Pormenores de la mafia farmacéutica Gringo: Se Busca Vivo o Muerto (Gringo, 2018) es la segunda y ambiciosa película como realizador de Nash Edgerton, un australiano que en esencia es conocido dentro del mainstream por tres factores: en primera instancia cuenta con una larga experiencia como doble de riesgo que se remonta a comienzos de la década del 90, además es el hermano menor -apenas por un año- de Joel Edgerton (sin duda uno de los mejores intérpretes trabajando en el mercado anglosajón de la actualidad), y finalmente debemos señalar que diez años atrás dirigió The Square (2008), una de las creaciones más interesantes inspiradas en el cine de Joel y Ethan Coen. Así como en la susodicha se sentía la influencia del costado más oscuro, suburbial y asfixiante de los norteamericanos, en esta oportunidad nos toca toparnos con la vertiente más sardónica y bien enrevesada de la carrera de los señores. El guión de Matthew Stone y Anthony Tambakis combina elementos del policial hardcore, las comedias negras, los dramas de aventuras en tierras lejanas y hasta el cine testimonial orientado a denunciar la mafia de las empresas farmacéuticas en particular y cómo los conglomerados capitalistas se sirven de sus filiales en el Tercer Mundo para realizar los negocios ilícitos que no pueden llevar a cabo en sus casas matrices, lo que genera una propuesta caótica aunque por momentos apasionante que al mismo tiempo aprovecha y se embrolla en un relato de características corales. El eje narrativo es el pobre Harold Soyinka (David Oyelowo), un empleado de nivel medio de Promethium, un gigante del rubro de las droguerías con una planta productora en México que le vende a un cártel del narcotráfico y cuyo producto estrella es un comprimido de marihuana que vienen puliendo hace tiempo. Los jefes de Harold, Richard Rusk (el inefable Joel) y Elaine Markinson (Charlize Theron), un dúo rapaz de amantes, están planeando una fusión/ venta y llevan al hombre con ellos en una visita a la planta mexicana, en donde dan instrucciones de dejar de venderle las píldoras de cannabis al cártel porque la compañía está por cambiar de dueños. Villegas (Carlos Corona), el cabecilla de los narcos en cuestión, no se toma bien la jugada y decide raptar a Soyinka con el objetivo de conseguir la fórmula del comprimido, mientras un Harold hastiado de todo finge su propio secuestro en México para cobrar un millonario seguro yanqui de asalariados en el extranjero y para vengarse a la par de Rusk, quien lo basurea a sus espaldas y ni le avisó de la fusión, la cual le puede costar su trabajo, y de su esposa Bonnie (Thandie Newton), quien se quiere separar porque tiene un affaire con otra persona. Como buena propuesta que coquetea en simultáneo con la tragedia, el absurdo y el sustrato paradójico/ hilarante del destino y el sistema social en el que vivimos, basado en la cultura del “éxito” de las apariencias lustrosas y la explotación de siempre por debajo, el film va sumando personajes varios durante su desarrollo que potencian mucho la narración y la complejizan cada vez más, como por ejemplo Mitch (Sharlto Copley), el hermano ex mercenario de Richard y hoy encargado de encontrar y traer de nuevo a Estados Unidos al protagonista, Miles (Harry Treadaway) y Sunny (Amanda Seyfried), una parejita que está en tierra azteca también por las benditas pastillas y que se encuentra con Harold en diversos lugares, y Ronaldo (Diego Cataño) y Ernesto (Rodrigo Corea), unos mexicanos que de ser cómplices de Soyinka en su artimaña pasan a raptarlo en serio para vendérselo a Villegas. La película podría haber sido muchísimo mejor pero la verdad es que a pesar de resultar algo derivativa, un poco larga y de no aportar nada novedoso a los géneros que trabaja, por lo menos es entretenida y sabe jugar con el límite entre la mesura y la sobreactuación de un elenco increíble. A contramano de tantos otros thrillers paródicos semejantes, aquí el protagonista no es un galán ni un héroe de acción ni una señorita vestida para la guerra ni un “estereotipo con patas” de la corrección política, sino más bien una persona común y corriente que planea desquitarse de sus superiores y de la lógica caníbal que los motiva (Oyelowo unifica naturalismo y humor sutil en un gran desempeño), lo que por cierto encauza al opus en su conjunto hacia el retrato sincero de un capitalismo en el que los ejecutivos son la apoteosis de la corrupción, los mandos medios son reemplazables o hasta carne de cañón, y el resto de empleados y subsidiarias apenas esclavos útiles que sostienen el esquema del enriquecimiento infinito a expensas de la vida y el sudor de los débiles…
Una loca película repleta de vueltas de tuerca que generará opiniones dispares entre los espectadores. Su trama es bastante elaborada en cuanto a todo lo que le sucede a su protagonista, pero hay un "no sé qué" que no termina de cerrar: está buena la idea, pero no...
Déjalo ser El segundo largometraje del realizador de origen australiano Nash Edgerton, Gringo (2018), es un thriller muy dinámico con toques de comedia negra alrededor de los entramados sobre la legalización de la marihuana para uso medicinal en Estados Unidos, los negociados entre las corporaciones y los carteles de narcotráfico y la relación comercial de fabricación y consumo con fines tanto de explotación laboral como de evasión fiscal/ legal por parte de las empresas farmacéuticas norteamericanas. El film narra una serie de acontecimientos e historias entrecruzadas alrededor de malentendidos e intereses que entran en conflicto en un tránsito por diversos géneros cinematográficos que predisponen al espectador a un viaje tan real como divertido al corazón de las contradicciones del nuevo capitalismo. Un gerente de operaciones de una empresa farmacéutica, Harold (David Oyelowo), se entera de que su esposa no solo lo está llevando a la bancarrota financiera con sus ingentes gastos sino que lo engaña y va a abandonarlo. Además la empresa para la que ha dedicado su vida, propiedad de su mejor amigo, está a punto de fusionarse o ser adquirida por otra en una operación que seguramente lo dejará sin trabajo. A esto se le suman las constantes faltas de respeto por parte de los dueños de la empresa que predisponen a Harold hacia tomar la justicia en sus manos y simular un auto secuestro para engañar a los socios de la empresa, Richard (Joel Edgerton) e Elaine (Charlize Theron), para que le paguen un porcentaje del seguro por secuestro en un país extranjero, pero el plan no sale como Harold espera y todo se complica. El secuestro ficticio se vuelve real cuando el cartel mexicano liderado por un fanático acérrimo del último álbum de estudio de The Beatles, Villegas (Carlos Corona), que tiene negocios turbios con la empresa, se entera que Harold tiene acceso a la fórmula de la pastilla y deciden raptarlo para obtenerla. Así se desata una cacería tan desesperada como cómica en la que todos los personajes se verán obligados a improvisar sin saber realmente en qué se están metiendo ni cuáles son las consecuencias de sus actos. Para agregar un condimento coral a la propuesta, el recepcionista del hotel donde se hospeda Harold y su hermano también se suman a la disparatada persecución, mientras que un empleado mediocre y muy manipulable de una casa de música viaja a México con su ilusa novia con la excusa de vacacionar pero con la finalidad de traer algunas pastillas de la nueva droga a Estados Unidos para la industria del espectáculo. Gringo deambula caóticamente al igual que su protagonista sin perder el hilo ni el ritmo entre una comedia negra de enredos, un thriller policial y un drama sobre las miserias de las corporaciones, el fracaso del sueño americano, las contradicciones sociales, la responsabilidad y el respeto, todo en una obra donde la ampulosa actuación de Charlize Theron sobresale por su histrionismo, secundada por un gran elenco que incluye a Amanda Seyfried, Yul Vázquez, Carlos Corona como el jefe narco y Sharlto Copley como el hermano de Richard, un ex militar mercenario norteamericano especialista en operaciones encubiertas arrepentido de sus fechorías que intenta lavar su culpa trabajando para una ONG en Haití y es contratado por éste para rescatar a Harold de sus supuestos captores. En base a un excelente guión de Matthew Stone y Anthony Tambakis, Edgerton crea una trama enrevesada como una telaraña que se cierne sobre los protagonistas, quienes buscan su propio provecho sin tener nunca en cuenta los intereses ajenos, el contexto en que se encuentran y las derivaciones de sus irresponsables actos, que los llevan a manipular, engañar e infringir las leyes en una ceguera social impresionante, que marca hasta qué punto cada individuo vive irresponsablemente encerrado en su propio mundo, siguiendo al rebaño o rebelándose absurdamente para descubrir que actuar sin inteligencia tiene un precio. Además de las buenas actuaciones y de una gran dirección caleidoscópica, se destaca la fotografía de Eduard Grau, responsable de films como A Single Man (2009) y Buried (2010), que resalta los dilemas de cada personaje y los contrastes sociales en una película con un agudo sentido del humor que logra construir un retrato panorámico sobre la relación entre los negocios legales y su veta ilegal, los vericuetos de las decisiones corporativas y la irracionalidad de un sistema tan perverso como inmoral que explota, destruye y macera a los sujetos para procesarlos bajo sus propias contradicciones. Sardónica e inocente a la vez, Gringo encuentra así un equilibrio entre todos los géneros que transita para hallar en un grupo de antihéroes el reflejo del capitalismo corporativo en su expresión más patética y mezquina.
