Nada es lo que parece Los thrillers psicológicos nunca cansan. Desde El inquilino (The Tenant, 1976) de Roman Polanski, este estilo fílmico ha ido floreciendo hasta establecerse como subgénero del suspense o thriller. La hora del crimen (La doppia ora, 2009) es un filme italiano, introduciendo como director a Giuseppe Capotondi, que mantiene al público tenso y sin entender por completo la trama hasta el final. La hora del crimen trata de Sonia (Kseniya Rappoport), una mucama que trabaja en un hotel y Guido (Filippo Timi), un ex policía que trabaja como guardia de seguridad de una mansión. Guido frecuenta el servicio de citas rápidas y un día conoce a Sonia, quien va al lugar por primera vez. A partir de allí, comienzan una relación y un día van donde trabaja Guido. Allí, se vuelven víctimas de un robo. En ese robo, Guido muere y Sonia sobrevive. De ahí en adelante, ella intenta sobrellevar esa tragedia pero la culpa pesa y la hace sufrir episodios confusos, visiones, apariciones que carecen de sentido y un entramado de hechos que revuelven su pasado generando intriga en el espectador. El enigma de la película reside, parecería, en quién es Sonia y en qué paso con Guido. El filme tiene un comienzo abrupto que marca el género de la película en un segundo. Lo interesante de La hora del crimen es que Sonia es un personaje demasiado tranquilo, pero sus vivencias están filmadas mediante secuencias rápidas, generando un paralelismo entre lo que siente ella y lo que sienten los que están viendo el filme. Ella queda enredada en episodios confusos, confundiendo también al público. La película hace mucho uso de aparentes flashbacks -por momentos demasiados- y es en el transcurrir del filme que se van concibiendo respuestas que de a poco aclarar los hechos o, al menos, eso parece. Un dato fundamental es lo que Guido genera en Sonia en tan poco tiempo de haberse conocido. A pesar de que La hora del crimen es un buen filme, con actuaciones pasmosas y con una estructura fílmica cautivante, la sensación que deja es que va preparando al espectador para el final. A diferencia de lo que se espera, en el final no aparece ninguna vuelta de tuerca. Termina según se va anticipando. Genera un vértigo que al final es falso, lo que hace cuestionar el objetivo de las secuencias que ocurren sobre la mitad de la película. Esto sucede porque el eje es el estado mental perturbado de Sonia, y no lo que en verdad pasó la tarde del robo ni el por qué.
Cita a ciegas Salvo con la excepción de La desconocida (2006), el antecedente de los últimos años del film noir italiano con La ragazza del lago (2007) dejaba ciertas preocupaciones para un espectador más exigente, cansado de consumir thrillers mediocres provenientes del gran país del norte. Por eso, la regocijante noticia del estreno de La Doppia ora (2009) a la cartelera local alimenta las expectativas de que el llamado nuevo cine italiano cuenta con noveles directores que saben hacer bien las cosas y respetan los códigos de un género bastante vapuleado en el último lustro. Sonia (la rusa Kseniya Rappopport, también protagonista de La desconocida) conoce a Guido (Filippo Timi) en un lugar de citas para solos y solas. Ella trabaja de camarera de hotel y él es un ex policía que ahora se dedica a vigilar una propiedad rodeada de un bosque, donde se encuentra una importante colección de arte. En sus ratos de vigilancia graba los sonidos de la naturaleza como pasatiempo. Luego del encuentro, la relación entre ambos prospera a pasos agigantados y deviene en romance hasta que un hecho fortuito pone en riesgo la vida de la pareja a partir de un confuso robo de dicha colección que involucra a ambos personajes. El supuesto asesinato de Guido por parte de los delincuentes levanta todo tipo de sospechas sobre Sonia, quien sobrevive acusando simplemente una herida muy leve. Sin anticipar mayor información, sólo resta por decir que la trama plantea una zona de quiebre desde el punto de vista de la aparente víctima Sonia, donde la noción de realidad y ficción -¿o fabulación?- desaparece repentinamente para sumergirse en un terreno de ambigüedad que asimila una serie de subtramas y personajes (entre ellos su amiga y confidente Margarita y un policia amigo de la víctima asesinada que la acecha con preguntas incómodas) que se entremezclan entre sí. El debutante Guiseppe Capotondi se maneja con solvencia en la dirección para entregar un relato sólido, tenso y muy bien narrado, que se nutre de las mejores influencias del género empezando por el insustituible Alfred Hitchcock -por citar al más obvio- pero sin negar la fuerte inspiración en el cine negro francés. En este caso utiliza como escenario de la acción dramática a la sombría ciudad de Turín con sus secretos, bosques y personajes oscuros valiéndose de una economía de recursos y una inteligente puesta en escena. En cuanto a las actuaciones, una vez más la actriz de origen ruso Kseniya Rappopport se lleva los mayores elogios al resolver un personaje atravesado por un halo de enigma y perturbación que mantiene al espectador hipnotizado y por qué no decirlo manipulado en el mejor sentido de la palabra. Nunca mejor dicha la frase: no hay mejor ciego que el que no quiere ver.
Para ser un thriller, le falta suspenso Para que un thriller funcione, necesita generar alguna dosis de suspenso, y el principal problema con este policial italiano es que casi no lo hace. Tampoco logra hacer foco en el asunto principal de la historia, que empieza con un suicidio y luego se dedica a contar la sesión de citas a ciegas combinadas por reloj donde se conocen la mucama de un hotel y un ex policía, que ahora es guardián de una fastuosa mansión en un bosque. La pareja empieza una relación romántica, pero justo el día que a él se le ocuure llevarla de paseo al bosque que rodea la mansión, un sofisticado grupo de ladrones los toma prisioneros, desvalija la casona y le pega un tiro al guardia que atraviesa su cuerpo y se aloja en la cabeza de la chica. La trama se vuelve más complicada no sólo porque ya de por sí es bastante tirada de los pelos -es obvio que no hay casualidad en el robo, sino que la chica tiene que estar asociada con los ladrones-, sino porque, además, luego de recibir el balazo a la mujer le pasan cosas de las que el espectador sólo se percata cuando se las explican. Vale decir que más allá de que no está mal filmado y tiene alguna buenas actuaciones, empezando por la sexy Ksnia Pappoport, entre la carencia de suspenso -tampoco hay casi escenas de acción-, el exceso de diálogos y lo confuso de la trama, da la sensación de que no es con este tipo de productos que los italianos lograrán competir con Hollywood.
¿Y si nada es lo que parece ser? Cautivante thriller con una actriz a la que se le cree todo. Este cautivante filme plantea dudas al espectador, a cada paso. Siendo un relato lineal, las imágenes que se entrecruzan generan lógica inquietud en una trama que combina el thriller, el horror psicológico y el romance. Y ¿por qué Sonia -la protagonista-, una mucama de un hotel italiano aparece en una foto en... Puerto Madero? La historia cruza a dos seres solitarios, que se conocen en una de esas citas express de solos y solas para conocer pareja. Sonia no suele asistir, pero Guido es “habitué”. Se enamoran, el ex policía trabaja como guardia de una mansión en las afueras, y justo cuando ella lo visita, llegan unos delincuentes a robar el lugar. Aparentemente -porque en esta película nada puede aseverarse como real- un ladrón disparó, mató a Guido y la misma bala dejó a Sonia inconsciente. Pero la mucama ve a Guido deambulando en un pasillo del hotel, sin saber si en verdad es él, o si está sufriendo alucinaciones, mientras otro policía, amigo de Guido, no le pierde pisada. Ksenia Rappoport - la misma de La desconocida , de Tornatore- está prácticamente en pantalla durante toda la proyección, por lo que el peso de la película recae sobre ella, y bien que puede llevarlo. Galardonada con la Copa Volpi en Venecia 2009, como mejor intérprete femenina, la rusa sabe lo que hace. Sonia puede parecer confundida, enamorada, engañada o hasta suspirar, y el público comprará cada uno de sus estados. La actriz morocha, teñida para la ocasión, logra que el espectador empatice con su personaje, y con ello tiene más de la mitad de su labor consagrada. El ritmo del relato que le imprime el operaprimista Giuseppe Capotondi es intenso. Y el hombre sabe jugar aquí y allá con la doppia ora , o la hora doble, tipo 15.15, 22.22, que es el título original de este bien desconcertante filme de suspenso que, paradójicamente, tiene convincentes actuaciones.
