Servilismo hasta la muerte Al cine mainstream actual le encanta hacer películas para todos los públicos y al mismo tiempo respetar la estructura narrativa clásica -hoy francamente vetusta, considerando que vivimos en el más complejo y peor de los mundos posibles- de los “héroes” que llevan adelante su tarea con convicción y sacrificio, una mixtura que una y otra vez crea productos muy contradictorios a nivel ideológico que terminan quedando a merced de ataques desde cualquier óptica ya que esta liviandad conceptual maniquea se presta a la ridiculización con una enorme facilidad, casi como invitándonos a subrayar que las víctimas nunca son héroes porque no luchan desde un ideario propio sino más bien siguen un instinto de supervivencia que poco y nada comparte con los verdaderos combatientes que se alzan contra un poder concentrado que juzgan autoritario o injusto, autor de genocidios vía políticas de estado o acciones de empresas privadas que responden a ese oligopolio del capitalismo occidental. Hotel Mumbai (2018) es un ejemplo paradigmático de lo anterior: hablamos de un intento de relato testimonial más en la tradición de Paul Greengrass y Kathryn Bigelow que en la línea de Costa-Gavras y Gillo Pontecorvo, aunque a decir verdad este opus del australiano Anthony Maras, su ópera prima, no logra ir más allá del arte de balancear el realismo multifacético del primer dúo de cineastas (una descripción descarnada que no menosprecia a ninguna de las partes del incidente a retratar porque apuesta al caos coral de la trama) y todas esas payasadas del heroísmo versión hollywoodense y/ o de los medios masivos de comunicación contemporáneos de cualquier punto del globo (los “buenos” son aquellos que bajan la cabeza y hacen lo que se les dice contra un “malo” que parece haber surgido por generación espontánea y no es en pantalla lo que en realidad es, otro producto del accionar de los jefes de los “buenos” en distintas partes del planeta en pos de satisfacer su codicia). El film retrata la cadena de atentados de noviembre de 2008 en Bombay en general y el ocupamiento de un famoso hotel en particular, el Taj Mahal Palace, establecimiento hiper lujoso que desde principios del Siglo XX es utilizado por las oligarquías del Primer Mundo para alojarse en sus visitas a la India, en términos prácticos uno de los hoteles más caros del mundo y situado en la ciudad más poblada de uno de los países más pobres y desiguales del planeta. Aquí tenemos una crónica cruda de los hechos, lo que implica que por suerte las masacres son sinceras y ocurren en primer plano, que humaniza tanto a los atacantes como a los blanquitos ricos que estaban hospedados en el Taj Mahal Palace (está el padre de familia que interpreta Armie Hammer y el militar putañero de Jason Isaacs) y a los siervos/ empleados/ esclavos del hotel que arriesgan su vida para salvar a los burgueses porque “el huésped es Dios” (tenemos el camarero de Dev Patel y el chef arrogante de Anupam Kher). Maras construye una película correcta hasta ahí nomás que no escandaliza a nadie, ni a los que prefieren un thriller de acción o de encierro y les importa un rábano el sustrato político ni a los que se indignan con el ensalzamiento de las virtudes de los vasallos que defienden a la clientela del establecimiento sin poder distinguir entre los intereses del patrón explotador y los suyos. Hotel Mumbai tampoco abusa demasiado de la supuesta “intrepidez” del personal del lugar porque se propone esquivar los estereotipos norteamericanos en cuanto al adalid individual que de repente se transforma en cabecilla de una mini avanzada de contraataque, optando en cambio por una progresión narrativa adusta que echa mano del suspenso y no ofrece ninguna sorpresa dentro del rubro de los rehenes. Como ocurre en gran parte del cine actual, la obra se concentra tanto en el incidente concreto que jamás se molesta en contextualizarlo en serio, lo que genera que la cruzada de los terroristas termine siendo mucho más interesante que la de las víctimas o los patéticos policías y autoridades hindúes, quienes nunca pudieron identificar del todo a los responsables y su procedencia, si eran de Pakistán, de los sectores en disputa de Cachemira o de la misma India profunda…
La película retrata los hechos sucedidos en el atentado que azoto Mumbai en 2008.
Considerándola más cercana al producto de ficción válido para el entretenimiento que a la película que narra hechos reales, es excelente. Si te gustan las historias que te mantienen en tensión y ....
Terrorismo de luxe. Empatizar con terroristas -o al menos con estos jóvenes manipulados por mentes perversas- es un objetivo difícil y mucho más cuando del lado de las víctimas hay carencia de heroísmo. Inspirarse en hechos reales tampoco da ninguna garantía y entonces sucede algo como esta propuesta entretenida pero que debe sopesarse en la balanza del entretenimiento a secas y no como un film testimonial profundo. Hotel Mumbai reconstruye el atentado de dudosa procedencia que tuviese lugar en el lujoso Taj Mahal Hotel, donde la servidumbre multicultural consideraba al huésped como Dios y en ese relativo concepto de servicio al turista se expuso al ataque cuando fueron tomados como rehenes por un grupo de jóvenes fundamentalistas, bajo la consigna de exterminar a cualquiera que se cruzara a su paso. Poco importan las causas, poco la asimetría y paradoja a la vez que ubica a este fastuoso gigante de lujos y confort para aquellos que pueden pagar en una ciudad donde la enorme mayoría ni siquiera puede llegar al vestíbulo. Despojado de todo análisis ideológico, el meollo del asunto pasa por otro lado y en eso reside la principal virtud a la vez que defecto de esta propuesta, protagonizada entre otros actores por Dev Patel, quien siempre hace el mismo papel sea en el lugar que sea, mientras que para Armie Hammer, el norteamericano padre de una niña, además de corajudo, el director Anthony Maras reserva el papel de semi héroe antes de soltar la mano y dejar que la acción fluya sin demasiada intervención en la puesta en escena ni ideas para que el clima de tensión prospere. El excesivo metraje es el defecto de este debut en la dirección del australiano Anthony Maras, no obstante la trama avanza escalonadamente cuando las horas apremian y la suerte de los turistas pende de un hilo, tan fino como el que podría significar un indicio de empatía con los villanos o los menos buenos para ser más precisos.
Que hubo un atentado en India durante el año 2008, es para algunas personas un hecho totalmente desconocido. Sin embargo, la masacre perpetuada allí causó aproximadamente 500 heridos, matando a, al menos, 180 personas. Con 12 ataques simultáneos en el mismo día, Bombay, la capital financiera del país, se vio iluminada por granadas terroristas. Dada la magnitud del evento y la falta de repercusión que tuvo en el mundo, Anthony Maras se encargó de recuperar esta historia como su debut en el rol de director dentro del mundo del cine. Como producto de esto, fue creada “Hotel Mumbai”, que es protagonizada por Dev Patel, Armie Hammer y Nazanin Boniadi. La historia se centra en uno de los hoteles de lujo que fue foco de los ataques terroristas durante el 2008: el hotel Taj. Allí se encontraba trabajando Arjun (Patel) como mozo en uno de sus restaurantes. A su vez, como huéspedes, estaba alojada la pareja de Zahra (Boniadi) y David (Hammer), mientras que Vasili (Isaacs) coincidió en ese momento con ellos. Mientras tanto, en un café se lleva a cabo uno de los primeros ataques terroristas luego del cual aquellas personas que lograron escapar, se refugiaron en el hotel y, con ellos, se infiltró una dupla terrorista empezando a desatar el caos allí adentro. Arjun y todo el staff del hotel deciden buscar la manera de rescatar a los huéspedes. La labor de Maras en dirección se basa solamente en aciertos: la decisión de no ahorrar en crudeza ni en violencia, sólo genera un mayor efecto receptivo de las imágenes y, por ende, es muy fácil sentir el dolor de los personajes. A su vez, la presentación del contexto y del conflicto dura lo necesario, para luego poder poner el foco en el hotel y la acción del grupo del cual Arjun formaba parte. Al combinarse con una buena banda sonora, sin dudas el resultado es más que positivo. El reparto, en especial Patel y Hammer, se destacan en su papel. Cada uno es presentado con su historia propia y cómo eso va influyendo en las decisiones que toman en esas situaciones de riesgo. También, el personaje de Isaacs le otorga al film esa pizca de humor negro e irónico que corta un poco con el ambiente, pero que al final es necesaria y se relaciona con el pasado de Vasili. Desde el protagonista hasta cada rol secundario observado están puestos en una consonancia tal que funcionan perfectamente como conjunto. “Hotel Mumbai” es una película más de acción que trata acerca de ataques terroristas (verídicos o no) pero que se diferencia de las demás por el hecho de que todo aquello que se observa parece real: las decisiones tomadas por los personajes no carecen de sentido, como tampoco pueden verse acciones dudosas en un evento de aquellas características. En conclusión, la cinta debut de Anthony Maras podría definirse como intensa, cruda y trágica. Es un film más que recomendable.
Por el sólo hecho que Dev Patel encabeza el elenco de esta película merece ser vista. Patel es todo lo que está bien, sus interpretaciones nos aseguran la garantía de ver un producto bueno SIEMPRE, y si a esto le sumamos a Armie Hammer (otro que siempre nos garantiza entretenimiento y calidad), el resto es atravesar los dolorosos sucesos que acontecieron realmente en el Taj Mahal Palace Hotel en 2008, cuando fundamentalistas decidieron arrasar con todos y todas para cumplir con alguna misión divina. Hotel Mumbai ofrece tensión, suspenso y un arrollador clima in crescendo que transforma su obviedad en un relato sólido y potente sobre vínculos y circunstancias.
