La química entre Timberlake y Mila Kunis es buena y creíble. El guión brinda varias secuencias divertidas y bien logradas, especialmente todas las que tengan que ver con el acto sexual, pero es bastante irregular siendo más entretenido al comienzo que a partir de la mitad de la proyección donde empieza a decaer. Lamentablemente el hecho de que...
Gente sexy Hay un juego de simetrías dado, primero por la casualidad y luego por las características particulares de cada caso. Seamos juguetones: Amigos con beneficios es la traducción literal (fea) de Friends With Benefits. Amigos con derechos es la traducción orientada de No Strings Attached (sin ataduras). En ambas estamos frente a mujeres fuertes, decididas, de armas tomar. Ambas mujeres -hablando estrictamente de actrices: Mila Kunis y Natalie Portman, respectivamente- supieron ser esa suerte de tándem, cara-contra cara en El cisne negro (para más datos ambas son extranjeras que desarrollaron su vida profesional en Estados Unidos), como personajes radicalmente simétricos. Bueno, estimados lectores, esa simetría nos va a servir para pensar dos películas muy parecidas como son Amigos con beneficios y Amigos con derechos (aunque nos concentremos, claro, en la primera), pero que se ofrecen como exacta contratara. Dos amigos. Una realidad mediada por el trabajo que luego lleva a una relación más íntima. Momento. Nada de intimidad, sólo sexo. Momento. Sexo y amistad. Gente agradable, rápida, soltera, con ganas de pasarla bien. Sin ataduras (no strings attached). Velocidad. Belleza: Kunis + Timberlake = cometa Halley de las estrellitas hot en ascenso (o ya ascendidas, como gusteis).”Nada más profundo que la piel”, dice Oscar Wilde. Tiene razón. La película es rápida, brillante, poderosa. Pero duda de sus posibilidades, entonces debe mirar su lugar de pertenencia (el género) así como apelar a poco felices líneas secundarias (por ejemplo la relación entre el protagonista y su padre, algo similar al problema que sufría Amigos con derechos, como para seguir con las simetrías). Amigos con beneficios tiene eso que toda comedia romántica quiere tener: velocidad, cuádruples niveles de sentido, sexualidad, piel, más sexo, algún leve comentario sobre el mundo y su solemnidad (pero como quien lo dice al pasar, sin preocuparse demasiado)…claro… el problema es que la película es de 2011 y no de 1938. Y dado que cuenta con una historia (del género) detrás, se ocupa de recalcarnos su conocimiento particular, pertenencia, acidez respecto del código y otros varios. Eso que, tilingería mediante llamamos metadiscurso. Bueno: la reflexividad de la película pasa por postular esta clase de cosas, justo ahí donde se pedía clasicismo, amor por los personajes, limpieza de cinismo. Escuchamos en boca de los protagonistas algunos de los lugares comunes de las comedias románticas adocenadas… pero ellos también actúan ese rol para nosotros, los incautos espectadores. En esa puesta en abismo la película se muerde su propia cola (aunque pide a gritos comerse la de sus protagonistas: hete ahí un tema que pedía más espacio, el sexo como juego libertario) y la cosa termina en ese extraño lugar en el que conviven los lugares comunes y la precisión quirúrgica de quienes conocen lo qué hacen, por qué lo hacen y hacia donde van. Ese lugar de certezas finales es el que nos distancia de la brillante superficie de incertidumbres saludables que nos proponían los primeros 25 minutos de película. Recomiendo comparar los dos planos finales: ver el fuera de campo de Amigos con derechos y su creencia en el género, en sus dobleces y posibilidades y el final de Amigos con beneficios y su lustrosa belleza, que es amable, que no molesta, pero que está condenada al panteón de las grandes ideas desaprovechadas por la jactancia de los astutos, esos que no ven comedias románticas porque “son todas iguales”.
El mismo viejo verso El tema es remanido. Tener sexo con alguien sin compromiso alguno. Ser amigos "con derecho a roce". El viejo "dale que nos encamamos y no pasa nada". Pero pasa. Así de obvio es el planteo de esta película donde la bonita rusa Mila Kunis interpreta a una buscadora de talentos que consigue colocar a un joven emprendedor como editor de una importante revista con sede en Nueva York, o sea: Justin Timberlake. Los dos acaban de romper con sus respectivas parejas y prometerse no volver a engancharse con alguien. El problema es que el deseo manda, la naturaleza hace lo suyo y químicamente se atraen, por lo que deciden hacer un trato: Sexo sin compromiso. Lo que salva a esta historia es su humor y el buen desempeño de su elenco, especialmente de Kunis, cuya gimnasia televisiva en sitcoms la dota de una ductilidad implacable para esta labor, en la que está muy bien secundada por Timberlake. En la segunda mitad, la incorporación de otros personajes y sus conflictos, diluyen un poco la propuesta inicial, aunque el director logra salvarla a tiempo. Algunos buenos gags, la buena química entre sus protagonistas, bonitas postales de Nueva York y Los Ángeles y el toque de distinción que Richard Jenkins viene imponiendo en sus últimas apariciones hacen que "Amigos con Beneficios" sea muy recomendable para pasar un buen rato.
Sólo un poco de sexo liviano La comparación con Amigos con derechos (No Strings Attached, 2010) se leerá aquí y en cuanta crítica dispuesta abordar las vicisitudes que plantea Amigos con beneficio (Friends with benefits, 2011) se escriba. Lógico, sobre todo cuando las dos traducciones del título son prácticamente iguales, las protagonistas fueron anverso y reverso en El Cisne Negro (Black Swan, 2010) y la matriz en la que se moldean ambos proyectos es la misma: la delgada línea –que de tan delgada para muchos es inexistente- entre la amistad entre el hombre y la mujer, ésta como un ser de carácter fuerte e imponedor, la posibilidad del sexo casual, el temor al compromiso. Pero como el cine se hace de pequeñas diferencias, allí están las pequeñas pero sustanciales que hacen de la primera una película bastante superior a la segunda. Jaime (Mila Kunis) es una cazadora de talentos empresariales que vislumbra en el bloggero Dylan (Justin Timberlake) el hálito de un líder natural para llevar adelante una enorme revista de moda y actualidad. No pasara demasiado tiempo para que ambos, exorbitantemente bellos, inicien una tórrida amistad con derecho a roce. Lo primero que muestra Amigos con beneficio es que la liberalización y desacralización del sexo iniciada por la subvalorada De amor y otras adicciones (Love and Other Drugs, 2010) y la mencionada Amigos con derechos son características larvales de una tendencia antes que una casualidad del mercado. Tanto aquí como en las otras –sobretodo en el film de Joel Zwick- se vive el sexo con un grado de naturalidad inusitado para las comedias románticas norteamericanas (como cuarto eslabón podría agregarse el film anterior de Will Gluck, Se dice de mi). Quizá sea un lavado de imagen para un género que cayó en desuso a comienzos de la década víctima de la obsolescencia de fórmulas de guión, giro que relega carilindos y conquistas laboriosas cuya premio máximo sea el sexo en pos de la fibra y la química física. El amor, en 2011, es consecuencia del buen sexo y no al revés. Pero, aquí lo negativo, lo que en Amigos con derechos era lustroso y refulgente precisamente por la cotidianeidad de sus planteos y la enorme disposición de sus protagonistas –en especial Ashton Kutcher- para poner la totalidad de sus cuerpos al servicio de sus personajes, aquí emana olor a hule, a plástico poco maleable, a puro artificio. No necesariamente por la falta de química de sus protagonistas, sino por todo lo contrario: la exhibición constante del lazo. Gluck lastra el film con su empecinamiento en que el espectador crea en aquello que narra, generando un efecto de saturación y falta de fluidez. Así el filme sufre la oscilación entre la búsqueda por la preponderancia sexual de la primera mitad, la cercanía a las reglas más clásicas de las comedias blancas y la búsqueda de un apego más psicológico en las problemáticas relaciones de los protagonistas con sus núcleos familiares. Película fallida antes que mala, Amigos con beneficio tiene su mayor virtud en la liviandad inicial y la extraordinaria fotogenia de sus protagonistas. Pero termina empantanada por la imposibilidad de creer en la suficiencia de sus armas. Una lástima.
Amigos con beneficios cuenta con la gran desventaja de ser la tercera comedia romántica en lo que va del año que trata exactamente el mismo tema. Otra vez todo gira en torno a una pareja de amigos que se proponen tener sexo sin compromiso y después se terminan enamorando. Primero fue el turno de Amigos con derechos, con Natalie Portman y Ashton Kutcher, luego le tocó el turno a De amor y otras adicciones con Jake Gyllenhaal y Anne Hathaway, que si bien tenía elementos dramáticos, el conflicto que vivían los protagonistas era muy similar, y ahora llega un nuevo film que explora otra vez la misma temática. La particularidad de esta propuesta producida por los hermanos Zucker (La pistola desnuda) es que dentro de estas tres opciones es por lejos la más entretenida y gran parte de esto se debe a que Amigos con beneficios de alguna manera es una sátira de las comedias románticas norteamericanas. El film está muy bien llevado por Mila Kunis y Justin Timberlake, quienes tienen buena química y hacia el final cuando las situaciones dramáticas tienen más peso en la trama, los dos presentan buenas interpretaciones. Otro punto a favor que tuvo esta producción, con el que no contaron las dos películas anteriores que trabajaron el mismo tema, es el reparto secundario. Woody Harrelson, Patricia Clarkson y Richard Jenkins se destacan en cada escena en la que aparecen y para una historia trillada como esta la verdad que sumaron bastante. Es difícil por estos días encontrar grandes comedias románticas, como Medianoche en París, que uno pueda recomendar con entusiasmo porque este género en Hollywood no atraviesa desde hace unos años su mejor momento. Frente a ese panorama, Amigos con beneficios, sin llegar a ser una gran película, dentro de todo zafa un poco si la idea es entretenerse un rato con este tipo de historias.
