G.I. Joe: El contraataque G.I. Joe: El contraataque (G.I. Joe 2: Retaliation, 2013) contó con un elenco renovado casi en su totalidad en un intento de convertir a la segunda parte de la saga basada en los populares muñecos en una película de acción más atractiva. El resultado es decepcionante y no hace otra cosa que continuar en la misma dirección que su antecesora. Los G.I Joe siguen dando la vuelta al mundo cumpliendo las órdenes del presidente de Estados Unidos. El problema principal es que en la cinta anterior el jefe de Estado había sido suplantado por Zartan, un miembro de la organización Cobra. Luego de recuperar armamento nuclear, los G.I. Joe serán traicionados por el impostor y eliminados. Sólo tres sobrevivirán y buscarán ayuda de su fundador para restablecer el orden y terminar con la organización Cobra de una vez por todas. La participación de Dwayne Johnson en Rápidos y Furiosos 5: Sin control (Fast Five, 2011) hizo de esta película la mejor de la saga. Con un Channing Tatum relegado a un segundo plano, se podía suponer que su incorporación a G.I. Joe, sumada a la participación de Bruce Willis resultaría en una película de acción que supere a su antecesora. Pero no es este el caso. Con producción de Stephen Sommers, director de la primera parte, esta vez la dirección recayó en manos de Jon M. Chu, cuyo último trabajo fue Justin Bieber: Never Say Never (2011), el documental sobre el ídolo adolescente. Con semejante antecedente, el realizador tuvo la responsabilidad de contar las desventuras de estos soldados de élite que deben desenmascarar a una organización que pretende llevar al mundo al cataclismo nuclear. Al igual que la primera parte, G.I. Joe: El contraataque es una sucesión de escenas de acción que no aportan nada a un argumento al que no puede exigírsele demasiado si tenemos en cuenta que está basada en unos muñecos cuyo único objetivo era terminar con los malos. El conflicto principal tarda en aparecer y hay dos secuencias de acción que podrían haberse eliminado para imprimirle un ritmo más dinámico a la narración. Más allá de algún gag de Bruce Willis o de una mayor presencia en pantalla de Jonathan Pryce que en la película anterior, esta secuela sigue la misma línea que su antecesora. Además, el uso del 3D no agrega nada a una película pensada para un público adolescente que no exige demasiado. Como en cualquier superproducción hollywoodense, la última palabra la tendrá la taquilla, que determinará si hay una tercera parte o si estos muñecos vuelven a la vitrina de la que nunca deberían haber salido.
En la historia del cine ha habido grandes ejemplos de falta de previsión, pero pocas veces ha involucrado a tantos, en reiteradas oportunidades, como en el caso de las G.I. Joe. Una de las principales fallas de The Rise of Cobra se daba en materia del flojo elenco, pero aún a pesar de cuestionables decisiones, tenía la suerte de contar con dos actores actualmente en demanda: Channing Tatum y Joseph Gordon-Levitt. Al primero le llevaría algunos años más llegar bien alto, pero ya el segundo pedía pista y la recibiría a partir de su paso por Inception, algo que los productores no avistaron que estaba a meses de ocurrir. Él todavía puede someterse a importantes sesiones de maquillaje para cambiar su rostro –como en uno de sus últimos trabajos, Looper- pero ya pedir que encima de eso utilizara una máscara y modificara su voz, era una invitación a la otrora estrella infantil para que no se hiciera presente en la secuela. En lo que a esta segunda parte respecta, las malas decisiones persisten pero a un nivel más perjudicial. Es que a esta altura del partido, quien se pone en la piel de Duke no es el ex stripper de Tampa, sino el ascendente Tatum, el hombre capaz de agradar al público masculino y al femenino por igual, aquel que se mueve como pez en el agua sea dentro de una comedia, de una película romántica u otra de acción, y quien viene de un 2012 con un trío de éxitos en cartelera. Son razones de público conocimiento que ninguno de los involucrados anticipó la explosión del actor –así como la necesidad de que todo tanque sea en 3D-, pero lo que se encuentra de cara a Retaliation no es sólo la falta de visión frente a aquello que tenían en las narices, sino también absoluta resignación. No sería la primera vez que un personaje desaparece de una franquicia para volver después –pienso en que la oportunidad de hacer la gran Toretto en Fast & Furious todavía está vigente-, pero en esta secuela hay implicaciones que no hubiera tenido de haber removido al protagonista desde el minuto inicial. La nueva G.I. Joe tiene un torpe comienzo. Sucede que en vez de haber una misión/presentación y después pasar a un conflicto –como se nota que así era originalmente-, los realizadores quisieron darle más tiempo en pantalla a Channing Tatum insertando una segunda operación. En cierta forma, la película no termina de arrancar. O lo hace, frena, y vuelve a hacerlo. En estos primeros minutos quedará de manifiesto el mayor error de la producción, ya que si bien no se pudo hacer futurología y saber que dos de los actores que estaban en plantilla iban a ser grandes figuras apenas un tiempo después, es evidente la incapacidad para notar que la química entre Duke y el Roadblock de Dwayne Johnson es total. Con dos hombres con trayectoria en la acción y con buen timing para el humor -que interpretan a un dúo que compensa la inexplicable elección de Marlon Wayans para la parte uno-, no se entiende como guionistas, director y productores no se hicieron algún tipo de planteo desde el inicio de la filmación. La falta de criterio determinará en buena parte el resultado general. Se incorporará a un Bruce Willis en clave John McClane –aunque más medido y coherente que en la última Die Hard- que a fin de cuentas tendrá menos tiempo de pantalla que Tatum, y se dejará muy solo al ex The Rock, que si bien va a estar acompañado por Adrianne Palicki –mejor contraparte femenina que Rachel Nichols- y un no muy destacable D.J. Cotrona, cargará con un peso que habría estado mejor balanceado con un segundo protagonista. Del mismo modo, la conversión al 3D en post no hará más que poner en evidencia ciertas carencias, con un retraso de 6 meses en la fecha del estreno para un efecto que apenas se nota en un solo combate de 8 minutos. Si la primera daba rienda suelta a la imaginación e incluía cualquier tipo de imposibilidad tecnológica, esta oportunidad sirve –al menos hasta la destrucción masiva final- como un cable a tierra para una franquicia que no necesita de herramientas cada vez más poderosas, sino un guión más sólido o un director con mayor trayectoria para sostenerla. Porque traer a un realizador como Jon Chu, cuya experiencia es de forma predominante en las películas de baile, pero tener apenas algunas secuencias de acrobacia nada espectaculares –una en la montaña se destaca-, parece una mala decisión, lo mismo que tener a la pareja de escritores de Zombieland detrás del boceto y matar al gran comic relief a los quince minutos. No es casual la mención a la saga Rápido y Furioso, porque G.I. Joe tiene a las claras un recorrido similar, con personajes que se usan en una película, en otra no, pero con la posibilidad abierta de una reunión general si la franquicia así lo demandara. Hasta que logre dar con el tono justo, la serie transpirará ese vaho conformista que impregna a Retaliation. Los efectos son buenos porque el mercado así lo exige, pero si el humor o la acción no son notables, es algo que se puede tolerar porque el resultado seguirá siendo el del entretenimiento pasajero que se buscó en primer lugar. El principal logro de esta secuela seguramente es el de poner por delante a los hombres antes que a las herramientas, y con eso ya hay suficiente como para superar a la original. Este grupo de soldados de élite tiene los actores y la premisa como para ofrecer algo más destacado. Para directores que reciclan una misma idea, guionistas sin inspiración, un festín de hierro doblado y la sensación de mediocridad generalizada, Hasbro ya tiene a Transformers.
Más rápidos y más furiosos A poco menos de 4 años del estreno de la fallida G.I. Joe: El Origen de Cobra (G.I. Joe: The Rise of Cobra), Hasbro y Paramount vuelven a la carga con la segunda parte titulada G.I. Joe: El Contraataque (G.I. Joe: Retaliation) para contarnos cómo los Joes deberán enfrentarse contra su conocido enemigo Cobra y también frente a las amenazas dentro del gobierno de los Estados Unidos que los ha intentado exterminar. Conscientes de que en la primera parte fallaba en casi todo, especialmente un reparto que no daba la talla con el tono del film, los productores decidieron renovar todo el elenco dejando solamente a Channing Tatum, Ray Park, el genio de Byung-hun Lee y algunos más para que sean acompañados por los pesos pesados de Dwayne Johnson y Bruce Willis. También se cambió a Stephen Sommers por John Chu en la dirección y hasta se dispuso de manera tardía el traspaso de la cinta al 3D y su obvio retraso para la conversión, luego de haberse difundido todas las piezas promocionales con su estreno planeado para fines del año pasado. A pesar de todas estas problemáticas cuestiones, G.I. Joe: El Contraataque logra conformarse como una segunda parte mucho más aceptable que su antecesora, aunque esto no era algo muy complejo). Que G.I. Joe: El Contraataque logre sacar una luz de ventaja sobre la comparativa con su primera edición, no la hace una gran cinta necesariamente, de hecho dista demasiado de serlo. Pero si hay que destacar que la inclusión de Bruce Willis y principalmente de Johnson le dota a la película de una pulenta (?) que antes no tenía. Es que el actor de El Rey Escoprión es una garantía a la hora de interpretar estos personajes y acá aporta cuerpo, furia, sangre (en sentido figurado, ya que en nunca se derrama una gota del líquido que corre por las venas) y vértigo. Lamentablemente la película a veces no lo merece, ya que en algunos pasajes su realizador siquiera puede desarrollar una trama que consiga justificar mínimamente las secuencias de acción. Toda la larga escena de captura de Storm Shadow es realmente espectacular pero su intervención fue invocada de manera tan brusca y sin ninguna tensión previa que termina siendo estéril en el resultado final de la obra. Por otra parte hubo un gran acierto en darle mayor participación que en la debutante película a ese muy buen actor y luchador de artes marciales coreano llamado Byung-hun Lee (I Saw the Devil, Joint Security Area y The Good, The Bad, The Weird), de gran presente en oriente y que comienza a pisar fuerte en Hollwood con sus primeras intervenciones en algunos blockbusters. La buena química en el comienzo entre Dwayne Johnson y Channing Tatum, algunos graciosos y autoconscientes gags de Bruce Willis y la irónica y cómica labor de Jonathan Pryce cómo el presidente de los Estados Unidos son la cuota humorística que, a diferencia de G.I. Joe: El Origen de Cobra, aquí sí lograron explotar al máximo. La segunda entrega de la franquicia, G.I. Joe: El Contraataque, tomó nota de sus anteriores errores y logró explorar mejor sus nuevas y viejas virtudes. Con ese poco le alcanzó para superar su malísima primera parte y conseguir ofrecerse cómo un buen entretenimiento de acción para nuestras carteleras, aunque el potencial presentado de la película previamente deje cierto sabor a poco.