Basada en hechos reales, “Hotel Mumbai: El Atentado” nos abre las puertas para conocer un relato duro e intenso sobre lo más más crudo, pero también noble de la humanidad. La película cuenta sobre el cerco de 2008 al Taj Hotel por un grupo de terroristas en Mumbai, India. Entre el personal del Hotel se encuentran el renombrado chef Hemant Oberoi (Anupam Kher) y un camarero (Dev Patel), quienes eligen arriesgar sus vidas para proteger a los huéspedes (Jason Isaacs entre otros). Mientras la situación avanza, una pareja desesperada (Armie Hamer y Nazanin Boniadi) se ve obligada a hacer sacrificios impensables para proteger a su hijo recién nacido. Anthony Maras cumple con todas las expectativas que un film como este pueda generar. Aborda con el respeto que se merece un episodio oscuro en la historia de la humanidad, pero no deja de construir un relato fílmico y apasionante. Nos sumerge dentro de esa atmósfera pesada que se vibra en el hotel y nos mantiene en tensión. La película está cargada de momentos de gran impacto, pero no lo hace de un modo explícito ni vulgar. La crudeza se transmite y se cuenta en el sonido de los disparos, en sus planos, en sus actuaciones, entre otros recursos cinematográficos. Los talibanes son para el cine de algún modo los nuevos nazis. Son los malos. Esos seres que podemos estigmatizar de villanos, de aquellos a quienes odiar. Sin embargo, en esta cinta hay otro acercamiento hacia quienes cometieron estos actos. Sin justificarlos ni quitarles responsabilidad les da un contexto y los humaniza. Interesante decisión a mi criterio puesto que arroja un aporte novedoso a este tipo de films y en definitiva es lo que son. No monstruos sino humanos con sus paradigmas que, en nosotros los espectadores, estará la labor de emitir juicio sobre sus actos. La crítica en cambio está puesta al fanatismo religioso. Vemos como estos chicos siguen las ordenes de una voz. Que no tiene rostro, omnipresente, que dicta desde sus oídos, casi como si fuera parte de sus cerebros las barbaridades que deben cometer cubiertas en mantos de divinidad. La desproporción de la riqueza y las diferencias de clases sociales son otras de las críticas en este relato. El elenco cumple de manera excelente. El desafío actoral acá se encuentra en lograr toda nuestra empatía hacia ellos cosa absolutamente lograda. No tiene grandes destaques (algunos dirán Dev Patel, otros Anupam Kher) que, a mi entender, es un mérito para este estilo de películas dónde no tenemos a un único protagonista, sino que seguimos varias historias y en donde el film no intenta mostrar un héroe salvador sino personas reales. Si tenés ganas de estar sentado en la punta de la butaca conteniendo el aliento, si te gusta reflexionar sobre la condición humana, si te gustan las historias bien contadas aprovechá estos días fríos para meterte en un cine a ver “Hotel Mumbai: El Atentado”. Por Matías Asenjo
Elogio de la servidumbre: El plano general muestra la costa de Mumbai, capital financiera de la India, lo cual sitúa las profundas desigualdades sociales de esta ciudad, revelando la pobreza cerca de la playa y al fondo los grandes edificios de lujo. Hasta esta costa llega una lancha con seis jóvenes comandada por una voz en off, perteneciente al cabecilla de una organización fundamentalista pakistaní que permanece fuera de campo a lo largo de toda la película. La voz en off los muestra serenos e inconmovibles a la hora de cumplir con su misión y dar su vida por Alá. Estamos en el año 2008, cuando sucedieron una serie de atentados simultáneos y coordinados en puntos claves de Mumbai: la estación de tren, un popular Café y el majestuoso Hotel Taj Majal. Los sucesos tomaron por sorpresa a la policía local, no preparada para afrontar eventualidades de esta envergadura, que tuvo que esperar a la llegada de las fuerzas especiales del ejército desde Nueva Delhi para poder hacer frente al desastre. Este es el contexto que da inicio a Hotel Mumbai: El atentado (2018), opera prima del realizador australiano Anthony Maras, ficción basada en acontecimientos reales que se detiene especialmente en el atentado al emblemático hotel. En paralelo a que los empleados del hotel se organizan de acuerdo a las ordenes del gerente para recibir a los huéspedes del día (a quienes consideran Dios para poder tolerar y responder a sus extravagantes demandas), el director muestra la organización del grupo terrorista que, comandado por la voz del líder, se distribuye, se camufla y comienza su misión disparando indiscriminadamente hacia la gente en la estación de ferrocarril. Empleados del hotel y terroristas quedan igualados en cuanto a provenir de estratos humildes y no poder optar más que por una posición servil bajo las ordenes de Otro (los unos en pos de un sueldo para sostener a sus familias, los otros por la promesa de dinero para sus familias, consecuente con su acto sacrificial). Los jóvenes terroristas toman el lujoso hotel, tan alejado en confort a lo que hayan podido acercarse en sus cortas vidas, y tanto los huéspedes de diferentes nacionalidades como los empleados quedan tomados como rehenes que deben ser liquidados uno a uno de acuerdo a las ordenes del líder fundamentalista. El tono que adopta el film es de acción y supervivencia, pues se trata en adelante de cómo se organizan los rehenes para resistir y escapar de la carnicería terrorista, apuntando por supuesto a la tensión y la emotividad del espectador al colocar como protagonistas y héroes a Arjun (Dev Patel), un mozo de uno de los restaurantes del hotel, padre de familia con una hija y su esposa embarazada; y a David (Arnie Hammer), huésped americano, casado con una mujer musulmana, cuyo bebé ha quedado en peligro en la habitación al cuidado de la niñera. El director intercala en diversos pasajes el tratamiento periodístico de los acontecimientos a través de lo que los huéspedes y ciudadanos en las calles ven en las pantallas televisivas, y en el tramo final emplea imágenes documentales y fotos de archivo, ensalzando el heroísmo de los empleados del hotel que pusieron en riesgo su vida para salvar a muchos de los ricos huéspedes, en una suerte de celebración de la servidumbre. El líder terrorista justifica ante los jóvenes musulmanes la acción que van a realizar culpando a Occidente por privarlos de toda riqueza. Es cierto que la premisa del capitalismo es la acumulación del capital en manos de unos pocos, la cual requiere y funciona con la exclusión y segregación de muchos. Pero es la propia maquinaria del sistema capitalista la que funciona así independientemente de las personas que la encarnen circunstancialmente, de ahí que la mayoría de las victimas de los atentados de Mumbai hayan sido en realidad ciudadanos hindúes, quizás con algún bien valioso que perder (cierto dinero, la familia), pero en el fondo tan excluidos del gran capital como los terroristas. El efecto de retorno de la segregación por parte los mercados es entonces el odio. Con la matanza de occidentales, ese odio apunta a eliminar el modo de goce diferente del semejante. Reducido el otro a menos que un animal, al estatuto de desecho, es que se hace posible que estos adolescentes, victimas del entrenamiento recibido en la organización terrorista en pos de promesas vacuas, se conviertan en carniceros implacables, sin temor ni piedad alguna, del mismo modo que lo serán fuerzas del ejército hindú para con ellos. De uno y de otro lado no hay lectura de que el Mal no está en los otros, sino en ellos mismos, cada vez que responden con odio hacia el vecino. Hotel Mumbai funciona en tanto película de entretenimiento, donde las escenas que apuntan a generar tensión y emoción resultan efectivas. La pretensión de un tono desideologizado, tratándose de un fenómeno tan complejo y delicado como el terrorismo fundamentalista, sin lectura ni profundidad alguna en las causas por las cuales el capitalismo produce este tipo de respuestas por parte de Medio Oriente, y reduciendo la cuestión a un homenaje a los empleados del hotel que perecieron por salvar a los huéspedes adinerados, es aquello que debilita a la película, banalizando una temática que merece ser tratada con mayor responsabilidad artística.
Un día cualquiera Contando desde varios puntos de vista simultáneos, Hotel Mumbai: El Atentadocomienza narrando un día como cualquiera para la rutina de turistas y trabajadores del hotel Taj Mahal, quienes no sospechan que acaba de llegar a la ciudad un pequeño grupo de terroristas planeando una serie coordinada de ataques a distintos lugares públicos. El primer ataque es en una concurrida estación de trenes: dos terroristas utilizan ametralladoras y explosivos para asesinar a varias personas, antes de seguir el recorrido que le fue asignado. Encerrados en el lujoso hotel, los distintos huéspedes protagonistas de esta historia no se enteran de lo que sucede afuera. El caos se va apoderando de las calles a medida que los ataques se suceden ante una fuerza policial local completamente sobrepasada, la cual no tiene el entrenamiento ni el equipo para enfrentar una situación de este tipo, debiendo esperar que lleguen las fuerzas especiales desde la capital. Durante toda la noche los atacantes recorren el enorme edificio asesinando a los que encuentran, mientras los trabajadores del hotel intentan esconderse y proteger a los huéspedes que pueden, manteniendo la esperanza de que recibirán desde el exterior una ayuda que tarda demasiado en llegar. Encierro de lujo La historia que cuenta Hotel Mumbai: El Atentado no abunda en detalles sobre los atacantes, le preocupa más enfocarse en el calvario por el que debieron pasar las víctimas y sobrevivientes durante las horas que permanecieron encerrados y escondiéndose en el lujoso hotel. Sin embargo, los momentos en que se concentra en los terroristas no los muestra como los caricaturescos villanos sádicos que suelen ser en el cine. Sin duda fríos y violentos, pero los jóvenes que desatan la masacre son presentados como simples campesinos, cooptados por un líder religioso que los entrenó y envió a ejercer su furia contra una ciudad que nunca habían pisado, aunque igualmente están convencidos de que allí habitan los responsables de todas sus penurias. En continuo contacto telefónico con el cerebro de la operación, queda planteada la idea de que son manipulados y engañados para que lleven adelante su agenda, aprovechando su juventud e ignorancia. Lejos de ser la clásica película de acción occidental donde el conflicto se resuelve por la valentía y las balas de gente de uniforme, Hotel Mumbai: El Atentado cuenta una historia de angustia y desesperación, pero sobre todo de impotencia. Los terroristas están siempre en una clara superioridad táctica y el resto no puede hacer más que esconderse o correr, dejando el heroísmo para gente común como Arjun (Dev Patel), un simple trabajador del hotel que se arriesga por esconder a los huéspedes o guiarlos por pasillos en búsqueda de una salida. El clima opresivo y de tensión está muy bien construido, pero va perdiendo esa fuerza inicial al extenderse invariable por demasiado tiempo. Se estira de más la llegada del desenlace, repitiendo secuencias con un coro de personajes de los que sabemos poco como para conectar lo suficiente con ellos.
