Como comedia dramática Despedida de soltera es muy buena, pero como comedia pura deja mucho que desear. Se tratan temas como la bulimia, la sobredosis, la promiscuidad, la discriminación, la frustración, el aborto, los prejuicios, la drogadicción, entre otros, atenuados con gags divertidos que por lo que les sucede a sus personajes (excelentemente representados actoralmente)...
La boda de mi peor amiga Tres amigas acuden a la despedida de soltera de una vieja amiga de la secundaria (a la que solían molestar desde adolescentes) esperando irse de juerga, pero cuando la novia decide hacer un festejo discreto y medido, ellas buscarán divertirse a su modo, lo que pondrá en peligro la boda...
Parcialmente salvaje La comparación es tan inevitable como lógica: Despedida de soltera tiene, desde su misma nominación, más de un punto de contacto con ¿Qué pasó ayer?. Pero lo que allí era zafado y descontrolado, aquí da la sensación de que es más bien puritano. Porque, sí, se habla -y se ve- alcohol, drogas, algo de sexo, pero es como si todo estuviera manejado y pulsionado por la directora debutante Leslye Headland. Becky (Rebel Wilson) está a punto de casarse con su novio, por lo que sus amigas del secundario viajan para ser las damas de honor. El tema es que la noche anterior, deciden salir a hacer una despedida de soltera...sin la novia. No pasará demasiado para que el asunto pierda el rumbo y las tres (Kirsten Dunst, Isla Fischer y Lizzy Caplan) tengan que recorrer Nueva York con el vestido blanco destruido. Comedia de enredos básica, cargada de personajes unidimensionales y estereotípicos, Despedida de soltera pierde la oportunidad de rendirse a lo salvaje e incorrecto para quedarse en la tibieza de los terrenos ya conocidos. Una lástima.
Damas de deshonor Con una tradición de films masculinos sobre despedidas de solteros detrás, -Despedida de soltero (Bachelor Party, 1984), ¿Qué pasó ayer? 1 y 2 (The Hangover, 2009; 2011)-, Despedida de soltera (Bachelorette, 2012) propone la mirada femenina sobre el mismo tema e incluso se permite ir un poco más allá. Sin embargo, la comedia no está lograda con la misma espontaneidad que en aquellas y muchas escenas resultan poco convincentes. Aún así el film se distingue por su tono irreverente y el cinismo de las tres protagonistas, que terminan mejorando algunas fallas estructurales. Becky (Rebel Wilson), Gena (Lizzy Caplan), Reagan (Kirsten Dunst) y Katie (Isla Fisher) son cuatro inseparables amigas que se conocen desde el secundario. El anuncio de la boda de Becky las reúne nuevamente, aunque todas tendrán sus prejuicios a la hora aceptar que su amiga “gorda” se casa primero que ellas. La despedida no resulta de la mejor manera y el vestido de la novia termina sucio y destrozado a causa de un chiste malintencionado. A pocas horas de la boda las tres damas de honor deberán solucionar este problema, pero no sin antes pasar por las más impensadas situaciones, agravadas por la droga y el alcohol. Tampoco faltarán, por supuesto, reencuentros amorosos, strippers y sexo casual en el medio. Ninguna novedad propone Despedida de soltera en cuanto a una estructura ya harto conocida: la noche de la despedida todo pareciera peligrar y poner en riesgo el normal desarrollo de la boda, las cosas que van sucediendo son un entrelazado de situaciones delirantes y absurdas que aumentan la tensión sobre cómo se va a terminar. Lo que diferencia a esta película es que la historia personal de cada una de las tres amigas ensombrece el festejo y la alegría que supuestamente deberían compartir con su querida amiga Becky. Entonces, si bien se trata de una despedida de soltera, aquí la novia casi ni aparece porque las historias que importan son las de las otras y más aún, la relación entre ellas. Quizás el film falla cuando se preocupa por mantener una apariencia de comedia alocada cuando en realidad pretende indagar, aunque muy sobriamente, en la psicología de estas tres amigas que tienen serios problemas que resolver antes de poder relacionarse seriamente con una pareja. De alguna manera este pequeño subgénero se desestabiliza, no para mal, pero sin encontrar todavía un rumbo concreto. La película de Leslye Headland podría haber funcionado mejor si no hubiera elegido el camino de los clichés y estereotipos. La forma de proceder de las cuatro ante el casamiento genera un vínculo, una identificación con el público, si bien principalmente femenino. Si esta dirección se hubiese profundizado un poco más el film se ajustaría mejor a la mirada de la mujer (la cual, en definitiva, es la que busca) y sería así mucho más efectista y auténtico.
Hollywood parece haber descubierto una nueva forma de hacer comedia y es con protagonistas femeninas que se emborrachan, se van de fiesta, se acuestan con hombres, vomitan y se cagan encima. Todas esas cosas que antes hacían ellos ahora lo hacemos nosotras y parece que nos sale mucho mejor. Preparadas Cuando una piensa en un grupo de cuatro amigas de Nueva York que festeja el casamiento de una de ellas, automáticamente su mente se dirige a Sex and The City. Bueno, borren ese pensamiento, que a pesar de que estas cuatro señoritas están cerca de los 30 y hasta hay una pelirroja, nada tienen que ver con esos estereotipos ya pasados. Estas mujeres tienen problemas de adolescencia tardía y todo lo que quieren es divertirse. Tenemos a Regan, la organizada y controladora (Kirsten Dunst), a Katie, la tontita depresiva (Isla Fisher), a Gena, la drogona inmadura desempleada (Lizzy Caplan), y a Becky, la novia, la gorda que todas subestiman (Rebel Wilson). Todas son amigas de la secundaria que se reúnen después de un tiempo sin verse para festejar la boda de Becky. La noche previa al casamiento, todas se juntan en el hotel donde se preparan los novios para festejar y mientras Gena y Katie pretenden pasar a la noche rodeadas de tipos, drogas y alcohol, la novia y Regan quieren algo más tranquilo y relajado. Y ese es el principio del quilombo. Listas Lo que empieza como una despedida de soltera termina en un desastre atómico que incluye, vestidos vomitados, sexo en lugares públicos y ataques de bulimia. Si bien temas tan delicados como la depresión, las drogas y los desórdenes alimenticios se tocan con una liviandad propia de estos años; el espectador no puede hacer más que relajarse y reír del caos establecido. Esta es la opera prima de Leslye Headland, quien debuta aquí como directora y guionista, se nota el toque femenino en el guión, hay líneas sagaces, irónicas y ácidas que sólo las mujeres podemos llegar a valorar en profundidad. Párrafo aparte para las protagonistas que le dan más de lo justo y necesario a cada personaje. Cada mujer de esta película tiene una personalidad muy marcada y contrastante en relación al resto y eso se nota. Sobre todo si tenemos en frente buenas intérpretes como es el caso de Despedida de Soltera. Conclusión Esta película nos plantea un lugar femenino distinto. Es una chick flick guarra con minas drogadas a más no poder, borrachas y escandalosas. Con mujeres reales de 30 años que viven el paso del tiempo como una diversión en lugar de un drama biológico. Las mujeres de la comedia son una nueva realidad y siempre es bueno conocerla y degustarla, y en este caso, darle una chance.
