Horas desesperadas es una película sumamente entretenida que merece su visión en pantalla grande. El modo en que Paul interpreta a ese papá hace que todas las situaciones terminen resultando verosímiles. Obviamente no se puede comprobar si todos los esfuerzos que hace este padre desesperado por salvar la vida de su hija...
No me iré sin mi hija Queda el interrogante si después de haber participado como protagonista absoluto en esta ópera prima del director Eric Heisserer, Horas desesperadas, el recientemente fallecido Paul Walker hubiese dado un golpe de timón a su vertiginosa carrera actoral o si la fagocitante factoría hollywoodense seguiría explotando su personaje de acción hasta el hartazgo sin posibilidad alguna de salir de esa cárcel llamada fama. Lo cierto es que por su performance en la que ahora por esas cosas del destino se transformará en su última película todo hacía indicar que la estrella de la franquicia Rápido y furioso tenía madera para actuaciones donde el cuerpo es el principal atractivo y el drama queda en un segundo plano. La premisa de este melodrama con mezcla de suspenso trae rápidamente a la memoria otra historia de desesperación como John Q (Nick Cassavetes, 2002): un padre dispuesto a todo para la supervivencia de su hija cuando el entorno se ve más que hostil y las estrategias para sobrevivir se cuentan minuto a minuto y con los dedos de una sola mano. También todo transcurre en el escenario de un hospital, en este caso abandonado debido al avance irremediable del huracán Katrina donde se desatan todo tipo de complicaciones que el protagonista deberá sortear en una lucha desigual contra el tiempo y sin otro recurso que su inteligencia y voluntad. La trama no tarda en generar la sensación de estar atrapado sin salida cuando todo depende de un respirador que se ha quedado sin batería –un apagón energético- y cuya carga manual es lo único que puede mantener con vida a su hija recién nacida tras la muerte de su madre al darla a luz en ese lugar. Sin embargo, a ese presente en estado puro y salvaje; descarnado y cruel se le adosa primero en forma de relato confesional, pero luego mediante flashbacks, un pasado bastante irrelevante en el que nuestro héroe narra los hitos de su corta relación con la madre de su hija (Génesis Rodríguez) y que le quitan tensión a la película y aletargan un ritmo que requiere mayor destreza en términos cinematográficos. La decisión de darle importancia al pasado del protagonista responde más a una falta de pulso narrativo por parte del debutante Eric Heisserer que a los fines dramáticos per se donde Walker demuestra poca convicción en varias oportunidades, pero que se compensan cuando pone en juego su físico en un proceso de paulatino deterioro a medida que transcurren las horas y el desenlace parece golpear sus puertas. No obstante, con ciertos reparos debe rescatarse el constante apego de Horas desesperadas a un verosímil que se sostiene a pesar de algunos caprichos del guionista y director Eric Heisserer a la hora de construir el terreno adecuado para este tour de force en el que de todas maneras el actor sale airoso para dejar un grato recuerdo en aquellos fans que vibraron cada vez que pisaba el acelerador y se llevaba el mundo por delante como este padre preocupado por la vida de su hija.
Cuando los diques se rompen… Sinceramente no hay nada más patético que un film que pretende ser industrial sin serlo, que busca construir un melodrama lacrimógeno sin lograrlo y que desea generar tensión en “puntos álgidos” de su trama sin siquiera acercarse al simple hecho de despertar un mínimo interés. Vaya uno a saber cuál sería el público específico de Horas Desesperadas (Hours, 2013), si los lelos fanáticos de la “saga basura” que comenzó con Rápido y Furioso (The Fast and the Furious, 2001), si los adolescentes que practican rituales onanistas con el malogrado Paul Walker o los cuarentones que buscan un exploitation de Lo Imposible (The Impossible, 2012), siempre prestos a sacar sus pañuelos en las escenas que lo ameriten. A decir verdad la premisa -de antemano- prometía porque ofrece un engranaje minimalista que podría haber reducido la estructura narrativa a su esencia, proponiendo un eje sobre el cual disparar variaciones: Nolan Hayes (Walker) ingresa a un hospital con su esposa Abigail (Genesis Rodriguez) en trabajo de parto, sin mayores preámbulos la mujer muere dando a luz a una beba prematura y los doctores le comunican que la niña debe estar por lo menos 48 horas asistida por un respirador artificial. El Huracán Katrina, en la New Orleans del 2005, aporta el “contexto trágico” necesario para que la electricidad desaparezca y al protagonista no le quede otra opción más que permanecer encerrado en el centro de salud.
La manivela Son deducibles los motivos por los cuales se estrenó en Estados Unidos este film a días del fallecimiento de Paul Walker, de la misma manera que puede deducirse que tendrá relativo éxito en nuestras carteleras a raíz del fanatismo que impulsó la saga Rápido y Furioso. El cine catástrofe en general tiene dos modelos y esta ópera prima de Eric Heisserer opta por seguir ese en el cuál es necesario para que el protagonista transite un crecimiento personal que el guión se valga de todo tipo de artimañas vulgares para ponerlo en el momento y situación menos favorables de la historia de la humanidad. Nolan Hayes (Paul Walker) está en un hospital, su esposa acaba de morir al dar a luz y la recién nacida depende de un respirador artificial. Los médicos se encargan de explicar este último punto con detalle y remarcar que su vida depende de eso para que al espectador acompañado de la música correcta se le caiga alguna lagrima cuando se lo requiere. En esta situación llega el huracán Katrina, el hospital es evacuado pero para hacer más interesantes las cosas le permiten a Hayes quedarse sólo en el recinto a cuidar a la niña. La luz no va a tardar en cortarse pero como existen los generadores a Heisserer (también guionista) se le va a ocurrir la brillante idea de hacer que la batería del respirador este agotada lo que va a llevar a Walker a girar una manivela cada tres minutos durante toda la película. Esta situación queda planteada en sus primeros minutos por lo que uno esperaría que eso devenga en algo más pero no es el caso, la película redunda una y otra vez en la manivela, en el reloj y en flashbacks (no podía ser de otra manera) de Hayes y su esposa en diferentes situaciones de su vida romántica. El primero de estos recuerdos resume la relación que ambos tenían, los demás sólo subrayan el malestar de aquel que perdió a alguien y funcionan en el plano técnico para distender situaciones. Tal vez el problema de la película no sea que durante 97 minutos sólo veamos a Hayes dándole vueltas a una manivela, aprendiendo a cambiar pañales y básicamente hablando sólo, sino que no hay absolutamente nada relevante ni en el tratamiento usado para mostrar esto, ni en la búsqueda de algún tipo de idea que se desprenda de esta situación que no sea puntualmente la de sentirse mal por este pobre tipo. El film, que está ambientado durante los desastres ocasionados por el huracán Katrina tiene una obviedad y un efectismo tan desmedidos que sólo son comparables con el título que el mismo recibe en nuestro país, Horas Desesperadas. Hacia el final cuando ya la obra resulta irremontable un nuevo personaje entra en escena para cumplir el rol de ayudante. Además de esta inserción, se renueva un tópico clásico de este tipo de films. Ante una catástrofe natural los seres humanos parecen dividirse en dos grandes grupos, algunos mantienen su bondad a rajatabla esforzándose por ayudar a los demás y otros son poseídos por algún tipo de instinto animal que los hace intentar por todos los medios matar al otro para sobrevivir a partir de eso. Los segundos son fácilmente identificables porque nunca siguen los cánones occidentales de belleza. El guion añade esta situación hacia el final del metraje aunque no dio ningún planteo previo de este aspecto. Horas Desesperadas no sólo es una película con un guión inverosímil y forzado, además tiene una dirección que intenta reflejar una historia de aislamiento y superación personal con el mismo código con el que se filma un cine catástrofe al estilo Roland Emmerich y lo más importante, a pesar de recurrir al golpe bajo constante y al efectismo desde la puesta en escena, nunca logra fue cometido. Les aconsejo, ya que la coincidencia del título me lo permite, que se haga un visionado de Horas Desesperadas, del año 1955, dirigida por William Wyler en el último trabajo que realizó junto a Humphrey Bogart, esa es una gran película.
