El umbral analógico se digitalizó. Hubo una época no muy lejana -específicamente hablamos de fines de la década del 90 y comienzos de la siguiente- en la que buena parte de la cartelera internacional del terror estuvo dominada por un sinnúmero de films que respondían al J-Horror, un rótulo que hace referencia al país de origen de la mayoría de los mismos, Japón. Si bien los nipones desde los 60 vienen ofreciendo obras extraordinarias como Onibaba (1964) y Kaidan (1964), o delirios inclasificables y de vanguardia como Hausu (1977), recién durante el inicio del siglo XXI pudieron salir del nicho del género para ingresar al mercado masivo. En la cabeza del movimiento estuvieron Ringu (1998) y Dark Water (Honogurai Mizu no Soko Kara, 2002), ambas de Hideo Nakata, y Ju-on (2002) de Takashi Shimizu, y en segundo lugar se ubicaron Kairo (2001), One Missed Call (Chakushin Ari, 2003) y Rinne (2005). Dentro de la andanada de remakes y exploitations estadounidenses del período sin duda la mejor del lote fue La Llamada (The Ring, 2002), una reinterpretación de Ringu según Gore Verbinski, un señor que hace muy poco regresó con gloria al terror con la exquisita La Cura Siniestra (A Cure for Wellness, 2016). Como suele suceder, la desilusión llegó rápido cuando se le encargó la secuela al propio Nakata, responsable del film original en el que se basó la franquicia, lo que ocasionó un bache de 12 años entre la decepcionante La Llamada 2 (The Ring Two, 2005) y la propuesta que hoy nos ocupa, la también deficitaria La Llamada 3 (Rings, 2017). Ahora le toca al español F. Javier Gutiérrez llevar adelante un producto que sigue al pie de la letra las máximas de la saga y deja pasar la oportunidad de reformular la historia para conducirla hacia otros rumbos menos redundantes y más vitales. Aquí nos ubicamos en el mismo terreno del pasado, con la única salvedad de que el umbral analógico al reino de los difuntos se digitalizó en pos de un aggiornamiento en función de los tiempos que corren: el viejo VHS que dispara la maldición de Samara Morgan (Sadako Yamamura en los opus japoneses), léase una muerte segura luego de siete días a partir del instante en que se vio el video, en La Llamada 3 mutó en un archivo que se copia y listo. La protagonista de turno es Julia (Matilda Lutz), una chica que por liberar a su novio Holt (Alex Roe) del acecho de Samara termina trasladando hacia ella la furia del fantasma a través del mecanismo de siempre, viendo un duplicado del VHS original. Desde este punto la trama recurre al cliché de una investigación con vistas a “darle paz” a los restos mortales del espectro vía distintas pistas que se le aparecen a Julia en visiones e imágenes lúgubres. Se nota groseramente que el flojo guión de David Loucka, Jacob Estes y Akiva Goldsman atravesó diferentes etapas y en algún momento se quiso privilegiar un relato un poco más coral basado en los experimentos de Gabriel (Johnny Galecki), un profesor de la universidad a la que asiste Holt que armó un sistema de “relevos” para pasar la maldición de uno a otro y analizar en el trajín el sustrato sobrenatural de todo el asunto. En vez de profundizar esta perspectiva de abordaje, algo que sería novedoso dentro del campo de la franquicia, lamentablemente se optó por el esquema ya agotado de antaño, circunstancia que se ve magnificada por la poca imaginación visual de Gutiérrez y su equipo. La película de todas formas no llega a ser mala y en ello tiene mucho que ver la participación en el tramo final del gran Vincent D’Onofrio, aportando otro de sus monstruos marca registrada símil La Celda (The Cell, 2000) y Chained (2012). El conservadurismo a veces le juega a favor al horror, en especial cuando detrás hay talento y un interés en quebrar mínimamente el patrón preestablecido, dos componentes que en La Llamada 3 brillan por su ausencia…
Nueva entrega de la saga creada por Gore Verbinski en la que un misterioso video repercute en la vida de aquellos que lo ven dándoles el ultimátum de siete días de vida. En esta oportunidad una joven tratará de desentrañar, primero, la misteriosa desaparición de su novio, y, segundo, la verdad sobre el extraño video y su protagonista. El español Francisco Javier Gutierrez se pone tras las cámaras de la película y suma, además de logradas escenas de tensión y suspenso, el elevar la propuesta con un elenco encabezado por Johnny Galecki y Vincent D’Onofrio, más los nóveles Alex Roe y Matilda Lutz, quienes avanzarán en la leyenda de Samara y los sucesos que desencadenaron su muerte y las de aquellos que la ven en la pantalla. Gutierrez aggiorna la propuesta con intensidad y una estética que recupera el espíritu de la saga, renovando con la participación de un grupo de jóvenes que están detrás de la historia de la de aquella mujer que escondió un secreto que luego se revelaría como la perdición de todos aquellos que veían el video.
Llamada equivocada En tiempos en que los contenidos se viralizan, la historia de un video grabado en VHS que debe ser copiado para terminar con la maldición que provoca la muerte a quienes lo ven, es tan ridícula como la existencia de esta película. Mas allá de las incongruencias, el film hace lo imposible para actualizar este relato a las nuevas generaciones. Su única razón de ser. La primera película -remake de la exitosa saga japonesa Ringu- data del 2002, y tenía de protagonista a Naomi Watts. Ahora, quince años después, los adolescentes -nacidos en esa época- son los destinatarios de la película. De hecho La llamada 3 (The Ring 3, 2017) centra la historia en una problemática juvenil: ¿qué pasa cuando una pareja enamorada se separa por la ida a la universidad de uno de ellos? La respuesta actual es simple: se comunican por Skype todas las noches. ¿Cómo surge el conflicto entonces? Una noche él (Alex Roe) deja de hacerlo y ella (Matilda Lutz), tras las sospechas del video maldito, viaja a investigar el caso. Tenemos entonces la acción situada en un campus universitario, un dilema juvenil y una leyenda urbana que se convierte en el terror de los adolescentes. Las nuevas tecnologías desde formatos portátiles hasta redes sociales están por doquier pero el problema sigue siendo el bendito VHS. Hasta la película tiene la necesidad de explicar, mediante diálogos, qué es un VHS. Todo se torna tirado de los pelos en la trama, aunque sea una nueva manera de seguir facturando con la asiática de los pelos sobre el rostro que sale del aljibe. La maldición de Samara Morgan (Sadako en la versión original) decía que una vez visto el video suena el teléfono y a los siete días te llega la muerte al menos que realices una copia. Para darle una vuelta al asunto hay algo acerca de la historia del video que se descubre y la cinta finalmente se viraliza. Pero no alcanza ni con eso ni con el video multiplicado en las pantallas de un avión o Samara saliendo de un plasma para reformular una premisa ultra trillada. En fin, una película inconsistente desde el argumento que, a su favor, logra algún que otro sobresalto y nada más. El director es el español F. Javier Gutiérrez responsable de 3 días (2008), una muy buena fábula apocalíptica que en Argentina se editó directo al DVD. Dato que prometía una interesante nueva versión de la saga pero todos los recursos visuales no son suficientes para imprimirle ritmo contemporáneo a una historia con olor a viejo.