Nuevo capítulo de la saga basada en los juguetes bélicos. El diálogo es textual. “¿Qué vamos a hacer esta noche?” Respuesta: Lo mismo que hacemos todas las noches, ¡Tratar de conquistar el mundo!” Los personajes no son de G.I. Joe, sino que son Pinky y Cerebro, personajes del dibujo animado producido por Spielberg en los ’90, pero son la síntesis perfecta de lo que ocurre en cada capítulo de la saga G.I. Joe, basada en los populares juguetes de Hasbro. Como en la primera película, Cobra y sus secuaces quieren hacer lo mismo que Pinky y Cerebro, sólo que ahora van por más. Luego de ser encerrado bajo tierra en una ex mina en Alemania, Cobra logra escapar, quiere terminar un siniestro plan: apoderarse del planeta enfrentándose con las ocho potencias nucleares. Antes, los Joes caen en una trampa -no urdida por Cerebro, pero por lo simplista parecería que sí- y antes de que alguien les diga Yankees go home , la mayoría de los soldados quedan aniquilados. Sin una gota de sangre: se sabe que estas películas deben ser aptas al menos para preadolescentes en Norteamérica, y entonces hay violencia, explosiones, fuego, pero nada de fluido rojo. Los fanáticos descubrirán que hay caras nuevas y otros personajes/juguetes desaparecen más bien rápido. Como no queda otra, los sobrevivientes busca ayuda en un líder de los Joe: si antes era el general Hawk (Dennis Quaid), ahora es el general Colton (Bruce Willis). Y deben averiguar si el mismísimo presidente de los Estados Unidos los mandó eliminar. Interpretado de nuevo por Jonathan Pryce -que fue Perón en la Evita de Alan Parker-, parece cansado, como si el poder no le sentara bien. Igual, nadie se pregunta o responde cómo es que secuestraron al presidente. Minucias de la trama, porque lo que importa es la acción. Al grito de Hu ah! los Joes son -casi- invencibles. Por ahí está el músico RZA como el maestro de kung fu ciego (que no parodia al de pequeño saltamontes , pero casi), muchos ninjas, más traiciones y solidaridades inquebrantables. Y todo lo que comenzó como un juego, termina así: chicos, a tomar la leche.
Hace ya cuatro años se estrenó la muy floja G.I. Joe: El origen de Cobra . Sin embargo, pese a la pobre recepción, al poco tiempo se puso en marcha la secuela, cuyo lanzamiento fue demorado durante 9 meses para su conversión a 3D luego de haber sido filmada. Ya no están el director Stephen Sommers ni varios de los intérpretes de la película original, pero la presencia como protagonista de Dwayne "The Rock" Johnson y la participación especial de Bruce Willis permitían tener ciertas ilusiones respecto de un resurgimiento de esta franquicia basada en los populares muñecos militares de la compañía Hasbro. Y, si bien es superior a la primera entrega (no hacía falta demasiado), el resultado dista de ser satisfactorio dentro de una factoría como la hollywoodense, que suele regalar cada año sólidas y en muchos casos sorprendentes producciones de acción. El guión de Rhett Reese y Paul Wernick es de una absoluta elementalidad (casi al borde del ridículo) y, por lo tanto, describir la trama o especificar sus diálogos es un ejercicio inútil. Basta indicar que los maléficos integrantes de la organización Cobra se han infiltrado en la Casa Blanca, han secuestrado al presidente (Jonathan Pryce) y tomado el poder con la intención -qué menos- de dominar el mundo. El mandatario impostor (tienen la capacidad para clonar la imagen del real) decide traicionar a los G.I. Joe y pone a la opinión pública en su contra. Los escasos sobrevivientes de ese cuerpo de elite -liderados por Johnson y la seductora Adrianne Palicki- deben reorganizarse desde la clandestinidad con la ayuda del veterano oficial Joe Colton (un Willis que aparece en la segunda mitad, pero no tiene un papel a su medida) para iniciar el contraataque al que alude el subtítulo del film. La segunda parte abandona por completo cualquier tipo de "justificación" dramática y va a lo seguro: vértigo, adrenalina. Se trata de una sucesión casi ininterrumpida de set-pieces (algunas bastante buenas, como un enfrentamiento entre ninjas sostenidos por cables en las laderas de las montañas) que demuestran tanto el profesionalismo de los expertos en coreografías, efectos visuales y dobles de riesgo como la incapacidad de los realizadores para construir una historia mínimamente lógica y entretenida. Acción pura, es cierto, pero que resulta como un envoltorio vistoso para un regalo hueco.
De absurda es simpática Hace unos años un director prometedor como Stephen Sommers terminaba de arruinar su carrera dirigiendo la adaptación al cine de G.I. Joe. Fue uno de los varios films cuyo origen no había sido otro más que la juguetería. Claro que a su vez el juguete se basó en el apodo que recibieron los soldados de infantería anónimos durante la Segunda guerra mundial. Pasaron las generaciones y el juguete fue más que un tipo de soldado, se multiplicó, se transformó y lo que verán los espectadores al ir al cine hoy dista mucho de la representación tradicional de las fuerzas armadas. Los dibujos animados también le terminaron de dar forma a estos personajes que los fans reconocerán y que el público en general verá como bastante absurdos. Así que estamos frente a la segunda parte de un film basado en juguetes y dibujos animados. No es lo que se dice un punto de partida muy sólido. Pero justamente por eso esta película sobrevive. Su propuesta es pequeña, absurda y finalmente simpática. Carente de cualquier asomo de sangre o violencia impactante, la película multiplica escenas de acción inverosímiles y en muchos casos espectaculares. Algunas, como la pelea de espadas en la montaña son buenas en serio. Otros momentos, más dramáticos o intimistas serán menos fáciles de disfrutar. Pero con lo justo la película alcanza sus objetivos. El elenco tiene a los carismáticos Dwayne Johnson y Channing Tatum rodeados de actores del estilo de esta clase de films y la presencia de Bruce Willis y del veterano actor Jonathan Pryce le dan algo de lujo extra a esta producción. Tres o cuatro chistes bien ubicados terminan de cerrar bien el paquete. Nada del otro mundo, pero entretenida. Y los que la vean en 3D, tendrán momentos para agachar la cabeza tratando de esquivar las balas.
La nueva entrega de G.I.Joe es una película completamente superior al trabajo que hizo el director Stephen Sommers en el 2009, en cualquier aspecto que se la desee comparar. Los productores tomaron decisiones radicales para este film, prácticamente destruyendo todo lo que había creado Sommers, para brindar una producción que está mucho más en sintonía con los cómics de estos personajes publicados por Marvel en los `80, que eran más serios e interesantes que los dibujos animados. De hecho, esta vez incluyeron arcos argumentales concretos de la historieta como la subtrama de los ninjas Storm Shadow y Snake Eyes, cuyos conflictos personales toman un giro inesperado cuando se revela un secreto del pasado de ambos. En un punto me quedó la sensación que esta debió ser la primera película de G.I.Joe. Una ventaja que tiene esta franquicia es que hay tantos personajes (cerca de 500) que se pueden contar distintos relatos con repartos diferentes, que es lo que ocurrió un poco con este estreno. Los productores, que son los mismos de la anterior, hicieron una importante depuración del elenco original y reconstruyeron G.I.Joe sin dejar de mantener una continuidad con la película anterior. Se quedaron con los ninjas (que fueron lo mejor de la producción del 2009) y Jonathan Price porque era necesario para el argumento, pero después es como que hicieron todo lo posible por borrar el recuerdo de la primera entrega. Channing Tatum tiene apenas una participación especial en los primeros minutos y luego ya no forma parte de la historia. Hay un par cosas para destacar de este film. En primer lugar resultó una revelación total el director Jon M. Chu, quien entre sus antecedentes contaba con el documental de Justin Bieber y los filmes de baile para adolescentes, Step Up 2 y 3. O sea, más que una filmografía tenía un prontuario policial. Después de ver lo que hizo este muchacho en este trabajo lo banco a muerte con la próxima película de He-Man que él dirigirá y se conocerá en el 2015. Creo que Chu entendió con precisión de que se trata G.I Joe y desde la acción brindó escenas espectaculares y mejor realizadas que lo que hizo Stephen Sommers. La pelea de los ninjas en la montaña es imponente y está impecablemente ejecutada. Me pareció genial también que el nuevo director no abusó de la animación computada en las escenas de batallas más importantes. Visualmente la película es superior, inclusive con combates de artes marciales más estilizados. The Rock vuelve a demostrar que es uno de los grandes remadores de Hollywood que te levanta con su carisma (aunque siempre haga el mismo papel) cualquier película donde lo pongas. Acá resultó ser un protagonista mucho más sólido de lo que fue Channing Tatum, en la historia previa. Lo mismo sucede con Adrianne Palicki, quien más allá de su belleza y atributos físicos, su interpretación de la vieja y querida Lady Jaye tiene más fuerza y presencia que los personajes femeninos del film anterior. Bruce Willis no aporta demasiado y se nota que lo convocaron para sumar una cara más en el poster. De todos modos tiene un par de buenos momentos, pero su rol es muy secundario. Sí estuvo bueno que esta vez se pudo apreciar más al Comandante Cobra, interpretado esta vez por Luke Bracey, como uno lo recuerda de los dibujos animados y especialmente el cómic. La película tiene sus agujeros argumentales, como la inexplicable resurrección de Storm Shadow, pero creo que es imposible ponerte a analizar esta historia en serio y por eso uno le deja pasar ciertas cosas a una producción de este tipo. Si le vas a buscar la quinta pata al gato como si se tratara de La delgada línea Roja o La caída del Halcón Negro la reseña se vuelve ridícula. El 3D la verdad que no aportó absolutamente nada, igual que las escenas adicionales que se filmaron con Channing Tatum, ya que su personaje tiene poca presencia en esta trama. Más allá de estas cuestiones creo que la nueva película de G.I Joe ofrece un gran entretenimiento pochoclero con estos personajes que acompañaron la infancia de aquellos que fuimos chicos en los ´80 y nos enganchábamos con la serie animada. EL DATO LOCO (Contiene spoilers, para leerlo seleccioná el texto que aqui abajo aparece con tu mouse). "Algo llamativo de las nuevas escenas de Channing Tatum es que no modificaron el destino de su personaje y muere enseguida en la trama. En las primeras funciones de testeo esto fue muy criticado por los espectadores y obligó a Paramount a que filmaran escenas adicionales con el actor para que tuviera un poco más de presencia. De todos modos los productores no alteraron la historia y Duke, en efecto, es liquidado en esta entrega. Esta es la segunda vez que el personaje resulta muerto en combate. Sin embargo, en la primera ocasión lo tuvieron que resucitar a la fuerza. Cuando se hizo G.I Joe: The Movie (el largometraje animado de 1987), Duke moría claramente en la historia pero luego tuvieron que modificar el film con diálogos adicionales donde se dejaba en claro que había sobrevivido. Esto se produjo para evitar el problema que Hasbro había tenido con la película animada de Transformers donde moría Optimun Prime, un momento shockeante para los niños de los ´80. La empresa recibió miles de cartas de protesta por esa controvertida decisión ya que los chicos salían llorando del cine, algo que terminó por influir en la recaudaciones que no fueron precisamente buenas debido a esta cuestión."
