Un cuento de Navidad Siempre es un desafío ensayar una aproximación crítica a una película concebida como vehículo de difusión antes que como expresión artística. Más aún cuando el fin detrás de todo el procedimiento es tan noble y loable como la lucha contra el cáncer infantil. Tal es el caso de Cambio de planes. En ese sentido, quizá pueda abordarse a la ópera prima del español Paco Arango (de amplia experiencia televisiva en aquel país) mediante la subversión de la concepción clásica de una evaluación. Esto es; pensar la película por lo que pudo haber sido antes de por lo que finalmente es. Y el resultado terminará siendo, para sorpresa, bastante satisfactorio. La misma voz en off iniciática encargada de situar el relato deja en claro que se estará ante una fábula navideña. Lo que es lógico, si se tiene en cuenta que el estreno español fue en diciembre del año pasado. Esa época de fiestas no le sienta demasiado bien a Manolo (Diego Peretti). Embarcado en un matrimonio a punto de romperse (su mujer es ni más ni menos que Aitana Sánchez-Gijón) y con dos hijos con los que apenas habla, un día sufre un accidente en la cabeza que lo obligará a realizarse una serie de estudios en un hospital madrileño, donde se encontrará con Antonio Andoni Hernández San José. El adolescente tiene cáncer y necesita sí o sí la firma de un mayor para unos análisis. Ante la ausencia de su madre (Goya Toledo), el mismo Manolo se hará pasar por su padre. A partir de allí, la dupla empieza a establecer una relación simbiótica en la que Antonio intentará contagiarle su optimismo y buen humor al más amargado Manolo, al tiempo que éste último empieza a integrarlo más en el núcleo familiar. El cóctel Navidad + cáncer invitaba a un cúmulo de golpes bajos, manipulaciones, lágrimas fáciles, melodramas de ínfulas televisivas y efectismos, más aún cuando todo se enmarcaba en una película, ¡ay!, “basada en hechos reales”. Pero Cambio de planes evita todo lo que podría presumirse de ella a través de la aplicación de partes iguales de honestidad y lugares comunes, valiéndose de personajes tan caricaturizados como tersos e incorruptibles en sus formas de proceder. Todo lo anterior está atravesado por la sabia de decisión de Arango de trazar una parábola narrativa iniciada en la liviandad de una comedia absurda y mediocre (Manolo debe ir al médico porque ve “una gorda” después de un golpe en la cabeza) a otra más volcada a la feel good comedy tan en boga en épocas de crisis (pensemos desde ¡Qué bello es vivir! hasta la más reciente Amigos intocables). En ese sentido, habrá además un par de personajes secundarios (la madre de Manolo, el vecino Raimundo), cuyas comicidades extrapoladas del universo construido por la película aparece allí justamente cuando la historia parece ladearse al sentimentalismo. Sin embargo, Arango parece no conformarse con la utilización de material radioactivo y desconfiar del poder de las imágenes, adosándole una banda sonora innecesariamente omnipresente y parlamentos que exteriorizan la matriz bienintencionada y moralista del proyecto. Todo eso confecciona una auténtica rareza: una película-vehículo de mensaje que también puede ser cine.
Ningún encuentro es casual Maktub en árabe significa "estaba escrito" y es además un libro de Paulo Coelho, en el que el autor asegura que es "el destino" el que fija y marca ciertas conexiones entre la vida, el alma y el Plan Divino. Sobre estos tópicos gira Cambio de Planes, el film de Paco Arango, director televisivo que se sumerge en la pantalla grande con esta comedia que, además de hacer hincapié en la idea del libro del escritor brasilero, se inspiró en la vida real de un niño llamado Antonio Gonzáles, a quien se le detectó un cáncer y decide vivir la vida al máximo. La historia transcurre en España, donde el argentino Manolo (interpretado por Diego Peretti, otra vez en una comedia luego de Fuera de juego) vive el día a día como un verdadero pesar. El tiene una complicada relación con su esposa Beatriz (Aitana Sánchez-Gijón), un trabajo monótono, una madre en el geriátrico (Goya Toledo) y dos hermosos hijos que notan el derrumbe matrimonial. Una fiesta podría cambiar su vida, ya que es ahí donde entra en escena Antonio, mientras ambos esperan ser atendidos por el médico. Maktub enseña que uno puede seguir adelante por el camino más difícil hasta llegar al lugar deseado, que ningún encuentro es casual y que nunca es tarde para hacer las cosas bien. Cambio de Planes tiene una estética televisiva, pero se mantiene a flote debido a su buena combinación de humor y elementos fantásticos que entran a jugar en la trama. Algunas respuestas llegarán sobre el desenlace en esta realización riesgosa si se tiene en cuenta el tema que aborda. El elenco no presenta fisuras y cuenta con Jorge Garcia (Lost); Rosa María Sardà, en el papel de una enfermera; Enrique Villén, en el rol de un vecino de profesión psicólogo-albañil y Laura Esquivel (Patito Feo) en una pequeña participación como la hermana de otro niño internado. Cambio de Planes emociona, entretiene y ayuda a reflexionar que la vida no es sólo lo que hacemos, sino aquello que dejamos sembrado en el camino.
La temática de chicos con cáncer ha sido utilizada bastante tanto en televisión como en el cine para generar golpes bajos y sentimentalismo a base de sufrimiento e injusticia. ¿Qué hace entonces que la película de Paco Arango sea diferente al resto? Una sola cosa: su tono en general. Así como el pasado enero la película Amor por Siempre, protagonizada por Kate Hudson, tomaba una temática similar, el tono de Cambio de Planes se basa en el lado positivo, en vivir todos los días como si fuera el último, de disfrutar cada momento. Claro, hay escenas que no pueden evitar caer en lugares típicos del tema, pero una dirección amena y un elenco más que agradable hacen que la película resulte una moderada historia con moraleja incluida. Diego Peretti, un abonado a las historias gallegas -hace poco se estrenó Fuera de Juego con su protagónico como principal baza- es el casi protagonista principal en la que retrata a Manolo, un hombre en sus cuarentas que lo tiene todo pero a la vez, no tiene nada: un trabajo rutinario, unos hijos problemáticos, una hermosa esposa que lo engaña y demás. Lo usual. El problema llega cuando a raíz de un accidente debe acudir al hospital, en donde por obra del destino conoce a Antonio, un adolescente bastante pícaro que padece cáncer. Habrá más de una coincidencia (llámese magia, llámese destino -como bien lo anticipa su título original, Maktub o 'estaba escrito'-) y los caminos de Manolo y Antonio no pararán de cruzarse, cambiando la vida de ambos y enseñando valiosas lecciones a los protagonistas. El guión del director Paco Arango denota ciertas limitaciones, pero hace que la película funcione porque se transmite adecuadamente al espectador. Su humor es sencillo y sin una pizca de malicia, amable y constructivo, por lo que eventualmente uno termina encariñándose con los personajes y la historia. Hay también un dejo fuerte a un cuento navideño lleno de poesía, porque se desarrolla en ea época del año y porque la cena de Nochebuena acaba siendo muy familiar, en uno de los momentos álgidos de la trama. Arango también baraja un variopinto grupo de personajes que interactúan muy bien entre sí, comenzando con el apático y ganso Manolo de Peretti, el impredeciblemente arisco Antonio de Andoni Hernández, la fortuita relación entre la cada vez más sexy Aitana Sánchez-Guijón y Goya Toledo, el hilarante dúo octogenario de Amparo Baró y Mariví Bilbao, y hasta el gordo de Lost, Jorge García, cuyo personaje es el más extraño de todos pero que funciona para crear una faceta particular de la película. Todo el elenco funciona y genera una credibilidad pasmosa. Cambio de Planes es una comedia dramática sin pretensiones, que gustará a un público sin grandes expectativas cinematográficas pero con ganas de presenciar una realidad más dulce, con cáncer y la muerte de por medio totalmente desdramatizados y enfocados de manera positiva. Una película amable y concisa, agradabilísima de ver.
