Suelo ser bastante cobarde para el género del terror aun cuando de adolescente, allá por la gloriosa década de los ochenta, he visto muchos de los ahora considerados grandes clásicos del género de entonces: Fright Night, Friday 13, Haloween, Pesadilla, etc. Luego sobrevino la ola del gore y ya no me animé a tantos visionados como antes. Agreguemos el hecho de que luego de ver apenas media hora de The Exorcist, porque más no aguanté, y entera Amityville II: The Possession, la temática de los exorcismos ya me echan siempre para atrás. Pero debo reconocer que The Devil Inside tuvo una buena campaña de publicidad, comenzando por un tráiler que me llamó la atención. Parecía una buena mezcla entre thriller y terror donde la dualidad ciencia-religión prometía darle un toque interesante. Estando detrás aquellos mismos de la, ahora ya, saga Paranormal Activity muchos de los que estamos un poco saturados del mockumentary teníamos nuestras dudas, pero insisto, la campaña que fueron hilvanando poco a poco antes de su estreno, confieso, me atrapó. Por otro lado aun cuando Paranormal Activity tenía un ritmo realmente cansino por momentos, hasta quedado y lento, debo reconocerle que resultaba después de todo muy buen recurso para agarrarnos desprevenidos con las pocas escenas “de susto”, efectivas finalmente. El problema con The Devil inside es que aquí el argumento promete mucho más de lo que finalmente la cinta ofrece. Lo que se plantea al principio con ritmo pausado pero intrigante termina siendo un guión bastante desdibujado. La película se vuelve tan predecible que cualquier recurso sorpresa no cumple lo que debería. Esta servidora se asusta con cualquier cosa pero terminó realmente aburrida y hasta saturada de una cámara en mano que más que intimista termina siendo irritable con tanto movimiento, además de ciertos detalles argumentales un tanto confusos. devil inside Es una pena que una película que cuenta con muy buenas actuaciones y algunas escenas muy bien armadas termine siendo un fiasco. Seguramente agradará a algunos espectadores, después de todo depende siempre de la sensibilidad de cada uno, pero seguramente aquellos más exigentes o amantes del género encontrarán que este film está muy lejos de ser aunque sea entretenido. La narración presentada como un falso documental acaba por transformarse de repente en una suerte de confesionario de gran hermano donde la tensión que debería estar puesta en lo que sucede se transfiere de inmediato a los protagonistas que si antes se los retrataba valientemente decididos de pronto, y porque sí, se vuelven desesperados testigos de situaciones que ahora los sobrepasa. Uno termina preguntándose qué ocurrió en el medio para que con este poseso no se asusten ni se desmoronen y con este otro sí. Así mismo si los primeros cuarenta minutos del film, aunque con algunos clichés de por medio pero bien resueltos, plantean un hilo argumental atractivo, poco a poco este se va consumiendo en una seguidilla de intentos de escenas impresionables que no son otra cosa que muchos gritos y rezos, imprecaciones e insinuaciones sobre el pasado de cada uno que dejan con ganas de más. De repente el film termina siendo un ruido ensordecedor que pretende volcar toda junta la adrenalina que jamás llegó a plasmar por completo y hasta algunos personajes terminan contradiciéndose a sí mismos en diálogos bastante descolocados del contexto. A riesgo de equivocarme me atrevería a decir que por momentos incluso la película está mal editada. Quizá ese sea uno de los factores desencadenantes de una última hora muy pobre para una película que prometía bien provocando que eventualmente el espectador no esté muy seguro de lo que está pasando o de qué se nos quiso contar después de todo. Por momentos se abren algunas líneas sobre el pasado de los personajes que posteriormente quedan en nada. Es obvio que tal vez esta sea una argucia para una posterior segunda parte, no me extrañaría; pero William Brent Bell, director y guionista de la cinta no logra provocar una atmósfera en la que la audiencia después de todo se asuste- como se supone para una historia de este género- ni tan siquiera, al menos, se entretenga. Admito que ya esta moda del mockumentary personalmente ya me aburre bastante. Pocos son los films que posteriores a aquella pionera The Blair Witch Project, aunque con diferencias pues esta no era en sí un supuesto documental sino el llamado found footage, pocas películas que emulen esta estética son realmente buenas. The Devil inside no dejará de ser una más de las tantas películas que hay sobre exorcismos que no llegan ni a los talones de la clásica joya dirigida por William Friedkin en 1973. Una opción para ver, si es que aun quieran incurrir en la aventura de sacarse la curiosidad, en la comodidad del hogar cuando se la lance en DVD o Blu-Ray. Por lo demás, no digan que no se los avisé.
Hay que admitir que si bien es bastante pobre en efectos y en contenido mal que mal entretiene y tiene bastante suspenso. Pero lo que falla en este film es que es escaso en secuencias impactantes. El público que va al cine a ver este tipo de historias siempre está deseoso de ver escenas espeluznantes del poseído. Pero aquí todo se basa en algunos gritos, maldiciones...
“Querido Vaticano, apruébame…” Esta película no fue autorizada por el Vaticano, reza en placa el filme desde su inicio, pronosticando lo que se vendrá tras las carcajadas de quienes asistieron a la función privada.
Cruces invertidas, terror nulo Con el estilo del "falso documental" narrado con cámara en mano, recurso visto últimamente en muchas producciones del género, llega este film que bucea en el tema de las posesiones demoníacas. Con el diablo adentro, del director William Brent Bell (había realizado Stay Alive) intenta sorprender con una realizaciión que sigue los pasos de Rec, Cloverfield , la saga Actividad paranormal o la más reciente El último exorcismo. Es decir, cine despojado de casi todo artificio que pone el acento en el punto de vista de una cámara de video que registra diversas situaciones. El resultado es pobre y, salvo en el comienzo, no genera suspenso o miedo en el espectador. La trama gira en torno a Isabella Rossi (la brasilera Fernanda Andrade), una joven que investiga junto a dos sacerdotes, expertos en exorcismos, el extraño caso de su madre, María Rossi (Suzan Crowley), supuestamente poseída por demonios y acusada de cometer tres asesinatos veinte años atrás. Con un estilo de noticiero y un camarógrafo que acompaña a Isabel hasta el psiquiátrico donde se encuentra su mamá, en Italia, la trama intenta develar si se trata de una enferma mental o si realmente está poseída. Un batido de ciencia y fe que se mueve entre voces distorsionadas, levitaciones, contorsiones de los cuerpos y no mucho más que no haya sido visto con eficacia en El Exorcista. Con un planteo formal clásico, quizás, el resultado hubiese sido otro. La frase "Muchos han sido poseídos por uno, sólo una ha sido poseída por muchos" suena tentadora, pero a la hora de la verdad el público nunca enfrenta El Mal.
