La esperanza arácnida. La segunda parte de la nueva versión del Hombre Araña continúa la búsqueda de respuestas por parte de Peter Parker (Andrew Garfield) sobre la muerte de sus padres y su trabajo como científico para la corporación de Norman Osborn. Debido a una rara enfermedad, Osborn muere y su resentido y joven hijo, Harry (Dane DeHaan), hereda el imperio y se entera de que la enfermedad de su padre es genética y él también morirá de lo mismo. Tras humillar a la junta ejecutiva y tomar control de la empresa, Harry, antiguo amigo de Peter, descubre que las investigaciones del padre de Peter, Richard Parker (Campbell Scott), lo pueden salvar y toma la resolución de obtener por las buenas o por las malas la sangre del Hombre Araña, convencido de que esta lo curará. Mientras tanto, Peter Parker se debate entre su amor por Gwen (Emma Stone) y la promesa que le hizo a su moribundo padre en la primera parte, de que se alejaría de ella para protegerla. Entre extraordinarias escenas de acción y efectos especiales espectaculares en cámara lenta para justificar el formato 3D, el Hombre Araña caza criminales y salva personas contando chistes con una verborrea y agudeza excepcionales para el chascarrillo ocurrente. A todo esto se suma el mortal accidente que sufre Max Dillon (Jamie Foxx), un empleado de las industrias OsCorp que diseñó los planos de una nueva central eléctrica para Nueva York y que cae en una fuente repleta de anguilas eléctricas modificadas genéticamente para experimentos secretos, lo que genera que se transforme en Electro, un supervillano que se alimenta de electricidad y deja sin luz a la ciudad.
Aunque entretenido por momentos, la nueva aventura de El Hombre Araña sufre de un guión demasiado convulsionado. Peter Parker lleva una vida muy ocupada compartiendo su tiempo entre Spider-Man y la persona a la que ama, Gwen Stacey. Peter no ve el momento de graduarse y no olvida la promesa que le hizo al padre de Gwen antes de morir: protegerla y mantenerla alejada de su peligroso estilo de vida. Pero es una promesa que simplemente no puede cumplir. Las cosas cambiarán para Peter cuando aparece un nuevo villano, Electro, y un viejo amigo, Harry Osborn, quien regresa luego de una larga ausencia. El soreprendente y sumamente ocupado Hombre Araña Con el estreno de El Sorprendente Hombre Araña en el 2o12, sus productores nos prometían “la historia oculta de su origen”. Mas allá de un giro digno de las películas de espionaje corporativo y algún que otro cambio por aquí y por allá, no resultó ninguna novedad. En esta oportunidad la buena gente de Sony/Columbia nos promete que “la gran batalla de el Hombre Araña está por comenzar”, y aquí tenemos que darles la derecha, porque aun cuando la película termina, dicha batalla está apenas comenzando. El estreno de Spiderman 3 marcó el fin de Sam Raimi al frente de la saga. El director tuvo constantes peleas con un estudio que básicamente lo obligó incluir un villano extra (Venom), cosa que hizo que la historia se fuera al demonio. Alguien evidentemente no aprendió de sus errores (cof cof Sony/Columbia cof cof), ya que El Sorprendente Hombre Araña 2 falla en exactamente las mismas cosas donde falló la ultima entrega de la trilogía de Raimi: Un guión sumamente convulsionado que, en su afán de contar sus propias historias y dar el pie a otras futuras, termina quedando en la nada. Marc Webb regresa para dirigir esta secuela que, aunque no funciona en su totalidad, tiene algunas cosas para rescatar. Aquí nos encontramos con un Peter Parker distinto al que conocimos dos años atrás, mas suelto y con mayor confianza. Su relación con Gwen Stacy parece ir por un buen camino mientras aprovecha su tiempo libre para luchar contra los delincuentes que nunca faltan en Nueva York. Hay una interesante evolución en el personaje interpretado por Andrew Garfield que se continua desarrollando de una manera muy orgánica durante toda esta cinta. Algo similar ocurre con Emma Stone, quien quizás no recorre un arco tan grande como el de Peter, pero lo complementa de manera perfecta. Ambos actores están muy bien en sus respectivos papeles, entregando actuaciones creíbles e incluso, por momentos, con algunos buenos toques de comedia. La película nos presenta tres villano, los mismos que ya pudieron ver en los incontables posters y avances que salieron. Saquemos rápidamente a Paul Giamatti de esta ecuación. Giamatti interpreta a Rihno, un maloso que, con suerte, tiene cinco minutos de pantalla, por lo que no podemos indagar demasiado aquí. Los dos restantes son Electro y El Duende Verde, interpretados por Jamie Foxx y Dane DeHane (Metallica Through The Never) respectivamente. DeHane hace un gran trabajo alejándose de El Duende Verde que supo interpretar Williem Dafoe (o para ser mas específicos James Franco). El joven actor le aplica un interesante giro a este villano que me animaría a decir es el personaje mejor escrito de todo el film. Todo lo contrario se puede decir sobre Foxx y su Electro. Un villano sin ningun tipo de peso y con una motivación que, aunque interesante en los papeles, está tan poco trabajada que hace que cada decisión que tome parezca arbitraria. Incluso la actuación de Foxx desentona en una historia donde las interpretaciones rozan lo caricaturesco. Como si tener tres villanos no fueran suficiente para mantener a El Hombre Araña entretenido durante dos horas de película, tambien se suceden una buena cantidad de problemas amoroso y familiares. Peter todavía intenta descubrir la verdad sobre sus padres. Al mismo tiempo debe mantener a salvo a Gwen Stacy mientras la relación entre ambos no atraviesa un buen momento. Y, para colmo de males, la Tía May está cada vez mas curiosa con saber porque Peter vuelve a casa todo sucio y machucado, por lo que este debe hacer grandes esfuerzos para ocultarle su verdadera identidad. De mas está decir que el film intenta contar más de lo que realmente puede, por lo que ninguna de las historias termina de convencer. Quizás donde se hace un mejor trabajo es en la relación entre Peter y Gwen, pero mucho de esto es simplemente por obra y gracia de sus interpretes. Dicho eso, uno tambien debe aceptar que tanto Webb como el resto del elenco se las arreglan para hacer un film medianamente entretenido a lo largo de casi todo su metraje. El director, gracias a unas cuantas interesantes ideas visuales sumadas a un 3D que funciona cuando debe funcionar, logra entregar originales escenas de acción que, al menos por un rato, nos hacen olvidar de todos los problemas que aquejan a la película. Conclusión El Sorprendente Hombre Araña 2 es una película con una imponente factura técnica, ,mucho humor y grandes escenas de acción que dejarán contentos a quienes vayan en busca de eso. Pero la realidad es que el film poco hace para alejarse de lo que ya nos contó Sam Raimi a lo largo de tres ocasiones, incluso muchas escenas nos recuerdan a algunos tramos de la anterior trilogía. La película parece envuelta en un constante aire de familiaridad, sin nada novedoso para mostrarnos. Incluso cuando los créditos empiezan a correr, sentimos que lo mejor está por venir. Y que esta segunda instancia no fue mas que eso, un largo teaser sobre lo que vendrá en El Sorprendente Hombre Araña 3.
Si el cine de superhéroes se enarboló como un bastión taquillero para el Hollywood actual, mucho tiene que ver la inspirada recreación que Sam Raimi hizo del “arácnido” allá por 2002, un pionero en mostrar al hombre con carnadura detrás del disfraz. Por eso cuando, tras la criticada El Hombre Araña 3, Sony se decidió a reiniciar las aventuras en 2012 reinventando la historia, Marc Webb, el nuevo director dividió las aguas entre quienes celebraban los cambios radicales, y quienes consideraron que podría seguirse la línea original. Dos años después, cambio de guionistas de por medio, Webb confirma que el cambio era correcto, ubicando a El sorprendente Hombre Araña 2 entre los mejores films de superhéroes de los últimos años. La historia comienza exactamente dónde quedamos anteriormente, Peter Parker (un mucho más sentido Andrew Garfield) continúa combatiendo el crimen con su alter ego por las calles de Nueva York; pero la conciencia y las últimas palabras del padre de su novia lo remuerden, debe terminar con Gwen Stacy (Emma Stone, adorable como siempre) para protegerla. Mientras tanto, la presencia cada vez más perversa de la corporación Oscorp sigue demostrando que no tiene límites para la experimentación; y hay muchos secretos que revelar, secretos que llevan al fallecido padre de Peter. Max Dillon (Jamie Foxx demostrando que se puede lograr una muy buena interpretación en este tipo de films) es un solitario empleado de Oscorp, busca por todos los medios que las otras personas dejen de ignorarlo, por eso, cuando Spidey lo salva de un accidente mortal, este se fanatiza. Pero la desgracia lo sigue de cerca, y luego de ser maltratado por su jefe, Max tendrá un accidente con cables y anguilas que lo terminarán transformando en la furia incontrolable de Electro. Sí, la construcción de este personaje, principal villano, es muy similar a la de Selina Kyle en Batman Vuelve, y lo bien que hace; como en aquel film, la construcción psicológica del personaje es uno de los puntos más altos. Mientras tanto, Harry Osbourne (el felino Dean DeHaan), heredero de Oscorp y amigo de Peter, regresa de su exilio para tomar las riendas, y descubrir que tiene que hallar pronto una cura para su enfermedad degenerativa… Los experimentados Alex Kurtzman y Roberto Orci vuelven a dar en el blanco al construir un guión acertado en varios flancos, que va creciendo y mutando en sus 142 minutos. La primera hora es la de la aventura típica y el humor muy bien dosificado, luego nos introducirán en la intriga y la acción arrolladora, siempre con un muy buen trabajo de cámaras y efectos para mostrar una Nueva York populosa; a lo que hay que sumar, una acertada banda sonora con preponderancia moderna y electrónica. Otro punto alto es darle una importancia mayor al personaje de Tía May (Sally Field) que esta vez jugará un rol fundamental en la formación de carácter de nuestro líder. El gran villano del film es el poderoso Electro, las presencias de Duende Verde y Rhino (Paul Giamatti) se irán constreuyendo progresivamente (como ya se hizo en el film anterior al vislumbrar al Duende), y pronostican sucesos terribles por venir sumados a los acontecimientos de este film. No hay personajes planos, todos tienen dualidades, virtudes, flaquezas y debilidades. A estos tres súper villanos se debe sumar la figura del más terrenal y malévolo Donald Menken (gran Colm Feore), el cerebro detrás de la corporación. El Sorprendente Hombre Araña 2: La Amenaza de Electro es un film vibrante, adrenalínico, y principalmente muy entretenido. Hay momentos, necesarios, para la reflexión, para la historia de los personajes, y para el desarrollo de guiños aquí y allá. No sabemos que nos depararán las seguras y confirmadas secuelas, pero siguiendo el camino de este film, la buena fortuna del espectador está asegurada.
El cine es espectáculo, pero también es reflexión, y cuando se presentan ambas cosas en un producto destinado a romper las taquillas el resultado es más que interesante. Y si no me creen vayan a ver como Marc Webb construye en “El sorprendente hombre araña 2: La amenaza de Electro” (USA, 2014) la más ambiciosa de las aventuras del héroe y además regala algunos puntos reflexivos sobre la vida en la actualidad. Si bien siempre pasó, en esta oportunidad las idas y venidas amorosas entre Spidey (Andrew Garfield) y Gwen (Emma Stone) serán el vector de la película en el medio de la lucha sin respiro con el villano de turno. Y eso que en “El sorprendente hombre…” no habrá sólo un enemigo. Las peleas serán por partida triple y el Hombre Araña se las verá con Electro (Jammie Foxx), Rhino (Paul Giamatti) y el duende verde (Dane De Haan) a lo largo de casi dos horas y media. Todo comienza cuando un don nadie, un hombre gris dedicado a los circuitos eléctricos y la energía (Foxx), muere en un accidente laboral, para luego revivir como Electro. Allí la suerte del hombre araña comienza a cambiar, ya que en una de las ciudades con mayor consumo eléctrico del mundo el “malo” tendrá cómo alimentarse sin siquiera mover un dedo. Antes de ser Electro, el personaje, llamado Max, compartía trabajo con Gwen (Stone) en la Oscorp, la mega monstruosa corporación de los Osborne y era un fanático obsesivo de Spidey luego que éste lo rescatara de un accidente. Su triste historia, con accidente que transforma incluido, atravesará la búsqueda iniciática que el reportero gráfico freeleancer más arácnido de todos realice para determinar el porqué de su orfandad y los misterios que siempre rodearon a la desaparición de sus padres. Así, comenzará a hilvanar detalles y hostigará a su Tía (Sally Field) para que aporte datos a su investigación. Los clásicos procedimientos y deducciones se verán además sazonados por el romance, punto neurálgico en los comics, y que Webb destacará en la cinta con un papel preponderante en la saga. Pero no sólo se hablará de las relaciones amorosas, sino que además se profundizará en algunos temas recurrentes (como la verdad, el cambio, etc.) erigiendo una épica sobre la búsqueda de la identidad y los vínculos sociales en la actualidad. En la era de la hiperconectividad y de la vida 3.0, la dualidad que siempre ha caracterizado al personaje de Peter Parker se potencia, y las mayores dudas comenzarán cuando decide alejarse de su novia para protegerla. En esa elección se esconde el secreto de una cinta que no da tregua y que si bien posee algunos minutos de sobra el producto final termina en ganancia. La sobresaliente actuación de Garfield como Spidey/Peter, secundado muy bien por Foxx, Field y Stone, genera un efecto hipnótico hacia la pantalla, apoyándose además en la utilización del 3D y las animaciones generadas por ordenador, una trepidante banda sonora, y el punchline a flor de piel, todo dinamiza el relato clásico sobre la lucha entre el bien y el mal y lo moderniza. Atrapante.
Dos años atrás veía la luz El Sorprendente Hombre Araña, el reboot cinematográfico de uno de los más emblemáticos superhéroes de Marvel. Si bien seguía fresca la trilogía con Sam Raimi en la dirección y Tobey Maguire en el doble papel de Peter Parker y su alter-ego arácnido, no le fue nada mal: la buena muñeca del director Marc Webb y Andrew Garfield como nuevo protagonista le dieron una nueva inyección de energía al personaje y un cambio de tono, menos naif y más moderno, enigmático. Para continuar subiendo la apuesta, hoy tenemos la esperada segunda parte. Ya establecido como superhéroe, El Hombre Araña combate el crimen en las calles de Nueva York. Ya ningún criminal puede combatirlo… o eso parece. Una vez más, algo terrible se está gestando en Oscorp. Por un lado, Max Dillon (Jamie Foxx), un técnico de Oscorp que, tras un accidente en el laboratorio, se convierte en Electro. Por otro, Harry Osbourne (Dane DeHaan), heredero de la empresa y viejo amigo de Peter, quien tendrá su oportunidad de hacer desastres como el Duende Verde. Dos pruebas de fuego para el joven Parker, quien, además, debe terminar de resolver cuestiones de su pasado -la desaparición del padre (Campbell Scott), involucrado en experimentos confidenciales- y su relación con Gwen Stacy (Emma Stone); aunque ambos continúan amándose a pesar de los peligros que se avecinan.
El que mucho abarca… Con la primera entrega de El Sorprendente Hombre Araña, Marvel había logrado darle otro enfoque al superhéroe que tiñe su ropa interior de azul y rojo. Momento que -dicho sea de paso- Raimi supo narrar a la perfección en la escena de El Hombre Araña 2 en la que mediante un montaje, la ropa interior blanca de Peter se mezcla con su traje en el lavarropas, como metáfora de la intromisión de su vida profesional en lo personal. Mark Webb, en la segunda entrega del superhéroe de calzas ajustadas, relata ese mismo momento pero de la forma más perezosa y menos agraciada del cine, cuando Peter y su Tía May pelean porque él quiere lavarse la ropa pero ella no lo deja; entonces verbaliza lo que Raimi era capaz de narrar mediante imágenes: “La última vez que la lavaste, teñiste todo de rojo”. El exceso y la suma de decisiones desacertadas, una tras otra, son la maldición de esta secuela, en la que dos de los cuatro guionistas contratados -Alex Kurtzman y Roberto Orci- ya habían llevado a cabo la difícil tarea de revivir franquicias como Star Trek y Misión Imposible, con excelentes guiones como resultado. Pero el de El Sorprendente Hombre Araña 2 ahoga con su rigidez la esencia del relato, que se desdibuja hasta perderse por completo en el amontonamiento de ramificaciones y subtramas que se despliegan hasta el final de la película inclusive. En él reaparece el villano que interpreta Paul Giamatti, totalmente irrelevante a nivel historia y comandando un rinoceronte transformer que bordea el ridículo. Con El Hombre Araña 3 de Sam Raimi pasaba algo parecido. La aparición de Venom era tan breve, por la enorme cantidad de bifurcaciones simultáneas del guión, que no llegaba a aportarle dimensión al personaje. Los (¡cuatro!) guionistas aquí se las ingenian para desviar, con sus acrobacias narrativas, nuestra atención de los problemas que surgen cuando se empieza a procesar la información visual y sonora, lo que genera una falta de desarrollo en las tramas abiertas (como decía antes, con la aparición del personaje de Giamatti). Pero es sólo cuestión de tiempo: llegado un punto, comienza a notarse la tensión de la escritura que cose las acciones y tramas, unas con otras sin dejarles espacio para respirar; algo que no es ciento por ciento responsabilidad de los guionistas, sino también de cómo es su traslado a imagen sonora en movimiento. Webb ha logrado reflejar la transformación de Peter Parker como nadie en la pantalla: de adolescente introvertido, torpe e invisible, a chico cool y carismático, algo a lo que nunca llegó Tobey Maguire. Pero si bien se nota en esta película un crecimiento y profundización de los personajes de Andrew Garfield y Emma Stone, a la hora de delinear a los villanos, no hay comparación entre la complejidad que presentaba el Doctor Octopus de Alfredo Molina en El Hombre Araña 2 de Raimi, y el Electro de Foxx.
