La enfermedad del disfraz. Para pensar una película como La Chica Danesa (The Danish Girl, 2015) conviene separar el gesto artístico que se esconde detrás del film y los resultados concretos de la faena en sí. El primer ítem nos reenvía a la trayectoria reciente del director Tom Hooper, quien viene de la ampulosidad del maravilloso musical Los Miserables (Les Misérables, 2012) y de los vaivenes -mayormente políticos- de esa suerte de trilogía de biopics conformada por El Discurso del Rey (The King’s Speech, 2010), El Nuevo Entrenador (The Damned United, 2009) y Longford (2006): resulta más que loable que el británico ahora prefiera “bajar a tierra” con un relato intimista de amor e identidad de anclaje transexual, no obstante las buenas intenciones chocan con la pobreza del entramado que pretendía canalizarlas, lo que a su vez deriva en una obra fallida e inconsistente, hasta un poco distante a nivel emocional. La historia está basada en la novela homónima del norteamericano David Ebershoff, un recorrido -repleto de detalles ficcionales- alrededor de las vidas de Einar Magnus Andreas Wegener y Gerda Marie Fredrikke Gottlieb, una pareja de pintores daneses que adquirió notoriedad durante las primeras décadas del siglo XX cuando Wegener comenzó a posar para su esposa con ropa femenina, llegando al punto de rebautizarse como Lili Elbe y de desarrollar una nueva identidad en consonancia con la metamorfosis. El opus de Hooper apela a muchas herramientas del melodrama más sobrio y previsible para construir un equilibrio entre el erotismo de índole clasicista y los típicos motivos del cine queer, con el énfasis puesto en la celebridad de Elbe y su condición de haber sido objeto de una de las primeras y temibles cirugías de cambio de sexo, llevada a cabo por el Dr. Kurt Warnekros. El problema principal de la propuesta lo encontramos en la tibieza conceptual del guión de Lucinda Coxon, que no sólo no se aparta ni un ápice del modelo “artistas desprejuiciados que van más allá de las convenciones de su época”, sino que además repite en demasía el mismo círculo narrativo estándar, ofreciendo a fin de cuentas una versión muy lavada de los múltiples retos que implica una decisión como la de Wegener/ Elbe (a pesar de que está bien apuntalado el apoyo inicial de su cónyuge y los altibajos posteriores, ya con la transformación más avanzada, a decir verdad no convence en absoluto la introducción de un par de “terceros en discordia” a lo largo de la trama). Los estereotipos en el desarrollo de los personajes terminan dilapidando una interesante oportunidad orientada a dar cuenta del tormento del protagonista en una sociedad que condenaba todo aquello que no comprendía. Ahora bien, dentro de los elementos a favor de la película, sin duda el desempeño de Eddie Redmayne y Alicia Vikander -como Einar y Gerda, respectivamente- es el gran responsable a la hora de mantener el interés del espectador y exacerbar la dimensión dramática con vistas a profundizar en la psicología general de los daneses: mientras que la perspectiva de Vikander es naturalista, el “método Redmayne” para la actuación continúa vinculado a una gesticulación prominente que el intérprete va dosificando según el papel (hoy quizás abusa un poco de las sonrisas y las miradas extraviadas). La fotografía de Danny Cohen es otro punto sugestivo porque constantemente embellece la angustia que enmarca al periplo, esa que trae a colación lo que Elbe llama la “enfermedad del disfraz”, el desfasaje entre la masculinidad y la feminidad, entre lo público y lo privado, entre su cuerpo y su identidad…
GÉNERO: OSCAR BAIT El problema de “La chica Danesa”, (el retrato de Tom Hooper de las artistas Gerda y Einar -luego Lili- pionera del cambio de sexo) es su estructura complaciente para adaptarse a un ideal: la biopic amable lista para la temporada de Oscars. Si el guión cambiaba la transexualidad por la adicción a la heroína o el siempre efectivo cáncer, el film continuaba siendo el mismo. Hay visitas al médico, desesperadas súplicas de cambio en la relación y claro, la aceptación. El año pasado, Eddie Redmayne ganó como mejor actor actuando en la misma película con otro título “La Teoría del Todo”. Redmayne interpreta a Lili como una santa inocente. Y confunde feminidad con afeminado. La gran actuación del film es la de Alicia Vikander que nos obliga a ser testigos de lo mucho que Gerda pierde para dar vida a Lili. Al principio, Einar no puede articular su confusión, luego traduce los impulsos de Lili en una persistente atracción por vestidos de seda, lo que sugiere que la película no entiende sus necesidades más profundas y coloca la idea de feminidad en lo exterior. Ni siquiera se maneja con sutileza la manera en la cual ella descubre la mirada masculina en una serie de escenas que parecen sketches. El pasado aquí sólo existe como una esfera nebulosa y sentimental en el que Lili compartió una vez un beso con su mejor amigo. Hooper parece más obsesionado con el proceso de Gerda, pero los tormentos que informan sus pinceladas prosaicas también permanecen ajenos al espectador. El interés de los realizadores en el trabajo de Einar y Gerda comienza y termina con la crisis de la identidad. Ambos actores están a merced de un guión que con rigidez, agresivamente insiste en señalar a los temas de identidad y confusión en cada línea de diálogo (“Fue como besarme a mí misma“, Gerda recuerda cuando besó a Einar). Hooper cree que la belleza andrógina de Redmayne es suficiente para hacer alusión a la disforia de género de Lili. Visto con ojos del políticamente correcto siglo XXI la película sólo busca resaltar -como sea- la determinación de su lucha, y “como sea” es la manera que tiene Hollywood de repetir una fórmula.
Una sensible biopic que se le puede llegar a criticar que ronda demasiado alrededor de lo mismo y pareciera que no avanza, pero en el momento de poner los pro y los contra en una balanza, éste es un detalle...
Eddie Redmayne se transforma Hace exactamente un año Eddie Redmayne se alzó con el Oscar a la mejor actuación por La teoría del todo (The Theory of Everything, 2014) donde interpretaba a Stephen Hawking. Un año después se pone bajo las órdenes del inglés Tom Hooper, ganador del Oscar por la dirección de El Discurso del Rey (The King's Speech, 2010), y el resultado es un film con todos los condimentos para aspirar a la estatuilla dorada otra vez. La chica danesa (The Danish Girl, 2015) cuenta la verídica historia de Lili Elbey (Eddie Redmayne), un hombre apasionadamente enamorado de su mujer Gerda Wegener (Alicia Vikander) que un buen día entre juegos de seducción, se viste de mujer para ser pintado por su esposa –ella es pintora y necesita pintar mujeres- y despierta en él un deseo interior que desconocía. En palabras de hoy, sale del closet con la complejidad de transitar los prejuicios y precariedades en materia de medicina, de la década del veinte en Dinamarca. La necesidad de él por convertirse en su álter ego femenino "Lili" lo empuja a una serie de tratamientos anticuados para cambiar de sexo tan crueles como el descrédito social. En tales circunstancias aparece Gerda, la única persona que puede entender a Lili, fortaleciendo el lazo entre ambos en una particular historia de amor. La película basada en el libro de David Ebershoff se narra con una clásica estructura propia de un melodrama convencional. Si no fuera por el pulso en la dirección de Tom Hooper estaríamos hablando de un film intrascendente. Pero aquello que realmente potencia al film en competencia en la 72 Mostra de Venecia, son sus actores principales: Eddie Redmayne y Alicia Vikander construyen el vínculo para hacer creíble y cotidiana a la pareja, trasmitiendo el compañerismo, el apoyo y la entrega de uno por el otro. En definitiva, una verdadera historia de amor. Un párrafo aparte merece Eddie Redmayne, este actor a quien nadie había prestado atención hasta convertirse en Stephen Hawking, que logra con su sola mirada trasmitir el sufrimiento interno de una persona que lucha por su identidad. Su rostro bonachón ayuda a caracterizar su personaje con rasgos femeninos y angelicales en una transformación que sorprende. La chica danesa es el clásico melodrama de más de dos horas de duración que suele llevarse el Oscar a mejor película, su narración convencional, lectura simple que apunta a un dilema universal desde la emoción lo confirman. Pero es la actuación y dirección aquello que eleva sus aciertos, por lo demás es una película que no presenta nada en materia cinematográfica que no hayamos visto hasta la fecha.
Una historia de amor con un proceso de transformación de un hombre en mujer es el motor del film de Tom Hooper, ganador del Oscar por "El discurso del Rey". Eddie Redmayne acierta nuevamente con su dolorosa composición después de "La teoría del todo" y brilla Alicia Vikander. La nueva película de Tom Hooper -El discurso del Rey; Los miserables- es un drama basado en la verdadera historia de una pareja de artistas daneses, Einar -Eddie Redmayne, ganador del Oscar el año pasado por su actuación en La teoría del todo- y Gerda Wegener -Alicia Vikander-, y tiene 4 nominaciones para la próxima entrega de los premios Oscar, incluyendo a Redmayne como "mejor actor".La vida de los protagonistas da un giro inesperado cuando Einar sustituye a las modelos femeninas que su mujer retrataba y lo que comienza como un juego -aceptado por ella- se encamina hacia un cambio que pondrá en peligro la relación."No es fácil para un hombre ser mirado por una mujer" asegura Gerda a uno de sus modelos en esta elegante y sofisticada realización ambientada en Copenaghe en 1926. Este es el punto de partida de una historia de amor -y desamor- que llevan adelante dos personajes inmersos en una sociedad que no imagina ni acepta los cambios que atravesará Einar, el hombre fascinado por el universo femenino y que afirma estar "atrapado en un cuerpo de hombre". El será Lili -"Lili no existe, estamos jugando"- y se convertirá en el centro de todas las miradas. El film impone una atmósfera de cambio a partir de la fascinación por el universo femenino y que culmina en un cambio radical para el protagonista: una operación de reasignación de sexo.Detrás de cámara está Hooper, quien había trabajado conRedmayne en Los miserables, y su relato se mueve entre el clima romántico y la frialdad que impone la mirada científica -"Lili es un desequilibrio químico"- entre prejuicios, miedos y las dudas de un pasado que parece aflorar nuevamente.Entre el bello aspecto formal que concibe cada fotograma como un cuadro y la suavidad de un vestuario que casi puede palparse en cada escena, sobrevuela una pregunta: ¿Por qué la mujer soporta esa situación?. Como biopic se trata de una película oportunista pensada claramente para los tiempos del Oscar pero con gran trabajo de la dupla protagónica:Redmayne, atravesando otro proceso de transformación física y, sobre todo, de Alicia Vikander -Ex Machina y El agende de CIPOL- , en el rol de la mujer que mira, suspira, ama y anima a su marido a adoptar una apariencia femenina.El matrimonio y el trabajo de Lili y Gerda evolucionan a medida que recorren el innovador camino de Lili como mujer transgénero, entre exposiciones de arte, un acercamiento amoroso que echa sombras sobre un presente cambiante y un final que se anticipa pero que no le resta mérito al film. Polémica, envolvente y filmada con finas pinceladas, el juego comienza y los límites quedan borrosos, apoyados por un un elenco en el que sobresalen Amber Heard y Ben Whishaw.
Me gusta ser mujer Nominado a cuatro premios Oscar (Actor protagónico, Actriz principal, Vestuario y Diseño de producción), este melodrama del director de El discurso del rey y Los Miserables resulta un exponente de cine de qualité provocador en su temática sobre la identidad de género, pero bastante esquemático y superficial. Al menos, la historia permite que se destaque la sueca Alicia Vikander, acompañada aquí por Eddie Redmayne. El rostro andrógino de Eddie Redmayne es el preciso para el papel de Einar Wegener/Lili Elbe, un artista plástico que en la Copenhague de los años ‘20 descubrió su verdadera identidad de género. Lo vimos a Redmayne en La teoría del todo en un rol que también comprometía su cuerpo. En este film -que no es danés sino una coproducción multinacional-, Einar/Lili, gracias al estímulo de su esposa y colega Gerda (Alicia Vikander), quien lo requiere para un retrato femenino, el protagonista va tomando conciencia de ser una mujer en el cuerpo de un hombre. Basado en la novela de David Ebershoff que a su vez estaba inspirada en dos personajes reales, este melodrama atraviesa el doloroso proceso de rechazo y aceptación de una realidad conflictiva, que tiene también sus momentos de felicidad, por supuesto. Estos son los que Einar puede vivir como Lili, sentir como mujer, y expresarse como tal. Pero Tom Hooper (director de la multipremiada El discurso del rey y Los Miserables) elige un tratamiento rígido, que no empatiza con el devenir de los protagonistas, fijados desde el principio en sendos puestos de los que nunca logran apartarse. Lo mismo sucede con un tercer personaje, viejo amigo de Einar (Matthias Schoenaerts), quien deviene el compañero de Gerda en su proceso de aceptación, que no es fácil. Por otro lado, el británico Hooper elige quedarse en una superficie que nunca deja ver las aguas profundas, a diferencia del libro original, que sigue los cambios desde la subjetividad de Einar. Hace poco vimos la última película de François Ozon, La nueva amiga, que también versa sobre los diversos conceptos en la identidad de género, con mayor interés por atravesar el conflicto y abriendo diversos interrogantes. Si bien la intención de mostrar el devenir de la primera persona en someterse a una operación quirúrgica de cambio de sexo es solidaria, los resultados no ayudan, debido al esquematismo de la propuesta, enfatizado en las líneas de diálogo. Igual de convencional es el abordaje en el campo de la ciencia, que estigmatiza al paciente como un caso de demencia. No menos importante era profundizar en las contradicciones de Gerda (una excelente Vikander), quien gana éxito y fama en su profesión gracias a su modelo Lili, mientras quiere recuperar a su marido Einar, y atraviesa con enorme dificultad los cambios de esa relación que en algún momento fue un feliz matrimonio. Frente a un ser humano que, en medio de semejante alteración del estado de cosas, sigue tomando las decisiones desde un sitio de dominación. La fotografía y exquisita recreación de época en París, Copenhague y Dresde ayudarían bastante con su qualité a hacer atractiva la visión del film, si no fuera por el regodeo de la cámara por mostrar los mohines de Lili, o su atracción por las sedas, o sus gestos pseudo femeninos -más como un viejo estereotipo de mujer que como una mujer real-, en lugar de profundizar sobre su descomunal desgarro.