Con el cine afuera Hay algo peor que reciclar elementos ya probados en otras películas: que ese “copy y paste” cinematográfico salga mal. Eso es lo que ocurre con este film de terror, cuyo mayor mérito es haber costado apenas un millón de dólares y recaudado ¡34 millones! en sus primeros tres días en cartel en las salas norteamericanas (gran logro de los expertos en marketing, sin dudas). Este subproducto de William Brent Bell apuesta al “ingenio” narrativo (el falso documental, el found-footage, las imágenes de las cámaras de seguridad; es decir, todo aquello que arreció luego de los éxitos como las sagas de El proyecto Blair Witch, Actividad paranormal o REC) y se mete con tópicos de un género que está demostrando gran poder de convocatoria como el thriller religioso (léase desde el clásico El exorcista hasta las más recientes sucesos de El rito o El último exorcismo). El problema es que en esta idea de mover las piezas sobre el tablero las jugadas no salen bien: la película no atrapa, no asusta y lo que en principio se presenta como un ejercicio de estilo termina siendo cualquier cosa (no se sabe quién filma porque el punto de vista cambia). Así, la factura es pobre; la narración, torpe; y el resultado, aburrido. Les debía la “sinopsis”: una chica filma un documental sobre el caso de su madre, encerrada en un neuropsiquiátrico de Roma luego de haber asesinado a tres personas ¿Por qué en Italia? Porque supuestamente lo hizo bajo la influencia del mismísimo Diablo. La protagonista viaja hasta allí junto a un camarógrafo y, con la ayuda de curas exorcistas y médicos, intentará desentrañar el misterio con… terribles consecuencias. Lo mejor del film es una escena de exorcismo con una contorsionista (una doble, claro) que hace cosas increíbles con su cuerpo. Pero ese no es precisamente un mérito cinematográfico. El resto… El resto es sencillamente descartable.
Mentime que me gusta Paramount Pictures encontró en Actividad Paranormal una saga con un éxito que los tomó por sorpresa, como era de esperarse, después del estreno de Actividad Paranormal 3, la productora busca volver a tener el mismo éxito repitiendo la formula. Con el Diablo Adentro es otro de los exponentes de este nuevo sub-genero, ¿como denominarlo? ¿"Falso documental", "terror pseudo-neo-realista"? No lo sé, lo que está claro es que todo esto comenzó en 1972 de la mano de The Legend of Boggy Creek, pelicula de Charles B. Pierce sobre la leyenda de Pie Grande, y fue continuada por la violentísima y super gore Holocausto Caníbal en 1979, y reinventado en 1999 por The Blair Witch Project pero ¿Por qué en estos últimos años este subgenero ocupa el 80% de las películas de terror que llegan a los cines? Vivimos en una cultura que poco a poco se volcó cada vez más al voyeurismo, tenemos programas de televisión que nos muestran múltiples crímenes sin ninguna censura a través de cámaras de seguridad, programas de entretenimiento que nos muestran a personas "no haciendo nada" a través de cientos de cámaras, se suben a internet millones de videos amateurs por día, todo es grabado y reproducido, la cámara es nuestro nuevo ojo, sentimos que es necesario fotografiar o grabar un video sobre un lugar para asegurarnos a nosotros mismos que realmente estuvimos ahi y el cine obviamente no podía pasar mucho tiempo sin dejar de lado este fenómeno. Si nos ponen un cartel en la pantalla que dice "Basado en una historia real" y eso está acompañado por una baja calidad de imagen, cámara en mano y abuso de los zooms nos lo creemos todo. Estamos tan acostumbrados a ver a través de las cámaras que al ver esta clase de películas, sobre todo en el genero del terror, nos sentimos realmente dentro de la historia, vemos a través de una cámara fija a una puerta durante minutos y minutos en Actividad Paranormal sin que nada pase, esperando y cuando algo pasa lo sentimos tan real como si nuestra propia cámara lo hubiese tomado y las estrategias de marketing para que esto ocurra van cada vez más lejos llegando al escandaloso caso de La Cuarta Fase para la cual se crearon no sólo biografías falsas en diferentes portales si no que además se cambiaron las estadísticas del gobierno de Alaska sobre las desapariciones para darle mayor magnetismo a la historia. En el fondo el espectador sabe que si hay sólo un camarógrafo no puede haber 12 planos desde diferentes lugares tomando lo mismo en un montaje perfecto y sabe que si esas cintas comprometieran toda la estructura del Vaticano o la política de los Estados Unidos respecto al fenómeno OVNI no accederíamos con tanta facilidad a ella pero lo deja pasar porque desea que lo engañen, desea creérselo, no me malinterpreten, sé que el cine se trata de creérselo, a lo que apunto es que estas películas gastan más dinero en marketing que en realización y eso se ve en los resultados, simplemente, venden humo. Con el Diablo Adentro es justamente eso, tiene momentos que generan mucha tensión porque son contrastados con minutos y minutos en donde pasa poco, como es de esperar en este tipo de películas no hay ninguna intención narrativa ni de composición en los planos, ni tampoco un lazo argumental lo suficientemente sólido que la sustente, la película resulta más atractiva que las últimas entregas de Actividad Paranormal por haber sido estructurada como documental por lo que no se hace tan tediosa en cuanto a planos fijos prolongados y tiene buenos efectos pero después de terminar de verla deja sabor a poco, en pocas palabras, es más de lo mismo en un sub-género que no ha aportado mucho después de la gran REC.
¡Fuera diablo! Mixtura de diversos géneros y sub-géneros (terror, suspenso, falso documental, film de “exorcismos”), la película de William Brent Bell exhibe una trama inconsistente. Con el Diablo adentro (The devil inside, 2012) es un relato en donde el miedo brilla por su ausencia. La historia es reconstruida a partir de un documental que busca testimoniar el caso de María Rossi, una mujer que en 1989 asesinó a tres eclesiásticos, a partir del encuentro que tendrá con su hija Isabel. Se sospecha que María pudo haber actuado poseída por el diablo. Trasladada al Hospital de Centrino en Italia, el encuentro con su hija resultará inexorablemente traumático, más para la visitante que para la “anfitriona”. Aunque, se sabe, conviene no definir identidades cuando el diablo está detrás, metiendo su cola. Luego de que el sub-género slasher (el de los asesinos al estilo “Jason”, de la saga Martes 13) haya tenido su apogeo en los ‘80, los ’90 aportaron dos variantes interesantes dentro del cine de terror, cuyos paradigmas son Scream (1996) del maestro Wes Craven y El proyecto Blair Witch (The blair witch project, 1999). A su modo, cada una reflexiona sobre el género desde distintas ópticas. Mientras la primera recurre al metalenguaje como modalidad reflexiva, la segunda apuesta por una construcción verista a partir de su condición de falso-documental. Ambas películas influenciaron a las posteriores realizaciones –se sabe- para bien y para mal. Con el Diablo adentro está más vinculada al segundo caso, pero en ningún momento consigue lo que su antecesora sí conseguía: asustar. ¿Por qué Con el Diablo adentro nunca asusta? En principio, porque buscar una sensación de realidad le termina jugando en contra. Los datos cuasi-periodísticos que brinda rozan el absurdo. Por ejemplo, el motivo del traslado de María hacia Italia, cuya única función pareciera darle una pizca de exotismo al film, por más que se le recuerde al espectador que el Vaticano está allí a la vuelta. Nunca resulta creíble el formato documental, por la grandilocuencia de quienes ofician como testigos, y por el escaso rigor en la puesta en escena. El momento más irrisorio llega cuando el mismísimo camarógrafo hace una suerte de catarsis frente a cámara. Y ni hablar del final, que hubiera hecho sonrojar al mismísimo Mauro Viale. Pero lo que más irrita de esta película es la escasa confianza que tiene en los materiales sobre los que trabaja. El suspenso más que dosificarse irrumpe como golpes de efectos, cuyas secuencias más representativas son la de los “transes” que vivencian los poseídos. Más allá de eso, persiste la trama conspirativa, en donde la Iglesia busca camuflar, mientras que dos sacerdotes contestatarios intentan “sanar” sea como sea. Si a esta inconsistencia dramática se le suma un elenco poco convincente y unas líneas de diálogos que oscilan entre lo ramplón y lo inverosímil, imaginen el resultado: de terror.
