Un Reich de mil años El mainstream estadounidense una vez más deja bien en claro que está desesperado en pos de ideas y ahora echa mano -ya sin los pruritos hipócritas del pasado- de un viejo tópico del cine trash fundamentalmente europeo, los nazis zombies, temática que ha sido explorada en las seminales Mutantes Criminales (Shock Waves, 1977) de Ken Wiederhorn, Zombie Lake (Le Lac des Morts Vivants, 1981) de Jean Rollin y La Tumba de los Muertos Vivientes (1982) de Jesús Franco, y en obras más recientes como Outpost (2008), Dead Snow (Død Snø, 2009), Town Creek (2009), War of the Dead (2011), Frankenstein’s Army (2013) y Dead Snow 2: Red vs. Dead (Død Snø 2, 2014); con Frankenstein’s Army llevándose el premio a la odisea más parecida a la que nos ocupa, Operación Overlord (Overlord, 2018), en otra de esas movidas hollywoodenses contemporáneas que roza el plagio más explícito. Más allá de la aseveración del productor J.J. Abrams de que el film no forma parte de la saga de entregas independientes conocida como Cloverfield, compuesta por la amena Cloverfield (2008), la excelente Avenida Cloverfield 10 (10 Cloverfield Lane, 2016) y la francamente espantosa The Cloverfield Paradox (2018), lo cierto es que el producto resultante se asemeja muchísimo a ese esquema fantástico de amplitud polirubro símil La Dimensión Desconocida (The Twilight Zone) que ha venido marcando el devenir de la franquicia desde el inicio: este segundo opus de Julius Avery luego de Son of a Gun (2014), aquella interesante heist movie con Ewan McGregor y Brenton Thwaites, es un trabajo relativamente disfrutable que combina las epopeyas bélicas más clásicas con la iconografía propia de los nazis zombies bajo el caótico contexto de la Batalla de Normandía de 1944. El relato sigue el derrotero estándar del subgénero con un mínimo pelotón que se topa con el reglamentario laboratorio nazi y sus investigaciones malsanas, ahora con un personaje central, el soldado raso afroamericano Boyce (Jovan Adepo), como parte de un grupo que termina siendo comandado por un cabo taciturno y mucho más experimentado, Ford (Wyatt Russell), y ayudado por una joven francesa que viene padeciendo desde hace tiempo el accionar de las tropas alemanas de ocupación, Chloe (Mathilde Ollivier). Como no podía ser de otro modo, los planes de los nazis pasan por revivir a los cadáveres con vistas a crear un ejército invencible que eternice al Reich y cumpla la simpática promesa de mil años de poder irrestricto por delante, en esta oportunidad sirviéndose de una brea enigmática que aguardaba ser hallada bajo suelo galo y transformada en una pócima inyectable tenebrosa. Existen dos lecturas posibles para sopesar la película, primero podemos pensar que ofrece mucho más “agite bélico” que sustrato propiamente de terror y así debemos aclarar que la dosis de nazis zombies es bastante menor que la de disparos, y después asimismo se puede considerar a la prolongada introducción como un primer acto necesario ya que el trasfondo retro y un tanto lúdico del convite nos invita a preocuparnos por el destino de Boyce y sus compañeros durante un Día D al que accedemos a través de la perspectiva individual de estos “trabajadores” de la muerte, sin la soberbia de casi siempre de los mamotretos patrioteros yanquis y su tendencia a inflar la causa aliada como si no fuera parte de una contienda interimperialista execrable de por sí. Cualquiera fuese el caso, el film sale airoso porque resulta eficaz a nivel de las secuencias de acción y el sutil desarrollo de personajes. Operación Overlord no cae en ningún momento en el ridículo pero tampoco se toma muy en serio al punto de difuminar la premisa trash que encauza la narración, prueba de ello es que construye a un Boyce de raigambre humanista y un Ford que desconfía tanto de las autoridades germanas como de las norteamericanas, a la vez respetando todos los mojones esperables en este tipo de productos (doctor psicótico símil Frankenstein, villano sádico que se convierte en súper zombie, damisela con nenito en peligro, un descubrimiento progresivo de los experimentos de turno, secundarios que acompañan ya sea como víctimas o comic relief, etc.). La originalidad brilla por su ausencia no obstante Avery se las ingenia para edificar una propuesta muy entretenida que hace de la agilidad -en sintonía con una montaña rusa o un videojuego a lo Wolfenstein 3D– su fortaleza y/ o núcleo fundamental…
La Segunda Guerra Mundial fue un período utilizado en el cine en una infinidad de ocasiones, dando los productos más variados y heterogéneos posibles. En esta ocasión, JJ Abrams produce este drama bélico con toques de ciencia ficción que se encarga de profundizar en un grupo de asalto norteamericano con la misión de tirar abajo una torre que va a permitir el desembarco en las costas francesas por parte de los Aliados, que desembocaron en el famoso Día D. No obstante, la operación militar se verá complicada por una serie de experimentos nazis que se dan en la base militar que deben destruir. Julius Avery (“Son of a Gun”) nos ofrece este relato fantástico que recuerda un poco a viejas películas del cine clase B, que en varias ocasiones coquetearon con la idea de zombies nazis y cuestiones similares. Es así como el director australiano nos otorga un largometraje sumamente entretenido y oscuro, que se encuentra a mitad de camino entre los films del estilo de “Dead Snow” (2009) y los videojuegos de la saga “Wolfestein”. Un viaje intenso y adrenalínico que no da respiro a lo largo de sus 109 minutos. La obra brinda una introducción bastante extensa pero funcional, donde se nos presenta a los personajes y su misión, dejando en claro que estamos frente una historia bélica antes que todo. Y es que “Operación Overlord” es principalmente una cinta sobre la guerra y en segundo lugar una propuesta de horror con una porción acotada de este género durante parte del segundo acto y la totalidad el tercero. Un acercamiento interesante de Avery para acentuar las atrocidades de la guerra e ir introduciéndonos paulatinamente en el duro ámbito de la ciencia ficción. El espectador irá entrando poco a poco en el relato por medio de escenas de acción interesantes y una intriga inherente a la propuesta bizarra prometida en principio. Además, cabe destacar el grupo de personajes arquetípicos pero no menos atractivos que son funcionales a la trama, tales como: Boyce, el soldado moralista (Jovan Adepo), Ford (Wyatt Russell), el desconfiado líder del escuadrón que odia a los nazis pero también teme lo que los aliados puedan llegar a hacer si descubren los experimentos, Chloe (Mathilde Ollivier), una joven francesa que cuida de su pequeño hermano y que en un principio se ve como una dama en apuros pero no tarda en convertirse en una mujer de acción y armas tomar, Tibbet (John Magaro), el soldado bromista que funciona como alivio cómico, Wafner (Pilou Asbæk), el despiadado miembro de la SS que los perseguirá y un clásico científico loco que experimenta con humanos al estilo del doctor Frankenstein (Erich Redman). Todo este marco narrativo es acompañado de una excelente producción que contó con grandes recursos que no suelen verse en este tipo de relatos. Ya desde la secuencia inicial se hace uso del increíble despliegue técnico que va a tener la película, con una edición de sonido descomunal y unos efectos visuales totalmente agraciados, como es de esperar de Industrial Light & Magic (“Star Wars”, “Jurassic Park”). “Operación Overlord” es una película que no pretende ser más de lo que es y solo se pone como aspiración entretener al público durante casi dos horas. Un film que sorprende por su premisa, por los efectos, las secuencias de acción y por intentar desarrollar un mensaje más allá de ser un producto que busca la mera recreación de la audiencia. Altamente disfrutable y para ver con amigos.
Lo que los nazis hicieron en términos de "investigación médica", fue nefasto. Lo sabemos. De hecho, hay un prolijo racconto de sus crímenes en el llamado "juicio de los médicos" ( USA versus Karl Brandt, primero de los 12 juicios en Núremberg), donde se demostró fehacientemente que los alemanes, conducían experimentos sin el consentimiento de quienes participaban de los mismos. Apoyados en ese hecho, y dando rienda libre a la imaginación, Billy Ray y Mark Smith (dos guionistas de carrera, con mucha experiencia detrás), guionaron una historia, que tiene influencias de "Inglorious bastards" (2009), "Shock waves" (1977) y "Outpost" (2008) y que ofrece un relato bastante lineal de una misión cuasi suicida, para contribuir al desembarco aliado en la Francia ocupada de 1944. El protagonista principal es Boyce (Jovan Adepo), quien en poco tiempo (unos escasos tres meses) pasó de cortar el pasto en su casa, a ser soldado en el frente de batalla. El será el eje del relato de un pequeño pelotón, cuya misión es destruir una torre en un pueblito costero galo, para que el desembarco norteamericano sea efectivo. La historia arranca en el avión mismo donde el grupo se prepara para saltar a territorio enemigo. Ahí Julius Avery (el director), muestra porqué fue elegido para la tarea. Ofrece una secuencia increíble de todo lo que sucede en la nave, hasta que los soldados logran saltar y llegar a un bosque en las cercanías del pueblo. Ya eso nos predispone muy bien. Pero una vez que Boyce, junto a el cabo Ford (Wyatt Russell), alinean sus energías, liderarán a los sobrevivientes del batallón, a avanzar con una misión difícil, que es adentrarse en las líneas enemigas y dinamitar la torre en cuestión. El problema, sin embargo, no será sólo ese. En las instalaciones alemanas, hay un laboratorio que al parecer, se dedica a peligrosos experimentos con los pobladores locales. Hay muchos soldados y una sensación de peligro inminente. Para sumar al escenario, el pelotón dará con Chole (Mathilde Ollivier), una jóven mujer del pueblo, que los ayudará en la tarea de resguardarse de las razzias nazis que se producen sin pausa. Ya aquí comenzará a ponerse en juego que algo muy complejo sucede detrás de los fortificados muros que protegen la torre... "Operación Overlord" muestra su mejor faceta en la primera media hora de proyección, donde el ritmo es frenético y logra cierta inmersión en el espectador. A medida que se avanza en el relato, las referencias a films anteriores son constantes y algunos empecinamientos (la cuestión moral acérrima de Boyce, por ejemplo) conspiran contra una construcción más intensa y novedosa. La construcción del villano es previsible (el danés Pilou Asbæk) y los secundarios aportan poco y nada. Russell se esfuerza por mostrarse comprometido, pero sus líneas no lo ayudan demasiado. Del resto, poco para destacar. Cuando el film vira hacia confrontaciones al estilo "Resident Evil" (con incluso una conexión lejana a "Re-Animator"), ya comenzamos a dudar de su propuesta. Lo más sólido de "Operación Overlord", sin embargo, viene como se imaginarán por el diseño de arte y los rubros técnicos (fotografía y sonido a la cabeza). Son los responsables de mantener la tensión de la película y lo hacen en forma marcada pero convincente. El inicio y el cierre de la cinta son los momentos más entretenidos de la producción, pero sólo contribuyen a posicionar al producto y ofrecer dosis de sangre y cuerpos deformados a raudales. Sinceramente, esperaba un poco más de este trabajo. Creo que JJ Abrams, en su rol de productor, podría haber buceado en un guión distinto, con recorrido menos transitado y dotando a su cast de otro perfil. Si les gustan los films de terror y acción simples y directos, probablemente puede que salgan de la sala satisfecho.
