Un héroe puramente americano El personaje de Jack Ryan, creado por el escritor Tom Clancy (1947-2013) fue protagonista de cuatro grandes films industriales antes de esta nueva versión. Alec Baldwin lo interpretó en La caza al Octubre Rojo (1990) de John McTiernan, donde el show se lo robaba Sean Connery, comandante de un submarino soviético; luego por nada menos que Harrison Ford en dos ocasiones, en Juego de patriotas (1992) y Peligro inminente (1994) y finalmente por Ben Affleck en La suma de todos los miedos (2002). Esta nueva entrega es el comienzo de la historia, de ahí que podamos hablar de precuela, aunque realmente importa poco la conexión con los anteriores films, si es que la hay. Aquí, Ryan (Chris Pine) es un estudiante que antes de terminar de manera brillante sus estudios se enlista en el ejército norteamericano luego del atentado terrorista contra Las torres gemelas en el 2001. A pesar de ser un intelectual, participa de la batalla y se gravemente herido al caer su helicóptero. Intelectual, noble, heroíco y patriota, Ryan es un héroe americano ideal. En plena recuperación –y mientras se enamora de su enfermera (Keira Knightley)- recibe la visita de Thomas Harper (Kevin Costner), un agente de la CIA que desea reclutarlo. La película cuenta el trabajo de Ryan como investigador y su primera misión como agente. Con un ritmo acertado y con un interés que se renueve escena tras escena, el director –y villano del film- Kenneth Branagh consigue que la historia sea un entretenimiento más que eficaz. La película, llena de buena acción, es también un lujo de actuaciones –lo de Costner merecería un Oscar- y consigue emocionar con unos personajes sólidos e interesantes. Branagh, famoso por ser adaptador de Shakespeare consigue aquí un estilo actual, un ritmo de montaje rápido pero no caótico, y narra con estilo una película que se disfruta completamente. Es un disfrute extra pensar que el personaje de Viktor Cherevin, un terrible villano, sea el personaje elegido por el director para darle rostro. A pesar del uso de las tecnologías y de la locura inverosímil que el genial guión propone, este Jack Ryan conserva su condición de héroe clásico, a la antigua, y su jefe Harper logra profundizar esa identificación. Ese mérito está en el director, pero también en el guionista David Koepp. Koepp ha escrito grandes guiones como La muerte le sienta bien, Jurassic Park, Misión: Imposible y Ojos de serpiente. Se nota la combinación de ambos, director y guionista, y el elenco responde, hasta la escena final, a estos preceptos clásicos. La película, muy entretenida, sostiene valores nobles, defiende la lealtad, el coraje, la honestidad. Valores con los que se ha construido el buen cine norteamericano y que siguen siendo valiosos para muchos a la hora de elegir una película de Estados Unidos. La tecnología no cambia eso y aunque lo disimule en algunos aspectos Código sombra Jack Ryan es una película de otra época. Esto, claro está, deberá ser considerado aquí como un elogio.
Un héroe rehabilitado Basada en el personaje de Jack Ryan, creado por el exitoso autor Tom Clancy, la película es la cuarta adaptación llevada a la pantalla grande. Primero se conoció La caza al octubre rojo (1990) con Alec Baldwin; luego fue el turno de Juego de patriotas (1992) y Peligro inminente (1994), ambas protagonizadas por Harrison Ford y, finalmente, La suma de todos los miedos (2002), con Ben Affleck. Código Sombra: Jack Ryan, escrita por David Koepp, se enfoca en la juventud de Jack (Chris Pine, el actor de Star Trek). En la nueva historia vemos cómo el personaje sufre un accidente de helicóptero, atraviesa una dura rehabilitación e inicia su relación con Cathy (Keira Knightley) para volver a la acción después de diez años. Desde que el héroe llega a Moscú impulsado por su mentor Thomas Harper (Kevin Costner) sufre un atentado en un lujoso hotel y se ve obligado a resolver el misterio que encierra un futuro complot terrorista financiero que planifica un ataque en pleno corazón de Wall Street. El villano del film es Viktor Cherevin, encarnado por Kenneth Branagh, también responsable de la dirección luego de su experiencia en producciones millonarias como Thor. El film está concebido con un montaje frenético y se pasea por diversos escenarios internacionales donde la intriga, la búsqueda de información y las cadenas de mandos dicen presente. El conflicto central se resuleve a las apuradas sobre el desenlace y continúa en la senda de películas que alimentan la paranoia de posibles ataques a los Estados Unidos. Ritmo sostenido, una esposa que espera a su hombre y persecuciones en moto, son algunas de las constantes del relato que también se permite jugar con los encuentros clandestinos (Jack va al cine y se ven fragmentos de Número equivocado) en medio de un panorama internacional que suma más peligros. Pine aporta convicción a su personaje y se ve respaldado por un buen elenco, aunque todavía se recuerda a Harrison Ford, en ese mismo papel, corriendo para proteger a su familia. Nada nuevo en el horizonte de la acción, pero contado de manera entretenida.
Tal vez el acento ruso de Kenneth Branagh sea lo mejor -o, al menos, lo más simpático- de esta nueva aparición en el cine de Jack Ryan, el personaje creado por Tom Clancy en los años ’80 y al que ya vimos en cuatro películas e interpretado por tres actores distintos (Alec Baldwin, Harrison Ford y Ben Affleck). Aquí estamos ante el famoso “reboot” que intenta arrancar de nuevo con la historia con un nuevo actor en el papel: Chris Pine, el mismo que interpreta a el joven Capitán Kirk en otro “reboot”, el de STAR TREK. CODIGO SOMBRA: JACK RYAN es una película competente y a la vez mediocre. Un relanzamiento que no tiene la fuerza suficiente como para generar un gran interés en una nueva franquicia. Aún sin ser una mala película no tiene los condimentos necesarios para imponerse en el mercado del cine de acción. Branagh (que dirige el filme también, además de encarnar al villano) arranca con Ryan enterándose del ataque a las Torres Gemelas mientras está estudiando en Gran Bretaña. Con un arranque de patriotismo deja todo para ir a pelear a Afganistán donde es herido y debe volver a su país. Una vez allí lo contactarán de la CIA y el resto es historia. Ryan se ha vuelto un agente encubierto que se hace pasar como “broker” de Wall Street (sí, otro más) pero en realidad investiga el origen de los fondos que ve pasar y si se usan para financiar a terroristas. jackryan1La aparición de unos dineros secretos provenientes de Rusia y el comportamiento raro del mercado lo hará ir a Moscú, donde iremos descubriendo que el magnate Viktor Cherevin (Branagh) tiene planes siniestros respecto a esos dineros. Ryan tendrá que sacar del olvido a su héroe militar y -con la ayuda de su jefe y su novia, encarnados por Kevin Costner y Keira Knightley en una rara aparición en una película de este tipo- hacer lo imposible para frustrar esos planes. CODIGO: SOMBRA (nunca supe porqué se llama así) consta, literalmente, de tres grandes “set pieces” y no mucho más que eso. Y de ellas solo una (que involucra entrar a un edificio y robar unos secretos informáticos en muy poco tiempo) funciona realmente bien, mientras las otras no se salen de la rutina profesional para este tipo de grandes producciones. Es el tipo de película en la que casi todo el heroísmo es online y en la que, por suerte, las conexiones son muy buenas y todos los aparatos funcionan bien ya que da la impresión que nada se podría hacer sin una buena velocidad de “download” o con un 3G que nadie más que la CIA debe poder conseguir. jackryant-Kenneth-BranaghCon sus ojos azules y expresión un poco vacía, Pine no alcanza a transmitir demasiadas emociones de su personaje más que apuro. En ese sentido, tanto Costner -con sobriedad y aplomo- como Branagh -relamiéndose en un papel de villano old school– funcionan mucho mejor. Y Knightley, para ser sincero, no aporta demasiado más que un curioso -para ella- acento americano de chica un poco tonta. Una película menor, no necesariamente fallida pero si bastante insípida, CODIGO SOMBRA no aprovecha del todo la relación de la pareja (quiere ser, pero no lo logra, algo parecido a MENTIRAS VERDADERAS), tal vez porque no hay demasiada química palpable entre los dos actores. Más química, de hecho, parece haber entre Branagh y Mikhail Barishnikov que, en un cameo que no figura en los créditos, interpreta al ruso más poderoso de todos los rusos… y mete miedo.
Somnífero de patriotas. Tom Clancy, fallecido hace unos meses, supo convertir en best-sellers de aventuras las andanzas de un tal Jack Ryan, personaje con perfil psicológico ejemplar para los ojos de los Estados Unidos: universitario, militar y patriota. La particularidad de Clancy, dentro de la literatura de espionaje, fue la de poner en primer plano -ya desde La Caza al Octubre Rojo- los mecanismos de la CIA y el revoloteo de la corrupción de un solo hombre, cuanto mucho un puñado pero nunca del organismo de seguridad, algo que también había que proteger porque como sucede con las instituciones, especialmente las construidas para salvaguardar los intereses propios “en el mundo fuera de los Estados Unidos”, éstas funcionan perfectamente hasta que germina la semilla podrida. No es casual que tanto en Peligro Inminente como en Juego de Patriotas, el que enciende la mecha del desmadre sea siempre un “in-house man”, la idea del enemigo interno que tanto apasiona y desvela a la arista más conspiranoide en Estados Unidos. Después de dos sobrias transposiciones, ambas protagonizadas por Harrison Ford (indiscutiblemente el mejor Ryan), es llamativo que La Suma de Todos los Miedos (ya con Ben Affleck reemplazando a Ford) no haya funcionado del todo, tratándose de un film sobre un mega atentado posible en Estados Unidos, estrenada a menos de un año del ataque al Word Trade Center. Precisamente, sobre esos eventos se posa Código Sombra: Jack Ryan.
