Dioses y monstruos) demuestra ser un socarrón: así se filtra algo de humor, alguna anomalía dentro de esta historia excesivamente lavada, y Condon se divierte un poco con la ridiculez del casamiento, con la sanata de la luna de miel y, gracias a sus inicios en el terror (dirigió Sister, sister y Candyman 2), sabe construir un mínimo clima en la última media hora, con un embarazo que tiene algunas aristas de El bebé de Rosemary. Incluso Condon abandona ese punk adolescente que siempre había musicalizado la saga y lleva los sonidos por otro lado. El problema con Amanecer – Parte I, al igual que con toda la saga Crepúsculo, es que el material de base tiene un tinte conservador tan excesivo, que es casi imposible morigerar su espíritu sin traicionarlo (y una traición sería impensada en este orden de cosas de éxitos literarios/cinematográficos). Sabido es que la autora Stephenie Meyer es mormona y que, a través de vampiros y hombres lobo, trafica su moral, aunque ahora con una novedad: si hasta el momento la saga se había mostrado castradora al exceso, reprimida, ahora le suma un valor más: su carácter anti-abortista. Embarazada del vampiro, Bella comienza a albergar en su vientre un feto que la devora por dentro. Mientras todos creen que lo más saludable sería deshacerse del niño, incluso nosotros, que como espectadores nos espantamos un poco con el look demacrado de la embarazada esposa, la muchacha porta su panza con orgullo. No vamos a ahondar demasiado en qué ocurre, pero Condon filma esto en el límite de tolerancia que permite esta historia, y no está del todo mal: en cierta forma impacta, ayudado un poco por el trabajo de sonido. O al menos no está tan mal como el resto, con elipsis demasiado abruptas, momentos románticos de una ridiculez apabullante, chistes que no causan gracia y situaciones que generan risas involuntarias, escenas de acción mal resueltas y actuaciones de cartulina (excepción Kristen Stewart). Igualmente todo esto no debería sorprender ya que la saga nos tiene acostumbrados. Sólo nos queda imaginar -a quienes no leímos la novela-, qué otra cosa impugnará Meyer con su diatriba mormona, en el último capítulo.
Una Bella entre colmillos, pañales y aire carioca La saga Crepúsculo continúa y en esta nueva entrega aprovecha con buenos recursos las vueltas de tuerca que ofrece el relato. Rodada de manera conjunta con Amanecer (Parte 2), que se verá en noviembre del año próximo, el nuevo eslabón de la saga protagonizada por humanos, vampiros y hombres lobos encuentra a los personajes un paso adelante: han crecido, deciden dejar el hogar paterno y construír su propia familia. El director Bill Condon elabora un melodrama con toques fantásticos y cambia el eje de la acción. La boda de Bella (Kristen Stewart) y Edward Cullen (Robert Pattinson) está organizada, todos reciben invitaciones para la fiesta y el lugar elegido para la luna de miel es Río de Janeiro. La decisión (y el riesgo) de Bella de unirse al clan de los inmortales desata una ola de acontecimientos peligrosos cuando queda embarazada y se convierte en un "objeto de protección" de los Cullen y del enemigo de los vampiros, Jacob (Taylor Lautner), el amor de su juventud que se transforma en licántropo. Entre luchas sin cuartel que se tejen entre los clanes que quieren destruírla y aquellos que la protegen ser una "elegida", la película entretiene e imprime su aire romántico en el primer tramo para luego desatar la acción. Basado en la obra de Stephenie Meyer, y con guion de Melissa Rosenberg, el film juega con el tema del embarazo (la vida y la muerte) a través de imágenes que inquietan; un "flashback" que muestra el pasado de Edward como asesino de "hombres perversos" y la idea de la continuidad de la especie que aparece teñida de color sangre. Entre aguas calmas recortadas por la luz de la luna, Bill Condon acierta en la creación de atmósferas seductoras y pesadillas (las luchas de los lobos es reiterativa) y en la nueva "vida" que le espera a Bella. Amanecer (Parte 1) termina justo en el momento más atrapante y habrá que esperar un año para conocer el desenlace de un producto pensado para público adolescente que ha dejado 1.8 mil millones de dólares en las boleterías de todo el mundo. Acá los colmillos dejan lugar al encanto, al sexo, la sorpresa y al parto, como ocurría en El monstruo está vivo!.
