Una secuela catastrófica. Las señales de desgaste de una franquicia, que allá por el 2002 con su primera entrega comenzara a trazar un recorrido para ponerse a la par de estudios consagrados como Pixar y Dreamworks, quedan en evidencia en este nuevo despropósito de Blue Sky, carente de creatividad y donde la idea de profecía auto cumplida se vuelve realidad no en la historia, sino fuera de ella.
La amenaza de la extinción ha sido siempre el tema de las películas de La Era del Hielo, pero en esta quinta entrega de la franquicia animada, el tono amigable y familiar sobrepasa cualquier peligro de subvertir las convenciones del género. Sobrecargado de subtramas apenas justificadas y nuevos personajes para vender en forma de muñequitos, “Choque de Mundos” es una colorida y acogedora comedia familiar que juega todas sus fichas al humor físico. El mamut Manny (con la voz de Ray Romano) y sus amigos se embarcan en la búsqueda para desviar un asteroide gigante que chocará la tierra. La dinámica de la familia encuentra a Manny y Ellie (Queen Latifah) preocupándose por su hija Peaches (Keke Palmer), que quiere dejar su casa con su prometido Julian (Adam DeVine), lo mejor de la película está aquí, el mensaje de “si los amas, dejalos libres” y el personaje con mas carnadura, Julian, que si bien está retratado con trazo grueso, al menos es una crítica a la cultura jock. Mientras tanto, el perezoso Sid (John Leguizamo) está en su propia búsqueda de una novia y el tigre Diego (Denis Leary) y Shira (Jennifer López) está pensando en iniciar una familia. Porque todo en La Era de Hielo es muy hetero y procreativo. Como de costumbre, hay mil gags de Scrat y su bellota, esta vez en un viaje nave espacial que vagamente se conecta con la trama principal. Otros personajes que se destacan son la comadreja Buck (Simon Pegg), una familia pendenciera de “dino-pájaros (con el padre macho en la voz del gran Nick Offerman), y los habitantes de una especie de comunidad new-age llamada descaradamente, Geotopia. Michael Thurmeier vuelve a dirigir (con Galen Tan Chu como co-director) y se las arregla para exprimirle a la saga toda la comedia slapstick y aventura pseudo-científica (otro nuevo personaje se basa el astrofísico Neil deGrasse Tyson) para conformar un historia más o menos coherente que disfrutarán más los chicos que los grandes.
El Armagedón Nueva incursión de los personajes prehistóricos que ya se han ganado un lugar de privilegio en las películas animadas. En esta oportunidad La era de hielo: Choque de mundos (Ice Age: Collision Course, 2016) de Galen T. Chu y Mike Thurmeier, mezcla géneros y toma referencias de clásicos films live action para construir su nueva propuesta. La película gira en torno a dos problemáticas bien diferentes: una relacionada a los denodados intentos de Scrat por poder seguir a su amada bellota, y en el transcurso poder evitar que la tierra colisione con un meteorito, y la otra, que bucea en los sentimientos de Manny al enterarse que su hija está por irse. Entre el posible choque de mundos y la lucha de Manny por evitar que el nido quede vacío, los personajes secundarios harán lo posible con esta historia, que una vez más apela al gag y el punchline para suplantar cualquier vacío que la trama posea o explicación que se le exija. Manny debe, además de buscar un lugar para proteger a los suyos, mantener a su familia unida y celar a su yerno, de una manera tan obsesiva como irracional. Además, en el constante apelar a la cultura popular, la película puede hacerle guiños a aquellos espectadores adultos que asistan con los más pequeños, en una suerte de empatía que debe ser colocada con fórceps para mantener el interés en la pantalla. La era de hielo es una de las sagas más taquilleras del cine de animación, y ubica a sus protagonistas como referentes del panorama actual de las películas realizadas en la materia, pero con el correr de las entregas la frescura original se ha ido perdiendo, y excepto Scrat, ese eterno buscador de sueños, el resto fue evolucionando hacia un lugar secundario en el que la “humanización” de sus caracterizaciones les ha jugado en contra. Y pese a los intentos de caer simpática, salvo alguna que otra escena en la que Scrat hace de las suyas en el espacio, La era de hielo: Choque de mundos pierde su frescura y originalidad en el intento de emular a films de género y ponerse seria cuando debería mostrarse más juguetona y entretenida.
Una película que no aporta nada nuevo a la saga, pero que los más chicos podrán disfrutar. La Era del Hielo no es un fenómeno nuevo. En 2002, el mundo conoció a Manny, Sid y Diego en una aventura original: un mamut, un perezoso y un tigre tuvieron que hacerse cargo de un bebé durante una helada, en la era glacial. A través de los años, surgieron tres secuelas más que no supieron hacerle justicia a La Era del Hielo original en lo que a la trama respecta. Sin embargo, la segunda entrega y la cuarta resultaron ser las películas más vistas en Argentina en 2006 y 2012 respectivamente, lo cual hace a la saga un éxito comercial. Catorce años pasaron desde la primera, y ahora llega la quinta entrega, Choque de Mundos, y las decepciones siguen porque esta no es la excepción a la regla. La famosa y simpática ardilla diente de sable, Scrat, está en busca de su bellota (todavía), y una serie de infortunios la llevan al espacio, en donde accidentalmente desencadenará eventos cósmicos que podrían amenazar la vida en la Tierra. Mientras tanto, Sid, Manny, Diego y la manada, con la ayuda de Buck, tendrán que aventurarse en nuevo territorio para salvar al planeta y conservar su hogar. En el medio de todo esto, Manny tendrá que lidiar con la idea de que su hija creció, está lista para abandonar el nido y empezar una vida con su novio. La dirección estuvo a cargo de Mike Thurmeier y Steve Martino, al igual que en la cuarta entrega de la saga. El guion fue de Michael J. Wilson y Yoni Brenner. En cuanto a las voces, una vez más Ray Romano, John Leguizamo, Deanis Leary y Simon Pegg prestan sus voces a Manny, Sid, Diego y Buck respectivamente (pero el doblaje está más que correcto). Y en la producción, estuvo Carlos Saldanha, el encargado de las primeras tres películas. Pero esté quién esté detrás de todo, la falla principal está en la trama: la historia es simple, los chistes ya son viejos y conocidos, y el resultado final es una película que no emociona a diferencia de su original en 2002. El estreno de este tanque comercial se debe también al receso escolar, un film para chicos que estará en cartelera varias semanas. Una fórmula repetida y exitosa que no puede fallar -menos para las grandes cadenas de proyección-. Scrat sigue sin conseguir la bellota, Manny todavía es malhumorado y Sid simplemente es Sid. Entonces no tiene por qué decepcionar. Pero no se trata de un film memorable, está lejos de eso, los años van a pasar y nadie va a recordar Choque de Mundos, o cualquier secuela de La Era del Hielo original. La Era del Hielo: Choque de Mundos no está lista para competir con Buscando a Dory ni ninguna producción semejante, pero eso no impide que los niños se diviertan en el trascurso de la hora y media de película. Los adultos, por otro lado, tendrán que conformarse con la risa de los chicos.
En busca de la eterna bellota perdida. Durante sus primeros cuarenta y cinco minutos, la quinta entrega de La era de hielo corre arrastrada por un frenesí de acontecimientos, gags, personajes, tramas y chistes, pero en la segunda parte pierde algo de vapor. No faltan, sin embargo, citas cinéfilas. En el fútbol moderno, sostenido en la presión, el esfuerzo físico y la disciplina táctica, con frecuencia uno se pregunta, a los diez o quince minutos de comenzado un partido, cuánto tiempo sostendrán los equipos tanta intensidad. Algo semejante sucede en ocasiones en el cine contemporáneo. Sobre todo en el de Hollywood, que apuesta a parecerse a una montaña rusa, para subir en ella a un espectador sediento de emociones estomacales. Durante media hora o cuarenta y cinco minutos (equivalente al primer tiempo de los partidos de fútbol), la quinta entrega de La era de hielo corre arrastrada por un frenesí de acontecimientos, gags, personajes, tramas y chistes. En la segunda parte pierde algo de vapor, desnudando un poco sus limitaciones temáticas. Manteniendo la premisa de la serie, Choque de mundos narra a la vez un desarreglo cósmico y las minucias de la convivencia de las especies terrestres. Líneas de relato que en algún momento, como indica el título, habrán de chocar. El cataclismo es producido una vez más por la ardilla Scrat. En su eterna busca de la bellota perdida, este émulo físico y espiritual del Coyote da con un plato volador enterrado en el hielo del polo, sale disparado hacia el cosmos, juega al pool con los planetas, funda una galaxia que lleva su forma, se incinera junto al sol y desencadena una lluvia de meteoritos que salen disparados hacia la Tierra, poniendo a prueba la capacidad de sobrevivencia del mamut Manny, el tigre Diego, el perezoso Sid, la comadreja Buck y sus familias (los que las tienen). Más próxima al modelo Dreamworks que a Pixar, la serie La era de hielo no se apoya en la solidez narrativa sino en el chiste, el anacronismo, el humor físico. Este último queda, claro, en manos –en patas– de Scrat, cuyo estado de permanente mutación física revela que el fantasma de Tex Avery participó de su procreación. Lo narrativo se reduce al tema de la dinámica familiar, con Manny padeciendo celos de suegro ante el botarate de su futuro yerno (conmovedor el momento en que papá hace el gesto de proteger a la nena y se encuentra con que a ésta ya la está abrazando el novio), la pareja de tigre y tigresa angustiados porque dan miedo a las crías (buenísimo el gag en que dos hilitos de sangre delatores asustan a dos cachorros) y el torombolo de Sid rebotando con candidatas varias, hasta que… En términos de citas y anacronismos, allí están las referidas a los protagonistas marchando en ralentí a desactivar un asteroide como en Armageddon, o el hallazgo de una Shangrilá estilo Barbie, rosada y poblada de unicornios, donde la vida es eterna y reina una llama-gurú escupidora y hipona llamada Shangrillama. Emblema del vértigo es Buck (voz del cómico británico Simon Pegg en la versión subtitulada), que con su cuchillito, su parche en el ojo, sus saltos coreográficos, su hipervelocidad y su predisposición a la aventura sonriente es un inconfundible Errol Flynn zoológico.