Si lo que Giuseppe Capotondi se propuso con este film que marca su debut en el largometraje fue captar y retener durante una hora y media la atención del espectador sin temor a que éste se sintiera manipulado por la sucesión de enigmas y giros sorpresivos que siembra a lo largo del relato, puede decirse que consiguió su propósito. Con la decisiva ayuda de dos actores formidables (la rusa Ksenia Rapoport, protagonista de La desconocida , y Filippo Timi, el inolvidable Mussolini de Vincere ), este experto en videos musicales transita por un territorio poco habitual en el cine italiano y pone a su servicio un lenguaje elegante que se apoya tanto en la fuerte definición de los personajes como en su refinado sentido visual y en una notable habilidad para la creación de atmósferas que pueden ser amenazantes o conmovedoras. Lo que podría haberse reducido a un depurado ejercicio de estilo gana así el atractivo de un relato que, al menos en el comienzo, apunta a la historia de amor entre dos seres solitarios y a partir de una escena central (el robo de obras de arte de una mansión de Turín) se vuelca hacia el ambiguo e inquietante terreno del cine negro, donde todas las apariencias son engañosas y todos los hechos pueden conducir a pistas falsas o señalar piezas sueltas de un complejo rompecabezas. Es muy poco lo que puede exponerse del contenido argumental de La hora del crimen sin perjudicar el interés de la narración. Apenas que antes de que la historia de amor se insinúe, ya ha habido una escena que anticipa el ingrediente policial del film (el suicidio de una huésped del hotel en que trabaja como camarera la protagonista, una bella y enigmática inmigrante eslovena), y que el encuentro con quien será su pareja, un ex policía, se produce poco después en uno de esos locales que promueven citas rápidas ( speed dating ), donde él es cliente asiduo y ella concurre por primera vez. También puede anticiparse que Buenos Aires está presente en el diálogo y en una fotografía que tiene como fondo el Puente de la Mujer. Y que la inclusión en la banda sonora de un hit de Celia Cruz compuesto por el argentino Víctor Daniel, "La vida es un carnaval", está más que justificada. Desde el encuentro hasta la escena del robo en que ellos se ven involucrados, el avance de la relación revela tanto la química que se establece entre Rapoport y Timi como la habilidad de Capotondi para colmar el relato de detalles significativos. Es probable que haya a partir de ahí unas cuantas trampas para alimentar la curiosidad y mantener al espectador en estado de alerta, pero si bien algunas resoluciones pueden juzgarse un poco previsibles, o los distintos giros generar cierta dispersión, la cohesión formal de Capotondi y el hábil montaje aseguran el atractivo de un film que algunos hallarán fascinante y otros, bastante manipulador. Parece menos probable que alguien pueda aburrirse.
Un policial con las cartas marcadas El diálogo que el cine policial establece con el espectador parte de la disparidad de que el autor sabe lo que el espectador no. Esa asimetría puede resolverse dando elementos para que el que no sabe esté en condiciones de hacerlo o, por el contrario, manteniéndolo en la ignorancia y resolviendo el misterio por él. Opera prima del turinés Giuseppe Capotondi, La hora del crimen es de la segunda clase. Una lástima, ya que está narrada y puesta en escena con firme elegancia. Pero le quita al espectador datos esenciales para poder intervenir en la resolución del asunto, condenándolo a un rol pasivo. Casi imposible contar nada, teniendo en cuenta que La doppia ora trabaja con un sistema de cartas ocultas, que se van dando vuelta a medida que el guión lo dispone. En un lugar de encuentros de solos y solas, Sonia, inmigrante lituana que trabaja como mucama de hotel (Ksenia Rappoport) conoce a Guido, ex policía y actual guardia de seguridad (Filippo Timi, el Mussolini de Vincere, con gesto adusto). Hacen el amor y días más tarde él la invita a la propiedad que cuida. Propiedad que por el valor de sus piezas casi parece un museo. Se produce un robo, ella queda lastimada, a él le va peor... y de aquí en más sobrevienen las vueltas de tuerca, mientras un policía sumamente desconfiado, ex compañero de Guido, lleva adelante la investigación. Sonia se muestra hipersensible por el shock o por alguna otra razón, un hombre muerto reaparece, hay dos suicidios calcados, algún hombre sospechoso y en algún punto lo sucedido y lo imaginado empiezan a confundirse, sin que el espectador tenga aviso o pistas de ello. Típica película del tipo “era todo un sueño”, el tono parejo y homogéneo de La hora del crimen –tanto en términos narrativos como de puesta en escena– puede servir como premio consuelo. Otro es la sensibilidad de Ksenia Rappoport, que logra generar identificación. Pero, claro, el tema es cómo se usa esa identificación. Aquí es para ablandar al espectador y agarrarlo distraído. Como dato curioso puede agregarse que la tierra lejanísima a la que unos ladrones quieren fugar, cuestión de perderse del mundo, resulta ser una ciudad llamada Buenos Aires, con foto en Puerto Madero y tema de los Cadillacs incluidos.
