Para los nostálgicos de la serie y para público nuevo. Una versión más delirante, zafada, con mucha acción pero también con los rasgos típicos de la comedia de torpezas multiplicadas. El dueto protagonista Michael Peña y Dax Shepard que también es el director de esta entrega y responsables del guión que suma situaciones efectistas y algunas de dudoso gusto, y a veces complica la acción y el fluir de las situaciones. Apunta a un público que gusta de las comedias pochocleras y efectistas que garantizan un entretenimiento para el público adolescente y al adulto. En este caso el célebre apellido Ponchiarello aparece como la personalidad encubierta de un agente del FBI para descubrir un caso de corrupción policial. Es un agente efectivo pero con debilidades sexuales que no puede reprimir. Su socio es un novato que quiere reverdecer sus glorias de corredor de motos del pasado. Una buena dupla con estilos bien distintos. Y una yapa la aparición de Erik Estrada que será festejada por muchos.
Chips vuelve recargada. Tras el estreno de la serie hace 40 años, llega la remake. Chips tuvo sus seis temporadas (1977-1983) con Erik Estrada como Francis Llewelyn Poncherello y Larry Wilcox como Jon Baker. Más tarde, en 1999 los mismos actores protagonizaron la película. Este año llega a los cines la remake de Chips, en donde nos ubica en el momento previo al que estos dos personajes se conocen. Poncherello es en realidad un agente encubierto del FBI y Jon Baker un ex motociclista con gran dominio de las motos, aunque bastante torpe. Ambos, llegan a la Patrulla de Caminos de California por distintos motivos, y tendrán que sortear sus diferencias para formar un equipo. Michael Peña es Francis “Ponch” Poncherello y Dax Shepard, quien también está a cargo de la dirección es Jon Baker. La película es entretenida, tiene comedia y bastante acción. De hecho, me arriesgaría a decir que hay más escenas de acción que de comedia, o en similar medida; o quizás los choques, explosiones y persecuciones funcionen más que los toques de comedia. Hacia el final hay una perlita que saca una sonrisa. Chips, una remake correcta y entretenida.
Motos chocadas Cargada de chistes tontos, esta comedia es un despropósito sin comparación con la serie de los 70-80. Probablemente, la serie CHiPs (1977-1983) no haya resistido el paso del tiempo: volver a verla puede implicar el doloroso descubrimiento de que muchas horas de nuestra infancia fueron desperdiciadas en una pavada total. En cambio, en el recuerdo sigue siendo un programa ideal, como BJ, Los Dukes de Hazzard o Sheriff Lobo, con una trama policial entretenida y una pizca de comedia para condimentarla. Por eso, hay que tratarla como a una antigua novia: para preservar su memoria, mejor no rastrearla. Y tampoco buscar alguna versión actualizada, porque la decepción puede ser mayúscula. Esta película sólo comparte con la serie –o con nuestro recuerdo idealizado de la serie- el título y el oficio de sus protagonistas, dos policías motorizados de California. El resto es un despropósito absoluto. Es extraño elogiar a Erik Estrada -hace un cameo-, pero esta CHIPS no deja otra opción: Michael Peña quizá sea un buen comediante, pero no tiene nada que ver con aquel icónico Poncherello, simpático y ganador. Del rubio (parece que se llamaba Jon) mucho no nos acordamos, pero resulta que aquí es el culpable de todo: lo interpreta Dax Shepard, también director y autor del guión. Un guión cargado de chistes bobos, dedicado a adolescentes en la edad del pavo tan obnubilados por la velocidad de las motos y los autos –de arranque hay una persecución y una explosión- como para dejarse llevar por las aventuras de este par de salames. Esta es una nueva lección de lo que en los últimos años nos viene enseñando Hollywood: hay cierto pasado que es mejor no remover.
CHIPS es una firme candidata a quedar entre las peores películas del 2017. Queda claro que Warner no aprendió la lección de la horrenda película de Los Dukes de Hazzard, en el 2005, que comparada con este estreno es una obra de Robert Altman. Otra vez tomaron una serie popular de televisión para convertirla en una comedia idiota que trata al espectador como si fuera un pre-adolescente adicto a la masturbación. CHIPS era una propuesta policial, que aunque nadie pedía una adaptación en el cine, podría haber brindado una buddy movie de acción divertida. Lamentablemente el estudio delegó la dirección en Dax Shepard, un comediante inepto de televisión que no fue la mejor elección para este proyecto. Shepard además brinda una patética interpretación del oficial Jon Baker, mientras que Michael Peña encarna al policía Frank Poncherello, rol que hizo famoso a Erik Estrada en los años ´70. La película es muy aburrida y todo el humor pasa exclusivamente por las referencias sexuales y los chistes trillados sobre penes. El tratamiento de la comedia es tan pobre y limitado que se vuelve redundante a los cinco minutos y enseguida termina por cansar. Todos los chistes son forzados y en ningún momento brindan una escena que logre ser graciosa y efectiva. No ayudó tampoco que los personajes principales sean retratados como dos sujetos desagradables, un elemento que atenta contra el atractivo que tiene el subgénero de la buddy movie. Por otra parte, el argumento central es extremadamente estúpido y desperdicia en el rol de villano a un buen actor como Vincent D´Onofrio. Inclusive la serie de televisión ofrecía historias más elaboradas. Shepard contamina varias veces su relato con escenas que no aportan a nada a la trama central y estiran la resolución del conflicto sin sentido. Un film que apenas dura 100 minutos y se hace interminable por su extrema idiotez. CHIPS es tan mala como auguraban los trailers y no merece el costo de una entrada al cine. Hay mejores opciones en la cartelera para evitar perder el tiempo y dinero con este bodrio olvidable.
EL ENCANTO DEL CUALQUIERISMO Confieso que no era un seguidor de la serie Chips, que no vi el telefilm de 1998 con sus dos protagonistas originales como jefes de la famosa división motorizada. Chips pertenece a una etapa de la televisión en la que las series no tenían demasiadas pretensiones ni contaban por temporada con lo que técnicamente se llama arco temático. El envío, allá por 1977, eran una sucesión de historias deshilvanadas, con alguna corrida de motos, resolución más o menos rápida y algún chiste liviano al final del episodio. La serie que protagonizaron el lavado Larry Wilcox (Jonathan Baker) y Erik Estrada (por siempre Poncharelo), se filmó desde 1977 hasta 1983 y digamos la verdad, era bastante mediocre pese a lo cual Ponch supo tener una mesurada fama. Cuarenta años después del estreno televisivo, reaparece en los cines con una producción bastante importante y una historia un poco más elaborada. No mucho. Poncharelo es ahora un nombre inventado para que un agente del FBI, interpretado por Michael Peña, se meta encubierto en el departamento motorizado para descubrir a un grupo de policías desleales que roban camiones de caudales y obras de arte. El otro agente del dúo protagónico es Jon Baker, interpretado por Dax Shepard, un novato que entra al cuerpo de policía un poco por haberle inspirado lástima a quien le tomó el examen. Poncherelo es latino, fanfarrón y mujeriego, Baker está emocionalmente devastado porque su mujer le está pidiendo el divorcio y fisicamente hecho papilla, gracias a su pasatiempo como acróbata con motos que le dejó cicatrices de toda índole -brazo con una prótesis de titanio y una rodilla que apenas le permite caminar- que en los días de lluvia se ve obligado a tragar montañas de analgésicos para superar el dolor. Ambos terminarán investigando el caso de los policías corruptos y se harán amigos, una buddy movie en toda la regla. Chips no va a pasar a la historia del cine por su buen gusto y su refinamiento precisamente, es zafada, hace gala de un humor desmadrado, feroz, de gusto dudoso, sexista y algunas escenas incluso son un poco más truculentas de lo que se suele ver en esta clase de películas. El resultado es tan cualquier cosa, tan irresponsable y tan poco correcto que termina cayendo bien y haciendo reír al espectador. No, no es una muestra de humor inteligente, pero divierte e incluso la banda de sonido tiene bastante rocanrol como para mover la patita sentado en la butaca. CHIPS: PATRULLA MOTORIZADA RECARGADA CHIPS. Estados Unidos, 2017. Guión y dirección: Dax Shepard. Intérpretes: Dax Shepard, Michael Peña, Rosa Salazar, Kristen Bell, Vincent D’Onofrio, Adam Brody, Justin Chatwin, Maya Rudolph y John Duff. Fotografía: Mitchell Amundsen. Música: Fil Eisler. Edición: Dan Lebental. Diseño de producción: Maher Ahmad. Duración: 100 minutos.
