Luego de la desaparición de una mujer, un equipo integrado por Harry Hole (Michael Fassbender) y una recluta novata (Rebecca Ferguson) comenzará a investigar el caso que parecería no ser el único, sino uno más en una serie de asesinatos que sigue un mismo patrón. Mujeres inmersas en matrimonios infelices, hijos pequeños y un muñeco de nieve que siempre aparece en la escena del crimen. La historia que propone “El Muñeco de Nieve”, el nuevo film de Tomas Alfredson adaptado de una novela del noruego Jo Nesbø, es interesante y atrapa desde un primer momento. El director no apuesta por las medias tintas, sino que se anima a mostrar los distintos casos de una forma cruda y expuesta, abordando incluso imágenes de mujeres descuartizadas, sin miedo a espantar a los espectadores más impresionables. Existen ciertas subtramas o historias que se desarrollan a lo largo del metraje que pueden verse como que no terminan teniendo sentido para la trama central, pero también se puede tomar como una especie de cebo, por el cual se las implantan para distraer al público, querer llevarlo por un camino determinado cuando en realidad se termina resolviendo por otro. Hacia el final de la cinta la historia se vuelve un poco predecible, por lo que el espectador puede prever quién será el asesino y cómo terminará el film. Incluso la resolución se siente un poco abrupta o que no sigue la línea que se venía investigando (relacionándose justamente con el hecho de proponer historias que llevan hacia otro lado), algo que le hace poca justicia al film. El ritmo es un poco lento, pero esto no quiere decir aburrido, sino que se toma su tiempo para desarrollar a los personajes y a las historias. Ejemplo de ello es que el primer caso tarda en llegar, porque principalmente busca centrarse en el protagonista. Además, no es de esos thrillers con sobresaltos, pero sí impone tensión en todo momento. Con respecto a la fotografía, ésta resalta en el relato y lo enmarca dentro de un clima hostil, complejo, aislado, frío, siendo un lugar propicio para que sucedan estos casos escalofriantes. Por último, el elenco está compuesto por personalidades de renombre como Michael Fassbender, J.K. Simmons, Rebecca Ferguson, Toby Jones, que se ensamblan de una forma correcta. En síntesis, “El Muñeco de Nieve” se siente que es una película que podría haber llegado más lejos de lo que consigue alcanzar, pero propone una trama atrapante e impactante, de la mano de un elenco fuerte. Si bien tiene algunos problemas narrativos que redondean un guion un poco flojo, como un final que no termina de cerrar o situaciones que pueden funcionar de una buena o mala manera, según por dónde se la mire, cumple con su objetivo de entretener al público.
Desde “El silencio de los inocentes” que el cine no veía una propuesta tan rica en todos los aspectos que conforman un género como el thriller, con reglas precisas y necesarias para impregnarle un tono a toda la narración. Un investigador perdido, una misteriosa mujer que intenta acompañarlo pero que en el camino nadie ayuda a nadie. Perturbadora, sugerente. “El muñeco de nieve” tiene todo lo necesario para arrasar en las taquillas de todo el mundo.
El muñeco de nieve, de Tomas Alfredson Por Jorge Barnárdez Más allá de que resulta intrigante que se elija para empezar la adaptación de las novelas de Jo Nesbø justamente la última de las historias de Harry Hole, la película dirigida por Tomás Alfredson (El topo, Criatura de la noche) resulta una atractiva muestra de lo que podría decirse que ya es un género dentro del género de la novela policial: El policial nórdico. Para eso Alfredson contó con la inestimable colaboración de Michael Fassbender que se mete en la piel del detective Hole, un policía alcohólico y con problemas familiares que debe investigar una serie de crímenes escabrosos. Por menos que eso, se ve que Michael no se mueve de su casa. El policial nórdico resulta ser una mezcla explosiva y algo deprimente de paisajes gélidos, luminosidad escasa y gente extraña, básicamente a punto de estallar, sin que se entienda muy bien por qué y cuándo. Y se entiende, preferiríamos no haber preguntado. Con un elenco que cumple sobradamente, Alfredson filma con buen pulso un policial angustiante donde Fassbender se mueve con soltura y donde su personaje deberá enfrentar una trama que tiene con ver con la identidad y con los secretos que suelen atesorar las familias, porque se sabe, hasta la aparentemente más formal de las familias termina siendo tan disfuncional como cualquier otra. En el camino de la investigación va quedando un verdadero reguero de sangre y cuerpos mutilados. Encantador. EL MUÑECO DE NIEVE The Snowman. Estados Unidos/Suecia/Reino Unido, 2017. Dirección: Tomas Alfredson. Intérpretes: Michael Fassbender, Rebecca Ferguson, J.K. Simmons, Val Kilmer, James D’Arcy, Chloë Sevigny, Charlotte Gainsbourg, Jamie Clayton, Toby Jones, Sofia Helin, Ronan Vibert y Jakob Oftebro. Guión: Hossein Amini y Peter Straughan, sobre la novela homónima de Jo Nesbø. Fotografía: Dion Beebe. Música: Marco Beltrami. Edición: Claire Simpson. Distribuidora: UIP (Universal). Duración: 119 minutos.
The Snowman (El Muñeco de Nieve) es una película dirigida por Tomas Alfredson proveniente del Reino Unido. El libro es de Jo Nesbø, musico y escritor noruego líder de la banda Di Derre. Entre los actores principales encontramos a Michael Fassbender, J.K. Simmons, Rebecca Ferguson y Val Kilmer. La historia nos sitúa en los hermosos paisajes nevados de Oslo. Un detective (M. Fassbender) un tanto atormentado por cuestiones personales se va involucrando en una investigación ligada a una serie de asesinatos (mujeres desaparecidas que luego aparecen muertas con diferentes mutilaciones) ocurridas en la actualidad y en años anteriores. Digamos que este asesino lo invita mediante un correo que le envía. Los crímenes tienen ciertas características que podrían estar asociadas con un solo autor. La tarea investigativa es compartida con una nueva compañera de equipo, más joven ella (R. Ferguson) que está obsesionada con esclarecer el caso serial. Muy interesante peli que no decae en ningún momento. Tal vez el guión es un tanto entreverado y desbordado de información que por momentos nos desconcierta hacia dónde va, también dudamos un poco de todos los personajes hasta los ligados políticamente a las más altas esferas. La calidad del elenco, la preciosa fotografía y en definitiva la historia (que tendrá un desenlace esclarecedor) la hacen una cinta muy atractiva, sin dudas para ver en pantalla grande.
Harry Hole es un detective que gran parte del día se la pasa alcoholizado y sin rumbo fijo, sin un caso por resolver, pero un día llega a sus manos un misterioso sobre, pronto comienzan a ser asesinadas varias mujeres y el junto a su compañera Katrine, serán los encargados de dar con un asesino que va dejando pistas detrás de si, como si se hablara de un juego entre el gato y el ratón. “El Muñeco de Nieve” es de esas películas en donde uno está ansioso por descubrir la verdad y saber quien es el sádico que planea esas violentas muertes que ocurren con cada nevada, el film tiene una primera mitad que me gusto bastante, pero que a medida que avanza la cinta se pone un poco insoportable, es de admirar que Michael Fassbender trata de dar lo mejor de sí, pero con eso no alcanza, del resto que componen el reparto se esperaba lo mismo, actores como J. K. Simmons, Toby Jones, incluso Val Kilmer, a quien ya teníamos bastante tiempo sin verlo en la gran pantalla, pero todos ellos aparecen y desaparecen como si fueran actores secundarios o extras, la que más se destacan los Charlotte Gaisburg y Rebecca Ferguson. Visualmente la película es tremenda, los planos en espacios exteriores en donde abunda la nieve son fascinantes, pero con eso no alcanza. Basada en el séptimo libro de una saga literaria detectivesca escrita por Jo Nesbo y dirigida por Tomas Alfredson (El Topo, Déjame Entrar ), El Muñeco de Nieve es una película con un inicio un poco sorpresivo pero que a medida que el relato se va formando, este pierde fuerza y se vuelve muy notoria, eso no quiere decir que sea mala completamente, pero uno a medida que los minutos pasan va notando muchas cosas y se pierden las sorpresas, es una película que pudo haber dado más de sí pero queda a mitad de camino.
