Una película de acción efectiva con el corazón en el lugar correcto. Dominic Torretto y su equipo creen haber dejado atrás su vida criminal. Luego de detener al terrorista internacional Owen Shaw cada uno se fue por su lado esperando llevar una vida normal y tranquila. Pero Deckard Shaw, un peligroso mercenario y hermano mayor de Owen, tiene otros planes y comienza a llevar a cabo su venganza asesinándolos uno por uno. Al mismo tiempo, un grupo de terroristas somalies se hace con el control de un programa llamado Ojo de Dios, que permite espiar a la población a través de cualquier aparato tecnológico. Una agencia secreta del gobierno de Estados Unidos le encomendará a Torretto y su gente recuperar este programa y rescatar a su creador, para de esta forma poder encontrar Deckard Shaw y eliminarlo, antes que él los encuentre a ellos. Entre lágrimas y gasolina La saga de Rápido y Furioso recorrió un largo camino hasta convertirse en una de las franquicias de acción más exitosas de la historia. Película tras película la apuesta se fue redoblando. Los autos se hicieron más rápidos, la explosiones fueron más fuertes y las escenas de acción cada vez más imposibles. Y todo comenzó con una despareja pero divertida primera cinta que le debía mucho, MUCHO, a Point Break. Pero de allí en adelante supo construir su propio camino. Camino rocoso sin lugar a dudas, pero que terminó llevando a buen puerto. Luego de una segunda parte de dudosa calidad en donde Vin Diesel ni siquiera aparecía por asomo, la tercera entrega de la saga intentó pegar un volantazo hacia otra dirección que, por suerte, no funcionó. Sería recién con la cuarta parte donde la saga tomó un giro todavía más pronunciado hacia la acción sin sentido de la lógica, pero con un gran sentido del entretenimiento. Esto llegaría a su punto máximo con Rápidos y Furiosos: 5in Control y se repetiría con algo menos de suerte en la número seis. Rápidos y Furiosos 7 llega a los cines después de un retraso de casi un año. Retraso que se dio por la trágica muerte de Paul Walker el 30 de Noviembre del 2013, cuando todavía le quedaban un puñado de escenas por filmar. Siendo el co-protagonista de (casi) toda la saga, su personaje simplemente no podía desperecer de un momento a otro, por lo que había que darle una salida. Para eso se reescribieron algunas escenas específicas, y gracias a distintos trucos (pueden leer ACA como hicieron los realizadores para completar el film sin Walker), se lo mantuvo en la película. Esta decisión hace que inevitablemente estemos más pendientes de su personaje y, por consiguiente, le notemos algunas de las costuras al film. Algunas escenas que se sienten incompletas por falta de contra planos y con parte de la acción sucediéndose fuera de campo, peleas en la oscuridad donde no distinguimos a su personaje u otros momentos que figuran en la película pero que pareciera no sumar a nada más que la memoria del fallecido actor. Pero todo esto difícilmente se interponga en el camino de una cinta que tiene un objetivo tan claro el de entretener. Si entras a una película como Rápidos y Furiosos 7 esperando cosas como lógica o profundidad, estás en el lugar equivocado. El cerebro hay que dejarlo afuera de la sala. James Wan, Vin Diesel y compañía saben exactamente lo que su publico quiere y eso es exactamente lo que nos dan, una película pochoclera hecha y derecha. Con escenas de acción exageradas, autos que desafían las leyes de la gravedad y personajes que sobreviven sin rasguños a accidente mortales. Todo está enmarcado dentro de una ridiculez consciente, porque desde el primer plano en la primera escena (imposible mejor presentación para el personaje de Statham) la cinta se encarga de dejarnos bien en claro que todo lo que veremos a continuación no debemos tomárnoslo en serio. A lo largo del metraje se dan algunas de las escenas más increíbles que hayan sido plasmadas en la pantalla y también algunos de los enfrentamientos más esperados por los fanáticos de la acción. Jason Statham se despacha con dos peleas mano a mano con Dwayne Johnson y Vin Diesel, mientras que Paul Walker tendrá el suyo con Tony Jaa (Ong-Bak), y Michelle Rodriguez se medirá contra Ronda Rousey (Los Indestructibles 3). Es bienvenida la adhesión de Kurt Russell al elenco como un simpático y divertido agente que trabajará junto a Toretto y su equipo. Pero a su vez, personajes como el del recién mencionado Jaa o Djimon Hounsou terminan siendo desaprovechados y se pierden en una trama que pareciera no tener lugar para ellos. El guión de Chris Morgan una vez mas tiene como eje central a la relación casi familiar entre Dom y su equipo. Esto es algo que se viene trabajando muy bien desde Rápidos y Furiosos: 5in Control, y que le viene como anillo al dedo a la película ya que logra alcanzar su máximo potencial cuando es momento de despedir al personaje de Paul Walker. Por otro lado las ideas y vueltas de la historia central, el exceso de personajes y algunas sub-tramas que se van abriendo y nunca se cierran, hacen que el guión poco a poco vaya perdiendo fuerza. Conclusión Rápidos y Furiosos 7 es una película que tiene como único objetivo el de darle a su público lo que vino a buscar. Es una cinta de acción cargada de adrenalina y testosterona donde sus 137 minutos de duración apenas se sienten, aunque por momentos se enreda en su confuso guión. Para sorpresa de muchos, también logra ser una efectiva despedida para el personaje de Walker, con un emotivo adiós por parte de Vin Diesel a su amigo y compañero. Si sos un fiel seguidor de la saga, no te la pierdas. Porque todo lo que amaste de las películas anterior lo vas a encontrar tambien acá. Pero si nunca disfrutaste de Rápido y Furioso, quedate en tu casa, no hay nada nuevo para vos acá.
La apuesta sigue aumentando Siete películas basadas en una idea inicial que nadie podía imaginar que iba a llegar tan lejos. La primera con algunos hallazgos, luego tres más que condenaban a la franquicia al olvido –incluyendo una ramificación en Tokio-, al menos en su interés cinematográfico, y de la nada una quinta y una sexta parte que cambiaban las reglas del juego y estallaban como una verdadera fiesta cinematográfica. No es raro que exista Rápidos y furiosos 7, la nueva entrega de una saga que, como ninguna otra, logró reinventarse a mitad de camino y, como sus personajes en sus autos, hizo una pirueta en el aire y cayó de forma impecable nuevamente. Tal cual lo anunciaba el final de Rápidos y furiosos 6, Deckard Shaw (Jason Statham) emprende una venganza feroz contra Toretto (Vin Diesel) y sus compañeros, en venganza por lo que le han hecho a su hermano. Como si este tema no fuera más que suficiente para una película, el corazón de la franquicia necesita autos así que al mismo tiempo que sufren esta persecución implacable, los héroes de la saga deben a su vez realizar una misión encomendada por un agente del gobierno llamado Mr. Nobody (interpretado nada menos que por Kurt Russell) que multiplicará los peligros, los problemas pero permitirá el habitual despliegue automovilístico que uno está esperando. Si Rápido y furioso nació como un film ideal para fanáticos de los autos, la quinta, sexta y esta séptima película han logrado convertirlas en films de aventuras, lejos del gueto inicial, abiertas a mucho más público. No hay palabras para describir la espectacularidad de esta nueva película, no alcanzan los adjetivos para dar cuenta de la compleja y efectiva estructura que Rápidos y furiosos 7 pone en funcionamiento para los espectadores. Pero sí queda claro que este film, como los dos anteriores, están construidos con una alegría cinematográfica que estalla en la pantalla en cada escena. Simples y básicas en la construcción de personajes, de dudoso gusto en algunos armados, Rápidos y furiosos 7arrasa en naturaleza de puro cine. Teñida por la emoción de la despedida –en la vida real- del fallecido Paul Walker- esta séptima parte no se avergüenza de su condición de gigantesco entretenimiento. El elenco se luce en las más hermosamente inverosímiles escenas y Jason Statham como el villano le aporta un valor extra incalculable. Lejos de ser la final, el deseo de una nueva entrega se hace desear cada vez más. El deleite de los grandes momentos que esta película tiene es enorme, y es visual. Si incluso la despedida que uno espera desde el comienzo se realiza a través de un hermoso plano general lejano. Podríamos reducir a Rápidos y furiosos 7con descalificaciones disfrazadas de elogio. No es tiempo de ser tímidos. Lo que conocemos como cine, lo que le dio origen y forma al cine es lo que se ve en la mayoría de las escenas de la película. Es asombroso lo que ha avanzado la tecnología para originar imágenes, pero el verdadero espíritu de la película no está en la locura de una súper producción sino en lo que ha sabido construir película tras película.
James Bond con licencia para matar Rápidos y furiosos con licencia para hacer cualquier cosa Arranquemos con las cosas en claro, ya no podemos decir que lo que hacen "es imposible", tampoco se lo decimos a a la saga de Misión imposible. Rápido y furioso no cambió el nombre simplemente porque no quisieron, pero podrían haberlo hecho. Lejos quedó la historia centrada simplemente en unos corredores de autos. Aquella película inicial tenía un aire importante a Punto límite de 1991 (Point Break). Estas últimas que vimos no dejan a los autos de lado, pero han buscado buenas historias que logran atrapar a un público mucho más amplio. Y con el correr de la saga tampoco han sacrificado ni presupuesto ni imaginación. No se si hay alguna otra saga que se pueda comparar a esta en vigencia, éxito y satisfacción de sus seguidores. Tampoco hay gente que se rasgue las vestiduras o vaya a convenciones de esta película como si hay de otras, aunque con público que cuestiona a las propias películas que espera seguir viendo, léase una Star Wars o El Hobbit por ejemplo. Y eso es lo que pasa con esta nueva entrega, salen victoriosos nuevamente. La película dura poco más de dos horas y no te deja respirar en casi ningún momento. Ganan mucho con la inclusión del pelado Jason Statham que no sabemos si sabe manejar realmente... pero en el cine siempre lo hizo bien ;) Su primera escena es para dejar las cosas en claro, el tipo es duro. Luego empieza todo el ballet con The Rock y ahí es donde el director se vuelve a lucir con el arte puesto en las peleas, su técnica para filmar, los cuadros y muchas cosas más. Noté un aire a Michael Bay pero por el lado bueno que el tiene. Por el lado de la producción es notable que aparezcan todos los de la saga que están "vivos"en la historia, como es el caso de la pareja protagonista de la tercera entrega. Los llamaron para unos pocos segundos, pero se preocuparon en hacerlo para darle fuerza a esa parte de la película. Las escenas de acción son impresionantes, los actores están muy bien, los efectos especiales han mejorado mucho y están muy bien aplicados. El humor está intacto y hace que todo sea un combo perfecto para el cine. Las escenas "retocadas" de Paul Walker serán notadas por los detallistas, pero es algo menor. Ahora lo que hicieron al final de todo es genial. Le pusieron arte a la despedida que habrá que ver como se maneja en la próxima entrega. Pero aplaudo de pie como manejaron todo. Se podrá leer un simple "A Paul" en los títulos, pero porque el homenaje se lo hicieron en la película misma. Pude verla en el Imax y fue una experiencia increíble. El 3D igual es prescindible totalmente, la acción tiene relieve propio. Seguramente le podrás encontrar alguna fallita o unos cinco minutos de más, pero es la séptima entrega de una saga que arrancó hace más de 10 años y te dejan en claro que tienen combustible para rato. Imperdible.