Del ridículo y otras vergüenzas Dos policías completamente incompatibles, un caso de corrupción dentro de las fuerzas policiales, humor negro, sexo, drogas y un rejunte de mediocridad muy difícil de digerir. Cuando se decide entrar al cine a ver una película como Chips: Patrulla motorizada recargada, uno puede esperar que no estará presenciando la octava maravilla del celuloide; pero cuando el resultado es tan desastroso como este caso, cuesta recuperar la fe en el séptimo arte. La película está basada en la serie homónima estrenada en los años 70, por lo que, quienes la hayan visto, conocen la historia: dos policías, Jon Baker (Dax Shepard), un amateur que busca probarse ante las autoridades para que decidan darle el título de oficial (por más que no sabe ni manejar un arma y su situación matrimonial está al borde del colapso), y Frank Poncherello (Michael Peña), un agente del FBI encubierto que busca desbaratar una banda de delincuentes dentro del mismo departamento policial, además de pasar gran parte de su tiempo libre teniendo sexo con cuanta fémina se le cruce. Hasta aquí, nada novedoso, el desastre viene después… Todas y cada una de las escenas están filmadas de una manera que a veces cuesta seguirles el ritmo, no por lo complicadas que sean, sino porque no se entiende nada de lo que está pasando. La cámara en constante movimiento, dando la sensación de “turbulencia”, no hace más que dejar al descubierto todas las falencias de esta vergüenza, como si algo pudiera aportar a la nada misma que se está viendo. Si quisiera buscar algún aspecto positivo y tratar de poner la mejor buena voluntad posible, no se me ocurriría ningún motivo como para calificar esto como una comedia, porque nada, absolutamente nada, está en su lugar como para hacer reír a alguien. Empezando por la dirección del mismo Dax Shepard, algo lamentable y penoso, digno de un film que se dice cómico, mezcla policial, mezcla ridiculez y cualquier cosa menos algo que se base en una historia concreta y entendible. Ni siquiera el humor negro está bien utilizado, y eso que el mismo no es necesario incluirlo de una manera magistral, pero al menos tendría que amoldarse de un modo que provoque risa, o algo que se le parezca. Como si solo alcanzara con mostrar mujeres desnudas y los degenerados de siempre para que todo encuadre, no importa el guion, no importa la música, no importa ni siquiera las actuaciones, que pareciera ser que la película fuese una excusa y todos están ahí solo para reírse de ellos mismos. Esta película es un chiste, pero no de los buenos. Insalvable por donde se la mire, sin el menor atisbo de picardía o comicidad digno de las series setentosas o las duplas clásicas que marcaron la pantalla chica. Esto no es comedia, es cualquier cosa menos eso. Por más que el único que puede iluminar un poco con su gracia sea Michael Peña, no alcanza y todo queda a mitad de camino. Los reboots a esta altura pisan en terreno pantanoso, no todos gozan de la misma salud, y éste es uno de los mejores ejemplos.
Las buddy movies del cine norteamericano siempre siguen un estándar que puede se más o menos similar, algo que se prolonga en sus resultados de taquilla. Estas películas, a riesgo de parecer prejuicioso, no llegan a quedar en la memoria del espectador, algo que comienza por vislumbrarse en los resultados de taquilla. Exceptuando aquellas sagas como Rush Hour, Bad Boys, Starsky & Hutch -con más aprecio por la versión de la pantalla chica que por su adaptación- y Men in Black si se quiere, que han sabido ganarse la simpatía del público y la taquilla, el resto vaya y pase. CHiPs, una especie de remake del famoso show emitido entre 1977 y 1983, no logra ser la excepción.
OTRA FALLIDA COMEDIA DE ACCION Las series de los setentas y ochentas, aquellas que los treintones/cuarentones como quien suscribe guardamos en un Olimpo alimentado por la mera nostalgia, han sido un territorio de curiosidad para el cine del nuevo siglo: ya sea porque los que mandan en la industria del entretenimiento hoy son los niños/adolescentes de aquel entonces o porque el espacio que ocupan en la memoria hace pensar en el posible rédito económico. Si las revisiones permiten notar la calidad decididamente baja de aquellos productos, la experiencia cinematográfica -seguramente inaugurada con la interesante Starsky y Hutch de Todd Phillips- ha demostrado que la autoconsciencia y la parodia parecen ser el único lugar desde el cual hacer el abordaje. Hoy ese juego se impone nuevamente ante la aparición de una reversión de CHIPS, la exitosa serie de los agentes motorizados que vuelve aquí (como sucedió con Brigada A, como sucedió con Los Dukes de Hazzard) en forma de fallida comedia de acción. Pero antes de que nos gane la pereza de la crítica en piloto automático, hay que decir que esta adaptación de CHIPS escrita, dirigida y protagonizada por Dax Shepard cuenta con algunas ideas que, no por mal desarrolladas, dejan de estar presentes. En primera instancia lo que sobresale es el plano de la autoconsciencia, con un abordaje directo del homoerotismo siempre subterráneo de la buddy movie, y especialmente en esta serie protagonizada por hombres con trajes policiales ajustados. Lo corporal y la virilidad dentro del universo masculino son puestas en crisis constantemente a partir del vínculo friccionado entre Jon Baker (Shepard) y Frank Poncherello (un Michael Peña desatado), y especialmente por la dificultad de este último para convivir con esos otros cuerpos masculinos que lo rodean y amenazan. La película se ríe no sin gracia del sexismo, los límites de ciertos discursos bienpesantes y de la corrección política, aunque a veces no puede más que morderse la cola y terminar recurriendo a aquello que cuestiona para generar humor, como por ejemplo a cierto machismo. Otro asunto que sobresale, y que está más vinculado con la comedia norteamericana contemporánea (de Adam Sandler a los Farrelly, pasando por Will Ferrell o Ben Stiller) es el grado de violencia explícita y de agresión contra el cuerpo como forma de estirar los mecanismos del humor. Aquello que el slapstick sugería pero nunca evidenciaba, es aquí representado con un grado de brutalidad llamativo más cercano al espíritu del dibujo animado. Y es en este último punto donde esta CHIPS cinematográfica encuentra sus problemas. Desde la dirección, Shepard apuesta por una comicidad desquiciada y despreocupada del orden narrativo, vertiginosa y anárquica, cartoonesca se podría decir. Eso, que muchas veces suele ser algo positivo especialmente dentro de la comedia, luce aquí más como una falta de criterio respecto de la puesta en escena (algunos muy pocos chistes funcionan a partir de la precisión en el ensamblaje de todas las piezas). La película avanza con la típica dificultad de las comedias de acción, donde lo primero no termina siendo tan gracioso ni lo segundo demasiado espectacular. Shepard casi que confía demasiado en la química de su colaboración con Peña, pero todo se ve demasiado gritado y esforzado, y muchas veces poco logrado. CHIPS es como la simulación de una comedia, donde todos parecen estar pasándola demasiado bien en pose artificial. No es que el director, guionista y protagonista demuestre un desconocimiento absoluto del género, pero lo cierto es que su película luce demasiado confundida como para generar el efecto deseado. Las risas esporádicas que genera esta CHIPS siguen el orden caótico que impone la película con su vértigo vacuo y su desprolijidad discursiva y narrativa.
Últimamente, se ve que al momento de hacer una remake, los productores tienen tres caminos para seguir. El primero, y hasta ahora muy poco transitado, es el de tomar el concepto, adaptarlo a nuestra época, y con respeto por el material original, realizar una buena película. (Los Infiltrados, La Cosa 1982, Cabo de Miedo 1991, etc.) El segundo, mas transitado, es cuasi destrozar el material original, al punto de solo mantener nombres de personajes y casi nada mas (Point Break, Arthur, Cazafantasmas, etc). Y el tercer camino, que tomo CHIPs, es tomar una historia, y transformarlo en una comedia delirante, como lograron hacer con 21 Jump Street, solo en la primera, que quede claro. La película básicamente trata de dos hombres, que se enlistan en la patrulla motorizada de Los Ángeles, cada uno por diferentes razones, y terminan siendo compañeros. A partir de ahí, una sucesión cuasi desordenada de momentos escatológicos, dobles sentidos, explosiones, chistes misóginos, y cualquier cosa que tenga que ver con genitales se desarrolla antes nuestros ojos. Michael Peña, sinceramente, hace lo que puede, pero el guión es tan básico, que la película era insalvable desde su concepción. Dax Shepard, que escribió y dirigió la película (calculo que por eso consiguió el papel principal, si no, no se entiende) se la pasa gritando, en un intento de cargar de gracia, palabras y situaciones que no la tienen. En resumen, CHIPs es para los amantes de las ultimas Scary Movies (no las primeras) y nada mas. Si esperan algo mas, van a salir decepcionados.
