Arthur habla con los peces A medida que el cine de superhéroes ha ido condensando buena parte de los presupuestos anuales de los grandes estudios de Hollywood destinados a los mega tanques de cada temporada, el nivel de calidad de los productos masivos ha ido descendiendo de manera paulatina y la otrora variedad que solía ofrecer la comarca mainstream ha desaparecido para dejar lugar a trabajos en serie que retoman lo peor de la televisión de antaño, sobre todo el encadenamiento eterno de lo mismo a expensas de un público cautivo que se siente en la “obligación” de ver el último eslabón de turno para satisfacer los requerimientos implícitos de todas esas campañas de marketing a escala planetaria, fundamentalmente orientadas a la infantilización de los espectadores, la celebración acrítica de la falta de riqueza retórica y el sometimiento a los engranajes anodinos excluyentes de la industria para que se consoliden. Dentro de este esquema, dominado por propuestas idénticas que se parecen a botellas de Coca Cola o barras de jabón en su repetición ad infinitum de una marca que ni siquiera se condice con los cómics originales y su efervescencia aventurera adolescente, vale aclarar que Aquaman (2018) es uno de los mejores representantes del rubro gracias a la pericia de su director James Wan, un artesano de origen malayo/ australiano que ha sabido escapar a las peores versiones de Marvel y DC para la gran pantalla con vistas a construir un exponente bastante mejor narrado y más sincero en su afán lúdico: donde otras obras de superhéroes fallan miserablemente, en el apuntalamiento de un desarrollo de personajes alejados del cliché unidimensional, el realizador logra redondear una dinámica coherente que sin llegar a descollar, por lo menos mantiene la atención del espectador adulto eventual. La historia vuelve a ser la misma de siempre: el protagonista, Arthur (Jason Momoa) alias Aquaman, un rey negado que “habla” con los peces, debe recorrer un largo camino para hacerse de un trono que no desea en busca de “sacrificarse” para salvar a la humanidad y por supuesto a ese mundo subacuático que está en sus genes, ahora con la excusa de detener a un hermano con ansias de poder, Orm (Patrick Wilson), que además pretende destruir a los terrestres como venganza por décadas y décadas de contaminación y desechos varios vertidos en el mar. Mientras que Arthur se une con la prometida del susodicho, Mera (la siempre hermosa Amber Heard), para reclamar la corona y evitar la guerra, asimismo debe luchar con el principal mercenario de Orm, Manta (Yahya Abdul-Mateen II), un señor que le guarda especial rencor a Arthur porque provocó la muerte de su padre, un pirata marino. El producto está atiborrado de un CGI fastuoso a la Avatar (2009) que por momentos satura y en otras oportunidades resulta despampanante, a lo que se suman el muy buen desempeño de Momoa y Heard -una pareja con química- y ese fluir retórico al que apuntábamos con anterioridad que sabe pasar de la acción al drama monárquico o la comedia light con sutil solvencia. Por otro lado lamentablemente el film jamás esquiva del todo las premisas hiper conservadoras de tantas faenas cinematográficas semejantes contemporáneas y así el resultado final, si bien supera al triste promedio de su rama, no logra destacarse por derecho propio y en una proporción en verdad importante con respecto a otros tanques yanquis de nuestros días. Precisamente esa medianía inofensiva y pueril que recorre de punta a punta a Aquaman constituye el gran flagelo del séptimo arte actual y subraya un estancamiento creativo de lo más cansador y preocupante, debido a que pone de relieve el hecho de que ni artesanos con el poder de Wan pueden realmente quebrar el molde y hacer algo novedoso…
77 años ha esperado el Rey para tener finalmente su propia película y el resultado es sorprendente. De la mano de James Wan y con un cast de primer nivel, Aquaman cierra el año con una aventura fresca dentro de un género que siempre necesita historias de este nivel técnico y narrativo. Dentro del vasto mundo de películas basadas en personajes de comics, Aquaman era uno de los grandes jugadores que no contaba con su propia adaptación en la pantalla grande. La versión cinematográfica de Arthur Curry fue elegida hace algunos años por Zack Snyder, director de Batman v Superman: Dawn of Justice (2016) en donde dejó de lado al clásico aspecto del héroe para materializar su visión rockera y badass del personaje en Jason Momoa. Allí Momoa participó en unos escasos segundos del film que enfrentó al murciélago con el hombre de acero y también estuvo en la formación inicial de Justice League (2017). Dentro del monstruo de Frankenstein que resultó ser Liga de la Justicia, Aquaman fue uno de los puntos altos demostrando carisma, interesante fuerza sobrehumana y una leve evolución, encaminando la gran coronación del Rey para su propia aventura. El cineasta encargado de dirigir esta película es un debutante dentro del género comiquero y un favorito de los estudios Warner. James Wan, director de la exitosa saga The Conjuring y de grandes películas como SAW (2004), Insidious (2010) y Furious 7 (2015) agarró al personaje en 2016 y desde entonces estuvo trabajando en su proyecto más ambicioso. Si bien las películas de El Conjuro manejan una gran calidad cinematográfica y la séptima entrega de Rápidos y Furiosos cuenta con todos los elementos y efectos que un gigante de Hollywood requiere, Aquaman va más allá y se planta como un gran film que maneja muchos estilos, géneros y sentimientos, donde más que nada se destacan las aventuras de sus protagonistas. En lo que respecta a películas de DC Comics en la pantalla grande, con un personaje tan explotable, nuevo y fresco como Aquaman, Wan logra combinar acción, comedia romántica, terror y ciencia ficción de una manera suprema. La visión del director es fundamental para comprender que Aquaman es una película digna de autor. El estudio ha puesto a disposición del malayo un presupuesto que roza los 200 millones de dólares, algo que no sucedía en DC Films desde BvS. Las necesidades son obvias. Trasladar a la pantalla grande el sorprendente mundo acuático de Atlantis. Para este trabajo, por primera vez en las películas de DC se contrató a Industrial Light & Magic, reconocida empresa de efectos especiales que también estuvo este año en Avengers: Infinity War y Black Panther. El resultado es soberbio. Sin dudas, los efectos de Aquaman son una pieza fundamental que brinda al espectador la posibilidad de soñar un mundo nuevo bajo los océanos y adentrarse naturalmente en el viaje del héroe. Jason Momoa y todo el cast son otro de los puntos fuertes del film. Salvo su participación en las primeras temporadas de Game of Thrones, es una obviedad decir que en esta película brinda su mejor interpretación y explota todo un talento que desconocíamos. Se nota un amor especial del actor para con el personaje y las ganas de quedar en la historia como el primer Aquaman. Momoa no se toma el rol de protagonista como si fuera un trabajo más en su carrera. A sus 39 años, se puede decir que es el papel de su vida. Con una agradable locura, todo el descubrimiento que se vive a través de Arthur Curry es de lo más interesante en la película. Su físico y las tomas de acción hacen que siga sumando puntos, logrando ser una bestia a la hora de enfrentarse a sus enemigos, con una fuerza similar a la de Superman. Sus escenas con tridentes y batallas bajo el agua, gracias al entrenamiento recibido por un brillante Willem Dafoe (Vulko) le dan ese plus de gran luchador que el Rey merece. El actor fetiche de Wan, Patrick Wilson en esta ocasión no es el niño bueno de la historia porque es el villano Orm, otro personaje que recibe su primera interpretación en el cine. Un trabajo correcto, sin salirse mucho del libreto y con pocas falencias del hombre que vuelve al cine de género tras su debut en Watchmen (2009). Su look y su traje son algo increíble para destacar, como así también el de Yahya Abdul-Mateen II, quien se transforma en Black Manta y promete ser uno de los villanos más jodidos que pueda tener Aquaman en su vida cinematográfica. Las motivaciones de ambos antagonistas están muy bien explicadas, y se pueden presenciar diferentes etapas evolutivas entre Orm, Black Manta y Aquaman durante la película. Párrafo aparte para las mujeres de esta aventura. Por un lado Nicole Kidman, con 51 años más vigente que nunca como la Reina Atlanna y Amber Leard, la chica que aceptó este papel para jugar fuerte y ganarse su merecida importancia en la historia como Mera. Ambas se plantan muy bien en la película y con cada una de sus habilidades, logran encajar como fuertes personajes de la trama. La madre de Aquaman juega una parte fundamental por ser importante en el nacimiento y el destino de Arthur Curry para unir a los dos mundos. Mientras que Mera, quien ya había aparecido en Justice League, es la que de cierta manera hace entrar en razón a un Aquaman que solamente se la pasa bebiendo cerveza y luchando contra piratas en la costa. Es tan importante Mera en la vida de Aquaman que sin ella esta película no sería lo que es. Amber Heard cautiva con un personaje muy bien llevado, al que vemos evolucionar constantemente como una mentora, sidekick y debilidad pelirroja de Arthur. Ambos protagonizan grandes momentos, tienen muy buena química y se llevan grandes tomas que serán la de portada en muchas redes sociales de fans. La fotografía es algo que busca resaltar el director recorriendo diferentes paisajes y colores fuera del océano. Aunque la selección de escasos temas musicales pueden resultar un poco desalineados con el film, la banda sonora que está compuesta por el mismo responsable de Wonder Woman (2017) se combina muy bien con la idea de la película. Acompaña al palo en momentos de persecuciones o batallas filmadas en planos secuencia que te vuelan el cerebro. En niveles técnicos, será muy difícil y todo un desafío para las próximas películas de DC superar lo visto en Aquaman. Una historia que combina amor, guerra, disputa de poderes y aventuras es lo que logró James Wan al unir su talento en la dirección con admiración a la cultura pop y a las grandes películas que lograron perdurar. Su duración puede considerarse un poco larga (142 minutos), aunque la entiendo y la apruebo por su intención de narrar una película como las de antes. Un protagonista en búsqueda de lo desconocido, dispuesto a dejarlo todo con grandes momentos que quedarán en la retina del espectador por mucho tiempo. En líneas generales, Aquaman se convierte en el producto más correcto y directo que tiene DC desde The Dark Knight (2008). De esas películas que el estudio necesita para ganar dinero, confianza y al mismo tiempo tener felices a todos por igual. Muy probablemente se plantee una secuela en los próximos años porque Aquaman llegó para quedarse y convertirse en una nueva estrella del cine.
Luego de los eventos vistos en La liga de la justicia, Mera insiste en que Arthur ocupe su lugar como legítimo rey de Atlántida; en especial para evitar que su medio hermano Orm, le declare la guerra a la superficie, acabando con el mundo que Arthur tanto ama. Ahora el medio atlante deberá enfrentar su destino mientras rememora y hace las paces con su infancia y adolescencia. Tenemos nueva entrega del DCEU, y como no podía ser de otra manera, Aquaman, venia cargada de sospechas; ya que seamos fans o no de dichas películas, hay que reconocer que dicho Universo Cinematográfico es por demás regular. Pero por suerte, la aventura en solitario de Arthur Curry, está a la altura de su personaje. Aprovechando de que ya vimos al héroe atlante en La liga de la justicia, la película no da demasiadas vueltas a la hora de contarnos los poderes de Arthur. Ese tiempo es aprovechado para indagar en su pasado, y, por ende, en las motivaciones; tanto del héroe como de los antagonistas. Es una lástima que no le dedicaran el mismo tiempo a Mera, quien, si bien su rol en el film se entiende, sabemos poco y nada de ella. Otro factor a criticar es que la película por varios momentos decae en su ritmo. En especial las secuencias en las que vemos a Aquaman y Mera en la superficie. Y antes que nos salten a la yugular, si, la persecución vista en el trailer es impresionante; pero ya la habíamos visto. En cambio, cuando la trama pasa en las profundidades del océano, la película mejora enormemente; tanto en dinámica como en nivel visual. Porque de algo que, si puede presumir Aquaman, es de su apartado visual. Atrás quedaron los mostachos mal borrados, y parece que Warner gastó lo que fuera necesario para que su nueva película no sea una burla constante por un pésimo CGI. Si bien es natural que alguna escena se sienta sacada de la Playstation 4, un film que tiene su mayoría de metraje con secuencias submarinas, se las arregla para sorprender al espectador en más de una ocasión. Otro de los puntos positivos de Aquaman, radica en los villanos. En esta ocasión tenemos dos, Orm y Black Manta; y por suerte ninguno de los dos es el típico malo porque si (algo de lo que padecía Wonder Woman). El primero de ellos odia el mundo de la superficie casi por el mismo motivo por el cual Arthur no quiere saber nada con Atlántida; mientras que el segundo tiene una vendetta personal con nuestro héroe. Amén de los diseños de ambos personajes, que en la gran pantalla se ven impresionantes. En conclusión, pese a varias cosas que podrían haber sido mejores, Aquaman es una película entretenida, recomendable, y que por fin logra que el DCEU no dependa de forma exclusiva de la Mujer Maravilla. Si son fans de los superhéroes, es cita obligatoria en el cine.
Aquaman: Nacido como Rey, críado para ser Héroe. Llega por fin a los cines el film en solitario del Rey de los Mares y fundador de la “Liga de la Justicia”, una película capaz de rescatar el espíritu comiquero y deleitar a los fans y amantes del cine de aventuras por igual. Vamos al análisis que tanto nos complació escribir sobre “Aquaman”, dirigida por James Wan. Todos conocemos, en mayor o menor medida, las intrincadas y complejas idas y venidas del Universo Cinemático de DC que pusieron en movimiento Warner Bros. y DC Entertainment. Quizás por eso deberíamos dejarlas a un lado, aunque en cierta manera este film es producto de toda aquella tramoya. Las ideas comienzan a tomar forma en años de la segunda entrega de la trilogía del murciélago de Christopher Nolan, incluso se barajó la idea de que fuera mencionado en “Man of Steel” de Zack Snyder cuando esta estaba en pre-producción. De hecho hubo dos guiones en proceso hasta que en 2015, al ser confirmado James Wan como director, todo volvió a foja cero y David Leslie Johnson-McGoldrick comenzó con la escritura de un nuevo libro que concluyó junto a Will Beall. Mencionamos a James Wan, y deberíamos detenernos por un momento aquí, porque fue una buena jugada la que el estudio hizo poniendo a este realizador al frente del film en solitario del Rey de los Mares. Más aún con el desastre de crítica que fue “Batman v. Superman: Dawn of Justice”, estrenada al año siguiente, es decir 2016. Wan es archi-conocido por sus filmes de género, los cuales en su mayoría terminaron siendo millonarias franquicias: “Insidious (2010)”, la celebrada “The Conjuring (2013)” y claro, Saw o El juego del miedo, que más que terror fue un thriller gore. Pero también fue artífice de la séptima entrega de Fast & Furious, calificada como una de las mejores de la saga. Con esto, el realizador demostró la capacidad de llevar a cabo un producto de acción desenfrenada como también un drama, en clave de thriller, familiar e intimista; digamos The Conjuring 2: The Enfield Poltergeist (2016). “Se puede mantener viva una vieja tradición renovándola a partir de las circunstancias presentes” – Campbell, J. (1988). El Poder del Mito. Entonces llegamos a lo que nos compete hoy, “Aquaman”. El niño nacido entre dos mundos, criado como un ser ordinario en uno y el heredero real del otro. Los inicios del héroe no se alejan mucho de la fórmula utilizada por los creadores de Superman, Siegel & Shuster. Vamos, el conocido camino que todo héroe recorre. No está de más notar que el personaje se llama Arthur, como cierto rey criado por una familia adoptiva, que ignoró durante su infancia su señorial ascendencia. Paul Norris y Mort Weisinger fueron sus creadores, cuya primera aparición data de 1941. Pero fue recién en la era de plata en que se lo dotó de una madre venida del mar. En los años siguientes el personaje seguiría mutando. Orin, su nombre en el reino de atlántica, ha tenido un ciclo digno de un personaje mitológico, si se nos permite la comparación. Porque quizás DC Comics siempre trabajó esa linea con sus personajes, por lo menos los más conocidos. Sus historias personales, sus aventuras, los enemigos, han sido construidos como un vasto tapiz mitológico abarcándolo todo, buscando la inmortalidad como lo hicieran Hércules y sus trabajos, Aquiles y su carrera hacia la muerte gloriosa y por qué no, el humillante y oscuro final de un Edipo o Teseo. Estas criaturas son los arquetipos de tales personajes para la era moderna. Entonces “Aquaman” de James Wan retoma ese hilo y construye un film de inicio, aún habiendo pasado este por la controvertida (por decir, mínimamente) “Justice League (2017)”, dándole al personaje la oportunidad de contar su historia en solitario con las justas y necesarias referencias al resto del universo cinemático al que pertenece. Y lo hace, y ahora entenderán tan largo prólogo, utilizando las herramientas básicas de un clásico relato de monomito (las regalías de Joseph Campbell deben de ser astronómicas). Cercano, aunque no igual, a lo hecho por David S. Goyer en “Man of Steel”. El extenso proemio de la película se construye con una magnifica secuencia, que rápidamente interioriza al espectador en el nacimiento e infancia de Arthur con la nunca bien ponderada voz en off del actor Jason Momoa, que aquí resulta eficaz, para luego pasar al acto central de historia sin dilación. Los estadios son precisos, la revelación – el conocimiento de su ascendencia y el conocimiento de que no es un hombre ordinario -; la llamada, con la aparición de Mera (Amber Heard) cual diosa del submundo que hace oír al protagonista cual es su destino; la negativa de Arthur de transitarlo; el empuje que el fatum le da; las pruebas a las que Vulko (Willem Dafoe) lo somete y un largo etcétera (son 17 pasos según el estudio de Campbell) que construyen la trama, que sabiamente los guionistas quitaron todo vestigio de solemnidad haciendo de Arthur/Aquaman un personaje mucho más relajado y simpático, a fuerza de construirle una personalidad mucho más jovial y de entendederas más básicas. Aunque no es raro, ya que el héroe siempre es más sencillo, simple de razonar, que el retorcido, carismático y siempre angustiado antagonista/villano. El Rey Orm (interpretado por un histriónico Patrick Wilson) es la sombra de nuestro paladín. Eso y las magnificas secuencias de acción que se han creado para deleite de los amantes de las buenas peleas mano a mano, porque si la secuencia vista en el avance fue de su agrado, los espera un verdadero “tour de force” en los 143 minutos que duran el film. Es en los efectos especiales en que realmente está la base de esta aventura, puesto que Industrial Light & Magic (ILM) y Fractured FX, por nombrar dos de las compañías, han construido un logrado universo acuático que mucho les recordarán las viñetas de Brightest Day Aquaman de Ivan Reis. Porque si de historietas hablamos, también Kym Barrett, en el diseño de vestuario, busca la continuidad con ellos, logrando un realista paso a tres dimensiones de los clásicos trajes que visten los personajes. Clásico, hemos repetido una y otra vez el termino porque el film en su totalidad está construido en esa perspectiva, con el entretenimiento como estandarte, el puro y casi infantil juego de malos y buenos definidos hasta en los colores que visten. Más no nos atrevemos a pedir ya que es la idea de un film con un protagonista como Aquaman, al que añaden una actitud ruda y algo ingenua. Mera llegará a decir “¿y este es quien nos gobernará?” Por supuesto que Arthur Curry aprenderá a ser Aquaman, pero lo siniestro del viaje se atempera lo suficiente como para que la aventura no decaiga. Es en el segundo acto cuando quizás el espectador sienta cierto tedio. La trama de la búsqueda que hacen los protagonistas puede ser algo cansina por las vueltas que da, con esa fascinación actual por las películas que superan las dos horas de metraje. Rescataremos el personaje de Dolph Lundgren, el rey Nereus, no solo porque el actor es parte de nuestro podio de admirados, sino también por la ambigüedad que sostiene, siendo el representante de la capacidad de un gobernante de salir adelante no importa cómo, clara alusión a los años más oscuros de nuestro querido personaje. En definitiva, más allá de la perdida de ritmo en su segundo acto y el siempre presente deus ex machina, que tampoco es para tanto, es una trepidante aventura a la que le sobran varios minutos, en la que Jason Momoa brilla y deja lo mejor de él, con un elenco que aplica y supera las expectativas. James Wan hace un formidable trabajo de cámaras, que ayuda a sumergir al espectador en la trama, con una imaginería visual impactante y sin embargo no deja, uno que es el reseñador, de parecer un tanto fuera de su tiempo, como si estuviéramos viendo una de esos films de acción de los ochentas (lo que puede no ser negativo también). Un apartado debería tener Don Burgess y su dirección fotográfica cuya capacidad de crear épica es innegable y poderosa. Es él quien logra darle al film el monumental aspecto que todo relato mítico merece. Realmente disfrutarán su trabajo aquí. ¿“Aquaman” de James Wan es una aventura como la que los fans del cómic merecen? Creemos que no saldrán decepcionados, y es una película que divertirá a los cinéfilos en busca de esparcimiento sincero y alocado. Que no se tome tan en serio el nacimiento del héroe ayuda en gran medida, que el ceño fruncido produzca risas, funciona. Que en gran parte sea una buddy movie, la relación de Aquaman y Mera, hace del film un paseo grato, a lo Sledge Hammer y Dori Doreau, David Addison y Maddie Hayes. Cambia la marea, el rey se aproxima y da inicio la aventura…