Me hace ilusión Una película cuyo protagonista es un niño con cáncer en estado avanzado ya dice bastante sobre el tipo de historia con la que el público posiblemente se encuentre. El director Paco Arango, consciente de esto, decide tomar otro camino y, cual transformador, convierte lo negativo en positivo. Consigue así un film con un propósito claro y preciso: fomentar el amor por la vida. Si bien no se aleja del sentimentalismo y el melodrama, la comedia aparece fresca y oportuna, en el balance justo para un tema delicado y muchas veces evitado. Manolo (Diego Peretti) es un bancario y poco dedicado padre de familia. Su matrimonio con Beatriz (Aitana Sánchez-Gijón), a su vez, atraviesa una crisis que él no parece ver. Bailando en una fiesta Manolo se cae y se golpea la cabeza. La contusión le provoca alucinaciones y acude a realizarse los estudios respectivos. En la sala de espera conoce a Antonio (Andoni Hernández), un niño de catorce años que padece cáncer de médula. El humor, la rapidez y la elocuencia del joven seducen a Antonio instantáneamente, y entabla una tierna amistad con él. Las vidas de Antonio y su madre se cruzan enseguida con la de la familia de Manolo y será el personaje del niño el que movilice a cada uno, desde la acción, pero, principalmente, desde el sentimiento. Como se dijo al comienzo, la historia de un niño con cáncer ya se presenta desde el vamos con una carga dramática importante y por eso la astucia del director reside en saber manejar ese sentido previo y saber desviarlo a los fines dramáticos del film. Si bien la fuerte presencia del tema elegido marca un camino, Arango se adueñó de una historia casi verídica (según sus palabras un 80% del film está basado en situaciones reales) y le dio un giro en el que la comedia familiar se cruza con ciertas vivencias ácidas que tiene la vida. De este modo, la conexión con el film no se produce desde la tristeza sino desde el más radical sentimiento de humanidad presente en cada persona. Los actores, muchos de ellos españoles, están muy adecuados en sus roles y la película logra contarse con agilidad. Es una historia que puede conmover y hacer reír a grandes y chicos. Si se quiere ahondar un poco más, entre otros mensajes de optimismo y solidaridad, Cambio de planes (2012) es un film que no pretende ocultar cierta religiosidad. El aire místico que transmite está también allí para explicar por qué pasan algunas cosas. Y el film es, claramente, una invitación a dejarse transformar. Creer o reventar dicen algunos, pero aquí más vale creer.
Una historia de amor Manolo y Antonio se conocen de casualidad cuando ambos deben hacerse un estudio en el hospital. Manolo es un cuarentón en plena crisis matrimonial y con una gran frustración. Antonio es un adolescente con una personalidad bastante particular, hijo de madre soltera, y padece cáncer. Ambos entablan una relación que será determinante para cambiar sus vidas y a sus familias...
El martes pasado tuvimos la suerte de compartir la función de prensa con Paco Arango, el director de “Makub” (aquí llamada “Cambio de planes”), y no podemos empezar esta reseña sin decir que detrás de este proyecto hay una intencionalidad mayor que la meramente artística. El cineasta nos transmitió la cruzada solidaria que el film propone en su país (recaudar para una fundación que se ocupa de acompañar a las familias que atraviesan la situación que describe la historia) y se preocupó en señalar que su trabajo es comprometido a todo nivel con el tema. En sí, la historia presentada, está inspirada en un caso real de un chico de Canarias que sufre de cáncer y llega a Madrid para enfrentar el ultimo tramo de su enfermedad. Si bien sabemos que hay público que tiene reticencia a este tipo de temáticas, el tratamiento que encontrarán en la película es absolutamente movilizante, desde todo punto de vista. Reirán, se conmoverán, pero por sobre todas las cosas, saldrán de sala con una gran sonrisa en su rostro. Antonio (Andoni Hernández) es un chico que está en una fase de la enfermedad, avanzada. Arriba con su madre, Mari (Goya Toledo) a un hospital donde se brindn cuidados especiales para su problemática, desde muy lejos. Le gusta el rap, está lleno de vida y tiene una visión del mundo, fascinante. A pesar de estar enfrentado a la muerte en su tratamiento y con un pronóstico nada favorable, Antonio es una explosión de energía. Eso si, tiene sus momentos. Manolo (Diego Peretti), es un hombre de edad madura en crisis con su matrimonio. Está unido a Beatriz (Aitana Sánchez-Gijón), tienen dos hijos pero no se llevan bien. Cierto día, por un accidente que él sufre, da en el centro médico al protagonista de nuestra historia. Y el encuentro entre esos mundos, es algo para no perderse. La manera en que Antonio resuelve y propone situaciones, su naturalidad y encanto, hacen que Manolo confíe en él y escuche de su boca, muchas cosas que de otra manera no podría hacer. Los dos comenzarán una amistad comprometida que afectará a las dos familias por igual, cuando salgan a la luz algunos secretos que circulan y de los que no se habla en forma abierta… No queremos anticipar más de la trama, si decirles que “Cambio de planes”, es muy divertida. Se respira pasión y entrega en sus protagonistas y el guión que escribió el mismo director (con ayuda del niño en que está inspirado la historia) no tiene fisuras. Es difícil describir las emociones que lo atraviesan a uno cuando está en sala, pero puedo asegurarles, que ésta, es de las mejores películas habladas en nuestro idioma en el año en curso. No se dejen llevar por el tratamiento que históricamente se hace con la temática: esta cinta es movimiento, reflexión, amistad, entrega y vida, en estado puro. Quizás su único punto débil sea la suerte de un personaje simbólico (del que no se puede anticipar nada) que descubrirán al principio y que no me cerró su tratamiento a lo largo del film, pero el resto es excelente. Imperdible.
El destino no está marcado Que las buenas intenciones y la entrega de un producto digno se den la mano es un hecho poco común en la cinematografía actual. Pues bien el caso de Cambio de Planes podría ser el ejemplo que en vistas de la consecución de un fin noble no es necesario sacrificar el gusto artístico. El film dirigido por Paco Arango trata de relatar de la manera mas fiel posible (y para nada sensiblera) las experiencias que él mismo ha recogido a lo largo de once años como director de la fundación Aladina, que se ocupa de dar atención y cuidados a niños enfermos terminales en la última faceta de su dolencia. Su experiencia personal al haber conocido a un chico internado en el Hospital Niño Jesús de Madrid, este temple que mostró el niño en cuestión fue el móvil disparador para que el director volcara esa experiencia al guión de Maktub (tal cual es el titulo original del film y uno de los proyectos de la fundación pro ayuda al niño con cáncer). El film nos narra el fortuito encuentro entre Manolo (Diego Peretti), quien debido a un accidente se ve en un hospital con la necesidad de realizarse una tomografía, y Antonio (Andoni Hernández), un adolescente que se encuentra en la fase final de un tratamiento oncológico y allí ocurrirá lo que está escrito: que ambos se conozcan y cada uno modifique la vida del otro para siempre. Antonio atraviesa la clásica crisis de la mediana edad, casado con una mujer que ya dio por muerto el matrimonio (interpretada por Aitana Sánchez-Gijón); su vida tiene pocas luces y muchos interrogantes sobre el futuro. En cambio Antonio vive en conexión con el presente, único territorio en el cual tiene certezas y logra a través de esta relación con Manolo el devolverle la frescura que la rutina le ha quitado. Difícil tarea de composición actoral para todos los intervinientes que deben conjugar momentos de comedia rosa con el difícil clima que conlleva el retratar una enfermedad terminal en niños, llevado con hidalguía por un director que trasunta día a día con esta realidad. Al mejor estilo de esas comedias de antaño como Que bello es vivir!, Cambio de Planes nos reconecta con la comicidad más clásica y también con esa necesidad de reírnos de aquello que no podemos cambiar y entender que aún en las situaciones más terribles el humor sigue siendo una excelente válvula de descompresión para el alma. Otro atractivo interesante para los amantes de Lost es la participación en el elenco del film del mismísimo Jorge García (Hurley) en un papel secundario pero que tiene su función en el relato. Sin lugar a dudas la ópera prima de Paco Arango cumple con el cometido de relatar fielmente el mundo que habitan los enfermos de cáncer sin caer en el fácil recurso del golpe bajo, que sería tal vez el más simple de los caminos para recorrer esta historia. Una interesante historia de Navidad que nos demuestra que nunca es demasiado tarde para resignificar nuestra vida y cómo convivir con lo inevitable. El tema “Nuestra playa eres tú” que pertenece a la banda de sonido del film fue escrito por dos de los amigos del verdadero protagonista de la historia que inspiró al director y en uno de sus pasajes dice “No estés triste porque se fue, sonríe porque lo conociste”; tal vez el mayor logro de este film es lograr que el espectador salga de la sala con una sonrisa.