La danza de los vampiros y la fortuna. Un producto como el de la saga Crepúsculo no podía quedar atrás en la idea de subdividir su última entrega en dos partes. Al igual que lo hicieran en la saga de Harry Potter y con la suerte de poder vislumbrar los resultados de la otra franquicia de antemano, la máquina de hacer dinero no podía detenerse, menos aun corriendo con ventaja...
Y si amanece por fin... Vamos a hacer un poco de memoria. En el 2008 llegó a nuestras carteleras, dirigida por Catherine Hardwicke, Crepúsculo, que vendría a ser la primer entrega de una de las sagas cinematográficas más exitosas de los últimos años. Solo un año más tarde se hizo presente Luna Nueva, pero esta vez dirigida por Chris Weitz, mientras que en el 2010 desembarcó Eclipse (realizada por David Slade), para ahora darle lugar nuevamente una temporada más tarde a la primera parte de Amanecer, que estuvo a cargo de Bill Condon. En un esfuerzo casi sobre humano vi las cuatro ediciones de la saga Twilight en solo 5 días y es mi deber asegurar sin ningún prurito que Amanecer es por mucho la mejor entrega de la franquicia, que ha venido de menor a mayor, aunque hay que destacar que de las cuatro partes es una buena película solo la que ha llegado a nuestros cines el último jueves. Amanecer retomará la historia desde donde la dejó Eclipse y nos mostrará el ¿esperado? casamiento entre Bella y Edward, para luego dar paso a la soñada luna de miel donde los tortolitos harán, ¡por fin!, el amor. Pero como no todo es color de rosa y menos en esta novela teen, Bella inmediatamente quedará embarazada de una criatura que supuestamente cambiará el rumbo de la humanidad y que también destruirá el tratado entre los Cullen y los lobos desatando una feroz pelea entre los chupasangre (de animales, porque son re buenos) y los hombres lobos. Unos defendiendo al enigmático bebé superpoderoso y otros intentando justamente todo lo contrario, destruirlo. A esta altura cualquiera que vaya a ver una película perteneciente a la saga que comenzó en el 2008 sabe que asiste a ver un film cargado de histeria (tanto afuera como adentro de la cinta), timorato y conservador, solemne hasta la médula y abarrotado de molestos clichés. Por ende, me parece más interesante resaltar los aspectos que hacen de Amanecer una buena película más allá de poseer algunos defectos en menor y otros en mayor medida, que conviertieron a Crepúsculo, Luna Nueva y Eclipse en películas que van de malas a mediocres. Amanecer es mejor película que las anteriores básicamente porque Bill Condon logró pulir con una estética superior y hasta atrapante a las escenas dramáticas y de acción, ya que la creación de los climax siempre fue de lo más deficiente en la franquicia, incluso más allá de las inexpresivas o sobreactuadas interpretaciones de las primeras dos entregas. Un fiel ejemplo de lo mencionado es la larga secuencia del parto de Bella, donde la tensión, la crudeza y el suspenso son llevados de manera excelente por Condon. También encontraremos como punto alto para la defensa una narración cinematográfica menos forzada e impostada, que se encarga de llamar a las secuencias importantes en los momentos adecuados, logrando una interesante cohesión que jamás se hizo presente en los otros films. Robertito Pattinson y Taylor Launter no son buenos actores, o por lo menos no han podido demostrarlo hasta ahora, pero desde Crepúsculo hasta Amanecer hay un cambio notorio en ambos, consiguiendo evolucionar junto a sus papeles a tal punto que en esta primera parte a Pattinson comienzan a entendérsele los gestos y Launter finalmente comienza a tenerlos. Inclusive hasta tienen momentos dotados por algo muy interesante, el carisma. En cambio Kristen Stewart sigue demostrando que tiene pasta y representa nuevamente a la perfección a Bella, aunque con el paso de las ediciones el abuso de ciertos gestos y caras se torna algo tan insoportable como el histeriqueo que realizó con los personajes de Edward y Jacob en las tres ediciones anteriores. Con varias mejorías Amanecer se convierte en la obra más rescatable de la saga Twilight, dejando abierta la puerta para una segunda parte que seguramente cerrará dignamente la adaptación que por suerte va de menor a mayor.
