El tráiler de El menú se veía prolijo, con actores famosos y un montón de interrogantes, a pesar del exceso de información que daban esos dos minutos. La buena noticia para aquellos que vieron ese tráiler es que ya se pueden ahorrar la película completa. Esta sátira del mundo de la alta cocina que se autopercibe comedia es un tortuoso relato que nunca conduce a nada y que cuando finalmente desea hacer su reflexión final, termina siendo una tontería tan innecesaria como obvia. No vale la pena buscarle la vuelta, sus ideas del mundo son tan simples y demagógicas que no existe ni un solo análisis por debajo de la superficie. La historia es la de un grupo de clientes que busca la más exclusiva experiencia culinaria y para eso es llevado a una isla donde funciona el restaurante Hawthorne. Allí el Chef Slowik (Ralph Fiennes) ofrecerá un trabajo único, con un espléndido menú de gastronomía molecular. Margot (Anya Taylor-Joy) y Tyler (Nicholas Hoult) son una pareja que no parece conocerse demasiado y forman parte del reducido número de clientes de esa noche. El chef tendrá preparado para todos algunas experiencias shockeantes que son parte de la obra maestra planificada al milímetro por él. La inverosimilitud de todas y cada una de las situaciones podría ser aceptada si la película tuviera en su búsqueda del humor algún acierto. Nada es gracioso, ningún personaje tiene interés y todo el guión está hecho de baches severos sin explicación aceptable. Es siempre un problema hacer películas sobre la excelencia, el esnobismo y el arte. Porque si no se está a la altura, el ruido que se produce la convierte en una película mucho peor. Lo único que uno ruega es que a la hora de escribir las críticas aquellos encargados de hacerlas eviten las metáforas vinculadas con la comida.
El Menú es un teatro de la crueldad lisérgico en el que un chef oficia de maestro de ceremonias y ángel exterminador en su cruzada contra los que atentan contra su arte. Mark Mylod hace una película sobre los discursos que se forman alrededor de un oficio, que tienen menos que ver con la comida que con el dinero y las apariencias de una clase social que produce un saber pretencioso y afectado y en el que la ostentación deserotiza la experiencia para transformarla en una práctica vacía de misterio.
La gastronomía estuvo durante mucho tiempo asociado a lo sensual, lo placentero y lo pintoresco. Y, si en el planteo inicial de El menú hay algo de eso (un grupo de ricachones paga fortunas para viajar hasta una isla para disfrutar de una experiencia concebida por un legendario chef), lo cierto es que la película va mutando conforme pasan los minutos hacia algo mucho más satírico, incómodo y finalmente terrorífico hasta niveles sádicos que pueden perturbar a más de uno/a. El punto de vista es el de Margot (Anya Taylor-Joy), una muchacha que acompaña en el viaje a un joven y entusiasta gourmet llamado Tyler (Nicholas Hoult). Junto a ellos embarcan tres representantes de la industria tecnológica, Bryce (Rob Yang), Soren (Arturo Castro) y Dave (Mark St. Cyr), una pareja de millonarios, Anne y Richard (Judith Light y Reed Birney), la reconocida crítica gastronómica Lillian Bloom (Janet McTeer) y su servil editor, Ted (Paul Adelstein) y una estrella de cine (John Leguizamo) junto a su asistenta Felicity (Aimee Carrero). Ya en el destino (un auténtico paraíso natural), los 11 comensales son recibidos por una rigurosa coordinadora Elsa (Hong Chau) y poco después por el chef Slowik (Ralph Fiennes), que se convertirá en la gran figura, maestro de ceremonias e impiadoso manipulador de la velada. No conviene adelantar demasiado, pero si advertimos que no esta una historia complaciente y demagógica, y que luego deriva hacia la sátira y el horror se podrán imaginar hacia dónde deriva (degenera) la cosa. Hay en el trasfondo de este guion coescrito por Seth Reiss y Will Tracy (este último con experiencia en ese tratado sobre el cinismo, la hipocresía y los excesos del poder como la serie Succession) y dirigido por Mark Mylod (responsable de múltiples episodios de Game of Thrones, Entourage, Shameless y también de Succession) una ácida, despiadada crítica al esnobismo, el consumismo y el turismo de lujo, aunque también se percibe cierto regodeo en las peores miserias del ser humano que afloran sobre todo frente a circunstancias extremas. Más allá de esa exaltación del patetismo y del mencionado sadismo, El menú funciona como una tragicomedia negra (negrísima) con momentos que van -a veces sin preámbulos- de un absurdo desopilante a explosiones decididamente aterradoras.
La gastronomía es un universo aparte. Resulta increíble cómo millones de personas pueden llegar a valorar un arte y cómo otras millones nisiquiera la reconocen en sus vidas. Para ser un buen chef se necesitan técnica, pasión y una constante búsqueda de la perfección. Sin embargo, y como es de público conocimiento, este arte culinario también puede traer las peores de las frustraciones. De eso trata The Menu, de Mark Mylod, de cómo la gastronomía se mezcla con la excelencia y la obsesión. Además se pregunta: ¿Qué tan lejos se llega para demostrar perfección? Anya Taylor-Joy interpreta a esta joven muchacha que acompaña a su pareja a una cena de lujo en una isla privada apartada de la ciudad. Dicho lugar se llama Hawthorne, y el restaurant está dirigido por el chef Julian Slowik (Ralph Fiennes). La ocasión se trata de uno de los tantos servicios que ofrece dicho chef. La velada se organiza de esta manera: un grupo variado de personas embarca un bote para llegar a la ísula y poder degustar de los excelentísimos platos que propone Slowik. El grupo de personajes lo integran una variedad de figuras. Se encuentra esta pareja, un matrimonio mayor, una crítica culinaria y su editor, un actor y su secretaria y tres hombres que ostentan mucho dinero. Y es que, para acceder al servicio, se tienen que pagar poco más de mil dólares. Esta pluralidad de personajes permite un excelente desarrollo de la historia. Ninguno de ellos está ubicado al azar, y todos tienen su función. Sin embargo, es fácil reconocer con cuáles se puede empatizar y con cuáles no. Tanto en la película como con la narración, Ralph Fiennes lidera todas las situaciones. El actor británico se destaca por sobre las demás personalidades y brinda una impresionante interpretación. Él es el encargado de manejar los hilos de la velada y de presentar su tan esperado menú. Por lo tanto, en The Menu, se podría decir que el narrador y el verdadero constructor de la historia es Fiennes. La película es excelente a nivel narrativo. Posee un excelente manejo del suspenso que va in crescendo a lo largo de todo el largometraje. Cada plato representa un estadío de perfección que se va a ir instalando cada vez más túrbido. Este perfecto retrato sobre la perfección y la obsesión, además, se burla constantemente de la gastronomía fina y de sus personajes. Se puede interpretar como una sátira, pero es innegable el impecable uso del humor ácido. The Menu es una comedia negra impredible que trata temas sobre la manía y la búsqueda de la perfección. Una excelente estructura narrativa ayuda a que la película resulte en todo momento llamativa y atrapante. Su forma de narrarse es efectiva, con una construcción progresiva, tanto del suspenso como del relato en sí. Quizás en su descenlace el chef Slowik no llega a la perfección, pero la película que lo retrata sí lo hace.