Chicas muy pesadas Pareciera de antemano que un grupo de chicas que se comportan como varones es lo suficientemente irreverente para la decadente nueva comedia norteamericana como para ponerse a trabajar en serio en un guión más o menos gracioso y con alguna que otra idea transgresora. De lo escatológico a lo políticamente incorrecto hoy por hoy hay un paso tan insignificante que cualquier marca de originalidad queda absolutamente sepultada por la chatura intelectual de aquellos que pretenden escribir chistes o pensar situaciones delirantes para que la platea estalle en carcajadas. Despedida de soltera (Bachelorette) es una comedia de chicas rudas y zafadas que bordea la mediocridad desde el minuto 1 hasta el final y además esgrime ese comodín bastardo de la moralina porque la suciedad que remueve sobrepasa el ombligo y avergüenza a una sociedad tan conservadora como la norteamericana. Ya desde el conflicto que dispara el sinfín de situaciones se nota el acotado universo en el que se desarrolla esta ensalada rusa, mal aderezada, que solamente le puede importar al género femenino dado que todo el problema es el vestido de novia estropeado de la potencial amiga que va a casarse y que para el grupo de damas de honor -integrado por tres supuestas amigas- desde siempre era el patito feo. Este patito feo, poco agraciada en el físico, se casa con el príncipe azul tan deseado por todas sus compañeras envidiosas y eso desata el consabido camino de los celos, las envidias y los pases de factura entre cada una, así como esa inevitable reflexión especular de mirarse al espejo y reconocerse acabada, infeliz, mientras la ‘gordita´ logró ser querida y protegida por ese hombre ideal. A esa angustia de nivel superlativo se la intenta acallar con un espíritu festivo, desfachatado, donde la cocaína hace las veces de droga social y fuente de diversión y desinhibición que ante tanto tiroteo nunca llega a penetrar en el blanco y se termina diluyendo en lo anecdótico más que en lo patético. El elenco de turno para esta fallida nueva comedia producida por Will Ferrel y Adam McKey, dirigida por la inexperta Leslye Headland, reúne rutilantes féminas, graciosas de por sí, de la talla de Kirsten Dunst, Isla Fisher, Lizzy Caplan, estereotipos que van desde la organizadora y controladora a la fiestera y despreocupada, y como no podía ser de otra manera a la tonta enternecedora. Cuando en un film el reparto es el que se divierte y el espectador es el que padece la diversión hay evidentemente algo que está funcionando y muy mal; cuando el chiste interno supera al chiste sofisticado y la acumulación no es sinónimo de calidad sino todo lo contrario eso significa que estamos frente a una mala película y Despedida de soltera no es precisamente la excepción a la regla.
Una boda en apuros Una comedía que hace foco en la noche anterior a la boda de la adorable Becky (Rebel Wilson, de Damas en guerra) y sus compañeras de secundaria (Kirsten Dunst, Isla Fischer y Lizzy Caplan), elegidas como damas de honor. Al Mejor estilo de ¿Qué Paso Ayer?, pero con menos locuras, las amigas de Becky salen en busca de diversión en las calles de Nueva York, pero se encuentran con viejos amores y contratiempos. Las tres chicas, con perfiles diferentes y bien logrados, se encontrarán corriendo por Manhattan con un vestido de novia estropeado en busca de alguien que las pueda ayudar. Con momentos escatológicos, divertidos y otros de códigos (de amigas) la historia es un prolijo enredo que termina atrapando y logrando su cometido, hacer reír. La joven realizadora Leslye Headland sumerge al espectador en su ópera prima, con la ayuda en la producción del actor Will Ferrell (Locos por los Votos), quien sumó experiencia a la cinta. Los actores masculinos (James Marsden, Adam Scott, Kyle Bornheimer) pasan a segundo plano en esta historia de mujeres, que si bien puede ser disfrutada por los espectadores masculinos, apunta directamente a las mujeres. Un párrafo aparte para la bella actriz Lizzy Caplan (Un loco viaje al pasado), interpretando a una joven descarriada y despechada que intenta recuperar un antiguo novio, dejando por momentos, empañadas a sus compañeras, Kirsten Dunst (El hombre araña 3) en el papel de chica controlada y seria y a Isla Fisher (Los rompeboda) como una mujer sin timón. Rallys para salvar la boda, prostíbulos, strippers, sexo, amor, drogas y la amistad a pesar de todo, son algunos de los ingredientes de esta comedia para solteras.
La suerte de la fea Comedia negra, o mejor ácida, Despedida de soltera tiene la contra de que muchos la compararán con Damas de honor , otra comedia que rondaba el mismo escenario y fue un éxito inesperado. Aunque Despedida de soltera es una creación anterior, ya que se trata de una obra Off Broadway, cuya autora Leslye Headland adaptó ahora para el cine. Las bromas sobre sexo, discapacidades, los vómitos, las corridas y todo lo que rodea al filme, que transcurre casi enteramente durante una jornada en Nueva York -con toques de la locura que Scorsese le imprimió a Después de hora -, la hacen un plato fuerte, aunque no pesado. Y si puede pasar inadvertido el primer “mensaje” (las tres ex compañeras de colegio más agraciadas no pueden creer que la gordita de la clase se case antes que ellas, que no consiguen pareja seria o algo por el estilo), el mismo está ahí, casi durante 90 minutos. Quienes vieron Damas de honor recordarán inmediatamente a la obesa Rebel Wilson, ahora como Becky, la que se casa “con un bombón”, como mascullan Regan (Kirsten Dunst), Katie (Isla Fisher) y Gena (Lizzy Caplan). La rubia, la pelirroja y la morocha, tratando de llevar a buen puerto una despedida de soltera “tranqui” y llegar a una boda con un vestido de novia destrozado. Es ésta una de esas películas en las que las actuaciones están muy arriba de las situaciones y diálogos. Fisher ( Los rompebodas , Loca por las compras ) y Dunst, la ex chica de El Hombre Araña , cumplen, pero la que se destaca es Lizzy Caplan (una de las Chicas pesadas ) con un personaje con más vueltas que una calesita, y por ello -vaya paradoja-, el más entendible de esta comedia entre disparatada, burda, soez y pasatista.
Las chicas también se divierten Probablemente el mayor defecto que expone Despedida de soltera -rara y malograda mezcla de Qué pasó ayer y Damas en guerra- sea que no distingue lo gracioso de lo simplemente ordinario o procaz. Este enredo que Leslye Headland trajo del off Broadway al cine y corresponde al capítulo de la gula en su proyecto dedicado a los siete pecados capitales tiene mucho de vulgaridad y bastante poco de gracia. Gira en torno de una boda, claro, y pone en escena a las ex compañeras de secundaria que serán las damas de honor de la novia más inesperada: la obesa y mansa Becky, que de ser la candidata menos pensada para llegar al altar antes que sus amigas resulta la primera favorecida por el azar. Las especialidades de las chicas -aparte de los tragos, el sexo y las drogas, a los que dedican sus principales energías y casi todas sus conversaciones- son la maledicencia y la diversión a costa de otros, incluso sus amistades. Y la oportunidad de ponerlas en práctica llega con la despedida de soltera que se encargan de preparar. La pobre Becky quiere una fiesta tranquila; como podrá imaginarse, las tres ex compañeras no están muy de acuerdo, ya que lo menos que puede esperarse de comedias como ésta -y ese objetivo parece estar todo el tiempo presente en la mente de la libretista y directora- es el atrevimiento, la crudeza y la desfachatez indispensables para demostrar que han sido capaces de llegar más lejos en esos terrenos que los más celebrados exponentes de esta rendidora "incorrección". Total que, además de las esperadas borracheras y sus desagradables consecuencias y de la esperada dosis de desenfreno sexual, la fiesta deriva en otras complicaciones, como por ejemplo el casi irrecuperable estado del vestido de la novia, corolario de una de las muchas salvajes ocurrencias de sus temibles damas de honor. Habrá que moverse a toda velocidad y tener la suerte de encontrar la ayuda indispensable para que la reparación se haga a tiempo y Becky pueda tener su boda, mientras las otras tres se las arreglan para encarrilar un poco su actualidad afectiva. Más allá del desenfado con el que Lizzy Caplan, Rebel Wilson, Isla Fisher, Kirsten Dunst y el resto del elenco se prestan al juego, y de alguna esporádica situación risueña, lo difícil en Despedida de soltera es encontrar algún rasgo de verdadero ingenio. Esa carencia, en todo caso, intenta ser compensada, sin demasiada fortuna, por la velocidad impuesta a la acción.