¡Un exorcista a la derecha! El género de exorcismos parece ser inagotable al momento de la aparición de nuevos títulos en las salas de cine, y este jueves llega a nuestro país una nueva entrega que trata está temática tan amada y temida a la vez. En este caso el titulo del film es Con el diablo adentro (The Devil Inside), una película que utiliza el casi género cinematográfico de falso documental que permite generar empatía con un mínimo costo de producción (para los números que maneja la industria) y efectos especiales básicos. De un tiempo a esta parte los falsos documentales han inundado nuestras salas con resultados disimiles aunque teniendo una incombatible relación costo-resultado. EL recurso de la cámara en mano y la supuesta inmediatez de las tomas abarató los costos de fotografía, iluminación y calidad cinematográfica. Si a esto se le suma una inteligente campaña de marketing el combo es perfecto. La frase inicial del film ya nos prepara para lo que viene : “este film no ha sido aprobado por el vaticano”, como si algún film sobre la temática de los exorcismos alguna vez hubiera sido aprobado por la cúpula eclesiástica. El film arranca contando la historia de María Rossi (Susan Crowley), una mujer que asesinó a tres religiosos durante la práctica de un exorcismo que evidentemente fue fallido. Veinte años después, su hija querrá desenmascarar el tema viajando hacia Roma donde su madre se encuentra internada. Allí se cruzará con una escuela de exorcismos donde escuchará lo más variados testimonios sobre los mecanismos y las fallas de esta práctica y su obvia desaprobación por la facción más ortodoxa de la iglesia católica. A partir de este momento ellá tratará infurctuosamente de conectarse con su madre y ayudada por un par de clérigos solidarios exorcizar al demonio (o los demonios ) que habita en el cuerpo de su madre. El film sin embargo no lográ convencer al espectador y termina siendo fallido desde su línea narrativa , hasta en los supuestos golpes de efecto que busca . Definitivamente un largometraje que hace honor a su genero : de terror.
No da para más. Aunque suene reiterativo lo voy a seguir escribiendo mientras se sigan estrenando películas de este tipo. Con el Diablo adentro es otro intento de un par de productores de Hollywood por conseguir un éxito comercial como fue Actividad Paranormal y El Proyecto Blair Witch, film que se estrenó hace más de diez años y todavía siguen copiando de manera burda con total impunidad. La decepción de este estreno es mayor porque la verdad que brindaba una premisa interesante, con algunos momentos muy bien realizados. Si bien es difícil escaparle a los clichés en las historias de exorcismos, por la cantidad de producciones que se hicieron en los últimos años, esta película del director William Brent Bell presenta en su comienzo algunas cosas interesantes. En principio, una excelente introducción de la historia, con un material de archivo que recrea la perfección un noticiero de los años ´80. Un punto en el que falló miserablemente la última entrega de Actividad paranormal. La secuencia inicial que muestra las imágenes tomadas por la policía en la escena de un crimen horrible está muy bien hecha y contribuye a cimentar con solidez el misterio de la trama. A partir de ese momento se inicia un documental ficticio donde la protagonista se propone indagar sobre la supuesta posesión demoníaca de su madre. Debido a esa gran secuencia inicial con la que se dispara el misterio en un principio el film parece llevadero pero enseguida se termina hundiendo cuando el director pierde el hilo de la historia. De repente, lo que era un documental ficticio se convierte en un confesionario de Gran Hermano donde los personajes expresan sus opiniones sobre situaciones mundanas que no hacen otra cosa que tirar abajo la trama que se venía construyendo hasta ese momento. Lo único rescatable de este film es el trabajo de la actriz Suzan Crawley, en la ficción la madre de la protagonista, quien brinda una intensa interpretación en una escena, que probablemente sea el mejor momento del film. El problema es que el personaje luego queda en el olvido cuando el director decide con poca imaginación iniciar su festival de clichés burdos que generan todo tipo de emociones menos asustar al espectador. No sirve de nada tener poseídos contorsionistas sino ofrecés una mirada distinta a una temática tan trillada como esta. Como mencioné antes, a lo largo de la película habrá dos escenas como mucho que están bien logradas en materia de suspenso y despiertan cierto interés por el conflicto, pero en términos generales es una película pobre. Tanto desde lo argumental como en los recursos narrativos. Si te genera curiosidad podés esperarla en la televisión cuando la pasen por cable y aprovechar la entrada de cine en alguna propuesta más satisfactoria.