La gran ilusión La primera entrega de la nueva saga de Spider-Man, estrenada en el 2012, contó a su favor con el factor sorpresa y las bajas expectativas (como también en su momento tuvo Batman Inicia) por la proximidad con esa calamidad cinematográfica llamada Spider-Man 3. Más allá de los condicionantes externos, el film dirigido por Marc Webb cumplía con el objetivo de relanzar una franquicia con un nuevo halo de frescura y diferenciación. Ahora llega El Sorprendente Hombre Araña 2 (The Amazing Spider-Man 2) para confirmar que el superhéroe que se columpia entre los edificios se encuentra en buenas manos. El_Sorprendente_Hombre_Araña_2_EntradaLuego de los sucesos ocurridos en la primera parte, donde salvó a la ciudad del verdoso Lizard, Spidey (Andrew Garfield) se encuentra en el máximo punto de notoriedad. Es la gran ilusión de una Nueva York segura, sin peligrosos delincuentes sueltos por las calles. Peeeero mientras Spider-Man es la esperanza blanca, el bueno de Peter Parker batalla con la promesa realizada al padre de Gwen (Emma Stone) y el amor incontenible que siente por la blonda adolescente. Y como si fuera poco, también sigue intentando descubrir los misterios detrás de la muerte de sus padres. El problema se presenta cuando el ignoto Max Dillon (Jamie Foxx) sufre un accidente y se convierte en un súperpoderoso villano que se alimenta de electricidad y que puede utilizarla para hacer bastante daño, como por ejemplo hacer pelota todas las pantallas del Times Square. A todo esto reaparece Harry Osborn (Dane DeHaan) para dirigir la compañía de su padre y de paso convertirse en otra amenaza latente para el (nacional y) popular héroe. Con sólo la primera entrega resultaba injusto realizar una comparación con la saga previa, pero con dos películas se puede comenzar a joder un poco con esto. Comenzando por los directores, hay que mencionar que Sam Raimi fue una gran elección y Marc Webb ha demostrado que no le costó demasiado el salto a las grandes ligas. Se podría declarar un empate. El tema está en que Andrew Garfield le gana por mucho al Spidey de Tobey Maguire. El Spider-Man del actor de Red Social cuenta con más habilidades que Maguire para este rol. Su carisma, su facilidad para los momentos cómicos y su apariencia de niño nerd pero a la vez interesante lo ponen bastante por encima en consideración del intérprete convocado a comienzos de este milenio. Quiero mucho a Kirsten Dunst, pero Emma Stone como partenaire romántica es un rival imposible de vencer. La bellísima colorada (acá teñida de un brillante rubio) de grandes ojos gatunos y sonrisa estridente se encuentra en estado de gracia. Su Gwen Stacy es todo lo adorable, inteligente y amorosa que todo (súper) hombre desearía tener a su lado. Siguiendo en ese camino de contrastar la de “Maguire” con la de “Garfield” no podemos dejar de lado la estelar aparición de Dane DeHaan para llevar adelante al Harry Osborn que anteriormente había interpretado James Franco. Y acá de nuevo hay una ventaja para la iniciada en el 2012. Franco es un confiable actor y su versión de Harry estaba bien pero por momentos resultaba demasiado “bello” e impasible para ese tempestivo personaje. En cambio sí hay alguien que podría ser el hijo de Willem Dafoe (el excelente Duende Verde de la dirigida por Raimi) es DeHaan. Ese rostro de trastornado y enigmático le arrebata cualquier posibilidad al actor de Spring Breakers. Volviendo a la actual segunda entrega hay que destacar que por momentos sufre demasiado las esquirlas de un guión poco certero que quiere abarcar mucho y no consigue plasmar sus ideas. El desarrollo de los dos villanos principales (la participación de Paul Giamatti cómo Aleksei Sytsevich es escasa y no entra en la cuenta como némesis de Spidey) se convierte en la principal arma en contra de El Sorprendente Hombre Araña 2. Harry posee mal que mal un buen tiempo en pantalla para comprender su comportamiento, pero sin dudas el ejemplo más emblemático es el (poco y torpe) tratamiento de Electro. El accidente y posterior adquisición de los poderes de Max Dillon resulta bastante antojadiza y mal ejecutada, no hay ninguna explicación sobre la magnitud y funcionamiento de su poderío. Sí bien se entiende que el villano color pitufo resplandeciente se alimenta de la electricidad, resulta llamativo el nulo esclarecimiento sobre a qué temerle. Sí bien esta segunda saga arácnida viene mejor rumbeada desde el casting y su primera parte así lo demostró, los trailers dejaban abierta la repetición de la fallida formula de Spider-Man 3, más que nada por la presencia de varios enemigos a enfrentar. Además, abundaba la presencia de un descorazonado CGI, es verdad que crear a Electro y plantear un ambiente donde pudiese explotar sus poderes sin esa técnica era imposible, pero parece utilizada más para impresionar que cómo un recurso ineludible. Por suerte para nosotros esta segunda parte apuesta por la continuación en el desarrollo del lado humano de Spider-Man, en contraposición a lo demostrado en los avances. Webb sigue la línea humana planteada en la primera parte y Parker/Spidey sigue siendo ese adolescente golpeado por la vida (continúa intentando superar y entender el “abandono” de sus padres), por su intrascendencia laboral (su tía May labura doble turno para poder mantenerlos), por su relación con Gwen (siente que debe terminar con ella por la promesa a su padre a pesar de amarla) y de paso por un par de villanos que quieren cagarle un poco más la existencia. En ese tire y afloje por salvar la ciudad y comprender y recomponer su puta vida se encuentra lo más destacado de la secuela. Bien por El Sorprendente Hombre Araña 2 que, a pesar de algún que otro altibajo, sigue fiel a las ideas planteadas en su antecesora.
El Increíble Hombre Sony Cuando Sony reinició la franquicia de Spider-Man apenas 5 años luego de que Sam Raimi dirigiera su famosa trilogía, la gente se preguntó: ¿ya? Ocurre que si Sony no estrena una nueva película de Spider-Man al menos cada 5 años, los derechos de autor regresan al tambo multimillonario de Marvel Studios y Sony se queda sin su vaca lechera. Esto resultó en la somera El sorprendente Hombre Araña (The Amazing Spider-Man, 2012). ¿Es la secuela mejor? La vida de Peter Parker (Andrew Garfield) ha mejorado desde la primera entrega, y nos lo encontramos persiguiendo un villano a lo James Bond al comienzo de la película, con la policía de su lado y toda la población de Nueva York vitoreando al superhéroe. ¡El joven, inteligente y apuesto “perdedor” ahora es popular! Pero continúa atormentado por los fantasmas de dos figuras paternas: la de su padre, quien le abandonó inexplicablemente de niño, y la del padre de su novia Gwen (Emma Stone), quien con sus últimas palabras le pidió que dejara de verla para no ponerla en peligro. Ambos conflictos recibieron resoluciones falsas en la primera película, y ambos continúan extendiéndose a lo largo de la segunda, que no cuenta con demasiadas sorpresas ni hace nada demasiado diferente. Peter ha de redescubrir la verdad acerca de su padre y la fórmula arácnida que le costó la vida, mientras que sale, corta, sale y vuelve a cortar con su novia. En el meollo de la trama se encuentra Oscorp, una corporación que domina completamente la vida de Peter. Su padre trabajaba en Oscorp, el amigo de su padre trabajaba en Oscorp, su novia trabaja en Oscorp, su mejor amigo es el dueño de Oscorp y sus dos nuevos enemigos, Electro y Duende Verde, son manufacturados accidentalmente en Oscorp. Oscorp es como Sony, hace de todo y está en todos lados. Mientras tanto nuestro héroe recalcadamente usa computadora, cámara, celular y auriculares marca Sony. No salgan de casa sin ellos, chicos. En fin, ¿qué tal los nuevos villanos? Max Dillon (Jamie Foxx) es un tímido ingeniero eléctrico que desarrolla una absurda obsesión con Spider-Man luego de que éste le salva la vida, pero un ridículo accidente con unas anguilas eléctricas lo transforma en el azulado Electro y le da el poder de absorber y conducir corriente. Cómo y por qué se enemista con Spider-Man es todavía más bobo. Por otra parte tenemos a Harry Osborn (Dane DeHaan), que tiene un buen motivo para ir tras de Peter, pero se resuelve antes de confrontarlo, lo cual nos deja con una extraña pelea que no le sirve a nadie pero se ve muy bien. La gran duda es, ¿es la secuela mejor? Garfield y Stone forman un dúo cómico bastante tierno (cuando no están peleando). Y de hecho el epónimo superhéroe se parece mucho más a la idea platónica de un Spider-Man torpe y chistoso que no se toma ni a él ni a sus enemigos demasiado en serio. Las situaciones humorísticas en las que nuestro enmascarado héroe se mete en la vía pública o camino a casa parecen sacadas de Kick-Ass. Y los combates aéreos siguen siendo espectaculares, con o sin 3D. El Sorprendente Hombre Araña 2: La venganza de Electro (The Amazing Spider-Man 2, 2014) no se juega por nada nuevo (o increíble, o sorprendente) pero reafirma la vieja fórmula con la sólida dirección de Marc Webb y un par de protagónicos que se los ve infinitamente más cómodos en sus papeles. Es además mucho más divertida que la primera, en gran parte porque ya no se toma a sí misma tan en serio y la serie por fin parece estar evolucionando hacia otra dirección que la trilogía original. Pero la historia – larga, hueca y reiterativa – no vale la tinta de una entrada de cine.
La mayor virtud de la nueva película de Spiderman es que el director Marc Webb logró desarrollar otra entretenida producción pese al enorme desgaste que acarrea este superhéroe desde el 2002. Es curioso porque el título de este film es El sorprendente Hombre Araña 2: La amenaza de Electro, sin embargo, el villano terminó bastante pintado en el conflicto central, al igual que la nueva versión del Duende Verde, quien recién aparece en los diez minutos finales. En el caso de Rhino, interpretado por Paul Giamatti, el personaje quedó relegado a un cameo. En defensa del director Webb se puede mencionar que hicieron bastante con Electro que no es precisamente uno de los personajes más creativos de Stan Lee. En los años ´60 Lee era una máquina de inventar conceptos innovadores que revolucionaron los cómics de aquellos días y entre los numerosos villanos que presentó no todos lograban ser precisamente apasionantes. Electro pertenecía a este grupo. Un chorro que manipulaba la electricidad y utilizaba su poder para robar bancos. En comparación con otros malvados como el Doctor Doom o Doc Octopus, que tenían historias y personalidades más ricas, Electro era un villano de medio pelo en la historieta de Spiderman. La versión que interpreta Jamie Foxx no tiene nada que ver con el personaje del cómic, salvo por sus habilidades, y el origen se relaciona con la empresa Oscorp, como todas las cosas que ocurren en esta nueva serie. Tanto el personaje de Foxx como el Duende Verde aparecen en la trama para justificar las escenas de acción, ya que el eje central de la historia reside en la relación de Peter Parker con Gwen Stacy. Las idas y venidas sentimentales de la pareja abarcaron toda la atención de esta continuación y hasta Spiderman quedó relegado a un rol secundario en el conflicto. En este punto encontramos tal vez una de las debilidades de la película, donde se descuidó el desarrollo de los villanos, que está bastante acelerado, por enfocarse demasiado en los aspectos románticos, con el fin de hacer más impactante el final. De todos modos, cabe destacar que el trabajo de Webb se luce en la realización de las escenas de acción. Las primera secuencia con la que comienza el film es increíble y sobresale la manera en que lograron retratar en la pantalla los movimientos de Spiderman tal cual se ilustran en las viñetas del cómic. En las producciones anteriores no se había logrado esto con tanta precisión y desde los aspectos visuales este es uno de los puntos fuertes de la nueva entrega. Andrew Garfield vuelve a presentar otra sólida interpretación en el rol protagónico al igual que Emma Stone, quien pudo sobresalir en su rol de un modo en que Kirsten Dunst no tuvo posibilidad de hacerlo en la trilogía de Sam Raimi, por la manera en que estaba encarado el rol de Mary Jane. Por otra parte, el director Webb dentro de todo logró salir bien parado del desafío de trabajar varias subtramas en un mismo conflicto y en términos narrativos su película resultó mucho menos caótica de lo que fue Spiderman 3. En general el nuevo film del Hombre Araña brinda una propuesta decente dentro de este género que se disfruta en el cine, pero no está a la altura de la última entrega del Capitán América, que me parece una película superior.
Del Comic a la pantalla Dos años después del estreno de ''El sorprendente Hombre Araña'', el sonado reboot que Sony (ahora poseedora de los derechos cinematográficos del personaje de Marvel) realizó con el hombre araña creado por Stan Lee y Steve Ditko en 1962, llega esta segunda parte que más fielmente refleja el espíritu del cómic, pero también cede ante el efecto Crepúsculo, que últimamente viene infectando todas las producciones hollywoodenses y por la cual está destinado a gustar por igual a los fans de Los juegos del hambre como a los lectores del cómic. Con un hombre araña juvenil que bromea mientras reduce a los maleantes, un nuevo traje fiel al original, apariencia, gestos y poses propios del personaje en los cómics originales e incluso su faceta científica reflejada en los pequeños experimentos, El sorprendente Hombre Araña 2:La amenaza de Electro presenta una trama con tres villanos y algunas subtramas que servirán de disparador para futuras secuelas y derivados, pero fundamentalmente intenta humanizar al personaje heroico, con la voluntad de explorar y explotar el lado más vulnerable del protagonista. Para lo cual se centra en la relación entre Peter Parker y Gwen Stacy, que funciona gracias a la innegable química entre Andrew Garfield y Emma Stone, con sus interminables interludios románticos cerca del agotamiento y momentos sensibleros que decaen el ritmo e infectan el film con la historia de amor adolescente. Los oscuros secretos de su padre, el peso de una promesa incumplida que amenaza seriamente la historia de amor entre Peter y Gwen Stacy y la lucha contra tres villanos de peso (un caricaturesco Rhino encarnado por Paul Giamatti, el poderoso Electro encarnado por un solvente Jamie Foxx y el surgimiento del Duende Verde en manos de Dane DeHaan) dan lugar a las escenas de acción, peleas y eficaces persecuciones por la calles y edificios de Nueva York que, a pesar de su espectacularidad dada por la animación, están vacías de estilo personal, combinando el ralentí modelo Zack Snyder con un efecto Matrix ya conocido hace demasiado tiempo. Víctima de sus futuras secuelas (están confirmadas la tercera y cuarta parte más dos spin-off: uno de ellos protagonizado por el sombrío simbionte Venom y el otro por los Seis Siniestros) y una historia de amor que empalaga, El sorprendente Hombre Araña 2 resulta ser un simple y ligero entretenimiento, demasiado extenso en duración, donde sólo funciona la acción, los villanos y su fidelidad al comic original, pero que será recordada como un eslabón más de la cadena.
Es extraño lo que ha pasado en los últimos años con algunas franquicias de superhéroes y EL SORPRENDENTE HOMBRE ARAÑA (tanto la primera como la nueva) tal vez sea la máxima representante de esta tendencia. Dirigidas por cineastas reconocidos por sus trabajos en otros géneros (películas de acción, sí, pero también dramas o como en este caso, comedias románticas), las películas han mejorado mucho en lo que respecta a cuestiones antes casi pasadas por alto en este tipo de cine. Me refiero, sin ir más lejos, al guión, los diálogos, los personajes, las actuaciones… La tradición del cine de gran espectáculo es que ese tipo de cuestiones suelen ser en cierto modo secundarias a la acción, a la espectacularidad, a los efectos especiales. Pero desde la llegada de “autores” a la dirección de grandes superproducciones –con el consiguiente desembarco de actores con mayor entrenamiento, digamos, que los clásicos Schwarzenegger/Van Damme/Stallone, etc–, es evidente que hay mucho mayor cuidado y esmero en la construcción de una historia y de personajes sólidos. Todo esto termina resultando en una especie de paradoja: las escenas de acción y suspenso se nos vuelven casi innecesarias, irrelevantes, muchas veces hasta agotadoras. En el caso de EL SORPRENDENTE HOMBRE ARAÑA 2 es tan agradable la suerte de comedia romántica que protagonizan Andrew Garfield y Emma Stone como Peter Parker y Gwen Stacy que cuando llega una bola de electricidad disfrazada de super-villano dispuesto a desenchufar por completo a Nueva York, la cuestión termina resultando anticlimática y uno se pregunta: ¿cuándo vuelven las idas y vueltas amorosas de Peter y Gwen? amazingspiderman2Tomando en cuenta esa paradoja, EL SORPRENDENTE HOMBRE ARAÑA 2 resulta una película extraña. Cuando Garfield es Parker, cuando sus problemas son los problemas de un joven con asuntos románticos y familiares no resueltos, la película crece y se convierte en una por momentos notable y hasta emotiva exploración de su vida. Cuando se calza el uniforme de superhéroe, los mismos chistes no parecen causar demasiada gracia, los villanos se nos vuelven una pérdida de tiempo y la trama se torna compleja e incomprensible. A mayor “humanidad” de los personajes, más bizarro nos resulta ver a esas mismas personas enfrentando a un hombre verde que vuela en patineta, digamos… La contradicción, en realidad, no es tal. Desde tiempos inmemoriales se promueve la idea de la identificación psicológica con el superhéroe, de los cambios que hubo en el género desde la simpleza romántica de Superman a esta época de héroes conflictuados, torturados o directamente criminales. No hay nada malo per se en que se produzca esa conexión “emocional” entre espectador y criatura superhumana, pero lo que sucede es que mientras que las películas parecen encontrar nuevas maneras de humanizar a los personajes (no hay muchas sagas de superhéroes que funcionen, más que nada, como comedias románticas), no parecen poder hacer lo mismo con lo que respecta a la acción. AMAZING-SPIDER-MAN-2De hecho, hay algo inherentemente blando en las escenas de acción de EL SORPRENDENTE HOMBRE ARAÑA 2 y también en otras películas del subgénero. El trabajo de efectos especiales y de animación está tan desarrollado que nada parece ser realmente peligroso en serio. Da la impresión que los personajes son casi de plástico y que no importa contra qué uno los tire que rebotarán como si nada. Eso no pasará del todo en esta película (no hay spoilers, no se asusten), pero hasta ese momento la sensación será que todo es reciclable y rearmable. Casi una pérdida de tiempo… Por suerte da la impresión que Marc Webb (director de la anterior y de 500 DIAS CON ELLA) y su equipo de guionistas (incluidos los omnipresentes Roberto Orci y Alex Kurtzman) se han dado cuenta que hay más química y combustión entre Garfield y Stone que en todas las chispas que pretende sacar Electro (Jamie Foxx) de los cables subterráneos de Times Square, y mantienen las escenas de acción bajo control, evitando esas extensas danzas aéreas de 45 minutos que poblaron bodoques recientes como EL HOMBRE DE ACERO. Aquí esas escenas son “cortitas y al pie”, permitiendo que en los 138 minutos que dura el filme podamos conocer más de la relación entre ellos dos y, particularmente, la de Parker y su tía May, que en la piel de Sally Field se ha convertido en un personaje clave y fuerte en la trama. amazinggwenNada de todo esto termina de explicar ni de justificar la necesidad de volver a contar la historia de El Hombre Araña desde el principio, tan poco tiempo después de cerrada (medio a los apurones) la trilogía de Sam Raimi. Reaparecen villanos, muchas situaciones se vuelven tan predecibles como inevitables y el universo se recicla excesivamente al punto que uno desearía que el mismo elenco y los mismos guionistas estuviesen haciendo otra película. Con problemas románticos, amigos traicioneros y familias complicadas, sí. Pero, ¿con un tanque de anguilas eléctricas y científicos con acentos raros llamados Kafka? Not so much…
“El sorprendente Hombre Araña 2: La Amenaza de Electro” – Electro karma Siempre tuve una opinión bilateral con respecto a los reboots (volver a contar una historia desde su origen). Por un lado son una apuesta arriesgada, si la película en cuestión es un gran clásico cinematográfico; pero también permiten a nuevas generaciones vivir experiencias e historias que no pudieron conocer en su tiempo (siempre con una nueva narrativa, claro esta). Ahora, el problema surge porque para que una distribuidora y/o productora pueda para mantener los derechos sobre una franquicia artística, por contrato debe realizar una película luego de determinado tiempo sino perderá la exclusividad sobre los mismos. He aquí cuando ocurren los reboots obligatorios, esos que se realizan tan solo cinco años después de que el héroe tenga otra cara y no lleguemos a acostumbrarnos a su nuevo rostro. Dentro de estos nuevos comienzos forzados podemos ubicar a la secuela tan esperada del arácnido: “The Amazing Spider-Man 2”. Ojo, esta introducción no quiere decir que el film sea malo, ni que la considere “la nueva Batman & Robin” como se escucho en estos días. Todo lo contrario. A ver, tenemos a un Peter Parker que se recibe de la secundaria y que (a pesar de lo aprendido en su precuela) sigue saliendo con su amada Gwen Stacy. A lo largo del film veremos como la vida de nuestro amado Spidey se va introduciendo en un caos de ocupaciones, intercaladas entre el dilema de proteger a su amada dejándola en libertad de una buena vez, de proteger la ciudad y averiguar la verdad sobre OSCORP y el pasado de sus padres. Por el otro lado tenemos a NO UNO, SINO TRES VILLANOS que le harán la vida imposible. Uno que aparece cinco minutos de los 142 que dura el film, otro que tiene la historia mas trillada en los villanos “marvelianos” y uno que quizá mantenga encendida la chispa de los villanos “cool” de esta nueva franquicia. Ahora bien; sabiendo que Spider-Man 3 (de Sam Raimi) fracaso rotundamente por el hecho de de sobrecargar la historia con tres villanos de los cuales ninguno ocupo un rol protagónico (recordemos que Raimi se peleo con los productores ya que el no quería agregar a Venom). ¿Por que repetir la formula? Con Marc Webb (500 días con ella) nuevamente en la silla, el film cumple y entretiene, con un logro magistral, que es saber mantener al espectador pendiente y atento. Aunque al precio de tener también varias falencias (algunas están en el párrafo anterior). Es evidente que tres villanos es demasiado, pero ni siquiera las actuaciones pudieron salvarla en ese aspecto. Andrew Garfield, (quien parece haber perdido los dotes actorales que supo demostrar en “La Red Social”) nuevamente hace un buen Spider-Man, pero un Peter Parker malogrado y fuera de contexto, que tiende a moderse la boca y dimensionar todo lo que dice (dudando demasiado), Emma Stone cumple con una Gwen Stacy fiel y muy cercana a la de los cómics. En el lado de los villanos tenemos a Jamie Foxx con un Electro que no tiene fundamento estable para ser malo, solo es malo porque sí, utilizando el ya conocido “nadie me quiere, todos son malos conmigo” como escudo, un Paul Giamatti que como dijimos, entro en los créditos como bolo mas que como actor y un Dane DeHaan que encarna a un gran Duende Verde (alejado un poco de los cómics) pero de seguro el personaje mas interesante y mejor desarrollado de la historia. Conclusión: Spidey volvió y puede ser disfrutado (sobre todo en 3D, ya que como toda película de superhéroes moderna, debe ser hecha para disfrutar en 3D, ya parece una ley esto) con un historia que entretiene y cumple bastante bien, pero lo de “SORPRENDENTE” se ve solo en el título. No esperen demasiadas sorpresas ni tampoco “SU MAS GRANDE BATALLA” (como versa el slogan) ya que la acción abunda, pero cuando comienza dicha batalla, el film acaba, dejándonos con ganas de ver mas y mas telas de araña, pero consolándonos con saber que habrá Spidey and friends para rato. Por Sebastián Espíndola espindola.sebastian@revistatoma5.com.ar
El Sorprendente Hombre Araña 2, la amenaza de Electro, es un entretenimiento netamente pochoclero para pasar un gran rato en el cine. Los efectos especiales y las escenas de acción, al igual que el sonido, son imponentes y terminan siendo lo mejor de la película, con visión obligatoria en pantalla grande. Los villanos de turno son correctos pero no son lo suficientemente carismáticos...