Lenguas viperinas Le llevó un par de años al cine sobre mujeres recuperarse del daño perpetrado por esas dos cúspides de machismo travestido de feminismo que fueron las películas de Sex and the City. El proceso pareció cerrarse este año con el estreno de Girls, validando por enésima vez que la producción audiovisual de calidad hoy está mucho más cómoda en la pantalla chica que en la grande. Emitida aquí por el canal premium HBO, los trece capítulos ideados por una de las mentes jóvenes más lucidas del indie estadounidense actual, Lena Dunham, las muestran plenas de matices, laburantes, celebratorias de las bondades de la femineidad, pero también conscientes de sus debilidades en un mundo que no siempre parece estar hecho para ellas. Son, entonces, seres de carne y hueso destinados a esfumar cualquier atisbo de la estridencia menopáusica de Carrie y sus amiguitas. En ese contexto, el apego al estereotipo (la linda, popular e inteligente; la rapidita pero insatisfecha y tristona; la tetona hipertonta) y ciertas dosis de pacatería en su apuesta visual hacen de Despedida de soltera no una desgracia irreversible, pero sí una pequeña recaída. Como en ¿Qué pasó ayer?, referencia tan pertinente como obvia, el nudo argumental está en las alteraciones dentro de un círculo de amigos íntimos en las vísperas del casamiento de uno de ellos. Pero con una pequeña variación genérica, ya que aquí no se trata del grupete del novio, sino de la novia, Becky (Rebel Wilson, la gordita perturbada de Damas en guerra). “Estoy tan emocionada que podría comprar un arma”, dirá ella durante el éxtasis preparatorio. La frase, marcada con el sello McKay-Ferrell, aquí ambos en el rol de productores, es una muestra de lo que Despedida de soltera pudo ser antes de un síntoma de lo que finalmente es. En lugar de seguir el linaje absurdo y delirante de los films de dupla, o la comicidad por exceso y acumulación del díptico de Todd Phillips, Headland (guionista de la serie Terriers, vista aquí en FX) se conforma con una sucesión de chistes más o menos zarpados, más o menos graciosos, más o menos obvios, pero siempre retóricos antes que físicos. Porque en Despedida de soltera se dice más de lo que se muestra: es, quizá, la primera comedia sexual norteamericana visualmente pudorosa desde Porky’s en adelante.
Mujeres, boda y poca gracia Quienes para hacer películas estudian el mercado habrán llegado a la conclusión de que las bodas siguen siendo un material que funciona en taquilla. Pero también, sabrán que de un tiempo a esta parte, la conducta de solteros y solteras en dichos eventos, se ha vuelto también una fuente de dinero en las boleterías. Películas que intentan demoler la solemnidad y la serie del casamiento, buscando las situaciones más absurdas y muchas veces escatológicas y cuyo punto culminante es la boda misma. Como se puede ver, tanto en las viejas comedias como en estas nuevas, todo termina en el altar. Despedida de soltera, título local que intenta emparentarla con aquella comedia de la década del '80, sigue la línea de películas como ¿Qué paso ayer? y Damas en guerra. ¿Qué pasó ayer? y su olvidable secuela eran dos comedias machistas sobre el descontrol previo al casamiento, mientras que Damas en guerra era una brillante comedia llena de inteligencia y emoción. Damas en guerra era, además, una comedia escatológica virulenta y al límite, bien al uso de la comedia actual. Es inevitable la comparación con Despedida de soltera, porque en esa comparación se ve con claridad todo lo que aquí falta. Cuatro amigas se vuelven a reunir para la boda de una de ellas, cada una es un cliché diferente, aunque las tres parecen estar de acuerdo en tener una vida poco armoniosa. La que se casa, no es dato menor, es gorda, y menos agraciada que las otras tres para el estándar de belleza de nuestra sociedad. Eso genera angustia y expone a las tres amigas solteras a toda clase de conductas fallidas, destructivas y, también, autodestructivas. Pero no hay ni buenos chistes, ni timing para la comedia y, mucho menos, alguna reflexión interesante sobre esta situación. Muchos lugares comunes y poco entretenimiento. La moda de las bodas locas tal vez haya agotado todo su crédito.
En la tradición de las nuevas comedias americanas como “Que paso ayer” esta se presenta como una historia políticamente incorrecta, con mucho humor sexual y negro, y bromas destinadas, sobre todo, al público femenino. Es como un capitulo de SEX AND THE CITY pero más osado y salvaje, con diálogos frescos y actuaciones brillantes, sobre todo KIRSTEN DUNST cada vez más bella y mejor actriz. Una peli ideal para ver con amigas.
Carne picada Se equivocan feo en Hollywood al hacer estas comedias "femeninas". Ya lo hicieron con "Damas en Guerra" y ahora vuelven a cometer el mismo error, pero peor. En este caso presentan a tres mujeres: una cocainómana superficial sin muchas luces, otra promiscua no menos viciosa y la tercera, una profesional, graduada universitaria en pareja con un profesional que de pronto ve como otro amiga, obesa y fea, le gana de mano en materia de matrimonio. A eso se reduce todo. No importa que tan universitarias, independientes, merqueras y reventadas sean, el hecho que otra les gane de mano para casarse les mueve el piso y las pone en alerta. Demasiado machismo para una comedia que se vende con otro envase. El conflicto se desata cuando las tres amigas, en la noche anterior a la boda, se ponen a jugar con el vestido de novia y lo rompen. A partir de ahí comienza la carrera contra reloj para solucionar el problema y da lugar a que cada una de ellas se enfrente a otros conflictos personales. Abortos, bulimias, adicciones e insatisfacciones varias son mezcladas y tratadas con la profundidad de un charco por la directora y también guionista Leslye Headland, quien sin decidirse por el tono del relato, va de la comedia disparatada al drama pretencioso e introspectivo, sin escalas ni talento, y encima con distorsiones moralizantes incluidas. Las actrices hacen lo que pueden, y es bastante, con un guión escrito por el enemigo. Ese que hace quedar a las mujeres como infradotadas mientras pretende darle lugar en el mundo de la comicidad. Obvio es que caen en la trampa.
Unas chicas poco responsables Becky (Rebel Wilson) no es la más linda del cuarteto de amigas del secundario. Sin embargo va a ser la que se case primero. Ni los kilos de más, ni la poca estatura fueron inconveniente para que un novio bastante agradable, decidiera proponerle matrimonio. Y así las chicas, Gena (Lizzy Caplan), Katie (Isla Fisher) y Regan (Kirsten Dunst), se enfrentan a la perspectiva de ser damas de honor y formar parte de una despedida de soltera en la que, ¿por qué no?, pueden conocer al hombre de su vidas. Todo saldrá al revés y nada sucederá como pensaban, pero será un buen momento para disfrutar de ciertas irresponsabilidades que el futuro seguramente no les brindará. LOS DESORDENES La joven directora Leslye Headland, originalmente, escribió una historia sobre desórdenes alimenticios, drogas y sexo casual y más tarde por sugerencia de actores y productores conocidos, decidió convertirla en un guión de cine, lo que dio como resultado "Despedida de soltera". En la película, una de las chicas padece algunos problemas de bulimia y drogas, otra tiene tendencia a la glotonería y la mayoría gustan del sexo rápido y el alcohol. Con antecedentes como "La boda de mi mejor amiga" o "¿Qué pasó ayer?" "Despedida de soltera" es la tradicional película de bodas, con estereotipos adolescentes, mucha droga, conversaciones sobre sexo y un mal gusto destacable. LOS ENREDOS Malentendidos y enredos serán la guía de estos jovencitos que hacen de lo escatológico un culto y del alcohol un componente indispensable de toda reunión, en la que un stripper puede aún asombrar y los chistes viejos ser capaces de despertar carcajadas. En síntesis, ni un asomo de originalidad, nada de buen gusto y la presencia en el papel de la chica con sentido común de la encantadora Kirsten Dunst ("María Antonieta"), que debe resignarse a que para vivir también hay que hacer filmes como éste.