Esa era la letra del opening de los pequeños cortos que Cartoon Network transmitía a principios de milenio, los cuales me introdujeron al personaje de una forma ridícula, satírica y a la vez tan bizarramente divertida que me hizo tenerle aprecio a este héroe de DC Cómics del cual nos reíamos por su poder de hablar con los peces. Si bien el prejuicio general del atlante se vio atenuado con la serie animada ‘JUSTICE LEAGUE UNLIMITED’ y el reboot comiquero de los NEW 52, proyectos que mostraban a un Aquaman mas complejo y serio, esta adaptación cinematográfica termina de otorgarle la dignidad que el meta humano acuático tanto necesitaba. Podemos decir muchas cosas de ese Frankenstein que termino siendo ‘JUSTICE LEAGUE’, pero las elecciones suicidas de Zack Snyder en lo que es casting fueron bastante certeras. Gal Gadot nos cerro la boca como Wonder Woman y, en contra de todo pronóstico, lo mismo hizo el imponente Jason Momoa como Arthur Curry. Todos pensábamos que era PERFECTO para interpretar a LOBO, y todavía lo mantengo, pero el ADN hawaiano del interprete hizo que éste se desenvuelva de una forma natural en esta historia épica de reyes y reinados sumergidos en el mar. La historia sigue a Arthur Curry (Jason Momoa), el producto del amor prohibido entre un humano común y la legítima reina de la atlantida (Nicole Kidman). Junto a Mera (Amber Heard) y Vulko (Willem Dafoe) debe buscar el tridente de la Atlántida para derrocar a su conflictivo medio hermano, El Rey Orm (Patrick Wilson). En su viaje se enfrenta a Black Manta (Yahya Abdul-Mateen II), un vengativo pirata que se alía al villano en su plan de generar un conflicto bélico entre el mundo sub acuático y la superficie. Visualmente es probable que estemos ante la mejor película de esta nueva (y vapuleada) era de adaptaciones cinematográficas de DC Comics. Los trajes son una maravilla, brillan en todo momento y deja en evidencia que no es necesario buscar realismo cuando se trata de adaptar un cómic que goza del absurdo como cualidad. El traje naranja de Aquaman BRILLA en pantalla, lo mismo con el de Orm (u Ocean Master, como ustedes prefieran llamarlo) y el de Mera, pero mi favorito es el de Black Manta. Hace mucho tiempo no veo un traje TAN increíblemente adaptado como el de este villano secundario que además promete volver en futuros films de este tambaleante universo. Los mundos que presenta la película son bastante buenos, pero no creo que sean el plato fuerte. La Atlántida es un rejunte de elementos de STAR WARS fusionados con AVATAR, osea, un mundo hecho por CGI como los que ya estamos acostumbrados a ver. Por otro lado la selección de locaciones reales fue PERFECTA y excelentemente aprovechada por el increíble James Wan. Tenemos una batalla en las costas del mediterráneo que no solo es increíble en aspectos técnicos, sino que esta tan bien escrita que honestamente me cuesta ponerme en exquisito con los demás aspectos genéricos que la película otorga. La historia tiene elementos típicos del cine de aventuras. Podemos pensar que se afanó mucho de ‘THOR’ o ‘BLACK PANTHER’, pero seamos realistas … muchos mitos, historias literarias y películas tienen conceptos similares típicos de las historias de los héroes actuales. En sí el guión no tiene grandes sorpresas, el argumento es simple y no por eso aburrido, tenemos el clásico Macguffin (o objeto en el cual la trama gira) que es el tridente, un villano secundario, un villano principal, un interés romántico y un giro bastante predecible. La nafta de la idea es la energía que se le puso al film, mientras la vi no recorde ninguna de las anteriores ideas similares a la que eligieron para hacer AQUAMAN. Los personajes tampoco son un monumento a la tridimensionalidad, su sustento es el mismo que tienen personajes como Indiana Jones o John McClane … el carisma de los actores. Momoa es encantador y divertido, pero se nota que el tipo es así en su vida social y no se preocupo en flexibilizar su capacidad actoral para darnos a un personaje distinto al que ya hayamos visto. En su defensa el guión tampoco lo intenta, la película es buena gracias a su ritmo y su apartado visual. Amber Heard es himnotica, pero cuando baja la libido nos percatamos de que como actriz es un desastre. “AQUAMAN” es una película divertida y bien hecha. Es entendible que despues de tantas patadas en los testículos entre el estudio y los fans se busque ir a una zona mas segura y cercana a lo que Marvel Studios ofrece con su exitoso universo, honestamente a pesar de que recae en cliches genéricos salí mas que satisfecho con lo que vi. La visión oscura de Zack Snyder fue completamente descartada y se ve que Warner intenta hacer una especie de reboot muy ligero con respecto a sus traspiés del pasado. Yo soy de los que querían ver el arco de cinco películas que el director tenía planeado, ya que era algo muy (MUUUY) diferente a lo que planteaba Disney con sus Avengers. Pero en la industria si algo no funca se mata en el instante. “Aquaman” es una película que difícilmente los decepcione, la recomiendo a todo ritmo. Warner ya se encuentra trabajando en una continuación del film. Lo próximo de DC es “SHAZAM!” en Abril, dirigida por David F. Sandberg y protagonizada por Zachary Levy y Mark Strong. Se basa en uno de los personajes mas antiguos de la editorial, la historia sigue a un jovencito que adquiere el poder de convertirse en un super heroe con tan solo gritar la palabra que le da título al proyecto. Originalmente el personaje se llamaba CAPITÁN MARVEL, pero ahora Marvel tiene el dominio del nombre para su personaje que tendrá películas propia en Marzo del año que viene. Calificación 8/10
El mar nos llama Cuando era pibe, era fanático de Superman gracias a las cartas de Cromy y las figuritas de Super Amigos (Super Powers) dibujadas tan magistralmente por nuestro gran negro García Lopez. Recuerdo que era imposible no perderse en esos diseños sonrientes, con el color tan único que tenía el negro y que tanto supo calar en generaciones; dejando un legado para los artistas que lo precedieron. Y fue entre esos juegos de “figus” y naipes que descubrí a ese personaje rubio que podía comunicarse con los peces y era rey de los mares. Alguna tarde mirando las aventuras de los Super Amigos en la tele, en una merienda me enteré que se llamaba Arthur Curry, pero siempre tuve desde mi infancia un gran aprecio por el rubio que iba de verde y naranja. Pero a lo largo de los años e injustificadamente a mi parecer, Aquaman se convirtió en ese personaje del cual todos se burlaban y siempre traté de entender el porqué: mi teoría es que a diferencia de otros personajes, quizás Aquaman sea el único miembro de la Liga de la Justicia que tuvo pocas chances en cine y en tv, pero en 2018 eso va a cambiar para siempre porque James Wan nos trae la aventura más comiquera que se haya hecho hasta ahora y realmente el espíritu de cualquier fan de DC no va a quedar inmune ante esta película. El film es de origen, pero con la particularidad de encarar la historia (a mi entender) de la forma más comiquera que recuerde haber visto en pantalla. Retomamos donde Justice League (Liga de la Justicia 2017) dejó a Arthur (Jason Momoa) y ese pequeño pantallazo de Atlantis con Mera (Amber Heard) recordándole su posición como heredero real del trono tras la desaparición de la Reina Atlanna (genial interpretación de Nicole Kidman). El arranque de la película ya sienta bases para comenzar a sentir que lo que vamos a ver no será algo intrascendente, si bien para muchos, incluso la crítica, este film carga con una responsabilidad de cumplir las expectativas que los ejecutivos de Warner no pudieron mantener con el traspié que significó la última película que terminó a cargo de Joss Wedon y que contaba con nada más y nada menos los héroes más importantes de todo el universo DC. El que tomó la posta de semejante empresa es quizás el último mimado de Zack Snyder y que se mantuvo como candidato todo el tiempo desde que se anunció la realización del film: James Wan, un director que viene del genero un tipo que no le tiene miedo a nada y que logró siempre buenos resultados en cada proyecto en el que se haya involucrado. Wan logra una película soberbia, un relato de origen digno de las mejores viñetas, con grandes actuaciones, con personajes que aportan a la trama. Visualmente arrolladora no puedo dejar de destacar las escenas de acción en el Sahara en la búsqueda de ese bendito Tridente que pondrá las cosas en orden en Atlantis, gobernada tiránicamente por Orm (Patrick Wilson) el medio hermano de Arthur, actor fetiche de Wan y que realmente logra una soberbia actuación para poner en contrapunto a uno de los villanos del film. El otro villano está encarnado por el poco conocido actor Yahaya Abdul-Mateen II y que será el medio en el film para llevar a cabo los planes de Orm de poner en guerra el mar con la tierra pero con la particularidad de contarnos de origen el porqué del odio de Black Mantha por Arthur; les puedo anticipar a los fans que los momentos de batalla de Arthur contra Black Mantha van a ser más que increíbles dejando a la altura el hype de cualquier digno lector que haya soñado con ver a estos dos cascarse en pantalla alguna vez. La película tiene una duración de más de dos horas que se pasan volando, con respecto a los saltos en el tiempo de la historia mezclando un poco el origen de Aquaman siendo entrenado desde muy niño por Vulko (Willem Dafoe) siempre correctísimo y esos trazos de la historia Atlantiana forjando el destino de Atlanna y la concepción de este hijo mitad humano mitad Atlantiano que será el puente que una la tierra con el mar como cuenta un vieja leyenda, la película tiene momentos épicos, momentos donde nos emocionaremos y algunas pequeñas dosis de humor muy bien resueltas que no dejan que perdamos el sentido del viaje del héroe nunca. Para terminar, quiero destacar la secuencia visual en la que podremos ver lo que James Wan puede lograr creando atmósferas, y es esa escena en el que los dos protagonistas se enfrentan a las criaturas llamadas LAS CRIATURAS DE LA FOSA (THE TRENCH), pienso que es su sello dentro de la película, un momento de terror único llevado a cabo con una maestría única del australiano marcando una pausa y a la vez un ritmo frenético pocas veces visto en películas de este tipo. Aquaman trae un inmenso nuevo mundo para explorar personajes y criaturas únicas, batallas acuáticas memorables, escenas de acción rodadas realmente con la pasión que una película de DC merece. Van a disfrutar cada momento, se van a sentir niños viéndola y eso es algo genial, entender que además de entretener la función del cine es recordarnos que podemos disfrutar; disfrutar la fantasía sin que todo tenga una lógica, cabalgar un inmenso hipocampo o ver un pulpo tocar un tambor, sin la vergüenza de caer en el disfrute y la alegría visual. Así como muchos fans disfrutamos la oscuridad de Batman V Superman creo que la mejor forma de dar vuelta esa moneda es de la mano de James Wan, con una película que probablemente sea recordada como el verdadero resurgimiento de la luz tras Zack Snyder. Hay futuro para el DCEU (DC Extended Universe), quedan muchas historias que contar y esperamos con muchas ansias tener otra oportunidad de ver a nuestra Liga de la Justicia en una nueva oportunidad coral de demostrar porqué son los héroes más grandes de todos. Para cerrar esta review, hecha desde el inmenso cariño por estos personajes, déjenme decirles a los lectores: amigos no dejen de que absolutamente ninguna crítica condicione sus ganas de divertirse en una sala, de sorprenderse de soñar con los héroes que nos emocionaron de chicos en el patio de la escuela, esos héroes nobles, hidalgos con sus sonrisas enormes y opacando todo el mal con sus trajes coloridos, porque esos recuerdos hoy se viven en una pantalla y pobre de aquellos que no tienen esos héroes con los qué soñar. *Review de Mariano González
El rey reacio Después de ser reclutado por Bruce Wayne para enfrentar a Steppenwolf durante los hechos retratados en Liga de la Justicia, Arthur Curry volvió a su vida normal. O casi, porque aunque se esfuerce en negarlo le gusta un poco eso de ser héroe y se fue creando una fama entre los marineros de alta mar a quienes suele ayudar cuando están en peligro. Es así que interviene durante un ataque pirata a un submarino. En el enfrentamiento muere uno de sus líderes, dejando a su hijo clamando venganza contra ese poderoso misterio a quien los marinos llaman Aquaman. Mientras tanto, en las profundidades del océano los reinos están alborotados. El rey de la Atlántida y medio hermano de Arthur está decidido a unificar a los otros reinos bajo su mando para declarar la guerra contra la superficie, un plan que tanto su visir como su futura esposa planean detener convenciendo a Arthur de reclamar el trono como legítimo heredero. Él genuinamente no tiene ambición por la corona, pero comprende que es la única forma de proteger al mundo de la superficie de una guerra que arrasaría con todo. Era por abajo (del agua), DC Después de un par de patadas en los dientes y algún intento que salió aprobando con lo justo, era arriesgado entusiasmarse con el nuevo estreno de un errático DCU que no parece tener claro el rumbo que pretende. Más si era con otra historia de origen, que siempre arrastran el ancla de tener que resumir años de información a la vez que cuentan una trama. No sin algunas críticas, Aquamanpor fin lo logra. Cuenta en simultáneo su historia entrelazada a la de su personaje, mostrando de su pasado lo justo para que el resto tenga sentido y se entienda cómo funciona este mundo. No hacen falta más detalles, después de todo no deja de ser una película de acción y aventuras con gente linda y musculosa dándose tortazos unos a otros. La trama es un camino del héroe de manual y no presenta gran originalidad, pero tampoco lo necesita. El héroe tiene una misión para la que no está preparado, y emprende un viaje por el mundo para encontrar un artefacto mítico perdido hace miles de años que le permitirá dar vuelta la situación. En el camino logrará solidificar su identidad a la vez que cierra algunos huecos de su pasado que le impedían cumplir con su destino. Y para no desentonar con los otros de la Liga, su trauma principal viene por el lado de una madre que por más que sabe defenderse bien sola, existe únicamente para darle motivación al protagonista; solo le falta llamarse Martha. Seguramente si no estuviera interpretada por Nicole Kidman tendría la mitad de las líneas de diálogo, pero ni así se vuelve relevante. La realidad es que la mayoría del elenco no destaca en sus roles y Jason Momoa sale bien parado a puro carisma, no por potencia dramática. No es el Aquamanhosco y solemne de otras épocas pero tampoco es un comediante, y ese balance le suma. No puede tomarse muy en serio a un personaje que habla con los peces pero tampoco hace falta hacerle decir un chiste detrás del otro. Dejando todo esto de lado, el verdadero punto central de la película son las escenas de acción. Por su cuenta Aquaman logra lo que no habían logrado juntando a toda la Liga: combates fluidos, variados y entretenidos, que alternan el foco entre personajes con naturalidad dentro de una misma secuencia, destacando sobre todo una persecución por los tejados de Sicilia. Es épica cuando enfrenta ejércitos enteros en el campo de batalla, y brutal cuando se confina dentro de una habitación, permitiéndose mostrar violencia un poco más explícita que el promedio del género pero sin arriesgarse a perder la calificación de edad. Ello en diversos escenarios que van desde el pintoresco mediterráneo a la ciudad sumergida de Atlántida, donde conviven naves de diseño casi alienígena con monturas de tiburones y diversas criaturas fantásticas. No todo es perfecto, y si algo puede criticarse es que todavía se resisten a dejar de lado varios de los lugares comunes del género como el abuso del recurso de la cámara lenta para remarcar acciones y esa maldita necesidad de explicar algo que acabamos de ver con alguna frase trillada e innecesaria; pero en promedio el resultado es más que satisfactorio
Basta de películas de superhéroes. O al menos de producciones que intentan desde la exageración, el desborde, la pirotecnia visual y no mucho más, seducir a espectadores sedientos de comic y de más aventuras superficiales. Acá al Aquaman que conocemos lo inflan con esteroides, le agregan una nacionalidad tercermundista y le inventan un romance con una sirena. Nicole Kidman se presenta como la reina del mar, madre de unos Caín y Abel que se las traen, en una producción vacía, aburrida, larga, muy larga, y que en el fondo emula la fórmula Marvel para conquistar al público.
Como arrancar una critica sobre una película a la que no le tenias nada de expectativa? Como arrancar una critica de una película que cuando viste el trailer dijiste “uy, Dios, que hicieron?” Como arrancar la critica de una película cuyo protagonista te despertaba una total y absoluta apatía? La empezas diciendo “Me equivoque”. Aquaman es, en mi opinión, y a la fecha, la mejor película del Nuevo Universo DC Post Nolan, y si, INCLUYO LA MUJER MARAVILLA. Cronológicamente, la película empieza poco después de lo ocurrido en Justice League. Con Aquaman básicamente viviendo en su pueblo natal, ayudando a quienes quiere, emborrachándose y sin intención alguna de ser un héroe. Pero como suele pasar, los héroes aparecen cuando no tienen opciones, y los súper héroes, debe aparecer cuando el mundo no tiene opciones. Sin ahondar mas en la historia, para no cometer ningún spoiler, hay varias cosas que me gustaron de la nueva entrega de Warner DC. En primer lugar, Jason Mamoa. Sinceramente no le tenía nada de fe. Lo consideraba básicamente un modelo sin carisma. Como actor nunca lo había visto hacer nada de este calibre, y como todos sabemos, este tipo de películas si no tienen un protagonista carismático fallan rotundamente porque no solo no les creemos, sino que nos anula la empatía (Superman Returns, Batman Forever, etc.) Y debo decir que la persona que lo eligió, vio lo que yo no vi. A lo largo de la película, más allá de su belleza evidente, logra todo lo anterior. Es divertido, es gracioso, tiene timing, cuando tiene que ser serio lo es, físicamente se impone, tiene presencia, las escenas de acción le quedan al dedillo… en pocas palabras, cerro por todos lados. A eso se le agrega, justamente, las escenas de acción. Además de todo lo que me generaba desconfianza antes, la elección de James Wan tampoco me daba confianza. Que tenia que ver el tipo que dirigió “El Juego del Miedo”, “Rápido y Furioso 7” y “El Conjuro” con una película de superhéroes? Y sabes que tiene que ver? Que filma bien. Claramente la formula de Paty Jenkins para La Mujer Maravilla, hizo mella, y las peleas no parecen un Juego de Play “ (Snyder teléfono) sino que estan hechas como si personas con súper fuerza, se fajara a tortazos en nuestro mundo. Simple. No es todo animación computada, es práctico. Es físico. Es real. Y a este detalle se le agrega la manera de retratar los diferentes mundos, fotográfica y estéticamente. Cada lugar tiene su impronta, y cada momento su tono. Nada desentona, la tierra no tiene la psicodelia de Atlantis, ni Atlantis tiene el realismo de nuestro mundo. Además, el guión es sólido. Tiene mechado la historia de su origen (para muchos desconocida) con toda la información necesaria, sin hacerse un chicle interminable como el hombre de acero, y mientras hace eso, avanza la historia, presenta los personajes, nos adentra en los diferentes mundos, y para cuando termina, ya estamos inmersos en la historia del hijo bastardo de Attlana. Claramente, la colaboración de los cinco guionistas, guiados por (y esto es una creencia personal) Geoff Johns rindió ampliamente sus frutos. A grandes rasgos, esas son las cosas que mas me gustaron. El elenco también esta impecable (exceptuando cuando los rejuvenecieron digitalmente, algo que básicamente les impide actuar porque les borran las facciones), las locaciones, y hasta el mensaje ecologista logran un balance que hace de las dos horas y cuarto, completamente disfrutables. Lo único que criticaría, sino no seriamos citricon, es la música. No tiene coherencia alguna. Pasando por clásicos de los 80’s y 90’s, por momentos poniéndose psicomodernosa estilo Tron o Blade Runner, y después volviendo a la clásica melodía de Rupert Gregson-Williams, distrae, y le quita cohesión al conjunto, haciendo que parezca que alguien se equivoco al ponerla ahí. En definitiva, ojala este sea el rumbo que va a tomar el Universo DC. No es necesario que las películas sean deprimentes, para que el mundo este en peligro. No es necesario que los efectos especiales sean obvios, al punto de ser quitch. Que justamente son más efectivos cuando no se notan. Y ante todo, las películas de súper héroes tienen que ser entretenidas, divertidas y hasta un poco cursis. No es necesario tomarse tan en serio un mundo donde un extraterrestre vuela, un millonario se viste de murciélago, una amazona tiene un avión invisible, y un Maori habla con los peces y respira bajo el agua.
“Aquaman”, de James Wan Por Jorge Bernárdez En la guerra entablada entre los gigantes creadores de superhéroes, hubo una época en la que Marvel estaba bastante lejos de DC, pero en las últimas décadas y por un estudiado asalto al mundo del cine Marvel sacó la delantera y mientras las películas de los Avengers juntos ypor separado fueron creando un universo en constante expansión, los responsables de DC asociados a Warner no dan pie con bola a tal punto que Batman, uno de sus personajes más rendidores, hoy no tiene quién lo encarne mientras que se preparan dos películas sobre el Joker y no hay noticias de Superman. Curiosamente es la Mujer Maravilla la que está cerca de tener una nueva aventura en cine y mientras eso ocurre, el último mes del año trae una película de un superhéroe que en otras épocas figuraba en un tercer o cuarto plano: Aquaman. Los personajes principales de DC parecen estar cansados, así que mientras resuelven que hacer con ellos la reserva del Palacio de la Justicia aguanta los trapos. Aquaman es un héroe mitológico, mitad humano, mitad Atlante, ya que su madre era una diosa y reina de las profundidades y su padre un humano que se dedica a cuidar un faro. Eso se cuenta en esta primera película que tienevarios virtudes robadas de las películas de Marvel, hay un gag directamente copiado de Thor: Ragnarok. El hijo de Atlanna (Nicole Kidman) y el cuidador del faro crece sin la madre al lado, ya que siendo este muy pequeño ella debió volver a las profundidades del océano para cumplir su papel dentro de uno de los reinos que existen allí en lo profundo. Ya de grande el niño es una Aquaman, un héroe reconocido por aquellos que viven en el mar. Aquaman interviene para defender embarcaciones de desastres naturales o delos ataques de los piratas. Pero la extraño paz establecida entre la superficie y los reinos submarinos está por romperse porque el hermanastro de Aquaman está lanzando una cruzada para limpiar el océano en principio y aniquilar a los humanos si es necesario para limpiar los océanos. El conflicto hace que desde el fondo del mar algunos partidarios de la convivencia pacífica busquen al hijo de Atlanna para que haga entrar en razones a su hermanastro o vencerlo,en una lucha por la corona del reino que unifique los pueblos subacuáticos. Enormes batallas superpobladas de efectos especiales, algo de humor y toques de drama con algo de Shakespeare subacuático. El disparate de Aquaman es mucho más llevadero que el plomazo edípico de Superman y Batman en las anteriores películas de DC. Parece como si a los héroes de DC la seriedad los volviera aburridos y el resultado pensado por los ejecutivos resultó ser volver al mundo de la historieta y quitar todo vestigio de dramatismo. Las cosas parecen encaminarse de la mano de la Mujer Maravilla que no envejece y atraviesa la historia humana del SXX y del mutante mitad humano mitad dios que se conecta con el mundo subacuático. Los amantes de las historietas agradecerán el rumbo que DC va tomando mientras que los amantes de los cómics más oscuros y para adultos tendrán que armarse de paciencia y esperar qué les depara 2019. AQUAMAN Aquaman.Estados Unidos/Australia, 2018. Dirección: JamesWan. Guión: Will Beall y David Leslie Johnson-McGoldrick.Intérpretes: Jason Momoa, Amber Heard, Willem Dafoe, Patrick Wilson,Nicole Kidman, Dolph Lundgren, Yahya Abdul-Mateen II, TemueraMorrison, Ludi Lin, Michael Beach. Producción: Peter Safran y RobCowan. Distribuidora: Warner Bros. Duración: 143 minutos.