El concepto se vende solo: una mezcla de película bélica y de terror, con nazis, mutantes y zombies. Y si encima los actores entienden la propuesta, el guión funciona como un reloj y la mano del director (el australiano Julius Avery) es firme, ¿qué puede salir mal? Casi nada y prácticamente todo. Operación Overlord quiere ser un film de clase B, pero es un homenaje lavado y respetable. Incluso las escenas de gore podrían llevar un sello de calidad, por más espeluznantes que sean. No hay fisuras ni excesos. Y ni siquiera el alocado concepto es sorprendente, porque es un calco de lo que Wolfenstein, la emblemática franquicia de videojuegos, viene haciendo desde hace décadas. De hecho, la construcción narrativa de Operación Overlord es como la de un videojuego. Adopta la misma lógica geográfica: la trama se desarrolla según la ubicación de los personajes y cómo atraviesan obstáculos para descubrir nuevos niveles de atrocidad. Seguimos los pasos de un pelotón de paracaidistas durante la invasión de Normandía en la Segunda Guerra Mundial. Su misión es entrar en territorio enemigo y destruir una torre de comunicación. Pero el camino -obviamente- resulta ser más sinuoso de lo que esperaban. Quienes sobreviven la sangrienta apertura de la película son: Boyce, nuestro protagonista pacifista y afroamericano; Tibbet, el humorista del grupo; Chase, el fotógrafo; Rosenfeld, capturado ni bien pisa suelo francés; y Ford, el líder, dispuesto a ser tan despiadado como los nazis. Un típico pelotón cinematográfico, metáfora de la variedad étnica de Estados Unidos frente a la monotonía de la raza aria. A medida que nos acercamos a la torre, lo bélico empieza a ceder terreno ante lo fantástico. Hay un laboratorio subterráneo y experimentos salvajes. Hay, claro, monstruos, algunos muertos vivientes y otros superhombres aterradores. Todo ocurre de una manera tan irreprochable como predecible. Los alemanes son cerdos caricaturescos, la pueblerina francesa que ayuda al pelotón es joven y hermosa, el soldado miedoso se volverá valiente, el más moralmente comprometido deberá redimirse, el que no quiere a los niños se convertirá en una figura paterna para el hermanito de la francesa, y así. Lo monstruoso y sangriento es lo mejor de Operación Overlord. Hay un gran manejo del clima y el ritmo. Lo que no hay es una sola toma memorable. Salvo la primera escena de guerra, con los paracaidistas en el avión antes de saltar, las demás están hechas con mucha profesionalidad y poco encanto. El diseño de arte es tan efectivo como trillado. El laboratorio reúne las mismas paredes de cemento, la misma estética medieval y la misma falta de higiene que ya se vieron en infinidades de películas de terror. Y Boyce y Ford (interpretados, con mucho carisma, por el británico Jovan Adepo y Wyatt Russell, el hijo de Kurt) pueden resultar interesantes, pero quienes los rodean son rejuntes de clichés. Operación Overlord es divertida, emocionante y, sin embargo, profundamente mediocre. Para entender por qué, solo basta ver los títulos de inicio y de cierre. En ambos casos, hay una lograda parodia del cine de los años 40. Pero el film no continúa este juego cinéfilo, no hace nada con la estética vintage a la que hace referencia, aparentemente sin motivo. Es como si le faltara la inteligencia o la ambición para ser algo más que un tibio acercamiento comercial al más truculento y barato cine de género.
La producción de J.J. Abrams que despierta expectativas como un rey Midas que transforma en oro todo lo que toca. Aquí construye una acción de guerra, un día antes del desembarco de tropas del día “D”, que sellará el destino de la contienda. Y ubica a un grupo de esforzados soldados norteamericanos tras las líneas enemigas para eliminar una torre de radio ubicada en la torre de una iglesia. Esa es su misión, pero las cosas se complican y van hacia el terror, la violencia extrema ejercida por los “malditos” nazis capaces de crear monstruosos soldados para los 1000 años de poder con los que soñaba Hitler. El film comienza con una secuencia impresionante desde el interior de un avión con soldados que deberán lanzarse en paracaídas. Son muchos minutos de acción frenética impactante entre bombardeos, aviones destruidos y un caos que casi destruye el plan inicial. Quedaran un puñado de soldados: el que será la conciencia moral del film (Jovan Adepo) que se arriesga por salvar a sus amigos, que descubre los horribles experimentos que realizan los nazis en esa iglesia-laboratorio y el experto en explosivo que es el jefe (Wyatt Russel, el hijo de Kurt), el macho alfa del grupo que primero solo quiere cumplir su misión y después, como todos los demás esa noche, se transformará en héroe. Patriotismo sin matices, de buenísimos y horribles en una contienda de videojuego que le debe ideas como el famoso Wolfenstein. Y algunas ideas “homenajeadas” de “Gloriosos bastardos” sin su ironía obviamente, o una imagen de la Ripley de Alien con un lanzallamas potente. En definitiva la brochote se arma con escenas impresionantes del desembarco, un intermedio en la casa de una chica francesa que cobija al comando, donde juegan los buenos sentimientos, el hermanito adorable y una tía horriblemente quemada por los experimentos. Y por fin un final a todo terror, con monstruos y una violencia desatada, sangrienta como pocas veces se vio, terrible, entre villanos superpoderosos y desfigurados. Un coctel para pasar dos horas con pochochos y emociones fuertes.
Con producción del gran J.J. Abrams, hacedor de grandes éxitos y otras producciones que no corrieron la misma suerte, llega esta producción bastante diferente que se mete de lleno con la ciencia ficción, los zombies, el terror y el suspenso. Todo eso en la Segunda Guerra Mundial cuando un pequeño grupo de soldados viaja en un avión para derribar una torre que va a permitir que otros soldados aliados lleguen al lugar, aunque, todo se complica. El protagonista de la historia es el actor afroamericano Jovan Adepo, quien interpreta a un soldado raso llamado Boyce. A su vez él deberá seguir las instrucciones de otro soldado con más experiencia, quien interpreta a Ford (Wyatt Russell). Estamos en 1944 y Boyce y Ford se encuentran perdidos en Francia junto a otros compañeros después de un accidente, pero en el camino encuentran a Chloe (Mathilde Ollivier). Ella primero se muestra reacia, ya que es víctima de todos los abusos posibles de parte del jefe de los nazis que ocupó su pueblo, y tiene un hermano menor al que cuidar, pero de poco ganan su confianza. Es así como juntos y casi sin quererlo descubrirán un gran secreto: el laboratorio en el que los nazis experimentan con humanos para devolverlos a la vida, y así ser invencibles. Sin ánimo de spoilear lo mejor de la película, sólo diré que tiene increíbles efectos visuales, una excelente edición de sonido, buena recreación de época, actuaciones sólidas, y entretenimiento de principio a fin en un film que no da respiro en ninguno de sus 109´. https://www.youtube.com/watch?v=USPd0vX2sdc DIRECCIÓN: Julius Avery. ACTORES: Wyatt Russell, Pilou Asbæk, Bokeem Woodbine. GUION: Billy Ray, Mark L Smith. FOTOGRAFIA: Laurie Rose. PRODUCCIÓN: J.J. Abrams. GENERO: Suspenso , Acción . ORIGEN: Estados Unidos. DURACION: 110 Minutos CALIFICACION: Apta mayores de 16 años con reservas DISTRIBUIDORA: UIP FORMATOS: Imax, 2D.
La gran combinación estética de una película bélica de primer nivel con un grado de gore típico del mejor cine clase B, hacen de esta película una sorpresa totalmente efectiva que sorprende sin lugar a dudas. Ver Overlord con un buen sonido y una imagen panorámica es totalmente necesario. Zombies, nazis, balas para todos y un guion que lo sostiene, son las bases en donde se mantiene esta gran película que tiene un gran toque para renovar una historia que ya conocemos. No caben dudas de que la Segunda Guerra Mundial, fue uno de los hitos más importantes e influyentes en la historia de la humanidad. Tal es su magnitud que es de las historias que más veces ha sido llevada a la pantalla grande. Por supuesto que dentro de ese gran suceso, han habido grandes obras que difieren de género y foco. Hay ejemplos para todos los gustos. Si uno busca un drama que no tenga tanta trama bélica se puede ver la magnífica película de Roberto Benigni La vita è bella (1997), si se quiere un poco de violencia desmedida y algunas situaciones surrealistas, imposible obviar la obra maestra de un loco lindo como Quentin Tarantino y su Inglourious Basterds (2009) que será un clásico hasta el fin de los tiempos y, mucho más cercano en el tiempo, y desde un punto de vista mucho más belicoso al extremo, la última película de Christopher Nolan, Dunkirk (2017). Pese a todas las versiones que se han visto, la WWII y la caída de Adolf Hitler con los nazis será algo que seguirá provocando películas, series, libros y todo tipo de adaptación consumible para el público. Teniendo en cuenta este panorama, una nueva rama de esta famosa historia desembarca en las pantallas de todo el mundo bajo el nombre de Operación Overlord (Overlord), una película que relata la misión suicida de un pelotón de soldados de parte de los Aliados, que buscan derribar una torre de control que impedía las comunicaciones de la parte de Francia que estaba ocupada por Hitler y el resto de sus tropas. Si prestaron atención, esta es la historia de la famosa “Batalla de Normandía”, pero como diría Homero Simpson, “aún hay más”. Esta tropa de soldados aterrizará de forma accidental en su punto de encuentro pero se ve disminuida en cuento a números luego de un accidente aéreo y apenas cuatro soldados podrán continuar con su misión. Boyce (Jovan Edepo), Ford (Wyatt Rusell) Tibbet (John Magaro) y Chase (Iain De Caestecker), deberán no solo lidiar con la difícil tarea que se les fue encomendada, sino también enfrentarse a un extraño ejercito experimental que están haciendo los Nazis, justo bajo la misma torre que ellos deben destruir. Teniendo en cuenta la reiterada cantidad de películas que tratan la Segunda Guerra, lo primero que hay que decir es que Operación Overlord le da un toque fresco a la historia. Y no es un detalle menor, ya que después de todo, el final de todo este cuento, ya se conoce. El director, Julius Avary, se encarga de darle una vuelta de tuerca que nadie podía esperarse, incluyendo características del cine ochentoso más gore que se se puedan imaginar. Explosiones, sangre esparcida y derramada por todos lados, deformaciones genéticas y peleas entre sujetos hormonalmente súper desarrollados son algunos de los elementos que Avary agrega al típico relato bélico convencional de este tipo de historias, que de igual manera también logra desarrollar de una manera excelente. Claro que en cuanto a esos efectos, la productora no puede dejarse de mencionar, ya que Bad Robot y el mismo J. J. Abrams aprobaron personalmente el proyecto. La peli cuenta con un guion que si bien cae en los típicos lugares comunes de todas los filmes de guerra, aprovecha esos baches para poder reinventarse constantemente escapando de esas situaciones argumentales con muchos toques originales que quedan muy bien. También hay movimientos de cámara, planos secuencia y tomas que hacen de esta una gran película en todos los casilleros. La fotografía no puede dejar de maravillar con su simpleza y con su significación al mismo tiempo. Las actuaciones van de la mano con todo el resto de la cinta, sin tener actores de gran renombre, se genera la empatía necesaria para poder relacionarse con cada uno de ellos. Los más destacados quizás sean Jovan Adepo junto con Pilou Asbæk, el antagonista principal de peli, que tranquilamente podría pasar por un general nazi verdadero. Lo mejor que tienen los personajes es su estructura. Están todos bien construidos, hasta los personajes secundarios y hasta lo de tercer orden. Se pueden ver sus diferencias y al mismo tiempo algo que los asemeja, sin necesidad de palabras o diálogos tediosos donde cuentan las historias de sus vidas. Con una simple mirada o acción, logran demostrar toda la esencia de sus papeles.