Con amigas como estas, ¿quién necesita enemigas? Con el estreno de Damas en guerra el año pasado, se derribó el mito de que las mujeres no podían replicar el humor sucio de los varones y tener el apoyo de las grandes audiencias, todo mantenido con una buena historia y personajes queribles. Con esos mismos ahora llega Despedida de soltera (Bachelorette, 2012), una comedia dramática que, si bien entretiene, no encuentra el balance entre las risas y los momentos serios. Las bodas acercan a todos, para bien o para mal. Por eso, Becky (Rebel Wilson) invita a su grupo de amigas de la secundaria, para que sean damas de honor en su casamiento. Ellas son la dedicada y obsesiva Regan (Kirsten Dunst), la lenta y aprovechada Katie (Isla Fisher) y la libre y desgastada Gena (Lizzy Caplan). Las tres tienen algo en común: están mucho más interesadas por armar una fiesta alocada que por la ceremonia en sí. Pero cuando se mandan un error y terminan rompiendo el vestido de la novia horas antes del gran día, las desinteresadas jóvenes tendrán que correr de un lado al otro para arreglar la falta, lo que las llevará a encontrarse con algunas duras verdades sobre ellas mismas. Hay que destacar que, en su debut en el cine, la directora Leslye Headland supo conseguir a las actrices adecuadas para traer a la vida el aspecto cínico y políticamente incorrecto de su guión. Los personajes de Dunst, Fisher y Caplan son horribles en sus acciones, pero a la vez uno no puede evitar simpatizar con ellas, debido al encanto, el ritmo y las interacciones que tienen entre ellas, mientras pasan por situaciones absurdas en escenarios como la ceremonia o un club de strippers. Lamentablemente, la historia no puede definirse bien. Por la primera mitad del film, es básicamente una versión femenina y más limitada de ¿Qué pasó ayer?, que por la mayoría del tiempo funciona debido a como se abraza el descontrol y la irreverencia de las protagonistas. Pero en el tramo final, se retroceden varios casilleros cuando, de pronto, se siente una necesidad de justificar las acciones de ellas, y se insertan subtramas más reales (involucrando temas como el aborto, el suicidio y la bulimia), que no encajan con el unidimensional y festivo compás llevado antes, y que encima no tienen mucho desarrollo o cierre. Al final, Despedida de soltera vale la pena debido al muy buen trabajo de sus damas principales, que se mantienen firmes a pesar de los altibajos del indeciso guión. Si se puede aprender algo de todo esto, es que las groserías valen para ambos sexos.
Leslye Headland es una guionista de tevé, devenida en directora y debuta con un voto de confianza de la industria importante en "Bachelorette"... Consolidar el género "vom com" con más exponentes cercanos a la exitosa (en taquilla, a mí no me gustó para nada), "Bridemaids". La idea de esta propuesta se enmarca en plantear la vida de treintañeros en crisis, subrayando una temática con mucho gesto escatológico y ritmo, cargada de ironía y notas posmodernas sobre la cultura del individualismo y su impacto a esa edad... Bueno, en esa línea va "Despedida de soltero". Es una comedia romántica fuerte, no apta para estómagos débiles, donde tres amigas se enfrentan a una noche particular. Su ex compañera de fiestas de la secundaria, Becky (Rebel Wilson) la gordita del grupo (a ver, digo esto porque influye en la trama, no por otra razón, no llamen al INADI si?) está preparando una súper boda a la "americana" para casarse con el buenmozo Dale (Hayes MacArthur). Con "rehersal dinner" y todo, como se debe (wedding planner, ya saben). Curiosamente, sus tres mejores amigas de ese tiempo, son más lindas y viven la vida a pleno, pero no consiguen materializar en un proyecto de pareja serio, ellas son la mandona y exitosa Regan (Kirsten Dunst), Gena (Lizzy Kaplan) y Katie (Isla Fisher), estas dos últimas con algunas tendencias hacia las sustancias prohibidas serias. Regan comandará el operativo previo a la fiesta y tratará de que Becky pase sus últimas horas como soltera, de la mejor manera posible. Eso si, sabe que Gena y Katie se mandan de las suyas y en cantidad, asi que deberá contenerlas y tratar de que nada se salga de control durante la estadía de sus ex camaradas de escuela. Pero algo sucede y en un rapto de descontrol, las chicas arruinarán el vestido de bodas a pocas horas de que se inicie el casamiento, con lo que deberán resolver como arreglarlo antes de que la novia se de cuenta de lo ocurrido. O sea que la película transcurre, toda, en una noche hasta el día siguiente donde habrá (o no, quién sabe?), boda. Para empezar hay que decir que "Bachelorette" es una película modesta y no puede ser comparada con sus hermanas mayores ("The hangover", "Bridemaids", etc). Hay menos presupuesto aquí y también, poca sorpresa en el guión. Llama la atención que siendo una comedia romántica no haya ni mucha comedia (me reí poco, realmente) ni mucho romance (si, está bien, les acepto lo de la historia de Gena, pero, es suficiente para una rom com que se precie!!?). Si creo que el libro propone una línea donde se explora el fracaso, la incertidumbre y la dificultad, en estos tiempos, para confiar, abrirse, amar y permitirse ser correspondido. Ahí es donde "Despedida de soltera" tiene su faceta más sólida: cuando vemos el mundo interior de las chicas y nos acercamos a sus conflictos es cuando mejor nos sentimos, dentro de la trama. Después, claro, hay escenas fuertes, drogas, bares de strippers, escenas en baños, etc... Lo que abunda en el género. El trío principal esta correcto aunque se destaca, más que nada por ser la que vive la historia más interesante, Kaplan. Dunst y Fisher aportan belleza (esta última con pocos matices apelando a su carisma e inocencia) y poco más. Puedo decir que a pesar de la falta de delirio que afecta el corazón del libro, "Bachelorette" es aceptable. No descolla, seguramente no será recordada en poco tiempo, pero si hay que reconocerle que ofrece una mirada interesante sobre los conflictos que hoy en día viven las mujeres (y porque no, los hombres) de más de 30: cómo enfrentar un compromiso a la hora de formar una pareja y proyectarse, visualizarse, en él. No se van a reír mucho pero quizás los haga pensar y debatir en pareja, y eso, es una buena idea, a la luz de los conceptos centrales sobre los que gira la trama...