El relato de terror presenta los mismos elementos que sus antecesoras pero adaptados a la era digital. Las reglas son las mismas y el miedo nunca aparece. En el 2002 La llamada marcó una tendencia del cine por traer a espíritus vengativos siguiendo el éxito de películas orientales. Las versiones norteamericanas no tardaron en llegar y ahora está el intento de reflotar la franquicia iniciada por Gore Verbinski, de quien esta semana se estrena también La cura siniestra. La llamada 3 -aunque el título original es Rings-, dirigida por el español F.Javier Gutiérrez, presenta los mismos elementos que sus antecesoras pero adaptados a la era digital. Las reglas son las mismas: un video maldito en VHS y un extraño llamado que provoca la muerte de quienes lo miran siete días después, a menos que logren mostrárselo a alguien. El film tiene un débil comienzo a bordo de un avión y luego la acción pasa a desarrollarse dos años después. Julia -Matilda Lutz-, una joven que comienza a buscar a Holt -Alex Roe-, su novio y uno de los estudiantes que forman parte del experimento que desarrolla e Profesor Gabriel -Johnny Galecki-, quien estudia los misterios que encierra un video, ahora instalado en celulares que extiende la maldición. Lo curioso de esta entrega es que no da asusta y no tiene una sola secuencia que genere suspenso o una atmósfera sobrenatural y pesadillesca hasta el desenlace -con final abierto a otras películas- en una historia que se ve antigua con la aparición del espíritu de Samara, la chica diabólica y con los pelos en el rostro. La llamada 3 no tiene sorpresas aunque se ve la intención de recorrer un camino lleno de preguntas y misterios que llevan a la protagonista a averiguar la verdad que se esconde ante las señales que se le presentan en su camino. Entre imágenes en blanco y negro, una película dentro de otra, extrañas desapariciones, malos presagios y muertes horrorosas -no tantas como se esperan- el relato queda en el olvido y parece haber marcado el número equivocado, incluso con la participación de un buen actor como Vicnent D´Onofrio.
Los amantes del cine de terror recuerdan esa película japonesa, Ringu de 1998, con la dirección de Hideo Nakata que causo sensación. La idea es un video que cuando se miraba se firmaba una sentencia de muerte a los siete días. En esas imágenes terroríficas que eran capaces de traspasar literalmente la pantalla e instalarse en el puro terror. La tentación de la remake fue demasiado fuerte para Hollywood que ahora llega a la tercera sin pena ni gloria. Apenas un costado interesante que no se explota mucho: Una investigación que realiza un profesor con sus alumnos como cobayos, un profesor que encarna John Galecki (The Big Bang Theory). Pero no, la peli avanza por los carriles mas transitados en las películas del género. Con chico que va a la universidad, novia buena que lo salva a costa de su propia sentencia, pero que se mete a investigar sobre los orígenes del mal de la manera que tantas veces hemos visto. Aparece Vincent D Onofrio, además de Alex Roe y Matilda Lutz. El director F. Javier Gutierrez hace lo que puede con un material que parece agotarse.
Sustos de ayer y hoy. En 1991 Kijo Suzuki publicaba la novela Ringu; pero no fue hasta 1998 con el clásico homónimo del terror japonés dirigido por Hideo Nakata que se desató el furor que durante muchos años fue la moda del J-Horror (Terror japonés). Si bien ya existía una adaptación cinematográfica japonesa de la misma novela hecha para televisión en 1995; no fue hasta el film de Nakata que todos empezaron a hablar de ella, llevando a varias secuelas, spin-off, series de televisión, parodias cómicas y pornos, y remakes en otros países como Corea del sur y por supuesto EE.UU. Hollywood no se hizo esperar y para 2002 ya teníamos La Llamada, dirigida por Gore Verbinski (que casualmente estrena esta misma semana nueva película, La Cura Siniestra) uno de los mejores exponentes de las adaptaciones mainstream del terror hecho en el extranjero, convirtiéndose en un clásico inmediato, y abriéndole las puertas a otras adaptaciones norteamericanas del J-Horror. En 2005 tuvimos secuela, hasta se trajo al propio Nakata para dirigirla, pero todos preferimos olvidarla. Ahora, casi once años después de no saber nada de aquel video que, si lo ves, siete días después te mueres; tenemos más noticias ¿Alentadoras? De la mano del director español Francisco Javier Gutierrez (Tres Días) y tres guionistas (David Loucka , Jacob Estes, y el inefable Akiva Goldsman) intentan retomar una historia que comienza con una secuencia pre-títulos arriba de un avión que, extrañamente nos hará recordar a nuestra Relatos Salvajes. Dos años después, en una feria, una estudiante llamada Skye (Aimee Teegarden) y su profesor Gabriel (Jhonny “Leonard” Galecki) se topan con una videocasetera, la compran, y al revisarla ¿adivinen qué? Tiene un VHS adentro, con una etiqueta que invita “Mírame”. Otro salto de escena, Julia (la italiana Matilda Anna Ingrid Lutz), finalmente la protagonista, debe despedir a su novio Holt (Alex Roe) quien parte hacia la universidad. A los pocos días pierde noticias de él, e investigando llegará al recinto estudiantil en el que nos enteraremos que Holt es estudiante de Gabriel; y que este último se encuentra haciendo una investigación científica empírica relacionada al mito de Samara y lo que se ve en el video. Para ese fin, digitalizó el video (sí chicos, es el nuevo Siglo, ahora los videos se ven online) e invita a varios de sus estudiantes a que vean el video y hagan una copia para romper con la maldición, virilizándolo dentro del campus. Por supuesto, Julia terminará viendo el video, y como ella es alguien especial (vaya uno a saber por qué) descubrirá que la maldición es más fuerte en ella, y que puede ver partes del video que los demás no había visto, hasta las ve en visiones posteriores… en fin. La Llamada 3 intenta retomar el camino de su primera entrega, realizando una investigación, y llevando a los protagonistas a un pueblo oscuro en busca de respuestas. Pero su principal problema es que no se define entre ser un reinicio (que en definitiva no les en absoluto) o una secuela más. En verdad, retoma hechos de la segunda entrega y no es que la ignora, sino que los vuelve a contar, de un modo más o menos diferente pero los mismos hechos, e intenta causar sorpresa con datos que ya sabíamos antes de verla. El desarrollo se inclina más por el misterio que por el terror, y no es un problema de “falta de muertes”, la primera tampoco apilaba cadáveres, pero mantenía una atmósfera inquietante permanente sobre lo que podía llegar a pasar. Nada de eso hay acá, no hay sorpresas, el misterio investigativo es más bien monótono, y hasta se privan de mostrarnos una de las muertes que aunque sea hubiese causado algo de impacto. La fotografía a cargo de Sharone Meir fluctúa permanentemente logrando una total falta de clima, va de tonos oscuros azulados, a soleado sepia, a oscuro verdoso, a… nada. No hay rigor estético de ningún tipo. Las interpretaciones de Lutz y Roe uno las imagina saliendo del casting de algún aserradero; no hay química entre ellos ni con el público, ni transmiten un mínimo de pavor; lo único que podemos hacer es ver lo parecida que es ella a Ellen Page. Ahí está también el inoxidable Vincent D’Onofrio extrañamente parecido a Facundo Cabral, en el momento No Respíres del film. El guion de vueltas y vueltas, se alarga, cuenta lo que ya sabíamos, contiene varios baches internos, y hasta se contradice con lo que vimos anteriormente y con lo que vemos en la propia entrega. Conclusión: La Llamada 3 intenta adaptar una historia que ya era redonda para una nueva generación acostumbrada a otros formatos, y falla atrayendo tanto al público seguidor como a los nuevos curiosos; por una serie de errores difíciles de pasar por alto. Los japoneses siguen sabiendo hacer mejor las cosas, como en la reciente y divertida Sadako vs Kayako; o quizás sea hora de dejar descansar ese video en paz.