Ni masculino ni femenino. El contexto en el que se desarrolla este dramón, donde la transexualidad es una cruel metamorfosis para quien decide cambiar su cuerpo resulta apropiado para enfatizar el calvario de esta pareja de pintores daneses y su trágica historia de amor con miras a ganarse alguna estatuilla, por supuesto. Basada en la novela homónima del norteamericano David Ebershoff, la película del británico Tom Hooper (El discurso del Rey -2010-) se concentra en la extraña relación entre Einar Magnus Andreas Wegener –Eddie Redmayne- y Gerda Marie Fredrikke Gottlieb –Alicia Vikander-, quienes alcanzaron cierta notoriedad en su época por los retratos de Lili Elbe, personaje creado por el propio Einar al travestirse. Bajo la complicidad de su esposa, en realidad Einar además de transformarse en la mujer que siempre quiso comienza a experimentar tanto en su cuerpo como en su psicología la femineidad, aunque hasta llegar a niveles paroxísticos y decidir someterse a una serie de operaciones para cambiar completamente de sexo en una época donde semejante proceso quirúrgico ponía en riesgo la salud de cualquier paciente y el pronóstico de muerte era más que probable. Si de personajes torturados o sufrientes se trata, pareciera que Eddie Redmayne es el indicado y el guiño a los miembros de la academia dice presente con su nueva performance, que repite los tics del actor, pero que alcanzan a convencer en su viacrucis personal. Sin embargo, el relato de impecable factura técnica no logra salir de la anécdota de toda película concentrada en la dramática aceptación social de la transexualidad; algo que en nuestros días recibe mayor consenso, pero que para aquellos momentos se consideraba al borde de la perversión y desde ya la enfermedad mental para la que se requería tratamientos de extrema crueldad. El prejuicio de los “desviados” ha existido y seguirá existiendo a lo largo de la historia, pero los paradigmas son los que en definitiva se travisten como el protagonista de La chica danesa -2015-, otra película con un planteo interesante, pero que naufraga en las aguas de la complacencia.
En las primeras escenas de “La chica Danesa” (Inglaterra, 2015), de Tom Hopper, hay una poesía que envuelve al espectador, con una cuidada elección de tonos azules y verdes que terminan por introducir espacios determinantes en la delicada historia de Lili/Elbey (Eddie Redmayne), una vida solapada de reconocimiento e identidad, que fue de avanzada para su época. Esa atmósfera inicial también será la que demarcará el contrato de lectura de un filme, que pese a contar con una lograda interpretación del protagonista, es en la cuidada reconstrucción de época y su timming narrativo aquello que finalmente lo posiciona como un producto único y sólido dentro de la temática que trabaja. Lili/Elbey fue un hombre hacia 1920 que intentó siempre apaciguar su escisión sexual, y que pese a esto, a su verdadero instinto, también supo amar con locura a una mujer, Gerda Wegener (Alicia Vikander), a pesar que su mente le exigía otra cosa. Pero cuando la fuerza de su naturaleza, en determinado momento de su vida, le pidió un cambio radical de sí mismo, el conflicto de “La chica Danesa” estalla hasta llevar al límite la interpretación del dúo protagónico, una dupla que es capaz de sostener con tan sólo una mirada o un gesto la linealidad de la historia biográfica del personaje en cuestión y los complicados obstáculos que debió sortear hasta poder ser lo que soñaba. En esos primeros instantes del relato, mencionados anteriormente, y en la descripción de los paisajes que luego contendrán a los amantes furtivos y luego negados, es en donde Hopper logra la empatía con una historia que por momentos se ciñe a lo políticamente correcto evitando transgredir, tal como lo hizo Lili/Elbey a su época, a las costumbres y morales predeterminadas. Mientras continúan pintando, la pareja avanzará en la exploración de la sexualidad, siendo la ropa y la lencería el punto que jugará un papel determinante para que Lili florezca, algo que sucede casi sin quererlo nuevamente en la vida de Elbey y que lo llevará hacia una transformación, difícil y dolorosa, para que finalmente pueda ser lo que realmente le dicta su corazón. Hay una mirada sobre la ciencia del momento, que intenta responder a la naturaleza de Lili con frases hechas e incongruentes, con manuales de procedimientos que sólo recurren a explicaciones del estilo “lo que te sucede es producto de un desbalanceo químico”, que indaga, presenta y aleja. Y hay también una rigurosa puesta en escena, principalmente cuando Lili bucea en la femineidad de la otredad, para poder así lograr una imagen que le devuelva lo que ella cree y quiere ser, que potencia la mirada voyeur y la exposición del fundamento del cine como discurso y también como entretenimiento. En el camino hacia la transformación Hopper muestra cómo la vejación terminal del cuerpo de Lili fue necesaria para que ella pueda lograr su sueño, dejando de lado la manipulación científica y la estigmatización, y concentrándose en la explosión de su yo femenino hacia la concreción final. “La chica Danesa” podría haber elegido una postura más fácil y menos árida hacia la narración de la historia del primer trans que se tiene conocimiento, pero tanto en la dirección, como en la interpretación de sus protagonistas hay una puesta consolidada y una toma de posición frente al tema con el que trabaja, que terminan por elevar la propuesta.
Tom Hooper vuelve a la pantalla grande para traer un drama protagonizado por Eddie Redmayne y Alicia Vikander. La película está basada en la novela de David Ebershoff, que retrata una historia real: la de Lili Elbe, la primera mujer en recibir una cirugía de reasignación sexual. La chica danesa cuenta la historia de Einar Wegener/Lili Elbe (Redmayne): la primera mujer trans en someterse a una cirugía de reasignación sexual. Pero el foco no solo está puesto en el viaje que Lili emprende, sino también en la relación con su amada esposa hasta el final, Gerda Wegener (Vikander). El matrimonio vive en Copenhague durante los años 20’. Él es pintor de paisajes, ella de retratos. Están en busca de un hijo, pero no logran tenerlo. Cuando Gerda le pide a Einar que se pruebe un vestido y que modele para ella, con el fin de terminar una pintura, empiezan a bromear con que su alter ego femenino sería Lili. Al punto de que Einar decide ir a una fiesta con su esposa, pero disfrazado de Lili. Allí se desencadena el relato: Einar se siente más Lili que Einar; Lili está atrapada en un cuerpo que no le corresponde. Tom Hooper, ganador del Oscar en 2011 por su película El discurso del rey, trae a la pantalla grande una conmovedora historia de cómo, en un momento de la historia en donde las mujeres u hombres trans eran “fenómenos impensados” y mal vistos (al punto de que a Einar un médico lo trata de esquizofrénico), una mujer se animó a emprender el viaje de la aceptación y el descubrimiento personal. Una temática, sin dudas, sensible aún hoy en día: mérito para Hooper por el respeto y la delicadez con que trata la problemática de Lili. ¿Cuál es el problema, entonces, de La chica danesa? No conmueve. Si bien la historia en sí es preciosa, la estética de la película es perfecta y da gusto ver en pantalla la química entre Lili y Gerda/Redmayne y Vikander, en ningún momento termina de mover al espectador. Hooper pareciera haber optado por un tratamiento rígido de la trama, lo cual la vuelve un tanto llana y poco dinámica, con un guion que no acompaña por no profundizar en las emociones de los personajes. Redmayne, nominado al Oscar por este papel (y ganador el año pasado por su interpretación de Stephen Hawking en La teoría del todo) está perfecto, pero está opacado por la bella Vikander, nominada como actriz de reparto. Ambos logran transmitir el amor y el compañerismo entre Gerda y Lili a pesar todo, y esta es la parte más rescatable de la película.
La chica danesa es un típico "anzuelo de Oscar" que aborda de un modo hollywoodense una historia real interesante que merecía un tratamiento con mayor compromiso.En lo personal suelo llamar "anzuelo de Oscar" a esas producciones norteamericanas (por lo general biografías) que parecen concebidas para llamar la atención de los miembros de la Academia de Hollywood.Las tramas suelen presentar protagonistas que padecen alguna enfermedad, discapacidad física o trastorno psicológico y enfrentan una serie de adversidades.En este caso se trata de la historia de Lili Elbe, la primera persona que se sometió a una cirugía de cambio de sexo en 1930.Lily nació como Einar Mogens y estuvo casado con la pintora Gerda Wegener, quien se hizo famosa con una serie de retratos que presentaban a una modelo que en realidad era su esposo vestido de mujer.La trama es una adaptación de una novela de ficción que se inspiró vagamente en la vida de Lily Elbe.El director Tom Hooper ofrece una producción impecable desde los aspectos técnicos, donde sobresale especialmente la puesta en escena, la fotografía y la música de Alexandre Desplat.Sin embargo, desde lo argumental el film nunca llega a profundizar en los conflictos internos del protagonista por encontrar su verdadera identidad y la dura transición que vivió en una sociedad que no estaba preparada todavía para aceptar estos temas.La película apenas ahonda en el rechazo social que vivió la verdadera Lily Elbe y endulza en exceso una historia que merecía otro tratamiento.En La chica danesa el director Hooper parece más preocupado por hacer lucir con la cámara los vestuarios y los escenarios del relato que en indagar en la psicología del personaje principal y los conflictos que enfrenta.Por momentos queda la sensación que Einar quería convertirse en Lily simplemente para vestir ropas femeninas y la realidad es que su transformación tuvo una naturaleza mucho más compleja. La gran sorpresa de este film es Alicia Vikander, quien interpreta a la esposa de Einar Mogen, y tuvo un rol mejor desarrollado. El arco argumental que tiene su papel estuvo más elaborado y la actriz se roba varias escenas de esta producción.Por su parte Eddie Redmayne hizo un trabajo decente con este personaje pero los elogios a su interpretación son desmedidos. En lo personal su labor me pareció algo sobreactuada cuando encara los aspectos femeninos de Lily y nunca llegué a comprarlo en este rol. Por supuesto, esto es algo extremadamente subjetivo y tal vez otros espectadores lo aplaudan de pie.En resumen, La chica danesa deja cierto sabor amargo por la falta de riesgo y superficialidad con la que se abordó una historia real que daba para mucho más.
La estética de la transformación. Einar (Eddie Redmayne) y Gerda Wegener (Alicia Vikander) formaban un matrimonio de artistas daneses, que vivía en Copenaghe a fines de los años veinte.En plena búsqueda estética y como un juego, Gerda le propone a su esposo sustituir a su modelo femenina, y así retratarlo vestido de mujer.Las imágenes son un éxito en la carrera de Gerda, pero también son el principio de la transformación de su esposo, quien a partir de verse como una mujer comienza a sentirse como tal, y lo que comenzó como un experiencia lúdica despierta su verdadero deseo y objetivo: transformarse en una mujer.Instalados en París, el matrimonio trata de buscar una solución al estado de Einar consultando psiquiatras y especialistas, ya que en esa época su comportamiento era considerado una enfermedad.Sin dejar nunca de estar juntos, quererse y ayudarse el uno al otro, la pareja desiste en su afán de encontrar una cura y con la ayuda de un excéntrico y adelantado médico que en aquella época realizaba operaciones de cambio de sexo, Einar comienza el proceso para convertirse en una mujer.La historia está narrada de forma muy íntima y muy estética; es desde los colores, las texturas y los objetos que Einar comienza a explorar el mundo femenino, hasta encontrar su identidad como mujer y rebautizarse como Lili Elbe. Este enfoque hace que la película sea visualmente hermosa pero al mismo tiempo tanto esteticismo le quita fuerza, distrae al espectador hasta el punto que los momentos dramáticos tan visualmente bellos restan, en lugar de sumar. Por otro lado, la historia hace demasiado eje en la relación del matrimonio, y si bien presenta un pantallazo general no profundiza en la reacción social o en el rechazo que podía sufrir en ese tiempo alguien como Einar; en general la historia se limita a mostrar el círculo de artistas en el que se movían, personas con la mente bastante abierta a quienes las decisiones de Einar no parecían afectarles demasiado.A pesar de las excelentes interpretaciones del camaleónico Eddie Redmayne -quien ya había sorprendido con su interpretación de Stephen Hawking en "La Teoría del Todo"- y de Alicia Vikander quien realiza un trabajo extraordinario, el relato resulta demasiado prolijo, contenido. Tanto esteticismo y languidez le quitan fuerza al filme que resulta en algo denso y muestra con cierta tibieza una historia que debió haber sido muy transgresora en su momento, pero la película no la muestra así. De repente Einar es Lili y todo el mundo parece aceptarlo, cuando en realidad a los transexuales aun hoy en día les cuesta ser aceptados socialmente.Nuestra calificación: Esta película justifica el 60% del valor de una entrada.
La chica Danesa, la nueva película del director ganador del Oscar cuenta la historia de la que se conoce como la primera operación de cambio de sexo en la historia. Gerda y Einar Wegener son un matrimonio de artistas pintores que se aman y entienden. Pero Einar no se siente completo, hasta que, posando para su mujer con prendas femeninas, algo despierta en él. Gerda es ante todo una mujer abierta y comprensiva, y le sigue el juego, incitándolo incluso a que aparezca en público como Lili. El problema es cuando teme perder el lugar que tiene, que sea reemplazado por alguien más, y siente que su mundo comienza a desmoronarse. La chica Danesa, que dirige Tom Hooper (ganador del Oscar por The King’s Speech) y escribe Lucinda Coxon basada muy libremente en la novela de David Ebershoff tiene muchas aristas que la convertirían en un film interesante y arriesgado. No obstante, Hooper apuesta a lo más seguro, a lo más clásico, y el resultado es una película apenas correcta que ni siquiera logra retratar la complejidad del tema en cuestión. Alicia Vikander en el papel de Gerda está fantástica, y es ella quien lleva la película, no es una actriz de reparto como los Oscars nos quieren hacer creer, al menos no en este caso. Su personaje es quien transita los cambios de un modo mucho más emocional que el de Einar/Lili, cuyo cambio es perceptible más desde lo físico. Porque en Einar conviven dos personas que luchan por prevalecer una sobre la otra. Eddie Redmayne, actor que también lleva un Oscar en su haber por interpretar a Stephen Hawkins, tiene el no fácil cometido de interpretar a este personaje tan ambiguo pero no logra aportarle toda la dimensión necesaria. Los personajes secundarios tampoco terminan de aportar demasiado, en especial Amber Heard, la amiga, la confidente, quien acepta inmediatamente y de manera divertida a Lili sin dudar. Y es que uno de los aspectos que le restan profundidad a La chica Danesa es justamente este, Einar/Lili nunca se ve muy rechazado o cuestionado cuando en su época no se conocían muchos como él, y siempre lo desconocido suele ser raro al principio. El diseño de vestuario es uno de los puntos a favor, no sólo porque efectivamente los personajes logran hablar a través de lo que llevan puesto, sino incluso por el juego de seducción, sutil, que se crea muchas veces de su mano. A la larga, La chica Danesa es una película apenas correcta, con algunas buenas interpretaciones, pero a la que le falta profundidad y arriesgarse. Por apostar a lo seguro termina cayendo en otra película más sobre un matrimonio que decide superar cada adversidad de la mano del otro.