La experiencia es parte de la carta Las veces que he ido a comer en un restaurant «elegante», siempre termino insatisfecho. Se entiende que no te venden comida sino una experiencia, que la idea es degustar y descubrir historias mediante el concepto de cada plato, por lo que el menú termina siendo un libro de relatos, una forma de conocer al chef. Honestamente, siempre acudo a comer una buena hamburguesa a gastar mi dinero en algo que solo encanta a la vista, pero poco al estómago, pero, en este caso, Mark Mylod nos lleva a ese mundo esnob donde hay personas que si pagan por estas experiencias. Mylod ha dirigido episodios de varias series que me encantan, entre ellas están Succession (HBO), United States of Tara (FOX), Minority Report (FX), Shameless (Showtime) y Game of Thrones (HBO); esto nos lleva a conocer su agilidad de dirigir varios géneros y a combinar thriller con comedia negra y sátira para su película más reciente: El menú (The Menu, 2022). El film nos lleva a conocer a un grupo de millonarios, aficionados y críticos culinarios, entre ellos la joven pareja protagonizada por Nicholas Hoult y Anya Taylor-Joy. Ellos se dirigen a una experiencia única: una isla en la cual se encuentra un prestigioso restaurante, tan exclusivo que debes pedir una reserva con meses de antelación. Un chef (Ralph Fiennes) pondrá a prueba a los comensales en un menú impredecible cargado de secretos y desafíos. La película agarra fuerza una vez que los comensales entran al restaurante, lo previo a la entrada establece las bases de la tensión que no va a parar hasta que se revele por completo este menú por pasos. Con una fotografía soberbia donde se aprecia los detalles del plato haciendo zoom directo hacia los mismos, enfocándolos como si fuera un programa de cocina del canal Gourmet o de Discovery Travel & Living, la mayor parte de la tensión ocurre dentro del restaurante, para la cual una paleta de grises aporta elegancia, pero también austeridad y misterio. La sátira arranca desde el comienzo pues se vuelve una experiencia inmersiva y medio reality show, este tipo de esquema la hace peculiar y un poco diferente a lo que pensaríamos de un thriller, llega a lo absurdo, pero sorprende en los momentos donde todo se va al carajo. Gran parte de la tensión es gracias al personaje de Ralph Fiennes. El chef que interpreta sabe cómo manipular y lanzarnos su ego disociativo, siendo su contraparte Anya Taylor- Joy como el personaje rebelde que dará la vuelta del menú. El menú es un thriller disfrutable de inicio a fin, soberbio como todo restaurante de cinco estrellas Michelin, es consciente de su grado de esnobidad pero aun así, logra entregar un producto disfrutable, aunque mas bien un plato con muchas matices, interesante pero que nos dejará con ganas de comer más.
Sobre servir y degustar luchas sociales, con Anya Taylor Joy Mike Mylod realiza un thriller cómico cuyo ingrediente principal es la crítica social. Margot (Anya Taylor Joy) y Tyler (Nicholas Hoult) se dirigen, junto a un grupo de personas, a una isla donde cenarán esa noche. Cada uno de ellos pagó un monto muy alto para acceder a esta exclusiva experiencia: un menú pensado y elaborado bajo la tutela del celebrity chef Julian Slowik (Ralph Fiennes). La mayor parte de la historia se desarrolla en el salón en el que los comensales se disponen a cenar. La situación de encierro sumada a la propuesta poco convencional del chef dan lugar a que El menú (The menu, 2022) sea una película con una mezcla interesante de géneros: es, definitivamente, un thriller, pero comentado continuamente con un humor muy ácido, y con momentos bastante fuertes que no son aptos para todo público. Visualmente es atractiva, y la cámara es incluso más mordaz que el guión. A pesar de ser muy meritoria, la rareza del tono con el que trabaja la película no termina de funcionar por varias cuestiones, entre ellas dos fundamentales. En primer lugar, los personajes están delineados con un trazo demasiado grueso. A pesar de que la credibilidad no es la intención principal del guión, esta construcción de los personajes hace muy difícil que como espectadores encontremos alguna manera de conectar con ellos. En segundo lugar, es posible predecir la mayor parte de los giros que la historia irá tomando, casi desde el comienzo de la misma: hay información que pudiera haberse obviado o que pudiera haberse quedado en la simple sugerencia. El menú cuenta con la dirección de Mike Mylod, cuya trayectoria destaca especialmente en series (Succession, Game of Thrones). El guión es de Seth Reiss y Will Tracy, quien también fue guionista de Succession. La representación de quienes ostentan el poder económico y político y la influencia que estas personas ejercen en la sociedad reaparecen en la película con un tratamiento mucho menos profundo, buscando a través de la hipérbole un efecto inmediato, con sabor a ultraprocesado.
Se enfrió la comida Mark Mylod vuelve a la pantalla grande después de varios años dirigiendo episodios para grandes series como Game of Thrones y Succession, aunque esta vez con una propuesta más arriesgada y de mayor talante que sus previos largometrajes. La película gira en torno a una noche en un exclusivo y finísimo restaurante en una isla con invitados especiales, a cargo de un chef pretencioso y poco convencional que sorprende a todos cada vez más con el paso de los minutos. Deambulando entre la comedia negra y el thriller, The Menu es una feroz crítica al mundo de la cocina y el capitalismo, pero se queda a mitad de camino en el mensaje que quiere dar. La cinta se podría dividir en dos: una primera mitad alucinante, rodeada de misterios y sabores, y una segunda parte en la que la trama junta demasiados condimentos y pierde la organicidad que venía ofreciendo, desviándose del camino que había tomado desde el comienzo. El reparto cumple con las expectativas, apoyados en una siempre creíble Anya Taylor-Joy y un apabullante Ralph Fiennes que transforma en oro cada personaje que le toca encarnar. The Menu es una interesante propuesta que atrapa a la audiencia desde el primer instante y en ningún momento llega a aburrir. Eso sí, el objetivo se desdibuja y el film no termina por aprovechar todo ese potencial que tenía. Puntuación: 6/10 Por Manuel Otero
Está más que sabido que la comida entra por los ojos; y sí, con una película pasa lo mismo. Con un elenco de grandes figuras se estrena este jueves 17 de noviembre en cines, El Menú, film dirigido por Mark Mylod y protagonizado por Ralph Fiennes, Anya Taylor-Joy, Nicholas Hoult y elenco. El film reúne a un grupo de personas -entre ellos un actor venido a menos con su asistente, dos críticos de comida, una pareja de casados hace varios años, tres empresarios y una pareja joven- que pagó una gran suma de dinero para cenar en un prestigioso restaurante en una isla remota con el Chef Slowik (Ralph Fiennes), de fama internacional. El menú cuenta con varios pasos pensados en forma personalizada, y la experiencia será inolvidable. Lo que empieza como una comedia normal sobre gente pretenciosa y creída, se va convirtiendo en una de suspenso -o un thriller- utilizando, al igual que Relatos Salvajes, el concepto de llevar una idea al extremo. Esto la hace atrapante de ver, aunque quizás peque de arriesgar demasiado. El elenco es lo que más atrae, sin dudarlo. Desde una fabulosa Anya Taylor-Joy hasta un insoportable Nicholas Hoult (el personaje es demasiado pesado) pasando por un Ralph Fiennes que la tiene clarísima cuando se trata de ese tipo de personajes. El ensamble lo completan Judith Light, John Leguizamo, Janet McTeer y Paul Adelstein, entre otros. Cumplen justamente su rol adecuándose cada uno con el estereotipo de la hipocresía. Los productores de El Menú son Will Ferrell y Adam McKay, de No Mires Arriba; por ende ya sabemos más o menos hacia dónde puede llegar la situación. Es una sátira y una crítica tan bien pensada que ya el hecho de estar críticándola parece ser un acto de pedantería total.
Impulsada por la siempre magnética presencia de Anya Taylor-Joy y un intrigante Ralph Fiennes, El Menú tiene las dos caras de la moneda: es una pretenciosa sátira sobre las clases altas y el consumismo del arte, con una lujosa puesta en escena, sofisticados platos del chef y ácidas críticas; aunque también se hace atractiva cuando se vuelve simple como esa deliciosa hamburguesa final, hecha con novata pasión y amor pero mucho más apetitosa que cualquier rebuscado menú que nos ofrezcan.
Humor negro a la carta. Anya Taylor-Joy, Nicholas Hoult y Ralph Fiennes protagonizan esta propuesta gastronómica dirigida por Mike Mylod, director con gran experiencia en TV con series como Succession o Entourage, para dar un par de ejemplos. ¿La trama? Margot (Taylor-Joy) y Tyler (Hoult) son una pareja joven que viaja a un exclusivo restorán ubicado en una remota isla, donde los espera el célebre chef Julian Slowik (Fiennes) quien los sorprenderá con sus platos. Desde el vamos, si algo nos enseñó el cine es que cualquier lugar ubicado en una isla remota rara vez es lo que parece… The Menu no es la excepción. La historia conforme avanza nos introduce en el peculiar universo de este restaurante donde a la hora de mostrar los platos parecen planos calcados de Master chef. Pero no todo es comida y ostentación sino también que el resto de los comensales de este lugar exclusivo y costoso representa una crítica hacia ese público demandante que se cree cool por comer determinado platillo. Sin embargo, extrañamente estos elementos no me desagradaron: esa mezcla de thriller, horror y comedia funciona, aunque también al igual que aquellos platos refinados no es para captar masas. La comedia es un ingrediente que en exceso puede opacar a los otros géneros. ¿Por qué? Simple: descontractura y saca de eje una situación que en teoría es seria y por momentos -aunque sé que es premeditado -puede resultar molesto, llegando a diluir la empatía con los personajes. Anya Taylor-Joy representa al público promedio, lejos de las excentricidades y con una mayor simpleza que desafía al chef de Fiennes. Existe una gran química entre ambos, que me borró por completo la sensación/prejuicio de “¿acaso Hollywood no tiene otras actrices además de Anya Taylor-Joy?” En definitiva, como dije antes, si bien la comedia es buena en exceso puede generar situaciones inverosímiles. Si el filme buscaba empatizar a partir de este ingrediente, el resultado es el equivalente a una cata en lugar de la experiencia de estar en el propio restorán. Aun así, The Menu es una sorpresiva propuesta que deja con ganas de más.