Acción sin límites La esperada séptima entrega de "Rápidos y Furiosos", que sirve de homenaje póstumo a Paul Walker fallecido irónicamente en un trágico accidente automovilístico en 2013, cumple con todas las expectativas y brinda un espectáculo con impactantes y novedosas secuencias de acción donde cada escena está hecha por y para nuestros sentidos. Esta “aparente” ultima entrega de la saga de Rápidos y Furiosos viene precedida del trágico accidente automovilístico que sufriera el actor Paul Walker en 2013 y que llevó a Universal Pictures a terminar el film con la ayuda de los hermanos de Walker, Cody y Caleb. Este hecho incrementó las habituales expectativas que siempre acumulaba cada entrega de esta saga. El director James Wan, conocido por la saga El juego del miedo, La noche del demonio y El conjuro, entre otros films de terror, reemplaza al responsable habitual de la franquicia Justin Lin, adaptándose muy bien al género de acción y llevando a un nuevo nivel las escenas espectaculares de la franquicia. Wan toma los tópicos de la saga y se luce con impactantes persecuciones de coches, luchas cuerpo a cuerpo y secuencias tan inverosímiles como sorprendentes. Repleta de acción y adrenalina, Rápidos y furiosos 7 no olvida los guiños y homenajes a los 15 años de historia de la franquicia -autos espectaculares, exuberantes mujeres en bikini, y carreras clandestinas, entre otros-, volviendo irrelevante cualquier aspecto argumental para el cual sólo basta saber que el hermano mayor de Owen, el mercenario ex militar al que se enfrentaron Toretto y Brian O’Conner en la sexta película, emprende venganza por su hermano lisiado tratando de eliminar al equipo de Toretto. Mas allá de lo esquemático de los personajes, el nuevo villano interpretado a la perfección por Jason Statham -El Transportador- logra imprimirle las dosis de acción y dramatismo que requiere cada escena en la que participa, y las estrellas invitadas como Jason Statham, Kurt Russell y Tony Jaa cumplen sobradamente con su cometido. A pesar de los cliché en los diálogos del comienzo, Wan nunca suelta el acelerador y garantiza con cada plano demenciales escenas y un espectáculo visual que, sumado al 3D, merece contemplarse ante una pantalla en formato IMAX. Rápidos y furiosos 7 rinde al final una emotiva despedida al fallecido Paul Walker, sin apartarse de la trama y con sincera emoción.
Y la banda siguió tocando Pese a la muerte de Paul Walker (Brian), el nuevo capítulo de la saga se terminó, con un final emotivo. Desde hace varios años, y habría que empezar a hilar muy fino para saber con qué película se inició, muchos tanques de Hollywood -no todos- tienen una estructura que los soporta. Los guionistas elaboran escenas, que incluyen peleas y persecuciones, se busca una excusa argumental y se une todo. Se denomina patchwork, porque viene del mundo de las manualidades, y consiste en unir diversas telas y crear nuevas prendas, principalmente mantas y colchas. Y así también, en algún instante Ethan Hunt (Tom Cruise en Misión: Imposible) pasó a ser algo así como James Bond, pero con acompañantes. El agente ya no viaja solo por el mundo. Y en algún otro momento esta otra saga, la de Rápidos y furiosos, comenzó a tener semejanzas con la de Cruise. Hay un protagonista -Dominic Toretto aquí tiene preponderancia-, pero el sentido de pertenencia de la banda de automovilistas de Rápidos... es troncal. Para los fans de Toretto y Brian, el personaje que compuso Paul Walker y que dejó inconcluso en esta séptima entrega al morir, paradójicamente, en un accidente automovilístico cuando promediaba el rodaje, no hay mayores novedades. Ni en los personajes, ni en el esquema de la trama, ni en el aspecto visual. Luego de la 6 que, es probable, cada uno tendrá su favorita, fue la mejor de la saga, ahora tomó el volante James Wan, el director y creador de la primera El juego del miedo y realizador de El conjuro. Pero a no temer que no transformó a Rápidos... en una de terror sobre ruedas. Sincero fan de los personajes, a Wan le tocó el desafío de despedir a Brian, y lo hizo verdaderamente muy bien. Nadie puede extrañar a Brian/Walker, porque en la película está como tiene que estar -los planos de su hermano menor Cody, que lo “reemplazó”, han de ser los del final, y los de cierto atentado al comienzo- y el homenaje de los minutos finales es ciertamente emotivo. Antes, en la historia aparece Deckard (Jason Statham), que quiere vengar a su hermano y por eso planea aniquilar a Toretto y compañía. El filme tiene mucha acción, muchos viajes, muchos gags y muchos hechos ridículos, pero bueno, en tren de la diversión aquí hay semáforo verde para todo.
"Esto no es un adiós" Superando todas las adversidades, y sin caer en la utilización de golpes bajos, la última entrega de una de las sagas más exitosas de los últimos tiempos se consolida como el cierre perfecto para una etapa dorada del cine de acción. Aunque desprende un aroma de nostalgia y tristeza desde el primer minuto, la séptima entrega de “Rápidos y Furiosos” no deja atrás su más reciente pasado y continúa con la tradición de ofrecer una excelente propuesta para los amantes del cine pochoclero. Porque no hay que olvidarse que aquí, sin importar lo que pase, lo más importante siguen siendo los autos increíbles, las misiones imposibles y las peleas “mano a mano” entre verdaderos pesos pesados del género. Todo eso dice presente, posicionando a este capítulo como uno de los más logrados y eficaces de esta franquicia de más de 15 años de vida. Con Vin Diesel llevando las riendas de la trama, “Furious 7” no se olvida de la tentadora premisa deslizada al final de la sexta entrega y desarrolla con un ritmo frenético que no da respiro una tremenda lucha entre la familia Toretto y el villano de turno que, vamos a hacer honestos, hace méritos para quedarse por un buen rato: Deckard Shaw, interpretado por el siempre eficiente Jason Statham. Sin lugar a dudas, todas las escenas que involucran a estas dos bestias, son impagables y terminan erigiéndose como lo mejor de la película. James Wan (aunque no lo crean, el mismo director de “La noche del demonio” y “El Conjuro”) sorprende filmando con el mejor de los pulsos, y alguna que otra puesta en escena ingeniosa, las espectaculares escenas de acción que nos regala “Rápidos y Furiosos 7” entre las que se incluyen la soberbia secuencia de los autos paracaidistas y un cierre a todo trapo en las calles de California, donde la saga rompe sus propios límites además de otras tantas cosas. Quizás el punto más flojo de la película sea la participación mínima de Dwayne “The Rock” Johnson, quien parece estar relegado a ocupar el mismo lugar que Hulk en “Los Vengadores”. Es decir, el de la fuerza bruta indispensable solo en los momentos en los que no quedan más recursos. Salvo por ese pequeño detalle, no quedan dudas de que “Rápidos y Furiosos 7” es la más ambiciosa de todas las entregas que componen esta nueva faceta de la saga. Obviamente, no hay manera de cerrar estas palabras sin hacer mención al descomunal trabajo que llevaron adelante todos los que estuvieron involucrados en la realización del film, quienes lograron que finalmente Paul Walker fuera de la partida y pudiera así despedirse a lo grande de una franquicia que lo extrañará por siempre, recordándolo con la mejor de las sonrisas y al mismo tiempo con gran tristeza. Las escenas de Walker están cuidadísimas, pero dejan en evidencia que el actor fallecido en Noviembre del 2013 tras un terrible accidente automovilísticono llegó a filmar ese porcentaje tan alto del film del que se hablaba previamente. Una puesta correcta de cámaras, menos diálogos y muchísimas escenas con poca luz y bastante movimiento terminaron siendo los principales aliados para que Wan y sus muchachos pudieran contar con el personaje de Brian O’Conner por última vez. No obstante, esos minutos finales a plena luz del día, donde la película se toma su tiempo y establece una mágica relación con el espectador para dejar en claro que ambas partes ya no podrán disfrutar más de la compañía de Paul Walker, son lo suficientemente emotivos para confirmar lo que hasta hace unos meses era un secreto a voces; en la actualidad, no existen superhéroes más humanos que los de la saga de “Rápidos y Furiosos”.
Vértigo e imaginación renuevan la fórmula En la séptima entrada en la serie de "Rápidos y furiosos", el director James Wan redobló la apuesta, pateó el tablero y decidió apelar al más divertido cualquier cosa. Frente a esta película que empieza casi como una telenovela, los dibujitos animados de "Meteoro" se quedan cortos: aquí los autos saltan de un edificio a otro, caen por los más profundos precipicios e, incluso, directamente vuelan, ya que son soltados en paracaídas desde un avión. La trama saca al team dirigido por Vin Diesel de las carreras de autos callejeras a una historia de mutuas venganzas. Al final de la película anterior aparecía un misterioso Jason Statham con muy mala onda. Es un mercenario invencible, hermano de un villano de otra de las películas de la saga, que llega para matar a todos, especialmente a Toretto, y por lo tanto las explosiones y tiroteos y persecuciones automovilísticas empiezan a ponerse cada vez más letales. Pero además aparece un gran hallazgo de este film, el personaje de Mr Nobody (Don Nadie) interpretado por un Kurt Russell que podría haber salido de una pelicula de John Carpenter. Se trata de un agente secreto que les propone que roben un fantástico dispositivo llamado "el ojo de Dios" que permite rastrear a cualquier persona en cualquier sitio del planeta, lo que serviría para dar con un auténtico fantasma como el personaje de Statham, que aparece y desaparece como una sombra para atentar contra la vida de los miembros del equipo de los rápidos y furiosos, que ahora tienen cómo encontrarlo. Lamentablemnte en el guión también hay mucho de telenovela, empezando por la amnesia de Michelle Rodríguez que resucitó en el film anterior sin memoria de su casamiento con Toretto, lo que provoca un exceso de melodrama que, por suerte, se resuelve durante una de las espectaculares persecuciones. Pero esas intromisiones ñoñas hacen que la película demore una media hora en arrancar de verdad, e interrumpen la acción cada tanto a lo largo de las dos horas que con esos detalles se vuelven un poco más largas de lo necesario. Pero este defecto no alcanza a hacer mella en un film que, cuando explota, lo hace en serio con un uso alucinante de locaciones de todo el mundo (particularmente los rascacielos de una ciudad árabe y las calles de Tokyo) y que tiene una técnica de montaje impresionante, además de toda la imaginación del director James Wan para filmar las más dementes escenas de superacción. Una mención aparte merece la despedida a Paul Walker en un clip final, que el público aplaude con emoción.
En RÁPIDOS Y FURIOSOS 7, TORETTO y su equipo deben hacer frente al malvado hermano de OWEN SHAW, muerto en la anterior entrega, un asesino despiadado que busca venganza. Redoblando la apuesta de la anterior entrega de la saga, la premisa ha transformado a los protagonistas del filme en héroes de acción al estilo AVENGERS pero con overoles de mecánico en vez de trajes coloridos. No hay peligro que no puedan superar, ni explosión o caída que pueda dañarles. Sí entramos en este código de fantasía, y nos olvidamos de las primeras entregas, sin dudas podremos disfrutar de una cinta plagada de escenas impactantes, malos muy malos y buenos muy buenos. La muerte de PAUL WALKER que derivó en un cambio de guión, no afecto a una historia clásica en donde los clichés nunca desentonan. Hay momentos en donde la trama recurre a la complicidad del espectador para rendirle homenaje al joven malogrado. En ese sentido, el filme casi que funciona como un in-memorian. El reparto cumple, algunos de taquito, (como MICHELLE RODRÍGUEZ que parece incomoda en el filme) y otros con toda la garra necesaria como DWAYNE JOHNSON (quien aparece poco en el metraje pero se reserva uno de los mejores combates cuerpo a cuerpo) Pero sin dudas, el mejor es el nuevo villano: JASON STATHAM, quien saca a lucir todo su oficio para marcar presencia en este verdadero dream team de héroes de acción. La incorporación de JAMES WAN como director, le ha otorgado a esta séptima entrega un montaje y una puesta que hipnotiza a base de colores estridentes, planos de video clip y vértigo constante. Esta entrega no defrauda, porque da lo que promete, con creces y en dosis XL.