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Me pasa algo raro con esta última entrega de La era de hielo porque si bien pienso que sus personajes ya se encuentran ultra agotados la película cumple muy bien su misión principal que es entretener a los más chicos. La saga creada por Blu Sky que arrancó en 2002 dio dos primeros films magistrales donde el humor era su plato fuerte y los adultos podían divertirse pero luego bajó un par de tonos y los chistes pasaron más a la acción y por lo tanto a un público más infantil. El máximo problema de esta producción es que tiene una competencia muy fuerte por parte de Buscando a Dory si vamos a hacer comparaciones porque la película de Pixar es dueña de una gran narrativa que no solo apela al entretenimiento (para todas las edades) sino también al sentimiento y eso es algo que no se puede dejar de señalar, un gran plus para la aventura del pez sin memoria. Obvio que en La era de hielo la animación es excelente. Eso es incuestionable pero como público estamos más exigentes y es necesario que un estreno de estas características y tan importante tenga un par de capas más y no sean solo chistes tontos. Pese a esto a los chicos les gusta y no notan el desgaste de los personajes, el claro ejemplo es la entrega anterior que fue record absoluto en animación en nuestro país hasta que Minions la superó el año pasado. Veremos qué pasa con esta franquicia que viene de capa caída -en lo creativo- con esta nueva propuesta muy agarrada de los pelos pero que aún así logra enganchar a su target principal.
EL REGRESO DE LOS AMIGOS MÁS QUERIDOS El reencuentro con los adorados personajes de la saga no puede ser más regocijante. Con Scrat que en el comienzo de la película provoca una versión del big bang cósmico persiguiendo a una bellota que la pone en el espacio y en un plato volador. Y el peligro de un meteorito que partirá en dos a la tierra pone en crisis a los demás personajes que ya tienen sus problemas: La hija de Manny y Ellie se casa, el perezoso organiza bodas y no encuentra el amor hasta da con un mundo de eterna juventud, reaparece Buck la comadreja. Los detalles técnicos vienen de innovaciones en el color, mayor detalle de pelajes. Y si bien la historia entrelaza momentos muy distintos de regocijo que a veces no amalgaman a la perfección, el resultado de entretenimiento y expectativa está cubierto para que se deleite toda la familia y esta nueva entrega se transforme en un tanque de recaudaciones.
La Era de Hielo: Choque de mundos arranca con la irresistible ardilla Scrat, quien en busca de dominar su preciada bellota, viaja de forma accidental al espacio, provocando un desastre cósmico que tendrá repercusiones en el planeta Tierra. La quinta entrega de la serie, presenta a los clásicos personajes Manny, Sid, Diego haciendo frente al cataclismo, en un relato que combina aventura con comedia y nuevos y pintorescos animales. El guión está armado a base de gags (son pocos los que funcionan) y carece de la originalidad y la frescura de las primeras entregas de la saga animada, que a esta altura parece agotada. El apartado técnico es impecable, la animación y el uso de la paleta de colores están entre los puntos más altos de un filme tan gélido como su propio título.
La Era del hielo llega a la Argentina en su quinta entrega. Los mismos personajes, la misma estructura de película y la misma trama, pocos cambios y la misma efectividad para el público infantil que, como dicen por ahí, siempre se renueva. En esta nueva entrega de La era del hielo: Choque de mundos, Scrat sigue buscando su famosa bellota, y esta vez se topa con una nave espacial enterrada bajo el hielo, con la cual, sin mediar ningún tipo de explicación, sale a recorrer el universo, creando la galaxia de la vía láctea por accidente. Y mientras tanto, en la tierra, Sid, Manny, Ellie y toda la pandilla se encuentran nuevamente disfrutando tranquilos de su vida, hasta que, Buck mediante, se enteran de una profecía antigua que hablaba del cataclismo que estaba por arrasar con su propia existencia, y es así que deciden emprender el camino hacia el lugar del impacto de un asteroide que vuelve a la tierra cada tanto, para poder de esa forma repeler la inminente tragedia, de vuelta al espacio exterior. Esta saga, desde su primera entrega, es un producto de efecto instantáneo en los más chicos que mueren de amor por sus personajes, pero que con una trama de ridícula sencillez, termina resultando bastante insuficiente para el público adulto, conocedor de grandes películas de “crecimiento personal”. Los personajes parecen tener como único objetivo, siempre, el caminar de un lugar a otro, nada más. Carentes de ambiciones, carentes de objetivo, parecen simplemente vagar de un lugar a otro y al llegar a destino, aprenden por efecto del realismo mágico, la lección de vida que les espera, maduran y listo. Dejando de lado al público adulto, los chicos parecen desesperarse por los personajes. Sus falencias, sus torpezas, su inadecuación social, todo repetido una y otra vez a lo largo de las diversas entregas de esta saga, enamoran a la audiencia más pequeña que, sin haber probablemente visto las anteriores en el cine, pueden vivir en la sala la misma experiencia que ya han visto en sus hogares cuando vieron las otras cuatro partes en los diferentes formatos digitales. El poco esfuerzo de los guionistas por darle algún sentido a todo lo que pasa en la pantalla (por ejemplo, Scrat crea el sol y pone a la tierra a orbitar, aun cuando el sol apareció en todos los planos anteriores de la película) realmente hacen que el espectador deje de buscar cualquier atisbo de perfección en el producto, alejándolo de la media de las películas infantiles de hoy día. La era del hielo: Choque de mundos es una película menor para el público cinéfilo pero sin dudas entretendrá a los más pequeños durante las vacaciones mientras los grandes soñamos despiertos con los grandes dibujos animados con los que crecieron.
Más fría que nunca Ya pasaron 14 años desde que se estrenó La era de hielo original. Esto quiere decir que todos aquellos que en 2002 tenían 4 o 5 años hoy son mayores de edad. Y, al contrario de lo que ocurre con varias otras sagas (animadas o no), los ahora adolescentes y jóvenes han quedado expulsados por completo del disfrute de esta quinta entrega. En ningún momento de este film, codirigido por Michael Thurmeier y Galen Tan Chu, hay situaciones que salgan del esquema correr-saltar-gritar. Reaparecen, sí, los simpáticos personajes y el colorido de siempre, y hasta hay algunos momentos logrados de humor físico, pero todo aquello que puede funcionar para el consumo primario, superficial y efímero de los más chicos resulta una experiencia tortuosa para los adultos, aquí inevitables acompañantes. Todo arranca, claro, con la ardilla Scrat persiguiendo su escurridiza bellota y desatando un caos, esta vez a nivel cósmico. Los planetas chocan y la lluvia de asteroides amenaza con extinguir a los mamíferos que habitan la Tierra. Entre ellos, la pareja de mamuts que integran Manny y Ellie, cuya única hija -Peaches (o Morita)- no sólo ya tiene novio, sino que además planea casarse para celos de su padre, que no puede ni ver al joven pretendiente de ella. Ese es el principal "conflicto" familiar de esta película en la que los múltiples personajes (todos ampulosos y sin demasiado desarrollo) irán en procesión hasta el lugar donde caerá un gigantesco meteorito con la idea -bastante absurda- de ver cómo detienen el apocalipsis. Argumentar en defensa de esta nueva entrega que el trabajo de animación es solvente y funcional ya no es suficiente en el marco de una saga multimillonaria (en recursos e ingresos) como la del tándem Blue Sky-Fox. Por supuesto que hay un atractivo visual y ciertos rasgos de creatividad, pero en buena parte de su hora y media todo resulta demasiado previsible, mecánico y hasta rutinario. Y no sólo para los espectadores adultos. Es como si los artistas hubieran trabajado a reglamento, apelando al piloto automático sabiendo que igual llegarían a la meta. Poco importa, es cierto, lo que se sostenga desde una crítica como ésta (el éxito de la quinta parte -y más con las vacaciones de invierno por delante- está asegurado), pero igual hay que decirlo.
