El algodón asesino Anna (2019), el último film del infatigable Luc Besson, acumula todas las características de una obra craneada por un cineasta veterano preso de sus marcas formales de siempre y sin que le importe un comino la opinión de la mayoría del público, por supuesto a excepción de esa legión de fanáticos que en mayor o menor medida le viven reclamando “una para la tribuna”, en esencia una que sepamos todos. Y eso es -de hecho- la presente película, una reincidencia estándar en un terreno que el señor patentó y recontra volvió a patentar en Europa de la mano de una generosa colección de obras que lo tuvieron como director, guionista y/ o productor: hablamos del mundo de los sicarios y su devenir oculto en el seno de la sociedad internacional. Lo anterior no tiene de por sí nada malo ya que hay muchos autores que encararon sus respectivas carreras copiándose a sí mismos, el problema surge porque aquí se nota -y mucho- el cansancio detrás del formato y la falta de ideas de fondo. Vale aclarar desde el vamos que el film es una suerte de remake camuflada/ no explícita de Nikita: La Cara del Peligro (Nikita, 1990) y que para colmo incluye elementos varios de El Perfecto Asesino (Léon, 1994), sin duda la obra maestra de Besson, y hasta de otros personajes femeninos aguerridos de propuestas más o menos semejantes como El Quinto Elemento (The Fifth Element, 1997), Juana de Arco (Joan of Arc, 1999) y Lucy (2014), amén de ese costado humanista que el parisino casi siempre incorpora en sus heroínas en la tradición de Angel-A (2005) y La Fuerza del Amor (The Lady, 2011). En esta oportunidad la protagonista es una chica rusa que sufre abuso doméstico a manos de su esposo criminal, Anna Poliatova (Sasha Luss), quien en la década del 80 termina siendo reclutada por Alexander Tchenkov (Luke Evans) para transformarse en asesina al servicio de la KGB y puesta bajo la tutela de la severa Olga (Helen Mirren), la jerarca que le asigna las víctimas. Lo que sigue a continuación es el traslado de la señorita a París y el inicio de una doble vida como modelo de alta costura que tapa la catarata de homicidios que comete en nombre de sus superiores, todo en función de una promesa de libertad luego de cinco años, el deseo más fuerte y arraigado de una Anna que siempre se sintió encerrada en los muros erigidos por terceros. El guión del propio Besson condimenta el asunto con la condición de doble agente de la muchacha cuando es captada por un personero de la CIA, Leonard Miller (Cillian Murphy), quien también la presiona para que trabaje para ellos. Como la mujer no tarda en enterarse que el capo de la KGB, Vassiliev (Eric Godon), no pretende prescindir de su mortífera destreza pasado el plazo en cuestión, Anna acepta el raudo pedido de Miller de matarlo a cambio de salirse del rubro de los decesos compulsivos políticos/ militares/ económicos, fundamentalmente para generar un recambio en la cúpula que permita de inmediato una mejor convivencia entre las dos agencias de inteligencia rivales de la Guerra Fría. Además del esperable triángulo amoroso que surge paulatinamente con Alexander y Leonard, la chica asimismo tiene una relación con su bella amigovia Maud (Lera Abova). Como decíamos anteriormente, el mayor inconveniente de Anna es una recurrencia de esquemas y clichés que el cineasta ya ha utilizado en numerosas oportunidades y que aquí pretende disimular con el ardid de repetidos saltos en el tiempo que nos presentan una determinada situación del relato bajo nuevas perspectivas que lamentablemente tampoco son tan interesantes que digamos, a lo que se suma cierto abuso retórico de la argucia de los flashbacks y los flashforwards para pretendidas sorpresas que nunca lo son del todo. Luss, una modelo rusa en la vida real que debutó en la gran pantalla con Besson en su opus previo, la placentera Valerian y la Ciudad de los Mil Planetas (Valerian and the City of a Thousand Planets, 2017), está bastante bien considerando su falta de experiencia pero es tan hermosa y tan pálida que nunca termina de calzar en un cien por ciento en su rol de sicaria, asemejándose involuntariamente a lo que sería un exquisito algodón asesino y en suma ubicándose bien lejos de la Anne Parillaud de Nikita: La Cara del Peligro, la Milla Jovovich de El Quinto Elemento y la Scarlett Johansson de Lucy. La película cae así en una medianía que la convierte en una experiencia por momentos tediosa y a veces simpática…
El prolífico y multifacético Luc Besson, después de dos años, regresa a la pantalla grande como director de un film con guion de su autoría. El elenco está compuesto por Sasha Luss, una modelo que empezó a incursionar en la actuación con el mismo Besson, en su película anterior, “Valerian”. A su vez, Cillian Murphy (“Peaky Blinders”), Luke Evans (“The Alienist”) y la histórica Helen Mirren completan el equipo protagonista de esta intrincada trama de espionaje internacional. Anna (Luss) se dedica a vender muñecas en un pequeño, pero bastante concurrido, mercado en Rusia. Allí es contactada para formar parte de un equipo de modelos internacionales, dada su belleza e inteligencia. Ella acepta el trabajo para poder pensar en un futuro mejor, pero es el primer paso de una serie de conflictos con el servicio de espionaje ruso. Dada esta situación y los daños causados por ella, Lenny Miller (Murphy), jefe de la CIA, la rastreará con el objetivo de desarmar a sus rivales europeos, pero es la imagen física de Anna lo que pondrá todo en una tensión recurrente. Esta cinta se destaca por su música original: Éric Serra logró complementar de una gran forma cada escena de la película donde era necesario un clima en específico, pudiendo así generar que el público experimente diversas emociones. A su vez, las actuaciones se acoplan bien a lo que la trama pide. Sasha Luss sorprende con un buen despliegue al representar su personaje, pero Helen Mirren es el pilar fuerte del equipo y aquí saca a relucir todos sus dotes actorales. Sin embargo, el punto flaco está en el trabajo de Besson. En cuanto a dirección, su labor es buena. Las escenas de acción son llevadas a cabo con soltura, quizás siendo eso lo más trabajoso de su film en este rol. Así, desvía el foco de atención a la escritura de la película: está organizado de una forma tan intrincada que, al ver cómo resolvió ese aspecto, habla de una dificultad de su parte para llevar a cabo su propio guion. No sólo es notorio aquel problema, sino también que abusa del recurso utilizado para retratar la historia. “Anna: el peligro tiene nombre” es un no tan buen regreso de Besson a la pantalla grande. Presenta una historia interesante pero deslucida por cómo se representó. Igualmente, es un buen producto para aquellas personas que disfrutan de una película de espionaje, lo que para un trabajo de una figura del cine como Besson, es poca cosa.
Una femme fattale en plena Guerra Fría. Critica de “Anna” de Luc Besson Bajo la hipnotizante belleza de Anna Poliatova (Sasha Luss) se esconde un secreto que la lleva a poder desatar una imparable agilidad y fuerza, convirtiéndose así en una de las asesinas a sueldo más temidas por los gobiernos de todo el planeta. Por Bruno Calabrese. Retomando la temática de una mujer que vive en un infierno, llenos de maltratos y abusos por parte otros (en este caso, su pareja), Luc Besson nos trae su nueva película, “Anna”. La historia gira en torno a una joven bella y luchadora es obligada a convertirse en una asesina de clase mundial, y se encuentra añorando su libertad mientras despacha a sus objetivos. Al igual que el clásico del director francés “La Femme Nikita”, donde demostró que los franceses podrían superar a Hollywood en la realización de películas de acción, acá nos encotramos con un producto de similares características, aunque no tan elegante y apasionante como “Nikita”. Primero conocemos a nuestra heroína Anna (Sasha Luss) cuando un explorador de una agencia de modelos de París se acerca a ella en un mercado de Moscú. Ingresa rápidamente al mundo de la alta costura, y no es hasta que mata a un traficante de armas que la corteja que la película se duplica, revelando el reclutamiento previo de Anna por la KGB. Esa no es la historia completa tampoco: una y otra vez, la película sigue un camino narrativo, luego salta hacia atrás cuando cada giro revela un nuevo hilo oculto. Besson mantiene la historia y la acción mientras se desliza hábilmente en detalles menores que resultan cruciales más adelante. El hilo argumental es similar a “Atomic” protagonizada por Charlize Therón, ambientada en plena guerra fría. Aunque aquella se volcaba decididamente a la acción el film es un compendio de traiciones y espionaje de similares características. Incluso cuando entra en juego el amor en la vida de Anna, sin distinción de género. La chica enamorada de Anna es una francesa débil y tonta, mientras que los hombres, agentes de la KGB y de la CIA, son rudos y fuertes (¿metáfora sobre la posición francesa en la Guerra Fría?). Luke Evans (“Drácula: la historia jamás contada”) interpreta a Alex Tchencov, el agente de la KGB que la rescata del infierno, la entrena y la convierte en espía, mientras que Cillian Murphy (“Peaky Blinders” y “”28 Days Later”) encarna a Lenny Miller, el agente de la CIA. Aunque ambos cumplen un buen papel, es la siempre brillante Hellen Mirren quien aporta los mejores momentos interpretando Olga, la reclutadora de agentes de la KGB. Una especie de madama de burdel, maltratadora y manipuladora, que fuma todo el día mientras le asigna misiones a Anna. La película es más un juego de intriga y espionaje que pura de acción, pero no faltan las escenas de peleas y tiros. La mano maestra de un experimentado en el rubro se ve aca en la brutal escena de lucha de Anna contra un montón de mafiosos en un restaurant. Vertiginosa y violenta, con cámara en movimiento permantente muchos balazos a quemarropa, sale de la elegancia mostrada por el director en sus anteriores películas, para asimilarse a una escena salida de “John Wick” o de “The Raid”. La música se corresponde con el momento, canciones de Technotronic o de INXS suenan en diversos momentos para contextualizar lo ochentas. “Anna” es una película entretenida, que se apoya en una fórmula repetida, pero que igualmente funciona por el sello distintivo del director, lleno de seducción y dinámica. Sin estar a la altura de anteriores films del género de Luc Besson como “La Femme Nikita” y “León, The Profesional” es una película interesante para quien incursiona por primera vez en la filmografía del galo, sobre todo después de su fallida última película “Valerian y la Ciudad de Los Mil Planetas”. Puntaje: 70/100. Share this...