Es la cuarta película de la saga de vampiros jóvenes y sexys que comenzó en 2008 con “Crepúsculo”, que en verdad se divide en dos. La primera parte de “Amanecer” trata sobre el casamiento entre Bella y Edward, y de los problemas que deben asumir al concebir a un bebé, mientras el hombre-lobo Jacob intenta advertir sobre el peligro que corre la vida de Bella. Esta clara de entrada la intención mercantil de la producción de contar el final de la historia en dos películas, estirando hasta el hartazgo las secuencias reciclando una y otra vez los escarceos amorosos de los protagonistas. Es así que “Amanecer” se transforma en un relato romanticón sin emoción ni acción, donde nunca hubo grandes actuaciones. Encima, esta vez, habrá que esperar hasta 2012 para conocer su desenlace. Para ir al cine, no sin antes proveerse de una ristra de ajos.
Obviamente el casamiento y los encuentros amorosos de la pareja harán las delicias de los espectadores, pero el guión en este caso tiene muy poca acción y demasiado diálogo. Lo que sucede en esta película creo que se podría haber resumido en unos cuarenta minutos. Acá escasean la intriga y la tensión, que sólo hacen presencia en unos pequeños momentos y en....
Nadie es del todo inmune a una historia como ésta, está en cada esquina y en cada cine. "Amanecer" es la cuarta entrega de un fenómeno mundial que puso en el mapa a su autora y a sus protagonistas y tengo una grata noticia para los fanáticos y es que hemos vuelto a la fuente. Este film deja un poco de lado lo pretencioso y vuelve al verdadero atractivo de la historia: el romance. Cambia el director, llega Bill Condon, un cineasta con un carrera irregular, la maquinaria se recarga e inicia su descenso final. Eso esperabamos. Como en las entregas anteriores, será la voz de Bella (Kristen Stewart) en off la que nos irá introduciendo en su historia y en su mente para poder entrar en el momento como ella está. Como ciertas situaciones son abordadas con ironía (hecho que distiende bastante), la trama se permite no volverse demasiado ceremonial (a pesar de la fuerza del personaje masculino, recordemos que el muchacho viene de varios siglos atrás y eso afecta su conducta moderna) lo cual es positivo para la audiencia., Esta bién, sabemos que seremos testigos de un clásico recurso de esta saga, la pesadilla de ella sobre lo que más la atormenta en esa situación, pero... se podría haber evitado? No creo. Basándose en el carisma de los personajes, el casamiento (evento esperado y anticipado hasta el hartazgo) está lleno de guiños (la madre le regala la peineta con la esperanza de que se la de a su hija) y de gags sutiles de manera que nadie sufra de un empalagamiento crónico entre tanta felicidad. Si bien el decorado es un poco ostentoso, la utilización de un travelling y de primeros planos para crear esa sensación de intimidad y la certeza de que a veces el resto sobra, funcionan muy bien y realmente es muy romántico. Ahora bien, el conflicto del personaje de Edward (Robert Pattinson) continúa en cuanto a que cree estar maldito y no se perdona situaciones anteriores. Hay un instinto de protección que es consecuente con lo que vimos antes de él y que se va a ver durante el resto del film. Siempre me pareció interesante la idea de posponer la escena de sexo entre los protagonistas (lo hablamos en Rincón Fílmico, recuerdan?) ya que creo que en el cine quita mucho romanticismo, entonces mediante la preocupación de él ante la posibilidad de lastimarla, el juego vuelve a empezar en las idílicas playas de Brasil. Nunca me imaginé una luna de miel jugando al ajedrez, pero todo puede pasar, evidentemente. No podíamos evitar tener un enfrentamiento más entre lobos (que ahora son telepáticos como en el libro, pero en la película no funciona) y que Jacob se saque la remera. Tampoco se podía evitar el embarazo de ella, que ya se ve en el tráiler, y está bien logrado con efectos especiales de manera que te impresiona verla. El dramatismo está de vuelta, señoras y señores. Espiamos cuando ella pasa a la vida que