Al espacio y más allá Gran factura técnica y personajes queribles, salvavidas contra una narración neutra y el efecto desgaste. En el detrás de escena, son grandes los desafíos que enfrenta La era de hielo: choque de mundos. Quinta entrega de esta franquicia que sólo en la Argentina cosechó a casi 11 millones de espectadores, sus directores, Mike Thurmeier y Galen T Chu, sus guionistas, animadores y productores debían reinventar un producto exitoso para que, además, siguiera siendo una buena película. Es cierto, el público se renueva, pero la globalización y la accesibilidad permanente al entretenimiento cambian radicalmente esos plazos. Para ello, la ardilla Scrat viajó (muy) azarosamente al espacio, allí sigue fracasando en su enfermiza y divertida persecución de la bellota, y desde allí se conecta sin saberlo con el universo de la manada, que tiene problemas más mundanos. Los efectos especiales, las maravillas visuales y la creatividad para jugar en el cosmos siguen intactas. Nada de esto sorprende viniendo de una firma como Blue Sky Studios. Pero ese juego con el azar, con el origen del universo, con la ley de gravedad y la teletransportación tiene un contraste en la Tierra y en la manada, que evidencia el paso del tiempo, o el desgaste de la historia. Podríamos suscribir aquí esa discutible teoría de que menos es más. La superposición de temas y personajes licuan de alguna manera la aventuras de la manada, estos viejos conocidos que siguen evolucionando. El tema central es que la joven mamut Peaches, hija de Manny y Ellie, va a casarse con Julián. Y entonces tenemos el caso del suegro celoso, de la niña mimada que abandona el nido. Ese drama, que no llega a tanto, ocurre mientras se viene el apocalipsis. Un meteorito (alentado sin querer por Scrat) terminará con la vida en la Tierra, y la manada tendrá que encontrar la salvación. Buck, la comadreja heroica y sabelotodo de La era de hielo 3 es quien da la noticia del fin del mundo mientras se erige en el guía hacia la salvación. En esa travesía, viajamos con personajes demasiado explícitos, y exceso de subtemas en la mochila de cada uno. Sid, el perezoso, anda tras amores imposibles, Manny y Ellie sufren por su hija que se va, el tigre Diego piensa en tener cría pese a que los niños se espantan con su figura aterradora, Buck huye de una familia de dinosaurios que lo persigue desde otra era, y por supuesto está el mundo de Scrat, y hasta un grupete new age que encontró la fórmula de la juventud eterna y que practica yoga en el medio del desierto. Historias fragmentarias para personajes queribles, reconocibles, que sin embargo renuncian a una profundidad necesaria al atender tantos flancos. Como todos, sufren el efecto desgaste, la erosión propia de una franquicia, cualquiera sea su era geológica.
Es tiempo de congelar a la saga En 2002 la ignota compañía Blue Sky Studios dio su primer largometraje. La Era de Hielo (Ice Age) trajo un historia bastante original, un tigre dientes de sable, un mamut y un perezoso de la era glacial deben superar sus diferencias para devolver a un bebé humano a su ”manada”. Con una premisa casi de Pixar (obvio que muy lejos de ella) la película fue un éxito y sus secuelas no tardaron en llegar. En esta quinta película Scrat encuentra una nave espacial mientras aún persigue su bellota y hace un desastre en el Sistema Solar. Esto termina creando una amenaza que tiene como destino la Tierra. Sid (John Leguizamo), Manny (Ray Romano) y Diego (Denis Leary) viven en armonía con sus amigos y familias, Manny está preocupado porque su hija Morita (Keke Palmer) está a punto de casarse con Julián (Adam DeVine) e irse del hogar para vivir viajando, Diego vive con su novia Shira (Jennifer Lopez) y con el deseo de ser padres, Sid sigue buscando pareja, viviendo con su abuela y fracasando. Sus vidas se verán alteradas cuando la comadreja Buck (Simon Pegg) les advierte que un meteorito se acerca peligrosamente a la Tierra y para impedir que suceda, el grupo tendrá que migrar a la supuesta zona de impacto para buscar una manera de desviar la trayectoria. Estamos en unos años en que el cine de animación está en constante crecimiento y hace rato que no son solo películas para niños, lamentablemente este no es el caso. Carece de originalidad, los chistes no están bien construidos y no encuentra otro recurso para hacer un guiño a los adultos que no sean referencias a la cultura pop o a personas reconocidas como Neil Degrasse Tyson. La película tiene minutos en los que parece estancarse y la presentación de nuevos personajes no funciona (tampoco las escenas de personajes secundarios que se fueron sumando en las películas anteriores), por eso el público que más la disfrutará serán los niños hasta 8 años. La Era de Hielo 5 intenta ser un relato de unidad y superación donde todos los animales se unen como familia para combatir ese meteorito que viene del espacio. Supera por un poco a la cuarta y nivela con la tercera pero está muy lejos de la que es la mejor película de Blue Sky Studios hasta ahora, Peanuts: La Película (Peanuts, 2015), aquella que acercó a Snoopy y Charlie Brown al siglo XXI. Es hora de dejar a esta saga congelarse.
Una “Era del hielo” sin el encanto de las anteriores "La era del hielo" fue una divertida y emotiva versión libre del viejo cuento navideño "Tres padrinos", poniendo un mamut imponente, un tigre bravo y un bicho simpático en los roles que originalmente habían cumplido John Wayne, Pedro Armendáriz y el joven Harry Carey Jr. Además fue un dibujo de gran calidad técnica, un buen guiño para los profesores de historia y geografía, y un éxito mundial. "La era del hielo 2" fue agradable. La tercera y la cuarta, digamos que también. Pero la quinta, que vemos ahora, en fin, ya es prescindible. Salvo para los vendedores de merchandising, que aquí agregan nuevos muñequitos. La culpable Empieza bastante bien, con un nuevo desastre de la ardilla dientuda, ahora a bordo del platillo volador que aparecía congelado en el film original. Culpa suya, nuestro sistema solar está como está, y los asteroides llueven sobre la Tierra. Por suerte, gracias a nuestros héroes, la Tierra se salva en el último minuto. Pero, entre medio, sólo hay unos chistes prehistóricos bastante espaciados. A señalar, como novedades, el conflicto sentimental del grandote porque su hija quiere casarse con un gandul e irse de casa; la reaparición del comadrejo aventurero y la aparición de un Shangri-La al mando de un Shangri-Llama, y una suerte de perezosa hippie, ideal para el vago de la familia. Eso es todo, y no es mucho. Los responsables son los de siempre, con gente que está desde los comienzos: Mike Thurmeier, el ascendido Galen T. Chu, ahora codirectores, los libretistas Michael Berg, Michael Wilson, etc., los directores originales Chris Wedge y Carlos Saldanha tranquilos en su actual cargo de productores y su agotador trabajo de contar billetes. Pero la gracia ya no es la misma. Falta chispa, ingenio, encanto. Encima, capaz que todavía hacen "La era del hielo 6", con los mamuts convertidos en abuelos de uno o dos mamutcitos, y el tigre y la tigresa reblandecidos con sus respectivos cachorros. O que todo esto se convierta en una serie televisiva.
“La era de hielo: choque de mundos” (Ice ages: Collision course”) Este jueves 7 de julio llega el estreno de “La era de hielo: choque de mundos” film de animación producido por Blue Sky Estudios y distribuido por la 20 Century Fox. Esta vez en el espacio, nuestro amigo Scrat (la torpe ardillita) continúa haciendo desmanes por alcanzar su bellota pero arriba de una nave espacial, lo que provocará una serie de desastres cósmicos, y la aventura de esta saga pareciera no tener fin. Por otro lado, en el planeta tierra, el mamut Manny, el oso Sid, el tigre Diego, una especie de suricata llamada Buck, y un montón de nuevos personajes, se deberán unir y armar un plan al ver que se aproxima semejante amenaza que pone en peligro su propia existencia, misión que parece imposible. Al ser tantos los personajes, y algunos muy divertidos, por momentos no se logra tener empatía por uno sólo, y me da la sensación que la película va perdiendo identidad. Como si fuera un gran casting, donde el público, decidirá cuál de ellos gusto más, y a partir de ahí los productores le darán un rol más protagónico a los elegidos en las futuras entregas. Más allá de eso, es muy interesante el trabajo de animación y la película se va desenvolviendo de una forma muy simpática y entretenida. Especialmente recomendada para los más chicos, en estas vacaciones de invierno, y si pueden es para verla en 3D.