"El único" Tan extensa, recargada y honesta como su título. Esa es la primera gran verdad de esta nueva entrega de la renovada franquicia de spiderman dirigida por el cada vez más sorprendente Marc Webb. La segunda gran verdad sobre este nuevo film de uno de los superhéroes más populares, famosos y emblemáticos (dentro y fuera del mundo de los cómics) es que, si bien se trata de un regreso algo desprolijo e irregular debido a la forma y los fines con los cuales fue concebido, es abrumadoramente superior a su antecesora. Con el estreno de “El sorprendente hombre araña” los productores dieron pasos cautelosos debido al rechazo que generaba este relanzamiento cinematográfico del personaje (luego de la exitosísima saga de Sam Raimi), pero se nota que el éxito conseguido por aquella producción les dio un exceso de confianza tremendo para encarar este nuevo proyecto desde un ángulo muy ambicioso pero no completamente certero. Recordemos, de forma obligada, que detrás de esta secuela se esconden gran parte de los planes de Sony para explotar al máximo los derechos de este personaje en la pantalla grande, lo cual deja abierta una sola posibilidad: ahondar de lleno, en un futuro, en la extensa y variada galería de villanos del hombre arácnido. El arribo de Electro, el alter ego de un esquizofrénico Max Dillon interpretado por Jamie Foxx, representa sin lugar a dudas una verdadera amenaza para nuestro superhéroe convirtiéndose por lejos en el villano más poderoso y peligroso que le haya tocado enfrentar dentro de la pantalla grande (incluyendo aquellos que aparecieron en los films de Raimi). Siguiendo la línea de las últimas películas de superhéroes (desde “El hombre de acero” hasta la fecha), en “El sorprendente hombre araña 2: La amenaza de Electro” las escenas de acción son una delicia para los fanáticos exigentes del cine pochoclero y el grado de perfeccionismo técnico alcanzado es mágicamente apabullante. Párrafo aparte se merece el increíble y acertado uso del 3-D en todas estas destructivas secuencias que tienen lugar en diferentes puntos de la ciudad de NY, como así también la poco convencional pero más que energética banda sonora compuesta por Hans Zimmer y The Magnificent Six (*). No obstante, la gran falla de “El sorprendente hombre araña 2: La amenaza de Electro” no tarda en aparecer: el forzado ingreso del vínculo de amistad que mantienen Harry Osborn (un correcto Dane DeHaan) y Peter Parker (Andrew Garfield en medidas justas toda la película) resulta difícil de creer y solo adquiere sentido con los 5 minutos de fama y cruciales en los que aparece nuevamente en pantalla uno de los enemigos claves del hombre araña: el duende verde. Más difícil de digerir es el ingreso de Paul Giamatti que como Aleksei Sytsevich/Rhino, apenas tiene un cameo en la película con escenas que ridiculizan al personaje y no lo erigen como un verdadero villano. Otra vez queda en evidencia que por más talento que tengan los guionistas (en esta oportunidad fueron Alex Kurtzman y Roberto Orci, responsables de “Star Trek”, “Transformers” y la serie “Fringe”) el tono infantil de la gran mayoría de los villanos Marvel es muy difícil de trabajar y el innecesario recurso de agruparlos dentro de una misma película está lejísimos de funcionar correctamente. Ya van dos veces que Spiderman tropieza con la misma piedra y en el camino quedan personajes de la talla de Venom, Sandman y los antemencionados Rhino y el duende verde, lo cual es una lástima. Sin embargo, la tercera gran verdad sobre “El sorprendente hombre araña 2: La amenaza de Electro” puede considerarse la definitiva y más importante de todas: solo este grandioso personaje, con todos sus altibajos y defectos, puede ofrecer tamaña aventura plagada de acción, humor y drama, capaz de encender una mecha que disparará la pasión de multitudes a lo largo y ancho de todo el mundo. Por ese motivo, lo llaman “El sorprendente hombre araña”.
Más animado que nunca El universo de la animación se apodera del cómic en esta saga de acción y melodrama. “Un gran poder conlleva una gran responsabilidad” . Eso ya lo sabemos desde hace años: lo decía Peter Parker en El Hombre Araña 2. “Las promesas que no se cumplen son las mejores” . Con esa frase terminaba Parker el reboot (reinicio) de la saga arácnida, la primera El sorprendente Hombre Araña. En esas dos frases puede resumirse qué espíritu anida en una y otra saga. La nueva es más pop, y tiene un estilo visual mucho más de dibujo animado que la anterior. Las cosas que Peter Parker disfrazado de superhéroe eran imposible de ver en cine (o, al menos, resultar medianamente creíble) cuando Stan Lee y Steve Ditko crearon al personaje, por 1962. Ahora parece que el universo de la animación se apodera del cómic, al menos en esta El sorprendente Homre Araña 2: La amenaza de Electro. Tantas vueltas le vienen dando a Parker, el Duende verde y Gwen Stacy (que es otra novia de Parker, no confundir con Mary Jane de la primera saga) que ahora tenemos a los tres personajes jóvenes, de la misma generación, huérfanos. Peter, de padre y madre; Gwen, ya en el final de la primera, de padre; Harry Osman, de padre, apenas arranca esta película. También, y por si un malvado solo no alcanza, aquí abundan. El principal es Electro, que como suele suceder con los malditos con que se enfrenta Parker/Hombre Araña, en el fondo no era malo, pero las circunstancias o las sustancias los vuelven más malos que pegarle a la madre, o a la tía May (Sally Field). Antes de convertirse en Electro, Max Dillon era una mezcla de nerd ingeniero eléctrico que trabaja en la compañía Oscorp (la misma donde trabajaba el papá de Peter; la misma que comanda Harry; la misma donde está empleada Gwen; la misma donde a Peter lo mordió la arañita). Max diseñó unas redes eléctricas capaces de alimentar energéticamente a toda Nueva York, pero… La gran diferencia que el Hombre Araña tiene, por ejemplo, con Batman, que anda por la misma ciudad con distinto nombre, es que él adquirió superpoderes, más allá de lanzar telarañas. No tiene la plata de Bruce Wayne, pero se las ingenia. Entonces, lo que hace el Hombre Araña desafía a la física y también a la lógica. Pero tal vez, sólo tal vez, si en la película no lo hicieran tan adolescente y decir tantos chistes bobos cuando lleva el traje azul y rojo (como la bandera estadounidense, hasta Peter lo aclara en la película) parecería menos soso, altanero, agrandado. Ya bastante tiene con esquivar balas, golpes y volar entre los rascacielos. Pero la película, cuyo público destinatario es esencialmente el de los adolescentes, a los adultos parece que los tienen algo alejados de la mira, es un melodrama. Y así la película salta de la acción a las situaciones pseudo románticas, con frases de manual tipo, textual, “Creo que es tiempo de terminar lo nuestro, no porque no te quiera sino precisamente porque te quiero”. Y todo, llegado el momento, tiene su explicación (la desaparición de los padres de Peter incluida). “Lo espontáneo es bueno”, dice Peter. Lástima que ni los guionistas ni el director lo escucharan.
Más no es siempre mejor Esta segunda entrega (de la segunda tanda) de la saga de El Hombre Araña intenta cubrir los múltiples flancos del hoy tan de moda subgénero de superhéroes y, en esa tentación por tenerlo todo, pierde cohesión y solidez; desperdicia así parte de sus logros (que no son pocos). Tras la trilogía inicial de Sam Raimi con la dupla Tobey Maguire-Kirsten Dunst, el director Marc Webb retomó el personaje en estos dos films cuyo principal sostén sigue siendo la extraordinaria química romántica que se ha establecido entre el Peter Parker/Hombre Araña de Andrew Garfield y la Gwen Stacy de Emma Stone. Por eso, se entiende que buena parte de las más de dos horas del relato se dedique a los enredos amorosos de estos jóvenes que se aman, pero que no pueden estar juntos (ni separados). Las contradicciones entre los deseos de un típico veinteañero como Peter Parker y las responsabilidades que conlleva ser un superhéroe al servicio de la comunidad neoyorquina como El Hombre Araña también están presentes en esta segunda parte del reboot y a eso hay que sumarle los traumas que acarrea desde la infancia tras la desaparición de sus padres (de hecho, el prólogo de este episodio reconstruye su muerte a bordo de un avión). Tampoco faltan las escenas de acción (breves, eficaces, no demasiado espectaculares), los clásicos vuelos del protagonista por entre edificios y el tráfico que permiten aprovechar todas las posibilidades de los efectos 3D y, a tono con la tendencia de sumar a la trama muy diversos personajes, esta vez no hay uno, sino tres malvados: en la segunda secuencia aparece un mafioso ruso llamado Aleksei Sytsevich (Paul Giamatti), que luego se convertirá en Rhino; un patético empleado de OsCorp (Jamie Foxx), que sufrirá un accidente que lo transformará en el despiadado Electro del título, y el joven heredero que queda a cargo de la mencionada corporación (Dane DeHaan), al que veremos como otro personaje conocido por los fans de este cómic de Marvel: el Duende Verde. El problema principal que enfrenta Marc Webb es la dificultad de encadenar tantos eslabones sueltos. La sensación, por momentos, es que su función parece ser la de alguien que intenta dosificar como puede demasiados elementos, esparcir drama, comedia (hay unos cuantos chistes logrados), romance, acción y propuestas de corte fantástico. La mezcla (como suele suceder cuando es arbitraria) tiene un efecto algo caótico en su acumulación, pero -volviendo a la analogía gastronómica- hay unos cuantos ingredientes y sabores que justifican el disfrute, aunque más no sea de forma parcial. Tratándose de una película de Marvel, es bueno advertir que (al contrario de lo que ocurre con las sagas de Los Vengadores, Thor, Iron Man y Capitán América) aquí no hay escenas durante ni después de los créditos finales. Salvo que quieran leer durante varios minutos miles y miles de apellidos, pueden abandonar la sala sin culpa cuando Peter Parker ya no esté en pantalla.
El regreso del superhéroe adolescente Peter Parker está más teenager que nunca: más agrandado e irresponsable, más conflictuado y culposo. Y listo para combatir a un nuevo villano, aparecido por obra y gracia de un guión tan inconstante como su protagonista. Una precisa construcción de personajes, una cuidada arquitectura narrativa (pero sólo hasta que se descuida por completo), una resolución torpe y apurada y una decisión tan innecesaria como cuestionable marcan la nueva y dispar Hombre Araña. El más adolescente de todos los superhéroes, en El sorprendente Hombre Araña 2 Peter Parker está más adolescente que nunca. Esto es: más agrandado e irresponsable, más conflictuado y culposo, más obsesionado con la ausencia de la figura paterna. Al peso de una culpa que arrastra de la anterior se suma ahora la responsabilidad por una muerte mucho más cercana, tan brutal e inesperada como meramente funcional a la trama. Muerte cuyo duelo se supone inmenso, que dura apenas un par de secuencias. Tras él, el Hombre Araña está de vuelta en las calles de Nueva York, listo para combatir a un nuevo villano, aparecido por obra y gracia de un guión que empieza bien plantado y termina asesinando personajes por no saber qué hacer con ellos. ESHA 2 revela qué causó la muerte del papá de Peter, personificado aquí por el regresado Campbell Scott. Por un fino detalle de guión –coescrito por Alex Kurtzman, Roberto Orci y Jeff Pinkner, venidos de la escudería de J. J. Abrams y sumados los dos primeros a la producción–, en esta historia de ocultamientos (de la identidad del héroe; de las verdaderas intenciones de la corporación Oscom), antes de morir el señor Parker deja un secreto oculto en una oculta estación de subterráneo, usada en su momento para trasladar secretamente a Franklin Delano Roosevelt. Más acrobático que nunca, Peter (Andrew Garfield) no se muestra tan grácil a la hora de lidiar con su novia, Gwen Stacy (Emma Stone). Chica independiente como la que más, para después de su graduación Gwen tiene planes que no coinciden con los suyos. Un conflicto que se plantea y los propios guionistas parecen no saber cómo resolver. Vaya si no lo saben. En paralelo con ello, también la corporación Oscom tiene agenda propia, que no necesariamente armoniza con la de Harry Osborn, hijo y sucesor del fundador (adecuadísimo Dane DeHaan). Para no adelantar demasiado, anótese sólo que por un “rulo” temporal de la saga, la presencia de Harry, ex amigo de infancia de Peter, está llamada a entroncar esta quinta Hombre Araña con la primera. Mientras tanto, un accidente, el azar o el destino –arquitectos clásicos de la conversión de hombres comunes en superhéroes o supervillanos– harán de un modesto ingeniero eléctrico (Jamie Foxx) el nuevo némesis del héroe. Pero como no deja de ser el buen tipo que siempre fue –ahora capaz, como Hulk, de convertir su furia en un peligro para la ciudad–, Max/Electro no llega a encajar del todo en el papel del “malo”. Por lo cual ese rol vuelve a verse desplazado, como en la anterior, hacia la corporación. Por una suma que en verdad resta, El sorprendente Hombre Araña 2 cuenta con tres villanos, ninguno de los cuales lo es del todo. Uno genera un sentimiento más próximo a la piedad que al miedo. Otro sale de la manga del guión, nada más que para arrancar a Parker del duelo. El tercero no llega a tiempo de ser el villano de ésta, quedando para la próxima. Privado de ser una contraparte fuerte para el héroe, el morocho Max pasa de la caricatura (a medio camino entre Jerry Lewis y Jar Jar Binks) a la empatía, a partir del momento en que la corporación, abusando de su ingenuidad, hace de él poco menos que una marioneta con superpoderes. A propósito, es otro fino detalle que este hombre sin ningún poder se fascine por dominar la electricidad, que en inglés se dice power. Gracias a otro acierto de guión, en el momento de su presentación como superpoderoso el pequeño hombrecito queda maravillado con su hipervisibilidad, que los gigantescos carteles eléctricos de Times Square amplifican y multiplican. “No sos invencible”, se oye por allí, y ésa es la lección que deberá aprender Peter, muy pagado de sí mismo. La misma lección que viene aprendiendo desde siempre, pero parecería desaprender entre una película y otra. “Estás increíble”, le dice Peter a Gwen, y vaya si tiene razón. Tan rubia como en la anterior, pero con los ojos más grandes y redondos que nunca, la pelirroja Emma Stone está, efectivamente, increíble. Los guionistas deberían haber sido un poco más coherentes consigo mismos, con la chica y con los sentimientos del héroe, y no salir con un martes 13 como el que tienen reservado. Mazazo que, para peor, parecería afectar al héroe los minutos que tarda en aparecer, salido de la nada, un nuevo supervillano de puro relleno. Momento de volver a las andadas y dejar atrás el duelo, con más facilidad que lo que al eternamente adolescente Peter Parker le cuesta sacarse y ponerse el traje de superhéroe.