S.O.S. género en peligro El axioma reza: si funciona, ¿por qué cambiarlo? Esa es la premisa que marca la decadencia de Hollywood en lo que hace a los géneros y a su inefable mirada mercantilista del cine (ahora hay que vender tecnología, celulares y ipads, tablets y crear la necesidad para consumirla) en general. La comedia romántica -es hora de decirlo sin pelos en la lengua- está casi muerta y aparentemente no hay intenciones de rejuvenecerla, adaptarla a nuevos criterios y mucho menos de intentar cambiarla. Ya no es novedad el camino de la autoparodia, como plantea la comedia hardcore, reiterativa, chabacana y muy poco atractiva para un gran público que no se acostumbra al cinismo y todavía busca finales felices. Como sucede últimamente, todas las comedias románticas parten de un mismo concepto: hablan de otras comedias románticas con cierto aire de superioridad, burlándose de clichés y esa suerte de inverosímil que fortalece las historias de amor (cuando en definitiva no hacen más que repetirlo) únicamente creíbles en el cine. Ese es el caso de Amigos con beneficios, dirigida por Will Gluck (se lo conoció con la comedia Se dice de mí, que en nuestro país llegó directamente en DVD sin pasar por salas comerciales) y protagonizada por Justin Timberlake en el rol de Dylan y Mila Kunis en el de Jamie, acompañados de buenos personajes secundarios, encarnados por Patricia Clarkson, Jenna Elfman, Richard Jenkins y Woody Harrelson por citar los más conocidos. Igual que la reciente Amigos con derechos, con Natalie Portman y Ashton Kutcher, la idea central que corona el argumento de este film es aquella que confronta la amistad de un hombre con una mujer cuando el atractivo sexual es un factor predominante en la relación, pero el compromiso emocional implica una atadura que siempre termina en ruptura. Dylan y Jamie acaban de romper con sus respectivas parejas en un mundo atestado de celulares, ipads y blogs de internet. A ella la dejó un muchacho que no la quiso acompañar a ver Mujer bonita al cine, película preferida de la chica que, lejos de sentir el despecho amoroso, lo vive como un triunfo. La novia de Dylan por su parte es mucho más directa pero al muchacho tampoco parece importarle demasiado el final anunciado de la pareja. Considerado un experto en el campo de la comunicación, Dylan es tentado para integrar el staff de la revista masculina GQ y para ello Jamie es la encargada de persuadirlo, vendiéndole una imagen de New York tan soñada que no podrá rechazar la oferta. La atracción que ambos experimentan desde el primer minuto en que se conocen los lleva a sellar un pacto de amistad con derecho a roce sexual, bajo el juramento en un tablet que tiene la biblia (que cool) de no enamorarse. Como siempre alguno romperá el pacto y se suscitarán una serie de inconvenientes que pondrán en peligro el círculo de amistad. Si bien es cierto que la pareja protagónica se desenvuelve con naturalidad y credibilidad (salen airosos a la hora del humor físico, sobre todo en las largas escenas de sexo, y también verbal durante la primera mitad de la película), la acumulación de diálogos ramplones, el estiramiento de un relato que podría resumirse en 80 minutos y un acentuado repaso por los peores vicios de las comedias románticas de la última década contaminan en su conjunto esa sensación de frescura y aire renovado de los primeros 45 minutos. El oxígeno de la creatividad nunca llega y por ende Amigos con beneficios se acomoda perfectamente en el grupo de comedias románticas desechables y olvidables.
Si la premisa de esta comedia romántica suena conocida es porque lo es. Y no de una manera genérica, sino todo lo contrario. Específicamente, este film protagonizado por Justin Timberlake y Mila Kunis plantea, en teoría, lo mismo que Amigos con derechos, estrenada a fines de febrero. Claro que si bien la idea inicial es la misma -la posibilidad de que un hombre y una mujer que son amigos disfruten de una relación sexual sin comprometerse a ser una pareja formal-, el desarrollo del asunto en una y otra película es muy diferente. Aquel film encabezado por Natalie Portman y Ashton Kutcher suponía que, al invertir los roles y poner a la mujer en el lugar de quien se resiste a tener una relación afectiva tradicional, estaba aportando actualidad a un guión poco inspirado, cuando en realidad estaba consiguiendo exactamente lo opuesto, suponiendo que una mujer dedicada a su trabajo necesariamente empezaría a pensar y actuar como un hombre. Nada de eso ocurre en Amigos con beneficios, porque los personajes de Timberlake y Kunis tienen el privilegio -debería ser la norma, pero no lo es- de estar escritos con cuidado, detalle e inteligencia. Una pluma liviana y que al mismo tiempo logra momentos profundos, además de crear escenas para que se luzcan los talentosos Woody Harrelson y Patricia Clarkson. El, como el compañero de trabajo de Dylan (Timberlake) que siempre dice lo que piensa, y ella, como la madre de Jamie (Kunis), funcionan como informal y extremadamente despistados consejeros sentimentales de los protagonistas. Una función dramática de la que el género no puede prescindir. Decidido a evitar todos los clichés de las comedias románticas, aunque sin ignorar su existencia, el director -y también guionista- Will Gluck arremete contra los cuentos de hadas que Hollywood insiste en venderle al público femenino, aunque no castiga a Jamie por ser una romántica empedernida ni la transforma por eso en una mujer dependiente o menos capaz en su vida cotidiana. Cuando ella se cruza en la vida de Dylan, al que le consigue el trabajo soñado aunque él se resiste a dejar su Los Angeles natal por una poco amigable Nueva York, la química y el entendimiento entre ambos son instantáneos. De hecho, los diálogos que sostienen cruzan la pantalla a la velocidad de la luz y los mejores enamoramientos. Que ella se haya hartado de buscar al príncipe azul en cada esquina y que él esté cansado de los reclamos de mujeres que no lo entienden los convence de intentar el arreglo perfecto. Casi al unísono plantean la posibilidad de convertirse en amantes sin franquear nunca la frontera de la amistad que los une y siempre mantenerla como prioridad. Como cualquier conocedor del género sabe, el supuesto acuerdo ideal devendrá en desastre y por todas sus actitudes cancheras y superadas la pareja se encontrará frente al dilema de sus vidas. Comedia de la comedia Original a pesar de su transitado planteo, Amigos con beneficios les rinde homenaje a las comedias románticas de las que se ríe con el respeto de quien las conoce y admira, y además consigue presentar la mejor versión del Timberlake actor, que hace de Dylan un personaje redondo. Un hombre sensible, inteligente y con una personalidad compleja, y no la suma de excentricidades que suelen pasar por características humanas realistas en las comedias hollywoodenses. Y no se queda atrás Kunis, que después de su intrigante papel en El c isne negro demuestra tener tempo para la comedia, además de notable pericia en las escenas más dramáticas. Claro que la verdadera revelación del film -o la más significativa- es su director, Gluck, que con apenas tres films -éste es el primero que se estrena en las salas de cine locales- parece tener un excepcional entendimiento de la comedia clásica y cómo adaptarla a los usos y costumbres del siglo XXI.
¿Por placer o fobia? Una pareja procura disfrutar del sexo sin enamorarse. Para despejar posibles dudas: Amigos con beneficios y Amigos con derechos (estrenada en febrero) son dos películas distintas, aunque parecidas, muy parecidas, y no sólo por cómo se las tituló en la Argentina. Hablamos de comedias románticas, con parejas jóvenes que -convencidas de que el amor es una dulce condena, pero condena al fin- procuran tener sexo sin compromiso. Erotismo + amistad: una ecuación que, en los cálculos, suena placentera y sin desdichados efectos secundarios. En esta película con Justin Timberlake y Mila Kunis funciona la química entre los protagonistas, como también el guión -sobre todo en la primera parte- y el juego de contraposición entre dos ciudades: Nueva York, en donde vive ella y él se radica para trabajar; y Los Angeles, en donde vivía él. Ambos provienen, aunque esto lo iremos sabiendo después, de familias disfuncionales. Hasta la mitad, en Nueva York, el filme mantiene un ritmo vertiginoso y un tono por momentos corrosivo, con una comicidad que alcanza varios niveles de sentido. Entre chistes que incluyen desde George Clooney hasta Jerry Seinfeld, y más honestidad brutal que cinismo, la pareja practica una sexualidad libre de las ficciones de la seducción y se burla del final real de las historias románticas, que, claro, es más patético en comparación con los finales idílicos y mentirosos de Hollywood. Jamie (Kunis) es vital y decidida, aunque imaginemos -por su madre inmadura y su desconocimiento de quién es el padre- que padece cierta debilidad afectiva. Igual que Dylan, un dúctil Timberlake, que transmite un encanto vagamente desamparado. Luego sabremos por qué. En este tramo final, la película condesciende al sentimentalismo y muestra temor a despegarse del género. Si la idea era mostrar a una generación que no cree en el amor eterno, ¿para qué justificar esa convicción con traumas profundos? Los personajes terminan mostrando que son... personajes de Hollywood. Qué tranquilidad y, también, qué pena.
¿Ser o no ser comedia romántica? Bajo las órdenes del director Will Gluck (el mismo de Se dice de mí), Justin Timberlake y Mila Kunis (Cisne negro, That 70’s Show) llevan adelante una historia con enredos y situaciones que intentan evitar los lugares comunes. La comedia romántica es un género que vive en crisis. No por la taquilla, que siempre responde, sino por los realizadores, que no saben como hacer para ofrecer siempre lo mismo y a la vez algo nuevo. En esa tensión, semana tras semana, aparecen nuevas propuestas, todas buscando ser la diferente, la que sorprenda, la que reinventa el género. Pero el género no es tan fácil de reinventar, como seguimos comprobando incluso acá, en Amigos con beneficios, otra propuesta de renovación que se queda a mitad de camino. La película comienza con un ritmo vertiginoso que sostendrá con energía durante la primera parte del relato. Los actores, en particular la pareja central Justin Timberlake y Mila Kunis, cumplen con claro oficio con las consignas del director. Dylan y Jamie se conocen en Nueva York por motivos laborales y ambos vienen de duros reveces románticos. Esta decepción que ambos tienen los lleva a la conclusión de que lo mejor para ambos es formar una pareja sexual sin ningún tipo de compromiso. De ahí que su amistad contenga relaciones sexuales sinceras, directas, sin mentiras ni promesas. Por supuesto que para la comedia romántica, esta innovación es significativa, como lo es más aun que los personajes se burlen del género explícitamente y se quejen de todas sus mentiras. El problema es que la película es una comedia romántica, y como tal, tarde o temprano caerá en sus lugares comunes, anulando toda la alegría y la transgresión inicial. La mencionada velocidad se potencia aun más por los diálogos dichos con efectividad y excelente ritmo, por un montaje que enloquece aun más los tiempos de la película pero que, como ya dijimos, se detendrá abruptamente tarde o temprano. A ese corto abrupto del ritmo, hay que sumarle personajes secundarios que ya son otro cliché del género. Sin la promesa de una transgresión, muchas comedias románticas consiguen dar en el clavo, pero una vez hecha tal promesa, los espectadores generan nuevas expectativas. Siendo la segunda película de este año en encarar este tema –la anterior es Amigos con derechos, con Natalie Portman y Ashton Kutcher– queda claro que es un tópico que le resulta afín a una generación de espectadores. Lo que el cine aún nos debe es una verdadera comedia –no romántica– donde existan esas amistades. Mientras tanto, estamos asistiendo a una película de género que vestida con un traje diferente, termina siendo más lugar común que nunca.