Scrat, el especialista en líos, está de vuelta Un poco más de 2808 millones de dólares. Esa es la cifra de recaudación a nivel mundial que obtuvieron en conjunto “La era de hielo” (Ice Age, 2002), “La era de hielo 2” (Ice Age: The Meltdown, 2006), “La era de hielo 3” (Ice Age: Dawn of the Dinosaurs, 2009) y “La era de hielo 4” (Ice Age: Continental Drift, 2012). Un número nada despreciable que colocó a Blue Sky como la tercera compañía productora de filmes animados por computadora detrás de Pixar y Dreamworks Animation; y convirtió a la saga en la segunda franquicia cinematográfica animada más taquillera en la historia. Era de esperarse entonces que nos llegara una quinta película, titulada en esta oportunidad “La era de hielo: Choque de mundos” (Ice Age: Collision Course, 2016). El inefable y grandioso Scrat, en su eterna misión de buscar y guardar su bellota en un lugar seguro, llega accidentalmente hasta una nave espacial que lo lleva al espacio. Esto no sería tan terrible si no fuera porque, gracias a su torpeza y su muy mala suerte, provoca que un gigantesco asteroide se dirija a la Tierra. Tan grande que puede acabar con la vida en el planeta. Por su parte, nuestros viejos conocidos están atravesando diferentes situaciones. Peaches (Keke Palmer), la hija de Manny (Ray Romano) y Ellie (Queen Latifah), se está por casar y esto vuelve loco al mamut. Sid (John Leguizamo) no logra encontrar el amor verdadero, o también se podría decir que lo encuentra en todos lados pero no es correspondido. Y por último, Diego (Denis Leary) y Shira (Jennifer Lopez) están pensando en tener sus propios cachorros. Todos estos problemas quedarán un poco de lado cuando toda la manada –que también incluye a las zarigüeyas Crash (Seann William Scott), Eddie (Josh Peck) y Abuelita (Wanda Sykes)– sea alertada por la comadreja Buck (Simon Pegg), que resurge del Mundo Perdido, de que el mundo está llegando a su fin. Pero él tiene un plan que podría salvarlos: ir hasta un lugar donde anteriormente se estrelló un asteroide del mismo tamaño y encontrar allí la clave para ayudar al grupo a detener la amenaza. No hay dudas de que esta saga ha logrado regalarnos personajes entrañables y muy queridos. Y seguramente también tiene a los más desenfadados y los que tienen un nivel de locura importante. Y ese es el mayor capital de este filme. El problema que acarrea esta película es que a lo largo de todos los largometrajes se fueron sumando demasiados personajes. Como son todos importantes, pierde demasiado tiempo queriéndole dar lugar a todos. La famosa frase sostiene que “el que mucho abarca poco aprieta”, y este es un ejemplo perfecto para aplicarla. Ni hablamos sobre si lo que plantea la historia tiene un poco de coherencia porque, claramente, no es así, ¿pero a quién le importa, no? Esta vez también hay nuevos bichos como Julian, el futuro flamante esposo de Peaches; los dinopájaros –Gavin y sus hijos Roger y Gertie–, que son los malos de la historia; Brooke, el nuevo interés amoroso de Sid; y Shagrillama, el jefe de Geotopia, que es el lugar adonde se dirigen todos los amigos en busca de respuestas. Mucha comedia física, algunos gags divertidos, algunos chistes sólo para adultos y no mucho más para este filme que tiene un poco de olor a gastado. ¿Es una buena elección para los más pequeños? Por supuesto, los chicos disfrutan siempre. Los adultos, por su parte, tendrán que soportar estoicos. Tal vez vaya siendo hora de congelar por algunos años a todos estos hermosos personajes. Por el bien de la saga.
Me sorprende cómo es que después de cuatro entregas que ya tiene esta franquicia de Fox, sigan encontrando buenas ideas para agregarle a la saga. El nuevo film de La Era de Hielo presenta varios personajes, aunque todos estaremos de acuerdo en que seguimos prefiriendo a los originales. El mamut, el oso perezoso, el tigre dientes de sable, las zarigüeyas gemelas y, por supuesto la ardilla, son los líderes. ¡Sin embargo! La comadreja de un solo ojo llamada Bock es un personaje por demás de interesante, quien le ha aportado a las últimas películas muchas referencias a la cultura pop. Y hablando de eso, esta es la entrega que más aporta por ese lado. En cuanto a los nuevos integrantes, mejor perderlos que encontrarlos… La historia en sí no es ningún descubrimiento, pero se las apaña para entretener durante esa hora y media de duración. Por momentos se desconecta un poco de la realidad a la que se ata, y sus bromas son un tanto polvorientas. El equipo de animales tiene que lograr desviar un meteorito que está a punto de colisionar con nuestra Tierra. Para ello, el plan es aprovecharse del magnetismo que tienen las rocas de una anterior lluvia y así evitar el impacto. Mientras tanto, en el espacio exterior, la ardilla más infeliz del universo sigue intentando quedarse con su bellota, siendo la primera vez que uno de los personajes abandona el planeta que todos conocemos. Y nos seguimos preguntando: ¿por qué diantres no se come el preciado fruto de una buena vez? La respuesta es, claro, para que la historia de siga estirando, los niños divirtiéndose con su torpeza y los bolsillos de los ejecutivos creciendo. A diferencia de, por ejemplo, las películas de Pixar, las de La Era de Hielo utilizan muchísimos gags básicos y trillados, como ser golpes, caídas, peleas, etc. La falta de humor inteligente -o más sofisticado si se quiere- se cubre con alguna que otra referencia a clásicos del cine que sólo los adultos podemos captar. Es verdad que hay mucha sequía de creatividad en el mundo audiovisual, pero también es cierto que estos films siguen funcionando y han significado millones y millones recaudados para su productora, gracias a la conexión que el público tiene con nuestros amigos prehistóricos. La conclusión es la de siempre, porque como dice el dicho, más vale malo conocido… Y con esto hablo de las típicas y empalagosas moralejas que pretenden dejarnos y el paralelismo con cuestiones de la sociedad y de la familia que todos hemos experimentado, por citar dos de los ejemplos más sobresalientes. Si puedes, por favor vela en idioma original.
Como sucedió en “ToyStory” y “Shrek”, entre otras, y también con “La era de hielo” (2002-2016) muchos chicos se identificaron con estas historias, quienes tienen unos dieciocho años aproximadamente en la actualidad y como suele suceder se van incorporando nuevas generaciones. La simpática ardilla Scrat sigue persiguiendo a su deseada bellota, viaja en una nave espacial y su lucha es en el espacio. Una serie de situaciones desopilantes provocan la caída de un enorme asteroide, este se va acercando a gran velocidad hacia el planeta Tierra. Para salvar a todos, Manny (Ray Romano), Sid el perezoso (John Leguizamo) y el tigre Diego (Denis Leary) piensan un plan. También participan de esto los dinosaurios. Esta nueva entrega se encuentra llena de personajes: los de siempre, los más viejos y los nuevos. La historia va y viene entre el espacio y la Tierra. El film tiene mucho ritmo, es ingeniosa, didáctica, contiene mucho humor, buenos colores, una buena banda sonora y distintos guiños de otras películas para entretener a los adultos. Varios mensajes entre ellos hablan de ecología, del amor, de los padres que se rehúsan al nido vacío y matrimonio. Al final, entre los créditos aparecen algunas escenas extras. Nos resta esperar “Ice Age 6” (2019).
Lo que tenía de original y simpática La era del hielo (Ice Age), cuando salió en 2002, le consiguió una nominación a los Oscar y el cariño del público. Pero lo que hacía adorable al film de Chris Wedge y Carlos Saldanha se pierde en la quinta parte de la franquicia que, con el afán de usar a personajes que en el pasado habían enganchado a las audiencias, se torna disparatada y poco efectiva. En las diferentes entregas de la saga se ha visto de todo: el deshielo, los dinosaurios y la eterna lucha de Scrat por conseguir su bellota. La era del hielo: Choque de mundos (Ice Age: CollisionCourse), no es más que todo eso puesto casi al azar, justificado por una trama que hace parecer que fue pensada en apuros. Scrat, enceguecido por su bellota, enciende una nave que lo lleva al espacio y, perdido a lo Sandra Bullock en Gravedad (Gravity, 2013), provoca que choquen los planetas y que una lluvia de meteoritos amenace a la Tierra. Manny, Sid y Diego, los protagonistas de los films anteriores, se dan cuenta del problema y se refugian junto a sus familias.
MIL INTENTOS Y ALGUN INVENTO El caso de La era de hielo es uno de los más curiosos del cine mundial, ya que (como se puede ver en este informe de Ultracine) cada entrega superó a la anterior en taquilla y en Argentina, por ejemplo, el cuarto capítulo de la saga es actualmente el tercer film más taquillero de todos los tiempos detrás de Minions y Titanic. Mundialmente, como saga animada, es la más vista detrás de Shrek. Curioso, decimos, porque su valor como producto cinematográfico es bastante dudoso a esta altura y seguramente que su rendimiento en taquilla sea lo único que la sostiene en el tiempo y en la maquinaria de producción. Una quinta entrega ya parece, a esta altura, una exageración. La primera La era de hielo, allá por 2002, significó una interesante novedad, porque no se sostenía tanto en el recurso humorístico (que por ese entonces estaba sobreexplotado por Shrek) como sí lo estaba en un trío de personajes muy atractivos y en un contexto histórico/geográfico que aportaba a la melancolía que reinaba en el relato: la idea de supervivencia estaba enunciada con amargura y desolación. Incluso era una muy interesante adaptación de Tres hijos del diablo de John Ford. Ninguna de las películas que siguieron está a la altura (ni cerca) y encima se ven invadidas por una indecisión en el tono algo preocupante: el debate sería entre apostar por ahondar en los conflictos de los personajes o entregarse a la diversión histérica del cartoon clásico, explotando hasta el hartazgo las características de cada personaje. Lo que no logran ver sus creadores es que el drama de sus criaturas es a esta altura intrascendente, que los problemas maritales y paternales del mamut Manny ya aburren y que sus miradas sobre la estructura familiar son decididamente conservadoras y anticuadas. Lo que La era de hielo necesita ser es aventura, ritmo, alocamiento. Y en ese debate entre el “contar algo” y el lanzarse a la aventura, a esta La era de hielo: choque de mundos le lleva unos minutos definirse aunque no lo haga del todo. Porque necesita plantear en el prólogo el conflicto de (otra vez) Manny, ahora enfrentándose al casamiento de su hija y a un yerno que parece medio pelele, y porque ese conflicto reaparece cada tanto retrasando el movimiento y la diversión. Pero es a partir de la reaparición de Buck, aquel gran personaje que energizaba la tercera entrega (y que en la cuarta era torpemente relegado), lo que hace que esta quinta parte adquiera algo parecido a la vida y no se quede en la mera repetición de guiños apolillados. Lo que moviliza a los personajes es pura excusa argumental, y a esta altura nadie debería sentirse ofendido por eso: la presencia de Scrat es ya un autoconsciente guiño sobre lo prosaico que da paso a lo trascendente. Lo importante es que los personajes se mueven, a veces de manera vertiginosa, a veces integrándose con el relato, y la apuesta es ir a mil por hora en una suerte de rally humorístico: como un standapero subido al escenario, tirando chistes a uno por segundo, tratando de embocar las más de las veces y fallando mucho, claro. De esta manera, la efectividad de la película se debe a la calidad del humor o el timing en la comicidad. Y en una película que apuesta tanto por el chiste (hay una variedad que va de lo sublime a lo bochornoso), y a tanta velocidad, de vez en cuando surge algún invento original y novedoso que la moviliza alegremente (salvo la obra maestra Madagascar 3, pocas han podido hacer eso con tanta eficacia): claro que a lo largo de cuatro películas se han desarrollado tantos personajes, que esa variedad permite que siempre haya alguna tecla que funcione y afine mejor que las otras. Es seguramente su falta de ambición y sus escasas pretensiones reflexivas, lo que hace de La era de hielo: choque de mundos una película disfrutable, aún en sus desniveles, que se integra felizmente a una larga franquicia sobre la extinción. Franquicia que, por otra parte, debería ponerse a reflexionar sobre su propia finitud como propuesta cinematográfica.