Llegó la hora de las groserías femeninas En este asunto de la igualdad de géneros, ¿por qué no iban a aparecer comedietas donde las mujeres fueran tan o más vulgares y guarangas que los hombres? En Estados Unidos ya las están haciendo, y éste es solo un botón de muestra. Un trío de grandulonas efervescentes debe asistir al casamiento de una antigua compañera de colegio. Ellas son flacas, vivas, zarpadas, les gustan los trapos finos y los tragos largos de variado envase. La otra es gorda, simple, pero se va a casar antes que ellas. Excitadas por el simple gusto de divertise a costilla de los otros, y también un poco envidiosas, las tres locas van a hacer desastre. Esa es la idea, y ésa es también la mayor diferencia: en una película de varones, la razón del mal comportamiento sería, en el fondo, la desazón de perder a un compañero de andanzas y tomar conciencia del paso del tiempo. Bueno, acá también estas mujeres toman conciencia de alguna que otra cosa, sobre todo cuando rompen el vestido de la novia faltando pocas horas para el casamiento. La intriga por ver cómo arreglarán el estofado y la agitación del relato aportan el necesario entretenimiento. Fuera de eso, y de una lluvia de diálogos procaces y chistes verbales, no hay mucho que apreciar. Ah, perdón, las protagonistas son apreciables. Kirsten Dunst es la tilinga conductora, harto perfeccionista, Isla Fisher la medio tonta, Lizzy Caplan la ninfo-melanco capaz de ciertas reflexiones, y Rebel Wilson es la gorda buena. Guión y dirección, tal vez con ilusión de convertir esto en el piloto de una serie televisiva de trasnoche, Leslie Headland, adaptando una pieza teatral de su autoría sobre el pecado de la gula. Productor, Will Ferrell, con lo que ya está todo dicho.
Damas en apuros Los grupos de amigas horrendas pululan en el cine americano hace rato. Comedias adolescentes como Heathers en los '80 o Chicas Pesadas a principios de este siglo exploraron en toda su gloriosa bajeza los actos horribles cometidos en nombre de la competencia femenina. Pero el trío compuesto por Regan (Kirsten Dunst), Katie (Isla Fisher) y Gena (Lizzy Caplan) en Despedida de Soltera ya no son adolescentes, si no mujeres en sus treinta tempranos; y no son las antagonistas que le hacen la vida imposible a la heroína, si no las protagonistas del film. La película de Leslye Headland (también escrita por ella y basada en su obra Off-Broadway del mismo nombre) comparte varias cosas con la nueva camada de comedias protagonizadas por mujeres, que gracias a algún dios no son Katherine Heigl en busca de un príncipe azul como único objetivo en la vida. Está escrita por una mujer (aunque producida por dos hombres, Will Ferrell y Adam McKay) y el catalizador de la acción es la previa a una boda, como Damas en Guerra; pero al contrario de ésta, donde gente buena hace cosas malas, hay gente mala haciendo cosas más malas, como en Malas Enseñanzas. La impecable Regan -que ha hecho todo bien en la vida según sus parámetros-, Katie -que tiene el coeficiente intelectual de un mosquito y lo compensa con su físico- y Gena, quien consume más sustancias que las que son posibles en las horas del día, son las tres ex chicas cool del secundario que se reúnen por el casamiento de la cuarta integrante del grupo, Becky (Rebel Wilson, la australiana que desde Damas en Guerra viene pisando cada vez más fuerte), a la que tenían como mascota adoptada por lástima y a la que se refieren a sus espaldas como "cara de cerdo". Que ella sea la primera de todas en contraer matrimonio parece desatar lo peor del trío, quienes en un par de horas se las ingenian para hablar mal de todo el mundo, dar discursos incómodos en la cena de ensayo, drogarse en la despedida de soltera y arruinar el vestido de la novia con un festín de fluidos corporales, entre otras cosas. En las horas que les queden hasta el amanecer tendrán que arreglar todo, y por suerte están en Nueva York, la ciudad que nunca duerme. Headland logra construir personajes que si bien realizan acciones detestables, generan la empatía suficiente para querer saber qué será de ellos. Además, consigue la difícil tarea de mostrarlos sin machacar a la audiencia con juicios morales. No sólo tenemos a mujeres hablando sin tapujos (y practicándolo) sobre sexo y drogas -como el monólogo épico sobre fellatios que da Lizzy Caplan- o van a clubs de strippers sin reirse como colegialas o poner cara de espanto; también hay hombres que distan de la perfección y serán los intereses amorosos de las protagonistas: el mujeriego Trevor (James Marsden) que quiere a Regan pese a que esté de novia, Clyde (Adam Scott) el ex novio de Gena que arruinó su relación en el secundario y Joe (Kyle Bornheimer) el bonachón que trata de ganarse a Katie con marihuana. Aunque hacia a la segunda parte del film, la autora sacrifica algunos de sus principios para redimir ante el público a los personajes, dándoles una historia de fondo que "justifique" sus decisiones y amenazando con un inicio de rehabilitación para el trío femenino, el guión deja lugar (en conjunto a las actuaciones de Dunst, Fisher y Caplan) para demostrar que a Regan, Katie y Gena no les interesa tanto después de todo el explicarles a los demás los cuestionamientos y avances respecto a sus vidas que logran a lo largo de su raid; si no el finalmente, estar bien con ellas mismas. Algo que en el género no es frecuente.
na boda como todas Despedida de soltera es uno de los tantos ejemplos que tenemos para demostrar que los títulos que les ponen aquí a las películas resultan tramposos e inoportunos. Queriendo pegarla con aquella ochentada de Despedida de soltero, en este film producido por Will Ferrell y Adam McKay la “despedida” en sí es tan sólo un pasaje del relato. Lo que importa, en todo caso, es cómo impacta en un grupo de amigas el próximo casamiento de la menos agraciada de ellas. En todo sentido resulta más pertinente su linaje con Damas en guerra, aquella genialidad protagonizada por Kristin Wiig que vimos el año pasado, y que hace quedar a esta película como un subproducto bastante fallido. Mucho más fallido, si tenemos en cuenta lo que han hecho en sociedad Ferrell-McKay con el género de la comedia y que aquí ofician como productores. Hay en Despedida de soltera algunos atisbos de ese humor absurdo e imprevisible de Anchorman o Talladega Nights, pero todo queda en un piloto automático que nunca termina por tomar real vuelo. Es decir, la contradictoria saga de ¿Qué pasó ayer? dio a origen a un revival de la comedia guarra de amigos y bodas, como se las hacía en los 80’s, pero con una mirada más autoconsciente. Si el humor sigue siendo machista o misógino, al menos la salvan sus juegos formales y, obviamente, la calidad de los intérpretes y el compromiso con la propuesta: decididamente no significan lo mismo Despedida de soltero para Tom Hanks que ¿Qué pasó ayer? para Zach Galifianakis. De ahí que la primera decepción que nos llevemos es que Ferrell-McKay produzcan una película oportunista, que busca impactar en la taquilla gracias a cierta moda del mainstream, algo que nunca habían hecho anteriormente: si seguimos el hilo de las películas producidas por Gary Sánchez (la compañía que tienen el actor y el director) notarán que hay una búsqueda muy libre y sin límites. Pero Despedida de soltera no logra nunca brillar ni distanciarse demasiado de la típica comedia guarra y a la vez puritana que hacen los norteamericanos: se habla de drogas y de sexo, pero es poco lo que se ve. Sí, en cambio, la película dirigida por Leslye Headland mantiene cierto espíritu Ferrell-McKay en cómo las protagonistas llegan al final. No hay aquí un exceso moralizante, sino más bien la razonable caída en consciencia de cada personaje sin que ello signifique demasiados cambios. A su vez, cada personaje parte desde un estereotipo bien identificable (la rubia malvada, la drogona, la boluda linda) para reconvertirse en el camino en otra cosa, algunas veces saliéndose un poco del lugar común. Y precisamente este es uno de sus mayores inconvenientes: tratando de decir algo más, Despedida de soltera se balancea entre la astracanada y un indagar interior de sus protagonistas, mujeres solteras que ven cómo se les va pasando la vida, sin ser demasiado atrevida ni muy profunda. En definitiva la película se queda a mitad de camino y todo se sostiene en mayor o menor medida gracias al carisma de su elenco, especialmente Isla Fisher y Adam Scott. No es una comedia para descartar, pero con los nombres involucrados uno esperaba algo más que timing y un par de chistes efectivos.