Varios frentes para el héroe Andrew Garfield intepreta otra vez al Hombre araña quien ahora se mide con tres enemigos. Una historia que actua por acumulación y sin pausas para garantizar taquilla. La nueva aventura de Peter Parker se multiplica en varios frentes, ya que no tiene un solo enemigo, sino tres. Pero no solo por el lado de los villanos viene la segunda parte del "nuevo hombre araña", ya que el atribulado personaje central, además de bucear nuevamente en su pasado, va y viene en la relación con su novia. Por si fuera poco, el afán vengativo de su viejo amigo Harry Osborn (Dane DeHanne), que continúa enfermo, duplica la apuesta, como también el nuevo villano corporativo, Max Dillon (Jamie Foxx), convertido en Electro, quien tiene el poder de dejar sin luz a Nueva York, agregando una subtrama que va más allá del esquema básico en una historia de superhéroes. A todo esto, aun cuando aparece de manera esporádica, el tercer rival, Rihno (Paul Giamatti), deja vislumbrar que habrá infinitas continuaciones arácnidas. En paralelo al trío de enemigos, el sorprendente Hombre Araña 2 construye a otros personajes, espaciados y de manera sintética, como el de la tía May (Sally Field), con algunas líneas de diálogo mejor escritas que en films anteriores. Y está la historia de amor entre Parker (Andrew Garfield) y Gwen Stacey (Emma Stone), punto alto de la película, debido a la química entre los actores, la simpatía de ambos y, por suerte, la construcción de (otra) subtrama, ahora romántica, en medio de tanto enfrentamiento entre el héroe y los villanos. Hace un par de años renació el hombre araña en manos de Marc Webb, sustituyendo a Sam Raimi y modificando al protagonista, que viró del aniñado y tontuelo Tobey McGuire al más terrenal y traumatizado arácnido que interpreta Garfield. La saga parecería seguir interminablemente, por lo menos hasta que cierren los números en taquilla, pero lo más importante es analizar qué suma y qué no el díptico dirigido por Webb. En ese sentido, como sucede en esta clase de películas que hace sobrevivir a Hollywood no solo allá sino también en todo el mundo, la historia actúa por acumulación y sin pausas: más personajes, más enfrentamientos, más dinero invertido, más chistes (buenos o malos). Sin embargo, un par de detalles actúan a favor en esta segunda parte, ya que la trama intenta acercarse a temas que exceden al héroe de Marvel. Por ejemplo, conformar toda una zona traumática no solo del personaje central, también de su amigo-villano Osborne, aumentando la apuesta por el dolor. Como si la saga pretendiera aproximarse a los mejores personajes de aquel otrora gran director que fue Tim Burton, la película da unos pasos aún cautos pero bienvenidos que miran más allá de lo previsto de antemano. Se verá qué ocurre en las siguientes películas, pero el triste final deja una luz (o un hilo) de esperanza para que el hombre araña no sea solamente un personaje exitoso en cine que aplasta en boleterías.
En esta secuela el héroe defiende una caótica New York de dos villanos emblemáticos: ELECTRO un correcto aunque poco carismático JAMIE FOXX y el mítico DUENDE VERDE encarnado por un enorme DANDE DEHAAN, un joven actor con futuro de estrella. Estéticamente impactante, con colores estridentes y una iluminación digna de Broadway, el realizador MARC WEBB utiliza todos los recursos técnicos disponibles para hacer sentir al espectador que vuela junto al héroe, moviéndose entre los rascacielos de la gran manzana en secuencias dignas de un videojuego, quizás el único punto en contra del filme sea su extensa duración, que diluye la trama hasta llegar a un final épico y de enorme factura fílmica y emocional.
Necesitados Esta nueva entrega de nuestro amigable vecino trata sobre necesidades varias. Está el necesitado de atención, el que necesita salud, los necesitados de un futuro y quienes necesitan enterrar un pasado. El director Marc Webb vuelve a honrar a Spider-Man respetando su esencia comiquera, como ya lo había hecho en el primer filme. Esta vez se mete en aguas más profundas, construye un relato más complejo, cargado de situaciones que al promediar el filme parecen demasiadas y hasta difícil de darles un cierre antes del final. Pero lo logra. Abrumadora por momentos, la película es generosa en guiños para los fans y respetuosa para quienes solo buscan un momento de entretenimiento sin haber leído jamás una historieta. Peter Parker debe enfrentarse a un par de conflictos personales; ¿cumplir la promesa que hizo al padre de Gwen antes que este muriera?; ¿alejarse de ella para cuidarla o rendirse ante el amor que siente para ser feliz junto a ella?. Por otra parte, debe armar el rompecabezas que es su pasado familiar. Sin embargo algo va a distraer al bueno de Peter de tan trascendente trámite: un sujeto convertido en electricidad pura que amenaza a la ciudad y, obviamente, busca a Spider-Man. Electro se llama el mutante en cuestión, villano que -por su función dentro del relato- puede ser comparado con el hombre de arena de "Spider-man 3" de Raimi, mientras el auténtico villano se prepara para aparecer cuando todas las cartas parecían echadas. La química entre Andrew Garfield y Emma Stone es perfecta y por ello sus escenas, una en especial, surten el efecto buscado y necesario para que la saga continúe satisfactoriamente. La incorporación de Dane DeHaan en el rol de Harry Osborne es uno de los puntos altos dentro de un reparto que no tiene fisuras, y del que también vale destacar a Jaimie Foxx como el pusilánime Max Dillon, luego convertido en Electro. Dijimos que "El Asombroso Hombre Araña 2" es un filme que trata sobre diversas necesidades, pero hay una excluyente: la del espectador. Quien necesite una buena dosis de aventuras, acción, con algo de romance y humor, encontrarán en este filme su necesidad más que cubierta.
La segunda parte de "El Sorprendente Hombre Araña 2" a mi parecer, es una de las mejores películas dramáticas/románticas de superhéroes que vas a ver en el cine. Por un lado lo tenes a Andrew Garfield que mas allá de que me caiga de 10, me parece genial para el personaje de Peter Parker, y en esta secuela disfruta de ser quien es y se nota a cada segundo de la peli. Emma Stone es perfecta para ser la enamorada de Peter, hay química (se sabe que la hay fuera de la pantalla). Y el resto del elenco, uno más interesante que el otro, desde Jamie Foxx, Felicity Jones, Paul Giamatti y la inigualable "Sally Field" que tiene una escena junto a Andrew que te recomiendo lleves pañuelitos. ¿Hay acción? Sí, hay acción, pero no toooodo el tiempo, la peli ahonda en los sentimientos del personaje, en las relaciones y sobretodo en la historia de amor. Gran gran gran película. Te la recomiendo sin dudas y por favor, mirala en 3d, las partes de fx´s son descomunales. Si la secuela de la saga de Tobey Maguire fue genial, esta segunda parte de la saga de Andrew Garfield también lo es. Si tengo que elegir una de cada una de las versiones, por ahora, las segundas partes se llevan el gran premio. Anda a verla y me vas a entender.
Algunos destellos no salvan a este Hombre araña Se sigue extrañando al director Sam Raimi, igual que en la primera película "El sorprendente hombre araña" que filmó en el 2012 el director de clips Mike Webb. Peor aún, en esta nueva secuela casi se termina extrañando al mismísimo Hombre araña, quien esta vez casi es salvado por tres villanos que son los que terminan equilibrando una floja megaproducción que no está al nivel de las brillantes películas que viene haciendo la Marvel (aunque en este sentido hay que reconocer que la puntería viene bajando). A favor de mantener e incluso profundizar el estilo de la anterior "Amazing Spider-Man" hay un solo punto: el film del 2012 recaudó unos 700 millones de dólares, así que partiendo de esta base, difícilmente nadie que haya intervenido en la producción de esta segunda parte querría desviarse en otra dirección. En todo caso, al menos pusieron el énfasis en los malos, que se roban la película, empezando por Jamie Foxx como un nerd fan obsesivo del superhéroe que, al sentirse traicionado, se transforma en el peligroso Electro al que se refiere el título. Por otro lado, está el muy convincente viejo amigo de Peter Parker, el conocido Harry Osborn, interpretado por un Dane DeHaan que parece inspirado en el David Bowie de la época del disco "Let's Dance" , y también un poco en el vampiro fashion que el cantante componía en "El ansia" de Tony Scott. Lo interesante de su performance es cómo explota en un estilo totalmente distinto cuando finalmente se transforma en el archienemigo Green Goblin para hacer las fechorías que los fans del Hombre Araña conocen tan bien. Con más de dos horas de metraje, esta secuela es demasiado larga y, sobre todo, demasiado llena de escenas que interesan muy poco, empezando por los interminables diálogos entre el Peter Parker que compone un flojo Andrew Garfield y las dos mujeres de su vida, es decir su novia Emma Stone y su tía Sally Field (en este caso hay que lamentar que una gran actriz como ella tenga que darle vida a diálogos tan malos). En cuanto a la química entre Garfield y Stone, es casi nula, y en realidad en general todo lo que tiene que ver con Parker se aleja un poco de las características que hacen que Spider-Man sea el gran personaje que es, ya esté arrojando sus telarañas o enfrentando la vida de chico común y corriente que es la gran dualidad de la historia. Perdiendo interés Parker, pierde tambien interés su alter ego arácnido, y a pesar de todos los efectos especiales que le pueda comprar un presupuesto de más de cien millones de dólares, por momentos algunas escenas recuerdan a las del semiolvidado telefilm de la década del 70 que era barato, incluso, para los standards de la pantalla chica. Sin embargo, no todo está perdido en esta muy mediana película para el nivel de Marvel, ya que cada tanto en medio del aburrimiento aparece una escena formidable, como por ejemplo el inicio y el final con el mejor villano de la película , aunque lamentablemente sea el que menos aparece. Un desaforado Paul Giamatti irrumpe en un camión arrasando todo a su paso en un momento que parece una trasposicion a la ciudad de Nueva York de algún film de Sam Peckinpah tipo "Convoy", con un nivel de violencia y una furia que sólo es capaz de dar un actor brillante como el de "12 años de esclavitud". Las dos escenas con Giamatti valen solas para justificar el precio de la entrada, que debería venir con un cronograma para poder saltearse los momentos estáticos y salir a comprar pochoclo en las escenas aburridas, para sólo disfrutar de los momentos aislados que realmente valen, que incluyen el gran ataque de Electro (todas las escenas con Jamie Foxx son buenas, pero tampoco hay tantas) y el ataque final de Green Goblin. Finalmente, sólo se puede decir que los efectos especiales son muy buenos, y lo que realmente mejora en el film en relación al anterior es el score musical de Hans Zimmer junto a Pharrel Williams y Johnny Marr (el guitarrista del grupo The Smiths), probablemente uno de los mejores que se hayan escrito para un film de Marvel.
Andrew Garfield vuelve a calzarse el traje -nuevo por cierto- del superhéroe arácnido en esta genial segunda entrega del éxito taquillero que fue el film antecesor (2012), con el cual se marcó el reinicio de la franquicia basada en el comic de la Marvel creado por San Lee y Steve Ditko, cuya trilogía estuvo dirigida por Sam Raimi. Tal como lo hizo en “El Sorprendente Hombre-Araña”, Marc Webb (“500 Días con Ella”) vuelve a fungir como director en esta secuela que, bajo el nombre “La Amenaza de Electro”, nos presenta no sólo a un Peter Parker que balancea su vida como superhéroe (cosa que le encanta) con su vida “normal” como adolescente recién graduado de la escuela, sino que también a nuevos villanos que tienen una cosa en común: Oscorp. Esta corporación genética más poderosa e importante en nueva York, que alguna vez empleó al padre de Peter, Richard (papel a cargo de Campbell Scott) y desempeñó un papel en la desaparición de éste y su madre (el film ahonda un poco más en esa subtrama), ahora parece estar detrás de los nuevos enemigos que emergen accidentalmente de esa inmensa torre, todos ellos con habilidades tecnológicas avanzadas y enormes poderes. Se trata de Electro, Duende Verde y Rhino (el gánster ruso Aleksei Sytsevich, intepretado por Paul Giamatti). El primero es Max Dillon (Jamie Foxx), un tímido ingeniero electrónico que trabaja en Oscorp y que es ignorado por los demás, por lo que desarrolla una extraña obsesión con El Hombre-Araña cuando éste le salva la vida al inicio de la cinta. Un hecho bastante impresionante hace que se convierta en un azulado monstruo que absorbe y conduce corriente, lo cual causará estragos en la Gran Manzana. El segundo es Harry Osborn (Dane DeHaan), el mejor amigo de la infancia de Peter, hijo de Norman (brevísima aparición de Chris Cooper) regresa a la ciudad y se convierte en el único heredero de la millonaria corporación que queda a su cargo a tras la muerte de su padre. Este joven, no sólo debe lidiar con conspiraciones internas en la compañía sino también con un asunto de vida o muerte que lo hace enemistarse con El Hombre-Araña y lo convierte en el villano que todos conocemos, por supuesto que con algunas libertades de los guionistas Alex en cuanto al abordaje de su origen. En cuanto a Rhino, está ausente en la mayor parte del film para hacer su gran aparición cerca del final. Columpiarse entre los rascacielos, encarnar al superhéroe y pasar tiempo con Gwen (Emma Stone) es importante para un atormentado Peter que, por un lado, debe cumplir con su compromiso de mantener a salvo a sus conciudadanos neoyorquinos (por suerte tiene a la policía de su lado) y, por otro, dejar -por expreso pedido del capitán Stacy (Denis Leary), padre de Gewn- a su novia fuera de todo ésto para no ponerla en peligro. Ser un superhéroe tiene un precio y eso es justamente lo que desarrolla la trama, los conflictos internos y los sentimientos del personaje. Una vez más, Garfield demuestra por qué ha sido una excelente elección para interpretar a “Spidy”, y vuelve a conformar una muy buena dupla junto a su compañera de elenco -y pareja en la vida real- Emma Stone, cuya química, obvio, traspasa la pantalla. La batalla más importante está a punto de comenzar, resume el lema de la pelicula (el protagonista debe enfrentar a un adversario mucho más poderoso que nunca antes, lo cual impactará fuertemente en su vida). Una película de “alto voltaje” en 3D y con dosis justas de acción, romance, comedia (más chistes y situaciones humorísticas que en la primera) y un poquitín de drama. Además, nos deja pistas para lo que viene en la siguiente (una de ellas es la línea argumental de la actriz Felicity Jones, quien encarna a Felicia Hardy, o sea, la Gata Negra). ¿Será la última de Andrew? Por ahora, su contrato está firmado por una trilogía. Ya veremos.
Adaptar los cómics a la pantalla grande no es sencilla. Desde los conceptos básicos como la historia, hasta mantener satisfechos a los fans, las adaptaciones siempre generarán polémica. En el caso de Spiderman, se consideró que hacer un reboot de la saga era innecesario, al pasar menos de 5 años ente Spiderman 3 y The Amazing Spiderman. Pero hay que considerar dos factores: el primero, que era necesario hacer justicia a muchos personajes que pasaron sin pena ni gloria en la primer trilogía, y el segundo, que hay muchas historias por contar del arácnido. Así, con una historia mucho más apegada a los clásicos de la araña, El increíble hombre araña 2 llega con 3 villanos: Electro, Duende Verde y Rhino. Y aunque al principio se pensaba que cometería el mismo error de Spiderman 3, hay que decir que todos tienen el tiempo necesario y su aparición tiene su correcta importancia. La película lleva por subtítulo La amenaza de Electro y es quien ocupa mayor tiempo en pantalla, con una historia bien llevada y unos efectos que resaltan increíble en 3D. Y aunque hay un lapso intermedio en el que el filme se siente muy lento después de arrancar con bastante acción, es necesario para comprender al héroe, no sólo por lo que lucha, sino por lo que siente y por lo que atraviesa. Y es el spiderman que queríamos ver, no por su ácido humor, sino por la conexión con la gente, por ser un adolescente normal con problemas hormonales y de crecimiento. Ese adolescente que se escapa a salvar la ciudad y llega tarde a su propia graduación. Ese héroe que tiene problemas familiares y amorosos y que debe enfrentar pérdidas para crecer. Hay cosas que se tienen que respetar sí o sí. No importa si cambiamos el ambiente o el lugar. O si queremos cambiar un poco el tono de la historia. Son cosas que no se pueden hacer a un lado, sin importar el universo que estemos contando por que son parte de la mente de los miles de fans que ya tienen. Y los nuevos que hay. El increíble hombre araña 2 se coloca como la mejor película de héroes (a mi parecer) en este año.
Cuando las segundas partes son mejores Esta segunda saga de El Hombre Araña con Andrew Garfield como protagonismo le dio al personaje algo que había perdido en la (buena) saga anterior : la frescura y rebeldía adolescente del personaje. No podemos olvidar que el héroe es un joven adolescente como cualquier otro chico de su edad que se encuentra con poderes especiales. En la primera saga eso se había perdido y se recupero y fue el punto fuerte de esta segunda saga. Peter Parker no es el atildado jovencito, Peter Parker es el que hasta se da el lujo de bromear en los momentos más complicados, el rebelde, el que tiene que enfrentar problemas personales y sentimentales y que, como todo adolescente, no sabe que rumbo tomar. En esta segundo film de la nueva saga, se nota una profundización en este tema que lo hace un film mucho más profundo en cuanto a los sentimientos y emociones personales, pero sin faltar toda la acción increíble y sin respiro de las anteriores. “El Sorprendente Hombre Araña 2 : la amenaza de Electro” es una película que tiene todo : humor, acción, romance, frescura. Aquí el Hombre Araña se enfrentara a Electro, un hombre que producto de un accidente se convierte en una especie de batería eléctrica humana y con otro personaje más que se une con Electro para tratar de matar a el Hombre Araña. Esta película tiene unas actuaciones formidables. Andrew Garfield vuelve a demostrar como en otros films que es un gran actor con muchísimo futuro. Emma Stone como la novia de Peter también cumple muy bien con su papel, con todos los estamentos emocionales por los que la historia la lleva. Jammie Foxx como Electro es otro gran trabajo como el de Dane DeHaan. El film queda abierto, con una participación del gran Paul Giamatti como para esperar la tercera, espera que se centrara, sobretodo, en si podrán superar la actual. “El Sorpréndete Hombre Araña : La amenaza de Electro” es sin lugar a dudas uno de los mejores films de este personaje.
Un entretenimiento de dos horas veinte que mantiene el interés del fanático con efectos especiales, las dudas de Peter Parker, los dolores, los descubrimientos. El guion se juega para sorprender y el villano de Jamie Foxx es un lujo digital. Todo para garantizar la saciedad de los seguidores y renovarles las ganas de una nueva entrega.
Y se hizo la noche Una mezcla mal hecha, indigesta. Eso es principalmente el problema de este segundo acto del reboot de El hombre araña, que ya en su primera entrega proponía al público en general no sólo un recambio generacional sino de estilo, capaz de quitarle aquella cuestionable solemnidad que se le achacó a la trilogía de Sam Raimi y que revistiera al superhéroe de capas más humanas que extraordinarias. Sin embargo, con este camino pareciera que el rumbo tiende a achicarse y el horizonte acusa cierto grado de agotamiento que no puede escapar de lo mundano, más allá de toda la pirotecnia visual puesta al servicio del artificio en vez que en la consistencia dramática del relato. Mucho más farolero y adolescente que nunca, este sorprendente hombre araña nuevamente en la piel de Andrew Garfield se encuentra atravesado por un dilema importante que afecta por un lado al superhéroe y por otro al mismísimo Peter Parker: la culpa. Ese gran motor que condiciona todo tipo de conducta y acto futuro es por ejemplo el que pone en jaque su relación de pareja con la chica de sus sueños Gwen Stacy (Emma Stone), quien parece haber aceptado tener un novio superhéroe pero inseguro a la hora de definir el siguiente paso en la relación y entonces la decisión de un cambio rotundo se encuentra a la vuelta de la esquina. La futura promesa de un viaje a Inglaterra para continuar con los estudios y así alejarse de Peter será el detonante que precipite las cosas entre ellos, mientras los deberes de defender a la ciudad de Nueva York llaman a la puerta sin descanso. Tres villanos que no hacen uno son los encargados de vestir este derrotero de peripecias del arácnido adolescente en enfrentamientos esporádicos a la par de sus conflictos personales con un amigo de infancia, Harry Osborn (Dane DeHaan), devenido Duende Verde; un mafioso ruso que aparece al comienzo y al final interpretado por un ridículo Paul Giamatti y en el ojo de la tormenta nos encontramos con Electro (Jamie Foxx), villano por opción más que por convicción por un capricho de los guionistas Alex Kurtzman, Roberto Orci y Jeff Pinkner, quienes nunca consiguen pese a los esfuerzos darle verdadera entidad a este deslucido némesis. Acción, romance, tribulaciones de superhéroes al que le hace falta un psicólogo por sus problemas de autoestima que en definitiva lo hacen autosuficiente forman parte de este rompecabezas ya conocido y bastante agotador tratándose de los 142 minutos de largometraje (esta vez sin sorpresas luego de los créditos finales). Si El sorprendente hombre araña –lo de sorprendente le queda grande como el traje pero no por su tamaño- no pasa de la adolescencia a la madurez, esta franquicia correrá la misma suerte.