Después de 15 años y 4 entregas la manda creció y la primitiva ardilla Scrat sigue generando desastres interplanetarios, pero el ingenio y la chispa con el soporte de un buen argumento de la primera entrega a quedado casi en el olvido. Lejos quedo aquella primera entrega estrenada en 2002 en el que un grupo de animales salvajes devolverían a un bebé a la tribu de humanos mientras la primitiva ardilla Scrat, emprendía su infructuosa y permanente persecución de la bellota, en una trama original, con gracia y humor. Filme tras filme, La era de hielo ha ido perdiendo originalidad, y en La Era de Hielo: Choque de Mundos, la quinta película de la serie, la épica persecución de la escurridiza bellota de Scrat la catapulta a los confines del universo, donde accidentalmente dar forma a nuestro sistema solar y a la vez dirigir por accidente un monumental asteroide a la Tierra.Ante el inminente impacto del cuerpo celeste, será labor de Manny, Sid, Diego y el resto de los personajes que han conocido en entregas pasadas idear una forma de evitarle al planeta un fatídico destino. En esta nueva entrega, cada uno de los héroes originales ya cuenta con su pareja, a los que se sumaran el pirata-aventurero Buck, la abuela de Sid y nuevos personajes conforme emprenden la aventura, y los mejores momentos llegan precisamente de los personajes secundarios. Si bien temas como la unión familiar y conflictos de identidad están presentes, el epicentro esta puesto en la astronomía y una manera divertida de trasladar dicho tema al público infantil, con algunos guiños para adultos como el personaje de la mente de Buck, que hace referencia al astrofísico Neil DeGreasse Tyson, cuya voz original es del propio científico. La Era de Hielo: Choque de Mundos resulta visualmente atractiva, supieron imprimir su encanto al espacio exterior y el formato 3D esta bien aprovechado, pero en cuanto a la trama solo se resume a una mera aventura en la huida compuesta por una suma de gags independientes, que algunos funcionan y otros no, sobretodo aquellos destinados a un publico no tan infantil.
Cuántas sagas puede uno seguir a lo largo de la vida? ¿Cuántas veces está uno dispuesto a ver la misma historia con apenas unas pocas variantes a largo del tiempo? Han pasado catorce años desde que los integrantes de este grupo de animales a punto de extinguirse apareció en la pantalla grande y desde ese día, vienen escapándose del apocalypsis y desde hace catorce años la ardilla Scratt persigue a su bellota. Bueno todos tenemos una bellota que perseguir y eso forma parte de la vida, así que la ardilla se ha transformado a lo largo de los años en uno de los personajes del cine de animación con los que uno puede sentir cierta empatía. Pero lo cierto es que en esta saga, cada nueva entrega es más pobre y más ñoña, aunque sí, la secuencia inicial de la ardilla y su bellota esta vez alcanza niveles planetarios y es de una efectividad aplastante. era-hielo-5-655Esta vez la película se centra en la familia de Mamuts y en una lluvia estelar que amenaza con extinguir la vida tal cual la conocen los protagonistas. Hay mucha acción física y hasta un breve momento lisérgico de inspiración hippie, ráfagas de imaginación de un relato plano, adocenado. Las buenas escenas musicales son atractivas, pero claro, no vamos a descubrir ahora la excelencia de esta clase de productos que nos llegan con cierta periodicidad y que estas vacaciones de invierno convocaran cientos de miles de espectadores, aunque los críticos les digamos al público que es un poco mediocre esta entrega y que por ahí ya está bien con La era del hielo y que quizás ya sea tiempo de pasar a otra cosa. 2ojookmedio.jpgLA ERA DE HIELO: CHOQUE DE MUNDOS Ice Age: Collision Course. Estados Unidos, 2016. Dirección: Michael Thurmeier y Galen Tan Chu. Guión: Michael Wilson, Michael Berg y Yoni Brenner. Fotografía: Renato Falcão. Música: John Debney. Edición: James M. Palumbo. Dirección de arte: Michael Knapp. Duración: 94 minutos.
Crítica emitida por radio.
La nueva entrega de la saga animada evidencia serios signos de desgaste. Esta vez, la ardilla Scratt desencadena una catástrofe cósmica a partir de la eterna búsqueda de su bellota esquiva. Sid, Manny y su familia, y los demás personajes, se organizan para evitar el colapso del planeta con un meteorito gigante que avanza hacia ellos. Sin ideas centrales para desarrollar ese argumento, los directores se limitan a llenar minutos con gags y bajadas de línea sobre los valores familiares a repetición. El resultado es poco entretenido, aunque los más chiquitos –sub 7- pueden divertirse.
La cuatro de la La era de hielo había sido un plomo. Esta tiene un divague importante mezclando el espacio con la era prehístorica... pero zafa. La película finalmente entretiene, tiene chistes para las dos edades y obviamente la realización en la animación es la correcta para los tiempos que corren. La duración es la justa y con todo esto cierra para que la película sea ideal para las vacaciones de invierno, un rato de entretenimiento para los chicos y que los padres no se embolen. Cosa que la cuatro para mi no lo cumplió. Es bueno que hayan levantado cabeza para esta nueva entrega que como siempre se destacará en los números de la taquilla, pero que no queda más allá en la memoria de quienes la vieron como "la película de la ardilla" (por más que esté cinco minutos como siempre)
Una fórmula gastada A 14 años de "La era de hielo" original, ¿qué gracia puede tener la popular ardilla Scrat tratando de atrapar a su escurridiza bellota? Es el mismo chiste de siempre. Pero mientras siga habiendo buenos resultados en la taquilla se seguirán estrenando películas como "La era de hielo: choque de mundos", una secuela en piloto automático. La quinta entrega de la saga está apoyada casi en su totalidad en el humor físico: saltos, golpes y gritos. El problema es que este tipo de recurso agota y hasta llega a irritar si no hay una historia que lo sostenga. Y en este caso la historia brilla por su ausencia: por un lado los personajes deben salvar al mundo del choque de un meteorito, y por otro lado está el mamut Manny celando por demás a su hija Morita, que se puso de novia con un mamut bueno pero torpe. Y eso es todo. Los personajes han sufrido un gran desgaste desde la original y no se han renovado. Y los pocos guiños para los adultos están forzados y no causan gracia. El trabajo de animación de los estudios Blue Sky es excelente, pero con el nivel que ha alcanzado el cine de animación en los últimos años esto solo ya no alcanza. Hace falta una historia, y personajes con más carisma, aunque el público, de todas maneras (y más en vacaciones de invierno) siga llenando las salas.
Dice el autor de esta página que no es fan de La era del hielo. Pero intenta ser un crítico cabal, así que se deshace de los prejuicios y les garantiza que esta quinta (cinco ya, sí, tal cual) aventura de los mamíferos cuaternarios, que seguramente rompa los cines -hola, vacaciones de invierno- tiene una gran ventaja respecto de muchas otras películas parecidas: los gags funcionan. Hay muchos y en todo caso su problema es que no todos tienen la misma efectividad (algunos incluso son perezozos). Pero en la cantidad hay varios que generan esa risa que tanto se necesita para seguir adelante. Se multiplican los personajes, siguen los que ya conocemos -eso es sustancial para el éxito de la serie- y la historia gira alrededor de una torpeza cósmica de Scrat (que sigue siendo lo mejor de la saga) que genera que un meteorito gigante destruya la vida en la Tierra. La simpatía, la animación bien hecha y la comicidad alcanzan para que uno salga del cine con una sonrisa.