Entre la tierra y el océano “Aquaman” (2018) es una película de superhéroes que constituye la sexta producción cinematográfica dentro del Universo Extendido de DC (DCEU). Dirigida por James Wan (El Conjuro 1 y 2), el guión estuvo a cargo de David Leslie Johnson-McGoldrick y Will Beall. Protagonizada por Jason Momoa (Khal Drogo en Juego de Tronos), el reparto se completa con Amber Heard, Patrick Wilson (Insidious), Willem Dafoe, Nicole Kidman, Temuera Morrison, Graham McTavish (Outlander), Yahya Abdul- Mateen II, Michael Beach, Dolph Lundgren, Ludi Lin, entre otros. Escapando de un matrimonio arreglado, Atlanna (Nicole Kidman), reina de Atlantis, logra llegar a la superficie y es rescatada por Tom Curry (Temuera Morrison), dueño del faro. Con el paso del tiempo los dos se enamoran y tienen un hijo, al que nombran Arthur debido a una tormenta marina de la actualidad. No obstante Atlanna debe regresar a las profundidades del mar para proteger a su niño. Así es como Arthur crecerá sintiéndose culpable y odiando a la nación submarina ya que ésta consideró a su madre como una traidora y decidió ejecutarla. Ya mayor, y con su medio hermano Orm (Patrick Wilson) en el poder, Aquaman (Jason Momoa) tendrá que hacerle frente y reclamar el lugar que le pertenece por derecho. Con la ayuda de la princesa Mera (Amber Heard), Arthur seguirá los consejos de Vulko (Willem Dafoe), mentor en su adolescencia, para dar con el tridente de Atlan (Graham McTavish) y vencer a Orm, el cual está próximo a destruir la superficie terrestre. Luego de la “Liga de la Justicia” (Justice League, 2017), Jason Momoa vuelve a ponerse en la piel de Aquaman pero esta vez para contar su historia de origen, gran desafío teniendo en cuenta que la mayoría de escenas debían ser concebidas bajo el agua. Por suerte, la mayoría de los efectos especiales no decepcionan, haciendo que el mundo acuático tenga un diseño espectacular que, como espectador, da ganas de explorar más y más. Aunque muchas escenas de acción luzcan más como un videojuego que como personas reales luchando, la cinta mantiene su épica y estilo aventurero en todo momento, logrando que el entretenimiento no decaiga a excepción del final, donde sí se siente un poco alargado innecesariamente. Otro punto a favor del film consiste en sus dos villanos, que no son malos porque sí. Mientras que el pirata Manta (Yahya Abdul-Mateen II) quiere venganza porque Arthur decidió dejar morir a su padre en un submarino, los motivos de Orm contra la tierra tienen muchísimo sentido, dejándonos un mensaje ecologista súper importante. En cuanto a nuestro protagonista, los guionistas decidieron darle un toque cómico sin dejar de lado sus inseguridades y miedos: a Aquaman no le interesa convertirse en un rey ni quiere saber nada con Atlantis en un principio, pero cuando ve que el mundo donde vive su padre está en riesgo la única alternativa que le queda es enfrentar a su hermanastro. Haciendo bastante hincapié en el hijo puro versus el bastardo, la cinta inevitablemente recuerda a Thor y Loki e incluso a Harry Potter con la diferenciación que se le hacía a Hermione llamándola “sangre sucia”. Con paisajes del desierto del Sahara y la isla de Sicilia, Italia, “Aquaman” llega a las pantallas para seguir demostrando que, como con “Mujer Maravilla” (Wonder Woman, 2017), DC es capaz de hacer buenas películas de sus superhéroes.
Siguiente paso en el universo cinematográfico de DC, "Aquaman" de James Wan parece haber escuchado el pedido de los fans, aún manteniendo la impronta de la casa editora. Durante más de veinte años, el reinado de las películas de superhéroes era casi exclusividad de la gente de DC. Superman en 1978 plantó bandera y nadie se le animaba, por lo menos no con el suficiente éxito y producción como para hacerles sombras. Recién para 2000, "X-Men" comenzaba a cambiar el panorama; junto a "Iron Man" ocho años después. Ya para 2012, "Avengers" llevó la posta a la vereda de enfrente. Desde entonces, el fanmade está con Marvel, y DC navega en desesperados intentos por recuperar lo que era suyo. "Aquaman" es otro capítulo dentro de esa contienda. Que son demasiado solemnes, muy plásticas, que los personajes y los diálogos no están desarrollados, que les falta gracia. DC recibió críticas de todo tipo en los últimos años, y parece que tomaron nota. El personaje creado por Mort Weisinger y Paul Norris no está entre los más populares, por lo que el desafío era doble. Aunque el antecedente con "Mujer maravilla" era positivo. Pareciera que ahora les va mejor cuando se alejan un poco de sus dos pilares Superman y Batman. Quizás la falta de presión de tener que hacer algo enorme los favorece. "Aquaman" se siente así, una película relajada, pensada para el entretenimiento directo; y esa es su clave para obtener resultados positivos. Ubicándose luego de los hechos de "Batman vs. Superman" y "La Liga de la Justicia", Arthur (Jason Momoa) ya actúa como un paladín en el mar, rescatando inocentes, y atacando a una banda de piratas modernos, entre otras cuestiones. Pero el pasado vuelve a buscarlo. En una secuencia previa conoceremos sus orígenes, como hijo de un cuidador del faro (Temuera Morrison, gran rescate) y Atlanna (Nicole Kidman), reina de la Atlantida que huyó de un matrimonio arreglado para prolongar la dinastía. "Aquaman" se maneja con intrigas palaciegas y todos sus elementos. Celos, traiciones, envidias, entramados, distintas familias disputándose el poder, y por supuesto, choque de dos mundos. Arthur desconoce, o niega, mucho de su proveniencia; y aquello de lo que su madre una vez huyó, ahora reclama su presencia. Ante la posibilidad de asunción de un nuevo rey, Orm (Patrick Wilson), hermanastro de Arthur; los opositores necesitan que este reclame su trono legítimo. Pero para esto, primero deberá formarse y superar una serie de desafíos. Aquaman es similar a Thor o Black Panther en este aspecto, pero resuelve varios asuntos mejor que aquellas. No abusa del humor absurdo cliché, empatiza mejor con los personajes y su química entre sí, no convulsiona los sentidos, y no se asumen como más que una película pochoclo rápido. Orm pretende dar por terminado un pacto de paz con los humanos e imponer su poder. Vulko (Willem Defoe) que entrenó a Arthur de chico, ahora debe guiarlo nuevamente. Se le suma Mera (Amber Heard), princesa de otro dominio que en un principio no empatiza con los humanos, pero terminará formando dúo con Arthur para truncar los planes de Orm. En realidad el argumento es bastante sencillo, y si por algo se complejiza es por abarcar demasiado, quizás más de lo necesario. No se destaca por su originalidad, ni busca hacerlo. Es un espectáculo que entra por lo visual (sin recaer en la megalomanía de los films de Snyder), y presenta un timing adecuado para la aventura. No encontraremos mucho del James Wan clásico asociado al mundo del terror, quizás sí el de "Rápido y Furioso". En lo que es un film por encargo, Wan le otorga espacio a los personajes, les de su momento de lucimiento y protagonismo a cada uno, y hace que la película fluya armoniosamente. "Aquaman" tiene humor, mucho, quédense tranquilos. No es ese humor en base a las referencias cancheras, aunque sí hace uso de una banda sonora muy ganchera y certera con acordes de clásicos vintage. El humor de "Aquaman" recuerda al del "Superman" de Donner, apelando a la química de la pareja, sacando chispa del cruce de mundos. En este aspecto, Momoa y Heard se complementan, se divierten y nos divierten. No trata de asumirse en serio, y así todo se ve agradablemente ligero, colorido, pasatista, pero sin perder la épica distintiva de DC. Las dos horas veinte de duración pasan rapidísimo y nunca decae. Momoa ya había demostrado estar a la altura del personaje. Acá explota un poco menos su costado burlón que en los films anteriores, y nos convence que el protagónico no le queda grande. Los secundarios son otro acierto, sumándole a los mencionados, un Dolph Lundgren delicioso. Aquaman se dispersa en el medio, abarca demasiados giros y aristas. Lleva a sus personajes de un lado hacia el otro. De recolectar pistas, a enfrentarse a un monstruo; de truncar al pirata transformado en Black Mamba (Yahya Abdul-Mateen II, algo deslucido) a adentrarse en las intrigas interoceánicas. En algún punto, esto la debilita. Cuando se focaliza, y se concentra en el viaje de Arthur y Mera, ahí la película sube y atrae. Por suerte, es el mayor tramo. DC parece haber tomado lo mejor de su casa rival, sin necesidad de querer imitarlo infructuosamente como hizo en "Suicide Squad". Conservando su espíritu, y aportándole humor y ligereza. El resultado es bienvenido. Así como nuestro protagonista, hay un trasfondo de querer recuperar el trono. Solo el tiempo dirá si lo lograron.
James Wan, director que proviene del género de terror, desembarca en la costa superheroica con Aquaman, film dedicado exclusivamente a la figura del heredero a ocupar el trono de la Atlantis. Al igual que ocurrió con todas las otras producciones pertenecientes al universo cinematográfico de DC, exceptuando un poco a Mujer Maravilla (Patty Jenkins, 2017), Aquaman falla en lo que quiere contar y en cómo lo hace. Demostrando una completa falta de sentido y lógica cinematográfica como única constante, se trata de un film que desea ser todo y resulta ser la nada misma al punto de convertirse en el peor film de esta saga superheroica, o al menos compartiendo el puesto con Escuadrón Suicida (David Ayer, 2016), y también el peor estreno de este año. Esta primera adaptación del personaje al cine, si bien dicha versión caracterizada por el actor Jason Momoa ha tenido su participación en otros films, no solo sufre de cuantiosos problemas en su construcción sino que es un problema en sí misma. La ausencia de criterio para delinear personajes y conflictos hace que la historia no tenga nada a su favor como para poder sostenerse en sus más de dos horas de duración. Esto sumado al paupérrimo y excesivo uso de efectos digitales, que no solo aplica al mundo creado bajo el fondo del mar sino también al rejuvenecimiento facial de algunos personajes como la reina Atlanna (Nicole Kidman) y el visir real Vulko (Willem Dafoe), dos actores de renombre que intentan sin éxito hacer lo que pueden con lo que tienen. Para ponerlo en sintonía con la temática acuática, la historia de Aquaman es inundada por inmensas olas de diálogos trillados y un camino del héroe que cambia de objetivos y de registro de género dependiendo de los elementos ridículos que ingresen en la trama. Estos pueden ser desde una similitud con el peor cine de acción y aventura de dos décadas atrás, una suerte de estética de videojuego y una comedia romántica. Y por si no era suficiente, también se incluyen algunos clips musicales para observar cómo el protagonista y Mera (Amber Heard), su interés romántico, salen a la superficie acompañados de un ralenti al son de música pop; una espectacularidad de luces y colores que funciona como distracción mientras que el protagonista cambia de propósitos debido a la cantidad de conflictos que le son arrojados desde el guion. Es así como si no bastara con tener que disputarse el trono de la Atlantis con su hermano Orm (Patrick Wilson), Aquaman debe hacer malabares (claramente más distracciones) entre el villano Black Manta (Yahya Abdul-Mateen II) que amenaza su vida y la búsqueda del mítico tridente que le brindará al héroe el poder absoluto de todo el océano. Algo que incluso los afiches del film se encargan de arruinar ya que allí se ve revelada la resolución, lo cual quita cualquier intento de intriga que pudiese haber en la búsqueda del héroe. Las únicas reacciones que pueden surgir ante los constantes intentos de quitarle cualquier atisbo de atractivo al film se pasean entre la incredulidad y la vergüenza ajena ante lo que se está viendo. Lo cierto es que esta aventura que transcurre mayormente en el fondo del océano, y que no prescinde en ningún momento del uso del CGI, posee tanto un tratamiento cambiante y absurdo como también una construcción de historia y personajes que la asemejan más a un dibujo animado —no apto para mayores de 5 años. De allí resulta su gracia poco efectiva o momentos inexplicables como la presencia de un calamar tocando tambores en medio de un enfrentamiento. Hay presente un contraste tan fuerte entre la escasa acción real y el aspecto digital que rodea a los personajes que todo lo que se ve en pantalla resulta en un ridículo total. La historia incluso se pone trabas a sí misma poniendo a los personajes narrando diferentes historias sobre los distintos reinos y leyendas marítimas que difícilmente tengan relación alguna con una trama que, al igual que el protagonista, desconoce en verdad su objetivo. Aquaman es en todos sus aspectos un film que carece de intenciones y que no posee en casi ningún momento la figura de un director que se haga notar, a excepción de una escena en la que la pareja protagónica se enfrenta a unas escalofriantes criaturas. Es allí donde por un breve momento se puede apreciar un poco del conocimiento de su director a la hora de crear tensión ligada al terror. Sin embargo, la nueva producción de la factoría Warner/DC sigue desperdiciando sus oportunidades de hacer algo digno de ser visto, arrojando a las salas otro producto que no hace otra cosa que contaminar todavía más el gran océano cinematográfico.
Los que Vigilan desde el Tiempo – Una crítica a Aquaman Aquaman (2018) resulta una de esas películas que, ante todo, generan anticipadamente un clima de desconcierto. Por un lado, tenemos a este héroe de DC que no pertenece al Olimpo de popularidad -perdón fanáticos de Aquaman- por lo que no existe una cristalización popular del personaje como arquetipo reconocible a priori. A esto, debemos destacar que el universo cinematográfico de DC nunca llegó demasiado lejos -salvo por la honrosa excepción de Wonder Woman (2017)- en la calidad de sus películas, hecho que motivaba un pronóstico no demasiado alentador. Sin embargo James Wan, director de esta película, ha sabido convertir este sinnúmero de debilidades en aspectos positivos y eso es uno de los logros más rotundos de Aquaman. En primer lugar, que Arthur Curry no constituya un firme referente en el imaginario popular de los comics permite al carismático Jason Momoa recrearlo en un proceso de fuerte impronta personal. El actor se carga al hombro gran parte del trabajo, elaborando en pantalla grande un personaje fuerte, gracioso, pero también desvalido y no exento de debilidades y errores. James Wan se arriesga a contar el archiconocido periplo del héroe a través de una fuerte apuesta estética. La película parece emular la linealidad de las viñetas de un cómic en sentido estricto. Por ello, los personajes hablan más por el ambiente del que participan y por la semiosis de los signos que los rodean que por los diálogos fijados por un guión- hay que decirlo- bastante mediocre. De esta manera, existe una atractiva construcción del espacio que reviste una atmósfera singular a cada momento del film. En ese sentido se nos presenta una hipertecnificada Atlantis que recuerda a una futurista ciudad cyberpunk de neón sepultada bajo el agua. Colores saturados, naves sofisticadas y edificios descomunales son parte del encanto visual que nos ofrece esta inmersión oceánica, pero la película también da lugar al más allá. Detrás de toda esa porosidad benjaminiana, se pueden ver los agujeros que esta civilización padece en el devenir de su historia. En la profundidad del mar, la fuerza de la justicia no aparece –predeciblemente- de la mano de la tecnología sino del mito (1). Detrás del neón y de la Technik asoma la historia del Rey Muerto, Atlan y su tridente perdido. Atlan reinaba cuando la Atlántida aun existía sobre la superficie y en su exilio posterior forjó seis reliquias mágicas que, junto a su tridente, serían conocidas como las “Reliquias del Rey Muerto”. Arthur Curry debe legitimar su condición de gobernante y de héroe al recuperar, como parte de su prueba, el famoso objeto perdido. En ese nivel, profundo e insondable, descansa el mítico Karathen (Julie Andrews), una criatura descomunal y feroz que vigila los restos del Rey Muerto y sus reliquias. De esta manera, la metáfora sobre el monstruo y el estado psíquico del héroe queda sobreexplicada. James Wan maneja con maestría estos contrastes entre el viaje futurista y la expedición arqueológica de iluminación, pero también él mismo anticipa toda la historia que va a contar a través de un gesto más o menos explícito: la alusión a “El Horror de Dunwich” de Howard Philip Lovecraft (2). Por un lado, es un guiño autorreferencial y apunta hacia el amor infinito de Wan por el género que lo hizo conocido. Por otro lado, quienes conocen la historia de Lovecraft podrán establecer la relación entre los dos hermanos hijos de criaturas diferentes (una humana y un dios) . De esta unión nace un niño parecido a su madre (Wilbur) y otro monstruoso y malvado, parecido a su padre (el horror de Dunwich). La disputa entre ellos, la voracidad del mal que quiere acapararlo todo y expandirse, la pulsión de la sangre y el destino, todo aparece ya en este cuento de 1828. En otro sentido, los puntos más flojos del film, además de las casi dos horas y media y la sobre-explotación del CGI, resultan de la mano de los villanos. Ni Orm (Patrick Wilson ) ni Black Manta (Yahya Abdul-Mateen II) conmueven ni convencen. Sus papeles de antagonistas del héroe apenas se traslucen, por lo que sus lugares en la película quedan relegados a la inclusión de escenas de acción y de batalla. El rey Nereus (Dolph Lundgren) también aporta poco a la trama. En las antípodas, se encuentra la encantadora Mera (Amber Heard) que, como mujer de armas tomar, imprime grandes escenas de acción y genera intensos momentos en la trama con su coequiper, Aquaman.
Dirigida por James Wan, llega a los cines la nueva película del mundo DC Comics. Esta vez es el turno de “Aquaman”. Todo comienza con la llegada al muelle de la Reina Atlanna, (Nicole Kidman) quien huye de Atlantis, su hogar en el fondo del mar por un matrimonio arreglado y llega herida al muelle, allí se enamora del cuidador del Faro. De esa unión nace Arthur Curry (Jason Momoa) quien al hacerse mayor y ya sin su madre, (quien perseguida por soldados debió huir del feliz hogar cuando él era un niño), descubre que es el probable Rey de todos los Océanos. Ayudado por la Princesa Mera (Amber Heard) prometida de su medio hermano, el ambicioso Orm (Patrick Wilson), deberá luchar contra él para ver quién es el verdadero Rey. Y de paso saldar cuentas pendientes con Black Manta (Yahya Abdul-Mateen II) un guerrero que se había enfrentado con Aquaman en otra oportunidad y busca venganza por la muerte de su padre. A medida que transiten aventuras juntos, Aquaman y Mera se sentirán atraídos y eso despertará la furia de Orm. Para ser un verdadero héroe Aquaman tuvo que prepararse, y mucho, y para ésto contó en el pasado y a espaldas de su medio hermano Orm, con la ayuda de Vulko (Willem Dafoe) cuyas escenas son de lo más entretenidas. Si bien la película abusa del CGI, no descarto que sea visualmente impecable, especialmente todo lo que tenga que ver con el fondo del mar y sus colores impactantes. Las escenas de acción y peleas también están bien resueltas. Se puede decir que no es lo mejor que ví en materia de superhéroes, pero Wan supo combinar bien el entretenimiento con la ciencia ficción, las aventuras y el amor. Tiene buenas actuaciones y fotografía y repito, escenas memorables. ---> https://www.youtube.com/watch?v=Aq_s8k7n3mw DIRECCIÓN: James Wan. ACTORES: Jason Momoa, Amber Heard, Nicole Kidman. ACTORES SECUNDARIOS: Willem Dafoe, Patrick Wilson , Dolph Lundgren, Graham McTavish, Michael Beach. GUION: Will Beall. FOTOGRAFIA: Don Burgess. GENERO: Comic , Aventuras , Acción . ORIGEN: Estados Unidos. DURACION: 143 Minutos CALIFICACION: Apta mayores de 13 años PAGINA WEB: http://www.aquamanmovie.com DISTRIBUIDORA: Warner Bros FORMATOS: 2D. ESTRENO: 13 de Diciembre de 2018 ESTRENO EN USA: 21 de Diciembre de 2018
Finalmente, los intentos de DC Comics por convertir a Aquaman en un verdadero homme fatale aspiracional parecen haber dado sus frutos en la gran pantalla con Jason Momoa. Lejos quedó aquella versión naif e inocentona del Aquaman que montaba hipocampos y hablaba alegremente con los peces en los Super Amigos. Este superhéroe cinematográfico es más adulto si se quiere, el típico badass rudo, carismático y solitario, pero que en el fondo es un bonachón entrañable al que no podés dejar de querer. Jason Momoa cumple a la perfección con su papel, y aún estando hiper sexualizado y posando exageradamente en casi todas las escenas, logra darle vida a un personaje simpático, carismático y sin demasiadas fisuras. ¡Punto para los Dothrakis! Pero este no es el único acierto de esta película dirigida por James Wan –La Noche del Demonio (2010), El Conjuro (2013), Rápido y Furioso 7 (2017)– y protagonizada por Amber Heard, Patrick Wilson, Willem Dafoe, Nicole Kidman y Dolph Lundgren. Durante sus 143 minutos el filme propone una adrenalínica aventura sin pausas en lo profundo del océano, con espectaculares escenas de acción, guerras submarinas, creativas coreografías de batalla con tridentes y un imponente despliegue visual que está a la altura de lo que en su momento James Cameron logró con Avatar. La historia nos presenta a Arthur Curry (Jason Momoa), un joven nacido de un padre terrícola y una madre Atlanteana, quien abandonó a su esposo e hijo obligada para cumplir su rol como Reina de Atlantis 35 años atrás. En la actualidad (y después de los acontecimientos de Justice League, Arthur surfea los mares rescatando embarcaciones en medio de feroces tormentas y luchando contra piratas de alta mar, eludiendo su responsabilidad como legítimo heredero del trono de Atlantis. Todo va bien hasta que el Rey Orm (Patrick Wilson), medio hermano de Arthur, comienza a conspirar para unificar a los reinos marinos y así declararle la guerra a la humanidad, que durante siglos se encargó de contaminar las aguas de los océanos con sus inagotables desechos. Ante este panorama, Arthur es convencido por la princesa Mera (Amber heard) para enfrentarse a Orm y ocupar su legítimo lugar como Rey de Atlantis, unificando así los dos mundos (el terrícola y el acuático) para vivir en armonía. Claramente, el fuerte de Aquaman no está en la historia, que es por demás elemental y está plagada de lugares comunes y diálogos anodinos. La cuestión medioambiental, que es uno de los trasfondos de la película, aparece más como una excusa (¡un mcguffin!) que como parte de las motivaciones reales de Aquaman para desafiar el poder de Orm. En ese sentido, hubiese sumado varios porotos desarrollar más la personalidad del héroe principal y del villano para darle un poco más de cohesión y sustancia a la trama (quizás también un poco de la cultura de los Atlanteanos, algo que es tocado muy de coté). Así y todo, el filme alcanza un equilibrio más que satisfactorio a partir de la química entre los personajes (principalmente entre Momoa y Heard), pequeñas dosis de humor desacartonado y una genuina vocación de entretenimiento reflejada en constantes bombardeos visuales y variadas escenas de acción logradas con mucha naturalidad y fluidez. Wan además construye un universo fantástico repleto de bellas y coloridas composiciones en donde se destacan las ciudades de Atlantis y el Mar Oculto, inspiradas indirectamente por los relatos de Julio Verne en “Viaje al Centro de la Tierra” y “20.000 Leguas de Viaje Submarino”. La película no está exenta de las ya clásicas bizarradas de DC. Si bien no ofrece tantas como sus predecesoras en este aspecto, aún así podemos encontrar pulpos tocando los tambores al mejor estilo “La Sirenita”, paneles digitales bajo el agua que entran medio volando, una versión remixada del tema “Africa” de Toto que corta el clima de la película y un par de perlitas más. La música también es bastante ensordecedora en varios pasajes y es un punto que en líneas generales resta a la ecuación total. Sin embargo, Aquaman es honesta en sus intenciones y potente en su resultado. Básica, sí, pero a la vez muy entretenida. Por eso, si estás buscando una buena película pochoclera de entretenimiento, este humilde comentarista del arte ajeno te recomienda ir al cine con toda seguridad y prepararte para ver algo que no te va a ofrecer ni más ni menos de lo que promete. Suena como un trato justo, ¿no?