Los ciclos del dolor En el cine contemporáneo no abundan los buenos narradores, o por lo menos los autores que aprovechen en serio las posibilidades que ofrecen los géneros porque de hecho poseen la paciencia suficiente para dar espacio al desarrollo de la historia y sus protagonistas principales, por ello mismo Tomas Alfredson se destaca entre la enorme mayoría de los directores actuales. En El Muñeco de Nieve (The Snowman, 2017) el sueco ratifica la destreza que ya había demostrado en Criatura de la Noche (Låt den Rätte Komma in, 2008) y El Topo (Tinker Tailor Soldier Spy, 2011), sobre todo en lo que respecta a la construcción de un suspenso sutil, detallista y francamente maravilloso, capaz de conciliar por un lado el apuntalamiento de personajes y un humanismo circunspecto y por el otro la necesidad de mantener la tensión alta en todo momento y traer a colación una especie de fetichismo para con la dialéctica de la intriga y un acecho nocturno que casi siempre deriva en sorpresas. Alfredson vuelve a utilizar su estrategia favorita, esa orientada a exacerbar los recursos del enclave trabajado y al mismo tiempo volcarlo hacia una entonación específica que no se condice con el acento que el mainstream -y a veces también el indie- pretenden imponer en el grueso de sus obras: mientras que en Criatura de la Noche tomó los engranajes del terror para llevarlos hacia un lirismo bellísimo e incomparable, y en El Topo metamorfoseó los relatos de espionaje en lo que podríamos definir como una batalla retórica de mentiras y metamentiras, en esta oportunidad transforma progresivamente el marco de los thrillers hardcore noventosos en un esquema bastante más complejo cercano al policial negro más clásico, el horror de “cruzada moral” y hasta los dramas familiares de reconciliación, un combo que por cierto jamás se siente forzado y que el realizador administra con astucia y mano maestra a lo largo de un metraje que hace del arte de retener información su bandera. La propuesta nos presenta el devenir de un par de detectives de Oslo, Harry Hole (Michael Fassbender) y Katrine Bratt (Rebecca Ferguson), en pos de desentrañar qué se oculta detrás de una serie de desapariciones de mujeres que luego son halladas descuartizadas, lo que parece estar relacionado con unos tétricos muñecos de nieve construidos cerca de los hogares de las víctimas y con un caso de años atrás que investigó Gert Rafto (Val Kilmer). Como en toda buena epopeya de género, el carácter de los personajes juega un papel fundamental porque acompaña los pormenores de la trama: el guión de Hossein Amini y Peter Straughan, a partir de una novela de Jo Nesbø, responde a una premisa típica del film noir, con una Bratt inexperta pero aguerrida y un Hole ebrio que trata de recuperar su vieja gloria profesional y para colmo “hacer de padre” de Oleg (Michael Yates), un adolescente que no es su hijo sino de su ex pareja Rakel Fauke (Charlotte Gainsbourg) con otro hombre. Desde ya que los inconvenientes se van acumulando y no todo es lo que parece en este misterio de superposiciones, pasados turbios y conexiones entrecruzadas a la vieja usanza, un entramado que atrapa de lleno al espectador sin recurrir a efectismos baratos y a toda esa higiene formal propia de buena parte del cine perezoso de nuestros días. Como corresponde a las crónicas policiales de las últimas décadas, la película nos regala un artilugio bien truculento en lo que atañe a la metodología del homicida de turno (hoy hablamos de un simpático collar de ahorque de acero, tracción a un sistema mecánico que garantiza cortes rápidos), sin embargo el asunto no va mucho más allá debido a que la narración suele dejar de lado la pompa gore para concentrarse en cambio en el whodunit general y los vaivenes familiares/ afectivos de Hole (otra interpretación extraordinaria de Fassbender para un personaje que se constituye más con sus actitudes y acciones que con sus escasas palabras). El realismo sucio que imprime el equipo creativo al film es hasta por momentos descarnado porque cuenta con la valentía suficiente para resolver sólo el enigma primigenio, dejando sin castigo a personajes secundarios horrendos y evitando el cierre de varias subtramas… justo como en la vida misma, en la cual los blancos y negros hiper marcados del ámbito cinematográfico casi nunca aplican. Incluso así, El Muñeco de Nieve es un convite enrevesado y muy satisfactorio ya que toca temas álgidos como el aborto, la promiscuidad, la paternidad maltrecha, los traumas infantiles y en general los diversos dilemas que circundan a los clanes de una sociedad supuestamente perfecta como la noruega, lo que por cierto vincula a la película en su conjunto a aquella denuncia de la derecha corrupta y desquiciada -enquistada en el poder económico- que encabezó en su momento Los Hombres que no Amaban a las Mujeres (Män som Hatar Kvinnor, 2009), una obra que hizo lo propio con la sociedad sueca y una superficie de aparente excelencia que esconde capas y capas de odio fascista. Desde una ambición retórica muy generosa, que paradójicamente nos conduce a un desenlace bastante mundano y plácido para el estándar habitual de los thrillers, el opus de Alfredson se luce de sobremanera en el retrato de los ciclos privados y públicos del engaño, la hipocresía, la humillación, el abuso, la violencia, las muertes y finalmente un dolor internalizado que con las décadas convierte a la víctima en victimario.
Escalofriante thriller bajo cero. Con un destacado elenco internacional, llega al cine El muñeco de nieve, un thriller atrapante, basado en la novela homónima de Jo Nesbø. De qué se trata El muñeco de nieve La desaparición de una mujer enciende las alertas de un famoso detective Harry Hole (Michael Fassbender) y su colega (Rebecca Ferguson). Cada nevada en Noruega parece estar relacionada con la sistemática desaparición de mujeres a lo largo de los años. Hola formará un equipo para investigar si existe una relación entre estos crímenes. Un thriller confuso e impredecible El director Tomas Alfredson parte de la confusión como principal herramienta para que no sepamos qué pasa ni quién es quien. Tenemos a Fassbender, un detective alcohólico de la policía noruega, con problemas para relacionarse con su familia. Pero aquí no vamos a ver un thriller tradicional, aunque estén los crímenes en serie, los investigadores y una buena dosis de secretos que intentamos descubrir. Lejos de el ritmo veloz, el palabrerío iluminado y lo heroico, El muñeco de nieve es una película que te mantiene atrapado desde otro lado. Pocas palabras, pocas pistas, indicios de veracidad dudosa. El director plantea historias cruzadas sin relación aparente que sabemos que algo tienen que ver, porque para eso están. Y te confunde. ¿Pero tal es tal? ¿O este otro en realidad es aquel? ¿Y que tiene que ver este grupo de personajes con este otro? Toda esa confusión (que seguramente no experimentarás si leíste el libro) juega a favor y en contra. Por un lado, le permite al director tenernos en su mano, atentos a cada cosa, tratando de entender la cuestión. Por otro lado, el nivel de tensión baja porque no sabemos qué es lo que pasa. El montaje brusco contribuye a crear esta sensación. Dicho esto, el director logra sostener el interés durante las dos horas que dura la película Vale destacar el renombrado elenco que aparece en la película. A Fassbender y Ferguson se suman Chloë Sevigny, Val Kilmer, J.K. Simmons y Charlotte Gainsbourg. Probablemente no sea el tipo de película de suspenso que te haga salir de la sala con la sensación de haber visto un peliculón. A su favor, es un thriller que se corre de muchos lugares comunes, resultando impredecible la mayor parte del tiempo. Puntaje: 7.5/10 Título original: The Snowman Duración: 159 minutos País: Estados Unidos / Reino Unido / Noruega Año: 2017
El director sueco de Criatura de la noche y El topo narra con buen pulso un thriller de detectives torturados y asesinos seriales, pero que esconde algunas manipulaciones no demasiado justificadas. Hay un límite muy fino entre el retaceo de información y el cambio de piezas sobre la marcha. El muñeco de nieve es un digno exponente de la segunda tendencia. Se trata de un film correcto, atrapante, tenso y ominoso como los paisajes invernales nevados en los que transcurre, pero que en su resolución esconde una vuelta de tuerca que coquetea peligrosamente con la manipulación. Basada en el séptimo libro de la saga de policiales de Jo Nesbø protagonizada por el detective Harry Hole, quien en mayo de este año volvió a las bateas nórdicas con su décima (y hasta ahora última) aventura, El muñeco de nieve es uno de esos policiales que ya casi ni se hacen. O sí, pero en formato de miniserie. Da toda la sensación de que una entrega por capítulos hubiera permitido un mayor y mejor desarrollo al caudal de situaciones que van sucediéndose a lo largo de las casi dos horas de metraje. Hole (enésimo personaje torturado de Michael Fassbender) es un detective alcohólico que junto a su colega Katrine (Rebecca Ferguson) investigan la desaparición de una mujer ocurrida justo cuando el invierno dejaba caer sus primeras nevadas. Rápidamente descubren que no es un caso aislado, sino obra de un asesino serial con predilección por las mujeres en matrimonios infelices y con hijos que firma sus crímenes dejando un muñeco de nieve en la puerta. Hole y Katrine inician en su largo periplo en busca de pistas, abriendo un abanico de sospechosos que va desde un acaudalado empresario (J.K. Simmons) hasta un médico abortista (David Dencik), todo en medio de las vísperas de la confirmación o no de Oslo como sede de un importante evento deportivo invernal. Pero hay más, porque el film del sueco Tomas Alfredson (Criatura de la noche, El topo) incluye toda una subtrama que ocurre nueve años antes del presente e incluso unas pizcas de drama familiar con el vínculo de Hole con su ex mujer (Charlotte Gainsbourg) y el hijo de ella. Que es también de él, pero no lo sabe. Alfredson es un narrador solvente y capaz de manipular el timón con seguridad aun en medio de esa tormenta de subtramas. El problema es que la resolución es un Deus ex machina sacado de la galera que va a contramano de todos los indicios que el relato había esparcido durante la hora y media previa, convirtiendo a El muñeco de nieve en una película tan entretenida como engañosa.
El suspenso que viene del frío Más que un thriller, tiene los suficientes elementos bien balanceados para entretener e intrigar. En la senda de las novelas de crímenes, más que de thrillers, El muñeco de nieve tiene los suficientes elementos bien balanceados para, primero, entretener, y luego, intrigar. Mucho tiene que ver con esto último que el director es Tomas Alfredson. Si la trama de la novela de Jo Nesbø en que se basa es de todo menos lineal, el realizador de El Topo se siente a sus anchas. Ya al adaptar aquel best seller de John le Carré, en que todo era enrevesado, el director de Criatura de la noche no hacía una concesión: el espectador que no estaba atento, podía perderse. Lo mismo sucede con El muñeco de nieve, vendida como una película de terror, pero ciertamente no lo es. Jugando con la ambigüedad y varias ambivalencias, la película arranca con un suicidio. Estamos en una zona con un frío polar, con mucha nieve y lagos congelados, y una mujer le dice a un hombre al que llaman “Tío”, luego de sufrir una golpiza, tener relaciones y ser vista por su hijo, que le contará a toda la familia que al pequeño, en verdad, lo tuvo con él. Alfredson no se preocupa por aclarar nada al plano siguiente, cuando Harry Hole (Michael Fassbender) se despierta a la intemperie en una zona helada de Oslo. Ha muerto su tío (!), pero lo importante es que él es un detective de elite y que con la ayuda de otra policía (Rebecca Ferguson) irá tras las pistas de varios crímenes perpetrados, algunos hace años, en los que las víctimas invariablemente son mujeres, que engañan o no a sus parejas, que por lo general tienen hijos. Nada está muy claro, excepto que alguien manda un anónimo a Hole con un dibujito del muñeco de nieve, como avisándole que habrá un nuevo crimen, y se verán muchos más rostros conocidos en este filme coproducido por Martin Scorsese. Habrá atrocidades, vueltas de tuerca, claras muestras de corrupción, un Val Kilmer irreconocible, un Toby Jones señorial como de costumbre y un J.K. Simmons jugando al hombre enigmático. Lo dicho: mejor estar atento desde que empieza la proyección, porque aquí nadie rebobinará nada y si usted se perdió alguna pista, como suele decirse, fue.