El 26 de noviembre de 2008 no fue un día más en Bombay. Aquel día la ciudad más populosa de la India fue sede de una serie de 12 ataques terroristas perfectamente coordinados por un grupo islamita que dejó como saldo 173 muertos y más de 300 heridos. Durante horas hubo disparos a quemarropa y granadas en estaciones de trenes, restaurantes, sedes policiales y hoteles cinco estrellas, entre ellos el Taj Mahal Palace & Tower. Hotel Mumbai: El atentado se propone recrear lo sucedido durante el ataque a uno de los hospedajes más emblemáticos de esa ciudad. La estructura narrativa es conocida: todo arranca con los preparativos de los terroristas, a quienes coordina una voz anónima en el teléfono, para luego pasar a una presentación rápida de los huéspedes (un matrimonio con su hijo, un poderoso empresario ruso, un pareja de mochileros) y empleados (el chef principal, el camarero interpretado por Dev Patel) que servirán de hilos conductores del relato. El realizador Anthony Maras intenta imponer un sentido realista, casi testimonial, a lo que muestra. De allí que intercale imágenes de archivo de noticieros al andamiaje ficcional. El australiano parece haber visto toda la filmografía de Kathryn Bigelow y Paul Greengrass antes del rodaje. De ellos –especialistas en narrar situaciones violentas concentradas en tiempo y espacio– toma el pulso a la hora de filmar las escenas de acción mediante un registro urgente, de cámaras en movimiento constante, para mostrar lo que va sucediendo en los distintos ambientes del hotel. En ese sentido, Maras y su coeditor Peter McNulty suman un poroto a favor logrando sostener la atención durante dos horas. El problema con esa búsqueda de realismo es que no se lleva del todo bien con la concepción de héroe que propone la película, así como tampoco con algunos diálogos altisonantes dignos del mainstream más moralista. Si bien Maras tiene la decencia de no juzgar a los terroristas, a quienes ubica no en un lugar de víctimas, pero sí de pobres tipos lobotomizados por el fanatismo religioso, hay en los empleados una bonhomía intransigente que los emparenta más al John McLane de Duro de matar que a un grupo de civiles sometidos a circunstancias extraordinarias, lo que le da a Hotel Mumbai: El atentado un sentido época tan potente como innecesario.
Si bien dicen -o mejor, decían- que en el hotel de cinco estrellas Taj Mahal Palace “el huésped es Dios”, algo va a pasar que esa frase célebre y pomposa va a convertirse en su antítesis. Basada en hechos reales ocurridos allí, en el año 2008, cuando un comando terrorista -bah, cuatro tipos armados- se apoderó del lugar y lo puso bajo asedio durante cuatro largos días, Hotel Mumbai: El atentado cuenta cómo el staff del hotel y algunos huéspedes no la pasaron, precisamente, como dioses. Dev Patel, que ya dejó de ser el pequeño de Slumdog Millionaire, ¿Quién quiere ser millonario?, es Arjun, uno de los empleados puesto en remojo por su jefe en el hotel, pero que de pronto se convierte en quien mejor pueda mantener a salvo a los huéspedes. Armie Hammer, que fue El Llanero solitario, aquí también debe poner a relucir su sagacidad y músculos, es el buen esposo y mejor padre (con su mujer dejan a su bebé en su cuarto, con la niñera, cuando bajan a cenar). Hay un ruso, hombre de negocios (el siempre sospechoso Jason Isaacs) entre los que duermen allí, y más personajes, desde la esposa de Arjun, que ve todo desde la TV, hasta la policía que intenta penetrar en el hotel en la India. Complicado hacer un relato con personajes reales y de ficción basándose en lo que pudo ser una masacre. El director australiano Anthony Maras, quien debuta en la realización, acierta en no poner a los extranjeros como meras víctimas de lo que sucede en un país foráneo. Equipara a los empleados del hotel con los huéspedes internacionales. Salvando las distancias, no es como en Missing, de Costa-Gavras, en la que terminaba importando más qué les sucedía a los familiares del estadounidense desaparecido (Jack Lemmon y Sissy Spacek) que lo que acontecía en la Chile del golpista Pinochet. La utilización, el aprovechamiento de imágenes de archivo reales, que se ven en pantallas de televisión, ayuda en el sentido de airear la trama y a la vez enriquecerla. No es mucho más que una película sobre terroristas y rehenes, pero tiene ritmo, y al menos se aleja de algunos lugares comunes del subgénero, sin héroes envalentonados e invencibles.
La película dirigida por el director griego-australiano Anthony Maras (también co-autor junto a John Collee), está basada en hechos reales y relata el terrible episodio vivido principalmente por los huéspedes y empleados del lujoso “Taj Mahal Palace”, un hotel al que sólo tenían acceso los turistas multimillonarios, artistas y celebridades y donde su sola presencia era considerada como una deidad para los que trabajaban y trabajan allí, ya que el Hotel se volvió a reconstruir. El 26 de Noviembre de 2008 jóvenes extremistas musulmanes dirigidos por una persona a quien nunca conoceremos e invocando siempre que “todo se hace en nombre de Alá” realizaron varios ataques en la Ciudad de Mumbai, primero en una estación central de trenes, luego en un bar para recalar finalmente en el Hotel y matar a cualquiera que se cruce en su camino, indiscriminadamente. El único personaje real comprobable es el Chef del Hotel, Hemant Oberoi (Anupam Kher), el resto son ficticios pero que fácilmente pueden haber estado allí, ya que son personas comunes, como Arjun (Dev Patel, actor británico de origen indio) un humilde camarero, casado, con una hija y con otro bebé en camino. Todo lo que hace Patel es perfecto, cada gesto y cada mirada. Sin dudas, un gran joven actor. El caso es que cuando los fundamentalistas entran al lugar comienza el verdadero terror, cada movimiento cuenta, y el Chef además de Arjun son los que salvan a muchos de los que finalmente lograron sobrevivir, a pesar de que todos fueron rehenes durante 68 horas. Entre ellos se encontraba el matrimonio formado por el arquitecto estadounidense David (Armie Hammer) quien junto al ruso Vasili (Jason Isaacs) forma de distinta manera, una gran resistencia. David necesita proteger a su mujer india Zahra (Nazanin Boniadi) y a su bebé, con quienes se encuentra allí de vacaciones. El saldo del terrible ataque fue de 180 muertos aproximadamente y más de 500 heridos. Una película que nos acerca a la tragedia, el suspenso, la tensión, la desigualdad entre el pueblo y el lujo del Taj, y la locura de los extremistas islámicos, llevada al extremo, mediante un lavado de “cabeza”. Una historia de héroes,instinto de supervivencia coraje y solidaridad, ya que lo que más se valora es que la mayoría de los empleados se quedaran a contener a todos en lugar de huir, por respeto a lo que más valoran: los huéspedes. ---> https://www.youtube.com/watch?v=hszAiE29fWw TITULO ALTERNATIVO: Hotel Mumbai: el atentado DIRECCIÓN: Anthony Maras. ACTORES: Armie Hammer, Jason Isaacs , Nazanin Boniadi, Dev Patel, Natasha Liu Bordizzo, Anupam Kher, Sachin Joab. GUION: Anthony Maras, John Collee. FOTOGRAFIA: Nick Remy Matthews. MÚSICA: Volker Bertelmann. GENERO: Suspenso , Histórica , Drama . ORIGEN: Australia, Estados Unidos. DURACION: 123 Minutos CALIFICACION: Apta mayores de 16 años con reservas DISTRIBUIDORA: Digicine FORMATOS: 2D. ESTRENO: 20 de Junio de 2019 ESTRENO EN USA: 29 de Marzo de 2019
Matar en Nombre de…. Crítica de “Hotel Mumbai: El Atentado” de Anthony Maras Una apasionante historia sobre humanidad y heroísmo, cuenta vívidamente el cerco de 2008 al Taj Hotel por un grupo de terroristas en Mumbai, India. Por Bruno Calabrese. Basada en hechos reales, “Hotel Mumbai: el atentado” narra los sucesos que tuvieron lugar en noviembre de 2008, cuando diez miembros de Lashkar-e-Taiba, una organización terrorista islamista, llevaron a cabo un ataque brutal y demente contra los ciudadanos de Mumbai. Comenzaron desde la estación del tren, continuando sin parar hasta el hotel Taj, donde estaban alojados muchos invitados importantes, especialmente desde los Estados Unidos. El director australiano Anthony Maras refleja esos hechos en una película intensa e incómoda, donde el suspenso se hace presente en cada escena. Los primeros 30 minutos están construidos de manera coral, aparecen cada uno de los protagonistas en los momentos previos hasta confluir en el escenario principal, el Hotel Mumbai. Más allá que en un principio la construcción de algunos responden al estereotipo hollywodense (ruso autoritario, soberbio; norteamericano honesto, respetuoso), la evolución de los mismos irá variando hasta llegar a entender que el enemigo es uno solo y que ambos deberán luchar a la par para sobrevivir. A partir de situarnos en la locación principal, con los terroristas dentro de la misma, la película se vuelve sombría y opresiva. La frialdad de los asesinos liquidando a mansalva todo lo que se cruza en su camino hace que suframos por cada uno de los protagonistas. La brutalidad es tal, que la película no ahorra en los golpes bajos, dejando una sensación de tristeza y dolor. Atrás de la violencia de los islamitas existe un líder, que comanda a través de un teléfono el atentado, en nombre de Alá y la promesa de ir al Paraíso. La película no solo se dedica a mostrar el atentado, también rescata la actitud heroica de cada uno de los empleados del hotel. Bajo el lema “El huésped es Dios” y comandados por el chef principal, cada uno de ellos arriesga su vida para tratar de salvar a los cientos de personas que se encontraban dentro del complejo. Quién se destaca por sobre todos es la figura del mozo Arjun, sólidamente interpretado por Dev Patel (Slumdog Millonaire, Lion). Dentro del elenco se destacan las presencias de Armie Hammer (“Call me by your name”, “The Agent of C.I.P.O.L.”) y Jason Isaacs (“Black Hawk Down”, “Harry Potter”), quienes guían esta historia impactante, real y proporcionan el dramatismo necesario para reflejar una situación de tal magnitud. Todo acompañado por una fotografía impecable, a cargo de Nick Matthews Remy, que logra el impacto visual necesario a la hora de mostrar las diferentes zonas de Mumbai, con o sin violencia. “Hotel Mumbai” es una película que se destaca por su crudeza, su hondo dramatismo y que refleja un hecho impactante, de una violencia incomprensible. A la vez que hace visible otra violencia no explícita ni brutal, naturalizada por la sociedad, que también provoca dolor y tristeza. Generada por los contrastes existentes entre la lujuria del hotel, atendido por empleados sumidos en la pobreza, que igual pondrán su vida por sobre la de los demás. Una película altamente recomendable. PUNTAJE: 90/100.