Gran parte de las leyendas de la Segunda Guerra Mundial fueron construidas a través del cine, con innumerables películas centradas en los avatares bélicos que agigantaron la épica y el heroísmo de las fuerzas norteamericanas. Especialmente las del Día D, cuando el desembarco en Normandía produjo el principio del fin para el régimen de Adolf Hitler. Pero, cuando parecía que estaba todo dicho, aparece J.J. Abrams para mostrar que no, que siempre puede dársele una vuelta de tuerca a un asunto conocido y convertirlo en algo distinto e inclasificable. El director es un ilustre desconocido llamado Julius Avery (su único largometraje previo era Son of a Gun). Abrams oficia como productor, pero su huella artística es indisimulable: la película, como él, entiende como pocas en el cine de Hollywood actual el sentido de la aventura. Operación Overlord empieza en los minutos previos al lanzamiento de un grupo de paracaidistas cuya misión es adentrarse en terreno francés para destruir una antena de comunicación en la torre de una iglesia. Entre quienes saltan está Boyce (Jovan Adepo), un soldado afroamericano tímido y bondadoso que se opone a la personalidad avasallante de su superior Ford (Wyatt Russell). Ellos y el resto de un grupo diezmado se adentrarán en un pequeño pueblo francés muy cercano a la Iglesia donde se cruzarán con Chloe (Mathilde Ollivier), una lugareña de armas tomar en la que en principio desconfían pero luego se vuelve aliada albergándolos en su casa. Desde una habitación entrecerrada el grupo escucha las quejas de la “abuela enferma”. Quejas que son más bien sonidos guturales impropios de una anciana. Lentamente esta cuestión empezará a tomar más peso dramático, sobre todo después de que el buenazo de Boyce logre ingresar a la iglesia para descubrir que, en realidad, la antena es lo menos importante que esconden los nazis. Allí encuentra un sofisticado laboratorio en el que realizan experimentos destinados a revivir a los soldados mediante una inyección que contiene una sustancia que circula bajo tierra. Si todo lo anterior suena a delirio, es porque lo es. Pero Avery y Abrams tienen una convicción enorme en lo que cuentan y construyen un relato magnético cuyos hilos son por momentos demasiado visibles (los last minute rescue están a la orden del día), pero que en otros toma caminos inimaginables. El resultado es una película clásica en su espíritu a la vez que moderna en su estructura nutrida de múltiples géneros, una muestra de que entretenimiento e inteligencia no siempre van por carriles separados.
Hay personas que sostienen que los híbridos no son para ellas. Bueno, Operación Overlord es precisamente un híbrido entre filme de guerra y de zombies, cuando éste último suele combinarse más en otro tipo de hibridez, la de acción y zombies. Pero como detrás de Operación Overlord está J. J. Abrams, el señor de Lost, de dos de las tres películas de la nueva saga de Star Wars, y de Cloverfield, así que todo podía esperarse. Y en Operación Overlord pasa, exactamente, de todo. Dirigida por Julius Avery, está ambientada en la Segunda Guerra Mundial, con soldados cayendo en paracaídas desde el aire a la Francia ocupada, muy pronto el eje de aliados contra nazis pegará un rotundo giro. Al principio nuestro héroe sin saberlo es el soldado raso Boyce (Jovan Adepo, de la serie The Leftovers), un hombre de color que hasta hace tres meses era un civil como cualquiera y ahora debe allanar el camino para el posterior e inminente desembarco de las tropas en Normandía. La misión: derribar una antena de radio que los alemanes montaron arriba de una iglesia. Pero el avión es derribado, los soldados caen donde no deberían y tienen pocas horas para cumplir con su objetivo. Conocen a una joven local de la resistencia (Mathilde Ollivier), y paran en su casa. Allí, les cuenta, está arriba, su tía, “muy enferma”. Es que como ya hemos visto en otras películas, sean adaptaciones de cómics de Marvel o lo que fuera, siempre, pero siempre hay un científico loco al que le gusta experimentar sobre cuerpos humanos. Mengele al margen, o no, aquí, los habitantes del pueblo fueron como conejillos de Indias. Y Boyce se encuentra en la parte de atrás de un camión lleno de pedazos humanos, porque eso es lo que son, bramando y pidiendo ayuda. Hay más de un malo (el oficial que obliga a Chloe a un arreglo sexual y el científico loco) y mucha, pero muchísima matanza y sangre y vísceras y torturas y todo aquello que a cierto público le encanta y no le hace atragantarse con el pochoclo. Y hay también, cierta imaginación frondosa, porque crear esta historia y darle tantas vueltas y vericuetos no es de un libretista del montón. Lo dicho: Operación Overlord es un híbrido, bellamente fotografiado (los colores del comienzo del vuelo son bien, pero bien de cómic). Usted decide.
“Operación Overlod”, de Julius Avery Por Ricardo Ottone Los nazis dan para todo. Me refiero a los de ficción, los de verdad también y más últimamente, pero mejor no amargarnos. Volviendo a los de ficción, y a los del cine en particular, podemos recordar que existe ese género infame conocido como Naziexplotaition, cuyos hitos son glorias del trash como Ilsa, loba de la SS (1975) o Nazi Love Camp 27 (1977). Más acá en el tiempo podemos anotar nazis esotéricos en Hellboy (2004), nazis zombies en Dead Snow (2009), nazis en el lado oscuro de la luna en Iron Sky (2012) donde Pink Floyd no tiene nada que ver, o esa irresponsable y genial reescritura de la historia que hizo Quentin Tarantino en Bastardos sin gloria (2009). Operación Overlord viene a sumarse a esto que bien podría ser una tradición o un rejunte y que se caracteriza por usar la Segunda Guerra Mundial como marco histórico, eventos reales y conocidos como fondo y los nazis como villanos para contar historias de género. Ya desde el vamos el film toma su título del nombre en clave del desembarco de Normandía y se lo apropia de manera relajada e irrespetuosa, lo cual está muy bien. El desembarco de Normandía presta tanto el nombre como la excusa: durante el histórico día D, un escuadrón norteamericano tiene como misión traspasar las líneas enemigas para destruir una iglesia en un pueblito francés, una acción clave para facilitar el avance de las fuerzas aliadas. Lo que los miembros del escuadrón van a descubrir una vez allí es que el viejo edificio no solo funciona como centro de comunicaciones sino que además en sus catacumbas se realizan experimentos secretos con humanos, experimentos que tienen como cobayos forzados a los habitantes del pueblo ocupado. El plan que el líder alemán a cargo fórmula es construir un ejército de soldados invencibles ya que “un Reich de mil años necesita soldados de mil años”. El problema es que los experimentos todavía no están dando los resultados esperados y las pruebas están convirtiendo a las víctimas en seres muy fuertes pero monstruosos, inestables y con tendencias asesinas incontrolables. La idea de los experimentos sobre humanos tiene obviamente su antecedente histórico en los experimentos de Josef Mengele sobre prisioneros de los campos de exterminio, esto mezclado con la idea del supersoldado que recuerda inmediatamente a Capitán América y su súpersuero, da forma a la propuesta. El hecho de que los aliados en su avance descubran estas atrocidades puede también remitir a las verdaderas atrocidades que estos encontraron al llegar a los campos, pero si bien esto puede estar presente en cierta medida el film no se toma a sí mismo tan en serio y se limita a rozar la cuestión para ir a lo que realmente le importa que es la acción. El terror también forma parte del combo pero más para justificar la acción y para ofrecer algunas escenas de sangre y gore que no van a sorprender tanto a los que ya están curtidos en el género pero pueden generar una bienvenida tensión y un poco de comedia negra basada en cierta incomodidad ante lo que se está viendo. Algo que recuerda también a películas de terror ochentero como Re-animator (19859 y La novia de Re-animator (1989), con sus experimentos cuestionables, sus criaturas deformes y su jugueteo con la tolerancia del espectador. Por el otro lado, el film hace alarde de un ritmo vertiginoso y sostenido. La primera secuencia con la llegada del escuadrón, siguiéndolo desde el avión en plena invasión y en medio del combate hasta su accidentada llegada a tierra firme tras evacuar el vehículo en llamas, es impactante y pone al espectador in situ ya desde el comienzo, enganchado a la historia y a la suerte de esos personajes. Con un arranque así de potente se hace complicado mantener la vara y si bien no volvemos a tener una secuencia con el mismo vértigo, la acción se mantiene sin baches lanzada siempre hacia adelante. En este tipo de relatos, con equipos forzados a convivir en medio de una misión, se suelen presentar personalidades bien diferenciadas. Los personajes están construidos de una manera que los hace bien inidentificables, respondiendo a parámetros que pueden ser estereotipadas pero que funcionan. Lo mismo pasa con los villanos. “Nazis, los odio” decía Indiana Jones, y acá le venimos a añadir más motivos, con unos nazis absolutamente brutales y un villano ideal para detestar, inhumano y maquiavélico, relamiéndose gozosamente en su propia maldad. Y, a pesar de estos viejos estereotipos, se trata claramente de un film moderno que coloca al frente a un protagonista negro y a una mujer fuerte y decidida. Operación Overlord no se hace muchos cuestionamientos pero en medio del vértigo cuela ciertas cosas interesantes como al pasar, en especial la decisión de que su protagonista logre sostener una cierta ética hasta el final. Y todo servido en un envase incorrecto que mezcla géneros, influencias, hechos históricos e ideas bizarras sin culpa. Un pastiche irreverente, descarado, un poco descerebrado y sumamente entretenido. OPERACIÓN OVERLORD Overlord. Estados Unidos, 2018. Dirección: Julius Avery. Intérpretes: Wyatt Russell, John Magaro, Bokeem Woodbine, Iain De Caestecker, Jacob Anderson, Jovan Adepo, Marc Rissmann, Dominic Applewhite. Guión: Billy Ray, Mark L. Smith. Fotografía: Laurie Rose, Fabian Wagner. Música: Jed Kurzel. Edición: Matt Evans. Producción: J.J. Abrams, Lindsey Weber, Producción Ejecutiva: Jo Burn. Diseño de Producción: Jon Henson. Distribuye: UIP: Duración: 109 minutos.