Con producción de Searchlight pictures y los protagónicos de Ralph Fiennes y Anya Taylor – Joy llega hoy a las salas de cine «El menú», la última película del director de «Contando a mis ex» y «Golpe de suerte» y de la afamada serie «Succession», con guión de Seth Reiss y Will Tracy. Tyler (Nicholas Hoult) es un fanático de los programas de cocina y decide invitar a Margot (Anya Taylor-Joy) al restaurante del prestigioso chef Julian Slowik (Ralph Fiennes), ubicado en una isla y al cual resulta muy dificil acceder. Slowik es reconocido por su prestigio y asistir a su restaurante es considerado un lujo para cualquier mortal. El filme narra lo que sucede la noche en la que los distintos personajes – exponentes de la más alta sociedad por sus trabajos o reputación – acuden a la isla para cenar el menú especial que el chef ideó para aquella noche. Lo que comienza con una bienvenida un tanto desconcertante, se transforma a medida que los pasos del menú avanzan en una especie de pesadilla del cual todos van a querer despertar. Slowik está dispuesto a hacer que esa noche sea inolvidable para todos. Con elementos reconocibles en las películas de escape para poder sobrevivir, Mylod construye una historia que logra sostenerse con buena dosis de tensión. Si bien el argumento es simple y puede preverse gran parte del desenlace, la trama no decae y el espectador se mantiene expectante a lo largo de la hora cuarenta de duración de la película, que está protagonizada con un cast muy efectivo, del cual se destacan Taylor-Joy, siempre hipnótica, y el impecable Ralph Fiennes, cuyas miradas y gestualidad traspasan la pantalla. Con una dosis justa de humor negro que luego se traduce en suspenso – terror, «El menú» no toma demasiados riesgos pero alcanza las expectativas que se propone
Con una fuerte crítica al snobismo que rodea la industria culinaria, esta oscura y divertida propuesta cuenta con un gran cast, en el que brillan Anya Taylor-Joy y Ralph Fiennes, que termina siendo funcional al tenso ritmo y las sorpresas que tiene preparado el guion.
A lo largo del año tuvimos varias estrenos relacionados con el mundo de la gastronomía que aprovecharon el actual auge de los reality shows culinarios en la televisión. Dentro de esta temática El menú sobresale como la mejor producción de la temporada al ofrecer un gran entretenimiento que combina el thriller psicológico con la comedia de humor negro. El film del cineasta inglés Mark Mylod desarrolla una sátira ácida y brutal sobre la comunidad snob de los cocineros pretenciosos y los críticos que los apañan y creen que la elaboración de un plato tiene el mismo valor artístico que una pintura de Van Gogh. El relato de Mylod maneja de un modo impecable el tratamiento de la tensión y el suspenso que con el transcurso del tiempo deriva en un espectáculo turbio y morboso. Lo ideal es llegar al visionado con la menor información posible sobre argumento ya que eso contribuye a que el conflicto y los diversos giros sorpresivos se aprecien con más intensidad. El rol de Anya Taylor-Joy representa la mirada del espectador casual que ingresa al alocado mundo de la gastronomía pretenciosa que en esta propuesta tiene un retrato más grotesco. La narración del director hace un gran trabajo a la hora de gestar un clima de tensión permanente que incrementa a medida que se desarrolla el rol del villano, a cargo de un extraordinario Ralph Fiennes. El Chef Slowick es una especie de gemelo malvado y psicópata de Gordon Ramsay combinado con la mentalidad macabra del John Kramer de SAW y sobresale entre los mejores roles que encarnó el actor en los últimos años. Si bien el reparto cuenta con muy buenas intervenciones de Nichola Hoult y Hohn Leguizamo, el duelo psicológico que se gesta entre los roles de Fiennes y Anya Taylor Joy brinda algunos de los mejores momentos de esta producción. En el acto final durante el desarrollo del clímax la propuesta de Mylod se desinfla un poco, debido a un final que remite demasiado a un clásico del cine terror y una serie de incógnitas que la trama no llega a explicar. Salvo por esos detalles EL menú ofrece un gran thriller que se disfruta muchísimo por la labor de los protagonistas el dominio del suspenso que presenta la dirección.
Una joven pareja viaja a uno de los destinos más exclusivos del mundo para cenar en un restaurante que ofrece una experiencia culinaria única y al que no todos podrán acceder, solo los más adinerados, poderosos y conectados con la gente correcta. Sin embargo, el excepcional chef ha preparado una velada particular que tendrá un resultado sorprendente para todos los comensales. «El menú» es una inquietante mezcla entre una comedia negra y un thriller que busca abordar los temas de la división de clase, el consumismo, el capitalismo, el poder, el dinero, el esnobismo y la superficialidad a partir de personajes que encarnan todos estos males y son invitados a participar de esta experiencia única. La película va avanzando poco a poco, develando la información a cuentagotas, tanto de las personalidades y la vida de los comensales, como también del chef y el plan que se esconde detrás de una velada mágica. Esto permite que la trama sea tan inesperada como sorprendente, con varios giros narrativos que serán de gran impacto. Sin embargo, a medida que se va acercando a la resolución, la historia se va diluyendo un poco, perdiendo su encanto. Su clima de tensión se mantiene durante todo el metraje, haciéndonos sentir que estamos dentro de una olla a presión que está a punto de estallar en cualquier momento. Aunque en un instante explota, no llega a ser tan osada, sino que se queda a mitad de camino entre lo que esperábamos y lo que terminamos viendo. El hecho de contar con una única locación, como también la inquietante banda sonora, ayudan a construir este ambiente opresivo y del cual es difícil escapar. Uno de los puntos más altos del film es el gran elenco que lo compone. Está protagonizada por Anya Taylor-Joy como una de las jóvenes invitadas que no se supone que debería estar ahí, un siempre logrado antagonista Ralph Fiennes, que compone a este chef de renombre, contenido y perturbador, Nicholas Hoult, pareja del personaje de Anya, que es un fan del chef y nos dará algunos de los momentos cómicos más efectivos; John Leguizamo, como otro comensal, también muy gracioso, entre otros. Todos hacen un buen trabajo para representar a sus personajes, sobre todo generando en el público cierto rechazo por su forma de ser y comportarse. En síntesis, «El menú» es una interesante crítica social hacia el capitalismo y la división de clases que nos ofrece un clima de tensión constante, humor negro y buenas actuaciones, a pesar de no sostenerse siempre al mismo nivel y quedarse a mitad de camino entre lo que podría ser y lo que termina siendo.
