De jaula en jaula Para lo que suele ser el triste nivel del terror estadounidense, la verdad es que Criaturas Nocturnas (Wildling, 2018) es una grata sorpresa aunque desde el vamos vale aclarar que hay trampa incluida porque el director y guionista responsable, Fritz Böhm, es “importado” y en función de ello se entiende la sensibilidad heterogénea de la película en su conjunto. El alemán construye un relato que arranca en el campo de los thrillers de secuestro vinculados a un encierro llevado al extremo, después invoca los engranajes del coming of age en su versión femenina, con la menstruación y la amenaza masculina como elementos centrales y símbolos de una adultez inesperada, y finalmente deriva en una fábula de horror acerca de la hipocresía y la ignorancia/ intolerancia fascistoide social mediante la iconografía de los films de monstruos en general y la antiquísima vertiente de los licántropos en particular. El núcleo de la historia es Anna (Bel Powley), una joven que pasó toda su infancia y gran parte de su adolescencia confinada a una habitación por un hombre al que conocía simplemente como “Papi” (el inoxidable Brad Dourif), el cual la alimentaba y le inyectaba todos los días leuprorelina para inhibir la secreción de estrógeno y evitar la maduración en un cien por ciento: cuando la chica le pide a su captor que la mate, ya agonizante por la sobredosis de la droga y luego de muchos años de no poder salir porque el picaporte de la puerta estaba electrificado, el hombre no tiene el valor para asesinarla y se pega un balazo él mismo que alarma a los vecinos y motiva el arribo al lugar de la oficial de policía Ellen Cooper (Liv Tyler), quien le salva la vida a ambos pidiendo una ambulancia y de a poco termina encariñándose con la muchacha a pesar del sutil desajuste cultural de por medio. Es precisamente Cooper la tutora provisoria de Anna mientras se esperan los resultados del test de paternidad, esos que por cierto dan negativo para con el secuestrador, a lo que se suman el interés romántico del hermano menor de Ellen hacia la chica, Ray (Collin Kelly-Sordelet), un personaje bizarro vestido de lobo (James Le Gros) que se pasea por el pueblito rural de turno y aconseja a la protagonista sobre la metamorfosis que experimenta a partir de la llegada de la menstruación, y hasta un intento de violación por parte de un psicópata local, Lawrence (Mike Faist), quien termina faenado de un lindo mordisco en el cuello cuando la ataca a la salida de una fiesta nocturna; episodio que eventualmente provoca que los energúmenos de la región -entre ellos el propio Papi, que parece enterado de todo el asunto desde el inicio- se organicen para dar caza a la joven como si se tratase de un perro rabioso que no merece ningún tratamiento y que hay que matar cuanto antes. La propuesta en sí no tiene nada que ver con los licántropos ridículos del pasado remoto ni con la rama adolescente del rubro símil Ginger Snaps (2000) o La Marca de la Bestia (Cursed, 2005) ni la vertiente romántica en línea con Lobo (Wolf, 1994) ni el cine de acción de Dog Soldiers (2002) ni el esquema del “asesino en serie” a lo Aullidos (The Howling, 1981), Wolfen (1981) o Bala de Plata (Silver Bullet, 1985) ni tampoco con aquel planteo cómico de Un Hombre Lobo Americano en Londres (An American Werewolf in London, 1981). Si bien por momentos Böhm hace avanzar demasiado rápido la acción y a nivel macro se puede decir que al opus le hubiese jugado mucho a favor que la trama se detuviese un poco más en determinados puntos para profundizar el desarrollo, la idea del realizador es muy interesante porque evita con elegancia la parafernalia hueca del cine púber actual (Powley es una muchacha normal -no una modelito- y todo el segmento de adaptación a la vida burguesa de Ellen y Ray esquiva esas secuencias larguísimas y redundantes de tanto drama de cotillón de “ovejas negras” escolares y demás), consigue un retrato en ocasiones poético de la sexualidad femenina (el estereotipo en cuestión, léase los cambios corporales, está muy bien trabajado ya que los diálogos son pocos y la imagen tiene preeminencia) y apunta a subrayar que la destrucción de los engaños familiares/ sociales debería ser la senda central a la verdadera adultez (incluso más importante que la partida de caza de los monigotes de derecha contra la protagonista, es el detalle de que quien se hacía llamar su padre le mintió y -por supuesto- hasta tuvo mucho que ver con la muerte de todo su linaje de antaño). Si por un lado estamos lejos del nivel de calidad del clásico freudiano del rubro, En Compañía de Lobos (The Company of Wolves, 1984), por el otro llaman la atención la simpleza y la eficacia esgrimidas por Böhm para denunciar que esto de vivir en comunidad no es más que una farsa en la que uno pasa de jaula en jaula como animal que nunca conoce la libertad…
Fritz Böhm (“Mondmann”), realizador de origen alemán, nos ofrece su primera incursión en el cine de género norteamericano con un film que tiene una propuesta interesante, la cual se va diluyendo un poco en la segunda mitad, pero que aun así resulta ser más fresco e innovador que varias de las últimas propuestas de este estilo provenientes de tierras estadounidenses. “Criaturas Nocturnas” cuenta la historia de Anna (Bel Powley), una joven que se pasó su infancia en cautiverio, bajo la mirada de un misterioso hombre al que conocía como su padre (Brad Dourif). Un día la sheriff del pueblo, Ellen Cooper (Liv Tyler), libera a Anna en plena etapa de la adolescencia, y la ayuda a comenzar una nueva vida acogiéndola en su casa, pero las pesadillas sobre unos monstruos llamados “Wildlings” interrumpen la posibilidad de una existencia normal de la pequeña Anna. Lo peculiar de esta propuesta radica en su mixtura de estilos y arquetipos genéricos, optando en primera instancia por un drama de personas secuestradas, pasando por un posible escenario de terror/fantasía que involucra entidades o seres mitológicos y finalmente un coming of age clásico, que busca indagar en las tribulaciones de una joven que comienza a experimentar cambios a nivel hormonal, personal, impulsiva y sentimentalmente. Este escenario da lugar no solo a un producto atrapante y seductor, sino que también deja espacio para la reflexión sobre la otredad, la intolerancia, el miedo a lo desconocido, y el comportamiento del individuo como masa que lo lleva a odiar o querer aniquilar lo inexplorado por el temor infundado a nivel grupal. Quizás la cinta falla en no tener una transición más armónica de un estilo a otro, pero el atractivo lo mantiene intacto hasta el final, que se presenta de manera algo convencional pero efectiva. Al principio es un relato que nos recuerda un poco a “Thelma” (2017), un thriller con varios puntos de contacto con el siguiente, pero que terminaba de redondear la historia de manera más armoniosa y menos atolondrada. Posiblemente, a “Widling” (el nombre de la obra en su idioma original) le hubiese resultado beneficioso profundizar más en ciertos momentos antes de proceder hacia la persecución desenfrenada de la criatura del título. Sin embargo, varios de estos elementos se compensan en otros aspectos, tales como la marcada estética visual, donde muchas veces es realmente predominante y logra transmitir más información mediante ella, haciendo que se incurra mucho menos en diálogos banales y los traumas físicos y los cambios corporales que atraviesa la protagonista. Realmente, resulta destacable el trabajo de Bel Powley, que representa el alma y la razón de ser del largometraje, cargándose prácticamente toda la obra al hombro. Una interpretación interesante de una actriz joven y talentosa que muestra carácter y habilidad para protagonizar una historia de esta índole. Por el lado de los efectos especiales, cabe destacar que muchas veces se ve el artilugio y se los nota deslucidos, tal vez como resultado de ser un film de bajo presupuesto, pero termina siendo una falencia que complica la experiencia cinematográfica de este estilo. “Criaturas Nocturnas” es una película con una historia poco convencional, pero que le falta homogeneizar más el tono de los distintos aspectos del relato al igual que un desarrollo menos precipitado para ser una obra superior. No obstante, termina brindando una experiencia placentera gracias a la inspirada interpretación de la protagonista.