A todos nos ha conmovido la temprana muerte de Paul Walker. Lo cierto es que para cerrar su carrera, han quedado algunos trabajos sin estrenar ya terminados (Pawn Shop Chronicles y Brick Mansions) y otros que la productora intentará cerrar con su nombre aunque no haya completado el rodaje (Fast & Furious 7,ya confirmada). Dentro de los que marcan la despedida de Walker se encuentra "Hours", un film pequeño y austero que esta semana presenta la gente de CDI en Argentina (en USA se presentó 2 semanas después de su fallecimiento). Es importante decir que para nuestro conocido "Brian", este trabajo representaba un desafío importante. Pensado como una propuesta para ser sostenida en solitario por un actor que absorba la presión de ser el centro absoluto de la trama, "Horas Deseperadas" de Eric Heisserer (ópera prima del escritor de la nueva "Nightmare on Elm Street"), invita a la claustrofobia y la tensión desde el primer momento. Corre el año 2005, el Katrina arrasa con todo a su paso y Nolan Hayes (Walker) llega a un hospital de New Orleans con su esposa, Abigail (Génesis Rodríguez) en trabajo de parto. Algo sale mal y al poco tiempo de su ingreso recibe la noticia de que ella no sobrevivió al nacimiento de su bebé. La noticia lo devasta pero no tiene mucho tiempo para asimilarla: la criatura es prematura y necesita respirar por sus propios medios, cosa que no logra. Está asistida por una máquina que hace ese trabajo y hay que prestar mucha atención durante las próximas horas. Claro, afuera, la historia se complica. El huracán inunda las calles, hace caer las defensas y pone a toda la población del centro médico en riesgo. Conclusión: hay una evacuación y Hayes queda solo, sin energía eléctrica y dispuesto a defender ese nacimiento. La batería de la máquina tiene solo 3 minutos y se alimenta con una manivela, porque no hay repuesto que la mantenga en funcionamiento. En cierta manera (y si bien no tienen muchos puntos en común), aquí Walker me hizo acordar a Ryan Reynolds cuando encaró "Buried" de Rodrigo García: son películas donde si fracasa el temple del protagonista, todo se derrumba. Hay mucho lucimiento personal en escenas donde debe probar emociones que no han sido comunes en sus personajes. Lo que también es cierto es que "Hours" es una película modesta en cuanto a presupuesto. La acción se desarrolla en una ala del hospital y todo lo que sabemos del afuera, es por una tevé encendida y alguna visita corta a la terraza del lugar. Esto, quizás, resta impacto visual y acota bastante las posibilidades narrativas. En lo personal, hay tramos de la cinta que me parecen forzados (el tema de la batería limita bastante el desarrollo de las exploraciones y los visitantes tampoco me parecen bien caracterizados) pero debo reconocer que Walker deja todo para sacar el film adelante. No esperen una película de desastres ni de rescates heroicos. No. Si, una propuesta correcta en la que se vislumbraba un perfil de actor para el popular ídolo de Fast & Furious al que quizás no estabamos acostumbrados. Solo por eso, vale la pena vivir estas horas junto a él.
Sin dudas el hecho de haber escrito títulos de terror adolescente como la quinta entrega (y para mi gusto una de las mejores) de Destino final, o las remakes de los clásicos de Wes Craven (Pesadilla en la calle Elm) y de John Carpenter (La cosa) le ha permitido a Eric Heisserer lograr un buen manejo de climas donde la tensión y el suspenso son dos factores predominantes que sabe como implementarlos en la medida justa en su debut como director. Horas desesperadas (Hours) es un drama poco pretencioso, simple, pero efectivo, que nada tiene que ver con el clásico de suspenso del mismo título que en 1955 protagonizara Humprey Bogart, ni con su remake de 1990. Si bien parece una película de bajo presupuesto y hecha directamente para el mercado hogareño, está claro que el motivo de su estreno en cines y el mayor poder de convocatoria que vaya a tener la película, seguramente se deba (por más mórbido que parezca) a que cuenta con la última actuación en forma completa del recientemente fallecido Paul Walker, quien al momento de su partida se encontraba en la mitad de la filmación de la séptima entrega de Rápido y furioso. Nolan Hayes (Walker) llega al hospital con su esposa Abigail (Génesis Rodriguez, hija de "El Puma") en pleno trabajo de parto cinco semanas antes de lo previsto. Afuera, la tranquilidad de New Orleans se ve amenazada por la llegada con toda su furia de Katrina, el huracán que en Agosto del 2005 destrozó gran parte de la costa este de los Estados Unidos, causando más de 1800 pérdidas humanas. La preocupación de Nolan es tal, que ni siquiera parece darse cuenta de la magnitud de la tormenta, incluso cuando lo que es el inicio de la destrucción de la planta baja obliga al personal a trasladar a todos los ocupantes un piso más arriba. Tras la espera, la buena noticia de que su hija ha nacido sana llega acompañada de otra, pero trágica: una afección interna y la pérdida excesiva de sangre impidieron a los médicos salvar la vida de su esposa. Tras el shock inicial y sin tiempo para duelo es conducido a la habitación donde se encuentra la recién nacida dentro de una incubadora, ya que al haber nacido prematuramente requiere al menos de 48 hs de respiración asistida Hasta que comience a respirar por si sola. La complicación llega cuando la tormenta obliga a evacuar completamente el hospital, dejando sólo a Nolan al cuidado de su beba, ya que es imposible realizar el traslado de la máquina que la mantiene con vida. "No te conozco" son las primeras palabras que le dice el padre a su hija cuando se quedan a solas en la habitación, pero de a poco, la negación hacia esa desconocida que le arrebató a la persona que más amaba, dará paso a la aceptación y mediante charlas y fotografías iremos conociendo en forma de breves flashbacks parte de la historia de la pareja. Las horas desesperadas del título llegarán para Nolan cuando se produzca el corte de luz en todo el hospital y deba mantener respirando como sea a su hija, ya que solo cuenta con una gastada batería que apenas proporciona lapsos de tres minutos de energía mediante una manivela que tiene que girar una y otra vez a medida que el sueño, el hambre y el cansancio le presentan una dura batalla. Y por si fuera poco, un par de visitas sorpesas llegarán para complicar más la situación. En lo que respecta a la actuación de Paul Walker, si bien está lejos de ser un gran actor, se nota su esfuerzo y sale bastante bien parado del desafío que representa ser prácticamente el único personaje de la película, ya que los pocos secundarios que aparecen (su esposa, médicos, enfermeras, el cocinero del hospital, etc), aparecen por muy breves lapsos y están completamente al servicio del personaje central. No hace falta ser muy inteligente para anticipar el final de esta historia apenas a diez minutos de comenzada y si bien hay un par de escenas que rozan la línea de lo inverosímil, el punto fuerte está, como citaba al comienzo, en el manejo de los climas, ya que si bien es un drama, la tensión y el suspenso están bien dosificados y hacen que los noventa minutos que dura la película pasen bastante rápido. No hay dudas de que Paul Walker va a ser recordado siempre por la saga que lo lanzó a la fama, pero esta despedida pudo ser un buen ejemplo de que podía hacer algo más que manejar autos a gran velocidad.