Vértigo en las alturas Continuación de "G.I. Joe: El origen de Cobra" (2009), un relato de acción basado en los muñecos de Hasbro, que coloca al comando peleando con su enemigo mortal, pero agrega además una amenaza que proviene de algunos miembros del gobierno. Con esta estructura llega G.I. Joe: El contrataque que reúne a Dwayne Johnson, Channing Tatum y Adrianne Palicky, tres miembros de la fuerza que son dados por muertos en un feroz ataque y quedan abandonados en el desierto. El equipo entra en conflicto con Zartan, Storm Shadow y Firefly, todos al servicio del Comandante Cobra. Esta secuela es un cóctel de películas de ninjas, con enemigos de rostro cubierto, operaciones militares estratégicas e insectos mecánicos convertidos en armas letales, en medio de un guión que firman Rhett Reese y Paul Wernick, más elaborado que la historia del film original. Si bien el espectador no encontrará demasiadas sorpresas, la espectacularidad de la secuencia ambientada en las alturas de la montaña bien vale el precio de la entrada. El resto es entretenido pero rutinario, otro producto de acción plasmado con vértigo por el realizador de Step Up y el documental de Justin Bieber. En la película hace su aparición Bruce Willis como el General Joe Colton y repite Jonathan Pryce como el Presidente. También está el ex niño de Jurassic Park, Joseph Mazzello. Si buscan tiros, acá los encuentran...
Ideal para los amantes de la acción ¿Que pasaría si el presidente de EE.UU. no fuera el presidente de los EE.UU. sino uno de los secuaces del maléfico Cobra ? ¿Que pasaría si, encima, este malvado ser, por medio de una emboscada, hubiera hecho pasar a la clandestinidad a los tres o cuatro G. I. Joe que aun quedan con vida ? Estas son las preguntas en las que se basa este nuevo film de la saga de G. I. Joe. Un film que en los primeros momentos, para los que no están muy al tanto de los personajes de G. I. Joe puede volverse un poco confusa, pero que a medida que el tiempo pasa y la acción crece se va volviendo sumamente divertida parea todos aquellos amantes del género. La película cuenta con muy buenos efectos especiales y con un 3d aceptable (fue filmada en 2D y convertida en 3D). Dwayne Johnson como el jefe de los G. I. Joe en clandestinidad hace muy bien lo suyo y a Jonathan Pryce como el presidente de los EE.UU. se le nota que le sobra oficio y talento. Bruce Willis vuelve a hacer uno de sus típicos personajes que tan bien le sientan. G. I. Joe – El Contraataque” es una de esas películas ideales para los que le gustan los tiros, las explosiones y todo tipo de acción
Para vengarse Y la armada belicista de Hasbro está de regreso con una soporífera aventura, plagada de personajes que parecen competir por el seudónimo más bobo, mientras disparan a malos con turbantes en algún lugar de Corea. Los tiros y explosiones que intentan sacudir al espectador durante los primeros veinte minutos, surten el mismo efecto que podría conseguir un golpe con el chipote chillón. Aparece algo parecido a una trama cuando se presentan situaciones que continúan de la primera entrega, que si no fue vista entonces se obtendrá más confusión a la generada por la pésima dirección de Jon M. Chu; quien se suma a la moda de imprimir mucha acción vacía y ruido para vender emociones que es incapaz de provocar con inteligencia. Dwayne "La Roca" Johnson hace lo que puede con papel intrascendente, mientras Bruce Willis parece un muñeco de otra colección; perdido, incómodo. Solo Jonathan Pryce lleva su rol con dignidad y pone algo de talento a un producción que no lo merece. En cuanto a lo técnico, solo diremos que los efectos especiales cumplen con el umbral requerido por una producción de este tipo, aunque el 3D es absolutamente prescindible y solo genera molestias para hacer foco entre el subtítulo y el fondo. En resumen, basura propagandística nada inocente, que ni siquiera cumple con la elemental misión de entretener por un rato.
Ambiciones de un presidente falso La película tiene todo lo que el espectador aficionado al género debe tener, acción, mucha violencia, efectos especiales, secuencias espectaculares con suspenso, escenas con entrenados dobles de riesgo y grupos de artes marciales, que luchan en posiciones imposibles hasta morir. Al parecer, el término Joe, apodo que se daba a los soldados durante la Segunda Guerra Mundial, se popularizó y precisamente los "Joe" del título de la película, son integrantes de una unidad militar de élite y han dado origen a una serie de filmes, juguetes y videojuegos, de los que son protagonistas. En esta segunda película de la serie, los Joe, habitualmente gubernamentales, solidarios y de excelente entrenamiento son boicoteados nada menos que por el presidente de los Estados Unidos, que resulta ser un farsante que toma su rostro para un engaño general que busca la "desnuclearización" de los principales países. Los Joe, ayudados por el general Joe Colton (Bruce Willis), son perseguidos por los Cobra, con personajes como Zartan (Arnold Vosloo), Storm Shadow (Byung-hun Lee) y Firefly (Ray Stevenson) a la cabeza. El objetivo, por supuesto, es el dominio del mundo y toda la violencia y astucia de los grupos se enfrentan para conseguir lo que desean. MARCO IMPRESIONANTE La película tiene todo lo que el espectador aficionado al género debe tener, acción, mucha violencia, efectos especiales, secuencias espectaculares con suspenso, escenas con entrenados dobles de riesgo, que se cuelgan de las alturas del Kilimanjaro y grupos de artes marciales, que luchan en posiciones imposibles hasta morir. A esto se suma la presencia del actor de moda Channing Tatum como Duke, o veteranos imposibles de sustituir, como Bruce Willis, personificando al general Joe Colton, con su cuota de humor aludiendo a la edad y al colesterol alto o Dwayne Johnson, en el personaje del imbatible Roadblock, sin olvidar al coreano Byung-hun Lee, que hace de Stormshadow. También se celebran actores tan dúctiles como el veterano Jonathan Pryce, que construye al villano, sosías del presidente con la misma soltura que una vez encarnó al escritor Lytton Strachey en la recordada "Carrington". Una excelente fotografía colabora con este filme que contiene mucha acción y entretenimiento.
La saga que lo tiene todo, en 3D para los efectos especiales que cada vez son más audaces, con el malísimo Cobra y sus archienemigos. Nacieron muñequitos y se transformaron en héroes que conservan la ingenuidad en elementales actuaciones, un invitado especial y acción. Tiene su público fiel
Pryce y el 3D justifican secuela de G.I. Joe En la primera y olvidable "G I Joe", llamaba la atencion la presencia de un Jonathan Pryce interpretando a un presidente que no diferia mucho de su Peron de "Evita" de Alan Parker. Ahora, junto al contraataque del cuerpo de G I Joes, Pryce toma revancha de su insulso personaje del film del 2009 y se desdobla encarnando al mismo presidente del film anterior, ahora secuestrado por un doble malísimo dispuesto a todo. Dwayne Johnson toma el rol protagónico con su habitual entusiasmo, y no se puede dejar de mencionar a un sorprendente Bruce Willis en una de esas apariciones realmente extrañas que sus fans siempre agradecen. A diferencia del anterior, aquí sí los distintos personajes tienen matices y, sobre todo, cada tanto hay secuencias de acción en 3D endemoniadamente vertiginosas, filmadas por los encargados de la segunda unidad (sin duda mucho más creativos que el director Jon M Chu, que por momentos se cuelga en situaciones demasiado dialogadas, generalmente tan insensatas como la duración de 110 minutos). Los efectos 3D: son de lo mejor que se haya visto en cuanto a la estereoscopia digital aplicada a escenas de acción con algún sentido de realismo. Abriendo la segunda mitad del film, hay unos duelos ninjas y masacres alpinistas multicolores que justifican el precio de la entrada, igual que el maestro ninja que interpreta RZA, inigualable rapper y experto en kung fu.
La venganza de los Cobra se viene pesada pesada contra los Joe en la secuela de esta película que poquito y nada tiene que ver con la serie de los ’80. Ghost Protocol Si vieron la última de Misión Imposible, el argumento de esta, Retaliation, les recordará mucho. A los Joe les tienden una trampa y sólo quedan tres sobrevivientes con poco equipo, incomunicados y buscados por traidores mientras Cobra con su poder en ascenso piensa ponérsela de lo lindo al resto del mundo. –(¿Pueden decir “ponérsela”? En este blog, sí).- Los tres Joe que sobreviven a la emboscada en Medio Oriente buscan volver a USA, reorganizarse y armar un plan de ataque contra su enigmático enemigo. Como ya vieron en los avances, tendrán la ayuda del viejito piola de General Joe Colton, Bruce Willis, quien está armado hasta las boinas y además trae a sus otros amigos viejitos piolas para combatir a una de las mayores organizaciones del mundo. Hollywood lo ha hecho de nuevo, hoorray. Lo que importa es la acción Disparos, explosiones, diálogos graciosos, intriga internacional (ñic), y destrucción por todos lados. Todos esos ingredientes estuvieron en la cocina de G.I. Joe: Retaliation, (me pasé con la metafóra). No van a ver nada nuevo ni mejorado de lo que ya conocen. El 3D suma por momentos en situaciones cruciales pero nada que los vaya a levantar de la silla en un repentino ataque y asombro por la pericia e ingenio de la ingeniería FX de la peli mientras tienen a un espectador en estado de emoción violenta gritándoles que se sienten de una so pena de sopapearlos motivados por la jurisprudencia establecida en estos días desde Córdoba. Algo que puede preocuparnos mucho en este tipo de películas es el guión y que los productores y director no se hayan dejado llevar por las maravillas de los efectos y terminen tijeretando escenas claves que nos permiten entender porqué exploto justo ese autito. Bueno, eso no pasa acá. El guión está bien como para seguirlo tranqui y disfrutar, (sí, dije “tranqui” ¿Cuál hay?). Conclusión A pesar de las bondades de 3D-G.I. Joe: Retaliation siento que le faltó punch por momentos y generar mayor suspenso en ciertas situaciones que podrían haber dado para más. Aún así, les puede pasar que sientan ese nudo en el estómago mientras se preguntan “¡En cinco segundos se pudre todo y no llegan…!”. Los diálogos tienen una cuota de humor que toda peli de acción necesita y están muy bien como la relación entre The Rock y Channing Tatum y luego Bruce Willis con Adrianne Palicki. Si les gustó la primera esta no los va a defraudar, a mí me dejó con ganas de ver una tercera secuela. Well done, Hollywood.