Criaturas nocturnas cuenta la historia de Anna quien pasó toda su infancia encerrada en una habitación, bajo el cuidado de un misterioso hombre al que conocía como papá . Un día la sheriff del pueblo, libera a Anna y la ayuda a comenzar una nueva vida acogiéndola en su casa, pero las pesadillas sobre unos monstruos comeniños llamados “Wildlings” interrumpen la posibilidad de una vida normal. Lo primero que se escucha en esta producción canadiense, opera prima del director Fritz Bohnm, es una voz que nos cuenta sobre el potencial villano de esta película. Esa voz pertenece nada más y nada menos que a Brad Douriffconocido por dar vida a Chuckyde la saga Child’s play. Como un cuento de terror que pasa de generación a generación Criaturas nocturnas empieza de manera terrorífica escapándole al principio al lugar común y ofreciendo una cuota de sutil perversión. Es en esos primeros quince minutos donde se encuentra lo mejor de esta propuesta, ya que lo que muestra podría ocurrir realmente. El hecho de que el director se apoye sabiamente en el trabajo de Douriff es un acierto ya que el actor le aporta su cuota de locura e intensidad a su personaje, algo así como que lo hace de taquito. Si después no siguiera la historia, ese comienzo quedaría como un muy recomendable cortometraje. Pero lamentablemente la historia sigue y a pesar de los esfuerzos de la convincente Ben Powley en el papel principal de Anna, una chica que va convirtiéndose en mujer, la trama se estanca en el típico cuento de crecimiento ya mil veces visto, como un coming of age a lo Carrie pero con una tradición similar a la nórdica. El terror no pasa por escenas de sus sustos o de miedo sino por una intriga que genera tensión ya que se sabe qué ocurrirá pero no se puede detener. Lo malo es que su director no logra despegarse de las innumerables películas que tratan el mismo tema. A pesar de sus niveles de producción correctos en donde destaca la fotografía de Toby Oliver, esta producción se conforma con ser una historia chiquita que conoce sus límites y sacando su potente principio, no pretende nada más. Y un párrafo aparte merece Liv Tyler. Actriz poco valorada que cada vez que aparece un trabajo suyo en los cines sorprende. No tanto por su papeles sino porque su imagen nos hace recordar una época en la que ella era una de las figuras más atractivas y llamativas del mundo del espectáculo, una actriz que supo dar varios momentos icónicos para la retina del espectador. En los últimos años pareciera que prefirió mantener un perfil bajo, metiendo proyectos independientes e incursiones al género de terror como el caso de la excelente Los extraños (2008, Bryan Martino). Esta película producida por ella trae de nuevo a una actriz que debería haber tenido mejor suerte. Su rol más allá de otorgarle un nombre para ser vendido al mercado es interesante ya que al principio el espectador puede suponer que al verla viviendo con un adolescente es una madre pero en realidad se trata de su hermano. A pesar de que el director deja bien en claro eso en la boca de sus personajes es imposible no pensar lo contrario debido a las acciones que cometen. Es un cambio bienvenido si pero no quita que este mal llevado. Con todo esto dicho The windling no pasara a la historia como una gran película de terror, ni tampoco será recordada como uno de los mejores trabajos de Liv Tyler quien es lo más destacable de esta producción. En todo caso se trata de historia interesante dentro de las miles que se estrenan durante el año en la cartelera.
Hay películas que sorprenden, algunas para bien, otras para mal, y en el caso de “Criaturas Nocturnas”, inclasificable propuesta de género, su potencia visual y narrativa la destacan sobre todos aquellos estrenos que hemos tenido este año en materia de terror y miedo. Con el regreso de Liv Tyler a la pantalla (en doble rol, protagonista y productora) y una criatura simil “lobo” que se las trae, su confuso arranque a lo “The Room” no haría vislumbrar el aluvión de adrenalina que luego se impregnaría a todo el relato.
Los primeros 15 minutos de Criaturas nocturnas son de lo mejor del año. Todo comienza con el primer plano de la boca de un adulto contándole a una nena la historia de los Wildlings, unos seres peludos y de uñas largas que acechan afuera y se comen a los chicos. Con ese argumento –y el picaporte electrificado- el hombre, al que la chica llama “papi”, la mantiene encerrada durante años. Cuando lega a la pubertad, le inyecta drogas para retardar la maduración física: pocas veces el terror más comercial llega a tal nivel de sadismo y perversión. Pero después la película rumbea hacia otro(s) lado(s). La larga secuencia inicial culmina con el intento de suicidio de él y la posterior liberación de ella. Toda una vida encerrada en una habitación tiene sus consecuencias, como por ejemplo que no sepa qué es una mamá ni mucho menos qué es la menstruación. Anna (Bel Powley) queda a cargo de la sheriff del pueblo, Ellen (Liv Tyler). De allí en adelante, y durante sus buenos minutos, la película abraza el relato madurativo mostrando el ingreso de Anna a la vida social y amorosa, para luego reingresar en la esfera de un terror si se quiere más “social”, con la transformación de ella en la criatura del título y la idea del peligro a la otredad como gran eje. Criaturas nocturnas tiene ecos de otra película con el término criatura en su título (Criatura de la noche: Vampiros) y también de la saga Crepúsculo, con toda una subtrama romántica con el hermano menor de Ellen. Así de amplio es el marco de referencias de este film tan ambicioso como falto de temor al ridículo. Hay mil cosas para achacarle, desde la inexplicable velocidad madurativa de Anna (que pasa de no entender nada a comprender todo en un 15 minutos) hasta una pulsión por acumular situaciones y vueltas de guión en cada escena o esos flashback que rompen con el punto de vista. Pero el realizador alemán Fritz Böhm se las ingenua para construir un film original (siempre dentro del panorama semanal de estrenos, desde ya), atrapante y entretenido. Las sutilezas y profundidad psicológica habrá que buscarla en otro lado.
“Criaturas nocturnas”, de Fritz Böhm Por Ricardo Ottone Un padre le cuenta a su hija pequeña una historia antes de ir a dormir. Es una historia que contiene una advertencia acerca de los peligros del mundo como suelen pasar en muchos cuentos infantiles. Una Cautionary Tale como las llaman los anglosajones donde monstruos, fieras o brujas son metáforas de los peligros reales y cotidianos. El monstruo de la historia es un Wildling, una criatura humanoide, peluda y carnívora que acecha en los bosques como el que rodea la casa aislada en la que viven. Así arranca el film y a medida que avanzan esos primeros momentos vamos viendo que en esa relación entre padre (Brad Douriff) y la hija Anna (Bel Powley) hay indicios de que algo no anda bien. El padre no deja a Anna salir al exterior y la mantiene encerrada en su habitación aislada e ignorante de lo que pasa en el mundo. Con el correr de los años intenta por medio de medicación retrasar su maduración sexual. La situación se descalabra, Anna termina en un hospital y Ellen, la Sheriff del pueblo (Liv Tayler), se la lleva a vivir con ella y su hermano menor Ray (Collin Kelly-Sordelet) hasta que su situación se aclare. Ya sin la vigilancia del que se supone era su padre, Anna empieza a experimentar visiones y cambios en su cuerpo, a descubrir que las historias no eran completamente metáforas y que los Wildling no solo parecen ser reales sino que podrían ser la explicación detrás de los trances y las transformaciones que está sufriendo. Criaturas nocturnas es un un híbrido, un film de terror y a la vez una historia de crecimiento, un coming of age un poco más inusual y doloroso. Se trata del derrotero de la protagonista por descubrir quién es realmente, encontrarse con aquello en ella que está silenciado, negado pero latente. Anna tiene una doble faceta, una desprotegida que tiene que ver con su humanidad desamparada y otra peligrosa que es la de su verdadera naturaleza animal que empuja para salir a la superficie. El propio cuerpo y sus transformaciones son una fuente de terror, la adolescencia, la madurez y la sexualidad como algo temido que puede despertar un poder amenazante. Algo que remite a un clásico del género como Carrie (1976). Aquí también la primera menstruación se presenta como un hecho que precipita los acontecimientos trágicos por venir. Pero a pesar de este lado salvaje, está claro que Anna es una víctima y el narrador tanto como el espectador se ponen de su parte. También está claro para la sheriff y su hermano que, a pesar de los problemas en que Anna involuntariamente los mete, van a hacer lo posible por ayudarla. Son sus cazadores los verdaderos villanos, una banda de fanatizados en la mejor tradición de la turba con antorchas del horror clásico, quienes ven en ella algo incomprensible y por ende maligno. Como es habitual, no son los monstruos sino los humanos las criaturas de temer. El alemán residente en Estados Unidos Fritz Böhm hace un prometedor debut cuya mayor debilidad es cierta previsibilidad. Aun así, el relato atrapa y logra que uno se interese por la suerte de su protagonista, de quien la joven Bel Powley hace una interpretación creíble e intensa. Y por supuesto siempre es un placer ver al gran Brad Douriff en acción, quien compone a un padre en principio amoroso y compasivo pero con una arista siniestra que se va revelando paulatinamente. La película tiene un gran comienzo con las escenas de padre e hija en una atmósfera de fantasía y cuento de hadas oscuro. Después de eso pasa a recorrer caminos más conocidos y transitados. Hay una preeminencia de los efectos físicos que remite al terror de los 70 y 80 y ciertos elementos propios de ese cine (los pueblos chicos, los bullys, las fiestas adolescentes) pero sin abusar de ellos para convertirlos en clichés. Criaturas nocturnas es una película de bajo perfil, que no necesita apelar a sobresaltos ni a la saturación de citas. Entretenida y eficaz, está más bien concentrada en los personajes y en los climas, donde se intuye la voluntad de generar su cometido con herramientas legítimas. Lo cual en el panorama del cine del género que se estrena habitualmente no es poca cosa. CRIATURAS NOCTURNAS Wildling. Estados Unidos, 2018. Dirección: Fritz Böhm. Intérpretes: Bel Powley, Liv Tyler, Brad Dourif, James Legros, Collin Kelly-Sordelet. Guión: Fritz Böhm, Florian Eder. Fotografía: Toby Oliver. Música: Martina Eisenreich, Paul Haslinger. Edición: Matthew Rundell, Robb Sullivan. Dirección de Arte: Mary Lena Colston. Producción: Celine Rattray, Trudie Styler, Liv Tyler, Charlotte Ubben. Diseño de Producción: Lauren Fitzsimmons. Distribuye: BF Distribution. Duración: 92 minutos.