Es la economía, estúpido 15 libros, cinco adaptaciones cinematográficas como Juego de patriotas, Peligro inminente y La suma de todos los miedos en las pieles de Harrison Ford y Ben Affleck para hacer una pregunta incómoda: ¿Chris Pine no es demasiado madera para lucir el traje de Jack Ryan? Seguramente el creador de la saga, el ya fallecido Tom Clancy, amado y odiado por Hollywood a pesar de las enormes ganancias obsequiadas desde sus bestsellers a la industria, hubiese bajado el pulgar ante la horrible decisión de casting para reflotar a este personaje poco atractivo en lo que a espionaje cibernético se refiere y pasado de moda para el fantasma de la nueva guerra fría, que en realidad es caliente y solamente concentrada en la economía más que en la política. Código sombra procura aggiornarse a los tiempos que corren para adentrarse en la financiación del terrorismo internacional a partir del juego en la bolsa de Wall Street desde el manejo de cuentas fantasmas que invierten en bonos del tesoro y especulan hasta el último segundo con una estrepitosa caída del dólar y la amenaza latente de una crisis económica parecida a la Gran Depresión si es que el astuto Jack Ryan no logra detenerla. Geopolítica de manual de primer grado aderezada con insultantes dosis de patrioterismo barato hacen de este producto fast food un enorme hotdog incomible, indigerible y muy poco inteligente desde su planteo elemental, en una trama tan lineal como las curvas de Keira Knightley, aquí en el papel de la doctora Cathy Muller, interés amoroso con el plus de algo de participación dramática para exponer el punto máximo de debilidad de este improvisado Jack Ryan en su versión más patética. El villano de turno no podía ser otro que un ruso resentido y para ese infortunado papel el director Kenneth Branagh sumó varios ceros a su caché confirmando que también el amante de Shakespeare hace cualquier cosa por dinero y en esta ocasión no pierde el pulso narrativo, aunque su escasa intervención en escenas comprometidas con la acción son precisamente escasas. Muchas veces se dijo que el escritor Tom Clancy cuestionaba la forma en que Hollywood lavaba con moralina sus trapitos al sol y dejaba bien parado a todo estamento o institución gubernamental pero pareciera que los guionistas Adam Cozad y David Koepp hicieron caso omiso por escribir líneas o diálogos tan absurdos como indignantes. ¿Habrá más desaciertos con Jack Ryan como éste?
Y un día volvió Jack Ryan. Tom Clancy escribió 12 novelas sobre este agente de la CIA y fue interpretado en el cine por tres actores distintos: Harrison Ford (la más recordada), Alec Baldwin y Ben Affleck. Los libros funcionaron muy bien y varias veces fue llevado a la pantalla grande, aunque (como Bond y otros), su espíritu está enmarcado en una época pasada, donde el espionaje, tenía ciertas particularidades que hoy ya no son tan frecuentes... En esta oportunidad, los productores intentan rebootear la saga y para eso eligieron a un actor en franco ascenso: Chris Pine (pudo con "Star Trek", por qué no con esta?). Este "Jack Ryan" versión 2014, tiene sentado en la dirección nada menos a quien hace de villano en la misma entrega. El veterano Kenneth Branagh (quien desde "Thor" para acá se viene acostumbrando a los presupuestos generosos) y guionado por una dupla rara -el cuasi novato Adam Cozad y el experimentado David Koepp- a la que habrá que seguir observando. No era tarea sencilla relanzar la franquicia. Era lógico que hubiera que ajustar algunos elementos (digamos que el terrorismo se ocupó de cambiar algunas cuestiones) aunque se respetó el "origen" del personaje. Recuerden igual que esta historia no fue escrita por Clancy, eh! Para quienes están familiarizados con las andanzas de Ryan (Pine), deben saber que es un jóven brillante, que estudió en el exterior y se graduó en Economía. Luego se unió a los Marines y tuvo un accidente grave en un helicóptero que lo llevó a una dura rehabilitación. Hasta ahí (y un poco más también), se respeta el background literario de Ryan. Después es reclutado por Thomas Harper (Kevin Costner) para trabajar en la CIA, encubierto y protegiendo a su país desde los números (cosa realmente importante en este mundo en que vivimos) con una posición en un grupo financiero de Wall Street. Mientras hace seguimiento de movimientos sospechosos en esa área, Ryan se topará con una serie de cuentas clasificadas y compras de bonos americanos por parte de un poderoso grupo ruso que parecen encubrir algo grande. La cabeza de dicho grupo es Viktor Cheverin (Branagh, por primera vez componiendo un papel de esta nacionalidad) y sus intenciones, bueno, ya se imaginarán. El nóvel espía (es su primera misión importante, se ve) viajará a Moscú y deberá obtener allí información para entender lo que sucede y sabotear el plan que busca derrumbar a la gran América. Junto a él, estará su novia, la doctora Cathy Muller, en un discreto rol jugado por Keira Knightley, quien se suma a la misión accidentalmente (desconfía de su pareja y razones no le faltan!). El film instala la acción en territorio enemigo (ruso, en esta oportunidad), y presenta una trama no demasiado compleja donde Ryan deberá obtener información, de la manera más discreta posible. Y digo esto, porque "Shadow Recruit", no es precisamente una película de acción. Hay pocas secuencias trepidantes y si mucha intriga de espionaje, clásico. Cosa, que, a Pine, no lo favorece. El es un actor que se luce donde hay que poner el cuerpo y aquí, se lo ve acotado y obediente, lejos de su mejor forma. Costner hace lo suyo con solvencia y Branagh, luce un escalón más abajo que el resto, entregando un villano convencional. La película se siente por momentos, como aquellos viejos clásicos de Bond allá por los setenta. Hay mucho diálogo y miradas cómplices que construyen la atmósfera donde se desarrolla el conflicto principal y un tempo particular, característico de este tipo de género, poco explotado en este tiempo. Es importante recordar que para lo vertigionoso que se ha vuelto el cine de este tipo en Hollywood, "Jack Ryan" propone bajar un cambio. Está en el espectador redoblar la apuesta y seguirlo. Y algo más. Desgracidamente, se pierde parte de la magia del personaje original, nuestro héroe (incluso en las versiones cinematográficas anteriores) siempre era el tipo más brillante del equipo, el analista estrella. El que poseía la visión más clara. Eso, aquí, se subordina y amolda al prototipo más seductor y jóven de Pine, lo cual le hace perder encanto y convicción. Los rubros técnicos son acertados, la banda de sonido acompaña y en general, este es un producto que se deja ver sin problemas. No esperen encontrar aquí rastros de "Bourne" ni la grandilocuencia visual de los últimos productos de 007, no. Digamos que "Jack Ryan" es más modesta y entregará una historia simple de espías en un mundo tecnificado. Solo eso puede garantizar y tal vez sea suficiente para sostener un exitoso relanzamiento.
"Hollywood hace que el Congreso de los Estados Unidos parezca un semillero de ética. Entregarle un libro a un estudio de cine es como confiarle una hija a un proxeneta. La próxima vez no volverá a suceder". Tom Clancy. Y así ocurrió. Después del fiasco que resultó el relanzamiento de Jack Ryan en La suma de todos los miedos (2002), una de las mejores novelas de la saga de este personaje, Clancy no quiso saber más nada con las adaptaciones de sus trabajos en el cine y Ryan desapareció de la pantalla grande. En aquellos días lo que podría haber sido una gran continuación de Peligro inminente se vino abajo cuando Harrison Ford rechazó el papel protagónico porque el director Phil Alden Robinson, que había dirigido Juego de patriotas, tuvo diferencias personales con el estudio Paramount. En ese momento adaptaron la trama con un Jack Ryan más joven y todo el conflicto se distorsionó a partir del hecho que la historia tuvo un enfoque diferente. Ben Affleck no convenció como Jack y su labor no fue lo suficientemente sólida como para que volviera a encarnar al famoso analista de la CIA en otra producción. Pasó más de una década y el estudio Paramount decidió relanzar otra vez a Ryan en el cine. Sin embargo esta vez la propuesta es distinta. La película no se basó en ninguna novela de Tom Clancy y sólo tomó elementos relacionados con los personajes de Jack y Cathy Ryan para crear una historia original. Un film con el que Kenneth Branagh suma otra rareza en su filmografia junto con Thor y Frankenstein, que poco tienen que ver con sus brillantes adaptaciones de Shakeasperare o excelentes policiales como Dead Again. La verdad que esta es una película rara porque comienza muy bien y luego se desbanda con cuestiones trilladas del cine hollywoodense. La primera mitad de la trama me gustó mucho porque Branagh y Chris Pine capturaron muy bien el espíritu del verdadero Jack Ryan de los libros de Clancy. Todo el origen que se narra en los primeros 20 minutos lo tomaron de la novela "Juego de patriotas" (libro 2 de la saga) que nunca se había trabajado en producciones anteriores. En este caso adaptaron el origen al mundo actual donde Jack se une a los marines por motivos más patrióticos. En la historia original se incorporaba al ejército a fines de los años ´70 para vivir una experiencia diferente en su vida y en la película lo hace motivado por los atentados del 11 de Septiembre. La relación del protagonista con la mujer que será su esposa estuvo correctamente trabajada y Keira Knigthley estuvo muy bien en esta primera parte del film. Su reacción cuando se entera que Jack trabaja en la CIA es 100 por ciento Cathy Ryan y esos detalles me parecieron divertidos. Otro aspecto positivo en esta primera parte de la trama es que Branagh se mantiene fiel al espíritu del personaje. Ryan no es una máquina de matar implacable como 007 o Jason Bourne y el tipo se siente mucho más cómodo detrás de un escritorio analizando información que persiguiendo terroristas a los tiros. En la interpretación de Chris Pine esto se destaca claramente y es genial la escena en la que Jack se ve obligado a matar a alguien y la manera en que ese hecho luego lo perturba. Lamentablemente Branagh no sigue por el mismo camino y en la segunda mitad del conflicto su film se vuelve una producción hollywoodense más trillada y genérica. La película decae cuando Chris Pine deja de interpretar a Ryan para convertirse en Jack Bauer y lo encara como el típico héroe norteamericano. Da la sensación que los productores no se bancaban hacer todo el film con un analista de la CIA que odia los trabajos de campo y le agregaron escenas de acción convencionales que hicieron al film más predecible. Lo mismo ocurre con el villano que interpreta el propio director que tiene escenas interesantes y luego queda completamente desdibujado. Kevin Costner fue el único actor que mantuvo el mismo perfil durante toda la trama y está muy correcto en su rol secundario. Si bien Jack Ryan no supera ni a palos a La caza del Octubre Rojo (Alec Baldwin), que retiene su corona como la mejor adaptación de una novela de Tom Clancy, en varios aspectos este relanzamiento del personaje es un poco mejor que la versión con Ben Affleck. No resulto del todo la película que esperaba, teniendo en cuenta que la dirigía Kenneth Branagh, pero como propuesta pochoclera zafa y es entretenida.