Comandos azules y misóginos en acción. Podría pensarse en la falta de ideas que aqueja a Hollywood hace años, o en obligaciones contractuales que trascienden el ámbito estrictamente cinematográfico. También en la comodidad artística de partir de un universo previamente delineado o, claro, en el anhelo de que la taquilla devuelva una buena cifra de dólares. Las razones para el resurgimiento de Chips pueden ser varias, pero ninguna justifica el desgano generalizado que sobrevuela los 100 minutos de esta segunda película (hubo una primera a fines del siglo pasado) basada en aquella serie sobre dos policías de la Patrulla de Caminos de California que tuvo casi 140 episodios entre 1977 y 1983 y supo ser furor en la pantalla chica nacional. Furor que difícilmente se repita con esta versión siglo XXI, no sólo porque con el correr de los años su materia prima fue cubierta por un manto de olvido, sino porque se trata una de las comedias menos eficaces en años. Chips, que para su lanzamiento latinoamericano suma el subtítulo Patrulla motorizada recargada, toma de aquella serie apenas los nombres de sus dos figuras centrales y un aire de comedia policial ochentosa que, sin embargo, nunca termina de condensarse. Michael Peña interpreta a un agente del FBI al que le asignan una nueva identidad (Francis Llewelyn Poncherello, igual que el personaje de Erik Estrada) para infiltrarse en la policía californiana con el objetivo de desbaratar un grupo comando que asalta camiones blindados y cuyo cabecilla, se cree, pertenece a las fuerzas. Igual que diez de cada diez buddy movies, su compañero de aventuras encarna el reverso perfecto: Jon Baker (Dax Shepard) supo ser un as del manubrio en sus tiempos de estrella de motocross, y ahora busca reconquistar a su chica eligiendo la misma profesión que su ex suegro. Si la carta promete ser poco apetitosa, el plato servido es mucho peor. A fin de cuentas, el film dirigido, escrito y protagonizado por Shepard le suma a la falta de timing a la hora de los remates cómicos, un grado de misoginia insoportable, limitando a sus personajes femeninos al rol de meros objetos recreativos de los protagonistas en el mejor de los casos, o sometiéndolos a burlas y escarnios constantes en el peor. En medio de todo eso hay una trama policial resuelta con un descuido narrativo inhabitual para la industria norteamericana, llena de agujeros y arbitrariedades, además de un par de secuencias de persecución en moto filmadas con la misma despersonalización que las exhibiciones de los X-Games. Igual que en La llamada 3, otra película construida sobre la base de la fórmula y lo probado, brilla la figura del siempre inquietante Vincent D’Onofrio como el malvado de turno. Con un poco de aplomo le alcanza –y le sobra– para convertirse en el único miembro de todo el equipo que se toma en serio una película destinada al olvido.
Se encuentra basada en la serie de televisión de finales de los años 70. Mezcla el humor negro, la comedia y la acción. Destinada a un público especifico, sus chistes resultan poco eficaces, a pesar de tener un buen elenco, aburre y posee un guión bastante flojo. Dentro del elenco secundario podemos destacar la presencia de: Rosa Salazar (Maze Runner: Prueba de Fuego), Adam Brody (The O.C.), Kristen Bell (Veronica Mars) y Vincent D’Onofrio (Marvel’s Daredevil).
Una serie que no necesitaba volver Aunque nadie olvidará a Erik Estrada como el policía motorizado Poncharello, lo cierto es que la serie "CHIPS" era bastante floja y no le llegaba a los talones a otras series policiales de la segunda mitad de la década del '70, como por ejemplo "Starsky & Hutch - Los aventureros". Pero "CHIPS", después de todo, es un ícono de su época, y no necesitaba una mediana versión cinematográfica como ésta. A su favor esta versión en pantalla grande tiene un buen actor como Michael Peña en el protagónico, que ahora es un agente federal encubierto para investigar un gran robo ejecutado por policías corruptos. Su nuevo partenaire en la patrulla de carreteras californianas (interpretado por el director del film, el comediante Dax Shepard), pronto descubre su identidad oculta, por lo que ambos desarrollan una especial amistad y se convierten en un equipo decidido a todo. El argumento es más bien minimalista, ya que lo importante en este caso es dar lugar a todo tipo de chistes guarros o tontos, y muchas veces ambas cosas a la vez, aunque hay que reconocer que de vez en cuando alguno realmente hace reir. Y, por supuesto, también están las motos, que toman un lugar más importante que en la vieja serie de 1977, logrando algunas escenas de riesgo que de lejos son lo mejor de esta remake.
CHIPS se cuelga de la nostalgia de la serie original para hacer una comedia genérica y bastante tonta que apela a un público adolescente que aún se ríe ante situaciones sexuales o escenas de desnudos. Aquellos que hayan crecido entre finales de la década el 70′ y principios de los 80′ recordarán con cariño a la célebre serie de televisión CHiPs. El show contó la historia de una pareja de policías motorizados miembros de la Patrulla de Caminos de California (CHP). Ellos eran Jon Baker (Larry Wilcox) y Francis Llewelyn Poncherello (Erik Estrada), más conocido como Ponch. La serie no era una maravilla, pero se ganó a su público a lo largo de sus 6 temporadas y más de 130 episodios con su mezcla de trama policial, comedia ligera, protagonistas carismáticos y constantes persecuciones en moto por las autopistas de California. La nueva CHIPS (ya tuvo una película para tv en 1999) se inscribe en la larga tradición de Hollywood de tomar una propiedad antigua y conocida de probado éxito para hacer una película que nada tiene que ver con la original más allá del título, los nombres de los personajes y alguna situación puntual o cameo (para nombrar solo unos ejemplos están Dukes of Hazzard, Green Hornet y próximamente Baywatch). Jon Baker (Dax Shepard) es una leyenda retirada del motociclismo extremo después de terribles lesiones que se enlista en la Patrulla Motorizada para revivir sus días de gloria y salvar su frío y distante matrimonio. Poncherello (Michael Peña) es un agente del FBI que debe infiltrarse en la fuerza para desbaratar una banda de ladrones autores de varios golpes millonarios, aparentemente integrada por policías corruptos. CHIPS es una comedia bastante floja que apela al lenguaje obsceno y las situaciones sexuales o incómodas para maquillar su incapacidad de articular una buena broma o un efectivo gag. Shepard encarna a un personaje tan inocente y torpe que excede lo ridículo, mientras que Peña cumple en el rol de un agente más experimentado y con pocas pulgas. El villano de la película apenas tiene peso en la trama y se siente completamente desaprovechado (un pecado hacer tan mala utilización de un actor como Vincent D’Onofrio), mientras que algunos personajes secundarios hacen bastante bien su labor de acompañar a la pareja protagonista como la oficial Ava Perez (Rosa Salazar). CHIPS termina siendo una comedia bastante tonta y repetitiva que a duras penas logra capturar el espíritu de la serie original y cuenta con una historia tan mala que hace que los episodios más flojos de la versión televisiva se vean bien en comparación.