La transexualidad en modo pasteurizado En su retrato del pintor Einar Wegener –primer transexual registrado por la medicina–, el director de El discurso del rey intenta un relato potable para todos los paladares. El resultado es insípido, con una puesta en escena preciosista y aniñada. “La gente casada se escandaliza fácilmente”, comenta por lo bajo una amiga del matrimonio de artistas Wegener, ante la presencia de dos hombres incuestionablemente gay en una reunión social. La chica danesa parece diseñada, precisamente, para no escandalizar a ningún matrimonio presente en la sala de cine (entendida esa institución como reservorio de preceptos y virtudes morales, si es que tal concepto aún existe para alguien). A tal punto que el nuevo largometraje del realizador británico Tom Hooper (El discurso del rey, Los miserables) podría encasillarse en una posible categoría genérica que, a falta de un término superador, podría definirse como queer arty. La chica danesa toma algunos datos históricos, no muy conocidos, de Einar Wegener –pintor paisajista danés de cierto prestigio a comienzos del siglo XX, que pasó a ser aún más famoso/a luego de su transformación pública en Lili Elbe–, y toma esa crisis de identidad sexual, en una era poco abierta a las diferencias, para construir alrededor de ella un relato potable para todos los paladares. Y, por ello mismo, esencialmente insípido. Ergo, cuatro nominaciones a los Oscar, incluyendo mejor actor.Eddie Redmayne es el encargado de darle vida a Einar/Lili, aunque por momentos parezca atrapado en su papel de Stephen Hawking, repitiendo gestos y tics de la oscarizada biopic del año pasado; el rol de su mujer, la también artista plástica Gerda Wegener, recayó en la actriz sueca Alicia Wikander, quien demuestra cierto brío para un rol nada secundario, a pesar de las apariencias. Ambos están atrapados en un guión que destaca giros, novedades y mutaciones en su relación como en una sesión de terapia amateur y de una puesta en escena preciosista y aniñada, que haría enrojecer a un Fassbinder. De hecho, las posibilidades melodramáticas de la historia han sido minimizadas, optando en cambio por una mezcla de realismo psicológico superficial y reconstrucción de época pour la galerie. Los encuadres obturados por elementos de la escenografía que Hooper aplica a las primeras transformaciones de Einar en Lili pueden imaginarse como reflejo de sus propias dudas. Pero también podría tratarse de pudor, de cierto grado de vergüenza por lo que se está mostrando, posible paradoja de un film que pretende darle visibilidad a la historia del primer transexual de la historia, según consta en los anales de la medicina.Lili será golpeada salvajemente por dos hombres en un parque parisino bellamente fotografiado y habrá un reencuentro con cierto amigo de la infancia, detonante de un primer chispazo de iluminación sobre la identidad sexual y los sentimientos del cuerpo. Antes de eso, el diagnóstico de un médico convencido de que su conducta es aberrante y perversa; un poco después, otro especialista que le ofrecerá la posibilidad de ser, finalmente, literal y simbólicamente libre de su “parte masculina”.De fondo, la pintura, relegada ante las urgencias de la identidad. La idea de un Arte con mayúsculas anda revoloteando por allí, el cine un simple servidor de esas alturas, didáctico e ilustrador. Todo es tan pulcro y correcto, elegante y tierno, que termina siendo casi aséptico. Ideal para limpiar conciencias y pensar, durante un par de horas, que a diferencia de ese pasado oscurantista, hoy en día el de los travestis y transexuales es seguramente el mejor de los mundos.
Amor sin tiempo ni género El drama de descubrirse y asumirse de otro sexo, con grandes actuaciones de Redmayne y Vikander, nominados al Oscar. Si en El discurso del rey Tom Hooper ya había dado muestras de manejar el drama histórico en base a elecciones sensibles con La chica danesa el director vuelve esa humanidad más emotiva e interpeladora que nunca. Cuenta allí la historia de Lili Elbe, un caso real, y para ello reconstruye la intimidad del drama que vivieron Einar y Gerda Wegener, una pareja de artistas daneses que se casaron en 1904 interpretados de manera magistral por Eddie Redmayne, que es Einar y Lili, pero sobre todo la de Alicia Vikander, Gerda. Hay una historia de transformación, el drama de descubrirse y asumirse de otro sexo por parte de Einar, que se sintió y decidió ser Lili, y asumió esa condición con honestidad brutal provocando un terremoto en su matrimonio. El avance de ese descubrimiento es uno de los grandes logros del filme. Pero sobre todo hay una historia de amor y respeto desprejuiciada. Es cierto, la película plantea dudas para cualquier interpretación, y es bueno que así sea. Hay una escena iniciática en la que Einar modela para Gerda vestido de mujer y lo que parece un juego se revela en un deseo voraz que se transmite en caricia y que es un primer gesto para la gran transformación. Curiosamente los retratos de esa modelo significan el éxito de Gerda como artista, como pintora, un juego que da inicio a una metamorfosis real. Son los gestos de esa transformación, el impacto en la pareja y también en el mundo de la incipiente psicología, la medicina, la sociedad en general, uno de los logros de la película, y de dos actores que brillan en un filme de época que parece no tener tiempo. Es un drama actual transportado en el tiempo, y ese contexto de principios del siglo pasado, con otros prejuicios distintos a los de hoy, son la gran herramienta para leer lo que ocurre, fuera y dentro de la pareja. El vestuario, la ambientación de época en Dinamarca, París o Dresde, la tensión interpeladora en esta pareja, superan por decisión del director al debate por la identidad sexual, los derechos, la institucionalización de los prejuicios, debates necesarios todavía, que aquí el cine, y dos grande actuaciones se encargan de superar contando una historia, una historia de amor.
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Cuestiones de género La chica danesa, el nuevo film dirigido por Tom Hooper (El discurso del rey, Los miserables), nos presenta a Eddie Redmayne (La teoría del todo) encarnando a Einar Wegener (Lili Elbe), un pintor danés con considerable reconocimiento dentro del circuito artístico que hacia los años ´20 comenzó un proceso de cambio de sexo, ya que sentía que si bien había nacido como hombre, su personalidad respondía más a una identidad femenina. Basada en una historia real, y en la novela del mismo nombre de David Ebershoff, La chica danesa nos muestra además la relación del artista con Gerda Wegener (aquí interpretada por Alicia Vikander), su esposa y también pintora, quien indirectamente lleva a Einar a reflexionar sobre su identidad. ¿Cómo ocurre esto? Simplemente porque Gerda se encuentra realizando un cuadro sobre una bailarina, que un día se ausenta, por lo que acude a la ayuda de su marido para que modele un vestido y unos zapatos. A partir de esta pequeña sustitución, la pareja comienza un juego en el que cada vez que él se disfraza, es llamado Lili. Sin embargo, el inconveniente sobreviene cuando Gerda se da cuenta que la situación sobrepasa a su esposo, y que ya no se trata de un juego, sino de un conflicto interno que lo agobia y angustia cada vez más. Con las dificultades obvias de la época, y además por tratarse del primer caso de cambio de sexo conocido en el mundo, los obstáculos que Lili debe atravesar van desde lo moral, pasando por distintos tipos de maltratos, hasta intentos de manicomización forzada, o diagnósticos patológicos precoces que en vez de comprender el padecimiento y necesidad de cambio del protagonista, caían en la estigmatización. Sin mencionar los conflictos internos que se presentan también en Gerda, quien adquiere fama por retratar a Lili, pero que a la vez, desea recuperar a su esposo y a lo que supo ser un matrimonio feliz. El único punto flojo de La chica danesa, en mi opinión, recae en la elección del director de recurrir a cierta superficialidad a la hora de retratar los distintos momentos y cambios por los que pasa Einar, desde su negación y vergüenza, hasta la decisión del cambio de sexo mediante intervenciones quirúrgicas. Pareciera que para Hooper, el momento que Einar/Lili atraviesa tiene que ver sólo con lo estético, y con el uso de vestidos y sedas, más que con una cuestión de verdadera identidad de género. De esta forma, la postura que el film adopta pareciera apuntar más a un intento por agradar al espectador pudoroso, que a reflejar el desgarro y malestar que invade a los protagonistas, además de las vejaciones que éstos sufren. Con actuaciones fascinantes, la dupla Redmayne-Vikander, brinda una propuesta interesante sobre los vaivenes que el matrimonio sufre, hasta llegar a admitir que es necesario el cambio, a pesar de que signifique la separación. Aquí lo que prima es el amor y acompañamiento mutuo, más allá de cualquier circunstancia.
A días de la entrega de los Premios de la Academia, también se estrena La chica danesa que nos presenta el drama de Einar Wegener el primer transexual de la historia y su lucha por poseer un cuerpo acorde a sus sentimientos. El filme de Tom Hooper, transita por los cánones del telefilme. Una película lenta y pretenciosa en la que Eddie Redmayne se luce, aunque no está a la altura de su labor en La Teoría del todo. Acá está al borde de la parodia y claro, su composición parece más armada para ganar premios que para entretener a la audiencia. La relación entre él y su esposa Gerda (muy bien compuesta por Alicia Vikander) es lo mejor de una trama panfletaria y vacía. En los rubros técnicos hay que decir que se nota una excesiva influencia pictórica lo que hace que la puesta y la luz sean tan elaboradas que resulten artificiales. Es una cinta demasiado prolija para una historia que se supone transgresora y rebelde.
La posibilidad de una película ‘La chica danesa’ empieza como una atractiva comedia picaresca pero termina contando la historia de su protagonista como si fuera un trámite Los antecedentes de La chica danesa no podían ser peores: el director era el inglés Tom Hooper, responsable de las anodinas y oscarizadas El discurso del rey y Los miserables; su protagonista, el insoportable Eddie Redmayne, también inglés, que componía uno de esos papeles que requieren más histrionismo y dominio corporal que actuación propiamente dicha, como hizo en La teoría del todo. Y para colmo esta vez ni la Academia le había sonreído a la película: sólo Redmayne y su coprotagonista Alicia Vikander competirán por el premio, además de un par de técnicos. Es decir: se esperaba (yo esperaba) una película prolija donde se lucirían los directores de arte y vestuaristas, donde Redmayne insistiera en hacernos creer que actuar es ser un gimnasta gestual y que contara una historia real cuya seriedad e importancia obligaran a no cuestionar demasiado la manera en que estaba contada. Debo decir que La chica danesa es todo esto, sí, pero que todo esto en principio no es tan malo. La historia es la del pintor Einar Wegener y su matrimonio con Gerda, también pintora. Un día Gerda le pide a su marido que se ponga unas medias y zapatos de mujer para hacer de modelo para un cuadro y, cuando lo hace, Einar siente un placer y una plenitud que nunca había sentido antes. Se da cuenta de que le gusta vestirse de mujer. Esta primera mitad de la película es atractiva: cuando Redmayne navega entre Einar y Lili (su alter ego mujer) y la Gerda de Vikander, con su sensualidad un poco andrógina, le sigue el juego, La chica danesa es una especie de comedia erótica y picaresca, prolija pero en el buen sentido, original y chispeante. Más para quien, como yo, desconocía la historia real en la que estaba basada. Pero a partir del segundo acto la película se pone seria, fiel a la vida real de quien terminó siendo legalmente Lili Elbe, la primera transexual que se sometió a una cirugía de cambio de sexo. El personaje de Vikander -lo mejor de la película- pierde relevancia, Redmayne se entrega del todo a buscar su Oscar -que probablemente este año no gane- y la prolijidad de Hooper se transforma en hastío, como si todos, él y nosotros, ya supiéramos el camino que va a recorrer la película pero hubiera que cumplir con el trámite de terminarla. La chica danesa termina pareciendo un esmerado telefilm LGBT al que no le falta siquiera la leyenda final de que “Lili Elbe se transformó en inspiración para el movimiento transgénero”, aunque la potencia de la primera parte, esa posibilidad de una película, nos esmerila todo el resto y cualquier intención que haya tenido Hooper de contar una fábula edificante se pierde por completo, por suerte y por desgracia. Por suerte, porque las fábulas edificantes no me interesan. Por desgracia, porque sin eso entonces no queda nada.
Cuando uno recuerda, tras ver LA CHICA DANESA que, cinco años atrás, con EL DISCURSO DEL REY, Tom Hopper ganó el Oscar como mejor director superando a Darren Aronofsky, David O. Russell, David Fincher y a los hermanos Coen, tiene ganas de llevar a los miembros de la Academia de Hollywood a algo parecido a la Corte Marcial del Cine. Si bien aquella película era apenas un tanto mejor que ésta, no hay nada en el cine de Hooper que indiquen que el hombre sea otra cosa que un correcto oficinista que fabrica productos armados para cosechar premios. Llevar al cine LOS MISERABLES pudo haber significado un pequeño riesgo artístico en su carrera, pero tampoco see trata de una adaptación que pasará a la historia. Esta película tiene un solo potencial riesgo y Hooper lo dinamita desde adentro. El “riesgo” sería, llegado el caso, contar la historia del primer hombre que se hizo una operación para cambiar de sexo y transformarse en mujer, en la década del ’20. Pero la película presenta al personaje y a la situación de una manera tan blanda y banal que termina pasteurizando todo el asunto, desexualizándolo por completo y “hollywoodizándolo” de principio a fin. Más allá de una fresca y convincente actuación de Alicia Vikander, la película es un desvergonzado anzuelo lanzado a los académicos, de esos que se notan demasiado, en cada plano. Vikander encarna a Gerda, la esposa de Einar Wegener, el pintor que de a poco descubre (o admite) que le gustan las medias de seda, ponerse un poco de rubor y, voilá, decide transformarse en Lili Elbe y luego completar la transformación cambiando de sexo en un quirófano. En realidad no se transforma en mujer. Gracias al bastante andrógino rostro de Eddie Redmayne, Lili es mostrada como una especie de niña tonta, de bella muñeca de torta asexuada. Es un filme tan pero tan alejado de lo que uno supone debe haber sido la difícil, dolorosa y verdadera historia de Lili que en algún punto se vuelve prácticamente ofensivo. Basada en una novela escrita por David Ebershoff, LA CHICA DANESA cuenta la historia de esta pareja de pintores que viven en Dinamarca en los ’20. Con una puesta en escena que ostensiblemente intenta remedar ciertos cuadros de la época (prestar atención a los planos en la casa de los protagonistas), la película va mostrando la gradual transformación de Einer en Lili (a quien intentan hacer pasar públicamente como su prima) y, en especial, la manera en la que Gerda se relaciona con ese cambio. Artista bohemia de la época, Gerda lidia con las emociones encontradas que le produce el cambio, entre la aceptación y el rechazo. Cómo eso se dibuja en el rostro de Vikander es lo mejor que la película tiene para ofrecer, sino lo único digno. En lo que respecta a Redmayne –nominado al Oscar– lo que vemos es una especie de aniñada caricatura de una transformación sexual, una versión apta para todo público, casi disneyficada, de lo que debe haber sido en la vida real. En un año en el que se estrenaron películas como TANGERINE, de Sean Baker, con dos protagonistas transexuales, es casi una falta de respeto que las nominaciones y reconocimientos se los lleve esta olvidable película. Por suerte, a diferencia de lo que pasó con EL DISCURSO DEL REY, los votantes lograron darse cuenta que aquí Hooper había perdido del todo el rumbo y lo ignoraron en los rubros principales. No hicieron lo mismo con Redmayne quien –como lo hizo, apenas un poco más efectivamente con su personificación de Stephen Hawking en LA TEORIA DEL TODO, por la que ganó el Oscar– volvió a engañarlos a pura técnica e imitación.
