La edad de la inocencia. Innegablemente el choque de culturas como pilar estratégico para la narración cinematográfica ha brindado sus frutos en los últimos años. Una vez que cinco hermanas, que experimentan el apogeo de su adolescencia, son condenadas socioculturalmente por sus actos “inmorales”, ¿cómo es posible que el espectador no empatice con ellas de forma inmediata? ¿Resulta necesario mencionar que aquel acto indecente consiste en un inocente juego a modo de festejo por la finalización del período escolar? La película no lleva diez minutos y el público se encuentra de lleno con los acontecimientos en torno a esta hermandad. Como la menor de ellas menciona, sus vidas cambia en un abrir y cerrar de ojos: su libertad se ve en riesgo, su casa se vuelve una prisión y se ven forzadas a llevar un estilo de vida arraigado en los pensamientos de la sociedad turca más ortodoxa. Las cinco comienzan a verse inmersas contra su voluntad en una colectividad donde la cosificación de la mujer pasa desapercibida, donde la figura del hombre es superior, donde todo cobra un nuevo sentido… y nosotros nos vemos sumergidos en este contexto junto con ellas, gracias a una cámara en mano de registro cuasi documental que sigue a los personajes durante tomas relativamente extensas, sin perder la armonía de las composiciones ni la propuesta acordada con anterioridad. El director Deniz Gamze Ergüven no cae en la tentación de embellecer la obra con regodeos estéticos vacíos de cualquier tipo de acento ideológico. Mustang es un film que busca reivindicar el rol de la mujer en la sociedad, posicionándose en un lugar que queda en claro desde un principio y trabajando con una cámara que no titubea ni por un instante a la hora de enfrentar las ásperas situaciones con las que nos encontramos durante el transcurso de la historia. Tras leer estas palabras, uno podría anticiparse y dar por sentado que hablamos de aquella película con una crítica social moralista, a la cual ya nos tienen acostumbrados, pero simplemente estaríamos cometiendo un grave error. El film no se limita a ejercer un juicio de valor, sino que se encamina a jugar el papel de disparador, de fuerza motivacional, para el cambio inminente que será liderado por las jóvenes de generaciones contemporáneas y futuras. Esto es Mustang: un film feminista y generacional que se propone retratar una verdad del hoy por hoy, que mientras es combatida por muchos, otros optan por permanecer en un estado de ceguera. Es violenta y abrumadora, con esporádicos tintes de comicidad semejantes a las inhalaciones que uno puede llegar a tomar durante una breve y equívoca sensación de ahogo. Los respiros provocados por estos guiños narrativos son necesarios para sobrellevar la obra sin caer en un terreno angustiante e innecesario (tampoco llegan a opacar el fuerte impacto de lo verdaderamente importante para el público). Mustang no es una película para despejar la mente y dejarse llevar; es una película cruda y cruel… pero también lo es la realidad en la que vivimos, y debemos aprender a convivir con ella o a hacer algo para modificarla. Como algunos dicen, la esperanza es lo último que se pierde.
En un pueblo remoto de Turquía, cinco adolescentes crecen en un entorno familiar obsesionado con los valores de la tradición, en especial proteger la virginidad de la mujer. Bajo la dirección de la más joven Lale, las niñas desobedecen a su familia; esta lucha por liberarse se convertirá en un encantador intento de rebeldía, en una magnífica y conmovedora historia que involucra el pasado y el presente en la Turquía moderna. Si les digo un film turco (aunque es una co-producción entre Turquía, Francia y Alemania), sobre un grupo de hermanas oprimidas por los extremos valores tradicionales de dicho país, más de uno se replanteará seriamente el ver esta película, por algún prejuicio. No lector, hágame caso y siga leyendo. Casi imitando el comportamiento de las chicas protagonistas de la película, la directora Deniz Gamze Ergüven trata de alejarse del aspecto conservador que se mal prejuzga del cine proveniente de estos países, y lo hace mucho más cercano a un público general, mostrando sin caer (demasiado) en los golpes bajos, lo que tienen que padecer las mujeres que nacen en familias tan aferradas a viejas culturas. Así es como se nos presenta esta especie de Las Vírgenes Suicidas turca, con un grupo de chicas casi sometidas por el mandato familiar, y que intentarán revelarse a su modo, y hasta donde puedan sin sufrir castigos demasiados extremos. Todo bajo el punto de vista de la menor de ellas, Lale. El trabajo de las chicas a la hora de cargarse el film a sus espaldas es lo suficientemente bueno como para hacer llevadera y entretenida una peli que tenía todas las fichas para aburrir a un público no acostumbrado a estas historias; en especial el trabajo de Gunes Sensoy (quien interpreta a Lale), dotando el relato de una mirada bastante inocente para algunas cosas bastante fuertes que pasan. Y quizás eso sea algo que le juegue en contra al film, que es demasiado “buenaondista” y si bien a los personajes les suceden cosas un poco bastante heavys, el tono general de la película es de no querer caer en el dramatismo extremo, ni de entregar como producto final una cinta plagada de golpes bajos y escenas que incomoden al espectador. Aquellos que quieran un retrato fiel, real y crudo de lo que padecen las mujeres en dicha cultura, quizás salgan un poco molestos al ver que la directora se toma el tiempo suficiente para meter algunas secuencias que son incluso bastante graciosas. De todas formas la historia de Mustang tiene la suficiente fluidez como para que uno no deje de seguir el crecimiento de las chicas y se ponga a analizar estas cosas en el medio de la película, y es todo un acierto por parte de las guionistas (Deniz Gamze Ergüven y Alice Winocour) Mustang podría decirse que es una película apta para todo público, contrariamente a lo que se mal entiende de films provenientes de países que no sean los convencionales. Aquellos que no miran muchas de este estilo, si se animan, van a ver algo disfrutable y que jamás los aburrirá. Para aquellos más cómodos o con experiencia en estas historias, quizás la peli les termine dejando un gusto a poco al notar que la opresión a la mujer se toca sin demasiada brutalidad. Queda en el espectador si entra en el juego que propone la directora o no.
Libertades salvajes Mustang: Belleza salvaje (Mustang, 2015) hizo mucho ruido en su lanzamiento en el 68 Festival de Cannes, seleccionado en la “Quinzaine des réalisateurs”. El primer largometraje de Deniz Gamze Ergüven, que tiene una repercusión internacional inesperada (preseleccionado como mejor película extranjera en los Oscars y nominado para los Golden Globes), es un himno a la libertad, fresco y fogoso. Deniz Gamze Ergüven es turca pero estudió dirección de cine en Francia, en la FEMIS, una de las escuelas de cine más reconocidas del país. Con Mustang: Belleza salvaje, decide filmar su país natal, poniendo en escena, en el marco de un pueblo alejado de Turquía, la historia de cinco hermanas (Sonay, Selma, Ece, Nur y Lale) poco a poco encerradas por completo. Tanto en la casa familiar, que se convierte en una torre insuperable, como en sus vidas- se tienen que casar una por una- las protagonistas principales están sometidas a las decisiones del patriarca de familia. Parecería que el tema del encierro es una importante fuente de reflexión para la directora ya que Mustang: Belleza salvaje hace eco de su primera película de escuela, un documental llamado Libérables (2006), que constituye una serie de encuentros con hombres recién salidos de la cárcel y que hablan de sus años atrás de las rejas y su vuelta a la libertad. Esta vez de manera ficticia, propone abordar el encierro por la forma del cuento. El guión muy romanesco (firmado por la misma directora y la reconocida Alice Winocour) hace de las protagonistas verdaderas heroínas. Puntuada de coups de théâtre, la trama narrativa se concreta a través de una filmación muy rápida: La cámara, voluble, se mueve en permanencia, con las ganas de no perder ningún movimiento de las cinco actrices. Aunque a veces pueda resultar un poco agotador, despertando la necesidad de contemplación y de descanso en medio de este ritmo frenético, permite sumergirse por completo en la acción. Además, la música de Warren Ellis, por su mezcla de gravedad y melancolía, ofrece momentos de verdadera suspensión en el relato. En esta movilidad de la imagen confluye la fuerte “inquietud de vida” de las heroínas, que sin duda da su nombre a la obra. Mustang es el caballo salvaje indomable, y también el auto famoso por su velocidad. Asimismo, todo va muy rápido en la intriga como en la vida de las hermanas durante este verano. Se siente en efecto la increíble potencia de la unidad, hecha por varias identidades, a lo largo de las escenas de grupo. Son cinco, pero cuando están juntas, parecen una sola entidad. De hecho, Ergüven habló del grupo como una suerte de Hidra de Lerna: cada una tiene sus individualidades, pero componen un mismo cuerpo. La más joven, Lale, tiene que pasar por varias pruebas para poder salvarse, para crecer y construir su propio mundo, su propia forma de manejar (y esto en sentido literal). Por ella, se puede pensar que se salvan todas, como la Hidra que pierde cabezas pero que sin embargo sobrevive. Este grupo contraataca el encierro que les impone Erol, el tío monstruoso. Una inmensa fuerza proviene de la fusión de todos sus caracteres, de sus feminidades poderosas y desbordantes. Los cabellos vuelan, juntos a las risas y gritos dentro de esta casa/cárcel más y más austera. ¿Las castigan porque sus entrepiernas tocaron los hombros de los varones con quien jugaban en el mar? En un tenso plano secuencia, Lale agarra las sillas de la casa y las prende fuego: “ellas también tocaron nuestras entrepiernas”. Con este gesto lleno de espontaneidad e insolencia, prende fuego también a los diktats. Esta cárcel que Erol construyó se vuelve contra él, en la secuencia final, punto culminante de la acción. Sabiendo que el elemento disparador de la intriga de Mustang: Belleza salvaje es autobiográfico, ¿será una suerte de venganza de parte de Ergüven? Se puede leer así, pero de todas formas, los varios vínculos con lo real, incluida la decisión de filmar en un entorno natural, hacen que parte de la gracia de la película resida en que esta ficción romanesca no deje de ser el retrato de una sociedad existente.