nació para tener, y nos arrancan de la sala para la próxima entrega. Pero los que la siguen van a salir contentos. ¿Dato interesante? La música es la misma que en la primera entrega, de manera que nos remonta al inicio. Como siempre, Charlie (el veterano Billy Burke, la revelación de la saga) es de lo mejor del film, convincente, natural y dispuesto a tender puentes para que nada parezca demasiado acartonado, aporta el rol de padre necesario a la hora del vuelvo que Bella da a su vida. Sorprendentemente, Stewart está mostrando la calidez y el dramatismo que requiere su personaje, quizás por primera vez en la saga. Se ve que rodar muchas comedias románticas en este tiempo va puliendo algunos defectos que resolvía con su carisma y belleza. La veo mejor y creo que se afirma en el momento que la franquicia más la necesita. Lo cual, no tiene precio. No puedo evitarlo, esta saga sigue siendo un placer culposo para mí ("guilty pleasures" tenemos todos). Es más de lo mismo, pero está bien filmada, tiene un ritmo más intenso que las anteriores (y por supuesto), nos lleva a lugares que los seguidores de la obra estaban esperando. Eso si, nos abandona en el momento justo, a punto de caramelo, para ir ya anticipando el cierre, durante 2012. No se olviden que cuando los títulos finales caen, hay anticipo de la segunda parte de "Amanecer".
Droga para Ellas Como diría mi amigo Peter Travers, Perdón Padre Todopoderoso del Séptimo Arte porque he pecado... Me gustó un poco Amanecer Parte 1... Creo que nunca voy a poder entender ese fanatismo intenso que produce esta saga en el interior de las mujeres (no todas, ojo), no por su premisa, que es de hecho el sueño de muchas de las mujeres del mundo, sino por el planteo de las películas, que en las 3 primeras entregas fue de lo más cursi, lento e irritante como pocas veces vi en el cine. En esta 4ta entrega (1ra parte) algo parece haber cambiado en el ritmo y sobre todo en el humor, que lo noté más despierto y con mucha más chispa que en las anteriores que parecían un tributo insoportable a lo más recóndito de la tristeza Emo. En ese sentido, le doy las gracias al director Bill Condon (Kinsey , Dreamgirls) que hizo mucho más llevadero este Amanecer. Con el tiempo pude ir aprendiendo que esperaban las fans de esta historia, qué querían ver, cómo lo querían ver, y la verdad es que la puesta está pensada minuto a minuto para dejarlas contentas a ellas. Realmente tiene un deseo verdadero de satisfacer y estremecer a sus seguidoras, que disfrutarán con cierta melancolía, como se va cerrando este triángulo amoroso entre Bella, Edward y Jacob. Stephenie Meyer sabe muuy bien con que sueñan las mujeres... Un pibe fachero, sensible, bueno y fiel que la ame infinitamente, disputándose su amor contra un morocho que está fuertísimo y que también la pretende desesperadamente. El 1er flaco tiene además una torta de guita, islas privadas y jets, mientras que el 2do le aporta el lado salvaje a la cuestión, los músculos y las hormonas se ponen como locas. Como frutillita del postre, está la cuestión del vampirismo y el licantropismo, que podrá convertirla en una vampiresa hot inmortal o en una loba voraz al mejor estilo Shakira. ¿Quién se puede resistir a eso? Como aspectos negativos, está la cuestión del morbo e histeria adolescente, que si bien en Amanecer Parte 1 no es tan densa como en la trilogía anterior, sigue estando presente con el drama... el dramón... el super drama que es la vida de Bella y Edward. Ambos son medio boludones, tórtolos eternos que no saben expresarse bien y que llegan a niveles tan empalagantes que desesperan, pero bueno... eso ya lo sabíamos de antemano. Para redondear, mucho más entretenida y con más ritmo que sus antecesoras, presentando escenas un poco más jugadas y con mayor tensión. Tiene además el plus de ir cerrando algunas situaciones de la historia, lo que la convierte en una propuesta interesante. Mucho mejor el sentido del humor. Los resultados están a la vista... 238 millones de dólares en su 1er fin de semana de estreno.