Criaturas nocturnas tuvo la buena intención de hacer algo diferente con el cine de terror pero su ejecución resultó fallida y es una lástima porque la trama tenía potencial. En esta producción el director Fritz Böhm propone una fusión de géneros similar a lo que hizo Neil Jordan en su obra maestra, En compañía de los lobos (1984). Una película que tuvo la originalidad de brindar un coming of age femenino dentro del Dark Fantasy, que tomaba elementos de los cuentos de hadas y el horror gótico. En ese caso la trama adaptaba una versión más oscura del relato de Caperucita roja, donde los elementos fantásticos se trabajaban como una simbología del despertar sexual de la protagonista. La película de Böhm amaga en un comienzo con desarrollar esta propuesta por el mismo territorio y la primera media hora donde se presenta el personaje principal es muy buena. Hasta ese momento el film cuenta con una sólida interpretación de Bel Powley y la participación de Brad Dourif, la clásica voz de Chucky, el muñeco diabólico, quien nunca decepciona aunque trabaje en roles secundarios. La labor del director sobresale en el primer acto cuando establece la agobiante realidad de una chica de 16 años, quien pasó la mayor parte de su vida encerrada en un ático y de repente se ve obligada a tener que adaptarse a la sociedad. La exploración de la angustia adolescente y el despertar sexual, sumado a las habilidades sobrenaturales que adquiere la protagonista durante su desarrollo en la pubertad, construyen una película interesante. Cuando Criaturas nocturnas apuntaba a brindar un buen espectáculo, el tono de la narración del director cambia abruptamente, de un modo desconcertante, a una trillada historia de monstruos, y el film se vuelve mucho más tonto. El coming of age con elementos de fantasía se desecha a la basura y nos encontramos de la nada con una propuesta absurda y sangrienta que arruina el desarrollo que había tenido el rol de Bel Powley. Queda la sensación que editaron dos películas que no tenían nada que ver entre sí en un mismo relato y el resultado final es decepcionante, ya que no hay un desarrollo orgánico entre la exploración de la sexualidad femenina de la primera parte y el desquicio bizarro del acto final. Una Liv Tyler anestesiada, como si estuviera aburrida de actuar en este film pese a que es la productora, y efectos digitales lamentables terminan por sepultar una historia que había tenido un comienzo prometedor. Criaturas nocturnas se deja ver en la televisión, si no tenés algo mejor que hacer, pero no la recomendaría para pagar una entrada al cine. ver crítica resumida
Lo primero que hay que destacar sobre Criaturas nocturnas, es que no es una película de terror. Sino un thriller con elementos sobrenaturales. Aclarado esto, debo decir que no me terminó de convencer. Se queda a medio camino todo el tiempo. Arranca de manera muy parecida a Room (2015) pero no se llega a capturar ni transmitir ese clima. Lo que sí está bueno del principio es la repugnancia e intriga que causa el personaje interpretado por Brad Dourif. La ópera prima de Fritz Bohm no logra conjugar bien los elementos de fantasía. Su error es no marcar una mitología clara. Deja muchos espacios en blanco para que el espectador llene, y sucede que no hay ganas de hacer eso. Sin embargo, hay algunos planos muy bien logrados. La fotografía es pintoresca y hace zafar a unos VFX bastante medio pelo. En cuanto al elenco, nadie termina de convencer. Ni la protagonista Bel Powley ni Liv Tyler, quien viene medio de capa caída en los últimos años por papeles poco relevantes. Sin dudas lo mejor del ensamble es Dourif. Hay un par de puntos de giro que están bien llevados, pero la mayoría es bastante previsible. En definitiva, Criaturas nocturnas es una película pobre que no logra cumplir casi ninguna de sus propuestas.
I am Wildling La ópera prima de Fritz Böhm tiene un arranque que combina a la perfección lo siniestro con lo perverso. Un padre le narra a su pequeña hija una historia de terror sobre seres mitológicos que se comen niños en la oscuridad del bosque. Sucede que esa niña está encerrada en una casa en medio de una enorme arboleda prisionera de este señor. Detrás de este intrigante comienzo Criaturas nocturnas (Wildling, 2018) vira en el segundo acto hacia la estudiantina con la clásica historia del salvaje –en este caso una niña pre adolescente- que debe incorporarse en sociedad. El mito de Tarzán en una chica que se enamora y le hacen bullyng para desarrollar de forma salvaje el universo femenino. Pero la historia vuelve a virar hacia un relato mítico en el tercer acto, con la transformación física alejada del género de terror convencional para adquirir dimensiones existenciales. Ella empieza a encontrarse consigo misma y tiene que aceptar su origen monstruoso para, en el último acto, luchar por la supervivencia de su especie. De este modo la película se distancia del interesante inicio, se olvida el trillado desarrollo y se anima en la segunda mitad a surcar horizontes inexplorados por el terror. Lo más flojo de la película es la desdibujada participación de Liv Tyler como la policía con rasgos maternales que la apadrina justo cuando varios la consideran peligrosa y tratan de encerrarla. La hija del cantante de Aerosmith se corre del rol que acostumbra interpretar y no es casual, porque la película explora el costado doloroso del mundo femenino: la niña le hace frente a los compañeros de colegio que la hostigan, a los hombres que la miran con asombro y hasta a su propio padre/tutor que no puede aceptar su condición, mientras experimenta las desgarradoras transformaciones en su cuerpo. Criaturas nocturnas es una película atractiva aunque tenga desniveles en sus actos que no ayudan a considerarla de manera positiva. Sin embargo, cuenta con las virtudes de un cine independiente de exploración de la identidad y la sordidez del terror menos rutinario.
Una nena vive en una habitación rústica y su único contacto con el exterior es el paisaje boscoso que ve a través de los barrotes de un ventanuco. Un hombre, al que ella llama Daddy, es la única persona con la que tiene un vínculo: él se encarga de alimentarla y de enseñarle lo que quiere que sepa sobre el mundo. Anna no puede salir: el picaporte de la puerta está electrificado. Daddy le explica que es para que evitar que los Wildlings, unos seres peludos, de enormes dientes y largas uñas, entren a comérsela. Porque ella, le dice, es la última nena que queda: todos los demás fueron devorados. Al principio, Criaturas nocturnas parece seguir los pasos de La habitación y contar una historia al estilo de la de Natascha Kampusch, la austríaca que pasó su adolescencia secuestrada por un pedófilo. Pero la opera prima del alemán Fritz Böhm termina revelándose como una metáfora de la pubertad y el despertar sexual. También, como para estar a la moda, admite una lectura feminista, donde el poder femenino aparecería como una amenaza para la estructura patriarcal. En ese sentido, Anna no está sola: su benefactora en el masculino pueblito montañés donde transcurre todo es la comprensiva sheriff que interpreta Liv Tyler. No es el único apellido ilustre del elenco: el ambiguo Daddy está a cargo de Brad Dourif, una leyenda del cine de género que hizo la voz de Chucky. El es uno de los tantos nexos de Criaturas nocturnas con el viejo y querido cine clase B. Los efectos especiales de bajo presupuesto, que combinan imágenes por computadora con maquillaje y prótesis, coquetean con la bizarría: es difícil hacer una película de hombres -o mujeres- lobo con poco dinero sin afectar un poco la credibilidad del asunto. De todos modos, aquí el inconveniente está en un guión que, luego de un comienzo aceptable, toma un rumbo errático y da unos giros que arruinan lo bueno que se había construido hasta entonces.