La nueva entrega de La llamada es un intento fallido por relanzar el personaje de Samara Morgan (originalmente Sadako Yamamura) para una nueva generación de espectadores. A fines de los años ´90 cuando apareció la película japonesa fue un fenómeno importante en este género por la originalidad con la que abordó el terror psicológico del conflicto. Luego vino la remake hollywoodense en el 2002 con Naomi Watts que le dio más popularidad a esta historia en Occidente y le abrió la puerta a una fórmula argumental que se explotó hasta el hartazgo en la actualidad. La llamada 3 presenta dos graves problemas que los productores no lograron resolver en esta entrega. Pasaron 12 años desde el estreno de la segunda parte y esta nueva historia no presenta ningún elemento que destaque a este film sobre el resto de las copias malas que vimos en la última década. Salvo por el hecho que el concepto de la leyenda urbana de Samara ahora se trabaja en la era digital no hay grandes novedades. Los guionistas en esta oportunidad intentaron incluir un típico misterio de Nancy Drew para desarrollar la mitología de la saga, pero el conflicto no conduce a nada y termina siendo bastante tonto. Por otro parte, el director español F.Javier Gutiérrez ofrece una narración desapasionada con escenas de susto trilladas que no consiguen el efecto deseado. En parte también porque que ya vimos situaciones similares en otros filmes mediocres. El reparto al menos es decente y algunas intervenciones de Vincent D Onofrio hacen un poco más llevadera la trama. Probablemente el único aspecto rescatable de esta película. Sin embargo, en términos generales La llamada 3 es una producción olvidable que no le aporta nada a esta franquicia.
Como una profecía maldita que se repite Llega el estreno de “La llamada 3” una película estadounidense de terror dirigida por F. Javier Gutiérrez. Que es la tercera entrega de la saga basada en la película japonesa “Ringu” del año 1998. Su remake fue la primera “The Ring” en el 2002 y luego “The Ring Two” en el 2005. En esta tercera parte, la historia transcurre 13 años después de la última. Una pareja de jóvenes (Julia y Holt) van afrontar los peligros al observar ese viejo y misterioso videotape, y recibir el llamado del espíritu maligno de Samara y disponer solo de 7 días -sino pagas con la propia muerte-para hacer una copia, pasarlo para que otro lo mire y trasladar esa condena. Y así poder salvarse. En este caso Julia salvará a su novio Holt y pretenderá llegar hasta las últimas consecuencias para poder develar el misterio y ponerle fin a esta cadena mortuoria de esta especie de antigua leyenda desatada por visualizar un terrorífico VHS. Con momentos bien logrados, y situaciones que te ponen los pelos de punta, la peli en líneas generales no atrapa y deja la sensación que estamos presenciando una historia que ya vimos. Aunque esté incorporado en el film la tecnología actualizada que usamos por estos días. Tiene muy buenos efectos, una buena fotografía, el elenco acompaña bien la propuesta, pero pienso que el guión dejó de ser atractivo por más que intenten darle alguna que otra vuelta de tuerca más.
El miedo del pasado Quince años después del estreno de la primera película, La Llamada 3 (2017) llega a los cines para volver a la raíces que posicionó a La Llamada (2002) como una de las grandes películas de terror de estos tiempos. Sin embargo, esta tercera parte de la maldición de los siete días y la copia del video quedó en plenas intenciones. Julia (Matilda Lutz) deberá salvar a su novio Holt (Alex Roe) y enfrentar la maldición que rodea a la cinta de VHS que mata a su observador una semana después de que éste la haya visto. La llamada 3 apuesta por seguir mitigando la leyenda relacionada a la protagonista del video y su historia, algo ya visto en las anteriores ediciones. Por tal motivo, aportar algo más a la historia de Samara significó exprimir hasta la última gota de un argumento que no tenía la consistencia para un desarrollo tan abarcativo. De este modo, quedó expuesto como ninguna de las dos secuelas supo ofrecer algo más, nuevo y diferente. A lo largo de todo el film, se repiten una y otra vez los clichés del género sin salir de los lugares comunes en los cuales se manejan. Tanto su director F. Javier Gutiérrez como el equipo de guionistas, trataron de llevar a otro escenario los hilos de esta historia – un grupo de investigación-experimentanción sobre este fenómeno paranormal- pero se diluyó al poco tiempo en otra subtrama. Entonces, el primer acto del film y toda la primera hora parece innecesaria e inconexa tomando en cuenta a qué lugar se busca llegar en cuanto al guión. La Llamada 3 pierde su consistencia narrativa con diálogos malogrados, subtramas poco claras y protagonista tan ingenuos como superficiales. Ni Matilda Lutz ni Alex Roe cumplen con una actuación superlativa y destacable. A ellos, se les unen Johnny Galecki (The Big Bang Theory) y Vincent D'Onofrio (Daredevil), quien es el mejor que logra captar la esencia de la película y la encamina en los pocos minutos que aparece en pantalla. Por otro lado, el foco del terror y suspenso está totalmente ausente ya que en ninguna parte de la película se alcanza un climax para acorrar al espectador y asustarlo. La llamada 3 se pierde en sus intentos de recrear un clima angustiante, desafiante y poco conocido para provocar terror y suspenso. En ningún momento busca trascender de lo hecho anteriormente y siempre cae en la misma fosa: el miedo proviene de las imágenes de la cinta y su interacción con los personajes. La Llamada 3 buscó expandirse hacia nuevos lugares pero terminó cayendo en una resolución poco creativa, entorpeciendo la idea principal por la cual se desarrollaba el film. A su vez, tampoco logró recrear las escenas asfixiantes de su primera entrega, tornándose aburrida y monótona. Por Alan Schenone