Sobre la transmisión demoníaca Por más que ya nadie los reclame desde hace muchísimo tiempo, hoy nuevamente tenemos ante nosotros un mockumentary de terror que más que infundir algo de vitalidad al subgénero lo único que hace es confirmar su agotamiento temático y formal. Como suele ocurrir en el ámbito cinematográfico, los coletazos de un producto exitoso se extienden en demasía hasta el punto de la saturación y ponen en perspectiva el trayecto que permitió llegar a esta situación: de hecho, cuando nos topamos con un exploitation berreta de otro exploitation berreta es sin dudas un signo irrevocable de que es momento de detenerse. Así como El último Exorcismo (The Last Exorcism, 2010) era una mixtura muy poco original de las imbatibles El Proyecto Blair Witch (The Blair Witch Project, 1999) y El Exorcista (The Exorcist, 1973), la insípida Con el Diablo Adentro (The Devil Inside, 2012) funciona como una extrapolación directa de El último Exorcismo pero con detalles varios sustraídos de El Exorcismo de Emily Rose (The Exorcism of Emily Rose, 2005) y El Rito (The Rite, 2011), miembros recientes de la familia de las posesiones satánicas. Una vez más un guión básico y previsible cede todo el peso del relato al dispositivo de la enunciación. La trama gira alrededor de las tribulaciones de Isabella Rossi (Fernanda Andrade), cuya madre María (Suzan Crowley) asesinó en 1989 a tres personas durante su propio “ritual de purificación”. Un par de décadas más tarde, la joven considera propicio entrevistar a su progenitora junto a un camarógrafo con el fin de comprender las motivaciones detrás de los crímenes: por supuesto que la señorita descubre que María continúa arrastrando el mismo problema y eventualmente decide encarar un nuevo exorcismo con la ayuda de dos sacerdotes renegados que se dedican a “examinar” los casos rechazados por el Vaticano. Se podría decir que la segunda mitad, más aguerrida y compacta, compensa en gran parte unos primeros minutos bastante flojos en cuanto a un planteo dramático vetusto y cierta torpeza para elegir las excusas de la “transmisión demoníaca”. La edición está bien y las escenas en cuestión poseen una impronta clasicista aunque lamentablemente el convite no escapa de la típica medianía de los estereotipos progresivos y las buenas intenciones nunca plasmadas del todo. El realizador William Brent Bell no cuenta con la imaginación visual suficiente como para potenciar un elenco enclenque y una historia plagada de clichés…
Anexo de crítica: -Deudora en cuanto a lo formal de todos los falsos documentales de terror de la última temporada, esta nueva propuesta de posesiones satánicas redunda en clichés, es elemental a nivel narrativo y no aporta ni siquiera la cuota mínima de tensión o momentos elaborados para el sobresalto de la platea. Sería hora de cambiar y terminar de una vez por todas de vivir del éxito de lo que fuera la original El Proyecto Blair Witch y dejar descansar -aunque sea por unos años- a la inigualable El exorcista.-
El exorcismo es un tema que, dentro de la cinematografía norteamericana, transitó por diversos puntos de vista con mayor o menor fortuna. Ahora, el director William Brent Bell retomó esa serie de alucinantes situaciones y, como un falso documental, relata el asesinato, en 1989, de tres personas cometido por una mujer que confesó su triple crimen a poco de haber descuartizado a sus víctimas. Veinte años después la hija de ésta, que reside en los Estados Unidos, decide viajar a Italia, donde su madre se halla internada en un hospital para criminales insanos, para averiguar si ella está mentalmente loca o está poseída por un demonio, y para ello toma contacto con dos jóvenes exorcistas que intentarán curar a la mujer con métodos no convencionales, que mezclan la ciencia con la religión. Con una cámara inquieta el realizador intentó narrar esta historia a través de un guión que pretende convertirse en el ojo del espectador, pero poco a poco el relato se va transformando en una serie de alucinantes situaciones en las que no faltan la sangre, el terror y los permanentes suplicios por los que deben transitar la hija y los dos exorcistas. Así el relato se convierte en un falso documental que, por momentos, cae en una serie de situaciones demasiado aterradoras que poco o nada agregan a esa constante búsqueda de la hija de quien se halla internada y de ese par de exorcistas. Un elenco encabezado por Fernanda Andrade procura poner cierta veracidad a tantas escenas de fuerte contenido emocional, mientras que la fotografía está atenta para convertirse en un personaje más, ya que a través de ella va pautando esta historia que, cercana a la reciente Actividad paranormal , procura mostrar desde lo más íntimo de cada una de sus situaciones hasta el dramatismo que deberán vivir sus personajes centrales. Por momentos reiterativo y a veces algo confuso, el film apuesta al terror pero apenas logra interesar en medio de tantos gritos y delirios.
Los demonios siguen estando de moda Suele utilizarse la frase “sólo para fanáticos del género” como eufemismo para decir que la película no debería verla nadie. Los fanáticos del género podrían sentirse un tanto insultados por este término, pero a la vez se puede tomar como un elogio. Un fanático del género puede ser tanto un seguidor ciego, como un experto. Quienes amen el cine de terror, verán en Con el diablo adentro bastante material para el análisis, pero a la vez reconocerán todas y cada una de las cosas que el film hereda, roba, copia o simplemente desperdicia de otras producciones anteriores. Por un lado, el siempre atractivo subgénero de exorcismos, aquí se hace presente, mezclado a su vez como ese otro subgénero, el de “material encontrado” (found footage), donde gran parte o la totalidad del film está narrado con imágenes halladas posteriormente a los hechos registrados en dicho material. La protagonista del film se ve involucrada en una serie de exorcismos no autorizados, en su camino por averiguar qué fue lo que llevó a su madre, tiempo atrás, a cometer un triple homicidio. Tantos los exorcismos en el cine, como la estética del found footage, tienen siempre licencias poéticas que el espectador sabe aceptar. Pero Con el diablo adentro exagera con esas licencias poéticas, llevando todo a un nivel de caos e incoherencia, donde la promesa de terror se queda en promesa, y donde la falta de lógica –aun dentro de los códigos de género– le pide al espectador más de lo que el espectador le puede dar. Los fanáticos del género podrán disfrutar más de esta película en lo que refiere a entender sus errores y recordar como otros films parecidos pudieron llegar más arriba. Los que no conocen el género, posiblemente no entiendan nada y se llevarán de la película tan sólo alguna pesadilla para la siguiente noche.
Antipatía por el demonio Una película displicente, que copia fragmentos de otras. Cuántas películas más sobre exorcismos -sin ideas nuevas- estaremos condenados a ver? ¿Y falsos documentales de terror, sucedáneos de El proyecto Blair Witch ? Y sin embargo, lo peor de Con el diablo adentro no es su condición de copia de lo mil veces copiado, sino su displicencia argumental extrema, su desdén a la hora de construir personajes. ¿Construir? Un verbo indulgente para este filme, en el que todo es unidimensional, chato, olvidable. Algún fanático del subgénero podría decir que el “chiste” es que el material que uno ve corresponde, supuestamente, a filmaciones encontradas ( foundfootage ), entre ellas las de cámaras de seguridad de, por ejemplo, un hospital psiquiátrico. Respuesta: Con el diablo... ni siquiera se toma el trabajo de fingir algo así. Indolencia pura. Lo que vemos en pantalla pretende ser un documental sobre una chica cuya madre mató a dos sacerdotes y a una monja en 1989, mientras le practicaban un exorcismo. Veinte años después, acompañada por un camarógrafo, la chica viaja hasta Roma, donde su madre está internada en un neuropsiquiátrico. De paso, se mete como si nada en cursos que dictan en el Vaticano sobre exorcismos y entabla vínculo con dos curas: uno de ellos reniega de varios preceptos católicos; el otro... también, pero con culpa. Los dos aceptan ser filmados mientras intentan arrancar al diablo de cuerpos de mujeres que no paran de contorsionarse, poner los ojos en blanco y hablar con la voz de Alfio Basile antes de la cirugía de garganta. Aunque -tal como lo resalta la película en su inicio- el Vaticano prohibe expresamente que los exorcismos sean filmados, estos sacerdotes no tienen problemas en que la cámara los siga en cada round contra el demonio. Por momentos, vemos lo que filma el camarógrafo amigo de la chica. Hasta ahí, un mínimo de verosimilitud. Pero, más adelante, veremos al camarógrafo también en cuadro, como un personaje más, en planos generales fijos. ¿Quién filmó eso? En algún momento, Satanás empieza a saltar, cual pelotita de un flipper, de un cuerpo a otro. La lógica ya no importa ni va a importar, si es que alguna vez importó. No queda mucho más. Salvo, un buen chiste. Un sobreimpreso que aclara: “El Vaticano no participó en la producción de esta película”.
