Como prácticamente todo el film se sostiene en saber quién es Alexander, no hay otra cosa que te mantenga intrigado, así que si alguien te llega a decir quien es realmente él, la película pierde todo el interés. De todas formas hay algo bien hecho en el relato que hace que apenas lo adivines...
Salt reloaded Menos de seis meses después del estreno de Agente Salt (Salt, 2010), Angelina Jolie sigue en el rol de femme fatale perseguida por el servicio secreto de turno en El turista (The Tourist, 2010) , esta vez enloqueciendo hasta la médula al pobre visitante norteamericano que interpreta Johnny Depp. Lejos del desastre de proporciones épicas que la prensa internacional vaticinaba, el debut en Hollywood del alemán Florian Henckel von Donnersmarck (La vida de los otros, 2006) es una sobria comedia que, como nunca antes, reconoce la belleza enorme de Jolie. El pobre de Frank (Depp) intenta reparar el corazón roto después de su reciente viudez recorriendo las principales urbes europeas. En el tren de París a Venecia conoce a Elise (Jolie), con quien inicia un juego de seducción que culminará en un elegante hotel italiano. Pero ella tiene otras intenciones. Perseguida por el servicio secreto norteamericano, Elise tratará de hacerles perder la pista mientras busca su verdadero objetivo. Difícilmente sea fruto de la casualidad los estrenos de Agente Salt y El turista separados por menos de seis meses. Los papeles casi calcados de Angelina Jolie, sibilina, parca, de magnetismo físico inconmensurable, son producto de que la industria norteamericana comienza a darle el lugar que mejor le sientan a sus curvas mortales. La diferencia entre ésta y su virtual predecesora –además de las connotaciones políticas y el apego por la acción desenfrenada- radica en la validación cinematográfica de la tendencia. Como pocas veces en la filmografía de la hija de Jon Voight, El turista está atravesada por la magnificación de su figura mediante la obnubilación de los personajes que conforman el cuadro: todos se dan vuelta para verla, todos abren sus bocas incrédulos ante su paso. Esa aceptación de la figura femenina ubican a esta historia de persecuciones entrecruzadas (Elise está de novia con un banquero corrupto al que busca la policía y la mafia; Frank tiene la desgracia de parecerse) en un lugar mucho más lúdico y feliz que la supuestamente lúcida y feliz Duplicidad (Duplicity, 2009). Lo que allí era todo cálculo y premeditación para rumbear la trama hacia el cancherismo grácil, aquí es burbujas y leve, como si von Donnersmarck supiera que el espectador sabe que posiblemente nada salga demasiado mal, que todo se puede doblar pero jamás romperse.
Perseguidos en Venecia Refinada y con más intriga que acción, la película protagonizada por Johnny Depp y Angelina Jolie está dirigida por Florian Henckel von Donnersmarck y se desarrolla en los bellos parajes venecianos. Desde el comienzo vemos a Elise (Jolie) una seductora y misteriosa mujer que se pasea por la pantalla, toma el té de las cinco y recibe una carta. También en su camino (más precisamente en un tren) se cruzará Frank (Depp), un turista americano, profesor de matemáticas, que viaja a Italia para tratar de recuperarse de un fracaso amoroso. El director no da demasiadas pistas sobre los personajes sino hasta promediar la historia. Lo único que se sabe es que ambos son perseguidos y ya se sabrá por qué. El relato los sumerge en una atmósfera de espionaje, agentes secretos y mafiosos que quieren cobrar venganza. Y el director tensa la cuerda del misterio con corrección y buen gusto, jugando también con el cambio de identidades. Entre barcos y azoteas, hoteles de lujo y alta tecnología, la película hace gala de sus intérpretes y coloca a Jolie y Depp en el ojo de la tormenta, bien secundados por Paul Bettany (un incansable perseguidor). Y la trama también se guarda algunas sorpresas.
Tanta belleza para tan poco cine... Dicen que Venecia es una de las ciudades más bellas del mundo. Dicen también que Angelina Jolie es una de las actrices más sexies y fotogénicas del planeta (para mí no lo es tanto, pero no es éste el ámbito para un debate en ese terreno). Y aseguran muchísimas mujeres (no sé qué dirán los gays) que Johnny Depp es uno de los galanes más seductores e irresistible del planeta. Pues bien, cuesta entender, entonces, cómo con los canales y el lujo veneciano de fondo más el aporte de una pareja hiper taquillera como esta, el alemán Florian Henckel von Donnersmarck (el mismo de la exitosa La vida de los otros) haya concretado un thriller romántico sin suspenso ni tensión, ni química ni erotismo. El guión -permítanme la analogía algo obvia- hace agua y se hunde como la ciudad que le da marco: hay unos cuantos misterios dando vuelta, pero el relato es tan chato que al poco tiempo importa bastante poco quién es quién (y quién engaña a quién) y el destino de los cientos de millones de dólares en juego. Que Angelina -en plan femme-fatale pero con su cara siempre fruncida y su actitud seductora demasiado impostado- podría ser cómplice de una confabulación o una agente secreta, que Johnny -incómodo en un papel contenido- podría ser el torpe turista del título o un brilante estafador, que los mafiosos ingleses y rusos pueden ser muy violentos, que la policía inglesa (y la italiana) puede ser bastante inoperante... Nada de eso adquiere el más mínimo interés en este inverosímil relato que resulta un sucedáneo siempre menor de la saga de James Bond, de la del agente Jason Bourne, de la de La gran estafa, de Sr. y Sra. Smith o del viejo y querido thriller hitchcockiano de Para atrapar al ladrón. La película no sólo es chata, también luce avejentada. Y no es sólo porque intente rememorar al cine clásico de espías, sino porque no encuentra nunca el tono. Es demasiado solemne para funcionar como comedia (además, nunca se atreve a incursionar en la sátira, a jugar con el absurdo, a trabajar la ironía) y es demasiado blanda, demagógica, previsible y condescendiente como para hacerlo en el terreno del buen noir. Así, El turista resulta un film completamente fallido, casi al borde del ridículo. Habrá quienes vayan al cine atraidos por los escenarios, por sus carilindos protagonistas o por los antecedentes del director, pero estoy convencido de que la inmensa mayoría saldrá bastante defraudada por una propuesta que, más allá de cualquier análisis teórico, de tecnicismos o de elaboraciones intelectuales, no cumple con casi nada de lo que prometía ni siquiera en plan de entretenimiento liviano, superficial y llevadera.
Para atrapar a un ladrón... aburrido Hace un par de años atrás Francis Ford Coppola vino a la Argentina a vender sus vinos, comprar propiedades, disfrutar un poco del paisaje nacional y según dicen, también de las mujeres que nos rodean. ¡Ah! De paso y como excusa filmó una película, supuestamente autobiográfica, a desganos, con poco sentido estético y desperdiciando a un elenco internacional cotizado que ha hecho muchos mejores trabajos que este. Sí, la película era Tetro. Un verdadero dolor para los ojos y oídos de los espectadores. A lo que voy, es que esta experiencia miserable, solo sirvió para que el director de El Padrino la pasara bien en nuestro país mientras tanto. Parece que a Florian Henckel von Donnersmarck, después de ganar el Oscar por La Vida de los Otros, le pasó algo similar. Graham King, renombrado productor de Hollywood le ofreció la historia más tonta que tenía en carpeta, le pidió que la filme con el Depp y la Jolie, acaso pensando que esta combinación atraería gente simplemente para verlos a ambos juntos por primera vez, y trasladaron a todo el equipo a Venecia para filmarla. Parece que el director alemán de 37 años quedo enamorado de la ciudad italiana pero se olvidó de dirigir la película y por lo tanto el resultado final es un film en piloto automático, insípido, ausente de algún sentimiento, de alguna emoción. Inclasificable por el simple hecho, de que realmente no es una comedia, no es un thriller, no es una obra romántica. Para ser honestos, es nada. Cuando los mismos actores, carecen de expresividad. Cuando el protagonista no cambia su rostro de monotonía durante la hora y media que aparece en pantalla, cuando la diva de turno solo guiñe y apenas mueve los labios hay algo que no funciona. No se trata de austeridad, no se trata de interpretaciones introspectivas. Se trata de falta de vida. No soy un fanático de ninguno de los dos intérpretes, pero considero que ambos han hecho en el pasado algunas actuaciones que justifican su fama. Depp es un clown natural, uno de los pocos que existen en el cine mainstream, pero cuando se hace el serio no provoca una sola risa. Jolie en cambio tiene una registro de actuación más amplio. Comparemos estas películas que solo toman su superficial belleza con las verdaderas grandes actuaciones de su carrera, como El Sustituto o Un Gran Corazón y vamos a entender, que la hija de Jon Voight no solo es dos ojos lindos, labios pulposos, cuerpo voluminoso y esposa de Brad Pitt. El Turista se basa en la película Anthony Zimmer de Jerome Salle, interpretada por dos grandes actores franceses como lo son Sophie Marceau (Corazón Valiente) e Yvan Antall (Partir). La adaptación llevada a cabo por mismo Donnersmarck, después de dos versiones que parece que no fueron demasiado satisfactorias, de parte de los prestigiosos ganadores del Oscar (esto siempre trae “prestigio” ¿no?), Christopher McQuarrie (Los Sospechosos de Siempre, Al Calor de las Armas, Operación Valquiria) y Julian Fellows (Gosford Park, La Joven Victoria) cuenta la “historia” de Elise (Jolie), la esposa de Alexander Pierce, un ladrón que le ha robado millones de dólares a un mafioso inglés (Berkoff) y es buscado por el mismo y sus guardaespaldas rusos, a la vez que por Scotland Yard por deber más millones de libras en impuestos. Elise es vigilada por el Inspector Acheson (Bettany). Un día recibe una carta de su esposo comentándole que se ha hecho una cirugía total de su rostro y que para perder el rastro de sus perseguidores elija a un “turista” en un tren rumbo a Venecia para que la policía piense que Pierce es él. Así es como Elise elige a Frank (Depp) un profesor de matemáticas como su presa. Frank se enamora rápidamente de ella, y queda envuelto en medio de las persecuciones entre el gángster, los matones rusos y Scotland Yard. El problema de este argumento es que realmente, en el medio, no hay ningún tipo de desarrollo. Los diálogos son vacuos y las decisiones de los personajes carecen de verosimilitud. Al final, con una línea de diálogo todo se resuelve y queda claro, pero en medio, el resto es artificialidad y tedio. Entre la solemnidad y la pretenciosidad, el director no acierta en la creación de climas. Las escenas de acción carecen de tensión y emoción, un claro error de montaje. El humor no aparece (los chistes con el idioma son ingenuos y anticuados) y las escenas románticas parece forzadas. Además el final es previsible. Pero el principal error es la pareja protagónica. No existe química entre Depp y Jolie. No hacen buena pareja. La fórmula no sirve. Y aparentemente, nunca ambos se sintieron más incómodos en un rol y con otra persona. ¿Por qué no eligieron a Brad Pitt esta vez? En el reparto aparecen brillantes actores europeo desperdiciados como Timothy Dalton, Alessio Boni (el de La Mejor Juventud), Steven Berkoff y Rufus Sewell. El único que realmente aparece centrado y convincente Bettany, que sin dar una gran interpretación, al menos divierte mínimamente. Si Donnersmarck quiso realizar una comedia de ladrones fina, elegante, con más romance y humor que tiros, pero sin llegar a los escatológico, no le salió. El problema es la falta de ingenio del guión, escenas monótonas y poco desarrollo de los personajes. El director podría haber tomado de modelo, la saga de La Gran Estafa, El Caso Thomas Crown (ambas versiones), pero en cambio decidió elegir a Hitchcock. Pero el maestro fue un solo, y cada vez que se quiso plagiar, el resultado fue decepcionante. Aquí, parece haberse inspirado en Para Atrapar a un Ladrón (1955). Sin embargo, de la hermosa película con Cary Grant y Grace Kelly (ahí sí había química, humor, romance y suspenso) solo quedó una escena plagiada (la mejor de la película, de por sí) cuando Depp, emulando a Grant se escapa por los tejados de Venecia en pijamas y termina cayendo en un feria de frutas, generando la confusión de la policía. Esto mismo le sucedía al protagonista del film de Hitchcock. Venecia es hermosa, sin dudas, y tener a Johnny con Angelina como guías turísticos es un gran honor. Pero, por favor, saquen la película que está en el medio… porque molesta.