Ya no queda ni un atisbo del folclore nipón, del cual se nutrían la primera y segunda entrega de La llamada, en esta secuela desgastada. En el año 2002, de la mano de Gore Verbinski, surgía una cinta que renovaba los tópicos del cine de terror: El Aro. Un remake de la película japonesa Ringu, dirigida por Hideo Nakata, que narraba todo un drama de horror, en el que espíritu de una niña se manifestaba a través de una película maldita. Quien veía las imágenes, a su término, recibía una llamada telefónica en la que una voz fantasmal pronunciaba la frase "siete días". Este era el plazo que establecía Samara —el espíritu de la nena atormentada— antes de corporizarse y matar a quién veía el video. Esta maldición solo se revertía haciendo una copia de la cinta para que la mire otra persona. Una especie de cadena embrujada. A modo de secuela, en El Aro 3 la trama se centra en Julia (Matilda Anna Ingrid Lutz) y Holt (Alex Roe), una pareja de novios que se adentrarán en una investigación científica sobre el caso de Samara y a través de señales manifestadas por su ánima, culminarán descubriendo el doloroso origen de la niña. En esta entrega los antiguos vhs se reemplazarán por videos on line y su reproducción en ordenadores y celulares. Y dejando atrás toda la mitología fantasmal oriental, Samara será una víctima más del mal catolicismo, aquel emparentado con los sacerdotes pedófilos y abusadores. Una historia oscura que se irá develando de forma predecible. Paradójicamente, El Aro 3 retoma todos los vicios del género en los que no caían sus antecesoras. Es una especie de remedo, por momentos parece que estamos viendo Destino final, por otros No respires y encima desgasta hasta el hartazgo la figura de Samara, la cual antes era utilizada como una especie de Macguffin para que los personajes avancen en la trama y se genere más suspenso. Una fórmula narrativa repetida y un guion mal resuelto hacen que este film navegue a la deriva. Una pena que El Aro 3 no respete la esencia del relato original, aquel en donde el drama y el horror se fusionaban de tal manera que el dolor de Samara traspasaba la pantalla.
La temible “llamada” ya no viene en VHS sino en digital Según la película japonesa "Ringu" (1998), de Hideo Nakata, hay un VHS dando vueltas con unas imágenes horribles, y todo desdichado que lo vea recibirá una llamada en la que una voz le explicará que le quedan siete días de vida. Y la única manera de salvarse es copiar el video y hacérselo ver a otro infeliz, que tendrá que hacer lo mismo si quiere vivir. La novela de Soji Suzuki ya había tenido previamente un telefilm japonés y una miniserie, y luego fue trasladada a Hollywood en una muy competente remake dirigida por Gore Vervinski. Pero el tiempo pasa, y tantos años después una segunda secuela de aquella "La llamada" de 2002 tiene que adaptar la historia a un mundo donde el VHS ya no existe. Por cierto, lo hace bastante bien, empezando por un electrizante prólogo a bordo de un avión de línea donde uno de los pasajeros comete el error de mirar el video... siete días antes. Luego, la verdadera trama comienza con un profesor universitario tratando de arreglar una vieja videocasetera, lo que lleva directamente a las horribles imágenes del video en cuestión. El hombre tiene la suerte de contar con un numeroso alumnado al que puede usar para que copien y vean el video sin correr riesgos, y de paso permitiéndole estudiar el fenómeno. Pero el asunto se complica cuando el circulo falla, una chica muere y otra atestigua el horripilante fenómeno. Esta secuela transporta las imágenes de antes a un archivo digital que agrega nuevos horrores visuales, además de impedir que los personajes lo puedan copiar. A veces la trama es un poco previsible, pero el clima es adecuadamente oscuro y todo está bien filmado, además de contar con un excelente actor como Vincent D'Onofrio en un papel siniestro a la altura de aquel joven debutante en "Full Metal Jacket", de Stanley Kubrick.
A casi quince años del estreno de “La Llamada” (The Ring, 2002), remake de la japonesa “Ringu” (1998) –curiosamente dirigida por Gore Verbinski, que esta semana estrena otro bodrio terrorífico-, nos llega una nueva entrega que trata de adaptarse a los tiempos modernos rompiendo un poco el esquema de las dos primeras películas y apartándose de la “mitología” que supo construir Samara y su VHS maldito. Nada de esto le ayuda a una trama repleta de lugares comunes, la estupidez de la mayoría de sus personajes y el hecho de que decide cambiar los orígenes de la nena de pelo larga y poderes mortíferos. Ya desde su primera secuencia, la muerte de un muchachito arriba de un avión que vio la famosa cinta y ya le llegó su hora, el director F. Javier Gutiérrez decide cambiar las reglas y ofrecer una apertura que no aporta nada a la trama más allá de la excusa de saber de dónde salió el casete del infierno. Dos años después, las pertenencias del difunto llegan a las manos de Gabriel (Johnny Galecki), un profesor universitario que arma todo un experimento social alrededor de las imágenes de Samara. Julia (Matilda Lutz) y Holt (Alex Roe) son una parejita súper enamorada que debe separase cuando él marcha rumbo a la universidad. A las pocas semanas, ella pierde todo contacto con su novio y, como este no le contesta las llamadas, decide armar un bolsito e ir a averiguar que anda pasando con el muchacho. La chica logra contactar con el profesor y descubre de qué la va esta leyenda de la cinta mortal. Cuando averigua que a Holt le queda poco tiempo de vida, decide sacrificarse y ver la película para darle una nueva chance a su enamorado. Pero hay algo diferente en el video. A Julia se le aparecen nuevas imágenes perturbadoras. La chica siente que Samara intenta decirle algo y, junto con Holt, enfilan hacia el pueblito donde el cuerpo de la nena fue finalmente enterrado. Ya, de entrada, molestan tantas decisiones apresuradas y arbitrarias. “La Llamada 3” (Rings, 2017) parece una película de los ochenta donde los personajes (bastante paparulos) hacen las cosas sin pensar en las consecuencias, con la única excusa de hacer avanzar una trama que se contradice con todo lo que vino anteriormente. Nos molesta y nos pone de mal humor que a esta altura sigan cada uno de los clichés del género al pie de la letra, eso sí, Samara aprendió a manejarse perfectamente con la tecnología moderna y ya no necesita teléfonos de disco y videocaseteras para causar terror. ¡Aguanten los plasmas, las notebooks y los smartphones asesinos! Lo más triste de todo esto es la participación de Vincent D'Onofrio, demostrando que Netflix no le pagó lo suficiente y necesita hacer estas changuitas para tener un buen pasar. Es la única manera de explicar por qué aparece en esta secuela tan innecesaria, que sólo sirve como excusa para reabrir una nueva saga de terror que no aporta absolutamente nada al género y, como si fuera poco, le toma el pelo al espectador.