La guerra mundial Z Películas sobre la Segunda Guerra Mundial hay y muchas, pero si buscamos algo “fuera de lo normal” con experimentos nazis y monstruos ahora tenemos Operación Overlord, la nueva película producida por J.J. Abrams y que en momento se especuló que podría ser una precuela de Cloverfield pero luego fue desmentido, a pesar de que comparte varios elementos de la saga desde los aspectos visuales hasta el suspenso. La trama sigue a un pequeño grupo de soldados estadounidenses en pleno desembarco de Normandía que luego de que su avión sea destruido logran sobrevivir y son refugiados por Chloe (Mathilde Ollivier), una joven francesa que vive con su pequeño hermano y su tía -quien tiene una rara enfermedad-, y además es acosada por Wafner (Pilou Asbæk), un general Nazi que la amenaza con llevarse a su hermano al igual que ya lo hicieron con sus padres. Hasta ese momento puede parecerse a cualquier otra película bélica, y son justamente esos primeros 40 minutos los “más aburridos”, no porque realmente sean aburridos por que de hecho podemos ver bastantes escenas de acción, sino porque todavía no aporta nada que la difiera de todas las demás películas. Sin embargo, cuando el solado Boyce (Jovan Adepo), el más moralista del grupo, se infiltra en la iglesia para destruir la torre de control y permitir el arribo del resto de los aviones, descubre un laboratorio secreto nazi donde se realizan experimentos en las personas secuestradas con el objetivo de crear un ejército monstruoso para un “Reich de mil años”. A partir de allí la escena cambia completamente y Operación Overlord se torna una pelicula de ciencia ficción con tintes de terror y suspenso en medio de la Segunda Guerra Mundial. El grupo de soldados lo completan Ford (Wyatt Russell) como el mas misteriosos y quien terminará liderando al resto; Tibbet (John Magaro) como el bromista; y Chase (Iain De Caestecker) como el más temeroso. Sin embargo, más allá de que cada uno tenga su momento, ninguno de los protagonistas logra sobresalir ni destacarse por sobre el resto. La película está dirigida por el Australiano Julius Avery (Son of a Gun y próximo director de la remake de Flash Gordon) quien en los 108 minutos del film logra generar un gran clima de fantasía y suspenso con varias escenas bien gore y otras que hacen que el espectador se agarre de la butaca por la tensión que se trasmite en la pantalla, todo esto aún más destacado con grandes efectos visuales y sonoros. Para aquellos amantes del cine bélico histórico y el género de terror, Operación Overlord es la película ideal para ver.
De soldados, experimentos nazis y súper hombres. Varios géneros se combinan en esta gran producción apadrinada por JJ Abrams, que a pesar de su despliegue respira todo el tiempo Clase B. Es bélica, también un thriller, un slasher, y tiene sus momentos dramáticos. Y no es para subestimar el hecho de que todos funcionen de manera armónica al mismo tiempo. Vamos a la trama: II Guerra Mundial. Antes del Día D, un grupo de soldados estadounidenses aterriza en las líneas enemigas para realizar una misión de importancia vital, en medio de una aldea francesa tomada por los nazis. Allí, parte del pelotón, que se reduce a cinco uniformados porque los demás murieron, se topan con una mujer y su pequeño hermano, que les otorga refugio para que estos concreten el ataque. Lo que nunca imaginarán es que la torre que tienen que eliminar, es una especie de clínica en donde realizan experimentos nazis con seres humanos. Operación Overlord comienza bélica y a pura estrategia, hasta el momento que ingresan a la aldea. La cosa cambia cuando el protagonista entra camuflado al vil edificio, y allí descubre los peores horrores: personas desfiguradas que caminan como zombies, cabezas parlantes y hombres monstruosos con fuerza animal. Re-animetors. Definitivamente la tropa se encuentra con un infierno más grande, dentro del mismo infierno. ¿Se entiende? Sería encontrarse con algo peor que la guerra. La cinta se construye en base a shocks de adrenalina controlados, hasta que en el último tramo explota en tour de forcé fantástico y sangriento. Se la puede acusar de quedar a medio andar, ya que no ahonda ni el conflicto bélico, ni ese esoterismo nazi de experimentos a lo Mengele. Pero es indudable la cohesión genérica que logra. En cuanto a la construcción de personajes es bueno destacar la resiliencia de nuestro protagonista antihéroe, un hombre totalmente antibélico que logra sobrevivir a lo peor; y a la mujer francesa, que defendiendo a los suyos de golpe y porrazo se convierte en una killing machine. El relato, vale recordar que está inspirado en el cómic homónimo de los 50s, es dinámico y no va a decepcionar a los que busquen que la sangre le salpique el rostro, una pizca de delirio y grandes dosis de tensión.
Si algo demostró J. J. Abrams desde el éxito de Lost son sus grandes habilidades como constructor de narraciones, su devoción por el Hollywood clásico y sus mitos, y esa insistente predilección por encerrar las intrigas en un infinito juego de cajas chinas. Operación Overlord aparece presidida por el sello de Bad Robot y el lugar de Abrams como productor se intuye en la concepción firme -casi inquebrantable- del héroe, en el vértigo del montaje -sobre todo en la escena aérea inicial- y en el uso insistente de la música. Ambientada en las vísperas del desembarco en Normandía y situada en un pequeño pueblo francés que se convierte en eco de toda la guerra, el espíritu de la película asume la monstruosidad nazi como algo vigente, imperecedero. Por momentos pareciera que estamos en los años 40 y en la pantalla reaparece el llamado desesperado de Corresponsal extranjero, de Hitchcock o las ominosas presencias de El hombre atrapado, de Fritz Lang. Allí, lo previsible no deja de ser efectivo y el pulso del relato hace que esa vivencia se experimente como actual. A medida que avanzan los minutos, la película se desliza desde las trincheras y los disparos del cine bélico hacia los oscuros territorios del terror, situados en el seno de una iglesia que es objetivo de una misión, pero también refugio de aberrantes ideales. En ese juego con el gore como exposición última del Mal, algo se hace excesivo, como si nuestra imaginación resultara mejor que cualquier posible descubrimiento. Algo de ello pasaba en Lost: al final eran mejores el humo negro y los sonidos de la isla que cualquier trascendental revelación.
¿Qué mejor que una tropa de soldados americanos queden perdidos en el medio de una misión contra los nazis? ¡Que haya zombies de por medio! Esta es la idea que lleva encima Overlord, película dirigida por Julius Avery (Son of a Gun) y producida por J. J. Abrams. Con el fin de traernos una especie de clase B y cine de explotación dentro de un acontecimiento histórico, este trabajo logra destacarse dentro de los grandes estrenos del año.
Operación Overlord: Un experimento digno de los Nazis. Un grupo de soldados deberá adentrarse en un pequeño pueblo en el que los Nazis están extrañamente interesados. Los Nazis hicieron cosas malas. Esa es la base que utiliza Bad Robot, la productora de J.J. Abrams, para realizar su primer proyecto para mayores de edad. Una propuesta con suficiente violencia y sangre como para ganarse a los fanáticos del cine de género. Sin nombres importantes y sosteniéndose solo con una premisa que activa la curiosidad, una de esas propuestas tan Netflix a los que el bueno de Abrams nos tiene acostumbrados. Nuestro protagonista es un joven soldado afroamericano que se zambulle en tierras alemanas en la antesala al Día D, con el objetivo de destruir una torre de radio que podría llegar a arruinar lo que terminaría siendo, sin dudas, una de las invasiones clave en la Segunda Guerra Mundial. Lamentablemente para él y los que lograron sobrevivir el aterrizaje: la torre en cuestión también sirve como el centro de experimentación de los científicos nazis que quizás, en esta cinta de ficción, no están TAN locos como uno podría creer. Hay films que pueden discutirse sin enfocarse en sus productores, pero en este caso es un producto muy típico de la mente de Abrams. Como todas y cada una de sus producciones, sea en la silla de director o la de productor, sigue la linea de pensamiento que rige su carrera: que lo más importante en una película es sostener la atención y curiosidad del espectador ofreciendo intriga y misterio que pueden o no (esta parte no le interesa mucho) resolverse satisfactoriamente. Él llama este método la “Caja Misteriosa“, o Mystery Box, y la audiencia solo puede esperar que no todas sus creaciones terminen consumidas e infectadas por completo por esta nefasta práctica cinematográfica. En este caso, afortunadamente, no hiere mortalmente a la película. Aunque si vemos varias consecuencias. La misma arranca de forma muy sólida, antes de que lo sobrenatural se la lleve puesta se trata de una muy buena cinta de la Segunda Guerra (especialmente destacable siendo que es un evento histórico tan trillado a esta altura). Pero lamentablemente, una vez que nuestros héroes llegan a su destino arranca un eterno estado de “y a ver que hacemos con esta película“. La última hora del film es una sucesión de eventos, algunos más largos y otros que apenas duran una escena, para mantener a los personajes ocupados y al público expectante de algo. Aunque de nada realmente, es una película completamente vacía que gracias a un buen trabajo de producción logra mantenerse al borde de lo aceptable. En todo aspecto técnico se realizó un buen trabajo, y particularmente la dirección de Julius Avery que se encargo de que los momentos más interesantes lleguen a ser muy entretenidos de ver. En cuanto al elenco, más allá de no haber ningún nombre destacado si encontramos interpretaciones de buen nivel en su mayoría. Quizás el protagonista sea de lo más flojo, pero ciertamente no ayuda el desastroso guion que lo expone con un personaje tan estático y frustrante. Pero aunque su personalidad resulta tan forzada, él y el resto de los actores hacen un buen trabajo en esta producción con tantos momentos teatrales. A pesar de que en ningún momento resultan demasiado interesantes, hay varias instancias en que el debate entre sus personajes es el foco solitario de la película. Entre un poco de espectáculo a lo blockbuster y que en su mayoría se trata de un film pequeño, el director encuentra un equilibrio que la convierte en una experiencia con tantas lagunas de interés que la mayoría no va a encontrar muy difícil de ver. Un fuerte comienzo no compensa el resto de la película, pero aquellos fanáticos de género que a esta altura todavía aguantan otra película de la Segunda Guerra van a encontrar en Overlord una opción relativamente aceptable. Para los que quieran ver algo más que lo mínimo indispensable… prueben con algo que no sea de J.J. Abrams.