Cuando el destino nos da una lección Muchas veces el destino aparece como una luz en el camino de esos seres que se ven arrinconados en alguna encrucijada de la que, aparentemente, no pueden escapar. Como Manolo, un hombre en plena crisis ya que la rutina de su trabajo le resulta asfixiante y su matrimonio con Beatriz está al borde del caos, que ve que su presente y su futuro no son para nada halagüeños. Pero este cuarentón aburrido y desencantado comienza a tener extrañas visiones: hacia donde mire se le aparece la figura de una mujer gorda que lo observa fijamente. A esto se suma un accidente, tan tonto como inesperado, que lo obligará a ir a un hospital, donde los especialistas tratarán de descubrir los motivos de esa permanente obsesión. Allí, en este lugar en el que los enfermos tratan de aferrarse a la vida, Manolo conocerá por azar a Antonio, un muchacho de 15 años nacido en las islas Canarias que padece de cáncer aunque posee, sin embargo, una vitalidad contagiosa y un espíritu de superación impresionante. El hombre comenzará una amistad con el joven. Una amistad que le irá abriendo las puertas de una senda en la que irán quedando atrás sus resquemores y sus angustias, un camino, en fin, que le permitirá ver que no todo es negro ni falto de soluciones. La relación de ambos pronto implicará a todos quienes se cruzan en sus vidas. La madre de Manolo, aburrida de su encierro en un geriátrico que adopta a otra anciana como su doncella; un tierno mexicano que reparte comida a domicilio; la sufrida madre de Antonio y una muchachita hermana de uno de los pacientes del hospital, todos ellos se unirán a Manolo para que ese chico condenado por la enfermedad sea lo más feliz posible en sus últimos días de vida. Historia a primera vista dramática, lo que ocurre en ella nunca llega al melodrama altisonante ni cae en los golpes bajos. Paco Arango, su director y guionista, se basó en un hecho real al que dotó de enorme optimismo, de certeras pinceladas de humor, de calidez en cada uno de sus personajes, de una esperanzadora mirada hacia el futuro. A cada paso del relato, Manolo va comprendiendo que el amor puede trasponer las más difíciles barreras y su acercamiento a Antonio, ese joven que siempre tiene a flor de piel una sonrisa solidaria, lo va convirtiendo en un hombre nuevo. Así, y poco a poco, todos estos personajes, más un solitario vecino y una fantasmal enfermera se unirán en una cena de Nochebuena en la que todo será alegría, una alegría que ni la misma proximidad de la muerte puede desbancar. Maktub , título original del film, es una voz árabe que significa "lo que está escrito". Y aquí lo que está escrito es esa enorme fuerza que hace de Antonio un ser que es querido y comprendido, y de Manolo alguien al que las penurias del pasado quedaron tan atrás que él ya las ha olvidado. La trama está urdida con enorme emoción, con una enorme autenticidad en sus diálogos y en sus situaciones y está, además, interpretada por un excelente elenco. Diego Peretti hace una emotiva composición de ese Manolo que ve cambiar su rumbo al son de la amistad, mientras que Aitana Sánchez Gijón, Goya Toledo, Rosa María Sardá, Amparo Baró y el resto del reparto supo unirse con convicción a esta especie de canción a la vida. Pero sin duda es la labor del joven Andoni Hernández quien se lleva los más estruendosos aplausos, ya que con una simple mueca, una sonora carcajada o un gesto tan imperceptible como sincero da cuerpo a ese ser que, tan cercano a la muerte, sabrá vivir sus últimos días con la ilusión de haber sido feliz. Los rubros técnicos apoyaron con calidad este entramado que habla de la muerte pero que, sin embargo, sobresale de él la ilusión de vivir sin temores y sin angustias.
Historia de superación de corte clásico En contra de todos los pronósticos, el film del español Paco Arango coquetea con el golpe bajo, pero sale airoso del desafío que se propone: una fábula navideña sobre un niño con cáncer. Hay tópicos que incluidos como parte del argumento de una película activan todas las posibles alarmas antimanipulación. Una historia navideña donde uno de los protagonistas es un niño con cáncer podría escalar muy rápido al tope de un hipotético ranking de recursos truculentos dispuestos a sorprender al espectador con la guardia baja. Justo ése es el disparador de Cambio de planes, debut cinematográfico del español Paco Arango, que cuenta con el versátil Diego Peretti en el rol principal. Pero en contra de todos los pronósticos y apuestas, la película bordea el abismo, coquetea con el golpe bajo y, sin embargo, casi siempre sale airosa del delicado desafío que se ha propuesto. No caben dudas de que semejante derrota del mal gusto hace que Cambio de planes se merezca algún punto extra en el balance final. Lo que propone esta película es una historia de superación de corte clásico, aunque dicho concepto guarda aquí una relación estrecha con otro adjetivo que lo complementa y amplía: clásico... y conservador, tanto en lo narrativo como en su visión del mundo. Se trata de la historia de Manolo, un hombre sometido por la rutina de un trabajo que le pesa casi tanto como los años que lleva de matrimonio. Una noche, durante una fiesta a la que su esposa lo obliga a asistir, Manolo caerá por accidente desde lo alto de un escenario y se dará un buen golpe en la cabeza. Aunque pronto se siente bien, el protagonista comenzará a ver en todos lados (en su oficina, por la calle, en el subte, dentro del baño de su propia casa) la figura de una mujer gorda que lo mira de una manera que tiene algo de siniestra. Preocupado pero sin ganas, Manolo acepta someterse a una tomografía y en la sala de espera del hospital conoce a Antonio, un adolescente que se encuentra bajo un agotador tratamiento contra el cáncer. Lejos de los miedos y depresiones esperables en su situación, Antonio es un chico desbordante de vida, noble, travieso y hasta un poco fabulador, que en ese primer encuentro le pedirá a Manolo que se haga pasar por su padre, para firmar unos formularios sin los cuales no puede completar los estudios que necesita realizarse. El guión hará que estos dos personajes vayan cultivando una extraña amistad, donde el adulto ofrece el apoyo y la seguridad que les faltan a Antonio y a su madre (soltera), y el joven tal vez sea para Manolo una llave que le permitirá abrir el cerrojo emocional que le impide la entrada a una vida mejor. Cambio de planes tiene una virtud importante: en su relato conviven con naturalidad situaciones de comedia ligera con otras, plantadas en un humor saludablemente negro. Pero también tiene sus contras. Su universo está superpoblado de criaturas benévolas y aun cuando alguna de ellas pudiera insinuar cierta conducta reprobable (dentro de aquella mirada conservadora del mundo), llegado el momento los giros de la trama conseguirán redimirlo. Y es que, no hay que olvidarlo, se trata de una película navideña, estrenada en España en diciembre pasado, a la que no le falta ni un oportuno (y literal) espíritu dickensiano. Por fortuna, este estreno porteño a destiempo consigue el liberador efecto de desaclimatarla, minimizando los daños colaterales que suelen provocar las películas bienintencionadas estrenadas durante la Navidad. En conclusión, el debut de Arango elude el bochorno y, a pesar de estar cimentada sobre lugares comunes, se sostiene como una propuesta válida, sin caer en abusos. Para eso es esencial el apoyo del buen elenco que encabeza Peretti (a quien sólo se le puede reprochar el uso forzado del “tú” en lugar del “vos”, decisión que no parece su responsabilidad). Teniendo en cuenta que no muchas películas han conseguido mezclar con éxito cáncer, niños y humor, los humildes méritos de Cambio de planes no resultan despreciables.