Comedia bizarra que narra las desventuras de un grupo de chicas cuando la que mas desprecian y han cargado en el colegio se casa primera. Enredos, corridas, buenas actrices. Un ligero divertimento
CON AMIGAS ASI... El romanticismo, el ingenio y el humor no tienen cabida en la nueva fisonomía de la comedia americana, un compendio, en general, de audacias, escatología y mal gusto. La idea de este tipo de cine es explotar hasta el cansancio un lenguaje y unas imágenes que para la TV están prohibidas. Pero sin talento, la cosa no funciona. Esta es una comedia de gusto amargo: son cuatro ex compañera del secundario; se casa la más fea y las otras, que andan medio perdidas, serán damas de honor. Pero todo se complica. Hasta rompen el traje de novia apenas unas horas antes de la ceremonia. El tono alocado, las reiteradas alusiones al sexo, el desfile de vómitos, drogas, borracheras y otras menudencias, buscan una complicidad que nunca se da. A falta de imaginación, los guionistas exageran los rasgos de cada personaje: una muchacha se la pasa teorizando sobre el pene, un novio cuenta por micrófono y con detalles su noche de amor; los amigos y amigas suman más enredos. El resultado es desparejo aunque sobre el final gana un poco de interés.
Película agridulce, o más bien ácida: nada del fondant de azúcar con que suelen terminar las películas sobre casamientos y bodas. Las cosas aquí son duras: una mujer se casa e invita como damas de honor a tres otras, solteras, bellas, nada exitosas, que se pasaron la vida burlándose de ella. Para colmo, el novio es algo así como el partido ideal. Todo lo que parece disparatado en principio termina en una enorme amargura -y seguimos con los sabores- donde se pone en tela de juicio tanto el concepto de “éxito” como -algo mucho más importante- los lugares comunes sobre la solidaridad femenina. La película no está mal y es entretenida; el problema en todo caso es tener que subrayar la “mujeritud” de toda la situación, en lugar de dejar que todo fluya y se vuelva universal. Las actrices le dan una dimensión más a lo que, en el fondo, es una película de tesis disfrazada con brillos de Hollywood.
Un film entre la risa y el amor Desde hace algún tiempo a esta parte se volvieron a poner de modas las películas con la temática de las despedidas de solteros. El nuevo puntapié lo dio “Que pasó ayer ?” (Hangover) ye incluso su secuela. Pero las mujeres no se quedaron atrás y se pudo ver una muy buena “Damas en Guerra”("Bridemaids“). Las de los hombres tenían como principal fin la de divertir, “damas en guerra” sumaba a esto el tema de la amistad y la pelea por ser la mejor amiga. “Despedida de soltera” sigue esta línea aunque quiere ser un poco más profunda, empezando el film como pura diversión, luego, en medio de los enredos de la misma, tocar algunos temas un poco más profundos (los amores adolescentes, los embarazos no deseados, la crisis por la superación intelectual, la lucha por ser la más bella)., y al final terminar en una comedia rosa. Quizás si se hubiera definido específicamente por que hacer hubiera sido mejor, pero igual el film es divertido. La película cuenta la historia de las damas de honor de una Becky. Ella quiere una despedida tranquila pero sus tres amigas complicaran todo, incluso no se salva ni el vestido de la novia. En esa lucha de arreglar el vestido sin que la novia se entere, las tres mujeres se encontraran con algunas personas que les harán repensar sus vidas. La película tiene un guión aceptable y algunas buenas actuaciones como las de la inefable Kirsten Dunst y de Rebel Wilson (que ya se luciera como comedianta en “Damas en guerra”) como la novia. “Despedida de soltera” es un buen film y no mucho más que eso.
En el marco de las comedias estadounidenses del último tiempo “Despedida de soltera” se inscribe claramente del lado de aquellas que a partir de un humor ácido, negro, literal y a veces soez y escatológico, intentan poner su mirada sobre el mundo femenino (en este caso) y sus tribulaciones. El problema es cuando los recursos humorísticos abusan de su propia efectividad, en un exceso de auto-confianza que lleva todo de la posible risa al mal gusto y, por qué no, a la discriminación. A esta altura pensar que alguien puede reírse de otra persona porque es gorda es, además de ingenuo, anacrónico y fuera de lugar. Lejos de instalar una moralina en este texto, intento explicar la inutilidad de mofarse de esa condición. Es como hacer chistes de putos. Si sucede en una película, la burla por la burla misma en estos tiempos me genera la sensación de que me están tomando el pelo. Distinto sería que el humor gire en torno a esas características para establecer puntos más profundos. Pero no. Este no es el caso. Según el argumento de esta producción Becky (Rebel Wilson) es gorda. Bien gorda y fea. Así hablan de ella sus mejores amigas. Un trío de estúpidas que chupan, fuman y se dan pases de cocaína cada vez que aparecen en pantalla. Regan (Kristen Dunst), Gena (Lizzie Caplan) y Katie (Isla Fisher) no pueden creer que su amiga se case primero siendo tan gorda, fea (¿ya lo dije?, perdón es que se repite tantas veces en la película que me mareo) y tras cartón con un novio muy pintón que para colmo la quiere. ¿Cómo puede ser?, se preguntan ellas y el guionista. Nada mejor que un par de pases de merca para olvidarse de todo, organizarle a Becky una despedida en donde le hacen sentir su condición y de paso, rato después, romperle el vestido de novia y arreglarlo sin que esta se entere. La cantidad de sandeces que suceden luego potencian lo dicho en el primer párrafo, sin justificar en lo más mínimo por qué. O sea, sin subtexto, con lo cual la burla se transforma en discurso. Las actuaciones, la banda sonora, el timing y la realización en general cumplen con la función de aportarle corrección al género. En definitiva, la dirección y el guión de Leslye Headland pasan por otro lado. Es cierto, hay público para esta comedia al que probablemente no le interese todo este tipo de cuestiones. Uno tiende a creer que en ese par de escenas donde el espectador pasa de incómodo a compasivo hacia Becky, es donde se va a detectar la idea de que nadie puede escudarse detrás del humor para decir o hacer cualquier cosa.
Ellas también transgreden Despedida de soltera es una buena comedia, para un público preferentemente joven. Los personajes tienen conductas sorprendentes, que los hacen originales, interesantes de seguir, que les da algo de vida propia y los alejan un poco de los moldes de conducta estereotipados. Es una película desafiante, delirante, grotesca, absurda y divertida a la vez. Sólo la deslucen los cambios de velocidad. De a ratos es chispeante y dinámica, y luego se estira en porciones lentas y ambiguas. La historia comienza con Becky, una joven que les ha dado una sorpresa a sus amigas. Aunque es la "gordita" del grupo, va a ser la primera en casarse, ¡y encima lo hará con un tipo apuesto! Regan, Gena y Katie no pueden digerirlo. ¡Ellas lo merecían más! Si son bellas, sensuales, inteligentes y transgresoras... Así y todo, se ofrecen de buena gana para armarle a Becky su despedida de soltera, pero lo único que provocan es un gran desmadre, para colmo delante de la familia de su amiga, de bajo perfil y moderadas costumbres. Strippers y droga aparecen en escena. Pero el peor desatino es romperle el vestido de casamiento a la novia pocas horas antes de la boda. Allá irán las tres chicas, en plena madrugada, detrás de la salvación para sus almas. El filme escrito y dirigido por Leslye Headland obviamente saca partido del cliché comercial instalado por el cine norteamericano en torno a las despedidas de soltero. Pero ofrece material para lecturas renovadas. En esta historia, las mujeres se comportan como lo hacían los hombres en esta clase de películas. En la superficie, son decididas, intempestivas, arbitrarias, desmedidas, y tratan al sexo opuesto como un objeto. Algo así como la pesadilla del jean unisex convertido en patrón cultural. Por detrás, están el inconformismo, la rabia, la angustia, la mochila de un mundo más artificial, la ansiedad por encontrar la huella de una identidad. Aunque, hay algo que las cuatro amigas tienen claro, y es que no sólo hay que sufrir para conseguirlo; también hay espacio para festejar, y rebelarse es un camino para no dejarse ahogar por el mundo.