Un misterio congelado El Muñeco de Nieve es la adaptación cinematográfica de Tomas Alfredson (Tinker Tailor Soldier Spy) de la novela homónima del escritor noruego Jo Nesbø. En esta se presenta al investigador de la policía de Oslo Harry Hole como protagonista aunque esta historia corresponde a la séptima aparición del personaje en una saga que encuentra en esta obra su mayor éxito de ventas. Ese fue el motivo por el que se dicidiera empezar por este relato para su adaptación cinematográfica que incluye entre sus protagonistas a Michael Fassbender en la piel de Hole y a Rebecca Ferguson, Toby Jones, Val Kilmer y J. K. Simmons en los roles secundarios. Como suele ocurrir con las obras de Nesbø, los primero que tenemos es una escena que dista bastante en términos temporales de los hechos principales que conformarán la historia y esta tiene que ver con una introducción de tipo más bien psicológico de lo que será el criminal o figura antagónica del relato. En este caso vemos a un joven de entre diez y doce años sufrir los abusos de una figura paterna que puede o no ser su padre biológico. Lo cierto es que como consecuencia de una de tantas peleas entre este hombre y la madre del chico, esta muere en un accidente de auto ante los ojos de su hijo. Una primera crítica hacia la película tiene que ver conque en la novela este joven, diremos apuntando a quienes no la hayan leído, tiene un rol mucho más activo que el del simple testigo del accidente. Porque lo que sigue es un relato que responde a las características clásicas del policial negro donde un investigador recaba las pistas para descubrir la identidad de un asesino en serie que se caracteriza por elegir a sus víctimas entre las mujeres de mediana edad de la ciudad, que estén casadas, tengan hijos y experimenten serias dudas sobre quién es el padre biológico de sus criaturas. Haber decidido empezar con semejante cambio respecto de la novela en relación a un personaje que claramente tendrá mucho que ver con estos asesinatos que se producen varios años después de la muerte de su madre es demasiado arriesgado dada la gran carga psicológica que rodea a los crímenes que empezaremos a presenciar. Sobre la elección del elenco hay que decir que hubo muchos aciertos a partir de un Michael Fassbender (X-Men, Alien: Covenant) que interpreta a un muy buen Harry Hole a pesar del poco tiempo que la película le dedica a sentar las bases de su personaje, un detective brillante pero con grandes turbaciones personales y un severo problema de alcoholismo. Rebecca Ferguson (La Chica del Tren, Misión Imposible: Nación Secreta) probablemente sea la que más brille en la piel de Katrine Bratt, enviada a Oslo desde el cercano pueblo de Bergen para hacerse cargo del caso del llamado Muñeco de Nieve, ese asesino serial de mujeres que construye un hombre con la nieve en cada una de las escenas de sus crímenes. Más adelante iremos conociendo también al multimillonario Arve Stop a cargo del siempre genial J. K. Simmons (Whiplash, La La Land) y a dos miembros de la policía de Bergen que es el lugar donde se situaría el origen del Muñeco de Nieve con las actuaciones de Toby Jones (Alicia a través del Espejo, Los Juegos del Hambre) y Val Kilmer (Deja Vu, Batman Eternamente). Y si bien el elenco no deja mucho lugar a la crítica aunque tampoco al elogio desmesurado, vale reconocerles como conjunto la dura tarea que les impuso la película de hablar siempre en inglés en medio de una historia que transcurre en Noruega, con personajes noruegos, que tienen nombres noruegos y donde el inglés es un invitado poco grato al que el espectador nunca se termina de acostumbrar dado el contexto. De esta forma, El Muñeco de Nieve se erige como una aceptable adaptación de una novela interesante desde el punto de vista policial pero bastante sosa en términos de personajes y de esa profundidad psicológica que uno espera encontrar en historias de asesinos seriales turbados por su pasado. Si en la obra de Nesbø esa psicología que se propone estar siempre presente se queda corta desde su profundidad y su desarrollo, en la película esta falla se evidencia mucho más para obtener como resultado un relato plano, con giros poco sustentados por los hechos precedentes y un desenlace ultra simplificado que atenta contra ese juego mental que el espectador puede hacer en su propia búsqueda del asesino.
El detective Harry Hole, protagonista de las novelas de Jo Nesbø, llega al cine con la adaptación de The Snowman, su relato más exitoso hasta la fecha. Tomas Alfredson (Let the Right One In, Tinker Taylor Soldier Spy) dirige este thriller en donde Michael Fassbender se pone en la piel del investigador para resolver un conjunto de asesinatos verdaderamente siniestros; en el que el policial se muda a las gélidas tierras nórdicas y los muñecos de nieve dejan de parecer simpáticos.
La experiencia de ver El muñeco de nieve (The Snowman, 2017) puede ser frustrante. Es una película que pareciera estar mal narrada, con incontables tiempos muertos, que no logra generar simpatía por los personajes principales, complicada porque sí y que no cierra por ningún lado; es como si al director el proyecto se le hubiera ido de las manos. Pero quien la dirige es el sueco Tomas Alfredson, que saltó a la fama internacionalmente en el 2008 con Let The Right One In y luego con Tinker Tailor Soldier Spy, ambas adaptaciones de libros. Y como en este nuevo caso, otra excusa para que Alfredson despliegue sus obsesiones cinematográficas. La historia básica, basada en el séptimo libro de una serie de novelas escritas por el noruego Jo Nesbo, está ahí, sólo que en pedacitos y desordenado. Lo que le interesa al director, entre muchas cosas, es acercarse a sus personajes como un voyeur; con la cámara siempre lejos recogiendo pedazos de conversaciones y el día a día de cada uno. Es un cine consciente de sí mismo y de la gente, como si cada persona mereciera su propia película y en donde a veces se cierra el telón. Su obsesión por el espacio también es evidente. Siempre usando el plano general para generar o un estado de hastío, o quedar maravillado ante los paisajes de Oslo, o simplemente para poner a los actores en un extremo del plano y que el espectador sea consciente de la longitud de la pantalla de cine. Lo que esto revela es un director experto en la puesta en escena, que a su vez se acerca a la película que lo lanzó a la fama. El clima y los barrios fríos en contraposición a los interiores acogedores ya se veían en Let The Right One In, al igual que la importancia de los espejos y la distorsión del cuerpo al ser reflejados en ellos, lo que da a entender la fragilidad de los personajes. Si resulta frío, aburrido o denso es porque toma distancia de lo que ocurre, inclusive en las escenas de violencia en donde prefiere utilizar el fuera de campo para que eso quede en la imaginación del espectador. Lo mismo con planos o secuencias que parecieran no decir nada o reforzar lo que ya se sabe; ¿y por qué no?, quiere que la idea quede clara. Es sobre todo un cine contemplativo que se pierde en planos de paisajes y en escenas de personajes que no hacen nada o cuyas acciones quedan truncas, algo que ya se veía y hasta se lo habían criticado varios medios especializados en sus dos anteriores películas. Hay por último tres cosas que son notables. Primero el uso del montaje, con el cual ya había demostrado ser un maestro. En El muñeco de nieve lo usa para trabajar los flashbacks, para lograr relaciones entre personajes y hacer paralelismos entre situaciones, aunque algunas rocen lo ridículo (¡hay una con un dedo cortado!). Esto también da pie a su humor retorcido que hace presencia y que en algunas ocasiones es sutil y en otras es grosera. Y también está su cinefilia. El muñeco de nieve juega a ser un thriller pero también tiene mucho del giallo, ese subgénero italiano de terror con sus asesinos con guantes negros y bizarros crímenes, en especial Trauma (1992) de Darío Argento. Al igual que una broma inocente pero que habla del suspenso de Fritz Lang y M, el vampiro de 1931… Irónicamente, en ambas películas mencionadas se hace hincapié en personajes menores. Lo que puede molestar de la nueva incursión de Alfredson en el cine es justamente que pide ser contemplada, cosa que puede generar cansancio y hartazgo cuando la trama no avanza en revelaciones, como aquí, que se va sumando subtrama tras subtrama sólo para tapar las verdaderas intenciones del director. Las escenas de suspenso están, no las remarca, sólo va avisando con alguna imagen, porque confía en la capacidad del espectador en entenderla. También hay preguntas sin respuesta que quedan deliberadamente en el aire y momentos en que no cierran las acciones de los personajes. De paso habría que preguntarse si el título original se refiere al personaje principal interpretado por Michael Fassbeder, cuya vida parece derretirse, valga la redundancia, para ser hecho de nuevo, o si se trata de la manera de hacer cine de Tomas Alfredson, quien como si hiciera un muñeco de nieve, crea su propia película.