En "Anna" una joven bella y luchadora con un presente bastante complicado se le presenta la oportunidad de convertirse en una asesina de clase mundial, y ganarse su libertad mientras despacha a sus objetivos. ¿Femme Nikita eres tu? La respuesta es no, es "Anna" aunque no logra esa sensación apasionante como "Nikita", tiene un cierto encanto, particularmente en cómo juega con la estructura narrativa, anidando cronologías entre sí. Sasha Luss una vez mas se pone bajo la dirección de Besson, la anterior vez fue en Valerian y la ciudad de los mil planetas, solo que esta vez tiene el papel protagonico. La historia no es nada del otro mundo y nada que no vieramos en los ultimos años como "Atomica" o "Red Sparrow", de hecho esta ultima hizo que se retrasara "Anna". El problema con esta cinta es que tiene mucho Besson escrito por todas partes y digamos que cansa al espectador verse repetir. Lo que en un momento comienza como un buen y normal uso de flashbacks al pasado y presente, como dije al principio, se torna algo molesto con el correr de la película, de hecho hay un ultimo uso de este recurso que te asombra por la cantidad abusiva. Besson juega con escenas y eventos que tardan mucho tiempo en cortarse, escenas llenas de acción o una historia de amor de la protagonista que agotan, sin ofrecer nada especial. Sasha Luss es el mejor elemento de la película, encarnando a Anna con pasión. Combinando el aspecto de una modelo, el misterio de la Femme Fatale y el dinamismo y habilidades necesarias para una película de acción, Mirren es otro gran acierto en la pelicula como la "jefa" de Anna, crea un personaje multinivel, profundo, duro y emocional al mismo tiempo. Resumiendo, una película para ir a ver al cine si te gusta este tipo de genero o sos fan de Besson, lamentablemente Anna te atrapa al principio pero uno se va desenamorando al pasar el tiempo.
Dura de matar. Quien ha seguido la carrera de Luc Besson, sabe que desde Nikita (1990) se le ha dado muy bien el tema de retratar mujeres espías, obligadas por las circunstancias, que se convierten en máquinas de matar. Si bien el origen es distinto, y con tintes fantásticos, en Lucy (2014) con Scarlett Johansson pasaba algo similar. O sea que el realizador francés capta a mujeres resilientes que tienen mucho por hacer y contar, y las transforma en heroínas. También es el caso de Anna: El Peligro tiene nombre, donde reelabora a su Nikita. La fórmula es parecida, la bella Anna Poliatova (Sasha Luss) sometida a una vida de abusos, se enlista en el ejército ruso y cuando la KGB ve su perfil, en un episodio con corte de venas incluido, decide que es perfecta para que se convierta en miembro de la agencia: tiene ira acumulada, a su vez que no tiene nada, ni nadie que perder. Es así que Anna tendrá un duro entrenamiento para poder infiltrarse en las misiones más peligrosas, también para convertirse en una asesina a sueldo de temer. Tras la fachada de una top model que vive y trabaja en Francia, y con una novia tan hermosa como ella, no solo cumplirá los pedidos de su superiora Olga (una excepcional Helen Mirren), también se verá involucrada con un agente de la CIA, Lenny Miller (Cillian Murphy). Utilizando su belleza como arma seduce a todos por igual para lograr cometidos. Y así deviene la historia, entre tiros y peleas, en la que nuestra protagonista simplemente buscará “salir del juego”, tener una vida normal; entre sus distintas facetas y personalidades (como una mamuschka), ella quiere descubrir realmente quién es. Claro que Besson es consciente de la reversión de su Nikita, así como el personaje. Por este motivo da varias vueltas de tuerca al relato. Nada es lo que parece, el realizador juega con las temporalidades, y como todo thriller de espionaje las verdades se revelan a medias. A pesar de una narrativa intrincada, tipo puzzle, en donde la mirada del espectador no es cómplice, todo se resuelve orgánicamente. Al mejor estilo John Wick, Anna sale ilesa de restaurante lleno de matones, armada solo con una pistola vacía; por lo que termina cortando gargantas con platos rotos y matando con un tenedor. De este tipo de escenas hay y muchas, todo se entremezcla con el vacío existencial de nuestra heroína, que a pesar de su atractivo, se le puede reprochar que no logra transmitir demasiadas emociones, como si lo hacía la visceral Nikita (la comparación es inevitable). Si bien el director tiene pulso para el cine espionaje, quizá ya está un poco harto; por eso no le queda mejor opción que acudir a la metadiscursividad, y en cierto punto parodiarlo. Claro que poniendo a disposición todos los recursos del género y a una mujer tan divina como letal.
La Nikita robótica Las matrioskas son muñecas rusas que contienen entre sí más muñecas, trazando un paralelismo con todas las mujeres que logra representar Anna: El peligro tiene nombre (Anna, 2019), la última película de Luc Besson, remake de Nikita, la cara del peligro (La Femme Nikita, 1990). ¿Quién es realmente la enigmática dama protagonista del film y cuántas mujeres esconde? ¿Es una simple vendedora de muñecas en el mercado de Moscú? ¿Una supermodelo de Paris desfilando? ¿Una doble agente? ¿O simplemente una excelente jugadora de ajedrez? Bajo la hipnótica belleza de Anna Poliatova (Sasha Luss), se esconde un secreto que la lleva a poder desatar una imparable agilidad y fuerza, convirtiéndose así en una de las asesinas a sueldo más eficiente y requerida, eterna prisionera en búsqueda de su libertad y estratega amante de irresistibles hombres: Alex Tchenkov (Luke Evans) y Lenny Miller (Cillian Murphy) y bajo las órdenes de Olga (Helen Mirren). El juego de ajedrez, que es de significancia en esta película, manifiesta una alusión a la rivalidad de poderes entre Rusia y Estados Unidos, mientras que parte de la historia sucede en Paris. Luc Besson regresa con una nueva versión de la ganadora de premios Nikita, la cara del peligro, y que dio lugar a series de televisión y a una interesante versión norteamericana La asesina (Point of No Return, 1993), en la que Besson participa del guion. En esta ocasión, Anna: El peligro tiene nombre promete al comienzo suspenso, intriga, misterio y acción al estilo del director, que narrativamente funciona bien, sin embargo logra interrumpir el impulso narrativo luego del primer acto; además, de no contener el sustento dramático y emotivo. Anna: El peligro tiene nombre es sólo un film de efectiva estructura de acción que cae en una meseta narrativa. El guion resulta incoherente al perderse en la relación temporal entre los distintos y excesivos flashbacks que a pesar de su presentación de forma desordenada, como un recurso utilizado ex-profeso, no consiguen su objetivo, confundiendo y abrumando al espectador. Esta propuesta reafirma que el punto fuerte de Besson continúa siendo la dirección y la espectacularidad, sobre todo en las escenas de acción. Introduce nuevos elementos pero que no suman a la historia. Si bien la actriz y modelo rusa Sasha Luss es de una belleza significativa y camaleónica, no resulta creíble a la hora de la acción, pareciendo hasta robótica sin carisma escénica, lo cual es decepcionante. Los efectos especiales están dentro de lo esperable del director, no obstante, la película resulta muy extensa y no logramos comprender el verdadero motivo de esta nueva versión. Los actores secundarios se destacan por sus interpretaciones, de hecho con ellos empatizamos más que con la protagonista, que casi nos resulta indiferente intentando lograr su tan ansiada libertad o cumpliendo con las misiones que se le otorgan. El director de Angel-A (2005) plantea mensajes entre líneas en la conexión con Nikita, la cara del peligro, que están relacionados con nuestra aceptación y deseos más camuflados. La realidad que nos creamos y atribuimos a otros, ya sea la sociedad, nuestros padres, infancia, pareja; se relaciona de manera íntima con aquello que quiere comunicar Luc Besson.
Luc Besson lo hizo otra vez, decidió reavivar la franquicia de Nikita que en su momento causo sorpresa y buenos dividendos. Ahora, eligió a una modelo lánguida pero inexpresiva, Shasa Lusa, de un rostro increíble. Lo cierto es que la chica es una asesina implacable, una luchadora sin límites capaz de cargarse a todo un ejército de guardaespaldas es su prueba de eficiencia. Coqueteara con los dos hombres que deciden sobre su vida, Luke Evans, que la recluta para la KGB y Cillian Murphy que la quiere para la CIA. No se le puede negar al director, una buen manejo visual de todo el relato, con vueltas de tuercas que nos llevan aquí y allá en el tiempo para que entendamos la historia y con cada vuelta de tuerca tener un poco mas de información. Eso y el diseño de las escenas de acción son el fuerte del realizador. El resto suena como más de lo mismo en una de asesinos implacables que nunca saben porque matan pero ejecutan sus órdenes con una precisión escalofriante. Lo mejor de la peli va para las actuaciones de dos grandes actores como son Helen Mirren y el nombrado Murphy.