Las relaciones interesadas Es una comedia romántica divertida, efervescente, con un ritmo que no para hasta la segunda mitad del filme y tiene todo lo que le gusta a los adolescentes y a los jóvenes en general. Una chica con un empleo muy actual, descubridora de talentos para empresas; un joven que maneja como director creativo una puntocom exitosa en Los Angeles. Dylan y Jamie se encuentran por razones laborales. En el caso de Dylan, atiende rápidamente la propuesta laboral de Jamie porque, entre otros aspectos ha finalizado una relación afectiva pocos días antes y está más predispuesto a conocer gente y probar trabajos nuevos. Jamie sabe que si pierde a este talentoso yuppie, perderá parte de su suculento sueldo, por eso lo invita en cuanto lo recibe en el aeropuerto, a visitar Manhattan y disfrutar de una gran ciudad para entusiasmarla y contribuir a que se quede y acepte el trabajo. LOS DE TREINTA Después vendrá una cena y un comienzo de amistad, hasta que, gracias a las buenas relaciones que establecen, decidan probar tener relaciones sexuales sin comprometerse, manteniendo la independencia. "Amigos con beneficios" es una comedia romántica divertida, efervescente, con un ritmo que no para hasta la segunda mitad del filme y tiene todo lo que le gusta a los adolescentes y a los jóvenes en general: gente de no más de treinta, con linda pinta, trabajos de onda, romance, no demasiadas vueltas de argumento, lindas vistas de la ciudad (en este caso Nueva York y algo de California, más la cinematográfica Estación Central) y algunas conversaciones y escenas de sexo bastante audaces. EL ALZHEIMER La película cuestiona un tipo de relación afectiva, le da algunos momentos al problema del Alzheimer del padre del protagonista, a cargo de Richard Jenkins, el de "Comer, beber, amar", que dejó los retiros de la India en esa producción, e incursiona en cómo sería tener Alzheimer en California, tema médico instalado en la cronología cinematográfica norteamericana. "Amigos con beneficios", presenta también a la madre de Jamie, inmadura matriarca, sobreviviente de la era hippie y un sobrino con aspiraciones de mago a lo Harry Potter. Todo se toca por encima, sin molestar demasiado y hasta se aventuran a recordar algunos temas cinematográficamente tratados con anterioridad, como el del sexo, esta vez en su aspecto grupal con la proyección en un plasma de la protagonista de "Bob y Carol...", que en su época escandalizó a unos cuantos. La ucraniana Mila Kunis ("El libro de Eli") y Justin Timberlake ("Red social") son Jamie y Dylan, Patricia Clarkson hace de madre y se puede asistir a uno de los nuevas manifestaciones sociales generadas por internet, un "Flashmob", esa creación inmediata de grupos convocada por las redes sociales.
Manual de la comedia romántica Tema y fórmula repetida para otra comedia hollywodense que intenta abordar la nueva tendencia en vínculos amorosos. Poco más de veinte años pasaron de Cuando Harry conoció a Sally (1989), el film dirigido por Rob Reiner que nos preguntaba si un hombre y una mujer podían ser amigos sin que el sexo se interponga. Hoy, las nuevas tendencias, modas o costumbres culturales (llámelas como quiera) nos invitan a preguntarnos justamente todo lo contrario. ¿Puede el hombre y la mujer tener sexo sin comprometer la intimidad emocional, esa capacidad de revelar tus secretos más profundos, con todas sus imperfecciones, a la otra persona? Así es como dos guionistas diferentes, bajo la misma premisa - Dos amigos que deciden tener una relación netamente sexual obviando todo lo sentimental para evitar las responsabilidades y complicaciones de una relación amorosa hasta que uno se enamora y todo se complica -, acudieron a dos productoras distintas para hacer su película. Unos meses después vieron la luz dos simpáticos e insulsos gemelos que con el mismo apellido y nombres mmm……casi iguales (Amigos con derechos o No Strings Attached con Natalie Portman y Ashton Kutcher estrenada el 24 Febrero y Amigos con beneficios o Friends with benefits con Mila Kunis y Justin Timberlake estrenada ahora), desaprovecharon un tema que da para jugar un poco mas desde el relato y exponer ideas mas controvertidas. Los primeros veinte minutos del film, donde citando intencionalmente los lugares comunes del género con un ritmo y estética interesante que promete pero no cumple, y alguna que otra divertida escena sobre sexo es lo que queda tras el fatídico y obsecuente happy end de manual de las comedias románticas más clásicas. Buena química de la pareja Kunis – Timberlake, que podría haber dado mas frutos si juntaban a Ashton Kutcher y Mila Kunis, la pareja que tanto hizo reír y entretuvo en That '70s Show: la sitcom americana ambientada en los 70 y centrada en un grupo de amigos adolescentes que debuto en la cadena Fox en 1998 y tuvo ocho temporadas en el aire.
Por la cercanía en el tiempo de un estreno con el otro, es imposible no ver Friends with Benefits (Amigos con beneficios) y establecer comparaciones con No Strings Attached (Amigos con derechos), dado que como sus títulos demuestran prácticamente comparten argumento. Teniendo en cuenta que la segunda contaba con una dupla protagonista de mucho mayor peso y que su resultado aún así había sido malo, poco se podía esperar de esta nueva película. Un punto de partida para mirarla con otros ojos era la presencia de Will Gluck en la silla de director, sabiendo que su último trabajo, Easy A, resultó en una comedia muy lograda. Es en parte gracias a él y a sus guionistas que este segundo acercamiento del año al tema de los fuck buddies sea notablemente superior al primero. No hay que menospreciar a este estreno aseverando que sólo es una buena comedia por comparación con una mala. Es una buena comedia porque funciona como tal. Los diálogos son ágiles, la pareja del título tiene mucha química y, como últimamente necesita cualquier film de este género, hay un buen grupo de personajes secundarios. La frescura de Mila Kunis es una constante en un papel bastante similar al de Forgetting Sarah Marshall, mientras que Justin Timberlake lo hace dentro de todo bien, salvando los momentos en que los realizadores buscan que sea Justin Timberlake y lo hacen volver a la época de 'N Sync. Por otro lado tanto los experimentados, como la desatada Patricia Clarkson, el avejentado Richard Jenkins y la loca de Woody Harrelson, hasta los novatos, el pequeño Nolan Gould (Luke de Modern Family), todos acompañan a un dúo que no sufre la necesidad de compañía dado que se sacan chispas frente a la cámara. Para cerrar con el tema actores hay que mencionar las simpáticas participaciones menores de Emma Stone, Jason Segel y Rashida Jones, estos últimos dos en el marco de una falsa comedia romántica que dan en televisión. Tanto lo ya mencionado como ciertos detalles, como la relación de Dylan con su padre enfermo (lo cual en un primer momento parece descolgado pero con buenas actuaciones y guión se ajusta perfecto) o los momentos cómicos durante el sexo PG-13 made in Hollywood, son puntos favorables para una película que no arriesga demasiado e igual gana. Son aspectos que mejoran mucho una película que por lo general sigue un rumbo fijo hacia la habitual previsibilidad de género.
Me río porque te quiero Los dos amigos (bueno, no tanto: más bien compañeros de trabajo) están tirados en el sillón mirando televisión. La situación es rara porque no hay nada que impida que en pocos momentos tengan sexo: no tienen lazos de amistad que cuidar. La idea aflora y los dos, más propicios que reacios, se comprometen a tener relaciones sexuales, pero sin ningún tipo de ataduras. Lo que sigue son, claro, en clave cómica, escenas de sexo. Ante tanta pacatería por parte de los estudios de Hollywood, es llamativo ver una secuencia así. No es que ninguno de los actores tenga un desnudo frontal, pero en este tipo de comedias románticas livianas, el sexo significa qué el montaje nos muestra como llegan a la cama y cómo se levantan. Nunca lo que pasa en el medio. Hay algo de "rebeldía" en esta producción. Claro: entre comillas. Mientras los dos están viendo una película (falsa, que reúne todos los clichés del género), él se pregunta por qué siempre se siguen los mismos y notorios lineamientos. El chico que espera a la chica en la estación de trenes, el beso final y la música pop celebradora para terminar (un esquema que repite sin sutilezas Slumdog Millionaire, por ejemplo). Ambos se burlan: no es la única referencia metatextual. Se nota que al director de Se dice de mí (Easy A, la película que llevó a la fama a Emma Stone) le interesa demostrar que sabe -o al menos vio- varios clásicos del cine. Un dato no menor, en otro de los tantos géneros bastardeados aquí y allá. Pero debajo de esa capa de cinismo, casi como el personaje de Justin Timberlake (el varón que sabe que está frente a "la" chica pero que le cuesta asumirlo en público) se esconde un gran amor y aprecio por todos esos lugares comunes que tanto critica. Es como el personaje cool (y de vuelta: volvemos a Timberlake-Dylan-SeanParker) que nunca admitirá que tiene debilidad por lo cursi. Hay algunas secuencias que definitivamente, no funcionan (el baile coreografiado en Nueva York) pero muchas otras sí. Principalmente, porque el film respeta mucho a sus personajes y siempre trata de hacernos reír con ellos y no de ellos. Es una diferencia notable. Por ejemplo: el niño que hace magia y todo le sale mal. En la mayoría de las comedias (románticas, especialmente) no se dudaría en burlarse de él, casi siempre con un humor físico bastante burlón. Aquí se consigue la simpatía con el chiquito, que es lo que a la mayoría le falta. Todos estos clichés, que el film cumple casi a rajatablas, demostrando ser mucho más conservador de lo que aparenta -incluso en la idea de sexo casual: no pueden tener relaciones sin enamorarse-, no serían tan funcionales si los dos actores frente a la pantalla no tuviera tanta química. Timberlake lo probó en The Social Network y Mila Kunis, a su modo también, en Black Swan. Pero aquí los dos tienen un excelente timing cómico. Se llevan de maravilla y eso se agradece. Se podría haber hecho toda una crítica (laudatoria, también) sobre ellos dos, que nos compran con apenas unas sonrisas. Porque en el fondo, son la piedra basal del film: gracias a ellos compramos la reiterada historia una vez más. Y gracias a ellos, la reiteración se vuelve algo más fresca, algo simpática. Nos reímos con ellos, pero no de ellos.