Transformación de Eddie Redmayne y poco más Basada en un caso real, esta película cuenta el caso de una de las primeras operaciones de cambio de sexo. Pero si bien así dicha la premisa parece clara y contundente, el director demora mucho en llegar a que su narrativa responda a estos términos, y la verdad es que, especialmente al principio, no sabe bien cómo establecer el conflicto de esta dramática historia verídica. La película comienza con la vida feliz de un joven matrimonio, ambos pintores, él sobre todo muy exitoso, al punto de que su marchand lo califica entre lo más alto de la pintura danesa. Corre la década de 1920 y evidentemente una pareja danesa puede tener costumbres más evolucionadas que el resto del planeta. Por ejemplo, vestir al marido con ropa de mujer durante sus encuentros íntimos, e incluso llevar el chiste al punto de salir como si fueran dos amigas a un ágape, sin que nadie se dé cuenta de que la prima Lili en realidad es el prestigioso pintor. El problema se suscita cuando a un hombre que está en el evento le gusta la prima Lili, la lleva a un sitio discreto y de golpe la esposa encuentra que su marido, vestido de mujer, está besando a un señor. Evidentemente la cosa era más que un juego para el pintor, que Eddie Redmayne (el mismo que ganó un Oscar por su interpretación de Steve Hawking en "La teoría del todo") interpreta mejor cuando es ella que él. De todos modos, la que extrañamente lleva adelante la película es la esposa, una eficaz Alicia Vikander. Pero al film le faltan mejores actores secundarios, una puesta de época que sea algo más que prolija y bonita y, fundamentalmente, desaprovecha todo lo que tiene que ver con los procedimientos médicos de esos tiempos. La música monocorde, más digna de un film romántico que de un drama como éste, tampoco ayuda.
"La chica danesa" se basa en una historia real y desde que vimos el avance - hace unos meses - quedamos sorprendidos por la transformación de Eddie Redmayne, quien - por esta interpretación - consiguió otra nominación a los premios de la Academia... Ahora, ¿me gustó? Miti miti... Por un lado te vas a encontrar - como te conté recién - con un Eddie impresionante y con una Alicia Vikander sorprendente, quienes realizan un trabajo destacable como una pareja de artistas daneses que viven una realidad diferente para la época. Tom Hooper, su director, no aporta nada del otro mundo para contar la historia, dejándola "ser" sin ninguna escena mágica que uno pueda recordar al irse de la sala. Por momentos se estanca, por momentos aburre y por momentos uno siente que faltan cosas por contar. Una peli un poco desbalanceada que funciona solamente para ver a Eddie y Alicia hacer lo que mejor saben, ser otras personas.
Lo trágico de la búsqueda Eddie Redmayne vuelve al drama luego de haberse llevado el Oscar a casa el año pasado tras interpretar a Stephen Hawking y ahora se pone en la piel de la primera persona en la historia que se sometió a una operación de cambio de sexo. Un dramón lacrimógeno de parte del ganador del Oscar Tom Hopper, que nos trae la historia de Einar (Eddie Redmayne) y Gerda (Alicia Vikander), un matrimonio joven de artistas plásticos que atraviesa un fuerte cambio en sus vidas cuando ella le pide a su esposo que se vista de mujer para modelar en uno de sus cuadros. Este hecho aparentemente aislado despierta algo en él que le hace comenzar a investigar su propia identidad de género, al principio avergonzado pero luego con creciente motivación. Si estaban esperando una trama con tintes moralistas que nos deje una moraleja de aceptación, se llevarán una sorpresa. Es un acierto, todo sería demasiado forzado si esperáramos una aceptación plena a instantanea. Recuerden que se trata de un primer caso en el mundo. Los personajes nunca supieron de un transexual en su toda vida, ni siquiera la misma protagonista. Incluso su esposa, que luego convertida en mejor amiga demuestra constante amor y apoyo, tiene momentos en que flaquea. No se trata de una lucha por la aceptación interna y externa de la identidad, sino que eso es sólo una parte. La sociedad se enfrenta de pronto a un tipo de individuo del que nunca había tenido registro. La familia y la pareja se ven obligadas a cambiar, no sin culpa ni celos u otras emociones que se mezclan en forma positiva y negativa. La película es una aventura emocional, y como tal está llena de contradicciones. Las interpretaciones de los protagonistas están cargadas de verosimulitud y conflicto, convirtiendose en dos personas heridas por sus emociones contrapuestas. Pero la mayor contradicción viene del personaje de Gerda, quien debe asistir no sólo como espectadora sino como artífice necesaria de la transformación de su esposo en Lili, un hombre del cual sigue enamorada pero parece esfumarse más a cada momento. Y es por ese mismo amor que lo ayuda y apoya aun a costa de su propia condición. Con interpretaciones impecables y un guión realista y elegante que desborda angustia, pero que viene con la emoción fuerte en forma esporádica. Si no tuviéramos esos descansos, estaríamos llorando todo el metraje. Pero de este modo resulta más eficaz para enganchar al público sin agotarlo en demasía. De todas maneras, déjenme señalar que la interpretación que merece el Oscar en este caso es más la de Vikander que la de Redmayne. Con una química maravillosa entre ambos, es ella la que le da los rasgos de mayor humanidad a la vez que cuenta la historia de un amor incondicional sin caer en la trampa de convertirlo en una narración romántica. Y no olvidemos que Redmayne interpreta a un personaje medido, con la dosis justa de amaneramiento para no convertirlo en una caricatura. Si bien se podría haber ahondado un poco más en los escabrosos temas que trata (suficientes como para escribir varios tomos de grosor de diccionario), el guión sabe plasmar en forma sutil y elegante una temática que fácilmente podría virar a lo grotesco o lo ofensivo. Aunque no sea extremadamente audaz o innovadora, lo cierto es que se trata de una historia que engancha, entretiene y emociona en partes iguales.
La historia de una chica Las historias sobre cambio de sexo han sido de las temáticas preferidas en el cine para generar debates y polémica aún hasta por estos días en que el tabú pasa -a la inversa de como sucedía hace unos años- por la incapacidad de dejar de lado las posiciones más conservadoras. Y así es como Tom Hooper -ganador del Oscar por El discurso del rey- se anima a contar los pormenores que hubo detrás de una de las primeras operaciones de cambio de sexo (en realidad la segunda) hace cien años atrás. La historia nos ubica en 1926 en la ciudad de Copenhague en la que vive el matrimonio compuesto por Gerda Wegener (Alicia Vikander) y Einar Wegener (Eddie Redmayne), ambos pintores y cultores de una relación idílica de compañerismo y romance incondicional. Einar es más exitoso pero no tiene problemas en ayudar a Gerda a encontrar su estilo, aún posando para ella en condiciones poco usuales para que pueda inspirarse y pintar con un modelo sin restricciones. Y allí es donde se desata el conflicto, cuando al calzarse medias de seda, zapatos de taco y una buena peluca, el hombre se siente extrañamente reconfortado. Y siendo este un disparador que ninguno de los dos esperaba se convierte primero en un juego fetichista y, más tarde, en el drama de la búsqueda por la verdadera identidad sexual. Pero La chica danesa no es una película que busque resaltar el morbo ni transgredir desde lo explícito. De hecho las escenas íntimas son muy medidas y los momentos de mayor complejidad emocional no llegan a provocar al espectador lo suficiente para incomodarlo. Y está bien que así sea porque la verdadera transgresión es la de la evolución de este amor entre Gerda y Einar a pesar de lo sucedido. Ella diciendo “necesito a mi hombre” casi en tono de súplica y él -devenido en otra ella- imposibilitado de dárselo, debieran ser parte del suceso que marca el límite de cualquier historia romántica. Pero en lugar de eso es el punto elegido para que ambos decidan -sin enunciarlo- convertir ese sentimiento en otra clase de amor, del tipo que es capaz de prescindir de lo sexual para evolucionar. A diferencia de otras historias con temática similar como la consagrada El juego de las lágrimas (1992) -en la que la relación parte desde el ocultamiento de la sexualidad de uno de los implicados para luego provocar la ruptura- aquí todo es transparente y también una gran moraleja sobre cómo en toda relación de afecto genuino lo más importante es la sinceridad. No en desmedro de la adaptación de los sucesos reales se hace necesario destacar que el personaje de Gerda está basado en una mujer bisexual (Gerda Gottlieb, 1886-1940) cuya relación con su pareja Einar Wegener era de carácter abierto. Y aunque aparentemente estas cosas pasaban hace cien años sin que pudieran mantenerse en absoluto secreto, el director decide pasteurizar esos detalles y focalizar el conflicto en lo que le sucede sólo a Einar y cómo eso influye en la heterosexualidad de su esposa en esta versión de ribetes más convencionales. Es una pena en todo caso que las miradas críticas más prejuiciosas se posen sobre la interpretación de Redmayne o sobre la intención del director de abordar un tema tan “oscarizable” como si se tratara de un pecado egocéntrico y no de una consecuencia de sus elecciones sobre algo que merece ser narrado. Hay una intención y un foco evidentes puestos en el rostro y la actitud del personaje de Einar/Lili. Hasta el maquillaje juega a favor de eso aunque la hermosa Vikander se robe -casi a cara lavada- cada escena dándole un dramatismo que conmueve y logra que el espectador sienta el dolor y el proceso de transformación de los sentimientos de la mujer por su marido. Ambos conforman una pareja visualmente atractiva y la belleza andrógina y adaptable de Redmayne la convierte casi en un trío de roles definidos de manera impecable en cuanto a la tensión que se genera. Esto incluso atenta contra el viaje que emprende Einar en busca de su identidad, de las acusaciones de esquizofrenia, de los tratamientos para curar su “enfermedad” y un gran etcétera. Todo empequeñece frente a la verdadera historia que es la de la relación con Gerda. Es ella quien ante la confusión de Einar se mantiene centrada y lo sostiene, lo ayuda a creer que su cordura está intacta y a aceptar que lo que le pasa por dentro no es una elección que haya podido tomar de manera consciente ni una enfermedad. La chica danesa también acierta en hacer tácita a la reacción social. Hubiese sido demasiado efectista apoyar el conflicto en el escándalo al revelarse, aún en el entorno artístico en el que la sensibilidad y emociones buscan alternativas permanentes de apertura. Son más los personajes comprensivos y tolerantes que rodean a la pareja que los que condenan o segregan y que -uno supone- representaban a un segmento mayoritario en la sociedad europea de entonces. La recreación de época, las locaciones y la elección de la paleta de colores en la puesta en escena son de carácter tan pictórico como la profesión de sus personajes, esa exquisita manera de narrar la historia desde lo visual marca un contraste entre la alegría de los tonos y la intensidad del drama, como una manera de decir que las cosas suceden sin que se puedan ocultar con pinceladas de alegres colores. La primera voz de la película va dirigida a Gerda y es una mujer que le dice “ojalá pintaras tan bien como tu marido, debes estar tan orgullosa de él” y eso resume bastante bien de qué va la historia, la de una mujer que busca superarse sin competir con su ser amado y -por sobre todo- sin dejar de sentir orgullo por él. En definitiva así como sucede con el planteo de la historia, La chica danesa no deja de ser un título tramposo porque no habla del resultado de la transformación de Einar Wegener, sino de la extraordinaria mujer que es su esposa. De hecho se explicita cuando Gerda visita a uno de los amigos de su marido; “es una chica danesa” dice la secretaria para anunciarla y claro, en apariencia es sólo eso aunque resulte pobre y contradictorio para definir las enormes dimensiones del carácter de esa mujer.