Cuestiones del destino Manolo (Diego Peretti) vive casi por inercia. Desde la primera escena se nota que no es feliz. Está casado con Bea (Aitana Sánchez Gijón) y tiene dos hijos, pero su vida está demasiado lejos del ideal: su mujer tiene un amante (algo que él desconoce), su hijo mayor lo detesta, su madre es insoportable, y él se siente inconforme con su trabajo de bancario. En una fiesta a la que concurre a regañadientes sufre un accidente, se golpea la cabeza, y a partir de allí comienza a tener una extraña alucinación. Por eso debe realizarse una tomografía, aunque nunca llega a hacerla, ya que en la sala de espera conoce a Antonio (excelente trabajo de Andoni Hernández), un chico con cáncer de médula y una personalidad arrolladora. El encuentro, en apariencia fortuito entre Manolo y Antonio es la clave de esta película, que no para de caer en lugares comunes. Transcurre en época navideña, algo que ya indica bastante. Antonio no tiene padre, y su mamá está desbordada po la enfermedad y el trabajo. Justamente por esa falta, se apega a Manolo de inmediato, algo que no le molesta a él, aunque sí empieza a afectar aún más a su familia. El problema de la película es su tono lacrimógeno, y las resoluciones facilistas a todos los conflictos. Como en un capítulo de una sitcom, cuestiones profundas de los personajes se resuelven gracias a la luz que emana Antonio, en cuestión de minutos. Padres, hijos, esposos, y hasta extraños, se aman como nunca, con una espontaneidad inexplicable. Así, el mensaje parece ser que, en comparación con una muerte prematura e inminente, cualquier inconveniente personal tiene la dimensión de un garbanzo. La película está bien realizada, pero se desperdicia por este tono facilista sobre un tema tan complejo y doloroso. También son algo forzados los elementos “mágicos” que no están más a tono con la cuestión de la enfermedad de Antonio. Lo más valioso de toda la película es la interpretación que hace Hernández de su personaje, basado en un chico real, que, a pesar de encontrarse frente a la muerte, mantiene una actitud optimista y desfachatada con la vida. Es recomendable quedarse a ver los créditos finales, no sólo allí se ven imágenes del chico que inspiró la historia, sino que hay una escena extra.
Una producción española, dirigida por el mexicano Paco Arango, quien en su ópera prima se mete con un tema que puede desbarrancarse en cualquier momento al golpe bajo y el sentimentalismo, pero que sabe caminar en el filo de la navaja sin caer en tentaciones peligrosas. Una grata manera de contar una fábula navideña: un adolescente enfermo de cáncer, que sabe que le queda poco tiempo, que inyecta optimismo y cambia las vidas de todos los que lo rodean. Con Diego Peretti, siempre bueno, Aitana Sánchez Gijon. Estilo tradicional y buen tono.
Cambio de planes es una película española que representa la ópera prima de Paco Arango y está claramente influenciada por las clases de relatos que solía contar el director Frank Capra (Qué bello es vivir) en Hollywood. Una particularidad que tenía el arte de Capra es que era un maestro a la hora de brindar historias muy sentimentales que contenían el equilibrio perfecto de humor y comedia, sin acudir a golpes bajos o tratar de buscar la lágrima del espectador de manera desesperada. Creo que esa la mejor virtud que tiene Cambio de planes que también cuenta con situaciones de enredo divertidas y momentos muy emotivos. Seguir la línea de Capra es probablemente la mejor manera de trabajar este tipo de cuentos que son riesgosos porque si salen mal pueden resultar una tortura para el espectador. Este film tiene a un personaje que le diagnosticaron cáncer, pero no es una película que haga hincapié en ese tema, sino que va por otro lado. Se trata de un historia sobre las sincronicidades y el destino que aporta una reflexión honesta sobre las cosas a las que hay que darle importancia en la vida. Una de las claves de la película es la química que tienen Diego Peretti con Andoni Hernández, quien brinda una muy buena actuación para ser su primer trabajo en el cine. La dupla que forman los dos protagonistas y la enseñanzas que recibe el personaje de Peretti son un de uno de los aspectos más interesantes del film. También se destaca en un rol secundario Jorge Pérez, conocido por su papel de Hurley en la serie Lost. El único inconveniente que tiene esta producción es que Arango cae en algunos excesos argumentales que tal vez se podrían haber evitado. Concretamente me refiero a una subtrama relacionada con una enfermera que luego tienen una conclusión digna de un film de M. Night Shyamalan (Señales) y me parece no está muy en sintonía con el tono que tenía la película. Más allá de esta objeción personal, Cambio de planes es en términos generales una buena película que entretiene y emociona con un gran reparto.
Este ángel se quedó sin alas Una historia optimista, que esquiva con muy buenas actuaciones el melodrama fácil y sentimental y parte de una experiencia personal del director español Paco Arango, es lo que propone "Cambio de planes". Arango hace varios años que se dedica a ayudar a niños enfermos de cáncer y con esa experiencia quiso hacer una película, en la que un niño que padece esta terrible enfermedad, se convierte en el nexo de unión de toda una familia, antes de despedirse para comenzar el "viaje" del que no volverá. "Cambio de planes" se refiere a dos familias que más tarde se convertirán en una sola. Por un lado está Antonio (Andoni Hernández San José), un adolescente que vive en las Canarias y viaja a Madrid con su madre Mari Luz (Goya Toledo) para atenderse en un hospital en el sector de oncología. EL ACCIDENTE La otra familia la componen Manolo (Diego Peretti), su mujer Beatriz (Aitana Sánchez-Gijón) y sus dos pequeños hijos. En una fiesta Manolo sufre un accidente mientras baila con su hija y se va a atender al hospital. Mientras espera al médico, a su lado se sienta Antonio, un chico al que le gusta mucho hablar. En un ida y vuelta de preguntas y respuestas, cuando el médico llama a Antonio y su madre, él dice que no está porque fue a la farmacia y dice que Manolo es su padre y sorprendido en su buena fe, firma un papel para que le puedan hacer una tomografía. A partir de ese momento, el muchacho convertirá a Manolo en algo así como el padre que nunca conoció y éste a su vez, responde a los llamados de ese chico, a pesar de tener sus propios hijos, porque encuentra en Antonio, el optimismo y las ganas de vivir, que su familia siempre quejándose de todo, no le transmite. El director Paco Arango filma con una libertad tan absoluta, que se permite mezclar géneros, que van desde cierto matiz de "melodrama fantástico", hasta el drama, o la comedia de situaciones. No obstante frente a tanta mezcla consigue salir airoso, porque nunca pierde de vista, que aún con un niño enfermo de cáncer, se puede hacer reír y emocionar y llegar a un segmento de público, que gusta de filmes de estas características. En España la película se tituló Matkub, que en árabe quiere decir "estaba escrito", por eso esta es una historia con mensaje: la de apostar a que la familia, a pesar de sus errores, tienen un lugar esencial en nuestras vidas. "Cambio de planes", escapa a la sensiblería, porque cuenta con un equipo de actores de una gran calidad interpretativa, como Diego Peretti (Manolo), Aitana Sánchez-Gijón (Beatriz), el niño Andoni Hernández San José (Antonio) y hasta la enfermera que hace Rosa María Sardá.