CHiPs – Patrulla Motorizada Recargada: Explosiones, sexo y comedia en dos ruedas. La remake del clásico de fines de los ’70 entrega comedia y sorpresivas dosis de acción, sin perder nunca de vista que el objetivo siempre es entretener. Todas las comedidas estadounidense siguen una misma formula. Puede parecer que no, más que nada porque son, lejos, las que más abundan en el mercado; Si te juntas a ver una comedia lo más probable es que venga de Hollywood. Si, todas las comedias estadounidenses puede resumirse en “un grupo de actores improvisando lineas durante 10 min en una habitación”. Es un subgénero de la comedia, que incluso ha afectado a películas y series cómicas de otras tierras; El humor yankee ya va más allá de las fronteras. La improvisación es la piedra fundamental de su comedia, en parte porque sus guiones cómicos suelen ser… más que flojos. ¿Porque pasarías más de 5 min escribiendo un dialogo cuando sabes que estas contratando actores “graciosos”? Lamentablemente este es el pensamiento en la mayoría de las ocasiones y se termina pasando de largo todo el proceso de realmente escribir lo que se supone va a ser gracioso. Cualquier comedia hollywoodense podría servirles como ejemplo pero no queda más que revisar la filmografía de Judd Appatow o de Adam Sandler para encontrar la biblia de “cómo disfrazar el pasar un rato con amigos mientras cobramos y decir que es una película”. A simple vista esta podría ser otra de esas ocasiones pero la realidad es que CHiPs termina siendo algo bastante particular, ya que no es una película simplemente ensamblada así nomas para que llegue a los cines a ver si se recauda algo… Al menos no desde su parte creativa, de guion y dirección. Es una película que se molesta en crear personajes reales, no solo nombres falsos para que sus actores usen mientras se mantienen siendo ellos mismos, al mismo tiempo que crea escenarios para que estos personajes interactúen de manera graciosa y que el humor no quede exclusivamente en manos de los actores. Esta remake de la serie clásica de fines de los ’70 y principios de los ’80 es un claro ejemplo de algo que no suele suceder mucho en este subgénero. Los actores que reúne no tienen a la improvisación como su punto más fuerte, al contrario, es el guion el que esta escrito por un actor de comedia que, siempre utilitario y secundario, esta acostumbrado a improvisar y a generar dialogo y situaciones cómicas: Dax Shepard (Idiocracia), que también sirve como director y co-protagonista. No es común pero, por supuesto, tiene antecedentes. Seth Rogen es un claro ejemplo de este tipo de trabajo, aunque en menor medida ya que sigue dándole prioridad a la improvisación una vez las cámaras están rodando. Además Shepard tiene intereses que lo hacen idóneo para este proyecto: es un amante de los fierros. Autos o motos, conducirlos, repararlos o coleccionarlos; Si tiene ruedas a Dax le interesa, algo clave para una remake interesada en entregar no solo comedia sino bastante acción, persecuciones y explosiones. Pero Shepard es solo la mitad del dúo protagónico, y su mitad menos icónica claro esta, porque es Michael Peña quien se encarga de darle vida a “Ponch“. Peña es el oficial Frank Llewellyn Poncherello… De alguna forma. La película se las arregla para que la identidad del personaje icónico de Erik Estrada caiga en las manos del personaje de Michael Peña. Si bien Peña no es un actor cómico que genere su propia comedia, como otros actores de mayor improvisación o con un background en el stand-up, tiene sin dudas una facilidad para inyectarle gracia a las lineas de un buen guion, y es exactamente lo que este proyecto necesitaba. Los protagonistas funcionan de gran manera. Los personajes principales se mantienen entretenidos durante toda la película. Si uno entra a la sala a ver una comedia va a salir de ella satisfecho. La acción también es más que aceptable y servicial, todo esta muy bien realizado y aplicado en los momentos apropiados. La comedia y la acción cada una por su lado van bien, pero el mayor problema (seguramente por la falta de experiencia de su director) es cuando se intentan mezclar entre ellas, o especialmente, con los aspectos más serios de la misma. Esta lejos de ser un drama, y no tiene ninguna aspiración más allá del entretener y hacer a la audiencia pasar un buen rato, pero aún así hay momentos en donde la película pasa de un momento a otro como mezclando aceite con agua. Vicent D’Onofrio (Full Metal Jacket, Daredevil y Jurassic World) es un villano que sorprendentemente no solo carece de toda cualidad caricaturezca (el clásico malo que es malvado porque si), como seria moneda corriente en cualquier film similar, sino que también se le logra dar la presencia y autoridad que un villano de D’Onofrio merece. Ya hace tiempo que suele hacer papeles antagónicos, pero la realidad es que en lugar de ayudarlo a crear una presencia intimidante, en general las películas o series suelen aprovecharse de que ya de por si él trae tanto a la mesa como para presentarse de esa manera, y no terminan haciendo su parte para que sus personajes sean todo lo que puede ser. Otra de las pequeñas cosas que esta cinta hace diferente. Si bien no logra resolverse de la mejor manera, es un esfuerzo destacable en las pequeñas cosas. Se mantiene interesante y entretenida, al menos hasta el final. Aún con sus fallas es recomendable si alguno esta con ganas de una comedia y no sabe que elegir, la acción es un más que agradecido bonus.
RÁPIDO Y FURIOSO Patrulla Motorizada fue un serial protagonizado por Erik Estrada y Larry Wilcox que formó parte de la década en la que la ley empezaba a coquetear con la cultura de las drogas (como ocurrió en otras series como Shaft o Starsky & Hutch). Creada por Rick Rosner y Paul Playdon, fue emitida por NBC desde septiembre del ’77 hasta mayo del ’83. Hoy en día, Dax Shepard produjo, escribió y dirigió esta reversión de la serie que no solo tiene pocas conexiones con la original sino que poco innova en el abordaje de la misma. En su corta carrera en la dirección, con Patrulla Motorizada Recargada (una tragedia cacofónica), Shepard sigue la tradición fierrera de sus predecesoras Hit and Run (2012) y Brother’s Justice (2010), y aquí interpreta a Jon Baker, un ex motociclista profesional que ha conocido la gloria y ahora se encuentra en una crisis matrimonial. En un intento desesperado por recuperar a su esposa Karen (Kristen Bell, su esposa en la vida real), entra a la Patrulla Motorizada de California (CHP). Al ser emparejado con Frank Poncherello (un Michael Peña que parece empezar a encontrar su registro), Baker se une a la cruzada de éste, en la intención de desenmascarar una banda de policías que asalta blindados. Ya desde el comienzo, las intenciones de la película son claras: una buddie movie de policías, repleta de chistes básicos y sexistas que solo encuentra el rumbo en alguna secuencia de acción cuya estilización y fluidez, de alguna manera, alivian el tedio facilista del resto del metraje. Y el problema no es el gag sexual o dialéctico per se, porque hay un subgénero del humor que bien ha sabido sacarle provecho a esto (Sascha Baron Cohen), sino que Shepard hace todo lo que está cinematográficamente a su alcance para que sepamos lo que quiere decir. En una de sus inolvidables noches, en La Venganza Será Terrible, Dolina ensayaba – en sus palabras, hilarante – que su película contendría aclaraciones explícitas constantes de él mismo, mirando a cámara, explicando lo que quiso decir en tal o cual escena. Shepard claramente no llega a hacer lo mismo, pero sus primeros planos y los planos detalle enmarcan y explicitan el chiste hasta el absurdo, y se trata de una clara subestimación del espectador y del uso de la narrativa básica. Si bien hay un correcto desarrollo de las secuencias físicas y de la relación de Baker y Poncherello (en su progresión, no en la química cómica – el carisma de Sheppard es nulo -), Patrulla Motorizada Recargada es una película totalmente fallida que solo toma el nombre de aquella serie original para poner en pantalla mucho de lo peor de la comedia norteamericana: machismo, fisicidad y sexismo.
Éramos pocos y llegó CHIPS. Pero esta remake de otra serie clásica de los setentas viene con sorpresa, algo que adelanta el subtítulo original, “Chips happens” (un juego de aliteración con la expresión shit happens, o “puede irse a la mierda”). En el extremo de la remake de Starsky & Hutch protagonizada hace más de diez años por Ben Stiller y Owen Wilson, esta versión también apela al humor, pero de un modo muy distinto –y de entrada, a diferencia de Starsky & Hutch hay que decir que CHIPS era una serie con muy poco sentido del humor–. Los nuevos protagonistas, Dax Shepard (a la sazón también director del film) como Jon Baker y Michael Peña (también coproductor) como Frank Poncherello, son una versión en reversa de los originales. Mientras en la original Baker era el serio y Ponch el tarambana, en esta Baker es un atropellado, una especie de Jackass del deporte con cicatrices en todo el cuerpo (es torpe en todo excepto para andar en moto), mientras Ponch es el agente serio, cuya misión consiste en infiltrarse en la policía de Los Ángeles para desbaratar las ramificaciones de una red criminal. Otro acierto son las bromas respecto del demodé marrón caca de los uniformes (la “caliente” novia de Baker, que cuernea al agente rubio de todos los modos posibles, en algún momento le pregunta si trabaja para UPS). Hasta ahí lo interesante, que empieza a desmoronarse no bien se ajusta con uñas y dientes el humor chabacano del film. Quizá recordado por algunos gracias a sus apariciones en el film Idiocracy (2006) y la serie My Name Is Earl, Shepard ensaya un humor al estilo Judd Apatow, con sus cosas buenas (la ironía corrosiva) y malas (bastante sexismo, una voluntad temeraria por mostrar como hilarantes cosas desagradables). Y cuando la balanza se inclina por la segunda vertiente, por más destreza que tenga Baker para piruetear con su motocicleta, la caída es inevitable.