Acá tenemos algo distinto: una buena película de guerra que también es una buena película de terror. El Día D es el punto de partida de esta tensa "Overlord" (justamente ese era el nombre clave del desembarco en Normandía), con un avión lleno de paracaidistas en medio del fuego cruzado con los nazis. Las violentas escenas de esos hombres listos para tirarse en medio del fuego antiaéreo en un avión medio hecho pedazos prometen una gran película, y tanto el director Julius Avery como el ya avezado productor J. J. Abrams cumplen la cumplen. La misión de los protagonistas es hacer explotar una antena ubicada en la torre de la iglesia de un pueblito francés, ya que con ella en función los aviones aliados no podrían darle cobertura a los soldados que desembarcaran en las playas. Pero el asunto es que dentro de la iglesia ocurre otra cosa: hay un científico al peor estilo Mengele haciendo experimentos horribles con prisoneros y aldeanos. Por eso la misión, ya imposible desde antes, tendrá como nuevo objetivo terminar con los nazis. El director logra una estética temible, que combina hiperrealismo con toques de los viejos comics de terror al estilo "Creepshow", de tal modo que nadie vaya a desorientarse por la falta de realismo. Las escenas fuertes, ya sean los tiroteos o las que exhiben monstruosidades, son muy buenas. Sin duda, para los aficionados al cine de terror, "Overlord" es una de las grandes películas del año.
Inspirada en una operación militar histórica que inició la caída de la Alemania nazi, el prolífico productor Jeffrey Jacob Abrams -también director de Súper 8, Star Wars: el despertar de la fuerza o la nueva revisión de Star Trek- mezcla elementos de acción del cine bélico clásico con algunos elementos de terror y cine fantástico, sumado a la referencia de la franquicia de videojuegos Wolfenstein. Situada en la Segunda Guerra Mundial, el film tiene como protagonistas a un grupo de paracaidistas aliados que en la víspera del Día D debían llevar a cabo una misión crucial que preparaba el terreno para el inicio de la derrota del nazismo y un hito histórico de la Segunda Guerra Mundial: el desembarco de Normandía. Pero a medida que se van acercando cada vez más a su objetivo, descubren que los nazis se encuentran realizando diversos experimentos sobrenaturales. Con un comienzo que trae a la memoria la primera secuencia de Rescatando al soldado Ryan -salvando las gigantescas diferencias de actuación y producción-, centrado en el acercamiento de los aviones a su objetivo mientras estos son atacados por la defensa alemana y posterior lanzamientos de los paracaidistas hasta que logran arribar a su destino, el film tiene buen ritmo e intensidad sumado a un gran trabajo de la banda sonora que destaca el tono bélico. Conforme avanza la historia los elementos fantásticos harán aparición y toma otra dirección más sobrenatural y terrorífica, pero apenas funciona como película de terror con un par de sustos predecibles a golpe de montaje y banda sonora estridente, y comienzan a aparecer múltiples referencias a series B, Gore, temáticas diversas y cierto disparate zombi, incluso el suero del súper soldado de Capitán America. A pesar de la propuesta original, Operación Overlord desaprovecha situaciones y varios personajes, menciona criaturas antinaturales que luego no desarrolla dispersando los elementos de terror, le falta histrionismo y tampoco llega ni al nivel de delirio del videojuego. Pero, por sobre todo, desperdicia la potente imaginería que tiene a su alcance siendo más terrorífica la propia realidad de los experimentos de Mengele y compañía que lo planteado aquí. No hay nada en Operación Overlord que no se haya visto más y mejor en otros films, pero el interesante comienzo y buen ritmo del relato en general logra entretener y volverlo rápidamente olvidable.
Segunda Guerra Mundial. Un grupo de soldados tiene que derribar una torre cercana a una playa para garantizar el seguro arribo de las tropas aliadas al campo de batalla. Luego de sufrir un feroz ataque por el Tercer Eje, solo un puñado de soldados logra aterrizar en las cercanías de un poblado donde se encuentra la torre. Lo que ninguno de ellos se imaginaba, era lo que iban a encontrar dentro del recinto, y el experimento que estaban llevando a cabo los nazis. Operación Overlord era una película bastante esperada en algunos círculos de espectadores, ya que mezclaba algo que causa bastante morbo y gracia, y es el de los nazis con los zombies. Desde la literatura, videojuegos y el cine (a cuenta gotas), las obras que se animan a mezclar ambos mundos, suelen tener bastante fandom. Y el otro punto que causaba expectativa, es que varios intuían que esta cinta podía pertenecer al universo Cloverfield. Primero que nada, debemos aclararles que Operación Overlord, no pertenece a dicho multiverso, así que no pierdan tiempo buscando conexiones en el film, porque no las hay. Y lo segundo, es que quizás estemos ante la mejor película bélica del año. Si, como leyeron. Operación Overlord muestra algunas de las mejores secuencias de guerra vistas en lo que va del 2018, y nos animaríamos a decir que desde Hacksaw Ridge. De hecho, si le quitáramos el factor sobrenatural, la película ganaría bastante puntos, ya que tanto desde la dirección y las coreografías de tiroteos, el director Julius Averylogra toda la brutalidad que estas cintas deben tener. Con esto no queremos decir que el factor “zombies” sea pésimo, no. Las comillas las usamos porque no son los clásicos muertos vivientes que estamos acostumbrados a ver; aunque si es gente revivida; y su introducción en la trama no se nota tan forzada como cabría esperar. De todas formas, estamos lejos de hablar de una película perfecta. Las casi dos horas de duración por momentos se notan, sintiendo que quizás con quince minutos menos estaríamos ante un proyecto más redondo y evitando algunos bajones de ritmo. Lo mismo que algunos personajes poco desarrollados, como en el caso del villano, siendo plano y el clásico malo porque sí. Operación Overlord es una película que, si solo leemos su sinopsis, podría entenderse que estamos ante la clásica cinta Clase B, pero viéndola se nota que se tomaron el proyecto serio ¿Esto es bueno o malo? Depende de lo que cada uno busque como espectador. Si se quiere ver gore y comedia bizarra, definitivamente esta no es su película, pero si eso les da igual, estamos ante un film que nunca aburre y entretiene de principio a fin.
Detrás de las líneas enemigas Los primeros minutos de Operación Overlord parecen querer meternos en una aventura bélica clásica de los años ’50, desde la tipografía e iconografía hay algo del género que brilló cuando el western dejó de ser furor. La historia promete un grupo de paracaidistas estadounidenses que caen sobre un bosque francés cercano a una población ocupada por los nazis, algunos días antes del famoso Día D del desembarco en Normandía. ¿Historia de coraje, valentía, compañerismo, y clasismo? No, porque pronto hay indicios de que ocurre algo más. La segunda película de Julius Avery se presenta como una mezcla de varias vertientes. Muy pronto ese estilo clásico de los títulos y los primeros minutos es cambiado por un estilo de diálogos actuales, aunque algunos personajes hablen en un tono similar al de la época que representan. Estamos en la Segunda Guerra Mundial, los nazis son los principales y (casi) únicos enemigos: se trazaron todo tipo de mitos alrededor suyo, más allá de la cruenta realidad de los campos de concentración y el Holocausto. Entre ellos, el de las pruebas científicas. Hay en Operación Overlord algo (mucho) de Bastardos sin gloria, sobre todo en cierto corte pop y en la figura de Chloe (Mathilde Ollivier), un personaje con aristas similares al de Mélanie Laurent en aquella. Será Chloe, francesa opositora al régimen nazi y a quien se encuentran en el bosque, quien los introduzca en el pueblo buscando su propia protección. Que sí, que no Este escuadrón especial tiene como misión encontrar y derribar una antena de comunicación nazi y lo que suponen es una base de comunicación subterránea debajo de ella. Cuando finalmente Boyce (Jovan Adepo), Ford (Wyatt Russell) y los suyos den con el lugar, encontrarán más (mucho más) relacionado al clásico mito de las investigaciones con animales y humanos… pero a no desesperar que para eso aún falta. El principal problema con Operación Overlord es el híbrido que presenta entre lo que promete ser, lo que pudo haber sido, y lo que finalmente es. Tanto desde el estudio como su productor ejecutivo J.J. Abrams la anunciaron como un proyecto que originalmente formaría parte de la saga variopinta Cloverfield, y dado su potencial terminó como algo independiente. Todos los anuncios prometían más o menos lo mismo. Soldados yanquis vs. Zombies o monstruos antropomorfos nazis. Algo parecido a lo que ya vimos en Dead Snow y su secuela, pero ¿quién puede decir que tuvimos suficiente de eso? Operación Overlord finalmente nos lo dará, y cuando lo haga no va a defraudar. Pero vamos a tener que esperar y atravesar bastante para que lo haga. La historia pareciera correr por dos carriles diferentes: el drama bélico y el del terror con acción. Sí, el segundo es mucho más placentero que el primero, pero del drama bélico hay mucho, demasiado. Durante la primera hora se desarrollará una larga introducción en la que solo desearemos que de una buena vez nos muestren lo que se veía en los avances, y cuando finalmente lo hagan, será cuestión de un entrar y salir permanente. Re-AniNazi Si algo gusta de las dos Dead Snow(y se espera de la tercera para el año próximo) es su libertad para hacer lo que quiera sin demasiadas limitaciones. Es entretenimiento puro y duro, con sangre, incoherencias, y diversión como para tirar al techo. Justamente, ese espíritu es lo que escasea en Operación Overlord. Para una premisa que se plantea como un grupo de soldados que encuentran un laboratorio nazi con experimentos humanos mortales, es demasiado ¿seria? Puede ser. Demasiado mainstream, demasiado controlada y medida. Operación Overlord tiene escenas muy logradas que se meten en el clima adecuado, que nos hacen pensar que estamos viendo lo que queríamos ver. No escatima la sangre (aunque es bastante oscura para que sea más negra que roja), hay momentos cruentos y una imaginaria visual para el terror interesante. Pero son flashes, momentos, ráfagas, en medio de un conjunto que no llega a aburrir, pero sí a dejarnos con gusto de (mucho) más. El guion tiene baches e incongruencias, lo cual hubiese sido hasta disfrutable de tener el abierto espíritu clase B que necesitaba. Sí, es más difícil de ocultar el poco desarrollo y carisma de los personajes. Técnicamente es cuidada y se ve el presupuesto. Nuevamente, quizás la hubiese favorecido ir a menos con las locaciones y la fastuosidad de la fotografía, para ganar en un tono más “casero” de terror. No podemos decir que Operación Orvelord de Julius Avery sea una película fallida, entretiene y sus aportes positivos son muy positivos. Es más bien algo con potencial de montaña rusa acelerada, yendo a media máquina.