Con amiguitas así... “Despedida de soltera” es una comedia satírica sobre la juventud norteamericana en el corazón de Manhattan. ¿Ustedes piensan que es el mejor lugar del mundo y que vivir ahí es como protagonizar un cuento de hadas? Nada de eso, Leslie Headland, guionista y directora de esta película, intenta desmitificar esa idea y mostrar las cosas como son. Es cierto que ya Woody Allen lo hizo y con mucho más talento, pero parece que la agitada vida en la Gran Manzana todavía da que hablar a la comunidad hollywoodense. La historia refiere a cuatro amigas que ya andan alrededor de los treinta años. Se conocen desde la secundaria y entre ellas hay lazos muy fuertes que se mantienen a través del tiempo. Y resulta que ahora, Becky (Rebel Wilson) anuncia su casamiento y las quiere a las otras tres, Regan (Kirsten Kunst), Gena (Lizzy Chaplan) y Katie (Isla Fisher), como damas de honor para su boda. Hasta ahí, todo parece normal. Pero resulta que justamente Becky, la gordita del grupo, la menos atractiva, la menos agraciada, justamente ella, es la que se va a casar primero que todas y además con un bombón. Las chicas se quieren mucho pero un mal trago es un mal trago. La noticia, que debiera alegrarlas, les deja un regusto amargo de frustración y envidia que hará de las suyas en los momentos previos al evento. Como casi siempre ocurre en esos reencuentros entre viejas amigas, y sobre todo en circunstancias tan trascendentes, surgen emociones inoportunas y conductas inapropiadas, producto de algunos rollos mal resueltos. Como despedida de soltera, justo en la noche previa a la boda, las chicas le preparan una fiesta a la novia, en su propia casa, que descoloca a toda la familia y termina estrepitosamente apenas comienza. Un fracaso absoluto. Pero eso no es nada. Mientras Becky se va a dormir, sus tres amigas empiezan a juguetear con el vestido de novia y con tanto alcohol y drogas como han consumido, terminan arruinándolo. Esa noche será interminable... Regan, Gena y Katie se la pasarán correteando por todo Manhattan, pasadas de revoluciones a fuerza de cocaína y otros combustibles parecidos, buscando alguien que les resuelva el problemita del vestido. Pero de paso tienen tiempo para mandarse alguna que otra aventurilla, encuentros eróticos inesperados, reencuentros con amores del pasado, confesiones arriesgadas, todo en un clima de excesos y por momentos, mucha vulgaridad. Lo que se complica aún más cuando, sin querer, terminan incursionando en el local nocturno donde los amigos del novio le hacen su despedida. Esa noche, cada personaje parece enfrentarse a su propia imagen en el espejo y lo que encuentra no parece ser de su agrado. La boda de Becky los pone a todos ante sus propias expectativas y resulta que el balance da negativo, y el déficit más pesado es la frustración afectiva, algo que tienen en común ellas y ellos; y si bien todos cuentan con recursos para pasarla bien en la capital de la sociedad de consumo, el vacío que corroe sus vidas aflora a cada instante para provocar una que otra crisis. A pesar de jugar en el límite de la chabacanería, la comedia de Headland no desbarranca, quizás eso sea mérito de las actrices, que se esfuerzan por darles a sus personajes una cuota de complejidad que los salva de la maqueta y el estereotipo irreductible. Entre ellas, Lizzy Chaplan es la que consigue mejores momentos en los que el drama se mezcla con la farsa en una combinación que despierta empatía.
Clasificada en su versión original como comedia dramática, Despedida de soltera significa el debut como directora y guionista de Leslye Headland, con producción del también actor Will Ferrell. Cuenta acerca de la víspera de casamiento de Becky (Rebel Wilson), la cuarta de un grupo de amigas neoyorquinas, compañeras inseparables de colegio, que no se ven desde ya no saben cuántos años, tan frívolas como las mujeres de Sex an the city, aunque mucho más hipócritas respecto de sus sentimientos. Es que Becky es la gordita y looser del grupo, pero se destapó con la noticia de su inminente matrimonio con Dale (Hayes McArthur), el más codiciado de sus ex compañeros. A instancias de la perfecta Regan (Kirsten Dunst) --quien fuera elegida reina del baile de egresados--, regresan a la Gran Manzana Lena (Lizzy Caplan) y Katie (Isla Fisher), para sumarse al séquito de damas de honor (el título original). Una adicta al sexo, la otra cocainómana, son advertidas por Becky acerca de la necesidad de bajar los decibeles. Ella será, en breve, la protagonista de una boda perfecta que no desea ver manchada por algunos eternizados pecados de juventud. Lejos de los pedidos, Regan --recelosa por no haber sido la primera del grupo en casarse-- y las descontroladas Becky y Katie deciden hacer una despedida de soltera sin novia, donde el sexo, la droga y el rockanrol lucen a gusto y placer, máxime cuando las chicas se cruzan en su itinerario con la despedida secreta del novio, donde aparecen algunos amores del pasado y, por qué no, con posible futuro. Comedia al fin, Despedida de soltera intenta reírse del rito de las damiselas que cortejan el paso de una novia de apariencia virginal; ironiza sobre los límites entre la amistad y la conveniencia y procura rescatar valores y resarcir a los protagonistas. El asunto es que banaliza temas tan complejos como el consumo de drogas duras o el aborto, y llega a situaciones que, por procurarse el absurdo, caen en lo grosero. Muy lejos se encuentra esta película de títulos que explotan temas similares, como las amistades adolescentes que persisten tanto como las costumbres non sanctas, las encrucijadas hacia la madurez o su postergación, y una ristra de etcéteras que vienen de la mano, con la serie de American Pie o la más reciente ¿Qué pasó ayer? Avalada por un comediante que se toma o aborrece con idéntica definición, la directora tampoco logra hacer un buen uso del elenco que tiene en sus manos, un grueso de actores de mediana edad de primer cartel. Pochoclera y escasamente inteligente en contenido y forma, tiene muy poco o nada para ofrecer.
Aspirando de más "Despedida de soltera" se suma a la lista de ejemplos desastrosos que demuestran que la nueva comedia norteamericana APESTA. ¿Desde cuándo ser políticamente incorrecto es ser cocainómano y descerebrado? ¡Wow!, Que sofisticadas, modernas y divertidas son las protagonistas... Una de ellas es bulímica, una bruja que trata mal a todo el mundo y que a pesar de tener todo lo bueno que alguien podría pedir para su vida es super infeliz (Regan = Kirsten Dunst). La otra es totalmente idiota, no tiene capacidad para razonar absolutamente nada, es un poco suicida y por supuesto, es más trola que las arañas (Katie = Isla Fisher). La 3ra integrante de este grupo, es adicta a todos los vicios, cigarrillos, drogas, alcohol, no le importa absolutamente nada en la vida y claro está, es la más trola de las 3 (Jenna = Lizzy Caplan). Por último completa la que se casa, una gordita simpática y divertida que casi no tiene participación en la historia (Becky = Rebel Wilson). ¡Ah!, me olvidaba, las 3 primeras son adictas a la cocaína y se la pasan toda la peli aspirando y quemándose las neuronas para decir y hacer estupideces. Sí, tiene algunos pocos momentos irreverentes que sacan una carcajada, pero esos pocos momentos no logran superar el malestar que causan los personajes que intervienen en la historia. Son todos detestables, pertubadores y sobreactuados. Realmente no entiendo que quiso mostrar la directora Leslye Headland... es como si se hubiera pegado un par de líneas de la blanca y se puso a flashear con las películas "¿Qué pasó ayer?" y "Damas en Guerra". Quizás pensó que meter en la licuadora esas 2 pelis e imprimirle más droga al asunto resultaría en un trabajo maravilloso... bueno, no lo logró ni cerca. Es una verdadera lástima haber desperdiciado un reparto de talentosas comediantes, que aquí se ven reducidas a trolas descerebradas. Sin más, no la recomiendo, excepto que seas de esas personas que cuando ven una peli apagan el cerebro y sólo quieren ver situaciones ridículas en pantalla.