In Wan we trust. Había quienes tenían dudas sobre el resultado de Aquaman. Con un nulo desarrollo en Justice League, era cuestión de su película en solitario volver genial a un personaje que fue, por mucho tiempo, el blanco de las burlas. Y no ayudó el hecho de que la que debía ser su presentación con gloria se convirtiera en sinónimo de todo lo que había fallado dentro del Universo Cinematográfico de DC Cómics, con lo que tenía el peso adicional de corregir el curso o hundirse junto a los otros. Pero había que tener fe en James Wan. Desde hace tiempo digo que el realizador convierte en oro todo lo que toca…
La historia del heredero bastardo, fruto de un amor prohibido entre la tierra el mar. Despreciado por los atlantianos y admirado por los terrestres. Un héroe que empieza huyendo de sus responsabilidades, hasta que ya no puede hacerlo. Aquaman es una clásica historia de aventura, pero se le suma que es la primera película en solitario del personaje y que cargaba con la responsabilidad de retratar dignamente a Arthur Curry (Jason Momoa). La película acarrea varios errores pero, así y todo, James Wan entretiene y logra ser una digna representación de un personaje que siempre mereció esta grandilocuencia.
En los 20 minutos finales, cuando Jason Momoa gracias a la bendición de Neptuno se digna a interpretar a Aquaman, en lugar de emular el Thor chistoso de Chris Hemsworth, la película de James Wan ofrece una oda comiquera épica que genera que le perdones todas sus falencias. De esta producción me quedo con esa gloriosa última imagen que se congela antes de los créditos y me da la esperanza que el director, quien ya se sacó de encima la obligada historia de origen, pueda brindar en el futuro una adaptación más cercana a las raíces de este personaje. El resto de la película si bien cumple con el entretenimiento se presta para el debate. Hay cosas que están muy bien logradas y otras que no terminan de funcionar. Aquaman, quien lleva más de 75 años de vigencia en el arte de la historieta, es por lejos el personaje más vapuleado dentro del género de superhéroes. Siempre fue considerado el bobo que hablaba con los peces y brindó material para burlas en series de animación y memes de internet. Aunque recién a mediados de los ´80 las historias de Arthur Curry adquirieron un perfil más dramático no fue hasta el relanzamiento del 2011, a cargo de Geoff Johns, que la imagen de este clásico fue restaurada. Aquaman se estableció como el gran antihéroe de la Liga de la Justicia con una psicología mucho más compleja que logró destacar a este cómic entre las grandes propuestas de DC de estas últimas décadas. Lamentablemente la película de Wan consigue trasladar la esencia pura del personaje a medias, a través de una película liviana pensada para el público infantil. Algo que es entendible porque el estudio necesita recuperar su inversión. En este proyecto el director enfocó toda su energía y talento en los aspectos visuales del film, donde consigue presentarle a los espectadores la enorme riqueza que tiene la mitología de Aquaman. La reconstrucción de Atlantis y su cultura es de una opulencia visual impactante y en este punto encontramos la mayor fidelidad del esta producción hacia la historieta. Todo el trabajo que hicieron con el diseño de arte en la arquitectura de los edificios, las naves espaciales y en el vestuario con las armaduras la verdad que es brillante. Wan le puso mucha pasión a este aspecto de su trabajo y en materia de acción, como era de esperarse, no defrauda en absoluto. Inclusive hasta se da el lujo en un momento de jugar con género de terror que impulsó su carrera. Como suele ocurrir con esta clase de propuestas donde el CGI juega un factor clave, la película presenta algunas inconsistencias pero en general la calidad de los efectos digitales es muy buena. La decepción de esta obra de Wan para mí es Jason Momoa. El protagonista estanca a Aquaman en rol del forzudo bruto y nunca consigue darle vida al anti-héroe de DC, porque compone un personaje chato y lineal que hasta el clímax de la historia es un clon del Thor de Marvel. El gigante bonachón que se la pasa haciendo chistes y no tiene ninguna complejidad. En Pantera Negra a T´Challa lo veíamos crecer a través de la caída y resurrección de su reino. Aquaman en cambio no tiene ningún desarrollo y no se percibe ninguna diferencia notable entre lo que hace el actor en este film y el resto de sus trabajos en el cine. Momoa tiene carisma y eso no se discute pero es hora que empiece a darle otros matices a sus interpretaciones. Henry Cavill y Gal Gadot al menos compusieron un personaje, el protagonista de este film hace siempre lo mismo y eso le resta mucho al rol principal. Por otra parte, el retrato que se hace de Black Manta, el clásico enemigo del superhéroe, es directamente patético. Un personaje interesante con un carácter complejo, debido a su ideología fundamentalista, que en la película terminó representado como el típico villano clase B de la serie de los Power Rangers y no le aporta nada a la historia. El resto del reparto por suerte brinda una labor más decente donde sobresale especialmente Nicole Kidman como la princesa Atlanna, quien tranquilamente podría tener su propia película. Patrick Wilson como Orm, el hemanastro del héroe, le da un poco de seriedad al film y tiene sus buenos momentos junto a Willem Dafoe y Dolph Lundgren, mientras que Amber Heard está correcta como Mera pero nunca se come el personaje y tampoco se muestra muy apasionada por el rol. En esta obra de James Wan por momentos se nota una tensión entre dos producciones diferentes que pujan entre sí por tomar el control de la narración. Por un lado hay una película interesante cuando se concentra en la mitología de Atlantis y sus cuestiones políticas y después está el film más familiar y exagerado, centrado en la comedia y la acción redundante, que no termina de funcionar. Tras la quinta irrupción de los villanos con una explosión para acabar con los héroes, las peleas de Momoa se vuelven reiterativas y esto alarga la duración de la historia de un modo innecesario. El humor en general es bastante pobre y parece muy forzado como si al director lo hubieran obligado a tener que hacer reír al público. El tema es que todas estas objeciones surgen cuando te ponés a pensar la película, ya que a la salida del cine salís eufórico por ese acto final que levanta muchísimo una propuesta que se siente muy cómoda entre las convenciones del género. De todos modos, después de Wonder Woman, que capturó mejor la esencia pura de la heroína, y el Man of Steel de Zack Snyder esto es lo mejor que presentó DC hasta el momento. Lo positivo es que todas las debilidades del film tienen arreglo en potenciales continuaciones, debido a la riqueza que propone el mundo de Aquaman para narrar buenas historias. Ojalá suceda.
Aquaman es, sin duda alguna, la película que todos los fans de DC Comics necesitaban. Es el film que va a satisfacer tanto a los amantes como a los detractores de Zack Snyder. Asimismo, es la película más ambiciosa del DCEU porque no solo plantea un universo aún no explorado, sino que pone toda la tecnología en VFX disponible para crear algo hasta ahora no visto. Durante décadas Aquaman fue el superhéroe sobre el cual se hicieron todo tipo de chistes, sobre su inutilidad y ridículo. Esto fue gracias a la serie animada de Los Súper Amigos, y los cortos de Adult Swing. Se creó un imaginario colectivo de looser total y muy distinto a cómo es el personaje en los comics. Desde su creación en 1941 ha tenido muchas interpretaciones, distintos cambios de trajes, le han cortado la mano e incluso mataron un hijo. Tal vez su run más famoso y prolífico fue el de los 90s, responsabilidad del guionista Peter David, pero también hay que decir que en los últimos años le vienen dando un trato preferencial. Cuando Zack Snyder casteó a Jason Momoa, quien primero tuvo un pequeño cameo sin diálogo en Batman v Superman (2016) para luego expandir su rol en Liga de la Justicia (2017), a muchos no les gustó. Suelen pasar mucho estas cosas, sobre todo con las películas de DC, y ahora lo están aclamando. La realidad que el papel, escrito de esta manera, le queda pintado. Un “born to play” (nacido para interpretar) total. Mucho carisma y presencia física abrumadora. Se luce en cada una de sus escenas y te deja con ganas de más. James Wan supo muy bien cómo aprovechar a su personaje principal y explotarlo con todo. Y hablando de Wan, el realizador vuelve a demostrar una vez más que no importa el género que encare, siempre lo hará genial. El director de las dos entregas de El Conjuro (y arquitecto de todo ese universo expandido), logra amalgamar varios tipos de películas en este estreno. Obvio que es una película de superhéroes, pero al mismo tiempo es de aventuras con muchas reminiscencias a los años 80s tipo saga Indiana Jones, una de acción y persecuciones, e incluso por momentos una de terror. El mejunje podría haber sido un desastre, pero Wan garantiza lo contrario. Incluso nos regala planos secuencia alucinantes, hasta ahora nunca vistos de tal longitud en un film de este estilo, y unas angulaciones y colorimetría soberbias. Son dos horas y veinte que pasan volando. La historia es muy simple, y tal vez ese es su punto más flojo. Pero no hay que olvidar que se trata de una película de origen. Entonces es imposible escapar a ciertos convencionalismos y reglas. En cuanto al resto del elenco, Amber Heard brilla como Mera. Mucha potencia de su parte, y gran partener para Momoa. Patrick Wilson es un buen villano, pero a lo mejor faltó un poco más de indagación en su backstory. Cosa que, si se hizo con Yahya Abdul-Mateen II, y su Black Manta. Nicole Kidman es el corazón de la cinta. Le da mucha legitimidad a la historia de amor y sentimientos del film. El resto del elenco está muy bien y a la altura de las circunstancias. Lo único que no me gustó de la película es su música. Al score no solo le falta la épica necesaria para acompañar a las imágenes, sino que hay más de una inclusión de canciones pop que desentonan totalmente. En cambio, el tono del film es el adecuado. Se balancea la solemnidad con los toques justos de humor, sin llegar a ser Marvel, y se hace cargo de lo inverosímil de muchas situaciones. Tales como un pulpo gigante tocando una especia de batería. Aquaman es uno de los estrenos del año y película fundamental en el nuevo perfil que aspira Warner en sus películas basadas en los personajes de DC Comics. Muchos están diciendo que es la mejor desde The Dark Knight (2008), a mi me parece una exageración, pero estoy seguro de que el tiempo solo la hará crecer. No se pierdan esta maravilla. Llegó un nuevo héroe, llegó el Rey, larga vida.
¡Mer-Man! Ninguna película de superhéroes ejemplifica mejor el inherente vacío que las inspira y su hambre de mitología como Aquaman (2018), un monstruo de Frankenstein sin identidad a la que llamar propia. Comparación injusta con el monstruo, que reconoce su condición y resiente a su creador. Las mejores partes de Aquaman aceptan la ridiculez del concepto y proponen un espectáculo entretenido; las peores hacen de la película algo demasiado serio para su propio bien. La película comienza con citas literarias a la obra de Julio Verne y H. P. Lovecraft, reinterpreta una vieja leyenda escocesa entre el cuidador de un faro y una femme fatale submarina para explicar los orígenes del mestizo Arthur Curry (Jason Momoa), lo transporta a la Atlántida de Platón para disputarse la corona con su vil hermanastro (Patrick Wilson), luego lo sube a una avioneta para seguir los pasos de un Indiana Jones o Nathan Drake a la caza de viejos tesoros en templos perdidos y finalmente se cobra las citas a Verne y Lovecraft al descubrir el prehistórico hueco de la Tierra y pelear contra los herederos de Cthulhu en el abismo oceánico. Todo al servicio de una nueva versión del ciclo artúrico, con un tridente en vez de una espada: ¿logrará Arthur alzar la legendaria arma incrustada para reclamar la corona y guiar a su pueblo? Todo eso resulta divertido en un nivel episódico y en la medida en que la película no se toma a sí misma demasiado en serio. Dado que el principio y el final adquieren dimensiones portentosas en un intento de darle a la historia más peso del que merece, el resultado es que la parte media de la película es la más entretenida, cuando está imitando un serial de aventuras y concentrándose en la farsa cómica/romántica entre Arthur y la bella Mera (Amber Heard). Su relación es la misma que tiene todo hombre y mujer en el virgo universo de los superhéroes: la de un fanfarrón malcriado y una figura maternal serena, responsable y llena de reproche. Momoa y Heard aunque sea tienen la química que la mayoría de las otras duplas carecen. Wilson es efectivo en papeles que piden que su personaje sea a la vez artero y contraproducente. Un segundo villano, Manta (Yahya Abdul-Mateen II), se compone como el némesis de Aquaman pero no deja gran impresión más allá de un traje bonito. Nicole Kidman y Willem Dafoe se desperdician en papeles menores, relegados a explicar mucho y decir poco. Estas sesiones expositivas suelen culminar con una explosión y la llegada de un grupo de matones cuyas súbitas interrupciones parecen inspiradas en las de la Inquisición Española de Monty Python. Esto ocurre en la película no una ni dos sino tres veces, y ya a la primera el efecto es cómico. Evidentemente el foco de la historia no es tanto Aquaman (flashbacks a su niñez y entrenamiento parecen más obligatorios que integrales a la trama) así como el mundo alienígena que se descubre aquí en la Tierra, inspirado superficialmente por todo tipo de mitos, leyendas y obras literarias y cinematográficas. No compone un mundo muy convincente pero la esquizofrenia de la película termina siendo su mejor arma. Tiene muy poco a lo que llamar propio y en su afán de edificarse colección de Grandes Hits termina imitando algunos buenos pero sin crear nada original.
Ningún pescado. Tom vive en la casa del faro sobre la costa. Una noche en la que está vigilando la costa ve un cuerpo sobre la orilla; se trata de una mujer inconsciente y malherida. La lleva a su casa y la cura. Al despertar la mujer confiesa al hombre que es la próxima reina de Atlantis, y que ha huido de un matrimonio arreglado que su familia quiso imponerle. Tom y la misteriosa atlante se enamoran y tienen un hijo llamado Arthur. Pero la felicidad dura muy poco, la mujer debe huir para proteger a la familia de las represalias de los atlantes. Al llegar a la adultez, Arthur se entera de que su medio hermano pretende declarar la guerra a la superficie, y el único modo de frenarlo es disputar el trono. Pero para ello deberá salir en la búsqueda de un objeto mágico y legendario. Se trata de una nueva entrega de la empresa DC que viene intentando ponerse al día con las películas de superhéroes, luego de la explosión de las películas que ha realizado Marvel en los años anteriores (Hulk, Iron Man, Spiderman, Vengadores, X-Men, Deadpool, entre otros). Luego de la vergonzosa Batman vs. Superman parecía que todo estaba perdido, pero apareció La Mujer Maravilla, que sin ser un dechado de virtudes, salió razonablemente airosa, y hasta quisimos un poco más. En esta oportunidad DC sigue probando con los superhéroes periféricos, en este caso se trata de Aquaman, carácter creado como personaje secundario para el comic More Fun Comics #73 de 1941. La película expone una narración sólida en su estructura general, y muy efectiva en el aspecto visual y en el ritmo de las acciones, que hacen muy llevaderas las casi 2 y media de duración del film. Sin embargo, a mi juicio tiene tres grandes defectos, dos de ellos estructurales, y un tercero coyuntural y de superficie. En cuanto a las cuestiones formales, creo que el aspecto más indefendible del film es el personaje de Manta, que resulta completamente prescindible, a tal punto que ni siquiera tiene un desenlace… simplemente desaparece de la escena. No sólo el personaje adolece de una relación inorgánica en relación a la trama, sino que la base de su origen, su motivación, está vinculada a una situación producida por Aquaman, que resulta inverosímil en el marco de la lógica del propio relato; se nos quiere mostrar a un Aquaman como una persona íntegra, buena, de coraje, honorable, etc. al mismo tiempo que debemos aceptar que esa misma persona va a dejar morir a un hombre, pudiendo ayudarlo. No se trata de una negligencia, de un acto de egoísmo cuya consecuencia inmediata se desconoce (como es el caso de la muerte del tío de Peter Parker). Aquaman no interviene a sabiendas de las consecuencias que le seguirán a su acción, y ello es demasiado contradictorio con el desarrollo del carácter y su cualificación. El segundo defecto es la poca sustancia dramática que encontramos en los personajes no protagónicos; hay una decena de personajes, pero todo el film está articulado en un triángulo; los otros individuos terminan adquiriendo casi una función decorativa. Este segundo defecto probablemente se deriva del anterior, ya que la presencia de aquel personaje de Manta, que lleva tanto tiempo de exposición, y sobre el cual el espectador vuelca varias expectativas, conlleva un descuido innecesario en el desarrollo y profundización de los caracteres de otros personajes que podrían haber otorgado al film una complejidad mayor (como el medio hermano de Aquaman, el visir del futuro rey, etc.). Tratándose de una película que plantea como argumento una intriga bélica, hubiera sido deseable desarrollar mejor y con mayor riqueza de trazos los caracteres y las motivaciones y sus contradicciones, de un modo menos lineal y maniqueista. El rey Orm parece prácticamente un imbécil y un necio, cuando en realidad tendría narrativamente muy buenos elementos de juicio para exteriorizar una muy diferente caracterización. Finalmente, el tercer defecto reside en los diálogos y sobre todo en la actitud y tono solemnes de las verbalizaciones, especialmente hacia el final del film. Si bien la elección del actor ha sido una gran ayuda para evitar todo lo que se pudiera ese problema, el desenlace final eleva la apuesta de solemnidades. Es cierto que entre dos empresas competidoras de la magnitud de estas corporaciones lo esencial reside en la capacidad de diferenciar cada una sus productos. Creo sin embargo que no son ya épocas en donde esa diferenciación pueda pasar por la solemnidad o el tomarse demasiado en serio al superhéroe; pienso que esa conquista no debe ser una prerrogativa exclusiva de Marvel (que la explota en mayor o menor media, pero siempre), pues es probable que sea la única vía de supervivencia de los superhéroes luego de su presencia en nuestra infancia más temprana. Si bien Jason Momoa ha dado lo que ha podido de su carisma para trabajar en esta dirección (una dirección que no puede evitarse comparar con el personaje de Logan-Wolverine que ha encarnado Hugh Jackman en la saga de X-Men), no ha sido suficiente para ahuyentar esa manía de tomarse demasiado en serio el mundo de estos personajes. La escena final parece una transposición del final de Superman I (Richard Donner, 1978), cuya solemnidad resultaba allí eficiente precisamente por lo cínica (no se debe olvidar que el escritor del libro de Superman fue Mario Puzo, el mismo escritor de los libros de El Padrino). Finalmente debe mencionarse lo muy previsible del desenlace, sobre todo en relación a la figura de su madre. A pesar de todo lo mencionado, la película sale bien parada y se disfruta con entusiasmo.
Una historia de mucha acción El film muestra la historia completa de Arthur Curry, desde que se conocen sus padres, la reina Atlanna (Nicole Kidman) y su enamorado mortal Tom Curry (Temuera Morrison), y de cómo el pequeño semidiós creció bajo la tutela de su padre. Aquaman fue siempre un superhéroe relegado. Ya sea por algunas adaptaciones berretas en dibujos animados, por la suposición de que su historia y sus poderes no estaban a la altura de los demás “ídolos” de la Liga de la Justicia, o simplemente por estar siempre a la sombra de otros personajes mejor posicionados dentro de la franquicia, como Superman, Batman y La Mujer Maravilla, Arthur Curry nunca logró ser respetado como sus colegas. Todo esto, dicho desde el mundo por fuera de los fans de comics, nicho en el que obviamente Aquaman sí tuvo y tiene fans. Todo ese bagaje comenzó a cambiar cuando se inició la producción de La Liga de la Justicia -grupo del que ya se conocía a Superman y Batman pues sus marcas siempre estuvieron representadas en cine y TV- y se presentó a Jason Momoa como Curry. Momoa venía de representar al salvaje Khal Drogo, sinónimo de masculinidad y fuerza bruta en “Game of Thrones”. De porte impresionante (quién se animaría a meterse con él), rostro y actitud misteriosa en pantalla, daba vuelta el juego y los prejuicios. Con una primera aparición en la película de “La liga de la Justicia” bastante aceptable, en donde se mostraba soberbio pero muy divertido, las cosas iban bien encaminadas. Por eso, el resultado de Aquaman, en su primera película en solitario, no sorprende mucho, pero sí dentro de un contexto en el que DC llevaba siempre el cartel de “perdedor” ante el siempre vencedor universo de Marvel. Junto a Mujer Maravilla, “Aquaman” es otra luz de esperanza en el mundo de los superhéroes de este lado de la grieta. El filme nos muestra la historia completa de Arthur Curry, desde que se conocen sus padres, la reina Atlanna (Nicole Kidman) y su enamorado mortal Tom Curry (Temuera Morrison), y de cómo el pequeño semidiós creció bajo la tutela de su padre, aunque fue entrenado por Vulko (Willem Dafoe), un científico de Atlántida. Mera (Amber Heard), princesa guerrera de Atlántida, acudirá a Arthur para que ocupe su lugar como rey, para evitar que su medio hermano Orm (Patrick Wilson), le declare la guerra a la superficie. Para ello, Curry y Mera deberán buscar el tridente de Poseidón, único elemento que puede mantener la paz en el mundo. Otro de los problemas que deberá enfrentar Aquaman es a un vengativo villano, Black Manta (Yahya Abdul Mateen II), quien culpa al héroe por la muerte de su padre, y es apadrinado por la gente de Atlántida, para evitar que Curry tome su lugar. La película tiene mucha acción y humor dentro de la épica de reyes y reinas. Una injusta comparación podría ser “Thor: Ragnarok”, porque “Aquaman” ostenta a un ¿Inmortal? Monarca que elige la rebeldía por sobre su obligación real, pero que se divierte en batalla. La película dirigida por James Wan (conocido por su trayectoria en cine de terror) sabe cómo jugar desde lo inusual y sabe aprovechar a un actor como Momoa, haciendo que haga de sí mismo. Claramente apunta a un público joven, con gags sencillos, y un libreto que a veces sobreexplica todo lo que se ve o se entiende en pantalla. Estos detalles aparecen en las escenas más solemnes y por lo tanto menos coherentes con el resto de la película. Sin embargo, acompañando esa estructura con una impresionante producción (fotografía y FX) y excelentes toma de acción, deviene en una extravagante, cursi pero gran película.