Un coming of age fantástico y siniestro. No podríamos resumir mejor esta cinta, que con los términos del subtítulo de la nota; ya que la ópera prima del alemán Fritz Böhm, atraviesa tres momentos (o mutaciones), como su protagonista. Comencemos con la etapa siniestra: al mejor estilo La Habitación, la película nos muestra a una niña, Anna, que vive encerrada en un desván. Su supuesto padre la alimenta, y le enseña a leer; también le cuenta historias amenazantes, como que afuera existe una especie de criatura salvaje que come a pequeños en el bosque. Bajo este influjo, y temor, la niña va creciendo hasta llegar a su pubertad y cada vez hace más preguntas a su captor, quien por momentos no sabe cómo dominar la situación. A tal punto que cuando Anna le pida morir, dado que se encuentra pasada de medicación y semi inconsciente, en un rapto culpógeno el hombre intentará suicidarse. Es así que la policía descubrirá a la joven cautiva. Y aquí pasamos a una segunda etapa, la de la coming of age. Bajo la supervisión de la sheriff del pueblo, Ellen Cooper (Liv Tyler), Anna comenzará a experimentar lo que es la vida “normal”. Comienza a ir al colegio, a relacionarse con sus pares y de esta manera a auto descubrir su cuerpo y sus emociones. También conocerá al hermano de Ellen con quien vivirá toda una historia de amor. En este tramo de la película hay un cambio bastante abrupto de registro, que va de lo perverso y oscuro del rapto a las vicisitudes que puede atravesar cualquier adolescente. Todo para culminar en una odisea fantástica (si, la tercera etapa). Este momento estará signado estrictamente por lo físico, ya que Anna gradualmente irá asumiendo sus cambios corporales y su verdadera esencia salvaje. Irá mutando, transformándose y aceptándose. Se dará cuenta que ella es esa criatura atemorizante que alimentaba sus pesadillas de niña. Y aquí el relato nuevamente cambia de tono. Ahora la transición es de la coming of age a la leyenda, el folclore local, donde la dialéctica entre cazadores y presa estructuran la acción. Este movimiento en tres actos, también se puede leer como una metáfora de los cambios que atravesamos en esa etapa donde debemos tomar decisiones que definirán nuestro comportamiento de adultos. Criaturas Nocturnas es una cinta ambiciosa, tantas idas y vueltas no dejan madurar del todo la historia (narrativamente hablando), así como los puntos de vista. Pero vale rescatar que nunca pierde ritmo y que sus giros nos sorprenden más de una vez. Asume un grado de libertad que le otorga una bocanada de aire fresco al género.
El hombre lobo puede ser una loba Este jueves el lugar de la película de terror semanal lo ocupa Criaturas nocturnas, de Fritz Böhm, que representa un nuevo paseo cinematográfico por la tierra de los hombres lobo, uno de los temas clásicos del género. Su principal aporte está dado por el carácter de relectura de la licantropía en clave femenina. Un gesto de modernidad perfectamente consciente, que en su mitad inicial aborda el tema de la construcción de la propia identidad más allá del corset binario. La película comienza con un padre bastante oscuro, interpretado por el siempre intimidante Brad Dourif, que le cuenta una historia de terror a su pequeña hijita Anna. Es la historia de los Wildlings, monstruos que habitan en los bosques y se comen a los niños. El hombre parece disfrutar del miedo que el relato provoca en la nena, pero aún así tiene con ella gestos cariñosos. Eso no le impide mantenerla cautiva en su propio cuarto, cerrando la puerta con llave, poniendo barrotes en las ventanas o electrificando el picaporte para reprimir en ella el deseo de salir. Cuando Anna tenga su primera menstruación y el padre comience a inyectarla en la panza todas las noches, quedará claro que lo que busca es mantenerla siempre niña. Sin embargo hay dolor en ese intento y cuando la chica, ya adolescente, le pide que la libere del sufrimiento, el padre no consigue matarla y termina pegándose un tiro en la cabeza. Como si se tratara de una versión extrema del cuento de Blancanieves, ese acto que debería haber significado su muerte acaba convertido en el de su liberación. El descubrimiento traumático del mundo exterior, cuando es encontrada por la policía, es también para Anna el descubrimiento de ser mujer. Estos hechos permanecerán unidos en su crecimiento y ambos impactarán en ella con una crueldad mayor que aquellos represivos cuidados de los que su padre la hacía objeto. Que su maduración sexual acabe liberando un monstruo que hasta entonces había permanecido encadenado dentro de ella, funciona bien como metáfora de los cambios que operan durante esa dura transición entre la infancia y la adultez que es la adolescencia. Una metáfora que, también debe decirse, tampoco es demasiado original: toda la saga Crepúsculo orbitaba en torno a esa idea, aunque aquí se le da un uso mucho menos conservador. Lejos de la culpa moralista de las novelas de Stephanie Meyer, la protagonista de Criaturas nocturnas lucha con quienes la rechazan por su derecho a ser quien es y consigo misma para aceptarse en su particularidad. Todo esto suena fantástico y hasta cierto punto del relato lo es. El problema es que en algún momento asoma lo peor de la clase B (los lugares comunes, las resoluciones esquemáticas, un discreto diseño de producción que empobrece la puesta en escena) y todo lo bueno de Criaturas nocturnas se va diluyendo en un final discretamente feliz que no marida nada bien con el espíritu oscuro que ordena la mejor parte de la película.
Criaturas nocturnas comienza como una historia de cautiverio. Un hombre alimenta a una niña de grandes ojos azules mientras esa mirada virgen de miedos y permeable a los castigos atisba tras las rejas de su prisión el mundo que le está vedado. Como heredera de los "niños salvajes" que poblaron la mitología científica de la Europa continental de fines del siglo XVIII y principios del XIX -al estilo Víctor de Aveyron y Kaspar Hauser-, la joven Jane se integra al mundo desde una corporalidad en ciernes, que pugna en su interior junto a los despertares que la cultura de un pueblo rural tiene interés en ver domesticados. Criaturas nocturnas sigue, entonces, como la historia de ese repentino encuentro entre lo que irrumpe con furia y lo que debe ser negado. La ópera prima del alemán Fritz Böhm, filmada en los Estados Unidos, sigue la estela de los despertares adolescentes devastadores, desde Carrie hasta Criatura de la noche. Lo que sigue es tal vez lo más evidente de la película: la recurrencia de una exposición de lo visible de manera redundante, la afirmación de lo monstruoso en los contornos de la apariencia exterior. Sin embargo, el viaje de Anna desde el encierro a la liberación es más complejo cuando se configura en el revés de sus grandes ojos azules, cuando la mirada que teme es la que está del otro lado de las rejas.
Según le explican a la pequeña protagonista en la escena inicial de este film fantástico, el "wildling" al que se refiere el título original es una criatura con uñas largas y dientes afilados como cuchillos que se come a los niños. Pero esa chica, que vive encerrada por un demente que le cuenta esas historias, no tiene que temer precisamente al wildling. Esta película es original en varios sentidos, por el ejemplo la estrategia narrativa que provoca que hasta casi la mitad el espectador no sepa si se trata de un psychothriller o de una historia de licantropía. Hay una parte muy interesante de "Wildling" que recuerda a clásicos del cine de arte como "Kaspar Hauser", de Werner Herzog, o "El niño salvaje", de François Truffaut. Pero el director y coguionista, Fritz Bohm, finalmente se centra en una especie de licantropía y la existencia de seres sobrenaturales en los bosques norteamericanos, con buenas imágenes y actuaciones de Liv Tyler como la policía que encuentra a la nena, y del siempre ominoso Brad Dourif como el hombre que la tiene secuestrada. Más allá de que la mezcla no siempre cierra, "Criaturas nocturnas" es una buena película fantástica, y no sólo de terror, que sabe cómo combinar su historia ancestral con temas contemporáneos.
Wildling es la enésima cruza entre pubertad y licantropía. El cine fantástico tiende a llevar a los extremos un cambio hormonal tan importante en el ser humano para demostrar el tortuoso camino que suele significar para hombres y mujeres, y de esa exploración suelen florecer excelentes exponentes del género como lo es la maravillosa Ginger Snaps. El debut cinematográfico de Fritz Böhm es una gran carta de presentación al mundo cinéfilo, que demuestra un gran ojo para la fantasía, pero su primogénito de celuloide es víctima de decisiones arbitrarias del guión que debilitan lo que podría haber sido un proyecto mucho más potable.