A pesar de que está bajo vigilancia y lo sabe, la muy presumida Elise no hace nada por pasar inadvertida: se viste y maquilla como una modelo, camina por las calles de París como si fueran pasarelas y adopta un afectado aire de misterio y seducción que podría ser irresistible si no estuviera tan cerca de la caricatura y podría resultar cómico si Angelina Jolie pusiera en su composición gracia y ligereza en lugar de la postiza sofisticación de un aviso de cosméticos. No es sólo responsabilidad de la actriz. En realidad, Florian Henckel von Donnersmarck, que llegó a la dirección de El turista tras la deserción de otros realizadores, tampoco le encuentra el tono al thriller humorístico y comete el pecado de narrar más o menos en serio y a veces hasta con cierta parsimonia poco aconsejable para una comedia una historia que se basa en el disparate y necesita de él. Sin chispa ni brío, y con un par de protagonistas que no se divierten con sus papeles (al contrario, parecen sentirse bastante incómodos, cuando no despistados), el entretenimiento se malogra y sólo ofrece bellas imágenes de los canales y los palacios venecianos, ciertos momentos de acción y esporádicos aciertos cómicos en las líneas de diálogo. En el fondo, se trata de la cacería de un ladrón que se ha quedado con el dinero de una operación ilegal y ha desaparecido sin dejar rastros. La única que puede tener algún contacto con él es su amante, la misteriosa dama de París. Siguiéndola, a ella y al ingenuo compañero circunstancial que conoció en el viaje, todos (la policía británica y la italiana, los mafiosos robados) van a parar a Venecia, lo que no deja de ser una ventaja para el espectador. Hay persecuciones, tiroteos, muertes y torpezas (de parte de los perseguidores) presuntamente graciosas. También hay algo de romance, que para eso están ahí Angelina y Depp, y algún tufillo a viejo film de 007, aparte de la presencia de Timothy Dalton. La intriga es más bien módica y la "sorpresa" del final, poco sorpresiva. A pesar de las firmas cotizadas -además del cineasta alemán ( La vida de los otros ), participaron del libro Christopher McQuarrie ( Los sospechosos de siempre ) y Julian Fellowes ( Gosford Park )-, el guión no abunda en ingenio ni atiende demasiado a la coherencia. Razón de más para que se hiciera indispensable ese toque de absurdo que a Henckel von Donnersmarck le resultó más escurridizo que el ladrón de su cuento.
Un thriller ligerito, pero que logra entretener El director de La vida de los otros debuta en Hollywood con un film que encuentra sus méritos en no tomarse demasiado en serio. Y en los encantos de Angelina Jolie y Johnny Depp, obviamente, aunque no transmitan ninguna química entre ellos. Hollywood se ha nutrido desde siempre con el talento de artistas del mundo entero, que tras ser profetas en su tierra son tentados por la industria del cine más poderosa del planeta. En la mudanza al valle de California, algunos consiguen superar la presión de supeditar el arte al negocio, y otros acaban empeñando el mucho o poco prestigio que hasta allí hayan conseguido por su cuenta. En ese contexto, el caso de Florian Henckel von Donnersmarck es de manual. Luego de arrasar con casi cualquier premio que se le puso delante con su ópera prima La vida de los otros (incluyendo el Oscar a Mejor Película en Lengua Extranjera en 2007), el alemán fue tentado para ir a jugar en las grandes ligas y el resultado de esa incursión es El turista, un thriller muy ligerito en varios sentidos. A pesar de encontrarse a años luz del nivel alcanzado con su debut (que aunque es un gran film y cuenta con una labor protagónica notable del fallecido Ulrich Mühe, tiene algunos costurones evidentes) y sin ser un clásico del género, El turista resulta una experiencia efectiva en tanto consigue mantener entretenido al espectador a lo largo de la proyección. Un signo de los tiempos que contiene El turista es la elección de escenarios europeos para recibir el desarrollo de una narración que, de algún modo, remeda las viejas historias de espías donde alguien era perseguido por los servicios de seguridad de distintos países. No hace falta escribir una lista de las películas que en los últimos diez años se sostienen en esta misma premisa; alcanza con mencionar la trilogía Bourne, tal vez la responsable de reimplantar con éxito este molde. Todo comienza con una escena en la que Elise (Angelina Jolie) camina por una angosta callecita francesa, seguida a escasos diez metros por una camioneta que en su anónimo color negro no puede ocultar su naturaleza policial. Elise parece no prestar atención ni a la camioneta ni al silencioso despliegue de observadores que la rodea cuando se sienta en la mesa de un bar ubicada en la vereda, tal vez para facilitar la tarea de ese ejército de voyeuristas. Esta escena de apariencia trivial es clave para entender cuál es el juego que propone Von Donnersmarck. En primer lugar, alertar al espectador: en ese ridículo dispositivo de vigilancia hay más de parodia que de pretensión realista y enseguida llegarán otros indicios que lo confirman. Para empezar, el personaje de Jolie será el deliberado blanco de todas las miradas de la película, desde los policías de Londres, París o Venecia, pasando por cada extra hombre o mujer que se cruce con ella. O el breve homenaje a Contacto en Francia que representa la escena en que ella burla a sus perseguidores en el subte. O la forma en que la policía reconstruye esa carta que Elise recibió y quemó por consejo del remitente, recursos sutilmente revestidos de seriedad, pero que no dejan de recordar a los métodos de Control en la eterna batalla con Kaos. En la carta alguien le pide a Elise que viaje a Venecia y que en el tren despiste a sus posibles vigilantes, eligiendo la compañía de alguien de contextura similar a la de quien le escribe. El elegido será Frank Tupelo (Johnny Depp), un profesor de matemática norteamericano, fanático de las novelas baratas de espías (otro guiño), quien de inmediato quedará fascinado con la mujer. El truco funcionará a medias: al principio la policía cree que Tupelo es Alexander Pierce, un peligroso delincuente financiero a quien intentan atrapar siguiendo a Elise. Pero aunque luego nota el error, ya es demasiado tarde para detener los rumores. La noticia llega a oídos de Shaw, un banquero mafioso a quien Pierce estafó, dispuesto a cobrarse el chiste a como dé lugar. Esa confusión y el progreso de la relación que comenzará a ligar cada vez más a Frank y Elise motorizarán lo que queda de la película. Aun con las pistas burdas que el guión va plantando (la mención a Jano, el famoso dios romano de dos caras, es un buen ejemplo) y a sabiendas de que tal vez El turista sea más una excusa para pasar unos días en Venecia (algo así declaró Angelina a una revista) que un film del cual enorgullecerse, el resultado final no deja de ser moderadamente entretenido. Si se consigue reconocer que El turista nunca se toma a sí misma demasiado en serio, y a eso se le suman los encantos de Jolie y Depp (que aunque no transmiten química alguna en su interacción, no dejan de ser dos intérpretes eficientes), se estará en condiciones de disfrutar de esta película. Aquellos que no se crean capaces de ese moderado esfuerzo, mejor que elijan ver otra cosa.