Dylan (Justin Timberlake) es contratado por la revista GQ como nuevo Director de Arte. Él fue contactado por la cazatalentos Jaime (Mila Kunis). Rápidamente desarrollan una amistad ya que Dylan es nuevo en la ciudad y solo conoce a jaime. Una noche, intentando evitar los lugares comunes que ven en las comedias románticas, deciden empezar a tener sexo con el objetivo de que no se modifique su relación. El año pasado Justin Timberlake formo parte de La Red Social (The Social Network, 2010) como el encantador de serpientes Sean Parker –el creador de Napster- que luego, siempre según la película de Fincher, influiría en Mark Zuckerberg, el personaje de Jesse Einsenberg. Timberlake fue uno de los tapados –pero solapado por las enormes actuaciones de Eisenberg y Andrew Garfield- de esa fábula sobre un muchacho que pierde su único amigo verdadero y fundó un mundo de interconexiones. Básicamente La red social plasma como pocas películas el zeitgeist. Ahora llega, también destinada para una generación donde las comunicaciones pasan por el 2.0 que ya conoce los códigos de la comedia romántica y aunque en parte se burle de ellas sigue buscando ese inevitable final felíz, Amigos con Beneficios. Es justamente ese espíritu de época que impregna gran parte de Amigos con Beneficios -no con derechos, ya que los derechos los guardaron para Natalie Portman y Ashton Kutcher- o al menos su primera mitad previa al conflicto necesario. Estamos en tiempos donde la velocidad impera y no hay lugar, o los "emocionalmente dañados” no están dispuestos, para generar una relación afectiva. Por eso, la dupla protagonista decide cerrarse a las emociones y tener una relación donde lo que pase en la cama no tendría que afectar su reciente amistad. Como suele pasar en el deporte, la teoría dista de lo que es la práctica. La primera mitad brilla –luego de una muy buena secuencia de apertura- por sus diálogos rápidos (buena química entre Kunis y Timberlake), chistes inteligentes y un clima anárquico y ligeramente amoral. El resto, cuando llega el conflicto protocolar que distancia a la parejita, usualmente el hombre es el que no sabe lo que quiere o tiene entre manos, y la película entre en las vías previsibles de la comedia romántica le juega en contra. Amigos con Beneficios es íntegramente un trabajo de Will Gluck, que ofició tanto como director como guionista. Ya en la subvalorada Se Dice de Mí (Easy A, 2010) Gluck dio muestra del oficio para crear personajes de lengua rápida y come backs que duelen. Otro punto que une Se Dice de Mí a Amigos con Beneficio es la preponderancia que toma la sexualidad en la trama. En una se trata sobre dos amigos que deciden tener sexo sin ningún tipo de emociones, no hacen el amor pero tampoco cojen sin mediar palabra. En la otra, una chica de secundaria es sindicada como la putona de la escuela, cuando en realidad ella es virgen, se aprovechó e ironizó respecto de la situación. Es un poco como pasa en el mundo de Judd Apatow, donde hay un fino hilo que une sus películas y donde las grandes temáticas son la adolescencia, la amistad y el paso a la vida adulta. En el por ahora pequeño universo de Gluck se retrata el sexo según esta generación y lo que significa para ella. Lo hace de manera inteligente, ácida y con pocos tapujos. En definitiva, Amigos con Beneficios desaprovecha una muy buena construcción de personajes al terminar caminando por el sendero previsible del género. Pero tampoco podemos pedir que dos de las estrellas más ascendentes del momento no terminen juntos.
Amigos con beneficios (Friends with benefits) afortunadamente no es Amigos con derechos (No strings attached), la premisa inicial podrá llegar a ser la misma, demostrar la liviandad con que un hombre y una mujer pueden basar la amistad sólo en encuentros sexuales desprovistos de sentimientos, pero el desarrollo es bien distinto. Aquí, Mila Kunis (la bailarina por la que Natalie Portman pierde la cabeza en El cisne negro y figura de la sitcom That 70's show) es una cazatalentos neoyorquina que acaba de ser abandonada por su novio en la puerta del cine que proyectaba un revival de “Mujer Bonita”. Con un poco de reclutadora de personal y otro tanto de relacionista pública, su trabajo consiste en encontrar los ejecutivos ideales para posiciones de alto rango en diversas empresas. Como parte de su rutina logra convencer al fundador de un popular blog angelino (Justin Timberlake en uno de sus mejores trabajos cinematográficos) para ocupar el cargo de editor de la revista GQ en las oficinas centrales de Nueva York. Ambos acaban de finalizar relaciones duraderas y descreen de todo aquello que las comedias románticas y el mecanismo hollywoodense intentan hacernos creer. Casi al pasar y sin pensarlo demasiado, ni siquiera midiendo las consecuencias que esto puede llegar a traer aparejado, deciden llevar su amistad un paso más allá y convertirse en amigos con ciertos beneficios. No hay obligaciones, caricias después del sexo, ni ataduras. Pero hasta los detractores más férreos del amor de novela pueden caer en sus redes. Desde el minuto uno, esta revisación de las comedias románticas se propone romper con el esquema típico que inunda las pantallas cada temporada y, de paso, criticar al mismo género al cual pertenece. Hay clichés que sirven para parodiar los propios lugares comunes de las historias rosas, aunque en efecto el final de Amigos con beneficios roce y esté a punto de caer en uno también. Timberlake compone un personaje que le sienta a la perfección y se lo nota cómodo, relajado y confiado en que es capaz de transmitir convicción a través de este joven profesional que se debate entre su familia en Los Ángeles (Richard Jenkins como su padre tiene sus momentos de lucimiento) y su carrera en la Gran Manzana. Kunis, de una belleza exótica y magnética, vuelve a sus orígenes y pone en práctica su timing para la comedia. Tanto Patricia Clarkson como Woody Harrelson se llevan los aplausos en las pequeñas participaciones que tienen como la madre de ella y el colega de él, sin por ello opacar o desdibujar a los verdaderos centros de la historia.
Mila Kunis, el único beneficio Como supuesta comedia erótica que no termina de quebrar la misma fórmula de comedia romántica de siempre, «Amigos con beneficios» es bastante poco eficaz. Mucho menos original, al punto de que ya desde el título se puede notar su parecido con «Amigos con derechos», que tenía a Natalie Portman y Ashton Kutcher en una situación ahora repetida por la que experimentan Justin Timberlake y Mila Kunis, y que en realidad no es muy novedosa en ninguno de los dos casos. El asunto, como bien habrá adivinado el lector, tiene que ver con un chico y una chica ceñidos a la idea de poder mantener un status quo emotivo que incluya también la mutua satisfacción sexual, sin caer en enamoramientos que les compliquen la vida. Algo que, como hasta el más lento de los espectadores entenderá, es casi imposible de lograr, ya que por más picante que simule ser cualquiera de estas comedias supuestamente atrevidas, los resultados siempre son más o menos los mismos, y toda historia con contenido aparentemente sexy culmina con tonos de rosa y guiones que parecen escritos por una tía solterona. A favor de esta «Amigos con beneficios», al menos si se la compara con «Amigos con derechos» (que en realidad en inglés era «No strings attached») se puede decir que hay un poco más de química entre la pareja estelar, que Justin Timberlake tiene momentos de buen comediante y que Mila Kunis casi incendia la pantalla con su presencia en un par de ocasiones. Luego, este producto no tiene mucho más que ofrecer, debido a una trama obvia, pocos gags realmente eficaces y nada que interese desde lo formal o estético. Así que la verdad es que entre estas dos «Amigos ...» no se saca una realmente buena. Si a alguien le importa realmente ver alguna de las dos, lo mejor es que espere a que la den por cable.
Un joven (Justin Timberlake) y una joven (Mila Kunis) se conocen, se atraen, se llevan bien y quieren sexo con el otro. Amor, no. Bien: es el mismo punto de partida de Amigos con derechos (es decir, un título casi igual), un film con Ashton Kutcher y Natalie Portman estrenado hace meses. Olvidemos el antecedente: esta película está bien, es graciosa y se basa especialmente en la dirección dinámica de Will Gluck y en el trabajo de sus dos actores principales. Que son dos comediantes formidables y que hacen de esta especie de vuelta de tuerca sobre la comedia romántica (un poco lo mismo que hizo Gluck en Se dice de mi, gran comedia adolescente que aquí sólo se editó en video, de paso la recomendamos). Por cierto: como en ese film, también aquí el disparate cómico comienza a asumir, en la segunda parte de la película, un carácter un poco más serio, más profundo, que intenta penetrar en las auténticas emociones de los personajes y lo consigue. No es una obra maestra, pero sí una película que nos provee un reflejo adecuado de algunos de nuestros comportamientos.