Un derivado del modelo Greengrass A la manera de Vuelo 93 y Capitán Phillips, la película de Maras reconstruye un famoso ataque terrorista de 2008 en Bombay. Vuelo 93 estableció un modelo que se extiende hasta el día de hoy. Aquella película dirigida por el británico Paul Greengrass revivió el atentado contra las Torres Gemelas, focalizando sobre el intento de toma de un vuelo de American Airlines el 11 de setiembre de 2001 por parte de un comando de Al Qaida, con la intención de estrellarlo contra el Pentágono. El tratamiento fílmico se aplicaba a reconstruir el hecho como si tuviera lugar “en vivo y en directo”, con plena tensión y vividez, gracias a la adopción de un tiempo “real” para el relato y una puesta en escena basada en una cámara llena de temblores y sacudones. Greengrass repitió la fórmula en Capitán Phillips, que reconstruía el secuestro de un buque carguero estadounidense por parte de un puñado de terroristas somalíes. En ambos casos se buscaba transportar al espectador a una situación histórica real, como si estuviera ocurriendo aquí y ahora. Se encomió esa fórmula con cierto ardor ciego, viendo en ella una alternativa “en tiempo presente” ante tanto cine histórico académico, que llena la historia de polillas. El entusiasmo no permitió ver las debilidades de este modelo, que eran de perspectiva: reducir un hecho a un presente como de match de box borra necesariamente el contexto, que es ni más ni menos lo que permite situar el drama. Reconstrucción de un episodio sucedido en 2008 en Bombay, Hotel Mumbai se atiene al modelo Greengrass. Comienza en el momento en que el suceso da inicio y finaliza en sincronía con éste. Antes y después, nada. Durante el hecho, dos voluntades opuestas y enfrentadas, remitiendo nuevamente al modelo boxístico. La de cuatro terroristas musulmanes, adoctrinados para asesinar lo que se les cruce con tal de barrer con el enemigo imperialista y aspirando al paraíso al que la acción los elevará. Y la de los pasajeros del hotel Taj Mahal Palace –un lujo de 565 habitaciones, en el que alguna vez se alojaron la princesa Diana, Mick Jagger y los Beatles– que lucharán por su sobrevivencia. ¿Qué resonancia tiene esto para el espectador? Depende de la empatía o identificación que se establezca con algunos de los protagonistas. Dirigida por el australiano Anthony Maras, la narración se ocupa de convertir a los terroristas en verdaderos monstruos humanos, máquinas de matar que no reparan en nada a la hora de hacerlo. Hay que cobrarse la mayor cantidad de víctimas y ellos están allí para hacerlo. Quedan las víctimas, un grupo tan variado como pueden serlo los pasajeros y el personal de un hotel 5 estrellas. Entre ellos, un británico muy buena onda que no se sabe a qué se dedica (Armie Hammer) y su familia, un camarero indio (Dev Patel), que también tiene una familia, y un ruso, tal vez mafioso, de pésimos modales (Jason Isaacs). Toda identificación o empatía son estrictamente subjetivas. Al cronista, los protagonistas no le despertaron ninguna, tal vez porque una de las cosas que el modelo-Greengrass anula es la personalidad individual. Queda entonces asistir, durante un par de horas, a un juego del gato y el ratón entre cuatro terroristas resueltos, implacables y de gatillo veloz, y unas decenas de targets que son los patos de la kermesse. A quien esto le interese, le sentará bien acercarse a alguna de las salas que a partir de hoy exhiben Hotel Mumbai.
Hotel Mumbai, además de representar la peor pesadilla audiovisual del Ministerio de turismo de la India, es otra propuesta que se suma a la explotación cinematográfica de los atentados terroristas ocurridos en noviembre de 2008. En esta última década se hicieron numerosas producciones sobre el tema y ninguna consiguió retratar con veracidad lo ocurrido en esos fatídicos cuatro días. La gran decepción que genera este film es que cuenta con una producción espectacular y un reparto de grandes actores desperdiciados en una historia que se centra en el morbo de la violencia extrema y distorsiona la historia real de las víctimas. Salvo por el caso del chef del Hotel Taj Majal, Hemant Oberoi, todos los personajes de este relato son ficticios y están inspirados en supuestas personas que habrían vivido en carne propia esa barbarie. Algo que por cierto es incomprobable. A este film le faltó la sensibilidad e inteligencia que suele tener el director Peter Berg para abordar estos temas. Por ejemplo en la excelente Día del atentado, Berg describe una crónica detallada de lo que fue el ataque terroristas en Boston del 2013, tal cual se dieron los hechos. Todos los personajes que se presentan, tanto los víctimas como los sobrevivientes, criminales e investigadores representan personas reales que fueron parte de ese caso. El director no contaminaba su trabajo con situaciones hollywoodenses que es el gran problema que tiene Hotel Mumbai. El relato del director Anthony Maras se siente muy manipulado con el objetivo de conseguir una reacción emocional del público. Su película es efectiva a la hora de crear una experiencia inmersiva aterradora, pero más allá de la crudeza de la violencia, toda la tragedia se recrea con estereotipos típicos del cine norteamericano. Entre ellos la historia de amor inventada entre una mujer iraní y un estadounidense (Armie Hammer) atrapados en el hotel con un bebé, un empresario que además es un ex miembro de la fuerzas armadas rusas (Jason Isaac) y los terroristas sacados que parecen salidos de una producción de Chuck Norris de los años ´80. Personajes que protagonizan situaciones ilógicas que no resultan convincentes. Dev Patel, quien encarna a un empleado del hotel, con la infaltable esposa embarazada que sigue los hechos por televisión, le aporta cierta dignidad a esta producción con su interpretación dramática. La gran debilidad de Hotel Mumbai es que se estanca en el espectáculo sádico, concentrado en el shock visual, y nunca se atreve explorar a fondo la verdadera crónica y contexto de los atentados terroristas. Todo lo que ofrece el director Maras es un superficial espectáculo pochoclero que convierte la tragedia de las víctimas en un entretenimiento para masoquistas.
Dev Patel sobrevive a terroristas en la ópera prima de Anthony Maras. Corría el año 2008 cuando en Bombay, capital financiera de la India, se sucedieron doce ataques terroristas coordinados por un grupo islamita. Los objetivos fueron la atestada Estación Chhatrapati Shivaji; dos hoteles de lujo, el Oberoi Trident y el Taj Mahal Palace; el Leopold Cafe, un restaurante turístico; y la sede del departamento de policía del sur de la ciudad. El resultado de esta carnicería: 173 muertos y 327 heridos. La ópera prima de Anthony Maras, toma esta tragedia como referencia para relatar una historia a pura tensión; más específicamente se basa en lo ocurrido en el interior del lujoso hotel Taj Mahal Palace, con sus empleados y huéspedes, cuando abordan el lugar los jóvenes terroristas quienes disparan a mansalva a cualquiera que se cruce en su radar. Una voz en off omnipresente los incita y les ordena aniquilar al enemigo, aquellos que a su criterio no responden a los preceptos de su religión. Dev Patel, aquí oficia de empleado del hotel de lujo, quien trabaja sin pausa para llevar el pan a su casa, en donde vive con su mujer embarazada y su pequeña hija. Situación que realza la desigualdad social que existe en la ciudad de Bombay. En un establecimiento en donde el cliente “es Dios” (todos se deben someter a los caprichos de los extranjeros), junto al chef del lugar y un grupo de trabajadores más, se ordenarán para proteger a los alojados cuando los terroristas los tomen de rehenes. Con una puesta en escena muy lograda, el uso del espacio es sumamente inteligente, la película transcurre con un nerviosismo a flor de piel. Aquí no hay héroes, sino personas tratando de sobrevivir ante una situación límite insospechada. A diferencia de otros relatos de este género, no se ubica desde afuera del conflicto, sino en el corazón y somete al espectador a ser un rehén más. El punto de vista de la historia es el de los atacados, quienes tratan de eludir a este grupo que no dudará en jalar el gatillo. Una verdadera cacería. ¿Se preguntarán por la policía? Bien, gracias. La ciudad no está capacitada ni tiene el equipo suficiente para afrontar un evento de tal magnitud. Por lo que esperan a las fuerzas especiales del ejército de Nueva Delhi que, burocracia de por medio, llegan cuando la tragedia ya se cobró cientos de víctimas. Hotel Mumbai: El Atentado, que mezcla imágenes de archivo con las de ficción y con cámara en mano logra un registro semi documental, se presenta como entretenimiento y no esperemos más. No se sume en aguas ideológicas ni políticas, sino que se limita a mostrar el brutal ataque desde un flanco más físico y vivencial, tomando como recurso la supervivencia. Desde este aspecto funciona y es demoledora.
Como muchas predecesoras en su género, Hotel Mumbai tiene la aciaga tarea de transformar una tragedia histórica en un pormenorizado recuento de situaciones, hechos y desgracias sufridas, en este caso, durante los atentados ocurridos alrededor de la ciudad de Mumbai en noviembre de 2008. Sin llegar nunca a niveles de tensión dramática de maestros como Paul Greengrass en United 93 o Peter Berg en Patriot’s Day, la película del primerizo director australiano Anthony Maras es un buen exponente del género que camina la fina línea entre reconstrucción sentida y regodeo visceral.