EL TURNO DE UN NUEVO HÉROE CON EL IMPONENTE JASON MOMOA La unión del director James Wan y Jason Momoa es fructífera y cumple con las expectativas que despertó desde su filmación. Los antecedentes del director en materia de acción, toda la fama del actor desde Game of Thrones y sus presentaciones como este personaje dieron sus frutos. En el desarrollo desde el comienzo de la saga, creada por Mort Weisinger y Paul Norris, con una historia pensada por el mismo director y Will Beall, que hizo el guión junto a David Leslie Johnson-McGoldrick y Geoff Johns, se propusieron poner toda la carne al asador, contando desde la concepción del héroe, hasta que mitad humano y mitad divino tiene que disputarle el trono a su medio hermano, enamorarse en el transcurso, ponerse un traje dorado y lidiar con todo tipo de monstruos y turbulencias. Visualmente barroca y ambiciosa, bajo el agua los tiburones son cabalgaduras, hay un ejército tipo star wars, y ciudades complicadas y alucinantes que pueblan la pantalla de volutas, diseños delirantes y llamativos. Los efectos especiales y todo tipo de peces que a tamaño gigantesco tienden a ser temibles sin demasiado esfuerzo. Como una diosa que escapa de su destino, Nicole Kidman y su platinada belleza se enamora de un humano, el actor Temura Morrison de ascendencia maorí, escocesa e irlandesa, como para justificar que ella es la madre del personaje de Momoa y de su medio hermano y archienemigo encarnado por Patrick Wilson más parecido (rubio e impoluto) al comic original. Son el total 143 minutos de pura aventura y un poquito de romance, con un tsunami de efectos especiales y agregados después de los títulos. Amberd Heard pelirroja furiosa se luce como Mera. Willian Dafoe parece preguntarse que hace con tanto torbellino en un film como este, la nostalgia llega de la mano de Dolph Lundgren como el Rey Nereo y el villano Manta promete más maldades encarnado por Yahya Abdul-Mateen II. Para los que aman los cómics será un plato bien servido e hiperbólico.
El esperado film del mítico superhéroe de Atlantis finalmente tuvo su estreno en la pantalla grande proponiendo un increíble diseño visual en cuanto a las criaturas y la construcción de un mundo submarino fascinante. James Wan, conocido por ser el primer responsable del universo de terror de El Conjuro, dirige esta historia sobre un personaje de cómic que poco se ha explorado en el cine y para el cual Wan priorizo el sentido de aventura y fantasía más que por los elementos de superhéroes. La película revela los inicios de Aquaman -protagonizado por Jason Momoa-, de padre humano y madre atlante -interpretada por una magnifica y radiante Nicole Kidman que aun en papeles pequeños condimenta cualquier film-, y lo lleva al viaje de su vida que lo obligará a enfrentarse a quién realmente es y descubrir si es digno de ser el rey de Atlantis. A pesar de cierto abuso del SGI, los efectos especiales y algunas secuencias que se extienden demasiado injustificadamente, prima en el relato las grandes secuencias de acción y persecuciones -al punto de por momentos darnos la sensación de estar viendo Star Wars bajo el mar-, que sumado a algunos gags bastante forzados -siguiendo la línea de su competidor Marvel aunque lejos de alcanzarlo-, garantizan el entretenimiento seguro durante todo el film. Un elenco de importantes figuras poco aprovechados, como Patrick Wilson y Willem Dafoe entre otros, acompañan a un Aquaman que en esta primera entrega se dedico a darnos a conocer sus orígenes y como se transformo en Rey, sorprendiendo con su estética y diseño visual al comienzo y empalagando al final.
Luego de largos años, Aquaman cuenta su historia. Pariente de personajes como Superman, Batman o Mujer Maravilla, Aquaman, uno de los héroes de la Liga de la Justicia, se presenta en toda su potencia. Creado por Mort Weisingery Paul Norris en 1947, cobra una vida especial en esta película fantástica que James Wan, el popular director de "El Conjuro" maneja con creatividad entre la Tierra y el Mar. Así se vive la historia de esa mezcla de atlante y humano, hijo de una reina de Atlantis (Nicole Kidman) y su enamorado, que como buen superhéroe es reconocido con el nombre de Arthur Curry en la Tierra y Aquaman en el reino submarino. En algún momento, fiel a la doble identidad de icónicos personajes del reino de Marvel, toma conciencia de ser heredero de un reino submarino y de integrar la cualidad terrena y la marina. Mágicamente, virtudes como nadar más rápido que el sonido, respirar bajo el agua y tener un lenguaje con los seres acuáticos le serán comunes, como tener relaciones con la guerrera hija del rey Nereo, que está llamada a convertirse en la reina Mera y como él, dotada del poder de comunicación con los seres marinos. LEGION DE ENEMIGOS La historia se desarrolla en la Tierra y en el Mar, pero es en el agua donde el filme alcanza su estética verdadera y en la que el famoso y emblemático Tridente de Poseidón logra su verdadera fuerza. Entre los que amenazan con la polución de los océanos desde la tierra y los que se enfrentan contra la tierra desde el mar, se mueve el superhéroe que tendrá enemigos como su medio hermano atlante, Orm Marius (Patrick Wilson), que postula la guerra submarina contra la superficie y trata de unir los reinos submarinos para luchar contra la Tierra. El y Black Manta, cazador de tesoros marinos, experto en experimentos tecnológicos peligrosos se enfrentarán con Aquaman, hábilmente secundados por sus atlantes y la bella Mera, siguiendo al consejero del reino, Vulko (Willem Dafoe), HUMOR Y ROMANCE Desbordante en creatividad visual, en efectos especiales realmente sorprendentes, "Aquaman" supera en potencia de acción y aventuras a las sagas tradicionales de superhéroes. Incorpora abundante humor y romance con la pelirroja Mera, protagonizada por Amber Heard (la ex de Jhonny Depp) y por sobre todas las cosas, logra con el carismático Jason Momoa el ideal Aquaman. Llamativamente en la vida real, Momoa es un curioso híbrido, no de atlante y terráqueo, pero sí de padre hawaiano y madre alemana-irlandesa. Y para consolidar los parecidos, Momoa se crió entre surfistas, uno de los cuales, su tío, es el famoso acróbata acuático, Brian Keaulana. Modelo y actor, Momoa destaca por su intensidad y lo imponente de su estatura gigantesca, que contrasta con la sensibilidad emocional en la construcción del personaje, demostrativo especialmente en las escenas románticas con su compañera Mera. Una brillante aventura, entretenida y desbordante en su humor que se erige como una de las mejores historias con el sello Marvel y que fue rodada en Australia, Terranova, Sicilia y Túnez con un presupuesto de 160 millones de dólares.
Sin peleas, el héroe se hunde El director malayo James Wan llegaba al "universo extendido" de DC Comics luego de sus exitosos pasos por sagas como las de El juego del miedo, Rápidos y furiosos y El conjuro. Sin embargo, más allá del exuberante despliegue visual para dar vida a la civilización de Atlantis y para desarrollar las espectaculares batallas subacuáticas, su aporte en Aquaman resulta decepcionante. Así, esa suerte de sino trágico que parece sobrevolar a esta franquicia (con algunas honrosas excepciones como Mujer maravilla, de Patty Jenkins) hace trastabillar incluso a un realizador que venía en franco ascenso.
Por algún motivo difícil de establecer, a Marvel le ha ido últimamente mucho mejor que a DC Comics en el cine. Las producciones con superhéroes enfrentados o amigados (es decir “Batman vs. Superman” o “Liga de la justicia”) no resultaron convincentes para los fans de las historietas, y sin embargo como la taquilla habla, y quedan superhéroes para filmar, aquí tenemos a Aquaman. Dirigida por James Wan, el experto en terror de “La noche del demonio” y “El juego del miedo”, esta película tiene buenos puntos en común con la mejor de las de DC comics recientes, “Wonder Woman”, en cuanto en que se las arregla bastante bien para conectar el mundo mítico del personaje central con la acción terrenal que es, finalmente, la que lo convierte en superhéroe. El problema aquí es que la acción submarina, si bien propone imágenes notables, no ayuda en lo argumental, con diálogos y situaciones entre lo elemental y lo minimalista que no sostienen bien una película de casi dos horas y media de duración. Sin embargo, la trama sobre las intrigas imperiales de los reinos submarinos a los que pertenece el protagonista, Jason Momoa, no deja de tener su gracia, y el elenco esta repleto de nombres interesantes como Temura Morrison, Nicole Kidman, Willem Dafoe y el eterno resucitado Dolph Lundgren. Ahora sí, lo que está claro es que “Aquaman” tiene un único punto realmente fuerte, y es de las imaginativas escenas de super acción submarina.
Como toda película de presentación del protagonista en un filme basado en un cómic -por más que lo hayamos visto en breves apariciones ya en tres películas de DC-, Aquaman no ofrece muchas gotas de inspiración. La esperanza de que James Wan, el creador de El juego del miedo, y director de las dos películas de El conjuro, quien ya avisó que no dirigirá la tercera, hiciera un trabajo autoral, que hubiera algo personal en esta producción se disipa como agua entre los dedos. En resumen, Aquaman tiene toneladas de diálogos elementales, una trama finita como hilo de pescar y batallas en hectolitros de agua. Es que todo aquí es extremadamente básico. Hace tiempo que en las películas de superhéroes las leyes de la física se han pasado por alto. Ni qué hablar de las de la lógica. Pero las producciones de Marvel tienen una diferencia con las de DC Comics. Al menos sus personajes tienen aristas. Bromearán más o menos, pero -no siempre- son una mera suma de escenas de acción hilvanadas. Veamos, o pongamos los pies en el agua. Aquaman (Jason Momoa, que fue Kahl Drogo en Game of Thrones) nació de un humano y de la reina de los mares (el neozelandés Temuera Morrison, de El amor y la furia, y Nicole Kidman, compitiendo entre sí por quién tiene más -no mejores- cirugías o apliques en sus rostros-). En verdad, es un mestizo. Eso pasó hace treinta y pico de años. En la actualidad, la Tierra -seca y sus océanos- corre peligro porque Orm, el otro hijo de Atlanna (Patrick Wilson, de El conjuro) quiere apoderarse del trono de los siete mares y declarar la guerra a los humanos. O algo así. De ahí a que se necesite que Aquaman baje a las profundidades, descubra la Atlántida y pelee una y otra vez, no hay más que un splash. Los personajes secundarios, como suele suceder en estas películas, son variados. Y muchos. Como demandaría tiempo y espacio -y no se aportaría demasiado-, vale decir que están Amber Heard (la ex de Johnny Depp) como Mera, la prometida de Orm, el malo, y que obviamente se enamorará del héroe, Willem Dafoe, Dolph Lundgren -otro que compite en lo de las cirugías con Kidman, quien a propósito, en el filme pasan las décadas y, será por el agua, sigue igualita- y Yahya Abdul-Mateen II. En tiempos en los que todo es observado con cuidado y detalle, advertir que los malos son afroamericanos y/o rubios, sedientos de venganza (incluido un ser a lo Hormiga atómica), y los buenos son producto de una mezcla de ¿razas? y una pelirroja, en otros momentos se diría que sencillamente es para que los más pequeños entiendan todo más rápido. ¿Qué, entonces Aquaman es una película muy básica? Hay un mensaje subacuático ecológico (los humanos llenan los mares de basuras), así que hay que tomar aire, respirar profundo y sumergirse en la película.
Ya no es noticia que hacia fines del 2018 nos encontramos en plena saturación del subgénero de películas de superhéroes. Pasados diez años de Iron Man, obra que iniciara el universo cinematográfico de Marvel (y con él una industria billonaria), tanto esta empresa como su rival, DC Comics, intentan mantenerse relevantes con distintos resultados. A DC, por desgracia, le ha tocado ser la gran derrotada de esta competencia implícita entre sus personajes, ya que la mayoría de las películas de su universo compartido han tenido malas críticas, pese a ser éxitos de taquilla (aunque eso no debería sorprender tanto). Recién en 2017 levantaron un poco la puntería con Wonder Woman, para después volver dos pasos atrás con Justice League. Llegado el 2018 nos encontramos con la sexta entrega del universo extendido de DC con Aquaman. Debemos olvidarnos en este caso de todo lo que creemos saber sobre el héroe subacuático, ya que esa imagen pulcra y rubia que nos mostraba los dibujos animados de la década de los 60 está muy alejada de lo que es el enorme Jason Momoa, quien interpreta el papel protagónico. Si bien Momoa había hecho su primera aparición como Aquaman en Justice League, lejos estuvo de ser uno de los personajes más importantes dentro de ese gran ensamble que incluía a Batman y Superman, por lo que es realmente en esta película donde demuestra todo su potencial y aptitud para encarnar al superhéroe. Aquaman nos cuenta la historia de Arthur Curry, quien es fruto de una relación clandestina entre la reina de Atlantis (interpretada por Nicole Kidman) y un ser humano. Producto de esta ascendencia real es que Arthur es el legítimo heredero al trono de Atlantis, pero su medio hermano Orm (Patrick Wilson) le disputará ese lugar apoyándose en el hecho de que él es de ascendencia pura, dado que sus dos padres (por medio de un matrimonio arreglado) son los reyes. En un principio, cuando Arthur se entera de que debe interceder en un posible conflicto venidero entre humanos y atlántidos por ser la prueba viviente de que puede haber paz en ambos mundos, éste es reticente ante la idea. Sin embargo, con la ayuda de Mera (Amber Heard) irá cambiando de opinión, a lo que se le suma la búsqueda del tridente del rey Atlan, arma que le dará el poder y la autoridad indiscutible para regir Atlantis como el legítimo líder. Las interpretaciones de los personajes principales son correctas, en particular la de Jason Momoa, quien con su enorme porte físico y carisma natural hace de Arthur un héroe rápidamente querible. También se destaca Willem Dafoe, quien se pone en la piel de Vulko, maestro y hombre de confianza de Aquaman, una suerte de figura paterna atlántida. Por otro lado, los villanos son algo acartonados y no parecen seguir objetivos muy originales más que el poder y la venganza. Quizás esa sea la principal falla de Aquaman: la falta de originalidad. Es el clásico camino del héroe, visto hasta el hartazgo en películas tanto de superhéroes como de cualquier otro tipo, donde un individuo tiene que superar una cierta cantidad de obstáculos para alcanzar su objetivo de dar toda su capacidad como el héroe que es. Es cierto que por lo general no se esperan tramas demasiado complejas en este tipo de películas (y cuando es así se las acusa de pretenciosas), pero en un punto se tornan algo predecibles, aunque no por eso dejan de ser entretenidas. El filme cuenta con un apartado visual que explota por todas partes, no alcanza la vista para asimilar todo el CGI que se está desarrollando en pantalla. Para algunas personas quizás esto resulte atractivo, pero el exceso es tal que dudamos de si acaso algo de lo que estamos viendo realmente está ahí. Y para ser 2018, cabe decir que no todos los efectos especiales se ven del todo bien. Algunas criaturas marinas parecen haber sido animadas con menos presupuesto o atención, pues se le notan mucho los hilos. Nobleza obliga, es necesario señalar que una secuencia en particular en la que Aquaman y Mera deben adentrarse en una zona en la que reina la oscuridad está animada excelentemente. La producción tampoco escatimó en locaciones, ya que en los 143 minutos de duración recorremos bastantes lugares, incluyendo el desierto del Sahara (donde el soundtrack elige dar play a una extrañísima versión de “Africa” de Toto) y a la ciudad italiana de Sicilia, que sirven un poco como excusa para desarrollar la relación entre Aquaman y su interés romántico. En cuanto al tono de la película, se aleja de la oscuridad y solemnidad que caracterizaba las primeras entregas de la franquicia DC, como Man of steel o Batman V Superman. El humor es muy frecuente en Aquaman, llegando a puntos a veces un tanto forzados. Algunos gags y referencias funcionan bien, pero no hay que olvidar que DC está intentando conseguir la fórmula del éxito, la cual le ha sido esquiva y que pareciera estar en manos exclusivas de Marvel. En esto habría que detenerse: DC quiere ser Marvel, y se nota. De un momento para otro, algunas cuestiones típicas del universo Marvel, como el humor constante o las escenas post-créditos fueron insertadas en las distintas películas de DC con la intención de contentar al público, para llegar a la conclusión que quizás el problema estaba realmente en los guiones y la dirección. En cuanto a ese aspecto, la dirección de James Wan (más conocido por dirigir películas de terror) es mucho más frenética y colorida que la acostumbrada en las otras cinco películas de este universo cinematográfico. Las escenas en Atlantis tienen una belleza innegable y las secuencias de acción están bien dirigidas, no confundiendo al espectador en ningún momento. Es posible que Aquaman represente un viraje en el tono general del universo DC que hace años viene -y perdón por el chiste obvio- de capa caída. Sería bueno también que este tipo de películas vayan haciéndose más breves con el transcurrir del tiempo, ya que este festival de luces y sonido llega casi a las dos horas y media, lo que puede resultar en posibles dolores de ojos o cabeza. Al tratar de abarcar mucho sobre la historia de un personaje, las películas de superhéroes se extienden demasiado cuando podrían ignorar gran parte de las subtramas y al fin y al cabo tener un producto igual o mejor. Solamente queda ver qué le depara a este género tan explotado, y si acaso hay lugar para los amigos de la justicia en él.
Entre la ligereza pop y el drama La película del sello DC Comic mejora cuando recorre los carriles de la comedia o la aventura, pero baja el nivel cuando se toma demasiado en serio a sí misma. Sensaciones encontradas: esa es la mejor forma de definir lo que provoca la nueva apuesta del que fuera el gran sello de la historieta estadounidense, DC Comic, en su carrera por alcanzar a su competidora Marvel, cuyas películas cada año le sacan más y más ventaja. Aquaman es el aporte más reciente al universo de la casa madre de Superman, Batman y Mujer Maravilla que, como la mayoría de los títulos dedicados a estos personajes, no termina de aprovechar el potencial de sus criaturas ni de dar con el tono adecuado para retratarlos. Aunque es cierto que por momentos lo consigue, haciendo equilibrio sobre la ligereza pop, característica que define a los superhéroes en tanto criaturas cuya identidad surge del vínculo entre la cultura popular y la cultura de consumo. Pero ocupándose de lo cinematográfico a través de una serie de herramientas tomadas de géneros como la comedia, la acción, la épica, la aventura e incluso el drama. Sin embargo otras veces se pasa de rosca y es ahí donde el artificio derrota al verosímil, llevando el asunto hasta las proximidades de la vergüenza ajena. Aquaman es en realidad Arthur, hijo mestizo de Atlanna, reina fugitiva de la Atlántida, y un hombre. El film aprovecha la leyenda helénica del continente perdido para explotar un costado de tragedia griega. Atlanna es descubierta por los suyos y llevada de regreso al imperio submarino, dejando huérfano a Arthur. Pero antes de ser desterrada a las profundidades a casusa de su traición, la monarca envía a Vulko, un consejero real, para que eduque al chico en la cultura acuática. Arthur crecerá y utilizará sus sobrehumanos poderes anfibios para combatir el mal de la vida en la superficie, hasta que su medio hermano menor Orm, heredero del trono atlante, decida darle una lección a los humanos, a quienes considera enemigos por la forma en que contaminan los mares. Este giro eco-friendly, que por escrito suena un poco forzado, está más o menos bien resuelto en la película, aunque es apenas el disparador para la historia de fondo: el enfrentamiento entre hermanos. Puede decirse que la elección del actor Jason Momoa es uno de los aciertos de esta adaptación. Su apariencia de rugbier neozelandés le da a Aquaman un aire salvaje que no poseía el insulso American Blond del original, creado en 1941 por el artista gráfico Paul Norris y el editor Mort Weisinger. La decisión sin embargo también puede ser analizada con desconfianza, en tanto surge del intento de endurecer a un personaje que históricamente ha sido menospreciado por su aspecto. Es que Aquaman sufrió un caso de discriminación bastante habitual (pero no muy visibilizado), en el cual por ser demasiado “rubiecito” se lo asociaba con el lado queer de la vida. Lejos de ir contra el prejuicio, los productores no solo eligieron darle al personaje el perfil machote de Momoa, sino que reservaron el look clásico del rubio lindo para Orm, el hermanastro celoso, interpretado por Patrick Wilson. De esta forma creyeron asegurarse que la perfidia y cualquier tipo de duda sobre la sexualidad de algún personaje recaerían en el lado negativo de la película. Pero como ya dijo el especialista en superhéroes Sigmund Freud, todo aquello que intente ser reprimido reaparecerá de forma inesperada. Así Aquaman incluye una escena en la que una pandilla de Hell’s Angels se acerca a Arthur en una taberna de marineros, pero cuando parece que todo acabará en trifulca, los muchachos revelan sus verdaderas intenciones y le piden una selfie al héroe. La escena es muy efectiva y desemboca en una juerga en la que todos terminan borrachos y abrazados. Y, ya se sabe, no hay nada más queer que un grupo de grandotes musculosos vestidos de cuero, toqueteándose transpirados en un bar a media luz. Todo muy Tom of Finland. Más allá de eso Momoa resulta adecuado para hacer de su Aquaman un tipo un poco hosco pero al mismo tiempo noble, sensible e inteligente, capaz de sacrificarse por todos como un verdadero héroe (o un Dios). Y aunque su simpatía ayuda a la película cuando recorre los carriles de la comedia o la aventura, se vuelve por completo inútil cuando esta se toma demasiado en serio a sí misma, enroscándose en las ramas del melodrama infumable. Eso por no hablar de errores de casting (Nicole Kidman luce siempre fuera de lugar en el rol de reina Atlanna) o de personajes subexplotados en beneficio de la secuela, como ocurre con Manta Negra, el gran enemigo de Aquaman.
La anticipada producción de este año de DC Cómics llegó a los cines con la fuerza de la marea golpeando fuerte, tanto como para que el sello de DC pueda empezar a hacer pié en el terreno cinematográfico.