Juego de patriotas: Ryan inicia... de nuevo Han pasado más de 20 años desde que conocimos por primera vez al agente Jack Ryan – 30 si tenemos en cuenta la novela original -. El personaje, creado por el escritor y ex agente de la CIA, Tom Clancy – fallecido en el 2013 – fue una especie de alter ego del autor, una versión estadounidense de James Bond, pero con un tono más realista y menos glamoroso. Ryan es hombre de familia, un agente de escritorio que solo entra en acción bajo circunstancias extraordinarias. La primera adaptación cinematográfica, La Caza al Octubre Rojo realizada por el artesano del cine de acción de los ’80, John Mc Tiernan – Duro de Matar, Depredador – fue un sorpresivo éxito que ayudó a catapultar a la fama a Alec Baldwin y demostrar que Sean Connery seguía tan vigente como siempre, a pesar del paso de los años. Ryan fue el agente del fin de la Guerra Fría, pero en las posteriores entregas se enfrentó con enemigos más actuales: rencorosos miembros del IRA y el cuartel del narcotráfico colombiano. Esta vez, Ryan estuvo a cargo de Harrison Ford, quien sin duda es la cara más adecuada para interpretar al personaje. Sin embargo, tras dos exitosas entregas dirigidas por el australiano Phillip Noyce, Ryan dijo adiós al cine. Hace unos años se lo intentó resucitar con la cara de Ben Affleck en La Suma de todos los Miedos – Phil Alden Robinson – pero el poco carisma del actor y una floja adaptación la convirtieron en un fracaso de taquilla. El personaje nuevamente quedó archivado para las novelas. 2014: tras el éxito de las sagas de Bourne, la resucitación de James Bond con Daniel Craig, la magnífica Misión Imposible 4 y la discreta pero divertida Jack Reacher con Tom Cruise nuevamente, llega la hora de sacarle el lustro al personaje creado por Clancy y llevarlo al mundo actual. JACK RYAN Esta vez no se trata de un analista político sino económico, y el film se inicia con el reclutamiento “a la sombra” – de ahí su título original – de Ryan, un genio de las matemáticas, héroe herido durante la guerra de Afganistán, que pretende seguir siendo un patriota y luchar del lado de la CIA. “Pero ustedes hacen torturas y matan gente discriminadamente”, acusa Ryan a su superior con el rostro de un envejecido Kevin Costner. “Ese no es mi departamento”, responde el comandante naval, para mostrar cierta conciencia “moral” de parte de Hollywood y lavarse las manos. Resuelto el reclutamiento, Ryan tiene que evitar que se genere un nuevo atentado terrorista analizando las compras de acciones y depósitos bancarios de un empresario ruso, Viktor Cherevin. Entre el thriller político setentoso y algunas secuencias de acción que imitan los modelos de cine de espionaje mencionados en párrafos superiores – al igual que James Bond, Ryan mata a su primer enemigo en un baño – esta relectura del personaje, se aleja del modelo Clancy, y de hecho es la primera historia no novelada por el escritor. Kenneth Branagh, alejado de Shakespeare y más cerca del cine mainstream hollywoodense, dota al relato de la suficiente fluidez y ritmo para volverlo un producto entretenido. Se extraña alguna escena con influencias teatrales – incluso Thor tenía un clásico conflicto shakesperiano en la relación del protagonista, su hermano y su padre – pero Branagh – que está filmando Cenicienta para Disney, manteniendo su afan por el cine mainstream – regresa a la actuación como el villano de turno, impostando un acento ruso que no suena forzado. Film Review Jack Ryan El resto del elenco es sobrio. Chris “Capitán Kirk” Pine, tiene un poco más de carisma que Affleck y puede llegar a futuro a ser una digna cara para el protagonista, mientras que la belleza de Keira Knightley y la solemnidad de Costner ayudan a mantener el interés de un film cuyo mayor mérito es que no decae en ningún momento, y que equilibra, al menos cinematográficamente y sin distracciones visuales, excesos de explosiones o secuencias de acción demasiado vertiginosas un guión con falencias y ciertas escenas inverosímiles con el contexto del relato. Jack Ryan – o algo parecido - ha regresado, y si bien no está en completa forma, por lo menos no deja del todo insatisfecho al fan original.
Fiebre bursátil Hagamos memoria. El agente Jack Ryan, aquel personaje creado en los ‘80 por el escritor Tom Clancy, tuvo cuatro filmes y disímiles caracterizaciones. Bien por Alec Baldwin (La caza del octubre rojo) y Harrison Ford (Peligro inminente y Juego de patriotas), no tan convincente lo de Ben Affleck (La suma de todos los miedos). En este filme, el estelar cae en manos de un tibio Chris Pine (el joven Capitán Kirk de Star Trek: en la oscuridad) donde se recurre al viejo truco de dar a luz el origen de una saga. Ryan, luego de ver por TV el ataque a las Torres Gemelas, decide alistarse como marine y luchar por su país en Afganistán. Su lealtad le cuesta cara: sufre un accidente en helicóptero que casi lo envía a mejor vida. Luego de una dolorosa recuperación, es reclutado por la CIA -bajo la tutoría del implacable Thomas Harper (Kevin Costner)- que lo infiltrará en Wall Street como corredor de bolsa. Lo financiero no es un dato menor, en Código sombra: Jack Ryan no hay sedes diplomáticas ni jefes de gobierno en peligro. No, el atentado tendrá destino bursátil y fuertes gravitaciones accionarias. No por nada el comienzo del filme muestra imágenes reales del World Trade Center a punto de colapsar. En esta película, los “malos” llegan desde Rusia (¿original, no?) con el gran Kenneth Branagh, quien asume acertadamente el doble comando de director del filme y villano de turno. El encarna a Viktor Cherevin, quien con su simpática estética soviética (mirada penetrante, acento duro y debilidad por el vodka y las mujeres) junto a los gélidos paisajes de Moscú le da credibilidad al filme. La antítesis es Ryan, quien en piloto automático se levanta a su enfermera Cathy (Keira Knightley), quien luego jugará un rol de pareja celosa y, a veces, algo ingenua. Código sombra: Jack Ryan posee un ágil ritmo narrativo, aunque por momentos cuesta seguirle el hilo al argumento. Eso sí, jamás será un caos, por más que las trepidantes escenas de acción sean el punto fuerte de este thriller con vertiginosas filmaciones urbanas donde la pericia del manejo recuerda los mejores momentos de La supremacía Bourne. La incongruencia del filme asoma con los recursos para obtener información (¡ojo con los carteristas!), la fragilidad en la seguridad de un edificio inteligente y también por el exacerbado patriotismo que destila, como es el caso del decidido (y criminal) hijo de Viktor, llamado Alexander en clara referencia al histórico zar ruso. La melodramática referencia pictórica de La batalla de Waterloo, que cuelga de la oficina de Cherevin, metaforiza la caída de un imperio. Tanto del napoleónico como el de este temible ruso.
Las complicaciones de un héroe novato Después de Alec Baldwin, Harrison Ford y Ben Affleck, ahora es Chris “Star Trek” Pine quien le pone rostro al héroe creado por Tom Clancy. Y el actor pone su mejor oficio para retratar a un espía en sus comienzos, lejos del típico superagente de sangre fría. Ahí vienen los rusos. El ruso, más precisamente. El ruso malo, al que Hollywood por lo visto extrañaba y recupera ahora como némesis de Jack Ryan, el agente bueno de la CIA, que tras más de una década de ausencia regresa también a las colinas de Los Angeles. Así como Bond supo ser el héroe de Ian Fleming y Smiley, el de John Le Carré, Jack Ryan es el de las novelas de Tom Clancy, ex agente de la CIA él mismo, fallecido meses atrás. En cine, Ryan parece cargar con el designio de cambiar de rostro. Primero lo encarnó Alec Baldwin, en la sólida La caza al Octubre Rojo (1984). Después, el nunca bien ponderado Harrison Ford, en Juegos de patriotas (1992) y Peligro inminente (1994). A Ford lo sucedió el troncazo de Ben Affleck, en la tampoco desestimable La suma de todos los miedos (2002). Ahora le toca el turno a Chris Pine, que viene siendo el capitán Kirk de la nueva versión de Viaje a las estrellas, y que, para cumplir con el mandato no escrito de toda saga durante la última década (incluida la propia Star Trek) interpreta al héroe cuando se inicia como tal. Con Código Sombra Kenneth, Branagh termina de sacar credenciales de director multitarget. Por una rara ucronía, debida tal vez a que Código Sombra es la primera de la saga que no está basada en una novela de Clancy, Ryan empieza a ser Ryan a posteriori de los Ryan previos. Más precisamente después del 11 de septiembre de 2001, cuando tras ver caer las Torres desde Londres, donde terminaba sus estudios de Economía, se alista como voluntario y va a parar como marine a Afganistán. Como para que quede claro que el hombre ya de pichoncito fue patriota. Patriota magnánimo, siempre dispuesto a sacrificarse por los cumpas, como demuestra cabalmente en su primera y única acción de guerra, a bordo de un helicóptero. Con el accidente que sufre, la biología indica que debería morirse. La dramaturgia no piensa lo mismo, por lo cual tras una estadía en un hospital, donde recibe los cuidados de la enfermera Cathy (no cualquier enfermera: la mismísima Keira Knightley), ya está listo para volver a la vida civil. Cosa que jamás sucederá. Es que al hospital va a buscarlo un oficial (de la CIA, of course) al que interpreta, magníficamente por cierto, Kevin Costner, que en su primera y ñoña aparición enseña qué es eso de tener presencia cinematográfica. La misión, si Ryan decide aceptarla, es actuar como agente encubierto, mientras funge como broker en Wall Street. Salto al presente, donde Ryan descubre unos datos que no cierran, el nombre de un tal Viktor Cherevin tras ellos y la info de que Cherevin es, prácticamente, el dueño de todas las Rusias. O sea, un mafioso de aquéllos, que se da el lujo de colgar originales del Louvre en su recontrasupercustodiado bunker, y que es capaz de moler a patadas a cualquier asistente por cualquier minucia, mientras escucha un aria de ópera. Está claro que Ryan deberá, por pedido de Harper, tomarse un vuelo a Moscú para intentar ingresar en el archivo informático del temible Cherevin. Mientras tanto éste tiene cierto plancito entre manos, relacionado con volver a darle a la madre Rusia el papel de director de orquesta que le cabe en el concierto mundial. ¿Misión imposible? Justamente. Uno de los dos guionistas de Código Sombra es David Koepp, que lo fue en la M:I de Brian de Palma (aparte de las dos primeras Jurassic Park y la primera El hombre araña). Film tan clásico en narración como en estilo, con Código Sombra Kenneth Branagh termina de sacar credenciales de director multitarget, viéndoselo bastante más afiatado que en Thor. Relato tan sólido como convencional, el interés de Código Sombra está sostenido sobre todo por el carácter no sólo de inexperto, sino de sapo de otro pozo del héroe (Chris Pine está muy bien, dicho sea de paso). El tipo es un economista con destino de académico, que a la hora de los tiros tiembla, transpira y se muere de miedo, como podría pasarle a cualquiera del público. Hay una magnífica (por lo sorpresiva, por lo brutal) escena de violencia en una suite de hotel, en la que el muchachito debe defenderse de un asesino calzadísimo, sin una maldita arma encima. Claro que antes de que termine la película Ryan se habrá encontrado con su destino de héroe armado, y a esa altura ya hace un rato que Código Sombra se convirtió en una más.