Amigos por conveniencia Actriz joven que se destacó en El Cisne Negro interpretando a una bailarina, protagoniza película donde comienza una relación de amigos con beneficios/con derecho a roce/fuck buddies/sexo "sin compromiso" con, justamente, un amigo, encarnado por actor que supo ser galán adolescente. No están teniendo un dejá vu aunque ya leyeron esta premisa hace unos meses, tampoco estamos posteando una crítica atrasada a "Amigos con Derechos". Esta vuelta es "Amigos con Beneficios", protagonizada por Justin Timberlake y Mila Kunis. Por segunda vez en el año, llega a la cartelera una película que plantea como punto de partida lo que la industria cinematográfica al año 2011 considera un dilema clave para los jóvenes cosmopolitas del target ABC1 con carreras pujantes, que no se sienten listos para estar en una relación con compromisos pero aún así quieren tener sexo de forma regular sin pasar fin de semana tras fin de semana por el ritual de apareamiento urbano de ir a un bar o boliche (o librerías, o cines, o clubs de boxeo, depende la creatividad de cada uno) para levantarse a alguien. Jamie vive en Nueva York y recluta ejecutivos y creativos para distintas corporaciones. Dylan vive en Los Ángeles y es convocado por Jamie para trabajar en la revista GQ, una de esas revistas/manuales de vida y estilo para hombres. Dylan acepta el trabajo y el traslado a la otra costa del país, donde no conoce a nadie salvo a Jamie. Rápidamente se vuelven amigos, cada uno recientemente abandonado por sus parejas, y también velozmente pactan tener sexo juntos, sin emociones de por medio, para mantener su amistad intacta de tanto intercambio de fluidos. Pero obviamente, como nos enseñaron las comedias románticas, la vida es eso que ocurre mientras hacemos planes, y los sentimientos eventualmente se interponen en su impoluto contrato social. El problema no es que haya dos películas estrenadas en el mismo año con un argumento similar (en los últimos años se han dado casos similares: Armageddon e Impacto Profundo, El Gran Truco y El Ilusionista, Volcano y Dante's Peak y la lista continúa) y más si consideramos que desde el cine mainstream se manejan fórmulas esquemáticas consideradas exitosas comercialmente y se las utiliza y reutiliza mientras que funcionen. Por otro lado, el género de la comedia romántica es uno de los -por no decir el- que más se apoyan en personajes y situaciones esquemáticas. El tema es cómo trabajar esa fórmula y generar empatía por la historia y sus protagonistas. Que realmente simpaticemos con estos veinteañeros cuyas carreras avanzan pese a la recesión y que aunque atractivos y entretenidos, quedaron tan abatidos por los díctámenes de sus ex parejas sobre sus problemas emocionales, deciden cerrarse a conectarse románticamente con cualquiera de los otros 18 millones habitantes de Nueva York. Tenemos que dar por sentado que no les queda otra más que tener sexo entre sí y después, pese a que no quieran asumirlo (también, porque sí) se enamoren. Aunque comparten un impulso por hacerse tatuajes infantiles, la base para las grandes historias de amor, como todos sabemos. En Cuando Harry conoció a Sally la pareja protagónica también eran recién llegados a Nueva York que muy a su pesar y la sentencia inicial del personaje de Billy Cristal de que hombres y mujeres no pueden ser amigos: a) desarrollaban una amistad a lo largo de varios años, b) tenían sexo, c) él se borraba para después d) tratar de recuperarla en una fiesta diciéndole que no iba a buscarla sólo porque era Año Nuevo y se sentía solo, si no porque cuando uno se da cuenta que quiere pasar el resto de su vida junto a una persona, no puede esperar más a que el resto de su vida comience. La pareja de Amigos con Beneficios jamás tiene un indicio de esa determinación, aunque ambas películas compartan un último acto grandilocuente y redentor del hombre que tiene la epifanía de que esa chica, su amiga, es la mujer de su vida. Tanto Jamie como Dylan fueron encasillados por sus ex parejas y cargan con los ejemplos de las relaciones disfuncionales de sus padres. Pero no hacen mucho por salir de ese lugar que les asignan a la fuerza y viven quejándose del miedo a reproducir los errores de sus progenitores, con una insistencia que hasta Freud catalogaría de excusa débil. Pese a lo forzoso del desarrollo de la relación entre sus protagonistas, Amigos con Beneficios cuenta con la gran ventaja de la química que tienen en pantalla Justin Timberlake y Mila Kunis (tanto mayor que la de Portman y Kutcher en Amigos con Derechos). Timberlake (que demostró lo necesario para la actuación con papeles secundarios un poco más oscuros en Red Social o Alpha Dog) lleva a buen término el rol de joven profesional que se debate entre avanzar y lidiar con el bagaje familiar, mientras que Kunis domina a la perfección el papel de chica copada, bonita pero aún así accesible, fuerte y con calle pero a la vez vulnerable, que puede orquestar un tour nocturno que incluya invasión a la propiedad privada, pero eso sí, siempre montada a unos tacones de quince centímetros. El elenco secundario se destaca y colabora al crecimiento de los protagonistas, como en la anterior película del director Will Gluck (Easy A). Una vez más, Patricia Clarkson interpreta a una madre (la de Jamie) que comparte demasiada información y que pese a sus propias fallas está ahí para su hija. Richard Jenkins compone al padre (de Dylan) como un hombre con triste consciencia de su Alzheimer, pero sin convertirlo en un ser patético que cargue con golpes bajos ni una victima. Woody Harrelson está brillante como el editor de deportes que es un orgulloso homosexual y lo grita a los cuatro vientos (aunque se le escape algún comentario misógino) pero sin caer en una caricatura grotesca y zezeosa, que lamentablemente aún en el siglo XXI abundan en distintas producciones, y es el encargado de alguno de los momentos más graciosos de la película. Estos tres personajes, junto a la hermana de Dylan (Jenna Elfman) hacen de consejeros y les dicen hasta el hartazgo a él que reconozca que está enamorado y a ella que deje de buscar un príncipe azul como en las comedias románticas (hay varias referencias meta a la ridiculez de las comedias románticas, como si los guionistas y el director quisieran tomar distancia y mostrarse más cool que sus compañeros de género). Así como en su opus anterior, Will Gluck trata de darle más de una dimensión a sus protagonistas, mostrar que pueden evolucionar a partir de sus errores (y a partir de esto, encontrar al amor verdadero, o aunque sea un amor). Pero a diferencia de Easy A, acá ya no se trata de adolescentes de secundario, si no adultos que crecen por conveniencia.
Pura química! No tuvo suerte "Friends with benefits". Es la tercera comedia romántica que gira sobre el mismo tema en poco tiempo, ya hubo este año otras dos (una con Natalie Portman y Ashton Kutcher, la otra con Anne Hathaway y Jake Gyllenhall) similares, que si bien tenían matices, iban hacia el mismo lugar. O sea, es una historia que puede que no atraiga a quien han visto las anteriores. Corre en clara desventaja. Pero... La tercera, amigos, por esta vez, fue la vencida. La más divertida y la que ostenta la pareja con mejor química es "Amigos con beneficios", sin dudas. Dirigida por Will Gluck, de quien no tenemos antecedentes que lo destaquen en particular, esta comedia romántica viene a hacer ruido. Está correctamente actuada y cuenta una historia divertida. Bien. No esperábamos mucho de una película que tenga a Justin Timberlake en su protagónico pero... La vida te da sorpresas no? El tipo está justo y mantiene el nivel que logró alcanzar en "The social network", claro, en otro registro. Dylan (Timberlake) vive en LA. Tiene talento y una empleada hábil para descubrirlo, desde la otra punta del Gran País del Norte (New York), Jamie (Mila Kunis), lo convence de aceptar una oferta en trabajo en su revista, la prestigiosa GQ. A poco de su arribo a la Gran Manzana, ya sabemos que los dos se gustan mucho. Son jóvenes, inteligentes, abiertos... Pero... Vienen de sendas rupturas amorosas y al pasar algún tiempo juntos deciden probar tener sexo pero sin vincularse afectivamente. Sabemos que esto es más que común en nuestro tiempo, así como también las dificultades para sostenerlo en el tiempo. La cosa es que Dylan y Jamie comparten trabajo, juegos, salidas y charlas y van descubriendo que algo les pasa, por lo cual cuando llegue el momento de abordarlo, más allá de la explosiva relación física que los une. Habrá entonces que dinamitar los acuerdos previos que ambos hicieron y empezar de nuevo... o no. Es convencional. Muy. ¿Dónde está entonces la gracia? Bueno, para empezar, Timberlake se ríe todo el tiempo de sí mismo (sabían que él es cantante no?), es muy gracioso verlo tararear una canción y que Kunis le tape la boca (la amamos por eso!), como también se ridiculiza mucho con los cuadros musicales que evocan a Kriss Kross (un chico rapero de los 90, si mal no recuerdo). Luce relajado, ocurrente y plástico. Se lo ve cómodo. Y Mila es un huracán. Ya sabemos que es una mujer seductora (recuerden "Black swan" este año), pero aquí la verán sarcástica, divertida y bella, en un estado casi natural. Entre los dos encienden la pantalla en las tomas de cama, que aunque están hecha con sentido cómico en su mayoría, despiertan los suspiros de la platea (masculina y /o femenina). La película es muy "tech". El personaje de Dylan domina todos sus gadgets y le pone bastante color a la cosa, lo cual hace que lo que parece convencional, luzca ligeramente diferente. Ambos (Kunis y él) tienen papás muy especiales (ella Patricia Clarkson y él, Richard Jenkins) que acompañan los momentos en que la energía baja y afloran las emociones. En ese sentido, la película es equilibrada. Hay mucha adrenalina en la relación pero cuando llega el tiempo de las definiciones, nos regala exquisitas (si, increíble no?) secuencias de padre /madre / hijo / hija que sensibilizan y le dan vuelo al film. No es que deje de ser una comedia romántica común estilo Hollywood. Sigue siendola. Pero tiene sus cosas. Está muy bien lograda, tiene una gran banda de sonido y sus protagonistas destilan química y fluídos durante toda la proyección. Me gustó. Dentro de su género, hasta les diría que es levemente superior a sus antecesoras. Si van de a dos, seguro que la van a disfrutar mucho...
La película podría etiquetarse como "típica comedia hollywoodense". Más si se inscribe en el marco de una saga de filmes que sobrevuelan suscintamente sobre las relaciones afectivas en el siglo XXI. Esta versión, dirigida por Will Glucks, se maneja con estereotipos bien marcados: protagonistas bonitos, talentosos en su profesión, pero desilusionados con su vida afectiva. Un trabajo los encuentra y así conformarán un vínculo que no es explorado con profundidad, sino que recurre a los clichés en una sociedad que está explorando nuevas formas afectivas que no se pueden etiquetar bajo la forma de amistad o amor con cánones tradicionales. Aparecen como relaciones "borders", que sin duda transitan límites finitos hacia el tema del amor. La versión que plantea esta película —desarrollada en New York— le otorga un toque moderno al cuento del príncipe azul .