Pastillas verdes. Si el espejo de este segundo opus del australiano Nash Edgerton es el cine de las primeras épocas de los hermanos Coen debemos decir de antemano que Gringo, se busca vivo o muerto no le llega ni siquiera a la punta de los tacos de Charlize Theron, actriz mal aprovechada en un rol fácil como la tabla del uno. Sacándose este lastre, resta por decir que la originalidad del film consiste en la mezcla equilibrada de elementos de género que van de la comedia negra al policial narco con ciertas dosis de secundarios simpáticos, pero nunca bien escritos o al menos con carnadura o siquiera alguna profundidad de sus caricaturas. No obstante, parece al menos posible un visionado de la cinta con carácter de entretenimiento y estructura coral para situarnos en el negocio de la venta de cannabis en una pastillita verde, que los norteamericanos producen en México dado que en EEUU deberían tener permiso. Los trapitos sucios se producen afuera y el socio ideal es el trillado Cártel con jefe melómano y cabrón dispuesto a matar para conseguir la fórmula cuando los dueños del producto, ambiciosos y cabrones del norte, van con la orden de cortar la producción de la pastillita al organizar la fusión empresarial del laboratorio con nuevos socios capitalistas. El empleado a sacrificar es un amigo del dueño, cornudo, afroamericano y muy servicial que se entera del plan mientras lo llevan engañado a México para terminar con la operación y dejarla operativa. Todo se complica como es obvio, entran a tallar nuevos personajes con sub tramas paralelas y alguna que otra idea interesante levantan un poco una trama que parece compleja por sus vueltas de tuerca pero en realidad no le gana a ningún capítulo de la serie Breaking bad por citar lo más obvio en base a drogas, ambición, personajes extraños y violencia. Por lo menos está Charlize Theron en plan Cruela de Viles dólares, el estereotipo narco presente y cierta mirada irónica sobre las bondades de ser norteamericano y ahondar superficialmente por temas importantes tras la era Trump.
Hay películas difíciles de encasillar en un género que mientras las mira el espectador se pregunta ¿Es una comedia? ¿Policial? ¿De mafias? ¿De estafas? ¿Qué es esto? Generalmente va acompañado de una trama confusa con muchos giros tal vez innecesarios y así el público está perdido todo el film tratando de encontrar la identidad y lo central de éste. Aunque, muchísimas veces, el recurso de no hacer pertenecer a un género en particular a la cinta, hace de ésta una obra de arte, principalmente por su carácter de nuevo. Lamentablemente, “Gringo: Se busca vivo o muerto” forma parte del primer caso. “Gringo” parte de una idea muy interesante que mejor encarada podría haber dado como resultado una experiencia cinematográfica que no olvidaremos nunca. Pretende contar la historia de Harold Soyinka, un afroamericano de clase media que trabaja para un viejo amigo de la universidad, Richard Rusk, quien maneja una importante empresa farmacéutica. Por problemas presupuestarios, la empresa debe cortar relaciones con un cartel mexicano con el cual tenían una transa relacionada a unas pastillas de cannabis medicinal. Para terminar las negociaciones mandan a Harold a México, quien cuando llega es abandonado por su mujer vía Skype, que le confiesa que lo engaña con Richard. Entonces Soyinka decide vengarse de su jefe y fingir su propio secuestro pidiendo una gran recompensa. Con un excedente de giros innecesarios la trama avanza sin salirse nunca de lo esperado. Por si esto fuera poco, a la par vamos viendo la historia amorosa de Richard con Diane, segunda al mando de la empresa; a una pareja joven que viaja a México porque él tiene que llevar un paquete sin que su novia se entere, los cuales solo aportan a la historia un breve diálogo entre Harold y la joven; entre otras historias paralelas que se van contando. Todo este “cocktail de giros e historias” en menos de dos horas. Si bien los primeros dos actos carecen de ritmo y no nos proponen algo que nos inquiete, en el tercer acto el largometraje mejora notablemente y nos regala algunas imágenes lindas, con una vuelta de tuerca que llega tarde. Del grueso de la película son destacables algunas metáforas que, debido a su buen manejo y construcción, van tomando peso simbólico en la narración. Los personajes secundarios que van apareciendo están inundados de estereotipos típicos de estadounidenses, como por ejemplo el del mexicano tonto. A su vez, los protagonistas no terminan de ser sólidos en su personalidad, hay una cierta coherencia, pero nunca son llevados a una situación en la que los veamos realmente o sean puestos a prueba. En cuanto a la producción y el arte, en este caso no tienen mucho que aportar, más allá de algunas buenas imágenes; debido a la importancia que tiene el guion en el cine, cuando éste no es lo suficientemente sólido y hace agua desde casi cualquier punto que se lo mire, es muy difícil de elevar el nivel desde los otros departamentos. En conclusión, “Gringo: se busca vivo o muerto”, es un film que busca contar mucho a través de una idea interesante, con los dos primeros actos plagados de clichés y giros innecesarios de trama pero que en el tercer acto mejora notablemente.