Si hay algo atractivo acerca de Despedida de soltera es que sus protagonistas no están ahí pura y exclusivamente para hacer reír. Pero hay algo aún mejor y es que, en realidad, no parecen estar ahí para ningún otro propósito más que ser ellos mismos. Observarlos es confundirse, sorprenderse y, sobre todo, acostumbrarse a mirar con los mismos ojos con los que se apuntan entre sí: ojos que juzgan, que odian, que compadecen y aman con velocidad (aunque no sin razones). La película de Headland resulta entonces una historia de héroes y antagonistas huidizos que, sin pretender llegar a un lugar determinado, atraviesan su mundo de la forma que pueden. Si casi no existen escenas o diálogos que puedan pasarse por alto es justamente por eso: lo importante es pintar un universo y a sus habitantes y no utilizar ambos como simples vehículos del humor o el romanticismo. Tal es así que la despedida de soltera de Becky (Rebel Wilson), la amiga de las protagonistas próxima a casarse, casi termina siendo una excusa. Lo que verdaderamente construye el relato es el fluir de los hechos junto a Regan (Kirsten Dunst), Katie (Isla Fisher) y Gena (Lizzy Kaplan), tres chicas que de no ser por lo complejo y problemático de sus carácteres, preocupaciones y aspiraciones, podrían haber protagonizado la secuela de Chicas pesadas. Pero Despedida de soltera está lejos de ser una comedia sobre adolescentes o una excusa para el humor absurdo del que gustan las películas sobre fiestas y celebraciones. Sí es una historia acerca de cada uno de sus personajes, una comedia con humor ocasional que apenas alcanza a suavizar el costado más frustrado, envidioso, egoísta y hasta discriminatorio que sus criaturas ofrecen. Pero si sólo fuese posible mirar con los ojos desencantados que nos muestran que la amistad está hecha a base de hipocresía y que el amor escasea demasiado como para dedicarle un relato entero, la película de Headland no sería tan libre ni valiosa como lo es. Por eso, nada impide que la visión más ideal del amor pueda hacerse un lugar entre Becky y Dale (Hayes Macarthur), la pareja que va a casarse. Aunque Becky tenga dudas antes de casarse y Dale mire a otras mujeres: tampoco ellos son forzados a representar una idea perfecta e irreal del amor sino a una que pueda adaptarse al mundo del que forman parte. Algo parecido ocurre con la mirada sobre la amistad. Por detrás de toda la envidia y el resentimiento, finalmente es posible ver como las amigas se ayudan, protegen, reaniman y dan esperanza las unas a las otras. Despedida de soltera esconde y dispersa lo que une a sus personajes tal como si fuese una historia de enigmas, en la que recién al final descubrimos la razón por la que los novios se casan o aquello que explica por qué Regan, Katie, Gena y Becky aún comparten una amistad. Como muchas otras películas, la de Headland también termina con un casamiento feliz. Pero, esta vez, el epicentro no sólo está en la pareja que va a casarse. Gena, Regan y Katie están sentadas en un punto alejado y apenas si conceden la mirada y el silencio para unir sus contraplanos y el fuera de campo sonoro con los de la ceremonia. Eso es lo bueno de Despedida de soltera: su mundo, el de los héroes escurridizos y libres, jamás va a dejar de sorprendernos.
Publicada en la edición digital Nº 4 de la revista.
Publicada en la edición digital #246 de la revista.
"...Una película que falla miserablemente en hacer reir a la audiencia. Yo veía la cara de la gente, y era como que escena a escena, fotograma a fotograma; la gente veía como había desperdiciado su dinero..." Escuchá la crítica radial completa (hacé click en el link)
Tras la contundentemente cálida recepción tanto de la crítica como del publico de la comedia femenina Bridesmaids, no faltó mucho para ver la inspiración de ésta misma en varias producciones del género. Casualmente la obra teatral de Leslye Headland se prestaba mucho a ese campo, y la autora no tuvo la mejor idea que traspasar su invención a la pantalla grande, en calidad de directora y guionista a la vez. ¿El resultado? Bachelorette, una más que agradable comedia que gira alrededor de un evento nupcial pero que tiene más alma picante y exagerada como otra comedia con mujeres al frente como es la rutilante The Sweetest Thing. El primer punto importante en el que se tiene que destacar una película del estilo es su reparto. Sea el guión bueno o malo, incisivo o no, las aptitudes actorales del elenco son las que llevan adelante cualquier realización, y en este caso no es la excepción: el trío de amigas representadas por Kirsten Dunst, Lizzy Caplan e Isla Fisher tiene una dinámica increíble y cada una de ellas se roba el momento en el que le toque lucir su lado más animal. Kirsten es la más recatada del grupo, pero su amargura para con todo el evento y todos los comentarios sarcásticos hacen que éste papel en particular le siente de perlas; por otro lado las secuaces no se quedan atrás, con una Lizzy Caplan totalmente desatada a la que finalmente le llegó la hora de lucirse en las grandes ligas como una comediante de peso y, para no quedarse atrás, se aferra muchísimo al humor de la disparatada Isla Fisher, ese bombón sexual colorado cuyas gesticulaciones y estallidos de alegría se roban la película. Rebel Wilson, la rubia rellenita de Bridesmaids, cumple en su papel de la gordita del grupo que coincidentemente ha logrado encauzar su vida y está a punto de lograr lo que ninguna pudo: casarse con el hombre de sus sueños. El resto del elenco cumple, en particular los varones del grupo, como ser el siempre destacable Adam Scott, el carilindo James Marsden o el simpaticón Kyle Bornheimer. Si pensaban que Bridesmaids era zarpada, es porque no vieron nada todavía. Headland no se dejó ningún cartucho sin usar para su película y hace atravesar a sus protagonistas por situaciones totalmente explosivas y desagradables, todo esto con más de unas cuantas pizcas de cocaína encima que hacen surgir más de una eventualidad grotesca y rayana en lo vulgar. Para muchos serán momentos impresentables, pero para los que adoran ver a mujeres que también pueden salir de fiesta descontroladamente como los muchachos de The Hangover, están de parabienes. Emergencias de última hora con el vestido de novia, antiguos rencores y secretos, sobredosis y fluidos varios intervienen en la trama para sacarle jugo a esta comedia que si bien no se extiende en duración, su hora y media le bastan para crear conflictos suficientes para entretener. Quizás el film se hubiese beneficiado más cuando elige -como todas las películas del género- enfocarse en los problemas personales de cada individuo, y la fuerza que se venía gestando desde el comienzo va perdiendo más y más vapor, hasta que cada personaje enfila un poco el camino y ahí es cuando vuelve la locura de los preparativos a último momento y la incertidumbre de saber si todo resultará bien. En resumidas cuentas, Bachelorette cumple con lo que promete: una nueva comedia picante que se une al panteón de ejercicios fílmicos con mujeres que saben cómo hacerte reír y también saben cómo salir de fiesta con clase... y sin ella.