Para los seguidores fanáticos de la saga, una entrega emotiva porque funciona como el largo adiós a Paul Walker, además de los minutos finales de homenaje. Además está presente en toda la película gracias a que filmó casi toda esta entrega, más tomas no utilizadas de otros films, la participación de dos de sus hermanos y la tecnología. La película, dirigida por James Wan, tiene más de superhéroes que de grandes conductores de autos, con escenas que parecen sacadas del cómic. Pero el equipo funciona y los que aman a Vin Diesel y su pandilla, perdón, su familia, tendrán el plato fuerte de la acción, autos de lujo y adrenalina. Para ellos, VAYA (###)
La marcha no se detiene La saga Rápidos y furiosos no sólo es exitosa como pocas en su tipo. Lo más interesante es que su propio diseño la lleva, por más que cada capítulo apunte más alto y más lejos que el anterior, a no tener fecha de vencimiento a la vista. Sin embargo, la aventura más extensa y más intensa en todo sentido de una historia que comenzó en 2001 está marcada a fuego por la trágica muerte en 2013 de una de sus estrellas, Paul Walker, cuando ni siquiera se había llegado a la mitad del exigente rodaje. Ese infortunio determinó, naturalmente, la cancelación del proyecto, luego retomado casi desde cero. Nunca sabremos cuán lejos cambiaron las cosas en relación con las ideas originales, pero lo que queda bien claro es que la producción se empeñó en no quitarle protagonismo a Walker en su película póstuma. ¿Cómo? Aprovechando al máximo lo poco que dejó registrado antes de morir en un tremendo accidente vial y recuperando imágenes descartadas de las películas anteriores. También se recurrió a los dos hermanos menores de Walker, cuyos cuerpos aparecen en varias imágenes con el rostro digital montado del actor fallecido, una proeza de los responsables de efectos visuales que además elevó considerablemente el presupuesto de una película que terminó costando casi 250 millones de dólares. Por eso, este séptimo capítulo funciona deliberadamente (y el guión lo subraya en varios tramos) como un gran homenaje a Walker, del que la historia se vale para acentuar la identidad de familia que tiene este grupo de héroes sobre ruedas y la necesidad de protegerse frente a una amenaza temible como pocas. Esa intimidación tiene el rostro del excepcional Jason Statham, un virtuoso del cine de acción, que llega a la historia en busca de venganza como hermano menor del villano del episodio anterior. La presencia de Statham, además, potencia como nunca el carácter de Rápidos y furiosos como una serie cinematográfica cómodamente instalada a mitad de camino entre The Avengers y Los indestructibles. Aquí, una identidad forjada en talleres mecánicos y carreras callejeras cobra una estatura casi sobrenatural, entre otras razones por la tozudez del líder del grupo (Toretto, el personaje de Vin Diesel) en desafiar hasta las leyes de gravedad con tal de mantener viva a su gran familia, que va sumando nuevos integrantes y herederos. Esta séptima parte pierde con el cambio de director buena parte del espesor y la identidad argumental de los dos brillantes episodios previos. James Wan (el mismo de la magistral El conjuro) les da prioridad a las espectaculares secuencias de acción como piezas en sí mismas, en vez de integrarlas plenamente a una trama demasiado extensa y presentada en un innecesario 3D. Pero el modelo Rápidos y furiosos, aun con estos altibajos, tiene una esencia consolidada que funciona casi sola. Cada integrante del grupo conoce a la perfección su lugar y aprovecha el momento de brillo propio, así como alguna incorporación (Kurt Russell) que suma nobleza y espíritu clásico. A la vez, la presencia de Statham como un villano perfecto garantiza grandes momentos de acción e intercambio de filosas one liners con Diesel, su indiscutido álter ego. Todo esto garantiza entretenimiento, asombro, disfrute genuino por encima de cualquier inverosimilitud y la sensación de que la pérdida irreversible de Walker será muy lamentada, pero no impedirá que Rápidos y furiosos siga su marcha.
Es muy difícil despegar el análisis de esta nueva entrega de la franquicia, de la desaparición física de Paul Walker, uno de los protagónicos de la banda . La producción se demoró, el elenco incorporó a dos hermanos del fallecido para completar las escenas restantes y se reservaron cambios en el guión original para sacar el proyecto adelante. Seguramente por esta razón, más allá de la trepidante acción de "Furious 7", el film reserva un tramo muy emotivo para los espectadores, quienes serán recompensados por su fidelidad a la saga a la hora del cierre, donde se recordará a Walker, en una de las secuencias más nobles (y honestas, me atrevo a decir) vistas en este tipo de films, en mucho tiempo. "Rápido y furioso" dejó hace rato de respetar las leyes de la física. En esta séptima entrega, las reinventa a su manera y para exclusivo goce de sus fans. Autos que desafían la gravedad, secuencias de destrucción en rascacielos, duelos de vehículos especiales, disparos, choques, saltos... Nada de lo que se ve, pareciera poder llevarse a cabo en la vida real. Y está perfecto que así sea. No hay que esperar un gran argumento, aquí también hay venganza. Deckard Shaw (Jason Statham) es hermano del villano muerto de la entrega pasada y clama por equilibrar la balanza de muertes entre lados. Un dispositivo peligroso que no puede caer en manos terroristas y todos necesitan y ya está la mesa servida. Sí, hay además un par de secundarios que aportarán lo suyo (Nathaline Emmanuel y la presencia ochentosa de un prolijo Kurt Russell quien será la curiosidad del episodio) pero nada demasiado original o intenso. No. No es necesario incluso. Con Statham estamos bien. A ver, para conseguir el artefacto que rastrearía al criminal, hay que cometer otro delito y en esa dirección se embarca la crew, dispuesta a hacernos pasar un buen momento con secuencias que rozan el delirio, pero garantizan diversión (y no, no se las vamos a anticipar). El éxito de la "Fast..." está sostenido en dos instancias: la espectacularidad en las escenas de acción, que han ido complejizándose con el avance de los números y el concepto de la camaradería entendida como familia, como valor que defiende a rajatabla. Y aquí, la misma estará amenazada como nunca (recordemos que la sexta termina con el personaje de Han asesinado a manos de Shaw) por lo que los discursos breves de Vin Diesel (ya sabemos, no hay mucha profundidad en ellos) volverán con fuerza a emocionar a los fans. Como nota extra de color, "Fast 7" está dirigida por James Wan, lo cual habla de la increíble ductilidad de este hombre (que viene del terror psicológico e intuitivo en sus últimos trabajos, más allá de haber hecho la primera "Saw") para adaptarse a formatos más duros y menos sutiles. Su aporte es más que nada de potenciar la natural química del equipo y coordinar un grupo de efectos especiales fantástico donde Lola Visual Effects, Rodeo FX y Cantina Creative (todos de primerísima línea, haciendo sólo megatanques como la franquicia de "Avengers 2", "The Hunger Games", "Tomorowland", "Jupiter Ascending", etc) se lucen en la mayor parte de las secuencias. Tanto, que es difícil quedarse con alguna en particular. Todas lucen de primera. Una superproducción que seguramente, batirá records de audiencia en todo el mundo. Y está bien. No es un film realista ni tiene algún atisbo de tomarse en serio, sino una fiesta de principio a fin, de autos, aventuras, choques, balas y amistad. El que no entienda, se pierde algo muy bueno que no se ve frecuentemente en la industria. No con esta calidad.
Una franquicia con signos de cansancio El agente Hobbs yace en un hospital con pierna y brazo enyesados después de caer de un quinto piso cuando recibe la visita de Dominic Toretto para debatir acerca de cómo proceder ante la irrupción del malvado de turno. A Hobbs no parece importarle demasiado el protocolo policial; está cegado por el espíritu de venganza. “Voy a pegarle tanto que va a desear que su madre nunca hubiera abierto las piernas”, dice. Queda claro que la sutileza, la complejidad, el realismo y la sofisticación no son parámetros aplicables a los personajes de Rápidos y furiosos 7. Ni a ellos ni a ninguna de las películas de la saga, ésta incluida. Construidas sobre la base del placer férrico, rabiosamente analógicas y con un fetichismo manifiesto por el crujir de las chapas y el movimiento, las primeras Fast & Furious supieron ser un cúmulo de misoginia –característica no del todo olvidada– y bólidos tuneados –ídem–. Hasta que en su quinta y mejor parte pegó un volantazo salvador desplazando a los autos a un segundo plano para convertirse en una de las franquicias de acción más autoconscientes y estimulantes del cine contemporáneo. Pero ahora los primeros síntomas de agotamiento ya están a la vista.Atravesado por un tono elegíaco producto de la muerte de Paul Walker, uno de sus protagonistas, en plena etapa de rodaje, y con una escena final alusiva sorprendentemente emotiva para un universo narrativo vaciado de emociones, el film, ahora con James Wan (El juego del miedo, El conjuro) ocupando el sillón de director, es más de lo mismo. Más en el sentido literal: más delirante, más musculosa, más absurda, más hueca, más cosmopolita (la trama va de Emiratos Arabes a República Dominicana, de Japón a Estados Unidos) y más despreocupada por su lógica argumental. Esto porque calca la excusa de siempre con el único fin de volver a unir al grupo de conductores y ponerlos al volante. Esa excusa aquí tiene la forma de un pelado con cara de pocos amigos, de puño fácil y patada siempre lista para ser revoleada muy parecido a ese emblema del cine físico moderno que es Jason Statham. El ex transportador es un agente del servicio secreto británico retirado por la corona cuando dejó de ser funcional a sus intereses, y que ahora está con bastante ganas de moler a palos a los responsables de la muerte de su hermano, asesinado en el film anterior por el grupete protagónico.Rápidos y furiosos 7 deja el regusto de un menú fast food regurgitado y no demasiado distinto a los anteriores. Menú compuesto por escenas “dramáticas” en las que los personajes intentan humanizarse escupiendo sus sentimientos con una rusticidad alarmante, y otras destinadas a torcer cualquier lógica física, gravitacional y biológica. Así se entiende que un auto atraviese ¡tres! edificios sin que Toretto (Vin Diesel, más pétreo e inexpresivo que siempre) sufra un rasguño. O también que Hobbs (Dwayne Johnson, cada día mejor comediante y más cerca del Guinness por sus bíceps tamaño Kohinoor) derribe un dron con una ambulancia para después empuñar él solito una ametralladora más grande que la pantalla. 6 - RAPIDOS Y FURIOSOS 7 (Furious 7, Estados Unidos/2015) Director: James Wan.Guión: Chris Morgan y Gary Scott Thompson.Duración: 137 minutos.Intérpretes: Vin Diesel, Paul Walker, Jason Statham, Dwayne Johnson, Michelle Rodriguez, Jordana Brewster, Tyrese Gibson.
La acertada renovación de una franquicia… Como es frecuente, la maquinaria de Hollywood no para tras conseguir un éxito rotundo de taquilla sobre un film individual. El siguiente paso a este fenómeno es el de continuar con la premisa inicial, parir secuelas e intentar en el mejor de los casos buscar un mínimo giro para no aburrir al público cautivo de la saga y retenerlo por cuantas continuaciones sean posibles. Esto es así siempre y cuando que la maquinaria no se detenga con una secuela que no reditúe económicamente. La franquicia de Rápidos y Furiosos empezó a convertirse en un éxito tardío (tanto económico como en la calidad del producto) gracias a dos factores bien marcados. Uno, el cambio de locación, al igual que en los arcades de corridas de autos donde al pasar de un nivel a otro te encontrás con un escenario completamente distinto al anterior. Esto ocurrió a partir de Tokyo Drift, y el traslado a Japón tras la bochornosa primera secuela encomendada a John Singleton, el director de la maravillosa Boyz ‘n the Hood. Luego se sucedieron las escapadas a México, Brasil y Londres. En Rápidos y Furiosos 7, paseamos por Los Ángeles, Tokio y Abu Dabi, apuntalando de esta manera una búsqueda de carácter internacional que ya ha sido explotada en franquicias como las de James Bond, Indiana Jones o Jason Bourne. Dos, menos original pero efectivo: sumar figuritas en cada nueva secuela. Dwayne “La Roca” Johnson, Jason Statham y Kurt Russell, líderes individuales en sus propias producciones, aquí a merced de trabajar en conjunto. Todo este soporte sirvió para erguir aun más alto el producto final deseado: cuanto más recargados estén los efectos y el extremismo de las escenas de acción, directamente proporcional resultará la espectacularidad del entretenimiento. Hay temas que son incuestionables en Rápidos y Furiosos 7, y el principal es la credibilidad de lo que ocurre en pantalla, que poco o nada importa. Si compraste el boleto en las primeras escenas, todo lo que ocurra a posteriori resultará creíble. Rápidos y Furiosos 7 posee dos polos más a desarrollar fuera del festín automovilístico, el de una relación amorosa (Vin Diesel- Michelle Rodríguez) y el de una relación familiar (Paul Walker). Como consecuencia del reciente fallecimiento de Walker, se desprenden dos escenas que podrían haber funcionado mejor por separado y no juntas, seguidas una de la otra como se las ve en el film. Una de las secuencias en cuestión funciona como una pequeña conmemoración del fallecido y la otra aporta la vuelta de tuerca que tuvieron que darle al guión para que la franquicia pueda continuar, desligando responsablemente la ausencia de Walker. Sin lugar a dudas, en estas dos escenas descubrimos el mejor momento del film.