Gringo: La gran estafa. Nash Edgerton (The Square) nos ofrece su segundo largometraje como director donde se mete en el ámbito de las estafas del sector corporativo, mezclado con el mundo del narcotráfico y los secuestros que rodea a la sociedad mexicana contemporánea. El director consiguió reunir a un elenco estelar, entre los que se encuentra su hermano Joel Edgerton (The Gift), David Oyelowo (Selma), Charlize Theron (Atomic Blonde), Amanda Seyfried (Anon, Mamma Mia!), Thandie Newton (Westworld) y Sharlto Copley (District 9) para poder contar una historia interesante que sufre algunas inconsistencias narrativas y nunca logra dar con el tono justo para el humor, pero que sale adelante gracias a sus talentosos intérpretes. El largometraje nos cuenta la historia de Harold Soyinka (Oyelowo), un hombre de negocios que tiene sus miras puestas en un ambicioso proyecto con dos empresarios estadounidenses. Sus expectativas son altas y estará dispuesto a todo. Cuando parece que la operación marcha a la perfección, la situación se complicará cuando Harold descubra que sus jefes (Theron y Edgerton) están por hacer quebrar a la empresa, haciendo que muchas personas, incluyéndolo a él, queden sin trabajo. A su vez, la empresa para la que trabaja se encuentra involucrada con narcotraficantes mexicanos y usando sus laboratorios para producir droga. La situación se complejizará aún más cuando Harold decida fingir su secuestro con el objetivo de vengarse de sus jefes y poder conseguir algún tipo de beneficio o compensación económica. Lo que no sabe es que los narcotraficantes piensan que él es el jefe de la empresa e intentarán capturarlo para poder resolver una disputa que involucra la producción de droga. La cinta recoge algunos elementos del policial y la comedia negra, como así también del drama de denuncia que busca acusar a las mafias de las empresas farmacéuticas. Es por ello, que la historia transita por un terreno sinuoso donde no termina de hallar su tono, no obstante, estos elementos también la hacen atractiva para el espectador. Es de aquellos relatos que abundan en las filmografías de los hermanos Coen o en la de Martin McDonagh (Three Billboards Outside Ebbing Missouri, In Bruges), pero sin ese balance perfecto entre la crítica social, el humor irreverente y la acción/drama. El humor de Gringo resulta ser bastante simplón y desatinado sin llegar a ese nivel de absurdo o sordidez necesaria para funcionar dentro de una historia de estas características. Lo que sí resulta realmente destacable del guion escrito por Matthew Stone (Intolerable Cruelty) y Anthony Tambakis (Warrior) es su habilidad para yuxtaponer todos los enredos que sugiere la historia y amalgamar a ese gran elenco en una narrativa por lo menos entretenida y atrapante. Si nos ponemos a analizar el resultado final, conseguimos arribar a la conclusión de que podríamos habernos encontrado con un film mucho mejor. Gringo es algo extensa y derivativa pero sincera al dejar entrever su falta de pretensiones. Además, muestra a sus personajes como personas comunes envueltas en circunstancias extraordinarias, y no necesariamente a héroes inverosímiles. Por ahí, la subtrama de Amanda Seyfried termina siendo poco aprovechada e intrascendente a la línea argumental principal. En síntesis, Gringo es un relato disfrutable gracias al talento de sus intérpretes y la atractiva trama. Sin embargo, la enorme cantidad de vueltas de tuerca, la extensa duración del film y el empleo del humor de forma desatinada vuelven a la película una oportunidad desaprovechada.
La plata o la vida La ópera prima del doble de riesgo Nash Edgerton, Gringo, se busca vivo o muerto (Gringo, 2018) es una trepidante aventura que posee en su ADN las mejores escenas de películas de acción, principalmente, de Robert Rodríguez y Quentin Tarantino. Rodada en USA y México, la historia propone el descenso a los infiernos de Harold (David Oyelowo), un sumiso y correcto supervisor de una empresa farmacéutica que ve cómo sus sueños de progreso y tranquilidad en la tierra prometida se verán truncados a partir de la intervención de su contexto familiar, laboral y social. Siendo la carnada de dos inescrupulosos jefes (Charlize Theron y Joel Edgerton), Harold deberá agachar la cabeza una vez más y ver cómo su universo de tranquilidad se desploma ante las exigencias de participar en un siniestro plan con el cual, en vez de salvar su pellejo, se verá expuesto a un sinfín de atrocidades en tierras lejanas. El gringo del título original alude a la referencia con la que en México mencionan a los extranjeros que llegan al país, en este caso el foráneo deberá urdir un plan para contrarrestar la amenaza que lo acecha por seguir la corriente de sus jefes que no quieren nada bueno para él. Así, lo que comienza como un thriller de sospecha, en el que un ciudadano común y corriente se ve envuelto en situaciones, terminará por volverse una cacería en la que ese mismo personaje tendrá que transformar sus cualidades para salir con vida de cada uno de los obstáculos que lo pongan en peligro. El guion trabaja con solvencia la construcción de los protagonistas, pero también los necesarios cambios con los que potencia los conflictos y las transiciones narrativas. Si Harold en una primera instancia es dibujado como un pobre hombre que comienza a ser parte de un plan mayor que lo tiene como eje, luego se lo presenta como un ser autoconciente que intentará modificar el sendero que debe transitar. El resto de los personajes, principalmente los de Theron y Edgerton, funcionan como contrapartida y adversarios, pero también como espejo de aquello que Harold también podría convertirse. La actriz sudafricana una vez más potencia su personaje, femme fatale y villana, demostrando su camaleónica capacidad para transformarse en cada una de sus interpretaciones. El australiano por su parte, configura con trazos gruesos ese jefe que quiere todo para sí y que a golpe de suerte puede tener aquello que los demás desean a pesar de ser un cabeza hueca. Mención aparte Thandie Newton, personaje bisagra en la vida de Harold, interpretando a la mujer de éste, aquella por la que ha pasado horas demás en la oficina y a la que en el último tiempo le ha permitido despilfarrar más de la cuenta. En el medio una serie de pintorescos secundarios ofrecerán el necesario contrapunto para que el dinamismo y el timing de la historia se potencie, llevando al extremo a los protagonistas, quienes harán lo posible para salir intactos de una serie de infortunios que tiene a la ilegalidad y la violencia, en el centro de la escena.
El que vivía en una mentira “Gringo: Se busca vivo o muerto” (Gringo, 2018) es una comedia negra sobre narcotráfico dirigida por Nash Edgerton y escrita por Matthew Stone y Anthony Tambakis. El reparto incluye a David Oyelowo, Joel Edgerton (hermano del director), Charlize Theron (también productora), Harry Treadaway, Amanda Seyfried, Hernán Mendoza, Carlos Corona, Sharlto Copley, Alan Ruck, Thandie Newton, Diego Cataño, Rodrigo Corea, entre otros. Harold Soyinka (David Oyelowo) es supervisor de operaciones en Promethium, la empresa farmacéutica de Chicago en la que uno de sus presidentes es su amigo Richard Rusk (Joel Edgerton). Gracias al informe de su contador, Harold sospecha que la empresa está por fusionarse con otra, lo que lo llevaría a perder el empleo. Sin embargo, Richard le dice que todo anda bien y que en el viaje de negocios que Harold debía hacer a México, él y la otra presidenta Elaine Markinson (Charlize Theron) lo acompañarán. Lo que Soyinka no sabe es que sus jefes le venden Cannabax (una nueva pastilla de marihuana) a un cartel de allí encabezado por la “Pantera Negra” (Carlos Corona). Ellos viajaron hasta México para advertirle al gerente de la planta que corte los suministros al narcotraficante. Decepcionado de su amigo Richard, Harold fingirá su propio secuestro y, sin saberlo, será buscado por la Pantera Negra ya que éste cree que Soyinka es el responsable de que Promethium no quiera venderle más la droga. Películas sobre narcotraficantes ya hay muchas, por lo que siempre que aparece una nueva se espera que tenga algo original. Este no es el caso. “Gringo” no tiene rumbo: ni el director sabe cuál es el foco de la historia, por lo se produce un lío de subtramas y el espectador termina perdiéndose por la torpe estructura narrativa. Durante los primeros 40 minutos el film logra generar interés ya que nos presenta a Harold, un nigeriano que vive en Estados Unidos con su esposa Bonnie (Thandie Newton). Él cree tener un buen amigo en Richard, la persona que le dio el empleo en la empresa farmacéutica, así como confió en Bonnie para que le diseñe el loft. Sin embargo, esa buena vida que creía tener se va desmoronando a partir del viaje a México. Hasta ahí todo va bien: tenemos a un personaje caído en desgracia y un problema con el cartel mexicano, que no aceptará de ninguna manera que Promethium le deje de vender Cannabax. Sin embargo el relato decide desviarse hacia otros asuntos que desdibujan lo construido; por ejemplo, de la nada se hace hincapié en Miles (Harry Treadaway) y Sunny (Amanda Seyfried), una parejita que viajó gratis a México (Miles va a ser una mula de droga pero su novia no lo sabe) y siempre se cruza de casualidad con Harold. Por otro lado veremos secuencias de engaños amorosos, persecuciones en coche, tiroteos, un superior de la empresa que quiere despedir a los presidentes actuales, una escena de Harold borracho que aburre mucho… incluso a mitad del filme se introduce a Mitch (Sharlto Copley), hermano de Richard que ayuda a los haitianos por los destrozos de un terremoto. Como se puede ver, la trama de la cinta es demasiado caótica. Sumado a esto, el humor no funciona, en especial con el narcotraficante Pantera Negra: siempre que estamos ante una situación seria, el hombre decide preguntar cuál es el mejor CD de Los Beatles, lo que hace que la escena se vuelva bizarra. Si el director sólo se enfocaba en Harold Soyinka y explicaba mejor por qué toma determinadas decisiones, la película quizás habría funcionado. Con un final que da la sensación de ya haber sido visto en otras producciones, “Gringo” se deja ver aunque sea muy olvidable.