Sopor en Venecia La única sorpresa que puede generar esta remake norteamericana de la original francesa El secreto de Anthony Zimmer (Jérôme Salle, 2005, protagonizada por Sophie Marceau e Yvan Attal) es sin lugar a dudas la escasa recaudación de taquilla (costó 100 millones y todavía no llega a recuperar ni la mitad) desde lo que en apariencia hubiese sido un boom por contar nada menos que con dos figuras convocantes como Angelina Jolie y Johnny Depp entre sus filas. El turista se apoya en el modelo de la comedia de espionaje romántica, como podrá verse desde el vamos, pero la chatura de un guión elemental termina por desperdiciar todos aquellos elementos que pueden generar cierta atracción en un film: personajes bien construidos, situaciones de enredo o escenas de acción imponentes y una vuelta de tuerca menos previsible que la elegida en este caso. Tampoco la pareja protagónica aporta algo interesante para subir el nivel de la trama, ciñéndose pura y exclusivamente a las coordenadas del guión dejando en claro que su preocupación no era otra que cobrar un abultado cheque. Otro despropósito lo constituye la convocatoria del director Florian Henckel von Donnersmarck, quien había participado nada menos que en la laureada La mirada de los otros. Este coqueteo con Hollywood lo perjudica porque su dirección roza lo básico e incluso a veces parece desganada. La historia es sencilla: Elise (Angelina Jolie) intenta despistar a Scotland Yard, encabezado por Paul Bettany y un par de secuaces, que viene siguiéndole el tranco para atrapar a su amante Alexander Pearce, un ladrón que se alzó con el botín de un mafioso ruso (que por supuesto también lo persigue). Recibe una carta del misterioso Pearce, quien la cita en Venecia y le pide que se busque un señuelo para que lo confundan con otra persona. La victima de turno será un turista norteamericano (Johnny Depp), a quien la mujer seduce de inmediato durante el viaje en tren hacia Venecia. Así las cosas, el ingenuo norteamericano se verá involucrado en una aventura soporífera para el espectador donde es blanco tanto de la mafia rusa como de los agentes británicos, sin saber que todo eso forma parte de un plan de Elise. El simplismo de la trama, que no acierta en lo más mínimo en el humor ni en las escenas de supuesta acción, recurre a las postales de Venecia como si se tratara de un folletín turístico; recurso habitual en este tipo de películas que no saben a dónde quieren llegar. Al juzgar por el resultado final quedan en claro tres cosas: el elenco la pasó de maravillas paseando por Italia; Johnny Depp suma una mala película a su filmografía y Angelina Jolie una candidatura a los Globos de Oro inexplicable; y por último, el público debería aprender que los nombres estelares no siempre garantizan calidad.
En la pasarela, Angelina Una misteriosa y elegante mujer es seguida por la policía. No la quieren a ella, sino al hombre con quien va a contactarse. Pero él y ella son astutos, planean todo para despistar a la autoridad. La idea es que ella confunda a la ley acercándose a un hombre de características similares al buscado, y lo hace, en un tren. El plan parece funcionar ya que el pobre hombre, un profesor de matemáticas estadounidense, comienza a vivir una aventura como aparentemente nunca vivió antes. Ella es Angelina Jolie, él es Johnny Depp, y juntos hacen una pareja que no logra química alguna. Ella pasea ante la cámara su lánguida y huesuda figura, sus labios morcillosos y el director la sigue, dedicándole más tiempo a la exhibición de los modelitos que luce la mujer de Pitt que a cuidar la trama, inverosímil de por sí. Depp hace lo que puede, como buen actor que es dice su letra, acompaña con el físico y trata de salir airoso en una película que nadie querrá recordar al momento de homenajearlo. Con vueltas de tuerca previsibles, sólo resta disfrutar del paseo por Venecia, gentileza de un director que mezcló a Bond con Fashion Tv y Travel & Living, obteniendo como resultado uno de los fiascos del año.
NO ALCANZÓ LOS OBJETIVOS La interesante conjunción de dos grandes personalidades, como Angelina Jolie y Johnny Depp, y la propuesta de unirlos en una comedia romántica de intrigas no consigue en El turista resultados a la altura de lo que pudo haber sido una fiesta. Las películas comerciales pueden tener un origen de exclusiva intencionalidad económica. Pero una cosa es el origen y otra muy distinta la realización del film. Johnny Depp, quien tal vez sea la estrella más taquillera de la última década, y Angelina Jolie, otra estrella gigante, juntos por primera vez en la pantalla grande. Excelente idea comercial con gran potencial cinematográfico. Ambos, ya se sabe, dos sex symbol de la pantalla, adorados por millones de espectadores en el mundo. Filmarlos en Venecia es también un interesante concepto que aporta su cuota de glamour para deleite del público. ¿Acaso no era placentero en el cine clásico ver, por ejemplo, a Grace Kelly y Cary Grant filmados en la Costa Azul por Alfred Hitchcock? Y al decir el nombre del director de Para atrapar al ladrón uno descubre qué es lo primero que falta en esta película, que tiene todo servido y no consigue, a pesar de algunos buenos momentos, dar en el tono adecuado. Lo que le falta es un rumbo estético y una mirada del mundo. El guión, pequeño e ingenioso, podría haber sido la base de una simpática y amable película, ligera pero placentera. El hombre común metido en una historia extraordinaria, un tema casualmente muy hitchcockiano y su encuentro con una misteriosa mujer perseguida por todo el mundo. Si hasta en un tren se encuentran, el medio de locomoción favorito de Hitchcock. Pero las películas, contrariamente a lo que algunos piensan cuando ven solo el dinero, no se hacen solas. Así, cada escena tiene todo para convertirse en algo bueno, pero se pierde irremediablemente. Angelina juega muy bien su papel, sin embargo, el director no supo cómo guiar a Depp por las complejas variables de guión de su personaje. Pero no es sólo culpa del director, la verdad es que el problema del film es que el hombre común no es tan común y por eso traicionan el costado más divertido de la película. A pesar de ser una superproducción internacional, algunas escenas resultan torpes y hasta baratas. Ni son una evocación artificial del cine clásico ya mencionado, ni son tampoco algo fácil de tolerar por un espectador actual. Si el director, conocido mundialmente por la famosa película La vida de los otros, ganadora del Oscar a mejor película extranjera, tuvo poco o mucho control del proyecto es difícil de saber. Sí queda claro que la mayor responsabilidad recae finalmente sobre sus hombros, más allá de que lo hayan dejado trabajar bien o no. Pero no hay que remitirse a la edad del oro del cine para buscar algo mejor que El turista. El año pasado se estrenó Encuentro explosivo, con Tom Cruise y Cameron Diaz, una disparatada y divertida película que, a diferencia del título aquí analizado, es fiel a un estilo, un tono y unos personajes. En su afán de sorprender, El turista remata con la misma falta de gracia con la que se desarrolla casi toda la trama, y más allá del carisma de los protagonistas –y algún buen chiste con el idioma-, hay que decir con decepción que este encuentro ha sido cualquier cosa menos explosivo. La realización de buenas películas no es soplar y hacer botella, requiere un poco más de inteligencia y sentido estético de lo que aquí se puede ver.
Dos viajeros con facha perdidos en Venecia Angelina Jolie y Johnny Depp protagonizan la segunda película de Florian Henckel von Donnersmarck, un film en el que a la dupla le sobra belleza pero le falta química. La trama gira en torno a un ladrón anónimo al que ella ama y él suplanta sin querer. Transcurrido aproximadamente un cuarto de “El turista”, Elise Clifton-Ward, personaje que encarna la cada vez más despampanante Angelina Jolie, le muestra a Frank Tupelo, interpretado por el carismático Johnny Depp, una medallita del dios romano Jano, que tiene dos caras. Entonces, comenta que es un regalo de su madre para recordarle que todos tenemos un costado bueno y otro malo, y que debemos aceptar esa dualidad en quienes amamos. Desde esa perspectiva, se vuelve difícil encarar un comentario certero sobre esta “remake” del film francés “Anthony Zimmer”, que se estrena hoy en las salas de cine. Primero, porque querido es su director, el alemán Florian Henckel von Donnersmarck, cuya ópera prima, “La vida de los otros” (Alemania, 2006), ganó un Oscar al mejor film extranjero en 2007 y es una de las películas más exitosas del cine alemán, al menos desde “La caída”. Segundo, y fundamentalmente, porque tanto Jolie como Depp son actualmente dos de los actores más cotizados de Hollywood y han hecho méritos para ganarse una butaca en la sala que es el corazón de las audiencias. Claro que lo antedicho se debe a que la expectativa generada por “El turista” no encuentra satisfacción al verla. En principio, porque al tándem Depp-Jolie le sobra pinta pero le falta química, aunque el diálogo que se da entre ellos sobre un tren rumbo a Venecia, cuando se conocen en el film, amague con ponerle calor al celuloide: Jolie camina por el pasillo del larga distancia y, siguiendo las órdenes de un amante prófugo, busca compañía; tumba miradas hasta dar con la distraída de Depp, un simpático profesor de matemáticas que fuma de un cigarrillo electrónico. Entonces, se sienta frente a él y le dice: “Invítame a cenar.” “¿Quieres cenar conmigo?” “No me lo preguntes.” “Cena conmigo.” “No me lo ordenes.” Y mientras la escena continúa, la sala se puebla de ratones. Marche un flautista de Hamelín... Sin embargo, es la falta de solidez del guión lo que la vuelve una película más para una tarde dominguera de DVD, en casa, que para un fin de semana en el cine. La sinopsis --ya era hora de aclararlo-- presenta a Elise, una mujer enamorada de un estafador anónimo, ex bancario que le roba unos cuantos millones de dólares a un gángster. Desde entonces, Alexander Pearce, el hombre misterioso, está prófugo, y es buscado no sólo por la mafia sino por la Interpol, que quiere cobrarse unos impuestos. Para desorientar la búsqueda de unos y otros, Pearce le ordena a Elise que elija en un tren a Venecia a un tipo cualquiera, para que los policías y los gángsters crean que ese tipo es él, post cirugía plástica, claro. Y la desafortunada víctima es Frank, un turista norteamericano que termina más involucrado en el asunto (y en Elise) de lo que debe. A pesar de algunos giros con gancho, esa debilidad en el texto de “El turista” hace que uno no sepa, a ciencia cierta, si se encuentra frente a una comedia romántica, una de acción, un drama, una de suspenso o un híbrido entre esos géneros, y ese es el intrincado dilema en el que cae incluso el confiable sitio web The Internet Movie Database. Como lo más fuerte viene por el lado del humor, con un Depp implicado en situaciones divertidas, la etiqueta andaría por el lado de la comedia. Incluso, por el del documental publicitario, debido al grato trabajo de fotografía sobre una Venecia deliciosa que incentiva las ganas de salir a vacacionar. Sobre todo, con Angelina de acompañante.