VideoComentario (ver link).
La saga Crepúsculo parecía haber despegado con la inusual Eclipse, una película mucho más atractiva que las cargadas de impostada oscuridad Crepúsculo y Luna nueva. Edward y Bella por fin se casan y tienen sexo, lo que convierte a la futura madre adolescente en incipiente vampiresa. Ahí se nota que Amanecer es una película que decide tomar muy pocos riesgos, hasta que se acerca el parto de la chica y le agrega la única veta extrema a una película que siempre apostó por lo seguro. Habrá que esperar un año más para la gran guerra entre los Cullen y Vulturi y que, de una vez por todas, se cierre la historia de vampiros menos trasnochada de la historia del cine.
Hasta ahora, debo decir, permanecía inmune a todo el furor Crepúsculo, con sus vampiros, sus hombres lobos y los ardores de las chicas. Pero en este último coletazo, y porque el destino así lo quiso, me aventuré a ver Amanecer, primera parte, y lo hice con no poco entusiasmo, porque hasta yo, en mi completa ignorancia, sabía que el histeriqueo del vampiro casto iba a llegar a su fin, y que, ceremonia mediante, iban a consumar lo que venían amagando hace tres películas. Amanecer cumple, y tras muchas idas y vueltas en la luna de miel de los muchachos (que de tan divertidos que estaban parece que sublimaban jugando al ajedrez) la pobre Bella obtiene lo que andaba buscando. Pero la tragedia no tarda en llegar a la casa de los Cullen y Bella queda embarazada de un bebe medio extraño que crece a pasos agigantados y que la va consumiendo hasta dejarla piel y huesos. De aquí en más la película, que ya venía con un ritmo inexistente e intentando con escenas forzosamente ligeras estirar lo inestirable (como cuando ellos dos, las personas con menos onda del mundo, hacen que bailan en Río), se torna seria y hablada. A partir de ahí, con el monstruito en cuestión gestándose, todo va a girar en torno a la firme decisión que tiene la futura madre de seguir con el embarazo a pesar de todo, y la del padre y el hombre lobo que tratan de convencerla para que decline. Que todo esto suceda alrededor de un sillón, con la chica casi desapareciendo entre una manta y los contendientes turnándose para hablar, y que para colmo todo sea más aburrido que chupar un clavo, no ayuda mucho a sobrellevar la dulce espera de Bella. Pero no todo es embarazo y cuerpos consumidos en Amanecer, también hay lobos peleándose telepáticamente por el bienestar de los humanos, lobos que quieren imprimarse (terminología que aparentemente significa encontrar a alguien y comprometerse), lobos que finalmente se impriman, vampiros calientes, sangre, nacimientos y demás minucias. Lástima que con todo este revuelto el señor Condon (director de esta última parte de la saga) no haya podido hacer algo aunque sea un poquito más divertido.
Lo primero es protestar por esta maldita moda de “desdoblar” un film en dos, iniciado con la última entrega de Harry Potter (que redundó en un film donde no pasa nada y otro en el que pasa demasiado demasiado rápido). Ahora es la saga Crepúsculo, de lo menos interesante -estéticamente; sociológicamente es otro tema- que ha dado el cine en los últimos años. Ahora veremos qué pasa cuando el vampiro lánguido y la chica virgen se casen mientras las fuerzas de la oscuridad los rodean con su poder maligno, etcétera. Pero, dado que el film está desdoblado, tampoco es que veremos demasiado. Ni la metáfora “Vampiros europeos Vs. Lobos indoamericanos”, ni el consorcio chupasangre, ni la idea de que un rostro “sexy” de Kristen Stewart (por las dudas no lo sepa, ha demostrado en otras partes tener pasta para la actuación) es mirar con ojos vacíos y aerofágica o que el pobre Robert Pattinson (que también puede actuar) es sexy porque es flaco alcanzan para causar algún interés. Menos cuando en este film todo queda por la mitad, además. Un álbum de figuritas para fanáticos con algunas buenas secuencias de acción.