Debut del director australiano Anthony Maras con esta ficción basada en los atentados terroristas sufridos en la India durante noviembre de 2008. El plano de inicio del film connota, visual y sonoramente, la frase “la calma que antecede al huracán”. Ese bote sobre las aguas serenas, con esos adolescentes que viajan inmutables, todos con auriculares, escuchando atentamente una única voz que los guía y dirige a cometer atropellos en nombre de Alá, ya nos pone en situación de comprender de qué va la historia. En principio, nos introduce al relato con este grupo de extremistas religiosos musulmanes, ocupando el rol de antagonistas, quienes irán atacando indiscriminadamente la ciudad, mientras nos vincula con otros escenarios donde habitan y transitan los protagonistas de esta historia, quienes no se conocen entre sí pero terminarán de coincidir en el prestigioso Hotel Taj, sin saber que dicho lugar es el objetivo principal de los terroristas. De esta manera la película protagonizada por Dev Patel (Un camino a casa, Slumdog Millionaire) encarnando a Arjun, un empleado del hotel, Armie Hammer (Llámame por tu nombre) como David, un arquitecto estadounidense casado con Zahra, una mujer india interpretada por Nazanin Boniadi; Jason Isaacs (Lucius Malfoy en Harry Potter) representando a un empresario ruso perteneciente a las fuerzas especiales y Anupam Kher, tomando el papel de Chef del hotel, quien en la historia real fue parte fundamental en el resguardo y protección de sus huéspedes y empleados; nos invita a seguir en paralelo a dos fuerzas bien contrastadas. Desde lo formal puede distinguirse la tensión. Esta se sostiene y va creciendo a lo largo del film como resultado de un montaje exacto en cuanto a cantidad y durabilidad de cortes. Dicha adrenalina se mantiene también por la decisión en las puestas de cámara y su planteamiento en base al espacio, generando puntos de vista con angulaciones que incomodan lo suficiente al espectador, haciéndole sentir el terror y la incertidumbre de no saber qué será de todo esto. Si bien es un drama dominado por el suspenso, por momentos rozará lo gore. Igualmente la realización no escapa a la producción hollywoodense a la que estamos acostumbrados. Es decir, es efectista y nos deja al filo del asiento estresados, tensos y atentos ante tanta violencia. Esto se genera porque el director sabe cómo manipularnos y utiliza las herramientas cinematográficas para llevarnos donde quiere que estemos, lo que no quiere decir que esté mal ejecutado. Pero este montaje de atracciones comienza a tornarse superfluo cuando tratan de forzarnos a congeniar con los personajes llegando al final de la historia. Ahí es donde la tensión baja, las luces se apagan y nos sentimos lejos de la emoción que intentan evocarnos, pues eso sucede cuando el truco de magia es descubierto. En base ello, la decisión de introducir material de archivo real del atentado mezclado con las escenas de ficción, durante todo el film e incluso en el desenlace, es lo que ha ayudado a que une sienta empatía y se acongoje. La pata torcida de Hotel Mumbai proviene quizás del guion. No hay una profunda exploración de por qué suceden los acontecimientos, ni en qué contexto, no indaga ni da posibilidad de redención a los antagonistas quienes salen a matar sin distinción, siendo sólo señalados como “niños a los que les lavaron el cerebro”, sumado a que, si bien no eligieron a un superhombre que salve a todes (porque claramente se alejaría de los hechos), algunes de los protagonistas sí toman acciones heroicas restándole cierto realismo a la historia.
Hotel Mumbai: Dura, intensa y carente de moralidad. En 2008 la ciudad de Bombay fue víctima de un ataque terrorista organizado, donde se atacaron 10 lugares totalmente aleatorios y dejaron una huella de más de 150 muertos y centenas de heridos. Esta película cuenta en forma de ficción la historia de uno de esos atentados, el del Taj Mahal Hotel. El Taj-Mahal Hotel fue víctima de un atentado terrorista donde por casi 3 días todos los empleados del hotel y sus huéspedes fueron aniquilados o perseguidos con el mismo fin. Uno de los puntos más interesantes de este hotel en comparación a los otros ataques es no solo su larga duración, sino que los mismos empleados fueron liderando grupos de socorrismo y escondite del terrorismo, mientras esperaban la llegada de las fuerzas especiales para que frenen el atentado. Lo primero que se le puede venir a uno a la cabeza al escuchar que una historia así está siendo filmada es el hecho del respeto. Es la única forma de abordar un conflicto así, y aunque el tono de este film es sobrio, su juego en el límite de lo correcto y lo incorrecto es quizás uno de sus mayores problemas. Esta historia está formulada como un Thriller y como cualquier buena película de este género, es totalmente intensa. Es por esta intensidad y por una representación a veces muy explícita que la obra termina moviendo tanto al espectador. Sus escenas de acción son fuertes, sus personajes interesantes y aunque sus momentos emocionales no sean lo mejor que pueden ser, no cae con facilidad en la sensiblería. Porque si, esta opera prima de Anthony Maras busca mover al espectador, y va directo a ser efectista, visual en muchas ocasiones, pero siempre parece quedar mágicamente del lado del respeto. Las actuaciones están a un muy buen nivel, destacando sin lugar a dudas el personaje de Dev Patel (Slumdog Millionaire) y resaltando también a Armie Hammer (Call Me By Your Name) y la no tan conocida pero si muy sorprendente Tilda Cobham-Hervey que en un papel menor logra llevarse bastante atención en el film, interpretando a una niñera en el medio del hotel. Es gracias a ellos que la balanza termina jugando para el lado del respeto, siendo sus roles extremadamente claves para el tono de la película. No se puede decir lo mismo de la edición, que muchas veces recurre a montajes paralelos para contar y mostrar la acción desde distintas perspectivas, y que continuamente hace dudar al espectador de si la obra tiene realmente un punto de vista. Es esta duda y esta indecisión en la historia que cuenta lo que hace que cada escena de tensión sea algo extraña y que cada momento cinematográfico, que los tiene, sea difícil de ver. Porque por algo La lista de Schindler es un drama y no una película de acción. Y por algo Apocalypse Now sigue siendo recordada y apreciada 40 años después. Son obras que su objetivo principal es el respeto. Cuando uno visiona estas historias no se pregunta qué va a pasar, sino de por qué pasó lo que pasó. Está claro que este atentado guarda poca relación con cualquiera de las dos guerras que cuentan los films con los que injustamente comparé, pero también es ese respeto por las familias y ese cuidado por lo correcto es lo que más falta le hace. En conclusión, la experiencia de ver Hotel Mumbai es dura. La película está hecha con un gran detalle técnico y la tensión es una de esas emociones continuas en este duro film. Lo visceral, en cambio, termina siendo algo que resta mucho más de lo que suma, y achata mucho de su potencial mensaje. Como película, es excelente, pero su poca pretensión y su forzada moralidad la condenan a ser un Thriller más, que pone sus propios límites en la intención de hacer llorar mucho más de lo que intenta hacerte pensar.
La película cuenta la historia de una serie de atentados ocurridos en Mumbai en el año 2008. El principal, llevado adelante en el Taj Hotel, incluyó una toma de rehenes. En esa parte de la historia se centra Hotel Mumbai, que tiene el mismo estilo que las películas sobre atentados terroristas que se hacían en la década del setenta. Mucho drama, mucha tensión, una exacta fusión con algunos elementos documentales, todo en pos de un resultado lleno de emociones fuertes. No hay nada en este film que busque algo nuevo y por suerte tampoco intenta algún tipo de atenuante para los victimarios. Queda claro quiénes son los villanos, aunque el peor de ellos no esté en cámara. Consigue que tengamos empatía por los personajes y consigue movilizar la emoción del espectador en varios momentos. Hay grandes escenas de suspenso, construidas desde el trabajo del director y apoyadas en la calidad de los actores. Esta producción realizada entre Australia, India y Estados Unidos cuenta con un elenco internacional de gran calidad, algunos conocidos rostros como Dev Patel, Armie Hammer, Nazanin Boniadi y Jason Isaacs, sin descuidar la presencia de Bollywood con la presencia de Vipin Sharma y el legendario Anupam Kher, este último en el rol del chef del hotel. Aunque no se trata de una gigantesca película de alto presupuesto, la calidad del resultado la pone a la altura de los clásicos de este sub género, lo que significa que es una experiencia intensa y dramática, además de un poderoso entretenimiento.
Se parte de la historia del ataque terrorista del Taj Hotel de Bombay (Mumbay en inglés), un lugar lujoso y tradicional, que es copado por un grupo de fanáticos paquistaníes que en un comando suicida matan a todos los que se les cruzan. El camino que se eligió para mostrar esos ataques en la ciudad y en el lujoso hotel esta realizado con gran calidad por el debutante director Anthony Maras, que toma todos los puntos de vista, desde los sacrificados empleados que arriesgaron sus vidas por salvar huéspedes, ellos como pasajeros de una pesadilla, los mismos atacantes alienados constantemente en su misión sin retorno, la policía de la ciudad abrumada por un ataque sin igual. No hay comentarios políticos o sociales, con personajes que no son profundizados, y todo el peso del film, como si se tratara de una reconstrucción documental de lo sucedido, descansa en la tensión que produce por la duración de la pesadilla que se siente real, rotunda, a lo largo de las dos horas en las que se extiende el film. No hay héroes desmesurados, sino pequeños rasgos de egoísmos y otros de entrega, reflejos de los políticamente correcto, algunas pinceladas para mostrar prejuicios, desprecios y entregas. El guión es del director y John Collee que se desarrolla como una noche sin fin aunque los sucesos duraron tres días. El director se concentra en todos los ataques, y cada disparo, cada explosión, cada ejecución, se sientes terribles y reales, aunque no hay regodeo en la sangre y los detalles, cosa que se agradece. Hay momentos muy perturbadores, empleados mintiéndoles a los huéspedes para que abran la puerta de sus habitaciones y luego ser todos ejecutados. Ese nivel de estar metidos en la realidad del infierno es la mayor fuerza de la película, aun en el agobio de la repetición de acciones violentas
Una película sobre cruentos atentados presentada con unos cuantos brillos en su elenco multinacional y armada en forma de thriller convencional, eficaz, o más bien contundente, Hotel Mumbai se concentra en los crímenes del grupo terrorista islamista que mató a más de ciento cincuenta personas en 2008, no solamente en el hotel de lujo que es el centro del relato. La película del debutante australiano Maras intenta por momentos coquetear con rudimentarias explicaciones de contextos, o con una didáctica crasa acerca de las diferencias culturales y sus fórmulas listas para la cartera de la dama o el bolsillo del caballero. Pero lo que mejor funciona en su película es la manera seca de encarar la violencia y sus irrupciones sorpresivas gracias a un montaje pertrechado de enseñanzas simples pero perdurables. A falta de grandes despliegues en los movimientos hay buenas organizaciones en la combinación de pequeñas acciones -o más bien conclusiones mortales- y diversos momentos de tensión y suspenso sin estiramientos. Puede incluso apreciarse algo de tosca nobleza en una película que tiene unos cuantos componentes de explotación de una tragedia, y algunos sentimentalismos que, de tan convencionales, quedan atenuados, acompañados por una clásica y eterna receta para seducir con personajes entrañables: el corazón de Hotel Mumbai está en su staff, en esos trabajadores profesionales y orgullosos que deciden jugar a ser héroes.