El found footage (metraje encontrado) ha hallado en los últimos años la forma de volverse norma en lo que a cine de terror respecta. Si bien hay incursiones en comedia y acción, sin ir más lejos próximamente se estrenará Project X y hoy lo hace Chronicle, es ese género el que lo ha visto crecer, impulsado básicamente por producciones carentes de ideas, que ofrecen cuantiosas ganancias gracias a sus bajos presupuestos. En ese sentido The Devil Inside tiene, como la tuvo algunos meses atrás Apollo 18, una premisa que puede considerarse llamativa, la cual pronto se disipa ante la pobreza de su realización. Esta nueva colaboración entre el director William Brent Bell y su guionista Matthew Peterman puede ser considerada como el exponente más perezoso en el marco de los falsos documentales y el material recuperado. A la falta de originalidad y ausencia total de ritmo, hay que sumarle la desidia con que se maneja su final, algo similar a la ya mencionada Paranormal Activity de la Luna, así como la elección de actores. Desde The Blair Witch Project en adelante, una de las fórmulas para generar realismo ha sido la utilización de intérpretes con una experiencia mínima o directamente debutantes. No puede decirse lo mismo de una película cuyos protagonistas, si bien poco familiares, tienen una carrera a cuestas fácilmente rastreable. Más allá de las filmaciones con un público que se sobresalta en cada escena, The Devil Inside hace gala de una notable falta de recursos, siendo lo más rescatable el video y la posterior visita a Rosa, una joven poseída. Es necesario resaltar que el logro recae en la famosa contorsionista que toma parte en aquellas escenas, que ya se han visto una y otra vez en The Exorcism of Emily Rose o The Last Exorcism, películas que le han marcado el rumbo a esta. Nadie puede esperar que se supere al clásico de William Friedkin, lo cual no implica que se tenga que llenar las pantallas con productos inferiores cuyo único efecto es el tronido de huesos durante la expulsión de los demonios. Considerando que al momento de su lanzamiento en los Estados Unidos, este film de ínfimo presupuesto fue un éxito de taquilla, es de esperar que Paramount ya tenga secuelas en mente. Lo más lamentable es que su distribuidora, al menos en lo que a Argentina respecta, haya elegido estrenar esta película pero no a Young Adult.
Un “reality-terror” que nunca llega a asustar El formato de lo que podríamos llamar el «reality-terror» ya se ha aplicado casi virtualmente a cada subgénero del cine fantástico, no una sino varias veces. Esta es una especie de «El exorcista de la bruja de Blair», es decir una película de posesión diabólica grabada en video como si se tratara de un auténtico documental, cosa que en este caso nadie podría creer bajo ningún punto de vista. La película empieza con un cartel admonitorio acerca de que el Vaticano no permite grabar exorcismos en video, y que por lo tanto no ha apoyado este film. Eso más o menos sirve para explicar el tono general de un producto que, si bien no deja de tener algunas partes interesantes por sus discusiones entre ciencia y religión, jamás provoca miedo ni nada por el estilo, lo que en este tipo de asunto es algo bastante malo. La trama presenta a la hija de una mujer que mató a tres curas que le practicaban un exorcismo en 1989, y sus intentos de saber, ya adulta, qué le pasó verdaderamente a su madre, ahora internada en un psiquiátrico del Vaticano, cerca de Roma. La protagonista acude a una escuela para exorcistas de la Iglesia -donde el espectador puede interiorizarse de discusiones muy interesantes- y también va a ver a su madre al manicomio, todo esto acompañada por un equipo de documentalistas que no ayudan a generar climas terroríficos. En la escuela vaticana tambien conoce a una especie de paraexorcistas decididos a tratar posesiones no calificadas como tales por la Iglesia, lo que naturalmente lleva a probar un nuevo exorcismo en la madre internada, y a toda la conocida gama de imágenes borrosas y con poca luz de este tipo de películas. Los que no vieron el clásico de William Friedkin sobre el tema quizá puedan sacarle algún provecho a este mediano film, el resto, mejor abstenerse.
Desde que en 1999 "Blair Witch" resultara un gran éxito, (innovando con el estilo de falso documental), el género de terror no ha parado de utilizar esta fórmula, obteniendo resultados muy dispares. De las muy buenas entregas de REC, pasando por las aceptables de Actividad Paranormal, hasta la mediocre El Último exorcismo, esta especie de Sub-género dentro del terror, parece hoy en día un recurso por demás agotado. "Con el diablo adentro", film de bajo presupuesto, (que gracias a una muy buena campaña de marketing, hábilmente promocionada como la película "que el Vaticano quiso impedir que se estrene"), ha cosechado más de 30 millones de dólares en su primer fin de semana en los Estados Unidos y es el claro ejemplo de que ya es hora de probar algo nuevo. La historia comienza el 30 de octubre de 1989 con una llamada al servicio de emergencias. Una voz femenina, se autoacusa de un triple homicidio. La policía llega al lugar del crimen y dicho y hecho, vemos los tres cuerpos terriblemente mutilados. Veinte años después, una cámara en movimiento nos presenta a Isabella Rossi (Fernanda Andrade), hija de María Rossi (Suzan Crowley), la mujer responsable de los crímenes. Nos enteramos entonces de que ocurrieron mediante un exorcismo y que los muertos eran dos sacerdotes y una monja. Si bien no se pudo comprobar que su madre estuvo poseída, ella fue transladada a una institución mental en Roma (porqué allí, si negaron en su momento la posesión? No se aclara, pero es obvio que tratándose de un film sobre el demonio, quedaba más pintoresco de esa manera!). Isabella, dispuesta a descubrir la verdad y con la excusa de filmar una película, viajará a Italia en compañia de un camarógrafo. Es más, logrará introducirse en un seminario sobre exorsismos en pleno vaticano y filmarlo (como si esto fuera posible!). Luego se topará con dos jóvenes sacerdotes, quienes en contra de los métodos de la iglesia y después de mostrarle como funciona un ritual ( tal vez, la única escena que impresiona desde lo visual), aceptarán ver a su madre y exorcisarla. Lo que viene después es una suceción de lugares comunes, y totalmente previsible hasta la última escena. Hay que reconocer que los rubros técnicos están bien logrados y el sonido e iluminación logran crear climas por momentos inquietantes, pero jamás llega a asustar, como es su objetivo, y los ochenta minutos que dura se sienten bastante. Como dije, es hora de que el género de terror vaya buscando nuevas ideas, pero mientras siga recaudando no será fácil convencer a los guionistas que apunten un poco más alto y arriesguen un poco más...