Interesante ejercicio cinematográfico es "La doppia ora". Desparejo, pero intenso. Volví a ver cine italiano después de un par de semanas de descanso y me topé con esta opera prima de Giuseppe Capotondi (ex fotógrafo de Vanity Fair y director de videos musicales), que venía precedida de bastante prestigio desde su estreno en la península en 2010. Después de tanto costumbrismo de esta geografía en cartelera, un buen film noir podría ser una excelente opción para degustar, así que me predispuse a adentrarme en el universo de "La hora del crimen", atendiendo a su particular e intrincada historia. Sonia (Kseniya Rapopport) es mucama de un hotel caro. No nos queda claro muy bien porqué, pero ya en la primera secuencia, la vemos presenciar un suicidio de una inquilina del lugar, hecho que nos va situando en la intriga inicial: esta es una mujer que atrae lo oscuro. A poco de sobreponerse de la tragedia del día, decidirá ir a una de esos lugares de citas-múltiples donde hombres y mujeres tienen 5 minutos para conversar con extraños y así, en media hora, tuvieron la posibilidad de hablar con 6 potenciales candidatos del sexo opuesto. Sonia da con un ex-policía de nombre Guido (Filippo Timi) y se produce atracción mutua. Son dos personas que necesitan afecto y es tanta esa carencia que terminan a los tres fotogramas en una misma cama. Es cierto que los dos aportan un aura apagada, son claros perdedores, pero ese contacto que logran establecer, ilumina su existencia y los predispone a algo nuevo. Entusiasmado ante el crecimiento de la relación, Guido invitará a Sonia a una casa poblada de obras de arte que custodia, para que conozca su trabajo y pasen algún tiempo en el lugar, rodeados de un hermoso bosque. Una serie de delicuentes invade el lugar para desvalijarlo. Matan al custodio (lo matan?) e hieren a su novia de gravedad. De ahí en más, el film, que venía narrando con cierta secuencia lógica la progresión de la relación, vira hacia un thriller psicológico desdibujando lo que parecía real. Con el espíritu del film negro (noir) más clásico y la estrategia de mostrar información para luego desmentirla, esta "doble hora" (el título hace referencia a cuando la hora tiene la misma numeración que los minutos, por ejemplo, 12:12, en ese momento dice uno de los protagonistas, que se puede pedir un deseo y obtener una respuesta sobre el mismo) juega a desconcertarnos todo el tiempo. Nos adentraremos inevitablemente en tratar de descubrir qué sucedió esa tarde durante el asalto y cómo Sonia se repone frente al escenario que se presenta. Nada es lo que parece y "La doppia ora", se armará y desarmará a cada instante, desconcertando al espectador e invitándolo a descubrir las pistas que resuelven el crimen. Muestra sus cartas, y las esconde. Las mezcla, y las vuelve a repartir. El desconcierto invade la sala.. El fuerte de la película, sin dudas, son las actuaciones de la pareja protagónica, que se luce componiendo a seres cercanos, desvalidos y perdidos en sus contextos. Rapopport y Timi poseen buen química, necesaria para sostener un andamiaje como el propuesto por el guión, plagado de vueltas de tuerca, nos interesa saber sobre ellos y descubrir que sucede. La fotografía y la música apoyan el clima de misterio, potenciando una atmósfera de intriga que decididamente, se sostiene (aunque un poco forzada) hasta el final. El tema es que lo que parece ingenioso (las construcciones mentales de Sonia, por ejemplo), no lo son tanto, sino que se exceden en esconder y desmentir lo poco que parece claro. Y es tanta la energía puesta en embarrar la cancha, que la cuestión deja de ser misteriosa y se transforma en deslucida, descolocada ante cada nueva inflexión que cambia el sentido de la trama. "La doppia ora" está muy bien filmada y actuada, es sólida en los rubros técnicos pero... Es demasiada ambiciosa en su propuesta y pierde de vista que para contar una historia inteligente no hay que dar miles de vueltas. Basta que sea efectiva. En general, es un film que se deja ver, aunque no deja por cerrar con un cierto sabor amargo en el paladar. Quizás con menos trucos narrativos y un estilo más directo, "La hora del crimen" sería una película de fuste. No lo es, se queda a mitad de camino y sólo pretende ser ingeniosa...en exceso!
En los últimos años aparecieron nuevos directores jóvenes en el cine italiano que se dedicaron a revivir los viejos policiales que se hacían en ese país en la década del ´70. Especialmente el tipo de historias que eran comunes en el “giallo”, ese subgénero cinematográfico que combinaba con una cuota de erotismo (y a veces con elementos fantásticos) el noir con las historias de terror. Darío Argento, Lucio Fulci y Sergio Martino fueron algunos de los grandes directores de este estilo que en la actualidad los nuevos cineastas suelen homenajear con sus trabajos. Dos ejemplos recientes de ello fueron La chica del lago, una buena película policial de Andrea Molaioli, que no llegó a cartelera argentina y La hora del crimen, que tuvo más suerte con la distribución y se estrena esta semana. El film de Giussepe Capotondi es un thriller psicológico que claramente evoca al giallo italiano con una marcada influencia también del cine de Brian De Palma. Se trata de una historia que comienza con una narración bastante lenta hasta que sucede un hecho violento que dispara el conflicto y a partir de ese momento la trama se vuelve interesante. Es una de esas películas en las que tenés que estar bastante atento a lo que sucede en la pantalla, ya que cada escena es una pieza importante de ese rompecabezas que representa el conflicto. Me pareció interesante que la película te desconcierte con los géneros que combina durante el desarrollo de la historia. ¿Es un policial negro? ¿Una historia de fantasmas? ¿Una romántica? De alguna manera eso es lo que hace diferente a esta propuesta que te mantiene enganchado con los constantes giros que tiene la trama. Tal vez la película decae un poco cuando el director se mete en el terreno del melodrama que desentona un poco con el resto del film, pero esto tampoco llega a arruinar la historia. Sumado a un gran trabajo de los protagonistas, Kseniya Rappoport y Fillipo Timi, la verdad que La hora del crimen es un decente film de misterio que está para tener en cuesta si se busca una propuesta de este estilo.
La Hora del Crimen cuenta la historia de Sonia, una mucama de hotel que, a través del conocido programa de citas de cinco minutos conoce a Guido, de quien parece enamorarse rápidamente. La relación termina precozmente. Ambos se verán implicados en un suceso violento donde Guido pierde la vida...
La doble vida Si bien no es la originalidad lo que se destaca en este filme, sí lo es su factura y la labor de sus actores. La rusa Ksenia Rappoport compone a Sonia, mucama de hotel, habituada a todo lo extraño que suele suceder en ese ámbito, desde suicidas hasta sujetos siniestros. De carácter introspectivo, Sonia frecuenta un bar de solas y solos donde conoce a Guido, un ex policía y actual guardia de seguridad con el que inicia una relación sentimental. Pero la idílica situación es violentamente interrumpida cuando un hecho delictivo modifica no solo las vidas de los protagonistas sino también el relato. Capotondi, quien dirige el filme, comienza a jugar con el espectador sin que este sepa que deberá jugar. Las piezas del rompecabezas son echadas de manera morosa, casi con desdén. Por momentos modifica el registro, y el suspenso gana lugar. Es interesante la primera hora, tras la cual la tensión decae un poco y enfila hacia una resolución alejada de todo artificio. Aunque "La Hora del Crimen" no alcanza la profundidad suficiente como para provocar en el espectador planteos acerca de las relaciones humanas, sí brinda varios giros y vueltas de tuerca como para mantenerlo entretenido, que no es poco y además con buen nivel cinematográfico.
La hora del engaño. No son pocas las películas que combinan una situación de asalto con una historia de amor. El caso más cercano es la más que aceptable The Town, del año pasado. Es por esto que a veces se busca dar un paso más allá, intentando otorgarle una mayor cuota de dramatismo, romance o intriga al film, pero muchas veces el resultado no es el esperado...
Ni fácil ni rápido, bello Según el capítulo referente a los sueños de Las obras completas de Sigmund Freud, éste distingue “el sueño, tal y como aparece en nuestro recuerdo, del material correspondiente hallado por medio del análisis”. Al primero lo denomina contenido manifiesto del sueño, y al segundo, contenido latente. El proceso de conversión de un estado a otro, es llamado elaboración del sueño...