Veterano doble de riesgo y hermano del aquí protagonista Joel, el australiano Nash Edgerton dirige este film que sigue las vivencias de un empleado de una empresa farmacéutica que termina enredado en una trama de narcotráfico en México. Harold (David Oyelowo) está preocupado por los rumores sobre el cierre de la empresa. Tranquilizado por su amigo y jefe Richard (Joel Edgerton), parte rumbo a México junto a él y a su mano derecha Elaine (Charlize Theron) para una supuesta reunión laboral que en realidad es parte de un negociado oscuro. Cuando Harold descubra la verdad, fingirá un secuestro en el país azteca para cobrar un seguro, al tiempo que un cartel local pedirá su cabeza. Gringo: se busca vivo o muerte amalgama comedia negra, acción, intriga corporativa y enredos a lo largo de casi dos horas de metraje. Una mezcla que en sus mejores momentos funciona a la manera de las viejas producciones clase B, con un espíritu libre y anárquico, y que en otras se empantana ante la imposibilidad de definir un camino narrativo sólido. Hay varias cosas que no funcionan del todo bien. La primera es la subtrama de una joven Amanda Seyfried y su novio. La segunda tiene que ver con el personaje de Theron que arranca pisando fuerte y luego se diluye. Así y todo, Gringo: se busca vivo o muerte es una comedia de acción que entretiene y no defrauda.
En Gringo: Se busca vivo o muerto confluyen distintos géneros, como la comedia, la película de acción y el thriller. Mejor aún, más que combinar, por momentos parecen como tres películas distintas. Indudablemente, la veta que mejor maneja aquí el director Nash Edgerton es la del enredo. Teniendo a Charlize Theron encabezando su elenco, es curioso que no sea la actriz de la última Mad Max la que se devore la película, sino David Oyelowo. El actor de Selma y Nightingale es puro lucimiento en el papel quizá más alocado que le haya tocado interpretar en el cine. Oyelowo es Harold Soyinka, hijo de inmigrantes africanos que tiene un trabajo en la empresa que maneja un amigo (Joel Edgerton, el australiano de El regalo y de Loving, y hermano de Nash, director de esta película). Hay cierta desconfianza con Richard. Harold intuye que habrá una fusión de la empresa farmacéutica, y que él quedará afuera. La socia de Richard, Elaine (Theron), es sencillamente insoportable y ambiciosa. Los tres viajan a México, donde la compañía tiene un laboratorio, y allí Harold se entera de que lo van a dejar afuera del negocio, y también, por boca de su esposa, que ella (Thandie Newton, de Westworld y Vidas cruzadas) va a dejarlo por otro. E inventa que los narcos lo han secuestrado y piden cinco millones de dólares de rescate, sabiendo que hay un seguro que la empresa tiene y podría pagar. A partir de allí, Gringo es una catarata, como decíamos, de enredos. Alguno más disparatado que otro, como que un hermano de Richard sea ahora un buen samaritano luego de ser un matón a sueldo, y al que apela para rescatar (o matar, si hace falta) a Harold. Gringo es más comedia que otra cosa. Tiene tantas, pero tantas vueltas de tuerca, que se va apretando, encerrando, y en vez de liberar la risa termina por momentos agotando. Pero el que emerge como un comediante sin bemoles es Oyelowo. Cada vez que Harold aparece en escena, es un festín. Seguramente muchos lleguen atraídos por la presencia de la sudafricana de Monster y la última Rápidos y furiosos 8. Ni hace falta decirles que observen al actor de color, porque el magnetismo que irradia los atrapará de inmediato.
Gringo es un intento fallido por tratar de emular los primeros trabajos de Guy Ricthie y Quentin Tarantino que combinaban a la perfección el género policial con el humor negro. Esta película representa el segundo trabajo como director de Nash Edgerton, hermano del actor Joel Edgerton, quien en los últimos años fue el cineasta elegido por Bob Dylan para que realizara sus recientes videos. Aunque contó con un reparto de figuras talentosas que generaban interés por esta propuesta, el film resultó un fiasco tedioso cuyos 110 minutos se hacen interminables. El gran problema de Gringo es que los guionistas arruinaron una premisa sencilla con numerosas líneas argumentales que convirtieron a la trama en un caos absoluto. Esta película probablemente debe tener un récord de subtramas entre los estrenos del 2018 que no hacen otra cosa que distraer al espectador del foco central del conflicto. Muchas de estas historias no aportan nada y las constantes inclusión de personajes genera que la película se vuelva confusa. Sumado a los momentos humorísticos que no funcionan y las escenas de acción ordinarias cuesta bastante encontrar un motivo sólido para recomendar este film. David Oyelowo (Selma), el protagonista, es la figura destacada del reparto mientras que el resto de los artistas más conocidos no aportan demasiado. Al igual que Sicario 2 esta producción se basa en la fantasía hollywoodense que México es el país más peligroso del mundo, donde la mayoría de sus habitantes son asesinos a sueldo o se relacionan con el narcotráfico. Parece que últimamente la culpa de todos los males son los latinos. En resumen, Gringo es esa clase de películas que abundan en la cartelera de Netflix y a la media hora cambiaste por otra cosa cuando el tedio se volvió insostenible.
Cuando la guaranguería no resulta graciosa Comedia de acción de pretensión irreverente y actitud canchera, la película Gringo, del australiano Nash Edgerton –a la que para su estreno en Latinoamérica se le agregó un aclaratorio tagline, una mala costumbre de la región–, apenas consigue alcanzar con lo justo esos dos objetivos que parecen motorizarla. En línea con algunos trabajos de los hermanos Coen (como Quémese después de leer, de 2008) o de Martin McDonagh (en particular Siete psicópatas, de 2012), el film de Edgerton también utiliza a la ironía, el sarcasmo y la incorrección política como herramientas para construir un fresco social despiadado al que se intenta hacer pasar por crítico. Una de esas historias que se esfuerzan para que ninguno de los personajes salga del todo bien parado, un poco para abonar a una sensación general de desquicio (aunque en el fondo se perciba que solo se trata de aleccionarlos y hacerles pagar por la maldad intrínseca a la que el guión los condena), y otro poco para dejarle a los espectadores una moraleja que les permita irse contentos a casa. De forma un poco tosca y a riesgo de ser acusada de maniquea, Gringo divide al universo en mitades: de un lado la inocencia, del otro la desidia. En la primera está Harold Soyinka, el protagonista, un inmigrante nigeriano que ha conseguido un cargo gerencial en una empresa farmacéutica gracias a que Richard Rusk, uno de los dueños, es su amigo. En la otra todos los demás, que o bien son unos inescrupulosos, como el propio Richard y su socia Elaine; o bien oscilan entre el bien y el mal, pero con una marcada tendencia a errar siempre en las decisiones que toman. A Harold no le va del todo bien, aunque en teoría cuenta con los medios como para ser feliz. Está enamorado de su esposa, aunque la empresita de ella haya puesto los números familiares en rojo; tiene un buen trabajo pero puede perderlo, porque acaba de enterarse que la empresa se prepara para una fusión. Y Richard, su amigo, no solo se lo niega, sino que se mete en su área y decide viajar con él y con Elaine (quien lo desprecia), para controlar en persona la filial mexicana de la compañía. De forma previsible, al cruzar la frontera el guion replica ese gran Otro que la cultura mexicana encarna para el imaginario estadounidense, en donde tampoco hay nada que rescatar. Elemental en su mirada del mundo y en su forma de retratar la realidad, incluso en los términos de una farsa, Gringo lleva su reduccionismo binario al extremo. No hay uno solo de los personajes que rodean a Harold que no lo lastime, pero él siempre se entera tarde, con excepción de una joven tan inocente como él, que está en México porque su novio fue a buscar droga y ella no lo sabe. Una subtrama molesta, no solo porque se vincula a la fuerza con el relato central, sino porque evidencia la intención del guion de crear caos a cualquier costo. Sobreactuada y excesiva por donde se la mire, Gringo no solo peca de guaranguería cinematográfica sino que incluso como comedia tampoco resulta demasiado graciosa.