El falso documental y los exorcismos han formado parte varias veces de los guiones de ciertas películas de terror, pero la habilidad de los directores al tratar de plasmar una idea interesante, poco repetitiva y original, ha permanecido invisible durante muchos años. Este film, dirigido por William Brent Bell, lamentablemente no se aleja de dichas características y se convierte en una deslucida, poco terrorífica y mal rematada propuesta.
En clave de documental apócrifo, The devil inside parte del aterrador llamado telefónico a la central de emergencias del 911 que María Rossi realizara en 1989 tras haber asesinado a tres personas durante un rito de exorcismo. Desde esta premisa, veinte años después su hija Isabella contrata un pequeño equipo de filmación para retratar el reencuentro con su madre en un hospital psiquiátrico en Roma. Sin esperarlo, ciencia y religión se verán mezcladas e Isabella recurrirá a dos sacerdotes para interiorizarse acerca de los pormenores de las posesiones demoníacas. El subgénero de found footage que tuvo su gran consagración con “El proyecto Blair Witch” fue tan implementado en los últimos tiempos que ya no siempre resulta efectivo. A pesar de contar con testimonios “reales” de científicos que aportan su mirada (incrédula o confiada) con respecto a los exorcismos, nada en esta cinta termina por convencer demasiado. Que parte de la maldición radique en cierto contagio demoníaco es aún menos convincente. Sin embargo, hay que reconocer que ciertos momentos provocan genuino terror y que a pesar del escaso presupuesto, las escenas de mayor impacto visual están resueltas correctamente.
Mujer asesina poseída por el diablo; cura + científico + documentalista; cámara en mano y sustos. Una fórmula comercial más que parece funcionar bien con el asunto “exorcismos”, dado que permite aprovechar un ámbito cerrado de manera efectiva. Este film no elude ninguno de los lugares comunes de este subgénero y es, dentro de estos parámetros, efectivo e incluso (o sobre todo) efectista. En el fondo la idea e la de la lucha o la complementación entre la razón y la fe, pero el espectador se queda, sobre todo, con los sustos.
Anexo de crítica: -Podría comenzar diciendo que el film vuelve a retomar la estrategia ya demasiado agotada del falso documental, como si dicha estrategia fuese garantía de un terror mayor y más impactante. La única emoción que me producen los "falsos documentales" es el aburrimiento, y la desazonada intuición de que el realizador no sabe componer con la ficción hecha y derecha, núcleo decisivo de todo horror auténtico. Pero no vale siquiera la pena adentrarse en este terreno. El film no lo vale, es sencillamente una mala producción, mal realizada, con un desarrollo torpe y un final insultante. Lo único entretenido de ver la película fue la experiencia en la sala, oír las risotadas del público, que gracias a Dios no es idiota, y oír a la masa de espectadores expresar en voz alta sus insultos ante el imprevisto final del film, que más que un desenlace inesperado, da la impresión de que el director se quedó repentinamente sin ideas, pero enseguida se advierte que esto no es posible, no pueden terminársele las ideas a quien no ha ensayado ni una sola.-
Con casi nada adentro Así como sucedió con El juego del miedo y sus copias, el cine de terror de los últimos años viene aprovechando el éxito de la saga de Actividad paranormal, produciendo cantidades industriales de falsos documentales. Si hasta el bueno de George Romero filmó su propio ejemplar de este subgénero, la simpática El diario de los muertos (2007). Con el Diablo adentro es uno de tantos intentos fallidos de resultado de irregular a malo que pretenden seguir explotando el filo que dejó el film de Oren Peli. Este tipo de películas tiene algunas ventajas que impulsan a los realizadores a seguir produciéndolas hasta el hartazgo. En principio son muy baratas y efectivas. Además, aún son propuestas atractivas para el público que llena la sala y termina aburriéndose de lo lindo o indignándose como si hubieran sido engañados (y un poco de razón tienen). Por otro lado, la estética de película casera da una sensación de realidad que, si es utilizada con una pizca de talento, es capaz de ser muy impactante y conmovedora. Por supuesto, hacer films de este subgénero tiene algunos obstáculos que no muchos logran sortear. Por ejemplo, casi nunca se puede conseguir que sea verosímil que alguien siga filmando hasta las últimas consecuencias cuando está en peligro de muerte, con ataque de pánico o muerto de miedo. También las situaciones o las posibilidades están muy limitadas, por lo que los guiones terminan siendo tan irregulares que el film se va perdiendo entre arbitrariedades y tedio. Muchas de estas cosas suceden en el film de William Brent Bell. Con el Diablo adentro nos muestra cómo Isabella Rossi (Fernanda Andrade) se propone hacer un documental para indagar en el caso de su madre, quien a fines de los años ochenta asesinó a tres personas (curas y monjas) que le practicaban un exorcismo. Veremos a Isabella recorriendo Roma, conociendo a exorcistas y viendo exorcismos. También yendo a ver a su madre, que ha estado internada durante años en su psiquiátrico. El film comienza bastante bien, construido con ritmo, verosimilitud y hasta bastante bien actuado, hasta que llega una escena clave: el primer encuentro entre Isabella y su madre luego de 20 años. Esta escena espeluznante está bien resuelta e inquieta bastante. Sin embargo, significa el fin de la película como la conocimos en los primeros minutos. Es como si Bell hubiera empezado a dudar, y el relato se convierte en un divague, un salpicado de escenas de exorcismos, conversaciones repetitivas con curas saca-demonios y el susto inconfesable del camarógrafo. A pesar de todo esto, cierto hilo argumental continúa con algo de interés hasta un final inconcebible que destruye todo lo que quedaba en pie en el castillo de naipes que es la trama. Es que la peor falla de la película de Bell es ir de mayor a menor, no logrando intensificarse hacia el final como, por ejemplo, sí consiguen las tres partes de Actividad paranormal, cuyas impresionantes conclusiones hasta hacen olvidar las arbitrariedades e inverosimilitudes anteriormente vistas. Definitivamente no conviene develar cómo termina Con el Diablo adentro, para que el espectador se indigne por sí mismo. Estamos ante una película que se autodestruye, convirtiéndose en mucho menos de lo que aparentaba, por propia ineptitud.