“Hoy es mi cumpleaños. ¡Es hora de encender las velitas”. Esta es tan sólo una de las tantas líneas que dispara un villano y ejemplifica a la perfección la elementalidad de esta segunda aventura de El Asombroso Hombre Araña. Algunas otras son, inclusive más básicas, y en un determinado momento se reducen hasta un simple “¡me las pagarás, arácnido!”. Corto, sencillo y eficaz, aunque, a decir verdad, un poco infantil. El argumento, inclusive desde la malvada intención de los villanos, también lo es: Electro, el principal de los tres contrincantes que se enfrentan a Spidey, apenas amenaza con cortar la electricidad a toda la ciudad de Nueva York para que los ciudadanos sepan lo que es “vivir sin energía”. Claramente, jamás pasó un verano en Buenos Aires. Pero, para entender que en el fondo éste villano está lleno de odio y maldad, la música lo enfatiza entre susurrando y rapeando una canción que dice “¡los odio a todos! ¡los quiero muertos!”. Por suerte, la canción es extradiegética (es decir, no pertenece al mismo mundo que los personajes sino que es parte de la banda sonora) y nadie, por ende, toma conciencia del peligro: tan débiles son los antagonistas, que los newyorkinos pueden ver las peleas entre ellos y Spider-Man en primera fila, detrás de una endeble barricada. No resulta sorprendente entonces que hasta un niño se le plante valientemente a uno de ellos. Marc Webb, quien antes de tomar las riendas de este renacimiento juvenil del superhéroe más ñoño de todos, contaba en su curriculum con apenas la ínfima 500 días con ella, se vuelca más al diálogo que la acción en un intento de caracterización que, de no ser porque queda trunco entre escenas que parecen salidos de una tira de Cris Morena, sería loable. Así, el “vecino amigable” de Manhattan intenta dejar a su chica al comenzar la película por razones nobles, pero es ésta quien lo deja, se alejan, se extrañan, se necesitan y una postal romántica tamaño Puente de Brooklyn los vuelve a juntar.Cada tanto, entre rosas, un supervillano gruñe y asegura que acabará con Spider-Man. Los entusiastas de esta reciclada saga, frecuentes detractores de la tercera -y última- película de Sam Raimi basada en el mismo personaje, se encontrarán con una incómoda verdad: todo lo criticado allí, desde la incorporación de “demasiados villanos”, hasta el polémico corte de pelo emo de Tobey McGuire (aquí, modelando en el cabello del pequeño Duende Verde en vez de Peter Parker), pasando por la cursilería y la ridícula acción de los personajes, se amplifica en esta segunda entrega de la “nueva mirada” de Marc Webb. Apenas una sorpresa (que no lo es tanto para quienes conozcan la historia del personaje en el cómic) devuelve algo de interés para el casi final de la película, pero no es suficiente para rescatar esta aventura del olvido.
Uno creería que la suerte de The Amazing Spider-Man 2 sería diferente de la de su antecesora, pero el camino hacia su estreno tuvo iguales complicaciones. Con las versiones del superhéroe a cargo de Sam Raimi a apenas años de distancia, todavía se considera que es un relanzamiento innecesario y el motivo de su realización fue harto explicado. A esto hay que sumar una vez más una agresiva campaña publicitaria que semanalmente presentó material nuevo de la secuela, al punto de que hasta la última secuencia de la película -el fotograma final inclusive- ya ha sido revelado en uno de los avances. Tratándose de un verdadero tanque de Hollywood, la previa es más cuesta arriba que en el caso de otros, como si Marc Webb no hubiera podido convencer a la audiencia del gran trabajo que había hecho en la primera. Todo debería ser más sencillo, pero no fue así, y es por eso que el realizador se vio obligado a ofrecer una segunda entrega que esté a la altura de las circunstancias. En la etapa de pre-producción, las noticias respecto al film eran preocupantes, lo mismo que ocurrió cuando las primeras imágenes empezaron a ser reveladas. Harry y Norman Osborn, Electro, The Rhino, había un exceso de villanos y que el director incurriera en los mismos errores de Spider-Man 3 –un festival de efectos especiales cargado de enemigos pero sin verdadera sustancia- parecía una posibilidad concreta. Afortunadamente para el espectador, eso no ocurre, dado que Webb logra manejar con criterio las distintas vertientes que tiene para explorar. Si en la primera Peter Parker tenía más desarrollo que el Hombre Araña, en esta hay un balance igual de adecuado entre las dos caras de la misma persona. El haber rescatado a la Ciudad del ataque del Lagarto no fue suficiente y él debe volver a probarse ante el ojo crítico del público –como ocurre con todas las películas del género-, con opiniones divididas entre si es un héroe o un vigilante. Su relación con Gwen Stacy sufre turbulencias, con el joven que descubrió que su deber para con el pueblo no es compatible con un interés romántico que puede salir herido del cruce con sus múltiples némesis. Nada es novedoso, pero lo que importa es la forma en que se lo hace. El hecho de transitar un camino conocido no implica algo necesariamente negativo. La dupla de Andrew Garfield y Emma Stone –la cámara la adora y está perfecta en todo lo que hace- se mantiene intacta. Ambos tienen la chispa necesaria para que en pantalla la química sea ideal. Juntos están muy bien acompañados por un Dane DeHaan que en poco tiempo ha tomado a Hollywood por asalto y se ha adueñado de los roles de joven algo trastornado. Jamie Foxx no es del todo creíble como Electro –su amplio torso cuando es el invisible Max Dillon puede ser solo comparable con McBain como un nerd encubierto-, pero logra aportar su cuota de carisma para generar empatía con la audiencia y así convertirse en un villano cuya ira y motivaciones son entendibles. Algo diferente es el caso del Duende Verde, cuya transformación de gran amigo con problemas paternos en némesis con furia asesina es demasiado apresurada, ignorando por ejemplo que en la trilogía de Raimi la evolución del personaje de James Franco fue progresiva. Seguramente haya quienes criticarán que la película busca abarcar mucho y por eso aprieta poco. En lo personal considero que el balance entre el Hombre Araña y Peter Parker, entre la acción y el drama, es nuevamente el correcto. Aún con las férreas indicaciones corporativas de que la película promueva una tercera parte así como también los desprendimientos que se vendrán –Sinister Six y Venom son una realidad en Columbia Pictures-, no es un simple puente o una mera formalidad para las cosas más grandes que se vienen –como sí lo era Thor para con The Avengers-. The Amazing Spider-Man 2 es muy buena y el lograrlo era todo un desafío, si se considera que la antecesora del 2004 también había sido una digna secuela. Los villanos arquetípicos no molestan: Electro habla o piensa como una caricatura y lo que se podría considerar vagancia de un grupo de guionistas con una larga lista de delitos contra la industria –sobre todo Alex Kurtzmann y Roberto Orci-, es en realidad la forma de manejarse de alguien que siempre soñó con ser el centro de atención y cree que así tiene que hacerlo. Las buenas secuencias de acción, los efectos especiales, la gran musicalización a cargo de Hans Zimmer and The Magnificent Six –Pharrell Williams, Johnny Marr (The Smiths), Michael Einziger (Incubus), Junkie XL, Andrew Kawczynski y Steve Mazzaroritte-, todo ayuda a redondear lo que en su núcleo es una suerte de comedia romántica –no por nada el director es el de (500) Days of Summer- con un superhéroe en la mezcla. Y no hay redundancia que pese lo suficiente, tanto dentro de la propia película –constantes repeticiones y pistas hacia un final que sorprende menos de lo que debería- como en relación a la anterior –se vuelve mucho sobre temas tratados en la previa-, como para ocultar el hecho de que Marc Webb ha hecho un gran trabajo con el héroe arácnido.
El sorprendente Hombre Araña 2: La amenaza de Electro confirma el talento de Marc Webb como director de la nueva trilogía del superhéroe. El romance entre Peter Parker y Gwen Stacy y los villanos son lo mejor de esta segunda parte. La soledad es el gran tema de El sorprendente Hombre Araña 2: La amenaza de Electro, una de las mejores películas de superhéroes de los últimos tiempos, lamentablemente forzada a encajar en el medio de una trilogía, esa fórmula hoy de moda que le quita autonomía a las partes sin que las tres justifiquen verdaderamente un todo. Pero la primera pieza del relanzamiento de Marc Webb ya había sido buena, y en esta la promesa se vuelve confirmación a base de villanos de antología, un romance infalible entre Peter Parker y Gwen Stacy –con Andrew Garfield y Emma Stone luciendo más creíbles y encantadores que nunca–, y una avasallante acción visual equilibrada, dosificada entre los momentos tan trascendentes como cotidianos de la vida del joven Parker, el auténtico héroe de la película. Como se sabe, la dualidad y el estigma son los dos rasgos de todo superhéroe, y en ese sentido El sorprendente Hombre Araña 2 va al hueso, rastreando la esencia de Parker en el legado misterioso que le deja su padre y ahondando en los problemas que le genera su arácnido alter ego, conflicto que llega al extremo en el trágico final. Dos aspectos que condenan a Parker a un aislamiento absoluto, condición que también comparten sus rivales Electro (Jamie Foxx) y Harry Osborn (Dane DeHaan), prueba de que del héroe al villano hay un solo paso (moral). Max Dillon es un empleado de Oscorp ninguneado por la institución y fanático del Hombre Araña, que un día sufre un accidente en la planta genético-energética donde trabaja transformándose en Electro, una perfecta mezcla de zombie y fantasma con la capacidad de absorber la electricidad entera de Nueva York para usarla a su antojo. Réplica de los desheredados, los anónimos y los perdedores de la gran metrópolis, Electro es una víctima que logra su revancha al verse en las pantallas gigantes de Times Square, en la mejor escena de la película: al chupar la electricidad de ese emblema de consumo global, Nueva York pasa a ser una urbe en las sombras, y así Electro es también el conducto que despliega el filme entre modernidad y posmodernidad, la vieja ciencia y la genética, ciudad antigua y actual, humanidad y monstruosidad, cine analógico y CGI, música clásica y música electrónica, como si la dualidad superheroica se disparara hacia múltiples dimensiones. Filme espectacularmente espectral (¿qué son los superhéroes de hoy sino espíritus gráficos reanimados?), El sorprendente Hombre Araña 2 triunfa al confiar en aquellos tópicos universales que en otras manos se percibirían trillados, trastabillando sólo en detalles: ya sea cámaras lentas innecesarias a lo telebean, situaciones resueltas de manera televisivamente apresurada o la caricatura corporativa un tanto esquemática de Oscorp. Pero el mensaje es claro: la soledad autodestructiva que padecen Parker y sus enemigos parece ser la única energía vital frente a otra artificial, impostada, aquella que alimenta al mundo entero.
El precio El sorprendente Hombre Araña 2 no le escapa a la tendencia reinante de las últimas películas de superhéroes: todo tiene que ser enorme (duración, marketing, pretensiones, presupuesto y ganancias) y, si bien en otro momento uno pensaría que esto terminará destruyendo el género, todavía parece haber bastante por explotar. Nacida del puro afán de dinero y pelea por los derechos de explotación, en esta nueva serie de películas sobre Spiderman se ha acertado en algunas cuestiones, como por ejemplo la elección el director Marc Webb, quien sin duda ha logrado dar el enfoque justo para el superhéroe más cool de todos. Si inmediatamente después del 11-S el Hombre Araña de Sam Raimi lograba lo imposible (consciente de la responsabilidad que implican moralmente sus poderes, salvaba a todos y se reivindicaba a fuerza de pura esperanza y buenas intenciones) el personaje que construye el bueno de Andrew Gardfield, acompañado de Emma Stone y manipulado por Webb, tiene otra carga más devastadora y sombría, discute de otra manera aquel famoso lema “un gran poder implica una gran responsabilidad”, una manera más humana porque tiene que ver con los deseos y sus sueños. Entonces Webb, Electro y el Duende Verde, y nosotros desde nuestras butacas de jueces de turno, le vamos hacer pagar el precio de ser quien es. Lamentablemente, El sorprendente Hombre Araña 2 tiene algunos problemas para llegar a construir el drama existencial de Peter Parker. Un guión mal dosificado, que amontona al principio y sólo logra acomodarse cuando llegamos a la primera hora de película -luego entendemos que se intenta engañarnos: contar una cosa por otra-, aunque es necesario para eso mostrarnos a Parker enfrentar dos millones de conflictos (algunos irrelevantes e irresueltos como lo que tiene que hacer la Tía May para llegar a fin de mes). Y todavía falta el principal problema del film, el que hace que no tenga la solidez de la primera entrega de la saga: Electro. Un villano torpemente construido, un imbécil con motivaciones imbéciles y demasiado poder que todavía no se entiende por qué odia tanto al arácnido. También vemos el nacimiento del Duende Verde, con mucho mejor timing y sustento, que termina siendo quien de verdad está a la altura de ser el némesis de Peter Parker. En el apartado técnico, a pesar de ciertas secuencias interesantes El sorprendente Hombre Araña 2 se pierde en un océano plástico digital que no termina de convencer, especialmente si la comparamos con otros productos como Capitán América y el soldado de invierno, que es mucho más sólida a la hora de mostrar efectos especiales y batallas. Al final, lo que más interesa de Peter Parker/Hombre Araña es que, a pesar de ser el Facundo Arana de los superhéroes -un tipo bueno que supera adversidades, cool, querido por la gente, que ama ser quien es, hay cosas que no puede vencer a pesar de sus increíbles capacidades. A Peter, como todos nosotros cuando somos derrotados por el peor de nuestros miedos, sólo le queda hacer lo sabe hacer, una y otra vez.
Un film cargado de adrenalina, vibrante, conmovedor y entretenido. Sin duda posee altos contenidos de humor, acción y una buena propuesta para los seguidores del comic. Nos reencontramos con el relanzamiento de este superhéroe que viene de la mano de Marc Webb (“El Sorprendente Hombre Araña”) y que representa a un personaje que a lo largo de muchos años ha logrado tener varios seguidores y fanáticos. El guión comienza con una breve introducción que describe a Richard Parker (Campbell Scott) y Mary Parker (Embeth Davidtz) los padres de Peter Parker, dando algunas pistas que con el tiempo descifrará el adolescente Peter (Andrew Garfield). Se desarrolla a toda acción esta secuencia aérea que tiene alguna similitud con la apertura de “Batman El Caballero de la Noche Asciende”. Es visualmente extraordinaria en varias escenas, pero esto no termina ahí, pasa el tiempo y vemos a “El hombre araña” balanceándose por los rascacielos de Nueva York cuidando la ciudad y combatiendo la inseguridad. Esta tan pendiente con el servicio a la comunidad que en plena acción lo llama su novia Gwen Stacy (Emma Stone) que ha olvidado algo. La situación cuando suena el celular es muy cómica sobre todo algo que sucede y que está relacionado al ringtone que suena, pero a pesar de todo llega a tiempo para su graduación, abrazar y besar a su novia, todo rodeado de una bella fotografía, impresionante destreza y momentos llenos de humor, amor y ternura. Pero a lo largo de la historia existen varios pedidos, como los del padre a los hijos por un lado, el compromiso que tiene Peter con su padre; por el otro el de Harry Osborn (Dane DeHaan) con Norman Osborn (Chris Cooper); Peter le prometió al Captain Stacy (Denis Leary), que no pondrá en riesgo a su hija Gwen y se alejará de ella, y no deja de tener distintos tipos de enredos sentimentales porque ambos se aman y varias situaciones lo humanizan al superhéroe. Luego surgen: las promesas, las amenazas, el amor, la amistad, el heroísmo, las obligaciones y los encargos. La trama nos ofrece tres villanos muy poderosos: un mafioso ruso de nombre Aleksei Sytsevich “Rhino” (Paul Giamatti), Electro / Max Dillon (Jamie Foxx) y Green Goblin / Harry Osborn (Dane DeHaan) que nos ofrecen escenas de mucha acción, estupendos efectos especiales, peleas muy duras, persecuciones, una animación que resulta espectacular, hay subtrama, misterio y secretos. Funciona muy bien la química entre Peter Parker y Gwen Stacy y ese amor con toques adolescentes. Es un poco reiterativa pero resulta entretenida, además otro de los personajes que aparece es el de Felicia Hardy " la Gata Negra" (Felicity Jones) y esto se constituye en otra de las pautas que nos confirman que ya se encontrarían en proyecto la tercera y cuarta entrega.
Una película emotiva, con buen desarrollo de los personajes y efectos excelentes. Con un Andrew Garfield excelente como Peter Parker, y un héroe que es quizás, el más cinematográfico de todos; al poder hacer acrobacias increíbles, pero respetando las leyes la gravedad, lo que hace que las escenas de acción sean emocionantes. Escuchá la crítica radial completa (click en el link).
"Una sobreabundancia de conflictos le juega en contra a El Hombre Araña 2 y la transforma en una secuela entretenida y efectiva, pero no tan sólida". Escuchá el comentario (ver link).