Acorde a su estilo, Luc Besson vuelve sobre sus pasos y el tema del espionaje internacional y los asesinos a sueldo. Mientras miraba el film pensaba qué similar me resultaba a “Nikita” y tantas otras del mismo director. pero volviendo a ésta, lo que es innegable es la belleza cautivante de Sasha Luss quien interpreta a Anna Poliatova una mujer que estuvoen pareja con un hombre abusivo y criminal que abusa de ella en todos los sentidos. Cuando logra librarse de él, es reclutada por Alexander Tchenkov (Luke Evans) para que trabaje para la KGB bajo las órdenes de Olga, la implacable jefa personificada por la gran Helen Mirren, quien posee un duro carácter. Al jugar una doble vida y necesitar inmiscuirse en la vida de hombres poderosos termina trabajando en París como modelo, lo que actúa como pantalla para sus “encargos”. Su trabajo duraría 5 años y luego finalmente lograría la tan ansiada libertad. En un momento conoce Lenny Miller (Cillian Murphy) de la CIA, quien pretende llevarla para su lado. El jefe de la KGB es Vassiliev (Eric Gordon) y Anna descubre que él no tiene la menor intención en dejarla ir, con lo cual ella debe ejecutar un plan para salirse con la suya. En cuanto al amor, se debate entre Alexander, Lenny y una modelo con la que trabaja, Maud (Lera Abova). Es un poco cansador y repetitivo que haya tantos flashbacks que remiten a 3 semanas atrás, 15 días atrás, 1 mes atrás, 5 días atrás, es realmente agotador y saca de eje al espectador. A favor podemos decir que tiene acción y buenas peleas coreografiadas, especialmente la escena en el restaurant. Sólo si les gustan éste tipo de películas o son fanáticos de Besson. ---> https://www.youtube.com/watch?v=FpATQce3YbU TITULO ALTERNATIVO: Anna: el peligro tiene nombre DIRECCIÓN: Luc Besson. ACTORES: Helen Mirren, Luke Evans, Sasha Luss, Cilian Murphy. GUION: Luc Besson. FOTOGRAFIA: Thierry Arbogast. MÚSICA: Eric Serra. GENERO: Suspenso , Acción . ORIGEN: Francia, Estados Unidos. DURACION: 120 Minutos CALIFICACION: Apta mayores de 16 años PAGINA WEB: http://www.anna.movie/ DISTRIBUIDORA: BF + Paris Films FORMATOS: 2D. ESTRENO: 15 de Agosto de 2019 ESTRENO EN USA: 21 de Junio de 2019
El hiperactivo Luc Besson está a un paso de convertirse en una caricatura del director prestigioso que supo ser. Corrió mucho agua bajo el puente desde su emblemática El perfecto asesino, pero el francés mantiene inalterables las bases de sus películas: protagonistas solitarios (preferentemente mujeres fuertes) y de pocas palabras, un verosímil de dudosa coherencia interna, una geografía trasnacional aunque con centro en París e historias atravesadas por un humor solapado y autoconciente. Todo eso aparece elevado a su máxima expresión en Anna: el peligro tiene nombre, un film de espías ambientado en la segunda mitad de la década de 1980 -aunque los celulares, las notebooks y varios gadgets del siglo XXI vayan en sentido opuesto- tan ambicioso como fallido, por momentos ridículo y con una cantidad imposible de vueltas de guión, siempre entretenido, nunca solemne. La protagonista es Anna (Sasha Luss), una hermosa joven soviética a la que el film encuentra vendiendo mamushkas en una feria callejera de Moscú. Hasta allí llega un reclutador de modelos fascinado con sus rasgos nórdicos que no duda en llevarla a París para que inicie una meteórica carrera en el mundo de las pasarelas. Pero Anna, en realidad, es una asesina a sueldo cuyo verdadero objetivo es muy lejano a la fama y los flashes. No conviene adelantar demasiados detalles de un desarrollo neurótico y cambiante, frenético y por momentos involuntariamente hilarante, que incluye una cantidad imposible de marchas y contramarchas, de espías soviéticos y estadounidenses que en realidad son otra cosa, y no menos de diez saltos temporales. Cambia también los tonos: Besson pasa de una escena digna de un melodrama romántico a otra de acción por las calles de París, y de allí a los conflictos internos de Anna. Lo hace con la convicción de quien cree profundamente en lo que cuenta, en el poder magnético de una película irreverente y felizmente irrespetuosa.
Un tremendo thriller de acción, con vueltas de tuerca, idas y venidas en tiempo, y entre Moscú y París, es lo que ofrece Anna (El peligro tiene nombre es el subtítulo local), la nueva película de Luc Besson (El perfecto asesino). Si la invitan a un restaurante, a Anna, una joven rusa que es rescatada de un puesto de venta ambulante de mamushkas, mejor no dejarle a mano un tenedor. Nada es lo que parece en esta película, que arranca por 1985 y salta a 1990, y va una y otra vez, yendo y viniendo, para que el espectador entienda por qué pasa lo que pasa ante sus ojos, mostrando diálogos y situaciones por momentos inimaginables segundos antes. Anna es una agente de la KGB, que lo único que desea, tras pasarla mal reiteradas veces, es ser libre y no esclava de nada ni de nadie. No la va a tener fácil, porque el guión de Besson la hace sufrir tanto como liquidar hombres. Que pueden estar armados o no, pero como todo filme de acción del siglo XXI, peguntarse por qué no la eliminan de un balazo no es válido. Sí, como en Nikita o Lucy, ambas de Besson. ESPECTÁCULOS SUSCRIBITE Buena Crítica de Anna: No duerme, ni deja vivir Tiene acción, persecuciones, peleas, algo de sexo, humor y entretenimiento. Anna. La rusa Sash Luss. FOTO: BF DISTRIBUTION PABLO O. SCHOLZ 14/08/2019 - 18:34 Clarín.com Espectáculos Cine Luc BessonHelen MirrenCríticas De CineSpot Un tremendo thriller de acción, con vueltas de tuerca, idas y venidas en tiempo, y entre Moscú y París, es lo que ofrece Anna (El peligro tiene nombre es el subtítulo local), la nueva película de Luc Besson (El perfecto asesino). Si la invitan a un restaurante, a Anna, una joven rusa que es rescatada de un puesto de venta ambulante de mamushkas, mejor no dejarle a mano un tenedor. NEWSLETTERS CLARÍN En primera fila del rock | Te acercamos historias de artistas y canciones que tenés que conocer. TODOS LOS JUEVES. Recibir newsletter Nada es lo que parece en esta película, que arranca por 1985 y salta a 1990, y va una y otra vez, yendo y viniendo, para que el espectador entienda por qué pasa lo que pasa ante sus ojos, mostrando diálogos y situaciones por momentos inimaginables segundos antes. Anna es una agente de la KGB, que lo único que desea, tras pasarla mal reiteradas veces, es ser libre y no esclava de nada ni de nadie. No la va a tener fácil, porque el guión de Besson la hace sufrir tanto como liquidar hombres. Que pueden estar armados o no, pero como todo filme de acción del siglo XXI, peguntarse por qué no la eliminan de un balazo no es válido. Sí, como en Nikita o Lucy, ambas de Besson. Mirá también Crítica de La odisea de los giles: Todos unidos triunfaremos Se sabe que cuando a uno le vienen pegando, es más fácil que le sigan dando. Sin la necesidad de parafrasear a la Sra. Legrand, por aquello de como te ven, te tratan, y si te ven mal, te maltratan, a Luc Besson algunos pasos en falsos, tanto en la dirección como en su rol de producción, convengamos, más acusaciones de abuso y acoso sexual, le está costando críticas duras a éste, su más reciente filme. Y lo cierto es que la nueva película del director de Subway y El quinto elemento tiene más para ponderar que para defenestrar. Anna convive casi el mismo tiempo en París que Leo, el profesional que interpreta Jean Reno, en Nueva York en El perfecto asesino. Y en Anna, la película, hay más de un punto en común. Ambos protagonistas son certeros y fríos asesinos. Suelen estar solos, son resentidos pero, cómo no, tienen un gran corazón. Y así como en El perfecto asesino había un policía estadounidense malvado y corrupto (genial interpretación, plagada de tics, sí, del inglés Gary Oldman), aquí hay un agente de la CIA con mucho de Norman Stansfield, más que nada en su manera de hablar, que encarna el irlandés Cillian Murphy. También se parecen en que ambos filmes no dan un segundo de respiro, y en que Besson contó con un gran elenco. A la modelo rusa Sasha Luss, que sobrevivió al bodrio de Besson Valerian y la ciudad de los mil planetasy no desentona, y al nombrado Murphy, agreguen a la londinense Helen Mirren como una espía de la KGB, que comparte tareas con el galés Luke Evans. Si busca entretenimiento, acción, persecuciones, peleas inauditas (la del restaurante), algo de sexo y humor, Annano lo desilusionará.
Con Anna, Luc Besson vuelve a los años de sus primeros éxitos ( Nikita, El perfecto asesino), a un mundo de violencia en el que las mujeres son sus piezas preciadas, a las secuencias extáticas que combinan la moda extravagante de los 90 y el espíritu lúdico del videojuego. Pero ahora su alicaída carrera se nutre también del reverdecer del cine de espías en clave femenina, al que despoja de cualquier trazo de humor autoconsciente para exponerlo en su operatoria más visible de agentes dobles y peleas volcánicas. Todo comienza con una operación fallida y una terrible matanza en la Moscú de 1985. Cinco años después vemos a Anna (la modelo rusa Sasha Luss) pasar de vendedora de feria a modelo de alta costura, para reconocerla luego como la mejor agente de la KGB en la París de 1990. Ese juego temporal entre pasado y presente se despliega una y otra vez, como las identidades de Anna que alternan disfraces en el ajedrez político del final de la Guerra Fría. La astucia del guion, que pese a lo previsible del género logra hacer efectivas algunas vueltas de tuerca, y la destreza coreográfica de Anna en cada enfrentamiento compensan su falta de complejidad y las repetidas frases sobre la libertad sin emoción alguna. Pero Besson no aspira a mucho más que a lucirse él y su cámara, a convertir a Sasha Luss en una nueva musa, y a alinear con ironía la geopolítica y el negocio de la moda que parecen ser los más arduos campos de batalla.