Quitemos de lado el haber visto el tráiler anteriormente, porque de ese modo podemos observar los tintes de ciencia ficción que tiene el film dentro de su trasfondo bélico. Viendo los primeros cuarenta minutos de Operación Overlord podemos observar que se trata de una película de acción/ bélica, algo cliché pero aún así entretenida y técnicamente verosimil. El tema es que luego de un determinado momento la trama cambia de rumbo, acercándose a algo más propio de la ciencia ficción : Experimentos nazis, poderes sobrenaturales, resurrección (?).. La cosa funciona en un principio, pero sus excesos la vuelven absurda y bizarra. Seguramente su costado bizarro la hace entretenida, pero a veces se siente que es demasiado lo que te muestran. La clave para disfrutar este film es comprar estos excesos que te están brindando, es uno de esos casos de películas malas que te entretienen, que causan risa desde lo absurdo, pero si quieres un tratamiento serio, o al menos un poco verosímil, la experiencia será terrible. Podemos encontrar reminiscencias o inspiración en videojuegos, ya que su narrativa está construida como tal. Se trata de un film que clase b que junta muchos elementos, que desde el vamos lo hacen bizarro, quizá le ha faltado algo más de terror a pesar de ser técnicamente grotesca y sangrienta. Quizá lo que más adolece el film son los personajes principales, todos hechos a forma de caricatura. Tenemos al moralista (y afroamericano), la mujer sometida, el bromista, el despiadado, ah… Y falta el niño. Muchas situaciones entre los personajes están hecha solo para alargar la trama, y podemos notar cierta pesadez, cayendo en algo de nunca acabar. Operación overlord es un film a cargo del australiano Julius Avery , que logra un trabajo notable a nivel técnico, pero que se deja llevar por los excesos que la trama contiene. Es una película que sigue el curso de un videojuego, que saca su costado más bizarro para engañar al público con su intento de film bélico. Es entretenida, pero si hubiese bajado algunos cambios, sería una cinta híbrida más notable.
J.J. Abrams ha dirigido un puñado de películas (entre ellas “Super 8”, algo de “Star Trek”, y “Star Wars”), pero es mucho más conocido por su labor como productor en la industria de Hollywood. Su empresa, Bad Robot Productions, es ya signo de garantía, ingenio y calidad dentro de un margen de producción comercial sin creatividad alguna desde hace tiempo. Ahora, la nueva cinta producida por Abrams es “Operación Overlord”, que está dirigida por Julius Avery -en su segundo largometraje-, y co-escrita por Billy Ray (“Capitán Phillips”) y Mark Smith (“Habitación sin salida”, “Miedos 3D”). El título de la película hace alusión a un momento bélico acontecido en la Segunda Guerra Mundial, que sirvió como puente para liberar a Europa del nazismo. La reciente “Dunkirk” ya trabajaba en mayor medida eso, pero “Operación Overlord” va por otro lado: intenta mezclar la acción, el acontecimiento bélico, con el fantástico: infectados que son parte de un experimento nazi. Hay sobradas teorías y algunas muestras de que efectivamente los nazis intentaron reanimar a los animales muertos, en otra alocada obsesión de Hitler por conformar soldados inmunes. Y de eso se agarra “Operación Overlord” para llevarlo al extremo. La acción se inicia cuando un grupo de paracaidistas estadounidenses cae tras las líneas enemigas para realizar una misión crucial. Pero, a medida que se acercan a su objetivo, empiezan a darse cuenta de que algo más que una simple operación militar está sucediendo en esa aldea ocupada por los nazis. La primera secuencia del film es muy buena por varias razones: establece perfectamente el punto de vista del protagonista, configura el contexto, trabaja brillantemente las capas de sonido y está dirigida con un pulso verdaderamente bueno que logra el rápido efecto de sumergirnos en el combate como si estuviésemos allí (es importante que la película sea vista en una sala con buen sonido). “Operación Overlord” no engaña con lo que es, ni tampoco se toma mayor molestia en profundizar sus personajes. Acá lo que avanza es el entretenimiento, pero uno bien filmado que aprovecha el dinero invertido y los recursos para conseguir una sólida propuesta de acción. Si bien no es la primera vez que se ha hecho, el cruce que el film ejerce entre lo bélico y lo fantástico le da una frescura y un estilo propio del cine de serie B, empaquetado en un alto presupuesto. En la película hay mucho de “Planet terror” (sin llegar a la locura ni la violencia de la obra de Robert Rodriguez) y mucho de las naziexploitation en cuanto a lo caricaturesco con que son representados los nazis. Ametralladoras, explosiones y una dosis que revive a los muertos, son las herramientas que construyen un combo por momentos alucinante. La narración de Julius Avery es clásica, pero verdaderamente prolija. Los elementos están bien dosificados, y lo que comienza siendo una cinta de guerra tradicional en los primeros 30/40 minutos, muta a una historia de género que tensa los hilos. Por supuesto, el patriotismo norteamericano no se queda de lado, los chistes entre soldados tampoco faltarán, y hay algo de la sobrecarga musical que subraya mucho las situaciones. Pero en general, este es un impecable ejercicio de producción Hollywoodense que se anima a ir más allá. Muy entretenida,”Operación Overlord” es un valioso aporte que prueba que Hollywood de vez en cuando sigue arriesgándose en amalgamar géneros. Calificación: Muy buena. Fabio Albornoz para OCIOPATAS.
Nazismo para millenials Bienvenidos a la época en la que Hollywood decide utilizar toda su maquinaria para mixar de la peor manera géneros, estilos, temas y motivos para construir un relato que si bien por momentos atrapa, nada aporta desde su mirada snob sobre la revisión de una de las tragedias más sangrientas de la historia del hombre, con el fin de apuntar a un público joven, conquistar la taquilla y generar una nueva franquicia. Operación Overlord (Overlord, 2019), de Julius Avery, producida por J.J. Abrams, propone un dispar viaje hacia el final de la Segunda Guerra Mundial, más precisamente al Día D, y los sucesos que imprevistamente tomaron a un batallón aliado con un claro objetivo: destruir una torre de comunicación alemana. Con decisiones narrativas que la acercan al videogame y no a un discurso cinematográfico, la propuesta es el resumen de la invasión en la industria de híbridos que no cierran por ningún lado. En esa línea, el guion atraviesa una primera etapa en la que el desembarco en Francia permite la construcción de cada uno de los protagonistas, dotándolos de características bien definidas que funcionan como impulsores narrativos por contraste u oposición con el resto de los compañeros de escuadra. Tras la constitución del grupo que finalmente lleva a cabo la misión (y que culmina siendo el eje del relato), se suma un personaje local (Mathilde Ollivier), una joven que vive junto a su hermano y tía en una pequeña población que se encuentra sometida por el régimen nazi, quien cansada de la opresión se relaciona con los militares para vivir en paz. Al avanzar ya con la etapa de desafío y concreción del objetivo inicial, Operación Overlord comienza a mezclar géneros, olvidándose de transitar ese camino con verosimilitud, quebrando la solidez de su trepidante escena inicial -con un realismo sorprendente- y prefiriendo constituir una amalgama de géneros que van desde el cine bélico al horror, para sumar drama pasional y la incorporación de zombies, experimentos genéticos, acción y hasta comedia (el comic relief y el bufón presentes), como forma de posicionarse desde otro lugar, desdibujando límites y evitando una lógica narrativa. Así, si pasamos de la tensa situación en la que el grupo de soldados debe comprender que su misión no será nada fácil, se continúa con una escena digna del mejor cine de la Hammer, el primer George A. Romero, para luego volver sin siquiera recordar lo anterior, a la dura, cruel y sangrienta guerra. Por estas incongruencias y su necesidad de estimular al espectador como si éste estuviera dentro de un videojuego de guerra, en donde nada tiene sentido y mucho menos una lógica histórica real, Operación Overlord derriba cualquier posibilidad de retomar su fuerza inicial, disuelve premisas con su explicación para millenials -del nazismo, de los juegos con la genética- y simplifica la victoria aliada (con la voladura de una torre), sin hacer otra cosa que subestimar al público al cual se dirige.
Los zombis nazis constituyen un subgénero aparte dentro del cine de terror y desde hace más de 70 años aparecen con frecuencia en la pantalla grande. Curiosamente el primer antecedente, Revenge of the zombies, surgió en 1943 mientras se desarrollaba la Segunda Guerra Mundial. John Carradine interpretaba en esa producción a un científico loco alemán que se proponía crear una raza de muertos vivos para el Tercer Reich. Ya en la era post George Romero, los zombis nazis empezaron a tener más popularidad en filmes como Shock Waves (1977), Zombie Lake (1981), la española La tumba de los muertos vivientes (1981) y más recientemente los encontramos en las franquicias Outpost y Dead Snow. Luego de ver esas películas estoy convencido que Operación Overlord es la mejor de todas y sobresale por la originalidad con la que se trabajó este concepto. Si bien el director Julius Avery trabaja algunos elementos en el argumento que ya se vieron en los títulos mencionados, su obra también tiene identidad propia. Uno de los motivos por lo que esta producción opaca a los antecedentes previos de zombis nazis reside en el modo en que se combinó el cine de horror puro con el drama bélico. Avery llevó el concepto a otro nivel y ofrece una propuesta fascinante. La primera media hora trae a recuerdo lo que fue la experiencia de descubrir Del crepúsculo al amanecer, de Robert Rodríguez, donde en un comienzo te olvidabas por completo que se trataba de una historia de vampiros. En Overlord sucede algo similar en el primer acto, que prácticamente parece un capítulo perdido de Band of Brothers. El drama bélico está muy bien elaborado con personajes atractivos que enseguida despiertan interés por la misión que emprenden. Avery logra que te olvides del cine de horror y luego sorprende con el giro fantástico. Sin embargo su relato nunca se aleja completamente del drama de guerra, más allá del desquicio gore que cobra fuerza en el último acto. La película apuesta en general a los efectos especiales prácticos y toda la dirección de las secuencia de acción son impecables. El director le hace justicia a los zombis nazis y termina por opacar a los antecedentes previos por el dominio que presenta su labor en el terreno del suspenso. Aunque no hay caras conocidas en el reparto el equipo que conforman los protagonistas tienen muy buena química entre sí y esto genera un mayor interés por las situaciones que atraviesan sus personajes. Después de Overlord los fans de Flash Gordon tenemos motivos suficientes para entusiasmarnos por el próximo regreso de este ícono del cómic en el cine a cargo de Julius Avery. Al menos desde la apuesta visual y la acción no debería defraudar. Me gustó mucho este film y lo recomiendo. Junto con Hereditary y la última Halloween califica entre lo más destacable que brindó el género de terror este año.