El caso de la saga de Rápido y Furioso es único, además de un modelo a seguir. Si bien la primera parte ya tenía una buena cantidad de hallazgos (Vin Diesel, para empezar, el alma de la franquicia), los responsables no dejan de superarse película tras película, especialmente desde la cuarta entrega, cuando el pelado de voz gutural volvió luego de dos ausencias, ahora como productor. Los autos, las persecuciones, las mujeres, todo fue maximizado a niveles propios de los films de James Bond, lo que cautivó a los fanáticos. No obstante, la esencia es la de siempre, y no pasa por la espectacularidad sino por la lealtad y el amor. Rápidos y Furiosos 7 no sólo respeta esa premisa: va más lejos aún. Esta vez, Dom Toretto (Diesel) y su familia -amigos, no: familia- comienzan a ser acechados por su pasado más reciente: Deckard Shaw (Jason Statham), un ex militar y ahora prófugo, está determinado a vengarse de quienes tocaron al hermano de Owen (Luke Evans), el villano de Rápidos y Furiosos 6. Una amenaza invisible, letal, con una inteligencia comparable a su destreza física. Pero hay una chance de desprenderse del rol de corderos y convertirse en cazadores: un misterioso agente (Kurt Russell) les ofrecerá asistencia si antes lo ayudan a rescatar a Ramsey (Nathalie Emmanuel), una hacker que tiene acceso a un programa capaz de monitorear cada dispositivo electrónico existente. Una misión que los llevará por nuevos parajes exóticos… y flamantes peligros que deberán sortear. Desde la secuencia de créditos queda claro que se tratará de una historia de revancha, con un oponente a la par de Toretto y los suyos. Como era de esperarse, Jason Statham brilla en cada una de sus apariciones, que incluyen peleas memorables contra Hobbs (Dwayne Johnson) y Dom. Una premisa y un personaje poderosos, que terminan siendo consumidos por la subtrama de espionaje, en la que Djimon Hounsou encarna a un terrorista bastante menos intimidante que el astro de El Transportador. Claro que eso no perjudica ni el ritmo infernal ni las secuencias demoledoras e inspiradas. ¿En qué otra película habrá un auto saltando de un edificio a otro, y en los Emiratos Árabes? Justin Lin, director de las cuatro secuelas anteriores, le cede el mando a James Wan. Si bien el malayo se hizo de un nombre gracias a películas de terror (El Juego del Miedo, El Silencio de la Muerte, La Noche del Demonio y su continuación, y El Conjuro), tiene un antecedente en el rubro acción, lazos filiales y venganza: Sentencia de Muerte, donde Kevin Bacon castigaba a los asesinos de su hijo. Allí también había una escena con un auto, pero el estilo elegido en R y F 7 es más colorido y frenético, a tono con los seis films que le preceden. En Rápidos y Furiosos 7 hay adrenalina, humor, vehículos de ensueño y, sobre todo, emoción: la muerte de Paul Walker durante el rodaje -y en un accidente automovilístico, paradójicamente- tiñe el espíritu de la película. De hecho, el epílogo es una muy bella y emotiva carta de despedida al rubio actor. Por supuesto, la tragedia de Walker no parece detener a una saga que mantiene el pie en el acelerador, por el camino del éxito.
One last ride? Vin Diesel y su familia han vuelto. Inimaginablemente a 14 años de aquel film que abrió la vertiginosa franquicia, estaciona en el cine más cercano de tu barrio Rápidos y Furiosos 7 (Furious 7) con James Wan como nuevo director al volante. Dom, Brian, Mia y Letty disfrutan de la vuelta a casa luego de las amnistías otorgadas por Hobbs al contribuir al arresto de Owen Shaw. Su tranquilidad se verá afectada cuando el hermano de Shaw, Deckard, comience a cazar uno por uno a Toretto y sus amigos en venganza por lo que le han hecho a su hermanito menor. La saga Rápidos y Furiosos parece interminable e inagotable. No existe un “One last ride” para este linaje fierrero. Cada entrega sube la apuesta en vértigo, acción y voracidad consiguiendo un resultado superior a su predecesora. La partida de Paul Walker era, y es, una baja sensible en una familia que aparenta ser tan unida dentro como fuera del set de filmación pero Rápidos y Furiosos 7 la sortea redondeando una edición que enaltece a la franquicia de acción más importante del nuevo milenio. Paseos por estrechos túneles adentro de montañas en la frontera entre México y Estados Unidos, una caja fuerte que destruyó las calles de casi toda Río de Janeiro, un tanque en un puente y el explosivo aterrizaje del avión más grande del mundo (Tyrese Gibson dixit) son algunas de las grosas secuencias de acción que habitan en las antecesoras películas, algo que representaba una espectacularidad difícil de superar por James Wan para Furious 7. La cuestión es que solamente la operación en las montañas del Cáucaso es suficiente para entender que esta parte es la más arriesgada y altisonante película de toda saga. Rápidos y Furiosos 7 se beneficia al máximo del peso implícito que posee tener entre sus filas a un némesis del calibre de Jason Statham. A partir de la cuarta parte, la saga motorizada ha sabido moldear y desarrollar a sus personajes con una pasión y una lealtad pocas veces vista para una superproducción que lleva tantas entregas. Hay demasiado amor en Rápidos y Furiosos 7 para que termine siendo una mala película. La mística creada, pulida y desplegada alrededor de Vin Diesel, Paul Walker y Michelle Rodriguez con cada nueva edición es aprovechada y potenciada por los enemigos presentados desde Fast Five. Es que los contrincantes presentados en las Rápidos y Furiosos (siempre a desde Fast & Furious del 2009) no son figuras decorativas, sino que hacen mella y dejan enseñanzas en sus contendientes. Antes fueron Dwayne Johnson, Luke Evans y Gina Carano y ahora son Jason Statham, Tony Jaa y Ronda Rousey los encargados de presentarles un desafío a la altura del trío protagónico. Y vaya que lo consiguen. Las dos peleas entre el crack de Jaa (bestia universal del Muay Thai) y Walker (te vamos a extrañar Paulie) son una pasada a pura fuerza de rodillazos y piñas. La secuencia de lucha en Dubái entre Rousey (eximia luchadora de artes marciales mixtas) y Rodriguez resulta un despelote tan excitante como temerario. Párrafo aparte merecen los enfrentamientos entre Diesel y Statham. Con The Rock, Diesel había confirmado una vez más la temible fuerza que lleva adentro de su cuerpecito (?) con un enfrentamiento que atravesó muros de concreto, con Evans expuso su inteligencia y liderazgo y ahora para superar a Statham necesitó superarse a sí mismo y exprimir todo su potencial para combatir a su enemigo más temible. La pelea final entre Dom y Deckard es antológica por la brutalidad y destreza presentada. Rápidos y Furiosos 7 se beneficia al máximo del peso implícito que posee tener entre sus filas a un némesis del calibre de Jason Statham, sin dudas el máximo exponente del cine de acción en la actualidad. Rápidos y Furiosos 7 sube la apuesta y sale victoriosa su espectacular camino hacía el éxito. El adiós final a Walker (homenajeado en otros pasajes del film) le agrega una sensación de nostalgia y emoción a una inolvidable franquicia que de seguir por esta ruta podrá ser interminable hasta que Diesel y compañía lo decidan.
¿Quién hubiera pensado que algún día nos terminaríamos emocionando con una película de acción de Vin Diesel? Más allá de las virtudes técnicas que presenta el film, esta séptima entrega de Rápido y furioso quedará en el recuerdo por el sentido homenaje que se le hizo a Paul Walker y la manera en que los realizadores sacaron adelante el proyecto luego de la muerte de uno de los protagonistas. La evolución que tuvo esta franquicia en los últimos años es extraordinaria y no tiene antecedentes en Hollywood. Cuando se estrenó la tercera parte, en el 2006, Rápido y furioso iba a camino a desaparecer en el cine. Las secuelas clase B realizadas para el dvd era el gran destino de esta franquicia. Sin embargo, los productores volvieron a juntar a los protagonistas del film original del 2001 y con una mayor apuesta en materia de acción y efectos especiales levantaron por completo la serie. La gran novedad de este nuevo capítulo es la incorporación de James Wan (SAW, El conjuro) en la dirección, quien reemplazó a Justin Lin, el cineasta a cargo de las últimas entregas. Esta película representa la segunda incursión de Wan en el género de acción, luego de Sentencia de muerte (Kevin Bacon). Un trabajo muy interesante que permite apreciar su talento y versatilidad como realizador, que va más allá del gran dominio que presentó hasta ahora en el género de terror. Si bien Wan mantuvo la estética y la música que caracterizaron los trabajos de Justin Lin, Rápido y furioso 7 elevó la calidad de las secuencias de acción con varios momentos extraordinarios. Ya de entrada, en los primeros minutos, la manera en que está filmada la pelea que tienen Jason Statham y The Rock (el pueblo cinéfilo siempre lo llamará de esa manera) se nota claramente que hay otro director a cargo que se propuso abordar la acción de un modo diferente. El trabajo que hizo Wan con los ángulos de las cámaras en esa escena es fantástico. Si algo quedó claro al ver Rápido y furioso 7 es que James Wan debería estar entre los candidatos para el próximo director de la saga de James Bond. La manera en que encaró el tratamiento de la acción parece muy influenciada por la saga de 007. Por ejemplo, la secuencia donde Diesel y Walker atraviesan de un salto en el aire tres edificios es un típico momento de una película de Bond. No importa que esas situaciones desafíen las leyes de la física y el sentido común, James Wan entendió claramente el concepto de esta saga y en materia de realización ofreció un trabajo brillante. Esta película además resultó un claro ejemplo de como se deben utilizar los efectos digitales de manera adecuada para evitar generar espectáculos artificiales. La historia presenta situaciones alocadas pero lo que ves en la pantalla siempre es creíble y no se nota el trabajo de la animación computada. Dentro del reparto no pasaron desapercibidas las incorporaciones de Jason Statham (en un atípico rol de villano) y una leyenda del género como Kurt Russell, quien le dio jerarquía al elenco. Para quienes somos seguidores del cine de artes marciales terminó siendo un poco decepcionante el debut hollywoodense de Tony Jaa (Ong Bak, The Bodyguard), una de las grandes estrellas de Tailandia, quien en esta producción quedó bastante desdibujado. Creo que esto tuvo que ver con una cuestión argumental donde Jaa no tenía demasiado lugar para destacarse y ya ocupaba Statham el rol de villano. Tony tiene un par de buenas escenas junto a Paul Walker pero son breves. A propósito de Walker, el modo en que los productores manejaron el tema de su muerte en esta produción es extraordinario. Había centeneres de variantes para elegir y optaron por la más inteligente y emotiva. Chandler seguramente va a mencionar los detalle técnicos en su reseña por lo que no me voy a detener en este punto. Lo que no puedo dejar de destacar es el soberbio homenaje que se le hace a Walker al final. El momento es muy emotivo porque Diesel expresa unas palabras que le salen del corazón. Es raro emocionarse con una película de acción, pero Rápido y furioso 7 genera esa reacción y por esa razón será recordada entre las grandes propuestas pochocleras del 2015.