Si el trailer lanzado dos meses antes de su estreno no convencía, se puede afirmar que esta adaptación cinematográfica de la exitosa serie creada por Rick Rosner y con seis temporadas en el aire en la cadena NBC (entre 1977 y 1983), es muy floja… casi un insulto para los famosos personajes interpetados por Larry Wilcox y Erik Estrada, quien aquí hace un cameo al final. Dax Shepard (“Hit and Run”, “Parenthood”) y Michael Peña (“The Martian”) son los protagonistas de esta nueva comedia de acción “buddy cop”, escrita y dirigida por el propio Shepard (creo que no era el indicado para esta tarea) que, al igual que “Baywatch” (que veremos a partir de Mayo) salta a la pantalla grande en formato comedia… y medio zarpada. Aquí la historia nos muestra cómo se conocen Jon Baker (Shepard) y Frank “Ponch” Poncherello (Peña), quienes se acaban de enlistar en las fuerzas de la Patrulla Motorizada de la Autopista de California (California Highway Patrol), en Los Angeles. Cada uno por motivos muy distintos. Baker es un ex campeón de motocross que está destrozado, tratando de poner su vida en orden y recuperar su matrimonio con su desinteresada esposa Karen (pequeña participación de Kristen Bell). Poncherello es, además de adicto al sexo, un agente federal encubierto (ni siquiera se llama Poncharello) que investiga un fraude multimillonario, el cual se sospecha puede ser un caso de corrupción dentro del mismo departamento de policía. El novato inexperto y el endurecido profesional se ven obligados a trabajar juntos. Aún así, con las habilidades de Baker para la moto combinadas con la inteligencia callejera de “Ponch”, la cosa funciona. El fuerte de la película no reside en su trama sino en la muy buena química cómica de la dupla protagónica, eso es indiscutible. “CHIPS” entretiene por momentos y genera alguna que otra risa pero no resulta suficiente, dado que se centra en desarrollar chistes tontos y algunas referencias sexuales… por suerte pocas, porque pensé que se iban a abusar de ésto y lo escatológico. Vincent D’Onofrio (“Marvel’s Daredevil), Ryan Hansen (“Veronica Mars”), Justin Chatwin (“War of the Worlds”), Rosa Salazar (“The Maze Runner: The Scorch Trials”), Maya Rudolph (“Damas en Guerra”), Adam Rodriguez (“Magic Mike”), Ben Falcone (“La Jefa”) y Jane Kaczmarek (“Malcolm in the Middle”) completan el reparto.
Imperfecta, con chistes fuera de timing a veces, pero con la única alternativa posible para la serie original, reírse de sus zonceras. Eso es lo que hace el actor, director y protagonista Dax Shepard, aunque los laureles se los lleva ese tipo genial que es Michael Peña, capaz de ser dramático y cómico con la misma soltura. No tiene la creatividad de “Starsky y Hutch” ni la química de Jonah Hill y Channing Tatum en “Comando especial”, pero no molesta y uno se ríe.
Sin nafta De series emblemáticas si las hay, el caso de CHIPS, que tuvo seis temporadas y una legión de seguidores en todo el mundo, se esperaba hace mucho tiempo una película. Y así como ya pasó con Starsky & Hutch, El Santo, Los Ángeles de Charlie y otras, el programa que seguía a dos policías motorizados en California, llamados Poncharello y Jon (Erik Estrada y Larry Wilcox, respectivamente), merecía una adaptación en pantalla, aún sabiendo que algunas cuestiones ideológicas y de tono del original iban a quedar viejas. CHIPS: Patrulla motorizada recargada (CHIPS, 2017) protagonizada y dirigida por Dax Shepard, lamentablemente no está a la altura, tomando sólo el nombre y el uniforme tan característico de los personajes de la serie y construyendo una sucesión sin sentido de gags y escenas de acción, que resienten no solo la propuesta que trae, sino que, principalmente, le es poco fiel al programa en el cual se inspira. Dax Shepard es Jon, acá presentado como un ex competidor de motocicleta que vive desnudo, drogado y aquejado por los dolores que sus 23 operaciones le siguen cobrando por cada pirueta que hizo en el aire en exhibiciones. Ridiculizado, exagerado, una serie de chistes relacionados a su cuerpo, su pene, el contacto con otros hombres, atrasan el discurso sobre la amistad entre hombres y el espíritu de buddy movie que se quiere presentar. Por otro lado estará Michael Peña como Castillo, un agente del FBI que se infiltra en la patrulla motorizada para descubrir una banda de policías que asalta camiones blindados, y al ingresar, le pondrán como compañero al inexperto, y por cierto inútil Jon. Entre ambos desandarán los caminos de los otros policías, luchando contra sus propios miedos y fantasmas, pero también contra sus propias ambiciones y vicios. Poncharello (Michael Peña), la identidad que asume dentro del cuerpo de policías motorizados, será representado como un adicto al sexo, mujer que pasa a su lado se convertirá en su próxima víctima, aun sabiendo que ese contacto irrestricto le traerá más problemas que beneficios. El film transita con un gran despliegue visual -cámaras instaladas en los manubrios de los vehículos, efectos especiales y explosiones y persecuciones por doquier-, cierto espíritu de la serie en cuanto a algunos zooms desprolijos para resaltar alguna escena, ó, la música característica del envío. Pero con eso solo no alcanza. El débil guion de Paul Kaplan y Mark Torgove, con amplia tarayectoria en la televisión, no logra alcanzar el mínimo indispensable para mantener en vilo a la audiencia y generar interés en lo que se cuenta, como tampoco la inexperiencia de Shepard detrás de cámara. Ni siquiera las participaciones secundarias de actores como Vincent D'Onofrio (villano de turno), Kristen Bell o Adam Brody, logran remontar una anodina e irrefrenable apología a los malos hábitos, la escatología, el sexo, que podría haber funcionado si se la enmarcaba en un contexto propicio para las bromas y el humor. Pero por el momento el film se pone serio, se oscurece, y algunos destellos de luminosidad y color que se desprendían, terminan por enrarecer las atmósferas presentadas y el sinsentido acumulado. CHIPS: Patrulla motorizada recargada desaprovecha cada una de las oportunidades que tenía, configurando un espacio que genera risa no por los gags o el slapstick que incluye, sino por su anacrónica y poco original propuesta, una verdadera falta de respeto para la serie en la cual se inspira y un insulto para aquellos que se acercan por primera vez a este universo.
DOS PÁJAROS A TIRO Hollywood sigue rompiendo todo en un intento por refritar una de sus series más emblemáticas. No es la primera vez que una serie clásica policial llega a la pantalla grande en tono más humorístico. Algunas adaptaciones tuvieron éxito como “Comando Especial” (21 Jump Street, 2012) y otras pasaron sin pena ni gloria como “Starsky & Hutch” (2004). Dax Shepard -ese actor medio gracioso que vieron mil veces y nunca se acuerdan del nombre, pero saben que está casado con Kristen Bell-, vuelve a probar suerte detrás de las cámaras con la que, seguramente, terminará siendo una de las peores películas del año. Sí, ya le vamos guardando un lugarcito es esa penosa lista. Shepard dirige, escribe y coprotagoniza “CHIPs: Patrulla Motorizada” (CHIPS, 2017), esta comedia de acción que, en pleno siglo XXI, se esfuerza demasiado por hacer chistes en base a culos, tetas y penes. Comedia, entre muchas comillas, ya que falla bastante en eso de hacernos reír y, al final, termina dando un poco de vergüenza ajena. Sepan disculpar tanta literalidad, pero cuesta disfrutar algo tan básico y mal hecho. La historia de Shepard está recargada de estereotipos y, aunque supongamos que lo hace a propósito, ésto tampoco funciona ya que se queda a mitad de camino. “CHIPs” no es lo suficientemente bizarra y extrema para ser una parodia de sí misma, entonces termina convertida en una mala comedia policial que no atrae ni desde sus temas, ni desde sus personajes mal llevados. Michael Peña es un agente del FBI que, bajo el pseudónimo de Frank Poncherello, debe infiltrarse en la patrulla motorizada de California para desbaratar una banda de policías corruptos dedicados al robo de camiones blindados. Su nuevo compañero es Jon Baker (Shepard), un novato ex motociclista que se convierte en agente para reconquistar a su esposa. La dupla, despareja por dónde se la mire, se meterá en todo tipo de problemas para desenmascarar a los culpables, mientras liman sus asperezas y aprenden a trabajar en equipo. Nada nuevo para un género que nos ha dado grandes historias, justamente, cuando sale de sus lugares comunes. No es el caso de “CHIPs” que desatiende por completo la trama criminal y se concentra en los chistes subidos de tono, acrobacias al estilo de los X-Games y muchas escenas sin sentido. Cuesta entender que Vincent D'Onofrio se preste para estas cosas, pero no es el único. El elenco está lleno de caras conocidas (Adam Brody, Maya Rudolph, Jane Kaczmarek), aunque ninguna logra hacer un aporte que nos arranque una sonrisa. “CHIPs” es una película que atrasa y que sigue arrastrando estereotipos del peor cine de los ochenta y, ya sea de forma irónica o no, acá no se puede notar la diferencia. No atrae desde sus actuaciones (lo de Peña como “adicto al sexo” molesta en todo sentido), ni sus escenas de acción, ni sus villanos que sólo apuntan a un tipo de público descerebrado y de risa muy, pero muy fácil; sin ofender a nadie, claro está. Cuesta encontrar algo positivo de una película cuya tercera imagen son unos senos femeninos. Un “recuso” que se repite a lo largo de toda la historia, a pesar de que estamos en presencia de una “buddy cop” movie basada en una de las series más clásicas (y naive) de los años setenta y principios de los ochenta. Creo que, a esta altura, prefiero una de Adam Sandler.