La evolución de las risas La “Era del Hielo 5: Choque de Mundos” vuelve a poner la vara de la saga en el nivel que la convirtió en un tanque, gracias al aporte de los personajes secundarios. Por fin el ciclo evolutivo de La Era del Hielo vuelve ser un salto hacia adelante y no un paso en falso como ocurrió con las últimas dos entregas de la saga. Esta quinta parte de una de las más emblemáticas películas del cine de animación contemporáneo (la primera se estrenó en 2002) abre el juego a varios personajes secundarios y vuelve a entretener con un sinfín de gags pensados literalmente para todo público, disparados a un ritmo constante. Siguiendo con el paralelismo de la evolución de las especies, ahora llegó el turno de un gran asteroide que impactará en el planeta Tierra amenazando con aniquilar a todo ser viviente. La licencia que se toman es graciosamente delirante: quien desencadena los sucesos es Scrat, la ardillita obsesionada con la avellana, que viaja accidentalmente al espacio generando un caos intergaláctico. El personaje vuelve a ser el separador entre los demás sucesos de la historia, y cada vez que aparece es un acierto (imperdible la escena en la que su ansiedad se ve desafiada por la “gravedad menos 57” del espacio). A esta cuestión interplanetaria se le suma otra no menos existencial en la humanización de los animales que propone el filme: los mamuts Manny y Ellie se mueren de celos porque su pequeña Morita creció y planea viajar por el mundo con su novio, el torpe Julián (con la voz de Germán Garmendia, el YouTuber chileno, en un claro guiño a la generación de los millennials). Pero todo esto pasa a un segundo plano porque el gran dilema es resolver qué hacer con el asteroide y para eso vuelve el gran héroe (en todo sentido) de la película: la comadreja Buck. La secuencia de aparición del personaje que viene del inframundo tiene vértigo, ingenio y gracia, dando el pie para los malos del turno (una familia de dinosaurios voladores que roban huevos, que quizás se podría haber obviado). Buck se luce como un superdotado de la física y el Cosmos (incluyendo una genial parodia al nuevo conductor de la serie homónima), guiando a la manada hacia una potencial solución tan complicada como poco segura. En esta apuesta de sumar nuevas caras (el tigre Diego, por ejemplo, tiene breves intervenciones), es cierto que sobre el último tercio de la película aparecen una serie de personajes algo lisérgicos que al principio desconciertan, aunque luego terminan encajando en el engranaje final. La Era del Hielo 5: Choque de planetas renueva la fórmula que hizo tan eficaz a la saga, sin grandes avances tecnológicos desde la animación (el 3D es correcto pero nada que no se haya visto antes), con el fuerte de cumplir con una la premisa que nunca es sencilla: sacarle carcajadas al espectador.
Regreso con gloria (y Buck) La nueva entrega de las aventuras de estos agradables animales prehistóricos parece llegar a su fin con una producción que eleva notablemente la puntería con respecto a su predecesora ¿Qué se puede decir de La Era de Hielo que no se haya dicho ya unas cuatro veces? Nada. La historia de los tres animales que se reunieron para salvar a un bebé y terminaron revolucionando la prehistoria mientras sumaban protagonistas durante las siguientes secuelas, algunos más rescatables que otros, al punto de llegar a una formación más amplia que Los Auténticos Decadentes. Claro que con el elenco, lo que también aumentó fue la recaudación que de los 383 millones de dólares globales del film original de 2002 pasaron a los 886 millones en 2009 para luego "caer" a los 877 millones en 2012. Paradójicamente, a pesar de la "caída", éste último film se convirtió en el más taquilleros de la Argentina por varios años hasta la llegada los Minions, con 4.495.422 espectadores. Con semejantes números, y una deuda con la crítica que castigó a la cuarta entrega con dureza por su extrema falta de originalidad, los creadores de esta franquicia, Chris Wedge y Carlos Saldanha buscaron revitalizarla con el ingreso de algunos personajes nuevos, pero por sobre todo con la vuelta de Buck, una comadreja tuerta que se había robado la tercera entrega y que po alguna razón no estuvo en la última ocasión más que en un cameo fortuito. En esta ocasión, la ardilla Scrat, que ya causó el rompimiento de los hielos continentales, la apertura del mundo perdido y otras tantas calamidades, es también la que ocasiona con su torpeza (y un viaje al espacio exterior a bordo de un ovni) que un asteroide de enormes proporciones se dirija en curso de colisión con la Tierra. En la Tierra, en tanto, el mamut Manny está más que preocupado frente al inminente casamiento de su hija Morita mientras que el perezoso Sid se recupera de un fiasco amoroso y Diego planea agrandar su familia junto a su novia. Sólo Buck, la comadreja, es el único que se da cuenta del inminente apocalipsis planetario, y por eso sube a la superficie del planeta para advertirles a sus amigos y buscar juntos una solución que, como siempre, termina siendo de lo más delirante. Lo bueno de esta entrega es que los directores Mike Thurmeier y Galen T. Chu recuperan para el público toda la estética del gag a lo "Looney Tunes" que hizo famosas a las primeras entregas y lo combina con una historia que deja de lado cualquier tipo de inhibición a la hora de crear desde situaciones totalmente hilarantes hasta diálogos memorables ("Este plan es tan tonto que si tuviera cara le daría un cachetazo"), algo difícil de encontrar en productos dirigidos a los chicos. La animación de esta producción de 20th Century Fox es de la mejor que se puede lograr en el mercado actual, mientras que la música a cargo de John Debney cumple con su tarea de animar al público. La Era de Hielo 5 puede parecer una más pero es una gran opción para estas vacaciones de invierno que los chicos no pueden deja pasar aunque más no sea para despedirse de estos divertidos personajes que parecen querer cerrar la historia a lo grande.
El universo de los pre-históricos amigos , que ya ha sobrevivido a varios cataclismos, está de regreso. Una franquicia tremendamente popular, que comenzó siendo una buena idea, y desde hace un par de entregas, intenta oxigenar su propuesta con más personajes, sin perder la esencia que la hizo masiva. Un desafío importante, podríamos decir. Eso si, piensen que cada una de las entregas de esta saga devuelve a sus productores, entre 8 y 10 veces lo invertido. Números, que hablan de su vital importancia dentro del cine de animación familiar... La cuestión es bastante visible, ¿qué más puede sucederle a este grupo de amigos distinto a luchar contra la fuerza de la naturaleza que amenaza su extinción? Si, ya se. Ideas siempre hay. En esta oportunidad, "Ice age" intentará no sólo avanzar con lo que su gente espera (los gags físicos, los contrapuntos de Manny, la agudeza de Buck, los accidentes del torpe Sid, la búsqueda eterna de Scrat por poseer su bellota) sino de plantearse algunos apuntes originales. Más menciones sutiles en los diálogos para el público adulto (especialmente en la versión en inglés), una mejora técnica en el desarrollo de los escenarios y cierto espíritu juguetón que se apoya en una acertada banda sonora para configurar una historia divertida, previsible pero agradable. Es como si sus directores (Mike Thermeier y Galen T. Chu, veteranos ya que vienen en la factoría desde hace varias entregas) ya se hubiesen liberado a priori del destino de su producto y sólo pusieran el foco en garantizar que la historia fluya y que los gags sean suficientes. Y lo logran. A pesar de que esta es la quinta entrega de "La era del hielo" y que se percibe cierto desgaste en algunos engranajes de la historia, "Colisión de mundos" funciona. Será porque ya todos los personajes tienen recorrido, y es más simple dedicarse a afianzar la fórmula "amenaza-escape", adicionando pocos pero buenos elementos . En esta oportunidad, tendrán mucho protagonismo los mamuts (Manny, Ellie, Morita y su prometido, Julian) y Buck (increíble Simon Pegg) en detrimento de Diego y otros amigos ya conocidos. Todo comienza como en estas últimas oportunidades, con Scrat buscando a su bellota al iniciar la aventura... En una vuelta de tuerca original, nuestra prehistórica ardillita partirá accidentalmente al espacio con una nave, para iniciar un problema de dimensiones... cósmicas. Su accionar, modificará cursos, planetas y promoverá desastres, como la constitución accidental de un gran meteorito que irá derecho a la Tierra, a destruirla. Allí abajo, una primera lluvia de meteoritos pondrá en alerta al grupo y a poco tiempo de las primeras complicaciones, la banda dará con Buck, quien rápidamente entenderá que sucede y propondrá una estrategia loca para enfrentar el peligro. Sin demasiadas opciones, el grupo irá hacia la cima de un volcán para intentar una maniobra física-magnética que desvíe el curso de colisión y asegure la salvación del planeta. Dentro de esta "Ice Age" habrá lugar para elaborar el conflicto del nido vacío (ya verán el porqué), el valor de los ancestros y como siempre, suficiente espacio para el juego físico de Sid, uno de los puntos que los chicos más festejan y que como siempre, cumple (su abuela no se queda atrás). "Ice age" combate con armas nobles el agotamiento del conflicto principal de la historia y si bien todos sabemos como debería terminar el recorrido de estos amigos, lo cierto es que ya hay suficientes libertades temáticas para explorar casi cualquier cosa que el guion proponga. Mientras se aborde con sana diversión, seguirá siendo un enorme hit de taquilla y supongo que eso es lo que todos esperan para estas vacaciones de invierno. No defrauda, seguro.