TERROR 3.0 Hace quince años parecía normal la idea de copiar un VHS, pero no tenía la practicidad de la era digital. Hoy bastan un par de clicks para viralizar un video y extender una maldición por toda la red en cuestión de segundos. Menos mal que uno ya está entrenado para no ver instantáneamente todos los adjuntos y links que le llegan… ¿no? Con las videocaseteras ya en desuso, sólo un profesor medio hipster (Johnny Galecki) pudo haber comprado una por considerarla una reliquia. Mucha mala suerte tuvo que haber tenido, además, para que venga justo con un video maldito adentro. Un tiempo más tarde su historia se mezcla con la de Julia (Matilda Lutz), que tiene un novio (Alex Roe) estudiando en otra ciudad que dejó de comunicarse con ella para no exponerla al video que, sabe, lo va a matar en siete días si no lo comparte. A Julia no le importa y hace el sacrificio para salvarlo, pero todo empieza a ponerse muy raro cuando ve una película distinta a las que se hayan visto antes. ¿Puede verse sin haber visto las primeras dos? Claramente sí, incluso puede verse sin saber lo que es una videocasetera porque se toman unos segundos para explicarlo –se ve que los productores suponen que el público millennial es el target más importante-. De hecho, lo ideal sería verla sin mucho bagaje en cine de terror para no encontrar los lugares comunes. Lleva un ritmo intenso apoyado por los –infaltables- jumpscares, aunque en general están justificados. La trama tiene sus inconsistencias, no es como su antecesor Ringu –alabado sea el terror japonés- ni tiene actuaciones brillantes, pero es bastante entretenida si se dejan pasar los detalles. Lo único que queda, como recomendación, es abandonar la sala cinco minutos antes del final e imaginar que ése es el final real. LA LLAMADA 3 Rings. Estados Unidos, 2017. Dirección: F. Javier Gutiérrez. Guión: David Loucka, Jacob Estes, Akiva Goldsman. Intérpretes: Matilda Lutz, Alex Roe, Johnny Galecki, Vincent D’Onofrio, Aimee Teegarden, Bonnie Morgan. Edición: Steve Mirkovich, Jeremiah O’Driscoll. Música: Matthew Margeson. Duración: 107 minutos.
No se puede evitar: ninguna franquicia estará a salvo de que la sigan explotando. Después de la secuela de la película de Gore Verbinski, no quedaba duda alguna de que no era necesario seguir jugando con Samara. No obstante, los estudios siempre parecen más interesados en generar dinero que en propagar el arte, y hoy nos llega esta tercera parte que no aporta nada a la saga norteamericana (así la despegamos de la japonesa) de La llamada. La llamada 3 comienza situando la problemática en el presente. Ahora, difundir un video es mucho más fácil que cuando uno tenía que hacer una copia en VHS. Gracias a internet, todo puede transformarse rápidamente en viral. Más allá de ese poco original acomodo a los tiempos de hoy, el film comienza proponiendo algo que podría haber sido interesante: la idea de una investigación científica sobre la existencia del alma, un proceso que requiere muchos sacrificios. Bueno, esa trama a cargo del profesor de ciencias, Gabriel (interpretado por uno de los actores de The Big Bang Theory, Johnny Galecki) es dejada de lado poco después de proponerla. Así se da lugar a la que va a ser la trama principal, demasiado parecida a las películas que ya vimos. Porque evidentemente Samara nunca nos va a dejar en paz, y porque siempre habrá algo nuevo que descubrir sobre ella y su oscuro y perturbador pasado. En este caso, una parejita de enamorados (las primeras escenas entre ellos son empalagosamente melosas, además) van a ser los encargados de bucear en su pasado para poder salvarse. En realidad, será la protagonista femenina esta vez la marcada, la que parece ser llamada para que revele algo oculto con el probable fin de que Samara finalmente esté en paz. Dirigida por el español F. Javier Gutiérrez (como curriculum tiene en su haber una película de ciencia ficción llamada Tres días), esta nueva entrega es reiterativa y cero inspirada. Los sustos son generados más que nada por golpes de efectos y el guión termina siendo obvio y predecible desde el minuto cero. Aburrida y sin nada interesante para ofrecer, la película además dura casi dos horas, con escenas (como la del comienzo) que podrían ser totalmente prescindibles. La protagonista Matilda Lutz hace lo que puede con un guión que no escatima en obviedades y situaciones sobreexplicativas y adolece de terror. Samara ya no asusta. Cansa.
¿Seven days? … ¿no puede ser ya? Tras la desaparición del cliché y unidimensional universitario Holt (Alex Roe), su cliché y unidimensional novia Julia (Matilda Lutz) tomará las riendas del asunto e irá a buscarlo desesperadamente. En la universidad, la joven cruzara camino con un grupo de estudiantes, liderados por el profesor Gabriel (Johnny Galecki), dedicados a investigar el ahora legendario video asesino, conocido por maldecir a quien lo ve, sentenciándolo a morir terrorificamente siete días después. Todo desembocará en un oscuro viaje para detener al espíritu de Samara, responsable de éstas malignas muertes. Antes de hablar de ésta continuación, recapitulemos un poco ésta saga que remakea a la hollywood la japonesa ‘Ringu’. La primera entrega, titulada “The Ring” y protagonizada por Naomi Watts y dirigida por Gore Verbinski, fue estrenada en 2002 y logró adaptar de una forma bastante copada la película nipona. Además de ser un éxito en taquilla, la película cayo muy bien tanto a la audiencia como a la crítica especializada y dejo marcada a una generación con sus escalofriantes momentos. Esta remake cosechó tanto positivismo que Hideo Nakata, director de la original, acepto dirigir la secuela “The Ring Two” (2005) al tener que dejar atrás a Verbinski por cuestiones de agenda con Disney y sus fructíferos ‘Piratas Del Caribe’. Si bien la continuación cayo en el olvido por ser bastante floja y menos perturbadora que la primera parte, en ella Naomi Watts volvió a sorprender en su perturbado personaje … personaje que de verdad se extraño en ésta mediocre tercera película dirigida por el español F. Javier Gutiérrez. Como sabrán, queridos lectores, siempre me gusta señalar lo bueno al principio y deleitaros con lo malo al final. Pero ésta vez voy a traicionar mi regla para desahogarme con los horrendos, aburridos, fotocopiados, detestables y poco inteligentes personajes principales, Julia y Holtz. Mi problema radica en que es probable que el guionista haya buscado hacer un BINGO de cosas que absolutamente toda película de terror mediocre tiene en su haber. Los personajes son melosos y aburridos, no hay nada interesante que me haga sentir un gramo de interés en lo que les pasa. A eso iba mas arriba cuando decía que extrañaba a Naomi Watts, ya que su personaje no solo estaba bien interpretado, si no que el guión mostraba una dinámica muy tosca e incomoda con su hijo Aidan. En esta ocasión, el guión claramente dejo de lado la complejidad para brindarnos poco de lo cual acordarnos. Como punto