Una empresa farmacéutica turbia, un cártel mexicano, un empleado de lujo poco valorado, dos jefes horribles, ¿qué podría salir bien? El segundo largometraje de Nash Edgerton -hermano del actor y co-protagonista Joel Edgerton– lo catapulta desde la oscuridad hacia el conocimiento público en una comedia de acción que mezcla mucho género y nos lleva a preguntarnos: ¿tanto elenco para esto?
No hay demasiada cohesión ni lógica en esta tumultuosa comedia negra inflada de cinismo y muy entregada a los juegos del azar que explota con el lanzamiento al mercado farmacéutico de un medicamento basado en las virtudes terapéuticas de la marihuana. Un cándido empleado de la corporación dueña de la fórmula queda encerrado en una trama alocada tejida a varias manos por mercenarios sin culpa, grotescos buscavidas, un narco obsesionado con los Beatles y estafadores de toda calaña. Las referencias del australiano Nash Edgerton, quien declaró pomposamente que la película es "una crítica al capitalismo", son obvias: la literatura de Elmore Leonard, el universo de Quentin Tarantino (que con Jackie Brown llevó al cine una popular novela de ese escritor, Rum Punch) e incluso los homenajes de aquellos que siguieron sus pasos a imagen y semejanza, como Guy Ritchie. Hermano de Joel, uno de los protagonistas del film, Nash Edgerton se hizo conocido por dirigir algunos buenos videoclips de Bob Dylan, pero en el terreno del cine parece bastante menos consolidado: al margen de las escenas que Charlize Theron, en la piel de una ejecutiva tan seductora como arrogante y manipuladora, resuelve con mucho oficio, la película acumula demasiados gags de dudoso gusto, en el que los mexicanos casi nunca quedan bien parados.
En tierras extranjeras Con trayectoria extensa en cortometrajes y dirección de videoclips, Nash Edgerton es más conocido como un experto doble de riesgo con más de cien créditos en su haber. Y, y por supuesto: por ser el hermano de Joel. En 2008 debutó en la dirección con The Square, luego del éxito de su cortometraje más conocido, Spider, un año anterior. The Square se trata de un thriller seco, con elementos fuertes de drama y un suspenso trepidante (similar al film de su hermano como director El regalo) alrededor de un botín de dinero en manos de un ciudadano común equivocado. Con cierta fama en los círculos más cinéfilos, la película es un pequeño clásico de culto para entendidos. Diez años después, Nash Edgerton vuelve a la dirección de un largometraje, pega un volantazo y se inclina por una comedia que mezcla puntos de Jason Reitman, Robert Altman, Steven Sodherberg, y algo de la Nueva Comedia Americana más tradicional. El resultado es Gringo, que prometía mucho más desde su premisa de lo que finalmente es. Un turista en apuros Podría decirse que el protagonista es David Oyelowo (Martin Luther King Jr. en Selma, y el “eso” de Un viaje en el tiempo) en la piel de Harold Soyinka, empleado de negocios de segunda línea de una empresa farmacéutica que quiere blanquear alguno de sus negocios en busca de nuevos negociados. Los gerentes de la empresa, Rochard Rusk (Joel “hago todo con y por mi hermano” Edgerton) y Elaine Markinson (Charlize Theron), deciden enviarlo a México por las complicaciones que la farmacéutica está teniendo básicamente al cambiar de dealer. Harold debe entablar conversaciones con el jefe de un peligroso cartel de narcotraficantes para llegar a un arreglo pacífico. Pero nada es lo que parece. Cuando las cosas comienzan a complicarse, Harold se da cuenta que le tendieron una emboscada, que sus jefes lo tienen librado al azar y a merced de unos narcotraficantes que quieren su cabeza. ¿Cuál es la solución? Fingir su propio secuestro. Así son las cosas en Gringo. Pareciera que se ha contado más del argumento de lo debido y sin embargo aun quedaría más por decir. Es que el guion escrito por Anthony Tambakis y Matthew Stone no para de presentar personajes y subtramas permanentemente, supuestamente con la idea de pintar un fresco sarcástico de situación, ¿pero de qué situación? Narcos, hippies, empresarios, e infieles El principal y atomizador problema de Gringo es su desbordado deseo por querer lanzar dardos certeros. En su ritmo frenético y chispeante presenta una catarata de gags que, sobre todo en su primer hora, no hacen centro en una cuestión ni personaje. Sí, queda claro que Harold es su protagonista, pero más que nada por ser el centro del que viven el resto de los personajes. Pero la atención y focalización permanentemente cambian cada vez que aparece alguien nuevo en pantalla. Es más: da una muy certera sensación de que muchos de sus actores filmaron sus escenas aparte y luego la magia de edición y montaje los unió. Hay una historia aparte entre Richard, Elaine, y el dueño de otra empresa con la que quieren hacer negocios a cargo de Alan Ruck. Hay dos bandidos menores con su historia aparte que Harold hace pasar como sus secuestradores. También están los que realmente quieren secuestrarlo, el jefe narco amante de The Beatles y sus torpes secuaces. Una parejita de turistas hippies interpretados por Amanda Seyfried y Harry Treadaway. La esposa de Harold (Tandhie Newton), que hay algo que no le dice. Para rematar, muy entrado el relato hace su aparición Sharlto Copley como el hermano cazarrecompensas de Richard. Para aclarar, de esos personajes la mitad no llegan a cobrar vuelo, por más que el film se pose en ellos y olvide a Harold. Por lo menos Newton, Seyfried, y Treadaway daría lo mismo que estén o no… y no lo incluyo a Rusk porque a pesar de que su personaje es puro relleno es buen comediante. Gringo tiene momentos efectivos, ninguno muy original ni muy memorable, pero entretiene. Se agradece el buen balance entre comedia y acción, y sus intérpretes si bien no descollan cumplen correctamente (en especial Theron quien, ya sabemos, además de bellísima es excelente en todos los géneros). Otro punto a favor es que a pesar de tener todo servido evita (bastante, no del todo) caer en los lugares comunes de burla a los latinos para auto alabar su patriotismo. Conclusión Divertida, vivaz, correcta tanto en sus actuaciones como en su ágil dirección, Gringo decae por presentar demasiadas cosas en simultáneo, haciendo que lo que debió ser una simple comedia relajada se convierta en algo demasiado complejo de comprender en su totalidad.