Una historia romántica con los mismos tics de siempre pero con los aparatitos del siglo XXI: el omnipresente celular, las ridículas pero vistosas tablets, los enigmáticos pero imprescindibles ipads y todo tipo de cosas para las que sólo se necesita tener el dedo índice disponible y unas cuantas burbujas de alguna bebida energizante agitando el cerebro (o su remedo). Una novelita de amor estadounidense, ambientada en la Nueva York post 9/11, o cómo Dylan y Jamie se conocen, se hacen amigos, pretenden tener sexo sin complicaciones y, contra todos sus deseos (?), terminan enamorados, y ¡ay, qué fatalidad! El viejo tema del chico apuesto que esconde muy bien sus debilidades y la chica atractiva que oculta su corazón dañado, para seguir adelante en un mundo que no tiene contemplaciones con los sentimientos y que tiene una mórbida debilidad por el éxito a cualquier precio. Todo eso representa en el imaginario universal la vida en Nueva York, un estilo de vida promocionado por los mismos estadounidenses y recreado hasta el cansancio por la industria de Hollywood. “Casualmente”, en este filme, se ironiza un poco con eso, dado que Dylan es nacido y criado en Los Angeles, la cuna del cine, y Jamie, en cambio es una todoterreno de la Gran Manzana. Son jóvenes y bellos, además de creativos. Ella es una cazatalentos vía Internet y él, justo pasaba por allí promocionando sus habilidades. Ella lo cita y se encuentran en el aeropuerto de NY. Allí empieza una relación, como se ha dicho, burbujeante, que surge como una amistad laboral y luego, sin querer, se convierte en otra cosa. Pero esa parte queda fuera del filme. De modo que los 108 minutos de la película de Will Gluck se dedican a describir las idas y venidas de los chicos entre sus acrobacias sexuales sin sentimiento y sus otras actividades: trabajo, familia, entretenimiento, etc. Con final feliz Nada del otro mundo: ella es hija de una madre que se las ingenia para estar siempre ausente y de padre desconocido; él, viene de una familia algo conflictiva, pero que todavía resiste. La madre de ella huye de los compromisos y el padre de él ya sufre los primeros zarpazos del Alzheimer. Ambos vienen de sendos fracasos amorosos y se hacen compinches y aliados para esta nueva etapa. Pero... los sentimientos, se sabe, aparecen justo cuando nadie los reclama y le ponen ese tono agridulce aun a las mejores performances eróticas y hacen que ya las cosas empiecen a complicarse, y que algún dolorcito inoportuno aparezca por algún rinconcito de la mente. Después vienen peleas, desplantes, y todo tipo de reacciones histéricas... quién no conoce un poco de esas cosas. Pero a no asustarse, no será necesario aprontar pañuelos, Dylan y Jamie no están tan locos como para dejar pasar esa oportunidad y un gran beso de reconciliación sella el final feliz de la novela. Y no me reprochen que les cuente todo, es que no hay nada que merezca ocultarse. Es un pasatiempo hecho y derecho, sin ambajes ni pretensiones. Sólo resta decir que los actores que tienen a su cargo los personajes secundarios se llevan los pocos elogios, ya que le ponen a la historia el sabor que les falta a los protagonistas.
Algo esta pasando en la meca del cine, si bien ya es bastante común estar en presencia de textos refritos, convencionales, toda una catarata de lugares comunes, no es asiduo que se estrenen dos producciones con historia, tema y construcción tan iguales con tan poco tiempo de diferencia. Hace unos meses, en febrero para ser más exactos, conocimos “Amigos con Derechos” (2011) cuya pareja protagónica era Natalie Portman y Ashton Kutcher, en este filme ellos llegaban de común acuerdo a tener sólo una relación basada en el sexo sin compromiso de ninguna naturaleza. En esta “nueva” (no por novedosa) propuesta Dylan (Justin Timberlake), un gran jefe de redacción de sitios de internet, oriundo de la ciudad de Los Angeles, es convocado a Nueva York por Jamie (Mila Kunis) una increíble descubridora de talentos, para que Dylan despliegue toda su capacidad en una empresa asentada en la gran manzana. Ambos vienen de reveses amorosos, ambos se atraen inmediatamente, ambos tienen heridas abiertas en el corazón, (¿me puse poético?), ambos llegan a la conclusión que su atracción física debe ser llevada adelante sin que medie ningún tipo de sentimiento, solo sexo. La primera media hora se sobrelleva por la aceleración de los acontecimientos, por un intento de querer burlarse de los clisés del género, y por un desparpajo desde las escenas de sexo sin romanticismo alguno. Parece una propuesta diferente. Pero como todo está estructurado desde los códigos más arraigados del género de comedia romántica, esto es la puesta en escena, la dirección de arte, especialmente la fotografía y la elección de los planos, todo se torna previsible. Es verdad que la elección de ver este tipo de filmes deja de lado toda pretenciocidad de encontrar algo diferente. Luego de ese inicio aparentemente prometedor, y por necesidad estipulada de los códigos hollywoodenses de la estructura narrativa, hacen su irrupción las historias paralelas, los personajes secundarios, todos en función de justificar las acciones de los protagonistas. Primero hace su ingreso la madre de Jamie, Lorna (Patricia Clarkson) quien representa a la mujer liberada, algo estrafalaria, con grave déficit emocional, hija dilecta de la generación de los 60/70, siendo madre soltera y desconociendo, o no queriendo revelarle a su hija la identidad del padre. Todo un drama, mire. Por otro lado, nos muestran la familia de Dylan, su hermana Annie (Jenna Elfman), que se hizo cargo del cuidado del padre de ambos quien sufre una enfermedad mental degenerativa, que podría ser Alzheimer, que si no fuera por esto sería una típica familia americana cumpliendo con el “American Way of Life” de principios de este siglo, separación de pareja paternal mediante. Y la rematan con el personaje de Woody Harrelson (Tommy), como un jefe “gay” de la sección deportes de la revista. Lo mejor de esta producción son las actuaciones, hay buena química en la pareja protagónica, y se nota, pero Harrelson y Richard Jenkins, que personifica a Mr Harper, padre de Dylan, se llevan los mejores aplausos. Mientras veía este filme recordé otros donde se planteaba desde distintas miradas la imposibilidad de la amistad entre el hombre y la mujer, una es el ya clásico “Cuando Harry conoció a Sally” (1989), de Rob Reiner, y la otra es la maravillosa película francesa, no es una comedia, pero no deja de ser romántica, “Una relación pornográfica” (1999), de Frederic Fonteyne, con Nathalie Baye y Sergi Lopez, quienes se encuentran todas las semanas en un hotel sólo para tener sexo, sin nombres, ni ningún conocimiento uno del otro. Esta última sí planteaba otra mirada sobre la sexualidad, los afectos, el deseo, las necesidades. En cambio todo lo que propone “Amigos con beneficios” me lleva a pensar que idea, discurso, o nueva moral, quieren imponer. ¿El sexo casual, sin sentimiento, tiene signado el fracaso, por antonomasia? Me parece querer estar dándole más crédito del que se merece. Para concluir debo decir, nobleza obliga, que es un producto típico de “Sexo, Mentiras y Video” (1989), algo así como que el tema procura ser el “sexo”, lo que intenta decir es una “mentira”, y sólo es apta para ver en “video”, cómodo en su casa
AMIGOS Y ALGO MAS Comedia que presenta una fórmula que se ha visto numerosas veces en su género y en varias oportunidades del 2011 que, pese a desarrollar un paralelismo casi idéntico con otras propuestas, logra destacarse gracias a la química de sus protagonistas, a un correcto trabajo realizado con el humor y a la humanidad con la que se decidió llevar adelante el relato en cierto momento. Jamie es una busca-talentos que acaba de separarse de su novio y que está tratando de encontrar la nueva figura para una empresa gráfica. Es así como se topa con Dylan, un estructurado hombre que decide mudarse a Nueva York para ejercer el trabajo que la muchacha le ofreció. Juntos van a comenzar una relación basada plena y puramente en la amistad, y como ninguno de los dos está buscando algo serio, se comprometen a que las relaciones sexuales que tienen continuamente no los toquen sentimentalmente. Pero dicha promesa, con rapidez, se va a ver en peligro, ya que ambos comienzan a sentir cosas que van más allá del acto físico. La premisa es repetida y muy poco original, y ese es el principal problema de la película, ya que aquí no se presenta algo que no se haya visto con anterioridad en otras producciones. Las vueltas de tuerca, las reacciones de los personajes, algunos roles secundarios y la historia en sí, están llenas de lugares comunes y actitudes estereotipadas, impidiendo que algunos momentos puedan cobrar la intensidad emocional necesaria. Pero, pese a estos problemas, esta es una película que está muy bien filmada, la fotografía, la edición y el sonido siempre están correctos y acompañan muy bien la narración; el humor presenta características que, si bien el sexo está presente, nunca pasa los límites del buen gusto o la vulgaridad, es más, hay dos escenas que están muy bien escritas y son rematadas de manera divertida e inteligente; la historia de enredos hace una pausa muy acorde cuando se introduce un personaje secundario que baja a una línea realista y emocional a los dos protagonistas, brindándole verosimilitud y un matiz diferente dentro de la importancia de la comedia; y en especial, se puede apreciar una química muy buena entre los personajes principales. El trabajo realizado por Mila Kunis y Justin Timberlake es muy bueno, principalmente porque son ellos los responsables de transmitirle al espectador las sensaciones de la cinta, que van desde el romance, la superación, la compañía y hasta la lujuria, y lo hacen muy bien. Quienes lo acompañan también están correctos, entre ellos se destacan: Patricia Clarkson, en un rol bien estereotipado (la madre de mente abierta); Richard Jenkins, el padre; Woody Harrelson, un compañero del trabajo; y Emma Stone, quien tiene un papel mínimo (aparece tan solo una vez). "Amigos con Beneficios" es una película muy poco original, con una historia repetida y que sigue las mismas fórmulas que muchas otras cintas del género, pero que se luce producto de la química lograda entre los protagonistas, la frescura que la presencia de Mila Kunis da en pantalla y ese toque humano que dice presente cerca de la mitad del relato y que enriquece el argumento. Una correcta propuesta, que divierte y no brinda más de lo que propone. UNA ESCENA A DESTACAR: playa y primer encuentro.