Maktub: holding on and letting go It may be regarded as a tear jerker, and in fact it is, but a good one indeed Manolo (Diego Peretti) is an upper middle-class bank exec with a beautiful wife and two loveable kids. But he and his wife Beatriz (Aitana Sánchez-Gijón) are going through a marital crisis. It’s not your typical seven or twelve-year itch, but rather the loss of perspective taking a toll on their stance on life and their capacity to appreciate all the good things they’ve been blessed with.
Comedia televisiva y algo sensiblera, con mensaje eficaz Se estrena en Latinoamérica como «Cambio de planes» esta pieza española de título más original, musical y enigmático: «Maktub». Que en árabe significa algo así como «está escrito». Y que en su país tuvo buena recepción y hasta fue nominada al Goya en los rubros de director debutante y actriz secundaria. Esto se entiende fácil, Goya Toledo hace un trabajo elogiable. Lo de director debutante merece una aclaración. Ocurre que la película, así como así, más parece un especial televisivo de Navidad, irregular, medio berreta, levemente sensiblero, tipo comedia familiar de otros tiempos y pare de contar. Pero ahí está el detalle: el autor hizo deliberada, sinceramente, con limitaciones pero mucha capacidad de comunicación, una comedia popular, de esas que tienen la intención declarada de tocar los corazones de la gente sencilla que tiene corazón. Gente que casi al mismo tiempo rie y suelta lagrimones viendo lo que acá se cuenta: cómo un amargado en crisis familiar y general aprende de un pibe animoso con cáncer en etapa avanzada. Cómo un tipo que tiene suficiente para sentirse bien, aprende de un pibe que se siente físicamente mal y lo único que tiene más que suficiente es el pronóstico reservado. Y en vez de llorar y bajonearse reparte alegría. Y entre ambos encabezan la cena de una familia de locos. ¿Un cuento fuera de época? Eso lo dirán los cínicos y los exquisitos. El autor dice otra cosa. Cantante y productor televisivo de pasatiempos amables, Paco Arango conduce desde hace años un organismo dedicado a alegrar la vida de chicos enfermos y sus familias, la Fundación Aladina (por su programa humorístico «¡Ala...Dina!», sobre una brujita metida a resolver problemas cotidianos). Esa fundación arma espacios de juegos en los hospitales, atiende trámites cansadores, junta plata para un centro público de transplante de médula osea en Madrid, y tiene un acuerdo con la fundación de Paul Newman «Hole in the Wall Camps», por el cual muchos españolitos enfermos disfrutan de campamentos de verano en un castillo irlandés con todos los gastos pagos, incluido el viaje. Un tipo así merece respeto y aprecio. Además, la comedia cumple bien con el público. En el reparto destacan Diego Peretti, la viejita Mariví Bilbao, Toledo, la enfermera que hace Rosa María Sardá, y el chico Andoni Hernández en un papel comprometido: su inspiración, y la de toda la obra, es Antonio González Valerón, internado a los 13 por leucemia, muerto a los 16, creador de 14 canciones. Se lo puede ver en Youtube interpretando una de ellas, «Sonrisas que hacen magia», hoy tema oficial de la fundación.
Una conjunción para la lágrima En Cambio de planes se cruzan dos subgéneros que si por separado pueden dar lugar a golpes bajos y llanto fácil, juntos son dinamita: por un lado el tópico del chico con cáncer que le enseña a vivir a un adulto, por el otro el cuento de Navidad. Si bien el director y guionista Paco Arango logra un equilibrio de emoción, sensibilidad y humor difícil de lograr con semejante materia prima, el resultado no deja de ser una comedia liviana de argumento lábil, dirección torpe y moraleja confusa. Manolo (Diego Peretti) no está feliz con su vida. Aunque no tiene ningún problema concreto, la relación con su mujer (Aitana Sánchez-Gijón) y sus dos hijos no es la mejor. Un golpe en la cabeza lo lleva al hospital, en donde conoce a Antonio (Andoni Hernández), un chico enfermo de cáncer, simpático y despierto, hijo de Mari Luz (Goya Toledo, nominada al Goya por este papel), madre soltera. La relación entre Manolo y Antonio se irá profundizando hasta desembocar en una cena de Nochebuena que será bisagra en el vínculo de Manolo con su familia. La historia fluye a los ponchazos, caprichosa y con demasiadas casualidades -Manolo se cruza a Antonio por azar no una sino dos veces en las calles de Madrid-. El desarrollo de los personajes no está trabajado, sobre todo el de Manolo, columna vertebral de la película: pasa de ser infeliz a ser feliz sin motivo claro y la influencia que ejerce sobre él Antonio no es más que testimonial. El momento clave de la película -el de la cena de Nochebuena- se resuelve con una secuencia de montaje superficial y las subtramas se cierran a los apurones. El timing de los diálogos muchas veces falla y los actores tienen que apelar a su oficio para sacar adelante las escenas. Algunos lo logran: Peretti hace de taquito al atribulado Manolo, Andoni Hernández interpreta a su Antonio con soltura y simpatía -aunque tal vez algo monótonamente-, pero otros no salen tan airosos. En ese rubro están las inexplicables presencias de Jorge García (el gordo Hurley, de la serie Lost) con un pésimo español y Laura Esquivel en dos escenas para el olvido. Cambio de planes evita con éxito los vicios de las películas que abordan un tema tan delicado como el cáncer infantil, pero cae en otros, no menos graves.
Vuelve el “canto a la vida”; vuelve el cine de “persona con cáncer que se las sabe todas”; vuelve el “cuento de navidad con ínfulas de Capra”; vuelve (¡SPOILER!) el plot-twist por excelencia de “¡pero si murió hace 40 años!”. Cambio de Planes (a.k.a. Maktub) cubre todos estos tópicos y algunos otros más en una ensalada de subgéneros canallas que, de tan sobrecondimentada, podría hasta resultar algo simpática...
Un hombre en crisis se cruza con un adolescente con cáncer y aprende a vivir. Que los actores lo hagan bien, que la historia se base en un caso real, que el realizador intente por todos los medios posibles volvernos simpática y emotiva una situación tan límite y desigual es lo de menos. Lo peor de la película es su acumulación casi increíble de lugares comunes, de trivialidades absolutas. El mecanismo de desviar con un chiste cualquier momento posiblemente trágico se repite ad náuseam. Ya sabe, es lo que teme sin la menor duda.
CUENTO NAVIDEÑO Pintaba para ser una comedia lacrimógena sobre la afirmación espiritual y la lucha contra la muerte. Pero por suerte no lo es. En el centro está un adolescente con un cáncer terminal. Desde allí contará lo que pasa a su alrededor. Manolo (Diego Peretti) es un jefe de familia que empieza a ver cosas raras cuando su hogar empieza a caer. El hombre somatiza: se la aparece una mujer gorda justo cuando su señora se escapa con otro; y no tiene paz ni en el trabajo ni con sus hijos. Y la salvación llegará desde ese adolescente que no puede salvarse. Con un poco de fe, solidaridad y ganas de ver el más allá de las cosas, su vida al borde de la Navidad encontrará al fin la paz: los hijos serán más buenos, la señora dejará a su amante, los demás sumarán risas y bondades y colorín colorado. Con todo eso y un tono de comedia y algunos momentos simpáticos y personajes extraídos de un cuento infantil, el filme alcanza a sostenerse.