En Estados Unidos a los críticos les deben haber suspendido las medialunas, ya que no se explica de otro modo el ensañamiento que tuvieron con este estreno en las reseñas. El Turista está muy lejos de ser una obra maestra del cine, pero tampoco es esa película malísima que anunciaron los medios en ese país. No es para tanto. Se trata de una remake del film francés del 2005, Anthony Zimmer, que tampoco fue un peliculón memorable, pero era una propuesta entretenida con Sophie Marceau e Yvan Attal (Munich). Aquella producción se destacó por el trabajo de los protagonistas y en la versión hollywoodense ocurre lo mismo. Si disfrutás de Johnny Depp en el cine la vas a pasar bien con esta película porque él está muy bien y la trama ofrece un thriller con buenas dosis de humor. No es un film que requiera de un riguroso análisis intelectual. La película presenta una historia de policías y ladrones habilidosos, donde se destacan en roles secundarios Paul Bettany y Timothy Dalton, principalmente, más una pequeña participación de Rufus Sewell (Corazón de caballero). El director del apellido largo, que es conveniente limitarse a llamarlo por su nombre, Florian, hizo un gran trabajo retratando bellísimos paisajes europeos, especialmente en Venecia, que no deja de ser un personaje más en el film. El guión de Christopher McQuarrie (Los sospechosos de siempre) juega claramente con una historia de misterio que recuerda al clásico de Alfred Hitchcock, El hombre equivocado por el tema de las identidades cambiadas, y la verdad que brinda un entretenimiento decente. Depp es el que tiene a cargo con su personaje el humor en la trama y las mejores escenas de la película son todas las que aparece él, porque hizo a su personaje divertido con pequeños detalles, como el cigarrillo artificial. Sam Worthington, quien iba a protagonizar esta película y terminó reemplazado por Johnny, creo que hubiera estado más complicado con este personaje. Al menos me parece que hubiera sido menos gracioso. El Turista se deja ver y está bien para entretenerse un rato. El que busque ir a verla como un drama profundo para reflexionar sobre la vida se equivocó de estreno. A los críticos yankees definitivamente les pasó eso.
Como dos extraños Aunque parezca frívolo, no está de más aclarar la primera idea que todo el mundo asumió acerca de El turista: son sólo dos caras bonitas. Error. Bonita será Angelina Jolie y su boca siempre en pose, porque de Johnny Depp ya no podemos decir lo mismo. La belleza de Depp siempre fue su talento para componer personajes y, justamente por eso, aquí pierde ese encanto. Ahora sí, la historia. El turista quiere ser, a la vez, un thriller, una historia romántica, un filme de acción. Y de alguna manera lo logra, porque incluye los cligés de cada género: la escena con espías rusos y Scotland Yard, el beso a la luz de la luna, la persecución en autos. En realidad, en este caso es en lanchas, porque el escenario es Venecia, que también termina funcionando como escenario de receta rosa. Angelina Jolie es Elise, una femme fatal de molde, enamorada de un estafador a quien persigue tanto la policía como la mafia. Para confundir a ambos, ella les hace creer que su amado delincuente es un desconocido que conoce en un tren. Este hombre es en realidad un inocente turista, Frank (Depp), que termina enamorado de ella. Esta vez, Angelina abandona su heroína de armas tomar y apuesta todo a su costado de seductora Jessica Rabbit, rol que sabe llevar a cabo, mientras deja que la cámara invente nuevos ángulos para retratarla. Pero Depp, un actor que sabe reinventarse para las ficciones más artificiosas, aquí encarna a un hombre común, tan común que lo suyo se parece más a desgano interpretativo. Ni la fotografía de postal de los escenarios venecianos ni la música rescatan el filme de las aguas profundas en las que se mece. Tampoco lo hace la química entre ambos actores, que bien podría darle un atractivo magnético a la historia. Pero en este caso Jolie y Depp parecen estar a kilómetros de distancia el uno del otro. En esta remake, inspirada en la original francesa El secreto de Anthony Zimmer(con Sophie Marceau e Yvan Attal), el director Florian Henckel von Donnersmarck (el de La vida de los otros) parece haber escondido la mano. A pesar de todo, el sentido del humor que aparece en algunos momentos rescata el filme, como una señal de que tampoco hay que tomarlo tan en serio. Al fin y al cabo, es sólo una ligera historia de amor.
Anexo de crítica: La verdad es que genera un poco de vergüenza ajena que Florian Henckel von Donnersmarck, realizador de La Vida de los Otros (Das Leben der Anderen, 2006), sea el máximo responsable de una propuesta tan fallida como El Turista (The Tourist, 2010), suerte de thriller romántico que pretende rescatar los films de espionaje de la década del ´50 pero sin la más mínima pasión o encanto. Angelina Jolie y Johnny Depp están en piloto automático, la narración no ofrece sorpresas y el preciosismo visual apenas si funciona como un aliciente…
Anexo de crítica: Típico pasatiempo de verano con bellos escenarios, lindos actores y una historia tan ligera como tonta. Por momentos se parece a uno de esos divertidos filmes con Robert Redford en los cuales el eterno galán rubio es el más inteligente, sagaz y cool de los personajes mientras que sus antagonistas pecan de bobos, torpes e incompetentes. El esquema remite un poco al modelo implementado por Hitchcock en tantas películas pero el tono intenta recrear -sin lograrlo- títulos de gran elegancia y sofisticación como Charada, de Stanley Donen. Las no muy creíbles vueltas de tuercas que provee el guión en el último acto terminan debilitando cada vez más a este thriller con toques de humor (gentileza de ese todoterreno que es Johnny Depp, siempre un prodigio de expresividad) y romance (con una ocasionalmente glacial pero también muy apropiada Angelina Jolie en su ambivalente rol de femme fatal y heroína). Que el clímax aluda tan directamente al recordado –y nunca superado en su estilo- filme con el que el escritor Christopher McQuarrie se llevó un Oscar en 1996 no habla muy bien que digamos ni del autor ni de su co-guionista y director Florian Henckel von Donnersmarck. Claro que para ese entonces se pasó más una hora y media moderadamente entretenida en la que todos los involucrados (el elenco, el DF John Seale, el soberbio compositor James Newton Howard y el montajista Joe Hutshing) saben lo que deben hacer para que el espectador no la pase mal con un discreto batido de escenas de suspenso, acción y tiernas miraditas cruzadas entre dos actores que sin duda están para mucho más…
Gris y repetido Si la responsabilidad de El turista es de su director, quien fue reconocido a partir de la sobrevalorada – en el criterio de este humilde escriba – La vida de los otros, o de sus guionistas, el mismo Van Donnersmarck junto a McQuarrie, quien escribiera Los desconocidos de siempre, o la producción, más concentrada en exponer elenco y locaciones que un guión consiste, o de sus protagonistas, Jolie & Depp, inexpresivos durante toda la duración del film, todos podrían decir, échale la culpa a Venecia, pues seguramente pasear por esa hermosa ciudad, les quitó el tiempo necesario para hacer interesante esta película. Si cada uno de ellos tiene antecedentes tales que permitía considerar la posibilidad de encontrarnos con una película al menos bien llevada, el caso es que El turista no responde a ni las mínimas expectativas. Planteada como intriga romántica, la carencia de sentido y atractivo de la trama bloquean toda tensión articulada por el suspenso. Tampoco propone seducción ni glamour, en tanto el recurso al romance. Si la observamos como comedia, los actores no aportan los momentos, los tonos ni el carisma necesario. Como película de acción, todo en la historia remite a una larga secuencia de hechos inverosímiles y apariciones, o desapariciones, de personajes inesperados en lugares inusitados. Diálogos por momentos incomprensibles (que ni siquiera permiten imaginar claves posibles que despierten alguna inquietud en el espectador), personajes maniqueos, actuaciones monocordes y carentes de todo atractivo, coadyuvan con la dirección que no acierta ni en el tono ni en el ritmo, a dar forma a una película tan olvidable como un turista ocasional de un tren, entre miles de otros, gris y repetido. Aun cuando ese turista se llame Johnny Depp.
Si Alfred los viera Se puede imaginar por qué Angelina Jolie y Johnny Depp se sintieron atraídos con este proyecto. La verdad, ¿quién no querría pasarse unos meses filmando en la hermosa Venecia y encima tener la posibilidad de vestir ropas de diseñador carísimas, usar joyas deslumbrantes y entrar en los hoteles más lujosos del mundo? Además, el éxito de taquilla mundial estaría asegurado, ya que las caras de ambos actores en un póster garantiza de por sí la presencia del público en las salas. Hasta se debe haber especulado con todo lo que dirían los programas de chimentos durante el rodaje para conseguir publicidad gratis (¡Uy, parece que Brad se puso celoso con las escenas de amor que Angelina tiene con Johnny!, ¿Se vendrá el divorcio?). El problema es que si bien los productores deben haber tenido en cuenta todos estos pasos a la hora de concebir El turista, se olvidaron de un pequeño detalle: el de hacer un guión medianamente interesante que justifique semejante emprendimiento. Construida en plan “tratemos de recrear lo que tan bien hizo Hitchcock con Intriga Internacional y Notorious pero sin un mínimo de onda y de astucia”, El turista hace más agua que toda la que contienen los canales de Venecia. La historia de dos desconocidos sumergidos en una aventura en donde intervienen tanto la mafia rusa como la Interpol ya se vio antes y mucho mejor hecha, tanto por maestros como Hitchcock como en películas más contemporáneas como El caso Thomas Crown (si no la vieron alquílenla o bájenla ya por favor). No sólo el director Florian Henckel Donnersmarck no tiene ni la mínima idea de cómo generar tensión y darle cierto ritmo e intriga a la historia, sino que además falla en crear algún tipo de química entre la pareja protagónica. A Depp se lo ve en plan “todavía no me saqué a Jack Sparrow de la cabeza” y solamente se limita a poner caras de asombro y protagonizar momentos que se suponen graciosos pero que carecen de todo timing de comedia (ejemplo, la persecución por los techos de un hotel). En cuanto a Angelina, creo que esta película demuestra que los roles de mujer glamorosa que esconde secretos definitivamente no son lo suyo, a diferencia de las películas de acción puramente física como Salt, que es donde más se luce. El problema es que estamos tan acostumbrados a ver a la Angelina real paseándose por la red carpet usando vestidos de Versace con su rostro y cuerpo perfectos que la sola idea de soportar eso en una pantalla grande se vuelve algo aburrido y carente de imaginación. Si a todo esto le sumamos un guión que se propone ingenioso sumando vueltas de tuerca y traiciones por doquier pero fallando constantemente en provocarnos alguna sensación que siquiera se acerque a la intriga o el suspenso, nos queda decir que El turista es una oportunidad perdida al no poder hacer algo mejor contando con las dos estrellas más grandes del Hollywood actual. Pero quizás la película nunca estuvo destinada a nosotros, sino a esos chimenteros y a esas revistas que tantas páginas y tapas llenan con sus rostros y sus asuntos “del corazón”, como se dice.