Una comedia oscura que mezcla el drama, la acción, la ironía y no siempre sale bien parada. Es la historia de un ejecutivo de segunda línea que de tan inocente y cándido invita a todos los desalmados que lo rodean a aprovechar de él sin rasgos de culpa: su jefe manipulador con su socia predadora, su propia esposa, los dueños de un hotelucho donde va a parar cuando quiere fugarse, por supuesto los integrantes de un cartel de drogas de México. Y a su alrededor puede pasar cualquier cosa: el humor, lo tonto, lo más descarnado, la acción frenética, y hasta un personaje bondadoso en medio de tanta descarada rapiña y juegos de poder. El problema de la película es que tiene rasgos ya vistos de algo de Tarantino, de los hermanos Cohen, de films que hace años parecían frescos e innovadores, pero que ahora no sorprenden. No obstante, hay que reconocerle que entretiene con tanto cambio de ritmo y género y que siempre sobresale algún motivo para disfrutarlo. Desde las actuaciones: Charlize Theron esta magnifica en la pintura de una ejecutiva ambiciosa que nada la detiene, va de la seducción explosiva a la maldad pura. Joel hermano del director Nash Edgerton siempre de buen nivel, David Oyelowo que en medio de tanto revoltijo saca a flote su personaje con gracia. El argumento de Anthony Tambakis y Matthew Stone hace agua con tanta historia paralela pero sale a flote cuando convoca al delirio y le permite al director, un experto en acción, lucirse en escenas explosivas. El resultado de todo lo que acumula el film es un entretenimiento que no llega a ser genial.
Realmente esperaba mucho de "Gringo". Será que el cast, impresiona mucho de sólo verlo en el afiche: Charlize Theron, Amanda Seyfried, Joel Edgerton, Sharlto Copley, David Oyelowo, Thandie Newton. Todas estrellas, en una propuesta pseudo coral (me encanta llamar a este tipo de films así), en la cual hay un poco de intriga, mucho humor negro, algunos engaños y una generosa dosis de violencia. Nash Edgerton (el director de "The Square" -2008-, enorme película indie australiana que no deberían perderse) se pone al frente de una producción de mediano porte, en la que el engaño, está a la orden del día. Harold (Oyelowo) es un empleado corriente de una empresa, al que usan un poco de che pibe. El puede ver el éxito en el accionar diario de su jefe Richard (Edgerton) y de la explosiva e inescrupulosa Elaine (Charlize Theron). La cosa es que Harold debe viajar a México por cuestiones de trabajo, y las cosas no salen bien. Porque claro, hay un negocio de drogas fuerte en el medio, del que obviamente, el muchacho no tenía conocimiento. La creación de una píldora con una sustancia clásica permite ser el tema de conexión entre diferentes grupos de poder. Volviendo al pobre y desconcertado Harold, la cuestión es que lo raptan y piden rescate. Y se imaginarán que el dúo de empresarios duda sobre que curso definir: la verdad es que si lo matan, no estaría mal, aunque el gran problema podría sucitarse si abriera su boca. Es asi que entonces la acción se trasladará a México donde se sumará más gente al conflicto, todos alineados con el ritmo frenético que propone la trama. Peli de mafiosos entonces, donde una vez que las piezas están en el tablero, comienzan a relacionarse peligrosamente, su principal lado flaco es la poca profundidad de los personajes, ciertas falencias del guión y sobre todo, un exceso de eventos, que busca ser presentado como original, pero de estructura precaria y poco satisfactoria. Mucho ruido (y actores populares) y pocas nueces. "Gringo" es un pasatiempo que arranca con muchas promesas de gran film, pero se regodea en su espíritu "indie" y cree que sumar elementos y generar vueltas de tuerca, la hace potente. Hay muchos personajes construídos "a reglamento" (Newton a años luz de su trabajo en "Westworld", por ejemplo) que van promoviendo un derrotero que, si no lo ponés bajo la lupa, puede pasar. Pero no evidencian equilibrio ni locura bien llevada. Edgerton tiene mucho potencial para encarar historias oscuras. Quizás esta modalidad coral, no sea una que particularmente lo favorezca.
Esta ensalada de thriller y comedia negra no está nada bien condimentada, y redunda en un desperdicio de talento. En su primer intento de dirigir un largometraje, Nash Edgerton narra una historia de enredos bastante confusos en medio de intrigas corporativas y narcos mexicanos, con el pobre David Oyelowo traicionado por todos en su papel de ejecutivo, y deambulando por Veracruz sin mucha suerte. La trama tiene que ver con una empresa estadounidense que piensa lanzar al mercado un nuevo tipo de cannabis medicinal en pastillas, para lo que necesita una planta de producción fuera de los Estados Unidos, y México es el mejor sitio que encuentran; lástima que no tienen en cuenta los problemas surgidos del narcotráfico. Cuando empiezan los inconvenientes, el ejecutivo que debe arreglarlos está totalmente deosorientado, y como tiene un problema personal contra su jefe no se le ocurre mejor idea que simular un secuestro. Las cosas se complican cuando los verdaderos criminales lo encuentran, pero para ese entonces el espectador ya estará harto de las largas escenas dialogadas y enredos obvios. La productora ejecutiva, Charlize Theron, en el papel protagónico, no tiene el peso de una ejecutiva inescrupulosa. Hacia el final hay algunas buenas escenas de acción que no terminan de equilibrar el conjunto de esta producción de los estudios Amazon que funciona como un mediano telefilm.
GRINGO, NEGRO Y TRAFICANTE El problema con la comedia negra es que no siempre es fácil manejar ese tipo de humor y crear climas, al tiempo que se intenta generar empatía por los personajes y terminar preocupándolos por todo lo que suceda en pantalla, por inverosímil que sea. Algo por el estilo lograban Quiero matar a mi jefe o la más reciente Noche de juegos, en la que la sola química e histrionismo de sus personajes principales le daba un plus para disfrutarla sin demasiados condicionamientos. Con Gringo: se busca vivo o muerto sucede algo distinto, si bien David Oyelowo – alguien a quien no vemos seguido en comedias- le imprime un carácter dramático y sufrido a su personaje al margen de la comicidad que funciona por momentos (a pesar de que todo sucede alrededor y a costa suya), a veces la historia se transforma en coral y ahí es donde pierde fuerza. Pasan cosas con el personaje de Joel Edgerton y el de Charlize Theron, con el de Thandie Newton que es casi un cameo por lo poco que está en pantalla y a pesar de la incidencia de su personaje, y también con el de Amanda Seyfried que juega con su candidez y logra un par de momentos tan tiernos como hilarantes. Pero entre todos no llegan a consolidar una historia íntegramente atractiva. Incluso Sharlto Copley tiene un buen personaje, de esos escritos como para él, pero no se desarrolla lo suficiente. El director Nash Edgerton (hermano de Joel y más conocido por su trabajo de doble de riesgo) por poco desperdicia un elenco de lujo pero sería injusto decir que siendo su primer largometraje, hace agua, porque logra salir de la mediocridad a pesar de mostrar cierta confusión en los aspectos formales. Para ponerlos al tanto de qué la va la historia, todo comienza cuando Richard y Elaine (Edgerton y Theron) deciden dejar de venderle a un traficante mexicano su producto, una píldora en base a cannabis de la cual Harold (Oyelowo) es el único que tiene la fórmula. Pero cuando en México Harold se entera de que sus socios planean apartarlo del negocio, decide planear su propio secuestro para pedir un rescate y quedarse con ese dinero a modo de indemnización. Por supuesto nada será tan fácil, sobre todo cuando el secuestro se materialice y aparezcan nuevos jugadores, como la pareja de Sunny (Seyfried) y Miles (Harry Treadaway) que un poco por azar y otro por torpeza se ven involucrados en el rapto del hombre que tiene el dato más cotizado. Y sumando a eso la entrada de Mitch (Copley), el hermano mercenario de Richard, cuyo encargo será el de negociar la liberación de Harold, o en su defecto, su muerte. Lo bueno y apreciable de todo esto es que hay un grado importante de imprevisibilidad. No todo sucede como se espera aunque sí encause para un final convencional. El disparate está a la orden del día y el pretendido momento de angustia de ciertos personajes a los que se plantea como de hielo (por caso el de Theron) no alcanzan para arruinar la fiesta de situaciones incómodas o de peligro que logra verse real. Con respecto al título que elegí para la nota, no deja de ser tendencioso porque llegado el caso los delincuentes son todos los implicados en ese negocio y el menos malo de todos, es este gringo negro bonachón que vuelve a ser la víctima. Porque el progresismo hollywoodense llegó para quedarse a pesar del humor políticamente incorrecto, ¿o qué creían, gringos?