Anexo de crítica: Dentro de la insípida cartelera porteña una película como La Hora del Crimen (La Doppia Ora, 2009) logra destacarse sin demasiado esfuerzo: lo que comienza como un thriller símil Alfred Hitchcock de repente se transforma en un melodrama irónico, todo gracias a una vuelta de tuerca muy Brian De Palma. La extraña opera prima de Giuseppe Capotondi se sostiene en un buen manejo de climas, un desenlace realmente genial y en la intensa actuación de la bella Kseniya Rappoport, ya vista en La Desconocida (La Sconosciuta, 2006)…- Emiliano Fernández (7 puntos)
Todo por un sueño La ópera prima de Giuseppe Capotondi es una película poblada de pistas falsas que intentan extraviar al espectador en un pesado laberinto narrativo. El director está siempre varios pasos adelante de un relato que va mutando desde el film noir de tendencia psicológica hacia el thriller con elementos fantásticos. En realidad, las rebuscadas peripecias y las incesantes vueltas de tuerca que esgrimen los tres guionistas son solo muletas para sostener una historia endeble. La pretensión de que cada personaje y situación se puedan transformar drásticamente, hace sospechar que no hay ninguna regla y termina generando indiferencia. En el comienzo, Sonia y Guido se conocen en una lúgubre reunión de solos y solas. Ella se gana la vida como mucama en un hotel y él es un antiguo policía reconvertido en vigilante privado. Cuando la pareja comienza a vivir un idilio amoroso, irrumpe una violenta escena de robo en la lujosa residencia custodiada por Guido, donde Sonia va a perder el nuevo amor de su vida. A este giro prometedor le sigue un doloroso y previsible descenso a los infiernos en el que las apariciones fantasmales de Guido son reforzadas con sonidos que sugieren la locura de Sonia. El guión se bifurca con una intriga vagamente policial pero Capotondi no lleva a buen término ninguna de las líneas narrativas y se pierde en pequeñas manipulaciones destinadas a que el espectador se pregunte: ¿el hombre está muerto?, ¿la mujer se está volviendo loca? O peor: ¿será todo un sueño? El placer de reencontrar a Filippo Timi, el tenebroso Mussolini de Vincere, a la par de la sugerente Ksenia Rappoport, se deshilacha junto al interés por los personajes a medida que se establece la mecánica del guión y los artificios se tornan demasiado evidentes. Como un codazo cómplice para despabilar al espectador, la película instala un sistema de signos que, se supone, deben producir sentido: una canción de The Cure que atormenta a Sonia, los suicidios idénticos, el camión del robo que no deja de aparecer e incluso una misteriosa foto en Puerto Madero (los ladrones planean fugarse a Buenos Aires). En el tramo final llegan las explicaciones y entonces los numerosos indicios y pistas adquieren sentido porque el último golpe del guión anuncia que buena parte de lo que se nos ha contado nunca sucedió.
Y también a Ksenia Rappoport La hora del crimen es uno de los estrenos de ayer, y Ksenia (o Kseniya, o Xenia) Rappoport es la protagonista. Y este texto no les va a contar el argumento de la película. 1. Contar argumentos de películas me resulta, en general, un poco vago. Y vano. Y, lo más importante, me aburre soberanamente. Festejo cuando contar el argumento está contraindicado, como en el caso de La hora del crimen. 2. El título original de esta película es La doppia ora, o sea “La doble hora” o “La hora doble”, un título mucho mejor. Y menos obvio. Pero bueno, como decía Horacio Quiroga hace casi un siglo, algunos distribuidores creen que el público local necesita “sal gruesa”. Bueno, llamen la atención como quieran o puedan, crimen entonces. La hora del crimen. 3. Policial de misterio y con algunos otros elementos que mejor no adelantar, La hora del crimen sorprende y confunde, pero a pesar de ciertas apariencias está hecha con honestidad narrativa. Véanla con atención. 4. Giuseppe Capotondi, el director, debutó con esta película, de la que se anunció que se hará una remake estadounidense. Evidentemente, tanto Capotondi como los tres guionistas Alessandro Fabbri, Ludovica Rampoldi y Stefano Sardo confeccionaron La hora del crimen retorciendo el relato con clara conciencia de que el espectador (dedicado) del cine en el siglo XXI es un espectador savvy, o sea perceptivo, informado y formado (por el cine). Y el espectador de policiales de misterio está muy atento a los detalles, a adelantarse a las vueltas y a los reveses de la trama. Pensando en ese espectador modelo, La hora del crimen juega. ¿A qué juega? A divertir, a estremecer. Y a crear grandes personajes. 5. Del enorme Filippo Timi (que interpreta a Guido) ya se habló bastante porque fue el Mussolini de Vincere. Hablemos de Ksenia. 6. Ksenia o Kseniya o Xenia Rappoport, nacida en Leningrado, antes y ahora San Petersburgo, a veces tiene rulos y a veces el pelo lacio. Piernas largas, alta, y a veces –en la variante de pelo lacio– su rostro es un poco parecido al de Nacha Guevara. De mirada muy intensa, Ksenia es decidida y misteriosa. Intermitentemente bella (cuando no es fascinante), Ksenia es una gran sufriente del cine. Véanla en La desconocida de Giuseppe Tornatore, una película truculenta, disparatada y brutal como el intento de foul de Ruggeri a Chilavert, y salvada por el compromiso físico y emocional de Ksenia, la mejor actriz del mundo. También me pasa con otras actrices eso de que mientras las veo y las escucho son las mejores. Cinematográficamente me enamoro con facilidad. Me pasa con Kate Winslet, pero no en esa rastrera película llamada Revolutionary Road que acá se llamó de otra forma. Volvamos a Ksenia, que tiene una película que aquí no se estrenó y es todo un melodrama ruso, como la propia Ksenia: se llama Yuri’s Day (o Yuryev den) de Kirill Serebrennikov. Esto escribí sobre Yuri’s Day para el catálogo del Bafici en 2009: “Lyubov (la impresionante, excelente, asombrosa Xenia Rappoport de La desconocida) es una famosa cantante de ópera que no vive en su país, y regresa a visitar su pueblo natal, en las entrañas lejanas y frías de la madre Rusia. Vuelve con su auto de lujo y con su hijo Andrei. El chico no está precisamente arraigado a la tierra de su madre. Y desaparece. Esa tierra, o la gente de esa tierra, o el misterio, o una decisión desconocida, o nada, o un interrogante. Lyubov comenzará entonces su calvario de madre, y la película avanzará sin titubeos hacia un tono mayor, sin miedos de abrevar en tradiciones literarias (y algunas cinematográficas) rusas, virando con alguna violencia hacia la búsqueda desesperada, el descenso a los infiernos, y los sentimientos a flor de piel. El director Kirill Serebrennikov explota visualmente el sobrecogedor paisaje, y narra con mano firme, convencida y convincente la historia de los cambios de Lyubov, una historia emocionalmente lacerante cuyas secuelas la irán cambiando a todo nivel. Así, este relato irá convirtiéndose de manera progresiva en un encendido melodrama físico sobre la persona, el cuerpo de Lyubov.” 7. Vayan a ver La hora del crimen. No se priven de reencontrarse con Ksenia o Kseniya o Xenia. O de conocerla.
Un “dudoso” thriller psicológico No caben dudas que al director debutante Giuseppe Capotondi le encantan las intrigas rebuscadas, el thriller psicológico y las historias donde se apela al “nada es lo que parece ser”, viejo axioma del film noir que desde hace tiempo se utiliza como ardid publicitario. Por esos carriles temáticos –demasiado transitados– transcurre la vida de Sonia (la rusa Ksenia Rappoport), mucama de hotel high class, solitaria e inmediatamente enamorada de Guido, que trabaja como personal de seguridad, a quien conoce en un programa de televisión sobre gente que anda con problemas de relación. A la media hora surge el primer plot (punto de anclaje del guión), cuando al pobre Guido lo revientan de un balazo. Pero ojo: estamos ante un thriller “sacacorchos” donde el director y los tres guionistas sorprenden con una historia que gambetea más que Messi en un día inspirado. Los muertos no serán tales, acaso todo se relacione a una pesadilla o sólo se trate del supuesto ingenio de un guión con muchas volteretas para que el espectador degluta con interés y hasta cierta impaciencia. Habrá otros cuatro, cinco plots y hasta la historia pegará un giro más (bah, otra gambeta) trasladándose a Buenos Aires, específicamente a la zona de Puerto Madero, someramente computarizada para la ocasión. Acaso el rictus de Filippo Timi (Guido) sintetice la película: el tipo anda sospechando todo el tiempo, aun en los momentos de intimidad que ¿disfruta? Junto a la atribulada Sonia, que parece muy buena, sufrida, temerosa y paranoica, pero que no es tan así. Y no se puede contar más porque se estarían revelando los remanidos –y supuestamente sorprendentes– plots que invaden la trama cada dos por tres. La hora del crimen confirma que un buen guión no hace una buena película y que gambetear para los costados resulta intrascendente y, en muchas ocasiones, hasta tramposo e ineficaz.