Hay un solo motivo para ver “El Turista”, y son sus actores, especialmente Johnny Depp. La trama es un conjunto de esos elementos que Mr. Hitchcock inventó –mucho antes de James Bond– para sus películas de aventuras, como “Los 39 escalones”, “Saboteadores” o “Intriga Internacional”. Aquí hay agentes internacionales, un hombre fantasma, una mujer intrigante que puede o no ser una criminal, y tremendos villanos. Más vueltas de tuerca varias, especialmente en el final sorpresa –que no sorprende realmente a nadie que haya descubierto la mecánica del asunto más o menos a los 40 minutos de película–. Pero si un rodaje perezoso, el regodeo en los paisajes, el movimiento felino de Angelina Jolie (aunque es cierto que nadie en el cine se parece hoy tanto a un gato bello como ella) y notorios diálogos explicativos generan el deseo de que el film “arranque”, por lo menos está Depp. Depp actúa al mismo tiempo con la voz, el rostro y el cuerpo entero: basta verlo huyendo por los tejados de Venecia para comprender por qué nos atrae. Corre o salta como un clown desesperado que oculta al espectador su habilidad. Es en ese movimiento que se transforma en un gran actor cómico, en el único galán cómico de los últimos 50 años: Cary Grant fue otro, pero su estilo era el del dandy hierático que corre en maizales desiertos. Depp es Buster Keaton anonadado por las desgracias del mundo, pero acomodándolo a sus movimientos. Es eso lo que hay para ver en este film menor.
PREVISIBLE, PERO ENTRETENIDA Da la sensación que una comedia policial con la carismática pareja formada por Angelina Jolie y Johnny Depp difícilmente pueda convertirse en una cinta totalmente olvidable. Lejos de serlo, pero a la vez muy distante de ser un buen filme, "El Turista" tiene buenos momentos de comedia, correctas escenas de humor, actuaciones bien logradas, pero un guión que no profundiza, no aporta dramatismo, ni brida interés para que el espectador siga atentamente la historia. El esposo de Elise está siendo buscado luego de haberle robado una gran cantidad de dinero a la mafia. Él le manda órdenes a su mujer para que pueda devolver el dinero sin ser descubierto, y le pide que encuentre a una persona parecida a él para que se haga pasar por un tiempo por su marido. Es así como aparece Frank, un turista que sin querer se va a ver involucrado en una seguidilla de persecusiones y va a quedar atrapado por la belleza de la bella mujer que lo usó. En esta historia aparece un error que se entiende luego de finalizada la proyección: el previsible, pero a la vez inevitable final, es el principal inconveniente de la película, pero no por ser o no inesperado, sino porque una vez que se sabe la verdad el espectador logra entender las diferentes falencias del guión. La abrupta y a la vez mal manejada conclusión, impide que en los primeros minutos se puedan explicar con profundidad e interés las diferentes decisiones de los personajes, no hay intención inicial por mostrar los sentimientos de Frank o el porqué de su elección al acompañar a la bella dama que lo seduce, son simplemente escenas bien logradas visualmente, pero que están mal escritas, ya que pareciera que los protagonistas hacen lo que hacen simplemente porque hay algo o alguien que los obliga. Son muchos los minutos que se desperdician en diálogos poco atractivos y escenas de humor algo forzadas que pudieron haber sido aprovechados para contar un poco el pasado del personaje masculino y así hacer de el final mucho más sorpresivo e inesperado. Son muchos los minutos muertos en los que nada pasa, en los que se los puede ver a ambos sentados, mirándose y contemplando sus mutuas bellezas. La cinta falla en presentar correctamente a los personajes, a crearles una identidad inicial y, principalmente, en no tratar de convencer al espectador de que lo que está viendo es creíble. Pese a este problema, a los muchos momentos en silencio en los que los minutos avanzan y la historia no va a ningún lado, esta película posee varias características que la hacen, pese a los errores, disfrutable: Las actuaciones son correctas. Angelina Jolie, en un personaje ya transitado varias veces en su carrera, está bien, su belleza aquí es el principal atractivo de su rol y por supuesto le saca provecho. Johnny Depp es quien más se destaca, hace de Frank un personaje inocente y picarón, y le aporta ese histrionismo propio del actor. Paul Bettany, en un papel sencillo, está correcto. Por otro lado, se desarrollan las suficientes escenas de humor y "acción" necesarias como para convertir a esta cinta en una entretenida propuesta familiar. El humor del personaje de Depp está siempre basado en sus expresiones, algo que el actor aprovecha, mientras que hay escenas en las que la gracia se presenta en las figuras policíacas, también bien logradas. Las pocas persecuciones están bien filmadas, esa corrida por los techos está muy buena. La fotografía cuidada y la banda de sonido que muy bien acompaña el relato, también son satisfactorias. "The Tourist" está lejos de ser el desastre que en su país de origen proclaman haber visto, pero también está distante de ser una buena y satisfactoria película, más si se tiene en cuenta el dúo protagónico y la belleza de las locaciones elegidas para filmar la historia. Una cinta que tiene todo lo justo para convertirse en una entretenida propuesta familiar, pero que falla en desarrollar con profundidad los sentimientos, reacciones y actitudes de los personajes principales. Disfrutable, pero nada más. UNA ESCENA A DESTACAR: Frank por los techos en pijamas.
Con Venecia como gran protagonista Johnny Depp y Angelina Jolie son el fuerte de la película, a pesar de que no logran ni por un instante establecer una feliz combinación ni en el orden de la intriga, ni en los pacatos juegos amorosos, ni en un forzado ir y venir de miradas. Hay films que se anuncian como "La película de este verano" y en este sentido las políticas de promoción de algunas distribuidoras implementan una serie de estrategias desde el mismo día en que ha comenzado el rodaje. En este caso, y ya en relación con el tan publicitado estreno de "El Turista", que se ha dado a conocer de manera casi simultánea en algunas ciudades del mundo, el acento está puesto en la presencia de los dos actores protagónicos, los estelares nombres de Johnny Depp y Angelina Jolie; a pesar de que ambos, en el film, no logran ni por un instante establecer una feliz combinación, ni en el orden de la intriga, ni en los pacatos juegos amorosos, ni en un forzado ir y venir de miradas. Por lo menos, así lo considero. "El Turista", tras su visión, que se sostiene a partir de una trama de sospechas, que se vuelve más que previsible ya en la mitad de su recorrido, nos lleva a considerar, igualmente, de qué manera un realizador europeo puede ser tentado por el canto de sirenas de la gran industria del cine llamado Hollywood de hoy. Luego de su consagración internacional con "La vida de los otros" (cuyo segundo final hoy sigo discutiendo), el realizador de origen alemán, Florian Henckel von Donnersmarck, a sus 37 años, accedió, tras otros nombres en la escena, a ponerse detrás de la cámara en uno de los escenarios más soñados de la historia del cine, tras un breve prólogo en París y algunas parciales escenas en filmadas en Londres. La ciudad elegida fue Venecia para este film que se presenta como una remake de una producción francesa del 2005, dirigida por Jèrome Salle, "El secreto de Anthony Zimmer", no estrenado comercialmente en nuestro país, y que cuenta con las actuaciones de Sophie Marceau, Yvan Attal y Sami Frey. Una remake que intenta modelarse desde algunos films de Alfred Hitchcock y de Stanley Donen, tales como "Intriga Internacional", "Para matar al ladrón" y señalado por el propio director, "Charada". Pero no basta que el film adscriba a ese cruce entre el thriller y la comedia para que se pueda comparar con aquellos films que hoy ya son todo un clásico; es necesario además poder transmitir un tono, crear un tempo, construir suspense. "El Turista" nos lleva en un lujoso tren de Lyon a Venecia en una accidentada historia que abre a un escenario fastuoso y de sofisticado glamour; que parte de un disparo de miradas que se refractan y multiplican en hombres vigías y multicàmaras digitales, de ojos que espían y siguen a otros, lo que nos lleva a pensar en el primer film de su realizador, "La vida de los otros". Sobre la base del film spy el film se propone desplegar una historia de amor, de supuesta atracción y lo hace, lamentablemente, con una controlada puesta en escena que anula todo grado de erotismo y que coloca a la actriz, en su rol de Elise, en una figura más que alejada de las gloriosas "femme fatales" de la historia del cine. Persecuciones, un hombre que se elige para ocultar a otro; un reflejo de identidades, que lleva a un encuentro con un modesto profesor de matemáticas, de origen norteamericano, herido por una historia de amor. Deudas y venganzas por saldar, tal vez como lo que se narra en ese libro que está leyendo ahora un tal Frank Tupelo, en su viaje en tren, cuando lo intenta hechizar esa mujer llamada Elise. La mayor fuerza del film se registra en el primer gran tramo, cuando son los indicios (como el referido a la imagen de la doble cara de Jano), los que comienzan a reconocerse, como esa especie de mecanismo de reconstrucción de una carta, que se ha destruido primero por las manos y luego por el fuego. Hay un nombre, un blanco buscado por varios sectores, tanto por la ley, por delito de evasión, y otro del lado del gangsterismo. Combinación de humor y de films de la serie James Bond que nos lleva a recordar, en ese juego de buenos y villanos, en films tales como "De Rusia con amor" y "Moonraker", ambientadas, igualmente, en Venecia. Angelina Jolie, cual hierática esfinge, transformada en nombre de la estética en un maniquí de cera, intenta seguir los pasos de tantas heroínas del cine. Y a su lado un clownesco Johnny Depp, que llegará a correr por los tejados de Venecia, en pijama, arribarán a esa ciudad y ocuparán ambos la suite del mítico Hotel Danieli, lugar en el que se filmaron momentos del último film de Vittorio De Sica, "El viaje" con Sophia Loren y Richard Burton y de la nostálgica y eufórica comedia de Woody Allen, "Todos dicen te quiero". Venecia, la ciudad construida sobre "un mosaico de cien islas", con más de ochocientos puentes que van uniendo los distintos lugares, es la gran protagonista de esta historia, que sí entretiene, a medias, y que nos lleva a pasar algunos momentos placenteros; sólo algunos. Pero la visión de Venecia que ofrece el film sigue siendo la turística (coherente con el título del film). No creo que más allá de la visión del film los nombres de la Jolie y de Depp lleguen a ser recordados, pese a ser los que más cotizan hoy en el mundo del cine. Sí, en cambio merecen subrayarse otros nombres, pese a sus breves actuaciones, tales como Christian De Sica, Neri Marcorè, Raoul Bova, Nino Frassica, Paul Bettany y un misterioso señor inglés, rol que cumple un sorpresivo Rufus Sewell. Y por supuesto, la inmortal, soñada, fantasmal, hechicera, y legendaria Venezia!. Pero no así en este film; así lo creo.