positivo me gusto ver a Galecki en algo que no sea “The Big Bang Theory”, siempre me pareció que el actor podía lograr bastante versatilidad en sus papeles y de a poco el tiempo me va dando la razón. Además su personaje es uno de los centrales en un fugaz momento de lucidez del film en el cual nos brindaron algo interesante, pero voy a hablarles de eso mas tarde. El reparto ofrece otro gran aporte que es al maestro Vincent D’Onofrio, el gran Wilson Fisk de ‘Marvel’s Daredevil’, quien interpreta a un campesino ciego (oh, la ironía) clave para la trama principal. Con respecto a la historia, por momentos se puede apreciar que había buenos conceptos planeados para el film, los cuales quedan en la nada misma para ofrecernos una innecesaria nueva historia que ofrece un origen del origen de la malvada entidad conocida como Samara Morgan. Uno de estos, es la organización secreta de estudiantes quienes se dedican a analizar el video maldito de la perversa entidad, la cual esta compuesta por sobrevivientes que se iban pasando la maldición unos a otros para llevar a cabo un estudio sobre la vida después de la muerte. Otro fue que le dieron pie a la tecnología actual, el vídeo se reproduce en celulares o computadoras, lo cual pudo haber sido bastante terrorífico si no hubiesen desaprovechado la idea. Es más, me atrevo a decir que ya con esos dos conceptos desaprovechados podía hacerse una tercera película muy interesante que apunte a un lado mucho más existencial y escalofriante, pero se ve que el terror juvenil vende mucho más. Respecto a la parte escalofriante del proyecto, lamento decepcionarlos diciéndoles que es bastante mediocre. Las escenas de terror son copias de la primera entrega, lo cual malhumora por una cuestión de que con el surgimiento de lo viral podría haberse hecho una historia mucho mas terrorífica para el mundo contemporáneo. La historia intenta ser sería, quita el terror con el afán de ser psicológica y detectivesca como la primera entrega pero se queda en lo aburrido y superficial del peor cine de terror que Hollywood puede ofrecer. Un acierto fue devolverle la paleta de color verdosa y saturada de la primera película, le da un ambiente oscuro y denso al apartado visual del film. ¿Hago mal en quejarme tanto de “La Llamada 3”? Objetivamente no. ¿Por qué tan absoluta mí respuesta? Bueno, al estar basada en una saga de terror japonesa muy buena y tras haber obtenido una gran remake (oh, milagro!), uno busca que la calidad de este tercer proyecto este a la altura de las circunstancias. Si quieren saber de que va este nuevo capítulo, les aconsejo que no gasten en una entrada y esperen a verla en casa. Lo que si nos demostró este nuevo film, es que los espíritus malignos con gran elongación se niegan a pasar de moda.
El peso ya gastado de una saga. Quince años pueden no ser demasiados, pero sí lo fueron para el cine de terror estadounidense, que en ese periodo recorrió un amplio espectro que abarcó desde los slashers tardíos de fines de los 90 y principios de los 2000 hasta la actual consideración de varios de sus directores contemporáneos como auténticos autores, con James Wan como caso emblemático. En el medio hubo una breve ola de remakes de títulos del llamado J-horror, de la cual sobresalió una reversión de Ringu (Hideo Nakata, 1998) titulada The Ring y conocida aquí como La llamada (2002). Aquél era un universo ya clausurado que difícilmente ameritaba otra visita, pero Hollywood volvió no una sino dos veces. La última de ellas, a cargo del andaluz F. Javier Gutiérrez (Tres días, editada hace unos años en DVD), replica gran parte de los mecanismos de su predecesora pero apuntando ahora al público adolescente. Claro que el reajuste etario es apenas una lavada de cara tecnológica: aquel VHS con imágenes surrealistas cuya visión causaba la muerte siete días más tarde, ahora es un archivo de video con efectos similares. El resto es más o menos lo mismo, con una parejita –y no una madre– intentando procurar el descanso pacífico de Samara, el fantasma asesino. La llamada 3 se toma sus buenos minutos para empezar, y no precisamente por una búsqueda poética o estética, sino por un guión al que le falta una última pulida. Recién sobre la media hora, después de una larga introducción a bordo de un avión, dirigida a que los espectadores ingresantes a la saga no se pierdan nada de lo que lo vendrá, y la presentación de rigor del trío protagónico, queda en claro cuál será el hilo del relato: la chica de larguísimos pelos negros –y ahora visiblemente digital– se viraliza en un grupo de investigación universitario timoneado por un profe (Johnny Galecki) que compró una vieja videocasetera y no tuvo mejor idea que poner play. El “pasó” la maldición compartiendo esas imágenes con un tercero, y desde entonces se dedica a ver de qué se trata. Una de los integrantes del grupo y su novia lo ven, pero el archivo de ella contiene una serie de fotogramas que los otros no, excusa ideal para que salgan a la ruta a investigar. Lo que sigue es un film de manual, con personajes pintados a brocha gorda, previsible en su desarrollo narrativo y con algún que otro susto generado a puro oficio, pero siempre sobrevolado por el peso del pasado ya gastado de la saga. En un elenco poblado por ilustres desconocidos brilla la figura del enorme Vincent D’Onofrio, que con su interpretación de un ciego que sabe bastante más que lo dice le insufla una dosis extra de inquietud y misterio a un relato que, sin él, sería todavía más rápidamente olvidable.
Ya nadie atenderá el teléfono Samara vuelve, pero la modernización superficial del video viral no agrega susto alguno. A casi veinte años de la primera aventura japonesa de la fantasmagórica Samara (y a doce de la última incursión norteamericana en la franquicia), La llamada 3 encuentra en vías de extinción el peligro de morirse a la semana de que suene un teléfono de línea tras haber visto un VHS. Es cierto que el formato suena demodé, pero cómo no reconocerle a la saga haber sido pionera en la pasión tecnológica y, sobre todo, en la premonitoria viralización de contenidos como método para esquivar la muerte. La llamada 3 es una secuela, sí, pero también puede ser una derivación de la saga original o un relanzamiento del primer filme. La historia es parecida, aunque está “digitalizada” para adaptarla al tiempo que corre, y no hay una continuidad causal con lo sucedido en las dos películas con Naomi Watts. Esta vez una chica viaja hasta la universidad de su novio, de quien no tiene noticias desde que la plantó por Skype, tras recibir un misterioso mensaje de otra chica. Allá los encontrará enredados con un atrevido profesor que los acercó a las imágenes mortales. La metáfora sexual que acompañó a la franquicia parece demasiado forzada, pero no tanto como pedirles a las jóvenes víctimas que ya vieron el video, en tiempos que sus vidas parecen dominadas por la mensajería instantánea, que esperen pacientes siete días ese destino final.