Lealtad cambiante Anna (Estados Unidos, Francia, 2019) es un thriller de acción dirigido, escrito y producido por Luc Besson (Nikita, El Perfecto Asesino). Protagonizado por la modelo rusa Sasha Luss, que ya había tenido un papel secundario en la anterior película de Besson, el reparto se completa con Luke Evans (La Bella y la Bestia), Cillian Murphy (Vuelo Nocturno), Helen Mirren, Lera Abova, Andrew Howard (Sin Límites), Eric Godon, Alexander Petrov, entre otros. Rusia, 1985. Un cazatalentos camina por las calles repletas de negocios hasta que se topa con Anna (Sasha Luss), una joven vendedora de mamushkas. Al notar su belleza inigualable, el hombre le propone un viaje a París para convertirse en modelo. Anna acepta sin dudarlo. Luego de conocer el nuevo lugar donde vivirá y de hacer varias sesiones fotográficas, el jefe de Anna le presenta en una fiesta nocturna a Oleg (Andrew Howard), socio de la compañía. Cuando Anna accede a tener un encuentro privado con Oleg, las verdaderas intenciones de la rubia se harán presentes, las cuales no tienen nada que ver con lo que pensaba el empresario. Reciclando ideas de sus anteriores películas y con reminiscencias a Red Sparrow (2018), el vigésimo filme de Luc Besson podría durar mucho menos de dos horas si no le tomara tanto el pelo al espectador. Cada vez que en la trama sucede algo “sorpresivo”, la pantalla pasa al negro y retrocede tres años para explicarnos por qué Anna actuó de esa manera. Esto no sería problema si ese recurso se utilizara en la medida justa, sin embargo aquí el “3 años antes” sucede todo el tiempo, siendo demasiado repetitivo y no permitiendo que el espectador pueda tomarse en serio a la historia. Con un guión lleno de diálogos inverosímiles que llegan a dar vergüenza ajena, al director no parece importarle que sus personajes tengan un buen desarrollo narrativo. A pesar de que la protagonista tiene un trasfondo y luego fuertes deseos de libertad y protección, la misma nunca llega a ser creíble en su rol, notándose que no tiene experiencia en la actuación. Por otro lado, resulta imposible creerse que esta mujer rusa es tan ágil, rápida y fuerte, ya que nunca se nos la muestra teniendo el respectivo entrenamiento. Redundante en sus explicaciones, Anna es un cliché tras cliché de películas en donde las agencias de gobierno enemigas se disputan el poder y una persona va cambiando sus lealtades de acuerdo a lo que le conviene. Inexplicable como es que actores de la talla de Helen Mirren o Cillian Murphy se prestan a tan flojo guión. Aunque tiene alguna que otra buena escena de acción, el nuevo filme de Besson es el claro reflejo de que, en estos tiempos, las ideas originales escasean.
Besson recupera el espíritu de Nikita y lo potencia. Su propuesta combina el empoderamiento femenino en medio de una trama de espionaje en la que nada ni nadie es lo que parece. Helen Mirren como la líder del grupo ruso y Sasha Luss, la revelación de la película, opacan a Luke Evans y Cillian Murphy que están a la sombra de estos poderosos personajes.
Una chica que pasó de vender mamushkas en un mercado en Moscú a las pasarelas más glamorosas de París. Pero no todo es lo que parece, porque esta joven de aspecto inocente es una asesina entrenada que trabaja para la KGB. Anna es una película de acción y espionaje de Luc Besson, un director que supo hacer grandes cosas y ahora, bueno, hace esta.
“ANNA”: ese palíndromo de acción hecho película. La historia se centra en Anna Poliatova (Sasha Luss) una joven poseedora de una belleza hipnótica que deja atrás su duro pasado para convertirse en una de las asesinas de la KGB más temidas por los gobiernos de todo el planeta. Con el tiempo descubrirá que su presente no dista tanto de su vida anterior. Luc Besson es un hombre que conoce el terreno. Nos ha traído joyas de acción como “LEON” y “EL QUINTO ELEMENTO” y también se ha particularizado por darle roles protagónicos a mujeres en un nicho históricamente encabezado por hombres como “NIKITA” y “LUCY”. En esta nueva pieza, que el director francés nos trae, la acción no falta. Cuenta con buenas secuencias de pelea bien coreografiadas. Enmarcando el film están los hermosos paisajes europeos, y un elenco de personas tan hegemónicas como excelentes actuando terminan de acompañar esa atmósfera “cool” que busca el film. El agregado distintivo se encuentra en la narrativa cargada de saltos temporales. El film todo el tiempo nos hace volver atrás a un hecho que ya fue mostrado agregando un dato de información que antes no teníamos. Punto a favor por buscar otra forma de contar en un género que le cuesta jugársela con cosas nuevas. Pero cabe también decir que por momentos pueda volverse un poco tedioso para algunos el uso excesivo del recurso. Por mi parte tal vez la mayor crítica al respecto es que muchos acontecimientos (desenlace incluido) resultan bastante evidentes para este tipo de narrativas que se basan mucho en buscar la sorpresa de espectador. Helen Mirren (Winchester, RED), Cillian Murphy (Peaky Blinders, Dunkerque) y Luke Evans (La Bella y la Bestia, Drácula: La leyenda jamás contada) son los principales coprotagonistas de la historia y como era de esperar no fallan. En cuanto a su protagonista Sasha Luss, he leído algunas críticas en cuanto a su falta de carisma y personalidad para llevar adelante un rol líder. Críticas que considero un tanto injustas ya que despliega, a mi entender, todo lo que un rol de estas características necesita: una enorme entrega física, creíbles escenas de pelea y aporta su cuota de sensibilidad cuando debe hacerlo. “ANNA” cumple con todo lo que uno espera en este estilo de películas, y es una buena opción para cubrir tu cuota de acción y entretenimiento.
En 1990 Luc Besson estrenó la película Nikita. El perfecto elenco estaba integrado por Anne Parillaud, Tchéky Karyo, Jeanne Moreau, Jean-Hugues Anglade y Jean Reno. La estética de esta historia policial y su tono agridulce la convirtieron en un verdadero clásico. Besson había llegado a su punto más alto y su siguiente film de ficción, El perfecto asesino, terminaría de darle prestigio y fama mundial. Luego tendría varios éxitos con películas populares, pero ninguna volvería a estar a la altura de Nikita. Las heroínas ambiguas de Luc Besson, que llegó a incluir a la mismísima Juana de Arco en su lista, se le suma ahora Anna, la protagonista de su nueva película. Anna es una chica joven y bella que de su vida marginal con aspiraciones de ser agente termina convirtiéndose en modelo. El mundo absurdo bien de la década del noventa y propio del cine de Luc Besson. Bueno, termina siendo modelo y agente, más específicamente asesina de la KGB. Anna tiene una jefa experimentada interpretada por una gran actriz, Anna tiene dos intereses románticos y Anna es la mejor asesina posible. Y Anna, que logró salir de una vida de autodestrucción, también tiene dilemas morales, además de ser una máquina de matar con la belleza de una modelo. Anna, es Nikita. Toda la película no es otra cosa más que una revisión del clásico de Luc Besson. Pero Nikita es una obra maestra y Anna es una estilizada adaptación con tono del siglo XXI. Es entendible que Luc Besson quiera volver a su film más logrado, pero de ahí a que lo logre hay una gran distancia. El entretenimiento funciona hasta que en las escenas finales se derrumba por culpa de una pérdida de ritmo producto de un edulcorado cierre. Lo mejor que tiene el film es recordarnos que existe Nikita y que tal vez sea hora de volver a verla.
Honeypot Bajo recomendación de uno de sus contactos, un cazatalentos francés descubre en el mercado soviético a una joven de belleza impactante que sería una recluta prometedora para su agencia de modelos. La convence de viajar con él a París para iniciar una nueva carrera explotando su imagen. Desconoce que París es justamente la ciudad donde la KGB necesita que ella esté asentada con una pantalla legítima, fundamental para llevar a cabo las misiones que le ordenan sin llamar la atención de las agencias enemigas. También explotando su imagen. Nunca hasta ese día la vida de Anna fue fácil, cómoda ni segura. Incluso desde mucho antes de que se viera forzada a convertirse en espía. Pero su primera misión en el extranjero la pone en el radar de la CIA en un terreno donde sus jefes tienen limitado margen para protegerla o controlarla con la rigidez que deberían, sabiendo que es una agente que no está con ellos por convicción o patriotismo sino porque no tiene otras opciones. Tiene nombre pero poco sentido La narración de Anna: El Peligro tiene nombre se sostiene sobre repetidos saltos temporales, los cuales van completando la información que hasta entonces se dejó fuera de nuestro conocimiento para forzar una sorpresa o al menos algo de misterio. Y muchas veces donde no lo hay o incluso no hace falta. El resultado son dos horas de película que parecen tres, con giros de guion forzados, poblada de varios personajes que son prácticamente caricaturas presentadas demasiado en serio como para interpretar que hay una voluntad cómica detrás. Una vez más, Luc Besson vuelve a la idea de una asesina de talento natural reclutada a la fuerza y entrenada para servir a unos intereses que no son realmente los suyos, porque en el fondo lo único con lo que sueña es con una libertad que no tuvo en su vida. Si suena demasiado parecido aNikita no es accidente, pero al menos en aquél caso había cierto nivel de ridículo bien llevado que la hacía interesante. En Anna: El Peligro tiene Nombrenada de lo que se ve ridículo deja la idea de ser intencional, desde los personajes estereotipados que hablan con un acento que le da la razón a los creadores de la miniserie Chernobyl, hasta una trama que no tiene nada de compleja pero que es retorcida una y otra vez para simular serlo. Cada flashback parece puesto para subestimar a su público y explicarle cada revelación dos veces, por si no entendió la primera. Solo una de las actuaciones resulta medianamente interesante y es la de Helen Mirren, justamente porque parece estar todo el tiempo riéndose del hecho de que es la única que entendió lo absurdo de lo que tiene que hacer. En cambio la protagonista hace bien su parte de actuar como supermodelo, manteniendo un gesto imperturbable cada vez que aparece en plano. Un trabajo que seguramente el director eligió que sería bueno como pantalla de la asesina porque le facilitaría buscar excusas para mostrarla semi desnuda todas las veces que fuera posible. En general hay dos clases de películas de espionaje efectivas: las que tienen muchas y buenas escenas de acción, y las que presentan una trama atrapante que sostiene al publico intrigado por lo que va a suceder después.Anna: El Peligro tiene Nombreintenta ser un poco de ambas, pero con una única escena de acción interesante y una historia básica que es previsible a pesar de que la retuerzan varias veces. No logra ser ninguna de las dos.
Con esta original historia de Guerra Fría en la que una modelo top también puede ser una homicida, Luc Besson vuelve al estilo de thrillers como “Nikita” y “El perfecto asesino”. Pero la mayor cualidad de “Anna” es su capacidad de romper con la narración convencional para armar un rompecabezas donde la acción transcurre seis meses atrás y seis meses adelante permanentemente, mientras el espectador descubre, en esos saltos temporales, lo que le había escondido en la escena previa. Este tour de force narrativo muestra a Besson en plena forma tanto para contar una historia compleja como para poner en escena situaciones violentas dignas de sus mejores películas. Este explosivo cocktail fashion tambien incluye otros elementos, como una mirada corrosiva al mundo de la moda y una excelente ambientación de época, ya que el film trasncurrre entre fines de los 80 y 1990. Besson, que descubrió a Anne Parillaud y a Milla Jovovich, aquí le da un espaldarazo a la multifacética Shasha Luss, que prácticamente cambia de look para cada masacre. Pero la que se roba la película es su jefa Helen Mirren, una espía rusa más talentosa que sus colegas masculinos Luke Perry y Cillian Murphy.