El menú llega para sumarse a una corriente que viene observando desde una ironía bastante feroz el comportamiento de algunos sectores sociales con acceso al dinero y al poder, cada vez más dispuestos a reconocerse a través de lujosos y exclusivos hábitos de consumo. La cocina es uno de los escenarios predilectos de esta incipiente tendencia. En poco tiempo llegó hasta lo más alto del mayor festival de cine del planeta: Triangle of Sadness, del sueco Ruben Östlund, se llevó este año la Palma de Oro por su despiadado retrato de la lucha de clases en un crucero de lujo. En medio de declaraciones simplificadas y pueriles sobre la batalla entre ricos y pobres, la travesía termina con un banquete lleno de imágenes escatológicas. El nuevo largometraje de Mark Mylod no llega por suerte a las cotas vulgares y plagadas de simbología pueril sobre la indiferencia, el esnobismo y el desdén de los multimillonarios de este tiempo postuladas por Östlund. Mylod es más fino, sutil y filoso para este tipo de observaciones. Ya lo venía insinuando en sus trabajos previos para la TV y el streaming (Succession, Game of Thrones), relatos que prestan especial atención a cómo actúan y reaccionan los poderosos. Pero aquí el universo es otro, mucho más cerrado y especializado en una de las manifestaciones de ese consumo sofisticado. A cambio de un precio inconcebible (por lo elevado), solo doce personas tienen acceso al exclusivo menú de gastronomía molecular en varios pasos preparado por el chef Slowik (Ralph Fiennes) en una remota isla. Allí se cultivan, se cuidan y se preparan todos los ingredientes con la misma meticulosidad empleada para servirlos. Los invitados se someten al elaborado ritual y a la autoridad indiscutida del veleidoso chef convencidos de que así marcan todavía más diferencias con el resto del mundo. En esta feria de vanidades hay jóvenes empresarios de la multimillonaria economía de las finanzas, alguna estrella de cine venida a menos, un adinerado matrimonio hundido en el tedio, una crítica culinaria tan fatua como el chef y un muchacho con aires de pedante connoisseur (Nicolas Hoult) que cambió a última hora a su acompañante (Anya Taylor-Joy). Ella es el único pez fuera del agua en un escenario que se irá tornando cada vez más inquietante y terrorífico. El juego funciona muy bien al principio, entre apuntes burlones a la conducta de los dueños del dinero, la puesta en funcionamiento de las reglas impuestas por Slowik en su cocina, bastante humor negro y una trama diabólica que empieza a develarse. Más adelante, con todas las cartas sobre la mesa, la fórmula empieza a repetirse como si el truco ya quedara completamente a la vista. Cuando el interés empieza a flaquear, todo queda en manos de los magníficos Fiennes y Taylor-Joy, los únicos que parecen quedar al margen de ese mar de imposturas demasiado marcadas y de un menú casi irresistible al comienzo y después bastante desabrido, pese a la búsqueda deliberada de impacto en el final.
Uno de los principales problemas de “El Menú”, es que no es un menú, es una cena preparada en la que no hay posibilidades de elección, no hay variables. Es lo que hay. Sin embargo proveé de elementos que sirven para interrogarse, como ejemplo, todo transcurre, o casi, en la isla de Hawtorne, ¿Será alguna alusión a Nathaniel? Un autor considerado de los mas oscuros de la literatura yankee, responsable de “La Letra Escarlata”, su obra mas famosa. El director Mark Mylod junto a los guionistas Seth Reiss y Will Tracy construyen tan atentamente deleites satíricos y sustos que se olvidan de condimentarlo. Instalando una comedia de terror refinado a partir de un elenco convincente, sin embargo la sátira a lo largo del filme carece de
Hay quienes prefieren combinar lo salado con lo dulce. Otros, no. El menú, cuyo elenco encabezan Ralph Fiennes y Anya Taylor-Joy, combina la risa y drama, o habría que decir el terror. ¿Es un thriller? A veces es difícil definir los sabores que llegan a nuestro paladar. Porque en definitiva El menú es una película de terror, pero aromatizada con fina comedia, para que a quienes no les caen bien los sabores del terror, bueno, puedan digerirlo. El menú del título se refiere a un evento gastronómico exclusivo. Serán doce los comensales, y el cubierto es salado: 1.250 dólares por cabeza. Así que quienes lleguen hasta Hawthorn, en una la isla privada invitados por el chef Slowik (Ralph Fiennes), quien les servirá una elaborada cena de varios platos, serán evidentemente gente de dinero. Algún actor caído en desgracia (John Leguizamo), una pareja que ya es habitué en esas comilonas, un trío de nuevos ricos. También, algún snob, como Tyler (Nicholas Hault), que viene acompañado -a último momento- por Margo (Anya Taylor-Joy), más una crítica culinaria (Janet McTeer, de Ozark) que en su miento descubrió a Slowik, entre otros invitados. Por algún motivo, se intuye, están allí invitados esos 12 comensales (11, sacando a Margo). Todos están exultantes -menos Margo- por probar la "experiencia". Por algún motivo, se intuye, están allí invitados esos 12 comensales (11, sacando a Margo). Todos están exultantes -menos Margo- por probar la "experiencia". Pero no deben comer, enfatiza el chef, sino saborear. Lo que vale es disfrutar la experiencia. Cada presentación de un plato nuevo tendrá toda una teatralidad. Pero está Margo. Y Slowik no la esperaba entre sus comensales. Su presencia irrita al pretencioso chef, y sus comentarios sobre lo que ve y degusta -incluye un plato de pan… sin pan-, tampoco le agradan. Del director de "Succession" El director de Succession, Mark Mylod, tiene destreza previa en la comedia de televisión, antes de dirigir episodios de Game Of Thrones y la mencionada serie de HBO. Así que tomar a personajes ricos y desmenuzarlos no es nuevo para él. No hay mucho salvajismo en pantalla, porque el director prefiere crear climas y no imágenes que grafiquen el horror (bueno, hay alguna que otra que sí). Además de Fiennes y Taylor-Joy, se destaca Hong Chau (que está también muy bien en The Whale, junto a Brandan Fraser), que es la asistente principal del chef entre la cocina abierta y donde se sirve la comida. El menú convence más en su primera hora, cuando aún resta develar algún que otro secreto y varias vueltas de cocción. Porque en el acto final, mucho de lo bueno que venía construyéndose dentro de ese ámbito chic con vista al mar a través de ventanales blindados, se desarma. Como esas tortas que levantan y luego se desinflan. Si la venganza es un plato que se sirve frío, aquí, bueno, la cosa está un poco más caldeada, pero sintetizando no deja de estar en su punto justo. Bien hecho, como se dice cuando se pide un bife.
Del Director Mark Mylod llega a los cines "El Menú", un film diferente con un gran elenco. De qué se trata? 👉 Un famoso restaurante de lujo en una isla paradisíaca y remota comandado por un meticuloso Chef llamado Julian Slowik (Ralph Fiennes ) bajo las atentas órdenes de Elsa (Hong Chau), posee características especiales y es el espacio en el cual se desarrolla esta película en la que prima un grupo de gente snob, entre los que se halla la pareja protagónica, Tyler (Nicholas Hoult) y Margot (Anna Tayloe-Joy) junto a un grupo de empresarios, Soren Arturo Castro), Bryce (Rob Yang) y Dave (Mark St.Cyr). A ellos se suman el actor de cine (John Leguizamo y su secretaria Felicity (Aimee Carrero), una crítica especialista en gastronomía, Lilian Bloom (Janet Mc Teer), el matrimonio formado por Anne (Judith Light) y Richard (Reed Birney) y el editor Ted (Paul Adelstein). Hacia Hawthorne, el soñado destino, se dirigen todos con la premisa de degustar un menú molecular (del que tanto se ha hablado en los últimos años) de varios pasos que les va a deparar algunas desagradables sorpresas. Margot (Taylor-Joy) se siente en una posición diferente al resto de los comensales, algo incómoda, no termina de entender qué está sucediendo, y eso también le va a pasar al espectador. Desde que llegan a Hawthorne las situaciones se van tornando cada vez más violentas hasta llegar al inesperado final. El film mezcla tragedia, sadismo y se acerca por momentos, al género del terror. Las actuaciones son muy buenas, destacándose en mayor medida Fiennes y Taylor-Joy. Lo Mejor? Una idea original con un acertado elenco.
Margot y Tyler son una joven pareja que viaja a una isla remota para comer en un exclusivo restaurante. “Hawthorne” está dirigido por el excéntrico chef Sowkin quien ha preparado un menú de gastronomía molecular en donde los ingredientes son tratados cómo arte conceptual. Su enfoque en la cocina es todo lo que los comensales no se esperarían. “El Menú” es un largometraje estadounidense estrenado el pasado 17 de noviembre de 2022 en Argentina. Entré a la sala de cine sin saber que me iba a encontrar y aún así me sorprendí. Me gustó mucho el estilo general de la película en el cuál en un principio parece una cosa y para el final se convierte en algo completamente diferente. Los diálogos son buenos y a pesar de que se trata de un drama este por momentos tiene pequeños tintes de comedia. La ambientación general es muy elegante y fina. Además, los personajes son muy diferentes entre sí lo que hace que varias figuras se destaquen. El principal giro argumental me tomó completamente desprevenida y la cinta me siguió sorprendiendo hasta el final, incluyendo una última escena que me dieron ganas de más. Se destacan las actuaciones de Ralph Fiennes (Chef Slowik), Anya Taylor-Joy (Margot) y Hong Chau (Elsa). Si les gusta el humor negro entonces no se pueden perder “El Menú”. Actualmente se encuentra disponible en cines.