Horas desesperadas es un film interesante para analizar, porque si se estudia por separado los elementos que lo componen (como cualquier película) tales como la dirección, puesta en escena, actuaciones, música, etcétera, el saldo es positivo. Ahora bien, el conjunto no es bueno y, lamentablemente, eso es lo que importa. Su principal problema es que plantea una durísima historia dentro de un contexto trágico real (el huracán Katrina) pero con una verosimilitud más que objetable. El personaje principal (y único) tiene que girar una manivela cada tres minutos para darle energía a la incubadora de su hija recién nacida. Toda la tensión se encuentra ahí, en cómo se la ingenia el padre para mantener viva a la bebé y como las horas pasan sin recibir ayuda y cada vez con más complicaciones. El problema de esa premisa es que esos tres minutos no son creíbles porque en tiempo real a veces duran cinco o dos, dependiendo de la escena. Algo que le resta bastante. Lo que el director y guionista Eric Heisserer apela en su ópera prima en todo momento es a desesperar al espectador, y está bien que así lo sea, pero no lo logra. Aunque está todo bien filmado y editado. La tensión apenas se consigue por momentos y la película se convierte en “pispiar” el reloj para ver cuándo ocurre el final que todos imaginamos. Pese a ello, Paul Walker carga muy bien su primera película póstuma sobre su espalda con una gran labor. Pero lamentablemente no es suficiente para salvar a la película como para poder recomendarla.
Contrarreloj En Horas desesperadas (Hours, 2013), Paul Walker demostró que era un actor capaz de interpretar a personajes que salieran del prototipo del cine de acción y darle vida a un tipo común y corriente que se ve desbordado por una situación extraordinaria. Nolan Hayes ingresa a un hospital de Nueva Orleans con su esposa a punto de dar a luz. Minutos después, el médico le informa que su mujer ha muerto pero que ha nacido su hija. Ahora, la bebé debe permanecer en una especie de incubadora que le proporciona oxígeno para mantenerla con vida pero cuando el huracán Katrina haga sentir toda su fuerza, Nolan deberá hacer lo que sea para cuidar a su hija. En uno de los últimos trabajos de Paul Walker queda claro que detrás del carilindo que caminaba de una forma un tanto peculiar en la saga de Rápidos y furiosos había un actor con talento que podía meterse en la piel de personajes corrientes que se ven envueltos en una situación que los llevan a traspasar cualquier límite para mantenerse a flote. El huracán Katrina golpeó fuerte a los estadounidenses y esto también ha sido reflejado en el cine. En Un maldito policía en Nueva Orleans ((Bad Lieuteman, 2009) de Werner Herzog, Nicolas Cage era un policía un poquito corrupto que se involucraba con gente peligrosa con el trasfondo de una ciudad devastada. Si bien en Horas desesperadas la temática es diferente, el fenómeno climatológico está presente en toda la cinta con fragmentos de los noticieros que cubrieron la historia. Horas desesperadas es un drama con elementos de thriller. Su director, Eric Heisserer (guionista de Pesadilla en Elm Street, Destino Final 5 y La cosa) logra mantener el suspenso pero, luego de la primera mitad del film, comienza a repetirse y termina ofreciendo una sucesión de escenas en las que el protagonista parece ser el tipo con más mala suerte en el mundo. Todo el peso dramático de la narración recae sobre los hombros de Paul Walker y logra sorprender con una actuación a la altura de las circunstancias. Los instantes posteriores a la muerte de su esposa y el primer acercamiento con su hija devela una faceta poco conocida del actor. Es inevitable que la película tome cierta relevancia por el trágico final de Paul Walker. Lo cierto es que es una cinta que pasa desapercibida pero, al mismo tiempo, deja ver una actuación distinta de lo que estábamos acostumbrados a ver en un actor que todavía no había dado la mejor actuación de su carrera.
Muchas horas y poco género Eric Heisserer, guionista de Destino Final 5 y la secuela de La Cosa entre otros títulos, debuta en la dirección de este film que será recordado por sacar a relucir las verdaderas cualidades dramáticas del actor Paul Walker, uno de los protagonistas de la taquillera franquicia Rápido y Furioso, que truncó su vida en un desafortunado accidente de tráfico. Ambientada durante la llegada del huracán Katrina en la ciudad de New Orleans, un padre deberá permanecer con su hija recién nacida, quien necesita respiración artificial durante al menos las primeras 48 horas, quedando a la deriva en un hospital evacuado, sin energía y a merced de los saqueos y actos violentos de individuos inescrupulosos. Así es como en el medio del caos y de la tensión extrema, solo dispondrá de un generador a dínamo para mantener la batería de la incubadora, que deberá dar cuerda cada pocos minutos. Tiempo que utilizará para intentar todo tipo de acciones —buscar comida, pedir ayuda, reponer medicinas, etc.— antes de ponerse de nuevo a cargar la batería que mantiene a su pequeña con vida. Con un comienzo muy interesante, que promete atrapar tanto por su historia como los latentes elementos propios del cine catástrofe, la película vira hacia un drama de carácter casi intimista que permite lucir a Paul Walker en ese rol, pero que por momentos se vuelve repetitiva y densa. Heissener se limita a narrar de forma muy clara y concisa sin arriesgarse ni lo más mínimo, con una puesta en escena despojada cuya acción se desarrolla íntegramente en interiores, sin efectos visuales interesantes y dejando que los terribles estragos de la catástrofe del Katrina sobre la ciudad solo se reflejen a través de imágenes auténticas de los informativos del momento. Por momentos se anima a explorar sesgos de otros géneros como el suspenso y hasta el terror, pero sólo son insinuaciones de puesta que desembocan en ninguna parte. Tal vez la falla más importante del film radique en la inverosimilitud planteada desde el comienzo, considerando la contemporaneidad de la situación y el lugar donde se desarrolla (un generador a dínamo en un hospital de EEUU en la actualidad suena por lo menos raro), sumada a los flashback del protagonista que sólo estiran la duración de la película sin aportar nada. Una historia mínima que podría haber sacado más provecho de la situación planteada y que se sostiene gracias a la buena interpretación de Paul Walker, que aparece en todas y cada una de las escenas, sin apenas secundarios que le apoyen y con el suficiente carisma para sostener sobre sus hombros el total interés de la propuesta. Podría decirse el papel más dramático de su carrera.