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La comedia romántica en su laberinto Will Gluck, co-guionista y director de Amigos con beneficios, es la clave para analizar esta película. ¿Por qué? Porque tenía un excelente antecedente como la comedia adolescente Se dice de mí, pequeña gran comedia protagonizada por la excelente Emma Stone, que en la Argentina fue (lamentablemente, como en muchos casos) directo a DVD. Allí Gluck exhibía un gran conocimiento de la interacción entre la industria del entretenimiento y los comportamientos sociales (cómo copiamos patrones de conducta bajados por el cine, pero también cómo el cine se alimenta de las pautas sociales, por ejemplo); los mecanismos genéricos; la construcción de estereotipos y personajes; el ritmo de la comedia; y la dirección de personajes (allí había presente un gran elenco aparte de Stone, compuesto por Patricia Clarkson, Thomas Haden Church, Stanley Tucci, Amanda Bynes y Lisa Kudrow, todos en gran nivel). Además, la película arriesgaba en cuestiones delicadas incluso a nivel político, y terminaba ganando, era muy ambiciosa incluso desde su supuesta pequeñez. Esto abría expectativas con respecto a Amigos con beneficios, que repetía la premisa de Amigos con derechos (otro filme con un director con personalidad, como Ivan Reitman), con dos protagonistas que decidían conservar su estatus de amigos, pero con el ingrediente extra del sexo. Más si se tenía en cuenta a la pareja protagónica: Mila Kunis se maneja con una soltura y naturalidad en el terreno de la comedia que es inhabitual, mientras que Justin Timberlake es, definitivamente, mucho mejor actor que cantante. En especial durante la primera mitad, Amigos con beneficios funciona como un relojito, con plena conciencia de los engranajes de la comedia romántica y personajes bien desarrollados, que se piensan a sí mismos y la cultura que los rodea. La trama avanza con gran velocidad, se explica sólo lo indispensable al espectador y hay una gran multiplicidad de referencias culturales, casi siempre pertinentes. Sin embargo, ya hay algo que empieza a hacer ruido y se vincula con el sexo: en una comedia donde se putea, se hacen toda clase de referencias sexuales o se habla directamente de sexo, no se da el paso siguiente más lógico, que es el de mostrar. Incluso en las secuencias de sexo no hay desnudos ni nada medianamente explícito. Esto no tiene que ver con una simple ansia por ver tetas o culos (bueno, este crítico lo admite, querría haber visto a Mila desnuda, pero admitan chicas que seguramente querrían lo mismo con respecto a Justin, y sería perfectamente lógico). Lo que entra en juego acá es pasar de la palabra al hecho, donde el terreno del cuerpo necesita ser mostrado, porque difícilmente sea redundante. En algunas cuestiones, la continuidad de estilo le sirve al realizador para pisar terreno firme. Por ejemplo con las interpretaciones, ya que vuelve a recurrir a un trabajo relajado, sin remarcar los gestos o situaciones, sumándole también el aporte de muchos secundarios sólidos, como Woody Harrelson, Richard Jenkins o Patricia Clarkson (retomando su rol de madre inconsciente), más cameos de Emma Stone o Jason Segel, entre otros. Pero en otras, lo termina condenando al estatismo, como en el caso de su autoconciencia posmoderna del género romántico, que le permite analizarlo quirúrgicamente, casi deconstruyéndolo, pero sin poder aportar elementos realmente nuevos. A la hora de las decisiones finales, Amigos con beneficios recurre a las mismas resoluciones ya transitadas y que terminan evidenciándose como gastadas, incluso conservadoras. Más aún si se suma la cuestión de que los protagonistas parecen casi forzados por el guión a tomar determinadas decisiones que sólo dan la impresión de estar destinadas a satisfacer a la platea. Por todo esto, a pesar de sus muy buenos momentos, Amigos con beneficios se percibe como un retroceso en la aún joven carrera de Will Gluck, quien sigue con el crédito abierto. Aún con sus declives, ya ha demostrado ser un cineasta con una marca autoral reconocible y atractiva.
Química Mejorada Friends with Benefits es una "nueva" comedia romántica protagonizada por el ascendente Justin Timberlake y la fabulosa Mila Kunis, y escribo "nueva" entre comillas porque hace sólo unos meses atrás se estrenó un película muy parecida a esta, "Amigos con Derechos", con la misma temática y un desenlace parecido, pero protagonizada por Natalie Portman y Ashton Kutcher. La verdad que es una lástima que se haya estrenado después de aquella, porque considero que esta peli es ampliamente superior, más divertida, más provocativa y más sexy... pero lamentablemente, tiene la mala suerte de haber sido primereada por "Amigos con Derechos", que sin ser picante o un moco (ni fu, ni fa) atrajo a un buen número de espectadores y trabajó la amistad con derecho a roce ANTES, y el timing es una cuestión bastante importante en cine. Quien no es muy fan de las comedias románticas y ya vio la puesta de Portman y Kutcher, no querrá ver esta, porque seguramente no quiere repetir 1 hora y 40 minutos de una situación que ya conoce, o la considerará una copia de aquella otra. En esta ocasión dirige Will Gluck, un tipo que hasta el momento ha tenido a su cargo la dirección de comedias Teens como "Easy A" y "Fired Up!", ambas con protagonistas que van ascendiendo entre los adolescentes como Emma Stone, Amanda Bynes y Nicholas D'Agosto. En Amigos con Beneficios vuelve con una fórmula soñada para los teens y que desplegó una muy buena química en la gran pantalla, presentando un Justin Timberlake con mucho más training interpretativo y una Mila Kunis super atractiva y con bastante cancha en el plano cómico. Sin mucho más para agregar, una película entretenida, con algunos momentos bien divertidos y sexies, con una Nueva York muy hip y urbana de fondo. Si te gustan mucho las comedias románticas y te gustó "Amigos con Derechos", a esta la vas a disfrutar más, con un toque de acidez que quizás a la 1ra le faltó. Buen reparto secundario, sobre todo Woody Harrelson (que está bastante divertido) y Patricia Clarkson.
A lo que debemos aspirar Las comedias románticas hechas en Hollywood tienen mucho que ver con un mundo idílico, histérico y estéticamente imposible y poco que ver con la realidad. Allí suelen exhibirse, como en una vidriera, ideales de belleza, de éxito, de cómo plantarse y ser cool, y los espectadores que compran estos combos y que buscan verse reflejados se llevan a sus casas un paquete de ilusiones que, en muchos casos, suele transfigurarse en frustración. Este tipo de comedias, en su mayoría superficiales, dulcificadas y por supuesto acríticas, continúan encumbrando valores relativos al sueño americano y a formas de existencia inalcanzables para la amplia mayoría de los seres humanos. Will Gluck, director de esta película, ya había hecho la comedia teenager Se dice de mí, una bazofia de cuidado en la que los personajes todos se ajustaban a los más exigentes parámetros de belleza dominantes -hasta los catalogados como “feos” eran despampanantes- y pretendía tirar líneas de moralismo, tolerancia y consideración cuando en realidad los discursos escondidos en la película dejaban en claro que eso era todo una farsa. Ajustado a parámetros estéticos similares, aquí Dylan (Justin Timberlake), joven emprendedor, editor de contenidos web –confluye la capacidad de administración empresarial y la creatividad orientada a nichos novedosos y prometedores- conoce a Jamie (Mila Kunis) reclutadora de talentos –la acertada ejecutiva, hábil e independiente en sus criterios-. La verborragia entre ellos es, desde un comienzo, imparable, y cuidado, que las líneas de diálogos no bajarán en ritmo y velocidad hasta los créditos finales. Los dichos de los protagonistas son pretendidamente inteligentes, todo el tiempo: a cada ocurrencia se sucede una réplica aún más suspicaz, perdiéndose así, desde el mismo comienzo, la esperanza de verosimilitud. Resueltos y avispados, cerca de media docena de veces dicen de forma canchera “era una broma” luego de fingir falsas reacciones. Si el director/guionista da así pocas muestras de creatividad, unos secundarios de manual no hacen más que rebajar la berretada a niveles subterráneos: la madre de la protagonista (Patricia Clarkson) es la típica veterana hippie, que da mayores muestras de inmadurez que su propia hija pero es cariñosa y considerada (como las de Mamma mia, The kids are all right o Se dice de mí, para no ir más lejos). El compañero gay del personaje (Woody Harrelson) es tan sólo un vehículo para hacer chistes de gays, y el padre con alzheimer (Richard Jenkins) es el toque de gravedad que se necesitaba, para demostrarse que el muchacho es un tipo sufrido y bueno y que esta película dista de ser tan sólo otra comedia descerebrada. Ninguno de estos actores está mal, pero personajes así, contextualizados como están, dañan la psiquis de cualquier ser pensante. Esta película está muy bien puntuada en algunas páginas web especializadas (IMDB, Rotten tomatoes) tiene buena recepción crítica y funciona notablemente en taquillas. La comedia romántica estadounidense no evoluciona ni cambia sus reglas porque la fórmula camina bien así, como está. Lo que cuesta creer es que el público continúe tragando.
Con el antecedente demasiado cercano de Amigos con derechos, se da a conocer ahora, con un título muy semejante, un planteo afín y hasta edades, tipos físicos y condiciones carismáticas coincidentes, la comedia romántica Amigos con beneficios. El veterano cazafantasma Ivan Reitman había sorprendido hace sólo unos meses con la espléndida No Strings Attached, (Sin ataduras), rótulo original que incluso tuvo como alternativa el de Friends With Benefits (¡!). ¿Qué ocurrió? ¿Sólo incómoda casualidad o espionaje de ideas entre estudios hollywoodenses? Sea como fuere, ambos films que combinan romance con humor y entran en el tópico amistad-entre-hombre-y-mujer-que incluye-sexo, no son un calco, pero se sabe de entrada que su desarrollo y final van a desembocar en lo mismo. En Amigos con derechos había una jugosa mirada hacia la trastienda televisiva, en cambio aquí hay una pretendida burla hacia –precisamente- la comedia romántica, cuando el cínico publicista jugado por Timberlake comenta: “Creen que poniendo esa conocida canción al final van a persuadir a la gente que disfrutó de una buena película”. Y en este caso, los muy creativos y diferentes títulos de cierre no coinciden con la calidad –sólo aceptable- del film en cuestión. La pareja protagónica se desenvuelve con divertidos recursos pero no conmueve, y en los roles secundarios nadie se destaca demasiado.