Comedia negra y entretenida, que por momentos remite al universo de personajes de Elmore Leonard o a los films de los hermanos Coen, Gringo tiene en su protagonista, David Oyelowo, al que solemos ver en roles dramáticos, su mejor aliado. Él es Harold, empleado de una gran empresa farmacéutica, con cuentas en rojo y angustiado por quedarse sin trabajo, que viaja a México con sus jefes para una reunión que esconde algo turbio. Un falso secuestro acelera la acción, aunque la película parece quedarse a media máquina demasiado pronto, con personajes cuyo rol no se entiende demasiado, otros que se desdibujan y un filo que deja de ser filoso.
Esta es la segunda película del realizador australiano Nash Edgerton (es el hermano del actor Joel Edgerton, “El Gran Gatsby”) como guionistas Matthew Stone (“El amor cuesta caro”) y Anthony Tambakis (“Warrior”) y como protagonista y productora Charlize Theron (“Atómica”) a quien acompaña un buen elenco. Todo gira en torno a Harold Soyinka (David Oyelowo), a quien solo le interesa realizar buenos negocios y se rápidamente millonario por lo tanto planea un ambicioso proyecto con ese propósito, elige a dos hábiles individuos que conocen muy bien la industria de los fármacos: Elaine Markinson (Charlize Theron) y Richard Rusk (Joel Edgerton). Sus técnicas marchan correctamente, pero la situación se embrolla cuando intenten huir con el dinero, y todo puede ir ingresando a un laberinto de situaciones. Será el tiempo en que Soyinka tenga que decidir entre ser un ciudadano honrado, o engañar a la ley para continuar sus actividades. La cinta combina la comedia negra, el drama de aventuras, la comedia policial, entre otros elementos, con bastante humor negro y varias críticas. Posee algunas sobreactuaciones de un elenco increíble, hay persecuciones, enredos, entretenida, aunque resulta un poco larga, más allá de alguna vuelta de tuerca, tiene algo de los hermanos Coen y toques tarantinescos.
Gringo es la historia de un empresario estadounidense se mete en un grave problema en México cuando se ve inmerso en los asuntos de un narcotraficante local y de un grupo de mercenarios contratados por el Gobierno. El tráiler prometía una historia que mezclaba la acción con el humor adosado con vueltas de tuercas y grandes actuaciones, En fin un entretenimiento puro y duro. Extrañamente aunque todo esto sea entregado aun así el resultado es irregular. Dirigida por el coordinador de riesgo Nash Edgerton, Gringo es una propuesta que abraza lo físico, así como también lo hacia las dos secuelas de John Wick que casualmente también estaban dirigidas por dobles de riesgo quienes apostaban a lo mismo, un cine donde se pone el cuerpo a la acción escapándole a los mundos creados por CGI. Para lograr eso se necesitaba que de actores que estén a la altura de las circunstancias y en cierto sentido los de Gringo lo están, por lo menos para las secuencias de acción, que no son espectaculares pero cumplen y son lo más entretenido de esta película. Su protagonista David Oyelowoencarna de manera convincente al personaje principal y es quien mas se entrega a este proyecto, al punto de que podría decirse que se lo pone al hombro. De hecho lo que la vuelve llevadera es el trabajo de los actores; Charlize Theron, Joel Edgerton, Amanda Seyfriedquienes son convincentes y profesionales a la hora de encarar a sus personajes. El humor, en su mayoría ácido, ayuda a que el ritmo de la película no se vuelva del todo insoportable. Lamentablemente el enemigo de esta película es su guion escrito por Anthony Tambakis y Mathew Stone, quienes inventan subtramas que no aportan en nada, varias vueltas de tuerca innecesarias que alargar la duración y las cuales se notan que fueron hechas para maquillar que estamos ante algo muy convencional. Para peor su director pareciera como hubiera sucumbido a las presiones de los productores y dejado que ellos se encargaran del resultado final. Y eso se nota ya que eje central queda de lado para enfocarse en otras historias llena de traiciones, alianzas y personajes que nunca son definidos. En Gringo no hay buenos, ni malos, es un todo vale. Y eso más que un acierto es una falla, tanto de guion, como de dirección. Edgerton no sabe para dónde llevar al barco y se aferra a seguir a pie de letra el guion. Gringo es una película que no va a pasar a la historia, una más en la lista de actuaciones de sus famosos actores que les dará trabajo pero no satisfacción artística. Tal vez que con otro director con un poco de mano dura podría haberle encontrado la vuelta. Lo que queda es una posibilidad desperdiciada.
A pesar de las múltiples fallas en su guión y actuaciones que tenga el film, para quienes busquen un momento de relajación es la película perfecta. En el último tiempo, distintas corrientes que promueven la igualdad y que quieren parar el uso de los estereotipos, han podido derribar una barrera que en Hollywood parecía inquebrantable. En muchos casos esas ganas de hacer un film o serie con un elenco más diverso y que ningún valor sea propia de ninguna raza, sexo o religión, han llegado a buen puerto. En este caso, Gringo: Se Busca Vivo o Muerto (Gringo, 2018) muestra la otra cara de esta problemática. Esta película cuenta la historia de Harold Soyinka (David Oyelewo) un empleado de una importante empresa estadounidense que vive ninguneado por sus pares y sus jefes Richard Rusk (Joel Edgerton) y Eleane Markinson (Charlize Theron), quienes se aprovechan de su bondad e ingenuidad. En lo que parecía un simple viaje de negocios a México, Harold descubrirá más de un secreto en lo que tiene que ver con su trabajo. Tráfico de drogas, engaños, conspiraciones y operaciones encubiertas del gobierno, tendrán lugar en la travesía que deberá atravesar el protagonista para regresar a casa. Planteando toda esta gran variedad de subtramas, nada originales, el director Nash Edgerton quiere plantear una especie de comedia negra / policial, que sea graciosa y dramática al mismo tiempo. Por desgracia para él, ninguno de estos dos géneros se ven plasmados, logrando así un film que no puede ser encasillado. Esto no sería un problema tan grave, si esta peli tuviese aspectos narrativos que den una vuelta de tuerca a la historia tan chata que tiene. Pero ahí asoma otro de los problemas que tiene. Muchos son los arcos argumentales que se abren y muchos también carecen de sentido sobre todo los que nada tienen que ver con nuestro protagonista nigeriano. Por muchas ocasiones, pareciera que el director hizo un gran montaje de diferentes películas, situaciones poco verídicas dentro del campo que se plantea y demasiadas vueltas para la resolución de un tema sumamente simple, toman lugar con recurrencia. La película se vuelve totalmente previsible y absurdamente larga. Por supuesto, los prejuicios y los estereotipos están presentes. Sobre todo cuando se va al sur de la frontera, donde todos son ventajistas, interesados y delincuentes. El rol en esta película de Charlize Theron, es otra de las grandes polémicas. Acostumbrados a que la actriz lleve a cabo papeles de una mayor incidencia que la de sus pares masculinos, en esta ocasión es totalmente inverso. Ella casi no decide, solo le queda el papel de ser una Femme Fatal, de un carácter muy fuerte y con grandes responsabilidades en su trabajo, es cierto, pero para el desarrollo de la historia, queda totalmente de lado y sin influir en nada. Por otro lado Joel Edgerton, se encarga de ser el empresario yankee de turno, que se las sabe todas y da todo por sentado, a quien poco le importa lo que le pase al pobre de Harold y quien todo soluciona solo por poseer grandes cantidades de billetes verdes. El único que realmente interpreta con un gran corazón a su personaje es el nigeriano Oyelewo. Con un papel que transmite desesperación e incertidumbre, es con el único que se puede sentir un poco de empatía. No porque sea el protagonista, sino porque es lo más real que la película plantea. Un trabajador explotado, a quien sus jefes no le dan ni cinco de pelota y solo buscan beneficiarse con él. El resto del elenco sufre las decisiones del director y por más participación que se les quiera dar, nunca podrán plantarse de lleno en el metraje. Al mismo tiempo que la mayoría de las elecciones del director quedan cliché y son un claro estereotipo de los estadounidenses. Cabe destacar algunas de las escenas de acción que se dan, el director quien previamente fue doble de riesgo de acción, entiende muy bien estas secuencias y se nota claramente. Desafortunadamente, son contadas con los dedos de una mano las persecuciones, escenas de coreografías de peleas y demás. A pesar de las múltiples fallas en su guión y actuaciones que tenga el film, para quienes busquen un momento de relajación es la película perfecta. Situaciones sin sentido, exageraciones y más de un cliché para olvidar el estrés de la semana.