Jugando con soldaditos. La franquicia de G.I. Joe no se caracteriza por el realismo o la verosimilitud. Como con su compañera Transformers, las cosas arrancaron durante la explosión comercial de los años ochenta en Estados Unidos, con una serie de figuras de acción. La popularidad llegaría más tarde, con la aparición de comics y una serie animada que, en realidad, servían como publicidad para los juguetes, vendiéndole a los niños la idea de grandes batallas entre militares y terroristas. Décadas después, los números generados por la nostalgia lograron que la lucha fuera llevada a la pantalla grande en la olvidable G.I. Joe: El Origen de Cobra, una adaptación decepcionante que solo se parecía al material original por las actuaciones ‘a lo muñeco’ de algunos miembros del elenco. Ahora, el director Jon Chu (cuyo historial previo incluye dos films de Step Up y el documental Justin Bieber: Never Say Never), trata de dar vuelta el rumbo y complacer a los fans con la secuela G.I. Joe: El contraataque (G.I. Joe: Retaliation, 2013). Tras los eventos de El Origen de Cobra, los Joe siguen cumpliendo misiones alrededor del mundo, sin saber que su lider, el Presidente de los Estados Unidos (Jonathan Pryce) fue reemplazado por el imitador Zartan (Arnold Vosloo). Y, antes de que se den cuenta, ellos son atacados sin piedad por el villano, quien ejecuta a casi todos los miembros del grupo de elite. Ahora, con Roadblock (Dwayne Johnson), Lady Jaye (Adrianne Palicki), Flint (DJ Cotrona) y Snake Eyes (Ray Park) como únicos sobrevivientes, queda poco tiempo para formar una resistencia antes de que el impostor Zartan, junto al Comandante Cobra (Luke Bracey), el ninja Storm Shadow (Byung-Hun Lee) y Firefly (Ray Stevenson), dominen el mundo. Usualmente, las secuelas de los tanques hollywoodenses tienden a agrandar lo que la gente probó en el primer film. En el caso de Chu y los guionistas Rhett Reese y Paul Wernick (los mismos de Tierra de Zombies), parece que el caso es contrario: en esta oportunidad, los objetivos son complacer a los fans y borrar lo más posible de lo que vino antes. Esto queda bastante claro cuando Duke (Channing Tatum), el previo protagonista, es eliminado a los 15 minutos de iniciada la producción, dándole paso a Johnson para probar su reputación como icono de acción del presente y mejorar el asunto. Liderando un elenco dispuesto con carisma (especialmente Jonathan Pryce, sobreactuando y comiendo todas sus apariciones con gusto), el ex-luchador profesional está a gusto en el energético mundo de Chu, que se mata para satisfacer a los entusiastas y se despacha con escenas de acción variadas y fluidas. Así, la película se siente como el producto de un chico que imagina una aventura con sus juguetes, ignorando el hecho de que la realidad no permite cosas como peleas entre ninjas colgados sobre montañas. Sin embargo, el film también sufre por esa falta de pensamiento. A pesar de ser una básica historia de ‘buenos contra malos’, el desarrollo del film es bastante lento, de tal forma que recién en la mitad empiezan a moverse todas las fichas del tablero. Encima, todo es demasiado superficial: se tiran decenas tras decenas de personajes (incluyendo a un desperdiciado Bruce Willis, quien aparece por menos tiempo que Tatum) para complacer a los apasionados, pero para después atropellarlos y darle paso a explosiones, tiros y tomas que tratan de justificar un olvidable 3D. Es el sistema de un videojuego, pero sin el alma necesario para que uno realmente se interese. Al final, esto solo logra que cueste bastante recordar algo tras salir del cine. Pero de todas formas, G.I. Joe: El Contraataque divierte por el tiempo que está en pantalla. No será memorable o especial, y los no conocedores se sentirán algo excluidos, pero la acción y los protagonistas sabrán complacer a los que busquen enlistarse por una dosis de escapismo.
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Cuando hace un par de años se estrenó G.I. Joe: El Origen de Cobra, la pimera adaptación a la gran pantalla de los clásicos muñecos y la serie animada de los ’80 (sin contar algún telefilm de esta) la sensación era extraña; por un lado se agradecía que la película no fuese tan patriótica como lo esperado, pero por el resto la película se perdía en un mar de efectos rimbombantes en los cuales era difícil encontrar algo que recordara sus verdaderos orígenes. Pese al fracaso en la taquilla y la mala reputación de aquella, no se tardó en avanzar con una secuela, que en un primer momento sería estrenado hace exactamente un año (al igual que otro de los films estrenados esta semana, Jack. El cazador de gigantes, extraña coincidencia) pero que luego se pospuso para su reconversión al 3D. La sensación de que deja G.I. Joe: 3D: El contraataque vuelve a ser ambigua, parecieran haber aprendido del error del primer film, y termina cayendo en otros. El argumento no es más que una mera excusa, secuela directa de la primer entrega pese a que hay un cambio en los personajes que podría suponer un relanzamiento), como se advertía en su final, el Comandante cobra y sus secuaces logran introducirse en la Casa Blanca mediante el secuestro y reemplazo del Presidente. De esta manera, se logra desprestigiar mediáticamente a las fuerzas de elite G.I. Joe que básicamente quedan desterradas; pero estos regresan, se unen a un antiguo militar y dan el contraataque para volver a ocupar el lugar que les pertenece... o algo así, la verdad es que el argumento es muy simple (pese a algún giro que dejará a los fanáticos sorprendidos, o no tanto ya que era de esperarse) y muy poco claro; todo se resuelve en poco tiempo y lo que queda es una sucesión interminable de batallas variadas sin excusas. La primer entrega del film había sido dirigida pos Stephen Sommers (que venía de pegarla con las dos entregas de La Momia y estropearla en Van Helsing); ahora, Sommers abandonó el barco y quien ocupa su lugar es Jon M. Chu, un director que hace su primera incursión en el terreno dde la acción ya que sus anteriores trabajos fueron más bien en el terreno musical con Step Up 3 y el documental de Justin Bieber Never Say Never. Esta decisión en un primer lugar parecía extraña, pero al ver G.I. Joe 2 puede llegar a comprenderse, muchas de sus batallas (impactantes visualmente) notan mucho su estilo coreográfico, organizado, como una El tigre y el dragón pero sin su ángel. Lo que sí parece jugar a favor de esta secuela es su decisión de ser una suerte de film clase B, como esos que Menahem Golam y su productora Cannon entregaban a rolete allá por los ochenta, es un film de acción directo y sin vueltas, con personajes más simples e identificables; y en ese sentido, la dirección de Stephen Sommers quizás hubiese sido más correcta (demostró moverse bien en el B con Deep Rising/Agua Viva), ya que la ampulosidad de Chu convierte al film en algo indeciso. Técnicamente estamos ante un film correcto, con buena fotografía y una banda sonora un tanto rimbombante. Otra vez queda demostrado que la reconversión al 3D no es efectiva, no son muchas las escenas en las que se note y realmente parece puesto por encima. Del rubro actoral no se puede exigir mucho, Dwayne Jonson se vuelve a cargar el proyecto al hombro y avanza a puro carisma; Adrianne Palicki vuelve a demostrar que su elección como una posible Wonder woman era incorrecta; Bruce Willis aparece recién en el segundo tramo y nbásicamente se interpreta a sí mismo (y lo bien que le sale); en Luke Bracey como Cobra en lugar de Joseph Gordon Levitt no parece haber un cambio fundamental; y Jonathan Pryce, obviamente actúa con miras a un cheque gordo. G. I. Joe 3D: El contraataque no va a decepcionar a quienes buscan un film de pura acción pero aggiornado a estos tiempos confusos, quienes busquen un poco más de sustento deberán plantearse qué hacen eligiendo una película como esta
Alguna vez habrá que reconocer la curiosa habilidad del cine de acción de tomar la actualidad del mundo solo para escupirla regurgitada y transformada en otra cosa bien distinta. G.I. Joe, quizás debido a su prosapia lúdicamente robusta, juguetea con los signos de la política internacional hasta que de esta no queda nada más que la cáscara, un reflejo apenas con el que el director Jon Chu se divierte. Después de todo, su película es mas o menos eso, una gran guerra de soldaditos musculosos y letales que se baten en cárceles subterráneas alemanas o colgados de arneses en picos nevados orientales (ahí, en las complicadas coreografías de montaña, se percibe el pasado de un director especializado en musicales y baile). Cuando el Joe original que caracteriza Bruce Willis revela su arsenal escondido (gran pase de comedia, ya que estamos) los personajes se engolosinan y no saben qué chiche agarrar primero, si la granada camuflada en el cesto de frutas o uno de los cañones guardados en el placard. Son como chicos, ellos y nosotros, por eso es que la película puede verse como un gran catálogo de juguetes mortíferos diseñados para atraer el ojo, como esa moto que, tras vaciar sus ametralladoras y misiles, se desarma y convierte ella misma en un motón de cohetes que impactan contra su blanco. Al contrario de lo que dicta el lugar común, se requiere de una gran responsabilidad (y una gran habilidad) para tratar la guerra de esa manera, solo como un juego violento para niños hiperestimulados. No debe ser fácil eludir con tanta eficacia las referencias al mundo real o, en todo caso, convertirlas en material de un humor simpático y un poco delirante, como ocurre con las cargadas que se liga el líder de Corea del Norte o la displicencia con la que el falso presidente de Estados Unidos juega a Angry Birds mientras unos misiles nucleares lanzados por él amenazan con iniciar una guerra a escala planetaria en cuestión de segundos. G.I. Joe se comporta como sus protagonistas cuando juegan un videojuego de guerra: lejos de lo que dictan las convenciones de la película bélica más tradicional, el director pone a un montón de inverosímiles guerreros inflados con esteroides (tampoco faltan un par de ninjas algo mas menudos) a reventarse a tiro limpio y explosiones sin otro fin que el goce por la destruccion y el descalabro, como lo haría un nene que levanta un castillito de arena solo por el placer de derribarlo después. Cómo puede explicarse sino esa voladura prácticamente gratuita en términos narrativos (pero visualmente impresionante) del centro de Londres, y que encima sucede sin ninguna clase de consecuencia real para los personajes y la historia. Es que la preocupación por las causas y los efectos es algo que le corresponde a otro cine, a uno preocupado por las obligaciones con el realismo y la actualidad mundial; pasarlas por arriba sin mucho cuidado es un lujo (y un arte) que solo unas pocas películas que juegan pueden darse.