Todavía queda flotando en el ambiente el riesgo tomado por los productores al relanzar al Hombre Araña muy poco tiempo después que la trilogía de Sam Raimi viera la luz, sin embargo aquí está el arácnido nuevamente entre nosotros para entregar otro capítulo. ¿La razón? Porque tiene espalda para bancarse la cantidad de secuelas (se vienen dos más para 2016 y 2018), recauda muchos dólares, y porque probablemente junto con Batman sean los dos personajes (de historieta de superhéroes) mejor escritos de la historia. Desde siempre ambos pegaron fuerte en la cultura popular, tienen conflictos internos apoyados en el dilema de “querer o tener que ser”, además mucho carisma aún moviéndose con improntas muy distintas. Marc Webb es nuevamente el director luego de pasar el examen anterior, y aunque “El sorprendente Hombre Araña: La venganza de Electro” no es una obra maestra, logra superar en todos los rubros a la de 2012. Más contento e irónico que nunca, el Hombre Araña (Andrew Garfield) se pasea por su querida Nueva York saludándola y haciéndole bien en su rol de superhéroe, salvador, justiciero, etc. Además de bueno es simpático, bromista, un poco engreído, con esos comentarios a la Bruce Willis (en especial en las escenas de acción) y, por supuesto, siempre con esa ágil y ornamental forma de moverse. Durante su primera aparición anda tras un ladrón enloquecido (Paul Giamatti) a quien no será la última vez que lo veamos. El montaje paralelo mostrará a Max Dillon (Jamie Foxx) como un empleado de OSCORP tímido, introvertido y algo obsesivo a juzgar por un sospechoso fetiche con el lanza-redes. Estas pinceladas del guión en función de la construcción del villano es lo más flojito y remite al mismo estilo con el cual Joel Schumacher hizo nacer al Acertijo encarnado por Jim Carrey, casi destruyendo la franquicia de Batman en los 90 segundos. Por el lado de Peter Parker, su relación con Gwen Stacy (Emma Stone) pasa El “mientras tanto” está en la familia Osborne (dueña de la empresa). Norman (Chris Cooper) está moribundo. Harry (Dan DeHaan), su hijo, y ex-compañero de secundaria de Peter, está perturbado, dolido. No hace más que escucharlo en su lecho de muerte mientras se entera que la enfermedad es hereditaria y necesita una pronta solución que tal vez se encuentre en la secreta investigación llevada a cabo en su momento por Richard Parker (Campbell Scott), la cual, eventualmente, lo llevó a la muerte por la propia gente de OSCORP. Claro, el armado del que luego será el nuevo Duende Verde, sí tiene una base sólida y mejor justificada. El realizador se rodeó de verdaderos talentos más allá del elenco. Los guionistas son Jeff Pinkner (de la serie “Lost”), Alex Kurtzmany Roberto Orci, estos dos últimos son los sólidos escritores de las últimas “Star trek”, y también de esta saga salió el director de fotografía Dan Mindel, gran trabajador de la homogeneidad entre los exteriores y lo filmado en croma. Finalmente se destaca la compaginación del enorme Pietro Scalia, ganador del Oscar por “JFK” (1992) y “Gladiador” (2000). Pocos en Hollywood hacen tan buen trabajo. “El sorprendente Hombre Araña: la venganza de Electro” cumple con creces el objetivo de entretener, pero además ofrece lo necesario para tomar la buena decisión de oscurecer un poco más el personaje para las próximas, sobre todo porque Andrew Garfield encarna un Peter Parker más trabajado desde lo actoral. Bien lejos de la incipiente tibieza natural ofrecida por Tobey Maguire en la trilogía anterior. Los hechos narrados en esta entrega dejan un terreno fértil para hacer crecer la historia. En todo caso será importante no especular con la repetición de la fórmula. Los millones de fanáticos ofrecen una fuente inagotable de recursos, pero no comen vidrio.
Una breve escena del final condensa toda la intensidad y la acción que dos horas de película no pudieron construir: un villano gigante y mecanizado, Rhino, hace desmanes en Nueva York y la policía no puede detenerlo. Un nene vestido de Spiderman se le para enfrente y lo desafía. El tamaño de los dos es tan desproporcionado que la imagen logra generar una extraña poesía solo sirviéndose de esa desigualdad. Justo en ese momento, después de una ausencia de seis meses, Spiderman vuelve, le agradece al chico por haber ocupado su lugar mientras él no estaba, se burla de su enorme rival metálico y empieza un combate que queda por fuera del relato. No es común sentirse tocado sobre el final por una película que hasta ese momento no había hecho nada para incorporarnos en su universo, pero en El sorprendente Hombre Araña 2: La amenaza de Electro, impensadamente, ocurre. Esa pelea final, que es menos una pelea real que un juego abierto con los códigos del cómic (hay un super villano, un inocente en peligro, la aparición triunfal del héroe con one liners incluidos), no le teme al maniqueísmo sino que lo explota sin pretensiones y toma de allí su fuerza; en esos breves minutos, el director Marc Webb parece haber comprendido lo que el resto de su película, demasiado preocupada por cumplir con un verosímil psicológico proveniente del drama adolescente, fue incapaz siquiera de imaginar. En pocas palabras, El sorprendente… se ocupa demasiado de Peter Parker y casi nada de Spiderman; la película se reduce al conflicto de identidad del protagonista y su incapacidad de mantener una relación estable con su novia de la secundaria, Gwen Stacy. El suyo es el relato de un adolescente que se niega por todos los medios a crecer, aunque alrededor suyo, de alguna forma, todos lo hagan: Gwen, su tía May, incluso un enfermo Harry Osborn, todos tienen planes para el futuro o al menos se fijan unos objetivos como ir a estudiar a Inglaterra o conseguir un trabajo como enfermera para pagar las cuentas. En cambio, salvo por algunas fotos de Spiderman publicadas en el diario, a Peter nunca se lo ve trabajar; su espacio privilegiado será la habitación desordenada en la casa de sus tíos. Peter, además, no tiene idea de cómo sostener su pareja, como lo deja bien en claro al principio cuando, amparado en el pedido del padre muerto de Gwen (al que le promete que se mantendrá lejos de su hija para no ponerla en peligro), le comunica que no puede seguir estando con ella. El motivo se siente forzado y parece más una excusa de Peter para continuar viviendo una vida de chico con problemas que, en suma, termina inclinando la película hacia el terreno de un cine adolescente siempre preocupado por la identidad (¿quién soy, cuál es mi lugar en el mundo?, son las preguntas que ese cine se hace habitualmente). Pero se trata de un cine adolescente actual, regido entre otras cosas por la histeria asexuada como única forma de entender las relaciones: Peter y Gwen se dicen que se aman toda la película pero siguen separados, como si el cliché de ver a la persona querida desde lejos fuera una manera segura de posar como un alma torturada víctima de algún destino injusto. El comienzo, cuando se cuenta qué fue lo que ocurrió con los padres de Peter, funciona en esa misma línea: lo fija en el rol de hijo, de niño cuya única tarea es posible es la de vestirse con un traje de colores y salir a jugar al superhéroe, como lo hará otro chico sobre el final (el que le sale al cruce a Rhino). El contexto del cine adolescente parece alcanzar incluso al malvado Electro, que antes de su transformación era solo un ingeniero patológicamente tímido, resentido e incapaz de cualquier clase de vínculo humano, como el nerd sabio y poco apto para la vida cotidiana de una teen movie. Harry Osborn es compuesto por un actor que pareciera querer copiar a Leonardo Di Caprio en plan de millonario autodestructivo y que en ningún momento resulta creíble. Incluso la gran Emma Stone, que le pone su cuerpo galvanizado y enérgico a Gwen, tiene poco espacio para la comedia, como si la película no la quisiera ver demasiado libre y tratara por todos les medios de encorsetarla en su proyecto de drama. Andrew Garfield vuelve a dar un Peter Parker afectado, demasiado ocupado en parecer un joven casual y con manías, y una vez más permanece a la sombra de Tobey Maguire y su Peter oscuro y profundamente inadaptado. El desprecio de la película por el género de superhéroes, consciente o no, se evidencia en las pocas batallas que tiene Spiderman y en la manera anticlimática que encuentra para resolver momentos como el de la cámara que recorre una escena congelada para explicar el cálculo físico que realiza el personaje antes de salvar a unas personas de ser electrocutadas. A su vez, la pelea con Duende Verde es fugaz y la acción real de los rivales cede ante la metáfora burda que la película despliega aparatosamente como si creyera que está frente a un recurso ingenioso (el reloj gigante y Peter luchando por detener los engranajes, o sea, contra el paso del tiempo). Por todo esto es que la última pelea sorprende y parece salida de otra película, porque allí el director muestra (como si fuera una confesión) todo lo que El sorprendente… pudo haber sido, toda la vitalidad, el maniqueísmo y la potencia que pudo haber aprovechado y que prefierió ignorar en pos de convertir la historia de Spiderman en otro drama adolescente del montón con parejas que se histeriquean verbalmente y jóvenes que no saben bien quién son y que se niegan a crecer. No es casual, entonces, que las mejores películas de superhéroes sigan siendo las que tienen protagonistas adultos: las Batman de Nolan (menos la tercera) y las dos primeras Iron-Man son siempre más interesantes que cualquiera de las Spiderman o de los X-Men.
Un Hombre Araña para nada sorprendente Sorprendentemente previsible. Claro que no se trata de pedir demasiado donde hay tan poco. Como botón de muestra, ya fue suficiente con la entrega anterior, encargada de borrar de un plumazo al mundo arácnido pergeñado por Sam Raimi. Allí donde hubo juego de cruces entre cómic y cine, ahora hay una comedieta imbécil con dibujitos animados. En este sentido, El sorprendente Hombre Araña 2 parece partida al medio entre las secuencias reales y las animadas. Aún cuando éste fuera un rasgo ya preestablecido por Raimi, lo que había era carnadura fílmica: la composición de los personajes recaía en sus intérpretes, mientras los efectos digitales eran su consecuencia. El reinicio a cargo de Marc Webb (500 días con ella) es su reverso calculado: privilegio efectista y caracterizaciones sin alma (huecas, demasiado huecas). Si los momentos animados en el cine de Raimi eran remedo alegre de tardes televisadas con revistas colorinches, el caso aquí es el inverso: el Peter Parker y la Gwen Stacy de Andrew Garfield y Emma Stone semejan los más triviales momentos de cualquiera de las peores series de la TV teenager. Como si fuese Glee con la abulia maniquí de Dawson's Creek más la pizca infaltable de (un hiperkinético) Archie. Se podrá argüir que la relación entre ambos es traumática y que la película no lo esconde, y sí, es cierto. Todo lector del cómic sabe que a Gwen no le espera la mejor suerte y a ver cómo es que esta película se atreve con lo ya leído, allá lejos, en cómics circa años '70. Tal vez, pero no lo parece, aplaque esto un poco la correría de tonterías que el Parker-Araña de Garfield dice y hace sin freno. La composición de Jamie Foxx, en tanto, es la de un cuerpo troquelado, cuyo rostro ha sido superpuesto sobre el resto de Electro, su personaje villano. Sus maneras impostadas sólo son superadas -en su profundidad fingida- por las sonrisas en pose de Dane De Haan, el Duende Verde. En serio, ¿hacía falta un realizador sensible a las boberías adolescentes de cuño publicitario? Pero así las cosas y otra película de superhéroe más dentro de lo que ya debe asumirse como la edad infantiloide de Hollywood. Un retroceso que nada tiene de trivial sino, antes bien, de empresarial. Porque no se trata de films construidos para públicos juveniles, sino pensados para una mentalidad infantil, más allá de toda edad. Situados en un limbo de nadería donde la sobreestimulación golpea rápido y no deja huella. De tal manera, el otrora luminoso paladín aniñado, de trazos ágiles (Steve Ditko, qué placer), relegado entre sus pares, con un poder a cuestas y persecución mediático-policial, ha relegado sus pesares para ser el símbolo de paz y todo eso que la gente neoyorquina espera encontrar. De sorprendente, ya nada.
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Más que humano En la primera El sorprendente Hombre Araña, segunda adaptación al cine del clásico cómic de Marvel, Peter Parker le prometía al moribundo jefe de policía George Stacy que abandonaría a su hija, Gwen, para no involucrarla en el submundo del delito. En esta segunda parte, Peter casi pierde la fiesta de graduación mientras Spider-Man desbarata los planes del criminal ruso Aleksei Sytsevich (Paul Giamatti), pero lo primero que hace tras jurar es besar a la también graduada Gwen (Emma Stone). La vida le sonríe al superhéroe; tiene el amor de su novia y el de la ciudad de Nueva York, que lo considera su benefactor. Aunque por supuesto, la ciudad no está en orden. El fantasma de George le recuerda su traición a cada rato y Oscorp, el gigante de la genética, sigue entregando villanos mutantes para mantenerlo ocupado. La segunda entrega de El sorprendente… cumple la promesa del primer film y confirma al reboot de la franquicia de Columbia como algo distinto, en ciertos aspectos superior a la trilogía dirigida por Sam Raimi. Vulnerable, romántico, altruista, el Peter Parker de Andrew Garfield es más carismático y convincente que el de Tobey Maguire, mientras la química con Emma Stone resulta uno de los mejores affaires mudados de la historieta al cine. Las parodias de rigor también son acertadas, como cuando Peter repara un lanzatelarañas siguiendo un tutorial de YouTube. Jamie Foxx tiene un decoroso papel como Max Dillon, el operario humillado y resentido de Oscorp que, tras un accidente, se convierte en Electro, el villano que apaga las luces de Nueva York. En algún punto, la película se atrofia con la repentina aparición de más villanos (Sytsevich es Rhino y Harry Osmond, heredero del imperio Oscorp, es el Duende Verde) junto al velo melodramático de los problemas de Parker. Pese a esta saturación y a un final irresoluto como el piloto de una serie (se aguardan al menos dos secuelas más), El sorprendente Hombre Araña es un ajustado reboot de la saga, tanto más logrado en sus efectos como en el encanto de sus personajes y fidelidad al cómic original.
El director Marc Webb se mete definitivamente de lleno en el relanzamiento de la franquicia del arácnido y entrega un film sin fisuras: ágil, con humor y excelente referencia comiqueras como para que los seguidores del personaje se queden más que contentos. Una joyita del género superheroico.
El héroe que ama, sufre y se hace preguntas Un accidente ocurrido en las entrañas de la misteriosa OsCorp transforma al ignoto empleado Max Dillon en el poderoso Electro, un ser hecho de energía que tiene una obsesión: destruir al Hombre Araña. Mientras tanto, Peter Parker intenta desentrañar los secretos que rodearon a la muerte de sus padres. A una película del Hombre Araña se le exige que nos invite a volar con el superhéroe por Nueva York. Y también se le exige buenos villanos, a la altura del cómic -de cuyas entrañas surgieron- y capaces de llevar al límite a Peter Parker. Por ese lado la cuota está generosamente cumplida. Y con un plus: Jamie Foxx se mete en la piel del vengativo Electro. Los buenos actores, en el papel que sea, suman generosos puntos. Andrew Garfield es mejor Hombre Araña que Tobey Maguire. Es más fresco, divertido, chispeante, definitivamente cercano a los albores del personaje creado por Stan Lee y Steve Ditko. Es cierto que Maguire contó con Sam Raimi al timón de la trilogía anterior, pero aquí Marc Webb no lo hace nada mal. Lo que le falta de creativo lo suple con oficio para narrar y pericia para emocionar en cada batalla del arácnido. Contextualicemos: esta película forma parte de una tetralogía, cuyas próximas entregas se anuncian para 2016 y 2018. En el medio habrá spin-offs; desprendimientos de la historia original. Por ejemplo, un filme para los Seis Siniestros, un dream-team de villanos que cuenta con una legión de seguidores en el cómic. Esto explica muchas cosas que van pasando, sobre todo durante la media hora final. Varios personajes se van presentando durante la película, lo que articula narraciones paralelas que es necesario seguir con atención. Al Hombre Araña le toca escudriñar en su pasado familiar, resolver el romance con Gwen Stacy (bellísima Emma Stone), reencontrarse con su viejo amigo Harry Osborne (Dane DeHaan, excelente decisión de casting) y, de paso, enfrentarse con Electro. Huele a dispersión temática, pero es un clásico del universo Marvel que responde a una lógica. La del Hombre Araña es una aventura a largo plazo y esta segunda parte -explosiva, entretenida, lujosamente filmada (con un presupuesto de 200 millones de dólares)- es apenas otro ladrillo en la pared.