Con un comienzo prometedor, la pequeña Anna se encuentra en la cama oyendo las historias de un hombre al que conoce como su padre (Brad Dourif). Los cuentos son terroríficos para alguien tan pequeña. El hombre, tan oscuro y sombrío como el cuarto de la niña, relata con detalle anécdotas acerca de los “Wildlings”, criaturas de largas uñas y dientes que se comieron a todos los niños, mintiéndole al decirle que sólo queda ella. Lo que descubriremos luego es que Anna vive encerrada en ese cuarto, bajo llave y peligro de golpes de electricidad si intenta salir. Conforme va creciendo, su padre, le inyecta una dosis de un medicamento que retarda su crecimiento. Las cosas no terminan bien en esa casa (no voy a spoilear) y la Sheriff Ellen Cooper interpretada por Liv Tyler la encuentra en un estado lamentable y la lleva a vivir con ella y su hermano, hasta que todo se aclare, aunque Anna sigue teniendo unas horribles pesadillas. La ópera prima de Fritz Bohnm (también parte del guión) se desvanece con el correr de los minutos...lo que prometía terror y suspenso se convierte en una historia algo extraña, mezcla de licántropos y “coming of age”, donde comienzan a aparecer sentimientos desconocidos para ella. Aunque que no me convenció, visualmente atrapa y las actuaciones de Tyler y Bel Powley como Anna joven son buenas. ---> https://www.youtube.com/watch?v=4tzkBlDMS6E TITULO ORIGINAL: Wildling DIRECCIÓN: Fritz Böhm. ACTORES: Liv Tyler, Brad Dourif, Bel Powley. GUION: Fritz Böhm. FOTOGRAFIA: Toby Oliver. MÚSICA: Paul Haslinger. GENERO: Terror , Drama . ORIGEN: Estados Unidos. DURACION: 92 Minutos CALIFICACION: Apta mayores de 16 años DISTRIBUIDORA: BF + Paris Films FORMATOS: 2D. ESTRENO: 18 de Octubre de 2018 ESTRENO EN USA: 13 de Abril de 2018
Criaturas Nocturnas: Un flamante engendro. Llega un drama de terror fantástico a los cines argentinos que abarca referencias conocidas del género pero que presenta originalidades interesantes. Una historia realmente cautivadora, mayormente hacia el final, trajo el primer largometraje dirigido y guionado por Fritz Böhm a quien habrá que seguir sus pasos. Este drama de terror fantástico nos entrega la historia de una joven llamada Anna, la cual tiene una infancia confinada. Empieza como si fuera Room (2005) pero más directa, con un padre interpretado por un genial Brad Dourif que custodia a la pequeña Anna. Él le cuenta una historia a Anna sobre una especie de monstruo, el Wilding (Título original de la película) el cual es la razón de porque ella está ahí encerrada tantos años de su vida. La película se enfoca más en el drama, relacionándose con el terror psicológico más que sustos y sangre. El comienzo es una elipsis constante de la hija creciendo por lo que vale aclarar que si no quieren ningún tipo de spoiler no deberían seguir leyendo, aunque igualmente el giro dramático se ve venir a lo lejos como un barco lejano acercándose a la costa. Durante el film la trama no recorre más que a Anna (Una estupenda Bel Powley) teniendo visiones mientras intenta tener una vida “normal”, sin estar encerrada. Siendo rara a veces, como si tuviera una mutación a lo X-Men escuchando cosas bastante lejanas. Estos cambios en su manera de ser los vemos con situaciones clásicas de una joven adolescente en Estados Unidos, con detalles antes vistos; fiestas en donde va la protagonista a sufrir la socialización obligatoria que otorga el mundo real, los bullys que molestan a un joven, en este caso hermano de la Alguacil Ellen (Liv Tyler) que rescata a Anna, y la relación dificultosa de Anna con él y demás particularidades que refieren a Carrie (1976) pero sin lo sangriento. El ritmo del film quizá sea algo lento por momentos, con un misterio bastante predecible, pero que luego al ser revelado el secreto que cubre la oscura niñez de Anna, las circunstancias que suceden resultan bastante originales. Como mencionamos, algo a rescatar es que sea la primera película del director, pero además hay que resaltar a la espectacular actriz Bel Powley como Anna, mostrando varias facetas con sus ojos gigantes expresivos, y compromiso con su personaje, habrá que seguirle el rastro como buen lobo cazador. También tenemos a Liv Tyler siendo Ellen, la alguacil que acompaña y ayuda a Anna, con ese tono tranquilizador pero cansino, a lo Arwen en El Señor de los Anillos. Y además al mencionado Brad Dourif como “Daddy”, el cual aparece al principio y hacia el final del film, pero cuando lo hace no queda para nada mal parado. El director no parece estar enfocado en el terror o lo gore de diferentes situaciones sino más bien en la adaptación de la joven Anna al mundo, a su cuerpo, y lo que le pasa, vinculado a la traumática niñez que tuvo. Ella es la que se destaca, ella es por la que vale la pena darle una oportunidad a este film, con su evidente y destacado arco de transformación. A pesar de tener efectos especiales malos que no molestan tanto, posee un maquillaje aceptable que acompaña la parte final del film lleno de originalidad que aumenta el ritmo denso que tuvo en el segundo acto de la película. Con un desenlace digno de poseer secuelas.
Hace un par de años se estrenaba en nuestro país una inquietante pieza iraní de terror psicológico llamada “Una chica regresa a casa sola de noche” (Ana Lily Amirpour, 2014). En ella el enigma sobre el personaje central se iba construyendo con pequeños indicios que trazaban una línea muy fina entre lo real y lo fantástico, hasta que finalmente terminaba inclinando la balanza a favor de esto último. Un poco en esta tesitura pretende instalarse la producción canadiense que se estrena esta semana. “¿Quieres que te cuente una historia?” Estas palabras, así leídas en este párrafo, remiten a un tierno abuelo a punto de contar un cuento para irse a dormir y provocan cierta ternura. Pero escuchadas al comienzo de “!Criaturas nocturnas” de una de las formas más oscuras, , espeluznantes que el género recuerde en mucho tiempo, causan escalofríos que se subrayan ante primer plano de Papi (Brad Dourif), cuyo perfil queda recortado en ese ambiente lúgubre y oscuro. La historia que le cuenta a Anna (Bel Powley) es tan macabra que no extraña verla aterrorizada. El objetivo es lograr que ese miedo operante en la niña sirva de anclaje a esa suerte de celda en la cual está confinada. Está claro que Papi pretende que la niña nunca salga de allí. El primer tercio transcurre en esta atmósfera muy bien instalada por el berlinés Fritz Böhm. Su opera prima cuenta con elementos narrativos que sin volverse gráficos construyen una enorme intriga alrededor de esta situación, jugando a una saludable dualidad ya que no sabemos si lo que Papi cuenta es o no cierto. De no serlo estaríamos frente a uno de esos casos de secuestro familiar al estilo Josef Fritz y también eso funciona. El afuera construido desde adentro resulta casi un personaje más a fuerza de planos abiertos, cerrados y la utilización de los silencios mezclado con sonidos naturales. Anna crece de niña a adolescente viviendo bajo el yugo de lo incierto. Su primera menstruación bien podría ser un punto de giro ya que todo cambiará a partir de ese momento. Aquí el trabajo de Bel Powley resulta fundamental y realmente se pone la situación al hombro, acompañada de éste gran actor, Brad Dourif, de quien recordamos fabulosos trabajos, como uno de los internados en “Atrapado sin salida” (Milos Forman, 1975), o aquél despreciable alguacil de “Mississippi en llamas” (Alan Parker, 1988), por mencionar sólo un par de papeles secundarios en su extensa carrera. Hasta ahí las flores. El primer tercio. Luego, lenta e inevitablemente, la cosa se va desmadrando en un guión que no logra mantener la vara de su propia propuesta. Se va alejando de todo lo armado hasta ese momento, casi negándolo. Abandona a su suerte no sólo al personaje central exponiéndolo al mundo externo a partir de un suicidio que sale mal (¿?!), sino también a los pocos personajes secundarios, incluida una Liv Tyler haciendo de policía comprensiva, y una historia de amor sumada a otra de “pertenencia a una especie” que no tienen sustento dramático ni generan interés mayor. Al cometer ese despropósito injustificado todo deja de importar. El espectador se ve expuesto a la ejecución de lo escrito, nada más. Un manual básico de este tipo de producciones que puesto en valor sólo deja ver una metamorfosis vacía y sin sustento. En lugar de inclinar la balanza con paciencia para atravesar esa línea fina de la cual hablábamos en la referencia del principio, Fritz Böhm decide patear el tablero y cambiar hasta de público, dirigiendo su película a los adolescentes fanáticos de la saga Crepúsculo y otras por el estilo. Los diálogos que podían antes formar parte de ese universo, suenan ridículos y mueven a risa. Lo mismo sucede con las impostaciones gestuales, los efectos especiales, y el resto de la producción. No será lo último de todos modos. El realizador tiene el tupé de instalar todo para una continuación en una escena final tan predecible como burda. La harán seguramente. Y la van a estrenar, aunque para entonces los espectadores que hayan visto la primera todavía permanezcan en la butaca tratando de quitarse la expresión de incredulidad
Es una película sorprendente en muchos aspectos. El debut de Fritz Bôhm como director y co-guionista junto a Florián Eder, no podía ser más auspicioso. El film que comienza con un sombrío policial, con una niña secuestrada por un hombre que la mantiene totalmente aislada por años, diciéndole que la protege de lo salvaje y que trata de retrasar su desarrollo hormonal de pubertad con inyecciones que la llevan a un coma, tiene un suspenso y un clima muy logrado que luego deviene en otro tema. Del policial al terror, aunque la película es difícil de etiquetar. Puede ser tomada como una alegoría sobre la pubertad, hasta lanzar una teoría sobre la fuerza de lo femenino en leyendas que nunca antes se dieron a conocer. En el durante, la adolescente comienza a descubrir un mundo nuevo, la pasión y la transformación de su cuerpo, la manifestación de sus instintos. Todos los elementos dosificados, con información retaceada, la aparición de personajes sospechosos, un grupo de cazadores desalmados, la perversión y la bondad en cuotas justas para mantener en vilo al espectador, con sorpresas y vueltas de tuerca. Bien dirigida, con gran nivel de fotografía, buenos efectos y convincentes actuaciones. La protagonista, la joven Bel Powley, secundada por Brad Dourif, Collin Kelly-Sordelet y especialmente por la siempre bella Liv Tyler, una de las productoras de la película. Entretiene, desconcierta, esta muy bien hecha y es un lujo para los buscadores de un terror que lo tiene, pero no la define totalmente.