Más figuras, menos acción G.I. Joe: El Contraataque tenía pautado su estreno para mediados de 2012 pero tras algunos testeos de público Paramount y la línea de juguetes Hasbro dueña de los derechos de la marca resolvieron aplazar un año el lanzamiento del film. ¿Motivos? Al parecer hubo reacciones desfavorables en las privadas con respecto al destino argumental de Duke (Channing Tatum) protagonista de G.I. Joe: El Origen de Cobra (2009). Y las malas lenguas aseguran que la película era lisa y llanamente mala. Algo imposible de demostrar pero es probable que así fuera luego de que el estudio descartara a casi todo el elenco original por no mencionar al director estrella del género Stephen Sommers (además de la primera G.I. Joe responsable de la saga de La Momia). Debieron rodarse escenas nuevas con Tatum aunque de todos modos apenas participa en el primer acto del guión escrito por Rhett Reese & Paul Wernick, los autores de Tierra de Zombies. El otro motivo de la postergación: la conversión de las imágenes a 3D para continuar explotando el formato de moda en Hollywood. Tras todas estas idas y venidas, G.I. Joe: El Contraataque ha llegado por fin a los cines y si bien es claramente inferior a la aventura anterior cuenta con un par de secuencias espectaculares que vale la pena ver. Por otra parte la presencia de figuras carismáticas como Dwayne Johnson o Bruce Willis no debe ser menoscabada: son leyendas del cine de acción que con su sola imagen potencian cualquier proyecto. Se temía que para la secuela Paramount/Hasbro disminuyeran el presupuesto considerando que la recaudación en aquella oportunidad no fue tan fabulosa. La presunción se confirma en un 100%. Tal vez los productores hayan pensado que cambiando el enfoque podrían obtener un éxito equivalente o superior al del 2009. Lo cierto es que al reemplazar al director Stephen Sommers por el mucho más impersonal Jon M. Chu se perdió el sentido de la aventura épico, frenético y lleno de humor que es moneda corriente en el infravalorado creador de Agua Viva y Van Helsing, el Cazador de Monstruos. También se erradicó el muy costoso concepto futurista desplegado en escenarios (por aire, tierra y agua), vehículos y gadgets de todo tipo. No hay explicación para la desaparición de muchos personajes pero sí se continúa con la línea argumental iniciada en El Origen de Cobra con Zartan (Arnold Vosloo), un esbirro del Comandante Cobra, todavía asumiendo el rol del Presidente de los EE.UU. (Jonathan Pryce), convertido en una réplica perfecta del Primer mandatario gracias a una revolucionaria cirugía estética. Del elenco primigenio vuelve el astro surcoreano Byung-hun Lee (I saw the Devil) como Storm Shadow (en un rol más ambiguo) y Ray Park como Snake Eyes. Los demás actores brillan por su ausencia: Dennis Quaid, Joseph Gordon-Levitt, Rachel Nichols, Sienna Miller, Marlon Wayans, etc. De los contratados para la secuela podemos mencionar en el bando de los buenos a D.J. Cotrona, la sexy Adrianne Palicki, la francesa Elodie Yung; el enorme, granítico Dwayne Johnson y Bruce Willis como un militar retirado (pero no tanto, ejem); por el bando de los malos tenemos al carismático Ray Stevenson y al ignoto Luke Bracey en el papel del Comandante Cobra (que de todos modos aparece poco). La historia es una mera excusa para enhebrar unas cuantas escenas de acción. La mejor, lejos, es la vertiginosa batalla entre los archienemigos Storm Shadow y Snake Eyes en las montañas. El uso del 3D es impecable en esta secuencia y está bien aprovechado en otras. Nada mal para ser una película no rodada en el formato tridimensional. Como producto esta nueva entrega queda a mitad de camino entre el nivel del filme anterior y lo que sería un directo a Blu-Ray con ambición. Si no se le exige nada G.I. Joe: El Contraataque quizás cumpla con su propósito de entretener. Empero los entendidos en la materia se harán un festín y no quedará nada en pie. Es entendible. A muchos de ellos tampoco los había complacido la película de Sommers. Afortunadamente está bastante recatada la vena patriótica. Si esta franquicia la hubiese hecho propia un tipo como Michael Bay distinta sería la cuestión. Imagínense al chauvinista de Bay, un incondicional de cualquier fuerza militar estadounidense, metiendo las garras en un proyecto de este perfil. Gracias, Dios. En estos pequeños detalles también vemos Su mano…
Semanas atrás dábamos cuenta, a propósito de la segunda parte de Silent Hill, de la innecesaria creación de secuelas en la industria del cine contemporáneo. En este caso en particular, el de las figuras de acción creadas por la compañía juguetera Hasbro, no requería demasiado esfuerzo superar una patética primera transposición de los juguetes a la pantalla grande. Puntualmente, GI Joe: El Contraataque es más bien un relanzamiento de la franquicia que una mera continuación de aquel desastroso debut. Borrón y cuenta nueva (que incluye eliminación completa de elenco, con excepción de una breve participación de Channing Tatum) ahora el malísimo villano Cobra está de regreso con la complicidad del gobierno norteamericano, que ha decidido eliminar a la fuerza especial conformada por los Joes. Los únicos sobrevivientes de la matanza, con el fornido Dwayne "The Rock" Johnson a la cabeza, deciden solicitar ayuda al Joe original (Bruce Willis) para salvar al mundo de una guerra nuclear. Si buscan acción, explosiones, edición vertiginosa, personajes de manual básico de escritura de guión, actores con escaso talento interpretativo, esta será la opción perfecta en este finde súper, mega, extra largo. Para ser justos, la secuencia del enfrentamiento de los ninjas en la ladera de la montaña es de las mejores escenas de lucha coreografiada en lo que va del año.
Se te ve la tanga Mientras voy pensando qué es lo que se puede decir acerca de G.I. Joe: el contraataque, me doy cuenta de que estoy a punto de enumerar una serie interminable de fallas que contiene y que podría describir con el más desenfadado sarcasmo. Pero, sólo por hoy, intentaré ser un poco más justo, porque estoy pensando esta película en función de su detestable predecesora. Y la verdad, es que si hay algo que Jon Chu intenta en esta segunda parte de la franquicia es despegarse de aquel fallido bodoque, aunque el problema quizás es que esto se nota demasiado y ese es uno de los problemas de esta secuela. Pero vamos por partes. Allá por 2009 aparece G.I. Joe: el origen de Cobra que es el ejemplo de película de acción mal hecha. Durante sus dos horas de duración se nos contaban un montón de sucesos con una lógica cada vez más cuestionable, flashbacks en escenas de pura acción y las tetas de las dos protagonistas femeninas danzando por ahí sin la más mínima gracia. Solo se salva una muy buena secuencia que trascurre en París con unos trajes al mejor estilo Iron Man y la Torre Eiffel hecha pedazos. Las actuaciones también fueron bastante deplorables e impostadas destacando el insoportable Marlon Wayans, que por suerte ha sido borrado de un plumazo de esta secuela junto con las dos chicas tetonas. Entonces contratan a Jon Chu que viene de filmar películas 3D con bailarines (Step Up 2 y 3D), y llaman a Dwayne Johnson que es tan grandote como carismático y a Bruce Willis que es el mejor actor que ha interpretado héroes de acción en las últimas tres décadas. Y además uno veía el tráiler y podía pensar que los creadores de esta secuela iban a intentar borrar con toda la caradurez del mundo el mal recuerdo de la anterior película a pura burla y acción. Y luego de verla, queda la sensación de que no ha sido del todo satisfactoria esta obvia maniobra de los productores. En principio porque G.I. Joe: el contraataque se queda a medias con eso de olvidar a su predecesora. Con un prólogo medio apurado se nos explica por qué Chaning Tatum todavía está en la película y por qué es tan amigo de Dwayne Johnson, ni una palabra de qué fue de la vida de los otros. En seguida una misión, una trampa y todos los Joe’s muertos menos tres, entonces uno de ellos dice que hay que volver a las fuentes y obvio, la respuesta es Bruce Willis. Y uno piensa: “ahora sí se va todo a la mierda”. Y sí… pero no tanto. La decisión más acertada en cuanto a la trama es haberle dado protagonismo y mayor entidad a Snake Eyes y Storm Shadow (el ninja negro y blanco respectivamente), que otorgan la alegoría gruesa de la lucha entre el bien y el mal necesaria en ciertos films de acción de trazo grueso como este, y hasta se animan a relativizar esa dicotomía demostrándonos que el malo (Storm Shadow) no era tan malo después de todo. Jon Chu y los guionistas se terminan preocupando demasiado en justificar lo injustificable, eso se nota y daña el resultado general del film. Hablábamos de ser un poco justos, y hay que destacar el buen oficio del director en algunos aspectos: en principio las actuaciones son mucho más naturales y efectivas; apela bastante al sentido del humor por lo cual también mejora el ritmo del film; y digamos que logra una buena secuencia de ninjas en la montaña con rapel, espadas y coreografía perfecta. Chu logra que su película sea superior en todos los aspectos cinematográficos a G.I. Joe: el origen de Cobra y sin embargo no deja de ser un film menor de una franquicia que quizás haya tocado su techo rápidamente y que no parece tener un futuro prometedor. Seguramente veamos una o dos partes más de esta saga y también seguramente sean poco apetecibles. Al menos esta vez no nos aburrimos.