Dar un paso más Me gusta ver comedias románticas, pero hay pocas comedias románticas que me gusten. Amigos con beneficios (2011, Will Gluck) es uno de esos raros casos. Probablemente porque es más “comedia” que “romántica” y eso la diferencia un poco del común del género. A pesar de que tarda un poco en comenzar a contar lo que el título promete –se detiene un poco de más en moldear a los personajes principales para luego poder justificarlos- la trama es inteligente e incluso, por momentos, ingeniosa. Y seamos sinceros: sólo podemos seguir comprando la misma historia de siempre si nos la ofrecen con nuevos condimentos que se escapen de la media. En este caso lograron reunir una pareja protagónica que evidentemente se lleva de maravilla. Ella (Mila Kunis) venía de sorprenderme en Cisne Negro. Él (Justin Timberlake) en Red Social. Y ahora, juntos, vuelven a la comedia con tan buena química que parecieran ser amigos en la vida real. Jamie, una cazatalentos neoyorkina le consigue un contrato como nuevo director de arte de la revista GQ a Dylan, un diseñador de Los Ángeles. Para convencerlo de que acepte el trabajo y se mude a Nueva York, le muestra los lugares más íntimos y más públicos de la ciudad. A partir de ahí, se convierten en grandes amigos y, algunos desengaños amorosos más tarde, deciden dar un paso más y comenzar a tener relaciones sexuales sin ningún tipo de compromiso romántico. Pero qué mejor para enamorarse que tener sexo con la persona que, además, es tu mejor amiga. Friends with benefits poster Amigos con beneficios: dar un paso más cine Es ahí donde comienzan los “estoy confundido”, los “no sos vos soy yo”, los “necesito un tiempo”, pero en formato más ligero, casi sin hacerse cargo del género. Tomándoselo en serio, pero no demasiado a pecho. Los mejores momentos de la película se los llevan, sin duda, los personajes secundarios: el padre de Dylan es Richard Jenkins (también padre de los Fisher en Six Feet Under), que le suma una pizca de drama interpretando a un hombre que comienza a sufrir los primeros síntomas del Alzheimer. La madre de Jamie es Patricia Clarkson (Whatever Works, Vicky Cristina Barcelona) una mujer que, de tan “despistada” no puede asegurarle a su hija quién es su padre, ni puede evitar aparecer y desaparecer sin aviso de su vida. Y también está Woody Harrelson, un compañero de trabajo gay de Dylan que se empeña en homosexualizar a todos los hombres con los que se cruza. Una comedia que se construye en base a un buen ritmo, que intenta hablar del género y lo hace bien, pasando elegantemente por el drama sin ser melodramática.
Sismo en el romanticismo. Jamie es una cazatalentos que debe convencer a Dylan, un joven blogger de Los Ángeles, para que acepte un trabajo en Nueva York. Con la promesa de no enamorarse ni complicar la amistad con típicos problemas de pareja y ante la creciente atracción mutua, ambos deciden ser lo que la película denomina “amigos con beneficios”. Si bien la historia suena a nuevo conjunto de clichés reordenados bajo un nombre diferente (o no tanto, y acá viene otro: la comparación con su cuasi tocaya Amigos con derechos ya es uno de ellos), la película dirigida por Will Gluck y protagonizada por la hermosísima Mila Kunis y el carismático Justin Timberlake pone en funcionamiento una propuesta bien distinta. Quizás lo más importante a destacar acerca de Amigos con beneficios (y aún más que la dirección o incluso el elenco) sea su año de estreno. Si bien este nunca es un dato menor, mucho menos lo es para esta película, que no solo mira a través del lente de la actualidad sino que además ensaya una especie de reflexión acerca de ella. En ese sentido, es común y sin embargo curioso el afán de las comedias norteamericanas por querer plasmar y resaltar el contexto (en este momento muy ligado a lo tecnológico) al punto que hasta las modas mas fugaces quedan impresas en alguna parte de las historias, y que casi, se podría decir, actúan como documento de micro-épocas. Amigos con beneficios también se apropia, a su manera, de ese aspecto: la invasión de las redes sociales, el protagonismo del celular o el fenómeno de las coreografías espontáneas y colectivas en la calle, por solo nombrar algunos, cuentan con un papel protagónico en el relato. Situaciones como en la que Dylan es contratado por la empresa en Nueva York, noticia de la cual se entera por medio de un mensaje de texto que Jamie le manda estando a su lado o cuando el contestador automático de una enojada y dolida Jamie le da a Dylan el indicio de que ella se encuentra en su lugar preferido, a su vez único espacio sin señal en la ciudad, son signos innegables del protagonismo de la tecnología junto al de los personajes. Sin embargo, la película se arriesga a ir un poco más allá, proponiendo la mirada hacia una segunda actualidad: la de su género, la comedia romántica. A partir de este eje, Amigos con beneficios traza su ruta a través de todos sus lugares más comunes, no para pasar por ellos y seguir sino para quedarse, observar, demoler y construir algo diferente. Así, el coqueteo constante con clichés que luego se deshacen aparece en forma de humor a la vez que instala una cierta lógica implícita de lo paródico. La saturación de lo romántico, los finales felices y las parejas eternas, por ejemplo, se hace eco constantemente: por eso la diferenciación a través de la cita con La cruda verdad (intento de desafío al romanticismo protagonizado por la talentosa Katherine Heighl, que termina desintegrándose en forma de cliché maquillado), por eso un desenlace muy lejano del típico broche de oro del casamiento (lo más parecido es el juramento sobre una especie de biblia virtual en un Ipad touch sobre la cual los protagonistas prometen no involucrarse emocionalmente); por eso una canción final en forma de protesta a aquellas que –según los personajes en una de las escenas– aparecen en los créditos solo para convencerte de que te gustó la película: en su lugar, un rap al estilo de los créditos de Rápido y Furioso. Amigos con beneficios logra así conjugar entretenimiento y (auto)reflexión a través de la construcción de un real que, reconocible y cercano a través de una complicidad y las múltiples referencias a ambas actualidades, funciona eficazmente. En otras palabras: reflejo del hoy, desafío al pasado y al futuro, punto de partida y quiebre, el temblor, la sacudida que el romanticismo de las comedias venía pidiendo (o esquivando) hace rato.
¿Sexo con un amigo/a? ¿No se había escuchado eso ya? La respuesta es sí pero “Amigos con Beneficios” es la demostración de que se puede tratar una temática ya vista de una manera diferente e incluso mejorarla. La mayoría de la gente que está pendiente de los estrenos seguramente va a hacer lo mismo que hice yo, ir directo a la comparación con “Amigos con Derechos”, el film que tenía como protagonistas a Ashton Kutcher y Nataly Portman que se estrenó allá por febrero. Hacer dicha comparación no está mal debido a que las temáticas y nombres son similares, incluso podría darse a la confusión. Seguramente ese fue el motivo por el cual esta nueva película se hizo esperar ya que su estreno estaba prevista para la misma fecha y finalmente se desplazó medio año. Aún así, viendo ambos films y comparando, podemos ver la abismal diferencia entre dos películas que a simple vistas por un ojo desinteresado podrían parecer las mismas. “Amigos con Beneficios” realmente da lo que promete haciendo que uno salga satisfecho del cine. Muchas personas podría decir: “Prefiero no verla. No me gustan las comedias románticas” y es ahi dónde se confunden, en el mismo lugar donde la película marca su diferencia. Si bien todos sabemos que este tipo de películas tienen un final obvio, no necesariamente el final debería arruinarnos el poder disfrutar del film en general. El punto a favor del film es que no mezcla en ningún momento el romance con la comedia y seguramente es lo que la mayoría de gente va a apreciar. Durante todo el film no vemos comedia en medio de un juego meloso, vemos lo que el título nos hace pensar apenas lo escuchamos. ¿Que espera uno de un amigo/a con beneficios? generalmente el desinterés en la relación, que no haya mezcla con el romance y eso eso tal cual lo que se plasma en el film. Los personajes establecen desde un principio que sólo tienen sexo sin amor y lo dejan claro durante la mayoría del film. Ambos tienen relaciones sexuales mientras que siguen sus vidas normales, siendo amigos sin verse afectados por el beneficio. Sin lugar al romance en primer lugar uno obtiene comedia bastante entretenida, obviamente entorno a las situaciones que llevan a ambos amigos a tener sexo. Para este film podemos decir que los actores están bien elegidos pese a que uno se deje llevar por el desconocimiento. Mila Kunis viene en su mayoría del mundo de la comedia y realmente muestra que es buena en ello. Justin Timberlake logra demostrar que tiene dotes de actuación, si bien en un principio para quien escribe Justin no representaba gran promesa. Después de varios films puedo decir que veo el progreso y que actualmente, luego de esta película, puedo tomarlo en serio. De todas formas ya me venia ver algo groso a nivel actoral en su próximo film “El Precio del Mañana”. El director, Will Gluck, también viene del mundo de la comedia y realmente sabe hacer uso de sus recursos sin abusar de ellos ni caer en el chiste barato. Fué el mismo que estuvo a cargo de “Easy A”, comedia altamente conocida y la cual dio un gran despegue a Emma Stone en el cine. Definitivamente es una de esas películas que uno disfruta en el cine sin tener que pensar demasiado. La historia es directa y la comedia es buena. Dudo que alguien salga del cine diciendo “Que pelicula mala!” porque realmente no lo es. Es entretenida a su manera y realmente es una buena opción dentro de los estrenos de esta semana.
Esta es la tercera comedia romántica que tiene la misma premisa “Amigos que tienen sexo, terminan enamorándose”. Ya se habían estrenado “Amigos con derechos” con Natalie Portman y Ashton Kutcher, y “De amor y otras drogas” con Anne Hattaway y Jake Gyllenhall. Esta vez la pareja es entre la hermosa Mila Kunis y Justin Timberlake. “Amigos con Beneficios” es una comedia romántica con un ritmo de diálogos vertiginoso y muy bien llevado por los dos actores principales. Kunis ya sabemos que es buena actriz, lo probó con creces en “El cisne Negro”, y Justin Timberlake, sigue probando que es un muy buen actor. Voy a ser sincero, cuando lei por primera vez que Timberlake tenia un papel en una peli dramática como “Juegos prohibidos”,no le tuve mucha fe, pero el tipo se encargó de tirar por la borda todos los prejuicios de estrellita pop que tenia sobre el. Tanto con las pelis donde apareció como “Red Social”, donde interpreta a Sean Parker de manera impecable, como con sus frecuentes y muy graciosas apariciones en Saturday Night Live, Justin Timberlake se ganó mi respeto. “Amigos con beneficios” es una sátira de las comedias románticas norteamericanas, pero el error que tiene es justamente que termina siendo una típica comedia romántica norteamericana, y su trama se vuelve cada vez mas y mas trillada. Lo mejor que tiene la peli son los papeles secundarios de Woody Harrelson y Richard Jenkins que esta genial. La película producida por los Zucker (“La pistola Desnuda”) y dirigida por Will Gluck , es entretenida y cumple su función, pero podría haberle sacado mas jugo a la sátira como “500 días con ella”. PD: cuando leí que la película la producían los Zucker, entendí lo burdo y explicito del poster…