El planteo consiste en pensar como en los peores momentos de tú vida podes encontrar la felicidad. La película está inspirada en un joven de la isla de El Hierro (Canarias) de 15 años, Antonio González Valerón, enfermo de cáncer, que el director Paco Arango conoció en el Hospital, quien tiene una Fundación “Aladina” y trabaja con niños que toleran esta enfermedad hace varios años. Dialogando con Antonio le pidió permiso para que el fuese el personaje principal y de esta forma surge contar esta historia. ¿Por qué eligió a este joven? con el desarrollo de la historia cada espectador lo irá descubriendo. Uno de los personajes que conocemos es Manolo (Diego Peretti), se encuentra en plena crisis, en un trabajo rutinario, lugar que lo asfixia y le resulta insufrible, en el hogar con sus dos hijos adolescente y preadolescente (estos no la están pasando bien) y con su esposa Beatriz (Aitana Sánchez-Gijón, actriz de "La puta y la ballena en 2004") con quien se encuentra atravesando una crisis. No tienen una buena comunicación y conviven casi sin dialogo. Parece que un angelito le quiere abrir los ojos a este hombre que en una fiesta tiene un pequeño accidente y ¿será obra del destino? Que una serie de hechos lo lleven a conocer a Antonio (Andoni Hernández) un chico canario de 15 años, enfermo de cáncer pero con unas ganas contagiosas de vivir y ser feliz. Porque en cada momento vamos viendo que Manolo necesita un cambio en su vida por completo. Por suerte él se irá dando cuenta, prestando un poco de atención a diferentes hechos y uno de los momentos claves como tantos otros es la navidad. Su narración ingresa al corazón de los espectadores, emociona, va dándole tensión y dramatismo pero sin dejar de lado el humor constante, llena de escenas entrañables, y sus personajes le van facilitando los toques necesarios, como: la madre de Antonio (Goya Toledo, de "Amores Perros"), un simpático, adorable y tierno repartidor de comida mexicana (Jorge García, de “Lost” ), la madre de Manolo (Amparo Baró) y su singular amiga (Mariví Bilbao), el vecino (Enrique Villén, “Balada triste de trompeta”), una misteriosa enfermera (Rosa María Sardá, “Todo sobre mi madre”) y la hermana de uno de los pacientes del hospital (Laura Esquivel); las actuaciones son desparejas, algunas más logradas que otras. La película tiene un toque televisivo e intenta dar una lección de vida, llena de mensajes, en esta oportunidad el personaje es Manolo pero puede ser cualquiera de Ustedes, que tal vez lleven una vida tediosa, rutinaria, monótona y contrariada. El tema principal de la Banda Sonora Original, “Nuestra playa eres tú”, está escrita e interpretada por los dos mejores amigos de Antonio, los raperos Patricio Martín Díaz (El Crema) y Borja Jiménez Mérida (Bejotaeme), junto a la cantante y actriz Laura Esquivel (de Patito Feo).El título original de la película es “Maktub” que significa en árabe “Estaba escrito”. Quédate a ver hasta el último crédito porque hay una YAPA divertida.
El mensaje en movimiento Hay algo saludable en Maktub, que aquí inexplicablemente se llamó Cambio de planes: narrativamente es llana y previsible, hay giros y cruces entre personajes que resultan manejados de una forma tosca y hay hasta algún desliz donde la dirección de fotografía pierde la continuidad de la escena. Pero, llamativamente, y rompiendo algunas expectativas, es una película bastante mejor que varias de las cintas lacrimógenas con mensaje que invaden el horario vespertino. La clave está en los climas que genera, en la construcción de sus personajes y las actuaciones. Hablamos de climas porque, a pesar de ser una comedia dramática, no manipula de forma alevosa al espectador. Es una película que encuentra en el tono cálido y la necesidad de mantener el optimismo cierta fluidez que reniega del golpe bajo, naturalizando formalmente el eje de la propuesta: la aceptación y la superación de los obstáculos que se nos presentan, antes que la marca o el peso de un mensaje que provoque el llanto con imágenes. Por tal razón las imágenes fluyen para que el mensaje no sea durante -es decir, mientras vemos la película- sino a posteriori -después-. Otros factores que mencionábamos eran los personajes pintorescos y las buenas actuaciones. Estamos hablando de una comedia que tiene momentos densos y dramáticos: los cambios de registros son bruscos y Diego Peretti, Aitana Sánchez Gijón y Goya Toledo se desenvuelven con naturalidad, evitando la sobreactuación. Mención aparte merece el debutante Andoni Hernández, que logra sobrellevar un personaje complejo y hacerlo creíble a lo largo de todo el film. En definitiva Cambio de planes es una propuesta que encuentra, en su molde previsible, una serie de grises que la hacen una película optimista, entretenida y hasta (¿por qué no?) esperanzadora. Sugiero verla sin dejarse llevar por etiquetas como “película del cáncer” o “película navideña”. Es, sencillamente, un relato dramático con alguna cuestión pintoresca que lleva a la reflexión sin atosigar al espectador.
Cuando las etapas oscuras se iluminan El mayor mérito en esta película es que cuando la trama llega al borde del golpe bajo logra retomar el rumbo con pases de sitcom que desvían la atención del espectador. Paco Arango confiesa que quiso hacer una realización con buena onda y lo consiguió. Si bien toda la trama es previsible, el tratamiento dado por el guionista (el mismo Arango) a la idea y al concepto de como transmitirla evidencia que conoce en profundidad el tema que trata. Las subtramas contienen la misma línea subliminal que la principal, pero desarrolladas totalmente en pase de comedia, a veces impregnada de humor negro, por lo que puede verse transitar por la pantalla a la madre de Manolo que “padece” su ancianidad en un geriátrico, apoyándose en una paciente de Alzheimer que la confunde con su patrona, a la soledad que “padecen” un vecino sin familia, y un inmigrante con su familia en México, al amante de la esposa de Manolo, que “padece” las indecisiones de la mujer, sin olvidar al enamoramiento que “padece” el joven Antonio por la hermana de su compañero de cuarto. Todas historias “pacientes” que agilizan la narración al hacer sonreír, y hasta reír a carcajadas, a los espectadores. Con un leve adoctrinamiento sobre la institución familiar, el mensaje subliminal está en cierta forma abierto para que el relato del espectador encuentre alguna identificación en la diversidad de personajes, aunque quizá puede prevalecer la idea de que en los momentos más difíciles de la vida “está escrito” (maktub) que alguien, como un ángel, acuda en nuestra ayuda para que las cosas cambien; Antonio es el maktub de Manolo. Actuaciones Diego Peretti como Manolo trasmite todas las emociones, tanto cómicas como dramáticas, por las que atraviesa su personaje; Aitana Sánchez-Gijón como Beatriz vuelve a demostrar su excelente calidad actoral; Andoni Hernández como el joven Antonio mantiene al espectador pendiente de su personaje; y Jorge García (el gordo de la serie “Lost”), aprovecha al máximo su cómico personaje del inmigrante mexicano. Se destaca Goya Toledo como la madre del muchacho enfermo, ya que no cae en ningún desborde en el rol más dramático y con un perfil proclive al estereotipo que la actriz canaria evitó utilizar; y se luce la experimentada Rosa María Sardá como la enfermera Guadalupe, a la que caricaturizó como a una mujer con una pizca de autoritarismo y suficiencia, pero muy querible; otro maktub en la vida del protagonista. El cinéfilo y el espectador Los cinéfilos seguramente remarcarán que, como se mencionó más arriba, los planteos de la historia hagan que su desarrollo sea previsible; pero con una mirada diferente a cómo se suele abordar cinematográficamente el tema de los pacientes oncológicos. Paco Arango ofrece una película que divertirá al espectador y al mismo tiempo le brindará la oportunidad de repensar la manera de enfrentar las malas rachas. (Carlos Herrera).