Ni la muerte los separa... (El largo adiós) “Las excusas no se filman”, es una de las máximas del negocio cinematográfico. Sin embargo, teniendo en cuenta que uno de los dos protagonistas de Rápidos y furiosos 7 (Paul Walker) se murió en medio del rodaje, hay algunos atenuantes para ciertos problemas que aparecen durante esta nueva entrega de la exitosa (y muy divertida) saga. Sólo las proezas técnicas de la industria de Hollywood en materia de efectos visuales permitieron maximizar lo poco que Walker había filmado antes de su accidente fatal, aprovechando también tomas descartadas de las películas anteriores y otras nuevas que se hicieron con su hermano gemelo Cody como “doble de cuerpo” e incorporándole luego el rostro de Paul. Se entiende, por lo tanto, que el personaje de Brian O'Conner (Walker) tenga esta vez menos presencia que en los films previos, que sean Dominic Toretto (Vin Diesel) y Letty (Michelle Rodriguez) quienes carguen la trama sobre sus espaldas. No se comprende, en cambio, por qué el Hobbs de Dwayne Johnson tiene aportes importantes al comienzo y al final pero desaparece en el resto de la película o por qué hay dos malvados: uno con mucho desarrollo y posibilidad de lucimiento en el terreno físico (el gran Jason Statham) y otro que es poco menos que una figura decorativa (Djimon Hounsou). ¿Eso quiere decir que Rápidos y furiosos 7 es una película fallida? Para nada. Simplemente se nota el “cortar y pegar”, el pastiche, el collage un poco desprolijo, el rompecabezas en el que no todas las piezas encajan. Como compensación tenemos no sólo a Statham sino también a un hilarante Kurt Russell, que parece salido de una película clase B a-lo-Carpenter. Es cierto que el malayo James Wan (realizador de la notable El conjuro) no es tan virtuoso ni parece comprender del todo la esencia de la franquicia como el taiwanés Justin Lin (responsable de cuatro entregas), pero lo suyo es más que digno y con algunas set-pieces (la Ferrari volando entre edificio y edificio y edificio de Abu Dhabi) realmente formidables. Que la película es grasa, absurda, ridícula… Sí, y a mucha honra. Que las chicas en bikini o las exhortaciones familieras de Toretto a esta altura se repiten demasiado, también. Pero para quienes vimos (más de una vez) las películas de la saga durante 15 años, hay un territorio tan conocido como disfrutable. Verdadero cine popular. ATENCIÓN: PEQUEÑO SPOILER Y, aunque por momentos está demasiado cerca del golpe bajo, uno no puede dejar de llorar durante los últimos cinco minutos concebidos en directo homenaje a Walker. La toma aérea cenital del final con los dos autos yéndose por diferentes caminos tiene un hermoso poder simbólico y lírico. Adiós, Brian…
A toda marcha "Rápidos y furiosos 7" se suma a la saga de acción con aciertos dentro del género. Las escenas con el fallecido actor Paul Walker están incluidas en la trama. Antes de que los motores de Rápidos y furiosos 7 empezaran a rugir, varios interrogantes daban vuelta: ¿cómo la dirigirá James Wan, un director que viene del terror? ¿Cómo ensamblarán las escenas que no pudo terminar Paul Walker? La presencia de Jason Statham, ¿opacará a Toretto y su banda de dementes trogloditas amantes de los fierros y la velocidad? Estas y muchas cuestiones más sobrevolaban por los pasillos y preocupaban a su público fiel, quien esperaba ansioso su estreno. Para alivio de todos, la séptima entrega pudo sortear con prepotencia cada una de las dificultades que se le presentaron. La película comienza minutos antes de que Deckard Shaw (Statham) haga la llamada telefónica a Dom Toretto (Diesel), el final de la anterior. La apertura con Shaw caminando a la salida del hospital, mientras la cámara va abriendo el ángulo para mostrar el reguero de gente muerta a su alrededor, funciona como un prólogo que anticipa la violencia. Después de que Dom recibe la amenaza decide convocar a sus amigos para atrapar a lo que parece ser una impiadosa máquina de matar. Es ahí cuando entra en escena Don Nadie (Kurt Russell), un mafioso que les ofrece ayuda pero sólo si le consiguen un dispositivo de avanzada al que llaman “el ojo de Dios”, una especie de pendrive que permite ver todos los movimientos del enemigo. Para eso necesitan la ayuda de Ramsey (Nathalie Emmanuel), una hacker que sabe dónde se encuentra escondido el pequeño artefacto y a quien deberán rescatar (la llevan prisionera en un camión blindado) para luego poder atrapar a Shaw. Rápidos y furiosos 7 quizás sea de las películas e la saga la que más vuelve a la primera, la que más presente tiene en su recuerdo el origen de todo: regresan las carreras del desierto y los flashbacks y referencias a cómo se conocieron Brian (Paul Walker) y Mia (Jordana Brewster) son constantes. James Wan nos ubica rápidamente en el universo simbólico de la saga. La puesta en escena, las actuaciones, los diálogos y su estética de videoclip de Pitbull se ajustan a lo que debe ser este tipo de películas. Y no sólo respeta las reglas del género (con todos sus lugares comunes) sino que se arriesga a dar un poco más. Las escenas de acción son tan poderosas que hacen la diferencia. La secuencia de la persecución en la montaña es superlativa y el enfrentamiento mano a mano entre Toretto y Shaw es del orden de lo épico. Si bien a los momentos dramáticos se los puede considerar como puntos flojos, también se puede decir que son necesarios para bajarle un cambio a más de dos horas de puro vértigo. Como si se tratara de un deporte extremo, Rápidos y furiosos 7 es una película de riesgo, en la que sus protagonistas no tienen miedo de arrojarse al vacío en sus autos tuneados. La importancia de la familia, la preservación de los códigos y la venganza son sus temas principales. El final es tan emotivo que deja un nudo marinero en la garganta. La gran virtud de la saga es que no sólo sabe captar la sensibilidad de un público al que se denomina popular (en su mayoría latino e hispanoparlante) sino que lo entiende y lo hace propio. Aquí el cine incluye al espectador y lo entretiene.
Distinto piloto, misma (aburrida) ruta La séptima entrega de la saga de Rápidos y furiosos es una decepción. No una gigantesca, sino más bien una suma de pequeñas decepciones, bastante desvinculadas -o no directamente relacionadas- con la construcción previa de la saga. Al fin y al cabo, pedirle a esta franquicia que cambie no sólo es una quimera, sino principalmente una ingenuidad, teniendo en cuenta los excelentes resultados que viene acumulando en la taquilla y principalmente su vínculo prácticamente indestructible con su amplio público, que le festeja y defiende todo, hasta el extremo de la agresividad para con los detractores (ver los comentarios vertidos a propósito de los textos de Rápidos y furiosos 5in control y Rápidos y furiosos 6). Lo cierto es que esos fanáticos -en especial los más extremos- no son demasiado diferentes de, por ejemplo, los de La Guerra de las Galaxias, El Señor de los Anillos y hasta el cine que puebla eventos más prestigiosos, como el BAFICI: todos están atravesados por la misma intolerancia. Si tenemos eso en cuenta y dejamos para otro momento la discusión sobre por qué este es, por desgracia, el cine del presente -y muy probablemente del futuro-, podremos dedicar la energía suficiente y necesaria al objeto particular que es Rápidos y furiosos 7. Las decepciones que integran a Rápidos y furiosos 7 pasan, lógicamente, por los nuevos elementos que la integran y que podían cambiar aunque sea mínimamente la ecuación, empezando por el elenco. De Djimon Hounsou, Nathalie Emmanuel y Ronda Rousey, que hacen lo que saben en su justa medida, no se podía esperar mucho más. Pero un genio de las artes marciales como el tailandés Tony Jaa, que ha sabido construirse una enorme carrera en Oriente y que puede ser visto como un heredero de la mejor tradición construida por Jackie Chan y Jet Li, merecía un rol más acorde, que explotara sus habilidades al máximo, y no el papel pequeño e intranscendente que le toca, donde está lejos de poder desplegar las múltiples habilidades que posee, como le pasó a Joe Taslim en Rápidos y furiosos 6. Ni hablar de Jason Statham, probablemente el mejor actor de acción que ha dado Hollywood en el nuevo milenio y que sin embargo sigue sin encontrar la gran película que lo consagre: acá, el villano que interpreta, Deckard Shaw, ni siquiera tiene la estatura profesional de su hermano (el villano de la sexta parte), y su supuesta sed de venganza no termina de quedar delineada con la suficiente fuerza, disuelta en el medio de toda una trama alrededor de un dispositivo para ubicar blancos que es buscado tanto por una organización terrorista como por el gobierno estadounidense. El único que sale bien parado es Kurt Russell, básicamente porque su personaje le requiere poco esfuerzo: apenas su carisma, que el legendario actor despliega con una soltura apabullante. Pero la decepción mayor es su director, James Wan, un realizador que le había dado un nuevo impulso al cine de terror con la seguidilla de La noche del demonio, El conjuro y La noche del demonio 2, y que en Sentencia de muerte había insinuado una enorme habilidad para trabajar la acción a través de los planos secuencia. De ahí que se pudiera esperar una mayor elegancia y aprovechamiento del espacio en las secuencias de alto impacto, sin por eso resignar fisicidad. Pero no, se ve muy poco del cine de Wan, ahogado por el gigantismo de la propuesta, repleta de subtramas, personajes que aparecen y desaparecen, diálogos que siguen bajando línea sobre la amistad y la familia con un trazo grueso realmente asombroso, y un guión que no es tal, porque en verdad pareciera que Chris Morgan hubiera escrito el film como una mera sucesión de escenas espectaculares, sin pensarlo realmente como un verdadero relato. En consecuencia, el cineasta hace lo que puede, plegándose a un plan de “romper todo” donde las explosiones, persecuciones, peleas, autos lujosos y culos femeninos se van acumulando sin mucha lógica, con lo que se pierde buena parte del objetivo real de la película, que es el noble entretenimiento. Rápidos y furiosos 7 no funciona ni como historia de venganzas ni dentro del esquema del grupo enfrentado a una titánica tarea, similar al de Misión: Imposible (ver por ejemplo la verosimilitud del pasaje en la torre de Burj Khalifa en Misión: Imposible – Protocolo Fantasma en comparación con la arbitrariedad de la secuencia de Abu Dhabi de esta película). Sin la capacidad suficiente para introducir su mirada, Wan no consigue que esta séptima parte sea muy distinta de las anteriores entregas filmadas por Justin Lin. Lo que queda es el mismo sexismo, machismo y conservadurismo de siempre, vehiculizados a través de la testosterona habitual. Rápidos y furiosos 7 es igual que sus predecesoras y no tiene nada nuevo para ofrecer, excepto una despedida decente para Paul Walker. Ese es su mayor pecado, que también le cabe a Wan, quien nunca pega el volantazo que el film -y sus propios antecedentes- le pedían.
Llegó el día... La última parte de "Rápidos y Furiosos" ya está en el cine y es una explosión total - literal -. Dos horas, casi veinte, de super acción, violencia y no tanta sangre (las muertes son tremendas pero la sangre "roja chorreando" quedó para otro corte de peli, acá no se ve). Arranquemos por la dirección, James Wan, director de "El Conjuro", "El Juego del Miedo", "Insidious" y más, sabe como contar y te va a hacer pasar un muy buen momento 100 % pochoclero. Al elenco ya lo conoces, Vin Diesel, The Rock, Michelle Rodriguez, Tyrese Gibson y Paul Walker (última película que rodó), quienes funcionan nuevamente a la perfección. La trama está muy bien, pero los fx, las persecuciones y los autos que destruyen sobrepasan todo lo que vimos en pelis de acción. Una buena opción para este finde.
Hombre de familia Hace catorce años se estrenaba Rápido y furioso como una película para fanáticos de los fierros centrada en las picadas, las peleas callejeras y los códigos de barrio. Debido al éxito de esta primera entrega llegó la segunda, que continuaba moldeando el clan principal y aceitaba la idea de familia. Después vino Justin Lin, el director que cambió el rumbo de las cosas y definió la identidad de la saga de ahí en más. A su primer intento de regeneración en Tokyo, le siguió un cuarto episodio que comenzaba a delinear el camino de lo que se vendría: dos obras maestras no sólo del mejor cine de acción, sino del cine en general. Rápidos y furiosos 5in Control y su secuela, Rápidos y furiosos 6, apostaban a la autoconsciencia y al pase libre para que sus personajes hicieran lo que se quisieran: desde despedazar un tanque en plena ruta hasta desafiar las leyes de la gravedad y volar como si fuesen Superman. Hace rato que no estamos más ante una saga fierrera, sino frente a una de superhéroes o, mejor dicho, de una familia de superhéroes que comparte sus gustos por los autos, las carreras, las piñas y las balas. En el universo de estas hermosas figuras de acción lo más importante no son los autos. Lo que está por encima de cualquier otra cosa y por lo que vale la pena arriesgarse es la familia. De hecho, en esta nueva entrega, Toretto le da unas vueltas a un Lykan HypterSport rojo que tan solo unos minutos después cae desde un edificio altísimo en Abu Dhabi para terminar destrozado contra el asfalto. Como esta familia de actores es la principal atracción delevento, la cámara adopta todas las posiciones posibles –hasta las más extrañas que se les ocurran– para que no nos perdamos ni un milisegundo de la acción y podamos disfrutarla desde todos los ángulos imaginables. Cada escena pasa a una velocidad demencial, pero eso no nos impide distinguir con claridad y en todo momento quién le pega a quién, en qué auto está cada uno, a qué distancia, y quién explota qué cosa. Los golpes de efecto están estrictamente ligados a los personajes que tanto queremos, por eso vivimos al palo cada piña que se comen, cada despelote en el que se meten y cada segundo de sufrimiento. Lo único que queremos es que salgan ilesos para llegar a saborear junto a ellos esa Corona tan esperada al final del día en familia. A diferencia de lo que sucede con un cine como el de Iñárritu y su inesperada virtud de la ignorancia, que solo pretende impresionarnos con alardes formales, Justin Lin y James Wan han logrado algo casi imposible: deslumbrarnos con el espectáculo, sí, pero no por sus proezas técnicas , sino gracias a las criaturas que retratan y. Eso es lo que convierte a Rápido y furioso en una de las sagas más valiosas de todas. La nobleza ya no es solamente un rasgo que pinta de cuerpo entero a la pandilla motorizada, sino que se extiende a cada miembro del equipo que logró sacar adelante este séptimo capítulo marcado por la sorpresiva muerte de Paul Walker, lo que significó un volantazo de guión para Chris Morgan –un tipo con recorrido dentro de la saga– y compañía. El tuneo que le falta a Rápidos y furiosos 7 en peso argumental y coherencia narrativa –algo que había en los dos notables episodios previos– la película lo compensa en espesor dramático. Este capítulo se caracteriza por un viraje hacia terrenos más oscuros –vale recordar que James Wan proviene del terror–, escenas donde puede sentirse la densidad que hay en el aire, pero sin olvidarse de que los personajes hacen lo que hacen porque les gusta, que tienen la vida que desean y que se definen como personas en cada una de sus acciones. La película está llena de momentos luminosos y consigue algunos de una belleza formal impresionante, como la escena final en la que Dom y Brian conducen una vez más por las calles de Los Ángeles hasta que el camino se bifurca y cada uno sigue su ruta. El cine es movimiento y James Wan entiende como nadie el significado de esa palabra. Por eso no le importa que algunos cables queden sueltos o que venga un tsunami de sinsentidos atrás del otro. La película no solo no se avergüenza de la inverosimilitud de la que se hace cargo abiertamente, sino que la celebra y la potencia a través de la asombrosa complicidad de los actores dentro y fuera de la pantalla. El malayo continúa el legado que nos dejó Justin Lin, con otro capítulo que se enorgullece de todos sus excesos y nos homenajea con este banquete, ya sea con cerveza belga o con una Corona bien fría. La séptima entrega de este tanque, anda mejor que nunca, es una maquinaria con las mismas dosis de bestia industrial y de corazón, que ha alcanzado su máximo dominio del lenguaje del cine, manteniendo intacta su capacidad para sorprender al espectador. Entréguense al disfrute de ese maravilloso arte al que llamamos cine.