Las niñas no santas La idea de fábula o ficción que se superpone a la cruda realidad para hacerla más apacible sobrevuela el concepto de este film, agraciado en la Quincena de realizadores de Cannes y que acaba de perder –hace pocas horas- el Globo de Oro con la película húngara El hijo de Saúl -2015-, pero también la de apunte autobiográfico y catártico de su responsable, la realizadora Deniz Gamze Ergüven, quien desarrolla un relato iniciático en el contexto de la opresión de la cultura musulmana, protagonizado por cinco hermanas que pretenden ejercer su derecho de libertad, vivir a pleno el despertar sexual, sin traicionar las enseñanzas religiosas, ni tampoco la tradición. Mustang -2015-, título alusivo al caballo salvaje pero también al vehículo, instrumentos de la libertad como facilitadores, antes que nada es una oda al ejercicio de la autonomía individual en el seno de una comunidad hermética, que se rige por la égida de los hombres y en la que el rol de la mujer se ve absolutamente desplazado a las tareas domésticas y al matrimonio arreglado con el fin de la procreación una vez perdida la virginidad. Las cinco hermanas, Sonay, Selma, Ece, Nur y Lale, cometen la sacrílega ocurrencia de jugar de manera inocente con varones en el mar. El roce azaroso de los cuerpos, más precisamente la entrepierna, es suficiente para que los adultos de su pueblo las consideren libertinas. Un tío déspota decide encerrarlas en la casa de familia, las acusa por su osadía de carácter sexual y busca desesperadamente casarlas para evitar comentarios del entorno. Sin embargo, la más pequeña, Lale, es la protagonista porque el punto de vista del relato se circunscribe a su mirada del entorno; a su rebeldía preadolescente y a la búsqueda irrefrenable de la libertad. El anhelo de sentirse libre en consonancia con su crecimiento y su progresivo abandono de la niñez, como parte de un proceso traumático pero necesario, se haya en el camino, y la prisión de la casa no hace otra cosa que refrendar el sentido de esa búsqueda, también de sus hermanas, quienes no pueden huir de los mandatos del casamiento con esposos que no aman, salvo alguna de ellas que tratará de dar un paso más allá, una vez consumado el acto matrimonial. La directora turca apela a la cámara en mano para dotar de tensión dramática y enfatizar el encierro de estas niñas, hace hincapié en los escapes creativos y superpone la tradición y el rol de otras mujeres, quienes no parecen coartadas en su libertad, en su femineidad sin caer en la resignación ni tampoco en la crítica religiosa. Lo interesante es que no prevalece en Mustang el filtro de la mirada occidentalizada, sino que el enfoque supera ese tipo de planteos que por lo general están dotados de pobreza argumentativa. Es más profundo el conflicto en este film, que no pierde de vista el sufrimiento de estas rebeldes con causa; que expresa de manera valiente el contraste de la palabra juventud con la falta de libertad y autodeterminación y que, en definitiva, si bien no recae en la estructura iniciática, puede leerse de la A a la Z como un relato iniciático y transformador, con la sensibilidad puesta al servicio de los personajes, muy bien escritos, el despojo de todo artilugio y grandilocuencia retórica para confiar en la fuerza del cine como discurso transformador de consciencia.
Las chicas sólo quieren divertirse (y para algunos es un pecado) Premiada en el Festival de Cannes y precandidata al Oscar extranjero por Francia, esta ópera prima de la turca Ergüven es un duro y al mismo tiempo sensible retrato de la adolescencia femenina en el seno de una rígida y represiva familia. Cinco hermanas pre y post adolescentes disfrutan de haber terminado el ciclo lectivo y aprovechan el verano para meterse con unos compañeros en el mar para unos juegos bastante inocentes. Sin embargo, para varios integrantes de la conservadora comunidad de ese pueblo del norte de Turquía ese tipo de comportamientos son inaceptables y escandalosas. Las chicas han perdido a sus padres y son criadas por una abuela algo permisiva, pero el estricto y por momentos cruel tío ha decidido que las chicas deben ser controladas (reprimidas). Primero, son casi confinadas a permanecer en la casa/prisión y a usar ropas que no sean “tentadoras” y luego son obligadas a casarse en matrimonios por conveniencia arreglados por los adultos de las distintas familias. Pero no todas están dispuestas a aceptar las reglas tradicionales (patriarcales) e iniciarán distintos actos de rebelión con, claro, múltiples e inesperadas consecuencias. Esta suerte de Las vírgenes suicidas turca tiene una sensibilidad poco frecuente para exponer los más íntimos códigos de las relaciones entre mujeres y, más allá de su sentido políticamente correcto (feminista) contra el extremismo y el fanatismo que va ganando terreno en Turquía, se trata de una película inteligente y conmovedora, un extraño crowd-pleaser que pasa de la tragedia a la comedia (y viceversa) con una facilidad asombrosa. Un prometedor debut de esta joven directora, que tuvo como coguionista a la francesa Alice Winocour y al enorme Warren Ellis en la música. Los múltiples premios y nominaciones obtenidas lo ubican como uno de los descubrimientos cinéfilos de 2015.
Belleza obstinada Mustang sigue el destino de cinco hermanas adolescentes, hermosas y rebeldes, en un pequeño pueblo de Turquía. La oscuridad de la historia, marcada por el enfrentamiento conuna familia conservadora que reprime sus deseos de libertad, está templada por una atmósfera solar y una sensualidad desbordante. La mezcla de lucidez y frescura de esta opera prima con actrices debutantes recuerda a Las vírgenes suicidas de Sofía Coppola, con la que comparte la escritura femenina, una dulzura mórbida y una ligera desesperación, pero enmarcada en una realidad brutalmente contemporánea. La película comienza con un destello de libertad: terminan las clases y empieza el verano, las chicas se despiden de su maestra favorita y se transforman en un cuerpo colectivo fluido y brillante que la directora filma con un magnífico travelling a la orilla del mar. La diferencia entre la inocencia de esta escena y la interpretación de los mayores es elocuente. La abuela y el tío buscan encerrar a las cinco huérfanas. Las chicas ponen el cuerpo para afirmarse contra una educación tiránica e hipócrita. En sintonía con la voluntad de las jóvenes, la puesta en escena favorece el movimiento y pone el foco en la belleza. La película derriba todos los tabúes relacionados con la sexualidad: la práctica de la sodomía para llegar virgen al casamiento, la visita al hospital la noche de bodas cuando no aparecen las manchas de sangre en las sábanas y, finalmente, el matrimonio como única solución para frenar el deseo de tener un cuerpo. Los pretendientes se suceden para tomar el té con la familia y aceptan con gusto los bocaditos que las hermanas sirven más o menos dócilmente. Mustang adopta el punto de vista de la hermana más joven cuyo espíritu rebelde le aporta una increíble energía. La obstinación por afirmar la singularidad de sus cuerpos frente a una tradición que se muestra intolerante, encuentra su punto cumbre con la maravillosa secuencia en la que las dos hermanas que aún permanecen solteras transforman su cárcel en un refugio contra el mundo exterior. Deniz Gamze Ergüven consigue una complicidad verdadera entre las actrices y la pantalla:la cámara se concentra en las chicas, los encuadres se cierran cada vez más sobre ellas y la película libera todo su poder emancipador con honestidad, pasión y audacia.
Rebelión contra el patriarcado campesino Desde que se presentó en Cannes el año pasado, la coproducción franco-turca Mustang cumplió con todas las escalas del cine global de festivales, mostrándose en una veintena de eventos internacionales y convirtiéndose en opción para la categoría Mejor Film Extranjero, tanto para varias asociaciones de críticos estadounidenses como en los Globos de Oro (perdió con la competidora húngara) y hoy se verá si también para los electores de la Academia de Hollywood. ¿Por qué tanta repercusión? Porque en ella cinco chicas huérfanas –preciosas todas– son reprimidas por su familia turca, rebelándose contra el patriarcalismo campesino. Chicas lindas, represión social, coraje para rebelarse, atraso cultural de un entorno conservador: boccato di cardinale para el paladar del público medio euro y yanquicéntrico. Bien filmada, encima, y con aires de modernidad. Con lo cual la ópera prima de la cineasta turca Deniz Gamze Ergüven, afincada en Francia, se ganó también a los críticos. Cartón lleno.Aunque no carece de incidentes, alguno trágico incluso, Mustang no pone el acento en la peripecia, apostando en su lugar a un tipo de relato “líquido”, hecho de la relación sensorial entre la cámara y sus heroínas, antes que de una estricta sucesión de acontecimientos. De allí su aspecto moderno. Conflicto para todo público, estilo moderno: recorrido internacional asegurado. De entre las cinco hermanas se destaca desde la primera escena la menor, Lale, que andará por los once años y cuyas lágrimas ante la maestra de la que va a separarse hacen de ella el centro emocional del film. Todas de largas y libérrimas cabelleras, basta que las hermanas se metan al agua con un par de compañeros de colegio para que la abuela, encargada de su cuidado junto a un tío, las zamarree por licenciosas. Peor será cuando llegue el tío, patriarca de bigotes bien turcos. De allí en más a las chicas se les prohibirá salir de casa si no es para ir al colegio, se las intentará educar en el arte de la cocina y, cuando estén en edad casadera, la familia elegirá marido por ellas. Si se rebelan se incrementarán las medidas de seguridad, levantando nuevas rejas y convirtiendo la casa en algo cada vez más parecido a una prisión.Como las chicas sí se rebelan, escapándose varias veces –en algún caso guiadas por las hormonas, en otro por la libertad que representa poder trasngredir por un rato el coto masculino, invadiendo un estadio de fútbol–, el conflicto que anima Mustang se vuelve, de tan transparente, tautológico. Asegurada la conexión con el público, la realizadora se da tiempo para trabajar extensivamente con las actrices, logrando que además de lindas todas sean expresivas, y en la puesta de cámara, en manos del francés David Chizallet y el turco Ersin Gok. La indicación es que la cámara las siga siempre, manteniendo todo lo posible el plano sin cortes. Las largas cabelleras de las jóvenes actrices parecen hechas para moverse, la cámara también y el resultado es un film de indudable dinámica visual e ininterrumpido fluir narrativo. Lo demás queda en manos de la identificación del espectador, asegurada por la batalla entre el lema “las mujeres, a la cocina y el matrimonio” y la revuelta de las chicas, cuyo carácter refrenda el título, al compararlas con caballos (o yeguas) indomables.