Texto publicado en edición impresa.
Vidas en sumo peligro Hotel Mumbai (2018) es un thriller basado en hechos reales que fue dirigido y co-escrito por el australiano Anthony Maras, siendo éste su debut como director. Coproducido entre Estados Unidos, India y Australia, el reparto está compuesto por Dev Patel (Un Camino a Casa), Armie Hammer (Llámame por tu Nombre), Nazanin Boniadi, Tilda Cobham- Hervey, Natasha Liu Bordizzo (Helena en The Society), Amandeep Singh, Jason Isaacs (Harry Potter, The OA), Anupam Kher, entre otros. Inspirada en el documental de 2009 Surviving Mumbai, la cinta fue presentada en el Festival Internacional de Cine de Toronto. La noche del 26 de noviembre de 2008, un grupo compuesto por diez terroristas musulmanes realiza un asalto coordinado a 12 locaciones de Mumbai, incluyendo la estación de tren, un restaurante y el lujoso Taj Mahal Palace Hotel. Allí dentro se encuentra la pareja compuesta por el norteamericano David (Armie Hammer) y la heredera musulmana Zahra (Nazanin Boniadi), que fueron a pasar las vacaciones con su bebé Cameron y la niñera Sally (Tilda Cobham- Hervey). También está el enigmático millonario ruso Vasili (Jason Isaacs), aparte de todo el staff de cocina del hotel liderado por el chef Oberoi (Anupam Kher). Completamente aterrorizados por la situación, Arjun (Dev Patel), uno de los empleados, deberá tratar de mantener la calma y evitar que cualquier persona realice un movimiento en falso, ya que una mínima acción no solo puede acabar con una vida sino con las de todos los que se encontraban cenando. Los diversos atentados en Mumbai, capital financiera de la India, dejaron como consecuencia 173 personas muertas y 327 heridos. Teniendo en cuenta estas cifras, la película hace una impactante representación de los hechos sin suavizar ninguna escena, lo cual se agradece mucho. De esta manera durante las dos horas de metraje el espectador está 100% metido en el horror que se vive dentro del hotel, donde los terroristas, guiados por las órdenes telefónicas de un musulmán apodado Toro, disparan a cualquier persona que se cruce en su camino. La edición de sonido y las fuertes imágenes logran que estemos al filo de la butaca en todo momento, preocupándonos por los personajes a pesar de no conocerlos demasiado. Anthony Maras como director sorprende teniendo en cuenta que éste es su primer filme. La tensión, adrenalina y miedo que contiene la trama se transmite de forma genuina hacia el espectador. A su vez, desde el guión se realiza un buen trabajo al mostrar la metodología de los terroristas, donde se entrenan a los jóvenes como soldados, lavándoles el cerebro con frases de Alá y metiéndoles la idea de que ellos están haciendo un favor al mundo al eliminar a las personas paganas. Ver cómo estas personas acatan lo que se les dice sin ni siquiera pensar por un segundo lo que están haciendo, y más teniendo en cuenta que es la realidad misma, termina asustando muchísimo más que cualquier película de terror. Hotel Mumbai no es de fácil visionado, sin embargo es una cinta necesaria súper bien hecha que rinde homenaje a todos los valientes cocineros, mozos y empleados que en vez de escapar y salvar sus vidas, decidieron quedarse y proteger a sus huéspedes. Tan estremecedora como emocionante, al salir de la sala costará volver a ponerse en sintonía con la realidad.
La ópera prima de Anthony Maras está basada en un impactante caso real de terrorismo que tuvo como centro de ataque el lujoso hotel Taj Mahal Palace. Escrita junto a John Collee (guionista de "Capitán de mar y guerra"), el film narra cómo los empleados del hotel se quedaron a ayudar a los huéspedes que quedaron vivos ante los primeros tiroteos en lugar de salir y salvarse como bien podrían haber hecho gracias a la salida de servicio. “Hotel Mumbai” comienza presentando a varios de los personajes que se moverán durante la historia dentro de un contexto cotidiano, de rutina. Alguno está de vacaciones, alguno está trabajando, alguno está junto a su familia. El hotel se prepara con mucho hincapié para la importante visita que tendrán pero no muy lejos de allí comienzan unos ataques. Finalmente, los terroristas (musulmanes guiados por una voz en el teléfono que les promete la gloria de Alá) logran infiltrarse en el hotel y no tardan en comenzar los tiroteos. Pero también buscan rehenes. Una de las cosas en las que se hace mucho énfasis todo el tiempo es en el carácter humano de los protagonistas, pero sobre todo en la parte servicial. Al comienzo, preparándose para una importante cena, a los empleados del hotel se les recuerda: “el cliente es Dios”. Luego lo recordarán a tal punto de quedarse y arriesgar sus vidas para ayudar a estas otras personas. En el medio van pasando diferentes personajes e historias, algunos mejor desarrollados que otros. Un arquitecto blanco (Armie Hammer) junto a su mujer india (Nazanin Boniadi) y su hijo recién nacido que queda al cuidado de una niñera (Tilda Cobham-Hervey) en el mismo momento en el que empiezan los ataques. Un poderoso señor ruso (Jason Isaacs, quizás el más desaprovechado del elenco) de quien no sabremos mucho hasta el final pero se presenta como un hombre frío y desalmado que elige con qué mujeres va a pasar la noche como si fuesen el menú de su comida. El joven indio (Dev Patel) que después de dejar a su mujer e hijo en casa asiste a un trabajo que necesita pero casi lo pierde por haber perdido sus zapatos. Finalmente se queda gracias a su jefe (Anupam Kher) que al prestarle unos zapatos que no le entran y permitirle quedarse muestra el primero de los indicios de su personalidad amable y generosa. Sin embargo, lo que prevalece en el film son los momentos de tensión. La dirección de Maras es efectiva, consigue los climas buscados. Pero en cuanto a la estructura del guión, la idea de querer mostrar y dar dimensión a tantos personajes al mismo tiempo resulta ambiciosa y fallida porque son pocos los que finalmente generan un interés genuino. Los momentos emotivos no consiguen destacarse tampoco. Se percibe además el respeto con el cual quieren contar esta historia que sucedió hace no tanto tiempo, en el 2008, por lo que las heridas aún están frescas. No obstante, a veces el film en su afán de mostrar lo duro que fue se torna visceral gratuitamente, casi como si necesitara mostrar cada una de las aproximadamente treinta muertes que se cobró el atentado. “Hotel Mumbai” es un film que consigue mantener la atención durante las dos horas que dura más que nada gracias a la tensión que consiguen sus escenas. Logra destacarse a la hora de querer retratar otro tipo de héroe, uno en el que cualquiera puede convertirse, pero no lo consigue de manera demasiado creíble. Y termina convirtiendo a un importante hecho en una pasatista película.
Máxima tensión Hotel Mumbai: El Atentado (Hotel Mumbai, 2019) es un drama violento que se asoma como una figura controversial sobre los tiempos actuales. Después de los atentados a EEUU en 2002, y Paris en 2015, se asumió la idea de que el terror en el mundo es un hecho que puede suceder en cualquier momento y lugar. Una película que no deja de ser impactante y emotiva por ser directa y no dilucidar sobre lo que aborda sino jugarse a la fuerza de choque entre todos los que se encuentran en un mismo espacio y lugar. Esta película dirigida por Anthony Maras está basada en atentado perpetrado en la India en el Hotel Taj Mahal en el 2008. El lujoso lugar de la ciudad de Mumbai sucumbe a la fuerza de un grupo yihadista, llegado desde Paquistán, que atenta contra toda persona que se les cruce. Empiezan en una estación de tren hasta llegar al lugar que será el centro de todo. Aquí empieza la película desde el mismo momento que todos los protagonistas van a confluir y entrecruzarse. Una película coral donde todos (de distintos estatus sociales, y con distintas historias) quedarán recluidos ante la idea de sobrevivir, ya que solo les depara la muerte. Una de aquellas historias y central del film, es la de Arjun (Dev Patel) uno de los camareros que no puede descuidar su trabajo ya que tiene una familia que mantener. Ese día llega como cualquier otro, agitado y con problemas y así tendrá que convertirse en el héroe – junto a su jefe el chef Oberoi (Anupam Kher) - que intente salvar a los comensales que quedan atrapados en un restaurante. Entre ellos está la pareja compuesta por dos turistas extranjeros (Armie Hammer y Nazanin Boniadi) que han dejado un bebé a cargo de una niñera en su habitación y la de un ejecutivo de gran rango (Jason Isaacs). Sin duda el aire de tensión que se genera desde el inicio es lo mas atrapante. La alegoría apocalíptica llega a la ciudad, simbolizada en estos jóvenes que vienen a esparcir el destino divino -y fatal- guiados por un hombre de quien solo se escucha su voz. Pero cabe señalar que el film los representa como “robots” aprendices que se divierten con lo que hacen y parecen querer demostrarle a dicha voz que son muy buenos. Sin duda ese efecto terrorífico es lo que más se impregna, una especie de juego de suspenso al máximo y puesto al espectador, con una distancia alejada del estereotipo tratando de generar la empatía con los rehenes que intentan sobrevivir y a la vez de los asesinos que se muestran naturales y frágiles a pesar de su despiadada obra religiosa. Y ante eso es interesante que no le escapa a la idea del montaje paralelo para tener los dos puntos de vista, la idea del tiempo que avanza en un hotel que poco a poco parece también desmoronarse. A la vez la información se nutre de los medios. De manera que no solo se trata de un evento aislado, como todo atentado de nuestros tiempos y por ello su actualidad, la población externa está muy involucrada. Así se genera un drama directo y global. Es controversial la idea de cómo interpretar a los que perpetran un atentado. Siempre hay una línea muy fina entre la parodia exagerada y un simple representación alejada de todo ello. ¿Cómo se debe llevar a cabo la imagen corporal de los terroristas? En este caso y si bien se cae por momentos en cierta exageración entendible por tratarse de una película de acción casi militar, los jóvenes resultan convincentes. Hay una escena llamativa donde uno de ellos ante una herida mortal llama a sus padres y aquí se toma la idea sobre el Yihad y cómo estos actos implican otras cuestiones además de la violencia por sí misma. Hotel Mumbai: El Atentado intenta ser realista, con el estilo de una película en tiempo real, giros dramáticos de parte de los rehenes que hacen sacrificios por salvarse y de los terroristas por cumplir su misión, incluso la policía se suma al drama con sus fuerzas mermadas que poco a poco encuentran apoyo, pero al final es una película que cierne todo en un desenlace explosivo pues no se puede negar que se está ante una película de acción. No obstante, cada punto resulta atractivo, más cuando ya no interesa qué pasó sino si lograrán salvarse y salir de ahí. Cumple con cada parte necesaria y resulta actual en cada momento, incluso tratándose de un hecho ocurrido hace mas de 10 años.