Los films de la serie Crepúsculo a esta altura se han convertido en un fenómeno comercial, intrascendente para la historia del cine. Para bien o para mal, han vuelto a poner en el mapa de la cultura popular a los vampiros y los licántropos -vedados, hasta no mucho tiempo atrás, para algunos pocos fanáticos del cine de terror fantástico- pero en clave romántica. En los films anteriores, la joven humana (Bella Swan) debía decidirse entre el pálido (el inmortal Edaward) o el morocho (el peludo, CGI mediante, Jacob Black). Establecida formalmente con Edward (con boda, familiares, seres sobrenaturales, luna de miel y todo) el punto culminante de la serie parece llegar demasiado pronto en la (primera) parte final. Tienen relaciones sexuales, con el consabido riesgo que ello implica para Bella: la muerte. La prueba de fuego es superada, pero nace un nuevo riesgo cuando ella queda embarazada y su vida corre peligro. El melodrama ahora pasa por conservar la vida de la joven madre, que necesitará de todos sus amigos (de la raza que sean) para superar el desafío. Claro: habrá reproches, momentos de tensión, desmayos y ocasionales peleas. Que todo el drama parezca una sinopsis de la telenovela de la tarde no es tan molesto como el mal que sigue aquejando a la serie: todo está en palabras de los personajes. No encontré un solo momento en Amanecer donde los hechos no estén explicitados en las palabras del hombre-lobo o los vampiros. Incluso hasta en los momentos románticos está la necesidad de expresar con palabras lo que ya quedaba claro en imágenes. Si los personajes no hablan, entonces escuchamos música de las bandas que completan la banda sonora. Mal de males, Melissa Rosenberg, pródiga para los diálogos, hace que los actores repitan líneas risibles. Sumen (o resten) a eso que ni Taylor Lautner ni Robert Pattinson son buenos actores (Pattinson hasta parece bueno al lado de Lautner) y la carga dramática se evapora en un par de gritos histéricos. El otro gran problema está ligado a ese sinfín de palabras: la falta de emoción proveniente de verdaderos momentos cinematográficos. No hay mucho que decir más allá del resumen de la historia, porque la película tampoco ofrece secuencias memorables. Si me preguntan qué recuerdo del film: plano y contraplano de adolescentes debatiendo en una cabaña en medio del bosque. Cuando pareciera que la verdadera emoción está por llegar, esos momentos se diluyen esperando la segunda parte. Es como si el clímax se obviara en pos del "omitido" tercer acto. Algo así pasaba con las últimas dos entregas de Harry Potter. La diferencia es que en ambas había momentos e imágenes icónicas, difíciles de olvidar (¿o nadie recuerda el castillo iluminado por la barrera mágica?). Bill Condon, el director de De Dioses y Monstruos y Soñadoras, se esfuerza en crear los climas de tensión y suspenso, más que nada en la segunda hora de película. Cuesta saber cuánta libertad puede haber tenido a la hora de decidir las cuestiones más importantes, en una película donde todo está (pre)calculado por los productores. Hablar en términos más comerciales que artísticos frente a esta película ("aceptable", "mediocre" podrían ser los términos promedio para referirse a ella) no está mal. Después de todo, el título nos indica qué es lo que importa: el dinero.