Imperdible!!! Siempre y cuando te relajes y disfrutes de la proyección sin ponerte a pensar si lo que hacen estos chicos con los coches y con sus cuerpos puede llegar a suceder en la vida real. Creo que en Rápidos y furiosos 7 lo único que puede suceder en la realidad son las escenas en las que toman cerveza o dialogan...
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Un film a pura adrenalina y llena de: acción, efectos especiales y sobre todo emoción. Esta película es la más esperadas de todas y esto lo demuestra la venta de entradas. Tiene varios puntos a favor, entre los que se destacan: que muchos son sus seguidores y fans, también el hecho de que el público quiere saber como se solucionaron las escenas donde se encontraba el actor Paul Walker (recordarán que falleció por un accidente automovilístico el 30 de noviembre 2013 a los 40 años cuando iba de copiloto camino a un evento de caridad en California). El accidente no guarda ninguna relación con el rodaje de la película que ya se encontraba avanzado (justo en la mitad de la historia) y se convirtió en su filme póstumo. La primera “Rápido y furioso”, protagonizada por Paul Walker y Vin Diesel (resultó una buena dupla), dirigida por Rob Cohen se estrenó en nuestro país el 22 de noviembre de 2001 y a partir de ese momento la recaudación fue creciendo con un presupuesto de 38 millones de dólares y una recaudación a nivel mundial de 206.5 millones de dólares. Todo fue aumentando: en “Rápidos y furiosos 6” (2013) con un presupuesto 160 millones de dólares y una recaudación a nivel mundial 789.9 millones de dólares (fuente Wikipedia). En esta “Rápidos y furiosos 7” en nuestro país en solo 4 días de exhibición supero el millón de espectadores. En esos días la distribuidora UIP y Universal decidieron que ninguna cadena pudiera aplicar descuentos ni beneficios (como de dos entradas al precio de una) ni ninguna promoción de ningún tipo. La historia comienza en Londres donde se encuentra en terapia intensiva Owen Shaw (Luke Evans) que es el hermano de Deckard Shaw (Jason Statham encarna un asesino serial que a la hora de pelear sabe hacerlo) y sale en busca de venganza, algo le hace a Dominic Toretto (Vin Diesel), Brian O'Conner (Paul Walker), Mia (Jordana Brewster) y al niño. Después tiene una pelea brutal con Hobbs (Dwayne Johnson) y Elena (Elsa Pataky). Hobbs queda internado lastimado y enyesado, pero la cosa no queda ahí ya que Deckard Shaw quiere aniquilar a quienes se metieron con su familia. Entran en acción otros personajes como: Mr. Nobody (Kurt Russell), todo el humor de Roman (Tyrese Gibson), terroristas informáticos que pueden apoderarse del mundo, la tecnología de Tej (Ludacris) y Ramsey (actriz británica Nathalie Emmanuel, “Juego de tronos”). Otros del lado de los malos: Kiet (Tony Jaa), Han (Sung Kang), Kara (Ronda Rousey), Jakande (Djimon Hounsou), entre otros y esta la subtrama: la pérdida de memoria y unión sentimental entre Toretto y Letty (Michelle Rodriguez) se apoyan en el flashback y un tema musical acorde a las secuencias. Cuenta con un gran elenco, actores fornidos, chicas, carrera de autos, modelos muy atractivos, mucha acción que no te da respiro en más de dos horas, rotura de autos (muchísimos más de doscientos), las peleas cuerpo a cuerpo, autos que vuelan, un sinfín de explosiones de todo tipo, una Ferrari volando de edificio a edificio, con toques al estilo de” Los Indestructibles”, lleno de ironías, cargadas a ellos mismos y gags, tiene un flojo guión pero creo que poco importa a sus fans y seguidores. El director es más del género de terror (“El juego del miedo 1”, “El conjuro”, entre otras) y acá filma a la perfección haciendo sobresalir lo que le gusta a los espectadores de este film. Rodada en Londres, Los Ángeles, Dubái, Republica Dominicana, Japón, entre otros. La complementan una fotografía impactante y una buena banda sonora, entre otros elementos. Es la más emotiva y nostálgica de todas las sagas por el homenaje al fallecido Paul Walker. Con un gran final donde Vin Diesel tiene el momento para despedirse de su amigo Walker, un bello tema musical y la ocasión para que todos le demos nuestro adiós. Tras la desaparición del actor Walker, el estudio Universal paró el film por bastante tiempo, luego todos resolvieron reanudarla. Utilizando la tecnología disponible para no matar al personaje de Brian O'Conner se usaron imágenes por computadora, una técnica que en inglés se conoce con las siglas CGI (computer-generated imaginery), dobles e imágenes de Walker filmadas en películas anteriores de la saga que no habían sido utilizadas, efectos especiales y escenas realizadas por sus hermanos (Caleb y Cody), también se utilizaron secuencias de las películas anteriores que nunca se habían usado.
Esta película podría haber sido un desastre, un réquiem para el fierro, un Frankenstein, un zombi. Pero lo bueno es que es una película y tiene un corazón tan grande como cada una de sus secuencias de acción. El mundo sabe de la irónica muerte, antes de terminar el rodaje, de uno de los protagonistas principales, Paul Walker. Pero es evidente que este grupo de actores ha creado lazos fuertes alrededor de este serial adrenalínico cuyo sentido es la idea del regreso a la familia, a los valores tradicionales, al pequeño refugio de los amigos contra los males del mundo. Puede sonar conservador, pero igual funciona y es el lazo que estas películas tienen con el cine clásico. Las virtudes son varias: las secuencias de acción son de una imaginación notable, puestas a punto por uno de los mejores directores actuales, James Wan. Todos los actores creen –creen en serio– en el mundo que les ha sido dado habitar y el humor y el peligro llenan cada una de las secuencias. Pero al mismo tiempo, desde dentro de la trama y desde fuera del film, la muerte está presente como un recuerdo ominoso. Y la solución que encuentra la película –una solución elegante, notable y emotiva– es considerar que es parte de la propia vida. Por eso es que tenemos permiso para divertirnos incluso si en cierta medida el film es una despedida. Por cierto: si algo le faltaba a una película de autos a alta velocidad era el mejor piloto del mundo del cine, el pelado Jason Statham que es también –y le peleamos con la mano atada atrás a cualquiera para sostenerlo– de los mejores actores de cine del mundo.
El show sigue y sin perder el atractivo El clan Toretto queda entre la espada y la pared por culpa de Deckard Shaw, quien está decidido a destruirlos para vengar lo que le hicieron a su hermano (en la película anterior). Para enfrentar a Shaw, Toretto y su equipo contarán con la ayuda de un grupo gubernamental, pero a cambio deberán recuperar un software conocido como “el ojo de Dios”. Las aventuras los llevarán a recorrer todas las geografías, siempre a bordo de los mejores autos. Dominic Toretto repite una y otra vez que no hay nada más importante que la familia. Un Don Corleone de taller mecánico tan sentimental como implacable si tocan a uno de los suyos. Se entiende entonces que el final de “Rápidos y furiosos 7” esté dedicado a despedir a Paul Walker, cuñado de Toretto en la ficción y gran amigo lejos de los rodajes. La cámara se despega del auto y apunta al cielo, mientras a Vin Diesel se lo escucha más humano que nunca. La muerte de Walker -manejando, por si hacía falta alguna alegoría- golpeó a la saga pero de ningún modo la lastimó. Para completar las escenas utilizaron al hermano del actor y a otra cosa. “Rápidos y furiosos” goza de excelente salud y esta película lo demuestra. Jason Statham es un villano a la altura de Toretto y su banda. Para frenarlo será imprescindible apelar a Dwayne Johnson, que sigue expandiéndose a lo ancho y hace cosas como romper un yeso tensando los músculos. Djimon Honsou aparece del lado de los malos, pero el gran aporte al cast -un seleccionado de estrellas del género- es el incombustible Kurt Russell, en un personaje que lo dice todo: el Señor Nadie. La dinámica de la serie impone el recorrido por el mundo, al volante de autos que les provocan taquicardia a los fanáticos de los “fierros”. La premisa, un clásico incrustado en la naturaleza de “Rápidos y furiosos”, está tan cubierta como siempre, al igual que el desfile de chicas. Atención a Nathalie Emmanuel saliendo del agua en una playa de Medio Oriente. Si la saga propone guiños a la iconografía y al ritmo de 007, este es todo un homenaje. James Wan devino en una suerte de Rey Midas que convierte en oro todo lo que filma. Ya está en pleno desarrollo la secuela de “El conjuro”, uno de sus superéxitos. Wan sabe construir atmósferas asfixiantes para inventar un blockbuster terrorífico y con la misma solvencia apela a la estética del video clip para capturar el espíritu vertiginoso, colorido y arrollador de “Rápidos y furiosos”. Los personajes son los de siempre, planos, divertidos, enamoradizos. El universo en el que se mueven es extremo, malos muy malos y buenos buenísimos. Así es “Rápidos y furiosos”. A nadie se le ocurre pedir demasiadas explicaciones y mucho menos profundidad en un diálogo. Es un show con reglas establecidas desde hace siete películas y allí radica su fortaleza.
Una buena de acción Si hay una saga que ha logrado, por lo menos en las ultimas tres películas, superarse a sí misma, esa es sin lugar a dudas “Rápido y Furiosos” Toretto y su equipo, o su familia como dicen ellos, vuelven a su hogar donde su Mia y Brian podrán criar tranquilos a sus hijos. Lo que no saben es que tras ellos se encuentra el hermano de un enemigo que lograron vencer en busca de venganza, y que ese hombre es además una maquina entrenada para matar. Esta es una brevísima síntesis de lo que “Rápido y Furiosos” nos trae en esta séptima película de la saga. Si uno tuviera algo que destacar, obviamente no serían las actuaciones, aunque los protagonistas vuelven a cumplir con lo que se necesita de ellos. Tampoco, las coreografías de pelea y de persecuciones, sino como están filmadas esas coreografías y persecuciones, con un manejo de cámaras y de planos realmente fantásticos que apoyan y sobresaltan un guión sin fisuras para películas de este género. "Rápidos y Furiosos” comienza como alguna de las primeras películas de la saga pero termina con un film de acción y aventura realmente fantástico. James Wan se consagra como uno de los mejores directores de filmes de acción. El film es recomendable incluso para quienes no son seguidores de la saga, porque disfrutarán de un gran film de acción.