El personaje del famoso Tom Clancy, convenientemente remozado para nuestros días, con un bonito, Chris Pine, interpretándolo; con un inteligente director como Kenneth Branagh, que además se reservó el papel de Mandilto (un empresario ruso que busca devaluar al máximo al dólar para provocar una nueva depresión económica en EEUU), a Kevin Costner como el entrenador y a la intensa Keyra Knightley. Acción, suspenso, ironías, buenos chistes y un hombre que confía más en su inteligencia que en su poderío físico. Una fórmula para un entretenimiento bien hecho. (###) VAYA
Chris Pine, el Capitán Kirk de las nuevas cintas de Star Trek, es sin dudas, el mejor RYAN que ha dado el cine. A diferencia de ALEC BALDWIN, HARRISON FORD y BEN AFFLECK, su personaje es más dinámico, carismático y de armas tomar. Lejos de las intrigas dialécticas, este JACK RYAN es mas cercando a un JASON BOURNE o incluso a los últimos 007 de DANIEL CRAIG. KEVIN COSTNER como el reclutador de la CIA se luce como hace tiempo no lo hacía, y KENNETH BRANAGH en su doble tarea de villano y director del filme se lo pasa en grande en sus dos funciones. En la primera, componiendo un personaje caricaturesco y divertido y en la segunda, luciéndose en las escenas de acción y otorgándole al metraje un ritmo que no da respiro. Pochoclera hasta la medula, nunca defrauda y da lo que promete: entretenimiento puro y duro.
Una cuestión ideológica El personaje de Jack Ryan, una creación del novelista estadounidense Tom Clancy, que a lo largo de su obra mantuvo una firme ideología conservadora a favor de que Estados Unidos mantenga unas fuerzas armadas y unos servicios de espionaje fuertes y bien financiados para hacer frente a sus enemigos, ha transitado por varias películas como Juego de Patriotas (Patriot Game, 1992) o La caza al octubre rojo (The Hunt for Red October, 1990) en la piel de diferentes actores de la talla de Harrison Ford, Alec Baldwin y Ben Affleck. Ahora le toca a Chris Pine ponerse en la piel de este agente de la CIA cuya misión será salvar a los Estados Unidos de un ataque terrorista. Un joven Jack Ryan Ryan (Chris Pine) descubrirá una conspiración terrorista, con sede en Moscú y liderada por un villano ruso (Kenneth Branagh con un acento increíble), que pretende devaluar el dólar para destruir la economía de los Estados Unidos. En Jack Ryan: Código sombra (Jack Ryan: Shadow Recruit, 2014) hay dos lecturas posibles. Una, la obviedad política que viniendo de un conservador como Tom Clancy es inevitable no cuestionar, y la otra la puramente cinematográfica. Desde su primera escena mostrando el atentado a las torres gemelas mientras Jack Ryan la observa consternado frente a un televisor se define la línea ideológica de un film que mostrará a la CIA como la salvadora del mundo y a sus integrantes como los héroes capaces de dejar la vida por el bien de todos. La propaganda a favor de esta es tan asquerosa como obvia y esto lo convierte en un film nefasto desde lo propagandístico. Ahora pasemos a lo estrictamente cinematográfico para pensar la obra como un entretenimiento puro y pochoclero. En este punto no podemos evitar decir que la película funciona y bien. Tiene ritmo, secuencias de acción filmadas de taquito como Hollywood nos tiene acostumbrados, una buena dosis de suspenso, actuaciones creíbles con un Chris Pine que derrapa bondad, un Kenneth Branagh que destila maldad, una Keira Knightley que intercala inocencia con sensualidad (y no aporta nada), un Kevin Costner que sale airoso pese a su inexpresividad elocuente, y un cameo sorpresa de Mikhail Barishnikov. Las películas pueden ser vistas y olvidadas o, contrariamente, leídas y pensadas dentro de un contexto sociopolítico global donde lo ideológico no le es ajeno. Está en el espectador decidir si quiere pasar un buen momento y no hacerse preguntas o preguntarse qué es lo que le quieren vender y por qué. Y no hablamos de objetos sino de ideología disfrazada de cine.
Jack Ryan vuelve y en forma de Capitán Kirk. Quiero decir, una nueva película basada en los personajes de Tom Clancy se estrena con Kevin Costner y Keira Knightley hablando inglés Americano, (¡pero América es un continente no un país!). Y la dirección y actuación de Don Kenneth Branagh, ese que dirigió Enrique V, Thor, Hamlet y otras. Sencillito Creo que la mejor manera de compararlo, al menos que se me ocurra porque soy corto de imaginación, es como ese equipo medio pelo que de alguna manera siempre se mantiene de mitad de tabla para arriba, sin deslumbrar con su juego pero tampoco aburrirte lo suficiente ni ser un desastre como para irse al descenso. Tiene algo que en muchas películas, especialmente de acción, de reciente estreno no se ve que es un mínimo desarrollo de la trama y las escenas para crear suspenso. No necesita ir palo tras palo con demasiada tensión durante dos horas para que mantener en vilo al espectador que a fin de cuentas cuando sale del cine siente que no ha pasado nada. Claro que estamos hablando de una película de espías en donde los rusos son los malos y los estadounidenses, (ven, es mucho más fácil decir americano y no tener complejo de inferioridad por una mera cuestión semántica), son los héroes que deben prevenir un ataque terrorista en el corazón de su país a toda costa. ¿Alguno se destaca con sus actuaciones? Nah, ¿Tiene escenas de alto impacto visual? Nah ¿Toca un tema poderoso que ofrezca un debate atractivo? Nah ¿Y entonces? Y entonces nada. Es una de espías que, como ya les dije, no tiene nada nuevo pero los entretiene y ya. Conclusión 4879074Jack Ryan es una peli para pasar el rato que no te va a desilusionar pero no vayas con muchas ilusiones tampoco. Es muy probable que a la semana te la olvides pero che, al menos pasaste un buen rato viéndola. A menos que seas de esos que lancen críticas tales como: Jack Ryan es un claro ejemplo más de la decadencia estadounidense reflejada en su aparato de propaganda mundial, Hollywood, buscando una vez más estigmatizar a los rusos quienes casualmente han sido sus principales oponentes en la situación con Siria y Snowden. ¿Acaso buscan justificar la cacería e invasión de la privacidad de todos los ciudadanos del mundo que ellos consideren posibles amenazas? El espionaje no conoce acto heroico pero es así como lo disfrazan y no en vano lo muestran en esta película con un muchachito bien parecido como Chris Pine con su cara de boy scout inofensiva. Hay gente que estudió un cuatrimestre de sociología y ya creen que piensan. Pibe, si vas a la facultad, no termines siendo uno de esos. …and makes us proud, Tommy. - See more at: http://altapeli.com/review-codigo-sombra-jack-ryan/#sthash.N3PMpUow.dpuf
"Jack Ryan: acción a la americana" Jack Ryan, el personaje creado por Tom Clancy allá por los años 80, va camino a convertirse en el James Bond norteamericano: con 5 películas que lo tienen por protagonista (“La caza del octubre rojo”, “Tiempo de Patriotas”, “Peligro Inminente”, “La Suma de todos los Miedos” y la actual “Jack Ryan: Código Sombra”) 4 actores que ya supieron encarnarlo (Alec Baldwin, Harrison Ford, Ben Affleck y ahora Chris Pine) y guiones tan inverosímiles y entretenidos como el mismísimo Bond (personaje también literario creado por Ian Flemming) supo protagonizar. En esta reboot de la historia, Jack es un joven estudiante que está realizando un master en economía en Londres cuando una desprevenida mañana es testigo (televisión mediante) de los ataques terroristas a las Torres Gemelas de 2001. Este suceso parece cambiarle la vida a Jack quien decide dejar los libros de lado y unirse a la marina de su país. Durante una misión resulta gravemente herido y, mientras realiza su rehabilitación física en un centro militar, un enigmático personaje lo recluta para que trabaje para la CIA. Su novia no sabe nada al respecto y durante un viaje a Rusia, la suerte de todos cambiará por completo. La película cuenta con todos los elementos que una buena película de acción old school debe tener: grandes escenarios (vistas panorámicas de Londres y Moscú principalmente), personajes enigmáticos, mucha acción y, por sobre todo, un villano hecho y derecho. En este caso Kenneth Branagh quien no solo dirige al film sino que también interpreta a Viktor Cherevin, se luce hablando en ruso gran parte de la película (un detalle que a mi parecer fue muy válido) y cuando no, puedo llevar adelante un inglés con un acento muy “a lo ruso” impecable (vale tener en cuenta que Kenneth Branagh posee uno de los acentos británicos más adorables de la tierra) Las actuaciones son correctas, el elenco hace un trabajo respetable aunque en este caso debo exceptuar a Keira Knightley, quien ofrece una labor tan pobre como su supuesto acento americano. Chris Pine, Kevin Costner y Mikhail Baryshnikov (con una aparición pequeña y fuera de los títulos) completan los nombres del cast. Si bien la historia no sorprende y la temática que aborda (salvemos a EE.UU de una catátrofe que afectaría no solo al país sino al mundo entero) está ya más que explícita en las otras apariciones cinematográficas de Jack Ryan, la película sabe ser entretenida y hasta por momentos, tensa. Habiendo adaptado tantas obras de Shakespeare al cine, Kenneth Branagh cambió el curso de su carrera como director cuando dirigió “Thor” allá por 2011 y se ve que, en esta ocasión, se sacó las ganas de hacer una de acción hecha y derecha. Quizás le falte un poco de carisma a Chris Pine para pegar onda con el público en este personaje, quizás el guión necesite un poco más de empuje para terminar de cerrar completamente, lo cierto es que Branagh ofrece simplemente lo que una película de acción puede ofrecer: acción, un poco de suspenso y mucho pero mucho tiempo para pochoclear.