Papá corazón Es la última película de Paul Walker. Es casi imposible ver Horas desesperadas sin tener en mente que es la película póstuma de Paul Walker. Y ver que lejos de su antihéroe de acción, Walker tenía un caudal y capacidad de transmitir dramaticidad no advertido por muchos realizadores. Es que el actor de la saga Rápidos y furiosos, que murió en un accidente automovilístico el 30 de noviembre, es protagonista casi excluyente de este dramón de supervivencia como Nolan, quien iba a afrontar el mejor día de su vida y está a punto de pasar las más horrorosas 48 horas de su existencia. A su mujer, Abigail (Genesis Rodríguez, la hija del Puma Rodríguez) se le adelantó el parto unas cuantas semanas. Y por más que Nolan le dice que todo va a estar bien, ella muere al dar a luz. Para dificultar más la situación, la beba tiene complicaciones para respirar, y debe estar conectada a una máquina de ventilación asistida. ¿Más? El hospital donde nació la beba queda en Nueva Orleáns. Y sí, nace la misma noche que el huracán Katrina azota la región. La serie de eventos desafortunados que vive Nolan no termina ahí, y parece que no va a acabar nunca en los 97 minutos que dura la opera prima de Eric Heisserer. Porque se inundan los pisos de abajo, se corta la electricidad, la batería que mantiene el respirador se va agotando, evacuan el hospital pero a Nolan le dicen que se quede, que una ambulancia vendrá a rescatarlos. Ya adivinan qué pasa. Walker debe lidiar casi solo, sin otros actores, con la odisea. Algo similar a la historia de vida de John Q, de Nick Cassavetes, con Denzel Washington peleando por mantener vivo a su hijo. Aquí Walker se parece más al Tom Hanks de Náufrago o al personaje de Ryan Reynolds en Enterrado: aislados, casi dejados a su suerte. Hay que saber y llevar adelante toda una trama casi solo frente a la cámara, y Walker lo logra. Con soliloquios ante la beba y luchando con el contador que le dice cuántos segundos le quedan a la maquinita si no le da con la manivela, más que héroe de acción parece un condenado al suplicio. La película también expone que ante una situación extrema, la gente puede mostrar lo mejor o lo peor de sí mismas. Es que la trama incluye saqueadores y un francotirador, por ejemplo, tanto como una enfermera considerada y atenta. No importa: lo troncal está en esa relación padre/hija, y habrá que ser decidido y corajudo para sobrellevarla.
Pareja entra a un hospital. Ella tiene que dar a luz de forma adelantada y urgente, hay problemas. Nace la beba, la madre muere. El padre queda solo con la niña, que debe estar en una incubadora. Y esto es New Orleans 2005: Katrina. Caos, desastre, hospital evacuado, corte de luz, generador roto, padre que queda con su hija dándole manija a una batería para que la energía le dure unos pocos minutos. Soledad. Horas desesperadas fue título de estreno acá de la película de Wiliam Wyler con Humphrey Bogart de 1955 y su remake de 1990 dirigida por Michael Cimino con Mickey Rourke. Esas eran traducciones fieles del título original. Aquí el título es Hours ("Horas"), lo de desesperadas es para vender la película, que parte de un "concepto de guión" que se pretende atractivo pero se queda en el planteo. Una vez establecida la situación relatada en el primer párrafo, y eso lleva pocos minutos, la película entra en un loop de caída de energía constante, y los esfuerzos por sostenerla suenan artificiales. Y también arbitrarios, aunque se basen en hechos que sí ocurrieron en esos días de catástrofe. Basarse en dos o tres hechos realmente acontecidos no necesariamente genera mayor sentido. Y el sentido es escaso y la cohesión poca en este thriller que no logra intensidad a pesar de las muertes, los golpes bajos, la música y una bebé recién nacida en peligro. Hay que tener ritmo para sostener esto, y aquí no lo hay: la película es reiterativa y poco imaginativa, y los peligros y las amenazas no aportan el relieve que necesitaba un relato con una premisa tan exigua. Hay un aire de irresponsabilidad clase B en esa premisa y también en el aspecto nada realista de la beba, pero esas características no se traducen en una liberación, en un poco más de anarquía para la narración, en algo menos anodino y más festivo. Horas desesperadas tiene tensión débil, y sus limitaciones espaciales y argumentales le dan el aspecto de ser una historia entre varias de lo que podría haber sido una película con muchos personajes sobre "los días de Katrina". Cualquier cambio, rotación, salida habría venido bien, pero se eligen los menos recomendables: flashbacks de manual y una aparición fantasmal de la madre (Génesis Rodríguez). Y hablando de apariciones fantasmales, el protagónico absoluto de Paul Walker (muerto el 30 de noviembre) es lo que salva a la película de hundirse aún más: Walker se pone la película al hombro, sostiene lo insostenible, no se distancia, no ahorra energía. La emoción de saber que Walker murió es mayor a la que genera la película, y eso no es un elogio.
Consecuencias de un huracán rápido y furioso Paul Walker corre, Paul Walker llora, Paul Walker habla solo, Paul Walker sufre. Fallecido el último día de noviembre del año pasado en un accidente automovilístico, el protagonista de la saga fierrera Rápido y furioso es amo y señor de Horas desesperadas, luciendo su estampa de modelo en todos y cada uno de sus 97 minutos. Porque es productor, podrá respingar la nariz alguno. Porque buscaba mostrar que también puede actuar, vociferará otro. Son, al fin y al cabo, dos motivaciones tan viables e incomprobables como cargadas de al menos una parte de verdad: el actor figura en los créditos en ese rol ejecutivo y, si bien es cierto que no hacía falta demasiado talento para superar un currículum plagado de películas dominadas por máquinas y acción física, entrega la mejor actuación de su carrera. Tanto que es lo mejor de la ópera prima del guionista Eric Heisserer (Destino final 5, Pesadilla en la calle Elm). Y casi que lo único, ya que Horas desesperadas es uno de esos thrillers cuya premisa inicial termina siendo más interesante que su desarrollo. Las razones hay que buscarlas en un guión que palia la desconfianza en su núcleo narrativo y geográfico adosándole subtramas y elementos dramáticos para luego resolverlos de forma apresurada y con una lógica demasiado atada a las necesidades de la narración. Una lástima, porque materia prima para algo mejor había: un hombre llega al hospital de Nueva Orleans con su esposa (Génesis Rodríguez, o la hija del Puma) a punto de dar a luz justo cuando el almanaque deja caer las últimas hojas de agosto de 2005. Locación y fecha inequívocas: el huracán Katrina acecha. Breve elipsis y vendrá un médico a decirle que la beba está sana y rozagante y, casi como al pasar, que una hemorragia empujó a la madre a mejor vida. Buen momento para el lucimiento de Walker, quien atina a construir a un hombre atribulado en evidente estado de shock y, lo más interesante, con la contradicción interna de querer a la causante de la muerte de su mujer. Mientras tanto, las consecuencias del temporal se cuelan en el edificio cuando una evacuación total deja al flamante padre solo con la nena y la promesa de un pronto rescate. Solo y sin luz, obligándolo a girar una manivela cada tres minutos para recargar la vieja batería del respirador. A partir de aquí es cuando las buenas ideas empiezan a desinflarse. ¿Por qué? Porque Heisserer campea entre una apuesta deliberadamente exagerada por las particularidades de la situación, con Walker corriendo por todo el hospital para buscar comida y/o ayuda y volviendo siempre antes de los tres minutos independientemente de la distancia recorrida, y el arrojarse de cabeza a una pileta de caramelo. Esto último amenaza con ladear el film hacia una de esas adaptaciones de los best-sellers de Nicholas Sparks, con flashbacks ilustrativos del pasado de la pareja y, ay, la aparición fantasmagórica de ella para decirle que sí, que será un buen padre. Síntoma de una película que, como la pequeña protagonista, nació un poco antes de cumplirse su gestación.