No fui lo suficientemente estúpido como para reírme … perdonenmen. Basada en la popular serie setentera/ochentera, esta adaptación sigue a dos policías motorizados de Los Angeles (Micheal Peña y Dex Shepard) en una serie de escatologicas, sexuales y desagradables aventuras que los llevaran a descubrir una oscura tramoya de corrupción en el departamento policial en el que trabajan. Además de dirigir, Shepard dirige esta asquerosa comedia sacada del más profundo de los infiernos. Me va a costar rellenar esta review ya que el techo del cine en el que estuve era mucho más gracioso y agradable que éste anticuado proyecto. La serie en su momento gozo de un gran éxito, ya que según lo que vi y lo que me contó mi viejo, los efectos eran grosos y los chistes se adecuaban perfecto a la época. Al guión, escrito por Paul Kaplan y Mark Torgove y el propio Shepard, no lo salva ni la belleza de Kristen Bell ni la destreza actoral de Vincent D’onofrio, ya que la historia es más pobre de lo que uno puede llegar a pensar. Claro que hay que ser justo, se intento captar la esencia simplista del show original, lo que es contraproducente debido a que el programa no envejeció lo suficientemente bien como para ser apreciado por las nuevas generaciones … además claro, de que no se esforzaron mucho en darle algo que podamos considerar valedero. Lo que puedo rescatar del humor, es que deja de lado el detestable correctismo político al que nos tiene acostumbrados el mundo actual, por lo que no se sientan culpables de reírse con (o de) alguno de los patéticos chistes de la película … es culpa de una sociedad que nos obliga a cuidarnos excesivamente con algo tan hermoso como el humor. Con respecto a la dupla protagonista tengo que admitir que Peña y Dex tienen buena química. La carrera del primero de estos se disparó al cielo cuando apareció en el grandioso policial ‘End Of Watch’ y en la comedia superheroica ‘Ant-Man’, demostrando su carisma tanto como en comedia como en drama. Con respecto a Shepard, su carrera estuvo más enfocada en la comedia televisiva, en donde demostró ser un tipo que sabe manejar el humor una versatilidad que lo llevo a aparecer en películas como ‘Zathura’ o, junto a su mujer Kristen Bell, en ‘When in Rome’. Espero que este desastroso proyecto no condene la carrera de los intérpretes, aunque personalmente creo que ambos tienen suficiente mojo como para cargarse a cuestas el dicho “un tropezón no es caída”. La dirección es aceptable. Algunos planos son fieles homenajes a la serie televisiva y los juegos de cámara son divertidos de ver. Hay mucho uso de GoPro y ángulos cerrados que quedan copados en las persecuciones por las rutas de California y el climax tiene bastantes explosiones copadas que nos hacen olvidar por un segundo el humor fuera de tiempo del proyecto. Aún así nada sobresale y la comedia cae en terrenos bastante pobres y genéricos, no esperen ver grandilocuencia visual porque se van a quedar comiendo polvo en el aire. Es difícil recomendar “CHiPs” cuando existieron adaptaciones geniales como la ‘Miami Vice’ de Michael Mann, por lo que me voy a limitar a decirles que, si quieren verla, va a ser mejor que esperen a que le den en la tele, ya que ésta idea no vale una entrada de cine ni de lástima.
Recargados y furiosos. La serie original de los años 70 y 80 protagonizada por Erik Estrada y Larry Wilcox fue un suceso en la pantalla chica, e incluso en aquel momento lanzó a la fama a Estrada, el policía latino del dúo (aunque su certificado de nacimiento diga que su ciudad natal es Nueva York). En esta nueva versión los protagonistas son Michael Peña, haciendo de el latino (aunque su certificado también dice nacido en USA) y Dax Shepard (quien también oficia de director y guionista). Por si se lo preguntaba, el nombre de la película (y la serie) es producto de las siglas de la California Highway Patrols, aunque en realidad la sigla que idenfica a esta institución es CHP, pero esta agencia del estado posee derechos de autor, con lo cual debieron agregarle una i y una s en el nombre de la serie.Cuando comienza la película ya leemos un “chiste”, la CHP, la de verdad, no esta de acuerdo con los hechos descritos a continuación, con ninguno. Y claro, porque a lo largo de los 100 minutos que se desarrolla la trama, descubriremos, en tono de comedia pero sin llegar a la sátira, una red de corrupción dentro de dicha agencia policial. Michael Peña, quien ha ganando visibilidad gracias a sus últimos papeles en The Martian y Ant-Man (siempre haciendo del latino gracioso), interpreta a un engreído agente federal (FBI), llamado Francis Llewellyn ‘Ponch’ Poncherello, que en realidad es el agente Castillo, pero este es uno de los guiños para los seguidores de la serie. ´Ponch´ es el encargado de viajar a Los Ángeles y, de encubierto, investigar un robo multimillonario que podría haber sido provocado por algún oficial de la patrulla. Dax Shepard será su compañero, Jon Baker, un motociclista profesional retirado y estropeado que trata de mejorar su vida e impulsar su matrimonio. Personalmente, sólo recuerdo de la vieja serie CHIPS las motos y Erik Estrada, con lo cual esta cinta no apelará en lo más mínimo a mi pasado. Particularmente en esta nueva versión, al cambiar el tono y el sentido de las cosas, será difícil que se logre tocar lo profundo del corazón de algún adulto que haya visto y crecido con la serie original, mucho más encasillada en el drama y la acción. Los personajes viven en un mundo real, sí, en Los Ángeles, California, pero las situaciones que atraviesan son exageradas y en algunos casos inverosímiles. Las persecuciones, excesos de velocidad, autos de alta gama y motos Ducati están a la orden del día. ¿Quieren explosiones? Pues hay muchísimas, más de las que son necesarias. Pero no se confundan, no es Rápido y Furioso versión motos, es una comedia con un poco de acción. Quizás podríamos considerarla como una mezcla, algo burda, de Bad Boys con 21 Jump Street (otra reboot de la épca con agregado de comedia). En definitiva, es la típica historia de la pareja dispareja, remarcada desde los primeros minutos del metraje. Uno no sabe andar en moto, el otro no sabe disparar, así que luego de aprender a aceptarse como compañeros, podrán complementarse. CHIPS está llena de clichés como ese y chistes obvios, algunos un tanto escatológicos. Quiere ser inclusiva pero termina estereotipando a todos los personajes. Entre la variedad de figuras que desfilarán a lo largo de la trama tendremos: la chica sexy, el gay, los latinos, el personaje tonto pero de buen corazón, el malo pero preocupado por su familia, etc. Quizás se olvidaron de incorporar entre sus personajes principales al hombre sexy para cautivar la atención de algún espectador aburrido. Kristen Bell (esposa de Dax Shepard), a quien conocemos mejor como Veronica Mars, será la esposa infiel de Jon Baker, la rubia que eventualmente deberá ser rescatada. Vincent D’Onofrio, el mejor Kingpin que Marvel nos podía regalar, será el villano. Jane Kaczmarek, la mamá del Malcolm en la serie de TV, será la jefa de la patrulla y mostrará bastante más de lo que muchos quisieran ver. En los rubros técnicos la cinta es correcta y las persecuciones están filmadas con precisión. Una de esas persecuciones nos regalará un acertado momento musicalizado con Paranoid de Black Sabbath. El presupuesto estimado asciende a 25 millones de dólares, gastados obviamente en explosiones y en rodajes en el exterior, lo que sí desconocemos si serán recuperados. El poster promocional en su idioma original incluía el subtexto Chip Happens, haciendo clara alusión a la conocida frase Shit Happens, en nuestras tierras se dejó afuera para agregar “Patrulla motorizada recargada”, como si esa aclaración funcionara para darte más ganas de ver la película. Ojalá no haya segunda parte. Conclusión: CHIPS: Patrulla Motorizada Recargada es comedia simple y básica que quizás robe alguna que otra sonrisa, pero que pasará al olvido en unas pocas semanas. La vieja serie es sólo una excusa para atraer público a una película plagada de chistes obvios, explosiones, un cameo de Erik Estrada y escenas de desnudez. Parece ser que la corrupción policial es moneda corriente en todas las latitudes.