Un best seller de Jo Nesbo. Lugares maravillosos en nevados inviernos: Oslo, Bergen y Rjukan. Un policía adicto al alcohol que se desmaya en la calles y se despierta a la intemperie, que tiene una enorme pena de amor y está castigado en su trabajo, pero es un genio legendarios en raros casos de asesinatos. Una nueva compañera que investiga demasiado, sospechosa de estar involucrada en casos de mujeres mutiladas que comienzan a descubrirse. Una ex que extraña al policía que compone con elegancia y precisión Michael Fassbender. Y unos muñecos de nieve que aparecen de la mano de un implacable asesino serial. El clima, los buenos actores (Rebecca Fergusson, Charlote Gainsbourg, J.K. Simmons), y una trama que no permite adivinar quien es el que mata y se divierte con escenas del crimen creativas del terror. Algunos desvíos laterales, y un rompecabezas donde encajan todas las piezas y el espectador amante de los policiales con homicidas insistentes que dejan su estampa en el orillo sangriento estarán de parabienes. En la impecable producción figura Martín Scorsese en muchos otros. Una cita con la intriga, el entretenimiento y un detective que hacia el final reclama otro caso, Fassbinder quiere otra película como el detective Harry Hole. Lo merece.
El Muñeco de Nieve: Invierno sangriento. Michael Fassbender es un detective alcohólico a la caza de un asesino serial en este nuevo thriller invernal producido por Martin Scorsese. La dirección es el aspecto individual más importante en toda la producción cinematográfica. Hay muchos ejemplos de simples historias, guiones mediocres o actuaciones subpares que terminan “salvados” por un buen director. Sin hacer milagros, una gran dirección puede subir el nivel de casi cualquier proyecto. Pero a pesar de su importancia, la realidad es que el cine es una disciplina en conjunto, un arte de grupo en el que incontables engranajes deben funcionar en sintonia para entregar una producción de calidad. Michael Fassbender interpreta a nuestro protagonista, el detective Harry Hole. El caso a resolver no arranca inmediatamente, por lo que nuestro interés debería ser cautivado por el personaje principal. Pero a pesar de contar con todos los ingredientes para hacerlo, el film no logra establecer a Hole como un personaje atrapante. El intentar mantener la relación con su hijo tras su separación, su adicción al alcohol y su habilidad detectivesca son elementos más que suficientes para crear un anti-héroe atractivo pero a pesar de una buena actuación por parte de Fassbender, no logra cumplir ninguna expectativa. Basada en la novela del escritor noruego Jo Nesbø, la elección de material parece haber condenado un poco al resultado. Se trata de la séptima novela en la serie que sigue los casos del legendario detective Harry Hole. En el film, lo único que tenemos es una breve mención de su estatus como leyenda (con sus casos llegando a ser objeto de estudio) pero no realiza ninguna acción durante toda la película que amerite algo parecido. La trama trata a Hole como un genio detective caído, atrayendo tanto el interés y admiración de su propia compañera de caso (Rebecca Ferguson) como el del mismísimo asesino. Con un mejor guion y un actor más entrado en años, podría haberse transmitido mejor algo que solo termina de cerrar una vez sabemos que se trata de un caso puntual ocurrido en el medio de una ilustre y larga carrera por parte de un legendario detective de la ficción europea. Pero claro, la atracción de un actor del renombre y popularidad de Fassbender también hace posible que la película pueda tener las libertades (sangre, duración, presupuesto) de las que goza, seguramente el director junto a los productores eligieron este preciso tamaño de jaula para encerrar a su bestia. Si el protagonista deja mucho que desear, lo único que queda es centrarnos en el caso a investigar: un asesino serial que señala sus asesinatos armando un muñeco de nieve cerca de sus victimas, todas ellas madres. En la segunda parte de la película, el misterio va creciendo de buena manera e inclusive tendremos algunas secuencias dónde veremos lo mejor que la película tiene para ofrecer: bellos planos mostrando el escenario idóneo (noruega invernal) para un lento misterio, así cómo también pequeños acontecimientos y personajes que el guion impone para llevar de gran manera el desarrollo de la intriga. Todo va bien hasta que llegamos a la resolución del mismo, ausente de cualquier tipo de emoción, mostrándonos que se trataba de un pequeño enrollo resuelto sin demasiada complicación a pesar de una superficial complejidad. Personajes, y actores, que se suman a la trama para irse sin haber hecho mucho, sin haber tenido peso en ningún acontecimiento o avance real. Solo con breves pinceladas notamos la cuidadosa selección de planos de las que gozaron los últimos trabajos del director sueco Tomas Alfredson (Let The Right One In, Tinker Tailor Soldier Spy). La dirección de fotografía y de arte son uno de los grandes deberes de El Muñeco de Nieve, aún contando con unas cuantas posiciones creativas de cámara y la inherente belleza de los paisajes noruegos el film nunca transmite ningún tipo de identidad o personalidad visual. En la cinta conviven secuencias de un enfoque y pulso destacables con otras que parecen haberse concretado en apuros con el único objetivo de salvar mal material, como cortes rápidos que prefieren crear confusión antes que mostrar lo que logro crearse en cámara. El montaje es la herramienta vital para dictar el ritmo de la historia, como una buena banda sonora puede encantar gracias a una gran aplicación en un film, también así puede lograrse una película atrapante y dinámica gracias a una excelente edición más que a un decente guion. En este caso, el montaje le suelta la mano a la cinta. Con secuencias puntualmente terribles, como los primeros minutos y una rápida secuencia de juego de manos en el final, tenemos una trama que no solo no logra beneficiarse sino que termina siendo perjudicada por un muy mal trabajo de montaje. El mayor halago que se le puede hacer a la película tiene más que ver con su forma de venderse. El trabajo de marketing intenta, y hasta algún punto parece estar logrando, vender todo aspecto superficial de la película. La figura “siniestra” de muñecos de nieve marcando muerte, el escenario nevado, el sufrido detective de Fassbender, todos y cada uno de estas facetas ignora por completo el núcleo del film a sabiendas de que en el fondo no hay mucho que valga la pena vender. De hecho, particularmente en los trailers se pueden apreciar un gran numero de secuencias que luego estan ausentes del corte que podemos ver en las salas. Esto, sumado a las secuencias editadas muy pobremente como apurando y escondiendo cosas, parece indicar que hubo mucha mano metida del estudio y que el director Alfredson no tuvo voz en la decisión final, sino que el mismo estudio decidió tomar las riendas del corte a mostrar en cines. Desgraciadamente, por como es el director dudo que nos saquemos la duda con algun Director’s Cut. Con breves momentos de entretenida intriga, The Snowman es un film que no llegara a satisfacer ni a los entusiastas del género de misterio. Personajes aburridos y una trama mediocre contada de manera irregular resultan en una historia con poca personalidad que lo único que logra es, por momentos, alcanzar un cierto atractivo visual. El cine es un trabajo en equipo, y no hay rol más importante en ese equipo que el de director. Pero, a pesar de que nos llenemos la boca llamándolo el séptimo arte, la realidad es que el cine es una industria. Un negocio dónde los estudios deben cuidar sus inversiones, sea “sugiriendo” una estrella como Fassbender o arruinando el trabajo de artistas en pos de una mayor ganancia: esas son las reglas del juego.
Cuando revienta el dique de la oscuridad. Tomas Alfredson trabaja con una historia en un universo de claroscuros, tanto fotográficos como de narración. Los antecedentes más recientes del cineasta sueco Tomas Alfredson permitían hacerse ilusiones con el estreno de El muñeco de nieve, un policial basado en la oscura novela del escritor noruego Jo Nesbo. Esperanza que en la previa consigue ir incluso en contra del resquemor que produce su origen de bestseller, que no es más que un lugar común, un prejuicio de difícil justificación. El estreno se produce seis años después de su película anterior, El topo, que consiguió tres nominaciones a los Oscar, incluyendo la de Mejor Actor para Gary Oldman, y a casi una década de la sublime fábula gótica Déjame entrar, que nada casualmente son dos extraordinarias adaptaciones de sendos bestsellers. Teniendo en cuenta el carácter escabroso del libro original de Nesbo y que en aquellas dos películas Alfredson demostró ser capaz de descender con asombrosa precisión narrativa y elegancia visual hasta el fondo de dos infiernos bien disímiles, resultaba fácil pensar que aquello de que no hay dos sin tres sería en este caso un hecho consumado. Y en cierta forma lo es. El muñeco de nieve cuenta con unos cuantos puntos a favor que revalidan los elogios que el director sueco cosechó con sus películas anteriores. Igual que en aquellas se trata de historias encapsuladas en universos de claroscuros en los que el blanco y el negro se entrelazan en un delicado balance. Claroscuros que en primer término son fotográficos (aunque en realidad en Déjame entrar predomine un negro nocturno, en El topo la gama de los grises y aquí el blanco indeleble del invierno nórdico), pero que asimismo se extienden sobre el tejido de la narración. Comenzando por la vida del protagonista, Harry Hole, un detective de Oslo para quien la vida parece carecer de sentido, tan perdido se encuentra entre su adicción al alcohol, sus dificultades para vincularse con su ex y el hijo adolescente de ambos (que aún desconoce la identidad de su padre), y el tedio de pertenecer a una fuerza ociosa en virtud de la ausencia casi absoluta de conflictos en la capital noruega. Tanto que el departamento de policía se parece más a las oficinas de Google, con los agentes jugando al ping pong y tomando cafés, que al destacamento de una fuerza armada. En ese contexto, Hole (interpretado por Michael Fassbender) es la mosca blanca, wl único que preferiría tener un asesinato para investigar antes la famosa paz social de las naciones escandinavas. Como ocurría en la saga Millenium, basada en la serie de novelas del sueco Stieg Larsson, otro autor nórdico de bestsellers –cuyas dos últimas películas fueron dirigidas por Daniel Alfredson, hermano mayor de Tomas–, esa aparente tranquilidad de una sociedad blanqueada de conflictos no es otra cosa que el corcho tapando la rajadura de un dique de oscuridad a punto de reventar. Apenas la superficie en calma de un universo de turbulencias soterradas en donde cuando la violencia por fin aparece, lo hace sin escatimar en golpes de efecto. En ese sentido, El muñeco de nieve se parece a una versión albina de Pecados capitales, de David Fincher, cuya fotografía tendía a un anaranjado pringoso. Sórdida y sangrienta como aquella, esta película tampoco ahorra en escenas de alto impacto en las que el rojo siempre se destaca como una explosión sobre la claridad del paisaje nevado. Alfredson vuelve a mostrar virtuosismo en la construcción kinética y exquisitez en la forma de componer sus planos, que siempre se organizan aprovechando las características propias de cada espacio para destacar con una naturalidad que es solo aparente aquello que se desea. La fotografía del ganador de un Oscar Dion Beebe se encarga de potenciar aquellos claroscuros que están presentes en el paisaje, en el entorno social y en la vida del protagonista. En contra de esa capacidad, el relato por momentos se vuelve predecible y en otros demasiado retorcido, haciendo que la rosca del misterio termine dando algunas vueltas de más. También intercala toda una subtrama que se parece más a una falsa pista que a un McGuffin, puesta para distraer al espectador. Por no hablar de un final excesiva e innecesariamente “feliz”, incongruente con el espíritu sombrío y trágico que gobierna las casi dos horas previas de la película y que de alguna manera traiciona todo lo que hasta ahí se había construido con paciencia casi artesanal.