Cinco chicas turcas y su oda a la libertad El tema central de Mustang no es precisamente ligero -la difícil situación de las mujeres en una Turquía actual que aspira a la modernización al mismo tiempo que sigue sujeta a tradiciones y costumbres patriarcales-, pero la debutante Deniz Gamze Ergüven prefiere no victimizar a sus protagonistas -cinco hermanas huérfanas al borde de la adolescencia-, sino contagiarse de su vitalidad y su frescura, y prestar especial atención a su voluntad de resistencia. Las cinco han sido criadas en la casona familiar cerca del Mar Negro por una abuela desbordada por la incontenible vitalidad de las chicas y bajo la mirada vigilante de un tío rígido e igualmente conservador. Protegerlas y preservarlas es el mandato que los mayores han recibido de la sociedad, y tal misión debe entenderse como aplicada especialmente a la virginidad, considerada un valor en sí misma. Por eso es un error que las cinco, bellas todas y revoltosas, decidan en el comienzo de este film presentado por CDI, cuando las clases ya han terminado y está llegando el verano, ir a jugar en la playa con un grupo de varones de su edad. Es suficiente que algún testigo lleve el chisme a la casa para que ese juego que en cualquier otro lugar habría sido considerado diversión infantil sea interpretado como un escándalo, que las reprimendas sean violentas y que, a partir de ese momento, todas las cosas cambien: habrá rejas en las ventanas, la escuela será reemplazada por el adiestramiento doméstico sobre costura y cocina, y pronto se darán los primeros pasos para convenir las futuras bodas, que en sociedades tan tradicionalistas como las de esos pueblos del interior todavía son acordadas por los adultos. Ya desde entonces se perciben algunos atisbos de rebeldía. La mayor de las hermanas, que ya tiene un enamorado más o menos secreto, rechaza al candidato escogido y empiezan a extenderse las manifestaciones de rebeldía. También hay otros apuntes que soplan algo de oxígeno sobre el asfixiante cuadro: ya lo ha aportado la comprensiva y liberal maestra venida de Estambul y de la que Lale, la menor y quien se hace cargo de la narración, se ha despedido llorando cuando llegó la hora de separarse en el fin del curso. O en la presencia de Yasin, el amable camionero que, impresionado por el empecinamiento de la chica, ha terminado por acceder a sus pedidos y le ha enseñado a manejar. Gracias a la segura conducción de la directora y a los visibles méritos de sus colaboradores (fotografía y música en especial), Mustang parece adoptar el galopante ritmo de los caballos que dan título a la película, el mismo que marca los incesantes movimientos de las hermanas-amigas, un verdadero torbellino que se desplaza ruidoso por las calles, por la escuela o por el bosque. La vivacidad y la frescura nunca ceden y resultan irresistibles. Y por supuesto mucho menos cuando llega el luminoso desenlace o un poco antes, cuando las chicas se atreven a tomar el toro por las astas y encontrar la manera de asistir al partido de fútbol al que su tío no pudo y no quiso llevarlas. Todo el desempeño de los intérpretes es destacable. Y no hace falta subrayar que las chicas (todas debutantes, salvo una, Elit Iscan, Ece) constituyen el irremplazable corazón del film.
Las cinco vírgenes Es un alegato feminista que cuenta con pericia las tensiones entre secularidad y religión en Turquía. Turquía también tuvo su “Ni una menos”. En febrero de 2015, el asesinato de la estudiante Özgecan Aslan en un intento de violación provocó movilizaciones en todo el país: bajo el reclamo de justicia para ese crimen, subyacía la postergada exigencia de igualdad de derechos para las mujeres. La opera prima de Deniz Gamze Ergüven, escrita y filmada antes de ese episodio, capta esa demanda feminista que flotaba en el aire y la lleva a la pantalla con una historia emparentada con La casa de Bernarda Alba, de García Lorca, y Las vírgenes suicidas, de Sofia Coppola. En un pueblo a orillas del Mar Negro, cinco hermanas huérfanas -todo está narrado desde el punto de vista de Lale, la menor- disfrutan de las travesuras propias de esa edad entre la pubertad y la adolescencia. Esa vida alegre y despreocupada cambia drásticamente cuando uno de sus juegos es interpretado como inmoral: el hogar, regenteado por su abuela y un tío, se convierte casi literalmente en una prisión y, una a una, ellas pasan a ser mercancía ofrecida al mejor postor en matrimonios arreglados. Es una historia dramática, con ribetes trágicos, pero Gamze Ergüven tiene la habilidad de contarla con cierta liviandad y una dosis de humor, algo que la mantiene a salvo de convertirse en uno de esos culebrones turcos que infestaron la televisión argentina. La película refleja con pericia la particular situación geopolítica y cultural de un país que es una suerte de frontera entre Occidente y Oriente, entre Europa y Asia. Y expone la tensión existente en Turquía entre la secularidad occidental, más propia de las grandes ciudades, y la férrea moralidad musulmana, que se impone en las zonas rurales. A través de las peripecias de estas cinco potrancas -Mustang no alude a un automóvil, sino a los caballos salvajes norteamericanos- que tratan de recuperar su libertad, no sólo se cuestiona el machismo y el lugar de la mujer en la sociedad turca; también se desnuda la hipocresía religiosa. Que no es privativa del Islam: los guardianes de la moral y las buenas costumbres suelen ser los primeros en estar obsesionados con esa sexualidad que condenan.
La directora Deniz Gamze Ergüven. que vive en Francia quiso mostrar la condición de la mujer en Turquía y lo realizó con enorme frescura a pesar del entorno opresivo. La historia de cinco hermanas huérfanas cercadas, maniatadas por las reglas machistas de su familia. Un deleite que pasa del drama a la sonrisa con maestría.
Una de las principales candidatas, junto a SON OF SAUL, para quedarse con el Oscar a mejor película extranjera representando a Francia (es una coproducción dee Turquía con ese país y la directora vive allí hace años aunque la película es turca de principio a fin y de francés no tiene nada en la ficción), MUSTANG se maneja en el límite exacto entre el drama convencional políticamente correcto y premiable en festivales internacionales y una película más sutil e inteligente que aparece por momentos y tiende a luchar por la primacía con la primera. Se trata de un drama que tiene algunos puntos de contacto con LAS VIRGENES SUICIDAS. Aquí son cinco hermanas que, al terminar el último día de clases en la escuela, se van al mar con unos chicos a nadar y divertirse. Al volver a la casa en la que viven con su abuela (sus padres murieron años atrás y siempre las cuidó y educó ella) las espera una sorpresa: todo el pueblo estuvo comentando esos juegos “peligrosos” de las chicas con varones (la abuela compara subirse a los hombros de un chico con masturbarse en público) y la señora decide, con la participación del tradicionalista tío de las chicas, encerrarlas en su casa y prohibirles todo contacto con el mundo exterior. mustang-cannes-film-festivalEse encierro se vuelve en algo parecido a un entrenamiento para casarlas: les enseñan a cocinar, a hacer las tareas del hogar, a prepararse para su vida como futuras esposas. Pero las adolescentes, que hasta ese momento parecían llevar un estilo de vida más liberal (normal, en términos occidentales) no se llevan nada bien con las nuevas disposiciones familiares y, especialmente dos de ellas (la mayor y la menor) hacen lo imposible por fugarse, rebelarse y enfrentar al tío, a la abuela y, de hacer falta, al pueblo entero. Ese será el punto de partida para una situación que empieza a volverse más densa (y por momentos cómica) cuando familias con hijos varones empiezan a llegar hasta la casa a pedir las manos de las niñas siguiendo todos los pasos tradicionales. MUSTANG pone en su centro el choque cultural que se produce en países, como Turquía, donde ciertas costumbres musulmanas tradicionalistas chocan con otras más liberales y occidentalizadas. Las chicas son bellas, usan el pelo largo, les gusta el fútbol, los chicos y salir, pero desde que bajó la orden de convertirlas en esposas vírgenes todo ese mundo les fue extirpado. Ahora deben ser discretas, lavar, cocinar y aprender a servir a sus futuros maridos. Y para eso deben estar encerradas las 24 horas, algo que no cuaja para nada con la personalidad festiva y hasta acelerada de la mayoría de ellas, adolescentes hormonales a fin de cuentas. La secuencia de eventos –y casamientos– irá tensando más la cuerda entre las chicas y sus “captores” (tío y abuela, sí, pero también todo el pueblo) en lo que finalmente es una metáfora un tanto obvia pero bastante contundente sobre los derechos de la mujer en este tipo de culturas. mustang 1Es evidente que la película de Deniz Gamze Erguven tiene todo para funcionar en los mercados internacionales: es una película de denuncia que jamás pierde su costado humano, está contada en un “estilo internacional” que facilita su distribución y aceptación por los distintos públicos y el tema de los derechos de la mujer en los países musulmanes la ponen en pole position a la hora de hablar de premios en festivales o el propio Oscar (tengo la impresión que podría ganarla a la más “difícil” SON OF SAUL, sin ir más lejos). Pero eso no le quita verdad ni intensidad en muchos de sus momentos, especialmente en los que juegan las chicas, tratando a su manera de encontrar formas de seguir viviendo más o menos libremente en los confines de la casa, escapándose a ver un partido de fútbol, complicándoles las cosas a sus parientes con trampas y trucos, entre otras incidencias. En algunas situaciones complicadas que luego se presentan, la película también apuesta por la sutileza y el fuera de campo, algo que resulta más que bienvenido. Y si bien su riesgo estético es mínimo, su potencia emocional es innegable.