Vivir en el borde del abismo El director Eric Heisserer logra una historia austera, de un sugestivo dramatismo, con buenos recursos narrativos, que le permiten ilustrar la devastación del huracán que convirtió a Nueva Orléans en un infierno. El matrimonio que conforman Nolan Hayes (Paul Walker) y Abigail (Genesis Rodriguez) viven en Nueva Orleans. Ella está embarazada y le quedan pocos días para dar a luz, justo el día que el huracán Katrina actúa con su poder devastador. "Horas desesperadas" habla de esta situación terrible, en la que una pareja lucha por su supervivencia y la de su hija que acaba de nacer y debe permanecer en una incubadora. El filme adquiere un vigor más dramático aún, si se tiene en cuenta que es una producción póstumas del recientemente fallecido Paul Walker, quien se hizo conocido por la saga de acción "Rápido y furioso". HEROE NO ANONIMO Pero a la vez "Horas..." permite observar el caudal interpretativo de un actor al que, quizás, se menospreció por ser el héroe de una franquicia de aventuras, como "Rápido...". El filme de Eric Heisserer habla de la vida y de la muerte. Y lo hace con una bien dosificada dosis de suspenso, que por momentos resulta apabullante. Más aún si se toma en cuenta que algunas escenas jugadas por Walker, en el papel de ese padre llamado Nolan Hayes, lo muestran tratando de sostener el último aliento, para que su pequeña beba no muera, mientras afuera del hospital el fantasma de la muerte azota a la población y va dejando el hospital inundado y casi sin luz. PADRE E HIJA La situación en la que Nolan Hayes trata de que la incubadora en la que yace su hija no se desconecte, mientras en la más absoluta soledad, sin que nadie lo auxilie, su cara va transmitiendo un doloroso estado de desesperación (que resulta sorprendente). Lo cierto es que la película permite el lucimiento de un Paul Walker casi desconocido al redescubrirlo en una veta dramática inusual, a la vez que el actor logra transmitir con excelente convicción lo que sería capaz de hacer un padre para salvar a su hija. El director Eric Heisserer logra una historia austera, de un sugestivo dramatismo, con buenos recursos narrativos, que le permiten ilustrar la devastación del huracán que convirtió a Nueva Orléans en un infierno. "Horas desesperadas" es un filme pequeño que se engrandece a medida que corren los minutos y la historia adquiere un extenso y emotivo dramatismo.
"Esos minutos finales" Luego de su trágico deceso en Noviembre del año pasado, llega a nuestro país la última película filmada, terminada y protagonizada por Paul Walker. Nuevamente podríamos hablar de factores externos al film como lo son el oportunismo que impulsa su estreno, la nostalgia con la que éste nos arremete y la tristeza como saldo final que nos provoca su visionado. Sin embargo, “Horas desesperadas” sorpresivamente es un poco más que todo eso. Eric Heisserer debuta de forma correcta tras las cámaras luego de haber firmado tres guiones de películas de terror con un alto presupuesto que resultaron ser bastantes mediocres (“Pesadilla en la calle Elm”, “Destino Final 5” y “La Cosa”), y lo hace de la mano de un film de suspenso que cumple su prometido de atrapar al espectador de principio a fin gracias a una historia pequeña y muy bien narrada. Ahí radica el principal merito de “Hours”, cuyo dramatismo y suspenso logra transmitirse sin demasiados inconvenientes también gracias a la más que interesante tarea de Walker, quien es el protagonista casi absoluto de un film no apto para nerviosos ni exigentes que llevan el cronometro colgado al cuello. Nolan Hayes (Walker) lleva a su esposa Abigail (Genesis Rodriguez) a un hospital en Nueva Orleans debido a una complicación en su embarazo. Cuando el devastador huracán Katrina empieza a dar sus primeros pasos ahí afuera, Hayes recibe la peor noticia de su vida (según sus propias palabras): Su esposa ha muerto en el parto y ahora él es padre soltero de una pequeña bebe prematura que necesita estar con un respirador mecánico por varias horas para seguir con vida. Sin embargo, las terribles consecuencias climáticas le pondrán un tiempo limite a Nolan, ya que mientras afronta una lucha personal contra la resignación de haber perdido a su ser más querido, la desolación que le ocasiona la falta de ayuda y el desesperante panorama que debe superar su hija, deberá hacer lo imposible para sobrevivir. Con un desarrollo que se propone a si mismo ir aumentando el grado de suspenso, drama y acción a medida que avanza el relato, “Horas desesperadas” aterriza casi sin demasiados inconvenientes en la pista y logra consolidarse como un thriller hecho y derecho que lejos de ofrecer golpes bajos, adquiere un ritmo de “cachetazo-estimulo-respuesta” debido a que su personaje no puede abandonar su lucha por la supervivencia por más de 3 minutos. De más está decir que, los pocos aspectos negativos que existen en este film, se deben a esa exigencia propia de mantenerse despierta, tensa y atenta (al igual que su protagonista) durante los casi 100 minutos que dura el metraje. Los pasos de comedia (¿Hacían falta?) y ciertas bajadas de línea moral hacen que “Horas desesperadas” pierda durante ciertos momentos ese sabor amargo que transmite tan bien desde ese devastador arranque. Queda para analizar y debatir después de ver esta película si Heisserer en su relato solo nos invitó a ver una ficción, o si en algún punto el contexto de su historia (gente armada que busca ayuda e impone la ley de la selva frente al caos, un sistema de salud precario aún sin complicaciones externas y la violencia como herramienta indispensable para la supervivencia) tiene otros objetivos. Todo esto acompañado de la tristeza y la impotencia que nos provoca tener que ver por última vez en la pantalla grande a un actor que, en su última carta, se juega por un rol imposible de despegar de su trágico y doloroso destino, hacen de “Horas desesperadas” una propuesta interesante para tener en cuenta.