SANGRE EN LA NIEVE El sueco Thomas Alfredson se siente cómodo en los climas inhóspitos que caracterizan esa región del planeta. Además de ser un nórdico nativo, el realizador de Déjame entrar (2008) y El topo (2011) es hábil a la hora de desenvolverse en terrenos poco amigables como las tupidas y prolongadas nevadas, o las frondosas estepas cubiertas por metros de hielo y nieve. También (y como se vio en sus filmes previos) su estilo narrativo se caracteriza por un relato centrado, por una parte, en la coralidad, y por el otro, en el despliegue del género policial tintado de elementos propios del suspenso y el thriller. El muñeco de nieve, por supuesto, no es la excepción, sino más bien el ejemplo por excelencia, ya que combina ambos rasgos estilísticos. Con un prólogo violento se da inicio a una película que todo el tiempo rescata no sólo la recurrencia de familias disfuncionales, sino también el esbozo de un retrato de época cuando insiste en una puesta en escena fanática de la descripción de espacios público o privados en un afán por caracterizar un “modo de vida” particular, como, sin dudas lo es el nórdico. La cámara de Alfredson se empeña en mostrarnos un doble punto de vista cuando, parece que estamos del lado de los investigadores, sin embargo irrumpen una y otra vez planos en los que podemos observar desde la distancia (y a través de pintorescos ventanales) la vida de los otros, o más bien, de las presas. En Oslo, un grupo de investigaciones criminales se dedica al rastreo de mujeres desaparecidas guiado por Harry Hole (Michael Fassbender) y Katrine Bratt (Rebecca Ferguson). La dupla con personalidades opuestas, pero más puntos en común de los que creen, llevan adelante la búsqueda de mujeres desaparecidas de la zona. Inmersos en la tarea policial comienzan a descubrir patrones en el modus operandi de un asesino que deja como huella, un terrorífico muñeco de nieve. Al parecer las víctimas comparten un pasado vinculado a prácticas de fertilidad y un médico macabro con graves problemas personales. Luego del prólogo, El muñeco de nieve parece haber jugado todas sus cartas allí (todo el conflicto se halla expuesto y resuelto), y lo que sigue es un desfile de celebridades casi como excusa para la continuación del filme. Durante el desarrollo de la trama, la historia aparece fragmentada y con varios hilos sin puntada para concluir lo que se sospechaba desde el comienzo. De todos modos, esta falta de dosificación del suspense, se puede entender como una característica propia del género policial en una versión estilizada, sin embargo, apelando a varios lugares comunes como por ejemplo el uso de la tecnología para la resolución de los casos, una femme fatal inexperta y un jefe de investigación alcohólico y solitario, entre otros. Es decir, hay algo de la película que atrapa, seguramente el ambiente y las actuaciones, mientras que, al mismo tiempo cansa. Déjame entrar fue perfecta, por eso es mejor quedarse con esa imagen de Alfredson. Por Paula Caffaro @paula_caffaro
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Una vez más Alfredson reafirma su destreza como narrador. La nieve cae en copos fundiéndose de forma orgánica con el paisaje. La arquitectura imponente de la ciudad de Oslo, que combina tradición y modernidad en sus edificios, genera un halo de extrañamiento, casi surrealista. Acompaña esta sensación la buena economía del lugar y, su cuidadosa organización social, aspectos que ayudan a que los índices de criminalidad sean muy bajos. Y en este contexto hace su aparición el detective Harry Hole (Michael Fassbender), quien con sus severos problemas de alcoholismo, y personales, viene a contrarrestar tanta pulcritud blanca. Harry es “El” detective, inclusive sus casos son estudiados entre los alumnos aspirantes a policías. El día que Hole recibe una misteriosa carta, aparece en el destacamento la oficial Katrine (Rebecca Ferguson), a la que se unirá para seguir el caso de una mujer desaparecida. Tras recabar diversas pistas, descubrirán que no es un caso aislado, sino obra de un asesino serial obsesionado con mujeres que son infelices en su matrimonio. Sus crímenes son impiadosos y tan asépticos como el propio clima que los rodea. Por supuesto que el detalle de su “firma”, de su obra maquiavélica, es un muñeco de nieve. Basada en el séptimo libro de la saga de policiales de Jo Nesbø, El Muñeco de Nieve es una película de suspense elaborada con una precisión quirúrgica. Alfredson esparce sobre la mesa cientos de motivos y pistas, construyendo con estos recursos un nervio narrativo sutil y minucioso. Es evidente que el sueco sabe manipular la tensión con maestría. Elabora un entramado complejo en el que entran juego tanto la investigación policial como los dramas familiares. A través de este proceso, con estos aspectos que van en tándem, los agentes parecen exorcizar sus tormentos. Conforme están cubiertas las necesidades básicas, la histeria humana se torna más retorcida, muta en fobias, obsesiones o en problemas ligados al desamor, como es el caso de la película. Alternando más de un punto de vista y con unas actuaciones notables, El muñeco de nieve logra nutrir el suspenso y deconstruir con pulcritud aspectos metodológicos y emocionales. El problema surge cuando ante tantos indicios y subtramas que ostenta la historia, el desenlace resulta previsible, exiguo e inconsistente. Justo en este momento del film, ese muñeco de nieve que parecía compacto o sólido, se derrite, se evapora, hace agua.
Rojo sobre blanco Los paisajes nevados y desolados de los países nórdicos ya forman parte de la cultura pop del misterio. Varios libros y series policiales lo demuestran, desde la trilogía Millennium de Stieg Larsson, pasando por las novelas de Hening Mankell y su detective Wallander, hasta productos televisivos como Trapped, Broen o la original de The Killing. La suposición básica es que algo retorcido debe esconderse en esos seres que son capaces de soportar temperaturas bajo cero durante casi todo el año. En El muñeco de nieve, que se desarrolla en Noruega, Tomas Alfredson, que había deslumbrado al mundo con su bellísima y melancólica Dejame entrar, no desmiente en absoluto esa mitología. Al contrario, reposa sobre ella para no tener que aportar nada nuevo al género del policial de suspenso con asesino serial incluido. Repite todas las fórmulas, consciente de que tanto el paisaje geográfico como el psicológico ya están de su parte. Ademas, y no es un detalle menor, cuenta con el magnetismo de su protagonista, Michael Fassbender, quien encarna a Harry Hole, un veterano detective, alcohólico y divorciado, una de esas criaturas atormentadas que tan bien quedan en una atmósfera de nieve y brumas permanentes. Pese a algunos embrollos de la trama, el guion es bastante elemental en su forma de conducir todas las sospechas a determinado personaje para luego sorprender con la verdadera identidad del asesino, que estuvo todo el tiempo ante nuestros ojos y que no supimos ver. Es el clásico formato del rompecabezas, tantas veces intentado y tan pocas veces logrado. Para colmo, Alfredson no termina de decidirse si quiere ser honesto o si quiere manipular al espectador. Así dedica la primera escena, antes de los títulos, a mostrar el momento en que se configura el trauma del futuro asesino serial. Es una escena fuerte, pero está años luz de ser brillante, y tal vez su única virtud sea explicitar las motivaciones del criminal desde el principio para evitarse rodeos posteriores. Pero en el resto de la historia el director no juega con los naipes sobre la mesa sino que tiende a esconderlos con trucos no demasiado convincentes. Esa indecisión entre honestidad y manipulación, fatal en otras películas, aquí se tolera precisamente por el frío exotismo del mundo que nos muestra y por la crudeza con que se exponen tanto los asesinatos como los sentimientos. Hay algo alienante y vacío, hueco –tal vez por eso el apellido del detective es Hole– que genera una distancia entre los personajes, aun cuando se besen, lloren, se abracen o se maten. Tal vez sólo sea un efecto colateral de que actores ingleses o norteamericanos hagan de noruegos. Pero también puede ser una forma más o menos oblicua de decir que en una sociedad apática no hace falta matar a nadie para eliminarnos los unos a los otros.