Profundos abismos de la mente La vida de personas que sobrellevan su vida con un mínimo de dignidad, solitarios en procura de compañía y la presencia de un no lugar tan particular como es un pequeño hotel citadino son elementos que el director maneja con habilidad en su descripción y desarrollo. Sonia es una inmigrante eslovena que trabaja como camarera en un hotel de Turín. Va a los encuentros de citas rápidas para encontrar compañía y tiene una amiga, también camarera, en el mismo hotel. Un día conoce a Guido, un solitario como ella que busca compañía y con el que siente alguna emoción que, quizás, la ayude a no estar más sola. Ex policía devenido vigilador privado, un suceso violento pondrá en marcha una serie de mecanismos que nos hará comprender que nada es como parece y todo juicio apresurado puede ser falso. El director Giuseppe Capotondi construye un relato sencillo en el comienzo, pero con un desarrollo de la trama complicado, abundante en flashbacks. Con habilidad en la utilización de elipsis, pero luego con algunas vueltas que terminan no sólo por desconcertar al espectador sino al relato mismo, construye una especie de espiral sofocante que une sentimientos encontrados de soledad, locura y muerte. SOLITARIOS La incorporación de ciertos personajes totalmente inexplicables, sólo tendrán asidero en el final, lo que hace un tanto trabajoso el pasaje. La vida de personas que sobrellevan su vida con un mínimo de dignidad, solitarios en procura de compañía y la presencia de un no lugar tan particular como es un pequeño hotel citadino son elementos que el director maneja con habilidad en su descripción y desarrollo. Cuando, por el contrario, abandona terreno conocido y enfrenta complicaciones psicológicas y trastornos de personalidad línea "Repulsión" de Polanski, tambalea un tanto en terreno anegadizo. Sin embargo, el valioso apoyo de excelentes intérpretes impide que el relato se desbarranque. La rusa Ksenia Rappoport reproduce su papel de inmigrante de la recordada producción de Tornatore, "La desconocida" y lo hace exhibiendo su notable profesionalidad. A su lado se luce otro gran actor, Filippo Timi, al que disfrutáramos en "Vincere" con su inolvidable personaje del Duce y su hijo olvidado.
Un relato inquietante Bienvenido relato italiano que se anuncia como "una historia de amor vestida de thriller", y basta verla para darse cuenta que esa línea le calza de maravilla. La Hora del Crimen La historia gira en torno a Sonia, una emigrante en Italia de origen esloveno, que limpia habitaciones en un hotel de Turín, de perfil bajo pero misteriosa mirada y escasa expresión. Cuando acude a un lugar de citas rápidas conoce a Guido, un ex policía convertido ahora en guardia de seguridad de una mansión de lujo en medio del campo. La avalancha de intrigas crece donde estaba todo preparado para el nacimiento de un romance. Muertes, búsqueda de la verdad y la coincidencia de la doble hora (título original del film) se dan cita en una trama inquietante. La película amalgama perfectamente el suspenso y el romance buscando un resultado certero en la que nuestra Buenos Aires también es partícipe. La Hora del Crimen tiene lo necesario para confundir tanto al espectador, como a Guido, este policía retirado que busca la verdad, pero también el amor.
La hora del crimen es una de esas películas de trampas en las te muestran una cosa para decirte después que estás confundido, que eso no era, que lo que realmente pasa es otra cosa. El problema ?y por eso no temo adelantarles este dato? es que todos estamos entrenados para este tipo de películas. Muchas anteriores, principalmente de Hollywood, nos formaron para ser desconfiados y para prevenir lo que va a ocurrir. Hay miles de signos que se hicieron convenciones, cada cosa que pasa es un casillero que vamos tachando para después ?como en los juegos de esas revistas que llevábamos a la playa para no embolarnos? concluir en un único resultado final posible. Entonces, quien pretenda filmar una película de este clase, debe contar desde ya con esta corte de espectadores avivados y esforzarse para, una de dos: hacer algo estéticamente talentoso para que la previsibilidad no sea importante, o bien, algo originalísimo, que sorprenda por lo inesperado. Mejor sería que convergieran las dos opciones, pero bueno, con una sola suele alcanzar. En La hora del crimen, la última condición ?la de la apasionante vuelta de tuerca? descártenla. Muy posiblemente, promediando la historia, van a saber cuál es el final. Si esperan sorpresas, estas nunca van a ocurrir. Para peor, los tiempos entre cada volantazo de argumento (se podría decir que hay sólo uno promediando la película y la resolución final) son demasiado largos, hay que esperar mucho entre novedad y novedad, ya que el director se detiene en tirar líneas que después no retoma y que justifica con el recurso más fácil: el del que “todo era un sueño”. Sin embargo, no todo es desencanto en esta primera obra del director Giuseppe Copotondi. Inclinan la balanza a favor dos buenos actores. Kseniya Rappoport hace de rusa desgreñada que puede ser tonta, enamorada o peligrosa en algún momento de la trama y creíble en cada una de esas posibles personalidades en que se va transformando. Por otro lado, Filippo Timi es puro ojos y puro cuerpo, consigue que su personaje sea todo exterior para que nosotros vayamos imaginando escena tras escena su verdadero interior. Verlos en pantalla justifica estar hora y media sentada mirándolos y no se hace tan pesado llegar al final. La hora del crimen no es de esas películas horribles que dan ganas de demandar al director para que nos devuelva el costo de la entrada y nos indemnice por la pérdida de tiempo y el daño moral que provocó su visualización, pero tampoco es de aquellas que vamos a recordar dentro de un mes, tiempo prudencial que el cerebro espera para desechar información que no considera trascendente. Perfectamente podríamos clasificarla dentro del género “para ver por cable”, les aconsejo que esperen a que esto suceda, de todas maneras, la están dando en muy pocas salas y cuando se dispongan a ir al cine seguro ya la habrán levantado…
La traducción de títulos es por lo general motivo de polémica, especialmente cuando hay un sentido que se pierde. La Doppia Ora significa en verdad "la hora doble", término doblemente preciso para el film debut del italiano Giuseppe Capotondi, tanto por las referencias directas que se hacen al tema como por los hechos que se repiten en la historia. El crimen que adelanta la distribuidora en Argentina es el disparador de un thriller psicológico de buen desarrollo que acaba por conformarse a la hora del cierre. En su primera parte el film se construye con escenas fuertes que preparan a Sonia, un buen trabajo de Ksenia Rappoport, para lo que vivirá a continuación. El suicidio de una joven a la que le limpia la habitación, el contacto con un sospechoso huésped y un fugaz encuentro con la Policía, conducen a un personaje ya dañado a ser víctima de un crimen y luego vivir con las consecuencias. Con pericia se narra un buen relato de suspenso que juega entre dos realidades, una exterior, con los conflictos en el hotel y los interrogatorios de la policía para saber qué tanto estuvo involucrada, y en un plano interior, sin saber qué es producto de su imaginación y qué no. Si bien La Doppia Ora cautiva al espectador y su desarrollo genera intriga, es cultora de una suerte de "falso suspenso". El conflicto mantiene el interés y a medida que los eventos se desenvuelven estos profundizan un misterio que, no obstante, acarrea con él una resolución esperada. Cada fragmento del rompecabezas ayuda a la buena confusión que el planteo genera, pero por otro lado acerca también a la idea de que hay un giro "inesperado" a pocos minutos de distancia. Y si bien la vuelta de tuerca permite que la película cierre, aunque se la pueda encontrar en la página 1 del manual de la intriga, la sorpresa pierde su efecto a raíz de la anticipación, dejando así la sensación de que el desenlace no estuvo a la altura de su desarrollo.