Estas historias resultan sorprendentes porque de alguna manera algún productor o director se las ingenia para traerlas de regreso a la pantalla grande, en este caso el español F. Javier Gutiérrez. En esta ocasión llega 11 años después de la última secuela y presentando el origen de la aterradora Samara (Bonnie Morgan, "Minority Report", "Siete almas"). Ahora vemos como una joven busca desesperadamente a su novio, para ella nada será fácil dado que se encuentra en su camino con situaciones poco agradables y varios obstáculos. La trama la primera media hora es interesante donde el espectador va descubriendo algunos secretos y como terminar con la maldición. Pero después lamentablemente se va desvaneciendo, con escenas reiterativas, sin sorpresas y no consigue asustar a un público que ya ha visto muchas veces esta historia. Este fantasma en su primera entrega llamaba más la atención, pero quizás algún espectador poco pretencioso, fanático o curioso logre complacerse.
Innecesario regreso de una popular saga de terror. Las remakes de títulos provenientes del J-Horror estuvieron de moda a principios de la década pasada, pero todavía tienen hilo en el carretel. Quince años después de la película original, llega el turno de un nuevo reencuentro con la fantasmagórica Samara en La llamada 3. Dirigido por el andaluz F. Javier Gutiérrez, el film plantea una estructura similar a su predecesora. Esto es, un video cuyo visionado conlleva una muerte segura una semana después. Salvo, claro, que el damnificado “pase” la maldición compartiendo esas imágenes con un tercero. Las potenciales víctimas son una parejita de flamantes estudiantes universitarios y el profesor que lidera un grupo de investigación. La llamada 3 tiene el automatismo habitual de los productos pensados pura y exclusivamente para su explotación comercial, a la vez que una narración que recién sobre su media hora encuentra ritmo y coherencia. Algunos sustos, la levísima intriga generada por la presencia siempre inquietante de la pelilarga Samara y una idea bastante banal sobre el concepto de actualización (cambiar VHS por archivos digitales y nada más) es todo lo que tiene para ofrecer esta historia rápidamente olvidable.
Crítica emitida por radio
Una película para valientes La tercera entrega del filme inspirado en la novela del japonés Kohi Suzuki tiene algunas vueltas de más pero mantiene la tensión original. Tranquilo, usted no va a morir a los siete días después de ver La llamada 3, la nueva entrega de la saga inspirada en la novela del japonés Koji Suzuki (The Ring), llevada al cine en 1998 por Hideo Nakata y en 2002 por Gore Verbinski en su versión norteamericana. Tampoco va a morir de miedo, aunque sí saltará de la butaca un par de veces. Aun tenemos grabada la imagen de Samara, esa escalofriante niña con los pelos hacia adelante que sale de la pantalla del televisor y se dirige hacia nosotros con paso amenazante. Desde que la vimos en la cinta de Hideo Nakata, primero, y en la de Gore Verbisnki, después, no dejó de inquietarnos por las noches. El argumento de la franquicia se centra en un VHS que contiene unas imágenes tan misteriosas como perturbadoras. Después de ver el video, la víctima recibe una llamada con la voz de una chica que le dice que va a morir en siete días. En La llamada 3, dirigida por el español F. Javier Gutiérrez, hay un profesor universitario que descubre cómo impedir la muerte en el séptimo día. La solución consiste en pasar el video para que lo vea otra persona, quien, a su vez, deberá pasarlo a otra. De este modo, la historia se convierte en una cadena terrorífica y desesperante. Otra cuestión que aporta el director español es la adecuación a los tiempos que corren. Si hace unos años la maldición vivía dentro de un VHS, ahora puede transportarse en un pendrive y verse en una computadora o en un smartphone. Lo más interesante de la película es cómo va mutando en distintos géneros: pasa de la scary movie para adolescentes al terror psicológico; del terror de almas en pena inscripto en la tradición nipona al thriller sobrenatural; y termina en una suerte de policial sin policías. Pero lo que en un comienzo se podía leer como una crítica demoledora sobre los daños que provoca la televisión, con la expansión de la saga esa lectura se fue evaporando. Ya no hay un orden de cosas que se cuestione, sólo hay una seguidilla de planos sin rumbo. Sin embargo, a pesar de lo intrincada que se vuelve la trama y de las inconsistencias que afloran en el guion, el filme logra mantener en vilo al espectador.
EL PEREZOSO Y POCO ESFORZADO COPY/PASTE No creo que sea necesario hacer un repaso detallado de los orígenes de la película que permitió una digna reversión hollywoodense como lo fue La llamada, de Gore Verbinski, y que contó con Naomi Watts tanto para ese film como para la secuela, para poner al tanto al espectador que sin dudas debe saber de dónde proviene todo esto. A inicios de los 2000 hubo un auge del terror japonés aprovechado en Hollywood que propició esto, del mismo modo que pasó con El grito, con Sarah Michelle Gellar, y que permitiera una catarata de films creando un subgénero. En el mismo podían apreciarse fantasmas de pelo lacio negro azabache con articulaciones que les permitían movimientos infrahumanos, ojos grandes inyectados en sangre y de pupilas negrísimas, y que avanzaban en una especie de stop motion muy particular hacia su presa, para delicia de grandes y chicos de espíritu masoquista. Pero eso mismo ya se agotó y evolucionó como forma de aterrorizar y si se requieren de reinvenciones de las mismas ideas, es de esperar que se intenten vueltas de tuerca aceptables y que no subestimen de manera tan grosera al espectador. Claro que no es el caso de La llamada 3, que desde el minuto cero se juega a tratar al público como si fuese neófito en este tipo de cine y se asustara o reaccionara con facilidad pasmosa, sin que requiera del más mínimo esfuerzo. El teaser de presentación antes de los créditos, que sucede en un avión, es vergonzante y los intentos por intentar imprimirle ritmo a lo que está por venir son como mínimo decepcionantes. El director debió haber visto Destino final y creyó que de alguna manera podía homenajearla. El resultado es que termina estrellando la escena al igual que el vehículo que sirve a la escenografía. Pero no conformes con eso, los guionistas intentan reencontrarse con la historia de la manera más burda. La premisa sigue siendo la misma: el video de la joven Samara en el aljibe y todos los símbolos y pistas que lo integran son una maldición que desata, en el siguiente instante, un llamado que no hace más que avisar que le quedan 7 días de vida a quien lo ha observado, a menos que copie el video y se lo enseñe a alguien más transfiriéndole la maldición. Algo así como una cadena de cheques o una pirámide de la fortuna pero con consecuencias un poco más trágicas que la pérdida de ahorros. En la época del estreno de las anteriores, el formato VHS era todavía de uso normal hogareño, lo cual hacía posible que juntando dos videocaseteras uno pudiera hacer una copia sin demasiado esfuerzo (quién diría que se iba