El gran regreso del Jack Ryan de Clancy Tom Clancy murió en octubre del año pasado, pero su analista de la CIA Jack Ryan goza de perfecta salud. Esta superproducción busca relanzar la franquicia desde un nuevo principio, cuando Ryan se está recuperando de heridas de la guerra de Afganistán y es reclutado por el jefe de una unidad especial de la CIA que interpreta Kevin Costner. Los años pasan y Ryan ya está conviviendo con la doctora que lo curó (Keira Knightley), y trabaja en Wall Street sin que sus jefes de negocio bursátil sepan que la verdadera naturaleza de su trabajo es buscar más que los datos obvios para informar de anormalidades a la Agencia. Justamente una serie de datos confidenciales de un socio ruso de la firma para la que trabaja ponen sobre alerta a Ryan. Aquí es donde la mano de Clancy se nota -si bien este guión no está basado directamente en ninguno de sus libros, fue el último film en el que participó como escritor- y vuelve interesante todo el asunto como para que se diferencie, por ejemplo, de la saga de "Misión Imposible". Ryan descubre un complot ruso para hacer caer el dólar y sumir a los Estados Unidos en una nueva Gran Depresión, combinando un atentado terrorista de gran escala con una venta masiva de acciones que harían bajar el dólar en todo el mundo. Lógicamente, para evitar que esto suceda, Jack Ryan deja de ser analista y pasa al trabajo de campo, lo que sucede lo bastante rápido como para que ésta sea una de las películas de mayor superacción de la franquicia. Pero el vedadero astro del film no es Chris Pine, sino Kenneth Branagh, que no sólo hace un excelente trabajo como director dosificando perfectamente la acción y el suspenso, sino que también interpreta a un memorable villano. La película tiene un gran ritmo, muy buenas actuaciones -se luce especialmente Costner- y por supuesto, también hay algunas obviedades esperables relativas a la participación de la novia de Ryan, una doctora que de buenas a primeras también puede colaborar con el servicio secreto. En todo caso, más allá de éste y algunos otros puntos débiles, no cabe duda de que esta nueva reencarnación de Jack Ryan da lugar a un thriller más que sólido.
Atractivo, pero sin sorpresas En los últimos 30 años, el personaje de Jack Ryan concebido por el escritor Tom Clancy tuvo incursiones en el cine bastante esporádicas e intermitentes. En esta quinta película, tras La caza al Octubre Rojo , Juegos de patriotas , Peligro inminente y La suma de todos los miedos, y por primera vez con Chris Pine en el papel que antes interpretaron Alec Baldwin, Harrison Ford y Ben Affleck, el resultado artístico es bastante digno, pero al mismo tiempo no demasiado sorprendente. En esta oportunidad no se trata de la transposición de una novela del autor fallecido en octubre de 2013 sino de un guión de Adam Cozad y el cotizado David Koepp, cuyo protagonista es otra vez este experto en economía devenido agente secreto de la CIA. En este reinicio (reboot en la jerga del cine) de la franquicia encontramos al "nuevo" Jack Ryan de Pine completando sus estudios universitarios en Londres justo cuando en 2001 vuelan las Torres Gemelas. Dos años más tarde, se salvará de forma milagrosa en una misión militar en Afganistán para, luego de una compleja rehabilitación física y con el apoyo de su mentor (Kevin Costner), ingresar en la CIA para realizar inteligencia financiera, con el objetivo de descubrir el desvío de fondos que apoyan al terrorismo internacional. Doble aporte de Branagh Pero lo que en principio estaba destinado a ser "un trabajo de escritorio" se convertirá pronto en una misión en Rusia, donde deberá desentrañar una compleja conspiración para atacar al dólar, sembrar el pánico en Wall Street y hundir la economía de los Estados Unidos. Su principal contrincante en Moscú no es otro que Kenneth Branagh, quien además de un hilarante malvado es el director del film. Y Branagh concreta su doble aporte actoral y narrativo con absoluta convicción y profesionalismo, aunque la película en su conjunto está lejos del nivel de otras sagas como las de Jason Bourne o James Bond. Es que, más allá de la tensión y el suspenso a partir de esas típicas cuentas regresivas antes de que una alarma suene o unos explosivos estallen, Código Sombra surge como un film algo anticuado y previsible. Además, algunas situaciones -como que la suerte de una compleja operación sostenida con la última tecnología para espiar y hackear dependa en definitiva de que alguien le robe a un millonario su billetera en la calle y poco después se la vuelva a poner en el bolsillo sin que en ninguno de los dos casos la víctima se dé cuenta- resultan demasiado forzadas e inverosímiles cuando el resto del relato sí está jugado por completo al realismo. De todas maneras, aun con sus "licencias" y sus momentos absurdos, o con una química romántica más bien escasa entre Pine y Keira Knightley, Código Sombra resulta un film clásico y old-fashioned construido con bastante nobleza y unos cuántos atractivos formales y dramáticos. El saldo es positivo.
Si te gustan las películas con acción, persecuciones y buenos lugares geográficos, "Código Sombra..." tiene todo eso. Realmente las secuencias de acción son geniales, sobre todo las que ocurren en Moscú. El guión está bien desarrollado y Chris Pine se pone la película al hombro, y muy bien que lo hace. Es válido decir que de estas historias ya vimos varias, pero tiene una vuelta de tuerca que te va a gustar (no te la voy a decir acá). Si bien es un relanzamiento de la franquicia, lo vale y banco al elenco, su director y el resultado final. (La película está basada en los personajes de Tom Clancy (su creador) y no en la novela.)
Queríamos tanto a Jack Tom Clancy, el escritor de best-sellers fallecido en 2013 a los 66 años, fue creador de un estilo de novelas de espionaje que se apodó tecno thriller, por las armas novedosas y ultra sofisticadas que figuran en sus páginas. Cuatro de las novelas protagonizadas por Jack Ryan, su personaje fetiche, fueron llevadas al cine entre 1990 y 2002, con Alec Baldwin, Harrison Ford y Ben Affleck asumiendo, sucesivamente, el rol protagónico. Esta quinta entrega, con la elección de Chris Pine (elogiado por su Capitán Kirk de las últimas Star Trek) como Ryan y del inglés Kenneth Branagh, en un curioso doble rol de director e intérprete de su enemigo, el financista ruso Viktor Cherevin, resulta un intento por humanizar al personaje a la Bourne, una estrategia que ya se vio en las grietas y flaquezas del último Bond que encarna Daniel Craig. Como consecuencia de los atentados del 11 de septiembre, Jack Ryan se enlista en la marina norteamericana y sufre un accidente en Afganistán. Convaleciente, un agente de la CIA (Kevin Costner) lo convence para trabajar encubierto en Wall Street, donde descubrirá una conspiración para derribar al poder económico de los Estados Unidos. En algún punto, la película reflota el conflicto de la Guerra Fría (como ocurrió el año pasado con Amenaza roja), pero Branagh pone oficio para dar lustre a un film que, en otras manos, apenas calificaría de entretenido.
Espía de guante blanco Ryan empieza siendo soldado (como en la película de Steven Spielberg) pero los hechos lo van empujando hacia el sitio donde muchos pensaban que debía estar. La cabeza de Ryan da para más, y así es como los de la CIA lo contratan para realizar análisis financieros encubiertos. Objetivos: desenmascar los manejos de fondos bancarios de los grupos terroristas. Ryan vio caer las Torres Gemelas. Luego cayó de un helicóptero. Todo ello ha acentuado su patriotismo y su sentido del deber. Incluso, elige mentirle a su novia cuando empieza a trabajar como espía financiero para la CIA. El código menciona que hasta que no sea su esposa, debe ocultarte su verdadera ocupación. Pero pronto el alto mando lo requiere para una misión que él deseaba no tener que cumplir nunca. "Ya no eres un financista, eres un agente", le dice su superior en una plaza de Moscú. En esa ciudad, Ryan estuvo a punto de ser asesinado en una buena escena de lucha en el interior de un departamento. Hasta allí lo trasladaron, para robar las claves de las cuentas ocultas que alimentan la maquinaria de guerra del otro extremismo (no el norteamericano). La acción casi no se detiene en este thriller de espionaje tecnológico. Y, si lo hace, es para intercalar escenas de un voltaje bastante interesante. En una de ellas, Jack debe decidir si deja que su novia participe en una acción muy peligrosa: distraer al villano mayor durante una cena, para que él pueda infiltrarse en una oficina a robar una base de datos. Una situación muy James Bond, y antes que éste, muy Hitchcock, que con el paso de los años sigue teniendo una eficacia incorruptible. "Esto es geopolítica, no terapia matrimonial", les dirá el delegado a los tortolitos para, de paso, situar temporalmente la narración. El personaje del villano tiene mucho peso también. Kenneth Branagh, otrora un actor y director inglés experto en Shakespeare al que los viejos cinéfilos recordarán muy bien, tiene toda la trastienda del teatro clásico encima, para darle a su mafioso ruso ese toque de maciza y aviesa inteligencia que lo distingue en la película. Sin llegar al nivel de un Duro de matar, las persecuciones urbanas en distintos transportes tienen buena tensión y tal vez no tanta sorpresa y creatividad. También es interesante el casting, con personajes, como el guardia principal de Victor Cheverin, que no necesita ni hablar para dar miedo (el actor se llama Peter Andersson, e hizo un papel similar en Millenium 1: los hombres que no amaban a las mujeres). No tan buena es la fotografía, con muy pocos planos certeros de la bella Moscú. En balance, una película recomendable.
Espionaje de bajo calibre Jack Ryan está de vuelta. ¿Alguien lo esperaba? Y… la verdad que no, pero por ahí la reciente muerte de su creador (Tom Clancy) puso al personaje de nuevo en la consideración del público, aunque no parece ser este el caso. Y lo peor de la película dirigida por Kenneth Branagh es que hasta parece hacerse cargo de ese liderazgo de segundo orden que el personaje representó para el cine. Porque, convengamos, la fama de Jack Ryan (más allá de las novelas) se debe a que fue interpretado en dos ocasiones por Harrison Ford en la época en la que Harrison Ford todavía era Harrison Ford y te llenaba un cine: La caza al Octubre Rojo siempre fue un show de Sean Connery y Alec Baldwin estaba todavía en la etapa en la que nos parecía un don nadie, y La suma de todos los miedos estaba protagonizada por Ben Affleck. Es decir, resulta bastante dudoso el lugar que el personaje tiene dentro del cine. Otro dato más para minar el potencial interés de una película que no puede despertarlo por sí misma: apenas un par de películas le alcanzaron a Jason Bourne para convertirse en un referente del cine de acción y espionaje, logrando un paradigma audiovisual que se convirtió en regla para el cine de acción posterior y que, incluso, sirvió para hacer necesario de alguna forma el relanzamiento de un personaje instaladísimo como James Bond. Por el contrario, Ryan siempre corrió detrás de Bond, incluso su rol de espía de escritorio antes que hombre de acción lo hacía ver bastante antipático. Código sombra… quiere actualizarlo, pero no lo logra del todo. Chris Pine es hoy el encargado de calzarse el traje, en este film que tiene las ganas de ser un reboot, pero que también defecciona en esa instancia: digamos, lo que se muestra es cómo el personaje se vincula con la CIA pero no hay en esos primeros pasos algún conflicto fuerte que tenga que ver con lo virginal. A Ryan le cuesta un poco matar a su primera víctima, le tiemblan las manos, pero rápidamente el espía se encuentra como pez en el agua. Es como si la película tuviera la necesidad de explicarse y relanzar el universo Ryan en vez de contar una nueva aventura del protagonista, que eso es lo que termina ocurriendo. Una aventura poco interesante y que tiene adosado, para colmo de males, un patriotismo que funciona sólo cuando se reconvierte como ironía canchera: por ejemplo, el ruso malvado que interpreta el propio Branagh. Película a reglamento, Código sombra: Jack Ryan tiene tres o cuatro escenas de acción y suspenso pero ninguna logra sobresalir de la media de un cine industrial que de tan profesional, ya no sorprende. Tal vez lo que más molesta es que aún con su mirada crítica pero Americana al fin, las historias de Tom Clancy tenían un subtexto político atractivo, eran las historias de un tipo que había estado del lado de adentro (trabajó en la propia CIA) y que contaba algunas minucias interesantes del mundo del espionaje; no era un Le Carré, el suyo era un mundo de hombres que se definían a través de la acción. Y sinceramente este film de Branagh -que también hay que decirlo, no está basado en ninguna novela del escritor- es imposible de relacionar con la realidad, sus comentarios políticos son totalmente banales y construye un film de buenos y malos sin mayor complejidad, fallando además en el espíritu del original. Acaso Pine tiene más carisma que todos los actores que interpretaron a Ryan juntos -restándole bastante de la frialdad habitual del personaje- y la presencia de Costner es siempre un respaldo de clasicismo bienvenido. Pero igualmente este renacimiento de Ryan es lo bastante poco interesante como para augurarle un futuro escueto.