Si tuviéramos que dividir la filmografía de directores según sus películas buenas y malas, dentro de la de Luc Besson, no quedaría otra opción que enviar "Anna: El peligro tiene nombre" hacia el sector de sus más pobres realizaciones. El cineasta francés conocido por "El perfecto asesino", "El gran azul" y "Nikita", entre otras, no termina de convencer con su última obra y aquí veremos por qué. La cinta nos presenta a la hipnotizante Sasha Luss en el papel de Anna, una joven asesina de increíble agilidad que es contratada por espías rusos para hacer lo que mejor sabe hacer: matar gente. Con varias idas y venidas en el tiempo, vamos conociendo su pasado y cómo su deseo de libertad se hace vital en el desarrollo de la trama. Después de algunas escenas con diálogos algo acartonados, hay que reconocer que el film toma vuelo al comienzo del segundo acto, con giros de guión y secuencias de acción con una buena dosis de adrenalina que dejan al espectador atado a su asiento. Sin embargo, con el correr de los minutos, abusa tanto de los saltos temporales que torna la historia predecible y torpe. Aunque el espectador intente dejar de lado la poca credibilidad de lo que sucede, es imposible no verle los hilos y los huecos por todos lados. Lo que sí es cierto es que todo lo que se relaciona con enfrentamientos, disparos y peleas cumple con creces. Pero no mucho más que eso. Aporta mucho a la trama Helen Mirren con una gran actuación, aunque no terminan de ser bien aprovechados Cillian Murphy y Luke Evans, cómplices en una historia melodramática que no termina de entenderse. Otro punto positivo es que la línea de la película nunca deja su tópico principal de lado: el deseo de libertad. Por más que se toquen temas como el amor, la fidelidad, la lealtad, cada momento está atravesado por lo que tanto añora Anna. En líneas generales, "Anna: El peligro tiene nombre" es una película de acción que puede conformar a quienes se dirijan a la sala a ver tiros y peleas, pero para aquél que quiera hilar más fino, se encontrará con muchos problemas a la hora de contar la historia. Puntaje: 4,5/10 Manuel Otero
Anna: una chica peligrosa El realizador de Nikita y El perfecto asesino propone una película tan típica de su obra que alcanza con ver las primeras escenas para adivinar su presencia detrás de cámara. A quienes sientan predilección por el cine de acción y conozcan su evolución en los últimos 30 años, el nombre de Luc Besson les resultará familiar. Es que el de este francés puede ser considerado el más importante dentro de la vertiente europea del género, ya sea en las facetas de director, guionista o productor. O todas a la vez, como ocurre en Anna: El peligro tiene nombre, una película tan típica de su obra que alcanza con ver las primeras escenas para adivinar su presencia detrás de cámara. Sus dos horas incluyen casi todas las obsesiones que definen el estilo del realizador de Nikita y El perfecto asesino. El fetiche de incorporar el mundo de la moda en las tramas; la fascinación por las heroínas, muchas de cuyas intérpretes también fueron importadas sin escalas del ambiente de las pasarelas; sus escenas de acción barrocas; y una inclinación al desborde que suele dejar a casi todos sus trabajos (no solo a los de acción) al filo del absurdo. Estas y otras convenciones bessonianas se cumplen en Anna. Ya desde el comienzo por acá corre un aire inverosímil. Anna (la mannequin rusa Sasha Luss) es una hermosa joven que a fines de los ya hípercitados años ’80 trabaja vendiendo mamushkas en una feria de Moscú. Un día es reclutada por un caza talentos de una agencia de modas de París y la rubia se muda a la Ciudad Luz para comenzar una promisoria carrera como modelo. Seis meses después en una fiesta exclusiva le presentan a un empresario también ruso, con el que empieza una relación. Pero dos meses después él todavía no consiguió llevarla a la cama: ella quiere entender cuáles son realmente sus negocios y sin que haga falta que le insistan demasiado el tipo revela que trafica armas a Libia, a Siria y a todos los “malos” del mundo. No hace falta que se diga más: Anna saca un arma y le vuela la cabeza. Personajes como este traficante de boca demasiado floja solo pueden existir en películas de Besson. Por ese camino avanzará la historia de Anna, dando saltos temporales hacia atrás o hacia adelante para acumular vueltas de tuerca que fuerzan de manera artificial la aparición de una sorpresa tras otra, tensando al máximo el verosímil. El mismo artificio se hace evidente en las libertades de ambientación que se toma el director para crear unos ’80 de fantasía. En ese sentido Anna tiene algo de ciencia ficción retro, imaginando un escenario tecnológico que no se corresponde del todo con su época. Y eso que bien podría ser una búsqueda, por momentos se parece más a una urgencia: algunos giros de guion necesitan para poder existir de dispositivos que tal vez no habían sido inventados durante el final de la Guerra Fría. Ese tipo de pastiche siempre un poco tosco es lo que define al cine de Besson.Algunas veces el amontonamiento atolondrado produce porquerías notorias como Valerian (2017), su película inmediatamente anterior. Pero otras el desborde, que acá se intuye autoconsciente a medias (un buen uso del humor le concede el beneficio de la duda), genera historias que le inyectan adrenalina al espectador más allá de la eventual torpeza. Anna es una de ellas.
El regreso de Nikita. Luc Besson regresa a sus fuentes una vez más con aquellos thrillers con mujeres poderosas. En los tiempos que corren está correcto, pero si nos remontamos años atrás él fue un visionario, sin lugar a dudas. Anna: El peligro tiene nombre no deja de ser un refrito de Nikita, Lucy y una pequeña dosis de El quinto elemento, donde Besson nuevamente logra deleitarnos con sus secuencias de acción. Destaco también la excelente interpretación de Sasha Luss, en su primer protagónico y su segunda irrupción en la actuación tras la fallida Valerian y la ciudad de los mil planetas, también dirigida por Luc Beeson. No es que Anna… sea una mala película, ni nada sino que es un film vintage, ya que representa la vuelta a las raíces de Besson tras Valerian y la ciudad de los mil planetas, film que según mi parecer llegó tarde a su estreno. Basado en un comic homónimo fue la inspiración para Star Wars y pudo tener excelente repercusión. En cuanto a Anna… me parece que es un buen film, de género, y que funciona, pero Besson debería seguir intentando con otros géneros y no caer en el encasillamiento. El film además de contar con la debutante Sasha Luss completa el cuadro que sale a la cancha y a los tiros con Cillian Murphy, Luke Evans y Hellen Mirren.
Luc Besson vuelve a las fuentes con "Anna: El peligro tiene nombre", una de espionaje y modelaje que parece un homenaje a su propia filmografía. Pocos europeos más hollywoodizados (¿?) que Luc Besson. Desde sus inicios franceses en la década del ’80 se presintió que rápidamente pegaría el salto hacia la meca mundial del cine industrial. Su cine de tono ágil, videoclipero, amante de las fórmulas de género, y estilizado, pedía ser convocado por los grandes estudios. Lo cual sucedió una década después, luego del boom de "La Femme Nikita". Desde entonces, Besson lleva poco más de dos décadas desarrollando un sistema de dirección y producción (es uno de los productores franceses más reconocidos de cine de género) con un pie en Hollywood y un pie en Europa, Francia para ser precisos. ¿Cambió el estilo desde aquel arribo a EE.UU. con "El perfecto asesino" a su última megaproducción. "Valerian"? Sí, digamos que se fue amoldando. Ahora, a más de treinta años de su primera película ("Subway"), y más de veinte de su arribo a Hollywood, Besson parece querer homenajearse a sí mismo con el estreno de "Anna: El peligro" tiene nombre, una producción con elenco de Hollywood, aire europeo industrial, y mucho del cine de su icónico director. Aquel film ("La Femme...") con Anne Parrillaud mostraba a una marginal regenerada como una refinada asesina a sueldo empleada por una peligrosa agencia, que se revelaba a los suyos, y terminaba vengándose por haberle arruinado su vida durante el entrenamiento. Bueno, "Anna: El peligro tiene nombre", es casi un remake de eso. Con varios cambios, cuenta la misma premisa; y para más regodeo Bessoniano, de protagonista puso a una émula de su musa (y ex pareja) más famosa Milla Jovovich. Ambientada a inicios de la década del ’90 – años de Nikita – Anna (la modelo Sasha Luss que debutó en el cine con Valerian) vende mamushkas en una feria en Rusia. Pronto capta la atención de un scouter que le propone trabajar como modelo. De un día para el otro (y de un efecto de montaje) la vida de Anna cambia radicalmente, realiza una carrera meteórica a partir de platinarle su cabello, convirtiéndola en una top model sin mucho esfuerzo. Pero claro, pronto se revela que hay gato encerrado, Anna es algo más, es una asesina a sueldo de la KGB, y hay una agencia británica y la CIA dispuesta a cazarla. A partir de entonces, se desarrolla un juego de espionaje con muchas aristas, cambios, manipulaciones (entre los personajes, y al espectador), y algo fundamental, idas y venidas en el tiempo. Besson, que también firmó el guion, en realidad creó una historia de espionaje básica. Si bien hay muchos giros y vueltas todos son bastante típicos, y se ven venir desde lejos. Pero engaña al espectador haciéndole creer que está frente a algo complejo gracias a un juego temporal con un uso del montaje entrecortado. La historia va y viene en el tiempo, abusa de los flashbacks, de la flexión de la línea temporal, a veces poniendo una placa para ubicarnos, a veces no. Aunque siempre se entienda en que momento de la historia estamos, este recurso cansa rápidamente, y no permite que el asunto avance con la fluidez necesaria. Comienza, y a los cinco minutos avanza tres años, al poco tiempo retrocede cinco, luego avanza tres, para luego ir dos meses atrás, y luego ir otros seis meses atrás, y luego avanzar cinco años más, y… en fin, digamos que es una película inquieta, o que parece el live action del juego de mesa "Serpientes y escaleras". Como si esto no fuese suficiente, varios flashbacks son repetidos, y hasta hay unos recuerdos de la niñez de Anna que no aportan nada. ¿Por qué recurre en flashbacks