a hacer semejante apología de la piratería). Hoy en día, quedando tal metodología ya casi anacrónica, uno de los personajes de esta nueva entrega, un profesor universitario llamado Gabriel (Johnny Galecki), digitaliza el video desde un VHS que obtuvo de manera azarosa y lo copia y pega en formato digital para pasárselo a sus contactos cuando ve de qué se trata, no sólo para salvar su pellejo sino para darle un marco científico al asunto e intentar descifrar en qué consiste el traslado de la maldición. Si la película hubiera intentado bucear en esa premisa, quizás hubiese logrado algo más digno, que tuviese la vuelta de tuerca necesaria para mantener viva la expectativa. Como no fue el caso, y ante la incapacidad de desarrollar la punta de esa idea, la historia pasa a centralizarse en los personajes de Holt (Alex Ross) y Julia (Matilda Lutz), que son quienes tomarán la posta del nuevo formato de video y descubrirán, con un horror demasiado impostado, que el video no sólo ha cambiado en sus imágenes de origen sino que no se puede copiar. Esto los lleva a enfrentar el camino más complicado y amargo, que es el de tratar de averiguar qué es lo que la o las víctimas del video les quieren comunicar. En medio de este cambalache que no crea climas y se achancha todo el tiempo, aparece un sólido Vincent D’Onofrio que salva algunos minutos de la película con un personaje predecible pero medianamente interesante. El problema con La llamada 3 es que nunca logra ni reinventarse ni recrear la atmósfera original. La fotografía verdosa, apagada y pastosa no resulta agobiante sino adormecedora y la falta de ritmo no contribuye a que las escenas en las que debiéramos saltar de la butaca logren su cometido. Quizás en el clímax de la película, en sus últimos minutos -y D’onofrio mediante, hay que destacar-, podemos apreciar algo digno de espanto que nos rememora el origen de la saga, pero resulta poco para quienes esperaban esta entrega como una actualización digna de un neoclásico del terror. Mi recomendación sería que si van a esperar una llamada con un anuncio fatal, se tomen los siete días que les quedan para mirar cine de terror de décadas pasadas que sea un poco más respetuoso del género y así puedan morirse con la sensación de que los han matado con dignidad y no de puro aburrimiento.
La Llamada 3: más de lo mismo con mejores efectos Una nueva secuela de esta recordada película de terror intenta insuflarle nuevos aires a una franquicia que, hay que reconocerlo, no tiene muchas vueltas para darle. Hay un problema grande con las películas de terror en el cine norteamericano y es que no sólo tienden a repetirse copiando los patrones del género al pie de la letra sino que también lo hacen entre las propias secuelas de una misma franquicia. Ya hace más de 20 años la clásica Scream se burló de estos convencionalismos al contar una historia que abundaba en lugares comunes al género slasher pero por lo menos incluía el detalle original de que todos los involucrados se daban cuenta de que todo lo que ocurrí seguía los parámetros y de esa manera reinventaban el género. Pero cinco años después, todas las películas ya comenzaban a parecerse a Scream, inclusive su dos secuelas poco felices. Lo mismo viene a ocurrir ahora con La Llamada que en su momento causó sensación por esas imágenes subliminales que atormentaban a los espectadores durante días, aunque hay que reconocer que la interminable versión del siempre detallista Gore Verbinsky no estaba a la altura de la original japonesa. Sin embargo, la taquilla le sonrió al director de Piratas del Caribe y por eso hubo una secuela de La Llamada que no tuvo tanta fortuna, algo muy explicable dado que también se trataba de una copia descarada (incluso con los mismos protagonistas) de la primera entrega. ¿Qué hacer en estos casos? Esperar una década e intentar de nuevo. A Scream no le funcionó con su secuela de 2011 pero no importa, porque Paramount Pictures confía en que haya toda una generación de adolescentes que no conocen la historia y a ellos va apuntada esta producción. Pero lo cierto es que la tela da para cortar un rato más. Ahora resulta que Samara, la joven que aparecía en cintas de VHS que se divulgaban al azar y luego le daba a los infortunados siete días de vida antes de ir por ellos, ha llegado al mundo virtual y el peligro se ha multiplicado por un millón. Claro, los guionistas aprovecharon la cultura de la viralización e hicieron digitalizar a Samara para darle un giro a la historia pero lo cierto es que el resultado pasa a ser el mismo de las otras veces: chica que ve el video y busca una manera de neutralizar a la villana que no sea copiando el video y pasándoselo a otra víctima potencial. En definitiva, esta nueva versión, dirigida por el español Francisco Javier Gutierrez (¡cómo pegan trabajos de director de películas de terror los ibéricos por estos días!) que no desentona con las anteriores, y que incluso es más entretenida que la laaaarga película de Verbinsky ya que cuenta con mayor dinámica. La fotografía del film es maravillosa y se podría llegar a decir que es el punto más fuerte del mismo ya que contribuye a crear atmósferas terroríficas en conjunción con la lluvia y la oscuridad que imperan en la mayoría de las escenas. El reparto, lejos de guarecerse en protagonistas de moda, incluye a estrellas como italiana Matilda Lutz, el correcto Alex Roe, Johnny Galecki (sí, el protagonista de The Big Bang Theory, irreconocible) y el siempre efectivo Vincent D´Onofrio, que cumplen sus papeles con convicción. En definitiva, la película asusta, tiene un buen trabajo de dirección, fotografía y actuaciones pero es una copia casi exacta de las anteriores, por lo que si usted quiere asustarse otra vez con lo mismo puede ir con comodidad; y si no la vio ni sabe de qué se trata, se puede recomendar sin problema alguno.
Te mando un mensajito Hace 15 años Gore Verbinski sorprendió con el estreno de “La llamada”. Fue por la misma época en la que la Daniel Myrick generó otro fenómeno con “El proyecto Blair Witch”, dos directores que encontraron en la tecnología doméstica y masiva un recurso poco explorado. El año pasado se estrenó “El pulso”, pero basada en una novela que Stephen King publicó en 2006 en la que una pandemia zombie se expande a través de los celulares. “La llamada”, de hecho, fue la adaptación de una novela japonesa de terror publicada en 1991. Hace 15 años, cuando las videocaseteras eran algo revolucionario, fue una idea original, pero hoy ya no tiene el mismo efecto, aunque el mensaje del filme es profundamente aterrador. El origen de todo es la compra de una videocasetera en un mercado de pulgas por parte de un docente. El aparato tiene atascado el video maldito en el cual se dice que quien lo vea morirá a los siete días. Este hombre experimenta con esa película con sus alumnos, las copias comienzan a circular en pen drive y así el daño se expande. Al principio del filme, citando el mito griego de Orfeo, la heroína le reclama a su novio por qué son ellos los que siempre tienen que salvarlas a ellas. Así es como decide enfrentar el horror que también amenaza a su novio.