El desarrollo en los primeros minutos resulta bastante interesante y se encuentra llena de suspenso e intriga resultando inquietante, donde vemos a la hermosa y tierna Anna (Bel Powley, logra una interesante interpretación), que por alguna razón se encuentra encerrada en una cabaña por un hombre (Brad Dourif, se aprovecho poco su participación) que la alimenta, le inyecta una medicación y por protección la tiene cautiva. Pero el tiempo pasa y un día algo sucede en esa casa, interviene el alguacil Ellen Cooper (Liv Tyler, “Los extraños”) que decide liberarla y que tenga una vida normal. A partir de ese momento conviven juntas bajo el mismo techo y se transforma en una tierna relación maternal. Comienzan a suceder una serie de situaciones donde participan otros personajes: Ray Cooper (Collin Kelly-Sordelet), y Lawrence (Mike Faist), entre otros Se va mezclando el terror, la fábula y la fantasía. Contiene mucha acción, una buena construcción de personajes sólidos, visualmente brinda una buena paleta de colores y fotografía, no asusta, pero mantiene la tensión, por momentos decae un poco y lamentablemente no logra mantener el ritmo, aunque seguramente será del interés de los seguidores del género y nos deja un final abierto. Tiene algún hilo conductor con el film “As boas maneiras” (2017) de Marco Dutra y Juliana Rojas.
Afirmar que Criaturas nocturnas es una hermosa historia mal narrada suena menos como un elogio que como un epitafio. Sin embargo, siempre hay una fuerza latente en las promesas no cumplidas, y en ese punto se concentra lo mejor de este primer largometraje de Fritz Bohm. No puede decirse que el director y guionista no haya calibrado la magnitud del relato que se proponía contar. Al contrario, todo indica que era muy consciente de estar elaborando una especie de leyenda contemporánea a la vez inquietante y melancólica. Una mirada hacia el lado salvaje de lo humano. Si bien sería una exhibición de malos modales críticos adelantar siquiera un poco de la trama, pues implicaría atentar contra parte de su misterio, resulta evidente que uno de los problemas de la película es que tiende a ser demasiado elusiva al principio y demasiado explícita al final. A Bohm no le alcanza con su delicada sensibilidad para sostener la belleza y el suspenso que exige su fábula. Las precauciones que tomó para que Criaturas nocturnas no se pareciera a una copia invertida de la saga Crepúsculo, en vez de evitarle la tentación de complacer al público adolescente, lo hizo tropezar con sus propias dudas estilísticas y narrativas. Bohm filma de un modo elegante y eligió muy bien el elenco, sobre todo a la protagonista, Bel Powley, y también a Liv Tyler, que resulta más creíble como una policía con instintos maternales que en cualquiera de sus antiguos roles juveniles de chica sensual. Lamentablemente, la suma de partes buenas no da siempre como resultado una buena película. Hay una falla en el tono, una distensión progresiva por la que el misterio se va degradando en una serie de escenas de acción dramáticamente insulsas, aunque siempre cargadas de cierta poesía visual y simbólica. Por supuesto, no está ni cerca de ser cine de terror. La tensión del principio se disipa bastante pronto y nunca se recupera, porque al director le interesaba otra cosa que no pudo lograr.
Todo lo que sabemos de Anna es que es una niña que ha sido criada en el encierro, al cuidado de un hombre sumamente misterioso al que identifica como su padre. En un vínculo particular, extrañamente perturbador, que rápidamente nos hace acordar a la historia de cautiverio de la ganadora del Oscar “The Room”. Anna crece no solamente privada de su libertad sino que su “carcelero” ha hecho todo lo posible para que ella no tenga ningún elemento para poder conocer algún dato sobre sus orígenes ni sienta la necesidad de salir al exterior. Para cumplir con su objetivo, Daddy ha pasado las noches sembrándole el pánico, contándole historias sobre criaturas de dientes afilados y garras puntiagudas que deambulan por el bosque al acecho de niños que terminarán comiéndose: los Wildlings. Un hecho trágico hará que Anna quede al cuidado de la agente Ellen Champney en quien encontrará contención frente al hecho ocurrido y además representará para ella un hogar temporario: será el principio de comenzar a ejercitar su libertad, asistir a clases en un colegio y poder relacionarse con sus pares y fundamentalmente entablar un vínculo con el hermano de Ellen, Lawrence, por quien se sentirá sexualmente atraída. Lo atractivo en “CRIATURAS NOCTURNAS” son los giros permanentes que va dando la trama, y aunque para los conocedores del género, en algunos casos resulten algo previsibles, lo interesante es que la película va mutando en los climas y en su propuesta, sin perder el concepto de cine de género en donde se instala. En un primer momento, será importante reflejar el a Anna en esta nueva etapa de descubrimiento de la libertad, que ocurre además en plena adolescencia lo que juega como una especie de “coming of age” en ese doble tránsito que hará la protagonista –de niña a mujer, de prisión a libertad-. Pero apenas la historia instale a Anna en su nueva vida, rápidamente aparecerán los cambios tanto psicológicos como físicos, mientras vaya descubriendo ciertas pulsiones que la habitan y que irán develando su verdadera identidad, su verdadero origen. Fritz Böhm construye un filme con un ritmo que no decae en ningún momento y que logra crear un clima enrarecido y un suspenso creciente. Claro está, que dentro del género hay ciertos cánones a seguir y ciertas reglas a las que Böhm se atiene estrictamente, por lo que a los fanáticos del género puede parecerles que esta historia ya ha sido contada cientos de veces y que el director, en un envoltorio visualmente atractivo, no presenta ninguna otra idea novedosa. Por el contrario, para aquellos que no fanatizan con el cine estrictamente de terror, “CRIATURAS NOCTURNAS” puede parecer un acercamiento interesante al mundo interno de Anna y su descubrimiento en la criatura que ella desconocía ser. Visualmente muy atractiva y con buenos efectos especiales, la solidez que puede entregar esta ópera prima, reside particularmente en la elección de Bel Powley como su protagonista excluyente. La actriz de enormes ojos celestes, que brilló en “Diary of a teenage Gil” y en la comedia “Carrie Philby”, muestra una nueva faceta y da cuenta de que puede imponer su presencia en la pantalla. Brad Dourif como Daddy, desde su aparición hace ya más de cuarenta años en “Atrapado sin Salida”, vuelve a entregarse a un personaje desequilibrado, al que nos tiene acostumbrados y que genera, sobre todo en la primera parte del film, el clima necesario para instalar la historia. Liv Tyler como Ellen, la agente de policía que intentará rescatarla, luce demasiado acartonada y no logra encontrarle resolución a su personaje. Un papel que no conviene develar, para aquellos espectadores que todavía puedan asombrarse si no son fanáticos del género, le da a James Le Gros una buena posibilidad de lucimiento. Y en definitiva, a la propia “CRIATURAS NOCTURNAS”, el vehículo para sumirse en algunas escenas que bordean lo onírico, lo fantástico y un clima particular en donde Anna descubrirá que las historias de los Wildlings que le contaban de pequeña, no estaban tan alejadas de la realidad. Y para cuando esto le haya sido revelado, su cambio más profundo, ya ha sido (casi) completado.