Es ya del orden de lo increíble como se puede tratar de explotar con al sólo fin de los réditos económicos una estructura narrativa y una estética que dieron resultado en su momento, pero más por un trabajo de Lobby cibernético que periodístico. Me refiero a la iniciadora de este tipo de filmes como lo fue “El proyecto de la bruja de Blair” (1999), pero si sólo fuese eso hasta se podría decir que los ahora adolescentes de 15 ó 16 años en el momento del estreno de Balir Witch tenían 2 ó 3 años de edad, por lo que se infiere que para ellos la producción que nos ocupa podría ser una gran novedad, empero no solo copia a la nombrada, todo el filme, si es que se lo puede llamar así, sino que también esta plagado de imágenes ya vistas en infinidad de películas, recursos gastados de tanto ser usados, desde lo visual como las cámaras de vigilancia, o en calidad de testigo, en tanto que desde la actuación no hay actores, o sería una falta de respeto a la profesión del actor emularlos o llamarlos de la misma manera. Sólo hay dos momentos en que la desidia con que se realizo esta producción parecería haber desaparecido. Una, al principio donde quieren instalar algo del orden de la verosimilitud, esto muy mal resuelto, con una leyenda que dice que el Vaticano no autoriza la filmación de actos de exorcismo. La segunda, todo un desliz que termina generando alguna sonrisa, donde otro cartel nos informa que el Vaticano no participo en la producción de la película Encuadrada dentro del genero del terror, uno podría afirmar que el sólo acto de ser ficción constituye por definición que todo va a estar encuadrado en un mundo especifico, con claros contacto con el mundo real, pero únicamente a nivel de referencia. Por momentos este mamotreto intenta construir algo desde la estética del falso documental, pero lo abandona rápidamente. Un texto de ficción, uno bueno se entiende, no se limita a señalar lo que es verdad y lo que es falso dentro de su mundo narrativo, sino también lo que es relevante y lo que es inmaterial. Esta definición sirve para decir que todo es inmaterial. Resulta ser un gran catalogo de lugares comunes, clisés del genero, personas que logran contorsionar el cuerpo de manera increíble, que ha esta altura no asusta a nadie, y los sobresaltos en la butaca están dados por lo exabruptos sonoros. La historia comienza por ubicarnos en 1989. Una mujer en medio de un exorcismo mata a las monjas y al párroco, poseídas por le diablo. Veinte años después, su hija quiere desentrañar el estigma de su madre y viaja a Roma donde esta su madre internada en un neuropsiquiátrico. En Roma conoce a dos curas que practican e l exorcismo por fuera de las reglas de la Santa Sede. (¿Todo unos diablillos?) La madre esta muy poseídas, tanto que con unos pases mágicos ese diablo comienza a saltar de un lado a otro sin control, de un cuerpo a otro, con el peligro que entre en el cuerpo de la hija, y eso de pie a otra película. Lo que termina siendo un juego tonto, aburrido e injustificado.
Te Extraño Emily Rose! Bue... este año largamos temprano con la huevada. Una entrega más del gastadísimo subgénero de terror "Exorcismo" para tirar aún más abajo lo que venían destruyendo películas como "Anneliese", "El Último Exorcismo" y "El Exorcista: El Comienzo" entre otras. Nada nuevo, nada interesante y por momentos totalmente rídiculo. Ya me imaginaba que resultaría un producto mediocre, pero no tan malo. ¡La chica poseída (siempre es una chica) se lo quiere voltear al sacerdote diciéndole cochinadas que supuestamente él quiere oír en su inconsciente y camina por las paredes!! Wow... que original... Ah, y no olvidemos que también se puede dislocar el brazo. No cómo hizo, pero logró enojarme más que al Tano Pasman cuando River Plate descendió. ¡Qué estafa! Otra cosa, ¿alguien me puede explicar qué carajo tiene que ver la monja con cara de poseída en los carteles promocionales con la trama de la película? Es sólo otro patético recurso para engañar al espectador y hacer quedar mal a la Iglesia, cuestión que también está gastadísima en el cine. La historia se centra en Isabella Rossi, hija de la infame María Rossi que asesinó a 3 personas del clero durante un exorcismo fallido. Para entender que fue lo que realmente sucedió con su madre, se dispone a filmar un documental sobre la historia y tratar de captar en cámara una práctica exorcista real, cuestión que por supuesto logra conseguir. En un ¿curso abierto para todo el público? sobre la materia conoce a 2 curas rebeldones que exorcizan por su propia cuenta banquineando la autoridad de la Iglesia, a la que basurean durante todo el film aunque se reconocen como miembros indispensables de la misma. Menos creíbles que Clint Eastwood haciendo de travesti. Cuándo logran practicarle el exorcismo a María Rossi, se desata el apocalipsis que supuestamente es el plato fuerte de la cinta y nos matará de miedo (nunca sucede). Ni siquiera hicieron bien los deberes y se mandan algunos bolazos como poner a un sacerdote diciendo que los bebés que mueren antes de ser bautizados van directo al infierno, cuestión que la Iglesia ha desmentido hasta el cansancio. Presenta diálogos aburridos y mal actuados que sacan hasta la más mínima sensación de tensión que se podía haber provocado en el público. Final predecible y estúpido que corona 83 minutos de basura cinematográfica.
Poseídos y exorcistas, pero esta vez en un supuesto documental, recurso ya bastante usado en epidemias, horrores y poderes paranormales. Para los que gustan del género encontrarán momentos muy logrados y otros remanidos.
Publicada en la edición digital de la revista.
You have it inside! (the demon) Eso se dicen los exorcistas que buscan depurar un misterio y el alma de una mujer traumada. Estamos ante un mockumentary más del estilo “The Blairwitch project” o “REC” con un documentalista joven que registra la investigación de una joven de 25 años que viaja desde USA al Vaticano a buscar a su madre quien está internada desde hace veinte años en un loquero. Al principio la película busca establecer un punto neutral entre la creencia del exorcismo y la ciencia occidental. Algunos inserts de especialistas de cada lado en la materia surgen para dar sus opiniones pero no vuelven a aparecer. No se entiende el porque de algunos movimientos de cámara o el uso de determinados planos. El guión tiene sus puntos flacos, la historia termina de manera repentina como en “Blairwitch project” casi porque sí como si no pudiesen hacerlo de otra manera sin lograr cerrar nada de lo que fueron abriendo e intentaron mostrar. Esta película probablemente pertenezca a ese selecto grupo que ves cuando tenés trece y te gustan. Quizá si repesara algunas de las películas que me gustaron durante la pubertad las termine odiando. Pero hay algunos pasajes que determinado público puede disfrutarse o con lo que pueda divertirse. Algunos momento generan cierta tensión y algo de suspenso, pero se queda ahí. La historia se va complicando cada vez más y nunca termina de resolverse. Pareciera ser que en USA es un hit ya que costó 1 millón de dólares y hasta ahora ya recaudó más de 50 millones superando en la semana de su estreno a Misión imposible. Sin embargo está nominada para ser una de las peores películas del año.