Greta y Einar son una pareja de jóvenes pintores. Él tiene éxito a nivel profesional, en cambio a ella, si bien es reconocida por sus retratos de mujeres, su obra no alcanza demasiado elogios. El dueño de la galería que vende sus trabajos le sugiere hacer un cambio… Una tarde se queda sin modelo, y le pide a su marido que la reemplace para que ella pueda terminar la parte de abajo de un cuadro. Para lo cual, él deberá colocarse un par de medias de seda, unos zapatos de taco, y un vestido, para que pueda pintar los pliegues de la falda. Einar acepta, y en el instante en que la seda del vestido se desliza por su cuerpo descubre una rara sensación que no identifica. A la cual irá entregándose poco a poco. En principio como un juego, que tiene además el plus de ser un secreto entre ambos. El tema es que así ira a su vez asomando el deseo de ser otro. Hasta que Einar decida por fin ser totalmente Lily Elber, la chica danesa. The Danish Girl podría haber sido además de un drama centrado en la transexualidad, un hermoso y seguramente conmovedor film. Este se encuentra basado en la novela homónima de David Ebershoff, de carácter biográfico, que es más que nada una intensa y bella historia de amor, donde alguien acepta, generosamente, acompañar a la persona que ama para que pueda resolver el conflicto entre su identidad sexual y su sexo biológico – genético, y así pueda tener la posibilidad de reconstruir su vida. The Danish Girl es además una historia de renuncia, respecto aquello que representa en muchas ocasiones, el logro de aceptar, aunque duela, el misterio de la sexualidad humana. Si bien se cree que los primeros casos de conocimiento y de reasignación sexual se dieron supuestamente en Berlín, Praga y Gran Bretaña, en el XIX incluso luego por algunos médicos nazis, donde se usaron tratamientos hormonales y quirúrgicos… con fines dudosos. Se sabe sí, que la primera operación de la que se tienen datos fue realizada en 1930, cuando el pintor danés Einar Mogens Wegener le pide al doctor Magnus Hirschfeld que lo transformase en mujer. Donde luego Wegener muere poco después, debido a las secuelas de la operación. Se destacan las actuaciones de Alicia Vikander y de Eddie Reymander respectivamente. Cabe recordar que además de trabajar en teatro y televisión Reymander protagonizó en 2014 La teoría del Todo interpretando al físico Stephen Hawking. Y que por este trabajo recibió el premio Oscar al mejor actor. Film donde se requirió de un trabajo físico extraordinario. Y que por otra parte su compañera con el rol de Ava, en Ex Machina de Alex Garland ganó dos premios: el de Los Angeles Film Critics y el de New York Film Critics Online) y una nominación al Globo de Oro como mejor actriz de reparto. No obstante a pesar de su excelente y minucioso tratamiento estético y mejor fotografía, es imposible dejar de imaginar que con este argumento el director de El Discurso del rey (2012) y de Los Miserables (2014) no haya construido algo más que un melodrama convencional apuntando más a obtener al menos una estatuilla, que ha dar cuenta más profundamente de la metamorfosis que implica ese cambio en la emocionalidad del personaje. Razón por la cual el trabajo de Alicia Vikander emociona mucho más. Es cierto que algunas veces… la búsqueda obsesiva de la perfección deviene en su mayor defecto. Se estrena el jueves 18 de febrero en Buenos Aires.
En busca de la identidad La chica danesa nos muestra la lucha y posterior transformación de un reconocido artista plástico llamado Einar Wegener, en la búsqueda de su verdadera identidad sexual. Cuando aún en plenas condiciones de masculinidad pintaba sus clásicos paisajes escandinavos, un atisbo de femineidad se abría paso desde sus más intensos deseos de encontrar su identidad y así como creaba en sus lienzos paisajes fríos llenos de emoción, hace de su lucha y de las expresiones de deseo una obra de arte aparte. En primeras instancias la lucha interna del célebre artista se ve proyectada en un claro brote de fetichismo por las prendas femeninas, sus formas y texturas, para luego dar rienda suelta a una frenética cruzada hormonal que lo terminaría por autodenominar como una mujer encerrada en cuerpo de un hombre. Un prisionero de su propio destino que aguarda para ser forjado tal como sus pinceles desdibujan sus obras. Es tal vez este factor fetichista el que más incómoda o interfiere en la proclama de Einar, ya que claramente pasa de un pleno deseo sexual naturalmente masculino a un incipiente comportamiento a sabiendas, homosexual. Considerando que la historia es la adaptación de la novela basada en un hecho real, la posibilidad de que la situación haya sido cierta, existe. Pero de todas maneras no deja de ser una secuencia de sucesos que hace ruido en la historia, tal como es presentada. Tom Hooper es bien conocido por llevar historias de época a buen puerto, ya habiéndolo demostrado con Los miserables (Les Misérables, 2012) y El discurso del Rey (The King's Speech, 2010), esta última inclusive ganadora del Oscar a mejor película del año, entre otros premios. Este nuevo film no es la excepción, la composición de la su nueva obra es tan delicada y precisa como las anteriores, aunque peca de cierta ligereza en la contextura de su guion y termina no siendo tan provocativa e impactante como, por ejemplo, El discurso del Rey. Si un factor es decisivo en La chica danesa, es el talentosísimo Eddie Redmayne, y gracias a su magistral interpretación logra estar entre los mejores del año, y por qué no, como el mejor del año nuevamente. Redmayne logra meterse en la piel de una mujer hecha y derecha, sus expresiones denotan un fino trabajo de interpretación al mismo nivel que el realizado en el 2014 con La teoría del todo (The Theory of Everything). Es realmente un deleite ver cada detalle picaramente femenino en su cara y comportamiento corporal, que asombra realmente la composición lograda, y básicamente podemos decir que se lleva la película por delante con su interpretación. Alicia Vikander (Ex Machina, The Man from U.N.C.L.E.) no se queda para nada atrás con un papel que parece haber sido creado especialmente para ella. Cabe destacar de todas maneras que Vikander es una actriz con muchos vicios de interpretación, recayendo constantemente en interpretaciones malhumoradas y de fuerte carácter, aun cuando no son necesarios. En este caso, aun cayendo nuevamente en los lugares fáciles a los que tan acostumbrada esta, consigue una actuación memorable, digna, al igual que Redmayne de llevarse una estatuilla en la entrega de los premios de la academia (no es mi veredicto final). La chica danesa se destaca en varios factores, y no muestra puntos débiles notorios. Todo, desde su magnífico arte, pasando por la dirección y sus magníficas actuaciones, son un deleite y está entre los mejores films del año que pasó (recordemos que se estrena atrasada en nuestro país). Sin dudas, es una excelente opción para esta semana.
A PESAR DEL CUERPO Basada en la verdadera historia de los artistas daneses Lili Elbe (ex Einar Wegener) y Gerda Wegener , La chica danesa, es un filme de ficción que narra la vanguardista y peligrosa idea del cambio de sexo. Ambientada en una Copenhague aristocrática de principio de los años veinte, el filme recrea el duro pasaje que deberá transitar el cuerpo y la personalidad de un individuo que se siente atrapado en el cuerpo equivocado, a través de la intimidad de la vida en pareja, y el profundo amor que se transforma o no se corresponde. Gerda (Alicia Vikander) ama a Einar (Eddie Redmayne), pero Einar transita un periodo de transformación radical que se ve acelerado por la sorpresiva idea que le propone su esposa al pedirle que pose para ella vestido de mujer a causa de la ausencia de una modelo. Es entonces que lo que comienza por un juego de seducción termina por desencadenar de forma definitiva los verdaderos sentimientos de Einar. Desde el punto de vista de Gerda, el recorrido temático de La chica danesa se centra, principalmente, en la historia de amor de esta pareja de artistas exitosos que se ve afectada por el proceso que sufre el cuerpo de Einar, quién a la vez que se va deshaciendo de todos sus hábitos y atuendos masculinos, y comienza a perder el deseo sexual por Gerda, su esposa. Pero el amor no se termina, el amor muta como el cuerpo y lo que explora el filme es justamente ese duro peregrinar en el cual el amor deberá transformarse a la par de los cambios físicos. ¿Podrá Gerda sostener esta nueva situación? En el año 2012 el realizador canadiense Xavier Dolan intentó responder la misma pregunta cuando estrenó Laurence Anyways, una película que desde su título ya propone un link con el filme que nos ocupa. Laurence a pesar de todo; ¿a pesar de qué? A pesar de que Laurence es un hombre que vive con su novia Fred hace más de diez años, pero con el cambio de década (en su propia cronología – de los 20 a los 30- y también en la del mundo – de los ’80 a los ’90) comienza a sentir la necesidad de transformarse en mujer. Emparentadas las dos películas en su temática de “¿podrá continuar el amor?”, la diferencia es, además de la época, la transgresión de La chica danesa al contar la historia de la primera operación de reasignación de sexo. Entonces, mientras que Laurence sólo desea sentirse mujer, Einar haría cualquier cosa por ser una mujer. De todos modos, lo importante es el relato personal y sentimental de dos parejas que ven sus relaciones mutar más allá de sus propias voluntades. Con un Redmayne naturalmente femenino y una Vikander arrolladora, el filme seduce por su relato simple pero contundente, y una fotografía nórdica que representa la belleza cromática y paisajística de una sociedad burguesa que parece no tener demasiados prejuicios. Por Paula Caffaro @paula_caffaro
Toda película que trate el tema de identidad de género puede ser prejuiciosamente descartada como una posibilidad dentro de la cartelera por la provocación que implica la línea argumental, por la forma del tratamiento y otras cuestiones. En el caso de que nos convoca, "La Chica Danesa", si bien es un film con una historia basada en personas reales, éstas fueron idealizadas para el propósito de esta realización que cuenta con excelentes actuaciones y una fotografía en la que el uso de la cámara se nota positivamente, no sólo para el ojo avezado, sino para todo aquél que aprecie el arte. Con una duración de casi dos horas, nos adentraremos en la vida de Gerda y Einar, en principio un joven matrimonio de artistas; al correr de los minutos, veremos que Gerda es una mujer "fuerte", femenina, mas con costumbres y atrevimientos que se acercan más a lo masculino. Ella parece ser la exitosa, la popular, la que lleva los pantalones en la relación y en el trabajo artístico. Por el otro lado, Einar es mucho más sensible y delicado que cualquier hombre, se ruboriza frente a las demostraciones de afecto de su pareja en público y goza al ver cómo se comportan las mujeres, su ropa al tacto, sus gestos. Como cualquier matrimonio están buscando tener hijos y esto no resulta. Éste será el punto de inflexión en el que Einar comenzará su batalla pues en su interior vive Lili, una mujer atrapada en un cuerpo de ése hombre. La historia rondará en el conflicto que le produce una transformación que es aceptada, a medias, por Gerda, ya que ama a su esposo y no lo quiere ver sufrir; aunque al mismo tiempo, ella sufre por ese hombre al que no ya puede amar como tal. Parecería, que esto es lo idealizado de la historia, pues se dice que Gerda Wegener en realidad, vivió como bisexual y lesbiana, antes de que finalmente Einar se transformara en Lili. Acotaciones al margen, la ficción dirigida por Tom Hooper (El Discurso del Rey, Los Miserables), se atreve a contar sin enredarse ni retorcerse demasiado en la cuestión sexual. Pone a la vista algo que hoy parece muy de moda, como las operaciones por cambio de sexo, el síndrome del cromosoma XXY, en que la persona deberá decidir si seguir viviendo como hombre o como mujer y que sin embargo, por los datos de la película eran una cuestión en los años 20 del siglo pasado. ¿Será Eddie Redmayne el verdugo de Leo DiCaprio en el Oscar? Eddie ya consiguió el primero por "La Teoría del Todo", biopic en la que interpretara a Stephen Hawking y que aquí, presta su cuerpo y su mente para dar vida a el Einar que va liberando a Lili. Creo que Leo tendrá una dura competencia aunque haya ganado el Golden Globe. Alicia Vikander, a la que hace poco vimos en la remake para pantalla grande de "El Agente de C.I.P.O.L.", también se luce en su papel de esposa atribulada, no engañada y que acompaña, no sin tironeos emocionales y sexuales el viaje de Einar/Lili. Se rumorea que desde la productora Working Title hicieron una campaña a lo Frank Underwood para que llegara a la nominación como Mejor Actriz de Reparto, en vez de Actriz Principal, para darle más chances a una estatuilla. Ella no hizo ningún comentario. Las pinturas que se ven durante el filme fueron realizadas por dos artistas, una de ellas es Eve Stuart, nominada por la Producción de la película y por Susannah Brough, que es pintora británica: ambas tuvieron que adaptar las obras verdaderas para asimilarlas a los rostros de Redmayne y de Amber Heard, la actriz interpretando a una amiga del matrimonio. Es un caso similar al de "XXY", la película de Lucía Puenzo, aunque su abordaje del conflicto me pareció, sobre todo por lo que decía del manejo de cámaras, imagen, ambientación, sensibilidad, mucho mejor tratado. Resumiendo: una muestra de buen cine.
Cuenta una historia fuerte sobre la primera persona que se atrevió a someterse a un tratamiento de cambio de sexo, varias operaciones quirúrgicas en 1930 y enfrento a todo tipo de miedos. Einar Wegener pintaba paisajes, se casa a los 22 años, con una joven artista Gerda de 19 años, pero un día saca a la luz que dentro de ese cuerpo masculino vivía Lili Elbe, se trasladan a Francia e Italia, allí vivirán un gran experiencia. No encontramos frente a una gran historia de amor, audacia y superación. Con las estupendas interpretaciones de Eddie Redmayne y Alicia Vikander, que te harán reír y emocionar. Gran parte de su desarrollo transcurre en Copenhague, con un impecable trabajo de ambientación, vestuario y con espléndida fotografía de Danny Cohen (“l discurso del rey”; “Los miserables”; “La habitación”). El director es Tom Hooper ganador del Premio Oscar “El discurso del rey” (2010).