Soldados de un mundo imposiblemente digital La inminencia de un fin de semana largo XXL impone el vaso medio lleno: G. I. Joe: el contraataque es superior a aquella oda a la nada que fue El origen de la Cobra (2009). Pero que sea mejor no significa que sea buena ni mucho menos. Dirigida por el norteamericano de origen asiático Jon Chu, cuyo CV incluye dos películas sobre chicos lindos que bailan (Street dance y Step up 3D) y otra sobre Justin Bieber, la segunda entrega de la saga basada en un muñequito marca Hasbro mantiene de su predecesora la decisión de evitar cualquier intento de complementar las escenas de acción con un desarrollo argumental ya no complejo u original, sino al menos interesante, al tiempo que sigue abrazando ese tono entre canchero (los ralentis en 3D) y machaconamente patriotero y pro U.S. Army del mejor (¿o peor?) Michael Bay. Pero aquí al menos se atisba una mínima dosis de autoconciencia post Los indestructibles y se recupera un poco –sólo un poco– la dimensión física del asunto, en parte gracias a los aportes de un Dwayne “The Rock” Johnson cada día más parecido a una caja toráccica con patas y, claro, a un Bruce Willis haciendo de... Bruce Willis. Para aquellos que no hayan tenido el gusto de ver El origen de la Cobra, vale aclarar que el desenlace encontraba a casi todos los integrantes de la organización terrorista del título encarcelados o, tanto mejor, muertos. Sin embargo, unas minúsculas partículas químicas habían permitido que uno de ellos adoptara la figura del presidente (Jonathan Pryce), avalando así su secuestro y posterior trocamiento en la Casa Blanca. Trocamiento que será uno de los ejes de esta segunda parte, ya que el mandatario apócrifo retirará de servicios a los soldados de elite (los Joes) después de que uno de ellos se tomara la atribución de matar al Ejecutivo paquistaní. Aunque en realidad es todo un engañapichanga para encubrir el verdadero objetivo de Cobra. Que es, como suele ocurrir en estos casos, destruir el mundo. ¿Los motivos? Bien, gracias. Parias armados y deseosos de vengar a sus camaradas fallecidos, además de muy adeptos a la concepción de las fuerzas norteamericanas como salvadoras y guardianas del orden geopolítico mundial, los Joes pondrán manos a la obra para solucionar todo el asunto. Difícil obviar la intencionalidad detrás del emblemático Bruce Willis como figura originaria al que recurre el grupo liderado por The Rock. Es cierto que las quejas por el colesterol alto y demás achaques de la edad escupidas por la boca siempre torcida del pelado no son novedosas ni mucho menos, pero sintomatizan un bienvenido intento de insuflarle un poco de corazón y fibra a la abusiva parafernalia virtual del film. Lástima que esto sólo ocurra en los primeros quince minutos y la última media hora. Lo del medio es una sucesión de tiroteos, la rendición de honores a los “hermanos” caídos en acción, malos muy malos trazando planes apocalípticos y soldados orientales revoloteando coreográficamente entre montañas nevadas. Como el Cirque du Soleil, pero en un mundo imposiblemente digital.
La nación castrense Una licencia lúdica: en el futuro, en un congreso de antropólogos de Marte terminan de ver G.I. Joe: El contraataque, otro filme -según los expertos- destinado a terrícolas con una alta producción de testosterona, nacido de un juguete militar de la compañía Hasbro. Los antropólogos culturales intentan descifrar las coordenadas simbólicas de esta pieza única y llegan a una conclusión: más que una película es una intervención ideológica y un síntoma de época. El comienzo casi parece una remake descafeinada de La noche más oscura. Aquí se invade Pakistán en búsqueda de un arma letal y, en vez de marines, están los G.I. Joe. La llegada a territorio enemigo es cool: ver en 3D bajar a los súper soldados por unos cables desde un helicóptero debe ser apasionante para muchos jóvenes en edad de enrolamiento; además, observar la interacción entre estos héroes nacionales es fantástico e inspirador: son buenos padres y compañeros, tienen humor, y creen, fehacientemente, tanto en su presidente como en sus misiones. Sufrirán una emboscada y prácticamente todos serán asesinados; además, serán desacreditados por el presidente. Lo que no saben es que el presidente en la Casa Blanca no es él sino otro hombre (más bien un ente), un servidor de una revolución llamada Cobra al mando de un líder que remite a Darth Vader pero sin su mítica respiración. El plan no puede ser otro: dominar el planeta después de una concertación (forzosa) para que las grandes potencias abandonen sus armas nucleares (la escena en cuestión es uno de los mejores momentos del filme, y algunas líneas pronunciadas por Jonathan Pryce, falso y verdadero presidente, son, en este contexto, filosas). Así las cosas, los G.I. Joe sobrevivientes, acompañados por un legendario miembro de la fuerza (Bruce Willis) y un par de ninjas (que vienen de otro universo y otra película) intentarán recomponer el orden y salvar a la humanidad (excepto a los londinenses). Poco importan las incoherencias narrativas y el absurdo generalizado de la propuesta, un pack completo de lo más banal de la cultura estadounidense y su imaginario retrógrado: el fetichismo por las armas, el ideal castrense, la iconografía New Age (un poco de espiritualismo tibetano) y el supremo valor de la familia tradicional. El contrapeso de tanta cultura chatarra es la liviandad asombrosa con la que Jon M. Chu coreografía un par de contiendas voladoras entre ninjas en unas montañas perdidas en algún lugar de Oriente. Si hubiera sido tan sólo un manifiesto visual en 3D contra la fuerza de la gravedad, el filme sería inolvidable.
Caos de pura acción Una aventura para jovencitos —hijos de quienes acepten como edificante una fantasía bélica—, que aborda una historia en la que los malos son muy malos y los buenos, viceversa. El argumento gira en torno al grupo comando que debe enfrentar a Cobra, la organización maléfica que se infiltra en la Casa Blanca y secuestra al presidente para, desde allí, dominar al mundo (bueno sería contar con el asesoramiento de un analista de la política internacional que aclare qué puede ser peor para el resto del mundo). En el filme, la misión del grupo comando G.I. Joe será la de neutralizar esta acción, para lo que deberá luchar contra los impostores y contra la opinión pública que no está al tanto de la suplantación de roles de la que fue víctima el gobierno. La participación de Bruce Willis sugiere un refuerzo proveniente de otras desaforadas sagas fílmicas (como las interminables “Duro de matar”) pero no convence y el resultado es una película que se basa en un planteo absolutamente simplista para abordar un tema complejo; con actuaciones rígidas y un sedimento de discutible validez ideológica. Escenas de acción pura que borra los límites entre los videojuegos, las verdaderas batallas que se libran en distintos rincones del planeta y un regodeo por lo bélico que alimenta peligrosas fantasías.
Visualmente imponente, tiros, explosiones, armas especiales, diálogos ocurrentes y papeles a la medida de Dwayne "The Rock" Johnson y Bruce Willis. Hace algunos años se estrenó “G.I. Joe-El origen de Cobra” (2009) con la dirección de Stephen Sommers, recaudó más de US$300 millones alrededor del mundo, se centraba en la historia de Duke (Channing Tatum), un oficial del ejército, su amigo Ripcord (Marlon Wayans), y otros reclutas, estos agentes especiales formaban G.I. Joe . En esta secuela, los “G.I. Joes'” no sólo lucharán contra su enemigo mortal Cobra, en esta ocasión se encuentra en riesgo el gobierno y su existencia. “G.I. Joe 3D: El Contraataque” es dirigida por Jon M. Chu ("Step Up 2: The Streets") y protagonizada por D.J. Cotrona, Byung-hun Lee, Ray Park, Adrianne Palicki, Jonathan Pryce, RZA, Ray Stevenson, Channing Tatum, Bruce Willis y Dwayne "The Rock" Johnson. En este caso varios de los actores de la anterior película quedaron afuera (Sienna Miller, Rachel Nichols, Dennis Quaid, Christopher Eccleston, Brendan Fraser, Marlon Wayans). Ahora todo gira en torno al Presidente de los Estados Unidos (Jonathan Pryce), que es secuestrado, tomando su lugar el malvado Zartan (Arnold Vosloo) disfrazado y cuyo fin último es dominar el mundo. Ahora los villanos intentarán apoderarse de la casa blanca y dejar como traidores a los G.I. Joe, el Comandante Cobra (Luke Bracey); Storm Shadow (Byung-hun Lee); Firefly (Ray Stevenson); entre otros forman este grupo. Los agentes especiales deben demostrar su inocencia y salvar al país de un ataque, los encargados son: Roadblock (Dwayne Johnson); Flint (D.J. Cotrona); Jinx (Elodie Yung); Snake Eyes (Ray Park); la seductora Jaye (Adrianne Palicki); General Joe Colton (Willis) que se une al grupo; y Duke (Channing Tatum) este último personaje tiene apenas una breve participación y no forma parte de la historia. La película cuenta con muy buenos efectos especiales, principalmente para ser vista en 3 D (filmada en 2D y convertida en 3D), también la podes ver en 2D, subtitulada y doblada al español, llena de vértigo, adrenalina, mucha acción, explosiones, armas sofisticadas, dobles de riesgo, coreografías espectaculares, luchas increíbles, un ataque espectacular a un monasterio, un despliegue sorprendente entre las montañas, en un enfrentamiento entre ninjas sostenidos por unos cables entre estas, llamativas locaciones, algunos momentos divertidos, cameos, sorpresas, puro entretenimiento, bien pochoclera con un flojo guión y todo indicaría que queda abierta para una tercera entrega.
Arranca al palo, con mucha acción y muchos "chiches" ideales para los fans de las películas de acción. Tiene muy bien filmadas todas las escenas de acción y la conversión a 3D fue muy buena, ya que noté un trabajo de fondos en escenas donde no solían hacerlo, como una charla en una oficina. Es un punto a favor ya que realmente hicieron un buen trabajo y no algo ladri. Al no conocer mucho a los personajes me confundió la película en varias partes, pero tampoco estamos hablando de Inception... da lo mismo. Para el final se pone algo lenta y es necesaria una resolución mucho más rápida de lo que hicieron. Como película de acción está bien, te va a entretener en ese ratito y luego vas a poder seguir tu vida como si nada, casi sin recordar que la viste. Pero para eso la hicieron. Cumple y justo.