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Con mucha tela (de araña) para cortar La segunda entrega de esta reformulación o reboot de la historia del arácnido es completa. Como sucedía también en su predecesora, el desarrollo del film no escatima ni se limita al mero entretenimiento que porten las secuencias de acción y vértigo entre los edificios neoyorquinos; en El sorprendente Hombre Araña 2 hay lugar incluso para algunas que otras risas provocadas por atinados y justos gags, y espacio además para que la historia de amor entre Peter Parker y Gwen Stacy siga su curso, entre los vaivenes que tienen en sus vidas los personajes, apelando así a una emotividad más profunda de lo habitual en cintas de superhéroes. ¿La secuela supera a la primera parte de la nueva saga? En muchos aspectos es superior y, como se mencionaba antes, más abarcativa a la hora de incursionar y ahondar tanto en los enfrentamientos, con sus efectos y demás, como en el trasfondo romántico. Este último aspecto vuelve a retumbar duro en el espectador, y mucho que ver en ello tienen los involucrados en el asunto y la forma en que nos enseñan su amorío. Andrew Garfield y Emma Stone le aportan credibilidad con una química que supera la media a través de una puesta en escena que, sin empalagar, cobra profundidad dramática y afectiva. Las miradas de uno hacia otro alcanzan para convencer al público, enlazarlo y por qué no hasta tensionarlo por las idas, venidas y complejidades de los adolescentes para sacar a flote el vínculo que los une y a la vez los desune. Se agradece un inicio que explora el alejamiento de los padres de nuestro protagonista, tirando la piedra de movida y recogiéndola más adelante para develarnos más detalles. Peter conserva resquemores por ese pasado inconcluso, al igual que los villanos de turno, con sus respectivos resentimientos y desasosiegos al sentirse invisibles (Max Dillon - Electro) o traicionados (Harry Osborn). El flanco malvado tiene un atractivo vigoroso e incluso agradable, dependiendo del personaje. Jamie Foxx, encarna a un sujeto por el que es fácil simpatizar, dado el costado inocente, si se permite el término, y carismático que le toca. Con su mutación a Electro, el hueso se torna duro de roer para Spidey. Por su parte, Dane DeHaan, con resentimientos que acarrea de un nexo conflictivo con su padre (casi como en el film Chronicle), sumado al evento que ocupa espacio en minutos más avanzados, interpreta a un Harry Osborn ojeroso y sin límites. Con ellos, Spiderman se ve envuelto en disfrutables momentos de adrenalina y batalla. El sorprendente Hombre Araña 2 deja un buen sabor. Más allá de una duración probablemente extensa, la película intenta justificar su metraje al sondear diferentes temas y situaciones que hacen a la historia del superhéroe arácnido y que resultan de utilidad para la mirada del observador. Como marca registrada de la casa, se aconseja ver lo que se muestra post créditos. LO MEJOR: abarca y toca varias temáticas. Entretenida, buenos efectos. Sumamente emotiva cuando aborda el romance. Las interpretaciones, los villanos. LO PEOR: incluso profundizando en varios eventos, más de dos horas de duración es bastante para este tipo de proyecciones. PUNTAJE: 7,9
SOMOS LO QUE ELEGIMOS SER En la primera película del Hombre Araña de Sam Raimi, el Duende Verde (encarnado por el insuperable Willem Dafoe) tiene una frase que me encanta: “Somos lo que elegimos ser… ¡Ahora decide!”. Ésta encaja perfectamente en la naturaleza del arácnido superhéroe, porque Spider-Man es un personaje construido a base de importantes decisiones. Pero lo que hace que sea mucho más fascinante que los demás justicieros, es que esas decisiones son tomadas por un adolescente escondido detrás de la máscara. Y uno igual de impulsivo, confundido y emocionalmente volátil como cualquier otro de su edad. No es invencible, no es muy sabio y ni siquiera es mayor. Todo esto hace que, a veces, esos caminos que toma no sean siempre los correctos. Tanto en sus comienzos entintados como en sus adaptaciones cinematográficas, Peter Parker elije dejar escapar al ladrón que acaba asesinando al Tío Ben (¡Gil!). Y hace unos años, en EL SORPRENDENTE HOMBRE ARAÑA (THE AMAZING SPIDER-MAN, 2012), elegía darle al Dr. Kurt Connors una fórmula que lo llevaría a convertirse en su primer villano (¡Sorprendentemente gil!). Esas malas elecciones pasaban algo desapercibidas, pero en la recién estrenada secuela de aquel reboot, el director Marc Webb regresa para reparar eso y para redoblar la apuesta con la película de Spider-Man más oscura, entretenida y visualmente impactante hasta la fecha. Es que, en EL SORPRENDENTE HOMBRE ARAÑA 2: LA AMENAZA DE ELECTRO (THE AMAZING SPIDER-MAN 2, 2014), Webb tomó una sabia decisión. Con mucha sorpresa y una agridulce satisfacción, noté que el director optó por mostrarnos crudamente cómo esas elecciones que toma Peter traen aparejadas serias consecuencias. Todo a su alrededor comienza a volverse cada vez más oscuro, pero no se debe a arañas radioactivas o a misteriosas corporaciones. Se debe a que, de a poco empieza a adentrarse a un mundo más adulto, un mundo en el que las decisiones tienen un precio… y es hora de pagarlo. Pero además de mostrarnos a Spider-Man en situaciones más desgarradoras de las que esperábamos, Webb aprovecha al máximo esos 142 minutos y nos entrega un divertidísimo film del Hombre Araña, en el que se hacen presentes cada uno de los elementos que caracterizan al personaje. Empecemos con la historia: Habiendo decidido su destino como el defensor de Nueva York, Peter Parker (Andrew Garfield, cada vez más metido en el papel) vive días felices siendo aceptado por la mayoría de los ciudadanos y cumpliendo los quehaceres del hogar que comparte con su Tía May (Sally Field). Pero los criminales no son lo único que lo atormentan: Su relación con Gwen Stacy (la encantadora Emma Stone) empieza a ponerse en duda debido a la culpa que siente por estar rompiendo la promesa que le hizo a su difunto suegro (El Capitán Stacy, caído en acción en la entrega anterior). Y entre las idas y vueltas amorosas con Gwen, en Oscorp surgen dos poderosos villanos: Electro (Jamie Foxx) y El Duende Verde (Dane DeHaan), cada uno con sus propios motivos para odiar al Hombre Araña. Aunque al principio temía (al igual que todos) que esa evidente sobrecarga de personajes y subtramas provocara algo similar a la desastrosa SPIDER-MAN 3 (2007), debo reconocer que Webb mantiene su película sólida y coherente la mayor parte del metraje, a pesar de estar haciendo malabares durante más de dos horas, con escenas de acción, momentos de comedia y drama, una historia de amor, un misterio a resolver, dos (¿o tres?) enemigos y las obligadas secuencias en 3D de Spider-Man balanceándose por las calles neoyorquinas. La mezcla puede a veces resultar caótica, pero el guión ayuda a camuflarlo y a distraer al espectador, manteniéndolo entusiasmado mientras equilibra sabia y equitativamente los dilemas y combates que debe enfrentar Spidey en esta ocasión. No es la mejor película de este personaje, pero sí acerca bastante. Y el resultado no es sorprendente, pero sí muy disfrutable. Lo que sí sorprende es que, habiendo más de un villano, la secuela haya elegido el romance de Peter y Gwen como la historia más importante y aquella que condensa a las demás subtramas. Esto provoca una reacción en cadena que acaba quitándole espacio al film para los momentos de acción y sacándole la debida importancia que los villanos merecían ¿Es algo malo? No necesariamente. De hecho, al centrase en la pareja principal, Webb hace que alentemos aun más por su historia de amor, que nos importe y que nos preocupe cada vez que la pareja corre peligro. Y la enorme química y naturalidad que comparten Garfield y Stone (novios en la vida real) ayudan a fortalecer esa idea. Pero, obviamente, esto relega a Foxx y a DeHaan a roles mucho más secundarios. Y no dedicarle tiempo suficiente a ambos, crea fallas en la construcción de sus personajes y sus historias. Ambos son muy buenos actores y cumplen asombrosamente interpretando cada faceta de los villanos (en especial DeHaan, un actorazo). El problema aquí es otro. Por ejemplo, en lugar de aprovechar más escenas para desarrollar una mejor motivación para el personaje de Max Dillon, los guionistas crearon un archienemigo de manual: Un nerd demasiado arquetípico y caricaturesco (¡Parece sacado de una sitcom de los 90s!), obsesionado con Spider-Man (¿BATMAN ETERNAMENTE?). Cuando su héroe sin querer le falla, decide usar sus poderes eléctricos para destruirlo. Su transformación es demasiado rápida y obvia, aunque sí nos permite conocer desde temprano a Electro –visualmente alucinante e interpretado con mucha fuerza por Foxx–. Pero decepciona el hecho de que ni siquiera sea el villano principal o la mente maestra del plan para acabar con el Hombre Araña (lo muestran más como un hombre asustado, resentido y fácilmente manipulable). Paralelamente –y a la inversa del primero–, la película construye lentamente al Duende Verde. Tardan demasiadas escenas con la desesperación y el sufrimiento de Harry Osborn, y solo nos lo presentan velozmente como un digno villano en la secuencia final, dejándonos con muchas ganas de ver más. Ambos enemigos se equilibran bien, pero no hay dudas de que son solo bocetos de personajes fascinantes, que podrían haber estado mejor construidos. Sin mencionar al Rhino de Paul Giamatti, que es solo un cameo y un adelanto de lo que vendrá. Mientras veía EL SORPRENDENTE HOMBRE ARAÑA 2: LA AMENAZA DE ELECTRO, a veces sentía que la tentación de incluir demasiado, amenazaba con asfixiar la secuela. No hay duda de que algunos elementos simplemente no funcionan como el realizador pretendía (como la música metálica que suena cada vez que aparece Electro –que intenta ser badass– o las apariciones fantasmales del Capitán Stacy –que no parecen pertenecer a este film–); de que ciertas subtramas están demasiado forzadas (como la de Richard Parker o la de los aviones en curso de colisión); de que unos cuantos “chistes” son demasiado bobos o infantiles (¡Electro hace rebotar a Spider-Man en una planta eléctrica, haciendo sonar la melodía de “La pequeña araña”!) y de que muchos fans de seguro se ofenderán al notar los cambios que hicieron con respecto a las historietas (como el origen del Duende Verde, la breve aparición de Norman Osborn o el hecho de que la muerte del Tío Ben ya no es algo que afecta al protagonista –mientras que en los comics y en la saga de Raimi es lo que más lo atormenta–). También se perdió uno de los mejores aciertos de la entrega anterior. Esa sensación realista en las escenas de acción (creada con acrobacias, parkour y arneses), que hacía pensar a uno que Spider-Man de verdad podía existir en nuestro mundo, fue descartada por completo y remplazada con secuencias puramente digitales, al punto en que solo hay UNA brutal lucha cuerpo a cuerpo entre actores (Hombre Araña Vs. Duende Verde). Lo demás es alucinantes efectos digitales, rayos y (demasiadas) cámaras lentas. Pero en lugar de acribillar a Webb por sus fallas, prefiero agradecerle por las demás secuencias de acción (ninguna igual que la otra y cada una más impresionante que la anterior), por las referencias comiqueras, por darle más participación y empoderamiento a “la novia del héroe” (en vez de ser secuestrada una y otra vez, Gwen participa activamente en algunas escenas de acción como el cerebro de la pareja) y por hacer que nos reencontremos con la mejor encarnación cinematográfica de Peter Parker. Garfield no solo se vuelve un personaje entrañable al resolver sin ningún problema la comedia (verbal y física) y el drama, sino que incluso logra algo que Tobey Maguire jamás consiguió: Traspasar la máscara. Aunque no se le vea la cara, podés sentir al actor ahí adentro, disfrutando ser ese héroe de espíritu juguetón y movimientos arácnidos. Y es un placer verlo actuar con disfraz o sin él. Garfield ES Peter Parker y, mientras él siga interpretándolo, no me importa con cuántas películas de Spider-Man planee robar Sony Pictures. Yo las voy a ver a todos. Pero otro elemento importante que hace que la secuela funcione, es que estamos ante una película que realmente se siente dentro de un plan. No parece solo una excusa para hacer más plata, sino una continuación dentro de una gran historia, que va más allá del “A ver con cuál villano pelea el Hombre Araña esta semana”. Ahora, cada acción y cada conflicto de los personajes en una entrega, crean un impacto en la siguiente. Varias subtramas permanecen abiertas y algunos personajes son solo presentados para el futuro. Y todo esto pasa porque se cumplió (a medias) la ambiciosa idea que pensaron los productores: Crear un universo cinematográfico de Spider-Man, similar al de LOS VENGADORES de Marvel Studios. Ahora, Oscorp, la investigación de Richard Parker, los traumas de la niñez de Peter y los Seis Siniestros empiezan a cobrar vida y ocupar un universo propio, cada vez mayor. En él, el lema “Con un gran poder viene una gran responsabilidad” tiene más peso que nunca. Es un universo en el que los poderes, los secretos y las decisiones se balancean junto a las consecuencias.
No fue publicada en la edición online del diario.
La edad de la madurez En esta secuela, la historia del héroe arácnido adolescente se pone psicológica. Un poco por las tribulaciones que pasará el personaje central (empezando por el cambio de ciclo que representa el fin de la secundaria y el comienzo de la era de responsabilidades), y la presión de su promesa al capitán Stacy (en el primer filme: la cara de Denis Leary se le sigue apareciendo) de mantener lejos a Gwen de su vida arácnida y los riesgos que conlleva. Peter la ama pero con ese amor de los 18 años, donde los jamás y los para siempre se mezclan con las contingencias. El es lindo, ella es dueña de una belleza entre rústica y elaborada: una pareja ideal, si no fuera porque no estamos en una comedia adolescente y pasan cosas feas ahí afuera. Enojados con el mundo El desarrollo psicológico está también en la construcción de los villanos. Empezando por Electro, que es el que sale en el título: Jamie Foxx se pone en la piel de Max Dillon, un ingeniero eléctrico de Oscorp al que nadie tiene en cuenta, es un “invisible” (¿Alguien recuerda el episodio de Buffy la Cazavampiros de la chica que se volvía invisible porque nadie le daba bola?) al que Spidey le salva la vida y se fanatiza por el héroe: ese gesto y uno de los habituales comentarios que se hacen en casos de crisis: “te necesito conmigo”, “eres mis ojos y mis oídos”, lo hizo sentir importante por un ratito. En determinado momento Max sufrirá un accidente que la corporación tratará de tapar, que lo convertirá en Electro. El gran villano no es otra cosa que un tipo demasiado común y resentido, que ahora tiene mucho poder. Por supuesto, Foxx se luce más como Max que como el brilloso Electro. Entretanto, Norman Osborne muere (sin convertirse en Duende Verde, pensará algún fanático), dejándole su imperio a su hijo Harry: un chico que pasó ocho años en un internado, resentido él también con su padre, que además de legarle dinero le deja una enfermedad mortal que fue el origen de la investigación arácnida de Richard Parker, el padre de Peter (cuya historia se empezará a desenredar aquí). Harry, interpretado por Dane DeHaan (bien con su estampa enfermiza y enojona), ata cabos y deduce que Spider-Man tiene que ser la culminación de ese trabajo y quiere su sangre (literalmente, para tratarse). Pero Peter no quiere dársela por seguridad: ahí tenemos otro resentido más. Y tiene plata, y una corporación que genera exotrajes con aerodeslizadores. Dos a quererse Uno de los puntos fuertes del filme es la química entre la pareja protagónica: el juego entre Andrew Garfield y Emma Stone es encantador, para nada forzado, digno de las buenas comedias románticas que todos recuerdan con cariño. Ahora se entiende la apuesta de los creadores de esta nueva saga al haber elegido a Gwen Stacy como interés romántico (un personaje recordado y querido de los cómics) por encima de la obvia y omnipresente Mary Jane Watson. Lo central es (para los que conozcan la historia de Gwen) que el guión lleva al final de la historia de Gwen. Lo que generará un quiebre en el relato y en protagonista, lo cual le da verosimilitud pero genera algunas turbulencias en el script. Algunos también se pueden quejar de que se “queme” rápidamente a otro villano como el Duende Verde (y el Rhino, de paso), aunque a la vez quede alguna puerta abierta para reciclarlos y se puede especular para dónde irá la próxima cinta: una opción es que el villano venidero sea el Dr. Octopus, y que el nuevo interés romántico sea Felicia Hardy (Gata Negra), otra olvidada de las películas que ocupó el corazón del arácnido durante años. Araña saltarina Otro punto fuerte es la cuestión estética: está muy lograda la puesta visual, empezando por la imagen de Spider-Man en acción: el héroe fuerte y ágil, pero desgarbado al descolgarse y dejarse caer entre los edificios, se parece mucho a cómo varias generaciones imaginaron al personaje. A esto se suma la textura del traje (estrenado en el filme anterior), que fusiona sin fisuras la actuación real con la animación digital. Ayuda tal vez que a Garfield le salgan mejor algunos bocadillos entre pavotes y cancheros (propios del personaje) que a Tobey Maguire (más apto para encarnar al Peter Parker pelotazo). Puesta al día El guión de Alex Kurtzman, Roberto Orci y Jeff Pinkner (sobre historia de ellos y James Vanderbilt) rodado por Marc Webb está bastante bien en la manera en que lleva el relato (al menos hasta el clímax) aunque algún criticón pueda decir que algunos puntos de la historia están resueltos a hachazos. Como dijimos cuando hablamos de la primera de esta nueva etapa, tampoco hay patrioterismos ni banderas (por el contrario, hay un chiste sobre lavar la bandera), y una buena escena maternal de Sally Field como la tía May, joven y activa, lejos de las representaciones de abuelitas algo extraviadas. Como extra está el cameo típico de los filmes marvelianos de Stanley Martin Lieber: Stan Lee, “The Man”, el cerebro que hace cinco décadas tuvo una hemorragia de creatividad y como guionista y escritor y editor multitarea generó personajes inolvidables e historias que, con las actualizaciones del caso, siguen dando combustible para la máquina de sueños.
Difícil colocarle una puntuación a esta película. En primer lugar, porque es muchas películas a la vez, y no necesariamente integradas las unas con las otras en un todo coherente. En segundo lugar, porque el puntaje refleja solo el hecho de que sería extraño que el espectador se aburra o que aquellos a quienes se dirige el film se sientan defraudados. Es un puntaje, pues, no estético, sino basado en lo efectiva que la película puede ser como producto. Como cine, cansa: es la historia de un jovencito contento con ser superpoderoso y los tiras y aflojes que eso le causa con su novia, la historia de un fanático tímido que se convierte en un super ser ególatra, la historia de un jovencito condenado por una enfermedad mortal y capaz de cualquier cosa por curarse, la historia secreta de los padres de Peter Parker, y varias otras historias (o mejor, “historietas”) encajadas. Algunas aburren, otras divierten: en el plano exclusivamente físico, los técnicos en animación han hecho un gran trabajo, y en el humano, las escenas de Andrew Garfield y Emma Stone son muy buenas. Si está dentro del conjunto de personas que ya sabía que iba a verla (obligada o no), alégrese: no ha de pasarla mal. Si no, difícilmente sienta curiosidad por ver este compendio de películas comprimidas para –intentar– gustarle a todo el mundo.