Tom Hooper, que no es Derek Jarman, ni Issac Julien, deviene en vocero accidental de las legítimas causas de los movimientos LGBT. El tema es apasionante, rabiosamente antiesencialista. Un hombre siente que en verdad es una mujer, una clarividencia que alberga secretamente desde la infancia. La física de su cuerpo contradice su convencimiento, no así su sensibilidad y sus modales, los que apenas salen a la superficie debido a las restricciones morales de las primeras décadas del siglo XX. Ese hombre, además, está casado, pero el redescubrimiento de su identidad femenina, o su asunción, será incitado paradójica y lúdicamente por su propia esposa. Una ocurrencia habilitará el rímel, el corpiño y los tacos altos. También la sustitución de los genitales. El indesmentible progreso social, más allá del previsible aborrecimiento del moralista, imposibilita el escándalo. Todo lo contrario. La historia de Gerda Gottlieb y Einar Magnus Andreas Wegener, o Lili Elbe, es una aceptable historia de nuestro tiempo, en el que existe un decoroso corrimiento en la idea acerca de qué es un hombre o una mujer. Las condiciones iniciales, tanto físicas y simbólicas, no determinan la identidad; en ese sentido, La chica danesa (libro y película) es una ilustración a la medida del liberalismo global (y hollywoodense) del presente: ningún matiz a desarrollar, apenas una atolondrada apología de una causa legítima: la libertad para elegir en todos los órdenes de la vida lo que se quiere ser. Pero como se sabe Gerda y Lili fueron criaturas de carne y hueso, y vivieron en la primera parte del siglo XX. Parte del interés extracinematográfico que tiene la película de Tom Hooper, un director que ya había demostrado sus limitaciones en títulos insípidos como El discurso del rey y Los miserables (por cierto, una decisión artística involuntariamente dialéctica a propósito de su temática), reside en observar cómo ambos pintores tuvieron que lidiar con los saberes (psiquiátricos y médicos) de su tiempo y los prejuicios que articulaban la vida social en Copenhague. El verbo “observar” quizás resulte concederle al film una virtud que no tiene; La chica danesa es en sí un esbozo de filme, un boceto recubierto de planos ampulosos y escenas sobrecargadas sin una cadencia narrativa que las amalgame. La superficialidad rampante del filme se constata en los pasajes en los que Einar intenta rectificar su deseo acudiendo a los psiquiatras de su tiempo. Trámite narrativo filmado con apuro y en cierta medida ridiculizado en su escenificación. El momento en el que Einar “lee” un par de tratados de la época sobre la inmoralidad de su transexualidad en una biblioteca pública, o su terapia bestial con rayos, constituyen una síntesis de la pereza conceptual que desinfla cualquier atisbo de rigor en la materia. El subrayado es la marca del estilo de Hooper. Ni siquiera lo más interesante se indaga a fondo, aunque se debe conceder que una cierta tensión en la personalidad del protagonista sí se llega a percibir: la vocación por la pintura paisajista le pertenece a Einar, pero cuando Lili asciende y se establece como artista, la necesidad de mirar un paisaje y reproducirlo en el lienzo es sustituida por la de mirar a las mujeres y mimetizarse con el género. Esta partición de la personalidad y su relación con la vocación es por lejos el gran misterio del filme. De carambola, tal vez algo de esto se intuye. Se dirá entonces que Eddie Reymaine está fantástico como Einar y Lili. Así como el director abusa de los planos en contrapicado para encuadrar cuanto edificio se cruce en su camino, Reymaine insiste en un gesto meticulosamente trabajado que aduce timidez y lo repite hasta el infinito. Como Lili está mejor que como Einar, pero la transición, su crisálida, no pasa de ese gesto extenuado plano tras plano. La que está genial es Alicia Vikander como Gerda. Es el único personaje que rehúsa ser un concepto de diseño, el único que no posa.
The Danish Girl grita "quiero un Oscar o varios" en su primer tramo, y eso nunca es bueno. Parecía que el director Tom Hooper había aprendido un poco de sus excesos luego de la dramática pero enorme Les Misérables, pero la vuelta de los vicios a veces es fuerte. Y mucho. Desde el pistoletazo de largada, la muy interesante historia real de Lili Elbe, pionera en la operación de cambio de sexo, es un melodrama sin sutilezas. A partir del guión de Lucinda Coxon, basada en la novela de David Ebershoff, los momentos premonitorios del despertar de Einar Wegener en su alter ego Lili tienen de sutil lo que un elefante tiene adentro de una cristalería. Hay diálogos forzados realmente vergonzosos, que no ocurren por casualidad, sino que se van repitiendo una y otra vez y lastiman la credibilidad de la historia. En una época en donde la charla del transgénero está en su punto álgido, que se le de un tratamiento mediocre desde un guión sin vida es un insulto muy fuerte. Es una fortuna que el barco de la historia se enderece con el correr del metraje, y la historia deje de lado esas pinceladas pobres de guionista recién salida de la escuela para darle más espacio a la pareja protagónica, que realmente es para destacar. Eddie Redmayne es un animal de actor y, un año después de erigirse vencedor en la contienda a Mejor Actor luego de su interpretación de Stephen Hawking, en esta ocasión borda un personaje histórico con el mismo ahínco pero desde otra perspectiva. Los rasgos faciales andróginos del actor lo ayudan a jugar tanto el papel de Einar como el de Lili, pero es en los manierismos, las miradas, y esa alegría casi incontenible de poder mostrarse tal cual es, en una sociedad para nada preparada para su cambio, en donde Redmayne florece. Por su parte, la naciente carrera de Alicia Vikander sigue creciendo a pasos agigantados, y en esta oportunidad le toca el juego de ping pong interpretativo de Eddie, interpretando a Gerda, la esposa y compañera de Einar, completamente conflictuada por los sucesos que despierta luego de que un inocente juego de disfraces descubre un costado aparentemente dormido y latente en su marido, esperando salir a la luz en cualquier momento. Es Redmayne quien se devora la película, pero sin la tenaz ayuda de Vikander, su interpretación estaría flotando en el aire. Incluso cuando vira hacia los cenagosos pantanos del melodrama, el arte de Tom Hooper queda intacto. Es un director que peca de subrayar de más cosas que podrían ser mucho más satisfactorias sin sobreexplicarlas, pero no hay duda que tiene ojo para filmar. Ciertas escenas son bellísimas y muy íntimas en la manera de captar el viaje de Einar hacia Lili. Hay una producción muy detallada que no por nada está nominada en los próximos Oscars, y las siempre agradables melodías de Alexandre Desplat ayudan a animar un viaje de transición un poco doloroso, pero esperanzador. Es una pena que después de corregir el rumbo del rocoso comienzo, el acto final se sienta apresurado, y en el epílogo se vuelvan a las andanzas poco sutiles, detonando un bello momento con una frase muy superficial. El trabajo de Redmayne y Vikander es absolutamente fascinante y no por ello se pierden dentro de una bola de drama, apuntado directamente a premios y más premios. Es una costumbre usual, pero ciertos detalles hacen que la propuesta valga la pena.
La chica danesa pone a Eddie Redmayne, ganador del Oscar por su interpretación de Stephen Hawking en “La teoría del todo”, de nuevo en un rol que requiere un radical cambio de imagen y el compromiso de llevar al cine una historia basada en hechos reales. Se trata de la vida de Lili Elbe, la primera mujer trans que se sometió a una cirugía de reasignación de sexo. Este filme es una adaptación de la novela homónima de David Ebershoff, que se basó en los diarios que escribió Elbe. Redmayne interpreta al pintor Einar Wegener, casado con Gerda (Alicia Vikander), también artista. La narración comienza en la década del veinte en Dinamarca, mostrando la vida de estos pintores y su relación como pareja. Todo indica que se trata de un matrimonio feliz, que disfruta de su compañía y el arte. Einar y Gerda se aman y tienen planes de formar una familia. El panorama comienza a cambiar cuando Gerda, preocupada por su trabajo, le pide a su marido que pose para un cuadro que necesita terminar, para lo que él debe usar prendas femeninas. Lo que pareció un simple juego de roles demostró ser algo más para Einar, que comenzó probándose vestidos y maquillaje para luego reconocer su identidad como mujer.
POINTS: 5 First of all, The Danish Girl is a well-meaning film. You should bear that in mind. Then, I guess it may even help to gain some sort of an understanding of some — very few — aspects of what the male to female transgender transition process is like. At least to uninformed, conservative, and usually older folks. So, in that regard, you could say it’s functional to a certain degree. It boasts a politically correct, sensitive, emphatic gaze towards its characters and it is careful enough — too careful — as not to wallow in their suffering. And that’s one of the substantial problems of Tom Hooper’s The Danish Girl: not only has it reduced a complex and often painful issue to a conveniently simplistic affair with few layers and little existential suffering, but it has also changed essential facts about the real life story of Danish artist Lili Elbe (Eddie Redmayne), the first known transgender woman to undergo sexual-reassignment surgery. For that matter, it also takes opportune liberties to portray her devoted wife, Gerda Wegener (Alicia Vikander), who lovingly accompanied her husband Einar until he became Lili, every step of the way. And to tell their unique love story too. Of course, The Danish Girl is a fictional account of reality and as such it can take liberties. But in this case, the liberties taken are too handy to create an easier to digest product, a somewhat sanitized version that leaves out of the picture much of the intrinsically distressing, troublesome nature of the whole affair. No wonder it’s been nominated for four Academy Awards, including Best Actor and Best Actress. As film critic Diego Trerotola clearly puts it in his thought-provoking article on the film recently published in the supplement Soy (Página/12), in both Hooper’s film and David Ebershoff’s eponymous novel which the film loosely adapts, Wegener is depicted as a heterosexual woman, when in fact she was openly bisexual and very happy about it. Also, once in Paris, she and her trans partner Lili had a joyful open relationship, which is totally wiped out in the film. To be more precise, according to Hooper, Gerda’s sole, everlasting love was Einar/Lili. Last, but by no means least, in the film Lili undergoes two surgeries: one to remove male genitalia, and then a vaginoplasty. In real life, she had five surgeries, the last one being a uterus transplant, which didn’t work. The real Lili wanted to be a mum, too. So, in The Danish Girl, Lili’s real groundbreaking journey as a transgender pioneer is quite shorter and considerably uneventful. Another substantial problem is the director’s penchant for inert pictorial compositions rather than lively and cinematic ones. Unfortunately, Hooper’s sense of pictorial composition is nothing like Kubrick’s in Barry Lyndon, for instance, which blends in with true cinematic splendour. If you remember The King’s Speech and Les Miserables, then it shouldn’t come as a surprise that The Danish Girl is overly stylish and filled with polished, lush cinematography, stately production design, out-of-this-world costumes, and an alluring musical score. It all looks so overwhelmingly gorgeous that you wonder how the human drama of the characters is going to fit in. Actually, we are talking about melodrama rather than arid drama, which by definition is not necessarily a bad choice for this type of material — just remember Rainer Werner Fassbinder’s harrowing In a Year with 13 Moons (1978), which follows the last days in the life of a struggling transsexual. Of course, Hooper is no Fassbinder, but we already knew that. But the kind of melodrama The Danish Girl goes for is very minor: predictable Hollywood stuff with a shallow approach always afraid to provoke stirring emotions and contradictory feelings in viewers. Once again, we are not talking about, say, William Wyler’s Wuthering Heights (1939) — not by a long shot. And then there are the performances. Alicia Vikander does a very good job as Gerda: she’s supportive when necessary, a companion always, furious when disappointed, and at odds when in crisis. In a sense, she’s the true protagonist of the film since her character is better explored than that of Lili, played by Oscar winner Eddie Redmayne, whom you surely remember from The Theory of Everything. As Stephen Hawking, he was quite convincing. As Lili, he’s not. No matter how hard he tries, what you see is a pale copy of what a transgender woman is like. It’s played by the motions. It’s formulaic. It’s all just too cute for its own good. Like the film itself. Production notes The Danish Girl (2015). Directed by Tom Hooper. Written by Lucinda Coxon, based on the novel by David Ebershoff. With: Eddie Redmayne, Alicia Vikander, Ben Whishaw, Sebastian Koch, Amber Heard, Matthias Schoenaerts. Cinematography by Danny Cohen. Editing by Melanie Oliver. Running time: 120 minutes.
VISTOSA Y FRIA Film inspirado en hechos reales. Está basado en el libro de David Ebershoff y cuenta la historia de Lili Elbey Gerda Wegener, el primer hombre que se hizo una operación para cambiar de sexo y transformarse en mujer, en la década del ’20. Dirigió Tom Hopper (“El discurso del Rey”) uno de esos realizadores convencionales, con buena caligrafía y escasa creatividad, que se limita a relatar de una manera distante, lujosa y desabrida esta historia de fuertes contrastes que enfrenta un matrimonio joven de aquella época. Nada conmueve: ni ese hogar que se derrumba ni la verdad que debe enfrentar su protagonista ni lo que los rodea. A falta de imaginación y fuerza, la película intenta ser “linda” y lujosa y acaba siendo uno de esos films que se agota en la reconstrucción y se sirve de un tema con gancho para sacar chapa de película importante y festivalera. Todo –salvo la buena interpretación de Alicia Vikander, esta sufrida esposa- es frio, lejano, sin vida, apenas prolijo.
Dualidad extrema. La Chica Danesa es una buena película, pero podría haber sido mucho mejor si no hubiera caído en la modalidad típica de Hollywood de convertir interesantes historias en melodramas novelescos, llevados a algún punto de empalague, donde queda relegado el tema tratado. Dirigida por Tom Hooper, basada en la novela homónima de David Ebershoff, relata las vidas de Einar Magnus Andreas Wegener y Gerda Marie Fredrikke Gottlieb, un matrimonio dedicado a la pintura, en las primeras décadas del siglo XX; él gozando un poco más de fama y reconocimiento que ella, hasta que la historia dará un giro dramático que cambiará no solo esa realidad artística, sino también la vida de ambos para siempre. Einar siente un profundo apego por la vestimenta femenina. Sus atenuados gestos masculinos se transforman al rozar sus manos con vestidos, pañuelos de seda, medias de satén y todo aquello que represente la suavidad y sensualidad del mundo femenino. Este será el principio de un cambio radical: tras un juego con su mujer de posar vestido con su ropa, encontrará tanta comodidad en ello, que lo comenzará a repetir hasta convertirse en Lili Elbe, cambiando su manera de vestir y también adoptando una nueva identidad sexual. Motivado por el placer que experimenta siendo Lili, dejará de lado todo aquello que lo identifica con su rol masculino y transitará un camino cruel con el fin de someterse a una cirugía de cambio de sexo; es de hecho esta historia una de las primeras operaciones que se llevo a cabo, teniendo un nivel de riesgo altímisimo. Su mujer, contra cualquier pronóstico, permanece a su lado todo, acompañándolo en cada decisión y llevando adelante una vida con un marido que ya no siente su género masculino como válido para continuar viviendo así. Existe una belleza poética en la caracterización del actor Eddie Redmayne (posiblemente no se lleve el Oscar este año, como lo hizo por su interpretación magistral de Stephen Hawking en La Teoría del Todo), pero realmente es destacable la composición que hace en esta dualidad que presenta su personaje; tal vez haya demasiada acentuación en sus sonrisas, pero es la clave de esa felicidad interior que emerge cuando su cuerpo coincide con lo que su alma vive. Alicia Vikander, como Gerda, acompaña en su performance a la perfección, brindando una frescura actoral de alto nivel, esa misma que en algunos puntos de la historia se pierde en el relato. En la balanza del análisis, subrayamos una fotografía y ambientación de alta calidad cinematográfica, pero nos queda en un bajo nivel el compromiso con la historia. Tratando un tema de índole tan controversial, falta un contexto de época, el cual seguramente ha condenado decisiones como la del personaje principal, que lleva un tormento personal no del todo reflejado en el film.