Masoquismo puro en estado de alerta constante: la síntesis de las dos horas en las que nos adentramos a revivir los cruentos atentados que sufrió la ciudad de Mumbai entre el 26 y el 29 de noviembre de 2008, cuando un grupo de jóvenes terroristas, en nombre de Alá, realizó diferentes ataques con un total de 173 muertos y más de trescientos heridos. Enviados por Lashkar-e-Taiba, un grupo islámico con base en Paquistán, los puntos elegidos fueron la Estación Chhatrapati Shivaji, dos hoteles cinco estrellas: Oberoi Trident y Taj Mahal Palace & Tower (Hotel Mumbai); el Leopold Café y la sede del Departamento de Policía del Sur. En ellos, el desastre fue total y con vehemencia estética el director australiano Anthony Maras ("The Palace") logra recrearlo en todo momento. Pocas películas en los últimos años lograron el realismo sanguinario con el que "Hotel Mumbai: el atentado" detalla el odio entre Oriente y Occidente, y su respectiva materialización. El filme tiene un único objetivo y es que el mundo se entere lo que sucedió en esos tres días donde la capital financiera de la India estuvo de rodillas por un estudiado atentado terrorista, justo cuando las fuerzas militares de élite estaban en Delhi, a cientos de kilómetros. Con las calles semi desprotegidas, solo un puñado de policías con apenas seis balas en sus pistolas pudieron hacerle el primer frente. Claramente fracasaron y así, hora tras hora, el número de muertos fue en aumento. SIN MEDIAS TINTAS Maras no escamita en crudeza. Se centra en lo acontecido en el lujoso Hotel Mumbai y no titubea en su narración; menos en la progresión de los hechos. Y lo que no queremos que suceda, sucede todo el tiempo. La potencia de las balaceras no merma. Por momentos son sinfonías de gritos, llantos, pasos desesperados y plegarias con un mismo fin, la muerte. En los filmes basados en hechos reales, nada más contundente que mezclarlos con imágenes de archivo. Si la intención es amedrentar al espectador, arrinconarlo contra su butaca y que su cabeza se encoja en el espacio del cuello, este filme lo logra con creces. La historia es terrible y ya empezamos a preguntarle al director por qué y para qué. Todo lo que se está viendo duele y él lo sabe. Si bien hay situaciones incomproblables, los guionistas -John Collee y el propio Maras- ponen en primeros planos diferentes personajes que unen a distintas personas que sí fueron reales. Es el caso del protagonista, Dev Patel, como Arjun, un camarero del Hotel Mumbai que ayuda a resguardar a los huéspedes más importantes. Desarmado, con un conocimiento total de los pasillos y con el credo de defender al prójimo por sobre su vida, se convierte en uno de los bastiones de la huida. Otros son Zahra (Nazanin Boniadi) y David (Armie Hammer), un joven matrimonio que se separa para darle más posibilidades a su bebé de que alguno de sus padres quede con vida. "Hotel Mumbai: el atentado" es brutal. Y con su final llega nuestro desconsuelo, para entender que vivimos en un mundo demencial. Antes, sufrimos la sacudida de Maras sin haberle dado permiso para tanto.
La capacidad del cine para hacer de un hecho real terrible un espectáculo subyugante queda confirmada, una vez más, con Hotel Mumbai: El atentado. La ópera prima del australiano Anthony Maras, cuyo debut en la dirección es bastante promisorio, aborda los atentados terroristas ocurridos en Bombay el 26 de noviembre de 2008, cuando un grupo de fanáticos religiosos, integrado por diez jóvenes, irrumpió en la capital financiera de la India dispuesto a matar gente a sangre fría. Los ataques sincronizados de aquel día infernal se realizaron en 12 puntos estratégicos de la ciudad y dejaron un saldo de 173 muertos y más de 300 heridos. El grupo islamita, guiado por teléfono por un líder que daba las órdenes en nombre de Alá, disparó a quemarropa en estaciones de trenes, restaurantes y hoteles cinco estrellas. El lugar en el que hace foco la película es el lujoso Taj Mahal Palace & Tower, al que logran ingresar dos de los terroristas para disparar a huéspedes y empleados, mientras caminan por los pasillos del edificio como si estuvieran sumergidos en una especie de videojuego sanguinario. El filme cuenta con un elenco que asegura buenas actuaciones. Dev Patel, Armie Hammer y Jason Isaacs (en un papel despreciable y genial al mismo tiempo) son algunos de los actores que les aportan credibilidad a sus personajes, lo que hace que la situación límite en la que están sea más efectiva. Por supuesto, la película no se pone del lado de los terroristas, pero tampoco los juzga ni los condena. Incluso a algunos los muestra con dudas, con miedo, como si no estuvieran del todo convencidos de que lo que están haciendo les asegure la salvación divina. Anthony Maras maneja el suspenso con pulso firme y logra llevar la tensión a un punto desesperante. El realismo seco de la puesta en escena más la potente banda sonora de Volker Bertelmann generan una atmósfera inmersiva. Pero es en el ritmo vibrante, en las escenas de acción impiadosas y en la violencia imperturbable de los personajes islamitas donde reside todo el potencial cinematográfico de la película. Hotel Mumbai: El atentado es un espectáculo contundente, en el que no hay héroes a la manera hollywoodense sino más bien una afinada sinfonía de personajes secundarios, y en el que queda más que claro que un hijo siempre es más importante que cualquier revolución en nombre de Dios.
EL LADO B DE LOS ATENTADOS Desde el título Hotel Mumbai ya está marcando un posicionamiento que luego tomará eje durante todo el film, pues se elige el nombre local que hace referencia a Bombay. Anthony Maras trabaja bien el suspenso y, por sobre todo, aporta una visión desde la India al atentado que relata. La película está basada en un hecho real: los atentados simultáneos del 2008 en Bombay. Fueron doce los ataques, pero desde film muestran dos y luego se centran en un tercero, el del hotel Taj Mahal. Este palacio turístico tiene relevancia desde el comienzo y es así como vamos conociendo a sus empleados y las condiciones de trabajo. Dada la intensidad que el relato necesita para el trabajo con el atentado, solo se cuenta un poco de la vida de uno de los empleados, Arjum (Dev Patel). Con algunos pocos detalles vemos cómo él y su familia viven en una condición de vida humilde. Un hecho relevante para mostrar la necesidad es que él llega al hotel, se da cuenta que se ha olvidado sus zapatos, y el encargado le dice que se vuelva a su casa. Ante las súplicas, le presta unos zapatos que son de talle más chico y él los usa igual para no perder el día laboral. Hotel Mumbai realiza un buen trabajo de suspenso, pero la tensión esta vez está distribuida entre tres puntos: empleados, terroristas y huéspedes. Y este orden no es azaroso, son los turistas que han parado en el hotel los que peor imagen tienen en el film: aun dejando claro el hecho de ser víctimas de la situación, son los que se comportan de forma más individualista. Los empleados toman un rol esencial: primero vemos cómo cuentan con un muy buen nivel de excelencia y de hábitos, para luego ir mostrándonos cómo la mayoría de ellos no pueden salir de su rol de servicio. Ellos conocen la logística de hotel y todos sus lugares, podrían, de esta manera, salvarse de morir, pero deciden quedarse para poder ayudar a quienes se hospedan en el lugar. En contraposición a los trabajadores, la mayoría de los turistas no piensan de manera colectiva. Sus decisiones toman relevancia desde el interés y preocupación particular, ya que creen que sus vidas están por encima los demás y es así como arriesgan a todos. Los terroristas también tienen voz en el relato. Por un lado, sabemos que en su mayoría son jóvenes. Desde algunos diálogos que mantienen con un desconocido en línea telefónica conocemos las razones que los llevan a realizar esa matanza. Vemos así cómo ese reclamo tiene intención de denuncia social, manifestando que los lujos que se dan las personas que hacen turismo en el lugar son a costa de la explotación de la India. El film elige mostrar a uno de ellos quebrado ante la desesperación de su tarea y superado por el dolor físico. Este momento marca una gran diferencia con otros film de la temática, en los que no aparece la visión de quiénes están realizando el ataque. Los atacantes ya no son los “malos” sino que encuentran en esa vía de reclamo una forma de visibilización de sus padecimientos sociales.