Gozosa revancha de una directora turca Turquía. Un pueblo del interior. Las clases terminaron. Se va una profesora muy querida, pero llegan los días lindos. Caminando junto a la orilla del Mar Negro, cinco hermanas, las melenas sueltas, se divierten con unos compañeros de colegio. Disfrutan la sensualidad del agua, del sol, aprovechan la plenitud de la edad en un juego un tantito audaz, pero sin "pasarse de la raya". Son buenas chicas. La malicia está en los ojos de una vecina, de la abuela y del tío que las tienen a cargo. Cuando lleguen a casa serán castigadas. Quedarán encerradas, empezará otro tipo de clases. Van a doblegarlas. Pero no del todo. Ni a todas. Ese es el nudo de esta singular comedia dramática, nacida a partir de la experiencia personal de su autora, la joven Deniz Gamze Erguven. Natural de Ankara, emigrada a París, Erguven vivió un episodio similar cuando adolescente. La retaron, se avergonzó, se humilló, la sacó barata. Y ahora se las cobra. Esas cinco hermanas actúan como ella hubiera querido actuar. Sobre todo la más chica, un personaje elaborado como bandera de un futuro mejor para las mujeres turcas. Cuesta entenderlo, porque Turquía fue el primer país de Medio Oriente que impuso el sufragio femenino (Kemal Ataturk, ya en 1930), pero hoy en el interior se refuerzan las viejas mentalidades. Y uno de los méritos de la película es que quienes imponen las restricciones sean las propias mujeres grandes. Los hombres van al pie. Sólo que en este caso se chocan con unas criaturas que se niegan a ser domadas por completo. Por ahí va la explicación del título, que suena bien, tiene su fama y sus connotaciones de libertad. Cierto que mustangs eran los caballos salvajes del Far West, pero más confuso hubiera sido ponerle "Yaban ati", como se llaman sus equivalentes de las tierras turcas, o "Potrancas cimarronas", como nos tienta rebautizarlas por estos lares (o más bien redomonas, pero habría que estar explicando la diferencia). La historia está contada con habilidad, con momentos de respiro y de tensión creciente rumbo a un final liberador, el elenco es bueno, las chicas tienen mucha frescura y la cámara las ama, rondando alrededor de ellas. Erguven se revela como buena directora. Y supo buscar yunta, porque su coguionista y mano derecha es Alice Vinocour, eficaz directora del drama de época "Augustine", visto en Mar del Plata 2012, y el thriller "Maryland", sobre un guardaespaldas atraído precisamente por la espalda de una rubia. En síntesis, buena película, debidamente ganchera, con una mirada de actualidad digna de aprecio. Detalle curioso: tema, ambientación, autora, actrices, son turcas. Producción principal y auspicio, de Francia. Por eso Francia la envió de candidata a los Oscar (y los turcos envían telenovelas, que también dicen lo suyo sobre el tema, pero a su manera).
Voluntades indomables Flamante candidata al Oscar 2016 como Mejor Película Extranjera -Best Foreing Language Film- y con gran acojo de la crítica en el pasado festival de Cannes, “Mustang, Belleza Salvaje” aborda la vida de cinco hermanas adolescentes que, en un pueblo del interior de Turquía, sufren el peso de una sociedad machista, retrógrada y represiva. Estas chicas, hermosas y sensuales, viven a orillas del Mar Negro con una abuela y un tío extremadamente estrictos, que a partir de cierto momento comienzan a moldear y modelar sus vidas siguiendo los parámetros de una tradición que las concibe como propiedad de los hombres y las reduce a un rol meramente reproductivo. La obligación de respetar un mandato social basado en rígidos roles de género les impone un adiestramiento que va desde la asistencia a cursos de cocina y costura hasta la prohibición de utilizar ciertos ropajes “moralmente inaceptables” bajo la mirada masculina. Además, los adultos las fuerzan a casarse en matrimonios arreglados con otras familias igual de tradicionales (con vejatorios controles de virginidad de por medio que aseguren la pureza del producto entregado). Este conjunto de restricciones, sin embargo, chocará contra el espíritu indomable de este quinteto, que con actos de rebeldía de mayor y menor magnitud enfrentarán a esta cultura patriarcal y afirmarán sus identidades reprimidas restituyéndoles su sentido emancipatorio. mustang_1-250893_655x Una de las virtudes de la ópera prima de Deniz Gamze Ergüven (directora y guionista) es que no se agota en los aspectos crueles de la historia. Por el contrario, la belleza de este film reside en la vitalidad y la energía de este grupo de hermanas, que a través de pequeños gestos trasgresores (como ir a ver un partido de fútbol sin el consentimiento del tío o aprender a manejar) nos recuerdan que no existen jaulas suficientemente fuertes para contener los deseos de libertad. La química lograda entre las actrices -todas debutantes- es asombrosa, como también lo es el nivel de intimidad logrado por la cámara en mano de Ergüven. Juntas, conforman un bloque arrollador, imparable, como los caballos salvajes a los que hace referencia el título de la película. En definitiva, estamos ante un relato descarnado, conmovedor, fluido y sensible que va más allá de la crítica feminista, aunque no la elude. En una Turquía que conserva vestigios de tradiciones opresivas, Mustang es un rugido de libertad.
Se estrena Mustang: Belleza salvaje, de la directora Deniz Gamze Ergüven, representante de Francia al Oscar como mejor película extranjera y una de las obras más premiadas del 2015. Represión y confinamiento. El cine turco, así como el iraní demuestra nuevamente las difíciles circunstancias que deben atravesar las mujeres para poder conseguir la independencia de un mundo misógino, atado a dogmas religiosos y sociales. Así como en el maravilloso film Offside, de Jafar Panahi –hoy en día apresado y censurado en Irán- Gamzé Ergüven denuncia de que manera la sociedad turca más conservadora reprime a sus hijas y las aísla del nicho masculino, comprendiendo una doble moral aterradora que simboliza el universo del régimen fundamentalista musulmán. En un pequeño pueblo campesino, cinco hermanas concluyen su año escolar y salen a celebrar con muchachos a orillas del mar. Lo que para ellas significa un juego inocente, para los vecinos, su abuela y su tío es símbolo de conducta amoral y fuera de las normas religiosas. A partir de ese momento, los adultos le imponen a las protagonistas, cuyos padres fallecieron años atrás, un confinamiento completo en su propio hogar, convirtiéndolo en una suerte de prisión domiciliaria, obligando a las hermanas a aprender tareas domésticas para servir a sus futuros maridos, y organizando matrimonios arreglados con familias aledañas. Inspirada en una historia real, la directora turca radicada en Francia, construye un relato dinámico y dramático pero con matices de humor, que derivan en un thriller con alto contenido de tensión. Gamzé Ergüven no juzga la cultura, pero sí las tradiciones que imponen los hombres a fuerza del abuso, la violencia y la hipocresía. El punto de vista de Mustang no se separa del de Lale –excelente la pequeña Günes Sensoy- la menor de este mini clan y la más alerta de todas. La directora no solamente explora la represión ajena, sino también la interna de cada personaje que se contempla así mismo si debe luchar por sus creencias o seguir los dogmas de la familia. Se trata de un Coming of Age en una sociedad reprimida sexualmente, que castiga cualquier tipo de “desvío” de las normas. Los personajes, que van de la preadolescencia a la casi mayoría de edad, sienten el despertar de sus sentimientos y no pueden exhibirlos, por miedo del castigo de la figura autoritaria representada por el oscuro y violento tío, lo que termina transformándose en represión física interna. El film está atravesado por la idea de fuga: los personajes son como presos políticos que buscan su libertad e intentan por diversos medios organizar un gran escape hacia el paraíso, que sería, en este caso, la ciudad de Estambul. La inteligencia de la directora de mitigar la alta carga dramática –y un par de golpes bajos- apelando a la sutileza, los silencios y el cruce de géneros es efectivo. El resultado de Mustang es un film hermoso y dinámico con soberbias interpretaciones de cinco actrices no profesionales, expresivas y austeras al mismo tiempo. Un guión sin fisuras y una estética invisible, que no intenta resaltar por encima del poderoso ritmo narrativo derivan en una película de lenguaje clásico y personal, que dan lugar a la reflexión y discusión.