Esta semana tenemos el estreno de Amanecer, una de las películas más esperadas del año por el público adolescente, con hordas de chicas dispuestas a expresar con toda elocuencia a qué “team” pertenecen. La saga Crepúsculo es un fenómeno que no se puede explicar, como tampoco se entiende como tanta gente va a ver Actividad paranormal o Rápido y furioso, son cosas que suceden y no vale la pena buscarle una explicación. Obviamente estoy muy lejos de ser un fan de la saga pero al mismo tiempo debo reconocer que, ya sea por la llegada de Bill Condon (Soñadoras) a la silla de director o por la disolución del triángulo amoroso, esta última entrega mejoró considerablemente con respecto a las anteriores. Narrativamente hablando, la historia se reanuda en el mismo punto donde termina Eclipse, con los preparativos para la boda de Edward y Bella y si no fuera por los primeros 25 minutos, donde muestran escena tras escena de un amor idílico e inverosímil no apto para diabéticos, la película hubiera mejorado mucho más todavía. De hecho, también mejoró en el aspecto de no tener a Taylor Lautner en cuero repetidas veces, ya que solo sucede una vez al principio del film. En resumen, el triángulo amoroso ya no existe más debido al casamiento y tenemos a Jacob vestido la mayor parte del tiempo. Luego de la boda, Edward y Bella se van de luna de miel a la paradisíaca Isla Esme, cerca de Río de Janeiro para finalmente consumar su amor. Después de unos días de estar juntos en un lugar perfecto para la ocasión, Bella descubre que está embarazada, lo que desencadenará una cadena de eventos que pondrá a todos en peligro. Mientras tanto Bella luchará con varias complicaciones que le conlleva su embarazo y entre todos, en especial el Dr. Carlisle Cullen (Peter Facinelli), tratarán de buscar una manera de mejorar la salud de Bella. Además, nuevamente Edward y Jacob unirán fuerzas y pondrán sus diferencias a un lado por el bien y la salud de la mujer que aman. Técnicamente hablando, la película está bien filmada y se notó la mano de Condon detrás de cámara, además de que el desarrollo de los personajes y la forma de contar la historia es mejor de lo que se vio anteriormente. Por otro lado, el CGI de las transformaciones de los hombres lobo también parece haber mejorado. En cuanto a las actuaciones no hay mucho para destacar, excepto que sigo pensando que Kristen Stewart puede dar más de lo que hace actualmente y que, en mí opinión, el actor más interesante de toda la saga, Michael Sheen (Aro), aparece brevemente en solo una escena. Amanecer es de lo mejorcito que tuvo la saga hasta el momento, pero recién tendremos una mejor idea cuando termine de cerrar el epílogo en noviembre del año próximo. Por último, les recordamos no irse apenas empiezan los títulos ya que hay una escena extra que adelanta un poco lo que pasará en la segunda parte.
Yo soy un defensor de la primera Crepúsculo (2008), pero un notorio detractor del resto de los filmes de la saga. Lo que en principio parecía una buena idea comenzó a volverse cada vez más ridícula y, para esta cuarta parte - dividida codiciosamente en dos, tal como pasó con el último filme de Harry Potter o con la inminente El Hobbit -, las cosas han llegado al extremo de lo intolerable. Aún con la elección de un super director como Bill Condon (Dioses y Monstruos) para manejarla, el talento de éste resulta insuficiente para remontar una parva de material estirado hasta el exceso y plagado de secuencias absurdas. El filme tiene atmósfera... quizás demasiada, y la prueba está en que recién a los 52 minutos nos enteramos de cuál es el conflicto central de esta entrega de la saga. Al menos Bella ha dejado el histeriqueo y ha decidido casarse, aunque sea con un antiguo pedazo de carne muerta como resulta ser Edward. Los pibes se van a una isla en Brasil, cosa de que los gritos de la chica no se escuchen en su pueblo natal, y deciden tener una revolcada histórica - imaginen un vampiro con 400 años de celibato! -. El problema es que Edward en la cama es peor que Superman con Viagra, y todo esto culmina con la cama destrozada, y la chica toda machucada, caminando con las piernas flojitas como si fuera Bambi recién nacido. Lo que sigue es una bobada tras otra - Edward que no quiere volver a ponerla, Bella que le ruega que sí -, lo que termina por coronarse con un embarazo instantáneo en menos de 14 días. Algo así como lo mismo que tardaban en crecer un sobrecito de Sea Monkeys. Esto recién pasa al final de la primera hora, luego de 60 minutos de videoclips románticos rodados en cámara lenta. Al