NAZIS, I HATE THESE GUYS Nazis, experimentos, soldados yanquis e inmortalidad. Our kind of thing. “J.J. Abrams presenta” y, por las dudas, nos ponemos a elaborar teorías de si esta nueva aventura forma parte del universo de Cloverfield. De entrada, les cortamos el mambo y les aseguramos que la película del casi debutante Julius Avery (“Son of a Gun”), no tiene nada que ver con invasiones extraterrestres o paradojas espacio-temporales. En cambio, el realizador y sus guionistas -Billy Ray y Mark L. Smith- arman un vertiginoso thriller cargado de misterios, que toma como escenario las horas previas al desembarco en Normandía por parte de los norteamericanos. Boyce ( Jovan Adepo) –el Danny de “Sorry for Your Loss”-, es uno de los tantos soldados de la división Airborne (aerotransportados) que deben saltar tras las líneas enemigas y asegurar la llegada del resto de las tropas por mar. Si vieron “Band of Brothers” (2001), saben que esta primera incursión no fue un jardín de rosas: los alemanes estaban bien preparados para la recepción, los aviones aliados cayeron como moscas y los paracaidistas quedaron bastante dispersos en el territorio francés. El bombardeo obliga a Boyce y sus compañeros, incluyendo a Rosenfeld (Dominic Applewhite), Tibbet (John Magaro), Chase (Chase) y Ford (Wyatt Russell), un cabo experto en explosivos que viene de pelear en Italia, a saltar antes de tiempo y sumarse al caos que impera a su alrededor, tanto en el aire, como en la tierra. Avery toma la mejor decisión y nos mete de lleno en la batalla, olvidándonos que ésta es, en realidad, una película de terror. Antes de pasar a los nazis y sus locos experimentos (porque por ahí viene la cosa), el director repasa los horrores de la Segunda Guerra Mundial con la excusa de, además de la súper acción que de entrada nos tensiona toda el cuerpo, presentar a los personajes y cada una de sus características. Claro, “Operación Overlord” (Overlord, 2018) no le puede escapar al arquetipo y dentro del grupo de soldados tenemos al temerario (Ford), al inexperto con corazón (Boyce), al gracioso (Tibbet) y el cobarde que ni sabe cómo fue a parar hasta ahí porque él sólo se anotó como fotógrafo (Chase). Igual, tienen que hacer su mejor esfuerzo para sobrevivir y tras perder a su comandante, los pocos que logaron quedar enteros, deben reagruparse y seguir adelante con su misión: destruir una antena alemana ubicada en la iglesia de un pueblito francés que entorpece las comunicaciones y podría poner en riesgo todo el Día D. En el trayecto se cruzan con Chloe (Mathilde Ollivier), una pueblerina que odia a los nazis tanto como ellos; que ya perdió a toda su familia y hace lo que puede para proteger a su pequeño hermano Paul. Adivinando sus buenas intenciones, la chica decide ayudarlos y marcarles el camino hasta la antena y la iglesia, un lugar que esconde algo más que a un grupo de soldados alemanes comandados por el nefasto oficial Wafner (Pilou Asbæk, el Euron Greyjoy de “Game of Thrones”). “Operación Overlord” plantea una historia a contrarreloj: los soldados americanos, ahora comandados por Ford, tienen apenas unas horas para cumplir su objetivo sin ser descubiertos. No forma parte de sus planes defender a los aldeanos, ni investigar que ocurre entre las paredes de la iglesia, pero una vez que intuyan el peligro y descubran los horrores que pretenden liberar los nazis, no les va a quedar otra que cambiar de estrategia y tratar de matar varios pájaros de un tiro. Lo mejor de la película es que a pesar de su trasfondo terrorífico y fantasioso (nos vamos a guardar las sorpresas, aunque sabemos que los nazis tenían un mambo importante con ese temita de la inmortalidad), nunca deja de ser una historia bélica, cargada de acción, violencia, tensión y ambigüedades morales. Boyce se pone a la cabeza, a pesar de su falta de experiencia y de su torpeza en el campo de batalla, representando al soldado común que no tuvo opción a la hora de ir a la guerra. Los horrores del enfrentamiento se cruzan con lo inexplicable logrando que el “realismo” que propone Avery surja efecto, además de sumar esa camaradería tan característica y tan común en este tipo de relatos. Así, los experimentos y sus consecuencias pasan a un segundo plano, tal vez demasiado para lo que uno espera de la película. Los realizadores se toman su tiempo para mostrarnos de qué va la cosa y, al final, prefieren guardarse unas cuantas explicaciones, que no entorpecen la trama, pero podrían haber enriquecido el conjunto de la historia. Menos es más y por ese lado “Operación Overlord” funciona, y a pesar de que el ritmo nunca baja, las actuaciones se sostienen más allá de algunos clichés, y nos conectamos con estos personajes que lo pasan bastante mal, sentimos que nos falta algo y el tercer acto nos llega de manera abrupta. Pero esa es la decisión de Avery, que prefiere un relato más cercano al género bélico que al terror. El director nos mete de lleno (y muchas veces en primera persona) en el campo de batalla, dotando a su relato de un aire cuasi documental, cercano a la ya clásica miniserie de HBO, creada por Tom Hanks y Steven Spielberg. El resto, tiene ese gustito gótico y oscuro de las películas de monstruos de la década del cuarenta, más ligado a lo científico que a lo sobrenatural. Aunque acá haya un poco de todo. “Operación Overlord” gana desde su ejecución, sus climas, efectos y gore, más que por un argumento que es original a medias. No es la primera vez que nos cruzamos con nazis y su obsesión con la vida más allá de la muerte, en este caso, con una vueltita de tuerca. Acá, no tenemos un Indiana Jones para defendernos, pero estos muchachos corajudos van a hacer su mejor esfuerzo. LO MEJOR: - Su espíritu de película bélica. - Que exprima cada centavo de su acotado presupuesto. - Nos cae muy bien Jovan Adepo. LO PEOR: - Que deja bastante de lado las explicaciones y lo sobrenatural. - El tercer acto llega un tanto apresurado.
Experimentación nazista “Operación Overlord” (Overlord, 2018) es una película bélica de acción y suspenso dirigida por Julius Avery. Escrita por Billy Ray y Mark L. Smith, la producción estuvo a cargo de J. J. Abrams (Super 8, Star Wars: Episodio VII – El despertar de la Fuerza). Protagonizada por Jovan Adepo, el reparto se completa con Mathilde Ollivier, Wyatt Russell (Black Mirror), John Magaro, Iain De Caestecker, Dominic Applewhite, Gianny Taufer, Pilou Asbæk (Euron Greyjoy en Juego de Tronos), Jacob Anderson, entre otros. En la víspera de la batalla de Normandía, un grupo de soldados estadounidenses es enviado en avión a destruir una torre radial alemana ubicada en una iglesia. No obstante, la caída en tierras enemigas es de lo más complicada ya que el avión resulta bombardeado. Luego de que Boyce (Jovan Adepo) pueda reencontrarse con el teniente Ford (Wyatt Russell) y los soldados Chase (Iain De Caestecker) y Tibbet (John Magaro), el grupo le pedirá refugio a Chloe (Mathilde Ollivier), una francesa que vive en la aldea junto a su tía enferma y su hermanito Paul (Gianny Taufer). Debido a una situación inesperada con un animal salvaje, Boyce terminará infiltrándose en el laboratorio que existe debajo de la iglesia, el cual hasta ese momento era desconocido para él. Lo que descubre allí sobre el accionar de los nazis será muchísimo peor de lo que se imaginaba. Con una enérgica secuencia inicial que nos muestra la caótica llegada a tierra firme de Boyce por medio de un paracaídas, “Overlord” no defrauda al combinar un escenario de guerra con un aspecto más irreal como lo es la creación de zombies nazis a través de un suero rojo. Este cóctel podría haber salido muy mal, sin embargo el director lo supo aprovechar para brindarnos una película llena de gore, tensión y violencia en su máximo esplendor. Teniendo algunas escenas previsibles y algún que otro personaje habilidoso en el uso de armas para beneficio del relato, la cinta se transforma en un entretenimiento pleno durante sus casi dos horas de duración. Aquí no se necesitan detalladas explicaciones en cuanto a las personalidades de los soldados para saber de qué bando estar: ya al ver el carácter de los alemanes y sus experimentaciones nos basta y sobra. En cuanto a los zombies, no son muchos los que se muestran pero estos pocos alcanzan para sembrar el terror en el espectador. Feroces, horrendos y con una fuerza inigualable, los seres se vuelven casi indestructibles, dando la sensación en ciertos momentos de que, más que una película, estamos siendo testigos de un videojuego muy bien realizado. El sonido es otro de los componentes que ayuda a que nos sintamos inmersos en la trama. Con tiroteos y explosiones por doquier, en varias partes la película se vuelve no apta para impresionables. Además, la ambientación oscura capta a la perfección el miedo que se vivía en esa época; en especial en los pueblos donde cada noche, por cuestión del azar, los nazis se metían en el hogar que querían y cualquier hecho terrible podía ocurrir. “Operación Overlord” atrapa al espectador y no lo suelta hasta el inicio de los créditos. Pochoclera a full, la película brinda un giro pintoresco a las historias sobre el nazismo que, a esta altura, se súper agradece.
MISIÓN CUMPLIDA Inicialmente se planteó la posibilidad de que estuviéramos una entrega más del Universo Cloverfield, que Bad Robot, la compañía de J.J. Abrams, ha tenido en expansión en los últimos años, con primero con Avenida Cloverfield 10 y luego con The Cloverfield Paradox, ambos films un tanto irregulares y con conexiones cuando menos arbitrarias con ese supuesto mundo al que pertenecen. Por suerte, Operación Overlord no busca nada de eso, como si Abrams se hubiera dado cuenta que lo importante no era la potencial ligazón con una franquicia, sino volver a contar un relato puro en sus intenciones de entretenimiento y de afiliación genérica. Casi durante toda su primera mitad, Operación Overlord es un film bélico puro y duro, delineando rápidamente a los protagonistas, integrantes de un escuadrón de paracaidistas que, durante el emblemático Día D, tienen como misión destruir una torre de defensa que los nazis poseen en suelo francés. En esos minutos iniciales, el modelo de referencia es claramente Rescatando al Soldado Ryan y su prima televisiva, Band of brothers, aunque también flota el espíritu de un videojuego bélico como Call of duty. A la vez, en su trabajo con esquematismos y estereotipos en función de remarcar lazos grupales y el profesionalismo, pero también en su ensamblaje narrativo y estético, se tiende un puente con el cine bélico de los 40 y 50. Ya en esa primera hora, Operación Overlord da indicios de lo que se viene, porque el film irá incorporando otras tonalidades cuando los soldados van descubriendo pistas y testimonios que indican que la instalación que deben atacar es un lugar donde los nazis realizan experimentos que coquetean con lo sobrenatural. Sin prisa pero sin pausa, la película de Julius Avery va adentrándose en lo horroroso pero sin abandonar el gusto por la diversión. Hay una autoconsciencia un tanto salvaje y hasta políticamente incorrecta en el relato y su puesta en escena, que habilitan el diseño de secuencias que rememoran los terribles experimentos de Josef Mengele pero también donde todo pasa por los tiros, patadas, puñetazos y huidas de entidades monstruosas. Los sustos y la tensión son un componente importante de la historia de Operación Overlord, que van en paralelo o cruzándose con las instancias humorísticas –la relación entre un niño y los soldados tiene momentos muy simpáticos-, las insinuaciones románticas, la acción pura y el gore más disparatado. Avery y Abrams –apoyándose en el guión de Billy Ray y Mark L. Smith- apuestan más que nada a la diversión, construyendo una película que parece un típico exponente de la clase B pero con más presupuesto. El resultado es un film de bienvenida liviandad y objetivos de entretenimiento que se cumplen al pie de la letra.