La trama se encuentra basada en hechos reales ocurridos en noviembre de 2008, mes en el que el Hotel Taj Mahal Palace en Bombay, India, fue atacado por un grupo de terroristas que ya venían realizando atentados en cadena en otras ciudades. La película va mostrando las horas previas, las locaciones, sus integrantes, los hechos y su desenlace. Por un lado está el joven camarero Arjun (Dev Patel, “Un camino a casa”) quien como todos los días va a trabajar en este prestigioso hotel, lejos de su familia, otro de los empleados es el chef y supervisor de todo Oberoi (Anupam Kher, «El lado bueno de las cosas») quienes deben proteger y hacer sentir a gusto a los huéspedes. Dentro de los huéspedes esta el arquitecto David (Armie Hammer «Llámame por tu nombre), casado con una mujer India de nombre Zahra (Nazanin Boniadi, «Ben-Hur») con quien tiene un bebé y los acompaña la niñera Sally (Tilda Cobham-Hervey). Otro que se destaca es un empresario ruso de nombre Vasili (Jason Isaacs, «No mires», «El patriota»). El lugar es atacado brutalmente por un grupo de fanáticos musulmanes en nombre de Alá que van matando gente en distintas ciudades mientras se van acercando a su objetivo principal , el Hotel Taj, todo coordinado por una persona que nunca vemos y de la cual solo se escucha su voz que va guiando a estos terroristas. La cinta se encuentra muy bien dirigida y filmada por Anthony Maras. Cuenta con tensión, suspenso, crudeza, la desesperación ante situaciones extremas, están los que luchan por salvarse, la lealtad y la fraternidad. Hay escenas estupendas como las que mantiene Dev Patel y Anupam Kher que ponen de manifiesto la solidaridad laboral y esas miradas que denotan el haber trabajado juntos en situaciones extremas (ellos ofrecen una interpretación sensacional), además del aporte de otras actuaciones interesantes.
No quedará mucho para querer contar luego de ver “Hotel Mumbai: el atentado”, por un lado porque la violencia sin concesiones para narrar la historia verídica de una masacre, ocurrida en el hotel más importante de la ciudad del título, es de un sequedad y frialdad abrumadora; Por el otro porque esta es de las pocas veces en las cuales “basada en un hecho real” sí funciona en el morbo del espectador que no deberá hacer más que poner YouTube para comprobar que efectivamente fue así. Dicho esto, es menester adentrarse en los vericuetos del relato que eficientemente se ocupa de la acción antes que del drama, pues de esta saldrá el gen del interés por los hechos aunque estos no tengan gran intención de ser desarrollados demasiado. En la introducción, un grupo de jóvenes se aprestan en un vehículo para realizar lo que sabemos será el atentado. Reciben instrucciones extremas. Que Alá esto, que Alá lo otro, y así por estilo. Por convención del género se sabe que frente a este tipo de diálogos solo ha de esperarse lo peor, pero lejos de hacer un desarrollo extenso de esta llegada y el modus operandi, Anthony Maras el director, y co guionista junto a John Collee, elige un montaje diligente y efectista. Todo pasa muy rápido y con un nivel de crueldad apabullante. Sobre este primer shock filmado con buena solvencia, se apoya el resto del relato cuyas acciones sí están más dosificadas hasta el climax, y se balancean entre el personal y pasajeros sobrevivientes, escondidos de los terroristas, y el accionar de los malos que por supuesto son muy malos. El relato además irá haciendo un ping pong entre algunos personajes de más cartel como Dev Patel y Armie Hammer generando algo de tensión externa a partir de un espectador que querrá saber cómo salen de esa situación, si es que lo hacen. “Hotel Mumbai: el atentado” no inventa nada en éste género, pero deja algunas imágenes que no se irán tan fácil de la mente. Habrán dejado su sello, y eso no es poco.
Esta reconstrucción del ataque terrorista a Mumbai en 2008, uno de cuyos objetivos fue el lujoso hotel en el que los empleados terminaron protegiendo a los huéspedes tiene sus virtudes: suspenso sin pausa, peligro constante, ninguna seguridad de un final feliz (para algunos sí, para otros no, lo mismo que en la vida real y eso es una virtud importante para mantener la tensión). Ir al grano a veces es mejor que estilizar o señalar con el dedo.
DICOTOMÍAS ANCESTRALES “Se sienten fuertes, tranquilos. No hay temor en su corazón. Miren a sus hermanos y véanme en sus ojos. Todos ustedes son como hijos para mí. Yo estoy con ustedes. Alá está con ustedes. El Paraíso los espera”. La voz en off del autor intelectual que jamás adquiere cuerpo incentiva a los diez hombres que la escuchan con auriculares mientras llegan por agua a Bombay. Una vez en tierra se dividen en pares y se pierden en diferentes taxis en busca de los destinos establecidos. Si bien el 26 de noviembre de 2008 se llevaron a cabo 12 ataques terroristas donde fallecieron 173 personas y hubo alrededor de 300 heridos, Anthony Maras –basándose en el documental Surviving Mumbai– se detiene en tres: la estación de tren, el café Lilopal y el hotel de lujo Taj Mahal Palace &Tower. De acuerdo con la puesta en escena, los dos primeros funcionan como un breve marco de contexto ya que el filme comienza en la mañana de dicho día y los miembros del grupo islamista no requieren más preparación que la puesta a punto del armamento en baños públicos o recovecos con escasa luz. Por el contrario, el último concentra la tensión dramática convirtiéndose en el escenario narrativo por excelencia. Esta elección realza la única toma de posicionamiento de Hotel Mumbai: El atentado. Frente a una ausencia ideológica o política, lo que predomina es el contraste de clase a través del modelo siervo-amo. Por un lado, los hindúes que viven en condiciones humildes y en los márgenes de la ciudad frente a los extranjeros, multimillonarios o mandatarios albergados en un edificio monumental y suntuoso con caprichos tan banales y exóticos como la temperatura a 48° para tomar un baño o una fiesta salvaje en uno de los cuartos con varias chicas y servicio exclusivo. Ellos se apoyan en la tradición de un turbante impecable –que sugieren quitarse, incluso, en contra de sus principios si el huésped lo solicita–, en la excelencia de los productos y servicios o defender con la vida a los usuarios sin importarles que alguno desconfíe de ellos por el tono de la piel. “El cliente es Dios” repiten como si se tratara del único de los mandamientos y todas sus acciones responden a ello. Por el otro, los extremistas encuentran en semejante opulencia una razón mayor para reclamar por los saqueos y muertes de los compañeros, tal como les induce el coordinador. La gloria, en este caso, tiene que ver con la mostración de los actos ante el mundo y con una entrega total a Alá, aunque, el director cuela, por ejemplo, el llamado de uno a la familia para saber si les llegó el pago prometido y al obtener una negativa duda respecto del adoctrinamiento. Pero, enseguida, se vuelve a entregar a la causa. Lo mismo ocurre con los empleados que deciden dejar el Taj ni bien empiezan los disparos. La construcción de ambos bandos, entonces, les proporciona rasgos comunes respecto a una entrega incondicional a entidades que consideran superiores hasta el punto de despojarse de sí mismos y alcanzar el máximo honor. El otro aspecto central es la reconstrucción de los hechos de la manera más realista posible. Para eso, el cineasta incorpora imágenes de archivo como los noticieros en las pantallas de televisión o fragmentos de los rescates para amalgamarlas con el registro fílmico, usa una cámara en movimiento para profundizar el pánico y la urgencia, se vale de varios planos cerrados para destacar el sofoco y sonidos como disparos o gritos fuera de campo para mantener el suspenso. Además exhibe las historias de vida de algunos personajes como el matrimonio con un bebé y la niñera, el magnate ruso, la pareja de mochileros norteamericanos o de parte del staff del hotel como Jomón que trabaja hace 35 años allí o Arjun, uno de los camareros que anhela reencontrarse con la esposa embarazada y la hija pequeña como una suerte de testimonios. El inconveniente aparece cuando las actitudes de Arjun, Jomón, el chef Hemant Oberoi o David, esposo de Zahra, buscan ser heroicas porque atentan contra la lógica que proponen como eje determinante. Ese híbrido a medias entre estrella del género de acción y registro testimonial quiebra el tono narrativo y le arrebata la verosimilitud que tanto persigue la película. Hacia el final, los contrastes se resignifican en pos de un nuevo precepto: cumplir con el deseo más indomable, según cada caso. La gloria eterna o la supervivencia. Por Brenda Caletti @117Brenn
Buen exponente del subgénero thriller terrorista, impulsado a la sombra de 9/11, Hotel Mumbai está basada en hechos reales. Los atentados en Bombay, en 2008, que dejaron un saldo de 173 muertos y 327 heridos. Fueron doce ataques coordinados al grito de Alá es grande, y uno de ellos sitió el lujoso Hotel TahMahal, que hospedaba a un gran número de turistas extranjeros. El director Anthony Maras, en su debut en el largometraje, arma un relato trepidante, y muy inquietante, desde la acción paralela entre los terroristas y las inminentes víctimas. Hasta el de las largas horas de matanza en el edificio, como una suerte de Duro de matar pero sin John McLane, sin héroes. Aunque sí los hay, pero son de otro orden: los serviciales empleados del hotel, que se jugaron o dieron la vida por salvar las de sus huéspedes. Maras maneja bien su puesta y el suspenso. Mientras alterna la recreación de los sucesos, con urgencia documental, con el desarrollo de sus personajes principales, que le toma su tiempo. Tres clientes vip, entre ellos una pareja indo americana con un bebé, un mozo y padre de familia heroico (Dev Patel), una niñera británica. Claro que es la violencia inaudita de los terroristas, verdaderas máquinas de matar, la que ocupa por fuerza, a interminables disparos, el centro de atención. En una carnicería que dura demasiado, según el film por la pobreza y la inoperancia de policías y militares. Mientras un puñado de asesinos yihadistas remata y desquicia a sus víctimas. También a los espectadores, deseosos de que los aniquilen de una buena vez.
En una línea que podría considerarse emparentada con los trabajos de Paul Greengrass, en particular, Vuelo 93 (2006) y Capitán Phillips (2013), por el modo de narrar un evento verídico al estilo de Duro de matar (1988) sin el protagonismo del auténtico “one army man” heróico, Hotel Mumbai – El Atentado se concentra en los acontecimientos que desembocaron paulatinamente en la toma del Hotel Taj Mahal Palace la noche del 26 de noviembre de 2008 en Bombay, India, por parte de quienes eventualmente fueron identificados mediáticamente como el grupo islámico los Muyahidines del Decán. Esta película está dirigida por el debutante australiano Anthony Maras –director de tres cortometrajes de temáticas similares: Thriller, crimen, drama-, y protagonizada por figuras reconocidas en Hollywood como Armie Hammer, Jason Isaacs, Nazanin Boniadi, Tilda Cobham-Hervey, y Dev Patel, quien es a la vez productor ejecutivo. El argumento en este caso también se basa en los testimonios registrados en el documental Surviving Mumbai (2009) de Victoria Midwinter Pitt.