JUGANDO CON CHISPAS Como un padre estricto, Paramount había decidido retener nuestros soldaditos de plástico durante casi un año: el estreno de G.I. JOE: EL CONTRATAQUE (G.I. JOE: RETALIATION, 2013) se había pospuesto durante ese tiempo y, viendo el mediocre resultado final, las únicas razones válidas que justifican la demora son las comerciales (qué ilusos los que pensamos que iban a usar ese tiempo para, no sé, pulir el guión). Según el estudio, la causa fue la necesidad de pasar a 3D la película en post-producción (es decir, que pueden cobrar una entrada más cara) y aunque la conversión es buena, el uso del formato no es algo para destacar. Hay quienes dicen que el retraso se debió a la necesidad de añadir más escenas del personaje de Channing Tatum, actor convertido hoy en una estrella: los pocos momentos que él comparte con el protagonista del film, Dwayne Johnson, se caracterizan por el uso del humor y el aprovechamiento de la buena química entre ambos. Claro que todo lo que brinda esta dupla se va a la papelera de reciclaje cuando los G.I. Joes son asesinados (aunque nunca se sabe que pasa con varios de los personajes de la primera parte, a los que ni siquiera se menciona) por orden del falso presidente yanqui, quien no es otro que el villano Zartan (Arnold Vosloo) disfrazado. Los únicos sobrevivientes son Roadblock (Johnson), Flint (D.J. Cotrona), Lady Jeye (Adrianne Palicki) y el ninja Snake Eyes (Ray Park). Ellos deberán idear una manera de contraatacar y detener a la mente maestra detrás de todo este quilombo: el Comandante Cobra. G.I. JOE: EL CONTRATAQUE comienza -y termina- con escenas de tiroteos y explosiones bastante genéricas, que podrían ser parte de un film cualquiera y que no generan emociones de ningún tipo. Desde el inicio se nota que el estilo de la película apunta, en general, hacia un mayor realismo, a diferencia de la exageradísima primera parte. Y eso no es algo necesariamente bueno. De hecho, la primera secuencia verdaderamente atractiva (que es con la que debería haber iniciado el film) lo es por el alma cartoonera de lo que vemos en pantalla, con esas ideas locas, medio infantiles o absurdas, como de dibujo animado de sábado a la mañana o de nenes jugando con sus muñequitos: es aquella que se desarrolla en una curiosa prisión bajo tierra, en la que volvemos a ver a Storm Shadow (Byung-hun Lee) y conocemos a un nuevo villano: Firefly (Ray Stevenson), quien ataca el lugar con una serie de delirantes artefactos explosivos. Una sensación similar, de espíritu lúdico y de inocente libertad, lo genera la escena en la que Snake Eyes lucha contra otros ninjas en unas montañas nevadas: se trata de un asombroso set-piece que vale la pena ver en pantalla grande. Es en estas dos secuencias, y sólo en estas dos, que el director Jon Chu y los guionistas Rhett Reese y Paul Wernick parecen estar jugando de verdad y no simulando que lo hacen. Pero son chispas que no llegan a encender el fuego. El resto del film es pose, impostura: plástico en movimiento pero sin vida. Entre los graves problemas de G.I. JOE: EL CONTRATAQUE se encuentran el nulo desarrollo de los personajes (en todo el metraje no llegamos a saber absolutamente nada de Flint o Jinx, por poner como ejemplos los casos más extremos) y la manera forzada en la que se conectan las tramas secundarias a la principal: las aventuras de Snake Eyes parecen de otra película y su vinculación con la historia de Roadblock es poco orgánica. Por otra parte, el Comandante Cobra no logra ser el villano amenazante que el film necesita y ni siquiera tiene una participación acorde a su supuesta importancia. Es más, por el tiempo en pantalla, el verdadero antagonista del film termina siendo el presidente trucho. A todo eso hay que sumarle la burla que supone la brevísima intervención de Bruce Willis en el rol del general Joe Colton. El paso del Duro de Matar podría resumirse como una ráfaga de tiros y dos o tres chistes (malos). Nada más. Así, G.I. JOE: EL CONTRATAQUE atenta contra sí misma y no pasa de una sesión de juegos desalmada, de compromiso, que deja con ganas a todos los que les gusta jugar con fuego.
Cuando la acción y las explosiones no alcanzan para convencer al espectador G.I. Joe: El contraataque posee, en su dinámica forma de relato, ciertos aires que nos pueden hacer recordar a algunas que otras buenas películas de acción de los años noventa, pero con la desdicha de no brindar nada nuevo o sorprendente que genere en el espectador un motivo distinto por el cual retenerla en su mente. Bien filmada y con un ritmo ameno, esta secuela no necesita de un guión demasiado elaborado, dado su cometido: el de entretener (más que nada a fans del género) a base de diversas escenas de enfrentamiento, explosiones y disparos por doquier. Pero este punto (el primordial del film) parece no bastar para enlazar por completo a todo aquel que intente hallar algo que, más allá de lo que suele ofrecer el rubro en sí, lo satisfaga o lo entusiasme de lleno en materia cinematográfica. Luego de un comienzo agradable y con una buena dosis de tiros, cuando la película empieza a decaer un poco por la mitad de su proyección, la aparición de Bruce Willis le da un pequeño salto de calidad. Éste, activando el piloto automático y actuando prácticamente de sí mismo, en un papel que, como ya hemos visto y conocemos de memoria, sabe hacer más que bien. Curiosamente y a pesar de contar con múltiples secuencias de enfrentamientos y despilfarres de municiones, en G.I. Joe: El contraataque la sangre parece no existir, quizás en un intento por llegar a todo tipo de público en esta pochoclera pero poco trascendente cinta. LO MEJOR: acción, buenas escenas, musicalización. LO PEOR: previsible, no ofrece nada que no se haya visto. Poco recordable. PUNTAJE: 5
Stepen Sommers es una suerte de especialista en híbridos. Hace un poco de una cosa y un poco de otra. Mientras prepara la remake de “Cuando los mundos chocan” (1952) ya dejó algunas muestras. “La momia” (1999, y su secuela) mezclaba Indiana Jones con el clásico de terror y luego “Van Helsing” (2004), era una sopa de monstruos enfrentados entre sí. Ni chicha ni limonada ¡bah!, pero en la taquilla local fue todo bien y sabemos lo que pasa con el crédito en Hollywood en estos casos. Con la primera de la saga que nos convoca hoy pasó lo mismo. No fue “¡oh!” pero levantó 400 palos en todo el mundo. ¿Por qué no hacer otra? En este caso se encargó de la producción y legó la dirección a otro. G.I. Joe, le recuerdo, eran unos dibujitos animados de la década del ’80, que junto a los Transformers y la versión animada de Rambo, eran la versión propagandística del gobierno de Reagan. Estados Unidos está en el planeta para salvarlo del terrorismo y defender la democracia en todos los países en los que intervenga. Aunque esos países no quieran, ellos van y lo salvan igual. Y calladitos la boca. Bajo esa premisa está construido el guión de “G.I. Joe: el contraataque”. Luego de una misión exitosa a favor del desarme, el grupo comando es atacado y exterminado con la excepción de tres de ellos: Flint (D.J. Cotrona), Jaye (Adrianne Palicki) y el capo Roadblock (Dwayne Johnson, otro de los sólidos actores de acción de estas épocas). El trío sobrevive y deberá descubrir quién fue el autor del ataque, aunque todo parece indicar que el problema está en casa. Más que subtrama, esta película tiene una historia paralela donde Zartan (Arnold Vosloo), Firefly (Ray Stevenson) y otros secuaces van en busca de Storm Shadow (Byung-hun-Lee), quien a su vez deberá elegir bando tarde o temprano. También está Snake Eyes (Ray Park) como un guardián vigilante de todo. Ambas tramas serán unidas por un mismo personaje: el presidente de los Estados Unidos (Jonathan Price, en doble papel) ¿Me olvido de alguien? ¡Ah!, sí, Bruce Willis también está, es el “Joe” máximo, el que ayuda a acomodar las cosas en su lugar. Sólo tiene que poner esa sonrisa socarrona de siempre y decir alguna línea irónica como que tiene problemas de colesterol. Sí, muchos personajes. Varios de ellos aparecen bastante después de establecida la historia y logran complicarla un poco hasta que entendemos qué hace cada uno. Como en USA sólo se preocupan por su propio mercado y después ven qué pasa afuera, los productores necesitaban una calificación “ATP”, con lo cual, a pesar de las toneladas de balas que se disparan, usted no verá sangre ni como producto de un raspón. Nada. Apenas algo de transpiración rociada convenientemente en la cabeza de los actores antes de cada toma. Eso sí, las secuencias de acción son muchas, a veces largas, y por cierto vertiginosamente filmadas. Toda la escena de la montaña es adrenalina pura (aunque se notan algunos trucos) Jon M. Chu dirigió las dos secuelas de “Step Up” (2008 y 2010), ambas una suerte de “Fama” (1979) de estas épocas, y salvo en el despliegue físico y algunas tomas interesantes, bastante mediocres. También dirigió el documental de “Justin Beaver” (2011) (¡Dios mío!), o sea todo bastante ligado al mundillo de la música y el baile. ¿Qué hace dirigiendo la segunda parte de G.I. Joe? Lo mismo que con las anteriores, dejar todo en la superficie comercial. En la era pop, su cine es como el chicle. Al principio tiene gusto artificial, y a medida que se lo va masticando hasta eso pierde.
Acción hecha a la medida del Norte La película de acción G.I. Joe: El contraataque alcanzó el primer lugar en las boleterías de Estados Unidos y Canadá en su primer fin de semana de exhibición. La segunda parte de la saga G.I. Joe --inspirada en un cómic cuyos héroes fueron más tarde transformados en juguetes por Hasbro--, ganó aproximadamente 41,2 millones de dólares en tres días. El caso era fácil de prever, dado de G.I. Joe es un material hecho a la medida del público norteamericano,desde su imbatible grupo de elite siempre dispuesto a combatir por el bien de los Estados Unidos y, en consecuencia, "de la humanidad" en su totalidad. Claro, de quienes fueron fanáticos de los comics y muñecos en los '80, y de adeptos a los videojuegos (de hecho, el cuadro de situación es relatado en dos líneas, a modo de los juegos de play). Aunque el inicio de la saga con G.I. Joe: El origen de Cobra (2009) no fue de lo más aplaudido, los productores decidieron insistir sobre una franquicia que, al menos en su terreno, no tiene por qué fallar. De allí que realizaran esta tardía secuela, sólo que con nuevo director --Jon Chu en lugar de Stephen Sommers--, cambio en el reparto y realización en 3D. Duke (Channing Tatum), protagonista en El origen de Cobra aparece como enlace para con el nuevo relato, con una participación que concluye en la primera media hora de metraje, para dejar al frente los soldados a su sucesor natural, Roadblock (Dwayne "La Roca" Johnson). Esto sucede cuando los villanos al mando del Comandante Cobra, infiltrados en la Casa Blanca con Zartan clonado como el presidente (Jonathan Price), lanzan un ataque contra la base de los G.I. Joe para dejar libre el camino hacia la dominación del mundo. Los escasos sobrevivientes --Flint (D.J. Cotrona), Lady Jaye (Adrianne Palicki)-- al mando de Roadblock recurren a hombre que inspiró el nombre del escuadrón, el oficial retirado Joe Colton (Bruce Willis) para volver a la acción y hacer honor a su reputación de héroes. Tendrán, además, que reunirse con antiguos y nuevos aliados --Storm Shadow, Jinx-- y, por qué no, enemigos --Snake Eyes--. Comienza entonces el anunciado contraataque, pleno de escenas de acción muy bien coreografiadas y mejor fotografiada. Hay persecusiones, riesgo y tiros a gusto y placer de cinéfilos de entre 18 y 40 años, que pagan una entrada al cine para consumir parvas de pochoclos, mientras escuchan mucho ruido sobre escenas bien dibujadas, sin demasiada exigencia dramática, aunque más o menos fieles al cómic que los supo seducir. Vale destacar el efecto que produce en el relato la presencia de "La Roca", un actor carismático más allá de la calidad de interpretación, que logra empardar, incluso la de Bruce Willis, la imagen, por excelencia, del militar norteamericano.