Es una comedia negra, negrísima, con toques de terror y una ironía corrosiva. Es una mirada impiadosa sobre el mundo de los chefs famosos y sus clientes, sobre los caprichos de gente muy rica y los divos transformados en la fantasía de pequeños dictadores que pueden ser sangrientos. A un muy exclusivo restorán, ubicado en una isla, donde reina el más famoso de los cocineros llega su clientela exclusiva: cada uno pagó 1,250 dólares por el menú de degustación, no pueden ir solos, y esperan una experiencia casi religiosa de sabores. Los comensales: una crítica de maestros cocineros y su editor, una pareja de supermillonarios, un actor que intenta retomar su carrera con su asistente, un trío de herederos de un imperio tecnológico, una pareja de un sibarita con alguien misterioso y un último invitado que conviene no revelar. En ese ámbito de ordenes cumplidas al milímetro, sabores únicos, las situaciones se tornan incomodas, derivan en sádicas, se transforman en terroríficas y por momentos francamente perturbadoras. Las humillaciones se multiplican y las víctimas no saben o no pueden reaccionar hasta que alguien se sale del molde. Dirigió Mark Mylod con rigor (conocido por “Succession”,”Game of thrones”) sobre un guión de Set Reiss y Will Tracy. En el elenco brilla Anya Taylor-Joy, Ralph Fiennes, Nicholas Hoult, John Leguizamo Un entretenimiento de tensión constante, muy cruel pero que no decae.
"El menú", comedia negra de usos y costumbres En esta película, lo importante no es tanto la comida como el plan secreto del maestro de ceremonias. Casualidad, tendencia o moda, durante los últimos meses la producción audiovisual (cine + series) disfrutó de una pequeña explosión del subgénero “historias de cocina”, relatos que transcurren en gran medida entre ollas, sartenes y hornos, destacándose sin mayor esfuerzo El oso, retrato de un pequeño restaurante al paso de Chicago, y El chef, sobre las tribulaciones de un cocinero de alto nivel en un exclusivo restó de Londres. El menú es otra cosa, bien alejada del registro realista de la serie creada por Christopher Storer y la película de Philip Barantini, aunque aquí también los puntos de ebullición y tiempos de cocción tienen una presencia central en la trama. En el film de Mark Mylod, experimentado realizador de series (dirigió más de una docena de capítulos de Succession y varios de la saga Game of Thrones), un grupo de doce comensales se dispone a pasar una velada en el exclusivo local del chef Slowik (misterioso, eventualmente siniestro Ralph Fiennes). Para llegar al sitio y disfrutar de la experiencia culinaria es necesario moverse en barco a un paraje aislado; esa insularidad va de la mano de la excentricidad a la hora de recibir a los invitados, que no hará más que ir in crescendo. Es claro que el punto de vista de todo lo que podrá verse, oírse y paladearse recaerá en Margot (Anya Taylor-Joy), de quien al comienzo se sabe poco y nada, más allá de que es la acompañante de un joven foodie con ínfulas. El resto del contingente forma parte del universo de los ricos y famosos: empresarios, actores, una crítica culinaria, millonarios de raza. Luego de las presentaciones, la mesa comienza a servirse, y el primero de los platos del menú por pasos es presentado por su creador en tono solemne y bajo el riguroso manto de silencio del resto de los empleados y clientes. El menú es una de esas películas sobre las cuales no conviene adelantar demasiado, pero es necesario advertir que, muy rápidamente, la extrañeza de ciertas señales termina por tomar el control de la trama. Lo importante no es tanto la comida –que incluye una degustación de algas y otros vegetales sobre base de piedra marina y una selección de dips sin pan para remojar– como el plan secreto del maestro de ceremonias. El principal problema del guion escrito por Seth Reiss y Will Tracy descansa en la dificultad de sostener el suspenso una vez que la verdad de la milanesa comienza a resultar tan diáfana como los amplios ventanales del salón de recepción. Hitchock llevó a un grado máximo de depuración la idea de un grupo reducido de personas encerradas en un único lugar en Ocho a la deriva. El menú, comedia negra de usos y costumbres, forma parte de ese linaje, aunque en cierto momento la tensión le cede el espacio a un cliché recurrente: los poderosos siempre mantienen sus trapitos escondidos del sol, que suelen ponerse a la intemperie en situaciones extremas. A pesar del lugar común, Mylod logra meter algún que otro bocadillo sorpresivo (los platos son cada vez más sofisticados, aunque no en el sentido esperado, llegando a niveles de abstracción impensados) y la británico-estadounidense más argentina del mundo, Anya Taylor-Joy, vuelve a demostrar que es capaz de bancarse sobre los hombros cualquier personaje que le pongan encima.
Si la objetividad es la subjetividad de la mayoría, podemos afirmar que cuando toda una sala bosteza es porque la película es objetivamente aburrida. Eso pasa con El menú, que, a pesar de tener un elenco de lujo, termina naufragando en un planteo tan estrafalario como insustancial. Dirigida por Mark Mylod, el filme intenta ser una comedia negra de terror con crítica a la alta cultura, o, mejor dicho, a su aspecto culinario. Pero lo que se supone una crítica feroz termina siendo una bagatela artificiosa, una película mediocre que se viste elegante para parecer inteligente. La dimensión política y sociológica brilla por su ausencia, no hay más que prejuicios infundados y falso regodeo en la comida chatarra. El menú pretende exaltar los paladares que no distinguen la paleta del jamón cocido. Y en ese intento por ser popular y ponerse del lado de la gente común y de los hábitos alimenticios más insalubremente cotidianos, queda como una película sin lucidez para elaborar una observación más potente, o al menos que tenga algo para decir. Al no tener un propósito claro, la película muere en su ambición resentida de superioridad chabacana, sin nada más para entregar que un par de escenas más o menos logradas, con un tono de ironía y misterio que le da un relativo interés. El menú cuenta la historia de una pareja, Tyler (Nicholas Hoult) y Margot (Anya Taylor-Joy), que viaja a una isla (Hawthorn) para tener una experiencia culinaria única, en un restaurante comandado por un extraño chef (Ralph Fiennes). Al lugar van otros invitados, seleccionados exclusivamente para comer en el atípico y costoso restaurante al que se ingresa por una puerta única y en cuyo interior minimalista se ve trabajar a los mozos y a los cocineros con una minuciosidad que asusta. Lo raro es lo que está fuera de lugar, o cuando se pone una cosa en un lugar que no va. Que un restaurante esté ubicado en una lejana isla es de por sí raro, y ni hablar del menú, que incluye de entrada platos minúsculos con pastillas gelatinosas que concentran todos los sabores marítimos. Sin embargo, la dosis de misterio y suspenso se va disolviendo a medida que avanza, sin saber muy bien cómo resolver el conflicto de la trama, cómo culminarlo, o cómo seguir entregando momentos sorpresivos. Cuando advertimos que detrás del mecanismo no hay nada más que eso, y que sus escasas ideas de puesta en escena se agotan con rapidez, la película pierde. El menú quiere mostrarse orgullosa de lo simple en una rebuscada defensa por lo popular que se termina perdiendo en el medio de diálogos y personajes que no aportan.