Texto publicado en edición impresa.
Probablemente sólo los que vayan movidos por la curiosidad se podrán llevar un par de sorpresas agradables con el estreno de “Gringo: Se busca vivo o muerto”, porque por el lado del elenco, más allá de su indudable talento, no hay mucho poder de convocatoria, y por el lado del marketing no hay nada atractivo. Sin embargo esta producción tiene elementos para esgrimir su defensa como una comedia negra sobre la codicia y el uso del poder. Harold (David Oyelowo) es empleado de una compañía químico-farmacéutica con ramificaciones en México, país al cual es enviado por sus jefes Richard (Joel Edgerton) y Elaine (Charlize Theron) para cerrar la producción de una sustancia cuyo cliente principal es un cartel de drogas muy peligroso. Los enredos comienzan a precipitarse ya que Harold, con una impronta de “pobre tipo” muy bien trabajada por el actor, ignora no sólo estas operaciones comerciales, sino también las intenciones de sus jefes al enviarlo allí. De esta forma funciona el argumento cuyo centro dramático es el de un protagonista que no maneja la información, siendo el espectador quien va construyendo las futuras peripecias. “Gringo: se busca vivo o muerto” se plantea como una suerte de camino del héroe que ignora serlo. Como si en lugar de ir por la autopista va por la colectora. Nash Edgerton (hermano del protagonista) parece saber a qué juega con este guión de Anthony Tambakis y Matthew Stone. Dirige con buen pulso, ritmo, y sobre todo timing para la comedia, esto último trabajado en conjunto con un grupo de actores que ofrecen una gestualidad por momentos hasta clownesca. Sin exageraciones en la gestualidad y con aplomo en las escenas de más acción. Por el lado del texto también hay buenas construcciones con algunos buenos remates en torno a los contrastes culturales y étnicos. “Es un negro en una ciudad mexicana, ¿qué tan difícil puede ser encontrarlo?”, dirá el jefe del Cartel. Y así por el estilo. Está claro que la pólvora ya está inventada. Para los realizadores de éste estreno, no es eso lo importante, sino cómo se usa y en qué dosis.
De Guatemala a "Guatepeor" Un hombre se entera de que su mujer lo engaña y está a punto de quedar en quiebra por culpa de sus jefes. Por eso decide fingir un secuestro para cobrar un seguro. Harold (David Oyelowo) vive en su mundo feliz hasta que todo se le cae a pedazos: se entera de que su esposa lo engaña y está a punto de quebrar su economía, al mismo tiempo que la empresa farmacéutica para la que trabaja lo dejará sin trabajo, tras muchos años de explotación y malos tratos de parte de sus jefes Richard (Joel Edgerton) y Elaine (Charlize Theron), cuando se realice una fusión no muy transparente. Atrapado en todos los frentes, decide vengarse de todos simulando un secuestro para cobrar un seguro, pero su plan perfecto cambia cuando un cártel mexicano lo rapta al enterarse de que Harold conoce la fórmula de una pastilla. Así, Harold se encuentra en peores problemas, y a la espera de que alguien en esta cadena de corrupción y crimen se apiade de su alma. El problema es que con tantos intereses en juego, será difícil que todo se termine rápido y, al contrario, habrá más gente involucrada para tratar de sacar una tajada en medio del conflicto. Si bien todos los enredos pintan a “Gringo” como una mera comedia, en realidad hablamos de un thriller, pero con un ágil guión y buena resolución en cada escena. De todas maneras, su estética liviana y hasta arquetípica hace que lo cómico florezca y el público nade en diferentes corrientes entre la tensión y la risa. Más allá de lo disímiles que estas emociones puedan ser, el director Nash Edgerton es muy correcto en los porcentajes que le otorga a cada género cinematográfico que plasma en pantalla, creando la ilusión de equilibrio entre comedia y suspenso. La producción se asienta entre una serie de películas “degeneradas”, que en realidad juegan con elementos de diferentes tonos y a pesar de referencias y recursos conocidos, su mezcla las hace originales.
Crítica emitida por radio.
Humor negro disperso "Gringo" es una nueva comedia sobre el narcotráfico que se enfoca en las ironías y el humor ácido con un toque de policial negro. El resultado por momentos es muy bueno, con buenas interpretaciones, diálogos desopilantes y un enredo de historias que está bien construido a pesar de la cantidad de subtramas, pero también se torna demasiado histriónica, larga e inverosímil de más, por lo que podríamos puntuarla con un 6,5 o 7. Lo mejor que tiene sin dudas es el despliegue de actores como Charlize Theron, Joel Edgerton, David Oyelowo, Thandie Newton, Amanda Seyfried y Sharlto Copley. Todos en modo comedia, hacen un muy buen trabajo y logran realzar una trama que no es de lo más original aunque tiene algún que otro twist que uno no se espera. La historia se centra en Harold Soyinka (Oyelowo), un ejecutivo de una farmacéutica internacional que es enviado a México a entregar en persona la fórmula de una nueva pastilla elaborada a partir de marihuana para uso medicinal. Lo que Harold no sabe es que sus jefes, Elaine (Theron) y Richard (Edgerton), estafaron a un cártel mexicano con el cual hacían negocios antes de lanzar su nuevo producto y lo están usando de escudo humano. La mafia mexicana comenzará a cazar al proble Harold que deberá ingeniárselas de alguna manera para que no morir en tierras latinas. Todo lo que sucede a partir de esto es una locura tras otra en la que el director Nash Edgerton (hermano del actor Joel Edgerton) deja entrever la miseria que podemos alcanzar los seres humanos para con los demás. Traiciones, infidelidades, ambiciones desmedidas, acciones inconcientes que derivan en consecuencias de las que no nos hacemos cargo y otros comportamientos varios que son muy comunes en la sociedad de hoy. Todos somos reemplazables y poco importantes. Como la película tiene varios elementos de la cruda realidad y se ríe de ellos, logra que el público empatice con lo que está viendo. El problema mayor se presenta cuando Nash quiere contar la historia de todos y a cada uno le quiere meter una vuelta de rosca. En algunos casos funciona, pero en otros termina siendo demasiado para el espectador que se empieza a hastiar y sentir bombardeado. Al final del metraje, uno se da cuenta de que pasó un buen momento de entretenimiento hasta ahí nomás y a los pocos días prácticamente se olvida de haber visto "Gringo". Creo que su principal falla es haber navegado entre los géneros de la comedia y el policial sin jugarse en ningún momento por alguno de los dos. Entonces termina siendo un film aceptable que no llega a ser una comedia hilarante o un policial ácido como plantea por momentos. Para pasar el rato y ya.