RETORNO SALVAJE Esta ópera prima del alemán Fritz Bohm resulta un plato extraño de digerir, con una premisa que puede resultar familiar, el clima y la fotografía de los relatos góticos y finalmente un tono existencial que encaja dentro de la estructura del film. Sin embargo, no todas sus facetas se encuentran integradas con solvencia dentro de un guión que parece abandonar algunos personajes y extraviarse en la última media hora a pesar de un final satisfactorio. En primera instancia, esto es lo que podemos decir de Criaturas nocturnas, película que por momentos abraza al cine Z aunque la carencia de humor y la búsqueda existencial hacia el final terminan dándole un tono solemne, que se puede leer en el subtexto como la afirmación de la femineidad, entre otros elementos que se desgranan por el bullying, el abuso y la incomprensión a la que es sujeta la protagonista. Sin lugar a dudas la introducción es magnética a pesar de la previsible sospecha de que se oculta información tras las apariencias: con un clima perturbador vemos cómo un hombre cría a una niña bajo el encierro sin aparente explicación, lo cual remite más a películas como La habitación (2015, Lenny Abrahamson) antes que al relato fantástico que finalmente es. Cómo las piezas se van uniendo y entendemos lo que realmente sucede resulta en el mejor segmento de la película, la intriga se sostiene con maestría y el clima opresivo da el aire enrarecido hasta el trágico final. Es casi un cortometraje en sí mismo. Todo lo que ocurre luego no está a la altura y resulta irregular, aunque narra cómo esa niña, ya adolescente, que aparenta encerrar un secreto terrible, termina afirmando su derecho a existir. El camino hasta que eso ocurre implica la adopción en un hogar de hermanos que sobrelleva la oficial de policía Ellen (Liv Tyler) con su hermano Ray (Collin Kelly-Sordelet) y su adaptación a una vida normalizada por instituciones como el colegio o el club de deportes. Pero late en su interior la ansiedad por encontrar las auroras boreales que residen en su memoria inexplicablemente y una metamorfosis que es advertida de forma cada vez más pronunciada por sus afectos y ella misma hacia un “wildling”: una especie de bestia que se asemeja a una mezcla de hombre lobo y Neanderthal que no estaría fuera de lugar en un cuento de hadas. Pero claro, aquí la bestia o el “monstruo” no es otra cosa que el ser humano, invirtiendo el tópico de forma casi explicita, como cuando el “wildling” que ve Anna (buen trabajo de Bel Powley) es en verdad la transfiguración de un compañero acosador que pretende violarla. Esta proyección, que también implica el miedo a aceptarse como es, lleva la película a su punto crítico y existencial, hasta el desenlace de confrontaciones con su pasado. Uno de los problemas que mencionábamos es que no integra narrativamente todos los elementos con la misma solvencia que lo hacen películas como Criaturas de la noche (2008, Tomas Alfredson), con la cual no sólo comparte un título traducido prácticamente igual, sino también algunas temáticas: el despertar sexual, el bullying, la inversión monstruo-hombre y la aceptación de la identidad como un proceso doloroso que lleva a abandonar el mundo conocido a sus protagonistas. Pero el descuido de personajes como el de Tyler, que pierde relevancia hasta resultar accesorio, y un clímax atropellado y torpe para una confrontación final que es más simbólica que otra cosa, la distancian de la joya de Alfredson. Sin embargo los climas, el trabajo visual y una curiosa mitología hacen de Criaturas nocturnas un film interesante con un promisorio director.
Los primeros minutos son dignos de una apetecible película de terror; una secuencia de horror que une una pequeñita de rostro y ojos increíblemente expresivos y un hombre (Papi) de cara poco confiable y voz enferma, que la asusta diciéndole que afuera hay una Bestia que come niños y por eso ella no puede salir. Las siguientes secuencias acentúan la amenaza y el temor de la chiquita. Después viene algo peor: como la nena quiere salir a pesar del miedo a la Bestia, intenta abrir la puerta y el picaporte descarga electricidad. La nena comprende que es mejor casa que quemaduras lacerantes. Ya adolescente, el terror remata con inyecciones aplicadas por Papi, que van a detener su posibilidad de convertirse en mujer. Papi es malo y como ve que ni con las inyecciones puede impedir el cambio, intenta suicidarse. Hasta aquí el cuento de horror, la verdad que óptimamente manejado. Pero después viene lo que le pasa a la chica en su contacto con la realidad, porque mientras Papi va al hospital una sheriff la lleva a vivir con ella a la casa y comienza a ir a la escuela. HIBRIDO INQUIETANTE Desde un comienzo que recuerda a "La habitación", con Brie Larson, la estupenda película en que una joven abusada es retenida cautiva por años con el pequeño hijo que tuvo con el violador, el filme pasa a desarrollarse como "Carrie", con las cargas de bullying escolar naturales en una chica poco acostumbrada a la escolaridad. Después hay un impase panteísta de amor por la naturaleza que la jovencita siempre añoró desde su celda-hogar, la amistad con el hijo de la sheriff y con un cazador de lobos, de presencia excéntrica. La ultima parte trae la aparición fantástica y un cambio que no revelamos, que arma este rompecabezas poco claro. Filme entretenido, que con un guion más coherente y siguiendo la línea inicial de horror psicológico hubiera dado mayores réditos, "Criaturas nocturnas", dirigido por el alemán Fritz Bohm, desafortunadamente se bifurca en su objetivo. Abre su argumento en varios brazos y uno no sabe si quiere metaforizar el cambio de la adolescencia con su extrañamiento en actitudes y captación de la realidad, subrayar la fuerza femenina en la lucha con la adversidad o dar un marco real a una mutación fantástica que ocurre al final. EXPRESIVA MASCARA El filme tiene buen ritmo, atrae a pesar del desajuste del guion y tiene actuaciones destacadas de Bel Powley y Brad Dourif (Papi), el actor de "Duna" y "El señor de los anillo", que aporta su expresiva máscara y esa voz que da miedo y que le prestó a Chucky en varias producciones. Los efectos especiales, sólo correctos, y una iluminación bastante oscura, impiden en la parte final apreciar en detalle algunos momentos del desarrollo. Opera prima con defectos pero promisorias inquietudes.
Buenas actuaciones y una mejor dirección hacen despejar todas las dudas que a priori pueden surgir. Esta opera prima del director alemán, demuestra que todavía hay ideas nuevas por explorar y explotar. El director alemán Fritz Böhm hace su debut en largometrajes llevando a las pantallas de todo el mundo: Criaturas Nocturnas (Wildling), una película de terror y suspenso que cuenta la historia de Anna (Bel Powley), una niña criada en cautiverio y alejada de todo ámbito social bajo la leyenda inculcada por su propio padre (Brad Dourif), de que una mitológica bestia la mataría. Una serie de sucesos inesperados harán que Anna vea la verdadera luz de la sociedad por primera vez, todo bajo el asilo y la ayuda de Ellen Cooper (Liv Tyler), la sheriff del pueblo en donde transcurre la historia. Ellen deberá hacer todo lo posible para lograr que Anna pueda involucrarse en una comunidad estable, mientras que la jovencita se enfrentara a la leyenda con la que creció toda su vida, en maneras que no esperaba hacerlo. Siempre hay sorpresas cuando hay películas que intentan combinar géneros como este caso. Algunas, la mayoría, resultan ser bastante malas y olvidables, y otras, como en esta ocasión, resultan ser bastantes atrayentes para los amantes de ambos géneros, que andan con ganas de ver cosas nuevas. Criaturas Nocturnas es el perfecto ejemplo en donde una narración concisa y sin dar vueltas argumentales demasiado rebuscadas, cumple con su propósito principal. Hay un misterio que se va resolviendo mientras corre la película, desarrollada con una naturalidad muy pocas veces vista en el último tiempo. Suele haber un apuro desde el guion, de despejar dudas, resolver asuntos, y no tomarse los tiempos necesarios para el desarrollo de una problemática, situaciones fundamentales e incluso de personajes. Esa paciencia, le da un toque distintivo y maduro al filme, que los pone por sobre otras superproducciones que no les interesa el desarrollo en lo más mínimo. Hay solo una cuestión que hace un poco de ruido. A la hora de la “transferencia” entre la persona que nunca se relacionó con el mundo exterior y la que al final termina siendo, ahí los tiempos se ven realmente acelerados y muchas veces con elipsis que hacen dudar al espectador, sobre todo por la rapidez con la que cambia la situación de Anna. La fotografía, el montaje y relato, construyen un ambiente de suspenso y misterio que realmente resulta envolvente. Desde el primer momento de la película se explica una situación en la que todo parece un relato absurdo y poco creíble, lo buena mano del director no solo hace que las dudas iniciales se desvanezcan, sino también, que se disfrute de una nueva historia en los cines. Ya bien conocida es la capacidad actoral de Liv Tyler, una actriz que de a poco va pudiendo despegarse del mote de “La hija del cantante de Aerosmith”. Por nombrar algunos casos en particular, Tyler participó en la trilogía de El Señor de los Anillos (2001-2003) y tuvo un papel, no menor, en el MCU al interpretar a Betty Ross, la enamorada de Bruce Banner/Hulk. En esta producción, es sin dudas la actriz que funciona para primero que nada, vender la peli en un mercado más amplio pero lejos esta de ser la protagonista principal. Si bien en su papel está muy bien, sin altibajos en su labor y otorgando un papel más que convincente, la gran beneficiada por esta película es sin dudas Bel Powley. La joven actriz brinda una actuación descomunal y se banca que la peli deba centrarse en ella y cumple con creces. El papel que le tocó a Powley no era nada fácil, sobre todo desde el convencimiento para con el público y la verdad es que brilla desde el primer momento que aparece en escena. Realmente el solo hecho de que ella esta en la película, hace que ésta valga la pena verse. Lo que si, al solo ser ellas dos las que tienen un papel importante dentro del filme, el resto del elenco carece de importancia y por momentos hasta que pueden pasar desapercibidos algunos personajes que son presentados en un principio con una importancia relativamente mayor. Criaturas Nocturnas termina siendo una película totalmente disfrutable. Buenas actuaciones y una mejor dirección hacen despejar todas las dudas que a priori pueden surgir. Esta opera prima del director alemán, demuestra que todavía hay ideas nuevas por explorar y explotar.