Zombies, nazis, zombies nazis, una combinación que podría resultar increíble si tenemos buena imaginación, pero no en Overlord.
En una fusión de cine bélico con dosis de sci-fi de principios de los años 80’s Operación Overlord desencadena un infierno adentro de los muros de una iglesia en plena linea de defensa nazi. Dirigida por Julius Avery (Son of A Gun) y creada sobre las palabras de Billy Ray (Capitán Phillips) esta película impacta sobre el espectador plasmando los experimentos nazis en la pantalla grande. Un reich de mil años… reiteradas palabras reflejadas en libros y documentales casi en lineas de taboo sobre lo que sucedía tras las cortinas cerradas de los Axis. Avery crea una película que explora planes y juega – todo sea por la gracia bendita del espectador – en un mundo oculto pero espectacular sobre misiones suicidas llevadas a cabo por estereotipos clásicos del “ser soldado”.Hablando del ser soldado y los estereotipos que se muestran en Operación Overlord, el combo clasisista heroico funciona de manera sólida y soprende – a pesar de los clichés del guión – al presentar a personajes que interesan y dejan huella en sus respectivos desarrollos. Obviando errores con respecto a temas de organización militar de época – la separación racial en las tropas – Overlord se regodea en mostrar al grupo armado aliado de una forma desinteresada y a base del puro entretenimiento cinéfilo. Wyatt Russell deja caer el manto de comedia millenial que llevaba arrastrando desde hace unos años para adentrarse en un terreno, justamente familiar, de acción sin límites (un legado impuesto décadas atrás por su padre, Kurt Russell). Russell opaca a otros individuos del cast personificando a un soldado cuyo objetivo es cumplir la misión cueste lo que cueste; Pilou Asbæk (Game Of Thrones) funciona correctamente como un antagonista sin tintes grises… solo negro y rojo. La película se distingue por marcar dos ritmos distintos en una linea de casi 120 minutos. Lo bélico reina en su introducción: los horrores de la guerra, la introducción de protagonistas y el discurso “no era lo que yo pensaba” se mantienen en extrema coordialidad pero al llegar a la marca de 60 minutos el film da un volantazo y se encamina sobre un camino de miedos ocultos. En Overlord el corte se da por el destino trágico de un personaje, siendo una victima colateral y la verdadera revelación de un plan maestro tras bambalinas. Operación Overlord es un grato encuentro entre la diversión, los horrores de la guerra y el juego con esos desafortunados misterios que han rodeado la historia nazi durante tantos años. Valoración: Muy Buena.
Estamos ante una película bélica que se mezcla con el género de terror y el gore, en la que hay seres que mediante un experimento son entrenados para matar, su aspecto es monstruoso y se enfrentan a unos soldados que desembarcan en Normandía en época de la Segunda guerra mundial. Contiene una buena construcción narrativa, es visualmente solida, tiene acción rimbombante, tensión constante, varios sobresaltos, maneja muy bien los tiempos, no deja a los espectadores distraerse en ningún momento, posee escenas de gran nerviosismo, con planos secuencias para el infarto, variados efectos especiales y un estupendo maquillaje utilizado para las criaturas y sus transformaciones. Contiene cierto toque tarantinesco y le otorga toda la dosis que necesita las actuaciones de: Wyatt Russell (Es el hijo de los actores: Kurt Russell y Goldie Hawn; “Soldier”) esta genial y muy similar a las aventuras que ofrece su padre, Jovan Adepo (Mother!), John Magaro (“Carol”) y Mathilde Ollivier, ellos te ofrecen humor y puro entretenimiento de principio a fin.
En estas fechas es frecuente ver cómo se llenan las carteleras con películas que las distribuidoras no saben bien cómo vender. Y entonces aparecen rarezas gozosas como “Operación Overlord”, que debería convertirse rápidamente en un film de culto. El cuento es simple: Día D, aliados caen tras líneas enemigas, encuentran a la Resistencia y tienen que reventar un puesto de radio. Pero resulta que hay un raro experimento nazi que genera algo así como zombies superpoderosos, una especie de Capitanes América del otro bando y mucho más sanguinarios. Muchas veces la mezcla de géneros no funciona y es simplemente una especie de rejunte prostético. Hace falta pulso, necesidad de complementación de los temas y un elenco que se tome todo en serio, hasta lo más absurdo. “Operación…” cumple con las tres premisas y no deja de lado el propio tema del horror bélico o de la increíble perversión nazi, aquí transformada en puro horror sobrenatural, lo que permite entenderlo todavía mejor (así es como se utilizan las metáforas, justamente). La aventura está muy bien desarrollada, la tensión y el ritmo no se detienen y si alguna falla hay es el abuso de algún lugar común. Pero llena de adrenalina y emociona con el propio uso de las herramientas del cine. Un ejercicio noble y generoso con el espectador.
Como en las elecciones norteamericanas (o como en las secciones de opinión de los diarios argentinos, ups!), hay un ejército de trolls que recorre Internet metiendo opiniones falsas para manipular la opinión pública. Es la única manera de explicar cómo Overlord – el último producto de la factoría J.J. Abrams – obtuvo un 89% en RottenTomatoes y hasta 7/10 en la IMDB. La película está plagada de errores históricos, clichés y hasta el final no es muy excitante. Es como si un ejército de individuos hubiera nacido hoy y nunca hubiera visto películas similares – sin ir mas lejos, Outpost (2008) – que han sido mas modestas, mejor hechas y mucho mas efectivas. Overlord cae dentro del subgénero conocido como naziexploitation, una ensalada que puede albergar desde zombies nazis hasta campos de concentración con mujeres desnudas al estilo de Love Camp 7 (1969). En los 60 el subgénero estaba de boga con cosas tan terribles como Ellos Salvaron el Cerebro de Hitler (1968), y después tuvimos Shock Waves (1977), la saga de Dead Snow, la mencionada Outpost y secuelas, El Reino de las Gárgolas (2007), la subvalorada El Fuerte Infernal (1983), La Roca del Diablo (2011), SS Doomtrooper (2006), Bloodrayne 3 (2010), y The Bunker (2001) entre toneladas de descerebres sicotrónicos. Overlord se parece demasiado a ésta última, solo que con los bandos cambiados ya que en el filme del 2001 era un grupo de nazis que se refugiaban en un fuerte infestado de criaturas sobrenaturales. Acá son zombies creados con un super suero, una idea que parece un combo de Capitán América (2011) y la saga de juegos de El Castillo Wolfenstein. Al estar ambientada durante el Día D – el dia de la masiva invasión a Europa a través de las playas de Normandía, para abrir un segundo frente continental (los rusos atacaban por el este) y terminar de una vez con el poderío nazi en el final de la Segunda Guerra Mundial -, el filme tiene un comienzo espectacular, con centenares de barcos y aviones acercándose a la costa de Francia mientras aguantan un fortísimo fuego enemigo. Ahora bien: que la corrección política te lleve a escupir en la historia, creando pelotones multirraciales que nunca existieron (recién los implementó el presidente Harry Truman en 1948!), y menos un sargento negro al mando (los morenos fueron discriminados en sus propios pelotones y con sus propios oficiales) ya genera un resquemor entre los que conocemos sobre la Segunda Guerra Mundial. ¿Alguien vió alguna vez algún moreno comandando o simplemente participando de algún pelotón donde estuviera John Wayne o Van Heflin?. Pero los problemas del filme no terminan ahí. La credibilidad interna del relato cruje cuando estos tipos se pavonean por un pueblo de Francia como panchos por su casa, especialmente cuando hay toneladas de patrullas nazis vigilando el lugar… pero nunca donde están los protagonistas. Esto es particularmente terrible cuando el feroz jerarca nazi que compone Pilou Asbek (el Batou de la fallida Ghost in the Shell con Scarlett Johansson) intentar tirársele encima a la francesita Mathilde Ollivier. Cinco minutos antes la casa estaba cercada por un pelotón de 10 nazis que estaban dispuestos a matarle hasta el gato pero, cuando está a punto de mancillarla, salen los soldados yanquis escondidos, destrozan media casa en la pelea e incluso terminan a los tiros… algo que no escucha nadie (ni siquiera los vecinos colaboracionistas como la vieja detestable que anda con un silbato avisando infracciones a cuanto alemán se le cruce en el camino) ya que la custodia de Asbek se fue al Congo y no hay un maldito soldado alemán en 100 km a la redonda (!). Lo peor es que el pelotón de cinco tipos que tiene que volar la torre de transmisiones nazi se da maña para que 40 alemanes salgan en fila india y sean masacrados por una ametralladora, un ejemplo de estupidez suprema que sólo pasa en las películas de guerra yanquis. Si la fidelidad histórica y la credibilidad interna del relato crujen, ni que hablar de los bichos que los nazis tienen encerrados en el laboratorio. Hay menos gore de lo esperado y los zombies deformes no terminan de asustar. Es mas un filme de acción que uno de terror, y el clímax está tan cantado que uno puede predecirlo a mitad del filme. Overlord es otro de esos productos sobreinflados de J.J. Abrams, un tipo que se cree un genio y solo sabe crear golpes de efecto con cero substancia. El rey de los bananas produce, pero acá falta originalidad, tensión y tripas como para impresionar. Es posible que, al nadar en dolares, la necesidad de depurar e hilar fino no sea necesaria porque los FX y el maquillaje pueden camuflar a un director mediocre. En un montón de los filmes ante mencionados de naziexploitation (sin ir mas lejos, The Outpost) las cosas iban mucho mejor cocinadas y el resultado era satisfactorio. Acá la critica se embeleza con la pelicula como si Abrams hubiera creado el género, cuando en realidad es un pastiche que toma toneladas de cosas de un montón de filmes mas chicos y efectivos del mismo rubro, y los combina con mucha menos gracia. Y si el público le dió la espalda y recaudó casi lo mismo que costó (40 palos verdes), entonces la gente sabe que esto es puro efectismo sin demasiada solidez, y que hay filmes mejores que éste casi sobre el mismo tema… algo sobre lo cual estoy 200% de acuerdo.
Critica emitida por radio