menos uno deja de bostezar y se acomoda en el asiento, porque el embarazo de Bella es clara señal de que se viene el tole-tole. Dicho y hecho: se entera Jacob - otro que le tiene ganas a Bella desde hace varios años - y empieza una especie de histeriqueo de "tengo que matar a la criatura pero proteger a la muchacha, pero voy a matar a ese vampiro de mier... que ahora resultó ser mi mejor amigo y pelea a mi lado". La gente se pasa de bando como quien se cambia de calzones sucios, y toda esta pavada culmina en una cesárea a dentellada limpia, Berp para creer. Amanecer, Primera Parte es lenta y ridícula. El elenco cancherea con sus personajes - ya hace varios filmes que están metidos en sus pieles - y eso es lo que remonta un poco los diálogos y las situaciones terribles que les depara un mal guión. Bella es un interminable dolor testicular que hace lo que quiere y ahora, que logró encamarse con el vampiro, no sólo le niega el nido sino que quiere morirse dando a luz y dejándole un pibe - un pequeño draculín - a su cargo. Pareciera que la moraleja de la historia es que el sexo es malo, sino, mirá lo que te pasa por ponerla. (Sorry por los comentarios coloridos, pero es que cada fotograma del filme me hace pensar en una catarata de chistes atroces relacionados con lo que estoy viendo). El resto histeriquea y vive cambiando de bando y de idea, y uno al final se cansa. Che, ¿no había otra mina mejor en el pueblo?. ¿Alguna vampiresa o alguna loba que estuviera potable?. Amanecer, Primera Parte sólo es digerible para los fans a ultranza de la saga. A esta altura, la linea argumental ha entrado en un pantano del que resulta imposible salir a flote. Felicito a los tipos que pergueñaron esto y que recaudaron 280 millones de dólares con semejante engendro, un culebrón ridículo, sobreproducido y extremadamente popular entre las adolescentes cachondas.
Cuarto capítulo de la saga “Crepúsculo” y primera parte de un final ya muy próximo, cuyo cierre se conocerá en noviembre de este año. La propuesta era una historia de amor para adolescentes, en la que el romanticismo se mezclara con el terror. Cuando Bella se va a vivir con su papá, sheriff del condado, no imagina que ese pueblo en apariencia apacible alberga presencias inquietantes. Bella se enamora de Edward Cullen, sin saber que el joven pertenece a una familia de vampiros que han conseguido dominar su sed de sangre. Edward no se anima a poseerla por miedo a convertirla en vampira o matarla. A los vampiros se suman los licántropos, sus enemigos naturales. Finalmente, en este capítulo Bella y Edward se casan, consuman la relación y ella queda embarazada de un bebé mitad humano, mitad vampiro. Se avecinan tempestades. Jacob, el muchacho-lobo, sigue amándola. El lanzamiento en DVD viene en una edición simple y una doble cargada de Extras.
A cuidarse más Llegó el día. ¿O la noche? Ese que tantos fanáticos de los colmillos y la licantropía buscaban, soñaban. Se cristalizó en un bosque cuando Bella y Edward, frente a varios chupasangres y la familia de la novia, contrajeron feliz matrimonio. Hasta allí, sólo el comienzo del intríngulis que Amanecer, parte 1 dicta en paralelo a la obra literaria de Stephanie Meyer. Y a diferencia de las otras películas de la saga Crepúsculo, este film balancea amor y sangre en parejas dosis. El film está dividido en dos partes, por un lado la paradisíaca luna de miel en una isla ubicada frente a las costas de Río de Janeiro con todas las situaciones típicas de la experiencia. Y, por el otro, el momento donde Bella comienza a sufrir dolores y vive (¿o comienza a morir?) todos los síntomas del, sí, embarazo. Y acá la película baja un claro mensaje de como todo lo que era color de rosa, de repente se torna inmanejable: Edward parece quedar sobrepasado por la situación, frío, sin saber qué hacer. Y parte de la responsabilidad para colaborar en el asunto recae en manos de Jacob, el siempre enamorado licano que le da calor a Bella. En torno a la bebé ¿vampiro? que va a concebir la protagonista, el guión se ajusta hacia la angustia, desnutrición y otros traumas consecuentes de una concepción no planificada. Y las escenas son fuertes en el momento de dar a luz como así también la lucha entre licanos y vampiros por las "traiciones" de Black. Con muchas puertas abiertas hacia la parte dos -a estrenarse en un año- Amanecer asoma la cabeza por el resto de las otras Crepúsculo. Y al igual de lo que sucede con Harry Potter, el argumento ya se juega con elementos referidos a la adultez de los personajes. Y hay que cuidarse mucho con eso.