La cena está servida El conocido director de series televisivas Mark Myrod ofrece en El Menú (The Menu, 2022) una ingeniosa película que discurre sobre los conflictos de clase actuales entre trabajadores y empresarios en Estados Unidos a partir de una premisa que sorprende al espectador por su ferocidad, pero que reviste un carácter conservador, incapaz de atisbar cualquier forma de transformación social. Un grupo de doce personas de gran pasar económico que pueden pagar el elevado cubierto del restaurante del aclamado chef Slowik (Ralph Fiennes) acuden a la Isla de Hawthorne para compartir una experiencia culinaria en el exclusivo y costoso establecimiento, pero la cena se convertirá en una pesadilla cuando el chef confronte con los prepotentes comensales en una performance gastronómica y social planificada con muchos meses de antelación por el reconocido cocinero y sus colegas. Como un homenaje al maravilloso film de Peter Greenaway, El Cocinero, el Ladrón, su Mujer y su Amante (The Cook, the Thief, his Wife and her Lover, 1989), la película se divide en capítulos representados por los platos que ofrece la cocina de Slowik, un menú de pasos cuidadosamente creados a partir de la selección de productos que la isla ofrece, siempre buscando mantener un balance entre la naturaleza y sus habitantes e invitados. A la velada del caprichoso chef acuden un grupo de tres socios de un fondo de inversión poseedor de la isla y el restaurante, un acaudalado matrimonio de la tercera edad con más hastío y antipatía que amor, una ampulosa estrella de Hollywood venida a menos junto a su joven ayudante, una crítica culinaria y su adulador editor, un joven petulante con su nueva novia y la madre ebria del chef. El grupo construye un retrato caleidoscópico de las vanidades contemporáneas del ambiente gastronómico y cultural. Hasta la mitad del film Myrod desarrolla con éxito su proyecto, exponiendo las conductas y los diálogos de los fatuos comensales en contraposición a la pretenciosa organización castrense de la cocina de Slowik. Durante la segunda mitad, las intenciones de Slowik se revelan y comienza la confrontación entre el chef y la joven interpretado por Anya Taylor-Joy, que es la única invitada que no estaba en la lista. Myrod aprovecha el buen momento, la presencia y el talento de Anya Taylor-Joy, que se contrapone muy bien con respecto al lastimoso personaje compuesto por Nicholas Hoult y el exigente chef interpretado por Ralph Fiennes. Si Taylor-Joy y Fiennes logran cautivar con sus interpretaciones y soportan los primeros planos del director, el resto del elenco tiene altibajos en papeles demasiado esquemáticos y exagerados, sin matices, que no siempre acompañan del todo bien al relato, que busca escarnecer a los millonarios clientes. La película se destaca también por un gran elenco, que incluye a Hong Chau, John Leguizamo, Janet McTeer, Paul Adelstein, Reed Birney, Judith Light, Aimee Carrero, Peter Grosz, Christina Brucato, Rob Yang y Arturo Castro. Pero la trama es un poco más compleja y remite al desencanto del chef ante el descubrimiento de que sus comensales son un grupúsculo de esnobs deplorables a los que poco les interesan las experiencias culinarias que éste ofrece en su exclusivo establecimiento ya que no aprecian las temáticas ni el amor que los cocineros le ponen a las preparaciones, generando el descontento del chef y sus subordinados/ ayudantes, que de la decepción pasan a la antipatía y de allí a un odio irreconciliable con la vida. El Menú se adentra en una cuestión sociológica que atraviesa nuestra época, el creciente malestar en muchos casos devenido en encono hacia los que se benefician del sistema capitalista, emoción producto de la falta de propuestas e ideas de cambio social, el rechazo visceral a las opciones socialistas o el fracaso de las experiencias revolucionarias convertidas en totalitarias. Esta situación tiene como correlato la acumulación cada vez más inescrupulosa y obscena de riqueza que los trabajadores generan por parte de los especuladores financieros y la incapacidad o desinterés de los trabajadores y los empresarios que producen de realizar cambios significativos en el sistema capitalista, ante lo cual sentimientos pasivos de fatalismo y decepción se imponen como única forma de afrontar un escenario del que no se puede salir sin una gran fuerza de voluntad. Por otra parte, esta cuestión se relaciona en la película con la dependencia del artista para con el patrocinador o cliente, que no siempre aprecia la obra, lo cual alimenta la animadversión del artista hacia las reglas del mundo del arte o en este caso, del universo gastronómico y sus medidas canónicas. Aunque esta es una situación que se vive desde los inicios del surgimiento del concepto de obra de arte, el fracaso en la actualidad del sistema educativo basado en conocimientos generales y el consecuente analfabetismo cultural de los empresarios alrededor de todo lo que queda fuera de su rango de saberes específicos generan en los egocéntricos artistas sentimientos negativos hacia sus mecenas. Para los platos el film recurrió a varios cocineros pero se destaca una cocinera francesa radicada en Estados Unidos, Dominique Crenn, cuyas creaciones culinarias aparecen en distintos momentos en la película recreadas y filmadas con el estilo de la serie documental de David Gelb, Chef’s Table (2015-2022), quien tiene una labor aquí como director secundario. Myrod se mueve bien en la clave satírica del comienzo, pero se empantana un poco cuando tiene que virar al terror. Si lo mejor de El Menú es su trama y el juego que abre a partir de los distintos protagonistas cuidadosamente seleccionados para la velada, la previsibilidad de muchas escenas y la falta de carácter de algunos personajes secundarios no completamente resueltos ni desarrollados, especialmente a partir de la segunda mitad del film cuando se revelan las intenciones del chef y la actitud de los comensales se convierte en irracional y ridícula, constituyen uno de los puntos más flojos de una propuesta interesante escrita por Seth Reiss y Will Tracy, que en un principio fue pensada para que la dirija Alexander Payne aunque finalmente terminó recayendo en Mark Myrod, un director obsesionado con las consecuencias del poder en el comportamiento humano. La película logra ofrecer una historia que se va apagando a medida que las cartas del director son expuestas mediante unas buenas ideas licuadas por el desarrollo errático de la trama, una que los guionistas y el realizador dejan a la deriva hasta estallar en el final.
"La supervivencia del menos snob" Por Denise Pieniazek En el largometraje El menú (The Menu, 2022) un grupo de selectas personas viaja a una isla de la costa pacífica norteamericana para deleitarse en el exclusivo restaurante Hawthorn, del prestigioso chef Slowik (Ralph Fiennes). El conjunto de comensales está compuesto por un admirador y aspirante a chef Tyler (Nicholas Hoult) y su acompañante Margot (Anya Taylor-Joy). También integran la peculiar clientela, una reconocida crítica gastronómica Lillian (Janet McTeer), su editor Ted (Paul Adelstein), una engreída estrella de cine (John Leguizamo) y su asistente, tres exitosos socios de la industria tecnológica, y una madura pareja de clase alta Anne y Richard (Judith Light y Reed Birney). Al llegar al lugar son recibidos por una disciplinada asistente de Slowik, Elsa (Hong Chau), quien los guía por el lugar en donde los empleados viven de forma comunitaria en condiciones peculiares. A partir de allí, la extrañeza comienza a manifestarse de forma creciente en el universo diegético. La cocina abierta a los comensales, aquí hay que destacar el diseño del decorado que está al servicio de la narración y poética del relato, se abre a los comensales como un telón de teatro. A su vez, el espacio de las mesas posee un gran ventanal que en cierto modo funciona como la cuarta pared teatral, jugando con nosotros como espectadores-voyeurs. En adición, desde que los clientes ingresan en el restaurante, los invitados se transformarán en “público” pasivo, pero a su vez serán convertidos en un elemento de la gran puesta en escena, minuciosamente planificada por los chefs. Ese espectáculo gourmet, toma rumbos imprevistos cuando cada paso del menú se transforme en un acto teatral, en donde la tensión irá in crescendo y la experiencia que el chef Slowik y su equipo tiene preparado, no es lo que los comensales esperaban. Slowik pretende darles más que comida, pretende brindarles toda una experiencia. Si su menú fuese una obra de teatro, diríamos que nos encontramos frente a una pieza posmoderna o una performance cercana a las que realizaba la provocadora artista Marina Abramovic. Al igual que una obra posmoderna, la división tradicional del espacio en escenario/público, o en este caso cocina/salón va desdibujando sus límites según avanza la acción. El menú dirigido por Mark Mylod (Succession, Game of Thrones), es una comedia negra con varios tintes del cine de terror y suspenso. Incluso en su difusión se describe al filme como un thriller en clave satírica. La película expone una fuerte crítica hacia el esnobismo, la élite, la “alta cultura”, la arrogancia y el capitalismo. Quizás por momentos se subestima un poco la inteligencia del espectador, al explicitarlo reiteradas veces, pero aún así la propuesta y originalidad del relato es más que interesante. En palabras de su director: “…Le describí el tono y la forma en la que quería trabajar, con un estilo muy a lo Robert Altman, con todos presentes en escena todo el tiempo. Necesitaba actores que fueran suficientemente rápidos y seguros para llevar esto adelante y darle algo de lugar a la improvisación”. El diseño espacial que se mencionó anteriormente, es principalmente, un espacio cerrado en el que los protagonistas no poseen libre albedrío, produciendo simbólicamente cierta asfixia espacial que refuerza el concepto circular de la isla en la que se encuentran. Salvando las grandes distancias, el peculiar tono oscuro in crescendo de la narración puede remitirnos debido a los paisajes diurnos que se transforman en siniestros a Midsommar (2019) o Funny Games (1997/2007), o por otro lado por el encierro de personajes y su irónico sentido del humor al cine de Álex de la Iglesia y Jorge Guerricaechevarría, en filmes como El bar (2017), La comunidad (2000) y Mi gran noche (2015). Aunque en la película en cuestión, salvo excepciones -que es mejor no revelar- los personajes son más pasivos. En conclusión, El menú ofrece un relato muy entretenido e inteligente que logra sorprender al espectador con sus vueltas de tuerca, junto a su logrado e ingenioso final, algo muy poco frecuente en el cine actual.