Horas desesperantemente vacías Katrina no ha generado películas de cine catástrofe, tal vez porque la tragedia pesó demasiado en el público norteamericano como para que algún productor hollywoodense se atreva a convertirla en algún tipo de entretenimiento cinematográfico. Apenas se puede señalar la excelente "Un maldito policía en Nueva Orleans", donde el talentoso director Werner Herzog hacía que el corrupto policía que interpretaba Nicolas Cage apareciera en algunas locaciones que aún mostraban claras señales de la catástrofe ocurrida años atrás. Pero este film sí transcurre casi totalmente en el momento en el que el huracán convirtió a Nueva Orleans en una zona desolada. El problema de esta producción protagonizada por el recientemente fallecido Paul Walker, conocido por la saga de "Rápidos y furiosos" -que aquí fue uno de los productores- es que ni siquiera intenta el desafio de plasmar la catástrofe en toda su dimensión, sino que por una cuestión de presupuesto (y sin duda por una gran limitación a nivel conceptual) centra todo su argumento en el drama de un hombre encerrado en el interior de un hospital por muy especiales circunstancias personales. Walker interpreta un papel que no tiene nada, pero nada, que ver con los autos veloces de las películas que lo hicieron famoso. En "Horas desesperadas", es un hombre que ha perdido a su esposa (Génesis Rodríguez, la hija del "Puma" Rodríguez) cuando ella daba a luz a la primera hija de la pareja. El protagonista apenas se sobrepone a la pérdida de su esposa cuando se da cuenta de que todo el hospital está siendo evacuado por el huracán, y que su hija recién nacida no podrá irse de ahí fácilmente debido a que está en una incubadora. Abandonado por todos, el protagonista se queda en la habitación junto a la beba tratando de darle cuerda al dínamo de una vieja batería que anda mal, y que le deja un espacio de menos de dos minutos para tratar de buscar algún insumo que le pueda ser útil en el edificio. Esta premisa no se sostiene bien durante los 90 minutos que dura el film, especialmente porque el guión dista de estar bien concebido, al punto de que tiene largas escenas con Paul Walker hablando solo, o lo que es casi lo mismo, hablándole a la recién nacida que está dentro de la incubadora. A cada rato hay algún flashback metido un poco a la fuerza para incluir escenas con Génesis Rodríguez, y de vez en cuando aparece en el hospital algún maleante o personaje desesperado en busca de comida o drogas para darle algo de acción a este asunto que hace agua por todos lados.
Una película para el lucimiento de Paul Walker, el joven actor que murió trágicamente el 30 de noviembre pasado. Como marco de fondo el huracán Katrina y un hombre que queda solo en un hospital evacuado, al cuidado de su bebe prematura que depende de un respirador. Claustrofóbica, tensa, entretiene con poco.
Todo por mi hija Estrenada en Estados Unidos apenas un par de semanas después del fallecimiento de Paul Walker, Horas desesperadas podría pensarse como el primer eslabón del actor con el fin de trocar su imagen de héroe de acción a otra de “actor serio”. Debe reconocerse que su trabajo como padre atribulado dispuesto a todo por salvar a su hija es más que digno. ¿El resto? Apenas un thriller inicialmente eficaz que con el correr de los minutos se diluye. El protagonista de la saga Rápido y furioso es aquí un abnegado esposo y futuro padre de una niña que nacerá justo el día que el huracán Katrina azote Nueva Orleans. Esa tragedia general estará acompañada de otra particular (la muerte de la mujer durante el parto), dando comienzo así a las horas del título: con el hospital evacuado y sin suministro eléctrico, él deberá accionar una manivela cada tres minutos para cargar la batería del respirador de su hija. Horas desesperadas va de más a menos, presentando con soltura e intriga los distintos eslabones de la trama. Pero a medida que avancen los minutos y se acorte la vida útil de la batería, el film empieza a romper su propio verosímil paseando a Walker por todo el hospital y volviendo siempre a tiempo, además de incluir una serie de flashback sobre la relación de la pareja que aportan poco y nada al thriller inicialmente que era. Una lástima.
Si Horas Desesperadas fuese un tanque con una parafernalia marca estudio grande, efectos vacíos y millones en campañas de prensa, nos resultaría más decepcionante aún. Pero no, estas “horas desesperadas” son baratas: Hours es una película chiquita que transcurre casi toda en el piso de un hospital y por momentos se parece a ese horrible experimento también relativamente barato que fue Enterrado de Rodrigo Cortés; hay acá como en aquella algo de ejercicio, un ejercicio que se apodera de la narración. Si Cortés jugaba a tener a Reynolds en un ataúd por dos tediosas horas, Heisserer juega a tener a Walker atrapado en un hospital, atado a un generador a manija que le proporciona tres minutos de respiración a su beba (el generador hace que no muera la batería de la incubadora donde está su hija) y a nosotros nos da un suspense en loop que pierde gracia a la segunda vuelta. Afuera del hospital espera la muerte, Katrina, el agua podrida, el “sálvese quien pueda”. Horas Desesperadas no se emparenta con Enterrado por la estética ni la trama sino porque además de ese ejercicio cinematográfico medio de tarea de escuela comparten una experiencia, un dogma que no es cool como el del 95 sino la aventura de filmar con productores -comparten al productor Peter Safran- que apuestan poco pero utilizando tipos del star system como Ryan Reynolds o Paul Walker. Estrellas menores, sí, pero que laburaron en películas con presupuestos 30 veces más altos que las mencionadas. Con el ejercicio, al igual que en Enterrado, se pretende lograr una película claustrofóbica. Pero -como en aquella- la claustrofobia nunca es recibida por el espectador, la poca tensión que genera Heisserer la logra con los climas robados al género horror que bien conoce (fue guionista -¡y hereje!- en remakes de Craven y Carpenter, y de la mejor Destino Final); por momentos podríamos estar viendo un apocalipsis zombie sin zombies. Pero en lugar de explotarlo al máximo nos corta el entusiasmo con horribles flashbacks que aportan un sentimentalismo exagerado. Nolan (Walker) hablándole a su beba con violincitos de fondo nos duele, pero no como le hubiera gustado al sensiblero Heisserer, nos duele porque nos corta el suspenso, amputa los procedimientos que terminan en amague. Y así, estas Horas Desesperadas se materializan en 97 minutos demasiado tranquilos que no logran emocionarnos con la premisa cruel ni entusiasmarnos con la acción a gotero. Sin embargo, si hay algo positivo en Hours es su pequeñez; se las arregla sin apoyarse en los efectos tan urgentes del cine catástrofe dejando la tormenta fuera de campo y asumiéndose como thriller claustro. No creo que Heisserer haya pretendido realizar una oda a la sencillez pero la poca guita que le dieron le alcanzó para eso. Y Walker le pone el pecho; se la juega en una de sus últimas películas como un one-man-show. Acá no hay coches volando ni producciones de cien palos que lo escondan, y si este estreno oportunista no es para salir puteando es, en parte, gracias a él. Walker se retira con dignidad pero por la puerta chica, y si nos quedamos con ganas de despedirlo a lo grande, más entretenidos, por suerte podemos hacerlo: siempre tendremos Rápidos y Furiosos 5in Control. Un abrazo sincero, Paul.