Tal vez no haga falta comentario alguno sobre la calidad de esta quinta parte de la saga animada sobre la era glacial (signo definitivo del destino de los dinosaurios), aunque en esta última parte de la prehistoria los animales se parezcan bastante más a los actuales. Hay un tema económico insoslayable para establecer “La era del hielo: choque de mundos” como ícono cultural por estas latitudes. La anterior, la cuarta entrega, es la más taquillera de todos los tiempos en nuestro país con más de 4.300.000 espectadores con lo cual, desde el punto de vista icónico, no hay mucho argumento. Tampoco lo hay en el guión propiamente dicho. Alejándose del árbol para ver el bosque, uno puede resumir que esta es la historia de una ardilla neurótica que, por afán de conservar una bellota como alimento, se mete en una nave que accidentalmente pone en funcionamiento con trayectoria hacia el espacio causando en éste varios “big bangs”, que incluyen el acomodamiento del sistema solar y el desprendimiento de un meteorito cuyo recorrido apunta directo hacia la Tierra. También podría resumirse en la gesta de varios animales amigos de la prehistoria que al ver un meteorito acercarse al planeta deciden hacer lo posible para evitar el choque y así seguir vivos un rato más. En esta dualidad de puntos de vista narrativos se encuentra la falla principal del guión, porque “La era del hielo: choque de mundos” por primera vez en cinco entregas no se decide qué historia contar al darle la misma importancia dramática a lo que ocurre, tanto en el espacio como en suelo propio. En todas las anteriores, Scrat (Chris Wedge), la sufrida ardilla hambrienta, era un gag lateral a la estructura argumental que, en el mejor de los casos, ofrecía un pincel más sutil como factor influyente en el destino de los personajes principales. Lo escrito por Michael Berg, Yoni Brenner, Aubrey Solomon y Michael J. Wilson somete al espectador a una sensación de estar esperando que el argumento avance según lo que ocurra en la nave torpe e involuntariamente manejada por Scrat. Así, hay pasajes que alargan en demasía lo que debería ser una simple anécdota, como por ejemplo toda la secuencia del encuentro con un conjunto de animales hippies protectores de una suerte de fuente de la juventud. Por cierto esta idea de un limbo del paso del tiempo, que hubiese sido el mejor anclaje para la moraleja, termina siendo una excusa para trazar una simbología superflua sobre la meditación y otras yerbas. Desde la dirección de Mike Thurmeier y Galen T. Chu resulta insólito que Buck (Simon Pegg, doblado brillantemente por Óscar Flores), presentado en el episodio anterior, termine siendo el sostén humorístico e incluso el personaje más interesante de todos. Hay cierto desparpajo en su impronta que descoloca al resto. Estamos hablando de un personaje que entra en la mitad de la película, pero termina opacando a quienes deberían ser los protagonistas exclusivos, basándonos en lo que vimos desde el nacimiento de la saga hasta hoy. Manny (Ray Romano, doblado por Jesús Ochoa); Sid (John Leguizamo, doblado por Carlos Espejel) y Diego (Denis Leary, doblado por Sebastián Llapur), quedan casi como testigos ocasionales de los acontecimientos. Extraña también una tendencia a subrayar con texto lo que claramente se ve en imágenes y en las expresiones, como si hubiese cierta falta de confianza en la inteligencia del espectador, o peor aún, falta de poder de síntesis porque en ésta quinta entrega hay dos cosas que sobran: minutos varios (hay como 20 de más, y se nota) y personajes. Aquí sobran animales, y eso que hablamos de una época en la que escaseaban bastante. De todos modos, no faltan buenos momentos de humor junto una prodigiosa realización visual y sonora que ya es característica de Blue Sky Studios. Seguramente el humor físico será el más apreciado por los fanáticos y por la legión de nuevos espectadores que ya deben saberse las cuatro anteriores de memoria. “La era del hielo” ha dejado mucho en el camino en pos de la venta de entradas. Se ha perdido esto de la ayuda mutua entre especies distintas, la búsqueda de equilibrio entre el instinto y la inteligencia, o el sentido solidario. Es más, aquí casi no hay intención de mensaje porque tanto el texto como el subtexto de hecho no se lo proponen. Hablar de defraude todavía, pero está claro que en este largo camino se han perdido la mayoría de las virtudes genuinas propuestas al comienzo. “La era del hielo: choque de mundos” será el comienzo, tal vez, del dominio de Scrat con película propia, pero habrá que escribir muy bien en el futuro. Hay mucho para contar todavía, y hasta para profundizar sobre otras temáticas. Eso, claro, si se quiere hacer mejor cine además de sumar público.
Variaciones leves de una misma nota. Desde La Era de Hielo (Ice Age, 2002) y durante sus entregas posteriores, Manny, Sid y Diego, junto con los diversos personajes de cada film, nos han acompañado con sus aventuras por las etapas de la formación del mundo. Y no nos olvidemos de Scrat y su persecución constante en pos de la bellota: siempre la pierde de alguna manera u otra, acaso una posible metáfora del tiempo que se nos escurre de las manos. Es y ha sido, eso sí, un gag muy gracioso para mantener la trama en movimiento y acompañar a los protagonistas. Esta entrega incluye chistes muy divertidos, en particular las alusiones culturales. Posee ingenio y puede ser muy didáctica de a ratos para los niños. De todas maneras, ya se nota a leguas el desgaste de la idea inicial que se inauguró hace catorce años con la primera entrega. La película cansa aunque no tiene una duración extensa. Por otra parte, la música de John Debney cumple su cometido de acompañar la acción entreteniendo con notas apropiadas para cada momento. Quizás en los instantes dramáticos sí se siente una banda sonora reiterativa, como si ya la hubiéramos escuchado antes. Y esto pasa mucho a lo largo de la película: esta sensación de haber visto esta historia una y otra vez antes, con leves variaciones. Como si los guionistas y los implicados en la producción cambiasen apenas superficialmente los detalles, pero no el fondo de todo lo que ocurre. La edición en conjunto de Christopher Campbell, Erin Crackel y James Palumbo se siente de a ratos desajustada en ciertas escenas, pero son detalles menores. En general, lo que cansa es la poca novedad en el guión: el ritmo va y viene según los chistes apilados de los personajes y no desde el valor genuino de los susodichos. En este caso, la trama está empobrecida por una catástrofe de proporciones mayores, pero donde los personajes poco ofrecen en conflictos y motivos. Y en cuanto a empobrecimiento, nos referimos al despilfarro de efectos y el despliegue de artilugios para entretener vía el 3D. Mientras que Pixar, como en el caso reciente de Buscando a Dory (Finding Dory, 2016), abraza la infancia, la evoca y habla de sus dificultades, La Era de Hielo: Choque de Mundos (Ice Age: Collision Course, 2016), también como obra dirigida a la infancia, se enfoca demasiado en la distracción momentánea y poco en los conflictos interiores.
La Era de Hielo: Choque de Mundos continua las aventuras de Manny, Sid, Diego y Scrat. Esta vez, tratando de salvar al mundo de una amenaza que viene desde el espacio para destruir el planeta. Suena extraño cuando digo “amenaza”, porque es una palabra que, para ser la quinta parte en esta franquicia, se vio representada en cada una de anteriores películas. Tuvimos amenazas por todo tipo de elementos: amenaza por tierra, amenaza por mar ¿y ahora toca? ¡Amenaza por aire!. A La Era de Hielo sólo le interesa contar historias que tratan pura y exclusivamente sobre amenazas. Si nos remontamos al año 2002, con la primera Era de hielo, vemos a varios individuos de diferentes especies, subsistiendo como podían, tratando de sobrevivir en un mundo despoblado, que poco a poco estaba llegando a su fin. Uno podía apreciar la soledad y diferencias que tenían estas especies. Gracias a la ayuda de un bebe humano, las diferencias entre los protagonistas quedaron atrás para formar una amistad absolutamente sólida. ¿Qué pasa ahora 4 películas más tarde? ¡Los solitarios héroes están rodeados de familiares y amigos! La Era de Hielo se transformó poco a poco en La Familia Benvenuto (1991-1995), el pequeño grupo paso de luchar por estar vivos a prácticamente pagar una cuota alimentaria al por mayor. Todo objetivo logrado originalmente, se perdió a medida que la saga estrenaba una nueva continuación. En Choque de Mundos, la variedad de bromas y gags que se van presentando con este wolfpack de especies es grande, pero la mayoría no consigue generar alguna reacción en el público, ni siquiera el retorno de Buck, el personaje interpretado por Simon Pegg ayuda un poco en este asunto. Ahora sí, la química entre Manny, Diego y Sid sigue intacta y las –pocas- dosis de humor efectivas vienen exclusivamente de parte de ellos y la excepción a esto es la abuelita de Sid, la cual se roba alguna que otra escena. Elevando un poco la historia hacia el espacio, tenemos al verdadero culpable del conflicto: Scrat. Scrat y su bellota regresan en un viaje interestelar que predeciblemente pone en sombra el resto de la trama que sucede en la tierra. A pesar de su presencia, justamente, estelar, el eterno sufrimiento de este diminuto amigo, ya no produce el mismo efecto de años atrás y su historia queda nuevamente inconclusa para ser resuelta en un futuro proyecto. En esta secuela el trabajo de Michael J. Wilson, Yoni Brenner y Micheal Berg -sus guionistas– es sumamente pobre. No logran cautivar al público y el mensaje (a esta altura obligatorio en toda película animada) se siente superficial. Tal vez su mayor esfuerzo en esta entrega se vea cuando implementan, nuevamente, a personajes antipáticos y cameos de celebridades ya vistas en otras películas del año (a Neil de Grasse Tyson, el astrofísico, si siguen contratándolo, lo vamos a poder ver hasta en la sopa). La Era de Hielo: Choque de Mundos añade otro escalón olvidable y no genera grandes sensaciones. Cumple a la hora de sacar una sonrisa pasajera hasta ahí, sin exigir nada más y por lo que veo esta saga está a un paso de extinguirse por el poco esfuerzo de sus realizadores.