Hay algo muy interesante en este film italiano del debutante Giuseppe Capotondi. No sólo que adscriba a la tradición del thriller de suspenso bien contado (algo para lo que alcanza la pericia técnica) sino que mira a sus personajes con auténtica empatía. Es decir: estas personas existen, sufren y gozan de tal modo que el sentimiento se transmite, sin intermediarios, al espectador. El misterio es un poco trivial, pero los actores elevan con mucho la trama.
Investigar o amar Los autores de géneros como el policial negro o el misterio suelen mezclar muy bien las pasiones del corazón con las pulsiones criminales. Esta vez, el que lo hace es un director italiano debutante llamado Giuseppe Capotondi, quien elige a un guardia de seguridad y a su novia para tejer la trama de una historia que los involucra con un millonario robo de obras de arte, un viejo sabueso de la policía italiana, varios influyentes personajes secundarios y un par de incógnitas que tardan, por fortuna, unos cuantos minutos en comenzar a develarse. La hora del crimen es un relato plasmado con inteligencia, sembrado con unas cuantas pistas y sorpresas, donde juega mucho la ambivalencia emocional de los personajes, y que varias veces se sale de los moldes actuales del género, para internarse por caminos inesperados. En los géneros relacionados a la acción o al thriller (en los cuales lo que estremece es el vértigo), hay películas como la aquí comentada, norteamericanas, francesas, italianas, españolas, inglesas, o argentinas, que se inclinan por indagar la vida interior de los protagonistas. En La hora del crimen, el espacio vacío que no ocupan las persecuciones o las luchas, está dedicado a explorar las sensaciones de los personajes frente a hechos poco comunes, como el dar muerte a alguien, vivir en peligro de ser asesinado, traicionar, o amar. Lo positivo es que el director alcanza a marchar a un ritmo bastante sostenido, aun con toda esa carga sobre su espalda. Algunos especialistas italianos se estuvieron preguntando a partir de este filme y de otro titulado La chica del lago (que en Córdoba se consigue sólo en DVD) qué está pasando con estas películas de género que aparecieron los últimos años y que recogieron premios y aprobación en el público. Tal vez es una pregunta sin respuesta. Capotondi (42 años, muchos de ellos como realizador de videoclips y publicidades) dijo que a él y a sus guionistas el género, principalmente, les parecía divertido de hacer y de ver. Asimismo, el realizador explicó que en el filme él ve una historia de amor envuelta por otra de detectives. Pero, ahora que La hora del crimen está accesible al público, la suya sólo es otra visión más, tan válida como la de cualquiera.
Sonia es una mucama bella pero desafortunada. No le va bien en el amor y encima le tocó presenciar un suicidio en el hotel donde trabaja. De pronto conocerá un ex policía, con quien tendrá un romance y todo se encaminará. La mala fortuna regresa cuando es víctima de un robo, que marcará una bisagra en su vida. Capotondi construyó un thriller con pincelazos de drama que, pese a una buena convivencia de situaciones imprevisibles y obvias, arriba con cierta dignidad hasta los títulos del final. El director supo llevar con buen pulso la intensidad de la trama y por momentos lleva de las narices al espectador. Como si fuera poco hay un juego con las agujas del reloj, que marca una constante en la forma en que el azar talla el derrotero de la protagonista. Sin ser un gran filme, vale la pena esta historia, al menos por su reflexión sobre el amor.
Un reloj que transporta a la pesadilla Basada en la nouvelle Il cuore della notte, la película es protagonizada por Ksenia Rappoport en el rol de una eslovena que trabaja en un hotel y en sus horas libres concurre a grupos de solos y solas, donde entablará relación con un expolicía. Circula en edición DVD uno de los últimos films de uno de los más relevantes nombres del thriller italiano, Darío Argento, cuyo título original (que se mantiene en castellano), intenta, pretende, hacer honor a ese subgénero del policial que en Italia se conoce como "l giallo" Lamentablemente, es precisamente este film de este tan irregular realizador que nos ha legado títulos muy significativos ya desde principios de los 70, tras los pasos de Alfred Hitchcock y Mario Bava, el que marca, tal vez, así lo creo, el punto de decadencia más extrema de toda su filmografía. En él Adrian Brody, en el rol de un policía investigador, se lanza tras los pasos de un asesino de mujeres, desde una trama rutinaria, previsible, vacía, ajena a todo aquello que alguna vez construyó en sus guiones, delineó en sus films, el director de El pájaro de las plumas de cristal, el primero de toda una serie de sus tan particulares y destacados thrillers, estrenado en 1971. La categoría "giallo" data de 1929, cuando la Editorial Mondadori comienza a publicar policiales, en principio, al estilo clásico, de corte deductivo para luego pasar a incorporar los elementos que definen a la narrativa estadounidense, particularmente "el hard boiled" con Dashiell Hammett, Raymond Chandler, McCain, entre otros. Desde este marco de referencias, y pensando en un film que vimos hace dos años La ragazza del lago, de Andrea Molaioli, es que hoy volvemos sobre "el giallo" y tratamos de enunciar algunas características de esta opera prima de Giuseppe Capotondi, fotógrafo profesional, director de cortos y spots publicitarios, reconocido internacionalmente, quien, desde 2004, vive en Barcelona. Fue en el 2006, cuando su historia, presentada en formato nouvelle, Il cuore della notte mereció el Premio Solinas. Y es este texto, el que está en la base de La hora del crimen, título que en castellano nos lleva a perder de vista lo que en el film es más que un juego de casualidades, ya que en el original, La doppia ora, el vocablo que alude a lo que se comprende como repetición, se puede jugar como "lo doble" desde una proyección mucho más amplia. En este giallo, entonces, en formato de thriller, esta ópera prima, que fue distinguida fundamentalmente con premios por su guión y por la actuación de la actriz Ksenia Rappoport, el que nos lleva a abrir sus puertas, mejor dicho a entreabrirlas, ya que aquí no debemos, en honor a las reglas del género, tratar de avanzar en esto de revelar pistas al lector. Como acontecía en el tan controvertido film de Giuseppe Tornatore, La desconocida, la actriz Ksenia Rappoport vuelve a componer aquí a una inmigrante eslovena, Sonia, quien ahora trabaja como criada de un hotel, en la ciudad de Turín. Al llegar la noche, y cuando la agenda laboral se lo permite, asiste a un lugar de solos y solas, y es allí, entonces donde trabará un primer encuentro con Guido, un expolicía, ahora custodio de una villa alejada del centro de la ciudad. El primer encuentro los llevará a un arrojo de una gran fuerza física, íntima, marcado por la posesión, pero al mismo tiempo por el temor. Mientras la relación se va planteando en términos de encuentros furtivos, y la puerta de la residencia va dejando paso a la entrada clandestina de los marginales amantes, un reloj de muñeca indica una repetición horaria, situación que jugará simétricamente en un momento ulterior del film. Desde aquí, el relato comienza a intercambiar una serie de planos y registros, borra fronteras y si el lector presta atención, tal vez, atendiendo a cierta exigencia fonética, tanto el apellido de la actriz como la del gran actor, de excepcional actuación en su doble rol en Vincere de Marco Bellocchio, llevan en el interior de los mismos la duplicación de la letra p. Lo mismo ocurre con el nombre del realizador, situación idéntica como la del personaje que compone el rol de Margherita, amiga de Sonia, Antonia Truppo. Algo trágico va a ocurrir, un juego de espejos se despliega en la escena, mientras el misterio y el sobresalto cabalgan sobre el lomo de los protagonistas y del espectador. En esa Turín espectral, por momentos abstracta, lejana de toda visión turística asoma otra orilla, a través de una enigmática fotografía que nos lleva a una zona portuaria de la ciudad de Buenos Aires. En ese juego de duplicaciones, de rostros que se espían, de miradas suspendidas, hay un tiempo que se dilata a través de una estructura clásica que tiene como coordenadas el destino y el doble, lo que nos lleva por igual a ciertos carriles del melodrama. El espectador de La hora del crimen debe partir de algo que en muchas oportunidades define las reglas del thriller, "las apariencias son engañosas" y no es casual, (una vez más el término), que la canción que escuchamos, que el tema elegido sea La vida es un carnaval, de Celia Cruz. En la historia familiar de Sonia y Guido hay vacíos, perdidas y ausencias. Y en ese nuevo encuentro, en principio ocasional, en esa reunión de solos y solas, algo pareciera que puede empezar a correrse de lugar. Y ciertamente será así, ya que ahora en ese traslado habrá un pasaje hacia una pesadilla, una suerte de alucinación, algo que comienza a anticiparse cuando las agujas del reloj se repitan y se dispongan especularmente.