LEVÁNTATE Y ACELERA Furious 6 supuso la despedida del taiwanés Justin Lin, director que además de revivir la saga allá por el 2006 filmó la que hasta el momento es la mejor de todas las entregas: Fast Five. Mientras otro asiático, el malayo James Wan (Saw, Insidious, The Conjuring), tomaba la posta, la noticia de la muerte de Paul Walker (ni más ni menos que a bordo de un auto) enfrentaba a los fanáticos a otra despedida decididamente más trágica y definitiva. Cuando restaba filmar media película, los guionistas tuvieron que pegar el volantazo. La fecha de estreno se pospuso y hubo que echar mano de los doloridos Caleb y Cody Walker, hermanos de Paul, para poder completar el rodaje a fuerza de CGI. Curiosamente, gran parte de lo que ocurre en Furious 7 apunta a la liberación de una hacker extremadamente sensual llamada Ramsay (Nathalie Emmanuel, más conocida como Missandei de Game of Thrones), pieza clave para dominar el Ojo de Dios, un programa que permite ingresar a cualquier dispositivo que posea una cámara o un micrófono. Dominic Toretto (Vin Diesel) y los suyos serán contratados para hacerse con el programita que parece ser el único modo de ubicar al malvado Deckard Shaw (Jason Statham), quien busca venganza por lo que nuestros héroes le hicieron a su hermano en el film anterior. Así, en la primera entrega cronológicamente posterior a The Fast and the Furious: Tokyo Drift, mientras Sean Boswell (Lucas Black) hace una breve aparición luego de nueve años de ausencia, mientras se corren picadas insólitas en el cementerio y en el desierto, mientras se desaprovechan figuras de la talla de Dwayne Johnson y Djimon Hounsou y otras como Kurt Russell amenazan con robarse la película, mientras Letty (Michelle Rodríguez) sigue luchando contra su amnesia y Vin Diesel se debate a fierrazo limpio con Jason Statham, la voluptuosa Ramsay, maestra en el dominio de la matrix, nos recuerda que solo hay un lenguaje que cuenta: el de los unos y los ceros. Gracias a él leemos mails, pagamos cuentas por internet, nos conocemos por las redes sociales. Gracias a él los autos vuelan y atraviesan los edificios, las chicas se debaten en peleas asombrosas y se corren las más insólitas de las carreras. Nada escapa del Ojo de Dios, apenas una manifestación de ese gran Dios Digital ilimitado por cuya voluntad los muertos pueden volver a la vida. La primera incursión en el género de acción por parte de James Wan ha sido satisfactoria: las persecuciones son espectaculares y llegan hasta el vértigo pero se ha perdido parte de la frescura que le aportaba la narración de Justin Lin. Quizá sea que se trata de una séptima entrega, quizás se deba a otros factores. El tiempo dirá. Lo cierto es que luego de meter más de un millón de espectadores en cuatro días, Furious 7 bate récords en Argentina y en el mundo. La más larga de las rápidas y furiosas será inolvidable no tanto por su irreverente ridiculez sino por su emotivo homenaje final. Una vez resuelto quién es el más macho, el que pelea mejor, el que pistea más rápido, es momento de despedirse del Brian O’Conner que durante casi quince años encarnó Paul Walker. Como a un Lázaro del siglo XXI, el Dios Digital le ha otorgado unos minutos más de vida al compañero de ruta y lo ha vuelto inmortal. Y entre tanto motor, tanto músculo y tanta ametralladora puede ser que rueden una o dos lágrimas. Que nadie se avergüence: los hombres también lloran.//?z
La saga rápidos y furiosos inició como una historia de carreras clandestinas de autos, con persecuciones y un poco de venganza. Tanto ha sido su éxito, que actualmente vamos por la 7ma entrega, aunque la esencia se haya perdido. Pero no lo malentiendan. Los carros siguen ahí. Sacar por lo menos una edición de un bólido de 4 ruedas que sea lujoso, edición limitada o con alguna característica que sea casi imposible de ver en la vida real por simples mortales como nosotros se ha convertido en costumbre. Pero ahora, también tenemos un añadido: incluir algún personaje del cine de acción actual. La roca en la quinta entrega, Luke Evans y Gina Carano en la 6 y ahora Jason Statham y Ronda Rousey en esta última. La historia gira en torno a la venganza que busca Deckard Shaw (Statham) contra Toretto (Vin Diesel) por matar a su hermano en la 5ta entrega. Por ello, viaja a Tokyo a asesinar a Han, conectando así la tercera entrega que en principio parecía no tener mayor implicación con el resto de la saga, y siguiendo la historia (dudamos que esto haya sido planeado desde un principio, pero sirvió como buen pretexto para unir y expandir la saga). Como entretenimiento funciona. Aquellos que gusten del cine de acción con situaciones en las que la Física sale sobrando, y con buenas peleas cuerpo a cuerpo, la adrenalina sigue funcionando muy bien. El final, del que ya tanto se ha comentado y del que siguen circulando videos, tiene su dosis de lágrima fácil, por ser un homenaje al desaparecido Walker, pero más allá de eso, no trasciende (y que por cierto, hay escenas en las que el montaje digital es muy notorio) Obviamente quienes busquen un cine más inteligente y elaborado, no lo encontrarán aquí. Pero FF 7 sigue siendo un buen ejemplo de porqué la mayoría de distribuidoras y cines siguen apostando por este tipo de filmes. Más de 1000 millones de dolares en todo el mundo justifican el número de salas y de pantallas que la exhiben, pues al fin y al cabo, el dinero es el que manda y la gente seguirá pagando por un rato de acción.
INVENCIBLES CORRECAMINOS. Cada vez pelean contra villanos más grandes. Es la ley de las sagas de acción: se recargan a sí mismas para ir doblando la apuesta. En el centro, por supuesto, están las calles, los autos, las persecuciones. Estupendamente presentadas. Nada iguala la espectacularidad y la imaginación de estas corridas. Lo demás es lo de siempre: tipos básicos, simples, imbatibles, que cada vez que logran disfrutar una vida tranquila el deber o lo que sea los convoca. Y otra vez salen a la cancha a pelear contra los malísimos. Ahora el que los gtiene mal traer son dos súper enemigos: un vengativo de alto vuelo; y un invento feroz, El ojo de Dios, un chiche que ubica lo que quiere en cualquier lugar del planeta. Peleas largas, balazos y piñas, autos que hacen de todo y pilotos a su altura. Taco, punta, aceleraciones y frenada, derrapes, saltos y velocidad pura. Para los fierreros, un plato bien servido. Los que buscan otra cosa, mejor sacarse el casco y abstenerse.
Un nuevo capítulo de la saga Rápido y Furioso llegó a la salas de todo el mundo y antes de su estreno el éxito en la taquilla estaba asegurado. No solo por la cantidad de fans que tiene alrededor del globo, sino por el dinero que había recaudado solo en la venta de anticipadas. Aquí en Argentina, más allá de que en los primeros cuatro días de estreno no se iba a poder comprar entradas con ninguna promoción, el número fue abrumador: 788 mil espectadores en solo tres. Hasta este punto, ninguna novedad en el terreno comercial, en ese aspecto “el partido se había ganado desde el vestuario”. Lo que si fue revelador y noticioso es el ascenso en calidad, tanto narrativo como visual, que se va dando secuela a secuela. La historia de Dominic Toretto (Vin Diesel) y su familia, porque así le gusta llamar a sus socios y amigos, suma condimentos en cada nueva entrega. En el año 2006, por darle una exprimida más a esta franquicia que parecía extinguirse, Justin Lin dirigió la tercera entrega con nuevo protagonista y en otro continente. Si bien fue la más carente de emoción y entretenimiento, el haber variado algunos factores generó un cambio de aire y nuevas ideas. La renovación estaba por llegar y director que se haría cargo de los tres episodios siguientes de la saga, tenía pensado grandes historias para las próximas secuelas. Si hasta filmó una muerte que es el eje central de esta última. Con la introducción de diferentes escenarios y nuevos personajes a lo largo de las siete entregas, la trama fue mejorando, no solo porque había más personajes para desarrollar sino porque las misiones, aunque rozando lo inverosímil, crecieron en complejidad y le dieron un tinte James Bond por momentos y Misión Imposible por otros, algo impensado en las dos primeras cintas. El caso de Dyawne Johnson (más y mejor conocido como The Rock), Elsa Pataky, y los que ya no están pero que si participaron en más de un film, Sung Kang y Gal Gadot, son parte de la expansión del universo de Rápido y Furioso. Furious 7 En el caso de la séptima, la incorporación de Jason Statham como el implacable Deckard Shaw, ex asesino a sueldo entrenado por los servicios secretos que viene a vengar a su hermano, el villano de la entrega anterior interpretado por Luke Evans, aporta escenas de altísimo despliegue físico, un denominador común en la mayoría de sus papeles, pero a la vez un rival a la altura del grupo protagónico; un asesino sin escrúpulos, un fantasma difícil de confrontar. Otra buena incorporación fue el caso de Kurt Russell, ícono del cine de tiros y explosiones, que encarna a un misterioso agente que les brindará ayuda para vencer al enemigo de turno, pero si a cambio rescatan a Ramsey, una hermosa hacker que tiene acceso a un programa único capaz de monitorear cualquier dispositivo electrónico. Nathalie Emmanuel, conocida por su actuación en Game Of Thrones como la asistente personal de la Khaleesi, se pone en la piel de Ramsey y se suma a la familia de Toretto, por lo menos en este film. Ojalá la morocha continúe. La misión los llevará por locaciones exóticas, rutas de complicada trayectoria, y a enfrentar nuevos enemigos como el terrorista que interpreta Djimon Hounsou (Diamantes de Sangre, Guardianes de la Galaxia) que poco miedo impone con sus apariciones en comparación con el personaje del pelado Statham. Con un nuevo director, el malayo James Wan, de conocida trayectoria en el cine de terror pero también en acción con el film Sentencia de muerte, protagonizado por Kevin Bacon, poco hay para quejarse y mucho para disfrutar en Rápidos y Furiosos 7. Dos puntos a favor para el cineasta que viene de brillar en el cine de terror con El Conjuro, entre otras. El primero es como aumentó en intensidad la historia de amor entre Dom y Letty (Michelle Rodriguez), algo que había quedado inconcluso en el anterior film y que ameritaba una vuelta de tuerca más. El segundo es como distribuye el tiempo para que todo sea atractivo: autos, carreras, pelea, explosiones, tecnología y humor, todo en su justa medida. Dos horas y un poco más que pasan volando, donde el director supo no alejarse de los orígenes y darle vuelo propio a las historias nuevas. 687883034_4142367161001_fast---furious-7-digital-paul-walker-clip Para finalizar, Rápidos y Furiosos 7 es una película que mantiene la temática autos/códigos callejeros/familia, el humor, el goce visual en hermosas y esculturales mujeres,y en atractivos caballeros que se baten a golpes con sus grandes músculos, autos lujosos y, sobre el final, una emotiva carta de despedida para Paul Walker. El actor, fallecido el año pasado antes de terminar el rodaje, recibe un homenaje hermoso, artístico, para las lágrimas. El director pone todo y Vin Diesel se luce con su sentida actuación, regalándole una cálida despedida a su amigo y compañero de estos últimos catorce años.
Rápidos y Furiosos 7 es una película que viola todas las leyes de la física y que viola todas las leyes del realismo, pero que cumple obedientemente con todas las leyes del entrenamiento cinematográfico; siendo popular, vertiginosa, espectacular, grandilocuente y efectista. Un digno homenaje a Paul Walker que luego de haberse retirado trágicamente de este mundo, retira su personaje de la franquicia con altura, y deja la puerta abierta a nuevos filmes para continuar la popular franquicia. Esta película es muy entretenida y es un arquetipo del cine de acción, un filme que no puede ser discutido desde otro género. Y quizás su mayor defecto sea justamente ese, que tenga demasiada acción, con demasiadas escenas espectaculares, que compiten entre sí para sorprendernos, emocionarnos y demostrarnos cuál es la secuencia más espectacular. He ahí el problema del filme, tiene un arco dramático demasiado alto desde entrada, y si todo es un clímax, en cierta forma nada lo es; a diferencia de un filme por ejemplo como Los Vengadores (2012) que tenía muchas y espectaculares escenas de acción pero al momento de llegar el final, este era un verdadero clímax; una orgía de efectos especiales, emoción y espectacularidad. Rápidos y Furiosos 7 quedará como un hito dentro de la saga, es muy emotiva, siendo el filme para que los hombres lloren de 2015, probablemente las secuelas a venir no superarán ese nivel de emotividad, que tiene un plus por la muerte de la estrella. Y es un filme que merece ser visto en la pantalla grande donde su espectacularidad se desarrolla en todo su potencial. Escuchá la 2º crítica radial completa en el reproductor debajo de la foto, que se centra más en el tema de terminar la película sin Paul Walker.