“I wanted to talk about what it feels like to be a girl and a woman in today’s Turkey, where the condition of women is an important public matter, more than ever before. It’s obvious that the fact that I have a different perspective because of living in France plays a key role in my outlook. Every time I go back, I have an oppressing feeling that startles me,” says Turkish-French female filmmaker Deniz Gamze Ergüven about Mustang, her accomplished film debut co-written with French screenwriter and director Alice Winocour. It premiered in the Directors’ Fortnight of the Cannes film festival, was featured at the Toronto filmfest, then nominated for Best Foreign Film at the Golden Globes, and has recently been nominated for Best Foreign Language Film (representing France) for the upcoming Academy Awards. In addition, it’s been critically acclaimed and has been regarded as a Turkish version of Sofia Coppola’s The Virgin Suicides — which is partly right as Coppola’s film is narrated from a male perspective whereas Mustang is narrated from one the sisters’ point of view. For Deniz Gamze Ergüven’s opus addresses the fierce oppression imposed by an extremely conservative environment upon the blossoming of female sexuality. Girls just want to be girls, but certain families and certain societies won’t let them. However, repression can’t last forever. For better or for worse, a change is bound to come sometime. Mustang is set in Turkey in a distant Black Sea village and filmed in Turkish by a director who’s been living in France for many years, hence its European art-house style. It takes place in summer, it’s the last day of school and Lale (the youngest sibling) and her four sisters are spending some time at the beach. Together with a couple of local boys, they play in the sea. They sit on their shoulders and throw water at one another. They laugh. They have fun. A neighbour, an old woman, sees them and tells their grandma. To their eyes, the girls’ spontaneous game is nothing but masturbating on the boys’ bodies. They should know better than rubbing their bodies together. So the girls get beaten by their uncle, are subjected to virginity tests and then locked in the house. Almost all personal items are taken away from them: mobile phones, make up, informal clothing, computers, … you name it. In turn, many aunties come to teach the sisters all sorts of domestic skills, cooking at the top of the list. However, there are some moments of freedom as the sisters manage to flee the house for a soccer game, for instance. But they pay a high price for their daring behaviour. Literally and figuratively, the house turns into a very hard to escape prison. And this is only the beginning. At first, what strikes you the most about Mustang is the caliber of the performances of a largely unknown cast of young women. There’s such naturality and authenticity that only because of that you are bound to feel you are watching quite a good film not even ten minutes into it. Secondly, there’s smooth camerawork that never draws attention to itself but instead captures the character’s emotions and thoughts with uncanny sensitivity. It’s the sort of camerawork that subtly elicits meanings from the characters rather than spelling them out. Moreover, there’s a well established sense of space, as the house, for instance, is seen from all angles and yet it always remains a prison. The outside world remains elusive as the girls are an island onto themselves. And yes, there’s a feeling of oppression too, from beginning to end. As far as formal values, Mustang is a finely-tuned piece of work. Not an extraordinary one for there’s nothing groundbreaking here, but one that’s been crafted with talent and care. As far as the narrative goes, the script works fine more often than not. Characters are developed enough; their interaction is believable, they sound and act in a credible fashion. And the episodes and occurrences are never contrived. That is until you reach the ending. Because the ending does somehow change the nature of the film. Though what happens could perhaps take place in real life (although it’s very unlikely), it nonetheless is the stuff fables are made of. Perhaps only a fable could bring about freedom. Realism couldn’t account for it. Maybe, the ending is what you would like to see happen. At least for once. But you know it can’t happen. In any case, it’s true that it feels artificial and it minimizes the overall bleakness of an otherwise somber panorama. And yet this is deliberate, that’s for sure. On the other hand, it could be the filmmaker’s way of saying: there’s life as long as there’s hope, so to speak. Clearly, she wanted to tell a story of triumph, albeit with its casualties. In this sense, it has nothing to do with The Virgin Suicides which, even if romanticized, it still more realistic —all the more so its ending. @pablsuarez
Una vez más nos introducimos en los conflictos que mantienen las mujeres en el mundo musulmán, con una vida claustrofóbica, una historia atrapante porque el espectador sigue a estas niñas con gran interés en cada escena y uno queda a la espera que algún día se le otorgue la liberación a las mujeres. Su fotografía resulta impecable, acompaña muy bien la banda sonora, un buen trabajo actoral y gran trabajo de cámara acompañando cada situación. Se encuentra nominada para los Premios Oscar en el rubro a la Mejor Película de habla no inglesa.
El final de las clases sorprende a cinco hermanas atravesando la pubertad y la adolescencia que viven en un pueblo turco a mil kilómetros de Estambul. No están precisamente a las puertas de un verano lleno de juegos y libertad (así lo demuestran las lagrimas de la menor al despedirse de la maestra): huérfanas de padre y madre, les espera la férrea disciplina de su abuela y su tío, que las someten a todo tipo de privaciones en pos de llegar vírgenes al matrimonio. La directora Deniz Gamze Ergüven, turca radicada en Francia, plantea con sensibilidad un escenario similar al de la película local Abrir puertas y ventanas (la orfandad de unas hermanas en pleno despertar sexual) pero con la impronta del país donde viven sus protagonistas, en el que domina la mentalidad patriarcal y ser mujer es sinónimo de opresión (aunque ahora el tema al menos se debate). El punto de vista del relato es de Lale, la más chica, una testigo privilegiada que asiste a las vejaciones que son sometidas sus hermanas, como los casamientos "a dedo" y los constantes controles a la dichosa virginidad. Pero la rebeldía no tardará en aparecer, e incluso tendrá consecuencias trágicas. Curiosamente, y pese retratar un universo femenino, el fútbol será un orificio por donde respirarán no solo las protagonistas (la secuencia del viaje de las chicas a un partido resulta tan absurda como catárquica) sino también la propia película. Un film cuidado, intimista y que da cuenta de que en algunos lugares la igualdad de género sigue siendo una quimera.
Una película cuya falsedad es inversamente proporcional a la simpatía de las cinco heroínas de este cuento “infantil” no exento de crueldad y con propósitos libertarios Libertad, nuestro valor incuestionable, vocablo perfecto para persuadir al receptor de que el emisor está de su lado. He aquí una película que defiende la libertad de las mujeres y de sus placeres en Turquía, una alegoría naturalista dispuesta a convencernos de que la sociedad turca lejos de Estambul compite en su retraso con la conductas de los gorilas del zoológico. Los postulados universales sin precisión son suspicaces. Las protagonistas de este martirio patriarcal son cinco hermanas huérfanas que viven con su abuela. Son todas adolescentes y, por razones convenientes, todas parecen haber sido educadas secretamente por algún discípulo de Simone de Beauvoir. Un buen ejemplo: como la virginidad es un bien social intocable, una de las chicas le informa a sus hermanas que hay una forma de eludir el embarazo y el control sobre las huellas físicas del erotismo. Si se eligen zonas que la naturaleza desconoce, nadie se da cuenta. Buen consejo libertario, pero extremadamente incompatible con el universo conceptual en el que viven las heroínas desde siempre. La abuela, por ejemplo, les da una paliza, tan solo porque al finalizar las clases sus nietas y otros alumnos se metieron al mar y en la frotación de los cuerpos se evocaba el orgasmo. Las chicas nacieron libres. La vergüenza social de ese hecho menor llevará a que se tomen medidas. A la casa literalmente le crecerán rejas y no faltará la voz en off de la más pequeña que así lo indicará. Mientras tanto, como se estila, a las más grandes se las tratará de casar, sin importar que una de las hermanas esté enamorada de otro, un muchacho del pueblo. La represión traerá consecuencias, y Deniz Gamze Ergüven, la debutante directora turca que vive en Francia, no se abstendrá de recurrir a calamidades de primer orden; hasta habrá un muerto, cuyo efecto dramático y el concomitante duelo de los personajes tiene el peso de una pluma y la gravedad de un rasguño. El único placer de las muchachas pasará por ir a ver un partido de fútbol, una escapada que remite a Offside, un film en serio y rabioso acerca de las libertades femeninas (en Irán), aunque no hay aquí siquiera un plano que recuerde en este caso a la maravillosa película de Jafar Panahi. Es cierto, el elenco juvenil se destaca por su hermosura y simpatía, y bien podrían ser modelos teen para un comercial de alguna marca global de indumentaria. A este film (al que se lo ha comparado con Las vírgenes suicidas, de Sofía Coppola, un error de lectura importante, como si los films de Bresson y Besson sobre Juana de Arco fueran conmensurables por tener una misma protagonista) le corresponde ser analizado sin ninguna caridad interpretativa. Detrás de las buenas causas que ilustra se divisan los peores prejuicios eurocéntricos, tanto en su calculada ideología de denuncia como en su estética académica de cine de arte global que circula por todos lados y que el festival de Cannes suele canonizar. La libertad y el cine están en otra parte.
“La casa se transformó en una fábrica de esposas”, dice la menor de las cinco hermanas que protagonizan “Mustang, belleza salvaje”. La frase marca un giro de 180 grados en la vida de cinco chicas de un pequeño pueblo y sucede a una escena en el Mar Negro en la que ellas juegan con un grupo de varones y otras amigas después del colegio. Eso genera un gran escándalo y las hermanas son obligadas a dejar la escuela, recluidas en un caserón que se llena gradualmente de rejas, y privadas del teléfono y las computadoras, para comenzar el proceso acelerado de transformarse en mujeres casadas. Con ese objetivo, la virginidad es una cuestión sagrada, la sensualidad es reprimida hasta convertirse en una obsesión a explorar o un partido de fútbol -en una de las escenas que aportan humor al filme- puede llegar a dejar sin luz a todo el pueblo. Según recordó la directora turco-francesa Denis Gamze Ergüven en notas previas al estreno, esa primera escena es un recuerdo de su infancia y refleja el conflicto entre una familia conservadora, como la que ella misma confesó tener, y las aspiraciones de sus personajes de llevar una vida diferente a la de los adultos. (“Nos van a despellejar vivas”, le dice una a otra cuando le propone romper las reglas. “Al menos va a pasar algo”, le responde su hermana). La película, nominada al Oscar y ganadora en Cannes, en los Premios del Cine Europeo y en el Festival de Hamburgo, entre otros, evoca con ecuanimidad, casi sin tomar partido, las razones de cada bando, el de la abuela sobreprotectora y un tío autoritario, y el de la generación más joven que no encuentra la forma de compatibilizar las buenas intenciones de su familia con su creciente infelicidad.
Hermosa, vea. Si no va a ver esta película, se va a perder de algo importante y bello. Cinco chicas como todas las chicas del mundo, viven alegremente en el norte de Turquía. Alguien ve esa alegría, los padres las condenan casi a vivir encerradas y volverse buenas esposas. Pero no, deciden que no. Todo en el film es puro cine, con un manejo del suspenso y de la aventura (sí, suspenso y aventura, leyó bien) que parece casi hitchockiano. Así se hace cine social: primero se hace cine.