La obra póstuma de Paul Walker resulta un aburrido y poco emotivo thriller dramático con un casi nulo manejo de la tensión. El 29 de Agosto del 2005 Nueva Orleans fue azotada por el huracán Katrina. En medio del caos y la desesperación Nolan Hayes (Paul Walker) llega a un hospital junto con su esposa Abigail (Genesis “Hija del Puma” Rodríguez) quien está tempranas labores de parto. Lo que debía ser un momento feliz en la vida de Nolan rápidamente se transforma en una lucha por la supervivencia. Abigail muere al dar a luz y, con el hospital evacuado y sin energía, a Nolan no le quedará más remedio que hacerse cargo de la vida de su prematura hija quien necesita de una incubadora eléctrica para sobrevivir. Padre Coraje El estreno de Horas Desesperadas en nuestro país sorprende tanto como la temprana muerte de su actor a finales del último año. El film supo transitar el camino de “directo a video” en gran parte del mundo, pero alguien pensó que sería una buena idea darle una oportunidad en los cines de Argentina. Quizás sea porque hay un verdadero mercado para films protagonizado por Paul Walker o quizás sea simple oportunismo. Pero más allá de las razones, lo cierto es que la película está lejos de ser el thriller dramático cargado de tensión que pretende ser. Eric Heisserer (guionista de las remakes de Pesadilla y La Cosa) hace su debut tras las cámaras con Horas Desesperadas, film que seguramente en los papeles sonaba mucho más interesante de lo que se ve en la pantalla. Heisserer le aplica un interesante trasfondo a la trama de este padre que debe mantener a su hija recién nacida con vida. El huracán Katrina fue desastre natural de grandes proporciones que, en muchos casos, sacó lo peor de la gente. Pero a pesar de tener estos y otros buenos elementos para enriquecer la historia, Heisserer difícilmente los utiliza a su favor. El hospital fue evacuado y Nolan Hayes (Paul Walker) fue dejado atrás, por lo que no le queda otra que hacerse cargo de la situación. Hayse debe girar de la manivela de un generador eléctrico cada tres minutos para darle suficiente energía a la defectuosa batería de la incubadora donde se encuentra su hija que nació prematuramente. Toda la trama gira alrededor de esto y las peripecias por las que debe pasar Walker para llegar a girar de esa manivela. De más está decir que esto comienza a aburrir pronto. ¿Cuántos problemas pueden tener un hombre solo en un hospital sin luz y con una niña recién nacida? Muchos, y de todo tipo. A pesar de esto Heisserer hace que Walker pasee de aquí para allá o intente mantener diálogos de una dirección con su beba. Estas escenas que pretenden generar un poco de simpatía nunca llegan a funcionar porque, seamos sinceros, Walker no es Dustin Hoffman en Kramer vs. Kramer. Horas Desesperadas se siente una película que está fuera del alcance actoral de Walker pero, al mismo tiempo, nunca intenta sacar provecho de lo que Walker mejor sabe hacer, que es ser un héroe de acción. Cuando Heisserer por fin decide crear algo de tensión, nuestro interés ya se perdió hace tiempo. La película si tiene algunos buenos momentos y gran parte de ellos provienen desde la dirección, ya que el guión no tiene demasiadas sorpresas. Algunos encuadres interesantes o un buen uso de la edición de sonido hacen algo más llevadero los 90 minutos de metraje. Conclusión Horas Desesperadas es un thriller dramático “clase B” que nunca termina de sacar provecho de su trama que prometía un poco más. Incluso con guión que no apuesta fuerte, Walker no se siente a la altura del material y falla en otorgarle la emotividad que tanto necesita. Todo eso, sumado a un pobre manejo de la tensión, hacen del el film una olvidable entrada en la filmografía del actor. - See more at: http://altapeli.com/review-horas-desesperadas/#sthash.FSH3uYPo.dpuf - See more at: http://altapeli.com/review-horas-desesperadas/#sthash.FSH3uYPo.dpuf
Ante todo, “Horas desesperadas” no tiene nada que ver con aquella de William Wyler de 1955, ni con la remake de Michael Cimino de 1990. Es otra cosa. Hay algo con Hollywood y el cine catástrofe. Es probablemente el mejor marco para desarrollar drama–tensión, pero además la industria norteamericana ha sabido capitalizar los desastres de manera tal que han logrado hacer espectáculo de una tragedia. Enumerarlas en pos de una comparación sería engorroso y vano para “Horas Deseperadas”, porque el gran monstruo antagónico es el huracán Katrina, cuyo paso por el sur de Estados Unidos provocó, además del desastre, una crisis financiera por falta de infraestructura (toda la plata estaba en Irak). Pero en lugar de mostrarlo en todo su esplendor, la falta de presupuesto movió a los productores a buscar una historia que pudiera ser contada con menos grandilocuencia. De esta manera, en lugar de grandes maquetas y efectos de post producción sentiremos a Katrina gracias a un par de ventiladores y cuatro utileros que agitan algunas ramas. De hecho, hay más espectacularidad en el afiche, con eso le digo todo. La historia va por dentro entonces. Entre informes de noticieros que dan cuenta de la llegada del huracán, vemos al señor Hayes (Paul Walker) llegar a un hospital con su mujer embarazada (Genesis Rodriguez) padeciendo fuertes dolores. La niña vive. Ella no. Para él la tragedia ya comenzó. La recién nacida anda complicada por lo cual necesita de un respirador artificial para seguir viva hasta estabilizarse. “No se preocupe, cuando la oiga llorar será la señal de que todo está bien”, nos informa el Dr Edmonds (Yohance Miles), anunciando de paso,el momento en el cual lloraremos un montón. Con el padre teniendo que esperar a que su hija esté bien, pero sin poder moverla de allí, el relato avanza junto con el poder del viento, presentando algunas dificultades. Primero una evacuación parcial, luego una más intensa y finalmente una total. Quedan Hayes, el bebé y un cocinero que después desaparece. El noticiero informa las zonas anegadas, no hay comunicación, ni luz, etc. Al tener Hayes que resolver la alimentación del respirador artificial el guión consigue el gancho de tensión para estirar la duración a su antojo. El problema es, justamente, la dependencia de este factor que a su vez no está debidamente “decorado” con elementos más sólidos. Así, la evacuación resulta lógica ante el peligro, pero el argumento para la paulatina soledad de Hayes es tan débil que el espectador termina por ofrecer en su mente mejores soluciones que las que aporta el protagonista. Tampoco alcanza el recurso de los noticieros para ir informando lo que sucede fuera del hospital. Aquí es donde la falta de presupuesto se hace evidente debilitando el entorno y dejando la película a merced de una cuenta regresiva del aparato en cuestión. Nada aportan (más que al melodrama básico) los flashbacks en donde conocemos la historia de amor entre Hayes y Abigail, menos aún por las cualidades interpretativas de los actores. Son lindos, eso sí. Y sonríen bien. Con la ingenuidad de depender de la información que tenga el espectador sobre las consecuencias de Katrina, y del cartelito de “basada en un hecho real”, “Horas Deseperadas” cae en una trampa narrativa de la que apenas si se recupera al final, cuando ya es tarde y demasiado abrupto.
Peripecias por una hija Poco y nada le importa a los distribuidores locales respetar el título de un film, así que Hours (2013) pasa a llamarse aquí Horas desesperadas (sí, como el clásico de 1955 con Humphrey Bogart y Fredric March), para sumar más catástrofes a la cartelera local y sus títulos. Este buen drama protagonizado por Paul Walker (este fue uno de sus últimos films: el actor murió en noviembre de 2013) cuenta la historia de un hombre que durante el Huracán Katrina queda atrapado en un hospital sin energía eléctrica porque no puede dejar a su hija recién nacida que está en una incubadora. Todos abandonan el edificio pero él se niega, ya que no hay manera de sacar a su hija sin desconectarla. La película se concentra en su protagonista casi exclusivo y en las diferentes peripecias que debe sortear para mantener a su hija sin vida. El director debutante Eric Heisserer mantiene con nervio la tensión y Paul Walker logra una actuación creíble y efectiva, lejos del héroe de acción de la saga de Rápido y furioso. Aunque la película coincida, en su clima, con muchos films de terror o ciencia ficción que giran en torno a una situación apocalíptica, su fuerza consiste igualmente en mantener vinculada con la realidad. Katrina fue el escenario de una situación digna de un cine apocalíptico y la película lo aprovecha perfectamente. Con pocos elementos la película logra sostener la tensión y sumar escenas de interés sin exagerar en ningún momento el punto. Aun así, la película se alarga y no todo tiene el mismo nivel de efectividad. La trama está siempre al límite, porque lo que está en juego es la vida del bebé recién nacido y esto tensa al espectador cada vez más. No tiene tampoco demasiadas posibilidades de salir de su propio esquema. No tiene, digamos, dos finales posibles, pero aun así logra que le interés no se pierda.