Manipulación y libertad Toda narración es un diálogo en potencia, y como tal se estructura en base a la información: la virtud, la ética y honestidad de una obra se definen por el modo en que nos es suministrada por el narrador, en este caso el director. Los géneros clásicos del cine estructuraron formas canónicas de brindar o esconder información relevante para el espectador, quien a partir de ella puede interpretar (y reaccionar a) la obra proyectada en la pantalla. Y el policial es uno de los ejemplos más acabados de un género, ya que fue capaz de construir un universo propio con sus leyes y posibilidades, que incluso contiene otros universos con sus propias reglas, como el policial negro. Aún así, el director tendrá siempre espacio para influir sobre la puesta en escena: él es quien la define y a partir de ella decide cómo será el diálogo con el espectador, qué información le brindará, qué espacio dejará para que construya sentidos; allí reside precisamente su responsabilidad. La hora del crimen (La doppia ora en el original), ganadora del premio a Mejor Película Italiana en el último Festival de Venezia, ilustra como pocas este problema: su guión, toda su trama, se basan únicamente en el ocultamiento de información al espectador, y el resultado es contraproducente. El problema no es la ambigüedad que pueda generar (al contrario, ella es siempre bienvenida porque estimula la multiplicación de significados) sino la manipulación lisa y llana, o incluso cierta voluntad por engañar sistemáticamente a su destinatario, de ningunearlo y tratarlo como a un títere silente, incapaz de participar del convite. La opera prima del italiano Giuseppe Capotondi se transforma así en un filme superficial y tramposo, que termina desvalorizando aquello que supuestamente intentaba narrar, una historia de amor trágica al estilo de los viejos clásicos. Su protagonista es una mucama de un hotel de lujo, una inmigrante lituana llamada Sonia (Ksenia Rappoport, en un gran trabajo), que al inicio será testigo involuntaria de un suicidio, aunque el episodio quedará fuera de campo tanto para nosotros como para ella (con lo que la puesta ya anticipa lo que será la propuesta del filme). La narración retrocederá al momento en que Sonia conoció a Guido (Filippo Timi, aquél Mussolini de Vincere), un apesadumbrado guardia de seguridad que aún pena por su esposa fallecida, en un típico programa de citas masivas. Será el inicio de un apasionado romance, entre dos almas solitarias y necesitadas de afecto. Pero lo imprevisto no tardará en surgir cuando Guido invite a Sonia a la mansión que cuida: un beso y una distracción bastarán para que llegue la tragedia. Un grupo de ladrones irrumpirá y se llevará no sólo la valiosa colección de obras de arte que tiene el lugar, sino que también atacará a la pareja. Ella resultará herida, él será muerto. Claro que este no es más que el verdadero inicio de la película, ya que a partir de aquí comenzarán a sucederse las sorpresas y las vueltas de tuerca del guión, en un continuo juego de engaños y revelaciones, donde la intensión final es que no sepamos bien quién es quién, o si lo que vemos es la realidad o alguna fantasía alucinada. Con cierta elegancia formal, Capotondi orquesta su puesta en base a planos cerrados sobre los rostros para sugerir la ambigüedad de sus personajes: sólo la gran actuación Rappoport (protagonista de La desconocida, con la que esta película guarda varios puntos en común) y, en menor medida, Timi, sostienen una narración que por su propia lógica debería sucumbir antes. Pero el problema es la insistencia en el mecanismo (lo que revela la soberbia del director, y sus limitaciones): luego de que se devele el primer engaño, Capotondi volverá a plantear la misma disyuntiva, y la narración entrará en una espiral que la llevará a vaciarse de contenido. El uso del fuera de campo no será ya sugestivo, y el planteamiento formal se quedará estancado en esos planos cerrados, como si no encontrara otras herramientas cinematográficas, o como si no se animara a salir al mundo, temiendo acaso despegarse de su protagonista, que concentra toda la tensión. Claro que, cuando la manipulación ya se haga tan evidente, ese suspenso habrá perdido calidad y atractivo: los mismos juegos del director habrán conspirado en su contra (Capotondi llega incluso adelantar el final de la película), ahogando todo espacio de libertad para el espectador, que es el único modo en que puede participar de la trama. Por Martín Iparraguirre
Suspenso al pesto En los años 70 hubo una oleada de títulos que conformaron un género de alto voltaje en suspenso e intriga, cuando no en buenos ejemplos del thriller y hasta los derivados más explícitos como el "giallo". Que director italiano no los hizo..? Por esa tradición es ahora que el debutante realizador Giuseppe Capotondi nos ofrece este filme de crimen y misterio, eso si: nada descabellado ni para tirar cuetes, pero si sobriamente hecho, entretenido, y de factura impecable. Todo se va dando con una serie de situaciones que atraviesa una camarera eslovena (la muy bella Kseniya Rappoport), el guión hará ir y venir la cosa para atrapar al espectador, como si se tratará de un juego de cajas rusas, con algo siempre guardado adentro -hay aquí en ejemplo una misteriosa foto tomada en Puerto Madero en Buenos Aires-, y asi se sumarán otros personajes que irán dando forma al relato cuyo traducible título original es "La hora doble" - y ya se verá el porqué-, bienvenido el género y más el procedente de la industria cinematográfica peninsular, un cine que siempre nos ha dejado títulos calificados y relevantes.