a escenas que ya vimos? Porque Besson comete el peor de los pecados de un cineasta, subestimar a su público. Convencido de haber creado algo complejo, piensa que el espectador puede no entenderla, por lo cual le recuerda escenas, y trata de explicar y sobre explicar todo, con diálogos expositivos, con indicaciones, con subrayados, con clichés, todo lo que tenga a mano. Con este juego maniqueo de idas y vueltas y explicaciones innecesarias, se alcanzan unas extremas dos horas que se sienten. Con media hora menos, como mínimo, "Anna: El peligro tiene nombre", hubiese ganado en agilidad y timing. Besson apuesta más al diálogo y a las vueltas que a la acción. No hay muchas escenas de acción. Eso sí, cuando las hay se agradece su tono correctísimo, no son las piruetas acrobáticas videocliperas de "Atomic Blonde" o "John Wick", es cine de género clásico, coreografiado, pero comprensible. Esto último nos hace arribar a un punto fundamental. Si Anna: El peligro tiene nombre no se derrumba frente a los evidentes problemas que tiene, es porque lo que hace bien, lo hace muy bien. Estéricamente es clásica y seductora (aunque su ambientación de los ’90 es genérica y pareciera más de mediados, que de inicios de los ’90); la banda sonora es un lujo; las escenas de acción, como dijimos, si bien son pocas, están muy bien; y Besson vuelve a sacar chapa de ser un buen director de actores y lograr buena química en el elenco. Sasha Luss no es una gran actriz, Anne Parrillaud tampoco lo era, Milla Jovovich menos, pero les sabe encontrar el punto para que rindan, para que esas mujeres que se disfrazan de femme fatale y esconden figuras frágiles, sean creíbles. A Luss la acompaña un elenco sólido, Luke Evans y Cillian Murphy son los polos opuestos que se disputan a Anna, el agente ruso y el británico; entre los tres crean un trío con química, y se los nota divertidos en lo que hicieron. Pero quien más se divierte, quien realmente la pasa bomba, es esa todo terreno llamada Helen Mirren, como una líder de la KGB muy caricaturesca, que desarrollará una relación muy particular con Anna. Mirren está perfecta en su actuación, es divertida y talentosa, y es por lejos, lo mejor que tiene la película. Hay algunos apuntes de feminismo, que se chocan con el clásico sexismo de la historia en el que una mujer es usada como arma por su belleza, y va a hacer uso fálico de mucha artillería. Por último, si nos detenemos a analizar su historia y sus vueltas, no, no todo cierra, quizás por eso Besson prefirió confundirnos, para ocultar alguna incongruencia. "Anna: El peligro" tiene nombre intenta traer al Besson de "La Femme Nikita", a la Milla Jovovich de "El quinto elemento", y hasta calca alguna escena de "El perfecto asesino". Pero por más que se autohomenajeé, el tiempo no le pasó en vano; y esta versión del realizador es más tramposa y mañera que aquella que sabía cómo manejarse bien en las aguas transcontinentales. Esta cinta termina cumpliendo su misión, no decepciona, pero en el camino trastabilla más de lo debido, y se pone en riesgo más de lo necesario. Con más de treinta años de profesión, Luc Besson ya debería saber que, a veces, recurrir hacia lo simple, puede ser una apuesta ganadora.
BESSON DESATADO Si en los comienzos de su carrera Luc Besson había entregado varios films más que interesantes, como Azul profundo, Nikita y El perfecto asesino, desde El quinto elemento en adelante se había convertido más en un diseñador que en un cineasta. Peor aún, su cine había ido perdiendo toda clase de personalidad y su rol de productor a través de su compañía EuropaCorp lo había limitado a mero inventor de conceptos entre mediocres y paupérrimos, como las sagas de Taxi y Búsqueda implacable. Pero, cuando menos se esperaba, con su compañía en una crisis financiera casi terminal y múltiples denuncias por acoso, Besson entrega con Anna: el peligro tiene nombre su film más libre y personal en mucho tiempo. La operación que realiza Besson es en principio bastante obvia: una especie de reciclaje de Nikita, centrándose en una joven rusa hundida en las drogas, el crimen y la marginalidad que es reclutada para desempeñarse en misiones de asesinato al servicio de la KGB. Claro que eso es apenas la punta del ovillo: el relato se desarrolla entre finales de los ochenta y principios de los noventa, con la protagonista como eje de los enfrentamientos y juegos de poder entre la agencia secreta soviética y la CIA, su contraparte estadounidense. Ese entramado funciona como trampolín para toda clase de idas y vueltas temporales, enmarcadas en mascaradas y emboscadas entre los personajes, que son también trampas juguetonas del film hacia el espectador. Porque la clave de la frenética narración de Anna: el peligro tiene nombre es lo lúdico. La superficie es la de un thriller dramático donde una joven busca dejar de ser rehén de los deseos, objetivos y órdenes de diversas fuerzas en pugna, pero Besson la aprovecha para construir una historia que quema sus propios puentes de manera constante, secuencia tras secuencia. Todo es mentira, pura simulación, un juego que cambia altera sus reglas a cada paso y que al mismo tiempo reclama que el público lo acepte y participe. Lo cierto es que participar vale la pena: si uno como espectador no se toma el asunto muy en serio, la pasa realmente muy bien. Esa diversión es posible porque Besson recupera la energía casi pasional de sus primeras películas y la combina con un artificio indisimulado, explícito, pero aun así sincero y hasta humano. El cineasta no le teme a las mixturas genéricas ni al trazo grueso –por momentos todo parece una telenovela barata, con triángulo amoroso incluido- y eso no deja de ser un gesto de inteligencia: por ejemplo, con apenas un par de pinceladas, delinea un personaje como el de la jefa interpretada por Helen Mirren que, con su lógica despiadada, es sencillamente adorable. Incluso se permite se inesperadamente feminista, porque Anna es el centro de un film donde los hombres piensan que dominan el terreno pero siempre terminan arrastrados por las acciones de las mujeres. Contra todo pronóstico, cuando su rol dentro de la industria cinematográfica es cada vez más marginal, Besson se libera de ataduras y mandatos, dejando de lado el facilismo de sus producciones previas y entregando un film libre y liberador. Desde sus trucos y artimañas, Anna: el peligro tiene nombre es film de gran honestidad, una reivindicación del cine de espías como arte de la simulación.
“Anna” es una película dirigida por Luc Besson y protagonizada por Sasha Luss. Las historias de espías siempre son entretenidas, y este caso no es una excepción. Besson ha tenido algunos fracasos en su carrera, como “Valerian”, pero con esta película, el director nos remite al film “Nikita” de 1990. Una modelo llamada Anna (Sasha Luss) se convierte en una espía muy temida. Emprende un camino donde deberá luchar con todas sus fuerzas por un secreto que esconde y allí se encuentra con Alex (Luke Evans), Lenny (Cillian Murphy) y Olga (Helen Mirren). Una película que pasa por casi todos los géneros – thriller, acción, humor – y créanme que el gran elencto tiene mucho que ver para que esto suceda durante todo el film. Sin embargo, a medida se va contando la historia, se pueden percibir ciertos errores en la trama, logrando así se generen momentos de confusión desde la mirada del espectador. Igualmente, “Anna” es una buena película de espías que tiene todas las características necesarias para que sea llevadera y entretenida.
Después del desastre comercial de Valerian, el director Luc Besson decidió volver a sus fuentes dentro del cine de acción que es el género que mejor domina. Anna es una propuesta que cuenta con la gran debilidad de trabajar un personaje que resulta demasiado familiar en la filmografía del cineasta francés después de Nikita y Lucy. La verdad que este no es el proyecto más inspirado de Besson y hay varios momentos que recrean escenas muy similares a las que tuvieron los títulos citados. El esfuerzo del realizador por intentar hacer algo diferente es casi nulo y esas coreografías de tiroteos que en el pasado resultaron emocionantes ahora parecen redundantes porque ya las vimos en otras oportunidades. Pese a todo, es justo reconocerle que su ejecución de ese tipo de escenas sigue siendo muy superior a lo que se hace en Hollywood con esos pastiches ridículos de CGI. La película evoca bastante la clase de thrillers de explotación que se hacía en los años ´90, el período que representó la época de gloria del cineasta francés. Motivo por el cual es bastante complicado tomar en serio el supuesto mensaje de empoderamiento femenino, que de un modo retorcido, Besson intenta expresar en su obra. En este proyecto trabajó la temática de espionaje a través de un guión que ensucia el conflicto central con numerosas secuencias de flashbacks que tienen la función de explicar los giros inesperados. Un recurso que por momentos se vuelve tedioso, sobre todo por el modo en que se estira el relato. Ahora bien, con todas estas dificultades Anna consigue se entretenida y trabaja el mundo de los espías y el concepto de la femme fatale de un modo más satisfactorio que Red Sparrow, con Jennifer Lawrence. Lo mejor del film pasa por la presencia de la modelo rusa Sasha Luss, quien no contaba con antecedentes en la actuación y ofrece una muy buena interpretación. Este es un punto en el que disiento con muchos detractores de este film. Para tratarse de una chica que viene de un campo laboral diferente su labor en los momentos dramáticos es muy correcta y sale bien parada en las secuencias de acción. Es más, en más de un momento de este relato Sasha captura con más fidelidad la esencia de la Viuda Negra de los cómics que todas las participaciones de Scarlett Johansson en los filmes de Marvel, donde solo el productor Kevin Feige entiende que quisieron hacer con ese personaje. Dentro del reparto la protagonista está muy bien rodeada por artistas de jerarquía como Cillian Murphy, Luke Evans y una gran Hellen Mirren, quien se luce especialmente con esa clase de espías de la KGB, adictos a la nicotina, que suelen ser parte de las novelas de John Le Carré. Anna está muy lejos de ser una gran película de Luc Besson pero como thriller de acción no está mal para pasar el rato con esta clase de propuesta.