Metáfora de la belleza, la libertad y lo indómito A semejanza de los bellos, indomables y salvajes caballos de Norteamérica, las cinco protagonistas de “Mustang, belleza salvaje” luchan por no perder su libertad. Realizada por Deniz Gamze Ergüven, ganadora de varios premios internacionales y con nominaciones a Mejor película de habla no inglesa, cuenta la historia de cinco adolescentes, huérfanas, que son confinadas a un harén muy “sui géneris” en el cual la matriarca es la abuela y sultán dominado el tío. El filme parte de un espacio amplio y luminoso en su comienzo para ir hacia la oscuridad progresiva a medida que la historia se desarrolla. Su puesta en escena es dinámica porque las chicas están en permanente movimiento. Si la idea fue crear una casa de muñecas, Deniz Gamze Ergüven lo logró. Desde esa perspectiva la mirada se vuelve hacia el interior y sólo por las ventanas enrejadas (también es una visión parcial de la realidad) se ve el exterior con sus múltiples planos: la carretera, otras casas, los árboles, los jóvenes que vienen a verlas, las amigas, etc. Deniz Gamze Ergüven creó un cuento de hadas turco en el que a semejanza de las “Las mil y una noches”, Sherazade convertida en la pequeña Lale (Gunes Nezihe Sensoy) entretiene a sus hermanas y en el que no se escatima un humor descompresor: Nur (Doga Zeynep Doguslu), Ece (Elit Iscan), Selma (Tugba Sunguroglu), Sonay (Ilayda Akdogan), inventado escapatorias y posibles burlas al estado de prisioneras al que las ha sometido su abuela y su tío (como el viaje al estadio para ver un partido de fútbol, o la ayuda a su hermana Sonay para ver a su amado, o el escape de ella misma para aprender a manejar). A semejanza de “Fuga de Alcatraz” (1979), dirigida por Don Siegel (al cual Deniz Gamze Ergüven parece rendir su pequeño homenaje), la dulce Lale, después de sufrir un shock por el suicidio de una de sus hermanas, planea cuidadosamente la fuga con la última, a la que tras una escaramuza la salva del casamiento arreglado por su tío. Otras de la influencias que se perciben es la de Abdellatif Kechiche (“La vie d´Adele”, 2013), la de Haifaa al-Mansour (“La bicicleta verde”, 2012), Reha Erdem (“My only sunshine”, 2008), Eran Riklis (“La novia siria”, 2004, “Los limoneros”, 2008), o Suha Arraf (“Villa Touma”, 2014), pero tal vez la proyección más cercana a la propuesta haya sido “Las vírgenes suicidas” (1999), de Sofía Coppola, con la que comparte la mirada femenina, cierta tristeza, dulzura mórbida y sutil desilusión. Casi todas las producciones nombradas con anterioridad poseen un denominador común: el aislamiento, la marginalidad y la pérdida de referencias. Son poderosos retratos de la condición actual de la mujer en el mundo musulmán y también occidental. La directora turca, nacionalizada francesa Deniz Gamze Ergüven, junto con la guionista Alice Winocour, en “Mustang, belleza salvaje” desarrolla un excelente discurso ético en el que deja entrever como las prédicas religiosas, las costumbres y tradiciones sociales reducen a las mujeres en objetos de uso doméstico (la casa se convierte en una escuela o fábrica para muchachas casaderas), y procreativo (la preocupación de generar el mayor número de hijos posibles). Un detalle interesante es la construcción de los personajes. La realizadora turca no crea estereotipos sino que a las cinco protagonistas les da una identidad propia, que marca la personalidad de cada una. Parte desde la irreverencia hasta la ingenuidad, sin olvidar los juegos y la capacidad de inventiva para escapar de la opresión. Son jóvenes que intentan legalizar su condición de seres libres en un país donde la mujer no tiene derecho a nada y mucho menos sobresalir. También es curiosa la dicotomía entre ciudad y poblaciones rurales. La mujer a pesar del sometimiento es mucho más libre en la capital, por eso Lale en todo el transcurso del filme quiere llegar a Estambul, como Olga de “Las tres Hermanas” (Chejov) que quería llegar a Moscú. Estambul como Moscú, significan libertad. Al igual que Bernarda Alba (“La casa de Bernarda Alba”, de García Lorca, 1936 (Tras la muerte de su segundo esposo, Bernarda Alba se recluye e impone un luto riguroso y asfixiante por ocho años, prohibiendo a sus cinco hijas salir de la casa), la Abuela (Nihal G. Koldas) encierra a sus nietas y las obliga a recibir una educación despótica, a la vez que hipócrita, ya que más allá de las medidas tomadas para salvaguardar la virginidad de sus nietas, cierra los ojos ante el incesto de su hijo con las sobrinas. Esa práctica tan medieval de derecho de pernada parece que aún hoy coexiste en algunas poblaciones rurales turcas, orientales y también en algunos pueblos originarios de Latinoamérica. En ese sentido la directora se toma su tiempo para volcar la mirada del espectador sobre los sutiles horrores psicológicos que pesan sobre las chicas, y por consiguiente sobre toda la adolescencia sometida a este tipo de trato. El 24 de noviembre, de 2014 durante una reunión en la que se hablaba de la emancipación de las mujeres, Erdogan (en presencia de una de sus hijas) dice que las mujeres y los hombres no podían ser igual porque tenían "naturalezas y diferente del cuerpo" , y agrega "no podemos poner a las mujeres y los hombres en condiciones de igualdad, porque es contra la naturaleza". Tal vez Deniz Gamze Ergüven, haya realizado “Mustang, belleza salvaje” en repuesta a tan descabellado mensaje machista. En “Mustang, belleza salvaje”, lo que comienza como un aspecto lúdico de rebelión de cinco adolescentes contra su estricta educación, pronto se convierte en algo mucho más oscuro y sórdido, de profunda gravitación emocional, que conduce hacia una trágica muerte a una de las hermanas. La historia tiene relación con la forma de alcanzar el poder por las mujeres, que está en sintonía con el dinamismo de la adolescencia , pero también es profundamente crítica hacia el patriarcado turco moderno en el que las mujeres siguen luchando por ser ciudadanas con iguales derechos que los hombres. “Moustang -Belleza salvaje”, se apropia de ciertas metáforas para señalar la situación de las mujeres y para ello se vale de los mitos griegos: el Minotauro (el tío), Dédalo (la abuela que crea el laberinto para que no escapen), la Hydra, las adolescentes que semejan a la hidra, un cuerpo de cinco cabezas con temperamentos muy dispares que permiten contar como a través de un caleidoscopio los cinco destinos posibles para una misma mujer en la Turquía actual. La síntesis de “Moustang, belleza salvaje”, la revela su directora en una entrevista, realizada en el Festival de Valladolid (SEMINCI): “Existe una falta de libertad generalizada, pero la situación de las mujeres es especialmente grave. Tenía muchas ganas de relatar en qué consiste ser una mujer en Turquía: esa especie de filtro permanente que comienza muy temprano. La primera secuencia, cuando las niñas juegan en el mar montándose encima de los chicos, es algo que yo viví y por lo que me mortificaron sin piedad. Si bien las reacciones de mis personajes responden a cierta rebeldía juvenil, el proyecto nació de la voluntad de poner de manifiesto todas aquellas cosas que habría querido hacer y decir y no pude. De ese modo le otorgué a mis personajes el coraje que nunca tuve”. “Mustang, belleza salvaje”, es una película inquietante, astuta, mezcla de lucidez y frescura, inteligentemente realizada e interpretada con sensibilidad y elegancia, por cinco actrices desconocidas y debutantes que han dado lo mejor de sí a cada uno de sus personajes.
Mustang es la ópera prima de la realizadora Deniz Gamze Ergüven, una mujer turca que reside en París. El filme cuenta la historia de cinco hermanas que transitan la adolescencia en situación de orfandad al cuidado de su abuela en un pequeño pueblo del norte de Turquía. El relato comienza en el último día de clases. Al salir de la escuela las jóvenes, junto a sus compañeros, sacan a relucir la ludicidad y luminosidad típicas de la edad, a orillas del mar negro. Pero el rumor de esta conducta llega a oídos de su abuela, quién tomará cartas en el asunto y llevará a las jóvenes a lidiar contra sus arraigadas costumbres represivas. A partir de ese momento la persona que las vigilará de cerca será su tío, y el plan que él llevará adelante es el de ofrecerlas en matrimonio. Las cinco hermanas no pierden su luz y su alegría y se las ingenian para sortear el control familiar que será cada vez más férreo, llegando a transformar el hogar en una suerte de prisión. Con el correr de los minutos la película se va oscureciendo y los colores cálidos van quedando restringidos solo a los momentos en los cuales las hermanas están juntas o cuando logran franquear los controles familiares. Más allá de expresar con convicción e inteligencia el conflicto entre oriente y occidente, que convive desde siempre en la sociedad turca, lo más notable de Mustang es la solvencia de su realizadora. Deniz Gamze Ergüven muestra un preciso control de la puesta en escena y privilegia la fluidez del relato. Habrá que seguirle los pasos a esta cineasta que ya anticipó su voluntad de narrar historias que salgan más allá de las fronteras de su conocimiento más profundo. Por Fausto Nicolás Balbi @FaustoNB
Retórica y golpes de efecto De esta ópera prima se habla mucho ‑todavía se lo hará más‑, merced a su inclusión en la categoría Mejor Film Extranjero del inminente Oscar. Su temática la vuelve de referencia obligada ‑el lugar de la mujer en la Turquía actual, tironeada por su recelo a los cambios y el apego a las tradiciones‑, aún más por el pulso femenino que guía el relato. La directora turca Deniz Gamze Ergüven retrata en Mustang la historia de cinco hermanas huérfanas que viven en un pueblo rural, sus edades desbocadas no tardan de entrar en conflicto con los dictámenes del tío y la abuela: retos, golpes, privaciones, colores y músicas matrimoniales, como maneras de situar el lugar que a la mujer corresponde. La casa familiar pasará a convertir sus ventanas en recuadros enrejados. Si la vigilancia interna falla, quienes miren atentos el afuera serán entonces los vecinos o, peor aún, las vecinas. El entorno de represión que la realizadora recrea es tenebroso. Pero lo compone desde una retórica que incorpora rostros bonitos ‑las cinco niñas son preciosas‑, momentos humorísticos, y golpes de efecto a través de casamientos o muertes, esta última desde un fuera de campo correctísimo, sin intención de mella en el ánimo predispuesto del espectador. Es más, esta situación es un golpe de sorpresa realizado de manera rudimentaria, sin indagar en sentimientos contrariados, sólo desde el contrapunto; tan amable es, en este sentido, el film de Ergüven. Es decir, la imagen de cine que Mustang desprende es tan prístina, de una construcción narrativa tan previsible, que fácilmente podría ocupar el horario central de las películas televisivas de la tarde. No hace más que contar una historia "terrible", cuyas comillas el mismo film escribe, atento como está a los recursos que destellan en las pantallas de la narrativa publicitaria. En otras palabras, es una película de buenas intenciones pero fugaz, en donde se impone en la cartelera y las menciones por su temática, mientras que no exhibe nada de artesanía cinematográfica. En un carril similar, pero desde la historieta, la iraní Marjane Satrapi realizó en Persépolis una obra maestra a partir de su historia personal, de exilio continuo. La mirada de la artista es excelsa, no sólo por atreverse a decir lo que sucede en su país, sino por cómo lo hace: éste es el lugar de fundamento, lo que diferencia su historieta de cualquier otro libro similar. El caso de Mustang es olvidable, no se trata de ninguna película ejemplar, sino de un film cuya impronta no hace más que acentuar una corrección política que lejos está de problematizar lo que expone. El pleito debiera ser hacia los recursos mismos del medio de expresión, algo que brilla por su ausencia.