Universos que tambalean Hay franquicias de animación que lograron sobrellevar el paso del tiempo (y hasta en algunos casos, como el de la fundacional “Toy Story”, superarse) gracias a la combinación del uso inteligente de las nuevas posibilidades técnicas y la renovación argumental. No es el caso de “La era de hielo”, cuya quinta parte, pomposamente subtitulada “Choque de mundos”, muestra claros síntomas de agotamiento. El más evidente, la explotación hasta límites insospechados (más específicamente interplatenatarios) de determinados personajes y gags que pierden gracia a fuerza de reiteración. A pesar del enorme éxito de taquilla que tuvo en la Argentina (alrededor de 1.800.000 espectadores en una semana), inducido por el calculado estreno en coincidencia con las vacaciones de invierno, son alarmantes la escasa creatividad y la falta de horizontes claros. Constantemente, los realizadores retornan a las fórmulas conocidas, sin asumir el más mínimo riesgo. Todo es previsible, empalagoso y la excelente calidad de la animación no alcanza para compensar la falta de imaginación. Para comprender mejor las carencias del filme se puede trazar un paralelismo con otra saga de animación, que se extendió entre 2001 y 2011. Se trata de “Shrek”, aquella ácida y entrañable crónica sobre las aventuras de un ogro huraño que se ve obligado a dejar su pantano por culpa de un villano con complejo de inferioridad. Durante una década, DreamWorks consiguió reinventarla, incorporar novedades atractivas y reconstruir el interés de grandes y chicos. En un extremo, la desbordante creatividad; en el otro, la rutina. Cambios En “La era del hielo: choque de mundos” tambalea el sistema solar, pero también el “microcosmos” familiar de los personajes principales. Mientras Scrat (la ardilla) pone en jaque al planeta Tierra tras activar (accidentalmente, claro) una nave extraterrestre que ha permanecido congelada durante millones de años, Manny, el mamut, padece un creciente pavor ante la posibilidad de que su hija Morita, a punto de casarse, se aleje de él. “¿El cielo se está cayendo a pedazos y ella cree que la dejaremos ir a lo desconocido sin planes?”, se queja. Además, ha olvidado el regalo de aniversario para su esposa Ellie, lo que genera tensión en la pareja. Diego, el tigre dientes de sable, quiere tener hijos, pero no sabe cómo se las arreglará para criarlos, sobre todo porque no tiene claro qué debe hacer para no asustar a los niños. “Ya lo hablamos, Diego, los niños nos tienen miedo”, le recuerda su compañera. Sid, el perezoso, no logra madurar para encontrar una relación sentimental estable. Todas sus parejas duran muy poco tiempo y él sale siempre lastimado. “¡Sólo quiero verdadero amor! ¿Acaso es demasiado pedir?”, se lamenta. En el mismo momento en cada uno de ellos atraviesa su crisis íntima, una lluvia de meteoritos anticipa que una colisión está muy cerca. Y que deben realizar algún tipo de acción porque esta vez, como asegura la comadreja Buck, ni siquiera debajo la tierra estarán a salvo. “El padre de todos los asteroides viene hacia nosotros”, advierte. Con esa presión, los integrantes de la manada tendrán que unirse y superar varios escollos, internos y externos. En este sentido, la metáfora es cristalina: para cada uno de los protagonistas, el viaje se traduce en metamorfosis interior. Renovar Hay un puñado de referencias, algunas logradas, otras un poco forzadas pero aún así bienvenidas, a películas populares de ciencia ficción como “2001: Odisea del Espacio” (1968), “Matrix” (1999) y la más reciente “Gravedad” (2013), que introducen algún pasaje entretenido a la película. La incorporación a la galería de los personajes de un grupo de reptiles voladores, también con sus propios problemas familiares para sobrellevar, le aportan algo de frescura y diversión al conjunto. Lo mismo ocurre con las simpáticas apariciones de Buck (presente en varias entregas anteriores), devenido en una especie de profeta salvador, que aparentemente contiene la clave para salvar al mundo. Pero a la vez queda la sensación de que se abren muchas líneas argumentales que luego culminan de un modo abrupto, sin la necesaria evolución dramática. Todo indica que si el objetivo es diagramar la futura continuidad de la franquicia, la renovación será un paso necesario. Es que la mayoría de los personajes (en especial Scrat y su inasible bellota) reclaman a gritos, o gruñidos, un relevo.
Una película buena de a ratos, que hará reír a los más pequeños aunque posiblemente no agrade del todo a sus acompañantes. Los mamuts son los únicos que mantienen una línea interesante y simpática, pero los demás protagonistas parecen...
Hay sagas que se estiran más de lo debido. La era del hielo es claramente una de ellas. Desde 2002 hasta hoy, la franquicia ha convocado a cerca de 11 millones de espectadores en los cines argentinos. De hecho, la entrega número 4 cosechó la friolera de 4.495.422 entradas vendidas. ¿Se le puede pedir más que un aluvión de espectadores a la nueva secuela?, la respuesta debería ser sí, pero a la luz de lo que propone La era de hielo 5: choque de dos mundos; la conclusión en términos cinematográficos es tan negativa como desalentadora. La película está planteada alrededor de dos ejes temáticos, y múltiples subtramas delineadas a los ponchazos, sin profundidad ni sensibilidad alguna. Por un lado tenemos a la ardilla Scrat, en un arbitrario viaje por el espacio correteando a su preciada bellota. El personaje de carisma incombustible queda involucrado en el inminente choque de un meteorito contra la tierra, y deberá hacer lo imposible para evitar la debacle. Por otro costado, hay una historia que gira alrededor de la familia de mamuts conformada por Mannie, Ellie y la joven Peaches; esta última dispuesta a casarse, lo que desata los celos y la inevitable tristeza de sus padres. Por supuesto hay simpáticos personajes secundarios, decenas de gags de humor físico (la mayoría de ellos tan premeditados como desabridos); y la constatación de que estamos frente a una película concebida como un trámite burocrático destinado a embolsar una suma millonaria. La compañía productora Blue Sky queda aquí lejos de acercar su vara a la de competidores como Pixar o Dreamworks. Obviamente, la factura de animación es correcta, pero es lo mínimo que se le puede exigir a una producción de este calibre. En tanto que su universo visual y narrativo, denota una evidente falta de vuelo e inspiración. El film se limita a correr durante poco más de una hora y media. ¿Hacia dónde? Hacia la nada misma. En su afán de apilar una sucesión de situaciones cómicas, con unos cuantos guiños cinéfilos destinados el público adulto; los directores Mike Thurmeier y Galen Tan Chu olvidan el encanto que debe tener toda fábula. Con una dispersión narrativa que imposibilita que cualquiera de las anécdotas cobre verdadera emoción, los guionistas de este engendro se lanzan a la caza de la adrenalina de los pequeños espectadores, sumergiéndolos pasada la primera mitad del metraje en el más llano desinterés; y dejando a los padres en un limbo que deambula entre la irritación y el deseo de que la cosa termine. La era del hielo 5: choque de mundos confunde la noción de verdadero entretenimiento con la de vértigo atolondrado. Y cuando intenta una pausa en medio de su montaña rusa de gags, en lugar de ponerse emotiva; se vuelve solemne y aleccionadora. Una verdadera lástima, estas simpáticas criaturas prehistóricas merecían un destino más noble. Ice Age: Collision Course / Estados Unidos / 2016 / 94 minutos / Apta para todo público / Directores: Michael Thurmeier y Galen Tan Chu.
La última gota de la fórmula Bueno, parece que la quinta es la vencida. La franquicia de "La era del hielo" ya había dado señales de agotamiento con su último trabajo estrenado en 2012. Esta quinta entrega confirma que la cosa no da para más. Es decir, siempre vamos a querer a Sid, Manny y Diego (y Scrat), pero me parece que es hora de despedirnos de ellos. No hay más para ofrecer. Sus aventuras fueron divertidas, algunas más espectaculares y emocionantes que otras, pero ya es hora de dejarlos descansar para bien. Si siguen en esta línea, sólo van a desgastar una historia que si bien no fue excelente, se ganó el corazón y simpatía de chicos y grandes. Además aceptémoslo, los demás personajes que se fueron sumando a la saga si bien algunos resultaron divertidos, nunca llegaron a tener la importancia del trío protagonista original. En esta ocasión nuestro trío se enfrenta nuevamente al fin del mundo materializado en un gran meteorito cuyo curso incluye la colisión con el planeta Tierra. Adicionalmente deberán enfrentarse también a un grupo de pájaros carnívoros gigantes que buscan alimentarse y hacer el mal porque sí. El planteo en sí no es de lo mejor, pero el peor problema está en la forma de resolver ese planteo básico. La solución para desviar el curso del meteoro es tonta y se le ocurre al personaje de Buck que por momentos deja pintados a los protagonistas que realmente nos interesan. Hay también una subtrama de conflicto entre Manny y su nuevo yerno que no surte efecto y aburre. Se perdió el carisma. Esta última aventura parece algo sencillo pensado para tv, con una trama pequeña, sin importancia, con algunos vestigios de lo buena que fue la franquicia, pero eso sólo señala lo obvio: "La era del hielo" agotó sus recursos y llegó a su fin. Espero que no le quieran seguir exprimiendo jugo hasta reventar algo que fue bueno y divertido.