La película funciona, Besson inventa cosas en cada secuencia de acción y el espectador la pasa bien No se le puede negar a Luc Besson la habilidad para la historieta fílmica de acción. Aquí vuelve a la historia de una mujer fuerte (casi todas sus películas lo son o la involucran), una superespía escondida detrás de una joven muy bella y sexy. Algo que ya hizo en “Angel” y, sobre todo, en “Nikita”, pero aggiornado a los tiempos que corren y con otro elenco. La película funciona, Besson inventa cosas en cada secuencia de acción y el espectador la pasa bien. La originalidad hay que buscarla en otra parte.
Luc Besson cranea una película que desborda por todos lados. Un pésimo guion y unas actuaciones bastante mediocres son las principales causas por las que esta película será olvidable inmediatamente. De la mente que supo crear clásicos instantáneos como León, El Profesional (1994) y El Quinto Elemento (1997), ahora llega ANNA la nueva película del director, escritor y productor francés Luc Besson, quién busca recuperar el terreno perdido luego de sus mediocres últimas producciones. Ambientada en plena guerra fría Anna: El peligro tiene nombre, cuenta la historia de Anna (Sasha Luss) una joven muchacha rusa que de buenas a primeras se ve casi obligada a unirse a las fuerzas especiales soviéticas para poder salvar su vida. Impulsada por su mentor Alex Tchenkov (Luke Evans) y su superiora Olga (Helen Mirren), Anna deberá infiltrarse dentro de una compañía de modelaje para que sus actividades secretas puedan quedar camufladas y nadie sospeche de ella. Pero todo empezará a complicarse para Anna cuando la C.I.A. se vea involucrada gracias a la presencia de Lenny Miller (Cillian Murphy), un oficial de alto rango dentro de la Central de Inteligencia Americana que empezará a observar patrones extraños en base a distintos asesinatos y hará lo posible para detener dichos sucesos. Con la C.I.A. a sus espaldas y las fuerzas soviéticas presionándola constantemente, Anna deberá idear un plan lo suficientemente inteligente para despistar a ambas organizaciones mientras que al mismo tiempo lucha por mantenerse con vida. A pesar de tener una premisa bastante atractiva y a simple vista convincente, la nueva película de Luc Besson no llega ni por asomo a parecerse a sus mejores películas, ni siquiera a alguna de sus mediocres. Con un guion que es redundante en cuanto a efectos narrativos y a los diálogos, la gran mayoría de las líneas de diálogos son lamentables. La película que bien podría haber sido más simple y concreta termina dando vueltas sobre si misma provocando confusión y hartazgo en el espectador. A pesar de tener unos momentos en donde la acción predomina y la película se hace llevadera, estos momentos siempre se ven interrumpidos por alguna situación totalmente ridícula y muchas veces fuera del umbral de verosimilitud que plantea el propio film. Si bien el elenco cuenta con actores de primerísimo nivel, nadie que trabaja en la película logra destacarse demasiado. Esto se debe principalmente a que el desarrollo de todos los personajes no están bien llevados a cabo y sus motivaciones nunca terminan de quedar claras. Extrañamente la actriz que mejor se desenvuelve es la protagonista Sasha Luss, quién si bien no hace su debut en una producción cinematográfica (ya estuvo en Valerian también bajo la dirección de Besson), es la primera vez que tiene un papel protagónico y teniendo en cuenta todos los problemas que tiene su personaje en su génesis y desarrollo, hay que destacarla. ANNA bien podría considerarse como una de las peores películas del año. Su guion rebuscado e inverosímil logran que su premisa, a priori, interesante se desvanezca con el pasar de los minutos y la trama queda excesivamente larga para la duración de la película.
Anna, el peligro tiene nombre es una película que aparenta ser varias películas dentro de otras, casi como una mamushkas de películas que van descubriendo, mediante numerosos flashbacks que hay otra historia dentro de la que estamos viendo, sin saber nunca, cuando llegamos al final. El film comienza con varias personas siendo atrapadas y asesinadas en una Rusia de los 80s, que nos regala la imagen de una cabeza mutilada en una caja a menos de 2 minutos de película. En otra escena descubrimos que nuestra protagonista Anna Poliatova (Sasha Luss) vende muñecas rusas (¡mamushkas!) en un mercado al aire libre cuando un scout de una agencia de modelos de Paris la descubre y se convierte en una modelo exitosa. Pero, como descubre uno de sus directores demasiado tarde, también es una asesina altamente capacitada para la KGB (la side rusa). La historia de Anna nos lleva de un lado a otro en el tiempo, desde sus humildes comienzos como la novia Infeliz de un ladrón de clase baja y su reclutamiento al KGB por Alex Tchenkov (Luke Evans) quien le promete que sera libre tras 5 años de servicio. Más saltos en el tiempo y Anna recibe su primera asignación que no sale del todo bien, pero su superior, Olga (Helen Mirren), de mala gana decide darle una segunda oportunidad. Otro salto en el tiempo y Anna también se cruza con el agente estadounidense de la CIA Lenny Miller (Cillian Murphy), lo que cambia su destino dentro de la película una vez más. Anna busca escaparse de todo, pero para ello debe reinventarse continuamente durante la película para buscar que eso suceda. El escritor y director Luc Besson nos deja una película de acción que busca un entretenimiento continuo y nos deja mensajes sobre la profundidad y el significado de ser una mujer líder poderosa y fuerte. Luss a diferencia de muchas modelos convertidas en actrices es bastante dominante y entretenida en pantalla, maneja muy bien las escenas de acción complejamente coreografiadas de Anna con gracia, habilidad y efectivamente transmite todas las sensaciones abrumadoras de su situación. Besson busca ser ingenioso con su guión de cambio de tiempo, que arroja a los espectadores de un lado a otro en varios momentos entre mediados de los ochenta y principios de los noventa. Si bien esa condición es algo confusa, y no es tan efectivo como lo es, ya que cansa mucho al espectador, en realidad ayuda a mantener una cierta cantidad de misterio en torno al personaje. En el reparto, Mirren es muy divertida, se come el papel como un agente KGB veterana e implacable, y los dos personajes masculinos principales (Evans y Murphy) están increíblemente casteados y aportan mucho a la trama. Anna: El peligro tiene nombre juega demasiado con la modificación del tiempo pero no es la única inconsistencia que posee el largometraje, sino que llega a ser tedioso en algunas partes -ni un montaje de pelucas y asesinatos ayuda-. Puede llegar a quedar perdida entre los estrenos que están arrasando la cartelera este 2019, además de que pierde el público PG, por sus escenas de carácter sexual que la llevaron a tener clasificación R. En pocas palabras, es una buena salida para el cine dominguero, es generadora de charla y muy bien realizada para la pantalla grande.
Luc Besson regresa a la pantalla grande con su gran especialidad: una película de acción, suspenso y romance. Después de “Nikita”, “El perfecto asesino”, “El quinto elemento”, “El Transportador” y “Lucy”, entre otras, este director francés dejó en claro que la adrenalina es su leit motiv y en esta entrega no hace la excepción. Conjugan muchos factores para que “Anne...” resulte fascinante. Primero, la protagonista hipnótica y deslumbrante interpretada por la modelo rusa Sasha Luss. Segundo, la historia atrapante de Anna Poliatova, una rusa que pasa de ser mujer maltratada y vendedora ambulante de mamushkas a ser una de las asesinas de la KGB más temidas por los gobiernos de todo el planeta. Y tercero, la forma en la que está contada esta historia de suspenso y acción, como una especie de juego temporal entre el pasado y el presente que se despliega una y otra vez, mostrando a la modelo oscilar entre el mundo de la moda y el universo del espionaje. Muertes, mentiras, engaños, sesiones de fotos en París, cenas en Moscú y partidos de ajedrez en oficinas de oro. El empoderamiento de Anne es más fuerte que cualquier otra y no depender de un hombre es posible. Todo puede suceder cuando una mujer busca su identidad y su libertad.
Luc Besson es definible como un director ecléctico en cuanto a temáticas, heterogéneo en cuanto a resultados, y a veces errático en su ritmo narrativo. Independientemente de esto, lo que sí podemos amalgamar en su cinematografía es la construcción y delineamiento de sus personajes. Todos, de una manera u otra, están barnizados con la misma marca, incluso tienen la extraña potestad de poder decir diálogos que de no tener a éste director detrás caerían en el ridículo. De “Subway” (1985) a “El perfecto asesino· (1998), o de “Azul profundo” (1988) a “Arthur” y los Minimoys (2005), sus criaturas tienen ese sesgo de sufrimiento presente. Un rincón de cierta tristeza o melancolía habita en el núcleo de quienes llevan a cabo la historia. Eso sí, a esta altura es insoslayable su gusto por mujeres heroínas. El quinto elemento, Angel-A, Nikita y Lucy son los ejemplos más cabales y el estreno de esta semana, se encuentra claramente en este grupo de películas de acción en donde es la mujer la que se enfrenta a cuarenta tipos, y todos reciben su porción de roscazos, tiros y patadas voladoras. Luego de los artilugios instalados en Lucy, aquella con Scarlett Johansson, el director sube la apuesta en todo convirtiendo a Anna en otra belleza mortal. El espectador verá que al lado de ella Nikita es La novicia rebelde cuando iba al jardín de infantes, pero con un leve detalle: Anne Parrillaud presentaba un phisyque du rol mucho más creíble, además de, claro, ser una buena actriz. Anna Poliatova (Sasha Luss) es reclutada por la KGB como agente sicario que, disfrazada de modelo, deberá cumplir con la misión de liquidar a cuanto "enemigo" de la causa se le cruce por delante. Ella va y lo hace hasta que la cosa no le cierra porque le prometieron que la largaban en cinco años, y eso no estaría ocurriendo. Anna empieza a ser contactada por un agente de la CIA que también le promete cosas, pero en el mundo de la bella agente las promesas duran poco, así que la acción se sostendrá dramáticamente por la bronca y por la injusticia. Hay que decirlo: a esta altura de la soiré el director francés no se guarda nada en cuanto a dinámica de escenas de acción, algunas de las cuales remiten a la poética de John Woo, pero ya no se molesta en justificarlas demasiado. Los efectos, la fotografía, el sonido y las coreografías están bien hechas, sin dudas, pese a tener que conceder que una flaca de no más de 55 kilos derriba de una piña a un tipo que le saca una cabeza y media de altura. No hay mucho más. Por suerte Besson, no es demasiado fanático de las secuelas.