Elegante, y de manual Lo primero que llama profundamente la atención en esta película es su director: Florian Henckel von Donnersmarck, el alemán de La vida de los otros, aquella película que exponía notablemente el espionaje a los círculos intelectuales por parte de la policía secreta, durante los últimos años de existencia de la República Democrática Alemana, y que le valió al cineasta tantos elogios, prestigio y premios internacionales. Aquí el viraje de von Donnersmarck es radical. Se trata de una superproducción de 100 millones de dólares, un elegante thriller de implicancias internacionales, con servicios secretos coordinados en una persecución por las calles y canales de Venecia detrás de un criminal del mundo financiero. Un entretenimiento light basado en las confusiones, los engaños y una manida y fallida trama romántica. Pueden sentirse los ecos de la grandiosa Charada (1963) de Stanley Donen, pero sin ideas nuevas, sin la química, las energías y el espíritu lúdico que caracterizaron ese clásico. Es de agradecer que no se busque mantener la atención con una escena de acción cada cinco minutos, un giro argumental tras otro ni reiterados golpes de efecto, pero sí se hubiera echado en falta que los protagonistas tuvieran motivaciones creíbles o profundidad psicológica, y que se respirara cierta atmósfera -el montaje parece cortar a hachazos todo intento de conseguir un buen clima-. Johnny Depp y Angelina Jolie hacen lo imposible para insuflarles vida a los protagonistas pero no pueden con semejantes estereotipos. Jolie además parece estar demasiado flaca como para que le quepa bien el rol de mujer sexy; seguramente se vería mucho más bella si le alivianaran el rostro de medio kilo de maquillaje, y la pretensión de asemejarla a Sophia Loren en un baile de gala no la favorece en absoluto. Al que parece haberle ido mejor es a Paul Bettany, al que le concedieron el único rol interesante, el de un perseguidor empecinado y envidioso al que todo le sale mal. Para cerrar, la vuelta de tuerca final, ese último e infaltable ingrediente que necesitaba la película para seguir todos los pasos del lugar común y la fórmula establecida. Es de esas que pretenden resignificar toda la película y llevar a pensar escenas precedentes, pero la incorporación no resiste el más mínimo análisis, ya que algunos diálogos, o mejor dicho, la ausencia de diálogo en algunos tramos en que los protagonistas están juntos, desobedecen al más básico sentido común. Parecería una búsqueda de audacia a cualquier costo, un guiño final al espectador para que quede contento consigo mismo por haber entendido, captado en su totalidad la obra. Pero el costo está en que se pierde firmeza, unidad y coherencia, y que El turista no pueda ser considerada como algo más que un defectuoso y olvidable ejercicio de género.
Teniendo en cuenta los inconvenientes que rodearon a la producción es hora de preguntarse si el filme podría adquirir importancia, o si era más bien un rejuntadero frankestiniano. Es difícil hacer un análisis profundo y original sobre El turista, y por eso me voy a concentrar más que nada en las expectativas previas sobre el filme. Más que nada por parte del público en general y buena parte de la crítica (entre los que me incluyo en cierta forma). Es que los nombres de Florian Henckel von Donnersmarck (director de La vida de los otros, ganadora del Oscar a Mejor Película Extranjera en el 2007), Angelina Jolie, Johnny Depp, más Paul Bettany, Timothy Dalton y Steven Berkoff en el reparto, James Newton Howard (Sexto sentido, ER, El protegido) en la composición musical y Christopher McQuarrie (Los sospechosos de siempre) como co-guionista podían generar alguna clase de expectación. Pero si nos ponemos a pensar en, por ejemplo, el realizador, de quien dicen algunas fuentes confiables que su película más famosa (no la vi) está un poco sobrevalorada; o en Depp, quien últimamente viene mostrándose muy proclive a repetir su papel de freak cool; o en Jolie, quien nunca fue una gran actriz, posee una belleza que nunca pasó de lo vulgar y que últimamente hasta parece avejentada. A partir de eso, y teniendo en cuenta los inconvenientes que rodearon a la producción (varios cambios de protagonistas, directores que se fueron y volvieron, unas cuantas reescrituras), más algunas declaraciones no del todo afortunadas (Jolie diciendo que básicamente se unió al proyecto porque el rodaje iba a ser rápido y en una ciudad como Venecia), ya es hora de preguntarse si el filme podía adquirir importancia, o si era más bien un rejuntadero frankestiniano. Por eso, a veces, no está del todo mal tener cero expectativas. Uno hasta puede disfrutar de la actuación de taquito de Depp, el cuerpo de Jolie, la solvencia de tipos como Bettany, Dalton y Berkoff, algunos paisajes muy lindos de Venecia filmados con bastante elegancia, algunos pasajes juguetones de la banda sonora de Howard y ciertas secuencias que coquetean con Hitchcock (no pasan de eso, el filme apela a una intertextualidad inteligente con el cine del gran maestro británico). El turista es eso, no mucho más. No ofende a nadie, pero hace pensar si este cine vacuo, inofensivo, cómodo, no termina siendo como esos bares de Recoleta donde el mismo café de siempre cuesta el triple. Para eso, mucho mejor un filme básico, elemental, pero entretenido y vital como La estafa maestra, donde Venecia, mostrada a toda velocidad, es mucho más fascinante y hasta romántica.
Los productores que diagramaron este proyecto seguramente creyeron tener un éxito garantizado. Convocaron a dos de las "mega stars" más importantes del cine norteamericano actual, Johnny Depp y Angelina Jolie. Eligieron al valorado director alemán Florian Henckel von Donnersmarck, responsable de la premiada "Das Leben der Anderen". Adaptaron el guión del film francés "Anthony Zimmer", un thriller protagonizado por Sophie Marceau y Yvan Attal, y trasladaron el desarrollo a los hermosos paisajes de Venecia. Sobre papel, todo hacía pensar que funcionaría. Sin embargo, el resultado final deja bastante que desear. Quizás se podría responsabilizar a von Donnersmarck, quien tentado por la maquinaria hollywoodense acepta este mega proyecto como director y co-guionista, intentando construir un relato en la linea de clásicos como "Charade" o "To Catch a Thief " pero obteniendo finalmente un largometraje trabado, carente de intriga o suspenso, con pobres secuencias de acción y un humor forzado. Quizás se podría responsabilizar a los productores, por haber elegido una adaptación de un thriller francés que ya de por sí no era tan atrapante o interesante como para merecer su remake norteamericana. O quizás por haber seleccionado a Johnny Depp y Angelina Jolie, dos convocantes y carismáticas superestrellas que reunidas en la pantalla grande dan como una de las parejas más desparejas que he visto en mucho tiempo. Un Johnny Depp incómodo interpretando a un tipo común y una Angelina Jolie sexy y fría interpretando a una "femme fatale". Lo cierto es que "The Tourist" termina siendo una propuesta ligera y olvidable en donde poco importa quién es el misterioso Alexander Pearce.
Postales del garrón Las pelis que mezclan espionaje, intriga, cierto suspenso, y con una pareja protagónica de cierta química ideal, algna vez se constituyeron en un género ideal para el disfrute, el mejor caso sigue siendo quizás "Intriga internacional" de Alfred Hitchcock o "Charada", con el muy sosfisticado dueto que conformaban: Cary Grant y Audrey Hepburn, dirigidos por Stanley Donen. Pero en esta, donde se cruzan los muy taquilleros y admirados por sus atractivos: Angelina Jolié y Johnny Depp, no logran alcanzar un entretenimiento como la gente. Un guión tan híbrido como previsible que da más para el bostezo y el fiasco total, aunque la trama no arranca mal, es decir sus primeros 20 minutos son lo único mejor de la cinta. Ya que no pasa mucho, y hay cierta falta de credibilidad de la historia propuesta, por el director alemán del nombre raro y extenso. Una Venecia bien fotografiada de correcto cine-postal paisajístico tampoco cierra, y hasta unas escenas con Depp corriendo en piyamas sobre los tejados de un gran hotel, remedando una situación de comedia al viejo estilo de las pelis del inspector Closeau, que dan verguenza ajena. Menos que menos la belleza fotogénica y la elegancia indiscutida de la Jolié, portadora del mejor par de labios del cine de los últimos años. Todo aún es poco y escaso.