Los noruegos esperaban con ansiedad este estreno mundial. Era la primera vez en muchos años que toda una película de gran presupuesto era filmada en su territorio por completo. También, que se utilizaba un material literario escrito originalmente por uno de sus hijos pródigos, Jo Nesbøs. Este autor ha vendido más de 36 millones de copias de su trabajo, y ha sido traducido a más de 40 idiomas. "Snømannen", la obra original en que está basada la peli es la séptima novela del detective emblema de Nesbøs. Pero la magia de Hollywood todo lo puede. Así como hace poco con "Mitch Rapp" (se acuerdan de Vince Flynn y su trayecto de 15 libros sobre el personaje en que está basada "American Assassin" de reciente estreno?) los productores toman un camino discutible. Se elige una obra (presumiblemente la mejor, dicen, aunque Harry Hole tiene 10 publicadas y son muy destacadas por la crítica) y sin analizar mucho que lo que le da sentido y forma a ese reconocimiento del público puede basarse en la paciente construcción del perfil de quien lleva adelante la historia, pretendiendo un suceso similar en la pantalla grande con una versión condensada y edulcorada del héroe en cuestión. Bueno, no es así. Menos cuando en la sala de edición algo pasa con los que seleccionan el material. Por vaya a saber uno que razón, el talentoso director sueco Tomas Alfredson , a quien hasta este film no se le escapaba un fotograma de más en sus desarrollos, falla en el orquestado del desarrollo de este "Muñeco de nieve". Alfredson viene de hacer las maravillosas "Let the right one in", y "Tinker Tailer Soldier Spy", por lo que es difícil creer que haya organizado tan pobremente el material recogido en Noruega. Todo esto que conté es para explicar, desde mi visión, porqué "El muñeco de nieve", como producción cinematográfica, parece errática y desprovista de tensión. Sí, ofrece algunos segmentos "gore" y tiene un argumento que puede interesar, pero desconcierta durante la construcción de la trama, por tener lagunas sorprendentes en cuanto a secuencias y continuidades de personajes. La historia, les decía, es una más de las del brillante detective Hole (Michael Fassbender). El es un hombre que tiene problemas en su vida personal (la paternidad, el alcohol y las relaciones con las mujeres encabezan el ránking), pero en lo suyo, es de lo mejor de Noruega. Aquí es convocado para resolver un crímen macabro, del que pronto descubrirá que es sólo un eslabón de una cadena más larga. Hasta incluso podría encubrir a un poderoso asesino serial de tradición en la región. Hole, no trabajará solo, sino que hará tándem con Katrine (Rebecca Ferguson) para la resolución del caso, pero como se imaginarán, la atracción mutua de sus perfiles llevará también a escenarios de mayor intriga en el devenir de los hechos. "El muñeco de nieve" está plagada de secundarios que no alcanzamos a entender, ya sea porque son de breve aparición o porque sus aportes son inexistentes para lo que nos interesa : la resolución de los crímenes. En definitiva, esta es una de esas cintas que deben haber sido testeadas ante espectadores antes de su llegada a salas, y los resultados no fueron los deseados. En consecuencia, algo podría haber pasado porque no la siento una película plena de Aldredson, más allá de la belleza con la que sigue los paisajes nórdicos y cierta sensación de intriga que la historia respira. Falta tensión y profunidad en los personajes, a pesar del denonado trabajo de Fassbender por llevar adelante su perfil. Está lejos de lo esperado y es probable que si están atentos, descubran algunas inconsistencias en el universo narrativo, no esperables para una producción de este tipo.
Buen clima, magníficos paisajes en trama algo convencional - Publicidad - La tercera película que se conoce en Argentina del director sueco Tomas Alfredson mantiene algunas de las cualidades de “Criatura de la noche” y “El topo”, aunque sin despertar el mismo entusiasmo de sus producciones anteriores. Filmada íntegramente en Noruega, aprovecha muy bien los magníficos paisajes de Bergen, Telemark y los fjordos que contribuyen al clima de misterio y suspenso de un film en clave de thriller. Donde flaquea un poco es en el guion, basado en el libro de Jo Nesbo, lo que se percibe sobre todo hacia el final que no está totalmente logrado y hasta podría tildarse de convencional. Michael Fassbender (Harry Hole) es uno más de tantos policías con propensión al alcohol, matrimonio deshecho con esposa (Charlotte Gainsbourg) que ha formado nueva pareja, al que encargan investigar una serie de crímenes que tendrían un “serial killer” en común. Hay una primera escena, muerte de la madre de un chico en su presencia y que transcurre varios años antes, tendrá que ver con alguno de los personajes centrales de la historia y es clave para entender lo que sucede a lo largo del film. Otro personaje central es el que interpreta Rebecca Ferguson, actriz vista recientemente en varias producciones (“La chica del tren“, “Misión imposible: Nación secreta“), que aquí compone a una colega de Hole, cuyo interés en develar la serie de crímenes no necesariamente tiene que ver con su investidura policial. Hay varios personajes adicionales, interpretados por actores conocidos como J.K.Simmons, Toby Jones, Chloe Sevigny y el reaparecido Val Kilmer y otros nombres no tan populares completan un reparto de personajes en su mayoría sospechosos, sea directamente como el posible asesino o bien vinculados a éste/a. Es una pena, que como ya se señalara anteriormente, que el desenlace no esté a la altura de las expectativas del espectador. Sin embargo el conjunto logra claramente entretener y como la película es muy bella visualmente y sus rubros técnicos son inobjetables, se puede recomendar “El muñeco de nieve” en un fin de semana muy particular al haber renovado la cartelera unas catorce películas, la mitad de las cuales locales o en coproducción.
Tomas Alfredson nos ha dado dos muy buenas películas: “Déjame entrar” y “El topo”. En ellas, la trama decididamente ominosa, a veces truculenta tenía como contrapeso un desarrollo perfecto de los personajes, que eran criaturas emotivas hasta en su aparente inexpresión. En “El muñeco…” hay un desbalance en ese sentido y la historia del asesino serial tiene más peso que aquellos que deben detenerlo. El problema es Michael Fassbender, un actor que puede ser perfecto pero al que suele sobrarle intensidad, y aquí sucede en muchas secuencias. Sin embargo, la cacería funciona bien y la historia mantiene la tensión y el misterio hasta el final (y, de paso, Rebecca Ferguson demuestra que no fue casualidad lo que le vimos hacer en la última “Misión Imposible”). El clima lo tiñe todo y sumerge al espectador en las oscuridades de la historia con bastante limpieza.
DEMASIADO FRÍO Teniendo en cuenta lo que había dado Tomas Alfredson en El topo y en Criaturas de la noche, cabía tener expectativas altas por lo que podía ofrecer en El muñeco de nieve. Más aún porque el realizador sueco había reemplazado a Martin Scorsese, quien a pesar de bajarse como director permaneció como productor ejecutivo. Encima, la película se basa en la saga literaria centrada en el personaje de Harry Hole, escrita por Jo Nesbø y que ha cosechado múltiples elogios. Hasta había otros nombres que mostraban una saludable preocupación por la estética de la película, ya que los ganadores del Oscar Dion Beebe (quien trabajó con Michael Mann en Colateral y Miami Vice) y Thelma Schoonmaker (eterna colaboradora de Scorsese) están a cargo de la fotografía y el montaje, respectivamente. Sin embargo, todo queda en decepción. El film presenta una sucesión de lugares ya comunes y habituales en el subgénero de asesinos en serie: en Oslo, la acumulación de mujeres asesinadas empieza a mostrar un patrón común entre los crímenes; Hole (Michael Fassbender), un detective torturado y alcohólico, comienza a atar cabos y entablar un juego de gato y ratón con el asesino; hay una joven detective (Rebecca Ferguson) con sus propias motivaciones que lo ayuda en el caso; y un acaudalado y prominente empresario (J.K. Simmons), cuyos retorcidos gustos sexuales lo vinculan con los acontecimientos. No está mal de por sí recurrir a esos lugares comunes, porque siempre estos thrillers se han asentado sobre ellos. El problema es que Alfredson nunca consigue salir de la mera ilustración lustrosa: El muñeco de nieve, desde su mismo inicio, es invadida por una frialdad compositiva que le quita toda tensión. Quizás uno de los inconvenientes que Alfredson no logra resolver desde la narración es el acaparamiento de tramas y subtramas que empantanan el relato: la persecución del asesino parece ser el centro conflictivo, pero también hay una vertiente de drama familiar que va a dos puntas y un intento de retrato de los esquemas de poder político y económico que dominan la ciudad, operando con total impunidad. Todo eso es desplegado pero nunca cerrado de la manera adecuada, como si el realizador no se apropiara de lo que debe contar y se limitara a poner en imágenes un guión armado de a pedazos sueltos y unidos de manera torpe. Así, se puede intuir que en la novela que era El muñeco de nieve había una convivencia de retratos personales y sociales pero que en su adaptación cinematográfica nunca terminan combinarse fluidamente. Para colmo, El muñeco de nieve, cuando tiene que resolver el enigma central relacionado con los asesinatos, no sólo no sorprende en lo más mínimo (la vuelta de tuerca se ve venir a kilómetros de distancia), sino que deja cabos sueltos por todos lados, con varios personajes que son abandonados a la buena de Dios. Su abrupto cierre, donde parece querer dejar las puertas abiertas para desarrollar una franquicia, refleja en buena medida los problemas que la afectan: a pesar del sofisticado trabajo de puesta en escena (que incluye momentos impactantes desde el montaje y planos que explotan la potencialidad expresiva del paisaje), lo que se impone es el piloto automático en pos de las necesidades del mercado. El muñeco de nieve es una película sin personalidad, donde todo queda a mitad de camino.