Pequeño cuento de una Turquía moderna Mustang, ópera prima de Deniz Gamze Ergüven, se sitúa en Turquía y nos pone en el centro de un hogar de cinco hermanas huérfanas que han quedado al cuidado de su tío y su abuela. Esta sencillez inicial se va tornando un relato opresivo que demuestra en sus aristas que lo que estamos viendo no es tanto Turquía, sino más bien una fantasía de Turquía, un producto de los estereotipos y de la necesidad de construir una idea de oriente desde el pastiche. Ahora bien, esto no quita que también puedan presentarse algunas de las cuestiones que se plantean en el film; el asunto está en cómo esta suerte de cuento de hadas está presentado. Pero tomemos por partes a esta película que ha sido sensación en el ámbito festivalero. Como decíamos, Mustang se centra en cinco hermanas huérfanas que son criadas por su tío y su abuela. Un día participan de un juego que tiene cierto “roce” con unos muchachos de secundaria y sus vidas cambian drásticamente, siendo obligadas a permanecer en su casa y casarse como lo dicta la costumbre. Obviamente las chicas no toman de muy buena gana el asunto e iniciarán una sutil resistencia buscando libertades en pequeñas cosas, ante ese microclima opresivo que implica la casa. Mientras tanto, intentarán buscar una salida que se hará progresivamente cada vez más lejana, tomando principalmente el punto de vista de la menor de las hermanas, Lale. Sin lugar a dudas el relato toma ese tono de cuento de hadas porque las cinco jóvenes adquieren el papel de princesas en jaulas de cristal, y el tío y la abuela el de alguna criatura fantástica (ya que el relato por momentos los deshumaniza por completo), algo así como el dragón y la bruja. Naturalmente los príncipes son muchachos eventuales que tratan de aproximarse a la casa y llamar la atención de las jóvenes. Las cosas se van poniendo cada vez más feas, mientras las chicas soportan la opresión e intentan adecuarse a la vida de buenas esposas. La sordidez alcanza ribetes insoportables por momentos pero, acertadamente, existe cierto tacto o se maneja fuera de cuadro. La cuestión es que, a diferencia de otros films que coquetean con el cuento de hadas, el tono fantástico está depositado en prejuicios y estereotipos que incluso desde la más llana ignorancia pueden resultar cuestionables. Ni hablar si a esto sumamos cómo se rompe el verosímil con el drástico cambio de tono que el film adquiere. Dicho de otro modo: lo más fantástico del relato termina resultando en cómo chicas que vivieron siempre bajo determinados condicionamientos y libertades, finalmente van adquiriendo autoconsciencia del estado en que se encuentran o cómo su entorno familiar cambia por opiniones aisladas. No hay una construcción en el relato que nos lleve al rigor al que se enfrentan las niñas tras el juego inocente con los muchachos. Esta cuestión, que afecta al film en su conjunto, no quita las buenas actuaciones de las niñas y la manera en que Ergüven se mete en la intimidad de un universo femenino que fluye con asombrosa sencillez, al igual que su capacidad para llevar el relato a un clímax asfixiante y cargado de tensión, con una huida desesperada. Tampoco quita el acierto en la mano de la directora que trabaja la cámara fija y largos travelings, aparentemente desprolijos, como un factor dramático (el punto de vista de Lale al observar su patio lleno de rejas es quizá uno de los mejores ejemplos). Irregular, por momentos cautivante y por otros con subrayados que no consiguen transmitir ni el universo ni la idea tras la cual se alinea el relato, Mustang no deja de ser una voz interesante que consigue mostrar retazos de una realidad que pertenece más al universo de lo fantástico que al tono de denuncia que puede pretender adquirir.
“Y en un momento, todo se fue a la m...” Deniz Gamze Ergüven es una joven realizadora turca que habitualmente vive en Francia. “Mustang” es su primer largometraje y relata su mirada acerca de lo que se entiende por ser una mujer en Turquía. A partir de experiencias personales vividas en su país desde edad muy temprana, decidió contar esta historia que tiene como protagonistas a cinco hermanas huérfanas, que van desde los 12 a los 16 años, y que viven con su abuela y un tío en un pueblo del norte del país, en la costa del Mar Negro. La película empieza con una escena lacrimógena en la que una maestra de escuela se despide de sus alumnos porque se traslada a Estambul. Posteriormente, un grupo de esos alumnos van a la playa y se divierten en el mar y la arena, en un momento de esparcimiento. En ese grupo están las cinco hermanas, quienes al llegar a su casa son duramente reprendidas por su abuela por haber sido la comidilla de todo el pueblo debido a su comportamiento “obsceno” a la vista de todos. A partir de allí, empieza una sucesión de cortocircuitos entre las niñas, su abuela y el tío con quienes conviven desde que sus padres fallecieron. El tío le reprocha a su madre que no sabe cuidar de ellas y que está poniendo en riesgo la posibilidad de encontrarles un marido. En ese lugar, las bodas se arreglan entre las familias de los futuros esposos y las mujeres deben llegar vírgenes al matrimonio, situación que se comprueba mediante métodos habitualmente humillantes para las mujeres. Un procedimiento del que ninguna, al parecer, puede escapar. Las cinco hermanas funcionan como una unidad prácticamente indisoluble, van juntas a todos lados y se protegen unas a otras. Según señala Ergüven, les quiso otorgar a sus personajes un coraje que ella nunca tuvo y al mostrarlas con temperamentos dispares, quiso mostrar “los cinco destinos posibles para una misma mujer” en ese lugar del mundo. En tanto que al tío, el antagonista, el que encarna el aspecto oscuro y sombrío del sistema masculino represivo y perverso que acorrala a las mujeres, lo ve como una especie de minotauro en su laberinto. El título del film refiere a una clase de caballos salvajes, que representa para ella la belleza y la libertad en estado natural, y es así como quiere que se vean las cinco hermanas. La historia transcurre en un pueblo que tiene características particulares: una naturaleza atractiva e inquietante, con colinas, mar y abundante vegetación. La mayoría de las escenas transcurren en el interior de la casona familiar, donde son prácticamente encerradas las niñas a partir del momento en que su comportamiento puso en crisis a la abuela. Se trata de una vivienda con dos plantas, muchas habitaciones, escaleras, ventanas y puertas, que a su vez está ubicada en un lugar donde las calles son sinuosas, contribuyendo todo a crear una atmósfera compleja donde se entrecruzan caminos y puntos de vista. Un lugar ideal, según Ergüven, para contar su historia, que adquiere por momentos una dimensión un tanto fantástica. Una historia que es narrada por la menor de las niñas, Lale, la más rebelde de todas, quien observa con preocupación lo que ocurre a su alrededor y tiene manifestaciones de intolerancia a ciertas exigencias a las que son sometidas ella y sus hermanas. En poco tiempo, las dos más grandes son casadas en bodas arregladas por su abuela, y cuando le llega el turno a la siguiente, ocurre un hecho violento que eleva el nivel de alerta de la pequeña Lale, quien solamente piensa en huir de ese destino de sometimiento y dolor. El relato es muy dinámico y atraviesa momentos tragicómicos, transitando desde lo más sombrío y agobiante hacia una luz de esperanza, que no se presentará como una gracia sino que implicará una decisión arriesgada y valiente de parte de las dos niñas menores, que deciden luchar por lograr un destino diferente al que tuvieron sus hermanas. “Mustang”, nominada al Oscar como mejor película de habla no inglesa, es una producción muy lograda, que denota una fina sensibilidad al momento de desnudar algunos de los aspectos más urticantes de las costumbres tradicionales del pueblo turco que afectan en especial a las mujeres.