Del medio. Pocas películas motivan menos que “las del medio”. Hace ya dos semanas que vi El turista y acá estoy, dándole vueltas a la medianía. El turista no es buena, pero tampoco mala. Está actuada correctamente, convoca desde la imagen del póster, pero no ofrece mucho más allá de la postal. Bettany está un tanto ridiculizado; lo de Dalton parece un cameo; Deep hace de Deep y Angelina es Angelina, aunque ella es lo mejor que adorna la pantalla. Quizá por primera vez hay una plena conciencia de que la belleza de esta mujer no es algo que se ve todos lo días y cada uno de sus movimientos está en función de eso; el reparto completo se da vuelta para admirarla, como si realmente hasta los extras se deslumbraran con la llegada de la estrella principal (ver la escena de la fiesta por ejemplo), y es que solo dentro de ese marco cabe la posibilidad de que la mujer “elija” a alguien parecido a su amante en un tren (motor del argumento), como quien elije chocolates en el kiosco. Un lindo momento. Digamos que todos los momentos en los que Angelina se mece felonamente sobre sus altísimos tacos son lindos, muy lindos. Los otros, no tanto. La trama es algo enquilombada (por suerte) y si viste al menos dos películas de espionaje o ladrones o algo por el estilo el desenlace se descubre en, ponele, unos cuarenta minutos, pero igual entretiene. Y si aparece Angelina, un lindo momento. Y así con todo, el justo medio aristotélico aplicado al cine. La música no invade, la acción está bien, tiene alguna cuota de humor, un je tibiecito, y las locaciones, se sabe, aportan mucho (pongan a la chica de En la ciudad de Silvia caminando por Río Gallegos sino) pero no pueden salvar El turista de la apatía. Hacia el final, parece que toda la película está contenida en una frase: cuando encuentran a un hombre que supuestamente podría ser el estafador tan buscado, él les dice que es simplemente un turista y que le pagaban para entregar las cartas; la policía le cuestiona cómo es posible que haya aceptado ese trato de un extraño, irse así, como quien no quiere la cosa a cualquier lado a hacer de cartero sigiloso. Él contesta “a cualquier lado no” y señala el paisaje. Eso es El turista, no importa qué, no importa cómo, no se juega por destacarse, no se arriesga a hundirse, pero mirá qué linda Angelina en Venecia.
DISPAREN SOBRE EL TURISTA Johnny Depp y Angelina Jolie están en esta película, y con dos de las estrellas más importantes de Hollywood, este podría haber sido uno de esos films que los espectadores aman ver. Sexys, muy entretenidos, atrapantes, románticos, llenos de intriga y perfectos para una cita en pareja - después de todo, la platea femenina va a ver a Depp, mientras que los muchachos se babean por esa potranca apellidada Jolie -. Sin embargo, el poco esfuerzo que puso el realizador Florian Henckel von Donnersmarck (LA VIDA DE LOS OTROS) en dirigir a sus actores o los guionista en narrar la historia, terminan desperdiciando lo que podría haber sido un buen thriller por confiarse demasiado en la presencia actoral de los protagonistas ¡Gente, el cine no es solo personas bonitas paseándose por bonitos paisajes! Es más que eso. Así es como tenemos un producto carente de todas las cualidades anteriores: EL TURISTA (THE TOURIST, 2010) no es ni sexy, ni lo suficientemente entretenida, atrapante o romántica, ni mucho menos perfecta. El espectador promedio disfrutará de su sencillez, sus vueltas de tuerca y sus actores, pero... ¿Intriga internacional? Pfff, sus ganas. Es solo una bonita aunque desalmada postal de Venecia. Y chata, como toda postal debería ser. A solo unos meses del estreno de la también floja (aunque más eficaz) AGENTE SALT (2010), Angelina Jolie vuelve a interpretar a una femme fatale. En esta ocasión es Elise, una misteriosa mujer que aborda un tren a Venecia. Allí - al mejor estilo EXTRAÑOS EN UN TREN (1951) de Hitchcok - ella se sienta frente a Frank (Johnny Depp), un loser profesor de matemáticas. Este turista americano no sabe que su vida está a punto de dar un vuelco, ya que Elise lo eligió para que la policía y un grupo de gangsters crean que él es el hombre que ella ama y al que todos quieren tras las rejas… o muerto. Si tomamos esta interesante premisa narrativa y le sumamos los bellos paisajes más las dos mega-estrellas, lo que menos esperábamos obtener era un film fallido. Aunque visualmente EL TURISTA funciona a la perfección con su bella fotografía y paisajes, la película no puede evitar caer en algunos lugares comunes del género que, junto a escenas de acción poco arriesgadas (y hasta aburridas), terminan sacándole gran parte del interés a la trama. Aun así, uno llega a bancarse los 103 minutos de duración gracias al dúo protagonista y a la espera de que en algún momento muestre algo que al final no llega mostrar: Una escena de acción más elaborada, un punto en que la relación de Elise y Frank deje de ser poco creíble, diálogos más inteligentes o hasta algo de carne. Tal vez suele machista, pero Jolie no muestra nada de carne. Poco arriesgada, la película cuenta con una de las mujeres más hermosas del mundo pero, para alcanzar la más rentable PG-13 (apta para mayores de 13), niega los atributos de esta mujer y su característica de potencia sexual, dejándonos solo con unos planos de ella - despampanante sí, pero - solo con ropa elegante. Así es como EL TURISTA se vuelve un film elegante, pero no sexy. Y sin duda, la ya mencionada platea femenina tendrá algo que decir del look de Depp. Dejando de lado los aspectos superficiales, las actuaciones tampoco son lo que esperábamos. Olvidándose que estuvo nominada al Oscar hace un par de años, Jolie nos entrega una interpretación fría, poco creíble y desganada, insuficiente como para forjar la química necesaria - ausente a lo largo de toda la película - con su co-estrella. Depp, por su parte, logra una buena interpretación otorgando una cuota de humor y talento, tal vez no tan buena como para una nominación al Globo de Oro (como así sucedió), pero sí como para mantener a flote esta película. El resto del elenco lo integra un trío de talentosos actores completamente desperdiciados: Paul Bettany, Timothy Dalton y Rufus Sewell. No, EL TURISTA no es buena por sus actuaciones, por su poco atrapante historia o por ese climax de cero tensión. No es buena por la química entre los actores (¿La hay?) y tampoco lo es por sus escenas de acción (¿Las hay?). De hecho, si siquiera es buena. Y no importa cuántos bellos paisajes muestren, cuantas abruptas vueltas de tuerca o finales inesperados intenten meter, o con que estrellas intenten decorar, EL TURISTA está muy lejos de ser perfecta. Okey, aunque es fácilmente olvidable, sí entretiene. Pero también lo hace PIRAÑA 3D, y por lo menos ahí sí hay minas mostrando las pechugas.
Dos estrellas ( y un filme) a la deriva Uno de los (numerosos) problemas que lastran la película es una cuestión de piel. Entre Angelina Jolie y Johnny Depp no hay química, no encienden la pantalla ni se encienden mutuamente cuando se miran o se tocan. Pésimo punto de partida si se tiene en cuenta que esa relación sostiene la historia. "El turista" es la aburrida remake de un filme francés de 2005 ("El secreto de Anthony Zimmer"). Florian Henckel von Donnersmarck, el mismo de la excelente "La vida de los otros", filmó con elegancia. Lo de elegante se refiere al vestuario de Angelina y a los soberbios planos de Venecia. Más que un thriller, "El turista" parece una publicidad de maquillajes o de perfumes. Depp no le pone mucho hierro al asunto. Hay una trama policial, una banda de mafiosos rusos muy malos y diálogos tan pomposos como superficiales. A la media hora "El turista" ya desbarrancó irremediablemente y no hay modo de salvarlo. Eso sí: Angelina y Johnny cobraron muy bien. Debieron haber destinado parte del presupuesto a contratar un buen guionista.
El suspenso con glamour El director Florian Henckel von Donnersmarck, el mismo que sorprendió con “La vida de los otros”, volvió al ruedo con un filme que prometía más de lo que ofrece en pantalla. El proyecto era ambicioso: reuniría a dos de las estrellas más caras de Hollywood, una producción millonaria y eficaz, una trama de suspenso atravesada por la comedia y el romance, sobre el tapiz de dos escenarios de lujo como París y Venecia. Y una historia sobre un estafador seguido de cerca por su amante, el mafioso al que traicionó y Scotland Yard. Fuera de esos atractivos puntos de partida, el director no le impone el ritmo que requiere una película con eje en la acción y la intriga. El resultado luce como una versión pulcrísima de un cruce entre “Rock’nRolla” de Guy Ritchie y “Arsénico y encaje antiguo” de Capra.