El director de la película apostó a la vida y se lanzó a contar esta historia que le va a cambiar la cabeza a más de uno. Partamos de la base de que el verdadero nombre del film es Maktub (2011), palabra árabe que significa ·Lo que está escrito”. La película es obra de Paco Arango, un hombre que desde hace mucho dedica tiempo de compañía a niños enfermos que se encuentran hospitalizados. Esa experiencia le ha enseñado muchas cosas buenísimas, y ha decidido aprovechar su talento como cineasta para escribir esta historia particular y compartirla con todos nosotros. Para el reparto eligió como protagonista a nuestro querido Diego Peretti, quien desempeña el papel de un padre con problemas familiares internos cuyo destino lo cruza con un niño llamado Antonio, quien padece de cáncer pero vive la vida a tope y se toma todo con muchísimo optimismo. El casual encuentro, generará un fuerte vínculo que le cambiará la vida a ellos y a todos aquellos que los rodean. El tono de la película es humorístico, es una comedia excelentemente tratada, ya que aborda un tema delicado. Claramente el director tiene mucho tacto y sus intenciones, que son muy buenas, están a la vista. Parte de lo recaudado, va a ser destinado a un fondo para mejorar el hospital al que acude cada día a visitar a los niños enfermos. Pero más allá de este objetivo, la película tiene un sabor muy dulce y te enseña que no debemos hacernos tanto rollo con las cosas que nos pasan y vivir con alegría. Te arranca risas y lágrimas por igual; emociona mucho, a la vez que te hace reír con chistes y situaciones cotidianas que pueden convertirse en extrañas o que simplemente son cosa de todos los días y nos da gracias verlas retratadas. El hecho que esté basada en una historia real hace que sorprenda aún más y que nos miremos preguntándonos qué haríamos en una situación así, porque no cualquiera nota la diferencia entre vivir y estar vivo. La musicalización está genial y acompaña en todo momento; incluso es clave en la historia, gracias a que el sueño de Antonio era ser cantante de rap. Sin embargo, lo que más me gustaría destacar de este film es el guión, porque aunque la historia ya exista, ha sido muy bien ensamblada dándole a todo una coherencia perfecta. Los personajes están muy bien presentados, y la presencia de cada uno de ellos deja su personalidad a la vista. Grandes actuaciones, en especial me sorprendió la del joven que interpreta a Antonio. En fin, Cambio de Planes es un film sumamente especial, con todo lo que ello implica, y cumple con su cometido. Entretiene hasta el último instante e incluso se da el lujo de tener momentos de ‘suspense’ muy cómicos, que hacen que olvidemos el drama en el que radica. Mis felicitaciones para todos los que hicieron posible que se difundiera este hermoso mensaje.
El objetivo de los trailers cinematofráficos es predisponer bien con el filme a sus potenciales espectadores. Con el avance de Cambio de planes ocurre el efecto contrario, seguramente serán pocos los amantes del cine a los que le quedará alguna voluntad de acercarse a las salas luego de verlo. El trailer habla de una película con un humor opaco construido a partir de chistes remanidos, de una historia que a partir de la lucha y la aceptación se torna esperanzadora a la fuerza, de las que vimos centenares. El planteo inicial del filme muestra a Manolo, un hombre en plena crisis personal al que una serie de situaciones lo cruzarán con Antonio, un adolescente que sufre un avanzado cáncer pese a lo cual no pierde el desenfado. Si bien hay una correcta dirección de actores es el personaje de Antonio el que sostiene el relato, el filme gana con su personalidad y espontaneidad. Definitivamente Cambio de planes no es un filme tan pobre como nos hacía sospechar su trailer pero el realizador debutante Paco Arango abusa de las casualidades y el azar, así como de la música incidental utilizada con el único fin de enfatizar los climas. Esos son apenas algunos de los errores que llevan a que este relato vaya perdiendo fuerza e interés con el correr del metraje.
En CAMBIO DE PLANES conoceremos a Manolo, un hombre que se encuentra en plena crisis: la rutina de su trabajo le resulta asfixiante, su matrimonio con Beatriz está al borde del caos, y con esta situación sus hijos son lo último en lo que pensar. Pero se cruza por azar con Antonio, un chico canario de 15 años que padece cáncer pero que tiene unas ganas de vivir y ser feliz muy contagiosas. Ese encuentro hará que la vida de Manolo cambie por completo. La madre de Antonio, un divertido repartidor de comida mexicana, la madre de Manolo y su singular compañera, el vecino, una extravagante enfermera y la hermana de uno de los pacientes del hospital cambiarán el destino de Manolo de una forma que nunca imaginó.
El destino como un cuento pobre El cine reducido a mensaje de autoayuda estropea cualquier idea y elenco. Cambio de planes, de Paco Arango, aborda el difícil drama del cáncer en los niños, para convertirlo en comedia. Diego Peretti es Manolo, un argentino aburrido, padre de familia madrileña, que un día se encuentra con Antonio (Andoni Hernández), el chico de 15 años que lleva adelante el tratamiento de quimioterapia, con un humor y una fuerza admirables. La película sobrevuela cantidad de temas en torno a la pareja de Manolo y Beatriz (Aitana Sánchez-Gijón) y, en general, describe personajes que lo tienen todo sin saberlo. El único rol dramático es el de la madre de Antonio (Amparo Baró), sola, destrozada por la prueba que debe atravesar. Con música incidental permanente, diálogos que explican los sentimientos y un desarrollo tedioso, Cambio de planes va dibujando el mensaje new age que termina frivolizando el dolor, los dilemas de la vida, y los vínculos que se fortalecen por arte de magia. La voz en off del comienzo, que no corresponde a personaje alguno, asegura que no hay coincidencias, que "estaba escrito", significado de la palabra árabe Maktub, título original de la película. Durante los primeros 15 minutos, hay buena química, sentido del humor y Peretti juega su papel con eficacia. El malentendido inicial y la broma de Antonio en el hospital desata el juego de coincidencias. De ahí en más, las escenas son de manual: melodramáticas, subrayadas, por si el espectador no se dio cuenta de lo obvio. El guión abre un tema sobre otro, con golpes bajos. Contra el esquema simplón, nada pueden hacer los protagonistas, aun cuando Peretti se repite en la gestualidad de antihéroe que el público argentino ya conoce. Andoni Hernández, al igual que los otros niños, suena forzado, como si la película no quisiera enfrentar la complejidad del corazón. Para completar el cuadro, es Navidad, nieva, hay solos y solas que ilustran los clichés. Cambio de planes se queda en las buenas intenciones, abusa de las coincidencias y se permite una moraleja que más que tranquilizar, enoja.
Sorpresas que da la vida Manolo (Diego Peretti) es un hombre encerrado en los moldes que le plantea su trabajo en un banco y su función como jefe de una familia. Aislado de sus dos hijos y de su mujer, a quienes sólo trata con las mínimas formalidades como padre, el hombre vive rumiando su oscuro presente hasta que un día, un accidente menor le permite conocer a un preadolescente que sufre una enfermedad terminal y su vida y la del chico comienzan a imbricarse hasta crear grandes confluencias que no tienen explicación lógica. Sobre esa base el director Paco Arango construye una entretenida tragicomedia, aunque no consigue explotar al máximo las condiciones actorales de Peretti, que compone a un argentino que vive desde hace muchos años en España. Con el chico Andoni Hernández tiene mejor suerte y logra sacar mayor partido del joven actor que compone su difícil rol con gran efectividad. Quizá lo más flojo de la producción radique en el guión con el que se cometen dos pecados: es más extenso de lo necesario y toma demasiadas ideas de otros filmes. Sin embargo, el resultado no es malo y la película consigue sostenerse hasta el final. La historia ofrece, como mérito mayor, el rescate de algunas cosas buenas que suele regalar la vida y de las que pocos advierten su importancia hasta que se encuentran ante el peligro de perderlas.