Un entretenimiento válido con abundante acción. ¿Me puede llegar a gustar? Si no te molesta o se te hace tedioso de que casi el 90% de la proyección transcurra en un mundo acuático, lo vas a pasar muy bien, siempre y cuando...
HIZO FALTA TANTA AGUA… A esta altura del mundo súper-heroico, las películas de DC exigen ser comparadas entre ellas para que la vara no esté tan alta. Ya ni importa por dónde anda la gente de Marvel, lo que interesa es ver de qué manera pueden enderezar un universo que nació torcido -o que se fue torciendo si pensamos que El Hombre de Acero no estaba mal-. En ese sentido, Aquaman es una película que se disfruta ligeramente, sobre todo porque cuenta lo suyo de manera clásica y sin caer en los esteticismos vacuos que Zack Snyder quiso imprimirle a la franquicia. Es decir, la película de James Wan es una que apela a los recursos habituales, al camino del héroe más o menos visto cientos de veces, pero que por eso mismo se vuelve aceptable. Una película singular, sin demasiado contexto, que se sostiene a sí misma, como puede y por su propia cuenta. De una manera algo atropellada, Aquaman cuenta cómo es que la reina Atlanna y el cuidador del faro Tom Curry se conocen, tienen un hijo mestizo (mitad terrícola, mitad ciudadano de Atlanta), ella es capturada y el pequeño Arthur va descubriendo sus poderes hasta que se convierte en un hombre tironeado por su deber: seguir en la tierra de manera más o menos ignota o convertirse en el rey que su pueblo subacuático reclama. En el medio hay conflictos shakespereanos (si se permite el simplismo), con un hermanastro déspota que quiere el poder a fuego y sangre, y que además quiere terminar con los terrícolas porque, discurso ecologista por medio, vienen contaminando las aguas con sus desechos. Digamos que el hilo dramático es bastante básico y que la película no se mueve ni un centímetro de un camino previsible. ¿Qué la hace mínimamente aceptable? Hay dos elementos indispensables para el disfrute: Wan es un director que sabe trabajar la acción en dos vertientes, por un lado lo físico y por el otro lado lo imaginativo. Lo primero se puede ver en una larga secuencia en un submarino, donde Aquaman hace su aparición y derrota a una banda de piratas a pura piña salvaje (o todo lo salvaje que permite el mainstream). Lo segundo brilla en una larga secuencia en Sicilia, con huidas por los techos a lo Jason Bourne y planos secuencias que llevan la acción de un espacio al otro, eludiendo la obligación del montaje paralelo. Pero decíamos que hay dos elementos. El otro es el aspecto visual, que explota en la segunda parte del relato, cuando los personajes dirimen sus diferencias bajo el agua. Con un uso del color deudor de la Avatar de James Cameron y una imaginativa creación de criaturas marinas, las grandes batallas lucen espectaculares y portadoras de épica, más pictórica que aventurera, es cierto. Entonces Aquaman es una película que se impone en sus mejores pasajes por una conciencia del movimiento y la grandilocuencia, un poco como en los orígenes de este tipo de cine avasallante y prepotente, y antes de que se imponga la apología de lo íntimo, del conflicto psicológico. El Aquaman de Jason Momoa es precisamente eso, una deidad imponente, mastodóntica, preparada para la batalla y para el impacto físico, pero también con la verba del comentario humorístico bastante afilada. Dentro del universo DC, Aquaman funciona en el nivel de Wonder Woman: una película que se impone a partir de sus propias reglas, que deja de lado un poco el carácter episódico y circunstancial de historias que se pegan unas con otras, y que se edifica sobre la presencia de un héroe carismático. A diferencia de aquella, tiene detrás de cámaras un director capacitado para las escenas de acción aunque más débil desde lo dramático, eso está claro. Pero, sin dudas, son películas limitadas que logran sobrevivir gracias al horror de propuestas previas que nunca lograron encontrar el tono. En ese sentido es un éxito mínimamente discreto.
La película de James Wan es el mejor producto de Warner / DC Comics, quizás comparable a la Wonder Woman (2017) de Patty Jenkins. Destaca en Aquaman un guión sólido con ideas claras sobre cómo llevar el universo de superhéroes al cine. En lugar de “forzar” los personajes dentro de una trama en un tiempo y espacios definidos, elige crear una épica fantástica, coherente con su visión de Aquaman. Nuestro renuente héroe es Arthur Curry, el fruto de un amor inusitado que pretendió unir a dos mundos, desde el nacimiento hasta el desarrollo de sus poderes en su juventud, Arthur estará rodeado de verdades y mentiras sobre su verdadera herencia, contando con la guía de su padre humano (Temura Morrison) con quien aprenderá los verdaderos valores de un héroe, además de la tutela de Vulko, un consejero y guerrero atlante, excelentemente interpretado por Willem Dafoe. Jason Momoa (Game of Thrones) demuestra bravura y carisma para encarnar a un héroe diferente de todo lo que estamos acostumbrados en el ámbito de los superhéroes, alejándose de toda solemne postura y subrayando cierta irreverencia en la labor compositiva de un personaje en visible crecimiento a lo largo de la trama. Sin embargo, resulta una agradable sorpresa la participación de Nicole Kidman (Big Little Lies) personificando a la reina Atlanna, madre de nuestro héroe, para quien el relato depara una de las mejores secuencias de acción de la película. Mientras el Aquaman de Jason Momoa transita su jornada heroica, Amber Heard (The Ward) interpreta a Mera, una guerrera atlante que convoca al héroe de dos mundos. En esta épica fantástica no hay lugar para damiselas en peligro, la Mera de Heard resulta decidida, inteligente e independiente, tanto que en ocasiones hace de Aquaman su compañero de aventuras y no al revés . Arthur se negara a reclamar su trono atlante durante muchos años. Pero cuando la superficie comience a ser atacada desde las profundidades mediante un plan Orm – auxiliado por el Black Manta, quien tiene una deuda personal con Arthur desarrollada al principio de la película -, entenderá que su presencia en el fondo de los océanos es obligatoria. Es entonces que tanto al héroe como al público se le presentan al esplendor de la Atlántida en una alucinante y psicodélica visión del director James Wan. Aquaman rescata la sensación de asombro que el cine de entretenimiento en buena parte ha abandonado en la actualidad. Una comparación probablemente más adecuada para expresar lo que James Wan propone al público quizás sea la primera entrega de Señor de los Anillos (2002) de Peter Jackson, relato que disparan el imaginario de los espectadores hacia mundos y aventuras imposibles. James Wan ha creado un espectáculo para el regocijo visual, pero sobre todo, lo que es más importante, para la imaginación. Sostenido desde una trama intrigante y convincente, plena de ritmo sin mermar la intensidad en su desarrollo. En primer lugar todas las piezas que componen esta producción debían estar cuidadosamente orquestada, comenzando por su protagonista Arthur Curry/Aquaman, correctamente definido en su transformación de héroe obstinado a líder concienzudo. Vale destacar que los demás personajes, co-protagonicos y secundarios, se encuentran perfectamente definidos en este relato. En particular, el antagonista Orm – medio hermano de Arthur/Aquaman- interpretado con la característica solvencia de Patrick Wilson (El Conjuro), pergeñando desde las profundidades una gran ofensiva contra la superficie del planeta para vengarse de toda contaminación que ejercen los humanos en el medioambiente subacuático. Cansado de la situación, Orm desplegara un maquiavélico plan para forjar importantes alianzas que le dará la perfecta oportunidad de iniciar una ofensiva. La fuerza narrativa de Aquaman es entonces la esencia de un drama familiar, donde priman el dolor de la pérdida y la culpa que sopesan muchos de los personajes representados. El guion de Will Beall y David Leslie Johnson-McGoldrick presenta un trabajo formidable en el desarrollo de los antagonistas, como ya aclaramos con Orm, un villano de esos que el espectador amara odiar, y en particular con el Black Manta de Yahya Abdul Mateen II (The Greatest Show), quien es la personificación misma del clásico movimiento en que el héroe accidentalmente crea su mayor enemigo. Se suceden así los diversos desafíos que Aquaman enfrentara en alusión del mito de superación, en ostensible referencia al mismísimo Rey Arturo. En los tiempos en los que las superproducciones carecen de todo desarrollo, Aquaman es el clásico viaje del héroe de Joseph Campbell, presentando una historia clásica tan bien elaborada y eficiente que se siente por demás innovadora. Aquaman tiene de todo un poco, funciona a diferentes niveles más allá del simple entretenimiento: hay drama, acción, romance, aventura y terror. La película tiene un espíritu de aventuras del estilo Indiana Jones, en mixtura con otros varios años clásicos de 1970-1980, que van desde películas de “Simbad” hasta “Choque de los Titanes”, que resulta homenajeada desde una secuencia que ostenta la rúbrica de Wan y conseguirá hacer delirar a los entusiastas del realizador malayo, confirmado su alma como un “artesano” capaz de construir dentro del género mundos increíbles y emocionantes.
El absurdo que plantea el director James Wan en Aquaman (su película más impersonal a la fecha) entretiene, pero no alcanza no para rescatar al personaje del ridículo (nunca se plantea hacerlo), sino para hacer cómplice al espectador de tanto surrealismo kitsch. Dicho de otra manera, aunque lo intenta, este producto convulsionado por desiguales efectos especiales y actuaciones dispares, no genera siquiera un posible placer al menos como consumo irónico. Aunque se acerca bastante, y eso es más de lo que se puede decir de otras piezas del endeble Universo DC. Aquaman comienza con una escena que parece salida de un cuento de hadas, pero con una pomposidad anacrónica. Pronto descubrimos que la sirena que encalla en la rocosa costa no es otra que Nicole Kidman como Atlanna, reina prófuga del reino marino, y quien la rescata es Temuera Morrison, interpretando a Tom Curry, un guardián del faro de dicha costa. Sus gélidos rostros responden no sólo a la bizarra dirección de actores, sino a la abundancia de botox, y esto no es un dato jocoso que no tendría porqué estar relacionado con la película. Vale sospechar que lo está, y la posterior aparición de Dolph Lundgren como el Rey Nereus lo confirma. Wan se regodea en la artificialidad de sus personajes. Volviendo al incipiente romance, el amor florece al instante, suceden un par de chistes malos, y luego irrumpen la escena una serie de villanos marca Power Rangers. Al principio esto choca, sí, pero no pasará demasiado tiempo para que comprendamos que forman parte del absurdo-consciente planteado por la película. Al igual que en la serie nipona, se sabe que cuando hay un ejército de desprolijos ninjas (los “Puty Patrols“, en ese caso) detrás hay un villano más grande, aunque también con disfraz de cotillón. Aquí esa fórmula se repite, pero no será hasta la mitad de la película que aparezca Manta (Yahya Abdul-Mateen II) como antagonista. Y tampoco importa, porque para el momento en que se suma al conflicto ya nos olvidamos de él, porque estallaron diversos delirios. Ridículos o no, los guardianes con pistolas de agua logran su cometido, y aunque pierden la batalla con Atlanna, consiguen que esta se autoexilie nuevamente en las profundidades del mar. Ahí comienza la historia, claro, porque el hijo bastardo del océano, fruto del amor entre un hombre y el mar (que ni por un momento se le ocurra a nadie pensar en Hemingway), da lugar a Aquaman, justiciero de agua salada. Jason Momoa despliega todo su encanto como el superhéroe del título, aunque poco puede hacer con un guión que constantemente busca posicionarlo como “el Thor de DC”. Es una lástima porque, al igual que en tantos otros casos, este personaje llegó al mundo antes, aunque no por tener mayor trayectoria histórica parece haber sabido adaptarse. Completan el elenco Patrick Wilson como el Rey Orm, quien quiere extender su dominio a la totalidad de los océanos y por ello debe enfrentar al otro heredero del trono, su medio hermano Arthur (aka: Aquaman), y Amber Heard como Mera, interés romántico y guerrera de los siete mares, que aunque los realizadores se esfuerzan por delinear como una mujer fuerte, de seguro por varios puntos no pasa el test de Bechdel. Aquaman no rompe el maleficio Warner/DC, que apenas consiguió brillo propio con Wonder Woman (Mujer Maravilla) el año pasado. Tampoco es el calamitoso desastre de Batman v Superman, pero aunque busca elevar el nivel de sus predecesoras, no alcanza.
Después de su primera aparición en Justice League (2017) finalmente ha llegado su película individual que presenta la génesis del personaje de Aquaman en esta nueva saga cinematográfica de DC Comics. El relato comienza con un prólogo que relata el encuentro entre su madre, perteneciente a la realeza con poderes sobrenaturales de Atlantis y su padre un humano ordinario. Aquaman es como una bildungsroman, el viaje de autoconocimiento del héroe. Porque parafraseando una línea del filme Aquaman es más que un rey, es un héroe. Despegandose casi en su totalidad de la imagen icónica de la animación del joven rubio canónico y esbelto (1967), y ligando ésta representación más a los cómics de la "Edad Moderna" de los '90 que complejizan la psicología del personaje volviendolo más ambivalente. En esta ocasión la caracterización física de Aquaman se asemeja a los dioses de la mitología griega con sus cuerpos de Adonis pero con un elemento humano de rebelde y desalineado. Mientras en la serie animada de los 60 Aquaman era más bien "afrancesado", el Aquaman actual es un rudo "machote", que propone otro ideal de masculinidad totalmente distinto y para nada ambiguo, incluso se incluye un romance en el filme con la princesa Mera. Asimismo, toda la narración de película está construida a semejanza de los relatos del clasicismo griego, recurriendo constantemente a su mitología. Mientras Edipo se ha enfrentado a la Esfinge y Teseo al Minotauro, Aquaman se enfrentará a una criatura subacuática para expandir sus poderes y afirmar su identidad. La película presenta constantes pares opuestos el universo terrestre versus el universo maritimo, el universo humano versus el universo mitológico, los buenos versus los malos, colocando a Aquaman como un híbrido entre estos dos mundos y por eso su caracterización "mestiza" se aleja de la belleza clásica "aria" que poseen los oriundos de Atlantis. Aquaman, por más que tiene momentos acertados y entretenidos, es otro intento poco logrado del universo cinematográfico de DC. Seguro, ningún fan del universo de los cómics quiere perdersela, pero para el espectador común y el especializado es poco original. Por momentos no se sabe si estamos viendo una película de DC o de Star Wars, y esto es sin dudas un desacierto. Calificación 2 ymedio /5⭐
Comienza con un prólogo que data de 1985 y cuenta el encuentro y el amor entre Atlanna (Nicole Kidman, “Corazón borrado”) la reina de Atlantis y Tom Curry (Temuera Morrison, “Linterna verde”) el cuidador de un faro. El fruto de ese amor será Arthur, pero ella para salvar a su familia deberá volver a su lugar de origen. Tom Curry cría solo a su hijo Arthur, que siempre sintió no pertenecer a ese lugar, pasan los años y Arthur es Aquaman (Jason Momoa, “Conan, el bárbaro”), un ser simpático, de gran corazón, pero cuando el mar se enfurece, su misión es mantener la paz entre dos universos bien distintos entre sí. Debe enfrentarse a un gran duelo e ingresa a otros reinos, en una gran lucha entre hermanos con el rey Orm (Patrick Wilson), un villano, la pelea es por el poder, por otra parte está el consejero Vulko (Willem Dafoe), una Princesa de nombre Mera (Amber Heard, “Infierno al volante”) quien es fuerte, motivadora y de espíritu rebelde. Obviamente despertará el amor entre la princesa y Aquaman, juntos tienen grandes momentos y buena química. Se logra combinar acción, aventuras, comedia romántica y ciencia ficción en casi dos horas y media de efectos especiales bien épica con batallas subacuáticas de gran despliegue, largas escenas de peleas bajo el agua que superan su contenido, todo acompañado por una buena banda sonora, en varios pasajes crecerá la tensión, con una gran estética, con buenos contrastes de colores, hay olas de diversión, momentos emocionantes, se encuentra llena de mensajes y de símbolos. En esta entrega los personajes de Nicole Kidman, Willem Dafoe y Patrick Wilson, están desaprovechados quizás en la próxima entrega tengan más participación. Recuerden que hay una escena post-créditos.