¿Qué hay en un nombre? En los créditos de La Chica Danesa, Eddie Redmayne no figura como haber interpretado a Einar Wegener, sino a Lili Elbe. Este gesto tan simple y a la vez tan poderoso marca a toda la narrativa: esta es una historia que, al fin y al cabo, gira en torno a un nombre. La película, en su primera etapa, cuenta la historia de Einar, un pintor holandés famoso por capturar los paisajes de su pequeño pueblo nativo. Einar está casado con Gerda, también una pintora aunque más enfocada en hacer retratos. Su relación es adorable. Resulta un placer verlos interactuar y reírse de la pretensión que existe en el mundo del arte con una complicidad que parece dejar al resto del mundo afuera. Tienen un perro y están tratando tener hijos. Son una familia de postal. Pero un día, Gerda (Alicia Vikander) necesita completar un retrato de su amiga bailarina, y para ello le pide a Einar, flaco y elegante como es, que pose para ella. Einar se desliza las medias largas por una pierna, se calza el zapato de baile, se apoya el vestido sobre su cuerpo. La escena es breve, ya que la amiga en cuestión llega a los pocos minutos, y todos se ríen ante lo ridículo de la situación. Pero para Einar, ese momento no tuvo nada de ridículo, sino que fue el gesto más honesto que jamás se había atrevido a hacer. Aquí estamos en condiciones, entonces, de corregir lo anteriormente dicho: la película cuenta la historia de Lili Elbe, una mujer atrapada en el cuerpo de un pintor holandés famoso por capturar los paisajes de su pequeño pueblo nativo. Lili está dormida hace muchos años pero latente, esperando su oportunidad para hacerse conocer y tomar el cuerpo que sabe propio pero que siente equivocado. Más adelante, se referirá a su anatomía como “un error de la naturaleza”, y el objetivo será, entonces, buscar a un médico dispuesto a corregirlo. Está claro que, más allá de sus méritos artísticos y de lo bien que está filmada, el mayor logro de La Chica Danesa yace en las actuaciones. Eddie Redmayne hace y deshace a la audiencia con una sonrisa, y Alicia Vikander, quien ya había demostrado su enorme talento en Ex Machina, hace de las suyas de nuevo, conmoviendo con su entrega a su marido y sus propias dificultades en torno a esta cuestión. Aquí yace otro gran triunfo de la película: hace un gran trabajo de no ignorar la lucha que esto significa para ella también. Por supuesto que Lili sufre inmensamente al sentirse huérfana de cuerpo, pero Gerda se casó con alguien que ya no existe. Su cuerpo está, la cara que ella supo amar por tantos años sigue ahí, pero ahora está maquillada y la esencia de su marido no solo desaparece, sino que bien podría decirse que nunca realmente existió, que Einar siempre fue una fachada para Lili y que no es su vestimenta de mujer un disfraz sobre Einar. Al fin y al cabo, Lili vive con la certeza de saber quién es, mientras que Gerda se queda sin marido. No es inusual ir a ver una película u obra y encontrarse con una audiencia que se ríe ante la aparición de una travesti, o ante la afirmación de un hombre que afirma ser mujer. Aquí es donde se diferencia esta película de tantas otras: el drama existe para ilustrar la difícil lucha que debe atravesar Lili para salir a la luz, y no tanto para hacer llorar a un público. La idea aquí es que esto no es un chiste, pero eso no quiere decir que no pueda existir alivio ni felicidad en esta historia. Lili y Gerda, de hecho, se acompañan por muchos años luego de que Einar ya haya desaparecido para siempre, y Einar muere pero Lili tiene un final feliz, sabiéndose ella misma por primera vez en su vida. Al fin y al cabo, La Chica Danesa no es solamente sobre la primera mujer transgénero sino, más bien, sobre lo dolorosa y a la vez placentera que puede ser la búsqueda por la propia identidad.
Escuchá el audio haciendo clic en "ver crítica original". Los sábados de 16 a 18 hs. por Radio AM750. Con las voces de Fernando Juan Lima y Sergio Napoli.
Director de Los miserables y El discurso del rey, el australiano Tom Hooper se rodea una vez más de los actores indicados para dar cuenta de una historia real, de enorme peso cultural, pero de un modo que sólo beneficia a los grandes estudios, a la Academia de Hollywood, y a Eddie Redmayne, que podría ganar su segunda estatuilla. Son los años veinte en Copenhague y el pintor paisajista Einar Wegener (Redmayne) junto a su esposa Gerde (Alicia Vikander), aspirante retratista, disfrutan de un moderado éxito junto a la crema de la burguesía de la ciudad. Durante un juego erótico entre ambos, Einar se prueba alguna indumentaria femenina y descubre un placer distinto, que irá progresando, de la mano de su indagación, a lo largo de los siguientes minutos. Como cabe suponer, Einar irá desapareciendo y Lili ocupará su lugar en la pantalla. Inicialmente, Gerde presenta en sociedad a Lili como la prima de Einar, pero a medida que la transformación avanza, su complicidad, y peor aún su rol de esposa, se vuelve insostenible. Pocos años después, las memorias del pintor se publicarían como el libro que dio sustento a esta película, laxamente inspirada en los hechos. Esa misma flojera mueve a la duda de si este retrato de Wegener, cuya vida tiene una incuestionable carga simbólica, podrá ser un auténtico referente para la comunidad transexual. Si bien las escenas en donde Lili va descubriendo su identidad se rodaron con innegable intensidad, hay mucho de caricatura en la composición de Redmayne; su exageración, sus compulsivos parpadeos y su mirada de asombro permanente son fácil causa de irritación. Claramente, Hooper apunta a la compasión del espectador mucho más que a escarbar en los conflictos de Wegener, los internos y los que atañen a su pareja. En este sentido, Vikander hace un trabajo mucho más sólido y comprometido, sin el cual la película se desplomaría en su propio artificio.
Exprimiendo la perfección "La chica danesa" cuenta la historia de un matrimonio de artistas plásticos, Gerda y Einar, quienes en un momento dado se ven enfrentados porque él quiere cambiar de sexo y llamarse Lili. La perspectiva femenina del universo abruma y lo transforma en tendencioso. Einar Wegener (Eddie Redmayne) era un afamado pintor, casado con Gerda Wegener (Alicia Vikander), que vivía una tranquila vida. Por su timidez y modales, cualidades que no hacían más que enamorar a su esposa, su mujer le pide que suplante por un tiempo a su modelo, una bailarina, y para ello debe ponerse unas medias de mujer y posar con un vestido y zapatos. En ese momento todo cambia para Einar, descubriendo que sus años como hombre fueron una mentira. Gerda ayuda en ese redescubrimiento, pero suponiendo que se trata de un juego, hasta que todo comienza a ser más real y Einar decide transformarse en Lili Elbey. Al mismo tiempo, Lili sangra por la nariz y tiene dolores en el estómago por lo que va a ver un médico, que le dice que el problema en realidad es psíquico. La ciudad comienza a verla como un “fenómeno” y la chica danesa encuentra refugio en un cirujano que puede cambiar su sexo con tratamientos e intervenciones. Pero no todo será fácil, ya que su Gerda peleará con él en una mezcla de amor por la persona y odio sobre lo que vendrá. El filme dirigido por Tom Hooper (que alzó un Oscar a Mejor película con “El discurso del rey”) está realizado con una delicadeza extrema y lo convierte en “material de Oscar”. En parte, porque Redmayne es un actor con mucha sensibilidad y es natural la femineidad en él (misma cuestión por la que nuevamente fue nominado al Oscar como Mejor actor tras haberse llevado el premio el año pasado). En otro orden, la perfección se exprime en cada detalle: la pulcritud de las actuaciones, el diseño cuidado de los escenarios y la ambientación tan detallada y limpia son visiblemente impactantes, pero la frialdad es lo que se resalta, en contraposición a lo que desean expresar. La perspectiva femenina del universo abruma y lo transforma en tendencioso. Mostrar el suplicio de Lili dejando de ser Einar desaloja la posibilidad de drama en el sentido conflictivo y la historia sólo posee llanura, provocando que el hecho de ser “políticamente correcta” vaya en detrimento de la postal cinematográfica.
Lo que hay que saber Que el actor Eddie Redmayne, protagonista de “La chica danesa”, haya sido nominado como mejor actor por su transformación del artista plástico Einar Wegener en el personaje femenino de Lili Elbe, invalida uno de los reclamos que se hicieron a los Oscar que se entregan el 28 de febrero: ignorar la diversidad sexual. La racial –el muy difundido “Oscar-tan-blanco”, impulsado por la comunidad negra de Hollywood a partir de un comentario en Twitter del director Spike Lee- es otro tema. El filme se basa en el best seller de David Ebershoff sobre el caso real de Wegener, el primer caso documentado de transexualidad. “La chica danesa”, con sus altas dosis de melodrama, es fiel al perfil literario de un best seller en el tratamiento del conflicto. Y Redmayne salva la película, pero es contradictorio cómo si, como dice Wegener, “soy una mujer”, necesita copiar la sensualidad y gestualidad femenina en una especie de prostíbulo, aunque esto excede al actor y sería una decisión de la dirección y del guión. Recordar a Einar Wegener como un pionero del siglo XX en su coraje y decisión hace pensar también en por qué Hollywood todavía no hizo una película exclusivamente sobre Rosa Parks, la primera mujer negra que se atrevió a desafiar la segregación racial y que fue un símbolo de los derechos civiles en Estados Unidos.
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Si me encontrara a Eddie Redmayne caminando por la calle no sabría si invitarlo a un bar karaoke, preguntarle sobre la teoría de agujeros negros, rogarle que se case conmigo o las tres. El orden se lo dejo a él, eso no alteraría el producto. “The danish girl” (“La chica danesa”, en español) es un drama “biográfico” dirigido por Tom Hooper (“El discurso del rey”, 2010, “Los miserables”, 2012) y basado en la novela ficcional del mismo nombre escrita por David Ebershoff, que a su vez está levemente inspirada en la vida de las pintoras Lili Elbe y Gerda Wegener. Digo “biográfico” porque a pesar de como el film fue publicitado, es un error considerarlo una historia real. El autor del libro afirma que no fue su intención contar una historia verídica. No sólo que inventó gran parte de lo que escribió sobre la vida personal de Lili sino que además creó personajes presentes solamente en su propio imaginario. Lo protagonizan Eddie Redmayne (ganador del Oscar a mejor actor el año pasado por su performance en “La teoría del todo”) como Lili Elbe, una de las primeras personas en recibir la cirugía de reasignación de sexo, Alicia Vikander como Gerda Wegner (el otro personaje real de la historia), Matthias Schoenaerts como Hans Axgil y Ben Whishaw como Henrik. Es una hermosa, humana y conmovedora historia sobre Einar y Gerda Wegener, un matrimonio de artistas daneses que viven en un pintoresco departamento de Copenhague en los años ‘20. Un día, Gerda le pide a su marido que pose en lugar de la modelo para ultimar detalles del imponente retrato de una bailarina. Einar, entre risas, acepta ponerse unas medias de seda y estrujar sus pies para calzarse las zapatillitas de punta. Gerda se siente atraída por el juego y juntos comienzan a idear un plan para asistir a un evento social con Einar vestido de mujer. Esta experiencia no parece despertar nuevos sentimientos sino relucir aquellos que siempre estuvieron allí, dentro suyo. A partir de aquí se desarrolla el relato y surgimiento de Lili Elbe, que aparenta empezar como un inocente juego sexual de pareja pero que termina siendo, como bien expone la historia, un personaje cuya pionera valentía y espíritu siguen sirviendo como inspiración para el movimiento trasngénero de hoy en día. Es un film bien intencionado que cumple casi a raja tabla con la perfecta receta de Hollywood y sus Oscar. Muy bien contada y dirigida, el sonido, la música, el arte y el vestuario son impecables. Todas las áreas muy bien realizadas. Las actuaciones son lo más destacable, hacen que el relato valga la pena aún más. Sin ellas casi que no funcionaría. Sólo por esta razón recomiendo ir a ver la película en pantalla grande. Presenciar el sonroje on cue de rostro completo de Eddie es algo imperdible. Y una maravillosa interpretación de Alicia Vikander que por momentos se lleva todo el protagonismo. Lo único criticable es la imprecisa representación de eventos históricos. La película en su epílogo destaca: “Los diarios de Lili Elbe se convirtieron en la base para la innovadora memoria “Man into woman” publicada en 1933”. Quienes desconocíamos la historia de Lili, aquí nos enteramos que efectivamente se trata de un personaje real, pero no se aclara que los sucesos retratados no son exactamente “hechos reales” como se les suele decir. Dejando de lado la imaginación del escritor de la novela “La chica danesa” y del realizador, los nuevos personajes y líneas narrativas, creo que lo que más me molestó fue no sentir la mirada social de la época. Los personajes secundarios no parecen reaccionar demasiado frente a los cambios que Lili va atravesando, parece no haber sorpresa alguna. Me cuesta un poco creer que así funcionara la dinámica cuando en la actualidad todavía encontramos incontables casos de violencia hacia la comunidad trans. Hay una sola escena pseudo violenta, que además de estar mal ubicada tanto en el texto como en el montaje, creo minimiza el tema del maltrato que recibían, y aún reciben, las personas trans. Quizás con intención, quizás no. No es relevante. A mi me hubiera gustado la presencia de un mensaje de mayor fuerza y contundencia sobre la lucha contra la discriminación hacia la comunidad LGBT. Creo que ésta sería mi única recriminación. Una posición política más dura con respecto a éste tema que me parece sumamente importante. Pero es sólo una opinión. Quizás también se trata de hablar más de los procesos internos que atraviesa Lili en el film y dejar un poco la política de lado. Un enfoque totalmente válido también. Tal es así que en algún momento, mientras estaba en la sala de cine, me pregunté si quizás irían a hacerle una consulta al Doctor Freud. La representación de los distintos médicos que visitan y sus desagradables ideas e interpretaciones está muy bien lograda. En esas escenas sí podemos sentir la agresión que seguramente recibió Lili. Ojala eso pueda contribuir para modificar las mentes de aquellos que siguen concordando con esa ideología. Si esta producción tiene el poder de ayudar a entender o al menos empezar a comprender lo que es el salir del closet transgénero y el proceso de transición que ello conlleva, entonces definitivamente vale la pena. Y eso es lo único importante.
Una nada. La historia de la primera persona que cambió quirúrgicamente de sexo y pasó de hombre a mujer. Sí, claro que es un muy buen cuento para el cine. Lástima que esto no es cine: es un actor con peluca imitando a una señorita, fotografiado como en una propaganda de perfume y con los golpes bajos a reglamento suficientes como para que todo pase por “película seria”: Le aseguramos que Zootopia lo es mucho más. Si es fan de Eddie Redmayne, quizás disfrute. Quizás.