El primer largometraje de Fritz Böhm, Criaturas salvajes, es un drama con tintes sobrenaturales escrito junto a Florian Eder y protagonizado por Bel Powley. Anna (Bel Powley) es una niña que vivió toda su vida encerrada bajo el cuidado de su padre (Brad Dourif) quien le afirma que el mundo se está acabando y que ella es la única niña sobreviviente. A través de la ventana puede ver una imagen recortada del bosque que, en conjunto a las cosas que le cuenta su padre, le hacen temer al afuera y a la presencia de un supuesto monstruo. Hasta que un día este hombre no puede más consigo mismo ni con ella y la deja sola hasta que es encontrada en esa situación. La primera, y más interesante, parte de la película se enfoca en la salida al mundo exterior, al mundo real, por parte de quien no sabía siquiera de su existencia, algo parecido a lo que sucede con el personaje de Jacob Tremblay en La habitación. Una sheriff, Ellen (Liv Tyler), le cede momentáneamente un espacio en su casa y le enseña de qué va todo aquello que sería normal para cualquier chica de su edad: una adolescente a la cual se le empiezan a despertar cosas internas. Lamentablemente a medida que el film avanza va perdiendo interés y empieza a presentar inverosimilitudes varias, como muchas que tienen que ver con el hecho de que Anna nunca conoció nada ni nadie del mundo exterior fuera de su padre y no se aprecia el necesario nivel de asombro y sorpresa que generaría una salida así. De hecho, más allá de que sólo se puede quedar con la policía momentáneamente, imaginamos que por unas semanas (hasta que llegue una prueba de ADN), se ve introducida de repente al mundo de los otros adolescentes del pueblo y la reinserción no resulta demasiado problemática (por ejemplo, sin razones la invitan a una fiesta). Por otro lado, cuando el film empieza a dejar de lado el drama familiar y se introduce en el terreno que realmente le interesa pierde mucha fuerza de la mano de una historia que se va tornando cada vez más ridícula aunque predecible. Un cambio brusco que se puede notar incluso en la estética. Aunque se la siente desaprovechada, Bel Powley (Diario de una chica adolescente) logra salir airosa con su interpretación, a la cual su rostro aniñado de ojos grandes ayuda, y Brad Dourif (más conocido por su voz gracias a haber sido siempre el muñeco Chucky) también se destaca en sus momentos, especialmente en la primera parte, como ese padre extraño. El resto resultan anodinos, incluso Liv Tyler, quien además es productora ejecutiva de la película.
Acercamiento al pasado La cuestión es que a la media hora la película se viene abajo por su propio peso. Si viste al menos cinco películas de este género (thriller según la descripción; con tinte fantástico le agrego yo) en tu vida, ya sabés cuál va a ser el giro de la trama. El principal problema de Criaturas nocturnas (Wildling) es que, por un lado, ofrece casi todo la idea general de lo que tiene para mostrar en el trailer; y luego, que nunca da nada diferente fuera de lo que se espera descubrir cuando ya de entrada todo lo que imaginás o sospechás al respecto del secreto del personaje principal te es mostrado sin ninguna intención (o tal vez nunca se pudo llegar a ese punto desde el planteamiento de historia y personajes, vaya uno a saber) En un momento, tal vez, pecando de inocente espectador, o porque le puse un poco de onda y quise darle una oportunidad, intenté creer que el planteo fue desde un inicio no ir con una sorpresa sino más bien mostrar sin reparos quién es quién y de qué va el personaje de la niña cautiva; pero no, nada; toda la carne (nunca mejor usado el término, creo yo) está en el asador. Liv Tyler tiene un desempeño correcto y sirve para atraer público, no mucho más que eso. No más que decir del resto del elenco. Si menciono a Bel Powley es porque protagoniza, pero no da una interpretación magistral y bueno, tal sea porque no es el tipo de género para ello o, en todo caso, no se hayan enfocado lo suficiente, como ya adelanté al principio, en trabajar la cuestión dramática que se presenta a pesar de las intenciones del director primerizo Fritz Böhm, quien también coguiona en esta, su primera experiencia al mando del barco. Más bien va en camino de trazar un paralelismo con la obsesión con cierto misticismo religioso por medio de la imagen del agua y el bautismo como “renacimiento” y la sangre como indicio de crecimiento y desarrollo adulto, con todo lo que implica en términos religiosos. Probablemente una crítica solapada, o no tanto, a este tipo de creencias que no siempre ayudan en la formación de la persona, con su peso emotivo penitente.
Esta es una película de terror donde alguien descubre un monstruo interior. Ese “alguien” es una joven que vivió toda su vida encerrada en una casa, criada por un “padre”. Cuando ese cautiverio se acaba, sale al mundo y descubre cosas terribles. Descubre el mundo y a sí misma. Lo que hace de esta película algo aparte del cine de terror más o menos a reglamento es que utiliza el género para ir más allá, para metaforizar acerca de los dolores de crecer, de pasar de la adolescencia a la adultez, de aceptar lo que cada uno es. En estos casos se corre el riesgo de que la metáfora sea demasiado evidente y termine ahogando el cuento, que vale por sí mismo. Aquí no ocurre y el equilibrio entre la fantasía y lo real se mantiene durante todo el metraje, con algunos momentos de mucha belleza y fuerza expresiva. Un film más original de lo que parece, de esas pequeñas películas que justifican el cine.
Corre, Anna, corre Fuerte en imágenes, inconsistente en el guion, Criaturas nocturnas toma de excusa a la licantropía para regodearse en la inadaptación de los diferentes. Mezcla de drama y horror, Criaturas nocturnas, el film debut de Fritz Böhm, es otro episodio de la licantropía en el cine que alude a la discriminación y pone énfasis en la actuación de su personaje central, allí donde la película se lleva todos los méritos. El inicio es confuso. Con ecos a la aclamada Room (Lenny Abrahamson, 2015), Böhm nos muestra un ático en donde una pequeña vive encerrada, recibiendo periódicas visitas de un adulto (Brad Dourif, condenado a personajes retorcidos) a quien llama Daddy, que la alimenta y le inocula historias sobre monstruos que viven fuera de la casa, los Wildling, que dan el título original de la película. A medida que crece, en Anna crece también su deseo de escapar de la habitación, cuyo cerrojo Daddy ha dejado convenientemente electrificado. Toda la primera parte de Criaturas nocturnas es la más sugerente, con un suspenso que sobrevuela a esa cabina aislada en el medio del bosque, siempre en penumbras, cortesía de la buena dirección fotográfica de Toby Oliver. Anna es interpretada por las pequeñas actrices Arlo Mertz y Aviva Winick, hasta que al llegar la adolescencia el rol es ocupado por la británica Bel Powley, cuyo imperturbable rostro, mezcla de horror y estupefacción, es la imagen icónica del film. Cuando Anna tiene su primer período se estremece; Daddy la convence de que está enferma y le aplica inyecciones en el abdomen para retener su crecimiento. Inevitablemente, la tensión entre ambos lleva a un conflicto que acaba con la internación del supuesto progenitor y la protección de Anna a cargo de la sheriff Ellen Cooper (Liv Tyler, también productora del film), que representa la faceta sensata de esa pequeña locación del Midwest donde se desenvuelve la historia. Fuera de la habitación, entregada a una vida normal, el devenir de la adolescente no será mucho más fácil. La rareza de Anna no pasa desapercibida a sus nuevas compañeras de colegio, que esencialmente la segregan, pero la chica encontrará consuelo y la promesa de un romance en Ray (Colin Kelly-Sordelet), el hermano menor de Ellen. Anna alterna entre la socialización y ceder a sus impulsos carnívoros, la naturaleza del licántropo que anida y progresivamente la va comiendo por dentro. En esta instancia, Böhm podía haber cedido a hacer algo más frío, salvaje y moroso, como la excelente cinta nórdica Cuando despierta la bestia, de 2014 (la respuesta de licántropos a la celebrada Déjame entrar, de 2008), pero en cambio pone el foco en la transformación del personaje y su lucha interna, con deudas más claras a films clásicos como Carrie y El hombre lobo americano. En ese sentido, el film de Böhm adscribe menos a una genealogía de la licantropía que a la comprensión del diferente, y a toda la violencia que en cierto tipo de comunidad esa diferencia genera. La persecución de Anna, un personaje inocente, transforma a Criaturas nocturnas en un film de acción moral que pone al espectador inmediatamente del lado de la víctima. Ray y Ellen son los únicos personajes humanos en una sociedad más carnívora que la propia bestia, y nuevamente el mito de King Kong se actualiza en una cinta contemporánea. Böhm erra cuando inserta imágenes más dignas del realismo mágico que de una película de suspenso. En ese punto, todas sus buenas ideas se diluyen y Criaturas nocturnas se acerca peligrosamente a una versión paralela de Crepúsculo. Pero aun cuando la trama no acompaña, la performance de Bel Powley, sugerente, por momentos impresionante, adorna al film de una odisea digna para el espectador.
Critica emitida por radio