La antagonista inoportuna Cambio de planes es una de esas películas que uno cree poder predecir. La sinopsis, de hecho, lo permite: un hombre infeliz, aquí llamado Manolo (Diego Peretti) cambia su vida cuando conoce a Antonio (Andoni Hernández), un adolescente enfermo de cáncer. Pero, y si a la presencia de la muerte como protagonista le añadimos la navidad –en tanto contexto y junto con toda la densidad narrativa que ha ganado en el cine, por la que siempre resulta asimismo un personaje más-, menos difícil aún es imaginar el horizonte hacia el cual la película se dirige. La unión de estos dos, fantasmas enormes que gozan de unificar y suprimir todo lo particular y pequeño (y que por eso mismo también suelen frecuentar los desenlaces), adelanta no sólo el final sino también aquello que será lo verdaderamente importante. Sin embargo, la previsibilidad hacia la que la película de Arango se dirige no socava en absoluto los aciertos de su desarrollo, que reunirá humor y personajes sólidos en pos de contar, ante todo, la infelicidad. Una infelicidad que, por rebelde y particular, se convierte en la antagonista perfecta. La insatisfacción que afecta a casi todos los personajes de Cambio en planes podría resultar fingida -cuando no una excusa o un mero conductor hacia el esperado final- si no fuese porque arriesga, en todos los casos, la identificación. En lugar de manifestarse cual si fuese una maldición escondida e inamovible, la infelicidad en la película de Arango es algo que no solo sufren sino que también hacen y contagian los personajes, y que permite juzgarlos tanto como entenderlos. Manolo, así, deja de ser cercano y simpático al aparecer junto a su hijo, a quien trata con dureza e indiferencia. Su esposa, por otro lado y cuando no se altera exageradamente por las cosas, lo engaña con otro hombre. Antonio, nuestro protagonista enfermo, es gracioso, decidido, y también trata mal a su madre y se escapa de ella en cuanto puede. Hasta la cena de Nochebuena, punto cúlmine en el que un estallido de reproches y angustias reconfigura las relaciones –y con ellas, el relato-, Cambio de planes esquiva con soltura la mayoría de las trampas de la aproximación tanto de la navidad como de la muerte. De allí en adelante, el afán por querer cerrar todos y cada uno de los destinos de los protagonistas traicionará en parte la fluidez precedente. No lo hará así con su propia mirada acerca de aquello que les ocurre a sus personajes: de todos los destinos que se nos muestran, sólo falta el de la madre de Antonio. Su evidente ausencia cuenta que su futuro próximo, no equiparable al de ningún otro personaje, tampoco cabe entre los toques luminosos y humorísticos del final de la película. Ese lugar vacío e inabarcable que Cambio de planes admite en su final es el último reflejo de un gran acierto: dar lo lugar a lo inconveniente, incluso cuando no parezca haber espacio ni tiempo para que surja.
Una fábula entre villancicos y raps Manolo y Antonio se conocen de casualidad en un hospital, cuando ambos deben hacerse una tomografía. Manolo (Peretti) va por un golpe en la cabeza que él relaciona con inexplicables visiones de una desconocida mujer gorda. Antonio, un adolescente quinceañero, está allí por el control de rutina para su enfermedad incurable, pero rebosa vitalidad y sentido del humor. Esta sincronicidad (no casual ni azarosa según el titulo original de la película, “Maktub”) da pie a una relación de amistosa complicidad que se volverá esencial para ambos, donde la paradójica vitalidad del joven influirá sobre el cuarentón indiferente que, hasta el momento de conocerlo, se movía automáticamente entre su profesión y su distante vida familiar. La relación entre Manolo y Antonio se irá profundizando hasta desembocar en una inolvidable cena de Nochebuena donde confluyen los enredos de todas las generaciones presentes. Jóvenes, adultos y personas mayores podrán identificarse, preocuparse, reírse y fundamentalmente entretenerse con las subtramas que convergen en torno de una desbordante mesa navideña y sus consecuencias. El film está basado en la historia real de Antonio, un joven que Paco Arango, el director del film, conoció a través de la fundación donde trabaja ayudando a niños con cáncer en etapa terminal. Cargada de emotividad, con situaciones fuertes, la película mantiene todo el tiempo el equilibrio entre la tensión dramática y los pasajes de humor que descomprimen y apartan la historia de la previsible tragedia. Un cóctel eficaz Al estilo de esas comedias de antaño “Cambio de planes” reconecta con una comicidad clásica, se mimetiza con las películas americanas de los cincuenta, particularmente con las de Frank Capra que contaban historias emotivas y familiares en las que triunfa la solidaridad y el humor a pesar de la negrura. Todo en la película busca una integración de opuestos generacionales, estéticos y genéricos en una suerte de ensalada que milagrosamente resulta eficaz: mezcla música de los años cincuenta con modernos raps, así como la ropa y los peinados que tienen los hijos de Manolo parecen de otra época frente al look callejero y actual de Andoni y su joven madre. Paco Arango se permite mezclar géneros que van desde la comedia al melodrama con cierto matiz fantástico, como los ángeles o espíritus que bajo inesperadas formas aparecen para reorientar al protagonista, aunque él no lo sepa: la misteriosa enfermera y la ridícula gorda que provoca la caída inicial de Manolo funcionan en ese sentido. El argumento es sumamente pueril pero entretenido y con ritmo, funciona más allá de alguna desprolijidad como el narrador inicial que luego no reaparecerá o que promocione un best seller de autoayuda con nombre y apellido. Afortunadamente, la película sale airosa de sus muchos riesgos apoyándose sobre todo en un equipo de actores de gran calidad interpretativa, aun los secundarios en pequeños roles. Todos colaboran a condimentar un cóctel navideño gratificante como un tónico en medio de la desesperanza, aunque sólo logra su efecto con la condición de entregarse incondicionalmente al almibarado corazón de una historia optimista y naif.
La vida, ese paréntesis Hay ciertas temáticas (y películas) que de inmediato generan una reacción en el público. En ocasiones, las reacciones positivas se ven acompañadas por un buen trabajo en los distintos rubros de la realización; o puede suceder lo contrario, que la película provoque un rechazo instantáneo y que además la factura técnica deje mucho que desear. En cualquiera de estos casos, se torna fácil explicarle al potencial espectador la esencia de lo que se ve en la pantalla. Lo complicado viene cuando se está frente a un producto que a cada momento y hasta el final deja sensaciones ambiguas. Cambio de planes es la típica película que pretende ofrecer un mensaje de vida y en ese camino fluctúa entre escenas de alto contenido emotivo con otras que recurren al golpe bajo, con una sumatoria de lugares comunes que a veces se hace demasiado cuesta arriba de llevar. No obstante, como historia sencilla y directa, cumple su cometido. Manolo es un tipo cuarentón que sufre todas las crisis de la mediana edad: en el laburo, en el matrimonio, en su horizonte. Y a esa clase de personas, por supuesto que les hace falta un clic para que se den cuenta que la vida no es tan oscura y pasa por otro lado, que deben ver el vaso medio lleno y no medio vacío. Entonces conoce en el hospital a un chico de 15 años llamado Antonio, que sufre de cáncer pero que tiene una energía y unas ganas que hace quedar chiquito al resto de los mortales. Ambos forjan una relación que va involucrando a varios personajes secundarios (algunos que bien podrían no haber aparecido), para llegar al punto de apogeo en una cena de Nochebuena. El destino, esa palabra. Vale decir que este estreno, ópera prima como realizador y también como guionista de Paco Arango, es una producción española que cuenta con Diego Peretti (Manolo) como uno de los principales protagonistas. Y el título original de la película es Maktub, que en árabe significa algo así como “lo que está escrito”. Y estaba escrito que Antonio (en el trabajo más fresco, interpretado por Andoni Hernández) se tenía que cruzar en la vida de este hombre falto de incentivos para pegarle una cachetada y enseñarle a ser feliz. Hay algo en Cambio de planes que no termina de convencer. Quizá sea el guion que va metiendo muchas cosas a medida que corren los minutos y que las cierra a los apurones; o tal vez lo forzado de algunos personajes (Jorge García, el grandote de Lost, tendría que haberse quedado en la isla); o que el resto del elenco alterne buenas y malas de acuerdo a la escena (Aitana Sánchez Gijón, Goya Toledo); probablemente todo eso junto. Por lo general, no es conveniente incluir en el análisis de un filme cuáles fueron sus motivaciones, pero el hecho de que Arango lleve adelante una entidad que sostiene a chicos enfermos y a sus familiares, hace que las evidentes limitaciones de la película se minimicen en pos de la sinceridad y las ganas de contar una experiencia que tiene como base a la generosidad.