Es sorprendente la cantidad de gente que putea públicamente a Con el Diablo Adentro. Ciertamente no es un filme redondo, pero tampoco es la abominación que todos recriminan. Hay un par de momentos interesantes - como las sesiones de exorcismos en que se ve envuelta la protagonista - y, en cuanto al resto, no hace nada demasiado terrible. En todo caso, los problemas del filme pasan por lo narrativo. La sensación reinante es que la historia fuerza los pasos para llegar a esos momentos pico de alta tensión, resintiendo la credibilidad de toda la trama. También es cierto que Con el Diablo Adentro carece totalmente de originalidad. La primera mitad es un reciclado casi textual de El Rito - otro yanqui que llega a Roma a investigar sobre el exorcismo y se adentra en la escuela especializada que mantiene El Vaticano -, a lo que se suma el enfoque de cámara en primer plano y grabando todo el tiempo a lo Blair Witch, algo que ya había intentado El Ultimo Exorcismo y abordando este mismo tema. Sigue a esto la alianza con un par de sacerdotes poco ortodoxos - los cuales realizan exorcismos por su cuenta -, y terminamos con un demonio que salta de un cuerpo a otro a lo Fallen (1998). Y todo esto está salpicado con tips informativos extractados de El Exorcista (1973), la cual sigue demostrando que es la única obra potable e imbatible sobre el tema. Como se puede ver, esto es una ensalada de influencias en donde uno puede distinguir en cada momento de qué filme previo sacaron tal o cual idea. Aún con todo eso, Con el Diablo Adentro podría haber sido una serie B pasable. Los exorcismos no son lo mas guau, pero tienen algo de nervio y están ok. En todo caso los peores problemas del filme pasan por el resto de la historia, en donde a veces la credibilidad está agarrada con saliva. Por ejemplo, en un momento vemos a un cura saliéndose de quicio e intentado ahogar a un bebito durante un bautismo - con lo cual toda la familia lo agarra, cuando no intenta boxearlo -, y a la siguiente escena el mismo tipo anda suelto y lo más campante por su casa. Del mismo modo está el inicio del filme, en donde la madre de la protagonista es trasladada de Estados Unidos a Roma (!) de manera inexplicable y archivada en una clínica siquiátrica - ¿por orden del Vaticano? ¿para qué? ¿para después abandonarla en el asilo? -. O cuando los sacerdotes que hacen exorcismos en su tiempo libre consiguen una sesión en la clínica con la madre de la chica... y los doctores los dejan a solas, con total disponibilidad de inyectarle las drogas que se les de la gana (o iniciar un exorcismo a escondidas). No sólo hacen todo eso, sino que después le muestran la filmación al director del hospital y termina por apoyarlos. Como puede verse todas éstas son situaciones absolutamente artificiales, planteadas únicamente como punto de partida para la escena siguiente; lástima que la gente no reacciona como personas reales (o normales), y la lógica brilla por su ausencia. Ciertamente Con el Diablo Adentro no es horrible, pero sí es insatisfactoria. Jamás agrega nada nuevo al tema, y todo lo que hace se ve apurado y poco consistente. Los personajes son totalmente anónimos, y son simplemente figuritas de carne y hueso que el libreto manda de aquí para allá a la espera de que en el medio ocurra algo. Tampoco la cámara POV aporta la tensión que el relato precisaba, aunque aquí las sesiones de exorcismo están mejor coreografiadas que en El Ultimo Exorcismo. En todo caso Con el Diablo Adentro es mera rutina de filme para cable, hecho con algo más de presupuesto en escenarios internacionales; pero carece de shock y misterio, y termina siendo una pérdida de tiempo y recursos sobre un tema que daba para mucho más.
Del productor ejecutivo de la saga "Actividad Paranormal" (Steven Schneider) nos llega esta propuesta similar dirigida por el no muy conocido realizador William Brent Bell ("Sobreviviendo", título que se lanzó en 2006 directo a DVD), quien se puso al frente de un proyecto cuyo objetivo es asustar pero lamentablemente no logra su cometido. Filmada íntegramente con cámara en mano, la película -una suerte de falso documental- se desarrolla a fines de 2009, casi 20 años después de un hecho que sacudió la vida de Isabella Rossi (interpretada por la actriz brasileña Fernanda Andrade). El 30 de Octubre de 1989, cuando la joven tenía 8 años, su madre María (Suzan Crowley) confesó -en la llamada que ella misma realizó al 911- haber asesinado brutalmente a tres personas (dos curas y una monja) durante un exorcismo aparentemente llevado a cabo en su propia casa. Tras el hecho, la Iglesia se involucró y trasladó a la mujer a Centrino, un Centro Psiquiátrico ubicado en Roma, donde donde la mujer se encuentra apartada para determinar si está mentalmente insana o si está poseída por un demonio. En la mencionada capital italiana transcurre la historia que sigue a la protagonista durante su investigación, con la que busca conocer la verdad de lo ocurrido esa noche. Durante su estadía, asiste a diversas clases en la Escuela de Exorcismos del Vaticano (entidad que no autoriza la grabación de este tipo de prácticas), donde conoce a dos jóvenes curas (Simon Quarterman y Evan Helmuth) que realizan exorcismos clandestinos con métodos no convencionales que combinan ciencia y religión. Ella les pide ayuda para curar a su madre pero en el proceso, todos se enfrentan cara a cara con más de un demonio. Siempre hay público para este tipo de producciones. La premisa, en sí, no es mala sino que está muy desaprovechada porque "Con el Diablo Adentro" falla en su principal aspecto, la trama, que resulta poco creíble.
Conecta los cortes La reproducción del llamado al 911, donde la sra. Rossi (¿o el espíritu malvado de ella?) asevera que mató a tres personas es un interesante comienzo en Con el diablo adentro otra propuesta para el ya trillado género de posesiones demoníacas hecha film. Y sí, cuesta abstraerse de estas clases de películas como la gran El exorcismo de Emily Rose (2005), El último exorcismo (2010), el origen de un clásico El exorcista: el comienzo (2004) o la flamante El Rito (2011). En este caso, la obra del director y guionista William Bren Bill deja bien en claro que no hubo ninguna colaboración por parte de El Vaticano para su realización. Y vaya si se nota al escarbar en el argumento de esta película, semi destrozada por la crítica. Corría 1989 y un misterioso triple crimen envuelve un ritual liberador. Al requisar la vivienda, lo que no imagina el espectador -y aquí es donde el guión parece que se pone interesante-, es que entre las víctimas aparecerá con vida la virtual asesina: la endemoniada Sra. Rossi a quien las autoridades internarán de por vida en un neuropsiquiátrico. Veinte años después, su hija (que reside en los Estados Unidos), viaja a Roma para intentar reconstruir la cruel historia familiar y, además, entrevistar a su madre. Para ello viaja con un amigo camarógrafo, que filmará cada paso de ella transformando esta aventura en una especie de El proyecto Blair Witch en clave posesión. Dos curas serán fieles laderos de la joven para poder descifrar el porqué de la posesión de la Sra Rossi quien estalla en gritos indescifrables, deja mensajes hirientes, mueve objetos y todas las características típicas que vimos en otras pelis. Los múltiples demonios que copan el cuerpo (y alma) de la mujer irá tomando otros prisioneros y acá es otro giro interesante de la película. Aunque también la sentencia. Lo que llama la atención de Con el diablo adentro es la brutalidad de algunos pasajes (¿mal gusto?) como la escena del bautismo o las contorsiones de una posesa en un sótano. Repetimos, el comienzo dell film, atrapa, también la ambientación casi real del hecho sumado a la trama investigativa. Pero con el correr de los minutos parece que el argumento se le escurre entre las manos al director, coronado por un final abrupto, para el olvido.