El cuerpo como disfraz Con el oficio clásico y la seriedad que lo caracterizan, el cineasta Tom Hooper realiza la transposición a la pantalla, de la novela publicada en 2000 por el joven escritor norteamericano David Ebershoff, inspirada en la historia real de la pintora danesa Lili Elbe (antes Einar Wegener); la primera mujer transexual que se sometió a una cirugía de reasignación de sexo, pionera en el intento de búsqueda de coherencia entre su interioridad y exterioridad, desafiando las condiciones adversas tanto sociales como científicas. Nominado a cuatro premios Oscar (Actor protagónico, Actriz principal, Vestuario y Diseño de producción), este melodrama del director de “El discurso del rey” y “Los miserables” resulta un delicado exponente del cine clásico y preciosista, provocador en su temática pero rígido en no apartarse de un estilo que no permite desbordes, lo que a veces lo torna emocionalmente distante. Si algo señala la película son las ambigüedades que todos los personajes atraviesan y que en el caso de Einar puede conducir a revelaciones inquietantes. Desde siempre pero adormecido El joven matrimonio compuesto por Gerda (Alicia Vikander) y Einar (Eddie Redmayne), refinados pintores de la Copenhague de 1926, transita una vida apacible, sin privaciones económicas. Einar ha obtenido reconocimiento como paisajista, trabajando sobre imágenes de su pueblo natal, mientras que es retratista y no encuentra demasiados interesados en sus pinturas. Sin embargo la relación entre ellos es de un compañerismo inmejorable. Cuando Gerda precisa un reemplazo para retratar a una bailarina, le solicita a su marido que tome su lugar y se coloque las prendas femeninas que tenía preparadas. Einar acepta a regañadientes, pero este pequeño incidente le descubrirá una sensación placentera que estaba adormecida y lo lleva a cuestionar su identidad de género. Lo que comienza como un juego inconsecuente, rápidamente deriva en conciencia de placer ante el contacto con elementos propios de la femineidad; a partir de allí, el alejamiento de su masculinidad será irreversible. Consternada, su mujer será consciente de ese proceso y sabrá que, en realidad, antes de esa anécdota hubo otro breve episodio en la infancia donde Einar fue besado por Hans, un niño de su edad, en un juego de seducción inocente, por el cual fue reprendido por su padre. Sin embargo, cuando el viejo amigo de Einar (Matthias Schoenaerts) reaparece ya adulto, vemos que para uno la anécdota vivida no influyó en su definición sexual y para el otro fue definitiva, en tanto la tendencia parece haber estado desde siempre. Amable no quiere decir complaciente Parte de la crítica acusa al guión de tener un círculo narrativo estándar, ofreciendo a fin de cuentas una versión muy lavada de los múltiples retos que implica una decisión como la de Wegener/Elbe. Pero todos coinciden a favor de la película, en alabar el desempeño de Eddie Redmayne y Alicia Vikander —como Einar y Gerda, respectivamente- claves para mantener el interés del espectador y exacerbar la dimensión dramática. La dupla protagónica logra transmitir con creces la profundidad y solidez del vínculo que persiste pese a los drásticos cambios por los que atraviesa. Especialmente la actriz Vikander conmueve con su recorrido emocional, si bien Redmayne transita la complejidad afectiva de su personaje principal con una expresividad notable, no puede evitar alguna exageración en las gesticulaciones. El rol de Alicia Vikander como Gerda, la esposa comprensiva, nos obliga a ser testigos de lo mucho que pierde para dejar partir a Eimar y dar vida a Lili. La corrección, contención, elegancia y transparencia narrativa de la película son encomiables. A la excelencia de la fotografía se añade el vestuario de Paco Delgado y la dirección de arte cuidadísima, que atenúa un tanto el drama psicológico y el peligro extremo del proceso médico al que se somete el protagonista. Sin saltos temporales o inserciones oníricas, la narración empieza y termina en el paisaje nórdico de la infancia: árboles que se recortan fantasmales, resistiendo estilizados en medio del paisaje nevado. Cabe señalar que la trayectoria circular del film se inicia y termina en ese paisaje, donde una frase de Gerda (“Déjalo volar”) acompañará una imagen poética de alto lirismo que sintetiza la espiritualidad liberada de su prisión física. En síntesis, “La chica danesa” es una biopic amable antes que complaciente, que trasciende los preciosismos y las injustas denostaciones de blandura conceptual.
Einar Wegener es un pintor danés, el cual está casado con Gerda Wegener, quien también se dedica al arte de la pintura. Un día, Gerda le pide a su marido que modele con un vestido, ya que necesitaba finalizar una pintura. A partir de ese momento, la vida de ambos cambiará cuando Einar descubre que es una mujer llamada Lili, atrapada en el cuerpo de un hombre. Todo por amor Es de cajón que la Academia tiene la ostensible costumbre de premiar papeles y películas cuya trama gira alrededor de una historia dramática. La Chica Danesa fue nominada por mejor diseño de vestuario, mejor diseño de producción pero no como mejor película o director, y despierta ciertas dudas que la cinta dirigida Tom Hooper (El Discurso del Rey, Los Miserables), un director que le cae simpático a la Academia no haya obtenido alguna otra nominación. Toda duda se disipa cuando visionamos la cinta y comprendemos porque solamente obtuvo nominaciones como mejor actor y mejor actriz de reparto. Antes de que se nos introduzcan los personajes, La Chica Danesa abre el juego mostrándonos unos impresionantes paisajes de Dinamarca, haciendo uso de una fotografía cuidada al dedillo. Y esa puntillosidad se nota en toda la película: los movimientos de cámara y los distintos planos con los que esta filmada la cinta, dan muestra de la pulcritud del trabajo de Danny Cohen (La Habitación, Los Miserables) quien fue el director de fotografía en esta producción. La solidez de esta cinta yace única y exclusivamente en sus dos protagonistas: Eddie Redmayne y Alicia Vikander, por lo que no sorprende que producto de la labor de ambos intérpretes, hayan sido nominados como mejor actor y mejor actriz de reparto respectivamente. No quedan dudas sobre el trabajo que realiza Vikander interpretando a Gerda Wegener, una interpretación feroz y plausible, pero definitivamente su interpretación está por debajo de la labor que llevó a cabo en Ex Machina. Párrafo aparte merece la labor de Eddie Redmayne, el oscarizado actor británico compone a Einar Wegener, quien a lo largo de la cinta seremos testigos de cómo paulatinamente su salud mental se va deteriorando, a la par que su condición física también lo hace. Redmayne nos regala una interpretación absolutamente demoledora, por lo que Leo Di Caprio tiene otro importante rival en su carrera al Oscar. La Chica Danesa está basada en la obra homónima del año 2001 escrita por David Ebershoff que se convirtió en un bestseller. Lo cual resulta bastante curioso debido a que la mismísima Lili Elbe (otrora conocida como Einar Wegener) escribió sus memorias, las cuales fueron publicadas bajo el título de Man into Woman. Quizás escribir el guion a partir del propio diario de Elbe y no en base a un libro hubiese dado un resultado más satisfactorio. La falta de un guion a la altura de una historia simple pero interesante hace que el ritmo cansino le otorgue una sensación plúmbea a la cinta desde el primer momento, asolando toda posibilidad de que la trama enganche al espectador, dejando en claro que si no fuera por la pareja protagonista, la cinta se hundiría por completo. Conclusión Con una historia que podría haber resultado aún más interesante si se hubiese trabajado mejor, La Chica Danesa termina dándonos un drama que únicamente se salva por la hermosa fotografía, y las sólidas interpretaciones de Redmayne y Vikander. La cinta adolece de un ritmo que enganche, haciendo que las dos horas que dura el metraje de la cinta se tornen bastante aburridas por momentos. Recomendable únicamente si se quiere disfrutar de dos grandes actuaciones salvando un guion mediocre.
Dirigida por Tom Hooper (“El discurso del rey”) cuenta la historia del pintor Einar Wegener que es el primer caso de alguien que se opera para cambiar de sexo. Eddie Redmayne cumple aquí un rol lleno de matices en un hombre que descubre su identidad sexual y debe aprehender a ser mujer. Visualmente muy atractiva, contenida, con un gran trabajo del protagonista y Alicia Vikander.
LA PREVALENCIA DEL AFECTO POR SOBRE TODAS LA COSAS Inspirada libremente en la novela homónima de David Ebershoff, “La Chica Danesa” narra el derrotero de la pintora danesa Lili Elbe, la primera mujer transexual que se sometió a una cirugía de reasignación de sexo. El joven matrimonio compuesto por Gerda (Alicia Vikander) y Einar (Eddie Redmayne), refinados pintores de la Copenhague de 1926, transita una vida apacible. Comparten el amor por la pintura y por su obediente can (que de tan dócil hasta posa para los retratos). Einar ha obtenido reconocimiento gracias a sus representaciones de los paisajes de su pueblo natal, al tiempo que Gerda aún busca posicionarse como retratista. Están intentando tener hijos, anhelo que parece más propio de Gerda que de Einar. Cuando Gerda precisa un reemplazo para retratar a su amiga bailarina, le solicita a su marido que tome su lugar y se calce las medias de seda, el vestido y la peluca que tenía preparadas y este accede, Einar descubrirá una sensación placentera que estaba adormecida. Y esta secuencia marcará el primer acercamiento de Einar al descubrimiento de su identidad sexual, ya que lo que comienza como un juego inocente y una concesión amorosa al pedido de su mujer rápidamente adquiere otro cariz. A partir de la toma conciencia del placer por el contacto con elementos propios de la femineidad, el rechazo de Einar de su masculinidad será cabal. Vikander compone a una mujer compasiva, dueña de una solidaridad inigualable, dispuesta a acompañar a su esposo en su transición de género y la realización de su anhelo más profundo (pese a saber que la concreción del mismo la alejará de él para siempre). Gerda defenderá con ferocidad a Einar del enjuiciamiento de los médicos que lo atienden, cuya mirada es severa y no comprensiva del padecimiento de su paciente (y es antitética a la ternura de la de Gerda). Cabe recalcar la delicadeza de la fotografía a cargo de Danny Cohen, así como una acabada recreación de época. La dupla protagónica logra transmitir con creces la profundidad y solidez del vínculo que los une, que persiste pese a los drásticos cambios que atraviesa. Si bien Redmayne transita la complejidad afectiva de su personaje con una expresividad notable, cae en excesos que determinan cierto corrimiento de la sutileza. Un gran mérito del film reside en las interpretaciones, especialmente la de Vikander, que conmueve con su recorrido emocional desde el impacto que le provoca descubrir que su marido ya no se siente un hombre a su gradual y dolorosa aceptación de la nueva realidad.
Si hay algo que pueda definir de entrada a la filmografía del británico Tom Hooper, no es precisamente su preocupación por conceptos como el de búsqueda y audacia. Sus películas más conocidas, la oscarizada El discurso del rey y el musical Los miserables, se caracterizan por ser productos correctos desde lo formal, pero carentes de vuelo y profundidad. En La chica danesa, Hopper sacrifica una gran historia en pos de un abordaje preciosista y políticamente correcto. El pintor danés Einar Wegener, interpretado por el ahora nominado al Oscar Eddie Redmayne, fue según apuntan diversos registros médicos, la primera persona de todos los tiempos en someterse a una operación de cambio de sexo. Durante los años '20, adquirió cierta reputación como paisajista y luego colaboró con el despegue de la carrera de su esposa, Gerda Wegener, también dedicada a la pintura. Tras la tardanza de una de sus modelos, Gerda, encarnada brillantemente en este film por la actriz sueca Alicia Vikander, le pide a Einar que pose con medias y zapatos de mujer. Este contacto primario con texturas femeninas, reanima en el pintor una crisis de identidad sexual que viene sofocando desde su niñez, y da lugar al nacimiento de su verdadera esencia, canalizada en su desdoblamiento como Lili Elbe. Más allá de las buenas intenciones, el realizador no logra en ningún momento atravesar la pátina del conflicto. Queda siempre orbitando en la superficie, con un tratamiento formalmente correcto pero vacío de intensidad. Vemos en reiteradas oportunidades a Einar acariciando vestidos, ensayando mohines afectados, asumiendo una pose; pero sin llegar a la médula de la contradicción entre su identidad de género y el sexo biológico de su anatomía. Durante todo el transcurso del film, da la impresión de que Tom Hopper no asume la incomodidad del proceso de disforia de género del protagonista, y por extensión no se atreve a incomodar al espectador. Un puñado de recursos melodramáticos, entre los que se incluyen subrayados orquestales y rostros bañados en lágrimas que brotan cual fuente de los ojos de los personajes, no alcanzan para darle entidad a los padecimientos de sus criaturas. A su vez, el constante regodeo en bellas postales de Copenhague y Parìs, tiende a amortiguar desatinadamente el perfil de un relato cuya matriz es innegablemente desgarradora. El abordaje del mundo de la ciencia es presentado también de una manera esquemática y simplista, con médicos que son esbozados como entes retrógrados que condenan la perversidad de estos procesos. Más allá de que en aquel tiempo, los doctores tomaban estos casos desde una perspectiva ignorante y a veces despiadada, el director imprime un trazo demasiado grueso sobre algunas escenas que desfilan a modo de trámite. Finalmente, resulta paradójico que sea la historia de la esposa de Einar la que gana en desarrollo, cuando en realidad todo parece estar focalizado en el conflictivo surgimiento de Lili. Alicia Wikander es por lejos lo más interesante de la película, y es claramente injusto que esté nominada al Oscar en la categoría Actriz de Reparto, cuando su participación tiene claramente el rango de un rol protagónico. Los matices y contrastes transitados por un personaje que oscila entre la perplejidad y el apoyo incondicional a su pareja, se muestran más creíbles y delineados que los del derrotero trans de Einar/Lili. The Danish Girl / Reino Unido, Estados Unidos, Bélgica, Dinamarca, Alemania/ 2015 / 119 minutos / Apta para mayores de 16 años / Dirección: Tom Hooper / Elenco: Alicia Vikander, Eddie Redmayne, Matthias Schoenaerts, Ben Whishaw, Sebastian Koch, Adrian Schiller, Amber Heard, Emerald Fennell y Henry Pettigrew.