¿Por qué habría que modificar una fórmula eficaz, aplicada infinidad de veces y envuelta en diferentes tramas si el objetivo es entretener dignamente? En una industria nadie quiere correr riesgos si el objetivo es la rentabilidad y el éxito. “Código sombra: Jack Ryan” propone un juego limpio en ese sentido. Se ciñe a la fórmula, pero la aplica de manera magistral, envuelta en una historia arquetípica de héroes y villanos, con recursos técnicos y de producción perfectos, y lo combina con un elenco, una dirección y un guión que saben qué quieren hacer y decir. Y lo que quieren es lo ya expresado y corroborado en otras ocasiones: contar una historia en la que un hombre común siente el impulso de demostrar la lealtad a su país (y es así inclusive en el caso del “villano”); donde la acción es permanente y sostenida y en la que el guión tiene lo necesario para hacer creíble todo lo anterior. El andamiaje se apoya en tres actores: Kevin Costner, como un alto cargo de la CIA; Chris Pine, como el héroe de turno, y Kenneth Branagh, en el rol del villano y también director del filme. El personaje central, Jack Ryan ya tiene casi treinta años y cinco incursiones en cine (“La caza del Octubre Rojo”, “Juegos de patriotas”, “Peligro inminente” y “La suma de todos los miedos”). En este caso se apela al recurso de contar el origen de Ryan, un economista que decide ir a pelear a Afganistán, para luego ser reclutado por la CIA como para investigar fraudes financieros y finalmente enviado a Rusia a investigar una posible conspiración que tendría la finalidad de provocar la definitiva ruina financiera de Estados Unidos o una segunda Gran Depresión. Branagh, histórico director y actor especialista en Shakespeare en cine y en teatro, sabe explotar el perfil pasional de esta historia donde todos, sin importar el bando, saben que pueden morir por un objetivo superior a ellos, pero hacia allí van, como héroes trágicos.
Branagh se pierde Siempre hay un momento en el que una película puede echarse a perder. Kenneth Branagh lo sabe (¿lo sabe realmente? Dado lo largo de su trayectoria, debería. Pero hay personas que son incorregibles). Sea como fuere, Código sombra: Jack Ryan tenía pasta para ir hacia algún lado, usando con un poco de gracia al personaje de Tom Clancy y el trauma del 11/9: trazar un rumbo primero, insinuar un horizonte, e ir hacia allí después, como un buen producto de Hollywood que se precie de tal, y todos contentos. Pero no ocurre eso: Branagh quiere, mediante el uso de algunos planos particularmente inútiles, mostrarnos algo. Hacer cine, debe ser su consigna. Y hacer cine, en el buen entender de Branagh, es desviar con breves golpes de efecto una historia sencilla, distraernos del espectáculo de acción que trabajosamente lleva a cabo, con un par de tomas contrapicadas, por ejemplo, que cortan el crescendo de la película e instalan algo: el deseo, otra vez, del cine. Hacer como que se hace una cosa para sugerir que se está haciendo otra. Código sombra: Jack Ryan está en las manos equivocadas, eso parece evidente. Hay que decirlo de una vez: Branagh no se encuentra del todo a gusto en ningún momento. Su desempeño como actor no resulta tan mal, incluso parece que se divirtiera haciendo a ese ruso curtido, con la cirrosis asomándole en la piel y la muerte en la sombra, hablando a su lado, como si le cuidara la espalda. Pero Código sombra: Jack Ryan debería ser una película de acciones trepidantes, de emoción física; un panfleto que marchara a toda velocidad sobre la “seguridad nacional”, el sacrificio patriótico y otras supersticiones, que se dirigiera al centro del corazón del espectador: se combate la violencia con violencia, del mismo modo que los hombres de buena voluntad tienen derecho a pelear por un mundo más justo para todos, aunque el precio a menudo parezca demasiado alto. Esta película, que Branagh dirige con escasa soltura, incluso con un engorro palpable, acaso como una suerte de expiación tardía por sus bodrios shakespeareanos, no es un vehículo para la emoción de ningún tipo, pero tampoco para la ideología, aunque sea crasa. Branagh está muy solo acá, a merced de una maquinaría que lo excede, sin saber qué hacer excepto conducir de a ratos a los actores. Está verdaderamente solo con su máscara inglesa imperturbable (¡no envejece nunca ese hombre!), dirigiendo a su chica inglesa (Keira Knightley, atlética y un poco perdida, a veces con cara de enamorada como marca el guión) y al esforzado Chris Pine, mientras desperdicia una escena de acción tras otra; desperdicia a Kevin Costner, además, y suelta algunas frases en ruso (presumiblemente con buen acento) mientras mira a sus enemigos, para que un resto de maldad se escape también de sus ojos, de la manera en que los malos viejos esculpen con astucia el miedo en el otro, como si se tratara de una enfermedad contagiosa. Pero no alcanza: la película llega demasiado tarde para contarnos una nada, el vacío que deja el terror a través de los años en la piel de los sobrevivientes. Torpe hasta lo indecible, bastante solemne, sin un gramo de elementos autoparódicos que alcancen a redimirla ni siquiera en forma parcial, Código sombra: Jack Ryan no convence nunca porque no cree lo suficiente en sí misma. El cine de género siempre es un asunto de fe.
Con el estreno de “Código sombra: Jack Ryan” se dan algunas coincidencias a medias, más allá de los varios intentos de Hollywood por crear su propio James Bond. “XXX” (2002), las franquicias de “Misión imposible” (1996 y secuelas), “Bourne” 2002 y secuelas), etc. En los aspectos técnicos, escenas vertiginosas, coreografías armónicas y secuencias de acción bien filmadas han logrado empatarle al agente 007, pero siempre faltó glamour, clase, estilo, sofisticación y otras cuestiones que, culturalmente, Estados Unidos no tiene ni tendrá. Sin embargo, el personaje creado por Tom Clancy durante el auge mediático de la guerra fría en los ochenta (incluida la venta del buzón: “Rusos-malos-Yanquis-buenos”), siempre tuvo algunas características propias: Intuición, pensar fuera de la caja, aplomo para enfrentar a sus superiores con convicción. Jack Ryan es de los que defiende su análisis sociológico del villano de turno porque tiene una lectura certera de los hombres que habitan en su microcosmos y lo rodean. También como ocurrió con el personaje de Ian Fleming, hubo varios intérpretes a lo largo de dos décadas. Un gran Alec Baldwin en “La caza al Octubre Rojo” (1990), muy bien Harrison Ford en “Juego de patriotas” (1992) y “Peligro inminente” (1994), mientras Ben Affleck fue discretísimo en “La suma de todos los miedos” (2002). Está década tiene, en principio (hay que ver cuanto recauda), a Chris Pine en la piel del agente que esta vez no está desarrollado por Tom Clancy, sino que fueron Adam Cozad y David Corp quienes redactaron el guión a partir del personaje, e inauguran la franquicia dándole un nuevo origen histórico. Dicho de otra manera, un relanzamiento. El espectador deberá olvidar por completo la guerra fría, los ‘80, los ‘90… todo menos a los rusos. Siempre hay algún ruso amenazando a la democracia desde algún lugar. ¿Se acuerda? Antes, porque eran comunistas y malos. Ahora, sólo son malos nostálgicos del viejo régimen, o cosas por el estilo. Por ejemplo Cherevin (Kenneth Brannagh) que anda con ganas de colapsar el sistema financiero. Ryan por su parte, patriota como él sólo, se enlista en forma voluntaria en el ejército, luego del ataque a las Torre Gemelas, para luchar por la paz y la democracia. No le sale bien la cosa pues, a la luz de las circunstancias, parece que a casi ningún norteamericano le fue bien con esa guerra, pero es reclutado por Harper (sólido Kevin Costner) para infiltrarlo en la bolsa de valores e intentar desenmascarar al villano de turno. Si “Casino Royale” (2006) sirvió para relanzar a un Bond más duro, despiadado, pero sobre todo un hombre de acción, “Código sombra: Lack Rayn” representa algo parecido para el personaje principal. Las dosis de acciones, muy bien filmadas y compaginadas, son tanto o más importantes que la construcción de su siquis, algo que va en desmedro de las novelas a pesar de no perder la sensación de crisis internacional. Así habrá mucho para los fanáticos de la aventura y algo menos para los fans literarios, quienes deberán esperar a lo mejor un par de entregas para reconocer las características fundamentales de lo escrito por Clancy. Como director, Kenneth Brannagh supo dirigir con firmeza a todo el elenco, sumando a su currículum buena mano para adecuarse al género. Dependerá de la historia que “Código sombra: Jack Ryan” sea el inicio de una franquicia interesante, pero más que nada de los que escriban los futuros guiones. Por ahora, tenemos un comienzo entretenido y prometedor.