Pregunta sin respuesta: ¿se habría estrenado Horas desesperadas en la Argentina si Paul Walker no hubiera muerto? Es una clase de película que por su argumento y por su realización parece destinada más al circuito televisivo que a las salas de cine. No se trata de un veredicto sobre su calidad dramática sino sólo la constatación de que en algunos rubros técnicos y artísticos está en el límite inferior de lo aceptable. Sin embargo, es una película interesante por el modo en que reduce una gran tragedia a la escala de un solo hombre. El día en que se desata la furia del huracán Katrina, Nolan Hayes sufre la pérdida de su esposa Abby, quien muere a dar a luz a su hijita en un hospital de Nueva Orleans. La bebé nace prematura por lo que es necesario asistirla hasta que aprenda a respirar por sí misma. La suma de calamidades no termina ahí para Nolan, pero no hace falta contarla en detalle, basta con saber que en determinado momento se queda solo en el hospital, cuidando el aparato que mantiene viva a su hijita. En ese punto, la historia se convierte en una especie de apocalipsis individual en el cual el sentido de la vida se impone al instinto de supervivencia. Podría decirse que el proceso de ser padre es inverso al de ser madre: se interioriza un niño que está afuera. En eso consiste parte del misterio de la paternidad, y tanto la actuación de Paul Walker como sus peripecias reproducen de un modo extremo y delicado a la vez esa extraña apropiación. El contraste entre la exigencia física que implica mantenerse alerta, luchando contra múltiples adversidades, y los conmovedores intentos de comunicación con la recién nacida prueban que el actor tenía una más que potencial reserva de talento interpretativo. En términos dramáticos, Horas desesperadas es una película tensa y emocionante, y lo sería mucho más si no traicionara su premisa de máxima concentración narrativa en dos direcciones: la sentimental (al incluir flashbacks que muestran los recuerdos que Nolan tiene de su esposa) y la argumental (al añadir una escena de violencia innecesaria que es como un eclipse ideológico en la humanidad del relato).
OTRO QUE SUFRE MUCHO Hospital de New Orleans, horas antes de la llegada del arrasador Katrina. Matrimonio joven, un parto que se adelanta unas semanas, una madre que muere en el quirófano y una beba que sobrevive con asistencia mecánica en un hospital sin luz ni agua. Un padre desesperado que debe hacerse cargo de esa hijita en medio de la catástrofe. Uno de esos films donde el sufrimiento no da tregua. Golpea por todos lados como esa tempestad de viento y agua que pareció llevarse todo. Película póstuma del actor Paul Walker que murió en un accidente hace dos meses. El es el padre abnegado que encuentra en ese sacrificio el mejor homenaje a esa madre que ya no está. El avance feroz del agua (algo que los platenses conocen demasiado) le agrega más furia a un film que sólo encuentra algo de alivio en el llanto final de la nena.
Mucha premisa y pocas nueces Hours es el título original de esta película que por conveniencia comercial se estrenó en el mercado local como Horas desesperadas. Sin embargo, el recientemente fallecido Paul Walker es poco convincente y no transmite nunca su desesperación en el rol del padre que debe custodiar la vida de su hija en el hospital luego de la muerte de su mujer en el parto. El lugar ha quedado desierto porque han evacuado a todos debido al huracán Katrina y entonces el protagonista deviene en una especie de náufrago tratando de sostener el respirador de la beba. El film de Heisserer elude la catástrofe y la mantiene fuera de campo, más allá de la presencia de los medios dosificando las consecuencias. Este rasgo, que uno podría juzgar a priori como positivo en tanto y en cuanto se despega de la espectacularidad del género, es sólo un tenue soplo de aire, ya que de inmediato accedemos a una secuencia inicial olvidable. El ladino guión, construido a base de golpes (bajos) de efecto, prepara una situación traumática con la rapidez suficiente para que quede claro de qué va la historia: una acumulación de acciones que anule cualquier atisbo de emoción genuina. En cinco minutos, al tipo se le muere la mujer, su hija está en el respirador y un huracán acecha. Hace que se conmueve, que no lo puede creer, pero no le sale. Esa “actuación seria” de Walker que varios críticos aclaman es candidata a la galería de cosas menos creíbles en el libro de los récords. Se sabe: en el cine el tiempo es materia manipulable, pero si se lo hace mal, los agujeros son gigantes. La cuestión es que el personaje se convierte velozmente en un héroe adusto, náufrago de hospital, que lucha contra el respirador de su hija y se vuelve pragmático en vez de emocional, capaz de proferir a una máquina frases del estilo “estás jugando sucio”. Estamos ante los carriles inevitables de otro trencito industrial cuyo regodeo se hace aún más evidente a medida que avanzan los hechos: el hombre busca el cuerpo de su mujer y Heisserer lo filma como si fuera bailarín de un ballet, con música acorde de fondo. Otra fachada sentimental que dura segundos hasta que la acción se transforme en un imperativo y el héroe vuelva a ser una especie de MacGyver. El problema aparece como terminal cuando los recursos mostrados se agotan y ya no hay nada que no sea previsible, reiterativo y siempre visto en cantidad de historias como esta. Para colmo, unos feos flashbacks más alguna aparición fantasmal empeoran la situación. Hacia el final, la pisada en el acelerador para concluir la historia es tan burda que no ayuda en nada a la pretendida ternura reflejada en la última imagen. Desechable por donde se la mire.
Reloj, no marques las horas Horas desesperadas, un film póstumo de Paul Walker, el actor recientemente fallecido de la saga Rápido y furioso, se titula en realidad simplemente Horas (Hours), y el aditamento de “desesperadas” lo emparienta con aquel clásico protagonizado por Humphrey Bogart y su remake, más contemporánea. Un adjetivo poco imaginativo, aunque esta pieza de suspenso y drama se lleva bien con el título, a través de una historia que tiene mucho que ver con la angustia del paso de las horas, o más bien, de los minutos. Ópera prima de Eric Heisserer, un guionista especializado en sagas y remakes de terror que denota habilidad para manejar climas en donde la tensión se integra con intensidad a una trama opresiva. El actor había abandonado aquí su traje de veloz héroe de acción para componer a un hombre que pierde a su esposa en medio de un trabajo de parto prematuro, y su bebé es conectado a un respirador artificial mientras se desata el huracán Katrina, obligando al personaje a tomar decisiones extremas en medio de graves problemas energéticos. Con una angustia creciente, algún toque de acción y un desenlace emotivo, se trata de un film de alcances modestos pero bien hecho y actuado. Y que revela que Walker intentaba darle un golpe de timón a su carrera actoral, buscando roles más comprometidos, ofreciendo aquí una tarea convincente y prometedora.