Cuando se dio la asignación para esta semana Rodrigo me dijo "A vos que te gustó "Vírgenes suicidas", esta te va a encantar". Y la verdad es que hacer la relación es casi que obligatoria con esta otra, con la diferencia de que no necesitamos padres villanos, sino una sociedad que no es igualitaria. Esta es la historia de cinco huérfanas que quedan al cuidado de su abuela y su tío. Pero son, ante todo, adolescentes y unidas. Adolescentes que quieren vivirlo todo unidas y donde cualquier inocente (o no tan inocente) juego, termina siendo muy peligroso para su futuro en un pueblo chico, tradicionalista y machista. De repente, empieza a desfilar frente a nosotros un muestrario de buenas costumbres turcas, donde tenemos que aprender con ellas a ser las esposas perfectas. Y vemos la incidencia que pueden tener ellas. La película, así, teje entre calores y paisajes y muchas comidas, una densa aura de tragedia, donde aparentemente atrapar fieras apasionadas no puede tener un buen resultado. Siendo fieles a las formas, hay que reconocer que también se presentan buenas trampas pero también limitadas opciones. Con un ritmo alegre y sin embargo constante para el melodrama, se destaca la fotografía y la genialidad de las locaciones, donde estas chicas están en una casa en lo alto de la colina, encerradas cual princesas y donde el profundo lazo femenino va entre las luces duras y la belleza adolescente. Probablemente donde gana es en el mensaje del lazo entre hermanas pero, por sobre todo, de la necesidad de la ilusión de libertad. Lo mejor de todo el film es que se trata de mucho más de lo que muestra y donde los momentos tienen esa fragilidad de efímeros que la hace muy hipnótica. La música tiene mucho que ver con eso: melodías dulces y simples con mucha nostalgia. El trabajo de las actrices principales es realmente monumental y la batería de mujeres del pueblo, donde parecen todas sacadas de cualquier pueblo chico, adictas a los melodramas televisivos y a protegerse entre ellas, se crea una suerte de hermandad que funciona como refuerzo de las chicas. De esas raras pelis que hablan de mucho más que la superficie, conservando una lógica femenina y dejando a los hombres como conquistadores de las grandes cosas. De alguna manera, justifica la existencia y la co existencia de todo: de la rebeldía, de la tradición, de las posibilidades de escape, de las posibilidades de atrape.
La ópera prima de la turca Deniz Gamze Ergüven "Mustang: Belleza Salvaje" (Francia, 2015) es una película coral que enfocada en un grupo de hermanas, que de un día para otro ven como su mundo cambia al ser encerradas en su casa por su controladora abuela, intenta denunciar un estado de las cosas en su país relacionada a la mujer y sus libertades. Porque en el relato, y cuando las jóvenes son obligadas a ocultarse en la vivienda y a "tapar" con feos vestidos y peinados la incipiente sexualidad que cada una destella, desde la más pequeña llamada Lale (Güneş Şensoy) hasta la más grande, la directora quiere hablar sobre cómo durante siglos se ha relegado al sexo femenino en Turquía a un segundo plano. Ergüven enfoca su mirada sobre la pequeña Lale (Sensoy) para, a partir de ella narrar todo lo que sucede dentro y fuera de la casa, porque a pesar de ser "encerradas" las jóvenes intentarán salir de allí de una u otra manera y dejarse llevar por la pulsión sexual que cada una posee. La directora narra con un tempo lento todo lo que acontece, construyendo una primera etapa del relato lenta y disgresiva, más contemplativa, para, con la mirada puesta particularmente en las mujeres de la historias, quienes son víctimas de la misoginia del lugar, aparentemente sin otro vector que una tradición extensa de opresión y maltrato, luego dejar lugar a una vertiginosa historia sobre la búsqueda de la libertad. Esta búsqueda se originará cuando Lale se entere de la prohibición de público masculino en la final del campeonato de fútbol, habilitando así a las mujeres a asistir al lugar, y sabiendo que les será imposible ir, organizará un plan por el cual llegarán al estadio, plan que sin saberlo será la última salida en conjunto con sus hermanas. Porque a partir de ese momento su abuela y su tío, quien convive con ellas, decidirán planificar las bodas de cada una de estas para así terminar con la amenaza del debut sexual que tiraría a la borda los planes que ellos poseen para las jóvenes y así también recibir las dotes por los matrimonios. No importa la edad de las mujeres, mucho menos la edad de aquellos con los que las quieren emparentar, en la ambición de su abuela y su tío existe la necesidad de negar la realidad de las jóvenes para que, privadas de su libertad, se vean imposibilitadas de decidir qué hacer con su futuro. "Mustang" bucea en la Turquía profunda, esa que en la actualidad no muestran las historias que llegan por TV tras el boom de la telenovela "Las mil y una noches", pero que también hablan de siniestros planes en los que las mujeres terminan siendo relegadas a un segundo plano sin poder afirmar su independencia ni mucho menos, siquiera pensar en la posibilidad de crecer en algún otro plano que no sea cocinando o dejándose penetrar por sus maridos por obligación. "Mustang: Belleza Salvaje" atrapa con bellas imágenes y con el desentrañamiento de costumbres ancestrales ligadas a ritos (bodas) y tradiciones (comidas, preparación de alimentos) que le aportan la cuota de "extrañamiento" necesaria para poder empatizar con este grupo de jóvenes que ve como su libertad y su frescura son robadas por una ambición mucho más grande relacionada a dinero y status social.
Una de las cinco nominadas al Oscar extranjero tendrá dura competencia Dentro de un mes sabremos si la coproducción con mayoría turca, pero representando a Francia, se hará acreedora al Oscar a mejor película extranjera. Entre sus rivales con mayores chances de ganar asoman “El hijo de Saul”, la película húngara favorita, y “El abrazo de la serpiente”, única latinoamericana. Las dos restantes: “Theeb” de Jordania y “Guerra” de Dinamarca parecen tener menores chances. “Mustang” fue dirigida por la debutante Deniz Gamze Erguven y está ambientada a unos mil kilómetros de Estambul, en la Turquía asiática a orillas del Mar Negro. Allí conviven cinco hermanas huérfanas, junto a su abuela y un tío autoritario con mentalidad retrógrada. Relatado desde el punto de vista de Lale, la menor de las hermanas, se iniciará con todas juntas para luego ir particularizando los dramas de cada una de ellas. Mucho tendrá que ver la mentalidad de sus familiares más directos y la costumbre de formalizar matrimonios concertados, donde las jóvenes no tendrán opción alguna para elegir su futuro marido. A medida que avanza el metraje el grupo de las cinco hermanas unidas se irá reduciendo a veces en forma dramática y sólo los dos más pequeñas, debido a su edad, quedarán excluidas de forzados casamientos. La casa donde viven se irá poblando de rejas transformándola en una verdadera prisión, justificando el lógico final que tamaña opresión genera en las menores. Adquirirá relevancia la figura de Yasin, un joven camionero que le enseñara a conducir a Lale. La joven actriz que la interpreta posee una notable expresividad y logra transmitir al espectador lo que pasa por su mente. Tanto ella como las actrices que interpretan a sus hermanas mayores brindan muy parejas actuaciones y gran parte del mérito debe asignarse a la directora y coguionista, la francesa Alice Winocour. Su primer largometraje (“Augustine”) integró la “Semaine de la Critique” en 2012 y también participó del Festival de Mar del Plata ese mismo año. Difícilmente “Mustang” gane el Oscar a mejor film extranjero ya que “El hijo de Saul”, que ya obtuvo el Globo de Oro y un premio en el Festival de Cannes, aparece como favorita. No obstante, se justifica plenamente su visión dada la trascendencia del tema, las notables y parejas actuaciones y habría que agregar la bella música que la acompaña.
NI UNA MENOS EN TURQUÍA CINE Se estreno en dvd el film francés "Mustang", una fuerte representación de las dificultades que viven las mujeres en Turquía actualmente Por Lisandro Gambarotta "Me casé cuando tenía tu edad. También había circunstancias especiales. No conocía a mi esposo para nada, pero aprendí a amarlo. Será lo mismo para ti, te enamorarás fácilmente” le dice la abuela a su nieta, ante un rostro perplejo de apenas quince años. La niña sabe que al haber perdido la virginidad con su tío abusador, las circunstancias especiales, no cualquier hombre la aceptará. Se resigna y sigue doblando ropa. La secuencia es parte del film francés “Mustang” (una nominación en los premios Oscar), ambientado en la actualidad en un pequeño pueblo de Turquía. La joven tiene cuatro hermanas y todas el mismo destino: ser esposas sumisas. La abuela las crio y ha decidido que ya es hora de que comiencen a formarse en sus deberes: cocinar, limpiar, tener hijos y cuidar al marido. No volverán al colegio, sus juegos con los varones son impuros para las vecinas que las espiaban, en esta sociedad el reporte de virginidad es indispensable en la primera noche de casados. Pero ellas se resisten, quieren ser libres y tomar sus propias decisiones. Como por ejemplo ir a ver un partido de futbol, aprovechando que la liga local ha decidido que el público masculino no puede estar presente en el siguiente encuentro, dada la violencia generada. “Las mujeres son fervorosas por sus equipos pero respetuosas” precisan a la prensa las autoridades deportivas. La directora Deniz Gamze Ergüven desarrolla con profundidad, pero sin hacer un panfleto, los diversos conflictos que atraviesan las mujeres en su país natal, desde la mirada de un grupo de adolescentes que agregan los problemas de esa edad, creando entonces una amplia paleta de situaciones. Las hermanas gritan de felicidad cuando comparten con sus amigas el micro que las lleva a la cancha, y no falta la que suspira de amor cuando ve por la ventana el chico que le gusta. A la vuelta son encerradas con llave en sus habitaciones, pero ellas juegan a que sus camas son el mar, yendo a las profundidades del infinito océano al esconderse bajo las sábanas. El film toma ritmo de thriller cuando las chicas comienzan a ser obligadas a casarse, ellas quieren huir pero no es fácil, entonces la menor se convierte en líder y diseña una fuga que no puede fallar. "Quería hablar de lo que se siente ser niña y mujer en la actual Turquía, donde la condición femenina es más que nunca un asunto público importante. Vivir en Francia me dio una perspectiva diferente, muy importante, de esa realidad. Cada vez que vuelvo a mi ciudad natal, siento una forma de opresión que me sorprende" definió la directora. La asfixia se transmite al espectador, el encierro se siente cercano cuando se dan a conocer las cifras de femicidios de nuestra sociedad. ******* FICHA TÉCNICA MUSTANG Año: 2015 . Duración 97 mins. País : Francia. Directora : Deniz Gamze Ergüven . Guión: Deniz Gamze Ergüven y Alice Winocour. Música . Reparto: Erol Afsin, Ilayda Akdogan, Doga Zeynep Doguslu, Elit Iscan, Ayberk Pekcan, Günes Sensoy, Tugba Sunguroglu, Coproducción Francia-Turquía-Alemania