Beber para pasar el invierno. Investigar homicidios en Oslo deja tanto libre que su detective estrella puede pasarse días borracho sin aparecer por la oficina sin que nadie note mucho su ausencia. Harry Hole (Michael Fassbender) es el clásico policía brillante heterodoxo, incapaz de congeniar con sus compañeros y con problemas de alcoholismo. Pero está en un contexto no tan clásico; la nevada Oslo tiene una inconveniente escasez de homicidas, ni hablar de asesinos seriales. Es sólo tras descubrir la investigación paralela que la joven oficial Bratt (Rebecca Ferguson) está haciendo sobre casos antiguos sin resolver que se convence de relacionar una reciente desaparición a una serie de homicidios sin resolver a lo largo de los años. Siguiendo el rastro desde su ciudad de origen hasta Oslo ella está convencida de que el asesino es una popular figura pública, pero Harry Hole tiene sus propias teorías sobre el misterioso asesino que le envía una nota para burlarse de él. Un caso muy frío: La trama de la película avanza por dos ejes además del obvio de la investigación del caso, por un lado la relación entre Harry y el hijo de su ex pareja que lo ve como lo más cercano a un padre que ha tenido en la vida y por otro una serie de flashbacks al seguimiento que otro policía hizo del mismo asesino una década antes, ambas ramificaciones de aporte muy poco claro a la construcción del conjunto. Para ser una película basada en una novela exitosa, El Muñeco de Nieve tiene incomprensibles problemas de guión que hacen sospechar un muy pobre trabajo de adaptación porque comete los dos peores pecados que puede tener un policial: no generar suspenso ni intriga y subestimar al público al punto de remarcar lo que está viendo más de una vez, asegurándose que quede claro lo que le están tratando de decir. La trama familiar y los flashbacks al pasado entran tan forzados que vuelven evidentes los motivos para estar ahí; pero probablemente lo más imperdonable es que su villano sea completamente chato e intrascendente, sin motivaciones ni carisma que lo vuelvan medianamente interesante salvo por su aparente súper poder de teletransportarse a cualquier sitio cada vez que el guión lo necesita, sabiendo cada paso de sus víctimas por anticipado sin intentar hacerlo creíble ni que le alcance No es que no se vea potencial para una buena historia sino que la película parece obligada a recortar mucho contenido que le hubiera dado sentido a la trama y ni siquiera eso hace que gane en ritmo, porque en el fondo es muy poco lo que sucede y las conexiones entre pistas terminan siendo absurdas o forzadas. No hay una cacería, no hay duelo de inteligencias entre criminal y detective; las cosas simplemente suceden hasta que el caso se resuelve prácticamente solo; El Muñeco de Nieve incluso tiene el dudoso honor de lograr materializar un montaje atolondrado y a la vez lento. Ni el modesto uso del paisaje natural ni unos intérpretes correctos que no tienen la culpa de recibir personajes bidimensionales sin nada que explotarles alcanzan para que resulte aunque sea algo pasatista Conclusión: No hay casi nada rescatable en El Muñeco de Nieve, un policial que no genera intriga es como una comedia que no hace reir.
El film logra su propuesta inicial que es la de entretener y también la de generar un suspenso y una intriga que dura de principio a fin. Basada en la obra literaria del noruego Jo Nesbø, El Muñeco de Nieve (The Snowman) llega como una transposición del bestseller homónimo, en esta oportunidad dirigida por el sueco Tomas Alfredson, donde una cadena de asesinatos aparentemente al azar suceden en la pacifica ciudad de Oslo. La única pista que une estos acontecimientos aislados es un pequeño, pero no menos tenebroso, muñeco de nieve al lado de cada cuerpo mutilado. El encargado de resolver este caso es Michael Fassbender, quien interpreta a Harry Hole, un detective que “sufre” por la falta de trabajo en la capital noruega. A su lado, tendrá a Katrine Bratt (Rebecca Ferguson), una brillante y perspicaz agente que es transferida a Oslo. El detective, encajará las piezas del rompecabezas a partir de antiguos casos sin resolver para conectarlos con el último y brutal acontecimiento. Esta película funciona de manera excelente en cuanto a lo que quiere adaptar de las paginas del libro a la pantalla. En este intenso thriller, el cineasta nos recuerda a las mejores películas de esta categoría. Por momentos incluso haciendo recordar a producciones referentes como por ejemplo Pecados Capitales (Seven, 1995). Al momento del relato, todo funciona de maravilla. En ningún momento el film sufre variaciones de velocidad y todo va a un tiempo correcto. Develando misterios de a poco y con mucho criterio. Las actuaciones están al nivel de las expectativas. Con un elenco que cuenta con algunas figuras de renombre y otras no tanto, todas encajan perfectamente. Obviamente, Fassbender se lleva todas las miradas al ser el protagonista pero la película también cuenta con actores como Val Kilmer y J.K. Simmons quienes cumplen de manera correcta. Junto a ellos, la “segunda linea ” de personajes se encargan de dar una armonía y un balance que en otras películas, no abundan. A la hora de la dirección, Tomas Alfredson hace todo de muy buena manera. Desde los planos, diálogos y guión, hasta la elección de los actores para sus interpretaciones. La fotografía es alucinante y las hermosas locaciones seleccionadas del país nórdico son muy bien utilizadas para provocar sensaciones de misterio y obviamente, frío.
Muñeco derretido Llega a los cines El muñeco de nieve (The Snowman, 2017), un policial protagonizado por Michael Fassbender en la piel de un detective alcohólico atormentado por la vida y su pasado, hasta que un día debe dejar todo de lado para descubrir quién es el asesino en serie que acecha la ciudad donde vive, con la ayuda de su compañera interpretada por Rebecca Ferguson. La premisa y la historia están basadas en un best seller de Jo Nesbø que posee el mismo nombre que la película, séptimo libro sobre el detective Harry Hole de lectura atrapante por los interrogantes que presenta. No es el caso del film dirigido por Tomas Alfredson (Criatura de la noche, 2008) en el cual todo se desenvuelve de manera lenta y paralela. El film muestra el trastorno de cada uno de los personajes -en la mayoría de los casos irrelevantes para la trama, lo cual llega a ser fastidioso-, y no conforme con esto se le genera un mal cliché a cada individuo: el policía malo, el bueno, el borracho, el que busca venganza, el pervertido, etc; todos marcan el poco trasfondo que poseen sin llegar a simpatizar con el espectador. Michael Fassbender es lo más rescatable, su presencia actoral facilita que no se venga abajo la película. Sin embargo, las reacciones que tiene su personaje muchas veces no quedan claras a la hora de marcar la vara de qué es lo que lo motiva y que no. Sufre por situaciones que no son alarmantes sino irrisorias, pero en sucesos de tragedia y desesperación no muestra sentimiento alguno. Otro aspecto positivo es Rebecca Ferguson acompañándolo de manera correcta en los diálogos, logrando buena afinidad entre ambos. La dirección de Tomas Alfredson no busca nada ingenioso sino plasmar tal cual el libro, aunque desde lo visual se podía esperar algo más. El muñeco de nieve no logra atrapar al espectador en el misterio que posee su historia, e incluso, aquel atento resolverá el caso antes de la mitad de la película.
Crítica emitida por radio.
Harry Hole (Michael Fassbender) despierta una mañana, luego de una aparente borrachera, en una plaza concurrida y pintada de un blanco triunfante por el clima nevado. Sale caminando y se abre paso entre un grupo de personas. Su vida se debate entre el deber como investigador y sus problemas para dormir y dejar atrás una relación con una mujer y su hijo adolescente. No hay atisbos de felicidad en sus facciones, en su accionar, en sus gestos, en su cristalina mirada. Su apellido, “Hole”, significa hueco, agujero, hoyo, y parte de eso refleja su estado emocional: es alcohólico. Antes de llegar allí hay una elipsis que conecta directamente con la primer escena. Esa escena, quizás la más lograda de todo el relato, manifiesta el virus que llevará al asesino de la película a ser lo que es y hacer lo que hace y ser figura de investigación por parte de Hole y Katrine Bratt (Rebecca Ferguson), su nueva compañera[1]. La secuencia inicial, lograda por su tensión, nervio narrativo, por el manejo de las herramientas técnicas (hay en la persecución un dejo Hitchcokiano mediante el encuadre, el uso de la cámara y el montaje) nos remite un poco al giallo, subgénero italiano sobre asesinos seriales (hay más elementos del giallo en el film, como el uso de los guantes negros del asesino o los roces con lo policiaco, en la intriga del protagonista por resolver los crímenes aún cuando no se es policía o investigador). El Muñeco de Nieve debe su nombre a estas estatuas efímeras y populares, ya que el asesino deja uno en cada jardín nevado donde comete un crimen. El film de Tomas Alfredson –Criatura de la Noche (Let the Right One In, 2008)- es realmente paradójico debido a los elementos en contra que resguarda: el relato se vuelve denso pasando los 40 minutos, algunas ideas (subtramas) quedan sueltas, el montaje e ir y venir con un hecho pasado es confuso aun aclarando que sucedió años atrás, no hay humor y por momentos la solemnidad con que se ejecuta la narración nos distancia como el frío a los protagonistas. Esas “ideas” (las comillas no refieren a su utilización sarcástica, más bien a lo que sigue en el párrafo) parecen ser deliberadas, y en definitiva ejecutadas como formalidades que cuestionan las normas clásicas del cine. Hay subtramas innecesarias para la trama, pero de vital importancia para despistar la mirada del espectador, y en respuesta a ello el film obliga a estar despiertos ante cada detalle. Eso lo convierte a uno en un espectador activo. La escena donde Hole entra a su casa y ve al fumigador por segunda vez en medio de una lisérgica danza al compas de música electrónica y el mismo se aleja y sale de allí sin quitarse la máscara, deja en claro no solo un principio de simetría que acentúa la indiscriminada mirada del director sobre el accionar del asesino, sino que hace ver los detalles obsesivos a los que hay que prestar atención para entender las cualidades en que se destaca. El caótico manejo de su narración (va y viene con la historia de un detective que se suicidó hace años tras los pasos del mismo asesino), desestructura el relato clásico y recae en el posmoderno, y es una antesala para que el sinsentido tome forma recién arribando el final y respire netamente ideas cinematográficas, acentuadas por el buen uso del montaje paralelo y yuxtaponiendo situaciones y personajes, inspiradas en el thriller y el suspenso. El Muñeco de Nieve (The Snowman, 2017) no es un film para enmarcar, pues le sobra media hora (se extrañan los largometrajes que resumían todo en 90 minutos), no toma riesgos en el manejo de su puesta en escena (si bien el toque de Alfredson está, aunque pase desapercibido y solo la secuencia inicial es de remarcar) y parece ser uno de esos típicos thrillers inspirados en best sellers europeos al mejor estilo Millennium (que en realidad lo es): correctos en su concepción estética y narrativa aun cuando los minutos le sobran, intrigas con personajes que coquetean con el poder y las conspiraciones, la paranoia, los parajes desolados y fríos, y los personajes torturados por su pasado. Lo que se dice un producto ovalado, pero no redondo.