Basada en la serie de televisión de finales de los años 70, CHiPs Patrulla Motorizada, llega a los cines Chips: Patrulla Motorizada Recargada, una película que intenta mezclar la acción con la comedia. Por un lado está Baker (Dax Shepard), quien en el pasado fue un exitoso motociclista, que se une a la Patrulla Motorizada de California en un intento por salvar su fallido matrimonio. Por otro lado se encuentra Frank Poncherello (Michael Peña), un agente encubierto del FBI, que se suma a la patrulla para investigar un robo multimillonario en el que podrían estar involucrados agentes policiales. El film además muestra el paralelismo que hay entre ambos protagonistas: mientras uno es rubio, el otro es morocho; mientras uno no tiene relaciones hace más de un año, el otro es adicto al sexo; mientras uno es un reconocido agente, el otro recurre a decenas de pastillas para calmar sus dolores. Además de coprotagonizar, Dax Shepard también es el director y el guionista de la película que cuenta además con las actuaciones de Rosa Salazar, Adam Brody, Kristen Bell y Vincent D’Onofrio. Si bien la película tiene tres o cuatro momentos que podrían considerarse como cómicos -más allá de pecar de básicos-, Chips: Patrulla Motorizada Recargada podría destacarse por el manejo de cámara en las diferentes escenas de acción, aunque tampoco éstas muestran nada que no se haya visto antes.
No vi la serie en la cual esta película se basa, algunos dicen que es una especie de reboot de la serie. Los críticos por todas partes la han destrozado, pero debo decir que estoy de la vereda de enfrente. No me descostillé de la risa pero tiene muchos momentos muy divertidos que sacan carcajadas (de esas que la escuchan los que están en las otras salas) y también tiene esos momentos que tan una risita incómoda. Dax Shepard (Actor, director, guionista…un poco mucho, ¿no?) es uno de esos cómicos que no la descosen pero hacen bien su trabajo, la clave está en el conjunto entre Shepard y Peña que tienen buena química en pantalla. Las escenas de ellos dos solos tienen la certeza de sacarte una sonrisa como mínimo. La incomodidad del hombre macho ante el hombre que no teme abrazar en bóxer, hablar de sexo, de que tan seguido van al baño y tantos otros temas que dan risa al momento de verlos en pantalla. Es una comedia que no teme en caer en el ridículo por momentos, y que tampoco le teme a mostrar sangre en pantalla, con un par de escenas de acción de buen nivel y también las necesarias explosiones en el cine hollywoodense. CHiPs superó mis expectativas. Una de las cosas malas es el papel que le dan a algunas mujeres, como objetos, con algunos escotes pronunciados y la debilidad del personaje Peña por las mujeres en calza. Mi recomendación: Es una película que te va a hacer pasar un buen momento, pero no vale la pena pagar para verla en el cine.
Confieso que por mi edad, sólo tenía conocimiento de la serie Chips gracias a Sabrina, la bruja adolescente, donde las tías que amaban a Erik Estrada lo hacían aparecer cada dos por tres. Así que me dispongo a hablar de la película por sí sola, como considero que debería ser en la mayoría de sus veces. En esta ocasión, Michael Peña interpreta a un agente del FBI al que le asignan una nueva identidad como patrullero de Los Angeles, la de un tal Poncherello. Y le asignan como compañero a un novato viejo, un hombre que en su afán ciego por querer recuperar su matrimonio llega a la conclusión de que ser policía va a hacer que su mujer/ex mujer (una transición que no entienden los dos del mismo modo) vuelva a quererlo. Quien interpreta a este otro personaje, Joe, es Dax Shepard, quien además dirige y escribe la película (aunque no lo crean, es su tercer largometraje). Su objeto de deseo, en la pantalla además de en la vida real, es Kristen Bell. Como clásica buddy movie, ambos personajes son muy distintos entre sí pero a medida que la acción y los obstáculos se vayan sucediendo, notarán que se complementan y terminarán sorteando toda diferencia. Uno como un adicto al sexo que no puede parar de mirar mujeres, y metódico en su trabajo; el otro con múltiples cirugías en su cuerpo a causa de un pasado lleno de adrenalina, desordenado con sus horarios y adicto a los analgésicos, y todavía enamorado de una mujer que pasó hoja y ya no muestra ni un poco de cariño hacia él. Lo que los junta es una investigación sobre una serie de robos a camiones blindados, que sugiere tener un cómplice dentro de su propia patrulla. Con una historia tan trillada y predecible, una película como Chips debería valerse de algo más. En este caso las opciones que tenía podían ser varias: la nostalgia, las actuaciones y química entre sus protagonistas, y/o el humor. Lo cierto es que nada funciona del todo. Michael Peña es un actor sumamente carismático y lo ha podido demostrar en varias películas desde personajes secundarios (uno de los ejemplos más recientes es Ant-man, donde se roba cada escena en la que aparece), no obstante este protagónico no le termina de sentar. Junto a Dax Shepard apenas logran alguna que otra escena divertida, pero en general el humor fácil al que se apuesta les juega en contra. Sí habrá alguna sorpresita para los fanáticos de la serie, pero incluso se la siente forzada. La dirección es otro punto para discutir. En una película de acción se esperan secuencias rápidas, un montaje vertiginoso, no obstante acá se lo siente muchas veces desprolijo, saltando de escena a escena muchas veces sin demasiada coherencia entre ellas. Así, Chips termina resultando una película fallida, que ni siquiera es tan graciosa ni entretenida como para considerarla pasatista. Los fanáticos de la serie sabrán mejor que yo si algo de su esencia se encuentra allí.
El actor y comediante Dax Shepard, se pone al hombro la anunciada versión cinematográfica de la serie de TV que, durante 6 temporadas, mostró la labor de la patrulla motorizada de California, hablamos de CHIPS. Cuando decimos ponerse al hombro, hablamos en serio, Shepard protagoniza, dirige, escribe y produce esta versión que, se podrán imaginar, se inclina rápidamente por la comedia. ¿Cuánto quedó de la serie para los fanáticos? Poco más que el nombre de los personajes protagonistas, el entorno, y que uno es rubio y el otro es morocho latino. Veamos, Michael Peña interpreta a un agente del FBI, que trabaja en operaciones encubiertas y suele arriesgar la vida de todos sus compañeros con tal de conseguir un objetivo. Luego de una operación que no sale tan bien, es enviado a realizar una investigación por el robo de autos lujosos a gran escala, y en el que parece, la propia policía motorizada de California está envuelta. Deberá hacerse pasar por un agente novato, y se le otorgará el nombre de Frank Poncherello, o “Ponch” como pasará a llamarse. Enlistado en esa fuerza, conocerá a Jon Baker (Dax Shepard), un ex acróbata del motocross que se enlista en la fuerza para impresionar a su esposa algo materialista (Kristen Bell). Ambos son designados en equipo a patrullar las calles, y a la par, Ponch deberá ingeniárselas para continuar su investigación y hacer que Jon colabore con él. Chips no es graciosa. Es un gran, gran problema si se plantea una comedia y esta no es graciosa. Son muy pocos los chistes que haciendo un gran esfuerzo pueden sacarnos una mueca de sonrisa; y algunos son muy desagradables o crueles. Peña y Shepard no tienen buena química, no está balanceada claramente Ponch tiene más espacio, y resulta que es un personaje bastante odioso, se insiste en su característica de adicto al sexo pero a un límite totalmente reprochable. Hay algunos gags que pese a no causar impacto la primera vez se los estira, se los repite una y otra vez, causando menos impacto. Por supuesto, si es una comedia, analizar la trama policial no tiene sentido, es más de relleno. El guion presenta baches argumentales notorios, no hay progresión alguna, y repetimos, no hace el menor esfuerzo por congeniar a sus protagonistas que, en la serie esa camaradería era o mejor que tenía. Todo se resuelve rápido y sin embargo parece eterna, son demasiados los espacios en los que no sucede nada. El montaje que nunca encuentra un tono, y utiliza la cámara lenta de forma aleatoria, no colabora. Es poco lo que puede destacarse de Chips, en los secundarios podemos encontrar a Vincent D’Onofrio, que supo ser un actor respetable, pero ahora lo solemos ver en este tipo de propuestas. Con toda certeza Chips es una propuesta fallida, no homenajea a su original; no aporta comicidad ni una buena trama de misterio. Atrasa en su concepción machista y vulgar; y presenta a dos personajes que lejos están de ganarse al público. Consejo, online o en packs de DVD´s pueden encontrar todas las temporadas de la serie, mejor recordarla así.