Resulta fascinante ver como un producto de corta vida se dió maña para salir de su nicho y convertirse en un espectáculo masivo. A final de cuentas las primeras Rapido y Furioso eran películas copadas de carreras, sólo que llega un punto en donde las anécdotas se terminaban y se entraba en un ciclo repetitivo. A alguien se le ocurrió convertir a la banda de Vin Diesel en una suerte de aventureros internacionales (algo así como una versión políticamente incorrecta de Meteoro), y la saga comenzó a dispararse en términos de recaudación en taquilla. Con la llegada de nuevos valores - The Rock, Kurt Russell, Luke Evans, etc - la franquicia se renovó y se transformó en una especie de aventura Bond pasada de Nitro. En su séptima entrega - dirigida por el meister James Wan - las cosas se disparan hasta la estratósfera, y elloo abarca desde la acción y los chistes hasta la escasa credibilidad de toda la historia. En sí, Rapidos y Furiosos 7 es lo que debería haber sido The Expendables si hubiera contado con un cast 40 años mas joven. Aquí hay una parva de estrellas de acción en su mejor momento, las cuales se sacan chispas al momento de las peleas. La historia es bastante estúpida y la que queda peor parada es la credibilidad. Hay demasiadas cosas imposibles, improbabilidades por doquier, proezas fisicas sobrehumanas, y bolazos hipercafeinados, sólo que Mister Wan se da el lujo de filmarlo como los dioses y por ello terminamos aplaudiéndolo. Pero los disparates están a la orden del día - desde tirar varios autos en picada desde un avión, cayendo con un paracaídas imposible de maniobrar sobre una zona densamente arbolada y embocando justo la carretera por la cual va el convoy del villano; un bólido hiperpotenciado saltando de un rascacielo a otro; helicópteros armados hasta los dientes y armando bardo en medio de Los Angeles sin que aparezca siquiera un móvil de la policía o la fuerza aérea; y un largo etcétera -, y la razón por la cual funcionan (al menos como espectáculo) es que el filme entra en un universo propio regido por sus propias leyes. Realismo 0, diversión al 120%; algo así como un filme de Michael Bay o Roland Emmerich, sólo que dirigido de manera mucho mas prolija e inspirada. La historia es bastante traida de los pelos - van a robar un dispositivo para rastrear al villano... aún cuando el villano los cruza en todos lados, sin importar el país en donde se encuentren -; hay gente que sobreactúa bastante (como Kurt Russell, quién hubiera imaginado), el malvado aparece menos de lo esperado, y los Deus Ex Machina abundan... pero son detalles menores. El tema es la acción, la cual es sobresaliente (y a veces se encuentra tan hiperanabolizada que da la impresión de estar viendo una escena de destrucción masiva de Los Vengadores). El detalle que opaca al show es el súbito fallecimiento de Paul Walker (ocurrido en medio del rodaje), lo cual añade un subtexto bastante triste a un espectáculo pasatista. Su personaje se hace familiero y deseoso del retiro, y al final hay una despedida en tal sentido - hecha con mucha altura por Wan, y la cual sobrepasa la pantalla con toque de auténtica emoción - que le pone una sentida frutilla a semejante postre. Como diría Diesel, es la despedida de un amigo de la casa, un tipo al cual vimos (y querimos) durante muchos años. Rapidos y Furiosos 7 es una película espectacular, entretenida y hueca. El argumento se chafa por todos lados, pero todo es tan cool - desde los personajes hasta los autos - que es posible perdonarle todo. Ojalá la próxima pulan los detalles y hagan una aventura tan emocionante como realista, ya que los argumentos disparatados a la larga terminan cansando. Y no hablo que no haya mas escenas como un lanzamiento masivo en autos en paracaidas, sino que las intrigas y las motivaciones del villano no sean simples adornos escupidos al pasar, sino el fruto de una trama ingeniosa y trabajada. Pero, mientras la taquilla siga indicando que los fans quieren sopa, los criticos no podremos quejarnos de la sopa, ya que la sopa deja billones en los bolsillos de los estudios y ése es el unico criterio que cuenta. - See more at: http://www.sssm.com.ar/arlequin/furioso-7.html#sthash.81vhHIGO.dpuf
Rápidos y Furiosos 7, 7 películas para el grupo que supo ganarse el corazón de muchas partes del mundo, la franquicia más exitosa de Universal Studios vuelve a la carga para arrasar en la taquilla mundial teniendo de regreso a la acción a Toretto y su banda más ese plus negativo, pero positivo al fin: La última película de Paul Walker (1973-2013). La película comienza muy arriba y termina muy abajo así como esos autos que saltan de un avión. 7 películas, muchas ideas para hacer que un grupo de amigos con unos autos super tuneados hagan lo que quieran, bueno, el estudio y el presupuesto de éstas películas lo pueden. Por momentos se sentirán disfrutando de estos momentos flasheros que la verdad son el principal motivo por lo que uno se pone a ver éstas películas, el tema es lo siguiente: Yo quiero comenzar con buscar un responsable y explicar porqué ésta película no es de las más fuertes de la franquicia. ¿Vin Diesel? Para nada, es el director James Wan (SAW, El Conjuro) que tuvo la tarea de llevar adelante ésta séptima entrega pero que todo se le terminó yendo de las manos. Digamos que el problema más grande que pudo tener es la muerte de Paul Walker mientras la película se seguía rodando. Pero más allá de la triste tragedia, tuvo que armar una historia con el equipo que ya todos conocen enfrentando a Jason Statham, hermano del derrotado en la 6, Owen Shaw. La verdad que poco se entiende de la historia, las actuaciones de los “nuevos” son malas y los grosos como “The Rock” se quedan sin mucho tiempo en pantalla. Tyrese “Green Lantern” Gibson es otra vez el loco que rompe el hielo y te hace cagar de risa, las actuaciones de Vin Diesel y Paul Walker son de los momentos que más se disfrutan porque sabemos que son los más capos de la franquicia y también Michelle Rodriguez tiene su mano a mano con la peleadora de UFC: Ronda Rousey, buena pelea. El director se juega con muchas subtramas en la película en lugar de enfocarse en el enfrentamiento que están teniendo la familia de Toretto con Shaw. Suma a Djimon Hounsou como un terrorista que Kurt Russell quiere derribar y pide ayuda a Dom para que luego lo vuelvan a ayudar con Shaw. ¿Eh? Sí, así de retorcido es todo. El final como viene sucediendo en las últimas Rápidos y Furiosos, busca generar un caos y una destrucción masiva al momento que te das cuenta que se recontra pudrió todo. Tiros, autos veloces, tiros, granadas, misiles, tiros, autos, tiros y más tiros. “Furious 7” está dedicado a la memoria de Paul Walker que murió antes de terminar el rodaje. La película resulta muy conmovedora al final y el homenaje que le rinden al personaje de Brian O‘Conner es muy bueno. Con una sonrisa brillante, Walker dice adiós a Rápidos y Furiosos. Más allá de que disfruté volver a ver a Vin Diesel, Paul Walker y a todo el equipo, siento que el director no supo aprovechar a un muy buen actor de acción como Jason Statham y sus subtramas no pegaron con nada. Los buenos momentos están: las megafiestas, secuencias impresionantes y escenas de mucha adrenalina. Tras Fast Five en Río y el último despelote que armaron en Londres la vara estaba muy alta y quizás esperaré una 8va que vuelva a capturar la esencia de esta saga.
El homenaje a Paul Walker "Rápidos y Furiosos 7", sí, estamos hablando de la séptima parte de esta franquicia, se ha convertido en una de las películas más taquilleras de la historia del cine. Esto demuestra que los productores y guionistas junto con el director han sabido leer los deseos de los fans de la saga y atraer a nuevos adeptos. ¿Esto quiere decir que es un peliculón? No, pero más allá de que sea cine de calidad o no, hay que reconocerle que tiene mucha llegada con los espectadores. Esta nueva entrega estuvo marcada por la trágica muerte en un accidente automovilístico de uno de sus protagonistas en pleno proceso de filmación, Paul Walker, lo que derivó en un atraso de un año para su estreno y en que se tuviera que incluir con recursos digitales al actor para poder terminar con las escenas. También a partir de esto, se generó mucha expectativa alrededor del film para ver como se resolvería la salida definitiva del personaje de Walker de la franquicia. Un poco morboso, pero hay que decirlo. Pasando a lo cinematográfico, el director debutante en la saga James Wan ("El Conjuro", "El juego del miedo") sigue la línea de acción exagerada y enfoque en las interacciones familiares que venía imponiendo el responsable de dirección anterior, Justin Lin ("Rápidos y Furiosos" 3, 4, 5 y 6). Como dije en reseñas anteriores, sabemos lo que estamos yendo a ver; un equipo de amigos que conforman un escuadrón que oficia de liga heroica de los fierros y las picadas. Nacieron como pisteros del under estadounidense y fueron evolucionando hasta convertirse en un grupo de elite que combate a los mafiosos más ásperos del mundo. La premisa es un tanto ridícula, pero lo sabemos, lo aceptamos y la disfrutamos en todo su esplendor. Personalmente me divierto mucho con esta saga, pero me doy cuenta que la exageración desmedida de sus secuencias de acción me están comenzando a cansar un poco, o al menos ya no me sorprenden como antes. Desde lo técnico está muy lograda, con efectos especiales mejorados y un sonido que contagia pista y motor. Peleas varias, entre ellas los esperados cruces entre el pelado Statham y Dwayne Johnson, Michelle Rodriguez y Ronda Rousey. Autos volando por el aire, muchos tiros y explosiones, son parte del combo como siempre. La incorporación digital de Walker en algunas escenas son casi imperceptibles, lo que demuestra que hicieron un buen trabajo. Si hablamos estrictamente de la trama, se repite la fórmula de "Rápidos y Furiosos 6" en la que el equipo de Dom se enfrenta a un mercenario británico que resulta ser el hermano del villano de aquella película. No hay mayores cambios por este lado En mi opinión, deberían frenar acá. La película es buena, cumple con las expectativas de los fans y nos ofrece un final emotivo como homenaje a Paul Walker. Creo que si siguen demasiado la franquicia va a terminar bajando el nivel. Por lo pronto, ya anunciaron la parte número 8. Espero no la arruinen.
La séptima entrega de la saga de Rápido y Furioso empieza donde termina la sexta, con el pasado visitando el presente para terminar con el futuro. La película empieza cuando Deckard Shaw (Jason Statham), visita a su hermano en el hospital (Owen Shaw, el antagnista de rápido y furioso 6) y jura vengar lo que le han hecho. Saliendo de verlo, ya se nos aclara el tono de la película. De manera cuasi cómica, vemos que ha arrasado con todo, el personal policial, la seguridad privada y casi el edificio mismo. Mientras sale, llama a Toreto (Vin Diesel) y le dice que va por el y los suyos, todos los que lo ayudaron a postrar a su hermano, y lo hace después de matar a Han, parte del equipo que había recuperado su libertad después de ayudar a la ley en la sexta entrega. Y así comienza la aventura, con Dominc Toreto y Brian Oconner (Paul Walker) buscando como detener Deckard, y a la vez, ellos mismos buscando venganza por meterse con la familia que han formado. Como toda película perteneciente a una saga, cada una tiene que superar la anterior, y el gran problema, es que la anterior, Rápido y Furioso 6, ya era exagerada. Y eso nos deja con escenas de acción que carecen de sentido lógico, pero no la lógica de la vida “normal”, sino la lógica de las propias películas de acción. Son tan inverosímiles ciertas cosas que causan gracia (entre ellas el famoso salto de un edificio a otro que se ve en el trailer), y el final es digno de una parodia estilo la pistola desnuda. Cabe destacar, que las escenas de acción con autos (el asalto al camión, por ejemplo) están muy bien filmadas, pero cuando empiezan a utilizar la exageración y los efectos digitales arruinan lo mejor que tiene la película, que es autos a toda velocidad y tiros. Como siempre, Dwayne The Rock Johnson cumple, aunque saturan los constantes “one liners” que tira, dignos de una de Schwarzenegger de los 80’s. Párrafo aparte a las referencias constantes y poco sutiles a la muerte de “uno de la familia”, y la cantidad de veces que repiten que “no quieren ir a otro funeral” jugando con la perdida física de Paul Walter, que se redime con la manera en que lo despiden al final. Para terminar, es más de lo mismo, pero exagerado. Una lastima porque en la quinta entrega parecía que la saga iba para otro lado, pero en algún lado torció el camino, y digamos que la franquicia “choco”.