El patriota De Alec Baldwin, pasando por Harrison Ford y Ben Affleck hasta llegar a Chris Pine. Diferentes estilos para encarnar a Jack Ryan. Más allá de cuestionamientos acerca de si da o no la talla para el papel, no se puede dejar caer todo el peso sobre el joven que ofició de Kirk en las Star Trek de J.J. Abrams si el guión se enmaraña dentro de sus propias lianas argumentales. De hecho, Pine cumple y probablemente sea de lo más rescatable de la proyección. En esta oportunidad, nos adentramos en el accidente que sufre Jack y cómo tras una ardua rehabilitación conoce a Catherine (Keira Knightley). Nuestro protagonista es contratado como analista bursátil de la CIA, tarea con la que descubre extraños movimientos bancarios vinculados a fines terroristas. Así es como Ryan se ve obligado (y movilizado por un patriotismo siempre exacerbado) a calzarse el traje de agente e inmiscuirse en una riesgosa misión en tierra rusa. Kenneth Branagh, director del film, no está nada mal como villano y, aunque no sobresalga, consigue que se lo mire con cierta empatía por su desempeño. Es quien actúa como motivo de empuje para que nuestro héroe mueva todas sus fichas para desenmascararlo e impedir una devaluación monetaria digna de generar una catástrofe financiera en Estados Unidos. Lógicamente, intervienen una suerte de mini subtramas (por decirlo de alguna manera) elaborados de forma muy poco minuciosa para complicar tanto la estadía como los objetivos del bueno de Jack. A la película no se le puede cuestionar el mantenimiento de un ritmo agradable y que engancha mucho más por la fluidez de los acontecimientos que por sus resoluciones. Y precisamente este último punto es el más decepcionante en esta cinta que combina un poco de thriller con acción y espionaje: las determinaciones elegidas no sólo contienen un grado de inverosimilitud y ridiculez cuestionable, sino que además son tan inocentes como algunos comportamientos del personaje que interpreta Keira Knightley. En definitiva, Código Sombra: Jack Ryan se puede disfrutar si nos enfocamos a dejarnos llevar por el entretenimiento que nos ofrece, gracias a su dinámica y si nos proponemos hacer la vista gorda a todo aquello que escape a su solidez argumental. LO MEJOR: mantiene un buen ritmo, entretiene. LO PEOR: vueltas de tuerca ausentes, resoluciones criticables, poco creíbles. PUNTAJE: 5
Kenneth Branagh tiene un rasgo estilístico interesante en la nueva faceta de su cine, construye de manera abrupta e inverosímil las relaciones amorosas y el amor por la patria al mismo tiempo. El director de Thor (2011) es un hombre con una fuerte formación teatral y saltó a la pantalla grande adaptando clásicos de William Shakespeare. La filmografía que marca su segunda etapa como realizador se caracteriza por tener una fe casi religiosa en una formula en la cual si dos actores lindos se encuentran e intercambian una sonrisa, automáticamente se enamoran y el espectador tiene que entenderlo de esa manera, punto. Quizás este director norirlandés de familia protestante sea uno de los últimos románticos del cine, o tal vez simplemente no sepa construir el romance, la cuestión es que el amor por el sexo opuesto y el amor a la patria (léase como “lugar en el mundo”) comparten la misma espontaneidad y Jack Ryan: Código Sombra, no escapa a la regla. La nueva aventura de Jack Ryan , ahora interpretado por Chris Pine, es un homenaje a una época del cine estadounidense en donde los estereotipos eran un lugar de seguridad para la sociedad. Jack Ryan es un personaje (también de origen irlandés) creado por Tom Clancy y llevado al cine por primera vez en La Caza del Octubre Rojo para luego ser interpretado por Harrison Ford en Juego de Patriotas y Peligro Inminente. Cabe aclarar que dicho personaje tuvo una participación poco feliz en La Suma de Todos los Miedos de la mano de Ben “por favor no seas Batman” Affleck. Branagh usa como excusa a este personaje icónico del cine de espionaje de los 90´s para realizar una demostración de amor a esas películas. En el film hay mucho de nostalgia a una época en donde la sociedad norteamericana aún entendía a los villanos como personas con símbolos culturales, idioma y tendencias políticas completamente ajenas a las suyas. Una época en donde era imposible pensar en un compatriota como al enemigo. La amenaza era que estos extranjeros tenían la habilidad de infiltrarse en su propia ciudad mimetizándose con su entorno perfecto para destruirlo desde su mismo seno y el cine respondía a este paradigma entregando personajes que tenían el dilema de sacrificar su vida personal por la patria y “La Libertad” (palabra clave del adoctrinamiento cultura de la época). Jack_Ryan_EntradaEstos héroes daban discursos que ningún ser humano puede interpretar como naturales y que eran acompañados de una banda sonora in crescendo. La poca información sobre la tecnología era aprovechada para generar suspenso y alimentar el fantasma del espionaje global, el montaje paralelo era el pilar fundamental para el clímax del metraje y el verosimil de los relatos se estiraba tanto como sea posible sin que se quiebre. Jack Ryan: Código Sombra tiene todo eso sumado a la óptica romanticista del director antes planteada. De hecho, la única actualización respecto a los personajes clásicos de los 90´s es la edad. Los héroes paternales pasaron de moda. Aun así, Jack Ryan: Código Sombra, funciona como entretenimiento y a pesar de que se note cada parte de su armado y que el guión no tenga absolutamente ningún punto impredecible, resulta claro que la construcción cinematográfica Hollywoodense continúa vigente por haber encontrado una fórmula cuyo efecto en el espectador resiste tanto al tiempo como a las repeticiones y Kenneth Branagh lo sabe.
Vuelve el héroe Jack Ryan encarnado por Chris Pine. Este personaje del agente Jack Ryan fue representado en los últimos años, varias veces en el cine por Alec Baldwin en “La caza al octubre rojo” (1990), Harrison Ford en “Juego de patriotas” (1992) y “Peligro inminente” (1994), Ben Affleck en “La suma de todos los miedos (2002), y ahora Chris Pine es un analista de la CIA que vive en pareja con la Doctora Cathy Muller (Keira Knightley), entre otros personajes, dirigidos por Kenneth Branagh. Todo comienza introduciéndonos en la vida de nuestro héroe Jack Ryan (Chris Pine, "Star Trek") un estudiante en Londres que junto a varias personas observan el horror del 11 de septiembre de 2001. Después la historia se sitúa en Afganistán en el 2003, el es un infante de marina, tiene un accidente en un helicóptero, y a pesar de encontrarse gravemente herido ayuda a otros soldados. Una dirección de fotografía magnifica de la mano del Chipriota Haris Zambarloukos ("Thor"; "Mamma Mia!"; Juego macabro"; "Venus"). Se van mostrando una serie de situaciones que vive Ryan, el actor va explotando su carisma, sus habilidades, para la platea y mas para la femenina cuando muestra toda su sensualidad y el gran amor que siente por su prometida Cathy con distintas actitudes, melosas y de protección. Ellos están perdidamente enamorados, pero ella cree que su trabajo es aburrido en Wall Street, hasta que descubre que es un agente de la CIA y se verá involucrada. Ryan, es un gran analista financiero, goza de una gran intuición, viaja a Moscú, porque descubre un complot para financiar un ataque terrorista diseñado para colapsar la economía de los Estados Unidos, amenaza una terrible inflación y esta puede ser la segunda Gran Depresión. Thomas Harper (Kevin Costner, se luce) y Ryan trabajan juntos, entre otros agentes. Quien interpreta a un ruso muy malo Viktor Cherevin es keneth Branagh, quien no solo se pone en la piel de un villano sino también como director de esta cinta y cada uno de los personajes deberá salvar su vida y la de los demás. La película tiene mucha acción, para disfrutar y no preocuparse por nada, toques de thriller de espionaje, persecución de alta velocidad, llena de trucos tecnológicos, luchas cuerpo a cuerpo, intriga, un ritmo vertiginoso, varios objetos que explotan por el aire, una escena al estilo de las películas "Bourne" o "Skyfall", y esta se nota que será una saga. Este film rinde un merecido homenaje al autor fallecido Tom Clancy (1947-2013), escritor estadounidense de novelas policíacas de tema político, en un contexto de inteligencia militar, critico a invasión de Irak por Estados Unidos. Se destaca la saga de ciencia ficción Jack Ryan, analista de la CIA en los primeros libros y presidente desde 1994 (siendo precisos, en Deuda de Honor). En el último tomo (Los dientes del tigre), en lugar de Jack aparece su hijo, Jack Ryan Jr.
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Nuevo agente para los viejos rusos Thomas Leo Clancy Jr. falleció en octubre pasado, luego de pasar a la historia como novelista de intrigas internacionales en el contexto de la Guerra Fría, estelarizadas por su personaje de Jack Ryan, un analista de inteligencia que tiene que poner su cerebro (y finalmente el cuerpo también) al servicio de apagar crisis y oportunidades de Guerra Mundial. Varias veces sus obras fueron llevadas al cine: se destacan “La caza al Octubre Rojo” (con Alec Baldwin encarnando a Ryan, aunque devorado por la presencia de Sean Connery como el bielorruso Marko Ramius), “Juegos de patriotas” (con Harrison Ford) y “La suma de todos los miedos” (con Ben Affleck como el analista), la primera historia que escribió luego de la disolución de la Unión Soviética. Porque sí, los rusos atraviesan toda la obra de Clancy: si “La caza al Octubre Rojo” preanunciaba el fin de la URSS, en las obras posteriores late la tensión con las antiguas repúblicas con la Madre Rusia a la cabeza. Reinvención En “Código Sombra: Jack Ryan”, los guionistas Adam Cozad y David Koepp se animaron a reinventar al personaje principal y sus circunstancias, adaptadas a los tiempos que corren. El título original, “Jack Ryan: Shadow Recruit” (reclutamiento en las sombras) tiene más que ver con el comienzo de la historia. Ryan es un joven estadounidense que está haciendo un doctorado en la London School of Economics, cuando ve por televisión el ataque a las Torres Gemelas. Decide entonces dejar los estudios para enrolarse en los marines, cayendo herido en Afganistán. En la rehabilitación conoce a una joven doctorcita, Cathy Muller, que está haciendo prácticas finales. Allí lo contacta el comandante de la Marina Tom Harper, quien es también un jefe operativo de la CIA. Harper lo convence para que termine el doctorado y se convierta en un analista económico de Wall Street, reportando para la agencia la circulación de activos dudosos y cualquier cosa que pueda tener que ver con un ataque a la seguridad nacional. Porque en el mundo de Jordan Belfort (el personaje retratado por Scorsese en “El Lobo de Wall Street”) también suele moverse un dinero mucho más sucio. Así, el ex marine se convierte en un trajeado muchacho, de novio con aquella doctora, que nada sabe de su trabajo secreto. En su labor cotidiana, Jack descubre que una empresa rusa está moviendo cuentas ocultas. Con la excusa de una auditoría, llegará a confrontar con el empresario Viktor Cherevin (uno de esos barones surgidos de la ex jerarquía soviética), que en realidad está planeando algo mucho más grave, que puede causar muerte y ruina en Estados Unidos (es que algunas cosas no se olvidan...). De ese modo, el sesudo analista se verá en la necesidad de convertirse en un agente pleno. “Recuerde su entrenamiento y estará bien”, será el consuelo ante la nueva realidad. Kenneth Branagh, que en su momento arrancó su carrera en la dirección con sus adaptaciones shakespearianas (la épica “Enrique V” y la agradable “Mucho ruido y pocas nueces”, con Emma Thompson), después de su paso por la superheróica “Thor” se le anima a construir un thriller que se pone trepidante e intenso, en un crescendo de acción. Es que el descubrimiento de la conspiración económica-terrorista es “deschavado” rápidamente por el analista, y de ahí tendrá que pasar a hacer equipo con Harper y hasta con Cathy (que no zafa de entrar en la redada) para evitar la tragedia. Hay equipo Esto podría ser un poco cliché: el “combinado de héroe, jefe y damisela versus villano trágico” puede sonar trillado, pero se sostiene por el ritmo que le imprime Branagh y por su cuarteto protagónico. Chris Pine, que reinventó al capitán Kirk en la nueva saga de “Star Trek”, acepta el desafío de encarnar un personaje que no necesitaría tanto despliegue de facha. Kevin Costner como Harper está comodísimo, en un personaje que combina capacidad para la violencia y serenidad de maestro zen. Keira Knightley, siempre adorable a su flaca y prognata manera, con pasta de muñeca brava (desde su Lizzy Bennet en “Orgullo y prejuicio” a su Ginebra en “Rey Arturo”) acá se deja rescatar como muchacha en riesgo, a pesar de ser inevitablemente indómita. Y el propio Branagh se reservó para sí al oscuro Cherevin, traumatizado y enfermo, austero en sus manifestaciones exteriores. En definitiva: están dadas las condiciones para que nazca una nueva franquicia al estilo Jason Bourne: seguramente Jack Ryan tendrá nuevos sobresaltos en los próximos años.