Las apariencias engañan Giuseppe Capotondi es un director italiano que ha hecho muchos videos musicales y cortos comerciales; sin duda, la experiencia en el montaje y en la técnica narrativa que recogió en esa actividad le sirvió de mucho a la hora de plantear su primer largometraje. Este relato que en principio parece una historia sentimental pero que rápidamente deriva hacia una trama de suspenso con ingredientes de policial, está planteado con mucha habilidad por parte del director y de los guionistas. Capotondi va presentando a los personajes y comienza a desarrollar la historia mientras "avisa" al espectador que debe estar atento a todos los detalles que se le presentan en la pantalla, porque la narración va a presentar algunas zancadillas dispuestas simplemente para agregarle interés al relato. El director se permite algunas tomas elegantes desde el punto de vista formal, y administra la narración con ritmos cambiantes, a medida que la acción pasa del planteo de la relación entre los protagonistas al tema netamente policial. Es muy buena la tarea actoral de Ksenia Rappoport como protagonista casi excluyente del filme. La actriz le da vida a una inmigrante que trabaja de mucama en un hotel, pero le aporta sutiles elementos enigmáticos que hacen pensar que hay algo más en ese personaje. También es bueno el trabajo de Filippo Timi en el papel de Guido; ambos construyen personajes convincentes, sólidos, sobre los que se va edificando una trama que se vuelve atractivamente ambigua a medida que el director introduce elementos engañosos, que inducen al espectador a dudar de casi todos los datos que le son proporcionados. Tal vez los más avezados espectadores - sobre todo, aquellos que prefieren el género de suspenso - sientan que algunos giros de la trama resultan poco sorpresivos, pero hay que reconocer que la película mantiene el interés del público y redondea un muy buen entretenimiento a lo largo de una hora y media de proyección.
Un thriller psicológico nunca viene mal, sobre todo cuando es uno como La hora del crimen, un film italiano alejado de ciertas fórmulas preconcebidas hollywoodenses. La película es la ópera prima de Giuseppe Capotondi, que viene del ámbito de los videos musicales y la publicidad, y para ser su primer trabajo resulta muy interesante. Lo mejor del film, aparte de las interpretaciones de los protagonistas, está en la forma de contar la historia, que mantiene en suspenso al espectador hasta último momento, donde todo cierra perfectamente. La protagonista casi absoluta de la historia es Sonia (Ksenia Rappoport), una mucama que trabaja en un hotel y conoce a Guido (Filippo Timi), un ex policía devenido en guardia de seguridad. Guido, viudo hace ya algunos años, frecuenta regularmente un lugar de citas rápidas donde se encuentra por primera vez con Sonia. A partir de ese momento la atracción entre ambos es evidente y comienzan una relación rápidamente, tanto que Guido decide llevarla a su lugar de trabajo, una mansión apacible en medio del campo donde se supone nadie los molestaría. Pero ambos serán víctimas de un robo en la mansión, donde Guido termina muerto y Sonia, en coma durante varios días. Sonia recobra la conciencia luego de un tiempo y se entera de lo ocurrido. De ahí en adelante la pena por la muerte de Guido y hasta cierta culpa convertirán la vida de Sonia en un martirio: visiones, voces y sonidos de sus últimos momentos con Guido volverán para acecharla y hacer que dude de lo que es real y lo que no. Todos esos “fantasmas” hacen que durante cierto tramo la película se transforme en algo surrealista y genere mucha intriga en el espectador. Aquí nada es lo que parece y conforme se desarrolla la película el mayor interrogante será averiguar quién es Sonia en realidad. Capotondi, mediante supuestos flashbacks y demás recursos, va dejando pequeñas pistas como partes de un rompecabezas que debe armar el público y muy de a poco va construyendo, capa a capa, la intriga y el suspenso hasta revelar la verdad de lo que pasó aquella tarde en la mansión. A nivel actuaciones, la dupla protagonista de Rappoport/ Timi lleva adelante la historia de la mejor manera y entre los actores secundarios se destaca Michele Di Mauro (Dante), un policía implacable que investiga el robo a la mansión. En resumen, La hora del crimen es un thriller interesante que se mantiene atractivo para el espectador hasta que empiezan los títulos, en gran parte gracias a un guión inteligente y buenos intérpretes. Una buena opción en cartelera para los amantes del género.
Cuando llegue la hora... Excepto que vengan colmadas por el trayecto de innumerables festivales, no es fácil acceder a lo mejor del cine español, italiano, alemán o francés dentro de la actualidad de la cartelera porteña. Sólo aparecen algunas películas que vienen apoyadas por figuras de primer nivel en su elenco o con grandes premios de todo tipo. Es por eso que "La doppia ora" es un film atípico dentro de la cartelera y que vale la pena aprovechar y no perderse. Como plus adicional, no es frecuente que el cine italiano al que accedemos, nos brinde un joyita de cine de género, en este caso suspenso -o como los norteamericanos denominaron en ese subgénero del thriller psicológico-, en una filmografía de la que habitualmente estamos más acostumbrados a consumir o drama o comedia. Sonia (Kseniya Rappoport) es una inmigrante que trabaja como personal de limpieza en un importante hotel de la ciudad de Torino. En un servicio de "speed dating" de esos con breves presentaciones de pocos minutos pactadas con varias potenciales parejas en un mismo encuentro, conoce a Guido (Filippo Timi) -quien parece ser habitué del lugar de citas- y rápidamente parecen encontrarse el uno con el otro en una relación amorosa que ambos aparentemente estaban esperando desde hacía mucho tiempo. Y quizás, casi sin esperarlo, la relación va creciendo y Guido, al poco tiempo, intenta que Sonia conozca su mundo. Emprenden un pequeño viaje a la casa de campo de la cual él es guardia de seguridad. Y ese mismo día, mientras intentan pasar una jornada apacible, serán víctimas de un robo que hará peligrar la vida de ambos. Y a partir de allí, el film cambiará completamente su tono, su velocidad, su cadencia y comenzarán a aparecer diferentes dudas, enigmas, sobre todo intentando develar como espectador, la verdadera cara de cada uno de los personajes principales. Por suerte, en el film de Capotondi, existen varias capas narrativas y lo que aparentemente sucede en la superficie no es lo que realmente verificaremos que estaba sucediendo. La trama esconde sutilmente un pequeño juego de cajas negras, ese típico juego del gato y del ratón y algunas vueltas de tuerca que en el momento preciso el director irá develando. Al inicio, claramente parece una historia de dos cuarentones, corazones solitarios, tratando de encontrar el amor. Y a los pocos minutos, ya está planteado el intenso ritmo de thriller para pasar a los pocos minutos por un drama psicológico y volver al género del thriller en el momento menos pensado. Como ya pasaba, por ejemplo, en "El cisne negro", sólo por citar un ejemplo, en este caso el director juega con universos oníricos, paralelos, que desdibujan la linea de lo real y lo imaginario, que facilitan el clima de suspenso y es justamente ése el valor agregado que le da Capotondi a la trama, dado que tiene un excelente manejo de los distintos climas que quiere lograr. Pero sin dudas otro punto a favor es que cuenta con dos protagonistas brillantes, que tienen una excelente química en la pantalla y con dos composiciones al servicio del guión. Ksenia Rappoport en el papel de Sonia, logra captar al espectador en todos sus estados de ánimos. Elegida mejor actriz en el festival de Venecia por este papel y ya consagrada por su papel en "La desconocida" de Guiseppe Tornatore, tiene un gran dominio en sus miradas y una expresividad que hace ganar en suspenso y en dramatismo a la trama. Por su parte Filippo Timi es Guido (el actor de "Vincere" y de "Quando la notte" la nueva película de Cristina Commencini) y también logra transmitir lo que cada momento necesita para que el suspenso no decaiga y la historia no sólo sea muy bien narrada sino que además sea absolutamente creíble en todo momento. No hay mucho más para decir, porque vale mucho más la pena ir descubriendo las subtramas a medida que se vayan presentando, lo que si cabe señalar es que es un ejercicio de cine de una gran calidad tanto a nivel actoral, como a nivel dirección y por sobre todo, un guión sólido e interesante.