Más allá de los antecedentes previos de diferente factura, el mundo de los superhéroes en el cine pensado, escrito, planificado y ejecutado como un mega plan generador de películas, merchandising y videojuegos (traducido todo en billones de dólares), le corresponde al siglo XXI. Ya sabemos que MARVEL tiene en sus filas a los X-Men, Guardianes de la Galaxia y los Avengers (entre otros de tercera línea), mientras que DC COMICS enfila a Batman y a Superman como mascarones de proa, a La Mujer Maravilla (cuya primera entrega ya tiene secuela), Flash, Linterna Verde (estrenada en 2012) y el personaje con 77 añitos recién cumplidos desde su primera publicación y que ya había aparecido en “Liga de la Justicia” (Zack Snyder, 2017): Aquaman, el estreno de la semana. La referencia de estos dos “Boca-River” de héroes y villanos viene a colación para establecer las enormes diferencias entre ambas empresas a la hora de elaborar sus productos. En el caso de los estudios fundados por el recientemente fallecido Stan Lee, da la sensación que no hay una sola palabra o situación que esté escrita sin antes haber pensado en cómo eso se conectará luego con los próximos proyectos. Cada diálogo es parte de una gran red que se va tejiendo poco a poco y cuyo lauro final, luego de la aparición de Capitana Marvel el año que viene, será con el cierre de Avengers y la entrada de los X-men. En el campo de en frente, es todo mucho más caótico e indefinido, empezando por la casi nula planificación, la disparidad abismal de criterios artísticos y registros actorales, y como corolario de todo la distancia estética entre una entrega y la otra. ¿Qué tiene que ver la oscuridad sórdida y lluviosa de “Batman vs Superman” (2016) con el brillo dorado de “Mujer Marvilla” (2017) o el happening multicolor de “Aquaman”? Nada. Sin embargo seguirán insistiendo, suponemos, hasta poder amalgamar el universo creativo. A eso vamos entonces. En realidad no hay mucha construcción de personajes. La voz en off del protagonista nos contará en los primeros minutos como es que la reina de Atlantis – sí, el famoso reino perdido en el océano - Atlanna (Nicole Kidman) se rebela contra los mandatos y aparece inconsciente en una orilla de Maine. Rescatada por Tom Curry (Temuera Morrison), ambos inician un romance prohibido del cual saldrá Arthur – nombre de rey por cierto -. Es mestizo, es cierto, pero con sangre real. Habrá un corte al presente. Aquaman ya está grandecito, fuerte, musculoso, y lo suficientemente dominador de sus poderes como para frustrar un ataque pirata a un submarino. Ahora ya sabemos de dónde viene y de qué es capaz el héroe de marras. Sin embargo toda la acción se trasladará al fondo del océano, lugar del cual tendremos mucha información aparentemente relevante, como por ejemplo que hay como siete reinos, cada uno con sus características, cuyo dominio total es pretendido por Orm (Patrick Wilson) también hijo de Atlanna, pero de su unión con Atlan (una onda Manuela y Manuel si fueran españoles), el fallecido rey de Atlantis en cuyo lecho está el tridente dorado que sólo podrá ser recuperado por el “elegido” ¿Adivine quién es? El guión de “Aquaman”, escrito por David Leslie, Johnson-McGoldrick y Will Beall, es una suerte de híbrido entre el de “Atlántida: la ciudad sumergida” (Kevin Connor, 1978) y el de “La sirenita” (Ron Clements y John Musker, 1989), con la estética multicolor de “Buscando a Nemo” (Andrew Stanton 2003) y la de “Thor”(Kennet Brannag, 2013), aunque ésta última, con todos los problemas que tenía de ritmo, se aferraba bien al conflicto de los dioses y la construcción de los personajes con sus vueltas de tuerca. En el caso de este estreno, lo “shakespereano” desaparece poco a poco a favor de la espectacularidad de cada uno de los enfrentamientos en el agua, siendo estos los sostenes primordiales del relato, cayendo como consecuencia en el exceso de dependencia de los efectos especiales, visuales y sonoros, que ciertamente son un prodigio. Es demasiado riesgo al contar con un actor protagónico cuya especialidad no es precisamente un abanico de recursos interpretativos. Jason Momoa hace lo poco que puede con mucha dedicación. Una pena que James Wan, el director de esta producción, no haya profundizado más eso que propone el actor en su pelea inicial o en la escena de la “selfie” en el bar: un cancherito fachero cuya altivez y arrogancia lo pintan como un ser soberbio e irresponsable en el uso de sus poderes. Ese orgullo y soberbia que sí funcionaba y todavía hoy funciona con Chris Hemsworth en Thor. Por el contrario, los diálogos y situaciones que debe sortear le presentan más dificultades que soluciones al actor de la última versión de Conan (“Conan el bárbaro”, 2011). Así, su transitar por el papel protagónico es errático por defectos propios y ajenos. Recién en el último tercio de la película hay un repunte dramático que ayuda, pero también es insoslayable el hecho de estar rodeado de un elenco talentoso encabezado por Nicole Kidman, Wilem Dafoe, Patrick Wilson, y un gran conocedor del género de acción como Dolph Lundgren. Fuera de estas consideraciones “Aquaman” no se hunde por dos factores fundamentales: el primero, la ansiedad de un público fanático predispuesto a verlo y perdonar muchas cosas; El segundo, el sostén rítmico. En esto sí el realizador es especialista por todos sus antecedentes en Hollywood, empezando por alguna de las de Rápido y furioso y la saga de El conjuro. Gracias a eso la película resulta un entretenimiento aceptable de cuya secuela se esperará mucho más, al igual que de su inclusión en la siguiente entrega de “Liga de la justicia” (si es que ocurre)
Verborragia visual James Wan se la juega y se va hasta el extremo para contarnos del orígenes del rey de los Siete Mares. James Wan tenía pocas opciones a la hora de rescatar el orgullo (y la dignidad) de un personaje no muy bien visto por la cultura pop y, tal vez, el más trolleado dentro del panteón superheroico, al menos el de DC Comics. Su apuesta, ir a todo o nada para contarnos los orígenes del héroe y la vasta mitología de Atlantis y sus siete reinos. Las posibilidades son infinitas pero el director, acostumbrado al género de terror -hablamos del responsable de “El Conjuro” (The Conjuring, 2013) y su secuela, entre otras cosas-, se decidió por la parafernalia visual, una aventura cosmopolita bien al estilo de Indiana Jones y los clásicos de la década del ochenta, un poco de drama shakesperiano (drama, no tragedia, porque a Wan no le interesa sumergirse en la oscuridad que el DCEU heredó de Zack Snyder) y esa fascinación por los relatos legendarios de la cultura grecorromana. “Aquaman” (2018) es todo esto y mucho más, y aunque al leerlo parezca un rejunte de muchas cosas, el relato funciona, justamente, por su extraña mezcla de géneros y su capacidad de abrazar el “ridículo” (y hasta cierta cursilería) de un personaje que, entre otras cosas, ‘habla con los peces’. Así, Wan logra que cada una de esas imágenes risibles adquieran épica en la gran pantalla y nos entrega una de las películas comiqueras más entretenidas y sobrecargadas de los últimos tiempos. La historia de Arthur Curry (Jason Momoa) arranca mucho antes de su nacimiento, en Maine, donde papá Tom (Temuera Morrison) –cuidador de un faro- descubre a la inconsciente y malherida Atlanna (Nicole Kidman), princesa fugitiva que acaba de escapar de un matrimonio arreglado, cerca de la costa. Como buen caballero, cura sus heridas y pronto descubre que la chica tiene algo especial. Dejando de lado el hilarante choque cultural, Tom y Atlanna no pueden evitar enamorarse, y el fruto de este romance prohibido, el pequeño Arthur, podría convertirse en el nexo que una a dos mundos muy diferentes. La felicidad de los Curry dura poco, y mamá decide volver a Atlantis con el único objetivo de proteger a los suyos. El tiempo pasa, Arthur se convierte en el gigantón medio bruto que conocemos y, tras los eventos de “Liga de la Justicia” (Justice League, 2017) intenta seguir por el buen camino, dando una manito, ahí donde el océano lo necesite. A los ojos del mundo, Aquaman sigue siendo un mito urbano, pero siempre está el freak que quiere creer que existe, al igual que la Atlántida perdida. Este Arthur la cancherea Entre sus actos heroicos, Curry decide frenar los planes de una temida banda de piratas con ganas de secuestrar un submarino ruso y toda la tecnología que cargan con ellos. El encontronazo es violento, y aunque logra salvar a la tripulación, las decisiones del héroe –tomar nota de la cagada que se manda- le ganan uno de sus más grandes enemigos. Así se produce el primer choque entre Arthur y David Hyde (Yahya Abdul-Mateen II), un antagonista con muy buenas razones para abrazar el alter ego de Black Manta y jurar venganza contra el protagonista. Punto para Wan que nos entrega dos villanos bien justificados. Los argumentos de Manta son estrictamente personales, los de rey Orm (Patrick Wilson), bueno, tampoco podemos culparlo por todo ese resentimiento que acumula por los humanos, tan predispuestos a contaminar las aguas. El actual monarca de Atlantis sólo necesita una excusa para atacar la superficie, pero también el apoyo y consentimiento del resto de los gobernantes como el rey Nereus (Dolph Lundgren) o el rey Ricou (Djimon Hounsou), regente de los pescadores. Los hermanos sean unidos, ¿o no? Ante la guerra que se avecina, Mera (Amber Heard), hija de Nereus y prometida de Orm, decide ir en busca de Arthur para que trate de reclamar un trono que le pertenece por derecho. Y sí, Curry y Orm son hermanastros por parte de madre, dos completos extraños que van a empezar su relación con el pie izquierdo. Arthur no tiene ninguna intención de convertirse en rey de una civilización que persiguió a su mamá y no lo quiere por su condición de mestizo; Orm aborrece todavía más la idea, y a su propio hermano, por representar todas las debilidades de una raza inferior. Igual, está decidido a hacer estallar el conflicto y sólo Aquaman puede detenerlo. ¿Cómo? Atravesando su propia epopeya plagada de peligros y obstáculos, no muy diferente a la de cualquier titán de la mitología griega, y abrazando esa condición de héroe que tanto quiere esquivar y que cree no se ajusta a su naturaleza. De ahí que a Momoa le calce tan bien el personaje de superhéroe imperfecto y, por momentos, un tanto patético. Ojo, el pibe tiene todas las condiciones y es más inteligente de lo que parece a simple vista pero, ¿cómo podemos creer en él si él no cree en sí mismo? Este es el papel que le asigna Wan y los guionistas David Leslie Johnson-McGoldrick y Will Beall, un tipo que actúa con naturalidad y se emborracha sin reservas, que tiene el temperamento a flor de piel y el humor como arma de defensa, pero que también se preocupa por sus seres queridos y no piensa darle la espalda a los más débiles, en este caso, los humanos, ignorantes totalmente de que bajo sus pies se alza una de las civilizaciones más tecnológicamente avanzadas, y un universo de criaturas marinas que son la envidia de James Cameron. Mientras Arthur y Mera recorren el mundo en busca de aquello que puede detener a Orm y sus ganas de conquista, el director nos pasea por casi todos los reinos de la Atlántida, su rica historia y mitología, mezclando relatos milenarios, héroes de antaño, monstruos marinos y la imaginación desbordada, una jugada maestra y la única solución para un superhéroe tan vapuleado. A Indiana Jones le gusta esto “Aquaman” es, ante todo, una aventura súper entretenida, y una historia familiar que se cruza con otra cargada de venganza. La naturalidad de Momoa es la clave para no tomarnos las cosas demasiado en serio, y así y todo, adquiere sentido en medio de tanta locura visual. Sepan disculpar, pero no es tan fácil explicar con palabras ciertas escenas de batallas al estilo de “El Señor de los Anillos” (Lord of the Rings), aunque con la estética de los mundos de “Avatar” (2009). ¿Confundidos? Igual, estas cosas no se explican, se disfrutan en una buena sala. Es imposible llevar esta historia a la pantalla sin las herramientas digitales. “Aquaman” explota de CGI, pero la calidad del mismo y la cámara de Wan nos sumergen en este universo computarizado sin ningún problema. Las escenas de pelea, las persecuciones y los enfrentamientos bajo el mar, curiosamente, funcionan mucho mejor que los desplieguen en tierra. Igual, celebramos la elección de no destruir el continente y dar los golpes necesarios para que se entiendan las justificaciones y las consecuencias. ¡Aguante ese mensaje ecológico! Queremos que Mera se junte con Diana Esta es una historia que, prácticamente, se circunscribe bajo el agua sin involucrar de forma directa al mundo de la superficie (aunque sean el objetivo primario). De ahí que “Aquaman” sea una historia tan diferente del resto del Universo DCniano que, al igual que “Mujer Maravilla” (Wonder Woman, 2017), brilla y se destaca porque se aleja de este formato de franquicia extendida que, en este caso, sabemos, que está mal construido. La “independencia” argumental y el no tener que rendirle cuentas a una trama más grande, es la clave para la libertad creativa de Wan que hace lo que se le canta con el personaje, como lo hizo Patty Jenkins con la princesa amazona. Este es el camino correcto para el DCEU (o Los Mundos de DC, si lo prefieren), que seguirá con “Shazam!” en abril de 2019. Les advertimos, “Aquaman” no escapa a la cursilería y cierta ingenuidad que no parece propia del siglo XXI. De ahí que combine tan bien con su estilo de aventura ochentera, donde un personaje como Mera puede ser la guerrera más experimentada, o una dulce princesa, no tan diferente a la Ariel de “La Sirenita” (The Little Mermaid, 1989). Wan jamás fuerza el mensaje feminista y pone a sus protagonistas a la misma altura que sus contrapartes masculinas. Atlantis es una sociedad que se rige por reglas un tanto arcaicas, pero las reglas se hicieron para romper y la heredera de Xebel se asegura constantemente de ello. Amber Heard es una grata sorpresa, como lo de Kidman que nunca había brillado como heroína de acción, y ni hablar de cierta voz legendaria convertida en el bicho más fiero de las profundidades. Y no, mucha pinta de héroe no tiene “Aquaman” tiene un elenco que funciona a la perfección, tanto héroes como villanos. Su punto más fuerte es el humor que se desprende de las situaciones, su sentido aventurero, y una verborragia visual que se puede apreciar en todos sus matices, aunque por momentos nos inunde el cerebro. Tal vez carece un poquito de emoción como otras entregas de del DCEU, pero esa no es la idea principal de Wan, que igual logra conmovernos y sorprendernos con las imágenes más épicas para un superhéroe que, de esta forma, empieza a cerrar unas cuantas bocas. Lo mejor: no se trata de ese rubiecito de las viñetas, sino de un actor que desde su genealogía (hablamos de un oriundo de Honolulu, mezcla de alemán, irlandés y nativo americano) encarna perfectamente las dificultades, los retos, la discriminación y, muchas veces, la falta del verdadero lugar de pertenencia que atraviesa el “mestizo”, aunque acá sea mitad humano, mitad atlante.
Crítica emitida por radio.
James Wan se aleja un rato del cine de terror para traernos a la pantalla grande a Aquaman. Las películas de DC Comics, desde el principio, no tienen la suerte o el oficio de estar a la altura de lo que se esperaba de sus superhéroes. Siempre a la sombra del éxito logrado (con los actores, los guiones y la estética visual) de Marvel. Cada vez que sale una nueva película de DC, más de un apurado critico la nombra como la salvadora del estudio y Aquaman no fue la excepción. El héroe del mundo marino ya se nos había presentado en la película de Liga de la Justicia y es cierto que la elección de Jason Momoa desde el physique du role era acertada. En esta película en solitario de Aquaman, los hechos suceden después de la película Liga de la Justicia en donde Arthur (Aquaman) hijo de un humano y de la reina de la Atlántida, tendrá que elegir involucrarse antes de que los habitantes del mundo marino invadan la superficie y reclamar su lugar en el trono de la ciudad perdida. Con peleas acuáticas muy bien logradas, pero extensas y demasiadas. Con una presentación de personajes y de conflicto que dura más de cuarenta minutos. Con una banda sonora que parece más un rejunte de lo que quedó que pensada para este nuevo héroe. Y con un guion que (por más que sea el chiste fácil es cierto) hace agua por todos lados con poco trazo fino y sorpresas. Incluso, por momentos, en Aquaman parece más interesante la historia detrás del personaje de Nicole Kidman (la reina Atlanna) que la historia (en desarrollo) de Arthur/Aquaman. Entiendo que pueda parecer que la película me pareció algo digno de olvidar y de no acercarse a los cines, pero no es así. No quiero olvidarme de Zack Snyder (Liga de la Justicia, El hombre de acero, Batman vs. Superman: El origen de la justicia) que, si bien acá cedió el asiento de director, como productor ejecutivo no se olvidó de lo que siempre tiene su cine: escenas en cámara lenta para agregarle emoción y dramatismo donde no lo hay.
Lo peor de esta película es que se la va la mano con la duración. Después, es pura alegría, incluso a pesar de ciertas fallas. Lo peor de esta película es que se la va la mano con la duración. Después, es pura alegría, incluso a pesar de ciertas fallas. Revierte una cierta (espantosa) tendencia del cine de superhéroes, el de querer ser “serios y realistas y metafóricos y decir cosas serias sobre el espanto de nuestro mundo” en lugar de lograr los mismos fines como el cómic: por medio de la diversión desaforada donde todo puede ser posible. El realizador James Wan –desparejo, pero sin dudas una de las fuerzas creativas más interesantes del Hollywood de hoy, como lo demuestran las dos películas de “El Conjuro”– decidió desatar la aventura y la imaginación gráfica sin ningún tipo de vergüenza. El resultado es una película divertidísima, una de esas aventuras que podían conquistarnos en la infancia y que, de paso, la recuperan. El protagonista Jason Momoa tiene un enorme carisma y definitivamente no se toma las cosas demasiado en serio (pero tampoco se vuelve cínico respecto del mundo que se está narrando: simplemente se divierte con él y lo comunica), lo que no deja de ser una virtud general de todo el espectáculo. “Aquaman” demuestra que el “amor por los personajes” no implica “respeto religioso por la iconografía”, confusión que suele paralizar a algunas de estas películas (notablemente todas las que tengan a Superman y varias con Batman en el elenco). “Aquaman” no es el súper más célebre, y eso permite jugar con ganas. Una golosina sabrosa ideal para Navidad.
Aquaman una rebelión acuática Es una película de la editorial del comics estadounidense DC, en ésta ocasión los personajes femeninos comandan el guión del filme y aportan coraje al protagonista desorientado entre dos mundos el marítimo y terrenal. Por. Florencia Fico El argumento de la película pone en foco a el amor que surge entre Atlanna y el padre de Arthur Curry intrerpretado por Jason Momoa que evidencia que es mitad humano y mitad atlante. Comenzará una expedición que lo remontará a hallar su identidad como “mestizo” y más adelante en un ser de grandes valores sentimentales. Además conocer sí es apto para su futuro como rey y transformarse en “Aquaman”. El genero de “Superhéroes” y DC Comics empieza en 1941 con la aparición de “Aquaman” de la mano de sus creadores: Paul Norris y Mort Weisinger. Su génesis databan que era un hijo de un consagrado explorador submarino que lo expuso a distintos experimentos que le posibilitaron sobrevivir en las profundidades del mar. Asimismo poseía branquias, dentro de sus dotes estaban su fuerza y su don para expresarse con todos los animales acuáticos. Posteriormente en la época de los 50 el protagonista renovó sus inicios en el cual Aquaman era Arthur Curry hijo de Tom Curry un farero y su madre la reina Atlanna aislada de su localidad desubicada de Atlantis. También tuvo un romance con la princesa Mera, con quien contrajo matrimonio y fruto de su apasionado amor nació su hijo Arthur Curry Jr. Ya en los 60 fue participante fundador de la “Liga de la Justicia“, un conjunto súper poderoso del mundo DC con las figuras como: Batman, Superman, Wonder Woman, Flash, el Detective Marciano y Linterna Verde. El universo de Ciencia Ficción estuvo presente por el departamento de animación con su gran industria de iluminación y magia. En los aspectos técnicos de cámara distintas locaciones como: un desierto, fotografía aérea, operaciones con hologramas e islas como Sicilia donde Arthur Curry encontró dónde se hallaba el tridente que contenía el control completo de Atlantis. “En este tridente reside el poder de Atlantis. Si buscas mi poder, viaja más allá del borde del mundo hacia el mar oculto. En las manos equivocadas, traería destrucción. ¡Pero en manos de un verdadero heredero, uniría todos nuestros reinos arriba y abajo!“, dijo Graham McTavish en el papel de Rey Atlan (prócer de la antigüedad oceánica). Su actuación fue destacada como un ser mitológico, con enfoques en contrapicado y alusiones a Poseidon divinidad romana o Rómulo (primer Rey de Roma). Mantis es hijo de Manta un pirata que emplea la violencia como signo de poderío frente a las personas a cambio de dinero para valerse de lo ajeno. Jason Momoa en el rol de Aquaman encuentra un espacio balanceado con una anatomía de impronta avasallante y combativa asimismo un temperamento orgulloso, virtuoso como un gigante luchador cuasi vikingo. Aunque tuvo dobles de riesgo en algunas escenas como la princesa Mera. Pero con una calidez que deja entrever sus temores, angustias, vulnerabilidades y lo inesperado de un protagonista que tiene que superar todas las batallas dentro y fuera de sus límites. El actor tomó mucho carácter debido a sus personajes en series como sheriff en “The Red Road”, las peleas con hachas en “Frontier” y por último en “Braven” cuando debe asistir a su familia tras un asalto de distribuidores de drogas. La actriz Nicole Kidman interpreta a la reina Atlanna y le comunica a Arthur:”Podrías unir nuestros mundos algún día. La leyenda dice que un día vendrá un nuevo rey. Quién usará el poder del tridente para volver a juntar a Atlantis.” En el principio de la película se la retrata como una mujer joven que luego ser herida y recogida por el farero empieza a darse un enamoramiento que finaliza abruptamente cuando los soldados altanteanos la detienen por su infidelidad. Aunque confronta a la mayoría se va y deja a su amante y su hijo Arthur. En otro momento confirma su defensa personal como característica principal para mantener a su familia a salvo. En éste estadio Nuidis Vulko un alanteano le enseña saberes para potenciar sus dotes funciona en la película como un entrenador y desarrollar los instintos de la nación de Altantis. Este personaje humaniza el universo marino e ilumina el camino que le tocará para resguardarse del príncipe Orm que quiere asesinarlo para obtener el trono. Las particularidades de un atlanteano son: visión nocturna, soportar temperaturas diferentes, respirar bajo el agua, hablar con animales y las tácticas con el tridente de su madre Atlanna. Willem Dafoe personifica a Vulko como un guardián, su ductilidad gestual puede variar a un cómplice de Orm a un aliado de Arthur. La productora: DC Comics, DC Entertainment y Warner Bros. utilizaron fabricadores de escaneo tridimencional, efectos visuales en recrear obras esculturales en grandes y pequeñas magnitudes, gráficos de videojuegos como en batallas entre Aquaman y su hermano de sangre pura real Patrick Wilson como el príncipe Orm en el círculo rojo. Escena que se predispone a disputarse la monarquía de Atlantis. Asimismo, ver especies como: ballenas, orcas y tortugas marinas gigantes.Los diferentes tiburones: martillo, blanco y azul. También: peces, rayas, anguilas eléctricas monumentales, pulpos, medusa, caballos de mar, pez espada, estrellas de mar. La vegetación coral, algas y rocas. Accidentes geográficos como: penínsulas, golfos, estrechos, cataratas y cascadas. El director James Wan puso todas sus fichas en el compendio de una historia fantástica que desenvuelve la lucha de dos hermanos por el poder absoluto del mar. Un mensaje subliminal a la humanidad que contamina ya sea con vertidos, industrias, extinción de especies o pesca abusiva y los submarinos piratas que desmantelan el continente hídrico. Esto se sostiene en el príncipe Orm que contrata a uno de ellos para deshacerse de Arthur; y la figura del actor Yahya Abdul Mateen II como Manta cobra sentido al querer vengarse de la muerte de su padre. Seguro que su madre había muerto en la “Fosa” y ese fue su móvil. Manta es hijo de un pirata que emplea la violencia como signo de poderío frente a las personas a cambio de dinero para valerse de lo ajeno. En el guión en primer lugar se ancla en la matanza de Aquaman. En segundo la batalla entre los hijos de Atlanna por el liderazgo en el espacio acuático y en tercer lugar la convivencia de ambos mundos el humano y atlanteano. Por otro lado el personaje de Amber Heard como princesa Mera interpela constantemente a Arthur mediante preguntas tales como: ¿ Crees que no eres digno de liderar porque eres de dos mundos diferentes?. A lo que el contesta que él no se ve representado de esa forma ni como un rey. Es una mujer y actriz que empondera a “Aquaman”, en tono humorístico, inocente y suspicaz. Su cualidad actoral la ubica como una gran estratega para las batallas e inteligente. Le confiesa que en Alantis siempre ha tenido un rey pero ahora necesita algo más. Y denota la ingenuidad del personaje masculino no se da cuenta que la respuesta consta de dos palabras: “un héroe”. El rey Orm es su prometido pero ella no está de acuerdo con declararle la guerra al mundo de la superficie. Amber comprometida con su papel que insinúa confianza, confianza, vigor, disciplina, valentía y personalidad brava. El amor brota desafiante entre Arthur y Mera, ambos se cuidan sin fronteras. En un esfuerzo por encontrar el tridente con mayor poder Mera y Arthur se lanzan a una batalla contra las criaturas bestiales de la nación de la “Fosa” y se produce un evento impredecible que es la existencia de Atlanna viva. Le dice que ha soportado 20 años en aquel lugar para poder obtenerlo pero entre lágrimas afirma: “Un rey solo lucha por su nación. Tú luchas por todos”. Lo que funciona como motor para afrontar su destino ser: “Aquaman”. By : Florencia Fico Puntaje: 90.
Ya a esta altura nadie es ajeno a los vaivenes y las desprolijidades que se vienen dando en el Universo Cinemático de DC que vienen intentando sostener Warner Bros junto a DC Entertainment. Luego de las vapuleadas “Suicide Squad” (2016) y “Batman Vs Superman: Dawn of Justice” (2016), surgió un episodio un poco más inspirado llamado “Justice League” (2017) y la que hasta hoy en día es la mejor propuesta de la productora, “Wonder Woman” (2017). “Aquaman” es un producto que se encuentra un escalón por debajo de la cinta protagonizada por la princesa de las Amazonas. No obstante, cabe destacar que representa un entretenimiento digno gracias a la dirección de James Wan, el creador de dos sagas destacadas como lo son “Insidious” (2010) y “The Conjuring” (2013), además de ser el creador de la primera “Saw” (2004) y de haber dirigido la séptima entrega de la saga tuerca más famosa “Furious 7” (2015). Wan parece ser uno de los directores mainstream del momento convirtiendo todo lo que toca en oro. Es por ello que no era de extrañar que Warner lo convoque para intentar reflotar al Universo DC. Si bien el producto está lleno de falencias, errores y alguna que otra incongruencia dentro del universo expandido, la primera aventura en solitario del Rey de los Siete Mares es un viaje sumamente disfrutable, entretenido y con un gran espíritu aventuresco y comiquero. El largometraje cuenta la historia de Arthur Curry (Jason Momoa), un hombre que descubre que es mitad humano y mitad atlante por parte de su madre, la reina Atlanna (Nicole Kidman), por lo cual es heredero del trono de Atlantis si es que se decide a reclamar el lugar en la ciudad escondida en el fondo del mar y desafiar a su hermano el Rey Orm (Patrick Wilson). Para ello deberá emprender el viaje de su vida en el cual se encontrará con temibles adversarios como el mismo Orm y Black Manta (Yahya Abdul-Mateen II), un pirata en busca de venganza. Pero Arthur no estará solo en este periplo sino que contará con la ayuda de Vulko (Willem Dafoe), su maestro y entrenador en todo lo que tiene que ver con Atlantis, y Mera (Amber Heard), la prometida de su hermano que se convertirá en una parte importante de la vida de Aquaman. No fue fácil concebir un film de estas características con una mitología muy vasta y rica, es por ello que el director decidió separarse de los caminos habituales de las películas de inicio, generando una cinta particular que arranca ya con la popularidad del protagonista en pleno auge de su carrera como superhéroe y entregando a cuenta gotas varios elementos de su historia pasada con la inclusión de diferentes flashbacks que fueron implementados o motivados armónicamente mediante ciertos elementos que desencadenan ese necesario retroceso a las fuentes. Es en esos momentos donde el film funciona y sorprende con una modalidad poco utilizada en este tipo de largometrajes. Las falencias narrativas de la película vienen dadas en otros frentes. En primer lugar, la pieza audiovisual busca ser un relato de aventuras, con ingeniosas y sorprendentes secuencias de acción, un film introductorio, también busca contar una historia de amor, entre tantas otras cosas más. Esto hace que la mezcla no resulte del todo homogénea y que por momentos haya problemas con el tono del largometraje, a pesar de que si bien tambalea en ese sentido, James Wan logra que la narración se mantenga a flote gracias a su talento como director. Por otro lado, no ayuda la banda sonora de Rupert Gregson-Williams (“Hacksaw Ridge”, “Wonder Woman”) que resulta ser bastante básica, caricaturesca y repetitiva en los momentos en los que debería crear un clima y acompañar a la imagen. Entre los logros de la propuesta pochoclera se destaca el elenco, en especial el dúo protagónico. Momoa y Heard demuestran tener la química necesaria para llevar adelante el film interpretando dignamente a sus personajes. En especial cabe destacar la composición de Heard que termina de redondear uno de los personajes más atractivos e interesantes de la película. De hecho, el peso que se le dio a su personaje en la historia es mayor que el de Arthur Curry, siendo muchas veces el papel que lleva la trama y teniendo mayor peso en la narrativa. Willem Dafoe, Nicole Kidman y Patrick Wilson terminan de completar a los personajes secundarios en lo que representa un casting envidiable para cualquier director. Asimismo, los villanos o antagonistas de la cinta, Orm y Black Manta, comprenden fuerzas opositoras atractivas y con mayor dimensión que la que suelen tener en este estilo de películas. Por el lado de los aspectos técnicos, resulta impresionante cómo se manejó todo lo relacionado al CGI. Siempre fue una de los mayores desatinos que tuvo el Universo DC en cuanto a la implementación de las imágenes generadas por computadora, y para una historia que transcurre gran parte debajo del agua aquí era primordial que funcione, y sí que lo hace. Viendo el resultado final, queda claro que Industrial Light & Magic (“Star Wars”, “Jurassic Park”, “Transformers”) es de lo mejor de la industria en todo lo que tiene que ver con efectos visuales y especiales. Y si a todo esto le sumamos unas espectaculares escenas de acción en lo relativo a lo coreográfico, al manejo del espacio escénico y a las posiciones de cámara, quedan grandes secuencias de acción con plano memorables. En síntesis, “Aquaman” resulta ser un viaje entretenido, aunque un poco extenso y convulsionado. Un film de aventuras disfrutable que tiene sus mayores aciertos en su elenco y en todo lo relacionado con las secuencias de acción y los efectos visuales. No tanto así en lo narrativo, con un segundo acto donde pierde un poco el ritmo y con ciertos momentos que resultan desatinados en cuanto a tono, pero que finalmente recupera su sentido deleitando a los fans del mundo del comic.