Aventureros en la cornisa A veces, Hollywood se sirve de insumos de la cinematografía europea para refrescar su escena. En “El turista”, se convocó a un celebrado director alemán (Florian Henckel von Donnersmarck, el de “La vida de los otros”) para dirigir una remake de “Anthony Zimmer”, un filme escrito y dirigido por Jérôme Salle con las actuaciones de Sophie Marceau e Yvan Attal. La premisa es la siguiente: Elise Clifton-Ward (Angelina Jolie) es una mujer ultravigilada por la Interpol, porque saben que Alexander Price, su antiguo enamorado y perseguido delincuente financiero, se pondrá en contacto con ella. Nadie sabe el aspecto actual del desfalcador, porque se ha sometido a una cirugía estética, y ella es el único vínculo con él. Eso finalmente sucede: una carta de Price le manda abandonar París en el tren a Venecia, elegir a un desconocido de su contextura física y tratarlo como si fuese él mismo. Así, Elise cruzará su destino con Frank Tupelo (Johnny Depp), un profesor de Matemática de Wisconsin, lector de novelas de espionaje. Una vez en la otrora Serenísima República, la farsa sigue y atrae la atención no solamente de las fuerzas del orden, encabezadas por el inspector John Acheson (Paul Bettany), sino también del mafioso Reginald Shaw (Steven Berkoff), antiguo jefe y principal perjudicado por el accionar de Price. Así, la seductora mujer termina involucrando al medio pelmazo profesor (e involucrándose con él más allá de la misión prevista), aparentemente nada preparado para las lides del mundo del crimen internacional. Y decimos aparentemente, porque con el devenir de la historia iremos viendo que nada es lo que parece. La tensión va pasando de los humorísticos diálogos y vivencias compartidas por la pareja hasta ir decantando por una trama de aventuras con algunos secretos, hasta alcanzar el clímax en un desenlace que sorprenderá a más de uno. Química esencial El filme tiene tres claros atractivos. Por un lado, la persecución desde ambos lados de la ley para atrapar al banquero ladrón y capturar su dinero, estructurada con solvencia en el guión y llevada con mano firme por el director, quizás elegido por los productores por haberse hecho conocido con una película de espías. Por otra parte, Henckel sabe sacar provecho a los escenarios que filma: así, no escatima algunos buenos planos de París antes de abocarse a la tarea de reflejar una Venecia turística, moderna y glamorosa, ideal para tragedias y romances desde la época de Shakespeare (Niza era la ciudad elegida en el original francés, que no se vio por estos pagos). Pero la carta de triunfo es sin duda la química entre los protagonistas y el juego de desigualdades entre ellos: entre las morisquetas y excentricidades de Depp (siempre atractivas, aunque por momentos recuerden a las del Jack Sparrow de “Piratas del Caribe”, especialmente en la secuencia del escape por los techos) y el porte señorial de Jolie, más aplomada que en obras anteriores como “Agente Salt”, en quien se esmeró la dirección de vestuario (a cargo de Colleen Atwood) para darle una estampa de diva del Hollywood de la era dorada. Sabedores los responsables del filme del atractivo que generan ambas estrellas con sólo poner su cara en la pantalla, confían en las dotes actorales de ambos para darle credibilidad a la historia. En el borde de la ley “En el lugar de donde vengo, el mayor elogio para una persona es decir que tiene los pies sobre la tierra. Siempre he odiado eso”, dice el personaje encarnado por el habitual fetiche de Tim Burton. Y la historia reivindica eso: la vida de aquellos aventureros que se animan a lo que las “personas normales”, simples mortales, sólo alcanzan a atisbar en las novelas de espionaje. Como en la saga de filmes encabezados por Danny Ocean (el personaje encarnado por George Clooney, otro “calentador de pantallas” con talento añadido), se juega con la complicidad de un espectador, que simpatiza con simpáticos delincuentes que, sin ser tampoco Robin Hood, de última se han enriquecido a costa de peores criminales, sean éstos mafiosos o megacorporaciones. Así, se estructura un juego a tres bandos: el de los justos pero algo atolondrados hombres de la ley, el de los temibles asesinos inescrupulosos, y entre ellos, la figura del “buen ladrón” (a medio camino entre el crucificado arrepentido Dimas y quienes hicieron de él su santo patrono). En definitiva, una película que entretiene al espectador desde el cruce de géneros, y en donde “la victoria del bien sobre el mal” no es algo que baja desde un púlpito, sino que se comenta entre chanzas y coqueteos con un aperitivo rosso en la mano, mirando el atardecer en el Lido.
Jolie y Deep, cero química, remando en los canales de Venencia... Seguramente ustedes recordarán a Florian Henckel von Donnersmarck. Alemán, un dotado cineasta de lo más fuerte que ha dado el cine europeo en años... Director de la prestigiosa "Das leben der anderen" ("La vida de los Otros"), multiganadora de premios allá por el 2007. Su desembarco en Hollywood y las grandes producciones es nada menos que este film, "The tourist", con dos de las estrellas más taquilleras de la industria: Angelina Jolie y Johnny Deep. De por sí, cuando el salto es tan grande, uno sospecha sobre lo que va a ver... Y en este caso, la veteranía del cronista acierta, a Florian le va llevar un tiempo encontrar su lugar en las grandes ligas... Cuando uno prepara un film, el cast es muy importante. Es cierto que hay muchas presiones e intereses creados a la hora de ponerle nombre a los diferentes personajes de un guión. Pero la elección de los actores es crucial. En ciertas ocasiones, salvan lo insalvable, y en otras hunden aquello que podía haber sido bueno... Aquí, no fue feliz. No es que las actuaciones de Angelina y Johnny sean malas, pero lo alarmante es su falta de química. No tienen nada en común y eso se nota en pantalla. Es más, los dos se esfuerzan en despegarse de sus habituales roles en films populares y del género (acción y aventuras) y esa postura de querer hacer algo distinto arruina su trabajo. Por ende, más allá del oficio de von Donnersmarck, "The tourist" es un producto discreto, y duele, cuando esperabamos mucho más de un director de semejante envergadura. La historia intenta parecerse a esos films de Hitchcock donde las personalidades están cambiadas, la intriga abunda y nadie sabe muy bien que peligro acecha a cada paso. Ese quiere ser el espíritu de "El turista". Pero vamos por partes, primero, veamos de qué trata la historia... Johnny Deep es Frank, profesor universitario de matemática en Connecticut, de vacaciones en Europa. Viaja en tren hacia Venecia, mientras lee se le aproxima una misteriosa y hermosa mujer de nombre Elise (Angelina Jolie). Ella es alguien peligrosa. En las primeras secuencias vemos como Scotland Yard sigue sus movimientos y trata de dar con quien es su amante: un estafador buscado internacionalmente sumamente hábil y escurridizo. Volviendo al viaje, Elise seducirá a Frank para usarlo de señuelo ante la multiplicidad de ojos que la siguen en su itinerario y él, accederá sin entender nada de lo que está sucediendo. Cuando la pareja llega a Venecia, y se filtra la información a un grupo de mafiosos de quien acompaña a Elise, todos van por él. Los buenos y los malos. Ahí el film toma velocidad y aunque muy despacio, va desgranando las ideas que deberían sorprendernos, y no lo hacen. Es bueno decir que este film es una remake de un film francés del año ("Antonny ZImmer", de Jerome Salle, del 2005) y que se asemeja bastante al original (que tampoco era nada extraordinario). El mayor problema que le encontramos a este "turista" es su indefinición. Quiere abarcar mucho y digamos que apreta poco. De a ratos parece un thriller, es una film romántico, tiene humor y hay mucho clima de suspenso en la primera media hora. Es una película que intenta transitar por varios géneros al mismo tiempo y el resultado es, cuanto menos desparejo. Venecia está hermosamente fotografiada. Parece un documental en ese sentido, y es muy bueno verla en pantalla grande pero... Hay que decir que no alcanza para encuadrar el film y darle la fuerza de la que carece desde el inicio. Una pena, mucho dinero invertido (se nota eh!) y el resultado es un producto mediocre que tranquilamente puede dormir en las estanterías de tu Videoclub favorito en meses. Esperala y si tenés ganas aún de verla, alquilala tranquilo. No justifica más que ese precio.
Bodrio glamoroso "El Turista", una vez terminada, sólo deja la inquietud de investigar cómo fue que este proyecto se llevó a cabo. Hay algo que no cierra y eso se siente desde las primeras escenas. Apenas uno se pone a investigar por intenert, aparecen dos grandes sorpresas: - es la remake de una película francesa del año 2005 "Anthony Zimmer" cuya pareja protagónica eran Sophie Marceau e Ivan Attal. En este caso y a primera vista no se entiende el atractivo que le encontraron al guión de la historia -un cuento sin ningún atractivo particular- como para querer "remixarla" al estilo americano. - el director de este pastiche pseudo glamoroso es el mismo de una película alemana ganadora del Oscar llamada "La vida de los otros", dato que me dejó completamente atónito. Es incomprensible que este director que había logrado retratar un período tan particular de la historia alemana con tanta sutileza y manejando un elenco de actores de primer nivel que logran trabajos sobresalientes, se haya olvidado completamente de todo cuando tomó las riendas de este proyecto. "El turista" cuenta la historia de Frank (Johnny Depp) , un estadounidense que para ahogar una pena de amor decide viajar a Venecia (así cualquiera se repone de un fracaso amoroso!) y que termina enredándose con Elise (Angelina Jolie) una enigmática y seductora mujer que se cruza en su camino, conduciéndolo a una trama de intriga, suspenso y misterio. Si bien hay una trama de suspenso que entretiene -y nada más que eso-, la dirección es tan fallida que hace que la película fracase ya desde las primeras escenas en donde se la ve a Angelina Jolie, marcada cuerpo a cuerpo por agentes secretos, pasearse por Paris con unos modelitos y un andar que llamaría la atención al más desprevenido. Ya desde el arranque, entonces, las propuestas del guión son tan burdas como increíbles y no logra hacer píe ni en los tintes de comedia romántica (Angelina es super sensual, eso es indiscutible, pero en los parlamentos donde supuestamente se tiene que poner seria no logra convencer a nadie) ni en el ritmo para las escenas de acción, fundamentales en la película (hay una persecución en los canales de Venecia donde una lancha tarda tanto para doblar que parece filmada en cámara lenta y las situaciones que ocurren a los guardaespaldas durante la persecución son completamente absurdas). Con errores de puesta como el hecho de que los personajes dialogan con uno de ellos mirando por la ventana mientras el otro está parado detrás en plano y contraplano de culebrón venezolano, o el típico darse vuelta con la mirada perdida después de una despedida, al director alemán Florian Henckel von Donnersmarck no se le escapa una sóla idea que haga la película un poco más apetecible. A Angelina Jolie nadie le avisó que su personaje se parece más a una exhuberante y sensual Jessica Rabbit de carnosos labios rojo brillante, que a una mujer enigmática. Tampoco pudieron los dos guionistas que meterieron mano junto con el director, mejorar algunas escenas que parecen salidas de alguna sátira televisiva a una verdadera película de acción. Hay errores imperdonables de iluminación y de maquillaje (que para que yo me de cuenta tienen que ser realmente burdos!) donde en los primeros planos desfavorecen tanto a Jolie como a Depp dejando al descubierto las imperfecciones que algunas cirujías aún no pudieron borrar, pero la falta de química y las diferencias actorales entre ellos en algunos momentos y la terrible falta de timing para las escenas de acción suman puntos en contra para "El Turista", una película fallida desde el vamos. Si la excusa es ver a dos mega estrellas como Johnny Depp (que logra salvar algunas cuántas papas del fuego) y seguir admirando la impecable elegancia y la sensualidad de Jolie, enmarcados en paisajes parisinos y sobre todo, verlos pasear por glamorosa Venecia, se entiende que hayan intentado filmar esta película que uno acaba olvidándola desde aún antes de que empiecen a correr los títulos finales.