"El rey ha vuelto" Cuesta entender por qué Jack Ryan, el mítico personaje creado por el recientemente fallecido Tom Clancy, nunca logró ocupar en la pantalla grande una posición de jerarquía igual o semejante a la que tiene dentro del mundo de la literatura. Es decir: Estamos hablando del Superman de los agentes especiales, o sea, el personaje más emblemático e importante dentro de su género, el cual por cierto, sigue siendo hasta la fecha uno de los más populares dentro del universo de la lectura, con una galería de protagonistas que se hace cada vez más amplia. Puesto en perspectivas, Jack Ryan es protagonista de 15 novelas escritas por Clancy, mientras que James Bond cobró vida en las páginas de 12 obras escritas por Ian Fleming. Pese a todo, Bond es una eminencia dentro de la pantalla grande con más de 25 películas (muchas de ellas, realizadas con libertades artísticas respecto a la obra de Fleming) y un éxito arrasador que lo convirtió en un personaje mucho más reconocido a nivel mundial por los fanáticos del género que el mismísimo Ryan. Incluso Jason Bourne (personaje creado por Robert Ludlum) con su desembarco en el cine de la mano de Doug Lima, Paul Greengrass y Tony Gilroy a través de 4 películas (tres de ellas interpretadas por Matt Damon y el spin-off por Jeremy Renner) logró un éxito mucho más importante que el de Jack Ryan en la pantalla grande. Lo paradójico es que si no fuera por la llegada de Bourne al cine, James Bond no estaría hoy en la “etapa dorada” en la que muchos lo posicionan y Jack Ryan no se hubiera visto obligado a regresar a la pantalla grande de forma urgente y necesaria para reclamar memoria y respeto hacia su figura. De eso se trata “Código sombra: Jack Ryan” de Kenneth Branagh: Un renacimiento más que aceptable del personaje nacido en las novelas, desaprovechado en la pantalla grande y olvidado por los fanáticos del genero dentro de ambos universos. Branagh no descubrió el fuego en esta nueva adaptación del personaje, ya que pese a estar en por primera vez en un contexto íntegramente nuevo (no estamos frente a una adaptación de ninguna novela de Clancy), su película recupera la esencia del personaje y construye unos cimientos bastantes sólidos con miras a una potencial saga a futuro. Interpretada por un correcto Chris Pine, “Código sombra” se aleja de aquellas etapas de la vida de Jack Ryan que vimos reflejadas en las producciones de Alec Baldwin, Harrison Ford y Ben Affleck para ofrecer un origen más actualizado y realista. Ahí radica el principal acierto del film y es que durante sus primeras dos partes somos testigos de un afinado y dinámico relato que, a través de pequeñas dosis de suspenso, nos introduce correctamente en el mundo de los agentes especiales. El entretenimiento serio y discreto que plantea su guión y las buenas actuaciones de Keira Knightley, el mismísimo Branagh y Kevin Costner, convierten a “Código sombra” en un gran regreso de Jack Ryan al cine luego de años de ostracismo. No obstante, durante su último tramo, esta producción pierde su tono cuidado y humilde de interesante thriller de conspiraciones con efectos internacionales para adquirir elementos más dignos de una película de acción en donde lo evidente, lo grandilocuente y lo exagerado irrumpen por completo. Si bien esto no arruina el resultado final, queda en evidencia la necesidad cinematográfica que se le impone a un personaje como Jack Ryan (un agente de oficina que no está familiarizado en el campo de acción) der ser más parecido a aquellos personajes que en los últimos años hicieron borrosa su imagen dentro del séptimo arte. Esperemos que el tiempo le permita, no solo corregir estos errores, sino recuperar terreno dentro de un podio en el que Jack Ryan ha vuelto a subirse después de muchos años de estar fuera de las pistas.
Un cuento que nos contaron muchas veces Jack Ryan es un analista de política económica que se alista en el ejército norteamericano después del 11/S. Herido en Afganistán, vuelve a su país donde es reclutado por la CIA para investigar movimientos económicos del terrorismo. Ryan debe viajar a Rusia para desbaratar un golpe contra el dólar. Vuelve Jack Ryan, el personaje concebido por el novelista Tom Clancy en sus exitosas novelas que ya inspiró varios títulos de la pantalla grande. Lo hace en la piel del joven Chris Pine, para mostrar cómo este analista de economía internacional termina siendo uno de los agentes más eficientes de la CIA. Hay que entender que los productores no querían otra cosa que un buen pretexto para construir una serie de situaciones tensas, con mayor o menor grado de suspenso, que terminen generando persecuciones vistosas y tiroteos o peleas a puño limpio para el lucimiento de los protagonistas. El problema es que esas situaciones son generalmente muy poco creíbles, pero como todo está subordinado a las necesidades del desarrollo de la trama, es preciso que los espectadores se avengan a aceptar todo lo que va pasando en la pantalla sin cuestionar nada; de hacerlo, todo el andamiaje narrativo entraría en crisis. Se podrá argumentar que lo mismo ocurre, por ejemplo, en las películas de James Bond o de Jason Bourne, y es cierto. Pero esos mismos filmes pueden servir para demostrar cómo se hace para atrapar al público y seducirlo de manera tal que hasta los mayores absurdos que se presentan en la pantalla puedan ser tomados con naturalidad por la platea. No es el caso de lo que ocurre en este filme, en el que todo lo que sucede se va ordenando perfectamente para que (a pesar de algunos sofocones) el protagonista se salga con la suya. Poco puede importar entonces que, por ejemplo, su novia (una médica que viaja a Rusia porque cree que su enamorado tiene una aventura sentimental) se convierta en pocos minutos en una experimentada Mata Hari. O que los sofisticados sistemas de seguridad del archivillano que interpreta Branagh (uno de los pocos que se toma las cosas con cierto humor) puedan ser vulnerados casi sin esfuerzo por los agentes norteamericanos. La película puede divertir (y de hecho, de a ratos lo logra) si se hace el esfuerzo de aceptar sin cuestionamientos lo que se ve en la pantalla. Pero el principal problema es que en demasiados momentos de la proyección, el espectador siente que a esta película ya la vio, y que le están contando un cuento que conoce demasiado, sin nuevos ingredientes que justifiquen el esfuerzo y los millones invertidos.
Este nuevo comienzo (o reboot, en la jerga cinematográfica) del personaje de Jack Ryan, originalmente salido de las novelas del recientemente fallecido Tom Clancy, está ideado por el director Kenneth Branagh y por los guionistas Adam Cozad y David Koepp. El reparto está compuesto por Chris Pine, Keira Knightley, Kevin Costner y el propio Branagh. En el 2002 hubo un reboot con Ben Affleck como protagonista pero dicho largometraje no sirvió para reposicionar al personaje en la mente del público. Para lograrlo, Código Sombra: Jack Ryan debía acabar con las dudas de que Ryan era solamente una reliquia de los años '90. Este film logra hacerlo al poner a Ryan luego de los ataques del 9/11 con una nueva amenaza proveniente de un poderoso grupo económico ruso. Estos acontecimientos parecen inspirados por las recientes medidas creadas por el presidente ruso Putin y por el caso de agentes rusos arrestados en el 2010 en los Estados Unidos, quienes estaban viviendo una doble vida en ese país. El film funciona al mantener cierta lógica, coherencia y verosimilitud en la trama y al poder conservar la personalidad de Ryan básicamente intacta: el personaje es un hombre inteligente pero común, sin extravagancias ni grandes lujos, es analista y tiene entrenamiento militar sin llegar a convertirse en un superhéroe. Lo únicos momentos menos convincentes son algunos pasajes del guión que terminan siendo poco frescos al haber aparecido en otros trabajos, lo cual hace que Código Sombra: Jack Ryan se vuelva un tanto genérica. El último acto, a pesar de ser una conclusión lógica a este particular relato, parece también recaer en las convenciones típicas los films de suspenso-acción de los '90, como es El Pacificador. Código Sombra: Jack Ryan es un film logrado a pesar de ser un tanto tímido en su personalidad, que logra respetar tanto la inteligencia de su personaje como del público, con buenos trabajos de todos los involucrados. Sólo hace faltar saber si el reposicionamiento de este héroe en la mente de la audiencia lo hará distinguirse de entre sus competitivos y exitosos pares, entre ellos Jason Bourne, James Bond, Ethan Hunt, etc.
Si andás con ganas de alquilar un film entretenido, Jack Ryan, código sombra, ofrece lo que promete desde el primer fotograma, aunque no haya nada nuevo bajo el sol. Las perfectas secuencias de acción y las muy buenas coreografias de lucha logran un punto de tensión más que interesante en el público. El elenco...