Como el de su archirrival Marvel, el universo de DC también se expande, aunque los resultados, con films como Batman Vs Superman o la olvidable Mujer Maravilla, vienen siendo magros. Ahora es el turno de Aquaman, que había aparecido en Liga de la Justicia y se gana ahora su propio lugar, con James Wan (El conjuro) como director. El resultado es, como cabe esperar, visualmente apabullante, con batallas subacuáticas y la espectacularidad de una civilización, Atlantis, origen de este hijo de una reina (Nicole Kidman), interpretado por el grandote Jason Momoa. No espere mucha sutileza, ni un guión muy inspirado ni personajes memorables, aunque los que paguen la entrada para Aquaman seguramente recibirán algo de lo que sí cabe esperar de una de superhéroes fantásticos plagada de peleas épicas apoyadas en efectos especiales más o menos virtuosos. Sí podría Aquaman durar bastante menos de lo que dura: sus más de dos horas son absolutamente excesivas.
En un océano todo es posible, desde respirar hasta luchar, se está por librar una batalla final. Esta nueva producción que DC Comics lleva a la pantalla grande cuenta la vida del hijo de la Reina Atlanna y heredero al trono Arthur Curry, que desde niño descubrirá sus poderes sobre el mar. Aquaman, quien lleva más de 75 años de vigencia en el arte de la historieta, llega por primera vez al cine interpretado por Jason Momoa, que lejos está de asimilarse al personaje del comic: es morocho, de pelo largo y con porte escandinavo. El renuente gobernante del reino submarino de Atlantis se ve atrapado en una batalla entre sus habitantes, que están dispuestos a atacar la superficie, y los terrícolas, que amenazan sus océanos. Ahora bien, el relato por momentos atrapa por su mística y sus excéntricos personajes, aunque no llega a cerrar del todo: se vuelve muy extensa (143 minutos) y la acción desborda, empobreciendo la trama. En este aspecto está plasmada la impronta de su director, James Wan, quien además de dirigir “El juego del miedo”, estuvo a cargo de “Rápidos y Furiosos 7”, y esta película, aunque tiene algunos mensajes ecológicos, como el de dejar de invadir los mares con basura humana, es casi un “Rápidos y Furiosos” edición marina. ¿Lo mejor? El soundtrack a cargo de los islandeses Sigur Rós.
Wow… Wow! Re Wow! En mi vida nunca vi nada parecido a lo que logra James Wan con Aquaman. No hay otra película de superhéroes que se le acerque los talones en cuanto a despliegue masivo, y eso que está todo el Universo Cinemático Marvel para poner en la balanza. Eso no significa que Aquaman sea el mejor filme del género porque no lo es, porque tiene su cuota de pifias menores pero, en cuanto espectáculo y delirio visual, no se asemeja a nada que hayas visto antes en tu vida. Al menos en su rubro, porque si hay alguna manera de definir a Aquaman sería Flash Gordon encuentra a El Señor de los Anillos. Imaginen batallas masivas con miles de criaturas gigantescas, naves disparando rayos lasers, un monstruo submarino monumental, decenas de razas diferentes de atlantes luchando entre sí y, en el medio, Jason Momoa. Si el hawaiano buscaba el momento para el superestrellato, éste es el adecuado. El tipo no solo es enorme, carismático, simpático y un total badass, sino que tiene una presencia en pantalla que comanda la escena. En el clímax, en donde podía haber sido devorado por los efectos especiales, el tipo sale adelante y es fácil seguirlo y cinchar por él. Después de todo ha tomado al personaje mas insulso del mundo del comic – objeto de burlas durante decenas de años debido a lo limitado de sus poderes – y lo ha convertido en un Superman acuático que rebosa de actitud. Y lo que es mejor, el tipo disfruta con el rol, cosa que otros estreñidos del DCEU – léase Affleck & Cavill – jamás lo han hecho. Es un tipo con actitud Marvel (tiene mucho del caradurismo de Chris Pratt) en medio de una versión submarina de Star Wars. Y es esa actitud descontracturada lo que el universo cinemático DC está clamando a gritos desde hace rato. Aquaman es un poco larga, sobre todo cuando los héroes deben hacer de improvisados Indiana Jones y deben revolver ruinas escondidas en el Sahara en busca del tridente del rey Atlan, fuente inagotable de poder y única manera de reclamar el reino sobre los siete mares, algo que el medio hermano de Aquaman – el rey Orm (Patrick Wilson) – está a punto de llevarse por delante ya que está forjando una alianza entre los 7 reinos submarinos – remanentes de la Atlántida original – para atacar al mundo de la superficie. Harto de que masacren ballenas, tiren bidones con desperdicios atómicos y vacíen la basura de las ciudades en el mar, Orm planea un genocidio y el único capaz de detenerlo es Arthur Curry, el hijo de una reina atlante (Nicole Kidman) y un farero (Temuera Morrison), que representa lo mejor de ambos mundos y tiene linaje real. A él acude Mera (Amber Heard, actriz horrible si las hay y que intenta ser una versión badass de Ariel, la Sirenita), hija de uno de los reyes de la alianza (Dolph Lundgreen, ensayando un comeback inesperado pero merecido), que no gusta de Orm ni quiere sentir el sabor de la sangre en su boca. La primera intentona de Arthur para parar a Orm sale mal; la segunda (y su única esperanza) es encontrar el dichoso tridente mágico de oro. Claro que está en el lugar mas inaccesible del planeta y custodiado por un bicho gigantesco que no duda en devorar a todos los infractores que osan intentar apoderarse del objeto en cuestión. Visualmente, Aquaman es un orgasmo. Desde el traje hecho con medusas fluorescentes de Mera hasta el diseño de los reinos (al fin DC / Warner se pusieron las pilas y contrataron a la ILM para tener efectos especiales decentes), todo es de una riqueza visual que me hace acordar a los reinos de la Tierra Media, en especial el de los Elfos de la trilogía de Peter Jackson. Todo tiene un detalle glorioso y no parece terminar nunca, siendo una secuencia innovadora tras otra. A esto se suman las escenas de acción, las cuales impresionan. Sea Momoa y Heard combatiendo esbirros atlantes en un pueblito italiano al que terminan por demoler, la temible incursión a la fosa donde son perseguidos por miles de criaturas mutantes mientras portan una bengala para protegerse (porque los bichos no toleran la luz) o la batalla final en el reino de Salmuera, con el rey portando voz de enano (es John Rhys-Davies!), donde la masividad del combate es algo nunca visto en el cine (y eso que uno ha visto la Batalla del Abismo de Helm y las masivas refriegas espaciales de Star Wars), eso sin contar con el teaser donde Momoa solito saca a flote un submarino ruso y pelea a mano limpia contra un escuadrón de piratas, Aquaman es un espectáculo pochoclero con letras mayúsculas, y una fiesta para el aficionado al comic. Desde ya, no todo funciona. Mientras que Momoa está super relajado con el rol, el resto aprieta los dientes para decir sus líneas. Patrick Wilson está ok, pero Willem Dafoe está duro como una estaca, la Kidman otro tanto aunque tiene su oportunidad para patear traseros con estilo, y la peor ofensora de los sentidos es Amber Heard. El por qué está aqui es un misterio, a no ser por su pelea publica con su ex marido Johnny Depp (y su fugaz noviazgo con Elon Musk), está chica no ha probado tener talento para nada salvo para aparecer en los titulares de los tabloides. Cuando en el final Mera se ve obligada a despacharse con un discurso heroico para reconocer los méritos de Aquaman, su entrega de las lineas es tan chata y lamentable qe arruina el momento. Si el DCEU ha logrado tomar al superhéroe mas insípido de la historia y lo ha transformado en un adorable badass, aun hay esperanzas para los personajes de la DC. Sí, Mujer Maravilla es mucho mas solida y memorable, pero Aquaman entrega proezas superheroicas descomunales, humor y aventura al 200%, aún cuando haya lineas y escenas no muy pulidas que digamos. El culpable es James Wan, director supremo si los hay y que ha probado de sobra que hace maravillas con cualquier género que le toque. Y acá ha salvado al universo cinemático de la DC, probando de manera inexorable que cualquier cosa que crezca fuera del circulo de influencia de Zack Snyder es brillante, popular y exitoso.
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Si la película de Aquaman tenía un trabajo, era no tomarse a sí misma demasiado en serio. Y eso fue precisamente lo que hizo, sin perder el tono que la conecta con el resto del DCEU (DC Extended Universe). Con buen timing para el humor y escenas de acción épicas, un reparto de personajes funcionales a la trama y una estética impecable, la historia de origen del héroe mitad atlante-mitad humano, funciona porque sabe de dónde viene y hacia dónde va. Arthur Curry -también conocido como Aquaman- ya apareció en la Liga de la Justicia, sentando las bases para la caracterización de su personaje, qué es lo que lo motiva y cómo trabaja en equipo. Pero lo que le faltaba en personalidad al grupo superheroico, le sobra a esta nueva película. Entre reminiscencias de leyenda artúrica, guiños a la cultura pop y criaturas lovecraftianas, va construyendo una identidad propia que se fusiona con la mitología de los cómics, dando lugar a un héroe funcional a este mundo moderno. Jason Momoa generó muchas dudas cuando fue elegido como el rubio defensor de los mares, pero supo despejarlas a fuerza de carisma. En su película se consagra como un héroe digno de jugar en primera, pero también se ríe de sí mismo y recae en sus compañeros de elenco. La ganadora del Óscar Nicole Kidman interpreta a su madre Atlanna, quien desencadena toda la historia cuando conoce a un humano de la superficie y se enamora de él. La esperanza de la reina de Atlantis es que su hijo pueda unir ambos mundos, y Arthur es criado bajo esos preceptos. Su naturaleza dual lo pone en el centro del conflicto, aunque él se resista a involucrarse. Sus poderes -muchas veces denostados por los mismos fans- aparecen de manera gradual y orgánica, integrándose a la historia naturalmente. Tanto en la superficie de la tierra como en el fondo del océano, cuenta con poderosos aliados y enemigos salidos de las páginas de los cómics de DC, quienes son adaptados con más dimensiones que las que venían mostrando los secundarios de este universo hasta el momento. Mera vuelve a aparecer y hace despliegue de sus impresionantes poderes y habilidades, esenciales para la historia y para que Arthur pueda cumplir su destino. Siguiendo el legado de Mujer Maravilla, esta película tiene algunos de los personajes femeninos mejor compuestos del DCEU hasta la fecha y la construcción de un mundo propio visualmente impactante. La leyenda se alza y sostiene por sí sola, basada en los mitos griegos y reinterpretada por James Wan a partir de las páginas de los cómics, con una impronta de autor que le da lo necesario para que podamos suspender nuestra incredulidad y disfrutar de este mundo subacuático. La dirección es superlativa y el departamento de arte merece una mención aparte, con un despliegue épico de escenarios, trajes y criaturas. En definitiva, Aquaman es una gran película de origen, con una historia divertida que conjuga algunas de las mejores escenas de acción que nos dio el género con el viaje de autodescubrimiento del héroe subacuático por excelencia.
James Wan se pone la camiseta de director y nos cuenta el origen de Aquaman.
Sale el sol en DC Justo cuando parecía que el universo cinematográfico de DC estaba por ser desmantelado por mucho tiempo, aparece esta versión colorida, aventurera, ambiciosa y hasta por momentos inocente de "Aquaman". ¿El responsable? James Wan, ese gran nuevo director que todo lo que toca se convierte en oro. Recordemos que Wan dirigió algunos títulos como "El juego del miedo" (la excelente primera parte, no la verborragia que vino después), "El Conjuro" primera y segunda parte, "Rápidos y furiosos 7" y "La noche del demonio" primera y segunda parte, entre otros. Creo que fue una muy buena decisión de Warner y DC involucrar a este director. ¿Quién sabe? Quizás sea junto con Patty Jenkins quienes agarren las riendas que le arrebataron a Zack Snyder ("Man of steel", "Justice League", "Watchmen"). Si me preguntan a mí, hizo todo muy bien pero fue atacado injustamente y con zaña por una buena parte de los grandes medios de entretenimiento. Eso voltea directores. ¿Tuvo algunos errores? Puede ser, pero nada de gravedad como para ser apartado. Dicho esto, Wan es una gran incorporación en la dirección que se le pretende dar al universo DC. Aporta buen cine y grandilocuencia a la vez que ilumina y suaviza el tono más dramático que tenían la primeras entregas de este nuevo universo cinematográfico. Pasando a "Aquaman" puntualmente, lo mejor que nos ofrece es el hermosísimo e imposible escenario que ideó Wan, una increíble Altantis con interesantes personajes y bestias que a priori nadie creía que podían hacerse realidad, no al menos con tanto sentido positivo de lo estético. Los colores, el uso acertado del CGI, las escenas de acción bajo el agua e incluso algunas concesiones carpichosas que terminan siendo simpáticas, como incluir un pulpo que hace percusión en una ceremonia de batalla. El desafío era muy grande, pero lo lograron de manera extraordinaria. Por otro lado, suma mucho tenerlo al loco de Jason Momoa en el rol principal. Debo decir que al inicio no estaba muy seguro de su elección como el rey de los océanos, pero la verdad es que se luce en cada escena de la que forma parte. Mención aparte se lleva la diosa de Amber Heard que también compone un personaje que se roba varias escenas. El resto de cast acompaña muy bien, sobre todo Willem Dafoe y Patrick Wilson. Pero si alguien se carga la mayor parte del carisma del film en sus hombros, es definitivamente Momoa. Parece que nació para el rol y la está rockeando. Otro aspecto positivo fue la dinámica más de aventura que se le dió al guión, con algunos momentos de humor fuerte, algo que se le venía reclamando a este universo de cine. En su mayoría está muy bien pensado, con buen timing, aunque también hay otros momentos en los que simplemente parece muy forzado, como para dar ciertos gustos a algunos espectadores que son más de la dinámica Marvel que de DC. Si tengo que mencionar algunos aspectos negativos, diría que hay un par de momentos en que percibí un aura cursi y exagerada. Un ejemplo de esto es el beso de Aquaman y Mera en plena guerra. Creo que no hacía falta dotar de cierto infantilismo a la propuesta, pero entiendo porqué lo hicieron. El público más joven es quien le puede dar buena salud a este proyecto. Y no calcularon mal. "Aquaman" ya superó el billón de dólares en recaudación a nivel mundial. Finalmente como punto flojo me pareció al villano Black Manta le faltó impacto y protagonismo. Comprendo que el villano principal era el Ocean Master, pero creo que se le podría haber dado un poco más de vuelo a Black Manta. En conclusión, "Aquaman" es el segundo golazo que mete DC luego de haber recibido bastantes criticas por sus úiltimos productos. El primero recordemos que fue "Wonder Woman". Personalemente creo que "Man of steel" es un peliculón, pero la crítica en general tuvo opiniones bastante variadas. El fan de "Batman v Superman" o "Man of steel" puede chocarle al principio la dinámica más liviana de esta propuesta, pero si se dejan llevar van a terminar disfrutándola muchísimo.
Pasado por agua El gigante Jason Momoa encarna al nuevo Aquaman para la pantalla grande, en un film con falencias narrativas pero que entretiene. Una tormenta arrecia en las alturas y el cuidador del faro amarra las ventanas de su casa. En ese momento, un rayo ilumina la costa y ve a una mujer rubia, de esbelta figura, desvanecida en la orilla. El cuidador del faro corre a ayudarla, la carga en sus brazos y la mete en su casa. Pero la mujer es Atlanna, reina de Atlántida. En un rapto de ira, la atlante lanza su tridente contra el televisor, amenaza con destruir la vivienda. Pero al cuidador del faro ese poder lo erotiza. La pone a su cuidado, cura sus heridas y al poco tiempo tienen un hijo, Arthur. Ese inicio es lo más fiel al estilo del director y escritor James Wan (eso y la actuación de Patrick Wilson, uno de sus actores fetiches). Por lo demás, para los terrícolas Arthur será un héroe, pero para los atlantes será siempre un mestizo, hijo de un hombre y una reina subacuática -algo que se refleja en el hecho de que el cuidador sea un actor hawaiano y Atlanna la siempre glamorosa y rubia Nicole Kidman-. Así de extraño es el arranque de Aquaman, la nueva apuesta de DC Comics para desnivelar el reinado de la todopoderosa Marvel. Tal como ocurrió con La mujer maravilla (2017), la fusión Warner DC busca modos alternativos de contar historias tantas veces vistas, y la elección de James Wan fue en ese sentido adecuada. Consolidado como un clásico del nuevo cine de terror (El conjuro, Insidious), Wan sabe crear climas y lo demuestra en la escena inicial del film, con su mar nocturno embravecido y personajes fantásticos. El faro como punto de partida a otros mundos es una referencia cinéfila, y el director malayo vuelve allí una y otra vez, pero el resto es una confabulación de flims clásicos de aventuras. Los diversos reinos de la Atlántida que buscan unificarse bajo el reinado de Orm (Wilson), hijo legítimo de Atlanna, son un cóctel visual que remite a El Señor de los Anillos, Avatar, Piratas del Caribe y hasta Maléfica (en la lucha por el trono de sangre). Justo es decir, a favor de Wan, que las costuras están bien disimuladas, pero el film paga un alto costo en términos de animación (como mínimo, un 70% de sus más de dos horas ocurre bajo el agua), generando, por momentos, la sensación de tener un videojuego montado frente a los ojos. Pero la innovación más temeraria del film es el propio Aquaman. Lejos de ser el ceñudo superhéroe de las profundidades, el personaje interpretado por Jason Momoa (el último Conan) es una especie de tiro al aire a quien le gusta beber cerveza junto a su padre en una taberna y desoye el llamado ancestral para luchar por su trono en la Atlántida. Es una mole de dos metros de pelo largo, barba descuidada y con el cuerpo totalmente tatuado, más a tono con esa idea de un setting de videojuego que con el antiséptico dibujo animado. El personaje está cómodo salvando submarinos de la acción de piratas del mar, pero las hormonas de Aquaman dan vuelta la taba cuando aparece la bella princesa Mera (Amber Heard), que logra convencerlo para ponerse el traje e ir a pelear por su trono en la Atlántida. El elenco que los rodea es desparejo y deslucido. Aparte de Patrick Wilson como el némesis de Arthur, Dolph Lundgren interpreta a Nereus, rey de uno de los reinos de la Atlántida y padre de Mera, y Willem Dafoe, el único actor de fuste, viste un rol que se siente ajeno como el asistente de Orm, que por detrás suyo intruyó a Arthur desde su infancia en las habilidades de un atlante -como nadar a velocidad supersónica, respirar bajo el agua y luchar con el tridente como espada-. De los villanos del cómic, el filme rescata a Black Manta, un pirata que tiene una deuda personal con Aquaman y recibe las dotes de Orm para combatirlo: un traje especial y rayos destructores, que se lucen en una lucha cuerpo a cuerpo con el superhéroe atlante en una escena rodada en Sicilia. Wan hace permanentes y fallidos intentos por el lado del humor absurdo, como una contrapartida al humor negro de Deathpool, y es igualmente laxo al intentar connotaciones foráneas al cómic. En vez de buscar un Santo Grial, este Arthur persigue a un tridente todopoderoso y ancestral que fue forjado por Atlan, primer rey de la Atlántida. Buena parte del film transcurre en esa búsqueda frenética, como pasando niveles de un juego, mientras la otra parte se centra en Orm y sus deseos de unificar a los atlantes para invadir la Tierra. Argumentalmente, el film es escuálido, presenta una mitología compleja y acaso confusa, pero quizá no sea esa la razón por la que el público espera ver Aquaman. Milagrosamente, con todas sus falencias, Wan tiene pericia suficiente para hacer que la película entretenga. Las batallas subacuáticas están bien planteadas, las peleas a puño limpio tienen un humor e ingenuidad que recuerda al cine de los setenta, el enfrentamiento entre hermanos (otro reverso en el mundo del cómic, en este caso con Thor) es convincente, y Momoa tiene la convicción para ser una nueva estirpe de superhéroe. En el fondo, debido a sus buenas intenciones, Aquaman no es más que un buen entretenimiento pasado por agua.
Critica emitida por radio