Anna es puro espectáculo del director de Lucy y Valerian Luc Besson vuelve a la carga con sus thrillers de súper acción y sus heroínas femeninas, pero esta vez el tiro le sale por la culata. Vendrá medio de capa caída con sus últimos proyectos pero, alguna vez, Luc Besson fue catalogado como “el más hollywoodense de los directores franceses”, y ese es uno de los mejores cumplidos que se le puede hacer al parisino. Sin dudas, el realizador dejó una marca indeleble en el cine de acción posmoderno, revolucionando y afinando, no sólo los métodos de producción (con su propia compañía EuropaCorp), sino el aspecto estilístico de un género que andaba pidiendo a gritos un poco de aire fresco. En su filmografía encontramos thrillers híper violentos, historias cargadas de adrenalina, asesinos despiadados y heroínas, un poco de romance, y fantasías futuristas que, con alguna que otra excepción, no dejan de ser impecables obras comerciales, pero no por ello carentes de una riqueza y belleza visual propia de la imaginación del cineasta. Así, Besson logró destacarse no sólo como director, guionista y productor de sus películas, sino de todos aquellos proyectos en los que se involucra, con esa mezcla de excesos, sordidez y estrambóticos efectos especiales que -y este no es ningún secreto- pidió prestados del cine de acción hongkonés. Este abanderado del llamado “Cinéma du look” -movimiento que se extendió entre principios de la década del ochenta hasta los albores de los noventa, y cuyos exponentes compartían una cualidad visual que favorece el estilo sobre la sustancia y el espectáculo por sobre lo narrativo- supo enamorarnos con “Subway” (1985), “Azul Profundo” (Le grand bleu, 1988), “Nikita - La Cara del Peligro” (Nikita, 1990) y, por supuesto, “El Perfecto Asesino” (Léon, 1994) y “El Quinto Elemento” (The Fifth Element, 1997). A partir de este punto, la obra de Luc se empieza a desdibujar entre dramas fallidos como “Juana de Arco” (Joan of Arc, 1999), la saga de “Arthur y los Minimoys” (Arthur et les Minimoys) y “Lucy” (2014), su regreso al terreno conocido de la acción sin respiro con una gran protagonista femenina: Scarlett Johansson. Un terreno que se rehúsa a abandonar, y al que regresa sin escrúpulos tras el fracaso estridente de “Valerian y la Ciudad de los Mil Planetas” (Valerian and the City of a Thousand Planets, 2017) y la cuasi bancarrota de EuropaCorp, con “Anna: El Peligro Tiene Nombre” (Anna, 2019), un thriller reciclado y mal llevado, con demasiado tufillo a la década del noventa y su propia Nikita. Anna Poliatova (Sasha Luss) es una bella y mortal asesina que realiza misiones secretas para la KGB, mientras se hace pasar por modelo en las pasarelas de París. La vida de Anna no siempre fue tan glamorosa, y cuando tocó fondo, tuvo la posibilidad de elegir servir a su gobierno, un contrato de cinco años antes de abrazar su libertad. Al menos, es lo que le asegura Alex Tchenkov (Luke Evans), encargado de reclutarla y entrenarla para las tareas comandadas por la inescrupulosa Olga (Helen Mirren). Lo de Anna parece infalible, pero tras sus pasos está el agente de la CIA Lenny Miller (Cillian Murphy), quien busca vengar la muerte de sus operativos cinco años atrás, cuando Vassiliev -director de la KGB- dio la orden para eliminarlos. La historia de Besson arranca en 1985, y va y viene en el tiempo de manera un tanto desprolija y redundante; satisface varias de sus fantasías (por supuesto), y nos presenta un contexto y un personaje principal bastante inverosímiles. El Moscú de mediados de los ochenta (o en su defecto, el de 1990) ni se condice con la mínima realidad de un país al borde de la debacle comunista, y se nota que al realizador no le importa sacrificar cierta autenticidad para contar un relato vacío y sin matices que guarda demasiadas similitudes con el de Anne Parillaud. De armas tomar Su Anna se nos presenta como una superheroína invulnerable, la cual nunca parece estar en verdadero peligro, aunque esta disyuntiva sea la motivación del relato y la de su propio comportamiento, que va a sumar una infinidad de giros narrativos. Besson quiere jugar con el espectador, pero lo subestima a cada momento (mejor dicho, nos toma por zonzos), cayendo en la previsibilidad constante y en todos los clichés conocidos del género. De esta manera, “Anna: El Peligro Tiene Nombre” se coloca en lo más bajo de la filmografía de Besson, justamente, por su falta de originalidad, su incoherencia contextual (ese nivel de tecnología en 1990, ¿really?) y una estructura narrativa que intenta ser novedosa, pero sólo consigue disimular algunos de sus defectos. Por su parte, la pobre Luss carece del carisma de sus antecesoras, y no hace mucho más que pasearse por la pantalla con su esbelta figura y repartir patadas y balazos a troche y moche. Sí, Besson desperdicia un grandísimo elenco con Mirren, Murphy y Evans a la cabeza, y emparcha su fallido relato con un montón de escenas banales de súper acción (mal coreografiadas y poco creíbles), y una linda protagonistas que puede, por momentos, distraer y engañar al espectador. Mejor nos ahorramos la platita de la entrada y volvemos a ver “Nikita”.
En el año 1985, nueve agentes de la CIA son asesinados en Moscú tras caer su fachada y ser reveladas sus verdaderas identidades. Cinco años después, y sin conexión aparente con esos sucesos, Anna es reclutada para trabajar en una exclusiva agencia de modelos parisina. Pasar de vender matrioshkas a ser una de las figuras más cotizadas de la pasarela representa un cambio asombroso en su vida. Lo mismo ocurre cuando en realidad sabemos que está trabajando encubierta para la KGB.
El impecable cineasta francés Luc Besson, nos vuelve a traer un thriller de acción que se desarrolla entre París y Moscú , donde el personaje principal vuelve a ser una mujer como lo hizo con Anne Parillaud en“Nikita” (1990) y Scarlett Johansson en “Lucy” (2014), entre otras. La protagonista es la bella y joven de 27 años, actriz y modelo ruso Sasha Luss como Anna Poliatova. La protagonista luego de una serie de desaciertos termina en una misión especial para obtener su libertad. El film tiene mucha acción y un ritmo frenético, a toda adrenalina, con varias persecuciones, tiros, luchas bien coreografiadas y llena de peligros. Además se toma su tiempo para darle un toque romántico formando un triángulo entre Anna (Luss, «Valerian y la ciudad de los mil planetas»), Alex Tchenkov (Evans, “Ma”) y Lenny Miller (Murphy, «Dunkerque»). También hay que destacar la actuación de Helen Mirren («El cascanueces y los cuatro reinos») su personaje es Olga y es la jefa de Anna en la KGB. Los espectadores irán recopilando información a través del flashback, aunque esto por momentos al igual que otras situaciones son un tanto reiterativas, sin sorpresas y algunos hechos resultan tediosos, pero no deja de ser un buen pasatiempo con una buena banda sonora a cargo de Éric Serra (Lucy) y la fotografía de Thierry Arbogast («Valerian y la ciudad de los mil planetas»).
Para noviembre de 2017, apenas finalizadas las ruedas de prensa sobre su penúltimo film, el director y guionista Luc Besson ya había comenzado el rodaje de ‘Anna: El peligro tiene nombre’, una producción francesa de habla inglesa. Así las cosas, el elenco está compuesto por tres estrellas angloparlantes –Helen Mirren, Luke Evans y Cillian Murphy- y, en el rol de Anna, la actriz y modelo rusa Sasha Luss, quien ya había actuado como la princesa Lihö-Minaa en ‘Valerian y la ciudad de los mil planetas’.
Luc Besson visitó Argentina en 2017 con motivo del Festival Cómic Con -una de las convenciones de cultura pop de comics, series e historias más grandes de nuestro país-, también con miras a promocionar aquí su, por entonces, flamante film, una aventura de animación titulada “Valerian”, visible en ejercicio experimental que se regodeaba en la parafernalia visual y donde mixturó la acción, la aventura y la ciencia ficción. En su reciente “Anna” (2019), el prolífico director de acción Luc Besson vuelve a explorar la figura de la heroína que le propiciaría notoriedad en la industria norteamericana a comienzos de los ’90 con “Nikita” y ratificara pocos años atrás con “Lucy”. Besson llevó su precisa maquinaria de acción al cine Hollywoodense, desde su Francia natal, consagrándose con films como “El Quinto Elemento” (1997). Aquí, su enésima protagonista femenina de armas tomar nos coloca en el centro gravitante de un film plagado de acción, intriga y espionaje. Su nueva y misteriosa mujer fatal esconde un secreto de identidad que la convierte en una implacable asesina (aspecto que se nos develará en intrincados saltos temporales que proveen suspenso a la trama), al tiempo que sus servicios son solicitados por las agencias de inteligencia de las potencias gubernamentales más importantes del mundo. Visualmente subyugante, el cine del francés Luc Besson recurre, con frecuencia, a caracteres femeninos fuertes (“Juana de Arco”, 1999), y a antagonistas que resultan hombres amorales pero honestos “El Perfecto Asesino”, 1993). Bajo este esquema argumental y haciendo de la fractura temporal su mayor aliada a la hora de suministrar información al espectador, esta probada fórmula sin fecha de vencimiento es la que otorga a “Anna” su identidad fílmica, en la piel de la correcta modelo y actriz rusa Sasha Luss. Besson, que en esta ocasión se rodea de un cast secundario de figuras reconocibles (Cillian Murphy, Luke Evans y Helen Mirren) prefigura sociedades opresivas, mujeres fatales (“Lucy”, 2014), mundos subterráneos (“Subway”, 1985) y uso de armas por doquier (“Nikita”, 1990). Como indudable sello autoral, todos estos rasgos están presentes en una película que posee su inconfundible marca estética y que, aún sin resultar una obra mayor de su filmografía, recupera cierta frescura de antaño.