Primero, disculpas: seguramente usted, lector de esta revista, sentirá que hay algo raro en el hecho de recomendar un juguete de acción como esta G.I. Joe. Pero le recomendamos el siguiente ejercicio: vaya a ver este film como si fuera a ver una performance vertiginosa y sobremusculada del Cirque du Soleil. ¿Vio que es buena? Es claro: se trata de una historia de buenos contra malos, de una venganza, de explosiones cuya monstruosidad vuelve abstractas, y cuya diversión se basa en poder ver lo imposible. Lo que destaca de este film es que combina a dos grandes comediantes como Dwayne Johnson y Bruce Willis, tipos que nunca se toman esta clase de cosas en serio, payasos y clowns que cruzan a Fred Astaire con Karadagián, y hace que esa empatía que generan nos permita recorrer las fabulosas acrobacias y persecuciones con el interés por lo humano que suele faltarle a películas de este tipo. Aquí, a diferencia de la primera película, aquella fallida expedición punitiva dirigida por el otrora talentoso Stephen Sommers, el tono de los actores se ajusta perfectamente con el modo de las imágenes. Así, las increíbles acrobacias de algunas secuencias hacen que el espectador realmente sienta que hay peligro para alguien, que hay un riesgo, que se trata de una real aventura. Sí, puede disfrutar tranquilo de este juego de acción y tiros y bromas y piñas, y saber que esa diversión es nobilísima.
Otro error de Hasbro Bueno, ser benévolo con un producto de baja calidad en estos tiempos en los que el cine de super héroes nos ofrece trabajos tan completos e interesantes como Iron Man, Los Vengadores, Watchmen, Batman: El Caballero de la Noche y hasta el mismísimo Kick-Ass, sería una falta de respeto al espectador y tromarlo por tonto. Por desgracia, "G.I. Joe, el contraataque" es una película chata, de mucho envoltorio y poco contenido, de hecho, es inferior a la 1ra entrega que tampoco era la gran cosa pero al menos tenía un espíritu más aventurero. Se retrasaron casi un año más de lo previsto para estrenar este trabajo intentando limar algunos errores y ajustar detalles, pero ni así pudieron entregar un entretenimiento de calidad. No me quiero imaginar como era la versión anterior a los ajustes... Generalizar puede ser un poco odioso, pero un dato para tener en cuenta es que el director de esta entrega fue Jon M. Chu, el mismo de "Step Up 2" y "Never Say Never", documental sobre Justin Bieber. En una película de super héroes, en este caso un ícono de la infancia de muchas personas, se debe prestar especial atención en desarrollar un lazo que una a los personajes principales con el espectador, que lo haga vivir de alguna manera lo que vive el personaje, que le interese lo que pueda sucederle. En "G.I. Joe, el contraataque" nunca pasa eso. Si se muere uno u otro personaje resulta bastante irrelevante ya que nunca pudimos conectar con ellos. Piensen un poco como el niño que se enamoró de estos dibujos animados/juguetes, y se van a dar cuenta que lo que los atraía no era solamente el despliegue colorido de armas y batallas, sino que lo más importante era como elegíamos uno o dos personajes con los que nos identificábamos y nos copábamos. Tristemente, eso no sucedió en esta película. Acá los protagonistas son muy superficiales y tiran frases patéticas al aire. Hasbro, a mi forma de ver el cine, viene haciendo bastante agua con sus adaptaciones, que lejos de capturar el espíritu que nos había ligado a sus productos desde chicos se ha enfocado en una estrategia de marketing descerebrada. La saga "Transformers" o "Batalla Naval" son prueba feaciente de esto que digo. Sí, hay algunas escenas de acción bien realizadas y acrobacias imposibles especialmente preparadas para el disfrute del 3D, pero como digo siempre, una buena película es mucho más que despliegue técnico y explosiones hollywoodenses. Si lo que estás buscando es meramente el despliegue visual, puede que te vayas conforme a tu casa, pero de seguro no te vas a ir copado como cuando terminabas de ver un episodio en el Cablín o The Big Channel.
Venganza explosiva Película de acción llena de peleas, tiros y explosiones donde un grupo de militares deben salvar al mundo de la terrible amenaza de la organización Cobra. Buenas escenas de acción garantizan el entretenimiento en toda su expresión, pero una historia deficitaria vuelve a la experiencia bastante vacía. Empezando por un par de misiones muy bien logradas, "G.I. Joe: el contraataque" arranca con la acción a todo ritmo. Rápidamente cualquier noción de realidad se ve relativizada por una motocicleta cohete y para poder disfrutar de la experiencia el espectador va a tener que tolerar todo tipo de libertades creativas. De esta manera la película mostrará diversos artefactos novedosos (más infantiles que imaginativos) e impresionantes acrobacias que asombraran por su desparpajo de energía y explosiones. Sin embargo, algunas escenas a pesar de ser muy efectivas también carecen de un pulso más atractivo o atrapante. Por lo tanto, una asombrosa escena de combate ninja a la ladera de un precipicio se ve contrastada con una instancia de espionaje supuestamente sensual con la bella Adrianne Palicki vestida de rojo que carece de ritmo y resulta completamente forzada. No obstante, entre los puntos más altos de la película, se encuentra una muy buena dosis de humor por parte de Dwayne Johnson, Bruce Willis y especialmente Jonathan Pryce quien brilla excelentemente en una inteligente sátira sobre el poder y la posesión de armas nucleares. Finalmente, la falta de un relato firme o intrigante debilita notablemente el suspenso de la película, ya que los héroes a pesar de estar en situación de extremo peligro siempre da la sensación de ser invencibles y controlar el momento. Incluso resulta curioso como el guión se esfuerza por mostrar innecesariamente como se sale de un pozo mientras no hay ningún indicio de como una organización clandestina coloca, sin que nadie se de cuenta, un enorme misil satélite en el espacio. Por lo tanto, las escenas de acción brindan mucha adrenalina y tensión, pero la historia solo entrega dudas e insignificancia.
G.I.Joe, el contraataque, es acción al 100% protagonizada por un buen elenco en un filme netamente pochoclero para no sacar los ojos de la pantalla ni un momento. Si la vas a ver en DVD o Pay Per View, poné el volumen al tope para disfrutarla a pleno. El relato es super previsible y muy básico, pues aquí la cosa pasa en realidad por dar un gran show visual con ...
"Nuevas figuritas" Confieso que soy un fanático de Stephen Sommers, un realizador que gracias a su imaginación y mente de niño (además de abultados presupuestos) hizo verdaderas joyitas del cine de aventuras que hasta el día de hoy sigo disfrutando. “Las aventuras de Huckleberry Finn” (1993), “El libro de la selva 2” (1994), “Agua Viva” (1998), “La Momia” (1999), “La Momia Regresa” (2001), “Van Helsing” (2004) y “G.I.Joe: El origen de Cobra” (2009) me parecen películas fantásticas que, aun con sus limitaciones, logran entretenerte y mantenerte pegado a la pantalla con una sonrisa de oreja a oreja de principio a fin. Lamentablemente cuando Paramount empezó a encarar la idea de una secuela del film del 2009 consideró que lo realizado por Sommers a la hora de adaptar estos personajes (que nacieron en los comics, se hicieron conocidos a través de su línea de juguetes y se convirtieron en un suceso gracias a su serie de televisión) había sido un fracaso y por lo tanto prescindieron de él para contar esta segunda parte de la historia. Con la salida de Sommers del proyecto también se bajaron algunas piezas claves que habían hecho interesante la primera película, como es el caso de los actores Joseph Gordon-Levitt, Sienna Miller, Dennis Quaid, Christopher Eccleston y el mismísimo Brendan Fraser a quien todos esperábamos ver más en esta historia. Lo bueno y lo que resulta llamativo de los G.I.Joe es sin dudas que la extensa galería de personajes que componen sus filas permitió solucionar esto de forma sencilla a la hora de realizar un segundo y necesario film cuyo resultado no es tan placentero y estruendoso como el primero, pero se deja ver y se disfruta bastante. Uno como espectador sabe que le sacaron gran parte del espíritu a este proyecto, sin embargo sería injusto decir que “G.I.Joe: El contraataque” es una mala película ya que entretiene, sin grandes pretensiones, a grandes y chicos por igual con una propuesta 100% pochoclera. La dirección a cargo de Jon Chu (quien increíblemente dirigió películas de bailes y un documental sobre Justin Bieber) no está a la altura de lo que ofrecía Sommers, pero cumple con creces la tarea de ofrecer grandes escenas de acción a raudales, entre las que se incluye una impresionante secuencia de pelea protagonizada por Snake Eyes (Ray Park) y Jink (Elodie Yung) al filo de unas montañas. Esa secuencia en 3-D paga por completo la entrada de cine y demuestra una vez más que mientras no falte Snake Eyes, hay G.I.Joe en el cine para rato. Por otro lado en esta segunda oportunidad los guionistas acertaron al dejar un puñado más chico de personajes al frente de la pantalla lo cual hace más simple y dinámico un relato donde no todo el peso de la diversión esta puesto en la espectacularidad visual (los casi 50 millones menos de presupuesto ni se notan), sino también en algunos pasajes de humor bastante acertados. The Rock, Channing Tatum, Adrianne Palicki (la ultima actriz en darle vida a la Mujer Maravilla) y Bruce Willis tienen muy buenos momentos juntos y se nota que, al menos, se divirtieron trabajando en esta película. Algunas escenas de acción y un final más grandilocuente podrían haber estado un poco mejor para esta segunda parte, pero en definitiva “G.I.Joe: El Contraataque” tiene las dosis justas y necesarias para hacerte pasar un buen momento en el cine y eso es lo que vale la pena destacar. Hay Joe para rato en la pantalla grande.
Rescatando al soldado Joe Hasbro, la compañía de juguetes de acción, sigue licenciando a sus exitosas criaturas de plástico para la pantalla grande. Primero fue el turno de Transformers; luego, el de G.I. Joe, popular cómic y tira animada de una unidad de marines. En G.I. Joe: El contraataque, la recreación de la vieja historieta en un mundo hipertecnológico resulta más sólida. Al comenzar el film, el presidente de los Estados Unidos (Jonathan Pryce) es secuestrado y el archivillano Zartan (quien, nanotecnología mediante, posee la facultad de mimetizarse) adopta su identidad. Zartan inicia una campaña de desprestigio de los G.I. Joe mientras la fuerza Cobra va eliminando a sus miembros. Pero los marines sobrevivientes, bajo el comando de Duke (Tatum) y Roadblock (Johnson), buscan al recluido Joe original (Willis) y se preparan para enfrentar una invasión planetaria. Más allá de la sopa de efectos y el nacionalismo belicista cada vez más evidente de los films norteamericanos (ayer fue Irak; hoy, la amenaza nuclear de Corea del Norte), El contraataque es una película entretenida, con toques de comedia entre Johnson y Tatum, y enfrentamientos que se intensifican al promediar el film, como una lograda coreografía de combate rodada en la cumbre del Himalaya.
Publicada en la edición digital #251 de la revista.