CHiPs: Patrulla Motorizada Recargada (CHiPs, 2017) es una fiesta. Así de simple. Su vital energía contagia desde los primeros minutos de metraje. Desde hace tiempo llevar al cine series clásicas dio frutos dispares. Desde las poderosas adaptaciones de Brian DePalma como Los Intocables (he Untouchables, 1987) o Misión: Imposible (Mission: Impossible, 1996), pasando por otras más flojas como Los Vengadores (The Avengers, 1998) o Los Dukes de Hazzard (The Dukes of Hazzard, 2005). CHiPs funciona perfectamente. La historia es más o menos así: el detective “Punch” Poncharello (Michael Peña) debe infiltrarse como miembro de la patrulla motorizada para encontrar y desenmascarar una red de delincuentes cuyo líder parece ser parte de la misma fuerza. Para ello se alía a Jon Baker (Dax Shepard), ex astro del motocross que se alista en las patrullas motorizadas para recuperar el amor de su infiel mujer (Kristen Bell). Como todo género o subgénero, en este caso la buddy movie (película de compañeros) es llevada bajo las reglas más clásicas, y en donde mejor se halla (en ese clasicismo). Hay enormes referencias a Arma Mortal (Lethal Weapon, 1987), de Richard Donner (la mixtura de acción comedia, las diferencias “étnicas” de sus protagonistas, la vida sufrida de uno de ellos por haber perdido una mujer, etc.) y como buen relato clásico, el malo, malo (Un enorme Vincent D’Onofrio) es tan incontrolable y poderoso que mete miedo. Tal vez de lo mejor de la película. D´Onofrio encarna a un agente que desde hace tiempo maneja una red de delincuencia cuyo objetivo principal son los camiones de caudales, y si insistimos con las referencias a otras películas podemos citar Fuego contra Fuego (Heat, 1995) de Michael Mann. La mixtura de acción-comedia no es caprichosa: estas aristas convergen perfectamente. Hace ya un par de años se estrenaba en cines la enorme Pirañas 3D (Piranha 3D, 2011), de Alexandre Aja. En ella encontrábamos una incontrolable fiesta cinematográfica, donde la irresponsabilidad más brutal y autoconsciente cuajaba con un espíritu clase B puro, autorreferente y cargado de una energía old school que nos acercaba a la nostalgia instantánea. CHiPs es en parte eso: una fiesta que invita a la irresponsabilidad cinematográfica sin rendirle cuentas a nadie y, como en Piraña 3D, la mirada sobre el mundo adquiere un prisma de nostalgia “sin ser nostálgica” en su concepción estética, sino en su puesta en escena. Es decir, aquella nostalgia en ambas películas se sitúa en las antípodas de, por ejemplo, Super 8 (2011), de J.J. Abrams donde la misma era inherente por estar ambientada en los ‘80 y tomar recursos narrativos y estéticos de aquellos tiempos. Así la identificación del elemento nostálgico (perdón por la reiteración de la palabra) se hace instantáneamente como experiencia al ojo (Super 8) y no de manera instintiva como cuando se hace desde la puesta en escena como es en el caso de Piraña 3D o la película que abarca este texto, ya que ambas se sitúan en la actualidad (empalmes clásicos, movimientos de cámara, el uso orgánico de los efectos sin utilizar o abusar de la digitalización u otro artilugio moderno, la estructura narrativa, presentación de personajes, principios de simetría, etc.) Muchos se ensañaron en defenestrar el film de manera injusta, tachándolo de misógino, trillado, vacío, estúpido. El árbol que les tapa el bosque no les deja ver un sinfín de gags políticamente incorrectos, las muy buenas escenas de robos para nada desdeñables, la enorme mirada del malo, malo: personaje tridimensional, de esos que juegan al destino incierto, llevado por un camino erróneo pero que en lo más profundo de su corazón se halla una enorme mirada romántica. Esa mirada, sobre este mundo, bien podría ser la que Belmondo nos regaló en Sin Aliento (À bout de soufflé, 1960), de Jean-Luc Godard. Aun cuando parece casi imposible unir ambos personajes. Eso, por el precio de una entrada, es mucho.
Nada nuevo bajo el sol, pero, a pesar de todo, bastante pasable. Los que nunca vieron la serie se van a divertir, pero los que si la vieron más que seguro se van a sentir defraudados, ya que la parodia o sátira no está muy bien lograda, aunque serán recompensados por...
La ciudad donde escasean las risas Hoy en día, el cine de género es un tema complicado, en especial, las comedias, ya que, dentro de este tipo de películas solo sale un producto de calidad cada tanto; la mayoría dirigidas por autores que saben lo que están haciendo como es el caso de los Coen. ¿Pero a que se deberá la baja calidad de los productos cómicos en el cine de hoy en día? Quizás sea que las productoras subestiman completamente a su público entregándole obras con un humor ‘tonto’ y de baja consistencia. Tal vez, el futuro de las comedias en el cine, se vea oscuro, mas allá de que de vez en cuando salgan joyitas como Dos Tipos Peligrosos (The Nice Guys); y más con películas como la que nos compete hoy en día, la cual es un claro ejemplo de un humor que hace de todo menos provocar risa en el espectador. Una buena comedia, no solo es aquella que provoca risas, sino que además debe constar de una densidad argumental rica (con esto no quiero decir compleja ni complicada), y dejar en aquel que goza de mirarla una sensación de haber visto realmente una buena película (con todas las cuestiones técnicas y artísticas que implica crear un buen film). CHIPS: Patrulla Motorizada Recargada (CHIPS), es una mala película… No, una MUY mala película, y ahora les paso a explicar porque. En CHIPS (basada en la serie de televisión homónima) el humor pasa por momentos de ser malo a dar vergüenza ajena. Bajo ninguna circunstancia, podría comprender como a una persona le pudiera parecer divertida alguna de las situaciones generadas en este film, ya que, la mayoría rozan lo estúpido y lo vago en cuanto a, no solo guion, sino también a narrativa y sentido del humor. CHIPS: Patrulla Motorizada Recargada es claramente de las peores películas del año. Cada una de las situaciones no solo recurren a tópicos ya utilizados miles de veces, sino que además, que toma lo peor del cine actual (léase, necesidad de mostrar desnudos y explosiones para entretener, y un conjunto de chistes estúpidos). Sin mencionar, que el nivel actoral de esta película es bajísimo, incluso teniendo a una estrella de renombre como Vincent D’Onofrio, quien aquí da mucha pena. No entiendo que es lo que pudo ocurrir. ¿Acaso Vincent necesita hacer películas malas de tanto en tanto así como en 2015 hizo Jurassic World? La verdad que no puedo recomendarles esta comedia en absoluto, si la ven disponible en su sala de cine, aléjense completamente de ella, y busquen algo mejor para ver, que hasta una reedición de Pie Pequeño 7 vale más la pena pagar la entrada que esto. CHIPS: Patrulla Motorizada Recargada es claramente de las peores películas del año, y no creo que eso cambie en los meses venideros.