El Menú es un filme original y sorprendente que podría ser definido como un filme de terror, pero no lo es, o como una comedia negra; pero es mucho más que eso, drma misterio, tragedia, y humor se mezclan en un filme único. En el link la crítica completa escrita, más la crítica radial en audio en Spotify, o en video en YouTube. El Menú es una película muy particular, es el filme que deberíamos ver si somos esas personas que nos quejamos de que Hollywood trae todos los productos iguales, o que Marvel es una fábrica de contenido más que un estudio que hace películas, o cosas por el estilo. A veces, de los estudios, sale cine qué es distinto, y sin llegar a ser extremadamente raro, o extremadamente artístico, hay un guion que se la juega, pone toda la carne en el asador, y muestra algo novedoso; este es el caso. El Menú es una película muy difícil de describir, y casi indescifrable en cuanto al género; hay quienes la llaman en una película de terror, hay quienes la llaman una comedia, qué es un género casi opuesto al terror, y hay quienes la llaman comedia y terror. Desde distintos puntos de vista podemos darle la razón a cualquiera de estas tres posturas; lo que pasa es que no es una película específica de género, sino que más bien trata un tema, lo desarrolla de una forma determinada, y usa recursos y formas de ambos géneros. La película ciertamente tiene humor y tiene muchas escenas que pueden provocar una carcajada, pero no es una risa franca, como la risa de una comedia, sino más bien es una carcajada, si se da, o una sonrisa inteligente, cómplice, que se ríe o se burla de algún sarcasmo, o de alguna declaración o suceso que es tan tragicómico que produce gracia; porque la película tiene un tono serio y dramático, y además, todo personaje que aparece en la pantalla corre riesgo de muerte; por lo tanto no es una comedia franca. Pero tampoco es específicamente una película de terror, porque no intenta serlo; no intenta asustar, ni intenta dejar un miedo residual tampoco; más bien cuenta una historia que es una mezcla de drama, de tragedia, de crimen, y de sangre; que, por su morbosidad, perversidad, sangre derramada y muerte, puede con ser considerada dentro del género del terror; sin embargo, la narrativa está más cerca de lo que se podría decir una película de suspenso, que de una de terror. Y tampoco intenta ser una película de suspenso, ya que el objetivo de la misma no es generar tensión en el espectador, aun cuando la hay, sino mostrar el argumento y desarrollarlo, estudiando la psicología de los personajes, las motivaciones, ver las actitudes raras y en algunos casos aberrantes que tienen, y engancharnos con el misterio de cómo se va desenvolviendo todo esto. La película, en cierta forma, es un estudio de la psicología humana; especialmente la de esos personajes, que son los comensales y sobre todo del chef, que es hipnótico y hay que ir desentrañando su psiquis. Para eso, el argumento trata sobre un grupo de 12 comensales que llegan en un barco a una isla pagando una tarifa muy alta, para una cena muy especial con un chef estrella, que tiene un restaurante en esta isla, donde toman los elementos de la isla, del mar, y de las cosechas que hacen ellos mismos, para preparar unos platos de altísima calidad y con un alto nivel de arte en la cuestión culinaria. En un primer momento simplemente parecen que están cenando y que el chef es medio extravagante con las historias que cuenta entre plato y plato, como se van mostrando los mismos de manera muy especial; pero uno siente que hay algo raro en el aire, finalmente cuando llega uno de los platos principales, hay una impactante muerte, que algunos toman en un primer momento como un acto de teatralización, pero otros lo creen real y ahí es donde cada uno empieza a temer por su vida; y luego ya empiezan a tener la certeza de que van a morir todos. Más allá de que eso suceda o no, aquí no lo vamos a revelar, ni tampoco vamos a revelar más de la trama, aunque el tráiler revela un poco más inclusive. Gran parte de la emoción de la película, y de su funcionamiento pasa por ver los misterios de la trama, qué es lo que está pasando, ¿es un acting? ¿es de verdad?, ¿por qué pasa lo que pasa? ¿van a morir todos? ¿van a morir algunos? ¿por qué habría de morir alguien en una cena?, y todas esas preguntas se van respondiendo a lo largo del metraje. La película tiene una dirección muy fina y muy brillante, donde el director logra con exactitud el tono justo de las escenas, y logra tener en vilo al espectador durante todo el metraje. La película juega con elementos perversos, con personajes desquiciados, y con la obsesión máxima que puede tener una persona en un trabajo, y en ese sentido hace recordar a la película El Cisne Negro y es interesante el cruce que hay entre varios personajes sobre todo el que hay entre el chef principal interpretado brillantemente y de manera demoledora por Ralph Fiennes, y una de las protagonistas interpretada por Anya Taylor-Joy, que en realidad es una persona que no pertenece a ese ambiente de gente rica de alta alcurnia, ni tampoco tiene ese grado de conocimiento de comidas gourmet de alto nivel; y eso genera una gran tensión, con un diálogo absolutamente brillante en uno de los momentos de la película; que si ven la película, se van a dar cuenta. La historia y la narrativa se podrían haber desbarrancado completamente en el final, pero afortunadamente eso no sucede; y el final, o al menos la expectativa que tenemos del final a lo largo del metraje, tiene un dilema importante; qué es que uno quiere que por un lado, se salve la protagonista; pero por otro lado también nos gustaría ver qué es lo que va a pasar con los comensales, hay como una curiosidad de querer verlos morir en el plan que se desarrolla. Alguien dice que todos van a morir, y eso genera cierta morbosidad en el espectador, que le gustaría ver como se lleva a cabo. Quizás no es una perversión real del espectador, sino como una curiosidad narrativa, cinematográfica, como cuando vemos un filme de un cometa que va a chocar contra la tierra, por un lado queremos que los protagonistas se salven, pero por otro nos gustaría ver el cometa impactando en una escena espectacular, y de forma similar puede ser nuestra actitud frente a este filme. La película en ese sentido es como si se metiera en camisa de once varas, pero casi milagrosamente, sale indemne; la resolución de ese dilema es absolutamente brillante, y roza lo genial; además es impecable desde el punto de vista lógico, y desde las características de los personajes y su visión de sí mismos, del mundo, y de su arte. Una película original, imperdible para un verdadero cinéfilo, pero con la advertencia de que es sangrienta, perversa, extraña, demencial por momentos, y con un humor tan negro qué se traga su propia luz. Muy recomendada, con advertencias; hay que tener estómago cinematográfico para verla. Cristian Olcina
Que grata sorpresa fue encontrarse con este estreno. Hoy en día los films que se animan a salirse un poco del molde son una rareza dentro del mainstream y El Menú sumerge al espectador en una buena dosis de adrenalina. Una comedia negra tan delirante como atrapante, que se encarga de materializar diferentes "bajezas" humanas a través de sus disimiles personajes: los comensales. Desde la obsecuencia de un gran Nicholas Hoult hasta la resiliencia de Anya Taylor-Joy. Ambos magníficos en sus papeles al igual que el resto de los secundarios, siendo John Leguizamo otro gran exponente, donde el ego y la miseria relucen. Pero aquí el que reluce por sobre todas las cosas y está a la altura de los elaborados platos que prepara es Ralph Finnes, protagonista absoluto y motor de este film. Su actuación es magnética y nos encontramos antes de los grandes roles de su carrera más allá de lo que suceda con la cinta ni bien vaya corriendo el tiempo. Son esos personajes que amás pese a lo putrefacto. Te maravilla desde el primer segundo de su aparición hasta el último de sus diálogos. El director Mark Mylod, alguien de filmografía abultada sobre todo en TV en los últimos años dirigiendo Games of Thrones o Succession, fue muy preciso en su narrativa para marcar cada una de las cosas mencionadas más arriba y muchas más. En El menú se critica de manera muy elocuente (y grandilocuente) a un cierto sector de la sociedad y a la cultura foodie que va más por la apariencia que por el verdadero placer de comer. En definitiva, el espectador encontrará un disfrute total en su irreverencia y códigos que maneja para contarnos una historia simple, pero con varios matices.