Esta dirigido por Tomas Alfredson (“Criatura de la noche”, “El topo”) en la adaptación de una novela del noruego Jo Nesbø y coproducido por Martin Scorsese. La historia transcurre bajo un bello paisaje nevado de Noruega (estupendo director de fotografía Dion Beebe “Memorias de una Geisha”, “Chicago”, “Al filo del mañana”), que se transforma en un personaje más, cuenta con los colores e imágenes apropiadas y los pequeños detalles que forman parte de su narración. Se va creando un buen ambiente de suspenso, perturbado, con personajes inquietantes, nos encontramos frente a un thriller tradicional al estilo Agatha Christie. Su ritmo por momentos resulta un poco lento, pero tiene la gran actuación de Michael Fassbender (un buen candidato para ser nominarlo a los Premios Oscar) y algunos toques que le otorga el resto del elenco (J.K. Simmons, Rebecca Ferguson, Toby Jones, Val Kilmer). La trama comienza atrapante e impactante, pero cerca final su desenlace es un poco predecible, porque el espectador puede descubrir quién es el asesino, resultando un final un tanto apresurado.
Esta crítica la voy a empezar diciendo las cosas buenas de este film de suspenso. Los paisajes de la hermosa Noruega, la fotografía y Fassbender. Listo. Cuando estaba empezando la película la gente a mí alrededor hablaba y por dentro me preparaba para mandarlos a callar, comenzó la película y se callaron. Hablaron un poco por la mitad y ya a esta altura me parecía más interesante saber de qué hablaba. La señora que estaba al lado mío sacó el celular, no pude ver lo que escribió. Con esta breve descripción estoy dejando bien claro lo aburrida, chata y sin sentido que era la película. Diálogos sin sentido y vacíos. Actuaciones malas. Guion malo. Escenas largas que podrían haber sido más cortas y aportaban lo mismo, o quizás más. Muchos nombres importantes que aparecen dos segundos y no aportan nada. Aparecen historias que no son resueltas y es una película lenta, que de entrada está en una meseta muy baja y no se mueve de ahí. Mi recomendación: Si algún día aparece en Netflix y no tenes otra cosa para ver, mirala, sino mira Friends.
Crítica emitida en "Cartelera 1030" por Radio Del Plata (AM 1030) SÁBADOS de 20-21hs.
En una época en donde el consumo audiovisual parece inclinarse más hacia las series que el cine, The Snowman, basada en el best seller del noruego Jo Nesbø, es uno de esos casos en donde el espectador sentirá que el formato se prestaba más para miniserie que para película. Concluido el metraje, la primera impresión podría ser que todo se ha resuelto, pero a tan solo centímetros de despegar el ulterior de la butaca, es probable que una sensación de que algo ha quedado inconcluso invada el cuerpo. Cual víctimas del asesino perseguido por el detective Harry Hole (Michael Fassbender), la información es retaceada y ofrecida progresivamente como todo buen thriller debe hacerlo, hasta llegar a un climax un tanto predecible en el acto final. No por ello el espectador perderá el interés en la trama a lo largo de los 119 minutos de metraje, pero quizás sí la sensación final no sea la mejor. El enorme abanico de sospechosos y personajes que compone el film cumple la función de distraer al espectador y permitirle al director cambiar las piezas de lugar como en un enorme rompecabezas, pero también provoca que muchas de estas subtramas pasen al olvido y queden sin resolver. Tratándose de un director solvente y seguro (Thomas Alfredson, responsable de Let the right one in y El topo), el producto final da la sensación de haber sido apurado y cortajeado en post-producción por una mano ajena. Quizás uno de esos productores que tantos dolores de cabeza traen a los realizadores.
Adaptación de la novela The Snowman del escritor noruego Jo Nesbø, El muñeco de nieve ofrece acción en base de la desaparición y asesinato de mujeres en la gélida capital de Noruega, Oslo. La película sigue la investigación del legendario detective Harry Hole (Michael Fassbender) y su aprendiz Katrine (Rebecca Ferguson) tras las huellas de un asesino en serie que deja muñecos de nieve en la casa de sus víctimas. Tomas Alfredson (Tinker Taylor Soldier Spy, Let the right one in) adsorbe todo el contenido de la extensa serie del detective Hole – 11 libros en total – de Nesbø e intenta transmitir de la manera que puede una simpatía abstracta de la vida de este sufrido detective noruego al estilo Christopher McQuarrie con Jack Reacher. El problema es que antes de conocer y explorar la personalidad del “famoso” detective se ponen palabras como “leyenda” o “EL Harry Hole” en la mente del espectador sin darle oportunidad de sacar sus propias conclusiones para con el personaje; Harry Hole es famoso y es un detective capaz pero ¿una leyenda?… en ningún momento Alfredson ofrece una leve demostración de la capacidad de Hole como leyenda y eso es un gran problema del film. Tratar de forzar un sobrenombre, una reputación pre instalada y no desarrollar esas capacidades de un personaje, es un serio insulto en la inteligencia del espectador. Tampoco ayuda para nada en este film que los encargados del guión sean Hossein Amini (Drive) y Peter Straughan (Straughan acompaño a Alfredson en Tinker Taylor Soldier Spy y a Fassbender en Frank). Estos dos guionistas se encargan de sumar incongruencias a lo loco al desarrollar la historia de manera apresurada; toda escena se siente descuidada por la sobredosis de información. Los nombres, fechas y lugares aportados son expuestos como números de la quiniela semanal y esto hace que el espectador pierda la atención sobre el espacio dado. Al finalizar cualquier dato que se dió en cuestión de la resolución, quedan opacados por un pésimo final. Michael Fassbender, Rebecca Ferguson, JK Simmons, Chloë Sevigny, Charlotte Gainsbourg, Jamie Clayton, James D’arcy, Toby Jones y regresando a la pantalla grande después de años, Val Kilmer tratan de salvar el espectáculo poniendo sus talentos frente a la cámara, el problema es que Amini y Straughan no logran adaptar correctamente la historia y los personajes que toman vida en ella. Vemos a Fassbender como Fassbender, Ferguson haciendo de Ferguson y así sucesivamente. Un dato a destacar: el regreso de Val Kilmer es arruinado completamente por un doble de voz; este doble resulta desastroso, bizarro y para colmo está fuera de sincronización. La presencia de Kilmer es una de las perlitas graciosas del año cinéfilo. De todas formas un hecho innegable de El muñeco de nieve es que posee una gran fotografía: parajes inhóspitos rodeados de nieve, montañas y niebla se muestran en la totalidad del film. Desde Oslo hasta Berger, Noruega se ve hermosa y es ideal para establecer un clima perfecto en la trama; todo esto lo lleva a cargo Dion Beebe (Collateral, Edge of Tomorrow) un excelente director de fotografía que proyecto tras proyecto se asegura que el ideal de vista sea perfecto. El trabajo de Beebe en el muñeco de nieve es lo mejor que la película ofrece. El muñeco de nieve es un comienzo fallido en la serie de adaptaciones del detective Harry Hole. Tomas Alfredson no logra cautivar ni consigue el interés del público en esta película; en cuanto a Fassbender, ya mismo tiene que encontrar un nuevo agente- sus últimos proyectos resultan ambiciosos pero en su fecha de salida terminan quedándose a mitad de camino, en el lugar de las decepciones-.
El asesino de invierno Teniendo en cuenta sus créditos, "El muñeco de nieve" no está a la altura de lo que promete. La película está dirigida por el talentoso cineasta sueco Tomas Alfredson ("Criatura de la noche", "El topo") y el elenco incluye a grandes actores como Michael Fassbender, J.K. Simmons, Charlotte Gainsbourg y un irreconocible Val Kilmer. La historia, por su parte, está basada en el séptimo libro de la exitosa saga de policiales de Jo Nesbø, protagonizada por el detective Harry Hole. Aquí Hole se enfrenta a un caso que parece complejo: un asesino serial que mata a mujeres con hijos pequeños y que firma sus crímenes dejando un muñeco de nieve en la puerta. Se supone que Hole es un detective legendario en caída, pero la película nunca logra transmitir el perfil del personaje, más allá de que muestra el entorno de su vida privada. Lo mismo pasa con el desarrollo del caso: hay misterio y tensión, hay varios sospechosos y subtramas que despistan, pero la resolución es de manual y simplista. Según trascendió, el estudio intervino demasiado en el corte final de la película, y la versión original del director quedó totalmente alterada. Esto, desgraciadamente, se nota. Los que vayan a buscar un thriller convencional tal vez logren entretenerse durante dos horas. Los que vayan a sorprenderse con lo nuevo del realizador de la excelente "El topo" (2011) seguramente saldrán decepcionados.
Crítica emitida por radio.