Honestamente, no sé si El Sorprendente Hombre Araña 2: La Amenaza de Electro es realmente una buena película. Como cinta de superhéroes, está plagada de momentos de gran emoción y heroísmo, y las secuencias de acción están formidablemente coreografiadas; pero, por otro lado, hay tantos elementos insatisfactorios en la historia que las sensaciones terminan por ser encontradas. El problema es que el libreto está saturado de personajes y tramas, y algunos de ellos presentan un nivel de desarrollo tremendamente dispar. Aún cuando la sensación prevalente es positiva, me da la impresión que el libreto precisaba un par de horneadas extras antes de encontrar el punto de cocción justo que sus pretensiones exigían. Aún cuando no soy un gran fanático de la saga dirigida por Marc Webb, debo admitir que Andrew Garfield me parece el mejor Spiderman de todos los que pasaron por la pantalla grande. Es guapo, tiene carisma y tiene presencia física; y en esta ocasión, parece haber madurado en el punto justo como para llevar con holgura el personaje. Cuando fanfarronea - vestido como Spiderman - es una delicia; cuando se atormenta por la doble vida que debe llevar (y las limitaciones que ello impone), es conmovedor; y cuando está en pantalla con Gwen Stacy / Emma Stone, simplemente se saca chispas. No es un ñoño boy scout como Tobey Maguire, sino que tiene su picardía, y ahi reside su gracia. A esto se suma Marc Webb, el cual parece haber crecido como director y se da el lujo de crear batallas espectaculares y momentos profundamente emocionantes, casi diría de la misma talla de los que abundaban en la Superman de Richard Donner: esos en donde el héroe conmovía, fuera por su sacrificio o por su sencillez, y donde nos contagiaba el dolor y la soledad que imponían su condición de ser único, especial, e inconsolable. Pero frente a semejante despliegue de talento - acompañado por una siniestra perfomance de Dane DeHaan, el cual nos hace olvidar en menos de cinco minutos al insulso Harry Osborn que componía James Franco en las épocas de Raimi -, el libreto se encarga de enredarse consigo mismo y desmerecer el esfuerzo, básicamente porque comete dos pecados importantes: tira demasiada data - hay exceso de personajes y tramas - y es incapaz de proveer un villano preponderante y satisfactorio, ya que todos los que entran en la categoría sólo aparecen cinco minutos en pantalla o están criminalmente subdesarrollados. Dane DeHaan resuma maldad cuando aparece como el Duende Verde, pero sólo lo hace en los cinco minutos finales; lo de Paul Giamatti / Rino no deja de ser un cameo extendido y bien podría haberse podado su participación sin haber afectado en lo más minimo el desarrollo de la trama - aparece unos minutos al principio y al final del filme, sin aparente vinculo alguno con el resto de los personajes de la historia - ; y el caso de Jamie Foxx / Electro bordea lo bochornoso. Siguiendo el mismo patrón que Jim Carrey en Batman Forever, decidieron convertir a otro nerd antisocial en un sicópata superpoderoso celoso de la popularidad del superhéroe de turno. Es una motivación tan patética como irritante, amén de desperdiciar el talento de Foxx en un papel tremendamente subdesarrollado. ¿Para eso contrataron a un ganador del Oscar?. El perfil sicológico del villano parece escrito por un nene de cinco años, lo cual es decepcionante en esta época en donde proliferan los Loki, los Jokers o los Magnetos, por citar algunos de los mejores malvados que han poblado las pantallas de cine de superhéroes los últimos años. Pero el problema no es Foxx - que al menos se ve algo amenazante cuando se convierte en una super batería humana - sino el libreto, que quiere barajar demasiadas bolas en el aire y no siempre logra manipularlas con éxito. Los melodramas de Spiderman con sus novias - tal como ocurria con Raimi - absorben demasiado tiempo; y si bien Garfield y Stone son una delicia en pantalla, también es cierto que podrían haber abreviado ello en favor de desarrollar mas a Electro, simplificar las subtramas que pululan en el libreto, o darle mas tiempo a DeHaan para que haga mas maldades una vez convertido en el Duende Verde - el desenlace de la trama vinculada con los padres de Peter Parker es decepcionante, y eso que se trata de una faceta desconocida y fascinante de la mitología del personaje -. Al menos hay que reconocer que los libretistas tuvieron el valor de respetar la mitología de Spiderman, y se despacharon con un par de jugadas arriesgadas, las cuales aumentan el balance positivo de un filme dispar en desarrollo. Llega un momento en que uno se cansa de la mediocridad del cine actual. Antes las películas eran totalmente buenas o totalmente malas; hoy, en cambio, los filmes parecen acolchados de retazos, compilados de escenas rodados por diferentes directores y creativos. Ahora vemos una secuencia formidable y, en la siguiente, tenemos un horror intragable que parece salido de una pelicula clase Z. Digo: antes, los artesanos eran parejos en la calidad del desarrollo de sus productos. Ahora es como si precisaran un tutor, un segundo director que pudiera observarles las pifias de su rodaje, el cual tuvo momentos tremendamente inspirados. Yo creo que el grueso de esta gente viene de una generación influenciada por la MTV y Akiva Goldsman: individuos acostumbrados a historias intensas pero resumidas en cinco minutos, saturadas de poses y frases rimbobantes, pero que no les alcanza las perspectiva para ver cómo se desarrolla una historia a lo largo de 90 minutos y con paridad en cuanto a la calidad de la narración. Aquí Marc Webb - de 500 Días sin Ella, o sea que sabe cómo narrar una historia con denso desarrollo dramático - hace grandes méritos con lo que tiene a mano, lástima que los libretistas no están a la altura del desafío - arrancan bien, se pierden en el camino, no saben cómo aplicar el nudo del final -, y terminan por opacar una historia plagada de virtudes, la mayoría de los cuales no les pertenece. - See more at: http://www.sssm.com.ar/arlequin/sorprendente-hombre-arana2.html#sthash.L0WkQ74N.dpuf
Las ocho patas de la justicia. Ya lo cantaba Frank Sinatra: “Spiderman, Spiderman, does whatever a spider can” y no nos queda duda de que el álter ego desinhibido de Peter Parker, es el héroe favorito de la ciudad de Nueva York. Contando la trilogía de Sam Raimi, ya van cinco películas del superhéroe azul y rojo creado por el gran Stan Lee. Sin embargo, lo nuevo del Hombre Araña no hace más que alejarse del estilo que Tobey Maguire le había impuesto a este personaje. Son días importantísimos tanto para Peter Parker (Andrew Garfield) como para Gwen Stacy (Emma Stone). Ha llegado el momento de la graduación, lo cual implica adoptar nuevos rumbos. Si no contamos su complicada relación con el arácnido, para Gwen resulta bastante fácil, ya que es un cerebrito sin fondo que rápidamente conseguirá una beca universitaria para asistir a una de las mejores instituciones. Pero en cuanto a Peter… El joven apenas logró aceptar el asesinato de su tío Ben, como para ya tener que hacer malabares entre su identidad secreta y su tía May, quien está teniendo bastantes complicaciones para controlar la vida de su sobrino. Mientras tanto, el único heredero de los Parker sigue molesto con sus padres, que lo abandonaron cuando pequeño, y sin explicación aparente. Pero desde que nuevos y poderosos villanos azotan su ciudad natal, Peter no hará otra cosa que guardarse sus problemas mundanos en el traje de Spider-Man para salir a enfrentar a esos peligrosos enemigos y devolverle a los neoyorquinos la tranquilidad que hace rato venían reclamando. 2 Es ese uno de los mejores rasgos de esta nueva película de la Marvel; el superhéroe se olvida de sus rollos cotidianos una vez que entra en el ajustado traje de lycra y deslumbra a todos con su ágil capacidad para resolver los problemas de vida o muerte que le competen no sólo a él sino también a una ciudad entera. Hay que reconocer que este nuevo Peter Parker es mucho más fachero y seguro de sí mismo que el anterior, lo cual le da un encanto tan particular que no nos importa el desborde de efectos especiales que hacen ver a la película como un cómic dibujado (literalmente). Las dos némesis de esta entrega se componen de Electro (Jamie Foxx), un empleado de la Oscorp cuyo único deseo en la vida era dejar de ser ignorado por todo el mundo, y tras sufrir un accidente de laboratorio en el día de su cumpleaños, convertirá su fanatismo por ‘Spidey’ en una herramienta de odio. Y del famosísimo Duende Verde; así es, Harry Osborn –heredero millonario de Industrias Oscorp- is back! Lejos de parecerse al personaje que supo interpretar James Franco, Dane DeHaan nos presenta un villano con una personalidad muy marcada, y que será la clave en el desenlace de la película. 3 El Sorprendente Hombre Araña 2: La Amenaza de Electro (The Amazing Spider-Man 2, 2014), no es ninguna novedad; es decir, hay conflictos en las calles de la ciudad y el afamado héroe deberá salir a resolverlos. El film entretiene durante sus 142 minutos ‘en el aire’, y Marc Webb -su director-maneja el drama, el humor y la acción sin límites, con una muñeca sorprendente (¡Ja!). Yo le digo SI a este nuevo y osado Hombre Araña… ¿Ustedes?
Hace apenas unos días se estrenó The Amazing Spider-Man 2, una nueva entrega de la segunda trilogía - previo reinicio - de uno de los héroes más emblemáticos del mundo de los comics. La popularidad de Spider-Man es innegable ya que mientras Batman, por ejemplo, se destaca por ser un héroe mortal, Spidy resalta por ser un héroe humano, lo que sugiere una insondable diferencia. Sin embargo, no es el arácnido de la gente el que vemos en esta oportunidad. La película, nuevamente dirigida por Marc Webb, nos sitúa un par de años después de los acontecimientos de la primera, viendo la eterna subtrama del personaje, que narra el desequilibrado esfuerzo de nuestro protagonista por ser Spider-Man y Peter Parker al mismo tiempo. Se nos presenta muy lentamente a los personajes que jugaran roles importantes en la historia, se nos presentan los primeros conflictos y, como si fuera un terreno con declive, luego se deja que las cosas avancen por si solas siguiendo un evidente rumbo hacía una anunciada conclusión. La película tiene dos grandes problemas innegables y un compendio de desprolijidades que, mientras definitivamente se encuentran ahí, podemos llegar a discutir cuan relevantes son en términos de afectar al film. En primera instancia - y como ya es moneda frecuente - todas las escenas que significan algo fueron mostradas por completo en el trailer, logrando que la excesiva duración de 142 minutos se sienta forzada en varios momentos, tornando insoportables todos aquellos donde Andrew Garfield no está en pantalla, ya que sin él o Emma Stone, el tedio no se sostiene. El resto de los personajes son caricaturescos y no en un sentido de historieta, recordándonos actuaciones como las de Kevin Spacey como Lex Luthor o Jim Carrey como El acertijo y entregando la peor actuación hasta el momento de Dane DeHaan, quien había demostrado madera de villano en Chronicle, pero acá deja mucho que desear. A su favor, eso se puede llegar a deber a la violenta edición que hubo que realizar para que la película se mantuviera PG-13, pero en todo caso, es un detalle que deberían haber pensado de antemano. El segundo problema es que, por más que el director al día de hoy lo niegue, toda la película es un preámbulo para el próximo a estrenarse universo extendido de Spider-Man. Teniendo en vistas la película de los Seis Siniestros y Venom - que a priori suenan muy interesantes visto y considerando que serían films protagonizados por villanos - esta entrega no hace más que allanar el terreno para las mismas, quitándole toda relevancia al aquí y ahora. Es decir, los sucesos de la película tienen consecuencias, pero ninguna en esta misma película. Si se me permite la referencia fácil, es como si se tejiera una tela de araña, pero todos los cabos estuvieran sueltos. Por un lado, no sabemos cómo terminará cada intersección a futuro y por otro lado, al no estar atados estos cabos, la película no se sostiene por sí sola. Lo único auto conclusivo de la película es una historia acerca de los padres de Peter que mientras revela un punto importante de lo que es la historia de Spider-Man, se podría haber relatado de una manera mucho más rápida. Por el lado de las desprolijidades, que siempre son subjetivas, los diseños de personajes son medio pelo - a excepción del a armadura de Rhino - y la musicalización deja bastante que desear, incluyendo canciones con letra en medio de conversaciones, obstaculizando los diálogos que se supone que nos están poniendo en situación. Si a esto le sumamos varios errores de continuidad, termina resultando trabajoso sumergirse en la película y dejarse llevar por la fantasía. De todos modos, no todo es un desperdicio. Las escenas de acción están realmente bien filmadas - por más que la gran mayoría sean generadas por computadora - y la película lleva muy bien ese "ambiente de Nueva York" que siempre tuvieron los comics, que lo ponen a uno en contexto aunque jamás haya pisado la ciudad. Lamentablemente, quitando esto y a los protagonistas, no mucho más se puede decir de este largometraje que hubiera sido mucho más tolerable como una mini serie introductoria de las películas por venir, que en el formato que nos es presentado. The Amazing Spider-Man 2 no nos deja otra alternativa que calificarla como una decepción sólo mejorable por una tercer entrega que cumpla con lo que la segunda promete y una candidatura a rotar incansablemente por los canales de aire el próximo verano. Lo Mejor: Andrew Garfield nació para ser Peter Parker. Lo Peor: Quiere condensar el desarrollo de una saga completa de comics, en una sola película.
Bastante menos sorprendente... Debo decir que este nuevo proyecto de reboot del héroe arácnido me viene decepcionando BASTANTE. La primera película de la nueva franquicia no era una maravilla ni cambiaba demasiado con respecto a lo que pudimos ver en la saga de Sam Raimi, pero tenía al menos más frescura y proponía un buen porvenir, en cambio esta segunda parte se estanca totalmente y transmite la sensación de que hacia adelante no habrá mucha más evolución que seguir metiendo y metiendo una gran cantidad de villanos bobos y más explosiones. Ver algunas películas de superhéroes de gran calidad como "The Dark Knight", "Watchmen" o "The Avengers" te hacen dar cuenta de lo flojas que pueden ser otras de este sub género, más allá de la mirada bonachona y nostálgica que le solemos dar por nuestro ñoño interior que quería que el resultado fuera genial. La primera impresión que me dio la película cuando comencé a verla ya fue floja, pero a medida que iba avanzando el metraje e iban apareciendo las contrapartes que debían enfrentarse al Hombre Araña me fui desilusionando cada vez más. En su afán de gestar el comienzo de los "6 Siniestros", el director Marc Webb se olvidó de la trama central de este film y se enredó demasiado tratando de unir todas las historias e ir presentando los nuevos villanos (a la velocidad de la luz y muy torpemente). El personaje de Harry Osborn-Green Goblin (Dane DeHaan) aparece de la nada como un viejo amigo de Peter Parker y se propone una interacción de amistad entre ambos que no llegamos a comprar en ningún momento del film. Nunca me llega a convencer de que son grandes amigos y que enfrentarse en batalla les generará un conflicto emocional, lo cual luego nos quieren hacer creer como parte del nudo de la trama. Luego tenemos a Electro (Jamie Foxx)... el que sería el villano principal del film. Su personaje es por momentos demasiado exagerado e infantil, caricaturizando de cierta manera al original, aunque a mi gusto es el que mejor sale parado. Por último está Rhino (Paul Giamatti) que casi no aparece y cuyo rol es demasiado pobre y clicheroso. El acento de inglés-ruso que le hicieron imitar a Giamatti es sencillamente estúpido y da vergüenza ajena. Hay algunos momentos de tensión buenos pero son muy pocos. A su vez, los acontecimientos sucedidos dan a entender que la tercera parte será bastante más oscura que esta, pero como dije anteriormente, esto no garantiza que sea mejor a lo ya visto. Creo que lo mismo que le sucedió a Raimi con la tercera parte de su saga, que se volvió demasiado infantil, le está sucediendo a Webb y debería tratar de no cometer el mismo error. "El sorprendente Hombre Araña 2" no es un pésimo entretenimiento, pero no es la superación que esperábamos de este reboot. Sólo para los super fanáticos de las aventuras del arácnido.
Después de las producciones del superhéroe arácnido que lo tienen como protagonista a Tobey McGuire, los popes de los estudios decidieron hacer borrón y cuenta nueva con todo lo que ya se había hecho y empezar otra vez de cero. Diferente actor, también nuevo elenco, un planteo más estilizado, pero a Peter Parker había que darle la oportunidad de revivir (como si se tratara de esas comedias donde se puede comenzar el mismo día una y otra vez) su historia desde el inicio, o sea desde que uno de esos insectos lo picó en la nuca otorgándole la oportunidad de cumplir el sueño del pibe: pasar de ser un don nadie a ser un salvador enmascarado con grandes poderes. Andrew Garfield, el elegido para esta "resurrección" titulada El sorprendente Hombre Araña, se las rebuscó para darle un toque distinto al personaje (más canchero, entre tímido y superado) y el filme tuvo críticas dispares. Sin embargo, alcanzó números suficientes como para llegar a una saga, la segunda entrega de este remozado héroe bajo el subtítulo de La amenaza de Electro. Había más. El nombre de esta flamante cinta ya da uno de los elementos importantes de un argumento que en esta oportunidad suma muchos. Electro (Jamie Foxx) es la amenaza más poderosa a la que debe hacerle frente el Hombre Araña, y con el objetivo de darle a la trama un protagonista también metido en sus propios laberintos, aquí los fanáticos se van a enterar de más cosas que vuelven lo que antes era un universo un tanto simplón en algo un poco más complicado: el padre de Peter deja señas de su pasado y de sus investigaciones; la tía ingenua no lo es tanto; además de Electro hay un par de villanos más; la historia de amor con Gwen suena con pocas posibilidades (sin embargo es uno de los ejes de la trama); y la omnipresente corporación Oscorp se dibuja como la cuna de todos los males. Estas varias ramificaciones parecen atentar por momentos contra la narración, pero más allá de algunos altibajos la cosa termina funcionando. Por ahí anda también un Harry Osborne más andrógino (interpretado por Dane DeHaan). Como siempre ocurre en estas franquicias, sobre el final se dejan ver trazas para vislumbrar qué es lo que se viene en la próxima película. El sorprendente Hombre Araña 2 es una gigantesca máquina pochoclera que en casi dos horas y media cumple con su misión fundamental que es la de entretener al espectador. Que se podría haber logrado un producto mejor es cierto; que se eleva unos puntos por sobre su predecesora, también.
Un adolescente que debe ser héroe Todo en Hollywood se transforma, y se adapta a las nuevas generaciones. Quizás la gente que haya crecido con Spider-Man, leyendo los cómics o mirando los dibujos animados, se vea un tanto apesadumbrada ante la más reciente reinvención en 3D, realizada especialmente para los más jóvenes. Sin embargo, El Sorprendente Hombre Araña 2: el Poder de Electro quizás sea la versión más fiel al espíritu del personaje hasta el momento. La segunda parte de la saga de Marc Webb es un blockbuster con todas las letras: es un film de acción e hilarante a la vez, que logra unificar el humor con el drama y el mundo fantástico y sobrenatural del universo de Marvel. Creado por Stan Lee y Steve Ditko en los '60, Spider-Man fue uno de los personajes más populares de los cómics, adaptado a incontables versiones animadas, un musical que salió estrepitosamente mal y videojuegos, sin contar la saga para la pantalla grande de Sam Raimi, con Tobey Mcguire, que arrancó bastante bien con su primera película, pero que para la tercera ya había llegado a una muerte voluntaria. Es por eso que el reboot de Webb fue recibido con los brazos abiertos por los fanáticos de Spidey, y su primera parte fue un éxito, y eso a pesar de que el director tenía poca experiencia en el cine –realizó 500 Days of Summer, pero originalmente se dedicó a videoclips. El Sorprendente Hombre Araña 2 arranca develando algunos detalles de lo que pasó con los padres de Peter Parker (Andrew Garfield), y de porqué lo abandonaron con sus tíos cuando era tan sólo un niño. Volviendo al presente, Peter está tratando de manejar una vida complicada, que consiste en ser el justiciero enmascarado de Nueva York, graduarse del secundario y un romance que está destinado a terminar. Con Dane Dehaan como Harry Osborn y Jamie Foxx como Electro, la franquicia sigue acumulando talento inigualable: Dehaan es una estrella en ascenso que brilló recientemente en Kill Your Darlings como el manipulador Lucien Carr, y del ganador del Oscar Jamie Foxx no hay que agregar demasiado. Su interpretación del conmovedor y neurótico Max Dillon, cuya vida solitaria termina desencadenando a uno de los villanos más temibles del universo del Hombre Araña, es especialmente excepcional. Pero es la química entre Andrew Garfield y Emma Stone la que se gana todos los aplausos, y que lleva a la pantalla uno de los noviazgos más frescos y realistas –por más fantástica que sea la historia- de los últimos tiempos. Algo que hace al espíritu del film es también esa mezcla de saga taquillera, efectos visuales impresionantes, e incorpora un dejo del drama y el alma del cine más independiente. Es un engendro que esconde más de una sorpresa en sus más de 140 minutos. El Sorprendente Hombre Araña 2 es electrificante. Una prueba más de que Spider-Man trasciende las épocas y logra reinventarse, siempre manteniendo su esencia.
Una telaraña argumental Toda saga que comienza bien encuentra su gran oportunidad en la segunda parte, cuando los personajes principales ya han sido presentados exitosamente. Sin ir más lejos, la no tan lejana Spiderman 2, de Sam Raimi, ha sido para mí una de las mejores películas de súper héroes de la historia del cine. Esta temprana remake, a cargo de Marc Webb, es una buena película, aunque quizás no tanto como su antecesora, y lejos está de ser comparada con la obra maestra de Raimi. The Amazing Spiderman 2 es una telaraña argumental, y allí radica su debilidad. A diferencia de la entrega original vista en 2004, donde el guion era llano y simple, pero contundente, la narrativa de esta propuesta es altamente compleja. Quizás de forma muy pretenciosa, Webb quiso componer una obra épica con múltiples protagonistas y no sólo contar la historia de Peter Parker, sino la de otros 3 personajes. No sólo eso. En esta entrega, la propia historia de Peter Parker es infinitamente más entreverada de lo que supo ser una década atrás, lo que consume recursos narrativos y tiempo de filme. El resultado, por lo tanto, es un desbalance. The Amazing Spiderman 2 brilla por momentos, sobre todo en las secuencias de acción, pero no logra consagrarse en su totalidad, dada la desproporción existente entre la narración y el entretenimiento. De alguna manera, esta entrega del hombre araña incurre en los mismos errores que la caótica Spiderman 3 de Raimi, aunque en esta oportunidad el resultado haya sido mucho mejor, gracias a un quion más elaborado y mejor pensado. Es una buena película, entretenida y por momentos impactante, que no alcanza la consagración por ser excesivamente pretenciosa en materia argumental. No será tan buena como la primera, pero sin dudas merece verse.