MENSAJE Y LENGUAJE Mark Mylod, director que viene trabajando en series exitosas como Game of Thrones y Succession, se pone al hombro un proyecto de mayor envergadura, un largometraje protagonizado por dos pesos pesados como son Anya Taylor-Joy y Ralph Fiennes. La película parte de un guion próximo a esos en los que el giro es la base sobre la que se apoya el relato; de esos de los que no se puede contar mucho sin arruinarlo, por lo que aquí diremos solamente que se trata acerca de un cocinero de élite y una reunión de comensales distinguidos que revelará un trasfondo oscuro y perturbador. La película trabaja a partir de la conciencia que tiene el espectador de la inminencia de este giro, la cual es patente ya en los materiales promocionales. Al estilo del cine de Shyamalan, el juego con el horizonte de expectativa del público es el componente en el que la obra deposita su efectividad. Cine de shock que, por serlo, pretende no pasar desapercibido, y, si es exitoso en su cometido, suele producir sobrevaloraciones y también infravaloraciones. Hacia él puede tomar el público una actitud de ninguneo (que necesite de este tipo de artificios vulgares no lo vuelve sino superficial) o una de exagerada admiración (que produzca un impacto que desconcierte hace que sea profundo e irreverente). Dependerá, siguiendo este esquema muy maniqueo, de si el espectador en cuestión compra el giro, es cautivado por él, o no. Algo parecido pasó con la recepción de El menú en el Festival de Cine de Mar del Plata, que despertó amores y odios entre los espectadores. A priori, y más allá de las respuestas del público, habría que resaltar que la película de Mylod no lleva esta propuesta arriesgada al extremo porque, si bien el giro es el momento de quiebre de la narración, no se carga sobre este todo el peso narrativo de la historia, sino que se construyen personajes interesantes (al menos dos) cuyas interacciones sostienen grandes porciones del largometraje. Además, Mylod sabe preparar momentos de tensión que funcionan, pero más importante aún, escenas con un contenido emocional que, si no es extraordinario, al menos otorga sustancia y empatía a la experiencia. Estos elementos son los que hacen que El menú no se limite a un ejercicio intelectual cansino y pedante. Y es que hay otro costado del largometraje que tiene que ver con una propuesta de tesis, de estudio psicológico y sociológico, que se vale de la sátira del mundo de la “alta cocina” (y, por extensión, de la alta sociedad) para llevar adelante una crítica no muy innovadora acerca de algunas problemáticas harto conocidas para cualquiera que vive en el 2022. Ahora bien, tal vez una de las cuestiones que definen si este tipo de películas se vuelven insoportables o estimulantes es el equilibrio entre fondo y forma, entre discurso e historia. En este sentido, El menú resulta satisfactoria porque, si bien no tiene algo original para decir, tampoco se enamora del mensaje al punto de descuidar el lenguaje.
Protagonizada por Anya Taylor-Joy, Nicholas Hoult y Ralph Fiennes, la película nos introduce a una experiencia retorcida, de lo más singular. Nada de lo que esperábamos a simple vista acaba concretándose, estamos frente a una carta repleta de sorpresas. Un sorpresivo e impactante whodunit se desarrolla frente a nuestros ojos y no todo lo que veremos será necesariamente cierto. Thriller, sátira, pinceladas de horror y comedia negra se funden en esta obra que engloba y se pronuncia acerca de temáticas de índole social, de modo ciertamente pintoresco. El realizador Mark Mylod juega, sin timidez, con este impensado experimento social. En sabores entremezclados que no acaban por anularse, a fuego lento se cocinan los instantes más inquietantes. Una narrativa audiovisual sumamente estética, elegante y sofisticada, dirección de arte mediante, no escatimará divertimento y extremismo, resultando por demás efectiva. Descabellada y surrealista hasta bordear el absurdo, no se preocupa por tomarse en serio, pese a su crítica explícita a los excesos y frivolidades de la clase alta, en simultaneidad a la fastuosa industria mercantil que alrededor de estos se genera. Desde “El Cocinero, el Ladrón, su Mujer y su Amante” (1989) a “Delicatessen” (1991), los placeres de la alta cocina siempre han sentado bien al banquete cinematográfico. No es la excepción.
Snobismo y excentricidad no son lo mismo… y ambas se refieren a cosas poco útiles: admirar la rareza y venerar lo que en realidad tiene un valor inventado. Es una cultura que va de la mano de la riqueza, aunque el 99% de los millonarios sean unos burros que solo adquieren cosas caras por el simple hecho de que pertenecen a una minoría que puede hacerlo mientras que el grueso de la gente no. Hay toneladas de ejemplos de cosas de mal gusto – hamburguesas con polvo de oro, celulares con diamantes incrustados, joyas obscenamente grandes que carecen de sentido estético, etc – y hay toneladas de ejemplos de culturas infladas y superficiales, como es el caso de las obras de arte (¿cómo una pintura va a costar 100 millones de dólares?). Hacia allí dirige sus dardos El Menú… aunque a mitad de camino la sátira pierda fuerza y termine primando el thriller con tintes de terror. En sí El Menú amenazaba con ser mucho mas brutal de lo que termina siendo el producto terminado (imágenes del clímax de El Cocinero, el Ladrón, su Mujer y su Amante invaden mi mente). Un reducido grupo de adinerados comensales ha pagado una pequeña fortuna por una velada exclusiva en el selecto restaurant del excelso chef Slowik (Ralph Fiennes), montado en una isla privada. Aislados del resto del mundo se aprestan a degustar un catálogo de manjares en una velada temática – cada plato incluye una historia detrás -. Hay adinerados ignorantes, snobs y fanáticos en exceso (foodies, como le dicen los yanquis y que serían como los groupies pero de chefs prestigiosos) que veneran cualquier cosa que Slowik les ponga en el plato. Pero uno percibe un tufo anormal en todo el asunto desde el momento que ve que los cocineros se comportan como una secta, duermen en barracones militares y adoran a Slowik como si fuera un lider religioso. Se nota a la legua que no va a ser una velada común y que Slowik tiene una agenda secreta. Lo que saca al chef de sus casillas es que la lista de invitados ha sufrido un cambio de último momento y, en reemplazo de la acompañante original de Nicholas Hoult, ha venido una mujer de mirada intrigante y pasado misterioso (Anya Taylor-Joy), la cual no tarda mucho en hacer preguntas obvias sobre las cosas raras que hace el chef (y que todo el mundo – por ignorancia, complicidad o snobismo – gusta de tildarla de genialidad, innovación o excentricidad). Mientras que el filme tiene un clima de tensión envidiable – y la Taylor-Joy es una delicia, yendo cabeza a cabeza en intensidad, carisma e inteligencia con un deliciosamente perverso Ralph Fiennes – hay un par de escenas que no funcionan y que podrían haberse podado directamente. Por otro lado lo que empieza como una sátira termina diluyéndose en un thriller con toques siniestros que, aunque cierra la historia, te da la impresión que podía haber sido mucho mas cínica, brutal y memorable. Eso no quita que el filme sea super recomendable aunque no alcance todo su potencial. La gracia de El Menú es verla con la menor cantidad de pistas posibles a mano. Sigue un camino que parece estar de moda – como Glass Onion, la secuela de Knives Out, que insiste en sacarle el cuero a los adinerados tildándolos entre perversos a idiotas -; y acá las cosas brillan porque, si bien hay caricaturas, la Taylor-Joy es la voz de la razón – brillante, desafiante, maquinando en todo momento cómo salir con vida de todo este berenjenal – y posee carisma de sobra para poner al público de su lado.
Humor negro elegante y refinado. Una trama que va mutando y que nunca detiene su cuota de intriga. El nivel de cinismo se vuelve excesivo pero se disfruta de principio a fin. La dupla de Ralph Fiennes y Anya Taylor-Joy se devora toda la película.
Reseña emitida al aire en la radio.